(IMPORTANTE: No puede haber títulos: asimilarlos al
desarrollo.)
21.1. Desde principios de siglo hasta 1945: pervivencia del realismo
En los primeros lustros del siglo XX, la narrativa hispanoamericana se mantiene en el realismo del siglo anterior. Este realismo es particular, puesto que manifiesta en algunos casos rasgos naturalistas e, incluso, rasgos del lenguaje romántico. Los temas de esta narrativa se basan en la realidad histórica y social hispanoamericana. Según estos temas, podemos distinguir tres corrientes principales: novela de la naturaleza, novela de problemas políticos y novela social. Estos temas seguirán presentes en la renovación narrativa que se produce hacia 1940, pero adquirirán enfoques más complejos. 8.1. De 1945 a 1960: La renovación narrativa y el realismo mágico A partir de 1940 se observa un cansancio de la novela realista que sirve para iniciar una profunda renovación en técnicas y procedimientos narrativos. El rasgo fundamental es que la imaginación y lo fantástico penetran en la literatura. Pronto se hablará de realismo mágico y se define por el interés de mostrar lo fantástico, lo irreal y lo extraño como algo cotidiano y común dentro del relato. Los aspectos más destacados de esta renovación son: - La realidad y la fantasía se presentarán íntimamente entrelazados en las novelas. De este modo aparece lo mítico, lo legendario, lo mágico, lo poético y lo alegórico. Estos elementos fantásticos se insertan en un relato de contenido realista, quedan sin explicación y los personajes los consideran normales. - Los temas tratados por la narrativa social se mantienen; pero también se añaden otros nuevos. Entre los temas nuevos está el interés por el mundo urbano. - Junto a los problemas sociales, se dará cabida a los más variados problemas humanos o existenciales. - El tiempo tiene un tratamiento no lineal, sino cíclico. - En lo estético se notará un mayor cuidado constructivo y estilístico. Los autores introducirán innovaciones formales aportadas por los grandes novelistas europeos y norteamericanos (Joyce, Kafka, Faulkner, etc.). - Se asimilan elementos irracionales y oníricos propios del surrealismo. Los autores más destacados de esta renovación son: el guatemalteco Miguel Ángel Asturias con Leyendas de Guatemala (libro precursor del realismo mágico) y El Señor Presidente (que entronca con la novela de dictadores e introduce elementos de la vanguardia); el argentino Jorge Luis Borges, con sus libros de cuentos El aleph y Ficciones (narraciones excepcionales donde se mezclan elementos simbólicos, filosóficos e imaginativos); el cubano Alejo Carpentier, con Los pasos perdidos (cuenta la huida de la civilización hacia la autenticidad del mundo primitivo) y El siglo de las luces (que encierra una compleja reflexión sobre la revolución); y el mejicano Juan Rulfo, con la excepcional Pedro Páramo (novela sobre un cacique mexicano que, con técnicas narrativas innovadoras, incorpora el mundo de los muertos) y El llano en llamas (libro de cuentos). A éstos autores les acompañan otros significativos como el venezolano Uslar Pietri (Las lanzas coloradas) o el peruano José María Arguedas (Los ríos profundos). El realismo mágico se prolongará en las décadas siguientes, influyendo notablemente en las obras de los nuevos novelistas.
8.2. A partir de 1960: el “boom” de la narrativa hispanoamericana
Durante los años sesenta, en un convulso período de la situación política y social de Sudamérica, se produce la gran difusión internacional de la narrativa hispanoamericana. Se habló por ello del ‘boom’ de la novela hispanoamericana y de ‘nueva novela hispanoamericana’. No solo es un fenómeno literario, también es un fenómeno editorial que se vio reforzado por la presencia en Europa de muchos de los escritores hispanos (Vargas Llosa, García Márquez, Cortázar...), en exilio voluntario o forzoso. En realidad, la renovación se había producido ya en las décadas anteriores. En estos años no sólo aparecen nuevos y valiosos novelistas, sino que muchos de los que ya venían publicando desde tiempo atrás escriben algunas de sus obras más significativas. De hecho, el “boom”, más allá de la repercusión internacional, puede entenderse como una prolongación del realismo mágico, aunque llevando sus innovaciones a las últimas consecuencias. Encontramos las siguientes características: - Se mantiene el convencimiento de la insuficiencia práctica y estética del realismo. - La integración de lo fantástico y lo real se consolida. - Se confirma la ampliación temática: preferencia por temas urbanos. Cuando aparezca el tema rural, recibirá un tratamiento novedoso. - El tiempo continúa tratándose de una manera no lineal. - Los puntos de vista se superponen, utilizando varias perspectivas o voces narrativas. - Interés por la historia y la política contemporánea. Esto se observa especialmente en la novela de dictadores. - En lo formal realizan una profunda experimentación que afecta a las técnicas narrativas y a la estructura del relato. - La experimentación afectará directamente al lenguaje, con superposición de estilos y registros. Los autores más destacados de la nueva narrativa hispanoamericana son: el argentino Ernesto Sábato, con El túnel (novela breve del amor y la locura), Sobre héroes y tumbas (apocalíptica visión de nuestro mundo) y Abaddón el exterminador; el argentino Julio Cortázar, con Rayuela (de enorme complejidad estilística, permite varias formas de lectura) y libros de cuentos (Bestiario, Las armas secretas); el mejicano Carlos Fuentes, con La región más transparente (compleja visión de la ciudad de México) y La muerte de Artemio Cruz (combina de diversas técnicas y puntos de vista); el colombiano Gabriel García Márquez, con El coronel no tiene quien le escriba, La hojarasca (novelas cortas), Los funerales de la Mamá grande (libro de cuentos), El otoño del patriarca (novela de dictadores), Crónica de una muerte anunciada (genial incursión en la novela de detectives), El amor en los tiempos de cólera (incursión en la novela rosa) y la magistral Cien años de soledad, que sintetiza todos los elementos mencionados, convirtiéndose en la obra cumbre de la narrativa hispanoamericana; el peruano Mario Vargas Llosa, con La ciudad y los perros (refleja el ambiente cerrado y opresivo de un colegio militar en Lima), Conversación en La Catedral y Pantaleón y las visitadoras. Junto a éstos, cabe destacar otros nombres de la importancia del uruguayo Juan Carlos Onetti (El astillero), el paraguayo Augusto Roa Bastos (Yo el Supremo), el cubano José Lezama Lima (Paradiso), el cubano Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres); y otros más modernos como el uruguayo Mario Benedetti, el argentino Manuel Puig (El beso de la mujer araña) o el peruano Brice Echenique (Un mundo para Julius). Para concluir, podemos señalar que la narrativa hispanoamericana continúa siendo un referente en la actualidad y ha supuesto uno de los acontecimientos literarios más importantes del s. XX.