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HERMENÉUTICA
Raymond E. Brown, S.S., y Sandra M. Schneiders, I.H.M.
Las secciones 55-70 de este artículo son de S. M. Schneiders; el resto, de R. E. Brown.
No se han corregido las bibliografías, ni la general ni las parciales
Esquema
Introducción (§ 3-8)
I Significado de «hermenéutica» (§ 3-4)
II Observaciones generales (§ 5-8)
El sentido literal de la Escritura (§ 9-29)
I Definición (§ 9-13)
II Problemas generales a la hora de determin ar el sentido literal
A Aptitudes diferentes para la exégesis (§ 14-19)
B La cuestión de la actualidad (§ 20-22)
C La determinación del género literario (§ 23-26)
D Historia literaria y redacción (§ 27-29)
Sentidos supraliterales (§ 30-77)
I Historia de la exégesis supraliteral
A Hasta el final de la época neotestamentaria (§ 31-34)
B Época patrística (§ 35-38)
C Edad Media (§ 39-40)
D Siglos XVI y XVII (§ 41-42)
E Pasado reciente (§ 43-52)
a Fundamentalismo (§ 44)
b Conservación de elementos de la tipología patrística (§ 45-48)
c El sensus plenior (§ 49-51)
d Interpretación cristiana del AT (§ 52)
II La situación contemporánea
A La nueva hermenéutica (heideggeriana (§ 54)
B La crítica literaria (§ 55-70)
a De la crítica histórica a la literaria (§ 57-58)
b El problema de la referencia (§ 59)
c Planteamientos no contextúales: estructuralismo; desconstrucción
(§ 60-62)
d Planteamientos contextúales: crítica retórica; crítica
sociológica/psicoanalítica; crítica fenomenològica (§ 63-69)
e Conclusión (§ 70)
C La crítica canónica (§ 71-74)
D Aportaciones varias (§ 75-76)
a Exégesis para una transformación personal (§ 75)
b Exégesis de propugnación (§ 76)
E Observaciones finales (§ 77)
Temas relacionados (§ 78-92)
I La acomodación (§ 78-79)
II La interpretación con autoridad por parte de la Iglesia (§ 80-87)
III La autoridad exegética de los Padres (§ 88- 89)
IV La divulgación de las opiniones críticas modernas (§ 90-92)
[se ha movido la Bibliografía, nº 1, al final]
INTRODUCCION (3-8)
30. Pasamos ahora a la averiguación del significado escriturístico que va más allá del literal,
sentido que por definición no se limita a lo que el autor humano tenía intención directa de
transmitir con sus palabras escritas. Por un lado, la posibilidad de tal «excedente de
significado» es inherente a cualquier gran obra que se lea en una época posterior, pues un
clásico amplía el horizonte de generaciones sin fin de lectores. A menudo el autor original
no preveía esos lectores futuros, pero sus palabras escritas siguen tendiendo la mano en
un diálogo que afronta cuestiones nuevas, un nuevo «mundo enfrente del texto». Por otro
lado, la cuestión del significado supraliteral guarda especial relación con la Escritura. En
primer lugar, siglos después de que el autor escribiera su libro, este fue agregado a una
colección llamada la Biblia. Esta nueva disposición, que no pudo ni mucho menos ser
prevista por el autor, tal vez modificara seriamente su intención. (Por ejemplo, Lucas
consideraba su evangelio y Hch como un solo libro, pero el proceso canónico los separó.
No hay pruebas de que al autor de Jn, con su pretensión de ofrecer un testimonio único, le
hubiera sentado bien ver su obra puesta al lado de otras llamadas evangelios y en pie de
igualdad con ellas). La yuxtaposición de libros proporciona dentro de la Biblia conexiones
que ningún autor aislado podría haber hecho, con lo cual amplía el significado pretendido
originalmente. En segundo lugar, aun después de que la colección canónica quedara
estabilizada, la creencia de que la Escritura tuvo un «autor» divino significa que la Biblia es
palabra de Dios para los oyentes y lectores de todos los tiempos. Este encuentro bíblico
continuado de los lectores/oyentes con Dios (con o sin el catalizador de la predicación)
pone al descubierto un significado que va más allá del previsto por el autor humano dentro
de sus circunstancias locales y limitadas. El reconocimiento de un sentido supraliteral es,
como vamos a ver, tan antiguo como la Escritura misma y a menudo ha influido en la vida
de la gente de manera más dinámica que el sentido literal. No obstante, plantea el
problema de su control. ¿Cuándo la búsqueda deja de ser exégesis (descubrimiento de un
significado que brota del texto) para convertirse en eiségesis (imposición al texto de un
significado ajeno a él)? ¿Cuándo se da un auténtico diálogo entre el texto y los lectores
corrientes, en lugar de que el texto sea mera ocasión para que los lectores hablen consigo
mismos de sus propias ideas preconcebidas? ¿En qué medida una relación responsable
entre el sentido literal y el supraliteral es una respuesta a la cuestión del control? La
historia de la exégesis supraliteral refleja tales problemas.
Estructuralismo
61. Este término se aplica a diversos métodos que ven el texto como un sistema cerrado
de signos que no tienen significado en sí mismo ni en referencia a una realidad extra
textual, sino solo en relación entre sí. El modelo para la comprensión de signos, sean
diminutas unidades textuales (p.ej., palabras) o unidades mayores (p.ej., parábolas), es el
modelo semiótico según el cual un signo se compone de significante (expresión) y
significado (contenido). La forma del análisis estructural que se ha aplicado más
ampliamente a los materiales bíblicos es el método de A. J. Greimas para analizar
narraciones. Según Greimas, el significado de un texto es el efecto del funcionamiento de
profundas estructuras o sistemas de elementos, idénticos en todas las narraciones, que
generan textos distintos de manera análoga al modo en que una gramática genera
oraciones dentro de una lengua. El objetivo del análisis estructural es sacar a la luz las
estructuras profundas de las cuales el texto es una realización. De este modo, como ha
señalado Ricoeur (Interpretation 82-87), se puede clarificar el sentido de un texto (en
cuanto opuesto a su referencia). Quienes practican el estructuralismo lo ven como un
método científico que permite estudios comparativos de textos por encima de fronteras
culturales y lingüísticas. Los resultados de la exégesis bíblica estructuralista han sido, hasta
el momento, relativamente exiguos, pero como método explicativo resulta prometedor (►
Pensamiento del NT, 81:71). (Historias de los planteamientos formalista y estructuralista
en McKnight y Eagleton; descripción y aplicación a la Biblia en R. M. Polzin, Biblical
Structuralism [Missoula 1977]. J. Calloud, Structural Analysis o f Narrativa [Missoula 1976].
D. C. Greenwood, Structuralism and the Biblical Text [Berlín 1985], D. Patte, What Is
Structural Exegesis? [Filadelfia 1976]. D. O. Via, Kerygma and Comedy in the New
Testament [Filadelfia 1975].)
Desconstrucción
62. Esta teoría literaria, vinculada a J. Derrida (véase su Dissemination [Chicago 1981]; trad.
esp. del orig. fr.: La diseminación [Madrid 1975]), vuelve el estructuralismo contra sí mismo
al poner en tela de juicio su pretendida metafísica de la presencia, es decir, su convicción
fundamental de que el significante (p.ej., la narración) dentro de un signo (p.ej., el
evangelio de Marcos) manifiesta un significado (p.ej., el mundo narrativo de Marcos) que
es un referente determinado. El desconstruccionista pone el acento en el significante, que
tan solo está en relación con otros significantes, y no con un determinado significado, pues
el significado es como tal un significante dentro de otro signo. En otras palabras, el texto es
una serie ilimitada de referencias a otras referencias que nunca llega a descansar en un
referente «real» o determinado. Así, el texto como tal subvierte el significado mismo que
crea. Esta teoría no ha generado excesivo interés entre los especialistas bíblicos, quizá
debido a que implica la completa indeterminación de los textos. Véase J, 1, N. Stewart y .1,
Culien, Oh Decanstntclion (Jlhaca 1982).
Crítica retórica
65. Esta supone que todo discurso va encaminado a influenciar a un público concreto en
un tiempo concreto. Por tanto, el análisis de las estrategias textuales por medio de las
cuales se alcanzaron los objetivos comunicativos en la situación original y se alcanzan con
respecto a lectores posteriores puede dar acceso al significado del texto. El principio básico
de la crítica retórica es que los textos deben poner de manifiesto los contextos tanto del
autor como del lector. G. A. Kennedy (New Testament Interpretation through Rhetorical
Criticism [Chapel Ffill 1984]) describe la crítica retórica clásica de Aristóteles, que se ocupa
principalmente de los objetivos y métodos del autor del texto, y aplica hábilmente esta
teoría a varios textos del NT. Para el floreciente desarrollo de los estudios retóricos del AT,
► Crítica del AT, 69:67-68. Véase W. Wuellner, «Where is Rhetorical Criticism Taking Us?»,
CBQ 49 (1987) 448-63.
66. La crítica retórica contemporánea no se interesa solo por las reglas y recursos de
argumentación utilizados por el escritor, sino por todas las estrategias mediante las cuales
se encaran los intereses, valores y emociones de los lectores (tanto originales como
posteriores). Así, se ocupa tanto del proceso de interpretación por parte de los lectores
como del proceso de creación por parte del autor. A. N. Wilder (Early Christian Rhetoric
[Londres 1964]) ha demostrado la fecundidad del planteamiento retórico para la
interpretación de materiales del NT; dicho planteamiento se ha aplicado en particular a la
interpretación de las parábolas (► Pensamiento del NT, 81:68-70).
67. La crítica narrativa (que se ha de distinguir de la narratología o análisis estructural del
relato) es la aplicación de la critica retórica a relatos, sean estos largas narraciones
evangélicas cuasi-históricas (D. Rhoads y D. Michie, Mnrk as Story [Filadelfia 1982]; J. D.
Kingsbury, Matthew as Story [Filadelfia 1986]; R. A. Culpepper, Anatomy o f the Fourth
Gospel [Filadelfia 1983]), narraciones más breves como la resurrección de Lázaro en Jn 11,
o relatos de ficción tales como Jon o una parábola (R. Funk, The Poetics o f Biblical
Narrative [Sonoma, CA, 1988]).
Crítica fenomenológica
69. Esta pone el acento sobre la influencia recíproca entre el lector y el texto en el proceso
de lectura mediante el cual el texto va siendo realizado o comprendido por el lector.
Implica que «el texto potencial es infinitamente más rico que cualquiera de sus
comprensiones concretas» (W. Iser, «The Reading Process: A Phenomenological
Approach», The Implied Reader [Baltimore 1974] 280). Ricoeur (Interpretation)
proporciona la base filosófica para este planteamiento.