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La Siguanaba
Es una mujer vestida de blanco y largos cabellos negros que aparece por los ríos
y las veredas solitarias. Se hace seguir, por los hombres que trasnochan
buscando aventuras nocturnas, sin dejarse ver el rostro. Luego los pierde en los
barrancos, tras haberles mostrado su cara de caballo.
El hombre le preguntó:
Había en la Antigua Guatemala una señora viuda que vivía por el barrio del
Calvario, en medio de la mayor pobreza. Sus vecinos casi no le hablaban, pues
creían que era una bruja.
Un día le pidió a la señora de la tienda que le diera el pan a crédito, pero ésta
como siempre se negó a hacerlo. Entonces la mujer le dijo:“Yo sé que su marido
se fue de su lado, pero yo puedo arreglarle que vuelva con usted. Tenga este
cuerito, a las ocho de la noche llámelo por su nombre, golpee con él tres veces la
almohada y guárdelo debajo de ella”.
La viuda le contestó que lo usaría para otro trabajo. La tendera se lo dio y ese
mismo día su marido se fue de la casa. Enojada la vecina la acusó de bruja, se fue
con las autoridades y el cura de la iglesia. Entre todos decidieron llevarla a la
cárcel. Pero ella, burlándose de quienes la tenían prisionera, organizó un plan de
escape.
Por otro lado, algunos historiadores refieren que este personaje tiene sus
antecedentes en los últimos años de la ciudad de Santiago de los Caballeros.
El cadejo blanco y negro
La leyenda del cadejo o cadejos está presente en casi todo Guatemala, El cadejo
blanco es un perro enorme de color blanco y ojos rojos que protege a los hombres
cuando llegan a altas horas de la noche, sin embargo el cadejo tiene un enemigo,
el cadejo negro, un ser diabólico que ataca y mata a las personas de dudosa
moral, cuando ambos el espíritu protector y el diabólico se encuentran comienza
entre ambos una lucha a muerte que normalmente da tiempo a la persona a huir.
El cadejo negro dependiendo de la cultura que enfoca la leyenda puede tener dos
fines, matar a las personas de dudosa moral a las que no puede defender el
cadejo blanco siempre a altas horas de la noche, o simplemente golpearle y
aplastarle, en ambas creencias el cadejo nunca muerde (salvo en su lucha con el
cadejo blanco) y causa el daño golpeando y aplastando, debido a su gran tamaño
deja al hombre al que ataca como si hubiera recibido una paliza.