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No hay mejor manera de titular este CD: “Canciones”, tal como ha hecho el pianista
Harold López-Nussa. Porque de eso se trata y no hay que complicar las cosas como le
gusta a tantos musicólogos o semiólogos. Aquí encontramos, en un sólo disco,
canciones de cuatro generaciones de músicos cubanos, más un brasileño y un
argentino.
Pero si bien se trata de canciones, también es música puramente instrumental, o sea,
son “cantadas” por los instrumentos. Esto incluye la danza para piano del más clásico
de nuestros compositores, Ignacio Cervantes, titulada “Los muñecos”, que muy
probablemente fuera concebida por su autor a partir de alguna canción hoy olvidada.
¿Por qué Cervantes? Acaso porque este CD, entre otras cosas, está concebido como
“música de cámara”, aunque basada primordialmente en temas populares, tal como lo
habría hecho Cervantes en su tiempo.
Al tratarse de una música instrumental que sabe realzar los valores melódicos de cada
pieza, pudiera pensarse que se trata de una “música ligera” como la que difunden los
programas de Smooth Jazz (jazz suave) o “Easy Listening” (fácil de oír) en los Estados
Unidos, o los de Radio Enciclopedia en Cuba. Nada más erróneo, pues se trata de una
música de sutil complejidad y riqueza no sólo melódica, sino también armónica,
rítmica y polifónica. Empleando distintos formatos, básicamente de jazz afrolatino, y
en ocasiones un cuarteto de cuerdas clásico y con arreglos de inusitado rigor en la
conducción y empaste de las voces, Harold logra una música que conjuga equilibrio y
transparencia con la fuerza y fluidez rítmicas.
Asimismo, “Para vivir” de Pablo Milanés posee una atmósfera que oscila entre la salsa
y el jazz afrolatino, mientras “Para Bárbara” de Santiago Feliz es casi una pieza de
música de cámara, en la cual predominan los pasajes a dúo (en unísono o contrapunto)
entre el clarinete y el piano. “Bailando suiza”, del propio Harold, está más en la órbita
del Latin jazz, con trompeta y una típica sección rítmica afrolatina: piano, bajo, batería
y percusión cubana. Los dos siguientes números son de especial interés en cuanto a su
instrumentación, pues ambos combinan un cuarteto de cuerdas, dos violines, viola y
cello, con instrumentos de viento, saxo soprano y clarinete bajo, en “Detrás del
cristal”, de Carlos Varela; y clarinete, saxo alto, fliscorno y trombón en “11 y 6” de
Fito Páez. Ambas combinaciones resultan poco comunes en la música popular, por lo
cual sorprende la destreza de Harold al manejar el movimiento de las voces y el
empaste de los timbres como los más consagrados arreglistas de jazz.
Este CD es una muestra del mejor antídoto: es una música inteligente, justo lo que
necesitamos en este agresivo siglo XXI.