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EL DIAGNOSTICO

MEDICO

Historia y teoría

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El diagnóstico médico
Historia y teoría
El diagnóstico médico
Historia y teoría

PEDRO LAIN ENTRALGO

SALVAT EDITORES, S. A.
SALYAT Barcelona - Madrid - Buenos Aires - Bogotá - Caracas - México - Quito
Río de Janeiro - San Juan de Puerto Rico - Santiago de Chile
Este libro ha sido compuesto con ayuda de la Comisión Aseso-
ra para la Investigación Científica y Técnica, movida esta vez en
mi favor por la buena amistad de D. Federico Mayor Zaragoza. Por
otra parte, los Profs. G. Wagner y H. Schipperges, de Heidelberg, y
E. J. Cassell, del "Cornell Medica! Center", de Nueva York, me han
prestado muy valiosos servicios en lo relativo a la necesaria y casi
inabarcable documentación que mi trabajo requería. Conste aquí
mi sincero agradecimiento a todos ellos.- P. L. E.

© 1982. Salvat Editores, S. A. - Mallorca, 41 - Barcelona (España)


ISBN 84-345-2166-0
Depósito Legal. B. 2935-82
Composición: Anglofort - Rosellón, 33 - Barcelona (1982)
Compaginación: Nova Forma - Rosellón, 33 - Barcelona (1982)
Impresión: EGS - Rosario, 2 - Barcelona (1982)
Printed in Spain
Prólogo

El empefío de conocer el pasado lleva concebir el ambicioso propósito de com-


necesariamente consigo, implícita o ex- poner un Corpus Medicinalium Scientia-
plícita, la cuestión de su "para qué". rum Historicum, si se me permite el em-
éPara qué los hombres quieren conocer pleo de tan retumbante nombre, capaz
el pasado de su grupo y, por extensión, de ejercer sobre el médico esa doble vir-
el de la humanidad entera? éPara qué el tud del saber histórico según las discipli-
recuerdo colectivo de lo que existió an- nas cardinales en que el arte de curar y
tafío, sea pétreo monumento, relato oral su fundamento científico se diversifican:
o narración escrita la forma en que ese la morfológica, la fisiológica, las varias
recuerdo se hace manifiesto y perdura- que integran la patología, la terapéutica
ble? éPara qué la historia? Desde la ve- y profiláctica, la médico-social. Respecto
nerable y tópica concepción de ésta de uno de los problemas más cotidianos
como vitae magistra hasta hoy mismo, no del médico, la patografía, mi libro La his-
son pocas las respuestas dadas a las inte- toria clínica. Historia y teoría del relato
rrogaciones precedentes. En tanto que patográfico (Madrid, 1950) pretendió ser
historiador de la Medicina, la mía dice la iniciación y la pauta de tan exigente
así: "Cuando no es rutina escolar o eru- aventura intelectual. Durante los diez o
dición inane, el conocimiento del pasado doce afíos que yo pensaba dedicar a ella,
debe servir para entender mejor el pre- éhubiese podido llegar a su meta? No lo
sente y para mejor edificar el futuro". Si sé. El caprichoso hado que preside la
el estudio de la concepción galénica de vida de los libros reales es todavía más
la enfermedad no ayuda al médico de eficaz en el caso de los libros posibles, y
nuestro siglo en la empresa de conocer ciertas vicisitudes inesperadas parecie-
lo que es y lo que no es la patología para ron dejar en puro futurible lo que hace
él vigente, y si, por afíadidura, no le inci- tres decenios se me presentaba como al-
ta a mejorar poco o mucho la forma o el canzable y próximo futuro. Otros queha-
contenido de esa patología, entonces ceres y otros temas ocuparon el lugar y
hará bien mandando el saber histórico el tiempo que pedía la tarea de dar reali-
al limbo polvoriento que para los hom- dad al proyecto de ese Corpus.
bres sedientos de vida actual y promete- Parecieron dejar, he dicho. En efecto.
dora suelen ser las viejas bibliotecas. Mientras un hombre vive y trabaja, épue-
Apenas comenzada mi docencia uni- de acaso quedar en mero futurible la eje-
versitaria, tal idea de mi oficio me hizo cución, siquiera sea parcial y modifica-

V
VI Prólogo

da, de lo que comenzó siendo un futuro personal de ese acto suyo, elaborada
seriamente proyectado? Supuesta la ín- conforme a lo que nuestro tiempo y la
dole vocacional de lo que se proyectó, realidad exigen de consuno. "Aunque
¿puede un espoleante "todavía no" con- por sí misma no corte, la piedra de afilar
vertirse en un "ya no" fosilizado? En la da filo al hierro", decía yo en el prólogo
recta final de mi vida académica, dos po- a La historia clínica, castellanizando a
sibilidades se abren ante mí: que mis Horado -y a Sydenham-, para dar un
continuadores, jóvenes aún, lleven a tér- mote clásico a la misión del historiador
mino un proyecto en cuya fecundidad e dentro de la sociedad en que vive y ope-
importancia sigo creyendo, y que -si esa ra. No será inoportuno repetir ese viejo
recta final se me prolonga un poco- yo texto al comienzo de unas páginas que
mismo intente realizar de otro modo al- en cierto modo son guadiánica prosecu-
gunos de los temas que en 1950 daban ción de aquéllas. Si después de haberlas
pábulo a mi esperanza. leído siente algún médico que, en la me-
Así veo yo el presupuesto biográfico e dida que sea, se ha afilado su mente, ése
intelectual de este libro. Partiendo de lo será mi premio.
que ha sido en el curso de la historia,
trato de entender lo que el diagnóstico PEDRO LAÍN ENTRALGO
médico es en la actualidad y me esfuerzo
por brindar al clínico actual una visión Madrid, mayo de 1981
Indice de capítulos

PRIMERA PARTE
HISTORIA

Introducción . . . 3
Notas y bibliografía . 6

SECCIÓN I

El paradigma antiguo
Capítulo I
Versión hipocrática . . . . . . . . . 11
I. La denominación del diagnóstico . 11
II. El porqué del diagnóstico . . . . 13
III. El qué del diagnóstico ... . 13
l. Objetivos previos del diagnóstico. 13
2. El diagnóstico propiamente dicho 15
a. "Katástasis" del enfermo y del cosmos . 15
b. Consistencia real del trastorno 16
c. La "katástasis" en el tiempo . 16
d. Las causas de la enfermedad 17
IV. El cómo del diagnóstico . . 17
l. La "sensación del cuerpo" 18
2. La palabra . . . . . . . 18
3. El razonamiento . . . . 19
a. La noción de "semejanza". 19
b. La "prueba funcional" . . 20
V. El para qué del diagnóstico. . . 21
l. Individualización, tipificación y denominación 21
2. La interpretación · 22
3. El pronóstico . . 22
Notas y bibliografía . . . 23
VII
VIII Indice de capítulos

Capítulo II
Versión galénica. . . . . . . . 25
I. Razón de ser del diagnóstico 25
II. El qué del diagnóstico . . . 26
1. Localización del daño . . 27
2. "Je, a,rquía, nos,?lógica" de la enfermedad 27
3. El symptoma ........ . 27
4. Las tres causas . . . . . . . . . 28
5. Especificación e individualización 28
III. Técnica del diagnóstico 28
l. Datos. . . . . . 29
2. Pautas ...... . 30
aEspecificación . . 30
b. Racionalización anatómica 31
c. El razonamiento por analogía . 31
d. La fuerza de la enfermedad . . 32
e. De la conjetura a la certidumbre. 32
IV. Galenismo posgalénico. 33
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . 33

Capítulo III
Pervivencia del paradigma antiguo. 35
I. Paracelso . . . . 35
II. Los iatrofísicos . 37
III. Los iatroquímicos 39
IV. Los vitalistas . . 40
V. Hacia el paradigma moderno . 40
Notas y bibliografía . . . . .. . 41

SECCIÓN II

El paradigma moderno

Capítulo I
El diagnóstico sydenhamiano 45
I. El qué del diagnóstico . . 45
l. La "species morbosa" . .. 46
2. Individualización del diagnóstico. 48
3. Enfermedad y medio ambiente. . 49
II. El método del diagnóstico . . . . . . . 50
l. Hallazgo de nuevas especies morbosas . so
2. Diagnóstico de especies morbosas conocidas 51
III. El para qué del diagnóstico. 52
IV. La clínica sydenhamiana . 52
Notas y bibliografía . . . . . . . 53

Capítulo II
El diagnóstico anatomoclínico. . . . . . 55
I. Prehistoria del método anatomoclínico 55
Indice de capítulos IX
l. "Observaciones" con informe necróptico 56
2. Valsalva y Morgagni. . . . . . . . . 57
II. Protohistoria del método anatomoclínico 58
1. Boerhaave . . . . 58
2. Lancisi y Albertini. . . . . . . . . . 59
3. Auenbrugger . . . . . . . . . . . . 60
III. Constitución del método anatomoclínico 60
l. Bichat . . . . . 60
2. Corvisart y Bayle . . . . . . . . . . 61
3. Laennec . . . . . . . . . . . . . . 62
a. Externalización de la medicina interna. 62
b. El "signo físico" . . . . . . . . 62
c. El signo y el síntoma . . . . . . 62
4. Difusión del método anatomoclínico 63
IV. El qué del diagnóstico . . 63
1. Historia del signo físico 63
a. Percusión . . . 63
b. Auscultación . . . . 63
c. El signo químico . . 64
d. El síntoma como signo físico 64
e. El reflejo como signo físico . 65
f. La especie morbosa anatomopatológica 65
g. El signo eléctrico . . . . . . . . . . . 65
h. Visión directa de la lesión. . . . . . . 65
2. El qué del diagnóstico: la lesión . . . . . 65
3. El qué del diagnóstico: la explicación del síntoma 67
V. El cómo del diagnóstico . . . . . . 68
l. Hallazgo de signos nuevos . . . . 68
a. Enfermedades "sine laesione" . 68
b. La lesión fugaz . . . . . . . . 68
2. Utilización de los signos conocidos . 68
a. Descuido de la anamnesis . . . . 69
b. Visión antes que inducción . . . 69
c. El reduccionismo anatomoclínico 69
d. El signo físico como dato experimental. 69
VI. El para qué del diagnóstico. 69
l. Curar . . . . . . . . . . . . 70
2. Saber . . . . . . . . . . . . 70
a. Diagnóstico sin tratamiento . 70
b. La anatomía patológica, disciplina fundamental. 70
3. Brillar . . . . . . . . 71
a. El clínico eminen te . 71
b. El clínico gregario 72
Notas y bibliografía . . . . 72

Capítulo III
El diagnóstico fisiopatológico . 73
I. La enfermedad como proceso. 73
1. Avanees factuales . . . . . 74
2. Novedades doctrinales. . . 74
a. El "espíritu hunteriano". 74
b. De la "Naturphilosophie" a la "Naturwissenschaft" 74
c. Broussais . . . . . . . 75
d. Magendie y CI. Bernard. . . . . . . . . . . . . 75
X Indice de capítulos
II. El qué del diagnóstico . . . . . . . . 75
1. El síntoma como secuencia procesal 75
a. La fiebre. . . . . . . . . . . . 75
b. El trazado gráfico. . . . . . . . 76
c. El recambio material y energético . 76
2. La "prueba funcional" . . . . . 77
a. Examen de la función renal . 77
b. La diabetes sacarina . . . . 78
3. Procesalización del signo físico 78
4. Nuevos síntomas . . . . . . . 79
5. El ideal del diagnóstico fisiopatológico 80
III. El cómo del diagnóstico . . 81
1. El clínico inventivo . . . . . 81
a. Elección de la técnica. . . 81
b. Seriación de los resultados 81
c. Establecimiento de secuencias procesales 82
2. El clínico no inventivo. . 82
IV. El para qué del diagnóstico. 82
l. Curar 82
2. Saber ... 83
3. Brillar . . . 83
Notas y bibliografía . 83

Capítulo IV
El diagnóstico etiopatológico 85
I. Presupuestos históricos . 86
l. Mentalidad y métodos. 86
2. La toxicología científica 86
3. Especificidad de las enfermedades infecciosas. 86
4. La microbiología . . . . 86
II. El qué del diagnóstico . . . . . . . . 87
1. Visión directa del germen . . . . . 87
2. Detección de una sustancia química 87
3. Reacciones inmunológicas . . . . . 87
4. Reactividad del organismo. . . . . 87
5. Consecuencias del diagnóstico etiológico 87
a. El reduccionismo etiológico. . 88
b. Problemas diagnósticos. . . . 88
c. La especie morbosa etiológica. 88
III. El cómo del diagnóstico . . . . . . 89
l. El diagnóstico del médico investigador . 89
a. Las técnicas . . . 89
b. El material. . . . . . . . . . . . . 90
c. Reglas y cautelas . . . . . . . . . . 90
2. El diagnóstico del médico no investigador 90
IV. El para qué del diagnóstico. 91
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . 91

Capítulo V
El sujeto del diagnóstico. . . . . . . . . 93
I. Concepción "clásica" del diagnóstico . 93
II. Redescubrimiento del sujeto orgánico. 97
Indice de capítulos XI
l. El biotipo. . . . . . . . . . . . . . . . 97
a. Biotipos anatómico . . . . . . . . . 98
b. Biotipos funcionales . . . . . . . . . 99
c. Constitución y resistencia a la infección 99
d. Diagnóstico y constitución 99
2. La herencia patológica. 100
3. La edad 101
4. El sexo . . . . . . . 102
5. La raza. . . . . . . 103
6. La especie biológica . 103
a. Klebs y Nothnagel 104
b. La neuropatología . . . . 104
c. J. H. Jackson y C. von Monakow . 105
d. K. Goldstein . . . . . . . . . . 106
a. Crítica de la neurología clásica 106
- Reglas para la exploración . . 107
y. La intelección del cuadro sintomático . 107
o. Síntoma y organismo. . . . . 107
e. Desintegración y adaptación . 108
S· Enfermedad y vida orgánica . 108
r¡. La descripción del diagnóstico 109
0. Observaciones críticas . . . . 111
l. ¿Ruptura con el paradigma moderno? 112
7. La patología social: A. Grotjahn. 112
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . 115

SEGUNDA PARTE
ACTUALIDAD

Introducción . . . 119
Notas y bibliografía . 120

SECCIÓN I

La realidad diagnosticada

Capítulo I
El proceso orgánico de la enfermedad . . . . . 123
I. Discusión del concepto de "especie morbosa" 123
1. Richard Koch . . . . . . . . . . . . 124
2. A. R. Feinstein . . . . . . . . . . . 126
a. Del "diagnóstico" al "juicio clínico" 127
b. Taxonomía clínica: breve historia . 128
c. La respuesta de Feinstein: parte crítica. 130
d. La respuesta de Feinstein: parte constructiva . 132
3. W. Wieland . . . . . . . . . . . . 134
a. "Más acá" de la especie morbosa. 136
b. "Más allá" de la especie morbosa 139
4. Otros autores . . . . . . . . . . . 140
XII Indice de capítulos

5. Lo que el clínico diagnostica . . . . . . 142


a. La individualización del diagnóstico . 142
b. La noción de especie morbosa. 142
c. Actitudes de los clínicos. . . . 143
6. El diagnóstico y la historia clínica 143
II. Molecularización de la patología . . 144
l. La "clinical pathology". . . . . . 145
a. Patología molecular de la infección 146
b. Patología molecular de los trastornos dietéticos 147
c. Patología molecular de las enfermedades génicas . 147
d. Molecularización de la fisiopatología. 147
2. La nueva anatomía patológica . . 148
a. La "lesión bioquímica" . . . . 148
b. La "enfermedad molecular" . . 148
c. Bioquímica de la lesión celular 148
3. ¿Hacia una nueva nosotaxia?. . . 149
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . 150

Capítulo II
La vida del enfermo . . . . . . . 153
I. Freud y el diagnóstico médico 153
l. El objeto material. . . . . 156
2. El objeto formal. . . . . . 156
3. La individualización. . . . 157
II. El "círculo médico de Viena" . 157
III. La "escuela de Heidelberg" .. 161
l. Viktor von Weizsacker: conceptos fundamentales 162
a. El "trato" . . . . . . . 162
b. La "mutación funcional" 163
c. El "círculo figural" . . . 163
d. La relación yo-mundo. . 164
e. Determinación del sujeto: la estructura pática 165
2. La enfermedad y el enfermo . . 166
a. Conceptuación pragmática . 166
b. Visión metafísica y teológica 166
c. El enfermar de la persona. . 166
3. El hombre enfermo . . . . . . 167
a. Ordenación, crisis y aniquilación 167
b. Lo psíquico y lo somático . . 168
c. El proceso de la enfermedad 169
4. Idea del diagnóstico . . . 171
a. Objeto material . . . 171
b. Objeto formal . . . . 172
IV. La medicina psicosomática . 173
1. Breve historia. . . . . . 173
2. El diagnóstico psicosomático. 175
a. La materia del diagnóstico 175
b. La forma del diagnóstico 175
V. ¿Qué es el diagnóstico?. 176
Notas y bibliografía . . . . . . . . 177
Indice de capítulos XIII

SECCIÓN II

El método del diagnóstico

Capítulo I
Técnica de la exploración . . . . . . . . . . 183
I. Exploración del desorden orgánico . . . . 184
l. Clasificación de los datos exploratorios . 184
a. Visualización del desorden orgánico . 184
b. Cuantificación de las constantes biológicas . 186
c. Cuantificación de secuencias procesales 187
d. Pruebas funcionales . . 18'.7
2. Exploración etiológica. . . . . 188
a. Microbiología y virología . . 188
b. El hábito constitucional. . . 188
c. La necropsia y el diagnóstico 189
II. Exploración del modo de vivir . 189
l. La anamnesis . . . . . . . . 189
a. Anamnesis testifical . . . 190
b. Anamnesis interpretativa . 191
2. Exploración del medio social. 194
Notas y bibliografía . . . . . . . . . 195

Capítulo II
Técnica de la inferencia: la inferencia tradicional 197
I. Constatación del dato . . . . 198
1. Tres situaciones del clínico . 199
2. La conducta del clínico . . . 199
3. El proceso mental del clínico. 200
a. La experiencia . . . . . . 200
b. El saber de erudición . . . 200
c. El "ojo clínico" . . . . . . 201
4. Problemas de la constatación 201
a. La realidad del dato . . . 201
b. La intensidad del dato . . 202
c. La denominación técnica del dato 202
d. La principalidad del dato . . . . 202
e. La modalidad del dato . . . . . 203
f. La fiabilidad del dato . . . . . . 203
g. La actividad perceptiva del médico 203
II. Selección de los datos significativos . 204
l. Mecanismo psíquico y lógico. 204
2. La selección en concreto. 205
3. El "caso problemático" . . . 206
III. La inducción clínica . . . . . . 207
1. El diagnóstico "intuitivo" . . 207
2. La estrategia del diagnóstico . 210
3. La actividad mental del clínico . 213
a. La lección clínica. . . . . . 213
b. Gross, Meehl, Sarbin, Westmeyer 214
XIV Indice de capítulos

c. Sadegh-zadeh . . . . . . . . . 219
d. Wieland ........... . 221
IV. La individuación del juicio diagnóstico 225
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . 226

Capítulo III
La inferencia diagnóstica: inferencia informática 229
l. El teorema de Bayes . . . . . . . . . . . . . 229
II. El computador y su auge . . . . . . . . . . . 231
III. Presupuestos intelectuales y operativos . . . . 232
l. La esencial probabilidad del juicio diagnóstico 232
2. El carácter decisional del proceso diagnóstico. 233
3. El imperativo de la cuantificación . . 233
4. El teorema de Bayes y el diagnóstico . 234
5. De los presupuestos a los ideales . . 234
IV. Conceptos, procedimientos y métodos. 235
l. Términos y conceptos . . . . . . . 235
a. Relativos al computador . . . . 235
b. Relativos a la realidad clínica . . . . 236
2. Hacia un sistema informático de las enfermedades 238
a. Frecuencia de las enfermedades . . 238
b. El problema de la unidad morbosa 240
c. éUna nueva taxonomía?. . 241
V. La tarea diagnóstica . . . . . . . . . 242
1. Modelos genéricos . . . . . . . . 242
a. El modelo deductivo o logístico . 242
b. El modelo inductivo o estadístico 242
c. El modelo estadístico-taxonómico . 244
2. Otros procedimientos . . . . . . 245
a. Los "árboles de decisión" . . . 245
b. La historia clínica como pauta. 245
c. El "sistema socrático". . . . . . . 245
d. El análisis factorial y el diagnóstico 247
VI. Balance provisional . . . . . . . . . . 248
l. El prestigio del computador . . . . . . . 248
2. "Haber" y "debe" de la medicina informática 248
3. La simbiosis hombre-máquina 249
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . 249

Capítulo IV
La inferencia diagnóstica: inferencia interpretativa 253
l. La hermenéutica y su historia. . . . . . . . . 253
II. La hermenéutica freudiana. . . . . . . . . . 254
l. La interpretación de los sueños . . . . . . 254
2. La interpretación de los cuadros neuróticos. 255
III. Dalbiez y Ricoeur . . . . . . . . . . . . . . 256
IV. La interpretación de las organoneurosis: R. Allers 257
V. Medicina antropológica y medicina psicosomática 258
VI. Balance y prospección . 260
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . 261
Indice de capítulos XV

TERCERA PARTE
TEORIA

Introducción .................................................................................................................... 265

SECCIÓN I

Epistemología del diagnóstico

Capítulo I
Conocer a una persona enferma . 271
I. Conocer a una persona. 271
1. Cinco operaciones. . 271
2. Dos exigencias . . . 272
a. Individualización. 272
b. Participación. . . 274
II. Conocer a una persona enferma 275
III. Conocimiento médico de una persona enferma 276
Notas y bibliografía ................................................................................................................. 277

Capítulo II
El enfermo como organismo personal . 279
I. Diagnóstico de la salud. . . . . . 280
l. Situacione-s en que se presenta . 280
a. El "chequeo". . . . . . . . 281
b. Requerimientos sociales . . 281
c. El alta .......... . 281
2. ¿Diagnóstico positivo de la salud? 281
a. Equilibrio y normalidad. . . . 281
b. Más allá de la normalidad. . . 282
3. El conocimiento de la salud . . . 282
4. Diagnóstico "genérico" de la enfermedad . 283
II. La enfermedad aguda . . . . . . . 284
l. Cuándo es "aguda" la enfermedad 284
2. Enfermedad especificable . . . . 285
3. Enfermedad curable. . . . . . . 286
4. Conducta del clínico: tres pautas . 286
5. Antropología de la enfermedad aguda 287
6. El vector nosogenético y la especificación. 288
7. La personalización y su carácter primordial. 290
a. La actitud tradicional. . 290
b. La actitud antropológica . 291
8. La crítica de Siebeck . . . . 291
9. El sentido de la enfermedad . 292
a. Sentido post factum . 292
b. Sentido ante factum. 292
10. Recapitulación. . . . 294
XVI Indice de capítulos

III. La enfermedad crónica. . . . . . . . . . 294


l. Tres notas descriptivas . . . . . . . . 295
2. Constitución de la enfermedad crónica . 296
a. Determinación del cuadro clínico . . 296
b. Patocronia de la enfermedad crónica. 301
3. El diagnóstico de la enfermedad crónica 302
a. Objeto material del diagnóstico 302
b. Objeto formal del diagnóstico . 302
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . 302

Capítulo III
El enfermo como persona orgánica . . . . . . . 305
I. La enfermedad preponderantemente neurótica 305
1. El vector nosogenético . . . . 306
2. Peculiaridad terapéutica. . . . 307
3. Consistencia real del desorden . 307
4. El "carácter neurótico" . . 308
II. El diagnóstico: objeto material 309
III. El diagnóstico: objeto formal . 311
Notas y bibliografía . . . . . . . . 311
Capítulo IV
Bases para una epistemología general del diagnóstico médico 313
I. El "diagignóskein". . . . . . . . . . 313
l. Diagnóstico como "distinción" . . . . . . . . . 313
2. Diagnóstico como "penetración" . . . . . . . . 315
II. Conocer y actuar . . . . . . . . . . . . . . . . 316
l. Conocimiento distante y conocimiento instante . 316
a. La medición . . . . . . 317
b. La reacción biológica . . . . . . . . 317
c. La respuesta personal. . . . . . . . 319
2. La respuesta personal en el diagnóstico. 319
a. Carácter técnico . . . 320
b. Carácter cooperativo . 320
c. Carácter responsivo . 321
d. Carácter pesquisitivo . 323
III. El diagnóstico y la ciencia . 324
Notas y bibliografía . . . . . . . 325

SECCIÓN II

Técnica y lógica del diagnóstico

Capítulo I
Realidad y técnica de la exploración clínica 329
I. La inspección . . . . . . . . . . 329
l. La mirada entre dos hombres . 330
a. La intención y sus modos . . 330
b. La profundidad y sus grados 331
c. La mirada del enfermo . . 331
d. La mirada del médico.... 331
Indice de capítulos XVII

2. La parte mirada y la viviente totalidad del cuerpo . 332


3. Qué es el cuerpo: primera aproximación 333
II. La palpación . . . . . . . . . . . . . . 334
l. Tocar el cuerpo del enfermo . . . . . . 335
a. Qué es tocar . . . . . . . . . . . . 335
b. Qué conoce la palpación del médico . 336
c. El momento afectivo de la experiencia táctil 337
2. La experiencia de ser tocado . 337
a. Autoafirmación. . 337
b. Relajación . . . . . . . . 337
c. Alivio y compañía . . . . 338
d. Placer ......... . 338
3. La palpación y la realidad del cuerpo . 338
III. La anamnesis
1. Funciones de la palabra . 339
2. El silencio . . . . . . . 340
IV. Otros recursos exploratorios 340
1. Técnicas no instrumentales 341
2. Técnicas instrumentales . . 341
3. Exploraciones paraclínicas. 342
V. El hallazgo exploratorio como respuesta. 342
l. "Respuesta" y no "reacción" 343
2. El sujeto de la respuesta . . . . 343
3. Respuesta y situación . . . . . 344
4. Interrelación de las respuestas . 344
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . 344

Capítulo II
Realidad y lógica de la inferencia diagnóstica 347
l. La hermenéutica médica . . . . . . . 348
II. La exploración del enfermo. . . . . . 348
l. Interpretación del dato exploratorio 349
a. El dato como respuesta . 349
b. La actitud del paciente . . . 351
c. Recapitulación . . . . . . . 351
2. Personalización de la anamnesis 352
a. La interpretación del enfermo. 352
b. Mecanismo de la interpretación . 354
c. La reinterpretación del médico 357
III. La inferencia diagnóstica. . 358
1. Una pauta conceptual . . . . . . 358
a. La realidad del cuerpo . . . . 359
b. La inteligencia sentiente . . . 359
c. "Cosa-realidad" y "cosa-sentido" . 360
2. Dos situaciones del médico . . . . 361
a. El proceso hermenéutico . . . . 362
u. Punto de partida: un diagnóstico específico inmediato 362
- Punto de partida: carencia de un diagnóstico específico inmediato . 366
y. Punto de partida: un "paciente-problema" . 372
b. La renuncia a la hermenéutica. . . . 373
IV. Hacia el tercer paradigma del diagnóstico . 374
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . . . . 376
XVIII Indice de capítulos

SECCIÓN III

Sociología, ética y praxis del diagnóstico

Capítulo I
Sociología del diagnóstico . 381
I. Historia reciente. . . . 381
1. Socialización intrafamiliar . 382
2. Socialización intrahospitalaria . 382
3. Socialización administrativa . 383
II. Estructura de la socialización . . . 383
l. Formulación del diagnóstico . . 383
a. Lo que la formulación "no es" . 384
b. Lo que la formulación "debe ser" 384
c. Lo que la formulación "puede ser" . 385
d. Ambitos de vigencia de la formulación . 385
2. Saber diagnóstico y socialización . . . . 386
3. Economía y socialización del diagnóstico 387
4. El momento político de la socialización. 388
III. Modulaciones de la socialización 388
l. El enfermo privado . . . . . . 389
2. La asistencia social . . . . . . 389
3. Exploraciones no asistenciales . 389
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . 390

Capítulo II
Etica del diagnóstico . . . . . . . . . 391
I. Etica de la intención del diagnóstico 392
l. El médico como ego sapiens . 392
2. El médico como ego fungens . . . 392
3. El médico como ego cupiens . . . 393
4. El médico como ego adiuvans . . 393
II. Etica de la obtención del diagnóstico 393
1. Aspecto técnico . . 394
2. Aspecto económico . . . . . . . 394
3. Aspecto social. . . . . . . . . . 395
III. Etica de la comunicación del diagnóstico 395
l. El saber que se comunica . . . . 396
2. Comunicación al propio enfermo. 396
3. Comunicación a otras personas 397
Notas y bibliografía . . . . . . . . . . . 398

Capítulo III
Praxis del diagnóstico . . . . . . 399
I. Modos cardinales de la praxis. 399
l. Con los recursos deseables. . . 400
a. La formalidad operativa del diagnóstico 400
b. La mentalidad del clínico . . . . . . . 401
Indice de capítulos XIX

c. La situación clínica del paciente . 402


d. Condicionamientos exteriores. 402
2. Sin los recursos deseables . . . 403
a. Masificación de los pacientes 403
b. La "práctica general" . . . . 403
c. Diagnóstico y subdesarrollo . 405
d. Situaciones especiales 406
II. Niveles típicos de la praxis 407
l. Nivel supremo . . . . 408
a. Posesión de recursos 408
b. Indicación correcta . 408
c. La meta del diagnóstico . 408
2. Niveles inferiores . . . . 409
a. Deficiencia justificada. 409
b. Deficiencia evitable. . 409
c. Deficiencia invencible. 410
Notas y bibliografía . . 410

Bibliografía general . 413


"La filosofía y la ciencia médica se hallan entre sí en la más per-
fecta armonía: ésta presta a aquélla algo de su riqueza y de su luz;
aquélla comunica a ésta su interés, su dignidad, su atractivo".- Schi-
ller: Ensayo sobre la conexión de la naturaleza animal del hombre con
su naturaleza espiritual.

"Nada más práctico que una buena teoría".- L. Boltzmann.

"En cuanto a mí, abrigo en el trasfondo de mí mismo la esperan-


za de alcanzar por la misma vía [la medicina] la primera de mis me-
tas: la filosofía.- Freud: Cartas a Fliess.

"Todas las actividades del hombre constituyen una sola activi-


dad: la actividad de la sustantividad. Es lo que expreso diciendo que
la actividad humana es unitariamente psicoorgánica en todos, abso-
1utamente todos sus actos... Todo lo orgánico es psíquico, y todo lo
psíquico es orgánico, porque todo lo psíquico transcurre orgánica-
mente, y todo lo orgánico transcurre psíquicamente".- X. Zubiri: El
hombre y su cuerpo.
Introducción general

Dos son las vías regias para adentrar- abiertamente la realidad que el experi-
se en el conocimiento de una parcela de mento mismo declaraba-, Einstein logró
la realidad sensible: el saber histórico y crear la teoría de la relatividad restrin-
el examen directo de la realidad en cues- gida.
tión. Distinto por esencia de la ciencia his-
Cuando se le expone metódicamente, tórica, pero esencialmente conexo con
el saber histórico nos muestra la serie ella, el examen directo de la realidad
de las actitudes teoréticas y operativas -observación directa o mensurativa, ex-
que frente a dicha porción de la realidad perimentación, reflexión metódica sobre
han ido adoptando los hombres; y te- los resultados de una y otra- enseña
niendo en cuenta que el pasado lega si- algo de lo que dentro de una determina-
multáneamente al presente el caudal de da situación y según la capacidad mental
lo que antaño se pensó y se hizo -el co- del estudioso puede ser aceptablemente
nocimiento del pasado como fuente de conocido. El carácter latente o consabi-
un saber y un poder reales- y el vacío de do con que el pasado está contenido en
lo que antaño no se pensó y no se hizo, el presente y la frecuente y flagrante ina-
pero pudo pensarse y hacerse -el cono- ceptabilidad real de lo que en el pasado
cimiento del pasado como estímulo ha- se pensó y se hizo -interpretaciones de
cia un saber y un poder posibles-, la carácter mágico, errores y deficiencias
ciencia histórica gana su sentido esclare- graves en la observación y en la experi-
ciendo la instalación del hombre en el mentación, etc.- hacen pensar muchas
tiempo en que existe y orientándole en veces a los hombres de ciencia que el sa-
la proyección del tiempo por venir. Un ber histórico no debe contar nada o
solo ejemplo: ante los presupuestos his- debe contar muy poco para ellos; pero
tóricos del famoso experimento de Mi- un análisis fino de su proceder mostrará
chelson y Morley -posibilidad de medir siempre, incluso cuando más innovadora
la velocidad de la luz, teoría de las ondas o revolucionaria parece ser la creación
electromagnéticas-, y ante lo que para científica, que ésta tiene largas raíces en
interpretar el resultado de ese experi- el pasado, y que sólo conociéndolas con
mento hasta entonces se había hecho cierta precisión puede la inteligencia
-hipótesis de Lorenz-Fitzgerald: contrae descubrir por entero la estructura de los
ción de la materia- y no se había hecho problemas que la realidad le propone y
Y podía hacerse -aceptar desnuda y advertir el alcance y el sentido de las

XXI
XXII Introducción general

respuestas que frente a ellos inventa. nocerlas? ¿Cómo, en consecuencia, debe


Otro ejemplo: sólo entendiendo las defi- ser obtenido tal conocimiento, cuando
ciencias, los errores y los aciertos de es un médico quien lo busca? Supuesta
Aristóteles y de Linneo ante el problema la mencionada enseñanza de la historia,
de la especie biológica, sólo, por tanto, la respuesta de esas tres interrogaciones
contemplando con cierta profundidad la sólo puede alcanzarse mediante el exa-
historia del pensamiento sobre que ope- men directo y reflexivo de la realidad;
raba su genial innovación, sólo así pu- en nuestro caso, la realidad propia del
dieron Lamarck y Darwin entender ca- acto diagnóstico, en tanto que momento
balmente la significación de sus respecti- cognoscitivo y operativo de una unidad
vas doctrinas evolucionistas. más amplia y compleja: el acto médico
Frente al tema propio de este libro, en su plenitud. La concepción del diag-
una intelección integral y sistemática de nóstico que voy a proponer se hallará in-
lo que hoy es y acaso mañana siga sien- tegrada, pues, por las nociones siguien-
do el diagnóstico clínico, a esas dos vías tes: 1.0 Diagnóstico médico es el conoci-
regias del conocimiento he querido re- miento técnico, y por tanto operativo,
currir para componerlo. del estado de salud en que ocasional o
La vía histórica nos permitirá advertir habitualmente se encuentra un indivi-
que el médico actual no puede entender duo humano; si tal estado es la sanidad,
bien lo que hace cuando diagnostica, sin para conservarlo o mejorarlo, y si es la
una clara conciencia de los tres siguien- enfermedad, para descubrir la índole y
tes eventos: 1. Nuestra actitud ante el
0
la estructura de ésta e intentar curarla.
problema del diagnóstico es la conse- 2.0 De acuerdo con lo que en sí misma
cuencia de la crisis sufrida por el modo es la enfermedad humana, en la estruc-
de concebirle que en lo sucesivo llamaré tura del diagnóstico deben articularse
"paradigma moderno"; ese que con pre- rectamente cuatro saberes: uno proce-
tensión abiertamente conclusiva y meta- dente de la observación detenida del
histórica fue elaborado por los clínicos cuadro clínico; tocante otro a la causa
de los últimos lustros del siglo XIX y los externa del proceso morboso en cues-
primeros del siglo XX. 2.0 Tal "paradig- tión; otro concerniente al desorden orgá-
ma moderno" fue el resultado de positi- nico en que la afección morbosa estudia-
vizar científicamente otro modo canóni- da tiene su causa próxima, desorden que
co de concebir la faena diagnóstica, el en proporción variable siempre será
"paradigma antiguo", elaboración galéni- anatómico y procesal; otro, en fin, relati-
ca y posgalénica del diagignóskein de los vo a lo que en la enfermedad sea modo
hipocráticos. 3.0 Una parte de esos dos de vivir -biológico, social y personal- la
paradigmas sigue vigente en la actuali- persona enferma, y no sólo como conse-
dad, no obstante la honda y varia crisis cuencia del mencionado desorden orgá-
-de crecimiento, de orientación y de es- nico, también, en ocasiones, como con-
tructura- que el segundo de ellos viene causa suya. 3. En el juicio diagnóstico,
0

sufriendo a partir de la Primera Guerra por tanto, deben concertarse de manera


Mundial. Sólo desde una correcta com- adecuada un componente técnico (ob-
prensión de estos tres decisivos eventos tención de los datos objetivos sobre que
históricos, sólo, por tanto, desde la histo- dicho juicio se funda), otro epistemológi-
ria y con la historia, podrá elaborarse co y gnoseológico (idea correcta de lo
una doctrina del diagnóstico verdadera- que es conocer una vida humana, en
mente conforme con lo que éste es en sí cuanto que morbosamente realizada en
mismo y con lo que para el patólogo ac- una de sus partes integrales, y correcta
tual es aquello en que la actividad de aplicación del método en que esa idea se
diagnosticar tiene su objeto: la enferme- exprese), otro sociológico (conocimiento
dad humana; más precisamente, tal en- de las implicaciones sociales que la ob-
fermedad de tal hombre. tención y la declaración del saber diag-
¿Qué es la enfermedad humana y qué nóstico ineludiblemente llevan consigo),
son realmente las enfermedades indivi- otro ético (clara conciencia de los pro-
duales? ¿En qué consiste la faena de co- blemas de este orden que comporta la
Introducción general XXIII

exploración del enfermo y la comunica- Todo lo cual obliga a ordenar la mate-


ción de las conclusiones a que respecto ria de este libro en las tres siguientes
de su estado haya llegado el médico) y partes:
otro, en fin, e tético (un saber práctico y
teorético acerca de lo que es "arte", no l. La historia del diagnóstico médico.
sólo "ciencia" y "técnica", en el curso de II. La actualidad del diagnóstico médico.
la operación diagnóstica). III. Teoría y praxis del diagnóstico médico.
PRIMERA PARTE

HISTORIA
Introducción

Comenzó formalmente la historia del piamente dicha, configurada según dos


diagnóstico médico cuando los sanado- líneas bien diferentes entre sí, una que
res sintieron la necesidad de una pala- él considera "natural" y otra que deno-
bra técnica para designar la pesquisa y mina "teorética" o, con Bartels, "sobrena-
el logro de un conocimiento más o me- tural" (2). Es "natural", en este sentido,
nos cierto de la enfermedad a que ha- el diagnóstico de las afecciones morbo-
bían de atender; lo cual no aconteció sas cuya realidad y cuya génesis se
hasta que los médicos hipocráticos hicie- muestran de manera patente a los ojos
ron profesionalmente suyos dos voca- del sanador, como acontece en las con-
blos del idioma que hablaban: el verbo secutivas a un accidente traumático. Es
diagign6skein y el sustantivo diágn6sis. el diagnóstico, por el contrario, "teoréti-
Adivino la objeción. Hace ya sesenta co" o "sobrenatural", cuando la causa y
años, en la primera edición de su impor- la realidad somática de la dolencia se
tante libro Die arztliche Diagnose (1), se ocultan al deseo de saber del sanador, y
preguntaba Richard Koch: "iComienza éste tiene que resolver su problema for-
la historia del diagnóstico con la historia jando una interpretación de carácter
de la Medicina, o hay un período de ésta más o menos mágico. Destacándose ne-
en el cual se trabajaba sin diagnóstico, tamente de él, sobre este suelo se ha-
una era puramente terapéutica?" Para brían levantado la doctrina y la práctica
Koch, la respuesta debe ser afirmativa, del diagnóstico entre los antiguos grie-
porque en los hombres más primitivos, gos, fuese preponderantemente filosófi-
muy próximos todavía a la pura animali- ca o resueltamente médica la orienta-
dad, el instinto dominó ampliamente so- ción de su inteligencia.
bre la razón. En la historia inicial de la Aun cuando no sean aceptables los
humanidad debió de existir en conse- nombres con que Koch designa esos dos
cuencia una primera etapa durante la modos cardinales del diagnóstico primi-
cual los seres humanos practicaron ac- tivo, la distinción entre ellos es certera y
ciones "terapéuticas", si así pueden ser responde -por lo menos, en el período
llamadas, sin reflexión racional previa, arcaico de la medicina griega- a una
sólo movidos por impulsos de carácter muy real actitud de la mente del sana-
instintivo. En cualquier caso, añade dor. Una lectura atenta del epos homéri-
Koch, en los pueblos primitivos actuales co permite descubrir la existencia de esa
ya existe una actividad diagnóstica pro- esencial dicotomía; hace no pocos años

3
4 El diagnóstico médico

la hice yo notar (3), y en ella ha sabido el brujo sanador o medicine-man en los


ver Kudlien un rasgo muy característico pueblos "primitivos" que todavía vivan y
del pensamiento médico de la Grecia ar- actúen como tales, como el curandero
caica (4). Pero mi punto de vista acerca de cualquiera de nuestras zonas rurales
del origen de la actividad diagnóstica -si o suburbanas. El más empírico y rudo
a esta palabra se le da un sentido técni- de los curanderos no tratará de corregir
co- difiere esencialmente del que Koch la fractura de un miembro sin la pose-
describe. sión de cierta idea, todo lo imprecisa y
Ante todo, porque, cuando no son pu- errónea que se quiera, acerca de la le-
ramente automáticas o reflejas, las res- sión ósea que intenta poner en buen or-
puestas del hombre a los estímulos de den; la más notoriamente mágica de las
su mundo exterior nunca son totalmente intervenciones de un medicine-man o de
inmediatas, siempre llevan consigo un un chamán para lograr la salud de un
previo distanciamiento cognoscitivo del enfermo lleva siempre consigo una de-
sujeto respecto de la realidad estimulan- terminada interpretación causal o locali-
te; distanciamiento en cuya estructura, zatoria de la dolencia en cuestión; y tan-
siquiera sea de manera apenas percepti- to esa idea como esta interpretación son
ble, se articulan o se funden unitaria- siempre designadas mediante los térmi-
mente un momento empírico, lo que en nos o las expresiones que en el corres-
esa realidad estimulante de hecho se pondiente grupo humano se usen para
percibe, y un momento interpretativo, el nombrar la enfermedad de que se trate.
correspondiente a la experiencia previa El medicine-man de los indios cherokees,
y a la visión del mundo propia del sujeto valga este ejemplo, se coloca ante el pa-
percipiente. Ante un objeto cualquiera, ciente con un abalorio negro entre el
lo que efectivamente ve el observador pulgar y el índice de la mano izquierda y
depende en alguna medida, en efecto, de otro blanco o rojo entre los mismos de-
la habitual y ocasional disposición aní- dos de la mano derecha. A continuación
mica de éste: el percepto, lo que senso- va nombrando diversas "enfermedades"
rial y mentalmente de hecho se percibe; o presuntas "causas" de ellas. Cuando
es siempre el resultado de "recortar" e llega a pronunciar el nombre correcto,
"interpretar" subjetivamente una parte siente que el abalorio de la mano dere-
de las notas que en la realidad contem- cha entra en agitación, y así sabe lo que
plada pueden percibirse. Tengo ante mí el enfermo tiene. Con otras palabras: la
una superficie oscura, dura, lisa y cua- "enfermedad" de que se trate ha sido
drada; para mí, la "tabla de una mesa", y distintamente nombrada (5).
así la llamo. En este acto de percepción El acto de nombrar un modo de enfer-
y nominación, ¿qué ha sucedido? Dos co- mar se aproximará mucho más a ser un
sas: que yo he "recortado" esa superficie verdadero "diagnóstico" en el Egipto an-
entre todo lo que en este momento veo, tiguo, en la antigua China, en la India an-
y que, orientado por los usos del mundo tigua y en la Grecia anterior al siglo v;
en que vivo y por mi experiencia vital pero en modo alguno deben ser confun-
previa, concibo e interpreto lo visto didos por el médico el acto de nombrar,
como "tabla de mesa". la simple nominación, aun cuando ésta
Con la precisión mental que sea, con- pueda ser de algún modo razonada, y el
forme a éste o al otro modo de la con- acto de diagnosticar, el diagnóstico pro-
cepción y la interpretación, así ha proce- piamente dicho. Llamar "encina" al ár-
dido el ser humano desde que existe, y bol que uno tiene ante sus ojos presupo-
en esta manera de conducirse consiste ne conocer ese nombre y saber que pue-
una de las diferencias esenciales entre el de ser correctamente aplicado a la deno-
hombre y el animal. Por tanto, así se minación del árbol en cuestión; saber,
condujo el hombre del paleolítico cuan- por tanto, que tal individuo arbóreo
do trató de ayudar a un semejante enfer- realmente pertenece al grupo vegetal
mo, cualquiera que fuese la apenas ima- que los botánicos llaman "especie enci-
ginable configuración de su pensamien- na". Cierto; pero esto no es diagnosticar
to y su lenguaje, y así se conducen tanto botánicamente la índole específica de un
HistBria 5

árbol. Llamar "parálisis" al hecho de que sea unívocamente entendida por todos
un determinado enfermo no puede mo- los que como "técnicos" -en este caso:
ver tal o cual parte de su cuerpo es asi- como profesionales del "arte de curar",
mismo saber que al "no poder moverse" ars medica o tékhné iatriké- en su oficio
se le llama "parálisis", y aplicar este la emplean. Todo lo que no sea nombrar
nombre a la denominación de lo que en- así las enfermedades es "nominación
tonces se ve; pero esto no es diagnosti- cuasidiagnóstica", no "diagnóstico sensu
car médicamente la naturaleza propia stricto".
de la afección observada. Como tampo- La nominación cuasidiagnóstica, cuya
co alcanza a serlo la interpretación pura- proximidad al verdadero diagnóstico
mente mágica (acción de un "mal de puede ser muy grande, se orienta de he-
ojo") o meramente imaginativa (suponer cho según tres líneas cardinales, que en
que a la parte paralizada no pueden lle- la conducta del sanador no pocas veces
gar tales o cuales "espíritus", y atribuir a se funden entre sí: la empírica, la mágica
esto la parálisis), por parte del que se y la imaginativa. Actúa empíricamente
enfrenta con esa dolencia. quien nombra la enfermedad de que se
A mi juicio, la cambiante realidad his- trate exclusivamente atenido -casi exclu-
tórica del conocimiento de la enferme- sivamente atenido, según lo anterior-
dad obliga a distinguir con alguna preci- mente expuesto- a lo que en el enfermo
sión entre la "nominación cuasidiagnós- ve. Tal es el caso del curandero que
tica" y el "diagnóstico sensu stricto", reduce una fractura de húmero pensan-
"verdadero diagnóstico" o "diagnóstico" do y diciendo que aquello es "rotura del
a secas. brazo", o la del que llama "quebradura
Llamo "nominación cuasidiagnóstica" de la ingle" a lo que los médicos cono-
al acto de dar nombre a la enfermedad cen como "hernia inguinal". Procede má-
de un individuo, cuando en él no han gicamente el sanador que nombra o in-
sido cumplidos los requisitos que carac- terpreta una enfermedad apelando a
terizan al "verdadero diagnóstico". Tres realidades hipotéticas y a nociones ex-
considero esenciales: 1.0 La denomina- plicativas en las que abiertamente se
ción de la enfermedad, y por tanto la elude un conocimiento objetivo, racional
idea que acerca de la realidad de ésta y susceptible de universalización; caren-
quiere expresarse con el nombre em- tes en principio, por tanto, de la validez
pleado, deben proceder de una actitud universal que implica el atenimiento de
mental que temáticamente haya exclui- la mente a lo que las cosas en sí mismas
do de su actividad toda apelación al pen- son, al "qué" de ellas. La interpretación
samiento mágico. La interpretación de la mágica de una enfermedad -evitemos
realidad implícita en el "verdadero diag- llamarla "conocimiento"- no se atiene,
nóstico" podrá ser errónea o puramente en efecto, al "qué" de la enfermedad en
imaginativa, pero nunca deja de ser ra- cuestión, a lo que ésta en sí misma sea,
cional. 2.0 El proceso mental por el cual sino a un "quién" (quién la padece,
el sanador llega a su conclusión diagnós- quién la produce: un brujo maléfico, un
tica, y por tanto al término con que la individuo con jettatura), a un "cómo"
nombra, debe hallarse regido por un mé- (una maniobra mágica: clavar un alfiler
todo, del cual es más o menos conscien- sobre la muñeca que simboliza a la vícti-
te quien lo emplea. La posesión de una ma) o un "dónde" (existencia de lugares
"conciencia metódica" es la expresión a los que arbitrariamente ha sido confe-
más fehaciente de la racionalidad de la rida eficacia morbífica). Se conduce ima-
mente, y gracias a ella puede ser verda- ginativamente, en fin, el sanador que
deramente técnico el conocimiento de la con arbitrariedad y sin método -como
enfermedad. 3.0 La palabra con que la luego veremos, existe la posibilidad de
enfermedad es denominada debe ser un diagnosticar imaginando sin arbitrarie-
verdadero termínus technícus; es decir, dad y con método- recurre a hipótesis
un vocablo que designe precisamente no comprobables, y las da como ciertas,
aquello a que se aplica -en este caso: un para explicar la producción de la enfer-
modo de enfermar- y cuya significación medad que contempla. Así procedieron
6 El diagnóstico médico

en muchos casos los médicos del anti- "diagnóstico sensu stricto", y en modo al-
guo Egipto y de la China antigua en sus guno es un azar que convirtiesen en ver-
rudimentarias construcciones patogené- dadero término técnico una palabra ya
ticas. Al margen de su acierto o su error, usada en los tiempos homéricos con un
porque todo diagnosticador puede equi- sentido mucho más amplio, el verbo dia-
vocarse, por racional y metódica que sea gignóskein, y se apresurasen a adoptar
su conducta, ¿puede llamarse "verdade- como suyo, dándole estricta significa-
ro diagnóstico" o "diagnóstico sensu ción médica, un neologismo creado en el
stricto" al resultado de interpretar la siglo v, el sustantivo diágnósis.
realidad de un desorden morboso me-
diante la imaginativa anatomía egipcia
de los mtw? NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
Vengamos ahora directamente a la
realidad histórica. Respecto de la medi- l. Koch, R.: Die aerztliche Diagnose, 2.ª ed. (Wies-
cina de los pueblos primitivos, sea más baden, 1920).
2. Bartels, M.: Die Medizin der Naturvolker (Leip-
empírico o más mágico el proceder del zig, 1893).
sanador, parece indudable que el nivel 3. Laín Entralgo, P.: Introducción al estudio de la
de la nominación cuasidiagnóstica nun- medicina psicosomática (Madrid, 1950) y Enfer-
ca es rebasado. ¿podremos decir otro medad y pecado (Barcelona, 1961).
4. Kudlien, Fr.: Der Beginn des medizinischen Den-
tanto de la medicina correspondiente a kens bei den Griechen (Zürich, 1967).
las culturas arcaicas más desarrolladas, 5. Mooney, The Swimmer Manuscript..., Smithso-
la egipcia, la china y la india? En mi opi- mian Inst. "Bur. American Ethnol. Bu!!." 99,
nión, sí. Un examen detenido de los tex- Washington, 1932, pp. 41, 132 (cit. en H. E. Sige-
rist, A History of Medicine I, New York, Oxford
tos que de ella nos dan testimonio per- University Press, 1951).
mite advertir que la mentalidad mágica 6. Varios importantes trabajos del libro colectivo
nunca fue abiertamente rechazada por Medizinische Diagnostik in Geschichte und Ge-
sus autores, ni siquiera en los de carác- genwart. Festschrift Heinz Goerke (München,
ter más empírico-racional (el papiro Ed- 1978) me mueven a razonar más analíticamente
este último aserto. Me refiero especialmente a
win Smith, por ejemplo), y no permite los estudios de Fr. Kocher ("Spatbabylonische
descubrir indicios suficientes de lo que medizinische Texte aus Uruk"), E. Rosner
antes he llamado "conciencia metódica", ("Wege der Diagnostik in der traditionellen chi-
nesischen Medizin") y Y. Otsuka ("Diagnostis-
respecto del conocimiento "profesional" che Prinzipien der traditionellen Medizin in
de la enfermedad. No: los médicos del China und ihre Bewertung durch japanische
antiguo Egipto, la antigua China y la an- Aerzte im 17. und 18. Jahrhundert"), así como
tigua India no rebasaron la nominación al libro de M. Porkert Lehrbuch der chinesis-
cuasidiagnóstica de las dolencias que chen Diagnostik (Heidelberg, 1976). En aquéllos
y en éste, en efecto, se da el nombre de "diag-
trataban, aunque en determinados casos nóstico", sin reserva ni distinción alguna, a la
se aproximasen muy notablemente a la actividad cognoscitiva de los sanadores a que
práctica de un diagnóstico propiamente los respectivos estudios se refieren, por tanto a
los babilonios y a los chinos. Ahora bien: tal ac-
dicho (6). Y aunque, por otra parte, en la tividad cognoscitiva, ¿fue un "verdadero diag-
Grecia de los siglos v y IV a. C. hubiese nóstico", en el sentido que a esta expresión an-
médicos incapaces de moverse en el ni- teriormente he atribuido, o no pasó de ser lo
vel histórico creado por la invención del que yo llamo "nominación cuasidiagnóstica"?
No será ocioso discutirlo.
diagignóskein, y limitados por tanto a En cuanto a los textos babilónicos ahora
una nominación imaginativa, ametódica aducidos, la cosa es clara: la apelación a expli-
y atécnica de las enfermedades a su cui- caciones de índole teúrgico-mágica no puede ser
dado. más evidente. El carácter tardío de dichos textos
permite advertir en su contenido -quie- ro
He aquí, pues, mi conclusión: sólo con decir: en la indudable atención del autor a las
los médicos hipocráticos -o con Ale- manifestaciones sintomáticas de la enferme-
meón de Crotona, si se quiere apurar la dad- la pertenencia a esa "aurora de una medi-
precisión documental- comienza formal- cina nueva" de que habló G. Contenau (La mé-
decine en Assyrie et en Babylonie, París, 1938);
mente la historia del diagnóstico médi- época en la cual el síntoma empieza a ser con-
co; sólo con ellos se inicia el cumpli- siderado en sí mismo, por tanto según su apa-
miento consciente de los tres fundamen- riencia, y en la cual se cumple una ley histórica
tales requisitos que exige la práctica del a mi juicio general: que con el paso del tiempo
Historia 7

todas las culturas tienden a desacralizarse y guiente: "En la estimación de la experiencia clí-
-de uno u otro modo- a racionalizarse. Pero en nica del médico chino, ¿cuál fue la interrela-
mi opinión es indudable que los "diagnósticos" ción de los factores empírico, psicosomático, ri-
de que habla Kocher no son más que "nomina- tual y teorético?" ("Man as a Medicine", en Chi-
ciones cuasidiagnósticas". En modo alguno nese Science. Explorations of a Ancient Tradi-
cumplen los requisitos del que he llamado tion, libro colectivo dirigido por S. Nakayama y
"diagnóstico sensu stricto". N. Silvin, Cambridge, Mass. 1973, pág. 207). 3.ª
Más arduo y delicado es el problema en el En los juicios acerca de la medicina de la China
caso del "diagnóstico" en la medicina china, a antigua que se formulan a través de su acomo-
cuya ejecución se atribuyen una actitud mental dación a la medicina actual, es preciso tener en
y un método operativo contrapuestos a los que cuenta la deliberada o indeliberada "occidenta-
orientan el diagnóstico occidental y comple- lización" de aquélla por parte de sus adapta-
mentarios de ellos: el diagnóstico occidental se- dores. 4.ª Ciertamente, entre todas las formas
ría "analítico-casual", y el chino "sintético- del saber médico anteriores al alcmeónico-
inductivo" (Porkert). Sin negar sutileza intelec- hipocrático, el de la China antigua es el que
tual, capacidad de observación y talento inter- más se aproxima al carácter ya formalmente
pretativo y sistemático a los médicos de la anti- "técnico" y "científico-natural" de la tékhne ia-
gua China, al contrario, reconociéndolos de trike de Alcmeón de Crotona e Hipócrates de
buen grado, estimo ineludibles las considera- Cos; por tanto, el conocimiento de las enferme-
ciones siguientes: l.• En la medicina china real dades individuales propio de los médicos chi-
y verdaderamente "antigua" nunca faltó un mo- nos es el más cercano al que yo propongo lla-
mento mágico. "Más de setenta exorcistas, al- mar "verdadero diagnóstico"; pero en modo al-
quimistas y expertos en hierbas" fueron convo- guno llega a ser lo que por su estructura, su
cados muy poco antes del comienzo de nuestra método y su materia fue el diagignóskein de los
Era para procurar la salud a un emperador, se- asclepíadas griegos del siglo V a. C. S.ª En defi-
gún un texto que tomo de P. A. Huard y Ming nitiva: llamar "diagnóstico", sin mayores distin-
Wong ("La medicina china", en Historia Univer- gos y precisiones, a lo que para conocer una
sal de la Medicina I, Barcelona, 1972). 2.ª La ley enfermedad individual pensaban y hacían los
histórica a que antes me referí -la progresiva médicos de la antigua China, no es otra cosa
desacralización y racionalización de las cultu- que instalarse en la comodidad a costa de la
ras, con el paso del tiempo-- da una apariencia confusión. Pese a ciertas analogías formales, un
crecientemente empírico-racional a los textos abismo separa a la cosmología taoísta de la cos-
en que la medicina china se expresa. Como mología presocrática. Véase a este respecto La
muy bien observan W. C. Cooper y N. Silvin, la gran titulación, de J. Needham (trad. esp., Ma-
pregunta central del historiador debe ser la si- drid, 1977).
SECCION I

EL PARADIGMA ANTIGUO

Desde que Th. S. Kuhn publicó su tan idóneo para el conocimiento del mundo.
conocido e influyente libro (1), parece Nadie ha sabido declararla de modo tan
inexcusable ordenar metódicamente el elocuente como Aristóteles, en el co-
curso histórico de un saber científico o mienzo mismo de su Metafísica: "Todos
técnico según los sucesivos "paradig- los hombres desean por naturaleza sa-
mas" que en él puedan describirse, en- ber. Así lo indica el amor a los sentidos;
tendiendo en tal caso por "paradigma" pues al margen de su utilidad, son ama-
el modelo o patrón intelectual que regu- dos a causa de sí mismos, y más que to-
la toda una etapa en el desarrollo de una dos el de la vista. En efecto, no sólo por
ciencia determinada, y respecto del cual obrar, sino también cuando no pensa-
todo lo que durante esa etapa se hace en mos hacer nada, preferimos la vista, por
esa ciencia parece ser "obligado" o "nor- decirlo así, a todos los otros" (980 a).
mal"; por ejemplo, la doctrina del "lugar Con estas palabras expresa Aristóteles
natural" de los cuerpos materiales, des- una actitud estimativa y mental profun-
de Aristóteles hasta Galileo y Newton, y damente arraigada en el pueblo griego; y
la de la "gravitación universal", entre también dando expresión al común pen-
Newton y Einstein. Pues bien: desde los sar de los helenos había estampado Ana-
médicos hipocráticos hasta Sydenham, y xágoras su célebre y no menos significa-
a través de muy diversas culturas -la tiva sentencia: "ópsis gar t6n adél6n ta
griega clásica, la helenística, la bizantina, phainómena" (D-K, B 21a), "lo que nos
la árabe, la europea medieval, la euro- es manifiesto nos hace ver -esto es, co-
pea renacentista-, la práctica del diag- nocer- aquello que nos está oculto" (2).
nóstico se rige por el que en lo sucesivo Lo visible nos permite descubrir, por
llamaré su "paradigma antiguo". Existen tanto, la verdadera realidad de las cosas,
en esa larga aventura histórica, por su- porque, como ya había enseñado Herá-
puesto, innovaciones más o menos im- clito, la naturaleza gusta de ocultarse (D-
portantes; pero ninguna tanto como K, B 123). Bien puede decirse que esa
para invalidar la vigencia histórica de él sentencia de Anaxágoras es la gran con-
o para constituir otro nuevo, aunque a signa inicial de la teoría helénica del co-
veces hacia él tenuemente apuntasen. Es nocimiento.
necesario, pues, describir con precisión Ahora bien: ¿cómo la mirada puede
en qué consiste. llegar desde lo que se ve (ta phainómena)
En su fundamento se halla la conside- a lo que no se ve, a lo oculto (ta ádela)?
ración de la vista como el sentido más Sólo un recurso cabe: imaginar razona-

9
1O El diagnóstico médico

blemente aquello que no se ve y noso- un camino (hodós), por tanto un método


tros podríamos ver con nuestros ojos, si (meta-hodós) que nos lleve de lo conoci-
lo oculto nos fuese manifiesto. Razona- do y patente a lo latente y desconocido,
blemente, kata lógon; esto es, mediante nos garantice la verdad de lo que me-
un ejercicio original de la razón del sa- diante él conocemos y, en consecuencia,
bio, y consecutivamente, por imitación y nos permita avanzar ulteriormente por
aprendizaje, del lógos de todo hombre el camino del saber?
inteligente, en cuya virtud se nos haga Todo lo cual autoriza a definir el para-
patente la razón interior de la naturale- digma antiguo del diagnóstico médico
za: ese lógos inmanente a ella, ínsito, por en los siguientes términos: según él, la
tanto, en todos sus aspectos y movimien- actividad diagnóstica del médico consiste
tos, cuya existencia el propio Heráclito en combinar metódicamente la recta vi-
había afirmado (D-K, Bl, B2), y en el sión de lo que puede verse con una razo-
cual tiene la cosmología griega su princi- nable figuración imaginativa de lo que po-
pio fundamental. Al imperativo de la vi- dría verse y de hecho no se ve. El médico
sión (ópsis) se une así el imperativo de la actúa ahora conforme a un principio que
razón (lógos). En este sentido, la ciencia bien podría llamarse "el lógos de la vi-
del cosmos es el conocimiento del aspec- sión imaginativa". Trátase de saber
to y la razón de la naturaleza mediante cómo cumplieron ese paradigma quie-
la mirada y la razón del sabio; en esen- nes, por él regidos, por vez primera se
cia, un decir racional acerca de lo que propusieron conocer las enfermedades,
racionalmente es. Tres conceptos funda- cómo en los siglos subsiguientes se con-
mentales, por tanto, en el pensamiento virtió en clave científica de la medicina
cosmológico de los griegos: aspecto (ei- occidental y cómo en la Europa moder-
dos), mirada (ópsis) y razón (lógos). Ahora na fue sustituido por otro, en el cual dia-
bien: ese conocimiento, ¿podría ser al- lécticamente se continuaba veinte siglos
canzado si la mente del sabio no siguiese en la historia del diagnóstico.
Capítulo I

Versión hipocrática

Que Alcmeón de Crotona diagnosticó puntos siguientes: los términos diagig-


enfermedades, en el sentido técnico que nóskein y diágnósis; el porqué del diag-
luego tendrá el verbo diagignóskein, no nóstico; el qué del diagnóstico; su cómo;
parece cosa dudosa. El famoso fragmen- su para qué (3).
to con que Aecio resume la idea alcmeó-
nica de la salud y la enfermedad (D-K,
B4) expone una concepción rigurosa- l. LA DENOMINACION
mente científico-natural, "fisiológica", DEL DIAGNOSTICO
del enfermar -visión de éste como una
alteración morbosa del buen orden de la Comencemos, como es de rigor, con
physis , y establece con claridad y preci- una cuestión de carácter semántico:
sión una clasificación racional de sus para los médicos que comenzaron a em-
distintos modos, según su causa y según plearlos técnicamente y, por extensión,
el lugar del organismo en que tal desor- para hombres cultos de la Grecia del si-
den se localice. Pero el genial crotoniata glo v, ¿cuál era la significación de las pa-
no nos da nombres de enfermedades, ni labras diagignóskein y diágnósis?
describe un método para conocer técni- El verbo diagignóskein es muy antiguo
camente los varios modos de enfermar. en la lengua griega. Con el sentido de
Sólo podemos afirmar, por tanto, que "distinguir" o "discernir" (diá como "en-
Alcmeón practicó kata tékhnen, "según tre") aparece ya en la Ilíada, y a conti-
arte", la actividad del diagnóstico, y que nuación en todos los autores de la Gre-
el fragmento antes aludido abrió la vía cia antigua. Más tardío parece ser su
tanto a la medicina científica en su tota- sentido como "conocer atravesando o re-
lidad como a una actividad diagnóstica corriendo" (diá como "a través de"). Con
enteramente merecedora de este nom- él lo emplearon Polibio (3, 22, 2), Filón
bre. Aunque en los escritos hipocráticos (2, 255) y otros autores. Pues bien, un
no sea expresamente mencionado, sobre examen atento de los pasajes del Corpus
el fundamento del saber que tan conci- Hippocraticum en que ese término pue-
samente había formulado Alcmeón se de leerse (4), permite afirmar que a fines
apoya la ya más explícita ciencia médica del siglo v o a comienzos del siglo IV a.
de aquéllos. C. ambas acepciones, en ocasiones aso-
Expondré la concepción hipocrática ciadas o fundidas entre sí, se hallaban en
del diagnóstico médico según los cinco la mente de los asclepíadas hipocráticos.

11
12 El tliagnóstico m'édic-0

Conocer técnicamente una enfermedad cía la curación, bien hacia la incurabili-


individual, diagign6skein tón noúson o tó dad" (L. IV, 252): y más clara aún es la
nousema, sería a un tiempo saber discer- intención con que en Sobre la dieta se
nirla con precisión entre todas las res- prescribe el deber inicial del médico que
tantes y penetrar visivamente en lo que quiere actuar según arte: "Lo primero es
de ella no se ve a través de lo que en ella haber conocido y reconocido (gn6nai kai
es aparente. Así lo demuestran los tex- diagn6nai; si se quiere: haber percibido y
tos. diagnosticado) la naturaleza de todo"
"Lo concerniente a las enfermedades, (L. VI, 468). Es sin embargo un texto de
lo conocemos (lo diagnosticamos: diagig- Sobre las heridas de la cabeza donde los
nóskomen) mediante lo que sigue", dice dos sentidos del diagign6skein, "conocer
el autor del libro I de las Epidemias; y a distinguiendo" y "conocer en profundi-
continuación enumera las varias realida- dad", más patentemente se manifiestan.
des a que la práctica de ese "diagnosti- Frente a una herida craneal, el médico
car" se refiere: la naturaleza humana en diagnosticará ante todo según lo que en
general y la particular naturaleza del pa- el estado del hueso sus ojos vean; mas
ciente, la enfermedad misma, el enfer- cuando se trata de fracturas no aparen-
mo, la índole del médico que le trata, tes, es "por las respuestas del herido
etc. (L. II, 668-670). En este caso, diagig- como ante todo se intentará diagnosti-
nóskein es conocer con amplitud, porque car (diagign6skein) si el hueso ha sufrido
bien amplio y variado es el campo del o no alguna de estas lesiones" (L. III,
mundo real a que tal conocimiento ata- 214). Diagign6skein, en consecuencia, es
ñe, con precisión, porque de otro modo utilizar lo que con los ojos de la cara se
no tendría valor técnico lo conocido, y ve como ventana hacia lo que con ellos
con profundidad, porque el saber que el no puede verse, y por fuerza ha de ser
médico persigue no concierne sólo a lo razonablemente imaginado.
externo y aparente, también a lo interno Una de las notas características del
y esencial. Es significativo que en la fra- lenguaje científico griego del siglo v es la
se que resume y corrobora esta detalla- da rapidez con que son utilizados como tér-
regla diagnóstica se diga que el médi- co minos técnicos los sustantivos en -is, e6s
debe observar detenidamente (skep- téon) que ya existían en el idioma (como dyna-
"a partir de" (ek) y "a través de" (diá) mis, usado ya en el epos homérico) y se
todas estas cosas; y que en un texto muy crean neologismos de esa estructura, a
semejante a éste de nuevo sea em- pleado partir de un verbo preexistente (5). Tal
el verbo sképtomai como equiva- lente de parece haber sido el caso de diágn6sis,
diagign6skein (Sobre los humo- res, L. V, palabra derivada de diagign6 skein, no
478). Vista desde los escritos más constatable en Homero, Hesíodo, Esqui-
antiguos de la colección hipocráti- ca, la lo y Sófocles, usada por autor es como
exigencia de precisión inherente al Tucídides, Demócrito, Eurípides y Anti-
diagign6skein del pitagórico Arquitas de fonte y -ya con un sentido plenamente
Tarento -relativa, en su caso, a la obser- médico y técnico- vigente en los más
vación del movimiento de las estrellas- distintos escritos hipocráticos. Aparte su
parece ser un rasgo común a todos los valor semántico como "resolución" o
physiológoi griegos, médicos o no, de los "decisión", diágn6sis es la acción y el
siglos v y IV. efecto de conocer distinguiendo y pene-
Las mismas notas cabe atribuir a la tra ndo. Tal es la significación del térmi-
arrogante y severa advertencia que fren- no en Sobre las heridas de la cabeza
te a los médicos demasiado proclives a (diágn6sis del estado del hueso afecto,
la ostentación de sus pronósticos hace el L. III, 214) y en Sobre la dieta (diágn6sis
autor de Sobre las articulaciones: "Las como conocimiento preciso de si en un
predicciones brillantes y espectaculares individuo domina el alimento sobre el
se obtienen del diagnóstico (apo tau dia- ejercicio, o el ejercicio sobre el alimento,
gign6skein), el cual permite prever por o si hay recta proporción entre uno y
qué vía, de qué manera y en qué tiempo otro, L. VI, 606). Máximo grado de tecni-
terminará la afección, bien se oriente ha- ficación, ahora ant ropológica, no estric-
Historia 13

tamente médica, logra en Sobre la enfer- entenderíamos cabalmente la tékhne del


medad sagrada. En este sentido, en efec- médico hipocrático, si la desligásemos
to, diágnósis es a la vez la "capacidad del amor (philía) que por ella sentía su
para conocer" y el "principio del cual ejecutante, cuando no era un mero gana-
esa capacidad depende"; principio que el pán de la medicina, y del amor al hom-
autor, seguramente bajo la influencia de bre y a la naturaleza de que ese "amor al
Diógenes de Apolonia, hace radicar en lo arte" era consecuencia. "Donde hay
más sutil y puro del aire inspirado: la amor al hombre (philanthrópíe), hay
porción de éste en cuya virtud el cere- amor al arte (philotekhníe)': dirá uno de
bro puede pensar (L. VI, 390). los escritos tardíos del Corpus Hippocra-
ticum (Preceptos, L. IX, 258); sentencia
que para un griego no podría ser cierta si
II. EL PORQUE esa philanthrópíe no se apoyase sobre
DEL DIAGNOSTICO una radical physiophilía, esto es, sobre el
amor a la naturaleza que desde su mis-
Sabemos ya lo que diagignóskein y mo centro pide la visión helénica del
diágnósis fueron en la mente del médico cosmos. Galeno dará clara expresión a
hipocrático; veamos ahora cómo éste los esta obviedad. El diagignóskein hipocrá-
realizó en su actividad práctica y la ra- tico viene a ser la expresión cognosciti-
zón por la que tal actividad, "diagnosti- va, técnica y médica del amor a la natu-
car", y tal denominación, "diagnóstico", raleza universal y a la naturaleza genéri-
se constituyeron para él en rigurosa exi- ca del hombre, tal y como se concretan y
gencia técnica. Con otras palabras, el manifiestan en la naturaleza propia del
"porqué" del diagnóstico hipocrático. enfermo diagnosticado. Sin tener esto en
¿Por qué el médico hipocrático se sen- cuenta, no entenderíamos íntegramente
tía íntimamente obligado a diagnosticar, lo que ese diagignóskein fue.
y a hacerlo según el sentido que en el
verbo diagignóskein hemos descubierto?
La respuesta es sobremanera evidente y 111. EL QUE DEL DIAGNOSTICO
puede ser sobremanera concisa: porque
se consideraba a sí mismo tekhnítes, eje- Movido por la actitud anímica, técnica
cutor profesional de la tékhne que él y y social inherente a ese "por qué", el
todos llamaban iatrike. En el nivel de la médico hipocrático intentaba conocer la
mera artesanía, lo cual debió de ser la alterada realidad del enfermo que había
regla (6), o en otro intelectualmente más de tratar. Esto es: mostraba de hecho
alto, equivalente al del artista del Medio- cómo entendía el "qué" de su diagnóstico.
evo -en él estuvieron, sin duda, los auto- En ese "qué" -qué diagnosticaba de
res de los escritos hipocráticos-, tékhni- hecho el médico hipocrático, cuando sa-
tes se sintió y fue desde el siglo VI el as- bía buscar todo lo que a este respecto
clepíada griego; y para actuar kata tékh- mencionan los escritos del Corpus Hip-
nen, "según arte", es preciso, como luego pocraticum- deben ser metódicamente
enseñará Aristóteles, saber por qué se discernidos dos objetivos previos y el
hace aquello que se hace; lo cual obliga cuerpo de los saberes que constituyen el
a conocer con verdad y precisión la con- diagnóstico propiamente dicho.
creta realidad del hombre enfermo que
se tiene delante, su "qué" propio, en de- l. OBJETIVOS PREVIOS
finitiva a "diagnosticarle". De otro modo,
DEL DIAGNOSTICO
el médico no pasaría de ser vulgar y ruti-
nario empeirós, el simple empírico que Dos objetivos previos: decidir si el as-
sólo por haber repetido muchas veces pecto del sujeto en cuestión es realmen-
una cosa aprende a hacerla con soltura. te morboso y, en la medida de lo posi-
Si vale la redundancia, el diagnóstico ble, conocer si la alteración sufrida por
se ha hecho así técnicamente necesario; la physis del enfermo pertenece al orden
sólo por la vía que él señala puede ser de la necesidad forzosa (anánke) o al or-
tratado según arte el enfermo. Pero no den de la necesidad azarosa (tykhe).
14 El diagnóstico médico

"El médico -léese en el Pronóstico- tan sensible fue el hipocrático, como


examinará ante todo el rostro del enfer- hace años hizo ver Edelstein- de no
mo, para ver si es semejante al de los comprometer su prestigio con actuacio-
que están sanos, y sobre todo si es seme- nes terapéuticamente ineficaces. Mas no
jante a sí mismo" (L. II, 112). Desde el sólo por razones técnicas y sociales de-
comienzo hay que explorar "las semejan- bía el médico abstenerse de intervenir;
zas y las desemejanzas" respecto del es- también por razones ético-religiosas. La
tado de salud, advierte Sobre la oficina incurabilidad o la mortalidad son de he-
del médico (L. III, 272). Primer objetivo cho kat' anánkén, esto es, expresan una
del médico, resolver el dilema "sano o forzosidad indominable, cuando es la di-
enfermo", y esto por dos razones princi- vina e insondable physis la que así lo dis-
pales: saber si el sujeto explorado pade- pone; y frente a tal mandato de "lo divi-
ce una enfermedad poco aparente y ob- no" sería deber riguroso del médico -de-
tener un valioso saber pronóstico, por- ber que ahora no es de orden técnico,
que en principio es más favorable la apa- sino de índole religiosa- aceptar venera-
riencia de la salud que la apariencia de tivamente su limitación, respetar ese
la enfermedad, ¿Tuvieron que ver estas mayestático "Nada puedes ahora" que le
prescripciones con el diagnóstico de la está diciendo la naturaleza, y no arries-
simulación? No es posible saberlo. garse a cometer frente a ésta un pecado
Más importante a los ojos del ascle- de hybris o desmesura.
píada fue la conjetura acerca de si la al- Creo haber demostrado en otra parte
teración morbosa por él contemplada (7) que sólo dentro de este contexto pue-
estaba aconteciendo kat' anánkén, "por de ser bien entendido el empleo de la
necesidad", o kata tykhén, "por azar". Si expresión ti theion o divinum quid en un
hay enfermedades que por obra de un escrito tan resueltamente antisupersti-
soberano decreto de la physis aparecen y cioso y antimágico como el Pronóstico
son incurables o mortales -incurables o (L. II, 112).
mortales "de necesidad"; en consecuen- ¿cómo era cumplida en la práctica
cia, inmodificables por el arte del médi- esta doble exigencia, técnica y religiosa,
co-, éste debe conocer con la mayor cer- de la abstención ante lo fatalmente im-
tidumbre posible los signos en que esa posible? En principio, diagnosticando
condición se hace patente. ¿Para qué? -conociendo diagnósticamente- los sig-
En primer término, para cumplir un fun- nos que en el cuerpo del enfermo mani-
damental mandamiento técnico: "Pienso fiestan la mortalidad kat' anánkén de la
que el objeto de la medicina -dice el au- afección que padece; la famosa descrip-
tor de Sobre el arte- es eliminar el sufri- ción de la facies hippocratica (Pronóstico,
miento de los enfermos, disminuir la L. II, 114) es tal vez el ejemplo más emi-
violencia de las enfermedades y abste- nente de estos complejos sintomáticos
nerse de tratar (literalmente, de tocar "mortales a corto plazo" (syntómós tha-
con las manos: enkheiréein) a los que se násima), como se les llama en las Preno-
hallan dominados por la enfermedad, ciones de Cos. Pero ¿no cabe acaso la
puesto que en ellos ya nada puede el posibilidad de que el médico considere
arte" (L. VI, 4-6). Anánkai tón nousémá- mortales de necesidad signos o conjun-
tón ("forzosidades -o fatalidades- de las tos de signos que no lo son de manera
enfermedades") son denominadas en inexorable, y por tanto enfermedades
otro escrito (Sobre las enfermedades 1, L. frente a las cuales puede hacer algo el
VI, 140) esas posibilidades del enfermar. arte? La oposición entre los médicos dis-
Pues bien: ante las dolencias en que el puestos a resignarse y los médicos no
arte del médico no puede lograr nada, y dispuestos a resignarse -a la cabeza de
precisamente en tanto que técnico de su éstos, los autores de los escritos quirúr-
arte, el asclepíada hipocrático vio un de- gicos y de La enfermedad sagrada- es pa-
ber inmediato en la abstención, en la se- tente en la colección hipocrática. Lo
vera renuncia a cualquier intervención cual, naturalmente, había de tener su co-
terapéutica; deber al que se unía en la rrespondiente expresión en el diagnósti-
práctica la conveniencia social -a la que co (8).
Historia 15

2. EL DIAGNOSTICO PROPIAMENTE trado al médico. La exigencia de buscar


DICHO las "semejanzas" (hómoion, homoiotés)
se repite más de una vez y bajo distintas
La resolución diagnóstica de los dile-
formas en el Corpus Hippocraticum; tal
mas "sano o enfermo" y "kat'anankén o
es la vía idónea para conocer el trópos
kata tykhén" tenía para el médico hipo-
("forma típica") y la idéé o el eidos ("for-
crático un carácter rigurosamente preli-
ma específica") del proceso morboso en
minar. La parte esencial de su diagignós- cuestión.
kein venía a continuación, y -definítoria- El tema es importante. En un texto fa-
mente expresada- consistía en saber re-
moso, el autor de Sobre la dieta en las en-
ferir de modo racional y científico, kata
lógon, la apariencia clínica del enfermo fermedades agudas, médic:o de Cos, ata-
ca vivamente a los de Cnido, excesiva y
a la individual realidad de su physis y, a erróneamente preocupados por estable-
través de ella, a la realidad de la physis cer un elenco fijo de entidades morbosas
universal. Cuatro momentos principales netamente distintas entre sí (L. II, 226-
deben ser discernidos en esta empresa: 228). Se diría, pues, que la senten- cia
conocimiento y tipificación de la katásta- "No hay enfermedades, sino enfer- mos",
sis del enfermo y del cosmos circundan- tan repetida por los clínicos desde hace un
te; determinación de la consistencia real siglo, fue regla básica de escuela entre los
del desorden observado; ordenación de caicos, y que la serie de sobrias historias
esa doble katástasis en el curso del tiem- clínicas que son los libros I y III de las
po; discernimiento de las causas de la Epidemias constituiría la mejor de-
enfermedad. mostración de ello. Tal fue hace decenios
la opinión de O. Temkin (9); pero, como
creo haber demostrado (10), erraría
a. "Katástasis" del enfermo quien pensara que la mentalidad tipifica-
y del cosmos
dora o nosográfica fue ajena al pensa-
La palabra katástasis aparece con mu- miento médico de Hipócrates y sus con-
cha frecuencia en el Corpus Hippocrati- militones de Cos. Una lectura atenta del
cum. Movidos por el empleo técnico de Corpus Hippocraticum permite descubrir
ella en los libros de las Epidemias, los que las semejanzas entre las katastáseis
traductores renacentistas dieron al tér- individuales fueron técnicamente admiti-
mino el nombre latino de constitutio epi- das y nombradas, tanto en los escritos
demica, y así fue tradicionalmente en- cnidios como en los caicos. Dos fueron
tendido hasta bien entrado el siglo XIX; las grandes unidades de la semejanza; el
pero su significación en griego es bas- trópos de la enfermedad, más o menos
tante más amplia: katástasis es el aspec- equivalente a lo que los nosógrafos ac-
to ocasional de una realidad estática o tuales, sobre todo los franceses, llaman
de un proceso, en cuanto que tal "oca- "forma clínica" (por ejemplo, las "formas
sión" dura algún tiempo. Sólo así puede clínicas" de la fiebre tifoidea), y la ideé o
ser rectamente entendida -entre tantas eidea de ella, más próxima a nuestra no-
otras- esta prescripción de Epidemias III: ción de "especie morbosa" (fiebre tifoi-
"Es preciso aprender a conocer exacta- dea, esclerosis renal, diabetes sacarina,
mente la katástasis de cada estación y etc.). Sin reflexionar metódicamente so-
de cada enfermedad, y a distinguir cuál bre el tema, el médico hipocrático, caico
es el bien común y cuál es el mal común o cnidio, vio y pensó que los procesos
en la katástasis y en la enfermedad" morbosos individuales pueden parecerse
(L. III, 102). Atento examen sensorial, típicamente entre sí por su cuadro sinto-
por tanto, del aspecto del cuerpo del en- mático (phthísis, kausos, léthargos, etc.),
fermo y del cosmos circundante; y a con- por su curso patocrónico (enfermedades
tinuación pesquisa cuidadosa de la se- agudas y crónicas, "especies" de las fie-
mejanza o la desemejanza, tanto entre lá bres) y por su localización somática
katástasis observada y el eidos de la sa- (ophthalmíai, peripneumoníai), no contan-
lud, como, sobre todo, entre ella y todas do las semejanzas típicas que proceden
las que la práctica precedente haya mas- de analogías en la causa morbi, en el pro-
16 El diagnóstico médico

nóstico y en el temperamento o consti- diferente saber anatornofisiológico, por


tución humoral del paciente. La katásta- la orientación de la doctrina estequioló-
sis, el trópos y la idée o el eidos de la en- gica por él profesada y -como en el apar-
fermedad eran, en consecuencia, impor- tado próximo veremos- por el método
tante parte integral del "qué" del diag- con que su mente pasa del "simple ver"
nóstico hipocrático. al "verdadero saber".
Una visión sinóptica del Corpus Hippo-
b. Consistencia real del trastorno
craticum permite distinguir en él tres
orientaciones estequiológicas principa-
Para un asclepíada hipocrático, saber les: una, la que en su conjunto domina y
cómo la enfermedad "se manifiesta", co- más influyente ha sido, exclusiva o pre-
nocer lo que en ella es phainómenon, di- ponderante "humoral"; otra escuetamen-
ría Anaxágoras, era sólo un primer paso te "elemental", entendida esta palabra
para conocer lo que la enfermedad "es": según la doctrina de Empédocles -cua-
aquello que en su realidad queda ádelon, tro elementos, agua, aire, tierra y fuego-,
oculto, y da lugar a lo manifiesto. De ahí a la cual puede ser también referida la
la esencia del conocimiento diagnóstico: estequiología llamada "neumática"; otra,
referir racional y científicamente la ka- en fin, "dinámica", atenida sólo a la rela-
tástasis del enfermo y de su contorno ción entre las cuatro dynámeis prima-
cósmico a la particular realidad de su rias, lo caliente, lo frío, lo húmedo y lo
physis individual y, a través de ésta, a la seco. Todos los conceptos de la fisiopa-
total realidad de la physis universal. Por tología del Corpus Hippocraticum, véalos
eso el médico debe conocer "la naturale- el lector en los estudios que se consig-
za propia de cada cosa" y "la común na- nan en la bibliografía, en estas varias
turaleza de todas las cosas" (Epidemias I, concepciones estequiológicas tienen su
L. II, 670). base. A título de ejemplo, transcribiré la
Científica, "fisiológicamente" explica- explicación del escalofrío febril que, en
da, ¿en qué consiste la physis propia del la línea del humoralismo, ofrece Sobre
enfermo? Es, por supuesto, la physis hu- las enfermedades I: "Si se recalientan la
mana individualizada en él; por tanto, un bilis o la pituita, todo el cuerpo se ca-
conjunto de órganos y funciones científi- lienta por obra de ellas, y a esto se llama
ca o "fisiológicamente" reducibles a la fiebre... El escalofrío... cobra especial in-
índole, la mutua relación y el movimien- tensidad cuando la bilis y la pituita se
to de las realidades elementales que les mezclan con la sangre, ya una de las dos,
componen. Referir racional y científica- ya la una y la otra; y todavía más si es
mente la katástasis del enfermo a su phy- sólo la pituita el humor que se mezcla,
sis propia y a la physis universal exigi- porque ella es por naturaleza lo más
rá, en consecuencia: un conocimiento frío, y la sangre lo más caliente, y la bilis
mayor o menor de la estructura anató- algo más fría que la sangre" (L. VI, 188).
mica del cuerpo humano y de las funcio- Más pormenorizada aún es la explica-
nes de sus órganos; cierto saber este- ción puramente neumática del escalo-
quiológico, una doctrina acerca de la frío en Sobre las ventosidades (L. VI,
composición elemental del cuerpo, apta 100-102). El "qué" del diagnóstico va ad-
para explicar sus diversos desórdenes quiriendo así la integridad de su estruc-
patológicos; un método idóneo para re- tura.
ferir lo que acontece en la apariencia
percibida a lo que, a manera de funda- c. La "katástasis" en el tiempo
mento y causa de ella, debe de acontecer
en la oculta y pensada realidad elemen- La katástasis del enfermo y la consis-
tal. Lo cual equivale a decir que la pauta tencia real de su enfermedad adquirían
del diagnóstico "hipocrático lato sensu" significación definitiva en la mente del
no sólo mostrará diferencias por la índo- médico por su ocasional situación en el
le del pensamiento nosográfico y nosotá- curso temporal del proceso morboso; es
xico del asclepíada (mayor rigidez cnidia decir, por su oportunidad o kairós, no-
y mayor laxitud coica), también por su ción ésta de gran relieve dentro del Cor-·
Historia 17

pus Hippocraticum. Toda una serie de suerte de interna "úlcera" o "herida"


conceptos patocrónicos -principio, me- (hélkos) del órgano afecto? Tal fue la
dio y fin del desorden morboso; crudeza, osada conjetura del autor de Sobre las
cocción y resolución del mismo; despla- luxaciones: "¿No es acaso posible afir-
zamientos y transformaciones de la ma- mar -escribe- que todas las enfermeda-
teria peccans; crisis, ataxia y paroxismo, des son helkéa (heridas o úlceras)? Esta
etc.- sirvieron al asclepíada para enten- proposición es harto verosímil, porque
der y designar típicamente las distintas muchas veces hay afinidades entre co-
situaciones ocasionales o kairoí del cam- sas diversas" (L. III, 526). La visión de la
biante estado de enfermedad, y todos medicina que muchos siglos después ja-
ellos pertenecían al contenido de su dia- lonarán los nombres de Morgagni, Bi-
gignóskein. chat, Laennec y Virchow -y, por lo tanto,
Pero el conocimiento de la situación el ambicioso proyecto laennequiano de
de la katástasis en el cursus morbi no se- convertir en "patología externa" la "pa-
ría satisfactorio para el médico, si éste tología interna"- se halla genialmente
no supiera utilizarlo para establecer un incoado en esa conjetura anatomoclínica
juicio pronóstico. Este -progn6stikón, del cirujano que compuso ese tratadito
prorretikón, prógn6sis- pertenecía, en hipocrático.
efecto, al diagnóstico hipocrático, y en el En suma: katástasis, trópos e idéé de la
apartado próximo veremos con algún enfermedad, katástasis del cosmos cir-
pormenor el modo de tal pertenencia. cundante, consistencia "fisiológica" del
desorden somático, kairós del estado del
enfermo en el cursus morbi, aitía y pró-
d. Las causas de la enfermedad
phásis del proceso morboso; tales fueron
Como ya sabemos, la esencial condi- para el asclepíada hipocrático los mo-
ción de tékhné del saber médico hipocrá- mentos integrantes del "qué" del diag-
tico exigía de éste un conocimiento ex- nóstico.
plícitamente causal; para ser "técnico",
el diagign6skein tenía que ser etiológico,
racionalmente etiológico, si se quiere IV. EL COMO DEL DIAGNOSTICO
mayor precisión. Dos conceptos funda-
mentales se integraron en la etiología hi- Varias veces he dicho que la exigencia
pocrática, el de aitía o causa en general y metódica pertenece esencialmente al
el de próphasis o causa concreta, parti- verdadero diagnóstico. Pues bien: muy
cular, ocasional o inmediata. "Cuando tempranamente en la historia del pensa-
las enfermedades de todo género se pro- miento griego, primero sin especial re-
ducen en el mismo tiempo -dice el autor flexión sobre el tema (Epidemias I y III),
de Sobre la naturaleza del hombre-, el ré- luego de un modo más consciente y re-
gimen de vida de cada enfermo será ne- flexivo (Sobre'la medicina antigua, Sobre
cesariamente su respectiva causa (aitía), los lugares en el hombre, Sobre el arte), la
y el tratamiento deberá ser dirigido con- conciencia metódica cobra realidad en
tra la causa inmediata (próphasis) de la la mente de los médicos hipocráticos
enfermedad"; esto es, contra el modo (11), se constituye en modelo para los fi-
particular en que tal aitía se ha realizado lósofos y para el resto de los hombres de
(L. VI, 54). Las más diversas aitíai exter- ciencia (12) y, por supuesto, configura la
nas e internas (alimentación, traumas y práctica del diagign6skein. Tras haber es-
esfuerzos, temperatura, estaciones y cli- tudiado el "porqué" y el "qué" del diag-
ma, venenos y miasmas, parásitos, cons- nóstico, veamos su "cómo": cómo diag-
titución o temperamento, herencia, etc.) nosticaba el médico hipocrático.
son nombradas o descritas en la colec- En el método del diagnóstico hipocrá-
ción hipocrática, y a muy diversas pro- tico se integraron tres recursos principa-
pháseis, reales unas e imaginarias otras, les, la exploración sensorial, la comuni-
se alude en ella. La varia realidad de es- cación verbal y el razonamiento, la aís-
tas últimas, ¿sería tan sólo la diversa ex- thesis, el lógos y el logismós. Examiné-
presión de una lesión fundamental, una moslos sucesivamente.
18 El diagnóstico médico

l. LA "SENSACION DEL CUERPO" 2. LA PALABRA

Para el médico, el métron idóneo, el A la vez que con la aísthésis, con sus
único criterio de certeza realmente váli- sentidos, el médico hipocrático explora-
do -dice Sobre la medicina antigua- es ba al enfermo con el lógos, con la pala-
"la sensación del cuerpo", aísthésis tau bra; por tanto, mediante el interrogato-
sómatos (L. I, 588-590), la metódica apli- rio. Acaso los de Cnido abusasen un tan-
cación de los sentidos del médico al to de éste: los autores de las Sentencias
cuerpo del enfermo (13). Con la máxima cnidias, nos dice el de Sobre la dieta en
entrega, con la máxima avidez, cabría las enfermedades agudas, "han descrito
decir, cumplió esta regla el asclepíada con exactitud lo que en cada una de las
hipocrático. Investíguese -se dice en So- afecciones experimentan los enfermos";
bre la oficina del médico- "por el ver, el han omitido no pocas veces, en cambio,
tocar y el oír; lo que se percibe con la "lo que el médico debe aprender sin que
vista, el tacto, el oído, la nariz, la lengua el enfermo se lo diga" (L. II, 224). Es
y el entendimiento; lo que puede cono- cierto, por otra parte, que lo que los en-
cerse con todo aquello por lo que cono- fermos dicen al médico es más bien sim-
cemos" (L. III, 272); explórese al enfer- ple opinión (doxa), que verdadero saber
mo "con los ojos, los oídos, la nariz, la (Sobre el arte, L. VI, 20), y que sólo conje-
mano y los demás (órganos) con que co- tura (eikasíé) y no exactitud (akribíé) es el
nocemos..., palpando, oliendo, gustan- conocimento por esa vía logrado (Sobre
do", repite Epidemias IV (L. V, 184). las enfermedades I, L. VI, 140). Pero estas
Otros textos podrían añadirse; y entre razonables reservas no amenguan la
ellos, acaso en primer término, los que gran importancia que la anamnesis tuvo
en Sobre las enfermedades JI describen el en el diagnóstico hipocrático.
"ruido de cuero nuevo" o frote pleural y El médico debía oír al enfermo, inte-
los estertores húmedos: "Si poniendo la rrogarle y responderle. Entre tantos
oreja sobre el tórax escuchas durante al- otros, baste este texto de Sobre las afec-
gún tiempo, oirás que dentro hierve (li- ciones: "Cuando visitéis a un enfermo,
teralmente: vive) como el vinagre" (L. preguntadle de qué sufre, por qué causa,
VII, 92 y 94). Hasta Corvisart, Bayle y desde cuándo, si su vientre anda bien,
Laennec no volverá a hablarse de la qué régimen de vida lleva..." (L. VI, 246).
auscultación inmediata del tórax. Así conocía algo de lo que los ojos no
En otro lugar (14) he expuesto con de- pueden ver, ni las manos tocar: los hábi-
talle todo lo que los médicos hipocráti- tos del enfermo, sus pensamientos, las
cos percibieron clínicamente a través de peculiaridades de su sueño, sus ensue-
cada uno de sus sentidos, tanto en el ños, su modo de sentir la enfermedad, su
cuerpo del enfermo, como en la natura- temor, su tolerancia, su experiencia o su
leza exterior a él ("la total katástasis, se- timidez frente al dolor, el grado de su
gún la peculiaridad del cielo y del país", instrucción, su memoria, su inteligencia,
indica Epidemias I, L. II, 70). Así dispues- el grado y el modo de su emotividad; en
tos sus sentidos y su inteligencia, el mé- suma, lo que por pertenecer al pasado o
dico discernía en la apariencia del enfer- ser parte de la vida anímica no puede
mo los "signos" de enfermedad (sémeia}, caer directamente bajo los sentidos del
distinguía en ellos los que en su opinión explorador (15).
eran clínicamente más significativos (eú- Pero el asclepíada hipocrático no se
séma: Sobre las articulaciones, L. IV, 136), conformó con aplicar sus sentidos al
y en determinados casos les concedía el cuerpo del enfermo, interrogarle y oírle.
valor supremo de "signos fehacientes" o Con extraordinaria lucidez advirtió, en
"probatorios" (tekméria: Pronóstico, L. II, efecto, que el juicio diagnóstico sólo
188, y Sobre la dieta en las enfermedades puede alcanzar verdadero acabamiento
agudas, L. II, 224), bien en cuanto al cuando en una u otra medida es compar-
diagnóstico propiamente dicho, bien en tido por el enfermo; por tanto, cuando el
cuanto al pronóstico. Algo más requería, médico se lo comunica y razona verbal-
sin embargo, la obtención de uno y otro. mente. Padecer una enfermedad sin sa-
Historia 19

ber y entender qué se padece fue para asclepíada hipocrático la estructura y el


un griego clásico cosa de bestias o de es- contenido del logismós diagnóstico. Más
clavos; muy clara y precisamente nos lo o menos fundidos entre sí, dos momen-
hace ver Platón en varios párrafos de las tos principales veo yo en él:
Leyes (720 d y 857 c-d). Irónicamente es-
tilizado por el enorme talento literario
de su autor, este precioso apunte plató- a. La noción de "semejanza"
nico procede, es seguro, de la realidad La inferencia inductiva de una "seme-
que en Atenas contemplaba. Así lo de- janza" (homoiotes) capaz de unificar des-
muestran estas significativas palabras de criptivamente todo el cuadro sintomáti-
Sobre la medicina antigua: "Si el médico co. En la colección hipocrática, el térmi-
no llega a hacerse comprender de los no "semejanza" se refiere técnicamente
profanos y no pone a sus enfermos en a la que la inteligencia del médico des-
esta disposición, no alcanzará (el recto cubre entre la realidad individual por él
conocimiento de) lo que es, eóntos" observada y otras con las cuales le haya
(L. I, 572-574). Es decir, de la realidad del puesto en contacto su propia experien-
enfermo. De otro modo, no poseería sen- cia clínica y, a través de la lectura de tex-
tido la regla de explorar y tener en cuen- tos escritos, la experiencia de los restan-
ta la instrucción (máthésis) del paciente tes médicos. Podría advertir así que la
(Sobre los humores, L. V, 478). katástasis percibida era caso singular de
Tres intenciones complementarias la- un determinado modo típico de enfer-
ten en estos sutiles textos. Una externa y mar -una facies hippocratica, una phreni-
social: en la pólis, el médico debe ense- tis, una phthisis o un "esfacelo del cere-
ñar algo de medicina al profano, para bro", para citar algún ejemplo-, y por
que éste llegue a ser un hombre culto. consiguiente de una terminada pertur-
Otra interna y teorética: para saber lo bación, típica también, de la physis hu-
que es la realidad que a él más le impor- mana: tal o cual apóstasis de la pituita,
ta, la enfermedad, el médico debe hablar una sepsis humoral en tal o cual parte
con el paciente acerca de la dolencia de del cuerpo localizada, etc. De ahí la fre-
éste. Otra, en fin, intermedia y clínica: cuencia y la cautela con que el Corpus
para diagnosticar con suficiencia, el mé- Hippocraticum se alude a la pesquisa de
dico debe explicar en alguna medida al las homoiotetes: el médico será "pene-
enfermo la realidad de lo que padece; lo trante y diserto en las semejanzas" (So-
cual no sería posible si el lógos -también bre la decencia, L. IX, 228); la tarea de
en esta forma- no fuese parte esencial percibirlas es difícil hasta para los prác-
del método diagnóstico. ticos más avezados (Epidemias VI, L. V,
352), y así en otros lugares.
3. EL RAZONAMIENTO
Un sibilino texto de Epidemias VI nos
dice cómo el hipocrático vio su actividad
Los datos obtenidos mediante la ex- mental -su logismós- en la faena de bus-
ploración sensorial y el interrogatorio, car y dar sentido a las semejanzas: "Há-
sólo por obra de un adecuado razona- gase un resumen de la génesis y la inicia-
miento adquieren pleno valor para el ción (de la enfermedad), y mediante
médico. Por tanto: tras la exploración múltiples discursos y exploraciones mi-
mediante la aísthesis y el lógos, a la vez nuciosas, reconózcanse las semejanzas
que ella, el ejercicio del logismós. Sin ra- entre sí, y luego las desemejanzas entre
zonamiento -afirma sentenciosamente el las semejanzas, y por fin nuevas seme-
autor de Sobre la medicina antigua- no janzas entre las desemejanzas, hasta que
habría nacido el arte de curar (L. I, 596- de éstas resulte una semejanza única; tal
598); sin él no podría conocerse lo que es el camino" (L. V, 298). Bajo la aparen-
no se ve y no se oye (Sobre el arte, te logomaquia de las semejanzas y las
L. VI, 20) y sería imposible descubrir la desemejanzas, no es difícil percibir la
causa de las enfermedades (Sobre la die- idea que del proceso mental de su dia-
ta en las enfermedades agudas, L. II, 436). gignóskein tiene el clínico: ordenación
Se trata de saber cuáles fueron para el de los síntomas en una katástasis bien
20 El diagnóstico médico

circunscrita, comparación metódica en- Aunque la inferencia inductiva de las


tre ella y otras que la memoria recuerde "semejanzas" y la inferencia imaginativa
y sucesivo establecimiento de parecidos del desorden interno de la physis tantas
y disparidades, hasta llegar a un resulta- veces se combinaran o se fundieran en-
do -un juicio diagnóstico- capaz de ex- tre sí -reléanse los textos anteriormente
plicar unitaria y satisfactoriamente todo aducidos-, conviene examinarlas por se-
lo observado. Un diagnóstico por induc- parado, porque el ejercicio de la inteli-
ción y exclusión metódicas, de alguna gencia y el contenido del saber son dis-
manera identificable con el "diagnóstico tintos en ambos momentos del razona-
diferencial" de los médicos actuales. miento diagnóstico. El primero es una
Mnémé xynthetiké, "memoria sintética", inducción cuyo término no rebasa el al-
llamará un autor hipocrático tardío cance de los datos de que se parte, y
(Praec. L. IX, 250), acaso influido por el cuya realidad en todo momento puede
pensamiento aristotélico, a esta activi- ser comprobada por la experiencia sen-
dad de la mente del clínico. sible; esto es, mediante la incuestionable
Que tal empeño resultaba muchas ve- certidumbre de "lo que se ve". La inter-
ces arduo, sobre todo cuando el médico pretación (hermeneía) no va ahora más
es clínica e intelectualmente ambicioso, allá de lo que consiente la visión por
lo muestra bien otro texto de Epidemias uno mismo (autopsía). El segundo, en
VI, de algún modo complementario de cambio, es la invención de una hipótesis
los que acabo de transcribir. Si los datos más o menos apoyada en la experiencia
de observación son muy dispares entre (Sobre el arte, L. VI, 90), cuyo contenido,
sí, se pregunta el autor, ¿cómo reducir- con la mera probabilidad de "lo imagi-
los a una semejanza y una causa inme- nado", trasciende esa sólida certidumbre
diata únicas? Y exagerando didáctica y de "lo visto" y conjeturalmente, sólo
pintorescamente la dificultad del trance, conjeturalmente, va más allá de lo que el
añade: "Si el paciente tiene la cabeza en saber positivo permite inferir. Lo cual,
punta o la nariz chata, si es bilioso y vo- como en el apartado próximo veremos,
mita con dificultad, o si es atrabiliario, condujo muchas veces al médico hipo-
joven y de vida desordenada, y todo en crático -más al cnidio que al coico- a las
mayor o menor grado, será difícil poner conclusiones diagnósticas y fisiopatoló-
todos estos datos en concordancia" gicas más disparatadas.
(L. V, 352-354). Es seguro que todo clíni- Dentro de este contexto debe ser re-
co experto recordará situaciones diag- cordada una de las más notables haza-
nósticas análogas a la que esas palabaras ñas diagnósticas de los médicos hipocrá-
caricaturizan. ticos: la invención de la "prueba de so-
brecarga" o "funcional". Vale la pena re-
cordar el párrafo en que por vez primera
b. La "prueba funcional" es descrita. Cuando el médico se halla
La inferencia imaginativa del desor- privado de la posibilidad de ver, dice el
den en la physis del enfermo a que el autor de Sobre el arte, "la medicina ha
cuadro sintomático da expresión percep- inventado recursos auxiliares, como la
tible; desorden que se halla en el inte- limpidez o la ronquera de la voz, la rapi-
rior del cuerpo y que, por tanto, no pue- dez o la lentitud de la respiración y, para
de ser visto por el médico. Tiene que co- cada uno de los flujos, la vía que le da sa-
nocer éste, pues, lo que sólo mediante la lida. Por el olor, el color, la tenuidad o la
inteligencia puede ser averiguado (Sobre insipitud, juzga cuáles de estos signos
las heridas de la cabeza, L. III, 250); o, son probatorios y permiten señalar los
como dice el autor de Sobre el arte, lo lugares afectados..." Y añade: "Cuando
que sólo el ejercicio de la razón (logis- estos signos enmudecen..., el médico en-
mós) y la visión del entendimiento (gnó- cuentra forzosidades -esto es, movimien-
més opsis) pueden darnos (L. VI, 20). De tos reactivos kat' anánkén- por las cuales
nuevo la relación entre "lo manifiesto" y la naturaleza es violentada sin daño...
"lo oculto" de que habla el venerable Así, bien fuerza al calor innato a disipar
texto de Anaxágoras. la pituita mediante alimentos y bebidas
Historia 21

acres, para que sea probatoria la visión cimiento de un nombre técnico capaces
de algo cuando de otro modo no podría de dar expresión verbal idónea al juicio
verse nada, bien, mediante paseos cuesta diagnóstico en cuestión.
arriba y carreras, obliga al soplo a reve- Más tipificador entre los médicos de
lar lo que él revela" (L. VI, 24). Aun sien- Cnido, más individualizador entre los de
do tan grave y notorio el error de la hi- Cos, el diagnóstico de los autores del
pótesis fisiológica subyacente al empe- Corpus Hippocraticum fue a la vez típico
ño, el mismo sentido tiene el empleo de e individual. En los escritos coicos es pa-
pesarios empapados en aceite de almen- tente la preocupación clínica e intelec-
dras amargas para decidir si una mujer tual por el trópos y el eidos de la afección
es o no es estéril (Sobre las mujeres esté- observada, y las descripciones típicas de
riles, L. VIII, 414). Formalmente, al me- los tratados cnidios tienen como base
nos, el método del diagnóstico hipocráti- -así lo demuestra una lectura atenta de
co llegó con esta invención a su cima Sobre las enfermedades JI y Sobre las
técnica. afecciones internas- un número mayor o
menor de experiencias clínicas singula-
res.
V. EL PARA QUE La expresión más patente e ilustre de
DEL DIAGNOSTICO la orientación individualizadora del
diagnóstico coico es la colección de his-
Hay que examinar, en fin, el "para torias clínicas que contienen los libros I
qué" del diagnóstico hipocrático: las me- y III de las Epidemias, encabezada cada
tas que con él se propuso conseguir una por una simple indicación ordinal:
quien de ese modo lo entendió y lo prac- "Enfermo primero", "Enfermo segundo",
ticaba. etc. ¿Quiere esto decir que la sentencia
Una respuesta surge en primer térmi- "No hay enft:rmedades sino enfermos"
no: el asclepíada diagnosticaba para cu- era una regla tácita para los médicos de
rar; la pertenencia del diagnóstico a la Cos? En modo alguno. Más bien lo fue
tékhne iatrike así lo exigía. Qui bene diag- esta otra: "Hay enfermedades, pero en
noscit, bene curat, dirán y enseñarán a enfermos", y así lo hace patente la rela-
decir los hipocratistas latinos. Mas tam- ción entre cada grupo de historias clíni-
bién para saber diagnosticaba el médico cas y el componente médico de la katás-
hipocrático: para conocer como hombre tasis estacional a que pertenecen. El or-
de ciencia, ya no como médico en ejerci- den patocrónico y el grado de la intensi-
cio, la parte de la physis correspondiente dad de los síntomas, la peculiaridad del
a su oficio. El es quien puede enseñar al · pronóstico y la participación del indivi-
filósofo, y no aprender de éste, lo que en duo, con su diferente formación intelec-
sí misma es la naturaleza humana, afir- tual, en el diagignóskein del médico, son
man los autores de Sobre la medicina an- los varios momentos en que se manifies-
tigua y Sobre la naturaleza del hombre; y ta la condición individual de su enferme-
ésa era la actitud mental de no pocos de dad y el de la individualización del cono-
sus compañeros de profesión. cimiento de ésta. Pero no acabaría de
Ahora bien: fuese el curar o fuese el entenderse plenamente dicha individua-
saber la última intención del diagnósti- lización sin tener en cuenta que también
co, éste se movía hacia tres metas inme- cierta dimensión social tuvo el diagnósti-
diatas, una descriptiva y nominativa, co para el médico hipocrático. De otro
otra explicativa y otra predictiva, íntima- modo -baste un solo argumento entre
mente conexas entre sí y unitariamente varios posibles- no podría entenderse
resumidas en el juicio del médico. todo el sentido de las consideraciones fí-
sico-sociológicas expuestas en el escrito
Sobre los aires, las aguas y los lugares.
l. INDIVIDUALIZACION, TIPIFICACION
. El carácter a un tiempo individualiza-
Y DENOMINACION
dor y tipificador del diagnóstico hipocrá-
Consistió la primera en la obtención tico se manifiesta, en fin, en la serie de
de un relato descriptivo y en el estable- nombres que en tantos escritos de la co-
22 El diagnóstico médico

lección designan técnicamente los múlti- de pituita desde el cerebro hasta la


ples modos de enfermar: kausos (cau- cadera, comunicación anatómica entre
són), phthisis (tisis), epármata para ta óta el útero y el cerebro, existencia de un
(paperas), erysípelas (erisipela), phrenitis conducto directo entre la vejiga urinaria
(frenitis), peripneumomíé (neumonía), lé- y el tubo digestivo, etc. Especialmente
thargos (letargo), pyretós xynekhés (fiebre osada se mostró, a este respecto, la
continua), pyretós hemitritaios (fiebre imaginación de los médicos cnidios. En
hemitritea), etc. Un texto de Platón hace tanto que referida al medio ambiente
bien patente el carácter técnico de todos -por tanto: a lo que los ojos casi siempre
estos términos, tanto para los médicos pueden ver-, más sobria y razonable fue
que los empleaban como para la socie- la conjetura etiológica que implícita o
dad en torno. En su burlesco vituperio explícitamente llevaba consigo el diag-
de la vida muelle y de las enfermedades nóstico hipocrático.
que engendra, el filósofo habla de suje-
tos "llenos, tal que pantanos, de flujos y
3. EL PRONOSTICO
de aires, que obligan a los ingeniosos as-
clepíadas a llamar a las enfermedades La meta predictiva del diagnóstico
flatos (physas) y catarros (katárrous)" tuvo y sigue teniendo nombre técnico: es
(Rep. III, 405 cd). Adopta irónicamente el pronóstico, la conjetura racional de lo
Platón la postura de un costumbrista ac- que será el curso ulterior de la enferme-
tual que bromeara, valgan estos ejem- dad, tanto en sí misma -vicisitudes del
plos, acerca de los términos "sigmoidi- cursus morbi- como en relación con la
tis" o "espondiloartrosis" (16). vida del que la padece.
Conjetura racional: un preconocimien-
to (progignóskein) más que una predic-
2. LA INTERPRETACION
ción (prolégein) de lo que probablemente
La meta explicativa -o interpretativa- sucederá (W. Müri), apoyado por igual
del diagnóstico hipocrático ha sido defi- en el examen de los signos observados
nida en el apartado precedente: era en el enfermo y en el recuerdo de la ex-
la posesión de una conjetura razonable, periencia propia y ajena. "Yo no hago
simultáneamente apoyada, por tanto, en mántica; yo describo los signos (sémeia)
la experiencia sensible y en el razona- por los cuales se puede conjeturar qué
miento, acerca de lo que en la physis del enfermos sanarán y cuáles morirán, y
enfermo está ocurriendo con motivo de cuáles morirán o sanarán en poco o en
su enfermedad. mucho tiempo", dice arrogantemente el
La explicación diagnóstica de los hipo- autor de Predicciones JI (L. IX, 8). Segu-
cráticos tuvo dos objetivos principales: ro de sí mismo, cauteloso en sus juicios,
el mecanismo "fisiológico" de la dolen- así procedió el médico hipocrático.
cia contemplada -lo que hoy solemos Ahora bien, este preconocimiento del
llamar la patogenia y la fisiopatología futuro ¿qué sentido último tenía para el
del caso- y la etiología de ella. Apoyado asclepíada? Edelstein subrayó con indu-
en los datos de su exploración, en su sa- dable agudeza el aspecto social del pro-
ber anatómico y en la doctrina "fisiológi- nóstico: la conquista del prestigio y la
ca" que profesara -humoral, elemental o confianza que las predicciones certeras
neumática-, el asclepíada se explicaba del médico siempre le conceden; pero es
a sí mismo y explicaba a los demás, si así indudable que exageró la importancia
lo exigía el caso, lo que a su juicio estaba de tal motivo. Completando a Edelstein,
aconteciendo en el organismo del pa- Müri puso de relieve la severa intención
ciente. Es en este empeño donde más técnica del juicio pronóstico: la regla
operante y notorio se hizo el principio pronóstica que ante un paciente formula
rector que antes llamé "lógos de la visión el clínico, le ayuda, en principio, tanto a
imaginativa" y, como consecuencia, la conocer mejor la enfermedad que explo-
admisión de mecanismos patogenéticos ra como a orientar su tratamiento. Pro-
y fisiopatológicos que en ocasiones llega- nosticando con método, el médico aspi-
ban al más descabellado disparate: flujo ra a saber, no sólo a brillar. Pero, a mi
Historia 23

modo de ver, esa intención social y esta mes (1932), 14-32, y J. H. Kühn System und Met-
intención técnica no agotan el "para hodenprobleme im Corpus Hippocraticum (Wies-
baden, 1956).
qué" del pronóstico hipocrático; en él es 3. El tema del diagnóstico hipocrático ha sido su-
posible descubrir también un secreto ca- mariamente estudiado por I. Goldstein, "Diag-
rácter religioso y moral. Por muy fría y nosis in historical perspective", Bull. Hist. Med.
muy técnica que en la regla pronóstica (1941), 367-384, R. H. Major "How Hippocrates
leída y aplicada fuese la previsión del Made His Diagnoses", Internat. Rec. Med.
(1957), 479-485, y R. E. Siegel, "Clinical Observa-
éxito letal de un proceso morboso, y tal tion in Hippocrates. An Essay on the Evolution
es el caso en tantas de las que contiene of the Diagnostic Art'', Journal Mt. Sinai Hosp.
el Corpus Hippocraticum, la visión de la (1964), 285-303. Bastante más amplio y com-
muerte kat'anánken y la significación de prensivo es el estudio que de él he hecho en mi
libro La medicina hipocrática (Madrid, 1970).
ésta en la total realidad del cosmos ne- Sobre él se basa mi actual exposición.
cesariamente habían de pasar por la 4. En su minuciosa recolección de los textos hipo-
mente de quien la formulara. No otra ra- cráticos relativos a los dos términos con que el
zón tiene, como vimos, la tan discutida diagnóstico es en ellos designado ("Aiáyvmcns
und 01aytyvcócr1tEtV. Zum Krankheitserkennen
apelación a "lo divino" que se lee en el im Corpus Hippocraticum", Medizinische Diag-
primer capítulo del Pronóstico. nostik in Geschichte und Gegenwart, München,
No parece disparatado afirmar que, de 1978), G. Preiser afirma que el verbo diagignós-
manera por igual ingenua, osada y helé- kein aparece 34 veces, y el sustantivo diágnósis,
9; pero encuentra que estas palabras no siem-
nica, el médico hipocrático pretendió pre se refieren directamente al conocimiento
ser un comtiano avant la lettre, un reali- de enfermedades o fenómenos morbosos.
zador de la más ambiciosa de las consig- Mi exposición de lo que fue el diagnóstico hi-
nas de Augusto Comte: voir pour prévoir pocrático tiene como pauta metódica la que en
mi libro La medicina hipocrática he llamado
et prévoir pour pourvoir. Pero tan ambi- "hipocratismo lato sensu". Cuatro son los mo-
cioso empeño no era realizable, porque dos posibles del hipocratismo: uno strictissimo
-cuando no es rítmico- el futuro de la sensu (meramente hipotético: el correspon-
naturaleza sólo puede ser conocido con diente a los escritos razonablemente atribui-
bles a Hipócrates), otro stricto sensu (ya mejor
exactitud mediante el análisis experi- documentable: el que expresan los escritos pro-
mental y el cálculo, no por la simple cedentes a la escuela de Cos), otro lato sensu
contemplación de su apariencia sensible. (el que, bajo sus varias y a veces no leves dife-
De esta falsa confianza, de un abusivo rencias, comúnmente revelan todos los escritos
de la colección que, por bien sabidas razones,
empleo de la imaginación y de la incons- comúnmente llamamos "hipocrática") y otro,
ciente entrega del observador a la sen- en fin, latissimo sensu (ese en cuya virtud ha
tencia nunc post hoc, semper post hoc, podido llamarse "neohipocrática" a una orien-
proceden los abundantes y gruesos erro- tación de la medicina del siglo xx).
5. Debrunner, A.: Griechische Wortbildungslehre
res de hecho que contienen los escritos (Heidelberg, 1917).
pronósticos de la colección hipocrática; 6. "El médico hipocrático es un artesano", afirma
errores que frente a la habitual beatería tajantemente L. Edelstein ("Peri aéron" und die
ante el nombre de Hipócrates, algunos Sammlung der hippokratischen Schriften, Berlín,
filólogos, como Joly, se complacen en 1931). Estadísticamente considerado, tal aserto
no parece dudoso; pero sólo desde ese punto
denunciar. No sería justo olvidar, sin em- de vista.
bargo, que esos errores llevaban en su 7. En La medicina hipocrática y en el estudio
seno el germen de su propia corrección: Quaestiones hippocraticae disputatae tres (Uni-
el principio metódico de la autopsía, la versité des Sciences Humaines de Strasbourg.
Travaux du Centre de Recherche sur le Proche-
regla de atenerse, para conocer la natu- Orient et la Gréce Antiques, 2).
raleza, a la experiencia propia del obser- 8. Más detalles y más referencias, en los capítulos
vador y al métron de la "sensación del "El diagnóstico hipocrático", "El tratamiento
cuerpo" (17). hipocrático" y "Medicina social y ética médica"
de mi libro La medicina hipocrática. Valga asi-
mismo esta advertencia para todos los restan-
tes apartados de este capítulo.
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA 9. Temkin, O.: "Die Krankheitsauffassung von
Hippokrates und Sydenham in ihren Epide-
l. Kuhn, Th. S.: The Structure of Scientific Revolu- mien''. Sudhoffs Arch. für Gesch. der Med. 20
tions (Chicago, 1962); trad. al español, Estructu- (1928), 327-352, y "Krankengeschichte und
ra de las revoluciones científicas (México, 1975). Sinnsphare der Medizin", Kyklos II (1929), 42-
2. Diller, H.: "Opsis adélón ta phainómena", Her- 66.
24 El diagnóstico médico

10. La historia clínica (Madrid, 1950 ; 2.• ed., Barce- thésis tou sómatos concuerda con el espmtu
lona, 1961) y La medicina hipocrática. general del Corpus Hipp ocratic um y con otros
11. Sobre las primeras manifestaciones de la con- textos del mismo.
ciencia metódica en los médicos hipocráticos, 14. La medicina hipocrática, págs. 240-243.
véase H. Diller, "Ausdru cksforme n des metho- 15. Los textos del Corpus Hipp ocraticum en que
dischen Bewusstseins in den hippokratischen apar ece la referencia a todos estos datos de la
Schriften", Archiv für Begriffgeschichte 9 exploración anam néstica véanse en La medi-
(1964), 133 SS. cina hipocrática, págs. 244-245.
12. Aludo con estas palabras, como es obvio, al fa- 16. Más detalles acerca del tema, en mis libros La
moso texto del Fedro (270 b-d) en que Platón historia clínica y La medicina hipocrática. So-
presenta a Hipócrates como pionero en la em- bre el diagnóstico cnidio, véase también
presa de conocer científicamente el ser de las R. Wittern, "Zur Kra nkheitserkennun g in der
cosas. Sobre él y sobre la abund ante liternturn knidi sc hen Schdft De internis a ffectionibu s" en
que ha susci tado entre los filólogos desde Medizinische Diagnostik in Geschichte und Ge-
hace más de medio siglo, véase La medicina genwart, así como J. Jouanna , Hippocrate.
hipocrática, págs. 87-95. Pour une archéologie de l'école de Cnide,(Paris,
13. En La medicina hipocrática, pág. 65-66 y 239, y 1974), y H. Grensemann, Knidi sche Medizin.
en Quaestiones hippocraticae disputatae tres Teil I (Berlin-New York, 1975).
(loe. cit.) he expuesto con detalle las razones 17. Para lo tocante al pronóstico hipocrát ic o, véa-
por las cuales, frente a las opiniones diversas se La med icina hipocrática, págs. 267-276, y
de una serie de autores (Müri, Jones, Festugié- tambi én Peri aérón, de Edelstein, y W. Müri,
re, Diller, Kühn), sólo esa traducción de aís- Arzt und Patient bei Hippokrates (B ern, 1936).
Capítulo II

Versión galénica

No fueron pocas y leves las novedades l. RAZON DE SER


en la medicina helénica durante los cin- DEL DIAGNOSTICO
co siglos que transcurren entre el pri-
mer esplendor de los escritos hipocráti- La posición de Galeno ante el diagnós-
cos y la obra de Galeno; baste mencio- tico puede ser estudiada describiendo lo
nar la medicina de Alejandría y las es- que la asemeja a la hipocrática y lo que
cuelas médicas habitualmente llamadas la distingue de ella. Como es obvio, el
dogmática, empírica, metódica, neumá- hecho de que en las dos se realice el
tica y ecléctica. En todas ellas, sin em- paradigma antiguo del juicio diagnóstico
bargo, perdura la vigencia del paradig- es lo que en primer término las hace
ma antiguo del diagnóstico. Otro tanto semejantes: la visión imaginativa de lo
cabe afirmar respecto a la obra de Gale- que interiormente es -de lo que interior-
no. Pero el hecho de que durante casi mente puede ser- el desorden orgánico
mil quinientos años, y a través de toda de que se trate, sigue siendo, como vere-
una serie de culturas -la bizantina, la mos, la clave suprema para el conoci-
árabe, la europea medieval, la europea miento de la enfermedad en el individuo
renacentista-, el pensamiento galénico enfermo. Pero no acaban ahí las seme-
haya dado fundamento técnico y conte- janzas.
nido doctrinal a la medicina universal, Galeno, en efecto, entiende la razón
obliga a estudiar con cierto detalle de de ser del diagnóstico con mentalidad
qué forma ese paradigma se realizó en fielmente hipocrática; si a este respecto
su práctica. hay alguna diferencia entre él y los auto-
Tanto más, cuanto que la obra de Ga- res caicos y cnidios, tal diferencia proce-
leno constituye el terminus a qua del pa- de de ser mucho más acusada la raciona-
radigma moderno: frente a ella, en efec- lización de la mente del Pergameno -no
to, más que contra ella, aunque así lo en vano han contribuido a formarla Aris-
pensaran y dijeran tantos y tantos de los tóteles y los estoicos- y de su más auto-
novatores de la modernidad, se levanta suficiente instalación personal en la do-
la nueva pretensión de la mente en el ble condición de técnico de la medicina,
empeño de conocer y nombrar técnica- tekhnités, y sabio, sophós. Como los hipo-
mente el enfermar individual. Así lo cráticos, Galeno diagnostica para curar,
veremos en páginas ulteriores. para saber y para brillar.

25
26 El diagnóstico médico
"Si el diagnóstico de las enfermedades Curar, saber y brillar: las tres metas
y el pronóstico de su curso futuro no hacia cuyo logro, desde su tecnificación
conducen al hallazgo del mejor de los tra- y su profesionalización en la Grecia clá-
tamientos, serán más bien ociosos; si lo sica, constantemente ha venido aspiran-
hacen, serán útiles", dice en su comenta- do el diagnóstico clínico.
rio al libro hipocrático Sobre la dieta en
las enfermedades agudas (l), y el mismo 11. EL QUE DEL DIAGNOSTICO
sentir declaran otros pasajes de su obra.
Mas no sólo para curar diagnostica el Demos un paso más, y preguntémonos
médico, cuando la medicina, además de por el "qué" de la actividad diagnóstica
ser tékhne, arte, es también episteme, de Galeno. Más precisamente, por lo que
ciencia, ahora ciencia de la enfermedad · Galeno se propuso diagnosticar ante la
y de la naturaleza del hombre. Como realidad de un enfermo. La primera par-
hombre de ciencia, en definitiva como te de la respuesta debe repetir lo que
verdadero sabio, Galeno aspira a cono- respecto del diagnóstico hipocrático
cer empírica y racionalmente la realidad quedó dicho en el capítulo precedente.
con que tiene que habérselas y, a Galeno, en efecto, se proponía conocer
través de ella, la entera realidad del -más aún, pensaba y creía conocer- el
mundo; por tanto, la physis del hombre y desorden morboso que padeciera la phy-
la physis universal. Así, su experiencia y sis del enfermo en cuestión; por tanto,
su saber en tanto que médico son parte una concreción específica e individual
de un permanente círculo cognoscitivo: del ocasional y aflictivo modo de ser
por un lado, esa experiencia y ese saber hombre a que él, como griego, daba
se benefician de lo que enseña el conoci- el nombre de nósos, los latinos llamaron
miento científico y filosófico de la physis morbus y nosotros llamamos "enferme-
en general y de la del cuerpo humano en dad". Dando unidad sistemática a los di-
particular; por otro, aumentan la expe- versos textos galénicos en que se declara
riencia de que procede ese conocimien- lo que es la enfermedad, más de una vez
to y ofrecen vías nuevas para enriquecer he propuesto la fórmula siguiente: la en-
lo que en él es interpretación o conjetu- fermedad es una disposición preternatu-
ra. Más concretamente: sin la cier1cia ral (diáthesis para physin) del cuerpo, por
anatomofisiológica del tratado De usu obra de la cual padecen inmediatamente
partium no hubiera sido posible el escri- las funciones vitales. La nósos, en conse-
to De locis atfectis; sin la dilatada expe- cuencia, se realiza primariamente como
riencia clínica de que éste fue expresión, afección pasiva de las actividades del
algún fragmento de aquél no hubiese hombre, como páthos.
existido. Basta lo dicho para advertir que Gale-
Galeno diagnosticó, en fin, para ganar no no concede realidad sustantiva a la
prestigio y fama en el seno de la socie- enfermedad, a diferencia de lo que en el
dad romana, si sus juicios lograban en curso ulterior de la historia de la Medici-
ella publicidad. La transcripción de un na harán luego los "ontologistas" de la
par de textos bastará para demostrarlo: nosología. Para él, la nósos es diáthesis,
"Comprendiendo -escribe Galeno- que modo de ser más o menos duradero, en
la fortuna me ofrecía un medio para su- modo alguno ousía o substantia. Pero
bir en la estimación de Glaucón (aristó- acaso inconscientemente movido por el
crata romano que deseaba ser atendido pensamiento aristotélico, ordena y des-
por el Pergameno, a poco de la llegada cribe el modo de la realización de la
de éste a Roma)..., y dándome cuenta del diáthesis morbosa con arreglo a una pau-
partido que podía sacar de ocasión se- ta que de algún modo recuerda la que
mejante..." (K. VIII, 362). Más claramente Aristóteles sigue para enumerar los acci-
declara este designio social una senten- dentes en que la ousía -la substan-
cia de Sobre las diferencias de los pulsos: tia- se realiza: el cómo, el cuánto, el dón-
"Hay que conseguir la admiración del de, la relación, el cuándo, la situación, la
propio enfermo y de los circunstantes" condición, la acción y la pasión. No será
(K. VIII, 762) (2). difícil adivinar estos accidentes en la
Historia 27

consideración de los diversos modos de "primario" de las que Galeno llama "pro-
enfermar a que en la obra galénica se pias" o "idiopáticas", kata idiopátheian,
alude. Tan distintos en su múltiple reali- esto es, dependientes del lugar en que
zación individual, esos modos de enfer- primariamente asienta el daño del cuer-
mar cobran para Galeno realidad genéri- po, ya en el nivel "secundario" de las
ca y específica -se hacen "géneros mor- que se producen consecutivamente, por
bosos", gene, y "especies morbosas", comunicación o simpatía, kata sympá-
eidé- en virtud de cuatro momentos o theian, respecto del asiento primario de
determinaciones principales: localiza- la alteración morbosa: por ejemplo el
ción de la afección, jerarquía nosológica delirio, afección del cerebro, cuando
de ella, expresión sintomática y etiolo- como desorden consecutivo se presenta
gía. en una peripneumonía, afección del pul-
món. La jerarquía nosológica permite así
distinguir el género de las enfermedades
l. LOCALIZACION DEL DAÑO "protopáticas" y el de las enfermedades
La enfermedad puede manifestar la "deuteropáticas", cada uno con sus co-
alteración del cuerpo en alguno de los rrespondientes especies, según la locali-
niveles de la composición de éste, tal zación del afecto morboso.
como la entiende -valga el anacronis-
mo- la "anatomía general" galénica: el 3. EL "SYMPTOMA"
humor, en tanto que elemento biológico,
y la variable mezcla de los cuatro humo- El pathos de la enfermedad -su reali-
res; la parte similar; la varia composi- zación somática como "afección pasiva"-
ción de partes similares que constituye se diversifica en los symptómata o con-
la parte instrumental u órganon. Las al- cretas afecciones pasivas de las funcio-
teraciones morbosas de los humores -lo- nes vitales dañadas por aquélla: diges-
calizadas en alguna región del cuerpo o tión, respiración, locomoción, movimien-
difundidas por todo él- constituyen un to de la sangre, habla, pensamiento, etc.
genos, que se realiza en dos especies Symptóma -palabra derivada de syn y
principales, la corrupción de un deter- ptóma- es "caída conjunta", precipita-
minado humor y la discrasia en la mez- ción orgánica concreta de los múltiples
cla de todos ellos. Forman otro genos los efectos inmediatos a que da lugar el es-
desórdenes de las partes similares, bien tado de enfermedad. En su sentido origi-
dependientes de una tensión o una rela- nario, los síntomas se producen, por tan-
jación excesivas, bien consecutivos a la to, en el seno del organismo: lo cual lle-
perturbación por exceso o por defecto va consigo la posibilidad de symptómata
de las cualidades elementales (calor, sin consecuencias aparentes a los ojos
frialdad, humedad y sequedad). El genos del médico, esto es, sin "expresión
organikón reúne las enfermedades que sintomática". Lo habitual, sin embargo,
afectan a los distintos órganos, y se orde- es que el síntoma se manifieste, se con-
na en especies según el órgano dañado vierta en sémeion, en "signo", y de ahí la
(cerebro, corazón, pulmón, hígado, etc.) frecuencia con que desde Galeno es tam-
y el modo de la alteración que ese órga- bién denominada symptóma la manifes-
no sufra (de su estructura, de su núme- tación clínica del desorden morboso: vó-
ro, de su tamaño o de su posición). Dan mito, disnea, vértigo, etc. Tanto el len-
lugar a un cuarto genos, en fin, las varias guaje médico como el común testimo-
soluciones de continuidad que se pro- nian esa habitual sinonimia entre symp-
duzcan en alguna región somática o en tóma y sémeion.
el todo del cuerpo. Según Galeno, los síntomas se diversi-
fican, y por tanto pueden sistemática-
mente clasificarse, según tres cardinales
2. "JERARQUIA NOSOLOGICA" puntos de vista: su situación en el proce-
DE LA ENFERMEDAD
so genético de la enfermedad, la índole
Llamo jerarquía nosológica de una en- de la función vital a que afectan y su re-
fermedad a la que la sitúa, ya en el nivel lación con la especie morbosa a que per-
28 El diagnóstico médico

tenecen. Por su situación en el proceso tología del siglo XIX. La individuación


patogenético, pueden ser inmediatos, del proceso morboso -la singular modu-
cuando manifiestan directamente la lación de la especie morbosa en cada in-
afección funcional o functio laesa (la dis- dividuo- dependería en primer término
nea, por ejemplo, es consecuencia direc- de la peculiaridad de la causa proegúmena,
ta e inmediata de una afección morbosa mas también de las características oca-
de la respiración), mediatos, cuando sub- sionales de la causa procatárctica; por
siguen a un desorden primario (la fiebre, ejemplo, del modo individual de comer.
consecuencia mediata de una primaria
alteración local o general de los humo-
5. ESPECIFICACION
res) y terminales (los tocantes a las E INDIVIDUALIZACION
secreciones y excreciones: orina, expec-
toración, etc.). La índole de la función El conciso esquema precedente (3)
afectada permite ordenar los síntomas nos permite advertir: primero, que el
con arreglo a un criterio puramente des- punto de vista para el discernimiento y
criptivo o fisiológico: síntomas vegetati- la descripción de las especies morbosas
vos, esfígmicos o vitales, psíquicos y he- en la obra de Galeno puede ser inicial-
gemónicos. Cabe distinguir, en fin, los mente muy diverso (sintomático, patoge-
síntomas patognomónicos, que pertene- nético o fisiopatológico, etiológico); se-
cen de manera esencial y necesaria a la gundo, que la especificación de la en-
especie morbosa de que se trate, y los no fermedad, cualquiera que sea la índole
esenciales y no necesarios, dependientes de ese inicial discernimiento, es en últi-
de la intensidad del proceso morboso, mo término referida al desorden que en
de su particular forma clínica, de la pe- su constitución somática padece la phy-
culiaridad del enfermo (edad, sexo y sis del enfermo: corrupción o discrasia
temperamento) y del ambiente en que la humoral, apóstasis de un humor, altera-
enfermedad se constituye. ción morbosa de una parte similar o de
un órgano. La conceptuación de la espe-
cie morbosa no es, en consecuencia,
4. LAS TRES CAUSAS
meramente notativa o sintomática, pre-
Contribuye asimismo a determinar el tende ser resueltamente esencial y sus-
diverso modo de ser de las enfermeda- tancial. Para establecerla no sólo se atie-
des la singularidad de sus causas. Tres ne el nosógrafo a lo que sus sentidos
son, para Galeno, los momentos esencia- "ven", también -y en último término- a
les de la causación de una enfermedad: lo que en su interna realidad física "tie-
la causa externa o procatárctica (aitía ne que ser" la afección que sufre el pa-
prokatarktiké), ordenable según las sex ciente y el médico ha de diagnosticar.
res non naturales (aire, comida y bebida, En suma: individualizado por el tempe-
movimiento y reposo, sueño y vigilia, ex- ramento y la peculiaridad del enfer-
creciones y secreciones, afectos del áni- mo, el desorden físico en que a la postre
mo) que luego discernirá el galenismo consiste la especie morbosa es lo que el
latinizado; la causa interna, dispositiva o médico debe conocer para que su diagi-
proegúmena (aitía proeguméné), esto es, gnóskein sea técnico; ese desorden cons-
la especial receptividad del organismo tituye el verdadero "qué" de su diagnós-
afecto (temperamento, edad, sexo, sus- tico.
ceptibilidad individual) frente a la causa
externa que sobre él esté actuando; la
causa continente, conjunta o sinéctica 111. TECNICA DEL DIAGNOSTICO
(aitía synektiké), el primitivo desorden
anatomofisiológico que en el cuerpo en- Veamos ahora el "cómo" del diagnós-
fermo produce la conjunción de la causa tico galénico; en términos más técnicos,
externa y la causa dispositiva, y da lugar el método con el cual Galeno trató de
a la afección pasiva de las funciones vita- conseguir ese conocimiento esencial y
les y a los síntomas: la "causa inmediata" sustancial de la enfermedad que diag-
o "próxima" de la enfermedad, en la pa- nosticaba. Describiré sinópticamente di-
Historia 29

cho método distinguiendo en él los da- ciente durante el sueño, a las uñas, a las
tos y las pautas, lo que con su explora- pupilas, a la variable sequedad o hume-
ción del enfermo conocía el médico y lo dad de los ojos, a la apariencia de la san-
que hacía luego su inteligencia para ob- gre emitida en las sangrías, de la lengua,
tener un juicio diagnóstico satisfactorio; de las tonsilas, de las fosas nasales... El
sin olvidar, claro está, que ambos mo- tacto permite descubrir las alteraciones
mentos de la actividad diagnóstica, la del pulso -bien conocida es la gran im-
obtención de datos empíricos y la aplica- portancia de Galeno en la historia de la
ción de pautas mentales, necesariamen- esfigmología fisiológica y clínica, así
te se hallan siempre muy conexos en- como la mezcla de finura explorato-
tre sí (4). ria y sutileza barroca en sus construccio-
nes esfigmológicas-, la consistencia de
los hipocondrios -situación y dureza del
t. DATOS
borde del hígado y del bazo-, el movi-
En la obtención de datos explorato- miento del calor corporal, el volumen de
rios, Galeno sigue siendo hipocrático la vejiga urinaria, las alteraciones de la
fiel: la aísthesis y el lógos, la pesquisa vagina. El oído, en fin, puede recoger sig-
sensorial del cuerpo del paciente y el nos valiosos explorando la voz y el silen-
empleo de la palabra interrogativa o cio del enfermo, la respiración, la tos, la
anamnéstica, fueron sus recursos princi- flatulencia; y, por supuesto, escuchando
pales, a los cuales se añadía en ocasiones lo que el paciente responde a las pregun-
-también more hippocratico- la práctica tas del médico. Entre varios posibles, he
de pruebas especiales, funcionales unas, aquí un texto que expresa bien la impor-
terapéuticas otras, capaces de orientar tancia que Galeno -siguiendo, una vez
acerca de la naturaleza de la enferme- más, a los maestros hipocráticos- conce-
dad: "es en ocasiones importante -escri- día al coloquio anamnéstico: "Es impor-
be- la realización de una prueba que tante poner en evidencia los síntomas
descarte una de las posibilidades, y ver pasados y los presentes, examinando los
si así mejora el estado del enfermo... Si presentes por uno mismo y averiguando
el empleo de los medicamentos apropia- los pasados, no sólo por el paciente, mas
dos provoca al primer intento un claro también por los que le rodean" (K. VIII,
mejoramiento de los efectos producidos 8). Edad, costumbres, sueños, comienzo
por uno u otro humor, habréis alcanza- y curso de la enfermedad, vicisitudes an-
do un diagnóstico científico, una diágnó- teriores a ésta; a todo trataba de llegar
sis epistemonike" (K. VIII, 36 ss.). el detenido interrogatorio clínico de Ga-
Con tanta energía y tanta insistencia leno. "Cuando le vi -dice, recordan-
como los hipocráticos encarece Galeno do su asistencia médica al sofista Pausa-
la exploración sensorial del cuerpo del nias- le interrogué acerca de todo lo que
enfermo. El médico debe ser "un hom- previamente le había acaecido" (K. VIII,
bre que conoce con precisión la diáthesis 213).
(la disposición) del cuerpo" (K. VI, 365); Mas no sólo para inquirir los senti-
en el cumplimiento de este empeño ha mientos y los recuerdos del enfermo
de ser laborioso (philóponos), pesquisi- conversaba Galeno con él; también para
dor (zetetikós) y preciso (akribes), dice rei- hacerle partícipe de lo que como médico
teradamente (K. V, 225; VIII, 124; XI, 11, pensaba acerca de su enfermedad. Un
etc.); y muy especialmente lo subraya en solo ejemplo: hablando en De praecogni-
relación con los sentidos a que de prefe- tione de su paciente Eudemo, escribe:
rencia recurre su exploración del enfer- "Cuando me pidió una razón de mi aser-
mo: la vista, el tacto y el oído. to, le dije que la enfermedad se hallaba
La inspección visual debe ser aplicada todavía en estado de crudeza y que, aun-
al examen de la orina, porque el estado que la medicina puede ciertamente alte-
de ésta es el mejor signo para seguir el rar un humor nocivo aún crudo, espe-
proceso de la cocción de los humores, al cialmente en el comienzo del invierno,
aspecto de las heces, al color y a la se- en modo alguno podría lograr su coc-
quedad de la piel, a la posición del pa- ción completa o dispersarlo. Esta fue
30 El diagnóstico médico

mi respuesta a Eudemo" (K. XIV, 610). 24). Cinco parecen ser las principales: la
Una sutil regla hipocrática -que es con- especificación, la racionalización anató-
veniente la participación del enfermo en mica, el razonamiento por analogía, la
el juicio diagnóstico, si por su inteligen- evolución de la fuerza de la enfermedad
cia y su educación es capaz de ello; si no y el paso de la conjetura a la certidum-
es necio, élithios, dice textualmente el bre.
Pergameno (K. VIII, 335)- sigue vigente
en la práctica galénica.
a. Especificación
El examen sensorial del enfermo hace
conocer los síntomas (symptómata) de la Es buen médico, dice Galeno, el que
enfermedad y los signos (sémeia) en que por igual sabe apartarse del simple em-
los síntomas se manifiestan; signos que pírico, sólo atenido a lo que le dicen sus
cuando se acusan con intensidad y evi- sentidos, y del sofista, excesivamente
dencia -cuando es suficientemente gran- confiado en el ejercicio de su razón, y
de su dynamis o "fuerza significativa" (K. con la razón llega a conocer todo lo que
IX, 607-608)- se hacen probatorios res- los datos de su experiencia últimamente
pecto de aquello que significan; se con- significan; el que, en definitiva, logra en
vierten en tekméria, como dijeron los hi- su práctica y con su práctica dar ple-
pocráticos, o en syllogistiká sémeia, en no sentido al término diagignóskein (K.
"signos silogísticos" o "concluyentes", VIII, 208, 307, 347-348, 354 ss.). Después
como él, Galeno, prefiere decir (K. XV, de las precisiones de Aristóteles acer-
419). ca de la empeiría y la tékhné (Metaf
Igualmente hipocrático es el cuidado 980b-981a), éste es el único camino cier-
con que Galeno aplica sus sentidos al co- to para hacer del oficio de curar una ver-
nocimiento del ambiente físico y social dera tékhné iatriké. El imperativo de la
del enfermo: clima, contorno geográfico, recta conexión entre la experiencia y
temperatura del aire, estación del año, la razón, ya formulado por los mejores
habitación (K. VIII, 185 y 361-366; XI, hipocráticos, queda tajantemente esta-
44-45). En sus recomendaciones al médi- blecido por Galeno; y con la ulterior di-
co -que sea laborioso, pesquisidor y pre- fusión del galenismo, se convertirá en
ciso en su observación de cuanto el diag- principio tópico de la medicina univer-
nóstico exige-, él, no hay duda, predica- sal. Empeiría y lagismós, lógos y ergon,
ba con el ejemplo. aísthésis y lógos, mirada y entendimien-
to, inteligencia y mano; tales son los pa-
2. PAUTAS
res de términos que debe integrar la
operación del médico. Pero en la rela-
De poco serviría la exploración senso- ción entre unos y otros, ¿no existe siem-
rial más minuciosa, si ésta no se hallara pre cierta tensión, como observa García
afianzada por la experiencia -"larga Ballester, y con ella la posibilidad de
experiencia" debe tener el médico sol- que algunos médicos se inclinen más ha-
vente, dice Galeno (K. VI, 365)- y gober- cia la aísthésis y otros más hacia el
nada por la razón; y de menos todavía, logismós? ¿y no fue Galeno uno de és-
salvo en las enfermedades cuya causa si- tos? Es verdad que en más de una oca-
néctica es por completo aparente, cuan- sión arremete contra el abuso de la dia-
do el lugar en que asienta el daño se es- léctica por parte de los sofistas (K. VIII,
capa a los sentidos (K. VIII, 307, 347-348, 56 y 763); pero la abusiva confianza en
389). El lagos, ahora no en su sentido de las posibilidades de su propio lagos y en
"palabra", sino en el de "razón", es la vía su cabal conocimiento del lagos de la
regia para pasar del campo de la mera naturaleza fue, como pronto veremos,
experiencia al reino del conocimiento rasgo dominante en su actividad diag-
verdadero (K. VIII, 208, 354 ss.). Ahora nóstica.
bien: el ejercicio del lagos se hace lagis- Dos objetivos principales tuvo el logis-
mós, "razonamiento", mediante la obser- · más galénico: uno formal, ordenar la
vancia de ciertas reglas metódicas y experiencia obtenida mediante la explo-
lógicas, ek methódou logikés (K. XVII/ 1, ración del enfermo, por tanto lo que en
Historia 31

la realidad es particular e individual, gon, conforme a la razón, su juicio diag-


dentro de los conceptos universales gene nóstico. Tal fue el proceder de Galeno.
y eide, géneros y especies, a que el enfer-
mar del paciente perteneciese; otro ma- h. Racionalización anatómica
terial, inferir el desorden que en el seno
de la naturaleza del paciente, y como La especificación mental del cuadro
causa sinéctica de ellos, daba lugar a los clínico, primera de las reglas metódicas
síntomas y los signos observados. Y del diagnóstico galénico, llegaba a su tér-
puesto que el diagnóstico galénico aspi- mino mediante la racionalización anató-
raba a ser esencial y sustancial, no pare- mica de la especie morbosa de que se
ce necesario subrayar la íntima cone- tratara; esto es, mediante una visión
xión que para Galeno existía entre imaginativa de lo que en la realidad so-
esos dos objetivos. mática del paciente estaba aconteciendo
Es tékhne o "arte" la operación del y constituía la causa sinéctica de su en-
hombre, había enseñado Aristóteles, fermedad. A tres asertos puede ser redu-
cuando el "saber hacer" de quien la rea- cida esa racionalización anatómica del
liza se apoya en conceptos genéricos o diagnóstico:
universales; cuando, por ejemplo, el mé-
dico cura a Sócrates o a Calias no por sa- 1. Galeno creía firmemente que su
ber que a tales individuos les curó tal o saber anatómico -anatomofisiológico,
cual cosa, sino por saber que como en- más bien, porque desde su raíz misma es
fermos son "biliosos", "flemáticos" o "fe- fisiológica la anatomía galénica- expre-
bricitantes". Por tanto, será "técnico" o saba con total certidumbre y casi absolu-
secundum artem un diagnóstico médico, ta perfección la realidad somática de la
cuando la razón de quien lo establece physis humana.
haya referido con certidumbre el cuadro 2. Galeno pensaba que en la anato-
morboso del paciente a la especie o las mía de una especie animal se realiza y
especies a que lógica y físicamente co- manifiesta el lógos de la naturaleza pro-
rresponda; en definitiva, cuando conozca pia de esa especie, su razón constitutiva.
la ocasional realidad del caso observado Así, la anatomofisiología del tratado De
-cuya individualidad no puede ser ex- usu partium daría expresión verbal al ló-
presada mediante una fórmula, es cons- gos de la physis del hombre -esa "razón
titutivamente inefable (K. X, 159 y interna" que Heráclito enseñó a ver en
181)- según lo que de semejante o idén- toda realidad física-, a través del lógos
tico (tautotes, K. XV, 428) y común (koi- de Galeno; es decir, en el espejo de su
nón, K. VIII, 463) tenga con otros casos. mente de sabio. Con otras palabras: para
Porque si los ojos de la cara ven directa- Galeno, saber anatomía es conocer
mente los signos, sólo los ojos de la ra- cómo es en sí misma racional, kata ló-
zón, mediante un proceso mental en el gon, la realidad física y viviente del ser
que intervienen la memoria y la razón, humano.
pueden ver los géneros y las especies. 3. Poniendo en mutua y racional co-
Sólo ellos, en efecto, son capaces de per- nexión los síntomas por él observados
cibir la armonía que, "como la de las vo- en el enfermo y su saber como anatomis-
ces en un coro" (K. XI, 9), existe entre ta y fisiólogo, Galeno, en fin, estaba se-
los diversos síntomas de un cuadro guro de inferir sin error tanto la localiza-
morboso bien diagnosticado. ción somática como la índole propia del
Ahora bien: sólo si se conoce el desor- desorden anatomofisiológico subyacente
den anatomofisiológico correspondiente a esos síntomas. Esta firme convicción
a la especie morbosa diagnosticada -la empapa, por así decirlo, todo el tratado
alteración humoral del pulmón en un De locis affectis.
caso de peripneumonía, la interrupción
de la synekheía o continuidad del siste-
ma nervioso en un caso de parálisis, etc.- c. El razonamiento por analogía
, sólo entonces podrá decir el médi- co Instrumento frecuente de esta última
que ha llegado a establecer kata ló- operación mental era un razonamiento
32 El diagnóstico médico

por analogía; gracias a él podría ser esta- mente establecida. A esta luz deben ver-
blecida la consistencia real y la causa si- se en nuestros días muchos de los juicios
néctica de las enfermedades "que, no pu- diagnósticos, sutiles a veces, del médico
diendo ser reconocidas mediante los de Pérgamo.
sentidos, obligan al empleo del razona-
miento" (K. VIII, 208). He aquí la estruc-
tura del método analógico: "Si en la rea- d. La fuerza de la enfermedad
lidad A tiene lugar tal modificación Para Galeno, el juicio diagnóstico del
cuando es sometida a la acción de tal médico no quedaría completo sin una
causa exterior, y si la realidad B es se- certera evaluación de la intensidad del
mejante a ella, deberemos concluir que, pathos diagnosticado; intensidad cuyos
sometida a la misma causa, lo mismo distintos nombres -posón, pélikótés, mé-
acaecerá en la realidad B". Y si la reali- gethos, iskhys, dynamis de la enferme-
dad A es patente a nuestros sentidos y la dad- en modo alguno indican que dicha
realidad B es inaccesible a ellos, este evaluación fuese mensurativa en el sen-
proceder de la mente permitirá al sabio tido que nosotros damos a esta palabra
conocer con certidumbre algo de lo que (K. VI, 837, X, 50, XV, 111, XIX, 386, XI,
al hombre vulgar le parece oculto e inac- 34). Lo que a Galeno le importaba era
cesible: ta ádéla, según la ya citada sen- conocer la relación vital entre la "fuer-
tencia de Anaxágoras. za" de la enfermedad y la "fuerza" de la
El razonamiento por analogía ocupa physis del enfermo en la oportunidad
un lugar importante en la historia del (kairós) en que exploraba a éste; con lo
pensamiento griego (5), y en él tienen su cual su saber diagnóstico manifestaba
fundamento no pocos de los experimen- poseer la esencial relación con el pro-
tos descritos en el Corpus Hippocraticum nóstico que ya se había hecho patente
(6). A la optimista confianza del sabio an- entre los hipocráticos: el progignóskein
tiguo en la capacidad de su razón para como dimensión constitutiva del diagig-
conocer la verdad de las cosas es preciso nóskein. La fuerza relativa de la enfer-
atribuir la dilatada y notoria vigencia medad y de la physis, dice Galeno, debe
del método analógico entre los griegos, ser para el buen médico la base del pro-
comprendido entre ellos el médico Gale- nóstico (K. I, 293) (7).
no. Baste como ejemplo su personal ex-
plicación del mecanismo fisiopatológico
de las convulsiones. Puesto que los ner-
e. De la conjetura a la certidumbre
vios son semejantes a las cuerdas de la Poniendo en práctica las tres primeras
lira, y puesto que éstas se alteran noto- reglas metódicas de la actividad diagnós-
riamente cuando el aire ambiente es de- tica -especificación, racionalización ana-
masiado seco o demasiado húmedo tómica, razonamiento por analogía-, Ga-
-afirma Galeno-, la alteración de los leno llegó a conclusiones etiológicas ad-
nervios subyacente a las convulsiones mirables, como la que le condujo a ver
tiene que ser la consecuencia de un exce- en un traumatismo del raquis, no recor-
so de sequedad o un exceso de humedad dado hasta entonces, la causa de la anes-
en los humores que les rodean (K. VIII, tesia de tres dedos de la mano que sufría
171-172). un paciente (K. VIII, 56 ss.), y asertos pa-
Como procedimiento heurístico -esto togenéticos más que pintorescos, como
es: como vía para obtener hipótesis que el de afirmar que la piuria de un pacien-
ulteriormente deben ser comprobadas te se debía al paso del pus desde un abs-
mediante una experimentación idónea-, ceso pulmonar a la vejiga urinaria, a tra-
el razonamiento analógico posee, no hay vés de la vena pulmonar y de la aorta (K.
duda, alguna validez; pero tanto Galeno VIII, 412-413). Lo cual no quiere decir
como los autores hipocráticos cometie- que tales conclusiones y asertos tuviesen
ron con harta frecuencia el error de en su práctica clínica la casi instantánea
creer real y probatoria una construcción celeridad que muchos siglos más tarde, y
mental establecida desde el a priori de mediante otros procedimientos explora-
una analogía más o menos arbitraria- tivos, poseerán los famosos Blitzdiagno-
Historia 33
sen de Skoda. Salvo en los casos en que que transcurren entre la muerte del Per-
el juicio diagnóstico se impone con evi- gameno y la extinción histórica de los
dencia inmediata -el de una afección médicos -no pocos todavía, a comienzos
dermatológica, por ejemplo-, Galeno del siglo XVIII- que siguen considerándo-
supo hacer "técnica" la conversión de la se secuaces cuyos. Con lo cual, empobre-
conjetura en certidumbre; o, vertiendo cida en unos casos, modificada en otros,
su idioma al nuestro, el paso de la mente sistematizada en algunos, la versión galé-
médica de lo estocástico a lo epistemóni- nica del paradigma antiguo del diagnós-
co, el salto desde la sospecha originaria tico va a perdurar en los más diversos
o hypolepsis, no hacia la mera opinión mundos culturales: Bizancio, el Islam, la
diagnóstica o dóxa, sino hacia la ciencia Europa medieval cristiana, la Europa re-
cierta, episteme saphes, de la realidad clí- nacentista y, como acabo de indicar, una
nicamente observada (K. VIII, 37-39). parte de la Europa posterior al siglo
Debemos a García Ballester el fino XVII.
descubrimiento de uno de los conceptos Galénicamente diagnosticaron Alejan-
que mejor caracterizan el proceder diag- dro de Tralles y Juan Actuario, Avicena y
nóstico de Galeno: la "conjetura técnica" Avermes, Arnau de Vilanova y Pietro
o tekhnikós stokhasmós. En la mayor par- d'Abano, Jean Fernel y Francisco Valles
te de las enfermedades, el diagnóstico -éstos, cada uno a su modo, apoyados
comienza siendo conjetural, stokhastike ya en la necropsia anatomopatológica-,
diágn6sis (K. VI, 365); pero la conjetura Luis Mercado y Guillaume Baillou; y
del buen médico no es arbitraria, sino aunque la modernidad sea tan evidente
técnica, tekhnikós stokhasmós, porque en Hermann Boerhaave, es bien seguro
procede de una consideración razonable que no pocos médicos seguirían leyendo,
de lo que observa, a la luz de lo que re- junto a las lnstitutiones del gran clínico
cuerda y sabe. Ahora bien: el clínico exi- de Leiden, y no como historiadores de la
gente no puede conformarse con el lo- medicina, sino como prácticos de ella, la
gro de un "diagnóstico estocástico" o edición de las obras completas de Gale-
conjetural; por lo cual la virtud y el no que en 1679 acabó de publicar René
sentido de la "conjetura técnica" consis- Chartier. Con Sydenham, Lancisi y Boer-
te en la ulterior llegada de la mente haave, en aquél por la vía de la observa-
al "diagnóstico científico", epistemoniké ción sintomática, en estos dos por el ca-
diágn6sis, mediante la recta combina- mino de la observación anatomoclínica,
ción de la exploración cuidadosa y reite- se iniciará la vigencia del paradigma mo-
rada, el saber anatómico y el saber pato- derno del diagnóstico y terminará re-
lógico (K. VIII, 14, 18, 40 y 145). De ahí el sueltamente, al menos entre los médicos
optimismo gnoseológico y la jactancia que piensan y actúan en el nivel de su
profesional de Galeno, cuando alcanzó la tiempo, el modo galénico de entenderlo
cima de su edad y su prestigio: "Nunca y realizarlo. Pero la muerte histórica del
hasta el día de hoy -escribe- he sido ob- galenismo, ésupuso la abolición total y
jeto de detracción, ni en mis tratamien- definitiva del paradigma del diagnós-
tos, ni en mis pronósticos, a diferencia tico que en los hipocráticos y en Galeno
de lo que ha sucedido con otros muy cé- había tenido su cima?
lebres médicos" (K. VIII, 145-146). La or-
gullosa confianza del sabio antiguo en la
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
capacidad de su mente (nous) y su razón
(lógos) para conocer lo que en su reali- l. Claudii Galeni Opera Omnia, ed. Kühn, XV, 420-
dad son las cosas, cobró insuperable fi- 421). A esta edición serán referidos todos los
restantes textos galénicos.
gura médica en la persona de Galeno. 2. García Ballester, L.: Galeno (Madrid, 1972). La
generosidad del Prof. García Ballester me ha
permitido la utilización de su estudio inédito
IV. GALENISMO POSGALENICO Calen as Practitioner: Problems in Diagnosis,
contribución al International Seminar on "Ga-
len. Problems and Prospects", Selwyn College,
A la obra de Galeno sigue la vigencia Cambridge, September, 1979. La lectura de di-
del galenismo durante los quince siglos cho estudio me ha sido sumamente útil para

4
34 El diagnóstico médico

componer este diseño del diagignóskein galéni- Studien zur Geschichte der Mathematik I (1930),
co. Mucho menos valioso es, pese a su ambicio- 131-182, ahora en Kleine Schriften (München,
so título, el artículo de W. Riese "The structure -1961); y también W. Kranz, "Gleichnis und Ver-
of Galen's diagnostic reasoning", Essays on the gleich in der frühgriechischen Philosophie",
History of Medicine. Selected from the Bulletin of Hermes, 73 (1938), 99-122, B. Snell, cap. "Gleich-
New York Academy of Medicine, edited by Saul nis, Vergleich, Metapher", en Die Entdeckung
Jarcha (New York, 1976). des Geistes (Hamburg, 1955), y G. W. Müller,
3. Puede ser cómodamente ampliado mediante el Gleiches zu Gleichem (Wiesbaden, 1965).
Galeno de García Ballester que antes se men- 6. G. Senn, "Ueber Herkunft und Stil der Besch-
ciona. reibungen von Experimenten im Corpus Hip-
4. Mi exposición del pensamiento de Galeno acer- pocraticum", Sudhoffs Archiv für Gesch. der Me-
ca del diagnóstico es más bien una construc- dizin 22 (1929), 217-289; G. E. R. Lloyd, "Experi-
ción -fiel, eso sí- que un resumen. Bien conoci- ment in early Greek philosophy and medicine",
da es, lo diré con palabras de O. Temkin, "la re- Proc. of the Cambridge philol. Soc. 190 (1964),
lativa debilidad de la concentración sistemática 50-72, y el capítulo "Das Experiment" del ya
en los escritos de Galeno" (Galenism, Ithaca mencionado libro Der Beginn des medizinischen
and London, 1973). Denkens bei den Griechen, de Fr. Kudlien.
5. Acerca del razonamiento por analogía, véase, 7. Véase G. Harig, Bestimmung der lntensitiit im
ante todo, el estudio de O. Regenbogen, "Eine medizinischen System Galens, Akademie Verlag
Forschungsmethode antiker Wissenschaft", (Berlin, 1974).
Capítulo III

Pervivencia del paradigma antiguo

Según su paradigma antiguo, la activi- humorales sólo existen "en alguien que
dad diagnóstica del médico consiste en así lo desea o que así lo delira, por tanto
combinar metódicamente la recta visión sobre un fundamento delirante y sobre
de lo que en el enfermo puede verse con un deseo que está lejos de nosotros y
una razonable figuración imaginativa de de cualquier médico" (1). El sentido del
lo que en él podría verse y no se ve. Pues apóstrofe es evidente: él, Paracelso, no
bien: sin apelar al saber patológico de puede admitir la tradicional doctrina ga-
Galeno, al contrario, rechazándolo abier- lénica de los humores, porque éstos "no
tamente desde otra manera de entender se ven", ni "se encuentran", esto es, por-
la anatomía, la estequiología, la fisiolo- que no pueden ser objeto de experiencia
gía y la consistencia real de la enferme- sensorial directa. Experiencia, Erfah-
dad, no son pocos ni vulgares los médi- rung, no especulación, es lo que el médi-
cos modernos, anteriores y posteriores a co en primer término necesita para
Sydenham, cuyos juicios diagnósticos hablar con verdad. "La naturaleza es
tienen su clave en la fórmula preceden- perceptible -añade Paracelso-, y la espe-
te. Muy sucintamente vamos a verlo re- culación imperceptible. Lo perceptible
cordando cómo a este respecto pro- es lo que hace al médico, no lo imper-
cedieron Paracelso, los iatrofísicos, los ceptible. Lo perceptible da la verdad, lo
iatroquímicos y los vitalistas del siglo imperceptible, nada".
XVIII. ¿Quiere esto decir que para él ya no
cuenta la visión puramente imaginativa,
tan esencial en los juicios diagnósticos
l. PARACELSO
de los hipocráticos y de Galeno, y que
Imagina Paracelso que el espíritu de con él, en consecuencia, se inicia un nue-
Galeno comparece ante él, y desde su vo paradigma del diagnóstico? Si las ex-
honda y vehemente animadversión con- presiones "experiencia" y "lo percepti-
tra el Pergameno, pregunta a éste: ble" fuesen entendidas por Paracelso
"¿Quién ha visto la bilis amarilla en la como habitualmente se las entiende,
naturaleza? ¿Quién ha encontrado la bilis desde luego; pero no es éste el caso. Des-
negra en la filosofía? ¿Quién ha recono- de la empeiría de los griegos, experiencia
cido a la pituita como elemento? ¿Dónde es la capacidad de respuesta adecuada a
la sangre se ha hecho semejante al aire?" los problemas de la vida que deja en no-
Y prosigue diciendo que tales elementos sotros --como un saber no operativo o

35
36 El diagnóstico médico

como un saber hacer- la reiteración de diagnóstico de una enfermedad quedar


nuestro contacto sensorial u operativo libre de un momento imaginativo, aun-
con el mundo sensible; saber que en que el carácter de éste fuese más bien
el caso del médico se halla principal- dinámico y significativo que orgánico y
mente atenido al eidos de las cosas per- figura!? Para Hohenheim, los elementos
cibidas, al aspecto o figura en que se or- del cuerpo viviente no son los humores
dena ese contacto sensorial con la reali- hipocrático-galénicos, sino die drei Subs-
dad exterior. Ahora bien: un médico que tanzen que no como realidades sustan-
se resiste a tomar en serio la naciente ciales, pese a tal nombre, sino como mo-
anatomía moderna -"considero ese estu- dos elementales del comportamiento de
dio de los hombres descuartizados como la materia, le ha permitido discernir su
un juego de niños", escribe una vez-, no experiencia alquimística de la combus-
puede caneebir así la experiencia. No: tión: Sulphur o "Io combustible", el prin-
Paracelso no entiende "lo perceptible" cipio que presta a las cosas materia-
como un saber de formas, que la razón les su unidad y su capacidad de creci-
va ordenando en géneros y especies; miento; Mercurius o "lo volátil", lo que
más aún, desprecia ese saber; él no por calentamiento no se altera, se des-
quiere contemplar, sino obrar, actuar, prende en forma de humo y actúa como
sanar, y no tanto "ver" con los ojos de la agente de perduración mudable en los
cara como "sentir" en el interior del seres vivos; Sal, "lo resistente" a la com-
alma lo que en la dinámica del cosmos bustión, lo térreo, lo que permite que los
significan las cosas que sus ojos ven y cuerpos vivientes dejen cenizas y tengan
con que humanamente trata; más allá forma fija y coherente. "Crecimiento",
del mero "saber de formas" de la anato- "cambio" y "conservación", serían, pues,
mía de Vesalio y Falopio, aspira, pues, a los respectivos sentidos operativos de
un "saber de sentidos", y ésta es la clave esas drei Substanzen elementales. Pero
del "frenesí macrocósmico" que Fr. Gun- incluso admitiendo que la estequiología
dolf vio en el nervio mental de su agita- de Paracelso tuviera base firme en la ex-
da vida de médico y filósofo de la natu- periencia sensible -lo cual, dicho sea en
raleza. Busca, ve y trata con vehemente inciso, también lo habían afirmado de la
avidez todo lo que el mundo en torno, doctrina humoral los médicos hipocráti-
desde los astros y las venas minerales cos que la idearon-, ¿pudo ser aplicada
hasta las prácticas terapéuticas de los sin el empleo de una considerable dosis
curanderos y barberos, va poniendo de imaginación, no cifrada ahora en un
ante él; y de la cuasimística fusión de saber de alteraciones figurales, sino en
su alma y su mente con una naturale- un saber de procesos significativos, a la
za divinamente creada para el hombre, interpretación diagnóstica de lo que en
obtiene dentro de sí la evidencia del sen- el cuerpo del enfermo aconteciera?
tido natural y sacral que dentro del cos- Tomemos como ejemplo el caso de las
mos posee todo lo así conocido, y se afa- "enfermedades tartáricas". He aquí uno
na por reproducirlo, entenderlo y utili- de los párrafos en que Paracelso explica
zarlo mediante las dos ciencias del cos- su patogenia: "Todas las cosas de que
mos que para él son básicas, la astrolo- gozamos, que usamos y que se hallan
gía y la alquimia. En esto, no en la des- fuera de nuestro cuerpo se hallan com-
cripción exacta del corazón o de los puestas por tres sustancias configuradas
músculos, o en la obtención de herba- en unidad... Estas tres sustancias son tan
rios como los que preparan los bo- rudas en la naturaleza, que no pueden
tánicos del Renacimiento -sus coetáneos crecer sin que se formen escorias ani-
Jean Ruel, Otto Brunfels, Hieronimus males. Poseen siempre una acrimonia
Bock, Leonhard Fuchs-, ve consistir oculta, y ésta es la que da lugar a los ma-
Paracelso la experientia mundi, la Erfah- les de piedra. Como el humo del fuego,
rung (2). es inaprensible, porque posee una sus-
Concebida así la experiencia de lo tancia ligera, que no se une con él, aun-
perceptible, y así entendido el conoci- que en él haya una sustancia análoga a
miento de la realidad cósmica, ¿podía el las piedras. Cuando un humo tal penetra
Historia 37
en el interior del cuerpo, o se hace agua, tos cosmológicos y fisiológicos del autor.
que sale con la orina, o provoca enfer- No será necesario subrayar el importan-
medades. Pero si no posee la propiedad te papel que sigue desempeñamdo el ra-
de disolverse, como indiqué en el capítu- zonamiento por analogía, ni la arrogante
lo sobre las propiedades del humo, seguridad con que el patólogo da por
asienta y perdura en las regiones del es- cierta su manera de entender la pato-
tómago, en las venas, en las vísceras o en genia del proceso morboso. Otro tanto
otras cavidades y partes del cuerpo has- podría afirmarse de los restantes modos
ta que se coagula... Lo mismo afirmamos del diagnóstico a que Paracelso recurrió:
de este humo, que luego produce tanta el iatromágico de las "signaturas" (4) y el
variedad de males de piedra. En los coci- terapéutico o ex iuvantibus que le llevó a
neros, hay otro, porque su humo proce- designar ciertas enfermedades con el
de de la madera, y en los salineros, otro, nombre de su presunto remedio especí-
porque el suyo está mezclado con el va- fico: "Un verdadero médico natural
por de la sal, y otro en los mine- -dice una vez Paracelso- habla así: esto
ros, porque lo toman del mineral, al fun- es morbus terebinthinus, esto es morbus
dirlo... Queremos ahora conocer la causa sileris montani, esto es morbus hellebori-
por la que [la piedra] permanece en la nus, etc., y no: esto es bronchus, esto es
articulación y con el tiempo no es desin- reuma, esto es coriza, esto es catarro,
tegrada por la naturaleza [del cuerpo]. etc...; porque los arcana (terapéuticos) se
Un punto debemos considerar: toda sus- revelan en sus respectivas enfermeda-
tancia capaz de formar piedras es una des". La enemistad contra Galeno no su-
sal. Si ésta se coagula y se convierte en pone -todavía- haberse librado de él.
nódulos, puede disolverse en el agua ca-
liente y deshacerse o sudarse. De igual
modo sucede esto, si la sustancia era de 11. LOS IATROFISICOS
suyo húmeda y no se ha coagulado a
causa de una gran sequedad; pues enton- Una estequiología solidista (fibras in-
ces puede por sí misma disolverse como visibles y más o menos tensas, como ele-
el tártaro tostado, porque las sales y las mentos constitutivos de la humani cor-
piedras son calcinadas en el cuerpo, poris fabrica; canalículos o poros por
como en un fuego, por el calor de donde los fluidos, con partículas o "áto-
los órganos internos. Pero si la sustancia mos" en suspensión, se mueven o circu-
litogenética perdura, no puede ser di- lan conforme a las leyes de la hidráulica)
suelta, porque es árida y seca, y se coa- y una concepción de la actividad fisioló-
gula dando una piedra o muchas piedre- gica desde el punto de vista del movi-
cillas, según la propiedad de la piedra y miento local de las partes orgánicas (las
la mezcla de la sal" (3). modificaciones vitales de los órganos
Nada más fácil que transcribir textos como resultado de estímulos exteriores
análogos al precedente. Basta él, sin em- a ellos, esencialmente reducibles a fuer-
bargo, para advertir que, salvadas muy zas o acciones mecánicas) son los dos
considerables diferencias de contenido principales fundamentos teóricos de la
-principalmente, las dependientes del patología iatromecánica o iatrofísica,
carácter alquímico o prequímico de las y en ellos se apoyan las explicaciones
explicaciones patogenéticas y fisiopato- patogenéticas, fisiopatológicas y diag-
lógicas de Paracelso-, el esquema formal nósticas de los médicos que doctrinaria-
del diagnóstico sigue siendo el galénico: mente la profesaron.
los síntomas y signos observados en el Como es sabido, el pensamiento iatro-
enfermo son referidos a un género mor- mecánico tuvo vigencia, junto al iatro-
boso -en este caso: la tartarische Krank- químico, durante el siglo XVII y la prime-
heit- y dentro de él a una especie -en ra mitad del XVIII, y muy especialmente
este caso: la determinada por la índole y en tres importantes áreas intelectuales
la localización de la piedra-, cuya consis- de la Europa de la época, la italiana
tencia real es más o menos razonable- (G. A. Borelli, L. Bellini, G. Baglivi), la
mente imaginada desde los presupues- holandesa (el grupo de los cartesianos
38 El diagnóstico médico

neerlandeses: Hendrik de Roy o Regius, fluido es la linfa, la obstrucción da lugar a


Th. Craanen, St. Blankaart) y la inglesa ascitis, hidrocele u otras acumulacio- nes
(W. Charleton, W. Cole, A. Pitcairn). A la líquidas; y si es el fluidum nerveum, sus
obra de todos estos autores da conclu- efectos son parálisis, apoplejía, cata-
sión la iatromecánica en que principal- lepsia, letargo, insomnio, etc. Mas no
mente se basa el sistema médico de Frie- sólo de la naturaleza del fluido depen-
drich Hoffmann. Un breve examen del derían el género de la intemperies y
pensamiento patológico de Hoffmann las consecuencias de la obstructio, tam-
-y, consiguientemente, del fundamento bién de la índole de las partículas estan-
intelectual de su actividad clínica- mos- cadas o extravasadas. Habría así intem-
trará cómo la visión imaginativa sigue peries cálidas, frígidas, ácidas, acres, sali-
siendo componente esencial del juicio nas, sulfúreas, etc.; todas ellas explica-
diagnóstico. das, acabo de indicarlo, no mediante las
El cuerpo humano es para Hoffmann "cualidades" tradicionales o según la
un delicado mecanismo -corpus, instar pauta iatroquímica, sino por la altera-
machinae seu automati, dice textualmen- ción estructural y mecánica -figura y
te-, cuyos principios constitutivos son la tamaño- de las partículas materiales en
materia y el movimiento. La materia es cuestión.
en sí misma pasiva y está compuesta por Sobre estas nociones patológicas se
partículas de tamaño y figura desiguales, apoyaba intelectualmente la cuidadosa
ordenadas en fibras y túbulos; el movi- práctica clínica de Hoffmann. La explo-
miento, mecánicamente concebido, tiene ración hoffmanniana era a la vez minu-
su principium movens en el "éter", tal ciosa y metódica. El médico, dice, debe
como Descartes, Leibniz y Newton ha- observar con suma atención la naturale-
bían enseñado a entenderlo, y con diver- za y la constitución del enfermo, las an-
sa apariencia se manifiesta en las dife- teriores vicisitudes de la vida de éste, el
rentes actividades fisiológicas de los ór- genio y el modo de su enfermedad, se-
ganos. Cuando se halla alterado el trán- gún los manifiestan los síntomas, la ac-
sito de esas partículas elementales por ción del tratamiento sobre el proceso
los canalículos en que se mueven -vasos morboso; y si el paciente llegase a morir,
sanguíneos y linfáticos, tubos nerviosos-, las lesiones anatómicas de su cadáver.
se produce la enfermedad, que se reali- "Fundamento primero de nuestro arte",
zaría, por consiguiente, en dos desórde- llama Hoffmann a la necropsia anato-
nes cardinales: la obstructio de los cana- mopatológica. Para él, como para Lanci-
les y la alteración en el tono de las fi- si y Boerhaave, la lesión descubierta en
bras, bajo forma de atonía o de hiperto- el cadáver debe constituirse en verdade-
nía, a que en ellas da lugar la acción de ra clave del diagnóstico, porque "hallan-
las partículas así estancadas o extravasa- do un caso clínico semejante, podremos
das. hacerle frente con mayor certidumbre".
La obstructio puede ser producida por Desligadas del contexto que les da la
una intemperies o discrasia de los fluidos construcción teórica antes esbozada, es-
circulantes, sangre, fluidum nerveum o tas últimas palabras serían algo así
linfa -intemperies que Hoffmann entien- como la advertencia que a sí mismo se
de corpuscular y no humoralmente-, por hace y hace a los demás un médico para
deformación y engrosamiento de los cor- el cual diagnosticar es dar nombre a lo
púsculos o por el espasmo de la pared que se ve en el cadáver del enfermo y -si
del vaso, bajo la acción de partículas es- ello fuese hacedero- podría verse en el
pecialmente punzantes, llegadas desde interior de su cuerpo viviente. Nada más
el exterior. Si es la sangre el fluido es- lejos de la realidad. Para Hoffmann, el
tancado, el lugar afecto padece inflama- juicio diagnóstico es en primer término
ción, con el rubor, el calor, el tumor y el el nombre de la especie morbosa -ple-
dolor que la caracterizan, y el cuerpo en- thora, febris putrida, etc.- a que corres-
tero, en ocasiones, fiebre, concebida ponde cuanto su experientia de clínico
como un motus intestinus de la sangre ha obtenido explorando al enfermo y di-
por exceso de "partículas etéreas"; si ese secando su cadáver, si esto le es dado;
Historia 39

mas también, y en definitiva, la explica- cia el presente y el futuro, y con el otro


ción patogenética y fisiopatológica que sigue recibiendo como lección la ciencia
acerca de la consistencia real de tal es- del pasado.
pecie morbosa le ofrece su ratio de pató- La pauta diagnóstica de Silvio puede
logo; por tanto, imaginando, conforme al ser lícitamente reducida a una tabla de
sumario esquema precedente, las intem- doble entrada. La entrada semiológica
peries de los fluidos orgánicos, las obs- anticipa de algún modo los esquemas de
tructiones de los vasos, las alteraciones la nosología sensualista de Pinel. De le
de los corpuscula, etc., que "tienen que Boe, en efecto, clasifica los fenómenos
existir" en el organismo del paciente morbosos en dos grandes grupos: aque-
diagnosticado. Con lo cual demostraba llos que pueden ser percibidos por un
que en su proceder operaba larvada- solo sentido (el color de una parte, su
mente el paradigma antiguo del diagnós- dureza, su olor, su temperatura, etc.) y
tico (5). aquellos otros, más complejos, cuya ex-
ploración requiere el empleo de varios
órganos sensoriales (acumulación de lí-
111. LOS IATROQUIMICOS quidos, desplazamientos anatómicos,
movimiento de los fluidos orgánicos,
A la misma conclusión se llega anali- etc.). La entrada anatómica comprende,
zando la pauta diagnóstica de los iatro- por su parte, tres distintas rúbricas, co-
químicos, desde que Paracelso y van rrespondientes a los diversos líquidos
Helmont inician la que pronto había de (contenta), sólidos (partes continentes) y
ser "doctrina iatroquímica" hasta que gases (spiritus) del organismo.
con el Traité élémentaire de nosologie de Si el clínico quiere ser plenamente
J. B. Th. Baumes, ya en los últimos años médico, por tanto también patólogo, su
del siglo XVIII, lance la quimiatría su can- problema consistirá en saber dónde y
to de cisne; es decir, hasta que la nacien- cómo se encuentran entre sí las coorde-
te bioquímica, con Vauquelin, Fourcroy, nadas correspondientes a los epígrafes
Chevreul y Liebig, estudie las transfor- que convengan al caso en cuestión, y en
maciones metabólicas sustituyendo la conocer la perturbación fisiopatológica
especulación por la observación riguro- subyacente a las alteraciones sensorial-
sa. Como es de todos sabido, la iatroquí- mente percibidas. Como es obvio, tal
mica alcanza su cima en la obra de Franz perturbación es interpretada por Silvio
de le Boe o Silvio y en la de Thomas Wi- desde el punto de vista de la fermentatio,
llis. A título de ejemplo, examinemos su- tal como él la entendió. La saliva, la bilis,
mariamente la patología especial de el jugo pancreático y la linfa son, por
aquél. tanto, los sustratos principales del desor-
Bien conocida es la diligencia con que den "fermentativo" en que la enferme-
el gran maestro de Leiden practicó la ex- dad parece ahora consistir. La vieja "dis-
ploración clínica y trató de completarla crasia" queda así sustituida por un
con la necropsia anatomopatológica; por concepto nuevo, el de acrimonia, cuyas
lo que a ésta se refiere, a Silvio se debe formas cardinales serían la acrimonia
el descubrimiento y la denominación de acida y la acrimonia lixiviosa o alcalina.
los "tubérculos" o tubercula glandulosa Como ejemplo concreto de un diag-
en el pulmón de los tísicos. Pero en su nóstico diferencial y patológico de Sil-
práctica diagnóstica se apartó muy con- vio, he aquí su modo de entender la fie-
siderablemente de ese aparente empiris- bre y de clasificar las especies morbosas
mo exploratorio y necróptico. Pese a la febriles. Desorden orgánico primario del
indudable modernidad de su figura mé- síndrome febril sería siempre, piensa Sil-
dica, algo había en ella -como en la de vio, una exacerbación de la "efervescen-
Willis, o en la de Boerhaave, o en la cia" de la sangre en las cavidades cardia-
de Hoffmann- que permite adscribirla al cas, producida, a su vez, por una acidifi-
tipo histórico-cultural que más de una cación o una alcalinización desmesura-
vez he llamado "el sabio jánico": aquel das del licor hemático. Según el agente
que con uno de sus dos rostros mira ha- productor de la acrimonia, habrá, en
40 El diagnóstico médico

consecuencia, una febris biliosa, otra sali- una vez producida la enfermedad, tiende
va/is, otra pancreatica y otra lymphatica; a restablecer el estado de salud; otra fi-
y según el signo del desorden químico, siológica stricto sensu, el sistema de las
fiebres "ácidas", más benignas, y fiebres forces agissantes -motoras, sensitivas, he-
"lixiviosas" o alcalinas, de malignidad máticas, calórica y pulsífica- que actuali-
mayor. Las fiebres alternantes son refe- zan y diversifican la operación del
ridas a una acrimonia acida del jugo pan- principio vital; otra nosográfica, el élé-
creático; la fiebre sinocal o continua, a ment morbide, la unidad fisiopatológica y
una alteración de la bilis; la fiebre sintomática a que conduce el análisis
héctica, a otra de la saliva. metódico del cuadro sintomático, enten-
Bien se ve, pues, que en los diagnósti- dido éste como una asociación de tales
cos de Silvia, como en los de todos los "elementos"; otra, en fin, a la vez fisioló-
iatroquímicos, fue parte esencial el ejer- gica y fisiopatológica, la peculiar rela-
cicio de la imaginación visiva del clínico. ción viviente -de "simpatía" o de "siner-
La ratio operante en ellos era siempre, gia"- que existe entre los órganos, tanto
además de inductiva o deductiva, y a ve- en su actividad normal como en sus
ces exclusivamente, ratio imaginativa. afecciones patológicas: "oftalmías simpá-
Como la de los viejos hipocráticos, como ticas", conexión "simpática" entre la
la de Galeno y los galenistas (6). mama y el útero, etc.
Muy deficientemente apoyados en el
saber anatómico y fisiológico de la épo-
IV. LOS VITALISTAS ca, harto descuidado en los Nouveaux
éléments de la science de l'homme, los
No era imaginativa, por supuesto, aun- diagnósticos de Barthez venían a ser una
que hoy la consideremos ociosa y per- imaginativa ordenación de los síntomas
turbadora, la idea de una "fuerza vital", dentro de la sinfonía fisiopatológica que
como recurso supremo para explicar la con éxito curativo unas veces y con éxito
peculiaridad y la causación de las activi- letal otras, dirigiría en el cuerpo enfer-
dades biológicas, comprendidas entre mo su invisible y providente principe vi-
ellas la enfermedad y la curación; la tal. Más allá de la observación, la imagi-
"fuerza vital" de que hablaban los vitalis- nación sigue siendo la clave decisiva del
tas de los siglos XVIII y XIX sería por na- juicio diagnóstico.
turaleza invisible. Son netamente imagi-
nativas, en cambio, las explicaciones pa-
togenéticas y fisiopatológicas, por tanto V. HACIA EL PARADIGMA
también diagnósticas, de todos los médi- MODERNO
cos que profesaron el vitalismo, desde
Sauvages -en sus comentarios a la ver- Como es bien sabido, Paracelso, Vesa-
sión francesa de la Haemastatics de lio, aquél por la vía de un panvitalismo
St. Hales, 1744- hasta los que en Mont- alquímico, éste por el camino de la des-
pellier, cuando ya el Virchow joven y cripción anatómica, inician la ofensiva
Helmholtz habían decretado la muerte de la medicina moderna contra el gale-
histórica de la Lebenskraft, seguían fieles nismo, más vigoroso que nunca en la Eu-
a la tradición vitalista de su alma mater. ropa del siglo XVI. Durante los siglos XVII
Un solo ejemplo, el de P. J. Barthez. En y XVIII, las primeras conquistas de la
su tratado Nouveaux éléments de la scien- nueva anatomía y la nueva fisiología y el
ce de l'homme (1778; reeditado con im- fascinante auge de la scienza nuova sus-
portantes adiciones en 1806, cuando su citan en los médicos intelectualmente
autor era médico de Napoleón), Barthez ambiciosos la tentación de construir -de
propone entender la enfermedad me- improvisar, más bien- sistemas patológi-
diante la simultánea apelación a cuatro cos capaces de eliminar de la escena al
nociones fundamentales: una antropoló- que una tradición más que milenaria les
gica y biológica, el principe vital como había transmitido: el sistema iatrofísico,
agente supremo del orden natural del el iatroquímico o un compromiso entre
cuerpo y del movimiento orgánico que, los dos; poco más tarde, los distintos sis-
Historia 41

temas vitalistas. Pero la deficiencia de la sin cierta actividad imaginativa -bien


investigación biológica a lo largo de esos distinta, eso sí, de la que hasta ahora ha
dos siglos y la relativa exigüidad de los aparecido ante nosotros-, de es posible
resultados obtenidos con ella -durante al clínico establecer un genuino, un ver-
muchos años, no fueron tantos los ha- dadero juicio diagnóstico? En páginas ul-
llazgos "verdaderamente científicos", y teriores reaparecerá esta pregunta.
menos en los dominios microscópico y
bioquímico de la vida orgánica- hace NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
que el patólogo, muchas veces sin adver-
tirlo, emplee en sus diagnósticos una in- l. Paracelso, Paragranum., "Der erste Grund der
ferencia imaginativa, con frecuencia ar- Arznei, namlich die Philosophie", en Paracelsus.
Siimtliche Werke,... zum erstenmal in neuzeitli-
bitraria o artificiosa, casi siempre abusi- ches Deutsch übersetzt von Bernhard Aschner, I,
vamente simplificadora, como si fuera 349 (Jena, 1926). Cita este texto en alemán anti-
auténtica razón inductiva, y admita guo R. Koch, Die a.rztliche Diagnose, págs. 21-22
como ciertas y seguras doctrinas que no y 189.
2. Acerca de los distintos modos de entender la
pasan de ser, digámoslo con el célebre "experiencia" en el orto del mundo moderno,
capricho de Goya, "sueños de la razón". véase mi Historia de la Medicina moderna y con-
Así, el juicio diagnóstico del novator si- temporánea, 2.ª ed. (Barcelona-Madrid, 1963),
pág. 78.
gue moviéndose -pese a la real o apa- 3. Paracelsus. Sa.mtliche Werke, "Ueber die Krank-
rente modernidad de su contenido- den- heiten die durch Steine hervorgerrufen wer-
tro del área del paradigma antiguo; el den", ed. cit., II, págs. 8 y 16.
cual, como veremos, se solapa durante 4. Tomo el término "iatromágico" de K. E. Roth-
más de dos siglos con el paulatino desa- schuh, Konzepte der Medizin (Stuttgart, 1978).
5. Fr. Hoffmann, Fundamenta Medicinae ex princi-
rrollo del que vamos a llamar paradigma piis naturae mechanicis... (Halle, 1695) y Medici-
moderno. na rationalis systematica (Francfort, 1738); L. J.
A partir de Albertini, Morgagni, Bichat Rather, "Georg Ernst Stahl y Friedrich Hoff-
y Laennec, la victoria de este segundo mann", en Historia Universal de la Medicina VI
(Barcelona, 1973), 326-346; K. E. Rothschuh,
paradigma va a ser total. ¿será esa victo- "Studien über Friedrich Hoffmann (1660-1742)",
ria tan definitiva como durante los pri- Sudhoffs Arch. 60 (1976), 163-193 y 235-270.
meros lustros de nuestro siglo pensaban 6. Acerca de la obra de Silvio, véase: E. D. Bau-
los mejores médicos? Hacia el futuro, mann, Franr;ois de le Boe Sylvius, 1615-1672
(Leiden, 1949) y J. M. López Piñero "La iatro-
hacia nuestro futuro, una sutil interroga- química en la segunda mitad del s_iglo xvu",
ción propone el empleo de la imagina- Historia Universal de la Medicina IV (Barcelona,
ción en el logro del juicio diagnóstico: 1973), 291-296.
SECCION II

EL PARADIGMA MODERNO

La apelación metódica a la experien- entendieron un Taddeo Alderotti, un Ar-


cia sensorial para conocer la realidad co- nau de Vilanova y un Pietro d'Abano el
menzó, como sabemos, en la Grecia del camino del médico hacia la formulación
siglo V a.C.; el que llamé "principio de la de la patología general (conocimiento
autopsía" y las primeras vicisitudes his- conceptual de la enfermedad in genere)
tóricas del término griego peira, "prue- y hacia la obtención del diagnóstico clí-
ba", del cual proceden los latinos ex- nico (conocimiento científico de una
perientia y ex-perimentum, así lo demues- afección morbosa individual). Pero la
tran. Hasta la exageración llevarán algu- pesquisa sensorial del mundo a que con-
nos médicos hipocráticos la regla de ob- dujo la cosmología de los siglos XIII y XIV
servar sensorialmente el cuerpo del en- distaba mucho de satisfacer el afán de
fermo: "lo que se ve, no lo que se dice", conocer que ya durante ellos, y especial-
eso es lo importante para el médico, afir- mente a lo largo del segundo, se desper-
ma tajantemente el autor de Sobre lapa- tó en la voluntad y en la inteligencia de
lanca (L. IV, 380). Sin embargo, la regla los europeos.
de armonizar rectamente la aísthésis y el Reducido a Sl!marísimo esquema un
lógos, la sensación y la razón, fue la que movimiento histórico tan altamente rico
entre los hipocráticos, y luego en Gale- y complejo, tres motivos principales
no, acabó prevaleciendo. pueden ser discernidos en la génesis de
Heredando a los griegos, aunque muy la "sed de experiencia" con que, ya des-
lejos de sentir aquel insaciable "impulso de la Baja Edad Media, se iniciaron la
uliseico" que hizo de éstos los creadores ciencia y la técnica modernas. Uno de
de la Ciencia de la naturaleza, los pensa- carácter negativo: el creciente hastío de
dores de la Edad Media seguirán afir- las mentes ante la repetición constante y
mando que sólo mediante una correcta muchas veces degradada de las fórmulas
articulación del experimentum y la ratio, que para el conocimiento racional del
aquél proporcionado a la mente mate- cosmos había creado la filosofía escolás-
rial empírico, ésta ordenándolo en con- tica y, en no menor medida, ante el par-
ceptos, fuese realista o nominalista la vo y erróneo elenco de los saberes empí-
manera de interpretar el proceso inte- ricos de que ese conocimiento se nutrió.
lectual de formarlos, sólo así podría al- Frente a un saber formal y verbal, se pe-
canzarse el conocimiento científico de la día con urgencia un saber material y
realidad natural. Atenidos a esa pauta real. Herba, non verba, exige Petrarca a

43
44 El diagnóstico médico

los médicos de su tiempo. Otro de carác- para llevarla a término, la invención de


ter positivo: la también creciente necesi- aparatos que permitan ver lo que por sí
dad de certidumbres firmes acerca de la solo no ve el ojo humano-, tal será el
individual y concreta realidad de las co- empeño común de hombres entre sí tan
sas. Si, como enseña el nominalismo, distintos como Nicolás de Cusa y Leo-
sólo los individuos son primaria y verda- nardo da Vinci, Colón y Magallanes, Pa-
deramente reales, hacia éstos habrá de racelso y Vesalio, Giambattista de Monte
dirigirse el afán de saber. Ahora bien: los y Tomás Porcell, Copérnico y Harvey,
individuos del mundo cósmico -una en- Fabrizi d'Acquapendente y Conrad Gess-
cina, un caballo, un cuerpo enfermo- ner, Kepler y Galileo. Experiencia y ra-
sólo merced a la experiencia sensible zón, por supuesto; experimentum y ratio,
pueden ser satisfactoriamente conoci- siguen diciendo los patólogos galenizan-
dos. Lo cual, como es obvio, deja abierto tes de la Baja Edad Media y el Renaci-
el problema teorético y el problema ope- miento; pero una ratio que ya no sea
rativo de la conducta mental ante los da- pura imaginación de lo que no se ve, como
tos aportados por el conocimiento empí- la que preside y orienta los diag- nósticos
rico de las cosas individuales: qué es clínicos de esos patólogos, sino esfuerzo
conocer la realidad y qué debe hacerse mental operante sobre una ex- periencia
para conocerla rectamente. A estos dos sensorial segura; en definitiva, sobre una
motivos debe añadirse otro, también de visión real y no imaginativa, prácticamente
índole positiva: un afán cada vez mayor incuestionable y no mera- mente
de dominar técnicamente la naturaleza conjetural. Lo cual nos indica que, desde
visible. Como el nominalismo de la Baja su origen mismo, el paradig- ma moderno
Edad Media es la más vigorosa raíz inte- del diagnóstico médico consiste en la
lectual de la ciencia moderna, en el vo- razonable y razonada pre- tensión de
luntarismo bajomedieval tiene uno de reducir el juicio diagnóstico a la visión
sus más eficaces estímulos la aparición directa o indirecta, pero en todo caso
de la técnica moderna: frente al mundo real, no imaginativa, de aquello que para
exterior, la voluntad de dominarlo -y, el médico sea la realidad misma del
por tanto, como condición previa, la de proceso morboso observado.
conocer: "tanto podemos, cuanto sabe- Ahora bien, los médicos modernos no
mos", dirá el canciller Sir Francis Bacon, han entendido siempre igual la realidad
remotamente precedido por su homóni- misma del proceso morboso -nósos, pa-
mo el fraile franciscano Rogerio- nece- thos, morbus, passio, ens morbi-, y lo que
sariamente habrá de conducir a la inven- en consecuencia pueden y deben ser las
ción de los recursos técnicos que permi- vías para verla sin error. Por lo cual, la
tan lograr ese dominio. La incipiente y práctica del "lógos de la visión real", fór-
ascendente burguesía de los siglos XIV y mula en la cual tiene su principio básico
xv será la expresión social y económica y rector el paradigma moderno del diag-
de este importantísimo suceso. nóstico médico, muestra una accidenta-
Experiencia, nueva experiencia del da historia, en cuyo curso es posible dis-
mundo en torno: desde el siglo XIV, tal cernir cinco etapas sucesivas, dialéctica-
va a ser la principal consigna entre los mente relacionadas entre sí: el diagnósti-
europeos a quienes verdaderamente im- co sydenhamiano, el diagnóstico anato-
porta el saber. A través de los caminos moclínico, el diagnóstico fisiopatológico,
más diversos -la ávida exploración del el diagnóstico etiopatológico y la intro-
mundo "a lo que saliere", la pesquisa sis- ducción del sujeto orgánico -con otras
temática de una determinada parcela de palabras: la consideración clínica de la
la realidad cósmica, la entrega cuasimís- individualidad orgánica del enfermo- en
tica a un conocimiento inmediato de la el empeño de diagnosticar. Veámoslas
postulación de recursos más perfectos según este orden.
Capítulo I

El diagnóstico sydenhamiano

Si hubiese que reducir a una sola fra- permita ordenar y entender descriptiva-
se el pensamiento médico y la praxis mente eso que veo yo". Con otras pala-
diagnóstica de Thomas Sydenham, ésta bras: Sydenham se propuso diagnosticar
elegiría yo: "Experiencia y razón, desde la realización individual de una especie
luego; pero la experiencia es para mí lo morbosa, entendida ésta de un modo hu-
que mis ojos ven, y razón, la actividad mildemente notativo y no presuntuosa-
mental con la cual combino y ordeno mente sustancial.
eso que ven mis ojos". Con toda deci- Presuntuosamente sustancial, en efec-
sión, pero con discutible fidelidad últi- to, había sido hasta entonces el modo de
ma a su propio designio, a esa norma se entender las especies morbosas; no sólo
atuvo Sydenham en la tarea de diagnos- por parte de Galeno y los galenistas,
ticar a sus enfermos. Siguiendo la pauta también entre los iatromecánicos y los
adoptada en la sección presente, estudia- iatroquímicos. Sustancial, porque todos
ré metódicamente el "qué", el "cómo" y ellos, cada uno desde el punto de vista
el "para qué" del diagnóstico sydenha- de su estequiología y su fisiología res-
miano. Respecto de su "por qué", lo di- pectivas, querían caracterizar a la es-
cho a propósito del diagnóstico hipocrá- pecie morbosa por lo que ésta es en la
tico concede una respuesta válida para realidad misma del organismo enfermo
todas las situaciones históricas ulterio- -separación y apóstasis de un humor,
res a él: el médico diagnostica porque tensión o relajación de cierto grupo de
así lo exige la condición técnica, de su fibras, tal cacoquimia de tal líquido orgá-
saber y su quehacer. nico-, y no sólo por las notas sintomáti-
cas con que se manifiesta. Presuntuosa-
mente sustancial, por añadidura, porque
l. EL QUE DEL DIAGNOSTICO era más en el cerebro del patólogo que
en la realidad misma donde la hipótesis
¿"Qué" quiso diagnosticar y "qué" en cuestión tenía su asiento; aunque,
diagnosticó de hecho Sydenham? ¿A qué desde luego, la experiencia y la razón
zona o a qué aspecto de la realidad del pudieran conceder al médico algún fun-
enfermo se aplicó su voluntad de cono- damento real para formularla. Ser imagi-
cerlo técnicamente? De nuevo reduciré a nativo no equivale a ser visionario. Gale-
fórmula breve la respuesta que él mismo no, Paracelso, William Cole y Silvia fue-
daría: "Quiero diagnosticar lo que, sin ron patólogos imaginativos, sí, mas no
traspasar el límite de lo que yo veo, me patólogos visionarios.

45
46 El diagnóstico médico

Si ahora tenemos en cuenta que, para de su esencia peculiar" (12 a). Algo "ab-
Sydenham, en la determinación clínica solutamente inescrutable e inexpresa-
de la especie morbosa interviene siem- ble", inscrutabile prorsus ac anekdiégeton,
pre el estado del medio externo, adverti- son para el hombre tales esencias espe-
remos que en el "qué" del diagnóstico cíficas, dice en otro párrafo.
sydenhamiano se integraron comple- Dos son, según estos textos, los princi-
mentariamente tres momentos distintos: pales deberes intelectuales del médico
la especie morbosa en cuestión; las no- ante la realidad del proceso morboso. El
tas que en el caso estudiado daban a primero, negativo: renunciar a lo que
éste su individualidad; la ocasional rela- para él es inalcanzable y "prescindir por
ción entre aquélla y éstas, por una parte, completo de cualquier hipótesis fisioló-
y la índole y el estado del medio ambien- gica" (Pref. VIII). Tales "hipótesis fisio-
te, por otra. lógicas" -las galénicas, las iatromecáni-
cas, las iatroquímicas- serían tan vanas
como inútiles. Vanas, porque se refieren
l. LA «SPECIES MORBOSA»
a un plano de la realidad "que se halla
Para Sydenham, el centro del diagnós- absolutamente fuera del alcance de los
tico se hallaba constituido por el discer- sentidos". Inútiles, porque el médico,
nimiento y la denominación de la espe- piensa Sydenham, no las necesita para
cie morbosa a que perteneciera el caso diagnosticar y tratar a sus enfermos: am-
observado. Veamos, pues, lo que en su bos fines pueden ser perfectamente al-
patología fue la species morbosa. canzados "conociendo la causa por la
Tomemos como punto de partida la que la enfermedad es inmediatamente
idea sydenhamiana de la enfermedad; producida" y "sabiendo distinguir debi-
"un esfuerzo de la naturaleza para exter- damente su apariencia de cualquier
minar la materia morbífica, procurando otra". El segundo de los deberes del mé-
con todas sus fuerzas la salud del enfer- dico es resueltamente positivo: partien-
mo" (1). Frente a la concepción galénica do de lo que la misma naturaleza hace
de la enfermedad como "afección pasi- -ella es la que "pone en acto y como a la
va" (la nósos como pathos o passio), Sy- vista", mediante la adecuada expresión
denham pone en primer término el ca- sintomática, la inescrutable "esencia" de
rácter activo de ella, reactivo, más bien, cada especie morbosa-, llevar a cabo
frente a aquello en que su causa se con- "una historia o descripción de todas las
creta (el morbus como conamen naturae). enfermedades, tan gráfica y natural
Ahora bien, la naturaleza procede ordi- como sea posible". El problema del mé-
nariamente en sus movimientos (ordina- dico -el problema de Sydenham- consis-
riamente; cuando en virtud de razones te en saber cómo esa "descripción gráfi-
para nosotros incomprensibles no actúa ca y natural" puede ser realizada.
como por capricho o juego: existencia de Varios preceptos básicos deben guiar
lusus naturae) de un modo regular; y la la conducta del médico: 1.0 Describir
regularidad propia de esa reacción sana- cada caso con la minucia con que el pin-
dora de la naturaleza de un ser vivo a la tor pinta sus retratos; el cual "reproduce
agresión de una causa morbi, eso es pri- en la imagen hasta los lunares y las man-
mariamente la especie morbosa: "La na- chas más tenues" (Pref. VIII y IX). 2.0 Or-
turaleza -escribe Sydenham- engendra denar las enfermedades con la exactitud
todas las cosas con leyes absolutamente con que los botánicos proceden al distin-
invariables, pero con un artificio sólo guir las especies vegetales: "no se con-
por ella entendido, envolviendo en den- tentan haciendo la descripción general
sísimas nieblas sus esencias, quidditates del cardo -nombre dado a muchas espe-
y diferencias constitutivas, a las cuales cies de plantas-... y atienden a los signos
saca del seno de las causas y pone en y caracteres por lo que cada especie se
acto y como a la vista. Así es como cada distingue de las demás". 3.0 Para ello,
especie de enfermedad, no menos que comparar metódicamente los casos que
los animales y las plantas, tiene propie- se parecen entre sí y discernir, en esa
dades constantes y unívocas, dimanadas comparación, los síntomas que en cada
Historia 47

grupo de casos semejantes se presentan ron en otro tiempo álgunas enfermeda-


siempre (peculiaria et perpetua phaeno- des que, o han desaparecido por comple-
mena) y los que sólo en tal edad, en tal to, o... han perdido su vigor y aparecen
sexo y en tal temperamento se presen- rarísimas veces,... así las que ahora exis-
tan (accidentalia et adventitia phaenome- ten desaparecerán también, dejando su
na) (Pref. VIII et passim). 4.0 No limitarse lugar a especies nuevas, de las cuales
a examinar el parecido de los casos indi- nada podemos aventurar" (31 a). La vi-
viduales por la índole de los síntomas, y ruela, por ejemplo, no debió de existir
considerar también la ordenación de és- en tiempo de Hipócrates.
tos en el tiempo. 5.0 Prescindir de los ca- Situada entre una realidad originaria (el
sos extremadamente raros, porque éstos conamen con que la naturaleza reac-
no pertenecen a especie alguna y sólo ciona a la causa morbi) y la apariencia vi-
son lusus naturae, "juegos de la naturale- sible en que se nos manifiesta (el cuadro
za" (2 a). 6.0 Observar y describir, cuan- sintomático específico), ¿cuál es, enton-
do se encuentre, la relación entre la ín- ces, la realidad propia de la especie mor-
dole de la enfermedad y la época del bosa? En la respuesta a esta interroga-
año en que aparece. Hay, en efecto, en- ción es donde se revela la relativa infide-
fermedades que se presentan en cual- lidad de Sydenham a su propio designio.
quier tiempo, al paso que otras sólo apa- Como doctrinario del más puro empiris-
recen, "merced a un impulso oculto de mo -"Sólo a lo que perciban mis senti-
la naturaleza, en determinadas épocas dos se atendrá mi razón"-, postula el to-
del año, no de otro modo que ciertas tal abandono de cualquier especulación
aves y plantas" (Pref. IX). Al ejercicio de nosogenética o fisiopatológica de carác-
los sentidos y la inteligencia conforme a ter "esencial" y "sustancial"; así lo hacen
todas estas reglas es a lo que Sydenham ver los textos antes transcritos. Pero
llama ratio, "razón" y con esta convic- como médico vacado a la incitante aven-
ción hace suyos unos versos de Escalíge- tura de conocer -"Hombre soy, y por ne-
ro: "Non mihi, sed rationi, aut quae ratio cesidad tengo que interpretar razonable-
esse videtur - milito...", "No combato en mente lo que veo"-, no puede evitar que
mi favor, sino por la razón, o por lo que en su patología aparezcan de cuando en
me parece razón..." cuando explicaciones puramente hipoté-
En suma: frente a la conceptuación ticas: la especie morbosa es la conse-
sustancial de los galenistas, los iatrome- cuencia de la "especificación" y la "exal-
cánicos y los iatroquímicos, Sydenham tación" de un humor, y en ellas tendría
concibe y describe la species morbosa su realidad propia; las enfermedades
como un conjunto de notas sintomáticas agudas son producidas por la penetra-
que se repiten idénticamente, y de igual ción de "partículas miasmáticas" en la
modo ordenadas, a lo largo del tiempo, sangre; la histeria es debida a una "ata-
en una serie indefinida de enfermos. La xia de los espíritus vitales". Con esta
descripción humildemente notativa ha leve, pero notoria inconsecuencia de su
sustituido a la interpretación presuntuo- mente, Sydenham está demostrando el
samente sustancial. En las especies mor- carácter utópico del empirismo puro.
bosas, la esencial tendencia de la natura- La especie morbosa tiene así realidad
leza a la regularidad se manifiesta en su propia, y en ella "no procede la natura-
apariencia y en sus movimientos: ese ae- leza menos metódicamente que en la
quabilis ac ubique similis naturae ardo de producción de las plantas y los anima-
que él habla con veneración; lo cual no les" (89 a). Algo separa a la especie mor-
quiere decir que cada una de ellas haya bosa, sin embargo, de la especie viviente,
existido desde los orígenes del género y es su imposibilidad de existir por sí
humano o que las actuales sigan exis- misma: "mientras las especies animales
tiendo indefinidamente: "las enfermeda- y vegetales, con muy raras excepciones,
des tienen períodos determinados, se- subsisten por sí mismas, estas especies
gún las ocultas y todavía no descubier- de las enfermedades dependen de aque-
tas alteraciones que ocurren en las en- llos humores por los cuales son produci-
trañas de la tierra...; y así como existie- das" (Pref. X y XI). Con estas palabras
48 El diagnóstico médico

Sydenham se libra de incurrir en el on- permitido -escribe una vez-, y no por


tologismo nosológico de Silvio y sus se- dar nombres nuevos a los objetos, cosa
cuaces -la enfermedad, ens vere subsis- que me es tan odiosa como al que más,
tens in corpore- y nos propone el tema sino por diferenciar ésta de las demás
de la relación histórica entre su idea de fiebres, que atendiendo a su semejanza
la "especie morbosa" y la vicisitud que la con dicha especie de viruelas, la distin-
noción de "especie vegetal" está enton- ga con el nombre de fiebre variolosa"
ces sufriendo. (20a).
Desde Teofrasto hasta Cesalpino, la
clasificación de las plantas en géneros
(hierbas, arbustos y árboles) y especies 2. INDIVIDUALIZACION
DEL DIAGNOSTICO
(la grama, el rosal, la encina) tiene un
carácter primariamente esencial y sus- Al mismo tiempo que la especie mor-
tancial: ser "hierba", por ejemplo, es rea- bosa, Sydenham quiso diagnosticar los
lizar de un modo genérico y sustancial- modos genéricos de la enfermedad, la in-
mente propio la esencia de la vegetali- dividualización de ésta y su relación con
dad, que consiste en un determinado el medio exterior.
modo de ejecutar la actividad primaria- No creo ser infiel al pensamiento de
mente "vegetativa", la nutrición. Prelu- Sydenham llamado genera morborum o
diado por los botánicos del Renacimien- genera morbosa, modos genéricos de en-
to, John Ray -de cuya obra hay mención fermar, a cada uno de los dos grandes
en De micto sanguíneo, uno de los últi- grupos clínicos que él distingue, dando
mos escritos de Sydenham- concibe la contenido y perfil nuevos a dos concep-
especie vegetal como un conjunto de tos tan viejos como la medicina hipocrá-
plantas en las cuales, aparte la genera- tica: las enfermedades agudas y las cró-
ción unívoca -"Nunca una especie nace nicas. En las agudas es más apretada en
de la semilla de otra"-, existe una serie el tiempo y más precisa la configuración
de peculiaridades descriptivas que se re- específica de sus síntomas. La gran in-
piten idénticamente en todas ellas. La tensidad que el conamen naturae mues-
conceptuación esencial y sustancial de la tra en ellas se debe a la acción conjunta
especie es sustituida por otra, meramen- de tres causas: la índole de la materia
te notativa; con lo cual la species botani- morbígena ("partículas miasmáticas" del
ca de John Ray es, respecto a la de Teo- medio exterior), la parte orgánica en que
frasto, lo que la species morbosa de Sy- esa materia se localiza (la sangre) y la
denham respecto a la de Galeno; y con mayor vitalidad del sujeto enfermo
esa recíproca semejanza, tanto, Syden- (edad, temperamento, sexo, vigor natu-
ham como John Ray muestran hallarse ral). Olvidando otra vez su repulsa de las
históricamente entre la obra filosófica "hipótesis fisiológicas", nuestro patólogo
de Sir Francis Bacon, con su idea de las llama inflammatio, commotio, ebullitio y
formae naturae, y la de John Locke, con fermentatio a los modos y los momentos
su concepción crasamente nominalista del trastorno de la sangre que en las en-
de las "esencias reales" y las "esencias fermedades agudas él considera funda-
nominales" (2). mental. En las enfermedades crónicas, la
El conocimiento de la especie morbo- menor intensidad del conamen naturae,
sa no podría ser completo sin la designa- la índole no miasmática de la materia
ción de ésta mediante un preciso nom- morbífica, la localización de ésta en las
bre técnico. En todo sobrio y sencillo, partes sólidas del organismo y, eventual-
Sydenham se contenta con el empleo de mente, la escasa vitalidad del individuo
los términos tradicionales -escarlatina, por ellas afecto, hacen que el curso de la
viruela, neumonía, erisipela, podagra, afección sea mucho más largo, y resulte
etc.- para nombrar sus más precisas y más desdibujada la figura específica.
sólo sintomáticas descripciones de los Pero lo más notable en la tipificación
modos específicos de enfermar; no quiso sydenhamiana de los acuti morbi y los
ser y no fue neologista, aunque en oca- morbi chronici es la diferencia teológica
siones se viese obligado a ello: "Séame que se les atribuye. Hablando en la Dis-
Historia 49

sertatio Epistolaris ad Guilielmum Cole de Sydenham entiende y ordena la relación


cómo las tendencias y los apetitos de los entre la enfermedad y el medio ambien-
enfermos agudos suelen estar orientados te; los subgéneros de las enfermedades
hacia la curación de su enfermedad, en agudas, si quiere decirse así. Prosiguien-
cuanto que proceden de la naturaleza do y perfeccionando la obra epidemioló-
misma, sabiamente ordenada por Dios, y gica de Baillou, Sydenham resucita y
no del arbitrio o el capricho del pacien- moderniza el concepto hipocrático de la
te, escribe Sydenham: "Hablo de las en- "constitución epidémica" -más precisa-
fermedades agudas, las cuales tienen mente: una versión meteorológica y epi-
casi siempre como autor a Dios, así demiológica de la katástasis griega-, y es-
como el de las crónicas somos nosotros tudia en Londres con gran cuidado las
mismos" (86 a). Dios es el autor de las correspondientes al quindenio 1661-
enfermedades agudas; el de las crónicas, 1676. Cuatro son los principales concep-
el propio enfermo. ¿Qué sentido puede tos clínico-epidemiológicos a que tal es-
tener esta sorprendente sentencia en un tudio le condujo: la enfermedad epidé-
autor tan severamente racional, tan mica, la intercurrente, la estacionaria y
apartado de cualquier interpretacióN la anómala. Las enfermedades "epidémi-
teúrgica de la enfermedad? Explícita o cas", que por su oportunidad pueden ser
implícita, en todo lo expuesto se halla la primaverales y otoñales, y continuas, in-
respuesta. Originariamente, en tanto que termitentes, pestilenciales, etc., en tanto
causa primera, Dios es el autor del uni- que "fiebres", serían producidas "por
verso y de todo lo que en éste sucede; una alteración secreta e inexplicable de
pero de las enfermedades agudas parece la atmósfera" (1 b). Son "intercurrentes"
serlo de modo más directo, en virtud de las enfermedades determinadas por la
varias razones: la presentación de todas particular condición de los individuos
ellas es casi siempre azarosa, ajena al ar- que las padecen, y no por una causa ge-
bitrio del hombre; en ellas es más per- neral; entre ellas, la escarlatina, la pleu-
ceptible el conamen curativo de la natu- ritis, la neumonía, el reumatismo, la eri-
raleza del enfermo, y en la naturaleza ve sipela y la angina. Las "estacionarias",
Sydenham un instrumento inmediato de que proceden "de una oculta e inexplica-
los designios de su Creador; la índole de ble alteración acaecida en las entrañas
sus síntomas no depende de la potestad mismas de la tierra, por obra de la cual
se contamina el aire de efluvios que dis-
humana, son impuestos, fatales, y por
ponen y determinan en el organismo hu-
tanto más naturales y específicos; se re-
mano tal o cual enfermedad mientras
piten con maravillosa semejanza en to-
predomina dicha constitución" (1 a), co-
dos los individuos a quienes afectan,
rresponden muy directamente a las que
como si en el fondo de su constitución hoy llamamos epidémicas; la viruela se-
real hubiese algo inescrutable y espontá- ría uno de sus ejemplos más típicos.
neo, un principio operativo en que inme- "Anómalas", en fin, son las que por su
diatamente se expresase lo divino. Por el irregularidad "no se sujetan a tipo algu-
contrario, las enfermedades crónicas no", y deben ser incluidas entre los lusus
-la lúes venérea, la gota, la hidropesía,
la histeria- dependen en gran medida naturae de que antes se ha hecho men-
del régimen de vida que el enfermo qui- ción.
so adoptar, y en la modulación indivi- Con estos géneros y subgéneros como
dual de sus síntomas específicos se hace punto de partida, y a través de su mo-
mucho más eficaz y visible el arbitrio del mento realmente decisivo, la especie
paciente. Aquéllas, en suma, son más morbosa, al diagnóstico sydenhamiano
"biológicas" o animales, estas otras más correspondía también la individualidad
"biográficas" o humanas. del caso observado, el modo como la es-
pecie morbosa se realiza y manifiesta en
cada individuo enfermo. Sin hacer de
3. ENFERMEDAD Y MEDIO AMBIENTE
ello tema de especial reflexión, Syden-
Carácter supraespecífico poseen tam- ham considera a tal respecto algunos
bién los conceptos nosográficos con que motivos de carácter típico -la edad, el
50 El diagnóstico médico

sexo y el temperamento del paciente- y realidad, y si lo que persigue es ordenar


otros de índole estrictamente individual, de manera racional eso que en la reali-
como los afectos del ánimo y las peculia- dad está viendo -al menos programáti-
ridades del régimen de vida. Juntos unos camente, tal fue el caso de Sydenham-,
y otros determinan la configuración ca- su meta diagnóstica será el descubri-
suística de la especie morbosa, así en lo miento de las regularidades que en la
concerniente a su génesis -sobre todo en apariencia clínica de esa realidad le per-
la histeria, modo de enfermar que tiene mitan llevar a cabo la ordenación a que
en Sydenham uno de sus clásicos- como aspira. Con su observación y su refle-
en lo tocante al contenido del cuadro xión, el clínico es entonces como un pai-
sintomático: intensidad mayor o menor sajista que ante un paisaje desconocido y
y variable distanciamiento temporal de en apariencia confuso se esfuerza por
los síntomas específicos, aparición de al- advertir los varios componentes estruc-
guno que no lo sea. Hay así casos muy turales que en la aparente confusión se
regulares, aquellos en que la sintomato- integran y que, una vez descubiertos, ha-
logía no tiene otros elementos que los cen de ella una figura pictórica, un pai-
propios de la especie morbosa de que se saje artísticamente pintable. Pero así
trate, y casos atípicos, aquellos otros en como el paisajista puede resolver su pro-
cuyo aspecto, en proporción mayor o blema con una sola mirada insistente, el
menor, pueden ser observadas notas "ac- clínico no. ¿cuál habrá de ser en tal caso
cidentales" o "adventicias". Un paso más el método del clínico, cuál fue el método
y la enfermedad, ajena ya a toda species de Sydenham?
morbosa, sería la realización de un lusus Buena parte de la respuesta se halla
naturae. En definitiva: poniendo en la es- contenida en las páginas precedentes,
tructura del diagnóstico sydenhamiano porque el logro del primero de los dos
un sistema que de manera expresa no grandes objetivos que Sydenham propo-
aparece en los escritos de su autor, pue- ne al médico y se propone a sí mismo
de y debe afirmarse que en el "qué" de -"conseguir una historia o descripción
aquél se articulan unitariamente el ge- de todas las enfermedades tan gráfica y
nus morbosum, la species morbosa, am- natural como sea posible"- pide un mo-
bos sydenhamianamente entendidos, los dus operandi rigurosamente determina-
varios momentos por los que la species do por lo que busca; es decir, por lo que
morbosa se individualiza, al realizarse en esa "descripción gráfica y natural" es
el cuerpo de cada enfermo, y la etapa para él; en definitiva, por su previa idea
evolutiva en que se encuentra cuando el de la species morbosa. En esencia, esto
médico la contempla. hizo Sydenham: 1.o Observar cuidadosa-
mente y con el menor número posible
de prejuicios librescos todos los casos de
11. ELMETODO su experiencia clínica. 2.° Cuando el nú-
DEL DIAGNOSTICO mero de casos observados fue suficiente,
establecer grupos entre ellos según el
Veamos ahora "cómo" diagnosticaba parecido de su cuadro sintomático (con
Sydenham; lo cual exige discernir dos lo cual ganaba sentido nuevo la regla hi-
empeños netamente distintos entre sí: el pocrática de la homoiotes o "semejan-
diagnóstico como descubrimiento de es- za"). 3.0 Discernir entre los síntomas de-
pecies morbosas y el diagnóstico como terminantes de ese parecido los que, con
inferencia de la especie morbosa enton- las modulaciones individuales de rigor,
ces observada. se dan invariable y constantemente en
todos los del grupo. 4.° Comprobar si el
1. HALLAZGO DE NUEVAS ESPECIES
conjunto de estos síntomas invariable-
MORBOSAS mente constantes en todos los casos vis-
tos, por tanto, la "especie morbosa" así
Si el médico quiere olvidar metódica- descubierta, repite su aparición entre los
mente lo que ha aprendido en los libros casos pertenecientes a la experiencia ul-
y atenerse no más que a lo que ve en la terior. Si Sydenham hubiese seguido con
Historia 51

total pureza el camino que se propuso, 2. DIAGNOSTICO DE ESPECIES


ser un puro Adán de la experiencia clíni- MORBOSAS CONOCIDAS
ca, tal habría sido su método; pero es in- Imaginemos ahora la situación de un
dudable que no sólo en lo relativo a la médico no innovador que a fines del si-
descripción, también, como vimos, en lo glo XVII o durante la primera mitad del
concerniente a la interpretación, pesó siglo XVIII, con la obra de Sydenham a la
sobre su mente la huella de lo que había vista y resuelto a cumplir en su práctica
leído en los libros. Era inevitable que así clínica la pauta sydenhamiana, tratara
aconteciera. de diagnosticar un proceso morboso in-
Cabe preguntarse si las reglas de la in- dividual. Su problema era el siguiente:
ducción baconiana tuvieron alguna in- ca cuál de las especies morbosas que mi
fluencia sobre este proceder suyo. Para maestro ha descrito corresponde el caso
conocer una forma naturae, había ense- que ante mí tengo? Ahora la inducción
ñado Sir Francis Bacon, es preciso cons- no es inventiva, sino comprobatoria; no
truir, como punto de partida, tres tablas tiene como meta el descubrimiento em-
o colecciones: la de los cuerpos y fenó- pírico-racional de una especie morbosa
menos en que esa forma de la naturaleza hasta entonces no conocida o no bien
se presenta (tabula presentiae); la de descrita, sino la comprobación de que
aquellos en que falta (tabula absentiae); "tal" especie morbosa, ya conocida y
la de las observaciones que revelan cam- descrita por Sydenham o por alguno
bios en su intensidad (tabula graduum). de los sydenhamianos creadores, puede
A la vista de estas tres tablas, el filósofo darse de nuevo y se da de hecho en el
excluye las hipótesis insuficientes para caso que se está observando. En tal si-
explicar todo lo observado (exclusio, re- tuación ¿cuál será el método diagnós-
jectio), reúne las varias explicaciones que tico?
le parecen prometedoras (vindemiatio Para un médico intelectualmente con-
prima, "primera vendimia"), las com- cienzudo, cinco serían los tiempos de su
prueba una a una respecto de los casos proceder: 1.0 Exploración minuciosa del
especialmente decisivos o "instancias paciente. 2. Reducción de lo obser-
0

prerrogativas" (que pueden ser "solita- vado a un "cuadro" más o menos cohe-
rias", "conformes" o "proporcionales" y rente, procurando discernir en él lo que
"cruciales") y elige la interpretación que clínicamente tiene mayor significación e
a lo largo de este proceso selectivo se le importancia y lo que la tiene menor. 3.0
haya revelado más cierta y segura. En su Comparación metódica entre el cuadro
inducción inventiva de las especies mor- así obtenido y los varios que en el catá-
bosas que existieran en el campo de su logo de las especies morbosas conocidas
experiencia clínica, ¿siguió Sydenham más se le parecieran; lo que más tarde se
este farragoso procedimiento inductivo conocerá con el nombre de "diagnóstico
-que por lo demás, no se halla orientado diferencial". 4.° Comprobación de que
hacia el descubrimiento de regularida- dicho cuadro pertenece realmente a una
des empíricas, sino hacia el hallazgo de y sólo a una de esas especies morbosas.
interpretaciones explicativas: esto son 5.0 Si no es así, más aún, si el cuadro clí-
las formae naturae baconianas-, o más nico observado no corresponde a ningu-
bien apeló a la comprobación sensorial na de las especies morbosas ya conoci-
de la idea a priori de una unidad morbo- das y descritas, discusión del problema
sa específica; idea nacida en su mente de si pertenecerá a una especie morbosa
como una feliz ocurrencia ordenadora no conocida o será un auténtico lusus
del no ordenado paisaje con que esa ex- naturae. Proceso mental éste en el que
periencia suya se le presentaba? El con- se actualizan e integran los varios mo-
tenido de los escritos de Sydenham incli- mentos de que se halla compuesta la
na resueltamente hacia la admisión de la condición de "buen clínico": formación
segunda hipótesis. No parece ilícito ver intelectual, experiencia, suficiencia en la
en el proceder de Sydenham una ver- observación, capacidad mental para la
sión eidética y empírica del método gali- ocurrencia del "Esto debe de ser", rigor
leano. en la comprobación de las hipótesis.
52 El diagnóstico médico

111. EL PARA QUE piera distinguirla debidamente de cual-


DEL DIAGNOSTICO quier otra enfermedad, no por eso lo-
graría con menor seguridad su cura-
Queda por examinar el "para qué" del ción". Hacia tal seguridad en la curación
diagnóstico sydenhamiano. Volviendo a se orientó, en definitiva, la actividad
la consideración de su creador, pregun- diagnóstica de Sydenham -"una práctica
témonos: ¿para qué diagnosticaba Sy- o método curativo estable y acabado"
denham? era la segunda de las grandes tareas que
El examen del diagnóstico hipocrático se propuso-, y en ella tuvo fundamento
puso ante nosotros los tres objetivos car- su viva preocupación por la posesión de
dinales a que, cubiertas ya las metas una "terapéutica específica" para cada
esenciales del juicio diagnóstico, la des- una de las especies morbosas. Pero la
cripción, la explicación y la predicción, conquista de esta terapéutica, ¿podía
mediatamente tiende esta fundamental conseguirse con una ciencia médica limi-
actividad del clínico: curar, saber y bri- tada al empirismo clínico que él propug-
llar; el tratamiento del enfermo, la pose- nó? En la respuesta a esta interrogación
sión de ciencia y la conquista de presti- tiene su verdadera clave el progreso de
gio, y como consecuencia la fama y el lu- la medicina ulterior a Sydenham.
cro. Se trata de saber cómo Sydenham
vivió en sí mismo la seducción de estos
tres objetivos. IV. LA CLINICA SYDENHAMIANA
Comencemos por el tercero. Hijo de
Adán y hombre en el mundo era el gran Máxima importancia tuvo la obra de
clínico inglés, y alguna atracción ejerce- Sydenham en la historia de la nosogra-
rían sobre él la comodidad del lucro y el fía; y no sólo por lo que ella en sí misma
halago de la fama. Pero era varón en fue, también por la gran influencia que
verdad severo y modesto; y por lo que ejerció entre los mejores médicos de
de él sabemos, no parece que ese doble toda Europa y las dos Américas. Cuando
señuelo influyera gran cosa sobre la los libros de Sydenham se difundieron,
orientación de su actividad médica. no pocos clínicos vieron en ellos un pun-
Tampoco en el saber, en el puro saber, to de partida hacia su propia originali-
tuvieron su motivo más determinante dad y, sydenhamianos o no, todos com-
los diagnósticos de Sydenham, como lo prendieron que en el discernimiento de
tendrán luego los de Skoda y los de Ad- especies morbosas pulcramente basadas
dison. A Sydenham le importa la ciencia, en la experiencia clínica y en el diagnós-
y mucho; de otro modo sería inexplica- tico, según ellas, de los casos que la prác-
ble su excelente amistad con Locke y tica fuera ofreciendo, se hallaba la única
Boyle. Como médico, sin embargo, sólo vía razonable para la investigación for-
quiere conocer científicamente lo nece- malmente patológica -por tanto transclí-
sario para tratar con eficacia a sus enfer- nica- de lo que la enfermedad es en el
mos, y de ahí su deliberado apartamien- cuerpo del enfermo.
to de toda investigación no puramente A la difusión del espíritu sydenhamia-
clínica y su relativa indiferencia frente a no se debe el establecimiento o la depu-
las que por entonces estaban realizando ración de no pocas entidades morbosas.
los disectores y los iatroquímicos. "En la Citaré algunas: la "fiebre pútrida malig-
pleuresía, por ejemplo -escribe-, quien na" (el tifus) y la "fiebre nerviosa lenta"
se propusiera descubrir aquellas causas (fiebre tifoidea), bien descritas por J.
de enfermedad que se hallan fuera del Huxham, el cólico saturnino (J. Huxham
alcance de los sentidos, se fatigaría largo y G. Baker), la disentería, la influenza y
tiempo e inútilmente, sin comprender -de nuevo- la fiebre tifoidea (J. Pringle),
por esto la crasis morbosa y la altera- el angor pectoris (W. Heberden), la "his
ción de la textura de la sangre, que es el dropesía del cerebro" (R. Whytt), la púr-
origen primitivo de este mal; mientras pura hemorrágica (P. G. Werlhof), la pe-
que el que sólo conociera la causa por la lagra (G. Casal). Los ejemplos podrían
cual es inmediatamente producida y su- multiplicarse. Pero pronto -salvo en la
Historia 53

dermatología more botanico de Plenck, (Thomae Sydenham... Opera Medica, Venetiis


William y Alibert- la nosografía y el MDCCLXII, ex Tipogr. Remondiniana), indican-
do la página y la columna en que está conteni-
diagnóstico iban a rebasar muy amplia- do el texto transcrito.
mente el área puramente clínica en que 2. Más detalles acerca del tema, en mi libro La
quisieron moverse Sydenham y los sy- historia clínica. Véanse también -además del ya
denhamianos. mencionado estudio de O. Temkin sobre las
Epidemias de Sydenham- P. Laín Entralgo y
A. Albarracín Teulón. Clásicos de la Medicina.
Sydenham (Madrid, 1961), K. Dewhurst, Dr.
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA Thomas Sydenham (Berkeley and Los Angeles,
1966), A. Albarracín Teulón, «Sydenham», en
l. Observationes medicae circa morborum acuto- Historia Universal de la Medicina IV (Barcelona,
rum historiam et curationem, Prefacio. Citaré 1974), y L. S. King, The Medica/ World of the
siempre por la edición de Venecia de 1762 Eighteenth Century (Chicago, 1958).
Capítulo II

El diagnóstico anatomoclínico

Diez años antes de la muerte de Sy- los empyémata de sus enfermos, o cuan-
denham había aparecido el famoso Se- do conjeturaba la existencia de un hél-
pulchretum (1679), colección de más de kos invisible como raíz lesional de las
tres mil historias clínicas con protocolo enfermedades internas. Por otro lado,
de autopsia, recogidas por Th. Bonet en- empírico: baste mencionar que Erasís-
tre todas las que desde el libro inicial de trato, basado en sus disecciones anató-
Antonio Benivieni (De abditis nonnullis micas, describió el endurecimiento del
et mirandis morborum et sanationum cau- hígado de los ascíticos. Pero tal prehisto-
sis, 1506) habían sido publicadas. Al mar- ria -llamo así a la época en que la lesión
gen de la indiferencia de Sydenham ante orgánica no pasó de ser un hallazgo de
la naciente anatomía patológica, y sin autopsia- sólo adquirirá riqueza y conti-
menoscabo de la gloria, tan legítima, del nuidad cuando, a partir de Benivieni,
genial clínico inglés, la medicina euro- vaya haciéndose frecuente entre los mé-
pea iba caminando resueltamente hacia dicos el afán de ver en las vísceras del
un nuevo modelo del paradigma moder- cadáver lo que, según la tradicional ter-
no del diagnóstico: el diagnóstico anato- minología galénica, había sido la "causa
moclínico. Estudiaremos en primer tér- continente" o "conjunta" de la dolencia
mino su prehistoria, su protohistoria y letal.
su constitución formal, y a continuación, En otro lugar (1) he propuesto orde-
como en los capítulos precedentes, su nar la historia del método anatomoclíni-
"qué", su "cómo" y su "para qué". co según los tres principales modos de
aparecer ante el médico el desorden
anatómico: la lesión como hallazgo de
l. PREHISTORIA DEL METODO autopsia (de una autopsia practicada
ANATOMOCLINICO para, sin especiales problemas diagnósti-
cos previos a ella, comprobar de visu de
Bien remoto es el comienzo de lo que qué había muerto el enfermo), la lesión
acabo de llamar la prehistoria del diag- como clave del diagnóstico (de un diag-
nóstico anatomoclínico. Remoto y doble. nóstico que durante la vida del enfermo
Por un lado, de carácter imaginativo: no había sabido hacer el médico) y la le-
imaginativa y anatomoclínicamente pro- sión como fundamento del conocimien-
cedía el médico hipocrático cuando to científico y clínico de la enfermedad
diagnosticaba los phymata, los régmata o (empresa en la cual tan brillantes éxitos

55
56 El diagnóstico médico

había de tener la medicina del siglo XIX). fermedades cerebrales (Th. Willis) y a
Pues bien, sólo la primera de estas tres la apoplejía (J. J. Wepfer); otras, una
etapas constituye la prehistoria del diag- treintena de libros, entre los que acaso
nóstico anatomoclínico. Sin ella, este im- destaquen los de O. van Heurne, P.
portantísimo modo del diagnóstico no Paaw, P. Barbette, Th. Bartholin y St.
habría llegado a existir; pero en ella no Blankaart, contienen casos muy diver- sos
puede decirse que el diagnóstico anato- procedentes de la experiencia clínica de
moclínico ya existiera. su autor. Todos, sin embargo, son tes-
Reconstruyamos el proceder del mé- timonio impreso del proceder diagnósti-
dico. Durante la vida del enfermo, diag- co antes descrito; y aunque el cuidado
nosticaba la enfermedad de éste según de la pesquisa anatomopatológica de al-
la pauta mental a que fuese adepto, la gunos autores es muy considerable, no
galénica, la iatromecánica, la iatroquími- puede decirse que su indagación se halle
ca o la sydenhamiana; y a la vista de lo regida por un método y una crítica cien-
que en su necropsia encontrase, trataba tíficamente suficientes. Así lo hará pa-
de dar una explicación anatomopatológi- tente, a veces hasta de modo pintoresco,
ca -tosca, porque no permitía otra cosa el tratado en que históricamente culmi-
aquella inspectio cadaveris- a lo que na esta etapa de la investigación necróp-
acerca del caso había pensado antes. tica: el Sepulchretum de Bonet y Manget.
Desde el modestísimo libro de Benivieni Mas no sólo bajo forma de protocolo de
más arriba mencionado hasta el monu- autopsia aparece la lesión anatómica en la
mental de Morgagni (De sedibus et causis literatura médica de los siglos XVI y
morborum per anatomen indagatis, 1761), XVII. Es digno de especial mención el
y salvadas las excepciones que consti- tempranísimo celo de Francisco Valles
tuyen la protohistoria del diagnóstico por completar con la exploración anató-
anatomoclínico, así procedieron docenas mica su enseñanza clínica. "Esta parte
y docenas de los mejores médicos de Eu- de la medicina -escribe Valles, hablando
ropa: hacían diagnósticos anatómicos del diagnóstico de la parte afecta-... re-
post mortem, no diagnósticos anatomo- sulta tan difícil como útil, porque exige
clínicos propiamente dichos; quiero de- pericia anatómica y saber acerca del uso
cir: no eran capaces de conocer con cer- de todas las partes, así como sobre las
tidumbre la existencia de lesiones anató- causas y diferencias de los síntomas; de
micas internas durante la vida del enfer- ahí que el arte de diagnosticar los males
mo. Un examen detenido de la abundan- de las partes internas sea muy arduo.
te literatura a que dio lugar ese empeño Por tal razón, cuando en los años pasa-
permite discernir en ella dos períodos: dos comencé a explicar esta obra (el tra-
el que transcurre entre la publicación tado galénico De locis patientibus), consi-
del libro de Benivieni (1506) y la segun- deré que no debía comenzar a hablar de
da edición del Sepulchretum (la de Bonet la enfermedad de parte alguna del cuer-
y Manget, 1700), y la que va desde esta po si no contemplaba toda la figura de
fecha hasta la aparición de la fundamen- ésta y no la ponía ante los ojos de mis
tal y decisiva obra de Morgagni. discípulos por obra e industria de mi
amicísimo Jimeno, muy perito en el arte
de disecar, que poco antes había venido
l. «OBSERVATIONES» CON INFORME
NECROPTICO de Valencia a Alcalá para enseñarlo, y
que murió no mucho después. El expo-
En la literatura médica de los siglos nía su obra para que yo pudiese enseñar
XVI y XVII ocupan un lugar muy honora- a mis alumnos lo más posible. El resto lo
ble las colecciones de historias clínicas añadía yo..." (2). Y no menos merece re-
(observationes) seguidas de protocolo de cuerdo la incorporación de incipientes
autopsia. Unas tienen carácter monográ- conceptos anatomopatológicos, bien de-
fico, como las consagradas a la peste purados algunos, imprecisos los más, a
(J. T. Porcell, Is. van Diemerbroek), a la la exposición doctrinal de los modos de
tisis (Chr. Bennet, R. Morton), al raqui- enfermar. Valgan como ejemplo, en rela-
tismo (A. de Boot, Fr. Glisson), a las en- ción con aquéllos, el tuberculum, con el
Historia 57
que Silvio, basado en sus necropsias, grafes de las epístolas en que están orde-
sustituye al viejo y sólo hipotético phy- nadas las historias clínicas, unas qui-
ma de la medicina hipocrática (3), y la nientas, que comprende su obra: De ca-
"obstrucción intestinal" como causa de pitis dolare, De apoplexia in universum,
la passio ilíaca, hallazgo empírico de J. De tumore et dolare hypocondriorum, etc.
Fernel, en lo tocante a estos otros (4). Todavía no se ha producido en los diag-
nósticos de Morgagni el salto cualitativo
que luego llamaré "giro copernicano de
2. VALSALVA Y MORGAGNI
la lesión anatomopatológica". ¿En qué
Solapándose, como pronto veremos, consiste, pues, su novedad? A mi juicio,
con la protohistoria del diagnóstico en su apurada crítica de lo que lee y ve,
anatomoclínico, la exploración anatomo- en la intención especificadora de su sa-
patológica del cadáver prosigue durante ber y en la viva preocupación etiológica
el siglo XVIII, y se la practica con una téc- de su mente.
nica cada vez más acabada. Basten dos Severamente crítica es la mente de
nombres para demostrarlo: el de Anto- Morgagni; no sólo con el texto de las
nio Maria Valsalva y el de su insigne dis- descripciones necrópticas del siglo y me-
cípulo Giovanni Battista Morgagni. Del dio que le precede -algunas tan pinto-
entusiasmo necróptico de Valsalva es rescas como ésta, contenida en el Se-
buen testimonio un texto de Morgagni. pulchretum: el hallazgo de un corazón
En una historia de gangrena postraumá- velludo (cor hirsutum; seguramente, una
tica nos cuenta que su maestro recurría pericarditis fibrinosa) en el cadáver de
en sus autopsias hasta a la gustación del hombres muy audaces-, también con sus
suero del cadáver. "Es tan acre el suero propias observaciones. Le sirve de guía a
producido por la gangrena, que cuando tal respecto la lección De recto morboso-
en otra ocasión lo probé, no sólo percibí rum cadaverum judicio ferendo (1724),
su acritud suma, sino que ésta dejó sen- del profesor de Bolonia J. G. Gulielmini;
tir por todo un día su efecto mordicante pero él sabe mejorar los métodos y las
sobre las papilas. iVéase hasta qué punto reglas de cuantos le habían precedido.
la avidez de saber y experimentar impul- Sus descripciones, por otra parte, no
saba a este hombre!" (5). Será Morgagni, quieren ser meramente casuísticas, aspi-
sin embargo, quien lleve a su cima la ran a ser formalmente especificadoras.
prehistoria del diagnóstico anatomoclí- Había escrito Glisson: "Si se examinan
nico. muchos cadáveres de sujetos muertos de
Lo conseguirá, desde luego, por la per- la misma enfermedad, y luego se compa-
fección de su técnica y el cuidado de sus ran los resultados del examen, aquellas
descripciones: no se limita a la inspec- anomalías que sean semejantes en todos,
ción del cadáver, a su disección metódi- ésas serán la causa morbi; y las lesiones
ca y al minucioso examen sensorial de que difieran de un caso a otro serán juz-
las partes dañadas; recurre también a la gadas como efectos de dicha enferme-
investigación química (combustión, adi- dad". Morgagni hace suya, en principio,
ción de ácidos y álcalis) de las más di- esta regla (6), y ante los órganos del ca-
versas formaciones patológicas y, en dáver trata de describir, no laesionis
ciertos casos, hasta a la experimentación particulares, sino species laesionis y gene-
animal. Pero la gran novedad del tratado ra laesionis, los modos específicos y ge-
De sedibus et causis morborum, aquello néricos de la lesión que correspondan a
que le constituye en cima de la anatomía las species morbi y genera morbi observa-
patológica prebichatiana y hace de él dos y diagnosticados -sólo clínica y sin-
uno de los grandes hitos de la literatura tomáticamente, desde luego- en vida del
médica universal, es la novedad y el ri- enfermo. De donde su convicción de ser
gor con que intelectualmente sabe Mor- mucho más útil la disección de cadáve-
gagni utilizar su experiencia de disector. res pertenecientes a enfermedades co-
La conceptuación diagnóstica de Mor- munes y frecuentes, que la complacencia
gagni sigue siendo puramente clínica; en el examen de los "casos raros" (7). Lo
muy claramente lo demuestran los epí- que más se repite, es lo más importante.
58 El diagnóstico médico

Hácese así patente una resuelta volun- 11. PROTOHISTORIA DEL METODO
tad de orientar etiológicamente la inda- ANATOMOCLINICO
gación necróptica, y no sólo en el senti-
do de la causa continens de la enferme- Este brillante destino de la investiga-
dad letal. "Preceden a la enfermedad ción necróptica no sólo tenía como base
-escribe- sus causas evidentes, heredita- la obra ingente de Morgagni; también,
rias o adventicias, y otras enfermedades; aunque menos visiblemente, la serie de
y entre éstas serán especialmente aten- las novedades que constituyen la proto-
didas las más frecuentes y las más gra- historia del diagnóstico anatomoclínico:
ves. Acompañan a las enfermedades los tres hazañas que se producen a lo largo
síntomas. De cada uno de ellos se anota- del siglo XVIII, y cuyos respectivos prota-
rá la naturaleza, la sucesión, el orden y gonistas son Hermann Boerhaave, Ippo-
la duración; y así, pocas veces será difícil lito Francesco Albertini y Leopold Auen-
discernir las lesiones que causaron la en- brugger.
fermedad de las que fueron producidas
por ella" (8).
l. BOERHAAVE
En suma: el ideal de Morgagni consis-
te en agrupar historias clínicas semejan- En los últimos años de su fecunda
tes, tanto por el cuadro sintomático que vida publicó Boerhaave dos historias clí-
describen como por las lesiones anató- nicas verdaderamente extraordinarias:
micas que consignan, con el fin de preci- la del barón Juan de Wassenaer (1724) y
sar lo que de "específico" y "causal" la del marqués de Saint-Auban (1728).
haya en todas ellas. Lo específico de los Son muy semejantes entre sí; no sólo
hallazgos de autopsia sería lo propia- por el común resultado de las respecti-
mente causal de la enfermedad, según la vas necropsias, que esto no pasó de ser
regla de Glisson y en el sentido de la coincidencia curiosa, sino por la inten-
causa continente. Aspira Morgagni, pues, ción de su autor al publicarlas. Con las
a establecer una correlación unívoca en- dos quería mostrar Boerhaave, en efecto,
tre los dos modos cardinales de consi- que el médico más culto, experimentado
derar la species morbosa, el clínico- y concienzudo puede asistir a la muerte
sintomático y el anatomopatológico. Y de un enfermo tras una dolencia larga y
como la conceptuación, el diagnóstico y rica en síntomas, sin que hasta ese mo-
la denominación de cada caso siguen mento le haya sido posible establecer un
siendo primariamente clínicos, su mente diagnóstico mínimamente satisfactorio;
opera con arreglo al siguiente esquema: y que, en tales casos, sólo la autopsia
"A tal especie morbosa clínicamente es- del cadáver puede resolver satisfactoria-
tablecida (apoplexia, febris putrida, icte- mente su perplejidad. La profunda auto-
rus, etc.) debe corresponder tal especie exigencia intelectual y moral del gran
lesiona!". Es ésta, como veremos, la re- clínico de Leiden brilla como en ningu-
gla que programáticamente invertirá el na otra parte en el texto de esas dos his-
"giro copernicano" propuesto por Bichat torias clínicas (11).
(9). Tres problemas principales agobian a
La confianza de Morgagni en las posi- Boerhaave ante estos dos enfermos.
bilidades de la necropsia para edificar Uno, heredado de Sydenham: encontrar
una medicina verdaderamente científica la especie morbosa a que la afección
es muy firme: no hay enfermedades cuya puede ser referida. Otro, propuesto por
causa sea inaccesible a nuestros senti- la ya copiosa investigación anatomopa-
dos, afirma con decisión (10). Más que tológica: conocer de manera precisa la
de nadie podría ser suya la máxima que parte orgánica afectada. Otro, en fin, es-
por aquellos años fue colocada sobre un trictamente terapéutico, porque la igno-
muro de la sala de autopsias del Hospi- rancia en cuanto al diagnóstico le impi-
tal de San Carlos, de Madrid: Plus quam de todo tratamiento eficaz. Sólo una cosa
vita loquax mors taciturna docet. Pero el puede hacer, si no en favor del enfermo,
porvenir, el más inmediato porvenir, iba porque éste va muriendo sin remedio, sí,
a superar todas sus esperanzas. al menos, en beneficio de los enfermos
Historia 59

del futuro cuya dolencia se asemeje a la fermos lo que en los cadáveres había vis-
que con tanto dolor y tanta confusión to una vez, reiteradamente o con fre-
ahora contempla: disecar cuidadosamen- cuencia, y poseer signos diagnósticos
te el cadáver de aquél tan pronto como bien estudiados y comprobados, aptos
el éxito letal se produzca. Así lo hace y, para discernir la lesión estructural
cosa notable, en los dos encuentra la al- (structurae vitium), ya cuando radica en
teración anatómica que nosotros llama- el tronco de la vena cava, ya en las aurí-
mos "tumor del mediastino". culas o en los ventrículos, ya en la arte-
Salta a la vista la novedad de la situa- ria o en la vena pulmonar, ya en la aorta,
ción que se ha producido. Ahora el mé- ya en todo el corazón o en el pericar-
dico no practica la necropsia para expli- dio". La intención del diagnóstico anato-
car post-mortem un diagnóstico estable- moclínico no puede estar más claramen-
cido en vida, ni -como luego hará Mor- te expresada.
gagni- para poner en correspondencia Para llevar a término su empeño, Al-
mutua una species morbi clínica y una bertini realizó metódicamente dos series
species laesionis anatomopatológica; aho- de observaciones, constituida una por las
ra lo que hace es diagnosticar post- historias clínicas de los pacientes en que
mortem y con el nombre de una lesión cupiese sospechar enfermedad cardiaca,
un modo de enfermar cuyo diagnóstico e integrada la otra por un cuidadoso
no pudo hacerse durante la vida del protocolo de autopsia de los cadáveres
paciente. No parece inadecuado decir, correspondientes a cada uno de ellos.
por consiguiente, que en la mente del Estas necropsias le permitieron clasifi-
clínico estaba operando una primacía de car las alteraciones anatomopatológicas
la lesión anatómica per modum absen- del corazón según dos formas o genera
tiae; ausencia que sólo la necropsia, y cardinales: la aneurismática o arterial
con ésta la visión real y presente de (vitia organica aneurysmatici generis, dila-
una lesión concreta, podría convertir tación morbosa de las cavidades izquier-
en diagnóstico anatomoclínico retros- das) y la varicosa o venosa (vitia organi-
pectivo. ca varicosi generis, dilatación anormal de
las cavidades derechas). Cada una de
2. LANCISI Y ALBERTINI
ellas se diversificaría en tres especies:
sin "pólipos", con "pólipos verdaderos" y
Los primeros en intentar seria y metó- con "pólipos falsos" (13). Tras lo cual,
dicamente el diagnóstico anatomoclíni- apelando al resultado de las varias y cui-
co durante la vida del enfermo, y por dadosas exploraciones que las historias
tanto per modum praesentiae, esto es, clínicas contenían -palpación precordial,
nombrando y entendiendo la enferme- examen del pulso carotídeo y del pulso
dad "desde" una lesión clínicamente de- radial, inspección de las venas yugulares,
tectada, fueron Giovanni Maria Lancisi e respiración, posición del enfermo duran-
Ippolito Francesco Albertini, éste sobre te el sueño, etc.- procuró establecer con
todo. Veamos cómo. la mayor precisión posible el cuadro sin-
Quiso el médico boloñés I. Fr. Alberti- tomático y semiótico de cada una de las
ni profundizar todo cuanto le fuera posi- afecciones cardiacas antes mencionadas,
ble en el conocimiento y el diagnóstico y pudo más tarde diagnosticarlas intra
de las enfermedades del corazón. ¿cómo vitam. Conocida así "la especie de la le-
salir de una rutina clínica que no pasaba sión" (cognita specie laesionis), y por tan-
de atribuir origen cardiaco a la palpita- to su naturaleza (expresa laesionis organi-
tio, el syncope y el asthma? Su respuesta cae natura), podrían cobrar verdadero
fue el opúsculo Animadversiones super fundamento la terapéutica y el pronós-
quibusdam difficilis respirationis a laesa tico.
cordis et praecordiorum structura penden- Obsérvese cómo la conceptuación y la
tibus, publicado en 1748, diez años des- denominación de la especie morbosa
pués de la muerte del autor (12). -por ejemplo: aneurysma sinistri ventri-
He aquí la letra de su programa: "lo- culi cum polypo vero- son ya rigurosa-
grar conocer durante la vida de los en- mente anatomopatológicas. Albertini y
60 El diagnóstico médico

Lancisi entienden el proceso morboso y equivocarse; esto es, "como si" estuviese
el cuadro sintomático "desde" una lesión viendo con sus propios ojos ese oculto
orgánica clínicamente diagnosticada; con derrame pleural. El diagnóstico anato-
lo cual la lesión, que ahora está ope- moclínico ha iniciado su gloriosa histo-
rando per modum praesentiae en la men- ria.
te del médico, adquiere una jerarquía
nosológica resueltamente superior a la
del síntoma. En suma: en el campo de la 111. CONSTITUCION DEL METODO
enfermedad cardiaca, Albertini y Lancisi ANATOMOCLINICO
hacen de la lesión anatómica el funda-
mento de la especie morbosa, y a la le- Parcial y balbuciente acabo de llamar
sión refieren la constelación de los sínto- a la obra nosográfica y diagnóstica de Al-
mas y signos que "específicamente" pa- bertini y Lancisi; por eso la he incluido
recen corresponderle. La lesión anató- en la protohistoria del diagnóstico ana-
mica empieza así a convertirse en funda- tomoclínico. El programa de éste no
mento de la clínica y la patología, y quedará formalmente proclamado, en
-aunque sólo parcial y balbucientemen- efecto, hasta que -recogiendo sin nom-
te- el diagnóstico se hace anatomoclí- brarla toda esa prometedora protohisto-
nico. ria, y con ella el gran legado de Morgag-
ni- escriba M. F. Xavier Bichat el prólogo
a su Anatomie générale (1801) y lleve a
3. AUENBRUGGER
cabo R. Teófilo Jacinto Laennec sus fun-
Los signos clínicos sobre que Albertini damentales, decisivas investigaciones so-
y Lancisi basaban sus diagnósticos car- bre la auscultación mediata (De l'auscul-
diopatológicos -por ejemplo: la relación tation médiate ou Traité du diagnostic des
entre el latido radial y el carotídeo, el es- maladies des poumons et du coeur, 1819).
tado de las venas yugulares- son todavía
espontáneos y naturales. Pocos decenios
más tarde, con su invención de la percu- l. BICHAT
sión torácica como recurso diagnóstico Propuso Laplace a Napoleón que los
(Inventum novum percussione thoracis médicos pudiesen formar parte de la
humani ut signo abstrusos interni pectoris Académie des Sciences; y como algunos
morbos detegendi, 1761), el vienés Joseph miembros de ésta protestasen contra tal
Leopold Auenbrugger introdujo por vez proposición, alegando que la medicina,
primera en la clínica un signo explorato- incapaz para conocer con certidumbre y
rio provocado y artificial. Como es bien exactitud la realidad que le atañe, no era
sabido, Auenbrugger distinguió en el so- "verdadera ciencia", contestó el gran as-
nido torácico cuatro alteraciones prin- trónomo: C'est afin qu'ils se trouvent avec
cipales (alto, profundo, claro, oscuro), des savants (14). Como adelantándose
aparte su abolición total, y supo compro- este pequeño, pero significativo suceso,
bar necróptica y experimentalmente sus había escrito Bichat en la "Introduction"
hallazgos acústicos. Todos saben también a su Anatomie générale: "Estamos, a mi
que el Inventum novum de Auenbrugger, parecer, en una época en que la anato-
casi enteramente olvidado, pese a la fa- mía patológica debe tomar nuevo auge...
vorable acogida inmediata de algunos, La medicina ha sido rechazada durante
durante el último decenio del siglo XVIII, muchos años del seno de las ciencias
logró la universal difusión que merecía exactas. Tendrá derecho, no obstante, a
gracias a la edición francesa y a los co- asociarse a ellas, por lo menos en lo to-
mentarios que de ese librito hizo J. N. cante al diagnóstico de las enfermeda-
Corvisart, en el París de 1808; esto es, des, cuando a la rigurosa observación
cuando ya la gran proclama del método (del enfermo) se haya unido el examen
anatomoclínico había sido lanzada. Con de las alteraciones que presentan sus ór-
Auenbrugger y desde él, un médico pue- ganos... ¿Qué es, en efecto, la observa-
de decir "En el tórax de este enfermo ción clínica, si se ignora dónde asienta el
hay un derrame pleural", seguro de no mal?" Basándose en su concepto de "teji-
Historia 61

do", Bichat piensa que debe avanzarse 2. CORVISART Y BAYLE


hacia la conquista de esa ambiciosa
meta construyendo una nosografía y una Si Bichat es el creador de la consigna
nosotaxia ordenadas con arreglo a la si- general del método y el diagnóstico ana-
guiente pauta: a) Caracterización de las tomoclínicos, Jean Nicolas Corvisart es
enfermedades de los distintos órganos. el autor del plan estratégico para cum-
b) Dentro de cada una de ellas, conside- plirla: componer, dice textualmente
ración de las que afecten a todos sus teji- "una obra análoga a la de Morgagni,
dos; "lo cual -piensa- es muy raro". e) pero de sentido inverso, que tendría
Distinción de las enfermedades propias como título De sedibus et causis morbo-
de cada uno de los tejidos de cada órga- rum per signa diagnostica investigatis et
no: "en la cabeza, por ejemplo, los carac- per anatomen confirmatis. Mas para tal
teres propios de las superficies serosas obra -concluye- haría falta, por lo me-
cuando la enfermedad se localiza en la nos, otro Morgagni" (16). El no llegó a
aracnoides, los propios de las mucosas serlo, desde luego; pero contribuyó efi-
en las afecciones de la pituitaria, etc.". cazmente al buen éxito de la gran em-
Tal sería "el método más natural". presa con la práctica de la auscultación
Dejemos intacto el problema histórico "poniendo la oreja muy cerca del pe-
de la relación entre el pensamiento no- cho", con la generosa difusión del Inven-
sográfico de Bichat y el de Bordeu, Bar- tum novum de Auenbrugger y los valio-
thez y Pinel. Limitémonos a observar su sos comentarios con que lo enriqueció y,
decisiva novedad respecto al de Morgag- por supuesto, con su personal contribu-
ni. Postula Bichat, en efecto, la visión del ción al progreso de la cardiopatología
desorden morfológico como el verdade- clínica.
ro fundamento real y científico de todas Paso importante en la historia del
las disciplinas patológicas: la semiología, diagnóstico anatomoclínico fueron tam-
la nosografía y la misma nosología. El bién, muy poco después, las Recherches
parcial y balbuciente empeño de Lancisi sur la phthisie pulmonaire (París, 1810)
y Albertini respecto de las enfermedades del fino y malogrado Gaspard Laurent
del corazón y de los grandes vasos se ha Bayle. Basta recordar las tres metas que
convertido ahora en deliberada consigna en relación con la tisis pulmonar él se
para el conocimiento y la ordenación de propuso: a) Distinguir en el cadáver las
toda posible enfermedad. Hasta Bichat, especies anatomopatológicas correspon-
la jerarquía de la lesión se hallaba su- dientes al género "tisis pulmonar". b)
bordinada, en el proceder del clínico, a Describir el estado del pulmón en los di-
la jerarquía del síntoma: laesio ancilla versos períodos evolutivos de cada una
symptomatum; para Bichat, en cambio, la de esas formas de la tisis. e) Determinar
realidad y la ordenación nosográfica de los síntomas clínicos necesarios y sufi-
los síntomas son consecutivas a la lesión cientes para el diagnóstico de cada espe-
anatómica de que los síntomas depen- cie en cada uno de sus períodos evoluti-
den: symptomata serva laesionis, La le- vos. Llama Bayle especie morbosa "al
sión es ahora el centro del sistema solar conjunto de los síntomas y los caracteres
de la enfermedad, y en torno a ella se or- comunes a diversas enfermedades indi-
denan los síntomas. Es lo que he pro- viduales, cuando en ellas se ha despre-
puesto llamar "giro copernicano de la le- ciado todo lo que no era común a estas
sión anatomopatológica" (15). enfermedades ordenadas en un solo gru-
Ya la medicina puede ser verdadera po" (17). La mentalidad sydenhamiana
ciencia; ya el diagnóstico anatomoclínico de la definición no puede ser más evi-
puede comenzar el período estelar de su dente; pero la referencia nosológica de
historia. Con esta convicción llevan a la la especie a su fundamento lesiona! hace
clínica el pensamiento de Bichat -en lo ver que en el pensamiento nosográfico
esencial, al menos- los clínicos más pró: de Bayle está operando el "giro coperni-
ximos a él: Corvisart, Bayle y Laennec. cano" postulado por Bichat; y también,
La semilla del último curso de Bichat por consiguiente, en su idea del diagnós-
había caído en óptimo terreno. tico.
62 El diagnóstico médico

3. LAENNEC te de las certidumbres clínicas del mé-


La constitución formal del método y dico.
el diagnóstico anatomoclínico no había
de llegar, sin embargo, hasta 1819, fecha h. El "signo físico"
en la cual R. T. J. Laennec publicó su El establecimiento firme y riguroso
Traité de l'auscultation médiate. En julio del concepto del "signo físico". Con ello
de ese mismo año escribía a un amigo: Laennec está seguro de recoger la mejor
"Volviendo el año pasado a París para tradición de la semiología médica: "En
acabar mi libro -volvía desde su nativa todo tiempo, los médicos han advertido
Bretaña, donde intentó curar la tubercu- la insuficiencia de los signos equívocos
losis pulmonar que en 1826 había de ma- sacados del estado general del enfermo
tarle-, sabía que con ello arriesgaba mi y del trastorno de las funciones para ha-
vida; pero la obra que voy a publicar cer conocer las enfermedades internas, y
será tarde o temprano, espero, bastante han tratado de añadir a ellos signos físi-
útil para valer más que la vida de un cos que cayesen inmediatamente bajo
hombre". Tenía razón: hoy sabemos muy los sentidos" (Introduction). Signo físico
bien que ese tratado ha sido uno de los es, pues, para Laennec, cualquier dato
libros de mayor influencia en la historia de observación sensorial que permita al
de la Medicina. Ha pasado siglo y medio clínico obtener, con bien fundada pre-
desde que empezó a ser universal esa in- tensión de certidumbre, una imagen par-
fluencia, y todavía es el estetoscopio el cial del estado anatómico en que se en-
aparato que simboliza la profesión médi- cuentra el cuerpo del enfermo en el mo-
ca de quien lo exhibe. mento de la exploración. El signo físico
No debo repetir aquí lo que todos los informa al médico acerca de la lesión
médicos conocen: cómo Laennec inven- anatómica de una parte -interna o exter-
tó el estetoscopio y cómo con él -y con na- del organismo del paciente, y de ahí
su buen oído musical- logró construir su importancia diagnóstica y nosológica,
una tabla de los sonidos auscultatorios porque la lesión es "lo menos variable y
del tórax que apenas difiere de la actual lo más positivo de la enfermedad" (Trai-
(18). Sin perjuicio de volver sobre el té, II). El signo físico, en suma, hace
tema, me limitaré ahora a exponer las "ver" la lesión interna, y así lo comprue-
tres ideas que hacen de Laennec el hom- ba el médico cuando con la autopsia "se
bre más importante entre los que lleva- convence por los ojos de la certidumbre
ron a la clínica la gran consigna de Bi- de los signos que le dio el oído" (Traité,
chat: I, IV, IV,§ I).

a. Externalización de la medicina c. El signo y el síntoma


interna La contraposición entre el síntoma y
El propósito de "quirurgizar" la pato- el signo físico, y la necesidad de optar
logía interna. "He intentado -escribe en resueltamente en favor de éste, si en ver-
una ocasión, y repite el pensamiento en dad se quiere hacer una medicina cientí-
otros lugares de su obra- poner a las le- fica. El síntoma -"perturbación de las
siones orgánicas internas, desde el pun- funciones biológicas": la fiebre, la tos, el
to de vista del diagnóstico, en la misma vómito, la disnea- no pasa de ser, acaba-
línea que las enfermedades quirúrgicas; mos de oírlo, un "signo equívoco", un
y me atrevo a creer... que he conseguido dato demasiado general y demasiado va-
mi propósito en un número bastante riable; el signo físico, en cambio, es un
grande de casos" (Préface). La distinción dato constante, seguro y unívoco en
entre una "patología interna" y una "pa- cuanto a lo que en él se significa. Para
tología externa", tradicional hasta hace Laennec, "la única base de los conoci-
poco en la medicina francesa, queda así mientos positivos en medicina". Como
programáticamente abolida, a la vez que otros grandes franceses de su genera-
se afirma la soberana primacía de la vi- ción, este gran clínico fue un positivista
sión real, directa o indirecta, como fuen- avant la lettre.
Historia 63

4. DIFUSION DEL METODO es un signo físico? Desde el punto de vis-


ANATOMOCLINICO ta formal, sabemos lo que es; recuérdese
Programáticamente postulado por Bi- la definición precedente. Pero desde el
chat, formal y definitivamente estableci- punto de vista de su contenido, las cosas
do por Laennec, el método anatomoclí- han cambiado mucho desde el tiempo
nico -y, como consecuencia, el modo del de Laennec. Combinando la exposición
diagnóstico que a él corresponde- se di- cronológica con la sistemática, he aquí
funde pronto por Europa y América, y se los diversos signos físicos que el médico
constituye en uno de los grandes pilares ha ido utilizando en sus diagnósticos:
del saber médico. Durante el siglo XIX,
R. Bright y W. Stokes en el Reino Unido, a. Percusión
J. Skoda en Austria, W. Erb en Alemania
y J. M. Charcot en Francia -heredero de Sonidos obtenidos artificialmente, me-
esta brillante tradición médica de su diante la percusión de la pared torácica.
propio país, a Charcot se debe la más Después de Auenbrugger y Corvisart, pa-
sistemática y precisa exposición del pen- sado el fugaz intento de sustituir el dedo
samiento anatomoclínico (19)- son las fi- por un instrumento -el "plexímetro" de
guras más descollantes en un empeño P. A. Piorry-, la percusión conocerá nove-
que tuvo y sigue teniendo cientos y cien- dades por obra de J. Skoda (timpanismo
tos de operarios. No debo seguir paso a skódico), L. Traube ("espacio semilunar"
paso el curso de su historia. Expondré de su nombre) y los virtuosos de la ex-
sucinta y sistemáticamente, eso sí, el ploración física de las cavernas pulmo-
"qué", el "cómo" y el "para qué" de tan nares (A. Wintrich, Ch. J. B. William, N.
fecunda actitud ante el diagnóstico de la Friedreich, C. Gerhardt, A. Biermer) y de
enfermedad. los derrames pleurales (G. Baccelli, P.
Grocco, K. A. Rauchfuss, L. Damoiseau).
Gracias a los trabajos de Skoda, el cono-
IV. EL QUE DEL DIAGNOSTICO cimiento del sonido percutorio dejará de
Primer problema: "qué" diagnostican, ser una constatación empírica y se con-
de de Laennec, los médicos que han se- vertirá en rigurosa explicación científica:
guido el camino por él abierto. el clínico no diagnostica sólo "matide-
"A través de signos físicos -en mi caso, ces" o "sonoridades"; diagnostica tam-
los que brindan la percusión y la auscul- bién el estado físico de la materia que
tación-, yo diagnostico lesiones orgáni- con esos sonidos ha respondido al cho-
cas", nos ha dicho Laennec. Pero la evo- que de la percusión (20).
lución ulterior del método obliga a com-
pletar el texto de ese autoanálisis. "El b. Auscultación
médico que con mentalidad anatomoclí-
nica, estu?ia a un enfermo -diremos hoy, Sonidos naturalmente producidos en
Y asi hubiera hablado, ya a comienzos de el organismo del enfermo y recogidos
nuestro siglo, un clínico consciente de su mediante el estetoscopio. Dije antes que
si_tuación histórica- diagnostica: inme- la tabla de los sonidos auscultatorios
diatamente, signos físicos; mediatamen- elaborada por Laennec casi agota los
te, las lesiones orgánicas de que esos sig-que a comienzos de nuestro siglo descri-
nos son expresión; más mediatamente bían los tratados de semiología; pero no
todavía, las consecuencias sintomáticas puede olvidarse que algo añadieron a
Y funcionales a que esa lesión haya dado ella W. Stokes, D. J. Corrigan (signos de
lugar en el enfermo". Examinemos los la insuficiencia aórtica), J. B. Bouillaud,
tres términos de esta segunda respuesta. L. Traube y P. C. Potain (ruido de galo-
pe), P. L. Duroziez (signos de la estrechez
mitral pura) y otros. Como en el caso de
l. HISTORIA DEL SIGNO FISICO
la percusión, Skoda convirtió en riguro-
El médico anatomoclínicamente orien- . sa explicación científica la denomina-
t o diagnostica en primer lugar signos ción puramente empírica de los sonidos
fisicos. Ahora bien: materialmente, ¿qué y ruidos auscultatorios.
64 El diagnóstico médico

c. El signo químico de la existencia de cristales de leucina y


tirosina en la orina del enfermo (Fr. Th.
Resultados de examinar física o quí- Frerichs, 1855; esos cristales, escribía
micamente la composición de ciertas ex- Frerichs, "no se han presentado hasta
creciones. La atención semiológica hacia ahora en ninguna otra enfermedad"
las secreciones ya había sido aconsejada [24]); la utilización del análisis químico
por los médicos hipocráticos, con objeto del jugo gástrico para el diagnóstico de
de conocer el estado del órgano de pro- la úlcera de estómago (O. von Leube,
cedencia; pero sólo en el siglo XIX llega- 1871) y la detección de "hemorragias
rá a ser científico, en el sentido moderno ocultas" en las heces (H. Weber, O. y R.
de la palabra, el estudio de ellas, y podrá Adler, E. Meyer) como signo revelador
surgir la consideración de alguna de sus de las ulceraciones gastroduodenales.
anomalías como signos físicos lanne-
quianos. Debemos a R. Bright el primer d. El síntoma como signo físico
gran paso en este sentido. Una empeña-
da y metódica investigación anatomoclí- Valoración como signo físico laenne-
nica le condujo a descubrir la existencia quiano de alguno de los llamados "sínto-
de una especie morbosa nueva, esencial- mas espontáneos". Nos es conocido el
mente caracterizada por la hidropesía, la · menosprecio que hacia ellos sintió Laen-
albuminuria y cierta alteración anato- nec. Para él, sólo mediante signos físicos
mopatológica del riñón; con lo cual el puede hacerse un diagnóstico seguro, y
hallazgo de albúmina en la orina -un sólo ellos permiten construir una medi-
dato de laboratorio, por tanto- vino a cina científica. Pero, ¿y si llegara a de-
constituirse en "signo físico" de la lesión mostrarse mediante la necropsia que en
renal. Acontecía esto poco antes de 1827 sí y por sí mismo cierto síntoma es ver-
(21). Algunos años después, prosiguien- dadero signo físico, expresión directa y
do en Francia la obra de Bright, expresa- unívoca de una lesión anatómica bien
rá muy diáfanamente Fr. O. Rayer el ri- determinada? Esto es lo que para la afa-
guroso parentesco semiológico entre esa sia motriz, "afemia" la llamaba él, hizo
obra y la de Laennec: "Los riñones, ocul- ver P. Broca, cuando en 1861 descubrió
tos en la profundidad del abdomen y una destrucción del pie de la tercera cir-
poco accesibles a las investigaciones di- cunvolución frontal izquierda en dos en-
rectas -escribe Rayer-, se comunican fermos -Tan y Lelong- que con total in-
con el exterior mediante la orina: ver tegridad del aparato fonador y muy sa-
este líquido equivale en cierto modo a tisfactoria conservación de las faculta-
verlos, así como equivale a conocer el des mentales, sufrían grave merma en su
pulmón oír los diferentes sonidos que capacidad para el lenguaje articulado
envía al exterior a través de la pared to- (25). La ulterior doctrina clásica de la
rácica, hasta el oído del médico" (22). La afasia (A. Trousseau, C. Wernicke, Ad.
concepción de la albuminuria como sig- Kussmaul, L. Lichtheim, H. C. Bastian, P.
no físico de lesión renal y las ideas de Marie) tiene como principio y funda-
Bright acerca de la enfermedad que to- mento esa primera concepción de un
davía lleva su nombre -mucho menos "síntoma espontáneo", la incapacidad
esquemáticas, en todo caso, que mi su- para hablar, como "signo físico" de una
maria exposición de ellas- serán larga- lesión destructiva en un bien determina-
mente discutidas a lo largo del siglo XIX do lugar del sistema nervioso central.
y durante el nuestro; pero lo que ahora No sólo la doctrina inicial de la afasia;
importa no es seguir las varias vicisitu- muy buena parte toda de la neurología
des de ese problema (23), sino advertir clásica fue edificada sobre la conversión
cómo el diagnóstico anatomoclínico iba de síntomas aparentemente espontáneos
rápidamente ampliando su campo. -en rigor, no hay síntomas "espontá-
Con mayor o menor vigencia actual, neos"; los que reciben este nombre son
igual significación tuvieron: la idea de reactivos a las condiciones ordinarias de
diagnosticar la atrofia amarilla aguda la vida del enfermo- en genuinos signos
del hígado mediante la comprobación físicos. Me limitaré a mencionar la suce-
Historia 65

siva elaboración de la patología de la h. Visión directa de la lesión


motilidad y la sensibilidad (M. H. Rom-
Visión directa de las lesiones ocultas:
berg, J. M. Charcot, W. Erb, C. Westphal,
el signo físico es ahora la imagen visual
W. W. Gull, J. H. Jackson, E. von Leyden),
de la lesión misma, y la conversión de la
la localización cerebral de la hemianop-
"medicina interna" en "medicina exter-
sia (H. Munk) y, más recientemente, la
na" es literalmente alcanzada. Este su-
patología del sistema extrapiramidal.
premo desideratum de la concepción
anatomoclínica de la medicina -tan tem-
e. El reflejo como signo físico prana y significativamente expresado
Provocación artificial de movimientos por el nombre que Laennec quiso dar al
reflejos y utilización de los resultados así aparato de su invención: «estetoscopio»-
obtenidos como signos físicos de lesio- ha sido alcanzado mediante la endosco-
nes del sistema nervioso. Bastará men- pia, la biopsia, el examen microscópico
cionar el reflejo patelar y el del tendón de la sangre, los rayos X y las interven-
de Aquiles (Erb y Westphal, 1875) y el ciones quirúrgicas exploratorias. Desde
"fenómeno de los dedos del pie" o signo el oftalmoscopio de Helmholtz (1851) y
de Babinski (J. Babinski, 1896). el laringoscopio de M. García (1855) has-
ta las actuales gastroscopias, pasando
por el cistoscopio de M. Nitze (1879) y
f. La especie morbosa los broncoscopios de A. Kirstein y G. Ki-
anatomopatológica llian (1859 y 1898), el desarrollo de las
Conceptuación de todo un cuadro sin- técnicas endoscopias ha sido tan rápido
tomático, y por tanto de una especie como fecundo. Más aún cabe decir esto,
morbosa clínicamente establecida, como tras el descubrimiento de los rayos X
"signo físico múltiple", si vale decirlo así, (W. Rontgen, 1895), de la exploración ra-
de una lesión anatómica bien determina- dioscópica y radiográfica del organismo
da. No otra cosa pretendieron P. Ch. enfermo: lesiones óseas, odontología
Louis con la tisis, definitivamente conce- (desde W. J. Morton, 1896), tubo digesti-
bida por él como tuberculosis pulmonar vo (desde H. Rieder, 1905), cavidad torá-
(1825), P. F. Bretonneau con la fiebre ti- cica, pielografía ureteral (desde W. F.
foidea, ahora anatomoclínicamente en- Braasch, 1910), vesícula biliar (desde L.
tendida como "dotienentería" o "fo- G. Cole, 1914) y todo lo que después ha
runculosis entérica" (desde 1818-1819), J. venido. Las laparotomías exploratorias,
Cruveilhier con el cuadro clínico que él en fin, han realizado en forma paradig-
acertó a referir a la "úlcera gástrica" (ul- mática la quirurgización diagnóstica de
cere simple chronique de l'estomac, 1825) la medicina interna.
y J. M. Charcot con las varias enfermeda-
des sistemáticas del sistema nervioso, la
esclerosis lateral amiotrófica, por ejem- 2. EL QUE DEL DIAGNOSTICO: LA LESION
plo, que tan magistralmente enseñó a La cosecha de signos físicos obtenida
deslindar. por la medicina anatomoclínica del in-
mediato ayer ha sido realmente esplén-
g. El signo eléctrico dida; sin ella no sería el diagnóstico ac-
tual mucho de lo que es. Mas ya sabe-
Localización de lesiones anatómico- mos que el signo sólo tiene valor cuando
funcionales mediante la estimulación mediante él, indirectamente unas veces,
eléctrica (electrizaciones localizadas de directamente otras, logra el médico co-
Duchenne de Boulogne, 1855; reacción nocer de manera cierta y precisa -"ver"-
de degeneración, Erb, 1868) o el estudio la existencia de una lesión orgánica; o
gráfico de los fenómenos eléctricos inhe- bien, en términos históricos: cuando se
rentes a ciertos procesos fisiológicos. hace plena realidad lo que con esas dos
(electrocardiograma, W. Einthoven, 1903). palabras quiso decir Laennec.
Así la electrofisiología comenzó a ser Lesiones orgánicas in praesentia ha-
cantera del electrodiagnóstico. cían y hacen conocer los signos físicos
66 El diagnóstico médico

que ofrece la auscultación: un estertor describirán docenas y docenas de clíni-


crepitante revela la existencia de tales cos. Ordenados por sistemas y aparatos,
y tales alteraciones anatomopatológicas mencionaré algunos ejemplos bien de-
alveolares en tal zona del pulmón; la mostrativos. Aparato digestivo: úlcera
percepción de la serie de ruidos cardia- gástrica (Cruveilhier, 1830), apendicitis
cos que imita la palabra fu-ta-ta-rru per- (R. H. Fitz, 1886), cirrosis biliar (V. Ch.
mite asegurar con certidumbre la reali- Hanot, 1875), colangitis (B. Naunyn,
dad de la lesión anatómica que denomi- 1895). Aparato circulatorio: aparte las le-
namos "estenosis mitral pura". En estos siones valvulares "clásicas" (Laennec,
casos y tantos más, semejantes a ellos, el Corrigan, Potain, Duroziez), la estenosis
médico puede decir, sin temor a equivo- pulmonar congénita (F. L. A. Fallot,
carse: "Si en este momento yo abriera el 1898), y la teleangiectasia hemorrágica
tórax de estos enfermos, vería en su inte- múltiple (H. J. L. Rendu, 1888, y W. Os-
rior las lesiones que mis libros me han ler, 1901). Sistema nervioso: tabes dorsal
enseñado a atribuir a la neumonía lobar (Romberg, Remak, Gull, Duchenne de
y a la estrechez mitral; visión que con Boulogne y Westphal, 1840-1860), para-
ayuda del microscopio llegaría hasta las plejía cerebral espástica (W. J. Little,
alteraciones hísticas y celulares dibuja- 1861), siringomielia (A. M. Morvan,
das en las láminas de los tratados de his- 1883), esclerosis múltiple y esclerosis la-
topatología". Con esta básica y firme cer- teral amiotrófica (Charcot, 1874-1875),
tidumbre, el clínico expresaba su juicio epilepsia jacksoniana (L. F. Brawais y
diagnóstico diciendo: "Este enfermo pa- J. H. Jackson, 1875), los síndromes bul-
dece una neumonía de la base pulmonar bares y protuberanciales, las diversas
derecha", "En el corazón de este otro en- afasias, agnosias y apraxias. Riñón: tras
fermo hay una estenosis mitral", etc. la inicial obra de Bright, la clásica dis-
Observemos la estructura de su proce- tinción entre nefritis, nefrosis y esclero-
der. Por un lado, ha reunido unas cuan- sis (Fr. Volhard y T. Fahr, 1911). La enu-
tas visiones escandidas de la lesión meración podría prolongarse casi indefi-
-cada exploración le da una imagen oca- nidamente, porque nombre anatomoclí-
sional de ésta, la correspondiente al mo- nico lleva la inmensa mayoría de las
mento de hacerla- en la visión unitaria entidades nosográficas de que hablan los
que su juicio diagnóstico nombra. Su actuales tratados de patología especial.
dictamen, por tanto, fija y solidifica en Ahora bien: en sí misma considerada,
una sola "imagen" lo que en la existencia independientemente, por tanto, de lo
real del organismo en un "proceso", aun- que ocurriera en el órgano antes de que
que en determinados casos -el de una ella se constituyese, la lesión anatómica
estenosis mitral ya constituida, por tiene una historia, como la especie mor-
ejemplo- sea ya poco perceptible el bosa y el caso individual tiene una pato-
cambio anatómico. No parece inadecua- cronia. Bien tempranamente enseñó a
do comparar con un museo de figuras de pensarlo así, desde el punto de vista de
cera el resultado de los primitivos diag- la anatomía patológica pura, el insigne
nósticos anatomoclínicos. Por otro lado, Karl von Rokitansky. Recibía de la sala
designa y concibe con el nombre de una hospitalaria el cadáver y la historia del
lesión anatómica la especie morbosa a enfermo, practicaba la autopsia -cuenta
que pertenece el caso diagnosticado. Lo C. R. S. Wunderlich en su libro Wien und
que tan parcial y deficientemente vimos Paris-, y a la vista de sus hallazgos se
iniciarse en Albertini y Lancisi, alcanza preguntaba: "¿cómo han podido formar-
arrolladora realidad a lo largo del siglo se estas lesiones anatómicas?" Lo cual
XIX. Nombres anatomopatológicos tie- llevaba tácitamente consigo, añado yo,
nen las especies morbosas que Laennec esta otra interrogación: "Si el enfermo
aísla y deiicribe (dilatación bronquial, hubiese seguido viviendo, cómo se hu-
edema de pulmón, apoplejía pulmonar, biesen modificado las lesiones anatómi-
tisis tuberculosa, cirrosis hepática...) y cas que ahora veo?". Directa o indirecta-
las que a raíz de su obra, y más o menos mente influidos por esa actitud, los mé-
visiblemente apoyados en ella, aislarán y dicos secuaces de la mentalidad anato-
Historia 67
moclínica tendrán en cuenta en sus diag- mentales, relativo uno a la mutua cone-
nósticos el estado temporal de la lesión xión entre los síntomas y tocante el otro
a que los signos físicos le remiten; y no a la índole de éstos.
sólo las dolencias agudas, aquellas en Consciente o inconscientemente movi-
que la lesión se constituye y mata o de- do por los presupuestos gnoseológicos
saparece en poco tiempo -ejemplo típi- de su fisiología y su patología, el médico
co y antiguo: la crepitatio índux y la cre- anatomoclínicamente orientado trata de
pitatio redux en el curso de la neumonía entender la conexión entre los síntomas
lobar-, también en las crónicas, cuando según el esquema "centro-vías de asocia-
el clínico ha sido concienwdo. Puramente ción": actuando como centro de estímu-
anatomoclínicas son, en efecto, algunas los -o no actuando en absoluto, cuando
de las pautas para ordenar cronopatoló- su carácter es destructivo-, la lesión ana-
gicamente el curso de la tuberculosis tómica altera la función del órgano a
pulmonar: el puramente tópico o espa- que afecta y la de los órganos o las for-
cial de Turban y Gerhardt y el ya resuel- maciones anatómicas con que mediante
tamente procesal de Bard y Piéry. vías nerviosas o humorales está en rela-
ción. En modo alguno resulta un azar
3. EL QUE DEL DIAGNOSTICO:
que sean las enfermedades del sistema
LA EXPLICACION DEL SINTOMA nervioso aquellas en que más precisión
y finura hayan alcanzado los diagnósti-
Al "qué" del diagnóstico anatomoclíni- cos anatomoclínicos, ni que la neurolo-
co pertenece también la explicación gía clásica se halle básicamente construi-
-cierta explicación- de los síntomas ob- da sobre ese esquema interpretativo. El
servables en el caso diagnosticado. En el centro, la vía y el reflejo, concebido éste
prefacio a la primera edición de su Trai- como un arco estímulo-respuesta neta-
té de !'auscultación médiate advierte mente "localizado", por tanto "individua-
Laennec a sus lectores que en sus des- lizado", en la textura del sistema anató-
cripciones clínicas no ha querido exten- mico-funcional a que pertenece, consti-
derse gran cosa acerca de los "fenóme- tuyen, en efecto, el entramado concep-
nos generales, comunes y, por consi- tual de dicha neurología; y, mutatis mu-
guiente inciertos, de las enfermedades". tandis, de la entera interpretación anato-
Hubo en él y habrá luego en muchos clí- moclínica del cuadro sintomático.
nicos un claro menosprecio intelectual Por otra parte, la alteración funcional
del síntoma; recuérdese lo dicho. Pero es concebida con un criterio puramente
los síntomas están ahí, ante los ojos del cuantitativo. No otra cosa viene a ser el
médico, y piden de él explicación satis- esquema "a" (abolición de la función lo-
factoria. calizada: a-fasia) - "hipo" (disminución
No pudo Laennec ser ajeno a tal exi- patológica de la actividad funcional: hi-
gencia, no obstante esa postura suya po-tonía) - "hiper" (exaltación patológi-
frente al síntoma espontáneo. Cuando la ca de esta actividad: hiper-reflexia) -
perturbación es funcional -escribe una "dis" (alteración no cómodamente refe-
vez-, depende de la alteración anatómi- rible a las tres anteriores: dis-fagia). No
ca de los órganos; por lo cual el médico se objete que las alteraciones nombra-
"establecerá un lazo entre una y otra, de das con el prefijo "dis" no son cuantitati-
modo que aquélla esté en relación de in- vas, sino cualitativas, porque la intelec-
tensidad con ésta". El oportuno estable- ción científica de la estructura de un
cimiento de ese lazo -para el cual, como trastorno "dis" -dismetría, disfagia, dis-
es obvio, será decisivo el saber anatómi- quinesia, distermia- acaba reduciéndolo
co y fisiológico del clínico- constituye el a un conjunto mal ordenado de elemen-
tercer momento de la actividad diagnós- tos "a", "hipo" e "hiper".
tica anatomoclínicamente orientada. Los creadores de modos de entender
¿cómo cumplen este precepto quienes el diagnóstico ulteriores al anatomoclí-
así entienden y practican sus diagnósti- nico, habrán de preguntarse si este do-
cos? Lo hacen guiados por una pauta en ble esquema interpretativo es el verda-
cuya estructura se integran dos hábitos deramente adecuado para dar razón clí-
68 El diagnóstico médico

nica y científica de la realidad que se esquizofrenia y en la psicosis maniaco-


diagnostica. depresiva; el caso de tantas de las llama-
das "enfermedades funcionales". Para
diagnosticar al enfermo según sus pro-
V. EL COMO DEL DIAGNOSTICO pias pautas, ¿qué podría hacer, qué ha
hecho en estas situaciones el médico
El signo físico, la lesión anatómica y la anatomoclínicamente orientado? Uno de
conexión entre los síntomas integran el estos dos caminos ha seguido:
"qué" del diagnóstico anatomoclínico;
veamos ahora su "cómo". ¿cómo el mé-
dico así formado diagnosticaba a sus en- a. Enfermedades «sine laesione»
fermos? La respuesta exige distinguir y El clínico piensa: "la lesión que yo no
examinar por separado dos situaciones encuentro, el investigador de mañana la
diferentes: la del que trata de inventar o encontrará; y mientras tanto, considera-
descubrir un signo físico nuevo y la del ré como puramente sydenhamiana la es-
que, menos ambicioso, se limita a utili- pecie morbosa que ahora contemplo".
zar los que ya se conocen para diagnosti- Pensar así o, más frecuentemente, proce-
car las enfermedades de sus pacientes. der como si así se pensara. En el caso de
la diabetes sacarina -y en otros-, el por-
l. HALLAZGO DE SIGNOS NUEVOS venir ha dado la razón a los que así se
condujeron con anterioridad al decisivo
El descubrimiento de un signo físico experimento de van Mehring y Min-
nuevo lleva consigo la práctica de dos kowski.
pesquisas paralelas, una en la sala hospi-
talaria y otra en la sala de autopsias.
Debe conducir la primera a la obtención h. La lesión fugaz
de una serie de historias clínicas en las El clínico supone que el "síntoma fun-
que del modo más claro posible haya cional" -una parálisis histérica, por
sido observado el signo físico en cues- ejemplo- es producido por una altera-
tión: estertor crepitante, albúmina en la ción anatómica que desaparece con rapi-
orina o afasia motriz. De esta serie debe dez y sin dejar huella. Ante las varias ma-
ser complemento otra, compuesta por nifestaciones sintomáticas de la histeria,
los protocolos de autopsia correspon- así intentó conciliar Charcot su gran ex-
dientes a dichos enfermos. Cuando la periencia clínica y su profunda y metódi-
comparación entre una y otra conduzca ca fidelidad a la mentalidad anatomoclí-
sin ambages ni vacilaciones al aserto "a nica. "Je ne suis qu'un visuel''. solía decir
tal signo, tal lesión; a tal lesión, tal sig- a sus discípulos. Uno de éstos, Sollier,
no", éste podrá quedar definitivamente interpretará los desórdenes histéricos
incorporado a la práctica diagnóstica ge- como la consecuencia de un "sueño loca-
neral. lizado de la corteza cerebral" (26).
La aporía del investigador anatomoclí-
nico surge cuando la más cuidadosa ex-
ploración necróptica de una especie 2. UTILIZACION DE LOS SIGNOS
CONOCIDOS
morbosa sydenhamiana no permite des-
cubrir alteraciones anatómicas que pue- Bien distinta es la situación del médi-
den ser juzgadas como "específicas" o, lo co cuando en sus diagnósticos no se pro-
que es más grave, no revela lesión anató- pone descubrir nuevos signos físicos,
mica alguna: Charcot, ante los cuadros sino utilizar correctamente el elenco de
histéricos que él reunió en una entidad los ya conocidos. Con la memoria de los
clínica more sydenhamiano; la investiga- que en el caso de que se trate sean pro-
ción anatomopatológica de la diabetes bables -sonidos auscultatorios ante una
sacarina anterior al descubrimiento de afección cardiopulmonar, reflejos pato-
van Mehring y Minkowski y al consecuti- lógicos y desórdenes de la sensibilidad
vo examen microscópico del páncreas; la ante un proceso neuropatológico, etc.-,
búsqueda de "lesiones específicas" en la signos físicos ya descritos busca enton-
Historia 69

ces el clínico, y sobre ellos, cuando los quiste hidatídico del hígado, o una ne-
encuentra, establece su diagnóstico. Va- frosis del riñón izquierdo". La seguridad
rios hábitos peculiares pueden ser dis- intuitiva o cuasi-intuitiva del diagnóstico
cernidos en su proceder, si éste es más anatomoclínico, gran conquista de la
doctrinario que ecléctico: medicina científica, ha quedado negati-
vamente matizada por la tácita, pero tan-
tas veces eficaz inducción a ese reduc-
a. Descuido de la anamnesis
cionismo. "El diagnóstico no debe ser
Tendencia más o menos acusada a la otra cosa que el conocimiento individual
supresión de la anamnesis, o por lo me- de una especie morbosa puramente sin-
nos a su reducción a lo que para orien- tomática", afirmó Sydenham, frente a los
tar la exploración anatomoclínica parez- ya prometedores hallazgos de la investi-
ca indispensable. De ahí la drástica sen- gación anatomopatológica. "El diagnósti-
tencia de von Leube, a fines del siglo co no es más que la revelación de la le-
XIX: "El tiempo empleado para hacer un sión anatómica oculta en el cuerpo del
buen interrogatorio, es tiempo perdido enfermo", dicen ahora los doctrinarios
para hacer un buen diagnóstico". Sólo del método anatomoclínico. Como vere-
apoyado en signos físicos bien observa- mos, la práctica del reduccionismo no
dos podría ser "bueno" un diagnóstico. ha acabado aquí, en la historia de la clí-
nica moderna.
h. Visión antes que inducción
d. El signo físico como dato
Tendencia -más o menos acusada,
también- a sustituir la inducción lógica experimental
que exige el diagnóstico diferencial por Otra novedad, ahora positiva, trajo
la intuición directa o indirecta de la le- consigo el diagnóstico anatomoclínico:
sión causante de la enfermedad. Desde el enriquecimiento del saber semiológi-
las homoiotétes hipocráticas, la conclusión co con datos procedentes de una inter-
diagnóstica venía siendo el término de vención artificial del médico en el orga-
una inducción, más o menos consciente nismo del enfermo. Hay signos físicos,
y más o menos metódica, según los es- en efecto, cuya obtención no es sólo el
quemas lógicos del modus tollendo po- resultado de percibir con recursos nue-
nens, supresión mental de lo que impide vos lo que está aconteciendo en el cuer-
llegar a una hipótesis más próxima a la po explorado -tal es el caso en la auscul-
verdad. El diagnosticador anatomoclíni- tación o en la detección de la albuminu-
co, en cambio, tiende a buscar un signo ria-, sino la consecuencia de observar lo
físico que sin necesidad de ese proceso que en él sucede, cuando artificialmente
mental inductivo, con sólo la rotunda e se le ha puesto en una situación no per-
inconmovible evidencia de lo visto, le teneciente al curso normal de la vida:
permita decirse a sí mismo: "Para qué percusión del tórax o del tendón de
pensar más: esto es una neumonía lobar, Aquiles, picadura superficial de la planta
esto es un tumor medular a tal nivel, del pie, interrogación verbal específica-
etc.". El diagnóstico radiográfico y en- mente reactiva, etc. El médico del siglo
doscópico ha llevado a su extremo este XIX recupera así una tradición que desde
tajante proceder. los tiempos hipocráticos estaba punto
menos que perdida y el proceso del diag-
c. El reduccionismo anatomoclínico nóstico empieza a convertirse en lo que
realmente es: un experimento clínico.
Como secuela de estas dos tendencias,
en el diagnóstico médico ha comenzado
a producirse una suerte de reduccionis- VI. EL PARA QUE
mo; por tanto, el más o menos conscien- DEL DIAGNOSTICO
te atenimiento de la mente del clínico a
la fórmula "Esto no es más que...": "Esto Preguntémonos, en fin, por el "para
no es más que una estenosis mitral, o un qué" del diagnóstico anatomoclínico.
70 El diagnóstico médico

¿para qué diagnostica el médico anato- a. Diagnóstico sin tratamiento


moclínicamente formado?
El clínico de la primera mitad del si-
El esquema formal de la respuesta no
glo XIX era muy consciente de la escasa
ha variado desde que los asclepíadas hi-
eficacia de su terapéutica; acabo de de-
pocráticos crearon la medicina técnica.
cirlo. Hallábase en posesión, por otra
El clínico, en efecto, diagnostica para el
parte, de un método de trabajo, el anato-
logro de tres metas inmediatas: descrip-
moclínico, que ante el enfermo le permi-
ción y denominación técnicas de la en-
tía adquirir conocimientos verdadera-
fermedad individual estudiada, explica-
mente científicos. ¿Puede extrañar, pues,
ción científica de lo que en ella se obser-
que algunos descuidaran el tratamiento
ve, predicción razonable de lo que en
e hiciesen de la investigación clínica un
aquel caso vaya a suceder; y en definiti-
puro saber? No otro fue el nervio del
va para, mediante ellas y a través de
"nihilismo terapéutico" de Skoda y Dietl
ellas, curar, saber y brillar.
(27), y ésa también fue la causa de los ol-
vidos de Addison en su visita hospitala-
l. CURAR ria. "Mr. Addison, se le ha olvidado rece-
tar", le decía a veces, durante ella, su
Diagnostica el médico para curar.
Nada más obvio, si el ejecutante del médico inte,rno.
diagnóstico quiere ser fiel a su nombre.
Tras el discernimiento de lesiones espe-
cíficas en los órganos del cadáver, tras el b. La anatomía patológica,
reconocimiento clínico de ellas median- disciplina fundamental
te signos ciertos, "la meta que constante- Después de Morgagni era ya tan rica y
mente me he propuesto -escribe Laen- prometedora la experiencia anatomopa-
nec- ha sido el combatir las enfermeda- tológica, que -como durante el siglo
des por los medios que la experiencia XVIII surgieron los "anatomistas puros" y
haya mostrado más eficaces" (Préface, los "fisiólogos puros"- pronto hubo
XXI). Pocos fueron los recursos terapéu- "anatomopatólogos puros". Remotamen-
ticamente eficaces hasta la segunda mi- te precedido por los tratados de Anato-
tad del siglo XIX, y bien lo sabía Laen- mía practica del siglo XVII (Barbette,
nec. La conquista de ellos, por otra par- Blankaart, Bonet), todavía anatomoclíni-
te, no sólo en la medicina anatomoclíni- cos, muy lejos todavía de proponerse el
ca tendrá su causa. Pero a su metódica estudio de la lesión en sí misma, el pri-
intención localizadora son en alguna me- mer libro puramente consagrado a la
dida atribuibles los primeros grandes lo- anatomía patológica es la Morbid anato-
gros de la cirugía exerética -apendicec- my, de M. Baillie (Londres, 1793). Luego
tomías, ovariectomías, nefrectomías, gas- vendrá el curso de Bichat durante el úl-
trectomías, etc.- y, pasando ya de lo sen- timo año de su vida, y decenios más tar-
sorialmente perceptible a lo mentalmen- de la época que presiden los nombres in-
te imaginado, el principio corpora non signes de Rokitansky, Cruveilhier y Vir-
agunt nisi fixata, de Ehrlich. Así concebi- chow. Con ellos, el anatomopatólogo es
da la quimioterapia, ¿qué pretende, sino en primer término el cultivador de la
realizar invisiblemente una verdadera ciencia pura que llaman pathologische
"exéresis química"? Anatomie, anatomie pathologique, Cellu-
larpathologie o, con abusiva y bien signi-
2. SABER
ficativa concisión, Pathologie a secas. En
ella se quiere ver el "verdadero funda-
Junto a la posibilidad de curar, la vía mento científico" de la medicina; y des-
hacia el saber. Conocer y saber es siem- de este punto de vista considerado, el
pre el ejercicio del diagnóstico, el dia- anatomopatólogo se constituye en máxi-
gignóskein. Pero el saber propio de los mo rector del pensamiento médico. Pero
diagnósticos anatomoclínicos adoptará a la vez, y en cuanto que disector de un
una forma inédita hasta entonces y dará cadáver que antes ha sido cuerpo enfer-
lugar a una importante ciencia nueva. mo médicamente atendido, asume un
Historia 71
papel inédito en la historia de la medici- seau, Charcot y Dieulafoy en Francia,
na, el de juez de la actividad clínica. Tan Schonlein, Schweninger y von Leyden
pronto como se inicia la práctica regular en Alemania, Cardarelli y Baccelli en Ita-
de la autopsia anatomopatológica, quie- lia, Osler en Norteamérica. Los Blitz-
nes la hacen suelen burlarse, y a veces diagnosen o "diagnósticos relámpago"
despiadadamente, de la osadía diagnósti- de Skoda -esto es: su extraordinaria ca-
ca y los graves errores de quienes no la pacidad para llevar a término en pocos
practican. Del modo más pintoresco nos segundos, sobre los datos de una rápida
lo revela una de las historias clínicas del exploración, la operación inductiva de
Sepulchretum (28). Habrá de llegar el si- identificar en el enfermo la especie mor-
glo XIX, sin embargo, para que el Institu- bosa- no tuvieron su origen, desde lue-
to Anatomopatológico se erija en alto go, en el ansia de fama; pero es induda-
tribunal diagnóstico de todos los servi- ble que en la ejecución habitual de ellos
cios hospitalarios. "Yo soy quien posee alguna parte ocupó la fama, justa fama,
la última verdad -les dice-, y por tanto que en toda Viena dieron al gran clínico
quien dictamina sobre el acierto y el del Allgemeines Krankenhaus. Tampoco
error de quienes, cuando este cadáver la sed de renombre fue el motivo princi-
era cuerpo viviente, se atrevieron a ha- pal de las contribuciones de Dieulafoy a
blar por sí mismos de la enfermedad la medicina de su tiempo, ni le sirvió de
que le ha matado". Conduciéndose así acicate máximo para el logro de su ex-
el anatomopatólogo, su contribución al traordinaria brillantez en el diagnóstico
progreso de la medicina ha sido real- y en la lección clínica. Pero la expecta-
mente inmensa. Pero, como veremos, ción que le rodeaba al llegar al H6tel-
esa verdad y ese gran mérito en modo Dieu en su coche de caballos, y luego al
alguno han agotado el tema de la rela- ocupar su cátedra, vestido de levita, ante
ción entre la anatomía patológica y el la ávida y compacta muchedumbre de su
diagnóstico clínico. auditorio, es bien seguro que distaba
mucho de serle indiferente. Y así, cada
uno a su modo, todos los arriba mencio-
3. BRILLAR nados y no pocos más.
No sólo diagnostica el médico para cu- La actividad diagnóstica de los magna-
rar y saber; también para brillar: para tes de la clínica, casi todos ellos médicos
descollar socialmente -con otras pala- de hospital, acontecía en dos ámbitos
bras: para obtener prestigio y lucro-, si muy diferentes: por la mañana, la sala
la habilidad diagnóstica es de veras hospitalaria; por la tarde, el consultorio
grande. privado. En principio, los diagnósticos
En modo alguno fue ajena a este moti- alcanzaban su máximo rigor científico
vo la práctica médica del siglo XIX. Más en el hospital, porque las exploraciones
aún; a la vista de los niveles socialmente minuciosas, tantas veces molestas, te-
más altos de la profesión, puede asegu- nían que ser soportadas sin protesta por
rarse que el prestigio en el diagnóstico los enfermos "de beneficencia" -ellos
desempeñó en la Europa y la América han servido de material de estudio para
ochocentistas un papel semejante al que el progreso de la medicina científica- y
en la Grecia hipocrática tuvo el acierto habían de ser ahorradas, en la medida
en el pronóstico. Pero la sociología del de lo posible, a los enfermos pudientes.
ejercicio de la medicina en esa Europa y En los medios más populares de la Vie-
esa América obliga a distinguir -esque- na de 1870 corría este dicho: "Los po-
matizando la descripción- dos niveles bres de Viena tenemos gran suerte:
sociológicos bien distintos entre sí. cuando enfermamos, somos muy bien
diagnosticados por Skoda y muy bien
autopsiados por Rokitansky". Bajo la
a. El clínico eminente amarga y resignada ironía de la frase, no
De una parte, el grupo de los que for- es difícil adivinar una mayor precisión
maban la cima de la profesión: Skoda, en el diagnóstico, cuando el sujeto de él
Oppolzer y Nothnagel en Austria, Trous- era uno de esos "pobres de Viena".
72 El diagnóstico médico

h. El clínico gregario 13. Los disectores del siglo xvn atribuyeron ca-
rácter lesiona! a los coágulos sanguíneos ad-
Por otro lado, el estado llano de la heridos a la pared de las válvulas cardiacas y
profesión médica: los médicos que en el les llamaron polypi cordis, verdaderos en unos
casos y falsos en otros, según el grado y la for-
campo y en los distritos humildes de la ma de la adherencia. A partir de Morgagni, la
gran ciudad atendían a us enfermos. investigación anatomopatológica irá desha-
¿cuándo la práctica de la auscultación ciendo ese error. Véase la edición comentada
pasó de los hospitales de París a la Fran- que del tratadito De polypo cordis dissertatio,
de Malpigio, hizo L. Aschoff (Freiburg in Br.,
cia suburbial y campesina? ¿cuándo el 1939).
laboratorio médico, siquiera fuese éste 14. Anécdota citada por CI. Bernard en su Intro-
tan modesto como el que en el Guy's duction a l'étude de la médecine expérimentale,
Hospital londinense tenía Bright a su III, III, § 11.
15. Más detalles sobre el tema, en mi estudio pre-
servicio, pudo ayudar al diagnóstico de liminar a Clásicos de la Medicina. Bichat (Ma-
los aldeanos del Yorkshire o de los pro- drid, 1946).
letarios del arrabal de Manchester? Otro 16. Corvisart, J. N.: "Discours préliminaire" a su
tanto cabe preguntar en relación con las Essai sur les maladies et les lésions organiques
du coeur et des gros vaisseaux (Paris, 1806).
investigaciones clínicas de Skoda, de 17. Bayle, G. L.: Considérations sur la nosologie, la
Traube y Frerichs, de Wernicke y Char- médecine d'observation et la médecine pratique
cot. Como para el caso de cualquier otra (Paris, 1802).
actividad social científica o técnica, la Para más detalles, véase La historia clínica y
mi estudio preliminar al volumen Clásicos de
sociología del diagnóstico nos hace ver la Medicina. Laennec. (Madrid, 1954). Las ulte-
que la coetaneidad cronológica y la coe- ' riores referencias a la obra de Laennec han
taneidad histórica no siempre coinciden ff sido tomadas de la 4.ª ed. de su Traité de l'aus-
exactamente entre sí. cultation médiate, cuidada por Andral (Paris,
1837).
19. Charcot, J. M.: "De la méthode anatomo-
clinique dans ses applications a l'étude des lo-
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA calisations", Arch. Neurol. XXVII (1894), 241.
20. Skoda, J.: Abhandlung über Percussion und
l. La historia clínica, págs. 146-259. Auscultation (Wien, 1839).
2. Claudii Galeni Pergameni de locis patientibus li- 21. Bright, R.: Report of medica/ cases (London,
bri sex, cum Scholiis Francisci Va/lesii Covarru- 1827).
biani (Lugduni, 1559). 22. Rayer, Fr. O.: Traité des maladies des reins (Pa-
3. Sylvius, Praxeos medicae idea nova, App. Tract. ris, 1839-1841), 1, págs. V-VI.
IV, $50 ss. (Ludg. Batav.,1674). 23. Para lo que atañe a la cambiante significación
4. J. Fernel, Universa medicina, V, 9, y VI, 9 (Pa- semiológica de la albuminuria, puede verse La
rís, 1554). historia clínica, págs. 354-358.
5. De sedibus et causis morborum, Epist. LV, 23. 24. Frerichs, Fr. Th.: Klinik der Leberkrankeiten
6. De sedibus, lib. I, Epist. a Chr. J. Trew. (Braunschweig, 1858).
7. De sedibus, lib. IV, Epist. a J. Fr. Schreiber. 25. Observaciones anatomoclínicas de Rostan
8. De sedibus, lib. I, Epist. a Chr. J. Trew. (Traité du ramo/lisement cérébral, París, 1820),
9. Morgagni es muy consciente, sin embargo, de Lallemand (Lettres sur l'encépha/e, 3 vols., Pa-
que un mismo cuadro sintomático puede ser rís, 1820-1834) y Bouillaud (Traité de /'encépha-
la consecuencia de muy distintas de lesiones lite, París, 1825) preludiaron los decisivos ha-
sintomáticas. Léanse (Epist. IX, art. 26) sus re- llazgos de Broca. Este publicó sus dos prime-
flexiones sobre la anatomía patológica de la ras observaciones en el Bulletin de la Société
epilepsia. d'Anatomie, 2e sér. VI (1861), 330-357 y 398-407.
10. De sedibus, lib. 111, Epist. a P. Sénac. 26. Sollier, P.: Genese et nature de /'hystérie, 2 vols.
11. Sus primeras ediciones son respectivamente, (París, 1897). Los esquemas gráficos con que
como he apuntado, de 1724 y 1728. Aparecen Sollier ilustra su idea muestran con entera
juntas en E. G. Baldinger, Hermanni Boerhaa- claridad la formación anatomoclínica de su
ve, viri summi, rariorum morborum historiae mente.
prior et altera (Francoforte et Lipsiae, 1771), y 27. Por lo demás, la actitud terapéutica de Skoda,
luego en todas las ediciones de las Opera om- tanto en su práctica hospitalaria como en su
nia del autor. consultorio privado, no fue la que la palabra
12. Apareció en una colección de opúsculos que "nihilismo" hace suponer. Véase E. Lesky, Die
editó la Academia de Bolonia, De Bonnoniensi Wiener Medizinische Schule im 19. Jahrhundert
scientiarum et artium Instituto atque Academia (Graz-Ki:iln, 1965), págs. 143-149.
commentaria (1748). Fue reeditado, ya en ple- 28. Bonet, Th., y Manget, J. J., Sepulchretum (Ge-
no siglo xrx. por M. H. Romberg (Opuscula, nevae, 1700), 11, 120-121. Vea el lector La histo-
Berol., 1828). ria clínica, págs. 161-163.
Capítulo III

El diagnóstico fisiopatológico

Exigencia de visión real y no imagina- l. LA ENFERMEDAD COMO


tiva; tal es, quiero repetirlo, el nervio del PROCESO
paradigma moderno del diagnóstico. El
médico sydenhamiano lo realizó viendo La concepción de la enfermedad
cuadros sintomáticos y reduciendo a és- como un proceso es tan vieja como la
tos el campo de su mirada. El médico medicina científica. Proceso fue para el
anatomoclínico, viendo lesiones a través médico hipocrático, valga este ejemplo,
de signos físicos, y tratando de reducir a la apóstasis de un humor; y, en con-
ellas cuanto sus sentidos percibían en el secuencia, variable en el tiempo tenía
enfermo; la semiología anatomoclínica que ser el apóstéma por ella producido.
asumió así la semiología sydenhamiana Proceso también habían sido las altera-
en un nivel real y dialécticamente supe• ciones morbosas que más o menos ima-
rior. Pero la historia sigue, y una nueva ginativamente describieron Paracelso y
visión de la enfermedad, la que en la se- Silvia, los iatromecánicos y los iatroquí-
gunda mitad del siglo XIX propone la micos. Todo esto, sin embargo, no pasa
mentalidad fisiopatológica, intentará re- de ser la prehistoria imaginativa de la
unir ambas en otro y más alto plano obra científica que levantaron los fisio-
de la interpretación. patólogos del siglo XIX. La grande y fun-
El pensamiento fisiopatológico conci- damental novedad de ella puede ser es-
be la enfermedad como un desorden en quemáticamente reducida a tres puntos:
el peculiar flujo energético-material que el proceso afecta ahora a la realidad
es la vida orgánica, y ve en la especie energético-material que los físicos y los
morbosa un modo típico de tal desor- químicos han enseñado a conocer, y se
den. Primariamente, pues, la enferme- muestra en las medidas y en los trazados
dad consiste en un proceso a la vez gráficos ofrecidos al observador por los
anormal y típico; y desde este punto de instrumentos con que lo estudia; el clíni-
vista considerado, la lesión anatómica co sabe que las regularidades procesales
no es otra cosa que una forma localiza- por él descubiertas en la enfermedad
da, cambiante y más o menos duradera realizan de algún modo las grandes leyes
-mucho, cuando es cicatriz- de dicho físicas y los grandes mecanismos de ac-,
proceso. Lo cual dará lugar a un nuevo ción de la naturaleza -leyes mecánicas,
modo de entender científicamente la termodinámicas y eléctricas, vías y pau-
realidad del accidente morboso. tas de las transformaciones químicas-, y

73
74 El diagnóstico médico

procura descubrir la estructura de tal ca. 1800). Sobre este fundamento se ini-
realización; el curso de la enfermedad, ciará la visión bioquímica de los proce-
en fin, es tácita o expresamente referido sos orgánicos materiales (en Francia,
al general proceso energético-material con Vauquelin, Fourcroy y Chevreul; en
del cosmos, más exactamente, a la reali- Alemania, con Liebig y Wohler; en el
dad de un cosmos concebido como pro- Reino Unido, con Prout), y poco después
ceso. No es mero gesto de scholar refina- irá apareciendo en la patología y en la
do el hecho de que en su Tratado del clínica la mentalidad que vengo llaman-
metabolismo y de las enfermedades de la do fisiopatológica.
nutrición, espléndido fruto de una medi-
cina conscientemente fisiopatológica, J. 2. NOVEDADES DOCTRINALES
Thannhauser haga suyo -a través de un
texto filosófico de W. Windelband- el Modos de pensar. Las dos grandes co-
pensamiento cosmológico de Heráclito. rrientes intelectuales con que termina el
Diversos avances factuales y varios siglo XVIII y se inicia la ciencia del siglo
importantes modos de pensar son el pre- XIX, un positivismo precomtiano (la me-
cedente histórico del diagnóstico fisiopa- tódica reducción del saber científico a
tológico. No será inútil recordarlos su- hechos de observación y leyes de he-
mariamente: chos) y un atmosférico evolucionismo
(la visión de toda la realidad cósmica, y
l. AVANCES FACTUALES
en especial la viviente, como un ingente
proceso evolutivo), comienzan a expre-
Hechos. Ya a mediados del siglo xv, el sarse en medicina de muy varia forma.
entusiasmo gnoseológico de Nicolás de Mencionaré los movimientos intelectua-
Cusa por la mensura le llevó a postular les que en este orden de cosas mayor in-
la cuantificación numeral de los datos fluencia tuvieron sobre el pensamiento
recogidos en la práctica uroscópica (1). médico:
Había de pasar bastante más de un siglo,
sin embargo, para que el avance de la a. El "espíritu hunteriano"
técnica permitiese llevar a la clínica ese
postulado. Con el "pulsilogio" de S. San- El legado doctrinal de John Hunter.
torio (ca. 1600) y el "reloj del pulso para Aparte sus numerosos hallazgos y estu-
médicos" de J. Floyer (ca. 1700) se empe- dios de orden factual, John Hunter ense-
zará a medir la frecuencia del pulso. Pre- ñó a entender como procesos biológicos
cedidos también por Santorio, Boerhaa- las varias actividades de los seres vivien-
ve en Leiden (ca. 1710), su discípulo A. tes, comenzó a contemplar las formas vi-
de Haen en Viena y W. Cockburn, G. vientes desde el punto de vista de la ana-
Martine y J. Currie en la Inglaterra del tomía y la fisiología comparadas y -ade-
siglo XVIII, introducirán en la práctica lantándose a los románticos y a Goethe-
médica la medición termométrica de la supo considerar la estructura como ex-
temperatura; pero todavía en 1841 escri- presión de la función que en ella se rea-
bía A. F. Chomcl: "El mejor instrumento liza.
que (para apreciar el calor) puede em-
plear el médico es la mano" (2). Algo b. De la "Naturphilosophie"
posterior es el paulatino descubrimien- a la "Naturwissenschaft"
to, mediante un incipiente análisis quí-
mico, de diversas sustancias químicas en La positivación de la Naturphilosophie
una u otra forma relacionadas con el romántica. El evolucionismo metafísico
proceso morboso: la albúmina en la ori- de Schelling y su extensión puramente
na de ciertos hidrópicos (D. Cotugno, especulativa a la fisiología y la medicina,
1770), el azúcar en la orina de los diabé- obra de dos activísimas generaciones
ticos (Fr. Home, M. Dobson, J. Rollo, de médicos alemanes, se convertirá en
1770-1800), la urea, también en la orina ciencia positiva a partir del decenio 1840-
(W. C. Cruikshank, ca. 1790), el ácido úri- 1850. La observación empírica, la
co en los tofos gotosos (W. H. Wollaston, mensuración sistemática, la experimen-
Historia 75

tación en el laboratorio y la formulación través de éstos, lesiones anatómicas. En


de leyes positivas, no la mera y tantas el diagnóstico fisiopatológico, en cam-
veces desbocada especulación de gabi- bio, el clínico se propone determinar se-
nete, serán ahora los recursos para dar cuencias procesales para, mediante ellas,
razón científica de los procesos orgáni- desvelar desórdenes morbosos en el flu-
cos, comprendido entre ellos la enferme- jo energético-material del organismo ex-
dad (3). plorado; entendiendo por "secuencia
procesal" la constituida por una serie
más o menos larga de los datos fisicoquí-
c. Broussais micos en que se patentiza el curso de
La "medicina fisiológica" de Brous- una determinada función. El perfil de la
sais. Pese a los grandes errores nosográ- gráfica térmica de un acceso palúdico y
ficos y a las disparatadas y nocivas pau- el de la curva de glucemia de un diabéti-
tas terapéuticas a que condujo, la idea co son dos secuencias procesales, relati-
de la irritation, central en la doctrina va la primera a un proceso energético y
broussaista, llevaba en su seno el ger- concerniente a un proceso bioquímico la
men de una revisión superadora de los segunda. He aquí los diversos caminos
dogmas anatomoclínicos. por los que tales secuencias procesales
han sido exploradas y, por tanto, los
principales modos de "ver" clínicamen-
d. Magendie y CI. Bernard te el desorden energético-material del
La investigación fisiológica de Magen- cuerpo enfermo:
die y -mucho más que ella- la obra de
CL Bernard. La concepción de la enfer-
l. EL SINTOMA COMO SECUENCIA
medad que éste propone en su Introduc- PROCESAL
tion a l'étude de la médecine expérimenta-
le y sus ideas acerca de la relación entre Secuencias procesales relativas a la
la fisiología y la patología son tal vez la realización sintomática del proceso mor-
más alta cima de la mentalidad fisiopa- boso. La fiebre, la perturbación del pul-
tológica y, por lo tanto, de la visión pro- so y la alteración del aspecto de la orina
cesal del accidente morboso. fueron los síntomas más relevantes en la
En toda la Europa culta fueron cono- exploración clínica tradicional, y no pa-
cidos durante la primera mitad del si- rece un azar que por ellos comenzase la
glo XIX los hechos que antes he mencio- cuantificación de la semiología, ni que,
nado y sobre toda ella influyeron estos poco más tarde, con ellos se iniciara la
modos de pensar. Fue la Alemania post- resolución del fenómeno clínico en sus
romántica, sin embargo, el país donde correspondientes secuencias procesales.
más vigorosa y fecundamente se cultivó Veamos cómo.
la idea científico-procesal de la enferme-
dad, y a los clínicos alemanes ulteriores
a. La fiebre
al decenio 1840-1850 se debe en primer
término la configuración fisiopatológica La conversión de la medida clínica de
del diagnóstico. Conocida ya la inten- la temperatura en "curva térmica", ini-
ción científica de ella, veamos ahora su ciada por Traübe (1850) y Barensprung
estructura, según la pauta que hasta aho- (1851), tiene su gran clásico en K. A.
ra ha ordenado nuestros análisis. Wunderlich (4). Movido -seducido, más
bien- por el descubrimiento del que hoy
llamamos primer principio de la termo-
11. EL QUE DEL DIAGNOSTICO dinámica (J. R. Mayer, 1842), Wunderlich
pensó que en las alteraciones calóricas
El "qué" del diagnóstico: qué quiere producidas por la enfermedad, y por
diagnosticar y qué diagnostica el clínico tanto en su manifestación más inmedia-
fisiopatológicamente orientado. ta y accesible, el curso de la temperatu-
En el diagnóstico anatomoclínico aspi- ra, tal vez hubiese ciertas regularida-
ra el médico a conocer signos físicos y, a des clínica y patológicamente valiosas:
76 El diagnóstico médico

"¿Existe una ley -se pregunta- que regu- mográficos. Una nueva secuencia proce-
le el curso entero de ciertas formas mor- sal, ésta de carácter rítmico, penetraba
bosas?; y si en verdad existe, ¿nos será así en la rutina del diagnóstico (7).
dado conocerla con precisión estudian- Mayor importancia clínica y fisiopato-
do la marcha de la temperatura?" Con lógica ha tenido la general difusión del
paciencia y método ejemplares -dieci- electrocardiógrafo de Einthoven (1903);
séis años de pesquisa; varios millones de el trazado gráfico de los fenómenos eléc-
medidas termométricas ordenadas en tricos que acompañan a la producción
más de veinticinco mil trazados gráfi- y transmisión del impulso cardiaco ha
cos-, logró demostrar que en gran parte sido, en efecto, el más importante recur-
de las enfermedades agudas transcurre so para la edificación de la cardiología
la fiebre de modo regular: el perfil de la actual. Obsérvese que los desórdenes del
"curva térmica" manifiesta el carácter electrocardiograma son a la vez signos
específico de la enfermedad a que perte- físicos, en cuanto que permiten diagnos-
nece, y un síntoma espontáneo al que ticar lesiones en el seno del músculo car-
por su presunto "carácter variable y diaco, y secuencias procesales alteradas,
equívoco" venían menospreciando los trazados que revelan la existencia de
secuaces del método anatomoclínico, un trastorno en el curso energético-
podía ser incorporado con pleno dere- material de dicho impulso y en el estado
cho a la edificación de la medicina cien- funcional del corazón (8).
tífica. El hecho de que la eficacia de la
terapéutica antiinfecciosa haya quitado
valor clínico a las investigaciones de c. El recambio material y energético
Wunderlich, no amengua su importancia El concepto del "metabolismo", tanto
en la constitución del diagnóstico fisio- en el sentido de "recambio material"
patológico (5). (Stoffwechsel) como en el de "recambio
energético" (Kraftwechsel), procede de
b. El trazado gráfico los hombres que transformaron la Na-
turphilosophie del Romanticismo en ge-
La consideración del síntoma febril nuina "ciencia natural": J. Liebig y Th.
como proceso energético, y consecutiva- Schwann, en este caso. No se trata ahora
mente como secuencia procesal someti- de expresar con un neologismo técnico
da a "ley", no hubiera sido posible sin su que la materia de los alimentos -trivial
metódica reducción a trazado gráfico: la noción- sufre cambios químicos en el in-
"curva" que dibujan las mensuraciones terior del organismo. El hombre de cien-
sucesivas viene a ser el perfil visible del cia quiere algo más: quiere nombrar el
proceso patológico estudiado. Pero esa curso de un proceso cuyos modos típi-
reducción del síntoma a curva gráfica- y, cos y cuyas leyes, ahora químicas y ener-
por tanto, su objetivación mensurable- géticas, pueden ser científicamente co-
se cumple de modo mucho más inmedia- nocidos mediante la observación, la me-
to cuando, por su condición mecánica o dición y la experimentación. Pues bien,
eléctrica, el síntoma mismo es dibujado van a preguntarse los clínicos de la gene-
por la aguja de un aparato registrador. ración ulterior, con Fr. Th. Frerichs, L.
El esfigmograma y el electrocardiogra- Traube y Ad. Kussmaul a su cabeza: los
ma son dos brillantes consecuencias de modos típicos y las leyes químicas y
esta regla. energéticas del metabolismo, ¿podrán
Con el kimógrafo de Ludwig (1847) ser detectados en las alteraciones pato-
como modelo, K. Vierordt en Alemania lógicas de éste? La respuesta será la me-
(1855) y J. Marey en Francia (1860) idea- tódica obtención de las secuencias pro-
ron el esfigmógrafo e hicieron resuelta- cesales que químicamente manifiestan el
mente científico el estudio de las altera- desorden morboso en las enfermedades
ciones del pulso arterial (6). No puede más directamente referibles a una alte-
extrañar que fuese grande entre los mé- ración del metabolismo; y entre ellas,
dicos la impresión suscitada por la pu- muy en primer término la diabetes saca-
blicación de los primeros trabajos esfig- rina y la gota. A título de ejemplo, vea-
Historia 77

mos sumariamente lo ocurrido en el proceso, la functio laesa del órgano; por


caso de la diabetes. lo cual nuestra atención debe orientarse
Una serie de descubrimientos en el la- hacia el examen funcional" (9).
boratorio químico -el azúcar contenido Con la prueba funcional, la interven-
en la orina de los diabéticos es glucosa ción del explorador en la configuración
(M. E. Chevreul, 1815); hallazgo de un del cuadro clínico -limitada, hasta en-
método para la determinación cuantita- tonces a provocar una reacción mecáni-
tiva de ésta (H. C. van Fehling, 1848); fun- co-acústica, como la percusión, o a de-
ción glucogénica del hígado (CI. Ber- tectar la presencia de una sustancia
nard, 1855); acetona (W. Petters, 1857), inaccesible a la exploración clínica tradi-
ácido acetil-acético (K. C. A. Gerhardt, cional, así la de la albúmina en la orina-
1865) y ácido B-oxibutírico (E. Stadel- va a dar un paso enteramente inédito.
mann, 1883; O. Minkowski, 1884; A. Mag- Más que "signos físicos", reveladores de
nus-Levi, 1899) en la orina de los diabéti- la existencia de una lesión, esa interven-
cos en coma- fue jalonando el camino ción suscita ahora "signos fisiológicos",
hacia la visión de la diabetes sacarina indicativos del estado funcional de un
como un desorden típico en el metabo- órgano o de toda una actividad vital. El
lismo de los hidratos de carbono. El pro- proceso energético-material de la vida
ceso bioquímico que transcurre entre la orgánica es examinado por el clínico
ingestión de un trozo de pan y la com- provocando en él modificaciones de ca-
bustión del azúcar resultante de él o la rácter reactivo, como el proceso electro-
transformación de éste en grasa sufre químico-mecánico en que consiste el
una alteración tipificable, la especie funcionamiento del automóvil es com-
morbosa a que damos el nombre de dia- probado por el técnico mediante el as-
betes mellitus, susceptible de diagnóstico censo del coche por una determinada
científico mediante la determinación de pendiente. Con lo cual el desorden fun-
una sustancia en la orina (glucosa, ace- cional, y por tanto el síntoma espontá-
tona, ácido acetil-acético, ácido B-oxi- neo, puede adquirir verdadera impor-
butírico) o la provocación de una de- tancia científica a los ojos del médico.
terminada secuencia procesal de carác- Las pruebas funcionales pueden ser
ter metabólico, por tanto bioquímico, en clasificadas por la índole fisiológica de la
el organismo del enfermo. Pronto vere- realidad a que se refiera el estado fun-
mos qué formas ha adoptado tal provo- cional explorado: un órgano determina-
cación. do o un conjunto más o menos unitario
de órganos y funciones.
2. LA "PRUEBA FUNCIONAL"
La invención de la "prueba funcional" a. Examen de la función renal
o "de sobrecarga" para el diagnóstico de Con el examen de la función renal co-
las enfermedades internas fue, como sa- menzó la exploración de la capacidad
bemos, obra de los médicos hipocráti- funcional de los órganos mediante prue-
cos. Prácticamente olvidado se hallaba bas específicas. Investigando la elimina-
este recurso diagnóstico cuando en la se- ción de yoduro potásico, Dice Duck-
gunda mitad del siglo XIX lo reinventa- worth (1867) estudió por vez primera la
ron los clínicos de orientación fisiopato- capacidad excretoria del riñón enfermo.
lógica, ahora con todas las garantías exi- La prueba del azul de metileno fue intro-
gibles a un experimento científicamente ducida por E. Ch. Achard y J. Castaigne
correcto. Con gran nitidez expresaba el treinta años más tarde (1897), y poco
común sentir de todos ellos O. Rosen- después se usarán con el mismo fin la
bach, en un trabajo sobre la insuficien- lactosa (C. R. Schlayer) y las más diversas
cia gástrica (1878): "Puesto que aspira- sustancias colorantes. Más no sólo sus-
mos a curar, no debe ser nuestra meta el tancias ajenas a la composición del orga-
diagnosticar un estado patológico irre- nismo han sido empleadas en la explora-
parable, sino el conocer tempranamente ción funcional del riñón; también las
el origen de la afección, al comienzo del pertenecientes al recambio normal, des-
78 El diagnóstico médico

de el agua (J. Albarrán, H. Vaquez, H. 3. PROCESALIZACION DEL SIGNO FISICO


Strauss, Fr. Volhard), hasta el cloruro só-
dico y la urea (C. von Monakow) (10). La A los ojos del fisiopatólogo, una lesión
peculiar significación diagnóstica de es- anatómica es la cristalización más o me-
tas secuencias procesales no puede ser nos invariable -máximamente invaria-
más evidente. "Así como la determina- ble, cuando se trata de una cicatriz- de
ción del ácido clorhídrico del estómago un proceso energético-material morbo-
indica sólo trastornos funcionales, y no samente alterado; con lo cual, el signo
enfermedades determinadas -escribía físico que la revela se convierte en
en 1902 K. Assfalg, introductor de la un dato de observación paulatinamente
prueba del azul de metileno en Alema- constituido desde su no-existencia, y
nia-, así también el mero resultado de la cualitativa y cuantitativamente variable
prueba del azul de metileno no justifica en el tiempo. Con otras palabras: la men-
nunca conclusiones precisas acerca del talidad fisiopatológica entiende proce-
estado anatómico del riñón y únicamen- salmente la lesión anatómica y el signo
te permite un juicio acerca del estado físico.
funcional de los riñones" (11). Lo mismo No puede así extrañar que, en alguna
Schlayer, en 1910: "No es la localización medida, la rígida semiología del diagnós-
anatómica la meta decisiva de estas in- tico anatomoclínico se haga laxa y fun-
vestigaciones; esa meta está más bien cional para los clínicos que ven la enfer-
constituida por las diferencias que deter- medad como alteración de un proceso
mina el estado funcional de las dos par- material y energético. En primer térmi-
tes principales del riñón. Es bien sabido, no, porque a los signos físicos son metó-
en efecto, que la función de dos enfer- dicamente añadidos en el diagnóstico
medades anatómicamente análogas pue- los síntomas que revelan el estado fun-
de ser, en determinadas circunstancias, cional del órgano a que esos signos físi-
muy diferente" (12). cos pertenecen. Dos ejemplos: en su car-
La actividad del estómago, del hígado, diopatología, W. Stokes da más impor-
de las glándulas endocrinas y de tantos tancia a los síntomas en que se manifies-
otros órganos ha sido clínicamente estu- ta el estado del miocardio ("síntomas vi-
diada mediante pruebas funcionales es- tales") que a los signos en que se expre-
pecíficas. sa el estado de las válvulas ("síntomas fí-
sicos") (13); y treinta años más tarde es-
h. La diabetes sacarina cribirá E. von Leyden en un cuidadoso
estudio de la esclerosis coronaria: "El
La prueba funcional para el estudio diagnóstico físico pareció poder y deber
de trastornos que ponen en juego todo hacerlo todo. Se vino a pensar que un
un conjunto de órganos y funciones tuvo corazón en que la percusión y la auscul-
su más temprano y prestigioso ejemplo tación no pudiesen descubrir nada anor-
en la exploración bioquímica de la dia- mal sería un corazón sano; y recíproca-
betes sacarina: una secuencia procesal mente, que un corazón en el cual se oye
suscitada en el organismo enfermo y de- algo anómalo se hallaría gravemente en-
tectada en el laboratorio, permitiría el fermo. Se olvidaba estimar suficiente-
diagnóstico seguro de la enfermedad. mente, junto a los síntomas físicos, los
Tal fue el caso de la prueba de la glyco- trastornos fisiológicos relativos al cora-
suria ex mutrimentis, de R. E. Külz (1874), zón, en modo alguno paralelos a aqué-
notoriamente perfeccionada luego por llos" (14). En segundo lugar, porque el
las de H. Strauss (1897) y B. Naunyn valor diagnóstico del signo físico -su
(1898), y -muy especialmente- por la ya adecuada referencia clínica al organis-
clásica prueba de la glucemia provoca- mo de que procede- depende ahora de
da, de C. H. von Noorden (1895). tres momentos: indica, por una parte, el
Todos los desórdenes morbosos del estado de la correspondiente lesión ana-
metabolismo han sido estudiados luego tómica en el momento mismo de la ex-
mediante pruebas funcionales formal- ploración; remite, por otra, a su ocasio-
mente semejantes a éstas. nal facticidad dentro del proceso de su
Historia 79

génesis como tal signo; dice algo, en fin, Varios hechos que demuestran mi aser-
sobre la relación entre él y el general to: la relación entre los "soplos funciona-
proceso de la enfermedad a que la lesión les" y los "soplos orgánicos" del corazón,
pertenece. Un solo ejemplo: el cambio cuando se la estudia con suficiente deta-
en la consideración de los signos físicos lle; el cambio en la valoración semiológi-
de la caverna pulmonar tuberculosa, ca de la albuminuria, desde la pura in-
desde el Traité de Laennec hasta cual- terpretación anatomoclínica de Bright y
quiera de las monografías ulteriores a la sus más inmediatos seguidores (Chris-
concepción biológico-evolutiva de la tu- tian, Rayer) hasta la concepción resuel-
berculosis pulmonar que entre 1916 y tamente fisiopatológica de H. Senator
1919 propuso K. E. Ranke. ' (16), O. Rosenbach (17) y C. H. von Noor-
La estimación procesal del signo físico den (18); la obligada referencia de la cur-
tuvo su fundamento, naturalmente, en va glucémica, pura secuencia procesal
una visión también procesal de la lesión hasta hace pocos decenios, al estado fun-
anatómica por él revelada. Lo que en cional de las células beta de los islotes
Rokitansky había sido tema puramente de Langerhans; las progresivas procesali-
anatomopatológico -el estudio de la gé- zación y funcionalización de la citología
nesis de la lesión, en tanto que tal le- y la histología patológicas, desde su ini-
sión-, hácese con Frerichs, siquiera ciación en la "patología celular" de Vir-
como programa de trabajo, tema resuel- chow hasta la actual situación de una y
tamente fisiopatológico y clínico. Contra otra (Aschoff: creación de la doctrina
lo que pensó Rokitansky, dice Frerichs, del "sistema retículo-endotelial"; Rossle:
la anatomía patológica no debe ser el úl- concepto anatómico-funcional de la "in-
timo y único fundamento científico de la flamación serosa").
medicina; afirmar esto es "un funesto La sección subsiguiente nos hará ver
error". El verdadero fundamento del sa- cuál ha sido el destino ulterior de esta
ber médico, patología o clínica, no debe poderosa tendencia del pensamiento
estar constituido por la anatomía patoló- médico, y cómo se ha expresado en la
gica, sino por la fisiopatología; el objeto teoría y en la práctica del diagnóstico.
primario de ese saber no es, en conse-
cuencia, la "lesión anatómica", sino la
4. NUEVOS SINTOMAS
"mudanza material" (Stoffwandel), de la
cual es secuela transitoria (lesiones re- En modo alguno es un azar que los
versibles) o definitiva (lesiones cicatriza- grandes clínicos, una vez científicamente
les) la realidad cadavérica que el anato- vencida la reserva anatomoclínica res-
mopatólogo estudia (15). pecto del valor diagnóstico y nosológico
No es difícil advertir que, tanto en la del síntoma espontáneo, se aplicaran
exploración del paciente como en la con ahínco a la observación de éstos y
conceptuación de lo que observa, el clí- añadieran varios al elenco de los tradi-
nico fisiopatológicamente orientado cionalmente registrados. El descubri-
tiende a aproximar el signo físico a la se- miento de síntomas nuevos, muy impor-
cuencia procesal -entendiendo aquél, en tantes algunos, constituye así una de las
la medida de lo posible, procesalmente- notas características de la clínica de la
y la secuencia procesal al signo físico segunda mitad del siglo XIX. A título de
-reduciéndola a las curvas y las cifras ejemplo, baste citar la obra de W. Stokes
que la objetivan y cuantifican-. Lo cual y sus colaboradores (exploración de los
quiere decir que uno y otra aparecen "síntomas vitales" en las cardiopatías,
ante él como los dos extremos de una respiración de Cheyne-Stokes, síndrome
misma realidad: el signo físico, en tanto de Stokes-Adams), la "gran respiración"
que expresión objetiva de un proceso descrita por Ad. Kussmaul en el coma
material más o menos "cristalizado"; la diabético, el vértigo a stomacho laeso de
secuencia procesal, en tanto que objeti- A. Trousseau, la semiología de la apendi-
vación del estado funcional del órgano y citis (R. H. Fitz, Ch. Me Burney, G. Dieula-
la actividad vital -en definitiva, del orga- foy), la clínica de las glándulas endocri-
nismo entero- mediante ella explorados. nas (K. A. von Basedow, W. Gull, P. Ma-
80 El diagnóstico médico

rie, Fr. Chvostek, W. Falta, A. Biedl, G. pesquisa de signos físicos: "Así como és-
Marañón, N. Pende, etc.). tos se aplican a la investigación de la le-
sión local, la termometría ... aprecia un
fenómeno tocante al estado general del
5. EL IDEAL DEL DIAGNOSTICO organismo. Así, y gracias al copioso ma-
FISIOPATOLOGICO
terial que la mensuración exacta ha su-
Mediante la aplicación metódica de ministrado, la termometría abre a los
los métodos que ofrece la ciencia natu- médicos una vía nueva, inaccesible a
ral, y con la valiosa ayuda de la patolo- cualquier otro método de investigación;
gía comparada y experimental, la clínica esto es, el estudio patológico de la vida".
fisiopatológica descubre las diversas se- Doce años más tarde, Frerichs dará más
cuencias procesales en que se mani- precisa expresión a esta misma idea:
fiesta el desorden energético-material de "Las condiciones bajo las cuales se confi-
la enfermedad, y las utiliza como recur- gura la vida enferma -dice en la declara-
sos diagnósticos. A través de ellas -a tra- ción de principios de la Zeitschrift für kli-
vés, por tanto, de los trazados gráficos y nische Medizin (1880)- deben ser investi-
las series de cifras mensurativas que en gadas según el mismo proceder empíri- co
la clínica y en el laboratorio las patenti- que las del general proceso de la vida, del
zan-, el médico realiza el paradigma mo- cual aquélla es sólo una fracción".
derno del diagnóstico "viendo" la pecu- Wunderlich, Frerichs, Rosenbach, tantos
liaridad específica y las vicisitudes tem- más con ellos, dan en la clínica realidad
porales del proceso en que se realiza tal concreta a la idea del saber médico que
desorden. El clínico de orientación ana- en su Jntroduction á l'étude de la médeci-
tomopatológica se dice a sí mismo: "Si ne expérimentale (1865) había expuesto
en este momento pudiera abrir el cuer- CI. Bernard. Lo que en sus diagnósticos
po de este paciente, veríamos en sus ór- tratan ellos de conocer es la expresión
ganos tales y tales lesiones". Más ambi- clínica del "proceso de la vida", del cual
cioso, el clínico fisiopatológicamente las lesiones anatómicas no son sino acci-
orientado piensa así: "Si en este momen- dentes ocasionales; y en él, añadirá
to yo pudiera penetrar en el seno de los Thannhauser, apoyado en Heráclito, el
varios procesos energético-materiales en universal y fundamental proceso evoluti-
que se realiza la vida orgánica de este vo del cosmos.
paciente, y si mis sentidos fuesen capa- El diagnóstico fisiopatológico asume
ces de percibir el mecanismo mole- en un plano ideológica y científicamente
cular de las transformaciones químicas, superior el diagnóstico sydenhamiano y
yo no sólo vería las lesiones anatómicas, el anatomoclínico; y con su metódica
también las alteraciones bioquímicas de- apelación a la prueba funcional, perfec-
terminantes de su génesis y el mecanis- ciona la concepción ·de la actividad diag-
mo íntimo de los síntomas con que la nóstica del médico como la práctica de
enfermedad se me presenta". Es perfec- un experimento biológico: de un expéri-
tamente comprensible que O. Rosen- ment pour voir, cabría decir, dando nue-
bach, descollante y agudo representante vo y más radical sentido a esta expresión
de la mentalidad fisiopatológica, acuña- de CL Bernard. ¿puede sin embargo de-
se en 1895 el nombre de "patología mo- cirse que con la obra de los fisiopatólo-
lecular" para designar su desideratum gos haya entrado en un camino definitivo
como investigador; nombre que enton- la idea del diagnóstico médico? La ul- terior
ces no pasaba de ser un mero programa historia de éste, ¿habrá consistido no más
de trabajo y que tan brillante realidad que en un progreso por la vía que abrió
había de cobrar varios decenios des- el pensamiento fisiopatológico del siglo
pués. XIX? Es preciso responder nega-
En su monografía sobre la medida ter- tivamente, y en los capítulos subsiguien-
mométrica y las regularidades procesa- tes iremos viendo por qué. Baste ahora
les de la fiebre, escribe Wunderlich, con- indicar -hecho sólo en apariencia acce-
traponiendo sus resultados a los que sorio- que la inmensa mayoría de las es-
hasta entonces había proporcionado la pecies morbosas que el médico actual
Historia 81

diagnostica siguen llevando nombres le- pode los"raros" o los "problemáticos");


sionales (estenosis mitral, hepatitis) o pero ni siquiera la primera de estas tres
etiológicos (salmonelosis, colibacilosis), posibilidades podía satisfacerle, porque
no procesales; más aún: que incluso en la meta de su afán de saber iba más allá
las enfermedades que dieron campo ini- de los síntomas y las lesiones. Como el
cial a la investigación fisiopatológica, de Wunderlich ante un enfermo febril,
como la diabetes y la gota, se han descu- como el de Frerichs o Naunyn ante un
bierto finas causas rigurosamente locali- enfermo diabético, su proceder diagnós-
zadas, en cuya estructura se combinan tico había de hacerse inventivo y orien-
sutilmente entre sí el proceso y la lesión. tarse hacia el descubrimiento de las va-
rias secuencias procesales que le permi-
tieran inferir la índole del proceso orgá-
111. EL COMO DEL DIAGNOSTICO nico subyacente a los síntomas y las le-
siones.
Conocemos ya el "qué" del diagnósti- Esta etapa inventiva del diagnóstico,
co fisiopatológico: el clínico fisiopatoló- ya genuinamente fisiopatológica, com-
gicamente orientado diagnostica, por su- prende los tres siguientes tiempos:
puesto, cuadros sintomáticos y lesiones
anatómicas; ya he dicho que ante el en-
a. Elección de la técnica
fermo trata de asumir en un nivel supe-
rior el saber sydenhamiano y el anato- Elección de la técnica exploratoria
moclínico; pero lo que en último térmi- adecuada a la índole de la secuencia pro-
no pretende diagnosticar son secuencias cesal que se trata de conocer -termome-
procesales y -a través de éstas- modos tría en el caso de Wunderlich, determi-
típicos de la alteración morbosa del pro- nación cualitativa y cuantitativa de la
ceso energético-material de la vida. Vea- glucosuria y la glucemia, en el de Nau-
mos ahora el "cómo" de ese diagnóstico; nyn y von Noorden, etc.- y, supuesta su
y para ello, como es de rigor, distinga- fiabilidad, aplicación solvente de ella la
mos entre el proceder normal del clínico realidad explorada: piel del enfermo, ori-
que investiga y el del médico que no na, sangre, etc.
pasa de aplicar lo que otros inventaron.
b. Seriación de los resultados
l. EL CLINICO INVENTIVO
Obtención de series de resultados, és-
He aquí a uno cualquiera de los gran- tos tan numerosos y tan próximos tem-
des creadores del pensamiento fisiopato- poralmente entre sí, que a través del co-
lógico: Wunderlich, Frerichs, Rosenbach rrespondiente trazado gráfico permitan
o Naunyn. En el trance de diagnosticar a inferir de modo cierto el curso temporal
uno de sus pacientes, y más cuando éste del proceso biológico estudiado. En su
era atendido en un servicio hospitalario, opúsculo Considérations sur la nosologie,
¿qué hacía ese hombre? Por lo pronto la médecine d'observation et la médecine
conocer técnicamente los síntomas y los pratique (París, 1802), afirma G. L. Bayle
signos físicos que la enfermedad mani- que la descripción clínica de las enfer-
festara; repetir, por tanto, las prácticas medades debería ser análoga a un dia-
de la exploración hasta entonces tradi- rio; con lo cual, y dentro de los presu-
cional: anamnesis, inspección, palpación, puestos del método anatomoclínico, el
percusión, auscultación, análisis de la diagnóstico vendría a ser el compendio
orina, etc. Podía establecer así un diag- del filme compuesto por la serie discon-
nóstico lesional (si los signos físicos lo tinua de las imágenes lesionales obteni-
permitían), conformarse con un diagnós- das en las sucesivas exploraciones. El
tico meramente sintomático (si la espe, objetivo clínico del fisiopatólogo, en
cie morbosa en cuestión aún no había cambio, no es la descripción de una se-
sido anatomoclínicamente constituida) o rie de imágenes y la denominación técni-
no pasar de una azorante ignorancia ca de su conjunto, sino la obtención de
diagnóstica (si el caso pertenecía al gru- trazados gráficos y series de cifras men-
82 El diagnóstico médico

surativas -en último término, de símbo- 2. EL CLINICO NO INVENTIVO


los, como sucede en la investigación del Lo dicho hasta ahora basta para ima-
físico y el químico-, en los cuales se re- ginar cómo se conduce en su práctica
vele científicamente el curso energético- diagnóstica el médico que no pasa de
material del proceso morboso; curso que aplicar los resultados de la investigación
sería realmente visible si la amplifica- fisiopatológica: el caso del clínico que
ción óptica de los instrumentos de ob- ante un presunto diabético encarga la
servación lo permitiera. obtención de una curva de glucemia o
pide al laboratorio un examen funcional
c. Establecimiento de secuencias del riñón o del hígado. Sin advertir la
procesales significación nosológica y cosmológica
de aquello que hace -desconociendo,
A la vista de esas series de resultados, por tanto, el sentido de los textos de
establecimiento de las secuencias proce- Wunderlich, Frerichs y Thannhauser an-
sales -una sola figura temporal, como tes transcritos-, ese médico se limitará a
las curvas térmicas de Wunderlich; una valorar clínicamente, de acuerdo con su
figura rítmicamente repetida, como en rutina y sus libros, los resultados obteni-
los esfigmogramas de Vierordt y los dos en las pruebas y exámenes que haya
electrocardiogramas de Wenckebach; un solicitado.
curso arrítmico o en meseta- que aqué-
llas contengan; tarea con la cual deberán
combinarse adecuadamente la capaci- IV. EL PARA QUE
dad del observador para la percepción DEL DIAGNOSTICO
de regularidades gráficas y numerales y
el cálculo estadístico de la aparición de El clínico fisiopatológicamente orien-
éstas, porque sólo a partir de un alto tado, ¿para qué diagnostica? Por fuerza
grado en la frecuencia de su presenta- hay que reiterar la respuesta que desde
ción puede tener valor diagnóstico una la época hipocrática hay que dar a esta
secuencia procesal. interrogación: diagnóstica para curar,
En 1865 había escrito CL Bernard: "Yo para saber y para brillar.
considero al hospital sólo como el vestí-
bulo de la medicina científica, como el
l. CURAR
primer campo de observación en que
debe entrar el médico; pero el laborato- Diagnostica, por supuesto para curar
rio es el verdadero santuario de la cien- o -al menos- para intentar curar; de
cia médica" (19). La medicina alemana otro modo, no sería médico. Según sus
ulterior a L. Schonlein y Joh. Müller diagnósticos trata a sus enfermos, y en
(Wunderlich, Traube, Frerichs, Kuss- sus tratamientos empleará los recursos
maul...) cumplió fielmente esa consigna, que le brinde el arsenal terapéutico a su
y elevó el laboratorio a sede central de alcance; pero la investigación fisiopato-
la investigación clínica, e incluso del lógica, ¿puede decirse que haya sido vía
diagnóstico. Recordando sus años de for- muy eficaz para el enriquecimiento de
mación en Heidelberg, junto al primer dicho arsenal? De ningún modo. A través
Krehl (en torno a 1910), dirá más tarde de la farmacología experimental clásica
V. von Weizsacker: "La visita hospitala- -durante medio siglo, O. Schmiedeberg
ria del asistente joven no duraba mucho; fue su figura más representativa-, esa in-
pero su trabajo en el laboratorio consu- vestigación sirvió tan sólo para esclare-
mía horas y horas del día y de la noche" cer el mecanismo de acción de los me-
(20). Espléndido ha sido el fruto que así dicamentos y para depurar al máximo
se obtuvo y sigue obteniéndose. Pero el sus principios activos; crudamente lo
diagnóstico de una enfermedad indivi- echó en cara a los farmacólogos Paul
dual, ¿puede ser satisfactoriamente obte- Ehrlich, desde la "terapéutica experi-
nido por ese camino? La individuación mental" que tan brillantemente propuso
de la enfermedad, ¿puede quedar reduci- e inició.
do a la cuantía de un dato analítico? Más atentos a la dinámica energético-
Historia 83

material del proceso morboso que a la fue el caso de los grandes maestros de la
causación externa del mismo, el fisiopa- clínica fisiopatológica, y así lo demostró,
tólogo y el farmacólogo experimental a lo largo de más de un siglo, su crecien-
han enriquecido considerablemente el te participación en las asambleas de la
tratamiento sintomático, mas no el trata- Deutsche Gesellschaft für Naturforscher
miento causal. Lo cual, claro está, no im- und Aerzte y de las sociedades semejan-
pidió a Naunyn y a von Noorden ser en tes a ésta. Anatomoclínico o fisiopatólo-
su terapéutica tan eficaces como cual- go, el médico ha llegado a ser con pleno
quier otro clínico de su tiempo. derecho "sabio", y como tal brilla. Ante
cualquiera de los que verdaderamente
han merecido este epíteto, ya no hubiera
2. SABER
podido ser irónica la respuesta de Lapla-
Diagnostica asimismo el fisiopatólogo ce a Napoleón.
para saber, para dar razón científica de
la parcela del cosmos que su mente ex-
plora: el organismo enfermo y, por ex-
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
tensión, el organismo sano. La investiga-
ción anatomoclínica ofrece al médico l. Nicolaus Cusanus: De staticis experimentis (Es-
una determinada vía para ser "sabio"; la trasburgo, 1550).
investigación fisiopatológica, otra, acaso 2. Chomel, A. F.: Eléments de Pathologie Générale,
3.e édition (Paris, 1841). ·
más refinada. El progreso del saber ana- 3. Véase sobre este tema La historia clínica, pági-
tomoclínico dio lugar a la génesis de una nas 309-319, y mi Historia de la medicina mo-
disciplina científica, la anatomía patoló- derna y contemporánea (Barcelona, 1954).
gica. Paralela y complementariamente, 4. Wunderlich, K. A.: Das Verhalten der Eigen-
el auge del saber fisiopatológico suscitó wiirme in Krankheiten (Leipzig, 1868).
5. La concepción meramente termométrica de la
algo más tarde la aparición de otra, no regularidad clínica de las enfermedades agu-
menos importante, la fisiopatología pa- das empezará a complicarse cuando Traube
tológica; el célebre tratado de L. Krehl exponga su revolucionaria teoría de la fiebre
(Grundriss der allgemeinen klinischen (la hipertermia febril sería debida a una dis-
minución de la pérdida de calor, y no a un au-
Pathologie en 1893, fecha de su primera mento en su producción) y cuando Lieber-
edición, Pathologische Physiologie en las meister y von Leyden planteen el problema
muchas subsiguientes) mostró con plena en términos calorimétricos, y no sólo en tér-
minos termométricos. No puedo seguir aquí
evidencia que la nueva "ciencia médica con mayor detalle la historia ulterior de la fi-
fundamental" había alcanzado su mayo- siopatología de la fiebre.
ría de edad. Una diferencia debe señalar- 6. Vierordt, K. Die Lehre vom Arterienpuls in ge-
se, sin embargo, entre la historia de sunden und kranken Zustiinden (Braunsch-
aquélla y la de ésta: que, en contraste weig, 1855). Las primeras demostraciones de
Vierordt fueron hechas dos años antes, ante la
con el anatomopatólogo, el tratadista de Deutsche Gesellschaft für Naturforscher und
fisiopatología nunca ha dejado de ser clí- Aerzte (Tubinga, 1853). Marey publicó sus in-
nico, aunque a veces lo haya sido más vestigaciones en el libro Recherches sur le
desde el laboratorio que desde la sala pouls au mayen d'un nouvel appareil enregis-
treur, le sphygmographe (Paris, 1860).
hospitalaria. 7. Después de Vierordt y Marey se extiende con-
siderablemente en la clínica el ámbito de los
trazados gráficos. Stich (1856) y Eulenburg
3. BRILLAR (1882) intentan utilizar clínicamente la ins-
cripción de los reflejos tendinosos; Luciani
Diagnostica el fisiopatólogo, en fin, (1877) logra inscribir la presión de la aurícula
para brillar. Siendo médico en ejercicio, derecha sobre el esófago (esofagoatriografía);
y siéndolo de ordinario, por añadidura, Marey, Riegel y Hofbauer estudian el neumo-
dentro de una sociedad en que el papel grama; Mosso, el pletismograma; Riegel, Mac-
kenzie y von Frey, el flebograma. Muchas de
de los mass-media empieza a ser impor- estas técnicas han perdido ya su vigencia en la
tante, ¿podía vivir ajeno al señuelo del práctica del diagnóstico.
prestigio, aun cuando éste tuviera como 8. Al electrocardiograma han seguido el elec-
ámbito, más que la calle, el que ofrecen troencefalograma y el electromiograma. Aplí-
quese a ellos lo que del electrocardiograma se
las páginas de las 1·evistas técnicas y las ha dicho.
sesiones de los congresos científicos? Tal 9. Citado por E. Lesky, "Vom Wandel der Diag-
84 El diagnóstico médico

nostik", Wiener mediz. Wochenschs. 176 (1976), 15. Frerichs, Fr. Th.: "Einführung" al primer nú:
251-255. mero de la Zeitschr. für klin. Med. I, 1880, III.
10. Véase cualquiera de los tratados de semiolo- 16. Senator, H.: Albuminurie in gesunden und
gía hoy vigentes. kranken Menschen (Berlin, 1882).
1L Assfalg, K.: "Die Verwendung des Methy- 17. Rosenbach, O.: "Zur Lehre von der Albumi-
lenblau zur Prüfung der Nierenfunktion", nurie", Zeitschr. für klin. Med. VI (1883), 240-
Zeitschr. für klin. Med. XLIV (1902), 228-250. 262.
12. Schlayer, C. R.: "Untersuchungen über die 18. Noorden, C. H. von: "Ueber Albuminurie bei
Funktion kranker Nieren", Deutsches Arch. fiir gesunden Menschen", Deutsches Archiv für
k/in. Med. IIC (1910), 17-92. klin. Med. XXIII (1886), 205. Acerca de la his-
13. Stokes, W.: The Diseases of the Heart and the toria de la albuminuria, véanse otros detalles
Aorta (Dublin, 1854). en La historia clínica, págs. 354-358.
14. Leyden, E. von: "Ueber die Sklerose der Coro- 19. Introduction a l'étude de la médecine expéri-
nar-Arterien und die davon abhangigen mentale, II, 11, § 10.
Krankheitszustande", Zeitschr. für klin. Med. 20. Weizsacker, V. von: Ludolf van Krehl. Gedacht-
VII (1884), 450-486 y 539-580. nisrede (Leipzig, 1937).
Capítulo IV

El diagnóstico etiopatológico

El médico anatomoclínico diagnostica mencionar dicha causa en sus diagnósti-


signos físicos y lesiones en la estructura cos respectivos; no la tendría, en cuanto
anatómica del organismo; el fisiopatólo- que ese silencio no tenía como causa el
go, por su parte, detecta secuencias pro- olvido, sino la ignorancia no culposa.
cesales y desórdenes en el proceso ener- Por lo menos, cuando el anatomoclínico
gético-material de la vida orgánica. Sal- y el fisiopatólogo no incurrían en el pe-
vando el evidente anacronismo, imagine- noso vicio mental del reduccionismo
mos ahora que un galenista del Renaci- doctrinario; en este caso, decir "El ens
miento -un Fernel, un Giambattista de morbi no es más que la lesión anatómi-
Monte, un Mercado- oyera la formula- ca" o "El ens morbi no es más que el de-
ción y el razonamiento de esos dos mo- sorden en el proceso energético-material
dos del juicio diagnóstico ante un deter- del organismo".
minado paciente. Su admiración, no hay No fue éste el caso de Laennec: "Las
duda, sería grande. Pero ¿sólo admira- causas de las enfermedades -escribía en
ción habría en sus palabras? Acaso no. 1826- están casi siempre, por desgracia,
Acaso el galenista dijera también algo se- más allá de nuestro alcance; pero la ex-
mejante a esto: "Uno de vosotros ha periencia nos muestra a diario que aqué-
diagnosticado con suma precisión cómo llas establecen (en la enfermedad) dife-
se concreta en los órganos la causa si- rencias mayores que las determinadas
néctica de la enfermedad del paciente; el por la naturaleza misma y la especie de
otro ha demostrado conocer muy bien el las lesiones orgánicas locales... Estoy
mecanismo interno de los síntomas, y bien lejos de negar la utilidad del estu-
por tanto la afección del organismo a dio de las lesiones orgánicas de las en-
que esa causa sinéctica da lugar. Pero fermedades. Apenas me he ocupado en
tanto uno como otro, ¿no habéis olvida- otra cosa... Creo que ese estudio es la
do en vuestros diagnósticos la debida única base de los conocimientos positi-
consideración de uno de los momentos vos en medicina, y que nunca debe per-
esenciales del conocimiento técnico de dérsele de vista en las investigaciones
la enfermedad: la causa procatárctica de etiológicas... Pero creo también que es
ella?" igualmente peligroso consagrar al estu-
Sólo a medias tendría razón el galenis- dio de las afecciones locales una aten-
ta. La tendría, en cuanto que el anatomo- ción de tal modo exclusiva, que haga
clínico y el fisiopatólogo dejaban de perder de vista la diferencia de las cau-

85
86 El diagnóstico médico

sas de que ellas pueden depender, o, si ese empeño. Así fueron posibles la obra
se quiere, las diferencias en su genio es- de CI. Bernard y la de Virchow.
condido u oculto" (1). Con los matices
de rigor, así se hubiesen expresado, en el
2. LA TOXICOLOGIA CIENTIFICA
comienzo de sus respectivas carreras,
Charcot, Wunderlich y Frerichs. En tér- La edificación de una toxicología ver-
minos históricos, éste hubiera sido el co- daderamente científica. Muy antigua y
mún pensamiento: "Sentimos la necesi- viva ha sido la preocupación de los mé-
dad de conocer las causas externas de la dicos -y aun de todos los hombres- por
enfermedad, y sabemos muy bien que los venenos; pero sólo con la obra suce-
sin ese conocimiento no pueden ser sa- siva de Magendie, Orfila y Schmiede-
tisfactorios nuestros juicios diagnósticos; berg, éste como epónimo de la farmaco-
pero la tradicional apelación a las sex res logía experimental, será posible un co-
non naturales del galenismo no nos pare- nocimiento riguroso de la acción patóge-
ce hoy científicamente válida, y en con- na de ellos.
secuencia preferimos no pronunciarnos
acerca de aquéllas".
Uno de los capítulos más gloriosos de 3. ESPECIFICIDAD
DE LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS
la medicina de la segunda mitad del si-
glo XIX, acaso el más glorioso, fue la re- La referencia de la especificidad de
ducción de esas sex res non naturales al las enfermedades infecciosas, aun cuan-
conjunto de saberes positivos y científi- do sólo fuese de modo especulativo y
cos que desde entonces constituyen el programático, a la especificidad viviente
cuerpo de la etiología médica; saberes de su agente causal. Tras la doctrina de
cuyas disciplinas fundamentales han los seminaria de G. Fracastoro y casi ol-
sido, por orden cronológico, la toxicolo- vidada ya la tesis del contagium anima-
gía, la microbiología y la biofísica. Co- tum (A. Kircher, Chr. L. Lange, A. H.
mencemos viendo sumariamente cómo Hauptmann, A. Q. Rivinus), serán sucesi-
se constituyeron, y estudiemos luego vamente E. Acerbi (1822), A. Bassi (1835),
cómo han influido sobre el contenido J. Henle (1840), P. F. Bretonneau (ca.
del diagnóstico. 1850) y A. Trousseau (1861) quienes en el
siglo XIX afirmen esa doble y correspon-
diente especificidad.
l. PRESUPUESTOS HISTORICOS
4. LA MICROBIOLOGIA
En la constitución histórica del pensa-
miento etiopatológico pueden ser discer- La metódica elaboración de una mi-
nidos los motivos siguientes: crobiología general, y a continuación de
una microbiología médica. La paciente y
l. MENTALIDAD Y METODOS diestra investigación de Chr. G. Ehren-
berg (1838) y F. J. Cohn (1850-1860) esta-
La coincidencia de una mentalidad y bleció las bases de la morfología y la ta-
un conjunto de métodos de trabajo. xonomía de los gérmenes que el ciruja-
Aceptando o no la crítica comtiana de la no E. Sédillot llamará más tarde -sin
idea de causa, la convicción positivista gran corrección lingüística- microbes.
de que para hacer ciencia es de todo Pero la enorme importancia potencial
punto necesario analizar con exactitud de esos estudios no comenzará hasta
las circunstancias que rigen la produc- que L. Pasteur y R. Koch demuestren la
ción de los fenómenos, prevalece en to- esencial relación de tantos y tantos de
das las mentes de Europa. La técnica esos microbios con las enfermedades
científica, por otra parte, ha creado o humanas, y E. Klebs, con evidente exage-
está creando instrumentos y métodos ración doctrinaria, establezca los princi-
-microscopio acromático, aparatos de pios de una patología general de carác-
medida y registro, análisis químico, etc.- ter microbiológico. A partir de 1870, do-
que permiten realizar satisfactoriamente cenas de gérmenes patógenos serán des-
Historia 87

cubiertos, quedará formalmente consti- davérica y en los exudados y trasudados


tuida la microbiología médica y nacerá más diversos, el médico descubre el ger-
una disciplina médica cada vez más fe- men que busca, y con plena seguridad
cunda, la inmunología. formula su diagnóstico: "Se trata -dice,
Sobre tales fundamentos y dentro del si tal es el caso- de una difteria tonsilar".
general entusiasmo y la vivísima espe- Con lo cual, sin ningún otro trámite, pro-
ranza que suscitaron los hallazgos de los cede al oportuno tratamiento.
microbiólogos, se levantará la nueva for-
ma del paradigma moderno del diagnós- 2. DETECCION DE UNA SUSTANCIA
tico médico: el diagnóstico etiopatoló- QUIMICA
gico.
La diazorreacción de Ehrlich (1882)
fue la primera técnica para la obtención
11. EL QUE DEL DIAGNOSTICO
de un diagnóstico etiológico mediante la
Cuando actúa como etiopatólogo, detección de una determinada sustancia
¿qué es lo que el médico diagnostica? En química; en este caso, en la orina del pa-
términos generales, la concreta realidad ciente (2). La estadística pareció demos-
de la sustancia, el germen viviente o el trar que es la fiebre tifoidea la infección
agente físico que han determinado la en- en que son más frecuentes los resultados
fermedad en cuestión; por tanto, espe- positivos de la diazorreacción; pero nun-
cies químicas, microbios, virus, radiacio- ca esos resultados fueron lo suficiente-
nes, etc. Por sí mismo o con la ayuda de mente seguros para establecer con ellos
un técnico -químico, bacteriólogo o físi- un diagnóstico digno de confianza.
co-, el médico "ve" directa o indirecta-
mente esa concreta realidad, y lo que 3. REACCIONES INMUNOLOGICAS
hasta entonces no había pasado de ser Mayor valor tiene y más firme vigen-
vaga conjetura -galénica, fracastoriana, cia conserva la investigación de los cam-
etc.- queda convertido en certidumbre bios inmunológicos que experimenta el
científicamente inobjetable. Limitemos medio interno del enfermo infeccioso.
nuestra consideración al caso que histó- La reacción aglutinante de F. Widal,
rica y realmente más importa, la detec- para el diagnóstico de la fiebre tifoidea
ción de gérmenes vivientes, y ciñamos a (1882) (3) y la de desviación del comple-
él la interrogación anterior: cuando es la mento de A. Wassermann, para la detec-
acción causal de un microbio lo que ción de la sífilis (1906) (4), son tal vez los
diagnósticamente establece el médico, más resonantes ejemplos de esta vía ha-
¿qué es lo que en realidad diagnostica, cia el diagnóstico etiológico.
qué es lo que de hecho "ve"? Fundamen-
talmente, una de estas tres cosas, o aca-
so las tres: la existencia misma del ger- 4. REACTIVIDAD DEL ORGANISMO
men causal, la presencia de un determi- A él pueden contribuir, en fin, las téc-
nado anticuerpo específico -o de alguna nicas para el estudio del cambio en la
sustancia química, específica también- capacidad de reacción del organismo a
en el organismo del enfermo y la apari- un germen determinado o a sus toxinas.
ción de un cambio en la capacidad reac- Esto fueron y siguen siendo la intrader-
tiva de ese organismo a la acción bioló- morreacción o cutirreacción de CI. von
gica del germen de que se trate. Pirquet (1907) y la oftalmorreacción de
A. Wolff-Eisner (1908), tan útiles ambas
1. VISION DIRECTA DEL GERMEN en el diagnóstico clínico e inmunológico
de la tuberculosis pulmonar (5).
En la sangre (ejemplo: el plasmodium
del paludismo), en las heces (ejemplo:
las amibas causantes de la disentería 5. CONSECUENCIAS DEL DIAGNOSTICO
amebiana), en los esputos (ejemplo: el ETIOLOGICO
bacilo de Koch), en el sedimento urina- No sólo en la historia de la medicina;
rio (distintos gérmenes), en una pieza ca- en la total historia de la humanidad ha
88 El diagnóstico médico

tenido importancia grande el diagnósti- justificada-, cuanto que en el reduccio-


co etiopatológico; millones y millones de nismo etiopatológico suele operar una
vidas han sido salvadas por una terapéu- confianza mucho mayor en el poder sa-
tica y una profilaxis directa o indirecta- nador de la terapéutica. En la mente del
mente derivadas de él. Sin la detección clínico se produce el cortocircuito ope-
diagnóstica de microbios, virus y sustan- racional o pragmático --"varios días de
cias químicas causantes de enfermedad, fiebre-hemocultivo positivo-cloramfeni-
¿habría crecido como lo ha hecho la es- col", en el primero de esos dos casos;
peranza de vida del hombre medio? En "placa tonsilar-bacterioscopia positiva-
el curso de un siglo, el desideratum de suero antidiftérico", en el segundo-, y el
Laennec en cuanto al descubrimiento arte del diagnóstico queda convertido en
positivo de las causas externas del enfer- una suerte de rutina mecanizada. Desde
mar quedó ampliamente satisfecho. Pero hace varios decenios, dígase si no son
la empresa misma del diagnóstico, es de- muchos -demasiados, tal vez- los médi-
cir, la ejecución técnica de lo que del cos que así proceden.
médico actual exige el diagignóskein hi-
pocrático, iha ganado siempre todo lo
que este precioso enriquecimiento de la b. Problemas diagnósticos
visión cognoscitiva permite lograr? En Imaginemos ahora el reverso de la
muchos casos, sí: en todos aquellos en medalla: el conjunto de las situaciones
que el médico no ha olvidado o no ha en que el entusiasmo etiopatológico pue-
preterido las conquistas del método ana- de dar lugar a la aparición de problemas
tomoclínico y de la investigación fisiopa- diagnósticos delicados. Esquemática-
tológica. En otros casos, muchos tam- mente, cuatro son esas posibles situacio-
bién, no. Veamos sumariamente lo que nes: l.ª ¿cómo diagnosticar a un enfer-
de ordinario acontece en las dos situa- mo en cuyo cuerpo (sangre, excreciones,
ciones que han dado y siguen dando pá- etc.) no ha sido posible demostrar la pre-
bulo a este segundo evento: el resultado sencia del germen causante de la enfer-
positivo y el resultado negativo de la in- medad clínicamente sospechada? 2.ª ¿Es
dagación etiológica. posible que el microbio descubierto en
un enfermo no sea el verdadero agente
a. El reduccionismo etiológico causal de la enfermedad por él padeci-
da? 3.ª La presencia habitual de un ger-
Un médico apresurado y poco riguro- men patógeno en el cuerpo de un hom-
so puede sentirse descargado de saber bre, ¿puede acaso excluir que éste se ha-
cualquier otra cosa acerca del enfermo lle clínicamente sano? 4.ª ¿Qué debe
-entiéndase: saber todo lo que sobre pensarse cuando en un enfermo son des-
éste sea a un tiempo posible y conve- cubiertas dos o más especies microbia-
niente- cuando una radiografía le permi- nas patógenas, y todas en proporción
te la visión directa y precisa de una de- que haga verosímil su influencia causal?
terminada lesión anatómica, o cuando Sólo un saber patológico y clínico que
una curva glucémica suficientemente rebase ampliamente el área del diagnós-
expresiva le muestra ad aculas el carác- tico etiopatológico permitirá salir de la
ter diabético de la dolencia a que atien- perplejidad mental y ética que esas cua-
de. En el primer caso, es víctima de un tro posibilidades traen necesariamente
reduccionismo anatomoclínico, y de un consigo.
reduccionismo fisiopatológico en el se-
gundo. Pues bien, no pocas veces ocurre
que la detección del germen causal de c. La especie morbosa etiológica
una enfermedad suscita en el médico Otra cuestión, en fin; la que ineludi-
una actitud cuya formulación expresa blemente plantea, cuando la inteligencia
dice, según los casos: "Esto no es más del médico es rigurosa, la atribución del
que una fiebre tifoidea", "Esto no es más diagnóstico a una especie morbosa de-
que una difteria", etc.; tentación tanto terminada. En los últimos decenios del
más fuerte -y, en cierto modo, tanto más siglo XIX y en los primeros del siglo XX,
Historia 89

la conceptuación y la denominación de res veremos, no es una cuestión pura-


las especies morbosas son casi siempre mente bizantina la que de consuno
anatomoclínicas (edema pulmonar, ci- plantean la denominación de las espe-
rrosis hepática) o sintomáticas (fiebre ti- cies morbosas y la formulación de los
foidea, diabetes sacarina); y, por otra juicios diagnósticos.
parte, la formulación del diagnóstico
consiste de ordinario no más que en la
enunciación de la especie morbosa de 111. EL COMO DEL DIAGNOSTICO
que en la ocasión se trate. El esquema
"¿Qué tiene este enfermo? -Una esteno- Mediante las técnicas que la microbio-
sis mitral" puede ser considerado como logía y la química le brindan, el médico
arquetípico. etiopatológicamente orientado diagnos-
Dentro de tal situación van a operar, tica "agentes causales". ¿cómo los diag-
procedentes tantos de la naciente y ya nostica? De nuevo se hace preciso distin-
poderosa mentalidad etiopatológica, un guir las dos situaciones cardinales de la
principio rector y una desmesurada pre- empresa diagnóstica; en este caso, la de
tensión. Formulado por Roberto Koch, quienes se proponen descubrir agentes
el primero dice así: "La especificidad de etiológicos desconocidos hasta entonces,
las enfermedades infecciosas es la de las y la de quienes sólo pretenden utilizar
bacterias que las producen" (6). Propug- en su práctica lo que hasta entonces
nada por Edwin Klebs, la segunda afir- comúnmente se sabe.
ma que sólo cuando hay infección puede
hablarse propiamente de enfermedad:
l. EL DIAGNOSTICO DEL MEDICO
una quemadura sin infección concomi-
INVESTIGADOR
tante no sería en sentido estricto "enfer-
medad", como no lo son una herida Ciñamos otra vez nuestra considera-
aséptica o una malformación congéni- ción al problema de la etiología micro-
ta (7). biana, y a título de ejemplo convivamos
Dejemos ahora de lado la patología memorativamente la empresa de encon-
general de Klebs, en la que tan extrema- trar el agente causal de la fiebre tifoidea,
do llega a ser el reduccionismo nosológi- la tuberculosis y la neumonía fibrinosa;
co de la etiopatología, y limitémonos a reconstruyamos, en consecuencia, lo que
contemplar las consecuencias que en or- respectivamente hicieron G. Th. Eberth
den al diagnóstico necesariamente trae (1880), R. Koch (1882) y A. Frankel
consigo el principio nosográfico de (1886). Eberth, profesor de histología;
Koch. La cuestión es la siguiente: ¿debe- Koch, microbiólogo de plena dedicación;
rán ser englobadas bajo un solo nombre Frankel, director de una clínica médica
etiopatológico todas las formas clínicas universitaria; disparidad que por sí mis-
en que puede manifestarse la infección ma patentiza la existencia de dos cami-
causada por determinado germen? Un nos principales en la investigación etio-
ejemplo máximamente demostrativo: patológica: el del clínico que también
una tuberculosis pulmonar (nombre, di- hace microbiología y el del puro "caza-
cho sea en inciso, originariamente anato- dor de microbios". Pues bien: con la con-
moclínico), una meningitis tuberculosa y siguiente diferencia que tal disparidad
un mal de Pott, ¿deben ser vistos como impusiera a la organización del trabajo
manifestaciones clínicamente distintas científico, es evidente que éste exigía
de la especie morbosa "micobacteriosis técnicas idóneas, material adecuado y
tuberculosa"? En esa dirección se movía reglas para la metódica valoración de los
la mente del clínico L. Landouzy, cuando resultados obtenidos.
propuso dar el nombre de "tifobacilosis"
a las formas clínicas de la tuberculosis a. Las técnicas
pulmonar aguda de aspecto tífico. La no 0

sotaxia y la nosonimia de nuestro siglo Pasado el período inicial de la micro-


no han seguido tal camino; nada más biología, tan glorioso, por lo demás, las
evidente; pero, como en páginas ulterio- técnicas del aspirante a la perfección del
90 El diagnóstico médico

diagnóstico etiopatológico se orientaron Frankel practica la autopsia de una an-


según tres líneas cardinales: el cultivo en ciana neumónica, y el cultivo del exuda-
medios sólidos, la coloración específica do pulmonar le permite aislar dos órde-
del germen y la investigación inmunoló- nes de colonias, unas de diplococos ova-
gica. Sin la posibilidad de obtener, bien les, otras de un bacilo de escasa longi-
discernibles de las restantes, colonias tud, y con cautela y método -cultivos,
del bacilo tífico, Eberth y Gaffky no ha- coloraciones, inoculaciones- trata de re-
brían podido aislarlo con certidumbre. solver un doble problema diagnóstico:
Sin la previa saponificación de la cubier- ese germen bacilar, ¿es o no es el neu-
ta cérea y la adecuada coloración del es- mobacilo de Friedlander?; séalo o no lo
quivo bacilo tuberculoso, Koch no hu- sea, ¿cuál de los dos gérmenes hallados
biese descubierto el agente causal de la en el pulmón enfermo es el agente cau-
tisis. Sin el dominio de las técnicas in- sal de esa neumonía, el diplococo o el
munológicas que R. Pfeiffer, M. Gruber, bacilo? He aquí su conclusión: "Despues
R. Kraus y A. Chantemesse habían crea- de haberse demostrado tantas y tantas
do, no hubiera inventado Widal la agluti- veces, mediante investigaciones pulcras
nación diagnóstica que lleva su nombre. e inobjetables, que en otros casos de
neumonía fibrinosa aparece el diplococo
en el infiltrado como germen exclusivo,
b. El material
sería más que ligero admitir que su pre-
El material exigido por la pesquisa mi- sencia en el caso descrito carece de sig-
crobiológica puede ser, naturalmente, nificación y no se halla en relación con
muy variado, y más cuando la meta del la génesis del proceso inflamatorio.
diagnóstico se halle al servicio de la pro- Igualmente erróneo sería concluir que la
filaxis; baste recordar las tempranas in- causa de la enfermedad se halla en una
vestigaciones de Pasteur en el campo y emigración simultánea de los dos gérme-
de Koch en el laboratorio acerca del ci- nes hacia el pulmón, puesto que una
clo vital de la bacteridia carbuncosa, o afección de curso tan típico como la
las posteriores de L. Laveran y Sir Ro- neumonía fibrinosa no parece que pue-
nald Ross sobre la epidemiología del pa- da ser producida por la acción simultá-
ludismo. Pero es evidente que, cuando nea de dos gérmenes. Sólo quedaría por
del diagnóstico clínico se trate, ese mate- resolver la cuestión de si el bacilo ha lle-
rial habrá de proceder del organismo gado intra vitam o post mortem al pul-
humano: sangre, esputos, excreciones, món de nuestra paciente" (8). El proce-
etc. der del aspirante a la investigación diag-
nóstica de orientación etiopatológica
c. Reglas y cautelas queda bien ilustrado por estas lineas de
Frankel.
Las reglas cuyo procedimiento permi-
te atribuir con seguridad a un germen
2. EL DIAGNOSTICO DEL MEDICO NO
una acción patógena verdaderamente es-
INVESTIGADOR
pecífica fueron expuestas por Koch: que
ese germen se halle presente en todos Harto más sencilla, mas no por ello
los individuos afectos de la enfermedad exenta de problemas es la práctica del
de que se trate; que, aparte la posible diagnóstico etiopatológico, cuando el
flora parasitaria no patógena, ese ger- médico se limita en él a utilizar saberes
men sea el único detectable en el orga- ya adquiridos. La sospecha clínica de
nismo de tales individuos; que haya sido una infección específica y la petición de
posible aislarlo en un cultivo puro; que, un examen microbiológico o inmunoló-
en fin, sea capaz de producir una enfer- gico son los dos momentos esenciales de
medad análoga en los animales de expe- la operación del clínico; y la valoración
rimentación. Apenas descubierto por él del resultado recibido, con las certidum-
mismo el neumococo o diplococo oval, y bres, los riesgos y los problemas a que
tres años después de que K. Friedlander éste puede dar lugar, suele constituir su
hubiese descubierto el neumobacilo, única actividad anterior.
Historia 91

IV. EL PARA QUE molecular y viral, etc.). El prestigio so-


DEL DIAGNOSTICO cial del etiopatólogo -clínico, microbió-
logo o sanitario- ha hecho de él, en fin,
Como el anatomoclínico y el fisiopató- uno de los pioneros en la empresa de eli-
logo, como todos los médicos ulteriores minar del planeta la enfermedad.
a la conversión del ejercicio médico en
técnica profesional, el etiopatólogo diag-
nostica para curar, para saber y para bri-
llar. Mas también, y esto es nuevo -si no NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
como pretensión, porque la pretensión
l. Traité de l'auscultation médiate, 2e ed., II Partie,
profiláctica ya era parte de la medicina Sect. V, Chap. II.
hipocrática, sí como objetivo científi- 2. Ehrlich, P.: Zeitsch. für klin. Med. V. (1882),
camente alcanzable-, para el logro de 285.
una importantísima meta: prevenir la 3. Widal, F.: "Recherches de la réaction aggluti-
nante dans le sang et le sérum desséchés des
enfermedad. Sin un permanente apoyo typhiques et dans la sérosité des vésicatoires",
en el diagnóstico etiopatológico, no ha- Bu//. Mém. Soc. méd. H6p. Paris, 13 (1896),
bría sido posible la gran hazaña de la 681-682.
moderna medicina preventiva. 4. Wassermann, A. von: "Eine serodiagnostische
Reaktion bei Syphilis", Dtsch. med. Wochenschr.
Sobre la importancia de las posibilida- 32 (1906), 745-746.
des que el diagnóstico causal abre a la 5. Pirquet, CL von: "Der diagnostische Wert der
acción terapéutica y sobre la consiguien- kutanen Tuberkulinreaktion bei der Tuberku-
te tentación de caer en un reduccionis- lose des Kindesalters auf Grund von 100 Sek-
tionen", Wien. le/in. Wochenschr., 20 (1907),
mo etiopatológico, baste lo que en pági- 1123-1128.
nas anteriores quedó expuesto. La prác- 6. Koch, Rob.: Untersuchungen über die Aetiologie
tica consecuente del diagnóstico etiopa- der Wundinfectionskrankheiten (Leipzig, 1878).
tológico "para saber" y el cultivo empe- 7. Klebs, E.: Die allgemeine Pathologie oder die
Lehre van den Ursachen der Krankheitsprocesse
ñado de los problemas que éste plantea (Jena, 1887-1889). Anteriormente, del mismo
han conducido sucesivamente al médico autor, Ueber die Umgestaltung der medizinischen
a la creación de dos nuevas disciplinas Anschauungen in den letzten drei Jahrzehnten
básicas de la medicina -tras la anatomía (Leipzig, 1878). Sobre la polémica que a este
respecto se entabló entre Virchow y Klebs, en
patológica y la fisiología patológica, la el seno de dos congresos de la Deutsche Gesell-
microbiología médica y la inmunología-, schaft für Naturforscher und Aerzte (München,
a una orientación de la patología general 1877, y Cassel, 1878), véase P. Diepgen, Medizin
basada en la idea biológica de la lucha und Kultur (Stuttgart, 1938).
8. Frankel, A.: "Weitere Beitrage zur Lehre von
por la vida (Klebs) y a la investigación den Mikrococcen der genuinen fibrinosen
molecular de la materia viva (génesis de Pneumonie", Zeitschr. für !din. Med. XI (1886),
ésta desde la materia inerte, genética 437-458.
Capítulo V

El sujeto del diagnóstico

A lo largo del siglo XIX, la metódica y la semiología física, del examen funcio-
empeñada reducción del saber médico a nal y de la pesquisa etiológica, y -con las
ciencia positiva ha permitido diagnosti- variantes nacionales y personales de ri-
car con creciente precisión lesiones ana- gor- así lo entendieron y practicaron los
tómicas, secuencias procesales y agentes más grandes clínicos de las dos primeras
causales. Detrás de cada uno de estos décadas de esta centuria: Dieulafoy, Wi-
tres grandes logros del diagnóstico ha- dal y Vaquez en Francia, von Leyden,
bía, como vimos, un determinado modo Nothnagel, Sahli y Fr. von Müller en el
de concebir la enfermedad; y puesto que mundo germánico, Osler, Wilks, Pavy y
los tres tuvieron ardientes doctrinarios, Pepper en el anglosajón, Baccelli y Mu-
no puede extrañar que el problema cen- rri en Italia. Algo, sin embargo, estaba
tral de la nosología -la consistencia real amenazando la espléndida seguridad in-
de la enfermedad y el modo de conocer- telectual de aquellas mentes, aun cuan-
la científicamente- fuese objeto de varia do casi ninguna lo advirtiera. Mas para
polémica durante los últimos decenios descubrir la materia y el sentido de esa
de ese siglo y los primeros años del novedad, parece necesario diseñar lo
nuestro. Polemizaron entre sí fisiopató- que respecto del diagnóstico médico era
logos y anatomopatólogos (Wunderlich, entonces el sentir común de sus protago-
Griesinger y Henle, frente a Virchow; nistas.
Frerichs, frente a Rokitansky y Vir-
chow), anatomopatólogos y etiopatólo-
gos (a un lado, Virchow; al otro, Klebs), l. CONCEPCION "CLASICA"
fisiopatólogos y etiopatólogos (Rosen- DEL DIAGNOSTICO
bach como representante de aquéllos;
Klebs como paladín de éstos) (1). Pero, Por los años inmediatamente anterio-
por encima de estas discrepancias doc- res a la Primera Guerra Mundial, pocos
trinales, la insoslayable importancia clí- médicos cultos dejaban de pensar que
nica de los hallazgos patológicos y diag- en lo tocante al conocimiento científico
nósticos de las tres mentalidades cardi- de la enfermedad -y, por consiguiente,
nales había de imponerse en la práctica. en lo relativo al diagnóstico- la medici-
El arte del diagnóstico vino a ser, en na había alcanzado una situación en
consecuencia, el resultado de combinar cierto modo metahistórica: el progreso
eclécticamente los datos procedentes de de ese conocimimto continuaría, por su-

93
94 El diagnóstico médico

puesto, indefinidamente; pero su nove- probables, hasta que sólo la más proba-
dad no consistiría sino en perfeccionar ble queda en pie; si la posibilidad restan-
con más finas técnicas lo que por la tri- te como válida es susceptible de intui-
ple vía de su constitución como ciencia ción directa (visión endoscópica de una
-la anatomía patológica, la fisiopatología lesión, detección microscópica de un
y las varias disciplinas resultantes de la germen) o indirecta (auscultación de
investigación etiopatológica: toxicología, una estenosis mitral, examen de un elec-
microbiología, inmunología-, ya había trocardiograma), ella será la conclusión
sido conquistado: radiografías más y diagnóstica; si no, se procederá a la prác-
más precisas, análisis bioquímicos y re- tica de las pruebas complementarias
gistros gráficos cada vez más numerosos (bioquímicas, microbiológicas, inmuno-
y sutiles, etc. No parece desmedido afir- lógicas, etc.) que permitan dar a la conje-
mar que los grandes clínicos de la época, tura clínica una confirmación objetiva y
pese a la clara conciencia de la perfecti- satisfactoria. Trátase, en suma, del ejer-
bilidad de su sáber, sin mengua, por tan- cicio que técnicamente ha sido llamado
to, de su vigorosa entrega a la investiga- "diagnóstico diferencial" (2). Para pon-
ción en la sala hospitalaria y en el labo- derar la rapidez y el acierto de su ejecu-
ratorio, vivían su situación con una suer- ción se habla con frecuencia, y no sólo
te de narcisismo intelectual e histórico. entre profanos, del "ojo clínico" del mé-
"Mañana se sabrá más, sí, pero sólo en la dico: cierto talento especial para llegar
línea de lo que yo sé, sólo prolongando sin tropiezo y con presteza a una conclu-
en el tiempo lo que yo soy"; tal era el sión diagnóstica aceptable. No puede ne-
sentir general. garse, ciertamente, que en algunos indi-
El diagnóstico clínicamente correcto viduos existe una acusada capacidad
tiene ahora como expresión una fórmula para la observación, la valoración y la
enunciativa -un "rótulo"-, cuyo breve combinación de las notas con que la en-
texto reúne aditivamente un aserto ana- fermedad se manifiesta; como hay talen-
tomopatológico, otro etiológico y otro tos para el ajedrez, también los hay para
funcional. Por ejemplo: "Estenosis mitral la inducción clínica. Pero el mejor "ojo
de origen reumático, bien compensada". clínico" es, sin la menor duda, el que
El proceso técnico para la obtención de reuniéndose entre sí engendran la buena
los datos en que ese juicio se basa, es información, la observación atenta, la
una más o menos metódica ejecución de experiencia y el hábito de pensar con
los recursos exploratorios tradicionales método; esto es: el conjunto de saberes y
-anamnesis, inspección, palpación, per- actividades que permiten al médico ejer-
cusión, auscultación- y, entre los más citar la facultad a que los autores hipo-
modernos -endoscopias, radiografías, cráticos dieron el nombre de mneme
pruebas funcionales, análisis químicos, xynthetike o "memoria sintética".
microbiológicos e inmunológicos, biop- Varios tratados ya clásicos, como el
sias, etc.-, la práctica de aquellos que el Lehrbuch der klinischen Untersuchungs-
cuadro clínico haga aconsejables. El pro- methoden, de H. Sahli (ediciones cada
ceso mental para llegar a una conclusión vez más amplias a partir de 1894), el In-
diagnósticamente satisfactoria consiste, dex of differentíal Diagnosis, de H. French
por fin, en una inferencia selectiva, sus- (desde 1912), L'exploration clinique médi-
ceptible de reducción al siguiente esque- cale, de E. Sergent (desde 1912) y Diffe-
ma: al síntoma o al conjunto de síntomas rential Diagnosis, de R. Cabot (desde
y signos de apariencia más llamativa o 1916), así como los que enseñan a cami-
más significativa se les sitúa en el pri- nar, según una fórmula tópica, "del sín-
mer plano de la consideración; acto se- toma a la enfermedad", entre los cuales
guido, son sucesivamente examinadas tan calificado ejemplo ha ofrecido re-
las varias posibilidades lesionales, fun- cientemente el Diagnóstico etiológico de
cionales y etiológicas a que ese síntoma o G. Marañón (desde 1943), dan expresión
ese conjunto de síntomas y signos pue- a esta última y al parecer definitiva eta-
den corresponder, y una a una van sien- pa del paradigma moderno del diagnós-
do discutidas y eliminadas las menos tico. Otro tanto cabe decir de la "lección
Historia 95
clínica", tan brillantemente cultivada últimos años de los estudios médicos y
por los maestros franceses. Con las de en los primeros de vida profesional y
Dieulafoy pareció alcanzar su cima, en el hospitalaria. Se describían en ellas los
París de la belle époque, este eficaz géne- síntomas, los análisis (químicos y bacte-
ro didáctico; pero sin la espectaculari- riológicos), y a veces, las lesiones, es de-
dad del divo del Hótel-Dieu, las petites cir, la enfermedad; pero el enfermo no es-
cliniques de L. Ramond en La Presse Mé- taba allí. Ni una alusión a cómo era la
dicale de los años de entreguerras -cuan- persona que sustentaba la enfermedad"
do ya L. von Krehl, G. von Berg- (3). En términos galénicos: la causa proe-
mann y V. von Weizsacker habían inicia- gúmena del proceso morboso había sido
do su común "salto cualitativo" en la totalmente olvidada.
concepción de la clínica- todavía dieron No poca razón tendría nuestro gale-
un bello, acaso tardío ejemplo de una ac- nista, y más aún tuvieron von Weizsac-
titud ante el diagnóstico que aspiraba a ker y Marañón. El galenista, porque en
ser, como antes dije, metahistórica. los admirables juicios diagnósticos de
Repitamos ahora el anacronismo pre- los maestros antes mencionados no apa-
cedente, e imaginemos que un galenista recía la causa proegúmena de la enfer-
del siglo XVI está contemplando la prác- medad o sólo muy sumaria y vagamente
tica diagnóstica de los maestros de la clí- se aludía a ella. Von Weizsacker, porque,
nica que antes mencioné. "Me maravilla si se quiere denominar "sujeto" sólo al
-les diría- la precisión y la sutileza con titular de la "subjetividad" del hombre,
que en vuestros diagnósticos aparecen es muy cierto que la empresa de intro-
tres de los cuatro momentos constituti- ducir ésta en el saber y en el quehacer
vos de la realidad que nosotros llama- del médico no había sido deliberada
mos morbus y los antiguos griegos llama- y metódicamente acometida antes de
ron nósos: la causa procatárctica o exter- nuestro siglo. Marañón, en fin, porque el
na de la enfermedad, su causa sinéctica médico de esa época no trataba de esta-
o inmediata y la afección de las funcio- blecer relación alguna entre los sumarí-
nes vitales a que los síntomas y los sig- simos datos que acerca de la individuali-
nos dan expresión. Pero lo que nosotros, dad del enfermo -nombre, edad y sexo-
con nuestro maestro Galeno, denomina- él consignaba en el encabezamiento de
mos causa proegúmena o dispositiva, la historia clínica y lo que a continua-
aquello por lo cual ese individuo enfer- ción escribía en el cuerpo de ésta. Tales
mo podía ser y de hecho ha sido víctima datos venían a ser más bien sigla de ca-
de la enfermedad que padece, ¿dónde talogación que centro de referencia, más
está? Por completo la olvidan o la desco- "percha de urgencia" que "base de sus-
nocen vuestros portentosos juicios diag- tentación". Pero alguna razón faltaba a
nósticos". Pocos lustros más tarde, en la letra de esas tres objeciones, porque
torno a 1930, dos grandes médicos, uno la consideración científica de la causa
procedente de la neurología, V. von proegúmena o dispositiva de la enferme-
Weizsacker, cultivador el otro de la en- dad y la formal introducción en medici-
docrinología, G. Marañón, denunciaban na de la subjetualidad no "subjetiva" del
abiertamente esa misma omisión. La "in- enfermo se habían iniciado bastante an-
troducción del sujeto" -por tanto, el re- tes de que comenzase el siglo XX. Pronto
descubrimiento clínico del individuo en- veremos cómo.
fermo- sería para von Weizsacker el ras- Examinemos con precisión mayor lo
go más característico de la medicina del que a este respecto ocurría entonces. La
siglo XX. Marañón escribirá, por su par- realidad que el médico tenía ante sí
te, recordando su época de médico jo- cuando diagnosticaba a un enfermo era,
ven: "Yo no he tenido, en toda su tras- por supuesto, un individuo humano, un
cendencia, idea del valor del elemento sujeto orgánica, social, histórica y perso-
constitucional en Medicina, como cuan- nalmente individualizado; pero el conte-
do hube de leer mis primeras historias nido de su campo visual, limitado por el
clínicas: aquéllas recogidas con tanta mi- reduccionismo antropológico a que tan
nucia, pero con tan mal método, en los fuertemente tiende la visión científico-
96 El diagnóstico médico

natural de la naturaleza humana, le mo- cuadro sintomático al centro de atribu-


vía a dar razón científica de la enfer- ción y de configuración que la realidad
medad desconociendo o menosprecian- individual de cada hombre es para todo
do -indeliberadamente, por supuesto- cuanto en su vida acontece; una determi-
cuanto en ésta no fuese lesión anatómi- nada enfermedad, en este caso.
ca, desorden en el proceso energético- Durante la segunda mitad del siglo
material de la vida y agresión causal del XIX y los primeros decenios del siglo XX,
medio físico; todo lo demás no sería la subjetualidad del enfermo es poco a
"verdadera ciencia". Nadie lo ha dicho poco conquistada -mejor: es científica-
mejor y más tempranamente que CI. mente reconquistada- por algunos clíni-
Bernard: "El médico -escribió el genial cos sagaces, y el sujeto real del diagnós-
fisiólogo- se ve con frecuencia obligado tico, no la escueta mención de un nom-
a tener en cuenta en sus tratamientos bre, una edad y un sexo, será en ciertos
eso que llaman influencia de lo moral casos, siquiera parcialmente, un momen-
sobre lo físico y, por consiguiente, una to esencial de la formulación técnica de
multitud de consideraciones de familia o aquél. Pero no entenderíamos bien la es-
de posición social que nada tienen que tructura de este proceso histórico si en
ver con la ciencia" (4). He aquí el nervio la subjetualidad del hombre no distin-
del pensamiento bernardiano: por razo- guiésemos, con X. Zubiri, lo que en ella
nes extracientíficas, el sujeto del trata- es "subjetualidad substante" y lo que es
miento tiene que ser el individuo huma- "subjetualidad suprastante": las notas y
no en su integridad; y puesto que éste no las propiedades pertenecientes a lo que
es el caso del diagnóstico, porque en él, en el individuo humano es "naturaleza"
si el médico quiere actuar científicamen- (la función de digerir y la de pensar, la
te, sólo debe considerar "lo que tiene pesantez, el sexo, el biotipo, etc.) y las
que ver con la ciencia", su juicio enun- procedentes de lo que en él es "persona"
ciará en definitiva el resultado más o (todo cuanto en su vida tiene como ori-
menos unitario de reunir entre sí una al- gen la opción, la apropiación, la libre do-
teración anatomopatológica, una serie de nación y la creación: ser personalmente
desórdenes funcionales y una agresión médico, saber con ciencia propia lo que
causal o nosogenética más o menos es- a uno le han enseñado, haber inventado
pecífica; adición de la cual serían esque- un utensilio mecánico o el concepto de
mático y asignificativo soporte el nombre, esquizofrenia, etc.). La radical unidad
la edad y el sexo que, antepuestos a la his- del individuo humano no excluye la lici-
toria clínica o a la formulación del juicio tud y no niega el fundamento real de ese
diagnóstico, a una y otra conceden su res- discernimiento, sin el cual no podría ser
pectiva titularidad individual. correctamente descrita la conducta del
¿Quiere esto decir que el clínico de los hombre (6).
primeros lustros de nuestro siglo no in- Dos son, desde nuestro punto de vista,
dividualizaba sus diagnósticos? En modo los modos principales de la subjetuali-
alguno. La frase "no hay enfermedades, dad substante: el orgánico y el social. El
sino enfermos", harto discutible, como hombre, en efecto, es sujeto de las fun-
veremos, era sin cesar repetida. Pero la ciones y las peculiaridades individuales,
individualización de la historia clínica y típicas y específicas de su organismo, y
del diagnóstico consistía en señalar la lo es a la vez de las notas en que se acu-
ocasional aparición de síntomas anóma- ñe su pertenencia a un grupo social de-
los o poco frecuentes en la expresión ha- terminado; y así, en su gradual tarea de
bitual de aquella especie morbosa -por reconquistar nosológica y diagnóstica-
ejemplo, el carácter hipotérmico de la mente la subjetualidad del enfermo -la
fiebre tifoidea que una vez observó Po- causa proegúmena o dispositiva de la
tain (5)-, o en dejar constancia de la pe- enfermedad, si se quiere decirlo con tér-
culiar intensidad o del curso atípico que minos más clásicos-, los médicos han
en aquel enfermo. mostraron los sínto- ido descubriendo y valorando clínica-
mas específicos de su afección, no en mente cada uno de los momentos que
una bien fundada referencia de todo el integran la acción causal y configurativa
Historia 97

de unas y otras. Aunque la subjetualidad posteriores a 1900 frente a la subjetuali-


suprastante se halle unitariamente fun- dad de sus pacientes, e incluso ante los
dida con la subjetualidad substante en la ensayos que desde 1870-1880 se venían
realidad individual del hombre, sano o haciendo para incorporarla al saber pa-
enfermo, la introducción de aquélla en tológico y al juicio diagnóstico. En unos,
la medicina debe ser tratada en capítulo tal escotoma era real: esos médicos des-
aparte; no sólo porque el proceso histó- conocían en tanto que clínicos la indivi-
rico de tal introducción ha sido más tar- dualidad del enfermo -quiero decir: lo
dío y ha seguido vías propias, también que dicha individualidad realmente es-,
por el carácter mucho más innovador, y no parecían dar mayor importancia a
incluso abiertamente conflictivo, que ha lo que ya se había logrado en el empeño
tenido y todavía tiene en la clínica este de conquistarla médicamente. En otros,
modo de considerar el desorden morbo- más avisados y cautos, acaso fuese mera-
so. En consecuencia, dedicaré un aparta- mente táctico: si en sus descripciones
do de este capítulo al descubrimiento de clínicas y en sus diagnósticos no consi-
la condición orgánica del sujeto del diag- deraban como verdaderos "sujetos" a
nóstico y otro a la valoración científica sus enfermos, tal vez fuese porque esta-
de su condición social, y estudiaré más ban aguardando a que los exploradores
tarde las vicisitudes que el examen de la de la subjetualidad demostraran convin-
subjetualidad suprastante -por tanto, de centemente la importancia nosológica y
la condición personal del sujeto: lo que diagnóstica de lo que con su todavía in-
en él es intimidad, subjetividad y biogra- cipiente exploración parecían haber des-
fía stricto sensu- ha traído al problema cubierto. En cualquier caso, la condición
del diagnóstico. orgánica del sujeto enfermo -la dimen-
sión preponderantemente orgánica de
su subjetualidad substante- fue introdu-
11. REDESCUBRIMIENTO cida en el juicio diagnóstico poco a poco,
DEL SUJETO ORGANICO como a retazos, a lo largo de un proceso
histórico que comenzó en torno a 1870.
La contemplación atenta de una parte Veamos sus más importantes etapas.
de la realidad lleva ineludiblemente con-
sigo la preterición o el olvido de las par-
l. EL BIOTIPO
tes restantes; sólo abandonando otros
posibles puede ser suficientemente pro- Redescubrimiento de la subjetualidad
fundo el avance por el camino escogido. biotipológica. "Patología constitucional"
Pero esta ineludible ley del progreso es comúnmente llamada -con una con-
científico conduce a una visión deficien- cepción bastante estrecha de lo que la
te de la realidad cuando el hombre de "constitución" es realmente en la biolo-
ciencia la cumple sin clara conciencia de gía humana- la disciplina consagrada al
lo que ella significa, esto es, cuando en la estudio y al conocimiento de este aspec-
estimación de sus personales resultados to de la subjetualidad.
personales no sabe tener en cuenta los En el galenismo tradicional, el tempe-
que hayan sido obtenidos siguiendo ca- ramentum (krásis, modo y proporción de
minos distintos del suyo; o, con otras pa- la mezcla de los humores) fue el concep-
labras, cuando el escotoma que padece to central para la intelección de la causa
su visión científica de la realidad no sea proegúmena o dispositiva de la enferme-
táctico, sino indeliberado y doctrinario. dad. Si bajo la acción de una misma cau-
Como en páginas precedentes hemos sa procatárctica un individuo enferma y
visto, la gradual realización del paradig- otro no, si una misma especie morbosa
ma moderno del diagnóstico es la histo- se expresa de modo clínicamente distin-
ria de la constitución, la utilización y la to en dos individuos, esto dependería en
corrección de una serie de escotomas in- primer término de la respectiva índole
telectuales ante la total y unitaria reali- de su temperamento, del modo como en
dad del enfermo; el último, el de los él estén mezclados los humores elemen-
grandes clínicos poco anteriores y poco tales. De orden caracterológico o clínico,
98 El diagnóstico médico

no son pocas las observaciones felices a ploración y la conceptuación pueden ser


que, a lo largo de los siglos, ha dado lu- empleados desde actitudes mentales dis-
gar la doctrina galénica de los tempera- tintas entre sí, y puesto que durante los
mentos, de la cual todavía pueden des- últimos decenios del siglo XIX y los
cubrirse huellas en pleno siglo XIX; pero primeros del siglo XX, todas dentro
con el definitivo arrumbamiento de la del marco del pensamiento científico-
doctrina humoral que el triunfo de la natural, son tres las mentalidades que
teoría celular trajo consigo, no puede ex- orientan la investigación médica, no
trañar que los médicos cultos dejasen de puede extrañar que tres hayan sido tam-
tenerla en cuenta en sus explicaciones bién, uno más anatomoclínico, otro más
patológicas y en sus diagnósticos. Con fisiopatológico y otro más etiopatológi-
más razón todavía puede decirse esto de co, los modos cardinales de entender
las ideas acerca de la constitución orgá- médica y científicamente la constitución,
nica que, en rivalidad con las galénicas, el temperamento y el biotipo. Examiné-
tan copiosamente comenzaron a surgir moslos uno a uno.
en cuanto se inició el descrédito del ga-
lenismo, desde los iatromecánicos y los
iatroquímicos hasta los clínicos france- a. Biotipos anatómicos
ses y los Naturphilosophen alemanes de Consciente o inconscientemente, la
la primera mitad del siglo pasado (7). mentalidad anatomoclínica tiende a ver
Entre 1850 y 1860, los términos "consti- en la forma anatómica la expresión más
tución", "temperamento" y "tipo" perdu- inmediata de la vida. Compréndese,
ran en los libros, algunos de ellos bien pues, que cuando el investigador de la
recientes; lo cual no es óbice para que subjetualidad actúa regido por ella, vea
las grandes figuras médicas de los dece- en el biotipo somático la realidad en que
nios inmediatamente posteriores las des- la constitución biológica primariamente
conozcan o sólo volanderamente las se expresa y diversifica. Tal fue el caso
mencionen. Un tratado tan eminente y de A. de Giovanni (8), pionero -tras los
representativo como la Allgemeine Pa- insuficientes e intrascendentes ensayos
thologie de J. Cohnheim (1878)) llegará franceses de L. L. Rostan y Th. de Trois-
hasta negar toda validez científica al Vevre- en el establecimiento de una ta-
pensamiento constitucionalista. Para un bla de biotipos puramente morfológicos
clínico o un patólogo formados a la altu- (desde 1870-1875) y fundador de la bri-
ra de su tiempo, el temperamento, diría llante escuela constitucionalista italiana,
CI. Bernard, es una de las nociones mé- cuyas más destacadas figuras han sido
d.icas . ",q
, ue nada tienen que ver en la luego G. Viola (9) y, ya en los decenios
c1enc1a . centrales de nuestro siglo, N. Pende (10).
Como en el caso de los síntomas es- Con un nombre o con otro, los biotipos
pontáneos, a raíz de su minusvaloración descritos por los autores italianos (lon-
por los paladines del pensamiento ana- guitipo microsplácnico, normotipo mor-
tomoclínico, ¿conseguirá la ciencia otor- mosplácnico y braquitipo macrospláni-
gar vigencia nueva a los conceptos de co, en la clasificación de Viola; longuilí-
temperamento y constitución? Lo consi- neo catabólico e hipovegetativo, mesolí-
guió, en efecto, tan pronto como se co- neo y brevilíneo anabólico hipervegeta-
menzó a estudiar científicamente la rea- tivo, en la de Pende) han sido muy am-
lidad subyacente a esos conceptos; es pliamente aceptados. También la orien-
decir, cuando los recursos de la inves- tación morfológica presidió en Alemania
tigación científico-natural -observación la tipología del anatomopatólogo W. Be-
atenta y rigurosa, mensuración, experi- neke (11) (dos tipos cardinales: el habi-
mentación, conceptuación basada sobre tus scrofuloso-phthisicus y el habitus car-
los hechos así obtenidos- fueron aplica- cinomatosus) y la del internista B. Stiller
dos al conocimiento de lo que en la (12) (hábito asténico y hábito artrítico);
constitución, el temperamento y el tipo y más tarde, con resonancia que ha tras-
biológico fuese "real" y "positivo". Ahora cendido el área del saber médico, la del
bien: puesto que los métodos de la ex- psiquíatra E. Kretschmer (13) (hábitos
Historia 99

leptosomático o asténico, pícnico, atléti- (19) y el clínico y epidemiólogo A. Gotts-


co y displásico) (14). Otro tanto cabe de- tein (20). Este introdujo una fórmula ma-
cir de la biotipología francesa de nues- temática -ampliada luego por Martius y
tro siglo -C. Sigaud (15), L. Mac Auliffe Strümpell- para expresar la variable dis-
(16)-, aunque los nombres de los bioti- posición del individuo al padecimiento
pos que estos autores deslindan (tipos de una enfermedad infecciosa: C/ p, en la
respiratorio, muscular, digestivo y cere- cual C indica la resistencia constitucio-
bral) no sean puramente morfológicos. nal del organismo infectado, y p la viru-
Morfológica y embriológica a la vez es, lencia del germen infectante. Sin el pro-
en fin, la influyente biotipología del nor- pósito de alcanzar una cuantificación tan
teamericano W. H. Sheldon (17), con su precisa, esa misma es la actitud mental
distinción de las líneas principales de va- de los clínicos cuando hablan -sobre
riación que él llama endomorfia, meso- todo, en el caso de la tuberculosis- de la
morfia y ectomorfia. relación entre "germen" y "terreno".

h. Biotipos funcionales d. Diagnóstico y constitución


Cabe también pensar que la constitu- La disposición constitucional del indi-
ción humana se tipifica, antes que en viduo se ha manifestado al médico mo-
una determinada forma somática, en el derno como forma anatómica, como
modo como las funciones vitales son eje- comportamiento fisiológico o como re-
cutadas, y por tanto en el comporta- sistencia al enfermar; pero la existencia
miento biológico del organismo, cuando de estos tres iniciales puntos de vista en
éste es sometido a determinadas prue- la conceptuación científica de aquélla y
bas funcionales. Tal fue el punto de vista en la ulterior investigación de su reali-
de Fr. Kraus en su monografía Die Er- dad, en modo alguno ha impedido que
müdung als Mass der Konstitution (1897) se combinasen entre sí los resultados
y, poco más tarde, el presupuesto doctri- obtenidos desde cada uno de ellos -por
nal de las pronto famosas investigacio- ejemplo: a cada biotipo morfológico per-
nes de E. Eppinger y W. R. Hess acerca tenecen ciertas peculiaridades en el
de la vagotonía y la simpaticotonía, en comportamiento fisiológico y en la resis-
tanto que diversificaciones cardinales de tencia a la infección, y así en los otros
la constitución orgánica (18). Constitu- dos casos (21)- y ha planteado, por otra
cionalmente, el individuo humano es va- parte, el problema de la consistencia
gotónico, simpaticotónico o normotóni- real y la génesis de eso a que descrip-
co, y esto condiciona, en principio, su tivamente damos el nombre de "consti-
modo de reaccionar a los estímulos, tan- tución biológica" o "constitución orgá-
to fisiológicos como nosogénicos. La in- nica".
fluencia de este par de conceptos en la ¿cuál es, expresada en términos filo-
medicina del siglo XX ha sido extraordi- sóficos y en términos científicos, la ver-
naria. dadera realidad de ésta? ¿cómo llega
a existir la constitución biológica de un
c. Constitución y resistencia individuo, desde el momento en que se
a la infección juntan los gametos de que procede? No
debo exponer aquí las sucesivas aporta-
El vigoroso auge que la patología de la ciones de la investigación contemporá-
infección conoció en los últimos lustros nea al conocimiento científico de esa
del siglo XIX dio lugar a un tercer modo constitución -factores genéticos, hormo-
de concebir la constitución del organis- nales, humorales, neurofisiológicos, psi-
mo: la visión de ésta como fundamento cológicos, etc.-, ni comentar las varias y
de la mayor o menor resistencia del in- no siempre muy precisas ideas acerca de
dividuo a la acción de los gérmenes pa- lo que en el biotipo es "totalidad", "ca-
tógenos. Desde este punto de vista en- rácter global", "conjunto" u "orden". Sin
tendieron la disposición individual a la mengua de volver sobre el tema en la
enfermedad el bacte!iólogo F. Hueppe sección próxima, aquí debo limitarme a
100 El diagnóstico médico

enunciar los cuatro siguientes asertos: 2. LA HERENCIA PATOLOGICA


1.0 El concepto de "constitución biológi-
ca" u "orgánica" era en los primeros de- Actualización y consideración científi-
cenios de nuestro siglo y sigue siendo ca de la subjetualidad heredopatológica.
hoy un tema doblemente abierto: por un Llegó a ser científica la heredopatología,
lado, a la exploración factual de lo que cuando las vagas afirmaciones tradicio-
en rigor sea "constitucional" dentro de nales acerca de la existencia de enferme-
la realidad orgánica y psíquica del indi- dades hereditariamente transmisibles
viduo humano; .por otro, a la indagación (los hipocráticos, Paracelso, van Hel-
antropológico-filosófica de la respuesta mont, Hoffmann) y la no menos vaga hi-
que haya de darse a la pregunta siguien- pótesis de la "degeneración" de ciertas
te: en la realidad del hombre, integral- estirpes (B. A. More!, 1857) fueron susti-
mente considerada, ¿qué es en rigor lo tuidas por este doble empeño: una ob-
que desde el siglo pasado vienen llaman- servación rigurosa de la realidad clínica
do los médicos "constitución"? 2.0 La (a partir de G. Huntington, descriptor de
pertenencia de un individuo a tal o cual la corea que lleva su nombre, 1872) y un
biotipo es parte esencial de la causa análisis preciso de la regularidad con
proegúmena o dispositiva de las enfer- que en el curso de las generaciones de
medades que padezca, y su conocimien- una estirpe heredopatológicamente tara-
to contribuye, por tanto, a enriquecer y da se presentan de hecho las enfermeda-
precisar el juicio diagnóstico. Apoyado des hereditarias (desde que el general
en ese conocimiento, el médico puede conocimiento de las leyes de Mendel
decir, ante un determinado paciente: hizo posible la elaboración de métodos
"En alguna medida, este enfermo ha lle- idóneos: el de W. Weinberg, ya en los
gado a padecer su enfermedad y ésta ha primeros años de nuestro siglo) (22). So-
sido como de hecho es, porque en el or- bre este doble fundamento se constituyó
ganismo afecto se realiza individualmen- la actual heredopatología, a lo largo de
te tal o cual biotipo". 3.0 Debe evitar el un proceso histórico en el cual pueden
médico considerar equivalentes las ex- ser discernidas las siguientes etapas:
presiones "patología constitucional" y
"patología individual", por lo menos l. Paulatina descripción de cuadros
cuando aquélla se limita al estableci- morbosos en los cuales es patente el ca-
miento de biotipos. A un mismo biotipo rácter hereditario. Todos los tratados de
pertenecen muchos individuos diferen- patología ofrecen un amplio catálogo de
tes entre sí, y la constitución del indivi- tales enfermedades (23).
duo -tomado el término "constitución" 2. Descubrimiento de un factor here-
en el más riguroso de los sentidos- es ditario en la génesis de muchas enferme-
algo más que la realización individual de dades que anteriormente no pertenecían
un biotipo. 4.0 Las certidumbres que res- de un modo formal al dominio de la he-
pecto del diagnóstico concede la patolo- redopatología.
gía constitucional -las correspondientes 3. Recta comprensión del papel que
al aserto: "la génesis y la modulación sin- respectiva y complementariamente de-
tomática de esta enfermedad se hallan sempeñan el factor génico y el factor
condicionadas por la pertenencia del en- ambiental en la determinación -en la fe-
fermo a tal o cual biotipo"- no pueden notipización, si se quiere emplear la ter-
tener y no tienen otro carácter que el es- minología genética- del desorden here-
tadístico; y no solamente porque, como q.itario (24).
honestamente hizo notar Viola, el 40 por 4. Conocimiento científico de la
ciento de la población es difícilmente constitución real del desorden génico y
clasificable mediante los esquemas bioti- de su génesis: estructura del código ge-
patológicos al uso, también por razones nético, causación y biología molecular
inherentes a la índole de la causalidad de las mutaciones, proceso por el cual
patológica. La influencia patoplástica del un determinado desorden génico llega a
biotipo, en efecto, puede ser dominada expresarse como "disposición a tal en-
por otros factores de la nosogénesis. fermedad" y como "manifestación clíni-
Historia 10
1
ca de tal enfermedad" en el individuo pedíatras de fines del siglo XIX y comien-
enfermo. Reducido a esquema, tal es el zos del siglo xx (O. Heubner, B. J. A.
elenco de las cuestiones que integran la Marfan, A. Czerny, M. Pfaundler, entre
más actual heredopatología. otros), la especialidad pediátrica alcanza
pleno reconocimiento social, científico y
Como el conocimiento de la constitu- académico. Pese a todo ello, la enferme-
ción biológica, y estrechamente relacio- dad infantil -salvo, a lo sumo, los tras-
nado con él, porque el momento heredi- tornos alimentarios de la lactancia- era
tario es esencial en la génesis y en la es- considerada por el médico, no desde el
tructura del biotipo, la doctrina heredo- punto de vista del niño sano, sino desde
patológica es hoy un problema científico el punto de vista del adulto enfermo: un
doblemente abierto: por un lado, a la in- niño enfermo sería, en principio, un
dagación de las relaciones entre la he- adulto enfermo en miniatura (E. Seid-
rencia y el medio en la aparición fenotí- ler). "La pediatría -solía decir Czerny a
pica de las enfermedades hereditarias; sus alumnos- no es una especialidad, es
por otro lado, al análisis molecular de la la medicina interna del individuo huma-
alteración génica en que la enfermedad no desde el día de su nacimiento hasta
hereditaria tiene su causa inmediata. la pubertad". Es cierto que, tras Rous-
Ambos saberes y ambos problemas son seau y Pestalozzi, la pedagogía ha venido
en la actualidad, como veremos, parte esforzándose por educar al niño según
integral del diagnóstico. Por el momen- lo que éste es "en sí mismo", y que la psi-
to, contentémonos con advertir que gra- cología, incipientemente con W. Preyer
cias a la investigación heredopatológica, (Die Seele des Kindes, 1882), de modo
y en lo tocante, claro está, a lo que en la más explícito e idóneo con W. Stern
causación de la enfermedad es herencia, (Psychologie der frühen Kindheit, 1914),
el sujeto de la afección morbosa entra se acercó resueltamente al conocimiento
formalmente en la estructura y en la científico de lo que "en sí misma" es la
enunciación del diagnóstico durante los infancia; pero habrá que llegar al año
primeros decenios de nuestro siglo. Lo 1923 para que M. Pfaundler, acaso bajo
que en las historias clínicas de esa época la influencia de lo que en pedagogía y en
era simple percha de síntomas y signos psicología venía aconteciendo, exponga
físicos y funcionales, va cobrando cuer- la necesidad de proveer a la pediatría de
po e integridad real. El médico, en con- un estatuto nosológico propio: "Cada
secuencia, puede decir: "Este enfermo fase del desarrollo -escribió- trae consi-
ha llegado a padecer su enfermedad por- go una suma de especiales situaciones
que en su genoma existe una determina- de carácter físico, químico y energético,
da alteración específica". En la constela- que con frecuencia hacen reaccionar de
ción de la causa proegúmena o dispositi- manera diversa al individuo frente a las
va de la afección morbosa entra así un distintas influencias, o mostrarle, por
elemento nuevo, el hereditario. otra parte, adaptado o capaz de adapta-
ción" (25). Situaciones a las que, para ser
3. LAEDAD
completo, habría que añadir las corres-
pondientes a la realización psíquica y so-
Descubrimiento de la subjetualidad cial de la vida humana.
cronobiológica. Desde Sorano de Efeso, Algo análogo puede decirse de la psi-
una Practica puerorum viene existiendo, quiatría. Bastará recordar la hebefrenia
de modo más o menos explícito, en la li- de Hecker y Kahlbaum, la dementia prae-
teratura médica de Occidente; desde el cox de Kraepelin y el concepto de "de-
siglo XVIII, y a partir del manual de Ro- mencia senil", para advertir que los psi-
sén van Rosenstein, las enfermedades in- quíatras clásicos supieron establecer
fantiles son monográficamente estudia- una relación entre la edad y el modo psí-
das; desde los tratados de Ch. M. Billard quico de enfermar; mas no parece que
(1828) y Fr. Rilliet y A. C. E. Barthez fuesen capaces de plantearse con rigor y
(1843), la pediatría empieza a constituir- profundidad el problema de la estructu-
se como especialidad; con los grandes ra interna de esa relación, y así no aco-
102 El diagnóstico médico

metieron la empresa de elaborar una gos contrasta muy visiblemente con la


doctrina científica acerca de lo que es más avanzada y discriminadora de los
"ser joven" y "ser viejo", para entender psicólogos y los sociólogos. Estos, en
desde ella por qué y cómo aparecen la efecto, venían aplicándose desde fines
hebefrenia o dementia praecox en la del siglo pasado a la descripción y la
edad juvenil, y la demencia senil en comprensión de lo que la vida femenina
la senectud. La misma observación cabe es "en sí misma" -empresa más ardua de
hacer ante el reciente auge de la geria- lo que a simple vista parece, porque no
tría. pocas de las notas diferenciales de esa
Una patología diferencial de las eda- vida son más "históricas" que "natura-
des seria y fundamentalmente construi- les", y se hallan por tanto determinadas
da era a comienzos de siglo -y sigue por la situación a que la mujer pertene-
siendo hoy- más una necesidad y un ce-; en definitiva, a la intelección de lo
programa que un logro efectivo. Pero, si- que el individuo femenino es y hace des-
quiera sea como tal necesidad y como de la radical peculiaridad que el "ser
tal programa, el médico ya había comen- mujer" otorga a la genérica y específica
zado entonces a ver en la edad de sus realidad de "ser hombre", individuo de
enfermos algo más que una cifra escrita la especie horno sapiens. Bastará mencio-
al comienzo de la historia clínica. Con lo nar los libros de H. Marion, O. Weinin-
cual el sujeto del diagnóstico -más preci- ger, P. Viazzi, H. B. Thompson, W. T. Bel-
samente: la consideración diagnóstica field, G. Heymans y G. Simmel, a los que
del sujeto enfermo- empezó a ganar, pronto siguen los de O. Lipmann y Gina
también desde el punto de vista de una Lombroso (26).
naciente cronobiología, más compleja y Ginecólogos o no, los médicos no po-
más completa realidad. dían quedar ajenos a este vigoroso desa-
rrollo de la sexología filosófica y científi-
ca. Sólo tres nombres como prueba: E.
4. ELSEXO
Steinach, A. Lipschütz, G. Marañón (27).
Descubrimiento de la subjetualidad se- Pero es seguramente el gran tratado de
xual. Con el nombre de "enfermedades Halban y Seitz Biologie und Pathologie
de la mujer" o con el más moderno de des Weibes (1924-1929), el documento
"ginecología", desde la Antigüedad clási- que, con sólo su título, de modo más elo-
ca vienen existiendo una patología y una cuente y decisivo ha expresado el descu-
clínica del sexo femenino; pero en la gi- brimiento de la subjetualidad sexual -la
necología de fines del siglo XIX y co- femenina, en este caso- por parte de los
mienzos del siglo XX, ¿qué ponía la mu- médicos. En efecto: para los rectores de
jer, en tanto que tal mujer, en el concep- este tratado, la intelección de cualquier
to que acerca de sus enfermedades pro- enfermedad de la mujer, y en primer tér-
pias operaba en la mente del médico? mino, claro está, la de las e:nfermedades
Apenas otra cosa que la peculiaridad de propias de su sexo, exige tener en cuenta
la anatomía femenina y de una fisiología cuatro momentos complementarios: la
inmediatamente basada sobre ella. La anatomía del organismo femenino y la fi-
mujer padecía quistes ováricos, carcino- siología de ella dependiente, la estructu-
mas de útero, fístulas vesico-vaginales y ra endocrina de la fisiología femenina; la
mastitis, porque en su organismo existen psicología diferencial de ella; las peculia-
los ovarios, el útero, la vagina y las ma- ridades de su vida social en la dinámica
mas. Es la época de Marion Sims y Spen- de la sociedad actual. He aquí, pues, lo
cer Wells, de Hegar y Wertheim, de Ko- que ante una enfermedad ginecológica, e
berle y Péan. Aunque el concienzudo He- incluso ante cualquier enfermedad feme-
gar postulase en 1874 que el ginecólogo nina, piensa el clínico así formado: "La
no debe olvidar nunca la totalidad del génesis y la configuración sintomática
organismo femenino. de esta dolencia se hallan en alguna me-
En el nivel histórico del año en que dida determinadas por el hecho de ser
comienza la Primera Guerra Mundial, mujer y de serlo de tal edad, en un senti-
esa tácita actitud mental de los ginecólo- do plenamente antropológico de los vo-
Historia 103

cablos mujer y edad, el individuo que la su dolencia. Pero tales modos típicos de
padece". La estructura de la causa dispo- ser, ¿de qué ente son? iCuál es el sub-
sitiva de la enfermedad, y en consecuen- iectum a que realmente pertenecen? iA
cia del juicio diagnóstico, queda enrique- qué realidad última debe ser atribuida la
cida con un elemento nuevo. ¿será esto, constelación que forman? Explícita o im-
como debe, la iniciación de una gineco- plícitamente, dos respuestas van a dar a
patología y una andropatología real y estas interrogaciones algunos de los pa-
verdaderamente científicas? tólogos de vanguardia, durante los pri-
meros decenios de nuestro siglo. Unos
dirán: "El sujeto de la enfermedad es un
5. LA RAZA
individuo viviente de la especie hamo sa-
Detección de la influencia de la raza piens". Otros afirmarán: "El sujeto de la
sobre el modo de enfermar; o, con otras enfermedad es una persona humana".
palabras, descubrimiento de la subjetua- Veamos, por el momento, cómo se ha
lidad racial desde el punto de vista de la configurado la primera de ellas.
clínica y la patología. La acusada fre- Naturalmente, nunca el médico ha de-
cuencia de ciertas enfermedades en de- jado de ver como hombres a los enfer-
terminadas razas -por ejemplo: la de la mos que en su práctica trata. Los hipo-
tromboangitis obliterante o "enferme- cráticos y Galeno entendían desde el
dad de Leo Bürger" entre los judíos- era punto de vista de la physis universal las
a veces consignada en los viejos tratados enfermedades de sus pacientes; pero la
de medicina interna; pero sólo cuando la physis de que hablaban era en primer
experiencia del clínico ha tenido como término la humana. Humana también
campo países en que la diversidad racial era la natura a cuyo conamen atribuyó
es considerable, tal es el caso en varios Sydenham la esencia de las enfermeda-
de América, y cuando la medicina cientí- des que él observaba. Y fuese más galé-
fica ha penetrado en zonas del planeta nica o más sydenhamiana su idea del ac-
inmemorialmente ocupadas por culturas cidente morboso -la enfermedad como
primitivas y arcaicas, sólo entonces ha afección pasiva o pathos, o como opera-
empezado a ser posible la construcción ción reactiva o ergon-, lo mismo debe
de una patología comparada de las ra- decirse de los grandes clínicos de finales
zas. Otro paso más en la introducción de del siglo XIX y comienzos del siglo xx. Es
la subjetualidad substante en el saber y cierto que en el saber patológico y en los
en el quehacer del médico. juicios diagnósticos de estos médicos ha-
bía una grave preterición de la subjetua-
lidad del enfermo; no debo repetir loan-
6. LA ESPECIE BIOLOGICA
teriormente expuesto; pero los síntomas,
Atención deliberada y metódica a la los signos físicos y las secuen'cias proce-
subjetualidad específica del enfermo; vi- sales a que esos clínicos reducían el co-
ión de éste, en tanto que enfermo, nocimiento científico de la afección mor-
como individuo de la especie viviente y bosa, como síntomas y signos "huma-
zoológica a que se da el nombre de nos" eran vistos y descritos. Nada más
hamo sapiens. obvio.
La biotipología, la heredopatología, la Ahora bien; ese modo de entender la
cronobiología, la sexología y la etnopato- indudable hominidad de los datos obte-
logía permiten descubrir y valorar diag- nidos por la exploración clínica -a la
nósticamente modos típicos de ser indi- postre, una explicación meramente ana-
viduo el sujeto de la enfermedad: ser tómica y cuantitativa: sólo de orden ana-
leptosomático o pícnico, ser miembro de tómico, con las consecuencias fisiológi-
una estirpe génicamente tarada, ser cas de ese orden derivadas, sería la dife-
niño, joven, adulto o viejo, ser varón o rencia específica de una paraplejía hu-
hembra, ser blanco, negro o amarillo; mana; sólo carácter cuantitativo tendría
momentos, todos ellos, constitutivos de el carácter diferencial de la glucemia
la subjetualidad orgánica del enfermo y propia de un hombre diabético-, esa vi-
de la causa proegúmena o dispositiva de sión de la "hominidad" de los síntomas y
104 El diagnóstico médico

los signos clínicamente observados, ¿po- continuadores demostraron la existencia


día ser aceptable para una mente seria- y la condición viviente de los gérmenes
mente atenida a la realidad misma del patógenos. Clínica e inmunológicamente
proceso morboso? A título de ejemplo, elaborado, no otro fue, años más tarde,
tomemos dos figuras incuestionable- el fundamento de la periodización de
mente ilustres y representativas: Char- la tuberculosis pulmonar que propuso
cot y Frerichs. Pese a la eminencia del Ranke.
maestro de la Salpétriere como cultiva- Merecen asimismo mención, a este
dor del método anatomoclínico, o tal vez respecto, los trabajos de H. Nothnagel
a causa de ella, no parece que la biología acerca de los procesos adaptativos que
general y la antropología médica implí- tienen lugar en el organismo enfermo: la
citas en sus publicaciones permitan con- existencia de una "fuerza fisiológica de
siderar satisfactoriamente su idea de lo reserva", la génesis de la circulación co-
que real y verdaderamente es un indivi- lateral, las hipertrofias musculares y los
duo de la especie humana. Algo análogo procesos glandulares de carácter com-
puede decirse de Frerichs. Es cierto, sí, pensatorio (29). La decidida oposición
que en un momento importante de su de Nothnagel a cualquier vitalismo y su
carrera científica Frerichs afirmó que firme convicción de que la finalidad de
"las condiciones bajo las cuales se confi- los procesos orgánicos constituye un
gura la vida enferma" no son sino "una problema que no puede ser resuelto me-
fracción del general proceso de la vida" diante la inducción científica, en modo
(28); pero, en tanto que patólogo científi- alguno excluyen el carácter auténtica-
co, el gran clínico de la Charité berlinesa mente "biológico" de sus observaciones
entendía tal proceso sólo como una y descripciones, y el mismo sentido tuvo
complicada combinación de secuencias su expresa fidelidad a la idea hipocrática
procesales de orden bioquímico y ener- de una vis medicatrix naturae. Nothnagel,
gético. No: ni Charcot, ni Frerichs sabían en suma, veía al enfermo como un ser vi-
ver científicamente la enfermedad como viente, y luego interpretaba "more mecha-
una vicisitud orgánica en la vida de un nico" lo que en el enfermo habían perci-
individuo de la especie hamo sapiens. bido sus ojos. Con otras palabras: como
Era ineludible, pues, salir de esa situa- clínico, Nothnagel percibía la vida; como
ción. patólogo, y según el programa científico
del Virchow joven, luego de E. von Brüc-
ke, Du Bois-Reymond y Helmholtz, prac-
a. Klebs y Nothnagel ticaba el "análisis mecánico de la natura-
Una bien deliberada voluntad de en- leza" que aquél había postulado.
tender biológicamente la enfermedad y
el enfermo surgió a fines del siglo XIX en
dos campos de la clínica: las enfermeda- h. La neuropatología
des infecciosas y la neurología. Influi- Fue en el dominio de la neuropatolo-
do por la reciente y resonante difusión gía, sin embargo, donde con más rigor y
del pensamiento darwiniano, E. Klebs coherencia se entendió la enfermedad
(1887-1889) concibió la enfermedad in- desde el punto de vista de la condición
fecciosa -para él, como sabemos, la úni- viviente y la subjetualidad específica del
ca afección morbosa que en verdad me- individuo enfermo. No hubo azar en ello.
rece el nombre de "enfermedad"- como El sistema nervioso es, por una parte, el
un caso particular del magno y funda- territorio orgánico en que los dos crite-
mental hecho de la biosfera que Darwin rios cardinales de la mentalidad anato-
llamó "lucha por la vida": el organismo moclínica, uno expreso -la exigencia de
infectado se defendería del organismo localizar al máximo la causa inmediata
infectante luchando contra él, compor- de la enfermedad-, el otro tácito -la ten-
tándose frente a él como un ser vivo; y dencia a considerar según esquemas me-
sin doctrinarismos darwinistas, así en- cánicos la relación funcional entre las
tendieron la infección todos los médicos, partes afectas-, más acabadamente fue-
tan pronto como Pasteur, Koch y sus ron realizados. Baste mencionar la obra
Historia 105

sucesiva de Broca, Charcot, Wernicke y de Laycock. La segunda, la doctrina de


Pierre Marie, en cuanto al primero, y la las localizaciones cerebrales, asumida
noción clásica del movimiento reflejo, desde un ángulo dinámico y contrario al
en cuanto al segundo. Mas, por otra par- localicismo estricto. La tercera, la con-
te, también es el sistema nervioso el cepción comparada y filogenética de la
campo anatomofisiológico en que dos de anatomofisiología del sistema nervioso,
los momentos más notorios en la estruc- sobre los supuestos de la ley del desa-
tura del comportamiento del ser vivo, la rrollo de von Baer y las ideas de evolu-
referencia de las operaciones particula- ción y disolución de Spencer. La cuarta,
res al todo orgánico a que pertenecen y el asociacionismo psicológico, descarta-
la atribución de un sentido biológico a da, tras una fugaz y tibia adhesión a ella,
cada una de ellas, más clara y distinta- la psicología de las facultades... La quin-
mente aparecen a la mirada del observa- ta, la concepción dinámica de los fenó-
dor. El sistema nervioso es, en efecto, el menos mentales en la línea de Spencer,
más visible e importante de los instru- es decir, de acuerdo con los mismos
mentos fisiológicos con que el organis- principios rectores de la dinámica de la
mo logra y mantiene su unidad funcio- materia". Apoyada su mente sobre esta
nal, y el movimiento local y la percep- base intelectual, un cuidadoso y profun-
ción sensorial son las dos actividades do análisis de la realidad clínica permi-
corporales en que la cuestión del "para tió a Jackson entender las enfermedades
qué", por muy enemigo de la vieja tefeo- del sistema nervioso -muy en primer
logía que el fisiólogo sea, de modo más término, las convulsiones epilépticas y
urgente y explícito surge en el análisis las afasias- con arreglo a las siguientes
científico de la vida orgánica. Todo lo ideas básicas:
cual, unido a la fuerte sugestión que el
evolucionismo biológico ejerció sobre l. La causa inmediata de la enferme-
los hombres de ciencia tras la publica- dad neurológica es siempre una lesión
ción de El origen de las especies, determi- localizada del sistema nervioso. En este
nó la iniciación de la fina empresa noso- sentido -sólo en este sentido-, el punto
lógica que bien puede ser llamada "bio- de partida de la interpretación clínica es
logización" o "vitalización" de la neuro- el que en 1861 habían iniciado las obser-
patología. vaciones anatomoclínicas de Broca.
2. Con su agresión al organismo que
la padece, esa lesión da lugar a la apari-
c. J. H. Jackson y C. von Monakow
ción de síntomas -negativos unos, positi-
Por los años en que Charcot y Dejeri- vos, otros- a través de dos modos bási-
ne, en Francia, y Erb y Wernicke, en Ale- cos en el comportamiento del organismo
mania, eran los mandarines de la neuro- enfermo: la "descarga" y la "disolución".
logía europea, el inglés J. H. Jackson dio Una y otra constituyen la forma -no el
genialmente los primeros pasos en el ca- contenido, naturalmente- del conjunto
mino hacia esa deliberada biologización. de los síntomas que integran el cuadro
Sería aquí impertinente un examen dete- clínico, y expresan que el sistema nervio-
nido de la obra jacksoniana; tanto más, so se comporta fisiológicamente como
cuanto que tal ha sido el objeto de la ex- "un todo" (a whole), sin mengua de
celente monografía que hace pocos años las localizaciones anatómico-funcionales
publicó J. M. López Piñero (30). Me limi- que en él existen.
taré, pues, a un sumarísimo esquema de 3. El carácter "descargante" o "de-
las ideas del maestro londinense acerca sencadenante" de la lesión anatómica
de la enfermedad neurológica. Cinco (discharging lesion) aparece de modo
fueron, según López Piñero, las bases muy patente en los síndromes epilépti-
doctrinales de la obra de Jackson: "La cos, pero mutatis mutandis puede ser
primera, la teoría del funcionamiento re- igualmente descrito en los restantes cua-
flejo del sistema nervioso, extendida a la dros neuropatológicos.
fisiología del cerebro como órgano mo- 4. La "disolución" o "regresión" del
tor y sensorial, de acuerdo con las ideas sistema nervioso central como conse-
106 El diagnóstico médico

cuencia de la agresión nosógena tiene neuropatología (31). Pero quien ha lleva-


fundamento en la ordenación de aquél do a su cima la biologización del pensa-
en "niveles" (levels) anatómicos, funcio- miento médico desde la patología del
nales y evolutivos, tanto más vulnerables sistema nervioso ha sido, sin la menor
y menos automáticos cuanto más eleva- duda, K. Goldstein. Trataré de exponer
dos. sumariamente sus ideas, en cuanto ten-
5. En la respuesta del organismo a la gan conexión más o menos directa con
agresión lesional es preciso tener en nuestro tema, la historia del juicio diag-
cuenta, por tanto, no sólo lo que el en- nóstico.
fermo no puede hacer, también lo que
puede hacer y cómo hace eso que puede
d. K. Goldstein
hacer.
6. Para la intelección y la valoración La obra científica de Kurt Goldstein
de los síntomas es preciso tener en cuen- tuvo su principal fundamento psicológi-
ta el "orden" (definite arder) que en su co-filosófico en la Gestaltpsychologie o
curso exista, y por lo tanto el "tiempo "psicología de la figura" de Wertheimer,
propio" (required time) de la afección de Kohler y Koffka, y en el general antime-
que se trate, tanto en sí misma como en canicismo -no forzosamente neovitalis-
la vida del paciente. ta, como el de H. Driesch; más bien goe-
tiano y kantiano, en el caso de Gold-
La enfermedad, en suma, se muestra a stein- del pensamiento alemán inmedia-
los ojos del clínico no sólo como afec- tamente ulterior a la Primera Guerra
ción pasiva o pathos, también, y sobre Mundial; y su más influyente fundamen-
todo, como respuesta activa y creadora, to empírico, en el estudio de algunos de
como ergon y poion; en consecuencia, los soldados afectos de heridas cerebra-
como verdadera actividad vital. La vieja les en esa guerra, muy especialmente del
noción sydenhamiana del conamen natu- famoso "caso Schneider" (32). En rela-
rae adquiere así carácter científico, pro- ción con el problema del diagnóstico
fundidad y estructura, y tanto en su for- -especialmente, como es obvio, del diag-
ma como en su contenido, el juicio diag- nóstico neurológico-, he aquí las nove-
nóstico acerca de ella cobra una nove- dades a mi juicio más importantes del
dad que en modo alguno hubiera podido pensamiento médico y biológico de
alcanzar con el desarrollo lineal o pro- Goldstein:
gresivo de lo que en torno a 1900 era para
casi todos los médicos cultos el co- a. Crítica de la neurología clásica.
nocimiento científico del enfermo. Pron- La edificación de la neurología clásica
to veremos en qué consistió esa nove- -unos cuantos nombres: Broca, Charcot,
dad. Wernicke y Pierre Marie- tuvo como
Entre los continuadores inmediatos base, hace observar Goldstein, una ex-
de la obra neuropatológica de Jackson ploración de la realidad clínica que inde-
-D. Ferrier, W. R. Gowers, Gordon Hol- liberadamente llevaba en su seno tres vi-
mes, S. A. Kinnier Wilson, H. Head, C. cios de origen: no era ingenua, no era
von Monakow-, acaso este último haya completa y era abstractiva. No era inge-
sido el más original y calificado. Simultá- nua, porque el clínico procedía desde el
neamente apoyado en el legado de Jack- comienzo mismo de su exploración in-
son, en el pensamiento filosófico de tentando clasificar los síntomas en "prin-
Bergson y en su vasta y profunda expe- cipales" -ordinariamente, los llamados
riencia anatómica y clínica, von Mona- "espontáneos", los reactivos a las situa-
kow ideó conceptos nuevos -"diásqui- ciones habituales de la existencia del pa-
sis", "hormé", "localización cronógena ciente- y "secundarios" o "accesorios".
de la función", "cronología del sínto- No era completa, porque el clínico ac-
ma"-, analizó más finamente la "disolu- tuaba selectivamente, destacando con
ción" jacksoniana y elaboró, con R. casi exclusiva atención los síntomas de
Mourgue, una importante obra teorética déficit -por ejemplo, una afasia- o de vi-
acerca de la concepción biológica de la sible exaltación funcional -por ejemplo,
Historia 107

una convulsión-, y menospreciando sensu stricto cuando el clínico se propo-


como irrelevantes los menos llamativos. ne formalmente valorar y comprender el
Era, en fin, abstractiva, porque tácita e cuadro sintomático; para lo cual su men-
irreflexivamente se apoyaba sobre pre- te ha de ajustarse a dos preceptos cardi-
supuestos interpretativos que operaban nales: 1.0 Discernimiento de la índole tí-
como verdades obvias e incuestionables pica del síntoma observado, según sea
en la mente del explorador; muy en pri- éste consecuencia directa del "trastorno
mer término, las flagrantes y básicas fundamental" (Grundstorung; concepto
abstracciones que respecto de la reali- que no debe ser confundido, sin más,
dad factual de la vida orgánica son la con el de "lesión anatómica"), "opera-
doctrina clásica del reflejo y el asociacio- ción de rodeo" (Umwegleistung: un modo
nismo psicológico. Para dar razón de la indirecto de ejecutar lo que directamen- te
crasa orientación anatomoclínica que no puede hacerse), o, en fin, "síntoma
presidió su neurología, escribe Dejerine: secundario" (esto es, producido por el
"En medicina, es preciso pensar fisioló- trastorno fundamental sobre actividades
gicamente. Ahora bien: en el dominio de distintas de aquella a que específicamen-
la neurología, la fisiología y la anatomía te afecta; por ejemplo, las anomalías de
se confunden" (33). No lo había pensado la sensibilidad táctil en ciertos casos de
así CI. Bernard, ni así lo piensa, por su- agnosia visual). 2.0 Sea cualquiera la ín-
puesto, Goldstein. dole típica de un síntoma, éste sólo ad-
quiere verdadera significación clínica
p. Reglas para la exploración. Una cuando el médico acierta a referirlo a la
neurología verdaderamente fiel a la rea- totalidad del organismo a que pertenece,
lidad clínica sólo es posible si la explora- y tanto desde el punto de vista de lo que
ción del enfermo cumple las siguientes en él es operación concreta (Leistung:
reglas: l,a En principio, ningún síntoma poder hablar sólo en tal o cual forma, te-
debe ser visto como "principal", aunque ner que andar con arreglo a tal o cual tipo
sea más llamativo que los restantes. 2.ª de marcha, etc.), como según lo que en él
El explorador no debe conformarse con es comportamiento (Verhalten: modo de
la escueta consignación de la reacción hallarse ordenado eso que hace el
del enfermo a cada una de las pruebas enfermo dentro de una doble pauta
funcionales, y debe evitar tanto el hábito biológica, la que corresponde a la espe-
de clasificar las respuestas en "positivas" cie y la perteneciente a su propia indivi-
y "negativas", como la rutina de conside- dualidad). En tanto que acción biológica,
rar no realizadas las pruebas en que es el síntoma se halla incardinado en una
"negativa" la respuesta. La percepción totalidad (Ganzheit), y la concreta reali-
cuidadosa del "camino hacia la respues- dad de ésta es el organismo. "Un afásico
ta" es imprescindible para un adecuado -escribe Goldstein- no es un hombre
conocimiento de la enfermedad. 3.ª El con el lenguaje patológicamente altera-
clínico debe multiplicar su exploración do, sino un hombre patológicamente al-
en todas las direcciones posibles; ante terado, cuya alteración se nos manifies-
un caso de afasia, por ejemplo, no se li- ta, sí, en ciertos trastornos de su lengua-
mitará a estudiar la sintomatología per- je, mas también en otros fenómenos
tinente al área del lenguaje. 4.ª Dentro muy distintos de éste".
de lo que técnica y éticamente exija y
permita la índole del cuadro clínico ex- o.. Síntoma y organismo. La refe-
plorado -desde el accidente agudo y rencia de los síntomas y las respuestas
amenazador hasta el trastorno residual exploratorias al todo del organismo exi-
mejor o peor compensado-, el explora- ge la elaboración de varios conceptos
dor sólo deberá dar por conclusa su pes- rectores. Por lo menos, los siguientes: 1.0
quisa cuando sea capaz de prever el re- Conceptos relativos a la mayor o menor
sultado de sus pruebas exploratorias. proximidad del estímulo -proximidad
biológica, no meramente espacial- al sis-
y. La intelección del cuadro sinto- tema reagente: "parte próxima" (Nahe-
mático. Se inicia el juicio diagnóstico teil) y "parte lejana" (Fernteil), estructura
108 El diagnóstico médico

"primer término-último término" del sentantes de la mentalidad fisiopatológi-


proceso neurológico. 2.° Conceptos per- ca se venía afirmando que, en su esencia,
tinentes a la significación de cada fun- la enfermedad no es otra cosa que una
ción y de cada síntoma respecto de la to- alteración morbosa de la actividad fisio-
tal actividad fisiológica del organismo: lógica correspondiente al estado de sa-
mayor "importancia vital" (Lebenswich- lud: fisiología en condiciones alteradas,
tigkeit) de las funciones vegetativas o in- según una fórmula tópica. Pasando re-
feriores, mayor "valía esencial" (Wesens- sueltamente de la actividad funcional al
wertigkeit) de las funciones corticales o sujeto activo, Goldstein dirá que la en-
superiores. 3.° Conceptos tocantes a la fermedad es en primer término el modo
disposición biológica del organismo res- de vivir de un organismo a la vez especí-
pecto de la agresión nosógena: actitud fico e individual, cuando sobre él están
de entrega y actitud de rebelión, modos actuando la causa externa (trauma, in-
ordenado, catastrófico y señalado del fección, etc.) y la causa inmediata (lesión
comportamiento. Una teoría del reflejo orgánica) que han determinado el desor-
normal y de sus alteraciones patológicas den morboso; y así, sólo refiriéndolos a
es el tema a que más explícita y deteni- la vida del organismo enfermo pueden
damente aplica Goldstein todos estos ser adecuadamente conocidos los sínto-
conceptos. mas que solemos llamar "espontáneos",
las varias actividades patológicas del pa-
e. Desintegración y adaptación. ciente y los resultados de las diversas
En el proceso neuropatológico se fun- pruebas funcionales a que la exploración
den entre sí, con predominio mayor o le haya sometido. La enfermedad, en
menor de una u otra, la desintegración suma, es vida orgánica a la vez morbosa-
funcional y la adaptación correctiva o mente alterada -por deficiencia y por
sanadora. Con ciertos matices diferen- descentramiento, en el sentido goldstei-
ciales, Goldstein llama desintegración niano de esta palabra- y continuamente
(Abbau) a la disolución de Jackson. La improvisada; creada, dice Goldstein,
adaptación (Anpassung), por su parte, se dando al verbo "crear" un tácito sentido
orienta hacia la curación total o hacia la bergsoniano. Lo que el enfermo hace
vida con defecto, transcurre con arreglo (Leistung) y el modo como el enfermo
a alguno de los varios modos del com- hace eso que hace y lo integra en su vida
portamiento antes indicados (entregado individual (Verhalten), son los dos mo-
o rebelde, ordenado, catastrófico o seña- mentos principales de esa labor de crea-
lado) y se produce mediante el ejercicio ción. Concepto clave del pensamiento de
de distintos recursos biológicos; entre Goldstein es, por tanto, el de "organis-
ellos, los siguientes: 1.0 Exclusión de las mo", y de ahí el título del más importan-
actividades que perturban la realización te de sus libros. Escribió Cl. Bernard que
del proceso adaptativo: por ejemplo, la la realización concreta de cada una de
no percepción del trastorno sufrido; tal las actividades que estudia el fisiólogo
sería el sentido biológico de la anosog- no admite otra explicación que la fisico-
nosia. 2.0 Distribución adecuada de la química, pero que el arrangement, la dis-
energía total del sistema nervioso, en fa. posición total y conjunta de todas ellas,
vor de los territorios más deficitarios. 3.
0
posee carácter vital. Instalada su mente
Transformación idónea de la relación en otra disciplina, la neurología clínica,
entre el organismo y el medio (evitación y en otro nivel histórico, el de la Alema-
de situaciones en que sea probable un nia de entreguerras, lo que hace Gold-
comportamiento catastrófico; entrega a stein es dar cuerpo y doctrina, llamándo-
actividades sucedáneas; rígida y alivia- le "organismo", a ese arrangement ber-
dora ordenación espacial, por parte del nardiano.
enfermo, de los objetos que habitual- En consecuencia, el conocimiento clí-
mente le rodean, etc.). nico sólo llegará a ser el que de suyo exi-
ge la realidad de que procede, un orga-
S· Enfermedad y vida orgamca. nismo enfermo, cuando cumpla los re-
Desde CI. Bernard y los primeros repre- quisitos siguientes: 1.0 Referencia del
Historia 109

dato directa e inmediatamente observa- bre un suelo de hechos muy empíricos".


do -un síntoma, un reflejo, un examen Algo semejante -añade Goldstein, acaso
práctico, una campimetría óptica, etc.- para desvanecer la impresión de "expe-
al todo estructural y dinámico a que per- riencia mística" que en algunos puedan
tenece: exigencia de totalidad orgánica. suscitar las anteriores palabras- a lo que
2.0 Referencia del comportamiento del en el orden operativo acontece con el
enfermo a la relación entre su organis- "saber ir en bicicleta": esa capacidad
mo y el medio en que vive: exigencia de locomotriz que como súbita coronación
totalidad ambiental. 3.0 Referencia de di- de las tentativas del aprendizaje surge
cho comportamiento al continuo vital en la vida del aprendiz, cuando éste lo-
que cronológicamente componen el pa- gra al fin "una verdadera adecuación en-
sado del organismo enfermo, su presen- tre el proceder de su organismo y las
te, tal como nos lo muestra la explora- condiciones del medio".
ción, y su posible futuro, en tanto que
predeterminado por su tendencia a la r¡. La descripción del diagnóstico.
adaptación o a la catástrofe: exigencia de En tanto que conocimiento biológico de
totalidad temporal. una enfermedad individual, el diagnósti-
Este triple menester del conocimiento co clínico es un acto mental que negati-
clínico, cuando en verdad quiere ser co- va y positivamente puede ser descrito
nocimiento biológico, plantea necesaria- mediante los siguientes asertos: 1.0 En
mente una cuestión fundamental: ¿cómo modo alguno cabe reducir ese acto,
la mente del biólogo -en cuanto que tal como venía siendo hábito, a la formula-
biólogo, no como filósofo de la vida bio- ción del nombre con que en los tratados
lógica- puede aprehender la central y de patología es designada la entidad
básica unidad de que proceden y a que morbosa que el enfermo padece; ni si-
se refieren esos tres conjuntos de datos? quiera cuando en esa formulación son
Tal unidad, responde Goldstein, no es el incluidos, junto a las evidencias lesiona-
resultado de una inducción lógica, y mu- les, varios datos de carácter funcional,
cho menos el de una simple ordenación etiológico y constitucional. Decir, por
constelativa de los resultados de la ex- ejemplo, "Estenosis mitral de origen reu-
ploración. En el conocimiento biológico mático y bien compensada, en una mu-
--escribe- "no buscamos la piedra termi- jer leptosomática de 30 años", es reducir
nal de un edificio, sino el edificio mismo; la realidad del individuo enfermo a un
ese totum según el cual los fenómenos esquema abstracto, útil, por supuesto,
antes indiferentes se· hacen comprensi- desde un punto de vista operacional,
bles, en cuanto que forman parte de una pero en modo alguno satisfactorio para
configuración unitaria, ordenada, relati- quien aspire a un conocimiento cientí-
vamente constante y dotada de cierta es- fico y biológico de tal realidad. Sólo la
tructura. Buscamos un todo que, entre los posesión de esa "imagen-idea" de que
fenómenos observados, permita dis- habla Goldstein podría corregir la ruti-
tinguir los miembros que a él pertene- naria ceguera mental del clínico ante
cen y las contingencias irrelevantes que aquello que en su diagnóstico trata de
surjan en cualquiera de sus partes... Bus- conocer. 2.o El organismo, en el cual se
camos una idea (Idee) que dé fundamen- hace individuo la especie, es el verdade-
to al conocer, y en la cual todos los por- ro sujeto de la enfermedad: de él son no-
menores puedan ser unificados... cuando tas subordinadas las que integran los
hayamos tenido en cuenta las condicio- modos de ser y de vivir que le tipifican
nes de su génesis. Sólo en virtud de un (sexo, edad, raza, biotipo); de él emer-
acto creador podemos alcanzar esa ima- gen, y siempre como manifestaciones ac-
gen (Bild). El conocimiento biológico es, tivas, hasta cuando parecen ser "sínto-
pues, el acto creador, constantemente mas de déficit", todos los signos en que
proseguido, mediante el cual, y en cre- espontánea o exploratoriamente se hace
ciente medida, se nos hace vivencia la patente la enfermedad; a él, por tanto, a
idea del organismo; una intuición en el la "idea" de él, deben ser referidos esos
sentido de Goethe, siempre apoyada so- signos, y él es el sujeto reactivo del expe-
110 El diagnóstico médico

rimento biológico que juntas consti- ploraciones del enfermo haya permitido
tuyen la enfermedad y su exploración. al médico predecir, siquiera sea apro-
Diagnosticar es por lo pronto entender ximadamente, porque el conocimiento
desde dentro de ella, desde la realidad biológico nunca puede ser matemática-
misma del sujeto a que afecta, la vida mente exacto, la orientación y la figura
morbosa de un organismo. 3.0 La indivi- de las respuestas del enfermo al medio
dualización del diagnóstico debe ser en que vive y a la exploración a que se le
alcanzada, en consecuencia, no sólo ob- somete; tal sería la más clara señal de
servando la cuantificación diferencial de que el médico ya posee la "idea" a que
los signos en que la enfermedad se hace su diagnóstico debe aspirar. Atenido a
observable (fiebre más o menos alta, los hábitos vigentes entre los clínicos, el
piel más o menos amarilla, exaltación diagnóstico del "caso Schneider" diría
más o menos acusada de un reflejo, etc.), así: "Agnosia óptica aperceptiva por le-
sino entendiendo esos signos como sión traumática del lóbulo occipital iz-
ocasionales "creaciones biológicas" (or- quierdo del cerebro". Establecido, en
denadas, catastróficas o señaladas) del cambio, según la "idea" biológica del
organismo de que proceden y a que per- caso, el juicio diagnóstico deberá decir:
tenecen. Dijeron los escolásticos, y tal ha "Individual, sucesiva y creciente adapta-
solido ser el tácito e indeliberado esque- ción del organismo enfermo -un orga-
ma mental de los clínicos, que el indivi- nismo humano- a la pérdida de la per-
duo es materia signata quantitate; con cepción de figuras visuales; pérdida
otras palabras, que la individualidad es consecutiva a una lesión traumática del
el sello que en cada forma específica (la lóbulo occipital izquierdo del cerebro".
del caballo, por ejemplo) ponen el más y No es difícil advertir que estas palabras
el menos de las notas en que concreta y son la expresión condensada de un rela-
materialmente se realiza esa forma (ca- to, en el cual cada una de las situaciones
ballo más o menos alto, más o menos ocasionales (con palabras más técnicas:
veloz, etc.). Según la interpretación tra- cada uno de los status praesentes que
dicional, tal sería el modo de individuali- consigne la historia clínica) se halla uni-
zarse las especies morbosas. Pues bien: da con las anteriores y las posteriores
para Goldstein, como antes para Jackson según una línea vital continua (el curso
y von Monakow, el individuo, tanto sano de una biografía biológica u orgánica);
como enfermo, es más bien materia sig- relato en el cual es descrita, más que
nans, cuerpo material que, por ser orga- una serie de imágenes lesionales y de
nismo viviente, desde dentro de sí mis- trazados gráficos (como acontecía en la
mo va activa y productivamente sellando patografía anatomoclínica y fisiopatoló-
su propia individualidad. Sea sana o gica), una ocasional y sucesiva "disposi-
morbosa la vida, vivir es ir creando lo ción vital" del organismo a que su texto
que a cada uno -al self orgánico de cada se refiere, y revela que el proceso descri-
uno- le hace semejante a los restantes to posee un determinado sentido bioló-
individuos de su especie y le distingue de gico (en este caso, la progresiva adapta-
todos ellos. 4.0 La expresión verbal del ción a un defecto irreversible; en otros,
diagnóstico no debe quedar limitada a un la curación o la muerte del enfermo).
simple "rótulo", por detallada que sea la Hasta la gramática del relato diagnósti-
formulación de éste; tiene que ser un co y patográfico debe cambiar, respecto
"relato"; más precisamente, la "bio- grafía de la tradicional: según ésta, el médico
de un organismo"; apurando toda- vía describe expresa o tácitamente el "esta-
más, la "biografía de un comporta- do actual" del enfermo mediante presen-
miento orgánico". No parece exagerado tes de indicativo (el enfermo "hace" o
decir que, para Goldstein, sólo una histo- "no hace" tal o cual cosa; he does o he
ria clínica epicrítica y comprensivamen- does'nt, se diría en inglés); según aquélla,
te reconstruida puede ser la expresión mediante los tiempos verbales que los
adecuada de un verdadero juicio diag- ingleses llaman "continuos" o "progresi-
nóstico. Epicrítica y comprensivamente; vos" ("está haciendo", he's doing, o "esta-
esto es, cuando la reiteración de las ex- ba haciendo", he was doing); con lo cual
Historia 111

se hace patente el carácter continuo y bre; el hombre, cada hombre, es "perso-


procesal de lo que exploratoriamente se na orgánica", y -cualquiera que sea la
percibe en el comportamiento del orga- idea filosófica que del "ser persona" se
nismo enfermo. 5.0 El modo orgánico- tenga- con arreglo a este hecho radical
biográfico del diagnóstico y la prolijidad deben ser entendidos la enfermedad y el
de la exploración que necesariamente diagnóstico. Goldstein, en suma, desco-
supone, deslindan con inequívoca e iné- noce que la subjetualidad del hombre es
dita claridad la existencia de dos modos a la vez y unitariamente substante (el
en la expresión de aquél, poco a poco hombre como organismo, como sujeto
constituidos a lo largo del siglo XIX y du- orgánico) y suprastante (el hombre
rante los primeros decenios del siglo XX: como persona, como sujeto personal). 3.ª
el operacional y el científico. Con el pri- Movido por el sistemático y exclusivo
mero de ellos, el médico aspira a cum- organicismo de su antropología -por su
plir un determinado propósito práctico, concepción genéricamente biológica de
de carácter unas veces terapéutico y la antropología- Goldstein ve en "la in-
otras social; con el segundo, en cambio, tensidad del centramiento" de un orga-
se propone expresar de manera concisa nismo la medida de "la altura de su ser",
todo lo que científicamente conoce del y piensa, en consecuencia, que la valía
caso. En la sección próxima reaparecerá de un ser orgánico es tanto más elevada
el tema. cuanto mayor sea su capacidad para
centrarse sobre sí mismo y para así man-
0. Observaciones críticas. El ca- tener la "normalidad" de sus constantes
rácter esquemático de mi exposición y la individuales. "Cuanto más mundo hu-
deliberada limitación de ésta al proble- mano abarca un hombre en estado de
ma del diagnóstico recortan en medida sumo centramiento -escribe-, tanto más
tal vez abusiva la copiosa doctrina noso- alto le situamos". Considerada la realiza-
lógica que llena las páginas de Der Auf- ción de la vida humana desde un punto
bau des Organismus, uno de los libros de vista formalmente "personal", ¿es
clásicos del pensamiento médico del si- esto enteramente cierto? ¿podría llegar
glo XX; pero acaso esa inevitable mutila- una persona a los niveles supremos de
ción no prive de licitud a las observacio- su existencia -el genial, el heroico- sin
nes siguientes: l.ª Aunque sólo fundado un cierto grado de "descentramiento
en la neuropatología clínica, más aún, en creador"? La concepción goldsteiniana
la experiencia de casos neuropatológicos del centramiento debe ser revisada, si en
con defecto final, el pensamiento ex- verdad se quiere construir una biología
puesto en ese libro podría servir de base genuinamente antropológica. 4.ª La en-
a una nosología general de cuño biopa- fermedad y la curación con defecto lle-
tológico y, con las oportunas modifica- van consigo, dice Goldstein, una "merma
ciones, ser aplicado a todos los dominios de libertad". La observación es sagaz y
del enfermar. Pero debe reconocerse certera; pero Goldstein no entiende la li-
que, por la razón que sea, los patólogos bertad del hombre según lo que integral-
de los últimos cuarenta años no se han mente ella es -opción, apropiación, do-
decidido a utilizar tan sugestiva posibili- nación, osadía y creación-, sino tan sólo
dad. 2.ª El nervio mismo de la construc- desde el punto de vista de las condicio-
ción biológica y nosológica de Goldstein nes orgánicas de su ejercicio. S.ª Con
-la consideración de la enfermedad y del harta razón, Goldstein exige que el clíni-
enfermo desde el punto de vista de la co tenga en cuenta, no sólo el carácter
subjetualidad específica de éste; por con- "positivo" o "negativo" de la respuesta
siguiente, en tanto que individuo de la del enfermo ante cada una de las prue-
especie viviente y zoológica hamo sa- bas a que se le somete, también el modo
piens- adolece de una deficiencia radi- como esa respuesta ha sido dada. Pero la
cal. El hombre, cada hombre, no es me- . interpretación goldsteiniana de los erro-
ramente "organismo individual", aunque res cometidos por el paciente, ¿es sufi-
la condición orgánica pertenezca esen- cientemente antropológica? Un aléxico
cialmente a su realidad como tal hom- minuciosamente estudiado por el gran
112 El diagnóstico médico

neurólogo copiaba la frase Der Mund ist no, precisará Goldstein-, tipificado se-
zu ("La boca está cerrada") escribiendo gún su edad, su sexo, su raza y su bioti-
Der Wut-Wund ist zu ("La rabia-herida po. Pero la subjetualidad biológica u or-
está cerrada") (34). ¿por qué la respuesta gánica del individuo humano, en la me-
dice Wut, "rabia", y Wund, "herida", y no, dida en que metódicamente quepa re-
por ejemplo, Hut, "sombrero", y Hund, cortarla de la unitaria realidad orgánico-
"perro"? Goldstein no se hace cuestión personal que es cada hombre, sólo a tra-
de ello. Un neurólogo psicoanalista se la vés de la situación social del individuo
hubiera hecho. en cuestión, sólo, por tanto, según lo que
en la vida de éste sea profesión, clase,
t. ¿Ruptura con el paradigma mo- grupo y familia, cobra su realidad con-
derno? Cabe preguntarse, en fin, si el creta y empírica, y sólo así se presenta a
paradigma moderno del diagnóstico -la los ojos del observador. No puede ex-
razonable y razonada pretensión de re- trañar, pues, que simultáneamente con
ducir el juicio diagnóstico a la visión di- el paulatino descubrimiento clínico de
recta o indirecta, pero en cualquier caso aquélla, desde Huntington y de Giovanni
real, no imaginativa, de aquello que para hasta von Monakow y Goldstein, fuera
el médico sea la realidad misma del pro- advertido el importante papel que la
ceso morboso- es o no es respetado en vida social tiene en la génesis de la en-
la concepción goldsteiniana de él; con fermedad y debe tener en su conoci-
otras palabras, si el acto de "imaginación miento técnico. Tanto más, cuanto que
creadora" que exige la obtención de la la segunda mitad del siglo XIX es a la vez
"idea" correspondiente al proceso mor- la época en que se constituye la socie-
boso diagnosticado rompe abiertamente dad industrial, con la intensificación de
con el imperativo de "visión real" que la conciencia de clase y el auge de las
ese paradigma lleva consigo. No lo creo. enfermedades profesionales que la in-
La "intuición" more goethiano de que dustrialización trae consigo, y el tiempo
Goldstein habla (eine Art Schau etwa im en que adquiere mayoría de edad la so-
Goetheschen Sinne) no es, por supuesto, ciología científica.
la imaginación de un mecanismo que Viejos son en la historia los datos
por razones de hecho no puede verse, acerca de la relación entre la vida social
como en el diagnóstico hipocrático y la enfermedad. Bastará mencionar el
acontecía, ni la visión indirecta de una escrito hipocrático Sobre los aires, las
lesión orgánica, como en los diagnósti- aguas y los lugares y los nombres de Pa-
cos de Laennec, Bright y Charcot era el racelso, Ramazzini, Joh. P. Frank, Turner
caso, sino la comprensión unitaria de lo Thackrah, Villermé y Chadwick. Habrá
que en tanto que comportamiento bioló- de acercarse, sin embargo, el decisivo
gico es la enfermedad diagnosticada; hecho histórico, social y psicológico de
pero esa comprensión "reposa siempre la revolución de 1848, para que los médi-
-dice textualmente Goldstein- sobre un cos se planteen más allá de la pura esta-
suelo de hechos muy empíricos", y nun- dística, ya dentro del pensamiento noso-
ca contiene otros "hechos" que los pro- lógico y nosográfico, el problema de la
cedentes de la visión real. En espera de relación entre la enfermedad y la situa-
los que en páginas ulteriores habrá de ción social de quien la adquiere y pade-
decirse, quede así planteada una cues- ce. Pocos meses antes de que fueran le-
tión que afecta a la esencia misma del vantadas las barricadas de 1848, escribía
diagnóstico. el médico berlinés Saloman Neumann:
"La mayor parte de las enfermedades
que perturban el pleno goce de la vida o
7. LA PATOLOGIA SOCIAL: A. GROTJAHN
acaban con una considerable parte de
Concebido como titular de su subje- los hombres antes de su término natu-
tualidad substante, el sujeto de la enfer- ral, no dependen de condiciones natura-
medad y del diagnóstico es ahora para el les, sino de condiciones sociales; nada
médico un individuo de la especie zooló- más evidente. La ciencia médica es en su
gica horno sapiens -un organismo huma- núcleo y en su ser más íntimos ciencia
Historia 113

social, y mientras esta significación de típicas no suelen corresponder a los mo-


su realidad no le sea reconocida, no lle- dos de enfermar más frecuentemente
garemos a gozar de sus frutos, y habre- observados en la práctica. El médico
mos de contentarnos con su cáscara. La debe establecer cuáles son las formas
naturaleza social de la medicina está fue- "sociopatológicamente típicas" de cada
ra de cualquier duda" (35). En el mismo especie morbosa.
sentido se manifestará, muy poco más 3. Debe en tercer término ser inves-
tarde, el joven Rudolf Virchow: "La me- tigado el "componente social" de la etio-
dicina es una ciencia social hasta la mé- logía. He aquí el esquema que a tal res-
dula de los huesos", proclama.(36). pecto ofrece Grotjahn: a) Las circunstan-
Con ello se estaba postulando explíci- cias sociales crean o favorecen la dispo-
tamente la elaboración de la disciplina sición a la enfermedad. b) Las circuns-
que hoy denominamos "Sociología de tancias sociales son portadoras de las
la medicina" o "Sociología médica". Al condiciones de la enfermedad. e) Las cir-
cumplimiento de esa empresa se aplica- cunstancias sociales transmiten la causa
ron sucesivamente Mclntire en Inglate- externa de la enfermedad. d) Las cir-
rra, Laertus Connor en Norteamérica y cunstancias sociales influyen sobre el
Mosse y Tugendreich en Alemania. Pero curso de la enfermedad. La acción de las
el más importante de sus fundadores circunstancias sociales es asimismo dife-
será A. Grotjahn, con la publicación de su rente según la estabilidad y la calidad de
Soziale Pathologie en 1912 (37). Bien la situación social general (alimentación,
formado en sociología y economía, so- vivienda, vestido, trabajo, goce de la
cialista activo, Grotjahn era el hombre vida, crianza, educación).
más idóneo para una sistemática percep- 4. Hay que estudiar ta repercus10n
ción de la subjetualidad social como mo- de las enfermedades sobre la vida del
mento integral de la causa proegúmena hombre en su sociedad y en su socializa-
o dispositiva de la enfermedad. ción, proceda de circunstancias sociales
"Después de que la patología concebi- o de otras causas (climáticas, bacilares,
da desde puntos de vista anatómicos, clí- etc.).
nicos, histológicos, bacteriológicos, y 5. Quinto punto de este programa
aun otros, ha conocido una elaboración debe ser la determinación de si en una
minuciosa y acabada -escribe Grotjahn-, enfermedad sociopatológicamente im-
nosotros los médicos debemos por fin portante puede lograr éxito considera-
someter sistemáticamente las enferme- ble el tratamiento médico, y en qué me-
dades de los hombres, y ya no, como dida es capaz de modificar la importan-
hasta ahora, de modo aislado y ocasio- cia de dicha enfermedad en la vida so-
nal, a una consideración desde puntos cial.
de vista sociales". Seis criterios deben 6. ¿cómo, mediante medidas de or-
regir la investigación: den social, podemos evitar los estados
morbosos o influir sobre su curso? Inte-
l. La importancia que desde un pun- rrogación cuya respuesta nos hace pasar
to de vista social posee una enfermedad del campo de la patología social al de la
está en primer término determinada por higiene social.
su frecuencia. Una buena estadística
acerca de la incidencia de las enferme- Por sí mismo o con la ayuda de cola-
dades según clases y grupos sociales boradores especializados, Grotjahn trata
debe ser, en consecuencia, el primer de dar respuesta a todas estas cuestio-
paso de la patología social. nes ante las más diversas enfermedades:
2. La pesquisa estadística debe pro- infecciosas, sexuales, cutáneas, hemáti-
ponerse a continuación una segunda ta- cas, respiratorias, metabólicas, profesio-
rea: el establecimiento de la relación en- nales, ginecológicas, pediátricas, neuro-
tre las distintas formas clínicas de cada lógicas y psiquiátricas, quirúrgicas, neo-
enfermedad y los distintos campos de la plásicas, oftalmológicas, otorrinolaringo-
sociedad en que aparece, porque las des- lógicas. La exposición de los resultados
cripciones que los libros ofrecen como de ese múltiple empeño no es, sin em-

9
114 El diagnóstico médico

bargo, lo que ahora importa. Nuestro ter,, .ina,c, ión de su reumatismo articular
problema consiste en advertir cómo este cron1co .
riguroso descubrimiento de la subjetua- Segunda cuestión: cuando es segura la
lidad social del paciente toma carta de existencia de ese momento social en la
naturaleza en el juicio diagnóstico del etiología de una afección morbosa, ¿qué
médico. ha pasado en el organismo del enfermo
Imaginemos el proceder de un clínico para que los diversos componentes de
que quiera recoger en su práctica la en- aquélla hayan llegado a adquirir real efi-
señanza y los datos de Grotjahn y sus co- cacia nosogenética o nosoplástica? Un
laboradores. Ante un enfermo determi- amplio programa de investigaciones eco-
nado, su pregunta será: "La aparición de lógicas, histopatológicas, bioquímicas,
la enfermedad de este hombre y la pecu- microbiológicas, etc., se abrirá así ante
liaridad del cuadro clínico de ella, ¿en la mente del clínico. La historia del pro-
qué medida y de qué modo han sido in- blema patológico-social de la silicosis,
fluidas por la índole de su vida social?" desde que comenzó a observársela como
Si logra dar respuesta positiva a tal inte- enfermedad profesional, ofrece -entre
rrogación, habrá añadido una nota nue- tantas posibles- una buena respuesta a
va e importante al conocimiento del su- la interrogación precedente.
jeto del proceso morboso que estudia: la Otra cuestión se planteará, en fin, en
realidad del sujeto de la enfermedad se no pocos casos; porque si el clínico no
habrá expresado de modo más real y padece de hemianopsia para los aspec-
más preciso en la estructura de su juicio tos psíquicos de la vida, con frecuencia
diagnóstico. Con lo cual, si su inteligen- habrá de preguntarse si la mera conside-
cia es de veras ambiciosa, vendrá a plan- ración orgánica del momento social de
tearse varias cuestiones sucesivas, estre- la etiología permite un conocimiento in-
chamente conexas entre sí. tegral de la realidad de éste; en otros
Atañe la primera a la índole del cono- términos, si la acción nosogenética o no-
cimiento que ahora se pone en juego. El soplástica de la situación social no po-
conocimiento clínico debe ser netamen- seerá, de manera más o menos acusada,
te individual: ha de referirse por necesi- carácter neurótico. La railway-spine y las
dad al paciente de que se trate. "Este en- neurosis de renta del siglo XIX abrieron
fermo -se dice el clínico- padece tal pro- ante la mente del médico este importan-
ceso morboso". El conocimiento social, te campo de la patología social, y por
por el contrario, es necesariamente esta- tanto del diagnóstico clínico; campo que
dístico. He aquí un caso de reumatismo durante nuestro siglo ha llegado a ser un
articular crónico. Lo padece un sujeto de punto de vista rigurosamente ineludible
40 años, operario en una fábrica de ce- para el conocimiento de la etiología so-
mento. Este hecho, ¿tendrá relación etio- cial. Necesariamente habremos de tener-
lógica con la dolencia clínicamente diag- lo en cuenta en páginas ulteriores.
nosticada? Tal vez, puesto que los cua- La consideración del momento social
dros estadísticos de Grotjahn nos dicen de la subjetualidad del enfermo nos ha
que en la ciudad de Leipzig, y entre los hecho descubrir en ésta los tres niveles
pacientes de reumatismo articular cróni- en que ella puede hacerse patente al clí-
co, el 20 % de los hombres de 35 a 45 nico: uno, el orgánico sensu stricto, en el
años eran trabajadores en fábricas de ce- cual esa subjetualidad es preponderante-
mento; pero, obviamente, el juicio del mente substante (preponderantemente,
médico no podrá pasar de ese "tal vez", porque en el hombre no hay vida orgáni-
apoyado ahora en ese "20 %". Primer ca pura: normal o patológica, la diges-
problema, por tanto: encontrar los sig- tión humana, por ejemplo, es una acción
nos que en tal situación o en otra seme- personal y como tal debe verla el clíni-
jante permitan pasar de la posibilidad a co); otro, el social, con el cual la subje-
la probabilidad, y de ésta a la certidum- tualidad es en igual medida substante y
bre; que autoricen, por tanto, a decir: suprastante (porque, en su concreción
"La profesión de este enfermo ha sido individual, la vida social es personal-
realmente un momento eficaz en la de- mente asumida, con gusto unas veces,
Historia 115

con rechazo otras, por el individuo a que 15. Sigaud, G.: La forme humaine (Paris, 1914).
afecta, y porque con el tiempo llega a 16. Chaillou, A., et MacAuliffe, L.: Morphologie mé-
dica/e (Paris, 1912).
constituir en éste una "segunda natura- 17. Sheldon, W. H.: The Varieties of Human Physi-
leza"); otro, en fin, el personal, en el que que (New York, 1940), The Varieties of Tempe-
la subjetualidad es preponderantemente rament (New York, 1942) y "Constitutional fac-
suprastante (preponderantemente, por- tors in personality", en J. McV. Hunt, Persona-
lity and the Behavior Disorders 1 (New York,
que la vida personal del hombre nunca 1944).
deja de ser también, en la medida y en el 18. Eppinger, H., und Hess, W. R.: Die Vagotonie
modo que sea, vida orgánica). Veamos (Berlin, 1910).
ahora cómo todo esto ha sido puesto en 19. _Hueppe, F.: "Ueber Kampf gegen die Infek-
tionskrankheiten", Berl. klin. Wochenschr.,
evidencia por la clínica actual; cómo ta- 1889, núms. 46 y 47, y "Ueber die Ursachen
les asertos, en consecuencia, se han he- der Garungen und Infektionskrankheiten und
cho problema diagnóstico. deren Beziehungen zum Kausalproblem und zur
Energetik", Verhandl. der Ges. der dtsch.
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
Naturforscher und Aerzte zu Nürnberg, 1893,
págs. 134-158.
l. Una exposición sinóptica de estas polémicas, 20. Gottstein, A.: Allgemeine Epidemiologie (Leip-
en La historia clínica, págs. 388-392. zig, 1897).
2. Sobre él contiene varios textos clásicos el li- 21. Así procedió Martius en el libro antes mencio-
bro de R. Villey Histoire du diagnostic médica! nado, y así, poco después, el gran tratadista de
(Paris-New York-Barcelona-Milano, 1976). la patología constitucional J. Bauer (Patología
3. Marañón, G.: "Los problemas hereditarios", constitucional, Barcelona, 1933).
prólogo al libro La herencia fisiopatológica en 22. Más detalles y más acabada bibliografía, en La
la especie humana, de J. F. de la Vega (Madrid, historia clínica y en el estudio "Subjetualidad,
1935), en Obras Completas I, 152 (Madrid, subjetividad y enfermedad", antes citado.
1968). 23. En lengua española, es excelente el capítulo
4. lntroduction a l'étude de la médecine expéri- de M. Carmena Villarta, "Enfermedades y ano-
mentale, III, III, § 3. malías heredadas", en Patología General I
5. Cit. por A. Chantemesse, "Fiévre typhoi"de", en (Barcelona, 1970).
el Traité de Médecine de Charcot, Bouchard y 24. Una sumaria, pero precisa y bien documenta-
Brissaud, 2.e éd. t. II (Paris, 1899), pág. 148. da exposición del problema en M. Yela, "He-
6. Más detalles, en mi estudio "Subjetualidad, rencia y ambiente en la psicología contempo-
subjetividad y enfermedad", Realitas. Trabajos ránea", Boletín Informativo de la Fundación
del Seminario Xavier Zubiri (Madrid, 1979). Juan March, n.0 76, noviembre de 1978.
7. Puede leerse una buena exposición de la his- 25. Cit. por E. Seidler, "Desarrollo de la pediatría
toria del pensamiento médico constitucional moderna", en Historia Universal de la Medici-
en J. L. Pinillos, J. M. López Piñero y L. García na, VI (Barcelona, J 974).
Ballester, Constitución y personalidad (Madrid, 26. Marion, H.: Psychologie de la femme (Paris,
1966). 1900); Weininger, O.: Geschlecht und Charakter
8. Giovanni, A. de: Morfología del carpo umano (Wien, 1903); Vicazzi, P.: Psicología dei sessi
(Milano, 1891). (Torino, 1904); Thompson, H. B.: The Mental
9. Viola, G.: La costituzione individua/e (Bologna, Traits of Sex (Chicago, 1905); Belfield, W. T.:
1933), y Semeiotica della costituzione (Milano, Man and Woman (Chicago, 1907); Heymans,
1939). G.: Die Psychologie der Frau (Heidelberg,
10. Pende, N.: Le debolezze di costituzione (Roma, 1910); Simmel, G.: Philosophische Kultur (Leip-
1926) y La biotypologie humaine (Paris, 1926), zig, 1911); Lipmann, O.: Psychische Geslecht-
con C. Foa. En español, Tratado de biotipología sunterschiede (Leipzig, 1917); Lombroso, G.:
humana individual y colectiva (Barcelona, L'anima della dona, 2.ª ed. (Bologna, 1926).
1947). 27. Steinach, E.: Verjüngung durch experimentelle
11. Beneke, W.: Die anatomischen Grundlagen der Neubelebung der alternden Pubertatsdrüse
Konstitutionsanomalien des Menschen (Mar- (Berlin, 1920); Lipschütz, A.: Die Pubertiitsdrü-
burg, 1878) y Konstitutíon und konstitutionelles se und ihre Wirkungen (Bern, 1918); Marañón,
Kranksein des Menschen (Marburg, 1881). G.: Tres ensayos sobre la vida sexual (Madrid,
12. Stiller, B.: Die asthenische Konstitutionskrank- 1926) y Los estados intersexuales en la especie
heit (Stuttgart, 1907). humana (Madrid, 1929).
13. Kretschmer, E.: Korperbau und Charakter 28. En la antes mencionada introducción al pri-
(Berlin, 1928). mer número de la Zeitschrif für klinische Medi-
14. A partir de la monografía de Stiller antes zin.
mencionada y del libro de Fr. Martius Konsti- 29. Nothnagel, H.: "Ueber Anpassungen und Aus-
tution und Vererbung (Berlín, 1914), la literatu- gleichungen bei pathologischen Zustanden",
ra alemana sobre la patología constitucional Zeitschr. für klin. Med. JO (1886), 208-233; 11
ha sido extraordinariamente copiosa. Véase la (1886), 217-231; 15 (1889), 42-60; 17 (1890),
reseña que de la misma se hace en Constitu- Suppl. 1-6, y "Die Anpassung des Organismus
ción y personalidad, de Pinillos, López Piñero y bei pathologischen Veranderungen", Wiener
García Ballester. klin. Wochenschr. 7 (1894), núms. 15 y 16.
116 El diagnóstico médico

30. López Piñero, J. M.: John Hughlings Jackson 33. Dejerine, J.: Sémiologie des affections du syste-
(1835-1911). Evolucionismo y neurología (Ma- me nerveux (París, 1914), VIL
drid, 1973). Véanse también los Selected Wri- 34. Goldstein, K.: Die Behandlung, Fürsorge und
tings del propio Jackson (London, 1931-1932) y Begutachtung der Hirnverletzten (Leipzig,
el capítulo "Patografía y vida" de La historia 1919), pág. 161.
clínica. 35. Neumann, S.: Die offentliche Gesundheitspfiege
31. Monakow, C. von, et Mourgue, R.: lntroduction und das Eigentum (Berlin, 1847).
biologique ii l'étude de la neurologie et de la psy- 36. En la revista Die Medizinische Reform, publica-
chopathologie (París, 1928); Monakow, C. von: da bajo su dirección (iulio 1848-junio 1849).
Vita mea (Bern-Stuttgart-Wien, 1970). 37. Grotjahn, A.: Soziale Pathologie. Versuch einer
32. Entre tantos otros, igualmente valiosos, deben Lehre van den sozialen Beziehungen der Krank-
ser citados aquí los dos siguientes estudios: heiten als Grundlage der sozialen Hygiene (Ber-
K. Goldstein y A. Gelb, Psychologische Analyse lín, 1912). Véase también P. de la Quintana,
Hirnpathologischer Falle (Leipzig, 1920), y "Medicina social, sociología médica y sociolo-
K. Goldstein, Der Aufabu der Organismus (Den gía de la salud", en Historia Universal de la Me-
Haag, 1934). dicina VII (Barcelona, 1975).
SEGUNDA PARTE

ACTUALIDAD
Introducción

Según su diversa proximidad al que tuales o pertenecen ya al pasado, aunque


habla, los sucesos históricos suelen ser a éste hayamos de llamarle próximo?
tópicamente referidos a tres dominios La separación histórica entre la actua-
cronológicos del acontecer: la actuali- lidad y el próximo pasado, en conse-
dad, el pasado próximo y el pasado re- cuencia, puede ser representada por una
moto. Puesto que nuestro tema va a ser línea a la vez quebrada y esfumada. Que-
la situación actual del diagnóstico médi- brada, porque su nivel cronológico es
co, meditemos un momento acerca de lo notablemente distinto para cada uno de
que la actualidad debe ser para noso- los varios elementos que integran el con-
tros. tenido de la vida actual: el político, el in-
Además de tópico, el término "actuali- telectual, el económico, el artístico, etc.;
dad" es equívoco e impreciso. Es equívo- esfumada, porque en la historia de cual-
co, porque la pertinencia de su empleo quier uso no hay una clara solución de
varía muy considerablemente con la ín- continuidad entre el "todavía" de lo que
dole del hábito social, la obra o la acción desde ayer sigue vigente y el "ya" de lo
a cuya estimación se aplique. Sigue sien- que hoy mismo ha comenzado a ser nue-
do indumentariamente actual, por ejem- vo. Gracias a esto pueden convivir en la
plo, el uso de la corbata de nudo, aun- historia, además de coexistir en el espa-
que su vigencia comenzase hace muchos cio, las diversas generaciones que en un
decenios, como literariamente lo es, determinado momento y en un determi-
pese a su ya distante fecha, el Ulysses de nado país tienen que relacionarse en- tre
Joyce. Han dejado de ser actuales, en sí.
cambio, modas, cancioncillas o modis- Esto sentado, afirmaré, con cuantas
mos verbales que hace no más de diez o cautelas se quiera, que la actualidad en
quince años socialmente estuvieron en el modo de considerar el diagnóstico
boga. Piense el lector en lo que para él médico comenzó durante los años inme-
es o no es actual en arquitectura, en pin- diatamente ulteriores a la Primera Gue-
tura, en filosofía, en política o en física. rra Mundial. Algo de lo que diagnóstica-
Es impreciso el término, de otra parte, mente se hacía y se pensaba hacia 1930
porque en ningún caso puede ser traza- pertenece ya al pasado histórico, "pasó a
da una tajante línea de separación entre la historia", como suele decirse, y mu-
la actualidad y el pasado próximo. Un chas y muy sutiles novedades han sido
solo ejemplo: los estudios electrocardio- añadidas desde entonces al conocimien-
gráficos de Wenckebach, ¿son todavía ac- to clínico de las cardiopatías, las endo-

119
120 El diagnóstico médico
crinopatías y las enfermedades del meta- cyny de W. Bieganski, luego traducida al
bolismo, para citar sólo estos tres ejem- alemán, en 1894. Una inspección somera
plos; nada más cierto y evidente; pero del contenido de estos libros hace ver
muchos de los diagnósticos que en torno que algunas de sus consideraciones si-
a ese año hacían Vaquez, Laubry y guen siendo actuales. Su propósito, sin
Wenckebach en el campo de la cardiolo- embargo, consiste más bien en describir
gía, Falta, Pende y Marañón en el de lógica y psicológicamente lo que hace la
la endocrinología, y von Noorden, von inteligencia del médico, cuando a juicio
Krehl y Thannhauser en el de las enfer- del tratadista es correcto su proceder,
medades metabólicas, serían perfecta- que en proponer lo que el médico debe-
mente válidos en nuestros días. ¿podría ría hacer, si su mente se atuviera a lo
decirse otro tanto de todos los que entre que según la realidad misma, y no según
1900 y 1915 eran establecidos? Hay más. la rutina, debe ser el conocimiento clíni-
No pocos de los momentos técnicos e in- co de un proceso morboso individual.
telectuales que componen la situación Oesterlen (1) trata de mostrar cómo los
actual de la nosognóstica -automatiza- buenos diagnósticos son conseguidos
ción del diagnóstico, introducción del mediante la aplicación, consciente o no,
problema soma-psique en el conoci- de las reglas lógicas de Stuart Mill. Más
miento de la enfermedad, relación entre ambicioso, Bieganski habla de una Kritik
biografía y patografía, revisión crítica de der medizinischen Erkenntnís. Pero esa
los conceptos nosográficos tradicionales, "crítica del conocimiento" no procede
sustitución del término "diagnóstico" de un enfrentamiento del autor con los
por la expresión "juicio clínico"-, sólo en conceptos nosognósticos entonces en tá-
los últimos años han adquirido verdade- cito o expreso vigor; es tan sólo una re-
ra agudeza; pero un examen suficiente- construcción -lógica y psicológica- del
mente minucioso de su génesis mostrará proceso mental del diagnóstico que en
que es en la década 1920-1930 donde tie- torno al autor se practica, con vistas a la
nen sus primeras raíces. Para no adelan- máxima seguridad y a la óptima eficacia
tar ideas, bastará tener presente lo que del clínico (2). Instalado Koch (3) en
en páginas anteriores se ha dicho acerca otra situación del saber médico, otros
de la doctrina biopatológica de Gold- son, a mi juicio, la intención y el argu-
stein, elaborada entre 1918 y 1935, y del mento de su libro. Tal es la razón por la
pensamiento patológico-social de Grot- cual va a ser tenido en cuenta, ya como
jahn, cuya influencia empieza a ser de un momento de nuestra actualidad, en la
veras importante sólo a partir de la se- segunda parte de mi reflexión. La visión
gunda edición de su Soz.iale Pathologie, actual de la realidad clínicamente diag-
en 1923. En suma: para mí, y aunque la nosticada -el "qué" del juicio diagnósti-
línea que la separa del "pasado" sea y co- y el actual estado de cuanto atañe a
haya de ser quebrada y esfumada, la "ac- los métodos para conocerla y valorarla
tualidad" del diagnóstico médico co- científicamente -el "cómo" de la activi-
mienza tras la Primera Guerra Mundial. dad diagnóstica- van a ser las dos sucesi-
En el orden de la actividad clínica, por vas secciones de ella.
todo lo que acabo de decir; en el de la
reflexión teorética, porque precisamente NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
en 1918 apareció el primero de los estu-
dios que en nuestro siglo han sido dedi- l. Oesterlen, F.: Medizinische Logik (Tübingen,
cados al examen crítico de lo que es y de 1852).
lo que debe ser el ejercicio del diagnósti- 2. Bieganski, W.: Logika Medycyny (Warszawa,
1894); en versión alemana, Medizinische Logik
co: el libro Die aerztliche Diagnose, de Ri- (Würzburg, 1909).
chard Koch. 3. Koch, R.: Die aerztliche Diagnose, ed. cit. Sobre
No era nueva en 1918, ciertamente, la la personalidad y la obra de R. Koch, véase
reflexión acerca del diagnóstico médico. K. E. Rothschuh, "Richard Hermann Koch
(1882-1949). Arzt, Medizinhistoriker, Medizin-
La Medica! Logic de Gilbert Blane fue philosoph (Biographisches, Ergographisches)".
publicada en 1822; la Medizinische Logik 1 Teil. Zur Biographie. Medizin-historisches
de F. Oesterlen, en 1852; la Logika Medy- Journal 15 (1980), 16-43.
SECCION I

LA REALIDAD DIAGNOSTICADA

Imaginemos de nuevo el proceder <liarlo; y una metódica combinación de


diagnóstico de los clínicos que a fines síntomas, signos físicos y funcionales y
del siglo XIX y a comienzos del siglo XX alteraciones químicas del metabolismo
se hallaban a la cabeza de la medicina de los hidratos de carbono, el del diag-
europea: Charcot ante un caso de escle- nóstico de Naunyn; y otra de síntomas,
rosis lateral amiotrófica, Naunyn ante signos físicos y datos inmunológicos,
un paciente de diabetes sacarina, Widal acaso también de lesiones anatómicas, el
ante un presunto tífico. A la pregunta del diagnóstico de Widal.
"¿Qué es lo que usted diagnostica, qué es En un primer examen, los tres po-
lo que trata de conocer con su diagnósti- drían trasladarse sin grandes novedades
co?", es seguro que los tres, cada uno al tiempo actual, y no son pocos los mé-
desde el punto de vista de la mentalidad dicos cultos que, mediante un saber pa-
que dominaba en ellos -la anatomoclíni- togenético y fisiopatológico algo o mu-
ca en Charcot, la fisiopatológica en Nau- cho más apurado, con arreglo a esa mis-
nyn, la etiopatológica en Widal- respon- ma pauta y a ese mismo contenido los
derían así: "Lo que con mi juicio diag- formularían. Pero aunque las fórmulas
nóstico yo pretendo conocer y expresar expresivas de sus diagnósticos fuesen las
se halla compuesto por dos términos: la todavía convencionales, por tanto la de
especie morbosa que individualmente Charcot, la de Naunyn y la de Widal, y
padece mi paciente -esclerosis lateral aunque su actitud acerca de estas cues-
amiotrófica, diabetes sacarina, fiebre ti- tiones empezase y acabase siendo la aca-
foidea- y el modo como patogenética y démica y tradicional, un clínico verdade-
fisiopatológicamente esa especie morbo- ramente al día habría de tener en cuen-
sa se está realizando en su organismo". ta: a) que el contenido último del juicio
Reducido o no a su máxima concisión diagnóstico tiende cada vez más a ser
expresiva, el contenido del diagnóstico entendido en el nivel de la patología mo-
de Charcot sería la metódica combina- lecular y según la conceptuación y el
ción de unos cuantos síntomas y signos, lenguaje que esta requiere; b) que, desde
más o menos individualizados por su distintos puntos de vista, el concepto
curso y su ocasional intensidad, y las le- tradicional de "especie morbosa" está
siones anatómicas que el clínico podría siendo puesto en tela de juicio; y c) que
ver en el cuerpo del enfermo, si en aquel la metódica concepción de la medicina
momento le fuese dado abrirlo y estu- como "ciencia práctica" ha obligado a

121
122 El diagnóstico médico

reconsiderar la visión del juicio diagnós- que en el enfermo se encuentre. Con


tico como un "conocimiento científico" otras palabras: que él pueda y deba
previo a cualquier decisión operativa del constituir la base de la realidad diagnos-
médico, y por tanto a modificar en algu- ticada.
na forma la idea de la realidad diagnosti- Acabo de aludir a la influencia directa
cada, del "qué" de su diagnóstico. Pronto o indirecta de Freud sobre la génesis de
veremos cómo ha sucedido todo esto, en este modo de entender la enfermedad.
relación con el modo tradicional y aca- Antes de él, las neurosis eran habitual-
démico de concebir dicha realidad: la vi- mente diagnosticadas por su cuadro clí-
sión de ésta como un desorden orgánico nico, por el carácter "funcional" o "histé-
susceptible de ser objetivado, descrito y rico" del desorden neurótico en cuestión
entendido según las pautas técnicas y y -en ocasiones- por la índole del trau-
mentales de la física y la química. Tal es ma causal: grande hystérie, "paraplejía
la meta de la patología científico-natural. histérica por railway-spine': etc. Es cier-
Hay algo más. Bajo la influencia direc- to que tal manera de formular el diag-
ta o indirecta de Freud, primero las neu- nóstico sigue hoy en uso, y más cuando
rosis, luego muchas de las enfermedades el trastorno neurótico tiene una localiza-
habitualmente llamadas "orgánicas", son ción somática muy precisa. Es cierto asi-
interpretadas según lo que toda enfer- mismo que Freud no suele emplear en
medad humana primariamente es, cuan- su obra la expresión de que yo ahora me
do de manera ingenua o con avisada in- valgo: "modo de vivir". Pero como un
tención antropológica se la contempla: modo de vivir la persona enferma enten-
un modo de vivir la persona enferma. dió y diagnosticó él la enfermedad neu-
Que la realidad de este modo de vivir rótica; y después de Groddeck, Ferenczi
pueda o no pueda ser ordenada en varie- y Deutsch, freudianos más o menos orto-
dades típicas, que en su determinación doxos, también así han sido entendidas y
actúen tales o cuales causas físicas, quí- diagnosticadas afecciones a las que en
micas o biológicas, que se la vea en rela- modo alguno cabría denominar "neuro-
ción necesaria con tales o cuales altera- sis", en el sentido que el primer
ciones morfológicas y funcionales del or- Freud dio a esta palabra. Lo cual, como
ganismo -endocrinológicas, metabólicas, era forzoso, ha traído considerables no-
neurofisiológicas, etc.-, de ningún modo vedades y problemas a la idea y a la
excluye que para el observador y para el práctica de la actividad diagnóstica.
enfermo el "modo de vivir" sea lo más La sección presente debe compren-
inmediato en el estado de enfermedad, y der, pues, dos capítulos sucesivos: "El
que a él, mediante los adecuados recur- proceso orgánico de la enfermedad" y
sos técnicos, deba ser referido todo lo "La vida del enfermo".
Capítulo I

El proceso orgánico de la enfermedad

Sólo un desorden orgánico general o basa" y la creciente "molecularización"


localizado -por tanto, sólo un proceso del contenido del diagnóstico, cuando en
material, sucesivamente patogenético, fi- éste se quiere ir más allá del simple epí-
siopatológico y anatomopatológico- si- grafe nosográfico.
guen viendo en la realidad del enfermar
muchos médicos actuales, cuando se
proponen entenderla "científicamente"; l. DISCUSION DEL CONCEPTO
quiero decir, cuando la explican confor- DE "ESPECIE MORBOSA"
me a la estrecha idea de la ciencia y del
conocimiento científico a que todavía A comienzos de siglo, la doctrina del
son fieles. No debería ser así, porque en diagnóstico se hallaba informada por los
toda enfermedad humana hay y no pue- siguientes principios rectores, al parecer
de no haber un proceso psíquico, real y intocables: 1.0 El juicio diagnóstico debe
funcionalmente unido al anterior como ser -o intentar ser, al menos- un conoci-
están unidas entre sí las dos caras de miento científico de la realidad diagnos-
una misma moneda, pero así es. De ahí ticada. 2.0 Para llegar a él, el clínico debe
que el epígrafe precedente podría ser ser fiel a las pautas que para entender y
también "la enfermedad como proceso obtener dicho conocimiento estableció la
orgánico", dando a la palabra "como" un ciencia natural del siglo XIX. 3.0 Res-
sentido deliberadamente excluyente o pecto de cualquiera de las decisiones y
reductivo. operaciones del médico, la posesión de
El proceso orgánico de la e·nfermedad; un juicio diagnóstico así entendido debe
la enfermedad como desorden orgánico. ser condición previa; sólo cuando es
Cuando es ésta la realidad que quiere consecuencia de un diagnóstico verdade-
diagnosticarse -y aunque no por modo ramente científico puede ser realmente
exclusivo, siempre debiera serlo, hasta bueno un tratamiento. 4. El enfermar se
0

cuando en el cuadro morboso todo pa- especifica siempre en entidades nosográ-


rezca ser puramente psíquico-, ¿qué no- ficas perfectamente diferenciables entre
vedades y qué problemas ha traído al sí; sólo bajo forma de tales entidades se
diagnóstico la medicina actual? Intenta- realizaría en un individuo el estado de
ré obtener la respuesta considerando si- enfermedad. 5.0 En consecuencia, el con-
nópticamente dos puntos sucesivos: la tenido de un juicio diagnóstico debe ser
discusión del concepto de "especie mor- en primer término la identificación de la

123
124 El diagnóstico médico

especie morbosa que padece el indivi- modos específicos de estar enfermo, las
duo diagnosticado. 6.0 La individualiza- entidades nosográficas o especies mor-
ción del diagnóstico consiste en detectar bosas; en definitiva, "las enfermedades".
la varia modificación que el cuadro ca- Pero cabe preguntarse si esta cómoda
nónico de una determinada especie mor- representación geométrica de la reali-
bosa experimenta al realizarse en el pa- dad clínica expresa exactamente lo que
ciente de que se trate. En la actualidad, la realidad clínica es. El estar enfermo,
¿se mantiene intacta la validez de estos ¿dónde comienza? ¿Hay un límite preci-
cinco principios? Examinemos, por lo so entre la enfermedad y la salud? En
pronto, lo que en relación con el concep- consecuencia, ¿cabe reducir a un punto
to de especie morbosa ha ocurrido. la representación gráfica de la enferme-
En páginas precedentes hemos visto dad y puede ser representado el conjun-
cómo la especie morbosa esencial y sus- to de los enfermos por una superficie
tancial de Galeno se transformó en la es- netamente delimitada? Por otra parte,
pecie morbosa empírica y notativa de ¿existe en la realidad un conjunto de
Sydenham, y cómo a continuación los modos típicos de enfermar -enfermeda-
anatomopatólogos, los fisiopatólogos y des, especies morbosas, entidades noso-
los etiopatólogos fueron dando conteni- gráficas o como quiera llamárseles- de
do material a esta última. Repetiré los tal manera circunscrito cada uno respec-
ejemplos anteriormente aducidos. Fren- to de los otros, y de tal forma ordenados
te a un caso de esclerosis lateral amio- todos entre sí, que la recta trazada entre
trófica, Charcot diagnosticaba una espe- "el enfermo individual" y "la enferme-
cie morbosa sydenhamiana dotada de dad in genere" necesariamente tenga que
consistencia anatomopatológica; ante pasar por uno de ellos?
otro de diabetes sacarina, el diagnóstico La respuesta a estas interrogaciones
de Naunyn daba consistencia fisiopatoló- ha sido, entre otras cosas, una atenta re-
gica, metabólica, a la especie morbosa visión del concepto de "especie morbo-
sydenhamiana así denominada; y consis- sa", según dos líneas principales: la críti-
tencia a la vez etiológica, anatomopato- ca de lo que suele pensarse que tales "es-
lógica y fisiopatológica daba Widal a la pecies" son en sí mismas, y por tanto la
especie morbosa sydenhamiana "fiebre relación entre ellas y la realidad clínica,
tifoidea", cuando su reacción de agluti- y un examen cuidadoso de si verdadera-
nación le permitía diagnosticarla en un mente es un sistema científico el conjun-
enfermo. No quedaría completo, sin em- to que forman.
bargo, el cuadro de esa actitud ante el
diagnóstico, sin recordar la frecuencia
1. RICHARD KOCH
con que los clínicos de entonces -acaso,
entre ellos, los tres ahora citados- repe- Cronológicamente, Richard Koch fue
tían ante sus discípulos una frase tópica: el primero en enfrentarse con la idea de
"No hay enfermedades, sino enfermos". la especie morbosa entonces tradicional
Se diría que el clínico no quedaba satis- y con la concepción del diagnóstico que
fecho sin poner cauta e irónicamente en a ella corresponde. Para Koch no es el
entredicho sus convicciones o sus con- diagnóstico un "conocimiento científi-
venciones como patólogo. co", equiparable al del mineralogista
Respondiendo a esta aporía, el trata- ante un cristal de sal común o -contra lo
dista español León Corral propuso re- que Sydenham había postulado- seme-
presentar la realidad que el médico co- jante al que se propone obtener el botá-
noce y trata mediante una pirámide, nico in suis phytologiis; es, repetiré sus
cuya base estaría constituida por "los en- propias palabras, "la expresión de la
fermos" y cuyo vértice superior sería el suma de conocimientos que motiva la
género supremo, a la vez abstracto y actuación y la conducta del médico". El
real, en que todos los enfermos se unifi- diagnóstico médico consiste, por supues-
can, "la enfermedad". Una sección trans- to, en conocimiento; pero el conocimien-
versal de la pirámide a media altura en- to diagnóstico no es el resultado de un
tre la base y el vértice contendría los "pensamiento cognoscitivo" o "noético"
Actualidad 125

(Erkenntnisdenken), sino la manifesta- rante algún tiempo esa doctrina sirvw


ción de un "pensamiento telétíco" u para orientar al investigador en la reso-
"operativo" (Zwecksdenken), y se halla lución de algunos problemas inmunoló-
por tanto sometido a principios y reglas gicos. El concepto estadístico del "hom-
que no coinciden exactamente con los bre medio" sirve para entender y gober-
de las ciencias de la naturaleza. La medi- nar la tan variable masa de la sociedad
cina no es ciencia natural aplicada, ni si- humana, aunque de hecho no exista uno
quiera ciencia. Es, dice Koch, "la capaci- solo de sus miembros que en su total
dad de los hombres para hacer lo útil en realidad sea "hombre medio". Los ejem-
las enfermedades"; por tanto una tékhné, plos podrían multiplicarse. Pues bien:
en el sentido antiguo del término: "sí la para Koch, la especie morbosa es una
palabra técnica no tuviera hoy, para no- ficción en el sentido vaihingeriano del
sotros, otro contenido más estrecho, téc- término, una construcción mental que
nica podría denominarse a la medicina". sin expresar fielmente la estructura de
Usa ésta de las ciencias, por supuesto, y la particular realidad a que se refiere
no sólo de las ciencias de la naturaleza, -un modo de enfermar- sirve con efica-
también de las del espíritu, como la psi- cia para que el médico cumpla su misión
cología y la sociología, pero el modo de propia: hacer en las enfermedades lo
su pensamiento (Denkweise) no es el de que en ellas sea útil.
quienobserva la realidad para conocer y La realidad subyacente a cada una de
sólo para conocer las leyes que la rigen. las especies morbosas se halla constitui-
¿En qué consiste, pues, el modo médico da por la combinación de tres "elemen-
de pensar? Sin alcanzarlo satisfactoria- tos" o "componentes": las causas de la
mente, Koch se propone delinear un es- enfermedad, los procesos morbosos que
tatuto epistemológico de la medicina y acontecen en el cuerpo y los síntomas.
un proyecto de la enseñanza médica Tomado cada uno aisladamente, los tres
adecuados a lo que la medicina realmen- elementos son especificables: las causas
te es. de enfermedad pueden ser ordenadas sis-
Su personal definición del diagnóstico temáticamente según lo que real y ver-
-recuérdese la fórmula a que recurre: "la daderamente son en sí mismas y para la
expresión de la suma de conocimientos ciencia, "tal" bacteria, "tal" protozoo, "tal"
que motiva la actuación y la conducta sustancia química, "tal" radiación, etc.;
del médico"- corresponde a esa concep- otro tanto puede hacerse con las lesio-
ción de la medicina como acción tera- nes orgánicas que la necropsia permita
péutica razonable; y de la combinación descubrir y con los procesos metabóli-
entre ésta y la filosofía del "como si", de cos que la investigación científica y la
Vaihinger, tan adecuada en su opinión exploración clínica encuentran y descri-
para dar cuenta de la conducta del médi- ben en el cuerpo del enfermo, una infla-
co ante el enfermo, procede su idea de la mación purulenta, un tumor, un desor-
especie morbosa. Koch, en suma, trata den en el metabolismo del ácido úrico; y
de sustituir la tradicional visión "científi- como desde los hipocráticos y Syden-
ca" de la medicina por una visión "prag- ham es bien sabido, el cuadro sintomáti-
mática" de ella. co de la neumonía lobar y el de una ter-
Concepto central en la Als-Ob-Philo- ciana palúdica pueden ser considerados,
so¡}hie de Vaihinger es el de "ficción", con entera fidelidad a la experiencia clí-
entendida ésta como una construcción nica, como especies morbosas de orden
mental que independientemente de su puramente sintomático. Esos elementos
correspondencia con la estructura de la del enfermar cobran su realidad morbo-
realidad, ayuda a resolver alguno de los sa combinándose entre sí en el organis-
problemas que vitalmente importan al mo enfermo, cuya constitución indivi-
hombre. Con la famosa doctrina de las dual añade una variable más a las tres
cadenas laterales de Ehrlich no se obte- que se integran en la definitiva configu-
nía y no se pretendía obtener una ima- ración de la presunta "especie". Y pues-
gen fotográfica de la estructura molecu- to que la variabilidad de cada una de és-
lar del antígeno y el anticuerpo, pero du- tas es muy grande, y son prácticamente
126 El diagnóstico médico
ilimitadas, por añadidura, las posibilida- Puede ser un diagnóstico etiológico, bio-
des de su mutua combinación, ¿será po- lógico, sintomático, clínico, si uno se em-
sible ordenar según verdaderas "espe- peña en reducirlo a un nombre. Pero a
cies", como el botánico ordena la di- conciencia de que con ese nombre diag-
versidad de las plantas, los modos in- nóstico no puede ser expresada la totali-
dividuales de enfermar? Koch lo niega: dad de los procesos morbosos que acon-
"Hay, sí, nos dice, genuinas especies de tecen dentro de un organismo... El diag-
causas morbosas, de procesos morbosos nóstico debe ser un modo del conocimien-
en el cuerpo y de fenómenos morbosos; to que comprenda todo el acontecer mor-
pero no tiene por qué haber especies ge- boso. Su definición debería ser cambia-
nuinas de enfermedades, porque la posi- da en ese sentido: el diagnóstico preten-
bilidad de combinación de los elemen- de ser la expresión de lo que acontece
tos es ilimitadamente grande". En suma, morbosamente en un organismo. Bajo
y para decirlo con la sentencia tópica: ciertas circunstancias y con cierta reser-
hay enfermos, pero no enfermedades. va mental puede ser el nombre de una
No niega Koch, por supuesto, la exis- enfermedad, pero en todos los demás ca-
tencia de parecidos, a veces grandes, en sos es la expresión de un acontecer que
los modos individuales de enfermar. "Es rebasa con mucho el alcance de una pa-
posible --escribe- que determinadas labra".
combinaciones (de los elementos antes Es patente la pretensión sistemática
mencionados) aparezcan con frecuen- del pensamiento de Koch, cuyo funda-
cia... Por doquiera vemos en la patología mento consiste, como vimos, en la con-
.tales combinaciones más frecuentes, y cepción de la medicina como acción te-
las llamamos enfermedades; pero en rapéutica razonable. Su idea del diagnós-
modo alguno poseen la peculiaridad de tico y de la especie morbosa son cohe-
las especies genuinas, porque la parte rentes con ella, y en no escasa medida
variable en ellas sobrepasa demasiado a con lo que, más allá o más acá de las
la parte constante. Al pronto, esto pare- abstracciones que exponen los tratados
ce contradictorio. ¿Puede acaso negarse de patología especial y de diagnóstico
que el tifus abdominal sea una auténtica clínico, suele ser la conducta real del
especie morbosa? Especie genuina es en médico. Debe reconocerse, sin embargo,
primer término el agente causal, genui- que lo que en el libro de Koch es crítica
nas especies son asimismo los procesos supera no poco a lo que en él es crea-
morbosos en el cuerpo y los fenómenos ción, y así se entiende que su influencia
morbosos. Pero la enfermedad, la totali- entre los médicos haya sido escasa. Sólo
dad del acontecer morboso dentro de un en los últimos años vuelve a ser citado,
organismo, ya no es una especie, sino porque esa crítica suya ha cobrado re-
(un proceso biológico) que oscila entre novada actualidad.
una alteración de ese organismo no per-
ceptible subjetivamente y el rápido ani-
quilamiento del enfermo. Dentro de 2. A.R.FEINSTEIN
estas combinaciones observables aparece, Hacia 1960, el clínico norteamericano
sí, una que es especialmente frecuente, o Alvan R. Feinstein comenzó a frabajar en
que por lo menos se halla en el centro un equipo integrado por clínicos, esta-
de los extremos posibles... Ahora bien: a dísticos y bacteriólogos, con el fin de es-
tal realidad ya no se la llama especie, se tudiar la eficacia de los nuevos agentes
la llama tipo". antiestreptocócicos en la prevención de
Entonces, ¿qué es el diagnóstico médi- las recidivas de la fiebre reumática. Aus-
co? En modo alguno la enunciación del cultando a un enfermo que, tras la explo-
nombre de una "enfermedad", entendida ración de un interno competente, ya ha-
ésta como especie morbosa. "Puede ser bía pasado a la estadística con la indica-
-añade Koch- el nombre de una causa ción de "exento de lesión cardiaca", des-
morbosa, de un proceso morboso orgá- cubrió un leve soplo a lo largo del borde
nico, de un fenómeno morboso en el esternal izquierdo. A primera vista, sólo
cuerpo, de un tipo objetivo y subjetivo. un leve error esporádico. Pero este mi-
Actualidad 127

núsculo suceso hizo reflexionar a Feins- amenace el riesgo del error, el juicio clí-
tein sobre lo que realmente son la explo- nico, afirma Feinstein, puede y debe ser
ración clínica y el diagnóstico, le sugirió de algún modo científico, si el médico
a continuación una vía matemática para sabe ver su actuación como un genuino
estudiar clínicamente los problemas de experimento. Distinto del habitual expe-
la clínica, y por fin le condujo a la publi- rimento científico por la índole de la
cación de un libro, el titulado Clinical realidad sobre que opera -un hombre
Judgement, de justo prestigio dentro y enfermo, no un animal o un trozo de ma-
fuera de Norteamérica (1). Desde el pun- teria inerte-, el experimento clínico, a la
to de vista que a nosotros primordial- vez diagnóstico y terapéutico, es formal-
mente nos importa, expondré de modo mente equiparable a aquél. Como él
sumario su contenido. comprende, en efecto, la observación
previa, la idea experimental, la ejecución
de ésta, la percepción y la estimación de
a. Del "diagnóstico" al "juicio
la respuesta obtenida y el establecimien-
clínico"
to de correlaciones entre ella y otros da-
Feinstein, acabo de decirlo, no quiere tos distintos de los que en cada experi-
ser infiel a lo que todo clínico esencial- mento han entrado en juego. A él y a su
mente es: un médico que constantemen- precisión y fiabilidad se acercará más y
te piensa y actúa "desde" el enfermo y más, si el médico sabe cumplir las si-
"para" el enfermo; por lo cual, tras el si- guientes reglas:
glo y medio en que el saber médico ha
sido regido desde la sala de autopsias l. En sus observaciones clínicas, dis-
y el laboratorio, pretende elaborar un tinguirá cuidadosamente los datos to-
cuerpo de doctrina -o, por lo menos, cantes a la "enfermedad" (disease), es de-
moverse hacia él- en que esa doble exi- cir a la objetivación morfológica, quími-
gencia de la clínica sea la que resuelta- ca, microbiológica y fisiopatológica del
mente prevalezca. "Es clínico -escribe- estado del organismo enfermo, los relati-
el médico a la cabecera del enfermo, el vos al "huésped" (host), esto es, al enfer-
que acepta responsabilidad por la vida mo mismo y a su ambiente físico y so-
que le ha confiado el paciente, el que cial, y los concernientes a la "dolencia"
. planea la estrategia y ejecuta las tácticas (illness) o conjunto de los fenómenos clí-
del cuidado terapéutico". A esta idea de nicos, síntomas subjetivos y signos físi-
la propia misión y de la medicina, tan cos que el médico percibe en su contac-
sencilla y honestamente pragmática, tra- to inmediato con el paciente.
tan de serdr sus reflexiones sobre el jui- 2. A la vista de todos estos datos, el
cio clínico. médico razonará sobre ellos según dos
Juicio clínico es el conjunto de conoci- líneas principales, la "terapéutica" (elec-
mientos que permite al médico decidir ción de la dieta, los fármacos, la inter-
razonablemente acerca del pronóstico y vención quirúrgica, la radioterapia, la fi-
el tratamiento de la dolencia del enfer- sioterapia y la psicoterapia pertinentes)
mo. ¿En qué consiste? ¿Es acaso una y la "ambiental" (elección de métodos
conclusión, basada, sí, en la observación de comunicación, acomodación e inter-
atenta del paciente, pero inmediatamen- cambio humano que mejor ayuden al en-
te emanada de un acto de "intuición adi- fermo a soportar su enfermedad y el tra-
vinatoria" o "pálpito", al que sirve de tamiento).
base la experiencia clínica de quien lo 3. En la elección del método, tendrá
realiza? Así parecen afirmarlo quienes en cuenta que éste, como ya enseñó Aris-
contraponen lo que en medicina es tóteles, debe adecuarse a la índole de la
"ciencia" a lo que en ella sería "arte", en- realidad que con él se trata de conocer y
tendido este término conforme a su sig- modificar, en este caso un organismo hu-
nificación hoy habitual, y no según la mano enfermo. Los métodos de la inves-
que los romanos y los griegos atribuye- tigación en el laboratorio -histológicos,
ron a las palabras ars y tékhne. No está microbiológicos, bioquímicos, etc.- son
con ellos Feinstein. Aunque siempre le idóneos para el conocimiento de lo que
128 El diagnóstico médico

en el proceso morboso es disease, no dio del enfermo sólo atenido a la sinto-


para la formación de un juicio clínico matología y la patocronia. Feinstein ex-
necesaria y simultáneamente atenido a pone de manera precisa la conversión
lo que en ese proceso ponen la enferme- de las pautas sydenhamianas en las rígi-
dad, el huésped y la dolencia. "Los méto- das y pedantescas taxonomías more bo-
dos de la investigación de laboratorio tanico de Linneo y Sauvages -1 O clases,
-escribe Feinstein- no dan de sí lo que a 44 órdenes, 315 géneros y 2.400 especies
una exigen la tecnología y el juicio para en el cuadro clínico del enfermar huma-
un estudio clínico de las personas". La no distingue éste-, y subraya la trascen-
habilidad del bíceps de un jugador de dental importancia que en la génesis del
béisbol, ¿puede acaso ser estudiada me- pensamiento y en la configuración del
diante un examen histológico de sus fi- lenguaje del clínico actual tuvo la obra
bras musculares? sucesiva de Morgagni, Pinel, Bichat y sus
4. En la conceptuación y la ejecución sucesores; es decir, la elevación del sa-
del experimento clínico, procurará ven- ber anatomopatológico a fundamento
cer conscientemente las varias objecio- general e instancia decisoria del saber
nes que suelen oponerse a la posibilidad médico. Con ella, parecen allanarse to-
de una verdadera "ciencia clínica"; por dos los obstáculos que se oponían a la
tanto, se propondrá las metas que esta consideración de la clínica como "cien-
ciencia puede y debe lograr (las relativas cia": frente al carácter puramente espe-
al "por qué" y al "cómo" de un trata- culativo de la etiología prebacteriológica
miento correcto), razonará lógicamente y a la variabilidad, la inseguridad y la
acerca de los datos por él obtenidos, tra- subjetividad de la observación clínica, se
tará de darles expresión matemática levanta la plena evidencia objetiva del
(mensuración propiamente dicha, enu- hallazgo anatómico en el cadáver; sobre
meración por recuento o por determina- la multiforme e imprecisa denominación
ción dimensional, correlación entre esos sintomática de las enfermedades (fiebre,
datos, considerados como variables), y asma, dispepsia, tisis), prevalece la preci-
se esforzará por descubrir la esencial co- sa e inequívoca nomenclatura que trae
nexión biológica entre la forma y la fun- consigo el método anatomoclínico (este-
ción, así como sus posibles disociaciones nosis mitral, edema pulmonar, esclerosis
patológicas (hallazgos clínicos en pacien- renal). Puramente anatomopatológicos
tes "asintomáticos", síndromes que pue- han llegado a ser casi todos los términos
den ser expresión de muy diversas enti- de la onomástica clínica actual: infarto
dades morbosas, síntomas con o sin co- de miocardio, flebotrombosis, neumonía
rrelato morfopatológico). lobar, úlcera duodenal, cáncer de estó-
mago, esclerosis múltiple, cirrosis hepá-
b. Taxonomía clínica: breve tica, diverticulitis, colitis, cistitis, tantos
historia más. A la "enfermedad de Bright" se la
llamará "nefritis", y será denominada
La práctica del experimento clínico "neurofibromatosis" una de las "enfer-
-cuyo contenido es a la vez, lo repetiré, medades de Recklinghausen"; y si para
diagnóstico y terapéutico- tiene una his- nombrar la "fiebre tifoidea" o "fiebre
toria que el médico debe conocer; una nerviosa lenta" no ha prevalecido el tér-
historia remota y otra reciente. mino que para designarla anatomopato-
Debe conocer el médico, por una par- lógicamente propuso Bretonneau, "do-
te, lo que desde Hipócrates hasta la se- tienenteritis", es porque antes de que
gunda mitad del siglo XIX han sido la ese nombre lograra general vigencia se
conceptuación y la clasificación de los impuso en medicina el pensamiento
modos de enfermar; y muy especialmen- etiológico, y el médico dio automática-
te lo sucedido desde que Sydenham pro- mente significado de "bacilosis de
puso un método, científico ya, para Eberth" o "infección eberthiana" a la tra-
delimitar y clasificar las "especies mor- dicional denominación clínica de tal en-
bosas" -las "regularidades de la natura- fermedad. A la lesión y al germem suele
leza" en el enfermar- mediante un estu- recurrir la nosonomástica actual.
Actualidad 129

Arrollado por el auge incesante de la "síndrome nefrótico", la "descompensa-


nosología anatomopatológica, el clínico ción hepática" y la "coronariopatía"; y
se convirtió en un medroso examinando así acaece que el mismo nombre puede
ante el infalible tribunal del prosector ser referido a distintas entidades clíni-
-baste recordar el espectáculo de una cas, y que una misma enfermedad sea a
sesión anatomoclínica tradicional- y du- veces designada con distintos nombres.
rante la vida del enfermo vio su princi- Un ejemplo tan notable como pintores-
pal tarea en la construcción de series de co: la "bronquitis crónica" de los médi-
inferencias diagnósticas sólo orientadas cos ingleses y el "asma pulmonar" de los
hacia la lesión, casi siempre trabajosas y americanos son esencialmente la misma
siempre últimamente inseguras. "En nin- enfermedad.
guna otra rama de la ciencia -escribe Bajo la influencia de CI. Bernard y de
Feinstein, aludiendo a la clínica- se halla los fisiopatólogos alemanes del pasado
la taxonomía principal tan distante de siglo, pareció iniciarse un giro en el pen-
los datos... Para el razonamiento diag- samiento médico. Sin negar el valor de
nóstico de un clínico, que observa signos la necropsia para el diagnóstico de la
y síntomas en un paciente vivo, la no- "enfermedad" letal, algunos clínicos se
menclatura impuesta por la anatomía propusieron la tarea de reemplazar la
patológica viste la evidencia obtenida nosología y la taxonomía basadas en la
ante el lecho del enfermo (los datos ex- inferencia de lesiones anatómicas por
ploratorios) con el sudario de una infe- una nosología y una taxonomía proce-
rencia orientada hacia el dictamen de dentes del análisis fisiopatológico de los
la sala de autopsias y el microscopio". síntomas; pero la revolución tecnológica
A esa conclusión le conduce, a título de del siglo XX -con ella se inicia la que an-
ejemplo, un detenido análisis de los pa- tes llamé historia reciente del experi-
sos inferenciales que exige el estableci- mento clínico- ha permitido diagnosti-
miento del juicio diagnóstico anatómico car intra vitam, y no por inferencia, sino
("defecto atrioseptal"), partiendo de un por evidencia, el desorden anatómico en
cuadro sintomático en el que predomi- que se basa el nombre taxonómico de
nan la disnea y el edema. Los clínicos, en gran número de "enfermedades". La ra-
suma, han perpetuado desde Bichat y diografía, la endoscopia, la biopsia y la
sus sucesores "un modo de pensar que multitud de las técnicas con que se ha
clasifica formas anatomopatológicas, no enriquecido la exploración clínica -tra-
funciones clínicas; diseases, no personas zados gráficos, análisis microbiológicos y
o dolencias (illnesses); inferencias clíni- citológicos, determinaciones bioquími-
cas, no observaciones clínicas". Que no cas y biofísicas- han quitado espectacu-
se atiene, por tanto, al conjunto unitario laridad y prestigio a la conferencia clini-
que la dolencia, el huésped y la enferme- copatológica, entendida ésta conforme
dad forman ante los ojos del médico. al clásico modelo de Rokitansky, y han
Pero una clasificación taxonómica ba- recreado en la mente del clínico la nece-
sada en la inferencia de lesiones no vis- sidad de apoyar sus diagnósticos en la
tas y no en la evidencia de los datos alteración lesiona! de los órganos: esa
exploratorios directamente percibidos, "querencia por la lesión" de que, comen-
¿podía no crear problemas a los clínicos tando la "patología funcional" de Gustav
reflexivos? En tanto que base empírica von Bergmann, ha hablado entre noso-
para la inferencia de lesiones anatómi- tros D. García-Sabell (2).
cas, ni el síntoma, ni el signo son datos a Pero, a la vez, la nueva tecnología mé-
los que pueda homologarse mediante el dica ha obligado a adoptar criterios ta-
empleo de criterios objetivamente váli- xonómicos nuevos, porque se han descu-
dos. El nombre de "disnea" y el de "so- bierto "enfermedades" cuya consistencia
plo cardiaco" pueden ser dados por dos no es anatomopatológica, sino bioquími-
médicos distintos a realidades clínicas . ca -la "lesión bioquímica" de Peters-, y
diferentes entre sí. Cada clínico tiene su la nomenclatura clínica se ha enriqueci-
propio criterio para el diagnóstico de la do pintorescamente con entidades mor-
"insuficiencia cardiaca congestiva", el bosas designadas con el nombre de su
10
130 El diagnóstico médico

descubridor (enfermedad de Franklin, establecimiento de sus criterios diagnós-


enfermedad de Waldenstrom, proteinu- ticos; para lo cual habrá de conocer y va-
ria de Tamm-Horsfall), de la ciudad en lorar la variabilidad atribuible al obser-
que trabajó el equipo de los primeros vador (observer variability) en los diag-
descriptores (cromosoma de Filadelfia), nósticos morfológicos y radiológicos (3)
e incluso del primer paciente observado y la variabilidad técnica de los métodos
(enfermedad de Chrístmas, factor de Ha- empleados en los diagnósticos no morfo-
geman). Con todo lo cual, la taxonomía lógicos, así como coordinar rectamente
nosológica actual y la actual nomencla- los hallazgos clínicos y paraclínicos.
tura clínica han venido a ser el resultado 2. En su tarea diagnóstica, e incluso
de un cajón de sastre de puntos de vista también por razones económicas y éti-
anatomopatológicos (infarto de miocar- cas, el clínico debe saber elegir, entre las
dio), etiológicos (brucelosis), sintomáti- tantas y tantas hoy posibles, las pruebas
cos (diabetes sacarina), funcionales (in- paraclínicas adicionales verdaderamente
suficiencia cardiaca congestiva), bioquí- necesarias.
micos (porfiria) y genéticos (corea cróni- 3. Será consciente, por otra parte, de
ca hereditaria); no contando las varias las frecuentes deficiencias, imprecisio-
enfermedades "nuevas", todavía defi- nes y confusiones (nomenclatura ambi-
cientemente clasificadas. gua o inadecuada, dificultades clínico-
He aquí, pues, la situación actual: el estadísticas: por ejemplo, la que a los
clínico sigue diagnosticando "enferme- médicos norteamericanos les plantea el
dades" cuya conceptuación, clasificación empleo de la palabra stroke, "ictus cere-
y denominación no obedecen a un crite- bral") en el lenguaje clínico habitual.
rio bien definido y universalmente acep- Hay entidades morbosas cuyos nombres
tado, y -esto es lo grave- trata a enfer- designan síndromes (bocio exoftálmico),
mos en los que ineludible y unitariamen- síntomas (miastenia), signos (eritema
te se reúnen entre sí el "huésped", la nudoso) y hasta hábitos personales (al-
"enfermedad" y la "dolencia". Así vive coholismo crónico); y el término "asma",
Feinstein su propia situación, y de ella valga este ejemplo, puede significar una
se propone salir. enfermedad (asma bronquial), un estado
clínico (status asthmaticus), un síntoma
(asma cardial) y un signo (respiración
c. La respuesta de Feinstein: parte
asmática).
crítica
4. Cuando la clínica y las exploracio-
Dos pasos sucesivos veo yo en la res- nes paraclínicas difieren tanto de lo que
puesta de Feinstein a ese menester: uno fueron en tiempo de Rokitansky y Vir-
de carácter crítico y metódico, otro re- chow, es inexcusable que el clínico po-
sueltamente constructivo. sea una clara idea de lo que la necropsia
Para salir adelante en el empeño de y el análisis histopatológico deben re-
entender clínicamente la medicina, y presentar hoy en la enseñanza médica y
por tanto la nosografía y el diagnóstico, en el diagnóstico. "Si el clínico del siglo
el clínico -decídase o no se decida luego XIX debía trasladarse (desde la sala hos-
a seguir el camino que Feinstein ha pro- pitalaria) a la sala de autopsias para
puesto- debe tener en cuenta los proble- aprender acerca de la enfermedad (di-
mas que el empleo de la nueva tecnolo- sease), el anatomopatólogo del siglo XX
gía médica necesariamente lleva consi- ha de invertir la dirección de este viaje
go. De los preceptos relativos a tales para mantener su papel de coordinador
problemas, éstos son, entre los que seña- central en el estudio de aquélla"; y "si la
la Feinstein, los que me parecen princi- segunda mitad del siglo XIX fue, en pato-
pales: logía, la era de los grandes descubri-
mientos acerca de la enfermedad (disea-
l. El clínico no debe delegar en sus se), la segunda mitad del siglo XX puede
colaboradores no clínicos -anatomopa- ser la era en que se descubra lo que esos
tólogos, radiólogos, patólogos quirúrgi- viejos descubrimientos realmente signi-
cos y clínicos, técnicos de laboratorio- el fican en la dolencia humana (illness)".
Actualidad 131
5. El clínico posee un vocabulario ta- lía (por ejemplo, la disnea de esfuerzo) y
xonómico para clasificar los rasgos prin- el modo de su pertenencia a la dolencia
cipales de la vida del huésped (edad, en cuestión. Más aún: en cada uno de los
raza, sexo, ocupación, dieta, creencias, síntomas debe ser tenida en cuenta su
hábitos, etc.), otro para sistematizar los posible iatrotropía (si pertenece a lo que
principales rasgos objetivos o somáticos ha hecho que el paciente acuda al médi-
de la "enfermedad" (órganos, tejidos, cé- co), su toponimia (si es consecuencia
lulas, contenido célular, moléculas, áto- primaria o secundaria de la lesión que
mos, electrones, cromosomas, anticuer- se sospecha) y su cronometría (su rela-
pos, antígenos, etc.), e incluso otro para ción temporal con los restantes).
ordenar metódicamente los agentes te- Es preciso, en fin, clasificar adecuada-
rapéuticos (fármacos, dieta, radiaciones, mente la "conducta clínica" (clínica! be-
fisioterapia, psicoterapia, intervenciones havior) de la enfermedad, conforme a
quirúrgicas), pero no uno que le permita cinco puntos de vista principales:
lograr una clasificación aceptable de los
síntomas y los signos, como no sea tra- 1. El modo como la enfermedad de
duciendo sus nombres al vocabulario de que se trate fue detectada en el paciente
la taxonomía anatomopatológica. De ahí y el estado clínico general de éste en el
que en la construcción de una taxono- momento de la detección, lo cual obliga
mía clínica vea Feinstein el primer co- a distinguir entre el "estímulo iatrotrópi-
metido de su empresa: una conceptua- co" (qué ha decidido al enfermo a bus-
ción realmente científica del clínica! judg- car ayuda médica) y la "queja principal"
ment. (chef complaint, el síntoma que más afli-
ge), y permite clasificar a los pacientes
Ahora bien, no podría llevarse a cabo en "lantánicos" (lanthanic patients, del
tal cometido sin la depuración de los verbo griego lanthánein, "estar oculto":
conceptos que habitualmente emplea el aquellos en los que la enfermedad prin-
clínico en su práctica y sin la elabora- cipal o una enfermedad asociada son ac-
ción de los que para ser en verdad cien- cidentalmente descubiertas) y "aquejan-
tífica esa práctica exija. Procedentes de tes" (complainant patients, los que abier-
uno y otro origen, Feinstein emplea y tamente acusan los síntomas de su do-
define los siguientes: síntoma (disnea, lencia).
ansiedad precordial, vómito), signo (es- 2. El vario "agrupamiento" o "piña"
tertor, hígado palpable, soplo), signo (cluster; ordinariamente, un síndrome)
subjetivo o síntoma objetivo (ictericia), de los datos clínicos primarios y secun-
signo iátrico corpóreo (exantema) o darios que ante el paciente en cuestión
efluente (esputo hemoptoico, vómito puede hacer el clínico y efectivamente
verde). Los datos clínicos son variables hace.
científicas susceptibles de ordenación 3. La secuencia de las diversas mani-
según tres distintas pautas, correspon- festaciones clínicas (por ejemplo: en la
dientes a otros tantos propósitos médi- expresión clínica de una coronariopatía,
cos: buscar el grupo de las enfermeda- ¿cuál ha sido el orden de los síntomas
des (diseases) que han podido producir que la revelan?).
esos datos (finalidad: el diagnóstico), 4. La duración de tales secuencias
atribuirlos a un grupo de pacientes afec- clínicas (por ejemplo: el lapso temporal
tos de la misma enfermedad (finalidad: en el paso del período lantánico al perío-
el pronóstico y el tratamiento) y referir- do aquejante de una enfermedad, o des-
los a un grupo de hallazgos clínicos que de el comienzo de una determinada ma-
molestan con exceso al paciente (finali- nifestación hasta el de otra).
dad: prescripciones terapéuticas de or- 5. La existencia o la no existencia de
den complementario o secundario). enfermedades asociadas (co-morbidity),
Debe considerar el clínico, por otra par- con las consiguientes implicaciones en
te, el "cómo" de la sensación del sínto- el diagnóstico, el pronóstico y el trata-
ma, la especificación de éste y su desig- miento. La regla "un solo diagnóstico"
nación, así como el grado de su anoma- no puede ser absoluta.
132 El diagnóstico médico

¡/u plo, sodio o potasio, pero no realidades


intermedias entre uno y otro, y la zoolo-
gía animales que son peces o aves, pero
no ambas cosas a la vez. En los dos ca-
sos, las entidades clasificadas son ex-
cluyentes entre sí. Bien distinto es el
caso de la clínica, porque en la realidad
individual del enfermo pueden existir
entidades clínicas -llámeselas o no se las
llame "especies morbosas"- entre sí in-
tersecantes. Pues bien: la matemática
moderna ha creado dos recursos para
ordenar y clasificar conjuntos de entes
individuales que pueden ser indepen-
dientes unos de otros o combinarse de
varios modos entre sí: analíticamente, el
álgebra de Boole; gráficamente, los dia-
Fig. l. El conjunto A en el universo U. gramas de Venn, expresión figural de ál-
gebra de Boole.
Atengámonos a éstos. Un conjunto de
individuos cualitativamente semejantes
d. La respuesta de Feinstein: parte entre sí (por ejemplo, cierto tipo de en-
constructiva fermos, aquellos en que aparece tal sín-
toma o tal agrupamiento de síntomas) es
Así equipada su mente de clínico, observado y considerado dentro de un
Feinstein aborda resueltamente la em- "universo", que le sirve de marco de re-
presa de clasificar taxonómicamente al ferencia (en este caso, la totalidad de las
enfermo individual, y por tanto diagnos- personas que reciben asistencia médica,
ticarle. La exploración permite obtener de los pacientes afectos a una misma en-
síntomas, signos y agrupamientos o "pi- fermedad o de los sometidos a una mis-
ñas" de ellos, que clínica y estadística- ma influencia etiológica). He aquí (fig. 1)
mente se relacionan entre sí de modo el diagrama de Venn que da figura a este
muy diverso. ¿cómo clasificar los varios hecho.
modos de su mutua relación? La quími- Imaginemos ahora que en un mismo
ca clasifica elementos que son, por ejem- universo hay dos conjuntos. ¿cuáles po-

•• a. Disyunción b. Intersección

Fig. 2. Las cuatro posibles relaciones


c. Subordinación d. Identidad entre los dos conjuntos A y B.
Actualidad 133

drán ser las relaciones entre ellos? Evi- Desórdenes


dentemente, cuatro: la disyunción o ex- lantánicos
clusión mutua, la intersección, la subor-
dinación y la coincidencia. Por tanto, las
representadas en la figura 2
Un ejemplo clínico. El universo de la
diabetes sacarina humana contiene con-
juntos de pacientes con polidipsia, con-
juntos de pacientes con acidosis, conjun-
tos de pacientes con lesiones vasculares,
y otros conjuntos más. El conjunto de
los pacientes con acidosis diabética con-
tiene, a su vez, un subconjunto de ceto-
sis, otro con hiperventilación, otro en
coma. El conjunto de los pacientes con
retinopatía diabética contiene un sub-
conjunto con hemorragias retinianas y
otro con exudado retiniano. Considera-
do como conjunto, éste contiene un sub-
conjunto con exudado en el área macu-
lar, y así en los demás casos. Caracteres Caracteres
Teniendo ahora en cuenta la diversa secundarios primarios
condición de los datos clínicos antes in- .
dicada -hallazgos lantánicos, manifesta-
O= Hallazgos en vida
•=
ciones primarias y manifestaciones se-
cundarias de la enfermedad-, el espectro @= Hallazgos tras la muerte
total de una enfermedad cualquiera pue-. Enfermedad no detectada
de ser representado por la figura 3.
Fig. 3. Espectro total de una enfermedad hu-
Veamos, en fin, un ejemplo de diagra- mana. Significad o de las cifras: 1) Lantánicos asin-
ma de Venn en el caso de una enferme- tomáticos. 2) Lantánicos primarios. 3) Lantánic os
dad concreta, la fiebre reumática. Esta- com binados . 4) Lantánicos secundarios. 5) Aq ue -
blecido el diagnóstico de ésta mediante jantes primar ios . 6) Aquejantes combinados. 7)
Aq uejan tes sec und arios. 8, 9, 10 y 11) Enfermeda-
los criterios de Janes (4), el universo de des descubiertas tras la muerte. Núcleo central: en-
la fiebre reumática -a su vez, un subcon- fermedades no descubiertas.
junto dentro del universo de las infeccio-
nes estreptocócicas- contiene varios
conjuntos de manifestaciones clínicas,
cuya mutua relación queda bien repre-
sentada por la figura 4.
Además de ordenar y racionalizar la
experiencia clínica, los diagramas de
Venn ofrecen varias posibilidades: pue-
den ser numéricamente cuantificados
-cifras absolutas y cifras porcentuales en
la frecuencia de cada uno de los subcon-
jun tos- ; per mite n establecer una imagen
esquemática de los procesos patoge né ti-
cos posibles en cada enfermedad; ayu-
dan a la planificación de la conducta te-
rapéutica y son susceptibles de aplica-
ción a la estadística. Véase en el libro de
Feinstein cómo el autor desarrolla las
distintas consecuencias útiles de su i -
ve nció n. En la línea de mi propósito, la Fig. 4. Espectro clínico de la fiebre aguda
sumaria exposición precedente basta, reumática.
134 El diagnóstico médico

creo, para enunciar las tres siguientes es sumamente típico, tanto en lo que en
conclusiones: ellos es "enfermedad" como en lo que es
"dolencia"; pero lo habitual es que el en-
l. El empleo de los diagramas de fermar de un individuo sea clínicamente
Venn para la ordenación clínica de las la combinación de elementos compositi-
enfermedades no ha sido en algunos ca- vos cuya intersección varía no poco de
sos sino el diseño geométrico de la co- un caso a otro, y cuya ordenación diag-
rrelación que entre las diversas formas nóstica -el "cuadro" que a los ojos del
clínicas de una especie morbosa comple- médico forman- depende en alguna me-
ja ya había sido descrita; por ejemplo, la dida del propósito con que el observa-
que Volhard estableció entre la hematu- dor los contemple. El clínico, en conse-
ria, el edema y la hipertensión, en el cuencia no debe emplear los nombres
caso de la glomerulonefritis difusa (5); y que le ha enseñado la tradición nosográ-
antes aún, el original punto de vista que fica -infarto de miocardio, úlcera duode-
para entender la realidad clínica de las nal, asma bronquial, etc.- sin someterlos
especies morbosas dermatológicas y la al análisis estructural y dinámico de que,
mutua relación entre ellas propuso L. entre otras posibles, son elegante e intui-
Brocq: la concepción de aquéllas -hecho tiva expresión de los diagramas de Venn.
notable: las que desde Sauvages consti- El diagnóstico correspondiente a un "jui-
tuyen el arquetipo de las entidades clíni- cio clínico" digno de este nombre no es
cas bien deslindables y bien clasifica- y no puede ser el enunciado de una "es-
bles- como meros "prototipos diagnósti- pecie morbosa".
cos", muy diversamente realizados en 3. Con todo, los diagramas que el
cada individuo, según la particular apti- análisis de Feinstein nos ofrece no dan
tude morbide de éste, y carentes de bien razón suficiente de lo que en tanto que
delimitada solución de continuidad en- "conocimiento" de un enfermar indivi-
tre todos ellos. Brocq representa gráfica- dual es el juicio clínico. Como apuntan
mente la casuística dermatológica como E. D. Pellegrino (8) y E. J. Cassell (9), y
un conjunto de nubes de puntos, en el con mayor explicitud hemos de ver en
cual las zonas de puntuación especial- distintos lugares de este libro, la indivi-
mente densa serían esos "prototipos dualización del diagnóstico no puede ser
diagnósticos", y las zonas de puntuación plenamente alcanzada contemplando la
intermedia y más espaciada los faits de peculiar relación que en cada caso existe
passage o casos de transición entre un entre los conjuntos y subconjuntos que
prototipo y otro (6). Pero -unidos a la forman las distintas manifestaciones clí-
"taxonomía numérica" que propone la nicas de la enfermedad. La considera-
actual informática médica, a la cual ha- ción del "huésped" de ella por parte del
bré de referirme en páginas ulteriores- clínico -y, por tanto, el problema de la
esos diagramas son tal vez un primer conexión entre lo que en el proceso
paso hacia "el método del porvenir", morboso es disease y es illness- exige
como dice R. Gross (7), para el estudio algo más.
de la mutua relación entre las manifesta-
ciones clínicas de la enfermedad, llá-
mense modos de enfermar, agrupamien- 3. W. WIELAND
tos sintomáticos o síntomas. Menos inmediatamente clínicas que
2. En lo tocante al problema que las de Feinstein, las reflexiones de W.
ahora nos ocupa, el estado del concepto Wieland acerca del diagnóstico (10) pre-
de especie morbosa en la medicina ac- tenden ser algo más que una crítica de la
tual, los trabajos de Feinstein muestran tradicional concepción de éste: el "cono-
con evidencia que ese concepto es más cimiento científico" de la enfermedad
una convención, útil en ciertos casos, que canónicamente debe preceder al tra-
que un verdadero trasunto de la reali- tamiento. Lo mismo que Richard Koch,
dad clínica. Hay modos del enfermar in- cuya obra menciona con elogio, Wieland
dividual -una terciana palúdica, una se propone sentar las bases de una teo-
neumonía lobar- cuyo parecido entre sí ría de la medicina en la cual quede for-
Actualidad 135

malmente superada la concepc10n del del diagnóstico" viene impuesta por


saber médico como "ciencia aplicada" toda una serie de instancias sociales: la
-la aplicación diagnóstico-terapéutica de formación del médico, de la cual es tan
unas "ciencias básicas" regidas por el evidente testimonio la estructura de las
modelo científico-natural del conoci- descripciones nosográficas que ofrecen
miento científico- y sea temáticamente los tratados de medicina interna; el len-
elucidada la peculiar realidad de aquél. guaje de la comunicación técnica entre
La medicina, dice Wieland, no es "cien- los profesionales de la medicina; la nece-
cia aplicada", sino "ciencia práctica", y sidad de reducir a fórmula concisa el jui-
esto exige una pertinente discusión de cio acerca de cada enfermedad indivi-
sus fundamentos teoréticos y la elabora- dual, cuando la actividad del médico se
ción de una epistemología verdadera- ordena hacia lo que Wieland llama "la
mente adecuada a lo que como tal cien- administración social de la enfermedad";
cia práctica es. el hecho, tan frecuente, de que el enfer-
No espera mucho nuestro autor, sin mo no sólo acuda al médico para tratar
embargo, de esa grundlagentheoretische su enfermedad, mas también para "sa-
Diskussion. Si la mentalidad del médico ber lo que tiene"; todo contribuye a
ha de cambiar, el cambio no será deter- crear la convicción de que el diagnóstico
minado por reflexiones de carácter epis- científico previo es el primero de los re-
temológico, aunque éstas sean profun- quisitos de una conducta médica correc-
das y certeras, sino por las exigencias de ta. Sabe el médico, sí, que en determina-
su práctica, y sólo en los últimos dece- dos casos -algunos tan notorios corno
nios ha comenzado la praxis médica a las urgencias y los cuidados intensivos-
exigir una revisión de los principios teó- debe actuar con un conocimiento del
ricos sobre que se funda. Por otra parte, caso muy alejado del que constituye el
y en tanto que ciencia práctica, la medi- "diagnóstico científico"; pero, incluso en-
cina requiere doble y complementario tonces, la condición ideal de éste perdu-
fundamento: una "teoría de la ciencia", ra intacta. Toda una serie de conceptos
esto es, del saber intelectual del médico de ocasión, "diagnóstico de presunción",
(medizinische Wissenschaftstheorie), y una "sospecha diagnóstica", "diagnóstico de
"teoría de la actuación", esto es, de su impresión", etc. sirven al clínico de re-
quehacer diagnóstico-terapéutico (medi- curso mental y expresivo, y con su sola
zinische Handlungstheorie). A la metódi- existencia declaran ese carácter ideal y
ca combinación de una y otra es a lo que normativo que el diagnóstico lege artis o
Wieland llama medizinische Grundlagen- "científico" tan incuestionablemente po-
theorie, "teoría de los fundamentos de la see. No poder alcanzarlo, por la razón
medicina". A ella habré de referirme en que sea, sería siempre una deficiencia
páginas ulteriores. Por el momento, me corregible, una penosa ignorancia del
limitaré a exponer cómo Wieland en- médico.
tiende la relación entre el diagnóstico A la forzosidad del diagnóstico se une,
médico y la tradicional noción de "espe- en la concepción habitual de éste, la tra-
cie morbosa". dicional, tópica e irreflexiva convicción
A la práctica habitual de la medicina de que el ejercicio de diagnosticar debe
pertenecen dos hábitos, al parecer into- tener como meta el hallazgo y la deno-
cables: uno operativo, que Wieland de- minación de la especie morbosa a que
nomina "la forzosidad del diagnóstico" corresponda la dolencia del paciente. El
(Zwang der Diagnose), y otro intelectivo, médico procede, dice Wieland, como si
la concepción de éste como la inferencia objetivamente existiese un "sistema de
científica de una determinada especie unidades morbosas sustanciales" -mejor
morbosa. Para actuar correctamente, el sería decir "de entidades morbosas espe-
médico tiene que diagnosticar de mane- cíficas"- obviamente sometido a las si-
ra científica, y lo que así diagnostica es guientes reglas:
la especie morbosa de que es realización
individual el caso clínico que contempla. l. En todo enfermo se realiza indivi-
La general vigencia de esa "forzosidad dualmente una especie morbosa -o más
136 El diagnóstico médico
de una, en ciertos casos-, no obstante las 1. Cuando el estado del enfermo y la
variaciones clínicas que tal individualiza- servidumbre al imperativo terapéutico
ción necesariamente comporta; el múlti- le obligan a instaurar un tratamiento sin
ple enfermar humano adquiriría su reali- la posesión de un diagnóstico obtenido
dad concreta a través de una más o me- lege artis, y por tanto científicamente
nos sistemática serie de especies morbo- acabado. La eficacia de los actuales re-
sas. cursos terapéuticos obliga a intervenir
2. Ante la cuestión de si la especie en situaciones en las cuales no sería éti-
morbosa es una entidad ideal y objetiva, co -o acaso no sea posible- proseguir la
algo, por tanto, que existe en el enfermo exploración del paciente hasta la identi-
independientemente de su concepto en ficación "científica" de la especie morbo-
la mente del médico, o si no pasa de ser sa a que el caso puede pertenecer. Tam-
una noción convencional, con la cual el bién en el arte de curar -apostilla R.
clínico ordena su experiencia y planea Gross, a este respecto- la estrategia
su acción, los médicos se inclinarán de debe ser anterior a la táctica (11). Acon-
ordinario hacia el segundo término del tece esto muy especialmente en la medi-
dilema, pero seguirán conduciéndose en cina de urgencia y de cuidados intensi-
su práctica como si realmente admitie- vos, pero no menos ante modos de en-
sen el primero. fermar en los cuales un tratamiento óp-
3. Hay especies morbosas, sí, cuya timo no exija el establecimiento de un
delimitación clínica es menos nítida que diagnóstico específico, en el sentido
la de otras; esto no obsta, sin embargo, fuerte de tal expresión; por ejemplo, los
para que siempre se estime posible un que el habitual lenguaje clínico denomi-
"diagnóstico diferencial" del caso. na "enfermedad arterial oclusiva", "pro-
4. Las especies morbosas consecuti- ceso vascular cerebral" o "síndrome cer-
vas a una causa externa y a una causa vi.cal". Más que de "diagnóstico" habría
próxima perfectamente definidas -por que hablar en estos casos de "juicio de
ejemplo: una neumonía lobar de origen situación" (Situationsbeurteilung).
neumocócico- son las que constituyen 2. Cuando en la práctica médica se
el modelo nosográfico a que debe ate- produce un desequilibrio entre las posi-
nerse el médico en la descripción y en el bilidades diagnósticas y las posibilida-
diagnóstico de todas las demás, aunque des terapéuticas. Entre el diagnóstico y
su contorno clínico sea poco preciso. En el tratamiento existe siempre lo que
la tácita vigencia de esta última regla tie- Wieland llama un "equilibrio fluente"
nen su causa las dificultades de los trata- (diagnostisch-therapeutisches Fliessgleich-
distas para describir nosográficamente gewicht), que puede alterarse en un sen-
las "enfermedades funcionales". tido o en otro. Hay ocasiones en que las
posibilidades del diagnóstico superan a
Pues bien: contra el imperativo, al pa- las de la terapéutica; tal es el caso de las
recer indiscutible, de ese conjunto de enfermedades virales, porque en ellas
convicciones, ¿es posible una medicina cabe establecer la especie del virus res-
más acá y más allá de la noción de espe- ponsable, sin que -hasta ahora- este ha-
cie morbosa? A la vista de la realidad llazgo pueda traer consigo una eficacia
factual del ejercicio médico, y movido terapéutica mayor. Puesto que una in-
por su idea de la medicina como "cien- vestigación "diagnóstica" sin ulteriores
cia práctica", abiertamente se plantea consecuencias terapéuticas no es un
Wieland esa doble cuestión. Expondré acto "médico", aunque pueda serlo
sumariamente su pensamiento. "científico", ¿debe el clínico llegar en su
práctica hasta el límite de las actuales
a. "Más acá" de la especie morbosa posibilidades taxonómicas de la virolo-
gía? Evidentemente, no. Hay otras oca-
Muévese el médico "más acá" de la siones, en cambio, en las cuales las posi-
noción de especie morbosa, dice Wie- bilidades terapéuticas son superiores a
land, en situaciones de su práctica. Por las diagnósticas: el juicio diagnóstico a
lo menos, en las siguientes: que el médico ha podido llegar no basta
Actualidad 137

para establecer un tratamiento eficaz, y movido a R. N. Braun (12) a proponer


éste, sin embargo, es posible. Así aconte- una clasificación sistemática de los mo-
ce con ciertas intervenciones quirúrgicas dos de enfermar, en la cual los concep-
y con el empleo de ciertos fármacos. En tos empleados no son "nosoteoréticos",
tales casos, la actuación médica más acá no vienen establecidos por la patología
de la especie morbosa es un imperativo general que exponen los libros al uso,
a la vez técnico y ético. ¿sería admisible sino "teoréticoprofesionales", esto es,
abstenerse del tratamiento porque su procedentes de una reflexión cuidadosa
acción podría "enmascarar" un futuro y metódica acerca de lo que la praxis
diagnóstico rigurosamente específico? médica real y verdaderamente es. El
Aunque teóricamente se admita que en ejercicio del práctico general, en efecto,
la conducta del médico corresponde al se halla casi siempre orientado merced a
diagnóstico la prioridad lógica, puede a puntos de vista que asientan más acá de
veces no corresponderle la prioridad las entidades morbosas clásicamente de-
cronológica. finidas; antes que por "juicios diagnósti-
3. Cuando se haya de practicar una cos" propiamente dichos, la base cognos-
"medicina de grandes lapsos tempora- citiva de su actuación está constituida
les". Polarmente contrapuesta a la "me- por "enjuiciamientos clínicos" (Beurtei-
dicina de tiempos mínimos" (urgencias y lungen) o "juicios de situación", estable-
cuidados intensivos), la medicina a largo cidos y clasificados a la vista de sínto-
plazo (tratamientos preventivos, rehabi- mas, grupos de síntomas y dominancias
litación, geriatría) coincide con ella en la clínicas. Braun, en consecuencia, ofrece
nota factual de moverse habitualmente una escala de posibilidades de clasifica-
más acá de la noción de especie mor- ción, en la cual el "diagnóstico" es, desde
bosa. luego, la más alta, pero sólo una de ellas.
4. Cuando el médico tiene que ac- Más aún: para el médico práctico, el
tuar pericialmente (incapacidades somá- diagnóstico riguroso -que, con los me-
ticas y psíquicas, dictámenes forenses, dios a su alcance, no más que en ciertos
etc.). En tales casos, su respuesta a las casos logra él establecer- es menos im-
cuestiones que se le proponen suele de- portante que la decisión de si en el caso
rivarse, no de un diagnóstico rigurosa- tratado hay que temer un "curso peligro-
mente establecido, sino de juicios y esti- so y conjurable" o si está justificada una
maciones distintos de él. "abstención expectante"; decisión que
5. Cuando lo que el médico diagnos- pocas veces alcanza el plano cognosciti-
tica y trata no son "enfermedades" bien vo del diagnóstico stricto sensu. No pre-
especificadas, sino "síndromes"; bien tende Braun, por supuesto, romper con
porque el ocasional estado del saber pa- la noción de especie morbosa; al contra-
tológico no permite hacer otra cosa, rio, esa noción sigue latiendo en la base
bien porque las condiciones de su prác- de su propuesta; pero acaso haya inicia-
tica no le dejan pasar de ahí. Piénsese, a do una vía para entender y ordenar ra-
título de ejemplo, en diagnósticos como cionalmente los casos en que el médico,
"enfermedad de Basedow", "nefrosis" o por exigencias de lo que para él es la
"angina de pecho". práctica real de la medicina, ha de mo-
verse más acá del diagnóstico lege artis.
Un examen detenido de lo que efecti- No bajo exigencias de la práctica, sino
vamente es la práctica médica, tanto la a impulsos de la teoría, V. von Weizsac-
hospitalaria como la no hospitalaria, ker había sugerido muchos años antes la
pero en especial esta última, muestra posibilidad de ordenar cronobiológica-
que la mente del clínico actúa con gran mente los modos de enfermar, desde un
frecuencia aquende la rigurosa ordena- punto de vista manifiestamente situado
ción de los modos de enfermar en espe- más acá de la diferenciación de ellos en
cies morbosas; al margen, por tanto, de especies morbosas. En su realidad pato-
lo que le enseñaron los tratados de pato- lógica, la enfermedad, dice von Weizsac-
logía y las reglas nosognósticas de su ker, puede ser neurosis, biosis y esclero-
formación escolar. Tal es la razón que ha sis; de tal manera, que la neurosis puede
138 El diagnóstico médico
Metabolismo
)l
Lesión
Equilibrio
fluente
t Ortobiosis
-
,,
/ , , /'
O :10610,1, , ,,
funcional

...
-
(/)

" '
Q)
- ¡¡ ¡
.. .·;;
.. o / ......._.. /
1
...... ,
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· -·3
Patobiosis (reversible)
Q) Q)
e:
Q)-
-o Q)
... -o

(/)
Q)
mórfico
-2
- .. .. . ,
Cl

Necrobiosis (irreversible)
11,
"-'- ,.""'ll
Necrofanerosis i--_
1!1111
"' .. Necrosis
F
i31 1"'"
111111 -,..
Tiempo

Fig. 5. Las distintas curvas representan el retorno a la ortobiosis (restitutio ad integrum), el


tránsito a desorden irreversible o permanente ("patía") o el proceso conducente a la muerte to-
tal o parcial del organismo.

no pasar de serlo, la biosis ha comenza- Las modificaciones estructurales son


do siendo fugazmente neurosis, y sólo a ahora irreversibles, y desde el punto de
través de los dos estadios precedentes vista del tiempo biológico representan
llega a constituirse la esclerosis. Son "lo histórico" de la enfermedad (das Ge-
"neurosis", en este sentido, las enferme- schichtliche; yo preferiría decir: "lo tes-
dades y los períodos de enfermedad con- tificativo", lo que el anatomoclínico y el
sistentes en puras alteraciones funciona- anatomopatólogo ven como "resto docu-
les: trastornos patológicos en el ritmo, la mental" del proceso que las constituyó)
dirección y la proporción de los fenóme- (13). Sobre cada uno de estos tres modos
nos de absorción, secreción, quimismo, cardinales de enfermar operaría el in-
sensación y movimiento. Tales alteracio- tento de distinguir clínica y patológica-
nes son móviles y susceptibles de desa- mente las correspondientes especies
parición "de un momento a otro"; intem- morbosas.
póreas (zeitlose), las llama von Weizsac- Lo mismo debe decirse de la ordena-
ker. En las "biosis" se producen modifi- ción cronobiológica de los procesos
caciones reversibles en las estructuras morbosos propuesta por W. Doerr, V.
hísticas y celulares: inflamaciones, alte- Becker y K. Goertler (13a). Los tipos pa-
raciones productivas, neoformaciones, tocrónicos del enfermar son ahora deno-
degeneraciones, etc. Su curso en el tiem- minados "ortobiosis", "alobiosis", "pato-
po, menos fluido, más lento, impide un biosis", "necrobiosis" y "necrosis". To-
restablecimiento súbito: el desorden es mada del trabajo de dichos autores, la fi-
procesal, y por tanto tempóreo (zeitge- gura 5 ilustra muy clara y completamen-
bunden). Vienen por fin las "esclerosis". te su pensamiento.
Actualidad 139
Ahora bien: la exigencia clínica y la repetirse en muy distintos modos de en-
posibilidad teorética de actuar operativa fermar. Considerado nosográficamente,
y mentalmente más acá de la noción de ¿qué es un síndrome? Para un médico de
especie morbosa, ¿supone la abolición formación tradicional, lo que ingeniosa-
del sistema nosográfico y nosotáxico vi- mente dice B. Leiber: "una enfermedad
gente en la medicina actual, pese a la di- en estado de espera" ("en la sala de es-
versidad, incoherente a veces, de los pera", cabría decir) (14); un cuadro clíni-
puntos de vista rectores que dentro de él co, por tanto, que la exploración ulterior
cabe discernir? Evidentemente, no. Aun convertirá en parte integral de una ver-
admitiendo todo lo anteriormente ex- dadera especie morbosa; en definitiva,
puesto, un médico de formación tradi- una realidad clínica más acá de ésta.
cional seguirá pensando que esa noción Pero a la vez, ¿no cabría considerarlo
le es necesaria en su actividad diagnósti- como "elemento morboso" de un siste-
ca, bien porque en ciertos casos -una ma de ordenación de los modos de en-
neumonía lobar, una terciana palúdica, fermar más allá del tradicional, en el que
una esclerosis lateral amiotrófica- ex- la especificación actúa como concepto
presa incuestionablemente la realidad clave? Sin pensar en ello, así procede el
misma del enfermar, bien porque en clínico cuando -como no es infrecuente-
otros, aquellos en que el contorno de la trata insuficiencias cardiacas, respirato-
tipicidad es menos preciso, más borroso, rias y renales, sin que el diagnóstico
le sirve de pauta heurística para no per- etiológico haya llegado hasta el límite de
derse en la selva de la experiencia clíni- sus posibilidades; y pensando abierta-
ca. Mediante las oportunas correcciones mente en ello, cuando planea o postula
y adiciones, confiará en mantener la vi- -así, valga su ejemplo, P. Lüth- un siste-
gencia de un modo de pensar tan pro- ma de enjuiciamiento (Beurteilungssys-
fundamente arraigado en la historia, tem) en el cual "el lugar de las entidades
aunque nuestra idea de la species morbo- morbosas sea ocupado por un cálculo
sa no sea ya la galénica, ni la sydenha- con transiciones cuasiestacionarias, con
miana, e incluso esperará que la investi- parámetros y límites orgánicos", y en
gación del futuro vaya permitiendo con- virtud del cual "el rígido esquema de la
vertir en verdaderos diagnósticos los ac- salud y la enfermedad quede sustituido
tuales juicios de situación y ordenar en por la determinación de aberraciones
especies morbosas nuevas los modos de dentro de amplitudes de oscilación y lí-
enfermar hoy más resistentes a la espe- mites de estabilidad" (15).
cificación nosográfica. Hasta la publicación de su libro, dos
eran, en opinión de Wieland, las más va-
liosas tentativas hacia la constitución de
h. "Más allá" de la especie morbosa
un sistema de enjuiciamiento clínico y
Más ambicioso e innovador es el de- de clasificación de las enfermedades
signio de los médicos que desde hace al- allende las especies morbosas: la de
gunos lustros aspiran a moverse en la Feinstein y la de Deberla, Bochnik y Le-
clínica y en la patología "más allá" del gewie. "La crítica a la doctrina de las en-
concepto de especie morbosa: los que tidades morbosas específicas hasta aho-
deliberadamente tratan de construir un ra mejor fundada..., la contribución más
sistema de análisis y clasificación de las amplia y fundamental a la teoría de la
enfermedades más adecuado que el de medicina de nuestro tiempo", llama Wie-
las especies morbosas a lo que real y clí- land al libro de Feinstein. En él ve algo
nicamente es el enfermar, y más idóneo más que un planteamiento original del
para lograr una concepción realista del problema taxonómico; ve sobre todo
diagnóstico y una ordenación racional una fecunda reflexión acerca del "tipo
de la terapéutica. categorial" de los conceptos rectores de
Pensemos en la realidad clínico- la clasificación nosotáxica, y por tanto la
patológica del síndrome o conjunto de posible iniciación de un nuevo modo,
síntomas simultáneos o sucesivos que más clínico, más directamente atenido a
con igual significación patológica puede lo que piden las decisiones terapéuticas,
140 El diagnóstico médico

de entender, describir y ordenar los mo- les y dinámicos del juicio clínico, enten-
dos del enfermar humano. "Cualquiera dido según la fórmula antes consignada;
que sea el ulterior desarrollo de este sis- sólo de cuando en cuando surge en ellas
tema de los conceptos nosológicos -es- el tema de la realidad a que el juicio clí-
cribe-, desde ahora posee la incuestiona- nico se refiere -el tema, por tanto, del
ble ventaja de permitir un manejo de los objeto formal del diagnóstico, puesto
elementos constitutivos de una enferme- que en el diagnóstico tiene ese juicio su
dad concreta más libre que el que el sis- principal ingrediente-, y se alude explí-
tema de las entidades morbosas específi- cita o implícitamente al problema de la
cas hacía posible; el cual, por su misma especie morbosa. Siquiera sea de mane-
estructura, sólo consentía alternativas ra sumaria, glosaré algunas.
de decisión mutuamente excluyentes La de E. D. Pellegrino lleva por título
-esto es: regidas por la fórmula "o esto, "La anatomía del juicio clínico. Algunas
o lo otro"-, y sólo bajo forma de excep- notas sobre la recta razón y la recta ac-
ción entendía las desviaciones. Es sólo ción", y propone entender tal anatomía
mera convención decidir si los juicios como la articulación unitaria de la res-
clínicos establecidos según el nuevo sis- puesta a tres cuestiones sucesivas: "¿Qué
tema deben ser llamados diagnósticos o puede ir mal? ¿Qué puede hacerse? Para
no. No son diagnósticos, en todo caso, si, este paciente, ¿qué deberá hacerse?" Ob-
como hasta ahora ha sucedido, el con- sérvese la figura 6 en que Pellegrino re-
cepto del diagnóstico va unido a la clási- presenta la respuesta a la primera de
ca idea de las entidades morbosas espe- esas preguntas.
cíficas".
No mediante el empleo del álgebra de ¿Qué puede ir mal?
Boole y los diagramas de Venn, sino a
favor del análisis factorial, K. Deberla,
por un lado (16), H. J. Bochnik y H. Lege-
wie, por otro (17), se han propuesto
entender la estructura de la enfermedad
individual, y por tanto la forma y el con-
tenido diagnóstico, de un modo que tras-
Posibilidades diagnósticas
ciende resueltamente la taxonomía basa-
da en la noción de especie morbosa. La
Probabilidades diagnósticas
reseña de esta tentativa y de otras análo-
gas debe quedar pospuesta, sin embargo, ' ,,\ i-1- 1
a lo que en las páginas ulteriores ha de 1 ,o Diagn sticos más pr bables
decirse acerca de la penetración de la in-
formática en la práctica y en la teoría
1
del diagnóstico.
Fig. 6. La "recta razón", según E. D. Pellegrino

4. OTROS AUTORES
El mero examen de la figura prece-
Con clara y original sencillez, en el dente muestra que, orientada hacia la
mismo sentido que Feinstein se mueve right action, más aún, esencialmente co-
el danés H. R. Wulff (18), a cuya idea del nexa con ella, la right reason de que ha-
rational diagnosis habremos de volver bla Pellegrino lleva consigo la admisión
más adelante; y dentro del campo de de modos típicos de enfermar más o me-
problemas por Feinstein abierto, bien nos equiparables a las especies morbo-
que de manera no concidente con él, los sas de la tradición nosográfica (disease
autores del libro colectivo Clínica! Judge- patterns) y supone la práctica de un ra-
ment. A Critica! Appraisal, que han dirigi- zonamiento regido por los principios del
do H. Tr. Engelhardt, St. F. Spicker y B. diagnóstico diferencial. Pero la concep-
Towers (19). La mayor parte de las con- ción de la actividad clínica como una
tribuciones a este libro han sido consa- empresa en la cual se integran sinérgica-
gradas al estudio de los aspectos forma- mente la ciencia, el arte (en el sentido de
Actualidad 141

la tékhné griega) y la virtud, y la resuelta mente distinguida de la salud? Tres se-


exigencia de ciertos saberes humanísti- rían los criterios para llevar a cabo la or-
cos (medical humanities) para la cabal denación de los entes individuales en
formulación del juicio clínico, precisa- clases homogéneas: la categorización, en
mente en tanto que "acto médico", no la cual el sistema de la clasificación vie-
como expresión de un "conocimiento ne establecido por un principio rector
científico", nos obligarán más adelante a mentalmente concebido por el hombre
considerar la propuesta de Pellegrino de ciencia; el agrupamiento (clustering),
como una vía hacia la superación del en el que la formación de grupos se
concepto tradicional del diagnóstico. apoya en el discernimiento de notas em-
Algo análogo cabe decir de las refle- píricas, por ejemplo, las que sirvieron a
xiones de E. J. Cassell acerca de "Lo sub- Mendel para estudiar la genética de los
jetivo en el juicio clínico". Médicamente guisantes; la mensuración, que puede
considerada, la subjetividad del enfermo dar lugar a grupos según la dimensiona-
se hace patente, en opinión de Cassell, lidad (número de los símbolos que se
en cuatro modos complementarios de combinan entre sí) y según la cardinali-
realizarse el sujeto humano; la persona dad (número de las combinaciones que
social, el inconsciente, el experienciador entre esos símbolos puedan establecer-
(experiencer: el enfermo, en tanto que se). Pues bien: para Murphy, la aplica-
vive o experimenta su propia enferme- ción de los tres criterios conduce al esta-
dad) y el asignante de interpretaciones blecimiento de grupos sólo gradualmen-
(assigner of understandings: el enfermo, te distintos de los restantes. Cuando se
en tanto que intérprete de lo que como trata de datos elementales (por ejemplo:
enfermo experimenta). No hay juicio clí- la cifra de la presión sistólica, y por
nico correcto si la consideración de "lo tanto la clasificación de los individuos
subjetivo" no pertenece a su estructura; en hipertensos, normotensos e hipoten-
y así, aunque Cassell no discuta la habi- sos), nada es más claro. ¿y cuando se
tual especificación del conjunto unitario trata de entidades no elementales, como
disease-illness o enfermedad-dolencia, su las especies morbosas? La diferencia en-
concepción de la clínica trasciende im- tre un grupo morboso y los que le son
plícitamente, por la vía de la personali- próximos, por un lado, y entre ese grupo
zación, la tópica idea del diagnóstico y la normalidad, por otro, ¿es también
como designación de "la" especie mor- gradación y no contradistinción? Tam-
bosa realizada en el enfermo. El juicio bién, piensa Murphy. Al menos, esto
clínico se refiere siempre a la enferme- parece deducirse del análisis a que so-
dad-dolencia de un individuo humano; y mete la relación entre la cifra de coleste-
en la medida en que ésta sea especifica- rol en la sangre, la frecuencia de la en-
ble, la especie morbosa en cuestión no fermedad coronaria y la progresión clí-
pasará de ser un elemento de la total es- nica de ésta. "Quien crea en la existencia
tructura de aquél. Conclusión a la cual, de la enfermedad coronaria como enti-
por bien distinta vía -una sugestiva vi- dad discreta con el mismo entusiasmo
sión del razonamiento clínico conforme con que cree en el sexo (esto es: en la
a la dialéctica hegeliana de "lo total" (das posibilidad de distinguir como grupos
Ganze); dialéctica a la cual pertenecen sexuales discretos, el varón y la mujer,
también la persona del enfermo y la del los individuos de la especie humana),
médico-, llega también Sally Gadow, en tendrá alguna dificultad con la noción
otra página del libro que comento. de la transición gradual de un estado a
El problema de la taxonomía nosográ- otro", escribe textualmente; lo cual le
fica es indirectamente abordado por E. permite vislumbrar la aplicación a la clí-
A. Murphy en su estudio "La clasifica- nica un método matemático ya usado en
ción y sus alternativas". Las especies biología: el análisis de la estabilidad
morbosas, ¿son entidades netamente dis- estructural, de R. Thom (20). Natura fa-
cernibles entre sí, de tal modo que cáda cit saltus, etsi minimos, viene a decir
una excluya a la otra y, en tanto que en- Murphy, al modo de Planck, ante el cur-
fermedad, siempre pueda ser tajante- so de los cambios biológicos.
142 El diagnóstico médico

5. LO QUE EL CLINICO DIAGNOSTICA b. La noción de especie morbosa


Volvamos ahora a nuestro punto de En cualquier caso, diagnosticar médi-
partida: en su actividad diagnóstica, camente es algo más que poner sobre
¿qué es lo que el clínico actual piensa el enfermo una etiqueta especificadora,
conocer, cuando entiende la enfermedad aunque en ésta se articulen explícita o
como un desorden orgánico? Dentro de implícitamente datos clínicos, anatomo-
la medicina actual, icuál es la situación patológicos, fisiopatológicos, etiológicos
de la noción de especie morbosa? La y patológico-constitucionales; lo cual,
respuesta a estas dos interrogaciones como acabamos de ver, ha determinado
puede ser ordenada en varios apartados, una revisión más o menos metódica de
y son los siguientes: la noción que venía siendo la piedra-
clave del diagnóstico y la nosografía: la
especie morbosa. A vista de pájaro, ¿cuál
a. La individualización es la posición de la medicina actual ante
del diagnóstico esa tradicional y al parecer intocable
Con su diagnóstico, siempre el clínico convicción?
se ha propuesto conocer el modo indivi- La revisión crítica del concepto de es-
dual de la enfermedad del paciente. El pecie morbosa se apoya en argumentos
más doctrinario entre los "especificado- de muy distinta índole. Los hay, en efec-
res" de la experiencia clínica, el propio to: 1.0 De carácter sistemático. Una taxo-
Sydenham, trataba de individualizar nomía que, como la nosográfica, debe re-
ante cada paciente sus diagnósticos es- currir a tan múltiples y dispares puntos
pecíficos; y aun cuando la consideración de vista, que tan ostensiblemente carece,
de la "subjetualidad substante" del en- en consecuencia, de un criterio ordena-
fermo no pueda ir más allá de la multi- dor suficientemente unitario, no merece
plicación de los puntos de vista tipifica- el nombre de "científica". En tanto que
dores -edad, sexo, raza, biotipo, carioti- especies morbosas, al margen, pues, de
po-, a tal meta quería llegar, como vi- su contenido, ¿son entre sí equiparables
mos, esa primera etapa de la introduc- el cáncer de pulmón, la hipertensión
ción del sujeto en el diagnóstico. "La esencial, la fiebre tifoidea, el alcoholis-
realidad por mí diagnosticada es el pro- mo crónico y la neurosis obsesiva? 2.0
ceso orgánico de la enfermedad que pa- De carácter clínico-nosográfico. Hay mu-
dece el enfermo", piensan hoy tantos y chos modos de enfermar en que la orde-
tantos médicos. Ahora bien: ni esa múlti- nación nosográfica resulta imposible o
ple tipificación de la subjetualidad, ni el muy difícil; e incluso las especies morbo-
análisis estructural del caso clínico se- sas más "de libro", muestran a veces en
gún los métodos de que antes se hizo la realidad concreta contornos borrosos
mención -diagramas de Venn, análisis y transiciones más o menos graduales
factorial-, pueden dar al diagnóstico un hacia otras, que las descripciones libres-
perfil verdaderamente individual, como cas suelen presentar como netamente
tampoco la reducción cubista de la figu- distintas de ellas. 3.0 De carácter clínico-
ra humana a una serie de planos, en sí terapéutico. El imperativo del trata-
mismos abstractivos, puede individuali- miento obliga en ocasiones a una con-
zar suficientemente el retrato de una ducta terapéutica en la cual no cuenta
persona. ¿Qué hacer, entonces, para ob- -más aún, no debe contar- la noción de
tener un diagnóstico -o, más amplia- especie morbosa. 4.0 De carácter clínico-
mente, un juicio clínico- cuya individua- antropológico. La concepción persona-
lidad sea auténtica e inobjetable? Las re- lista de la enfermedad, de cualquier en-
flexiones de Pellegrino y las de Cassell fermedad, obliga a una de estas dos co-
acerca del juicio clínico, y junto con ellas sas: a prescindir de un diagnóstico fiel-
la consideración clínica de la "subjetuali- mente atenido al sistema de las especies
dad suprastante" del enfermo, nos pon- morbosas, o -si este sistema es admiti-
drán en camino hacia la verdadera res- do- a manejar la noción de especie mor-
puesta. bosa según pautas muy distintas de las
Actualidad 143

tradicionales. 5.0 De carácter metódico. sólo lo envuelvan en una visión más am-
El análisis estructural de la enfermedad plia del conocimiento preterapéutico del
individual a favor de los métodos que a paciente, sino que traten de entenderlo
una ofrecen la matemática y la cibernéti- y realizarlo desde un nivel ontológico su-
ca, permite ordenar los modos de enfer- perior al mero organicismo: la concep-
mar según esquemas operativos que en ción y el estudio de la enfermedad indi-
mayor o menor medida rompen con el vidual según la condición a un tiempo
sistema nosográfico y taxonómico. biológica y personal del enfermo; tenta-
tiva que por su misma naturaleza -como,
en cierto modo, el "enjuiciamiento" de
c. Actitudes de los clínicos
Siebeck y el "juicio clínico" de los nor-
Dentro de esta indecisa situación, la teamericanos- deliberada o indelibera-
conducta diagnóstica de los muchos clí- damente rebasa la nosología puramente
nicos que actúan como si la enfermedad organicista. 4.ª El análisis y la combina-
fuese no más que un desorden orgánico ción de los elementos morbosos de la
adopta las siguientes principales actitu- enfermedad según los recursos de la ac-
des: l.ª Aceptación sin crítica de la noso- tual elaboración electrónica de datos
grafía y la nosotaxia hasta hoy habitua- (EED).
les, con una firme seguridad y una fir- Puesto que el problema de la realidad
me esperanza: la seguridad de que en la estudiada y el del método con que se la
mayor parte de los casos esa nosografía estudia se hallan esencialmente conexos
y esa nosotaxia, por dispares que sean entre sí, habrá que reconsiderar estas di-
los puntos de vista que las rigen, se versas actitudes ante el diagnóstico.
adaptan satisfactoriamente a las necesi-
dades de la clínica (es lo que sucede, por
ejemplo, en el diagnóstico y el trata- 6. EL DIAGNOSTICO Y LA HISTORIA
miento de la anemia perniciosa, la me- CLINICA
ningitis tuberculosa y el cáncer de estó- La más importante de las novedades
mago); la esperanza de que la investiga- que recientemente se han producido en
ción clínica y paraclínica irá permitien- la concepción y la confección de la histo-
do especificar adecuadamente los casos ria clínica se halla en conexión, tácita a
que hoy se resisten a la conceptuación veces, con varios de los temas tratados
específica tradicional (por ejemplo, los en este libro: la inseguridad mental del
que O. von Mering y L. W. Earley llaman clínico reflexivo ante la idea de la espe-
problem patients, "pacientes-problema", cie morbosa que le han enseñado o suge-
casi un tercio de los que acuden a las po- rido los habituales tratados de medicina
liclínicas urbanas) (21) y los muchos en- interna; la necesidad de orientar más
fermos que en la Alemania de 1930 eran precisamente, con objeto de disminuir
diagnosticados con las etiquetas que G. su número, la solicitud de exploraciones
von Bergmann llamó irónicamente Cave- paraclínicas; el imperativo de hacer de la
te-Diagnosen, "diagnósticos-comodín" o historia clínica un documento menos
"sospechosos" -cavete: "iojo con!"-, como dependiente de la personalidad y la es-
distonía vegetativa, neurosis cardiaca, cuela del clínico, y por tanto más objeti-
neurosis gástrica, etc. 2.ª Adopción más vamente manejable; la tantas veces ine-
o menos razonada de modos de conside- ludible exigencia de actuar sin demora
ración del caso clínico que envuelven el ante síntomas o síndromes -en definiti-
diagnóstico tradicional en una más am- va, ante "problemas clínicos"- mediante
plia estimación del estado del enfermo: los eficaces recursos terapéuticos que
el "enjuiciamiento" (Beurteilung) de que hoy ofrecen la farmacología y la técnica
empezó a hablar R. Siebeck (22), el clini- quirúrgica. Tal parece ser la total signifi-
cal judgment o "juicio clínico" de los au- cación de la "historia clínica orientada
tores norteamericanos, los "conceptos por problemas" (problem-oriented record)
teorético-profesionales" de R. Braun. 3.ª que hace algunos años propuso L. L.
La tentativa de sustituir el modo tradi- Weed, tan favorablemente acogida entre
cional del diagnóstico por otros que no los médicos norteamericanos.
144 El diagnóstico médico

El modelo de historia clínica propues- ción de los que continúen pendientes de


to por Weed consta de las siguientes resolución.
partes esenciales: l. Datos básicos. 2. Lis- Como he apuntado, la historia clínica
ta de problemas. 3. Plan inicial. 4. Evolu- orientada por problemas ha logrado
ción e informe de alta. Los datos básicos muy favorable recepción en los Estados
son los obtenidos mediante la explora- Unidos (en 6 años, 225 trabajos sobre el
ción clínica inmediata y las exploracio- tema en la bibliografía norteamericana),
nes complementarias de rutina. Tras y una acogida notable, pero no tan am-
ellos, en lugar de indicar una presunción plia, en otros países (dato tomado de R.
diagnóstica, se consigna la lista de los Peris Bonet, J. Colomer, J. M. López
problemas que el clínico descubre en el Piñero y M. L. Terrada). En España ha
paciente. El plan inicial se halla com- sido introducida, con variantes origina-
puesto por las pruebas diagnósticas y las les, por los autores que acabo de men-
medidas terapéuticas correspondientes cionar. S. E. Goldfinger y A. R. Feinstein
a los problemas observados. A continua- la han sometido a crítica en su país de
ción, hojas especiales describen la evolu- origen. Sea cualquiera su suerte definiti-
ción de estos problemas -o la aparición va, lo que aquí únicamente interesa
de otros-, registran la evolución de las subrayar es su "conexión de sentido" con
constantes y exponen el informe de alta. la actual situación del problema del
He aquí un ejemplo, tomado de H. R. diagnóstico médico.
Wulff. Si un enfermo ingresa en un servi- En cierta relación con la génesis de la
cio hospitalario con un dolor epigástrico propuesta de Weed se halla la "historia
que se le irradia a lo largo del borde cos- clínica mecanizada", que, operando so-
tal derecho, y si la anamnesis ha permi- bre modelos norteamericanos, en Espa-
tido descubrir que el paciente está vi- ña ha introducido C. Martín Cinto.
viendo bajo la presión de graves dificul-
tades económico-profesionales, y si es
anormalmente elevada la cifra de la ten- 11. MOLECULARIZACION
sión arterial, un médico interno formado DE LA PATOLOGIA
a la manera tradicional probablemente
escribirá, tras haber anotado el resulta- Cualquiera que sea el objeto formal
do de su examen: "¿Litiasis biliar? ¿ulce- del juicio diagnóstico -la designación de
ra gástrica? Hipertensión", y seguramen- una particular especie morbosa, la enun-
te no tomará en consideración lo relati- ciación de un juicio asertórico de situa-
vo a las dificultades económicas. En ción, el cabal establecimiento de un jui-
cambio, el redactor de una "historia clí- cio clínico-, el médico que sólo ve en la
nica orientada por problemas" consigna- enfermedad un desorden orgánico pien-
rá la lista siguiente: l. Dolor epigástrico sa más o menos explícitamente que el
(síntoma iatrotrópico). 2. Hipertensión. objeto material de aquél es y debe ser la
3. Problemas económicos. Y a continua- alteración que bajo doble forma, la le-
ción propondrá su plan para esclarecer sión anatomopatológica y el trastorno fi-
adecuadamente esas tres incógnitas (1. siopatológico, en su estructura y en su
Colecistografía, papilla baritada, fosfata- dinámica experimenta el organismo en-
sas alcalinas, transaminasa glutámico- fermo. Fuesen sintomáticos, anatomopa-
oxalacética. 2. Pielografía intravenosa, tológicos, fisiopatológicos o etiológicos
catecolaminas en orina, medida diaria los nombres que diera a las especies
de la tensión arterial. 3. Entrevista con el morbosas de sus diagnósticos, el médico
asistente social) y para el correspondien- de comienzos de siglo refería mental-
te tratamiento sintomático-sindrómico. mente cada uno de esos nombres al con-
Recibido el informe relativo a todas es- junto lesional-funcional que acabo de
tas exploraciones, la historia clínica pro- mencionar; y en la patología funcional
seguirá en la forma antes indicada. El in- de G. von Bergmann, al mismo fin ten-
forme de alta (discharge summary) con- dería el empeño de sustituir los "diag-
tendrá un estudio epicrítico de los pro- nósticos-comodín" por unidades morbo-
blemas registrados en la lista y la men- sas científicamente definidas.
Actualidad 145

Así las cosas, un doble movimiento que la antaño postulada o esbozada por
tuvo lugar en las ciencias básicas de la Rosenbach y Schade. Bien puede hablar-
medicina: por parte de los anatomopató- se hoy, por tanto, de una creciente "mo-
logos, el estudio genético de la lesión lecularización" de la patología y el diag-
mediante los recursos de la histoquími- nóstico, en cuya reciente historia deben
ca y la citoquímica, a la postre de la bio- ser distinguidas las dos líneas antes
química; por parte de los analistas de la- apuntadas: el rápido desarrollo de la cli-
boratorio -los clinical pathologists de la nical pathology y la creciente bioquimiza-
medicina norteamericana-, la multipli- ción de la patología celular.
cación y el afinamiento de los recursos
biofísicos y bioquímicos con que son es-
1. LA "CLINICAL PATHOLOGY"
tudiadas la estructura y la dinámica del
desorden orgánico. Dice con cierto hu- Nada más significativo, respecto de la
mÓr F. H. Garrison que en los primeros primera, que la breve introducción his-
lustros de nuestro siglo "la educación tórica que precede a dos libros muy re-
médica alemana se basaba sobre la fir- presentativos de la actual clinícal patho-
me convicción de que todas las especia- logy norteamericana: Fundamentals of
lidades, incluidas la odontología y la Clinical Chemistry, dirigido por N. W.
obstetricia, no son sino aspectos de la fí- Tietz (24), y Clinical Diagnosis by Labora-
sica y la química" (23). No puede así ex- tory Methods, de Todd-Sanford, actualiza-
trañar que el concepto de una "patología do por I. Davidsohn y J. B. Henry (25).
molecular", primero como desideratum En su prólogo al libro de Tietz, M. Somo-
(O. Rosenbach, finales del siglo XIX), lue- gyi recuerda los modestos orígenes de la
go como tema monográfico (el libro Mo- química médica en U.S.A., antes de que
lekularpathologie, de H. Schade, 1935), con Folin, en Harvard, y con Van Slyke,
surgiera en ese ambiente científico. Solo en el Instituto Rockefeller, se iniciase
haciéndose un bien articulado conjunto allí el gran auge de esta disciplina, y los
de explicaciones bioquímicas de la en- compara con lo que la química clínica
fermedad y de las enfermedades, sólo así ha llegado a ser en nuestro tiempo. En el
sería verdaderamente científica la pato- curso de sesenta años, no sólo ha au-
logía; y en la detección temprana y pre- mentado extraordinariamente el núme-
cisa de los procesos biológico-mole- ro de los campos de la exploración y se
culares previos al cuadro sintomático y han desarrollado y afinado fabulosamen-
subyacentes a él -en el conocimiento de te las técnicas de análisis; también, y
la causa sinéctica de la enfermedad, di- esto es para Somogyi lo más incitante,
ría un galenista- tendría su objeto mate- han sido más y más los médicos intere-
rial el juicio diagnóstico. Tal es el senti- sados por adquirir en el laboratorio una
do que posee el concepto de "enferme- buena formación médico-clínica. "Mi
dad molecular", acuñado en 1949 por Li- participación en este proceso, mi colabo-
nus Pauling, cuando en los pacientes de ración con médicos progresivos, inteli-
anemia falciforme él y sus colaborado- gentes, en su mayoría jóvenes -escribe-,
res descubrieron un tipo de hemoglobi- ha sido la experiencia más alentadora en
na (HbS) estructural y electroforética- mi vida profesional. Tengo confianza en
mente distinto del correspondiente a la que estos médicos jóvenes hallarán el es-
hemoglobina del adulto normal (HbA); tudio de la química clínica tan útil como
concepto que ha culminado en la expre- lo hallarían los analistas de laboratorio.
sión "psiquiatría ortomolecular", em- Al hacerlo así, reducirán la brecha exis-
pleada por el propio Pauling (1978) para tente entre la ciencia y la práctica de la
designar el marco científico en que a su medicina". No menos interés posee, a
juicio debe ser estudiada la patología or- este respecto, la historia del libro de
gánica de la esquizofrenia. A través de Todd (A Manual of Clinical Diagnosis,
estos y otros muchos hechos semejantes; 1908), luego de Todd-Sanford (desde su
de la "biología molecular" ulterior a la sexta edición, 1927), después sólo de
Segunda Guerra Mundial ha surgido una Sanford (en 1931), hasta llegar a las edi-
"patología molecular" harto más precisa ciones que vienen dirigiendo Davidsohn

11
146 El diagnóstico médico

y Henry. Todd fue el primero en recla- hecho central de la enfermedad infeccio-


mar la creación de una cátedra de Pato- sa- fueron imaginativamente entendidas
logía Clínica en las Facultades de Medi- como un proceso químico por Paul Ehr-
cina. Sanford, por su parte, escribirá en lich, con su célebre "teoría de las cade-
1935: "La patología clínica ha llegado a nas laterales". Al mismo fin tendía, bien
constituir una especialidad reconocida que sólo de manera nominal y progra-
en la práctica médica"; pero el clinical mática, la creación del término "inmu-
pathologist todavía sigue considerándo- noquímica", por Sv. Arrhenius. No debo
se un técnico al servicio de los diagnósti- exponer aquí el desarrollo de tan bri-
cos que el clinician, el médico clínico, es- llante y amplia disciplina biológica, des-
tablece junto al enfermo: "La patología de esa doctrina de Ehrlich hasta la ac-
clínica sirve de puente entre las ciencias tual discusión entre las teorías inmuno-
básicas y el enfermo, a través de su mé- lógicas llamadas "instructivas" (Breinl y
dico", se dice en las páginas finales del Haurowitz, Alexander, Mudd y Pauling)
libro que comento. Ahora bien: el fabulo- y las "selectivas" o "clonales" (Jerne y
so crecimiento de la "patología clínica" y Burnet) (28). Desde el punto de vista de
la consiguiente reaparición de la "pato- este libro, lo importante es subrayar que
logía molecular", cno habrán hecho de el problema que juntamente constituyen
aquélla, para muchos de sus cultivado- la composición del antígeno y la forma-
res, lo que en el siglo pasado hicieron de ción del anticuerpo se halla hoy plantea-
la anatomía patológica Bichat, Rokitans- do en términos de biología molecular.
ky y Virchow; esto es, la "ciencia básica" Sucesivamente ha sido establecida la
por excelencia de la patología y del diag- composición química de los antígenos.
nóstico? No parece inoportuno transcri- Son en su mayoría moléculas proteicas,
bir de nuevo dos textos ya aducidos. Uno cuyo poder antigénico cambia cuando
de CL Bernard: "Yo considero el hospital parcialmente se altera su estructura y
como el vestíbulo de la medicina cientí- depende de un determinado grupo ató-
fica, el primer campo de observación en mico de ellas específicamente activo, el
que debe entrar el médico; pero es el la- "determinante antigénico" (K. Landstei-
boratorio el verdadero santuario de la ner); mas también pueden ser polisacári-
ciencia médica" (26). El otro, de V. von dos (M. Heidelberger y E. A. Kabat), poli-
Weizsacker: "La visita hospitalaria del péptidos sintéticos (M. Sela) e incluso lí-
asistente joven no duraba mucho; pero pidos. En cualquier caso, cuerpos cuyas
su trabajo en el laboratorio consumía propiedades biológicas es posible referir
horas y horas del día y de la noche" (27). con rigor científico a su estructura quí-
La reciente "patología clínica" y la más mica. Otro tanto cabe decir de los anti-
reciente "patología molecular" de los cuerpos, sean éstos circulantes o se ha-
norteamericanos, ¿habrán iniciado el de- llen asentados en clonos de linfocitos
finitivo logro, respecto de la patología y "matadores". Aun cuando, como en el sa-
el diagnóstico, del ideal que para la me- ber científico es regla, no sea poco lo
dicina científica habían postulado CL que falta por conocer, la explicación en
Bernard, Rosenbach, el primer Krehl, la términos biológico-moleculares de los
actividad del von Weizsacker joven y la diversos modos de la reacción inmunita-
Molekularpathologie de Schade? A través ria -respuesta a la infección por bacte-
de algunos ejemplos, veamos cómo los rias o por virus, rechazo biológico, anafi-
resultados de la investigación clínico- laxia, autoinmunidad- es ya posible, y a
bioquímica han ido pasando a ser doctri- esa explicación se atienen los patólogos
na nosológica y, por consiguiente, mate- y los clínicos que quieren vivir en el ni-
ria primaria del diagnóstico. vel de nuestro tiempo. Estudios recien-
tes (M. Fishman, F. Cohen, A. A. Gottlieb,
P. Doty, etc.) van precisando el papel de
a. Patología molecular un ARN mensajero y del centro activo
de la infección
del antígeno en la acción biológica de
Como es sabido, la agresión microbia- éste. Por otra parte, investigaciones com-
na y la reacción del organismo a ella -el plementarias (R. R. Porter, G. M. Edel-
Actualidad 147

man, L. E. Hood, y F. S. Lennox y M. enfermedades dependientes de altera-


Cohn, E. C. Franklin y otros) han estable- ciones génicas, sean las tradicionalmen-
cido la estructura química de las distin- te llamadas "hereditarias", como la co-
tas inmunoglobulinas, cadenas polipeptí- rea de Huntington o la hemofilia, las de-
dicas ligeras o pesadas, unidas por enla- terminadas por uno de los que A. E. Ga-
ces de disulfuro, y la acción de los dos rrad comenzó a llamar "errores congéni-
genes que respectivamente regulan la tos del metabolismo", cuyo número va
formación de la región constante y la re- creciendo de día en día, o las que, de no
gión variable del polipéptido antigénico tan evidente manera como las expresa-
(29). Especialmente finas y sugestivas mente hereditarias, están condicionadas
son, a este respecto, las pesquisas a que por un momento constitucional radica-
ha dado lugar el descubrimiento del lla- do en el genoma. No menos de 1.500 ras-
mado gen H-2 (gen de la histocompatibi- gos del organismo humano se hallan ge-
lidad-2) por P. A. Gorer (30). En suma: el néticamente determinados, según V. A.
conocimiento científico de la acción pa- McKusick, y todos ellos son, en princi-
tógena de la causa morbi microbiana o pio, susceptibles de alteración patológi-
viral avanza resueltamente por el cami- ca. La llamada patología constitucional,
no de la molecularización. la heredopatología y, en general, las cau-
sas internas o dispositivas de la enferme-
dad, han entrado de lleno en la etapa de
h. Patología molecular
la molecularización del saber patológi-
de los trastornos dietéticos
co (33).
Lo mismo debe decirse, e incluso con
mayor motivo, cuando la causa externa
d. Molecularización
de la enfermedad tiene carácter dietéti-
de la fisiopatología
co. A título de ejemplo, mencionaré el
caso de la aterosclerosis. Es cierto que, Prosiguiendo el camino que en la se-
como significativamente dice N. Woolf, gunda mitad del siglo XIX tan brillante-
"pese a la amplia literatura acumulada mente habían iniciado la fisiopatología y
desde hace siete decenios acerca de esta la clínica bioquímica de Frerichs, Nau-
enfermedad ..., nuestras tentativas para nyn, Senator, von Noorden, etc., y de las
definir la aterosclerosis todavía deben cuales tan prestigiosa representación
ser expresadas en términos morfológi- era, al iniciarse nuestra actualidad, el
cos" (31). Pero los crecientes progresos Tratado del metabolismo y de las enferme-
en el conocimiento de la acción nosóge- dades de la nutrición, de J. Thannhauser,
na del colesterol y de la previa ingestión los clinical pathologists y los investigado-
de lípidos -me limitaré a indicar la rela- res de los últimos lustros han comenza-
ción existente entre la producción de co- do a explicar en términos patológico-
lesterol y el grado de saturación de los moleculares la realidad orgánica subya-
ácidos grasos integrantes de las grasas cente a los síntomas en que se manifies-
ingeridas (A. Keys y F. Grande Covián, ta el proceso de la enfermedad. El "sín-
entre otros)- permiten advertir que el drome general de adaptación", de Selye,
conocimiento de la génesis de la placa las más diversas enfermedades metabó-
aterosclerótica está pasando rápidamen- licas, las endocrinopatías, los trastornos
te de ser todavía morfológico a ser ya pa- respiratorios, las alteraciones de la diná-
tológico-molecular (32). mica cardiaca, la hipertensión, los funda-
mentos biofísicos y bioquímicos de la
fiebre, la patología de la sinapsis, todo lo
c. Patología molecular que a comienzos de nuestro siglo estu-
de las enfermedades génicas diaba la "patología fisiológica" o "fisio-
La genética molecular, desarrollo bio- patología" está siendo objeto de este fas-
lógico-molecular de la genética clásica o cinante modo de estudiar el desorden
mendeliano-morganiana, con ese mismo morboso. La ingeniosidad de Garrison
grado de resolución del conocimiento antes mencionada cobra en nuestros
científico ha empezado a entender las días imparable realidad (34).
148 El diagnóstico médico

2. LA NUEVA ANATOMIA PATOLOGICA b. La "enfermedad molecular"


Al mismo término que el afinamiento El concepto de "enfermedad molecu-
creciente de la clinical pathology ha lar", creado, como sabemos, por L. Pau-
conducido el progreso de la anatomía ling y sus colaboradores (1949), ha pues-
patológica; más precisamente, el estudio to al día la Molekularpathologie de Scha-
histoquímico y citoquímico de la lesión de y ha abierto una nueva vía para la ex-
anatómica ya constituida y la consi- plicación dinámico-estructural de los de-
guiente explicación de su génesis, a par- sórdenes orgánicos. En la enfermedad
tir de la inicial normalidad hística y hu- molecular, la lesión es una alteración en
moral del organismo. Con otras pala- la estructura de una molécula biológica-
bras, el análisis actual de la que Galeno mente importante, capaz de producir
llamó "causa sinéctica" de la enferme- trastornos patológicos en el organismo a
dad. He aquí algunos testimonios de este que pertenece. Otro camino para enten-
reciente proceso histórico: der en términos patológico-moleculares
el sustrato somático de la enfermedad.
a. La "lesión bioquímica"
c. Bioquímica de la lesión celular
El establecimiento experimental y teo-
rético de conceptos que trasladan al pla- Por su parte, los anatomopatólogos
no bioquímico, y por tanto biológico- van ampliando hacia la histoquímica y la
molecular, la clásica idea virchowiana citoquímica, por tanto hacia la bioquími-
-todavía eminentemente morfológica, ca, el campo de sus pesquisas. En sucin-
apenas citoquímica- de la "lesión celu- to esquema, he aquí la visión del presen-
lar". Históricamente consideradas, eso te y la predicción del futuro de la inves-
son las nociones de "lesión bioquímica" tigación anatomopatológica que propo-
y "síntesis letal", introducidas por R. A. ne Robbins: los cambios morfológicos de
Peters en 1936 y 1952 (35). La "lesión la célula son la consecuencia de desór-
bioquímica" es un desorden -enzimático denes bioquímicos morfológicamente de-
o no, reversible o irreversible- en la nor- tectables, susceptibles, por tanto, de
malidad de un proceso bioquímico del ser heurísticamente reducidos a "mode-
organismo; desorden anterior, en todo los" morfológico-funcionales de orden
caso, a la manifestación microscópica, atómico-molecular; aunque algunos de
por tanto morfológica, en el sentido ha- esos desórdenes nos son ya conocidos,
bitual de esta palabra, de la afección otros todavía no, porque su tenuidad los
morbosa que él produce. Procedente del hace inaccesibles a nuestros actuales
estudio de las alteraciones bioquímicas medios de observación; los sistemas in-
a que en el cerebro da origen la carencia tracelulares especialmente vulnerables a
de vitamina B1, tal noción ha llegado a las agresiones patógenas son los concer-
ser básica en la patología actual, como nientes a la respiración aerobia (fosfori-
hizo ver, entre otros, el libro New Path- lización oxidativa y producción de ATP),
ways in Chemical Pathology, de Cameron a la síntesis de proteínas enzimáticas
(1956). La "síntesis letal" es la conver- y estructurales, a la integridad de las
sión de una sustancia inocua en otra tó- membranas exo y endocelulares y a la
xica, por obra de acciones enzimáticas preservación del aparato genético de la
específicas. Por ejemplo, la conversión célula. Lo cual viene a ser, en definitiva,
de fluoracetato en ácido fluorcítrico, ca- una versión rigurosamente actual -por
paz de producir "lesión bioquímica" en tanto, bioquímica y biológico-molecular-
un determinado punto del ciclo de de la "patología celular" virchowiana.
Krebs. Más allá del microscopio óptico, "Hace más de una centuria, Virchow
la bioquímica y la biología molecular (1858) nos enseñó -escribe A. C. Allison
son ya las claves técnicas e intelectuales en un estudio reciente sobre la patología
para entender la causa inmediata de la de los lisosomas- que la patología es el
enfermedad; su causa sinéctica o conjun- estudio de las reacciones de las células
ta, en términos galénicos. individuales en la enfermedad. Durante
Actualidad 149

las tres últimas décadas, los progresos nal común" de ambos procesos históri-
de la biología celular han sido grandes. cos?
Han sido desarrollados métodos para En cuanto a la clinical pathology, el
fraccionar los componentes celulares, texto de Somogyi antes transcrito es,
para examinar su ultraestructura con el pienso, suficientemente demostrativo: la
microscopio electrónico y para estudiar colaboración entre los clínicos que se
sus actividades metabólicas, especial- forman en la disciplina del laboratorio y
mente mediante el empleo de isótopos los clinical pathologists sirve "para redu-
radiactivos. Incluso las membranas, que cir la brecha existente entre la ciencia
durante mucho tiempo no habían pasa- y la práctica de la medicina". A igual
do de ser límites más bien misteriosos meta aspiran las "correlaciones clínico-
entre los compartimientos celulares, van patológicas" que de cuando en cuando
siendo científicamente entendidas. Ha ilustran el libro de Todd-Sanford, y muy
sido posible demostrar que algunas reac- especialmente las tablas en que, distri-
ciones patológicas afectan primariamen- buidas en tres columnas paralelas, mues-
te a una organela celular, y a veces a un tran la mutua y respectiva relación entre
proceso metabólico dentro de cada orga- un cuadro clínico, un cuadro histológico
nela. Ha sido acumulada información su- y un mecanismo bioquímico. Está claro:
ficiente para formar una nueva ciencia, moviéndose entre el proyecto y la uto-
la patología subcelular, cuya meta es la pía, la actual "patología clínica" aspira
identificación de la lesión primaria en a un conocimiento biológico-molecular
cualquier proceso patológico y en térmi- del desorden orgánico en que consiste la
nos que no sólo conciernen a las células, enfermedad, de cualquier desorden or-
sino también a las organelas y a los pro- gánico, y por consiguiente a la reducción
cesos metabólicos perturbadores" (36). de los modos iniciales y básicos de en-
El programa de la molecularización de fermar a tipos de carácter bioquímico y
la anatomía patológica queda así muy patológico-molecular. Un solo ejemplo:
claro y precisamente perfilado. la entidad clínica tradicionalmente lla-
mada "gota" es real y científicamente
-por tanto, en su verdadera realidad de
3. lHACIA UNA NUEVA NOSOTAXIA?
especie morbosa- la alteración del me-
Dos importantes vías de la actual in- canismo enzimático-bioquímico del me-
vestigación biopatológica, la que está di- tabolismo de la purina (W. N. Kelley)
bujando la historia de la clinical patholo- (37) por obra de diversos errores congé-
gy durante los últimos cincuenta años y nitos, que a través de varios procesos
la que viene recorriendo la investigación bioquímicos -tres, por lo menos: aumen-
anatomopatológica ulterior a la Patholo- to de producción de fosforribosilpirofos-
gische Anatomie dirigida por Aschoff fato o de glutamina; decremento en la
(S.ª ed., 1920) y al ya clásico y poco pos- formación de nucleótidos purínicos; in-
terior Handbuch de Henke y Lubarsch, cremento anómalo de la cantidad o la
han concurrido en una misma meta, la actividad de la fosforribosilpirofosfato-
concepción bioquímica y patológico- amidotransferasa- dan lugar a la hiper-
molecular de todos los momentos que uricemia y sus correspondientes sínto-
integran el desorden orgánico de la en- mas (38).
fermedad: la estructura de la causa ex- Y respecto a la resolución de la anato-
terna y de su acción nosógena sobre el mía patológica en citoquímica y patolo-
organismo; la constitución génica y so- gía molecular, otro único ejemplo: el que
mática de la causa dispositiva o constitu- ofrece el conocimiento de la diabetes sa-
cional; la naturaleza de la causa inmedia- carina, desde que ha sido posible la ex-
ta y su génesis por conjunción de las ploración morfológica y bioquímica de
causas externa y dispositiva; el proceso las alteraciones de las células beta de
morboso ulterior a la constitución de . los islotes de Langerhans. Aun cuando,
esa causa inmediata. Desde el punto de como en todo, quede no poco por escla-
vista del diagnóstico y de la taxonomía recer, la entidad clínica "diabetes saca-
clínica, ¿qué sentido tiene esa "vía termi- rina" está empezando a ser primaria-
150 El diagnóstico médico

mente el desorden, genética y ambien- procuren pagar su tributo a la patología


talmente determinado, que en el interior constitucional. Urgidos a la vez por la
de esas células beta -más precisamente: tan diversa y cambiante realidad de la
en los ribosomas de su retículo endo- actual clínica, cuyas "especies morbo-
plásmico- impide la formación de proin- sas" con tanta frecuencia muestran un
sulina o la conversión de ésta en insuli- contorno y una estructura mal definidos,
na; desorden del cual son ulterior conse- y por las peculiaridades de la toma de
cuencia los trastornos metabólicos y los decisión de la medicina de nuestro tiem-
síntomas clínicos de la diabetes (39). po, algunos médicos han comenzado a
Como en estos dos ejemplos, en tantos diagnosticar el caso individual recu-
y tantos casos más: lo que Virchow de- rriendo al empleo metódico de los dia-
nominaba ens morbi, aquello que en el gramas de Venn (Feinstein) o mediante
organismo enfermo constituye real y ra- la combinación entre el cálculo induc-
dicalmente la enfermedad, no es en últi- tivo de probabilidades (teorema de
mo término la lesión celular, como el Bayes) y los recursos instrumentales de
propio Virchow pensaba, sino el proceso la informática. Más o menos conexos
biológico-molecular en cuya virtud esa con este creciente grupo de médicos,
lesión se forma. No puede sorprender, cada vez son más los que ven su meta y
pues, que así como el ideal nosográfico y su ideal en el diagnóstico precoz del de-
taxonómico de la patología morfológica sorden individual y típico que en su es-
del siglo pasado consistió en la refe- tructura biológico-molecular padece el
rencia del cuadro sintomático a la le- organismo enfermo: si la Cellularpatholo-
sión anatómica y al proceso patológico- gie de Virchow pretendió ser el funda-
celular de que ese cuadro era expresión, mento científico de la medicina, la arro-
proceso a un tiempo especificado por la lladora y fascinante patología molecular
índole de la alteración de las células de nuestro tiempo no se conforma si-
afectas (inflamación, neoplasia, degene- no con ser el fundamento de ese funda-
ración, etc.) y por el tejido y el órgano a mento.
que pertenecieran, el ideal nosográfico y Pero la enfermedad de un individuo
taxonómico de la patología molecular de humano, ¿es acaso no más que una espe-
nuestro siglo, en la cual son unitaria- cie morbosa individualizada, o el resulta-
mente asumidas y trascendidas la histo- do de un análisis combinatorio de ele-
patología, la citopatología y la fisiopato- mentos morbosos, o -todo lo fino y com-
logía clásicas, consista en referir el con- plejo que se quiera- un desorden patoló-
junto específico e individual de los sínto- gico-molecular? Aguda y certeramente
mas a uno de los procesos moleculares han hecho notar Pauling y Zuckerkandl
típicos que los recursos de la técnica ex- que hay, sí, enfermedades moleculares
ploratoria y los resultados de la investi- -en principio, todas, cabría añadir-, pero
gación biofísica y bioquímica permiten o no moléculas enfermas. Enfermo se ha-
permitan discernir en el enfermar huma- lla el individuo humano en cuyo organis-
no. Más o menos perceptible, ése es el mo se ha producido y está actuando
común ideal que preside los tratados de el desorden molecular que los análisis
patología bioquímica y de patología biofísicos, bioquímicos y microscópico-
morfológica más representativos de la electrónicos permiten detectar. Y si esto
actual medicina. es así, tan elemental y tan ineludible-
A comienzos de siglo, el clínico de mente así, ¿no habrá que ampliar consi-
cuño organicista -un Osler, un Widal, un derablemente el campo de la realidad
Naunyn, un von Leyden- diagnosticaba diagnosticada?
especies morbosas -la estenosis mitral,
la fiebre tifoidea, la diabetes sacarina- NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
individualmente realizadas. Los clínicos
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Actualidad 151
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152 El diagnóstico médico

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Capítulo II

La vida del enfermo

Para el enfermo, la enfermedad es un fermedades sine materia, al contrario,


estado de su vida que le molesta y per- dando muy por supuesto que la consis-
turba de un modo al cual, sin más preci- tencia real de toda enfermedad, inclui-
siones, todos denominamos "morboso". das las llamadas psíquicas, es necesaria-
En su conocimiento de la enfermedad, el mente orgánica, desde fines del siglo pa-
médico objetiva, convierte en objeto real sado, con Bernheim y Freud como pro-
y mental ese estado del enfermo; pero tagonistas del evento, un determinado
no deja de ser cosa notable que al inten- modo de enfermar, el neurótico o histé-
tar la definición de dicho objeto, la rico, ha sido metódicamente entendido y
mayor parte de los nosólogos, desde Ga- diagnosticado como modo de vivir del
leno hasta Cohnheim, poniendo unos paciente. Cuando Sydenham contrapo-
mayor atención en aquello que en el nía a las enfermedades agudas, cuyo au-
proceso morboso es "afección pasiva", tor es Dios, las enfermedades crónicas,
páthos, como Galeno, y otros en lo que entre ellas la histeria, en las cuales los
es "esfuerzo de la naturaleza", conamen autores somos nosotros mismos, hacia
naturae, como Sydenham, tengan sólo en este segundo punto de vista nosogenéti-
cuenta lo que en él es perturbación orgá- co apuntaba su sorprendente distinción;
nica y olviden o descuiden lo que es pero, como he dicho, sólo con Bernheim
modo de vivir. Son excepción a esta re- y Freud, sobre todo con este último, ad-
gla varios tratadistas españoles, entre los quirirá verdadera importancia científica
que descuellan Letamendi (1), Gimeno la consideración médica -etiológica, in-
(2) y Corral (3). La enfermedad, dice este terpretativa, diagnóstica y terapéutica-
último, "es un modo de vivir anormal, en de la peculiar vida del enfermo. Veamos,
el que el organismo reacciona contra al- pues, cómo esta actitud ante la enferme-
gún daño"; definición en la cual, dejando dad ha modificado la concepción y la
aparte el problema de si puede llamarse técnica del diagnóstico.
genéricamente "daño" a lo que pone en
movimiento a la reacción morbosa, apa-
recen muy netamente aunados el "modo I. FREUD Y EL DIAGNOSTICO
de vivir" propio de la enfermedad y lo MEDICO
que en ella es reacción orgánica.
Pues bien: sin caer nunca en la vieja e Comencemos por Freud. ¿Qué fue
insostenible idea de la existencia de en- para Freud el diagnóstico? ¿Qué y cómo

153
154 El diagnóstico médico

diagnosticaba Freud? El nombre que jeto en medicina, en tanto que sujeto su-
quiso dar al leit-motiv de su obra médica, prastante o personal". Recordemos con-
"psicoanálisis", análisis de la psique, ata- ceptos ya expuestos. En cuanto que sub-
ñe más directamente al diagnóstico que jetualidad substante o biológica, la reali-
al tratamiento; pero nunca el autor del dad específica, típica e individual del pa-
método psicoanalítico tuvo la idea de ciente fue introducida en la patología, y
contraponer al modo con que entonces como consecuencia en el diagnóstico,
diagnosticaba la medicina académica -el con la sucesiva consideración de la estir-
que, por ejemplo, pudo él aprender de pe (subjetualidad genealógica o here-
Nothnagel- su personal modo de enten- dopatológica), el biotipo (subjetualidad
der y practicar el conocimiento técnico biotipológica), la edad (subjetualidad cro-
del enfermo. Para responder a las ante- nobiológica), el sexo (subjetualidad se-
riores interrogaciones, necesariamente xual), la raza (subjetualidad étnica), la
hemos de recurrir, pues, a un análisis di- incardinación del enfermo en la socie-
recto de la conducta de Freud ante sus dad (subjetualidad social) y la peculia-
pacientes. Lo cual nos obliga a valorar ridad de la especie biológica (subjetuali-
históricamente -esto es: a la luz de lo dad específica) en el conocimiento médi-
que más tarde será la nosología freudia- co de la enfermedad. Pues bien: con la
na- el sentido de un minúsculo suceso actitud exploratoria e interpretativa de
de la relación entre Freud y Charcot. Bernheim y Freud, la historia de la in-
En 1886, poco antes de dejar París, troducción del sujeto en medicina da un
Freud propuso a Charcot un estudio paso cualitativamente nuevo e inicia su
comparativo de las parálisis histéricas y acabamiento: la subjetualidad del pa-
las orgánicas. "Me proponía demostrar ciente es ahora considerada, en efecto,
-nos dirá en su Autobiografía- el princi- desde el punto de vista de lo que en ella
pio de que las parálisis y las anestesias es subjetividad, por tanto intimidad per-
histéricas de las diversas partes del cuer- sonal, aunque ésta sea subconsciente, y
po se delimitan conforme a la represen- la patología del clínico pasa de ser "com-
tación vulgar (no anatómica; no estable- parativamente humana" a ser "temática-
cida según lo que enseñan los tratados mente humana"; por tanto, intencional y
de anatomía) que el hombre tiene de sí formalmente antropológica. Para Cohn-
mismo. El maestro se mostró de acuerdo heim, para Bouchard y, con ellos, para
conmigo, pero no era difícil adivinar casi todos los grandes médicos de fines
que, en el fondo, no se sentía inclinado a del siglo XIX y comienzos del siglo XX,
profundizar en la psicología de las neu- "lo humano" del saber fisiológico y pato-
rosis". Freud termina el relato de su re- lógico sería enteramente homologable a
cuerdo con esta significativa apostilla: "lo humano" de la anatomía comparada
"Ciertamente, Charcot procedía de la del hombre que exponían y siguen expo-
anatomía patológica" (4). niendo los tratados anatómicos. Desde
Ese mismo año, en su monografía De Bernheim y Freud, en cambio, al menos
la suggestion et de ses applications a la en lo tocante a las neurosis, el conoci-
thérapeutique, escribía Bernheim: "Ob- miento científico de la enfermedad con-
servamos estos fenómenos (los que él es- templará en primer término -sin discu-
tudiaba y los descritos por Charcot en la tir, por supuesto, la licitud y la gran
Salpetriere) sólo cuando el sujeto (orien- fecundidad de un estudio zoológico
tado por lo que en otros ha visto o de -comparativo del enfermar humano-
otros ha oído) cree que deben producir- aquello por lo que primaria y positiva-
se... Cada uno tiene la parálisis tal y mente es hombre el paciente, es decir,
como se la representa" (5). su condición de persona. Aun cuando
La propuesta de Freud y el texto de Freud, dejemos aparte la obra de Bern-
Bernheim, tan profundamente coinci- heim, no emplee técnicamente en sus es-
den tes entre sí, son los dos primeros tes- critos el término "persona", piense ser
timonios del proceso histórico que, con- enteramente fiel a los presupuestos in-
forme a lo dicho en páginas precedentes, terpretativos y metódicos del pensa-
debemos llamar "la introducción del su- miento científico-natural, incuestionable
Actualidad 155

entonces, y en su exploración clínica se mente, entre ellas y las enfermedades


atenga ante todo a lo que es inconscien- orgánicas (7). El diagnóstico freudiano
te o semiconsciente en la vida personal de una neurosis llevaba consigo, según
del hombre. esto, tres operaciones: constatación del
A partir de ese momento, Freud en- carácter neurótico -"no orgánico"- de la
tenderá la causa proegúmena o disposi- dolencia en cuestión; determinación de
tiva de la enfermedad -lo que la realidad la especie a que dicha dolencia pertene-
del individuo enfermo "pone" en la gé- ciera; explicación y comprensión de
nesis y en el modo de su dolencia- no cómo y por qué esa dolencia había llega-
sólo desde el punto de vista de la condi- do a producirse en la vida del enfermo.
ción biotípica, cronobiológica, sexual, ra- Sin desconocer la vinculación que para
cial, social y específica del paciente, tam- Freud existió entre esta tercera opera-
bién, y en primer término, desde la in- ción y la especificación del diagnóstico,
transferible peculiaridad de las vicisitu- al contrario, teniendo muy en cuenta
des biográficas, primariamente íntimas y que él quiso subrayar su personal contri-
subjetivas, por tanto, de la persona que bución a la precisión diferencial del
ha requerido su ayuda. Veamos, pues, lo diagnóstico específico de las neurosis, es
que la realidad diagnosticada es para obvio y forzoso reconocer que en el
Freud, el "qué" de sus diagnósticos; y cumplimiento de tal operación tercera
aunque uno y otro tema se hallen tan es- tuvo su campo la máxima originalidad
trechamente enlazados entre sí, reserve- del creador del psicoanálisis. Pregunté-
mos para la sección próxima el estudio monos, pues: "En la realidad de sus pa-
del "cómo" del diagnóstico freudiano. cientes, ¿qué veía Freud?"
Puesto que, como antes dije, Freud no Tal vez sea pertinente indagar ante
inscribe su proceder dentro de un exa- todo lo que en sus pacientes él "no veía".
men crítico de lo que en torno a él era el No veía -mejor dicho: no se proponía
diagnóstico, contemplémoslo en sus his- ver- lo que en ellos fuese desorden orgá-
torias clínicas y en los textos con que di- nico. Los datos relativos a la más rutina-
rectamente las comenta. ria exploración del estado somático del
Leamos atentamente las historias clí- enfermo -temperatura, frecuencia del
nicas de Freud: las correspondientes a la pulso, fórmula hemática, etc.- faltan en
Sra. Emmy de N., a Miss Lucy R., a Ka- sus historias clínicas. ¿por qué? No, des-
tharina y a la Srta. Elisabeth de R., en de luego, porque fuese deficiente la for-
Estudios sobre la histeria (1895), y las que mación médica de Freud, tan excelente
más tarde publicará en Historiales clíni- neurólogo antes y después de descubrir
cos (1925). Sin hacerse cuestión de lo el camino del psicoanálisis, sino por dos
que en realidad sea una especie morbo- razones fundamentales, una de orden
sa, Freud acepta este tradicional concep- objetivo y de orden subjetivo la otra:
to nosográfico y con él opera en sus des- porque, de ordinario, los trastornos or-
cripciones: nombra específicamente, se- gánicos no tenían gran relieve o especial
gún las denominaciones entonces habi- significación en el cuadro clínico de sus
tuales -histeria, neurosis obsesiva, neu- pacientes, y porque, aun advirtiendo y
rastenia-, los modos de enfermar de sus consignando la existencia de ellos, lo
pacientes; llama "neurosis mixtas" a las para él importante era, como antes he
que resultan de la combinación de dos dicho, la explicación y la comprensión
de tales entidades morbosas en un mis- psicológica de la génesis, la apariencia y
mo sujeto; afirma que para diagnosticar el curso de aquello que la realidad del
la histeria es preciso "guiarse por la ana- enfermo exigía ver, entender y tratar: su
logía del caso de que se trate con los ca- enfermedad neurótica.
sos típicos conocidos de tal enferme- En la Sra. Emmy de N., "mujer de as-
dad"; deslinda de la vieja "hipocondría" pecto aún juvenil y rasgos fisonómicos
una especie neurótica nueva, la "neuro- muy finos", Freud descubre dolor, pare-
sis de angustia" (6); establece, en fin, re- sia y anestesia de las piernas, tics muscu-
glas para el diagnóstico diferencial entre lares en la cara y en el cuello y dolores
todas estas afecciones y, más genérica- espásticos de estómago, y su diagnóstico
156 El diagnóstico médico

atribuye explícitamente a un componen- más técnicos, la génesis, la sintomatolo-


te reumático la génesis del dolor muscu- gía, la dinámica y la estructura de la per-
lar y a un factor jaquecoso los espasmos turbación en la psique y en la conducta
de la nuca de la enfermedad. En la anos- del paciente que es la enfermedad en
mía y en la analgesia y la arreflexia nasa- cuestión. Según su propia doctrina, el
les de Miss Lucy R., no desconoce, claro creador del psicoanálisis aspira a cono-
está, el importante papel etiológico de la cer cuál fue el trauma psíquico determi-
caries etmoidea que padece la enferma. nante de la neurosis y la mecánica ins-
Así en los restantes casos. La naturaleza tintiva en cuya virtud ese trauma llegó a
misma del material del psicoanálisis, es- ser patogenéticamente eficaz. Frente a
cribirá más tarde, obliga "a dedicar tan- los que, como Charcot, conciben la histe-
ta atención a las circunstancias pura- ria como la manifestación sintomática
mente humanas y sociales de los enfer- de un sutil, invisible y reversible desor-
mos como a los datos somáticos y a los den orgánico, Freud ve en ella un modo
síntomas patológicos" (8). Discrepando de vivir, psicológicamente interpretable
abiertamente de Charcot, en cuanto a la a la luz de la dinámica del instinto o
importancia de la herencia en la etiolo- "mecánica de lo irracional" que a sus
gía de la enfermedad neurótica, sabe re- ojos preside el curso de la vida anímica.
conocer en ella la existencia de un factor A Freud pertenece, pues, el mérito insig-
hereditario (9). Más aún: contra la opi- ne de haber iniciado la intelección cien-
nión de un colega, que en la dolencia de tífica del modo de vivir en que primaria-
una hermana suya sólo veía un caso de mente consiste la enfermedad; lo cual no
histeria, acierta a diagnosticar una tabes es óbice para que ante su obra se levan-
dorsal incipiente (10). Pero, una vez ha te hoy este grave reparo: sin la formal
establecido el carácter neurótico del apelación a un desorden orgánico -aun-
cuadro clínico que ha de tratar -el de la que éste, por supuesto, no sea el que
Sra. Emmy de N., el de Miss Lucy R. y el Charcot pensó-, ¿es posible concebir
de la Srta. Elisabeth de R., para no salir científicamente un trastorno neurótico?
de los ahora mencionados-, Freud dedi- Con otras palabras: la oposición entre
ca toda su atención a la tarea de expli- el "trastorno orgánico" y el "trastorno
carse y comprender lo que ese cuadro neurótico", expresamente admitida por
clínico es y significa en el alma y en la Freud, fiel en esto a las pautas del pensa-
vida del paciente; y, para él, en esto con- miento médico de su tiempo, ¿puede ser
siste últimamente el arte de diagnosti- hoy sostenida?
car.
Repitamos nuestra anterior interroga-
2. EL OBJETO FORMAL
ción: "En la realidad de sus pacientes,
¿qué veía, qué se proponía ver Freud?" El objeto formal del diagnóstico
Sin entrar en el detalle de la concepción -aquello por lo cual es conocido lo que
psicoanalítica de las neurosis -harto co- en la realidad del enfermo se quiere co-
nocida, por lo demás-, pienso que la res- nocer- gana con Freud una novedad
puesta puede ser explanada en los tres equiparable a la de su objeto material.
siguientes puntos: Los dobletes nosológicos signo físico-
lesión anatómica, secuencia procesal-
desorden energéticomaterial y agente
l. EL OBJETO MATERIAL
específico-reacción morbosa constituyen
El objeto material del diagnóstico -lo respectivamente, como se recordará, el
que en la realidad de un enfermo Freud objeto formal de los modos anatomoclí-
quiere conocer- es el modo como el de- nico, fisiopatológico y etiopatológico del
sorden morboso apareció en la existen- diagnóstico tradicional. Con su referen-
cia de ese enfermo, el porqué de tal apa- cia del conocimiento diagnóstico a la in-
rición, el ulterior curso biográfico de la tuición (Schau) goethiana, Goldstein se
dolencia y el sentido de ésta en la vida propuso superar, a favor de un pensa-
del que inconscientmeente la hace y miento decididamente biológico, todas
conscientemente la padece; en términos las pautas anteriores. Pero tanto él como
Actualidad 157

los clínicos que ante el enfermo sabían lizar auténticamente -para personalizar,
combinar, con gran talento, a veces, las más bien- el conocimiento y la descrip-
tres grandes mentalidades médicas del ción de una vida humana, Freud irá más
siglo pasado, se movían en el terreno del allá de toda tipificación y referirá al su-
paradigma moderno del diagnóstico: un jeto biológico y personal del diagnóstico
resuelto atenimiento del clínico a la vi- lo que médicamente ha conocido en él.
sión real de algo que en sí mismo es visi- "Me causa singular impresión -escribió-
ble, esto es, a lo que directa o indirecta- el comprobar que mis historias clínicas
mente "se ve" en el organismo enfermo. carecen, por decirlo así, del severo sello
Sin proponérselo, Freud será quien ini- científico, y presentan más bien un as-
cie una etapa nueva en la historia más pecto literario. Pero me consuelo pen-
que bimilenaria del diagignóskein mé- sando que este resultado depende por
dico. completo de la naturaleza del objeto de
Allende ese paradigma, Freud, en efec- la realidad que yo trato de conocer (es
to, entiende el objeto formal de sus diag- decir, de la condición subjetual y subjeti-
nósticos no como "visión" (Sicht), sino va de ese "objeto") y no de mis preferen-
como "interpretación" (Deutung); aun cias personales". Sólo así es posible mos-
cuando él, seducido por el prestigio de trar "la relación entre la historia de la
la concepción científico-natural del mun- enfermedad histérica y los síntomas en
do, se esfuerce por reducir a esquemas que ésta se exterioriza", cosa que "sería
visivos -los correspondientes a la diná- inútil buscar en la biografía de una psi-
mica, la tópica y la economía del instin- cosis" (11). Con lo cual la sintomatología
to- su idea de la enfermedad psíquica. somática, siempre especificable y tipifi-
Pero fuesen las que fueren sus ideas cable, es biográfica y comprensivamente
acerca de su propia ciencia, lo cierto es asumida -por tanto, rigurosamente indi-
que, como interpretación que era, el ob- vidualizada- en la vida personal del en-
jeto formal de sus diagnósticos no podía fermo. Así, valga este único ejemplo,
ser "realidad vista", tenía que ser prima- quedarán "personalizadas" en la reali-
riamente "realidad oída" y luego "reali- dad y en el diagnóstico de la Sra. Emmy
dad conjeturalmente imaginada". Dicho de N. la condición reumática de algunos
de otro modo: en el juicio diagnóstico de de sus dolores musculares y la parcial
Freud hay, por supuesto, visión, la de los índole jaquecosa de los espasmos de su
síntomas percibidos, pero en último tér- nuca.
mino tiene que haber imaginación, la
que toda interpretación psicológica de la
realidad personal de otro hombre nece- 11. EL "CIRCULO MEDICO
sariamente lleva consigo. Reaparecerá el DE VIENA"
tema en la sección subsiguiente.
Para entender adecuadamente la pro-
yección del pensamiento freudiano al
3. LA INDIVIDUALIZACION
campo de la medicina interna, y por
Por vez primera en la historia, los tanto a la patología general y al diagnós-
diagnósticos de Freud van a ser riguro- tico, es preciso considerar atentamente
samente individuales. Antes de él, la lla- la idea que de la "conversión" tuvo el
mada "individualización" del diagnóstico propio Freud.
no pasaba de ser la peculiaridad del cua- Desde sus más tempranos escritos lla-
dro sintomático observado o, en cuanto ma Freud "conversión" a la transforma-
a la causa proegúmena o dispositiva de ción de los contenidos psíquicos, cons-
éste, el resultado de componer entre sí cientes o no, en alteraciones somáticas:
más o menos hábilmente diversas tipifi- un vómito histérico, por ejemplo. Para
caciones biológicas y sociológicas de la explicarla, Freud recurre a la separación
realidad del hombre: la edad, el sexo, la entre "afecto" y "representación", y pien-
raza, el biotipo y el grupo social del pa- sa que en determinados enfermos una
ciente estudiado. Mediante el relato bio- parte del primero se deriva hacia el
gráfico, recurso supremo para individua- soma y se convierte en síntoma corporal
158 El diagnóstico médico

histérico. Hay individuos constitucional- El libro de Schwarz no es ortodoxa-


mente propensos a los fenómenos de mente psicoanalítico. Sus autores rinden
conversión, y otros resistentes a ella; amplio tributo a la obra de Freud, desde
cuando éste es el caso, el afecto perma- luego, pero no menos amplio a la psico-
nece en el ámbito del psiquismo con logía individual de Adler, o tratan de se-
toda su tensión y toda su virtualidad, y guir camino propio. Pero no es esto lo
da lugar a neurosis obsesivas y fobias. que ahora importa. Lo que importa es
No es la conversión, sin embargo, el úni- que todos ellos, después de haber acep-
co mecanismo de la producción de los tado y entendido la novedad que la pato-
síntomas corporales de carácter histéri- logía constitucional trajo al saber médi-
co. Junto a ella distingue Freud la suges- co y a la clínica, son conscientes de que
tión (por sugestión, que puede ser auto- para la constitución definitiva de un
sugestión, es posible alterar la dinámica pensamiento antropológico en medici-
de una parte del cuerpo) y la simboliza- na "esa orientación -dice el propio
ción (el hecho de que el desorden somá- Schwarz- debe dar todavía un paso deci-
tico simbolice de algún modo -exprese sivo, a saber, la toma en consideración
simbólicamente- lo que para el paciente de la psique", porque "sólo así queda ga-
fue el trauma psíquico inicial) (12). Más rantizada en todo su alcance la aprehen-
aún cabe decir: para Freud -recuérdese sión científica de la personalidad huma-
el papel que en la génesis del cuadro clí- na, tanto sana como enferma"; y, a la vez,
nico de la Sra. Emmy de N. tuvieron el que uno de los capítulos centrales de ese
reumatismo y la jaqueca-, la conversión libro, "Concepto y método de la inter-
del contenido psíquico en síntoma cor- pretación", de R. Allers, formula ideas
poral puede ser somáticamente orienta- importantes para el diagnóstico de la en-
da por la previa existencia de una lesión fermedad humana, en tanto que modo
orgánica, que actuaría como zona de de vivir.
atracción, si vale decirlo así, en la corpo- El síntoma orgánico, épuede ser ade-
ralización histérica del afecto. cuadamente comprendido, en el sentido
Dados estos antecedentes, no puede técnico de esta palabra, o sólo puede ser
extrañar que algunos seguidores de explicado? En tal pregunta tiene su pun-
Freud tuvieran la idea de entender y tra- to de partida la reflexión de Allers. Lo
tar como trastornos neuróticos algunos cual quiere decir que su pensamiento
de los cuadros clínicos que la medicina hermenéutico se basa principalmente en
interna llamaba y sigue llamando "fun- la distinción -iniciada por Dilthey, ela-
cionales". Así lo hicieron, entre 1918 y borada luego por Jaspers, Spranger,
1922, G. Groddeck (13), S. Ferenczi (14) y Simmel y Scheler- entre el "explicar"
F. F. Deutsch (15). "La restricción del psi- (erkliiren) y el "comprender" (verstehen).
coanálisis al dominio de la neurosis -es- "Explicamos la naturaleza, comprende-
cribía Groddeck al término de su inno- mos la vida anímica", dice una tajante
vador ensayo- no corresponde a nuestro sentencia de Dilthey. Explicar un fenó-
conocimiento de los efectos del análisis. meno consiste en entender racionalmen-
El psicoanálisis no debe detenerse y no te su existencia y su aparición como re-
se detendrá ante las afecciones orgáni- sultado de una cadena de causas y efec-
cas. Hasta dónde se extiende su imperio, tos, según la idea que de la relación en-
el porvenir lo mostrará". En esta línea tre la causa y el efecto enseñan los físi-
se movió el amplio conjunto de auto- cos. Así entendida la explicación, la cau-
res que bajo la dirección de Oswald sación física se reduce a ser mera causa-
Schwarz, y centrado por eminentes lidad eficiente; la cual quedaría científi-
miembros del que en otro lugar he lla- camente concebida cuando la mente del
mado "círculo médico de Viena", publi- observador puede prever sus efectos con
có en 1925 el libro Psychogenese und Psy- cierta precisión. Explicar es descubrir el
chotherapie korperlicher Symptome (16), "cómo" y el inmediato "por qué" de lo
de fundamental importancia en la pre- que trata de explicarse. La intelección
historia de lo que más tarde llamaremos de una ictericia como resultado de una
"medicina psicosomática". obstrucción calculosa del colédoco ofre-
Actualidad 159

ce un sencillo ejemplo de lo que es la ex- alma del sonreído- alcanza la expresión


plicación en la obtención del juicio diag- significación y sentido. No serían genui-
nóstico. Comprender una acción o una nas expresiones, en cambio, aunque a
obra humanas, consiste, en cambio, en veces se las llame así, los gestos caren-
conocer también racionalmente, pero se- tes de función comunicativa y los fenó-
gún otro modo de la racionalidad, el sen- menos concomitantes de los estados de
tido que esa acción o esa obra -en térmi- ánimo.
nos aristotélicos: su causa final, su "para Aceptando explícitamente los concep-
qué"- posee en la vida de su creador o tos husserlianos, Allers no admite, sin
en la historia del grupo humano a que embargo, esta última restricción. Expre-
pertenece. Supuesto lo cual, ¿es posible sión, para él, es la proyección hacia fue-
comprender un síntoma orgánico, descu- ra, bajo forma sensorialmente percepti-
brir su sentido vital y biográfico? ble, de todo lo que por modo consciente
Para responder a esta pregunta, Allers o inconsciente acontece en la psique, sea
sitúa la distinción antes indicada dentro en forma deliberada (el habla, el saludo)
de la teoría husserliana del signo (Zei- o en forma indeliberada; y en este segun-
chen) y amplía esta última desde un pun- do caso, relativa a la actividad mental (la
to de vista psicológico y médico. Muy ge- postura y el gesto del Penseur de Rodin)
neralmente entendido, "signo" es todo lo o tocante a la vida afectiva (los fenóme-
que nos indica la existencia real de algo nos somáticos concomitantes a los esta-
que se encuentra "más allá" del signo dos de ánimo). De ahí que toda conducta
mismo: la bandera es signo de la patria; humana pueda ser considerada como ex-
el color amarillo del ictérico lo es del au- presión y aprehendida como tal, porque
mento de la cantidad de pigmentos bilia- entre la expresión y la acción no puede
res en la sangre; la mano que, al encon- trazarse límite preciso; y también que la
trarme con él, me tiende un hombre, es significación de las expresiones deba ser
un signo de su voluntad de relacionarse aprendida, incluso en aquellos casos en
pacíficamente conmigo. Ahora bien: esta que más inmediata parece ser la com-
breve serie de ejemplos nos está dicien- prensión: hasta el sentido benéfico de la
do que en la significación deben ser dis- sonrisa amistosa tuvimos que aprender-
cernidos dos modos netamente diferen- lo en los primeros meses de nuestra in-
tes entre sí, el de los signos cuya rela- fancia. Lo cual plantea una interroga-
ción con lo signado no es inteligible, es ción y abre un horizonte: mediante el
meramente empírica o convencional (la empleo de una técnica adecuada, ¿por
"señal", Anzeige: la bandera, por ejem- qué no proponernos la tarea de com-
plo), y el de aquellos otros que se hallan prender los fenómenos concomitantes
en relación inteligible, merced a cierta de los afectos, sean éstos normales o pa-
experiencia previa del percipiente, con tológicos?
la realidad que con su existencia delatan Hay campos de la realidad ante los
(la "expresión", Ausdruck: el modo de cuales sólo cabe la explicación: sólo las
ser signo la mano que otro hombre me explicaciones científico-naturales pue-
tiende). Piensa Husserl que a la expre- den darnos razón de la naturaleza cósmi-
sión le es esencial una función comuni- ca. En tanto que puro fenómeno físico,
cativa: la que, por ejemplo, poseen el diene acaso sentido preguntarnos por el
lenguaje de quien me habla y la sonrisa "sentido" de la caída de una piedra?
que al verme me dirige un conocido. Otros campos de la realidad, en cambio,
Comprender una expresión sería, por piden de nosotros la comprensión: el
tanto, entender la intención que la ha lenguaje y el arte, por ejemplo. ¿Qué teo-
determinado, percibir lo que con el per- ría del habla sería aquella cuyo autor se
cepto expresivo se quiere manifestar; y limitase a explicarla mediante un análi-
en el cumplimiento de esa intención -en sis causal, fisiológico y físico, de lo que
el caso de la sonrisa: un "Quiero que se- con la emisión de las palabras y frases
pas que me complace verte" en el alma acontece en el aparato fonador, en el
del que sonríe, al que corresponde un "Sé aire que las transmite y en el oído que
que te ha complacido verme", en el las percibe? El problema surge cuando
160 El diagnóstico médico

es la realidad corporal y viviente del l. Que en la signación, en el hecho


hombre lo que se trata de conocer. de que un fragmento de la realidad sea
¿cómo entender la serie de fenómenos signo (Zeichen) de algo, cabe distinguir
somáticos que integran la conducta de cuatro modos: la señal (Anzeige) total-
un individuo humano, y en definitiva la mente ininteligible, como la bandera
conducta misma? Los antropólogos uni- respecto de la patria; la señal (Anzeige)
lateralmente fieles a la visión científico- más o menos acabadamente explicable,
natural de la realidad dan su respuesta como el hecho de que un ácido enrojez-
reduciendo la conducta a un fluente en- ca el papel de tornasol; la expresión
tramado de reflejos. Frente a ellos, los (Ausdruck) no deliberadamente comuni-
antropólogos sólo orientados por las que cativa, como el rubor facial del que se
Dilthey llamó "ciencias del espíritu" ven avergüenza o las palpitaciones cardiacas
la conducta como el resultado de mez- del que se emociona; la expresión (Aus-
clarse entre sí "azar, destino y carácter", druck) deliberadamente comunicativa,
para decirlo con la tan conocida frase de como el decir algo a otro o el tenderle
ese filósofo. Superando como médico a amistosamente la mano.
unos y a otros, Allers propone "elevar el 2. Que en el hallazgo clínico pueden
reflejo a la esfera de la acción", y por ser consiguientemente discernidos otros
consiguiente -teniendo en cuenta, eso sí, cuatro tipos: aquellos de los que se cono-
las conquistas científicas de la fisiopato- ce el valor diagnóstico, pero no la expli-
logía y la etiología científico-natural- cación (señales puras: la exaltación del
comprender el sentido psicológico de reflejo patelar como signo de lesión pira-
todo lo que en la enfermedad sea psico- midal, para el médico poco versado en
lógicamente comprensible. neurología); aquellos de que se conoce
Si la conducta es primariamente ac- el valor diagnóstico y la explicación fi-
ción (Handlung), acción será la enferme- siopatológica (señales explicables: el so-
dad en cuanto que episodio o elemento nido auscultatorio fu-ta-ta-rru como sig-
habitual de la conducta del enfermo. no de estenosis mitral, para el médico
¿En qué medida? ¿De qué modo? rnn experto en cardiología); los que incons-
virtud de qué mecanismos? That is the ciente y somáticamente realizan un con-
question. El médico tradicional procede flicto neurótico en la vida del paciente
en sus diagnósticos reduciendo los "ha- (expresiones técnicamente comprensi-
llazgos" (Befunde) a "síntomas" (Sympto- bles: ciertos vómitos habituales, ciertos
me), e infiriendo desde éstos la enferme- casos de asma, ciertos fenómenos de an-
dad de que se trate. Los síntomas son en gina pectoris, etc.); los que, siendo radi-
tal caso "señales" de una enfermedad, y calmente orgánicos, son deliberadamen-
no pasan de ser "explicados". Siguiendo te utilizados por el paciente como ele-
la línea Freud-Adler-Groddeck, aunque a mentos de su conducta (expresiones
este último no lo mencione, y compar- profanamente comprensibles: la derma-
tiendo el común sentir de todos los auto- tosis del mendigo, cuando la exhibe para
res del libro que comento, Allers da un pedir limosna). Un paso más allá, y en-
paso más, y proclama la empresa de con- traremos en el dominio de la pura simu-
siderar a los síntomas como "expresio- lación.
nes" que el médico debe comprender y
no sólo explicar. Ahora bien: esto sólo Se trata ahora de saber qué es lo que
será posible cuando el síntoma corporal Allers -y con él Schwarz y los restantes
sea desde su raíz misma neurótico -los autores de Psychogenese und Psychothe-
que pertenecen a alguna de las neurosis rapie korperlicher Symptome- se propone
cuya sintomatología es preponderante- diagnosticar ante un paciente neurótico;
mente orgánica: las llamadas "organo- más precisamente: cuál es a sus ojos el
neurosis"- o cuando, siendo originaria- objeto material y cuál el objeto formal
mente orgánico, es neuróticamente utili- de su diagnóstico. A nadie le será difícil
zado y acaso modificado por el paciente. la respuesta. El objeto material de ese
Completando el pensamiento de Allers, diagnóstico es el desorden a un tiempo
cabría decir: somático y psíquico que en su viviente
Actualidad 161

realidad, también somática y psíquica, para una ordenación sistemática de toda


padece la persona enferma; y el obje- ella". Haber demostrado que en la medi-
to formal, la asunción comprensiva de cina teórica y en la medicina práctica
aquello con que la medicina organicista pueden alcanzarse éxitos desde una con-
explica cada síntoma -lesiones, trastor- sideración axiológica de su misión, con-
nos fisiopatológicos- en una interpreta- sideración que parece ser totalmente
ción de lo que el conjunto de todos ellos ajena a ella -concluye Allers-, no es uno
significa en la vida del enfermo; porque de los méritos menores de la doctrina de
la comprensión, la captación del sentido Adler. Mediante "el dialecto de los órga-
latente en lo comprensible, tiene su for- nos", feliz metáfora adleriana, muy espe-
ma propia en la interpretación. "Inter- cialmente a través de los biológicamente
pretar -escribe Allers- es formular en minusválidos o enfermos, expresaría el
lenguaje conceptual las conexiones apre- neurótico sus conflictos frente a las me-
hendidas en el acto de comprender". tas a que quiere llegar y no llega su afán
Ahora bien: así entendida, ¿en qué con- de valimiento, y según ellos deben ser
siste la interpretación? interpretados los síntomas orgánicos de
A dos modelos contrapuestos, pero en su dolencia.
modo alguno inconciliables entre sí, Dije antes que Allers admite la posibi-
puede atenerse, piensa Allers, la tarea lidad de aunar ambas pautas interpreta-
hermenéutica del médico: el psicoanalí- tivas: "El médico -escribe- utiliza lo que
tico de Freud y el psicológico-individual estas teorías ofrecen, tanto en el caso de
de Adler. El psicoanalista interpreta las que entre sí se armonicen, como si una
neurosis a partir de la convicción -para de ellas u otra completamente nueva
él, fundada en la experiencia- de que muestran ser la solución mejor". Pero no
"todo síntoma neurótico es en último ex- es el problema de armonizar el psico-
tremo expresión de determinadas vicisi- análisis freudiano y la psicología indivi-
tudes del instinto, en parte constitucio- dual adleriana lo que ahora importa,
nalmente dadas, por tanto enraizadas en sino el hecho de estar asistiendo a un
lo orgánico, y en parte reactivas a cier- nuevo paso en la concepción del diag-
tas experiencias y a las influencias del nóstico como conocimiento técnico de
ambiente. Puesto que los instintos mis- un modo de hacer y padecer la vida pro-
mos no son contenidos de la conciencia, pia. Ante una organoneurosis, Allers tra-
y puesto que sus representaciones cons- ta de conocer en primer término, me-
cientes son reprimidas, por su incompa- diante los métodos de la medicina orga-
tibilidad con otros contenidos de ella, el nicista, el desorden orgánico subyacente
mecanismo de la producción de los sín- al cuadro sintomático; pero su juicio
tomas debe ser buscado en el incons- diagnóstico consiste formalmente en
ciente, y sólo investigando en éste puede comprender e interpretar el sentido de
llegarse a la comprensión del síntoma. ese cuadro sintomático dentro de la vida
La comprensión es ahora genética. El fe- de quien lo hace y padece. Con lo cual la
nómeno, la enfermedad y el síntoma se- realidad diagnosticada es primordial-
rían, pues, una expresión del pasado". La mente, lo repetiré, un modo morboso de
comprensión y la interpretación propias vivir.
de la psicología individual proceden, en
cambio, de una concepción teleológica o
finalista de la vida psíquica. "Tener un 111. LA "ESCUELA
fin significa perseguir el logro efectivo DE HEIDELBERG"
de una determinada situación en el
mundo; lo cual implica otorgar existen- Durante los años en que se constituía
cia objetiva a un valor dotado de vigen- entre los médicos de Viena la mentali-
cia... La consideración de la medicina dad de que el libro dirigido por Oswald
desde el punto de vista del valor, inelu- Schwarz es testimonio, elaboraba en
dible si quiere entenderse en su integri- Berlín G. von Bergmann su Funktionelle
dad el oficio del médico, aparece así con Pathologie (1932), cuyo último capítulo
entera claridad y se convierte en centro tan explícitamente postula para el médi-
12
162 El diagnóstico médico

co una misión "dentro y fuera de las de conducirse su autor ante los numero-
ciencias de la naturaleza", y en torno a sos pacientes que en sus lecciones clíni-
Ludolf von Krehl surgía en Heidelberg cas presentó (Klinische Vorstellungen,
un grupo de médicos que con mejores Falle un Probleme, Der kranke Mensch) y
armas técnicas y mentales iba a realizar su polifacética reflexión sobre la reali-
metódicamente el ambicioso programa dad del enfermar humano y el conoci-
de Groddeck: extender a las enferme- miento médico de ella, desde Korperge-
dades orgánicas la innovación que res- schehen und Neurose (1933) y Aerztliche
pecto a las neurosis había introducido Fragen (1935) hasta Pathosophie (1956).
Freud; en definitiva, hominizar plena-
mente, personalizar de un modo riguro-
1. VIKTOR VON WEIZSACKER:
so la patología y la clínica.
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
Tres son las figuras principales de esa
"escuela de Heidelberg": el ya citado Lu- No sería procedente exponer aquí de
dolf von Krehl, Richard Siebeck y Viktor manera amplia y sistemática las copio-
von Weizsacker. A raíz de la Primera sas ideas de Weizsacker acerca de la an-
Guerra Mundial, Krehl, uno de los más tropología médica y la medicina antro-
eminentes maestros de la medicina in- pológica; ideas nunca enteramente con-
terna alemana y del pensamiento fisio- clusas, a pesar del intento que consti-
patológico durante los primeros lustros tuye la ya mencionada Pathosophie. El,
de nuestro siglo, inició su espectacular en efecto, tuvo siempre muy clara con-
giro desde la fisiopatología puramente ciencia de "estar todavía en la crisis", de
científico-natural hacia una visión re- no haber alcanzado la formulación de un
sueltamente personalista de la medicina; sistema nosológico y antropológico que
no porque renegase de la primera, en la acabada y adecuadamente superara la
cual tan sobresaliente lugar ocupó hasta crisis política, económica e intelectual
el fin de su vida, sino porque se atrevió a que hizo problemática la validez de los
postular una patología y una terapéuti- principios y los métodos de la medici-
ca simultáneamente fundadas sobre las na científico-natural. Debo limitarme, en
ciencias de la naturaleza y las ciencias consecuencia, a una sumaria y apretada
del espíritu; por tanto, formalmente an- indicación de aquellas en que la relación
tropológicas (16). Discípulo fiel de Krehl, con el problema del diagnóstico clínico
Siebeck supo recoger y elaborar la inno- sea más evidente y directa (18).
vadora iniciativa de su maestro. Sólo a la
luz de ese nuevo espíritu de la clínica
heidelbergense pueden ser rectamente a. El "trato"
entendidas la sustitución metódica del Acaso el concepto más elemental y bá-
término "diagnóstico" (Diagnose) por el sico de los que dan fundamento a la
término "enjuiciamiento" (Beurteilung) y medicina antropológica weizsackeriana
la manera biográfica de concebir este úl- sea el de "trato" (Umgang). El hombre
timo. "Cada enfermo -enseñará Siebeck- hace su vida -la vida correspondiente a
no sólo tiene su enfermedad; él y su des- su biología propia- tratando con algo:
tino también la hacen... La historia clíni- él mismo (autoencuentro, narcisismo),
ca--es siempre, y a la vez, historia vital, otros hombres (relación yo-tú, constitu-
biografía" (17). Pero el máximo repre- ción del "nosotros") y el mundo cósmico
sentante de la "escuela de Heidelberg" (relación yo-cosa). Las formas particula-
fue, a este respecto, V. von Weizsacker, res del trato son innumerables; nada
en quien debe verse el verdadero funda- más obvio; pero la que al médico más
dor de la medicina antropológica. Exa- directamente importa, la relación entre
minemos, pues, cuál es la actitud de von él y el enfermo, adquiere su destacada
Weizsacker ante el problema del conoci- peculiaridad por el hecho de ser hombre
miento técnico del enfermo. y enfermo el sujeto con que en ella trata;
La concepción weizsackeriana del razón por la cual, al elemento exterior y
diagnóstico debe ser construida combi- numérico del encuentro (uno más uno,
nando metódicamente el personal modo en el caso más tradicional), se añade
Actualidad 163

otro elemento interiorizador y esférico médico conocerla; realidad últimamente


(el correspondiente al carácter ciclomor- referible al hecho de que sea "sujeto",
fo o "círculo figural" de la relación entre más aún, sujeto humano, el "objeto" con
ser viviente y ser viviente), y más cuan- que trata el médico y al que con su diag-
do, como ahora acontece, uno y otro son nóstico intenta conocer. Entendido se-
subjetos subjetivos, personas. gún su "subjetualidad suprastante" -re-
cuérdese lo ya dicho-, el sujeto queda así
formalmente introducido en el cono-
h. La "mutación fun ional" cimiento y el tratamiento del enfermo.
En su trato con el enfermo, y guiado Ahora bien: ¿cómo el médico debe en-
por las respuestas de éste a sus pregun- tender el proceso de su conocimiento, si
tas, el médico descubre en primer térmi- el "objeto" de su investigación es un "su-
no diversas alteraciones funcionales, lo jeto"? ¿Qué clase de relación cognosciti-
cual le obliga a hacerse cuestión de lo va y operativa se establece entre él y el
que en sí misma sea una "alteración fun- enfermo a que explora y trata, si de modo
cional". La patología científico-natural la riguroso y consecuente quiere ate- nerse a
concibe como un déficit o una desmesu- la condición subjetual y subjeti- va de
ra -el esquema "hipo" o "hiper"- de la éste? Al concepto de "mutación
función correspondiente a la parte del funcional", Weizsacker se ve obligado a
organismo dañada por la enfermedad: añadir otro, mucho más penetrante y fe-
hipo o hiperreflexia, etc. Weizsacker cundo: el de "círculo figural" (Gestalt-
piensa, en cambio, que el organismo no kreis).
reacciona a la lesión local con una alte- La realidad a que la expresión "círcu-
ración morbosa susceptible de circuns- lo figural" da nombre fue en un primer
cripción y reducida a ser déficit o des- momento la que estudia la fisiología de
mesura, sino con un cambio cualitativo los sentidos; más precisamente, la que
en su modo de responder a los estímu- constituyen, juntas, una percepción tác-
los, del cual el déficit o la desmesura de til y la respuesta motora que a ella co-
una función o de una parte de ella no rresponda. Cuando con la sensibilidad y
pasan de ser momentos integrales. A el movimiento de mi mano trato de co-
esta idea de la respuesta patológica dio nocer la forma de un objeto sólido, ¿qué
el nombre de "mutación funcional" es lo que realmente sucede? Esto: que
(Funktionswandel); concepto inicialmen- percibiré aquella porción del objeto a
te aplicado a la intelección clínica y pa- que me conduzca el movimiento de mis
tológica de los trastornos neurológicos, dedos; y, a la vez, que iré moviendo mis
pero pronto extendido, como una ley ge- dedos sobre el objeto según las sensacio-
neral del acontecer morboso, a todo el nes que de él vaya percibiendo. Y en tal
campo de la patología. El cuadro funcio- proceso, fa qué corresponde la priori-
nal consecutivo a una lesión -así podría dad en el orden del tiempo y en el orden
ser formulada esa ley- no es el resultado de la realidad: a la percepción o al movi-
de una simple sustracción, porque la miento, al movimiento o a la percep-
masa restante del organismo lesionado ción? A ninguno de los dos, porque la es-
funciona de un modo distinto de aquel tructura de su conjunto es el círculo,
con que funcionaba cuando era un todo tanto en el orden del tiempo, como en el
intacto. El principio de la localización, la orden de la realidad. La relación unita-
teoría del reflejo, la concepción del todo ria entre la percepción y el movimiento,
orgánico como una adición de elemen- cuando una y otro sucesivamente se de-
tos cooperantes y la teoría tópica de la terminan es, pues, un "círculo figural",
"desintegración" (Abbau) son objeto de expresión en la cual la palabra "círculo"
una crítica fundamental. y la palabra "figura" poseen una signifi-
cación simbólica y no geométrica.
Una amplia serie de investigaciones
c. El "círculo figural" neurofisiológicas de Weizsacker y sus
Tal es la realidad biológica del cuadro colaboradores, P. Vogel en primer térmi-
clínico, y según lo que ella es debe el no, han demostrado experimentalmente
164 El diagnóstico médico

el básico papel que desempeña el "círcu- una asunc10n dialéctica de los contra-
lo figura!" en la fisiología de los sentidos; rios, a la manera hegeliana, sino la fluen-
pero la experiencia clínica y la reflexión te e interpenetrante operación circular
sistemática de la escuela weizsiickeriana del yo en el mundo y del mundo en el
supieron extender la doctrina del Ges- yo. En suma: la pauta que preside y or-
taltkreis a la intelección científica y filo- dena la actividad vital no es lógica, sino
sófica de la relación entre el yo y el antilógica: la antilógica y no la lógica
mundo y -cuando es automoviente, per- constituye, pues, el estatuto gnoseológi-
ceptivo, libre y enfermo el sujeto a que co de la vida, y mucho más amplia y
la percepción y la operación se refieren- hondamente cuando es un hombre el su-
ª la relación entre el médico y el enfer- jeto con quien se trata y a quien se pre-
mo, a la concepción antropológica de la tende conocer. Lo cual impone la si-
enfermedad; en definitiva, a la sucesiva guiente y fundamental regla metódica:
elaboración de una medicina antropoló- "para investigar la vida, hay que partici-
gica, así en el diagnóstico como en el tra- par en la vida". O bien, como de más
tamiento, y al esbozo de una antropolo- punzante manera dijo una vez Weizsacker
gía médica o, como Weizsiicker al fin en el curso de cierta conversación
prefirió decir, de una "patosofía". Siquie- amistosa: "para ser zoólogo, en alguna
ra sea sumariamente, veamos cómo. medida es preciso hacerse animal".
A esta estructura dinámica de la reali-
dad yo-mundo corresponde otro bási-
d. La relación yo-mundo
co concepto gnoseológico: la ocultación.
Conceptos especialmente relativos a Contra la pretensión de la ciencia natu-
la relación yo-mundo y a nuestra expe- ral clásica, no es posible obtener una vi-
riencia de ella. La relación entre el yo y sión "objetiva" y "total" del mundo. El
el mundo, tema central para cualquier carácter circular y fluente de nuestra re-
teoría de la realidad humana, en modo lación con él exige que lo que en él estoy
alguno puede ser entendida según el es- percibiendo me oculte todo lo que en él
quema interpretativo -cadena causal y no veo, y que lo que así se me ha hecho
lineal de estímulos, reflejos y respues- patente, me quede oculto cuando paso a
tas- que propuso la concepción científi- percibir lo que antes no percibía. A esta
co-natural del mundo cósmico; esa rela- ineludible peculiaridad de nuestro cono-
ción está presidida y se halla constituida cimiento del mundo la ha denominado
por el modelo del círculo figural. "Todo Weizsiicker "principio de la puerta gi-
estímulo -escribe Weizsiicker- es conse- ratoria" (Drehtürprinzip); idea que con
cuencia de una elección, y es por tanto aquella en que real e intelectualmente
una formación; toda excitación da lugar tiene su fundamento, el "círculo figural",
a un cambio en la disposición funcional el físico C. Fr. von Weizsiicker, sobrino
y, por consiguiente, también a una for- del médico, convincentemente ha referi-
mación". En la experiencia del mundo, do a otra más general, el principio físi-
más precisamente, en la realidad que co de la complementariedad, de Niels
nos da a conocer nuestra experiencia del Bohr (19).
mundo, se unen circularmente dos tér- A la gnoseología de la relación entre
minos reales contradictorios entre sí, el el médico y el enfermo pertenecen asi-
yo y el mundo, de tal manera que el yo mismo, cuando desde este punto de vis-
determina el ser del mundo y el mundo ta se la estudia, los conceptos de conjun-
determina el ser del yo. Esa experiencia tividad, objetividad clínica y transjetivi-
no se halla regida, pues, por el principio dad, cronológicamente anteriores a la
lógico del tertium non datur o tertium ex- elaboración de la doctrina del círculo fi-
clusum, al que tácitamente es fiel la dis- gural. Frente a la distancia entre el suje-
tinción tradicional entre la percepción y to y el objeto que postula la gnoseología
el movimiento o entre el sujeto y el obje- científico-natural es ahora afirmada la
to, sino por el principio antilógico del conjuntividad, esto es, la exigencia de
tertium datur; un tertium que no es el tér- una mutua interpenetración entre el uno
mino estático, aunque provisional, de y el otro, si en verdad se pretende que
Actualidad 165

nuestro conocimiento científico del Pasando ahora de la dinámica del cono-


mundo sea fiel a lo que realmente es el cimiento a la realidad de lo conocido,
acto de conocerlo. A la "objetividad de la por tanto a la del sujeto a que el médico
física" (por ejemplo: la que sólo con un asiste, y completando lo que acerca de
criterio cuantitativo entiende la hiper- ella quedó dicho o apuntado, debo men-
tensión arterial) se opone, en consecuen- cionar muy brevemente la resuelta y me-
cia, la objetividad clínica (la que se ejerci- tódica antiontología de la antropología
ta cuando el médico sabe considerar la weizsackeriana. Automovimiento, capa-
diversa significación que según los casos cidad de percepción, capacidad de ex-
puede tener una misma cifra tensional). presión y libertad en la decisión son las
Pero cuando se trata del conocimiento notas que esencialmente constituyen
del ser humano, la alternativa frente a la como sujeto al hombre, hállese sano o
objetividad más o menos realista de la fí- enfermo. Ahora bien: para Weizsacker, la
sica no se halla constituída por una sub- realidad de ese sujeto no posee la estruc-
jetividad más o menos idealista; porque tura óntica de las cosas que "son" (esa
la objetividad clínica -nos dirá Weizsac- que, valga el ejemplo, se hace patente en
ker, elaborando su propio pensamiento- la expresión "el cloruro sódico es así y
es en rigor transjetividad, penetración así"), sino la estructura pática de las per-
cognoscitiva en la realidad, capaz de sonas que "devienen" (por ejemplo: una
trascender unitaria y circularmente la persona no es en rigor simpática, sino
oposición sujeto-objeto. que está siendo simpática; "ser simpáti-
La dinámica del círculo figural lleva ca" haría de su simpatía algo semejante
consigo, en fin, la realidad y el concepto a lo que respecto del cloruro sódico es la
de tres notas esenciales de la vida: la or- forma de su cristalización). En la estruc-
denación, la decisión y la actualidad. La tura pática de la realidad del sujeto se
finalidad del encuentro entre el yo y el manifiesta la relación de éste con un
mundo es la ordenación (Einordnung) de fondo de su realidad -el "hondón del
aquél en éste, hígida en unos casos y alma", diría un místico- absolutamente
morbosa en otros. La decisión (Entschei- inobjetivable ("relación fundamental",
dung) es el acto por el cual el sujeto elige Grundverhiiltnis), y tal manifestación co-
el objeto del mundo en torno respecto bra figura concreta y observable a través
del cual se siente ocasionalmente "orde- del "pentagrama pático": el conjunto de
nado", y al cual consciente o inconscien- determinaciones vitales que revelan los
temente sacrifica una ordenación ante- verbos ser lícito (dürfen), tener que (müs-
rior; acto en cuya estructura hay un sen), querer (wollen), deber (sallen) y po-
combate entre la necesidad (porque la der (konnen), La pregunta por lo que
decisión es necesaria: sin ella no hay algo es y la respuesta a ella pertinente
vida) y la libertad (porque lo decidido es poseen carácter óntico; la pregunta por
orientarse hacia una ordenación o hacia lo que alguien quisiera ser y la oportuna
otra). Lo cual confiere al mundo del su- respuesta tienen carácter pático. Y así,
jeto carácter de actualidad (Gegenwart), cuando un hombre se realiza en el mun-
modo de ser esencialmente distinto de do -cuando un enfermo acude al médi-
la integración físico-matemática del es- co, diremos en nuestro caso-, según esos
pacio y el tiempo. La irrepetibilidad del cinco verbos, aunque con predominio
mundo percibido y el imperativo de la mayor o menor de uno o de otro, tiene
improvisación -hígida en la salud, mor- lugar la operación de realizarse; lo cual,
bosa en la enfermedad- son consecuen- como es obvio, no acontece en el caso de
cia ineludible de ese carácter "actual" de las realidades puramente ónticas. Mas
nuestra existencia en la realidad. tampoco la oposición entre lo óntico y lo
pático debe ser entendida según la regla
e. Determinación del sujeto: lógica del tertium non datur; también
la estructura pática aquí rige la antilógica del tertium datur,
el tertium dinámico y circular de la cons-
Conceptos principalmente concer- tante conversión del yo en ello y del ello
nientes a la determinación del sujeto. en yo que -en términos psicoanalíticos-
166 El diagnóstico médico

es vivir humanamente, sea la salud o la constantemente en el contacto de mano y


enfermedad el modo de ese vivir. ojo, de oído y alma, y una teoría de la ca-
maradería itinerante entre el médico y
el enfermo, no a pesar de la técnica y la
2. LA ENFERMEDAD Y EL ENFERMO
racionalización o en contra de ellas, sino
Esta concepción de la realidad del por ellas y con ellas. Entonces se hace
hombre y la de su vida en el mundo da perceptible el fenómeno original de
fundamento a las ideas de Weizsacker todo acontecer patológico: la conexión
acerca de la enfermedad y de su concre- entre enfermedad y verdad, entre el su-
ción en el hombre enfermo. frir y el saber. Entonces puede ser supe-
Desiste Weizsacker de ofrecer una de- rada la visión de la enfermedad -pagana,
finición formal de la enfermedad: defi- después de todo- como lo maligno, lo
nirla sería encerrarla dentro de un mol- extraño, lo azaroso, lo enviado por el
de de enunciados lógicos, y por tanto dios de la necesidad o por el mago del
desvirtuar la realidad de lo que en el azar. La enfermedad no es entonces sino
caso del hombre sea la vicisitud de estar un suspirar de la criatura, un estado de
enfermo. Afirma, eso sí, que hay un con- la creatureidad; necesario, ciertamente,
cepto unitario de la enfermedad por de- pero sólo en cuanto referido a Dios y
bajo del habitual sistema de las unida- sólo en cuanto a él necesario, no ante
des morbosas que exponen los manuales mundo alguno o ante ley alguna de la
de medicina interna -al cual opondrá re- naturaleza. No como si debiéramos estar
paros fundamentales; pronto veremos enfermos para aprender, ni como si el
cómo-, y se limita a acotar su contenido fruto del árbol de la sabiduría fuese la
mediante varios asertos predefinitorios. causa de la enfermedad. Caso a caso, la
He aquí los principales: enfermedad es más bien el real ofreci-
miento de un saber acerca de la verdad.
De ahí que pueda decirse: según la expe-
a. Conceptuación pragmática
riencia, la enfermedad es un desarrollo
Uno de tales asertos es de orden prag- de la conciencia producido por un suce-
mático. La enfermedad, o más bien el so corporal; pero a esto debe añadirse
"estar enfermo" -decía en 1928 (20), es que, según la experiencia, la enfermedad
un "estado de necesidad" (eine Not), que es un suceso corporal producido por un
se manifiesta como petición de ayuda: desarrollo de la conciencia". La enferme-
"Llamo enfermo a aquel que acude a mí, dad, dirá Weizsacker más tarde y más de
en tanto que médico, y en quien como una vez, es "un modo de ser del hom-
médico yo reconozco necesidad". ¿puro bre", y por tanto un modo del "ser hom-
pragmatismo? Todo dependerá de si los bre".
términos necesidad, ayuda, médico y en-
fermo designan sólo instancias pragmá-
c. El enfermar de la persona
ticas o dan nombre a genuinas realida-
des, como Weizsacker propone. Entre estos dos asertos se realiza la
singular concreción empírica que ante
los ojos del médico es el enfermar de
h. Visión metafísica y teológica
una persona. Con su no-verdad, con su
Otro de los asertos posee carácter me- ocasional negación inconsciente de la
tafísico y teológico. Me limitaré a trans- verdad de la persona que es la salud -si
cribir una de sus primeras expresiones tal negación fuese consciente y delibera-
metafóricas: "Como una gaviota entre da no hablaríamos de enfermedad, sino
los elementos, ya elevándose en el aire, de simulación-, el estado de necesidad
ya hundiéndose en el agua, y siempre ro- en que la enfermedad consiste revela al
zando el plano que los separa, así el médico algo de la verdad no realizada,
hombre entre la carne y el espíritu, a de la vida no vivida del enfermo. Lo cual
través de ellos y en ninguno de ellos... equivale a afirmar que, aun cuando en
Nacen de este modo una teoría de· la ocasiones termine con la muerte, hecho
experiencia, cuyo principio debe estar éste que obliga a hacer del morir uno de
Actualidad 167

los capítulos de la antropología médica, 3. EL HOMBRE ENFERMO


la enfermedad tiene siempre, patente u
Así concebido el enfermar humano,
oculto, un sentido positivo. veamos cómo debe entenderse la con-
Hablando unas veces de "adaptación" creta realidad del hombre enfermo.
y otras de "lucha por la vida", la concep-
ción científico-natural del enfermar ha
atribuido un "sentido biológico" a cier- a. Ordenación, crisis y aniquilación
tos procesos morbosos; recuérdese lo di-
cho en páginas precedentes. Pero sin ne- El tránsito del estado de salud al esta-
gar tajantemente tales hechos, no es a do de enfermedad es, formalmente con-
ellos a los que se refiere la tesis de Weiz- siderado, el paso de una ordenación (Ein-
sacker; entre otras cosas, porque para él ordnung) del sujeto en su mundo a otra
-como socialmente lo demuestra la ge- distinta, la que la enfermedad trae consi-
neral veneración del héroe y el mártir, y go; desde el punto de vista de la relación
como psicológicamente lo hacen ver la sujeto-mundo, la que otorga figura glo-
existencia y la dinámica del "instinto ta- bal al hecho de estar enfermo. "El médi-
nático"-, la vida misma, la conservación co no encuentra primariamente en el en-
y la normalidad de la vida, no son en ri- fermo una excitabilidad disminuida o un
gor el sentido último de la vida. El senti- reflejo exaltado, sino la perturbación de
do positivo de la enfermedad que Weizsac- una ordenación en un mundo. El andar,
ker afirma se muestra en dos planos, el respirar, el comer y el ver se hallan al-
uno psicológico y social, el otro antropo- terados, y esto impide o dificulta tal or-
lógico y metafísico, y de los dos es apre- denación". El círculo figura! en que se
tada, casi sibilina expresión este texto de realiza la dinámica de la relación sujeto-
Arzt und Kranker: "La enfermedad del mundo y en el que, por tanto, esencial-
hombre no es, como pareció, el defecto mente tiene su dinámica la ordenación
de una máquina; la enfermedad de un vital del sujeto, se convierte en otro dis-
hombre no es otra cosa que él mismo, o tinto, a veces de modo súbito y dramáti-
mejor: su ocasión de llegar a ser él mis- co (aparición del vértigo en ciertos expe-
mo". El médico, en consecuencia, debe rimentos de fisiología sensorial, comien-
conocer cómo el organismo y la psique zo brusco de un accidente morboso, rá-
del enfermo -inconscientemente, desde pida transmutación, dentro de un mismo
luego- se conducen en esa ocasión; tal proceso, de un cuadro neurótico en un
conocimiento descubrirá el sentido vital cuadro orgánico), en ocasiones de modo
de la enfermedad, y con él cobrarán últi- menos ostensible y veloz: tal es la consis-
mo sentido médico y entera significa- tencia real del fenómeno de la crisis, tan
ción terapéutica las conclusiones diag- importante en la medicina antropológica
nósticas a que la habitual exploración weizsackeriana.
clínica haya podido llegar. "¿Qué verdad Hecha inconscientemente y sufrida
quiere en ti venir a luz, qué exigencia conscientemente -porque la enfermedad
has traicionado, qué parte de ti mismo no es sólo passio, afección pasiva, ni sólo
has dejado sucumbir?", escribe M. Küte- reactio, reacción orgánica; es también ér-
meyer, exponiendo el pensamiento no- gon, obra de la totalidad de la persona, y
sológico de su maestro, para dar formu- por tanto poíema, inconsciente y cons-
lación concreta a la concepción weizsac- ciente creación personal del enfermo-,
keriana del sentido de la enfermedad la crisis de la enfermedad pondría en
(21). O bien, más esencial y concisamen- evidencia la condición limitada y proble-
te: "¿Qué verdad de ti expresa la no- mática de tres de las notas que, según un
verdad de tu dolencia?" Todo lo cual axioma del pensamiento moderno e ilus-
pone de manifiesto que para Weizsacker, trado, por esencia posee la realidad del
y contra la neutralidad moral que postu- hombre: la autonomía, la libre voluntad
la la visión científico-natural del mundo, y la identidad de la persona en el tiem-
la enfermedad es también, y por esencia, po. En la crisis, en suma, es cuando de
un evento ético, un revelador de la mo- manera más acusada y perturbadora se
ralidad del enfermo. hace patente al sujeto la condición páti-
168 El diagnóstico médico

ca de su existencia: que él no es, sino 2. La conex10n entre lo que llama-


que deviene, que no se pone a sí mismo, mos "psíquico" y lo que llamamos "so-
sino que a sí mismo se padece. "La trans- mático" no es la mutua dependencia, ni
formación crítica -escribe Weizsacker- una mera "comunidad de expresión",
muestra el atributo pático en lucha a como antes de 1930 decía el propio
vida o muerte con el óntico". El querer y Weizsacker, ni un "suceder simultáneo"
el poder, el ser lícito, el deber y el tener que acaece paralelamente, como luego
que, adquieren entonces para el sujeto dirá Mitscherlich, ni un simple desplaza-
patencia exasperada. Tanto más, si el im- miento de fuerzas, conforme a la doctri-
perativo del tratamiento exige el sacrifi- na freudiana de la "conversión", sino
cio -la "aniquilación" (Vernichtung), dice una relación entre dos posibilidades de
drástica y patéticamente Weizsacker- de respuesta del sujeto en una situación de
una parte de la vida del sujeto. De nuevo decisión; posibilidades entre sí equivalen-
aparece ante nuestros ojos la constituti- tes y capaces de representarse la una a la
va relación que existe entre la enferme- otra. En el cuadro clínico se juntan así
dad y la vida moral. los síntomas anímicos y los corporales,
mas no en cuanto que procedentes los
unos de los otros, sino como emanantes
b. Lo psíquico y lo somático
de ese fondo inobjetivable de la persona
La ordenación morbosa del sujeto en viviente a que se refiere la "relación fun-
el mundo se manifiesta al médico en un damental'' o Grundverhiiltnis; y de tal
cuadro clínico a la vez somático y psíqui- modo, que unos y otros -como los entes
co. La medicina científico-natural no po- reales a que habitualmente son referi-
día ser ciega a esta evidencia. En más de dos, el que llamamos "cuerpo" y el que
una ocasión la afirmó la clínica del siglo llamamos "alma"- son "expresión, metá-
XIX; y con expresa utilización del con- fora, sentido, lenguaje; si se quiere, pará-
cepto de "psicogenia", de ella arranca y bola" del hondón de la vida personal.
en ella descansa la no escasa parte de la 3. Ambos modos de expresión, regi-
"medicina psicosomática" que no ha sa- dos por el doble principio de la equiva-
bido superar los presupuestos gnoseoló- lencia y la mutua representatividad, mani-
gicos de la patología oficial. No es ésta, fiestan y encubren, desvelan y ocultan a
sin embargo, la concepción weizsacke- la vez la realidad profunda de la vida y
riana de la relación entre el psiquismo y el sentido que esencialmente posee la
la corporalidad, y por tanto entre los sín- realización de ésta en el mundo. Mani-
tomas psíquicos y los síntomas somáti- fiestan ese sentido, porque los dos son
cos de un cuadro clínico. Muy esquemá- susceptibles de intuición directa, bien
ticamente, he aquí sus puntos principa- por la vista o el tacto (síntomas y signos
les: corporales), bien por el oído (declara-
ción verbal del psiquismo), y lo ocultan,
l. Enfermedades ps1cogenas no a la vez, porque la génesis y la percep-
son sólo, como suele pensarse, las deter- ción de lo somático y lo psíquico se ha-
minadas por causas puramente psíqui- llan sometidas a la ley del círculo figura!
cas, una neurosis cardiaca, por ejemplo; y al principio de la puerta giratoria: la
"enfermedades psicógenas -dice Weiz- atención hacia lo somático nos impide
sacker- son aquellas en las cuales el percibir lo psíquico y la atención hacia
punto de vista psicológico se ha hecho lo psíquico nos impide percibir lo somá-
más evidente que el físico, pero no aque- tico; por lo cual el sentido de la enferme-
llas en que éste puede ser excluido". En dad sólo podrá ser captado integrando
toda enfermedad hay algo "psicógeno", y unitariamente esos dos momentos del
-bien examinadas- en todas se hace pa- cuadro clínico total. El resultado de tal
tente, además de la psicogenia (génesis integración es precisamente lo que per-
de trastornos somáticos por causas psí- cibe la "objetividad clínica" y la "transje-
quicas), la somatogenia (génesis de de- tividad" de que antes se habló.
sórdenes psíquicos por causas somáti- 4. La psique y el soma no son, pues,
cas). dos realidades que actúan causalmente
Actualidad 169

una sobre otra (esquema: soma psi- des que comienzan de modo súbito: un
que), sino modos de expresión de un acceso palúdico, un ictus apoplético.
fondo misterioso que sólo alternativa y Otras, en cambio, empiezan a manifes-
rítmicamente se presentan al observa- tarse de modo insidioso, y por tanto
dor, aun cuando los dos sean entre sí cronológicamente indefinido. Todas, sin
equivalentes y mutuamente representa- embargo, tienen una raíz patogenética
tivos (esquema: anterior al comienzo clínico, cuya data-
.0.o0.-.:.:;;,···l-
ción será siempre difícil de precisar, si el
médico se plantea con rigor científico el
En la vida normal y la vida morbosa problema de la iniciación real del desor-
se están produciendo, en consecuencia, den morboso. Ahora bien: la imprecisión
dos fenómenos de sentido contrario: la clínica del donde y la imprecisión proce-
"formación de yo" (Ich-Bildung) y la "for- sal del cuando, en modo alguno ex-
mación de ello" (Es-Bildung). cluyen que ante cualquier enfermedad
deba el médico preguntarse: "¿Por qué
precisamente aquí, por qué precisamen-
c. El proceso de la enfermedad
te ahora?"
Examinemos, en fin, cómo en un de- 3. Momento causal. Naturalmente, es
terminado enfermo se realiza de hecho el que corresponde a la pregunta "¿por
su enfermedad. En apretada sinopsis, qué?" (Warum), cuando se refiere, no ya
cuatro parecen ser para Weizsacker los al donde y al cuando de la enfermedad,
momentos principales en el proceso de sino a la enfermedad misma; y como la
esa realización: estructura verbal de aquélla expresa-
mente lo indica, el momento causal del
l. Momento estructural. Vista la rea- enfermar lleva dentro de sí, como pro-
lidad del hombre tal y como viviente- blema previo, la interrogación por el
mente se actualiza en el mundo, en ella "qué" (Was). El médico se pregunta aho-
pueden ser descritos como elementos ra: "¿Qué es lo que en este enfermo suce-
constitutivos la estructura anatómica, el de? ¿y por qué está sucediendo esto?"
conjunto de las funciones fisiológicas, la La respuesta común a ambas interroga-
estructura psíquica y el espíritu, entendi- ciones es lo que comúnmente se deno-
do éste como el principio y el conjunto mina "diagnóstico". Este, en efecto, lleva
de actividades que se fundan en la liber- expresa o tácitamente en su estructura
tad y dan lugar a la creación de cultura o un aserto relativo a la realidad presente,
a la participación en ella. A todos ellos por tanto descriptivo y nominativo (por
afecta y según todos ellos se ordena la ejemplo: estenosis mitral) y otro tocante
realización de la enfermedad. a la génesis, por tanto indicativo y etio-
2. Momento espacio-temporal. Se ha- lógico (por ejemplo: fiebre reumática en
lla constituido por el "donde" (Wo) y el pasado), de tal manera relacionados
el "cuando" (Wann) de la enfermedad. entre sí, que el "qué" remite al "por
Todo proceso morboso posee una locali- qué", y procesalmente se identifica con
zación, un donde, y por éste pregunta el él. Pero esta manera de entender la cau-
médico al enfermo en los primeros mo- salidad no es y no puede ser satisfactoria
mentos de su encuentro. Al margen de lo cuando en el hecho de la enfermedad se
que con sus bien circunscritas precisio- ve la implicación entre lo somático y lo
nes descriptivas pueda decir el resultado psíquico y entre lo vivido y lo no vivido
de la necropsia, la localización de la en- antes señalada, y cuando la causación no
fermedad por quien la padece suele ser es entendida sólo desde el punto de vista
imprecisa, desplazable y divisible. Algo de la causa eficiente, como enseña la pa-
semejante cabe afirmar acerca del cuan- tología científico-natural, mas también
do de la enfermedad -"¿Cuándo empezó desde el punto de vista de la causa final,
usted a sentirse enfermo?"-, si el médico del sentido que la enfermedad posee en
se detiene a distinguir entre la iniciación la vida y en la realidad del enfermo. En
remota o Anfang y el comienzo propia- términos gramaticales: cuando la res-
mente dicho o Beginn. Hay enfermeda- puesta al "por qué" (Warum), no es un
170 El diagnóstico médico

simple "porque" (Weil), sino la integra- enfermedad. El carácter a la vez patoló-


ción del "porqué" y el "para", y por tanto gico-general y sistemático de tan certera
el conocimiento de lo real-viviente se- como desoída clasificación, dentro de la
gún su estructura propia y su propio cual podrían ser muy bien ordenadas las
sentido; más concisamente, cuando el "especies" de la taxonomía al uso, salta a
"porqué" (Warum) es también "para la vista de cualquiera. En cualquier caso,
qué" (Wozu). "El qué de la enfermedad esa utilización de las especies morbosas
-escribe Weizsacker- no es sólo la apa- tradicionales ofrece ahora una impor-
riencia, ni sólo la realidad, ni el cuerpo o tante novedad cualitativa: la especie
el alma, ni lo objetivo o lo subjetivo, sino morbosa es para Weizsacker la vía a tra-
el comportamiento de lo uno respecto vés de la cual se realiza el sentido indivi-
de lo otro". Comportamiento cuyo senti- dual de la enfermedad; vía cuya peculiar
do virtual podría ser interpretado -así lo configuración -su dónde, su cuándo, su
muestra la historia; y bien mirada, tam- qué- es parte integral de ese sentido y
bién la actualidad- según cuatro líneas se halla parcialmente determinada por
distintas: la psicológica, la moral, la míti- él. Más que un factum anatomoclínico o
ca y la religiosa. fisiopatológico, la especie morbosa es así
4. Momento figural: aquel en que a un faciendum más o menos típico en el
la concreta realización de la enfermedad curso de un destino personal.
se la ve regida por lo que en ella parece A partir de 1945 -Der kranke Mensch,
ser figura típica (eidos, species); en defini- 1951; Pathosophie, 1956-, los dos proble-
tiva, por la noción y la presunta realidad mas a que vengo refiriéndome, la clasifi-
de la "especie morbosa" o "entidad mor- cación de las enfermedades y la noción
bosa". de especie morbosa, cobran figura pa-
tente, aun cuando no solución definitiva,
En la actitud de Weizsacker ante el en la mente y en los escritos de Weizsac-
problema de la clasificación de los mo- ker. De ordinario, nos dice, las especies
dos de enfermar, y por tanto ante el de morbosas son a la vez el resultado provi-
la especie morbosa, es posible distinguir sional de un proceso histórico de disolu-
dos etapas: la anterior a 1945, es decir, a ción o divergencia (por ejemplo: la enti-
la fecha de su reincorporación a la clíni- dad "asma bronquial alérgico" ha sido
ca de Heidelberg como profesor de Me- desgajada de otra más compleja, el
dicina General, y la posterior a ese año. "asma bronquial" de los tratadistas del
Durante la primera, Weizsacker utiliza siglo XIX, y ésta de otra aún más amplia,
en sus diagnósticos y descripciones los el "asma" de la medicina clínica ante-
nombres de la nosotaxia tradicional rior) y una etapa transitoria en el proce-
-asma bronquial, esclerosis renal, histe- so patogenético de convergencia o con-
ria, angina tonsilar, etc.-, sin hacerse fluencia que se produce cuando la enfer-
cuestión expresa de lo que sea la viejísi- medad camina hacia la muerte (en la
ma e ineludible práctica de clasificar las dinámica fisiopatológica del morir hay
enfermedades. El carácter artificioso y la "vías terminales comunes" para modos
multiplicidad de los puntos de vista -el de enfermar anteriormente distintos en-
anatómico, el funcional, el etiológico, el tre sí). Sin detrimento de su fundamento
meramente sintomático- a que se atie- objetivo, la diferenciación taxonómica
nen los tratadistas de medicina interna, de las enfermedades se halla codetermi-
y con ellos el común de los médicos, dis- nada, pues, por el punto de vista desde
ta, no obstante, de satisfacerle, y de ello el cual se establece. Más aún: la realidad
es prueba evidente (Aerztliche Fragen, misma del enfermar y, en consecuencia,
1935) su propuesta de ordenar los mo- también las entidades nosológicas resul-
dos de enfermar en los tres géneros su- tantes de su clasificación, varían en el
premos, neurosis, biosis y esclerosis, que tiempo, tanto en virtud de instancias
en páginas anteriores mencioné: las tres histórico-sociales e histórico-culturales,
fases en que, cuando conduce a la pro- como por obra de la mentalidad y la
ducción de lesiones cicatrizales o irre- operación del médico; sobre todo, desde
versibles, se va realizando toda posible que éste ha aprendido a percibir el pa-
Actualidad 171

pel del psiquismo -mejor: el de la vida das" y las "enfermedades crónicas". 3. La


personal y social, el de la biografía del localización anatómico-funcional de la
enfermo- en la génesis, la configuración dolencia da lugar al creciente proceso
y el sentido de la enfermedad. de división y subdivisión de los modos
Los dos capítulos que en su Pathoso- de enfermar que los tratados y las clíni-
phie consagra Weizsacker al "proyecto cas actuales patentizan. 4. Por el contra-
de una teoría especial de la enfermedad" rio, la visión de lo psíquico y lo somático
constituyen la última elaboración de su como modos de expresión en una cons-
siempre inacabada respuesta al proble- tante tensión polar, induce a considerar
ma de la clasificación de las especies como un "todo" el enfermar humano, y
morbosas. En el primero de ellos se pro- no a dividirlo y subdividirlo en entida-
pone caminar desde "un sistema arbitra- des parciales. 5. La percepción y la con-
rio", el habitual en los tratados de medi- sideración del sentido de la enfermedad
cina interna, hacia "una ordenación bien pone en camino hacia una nosotaxia ba-
orientada". Para ello, establece la serie sada en las varias "ordenaciones vitales"
de las funciones fisiológicas cardinales que en la existencia del hombre cabe
-respiración, alimentación, digestión, discernir. "Tengo para mí -apostilla
metabolismo, circulación, integración Weizsacker- que la clasificación de las
nerviosa, etc.- y examina las líneas prin- enfermedades según ordenaciones vita-
cipales de su alteración, según las con- les será la del porvenir, acaso del porve-
traposiciones y síntesis que en la estruc- nir inmediato". 6. Aun cuando accesoria-
tura y en la dinámica de la total realidad mente, los métodos que para la explora-
del individuo humano cabe discernir: ción y el tratamiento emplea el médico
anatomía y fisiología, lo animal y lo ve- codeterminan la división de las enferme-
getativo, el cuerpo y el alma, lo nutritivo dades. 7. Limitando la acción del médico
y lo generativo, carácter agudo y carác- desde fuera de ella, el grupo social a que
ter crónico, yo y ello. Puede intentarse él y el enfermo pertenecen, la iglesia o el
así una intelección articulada y metódi- sistema de creencias de que sean parte y
ca de las varias instancias que se inte- el Estado que políticamente les rige, son
gran en el proceso y en el sentido de asimismo instancias que codeterminan
cada modo de enfermar, y por tanto en- la división de los modos de enfermar.
tender antropológica y clínicamente la Pese al acierto de estas orientaciones, es
concreción de la enfermedad, genérica- preciso reconocer que el "inmediato
mente concebida, en el individual enfer- porvenir" de que hablaba Weizsacker no
mar del paciente de que se trate. El se- ha llegado todavía.
gundo de esos dos capítulos tiene como
tema la biografía; más exactamente, la 4. IDEA DEL DIAGNOSTICO
relación entre biografía y nosología, pro-
blema que reaparecerá al estudiar los Según lo que precede, ¿qué fueron
métodos del diagnóstico en la medicina para Weizsacker la actividad del diag-
actual. nosticar y el resultado de ella? A reserva
En resumen, la configuración de la en- de completar la respuesta en la sección
fermedad según modos típicos de ella, próxima, porque el método de estudio y
llámeseles "especies morbosas" o como la realidad estudiada se condicionan en-
se quiera, es consecuencia de varios tre sí, trataré de darla ahora distinguien-
principios más o menos conexos entre do, como en ocasiones anteriores, el ob-
sí. Consciente de la provisionalidad de jeto material y el objeto formal del diag-
su enumeración, hasta siete discierne nóstico.
Weizsacker: l. Cuando en varios cuadros
clínicos coinciden algunos síntomas, el a. Objeto material
conjunto de éstos constituye una "pro-
toenfermedad" (Urkrankheit) o enferme- Como todo clínico, desde los hipocrá-
dad genérica y originaria. 2. El curso de ticos hasta el siglo XX, Weizsacker quie-
la enfermedad en el tiempo suscita la re conocer científicamente -y al resulta-
distinción entre las "enfermedades agu- do de esa peculiar voluntad de conocí-
172 El diagnóstico médico

miento llama "diagnóstico"- lo que real- pondiente a esa concepción de su objeto


mente es la enfermedad de su pa- material; por consiguiente, la expresión
ciente. Pero así como los grandes clíni- verbal del proceso, la estructura y el sen-
cos de comienzos del siglo XIX -un Os- tido de la enfermedad diagnosticada; en
ler, un Widal, un Naunyn- veían esa rea- definitiva, un relato biográfico en el que
lidad como el modo de realizarse una es- necesariamente han de combinarse la
pecie morbosa en el individual organis- descripción, la inferencia anatomoclíni-
mo del enfermo, Weizsacker, mucho más ca, etiológica y fisiopatológica, esto es, el
exigentemente, la ve como el resultado diagnóstico tradicional, y la inferencia
empírico y transempírico de integrarse del sentido vital o interpretación. Inicia-
entre sí: 1.0 La parte de la verdad del en- da por Freud frente a las neurosis, pro-
fermo expresada por la no-verdad de su seguida por Rudolf Allers y los restantes
enfermedad y oculta por ella. 2.0 Un cua- autores de Psychogenese und Psychothe-
dro clínico a la vez somático y psíquico, rapie korperlicher Symptome, la conce-
entendido según el modo de la relación sión de una primacía a la interpretación
soma-psique anteriormente expuesto. 3.0 en la tarea diagnóstica se extiende con la
Una estructura espacio-temporal del escuela de Heidelberg, y muy especial-
proceso morboso, con un "dónde", un mente con Viktor von Weizsacker, a
"cuándo" y un "qué" -si se quiere, un todo el campo de la experiencia clínica.
"así"-, de cuyo "por qué" y "para qué" Muy tempranamente, ya en 1928, pro-
debe dar razón el diagnóstico médico: puso Weizsacker distinguir dos modos
"¿por qué y para qué precisamente aquí, de la patografía: el habitual hasta enton-
precisamente ahora y precisamente así?" ces o "historia clínica científiconatural"
4.0 En definitiva, un sentido: el sentido y el que con sus observaciones y refle-
vital y transvital, biográfico y transbio- xiones él estaba iniciando o "historia clí-
gráfico que ocultamente la enfermedad nica auténtica". Pues bien, una historia
posee, y por obra del cual cobra real uni- clínica auténtica, un relato patográfico
dad la integridad del proceso morboso, antropológica y biográficamente orienta-
en tanto que vicisitud de una existencia do es en rigor el diagnóstico, tal y como
humana; "un suceso -escribe Weizsa- Weizsacker propone entenderlo; un co-
cker- que de ordinario pone a contribu- nocimiento clínico cuya clave suprema
ción todas las fuerzas del paciente, por- es la interpretación: "La auténtica ver-
que el trabajo de hacer la enfermedad pue- dad de una historia clínica -escribe-
de ser tan exigente, que, como una empe- sólo puede ser experimentada, no de-
ñosa obra de creación, excluya de la vida mostrada; sólo expresada en una inter-
del enfermo cualquier otra actividad". pret.aci,ó, n, no comprobada en una obser-
En suma: para Weizsacker, el objeto vac10n.
material del diagnóstico es primaria- No será ociosa una rápida compara-
mente "un modo de ser del hombre" -de ción entre el pensamiento diagnóstico
un "sujeto"-, individualizado en "el de Weizsacker y el de Goldstein. Lo que
modo de ser hombre" que respecto del en éste era "intuición" (Schau), hácese en
ser pático y óntico del enfermo es la en- aquél "interpretación" (Deutung), y el
fermedad de que se trate. Y puesto que "relato de un curso biológico" se ha con-
la actividad del ser del hombre consiste vertido en "relato de una biografía". En
en vivir, Weizsacker se propone diagnos- definitiva, y pasando del puro conoci-
ticar un modo de vivir, del cual el desor- miento a la realidad conocida, la "subje-
den orgánico no pasa de ser un momen- tualidad substante" del sujeto de una es-
to constitutivo. pecie biológica ha venido a ser, asumida
en ella, la "subjetualidad suprastante" de
un sujeto personal. A esto es a lo que
h. Objeto formal Weizsacker propuso llamar "introduc-
El objeto formal del diagnóstico weiz- ción del sujeto en medicina"; última fase,
sackeriano -como el del diagnóstico como vimos, de la reconquista clínica
freudiano, respecto de las neurosis que del sujeto iniciada en la segunda mitad
Freud trató- es, naturalmente, el corres- del siglo XIX.
Actualidad 173

IV. LA MEDICINA mática y psíquica de la realidad del


PSICOSOMA TICA hombre y del enfermar humano. En
mayor o menor medida y de una u otra
Antes de 1940-1945, sólo esporádica- manera, todas las enfermedades son psi-
mente era empleado el adjetivo "psico- cosomáticas, aunque en tantas no sea vi-
somático" en la literatura médica. Cuen- sible o sea muy escaso el papel de la psi-
ta Fl. Dunbar que cuando por entonces cogenia. Esta era la actitud de los funda-
aparecía en alguna revista popular, iba dores de la revista Psychosomatic Medici-
siempre impreso en letra cursiva, con ne, en cuyo primer número y con carác-
ese tácito retintín del pueblo semiculto ter programático se decía: "Los fenóme-
ante las palabras polisilábicas y muy téc- nos psíquicos y somáticos ocupan su lu-
nicas; sixty four dollars words, "palabras gar en el mismo sistema biológico, y son
de sesenta y cuatro dólares", las llaman probablemente dos aspectos del mismo
-o llamaban- en los concursos radiofóni- proceso". Cuarenta años más tarde, no
cos de los Estados Unidos (23). Pocos puede decirse que haya cambiado mu-
años más tarde, el vocablo era impreso cho ese modo de partirse las opiniones
en todas partes con caracteres normales, de los médicos (24).
y se había impuesto como terminus tech- Dando por únicamente válida la se-
nicus en el lenguaje médico general. He- gunda actitud, dos interrogaciones sur-
cho elocuente: la creciente y aceptadora gen: ¿era un movimiento médico verda-
difusión de la revista en que tuvo su ór- deramente nuevo la medicina psicoso-
gano central el nuevo movimiento médi- mática?; ¿qué relación existe entre él y el
co -Psychosomatic Medicine, fundada en que en la Europa central ulterior a la
1939- dio lugar a que los editores de la Primera Guerra Mundial van jalonando
decimocuarta edición (1942) del presti- Groddeck, Ferenczi, Deutsch, los autores
gioso manual didáctico de Osler, Princi- de Psychogenese und Psychotherapie kor-
pies and Practice of Medicine, consagrase perlicher Symptome, G. von Bergmann y
un capítulo a la "medicina psicosomáti- los protagonistas de la escuela de Hei-
ca". Tratemos de entender lo que en ella delberg?
han sido y siguen siendo la idea y el ejer- En un estudio de 1948, Grundfragen
cicio del diagnóstico. medizinischer Anthropologie, Weizsacker
mira el pasado inmediato de la medicina
1. BREVE HISTORIA
con expresa conciencia histórica y dis-
tingue en él tres etapas sucesivas: "La
En la mente de quienes en los Estados primera -escribe- es el psicoanálisis; la
Unidos acuñaron el nombre, ¿qué era la segunda, la medicina psicosomática; a la
medicina psicosomática? Para algunos, tercera, nolens volens, la llamo medicina
la parte de la medicina que estudia las antropológica. Esta comprende a las dos
enfermedades no psiquiátricas en las anteriores como un porvenir actual, si
cuales es sobremanera evidente la corre- vale hablar así, encierra dentro de sí el
lación entre los síntomas somáticos y los pasado histórico. Trátase de un camino
síntomas psíquicos, así en cuanto a la gé- en el que hay que hacer, una tras otra,
nesis del proceso morboso como en todas las etapas, sin saltar sobre ningu-
cuanto a su configuración clínica. Ha- na". En el psicoanálisis hay, ciertamente,
bría, pues, enfermedades netamente psi- una interpretación de la enfermedad
cosomáticas y enfermedades puramente desde el punto de vista de su sentido;
orgánicas o no psicosomáticas. Con nue- pero sólo referida al campo clínico de
vo contenido y desde un nuevo punto de las neurosis, en el sentido fuerte de esta
vista, la medicina psicosomática no pasa- palabra, y todavía regida en su concep-
ría de ser una especialidad de la medici- tuación por los presupuestos gnoseológi-
na interna. Para otros, en cambio, la me- cos de la mentalidad científico-natural.
dicina psicosomática sería un modo nue- Tal como habitualmente se la entiende,
vo de considerar toda la medicina, más porque en su cultivo hay orientaciones
lúcido, cuidadoso y metódicamente ate- distintas, la medicina psicosomática vie-
nido que el tradicional a la condición so- ne a ser un compromiso entre el psico-
174 El diagnóstico médico

análisis y la patología científico-natural; Operó en primer término una eviden-


y aun cuando estudia la génesis y la con- te presión de la realidad clínica, en la
figuración de la enfermedad orgánica cual coincidían un fuerte incremento es-
coordinando el punto de vista somático tadístico de las enfermedades orgánicas
con el psíquico, lo hace sin prestar sufi- crónicas y la creciente importancia so-
ciente atención al sentido biográfico y cial de las enfermedades neuróticas;
transbiográfico del enfermar humano y aquél como consecuencia del éxito de la
sin haber descubierto que sólo mediante higiene y la terapéutica modernas en su
una adecuada y profunda transforma- lucha contra las enfermedades agudas,
ción de las tres instancias que en mutua esta otra como secuela de la agobiante
e indestructible conexión rigen la prácti- exigencia vital que la residencia y el
ca del médico, el saber, el poder y el di- trabajo en las grandes ciudades traen
nero, la ciencia, la política y la econo- consigo. El habitante de ellas se hace
mía, sólo así puede salirse de la crisis de pronto, y de manera habitual, man under
la medicina que la aparición del psico- stress, según el conocido epígrafe de R.
análisis comenzó a denunciar. Una y otra R. Grinker y J. P. Spiegel (25), "hombre a
cosa habría empezado a hacer la medici- prueba", conforme a la feliz expresión
na antropológica, y por esto es ella la que entre nosotros propuso J. Rof Car-
que constituye, siquiera sea incipiente- ballo (26). No es tan sólo un hecho pinto-
mente, la tercera etapa en el movimien- resco que el norteamericano medio diga
to de renovación de la medicina a que "mi psiquíatra" con la misma naturali-
da nervio teorético y práctico la "intro- dad con que dice "mi dentista".
ducción del sujeto". A la exigente presión de esa realidad
Tal secuencia en la historia reciente clínica se unió, en la tarea de interpre-
de la nosología humana exigiría situar el tarla médicamente, toda una serie de
estudio del diagnóstico psicosomático motivos intelectuales. Por lo menos, tres:
entre los que en páginas anteriores han la profunda penetración del psicoanáli-
sido dedicados al círculo médico vienés sis en la sociedad norteamericana, ya
y a la escuela heidelbergense. Nada más desde las conferencias de Freud en la
cierto. Pero un doble hecho, que la exis- Clark University (1909), pero sobre todo
tencia y la vigencia de la medicina psico- tras la llegada a los Estados Unidos de
somática norteamericana comenzasen no pocos psicoanalistas alemanes y aus-
cuando ya los maestros de Heidelberg triacos, a raíz del ascenso de Hitler al
habían publicado la totalidad o muy poder; la antigua y no interrumpida
buena parte de su obra, y que la "medici- atención de los hombres de ciencia nor-
na antropológica" haya sido escasamen-- teamericanos -sólo tres nombres como
te cultivada tras la muerte de Weizsac- muestra: W. James, W. B. Cannon y Fl.
ker, al paso que el "movimiento psico- Dunbar (27)- al tema de la expresión so-
somático" norteamericano ha seguido mática de las emociones; la dominante
extendiéndose, y no sólo en los Estados orientación conductista de la psicología
Unidos -con otro nombre y otros esque- en los Estados Unidos. Como pronto ve-
mas interpretativos, ¿qué sino medicina remos, el término behavior, "conducta"
psicosomática es la "medicina córtico- pertenece al vocabulario técnico de la
visceral" (K. M. Bykov) de la reflexología medicina psicosomática; y no parece ina-
pavloviana?-, me ha movido a adoptar decuado afirmar que esa palabra ocupa
en mi exposición un orden más bien cro- en la medicina psicosomática norteame-
nológico que sistemático: psicoanálisis, ricana un lugar semejante al que otras
círculo de Viena, escuela de Heidelberg dos, Sinn, "sentido", y Verstehen, "com-
y medicina psicosomática. prensión", a las cuales Weizsacker añadi-
¿En virtud de qué se produjo en Nor- rá Begreifen, "concepción", habían ocu-
teamérica el rápido auge de la medicina pado en la configuración de la medicina
psicosomática anteriormente indicado? antropológica tudesca. Una pregunta se
En mi opinión, tuvieron parte en él dos impone: ¿por qué no enlazar entre sí
órdenes de razones, uno de carácter clí- "conducta", "sentido", "comprensión" y
nico, otro de índole doctrinal. "concepción"?
Actualidad 175

2. EL DIAGNOSTICO PSICOSOMATICO ción de metas enuncia, en todo caso, el


contenido concreto del objeto material
Así constituída la medicina psicoso- del diagnóstico psicosomático.
mática, ¿qué fueron y qué siguen siendo
para ella la actividad de diagnosticar y el
conocimiento a que conduce? Intente- b. La forma del diagnóstico
mos verlo distinguiendo, como en casos ¿cómo este cúmulo de saberes explo-
anteriores, el objeto material y el objeto ratorios adquiere la forma que al juicio
formal del diagnóstico. diagnóstico técnicamente corresponde?
Con otras palabras: ¿en qué consiste el
objeto formal del diagnóstico psicoso-
a. La materia del diagnóstico mático?
El médico que ante un enfermo quiere La formalización habitual del diagnós-
proceder como "psicosomatólogo", ¿qué tico psicosomático que podemos llamar
es lo que se propone diagnosticar y, por clásico -Fl. Dunbar (32), F. G. Alexander
tanto, qué explora? Como para todo clí- (33), R. R. Grinker (34), D. T. Graham
nico exigente, el "qué" de su diagnóstico (35), J. H. Weiss (36)- comprende, esque-
se halla constituido por el estado en que máticamente considerada, dos modos y
la realidad del individuo enfermo habi- dos tiempos principales:
tual y ocasionalmente se encuentra y
por la relación entre él y su mundo cós- l. Si el autor piensa que en la prácti-
mico y social; pero, en este caso, la aten- ca clínica y en la realidad patológica hay
ción hacia el aspecto psíquico de la sin- "enfermedades psicosomátícas" y otras
tomatología, hacia la biografía del pa- que no lo son, su primera tarea consisti-
ciente y hacia las implicaciones sociales rá en distinguir unas y otras. Para ello,
de su vida será, como es obvio, mucho tratará de decidir si el cuadro clínico y
más viva y detenida. En consecuencia, la personalidad del enfermo estudiado
crecerá la importancia de la anamnesis, son "genéricamente psicosomáticos", si
y ésta adquirirá los caracteres que en la vale decirlo así. En opinión de P. Marty
sección subsiguiente han de ser consig- (37), la personalidad psicosomática se
nados. El clínico, en suma, trata de cono- hallaría constituida por seis notas funda-
cer síntomas y signos somáticos y psíqui- mentales: la escasa afectividad de las re-
cos, situaciones vitales de estrés, actitu- laciones objetales (por ejemplo, la que
des del enfermo ante su propia vida, su existe entre el paciente y el entrevista-
contorno social y su propia enfermedad, dor); el carácter acusadamente descripti-
lesiones orgánicas, agentes patógenos, vo y pragmático, carente de subjetivi-
secuencias procesales y -nota nueva- el dad, del "pensamiento operativo" (pen-
conjunto de las alteraciones neurofisio- sée opératoire); la alexitimia o dificultad
lógicas, endocrinológicas, inmunológicas en la descripción oral de los estados
y metabólicas que constituyen lo que emocionales; una normalidad psíquica
J. L. González de Rivera ha llamado "el aparente; la tendencia a la gesticulación
proceso psicosomático" (28), y otros au- corporal; la inercia de las asociaciones y
tores (W. F. Kiely [29], P. C. Wybrow y la consiguiente tendencia a la omisión
P. F. Silberfarb [30] y A. Amkraut y G. F. de detalles dramáticos o dolorosos en la
Saloman [31]) llaman "mecanismo desde entrevista médica; notas a las que podría
el estímulo simbólico hacia la respues- añadirse (J. A. Hoboon [38], H. Warnes
ta patofisiológica"; conocimiento que, [39]) la incapacidad del sueño y de la ac-
como más adelante veremos, tiene que tividad onírica para neutralizar las expe-
ser por ahora meramente analógico y riencias traumatizantes. Promovida y de-
conjetural, porque se basa sobre investi- sencadenada por la ocasional constela-
gaciones experimentales y clínicas que ción de factores causales que haya co-
sólo en muy pocos casos han dado lugar brado eficacia, la "enfermedad psicoso-
a la creación de pruebas exploratorias a mática" convertiría la predisposición ca-
las que técnica y formalmente quepa lla- racterológica en proceso morboso pro-
mar diagnósticas. Esta concisa enumera- piamente dicho.
176 El diagnóstico médico

Este, la "enfermedad psicosomática", boso, se integran y codeterminan tres


se caracterizaría por las siguientes pecu- momentos constitutivos: la especie mor-
liaridades: la evidencia y la importancia bosa que un clínico tradicional podría
que en su determinación y en su confi- diagnosticar en el caso en cuestión, bas-
guración posee la psicogenia, con el sub- te leer los nombres de las "enfermeda-
siguiente relieve de las alteraciones fun- des psicosomáticas" deslindadas por Ale-
cionales y los síntomas de conversión; la xander; la constitución del enfermo, en-
influibilidad psicológica del paciente; la tendida en su más amplio sentido; la
multicausalidad en la etiología, dentro pauta de conducta psicosocial que da fi-
de la cual resulta fácil distinguir, con H. gura típica a la biografía del paciente
Selye, sus "momentos sensibilizadores" y (Dunbar) o el tipo del conflicto desenca-
sus "momentos desencadenantes" o "pa- denante (Alexander). Como se ve, la me-
tógenos" en sentido estricto; y, en fin, la dicina psicosomática asume sin muy vi-
especificidad del cuadro clínico. Para Ale- sible discusión la noción de especie mor-
xander sólo habría siete enfermedades bosa, aun cuando no se contente con
típicamente psicosomáticas: la bronqui- ella. Pero la formalización del diagnósti-
tis asmática, el hipertiroidismo, la úlcera co que sus más representativos autores
péptica gastroduodenal, la colitis ulce- proponen, cno exigirá una atenta revi-
rosa, la artritis reumatoide, la hiperten- sión crítica de esa noción desde el punto
sión arterial esencial y la neurodermati- de vista de la clínica y la patología de
tis. orientación psicosomática, y no estará
2. Otra será conducta si el clínico pidiendo, por otra parte, una mayor pro-
piensa que toda enfermedad es realmen- fundidad en la tarea de individualizar y
te "psicosomática", porque en todas de- personalizar el conocimiento médico del
sempeña un papel nosogenético y confi- enfermo, en el sentido en que se movió
gurativo la correlación soma-psique; aun la "medicina antropológica" de Weizsac-
cuando, como es obvio, haya modos de ker?
enfermar en los cuales sea ese papel mu-
cho más notorio que en otros.
Sobre el concepto de- "especificidad" en V. lQUE ES EL DIAGNOSTICO?
medicina psicosomática se ha discutido
no poco. Entre la posición "generalista" Al término de los dos últimos capítu-
de Selye (40) (implícita en el nombre del los -"El proceso orgánico de la enferme-
"síndrome general de adaptación": sin dad" y "La vida del enfermo"-, parece
mengua de la peculiaridad de la reac- ineludible preguntarse por lo que sea el
ción patológica correspondiente a cada diagnóstico para los médicos de nuestro
estímulo, lo importante es la existencia siglo que formalmente han dicho lo que
de una reacción "general" del organismo piensan al pronunciar esa tópica pala-
a los estímulos más diversos), hasta las bra. A título de muestra, he aquí la serie
posiciones "especifistas" de Dunbar (41) de definiciones que en un reciente traba-
(la reacción morbosa es específica, y su jo crítico recogía K. Sadegh-zadeh (45).
especificidad depende del tipo caractero- L. Krehl: "Pertenece a un diagnóstico
lógico-biográfico de la persona reagente: destacar la suma de todo aquello que en
"perfiles" o "pautas de conducta", patterns un cuerpo enfermo se desvía de la nor-
of behavior: la asmática, la ulcerosa, la ma... Por consiguiente, todo lo que en un
coronaria, etc.), Alexander (42) (sustitu- enfermo es anormal, debe poder ser
ción de los "perfiles de la personalidad" resumido en el diagnóstico" (46); R. Koch:
de Dunbar por "conflictos inconscientes "El diagnóstico es una expresión de la
específicos"), o las ulteriores de R. S. La- suma de conocimientos que motiva al
zarus (43) y J. W. Mason (44), varias acti- médico para su actuación y su conducta"
tudes han sido expresadas. Acaso un exa- (47); L. S. King: "La decisión en cuya vir-
men sinóptico del problema conduzca a tud un determinado objeto pertenece o
pensar que en la estructura de la "espe- no pertenece a una o a otra clase, es lo
cificidad psicosomática" y, por tanto en la que constituye el diagnóstico" (48); R.
intelección diagnóstica del proceso mor- Gross: "Bajo el término diagnóstico se
Actualidad 177

entiende comúnmente el conocimiento tropológica de la enfermedad humana-


de una enfermedad" (49); H. Schaefer: en la materia y en la forma del juicio
"Al presupuesto de tal tratamiento, esto diagnóstico.
es, al descubrimiento de las causas (der Volvamos a lo que al comienzo de esta
"Aitions"), de lo culpable (des "Schuldi- sección se dijo. Sea cualquiera el modo
gen'?, de las últimas causas en una cade- de expresar o definir lo que ante el en-
na patogenética de procesos morbosos, a fermo hacen o creen hacer, los médicos
esto llamamos diagnóstico" (50); D. A. W. de los últimos cincuenta años han enten-
Edwards: "Con la palabra diagnóstico yo dido el diagnóstico conforme a dos pau-
entiendo la clase a que el paciente debe tas epistemológicas y metódicas, corres-
ser referido" (51); J. G. Scadding: "Diag- pondientes a otros dos modos de enten-
nóstico es la determinación de lo que en der la enfermedad. Según uno, el enfer-
el paciente no va bien" (52); P. Ross: "El mar no es más que el conjunto de sínto-
diagnóstico es el compendio de la creen- mas y signos en que se hace patente un
cia médica en las enfermedades que pa- desorden orgánico (lesión anatómica o
dece el enfermo" (53). lesión bioquímica); actitud mental en la
Basta una rápida lectura qe esas defi- cual se aunarían con variable armonía la
niciones para advertir la variedad de los mentalidad anatomoclínica de un Char-
puntos de vista que las presiden y la di- cot, la fisiopatológica de un Naunyn, la
ferencia entre los niveles de exigencia etiopatológica de un Widal, la patológi-
intelectual en que sus autores se han si- co-constitucional de los Martius, Eppin-
tuado. Hav criterios de carácter más ger y Hess y Julius Bauer; y al servicio
bien cogn scitivo (Krehl, King, Gross, de ellas, las refinadas técnicas explorato-
Edwards, Ross) y de carácter más bien rias de los últimos decenios. Según el
operativo (Koch, Schaefer); el conoci- otro, el enfermar es también y en primer
miento diagnóstico es referido en ciertos término un modo anómalo de vivir, en-
casos a la observación (Krehl, Koch, tendido con mentalidad puramente bio-
Gross) y en otros a la creencia (Ross); lógica (von Monakow, Goldstein) o con
unas veces es entendido el diagnóstico mentalidad formalmente antropológica
como catalogación o rotulación (King, (los clínicos y patólogos de la línea que
Edwards) y otras como intelección de un va desde Freud hasta V. von Weizsacker
proceso de causas y efectos (Schaefer); a y la medicina psicosomática). Nuestro
la precisión descriptiva de la "clase" problema consiste, por tanto, en saber si
(King, Edwards) se opone la vaguedad son hoy posibles una teoría y una praxis
de "lo que en el paciente no va bien" del diagnóstico en cuya estructura se
(Scadding); la serie de los datos exigibles reúnan unitariamente y en el actual ni-
para el diagnóstico es indefinida (Krehl) vel de la técnica y la lógica médicas am-
o netamente circunscrita (King); en oca- bas actitudes. Mas para ello será preciso
siones, hasta la cuasiteológica expresión examinar con algún detalle cuál es el es-
"última causa" llega a emplearse (Schae- tado actual de la técnica exploratoria y
fer)... Es, pues, bien comprensible, que qué dicen sobre el acto de diagnosticar
varios autores recientes, y ante todo los actuales lógicos del pensamiento mé-
aquellos cuya mente se halla formada en dico.
el rigor epistemológico y lógico de la ac-
tual teoría de la ciencia (T. R. Sarbin, NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
H. Westmeyer, K. Sadehg-zadeh, W. Wie-
land, E. A. Murphy) hayan tratado de re- l. J. de Letamendi, Patología general I (Madrid,
plantear en términos más racionales y 1883), pág.416.
2. A. Gimeno, Patología general (Valencia, 1886),
más precisos la conceptuación de la acti- pág. 68.
vidad diagnóstica. Aunque, como en pá- 3. L. Corral, Elementos de Patología general, 2.ª
ginas ulteriores veremos, no siempre ed. (Valladolid, 1904), pág. 168.
con la debida atención a los requeri- 4. S. Freud, "Autobiografía", en Obras Completas,
trad. esp. (Madrid, 1948), II, 924. En lo sucesi-
mientos clínicos e intelectuales que pide vo, O. C..
la inclusión del "modo de vivir" -por 5. Texto citado por J. M.ª López Piñero y J. M.
tanto: la consideración estrictamente an- Morales Meseguer, en Neurosis y psicoterapia.

13
178 El diagnóstico médico
Un estudio histórico (Madrid, 1970), págs. 227- (Leipzig, 1940), Der kranke Mensch. Eine Ein-
230. führung in die medizinische Anthropologie
6. "Estudios sobre la histeria", O. C., I, 53 y 105- (Stuttgart, 1951) y Pathosophie (Góttingen,
106. 1956); entre sus colecciones de historias clíni-
7. Ibíd., O. C., I, 79. Dando un paso más en la "in- cas de orientación formalmente antropológi-
troducción de la subjetualidad suprastante en ca, Klinische Vorstellungen (Stuttgart, 1941),
medicina", Freud distingue tres modos en la Falle und Probleme. Anthropologische Vorle-
sensación y la descripción del dolor somático sungen in der Medizinischen Klinik (Stuttgart,
-el dolor orgánico, el neurasténico y el histéri- 1947) y la primera parte del antes citado Der
co-, según la manera como el sujeto lo siente kranke Mensch. Remito también al libro colec-
y lo hace "suyo". tivo con que se conmemoró su septuagésimo
8. "Historiales clínicos", O. C., II, 514-515. aniversario Viktor van Weizsiicker. Arzt im Irr-
9. "La herencia y la teoría de las neurosis", O. C., sal der Zeit (Gottingen, 1956), así como a la
I, 205; "Historiales clínicos", O. C., II, 515. excelente y ya mencionada (nota 17) diserta-
10. "Historiales clínicos", O. C., II, 514. ción inaugural de M. Kütemeyer y al capítulo
11. "Estudios sobre la histeria", O. C., I, 93. "Patografía y vida" rle mi libro La historia clí-
12. Ibíd., O. C., I, 103. nica.
13. G. Groddeck, Psychische Bedingtheit und psy- 20. C. Fr. von Weizsacker, "Gestaltkreis und Kom-
choanalytische Behandlung organischer Krank- plementarietat", en Arzt im Irrsal der Zeit; re-
heiten (Leipzig, 1918), reproducido en La mala- cogido poco después en el libro Zum Weltbild
die, l'art et le symbole (París, 1969). der Physik, 7. Auflage (Stuttgart, 1958).
14. El trabajo inicial de S. Ferenczi está recogido, 21. "Stücke einer medizinischen Anthropologie",
bajo el título de "The phenomena of hysterical Die Kreatur, II, 1928. Estudio recogido en Arzt
materialization", en el libro Further Contribu- und Kranker (Leipzig, 1941).
tions to the Theory and Technique of Psycho- 22. M. Kütemeyer, op. cit., pág. 104.
analysis (London, 1950). 23. Fl. Dunbar, Synopsis of psychosomatic Diagno-
15. F. Deutsch, "Die Bedeutung psychoanalytis- sis and Treatment (St. Louis, 1948). El término
cher Kenntnisse für die innere Medizin", Mitt. "psicosomático" fue creado por el psiquiatra
der Gesellsch. für innere Med. und Kinderheil- Joh. Chr. Aug. Heinroth (Lehrbuch der Storun-
kunde, XXI (1922), 23-24, y "Der gesunde und gen des Seelenlebens, Leipzig, 1818).
der kranke Korper in psychoanalytischer Be- 24. Una visión sumaria de la historia del movi-
trachtung", Int. Ztschr. Psych. VIII (1922), 290. miento psicosomático ulterior a 1939 puede
16. Psychogenese und Psychotherapie korperli- verse en los artículos de Z. J. Lipowski, "Psy-
cher Symptome, van R. Allers, J. Bauer, chosomatic Medicine: Current Trends and Cli-
L. Braun, R. Heyer, The. Hoepfner, A. Mayer, nical Applications", y E. D. Wittkower, "Histo-
C. Pototzky, P. Schilder, O. Schwarz, J. Strand- rial Perspective of Contemporary Psychoso-
berg, hersausg. von O. Schwarz (Wien, 1925). matic Medicine", ambos en Psychosomatic Me-
Acerca de la significación histórica de este li- dicine. Current Trends and Clinical Applica-
bro, véase el mío La historia clínica. tions, edit. by Z. J. Lipowski, D. R. Lipsitt and
17. Sobre este giro de Krehl y su importancia his- P. C. Whybrow (New York, 1977). Véase tam-
tórica, véase además de mi libro La historia bién el Lehrbuch der Psychosomatischen Medi-
clínica, la Disertación inaugural de M. Küte- zin, herausg. von Th. v. Uexküll (München-
meyer Anthropologische Medizin oder die Ents- Wien-Baltimore, 1979).
tehung einer neuen Wissenschaft (Heidelberg, 25. R. R. Grinker and J. P. Spiegel, Men under
1973). Las publicaciones de Krehl en que por Stress (Filadelfia, 1945).
vez primera se manifiesta la nueva actitud de 26. J. Rof. Carballo, "El hombre a prueba", Actas
su mente son "Ueber Standpunkte in der in- lusoesp. de Neur. y Psiq. VI (1947), 180.
neren Medizin", Münch. med. Wschr. 73 (1926), 27. La extensa difusión del libro de Fl. Dunbar
1547, y "Krankheitsform und Personlichkeit", Emotions and bodily changes (3.ª ed., New
Deutsche med. Wschr. 104 (1928), 1745. Otras York, 1946) abrió un fácil y amplio camino a
expresiones bibliográficas de este incipiente la del movimiento psicosomático.
giro del pensamiento médico son las publica- 28. J. L. González de Rivera, "Psicosomática", en
ciones de G. R. Meyer, Das korperlich- J. L. González de Rivera, A. Vela y J. Arana,
seelisches Zusammenwirken in den Lebensvor- Manual de Psiquiatría (Madrid, 1980).
giingen (München, 1925), K. Fahrenkamp, Die 29. W. F. Kiely, "From the Symbolic Stimulus to
psychophysische Wechsel wirkung bei den Hy- the Pathophysiological Response: Neurophy-
pertonie-Erkrankungen (Stuttgart, 1926) y siological Mechanismus", en Lipowski, Lipsitt
L. Alkan, Anatomische Organkrankheiten aus y Whybrow, op. cit., 206-218.
seelischer Ursache (Stuttgart, 1930). 30. P. C. Whybrow y P. F. Silberfarb, "Neuroendo-
18. R. Siebeck, Medizin in Bewegung. Klinische crine Mediating Mechanismus: from the Sym-
Erkenntnis und iirztliche Aufgabe (Stuttgart, bolic Stimulus to the Pathophysiological Res-
1949). Véase además su excelente capítulo ponse", en Lipowski, Lipsitt y Whybrow, op.
"Neurosen", en el Lehrbuch der Inneren Medi- cit., 219-227.
zin, hersausg. von H. Assmann und G. von 31. A. Amkraut y G. F. Salomon, "From the Sym-
Bergmann, 3.ª ed. (Berlín, 1936). bolic Stimulus to the Pathophysiological Res-
19. Entre las obras de carácter teorético de ponse: Immune Mechanisms", en Lipowski,
V. von Weizsacker, me atrevo a destacar: Lipsitt y Whybrow, op. cit., 228-250.
Aerztliche Fragen (Leipzig, 1935), Studien zur 32. Fl. Dunbar, Psychosomatic Diagnosis (New
Pathogenese (Leipzig, 1935), Der Gestaltkreis York, 1943).
Actualidad 179

33. F. J. Alexander, Psychosomatic Medicine (New llock, eds., Psychosomatic Specificity I (Chica-
York, 1950). go, 1968).
34. R. R. Grinker, Psychosomatic Research (New 43. R. S. Lazarus, Psychological Stress and the Co-
York, 1953). ping Process (New York, 1966).
35. D. T. Graham, "Psychosomatic Medicine", en 44. J. W. Mason, "A re-evaluation of the concept
Handbook of Psychophysiology, edit. by N. S. non-specifity in stress theory", J. Psychiatr. Re-
Greenfield and R. A. Sternbach (New York, search 8 (1971), 323-333.
1972). 45. K. Sadegh-zadeh, "Grundlagenprobleme einer
36. J. H. Weiss, "The current state of the concept Theorie der klinischen Praxis. Teil 01: Explika-
of a psychosomatic disorder", Intem. J. Psy- tion des medizinischen Diagnosebegriffs", Me-
chiatry in Medicine 5 (1974), 473-481. lamed 1 (1977), 76-102.
37. P. Marty, "La rélation objectale allergique", 46. L. Krehl, Ueber die Entstehung der Diagnosen
Rev. franr;. psych. 22 (1969), 5-33 y Les mouve- (Tübingen, 1903).
ments individuels de la vie et de la mort (Paris, 47. R. Koch, op. cit.
1976). 48. L. S. King, "What is a diagnosis?" J. Am. Med.
38. J. A. Hobson and R. W. Me Carley, "The brain Assoc. 202 (1967), 714-717.
as a dream state generator", Amer. J. Psychia- 49. R. Gross, Medizinische Diagnostik. Grundlagen
try, 134 (1977), 1335-1348. und Praxis (Berlin-Heidelberg-New-York,
39. H. Warnes, "An integrative model for the 1969).
treatment of psychosomatic disorders", en SO. H. Schaefer, "Das Problem der Diagnose",
F. Antonelli, Therapy in Psychosomatic Medici- Med. Welt 22 (171), 681-686.
ne. Proceedings of the 3 rd Congress of the Inter- SI. D. A. W. Edwards, "Discriminative information
national College of Psychosomatic Medicine in diagnosis", Proc. Royal Soc. Med. 64 (1971),
(Roma, 1975). 676-677.
40. H. Selye, The Stress of Life (New York, 1956) y 52. J. G. Scadding, "The semantics of medica!
Stress without Distress (Philadelphia, 1974). diagnosis", Int. J. Biomed. Comp. 3 (1972),
41. En Psychosomatic Diagnosis. 83-90.
42. En el libro antes citado y, más recientemente, 53. P. Ross, "Computers in medica! diagnosis",
en F. Alexander, T. M. French and G. E. Po- CRCCrít. Rev. Radial. Sci. 2 (1972), 197-243.
SECCION II

EL METODO DEL DIAGNOSTICO

Vimos al comienzo de nuestro estudio Ese método será plausible cuando sa-
cómo la aparición de una conciencia me- tisfactoriamente garantice un conoci-
tódica -la tácita o expresa necesidad de miento "científico" -esto es: pulcramen-
poseer un procedimiento de indagación te atenido a hechos de observación y
que simultáneamente permita encontrar a la ordenación racional de éstos- de
algo, asegurar en mayor o menor medi- aquello que al clínico le importa cono-
da la verdad de lo que se encuentra y ga- cer: el desorden que en el organismo del
rantizar con mayor o menor certidum- enfermo da lugar al cuadro sintomático
bre el progreso del conocimiento- fue y la constelación de las causas -ambien-
condición necesaria para que un genui- te físico, agente patógeno y terreno re-
no arte diagnóstico apareciese en la Gre- ceptivo- determinantes de ese desorden.
cia del siglo v a. C. Con altibajos en su En la literatura científica y filosófica de
claridad, su intensidad y su articulación, la Alemania de fines del siglo XIX y co-
esa conciencia metódica ya no desapare- mienzos del siglo XX era frecuente el sin-
cerá de la mente del clínico; pero habrán tagma Begriff und Methode, "concepto y
de llegar los siglos XVII y XVIII para que método", y con él la convicción expresa
empiece a cobrar carácter moderno, y el o tácita de que la partícula und, "y", no
siglo XIX para que, con el ya resuelto actúa en este caso como simple conjun-
propósito de convertir a la medicina en ción copulativa, sino como signo verbal
"verdadera ciencia", se haga parte inte- de la estrecha conexión existente entre
gral de la formación del médico y dé lu- la idea que acerca de la realidad opera-
gar (Oesterlen, Bieganski) a una refle- ba en la mente del hombre de ciencia,
xión metódica acerca de lo que lógica- por un lado, y el método con el cual éste
mente sean la exploración del enfermo y había de llevar a cabo su investigación,
el razonamiento ante él. Así se llega a los por otro. Pues bien: ese mismo sintagma
primeros decenios de nuestro siglo, en y esa misma convicción regían la actitud
cuya medicina, anteriormente ejemplifi- del clínico de los primeros decenios de
cada en los nombres de Osler, Widal, nuestro siglo ante la idea del diagnóstico
Naunyn y Baccelli, pareció haber crista- que acabo de recordar.
lizado un esquema definitivamente váH- El método del diagnóstico "científico"
do para el entendimiento y la realización se hallaría compuesto por dos activida-
de la actividad diagnóstica. Sólo técnico des sucesivas: la exploración (obtención
y aditivo podría ser en ella el progreso. metódica de los datos sobre que debe

181
182 El diagnóstico médico

apoyarse la conclusión diagnóstica: los camente no sólo la lesión orgánica que


Untersuchungsmethoden de que hablaba padece el sujeto y el agente causal de
el clásico libro de Sahli) y la inferencia ella, también la vida personal y social
(la actividad mental, a la postre inducti- del enfermo, en cuanto tal enfermo.
va, en cuya virtud el clínico llega a cono- 2. La obtención de un conocimiento
cer la causa inmediata y la causa externa científico que no sea simple contempla-
del proceso morboso diagnosticado); in- ción descriptiva de la realidad que se
ferencia cuyo resultado sería la precisa trata de conocer, lleva consigo una inter-
formulación verbal del juicio diagnósti- vención del observador en la realidad
co: "estenosis mitral de origen reumáti- misma observada, y por tanto cierta mo-
co y bien compensada". El progreso del dificación de ésta. Se sabía, por supues-
arte de diagnosticar consistiría tan sólo to, que el resultado de la pura observa-
en la invención de métodos explorato- ción depende de la intención y la aten-
rios cada vez más finos y más seguros. ción del observador. Entre los múltiples
No obstante su patente intención crítica aspectos de un bósque -decía R. Koch, a
e innovadora, hasta el ya mencionado li- título de ejemplo- sólo fresas ve o no ve
bro de Richard Koch, Die aerztliche Diag- el buscador de fresas. Lo que no se sabía
nose (1920), a tal visión de las cosas se es que sólo interviniendo en ella y modi-
atiene. Claramente lo veremos al estu- ficándola de uno u otro modo es posible
diar las técnicas de la inferencia. conocer científicamente la estructura de
He aquí, sin embargo, que tanto la cualquier realidad.
idea acerca de la realidad a que el diag- 3. La inexorable y diversa socializa-
nóstico se refiere, como la concepción ción de la práctica médica -sea o no sea
de lo que respecto de la realidad conoci- socialista, en el sentido estricto del tér-
da es su conocimiento científico, han mino, la sociedad en cuestión- ha hecho
traído a la teoría y a la práctica de la me- ver que la formulación del juicio diag-
dicina novedades sólo muy incipientes o nóstico, además de ser la expresión de
sólo apenas sospechables al término de un conocimiento, tiene carácter opera-
la Primera Guerra Mundial. Por lo me- cional y debe variar, por tanto, con el fin
nos, y en lo que a nuestro tema concier- que médica y socialmente cumpla. Con
ne, las tres que en páginas anteriores lo cual esa formulación se ha constituido
han quedado implícitas o esbozadas: en problema para los médicos real y ver-
daderamente atenidos a la realidad de
l. Si el médico es clínica e intelec- su quehacer.
tualmente ambicioso, si no se conforma,
por tanto, con repetir rutinariamente las Veamos, pues, cómo la medicina ac-
ideas nosológicas, los métodos explora- tual entiende las técnicas de la explora-
torios y las pautas mentales de la medi- ción y de la inferencia, y cómo se sitúa
cina anterior a esa fecha, se sentirá mu- ante el problema de la formulación del
chas veces obligado a conocer diagnósti- diagnóstico.
Capítulo I

Técnica de la exploración

Si como ejemplo de lo que por los sus allegados, y cuyos datos se relacio-
años de la Primera Guerra Mundial era nan directamente con la enfermedad en
la exploración clínica tomamos la sexta cuestión". A continuación, y tras unas so-
edición del célebre y prestigioso Lehr- meras instrucciones para la buena prác-
buch der klinischen Untersuchungsmetho- tica de la anamnesis, Sahli dedica poco
den, de H. Sahli, pronto advertiremos más de una página a exponer el examen
que, sin perjuicio de las variantes que el de lo que él llama "Estado general del
caso impusiera, la pauta canónica de di- enfermo" (significación de su permanen-
cha exploración se ajustaba al siguiente cia en cama, expresión de la fisonomía,
orden: anamnesis, inspección (compren- estado psíquico -tres líneas-, posiciones
didos en ella la determinación de la tem- activas y pasivas del enfermo) y pasa a
peratura y el examen de la respiración), las reglas para la exploración de la cons-
voz y tos, examen de pulso (palpación, titución somática y el estado nutritivo
esfigmografía y esfigmomanometría), (peso, forma del tórax, forma y dimen-
percusión, auscultación, exploración de siones de la cabeza) y para la inspección
los distintos aparatos y sistemas, orina, de la piel. Y con amplitud creciente, si-
esputos, sangre, endoscopias, punciones gue la exposición de los puntos antes
de prueba (1). "Cuando se trata de esta- mencionados.
blecer el diagnóstico de una enfermedad Basta tan sumario apunte para adver-
-comienza diciendo ese clásico Lehr- tir lo que se propone Sahli: que el médi-
buch- lo primero que hacemos es inte- co aprenda a explorar a sus enfermos
rrogar al enfermo o a sus más próximos para diagnosticar "científicamente" la le-
allegados sobre los datos subjetivos y sión orgánica determinante de la enfer-
objetivos que hayan podido observarse y medad y el agente patógeno de ésta; in-
la manera como éstos han ido presen- cluso la anamnesis debe hallarse metó-
tándose. Estos datos... constituyen la dicamente ordenada al cumplimiento de
anamnesis, la cual consta de dos partes: ese fin. La exploración psíquica del pa-
la primera... consiste en la historia del ciente, piensa tácitamente Sahli, debe
enfermo hasta el momento en que el mé- ser cosa del psiquíatra, no del internista.
dico comienza a ocuparse de él, y la se- Pero esta concepción de la exploración
gunda es la confirmación anamnéstica, clínica, ¿acaso no se mantiene intacta en
inseparable del examen objetivo, de cier- nuestro tiempo, bajo las grandes y copio-
tos síntomas indicados por el enfermo o sas novedades técnicas desde entonces

183
184 El diagnóstico médico

surgidas? Sin duda; y esto nos obliga a patógenas, quistes de lamblia; análisis de
dividir el estudio de la actual técnica de orina, ácido 5-hidroxilindoacético en ori-
la exploración diagnóstica en dos aparta- na; examen radiológico de tórax, estóma-
dos, estrictamente correspondientes a go, intestino delgado y colon, biopsia
los que nos sirvieron para expresar la ac- yeyunal y test de tolerancia a la lactosa.
tual visión de la realidad diagnosticada: Otras determinaciones como pruebas
la exploración del desorden orgánico y funcionales pancreáticas, cultivo del as-
la del modo de vivir. pirado duodenal, coloscopia y prueba de
Schilling, podrían ser realizadas, si así lo
exigieran ciertos hallazgos" (2). No sería
l. EXPLORACION difícil añadir a éste otros ejemplos aná-
DEL DESORDEN ORGANICO logos.
Frente a la casi inacabable cantidad
Dos manuales didácticos ya menciona- de los datos exploratorios consignados
dos, Medizinische Diagnostik. Grundlagen hoy en los tratados de "química clínica",
und Praxis, de R. Gross (1968), y Rational "microbiología clínica", "diagnóstico clí-
Diagnosis and Treatment, de H. R. Wulff nico por el laboratorio", etc. -los dos an-
(1976), pueden servir como espejo de lo tes citados, el de Tietz y el de Todd-
que hoy son las técnicas exploratorias, Sanford, pueden servir de modelo-, se-
cuando lo que el médico trata de diag- ría aquí de todo punto improcedente
nosticar no pasa de ser el desorden orgá- una lista nominal, ni siquiera muy selec-
nico en que la enfermedad tiene su cau- tiva, de las técnicas que les correspon-
sa inmediata. den. Una cosa haré: tomar el manual de
Un ejemplo de Wulff, que no resisto la Gross y el de Wulf como exponentes de
tentación de copiar, muestra elocuente- lo que actualmente es para muchos mé-
mente lo que los datos exploratorios han dicos la técnica de la exploración clínica,
llegado a ser en la que el propio Wulff y glosar con brevedad las cuestiones
llama "edad tecnológica": "Al terminar la principales que uno y otro plantean.
década de los veinte, ante un paciente
con diarrea grave y persistente y ane-
l. CLASIFICACION DE LOS DATOS
mia, y aparte la exploración rutinaria, en
EXPLORA TORIOS
mi hospital (Gentofte University Hospital
de Copenhague) se llevaban a cabo las El médico necesita conocer, ante todo,
siguientes investigaciones paraclínicas: los términos y los conceptos que presi-
hemoglobina, índice de coloración, leu- den su actividad exploratoria: síntoma
cocitos, recuento diferencial, reacción de (subjetivo u objetivo; premonitorio, ini-
Wassermann, pruebas de bencidina y ca- cial, actual, tardío, residual; específico o
talasa en las heces, radiografía del tórax, inespecífico), síndrome (3), signo físico,
papilla de bario (con paso hasta el co- hallazgo paraclínico, parámetros (o fac-
lon) y análisis de orina. Hoy, un paciente tores condicionantes) del diagnóstico
admitido con el mismo cuadro clínico (4); mas también debe saber ordenar co-
muy bien podría ser sometido al siguien- rrectamente, según lo que por naturale-
te programa exploratorio: velocidad de za son y lo que clínicamente significan,
sedimentación globular, hemoglobina, los datos que la exploración le ofrece. A
glóbulos rojos, leucocitos, recuento dife- mi modo de ver, cuatro grandes grupos
rencial, cifra de reticulocitos, volumen pueden ser discernidos:
corpuscular medio, concentración he-
moglobínica corpuscular media, hierro a. Visualización del desorden
sérico y capacidad de fijación de hierro, orgánico
ácido fólico, B12, calcio, fosfatos, sodio,
potasio, cloruros, bicarbonato, proteínas, Datos por los que el desorden orgáni-
electroforesis y creatinina; transamina- co se hace directamente o indirectamen-
sas séricas, fosfatasa alcalina y bilirrubi- te visible. Vimos en la sección preceden-
na, tiroxina sérica; examen de las heces: te cómo la visualización indirecta o di-
grasas, hemorragias ocultas, bacterias recta de la lesión interna -la conversión
Actualidad 185

de la "patología interna" en "patología laennequiano; no sólo por el gran pro-


externa", según la fórmula de Laennec- greso de la radiografía de contraste y la
fue la meta principal del diagnóstico tomografía, también, y sobre todo, por la
anatomoclínico, y examinamos sumaria- importante innovación cualitativa que
mente el rápido incremento de las técni- en esta última ha introducido la compu-
cas conducentes a esa meta, desde la tarización ("tomografía axial computari-
percusión de Auenbrugger y la ausculta- zada" o scanner, término que habría que
ción de Laennec hasta los finos diagnós- castellanizar como "escáner"). La conce-
ticos neurológicos, los exámenes endos- sión del Premio Nobel de Medicina
cópicos, la exploración radiológica, las (1979) a los dos creadores del método, el
laparotomías exploratorias y las biopsias norteamericano A. M. Cormack y el bri-
de los primeros decenios de nuestro si- tánico G. N. Hounsfield, ha dado reso-
glo. Con sus dedos (la palpación como nancia universal y popular a esta técni-
recurso para visualizar táctilmente un ca, que en los años inmediatamente an-
desorden orgánico interno), con su oído teriores a esa distinción ya se había di-
(percusión y auscultación como técnicas fundido en los hospitales de vanguardia
para ver lo oculto a través del sonido) o del mundo entero. Un conjunto de recur-
con sus propios ojos, de ordinario ayu- sos técnicos -introducción del cuerpo
dados con técnicas instrumentales idó- del paciente dentro de un tubo cilíndri-
neas (micrografía en las biopsias, tubos co, proyección de los rayos X mediante
para la iluminación y la visión de las ca- un sistema de radiación que gira alrede-
vidades en las endoscopias, imágenes di- dor de dicho cuerpo, colección de los ha-
rectas o por contraste en la pantalla ra- ces de salida por un sistema de detecto-
dioscópica o en la placa radiográfica), res dispuestos a lo largo del perímetro
el clínico de 1920 era capaz de realizar el de una circunferencia, recogida de la in-
ideal laennequiano hasta límites que el formación así obtenida en un computa-
propio Laennec no pudo imaginar. dor, que se encarga de mezclarla según
Acaso podamos decir otro tanto res- pautas matemáticamente programadas-
pecto de los avances que la visualización permite obtener, entre otras cosas, imá-
del desorden orgánico ha experimenta- genes seriadas de secciones transversa-
do desde esa fecha. Las técnicas en- les del organismo, cuya separación lon-
doscópicas (gastroscopia, enteroscopia, gitudinal varía entre medio centímetro y
broncoscopia, cistoscopia) han progresa- dos centímetros, según la masa de la re-
do muy notablemente. La micrografía gión que se explora (5). Las perspectivas
diagnóstica se ha extendido al análisis que para la visión directa de la lesió11
estructural de los cromosomas, tanto anatómica ha abierto el escáner son
para la identificación génica de ciertas realmente fabulosas.
enfermedades congénitas como para la No tan espectaculares como las del es-
discriminación etiológica de cuadros clí- cáner, pero más finas que las suyas han
nicos cuyo condicionamiento génico se sido las precisiones localizatorias última-
desconocía (por ejemplo, la detección mente obtenidas mediante el electro-
del "cromosoma de Filadelfia" en cierta cardiograma. Pero, como dije, no es mi-
variedad de las mielosis crónicas). La sión de estas páginas enumerar una a
ecografía permite hoy una fina delimita- una todas las técnicas para la localiza-
ción de zonas del organismo cuya forma ción de la lesión hoy vigentes, sino seña-
o cuya consistencia se han alterado pato- lar el grado de resolución a que en el lo-
lógicamente. Gracias a la gammagrafía y gro de ese empeño se ha llegado -combi-
al empleo de los radioisótopos, las posi- nando entre sí técnicas bioquímicas, bio-
bilidades de detectar y localizar ciertas físicas y microscópicas, ya es en muchos
lesiones anatómicas -difusión de tumo- casos posible detectar in vivo el desor-
res, alteraciones tiroideas, etc.- se han den intracelular en que la enfermedad
ampliado en medida muy considerable. tiene su causa inmediata- y, sobre todo,
Ha sido el campo de la exploración ra- indicar la significación clínica que los
diológica, sin embargo, donde más fasci- tratadistas actuales conceden a este gru-
nantemente se ha realizado el viejo ideal po de datos exploratorios.
186 El diagnóstico médico

En los cuatro siguientes puntos puede Horvath (7) "distorsión del diagnóstico"
ser resumido el sentir de los más avisa- (bias of the diagnosis). 4.0 En la valora-
dos: 1.0 Puesto que la imagen directa o ción diagnóstica de cualquier dato des-
indirecta de la lesión sólo nos ofrece el criptivo, y más cuando lo conoce a tra-
aspecto de ésta en el momento de la vés de un informe paraclínico -del ra-
exploración, y puesto que, como dice diólogo, del histopatólogo-, el clínico de-
Gross, el juicio diagnóstico "se hunde en berá preguntarse por la fiabilidad de la
la dimensión del tiempo" -tiempo de la interpretación que se le brinda. La "va-
evolución de la lesión desde su origen riación del observador" (observer varia-
remoto, tiempo del proceso de la enfer- tion), que puede depender de la diferen-
medad-, el médico debe en principio cia de criterio o de atención entre obser-
abstenerse de formular su diagnóstico vadores distintos (inter-observer varia-
sólo dando un nombre a lo que entonces tion) o entre dos situaciones vitales de
percibe. Como dice K. E. Rothschuh, el un mismo observador (intra-observer va-
clínico suele llegar al segundo o el tercer riation), está siendo cuidadosamente in-
acto del drama de la enfermedad (6); y si vestigada; y, contra lo que ligeramente
bien esto no le exime de formular su jui- pudiera pensarse, la frecuencia de los
cio sobre la pieza a que asiste, debe ha- asertos falsos, tanto positivos ("esta ima-
cerlo teniendo en cuenta lo que acaeció gen radiológica es de un pulmón tu-
-o debió de acaecer- antes de su inter- berculoso") como negativos ("esta ima-
vención y lo que acaso acaezca después gen radiológica no es de un pulmón tu-
de ella. 2.0 Puesto que la percepción di- berculoso"), se ha mostrado muy consi-
recta o indirecta de la lesión sólo permi- derable (W. J. Hovarth: test de Papanico-
te un conocimiento descriptivo, y puesto laou; J. Yerushalmy y cols.: [8]: diagnósti-
que sólo debidamente cuantificado pue- co radiográfico de la tuberculosis pul-
de hacerse científico un conocimiento, el monar; L. J. Witts [9] y L. B. Lusted [10]:
médico, sin perjuicio de utilizar diagnós- estudio general del problema).
tica y terapéuticamente el dato que la
exploración le ofrece, procurará consi- h. Cuantificación de las constantes
derar como saber provisional lo que biológicas
acerca de la realidad del organismo en-
fermo le dicen sus sentidos, incluso Datos consistentes en la cuantifica-
cuando éstos reciben ayuda instrumen- ción de una constante biológica. La ex-
tal. El paso de la "cruda empiria" a la ploración hace ahora conocer la cifra
disciplina estadística, escribe Rothschuh, -patológica, por su cuantía- a que con-
es en nuestro tiempo una necesidad his- duce la medida instrumental de una de-
tórica. 3.0 El médico evitará utilizar diag- terminada magnitud orgánica; mensura-
nósticamente los nombres de los signos ciones mecánicas, volumétricas, térmi-
físicos que la exploración le haya hecho cas, eléctricas, químicas, etc. Desde Gali-
descubrir: la exploración física del tórax leo, San torio y John Floyer -medición de
permite conocer una infiltración pulmo- la temperatura corporal y de la frecuen-
nar y no una "neumonía", un derrame cia del pulso-, gran número de constan-
pleural y no una "pleuritis"; la sensibili- tes fisiológicas habían sido cuantifica-
dad a la presión en el punto de MacBur- das, con la consiguiente aplicación clíni-
ney, simple signo exploratorio, no equi- ca del hecho, hasta los primeros dece-
vale a un diagnóstico de "apendicitis", nios de nuestro siglo. De nuevo puede
etc. (R. Gross). Especial frecuencia alcan- servir como texto de referencia el Lehr-
za este error cuando un radiólogo o un buch de Sahli. Pero el incremento que
histopatólogo "diagnostican" lo que ven desde 1920 ha conocido este campo de
-ponen nombre clínico al resultado de la exploración médica -para el cual sólo
su observación- sin conocer el cuadro en parte resulta adecuado el nombre de
sintomático que el paciente ofrece: es lo "paraclínico", porque tan "clínica" es
que Wulff llama "transformación diag- hoy la determinación de la glucemia
nóstica de los datos" (diagnostic data como la inspección del color de la piel-
transformation), y tanto él como W. J. ha sido, sin exagerar un ápice, descomu-
Actualidad 187

nal. Véase como muestra el índice del frecuente entrega de los médicos a la fal-
tratado de Todd-Sanford, y añádanse a sa seguridad diagnóstica que proporcio-
él las mensuraciones clínicas ajenas a la nan y el aspecto ético-económico que
institución que en los servicios hospita- ambos hechos plantean en la práctica,
larios suele llamarse "laboratorio". Me- han dado lugar a la reacción, excesiva a
tabolitos, enzimas, hormonas, proteínas, veces, de quienes a todo trance quieren
lípidos, células, iones, volúmenes gaseo- defender la soberanía de la "clínica
sos, magnitudes eléctricas, etc., son hoy pura". E. Lauda ha llegado a denunciar
objeto de determinación cuantificada; y la existencia de una "guerra" entre la
por vía estadística o por vía dimensio- medicina ante el enfermo y la medicina
nal, a todos los datos que integran la ex- de laboratorio (11). Feinstein, por su
ploración médica, desde la frecuencia de parte, habla de las "modernas" universi-
un síntoma o un signo hasta la cuantía dades que, "magnetizadas por la orienta-
de gases radiactivos en distintas zonas ción molecular de la investigación bási-
del pulmón, en la toracografía con ra- ca, ponen el estudio de la célula por de-
dioísótopos (Knipping y cols.), nada hay lante del estudio del síntoma, la química
que se escape al imperativo de materna- por encima de la relación social, el cam-
tizar la experiencia clínica. po del microscopio sobre el campo de lo
Frente a la abrumadora oferta de da- humano" (12). Pero lo cierto es que, más
tos exploratorios que el laboratorio ac- allá de la moda y del tradicionalismo, la
tual hace al médico, éste deberá evitar cooperación entre la clínica y el labora-
las enojosas consecuencias clínicas, eco- torio está siendo uno de los rasgos más
nómicas y éticas del embarras du choix centrales y fecundos de la medicina ac-
mediante las siguientes reglas: l.ª Valo- tual.
ración cuidadosa de la importancia diag-
nóstica que para el caso en cuestión ten- c. Cuantificación de secuencias
ga la determinación de que se trate: procesales
"Aquí y ahora, ¿qué me puede enseñar
este dato?" 2.ª Conocimiento, respecto de Secuencias procesales cuantificadas,
cualquier prueba analítica, de su sen- correspondientes a procesos biológicos
sibilidad, su seguridad y su especifici- no modificados por el artificio del médi-
dad, sabiendo muy bien que pocas veces co. Por ejemplo, la sucesiva determina-
son simultáneamente cumplidos estos ción de la temperatura en un febricitan-
tres requisitos. 3.ª Clara conciencia de te, de la cifra de la uricemia en un goto-
que la determinación paraclínica pue- so, o de la glucemia -sin hiperglucemia
de ser, según los casos, "discriminada" provocada- en un diabético. La correc-
(cuando sirve para dar respuesta a una ción de las diferencias inherentes al ca-
sospecha clínica concreta) o "indiscrimi- rácter puntual de las determinaciones a
nada" (cuando no es así: chequeos, medi- que se refiere el grupo precedente y, por
cina preventiva, investigaciones estadís- tanto, la posibilidad de obtener curvas
ticas); lo cual, naturalmente, influye en en que se exprese la variación temporal
la significación que para el médico debe de una parte del desorden orgánico de
poseer. 4.ª Los datos que ofrecen las la enfermedad -ritmos, tendencias evo-
determinaciones automáticas deben ser lutivas, etc.-, saltan a la vista. Pero las
metódicamente sometidos a controles cautelas que respecto a la utilización
de plausibilidad. S.ª La responsabili- diagnóstica del dato analítico acaban de
dad del analista -supuesta la ejecución ser consignadas, deben reiterarse ahora.
de un cuidadoso control de plausibilidad
de sus métodos y sus aparatos- debe li- d. Pruebas funcionales
mitarse a la escueta indicación de si el
valor por él obtenido es "normal", "lími- Secuencias procesales cuantificadas,
te" o "patológico". El resto de la inter- correspondientes a procesos biológicos
pretación concierne al clínico. en que el organismo responde a una de-
La poderosa irrupción de los datos de liberada intervención exploratoria del
laboratorio en la práctica clínica, la tan médico. Son las "pruebas funcionales" o
188 El diagnóstico médico

"pruebas de sobrecarga", que vimos apa- gico ha tenido lugar en otro dominio de
recer como puro balbuceo en la medici- él: la respuesta del organismo al agente
na hipocrática y reaparecer, ya científi- patógeno; por tanto, en la inmunología.
camente concebidas y planeadas, en la En torno a 1920, la reacción de Wasser-
medicina fisiopatológica de la segunda mann, la seroaglutinación de Widal, la
mitad del siglo pasado. intradermorreacción de von Pirquet y
El número de las pruebas funcionales muy pocas pruebas más, constituían
ha aumentado considerablemente du- todo el arsenal inmunológico del clínico.
rante los últimos decenios; mas también Desde entonces, no sólo se ha desarrolla-
en su cualidad se han producido noveda- do fabulosamente la inmunología cientí-
des, singularmente por la introducción fica; también han progresado de modo
de los radioisótopos en la exploración muy notable sus posibilidades diagnósti-
clínica. Son asimismo recientes y repeti- cas, merced a las técnicas derivadas de
dos los esfuerzos por acercarlas a la ca- ella: exámenes hemáticos y tisulares
becera del enfermo (bedside-methods de para la transfusión y el trasplante de ór-
los autores americanos, in-vivo-Laborun- ganos, detección de sustancias autólogas
tersuchungen de los autores alemanes) (auto e isoanticuerpos) o heterólogas
(13). El carácter de experimento bioló- (alergenos como haptenos) en las citope-
gico que para el médico debe tener nias alérgicas de la sangre, serología de
toda intervención acerca del enfermo, las afecciones reumáticas, o reumatoides
tanto las diagnósticas como las terapéu- (cifras de antiestreptolisina, antiestrep-
ticas, adquiere así máxima notoriedad. tokinasa, etc.), determinación cualitativa
o semicuantitativa del "factor reumáti-
2. EXPLORACION ETIOLOGICA
co" (una gammaglobulina) en la poliar-
tritis primaria crónica, diagnóstico sero-
No sólo el estado morfológico y fun- lógico de las colagenosis, presencia de
cional del organismo del enfermo debe anticuerpos específicos en las enfer-
ser explorado para diagnosticar el desor- medades por autoagresión, tantas más.
den somático de su enfermedad; tam- Todo un mundo nuevo entre dos capítu-
bién, como desde el nacimiento de la to- los clásicos de la exploración: el hallazgo
xicología científica y la microbiología directo o el cultivo del germen causal y
médica es habitual, la causa externa del la pesquisa del desorden orgánico -fisio-
proceso morboso, la relación biológica patológico o anatomopatológico- en que
entre ella y el organismo afecto, la cons- la enfermedad tiene su causa inmediata.
titución orgánica del paciente y, si éste
muere, las alteraciones que permita des-
b. El hábito constitucional
cubrir la necropsia. Unas palabras acer-
ca de cada uno de estos tres campos de En su relación directa con la clínica,
la exploración. no puede decirse que la exploración
del hábito constitucional del enfermo
haya progresado sustancialmente desde
a. Microbiología y virología
Kretschmer y Sheldon. Es cierto, sí, que
La microbiología y la virología actua- tanto el aspecto biotipológico de la cau-
les, y con ellas la biofísica y la bioquími- sa proegúmena o dispositiva de la enfer-
ca de los agentes nosogenéticos, han am- medad, como todos los que en el capítu-
pliado muy considerablemente el área lo "El sujeto del diagnóstico" aparecie-
de los saberes etiológicos vigentes hacia ron -la estirpe, el sexo, la edad, la raza,
1920; pero continúan en pleno vigor las la constitución específica- están siendo
cautelas que para la utilización diagnós- muy finamente estudiados desde distin-
tica de esos saberes fueron consignadas tos puntos de vista: genético-molecu-
en la sección precedente, así como el lar, endocrinológico, bioquímico, etc. La
riesgo de caer en el que entonces llamé subjetualidad substante del enfermo es
"reduccionismo etiopatológico". hoy bastante más que el conjunto de da-
El gran avance cualitativo de los cono- tos descriptivos y mensurativos a que en
cimientos tocantes al diagnóstico etioló- la época de Friedrich Martius y Julius
Actualidad 189

Bauer solía reducirse el conocimiento el anatomopatólogo, durante la cual éste


de la constitución individual. Pero es se limita a exponer los datos morfológi-
preciso reconocer que la proyección de cos por él descubiertos; el gran número
este conjunto de saberes sobre el diag- de los casos en que la necropsia no aña-
nóstico clínico -esto es:la detección con- de nada a lo que en vida del enfermo
creta y práctica, además de científica, han permitido conocer los recursos diag-
del modo como cada uno de los momen- nósticos hoy en uso: radiodiagnósticos,
tos constitucionales antes nombrados in- endoscopias, biopsias, análisis bioquími-
fluye sobre la génesis y la configuración cos, trazados gráficos, etc. Lo cual, aun
del cuadro morboso observado- es toda- siendo cierto, en modo alguno quita im-
vía sobremanera incipiente. Por el mo- portancia a la investigación necróptica,
mento, el clínico suele conformarse con si la sesión anatomoclínica es lo que di-
indicar el sexo, la raza, la edad y el hábi- dáctica y científicamente debe ser, un
to leptosomático o pícnico del paciente coloquio cooperativo en el que interven-
cuya enfermedad diagnostica. gan: un anatomopatólogo que haya he-
cho la autopsia del cadáver con previo
conocimiento de la historia clínica del
c. La necropsia y el diagnóstico
enfermo y sea capaz de modificar sus in-
Como sabemos, la conexión entre los terpretaciones oyendo lo que pueda de-
hallazgos necrópticos y el diagnóstico cirle el clínico; un internista que ante
clínico ha tenido dos formas distintas, los datos de la necropsia sepa pensar ge-
una anticipativa y otra judicativa. Laen- néticamente, preguntar y responder; co-
nec y Rokitansky son tal vez las figuras laboradores en la tarea diagnóstica -un
más representativas de una y otra. radiólogo, acaso un analista clínico- ap-
Apoyado en sus minuciosas investigacio- tos para intervenir en el coloquio y para
nes anatomopatológicas, Laennec ense- completar o matizar lo que en él se diga.
ñó a conocer intra vitam las lesiones ana- Así practicada y discutida, "la necropsia
tómicas que en el cadáver corresponden es y seguirá siendo la vía crucial, termi-
a cada uno de los signos auscultatorios nal y común en el conocimiento de la
por él descritos. Rokitansky, por su par- enfermedad", entendida ésta como di-
te, fue durante muchos años el juez su- sease (Feinstein).
premo de los diagnósticos que en el All-
gemeines Krankenhaus de Viena habían
establecido los clínicos: sus necropsias II. EXPLORACION DEL MODO
conducían sin apelación posible a la con- DE VIVIR
firmación o al rechazo de lo que en vida
del enfermo había sido el juicio del in- Aun cuando en su práctica no sean po-
ternista. Era el patólogo, dice Feinstein, cos los médicos que hagan caso omiso
el "perro guardián" del clínico; mas tam- de tan obvia y elemental verdad, la ex-
bién, en no pocas ocasiones, un perro de ploración del desorden orgánico de la
presa que le amenazaba. enfermedad debe tener su complemento
Han cambiado considerablemente las en la simultánea exploración de lo que
cosas durante los últimos cincuenta en la enfermedad es modo de vivir, ejer-
años; tanto que, como hace notar el pro- cicio clínico cuyos principales recursos
pio Feinstein (14), no son pocos los clíni- son la anamnesis y la información social.
cos distinguidos a cuyos ojos ha perdido Veamos con cierto detalle lo que una y
valor la clinico-pathologic conference o otra ofrecen al clínico.
sesión anatomoclínica. Varios motivos
han tenido parte en ese resultado: la fre- 1. LA ANAMNESIS
cuencia de las enfermedades en que la
necropsia tradicional no obtiene hallaz- Mucho han cambiado las cosas desde
gos significativos, como no sean los refe- que von Leube decía solemnemente a
rentes a la ocasional causa de la muerte; sus discípulos: "El tiempo que el médico
la conversión de la sesión anatomoclíni- emplea en hacer un buen interrogatorio
ca en una competición entre el clínico y es tiempo que pierde para hacer un
190 El diagnóstico médico

buen diagnóstico". Pese a los fabulosos Así es y así debe seguir siendo, porque
avances que en la exploración objetiva la parte más importante de lo que de su
se han producido desde entonces, no coloquio con el enfermo debe obtener el
hay un clínico en la actualidad, ni siquie- médico, tanto desde el punto de vista
ra los más entusiastas de la informática cualitativo (naturaleza de los datos así
médica, que no pondere el insustituible conocidos), como desde el cuantitativo
valor diagnóstico de la anamnesis. Solía (cantidad de los datos diagnósticamente
decir Marañón que si le preguntasen utilizables), está sin duda constituida por
cuál es el instrumento que más ha con- lo que como testigo del estado de su
tribuido al progreso de la medicina, res- cuerpo, de las peculiaridades de su am-
pondería sin vacilar: "La silla". R. Gross biente y de las vicisitudes de su pasado
escribe, por su parte: "Mediante nues- aquél le comunica. Afirma Lauda (15)
tros recursos técnicos, incluido entre que una buena anamnesis permite por sí
ellos el computador, debemos ganar sola diagnosticar correctamente un 70 %
tiempo para la anamnesis como encuen- de los casos. Más cauto, J. Bauer (16) da
tro interhumano, no quitar tiempo a la las siguientes cifras: diagnóstico satisfac-
anamnesis". Otro problema es si el obje- torio sólo mediante la inspección y la
tivo del interrogatorio que de hecho se anamnesis, en el 55 % de los casos; a fa-
practica se refiere siempre temáticamen- vor de la exploración inmediata, en el
te a la exploración de lo que vengo lla- 20 %; con la ayuda del laboratorio, en
mando "enfermedad como modo de vi- otro 20 %; el diagnóstico del 5 % restante
• 11
Vlr . permanece oscuro. Sea cualquiera el
porcentaje admitido, y no olvidando que
para una mente científica sólo conjetu-
a. Anamnesis testifical ral -como ya advirtieron los médicos hi-
La práctica del coloquio anamnéstico pocráticos- puede ser el diagnóstico por
tradicional se halla de ordinario endere- anamnesis, las cifras anteriores son
zada a la obtención de respuestas en que prueba fehaciente de la gran importan-
el enfermo habla de lo que como enfer- cia clínica de ésta. Incluso en el diagnós-
mo siente o ha sentido (qué siente o qué tico diferencial ha sido demostrada su
ha sentido en sí mismo, desde cuándo, eficacia. H. V. Pipberger, J. D. Klingel-
cómo), de lo que en su propia vida ha mann y J. Corma han podido demostrar,
hecho o ha padecido (si es o no es fuma- estudiando el diagnóstico diferencial del
dor, si trabaja en tal o cual profesión, si dolor torácico mediante los recursos de
de niño padeció o no padeció el saram- la informática, que la apelación a los da-
pión o la escarlatina, etc.) o de lo que tos anamnésticos da un tanto por ciento
pueda relacionar la enfermedad que en de aciertos más alto que la exploración
él se sospecha con la familia a que perte- inmediata y el laboratorio (17).
nece (la vida en familia como fuente de En la descripción de la anamnesis clá-
un contagio inmediato, la estirpe como sica o testifical es tópico distinguir tres
titular de un desorden génico, enferme- temas: las reglas metódicas, el contenido
dades de los padres como determinantes y los fines (18).
de una lesión germinal); y, por supuesto,
en modo alguno puede negarse que tales 1. Para la práctica de una buena
respuestas atañen al modo de vivir del anamnesis, dice Ask-Upmark, son nece-
paciente. Pero éste habla o debe hablar sarios cuatro requisitos: tiempo suficien-
en todas ellas dando cuenta de algo que te, suficientes conocimientos técnicos,
en su cuerpo, en su intimidad o en su buen tino para el conocimiento de los
ambiente inmediato --cósmico y social- hombres y cierta capacidad de intuición;
objetivamente ha percibido; algo de lo porque -añado yo- como hay talentos
cual, dicho con otras palabras, él es o ha mayores o menores para el juego del aje-
sido testigo. Se trata, en suma, de la for- drez, también los hay para la rápida infe-
ma del interrogatorio clínico que yo he rencia del buen camino mental y real ha-
propuesto llamar "anamnesis testifical". cia el acierto diagnóstico. Apoyado sobre
En la práctica habitual, así es. este fundamento, el clínico dirige su pri-
Actualidad 191

mera interrogación al paciente ("¿Qué 3. Los fines de la anamnesis han sido


puedo hacer por usted?", "¿Qué le trae bien resumidos por R. Gross en los cua-
por aquí?", etc.), oye la respuesta de éste tro siguientes puntos: debe dar a cono-
y a continuación, como dicen los autores cer los síntomas de la enfermedad y su
franceses, convierte el monólogo en diá- significación; debe ofrecer una imagen
logo. Sobre las normas acerca de la con- de la personalidad del enfermo (idea de
ducta del médico en la dirección del in- éste acerca de su enfermedad, respuesta
terrogatorio --conducta en la cual todo a ella, deseos y temores, posibilidades de
buen clínico pone su sello personal-, expresión, etc.); debe crear una relación
véanse los trabajos antes mencionados y de confianza entre el enfermo y el médi-
los manuales de semiología hoy en uso. co (o, por lo menos, poner en evidencia
La sustitución del coloquio directo por la reacción de aquél a la conducta de
cuestionarios escritos, a los que el enfer- éste); debe cumplir una función catárti-
mo responde con un "Sí", un "No" o una ca, y por tanto iniciar el tratamiento. Así,
indicación sumarísima (G. Biórck) tiene, concluye Gross, cuya estimación de la
sin duda, ciertas ventajas, pero no es ca- informática médica es tan alta como no-
paz de dar al médico todo lo que su in- toria, "una buena y personal anamnesis
mediato contacto con el interrogado es... el arma secreta con la cual el médi-
puede y debe darle. co práctico de hoy y de mañana podrá
Me limitaré a subrayar tres cuestiones subsistir junto a los más tecnificados de
metódicas: la importancia que para la ul- sus colegas".
terior relación entre el médico y el en-
fermo tienen los primeros minutos de su Ahora bien: los habituales tratados de
mutua comunicación verbal o paraver- semiología, ¿dicen lo suficiente acerca
bal (R. E. Pittenger, J. Danehy y Ch. F. del cumplimiento de esos cuatro fines, y
Kockett) (19); la necesidad de atender a muy especialmente de los tres últimos?
los sutiles problemas que debe plantear Más aún: el propio Gross, ¿va acaso más
al médico el lenguaje del enfermo, ya allá de su mera enunciación? Indudable-
por las peculiaridades que posea el idio- mente, no. Es necesario, pues, completar
ma vigente en el lugar de su formación este cuadro de la anamnesis testifical
(H. Immich) (20), ya por su pertenencia con algunas indicaciones acerca de la
a un medio social de gran diversidad lin- anamnesis interpretativa.
güística (E. J. Cassell) (21), y la no excep-
cional influencia del olvido, por parte
del paciente, en la deficiencia de los da- b. Anamnesis interpretativa
tos que durante la anamnesis ofrece al En la "anamnesis testifical", el enfer-
clínico (A. Proppe [22], E. Batschelet y mo se limita a ser testigo de lo que en su
W. Klunker [23], L. H. Garland [24]). propia realidad y en la relación entre
2. Reiterando y completando lo que éste y su propio mundo acontece o ha
acerca del contenido de la anamnesis acontecido; en la que he propuesto lla-
acabo de apuntar, mencionaré sus prin- mar "anamnesis interpretativa" (25), el
cipales temas: qué siente o ha sentido el enfermo, además de ser testigo, es intér-
enfermo en sí mismo, desde cuándo y prete de sí mismo, da al médico una in-
cómo; qué ha hecho o ha padecido en su terpretación -clara o confusa, certera o
vida anterior ("biografía clínica testifi- errónea, conceptual o metafórica- de lo
cal"); qué medicamentos ha tomado, por que para él es la enfermedad que padece
prescripción médica o por propia inicia- y el trance por que atraviesa.
tiva ("anamnesis medicamentosa"); da- Con estas palabras no me refiero, por
tos acerca de su familia próxima, de su supuesto, a las denominaciones diagnós-
estirpe y de su relación con su ambiente ticas que unas veces por dárselas de cul-
físico y su mundo social; género y pecu- to, otras por creer que así ayuda al médi-
liaridades de su trabajo. Pauta ésta que, co, en ocasiones emplea el paciente (por
naturalmente, habrá de ser modulada ejemplo: "Doctor, lo que yo padezco es
por el clínico según las exigencias del una distonía neurovegetativa"), ni tam-
caso. poco a las ocasionales conjeturas que so-
192 El diagnóstico médico

bre la etiología de su dolencia pueda ha- cion fueron erigidos tales monumentos.
cer (por ejemplo: "Doctor, esto me viene Saxa loquuntur!" (26).
de las malas condiciones del lugar en La anamnesis de Freud es equiparable
que trabajo"); aludo a la significación o a una excavación arqueológica: se dirige
el sentido que para él, para su vida per- hacia el descubrimiento de contenidos
sonal, tiene esa dolencia; significación o anímicos inaccesibles a la pesquisa habi-
sentido que en ocasiones poseen muy es- tual y aspira a que las piedras descubier-
casa importancia, pero que a menudo tas hablen por sí mismas. "Yo inicio mi
-neurosis, enfermedades crónicas- pue- tratamiento -escribirá seis lustros más
den ser, convenientemente reinterpreta- tarde- haciendo que el sujeto me relate
dos por el médico, rigurosamente indis- su historia y la de su enfermedad; pero
pensables para la formulación de un jui- lo que así consigo averiguar no llega a
cio clínico correcto. En espera de lo que proporcionarme orientación suficiente.
sobre la interpretación diagnóstica ha Este primer relato puede compararse a
de ser dicho en páginas ulteriores, mos- un río navegable, cuyo curso es desviado
traré cómo este complemento de la unas veces por masas de rocas y dividi-
anamnesis tradicional ha aparecido en do otras por bancos de arena que le qui-
la medicina contemporánea. tan profundidad... No existe entre los
sucesos relatados la debida conexión, y
1. Una vez más es preciso recordar la su orden de sucesión aparece inseguro...
innovadora aportación de Freud al ejer- La incapacidad de los enfermos para
cicio de la medicina y a la conceptua- desarrollar una exposición detallada de
ción de la enfermedad. El diagnóstico de la historia de su vida, en cuanto coincide
la histeria -escribía en 1892- debe co- con la de su enfermedad, no sólo es ca-
menzar con una exploración anamnésti- racterística de la neurosis, sino que po-
ca. Nada más obvio. Pero además de po- see además una gran importancia teóri-
seer para el clínico una importancia mu- ca... Sólo hacia el final de la cura se ofre-
cho mayor, la anamnesis adquiere ahora ce a nuestra vista un historial patológico
caracteres inéditos. "El dermatólogo consecuente, inteligible y sin soluciones
-prosigue Freud- puede reconocer la na- de continuidad. Si la finalidad práctica
turaleza luética de una lesión por sus ca- del tratamiento está en suprimir todos
racteres visibles y sin que le haga vacilar los síntomas posibles, la finalidad teóri-
la oposición del paciente, que niega la ca consiste en curar todos los fallos de la
existencia del origen de la infección... memoria del enfermo... En nuestras his-
Pues bien: también en la histeria existe torias clínicas dedicaremos tanta aten-
la posibilidad de llegar al conocimiento ción a las circunstancias puramente hu-
de los factores etiológicos partiendo de manas y sociales de los enfermos como a
los síntomas". Y tal posibilidad no es, no los datos somáticos y a los síntomas
puede ser otra que una exploración morbosos" (27). Mediante la anamnesis,
anamnéstica "mucho más detenida y la interpretación técnica y el tratamien-
profunda que la habitual". El que descu- to, el médico, en suma, corrige las amne-
bre unos restos arqueológicos puede sias conscientes e inconscientes del en-
contentarse describiendo lo que ve y re- fermo y rectifica las falsedades de sus re-
cogiendo las tradiciones del lugar acerca cuerdos y autointerpretaciones.
de las ruinas. Más también, y esto es lo Salta a la vista la triple novedad de la
preferible, puede resolverse a excavar: anamnesis freudiana: es el procedimien-
"Si el éxito corona sus esfuerzos, los des- to exploratorio fundamental, cuando no
cubrimientos se explicarán por sí mis- el exclusivo; atañe preferentemente a la
mos ...; por los fragmentos de columnas intimidad consciente e inconsciente del
podrá reconstruirse un templo; las ins- enfermo; lleva consigo, en fin, una acti-
cripciones halladas, bilingües en el caso tud inédita ante la realidad anamnéstica-
más afortunado, descubrirán un alfabeto mente explorada, y tanto por parte del
y un idioma, y su traducción proporcio- paciente como por parte del médico.
nará datos insospechados acerca de los Además de ser testigo de su realidad, el
sucesos pretéritos en cuya conmemora- enfermo es en mayor o menor medida
Actualidad 193

intérprete de su vida. No sólo dice, por of behavior); su actitud frente al mundo


ejemplo, que el recuerdo de un objeto le en que existe, según las diversas "esferas
produce asco (un hecho), declara tam- de adaptación" (la económica, la social,
bién la significación que para él, para su la sexual, la vocacional, la familiar); la
vida, para su persona, ese asco posee reacción al estrés; la reacción al propio
(una interpretación). Instalado en su cuerpo, a la propia personalidad y a la
punto de vista doctrinal -en su idea de enfermedad padecida; la correlación
la vida humana y del trastorno neuróti- cronológica entre las situaciones críticas
co-, el médico a su vez, clasifica las noti- de la biografía y el curso de la dolencia;
cias recibidas del enfermo en dos grupos los factores predisponentes a la enfer-
distintos, y de distinta manera se condu- medad. Todo lo cual cristaliza en el
ce frente a ellas: de un lado, las que va- siguiente conjunto de reglas e indica-
len por lo que literalmente dicen (por ciones:
ejemplo: "De niño dormía junto a la ha-
Método. Conversación ocasional, utilizando la
bitación de mis padres"); de otro lado, asociación libre (28) y un interrogatorio minucioso;
las que requieren una interpretación comparación de los informes del paciente con los
que comprensiblemente las refiera a la recordados en las historias médica y social, o en
actual vida morbosa y a la posible vida otras ocasiones; añadiendo a todo ello la observa-
ción de los cambios en la tensión y en la exacerba-
sana del paciente; a su "vida auténtica", ción de la enfermedad, relativamente al material
si quiere decirse así. Si esa hermenéuti- obtenido, y la de las reacciones del enfermo frente
ca debe ser la que Freud propuso u otra al médico.
distinta, si la interpretación del analista Contenido:
puede o no puede ser unívoca, son cues- l. Reacciones anteriores y actuales del pacien-
tiones cuyo tratamiento rebasa el tema te a: a. El mismo, su cuerpo y su personalidad. b.
de este libro. Familia. c. Trabajo. d. Ambiente social, incluyendo
su estado económico, amigos, religión, aficiones. e.
2. Tácita o expresamente apoyadas Sexo (auto, horno, hetera; manifiesto, latente). f.
en la de Freud, las pautas que para Enfermedad actual.
Allers y para von Weizsacker deben 2. Su preparación a la enfermedad por: a. Con-
orientar la práctica de la anamnesis no flictos importantes en alguna de las esferas de
adaptación obligada. b. Constitución, hábito físico,
son objeto de exposición explícita en sus enfermedades anteriores y reacción a las mismas.
obras respectivas. Fl. Dunbar, en cam- c. Factores hereditarios y seudohereditarios, in-
bio, ha propuesto un esquema pormeno- cluyendo las enfermedades de parientes y amigos,
rizado de lo que el diálogo anamnéstico y la edad en que el paciente estuvo expuesto a ellas.
d. Correlación cronológica de los períodos de es-
debe ser en el ejercicio de la medicina fuerzo y tensión, acontecimientos traumáticos, épo-
psicosomática, tal como ella la entiende. ca de los conflictos y los síntomas. e. Síntomas
Todo un capítulo de su libro Psychoso- como defensa frente a conflictos; expresión de
matic Diagnosis se halla consagrado a ex- ellos y de la tensión por ellos creada.
3. Material relativo a su intelección, amnesias,
poner las reglas de la anamnesis psicoso- escotomas, operación de factores inconscientes.
mática. Hace ver al lector los errores y
las deficiencias a que suele conducir la Puntos diagnósticos:
l. Origen de falsificaciones, contradicciones y
rutina de los interrogatorios tradiciona- omisiones en el paciente y en el médico.
les, por culpa del médico o por culpa del 2. Voluntad de curación del paciente, revelada
paciente, y muestra a continuación cuál por: a. Actitud frente al hospital, frente a su enfer-
es el punto de vista cardinal de la histo- medad actual y a las pasadas, frente a la invalidez.
b. Reacción a las alteraciones fisiológicas, efectos
ria clínica psicosomática: la concurren- de la enfermedad en su vida, idea de indemniza-
cia del "carácter" del enfermo y de su ción. c. Propósito específico a que sirve el síntoma.
"hábito somático" (desde la constitución d. Capacidad del paciente para manejar el conflicto
biológica hasta la lesión local) en la pro- expresado en el síntoma, desde el punto de vista de
su personalidad total.
ducción del cuadro sintomático. Este 3. Sueños y otros signos de ansiedad y de con-
planteamiento del problema de la noso- flictos, así inconscientes como manifiestos; y espe-
génesis determina un despliegue de la cialmente las divergencias entre el contenido de
atención del médico según varias líneas. los sueños y las afirmaciones del paciente.
4. Tensión muscular del paciente: grado, tipo y
principales: la "pauta de conducta" del localización.
enfermo, su respuesta habitual a los pro- 5. Organización psíquica y somática de los sín-
blemas y dificultades de la vida (pattern tomas del paciente.

14
194 El diagnóstico médico

Observaciones especiales: 2. EXPLORACION DEL MEDIO SOCIAL


l. Respuesta del paciente cuando se llama su
atención acerca del material específico, en relación Sólo parcialmente queda explorado
con las incidencias sucesivas durante la entrevista. por obra de la anamnesis lo que en el
2. Reacciones del paciente frente al médico. modo de vivir del enfermo pertenece a
3. Indicios obtenidos por asociación libre.
4. "Tests" especiales (29). su existencia social; y así, el rápido y vi-
goroso desarrollo de la medicina social
Naturalmente, este esquema no es el durante los últimos decenios ha condu-
único posible y no ha sido el único pro- cido a enriquecer la ya compleja estruc-
puesto. H. G. Wolff propone otro, muy tura del h?spital de comienzos de siglo
completo, en relación con el problema -enfermenas, farmacias, quirófanos, ins-
de la cefalalgia (30). Por su parte, C. A. t laciones radiológicas, sala de autop-
Seguín, discípulo de Fl. Dunbar, ha mo- sias, escuela de enfermeras, laboratorios
dificado originalmente la pauta elabora- de diversa índole, archivos- con un ser-
da por su maestra (31). Otros modelos vicio nuevo, especialmente consagrado a
podrían añadirse; entre ellos, el reciente recoger datos relativos a la instalación
de Rolf Adler (32). del paciente dentro del grupo social de
La importancia de la anamnesis en la que procede, por una parte, y a la ade-
m dicina psicosomática se expresa asi- cuada integrac!ón d éste en la compleji-
mismo en el empleo de artificios para fa- dad de la asistencia hospitalaria, por
cilitarla y completarla. No cuento entre otra.
ellos el método de las asociaciones li- La misión del asistente médico-social
bres, cuya vigencia continúa, ni la anam- (medica!_ social worker) consiste, según la
nesis e? trance hipnótico o semihipnóti- Internatwnal Conference of Social Work
co, casi en total desuso. Me refiero a la en "recoger ideas acerca del paciente y
u ilización de drogas capaces de produ- en transmitir ideas a éste: entenderle y
cir un leve y transitorio estado crepuscu- prepararle, en cuanto esto sea necesario
lar (pentotal, amital sódico) y al uso a cumplir las esperanzas y los deseo
de diversos tests, principalmente el de co? que ingr sa en el hospital. Lo que el
Rorschach. Mediante los procedimientos asistente social debe especialmente co-
de narcoanálisis, el artificio altera el nocer es: a) el estado mental del pacien-
estado de conciencia del paciente: "res- te; b) su situación económica doméstica
taura la memoria y las palabras para ex- e industrial; e) esto mismo n relación
presar los recuerdos, y finalmente las con su familia y todo lo que de manera
emociones a ello unidas", dice Grinker próxima le relacione con el centro de su
del pentotal. Los tests, por su parte, son ense?anza, _s trabajo, sus diversiones y
verdaderas pruebas funcionales de la su vida rehg10sa. Cuando trata de ilus-
vida psíquica, y no alteran el estado de trar y asistir al paciente, deberá explicar-
la conciencia del paciente, sino la situa- le: a) la naturaleza y el futuro de su en-
ción a que el enfermo ha de dar expre- fermedad; b) lo que puede hacerse para
sión verbal. mejorarle o curarle; c) en qué medida
En estricta correspondencia con la pueden ayudarle personas o institucio-
realidad que el clínico trata de explorar, nes exteriores al hospital" (34). El asis-
la metódica combinación de la anamne- tente social, en suma, proporciona datos
sis testifical y la anamnesis interpretati- útil_es para el.dia?nóstico y contribuye a
va ponen ante el médico -no mediante la meJorar la eficacia del tratamiento: una
visión directa o indirecta, conforme al pieza en la realización de las metas a
p_aradigma moderno del diagnóstico, que hace tres cuartos de siglo tendía la
smo mediante la audición y la conjetu- obra médico-social de A. Grotjahn (35).
ra- lo que en la dolencia del enfermo es
modo de vivir (33). En el capítulo próxi-
mo estudiaremos cómo los resultados de NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
la exploración anamriéstica pueden con- l. Cito por la traducción española: H. Sahli, Tra-
vertirse en verdadero conocimiento clí- ta_do práctico de los métodos de exploración clí-
nico. nica, 3 vols. (Barcelona, 1924-1925). Es curioso
Actualidad 195

que Sahli se resista a incluir el radiodiagnósti- rium für den Internisten", lnternist 8 (1967),
co en su tratado. "La exploración por los 438.
rayos Roentgen desempeña en medicina inter- 14. Clinical Judgment, págs. 106-111.
na, y por tanto también en mi clínica, el papel 15. E. Lauda, op. cit.
de un árbitro en las cuestiones difíciles -escri- 16. J. Bauer, Differential diagnosis of interna/ di-
be-, y no ocupa el primer lugar, ni interviene seases (New York, 1950).
tampoco en todos los casos, sino en aquellos 17. H. V. Pipberger, J. D. Klingelmann y J. Corma,
en que los demás métodos de exploración fra- "Computer evaluation of statistical properties
casan; así es, y así debe seguir siendo... De nin- of clinical information in the differential diag-
gún modo considero como un progreso que la nosis of chest pain", Method. Inform. Med. 7
exploración por los rayos Roentgen predomi- (1968), 79.
ne demasiado en medicina interna sobre los 18. He aquí una selección de estudios sobre la
demás métodos de exploración y se salga del anamnesis tradicional, cronológicamente or-
papel de última instancia en los casos difíci- denados: R. Rossle, "Die Bedeutung der
les... Un método exploratorio como éste no de- Anamnese für den Pathologen", Münch. med.
biera nunca, por razones didácticas, hacerse Wochenschr. 2 (1929), 49; G. Grund, Die Anam-
resaltar desmesuradamente en ninguna clíni- nese: Psychologie und Praxis der Krankenbefra-
ca..." (Prólogo a la sexta edición alemana.) gung (Leipzig, 1947); R. H. Blum, J. Sadusk
Tempora mutant... and R. Waterson, The Management of the Doc-
2. H. R. Wulff, op. cit., p. 29. tor-Patient-Relationship (New York-Toronto-
3. La actual literatura sobre el síndrome ---con- London, 1960); G. Clauser, Lehrbuch der bio-
cepto, significación clínica y nosológica- es graphischen Analyse (Stuttgart, 1963); E. Ask-
muy considerable. Mencionaré en orden cro- Upmark, Bedside medicine (Stockholm, 1963);
nológico los siguientes libros y trabajos: R. H. F. Hartmann, "Die Anamnese", Klin. Gegenw.
Durham, Encyclopedia of medica! syndromes 10 (1965), 691; M. Leffkowitz, "The eternal
(New York-London, 1960); W. Goody, "Syndro- anamnesis", Folia Medica 25 (1966), 12; G.
mes", Lancet 1961, II, l; B. Leiber, "Syndrom Biorck, "The doctors job, looking ahead to the
und Syndromatologie in der arztlichen Diag- computer", Brit. J. Med. Educ. (1966), 47. Remi-
nose", Method. Inform. Med. 4 (1965), 75; B. to también al libro de Feinstein varias veces
Leiber y G. Olbrich, Die klinischen Syndrome mencionado, y al mío La relación médico-
(München-Berlin-Wien, 1966), y el antes cita- enfermo.
do libro de A. R. Feinstein. 19. R. E. Pittenger, J. Danehy and Ch. F. Kockett,
4. Llama R. Gross "parámetros del diagnóstico" The First Five Minutes. A Sample of microscopic
a los factores que condicionan la aparición y lnterview Analysis (Paul Martineau, 1961).
la forma de la enfermedad: estado de la ho- Véanse también los trabajos de Rof Carballo
meostasis, raza, constitución, edad, sexo, pro- "Los primeros cinco minutos de la entrevista
fesión, medio social, alimentación, costum- médica", Bol. de la Soc. Esp. de Historia de la
bres, situación geográfica, peculiaridades epi- Medicina, II, 2, 1962, y "La teoría de la comu-
demiológicas, oscilaciones periódicas estacio- nicación en la medicina contemporánea", Ana-
nales y circadianas. les de la Soc. de Ciencias Médicas de Las Pal-
5. Una exposición de conjunto sobre la tomogra- mas, I, 1961-1962.
fía axial computarizada puede verse en J. 20. H. Immich, Klinischer Diagnosenschlüssel
Gambarelli, G. Guérinel, L. Chevrot y M. Mat- (Stuttgart, 1966) y "Bemerkungen zum Klinis-
téi, Computarized Axial Tomography (Berlin- chen Diagnosenschlüssel", Method. Inform.
Heidelberg-New York, 1977). Med. 5 (1966), 140.
6. K. E. Rothschuh, Prinzipien der Medizin (Mün- 21. De los trabajos de E. J. Cassell, del Cornell Me-
chen, 1965). dica! Center, acerca de los problemas que en
7. W. J. Horvath, "The effect of physician bias in la ciudad de Nueva York plantea la comunica-
medica! diagnosis", Behav. Sci. 9 (1964), 334- ción anamnéstica con el enfermo, he recibido
40. noticia oral.
8. J. Jerushalmy, J. T. Harkness, J. H. Cope and 22. A. Proppe, Vortrag 12. Jahrestg. Dtsch. Ges.
B. R. Kennedy, "The role of dual reading in Med. Dokum. Statistik (Kiel, 1967).
mass radiography", Amer. Rev. Tub. 61 (1950), 23. E. Batschelet und W. Klunker, "Zur Frage der
443-63. Zuverlassigkeit anamnestischer Zeitangaben",
9. L. J. Witts, Medica/ Surveys and Clinical Trials, Schweiz. med. Wochenschr. 94 (1964), 564.
2.ª edic. (London, 1964). 24. L. H. Garland, "Studies on the accuracy of
10. L. B. Lusted, Introduction to Medica! Decision diagnostic procedures", Amer. J. Roentgen. 82
Making (Springfield, 1968). (1959), 25.
11. E. Lauda, "Die interne Diagnostik in ihrer ges- 25. En mis libros La historia clínica y La relación
chichtlichen Entwicklung aus ihren Anfüngen médico-enfermo.
bis in die Gegenwart", Med. Klin. 53 (1958), 26. "Primeras aportaciones a la teoría de las neu-
1157. rosis", Obras Completas (ed. cit.) I, 131-132.
12. A. R. Feinstein, "Scientific methodology in cli- 27. "Historiales clínicos", O. C. II, 513-515.
nical medicine. IV. Acquisition of clinical 28. F. Deutsch, "Associative anamnesis", Psycho-
data". Ann. intern. Med. 61 (1964), 1162. analyt. Quart. 8 (1939), 354.
13. D. Kutter, Schnelltests für den praktischen Arzt 29. Psychosomatic Diagnosis, págs. 83-85. Por un
und das klinische Laboratorium (München- error de impresión, falta en el libro el primer
Berlin-Wien, 1967); E. Kawerau, "Die Bedeu- apartado de las "Observaciones especiales".
tung der Automation im klin.-chem. Laborato- Sólo puede leerse la palabra final: tensions.
196 El diagnóstico médico

30. H. G. Wolff, Headache and other head pain nesis. (Buenos Aires, 1948); Dahmer, Anamne-
(New York, 1948). se und Befund, 3.ª ed. (Stuttgart, 1978).
31. C. A. Seguín, Introducción a la medicina psico- 34. D. Goldstein, Expanding Horizons in Medica/
somática (Lima, 1948). Social Work. Readings in the Theory and
32. R. Adler, "Anamneseerhebung in der psycho- Practice of Medica! Social Work (Chicago,
somatischen Medizin", en el Lehrbuch der psy- 1954).
chosomatischen Medizin antes mencionado. 35. Véase la bibliografía consignada en H. E. Free-
33. Sobre la consideración de la anamnesis desde man, S. Levine and L. G. Reeder, Handbook of
el punto de vista del modo de vivir el enfer- Medica/ Sociology (Englewood Cliffs, N. J.,
mo, véase también: M. J. Barilari y L. Grasso 1963), y en E. Gartly Jaco, ed., Patients, Physi-
La vida del enfermo y su interpretación. Anam- cians and Illness (New York, 1973).
Capítulo II

Técnica de la inferencia: la inferencia tradicional

Doy el nombre de inferencia diagnós- mental que, cuando se han tenido en


tica al conjunto de operaciones mentales cuenta todos los datos exploratorios do-
en cuya virtud el médico convierte en tados de significación médica, permite
genuino conocimiento diagnóstico, y a la convertir el "hecho bruto" en "saber
postre en auténtico juicio clínico, los da- científico" diagnóstica y terapéuticamen-
tos obtenidos mediante la exploración te valioso.
del enfermo. En sí mismo, el dato de ex- Por muy inmediato y directo que sea
ploración -fiebre, matidez torácica, leu- el juicio diagnóstico -basta recordar los
cocitosis o alucinación óptica- no pasa que ante los enfermos que iban pasando
de ser "hecho bruto", según la expresiva ante él ipso facto formulaba en el Hópital
terminología de Cl. Bernard: conoci- Saint-Louis, de París, el dermatólogo A.
miento empírico cuya significación par- Fournier-, sólo a merced de una opera-
ticular pocas veces basta para establecer ción inferencia! puede ser y es de hecho
la línea de una conducta terapéutica, y obtenido. "Esto es un caso de psoriasis
en ninguna alcanza el nivel correspon- circinada", dice sin demora el dermató-
diente al modo de conocer que con una logo, a la vista de las lesiones cutáneas
acepción o con otra todos denominamos que el enfermo le muestra. Pero ese su-
"ciencia". Por supuesto que, como he- bitáneo juicio, facaso no es la conse-
mos visto y seguiremos viendo, el saber cuencia de una velocísima comparación
a que da expresión el juicio diagnóstico, eidético-mental entre lo que se ve y lo
y más aún el juicio clínico, no es puro que se ha visto, a la luz de lo que científi-
"saber científico", en el sentido que la camente se sabe? Entre tan expeditivo
concepción científico-natural del mundo modo de diagnosticar y el que exige un
otorgó a la conjunción de esas dos pala- diagnóstico diferencial complicado y di-
bras; esencialmente es otra cosa; pero la fícil, mil posibilidades intermedias se
ciencia -ciencia del organismo, ciencia presentan ante el clínico. Vamos a estu-
de la psique, ciencia de la sociedad- diarlas ordenando la materia en tres
constituye una parte integral de ambos, apartados, correspondientes a las tres
Y a lo que ella clínicamente enseña sólo vías por las que la medicina actual reali-
puede llegarse mediante la bien fundada za la inferencia diagnóstica: la tradicio-
Y bien razonada inferencia de lo que en nal, la informática y la interpretativa. A
el momento de la exploración está sien- ellas van a ser consagrados este capítulo
do la enfermedad del paciente: el acto y los dos subsiguientes.

197
198 El diagnóstico médico

Llamo inferencia tradicional a la que, ca", y con estas palabras diagnostica el


sólo apoyado en los datos clínicos y pa- caso; hace así su diagnóstico mediante el
raclínicos que en su exploración haya reconocimiento de una pauta (pattern re-
podido recoger, ajeno, por tanto, a la cognition). Un tercer paciente presenta
ayuda mental que hoy ofrece la informá- un cuadro de tetania con hipocalcemia;
tica, ejercita el médico para establecer la poco antes le ha sido practicada una ti-
naturaleza y la etiología de la lesión ana- roidectomía parcial. El inmediato diag-
tómica o bioquímica a que debe ser refe- nóstico, hipoparatiroidismo, ha sido ob-
rido el cuadro clínico que observa. Ante tenido ahora estableciendo una relación
un paciente en cuya exploración hayan de causa a efecto en la cadena que for-
sido detectados tales y tales datos ins- man la extirpación accidental de las pa-
pectivos, anamnésticos, auscultatorios y ratiroides, la hipocalcemia y la tetania;
electrocardiográficos, la mente del médi- es, pues, un diagnóstico causal. La infe-
co se mueve desde ellos hacia el desor- rencia de una probabilidad, la de una
den orgánico que los ha determinado y, pauta nosográfica y la de una acción
valga este ejemplo, formula la siguiente causal son los tres modos del diagnósti-
conclusión: "Estenosis mitral bien com- co tradicional, y los tres continúan en vi-
pensada de origen reumático". Es el gor, aunque los tres, pero especialmente
modo de la inferencia que por tradición el primero, puedan ser sustituidos hoy
continua y perfectiva había llegado a por el que ofrece la inferencia informá-
constituirse en los decenios centrales de tica.
nuestro siglo; atenidos a él diagnostica- Antes de exponer lo que ésta es, exa-
ron a sus pacientes un Osler, un Widal, minemos cómo en esos tres casos ha
un Fr. von Müller. procedido la mente del clínico; para de-
No obstante el enorme enriquecimien- cirlo con una fórmula mil veces repetida
to de los recursos exploratorios durante desde la segunda mitad del siglo XIX,
los últimos cincuenta años, en esa pauta cómo el clínico pasa mentalmente "del
para la inferencia diagnóstica siguen te- síntoma a la enfermedad", a una "en-
niendo su regla la inmensa mayoría de fermedad" diagnósticamente concebida
los médicos. Sin mengua del entusiasmo como especie morbosa.
del autor por la matematización del co- He aquí un clínico experto y tradicio-
nocimiento clínico, en la cual con tan nal ante uno de sus pacientes. ¿cómo su
elegante acierto introduce, muy bien lo mente llegará al conocimiento que ha-
demuestra el ya mencionado libro Ratio- bitualmente denominamos "juicio diag-
nal Diagnosis and Treatment, de H. R. nóstico"? A riesgo de esquematizar exce-
Wulff. Tres son, según Wulff, los tipos sivamente la multiforme realidad, tan di-
cardinales del diagnóstico médico, que versificada por los hábitos personales de
él ilustra con otros tantos casos prácti- cada clínico y por el más o menos pecu-
cos. Un paciente adulto sufre de dolores liar estilo de la escuela donde éste haya
cólicos, y un enema de bario revela en él adquirido su formación -en la tarea de
la existencia de una estrechez de colon. "hacer la clínica" ha habido y sigue ha-
El clínico concluye, si no con total certi- biendo, aunque menos acusados que a
dumbre, sí con gran posibilidad de acier- comienzos de nuestro siglo, estilos pari-
to, que tal estrechez se halla producida siense, alemán, vienés, londinense, bos-
por un cáncer de colon, y con esta con- toniano, etc.-, me atrevo a proponer una
vicción envía el enfermo al cirujano; su pauta descriptiva, compuesta por los si-
dictamen ha sido, pues, un diagnóstico guientes cuatro tiempos: constatación,
de probabilidad o probabilístico. Otro selección, inducción e individuación.
paciente presenta fiebre, una rodilla do-
lorosa y tumefacta, un roce pericárdico y
una titulación alta de estreptolisina. El l. CONSTATACION DEL DATO
médico observa, en suma, un cuadro clí-
nico en el que individualmente se realiza La constatación de que ahora hablo
una pauta nosográfica descrita en los li- -"constatar": establecer la veracidad de un
bros con el nombre de "fiebre reumáti- hecho, dar constancia de él- es el
Actualidad 199

acto con que el médico da por cierta la el acto de la constatación pueden pre-
existencia de hechos clínicos, síntomas y sentarse? Y ante cada una de ellas,
signos, que de algún modo le permitan ¿cómo debe conducirse el médico?
juzgar clara y positivamente acerca del
estado de salud de la persona explorada.
l. TRES SITUACIONES DEL CLINICO
En la constatación se formaliza diagnós-
ticamente -prediagnósticamente, más Ya durante la constatación de los da-
bien- la recogida de los datos (collection tos exploratorios, el juicio acerca del es-
of data de los autores anglosajones) que tado de enfermedad puede poner al clí-
la exploración clínica ha suministrado. nico en una de las tres situaciones si-
Todo lo infrecuentes que se quiera, y guientes: a) Existen, desde luego, sínto-
descartados el chequeo de individuos sa- mas y signos suficientes para establecer
nos y el reconocimiento de sujetos cuya con seguridad un diagnóstico genérico
aptitud o cuyo estado hayan de ser so- de enfermedad -"Este hombre está real-
metidos a examen -reclutas, asegurados, mente enfermo"-, pero insuficientes
etc.-, hay casos, en efecto, en los cuales para identificar con precisión una enti-
el médico no encuentra nada morbosa- dad morbosa específica. Esos síntomas
mente anómalo en la persona que explo- no son por otra parte tan graves como
ra. Tres hipótesis podrán aparecer en- para exigir por sí mismos una interven-
tonces en su mente: "Este hombre, que ción terapéutica urgente. b) Sin hallaz-
en mi opinión está realmente enfermo, gos exploratorios que le permitan lograr
debe de ser un neurótico, y con los re- con suficiente certidumbre un diagnósti-
cursos exploratorios de que hoy dispone co específico, algunos de los síntomas o
la clínica no me será posible detectar las un conjunto de ellos obligan al médico a
lesiones orgánicas en que su estado de tratarlos inmediatamente, bien para pre-
enfermedad se realiza y descansa"; "Este servar la vida del enfermo (traslado a un
hombre es un simulador, un sujeto que quirófano o a una unidad de cuidados
finge estar enfermo y no lo está"; "Este intensivos, en los casos más graves), bien
hombre está, sí, orgánicamente enfermo, para mejorar o aliviar su estado (empleo
no es un neurótico; pero su modo de es- de cardiotónicos, de psicofármacos, de
tarlo es, como Feinstein nos ha enseña- analgésicos, etc.). e) La especificidad del
do a decir, lantánico: la lesión anatómica diagnóstico salta a la vista del clínico en
o bioquímica existente en el interior de el curso de la exploración -ejemplos: la
su organismo no se ha expresado todavía rápida identificación de una afección
en síntomas y signos objetivos detecta- dermatológica, de una neumonía lobar
bles". típica, de una estrechez mitral o de un
Frente a tales eventualidades, ¿cuál cuadro parkinsoniano-, y tal convicción
habrá de ser la conducta del médico, rige el ulterior examen del enfermo.
desde el punto de vista del diagnóstico?
Pronto lo veremos. Antes debemos con-
2. LA CONDUCTA DEL CLINICO
siderar el conjunto de los casos, la gran
mayoría, en que la exploración ha ofreci- Basta la lectura de estas eventualida-
do síntomas y signos suficientemente des para advertir cómo debe hacerse di-
claros y significativos para afirmar con versa la conducta del clínico. He aquí las
certidumbre el estado de enfermedad posibilidades cardinales: a) En ciertos
del paciente -diagnóstico genérico: "Este casos -el del presunto neurótico, el del
hombre está realmente enfermo"-, para paciente lantánico-, el médico se aten-
establecer inmediatamente y con acepta- drá a la regla de seguir explorando, bien
ble seguridad un diagnóstico específico al modo tradicional, bien conforme a la
-"Este enfermo padece una neumonía pauta que pida la presunción de una
lobar"- o, si esto último no ha sido posi- neurosis; pauta que por su estrecha co-
ble, para iniciar metódicamente la pes- nexión con lo que en el individuo enfer-
quisa mental de "lo que aquello pueda mo es modo de vivir, habrá de apartarse
ser". Dentro de ese amplísimo conjunto, más o menos de las técnicas explorato-
¿cuáles son las situaciones típicas que en rias consignadas en los habituales trata-
200 El diagnóstico médico

dos de semiología. b) En otros casos, tivos de carácter inmediato -"Esto que


cuando el estado del paciente lo exija, veo es un pino"- o de los cambios reales
sustituirá el juicio diagnóstico que los li- o mentales que los antiguos llamaron
bros al uso consideran "científico" o lege motus instantaneus -paso de la oscuridad
artis por un "enjuiciamiento de situa- a la luz, aparición de la idea feliz que se
ción" (Situationsbeurteilung) sólo relativo buscaba o de una que no se buscaba;
a ese ocasional estado del paciente, y se- descubrimiento del hexágono bencénico
gún él establecerá el oportuno e inapla- por Kekulé, valga este conocido ejem-
zable tratamiento; a veces, para, desde el plo-, surge en la mente del médico la
punto de vista del diagnóstico, no pasar certidumbre de estar ante una de las en-
de ahí, y a veces para continuar en con- tidades clínicas que los tratadistas des-
diciones más favorables la exploración criben: psoriasis circinada, neumonía lo-
del enfermo y lograr, si al fin es capaz de bar típica, estrechez mitral, cuadro par-
ello, una formulación diagnóstica "cien- kinsoniano. En tal caso, ¿cuál ha sido el
tíficamente satisfactoria". Como ha he- proceso real del descubrimiento, y por
cho notar R. N. Braun, con arreglo a "jui- tanto el curso de la inferencia diagnósti-
cios de situación" y no conforme a "diag- ca? Creo que el problema merece párra-
nósticos lege artis" se ha de proceder con fo aparte.
frecuencia en la práctica médica no hos-
pitalaria (1). c) Hay por otro lado casos,
3. EL PROCESO MENTAL DEL CLINICO
aquellos que a primera vista no parecen
"claros", y ante los cuales el médico se A mi juicio, en el proceso mental del
siente más inclinado hacia un diagnósti- clínico, porque proceso mental es siem-
co de simulación que hacia otro de neu- pre la actividad diagnóstica, aunque a
rosis o de enfermedad lantánica, en los veces sea rapidísimo su curso, se inte-
que el mecanismo lógico de la mente no gran ahora tres momentos concurrentes:
es la inducción de un desorden orgánico, el recuerdo de lo que se ha visto o expe-
sino el salto cualitativo desde la expe- riencia clínica, el recuerdo de lo que se
riencia de no encontrar síntomas y sig- ha leído o saber de erudición y la más o
nos anormales o videncia intuitiva de lo menos acusada posesión del talento que
normal, hasta la razonable creencia que los profanos suelen denominar "ojo clí-
subyace a la convicción "Este hombre nico". Veámoslos uno a uno:
no está enfermo". Porque los dos contra-
puestos juicios que respectivamente sir-
ven de base a las dos formas cardinales a. La experiencia
del diagnóstico genérico -"Este hombre Si la experiencia es, entre otras cosas,
está realmente enfermo", "Este hombre el poso de saber noético, estimativo y
debe de estar sano"-, no son la expre- operativo que va dejando en el alma la
sión verbal de un ver inmediato (certi- avisada repetición de ver y hacer una de-
dumbre videncial), ni de un saber con- terminada cosa, experiencia clínica será,
quistado (certidumbre dianoética), sino para decirlo con una tardía expresión hi-
de un creer más o menos firme (certi- pocrática, la "memoria sintética" (mne-
dumbre creencia!), acerca del cual algo me xynthetike, Praec., L. IX, 250) que lo-
se dijo en la sección precedente y bas- gra el médico cuando ha visto muchos
tante más habrá que decir en páginas ul- modos de enfermar que se parecen bas-
teriores. d) Quedan por fin los casos en tante entre sí y otros que entre sí se pa-
que el examen del enfermo ofrece de recen poco o abiertamente difieren. Sin
manera inmediata e inequívoca el diag- esta experiencia no sería posible el diag-
nóstico de una determinada especie nóstico súbito de que estoy hablando.
morbosa. Bien durante el curso mismo
de la exploración, bien al término de
ella, recuérdense los ejemplos antes cita- b. El saber de erudición
dos en la mente del médico, unas veces Mas tampoco lo sería si a tal experien-
con rapidez no discursiva, otras con la cia no se uniese, formando cuerpo con
subitánea celeridad de los saberes intuí- ella, cierto saber de erudición. Con mu-
Actualidad 201

cha razón dice Marañón que el médico menosprecio del saber científico para la
adquiere en primer término su saber clí- formación del médico o el demagógico
nico viendo en ciertos enfermos lo que elogio del ingenio lego. Más aún: entien-
según los libros no debería presentarse; do que sin una formación científica mí-
sentencia a la cual habría que añadir, nimamente seria sólo muy pobres diag-
para hacerla completa, que no menos se nósticos médicos alcanzaría la alianza
aprende ese saber viendo en muchos en- entre la mera experiencia y la habilidad
fermos lo que según los libros en ellos se combinatoria. Pero la práctica de diag-
debe presentar. Orientador tanto por lo nosticar especies morbosas es en buena
que dice como por lo que no dice, el sa- parte arte de combinar, y el hecho de
ber médico libresco -el conocimiento hallarse ingénitamente dotado para éste
vivo que ese saber deja en el lector sen- algo contribuye a la creación del talento
sible- es condición de todo punto nece- práctico que el vulgo llama "ojo clínico".
saria para el establecimiento de diagnós-
ticos inmediatos realmente satisfacto- 4. PROBLEMAS DE LA CONSTATACION
rios. La concepción aristotélica de la
theoria como la forma suprema de la La exploración del paciente ha puesto
praxis y la sentencia que sobre tal idea ante el médico una serie de hallazgos,
acuñó el físico Boltzmann y ha hecho síntomas y signos, cuyo carácter morbo-
suya el médico Weizsacker -"Nada más so es evidente; pero la mente de éste no
práctico que una buena teoría"-, en esa ha sido capaz de descubrir con claridad
necesidad del saber de erudición tienen y rapidez, como en el caso anterior, el
buena parte de su base. nombre de una especie morbosa que le
permita dar suficiente razón diagnóstica
del cuadro observado. En tal caso, ¿qué
c. El "ojo clínico" hará? Por lo pronto, pensar; y es precisa-
Suele llamarse "ojo clínico" -expre- mente desde este instante cuando en ri-
sión, como he dicho, más bien profana gor podrá llamarse "lógica" al conjunto
que médica- al talento para realizar con de las reglas que rigen el proceso mental
rapidez, y a veces con notoria escasez de de la inferencia diagnóstica. "La inteli-
recursos técnicos, juicios diagnósticos gencia, busca; el instinto -la intuición, en
y pronósticos suficientemente certeros. el caso del hombre-, encuentra", dice
Los clínicos científicamente bien forma- una célebre y brillante sentencia de
dos menosprecian de ordinario la atri- Bergson. Sea o no sea verdadera "intui-
bución de esta eminencia a los médicos ción" el súbito hallazgo mental de que
prácticos; para ellos, sólo la mucha expe- acabo de hablar, ¿cómo la inteligencia
riencia y el buen saber libresco podrían del médico busca el conocimiento diag-
conceder eminencia en el arte de diag- nóstico que pueda poner fin a su perple-
nosticar; pero, en mi opinión, un examen jidad? Pronto vamos a verlo. Pero antes
detenido de la realidad obliga a modifi- de dar mi respuesta debo enunciar y dis-
car ese frecuente juicio. Todos conoce- cutir sumariamente los más importantes
mos médicos en quienes el mucho saber problemas gnoseológicos que el ejerci-
no lleva consigo una destreza equivalen- cio de la constatación clínica plantea;
te en el ejercicio del diagnóstico, y otros problemas ya explícita o implícitamente
en que ocurre lo contrario. ¿por qué? A aludidos en los precedentes apartados y
reserva de volver pronto sobre el tema, en otros lugares de este libro:
mi primera respuesta dice así: porque la
destreza en el arte de la conclusión diag- a. La realidad del dato
nóstica, cuando ésta no pasa de ser el
nombre de una especie morbosa, como Un determinado tinte cutáneo, la sen-
la excelencia en el juego del ajedrez, en sación táctil que en una palpación renal
el cálculo mental y en otras actividades se haya obtenido, un leve ruido de soplo
intelectuales de carácter combinatorio, oído en la región precordial, ¿son real y
presupone la posesión de ciertas dotes verdaderamente un tinte patológico, un
ingénitas. Nada más lejos de mí que el desplazamiento renal y un soplo cardia-
202 El diagnóstico médico

co? Donde la inspección, la palpación y mente exige? Por otra parte, ¿coincide el
la auscultación de un clínico no hayan nombre elegido con los que los médicos
descubierto alteraciones anormales, ¿po- del mismo país o de un país distinto dan
drá encontrarlas otro? Más aún: lo que un a datos exploratorios iguales o análogos?
mismo explorador no ha logrado per- Más aún: un mismo nombre, "estertor",
cibir hoy, ilogrará percibirlo mañana? por ejemplo, ¿es siempre y en todas par-
Recuérdese a título de ejemplo el inci- tes referido a la misma realidad? De
dente exploratorio que puso en marcha las nuevo remito a la precedente exposición
reflexiones de Feinstein sobre el cli- nical del pensamiento de Feinstein, cuyo libro
judgement. Sin tener en cuenta la posible debería ser lectura obligada para todos
causa de error que los autores los que con responsabilidad quieran
anglosajones llaman observer variation, adiestrarse en la actividad clínica.
no será posible una conducta clínica
rigurosa. d. La principalidad del dato
Mejor: la presunta principalidad de un
b. La intensidad del dato dato -síntoma o signo- exploratoriamen-
Esa intensidad, ¿se hallará aumentada o te detectado. Varias cuestiones suscita
disminuida por una intervención cons- este problema. Cuando el clínico no ha
ciente o subconsciente de la persona podido llegar durante la exploración a
del enfermo, será por tanto objeto de la un diagnóstico inmediato, y antes de ini-
simulatio minar a que antes me referí y ciar el proceso de la inferencia diagnós-
que con tanta frecuencia puede ser ob- tica propiamente dicha, ¿deberá atribuir
servada en el ejercicio cuidadoso de la carácter de "principal" a alguno de los
clínica? En cualquier caso, al margen, síntomas observados, bien por su intensi-
por tanto, de tal posibilidad, la intensi- dad o por su importancia vital, bien por
dad del dato exploratorio debe ser cuan- haber sido el que en primer término ha
tificada, en definitiva matematizada, del dado lugar a la visita del enfermo al mé-
modo más preciso posible. Siguiendo a dico? En su crítica de la neurología clási-
S. S. Stevens (2), los tratadistas actuales ca, Goldstein, recuérdese, censuró la ten-
distinguen tres modos de ordenar los da- dencia de ésta a clasificar inmediata-
tos de observación: la escala "nominal" mente los síntomas en "principales" y
(ordenación cualitativa; por ejemplo, la "secundarios"; y mutatis mutandis, lo
clasificación de los estertores auscultato- mismo habría que decir en principio res-
rios según sus nombres), la escala "ordi- pecto de cualquier otro dominio de la
nal" o semicuantitativa (por ejemplo: in- medicina. Mas no parece recusable la
tensidad baja, media o alta de un sínto- práctica de comenzar el ejercicio de la
ma o un signo) y la escala "intervalar" o inducción diagnóstica tomando como
cuantitativa, que puede ser continua (va- punto de partida del razonamiento el
riación de la temperatura febril) o dis- síntoma o el signo que a primera vista se
creta (numeración de los pacientes de impongan como "más importantes" y
un grupo determinado: pueden ser 120 ó "más significativos", para abandonar tal
121, no 120,5). La medicina actual tiende atribución, eso sí, tan pronto como un
a hacer intervalar toda observación clí- metódico contraste con la realidad clíni-
nica. ca la haya mostrado insostenible, por-
que no siempre el "síntoma iatrotrópi-
co" (aquel por el que el enfermo se ha
c. La denominación técnica del dato decidido a solicitar ayuda médica) o la
El médico debe nombrar los datos re- "queja principal" (chief complaint) serán
cogidos en la exploración del enfermo. los datos diagnósticamente más signifi-
Pues bien: entre el nombre elegido para cativos o promisores. Reaparecerá el
designar una alteración morbosa, morfo- tema al estudiar el proceso de la selec-
lógica o funcional, y la realidad con ella ción diagnóstica: el conocimiento clíni-
designada, ¿existe la relación unívoca co no sólo exige "constatar" con preci-
que el lenguaje científico tan inapelable- sión, también "elegir" con acierto.
Actualidad 203

e. La modalidad del dato una balanza "precisa" puede ser escasa,


Habrá de tener en cuenta el clínico, si la precisión de sus poco variables me-
didas no se ajusta al peso real de la cosa
además, la modalidad de la respuesta ex-
pesada); por otro lado, el de "especifi-
ploratoria, cuando ésta es el resultado
cidad" (un dato analítico es específico
de una intervención en el organismo del
cuando sólo se presenta en una determi-
paciente susceptible de ser considerada
nada enfermedad, aunque no en todos sus
como prueba funcional; desde la explo-
casos) y el de "sensibilidad" o sensiti- vity
ración de un reflejo tendinoso en el he-
(el dato es sensible cuando se da en todos
mipléjico hasta el examen de la capaci-
los casos de una enfermedad, aun cuando
dad de intelección en el agnósico. La ha-
puede darse en otras) (4). Obvia- mente,
bitual consignación de ese resultado en
la suma excelencia de un dato exige su
términos + o -, de "respuesta positiva" o
precisión, su garantía, su especi- ficidad y
"respuesta negativa" y de "anormalidad"
su sensibilidad. La cuestión de si la
o "normalidad", es práctica recusable;
distribución de las desviaciones de los
no sólo porque entre ambos pares de
datos exploratorios se halla o no se halla
asertos puede haber grados intermedios,
sujeta a la curva en campana de Gauss no
también porque a veces será clínicamen-
puede ser tratada aquí (5).
te importante (Goldstein) conocer el
modo por el cual ha llegado a tal res-
puesta el organismo explorado. Al pro- g. La actividad perceptiva
blema de la modalidad del dato explora- del médico
torio atañe también la clasificación de El problema, en fin, de la actividad
ellos que siguiendo a H. V. Pipberger (3) perceptiva que ha conducido a la apre-
varios autores vienen haciendo: datos hensión del hallazgo exploratorio; más
"duros" (hard data, harte Daten; aquellos precisamente, a la percepción de las va-
que pueden ser objetiva y exactamente rias notas sensoriales -notas visuales,
enunciados, como la edad, el peso, la auditivas, táctiles, etc.- que la explora-
temperatura, etc.), datos "relativamente ción ofrece como datos exploratorios
duros" (fonocardiograma, electrocardio- propiamente dichos. ¿se trata de un acto
grama, gran parte de los datos de labora- de "intuición", según alguno de los di-
torio) y datos "blandos" (soft data, weiche versos sentidos que en el curso del pen-
Daten), los obtenidos en la anamnesis y samiento filosófico ha tenido esta pala-
muchos de los que ofrece la exploración bra, desde la noésis aristotélica, entendi-
inmediata. da, por oposición a la diánoia, como co-
nocimiento inmediato, hasta la intuition
f. La fiabilidad del dato bergsoniana y la Anschauung husserlia-
na? Richard Koch fue el primero en sus-
Estrechamente conexo con este últi- citar este problema, precisamente cuan-
mo problema y con los de la realidad y do Bergson y Husserl acababan de po-
la intensidad de los datos exploratorios ner sobre el tapete, cada uno a su modo,
se halla el de la fiabilidad de éstos. Va- el papel de la intuición en el conoci-
rios conceptos ha enseñado a distinguir miento humano; y con su distinción en-
el creciente rigor mental de los semiólo- tre un "diagnóstico intuitivo" y un "diag-
gos actuales. Por un lado, el de "preci- nóstico discursivo" o "investigativo",
sión" de la medida, cuando el dato se aceptó bergsonianamente la posibilidad
cuantifica (un método analítico es preci- de un conocimiento diagnóstico allende
so cuando en las cifras de sus resultados las reglas metódicas por las que el sen-
es muy pequeña la "desviación stan- gundo debe regirse. Luego discutiré el
dard"), y el de "garantía" (accuracy; la alcance y la licitud de tal aserto. Por el
traducción de este término por "exacti- momento me limitaré a afirmar, adelan-
tud" induciría a confusión), entendida tando ideas, que el inmediato "sentir"
como aproximación suficiente o máxima del clínico -su inmediata intuición sen-
de la cifra obtenida a la magnitud real sorial de lo que como clínico y como su-
de lo que esa cifra mide (la garantía de jeto humano percibe en la realidad del
204 El diagnóstico médico

enfermo- sólo como actividad también que en la realidad se ve -mejor: de algo


intelectiva puede ser rectamente enten- que en la realidad vista sorprende y re-
dido, y que sólo por obra de una deter- sulta inexplicable con lo que acerca de
minada operación lógica, la pertinente al ella antes se sabía-, cuya aparición en la
contenido y a la finalidad del acto médi- mente del investigador es vivida por éste
co, puede ser convertida esa primitiva como una iluminación súbita, como el
intuición sensorial en dato exploratorio instantáneo hallazgo de algo que no ha-
técnicamente constatado. bía sido buscado a través del discurso ló-
gico. Según su génesis y su estructura, la
11. SELECCION DE LOS DATOS idea a priori no sería otra cosa que una
SIGNIFICATIVOS "ocurrencia feliz". Pues bien: el acto de
selección con que se inicia el proceso
Más o menos implicado en el proceso mental del diagnóstico, con la provisio-
a la vez sensorial e intelectivo de la cons- nal decisión que ese acto comporta,
tatación, un proceso mental de selección ¿debe ser entendido como una idea a
tiene lugar en el curso de la inferencia priori, en el sentido bernardiano de la
diagnóstica tradicional. Si la mera explo- expresión?
ración del enfermo no ha impuesto a la Mi respuesta es ambivalente: sí y no.
mente del médico la certidumbre de un No, porque el término de la inferencia
determinado diagnóstico específico, y si, diagnóstica tradicional no es la inven-
por otra parte, le ha ofrecido una serie ción de una explicación nueva -cualitati-
de síntomas y signos -con otras pala- va y descriptiva, como en la fisiología ex-
bras: si del examen del enfermo se ha perimental de Cl. Bernard, o cuantitati-
obtenido algo más que ese conjunto de va y matematizada, como en la física teo-
vagos e indeterminados hallazgos a que rético-experimental de Galileo-, sino la
suele reducirse el cuadro clínico de mu- mera identificación de un desorden orgá-
chos neuróticos y de todos los "pacien- nico no patente a primera vista y suscep-
tes-problema"-, entonces el médico, de tible de conocimiento técnico según lo
modo más consciente y deliberado o que en medicina se sabía hasta entonces.
más inconsciente y rutinario, selecciona Sí, porque ese acto de selección no es el
in mente los datos exploratorios que en resultado de emplear metódicamente las
principio le parezcan más significativos reglas de la deducción y la inducción de
para el establecimiento de un juicio la lógica clásica, sino la expresión de una
diagnóstico satisfactorio. Varios son los ocurrencia, certera en unos casos, erró-
problemas que suscita este ineludible nea en otros, basada sobre el saber y la
proceso de selección. experiencia del médico -es decir, sobre
el hábito mental que le da el recuerdo
l. MECANISMO PSIQUICO Y LOGICO vivo de lo por él visto, oído y leído- y fa-
vorecida por el talento ingénito subya-
Ante todo, el tocante al mecanismo psí- cente a la posesión de "ojo clínico".
quico y lógico de la selección misma. ¿En Nada "irracional", o "artístico", o "intui-
qué consiste realmente el acto de selec- tivo", hay en la acertada selección de un
cionar el dato exploratorio que para el determinado síntoma y en la consiguien-
buen logro del diagnóstico parezca ser te adopción de un punto de vista espe-
más prometedor? La decisión de elegir cialmente favorable para iniciar el pro-
un determinado síntoma o signo para ceso mental del diagnóstico; pero el
desde él intentar la intelección racional de acierto de esa selección es el propio de
los restantes, y como consecuencia el las "ocurrencias felices" no el resultado
establecimiento de un juicio diagnóstico final de una pesquisa discursiva reduci-
satisfactorio, ¿cómo ha llegado a surgir ble a la aplicación de ciertas reglas lógi-
en la mente del clínico? En su clásico cas. Es cierto, sí, que el hallazgo selecti-
análisis del proceso de la experimen- vo podrá y aún deberá ser explicado a
tación fisiológica, Cl. Bernard subrayó posteriori como la conclusión de un ra-
enérgicamente la noción de "idea a prio- zonamiento inconsciente y rapidísimo,
ri": una explicación hipotética de lo por tanto como un proceso mental cuya
Actualidad 205

celeridad le hace parecer instantáneo; hay, por supuesto, en el seno del acto de
pero quien como suyo lo ejecuta y lo selección de que ahora estoy hablando;
vive no tiene y no puede tener la con- la hay también, como pronto veremos,
ciencia de que en su mente haya aconte- en la aceptación del término a que por
cido tal proceso discursivo; y si alguien una vía o por otra conduzca el proceso
le dice que en su súbito hallazgo se han del diagnóstico. Lo cual quiere decir dos
cumplido ciertas reglas lógicas, podrá cosas: la primera, que todos los actos del
responder, imitando a M. Jourdain, que proceso diagnóstico, comprendido el fi-
su inteligencia piensa con lógica, sí, pero nal establecimiento del diagnóstico mis-
sin él saberlo; con una lógica, añadire- mo -salvo en los casos en que éste sea
mos nosotros, que no impide ni excluye unidimensional y se imponga de una ma-
la comisión de errores. nera inmediatamente intuitiva: "Esta
Pienso, en suma, que en el logro men- afección cutánea es una psoriasis circi-
tal de una conclusión cognoscitiva -en nada"-, otorgan un conocimiento esen-
determinados casos, mera hipótesis pro- cialmente sometido a la probabilidad, y
visional- pueden ser distinguidos dos por tanto a las leyes del acierto estocás-
modos extremos y uno intermedio: tico; segunda, que el saber técnico con-
cedido por todos ellos, aun siendo en al-
l. La idea a priori: súbita ocurrencia guna medida epistémico (perteneciente
que contiene un saber enteramente nue- a la episteme a la ciencia), es también en
vo; saber que se hará rigurosa verdad alguna medida prudencial (pertenecien-
científica -dejará de ser mera hipótesis- te a la phrónesis de los griegos y a la pru-
si el experimento lo confirma. Así surgió dentia de los latinos). Así lo exige la con-
en la mente de Einstein, valga este ejem- dición de "ciencia práctica", no de "cien-
plo, la idea inicial de su teoría de la rela- cia pura", ni de simple "ciencia aplica-
tividad. da", que caracteriza a la medicina.
2. El hallazgo explicativo: súbita se-
lección de un dato de observación desde
2. LA SELECCIONEN CONCRETO
el cual se puede explicar -si la selección
ha sido acertada- o no podrá explicarse Cuanto se ha dicho acerca del meca-
-si en la selección no se acertó- el con- nismo psíquico y lógico que se pone en
junto de los datos a que él pertenecía. juego para la selección de un síntoma-
Tal es el proceder del clínico cuando guía en el proceso diagnóstico, ¿cómo se
diagnostica según el modo de la inferen- hace acto selectivo concreto en la mente
cia que vengo llamando tradicional. del médico? Más precisamente: entre los
3. El camino de la inducción o de la síntomas que, para decirlo a la manera
deducción: el avance metódico, diestro de Feinstein, hayan rebasado el "umbral
en unos casos, torpe en otros, de una in- de la iatrotropía", ¿cuál habrá de ser el
teligencia deliberadamente sometida a provisionalmente elegido como tal sínto-
las reglas de la lógica. Este sería el caso ma-guía? No creo que la respuest'. pue-
de quien quisiera hacer ciencia según el da ser reducida a un conjunto de reglas
fastidioso método lógico que propuso generales. El clínico debe saber, sin em-
Sir Francis Bacon. bargo:

Obsérvese que a la conducta del clíni- l. Que desde el punto de vista de la


co pertenece esencialmente un acto de iatrotropía, los casos clínicos se ordenan
decisión. No es un azar que la expresión con arreglo a un espectro susceptible de
"toma de decisión" (decision making) reducción al esquema que gráficamente
haya adquirido carácter técnico y sea expresa la figura 7.
tan frecuentemente usada entre los teó- 2. Que la tendencia natural del médi-
ricos norteamericanos de la clínica. Hay co es atribuir carácter de principalidad,
ya decisión en el acto de atribuir verda- bien al más llamativo de los síntomas ia-
dera realidad, verdadera cualificación y trotrópicos, bien al que, incluso no per-
una más o menos precisa cuantificación teneciendo a éstos, constituye la "queja
a cada uno de los datos exploratorios; la principal" (chief complaint) del paciente;
206 El diagnóstico médico

Casos iatrotrópicos
tratados por
médicos generales

Casos no iatrotrópicos Casos iatrotrópicos


asintomáticos hospitalariamente tratados

Fig. 7. Estructura del espectro clínico (Wulff).

pero que ninguno de estos dos caminos inferencia informática han promovido
garantiza el acierto en la selección del en los clínicos la necesidad mental de
síntoma-guía. Sólo un serio y auténtico evaluaciones de frecuencia suficiente-
saber clínico -en cuya estructura se inte- mente precisas ("matrices síntoma-
gran, quiero repetirlo, la experiencia de enfermedad", "taxonomía numenca",
lo visto y oído, el recuerdo vivo de lo leí- "cocientes de probabilidad"). Una nueva
do y cierto "ojo clínico", entendido como etapa en la nosografía y en la taxonomía
antes indiqué- permitirá hacer una se- clínica ha sido abierta por este novísimo
lección inicial menos primaria y más auge de la cuantificación, en cuyo co-
certera. mienzo nos hallamos todavía.
3. Que en la selección del síntoma-
guía debe ser muy tenida en cuenta una
3. EL "CASO PROBLEMATICO"
de las notas que más importan para
su valoración clínico-diagnóstica: la fre- No debo poner término a este aparta-
cuencia con que aparece en la entidad do sobre el papel de la selección en el
nosográfica de que es parte; y por tanto proceso diagnóstico sin destacar de nue-
en la enfermedad en que con mayor o vo la frecuencia con que en la práctica
menor explicitud, y como posible clave actual se presentan casos en los cuales
del diagnóstico, está pensando el médico una acabada constatación de los datos
cuando procede a tal selección. Los tra- exploratorios y una aceptable selección
tados de patología especial suelen limi- del síntoma-guía no son o apenas son
tarse en tal evaluación a las indicaciones posibles, porque tales datos se muestran
semicuantitativas, según la escala ordi- débiles, vagos, imprecisos -"blandos", di-
nal "muy raro" -"raro"- "frecuente" ría Pipberger-, y en definitiva equívocos.
-"muy frecuente"- "casi constante". La Así acontece, como apunté, en muchos
presión de la mentalidad científica, para enfermos neuróticos y en todos los que
la cual sólo los datos bien cuantificados integran el amplio grupo de los "pacien-
son científicamente fiables, ha hecho tes-problema"; como un tercio de los
que la estimación numeral y estadística que acuden a las policlínicas hospitala-
de los síntomas vaya siendo más y más rias y a los consultorios privados de los
usada: "En tal afección, tal tanto por médicos generales. En estos casos, icuál
ciento de los casos presenta tal desorden deberá ser la conducta diagnóstica? iPe-
como síntoma inicial"; "En el curso de dir casi al azar datos y más datos paraclí-
tal afección, tal síntoma aparece en tal nicos -radiografías, análisis de laborato-
tanto por ciento de los casos". Pero, rio, etc.-, por si uno de ellos ofrece una
como veremos, sólo las exigencias de la clave diagnóstica insospechada? iEnviar
Actualidad 207

al enfermo a uno o más especialistas? lo que en páginas anteriores ha sido di-


¿convertir la historia clínica en un volu- cho o apuntado, sino en saber cómo los
minoso protocolo de notas dispares, y al clínicos actuales practican la inducción
enfermo en un espécimen de los que los diagnóstica y cómo la entienden quienes
norteamericanos llaman fat file ("proto- acerca de ella reflexionan. Antes, sin em-
colo grueso")? ¿o acudir, por la vía con- bargo, deben ser tratadas dos cuestiones
traria, al fácil recurso de uno de los Ca- previas: si en realidad existen los "diag-
vete-Diagnosen, "diagnósticos-comodín" nósticos por intuición" o "no discursi-
o "sospechosos", de que habló G. von vos" que algunos admiten, y si no será
Bergmann? Al término de estas interro- preferible, como entre los anglosajones
gaciones, sólo una posibilidad parece va siendo habitual, englobar el problema
razonable: plantearse el problema del de la inducción diagnóstica dentro de la
diagnóstico también como la intelección que con frecuencia llaman "estrategia
médica de un modo de vivir y no sólo del diagnóstico".
como la detección objetiva de un desor-
den orgánico; y desde el punto de vista
l. EL DIAGNOSTICO "INTUITIVO"
del método, completar adecuadamente
la pauta constatación -selección- induc- El problema del conocimiento médico
ción con la pauta constatación -visión por intuición apareció ante nosotros al
de conjunto- interpretación. Más adelan- estudiar la actividad perceptiva que la
te veremos en qué consiste esta segunda constatación de los datos exploratorios
vía. pone en juego. Decía yo entonces que el
inmediato "sentir" del clínico ante la
realidad del enfermo -por tanto, su in-
III. LA INDUCCION CLINICA mediata intuición sensorial de lo que en
esa realidad percibe- sólo como una ac-
Si la inducción es el paso desde una tividad a la vez sensorial e intelectiva
serie de conocimientos particulares a un puede ser rectamente entendido; con lo
conocimiento general -por ejemplo: lle- cual tácitamente aplicaba al caso parti-
gar a saber que una determinada situa- cular de la exploración clínica la doctri-
ción funcional del elemento químico clo- na de la "inteligencia sentiente" pro-
ro dentro de la molécula es el principal puesta por X. Zubiri (6): inteligir y sentir
carácter específico de todos los cloru- no son dos actos diferentes entre sí, uno
ros-, inducción clínica podrá ser llamado de la "facultad intelectiva" y otro de la
el proceso en cuya virtud pasa el médico "facultad sensitiva" del hombre, sino dos
desde la constatación aditiva o melódica momentos constitutivos de un mismo
de los datos exploratorios que compo- acto, el acto propio de la inteligencia
nen un cuadro sintomático al discerni- sentiente. La constatación clínica de un
miento de la especie morbosa -una no- dato exploratorio, en la cual el médico
ción específica, por tanto generalizado- siente e intelige a la vez, con una intelec-
ra- a que el caso en cuestión pertenece. ción, eso sí, que de ordinario no pasa de
Antes, incluso, de que el contenido del ser vaga e incipiente, haría patente el
término epagogé fuese conceptuado por acierto de esa doctrina. Pues bien: el co-
Aristóteles, inducción fue la pauta para nocimiento otorgado por ese acto a la
hallar la "semejanza única" de que casi vez sentiente e intelectivo, ¿puede ser
sibilinamente habla un texto hipocrático una "intuición inmediata" de lo real, en
ya transcrito (Epid. VI, L. V, 298); y si un el sentido bergsoniano de tal expresión?
médico del siglo XVII hubiese seguido en A mi juicio, no. Y si esto debe ya decirse
su práctica las reglas metódicas que de la mera constatación exploratoria, a
para hacer ciencia prescribe Sir Francis fortiori habrá que decirlo del conoci-
Bacon en su Novum Organon (tabulae ab- miento diagnóstico propiamente dicho,
sentiae, tabulae praesentiae, víndemiatio ese "saber de verdad lo que el enfermo
prima, etc.), inducción habría sido su ac- tiene" que el vulgo pide al médico.
tividad mental. Pero nuestro problema Con nombre latino, intuitio, de intueri,
no consiste en reiterar bajo otra rúbrica "mirar a", o con nombre germánico, An-
208 El diagnóstico médico

schauung, de anschauen, "mirar" o "con- (Diagnose auf Grund einer Anschauung,


templar", la idea de la intuición -visión entendida esta última no como contem-
directa y espiritual de la realidad de plación precognoscitiva, sino como pe-
una cosa, conocimiento de esa realidad netración intuitiva y cognoscitiva en el
apoyado, sí, en lo que de ella se siente, seno de la realidad). No se trata, advier-
pero no obtenido mediante la experien- te Koch, de "una caída en lo místico, en
cia y el razonamiento- procede de la fi- el mal sentido de esta palabra". Quien
losofía. Aunque entendiéndolo de diver- diagnostica por intuición parte, por su-
so modo, casi todos los filósofos, desde puesto, de lo que en el enfermo percibe
Platón hasta Bergson y Husserl, y no po- y de lo que como médico sabe; pero en
cos parafilósofos, como Goethe y Klages, virtud de procesos psíquicos inconscien-
han empleado y discutido ese concepto. tes, al margen, por tanto, de los razona-
No debo exponer aquí el contenido y las mientos discursivos y lógicos a que en la
vicisitudes de tan incitante historia. Diré esfera de la conciencia pueda ser someti-
tan sólo que el uso del término se ha ex- do cuanto en el enfermo percibe, llega
tendido en el siglo pasado y en nuestro rápida y directamente a conocer lo que
siglo a dos dominios del saber no inme- entonces le importa, es decir, un saber
diatamente filosóficos: uno estrictamen- diagnóstico. La conducta adecuada de
te científico, la matemática -Boole, Poin- las abejas y las hormigas cuando experi-
caré, y a continuación el "intuicionismo" mentalmente se interviene en el olor
de Brouwer y Weyl-, y otro científico- que las orienta (Bethe), las observacio-
práctico, la medicina. Unicamente a este nes de Edinger y Fischer en un niño que
modo de entender la intuición voy a re- vivió sin cerebro tres años y medio y las
ferirme aquí. de Goltz en perros descerebrados, así
Richard Koch toma como punto de como una reflexión psicológica acerca
partida de su pensamiento un rotundo de la ocurrencia (Einfall},la corazonada
dilema de Moritz Schlick: "La intuición (Ahnung) y el sentimiento de seguridad
no tiene con la contemplación (An- que surge al término del proceso del co-
schauung: para Schlick, la percepción nocimiento, sirven a Koch para apoyar
preintelectiva) ninguna semejanza... Por su idea del diagnóstico por intuición, de
intuición, los objetos son dados y no cuya realidad daría testimonio empírico
comprendidos. Intuición es mera viven- el hecho de que "el mejor y más aplica-
cia. Pero conocer es algo totalmente dis- do de los analistas no es siempre y a la
tinto, es algo más. Conocimiento intuiti- vez el mejor de los diagnosticadores" (8).
vo es una contradictio in adjecto... Inicia- El tema de la intuición médica no se ha
mos nuestro conocimiento de todas las extinguido a lo largo de los sesenta años
cosas por intuición, puesto que todo lo que nos separan del libro de Koch, pero
que en el mundo se nos muestra, por el modo de entenderla no ha segui- do
contemplación (Anschauung) nos está siendo el mismo. Para el psiquíatra
dado; pero sólo mediante el pensar co- H. Berne, se da a veces una iluminación
nocemos en verdad las cosas, porque la diagnóstica, que él considera basada en
ordenación y la coordinación para ello "impresiones sensoriales recibidas e in-
precisas son lo que constituye eso que tegradas bajo el nivel de la conciencia"
llamamos pensamiento" (7). Coincidente (9). Menos concesivo respecto del carác-
en parte con Schlick, en cuanto que ad- ter subconsciente de tal actividad parece
mite la contradistinción entre "intui- ser M. Bürger: "El diagnóstico intuitivo
ción" y "pensamiento", y en abierta dis- sólo tiene lugar sobre el fundamento de
crepancia con él, en cuanto que afirma un tesoro de experiencia ordenado, y
la existencia de un "conocimiento intui- por consiguiente controlado" (10). El
tivo", Koch discierne dos modos de la psicólogo P. E. Meehl distingue en la in-
inferencia diagnóstica cualitativamente tuición médica dos especies: una poco
distintos entre sí: el "diagnóstico me- frecuente, que corresponde, más que a
diante la investigación y el discurso" lo procedente de la observación del en-
(Diagnose auf Grund einer Untersuchung) fermo, a las ideas propias y a las asocia-
y el "diagnóstico mediante la intuición" ciones mentales del médico, y otra más
Actualidad 209

frecuente, referible a impresiones, sensa- identificación de algo que está ahí y no


ciones y sentimientos procedentes del es inmediatamente perceptible. Contra
enfermo, bien que poco perceptibles. lo que alguien ha sostenido, la actividad
Para Meehl se trataría tan sólo de una diagnóstica no es una "actividad creado-
atención especial hacia el enfermo y su ra" (15); al menos -quede aparte lo con-
comportamiento (11). Más explícitamen- cerniente a la inferencia interpretativa-,
te postula R. Hegglin la peculiaridad del cuando se trata de la inferencia diagnós-
diagnóstico por intuición cuando afirma tica tradicional.
que el diagnóstico diferencial moderno 2. Hay diagnósticos que el médico
no puede prescindir de la intuición, al establece por la simple inspección de lo
lado de los métodos propios de la cien- que ve; muy en primer término, casi to-
cia natural (12). dos los dermatológicos. Pero la súbita
La más clara y antimística concepción identificación de la especie morbosa que
del papel y la estructura de la intuición en ellos se produce no es el resultado de
en el campo de la ciencia natural y de la una "iluminación mental", sino la conse-
medicina puede leerse en M. Hartmann: cuencia de un rapidísimo, casi instantá-
"La intuición no es otra cosa que una in- neo proceso inductivo en el que el clíni-
ducción generalizadora. En virtud de co, sin especial deliberación, establece
una "visión" (Schau), hechos aislados y una comparación a la vez eidética (to-
distintas regularidades son puestos sin- cante al momento sensible de la percep-
téticamente en súbita relación, sin que ción) y mental (tocante al momento inte-
su relación lógico-racional por medio de lectivo de ella) entre lo que entonces
la tetrada metódica de la ciencia -aná- está viendo y lo que antes ha visto, a la
lisis, síntesis, inducción y deducción- luz de lo que él científicamente sabe. La
haya sido establecida... (Pero) sin sufi- doctrina zubiriana de la inteligencia sen-
ciente justificación lógica en su comien- tiente queda ostensiblemente confirma-
zo, tal visión intuitiva de conjunto, tal da por este género de diagnósticos. Rea-
visión de totalidad, desempeña un papel parecerá el tema en páginas ulteriores.
importante no sólo en la creación del ar- 3. Hay por otra parte diagnósticos
tista y en la actuación del médico emi- súbitos que no surgen de la simple ins-
nente, también en la génesis de las ideas pección del enfermo, sino al término de
(inducciones generalizantes) de los pio- una exploración más o menos minuciosa
neros de la investigación científico- o en el curso de ella. Arquetipo históri-
natural" (13). Con sólo una observación co, los famosos "diagnósticos-relámpa-
complementaria -que el médico no pue- go" (Blitzdiagnosen) de Skoda. ffueron
de conformarse con esa "visión sintéti- éstos el resultado de una "intuición" al
ca", si es que la logra, y debe añadir a margen de la lógica? Como antes dije, sí
ella hechos analíticos nuevos-, a esta y no. Sí, desde el punto de la vivencia y
concepc10n de Hartmann se atiene de la actividad psíquica consciente, por-
abiertamente el clínico R. Gross (14). que ni el clínico vive su acto mental
A riesgo de repetir ideas ya apuntadas, como un raciocinio lógico, ni a las reglas
expondré mi modo de entender el llama- de la lógica ha recurrido para ejecutarlo.
do "diagnóstico por intuición". He aquí No, desde el punto de vista de la estruc-
los puntos principales de mi personal tura íntima de ese acto, porque la feliz
opinión sobre el tema: ocurrencia diagnóstica no es el resulta-
do de una iluminación mental sobre-
l. Sin entrar en el problema de la gé- consciente o subconsciente, en cualquier
nesis psicológica de las "ideas a priori" caso irracional, sino el término de un
bernardianas, la "ocurrencia creadora" rapidísimo proceso no consciente -mas
en que ellas consisten no puede ser equi- no inconsciente, en el sentido freudiano
parada a la "ocurrencia feliz" de la ilumi- de la expresión; sólo con la no-concien-
nación diagnóstica súbita. En aquéllas cia de los actos automáticos-, en cuya
hay auténtica novedad intelectual, ge- trama se integran la experiencia del clí-
nuina originalidad, en definitiva, crea- nico, su sensibilidad exploratoria, su
ción; en esta otra, tan sólo detección o saber libresco y ese talento entre in-

IS
210 El diagnóstico médico

( Contacto médico-enfermo)

1 "''°'"!,,'"'"'¡0
.
i
Decisión diagnóstica_, ¡0

0
lEs
suficiente-
NO
mente cierto
el diag-
nóstico?

SI

Decisión terapéutica ¡0
'
!
. ,0
f1_Elsultado del tratamiento _

Fig. 8. Esquema ilustrativo del proceso de la decisión clínica. Los momentos de la decisión
-diagnóstica o terapéutica- están señalados con números del 1 al 5 (tomado de Wulff).

génito y adquirido a que se da el nom- 2. LA ESTRATEGIA DEL DIAGNOSTICO


bre de "ojo clínico"; talento en último
término referible, como vimos, a una Tal vez por obra de un doble campo
acusada capacidad para combinar entre de influencia, la terminología bélica y el
sí los diversos elementos particulares y rápido auge -no ajeno a la guerra mis-
la figura total de lo que se está viendo. ma- de la "teoría de los juegos", durante
¿Acaso había algo más en los Blitzdiagno- los decenios ulteriores a la Segunda
sen de Skoda? Guerra Mundial se ha extendido entre
4. Vienen por fin los diagnósticos los médicos, especialmente los anglosa-
cuyo establecimiento, por grande que jones, la expresión estrategia del diagnós-
sea el "ojo clínico" del médico, ha de ser tico. A través de tres autores suficiente-
logrado por éste mediante el ejercicio de mente representativos, R. Gross (16),
un proceso mental formalmente discur- E. A. Murphy (17) y H. R. Wulff (18) -por-
sivo; los diagnósticos más bien "busca- que los tres, sin desconocer los logros de
dos" que "encontrados", para decirlo al la inferencia informática, saben poner al
modo de Bergson. A la lógica de ellos día la inferencia tradicional-, trataré de
habré de referirme en páginas ulterio- decir cómo es entendida esa "estrate-
res. gia".
Actualidad 211

Obviamente, la estrategia del diagnós- dividual de esa cifra- o es verdadera "se-


tico es el conjunto de las reglas en cuya ñal" de un infarto de miocardio?
virtud la conquista de éste puede ser 4. En cada una de las tomas de deci-
realizada con la máxima adecuación y la sión que se presentan en el proceso del
máxima eficacia posibles. Hay en primer diagnóstico, habrá que tener presentes
término, por supuesto, una pauta gene- estas cuatro consideraciones (Murphy,
ral, aquella que, con cuantas ocasionales Wulff): a) Que el dato exploratorio sobre
excepciones se quiera, canónicamente el cual se pone la atención pertenece de
debe presidir el proceso de la inferencia ordinario a una serie, y que ésta puede
diagnóstica; proceso que se extiende ser nominal o categorial, ordinal (inter-
desde el encuentro entre el médico y el valar discreta) o intervalar continua; lo
enfermo hasta que un exitus feliz o letal cual -recuérdese lo dicho a propósito de
ponga término a la relación entre ellos. la constatación de los hallazgos explora-
Pese a la notoria simplicidad del esque- torios- debe influir en el modo de esti-
ma, tal vez no sea inoportuno reducir marlo clínicamente. b) Que la conexión
ese proceso al esquema que se adjunta mental entre el dato y la enfermedad
(fig. 8). Y complementando dicha pau- debe ser hecha a la vista de los resulta-
ta o modificándola oportunamente, hay dos obtenidos ensayando la correspon-
asimismo varias reglas más o menos diente prueba en la población sana y en
particulares, cuya precisa enumeración la población afecta por la dolencia de
varía con los distintos autores. Sin la que se trate, con objeto de reducir al mí-
menor pretensión sistemática, expondré nimo la existencia de "hallazgos falsa-
una colección de ellas: mente positivos" (los positivos en indivi-
duos sanos) y de "hallazgos falsamente
l. Ante el enfermo, se clasificará lo negativos" (los negativos en individuos
clasificable (las realidades clínicas sus- enfermos) (fig. 9). e) Que en la detección
ceptibles de descripción cualitativa y y en la apreciación de los síntomas diag-
pertenecientes a entidades morbosas nósticamente significativos opera con
"naturales"; por ejemplo, el conjunto de frecuencia una "distorsión del adverti-
los síntomas y signos que caracterizan a miento" (bias of ascertainment; por ejem-
la anemia falciforme, a la enfermedad de plo, el hecho de que los pacientes de in-
Tay-Sachs y, en general, a cualquiera de farto de miocardio con sintomatología
las enfermedades cuyo condicionamien- muy tenue no acudan al cardiólogo, sino
to mendeliano acredite una genuina "na- a su médico de cabecera o a un consul-
turalidad") y se medirá lo mensurable torio médico general; lo cual hará que la
(hipertensión, diabetes, obesidad, retra- inter-observer variation o variación entre
so mental) (Murphy). los distintos observadores sea en no po-
2. Serán rectamente combinadas las cas ocasiones causa de error). d) Que en
pruebas de gran sensibilidad y las de la decisión de emplear una determinada
gran especificidad. Si respecto del diag- prueba diagnóstica es preciso tener en
nóstico sospechado las hay, aquéllas se- cuenta la serie de "factores de costo y
rán empleadas en primer lugar (Wulff). riesgo" (precio, molestia para el pacien-
3. En el examen de los hallazgos ob- te, posibilidad de accidentes nosógenos
tenidos mediante la exploración, se ten- o letales) que tantas intervenciones ex-
drá muy en cuenta que en la informa- ploratorias llevan consigo. La tabla ad-
ción por ellos suministrada hay siempre junta, tomada de Murphy, indica suma-
"ruido" (noise) y "señal" (signal) -la dis- riamente las distintas posibilidades a
tinción entre el "ruido" o dato no signifi- este respecto.
cativo y la "señal" o dato significativo ha 5. Cuando, en sí misma considerada,
sido introducida por la informática-, y una prueba diagnóstica pueda dar resul-
se procurará discernir cuidadosamente tados positivos en dos de las enfermeda-
entre el uno y la otra (Lusted, Murphy, des conocidas por el médico, la decisión
Wulff). Un leve incremento en la cifra de habrá de tomarse según la probabilidad
las transaminasas séricas, Ges tan sólo que corresponda a las cuatro posibilida-
"ruido" -pertenece a la variación interin- des siguientes: "ninguna de las dos en-
212 El diagnóstico médico

(a)

N.º de
pacientes sin Trecho del 95 %
enfermedad

N.º de
pacientes con
enfermedad

Trecho
del 95 % (bl (c) (d)
-- ,
VN FP VN FP VN FP

Fig. 9. (a) Las columnas bajo el eje de abscisas indican la distribución de los resultados de
una prueba diagnóstica cuantitativa en individuos que padecen una determinada enfermedad.
Las columnas sobre el eje de abscisas muestran la distribución en sujetos que no la padecen.
(b) Distinción convencional -mediante curvas gaussianas- entre los valores normales y los
elevados. En aras de la sencillez, los trazados son curvas continuas. VN= resultados verdadera-
mente negativos, FP= resultados falsamente positivos, FN= resultados falsamente negativos,
VP= resultados verdaderamente positivos. (c) Distinción entre los valores normales y los eleva-
dos que asegura la máxima especificidad. (d) Distinción que asegura la máxima sensibilidad.
(En los diagramas a, b y c, las líneas verticales representan, según la terminología de Lusted, el
criterion axis o "eje de criterio": líneas de mínimo error en la clasificación del hallazgo.) (Toma-
do de Wulff.)

fermedades" (la posibilidad de un resul- juzga teniendo en su mente un modo de


tado positivo en una tercera enferme- enfermar configurado como "cuadro tí-
dad), "enfermedad n.0 1", "enfermedad pico" (clinic Gestalt, en la terminología
n.0 2" y "las dos enfermedades simultá- de Murphy). Frente al proceder del "ana-
neamente". lítico puro", la "primera impresión" ante
6. En lo tocante a la estrategia de la el enfermo sigue siendo importante. b)
actividad diagnóstica, es posible discer- El método del agotamiento: examen su-
nir cuatro actitudes principales (Mur- cesivo de las diversas "enfermedades" a
phy): a) La visión de conjunto. El clínico que puede corresponder cada uno de los
Actualidad 213

datos exploratorios; aproximadamente un lado, y maximización de la utilidad


la conducta de quien, para estar seguro esperada, por otro. El peligro de "sobre-
de descubrir lo que significa la palabra diagnosticar" -de diagnosticar sin funda-
"mixedema", leyese las que trae nuestro mento suficiente, sólo por temor a lo
diccionario desde "aarónico" hasta "zu- más desfavorable- habrá de ser conside-
zón" (desde "aardvark" hasta "zygote", rado por el clínico sagaz.
en el texto de Murphy). e) El método de 7. A estas diversas líneas de la estra-
la progresiva decisión dicotómica (mu/ti- tegia del diagnóstico habrán de subordi-
ple branching process, de Murphy). Es se- narse (Murphy) los siguientes "axiomas"
mejante al que las "tablas taxonómicas" tácticos: a) La recogida de hechos es
ofrecen al naturalista para diagnosticar siempre selectiva, nunca puede ser com-
las especies botánicas. De él hace amplio pleta. Esto es: en la realidad del enfer-
uso, como veremos, la inferencia infor- mo, el médico nunca puede llegar a "ver-
mática (decision trees, "árboles de deci- lo todo". b) Los hechos son evaluados
sión" para el proceso diagnóstico). d) El conforme a un orden: salvo excepciones,
método del "ascenso por lo más empina- el proceso del diagnóstico es melódico,
do" (method of steepest ascents). En un te- no armónico (diacrónico, no sincrónico,
rreno accidentado, lo más rápido para diría un lingüista). e) El diagnóstico es
ascender desde el punto más bajo hasta un problema ineludiblemente situado en
el punto más alto será ir siguiendo un el tiempo real. A un probable canceroso
itinerario siempre normal a las sucesivas no se le puede decir: "Vuelva dentro de
líneas de nivel. En términos bayesianos unos años, que entonces sabremos más
-véase en el parágrafo subsiguiente lo sobre el cáncer". d) Incluso en los casos
que tal expresión significa-, no otro es el en que no haya grave urgencia terapéuti-
proceder del clínico que ante un "espa- ca, la exploración diagnóstica no debe
cio diagnóstico" (el ámbito de posibilida- ser proseguida indefinidamente. e) Todo
des diagnósticas ofrecido por lo que ex- paciente puede estar sufriendo más de
ploratoriamente ve) sabe evaluar las má- una enfermedad. f) No es necesariamen-
ximas probabilidades que respecto del te cierto que el "síntoma exhibido" -el
diagnóstico correspondan al síntoma "síntoma iatrotrópico", en la terminolo-
considerado (por ejemplo: ante un enfer- gía de Feinstein- ofrezca la máxima ga-
mo no más que hemoptoico, estimar rantía como punto de partida para el
cuantificadamente la probabilidad de diagnóstico.
que sus hemoptisis se deban a un cáncer
de pulmón). e) Cabe añadir a estas cua-
tro actitudes una quinta, la que, toman- 3. LA ACTIVIDAD MENTAL DEL CLINICO
do como pauta la teoría de los juegos, Cualquiera que sea la línea estratégica
Wulff denomina minimax loss principie, del proceso diagnóstico, la mente del clí-
o "principio de la minimización de la nico ejercita en ella una determinada ac-
máxima pérdida"; en términos diagnósti- tividad mental, sobre cuya estructura ló-
cos, y según una expresión de W. Ed- gica vienen discutiendo los teóricos del
wards, "la elección de aquella estrategia conocimiento médico. Antes de exami-
cuyos efectos nocivos, en el caso de que narla no. será ocioso, sin embargo, con-
sucediera lo peor de lo que puede suce- templar rápidamente lo que acerca de
der, serían los mínimos"; o bien, confor- esa actividad suelen hacer y decir los ex-
me a una expresión coloquial inglesa, positores de "casos clínicos".
better safe than sorry, "antes seguro que
arrepentido". Por ejemplo: ante un pa-
ciente con episodios de estreñimiento y a. La lección clínica
diarrea, y aunque el diagnóstico de co- Imaginemos una lección clínica didác-
lon irritable parezca el más probable, ticamente eficaz. Ante sus oyentes o sus
pensar también que puede tratarse de un lectores, un maestro expone con mayor
cáncer de colon y seguir explorando en o menor detalle lo que la exploración
la línea de esta posibilidad. En definiti- -su exploración- le ha dado a conocer
va, minimización del riesgo posible, por en el paciente de que se trate. A conti-
214 El diagnóstico médico

Tabla l. Bases para la regulación de los criterios diagnósticos


en una serie de diversas enfermedades
Costo y riesgo de los resultados Costo y riesgo innecesarios de los resultados
falsamente positivos falsamente negativos

Frecuencia Rigor exigible a la


Enfermedad general Riesgos Coste Personales Preventivos Eugénicos prueba diagnóstica

Sífilis secundaria Moderada Bajos Bajo Alto Muy alto Nulo Muy bajo
Enf. de Tay-Sachs Baja Nulos Nulo Nulo Nulo Muy alto Intermedio
Disentería amebiana Baja Altos Moderado- Alto Alto Nulo Intermedio
alto
Cáncer de pulmón Alta Muy altos Alto Moderado- Nulo Nulo Moderada-
alto mente alto
Esclerosis múltiple Moderada Nulos Nulo Nulo Nulo Nulo Alto
Tomada de Murphy.

nuac1on, hace que la atención de sus de sus lecciones ante el enfermo diag-
oyentes o sus lectores se fije de manera nostican los maestros de la clínica, sino
especial en un determinado síntoma o en saber cómo proceden cuando, antes
signo, y a partir de él, adoptando, acaso de conocer el resultado del diagnóstico,
sin saberlo, la estrategia del "ascenso mental y acaso vacilantemente lo bus-
por lo más empinado", porque a poste- can. A mi juicio, la respuesta no puede
riori le es fácil hacerlo, construye un ra- ser unitaria, porque los "estilos diagnós-
zonamiento eclécticamente anatomoclíni- ticos" varían con la escuela y con la per-
co, fisiopatológico y etiopatológico, aca- sonalidad del clínico. Skoda era a la vez
so también constitucional, y llega con hombre de la Zweite Wiener Schule y
impecable brillantez a la formulación de Skoda, y otro tanto cabe decir, mutatis
un juicio diagnóstico satisfactorio; y si la mutandis, de Oppolzer; como Charcot
índole del caso y su habilidad para la ex- fue parisiense y Charcot, y Dieulafoy pa-
posición se lo permiten, no sólo satisfac- risiense y Dieulafoy. Pero la diversidad
torio, también sorprendente. Tal vez no personal y la diversidad de escuela re-
sea descabellado comparar entre sí sultan, pienso, de la manera de combi-
la técnica expositiva de los maestros de nar los tres tipos del diagnóstico que
la lección clínica y la de los maestros deslinda Wulff, el probabilístico, el noso-
de la novela policiaca. Los maestros de la gráfico y el causal, con las tres más im-
novela policiaca escriben su relato sa- portantes pautas estratégicas discerni-
biendo quién es el autor del crimen y el das por Murphy, la visión de conjunto, la
modo como éste ha sido cometido; con progresiva decisión dicotómica y el as-
lo cual pueden presentar el proceso de censo por lo más empinado. Los lectores
la investigación de modo que a los ojos con práctica médica suficiente y los
del lector sea a la vez lógico e inespera- oyentes reflexivos de lecciones clínicas
do. Como ellos, los maestros de la lec- "magistrales" dirán si son o no son esas
ción clínica exponen ante sus oyentes o coordenadas las que presiden y orientan
sus lectores el proceso mental de su el proceder de la mente en el ejercicio
diagnóstico cuando ya conocen el térmi- del diagnóstico. Muchas veces, obvio es
no de éste; en condiciones, por tanto, de decirlo, combinándose entre sí.
presentar su actividad exploratoria y
mental con la lógica, la brillantez y la
sorpresividad, si para ella hay caso, de h. Gross, Meehl, Sarbin, Westmeyer
que su talento intelectual y verbal sea Demos ahora un paso más. Con clara
capaz. y reflexiva conciencia de lo que sea la es-
Nuestro problema, sin embargo, no tructura de su raciocinio o pensando
consiste en descubrir cómo en el curso con lógica como M. Jourdain hablaba en
Actualidad 215

prosa, esto es, sin saberlo, écómo en to- Wieland. Sucesivamente examinaremos
dos esos casos se mueve la mente del las respectivas contribuciones de estos
médico desde lo que "ha visto" (los ha- autores al análisis lógico del proceso
llazgos de su exploración) hasta lo que al diagnóstico, sea o no sea éste un recono-
fin "sabe" (el enunciado de su juicio cimiento inmediato de la especie morbo-
diagnóstico)? Tras las etapas del proceso sa a que el caso pertenezca.
diagnóstico que antes llamé constata- Las reflexiones de Westmeyer (22)
ción y selección, éen qué consiste el pro- proceden del campo del diagnóstico psi-
ceso inductivo de la mente del médico, cológico, y a él van principalmente ende-
cómo éste asciende mentalmente desde rezadas. Pero su explícito apoyo en in-
el síntoma o el conjunto de síntomas vestigaciones de carácter clínico (P. E.
hasta la especie morbosa, sea cualquiera Meehl [23], T. R. Sarbin, R. Taft y D. E.
su modo de entender lo que una "espe- Bailey [24]) y sus ocasionales referen-
cie morbosa" realmente es? cias a los problemas mentales del médi-
Resumiendo su propio pensamiento y co, exigen tratar conjuntamente todo
el de P. B. Medawar (19) y H. Seiffert este grupo de trabajos.
(20), escribe R. Gross: "Como es sabido, Frente a la pauta de la inferencia tra-
la lógica formal distingue entre la induc- dicional, y cualesquiera que sean las mo-
ción (paso de lo particular a lo general) dulaciones individuales o de escuela a
y la deducción (paso de lo general a lo que se la someta, los lógicos del diagnós-
particular). Sólo la conclusión deductiva tico disciernen en el proceso y en la doc-
posee validez incuestionable. La induc- trina de éste cuatro actitudes cardinales:
ción conduce tan sólo a una probabili- la "descriptiva" (descripción, ordenación
dad, puesto que la consideración de uno y sistematización de los procesos obser-
o pocos sucesos en modo alguno permi- vados y de los constructos descriptivos
te concluir que siempre sucederá así. En que los hacen comprensibles: en esa lí-
consecuencia, podría darse el nombre nea se mueven los estudios de Meehl), la
de inducción al acto de concluir la exis- "explanativa" o "explicativa" (más allá
tencia de una combinación regular de de la pura descripción sistematizadora,
síntomas, e incluso de una enfermedad, pero apoyado en ella, el diagnóstico re-
a partir de un cierto número de aqué- flexivo apela a constructos explicativos
llos. Pero tomadas en su forma pura, que permiten dar cuenta racional de los
como acontece en la matemática o en la procesos observados, y por tanto expli-
ciencia natural, la deducción y la induc- carlos y comprenderlos), la "especulati-
ción no son fácilmente transferibles a la va" (comprensión transempírica de la
actividad diagnóstica. El proceder de operación diagnóstica, de valor sólo heu-
ésta corresponde lógicamente más bien rístico, y sólo aceptable si ulteriormente
a una conclusión hipotético-deductiva, o a puede ser objeto de explicación o expla-
una deducción en la inducción, o a una nación) y la "prescriptiva" o "normativa"
mezcla de inducción (hacia la entidad (establecimiento de las reglas y normas
morbosa) y deducción (hacia los síntomas). a que, para ser lógica y científicamente
La validez de lo general -el diagnóstico correcto, debe ajustarse el proceso diag-
de una enfermedad, en este caso- debe- nóstico). Las tres primeras actitudes se
rá ser comprobada mediante hallazgos orientan hacia lo que H. Reichenbach
ulteriores" (21). En la figura 10 se mues- llamó "contexto de descubrimiento"
tra el esquema con que Gross señala (context of discovery ), la cuarta hacia el
el lugar, la estructura y las consecuen- "contexto de justificación" (context of jus-
cias de esa "conclusión hipotética" en tification) (25).
que se mezclan la inducción y la de- Dejando de lado la discusión en torno
ducción. al valor que posee la historia de la cien-
Más detenida y precisamente han es- cia para el establecimiento de la norma
tudiado el proceso mental del diagnósti- cognoscitiva, acerca, por tanto, de la re-
co, a lo largo de los últimos años, P. E. lación entre la "génesis" y la "validez" de
Meehl, T. R. Sarbin, R. Taft y D. E. Bai- los conocimientos científicos (a un lado,
ley, H. Westmeyer, K. Sadegh-zadeh y W. los que afirman ese valor, como K. Pop-
216 El diagnóstico médico

Anamnesis


Hallazgos inmediatos
(inspección, percusión, etc.)
... datos clínico-médicos, hemato-
lógicos, microbiológicos
1
..._mediciones mecánicas------
(presiones, funciones) 1
...._potenciales de acción eléc- ......... ¡1
tricos (ECG, EEG, EMG, etc.) I
1
....-radiografía, isótopos --------------- 1
1
1
...._ endoscopias -------------------- 1
1
...._ exploraciones citológicas _._J
e histológicas 1

otras exploraciones..-----
Suma de los hallazgos 1

Experiencia personal 1 1
f
¡
(recuerdo) } 1

C
ra
y otros saberes -------+
D. .
Comparación

.
1agnost1co
( ) . . I( ) mediante
1
1
1

Ruerssuoltado del
tratamiento
S prov1s1ona es --exploraciones-"'
Comprobación
especiales
I

Diagnóstico definitivo

Fig. 10. Sinopsis de los eslabones lógicos de un diagnóstico clínico, según Gross. La conclu-
sión hipotética (inductivo-deductiva) corresponde al eslabón (1).

per, T. S. Kuhn, I. Lakatos, J. Habermas y l. Más o menos consciente y correc-


G. Radnitzky; al otro, los que lo discuten: tamente atenidos a las exigencias de la
H. Feigl, R. J. Hall, C. G. Hempel, J. Margo- lógica (Meehl y sus seguidores), sólo un
lis, E. Me Mullin, W. D. Siemens, H. West- punto de vista "descriptivo" adoptan los
meyer, H. Albert), me atendré exclusiva- médicos cuando sus diagnósticos, siendo
mente al propósito de este libro (26), y clínicamente -terapéuticamente- útiles,
ofreceré una sumaria exposición de lo carecen de una intelección suficiente-
que sobre la descripción de la explana- mente científica de su proceso y su con-
ción o explicación y la ordenación nor- clusión. Al estudiar la praxis del diagnós-
mativa del proceso diagnóstico nos di- tico y sus formas tendremos ocasión de
cen quienes desde el punto de vista de examinar este frecuente modo de proce-
su formalidad hoy lo estudian. Para ello, der.
y puesto que mi tratamiento del tema 2. Concebido el diagnóstico no sólo
sólo debe ser meramente indicativo como descripción, también como expli-
-quienes por él se interesen, válganse de cación o explanación prescriptiva o nor-
la bibliografía que consigno-, enunciaré mativamente correcta, el proceso mental
los puntos que en este campo de la lógi- que a él conduce posee una estructura
ca médica me parecen verdaderamente lógica -R. Carnap ha sido su más carac-
esenciales. terizado expositor (27)- integrada por
Actualidad 217

los siguientes términos: un explicandum Así concebidas, sólo confirmaciones


o explanandum (la proposición que es casuísticas de leyes generales empírica-
necesario explicar o explanar), un expli- mente establecidas -no, por tanto, ver-
cans o explanans (la serie de leyes gene- daderas inferencias diagnósticas- po-
rales, hipótesis y presupuestos teoréti- drían dar al médico las explicaciones
cos, por un lado, y la de condiciones an- ND. Por ejemplo, ésta: "En todos los neu-
tecedentes, por otro, en cuya virtud la mónicos se produce una hepatización
explicación será posible y correcta) y un roja del lóbulo pulmonar afecto -Este
explicatum o explanatum (el término a enfermo es un neumónico- En este en-
que conduce la explicación o explana- fermo se ha producido la hepatización
ción, cuando ésta es lógica y científica- roja de un lóbulo pulmonar". Pero, como
mente válida). Para que los explicanda o pronto veremos, la explicación ND pue-
explananda sean correctamente sustitui- de adoptar también una estructura lógi-
dos por los correspondientes explicata o ca por completo correspondiente a la
explanata es preciso que éstos cumplan pesquisa del saber diagnóstico.
cuatro "condiciones de adecuación": 4. Desde un punto de vista lógico, el
analogía del explicatum con el explican- proceso diagnóstico consiste en la bús-
dum, exactitud, fecundidad y simplici- queda de condiciones antecedentes que,
dad; conceptos cuyo contenido no puedo en conexión con leyes generales bien
exponer aquí con suficiente detalle. confirmadas, formen un explanans ade-
3. La intelección a que esta lógica as- cuado al explanandum en cuestión, es
pira es, pues, la "explicación" (E rklii- decir, al problema clínico-diagnóstico de
rung); por tanto, la que persiguen las que se trate. Su esquema H-0 sería, por
"preguntas-por qué" (28). Dos ejemplos: tanto, el siguiente:
"¿Por qué sucede que esto sea así? ¿so-
L1 , L2........ (leyes conocidas: lo conocido)
bre la base de qué condiciones antece- A1 , A2 ........ (condiciones antecedentes: lo buscado)
dentes y conforme a qué leyes acontece
que esto sea así?"; leyes que pueden ser E (realidad clínica: lo dado)
exactas o deterministas, y en tal caso
conducen a "explicaciones ND" (nomo- Por ejemplo: "Matidez torácica locali-
lógico-deductivas), o estadísticas o pro- zada y estertores crepitantes denotan
babilísticas, a las cuales corresponden hepatización neumónica (L) -Este enfer-
las "explicaciones El" (estadisticoinduc- mo presenta matidez neumónica locali-
tivas). La estructura lógica de las pri- zada y estertores crepitantes (E)- Este
meras suele ser representada por el "es- enfermo es un neumónico (A)".
quema H-0" (Hempel-Oppenheim) (29): Las leyes o regularidades que dan su
primera parte (L) al explanans del jui-
L 1 , L 2 ... cio diagnóstico poseen de ordinario ca-
(explanans) rácter estadístico, con explicaciones El
como resultado, y en ocasiones carácter
aparentemente nomológico, con explica-
E (explanandum); ciones aparentemente ND como conse-
cuencia. En rigor, la estructura lógica
esquema en el cual L1 , L2 ... son las leyes del juicio diagnóstico tradicional -la
generales, las hipótesis y los presupues- combinación de la "probabilidad noso-
tos teoréticos, A¡ , A2 ... las proposiciones gráfica" y la "probabilidad diagnóstica"
que describen las condiciones antece- de que se hablará en el capítulo subsi-
dentes, y E la descripción del hecho o el guiente- es la propia de las explicacio-
evento que se trata de explicar. Un ejem- nes El, porque sólo estadísticas o proba-
plo trivial: bilísticas pueden ser tanto las leyes ge-
L: Todas las personas con un CI < 80 fracasan en
nerales sobre que se basa el diagnóstico
la universidad. médico como la certidumbre del diag-
A: Juan tiene un CI < 80 nóstico mismo, cuando éste no se limita
a ser la simple nominación de un dato
E: Juan fracasa en la universidad. exploratorio; y así, aunque Wulff use
218 El diagnóstico médico

para ellos los nombres que usa, también "inductiva" y de "probabilidad subjeti-
probabilística o estadística es en último va" (aquél ineludible desde un punto de
extremo la certidumbre de los diagnósti- vista lógico-normativo, por tanto dentro
cos "nosográfico" y "causal". Volvamos del que Reichenbach llama "contexto de
al ejemplo anterior. Por alta que sea la justificación", este otro útil dentro del
probabilidad de certidumbre de la ley "contexto del descubrimiento"); ni, por
empírica formulada en el explanans supuesto, la consignación del copioso
("Matidez torácica localizada y ester- sistema de notación con que las nocio-
tores crepitantes denotan hepatización nes propias del razonamiento lógico
neumónica"), en modo alguno esa ley (conjunción, alternación, negación, im-
puede ser considerada exacta o determi- plicación, equivalencia, junción, genera-
nista, como verbi gratia lo sea esta otra: lización, particularización, identidad, y
"La combinación de un átomo de cloro y así hasta casi un centenar) son técnica y
otro de sodio da lugar a una molécula de simbólicamente representadas; ni, en fin,
sal común". un estudio suficiente de los problemas
5. Frente a la opinión de Meehl, para que suscitan la "validez" (validity, Validi-
quien habría una diferencia cualitativa tiit) de la explicación lógica y el estable-
entre la formación de los juicios clíni- cimiento de los algoritmos que permiten
cos y las conclusiones estadísticas (por convertir en explicación lógicamente vá-
Meehl denominadas "actuariales", actua- lida el desarrollo del proceso diagnósti-
ria!), Sarbin, Taft y Bailey sostienen que co, entendido siempre como la pesquisa
aquélla no pasa de ser una forma parti- de las condiciones antecedentes capaces
cular de éstas. Tanto para el juicio diag- de completar satisfactoriamente -y, si
nóstico como para el estadístico regiría ello es posible, unívocamente- la com-
canónicamente el razonamiento que Sar- pleja estructura del explanans.
bin y sus colaboradores llaman "silogis- Mas no debo pasar al apartado subsi-
mo estadístico", cuya estructura es la si- guiente sin subrayar algo más o menos
guiente: una premisa mayor (una hipóte- patente en la exposición que antecede:
sis de probabilidad) y una premisa me- por una parte, que la lógica del diagnós-
nor (un aserto singular) conducen a la tico -como no sea la poco rigurosa, me-
conclusión (el explanatum correspon- ramente heurística, correspondiente al
diente al explanandum), la cual queda context of discovery, y ésta con la reserva
modalmente cualificada por un "ope- que impone la disparidad cualitativa en-
rador de probabilidad". En la conclu- tre el "descubrimiento científico" y el
sión propiamente estadística, la premisa "descubrimiento diagnóstico"- no ense-
mayor es obtenida por vía inductiva, al ña al médico a diagnosticar, sino a deci-
paso que en los juicios clínicos suele ser- dir si el proceso y la conclusión de su
lo por procedimientos no inductivos; en- mente han sido lógicamente correctos;
tre ellos, la analogía (dos objetos que por otro lado, que la resuelta y excluyen-
coinciden en ciertas notas, coincidirán te concepción del conocimiento diagnós-
también en otras), la construcción o ge- tico como "explicación" (Erkliirung) ne-
neralización no suficientemente fundada cesariamente ha tenido que suscitar la
(por ejemplo, en el diagnóstico psicoló- constitución de dos campos dialécticos
gico: "la avaricia es indicio de carácter entre los teóricos del saber: el que for-
anal") y el argumento de autoridad ("Tal man cuantos de un modo o de otro si-
autor solvente afirma tal tesis"). guen afirmando la autonomía gnoseo-
No puede ser tratada aquí la discusión lógica de la "comprensión" (Verstehen),
a que las ideas de Sarbin han sido some- tales como K. O. Apel (30), J. Habermas
tidas por Meehl, Westmeyer y algunos (31) y G. Radnitzky (32), y el que con H.
más. Tampoco es pertinente en estas pá- Albert (33) a la cabeza integran quienes,
ginas la exposición detenida de otros desde el punto de vista del racionalismo
modelos inferenciales (el "confirmativo" crítico, propenden a negar o niegan ta-
de Meehl, el "reductivo" y el "eliminati- jantemente el valor científico del conoci-
vo" de Westmeyer); ni la glosa de los miento "comprensivo". Lo cual nos con-
conceptos de "probabilidad objetiva" o duce derechamente hacia nuestro tema:
Actualidad 219

el capítulo diagnóstico de la "metamedi- X se encuentra en una situación vital sin


cina", entendida ésta como ciencia sobre salida"); la explicación disposicional, que
la medicina, como la ciencia que en la apela a propiedades no manifiestas -tal
medicina como investigación y como vez detectables mediante tests- y tam-
praxis tiene su objeto propio (K. Sadegh- bién poco fiable desde un punto de vista
zadeh). lógico ("¿Por qué X se contagió de virue-
la, cuando se puso en contacto con virus
variolosos?" -"Porque X no era resisten-
c. Sadegh-zadeh te a ellos"); la explicación teleológico-
K. Sadegh-zadeh ha sido hasta hoy, en funcional, en la cual el "porqué" de la
efecto, el autor que de modo más pro- pregunta se refiere a la causa final aris-
fundo y sistemático ha estudiado la ac- totélica, bien en la línea de una "teleolo-
tual lógica del diagnóstico. En una serie gía formal" carente de interés científico
de artículos todavía no conclusa viene ("La enfermedad es una expiación"),
elaborando una "teoría de la praxis clíni- bien como una "teleología material" que
ca"; serie a la cual pertenecen una dete- explica los eventos por su referencia a la
nida reflexión sobre la lógica y la meto- finalidad que cumplen en el organismo
dología de la formación de los juicios ("¿Por qué X presenta una hipertrofia
médicos -diagnósticos, pronósticos o te- del músculo cardiaco?"- "Para que su co-
rapéuticos- y otra sobre la explicación razón sea capaz de afrontar una mayor
del concepto médico del diagnóstico exigencia funcional"), puede ser lógica-
(34). mente reducible a la explicación disposi-
He aquí los puntos más importantes cional antes mencionada y en definitiva
de la reflexión de Sadegh-zadeh: no ofrece una alternativa válida a las ex-
plicaciones ND y El; una explicación racio-
l. Obvia aceptación del concepto de nal, en fin, que requiere párrafo aparte.
"explicación" como respuesta a "pregun- Es en este sentido "racional" la expli-
tas-por qué", a diferencia de la "descrip- cación, porque las acciones y los com-
ción", que sólo responde a "preguntas- portamientos del paciente podrían ser
qué", y división de esas preguntas en "racionalmente esperados" a la vista de
"epistémicas", orientadas hacia el cono- una serie de datos coherentes con ellos:
cimiento de los fundamentos de nuestra constitución y biografía del sujeto, de-
hipótesis ("¿Por qué Virchow defendería seos y creencias, motivos y fines, saberes
hoy su patología?"), y "buscadoras de ex- y representaciones acerca de la consecu-
plicación" -" exegotrópicas", podría lla- ción de estos fines, etc. Si el comporta-
márselas-, enderezadas hacia el conoci- miento es adecuado a la expectativa
miento de las causas de hechos y even- que este complejo condicional suscita, es
tos ("¿Por qué Meyer padece de asma eo ipso considerado racional, comprensi-
bronquial?"). Pero Sadegh-zadeh no se ble y explicable. Criterios de racionali-
conforma con distinguir la explicación dad y representaciones normativas ope-
ND o nomológico-deductiva y la explica- ran sobre el juicio del observador. Ahora
ción El o estadístico-inductiva; en cuan- bien: para Sadegh-zadeh, la explicación
to que más o menos útiles y más o me- racional posee a la postre la estructura
nos empleadas en medicina, a ellas aña- lógica de las explicaciones ND y El, con-
de: la explicación genética, de cuestiona- forme al siguiente modelo:
ble consistencia lógica, unas veces por- Explanandum: ¿por qué la persona A hace y?
que se limita a dar apariencia explicati- L: En una situación de tipo x
va a una simple descripción anamnéstica todo actuante racional hace y.
("¿Por qué X ha sufrido un infarto car-
Explanans: A: La situación x viene dada en el
diaco? -"Porque X ha fumado, no ha he- complejo condicional.
cho deporte y ha vivido bajo estrés"), y
otras porque cae en vicio de circulari- La persona A es un actuante
dad y sólo formula seudoexplicaciones racional.
("¿Por qué X padece de claustrofobia?- A hace y (observación inicial y
"Porque, a causa de repetidos fracasos, conclusión).
220 El diagnóstico médico

A veces, los criterios de racionalidad ría inobjetable. Pero cuando la compren-


son más bien meramente objetivos (ba- sión del otro no es tan sólo "transposi-
sados en la experiencia y en las convic- ción de uno mismo en el otro", cuando
ciones del observador; por ejemplo: "En lleva consigo una previa, osada e hipoté-
una situación de tipo x es racional hacer tica "creación" del punto de vista desde
y") que estrictamente objetivos (basados el cual la vida ajena, comprendido lo
en la experiencia general). Y a los ojos que en ella debe ser objeto de explica-
de Sadegh-zadeh, ese hecho hace ver la ción, puede ser adecuadamente com-
transición hacia el modo de razonamien- prendida -y ésta es la forma suprema de
to propio de la "comprensión" (Verste- la hermenéutica-, ¿cabrá afirmar que la
hen): "la mayor parte de los casos de comprensión no es más que explicación
comprensión hermenéutica del paciente racional? En páginas ulteriores reapare-
(psiquiatría y dominios afines) pertene- cerá este problema.)
cen -dice- a este género de explicación"; 2. Este planteamiento del problema
la cual, cuando posee algún valor cientí- lógico del diagnóstico conduce a Sa-
fico, sería últimamente reducible a la degh-zadeh a varias conclusiones. La pri-
"explicación racional" antes descrita. mera, de carácter histórico: la creciente
Descartados errores y círculos viciosos, eficacia de la actuación médica a lo lar-
la comprensión no ofrecería otra cosa go de la historia y de escuela en escuela
que una "explicación racional espontá- se debe tanto a que los saberes a que se
nea" con la estructura lógica de las expli- refiere el explanans son cada vez más
caciones ND o El: o bien es una conclu- científicos y menos contingentes -van
sión deducida de una regla general ("Yo siendo, cada vez con más rigor, verdade-
sé -todos sabemos- que cuando una per- ras "leyes científicas"-, como al progresi-
sona se encuentra en tal situación se vo aumento de precisión en la conclu-
conduce d tal manera"), o bien se trata sión del explanandum. Pero el examen
de una conclusión analógica inductiva esquemático de unas cuantas inferencias
basada sobre la experiencia que de sí diagnósticas de la más reciente medici-
mismo tiene el observador ("Si yo me na (un caso de enuresis nocturna, de
encontrara en una situación análoga, Schultz-Henke, otro de hipertensión ar-
sentiría, pensaría y actuaría como la per- terial, de A. Mitscherlich, otro de tu-
sona A"). El esquema lógico del razona- berculosis pulmonar, de A. Jores), le lle-
miento sería en ambos casos: va a contraponer "la relativa precisión
metodológica de la medicina somática"
Explanandum: ¿por qué la persona A se encuen- y "el caos metodológico de la medicina
tra en el estado y? no-somática, desde que por influjo de la
L: Siempre que yo estoy en la si- hermenéutica se han hecho virtud la
tuación x, siento, pienso y ac-
túo y (caso 1).
proclamación y la práctica de la com-
prensión de conexiones de sentido como
Explanans: Si yo me encontrase en la si- un método de conocimiento dotado de
tuación, x, siempre sentiría, autonomía y opuesto a la explicación".
pensaría y actuaría x (caso 2).
Tal es la segunda conclusión, ésta de ca-
A: La situación x se ha dado en la rácter crítico, a que llega Sadegh-zadeh.
persona A. La tercera, en fin, es de orden programá-
Supuesto el caso de que yo sea tico y normativo, y se refiere a la compo-
la persona A... (identificación y sición del explanans: la cautela de no
experimento mental).
presentar como leyes científicas saberes
Yo siento, pienso y hago y (caso que en realidad no pasan de ser asertos
1: deductivo). empíricos y el cuidado de procurar la
Yo sentiría, pensaría y haría y máxima precisión de los datos consigna-
(caso 2: inductivo). dos como "condiciones antecedentes"
(A¡, A2 ... en el esquema H-0).
(Si la comprensión hermenéutica no 3. Para ser lógicamente riguroso y
fuese sino lo que acerca de ella dice Sa- médicamente integral, el juicio diagnós-
degh-zadeh, el razonamiento de éste se- tico debe ser, no un "nosograma", no el
Actualidad 221

nombre abstracto y general de una enti- recho


.,,. ,,
en el dominio lógico de la "expli-
dad morbosa (cáncer bronquial, infarto cac10n.
coronario, etc.), sino el "idiograma de un 4. Basta este sumarísimo apunte -el
determinado individuo"; por tanto, un lector interesado por el tema podrá
aserto referido precisamente al paciente completarlo recurriendo a los estudios
de que se trate. Ahora bien, esa referen- mencionados en la bibliografía- para ad-
cia no sería lógica y médicamente satis- vertir el notable incremento en rigor
factoria si no cumpliese los siguientes mental que el lúcido y exigente trabajo
requisitos: de Sadegh-zadeh ha aportado y va a
aportar a la intelección de los diversos
• El aserto diagnóstico (a) debe ser un momentos del acto médico: el diagnósti-
predicado nosológico (35) referido al co en sus varias formas, el pronóstico, el
concepto de una determinada enferme- retrognóstico, la decisión terapéutica, la
dad (E) en un determinado punto tem- comunicación profesional. Va a aportar,
poral (t) (36). digo, porque el proyecto de ese autor
• El aserto diagnóstico (a) debe referir- -elaborar una teoría fundamental de la
se siempre tanto al individuo que pade- praxis clínica- se halla todavía en curso.
ce la enfermedad (x) como al individuo Pero una idea de la comprensión del
-el médico- que ha llegado a formular- sentido que no se oponga a la explica-
lo (y). ción causal, sino que la presuponga e in-
• El aserto diagnóstico (a) debe corres- cluya, una hermenéutica más completa y
ponder a un determinado sistema de sa- más rigurosa que la que Sadegh-zadeh
beres médicos (S): a un mismo paciente impugna, cno permitirán cumplir toda-
le serán atribuidos asertos diagnósticos vía mejor la certera definición que del
diferentes según su "enfermedad" haya diagnóstico propone el propio Sadegh-
sido establecida por un anatomoclínico, zadeh: "el idiograma clínico de un deter-
un etiopatólogo, un psicoanalista, etc. minado individuo"? Más brevemente: la
• Para que el aserto diagnóstico tenga pura explicación, fagota el conocimiento
una significación precisa y unívoca ha- clínico?
brá de ser referido al método (M) con el
cual haya sido obtenido.
• El contenido factual del aserto diag-
d. Wieland
nóstico -el conjunto de datos (D) sobre Uno de los capítulos del libro de W.
que se basa- debe ser decidido teniendo Wieland antes mencionado lleva el si-
en cuenta tres normas principales: la mi- guiente título: "El diagnóstico como en-
sión de la medicina consiste en tratar juiciamiento y como actuación". Tras ha-
enfermos y en investigar y prevenir en- ber estudiado la actitud de Wieland
fermedades; la comunicación clínica no frente a la cuestionable realidad de la es-
debe ser inútilmente recargada; hay que pecie morbosa y respecto de la concep-
alcanzar la máxima objetividad en la ob- ción de la medicina como "ciencia prác-
tención y en la denominación del dato, a tica" -tema al cual habrá que volver en
fin de que el coeficiente de la estimación páginas ulteriores-, veamos sus ideas
personal sea mínimo. acerca de lo que como "enjuiciamiento"
(Beurteílung) es el diagnóstico médico.
Por tanto, y en términos notativos: a
será un verdadero diagnóstico médico l. El primer problema de un clínico
sólo cuando -formulado como predica- reflexivo ante la realidad del juicio diag-
do nosológico de una bien establecida nóstico consiste en definir el status lógi-
entidad morbosa- haya un t, un x, un y, co del conocimiento que ese juicio lleva
un S, un M y un D tales, que a no dé lu- consigo. Dentro de la concepción cientí-
gar a confusiones y equívocos en rela- fico-natural de la medicina -la visión de
ción con el explanandum; esto es: Diagn ésta como ciencia aplicada de unas cien-
Med (a, t, x, y, S, M, D). Con ello la acti- cias puras y básicas, las de la naturale-
vidad diagnóstica se hace integral y rigu- za-, el diagnóstico es, debe ser, el previo
rosa, entra de lleno y con todo de- conocimiento científico de la enferme-
222 El diagnóstico médico
dad individual que el médico ha de tra- • Es además "operativo", y no por el
tar. Muy claramente expresó esta idea hecho de que permita ejecutar recta-
una frase del clínico O. Naegeli: "Los dio- mente la operación llamada "tratamien-
ses han puesto delante de la terapéutica to", como suponen o afirman los que
el sudor del diagnóstico". Pero tal visión sólo quieren ver en la medicina una
de las cosas se aparta mucho de la reali- ciencia aplicada, sino porque a su esen-
dad por dos razones principales: porque cia misma pertenece ese "elemento de
el diagnóstico médico no es un "conoci- actuación" antes mencionado; incluso no
miento puro", en cuanto que esencial- entendido como "arte de diagnosticar"
mente lleva consigo un "elemento de ac- (Diagnostik), sino como aserto conclusivo
tuación" (Handlungselement), y porque, (Diagnose), el establecimiento de un
en tanto que conocimiento, su estructu- diagnóstico -escribe Wieland- "es un
ra lógica en modo alguno coincide con acontecimiento real y temporal, que
la del conocimiento científico, el propio como tal no se halla (primariamente)
y canónico de la física, la química y la dentro de un sistema de conexiones lógi-
biología. cas, sino dentro de un sistema de cone-
El "aserto" (Aussage) propio de las xiones de acción y actuación, y que, en
ciencias de la naturaleza (por ejemplo: consecuencia, desde ellas debe ser enjui-
"El genoma humano se halla compuesto ciado".
por cuarenta y seis cromosomas") es • En tanto que aserto, todo diagnóstico
universal, y sólo viene expresamente re- tiene que ser "o verdadero, o falso"; tal
ferido a un individuo para mostrar que alternativa lógica pertenece formalmen-
esa universal validez suya se cumple en te a su esencia genérica, y así, como cua-
el caso considerado. Así, las diferencias lesquiera otros asertos no desprovistos
individuales son para el hombre de cien- de su contexto real, los juicios diagnósti-
cia irrelevantes o perturbadoras. Muy cos son formulados con la pretensión de
otro es el caso del aserto diagnóstico ser verdaderos y no falsos; pero, como
(por ejemplo: "El sujeto A padece una ha mostrado Sadegh-zadeh, los asertos
meningitis meningocócica"). Tal aserto, diagnósticos falsos -los diagnósticos
en efecto, posee las siguientes caracterís- erróneos- cumplen realmente y deben
ticas: cumplir lógicamente en la práctica del
médico un papel positivo, distinto del
• Es un juicio asertivo "singular" (Sin- que desempeñan la esencial "falsabili-
guléiraussage), en tanto que necesaria- dad" y la ocasional "falsación" (Popper)
mente referido a un individuo determi- de los saberes sensu stricto científicos.
nado -el nombre de una especie mor- • Todo diagnóstico médico es un aser-
bosa, "meningitis meningocócica", por to singular positivo, en el que sólo puede
ejemplo, no es un diagnóstico- y en intervenir como predicado un elemento
cuanto que correspondiente a un deter- del conjunto cualificado que forman las
minado kairós, a la situación del proceso "enfermedades", los modos típicos de
morboso en un punto temporal t: "El pa- enfermar establecidos por la investiga-
ciente P, en la ocasión t, padece una me- ción clínica, anatomopatológica, etiológi-
ningitis meningocócica". Al aserto diag- ca, estadística, etc.; conjunto al cual -en
nóstico no le caracterizan un concepto o la medida y en el modo en que él lo co-
una variable, sino el nombre y las notas noce y acepta- tácita o expresamente se
individuales de una persona. atiene el médico que como tal médico
• Es, por otra parte, "positivo": un aser- diagnostica y trata.
to negativo ("El sujeto A no padece una
meningitis meningocócica") puede for- 2. Como Sarbin, Westmeyer y Sa-
mar parte, sí, del proceso mental con el degh-zadeh, Wieland piensa que -en
que por vía diferencial y excluyente pue- principio- el modo propio del conoci-
de llegarse a un juicio diagnóstico más o miento diagnóstico es la "explicación", la
menos terminante, pero tomado en sí respuesta satisfactoria a una "pregunta-
mismo no es y no puede ser un aserto por qué"; pero su contacto directo con
diagnóstico. la realidad clínica le obliga a formular
Actualidad 223

varias importantes precisiones acerca de realidad de un determinado individuo;


lo que la explicación sea en el proceso de lo cual se sigue que -cualquiera que
mental del diagnóstico médico. Consig- sea su valor en la teoría de la ciencia na-
naré las que juzgo esenciales: tural- la explicación ND no pase de ser
una posibilidad ideal en la teoría del
• Desde un punto de vista lógico, el diagnóstico, incluso cuando se trata de
diagnóstico médico no puede ser enten- los llamados "casos de libro"; dicho de
dido como resultado de una "inducción", otro modo, que hayan de ser explicacio-
aun cuando en los casos más simples pa- nes El las empleadas en el razonamiento
rezca ser la búsqueda de una especie clínico, adviértalo o no lo advierta el mé-
morbosa (noción general o universal) a dico que diagnostica.
partir de los síntomas observados en el • Hecha esta salvedad, admitamos que
paciente (datos singulares); y no sólo el modelo ND es de hecho utilizable en
porque los recursos lógicos no basten medicina -por tanto: demos por cierto
para inducir asertos generales (leyes) que existe un sistema de entidades mor-
partiendo de asertos singulares (hechos bosas intelectualmente aceptable, que a
empíricos), cosa que en todas las cien- la expresión de cada una corresponde
cias acontece, sino por la antes mencio- un bien definido conjunto de síntomas
nada peculiaridad de los asertos que dan característicos y que toda enfermedad
expresión a los juicios diagnósticos, e in- individual puede ser referida a una y
cluso por la atipicidad que respecto de sólo a una de ellas-, y veamos qué notas
las leyes estrictamente científicas mues- deben ser atribuidas a la "explicación
tran los conocimientos generales o uni- médica". Son por lo menos las siguien-
versales propios del saber médico. tes: l. Como toda explicación ND, la ex-
• Por importante y esclarecedora que plicación diagnóstica no es un acto de
sea la teoría de la explicación científica derivación lógica, sino la intelección de
(Hempel, Stegmüller), nunca los proble- un proceso morboso individual median-
mas científicos reales (los que propone te saberes generales (anatomopatológi-
la investigación) podrán ser reducidos a cos, bioquímicos, etiológicos, etc.). 2. Asi-
problemas lógicos (los que resuelve la mismo, la explicación diagnóstica no es
explicación), y nunca, ni siquiera en el un aserto del tipo "si-entonces" ("si tal
dominio de la pura ciencia natural, será cosa sucede, entonces..."), porque, verda-
posible entender un caso singular, sólo dero o falso, el juicio diagnóstico tiene
mediante proposiciones generales. El que ser una afirmación tajante y no con-
científico podrá hacer abstracción de las dicional: "Este enfermo padece tal enfer-
condiciones antecedentes -condiciones medad". El diagnóstico, por tanto, no es
marginales, en el lenguaje de Popper- una explicación, aunque, eso sí, cumpla
cuando en un caso individual estudie ex- un determinado papel en la estructura
perimentalmente la validez teorética de de una explicación; papel cuya índole
una ley general; mas no por ello dejarán debe ser esclarecida decidiendo si en la
de existir tales condiciones. No todo es estructura de la explicación médica per-
racional en la realidad concreta. tenece el diagnóstico al explanans o al
• Por lo demás, en modo alguno pue- explanandum. 4. En el modelo médico de
den ser entre sí equiparados la compro- la explicación, el diagnóstico no es el ex-
bación de una ley científica mediante un planandum. La función del diagnóstico
experimento particular y el diagnóstico en ese modelo es la propia de las condi-
de una especie morbosa en un individuo ciones antecedentes; lo cual obliga amo-
enfermo. Por muy rutinariamente que se dificar el esquema propuesto por Sa-
le practique, todo proceso diagnóstico es degh-zadeh, de modo que la condición
una experiencia siempre nueva. Como antecedente pase a ser explanandum y
suele decirse, "en la vida diaria del clíni- éste se convierta en condición antece-
co, lo típico es lo atípico"; y sucede así, dente, es decir, en parte del explanans.
porque la validez de los conocimientos En el ejemplo elegido por Sadegh-zadeh,
médicos tiene que hacerse sólo estadísti- el diagnóstico de una glomerulonefritis,
ca cuando se les refiere a la concreta tal esquema es:
224 El diagnóstico médico

Explanandum: ¿Por qué el enfermo X se halla en • Puede acontecer que un cuadro clíni-
el estado y? co sea susceptible de más de una expli-
A. El enfermo X presenta hema- cación. En tal caso, una de dos: o la pes-
turia, edemas, hipertensión y
albuminuria. quisa de nuevos síntomas y signos per-
mite al médico cumplir el ideal del diag-
Explanans: G. Siempre que se presentan he- nóstico -esto es: referir todo lo observa-
maturia, edemas, hipertensión do en el paciente, el explanandum, a una
y albuminuria, se trata de una
glomerulonefritis. sola entidad morbosa-, o, por correspon-
der a más de una de ellas, ese cuadro clí-
Aserto·
diagnóstico: X padece una glomerulonefritis.
nico exige establecer más de un diagnós-
tico; lo cual planteará, desde luego, pro-
blemas prácticos, pero no problemas ló-
Frente a ese esquema, válido, desde gicos, porque respecto de cada uno de
luego, como ejemplo didáctico, Wieland los dos diagnósticos podrá repetirse
propone este otro, más realmente expre- todo lo anteriormente dicho. En el diag-
sivo de la formación del juicio médico: nóstico diferencial hay -transitoriamen-
te, al menos- "concurrencia de diagnós-
Explanandum: En el paciente X se han observa- ticos"; en el diagnóstico de dos enferme-
do hematuria, edemas, hiperten- dades coincidentes, no.
sión y albuminuria. • Como ya se hizo constar, la explica-
G. Siempre que se presentan he- ción según el esquema precedente sólo
maturia, edemas, hipertensión es aplicable a los llamados "casos de li-
y albuminuria, se trata de una
glomerulonefritis. bro", por tanto a situaciones diagnósti-
cas en cierto modo ideales. La habitual
Explanans: A. El paciente X padece glomeru- -y aun lo constante, apurando el rigor
lonefritis (aserto diagnóstico). del análisis- es que el razonamiento del
medico, aunque parezca apoyarse en ex-
Pese a lo que suele decir el lenguaje plicaciones ND, se apoya de hecho en ex-
clínico habitual, la realidad es que el mé- plicaciones El, y por tanto en las regula-
dico no formula al diagnosticar "conclu- ridades de carácter estadístico que su
siones lógicas"; lo que hace es buscar hi- experiencia clínica y su saber libresco le
pótesis desde las cuales, apoyada su permitan establecer. Cabe esperar, sin
mente en los conocimientos generales embargo, que en un futuro no lejano, y
que le ofrece un saber extraclínico -ana- acaso cambiando desde su base el actual
tomopatológico, fisiopatológico, bioquí- e inconexo "sistema de entidades mor-
mico, etiológico, etc.- pueda derivarse bosas", la informática haga posible un
como conclusión científicamente razona- conocimiento exacto de la cuantificación
ble lo observado en el enfermo. subyacente a expresiones como "casi
• Cabe, pues, preguntarse: ¿es explica- siempre", "muy frecuentemente", "de or-
da la presencia de un cuadro clínico en dinario", "pocas veces", "casi nunca",
un paciente mediante su referencia a etc., tan empleadas todavía en las des-
una entidad morbosa, o la presencia de cripciones nosográficas. En ello tiene una
ésta es explicada por la de aquél?; con de sus notas el futuro de la medicina.
otras palabras: ¿es explicada la enferme- • En cualquier caso, sólo una parte de
dad por sus síntomas o son explicados la función clínica del diagnóstico puede
los síntomas por la enfermedad? Desde ser cumplida viéndole como la condi-
un punto de vista lógico, ambas posibili- ción antecedente de una explicación
dades son equivalentes; no lo son, en científica, sea ésta ND o EL Sólo una
cambio, en la práctica clínica, porque lo parte, porque la misión del diagnóstico
que en ella realmente exige explicación no consiste únicamente en su mayor o
es el cuadro clínico del paciente. Tal es menor idoneidad para la explicación ra-
la razón por la cual la función del diag- cional de un cuadro sintomático; consis-
nóstico no puede ser la de un explanan- te además, y aun sobre todo, en ser mo-
dum y tiene que ser la de una condición mento esencial de una determinada ope-
antecedente. ración, la decisión terapéutica: "el diag-
Actualidad 225

nóstico como elemento de actuación", rosimilitud, ni la hipótesis pertenecen,


en términos de Wieland. dice Wieland, al "status categorial" de la
actuación, y en consecuencia, tampoco a
3. Considerado en su integridad, el la total realidad del diagnóstico. Repetiré
diagnóstico médico es, en suma, un un texto de Wieland antes transcrito:
"aserto práctico"; y como tal, el resulta- "un diagnóstico es un acontecimiento
do unitario de la fusión de dos momen- real y temporal, que como tal no se halla
tos constitutivos, uno lógico, su condi- (primariamente) dentro de un sistema
ción de "aserto cognoscitivo singular", de conexiones lógicas, sino dentro de un
otro operativo, su realidad de "elemento sistema de conexiones de acción y actua-
de actuación". Estableciendo un diag- ción, y que, en consecuencia, desde ellas
nóstico, el médico actúa; no sólo porque debe ser enjuiciado".
la constatación de un determinado sín-
drome o de una determinada especie Como ante las de Sadegh-zadeh, una
morbosa lleve consigo la pauta de una pregunta ante las ideas de Wieland: ad-
acción terapéutica determinada, o por- mitiendo, desde luego, el carácter esen-
que la comunicación del diagnóstico al cialmente operativo del diagnóstico y su
paciente en alguna medida modifique también esencial irreductibilidad a los
-iiatrogenia benéfica o nociva!- el estado esquemas gnoseológicos propios de las
de éste; también, y primariamente, por- ciencias de la naturaleza; más aún, para
que la índole y la estructura del aserto ser de veras consecuente con estas dos
diagnóstico -su referencia a una reali- peculiaridades suyas, ¿no será necesario
dad temporalmente variable, y por tanto ampliar cualitativa y cuantitativamente
a un instante temporal real y concreto, a ese modo de entender lo que el diagnós-
una determinada "ocasión", a un "pre- tico en realidad es?
sente actual"; su condición de juicio a la
vez cambiante e irrevocable, aunque sea
erróneo- hacen de él algo semejante a IV. LA INDIVIDUACION
una sentencia judicial: un acto a un tiem- DEL JUICIO DIAGNOSTICO
po "actuado" y "actuante", si vale decirlo
así. Cuando se rectifica un error científi- Más o menos implicada con la inferen-
co, éste deja de existir sin más, y el saber cia inductiva o hipotética de una especie
ulterior del hombre de ciencia se consti- morbosa, y cualquiera que sea la idea
tuye como si tal error no hubiese existi- que de la "inducción clínica" se tenga, la
do. Cando se rehace un diagnóstico, que individuación del juicio diagnóstico es la
esto es en medicina "rectificar un error", última etapa del proceso de diagnosti-
el diagnóstico rectificado o "falso diag- car. Con ella, en efecto, la referencia de
nóstico" queda indeleblemente incorpo- la especie morbosa al individuo enfer-
rado -con su fecha, con la firma tácita o mo ("El individuo X padece la enferme-
legible de quien lo estableció- a la histo- dad A") deja de ser meramente formal y
ria clínica del enfermo; es decir, al docu- adquiere contenido preciso y realidad
mento que expresa el curso de la rela- concreta: el médico conoce de hecho
ción real entre la persona del médico y cómo la especie morbosa por él diagnos-
la persona del enfermo. El error científi- ticada se realiza en el individual e irre-
co puede ser considerado como una hi- petible sujeto a que atiende, cómo es asi-
pótesis que pareció verosímil y al fin re- mismo individual e irrepetible el cuadro
sulta fallida. En tanto que aserto singu- clínico observado. No puede extrañar
lar verdadero o falso, también el juicio que todos los analistas de la lógica del
diagnóstico puede verse como una hipó- diagnóstico hayan introducido en él,
tesis con la que más o menos correcta- como ineludible momento estructural
mente son explicados los síntomas del suyo, la individualidad del enfermo, ni
cuadro clínico; pero en tanto que ele- que con Fr. Curtius haya adquirido carta
mento de actuación, el diagnóstico no es de naturaleza, entre las disciplinas médi-
Y no puede ser verosímil, ni hipotético, cas, la "patología individual" (37). El pro-
por necesidad es real y efectivo. Ni la ve- blema consiste en saber si esa "indivi-
16
226 El diagnóstico médico
duación del diagnóstico" se corresponde NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
bien con lo que hace "realmente indivi-
dual" al individuo humano, o si no pasa l. Braun, R. N., Die gezielte Diagnostik in der
de ser una aproximación metódicamen- Praxis (Stuttgart, 1957), Lehrbuch der arztli-
chen Allgemeinpraxis (Berlin-München-Wien
te inadecuada a la finalidad que se pro- 1970) y Diagnostische Programme in der Allge'.
pone. meinmedizin (Berlín - München - Wien, 1976).
La clínica tradicional ha descrito la in- 2. Stevens, S. S., "On the theory of scales of mea-
surement", Science, 103 (1946), 667-680.
dividuación de un cuadro sintomático 3. Pipberger, H. V., "Automatische Methoden zur
viendo en ella la suma de los siguientes Analyse des Elektrokardiograms mittels elek-
elementos: a) la mayor o menor intensi- tronischer Rechenmaschinen", Zeitschr. für
dad de los síntomas que caracterizan a Kreíslauf-Forschung, 49 (1960), 574, y Pipber-
ger, H. V., und Freis, F. D., "Automatische Ana-
la especie morbosa diagnosticada (fiebre lyse kardiologischer Analog-Daten mittels
más o menos alta, nivel de glucemia de elektronischer Rechenmaschinen", Med. Do-
tal o cual cuantía, etc.); b) la peculiar dis- kum. 4 (1960), 58. La misma significación tiene
tribución en el tiempo de dichos sínto- la distinción propuesta por A. Lukowsky, "Ue-
ber das Unbestimmte in der arztlichen Beur-
mas (proceso morboso más o menos teilung", Münch. med. Wschr. 104 (1962), 1942,
prolongado, "retraso" o "adelanto" en y "Der unbestimmte Begriff im Denken des
la presentación de un síntoma, etc.); e) la Logikers, des Juristen und des Arztes", Aerztl.
presencia de síntomas anómalos, dentro Mittlg., 60 (1963), 722, en la estructura de los
datos exploratorios; según su terminología,
de los que a la especie morbosa diagnos- entre el "núcleo" (Kern) y el "ámbito" (Hof,
ticada suelen atribuir los libros didácti- Umfang) de éstos.
cos; d) la ausencia o la atipicidad de al- 4. Véanse, por ejemplo, el mencionado libro de
guno de estos síntomas (por ejemplo, la H. R. Wulff y el de E. A. Murphy, The Logic of
ya mencionada "fiebre tifoidea apiréti- Medicine (Baltimore and London, 1976).
5. Mainland, D., "Normal values in medicine",
ca" que describió Potain). Y a esa indivi- An. New York Acad. Sci. 161 (1969), 527-537, y
dualidad descriptiva se la ha entendido "Remarks on clínica! norms", Clin. Chem., 17
como el resultado de la operación con- (1971), 269-274, y Feinstein, A. R., "Clínica!
biostatistics. XII. On exorcising the ghost of
junta de varios factores patoplásticos: la Gauss and the curve of Kelvin", Clin. Phann.
edad, el sexo, la raza, el biotipo constitu- and Ther. 12 (1971), 1003-1016.
cional, la "capacidad de defensa" del su- 6. Zubiri, X., Inteligencia sentiente (Madrid,
jeto, el estado biológico de sus órganos, 1980).
la mayor o menor virulencia del agente 7. Schlick, M., Allgemeine Erkenntsnistheorie
(Berlin, 1918).
causal. 8. Koch, R., op. cit.
La realidad clínica de todos esos datos 9. Berne, E., "The nature of intuition", Psychiat.
descriptivos y la eficacia patoplástica de Quat. 23 (1949), 203.
todos estos factores configurativos no 10. Bürger, M., Klinische Fehldiagnosen (Stuttgart,
1954).
pueden ser puestas en duda. Ahora bien: 11. Meehl, P. E., Clinical versus statistical predic-
la condición "típica" y por tanto más o tion (Minneapolis, 1963).
menos generalizadora de tales notas des- 12. Hegglin, R., "Modernverfahren in der Diffe-
criptivas y condicionantes -una fiebre rentialdiagnostik", Praxis 8 (1968), 247.
13. Hartmann, M., Die philosophischen Grundlagen
anómalamente alta pertenece al tipo der Naturwissenschaft. Erkenntnistheorie und
cuantitativo de las "fiebres de tal nivel Methodologie (Jena, 1948).
térmico"; el condicionamiento de un 14. Gross, R., op. cit.
cuadro clínico por la edad infantil del 15. Bamm, P. E., Ex ovo. Essays über die Medizin
(Stuttgart, 1963).
paciente depende del tipo cualitativo 16. Gross, R., "Der Prozess der Diagnose", Deut-
"edad infantil"; así en los demás casos-, sche med. Wochenschr. 98 (1973), 783-786.
no es menos evidente. Y siendo así todos 17. Murphy, E. A., op. cit.
los momentos determinantes de la indi- 18. Wulff, H. R., op. cit.
19. Medawar, P. B., lnduction and lntuition in
viduación, en este caso la correspon- scientific Thought (London, 1969).
diente a un individuo a la vez viviente y 20. Seiffert, H., Einführung in die Wissenschafts-
humano, ¿puede ser rectamente descrita theorie (München, 1970).
y entendida la individualidad de un pro- 21. Gross, R., "Der Prozess der Diagnose".
22. Westmeyer, H., Logik der Diagnostik. Grundla-
ceso morboso? Necesariamente habrá gen einer normativen Diagnostik (Stuttgart-
que plantearse este problema al estudiar Berlin-Ki:iln-Mainz, 1972).
la teoría del diagnóstico. 23. Meehl, P. E., Clinical versus statistical predic-
Actualidad 227

tion (Minneapolis, 1954) y "Logic for the clini- 29. Hempel, C. G., and Oppenheim, P., "Studies on
cian", Contemp. Pyschol. VI-II (1961), 389-391. the logic of explanation", Phi/os. Se. 15 (1948),
24. Sarbin, T. R., Taft, R., and Bailey, D. E., Clinical 135-175.
inference and cognitive theory (New York, 30. Apel, K. O., Analytic philosophy of language and
1960). the Geisteswissenschaften (Dordrecht - Ho-
25. Reichenbach, H., Experience and prediction lland, 1967).
(Chicago, 1938). 31. Habermas, J., Erkenntnis und Interese (Frank-
26. No quiero hacerlo, sin embargo, sin declarar furt a. M., 1968), y Zur Logik der Sozialwissen-
abiertamente que este libro se mueve de he- schaften (Frankfurt a. M., 1970).
cho en la línea que jalonan los nombres de 32. Radnitzky, G., Contemporary schools of meta-
Popper, Kuhn, Lakatos, Habermas y Radnitz- science (Giiteborg, 1970).
ky. De hecho, digo, porque -aun sin haber en- 33. Albert, H., Traktat über kritische Vernunft (Tü-
trado a fondo en la discusión teorética del bingen, 1968); "Der Mythos der totalen Ver-
tema- la primera parte del libro no sería ple- nunft", en Adorno, T. W. (ed.) Der Positivis-
namente inteligible si no se la viese como una musstreit in der deutschen Soziologie (Neu-
exposición factual de la relación entre la gé- wied-Berlin, 1969); Pliidoyer für kritischen Ra-
nesis histórica y la validez de los tres paradig- tionalismus (München, 1971).
mas del diagnóstico hasta hoy aparecidos. 34. Sadegh-zadeh, K., "Zur Logik und Methodolo-
27. Carnap, R.: Logical foundations of probability gie dcr arztlichen Urteilsbildung", Methods of
(Chicago, 1950); Carnap, R., y Stegmüller, W. Information in Medicine II (1972), 203-212, y
Induktive Logik und Wahrscheinlichkeit (Wien, "Grundlagenprobleme einer Theorie der kli-
1959); Carnap, R., Meaning and necessity (Chi- nischen Praxis. Teil 1: Explikation des medizi-
cago, 1970). nischen Diagnosebegriffs", Metamed I (1977),
28. Aun cuando deba admitirse la existencia de 76-102.
dos tipos de "preguntas-por qué": las de in- 35. Sadegh-zadeh, K., "Krankheitsbegriffe und no-
tención meramente explicativa o científica sologische Systeme", Metamed I (1977), 4-41.
sensu stricto y las de intención epistémica, 36. Cuando el signo empleado por Sadegh-zadeh
cuya meta es un conocimiento de fundamen- es la inicial de una palabra alemana (K por
tos. No existe, sin embargo, una tajante solu- Krankheit, W por Wissenssystem, etc.), yo lo he
ción de continuidad entre ambas. Véase Hem- sustituido por la inicial de la correspondiente
pel, C. G. Aspects of scientific explanation (New palabra castellana (E por "enfermedad", S por
York, 1965), y especialmente la exposición de "sistema de saberes", etc.).
conjunto de Stegmüller, W., Probleme und Re- 37. Curtius, Fr., Individuum und Krankheit.
sultate der Wissenschaftstheorie und Analyti- Grundzüge einer Individualpathologie (Berlin-
schen Philosophie, I y II (Berlin-Heidelberg- Góttingen - Heidelberg, 1959). Sobre la rela-
New York, 1969 y 1970). ción entre "individualidad" y "personalidad",
véase la Tercera Parte.
Capítulo III

La inferencia diagnóstica: inferencia informática

El nacimiento de una inferencia infor- CARTAS-FIGURAS


mática con fines diagnósticos se debe a
la conjunción de dos eventos, uno de or- ® 6 7 s Ca R
den puramente matemático y otro de ca-
rácter a la vez teórico y técnico: la vieja 1 2 3 4 5 6 7 s Ca R
invención del cálculo inductivo de pro- 1 2 3 4 5 6 7 s Ca R
babilidades, obra del clérigo inglés Th. 1 2 3 4 5 6 7 s Ca R
Bayes (1763), y el arrollador auge de la
cibernética (N. Wiener, 1948) y del em-
pleo de los computadores u ordenadores Fig. 11. Baraja de la que han sido suprimidas 5
cartas, los oros del as al cinco.
a raíz de la Segunda Guerra Mundial. Es-
tudiemos sumariamente cómo se ha pro-
ducido esa conjunción. de ese conjunto son posibles, técnica-
mente expresados, los siguientes sub-
conjuntos:
l. EL TEOREMA DE BAYES
n (C) = 12 (n.0 de cartas - figuras)
En primer lugar, una sucinta y sencilla n (C) = 23 (n.0 de cartas - no figuras)
exposición del teorema de Bayes. Adap- n (O) = 5 (n.0 de oros)
tando a la baraja española el empleo que n (0) = 30 (n.0 de cartas no oros)
él hace de la baraja inglesa, utilizaré n (CílO) = 3 (n.0 de oros - figuras)
para ello la ingeniosa pauta didáctica n (CílO) = 2 (n.0 de oros - no figuras)
que en su Rational Diagnosis and Treat- n (CílÓ) = 9 (n.0 de cartas - figuras no
ment ofrece H. R. Wulff. oros)
Supongamos que de una baraja espa- n (CílÓ) = 21 (n.0 de cartas no oros y no
ñola son suprimi as las cinco primeras figuras)
cartas -desde el as hasta el cinco- del
palo de oros. La baraja quedará como in- Con estos datos a la vista, propongá-
dica el esquema de la derecha. monos ahora unas sencillas cuestiones
Llamando U (inicial de "universo") al de orden probabilístico:
número total de los elementos (cartas)
que constituyen el conjunto así formado, l. ¿cuál es la probabilidad de sacar
35 en total, y C a la carta-figura, dentro un oro -P (O)- de ese paquete de cartas?

229
230 El diagnóstico médico

p (O)= n (O) = 355 = 0,143 simple de dicho teorema es la fórmula


n (U) siguiente:
(143 por 1000) _fJQ2_
P (OIC) = P (C)O) p (C)
P (O) es una probabilidad incondicio-
nada; se la establece sin sujeción a con- O bien, en cifras:
diciones prefijadas.
2. ¿cuál es la probabilidad de sacar p (OI C) _O 0.143 = 0,25,'
una carta-figura: P (C)? - . 6 0.343
resultado que, como se ve, concuerda
p (C)= n (C) = _g_ = 0,343 con el anterior.
n (U) 35 Antes de estudiar la aplicación del
(343 por 1000) teorema de Bayes a la inferencia infor-
P (C) es una probabilidad también in-
mática del diagnóstico, no será inútil ver
cómo ese teorema -con el cual se hacía
condicionada.
inductivo el cálculo de probabilidades-
3. ¿Cuál es la probabilidad de que la pone en claro varios problemas más, la-
carta sacada, dado que sea oro, sea tam- tentes en la inducción propia de la infe-
bién carta-figura: P (C I O)? rencia que he llamado tradicional.
P(CIO)= n(CílO) =]-=06 Recurriré de nuevo a un ejemplo de
n(O) 5 ' Wulff. Un médico se halla ante un pa-
ciente hemoptoico. Las hemoptisis de
(60 por 100) ese paciente, ¿serán debidas a un cáncer
P (C I O) es una probabilidad condi- de pulmón? Dicen los libros que en el 10
cionada; debe ser establecida según una por ciento de los cánceres pulmonares
condición prefijada ("dado que" la carta la hemoptisis es el primer síntoma de la
sacada sea oro). La raya vertical I signi- afección. Designando con la letra S (sín-
fica "dado que". toma o signo) la nota nosográfica que es
4. ¿cuál es la probabilidad -P (C 0)- 1
la hemoptisis, y con la letra E (enferme-
de que la carta sacada, dado que sea oro, dad; el cáncer de pulmón, en nuestro
no sea carta-figura? caso), la información que brindan los li-
bros o probabilidad nosográfica vendrá
p celo)= n (CílO) = 1- = o 4 expresada por la fórmula P (SI E). Pero
n (O) 5 ' lo que ante el enfermo interesa al clínico
(40 por 100) es la probabilidad diagnóstica, es decir, la
probabilidad de que ese hemoptoico pa-
Esta probabilidad y la anterior son dezca un cáncer de pulmón; por tanto, la
probabilidades complementarias, porque probabilidad inversa de la anterior, P
sumadas entre sí dan 1, esto es, la total (E IS). Volvamos ahora a la versión
certidumbre (100 por 100). simple del teorema de Bayes antes ex-
5. ¿cuál es la probabilidad de que la puesta. En este caso, su expresión será:
carta sacada, dado que sea figura, sea
también oro: P (O I C)? P (E I S) = P (SI E) p (E) ;
p (S)
p (O)C)= n (CílO) = _]_ = O 25
n (C) 12 ' fórmula en la cual conocemos la proba-
bilidad condicionada nosográfica (0,10),
(25 por 100) pero no las dos probabilidades incondi-
Respecto de P (C I O), P (O I C) es la cionadas P (E), la probabilidad de que
probabilidad inversa de una probabilidad uno de los pacientes de un determinado
condicionada. Como a continuación va- conjunto o universo -el total de los que
mos a ver, el buen clínico es un experto ese médico ha visto, el total de los que
en la inversión de probabilidades condi- registren las estadísticas del hospital en
cionadas, esto es, en la resolución del que trabaja, de su ciudad, de su país,
problema a que se refiere el teorema de etc.- padezca cáncer de pulmón, y P (S),
Bayes. En este caso, la expresión más la probabilidad de que entre los pacien-
Actualidad 231

tes de uno de esos conjuntos, el que de libro basta, sin embargo, con lo expues-
hecho se tome en cuenta, haya sido la to. El lector interesado por estas cuestio-
hemoptisis el síntoma inicial. De lo cual nes, vea la bibliografía citada en las no-
se sigue que en la práctica ordinaria no tas subsiguientes.
serán infrecuentes los errores en la esti-
mación del valor diagnóstico de un sín-
toma o un signo, P (E IS), porque en vir- II. EL COMPUTADOR Y SU AUGE
tud de razones muy varias pueden ser
erróneamente evaluadas P (E) y P (S). A Poco despues de 1950 comenzaron a
título de ejemplo, supongamos que un preguntarse algunos médicos, R. S. Led-
médico ha recibido su formación gas- ley, L. B. Lusted (1) y H. R. Warner (2) en
troenterológica en un departamento de los Estados Unidos, A. Proppe (3) en Ale-
gastroenterología al que son enviados mania, varios más, si la fabulosa capaci-
casos especiales de otros servicios del dad de los computadores u ordenadores
mismo hospital o de otros hospitales, y (4) para el cálculo matemático no podría
que luego se dedica a la práctica general. ser utilizada por el médico para resol-
Puesto que su cerebro está "programa- ver, o para ayudar a resolver, cuando
do" por la experiencia adquirida en ese menos, muchos de los problemas que el
departamento, ¿no podrá suceder que, conocimiento clínico plantea. No tarda-
hasta adquirir nueva experiencia, frente ron en aparecer artículos acerca del
a un caso de diarrea piense en un tumor tema, a los que pronto siguieron las pri-
productor de serotonina o en una enfer- meras exposiciones de conjunto (J. A.
medad de Whipple antes que en un co- Jacquez [5], R. S. Ledley [6], R. W. Stacy
lon irritable o en una infección trivial? y B. Waxman [7], S. O. Krasnoff [8], L. B.
La previa "programación clínica" de su Lusted [9], etc.). Nació así una nueva e
cerebro le hace sobreestimar la probabi- incitante disciplina, la informática médi-
lidad incondicionada P (E) de las enfer- ca, de cuyo impacto da elocuente testi-
medades que ha visto, y consecutiva- monio -inicialmente en los Estados Uni-
mente la probabilidad condicionada e dos, el Reino Unido, Alemania y los paí-
inversa P (E I S) -S, la diarrea- que ses escandinavos, luego y con notoria
evalúa el teorema de Bayes. Entre la lentitud en el mundo latino- la copia fa-
extremosidad de dicho ejemplo y las no bulosa de la bibliografía por ella suscita-
tan extremas eventualidades del ejerci- da. Dos únicos datos: en 1978, G. Wag-
cio clínico cotidiano, toda una extensa ner, P. Tautu y U. Wolber pudieron regis-
gama de posibles errores amenazan el trar hasta 827 publicaciones consagradas
buen enfoque inicial del diagnóstico. a la matematización y la informática de
Aunque sea en inciso, no será inútil los problemas diagnósticos (10); en 1980,
consignar que junto a la anterior formu- K. Sadegh-zadeh ha compilado una bi-
lación del teorema de Bayes -la más sen- bliografía de 362 títulos acerca de las
cilla, como ya indiqué-, otras más com- aplicaciones del teorema de Bayes a la
plejas que ofrecen los libros de informá- tarea de diagnosticar (11). Algo parece
tica médica. Por ejemplo, la siguiente: evidente, a la vista de tales cifras: quiéra-
se o no se quiera, quede lo que en el fu-
P (SI E) x P (E) turo vaya a quedar de este formidable
P (EIS) p (SIE)xP (E)+P (SIE)xP (E); empeño, una época nueva ha comenzado
en la historia de la racionalización del
ecuación en la cual P (S I E) es la pro- pensamiento y la praxis del médico. Sin
babilidad con que el síntoma o signo S la pretensión -por lo demás, punto me-
se presenta entre quienes no padecen la nos que irrealizable- de recoger cuanto
enfermedad E, y P (E) la probabilídad, contiene esa ya oceánica y sin cesar cre-
dentro del conjunto humano de que se ciente bibliografía, expondré sumaria-
trate, de no padecer la enfermedad a mente lo que acerca de los aspectos
que el signo E se refiere. diagnósticos de la informática médica
El tema podría ser más ampliamente debe hoy saber, a mi juicio, cualquier
desarrollado. Para los fines del presente médico culto.
232 El diagnóstico médico

111. PRESUPUESTOS -la suma total de las inherentes a la va-


INTELECTUALES riabilidad situacional o temporal de un
Y OPERATIVOS mismo observador, intra-observer varia-
tion, las dependientes de la diferencia
Parece inicialmente necesaria una ex- entre los distintos observadores, inter-
posición metódica de los presupuestos observer variation, y las dimanantes de la
intelectuales y operativos sobre que se diversidad de los métodos empleados en
apoya la aplicación de la informática al esa determinación- hacen que sólo pro-
problema del diagnóstico. En esquema, bable pueda ser en muchos casos la atri-
yo veo los siguientes: bución de una significación clínica al
dato recogido. Un ejemplo procedente
l. LA ESENCIAL PROBABILIDAD de la exploración inmediata: la dispari-
DEL JUICIO DIAGNOSTICO dad de los dictámenes acerca de la exis-
tencia de un soplo cardiaco que dieron
La convicción de que todo JUICIO lugar a las reflexiones de Feinstein sobre
diagnóstico, aunque su predicado sea el juicio clínico. Otro ejemplo, éste con-
simplemente el nombre de una especie cerniente a las exploraciones paraclíni-
morbosa -"El paciente X padece una es- cas: las conclusiones del College of Ame-
tenosis mitral"-, esto es, aunque tal diag- rican Pathologists respecto del coeficien-
nóstico no aspire a ser un juicio clínico te de variación en las cifras de calcio en
rectamente personalizado, es y no puede el suero sanguíneo, según el método
no ser un juicio de probabilidad. No analítico utilizado para determinarlas
debe extrañar que la palabra inglesa li- (13).
kelihood -literalmente, probabilidad; en 2. La dificultad de decidir si un dato
nuestro caso, la probabilidad de que, de exploración es o no es diagnóstica-
dada una enfermedad como hipótesis, se mente significativo, si es "ruido" o es
den efectivamente los síntomas observa- "señal"; en definitiva, si pese a su apa-
dos, P (SI E)- haya entrado como tér- riencia, puede dar lugar a que se le esti-
mino técnico en todos los idiomas cul- me "falsamente positivo" o "falsamente
tos. "El diagnóstico es materia de proba- negativo". A título de ejemplo, véase la
bilidad -escribía hace pocos años el gran investigación de J. A. Little y H. Shanoff
clínico inglés Sir George W. Pickering-, y acerca de determinación de lípidos y li-
todos cuantos entre nosotros siguen al poproteínas en la sangre de los pacien-
paciente hasta la sala de autopsias lo sa- tes de infarto de miocardio (14).
ben demasiado bien" (12). 3. Aun cuando la constatación de un
Wulff, recuérdese, clasifica los diag- dato exploratorio lleve muchas veces
nósticos que vengo llamando "tradiciona- consigo una certidumbre total resp"ecto
les" en tres tipos básicos: uno probabilís- de su carácter patológico (ejemplos:
tico, otro basado en el reconocimiento "Este sonido auscultatorio es sin duda.
de una especie morbosa y otro causal; un roce pleural"; "Esta curva de gluce-
mas ya hice notar que los tres, no sólo el mia es realmente patológica"; "Esta alte-
primero, conducen al establecimiento de ración cutánea sólo puede ser eccemato-
asertos cuya certidumbre no pasa de ser sa"; "Este ECG revela inequívocamente
estadística. Aunque en determinados ca- una taquicardia paroxística auricular"),
sos, como la identificación de una especie y aunque, por consiguiente, tal constata-
morbosa dermatológica ante un cuadro ción permita establecer con seguridad el
clínico de los llamados "de libro", tanto juicio diagnóstico particular que a ella
se acerque la probabilidad a la certi- directamente corresponde, la exigencia
dumbre absoluta. Varios son los motivos de hacer un diagnóstico referido al todo
por los que no pasa de ser probabilística psicoorgánico del sujeto enfermo y la
la condición de la inmensa mayoría de consiguiente necesidad de introducir en
los juicios diagnósticos. la estructura del aserto diagnóstico mu-
chos más elementos de juicio, obligará a
l. Las variaciones en la determina- anteponer a dicho aserto un coeficiente
ción y en la constatación del dato clínico de mera probabilidad. El juicio apodícti-
Actualidad 233

co, enseña Kant, decide acerca de la ne- junto a la "o" excluyente o disyuntiva
cesidad o la azarosidad; el juicio asertó- (tal cosa debe ser "o esto, o esto otro"; el
rico, acerca de la realidad o la no reali- aut latino), existan también la "o" de
dad; el juicio hipotético, acerca de la po- equivalencia o electiva (para entender
sibilidad o la imposibilidad. Pues bien: tal cosa puedo elegir "esto o esto", el vel
cuando es complejo, cuando no se limita latino) y la "y" incluyente o aditiva (la ya
a declarar "Este paño es blanco", el jui- mencionada superación real del princi-
cio asertórico, que no puede ser nunca pio lógico del tercio excluso: "entre dos
apodíctico, lleva consigo cierto margen posibilidades al parecer mutuamente ex-
de azarosidad, y por tanto cierto coefi- cluyentes, tal cosa puede ser esto y
ciente de mera probabilidad. Esto es lo esto"); y también, por supuesto, que sea
que acontece con los asertos diagnósti- realizable la tarea de formalizar lógico-
cos cuando se pretende que sean orgáni- matemáticamente esas diversas posibili-
camente -psicoorgánicamente- integra- dades. Todo lo cual permitirá, como dice
les. Un viejo proverbio francés lo dice: Lusted, "demostrar que la intuición clí-
"En médecine et en amour, ne dis jamais nica puede ser sometida a estudio cientí-
et ni toujours". Y en términos más técni- fico", y que "el diagnóstico sólo puede
cos, lo mismo afirma esta sentencia de ser enseñado a los clínicos en agraz
Sir William Osler: "La medicina es una cuando se le considera como una activi-
ciencia de la incertidumbre y un arte de dad cognitiva", y no como el ejercicio de
la probabilidad". un especial talento intuitivo.
4. Hay muchas ocasiones, por fin, en
las cuales el diagnóstico diferencial clá-
3. EL IMPERATIVO
sico no llega a ser tajantemente conclusi-
DE LA CUANTIFICACION
vo, y no pocas -las que propone el trata-
miento de los "pacientes-problema"- en La resolución de cuantificar todos los
que el aserto diagnóstico no puede ser el datos objetivos del conocimiento médi-
nombre de una de las especies morbosas co, y el convencimiento de que con to-
que describen los libros didácticos. Lo dos ellos puede ser lograda: en unos,
cual otorga un ineludible carácter de muy obviamente, porque son el resulta-
mera probabilidad a cualquiera de los do de una medida directa (por ejemplo,
términos de la decisión que en uno y el nivel de la uricemia), en otros median-
otro caso se adopte. te la evaluación de una intensidad (por
ejemplo: la de una contracción muscular
tónica o la de la exaltación de un refle-
2. EL CARACTER DECISIONAL DEL JUICIO
jo), en otros, en fin, por la vía de la esti-
DIAGNOSTICO
mación estadística (por ejemplo, la fre-
El hecho de que al resultado del diag- cuencia de tal síntoma en tal enferme-
nóstico se llegue a través de un proceso dad, la incidencia de tal enfermedad en
mental en el que un acto de decisión del tal grupo humano); y con ese convenci-
clínico entre un "es esto" o un "no es miento, la ya dada posibilidad de expre-
esto" -por tanto, entre dos términos con- sar en lenguaje lógico-matemático y de
trapuestos- ha sido enteramente necesa- combinar metódicamente entre sí los re-
rio: decisión entre la aceptación de un sultados de la consiguiente operación. El
dato exploratorio como efectivamente álgebra de Boole (George Boole, lógico y
constatable o rechazo de él como no matemático inglés del siglo pasado), que
constatable, decisión entre la utilización permite traducir a símbolos las opera-
Y la no utilización de una técnica explo- ciones lógicas y convertir éstas en opera-
ratoria, decisión entre la adopción y la ciones algebraicas, y, por otro lado, la
no adopción de uno de tales datos como perfecta adecuación de esta rama del
síntoma-guía del razonamiento diagnós- cálculo al sistema binario-digital por el
tico, decisión terminal entre tal especie que se rige una importante parte de los
morbosa o tal otra. Hecho éste con el computadores electrónicos (en el len-
cual es perfectamente compatible que guaje de la lógica O es falso y 1 verdade-
en el proceso mental del diagnóstico, ro; en el lenguaje de la matemática, O es
234 El diagnóstico médico

no presente y 1 presente; 1 es también nes de reseñas críticas, la información


2°; 2 es 21; 3, 211, etc.), han hecho posible estará constantemente al día.
la reducción maquinal de muchos proce- "Pues bien, no es problema técnica-
sos diagnósticos -en principio: de todos mente difícil llevar con rapidez todo
los que vengo llamando tradicionales- a ese saber al receptor magnético de un
una combinación lógico-matemática de computador, para luego introducir en
los datos exploratorios así "nombrados". éste los hallazgos obtenidos en la anam-
nesis y en la exploración de un enfermo,
con la indicación de compararlos con los
4. EL TEOREMA DE BAYES
datos en él previamente almacenados. Si
Y EL DIAGNOSTICO
se encuentra una combinación de da-
La posibilidad de calcular mediante el tos referida al diagnóstico que coincida
teorema de Bayes -supuesta, claro está, exactamente con la agrupación observa-
la posesión de los datos cuantitativos da en el enfermo, el computador así pro-
que exige su aplicación práctica- la pro- gramado expresará el diagnóstico co-
babilidad real de un aserto diagnóstico; rrespondiente. Técnicamente, la ejecu-
y con ella, la de hacer que trabaje "baye- ción de este plan es cosa de brevísimo
sianamente" la capacidad combinatoria tiempo.
y conclusiva de un computador. Ya dije "Contemplemos ahora con detalle las
que la idea de combinar entre sí el teo- extraordinarias ventajas del diagnóstico
rema de Bayes y las posibilidades de automatizado: una actualidad permanen-
cálculo cibernético- y los recursos de ál- temente asegurada; la disponibilidad in-
gebra de Boole, añadiré ahora- han teni- mediata de los conocimientos y la expe-
do parte muy decisiva en la extensión de riencia de los mejores expertos en la ma-
la informática al campo de la inferencia teria; la constante e ilimitada asistencia
diagnóstica. de la memoria; un servicio que trabaja
sin apenas pérdida de tiempo para re-
medio de las lagunas en el recuerdo y
5. DE LOS PRESUPUESTOS
de las posibles deficiencias en el manejo
A LOS IDEALES
de libros y revistas. Mediante un centro
Pasemos bruscamente del terreno de de datos conectados con el adecuado
los presupuestos al de los ideales, y a la computador, al médico geográficamente
luz de dos textos reconstruyamos la es- más distante le será posible el acceso in-
peranza de los médicos que en la década mediato a todo este cúmulo de ventajas.
de los cincuenta entrevieron el porvenir El saber médico especial más desarrolla-
de la inferencia cibernética. do se hará así universalmente disponi-
Uno es de A. Proppe. "El modelo so- ble, y el práctico general se hallará en
ñado de un diagnóstico mediante el posesión de los conocimientos de los es-
computador", llama Proppe en un ar- pecialistas más eminentes" (15).
tículo de 1970 a la expresión de esa altí- En el segundo texto, no literalmente
sima esperanza inicial. "La más simple transcrito, R. Gross reúne el pensamien-
representación acerca de la ayuda del to y las evaluaciones comparativas de
computador en la tarea del diagnóstico los que desde N. Wiener (Cybernetics,
se funda en los actuales métodos de en- 1948) y J. von Neumann (The computer
señanza de la medicina clínica. Se parte and the brain, 1958) han estudiado la
de pensar que el saber clínico se halla analogía entre la actividad de los meca-
depositado en los libros didácticos y en nismos neurofisiológicos del cerebro y
los grandes tratados. Constan en ellos, la operación de los mecanismos electró-
conforme a la más exigente de las pre- nicos del computador. Según dos puntos
tensiones, todos los hechos, todos los da- de vista ha sido abordado el problema
tos característicos, todos los atributos de tal analogía: uno formal, la compara-
frecuentes y azares típicos correspon- ción de lo que en la tarea de "conocer"
dientes a todos los cuadros morbosos. Y qué es una cosa -de "identificarla", más
con la adición y la corrección a que tal bien- hacen el computador y el cerebro;
catálogo vayan aportando las coleccio- otro material, el cotejo entre la constitu-
Actualidad 235

CIOn anatómica de éste y la estructura 2,8 • 1020 bits; y puesto que en la activi-
electrónica de aquél. dad del cerebro cuentan no sólo las neu-
ronas, también las sinapsis, esa cifra ha-
l. En lo tocante al diagnóstico de bría de ser multiplicada por un coefi-
una especie morbosa, el cerebro y el ciente situado entre 10 y 100. Al paso
computador trabajan con arreglo al mis- que, según W. D. Keidel (18), la capaci-
mo esquema formal, que los angloha- dad de almacenamiento de los buenos
blantes resumen en la serie verbal Re- computadores se halla entre 106 y 108
member - Compare - Compute - Decide bits.
("recordar - comparar - computar - deci-
dir"). Por tanto: almacenamiento mnémi- El problema, sin embargo, debe ser
co de los síntomas típicos de las distin- planteado teniendo en cuenta el progre-
tas enfermedades; recepción de los ha- sivo e incesante perfeccionamiento de la
llazgos obtenidos en un determinado electrónica -chasta dónde llegará la ca-
enfermo; comparación de las matrices pacidad de los computadores del futu-
síntoma-enfermedad conocidas ("progra- ro?- y la fabulosa velocidad que en el
mas") con los fenómenos observados en computador alcanzan los procesos de
el enfermo; enunciación de la enferme- cálculo y decisión, así como el hecho de
dad cuya probabilidad de coincidencia que en la actividad mnémica y combina-
sea máxima, y eventualmente de la pro- toria del diagnóstico médico sólo una
babilidad de las restantes coincidencias. pequeña fracción de esa total capacidad
Puesto que·el número de relaciones sín- operativa del cerebro entra en juego.
toma-enfermedad sobrepasa ampliamen- Todo lo cual permite adivinar la enorme
te la cifra de las que el médico haya utilidad del computador en la tarea diag-
podido ver en su vida y retener en su nóstica, si el médico sabe emplear recta-
memoria (J. E. Overall y C. M. Williams mente sus fabulosos recursos.
[16]), la utilidad y aun la ventaja del
computador saltan a la vista.
2. Desde un punto de vista material, IV. CONCEPTOS,
es evidente que en la actividad del siste- PROCEDIMIENTOS
ma nervioso central tienen parte esen- YMETODOS
cial múltiples procesos eléctricos, y que
mediante el computador pueden "simu- Tras este rápido examen de los presu-
larse" operaciones sensoriales, mnémi- puestos intelectuales y operativos del
cas y mentales; lo cual permite suponer diagnóstico cibernético, estudiemos los
que el cerebro y el computador trabajan conceptos, los procedimientos y los méto-
con arreglo a un mismo fundamento ló- dos mediante los cuales ese diagnóstico
gico y matemático. De ahí al deporte de es obtenido.
comparar la capacidad operativa de un
sistema de neuronas y sinapsis y otro de
l. TERMINOS Y CONCEPTOS
diodos, transistores, etc., no hay más que
un paso. El optimismo de los biómetras Ante todo, una rápida enumeración
les ha llevado con frecuencia a afirmar descriptiva de los más importantes tér-
la superior capacidad combinatoria y re- minos y conceptos básicos entre los usa-
solutiva de este segundo sistema; pero dos por los tratadistas y estudiosos de la
cálculos precisos -bien que numérica- inferencia informática del diagnóstico:
mente dispares entre sí- indican que in-
cluso en un orden puramente cuantitati-
a. Relativos al computador
vo todavía se mantiene la superioridad
del cerebro sobre la máquina: para 1010 Hállanse en primer lugar, obviamente,
neuronas y una capacidad de 14 bit/seg, los relativos al computador mismo y a
von Neumann (17) calculó una posibi- las operaciones que éste genéricamente
lidad total de recepción de 14.1010 realiza: el material (hardware, la máquina
bit/seg, que en el caso de un sexagena- misma o la agrupación de ellas) y el logi-
rio sin fallos en la memoria alcanzaría cial (término tomado de logiciel, con el
236 El diagnóstico médico

que los franceses han traducido el inglés varios más; los distintos sistemas de or-
software, conjunto de los programas es- denación y elaboración de los datos (sis-
critos que sirven para hacer funcionar el tema on-line, sistema off-line, sistema
material del computador); la memoria real-time)... Todo un léxico que aquí no
central (máquina electrónica rápida en puedo más que muy parcialmente apun-
que la información puede ser escrita, re- tar, y que debe ser aprendido en los tra-
gistrada, restituida y leída) y las memo- tados de informática.
rias auxiliares (de ámbito parcial, menos
costosas y más lentas: bandas, discos y
tambores magnéticos); los varios tipos a h. Relativos a la realidad clínica
que pueden pertenecer la estructura y la A esta larga serie de términos y con-
función de los computadores, los digita- ceptos hay que añadir otras dos: una re-
les (operan en serie y sólo tratan las in- lativa a la tarea -ineludible en informáti-
formaciones discretas o de variación dis- ca- de cuantificar las realidades con que
continua), los analógicos (operan en pa- se opera y la probabilidad de presenta-
ralelo y tratan las variaciones continuas, ción de lo que se busca, en este caso el
como la que registra el electrocardiógra- diagnóstico de la enfermedad que el mé-
fo) y los híbridos, en los que se combi- dico contempla; otra tocante a la obten-
nan ambas posibilidades; el bit (contrac- ción de los datos sobre que se funda la
ción de binary digit: la unidad elemental inferencia del juicio diagnóstico (sínto-
de información); los términos relativos a mas, signos, informes de laboratorio) y a
la codificación, carácter (cada uno de los la relación entre ellos y la enfermedad a
símbolos empleados), palabra (cada una que pertenecen.
de las moléculas de información en que Comencemos por aquélla. Puesto que
se agrupan los bits) y dirección (el núme- el aserto diagnóstico es siempre la ex-
ro que localiza la posición física de la presión de un juicio de probabilidad, a
memoria); los varios tipos del objeto que ésta conciernen los conceptos funda-
da soporte a la información, la tarjeta mentales de la inferencia informática.
perforada, la banda magnética y el disco Véamoslos en rápida sinopsis:
magnético; el algoritmo, concepto mate-
mático bien conocido, que ahora recibe l. Deben ser los primeros, natural-
una significación especial: la especifica- mente, los tocantes a la probabilidad mis-
ción lógica de la secuencia de las ins- ma. Bien conocida es la noción clásica o
trucciones necesarias para realizar un laplaciana: la probabilidad P de un even-
trabajo en un orden predeterminado; el to E, P (E), es el cociente de dividir el
diagrama de flujo (flow chart: esquema número de los casos "favorables" o po-
gráfico de un algoritmo, serie de las di- sitivos de ese evento (n) por el nú-
versas operaciones lógicas y calculato- mero (N) de todos los casos posibles:
rias necesarias para la codificación de
un programa y mediante el cual el ana- P (E) = . En otros términos, es el valor
lista puede estudiar distintas posibilida- límite que la frecuencia alcanzaría al
des para el cumplimiento de su tarea); el crecer indefinidamente el número de
laza (loop: serie de las instrucciones exi- tentativas y eventos, y su valor oscila en-
gidas por la total consecución -closed tre 1 (seguridad) y O (imposibilidad). La
loop- del objeto que se pretende lograr); probabilidad puede ser a priori (prior
la entrada (input) y la salida (output) de la probability) o a posteriori (posterior pro-
información; los lenguajes de programa- bability). En el caso del diagnóstico médi-
ción, creados para expresar adecuada- co, "probabilidad a priori" o P(E) es la de
mente los algoritmos de las instruccio- un cuadro sintomático perteneciente a
nes a la máquina, entre ellos el FOR- una lista de enfermedades para aquel lu-
TRAN (Formular Translation), el ALGOL gar y para aquel caso exhaustiva, y "pro-
(Algorythmic Language), el COBOL (Com- babilidad a posteriori" o P (E I S), la de la
mon Business Oriented Language), el enfermedad E, suponiendo que en ella
MEDOL (Medica! Oriented Language) el sea observado el síntoma S. Recuérdese
PL/ 1 (Programming Language One) y lo dicho al hablar del teorema de Bayes.
Actualidad 237

Consciente o inconscientemente, to- rrespondiente a la likelihood máxima. La


dos hacemos nuestra vida hacia el futu- likelihood ratio o "cociente de dos likeli-
ro evaluando probabilidades a priori: si hoods", concepto a que da expresión la
yo no contase con que es mínima la pro- fórmula
babilidad de que descarrile determinado
tren, no viajaría en él, y así en todo. Del P (S [ Ea)
conjunto de estas probabilidades -subje- P (SI Eb) '
tiva, y a veces irracionalmente evalua- la probabilidad de un síntoma en la en-
das: probabilidad subjetiva- se destaca fermedad Ea dividida por la probabili-
netamente la que Lusted, siguiendo a W. dad del mismo síntoma en la enferme-
Edwards, H. Lindman y L. J. Savage (19), dad Eb, tiene considerable importancia
llama probabilidad personal: un número en el diagnóstico cibernético-bayesiano.
entre O y 1 que representa la cuantía de Igualmente la tiene otro concepto rela-
la creencia de una persona ideal en que cionado con los anteriores: odds (chan-
un determinado aserto es verdadero. Un ces, postura en una apuesta, oportunida-
ejemplo: la probabilidad del evento E des). Así entendida, la "oportunidad"
para una persona A es la cantidad de di- (odds) en favor de la enfermedad E, Q E,
nero que la persona A pagaría a la perso- viene matemáticamente referida a la
na B como respuesta a la promesa, por probabilidad de esa enfermedad, P(E), y
parte de ésta, de entregarle un dólar si a la probabilidad contra esa enferme-
el evento E se produce. No es difícil ad- dad, 1-P (E), por la condición Q (E) [1- P
vertir que a este esquema se ajusta el (E)]= P (E). Por ejemplo: la oportunidad de
proceder diagnóstico del médico, cuan- valor 1 en la apuesta con una mone- da,
do se le entiende conforme a la pauta corresponde a la probabilidad de 1/2, y
del teorema de Bayes. El problema esta- una probabilidad de 9/10 corres- ponde a
rá -si efectivamente quiere pasarse a la una oportunidad de 9 (9 a 1). "En este
inferencia informática del diagnóstico- en caso, ponga su dinero en favor de un
cuantificar adecuadamente esa pro- virus Echo 9", oyó decir Lusted al pedíatra
babilidad y las magnitudes con ella rela- W. L. Bradford, en el Strong Me- morial
cionadas. Hospital de Rochester. El consejo era dado
2. El léxico informático inglés distin- en términos de odds.
gue entre probability y likelihood. Aqué- 3. La cuantificación de la probabili-
lla es lo que queda dicho. Likelihood dad (en este caso, la de una determinada
-nombre internacionalmente adoptado, enfermedad) exige la de todos los mo-
que podría traducirse por "probabilidad mentos que la integran y condicionan
de la hipótesis", por oposición a probabi- (ahora, los síntomas y signos, la relación
lity o "probabilidad del evento"- es la entre los síntomas y signos y las enfer-
probabilidad de que, dada una determi- medades a que pueden pertenecer, la
nada hipótesis (en medicina: una enfer- frecuencia de cada una de ellas).
medad), se presenten los datos de expe- Respecto a la cuantificación de los sín-
riencia que a ella corresponden (en me- tomas en sí mismos, remito a lo expues-
dicina, los síntomas). En la fórmula del to en el capítulo precedente. Añadiré
teorema de Bayes, el término P (S I E) aquí que los datos exploratorios más
es una likelihood: la probabilidad de la precisamente cuantificables -los "du-
hipótesis P (E I S) -la probabilidad con- ros", en el sentido de Pipberger- son ob-
dicional de la enfermedad E, dado el sín- viamente los más adecuados para la
toma S- es, en efecto, proporcional al inferencia informática del diagnóstico.
producto de su probabilidad incondicio- Pero la cuantificación de un dato explo-
nal P(E) por su likelihood (P(S I E). Ha- ratorio no atañe tan sólo a su magnitud,
blamos, pues, de la probabilidad de un "tal" temperatura o "tal" cifra de urice-
evento (el síntoma S) y de la likelihood mia, debe también referirse a su valor
de una hipótesis (la probabilidad corres- significativo respecto de las enfermeda-
pondiente a la enfermedad E, dado el des en que puede presentarse. Al cum-
síntoma S, y a la probabilidad S I E). plimiento de esa tarea sirve la pondera-
Así, el diagnóstico más probable es el co- ción de los síntomas (symptom weighing,
238 El diagnóstico médico

Gewichtung von Symptomen): la evalua- sariamente impone al médico la interco-


ción mediante una cifra -de O a 10- de la rrelación de los síntomas; es decir, el he-
valía diagnóstica del síntoma (validity, cho de que la valía diagnóstica de uno o
Wertigkeit) para cada una de tales enfer- de varios de ellos sea diferente según la
medades. Dos ejemplos: la valía diagnós- relación en que se hallen con los restan-
tica de la fiebre respecto del tifus abdo- tes del cuadro clínico. Ejemplo: en una
minal es muy escasa, porque son mu- neumonía viral o en una embolia pulmo-
chas las enfermedades febriles; para la nar, la existencia de dos infiltrados tie-
sífilis, en cambio, la valía de la reacción ne muy escasa importancia diagnóstico-
de Wassermann es muy alta, porque las diferencial; en cambio, su hallazgo será
enfermedades en que también es positi- tal vez decisivo en un enfermo cancero-
va esa reacción (neumonías por mico- so, para decidir si se trata de un tumor
plasmas, paraproteinosis) son muy infre- primario del pulmón o de metástasis
cuentes. La ponderación de los síntomas pulmonares. La nada fácil empresa de
y signos puede ser subjetiva (la que esta- resolver numéricamente este problema
blezca un grupo de especialistas) u obje- ha sido atacada con distintos métodos;
tiva (la determinada por métodos esta- por ejemplo, el de S. Koller (20).
dísticos). Ambas posibilidades operati-
vas tienen, naturalmente, su pro y su 2. HACIA UN SISTEMA INFORMATICO
contra. Por lo que hace a la primera, no DE LAS ENFERMEDADES
será ocioso consignar que en una confe-
rencia de hematólogos norteamericanos, Puesto que lo que el médico busca es
muy buena parte de los síntomas hema- el predicado de un aserto diagnóstico
tológicos fueron diagnósticamente valo- -esto es: la "enfermedad" que padece el
rados con un 5. sujeto a que ese juicio se refiere-, la ob-
4. Estrechamente conexo con el pro- tención de un diagnóstico mediante el
blema de la ponderación de los síntomas computador exige por modo ineludible
se halla otro, ineludible para la progra- que todos los datos precedentes se or-
mación de un computador para el traba- denen hacia un sistema de enfermeda-
jo diagnóstico: el de la construcción de des adecuado a los requerimientos del
matrices síntoma-enfermedad, listas de computador mismo; de otro modo, la
los datos exploratorios que se observan programación y la respuesta no serían
en la enfermedad de que se trate, con la posibles. Más precisamente: al computa-
indicación numeral de la frecuencia de dor hay que "enseñarle" enfermedades
su presentación (incidence ratio) de cada cuantificadas según su frecuencia y or-
uno de ellos: las vagas evaluaciones de denadas y descritas mediante los proce-
los manuales y tratados al uso ("muy dimientos que piden el lenguaje binario-
raro", "raro", "frecuente", "muy frecuen- digital o -en determinados casos, como
te", etc.) se truecan así en notas numéri- el diagnóstico cardiográfico- las opera-
camente cuantificadas. La tabla 2 ofrece ciones en sucesión continua de los
como ejemplo una de tales matrices, rela- computadores analógicos. Examinemos
tiva al hipertiroidismo. Apenas parece ne- sumariamente el planteamiento y la re-
cesario advertir que su confección es tarea solución -todavía en curso- de tales exi-
todavía incipiente, y que la necesidad de gencias.
tener en cuenta momentos geográficos, ra-
ciales, sociológicos y epidemiológicos, si
se quiere que los resultados sean satisfac- a. Frecuencia de las enfermedades
toriamente válidos, la hace especialmente Ni en la matematización de la inferen-
difícil. cia tradicional ni en el proceso de la in-
5. El diagnóstico debe resolver ade- ferencia electrónica podría aplicarse el
más el arduo problema que -a diferencia teorema de Bayes sin una estimación su-
de lo que acontece cuando el cálculo de ficientemente aproximada de P (E), la
probabilidades opera con elementos in- probabilidad a priori de que un determi-
dependientes entre sí: que de un bombo nado paciente sufra una determinada
sea extraída la bola A o la bola B- nece- enfermedad; por tanto, sin una evalua-
Actualidad 239

Tabla 2. Razones de la incidencia, P(SI E), de los signos y síntomas del hipertiroidismo. Para el
hipertiroidismo, P(E) = 0,276 (Winkler). [Para el hipertiroidismo, P(E) = 0,198; para el eutiroidismo,
P(E) = 0,662; para el hipotiroidismo, P(E) = 0,140 (Fitzgerald)]

Signos y síntomas (S) clínicos Razón de la incidencia P (SI E) Razón de la incidencia P (SI E)
del hipertiroidismo (E) según Fitzgerald y cols. según Winkler y cols.
Nerviosidad 0,915 (108/118) 0,925 (195/210)
Sensibilidad al calor 0,742 (72/97) 0,746 (100/134)
Sudoración 0,678 (59/87) 0,747 (109/146)
Aumento del apetito 0,605 (69/114) 0,579 (84/145)
Pérdida de peso 0,836 (112/ 134) 0,846 (187/221)
Movimientos hipercinéticos 0,755 (83/ 110) 0,688 (117 / 170)
Piel caliente y húmeda 0,708 (80/ 110) 0,760 (130/ 171)
Leve temblor de los dedos 0,871 (108/124) 0,898 (193/125)
Letargia 0,001 (0/119) 0,102 (16/157)
Sensibilidad al frío 0,051 (5/98) 0,694 (13/138)
Sudoración disminuida 0,001 (0/98) 0,001 (0/157)
Pérdida de apetito 0,123 (15/133) 0,160 (25/ 156)
Aumento de peso 0,023 (3/133) 0,32 (7/218)
Movimientos más lentos 0,018 (2/ 109) 0,012 (2/171)
Piel seca y áspera 0,09 (1/112) 0,011 (2/ 185)
Edema facial 0,08 (1/127) 0,026 (5/195)
Síntomas oculares 0,300 (30/ 100) 0,446 (87 /195)
Tomado de Winkler, C., Reichertz, P., and Kloss, G., "Computer diagnosis of thyroid diseases", Amer. J. Med. Sci.
253 (1967), 27-34, y de Fitzgerald, L. T., Overall, J. E., and Williams, C. M., "A computer program for diagnosis of thyroid
diseases", Amer. J. Roentgen. 97 (1966), 901-905.

ción de la frecuencia de las distintas enfer- Directa o indirectamente exigida, la


medades que en la comarca en que se probabilidad P(E) debe entrar en la pro-
existe y en el centro en que se trabaja gramación de un computador destinado
pueden producirse. No cabe decir lo al diagnóstico. No cuantificada, obtenida
mismo -aparentemente, al menos- de no más que por evaluación subjetiva, in-
los cocientes de probabilidad que estable- conscientemente se apoya en ella todo
ce la fórmula de Neymann (21) médico cuando ante el cuadro sintomáti-
p (E I S)= p (S) E) co A su experiencia le lleva a pensar en
P (SIR) las enfermedades E1 y E2 , frecuentes en
en la cual P (E I S) es, como en el teorema su práctica y familiares en su saber, y no
de Bayes, la probabilidad de la enferme- en las enfermedades E2 y E3, posibles,
dad E dado que existan el síntoma o el desde luego, en aquel caso, pero infre-
complejo sintomático S, P(S I E) la proba- cuentes para él y acaso por él desconoci-
bilidad de la presencia S en la enferme- das. Recuérdese lo dicho al exponer la
dad E, cuando ésta se halle convincente- significación médica del teorema de
mente diagnosticada, y P (SIR) la proba- Bayes. El problema, sin embargo, no
bilidad de la presencia de S en todos los está meramente en constatar la existen-
sujetos que no padecen E; fórmula tam- cia y la frecuencia de tal evaluación, sino
bién empleada por Collen y cols. para el en reducir la cuantía de ella a datos nu-
diagnóstico informático (22). Pero "igno- méricos suficientemente precisos; y aun-
rando las probabilidades a priori P(E) en que la estadística epidemiológica y
el diagnóstico médico -apostilla Lus- ted- sociológica viene ofreciendo resultados
, ¿cómo puede uno determinar el modo cada vez más solventes y numerosos, no
de estar seguro acerca del diag- es poco lo que todavía falta por hacer.
nóstico, P (E I S)?" Y sin ese conocimiento Tanto más, cuanto que a las múltiples
-añado yo- ¿sería por otra parte posible variables que en tal determinación en-
cuantificar P (S / R), esto es, la probabili- tran en juego -geográficas, epidemiológi-
dad de encontrar el síntoma o el com- cas, raciales, sociales, tocantes a la edad
plejo sintomático S en los enfermos que y el sexo- hay que unir la que introduce
no padecen E y en todos los individuos la variación cronológica de la morbili-
sanos? dad; y en consecuencia, la necesidad de
240 El diagnóstico médico

modificar periódicamente las cifras ob- cher Diagnosenschlüssel) de H. Immich,


tenidas teniendo en cuenta las restantes muy usado en Alemania, y en varios mo-
variables. delos más, metódicamente enumerados
y descritos en una reciente monografía
de W. W. Hopker (23). Cada una de las
b. El•problema de la unidad enfermedades es designada en dos for-
morbosa mas: con un nombre que debe ser admi-
No serían posibles la evaluación de tido como canónico, referido a la topo-
la frecuencia de una enfermedad, ni la grafía, al proceso clínico y a la etiología
computación electrónica de su diagnós- de la enfermedad en cuestión, y un sím-
tico, si la memoria de la máquina no bolo numérico de 3, de 4 ó de 5 cifras,
operase con un sistema de enfermeda- según la exigencia en discernimiento no-
des precisamente establecido y acotado, sográfico con que el autor del índice
y si cada una de ellas no hubiera sido haya querido proceder. El ICD de 4 ci-
previamente "nombrada" mediante un fras (1968) contiene 3842 conceptos no-
sistema de signos adecuados a las exi- sográficos; el KDS de Immich (1966) em-
gencias del computador. Lo cual pone plea 5 cifras y comprende 9134 concep-
otra vez ante nosotros, ahora desde un tos. La limitación de estas valiosas, im-
punto de vista nuevo, el problema de la prescindibles codificaciones del saber
especie morbosa. Desde un punto de vis- clínico la hace patente una reflexión de
ta nuevo, sí, porque ahora no se trata de Immich: "Se calcula que hoy existen al-
discutir nosológicamente lo que la espe- rededor de 30.000 diagnósticos (más pre-
cie morbosa realmente "es", o hasta qué ciso sería decir: 30.000 predicados de
punto es o no es idóneo llamar "especie" asertos diagnósticos) distintos entre sí; y
a los modos típicos de enfermar, sino como bien hace comprender esta cifra,
de saber cómo cada "unidad morbosa" mi Diagnosenschlüssel -clave diagnósti-
-expresión más coherente que "especie ca- constituye tan sólo una estructura
morbosa" dentro del lenguaje de la in- básica, que debe ser completada" (24).
formática- debe ser informáticamente Con tales precedentes y tales desarro-
descrita. llos paralelos, la normalización y la des-
Dos instancias promovieron entre los cripción numérica de las unidades mor-
médicos exigentes de precisión el propó- bosas han ido constituyéndose en ine-
sito de racionalizar y normalizar la deno- ludible material de trabajo para la infe-
minación de las enfermedades: por una rencia informática, a la vez que el análi-
parte, la necesidad de disponer de un lé- sis de la enfermedad individual median-
xico que permitiese a todos los médicos, te los diagramas de Venn y el álgebra
cualesquiera que fuesen su idioma y su de Boole -Feinstein, con los precedentes
escuela, entenderse entre sí sin ambi- de Brocq y de Volhard: descomposición
güedades al nombrar técnicamente un de la experiencia total del caso en "com-
modo de enfermar; por otro lado, el im- plejos sintomáticos unitarios" o clusters y
perativo de imprimir claridad y distin- ulterior ordenación estructural de ellos
ción suficientes -en definitiva, univoci- de modo que se haga patente la peculiar
dad semántica- a la varia comunicación configuración del cuadro clínico- ha
oficial de sus diagnósticos: causas de ofrecido nuevos puntos de vista y nue-
muerte, dictámenes judiciales, certifica- vos problemas a quienes practican y per-
ciones administrativas y laborales, etc. feccionan este modo de diagnosticar.
Al servicio de estos fines compuso en Una visión a vista de pájaro de la biblio-
1855 William Farr su "Indice de enfer- grafía pertinente al caso permite descri-
medades", luego ampliado por Bertillon bir la situación actual mediante los cua-
y ulteriormente convertido en el ICD tro siguientes puntos: l. Hoy por hoy, no
(International Classification of Diseases) es posible construir un algoritmo -ni,
de la Organización Mundial de la Salud, por consiguiente diseñar un programa
en el SNDO (Standard Nomenclature of de computación- para todos los proce-
Diseases and Operations) de la American sos diagnósticos (Lusted). El "modelo
Medica! Association, en el KDS (Klinis- soñado" (Traummodell: Proppe) de una
Actualidad 241

máquina diagnosticadora universal está so a la "taxonomía natural" a la manera


todavía muy lejos. 2. En consecuencia, y de Sauvages, de Cullen o de Pinel no
por el momento, sólo áreas de la expe- puede hoy aceptarse, más aún, puesto
riencia clínica netamente acotadas pue- que todo intento de buscar un principio
den ser sometidas con suficiente con- de clasificación de las enfermedades ver-
fianza a la inferencia informática: aque- daderamente "natural" lleva consigo una
llas que forman un subsistema bien defi- contradictio in adjecto, porque en las "es-
nido (por ejemplo: las enfermedades car- pecies" o "unidades morbosas" que des-
diacas congénitas) y en las cuales cada criben los libros hay casi siempre con-
unidad morbosa se halla inequívoca- vención, artificiosidad y provisionalidad,
mente caracterizada por una pequeña como ya R. Koch hizo ver, ¿qué podrá
serie de datos exploratorios a un tiempo hacer el médico ante la clasificación de
"valiosos" y "duros". 3. El computador, las "enfermedades" que le enseñan los li-
cuya respuesta tiene que consistir en la bros? Una de dos cosas: o resignarse o
designación y en la probabilidad de una recibir la tradición, acaso para enrique-
unidad morbosa bien determinada -lo cerla con alguna descripción nueva, por-
cual, como veremos, hace diagnóstica- que esa asistemática tradición le sirve
mente ineludible la colaboración médi- mal que bien para nombrar lo que su ex-
co-máquina-, ha planteado en forma iné- periencia clínica le ofrece, y seguir prac-
dita el problema de la individuación, la ticando así su medicina, o pensar que la
descripción y la clasificación de los mo- adopción de un nuevo criterio de or-
dos típicos o específicos de enfermar; denación acaso le ponga en camino ha-
ahora, como antes apunté, desde un pun- cia una taxonomía nosográfica, si no "na-
to de vista netamente pragmático: deno- tural", porque tal vez este empeño sea
minar la unidad morbosa para actuar siempre imposible, sí más sistemática
médicamente sobre ella, "decir" para que la actual y más adecuada, a la vez, a
"hacer", según la vieja consigna de los las exigencias de la clínica. Tal parece
médicos hipocráticos más intensamente haber sido la opinión de los iniciadores
vocados a la operación terapéutica. 4. Un de la taxonomía numérica y de la aplica-
método diagnóstico a base de elementos ción del análisis factorial al saber bioló-
bien aislables y clínicamente significati- gico y médico.
vos, unidos entre sí como las piezas de Quede para un apartado ulterior la
una "caja de construcciones" (Baukasten- noticia de este reciente desarrollo del
Diagnostik), podría ser para la técnica análisis factorial. Ahora me limitaré a
del computador más idóneo que la lista consignar que mediante el detenido es-
de las unidades morbosas idealmente es- tudio de los tipos de coeficientes em-
quematizadas. Aludiendo a los análisis pleados para la computación de seme-
nosognósticos y nosográficos de Feins- janzas, la comparación de los métodos
tein, así lo afirma expresamente Proppe de "agrupamiento" de notas (clustering)
(25). -enlace simple, enlace promedia!, dis-
tancia a un centro de control- y otros re-
cursos del cálculo matemático, R. R. So-
c. lUna nueva taxonomía?
kal y P. H. Sneath (27) han mostrado la
Que la actual taxonomía clínica es un viabilidad de un acceso "numérico" al
abigarrado cajón de sastre, muchos lo arduo problema de la taxonomía noso-
han denunciado y pocos lo ignoran: un gráfica. La combinación entre la elabora-
somero examen del índice de cualquier ción electrónica de datos (EED) y la tipi-
tratado de medicina clínica lo hace ver ficación de los resultados de la naciente
al más superficial de los lectores. Lláme- patología molecular, ¿llegará a ofrecer
selos "especies morbosas", "unidades en el futuro cuadros nosotáxicos no tan
morbosas" o "entidades nosográficas", ambiciosos, sin duda, como los de Lin-
¿cómo ordenar, entonces, los múltiples, neo y Sauvages, pero acaso no tan inco-
casi innumerables modos típicos de en- herentes como los actuales? La ciencia
fermar, esos 30.000 "diagnósticos" de de nuestros días, ¿hará posible en lo fu-
que habla Immich? Puesto que un regre- turo una nosotaxia de veras racional?

17
242 El diagnóstico médico
V. LA TAREA DIAGNOSTICA refiriéndolos a uno o dos estados: verda-
dero o falso, presente o no presente, 1 ó
Apoyado en los conceptos y en las O. Mediante el pequeño artificio de so-
operaciones que sumariamente acabo de meter su magnitud a una escala interva-
describir, el clínico adiestrado en el ma- lar -por ejemplo: la temperatura de 39,5°
nejo del computador (computer aided es 1 en el intervalo 39-40 y O en el inter-
diagnostician, dicen los americanos) se valo 38-39-, también los datos cuantitati-
dispone a realizar su trabajo diagnóstico. vos pueden ser convertidos en variables
Muy en esquema, veamos lo que hace y lógicas. Estas pueden relacionarse entre
lo que obtiene. sí de varios modos: la conjunción lógica
Dos convicciones iniciales y un propó- o enlace "y" (a "y" b), la disyunción lógi-
sito básico constituyen el fundamento ca o enlace "o" (a "o" b), la negación lógi-
de su acción: que el proceso mental del ca o a (a= O cuando a vale 1, a= 1 cuan-
diagnóstico clínico puede ser fielmente do a vale O), la implicación lógica (a b),
expresado mediante un lenguaje lógico- etc.; y su combinación se ordena en "do-
matemático; que ese proceso no es uni- minios básicos" (16, 24, para dos sínto-
tario, bien porque la mente del médico, mas y dos enfermedades) y por "vecto-
sin proponérselo, pueda seguir vías infe- res duales" (vector dual: la serie de
renciales distintas, bien porque en su "unos" y "ceros" correspondiente a cada
concreto proceder tales vías se combi- variable en los 16 dominios básicos). La
nen más o menos unitariamente entre sí; misión del computador consiste ahora
y, por consiguiente, que el analista de di- en calcular las combinaciones de sínto-
cho proceso debe esforzarse por idear mas y enfermedades que se hallan en
modelos lógico-matemáticos de la infe- concordancia con la experiencia del mé-
rencia diagnóstica distintos entre sí, ap- dico. Si en tales combinaciones hay una
tos para su traslado al computador, sus- combinación de síntomas a la que sólo
ceptibles de mutua integración y capa- corresponde una combinación de enfer-
ces de reproducir -de mejorar, en mu- medades, la progresión diagnóstica des-
chos casos- lo que el cerebro del diag- de los síntomas hasta la enfermedad se
nosticador hace. Los experimentos de hace unívoca. En otro caso, deberá recu-
"simulación" -el hecho de poder imitar rrirse a criterios adicionales, de ordina-
mediante el computador el curso de no rio subjetivos, para llegar a una decisión
pocas operaciones psicocerebrales- abo- acerca de la enfermedad. Obsérvese que
nan ampliamente tal confianza. No olvi- cuando opera según el modelo logístico,
demos que un computador adecuada- la misión del computador no consiste
mente programado puede jugar y ganar primariamente en decidir, sino en orde-
una partida de ajedrez. Se trata, pues, de nar síntomas y enfermedades según sus
examinar muy a grandes rasgos lo que a combinaciones posibles.
tal respecto viene haciéndose. La figura 12, tomada de Ledley y
Lusted, muestra diagramáticamente
cómo mediante este proceso de combi-
1. MODELOS GENERICOS
nación y exclusión puede llegarse desde
Siguiendo a B. Schneider (28), dos mo- los síntomas a una solución diagnóstica-
delos genéricos deben ser discernidos, el mente unívoca.
deductivo o logístico y el inductivo o es-
tadístico.
h. El modelo inductivo o estadístico
En el modelo inductivo o estadístico,
a. El modelo deductivo o logístico
los síntomas no son considerados como
Introducido por M. Lipkin (29), R. S. variables lógicas, sino como magnitudes
Ledley y L. B. Lusted (30), el modelo de- regidas por el azar, cuya presencia varía
ductivo o logístico parte de considerar de un paciente a otro y cuya caracteriza-
los síntomas y las enfermedades como ción sólo mediante una "distribución de
variables lógicas, esto es, como asertos probabilidades" puede lograrse. Se ad-
que pueden ser acabadamente descritos mite que esa distribución varía de enfer-
Actualidad 243

Número de la columna: 1234 5678 g1p011¡2 14 16


13¡15t
ro S(1) 1111 1111 1111 1111
.o.., -S(2) 1111 1111 1111 1000
.!!! 1111 1111 1110 0110
:e -sc3J
e: o
Q) -S(4)
E.S: -scs1 U)
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wX S(6) :¡ :;
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0(5) (/) Q)

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(/),!!?
111

0(7)
.2,0
0(8) Q) ....

o.
E
o
ü

Fig. 12. Ejemplo de un diagnóstico hematológico según la pauta del álgebra de Boole. Los síntomas son
14 (Sl-S14) y las enfermedades 8 (Dl-D8). Aquéllos han sido ordenados según la creciente dificultad para su
obtención: antecedentes - exploración inmediata - examen de la sangre - biopsia de médula ósea. Los cam-
pos rayados señalan las columnas decisivas para el ulterior diagnóstico diferencial. - NOTAS COMPLEMEN-
TARIAS. Según este esquema, el síntoma 1 se presenta en todas las 8 enfermedades, y no puede contribuir a
su diferenciación. Si el enfermo muestra los síntomas S2 y S 3, estos excluyen las enfermedades correspon-
dientes a las columnas 12-16 (campos rayados). La exploración física del síntoma S4 con resultado positivo
(=1) y la ausencia del S5 (=O) reduce las posibilidades diagnósticas a las columnas 3-9. La ausencia de s6 no
tiene especial significación para el diagnóstico diferencial. De los exámenes de la sangre (S 7 - S12), sólo 3
son esenciales para la diferenciación ulterior: S 9 (=1), S 10 (=O) y S12 (=1). Si esto sucede, sólo restará una co-
lumna con una enfermedad: D4; la cual se halla satisfactoriamente caracterizada por una determinada com-
binación de síntomas, al paso que otras, como D 8 , son posibles con combinaciones sintomáticas diversas.
Una exploración de la médula ósea no es necesaria para el diagnóstico de D 4. Si S4 y S5 fuesen =1, sólo res-
tarían las columnas 1 y 2, entre las cuales los exámenes de sangre S7 - S12 no podrían decidir. Habría que
añadir el criterio correspondiente a S 13. (Diagrama tomado de R. Ledley and L. Lusted, "The use of electro-
nic computers in medica! data processing" IRE Trans. on Med Electron. ME-7: 31-47, enero 1960.)

medad a enfermedad y que para cada consiste ahora en decidir qué enferme-
enfermedad es característica. La distri- dad afecta a un paciente partiendo de
bución de los síntomas x1, ........, Xn los síntomas que presenta; decisión que
para la enfermedad i viene designada será acertada cuando el riesgo de error
por la expresión Pi (x1,.............. , Xn). Es- sea el mínimo posible. A tal efecto, el
tas distribuciones de probabilidad repre- computador debe ser programado con
sentan la experiencia y el saber del mé- reglas fijas, lo cual se consigna subdivi-
dico, y se admite asimismo que se posee diendo el conjunto de todas las posibles
información suficiente acerca de tales combinaciones de síntomas en tantos
distribuciones y que las diferentes enfer- dominios mutuamente exclusivos como
medades han sido unívocamente defini- enfermedades entre las cuales puede op-
das. Pues bien, la tarea del diagnóstico tarse. Si los síntomas de un paciente
244 El diagnóstico médico

caen dentro del dominio B¡, en ese pa- de los diagnósticos del médico del servi-
ciente será diagnosticada la enfermedad cio de urgencia: 42 % de diagnósticos co-
k¡. Todo lo anteriormente dicho -teore- rrectos. 2. Del cirujano asistente: 71 %.
ma de Bayes, probabilidad, likelihood, Del jefe de clínica: 81 %. 4. Del compu-
etc.- tiene ahora su aplicación. tador: 91 %. La interactividad con el
A título de ejemplo, reproduciré el computador quedó metódicamente esta-
que para ilustrar la inducción diagnósti- blecida haciendo responder a los médi-
ca bayesiana aduce F. H. Roger (31). cos a las preguntas antes consignadas,
Convenientemente programado, el com- sin enunciar la tasa de la probabilidad fi-
putador propone preguntas (cuestio- nal.
nario cerrado), y el médico responde:

- sexo: femenino c. El modelo estadístico-taxonómico


- edad: 52 años Con F. H. Roger, a los modelos logísti-
- examen local del abdomen; co y probabilístico puede ser añadido
dolor inicial: periumbilical otro, el modelo estadístico-taxonómico,
dolor actual: fosa ilíaca derecha realizable según distintos métodos (el no
• tipo: cólicos paramétrico o "ley del vecino más próxi-
dolor a la palpación: fosa ilíaca de- mo" y el paramétrico o "análisis discri-
recha minante"). Ambos tienen en común el
• comienzo: 24-48 horas propósito de definir a cada individuo
descompresión: dolor provocado con ayuda de una serie de variables de
defensa abd.: presente naturaleza diversa. En tales condiciones,
rigidez: ausente el individuo puede ser representado por
• evolución: sin cambios un punto en un espacio de tantas dimen-
masa abd.: no palpada siones como variables hayan sido consi-
ruidos abd.: normales deradas; y en su estructura deben ser
tacto rectal: normal discernidos "factores comunes" (los que
contienen distintas variables), "factores
- Signos concomitantes: específicos" (los que sólo contienen una)
• náuseas:ausentes y "factores deficientes" (por defecto o
• vómitos: alguno imprecisión del análisis).
• apetito: disminuido Cualquiera que sea el método utiliza-
• ictericia: ausente do, es necesario disponer de una clasifi-
• micción normal cación, es decir, de un modo de distribu-
• heces: normales ción de los pacientes en varios grupos,
en función de los parámetros que los
- antecedentes: describen; grupos que pueden ser inde-
• operación abdominal: ninguna pendientes de la nosología diagnóstica o
• dolor abdominal: alguno corresponder a diagnósticos propiamen-
• tratamiento médico: ninguno te dichos. El análisis de grupos (cluster
analysis) trata de determinar las leyes de
El computador proporciona la si- la pertenencia de un sujeto a un grupo
guiente lista de diagnósticos probables determinado, por tanto a una región en
(probabilidad a priori): l. Apendicitis el espacio con ciertas características (pa-
(95,79 %). 2. Diverticulitis: 0,01 %. 3. Per- tológicas o no), y tiene como hipótesis
foración duodenal: 00,4. Salpingitis inicial la correspondencia de cada grupo
(4,19 %). 5. Colecistitis: 00,6. Pancreatitis: de pacientes a una región del espacio,
00,7. Embarazo extrauterino: O. Los re- según la índole de su enfermedad. Intro-
sultados (referidos a 4.469 pacientes del ducido en biología por Sir Ronald Fisher
Hospital Universitario de Leeds) podían (32), el método taxonómico ha sido apli-
ser bien evaluados, puesto que la opera- cado al diagnóstico médico por J. Corn-
ción iba a confirmar o a rechazar el diag- field (33) y otros. Su proximidad a la ya
nóstico previsto. Fueron obtenidos los mencionada taxonomía numérica de So-
porcentajes siguientes: l. Probabilidad kal y Sneath es evidente.
Actualidad 245

z. - OTROS PROCEDIMIENTOS mo del campo neuropsiquiátrico. La co-


rrespondencia entre el proceso mental
La condición a un tiempo incipiente y del clínico -cuando de él han sido supri-
promisora de la informática médica que- midos errores, vacilaciones y meandros-
da bien expresada por el número de los y la pauta operativa de un computador
métodos a que sus cultivadores recu- digital, con la consiguiente opción al em-
rren; porque a los tres cardinales antes pleo de éste en la tarea diagnóstica, apa-
citados hay que añadir los que faltan rece así con evidencia. Como también el
hasta la lista de los seis que describe S. directo parentesco entre los dendrogra-
Knller (35). Sin la intención de ser com- mas de Kleinmuntz y los diagramas de
pleto, pienso que no carecerá de interés flujo {flow charts), perfectamente traduci-
una concisa descripción de algunos de
bles al lenguaje FORTRAN y empleados
los recursos que -en relación más o me-
en muy distintos campos del diagnóstico
nos estrecha con todo lo dicho- han sido
algorítmico.
empleados para el análisis lógico y mate-
mático del diagnóstico médico.
b. La historia clínica como pauta

a. Los "árboles de decisión" El desarrollo de un algoritmo diagnós-


tico en el lenguaje del computador pue-
Dos psicólogos, A. Newell y H. A. Si- de ser también realizado según la pauta
mon (36), tuvieron la idea de reproducir que ofrece la obtención de la historia clí-
electrónicamente el proceso del pensa- nica. No pocos autores (Lusted, Erdman,
miento humano, haciendo expresar en Rome, Collen, Proppe, etc.) lo han de-
voz alta al sujeto de experimentación lo mostrado de manera convincente. Si el
que sucedía en su mente al resolver un cuestionario a que ha de ser sometido el
problema, recogiendo esa expresión en paciente debe ser "cerrado" (lista fija
cinta magnética y trasladando luego el con respuestas del tipo sí-no), "abierto"
resultado al lenguaje del computador. (posibilidad de emitir respuestas des-
El método fue denominado "pensar en criptivas o matizadoras) o "híbrido", es
alto" (think aloud). Poco después, el tam- todavía cuestión discutida. Naturalmen-
bién psicólogo J. Kleinmuntz (37) lo apli- te, el contenido de los cuestionarios pue-
có a la computación del problema diag- de ser diversificado en tipos distintos, y
nóstico, especialmente el neurológico: una racionalización de este empeño es
un médico pensaba en una enfermedad lo que -después de años de asiduo traba-
y otro trataba de diagnosticarla median- jo- ha pretendido lograr el CDSS (Clini-
te una serie de preguntas, cada vez más cal Decision Support System) propuesto
próximas a la enfermedad buscada. Ob- por la IBM. La posible perturbación de
tuvo así los diagramas lineales técnica- la relación médico-enfermo cuando se
mente llamados árboles de decisión (deci- adoptan estas líneas se halla todavía en
sion trees) o "dendrogramas", en los que discusión. "Este modo de abordar la ob-
cada paso hacia el diagnóstico viene re- tención de la historia clínica -escribía
presentado por una bifurcación del "ár- Lusted hace unos años- se halla en una
bol"; diagramas, esto es lo que ahora inicial fase de estudio, pero la flexibili-
importa, perfectamente susceptibles de dad y los posibles usos de tales sistemas
computación. Reducido a su definitivo autorizan una ulterior investigación".
esquema, la figura 13 muestra el dendro-
grama correspondiente a una estenosis
de la carótida izquierda. Ulteriormente, c. El "sistema socrático"
el propio Kleinmuntz y otros autores En 1965, J. A. Swets y W. Feurzeig (38)
(P. M. Wortman, E. A. Feigenbaum, etc.) describieron con el nombre de sistema
han ampliado el método con la imagina- socrático (Socratic System) un método
ción de nuevos modelos, como la "red para la práctica de la enseñanza median-
de discriminación" (discrimination net). te el computador. Ellos mismos lo pro-
La figura 14 da idea de esas "redes" con pusieron para el aprendizaje de la clíni-
el esquema de una, procedente asimis- ca, y P. K. Munter, del Harvard Health
246 El diagnóstico médico

¿Es éste el primer episodio?

+
¿Aumentó la hemiparesia?

+
¿Aumentó el escotoma?

+
Con los ataques ¿tuvo
el enfermo vértigos?

¿Perdió la conciencia?

¿Ha disminuido la
pulsación carotídea?

¿Ha sentido un ruido


sobre su carótida?

¿Tendrá una estenosis caro-


tídea en el lado izquierdo?

OK, el diagnóstico es:


« estenosis de la
carótida izquierda».

Fig. 13. Estructura arbórea de un juego diagnóstico neurológico, en el cual la información


dada era: escotoma central izquierdo súbito y hemiparesia derecha en un hombre de SS años. El
árbol representa la estrategia del proceso diagnóstico. Los círculos son los nodos en que el mé-
dico puede hacer un diagnóstico diferencial o seguir interrogando en busca de más informa-
ción. Las ramas + o - representan la presencia o la ausencia del síntoma precedente. (Klein-
muntz, B. "Diagnostic problem solving by computer", Jap. Psychol. Res. 7 [1965], 189-194.)

Center mostró su indudable eficacia, así le pone en camino hacia las ulteriores
como la posibilidad de emplearlo para etapas del proceso diagnóstico, hasta
el desarrollo de un algoritmo diagnósti- obtener la solución final. En el ejemplo
co. Un computador convenientemente ideado por Munter y programado por
programado se pone en "conversación" Myra Breen, el diálogo estudiante-
con el estudiante y le incita a resolver el computador termina así: "E. Neumonía
problema que el mismo computador ha neumocócica. - C. Sí, y recuerdo que us-
propuesto. El estudiante recibe de la ted se inclinó antes hacia este diagnósti-
máquina las indicaciones previas relati- co. ¿Está usted absolutamente seguro?-
vas al caso, las lee y mecanografía su E. No. - C. ¿Qué le ayudaría a consolidar
propuesta inicial para resolverlo. A con- ese diagnóstico? - E. Examen y cultivo
tinuación, el computador le responde y de un frotis de esputos. - C. Bien. ¿Algo
Actualidad 247

Prueba 1 1. Ataque

Resultados

Pruebas 2,3 2. Remisiones 3. Fiebre

Pruebas 4. Proteínas en 6. Células en el 7. Factores


4,5,6 el líquido espinal 5. Progresivo líquido espinal precipitantes

Emo- Fí-
Resultados Alto Bajo Sí No No Sí cional sico

Tipo de
enfermedad
C':7 Degene-
rativa
C7 Psico- lnfec
ciosa ,
Neuró-
E]
ti_c_ª . Trauma
. g_é_ni_c_ª_.

Fig. 14. Red de discriminación usada para determinar el tipo de una enfermedad neurológica.
El proceso diagnóstico en neurología puede ser considerado como una secuencia de pruebas.
Cada una tiene el efecto de reducir el número de las soluciones posibles. (Wortman, P. M. "Re-
presentation and strategy in diagnostic problem solving", IEEM Trans. on Human Factors, 8
[ 1966], 48-53.)

más? - Datos radiográficos. - C. Bien. La la ordenación racional de las entidades


radiografía muestra un área de conden- morbosas, en definitiva para un riguroso
sación en el lóbulo inferior derecho. Hay establecimiento de los "términos de
gérmenes grampositivos en el frotis y combinación" y los "términos de deci-
neumococos en el cultivo. ¿Ha pensado sión" a que en sus diagnósticos llega el
usted en descartar posibilidades como la computador, debe ser mencionada de
apendicitis y la pielonefritis aguda? - E. nuevo. Como se sabe, el campo inicial
Sí. - C. Veo que no le despistó el dolor del análisis factorial fue, con las investi-
abdominal de que le hablaron. En cual- gaciones de C. Spearman (desde 1904),
quier caso, el diagnóstico es correcto". la teoría de la inteligencia. Meta princi-
Tanto para la enseñanza del proceso pal del método es la derivación de mag-
diagnóstico como para la tarea de diag- nitudes hipotéticas o "factores" a partir
nosticar, el desarrollo de esta posibili- de un conjunto de variables discernidas
dad del computador se halla todavía en por observación. Los factores tienen que
curso. ser máximamente sencillos, y las obser-
vaciones deben describir y explicar en
d. El análisis factorial medida suficiente. La figura 15 muestra
esquemáticamente la relación entre las
y el diagnóstico
variables y los factores.
Más de una vez aludida en las páginas Entre los autores que han aplicado el
precedentes, la aplicación del análisis análisis factorial al problema del diag-
factorial a la taxonomía clínica, y por nóstico destacan los ya citados R. A. Fis-
tanto al establecimiento de pautas para her y S. Koller, y sobre todo K. Ueberla,
248 El diagnóstico médico

,,..-, -------------00 Medicine) lo prueban con evidencia. Un


epígrafe de F. H. Roger, "El computador
-herramienta-milagro" manifiesta bien
! A I ------------------------- 2
'- 0 ese primer entusiasmo. Vino luego un
,,,, período en el que se mezclaron la decep-
ción de no pocos expertos y el rechazo,
""
,'',, 0,.,
3
tal vez el terror, por parte de una amplia
'" >..<.-',.,,.,,,,.
,.,,..,'....,_' <, '>--0 5
fracción del público culto: "El computa-
dor - apocalipsis". Sobre las barricadas
del mayo estudiantil de 1968 podía leer-
,.,... . V :::-- ' B
/ B !
/

--- ----6 se: "Science = pollution = apocalypse = or-

\...., "'--- -- ''0 dinateurs". Desde entonces han cambia-


- ', ---- '- ............
7
do
tre las cosas:
ellos, los hombres
no pocos de han
médicos- ciencia
ido-en-
es-

. . . . . . .0. tudiando las posibilidades reales de la


"máquina-milagro", y sin mitificación al-
guna vienen utilizándola al servicio de
FACTORES VARIABLES su vida sobre el planeta y lejos del pla-
Magnitudes influyentes Magnitudes observables neta.
(no mensurables) (mensurables) En lo que atañe a nuestro tema, ha-
Fondo Primer plano
blan por sí solos tres textos. Uno es de N.
Wiener (40), el creador de la cibernética:
Fig. 15. La correlación entre variables (magnitu-
des de observación mensurables) y factores (mag- "No existe la posibilidad de un diagnós-
nitudes secundarias y no mensurables). La hipóte- tico sin médico. Más pronto o más tarde,
sis establecida por el análisis factorial va en línea la cerrada y continuada operación de ta-
discontinua. Los datos de la observación han sido les autómatas de la medicina acabaría
suprimidos. (Tomada de Ueberla.)
produciendo todo género de enfermeda-
des y un aluvión de defunciones". Otro,
de un clínico muy actual y nada reaccio-
a cuya excelente monografía (39) debe- nario, A. R. Feinstein (41): "A partir de
rán recurrir los lectores a quienes atrai- desperdicios, no hay computador que
ga el tema. pueda hacer una ensalada de frutas". El
tercero, en fin, de G. Wagner, eminente
documentalista y Computer-Mann: "Nun-
VI. BALANCE PROVISIONAL ca una máquina creada por el hombre
podrá pensar por sí misma. Nunca el
Debo terminar este capítulo con un computador sustituirá a la inteligencia
balance provisional y un juicio estimati- humana; siempre su funcionamiento ten-
vo acerca de los logros y las posibilida- drá a esa inteligencia como presupuesto.
des de la inferencia informática del diag- El sentido de su empleo será tan sólo ali-
nóstico médico. viar el trabajo del hombre y capacitarle
para operaciones a que hasta ahora no
l. EL PRESTIGIO DEL COMPUTADOR
han alcanzado sus propias fuerzas" (42).
Y éste es precisamente el caso ante los
El enorme prestigio del computador problemas que en nuestra situación
desde que en el lustro 1945-1950 fue di- plantea el diagnóstico médico.
fundiéndose su empleo -"cerebro elec-
trónico" solía llamársele entonces, un
2. "HABER" Y "DEBE" DE LA MEDICINA
"cerebro", se pensaba, mil veces más po- INFORMATICA
deroso que el humano- despertó en mu-
chos médicos ilusiones desmesuradas, Al cabo de los treinta años de su em-
míticas. Bajo cierta delgada capa de iro- pleo, no es pequeño el "haber" del
nía, expresiones como "máquina de diag- computador, en cuanto al diagnóstico
nosticar", "diagnosticador automático" y médico atañe. En determinadas áreas de
"medicina computarizada" (computated la medicina (inicialmente, la hematolo-
Actualidad 249

gía, las enfermedades tiroideas, la radio- L. B. Lusted, éste, sí, norteamericano,


grafía, los tumores óseos, las cardiopa- y uno de los máximos. introductores
tías congénitas, la electrocardiografía) y del computador en la vida hospitalaria:
luego, muy especialmente, en aquellas physician-computer symbiosis, "simbiosis
que ofrecen mayor cantidad de "datos médico-computador". La expresión tópi-
duros", en el sentido de Pipberger (diná- ca computer aided diagnose, "diagnóstico
mica de los laboratorios de análisis clíni- ayudado por el computador", expresa
cos, cardiología en general, colagenosis, ese papel servicial de la máquina con
urología, intoxicaciones, psiquiatría), los toda la claridad deseable.
resultados vienen siendo francamente Si así van las cosas -y nada parece
valiosos. Recuérdense los tantos por indicar que irán de otra manera-, el
ciento de acierto del computador en el computador obligará al médico a preci-
Hospital Universitario de Leeds, ante ca- sar sus ideas y sus palabras, le hará más
sos de abdomen agudo. El "debe" del certero en sus diagnósticos y le regalará
método se halla integrado -provisional- tiempo para, entre otras cosas, poder
mente, al menos- por los siguientes capí- entender mejor la enfermedad de su
tulos: a) Las psiconeurosis y las dolen- paciente. "Mediante los recursos técni-
cias llamadas psicosomáticas. b) Las en- cos, incluido el computador -escribe R.
fermedades en que predominan los "da- Gross-, deberíamos ganar tiempo para la
tos blandos". e) El hecho de que, aun anamnesis, entendida como contacto in-
siendo acertado, el dictamen del compu- terhumano, no quitar tiempo a la anam-
tador no es un "diagnóstico" propiamen- nesis". Con lo cual el médico aprenderá
te dicho, y mucho menos un verdadero lo que, muy ajeno a la que yo llamo "in-
"juicio clínico", sino el predicado noso- ferencia interpretativa", de pasada de-
gráfico de un aserto diagnóstico, al cual clara el mismo Proppe: que "sólo la her-
sólo la previa y la ulterior intervención menéutica hace de los datos naturales
del médico puede dar genuino sentido -los que la medicina científico-natural
clínico. No contando otro hecho, que no enseña a recoger- una teoría de la enfer-
pertenece en realidad al "debe" del medad". De la enfermedad humana, aña-
computador, sino al posible abuso de él: diré, para que esta sentencia sea por
que -como advierte R. Gross- un médico completo inobjetable.
diestro y experimentado trabaja en los
casos corrientes, el 70 %, por lo menos,
de los que se le presentan, más barato, NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
con no menor fiabilidad y con igual rapi-
l. Ledley, R. S., and Lusted, L. B., "Reasoning
dez que el computador. foundations of medica! diagnosis", Science 130
(1959), 9; Ledley, R. S., "The role of computers
in medica! diagnosis", Med. Dokum. 5 (1961),
3. LA SIMBIOSIS HOMBRE-MAQUINA 70.
"No estamos probablemente más que 2. Warner, H. R., "A mathematical approach to
medica! diagnosis", JAMA 177 (1961), 177.
en la aurora de la era informática... La 3. Proppe, A., "Die arztliche Aufgabe und die Do-
medicina informática está quizá más cer- kumentation", Methods Inform. Med. 3 (1964),
ca de lo que se piensa", afirma F. H.- Ro- 10-17.
ger. "Algo no es ya dudoso --dice, por su 4. El término computer es el únicamente usado en
el mundo anglosajón y en el germánico; los
parte, A. Proppe-: que, como reza el títu- franceses emplean habitualmente la palabra
lo del libro de Manfred Gall, Computer ordinateur, y en España suele hablarse indis-
veriindern Medizin, los computadores tintamente de "computadores", "computado-
transforman la m€dicina". Se trata de un ras" y "ordenadores". El primer computer con
éxito comercial definitivo fue construido en-
médico belga y de otro alemán, no de tre 1939 y 1944 por el norteamericano Aitken
dos "supertecnificados" doctores nortea- (Automatic Sequence Control Computer). Desde
mericanos. Como ellos pienso yo. Pero entonces hasta hoy se han sucedido varias
en el tiempo nuevo que anuncia esa au- "generaciones" de computadores, según la ve-
locidad de sus operaciones: los computadores
rora y tras la transformación que prevé de tubos con actividad en el dominio de los
ese título, lo probable es que la práctica milisecs (desde 1954); los computadores tran-
médica se halle regida por la fórmula de sistorizados, activos en el dominio de los mi-
250 El diagnóstico médico

crosecs (desde 1958); los que desde 1964 ope- na! Pain: Further Report with Emphasis on
ran en el dominio de los nanosecs, etc. Sobre Performance of Clinicians" Brit. med. J. 1974, I:
la clasificación de los computadores en digita- 376.
les, analógicos e híbridos, véase lo que luego Dudley, H. A.: "Pay-off, Heuristics and Pattern-
se dice. recognition in the Diagnostic Process", Lancet,
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desee profundizar en el tema, he aquí -alfabé- Epstein, M. N., and Kaplan, E. B.: "Criteria for
ticamente ordenada- una selección de los es- Clinical Decision Making", en Schneider, W.,
tudios más importantes, entre los contenidos en Sagvall Hein, A.-L. (eds.): Computational Lin-
esa bibliografía (con exclusión de los men- guistics in Medicine (Amsterdam, 1977).
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252 El diagnóstico médico

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Capítulo IV

La inferencia diagnóstica: inferencia interpretativa

Cuando el diagnóstico se eleva a ver- les. La primera o antigua empieza con la


dadero juicio clínico, esto es, cuando tékhne hermeneutiké de los intérpretes
para el médico se hace conocimiento de oráculos en la Grecia preclásica, si-
verdaderamente técnico el modo de vi- gue con la versión ya racionalizada de
vir orgánico, psíquico y personal que la esa tékhne en algún texto platónico (Pal.
enfermedad realiza y expresa, ¿pueden 260 d) y llega a su cima con el tratado
ser la inducción y la explicación, tal aristotélico peri herméneías, "Sobre la in-
como las entiende la actual teoría de la terpretación", parte del Organon, que
ciencia, métodos idóneos para resolver con su sola pertenencia a éste muestra
los problemas intelectuales del clínico? lo que en sí mismo es: una reflexión de
Evidentemente, no, porque a la vida del carácter lógico acerca de "lo que quie-
hombre no se la conoce sólo mediante ren decir" las expresiones verbales. La
los recursos de la lógica inductiva o ex- etapa segunda o moderna comienza
plicativa, sino también y sobre todo a fa- cuando los intérpretes cristianos de los
vor del método de penetración en la en- textos bíblicos -ya desde San Agustín-
traña de las expresiones humanas que se afanan por discernir los varios senti-
en la antigüedad llamaron "hermenéuti- dos con que esos textos pueden ser en-
ca" o "interpretación" y desde hace un tendidos: el literal, el espiritual, el histó-
siglo, dando un sentido rigurosamente rico. La antigua hermenéutica se hace
técnico al vocablo, los filósofos y los psi- así exégesis. Con Schleiermacher, Dil-
cólogos denominan "comprensión". Al they y el Conde York von Wartenburg se
lado de la inferencia tradicional y de la inicia, en fin, la tercera etapa o etapa ac-
inferencia informática ha surgido así en tual de esa historia: la "comprensión"
la técnica diagnóstica una inferencia in- (Verstehen, Verstdndnis) pasa a ser, por
terpretativa, cuyas más importantes vici- oposición a la "explicación" científico-
situdes habremos de estudiar. natural (Erkldren, Erkldrung), el método
propio de las "ciencias del espíritu"
(Geisteswissenchaften) o "ciencias huma-
I. LA HERMENEUTICA nas" y constituye, por tanto, la vía regia
Y SU HISTORIA para un conocimiento de lo humano ver-
daderamente adecuado a lo que el hom-
En la historia de la hermenéutica de- bre es (1). Poco más tarde, el último
ben ser discernidas tres etapas principa- Husserl y el primer Heidegger, éste so-

253
254 El diagnóstico médico

bre todo, injertarán la hermenéutica en tructura de la interpretación freudiana


la fenomenología y elaborarán una onto- de los sueños, a mostrar de qué modo
logía de la comprensión. Qué es la exis- son interpretativos sus diagnósticos, sea
tencia humana en tanto que capaz de o no sea onírico el material de obser-
comprender y en tanto que susceptible vación, y -puesto que Paul Ricoeur ha
de ser comprendida; tal será el tema sido el más importante analista del
central de este último giro de la refle- tema- a indicar las líneas básicas de la
xión sobre el objeto de la hermenéutica. valiosa "interpretación de la interpreta-
Sin conexión aparente con tan largo ción freudiana" que este filósofo nos ha
proceso histórico, pero en rigurosa con- ofrecido.
temporaneidad con su tercera etapa,
Freud publicó un libro cuyo solo título, l. LA INTERPRETACION DE LOS SUEÑOS
Traumdeutung, "Interpretación de los
sueños" (1900), mostraba a las claras Reduciendo a esquema sumarísimo la
que, por lo menos en lo tocante a las doctrina que Freud expone en distintos
neurosis, la interpretación, la Deutung, lugares de su obra -ante todo, claro está,
es un modo del conocimiento a que el en Interpretación de los sueños; más tam-
médico puede y debe recurrir para dar bién en Metapsicología (1913-1917), en
adecuada razón técnica de lo que como Introducción al psicoanálisis (1916-1917)
médico ve, por tanto para diagnosticar; y y en otras páginas-, he aquí los puntos
así, desde él hasta Weizsacker y la actual esenciales de dicha interpretación: a) En
medicina psicosomática, pasando por la realidad de un fenómeno onírico hay
Groddeck, Deutsch, Ferenczi y Allers, que distinguir entre el "contenido mani-
la interpretación -freudiana, adleriana, fiesto del sueño" (manifester Traumín-
junguiana o ecléctica- ha sido la clave halt: lo que acerca de él cuenta el que lo
metódica de una de las grandes líneas ha soñado) y los "pensamientos laten-
rectoras del pensamiento médico de tes del sueño" (latente Traumgedanken:
nuestro siglo. Sólo cuando es formal- aquello de que ese contenido manifiesto
mente interpretativo llega a ser idóneo es expresión simbólica). b) A partir de
el conocimiento de la enfermedad hu- las fuentes (Traumquellen) que dan su
mana, afirmarán todos los médicos que material psíquico (Traummaterial) al
dentro de esa línea piensan y actúan. contenido manifiesto del sueño, éste se
constituye por obra de una elaboración
inconsciente de aquéllas o "trabajo oní-
11. LA HERMENEUTICA rico" (Traumarbeit), en el cual se produce
FREUDIANA una "distorsión" (Entstellumg) de dicho
material; distorsión cuyos procedimien-
Aun cuando sea él quien con un senti- tos principales son la "condensación"
do técnico introdujo la palabra Deutung (Verdichtungsarbeit: sucesos reales de
en el lenguaje médico, y aunque en su mucha duración son condensados en
Interpretación de los sueños (Traumdeu- una breve escena onírica), el "desplaza-
tung) exponga los conceptos fundamen- miento" (Verschiebungsarbeit: un elemen-
tales de lo que por "interpretación" él to latente del sueño es reemplazado por
entendió, y metódicamente los aplique algo distinto y distante de él, o bien el
al descubrimiento del sentido vital que acento psíquico del sueño es transferido
los sueños tienen; más aún, aunque, de un elemento importante de él a otro
como vimos, desde el comienzo de su que lo es menos; todo ello, obra de la
obra personal fueran sus diagnósticos censura onírica), la "sobredetermina-
narraciones, además de ser etiquetas, e ción" (Ueberdeterminierung: cada uno de
interpretaciones biográficas, además de los elementos del contenido manifiesto
ser asertos judicativos, Freud no nos del sueño se halla varias veces represen-
ofrece en su obra una hermenéutica mé- tado en los pensamientos latentes del
dica general sistemáticamente concebi- mismo) y la "representación" o "figura-
da y construida. Me limitaré, en conse- ción" (Darstellung: transformación de los
cuencia, a exponer sucintamente la es- pensamientos latentes en imágenes vi-
Actualidad 255

suales, en "escenas"). c) Los sueños po- normal de la interpretación de los sue-


seen siempre un sentido, por absurdos ños de un paciente neurótico. Del mis-
que parezcan; sentido cuya clave general mo modo, tampoco difiere formalmente
es el cumplimiento de un deseo incons- el proceder mental del psicoanalista en
ciente o consciente (Wünscherfüllung). d) la intelección de un fenómeno onírico
La interpretación, el desciframiento de (interpretación de un fenómeno psíqui-
los sueños, formalmente equiparable al co) y en la comprensión diagnóstica de
desciframiento de los jeroglíficos, consis- un cuadro neurótico (interpretación de
te en el descubrimiento de su sentido; es un proceso morboso). Es cierto que en
decir, en la inferencia de los pensamien- su consultorio Freud diagnosticaba las
tos latentes -e inconscientes- del sueño especies morbosas -histeria, neurosis
a partir de los elementos que integran obsesiva, etc.- en que parece realizarse
su contenido manifiesto; en definitiva, a el genus neuroticum o modo neurótico
un conocimiento interpretativo ---cualita- de enfermar; recuérdese lo dicho en la
tivamente distinto, por tanto, del que sección anterior; pero cuando se pro-
otorgan el experimento y la inferencia pone individualizar -personalizar, más
propios de la ciencia natural- del "de- bien- su diagnóstico, no se conforma
seo" a que el sueño da expresión simbó- con indagar, a la manera de los grandes
lica. Interpretar un sueño es, pues, desci- clínicos de su época, fieles todavía a la
frar una expresión simbólica; lo cual exi- tradición sydenhamiana, cómo los sínto-
ge reconstruir mentalmente el trabajo mas específicos o diferenciales de la es-
del sueño, descubrir cómo su contenido pecie morbosa en cuestión quedan indi-
manifiesto ha llegado a constituirse. e) vidualizados en el singular cuadro clíni-
En la técnica de la interpretación de un co observado, sino que, como vimos, tra-
sueño hay -debe haber- dos tiempos: ta de entender comprensiva e interpre-
un detenido interrogatorio del que lo ha tativamente el contenido, la forma y el
soñado, para que éste, mediante asocia- curso de ese cuadro, y acaba exponiendo
ciones libres, proporcione al intérprete biográficamente, mediante un relato en
pistas para inferir el significado latente cierto modo novelístico -Me causa sin-
de los elementos patentes de aquél, y el gular impresión, le hemos oído decir,
acto conclusivo de la inferencia, que que mis historias clínicas... presentan
nunca dejará de ser conjetural, por evi- más bien un aspecto literario-, su inte-
dente que parezca la relación entre el lección médica del caso estudiado: en
contenido manifiesto observado y los definitiva, su diagnóstico. En los diag-
pensamientos latentes inferidos, y que nósticos freudianos, la "visión" se trueca
por referirse a la biografía de un sujeto en "interpretación", aun cuando ésta sea
humano -en la cual el sueño interpreta- hecha conforme a los esquemas visivos
do tiene, como es obvio, su fuente y su que integran la concepción psicoanalíti-
sentido- adoptará siempre forma de re- ca de la psique.
lato. Un relato conjetural a la vez des- Más aún cabe decir: Freud subraya
criptivo, explicativo y comprensivo es y enérgicamente el carácter "no somático"
no puede no ser la forma expresa de la de sus interpretaciones; pero lo hace, si
interpretación de los sueños. f) La mate- queremos entenderle bien, porque el sa-
ria y la estructura de la interpretación ber acerca del cuerpo humano que en-
del sueño -su economía, su tópica y su tonces ofrece la ciencia no le permite
dinámica, diría el propio Freud- son, hacer otra cosa. Muy claramente lo indi-
por supuesto, las correspondientes a la can dos textos suyos. Dice el primero:
concepción psicoanalítica del psiquismo "Si deseamos avanzar en nuestra investi-
y de la vida humana. gación de los sueños, necesitamos ante
todo un nuevo camino y un nuevo méto-
do... Admitamos como punto de partida
2. LA INTERPRETACION DE LOS CUADROS de la tarea que vamos a emprender la hi-
NEUROTICOS .
pótesis de que los sueños no son un fe-
Formalmente, en nada difiere la inter- nómeno somático, sino psíquico... ¿Qué
pretación de los sueños de un sujeto es lo que nos autoriza a aceptar tal hipó-
256 El diagnóstico médico

tesis? En realidad, nada; pero tampoco cacion implicados en la significación


tropezamos con razón alguna que nos lo literal". Evidentemente, así entiende
prohíba... Si los sueños son un fenómeno Freud el carácter de expresión simbóli-
somático, no presentarán para nosotros ca, de símbolo, que posee el contenido
interés alguno" (2). éAsomatismo tajante, manifiesto de los sueños, y así concibe
pues, en la psicología y la psicopatología tanto su tarea de interpretar el fenóme-
freudiana? No: tan sólo un resignado no onírico, como -tácitamente- su pecu-
asomatismo provisional. "Todas las ten- liaridad, nueva entonces, en el empeño
tativas realizadas para establecer... una de realizar la actividad diagnóstica. Pues
localización de los procesos anímicos, y bien: Ricoeur, que desde el punto de vis-
todos los esfuerzos encaminados a ima- ta de la hermenéutica general considera
ginar almacenadas las representaciones al psicoanálisis como "una semántica del
en células nerviosas, y transmitidos los deseo", ha sabido analizar sutilmente los
estímulos a lo largo de fibras nerviosas, dos horizontes en que se inscribe esa se-
han fracasado totalmente. Igual suerte mántica, y por consiguiente los dos cam-
correría una teoría que fijase el lugar pos a que, más allá de los sueños y de las
anatómico del sistema Ce -la actividad afecciones neuróticas, alcanza la inter-
anímica consciente- en la corteza cere- pretación freudiana de la vida: el antro-
bral, y transfiriese a la región subcorti- pológico-filosófico (qué enseña y qué su-
cal del cerebro los procesos inconscien- giere tal interpretación respecto de la
tes. Existe aquí una solución de continui- existencia humana: la obra de Freud,
dad, cuya supresión no es posible llevar dentro de la empresa de aunar entre sí
a cabo, por ahora... Nuestra tópica psí- la hermenéutica, la fenomenología y la
quica no tiene de momento nada que ver analítica existencial) y el antropológico-
con la anatomía: se refiere a regiones del cultural (por una parte, la conexión en-
aparato anímico..., no a localizaciones tre la interpretación freudiana de la vida
anatómicas" (3). Pero éno es cierto que humana y la realización "cultural" de
la neurofisiología actual está obligando ésta: el arte, la moral, la religión; por
a replantear la validez de esas ocasiona- otra, la estrecha relación histórica entre
les y bien comprensibles cautelas del Freud y los otros dos grandes desenmas-
creador del psicoanálisis? (4). caradores de la concepción tradicional
de la conciencia: Marx y Nietzsche) (7).
Naturalmente, no es este libro un
III. DALBIEZ Y RICOEUR lugar adecuado para exponer y glosar
la "interpretación de la interpretación
Dos filósofos franceses, R. Dalbiez (5) de Freud", más filosófica y filosófico-
y P. Ricoeur (6), éste sobre todo, han cultural que antropológico-médica, con-
consagrado su atención al estudio de la tenida en los dos mencionados libros de
interpretación freudiana, en tanto que Ricoeur. Quiero, sin embargo, transcri-
método para el conocimiento de la reali- bir algunas líneas suyas. En Le conflit des
dad y la vida del hombre. No será ino- interprétations nos dice: "El famoso Cogi-
portuno consignar aquí, porque más to cartesiano es una verdad vana...; es un
adelante hemos de hacer uso de ellos, primer paso que no puede ser seguido
los dos conceptos básicos del ensayo de de ningún otro, en tanto que el ego del
Ricoeur, el de símbolo y el de interpreta- ego cogito no se haya aprehendido a sí
ción. Símbolo, dice Ricoeur, es "toda es- mismo en el espejo de sus objetos, de
tructura de significación en la cual un sus obras y finalmente de sus actos. La
sentido directo, primario, literal, designa reflexión es una reflexión ciega si no se
por añadidura otro sentido indirecto, se- halla mediatizada por lo que Dilthey lla-
cundario, figurado, que sólo a través del maba las expresiones en que la vida se
primero puede ser aprehendido". En objetiva... El Cogito sólo puede ser apre-
consecuencia, interpretación es "el traba- hendido por el rodeo de un descifra-
jo del pensamiento que consiste en des- miento aplicado a los documentos de su
cifrar el sentido oculto en el sentido apa- vida... Pero el Cogito no es solamente una
rente, en explicitar los niveles de signifi- verdad tan vana como invencible; es pre-
Actualidad 257

ciso añadir todavía que es como un lu- cipio, al diagnóstico de toda posible en-
gar vacío que desde siempre ha sido lle- fermedad, comprendidas las que tradi-
nado por un falso Cogito; gracias a todas cionalmente vienen siendo llamadas "or-
las disciplinas exegéticas, al psicoanálisis gánicas".
en especial, hemos aprendido, en efecto, Recuerde el lector lo que en la sección
que la conciencia tenida por inmediata precedente se dijo acerca de la significa-
es ante todo conciencia falsa; Marx, ción histórica que respecto del conoci-
Nietzsche y Freud nos han enseñado a miento integral y el diagnóstico clínico
desenmascarar sus tretas". De ahí que de las organoneurosis debe ser atribuida
la interpretación haya de chocar -para al libro Psychogenese und Psychotherapie
atravesarlas- con las "mesinterpretacio- korperlicher Symptome (1925). Por lo que
nes" de la conciencia falsa. Y en De l'in- hace a nuestro actual problema -la fir-
terprétation añadirá Ricoeur que Marx, me instauración del término "interpreta-
Nietzsche y Freud, los tres grandes ción" (Deutung) en el lenguaje médico
maestros de la "escuela de la sospecha" general, y por tanto en el pensamiento
-esto es: los tres grandes destructores de nosognóstico-, no será ocioso consignar
las ilusiones y las mentiras que hacen que tras la Traumdeutung de Freud éste
"falsa" a la conciencia-, son quienes han es seguramente el primer libro en que,
abierto el camino hacia una hermenéuti- respecto de las neurosis orgánicas, cuan-
ca más auténtica, hacia "un nuevo reino do menos, "interpretación" es técnica-
de la Verdad"; no solamente por medio mente denominado el proceso de la infe-
de una crítica "destructiva", sino, sobre rencia diagnóstica, cuando el médico as-
todo, por la invención de un arte de in- pira a integrar unitariamente el conoci-
terpretar. miento "explicativo" del cuadro clínico
Pero, aun así entendida, ¿podría la (lo que acerca de él nos dicen la etiolo-
hermenéutica de Freud convertirse en gía, la anatomía patológica y la fisiopato-
un método del conocimiento "médico" logía tradicionales) con un conocimiento
sin incorporar metódicamente a ella lo "comprensivo" del mismo (la bien fun-
que el propio Freud, sólo por razones dada aprehensión del sentido que la en-
ocasionales, quiso dejar de lado: una ex- fermedad posee en la vida del que la
plícita consideración del cuerpo, una hace y padece): Begriff und Methode der
concepción también somática -primor- Deutung, "Concepto y método de la in-
dialmente somática, en ocasiones- de terpretación", es el significativo título
aquello que se trata de interpretar: mo- que R. Allers consagra al tema.
dos de vivir morbosamente alterados, en Allers concibe la interpretación como
el caso que ahora nos importa? (8). la aplicación de la doctrina psicoanalíti-
ca freudiana y la psicología individual
adleriana a la faena de comprender psi-
IV. LA INTERPRETACION cológica, biográfica y socialmente cuan-
DE LAS ORGANONEUROSIS: to la exploración y la explicación tradi-
R.ALLERS cionales -orientadas, apenas será nece-
sario repetirlo, por los presupuestos in-
La iniciación del tránsito desde una telectuales y los métodos operativos de
interpretación diagnóstica puramente la ciencia natural- dicen al médico acer-
psíquica a otra por igual psíquica y so- ca de un determinado cuadro clínico. La
mática -mera iniciación, porque la em- concepción del acto reflejo, el compo-
presa dista mucho de haber concluido- nente más elemental de la conducta, se-
va a ser la obra sucesiva de Groddeck, gún la idea científico-natural de ésta,
Ferenczi, Deutsch, el círculo médico vie- desde el punto de vista de la acción vital
nés congregado en torno a O. Schwarz, (por tanto, como expresión de la vida
von Weizsacker y sus discípulos y los ac- del sujeto explorado; vida humana, no
tuales cultivadores de la medicina psico- meramente vida animal), sería la clave
somática. Con todos ellos, la inferencia conceptual de la inferencia diagnóstica
interpretativa ha empezado a ser un mé- así entendida; y es preciso reconocer
todo de conocimiento aplicable, en prin- que la lectura de las historias clínicas

18
258 El diagnóstico médico

con que Allers ilustra esta idea suya de Examinemos sumariamente la reali-
la interpretación es tan convincente dad y la estructura de la inferencia diag-
como sugestiva. Pero un examen deteni- nóstica en la medicina psicosomática,
do y exigente de su exposición deja en el entiéndase la "enfermedad psicosomáti-
ánimo del lector varias interrogaciones ca" de modo restricto (sólo algunas en-
críticas: l,a Para el establecimiento de fermedades son genuinamente psicoso-
una doctrina general de la interpreta- máticas) o de modo amplio (más o me-
ción médica, ¿es suficiente la práctica de nos acusada y explícitamente, todas las
recurrir al psicoanálisis en unos casos, a enfermedades son psicosomáticas). Tan-
la psicología individual en otros y a una to en uno como en otro caso, la cone-
más o menos hábil combinación de am- xión entre la especie morbosa diagnosti-
bas pautas de algunos? ¿Por qué, puesto cada y la vida personal de quien la hace
el médico ante el trance de elegir una y padece, y en consecuencia la concep-
determinada visión de la psicología pro- ción del modo específico enfermar como
funda, habrá de prescindir de la junguia- una "pauta de conducta" del paciente
na o de las que más acá de la trilogía ante la vida que socialmente se ve obli-
Freud-Adler-Jung han sido propuestas? gado a hacer, es una operación mental
2.ª Puesto que el límite real entre las "or- que no cabe reducir al esquema lógico
ganoneurosis", las "enfermedades fun- de la inducción y que, sea cualquiera la
cionales" y las "enfermedades orgánicas" orientación intelectual del médico que
no es tajante, puesto que entre esos tres la ejecuta, sólo como interpretación pue-
modos de enfermar hay una transición de ser adecuadamente entendida y sólo
continua, ¿puede ser suficiente la idea con ese nombre puede ser rectamente
de la interpretación que, sólo atenido a denominada. En páginas ulteriores espe-
las primeras, Allers propone? 3.ª La co- ro demostrar la verdad de este aserto.
nexión entre la explicación y la com- Otro tanto cabe decir de la inferencia
prensión del cuadro clínico que Allers diagnóstica en la medicina antropoló-
postula y de algún modo practica, ¿se gica de Weizsacker y sus seguidores.
halla suficientemente elaborada, tanto Como vimos, en uno de sus escritos tem-
desde un punto de vista antropológico y pranos, Stücke einer medizinischen An-
conceptual, esto es, en el orden de la thropologie (1928), Weizsacker usa temá-
teoría, como desde un punto de vista ticamente la palabra Deutung, "interpre-
operativo y técnico, es decir, en el cam- tación". Repitamos la letra del texto: "La
po de la praxis diagnóstica? Por estima- auténtica verdad de una historia clínica
ble que en 1925 fuera el intento de sólo puede ser experimentada, no de-
Allers, la doctrina de la inferencia diag- mostrada; sólo expresada en una inter-
nóstica interpretativa no podía detener- pretación, no comprobada en una obser-
se en él. vación"; aserto con el cual queda inequí-
vocamente indicado el carácter última-
mente creativo, conjetural y transempíri-
V. MEDICINA ANTROPOLOGICA co que toda genuina interpretación diag-
Y MEDICINA PSICOSOMATICA nóstica ineludiblemente posee. Pero,
cosa curiosa, ese término deja de ser téc-
Interpretación ha sido también la ope- nicamente empleado cuando en los li-
ración diagnóstica en los dos más impor- bros médicos de su plena madurez inte-
tantes movimientos que en esta línea del lectual, Arzt und Kranker (1941) y Patho-
pensamiento médico han seguido a la sophie (1956), exponga el autor el modo
publicación del libro de O. Schwarz: la de conocer antropológicamente la enfer-
"medicina antropolqgica" de Weizsacker medad. Acaso la palabra "interpreta-
y la "medicina psicosomática" de los Es- ción" no le pareciera bastante precisa.
tados Unidos y, por extensión, del plane- En un breve excurso del primero -Er-
ta entero; interpretación, aunque ningu- kenntnistheoretischer Exkurs über Erklii-
no de esos dos movimientos utilice téc- ren, Verstehen und Begreifen, "Excurso
nica y sistemáticamente ese viejo tér- gnoseológico sobre el explicar, el com-
mino. prender y el concebir"-, Weizsacker de-
Actualidad 259

clara su op1mon sobre la significación otra parte, comprendemos el sentido de


médica de un doblete verbal y con- un trastorno histérico de la marcha, in-
ceptual, erklariin-verstehen, explicar-com- terpretándolo como recurso inconscien-
prender, que desde los años de su con- te para evitar el cumplimiento de tal o
tacto con la filosofía al lado de Rickert, cual deber social, tal comprensión nos
el filósofo que tan dilemáticamente se- explica por qué la coordinación motora
paró las Kulturwissenschaften de las Na- de los músculos de la pierna acontece de
turwissenschaften, era para él tan fami- tal manera y no de otra. En el primer
liar; y después de haber mostrado la caso, la explicación se halla al servicio
insuficiencia de esa contraposición, pro- de la comprensión; en el segundo, la
pone una vía para superarla. comprensión actúa al servicio de la ex-
Puede afirmarse con cierta aproxima- plicación. Y si así son las cosas, ¿no será
ción, escribe, que el análisis científico- necesaria una noción nueva, en la cual
natural de la realidad del enfermo sólo quede captado este doble movimiento
explica los hechos de observación. Ante de la vinculación entre el explicar y el
un cuadro clínico al que pertenecen un comprender?
defecto valvular del corazón, la disnea y Weizsiicker piensa que tal noción es el
la cianosis, el médico explica lo que ve concebir (Begreifen), la actividad mental
mediante el saber científico-natural que mediante la cual formamos conceptos.
acerca de la anatomía y la fisiología de He aquí el texto en que expone su pensa-
la circulación le enseñan los libros en miento: "Concebimos cómo los mecanis-
que estudió. ¿Es posible decir, sin em- mos de la materia sirven al sentido de
bargo, que esta explicación descubre el los procesos vitales y cómo los juicios de
sentido de la enfermedad? Al contrario: valor, los sentimientos apasionados y los
así vista, la enfermedad es más bien un actos voluntarios sirven a los movimien-
contrasentido para la recta distribución tos del cuerpo, asumiendo en ocasiones
de la sangre. Más aún: el hecho de que su papel, representándolos. Este conce-
el corazón se halle tan adecuadamente bir se produce por medio de conceptos.
construido y con tanto "sentido" sirva al Sólo mediante conceptos abarcamos el
proceso de la circulación, ni la anatomía objeto de nuestro trato diagnóstico y te-
ni la fisiología pueden explicarlo. Porque rapéutico con los enfermos. El concebir
lo que ellas explican es cómo ese sentido abarcante hace posible un encuentro
se alcanza, no el sentido mismo. con el sujeto en el objeto y es a la vez
Podremos hablar, en cambio, de una trato (Umgang) con este objeto subjetual.
comprensión de sentido cuando un de- Mientras que el explicar aparta de mí al
terminado trastorno tiene la consecuen- enfermo como algo objetivo, y mientras
cia de evitar un mayor mal, sea éste de que el comprender le deja reposar sobre
carácter preponderantemente orgánico sí mismo, sin modificarlo, y por consi-
(por ejemplo: el dolor que nos produce guiente también le empuja hacia sí mis-
un pinchazo en la mano, cuando da lu- mo (hacia su personal individualidad),
gar al apartamiento de ésta respecto del sólo el concebir es un trato con él que,
objeto punzante) o de índole preponde- abarcándole, lo refiere hacia mí, para
rantemente psíquica (por ejemplo: la in- conmigo modificarle, cambiarle, configu-
toxicación alcohólica del que se embria- rarle. De ahí que no debamos distinguir
ga para "quitar penas"). Ahora bien: uni- el explicar y el comprender, sino de tal
dos al anterior y a otros semejantes, es- modo enlazarlos, que resulte un conce-
tos ejemplos nos hacen ver que la expli- bir" (9). Si el lector pone en conexión el
cación y la comprensión se hallan nece- contenido de estos párrafos con el modo
sariamente implicadas entre sí. Expli- weizsiickeriano de entender la realidad
cando anatómica y fisiológicamente la diagnosticada -véase lo expuesto en la
disnea consecutiva a una lesión mitral sección precedente-, tendrá a la vista las
mal compensada, el síntoma se nos hace líneas fundamentales de lo que para
comprensible en cuanto que posee el Weizsiicker fue la inferencia diagnóstica,
sentido biológico de ayudar a la conser- cuando propuso verla regida por su idea
vación de la vida del paciente. Y si, por del "concebir".
260 El diagnóstico médico

En estrecha conexión con esta idea se co, y "concibiendo", luego, en el sentido


hallaba, desde la publicación de Der Ges- antes expuesto, el mecanismo y el senti-
talkreis (1940), una sugestiva compara- do de la respuesta efectivamente obteni-
ción entre el conocimiento del hombre da. Reglas del juego son ahora los condi-
por el hombre -no otra cosa es el marco cionamientos -coactivos, a veces- que
de la actividad diagnóstica, antropológi- impone la naturaleza humana, a través
camente concebida- y el transcurso de de la alteración morbosa a que en la rea-
una partida de ajedrez: "El jugador de lidad psicoorgánica del paciente esa na-
ajedrez no es, ciertamente, un investiga- turaleza se halla sometida; y atenido a
dor -escribe Weizsacker-, pero sí un ob- ellas, el médico va proponiendo interro-
servador y un teórico. No porque expli- gaciones y conjeturando respuestas, has-
que las jugadas del adversario mediante ta que una intelección a la vez explicati-
la teoría (reglas del juego, cálculo), sino va y comprensiva de éstas le permita ob-
porque es esencial que las conjeture y tener esa "concepción abarcante" que
que espere luego hasta saber si el resul- hará simultáneamente posibles un diag-
tado es el que conjeturó. Si las supiera nóstico integral del proceso morboso y
de antemano, no habría partida; si no un tratamiento del paciente entero, no
fuera posible la conjetura, no habría jue- sólo de tal órgano, de tal aparato o de un
go. La ejecución del juego hállase vincu- organismo individual sólo como tal orga-
lada, por tanto, a la observación de las nismo considerado. La necesidad (res-
reglas y a la libertad de la jugada; esto puestas cuasimecánicas) y la creación
es, al enlace entre la conjetura y la ob- (respuestas interpretativas) son los lími-
servación, no a la conexión entre causa y tes entre los cuales se mueve la conduc-
efecto según una ley. Yo no puedo ser a ta del enfermo explorado.
la vez jugador y adversario, y sólo si que- Sin perjuicio de volver sobre el tema
do bajo una condición estricta (la inde- en páginas ulteriores, debo preguntarme
terminación de la jugada), sólo entonces ahora si el "concebir" weizsackeriano
puede tener efecto el juego. Esta parcial basta para dar cuenta intelectual del "in-
indeterminación es la condición real de terpretar", y si la interpretación, enten-
tal acontecer. Podemos hablar, pues, de dida como ejecución de una hermenéuti-
un indeterminismo metódico en la géne- ca de la enfermedad humana fiel a lo
sis de este género de procesos reales. Un que la realidad del hombre exige, puede
investigador de la naturaleza que sólo reducirse a la mutua conexión entre el
conoce causas y efectos es propiamente "preguntar", el "explicar" y el "compren-
un mirón: contempla el juego desde fue- der" más arriba descrita. Llegado el mo-
ra de él, no lo produce. Conoce las reglas mento, trataré de dar mi respuesta.
del juego, pero no sabe qué hacer con
ellas" (10).
Con esta metáfora gnoseológica, Weiz- VI. BALANCE Y PROSPECCION
sacker está tendiendo un puente entre
su doctrina del círculo figural y una con- Las profundas novedades que en la
cepción antropológica de la exploración teoría y en la práctica del diagnóstico se
clínica. El médico abre su partida de aje- vienen produciendo desde la publica-
drez con el enfermo mediante una o va- ción del libro de Richard Koch, por tan-
rias preguntas tópicas, de las cuales ob- to durante el lapso temporal a que he-
tiene una idea provisional acerca del es- mos dado el nombre de "actualidad",
. tado psicoorgánico de éste; y, ya a conti- suscitan la cuestión de si el paradigma
nuación, todas sus intervenciones explo- moderno de aquél -la concepción de la
ratorias -nuevas preguntas, exámenes actividad diagnóstica como la pesquisa
diversos, pruebas funcionales- son eje- de una visión real, directa o indirecta,
cutadas conjeturando lo que el enfermo del desorden orgánico en que el proceso
puede "responder", sea cuasimecánica la morboso consiste- se mantiene íntegra-
respuesta, como acontece en la percu- mente vigente o ha entrado en grave cri-
sión del tórax, sea plenamente personal, sis. Pues bien, un examen atento y sensi-
como sucede en el coloquio anamnésti- ble de lo que hoy realmente se piensa y
Actualida.d 261

se hace, obliga a decir que ambas cosas NOTAS Y BIBLIOGRAFIA


suceden. l. Acerca de la historia y la estructura cimcep-
Puramente atenidos a la que he llama- tual de la hermenéutica, véase E. Betti, Teoria
do inferencia diagnóstica tradicional, o genera/e della interpretazione, 2 vols. (Firenze,
1955), y H. G. Gadamer, Wahrheit und Metho-
abiertos sin reservas a la utilización de de. Grundzüge einer philosophischen Herme-
los recursos que ofrece la inferencia in- neutik (Tübingen, 1960).
formática, muchos médicos siguen pen- 2. S. Freud, "Introducción al psicoanálisis", O. C.
sando que la clave del diagnóstico se ha- II, 105.
3. S. Freud "Metapsicología", O. C. I, 1067.
lla en la detección y en la correcta deno- 4. De nuevo remito a J. Rof Carballo, Biología y
minación científica de ese desorden or- psicoanálisis (Bilbao, 1972). Desde la fecha de
gánico, cuya génesis tratan de explicar este libro, la bibliografía acerca de los aspec-
desde el conjunto de saberes que brinda tos neurofisiológico y endocrinológico de la
relación soma-psique no ha dejado de crecer.
la concepción científico-natural del en- Véanse los libros de Th. von Uexküll y z. J. Li-
fermar, aunque en una u otra medida powski, D. R. Lipsitt y P. C. Whybrow antes
admitan los conceptos de psicogenia y mencionados.
sociogenia, y en cuya expresión clínica 5. R. Dalbiez, El método psicoanalítico y la doctri-
na freudiana, trad. esp. (Buenos Aires, 1948).
no dejen de ver y valorar las manifesta- 6. P. Ricoeur, De l'interprétation. Essai sur Freud
ciones psíquicas de la enfermedad en (París, 1965) y Le conflit des interprétations. Es-
cuestión. Pero la concepción científico- sais d'herméneutique (Paris, 1969).
natural del enfermar, ¿permite entender 7. El primero en poner en conexión a Marx,
Nietzsche y Freud, como los tres grandes ade-
real y verdaderamente la psicogenia, la lantados en la valoración del instinto para la
sociogenia y la expresión psíquica de un intelección de la historia y la cultura (Marx,
proceso morboso? del instinto nutricio; Nietzsche, del instinto
Otros, en cambio, los que consideran del poderío; Freud, del instinto sexual) fue,
pienso, Max Scheler, en Die Wissensformen
que sin interpretación no puede haber und die Gesellschaft (1926) y en Die Stellung
verdadero diagnóstico, han roto, acaso des Menschen im Kosmos (1928).
sin advertirlo, con ese paradigma mo- 8. En el artículo de H. Cramer "Neurología y pa-
derno, puesto que la interpretación mé- tología del sueño onírico", Noticias médicas,
VII, n.0 228, 1981, y en el de R. Jung, "Aspectos
dica, el conocimiento a la vez explicativo neurofisiológicos y psicológicos del sueño y el
y comprensivo de una enfermedad hu- ensueño", Hexágono "Roche" 7, n.0 7, 1980, así
mana, exige necesariamente entender lo como en la amplia biografía que ambos men-
"visible" desde lo "imaginado". Pero el cionan, puede verse cómo la investigación
neurofisiológica actual comienza a hacer vana
ejercicio de esta intelección imaginativa la antes citada cautela de Freud ante el estu-
-tan distinta, por lo demás, de la hipo- dio también somático del fenómeno onírico.
crática, porque consiste en conjeturar 9. Arzt und Kranker, págs. 250-251.
mentalmente lo que en la realidad del 10. Der Gestaltkreis, 4.ª ed., págs. 149-150. No deja
de ser curioso que en La novela de Don Sanda-
enfermo no puede verse, partiendo de lo lia, jugador de ajedrez (1930), también Unamu-
que en ella se ve y se oye, no en imagi- no hiciera de la partida de ajedrez un modelo
nar visualmente lo que en la apariencia del conocimiento del hombre por el hombre.
La tesis que se desprende del relato unamu-
del enfermo no se ve-, ¿no es cierto que niano viene a ser ésta: lo verdaderamente per-
a veces, como dice un texto de Siebeck sonal de un hombre, su vida más íntima y pro-
luego transcrito, descuida en exceso la pia, debe ser conocido, claro está, partiendo
pesquisa del desorden orgánico que toda de los datos de observación a él pertinentes;
pero tal conocimiento sólo puede ser suficien-
enfermedad, hasta la más claramente te "inventando" al hombre en cuestión, crean-
neurótica, lleva siempre consigo? do imaginativamente al autor de la vida a que
La actual situación del diagnóstico esos datos de observación pertenezcan. Cono-
médico presenta una disensión, plantea cer de veras a un hombre es un empeño que
sólo siendo "novelista" de ese hombre podría
un problema y lanza un reto. Tres he- realizarse. Con otras palabras: el conocimien-
chos con los cuales, de un modo o de to del otro como tal "otro", como "otra perso-
otro, por fuerza ha de enfrentarse hoy na", no puede ser reducido a la suma de la ob-
todo médico que de veras quiera pensar servación, la pregunta, la explicación, la com-
prensión y la interpretación, en el caso de que
y actuar en el nivel de su tiempo. Con esta última no sea inventiva o creadora. ¿De-
otras palabras: todo médico en cuya berá decirse lo mismo del conocimiento diag-
mente se aúnen el rechazo de la rutina y nóstico del enfermo, cuando a éste se le ve
la aspiración a la eficacia. como "persona" y no como "objeto"?
TERCERA PARTE

TEORIA
Introducción

En otro lugar he escrito que la situa- entre la especificación y la individualiza-


ción actual de la medicina puede ser ca- ción del diagnóstico. El conocimiento a
racterizada mediante la conjunción de que el juicio diagnóstico da expresión
dos palabras, a primera vista poco con- debe ser a la vez individual y específico:
gruentes entre sí: poderío y perplejidad. individual, porque se refiere al paciente
Técnicamente considerada, la actividad que el médico tiene ante sí, y sólo a él;
del médico rebosa poderío. Los recien- específico, porque todo enfermar indivi-
tes logros de la cirugía, la farmacología y dual se parece a otros, con los cuales for-
la profilaxis apenas parecían posibles ma un grupo que por su etiología o por
hace pocos decenios; mucho de lo que su cuadro sintomático es más o menos
entonces no pasaba de ser medicina- equiparable a los que desde la antigua
ficción, es hoy realidad cotidiana. Otro Grecia venimos llamando "especies". Se
tanto cabe decir de los recursos diagnós- trata, por supuesto, del problema filosó-
ticos, cada día más sutiles y penetrantes. fico que la disputa medieval entre realis-
Más aún: en cada uno de los tres princi- tas y nominalistas llevaba en su seno,
pales campos del quehacer médico, el aunque en nuestros días nadie se atreva
diagnóstico, el terapéutico y el profilácti- a conceder realidad sustantiva a las es-
co, la animosa frase de Fontenelle ante pecies morbosas; pero ese viejo proble-
los incipientes progresos científicos y ma no se halla ahora directamente plan-
técnicos de su siglo -et il est évident que teado en el terreno de la especulación fi-
9a n'a point de -fin- sigue vigente y pro- losófica, sino en el dominio de la praxis
metedora. Pero en el seno de tan indu- clínica. Si lo individual es inefable, como
dable y espléndido poderío, cierta per- en la Edad Media se decía, ¿cómo formu-
plejidad desazona al médico. Según tres lar con palabras el juicio diagnóstico de
líneas la veo yo mostrarse, en lo que al la enfermedad de un individuo? ¿cómo,
problema del diagnóstico atañe: una de por otra parte, entender y describir ade-
orden epistemológico, otra de índole so- cuadamente la conexión entre lo que en
cioeconórriica, otra, en fin, de carácter el enfermo se ve como realidad indivi-
ético. dual y lo que en su enfermedad se en-
Desde un punto de vista epistemológi- tiende como afección específica? Y en
co, varios son los motivos principales de definitiva, ¿qué realidad y qué estructu-
la perplejidad. Por una parte, el conflicto ra tiene el nada claro y nada unívoco
que la medicina actual ha descubierto concepto de "especie morbosa"?

265
266 El diagnóstico médico

A este motivo de la perplejidad se aña- cia del hombre o una bien compuesta
de otro, todavía más sutil, el que plantea suma de las dos la instancia que mental-
la constitutiva unidad de la realidad em- mente le preside, écuál debe ser su esta-
pírica -una persona enferma- a que se tuto epistemológico y lógico?
refieren los dos momentos integrantes Perplejidad hay asimismo en el ejerci-
de todo juicio clínico correcto: lo que en cio solvente de la medicina actual, y por
el paciente es desorden orgánico, a la consiguiente en la actividad diagnóstica,
postre alteración patológico-molecular, cuando se las considera según sus inex-
y lo que es en él modo de vivir. Siendo cusables ingredientes sociales y socio-
radicalmente unitaria esa realidad, la económicos. El juicio diagnóstico no es
mera yuxtaposición del aserto de orden un aserto abstracto, una proposición tan
lesiona! ("En el organismo de este enfer- desligada de la realidad social en que se
mo existe, como causa inmediata de su halla inscrita como pueda estarlo, valga
enfermedad, tal lesión histopatológica y este ejemplo, la formulación de la ley
bioquímica") y el aserto de orden vital química de las proporciones definidas.
("A la enfermedad de este paciente per- Al contrario: la meta a que socialmente
tenece también tal crisis afectiva"), en se halla ese juicio enderezado -la infor-
modo alguno puede ser satisfactoria, mación del enfermo mismo, o de su fa-
aunque pragmáticamente y mal que bien milia, o del Estado, o de un tribunal de
esa yuxtaposición permita en ocasiones justicia, o de la empresa en que el pa-
al clínico salir del paso. En tal trance, ciente trabaja- condiciona en cierta me-
écómo deberá proceder un médico clíni- dida su contenido y su formulación.
ca y mentalmente exigente, cuáles debe- Pues bien: édispone el médico de un sis-
rán ser la estructura y el método del en- tema de ordenación en el cual lo común
juiciamiento diagnóstico? y lo peculiar de todas estas exigencias
No acaban aquí los problemas. Por sea científicamente descubierto y mos-
igual teórico y práctico, otro se añade a trado? En la actividad diagnóstica opera,
los anteriores. El juicio diagnóstico del por otra parte, un ineludible momento
médico no es la expresión de un conoci- económico. Diagnosticar técnicamente
miento meramente contemplativo, se- cuesta dinero, y cada día más. Dos gra-
mejante al del botánico que ante la figu- ves cuestiones, por tanto: ante un pa-
ra de una determinada planta dice "Esto ciente que individual o colectivizada-
que veo es un ejemplar de la especie mente pueda pagar todos los recursos
Viola odorata". El conocimiento clínico diagnósticos de que hablan los tratados
es esencialmente operativo, lleva consi- de semiología, éa cuáles recurrirá un clí-
go actuación, no sólo saber, por dos ra- nico técnicamente correcto?; y si la si-
zones distintas: porque su obtención tuación económica del enfermo, el regla-
presupone una intervención activa del mento de la sociedad aseguradora a que
explorador en la realidad que trata de pertenezca o el nivel asistencial del país
conocer, un hombre enfermo, y porque o del medio social imponen una reduc-
ese conocimiento, por su naturaleza mis- ción considerable de dichos recursos,
ma, se halla ordenado a la acción en que écómo el médico deberá realizar sus
el oficio del médico tiene su objeto pro- diagnósticos?
pio, el tratamiento. El acto médico no es, Esta serie de preguntas pone en evi-
como a veces se piensa, el resultado de dencia el tercero de los motivos de la
añadir a un conocimiento científico, el perplejidad del clínico; porque, así consi-
diagnóstico, una operación terapéutica derada, la actividad diagnóstica le sitúa
regida por lo que el diagnóstico dice; la muchas veces frente al imperativo de
actuación y el conocimiento se funden una delicada opción ética. Etico es, en
unitariamente, bien que de manera dis- efecto, el problema que plantea el coste
tinta en cada caso, en el momento de de ciertas técnicas exploratorias; más
diagnosticar y en el momento de tratar. punzantemente lo es el que suscita la
De ahí esta pregunta ineludible: si el peligrosidad de algunas de ellas; y de
diagnóstico no es puro conocimiento modo más sutil y no menos dramático,
científico, sea la ciencia natural, la cien- el que en ocasiones presenta la comuni-
Teoría 267

cac1on del diagnóstico al enfermo, a la en la praxis del diagnóstico? ¿ne qué


familia de éste o a la opinión pública, modo debe usarse de aquél y puede sa-
cuando es grande la importancia social lirse de ésta? ¿cuál es hoy a este res-
0 política de la persona diagnosticada. pecto, lo diré a la manera de Kant, el
Diagnosticar es por igual -mal médico el "camino real" del progreso? A las tres in-
que así no lo perciba- un acto técnico y terrogaciones trataré de responder estu-
un acto moral. diando la epistemología, la técnica y la
Poderío, pues, y perplejidad. ¿cómo lógica, la sociología, la ética y la praxis
uno y otra se enlazan hoy en la teoría y real de la actividad diagnóstica.
SECCION I

EPISTEMOLOGIA DEL DIAGNOSTICO

Tres cuestiones cardinales se articulan ticos y Galeno. "La expresión sintomáti-


en la epistemología de cualquier discipli- ca del conamen de la naturaleza del en-
na científica: qué zona de la realidad co- fermo contra la causa de la enferme-
noce la disciplina en cuestión; cómo la dad", dirán los sydenhamianos. Y con
conoce; qué es para tal disciplina "cono- mayor o menor dosis de reduccionismo,
cer científicamente" la realidad. esas fórmulas serán luego sustituidas o
Obviamente, la respuesta a cada una completadas por las que en el curso de
de las tres varía con el paso del tiempo. los dos últimos siglos han puesto sobre
De la medicina decía Baglivi que además el pavés los médicos anatomoclínicos,
de ser partus ingenii, creación de la men- los fisiopatólogos, los etiopatólogos, los
te, es temporis filia, hija del tiempo. En eclécticos puros, los eclécticos constitu-
rigor, no dos, sino tres son las instancias cionalistas y los que tanto en su clínica
que se conjugan en la determinación de como en su patología quieren ver al su-
cualquiera de las situaciones de la medi- jeto enfermo como persona. En este ni-
cina: la índole de la realidad sobre que vel de la historia, ¿qué respuesta puede y
actúa, el enfermo, tal como lo configu- debe dar el médico a la interrogación
ran su enfermedad, su condición huma- precedente? Para él, ¿qué zona de la rea-
na y su instalación en la historia y en la lidad puede y debe conocer y declarar un
sociedad; el ingenio y el saber de quie- juicio clínico? La respuesta es tan inme-
nes como médicos conocen y tratan a los diata como fundamental: la zona de la
enfermos; la situación histórica y social realidad que el juicio clínico debe expre-
de unos y otros. Mutatis mutandis, de sar es el ocasional estado de la salud de
cualquier disciplina científica o técnica una persona, en tanto que enfermable o
puede y debe decirse lo mismo. en tanto que enferma y susceptible de
Se trata ahora de la epistemología del tratamiento médico. En la explanación
diagnóstico. ¿Qué zona de la realidad co- de la epistemología del diagnóstico, éste
noce y declara el juicio diagnóstico o, si va a ser nuestro punto de partida.
se quiere, el juicio clínico a que el diag- ¿cómo el juicio clínico, y por tanto el
nóstico tradicional pertenece? Como en diagnóstico, dan a conocer la realidad a
páginas anteriores hemos visto, las res- que esencialmente se hallan ordenados?
puestas han ido cambiando a lo largo de Una sección especial, "Técnica y lógica
la historia. "La physis del paciente, en del diagnóstico", tratará de responder
tanto que paciente", dijeron los hipocrá- adecuadamente a esa interrogación.

269
270 El diagnóstico médico

Supuesto lo cual, dos interrogaciones A lo largo de cuatro capítulos -"Cono-


surgen: ¿qué es conocer diagnósticamen- cer una persona enferma", "El enfermo
te y qué enjuiciar clínicamente la reali- como organismo personal", "El enfermo
dad de una persona enferma?; ¿cómo se como persona orgánica", "Bases para
articulan el imperativo de saber y el im- una epistemología general del diagnósti-
perativo de actuar en el conocimiento co" -intentaré dar respuesta a las inte-
de la parcela de la realidad que técnica y rrogaciones precedentes y trataré de ex-
profesionalmente importa al médico: poner, en consecuencia, cómo entiendo
una persona enferma menesterosa de yo lo que el conocimiento diagnóstico
tratamiento eficaz? realmente es.
Capítulo I

Conocer a una persona enferma

Repetiré lo que acabo de afirmar: el l. Identificar con suficiente seguridad


aserto diagnóstico -o el juicio clínico- la individualidad de su apariencia somá-
dan a conocer técnicamente y deben téc- tica, por lo menos en situaciones percep-
nicamente expresar el ocasional estado tivas a las que sea lícito considerar nor-
de la salud de una persona en tanto que males. De ningún modo se podrá decir
enfermable o en tanto que enferma y que no conozco a la persona de un ami-
susceptible de tratamiento médico. Una go mío porque en la penumbra y a dis-
epistemología del diagnóstico metódica- tancia yo no haya sido capaz de identifi-
mente construida habrá de dar solución, carle; pero, a la vez, en modo alguno po-
por tanto, a tres cuestiones sucesivas: drá afirmarse que conozco a una perso-
qué es conocer una persona, qué es co- na, si viéndola ante mí a plena luz soy in-
nocer una persona enferma, qué es capaz de enunciar su nombre, o al me-
conocer médicamente una persona en- nos algo que exprese fehacientemente
ferma. mi recuerdo de su apariencia.
2. Predecir con suficiente probabili-
dad de acierto la conducta expresiva de
l. CONOCER A UNA PERSONA su cuerpo, cuando como tal persona viva
una vicisitud en que la expresión somáti-
¿cuándo puede decirse que se conoce ca sea habitual. Para que de hecho co-
a una persona? En el cabal conocimiento nozca yo a un hombre como persona es
de una persona, ¿qué es lo que realmen- preciso que intuitivamente yo sepa, por
te se conoce? Por consiguiente: ¿qué exi- ejemplo, cómo esa persona sonríe, cómo
gencias mínimas habrá de cumplir ese ríe y cómo expresa su asombro; y, por
conocimiento para que de veras sea ade- consiguiente, que con cierta seguridad
cuado a su objeto? sea yo capaz de predecir cómo sonreirá,
como reirá y cómo se asombrará en si-
tuaciones que habitualmente suscitan en
l. CINCO OPERACIONES
los seres humanos la sonrisa, la risa y el
Podremos afirmar que conocemos sa- asombro.
tisfactoriamente a una persona cuando· 3. Conjeturar con aceptable probabi-
seamos capaces de ejecutar con algu- lidad de acierto el contenido de su inti-
na suficiencia las cinco operaciones si- midad, cuando se halla en una situación
guientes: simultáneamente vivida por nosotros

271
272 El diagnóstico médico

dos o hipotéticamente imaginada por triste"); la todavía más arriesgada conje-


mí. Por ejemplo: si yo no sé -por conje- tura inherente a la predicción de actos o
tura, claro está- que la persona A está vi- acciones en que es máximamente acusa-
viendo con indiferencia un suceso que do el ejercicio de la libertad personal,
para la mayoría de los hombres es nor- sea ésta de opción o de creación ("si la
malmente aflictivo, no podré decir que persona A pierde a su hijo, tratará de
la conozco. compensar su desgracia con la hiperacti-
4. Indicar con un estimable grado de vidad").
certidumbre, o al menos de verosimili- Individuum est ineffabile, decían los fi-
tud, cuál será su conducta en situaciones lósofos medievales. ¿con entera razón, si
que de hecho se estén dando en su vida el individuo de que se trata es un hom-
o que imaginativamente puedan darse. bre y si en la effabilitas se ve algo más
¿Qué hará la persona A si gana el premio que un decir meramente enunciativo o
gordo de la lotería o si pierde a un hijo? definitorio? Como ya hemos visto y con
Para afirmar que conozco a la persona A, mayor precisión volveremos a ver, no.
debo ser capaz de predecir con cierta Más cierta me parece otra sentencia:
probabilidad de acierto o con razonable persona est vere cognoscibilis, sed per mo-
verosimilitud cómo se comportará en dum conjecturae tantum; una persona es
uno y otro trance. cognoscible, sí, pero -en aquello, al me-
5. A la vista de su situación, su aspec- nos, que más formalmente pertenece a
to y su comportamiento, aventurar una su condición personal- sólo por la vía de
hipótesis verosímil, más aún, plausible, la conjetura. Algo hay radicalmente in-
acerca de los motivos determinantes de cognoscible e insondable en la realidad
lo que en ella estamos percibiendo. ¿Por de una persona, más allá de la grisura o
qué la persona A está haciendo lo que el verdor de sus ojos y del encorvamien-
ahora hace? to o la rectitud de su nariz, y así lo hace
patente la estructura del juicio diagnós-
Tan rápida y concisa enumerac10n tico en los casos en que, para establecer-
basta para advertir que en el conoci- lo, el clínico se ve obligado a tener en
miento de una persona se articulan cua- cuenta la condición personal del indivi-
tro términos de la actividad cognosciti- duo enfermo.
va, y por consiguiente cuatro grados y
otros tantos modos de la certidumbre: la 2. DOS pXIGENCIAS
certidumbre intuitiva y total de los datos
procedentes de la contemplación objeti- Sabemos ya lo que realmente se cono-
va ("la persona A tiene los ojos pardos y ce en el conocimiento de una persona,
la nariz aguileña"); la alta certidumbre cuando nuestro saber acerca de ella lle-
estadística de los datos correspondien- ga a ser algo más que noticia tópica y ba-
tes a los hábitos que constituyen la se- ladí. Veamos ahora, siquiera sea esque-
gunda naturaleza expresiva y operativa máticamente, las exigencias que para ser
de la persona en cuestión y a los actos adecuado a su objeto tal conocimiento
que ocasionalmente la manifiestan ("la debe cumplir. A mi juicio, dos aparecen
persona A sonríe con ironía en situacio- en primer término, la individualización y
nes en que muchos otros sonríen con in- la participación.
genuidad; la persona A suele escribir
con la mano izquierda"); la arriesgada a. Individualización
conjetura concerniente a la adivinación de
los hábitos que integran la segunda Para ser satisfactorio, el conocimiento
naturaleza psíquica de esa persona y de de un ente real debe ser individualiza-
los ocasionales contenidos de su con- dor. Para conocer con precisión un de-
ciencia, unos y otros mucho más depen- terminado cristal de sal común, no me
dientes de la libertad que los somática- basta con saber que es cúbico y que su
mente expresivos ("la persona A debe de composición química responde a la fór-
estar pensando en tal cosa"; o bien; "pa- mula Cl Na; debo saber también qué lon-
rece estar alegre, pero íntimamente está gitud tiene su arista y cuáles son las irre-
Teoría 273

gularidades de la superficie de sus caras. más o menos grande, más o menos duro,
Para conocer de manera precisa deter- más o menos oscuro, etc.; en términos
minado caballo, necesito saber cuál es escolásticos: la materia signata quantitate
su talla, el color de su capa, su tempera- como principio de individuación) y por
mento, etc. ¿y en el caso de una perso- las peculiaridades que pasiva y azarosa-
na? El clínico cuidadoso -decía Syden- mente hayan impreso en su realidad las
ham, recordando, sin duda, los retratos vicisitudes de su existencia (arista cris-
de Holbein y Durero- debe imitar a los talina quebrada como consecuencia de tal
pintores, los cuales observan y copian o cual choque, cara corroída en su su-
con exactitud hasta las pecas de las per- perficie por la acción de tal o cual líqui-
sonas que retratan. Por esa vía se haría do, etc.). Cuando es poco precisa la espe-
individual el diagnóstico médico, ade- cificación del ente inanimado (por ejem-
más de ser específico; por esa vía, en plo: la del trozo de roca, frente a la del
suma, puede individualizarse el conoci- mineral cristalino), es mucho mayor, na-
miento de una persona enferma. Sin turalmente, la importancia del momento
duda. Pero esa vía, ¿puede en este caso azaroso de la individuación.
ser suficiente? Por supuesto que no, por- 2. El ser vivo. La individualidad que-
que, como más de una vez ha dicho Zu- da ahora constituida, desde luego, tanto
biri, el hom hre es primariamente indivi- por la cuantía de las notas específicas
duo por ser persona, no por tener un (caballo más o menos alto, alazán más o
cuerpo somáticamente individual. menos oscuro, galope más o menos rápi-
El conocimiento específico de un do, etc.), como por los azares de la vida
hombre ("el individuo A es un miembro del ente en cuestión (caballo cojo, flaco,
de la especie humana") y cualquier co- etc.); pero en virtud de una nota dinámi-
nocimiento tipificador de él, sea de or- co-estructural de la materia viva, cualita-
den preponderantemente somático ("el tivamente nueva respecto de las que po-
individuo humano A es varón, blanco, see la materia inerte, las virtualidades
adulto, longilíneo, pecoso, etc."), prepon- dinámico-estructurales de los genes, la
derantemente psíquico ("el individuo individuación resulta del modo particu-
humano A es introvertido, melancólico, lar de hacerse reactivas y emergentes
paranoide, etc.") o preponderantemente (Zubiri) las propiedades que correspon-
social ("el individuo A es aristócrata o dan a la peculiar naturaleza de la espe-
funcionario, empresario u obrero, pri- cie en cuestión. Vita organica: structura
mogénito de una serie de hermanos o materialis signans materiam, es ahora el
hijo único, español o sueco, etc.") el cri- principio de individuación; fórmula en la
terio para establecer el tipo a que perte- cual está asumida en un más alto nivel
nece el hombre en cuestión, naturalizan estructural la sentencia escolástica que
a la persona, la convierten en puro obje- antes consigné.
to; como desde hace tkmpo es tópico 3. La persona orgánica, el individuo
decir, la cosifican. Lo cual, no hay duda, humano. ¿En virtud de qué es individual
es condición necesaria para conocer al la realidad de un hombre? Desde luego,
individuo personal de que se trate, pero también por la diversa cuantía de sus
no condición suficiente. ¿cómo, pues, notas específicas y típicas (mayor o me-
podrá lograrse un conocimiento adecua- nor estatura, mayor o menor pigmenta-
damente individualizador, cuando es ción, mavor o menor resistencia a la in-
persona el individuo a que dicho conoci- fección o' a la fatiga, mayor o menor inte-
miento se refiere? ligencia o fuerza de voluntad, etc.), por
Desde un punto de vista meramente los azares que ese hombre haya experi-
descriptivo, tres posibilidades y otros mentado a lo largo de su existencia en el
tantos niveles deben ser discernidos en mundo (tal educación, tal alimentación,
la individualización de un ente material: tales enfermedades, tales cicatrices, etc.)
y por la configuración dinámico-estruc-
l. El ente inanimado. En tal caso, sú tural y la consiguiente virtualidad confi-
individualidad queda establecida por la guradora de sus genes (el momento
cuantía de sus notas específicas (cristal génico en la individuación de cada orga-

19
274 El diagnóstico médico

nismo humano). Pero en virtud de actos consciente o semiconscientemente per-


de libre apropiación (Zubiri), a los cua- tenecen a ese reducto central de su reali-
les se unen, como es obvio, los actos de dad que la persona nombra cuando dice
libre creación, todos estos momentos de "yo mismo" o "mí mismo": "yo mismo lo
la individualidad son ahora asumidos y haré", "a mí mismo me afectó". Tales
unificados por aquello que hace de cada contenidos proceden de tres distintos
hombre un ente biográficamente indivi- campos, el mundo exterior (por ejemplo:
dual: su condición personal, su realidad lo que trae a mi intimidad la contempla-
de persona. En suma: si la persona A es ción de un paisaje o la conversación de
orgánicamente individual por la cuantía un colega), el propio cuerpo (la vivencia
de su talla, de su pigmentación, etc., tal de ser rubio o de padecer cefalalgia) y la
individualidad orgánica adquiere reali- intimidad misma, en tanto que centro
dad y cualificación definitivas -con otras personal de la apropiación y la creación
palabras: se humaniza plenamente- (la idea inicial de la relatividad en la
cuando esa persona, con íntima acepta- mente de Einstein; la decisión de comu-
ción en unos casos, con íntimo descon- nicar a otro, hecho palabras, un senti-
tento en otros, llama "mi estatura" o "mi miento íntimo); y en la génesis y en el
pelo negro" a su talla y a su pigmenta- devenir psicológico de todos ellos se ha-
ción, y cuando, si no está conforme con cen patentes, de modo más o menos
una y otra, libre y artificiosamente pro- consciente, los distintos modos de reali-
cura modificarlas. Desde el punto de vis- zarse la libertad personal: la opción, la
ta de esta suprema individualidad, y sin apropiación, la creación y la efusión, en
desconocer, por supuesto, que en la total cambiante tensión polar con los que di-
realidad de la persona humana hay com- rectamente se les oponen: la indiferen-
ponentes esenciales debidos a la necesi- cia, el rechazo, la recepción pasiva y el
dad y al azar, la fórmula del principio de autismo.
individuación debe decir en el caso del Supuesto todo lo cual, ¿cómo puede y
hombre: persona signans vitam organi- debe ser realizada la operación de cono-
cam; signación de la cual, consciente e cer a una persona, en tanto que perso-
inconscientemente a la vez, la libertad na? La respuesta es obvia: mediante el
personal es la instancia decisiva. Respec- ejercicio conjunto de dos actividades, la
to de la realidad y el proceso de la indi- o.h t-iv-ación y la rar-aeip:ación; la obser-
viduación, así quedaría expresada la vie- vación objetivant y la coexistencia par-
ja concepción de la persona -del mo- ticipativa, si se quiere precisión mayor.
mento personal en la constitución del La observación objetivante nos hace
hombre- como suppositum ut quod o conocer los datos correspondientes a
"aquel que se es"; es decir, como "su- la realidad somática de la persona (ca-
puesto" que formalmente da condición racteres del cuerpo, actos y hábitos ex-
personal a las operaciones de su natura- presivos) y los que en su realidad psíqui-
leza, a su natura ut qua o "aquello por lo ca, siempre por vía de abstracción, por-
que se es". que el psiquismo es y no puede no ser
fluente y cambiante, son reducibles a ob-
Y si así se halla constituida la indivi- jeto estático, a "estado" (existencia de
dualidad de una persona, ¿cómo podrá una idea sobrevalorada o de una idea
ser adecuadamente conocida? obsesiva en la conciencia del sujeto ob-
servado, hábitos psíquicos descriptibles
h. Participación en su conducta como objetos de obser-
vación, etc.). Pero la mera observación
Una breve apunta.ción inicial, comple- objetivante, ¿nos ·permitiría conocer a
mentaria de lo antes expuesto. La intimi- una persona según lo que la persona es?
dad de una persona se halla constituida Indudablemente, no. A la pura observa-
por todos aquellos contenidos psíquicos ción debe añadirse, conexa con ella, la
-pensamientos, creencias, esperanzas, coexistencia participativa.
proyectos, recuerdos, sufrimientos, voli- Sólo por obra de la coexistencia parti-
ciones, tendencias- que consciente, in- cipativa podemos conocer, en la medida
Teoría 275

en que realmente es cognoscible, la ver- ferma? Tratemos de verlo, comenzando


dadera intimidad de una persona; y sólo por el caso en que el conocimiento en
por libre efusión expresiva de la perso- cuestión no sea estrictamente médico.
na, efusión que en determinados casos Un hombre dice a otro: "Estoy enfer-
llegará a ser confesión o confidencia, po- mo". ¿cómo el segundo conocerá el esta-
drá cobrar realidad tal conocimiento. do de enfermedad en que dice encon-
Ahora bien: ¿cómo la efusión personal trarse el primero? Lo mismo que ante la
llega a ponerse en acto, y cómo, por tan- persona no enferma, la respuesta debe
to, tiene lugar la participación de que ser: mediante la observación objetivante
vengo hablando? Cumpliendo en la esfe- y la coexistencia participativa.
ra de la vida personal uno de los princi- La observación objetivante permite
pios centrales de la gnoseología contem- conocer las alteraciones morbosas del
poránea -que en todo conocimiento ver- organismo emergentes hacia su superfi-
daderamente científico hay una inter- cie. Ver que un hombre vomita, sentir
vención del sujeto cognoscente en la rea- que su piel quema o advertir que al an-
lidad del objeto conocido, en tanto que dar claudica con torpeza, permitirá decir
conocido-, el conocimiento de la intimi- con certidumbre: "Efectivamente, este
dad de una persona y la efusión que le hombre está enfermo". El conocimiento
sirve de presupuesto sólo son posibles de que la persona está enferma adopta
cuando el sujeto cognoscente interviene ahora la forma del "saber": "Yo sé 011e
de manera idónea en la vida personal este hombre está enfermo".
del individuo en cuestión; y tal interven- Muy distinto será el caso cuando en la
ción es una de las distintas formas con- apariencia externa del sujeto no haya al-
cretas del modo de coexistir a que en el teraciones morbosas directamente ob-
sentido más fuerte del término damos el servables. En tal situación, ¿cómo el no
nombre de "asistencia": la ayuda amisto- médico conocerá que realmente se halla
sa, la donación caritativa, el consejo, la enfermo quien espontáneamente le haya
educación y la ayuda técnica, de la cual dicho estarlo? El conocimiento no revis-
es caso particular la asistencia médica. te ahora la forma del "saber", sino la del
En páginas ulteriores mostraré cómo en "creer". Yo creo que en verdad está en-
esta última se articulan o se funden la fermo ese hombre, porque mi previa ex-
observación objetivante, la intervención periencia de lo que él es -un hombre
modificadora y la coexistencia participa- digno de crédito- hace enteramente
tiva. Ahora debo limitarme a formular creíble su afirmación, o porque, aun no
una interrogación simétrica de la prece- conociéndole, nada hay en su conducta y
dente y -en relación con nuestro tema- en la situación que me autorice a dudar
complementaria de ella: la mera coexis- de la verdad de sus palabras. Tanto más
tencia participativa y el acceso a la inti- creeré en ellas si, por la razón que sea, la
midad del otro que suele traer consigo, relación entre nosotros se hace coexis-
¿nos permitirían conocer a una persona tencia participativa, y el presunto enfer-
según lo que la persona es? Como antes, mo vierte hacia mí, en comunicación
la respuesta debe decir: indudablemen- efusiva, algo de lo que en su conciencia y
te, no. A la coexistencia participativa en su intimidad le mueve o le obliga a
debe serle añadida ahora, conexa con sentirse mal: algunas de las vivencias
ella, la observación objetivante. Pobre que integran el sentimiento de enferme-
conocimiento de una persona, el que dad, a las que en páginas ulteriores ha-
desconozca u olvide el color de sus ojos bré de referirme.
o sus varios modos de sonreír (1). El descubrimiento de la existencia de
la enfermedad o la creencia en la efecti-
va realidad de ella no agotan el conoci-
11. CONOCER A UNA PERSONA miento de la persona enferma, ni siquie-
ENFERMA ra cuando no es médico el sujeto cognos-
cente. Imprecisa y errónea en tantos ca-
Segunda cuestión: ¿qué es conocer a sos, la ordenación del espectáculo de la
una persona enferma, en tanto que en- realidad en modos típicos -más o menos
276 El diagnóstico médico
coincidentes con los "géneros" y las "es- del astrónomo que calcula y observa un
pecies" de los filósofos y los hombres de eclipse. Otros modos del conocimiento
ciencia- es una tendencia ingénita de la científico son operativos, llevan consigo
mente humana. El hombre más vulgar o una intervención del sujeto cognoscente
más primitivo no se contenta con decir que en alguna forma modifica la reali-
"planta", dice también "árbol" y "manza- dad conocida; por ejemplo, los que exi-
no". Del mismo modo, ante un enfermo gen mensuraciones de orden microfísi-
dirá que "tiene calentura" o que "vomita co, esto es, aquellas en que se hace pa-
sangre". Con lo cual, a poco que estas tente el efecto Compton. Pues bien: el
denominaciones se tecnifiquen, el profa- conocimiento médico presupone y lleva
no habrá dado un primer paso en el lo- consigo una intervención del sujeto cog-
gro de esa función esclarecedora y sose- noscente (la persona del médico) en la
gadora que posee la formulación del realidad conocida (la persona del enfer-
diagnóstico. En una conversación trans- mo), cuya índole propia es la voluntad
crita por Richard Asher, se lee: "Me pa- de ayuda. Habremos de examinar, por
rece, doctor, que tengo algo inflamada la tanto, en qué consiste la peculiaridad
lengua. ¿Quiere usted mirármela" -"Sí,- del conocimiento adyuvante.
ya veo. Tiene usted una glositis".- "Gra- La ayuda del médico tiene, por otra
cias, doctor. Ahora que sé lo que tengo, parte, una nota propia: es una acción téc-
va la cosa mejor". Nomina omina, dirá un nica. GCuándo es técnica una acción,
etnólogo. En el buen o en el mal sentido cuándo, en consecuencia, será técnica la
del amen, así es. ayuda al enfermo? Tékhne, enseñaron
los griegos, ars, dirán los latinos, es sa-
ber hacer una cosa sabiendo qué se hace
111. CONOCIMIENTO MEDICO (por tanto: la esencia de la acción, lo que
DE UNA PERSONA ENFERMA la acción de que se trate en sí misma
es) y por qué se hace lo que se hace (por
Vengamos, por fin, a la cuestión que tanto: la intención y la estructura que
verdaderamente nos importa: qué es como causa de lo hecho tiene la acción
conocer médicamente una persona en- ejecutada). Es técnico el conocimiento
ferma. médico de una persona enferma, en
Sin temor a enunciar saberes obvios, cuanto que es técnica la ayuda que con
porque obvio es con frecuencia lo funda- ese conocimiento y como consecuencia
mental, mostraré ante todo la estructura de él a esa persona va a prestársele; y
semántica del adverbio "médicamente". será técnica tal ayuda, cuando todo lo
Dicho con otras palabras: Gcuándo y que conduzca a ella o de uno u otro
cómo es formalmente "médico" el cono- modo la ejecute, comenzando por la ins-
cimiento de una persona enferma? A mi pección de la piel y la percusión del tó-
modo de ver, tres son las notas esencia- rax, sea conocido por el médico según su
les del conocimiento médico, en tanto "qué" (qué es mirar médicamente la piel
que médico. de un enfermo, qué es percutir un tó-
La primera es la pertenencia de una rax) y según su "por qué" (por qué en
intención de ayuda a la esencia misma ese enfermo se debe mirar con atención
del conocimiento del enfermo. No se tra- el color de su piel, por qué se ha tomado
ta con ello de repetir una vez más la ele- la decisión de percutirle el tórax, por
mental verdad de que lo propio del mé- qué en tal zona de éste se ha obtenido,
dico es curar, o al menos intentar curar; percutiéndola, un sonido mate o un soni-
de lo que se trata es de afirmar que si el do timpánico, por qué a ese enfermo le
conocimiento del enfermo no es en sí • pone en tal estado de ansiedad la dolen-
mismo operativo -si no hay en él, como cia que padece).
dice Wieland, un Handlungselement, un Además de adyuvante y técnico, el co-
"elemento de actuación"-, ese conoci- nocimiento médico del enfermo debe
miento no es genuinamente médico. Hay ser, en fin, un conocimiento pesquisitivo. ·
modos del conocimiento científico pura- Ser insondable, no poder ser nunca aca-
mente contemplativo; por ejemplo, el badamente conocida, pertenece a la
Teoría 277

esencia misma de la enfermedad, y por puede tener ante sus ojos, el del historia-
modo eminente a la esencia de la enfer- dor que a la vista de documentos más o
medad humana. Pues bien: en principio, menos precisos tiene que diagnosticar la
la ayuda al enfermo será tanto mejor enfermedad de un hombre del pasado.
cuanto más preciso y fino sea el conoci- Debo limitarme aquí, naturalmente, a la
miento de la dolencia que padece; lo simple mención de estas posibilidades
cual exigirá -con el ineludible plantea- del diagnóstico médico. Mi tema es el
miento de los problemas técnicos y éti- conocimiento técnico de la persona en-
cos de que ya se hizo mención y que lue- ferma en presencia de ella y mediante la
go habrán de ser estudiados- aumentar comunicación directa con ella. Los tres
hasta donde sea posible, lícito y razona- capítulos subsiguientes mostrarán cómo
ble el número de los procedimientos de veo yo -más aún: cómo, a mi juicio,
pesquisa. Por esto, y no sólo porque el debe verse- la epistemología del jui-
médico ponga en práctica las pautas de cio diagnóstico in praesentia.
exploración que le enseñan los libros, he
dicho antes que su conocimiento del en-
fermo es -debe ser- pesquisitivo. NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
Conocer médicamente una persona l. Más detalles acerca del tema, en mis libros Teo-
enferma es, en suma, adquirir de ella un ría y realidad del otro, 2 vals. (Madrid, 1961), y
conocimiento que sea a la vez adyuvante La relación médico-enfermo (Madrid, 1964). La
y técnico, en cuanto a su fin, y pesquisiti- bibliografía actual acerca del conocimiento téc-
nico de la persona -percepción de la persona,
vo, objetivante y participativo, en cuanto person cognition, enjuiciamiento del material
a su método. Lo cual no quiere decir que percibido, técnicas diversas para la realización
en el conocimiento médico operativo no de estos objetivos, modelos del proceso cog-
pueda haber modos deficientes, incluso noscitivo, etc.- es punto menos que inabarca-
ble. En la visión sinóptica del problema que
sin ignorancia ni incuria por parte de brinda su monografía Personwahrnehmung und
quien los busca y adquiere. En ocasio- Beurteilung (Darmstadt, 1979), indica S. Preiser
nes, porque así lo exige la urgencia de la que en los Psychological Abstracts correspon-
intervención terapéutica: la práctica ace- dientes al quinquenio 1967-1972, y bajo las en-
tradas person perception, judgment, interperso-
lerada de una compresión braquial o nal perception, personal construct, rating, impli-
de una ligadura de la arteria humeral cit personality theory, son consignadas 383 pu-
puede ser consecuencia muy correcta de blicaciones importantes, y más de 700 sólo bajo
un conocimiento de la persona enferma la entrada social perception. En una selección
exigente, hasta 250 títulos recoge la monografía
limitado a la observación "brazo del que del propio Preiser. Educadores, jueces, empre-
mana sangre". En otros casos, porque el sarios y directivos, pedagogos sociales y, por
conocimiento médico debe ser obtenido supuesto, psicólogos, constituyen el campo de
sin relación directa entre el sanador y el los interesados por la materia. Curiosamente,
Preiser no menciona a los médicos. Como in-
enfermo. troducción al tema puede ser útil la recopila-
En un libro compuesto por un histo- ción antológica de artículos preparada por
riador de la medicina, tal vez no sean K. H. Wewetzer, bajo el título Psychologische
inoportunas unas líneas dedicadas a dis- Diagnostik (Darmstadt, 1979).
tinguir entre el conocimiento médico in Sin perjuicio de volver sobre el tema en pági-
nas ulteriores, lo que yo he pretendido ofrecer
absentia y el conocimiento médico in en este capítulo es algo que, preocupados por
praesentia. Aquél es el que debe obtener- el empleo y la valoración de las diversas técni-
se sin relación directa con el enfermo cas, tal vez descuidan los investigadores: un sis-
tema de "contenidos", una visión sinóptica y
vivo; el caso de prosector a quien se en- precisa de lo que es conocer una persona y de
trega un cadáver sin historia clínica, el lo que realmente se conoce en el cabal cumpli-
del paleontólogo que sólo restos óseos miento de tal empeño.
Capítulo II

El enfermo como organismo personal

Quiero repetirlo: lo que el médico ser humana, la inteligencia del hombre


debe diagnosticar es, siempre, el estado nunca podrá conocer de modo suficiente
de la salud de una persona. Siempre, cómo comenzó a existir el universo y
hasta cuando es un coma profundo el cómo la libertad y la bioquímica cobran
cuadro que como clínico contempla. realidad unitaria en la ejecución del acto
Basta la simple mención de esta posibili- libre (1). Por ser asiria y sólo por ser asi-
dad para advertir que un diagnóstico ria, la inteligencia del hombre de Assur
puede ser enteramente correcto -tanto no pudo, no podría conocer el cálculo
por lo que en él se llega a saber, cuanto infinitesimal o la composición química
por su modo de cumplir la intención de la sal común. Por ser la de un oligo-
operativa, terapéutica, que siempre debe frénico y sólo por esto, a la inteligencia
llevar en su seno- desconociendo en de un oligofrénico de nuestro tiempo le
todo o en parte la condición personal es imposible conocer la filosofía de Witt-
del sujeto a que se refiere. Porque al co- genstein o la mecánica cuántica. Nada
nocimiento humano de una realidad más evidente. Aunque él no lo quiera o
concreta, e incluso al conocimiento de la no lo sepa, la inteligencia del hombre es
realidad en general, pertenece constitu- siempre invenciblemente limitada, esco-
tivamente la limitación, el acotamiento. tómica.
Formalizando una expresión antes El escotoma noético puede ser tam-
usada, propongo denominar "escotoma bién vencible y culposo. Pudiendo y de-
noético" a la más o menos amplia cegue- biendo ver una determinada zona de la
ra parcial que en la intelección del es- realidad, el hombre no la ve. Sé de un
pectáculo de la realidad en todo mo- médico que ante la depresión de un pa-
mento padece la mente humana. Tal es- ciente no supo hacer otra cosa que tra-
cotoma puede ser invencible o vencible, tarla con psicofármacos, sin advertir que
y en este segundo caso, culposo o tác- un cáncer gástrico -del cual, como no in-
tico. frecuentemente acaece, dependía tal de-
Escotoma noético invencible es el de- presión- estaba matando y acabó por
fecto que en el conocimiento de la reali- matar al enfermo. Otros médicos, en
dad pueden imponer, según los casos, la cambio, no vacilan en prescribir inter-
condición humana, una determinada si- venciones quirúrgicas más o menos im-
tuación histórico-social o una deficiencia portantes en pacientes a los que la psico-
individual. Por ser humana y sólo por terapia y los psicofármacos no tardarían

279
280 El diagnóstico médico

en curar. Escotoma noético para lo que paciente llena ese primer plano o do-
en una enfermedad es desorden orgáni- mina en él) y «Bases para una epistemo-
co, en el primer caso, y para lo que en logía general del diagnóstico» (un inten-
un proceso morboso es modo de vivir, to de integración de ambos modos de
en el segundo. Y, en los dos, escotoma entender la realidad del enfermo) serán
noético de carácter vencible y culposo. los epígrafes bajo los cuales examinare-
El escotoma noético, en fin, puede ser mos esas tres figuras cardinales de la ex-
vencible y táctico; esto es, deliberado, periencia clínica.
voluntario. En ocasiones para mejor ac- Mas no debo pasar al estudio concreto
tuar, cuando el imperativo de la eficacia de cada una de las correspondientes po-
exija concentrar la atención o la acción sibilidades del diagnóstico sin recordar
en un área orgánica o en una pesquisa que el objeto formal de éste es siempre
bien acotadas; en ocasiones para ver me- el estado de salud de la persona diagnos-
jor, porque la visión muy analítica o la ticada, del cual la enfermedad -el estado
operación muy empeñada obligan a re- de enfermedad- constituye un desorden
ducir considerablemente el campo de pasajero o definitivo. Es necesario, por
ella. El general que deliberadamente tanto, examinar sumariamente en qué
concentra su ataque en el centro del consiste el diagnóstico de la salud.
ejército enemigo, incluso con riesgo de
ser desbordado por las alas, es un claro
ejemplo de la primera posibilidad; el mi- l. DIAGNOSTICO DE LA SALUD
neralogista que en el campo ve los mine-
rales y no oye los pájaros, un no menos Consideremos en primer término los
claro ejemplo de la segunda. casos en que, por la razón que sea, el ha-
Vengamos a nuestro tema, la episte- llazgo de la salud -la constatación del es-
mología del juicio diagnóstico; más am- tado de salud- es el objeto primario del
pliamente, a la epistemología del juicio diagnóstico. "Este hombre está sano" o
clínico. Prescindiendo por ahora de los "Usted está sano" son las fórmulas en
casos en que pueda tener carácter culpo- que ahora se expresa el juicio del médi-
so el escotoma noético del médico, por- co. Cuatro cuestiones principales plan-
que la enseñanza del arte de diagnosti- tea el problema de diagnosticar la salud:
car no es el objeto propio de esta sec- la tipificación de las situaciones en que
ción, distinguiré tres situaciones perfec- ese problema se presenta; la discusión
tamente discernibles: aquellas en que el de si es posible un diagnóstico positivo
médico puede, quiere y aún debe atener- de la salud humana; la estructura del jui-
se preponderante o exclusivamente a lo cio diagnóstico, cuando la salud es preci-
que en la enfermedad es desorden orgá- samente su objeto; la determinación del
nico; aquellas otras en que puede, quiere juicio a que el diagnóstico de la salud di-
y aún debe atenerse de modo prepon- rectamente se opone.
derante -nunca deberá hacerlo de un
modo exclusivo- a lo que en la afección 1. SITUACIONES EN QUE SE PRESENTA
morbosa es modo de vivir; aquellas, en
fin, en que al médico cuidadoso se le im- Nunca la afirmación tajante de la sa-
pone la exigencia de considerar el cua- lud del sujeto -"Usted está sano", "Usted
dro morboso desde esos dos puntos de no tiene nada"- debe ser el término de
vista o -si a tanto llega su ambición inte- la consulta médica, cuando ésta ha sido
lectual y técnica- desde uno nuevo y requerida por una persona que "no se
más alto, en el que los dos queden siste- sentía bien". La ausencia de hallazgos
máticamente asumidos. Como antes dije, patológicos objetivos debe obligar al mé-
«El enfermo como organismo personal» dico, en efecto, a proponerse una de es-
(la realidad que el médico percibe cuan- tas dos tareas diagnósticas. Si la persona
do es el desorden orgánico lo que ocupa en cuestión ha acudido al médico que-
el primer plano de su atención), «El en- jándose de algo -movida por un síntoma
fermo como persona orgánica» (lo que "iatrotrópico", diría Feinstein-, y el mé-
ve el médico cuando el modo de vivir el dico cree que esa persona no le ha men-
Teoría 281

tido, y que por tanto es real el senti- de la sociedad: militares (examen de re-
miento a que da expresión su queja, en- clutas), laborales (capacidad para un de-
tonces se impone una comprensión téc- terminado trabajo), profesionales (apti-
nicamente médica, no meramente "hu- tud para una determinada profesión),
mana" o "caritativa", del motivo y la etc. Como estas expresiones tan inequí-
consistencia de esa queja; porque quien vocamente indican, lo que ahora de he-
busca la ayuda del médico siempre "tie- cho se diagnostica no es exactamente la
ne algo". Si, por el contrario, no cree el salud del sujeto, sino su capacidad o su
médico en la verdad del aquejante -con aptitud para el ejercicio de la actividad
otras palabras: si piensa hallarse en social de que se trate.
presencia de un simulador-, entonces
será necesaria una comprensión del su- c. El alta
jeto también técnicamente médica y no
meramente ético-social; porque ni la si- El alta: el acto en cuya virtud el médi-
mulación es siempre pura mentira utili- co da por concluso el estado de enferme-
taria, ni, como veremos, la existencia de dad del paciente -cuando éste ha pasado
una simulatio minar puede ser sistemáti- de la "enfermedad" a la "convalecen-
camente excluida de la conducta del ver- cia"-, y estima que su asistencia técnica
dadero enfermo. Esto, no considerando no es ya necesaria.
otra posibilidad: que el inmediato porve- El chequeo, el examen de capacidad y
nir del consultante llegue a poner en evi- el alta: tres situaciones diagnósticas dis-
dencia síntomas o signos todavía "lantá- tintas, cuya diferencia plantea abierta-
nicos" en el momento de su primer con- mente otra de las cuestiones antes con-
tacto con el médico. Como suelen decir signadas.
los pesimistas, la salud nunca deja de ser
un estado provisional. 2. WIAGNOSTICO POSITIVO DE LA SALUD?
Pronto reaparecerá el problema de la
simulación. Por el momento, me limitaré Segunda cuestión: Si es realmente po-
a discernir las varias situaciones típicas sible un diagnóstico positivo de la salud
en que la salud es médicamente diagnos- humana, o si ante la tarea de diagnosti-
ticada. Descartando, por las razones carla sólo per exclusionem cabe proce-
apuntadas, la situación correspondiente der; tema que suscita ineludiblemente
al "No tiene usted nada", yo veo las si- otro, de carácter fundamental: el modo
guientes: de concebir científicamente la salud.
Desde la antigua Grecia hasta hoy, dos
actitudes se han contrapuesto en la reso-
a. El "chequeo" lución de tal problema:
El "chequeo" (check-up), para decirlo
con el ya ineludible anglicismo; el juicio
a. Equilibrio y normalidad
diagnóstico ante un sujeto que no sin-
tiéndose enfermo ha acudido al médico La salud como equilibrio y normali-
para saber "si tiene algo", y éste "no le dad. Iniciada por la isonomía tón dyna-
encuentra nada". En tal caso, el médico méón o "equilibrio de las potencias" de
no se propone diagnosticar una enfer- Alcmeón de Crotona, proseguida por la
medad; se limita -debe limitarse- a decir eukrasía de los médicos de Cos, nunca
que no son "anormales" los resultados ha desaparecido en Occidente la tenden-
de su exploración. Caso análogo es el del cia a ver la salud como la recta magni-
certificado médico, cuando lo que ho- tud y recta proporción estática y dinámi-
nestamente certifica quien lo firma es el ca de los datos cuya cuantía o cuya in-
ocasional estado de salud del solicitante. tensidad pueden ser discernidas en la
naturaleza del individuo: medidas anató-
micas, constantes fisiológicas, actividad
b. Requerimientos sociales mensurable de los órganos, aparatos y
El dictamen con que el médico res- sistemas. El tópico juicio estadístico de
ponde a determinados requerimientos "normalidad", la noción biológico-con-
282 El diagnóstico médico

ductista de "centramiento" (Goldstein) y máximo descentramiento psico-orgánico


el concepto psicofisiológico de "homeos- que exija la realización de la vida, cuan-
tasis" -"el criterio psicosomático de la do esa persona se propone alcanzar la
salud es el mantenimiento de un equili- cima de sus propias posibilidades: es-
brio homeostático, así consigo mismo fuerzos intelectuales, artísticos y depor-
como con el medio ambiente", afir- tivos, actos geniales o heroicos. Es la
ma, por ejemplo, Fl. Dunbar (2)- son "idea romántica" de la salud, vigente,
otras tantas muestras actuales de la vi- como complemento y contrapunto de la
gencia de esa tendencia. "Idea clásica" "clásica", desde la manía de Platón y el
de la salud, la he llamado en otra oca- "acto genial" de Schelling hasta las "si-
sión (3). Estar sano, en este caso, es no tuaciones-límite de la existencia" de
presentar anomalía morbosa en la explo- que habló Jaspers. Así entendida la sa-
ración médica; en último extremo, no es- lud, su diagnóstico tiene que ser pura-
tar enfermo. Con lo cual el diagnóstico mente relativo -la constatación de una
de la salud -el propio de un chequeo "salud relativa"-; pero los términos de la
con resultado "negativo", en el caso más referencia no son ahora la "normalidad"
típico- sólo per exclusionem puede ser empírica y la noción ideal o utópica de
hecho; y el juicio en que tal diagnóstico una inalcanzable "salud perfecta", sino
se expresa -"Este hombre está sano"- se el mero "ser capaz de conseguir algo sin
refiere a dos términos: inmediata y em- enfermar" -así Kant, pese a la habitual
píricamente, al sujeto de que se habla; "mala salud" con que día tras día se veía
remota e idealmente, a un "ideal de la obligado a luchar-, por una parte, y lo
salud" que nunca se realiza y nunca po- que el sujeto ha conseguido mediante el
drá realizarse en los individuos llamados esfuerzo creador, por otra. Porque, como
"sanos"; o, como ha escrito D. García- hizo notar R. Siebeck, a la realidad y a la
Sabell, a "la utopía de la salud" (4). Des- idea de la salud del hombre pertenece
de el campo de la práctica cotidiana, esencialmente una respuesta satisfacto-
otro tanto viene a decir una ingeniosa ria a la pregunta: "Salud, ¿para qué?"
sentencia de E. A. Murphy: "Una persona Adecuados a la doble condición natu-
normal es alguien que no ha sido sufi- ral y personal del ser humano, tales son
cientemente explorado" (5). No: la salud el objeto material y el objeto formal del
no es, no puede ser sólo normalidad (6). diagnóstico de la salud.

b. Más allá de la normalidad 3. EL CONOCIMIENTO DE LA SALUD

La salud como posesión de algo que Estructura del juicio diagnóstico rela-
rebasa la simple y niveladora "normali- tivo a la salud. ¿Qué sucede cuando un
dad" del no estar enfermo. Inadmisible médico declara "sano" al hombre que
si se la toma a la letra, porque las notas ante él tiene? Prodúcese entonces, por lo
que en ella se añaden a la "no enferme- pronto, la concurrencia de dos juicios:
dad" llevan consigo algo que no pertene- uno subjetivo, el del sujeto diagnostica-
ce estrictamente al "estar sano", la defi- do, y otro objetivo, el del médico. Aquél
nición que hace años propuso la Organi- dice: "Doctor, me siento bien". El médi-
zación Mundial de la Salud -"Es un esta- co por su parte, responde: "No encuen-
do de completo bienestar físico, mental y tro en usted la menor alteración patoló-
social, y no solamente la ausencia de en- gica". Tomando como caso arquetípico
fermedad o afección"; el subrayado es el del alta, examinemos al hilo de esos
mío- impide un diagnóstico de la salud dos juicios lo que en el acto de darla
per exclusionem y obliga a formularlo acontece.
mediante un juicio asertórico de carác- El enfermo ha empezado a sentir o
ter positivo (5). Al margen de utopías de- siente resueltamente que ya no lo está, y
magógicas y más allá de meras "normali- así lo hace saber al médico. Pues bien, la
dades", yo entiendo la salud como la ca- pregunta verdaderamente decisiva es:
pacidad de ordenado centramiento de ¿qué es lo que en realidad mueve al mé-
una persona tras haberse entregado al dico a "dar de alta" a su paciente? Por
Teoría 283

una parte, el contenido de su propia ex- cutar creyentemente en la propia intimi-


periencia, en cuanto que ésta es capaz dad la intención a que esas palabras dan
de suscitar en su mente dos juicios de expresión verbal y comunicativa; por
posibilidad, uno clínico y otro sociológi- tanto, en practicar la "osadía de creer",
co. El primero: "Conforme a los resulta- de que a otro respecto habló Platón (el
dos de mi exploración, puedo creer que "bello riesgo de creer", Fed. 114 d). Es el
esta persona se siente sana". El segundo: ejercicio de la razonable confianza -razo-
"Por otra parte, y por lo que yo veo en nable, porque realmente se apoya en la
ella, puedo suponer que esta persona es experiencia y no rebasa lo que la expe-
capaz de cumplir las pautas del compor- riencia permite- con que el médico res-
tamiento que la sociedad a que pertene- ponde a la confianza menesterosa que el
ce atribuye al estado de salud; por ejem- enfermo ha puesto en él, cuando la rela-
plo, las que para la sociedad civilizada y ción entre ambos es correcta. El tema
occidental estableció el sociólogo Tal- volverá a presentarse al estudiar los va-
cott Parsons" (7). En suma: puede creer rios modos de ejecutar la inferencia
el médico en la sinceridad con que su diagnóstica. Bástenos ahora con haber
paciente dice sentirse sano, y puede descubierto que los tres componentes
suponer que, si le da de alta, ese hombre que esencialmente se integran en la di-
se conducirá como una persona sana, y námica del vivir humano, el organismo,
como tal será socialmente considerado. la intimidad y el mundo -el mundo
Pero estos dos juicios de posibilidad no como conjunto unitario del cosmos y la
justificarían suficientemente la decisión sociedad- entran en tácito juego en
de "dar de alta" si el médico, además de la operación de "dar de alta", y tanto
poder creer lo que le dice el ex enfermo, en la persona del enfermo como en la
no lo creyese realmente. Lo cual añade a del médico.
su acción una nota fenomenológica y No siempre el alta se aproxima tanto a
psicológicamente nueva. la restitutio ad integrum de que hablan
El acto de creer a otra persona puede los libros -ideal nunca enteramente rea-
realizarse de tres modos y en tres nive- lizado, porque la cicatriz, la inmunidad
les de la intimidad personal, los corres- y el recuerdo condicionante pertenecen
pondientes a las fórmulas verbales por modo ineludible a la existencia del
"Creo lo que me dices", "Te creo" y hombre- como en el caso que acabo de
"Creo en ti"; y en su relación con el pa- considerar. Hay altas definitivas con de-
ciente, el médico puede actuar correcta- fecto orgánico o psíquico, y las hay pro-
mente no pasando del primero. Sólo en visionales, como las que tan frecuente-
los casos en que esa relación sea anti- mente hay que dar en el tratamiento de
gua y estrecha -más precisamente: sólo las enfermedades crónicas. Pero, con las
cuando a la "amistad médica", siempre variantes de rigor, en ambos casos ten-
exigible en la asistencia técnica al enfer- drá esa misma estructura el diagnóstico
mo, se haya añadido cierta amistad a se- de la "salud relativa" del sujeto (9).
cas-, sólo entonces podrá pasar el médi-
co y con frecuencia pasará de hecho del 4. DIAGNOSTICO "GENERICO"
primero al segundo de esos tres niveles. DE LA ENFERMEDAD
Ahora bien: ¿qué es lo que acaece en el
interior de la persona que en sí misma ¿A qué se opone directamente el esta-
está viviendo ese "Creo lo que me di- do de salud? Al estado de enfermedad,
ces"?; con otras palabras: ya en su pri- desde luego. Pero en el conocimiento
mero y más superficial nivel, ¿en qué médico del estado de enfermedad, y en
consiste el acto de creer a otra persona? relación complementaria con el diagnós-
Desarrollando la idea scheleriana de la tico específico y el diagnóstico indivi-
"coejecución" (Mitvollzug), en otro lu- dual del caso, ¿cabe hablar de un "diag-
gar (8) he mostrado que la creencia en la nóstico genérico", el concerniente no
real sinceridad de lo que otro dice de sí más que a la mera condición de "estar
mismo -en este caso, la afirmación "Doc- enfermo"? Cuando tal condición se halla
tor, me siento bien"- consiste en coeje- netamente especificada -" estenosis mi-
284 El diagnóstico médico

tral", "neumonía lobar", "diabetes saca- técnica y éticamente quiere proceder de


rina"-, el hecho de estar enfermo lleva modo correcto? Para responder de ma-
dentro de sí, unitariamente fundidos, el nera solvente, examinemos con alguna
estarlo de un modo específico, "Yo pa- atención las tres notas distintivas que hi-
dezco una estenosis mitral", y el estarlo potéticamente hemos atribuido al caso:
de modo genérico, "Yo estoy enfermo". proceso morboso agudo, de especifici-
Pero hay ocasiones en las cuales la vi- dad patente y de curación fácil y segura.
vencia de padecer enfermedad es vaga y
difusa, no alcanza precisión cualitativa
l. CUANDO ES "AGUDA" LA ENFERMEDAD
(dolor, vértigo, etc.), ni precisión locali-
zatoria (molestia en "tal" o "cual" parte), Enfermedad aguda. La distinción en-
se limita a un simple "Me siento mal" o tre las "enfermedades agudas" y las "en-
"No me encuentro bien"; y a la constata- fermedades crónicas", evidente ya en los
ción por parte del médico de este básico escritos hipocráticos, tiene una validez
y primario "estar enfermo", que bien netamente patológico-general y antropo-
puede ser llamada diagnóstico genérico lógica, no meramente empírica y prag-
del enfermar, es a lo que de más directa mática; aunque no siempre sea fácil de-
manera se opone el diagnóstico del esta- cidir si el caso observado pertenece a unas
do de salud a que vengo refiriéndome. A o a otras. Enfermedades agudas son
la "psicopatología de la vida cotidiana" aquellas que por la rapidez con que
de que habló Freud podría añadirse una cursan, y supuesta su total y definitiva
"somatopatología -psicosomatopatolo- curación, no pasan de ser un paréntesis
gía, más bien- de la cotidianidad", cons- fugaz en la biografía del enfermo; éste,
tituida por las mil dolencias mínimas y en consecuencia, no tiene por qué incor-
fugaces que a todos nos perturban sin porar a la tarea de hacer socialmente su
movernos a buscar asistencia médica: es- vida el hecho de padecerlas. Tras ellas,
tados vitales en indeciso contacto con el la curación del paciente es prácticamen-
estado de salud, que constituyen la más te la restitutio ad integrum de que habla-
pura y tenue expresión de la enferme- ban los viejos tratados de patología: su
dad en cuanto tal, del primario e indife- vida personal y su biografía vuelven a
renciado genus morbosum que lógica- ser lo que antes de ellas eran.
mente debe preceder y patogenética- ¿Quiere esto decir, sin embargo, que
mente precede a cualquier especifica- en las enfermedades agudas es instantá-
ción o tipificación del "estar enfermo". neo el comienzo, como del tránsito de la
luz a la oscuridad o de la oscuridad a la
luz decían los antiguos? En modo algu-
ll. LAENFERMEDADAGUDA no; y a mi modo de ver, la ordenación
genética y cualitativa de los modos de
Pasemos ahora resueltamente al diag- enfermar propuesta por Weizsacker
nóstico del estado de enfermedad, y con- -neurosis, biosis y esclerosis- da certera
sideremos en primer término el caso de cuenta de lo que en la producción de
un desorden orgánico agudo, patente y una enfermedad aguda acontece. Por-
de fácil y segura curación, mediante los que, quiérase o no se quiera llamar
actuales recursos terapéuticos: una ter- "neurosis" a ese primero, más tenue y
ciana palúdica, una neumonía lobar, una más indiferenciado modo de enfermar,
apendicitis aguda. Suponiendo que el es evidente que antes de tipificarse o es-
médico no se obstine en ser somatólogo pecificarse de modo perceptible -antes
puro, dando por sentado, en consecuen- de hacerse, por ejemplo, "ictus apoplé-
cia, que desea ver a su paciente como un tico", "escalofrío palúdico" o "angina de
organismo personal -el organismo en pecho"-, la enfermedad del paciente, si-
que somáticamente cobra su realidad es- quiera durante segundos, no ha pasado
pecífica, típica e individual una perso- de ser un malestar vago e inespecífico, el
na-, ¿cuál suele ser, más aún, cuál debe correspondiente a las expresiones "No
ser la conducta diagnóstica? ¿Qué debe y me siento bien" o "Me siento enfermo";
cómo debe diagnosticar el médico, si el sentimiento correspondiente a un es-
Teoría 285

tado de enfermedad que mediante una ciencia de la naturaleza universal a mani-


intervención terapéutica sólo imagina- festarse ordenadamente, esto es, según
ble hoy por la vía de la ciencia-ficción pautas o figuras sometidas a norma, y
podría desaparecer sin dejar rastro, sin porque siendo más breve el lapso tem-
transformarse en el ictus apoplético, el poral de su realización, más fácil le será
escalofrío palúdico o la angina de pecho al explorador la percepción de las figu-
a que sin esa hipotética intervención sa- ras sintomáticas y patocrónicas que clí-
nadora habrían venido a parar. En suma: nicamente son las especies morbosas.
cuando su término es la restitutio ad inte- Aparte las interpretaciones, un hecho es
grum, la enfermedad aguda es una biosis cierto: por discutible que sea la noción
consecutiva a una fugaz o fugacísima de «especie morbosa», la existencia de
neurosis no bien especificada y acaso no modos de enfermar cuyos cuadros clíni-
bien especificable, sobre la cual, y salvo cos se asemejan entre sí, tanto sintomáti-
escasas excepciones -por ejemplo: la ac- ca como patocrónicamente, en las enfer-
ción preventiva del nitrito de amilo so- medades que llamamos agudas es donde
bre el angor pectoris, cuando éste no ha más evidente resulta. Baste pensar en la
pasado de ser vaga molestia precordial-, neumonía lobar, en el paludismo o en el
no son todavía eficaces los actuales re- infarto de miocardio, afecciones con fre-
cursos terapéuticos. cuencia tan próximas en su realidad a
En otro lugar he enumerado y descri- las descripciones que ofrecen los manua-
to las varias vivencias elementales que les de medicina interna.
se integran en el nada elemental senti- Tal tipificación o especificación del
miento de enfermedad; son la invalidez, enfermar, ¿cómo se realiza? La respuesta
la molestia, la amenaza, la succión por el de la patología al uso es bien conocida:
cuerpo, la soledad, la anomalía y el re- la causa externa de la enfermedad (el
curso, esto es, la vaga conciencia de que neumococo, en la neumonía lobar) actúa
el hecho de sentirse enfermo, como to- sobre una determinada región del orga-
das las situaciones que de hecho se dan nismo (un lóbulo pulmonar), determina
en la vida humana, puede servir para en ella las alteraciones anatomopatológi-
algo al que la vive: una forma de hacerse cas y fisiopatológicas que constituyen la
perceptible el esencial "momento para" causa inmediata del proceso morboso, y
de la existencia terrenal del hombre acto seguido da lugar al correspondiente
(10). Pues bien: el modo más leve, indife- cuadro clínico. La localización del agen-
renciado y primario de realizarse tales te patógeno previa a su acción como tal,
vivencias es el que se da -y así lo confir- la peculiaridad física y química del prin-
mará siempre una anamnesis cuidado- cipio nosogenéticamente activo, una es-
sa- en esa fugaz etapa preespecífica que pecial afinidad --cierto tropismo específi-
precede a la constitución formal de toda co- entre él y el órgano afecto, y alguna
enfermedad, sea ésta aguda o crónica, y ocasional o permanente debilidad bioló-
sea súbito o insidioso su comienzo. gica de éste --cierta meiopragia constitu-
cional o adquirida, la spina infixa de que
2. ENFERMEDAD ESPECIFICABLE habló Van Helmont-; tales son los mo-
mentos que según la nosología clásica se
Enfermedad de especificidad patente; articulan en el tránsito de la etapa pri-
por tanto, intensa, en cuanto a su mani- maria e indiferenciada a la etapa consti-
festación, y fácilmente tipificable o espe- tuida y especificada del estado de enfer-
cificable, en cuanto a su aspecto. Ya Sy- medad; la conversión de la fase de neu-
denham hizo notar que son las enferme- rosis en fase de biosis, diría Weizsacker.
dades agudas aquellas en que más noto- El paulatino redescubrimiento científico
riamente se revela su carácter específi- de cuanto es biológico en la causa dispo-
co; lo cual ocurriría, en su opinión, por- sitiva o proegúmena del enfermar -de
que siendo más intenso el conamen o es- aquello que es subjetualidad substante
fuerzo de la naturaleza del enfermo por en el individuo enfermo, según la termi-
aniquilar o expulsar la materia morbífi- nología filosófica antes empleada-, ha
ca, más evidente se hará la secreta ten- ido añadiendo a esa sumaria descripción
286 El diagnóstico médico

varios motivos nuevos: el biotipo, la es- lección de posibilidades, ni siquiera la


tirpe, el sexo, la edad, la raza, la constitu- anamnesis: dígaseme si la exploración
ción de la especie biológica y la tipicidad puramente objetiva de un enfermo con
social. Recuérdese lo dicho. Pero si la fiebre alta, esputos hemoptoicos y hepa-
realidad empírica del ser humano, y por tización de un lóbulo pulmonar, no sería
tanto de todos sus posibles modos de en- suficiente para establecer un diagnóstico
fermar, es a la vez somática y psíquica, correcto e instituir acto seguido un tra-
más aún, si el individuo humano, hállese tamiento eficaz.
sano o enfermo, es por esencia un orga-
nismo personal, y por tanto un sujeto or- 4. CONDUCTA DEL CLINICO: TRES PAUTAS
gánico cuya existencia posee un sentido
biológico y transbiológico, biográfico y Equivale esto a decir que ante una en-
transbiográfico -con expresión más téc- fermedad aguda, de bien patente especi-
nica: si el hombre es un sujeto viviente ficidad y fácil y seguramente curable, la
dotado de subjetualidad a la vez substan- conducta del clínico puede ajustarse a
te y suprastante-, ¿podrá no ser antropo- una de las tres siguientes pautas:
lógicamente necesaria, y en consecuen-
cia clínicamente ineludible, la participa- 1. Si ese clínico es un organicista
ción de esa total realidad suya en el pro- puro y doctrinario, y si frente a lo que en
ceso nosogenético? Y en tal caso, ¿ no la enfermedad tenga carácter psíquico o
habrá que modificar oportunamente la personal actúa, en consecuencia, con un
idea habitual de la especificación de escotoma noético habitual y no táctico,
la enfermedad y la habitual manera de por tanto vicioso, considerará como sim-
concebir el diagnóstico? Sin duda. Antes ple desorden orgánico a la dolencia en
de dar a estas interrogaciones la res- cuestión, la diagnosticará con el nombre
puesta que exigen, es preciso, sin embar- que para designar tal desorden aprendió
go, examinar lo que desde nuestro ac- en los manuales de patología y la tratará
tual punto de vista lleva consigo la terce- con la excelente eficacia que en tal caso
ra de las notas clínicas antes señaladas. poseen los oportunos recursos terapéuti-
cos. Con deliberación o sin ella, no son
pocos los médicos que así proceden.
3. ENFERMEDAD CURABLE
2. El clínico no es un organicista
Enfermedad fácil y seguramente cura- puro y doctrinario; piensa por tanto que
ble. Atengámonos a cualquiera de los la enfermedad del hombre no es, no
ejemplos antes mencionados: una tercia- puede ser mero desorden orgánico, y
na palúdica, una neumonía lobar, una considera que el médico debe tener en
apendicitis aguda. Ante el paciente, el cuenta -en una u otra medida, de un
médico, sea cualquiera su actitud inte- modo o de otro- lo que en el enfermar
lectual frente al problema nosológico de del paciente a que asiste sea psíquico y
la especie morbosa, establece sin dificul- personal. Ahora bien: juzgando que para
tad un diagnóstico específico, eleva éste un correcto diagnóstico y un tratamien-
a la condición de juicio clínico, mediante to eficaz no es en tales casos necesaria la
la adición de las consideraciones pro- atención a este aspecto del cuadro sinto-
nósticas, terapéuticas, psicológicas, éti- mático, o acaso carente del tiempo que
cas y sociales que el caso requiera, sien- el ejercicio de dicha atención requiere,
ta la indicación terapéutica que el trata- decide comportarse como si sólo desor-
miento exija -farmacoterapia antipalúdi- den orgánico fuese la enfermedad en
ca, penicilina y apendicectomía, en esos cuestión. En su visión clínica existe,
tres ejemplos-, la pone en práctica y, pues, un escotoma noético, pero éste es
tras la pronta y segura curación del en- netamente deliberado, táctico, en modo
fermo, da a éste de alta y se despide de alguno vicioso. Lo cual no impide que
él. En el rigor de los términos, ni siquie- desde los dos puntos de vista a que prin-
ra el conocimiento del nombre del pa- cipalmente debe atenerse el médico, el
ciente resultará necesario para asegurar técnico y el ético, resulte perfectamente
la eficacia del médico; y apurando la se- correcto su proceder. Cualesquiera que
Teoría 287

sean las ideas antropológicas y nosológi- hecho resulta evidente y un proceder pa-
cas del terapeuta, así son de ordinario rece ineludible. El hecho: desde un co-
diagnosticados y tratados el paludismo, mienzo clínicamente tenue y nosográfi-
la neumonía lobar, la apendicitis aguda, camente indiferenciado, aquel en que la
tantas enfermedades más. dolencia no era sino el mero sentimien-
3. El clínico, que no es un organicis- to de estar enfermo, el cuadro clínico se
ta puro y doctrinario y que, por consi- intensifica, se cualifica y se localiza con
guiente, quiere ver y ve en el enfermo rapidez notoria; se acentúa en el pacien-
un organismo personal, tiene tiempo su- te el sentimiento de enfermedad, se le
ficiente para ello y se siente animado hace patente y nombrable la índole de
por un doble estímulo: conocer diagnós- las molestias sentidas (dolor, tensión, ar-
ticamente el caso con toda la integridad dor, vértigo, etc.) y alcanza precisión
y toda la precisión de que su mente sea más o menos acusada la localización or-
capaz y tratarlo con la más acabada efi- gánica de éstas, su «donde». El proceder:
cacia. Su meta no es tan sólo lo necesa- la sustitución del esquema con que la
rio, ni siquiera lo suficiente, sino, dentro patología tradicional ha venido enten-
de lo posible, lo realmente adecuado; si diendo la génesis de la enfermedad agu-
se quiere, lo máximamente perfecto. En da -el que más arriba quedó consigna-
lo tocante al diagnóstico, su problema do- por otro más adecuado a la realidad
será: ante una enfermedad aguda, de pa- y bastante más complejo
tente especificidad y fácil y seguramente Para dar cuenta de la génesis de las
curable, ¿qué deberé hacer para que mi enfermedades mentales, el psiquíatra K.
conocimiento técnico de ella sea el ade- Birnbaum (11) propuso ordenar las ins-
cuado a lo que real y verdaderamente es tancias determinantes del enfermar dis-
el sujeto que la padece, es decir, a su tinguiendo entre los «factores patogené-
condición de organismo personal? Pre- ticos» o causales y los «factores pato-
gunta que nos conduce al tema en que plásticos» o moduladores; pero en el
esta peculiar posibilidad del acto diag- seno de su propuesta latían de consuno
nóstico tiene su fundamento: la antropo- la aceptación no crítica de la realidad de
logía de la enfermedad aguda; y, a tra- la especie morbosa -la aparición de una
vés de él, a una importante cuestión teó- de ellas sería el efecto propio de los
rico-práctica, la conveniencia de perfec- «factores patogenéticos»- y una concep-
cionar o potenciar la acción «objetiva» ción fisicista y antigua de la idea de cau-
del recurso terapéutico mediante la deli- salidad. Por mi parte, y con carácter ge-
berada y bien planeada adopción de una neral, no meramente psiquiátrico, me
actitud «personalizadora» en el empleo atrevo a proponer una concepción de la
de éste; con otras palabras, a una con- nosogénesis basada en los siguientes
cepción antropológica del «efecto pla- principios:
cebo».
l. La metódica sustitución de la idea
de «causación de la enfermedad», que
S. ANTROPOLOGIA DE LA ENFERMEDAD
lleva en su seno el arduo problema filo-
AGUDA
sófico de lo que en verdad sean la «cau-
En relación con el diagnóstico, la an- sación» y la «causa», en este caso la cau-
tropología de la enfermedad aguda pre- sa morbi, por otra idea más adecuada y
senta al médico tres cuestiones principa- menos ambiciosa: la «determinación fac-
les: la especificación, la individualización tual del estado de enfermedad».
y la personalización de la dolencia de 2. Tal determinación consiste en el
que se trate. Examinémoslas sucesiva- paso de una «situación determinante» o
mente. «situación hígida», el estado de salud in-
¿De qué modo se especifica una enfer- mediatamente anterior a la enfermedad,
medad aguda?; cuando de enfermedades a una «situación determinada» o «situa-
agudas se trata, ¿qué es realmente una ción morbosa», aquella en que la perso-
«especie morbosa»? Sea cualquiera la na ya está realmente enferma; situación
respuesta a la segunda interrogación, un ésta que a su vez actúa como determi-
288 El diagnóstico médico

nante de otras, las ulteriores vicisitudes tinguir metódicamente, aunque en su


-aparecidas en transición continua o en realidad se hallen unitariamente fundi-
transición crítica, influidas siempre por dos entre sí, tres mecanismos distintos:
la acción del tratamiento- del estado de la mera "consecuencia lineal" (la de cier-
enfermedad. tas alteraciones físicas o químicas loca-
3. Todas las varias situaciones deter- les, tras la acción de un agente exterior),
minantes -y, como cada una de ellas, su la "prolepsis biológica" (una anticipa-
continuo flujo en el tiempo- poseen una ción instintiva de lo que puede ser el fu-
consistencia de carácter psicoorgánico turo inmediato, esencialmente referible
(12), y en su estructura son metódica- a los varios sistemas de feed-back o re-
mente discernibles, actúan unitariamen- troalimentación que actúan en las es-
te y, por lo tanto, mutuamente se in- tructuras vivientes) y la "prolepsis per-
fluyen, momentos orgánicos (peculiari- sonal" (reducible en último extremo al
dad anatomo-fisiológica de la especie, esquema proyecto-decisión-ejecución).
del biotipo y del individuo, pasado bioló- 6. El contenido y la figura de cada si-
gico del organismo, con las diversas sus- tuación psicoorgánica se hallan determi-
ceptibilidades e inmunidades por él ad- nados por la conjunción operativa de to-
quiridas, ocasional estado de cada uno dos los momentos que integran la es-
de los órganos y aparatos, acción de los tructura de la situación psicoorgánica
factores del medio ambiente, etc.), mo- previa a ella; esto es, por la situación a
mentos psíquicos (estado noético y esta- que el organismo "responde". En el caso
do emocional de la conciencia, estímulos de la nosogénesis, todos esos momentos
o agresiones de orden social, contenido son a la vez factores patogenéticos y fac-
y dinámica del subconsciente) y momen- tores patoplásticos, para decirlo con la
tos personales «sensu stricto» (idea de sí terminología de Birnbaum; pero esto no
mismo, vocación personal, proyectos y excluye que sea muy distinta la eficacia
esperanzas conscientes e inconscientes, modificativa de cada uno de ellos, y por
creencias vivas, sentimientos morales, tanto su conversión, bien aisladamente,
modo y grado personales y ocasionales bien en conexión con otro u otros, en
de la libertad). "vectores decisivos" del proceso de cam-
4. La mutua influencia entre todos y bio. Si desde la situación psicoorgánica
cada uno de esos momentos estructura- de estar sentado y leer paso yo a la de
les y dinámicos, de la cual es principal pasear viendo el paisaje, vector decisivo
manifestación la que recíprocamente de mi cambio será un acto de decisión
ejercen el estado del organismo sobre la voluntaria, sobre el cual de uno u otro
vida psíquica y el estado del psiquismo modo confluyen, facilitándolo, dificul-
sobre las funciones orgánicas, debe ser tándolo o modulándolo, los restantes
entendida como la cambiante expresión momentos estructurales de esa situación
-mejor: como la dinámica factual- con mía; y si desde la situación psicoorgáni-
que se realiza y muestra la unitaria reali- ca de estar sano accedo a la de sentirme
dad profunda de la persona. enfermo, y de ésta a la de padecer neu-
5. En tanto que ocasional realización monía, vector decisivo del cambio, bien
viviente y mundana de un organismo que influido en su acción concreta por
personal, y en cuanto que la tendencia todos los momentos integrantes de
hacia el futuro pertenece constitutiva- aquélla, será la ocasional conexión ope-
mente al modo de existir que llamamos rativa entre la toxina neumocócica y el
"vida", y con muy especiales peculiari- previo estado biológico del lóbulo pul-
dades a la "vida humana" (13), cada si- monar afecto.
tuación psicoorgánica de ésta tiende ha-
cia otra subsiguiente y de un modo u
otro la determina; proceso que presenta 6. EL VECTOR NOSOGENETICO
Y LA ESPECIFICACION
al observador un carácter responsivo
(cada situación viene a ser la respuesta La producción de una enfermedad
del organismo personal a la situación aguda, según esta concepción de la noso-
precedente), y en el cual es posible dis- génesis, debe explicarse como el tránsito
Teoría 289

de una situación psicoorgánica hígida a múltiple parecido existente entre cierto


una situación psicoorgánica morbosa, en número de individuos enfermos: pareci-
el cual, por la índole de su vector decisi- do en el cuadro clínico ("especies mor-
vo -la conexión operativa entre un agen- bosas" sydenhamianas, siempre desgaja-
te externo fuertemente agresivo, tanto bles en otras, si se descubre que el mis-
por su peculiaridad física y química mo cuadro clínico puede ser producido
como por su cantidad, y el ocasional es- por agentes entre sí diferentes: paratifus
tado reactivo, así general como local, del A y paratifus B, neumonía neumocócica
organismo agredido-, es rápida y violen- y neumonía bacilar, etc.); parecido en la
ta la constitución del correspondiente lesión anatómica ("especies morbosas"
estado de enfermedad. Vector decisivo, anatomopatológicas o anatomoclínicas,
no vector único; lo cual vale tanto como no menos susceptibles de desgajamiento
afirmar que todos los restantes momen- en otras, cuando agentes o factores etio-
tos .estructurales de la situación psico- lógicos distintos entre sí dan lugar a una
orgánica determinante, sean orgánicos, misma lesión: hemorragias cerebrales de
psíquicos o personales sensu stricto, con- la cápsula interna con o sin previo aneu-
tribuirán a la producción y a la configu- risma en la arteria desgarrada); identi-
ración de la enfermedad de que se trate. dad específica, en fin, del agente causal
¿cómo? ¿En qué medida? ("especies morbosas" etiopatológicas; en
Para responder a estas interrogacio- alguna de las cuales, si el clasificador es
nes, es preciso hacer explícito algo que consecuente a ultranza con el criterio
la descripción precedente lleva implíci- microbiológico, podría incluir cuadros
tamente en su seno: que el paso del ori- tan dispares como la tuberculosis pul-
ginario e indiferenciado sentimiento de monar, la meningitis tuberculosa y la pe-
enfermedad al subsiguiente y ya consti- ritonitis fímica). A todo lo cual hay que
tuido estado de enfermedad -la conver- unir las frecuentes confusiones entre
sión de la neurosis en biosis, en térmi- "especies morbosas" y "síndromes" (en-
nos weizsackerianos- no es, contra lo fermedad de Basedow), la consideración
que suele pensarse, un acelerado proce- de meros hábitos morbosos como tales
so biológico de especificación de la en- "especies" (toxicomanías en que el pa-
fermedad, sino la rápida constitución de ciente recurre a las más distintas dro-
ésta como lo que realmente es, una afec- gas), las entidades nosográficas provisio-
ción morbosa humanamente individuali- nalmente denominadas con el nombre
zada, y por tanto personalizada. Con de su primer descriptor (proteinuria de
otras palabras: la enfermedad que el mé- Tamm-Horsfall) y tantos rótulos diag-
dico ve y ha de diagnosticar no es la in- nósticos más, sólo faute de mieux em-
dividualización de una determinada es- pleados por el clínico (distonía neurove-
pecie morbosa, de la que sin mayor re- getativa, artrosis, alergia). Debe afirmar-
flexión se habla como si tuviera entidad se, en consecuencia: que la especie mor-
real, sino el resultado de realizarse indi- bosa no tiene existencia real, porque no
vidualizada y personalizadamente el rá- pasa de ser -como ya denunció Richard
pido tránsito de una situación psicoorgá- Koch- una convención rutinaria y opera-
nica en que el paciente estaba sano a cional en la práctica clínica y en la des-
otra en que real y verdaderamente está cripción libresca de los modos de enfer-
enfermo; situación esta última que sin mar; que el acto de establecer una espe-
dejar de ser estrictamente individual y cie morbosa tiene un carácter meramen-
personal, y considerada desde muy dis- te pragmático y ocasional, porque de-
tintos puntos de vista -el aspecto del pende de la orientación mental y del
cuadro clínico, la índole del agente ex- grado del saber del clínico, en definitiva
terno, la localización anatómica del de- de su situación histórica; que es física-
sorden orgánico- puede asemejarse a mente imposible establecer una taxono-
otras, tan individuales y personales. mía clínica a la vez sistemática y científi-
como ella. En suma: las llamadas "espe- ca, aunque los microbios patógenos pue-
cies morbosas" o "entidades nosográfi- dan clasificarse según auténticas espe-
cas" no son otra cosa que modos del cies naturales, y aunque por extensión
20
290 El diagnóstico médico

analógica nos obstinemos en llamar "es- ma anormal, respecto de la "normali-


pecies" a las semejanzas entre ciertos dad" de la especie morbosa en cuestión
cuadros clínicos o ciertas lesiones orgá- (infartos de miocardio con dolor abdo-
nicas; que cuando se trata de semejanzas minal) y por la ausencia de alguno de los
bien delimitadas, y en aras de una mejor que en la especie morbosa sean habitua-
comunicación clínica, pueden y deben les (tifus abdominal apirético). La pecu-
seguir usándose, como si fuesen tales liaridad biológica del individuo enfermo
"especies morbosas", los nombres de -edad, sexo, raza, biotipo, estado de sa-
tantas y tantas entidades nosográficas lud previo, etc.- y la índole del agente
tradicionales -estenosis mitral, fiebre ti- causal darían lugar a esta realización
foidea, diabetes sacarina-, aunque sin ol- individualizada de la entidad morbosa
vidar nunca las fundamentales reservas en que el diagnóstico tiene su clave.
críticas antes consignadas y teniendo No es esto lo que en realidad aconte-
siempre muy en cuenta que la actual si- ce. En virtud de lo que ella realmente es,
tuación del conocimiento clínico -"clus- ocasional estado de un organismo perso-
terización" al modo de Feinstein, tipifi- nal, de una persona, la total situación
cación del saber patológico según orien- psicoorgánica que da fundamento al es-
taciones taxonómicas procedentes de la tado de enfermedad es ab initio indivi-
patología molecular, aplicación de la ela- dual y personal; e igualmente personales
boración electrónica de datos a la taxo- e individuales son, tanto la realidad su-
nomía médica- puede conducir a la bordinada de los diversos momentos
creación de un sistema nosotáxico muy que integran su estructura, como el
diferente del tradicional y mejor ajusta- modo y la intensidad con que tales mo-
do que él a la experiencia clínica. mentos estructurales contribuyen a la
configuración del cuadro clínico. ¿cómo
sucede esto? ¿cómo la consecuencia li-
7. LA PERSONALIZACION Y SU CARACTER neal, la prolepsis biológica y la prolepsis
PRIMORDIAL
personal -a la vez consciente e incons-
La enfermedad es constitutivamente ciente- se funden entre sí en el paso de
y ab initio un desorden psicoorgánico la situación psicoorgánica hígida a la
morboso individualizado y personaliza- situación psicoorgánica morbosa? Con
do; sólo consecutivamente, y sólo con las otras palabras: la enfermedad aguda,
cautelas que acabo de indicar, podrá luego será examinado el problema de la
adscribirse el caso a una o a varias enti- enfermedad crónica, ¿es individual y
dades nosográficas. El proolema del clí- personal no sólo por mostrar las diferen-
nico no consiste, pues,' en descubrir y cias individuales en el cuadro clínico an-
describir cómo se individualiza y perso- tes señaladas, mas también, y ante todo,
naliza en el paciente el hecho de pade- por poseer un determinado sentido en la
cer "tal" especie morbosa, sino en enten- vida personal de quien la hace y padece?
der lo que en sí misma es la originaria ¿puede y debe darse una respuesta en
individualización personalizadora del términos también personales y no en tér-
proceso observado y en conocerla diag- minos sólo orgánicos a las interroga-
nósticamente. ciones "¿por qué precisamente ahora?"
No será inoportuno recordar lo que (momento de aparecer la enfermedad en
el "diagnóstico individual" era -y con la biografía del enfermo), "¿por qué pre-
frecuencia es- en la clínica que vengo cisamente aquí?" (localización orgánica
llamando tradicional. El modo de enfer- de la dolencia) y "¿por qué precisamente
mar, primariamente específico, quedaría así?" (el modo del cuadro clínico)?
individualizado por la cuantía de los sín- Frente a estas preguntas, dos actitu-
tomas y signos (fiebre más o menos in- des y dos respuestas cabe señalar:
tensa, glucemia más o menos alta; en de-
finitiva, gravedad mayor o menor), por
a. La actitud tradicional
las individuales peculiaridades de la pa-
tocronia (curso morboso más rápido o La actitud y la respuesta de la patolo-
más lento), por la presencia de un sínto- gía tradicional, regida por los presupues-
Teoría 291

tos de la concepc10n científico-natural psiconeurótico pueda súbitamente desa-


del mundo; actitud y respuesta que pue- parecer porque en el curso del trata-
den ser expresadas así: salvo excepcio- miento ese cuadro se ha convertido en
nes -por ejemplo, una intoxicación deli- angina tonsilar, y la existencia de una se-
berada-, las enfermedades agudas sur- creta, pero real conexión entre la pecu-
gen por azar, y su génesis y su configura- liaridad de la función fisiológica de cada
ción, que no pueden ser "comprendi- uno de los diversos sistemas y aparatos
das", en el sentido técnico de esta pala- y la unidad consciente-subconsciente de
bra, deben ser "explicadas" conforme a la vida personal (Pathosophie, 1956), per-
lo que en aquel momento enseñe la cien- mitirían dar cuenta de ese envolvente y
cia natural del organismo; por tanto, se- orientador sentido que otorga su más
gún una biología humana sólo fundada genuino sello humano al proceso morbo-
en la visión física y química de la mate- so. La medicina antropológica de Weiz-
ria viva y sus actividades. sacker da una nueva y mucho más am-
plia versión a la "sabiduría del cuerpo"
h. La actitud antropológica de que habló el fisiólogo Cannon. Con su
no-verdad y con su sentido biográfico,
La actitud y la respuesta de la medici- con su antilógica, la enfermedad sería
na antropológica de Weizsacker y sus se- -transfiriendo a la realidad somática la
guidores. Las explicaciones de la patolo- astucia que en la famosa expresión de
gía científico-natural, se nos dice ahora, Hegel es atribuida a la razón- una pecu-
en modo alguno son falsas. Lo que los liar manifestación de la oculta List des
bacteriólogos y los anatomopatólogos Leibes o "astucia del cuerpo" que el or-
ven en la génesis de la angina tonsilar, ganismo posee, perceptible cuando a
por ejemplo, son innegables hechos ob- éste no se le ve sólo desde el punto de
jetivos. Pero esa realidad factual y objeti- vista de la anatomía y la fisiología, mas
va cobra plena realidad humana y noso- también desde el punto de vista de la
lógica cuando se la ve envuelta y orien- vida del sujeto a que pertenece.
tada por el oculto sentido -cognoscible
mediante el "concebir", actividad men-
8. LA CRITICA DE SIEBECK
tal entendida como superación del "ex-
plicar" y el "comprender"- que el even- Queriendo ver y viendo de hecho al
to de la enfermedad posee en la vida de enfermo como un organismo personal
quien la hace y padece. Toda enferme- morbosamente alterado, ¿es posible una
dad tiene un sentido, aunque a veces sea actitud interpretativa menos radical que
muy difícil e incluso técnicamente impo- la de Weizsacker, sin duda menos bri-
sible ponerlo en evidencia. En lo tocante llante, pero acaso más atenida a lo que
al comienzo, al "cuando" de la enferme- para el médico y para el antropólogo es
dad, su sentido queda revelado por la realmente la enfermedad humana? Li-
frecuencia de la conexión entre ese co- ceat experiri.
mienzo y la existencia de graves crisis en Refiriéndose tácitamente a la medici-
la biografía del enfermo: de ello habría na antropológica de su amigo Weizsac-
sido brillante e incitador ejemplo la tan ker, escribió Siebeck en las páginas fina-
mencionada serie de "anginas psicoso- les de su Medizin in Bewegung: "Proce-
máticas" que Weizsacker describió en sos corporales, actitudes y actividades
Studien zur Pathogenese (1935). En lo re- inadecuadas, trastornos en la vida psí-
lativo a su configuración -el "donde" y quica y somática son interpretados
el "así" del cuadro clínico-, la "valencia como símbolos de un desorden en la eco-
específica de los órganos", esto es, la sig- nomía del instinto; búscanse en las alte-
nificación consciente e inconsciente que raciones de la vida instintiva las raíces
en la vida del enfermo pueda tener algu- invisibles de enfermedades orgánicas
no de ellos, el "principio de la equivalen- y de psicosis endógenas; la historia clíni-
cia" entre la expresión somática y la ex- ca es entendida en íntima coherencia con
presión psíquica de un mismo conflicto la biografía. Conozco muchos, muy serios
vital, es decir, el hecho de que un cuadro y muy valiosos esfuerzos en esa
292 El diagnóstico médico

dirección, y el principio de la tendencia a. Sentido "post factum"


es, no hay duda, especialmente impor-
Consideradas post factum, es decir,
tante para mejorar nuestros conocimien-
como consecuencia de estar padeciéndo-
tos e intuiciones y para orientar nues-
las, y cualquiera que sea su índole, mu-
tras ideas acerca de la vida sana y
chas dolencias adquieren sentido, cons-
enfeym_a. Pero icuánto en ello parece ser ciente e inconsciente a la vez, para la
fantast1co, enmarañado y confuso! Debo persona que las padece. Un examen his-
confesar que mi actitud respecto de esta tórico y sistemático de las actitudes del
labor es ambivalente. Encuentro muy in- ho!11bre ante el enfermar permite distin-
teresantes muchas cosas, pero muchas gmr en esa atribución de sentido cuatro
las creo insuficientemente fundadas· con actitudes cardinales: el castigo (la enfer-
frecuencia echo de menos la autocrítica. medad hace expiar al enfermo una culpa
Comprendo muy bien que tales conexio- suya), el reto (la enfermedad desafía al
nes pueden ser señaladas en el curso vi- poder del hombre, y éste responde lu-
tal de un individuo. Pero, ¿hasta qué chando con ella), la prueba (la aflicción
punto son ellas las realmente esenciales? qu trae la enfermedad pone a prueba la
¿cuántas, acaso más importantes han calidad moral de quien la sufre; soportar
sido inadvertidas o descartadas/ ¿En esa aflicción dignamente concede méri-
qué medida la experiencia obtenida con to) y el recurso (la vivencia primaria a
un solo hombre enfermo -los así estu- que antes di este nombre es germen de
diados suelen ser, sí, muy interesantes una conducta mediante la cual, más
nada cotidianos, pero siempre más o me consciente o más inconscientemente, y
nos neuróticos- puede ser referida a según la máxima popular "No hay mal
otros hombres, tal vez menos interesan- que por bien no venga", el enfermo utili-
tes, más sencillos, yo diría que hasta más za la enfermedad en su provecho). Hay
n_ tura es, y tilizada para su compren- no pocos casos, en cambio, en los cuales
s10n? <'..En que medida existen efectivas sólo un azar infortunado e incomprensi-
conexiones específicas entre el síntoma ble puede ver el paciente en la dolencia
y la presunta raíz que se le ha descubier- que sin saber cómo ha sobrevenido en
to? ¿En qué medida pueden ser indica- su vida, y con larvada o patente deses-
das conexiones típicas, sin esfumarlas en peración se pregunta en su intimidad:
conceptos generales demasiado amplios, "¿pº: qué estoy enfermo, por qué soy
y a la postre casi inanes? ¿Hasta qué precisamente yo el hombre a quien aho-
punto se atiene el investigador a esas ra ha tocado enfermar?" Desde Job en el
peculiares conexiones psicológicas? ¿No Israel del Viejo Testamento y el Filocte-
busca, acaso, los enfermos más adecua- tes, d Sófoclt::s en la Grecia clásica -aty-
dos a su empeño? Pienso que todas estas khia, mfortumo azaroso, llama Gorgias a
interrogaciones no deben ser excluidas la enfermedad en su Encomio de Hele-
con ligereza" (14). Hasta aquí las pala- na-, hasta el Camus de La peste, a través
bras del gran clínico heidelbergense. de l s más diversas mentalidades y si-
tuac10nes, por tanto, así ha sido vívida e
9. EL SENTIDO DE LA ENFERMEDAD intrepretada la experiencia de la enfer-
medad (15).
En buena medida comparto la actitud
con la exigencia de Siebeck; pero sus
ponderados reparos críticos sólo podrán b. Sentido "ante factum"
lograr verdadera eficacia cuando se les
convierta en respuestas positivas. Para Consideradas ante factum, esto es, res-
dar término al problema que ahora nos pecto de la vida anterior al hecho de pa-
ocupa, el diagnóstico de la enfermedad decerlas y desde el punto de vista de su
aguda, expondré sumariamente la mía. aparición en la existencia del paciente,
He aquí varios de sus puntos principa- h'.1y enfermedades agudas que conve-
les, en espera de lo que sobre la enfer- mentemente exploradas dejan ver en su
medad crónica en el apartado próximo génesis, como las "anginas psicosomáti-
se dirá: cas" de Weizsacker, cierto sentido pro-
Teoría 293

fundo, entre consciente y subconsciente, morbi, el fondo invenciblemente miste-


de carácter biográfico y personal. ¿cuán- rioso de que siempre emerge el azar de
tas? Sólo una interpretación fehaciente y caer enfermo, especialmente cuando la
una experiencia suficientemente amplia enfermedad es aguda, cuando sobrevie-
y correctamente cuantificada podrán ne súbita, inesperada e inesperablemen-
dar la respuesta. Pero junto a ellas hay te en la vida de quien va a padecerla.
también otras en las cuales, por deteni- Siempre: unas veces, de manera por
da que sea la anamnesis, sólo un carác- completo incomprensible; otras, paliada
ter invenciblemente azaroso, por tanto esa radical incomprension -la última,
radicalmente incomprensible -aunque, metafísica misteriosidad del enfermar-
supuesta su aparición, quepa explicar por la comprensión de cierto sentido
somatológicamente el mecanismo de su consciente-inconsciente en el hecho de
génesis y comprender psicológicamente su aparición y su génesis. Así acontece
el sentido de algunas de sus vicisitudes-, en los modos de enfermar que llamamos
será posible atribuir a su existencia. Dijo "neuróticos". Pero incluso en estos ca-
el matemático Borel que la palabra sos, de modo tal vez sordo e inexpreso,
"azar" no es sino un nombre que los es seguro que en el seno del alma neuró-
hombres damos a nuestra ignorancia. tica surgirá una interrogación semejante
Cierto. Pero la ignorancia a que llama- a ésta: "Aunque mi enfermedad tenga en
mos azar, que en ocasiones podrá ser mi vida y para mí un sentido positivo,
parcialmente vencible a favor de la in- ¿por qué tiene que ser el sufrimiento de
vestigación estadística o mediante la in- estar enfermo la vía a través de la cual
troducción de puntos de vista nuevos en ha podido ser resuelto -mal resuelto- el
el análisis del fenómeno azaroso, es en trane;e vital a que da respuesta mi enfer-
otras radicalmente invencible, aquellas mar?" Antropológica y nosológicamente,
en que la aparición del evento morboso en toda la enfermedad, hasta en aquellas
tiene un fondo al que sólo los adjetivos en que el explicar, el comprender y el
"enigmático" o "misterioso" pueden concebir del médico permiten descubrir
convenir. Más allá de las explicaciones la existencia de un sentido biográfico
factuales o "de mecanismo causal" que positivo, hay un fondo a cuya realidad,
en cada caso puedan darse, ¿por qué cualquiera que sea nuestra visión del
este hombre y no otro quedó herido en mundo, tan sólo podemos dar este nom-
tal accidente ferroviario, por qué caye- bre: "misterio".
ron enfermos y murieron los niños de La En suma: no desconociendo que en la
peste de Camus? ¿por qué ese accidente génesis y en la configuración de las en-
ferroviario y esas muertes epidémicas fermedades orgánicas agudas actúan
acaecieron en tal momento de la vida de siempre todos los momentos que inte-
los sujetos afectados y no en otro? Den- gran la situación psicoorgánica determi-
tro de esas vidas personales, ituvo algún nante, así los estrictamente orgánicos
sentido, consciente o inconsciente, que como los psíquicos y los personales,
fuesen precisamente ellas las dañadas debe reconocerse que en la mayor parte
por el accidente nosógeno, y que enton- de ellas la conjunción entre el agente
ces las vulnerase éste? Como no sea tras- nosógeno externo, germen microbiano o
cendiendo nuestra interpretación a un sustancia tóxica, y el ocasional estado
orden de la realidad ajeno a la ciencia biológico del organismo entero y del ór-
natural y a la psicología -la creencia reli- gano agredido, es la instancia que cons-
giosa en el "orden providencial" de lo tituye el vector decisivo en la génesis
que sucede en el mundo-, no parece po- de la situación psicoorgánica determina-
sible una respuesta formalmente "com- da y ya formalmente morbosa. Los res-
prensiva" a esas interrogaciones. tantes momentos estructurales de aque-
Ampliando al dolor humano la famosa lla situación -biológico-constitucionales,
expresión de San Pablo acerca del mal, psíquicos y personales sensu stricto- sólo
mysterium iniquitatis, hablé hace años un leve papel secundario desempeñan
del mysterium doloris; y manifestación ahora en el desencadenamiento y en la
particular de éste sería el mysterium modulación clínica del estado de enfer-
294 El diagnóstico médico

medad. Y más allá de los mecanismos los momentos psíquicos y personales de


que puedan aducirse para explicar la la situación psicoorgánica determinante
constitución y la eficacia de ese vector del estado de enfermedad; y, por otra
decisivo, el enfermo y el médico se ve- parte, si no procurase personalizar, en la
rán obligados a dar el equívoco e insatis- forma que más adelante veremos, sus
factorio nombre de "azar" a la sinrazón distintas maniobras exploratorias; y, en
de que haya enfermado precisamente fin, si en la elección y en la práctica del
aquella persona y de que la enfermedad tratamiento no quiere limitarse a la apli-
haya surgido precisamente en el mo- cación rutinaria de lo que a tal respecto
mento en que surgió. GAcaso el azar, el prescriban los formularios terapéuticos
incomprensible y gratuito azar, no es un al uso. El hecho de que en la génesis de
ingrediente esencial en la concreta reali- la enfermedad se vea sólo "azar" y no
dad del curso de la historia, aunque el "sentido", porque así lo impone la condi-
historiador --cristiana, hegeliana, comtia- ción no significativa del caso, no debe
na o marxianamente- atribuya un deter- privar de su carácter individualizador y
minado sentido a su conjunto? ¿y acaso personalizador al objeto material del
el curso de la vida de cada hombre no diagnóstico, cuando el clínico quiere y
es, como enseñó Dilthey, el resultado de sabe ver en la realidad del enfermo un
entretejerse el azar, el destino y el carác- organismo personal.
ter? Consecuentemente, el objeto formal
del diagnóstico no puede ser la enuncia-
ción del nombre de una presunta espe-
10. RECAPITULACION
cie morbosa, ni el resultado de añadir
Volvamos a nuestro punto de partida, hábilmente a ese nombre datos relativos
y preguntémonos por lo que el médico a la subjetualidad substante del enfer-
reflexivo debe diagnosticar ante una en- mo, con objeto de individualizar de al-
fermedad aguda, de especificidad paten- gún modo la condición específica de tal
te y de fácil y segura curación. enunciación; debe ser, asumiendo en él,
Objeto material de su diagnóstico por supuesto, las nociones tipificadoras
será, por supuesto, el estado de enferme- que sean necesarias, un conciso relato
dad del organismo personal que ante sí técnico del breve drama psicoorgánico y
tiene; más precisamente, la situación psi- personal que la enfermedad de que se
coorgánica de ese organismo personal trate es en el decurso vital del enfermo
enfermo. El carácter patente de la afec- que la padece, y en parte la hace. Aun-
ción a que atiende le permitirá dar a que, como ahora sucede, este mínimo
ésta el nombre con que en los manuales drama no pase de ser un paréntesis bio-
al uso se la designa; y pragmáticamente gráfico pronto olvidado, tras la recon-
atenido a él -en cuanto que convención quista de la salud. Al estudiar de frente
clínicamente útil, y con las reservas an- los problemas que plantea la enuncia-
tes apuntadas respecto a la condición de ción del juicio diagnóstico, de nuevo
"especie morbosa" de la cosa con él aparecerá el tema.
nombrada-, procederá a sentar la indica-
ción terapéutica y a ponerla en práctica.
GQuiere todo esto decir que ese médi- 111. LA ENFERMEDAD CRONICA
co no individualizará y personalizará
su diagnóstico; que, por tanto, no verá Examinemos ahora el problema epis-
como organismo personal a su paciente? temológico del juicio diagnóstico cuan-
En modo alguno. Porque el diagnóstico do es crónica la enfermedad a que éste
no sería completo, y no ganarían acaba- se refiere. De acuerdo con el criterio an-
miento la indicación terapéutica y su tes propuesto, consideraremos "enfer-
ejecución, si ese médico, mediante una medad crónica" a la que por su dura-
rápida, pero bien orientada anamnesis, ción, y cualquiera que sea la causa de
no descubriese y evaluase el papel mo- ésta -torpidez de una infección, carácter
dulador que en la génesis y en la confi- degenerativo del desorden, etc.-, necesa-
guración del cuadro clínico han tenido riamente se incorpora al vivir habitual
Teoría 295

de quien la padece, hasta hacerse uno de dido el diagnóstico de una enfermedad


sus componentes ineludibles; con lo cual crónica preponderantemente orgánica.
el enfermo se ve obligado a contar con
ella en la tarea de proyectar y hacer su
l. TRES NOTAS DESCRIPTIVAS
vida propia. Frente a la enfermedad
como paréntesis fugaz en la biografía, He aquí un sujeto afecto de arterioes-
surge así la enfermedad como hábito clerosis, otro de gota y otro de insufi-
biográfico duradero. ciencia del corazón derecho. En tanto
No puede ser tajante, claro está, la dis- que enfermos crónicos, ¿qué tienen to-
tinción clínica y patológica entre la agu- dos ellos de común? Mirados con un
deza y la cronicidad de las enfermeda- propósito puramente descriptivo, pienso
des. ¿Dónde acaba aquélla y dónde co- que a todos convienen las tres siguientes
mienza ésta? En muchos casos no dejará notas:
de ser arbitrario o convencional el acto
de decidirlo. Con todo, la nota que aca- 1. El comienzo insidioso del desor-
bo de señalar -el tener que contar con la den. Aunque, como en ocasiones sucede,
enfermedad para hacer la propia vida, la enfermedad crónica sea el resultado
en las más habituales actividades de de cronificarse una previa enfermedad
ésta: trabajo, vida social y familiar- ofre- aguda, sólo paulatinamente se establece
cerá siempre un aceptable criterio prag- tal cronificación. Si se admite la ordena-
mático para establecer la distinción. ción weizsackeriana del curso del estado
Desde los dos puntos de vista que en de enfermedad, la enfermedad crónica
primer término rigen el conocimiento deberá ser entendida como un proceso
médico, el clínico y el patológico, las en- en el cual la expresión inicialmente neu-
fermedades crónicas pueden ser prepon- rótica de la enfermedad se mezcla y con-
derantemente orgánicas o preponderan- funde durante bastante tiempo con su
temente neuróticas. Si, como me parece expresión biótica -de escasa intensidad
deseable, consideramos "neurótico" todo ahora-, y a continuación con algún com-
cuanto en el contenido y en la evolu- ponente esclerótico o cicatriza!. Neuro-
ción de un cuadro clínico, aun cuando sis, biosis y esclerosis se combinan uni-
ese todo no pase de ser la intensificación tariamente en el cuadro clínico de las
o la modulación de un síntoma, depende enfermedades crónicas, cuando éstas lle-
en primer término de lo que más formal- gan a la plenitud de su manifestación.
mente es psíquico, personal y biográfico Piénsese, a título de ejemplo, en un asma
en la estructura del individuo humano, bronquial en período enfisematoso.
habremos de concluir que todas las en- 2. La ya mencionada necesidad de
fermedades, pero muy especialmente las contar con la enfermedad y sus conse-
crónicas, son a la vez orgánicas y neuró- cuencias en la tarea de proyectar e ir ha-
ticas. Ahora bien: en algunas, como la ar- ciendo la propia vida. El enfermo agudo
terioesclerosis o la gota, el momento or- se halla dispensado de sus deberes so-
gánico domina ampliamente en la deter- ciales, y durante unos días vive exento y
minación del cuadro clínico, al paso que segregado de ellos. El enfermo crónico,
en otras, como una depresión psicógena por el contrario, se ve obligado a cum-
o una neurosis obsesiva, es el momento plir, aunque sea parcial y deficientemen-
psíquico el que con mucho prevalece. te, ese conjunto de deberes. Nada más
Aquéllas son, pues, preponderantemente frecuente que el cardiaco que por un
orgánicas; éstas, preponderantemente momento debe interrumpir su trabajo
neuróticas. Sólo del diagnóstico de las para ingerir un preparado digitálico. Ni
primeras se hablará en este capítulo; el siquiera los que deben hacer una larga
de las segundas será estudiado en el ca- cura sanatorial, apenas será necesario
pítulo subsiguiente. recordar los personajes de La montaña
Veamos cómo desde el punto de vista mágica, llegan al aislamiento social en
en que metódicamente nos hemos situa- que vive el enfermo agudo.
do, la consideración del enfermo como 3. El hecho de tener que contar con
un organismo personal, debe ser enten- la dolencia que se padece en la ejecu-
296 El diagnóstico médico

Cion de la vida propia -y con él, claro <liante el ejercicio de mi libre capacidad
está, la habitualidad del sentirse enfer- de crear, desde mí mismo, bien como
mo- da lugar a una singular penetración obra objetiva, bien como hábito, yo haya
del sentimiento de enfermedad en el re- personalmente realizado. Ambos modos
cinto subjetivo de la existencia. Desde de la "meidad", si se me admite la pala-
un punto de vista a la vez fenomenológi- bra, son parte integral de la estructura
co y psicológico, aquello que pertenece a de la enfermedad crónica y deberán ser
mi realidad propia, a mi conciencia de tenidos en cuenta en su diagnóstico, si
ella y a mi relación inconsciente con se quiere que éste sea algo más que un
ella, puede ser unitariamente concebido epígrafe rutinario (16).
y nombrado: así lo hizo Husserl con la
expresión das Mir-Eigene, "lo para-mí-
2. CONSTITUCION DE LA ENFERMEDAD
propio", a la cual se opone directamente
CRONICA
das Mir-Fremde, "lo para-mí-ajeno". Pero
a mi juicio, y como en más de una oca- De la mera descripción de la enferme-
sión he hecho notar, en la esfera feno- dad crónica, pasemos al estudio de su
menológica de "lo para-mí-propio" es constitución. Según las ideas nosogenéti-
preciso discernir dos elementos viven- cas anteriormente expuestas, ¿cómo se
cia! y realmente distintos entre sí: "lo en- halla realmente constituida una enfer-
mí", aquello que ineludiblemente for- ma medad crónica? Trataré de dar mi res-
parte de mi realidad propia, pero que puesta estudiando sucesivamente la de-
durante algún tiempo, acaso duran- te terminación del cuadro clínico y la pecu-
toda mi vida, yo no podré considerar real liaridad de la patocronia.
y verdaderamente "mío", un dolor de
muelas que de pronto haya venido a a. Determinación del cuadro clínico
perturbarme, y "lo mío", lo real y verda-
deramente "mío", aquello que a mi más Una situación psicoorgánica morbosa,
secreta y personal intimidad, unas veces integrada siempre por momentos orgá-
con agrado y otras con disgusto, siento nicos, psíquicos y personales sensu stric-
que me es necesario para seguir siendo to, y siempre consecutiva a la relación
"yo mismo": mi vocación, el color de mi del organismo personal con su pasado,
piel, mi joroba, si por azar la tengo y es con su mundo y con su actitud ante el
inoperable, y mis molestias lumbares, si futuro, ha sido nosogenéticamente de-
en mi columna lumbar sufro una dolen- terminada por una situación psicoorgá-
cia crónica. Las perspectivas que la téc- nica hígida, en la cual uno o varios de
nica actual ha abierto en la empresa de sus momentos constitutivos actúan con-
modificar la naturaleza individual y, más juntamente como vector decisivo del
inmediatamente todavía, la general con- cambio. ¿cómo acontece esto en el caso
vicción de que en la enfermedad huma- de la enfermedad crónica?
na nada hay incurable, han introducido Respecto de lo que acontece en la no-
algún cambio en la estructura de esa vi- sogénesis de la enfermedad aguda cabe
vencia de "lo mío". Si mi naturaleza pue- señalar dos diferencias principales, es-
de ser cualitativamente modificada, ¿a trechamente conexas entre sí: la ya men-
qué componentes de mi realidad podré cionada lentitud en la aparición formal
y deberé llamar "míos", en la acepción del estado de enfermedad y la mayor im-
más fuerte de esta palabra? Pero, por el portancia de los momentos psíquicos y
momento, la diferencia psicológica y fe- personales sensu stricto en la peculiar
nomenológica del sentido del "mi" en la constitución factual del vector nosoge-
expresión "mi dolor de muelas" y en la néticamente decisivo.
expresión "mi úlcera duodenal" sigue Hace ya muchos años hice notar la cu-
siendo notoria. riosa distinción que Sydenham estable-
"Lo mío" puede ser "mío" por asun- ció entre las enfermedades agudas, las
ción de lo que en mi vida me ha sobreve- cuales, dice, "casi siempre tienen como
nido o de lo que a mi persona haya sido autor a Dios", ut plurimum Deum habent
donado, y por creación de lo que, me- authorem, y las enfermedades crónicas,
Teoría 297

cuyos autores "somos nosotros mismos", Somos autores de ellas en la medida en


nos ipsos auctores esse (17). Dios: esto es, que lo somos de nuestras propias vidas.
la causa primera de lo que en la natura- Ahora bien: ¿cómo él hombre hace su
leza es fatum y casus, hado y acaso, nece- vida? Debemos a X. Zubiri una feliz des-
sidad y azar. Nosotros mismos: es decir, cripción de la estructura de ese "haci-
nuestras propias personas, en tanto que miento de sí mismo" en que -parcial-
libremente inventoras y ejecutoras de mente, desde luego, porque el hacer y el
nuestras propias vidas, y en la medida padecer, el agere y el pati, se mezclan en
en que de hecho lo hayamos sido. La tó- ella- la vida humana consiste. En su acti-
pica contraposición renacentista entre vidad vital, dice Zubiri, el hombre es a la
fortuna y virtu -que en el Julio César de vez agente, actor y autor de sí mismo. Es
Shakespeare alcanza una formulación el hombre agente de sí mismo, tanto
semejante a la sydenhamiana: Not in our consciente como inconscientemente, en
stars, dear Brutus, but in ourselves- está las distintas operaciones orgánicas y psí-
operando en esa notable concepción an- quicas -digestión, actividad sensorial,
tropocéntrica de la nosogénesis. A su pensamiento, movimiento voluntario,
manera, Sydenham supo advertir con etc.- con que se realiza su vida; operacio-
gran nitidez lo que menos teológica y nes cuya formalización psicoorgánica
más técnicamente acabo de decir: que son la "función" y la "acción": función de
en la génesis de las enfermedades cróni- respirar o de digerir, acción de correr,
cas, sean éstas la histeria o la podagra, de mirar, de comer, de pensar, etc. En
para no salir de su propia nosografía, los cuanto ejecutor de un papel en el mun-
momentos psíquicos y los momentos do social, de un rol, como dicen los so-
personales de la situación psicoorgánica ciólogos -con mayor propiedad: de los
tienen una importancia mucho mayor diversos papeles o roles que comple-
que en las enfermedades agudas. Junto a mentariamente integran su actividad so-
los factores bioquímicos, infecciosos o cial: abogado, padre de familia, ciudada-
no, al lado de los factores genéticos y no de tal país, miembro de un grupo re-
ambientales, el estado noético y el esta- ligioso o de un club-, el hombre es actor
do emocional de la conciencia que sean de sí mismo, ejecutante de las "gestio-
habituales en el paciente, las vicisitudes nes" o res gestae que convierten a su per-
de orden social que reiteradamente le sona en importante o mínimo personaje
afecten, el contenido y la dinámica del del gran teatro del mundo. El hombre,
subconsciente, la idea de sí mismo, los en fin, se hace a sí mismo inventando o
proyectos y las esperanzas, las creencias creando su propio papel -aparte su ge-
vivas, los sentimientos morales -que, nial talento y sus circunstancias familia-
como gráficamente dice Weizsiicker, ac- res, Velázquez fue pintor porque quiso
túan tanto en "la claridad de la concien- serlo, porque creativamente decidió ha-
cia" como en "la oscuridad de los proto- cerse pintor- e inventando o creando las
plasmas"-, el curso vital más o menos li- obras egregias o humildes en que al rea-
bremente elegido y seguido, todo ello lizarlo aparece su originalidad personal.
desempeña un papel nada desdeñable Es en tal caso autor de sí mismo, y lo es
en la estructura del vector nosogenético elevando sus acciones psicoorgánicas y
ahora decisivo; y la escasa y lenta capaci- sus gestiones sociales a la condición de
dad agresiva de éste, la débil reactividad "actos personales": el acto de pintar "Las
del organismo afecto y la peculiaridad Meninas", en Velázquez, el de inventar
biológica de los órganos o los tejidos en las ecuaciones que llevan su nombre, en
que la afección recae, dan razón de la in- Maxwell, el de idear una curva nueva
sidiosidad con que aparecen y de la pre- para la panza de la olla que está mode-
miosidad con que cursan las enfermeda- lando, en el más modesto de los alfare-
des crónicas. ros.
La aguda intuición de Sydenham -su El hombre, agente, actor y autor de sí
nos ipsos auctores esse- incita a conside- mismo. Pero teniendo en cuenta que la
rar más de cerca la nosogénesis y la an- realización factual de la vida humana es
tropología de las enfermedades crónicas. no sólo activa, mas también, y a la vez,
298 El diagnóstico médico

pasiva, no sólo actio o poíema, mas tam- vida individual de cada hombre; si se
bién, y a la vez, passio o páthéma, yo he quiere, de orientaciones en la operación
completado esos tres modos cardinales de vivir que mutuamente se imbrican y
de la autorrealización añadiendo a cada se suponen, y en cada una de las cuales,
uno el reverso de pasividad que específi- de modo a la vez consciente e incons-
camente le corresponde. Siendo agente ciente, el sujeto es preponderantemente
de sus funciones y acciones psicoorgáni- agente-paciente, actor-autoespectador y
cas, el hombre está siendo también pa• autor-autointérprete. A lo cual debe aña-
ciente de ellas, paciente de sí mismo: yo dirse que esa trina operación se realiza
digiero, y simultáneamente siento en mí de hecho en los tres ámbitas de la reali-
-como peculiar cenestesia o como parte dad a que constitutivamente pertenece
integrante de mi estado de ánimo- mi la existencia personal del hombre: la
propia digestión; yo pienso, y de uno u individualidad psicoorgánica, el mundo
otro modo vivo en mi alma mi acción de propio y la intimidad de la persona. Yo
pensar. A todo lo cual, conjuntamente vi- soy agente-paciente de mí mismo, actor-
vido o desgajado como reverso de distin- autoespectador y autor-autointérprete
tas acciones particulares, doy el nombre en mi viviente individualidad psicoorgá-
de autosentimiento. Por otra parte, no nica, en mi mundo y en el recinto de mi
sólo soy actor de mi vida; soy también, y intimidad; de tal modo, que mi vida psi-
a la vez, espectador de ella, veedor y juz- coorgánica es a la vez social (aspectos
gador -"Me complace lo que estoy ha- sociales de la digestión, la locomoción y
ciendo" o "Qué actuación tan triste es la el pensamiento) e íntima (apropiación
mía"- de los papeles que en los escena- personal del sentimiento de mi propia
rios de mi vivir social sucesivamente voy digestión, facilitación o perturbación de
desempeñando; soy, pues, espectador de la acción de digerir como consecuencia
mí mismo. Así, de la gestión es comple- de los cambiantes estados de mi intimi-
mento pasivo la autoexpectación. En la dad); y mi vida social es a la par psicoor-
serie de actos con que con buen éxito o gánica (sin la actividad de mi organismo
con fracaso notorio, nunca con éxito to- y de mi propia psique, yo no podría ac-
tal, voy creando mi vida, ¿cuál es el re· tuar en la sociedad de que soy parte) e
verso pasivo? ¿sólo la mera vivencia de íntima (auténtica creación o mera acep-
irlos realizando? A mi juicio, no. A la ac- tación de un papel, aceptación de él
tividad de crear se une siempre, bien apropiadora o renuente); y mi vida ínti-
que nunca de modo puramente pasivo, ma, a un tiempo psicoorgánica (hasta en
el reverso de la interpretación de lo mis actividades intelectuales y mis acti-
creado, el más o menos explícito adverti- tudes morales más recónditas están ope·
miento del sentido que para mi vida randa mi organismo y mi psique) y so-
-para mí- tienen mi actividad creadora cial (en cuanto que me decida a expresar
y la obra resultante de ella. A la vez que mi intimidad personal, socialización po·
autor, y en la medida en que lo sea -por- sitiva, o en cuanto que me resuelva a
que en todo momento estoy obligado a ocultarla, socialización negativa; porque
crearme y a crear aceptando lo que soy toda expresión es "expresión-hacia" y
y no puedo no ser, y no pasando de lo toda ocultación es "ocultación-ante").
que me sea posible-, soy, pues, intérprete Más allá de la individualidad psicoorgá-
de mí mismo. De la autocreación es así nica, de la actividad social y de la intimi-
esencial complemento la autointerpreta- dad se halla en fin -insondable, incomu-
ción, sean certeros o erróneos, lúcidos o nicable, misterioso- el fondo metafísico
confusos, hígidos o morbosos, el modo y de la persona.
el resultado de ella. Pues bien: aceptado este esquema, tra·
No se trata en todo ello de actividades ternos de entender la estructura y la di-
y pasividades separables entre sí, ni de námica del enfermar humano, cuando es
estratos superpuestos en la estructura crónica la enfermedad de que se trata.
de la personalidad; trátase de líneas y ¿cómo se constituye en ella la situación
campos de operación metódicamente psicoorgánica morbosa? Por lo pronto,
discernibles en la radical unidad de la en tanto en cuanto es distinta que en las
Teoría 299

enfermedades agudas -salvo aquellas en siempre demasiado sutil y demasiado


las cuales se muestre especialmente acu- compleja para entenderla mediante es-
sado el factor psicogenético, como las quemas, propondré uno, integrado por
anginas psicosomáticas de Weizsacker y los siguientes puntos:
muchos de los cuadros infecciosos ob-
servables en los ejércitos en derrota- la l. Momento orgánico del vector no-
respectiva importancia de los momentos sogenéticamente decisivo: factores bio-
orgánicos, psíquicos y personales sensu mecánicos, biofísicos y bioquímicos -gé-
stricto en la total estructura del vector nicos o ambientales, infecciosos o no- de
nosogenéticamente decisivo. En transi- la nosogénesis y del estado de enferme-
ción continua desde un extremo hasta el dad. Ante un caso de arterioesclerosis,
otro, cabe discernir, pues, hasta cuatro gota, colelitiasis o úlcera duodenal, el
distintos modos del enfermar: enferme- problema consistirá en discernir cómo
dades máximamente azarosas y máxima- en él cobra realidad cada uno de estos
mente orgánicas y biológicas, la mayor factores y cómo se integra con los res-
parte de las agudas, cualquiera que sea tantes, sean orgánicos, psíquicos o per-
su etiología; enfermedades en que el sonales, en la estructura del vector noso-
cuadro clínico es preponderantemente genético decisivo. La realidad del weiz-
orgánico y biológico, pero en cuya apari- sackeriano "principio de la puerta gira-
ción cabe descubrir ::i.lgún sentido, las toria" se hará más de una vez presente
agudas en que es acusada la importancia en esa operación.
de la psicogénesis; enfermedades cróni- 2. Momento biográfico -psíquico y
cas escasamente azarosas, en alguna me- social- de la nosogénesis. Elegida libre-
dida comprensibles, por tanto, y prepon- mente por él entre los caminos que su
derantemente orgánicas; enfermedades mundo le ofrece, creada originalmente,
crónicas, en fin, mínimamente azarosas, sin directa sujeción, por tanto, a las pau-
máximamente comprensibles o dotadas tas vigentes en ese mundo, o meramente
de sentido y máximamente personales y copiada y aceptada bajo la presión del
biográficas, las neurosis propiamente di- ambiente inmediato, la personalidad del
chas o enfermedades crónicas preponde- enfermo se ha ido constituyendo a lo lar-
rantemente neuróticas. Entre el tan in- go de un decurso vital -de una biogra- fía-
comprensible azar de la lesión traumáti- , del cual su propia enfermedad ha
ca consecutiva a un accidente ferrovia- llegado a ser parte integral. Un hombre
rio y el tan comprensible sentido de una es persona de hecho, persona in facien-
tempestad de movimientos de carácter do, siendo "él mismo" a través de varias
histérico, y sin mengua de lo que sea psí- "vidas sucesivas", unas de orden prepon-
quicamente comprensible en la ulterior derantemente psicoorgánico, las edades,
reacción morbosa del sujeto así trauma-
otras de carácter preponderantemente
tizado y de lo que sea último fondo mis-
social, las determinadas por cambios de
terioso, mysterium morbi, en la más tosca estado o de profesión, otras de índole
y simple de las crisis histéricas, todas las preponderantemente íntima, como las
posibilidades caben.
consecutivas a mutaciones de orden reli-
Volvamos ahora a la interrogación gioso o ideológico, y unificando desde
precedente: en las enfermedades cró- dentro, en cada etapa biográfica, la eje-
nicas preponderantemente orgamcas, cución de las distintas "vidas comple-
¿cuál es, en líneas generales, la estructu- mentarias", porque nadie es "hombre de
ra del vector nosogenéticamente decisi- una pieza", de que efectivamente sea ti-
vo? En la génesis de la enfermedad y en tular: abogado, escritor, profesor, políti-
la enfermedad ya constituida, ¿de qué co, hombre familiar, etc. Pues bien: libre-
modo el enfermo, en tanto que enfermo, mente elegidas o pasivamente acepta-
es agente-paciente, actor-autoespectador das, realizadas mediante mecanismos
y autor-autointérprete? Sin la pretensión más conscientes o más inconscientes, de
de dar una respuesta exhaustiva, al con- uno u otro modo relacionada5 con la vo-
trario, sabiendo muy bien que la reali- cación personal, si expresa o inexpresa-
dad de una persona, sana o enferma, es mente la vive el sujeto, y con la idea
300 El diagnóstico médico

que de sí mismo tenga, ¿qué conex10n talidad del sujeto -su conciencia, su in-
existe entre esas vidas sucesivas y com- consciente y su organismo- participa ac-
plementarias y la génesis y la configura- tiva, pasiva y reactivamente en la morali-
ción de la enfermedad de que se trate, y dad de sus actos. ¿Acaso es igual la di-
por tanto con los restantes momentos gestión con buena o con mala conciencia
integrantes del vector nosogenético? moral en la intimidad de la persona que
Algo dicen a este respecto los tratados digiere? Cabe pensar, pues, y así lo con-
de medicina interna, para una cabal inte- firma una experiencia clínica no adoce-
lección clínica y patológica del caso en nada y rutinaria, que un sentimiento de
cuestión; pero, de ordinario, no lo sufi- culpa prolongado puede ser, actuando
ciente. por vía a la vez consciente e inconscien-
3. Momento autocomprensivo de la te, momento integrante del vector deci-
dolencia. Recuérdese: el enfermo, en sivo en la nosogénesis de no pocas enfer-
cuanto tal enfermo, es a la vez agente- medades crónicas. La relación entre la
paciente, actor-autoespectador y autor- conducta habitual del sujeto y las creen-
autointérprete de sí mismo y de su en- cias éticas que en él sean real y verdade-
fermedad. La autocomprensión de la do- ramente vivas constituye la raíz secreta
lencia -el certero o erróneo adverti- de este momento moral de la enferme-
miento de lo que ésta significa en su dad, que el médico deberá poner en ade-
vida y para él- lleva consigo autovisión, cuada conexión diagnóstica con todos
percepción de uno mismo, y autointer- los restantes.
pretación, inferencia de sí mismo por 5. Momento crítico. La crisis, el trán-
uno mismo. En la sección subsiguiente sito brusco de una situación vital a otra
se estudiará cuál debe ser la conducta en el decurso de la biografía, pertenece
diagnóstica del médico ante la autovi- a la normalidad de ésta: crisis son, por
sión y la autointerpretación del enfermo. ejemplo, la pubertad y el climaterio.
Ahora me limitaré a consignar que am- Pero, intercalándose más o menos azaro-
bas operaciones psíquicas, muy especial- samente entre ellas, hay otras crisis bio-
mente la segunda, tienen como principa- gráficas, social o afectivamente motiva-
les puntos de referencia la idea de sí das, cuya relación con la génesis, la cons-
mismo, lo que el sujeto piensa que es, y titución, la modulación y la patocronia
la vocación personal, lo que el sujeto de las enfermedades crónicas es muy
piensa que debe hacer para ser "él mis- real y puede ser muy convincentemente
mo". ¿Qué conexión existe entre la géne- demostrada. La crisis, la vivencia de la
sis y la configuración de la enfermedad, crisis, no es un momento nosogenético
por una parte, y lo que consciente e in- que se una a los anteriores; es más bien
conscientemente sean para el enfermo la ocasión para que todos los que consti-
su idea de sí mismo y su vocación, por tuyen el vector nosogenéticamente deci-
otra? Y consecutivamente: ¿cómo el pa- sivo cobren eficacia especial y conjunta-
pel nosogenético y nosoplástico del mo- mente actúen. De ahí su importancia en
mento autocomprensivo de la dolencia la estructura y en la dinámica de las en-
entra en cooperación unitaria con los fermedades crónicas, sea más orgánica o
restantes momentos, orgánicos o no, de más neurótica su realidad (18).
la nosogénesis en aquel momento estu-
diada? Sin una respuesta suficiente a es- Otros momentos podrán ser descu-
tas interrogaciones, el médico no cono- biertos y descritos en la estructura del
cerá al enfermo de una manera diagnós- vector que decide la génesis y la configu-
tica y terapéuticamente satisfactoria. ración de una enfermedad crónica; son
4. Momento moral. Todo acto huma- estos cinco, sin embargo, los que me pa-
no es constitutivamente moral, sea bue- recen principales. Su descripción por se-
no o malo, inmoral, como suele decirse, parado supone la metódica disección de
el carácter de esa moralidad. Con otras algo que en la realidad del enfermo -en
palabras: la moralidad pertenece de un la paulatina constitución de la situación
modo constitutivo a la estructura de los psicoorgánica morbosa desde una previa
actos humanos; y en tal forma, que la to- situación psicoorgánica hígida- es real-
Teoría 301

mente unitario: ese complejo motivo, a remota y oculta, Anfang, se convierte en


un tiempo orgánico, psíquico, social e ín- comienzo claramente perceptible, Be-
timo, que vengo llamando vector noso- ginn) y adquiere peculiaridad cualitativa
genético decisivo. En consecuencia, a la y localización precisa (dolor o tensión en
inteligencia y al buen arte del médico tal y tal parte). Como en el caso de la en-
corresponderá en cada caso la tarea de fermedad aguda, no quiero afirmar con
unificar científicamente, merced a la ex- esto que la enfermedad crónica se reali-
plicación, la comprensión y la interpre- za como una especie morbosa a la que
tación, los disjecta membra que haya en- presta consecutiva individualidad la pe-
contrado en la unitaria realidad de la culiaridad orgánica y psíquica del pa-
persona enferma. Esta mostrará ser en- ciente. Desde su mismo origen, la enfer-
tonces lo que real y verdaderamente es: medad es una afección psicoorgánica ra-
un organismo personal morbosamente dicalmente individual y personal; y, por
alterado. otra parte, la especie morbosa es una no-
ción puramente convencional, cuya defi-
nición y cuyo nombre tantas veces de-
b. Patocronia de la enfermedad
penden del punto de vista del clínico
crónica
que los establece. Con estas salvedades,
La constitución real del estado de en- no parece ilícito hablar de una paulatina
fermedad -la estructura psicoorgánica especificación de la enfermedad crónica;
del organismo personal que subyace a la la cual, contra el modo habitual de pen-
apariencia del cuadro clínico- no puede sar, no consiste en la constitución de
ser conocida sin tener en cuenta la pato- una especie morbosa dotada de entidad
cronia del proceso morboso; acabamos objetiva y propia, sino en la intensifica-
de verlo. Pero acaso convenga mostrar ción, la cualificación y la localización del
esquemáticamente cómo se configura el trastorno. El clínico no ve un caso de
curso temporal de una enfermedad cró- "gota", de "arterioesclerosis" o de "úlce-
nica. Tal como yo lo veo, tres etapas pue- ra duodenal", ve un "gotoso", un "arte-
den ser distinguidas en él: rioesclerótico" "úlceroso del duodeno",
del que por comodidad, y porque la
1. Aparición. En el paulatino, lento ciencia exige o parece exigir denomina-
proceso de constitución de la enferme- ciones objetivas y abstractas, habla con
dad crónica, ¿existe una etapa inicial -la sus colegas o en sus informes técnicos
primera en la pauta ternaria de Weizsa- de acuerdo con las pautas onomásticas
cker: neurosis, biosis y esclerosis-, en la que enseñan los tratados al uso.
que una rápida y total regresión del tras- 3. Inserción en la biografía. La enfer-
torno sea biológicamente posible, y el medad se prolonga en el tiempo, y el en-
sentimiento de estar enfermo no haya fermo se ve obligado a vivir habitual-
adquirido todavía intensidad subjetiva- mente como gotoso, como arterioescle-
mente notoria y cualificación clínica- rótico o como ulceroso del duodeno; por
mente especificada? Sin duda; y en vir- tanto, a hablar de "mi gota", "mi arte-
tud del carácter insidioso de las enfer- rioesclerosis" o "mi úlcera duodenal"
medades crónicas, durante un dilatado como de partes integrales de su vida co-
lapso temporal. Por lo menos, en los ca- tidiana. La patocronia de la enfermedad
sos en que la enfermedad crónica se en cuestión se trueca así en patobiogra-
constituya d'emblée, como dicen los fran- fía, porque ni la descripción técnica de
ceses, y no resulte de la cronificación in- la enfermedad puede prescindir del rela-
mediata de una previa enfermedad agu- to biográfico, ni éste de aquélla. A través
da; por ejemplo, una lesión valvular del de crisis vitales, que con frecuencia son
corazón, inmediatamente consecutiva a a la vez crisis patográficas, y de remisio-
una artritis reumática aguda. nes más o menos próximas a la curación
2. Especificación. Desde un punto de clínica, la enfermedad va cobrando su
vista a la vez clínico y patológico, la do- genuina forma personal; y el médico que
lencia se especifica: empieza a ser for- en verdad quiera conocerla técnicamen-
malmente "enfermedad" (su iniciación te, por necesidad deberá entender cómo
302 El diagnóstico médico

echa raíces en la vida del paciente. Aho- objeto formal del diagnóstico. Pese a la
ra el diagnóstic"o ha de ser, pues, formal- abusiva abstracción en que se incurre di-
mente personal, y en él ya no podrá ser ciendo que tal enfermo padece "una
táctico y aceptable, como lo es en tantas neumonía lobar", y tal otro una "menin-
y tantas enfermedades agudas, el escoto- gitis meningocócic,a", estas concisas de-
ma noético del clínico. Tanto menos, nominaciones podrán ser operacional-
cuanto que el marco del tratamiento tie- mente correctas, porque sin otra infor-
ne que ser la invención -la coinvención, mación que ellas mismas puede ser rápi-
más bien, porque siempre será necesaria damente instaurado un tratamiento ver-
a tal efecto la cooperación entre el médi- daderamente eficaz. ¿podrá decirse lo
co y el paciente- del modo de vivir que mismo cuando se trate de un proceso as-
mejor convenga a la dolencia de éste. mático o de una esclerosis coronaria,
aun cuando no sea infrecuente que la ru-
tina clínica y los modos habituales en la
3. EL DIAGNOSTICO DE LA ENFERMEDAD comunicación profesional reduzcan a ta-
CRONICA
les rótulos la formulación del juicio diag-
Si así es la enfermedad crónica ¿qué nóstico? Evidentemente, no. Ahora la
deberá el médico diagnosticar en ella? forma del juicio diagnóstico, y más aún
la del verdadero juicio clínico, será ex-
a. Objeto material del diagnóstico plícitamente lo que en todo momento,
incluso en los casos en que la seguridad
El objeto material del diagnóstico y la simplicidad de la terapéutica hagan
será, por una parte, la estructura del vec- tolerable la mera rotulación específica,
tor nosogenéticamente decisivo en el en- por esencia tiene que ser: un conciso re-
fermo de que se trate -por tanto: el des- lato en el que los datos exploratorios ob-
linde metódico de los momentos orgáni- jetivos y subjetivos y los datos biográfi-
cos, psíquicos y personales sensu stricto cos queden expresa y expresivamente
que en tal caso intervengan y el modo de personalizados; en suma, una verdadera
su mutua y unitaria conexión en y con la patobiografía clínica. Díganlo, si no, los
vida entera del paciente- y las peculiari- clínicos para quienes el ejercicio del
dades biográficas de la patocronia. El pensamiento y la disponibilidad de tiem-
objeto material del diagnóstico de cier- po no sean bienes esporádicos.
tas enfermedades agudas puede ser co-
rrecto con sólo muy escasos componen-
tes: placas tonsilares y presencia de baci-
los diftéricos en el frotis faríngeo, en un NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
caso de difteria; defensa muscular en la l. Puede lícitamente llamarse "escotoma" a la in-
fosa iliaca derecha, dolor a la presión en vencible deficiencia de la mente humana ante
el punto de McBurney, vómitos, fiebre y la intelección de la realidad, porque el hori-
leucocitosis, en otro de apendicitis agu- zonte último de tal intelección es siempre la
da. Ahora, en cambio, no puede ser utopía de conocer omnia in omnibus. Toda vi-
sión intelectual de la realidad, y tanto más
correcto si el médico no incluye en él, cuanto más ambiciosa sea, es el fracaso, glo-
mediante las oportunas exploraciones rioso y titánico a veces, de la pretensión de
objetivas y una anamnesis minuciosa e comprehensor, en el sentido teológico del tér-
interpretativa, todos los componentes mino, que late en el alma del hombre. Véase
en el primer capítulo de El sentimiento trágico
que en la constitución y la génesis del de la vida, de Unamuno, un patético testimo-
cuadro clínico han sido consignados. El nio de tal pretensión, latente siempre en cual-
organismo personal que es el sujeto en- quiera de nuestras operaciones cognoscitivas,
fermo aparece ahora ante el médico en por recortado que parezca ser su objeto y por
la plenitud de sus manifestaciones. "positivo" que sea su método.
2. Fl. Dunbar, "Criteria for Therapy in psychoso-
matic Disorders", Psychosom. Med. 6 (1944),
283-286.
b. Objeto formal del diagnóstico 3. P. Laín Entralgo, "La salud de los hombres",
Medicina española LVII (1967), 16-27.
A esa riqueza de elementos constituti- 4. D. Garcia-Sabell, "La salud como utopía",
vos deberá dar expresión adecuada el fano, oct. 1980, 26-28.
Teoría 303

5. E. A. Murphy, The Logic of Medicine (Bal- bre", recogido en Ocio y trabajo (Madrid, 1960)
timore and London, 1976). y el ya citado "La salud de los hombres".
6. Una exposición crítica y actual del empleo del 10. La relación médico-enfermo, págs. 271-277.
concepto de "normalidad" en medicina puede 11. K. Birnbaum, Der Aufbau der Psychosen (Ber-
verse en R. Gross, Medizinische Diagnostik. lín, 1923).
Grundlagen und Prax,is (Berlin-Heidelberg-New 12. Siguiendo la propuesta de X. Zubiri para evi-
York, 1969) (cap. "Fragen des Normalberei-
tar la originaria polisemia del término "soma"
ches"), y en el antes citado libro de E. A.
y para, a la vez, nombrar técnicamente la con-
Murphy (cap. "Disease and normality"). Véase
cepción científica del cuerpo humano, cuando
también A. R. Feinstein, "Clinical Biostatistics.
no hable de la "medicina psicosomática" o del
XXVII. The derangements of the "range of
"movimiento psicosomático" como hechos
normal", Clin. Pharmacol. Ther. 16 (1975), 528.
históricos concretos, procuraré sustituir el
Véase la crítica que de la definición de la sa-
término "psicosomático" por el término "psi-
lud propuesta por la OMS hago en el trabajo
coorgánico".
citado en la nota precedente: la buena salud 13. J. Marías habla del esencial carácter "futuri-
resulta perfectamente compatible con el evi-
zo" de la vida del hombre. Véase Antropología
dente malestar físico de quien ha de vivir en
metafísica (Madrid, 1970).
un ambiente demasiado cálido, con el innega- 14. R. Siebeck, Medizin in Bewegung, págs. 420-
ble malestar mental del examinando que no
421.
sabe responder a lo que le preguntan y con el 15.
Más detalles en mi estudio "La enfermedad
patentísimo malestar social del obrero o el
como experiencia", recogido en el libro Ocio y
profesor que trabajan en una sociedad econó-
16. trabajo.
micamente injusta.
Véase mi libro La relación médico-enfermo,
7. T. Parsons, The social system (Glencoe, Ill.,
17. págs. 252-255.
1951). Véase también mi libro La relación mé-
dico-enfermo. No puedo exponer aquí la varia Th. Sydenham, Dissertatio epistolaris ad Gui-
acogida -por lo general, aceptadora- de la lielmum Cole. Véase mi libro La historia clíni-
descripción del rol social del enfermo pro- 18. ca, 2.ª ed., páfs. 130-131.
puesta por Parsons. Lo que yo intento ahora Sobre las crisis biográficas, K. Jaspers, Allge-
mostrar es tan sólo que el "diagnóstico de la meine Psychopathologie, 8 Aufl. (Berlin-
salud" lleva consigo un componente social. Heidelberg-New York, 1965), Arzt und Kranker
8. En mi libro Teoría y realidad del otro. y Pathosophie, de V. von Weizsacker, y el ya
9. De la antropología de la salud me he ocupado mencionado Lehrbuch der biographischen Ana-
en los artículos "Salud y perfección del hom- lyse, de Clauser. Las obras literarias pueden
servir para el conocimiento de estas crisis.
Capítulo III

El enfermo como persona orgánica

Dígase "organismo personal" o "perso- como de ordinario acontece, cromcas


na orgánica", lo que con ambas expresio- (una neurosis obsesiva o angustiosa, una
nes se nombra es exactamente lo mismo: neurastenia, una depresión psicógena;
una persona humana, un sujeto dotado cualquiera de los casos que trató Freud
de subjetualidad a la vez substante y su- o los a ellos semejantes: las "psiconeuro-
prastante, un hombre individual. Pero al sis") y ante la mayor parte de las que en
estudiar científicamente la realidad con- el lenguaje médico suelen cubrir los
creta de la persona humana, el estudioso nombres de "trastorno funcional" y "or-
puede considerar en primer término lo ganoneurosis". Con toda decisión deben
que en esa persona es vida orgánica o lo ser excluidas de este apartado las psico-
que en el sentido más estricto de la ex- sis cuya determinación sea primaria o
presión es vida personal. En el primer preponderantemente orgánica. Aunque
caso, la unitaria e infrangible totalidad su expresión clínica se muestre llamati-
del sujeto se muestra al estudioso como vamente psíquica, es evidente que los
un organismo personal, y esto es lo que síndromes reactivos exógenos que estu-
para el médico debe acontecer ante la dió Bonhoeffer antes requieren la consi-
inmensa mayoría de las enfermedades deración del sujeto enfermo como orga-
agudas y en las enfermedades crónicas nismo personal que como persona orgá-
preponderantemente orgánicas. Otras nica. Y acaso deba decirse lo mismo de
son las cosas cuando, porque así se pre- la esquizofrenia, e incluso de todas las
fiere o porque así lo imponga un deter- psicosis de la psiquiatría clásica.
minado propósito científico, aquello en ¿Qué es lo que el médico diagnostica
que de modo más genuinamente "perso- ante una enfermedad preponderante-
nal" se manifiesta la persona, como la mente neurótica? Daré sucintamente mi
conducta libre o el contenido y la diná- respuesta.
mica de la intimidad, eso es justamente
lo que el estudioso aspira en primer tér-
mino a conocer; con lo cual la unitaria l. LA ENFERMEDAD
e infrangible totalidad del sujeto se le PREPONDERANTEMENTE
mostrará como persona orgánica. En el NEUROTICA
quehacer del clínico, esto es lo que debe
suceder ante las enfermedades prepon- Una cuestión previa se impone: fa qué
derantemente neuróticas, sean agudas o, debemos llamar, si se me acepta esta de-

21 305
306 El diagnóstico médico

nominación, "enfermedad preponderan- sis le han otorgado su significación ac-


temente neurótica"? ¿Qué es en realidad tual (1). Me limitaré, pues, a indicar las
lo que de manera habitual los médicos notas esenciales y descriptivas que cons-
llaman "neurosis"? tituyen la condición necesaria y suficien-
Repetiré de nuevo que todas las enfer- te para que un cuadro clínico sea deno-
medades son a la vez orgánicas y neuró- minado "neurótico" por la mayor parte
ticas. No hay enfermedades puramente de los médicos actuales; sabiendo muy
orgánicas. Por muy débiles que las in- bien que en el empleo actual de las pala-
fluencias psíquicas sean en la génesis del bras "neurosis" y "neurótico", y por con-
cáncer -alguna bibliografía solvente hay siguiente en la extensión del campo a
sobre ellas, y más acerca de la sociología que técnicamente se refieren, hay entre
de las neoplasias malignas-, en la enfer- los clínicos muy considerables diferen-
medad cancerosa, quiero decir, en el cias. Tales notas son, a mi juicio cuatro,
cuadro clínico consecutivo a la forma- y respectivamente se refieren a la etiolo-
ción de un tumor canceroso, hay compo- gía, la terapéutica, la nosología y la ca-
nentes que sólo referidos a una reacción racterología y la biología constitucional.
consciente-inconsciente de la persona
afecta -de otro modo: sólo concebidos
l. EL VECTOR NOSOGENETICO
como ocasionales "reacciones neuróti-
cas"- pueden ser rectamente entendi- La estructura del vector nosogenético
dos. Viceversa: por mucho que en el cua- es siempre compleja; en ella se integran
dro clínico de una neurosis obsesiva do- unitariamente momentos orgánicos -in-
minen los síntomas psíquicos, es induda- dividuales y ambientales- psíquicos y
ble que en la causa inmediata de ella tie- personales sensu stricto. Pues bien: por
ne que existir un momento orgánico muy conscientes que seamos de que en-
más o menos localizado, cuya exclusión tre las enfermedades "preponderante-
acaso fuera terapéuticamente más eficaz mente orgánicas" y las "preponderante-
que la pura psicoterapia; basta atenerse mente neuróticas" la transición es con-
a lo que indica o sugiere la acción de tinua, solemos llamar "neurosis" a las
ciertos fármacos o de ciertas interven- afecciones en cuya génesis resulta osten-
ciones neuroquirúrgicas. Como no hay sible el predominio de los momentos
enfermedades puramente orgánicas, tam- psíquicos y personales; o, como de ordi-
poco hay enfermedades puramente psí- nario se dice, a aquellas en las cuales la
quicas. La entidad morbosa "cáncer" es, psicogenia de sus síntomas principales
en suma, una enfermedad preponderan- ha podido ser clínicamente demostrada.
temente somática y orgánica, como la No debe pensarse, sin embargo, que los
entidad morbosa "neurosis obsesiva" no términos "neurótico" y "psicógeno" son
pasa de ser una enfermedad preponde- sinónimos entre sí. Desde la medici- na
rantemente psíquica y neurótica. Entre interna, hace ya medio siglo lo sub-
uno y otro extremo, la transición es con- rayaba Siebeck (2); y en relación con la
tinua. medicina psicosomática, con no menor
Ahora bien: dentro de la inevitable claridad lo ha afirmado A. I. Mirsky: "Psi-
convencionalidad que lo dicho impone, cosomático no quiere decir psicógeno; y
¿cuándo podremos llamar "neurosis" tampoco significa la ausencia de una de-
sensu stricto -esto es: enfermedad pre- terminación hereditaria. Significa única-
ponderantemente neurótica- a una de- mente que en la génesis y el desarrollo
terminada dolencia? ¿En qué consiste de una enfermedad es condición esen-
realmente el modo "neurótico" de enfer- cial, aunque no siempre decisiva, la exis-
mar, aunque de hecho nunca se dé ni tencia de un factor procedente de la vi-
pueda darse en estado puro? vencia" (3). Nada más evidente, porque
Sería impertinente exponer aquí, ni si- entendida en su más amplio sentido
quiera en apretado resumen, una histo- -producción de alteraciones orgánicas
ria del concepto de "neurosis", desde por obra de causas psíquicas-, la psico-
Cullen, el creador del término, hasta que genia puede darse en la vida normal,
el desarrollo y la difusión del psicoanáli- baste pensar en la mala digestión conse-
Teoría 307

cutiva a un grave disgusto, o en enferme- su validez. Tanto, que en algunos casos


dades o accidentes a los que en modo al- sólo al término del proceso terapéutico,
guno convienen los nombres de neuro- y cuando el éxito de éste haya sido favo-
sis, organoneurosis o afección psicoso- rable, podrá sostenerse que era un neu-
mática, como la agravación iatrógena de rótico genuino el enfermo tratado. "Qui-
un hipertenso a quien alarma la cifra de zá no sea excesivo afirmar -escribió Sie-
su tensión sanguínea. Así lo daba a en- beck- que sólo se comprende del todo a
tender, por otra parte, la idea freudiana la neurosis cuando ya está curada, y que
de la "conversión". sólo se cura la neurosis bien comprendi-
Como ya advertí, reacciones neuróti- da... Puede decirse que el verdadero
cas lato sensu pueden presentarse por diagnóstico de una neurosis... es la histo-
modo accesorio o patoplástico en cual- ria de su tratamiento y su curación".
quier proceso morboso; pero según su
sentido fuerte y habitual, el nombre de
3. CONSISTENCIA REAL DEL DESORDEN
"neurosis" sólo se da a los desórdenes
en que, junto a los momentos terapéuti- La tercera de las notas que justifican
co, nosológico y caracterológico antes la atribución de carácter neurótico -pre-
aludidos, la psicogenia de los síntomas ponderantemente neurótico- a una afec-
orgánicos y psíquicos -"la existencia de ción morbosa es de orden nosológico;
un factor procedente de la vivencia", si atañe, por tanto, a la consistencia real
se prefiere la fórmula de Mirsky- se ma- del desorden en que la afección consiste
nifiesta con vigor y patencia especiales. y a la índole del cuadro clínico en que el
Con lo cual cobra muy notorio relieve la desorden se expresa.
mutua conexión entre la génesis de la ¿cuándo una alteración psicoorgánica
enfermedad y los momentos psíquicos, -y bien sabemos que, patológicas o no,
conflictos o traumas, del vector nosoge- todas las humanas lo son; la enfermedad
néticamente decisivo. es siempre del cuerpo, reza una inmarce-
sible verdad de la patología galénica-
2. PECULIARIDAD TERAPEUTICA
debe ser considerada neurótica? El crite-
rio a que en su trina ordenación pato-
Estrechamente relacionada con la pe- crónica de los modos de enfermar apeló
culiaridad etiológica de la neurosis se Weizsacker nos ofrece, creo, una res-
halla su peculiaridad terapéutica; esto puesta válida: el desorden orgánico sub-
es, la relativa facilidad con que el desor- yacente a la neurosis es anterior al de
den neurótico cede a la psicoterapia y la la biosis y la esclerosis, apenas ha adqui-
relativa frecuencia de las curaciones psi- rido estabilidad y puede desaparecer sin
coterápicamente obtenidas. dejar rastro en cualquier momento. Lo
Varias importantes salvedades deben cual en modo alguno significa que no
ser hechas, sin embargo. Hay por una existan neurosis pertinazmente crónicas.
parte neurosis a las que nunca llega a Muy penetrantemente ha estudiado A.
curar la psicoterapia. Hay, por otra, afec- Mitscherlich el fenómeno de la cronifica-
ciones incuestionablemente orgamcas ción en el curso de las afecciones neuró-
-preponderantemente orgánicas, como ticas (4); pero si éstas no han llegado a
he propuesto decir- en las que la psico- somatizarse de manera irreversible, si
terapia puede ser muy eficaz: "Un recur- en su evolución no han alcanzado la fase
so existe para lograr que un canceroso esclerótica del enfermar, siempre será
en estado avanzado engorde dos libras: posible una rápida resolutio in integrum
procurarle un médico optimista", decía del lábil desorden neurofisiológico, en-
Osler a sus discípulos. Mas cabe afirmar: docrinológico y bioquímico en cuya vir-
en el tratamiento de las neurosis, los psi- tud, y como consecuencia del conflicto
cofármacos y ciertas intervenciones neu- nosogenéticamente eficaz, ha llegado a
roquirúrgicas son en ocasiones bastante constituirse la neurosis.
más eficaces que una cuidadosa cura psi- Contra lo que la mentalidad especifi-
coterápica. Pero, con todo, la regla ante- cadora de la clínica tradicional una y
riormente enunciada puede conservar otra vez pensó -desde Sydenham hasta
308 El diagnóstico médico

bastante después de Charcot, la histeria bien: ¿cómo pasar de la nosología a la


ha sido para el común de los médicos clínica? Independientemente de la nada
una verdadera especie morbosa-, no es clara y distinta ordenación cuasiespecífi-
posible reducir a "especie" el cuadro clí- ca de que suele ser objeto el tampoco
nico de la neurosis. Aparte la nada cons- claro y distinto genus neuroticum -psico-
tante existencia de síntomas somáticos y neurosis y organoneurosis, neurastenia,
psíquicos de carácter vago y general, histeria, labilidades y estigmatizaciones
como fatigabilidad, cefalalgia, insomnio, neurovegetativas, reacciones psicopáti-
molestias viscerales, etc., la enfermedad cas de contenido psicoorgánico-, ¿cómo
neurótica, el genus neuroticum, en la me- será posible afirmar en la práctica que
dida en que éste sea nosológicamente di- un cuadro sintomático es realmente neu-
ferenciable del genus organicum, puede rótico? Inicialmente, esto debe respon-
adoptar en su expresión real las formas derse: cuando el clínico logre que esas
clínicas más diversas. Salvo contados notas esenciales se le hagan perceptibles
cuadros clínicos, ya Charcot hizo notar como notas descriptivas, y en conse-
que no hay una versión histérica de la cuencia -médicamente hablando- como
parálisis facial, todos los modos orgáni- signos; tarea que acaso no pueda ser
cos de enfermar pueden realizarse neu- bien cumplida con sólo los recursos de
róticamente. Como tal genus morbosum, la nosognóstica tradicional. Pronto rea-
la neurosis es, pues, clínicamente protei- parecerá el tema.
forme; lo que no impide que cada neuró-
tico tenga, típica y personal a la vez, su
propia pauta sintomática: obsesiva, gás- 4. EL "CARACTER NEUROTICO"
trica, cardiaca, motora, etc. A las notas etiológica, terapéutica y
¿cómo entonces, y sin mengua de nosológico-clínica para la identificación
transición continua entre "lo neurótico" de la neurosis en cuanto modo de enfer-
y "lo orgánico", puede ser nosológica y mar, debe añadirse, en fin, una nota ca-
clínicamente discernible la enfermedad racterológica; relativa, por tanto, a la
neurótica? A mi juicio, en virtud del si- personalidad del neurótico, a lo que en
guiente haz de notas esenciales: a) La ya la enfermedad de éste sea carácter y
mencionada labilidad que en principio constitución.
posee el desorden orgánico en que la do- En principio, todo hombre puede
lencia tiene su causa inmediata. b) La po- reaccionar "neuróticamente" a los con-
sibilidad de referir la aparición del cua- flictos vitales que desbordan su capaci-
dro clínico a un conflicto causal psicoló- dad para darles una respuesta adecuada
gica y socialmente comprensible; o, con o normal. Pues bien: desde el punto de
términos de Jaspers, el hecho de ser un vista de la reacción a tales conflictos,
"desarrollo" y no un "proceso" la génesis ¿por qué y cuándo afirmamos que un in-
de ese cuadro clínico. e) La existencia de dividuo es normal o está sano y que otro
un dinamismo psicoorgánico también individuo está enfermo y es neurótico?
comprensible -sea freudiana, adleriana, O bien: ¿qué pone la subjetualidad del
junguiana, etc., la pauta de la interpreta- paciente para que su reacción al conflic-
ción-, por obra del cual la situación con- to sea lícita y técnicamente llamada neu-
flictual originaria da lugar a los síntomas rosis? Pienso que la respuesta debe for-
particulares y al cuadro clínico en su mularse en dos tiempos: a) La reacción
conjunto. d) Por consiguiente, la posibili- deberá ser llamada neurótica cuando su
dad de comprender psicológica y social- "anormalidad" sea habitual (ya Galeno
mente, y no sólo de explicar mediante enseñó que la enfermedad es siempre
los recursos propios de la ciencia natu- diáthesis, disposición habitual, y no sim-
ral, el "dónde" (localización orgánica), el ple alteración fugaz), intensa (molestias
"cuándo" (oportunidad biográfica) y el funcionales leves y repetidas pertenecen
"cómo" (peculiaridad modal) de los sín- con frecuencia a la vida hígida) e indivi-
tomas en que la neurosis se manifiesta. dualmente caracterizada (porque es re-
Hasta aquí, la nosología, el conoci- gla que la neurosis tenga en cada pacien-
miento esencial de la neurosis. Ahora te su sello propio). b) Para que la reac-
Teoría 309

ción al conflicto sea habitual, intensa e los momentos de la realidad del enfer-
individualmente caracterizada es nece- mo y su mundo mencionados o aludidos
sario que el sujeto se halle de algún en el parágrafo anterior; a través de
modo predispuesto a ello; con otras pa- ellos el paciente se muestra al médico
labras, que posea una "personalidad -sean cualesquiera las ideas antropológi-
neurótica" suficientemente acusada. cas de éste- como "persona orgánica".
Poco importa ahora que tal personali- Pero acaso no sea inoportuno recapitu-
dad sea entendida desde un punto de lar ordenadamente, desde el punto de
vista más bien genético o constitucional vista del quehacer diagnóstico, cómo en
(a la manera de Eppinger y Hess, a la de este caso se ofrece al clínico la materia
Kretschmer, a la de Sheldon, etc.), desde sobre que su juicio debe recaer. A mi
un punto de vista más bien biográfico modo de ver, dos puntos deben ser dis-
(sucesivo troquelamiento de ella por cernidos.
obra de las vicisitudes sufridas a lo largo
de la vida, ya desde la primera infancia), l. Inicialmente, el médico puede se-
o, como indudablemente es más certero, guir dos líneas exploratorias: considerar
mediante la adecuada integración de la existencia del enfermo en su totalidad
ambos (tal era el pensamiento del pro- individual-social, poniendo en ejercicio
pio Freud: "la constitución y los aconte- esa abarcadora "atención flotante" de
cimientos -escribió- se asocian en una que habló Freud, y descubrir así una
entidad causal indisoluble: la constitu- conducta que se concreta en síntomas
ción transforma en traumas operantes y somáticos y psíquicos, o ir percibiendo
fija duraderamente impresiones que de uno a uno la serie de éstos, para referir-
otro modo habrían sido banales e inefi- los luego en su mente a la conducta de
caces, y los acontecimientos ponen en la persona que explora, y a través de ella
juego factores de la disposición que sin a la acción nosógena del conflicto origi-
ellos habrían permanecido en estado la- nario. Cuando procede exclusivamente
tente"); lo que fundamentalmente im- orientado por la fisiopatología científico-
porta al médico es que la existencia de natural, el clínico se contenta con expli-
una personalidad neurótica es presu- car los síntomas observados (fiebre, tos,
puesto ineludible para la aparición de la taquicardia, alucinación o idea deliran-
neurosis, y que entre ella y los modos te) reconstruyendo el mecanismo orgá-
normales o hígidos de la personalidad es nico de que esos síntomas son o pueden
continua la transición. Sano y enfermo, ser inmediata consecuencia, o se limita a
orgánico y neurótico: dos pares de con- verlos como datos constitutivos de una
ceptos a los que corresponden modos de especie morbosa clínicamente deslinda-
la realidad del hombre cuya contradis-
da. El médico de orientación psicosomá-
tinción, fácil e inmediata de ordinario,
tica, en cambio, además de atender a esa
ineludible siempre, aunque sometida de
hecho a pautas histórica y socialmente intelección explicativa del síntoma, trata
distintas, sólo como consecuencia de de referirlo comprensivamente a la total
una tácita convención podrá ser realiza- conducta del paciente y luego a la ac-
da en algunos casos. Lo que del bonum ción de un determinado trauma o con-
flicto. Tal es su proceder cuando, por
dicen los escolásticos, que sólo ex integra
ejemplo, sabe poner en relación un de-
causa puede ser predicado, ¿es acaso sorden gástrico ulceroso con la personal
aplicable al sanum? Para el hombre, instalación del gastrópata en su mundo
¿existe, puede existir una sanidad real familiar y laboral.
que no lo sea ex quocumque defectu? Un problema muchas veces planteado
por los estudiosos de las neurosis orgá-
nicas, la llamada "elección del órgano"
11. EL DIAGNOSTICO: OBJETO más correctamente, la localización so-
MATERIAL mática del síntoma-, en esa referencia
del síntoma a su mecanismo fisiopatoló-
El objeto material del diagnóstico de gico, por una parte, y a la conducta psi-
las neurosis se halla integrado por todos cosocial del paciente, por otra, tiene casi
310 El diagnóstico médico

siempre la clave de su solución. Los tra- -desorden variable, claro está, con la ín-
tadistas enseñan que la somatización del dole del síntoma central: una crisis de
conflicto neurótico puede seguir muy asma, un estado de ansiedad o una com-
distintos caminos: el contagio psíquico pulsión obsesiva-, y el dinamismo psí-
(el bostezo en la vida normal, las histe- quico que la anamnesis, el análisis y la
rias de la Salpetriere en la vida patológi- interpretación hayan mostrado ser noso-
ca), el temor excesivo a una afección genéticamente activo.
somáticamente bien determinada (una El desorden neurofisiológico, neuro-
neurosis gástrica por miedo al cáncer de endocrinológico y metabólico subyacen-
estómago), la vida profesional (el tan ci- te a la afección neurótica -el "mecanis-
tado calambre de los escribientes), la fi- mo desde el estímulo simbólico hacia la
jación de la respuesta a determinadas respuesta patofisiológica" de que hablan
experiencias vitales (vómitos neuróticos Kiely, Whybrow, Silberfarb, Amkraut,
como consecuencia de una remota in- y Saloman, el "proceso psicosomático",
gestión de alimentos averiados), la utili- como prefiere decir González de Rivera
zación neurótica de movimientos expre- (5)- sólo puede ser inferido por el clíni-
sivos más o menos conexos con la situa- co en la actualidad desde los resultados
ción conflictiva (las náuseas y los tem- de la investigación experimental neuro-
blores neuróticos, por ejemplo), la apari- fisiológica y neuroendocrinológica, hoy
ción de los síntomas sólo en determina- tan fina y fascinante (6). Es cierto que en
das ocasiones (los provocados por esce- los últimos años han sido descritos sig-
nas que evocan el suceso traumatizante) nos de la "enfermedad psicosomática" a
o la relación simbólica consciente- los que se atribuye un valor significativo
subconsciente entre el órgano y el con- más o menos específico: la pensée opéra-
flicto (interpretación psicoanalítica del toire de P. Marty, la alexitimia de J. C.
estreñimiento o del asma); vías muy dis- Nemiah y P. E. Sifneos (7); pero, a mi
tintas, como se ve, para la mutua refe- modo de ver, tanto el diagnóstico de
rencia del síntoma a la conducta y de la · neurosis como la atribución de un carác-
conducta al síntoma. Pero en no pocos ter acusadamente psicosomático a tal o
casos esa localización se halla canalizada cuadro morboso, sólo mediante un am-
hacia el órgano afecto por la previa exis- plio y variado conjunto de recursos clíni-
tencia de una espina orgánica constitu- cos -una exploración atenta de la totali-
cional o adquirida: la "debilidad orgáni- dad de ese cuadro, el examen de la con-
ca" de Adler, el "talón de Aquiles perso- ducta global del paciente, la inferencia
nal" de que habló J. Bauer. "El órgano de una relación comprensible entre la
marcha hacia la neurosis", había escrito conducta y el conflicto-, sólo así podrán
Freud. El desorden orgánico y la res- hacerse con suficiente seguridad; lo cual,
puesta psíquica al conflicto se asocian naturalmente, no niega el relativo valor
complementariamente en la estructura diagnóstico de los hallazgos psicopatoló-
de la nosogénesis y en la configuración gicos que acabo de mencionar.
del cuadro clínico. Como en el anverso de una moneda
2. Entre el conflicto y la conducta, respecto de su reverso, si es que en un
por un lado, y el cuadro sintomático, por proceso morboso puede llamarse rever-
otro, el objeto material del diagnóstico so al desorden orgánico que constituye
de la neurosis ofrece hoy al clínico dos su causa inmediata, un segundo dominio
dominios de la realidad psicoorgánica debe ser discernido entre el conflicto
del paciente estrechamente conexos en- nosogenétíco de la neurosis y la conduc-
tre sí, y entre sí relacionados ante el ob- ta visible del neurótico: el constituido
servador, diría Weizsacker, como los dos por el dinamismo psíquico que ha de po-
campos que sucesivamente permite ver nerse en juego para que ese conflicto dé
la rotación de una puerta giratoria: el lugar a la enfermedad. Sólo metódica y
desorden neurofisiológico, neuroendo- minuciosamente atendiendo a la anam-
crinológico y metabólico, a la postre bio- nesis y a la interpretación, sea cualquie-
químico, que constituye la causa inme- ra la orientación doctrinal con que se
diata del cuadro neurótico en cuestión practique -freudiana, adleriana, junguia-
Teoría 311

na, etc.- podrá el médico descubrir y uti- viviente en que unitariamente se inte-
lizar esta tan esencial parte del objeto gran el conflicto originario, los síntomas,
.material del diagnóstico, cuando es una el dinamismo psíquico y la conducta-
neurosis la enfermedad diagnosticada. sólo en una patografía en verdad biográ-
fica del paciente puede adquirir forma
real y mentalmente adecuada. "El verda-
III. EL DIAGNOSTICO: OBJETO dero diagnóstico de una neurosis -he-
FORMAL mos oído decir a Siebeck- es la historia
de su tratamiento y su curación"; por
Cobra forma definitivamente diagnós- tanto, el relato técnicamente concebido
tica este conjunto de hallazgos y alcanza y técnicamente compuesto de una vida
el juicio diagnóstico, por tanto, su objeto personal neuróticamente alterada; relato
formal, a través de la serie de ordenacio- en el cual deben ser bien perceptibles
nes, a la vez reales y mentales, bien que los tres modos o grados de la formaliza-
con variable predominio de uno y otro ción diagnóstica, el genérico (enferme-
carácter, en que dicho conjunto se hace dad neurótica), el tipificador (ese que
médicamente inteligible y utilizable. más o menos afortunadamente cumplen
Para lograr tal objetivo, el lenguaje mé- las denominaciones del desorden neuró-
dico de nuestro siglo ha apelado a una tico antes consignadas) y el individual o
serie de denominaciones cuasi o seu- personal (la dolencia, en tanto que forma
doespecíficas, como si el genus neuroti- vitae de una determinada persona orgá-
cum, carente en sí mismo, como vimos, nica) (8).
de precisión clara y distinta, se realizase Dos actitudes, en suma, ante la enfer-
de hecho en entidades clínicas bien des- medad humana y ante el diagnóstico:
lindables entre sí. Según la índole de los aquella en que el enfermo es considera-
síntomas predominantes, se habla de do como organismo personal, puesto
psiconeurosis y organoneurosis; según el que es el desorden orgánico el que en
territorio neurológico y orgánico princi- primer término aparece a los ojos del
palmente afectado por el trastorno, de médico (la exigida por las enfermedades
neurosis de la vida vegetativa, los "estig- preponderantemente orgánicas) y aque-
matizados vegetativos" de que habló van lla otra en que se ve al paciente como
Bergmann, y de neurosis de la vida ani- persona orgánica, porque es vida perso-
mal; según la profundidad del dinamis- nal en sentido estricto la que el médico
mo psíquico que entra en juego, de neu- ante todo tiene en cuenta (la requerida
rosis ocasionales o situacionales y de por las enfermedades preponderante-
neurosis personales; según la etiología, mente neuróticas). Distinción que no
de neurosis traumáticas, como la célebre puede y no debe ser óbice para la cons-
railway-spine, y de neurosis profesiona- trucción de una teoría general del enfer-
les u ocupacionales; según el sentido vi- mar del hombre, ni para el estableci-
tal del trastorno, de neurosis de renta y miento de una epistemología, también
neurosis de valimiento; no contando la general, del conocimiento diagnóstico;
serie de nombres especificadores here- en términos más técnicos, para la elabo-
dados de un pasado más o menos remo- ración de una nosología y una nosognós-
to y todavía vigentes entre los médicos, tica material y formalmente antropológi-
tales como histeria, neurastenia y psicas- cas.
tenia. No pretendo negar la justificación
clínica y la utilidad pragmática de tan
variopinta tipificación del enfermar neu- NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
rótico; pero si el médico es de veras re-
flexivo y exigente, no tardará en advertir l. Sobre la historia del concepto de neurosis, véa-
que la formalización del conocimiento se especialmente el libro de J. M. López Piñero
diagnóstico así obtenida sólo posee ca- y J. M. Morales Meseguer Neurosis y psicotera-
pia. Un estudio histórico (Madrid, 1970).
rácter penúltimo, porque el modo anó- 2. R. Siebeck, "Neurosen", en el Lehrbuch der In-
malo de vivir en que la neurosis prima- neren Medizin, herausg. von H. Assmann, G.
riamente consiste -esto es: la totalidad von Bergmann et al., 3.ª ed. (Berlin, 1936).
312 El diagnóstico médico

3. A. I. Mirsky, "Korperliche, seelische und soziale chosomatic Disorders", en O. W. Hill (ed.), Mo-
Faktoren bei psychosomatischen Storungen", dern Trends in Psychosomatic Medicine (Lon-
Psyche, 15 (1961/62), 26. don, 1970), y P. E. Sifneos, "Problems of Psy-
4. A. Mitscherlich, Krankheit als Konflikt I (Frank- chotherapy of Patients with Alexithymic Cha-
furt a. M., 1967). Trad. cast.: La enfermedad racteristics and Physical Disease", Psychothera-
como conflicto I (Buenos Aires, 1971). PY and Psychosomatics 26 (1975), 65-70. La pala-
5. Véase lo consignado en el capítulo II de la Sec- bra "alexitimia" está formada por los términos
ción II. griegos a, partícula privativa, lexis, habla, y thy-
6. A las indicaciones aludidas en la nota anterior mos, ánimo y sentimiento, y como ya se dijo en
pueden añadirse otras dos exposiciones de páginas precedentes es la dificultad o la impo-
conjunto: los capítulos sobre la neurofisiología sibilidad psíquica para dar expresión oral a los
de las emociones (formación reticular, sistema sentimientos (especialmente, claro está, a los
límbico, hipotálamo), de H. M. Krott y M. J. Po- relacionados con el conflicto nosógeno). El tér-
remba, sobre psiconeuroendocrinología, de H. mino puede dar lugar a confusión, porque el
L. Fehn y K. H. Vogt, y sobre la unidad estruc- prefijo alexi (como en "alexifármaco", del grie-
tura-función en la dinámica del cerebro, los go alexó, apartar, rechazar, defender) significa
tres en el Lehrbuch der Psychosomatischen Me- "lo que preserva".
dizin herausg. von Th. von Uexküll antes men- 8. Entre la casi inabarcable masa bibliográfica de
cionado. Y, por supuesto, Biología y psicoanáli- los trabajos monográficos acerca de las neuro-
sis, de J. Rof Carballo (Bilbao, 1972). sis y el nada escaso número de las publicacio-
7. El concepto y el término de alexitimia, ulterio- nes de conjunto, me limitaré a mencionar el
res a la descripción de la pensée opératoire, de Handbuch der Neurosenlehre und Psychothera-
P. Marty, proceden de J. C. Nemiah y P. E. Sif- pie, dirigido por V. Frankl, V. E. Fr. von Gebsat-
neos, "Affect and Fantasy in Patients with Psy- tel y J. H. Schultz (München-Berlin, 1959).
Capítulo IV

Bases para una epistemología general


del diagnóstico médico

Los dos capítulos precedentes inten- sustantivo hicieron los autores hipocrá-
tan describir epistemológicamente las ticos. Ahora bien: ¿puede afirmarse que
dos líneas y los dos campos en que las la combinación de uno y otro ofrece una
exigencias habituales de la práctica clíni- primera clave para la construcción de
ca dividen el ejercicio de diagnosticar. una epistemología del diagnóstico ade-
Es patente la unidad sistemática de las cuada a la medicina actual? Si se afina
ideas que a uno y otro sirven de funda- y profundiza suficientemente la inte-
mento. Con todo, tal vez no sea ociosa lección del uno y el otro, tal vez sí. Veá-
una recapitulación metódica de los prin- moslo.
cipios y los conceptos que esencialmen-
te componen la epistemología del diag- 1. DIAGNOSTICO COMO "DISTINCION"
nóstico médico -mejor: del juicio clíni-
co-, cuando de manera integral se la Dia en el sentido de distinguir; diag-
considera. He aquí sus puntos princi- nóstico médico, por tanto, como conoci-
pales: miento técnico de un modo de enfermar
-individual o típico- que permita distin-
guirle de cuantos a él se asemejan, y
l. EL "DIAGIGNOSKEIN" como ejercicio de la inteligencia para el
buen cumplimiento de ese cometido.
Enlacemos la etimología y la semánti- Pero ¿en qué puede asemejarse a los de-
ca. El verbo diagignóskein y el sustantivo más un modo de enfermar y en qué se
abstracto diágnósis, términos de los que distingue de ellos? Tres deben ser los
proviene nuestro adjetivo sustantivado términos de la respuesta.
"diagnóstico", aluden a la vez a un cono-
cimiento distintivo o discriminatorio 1. Un modo de enfermar se asemeja
(conocer una cosa distinguiéndola de las a todos los restantes, en cuanto que to-
que a ella se parecen) y a un conoci- dos realizan el modo de vivir a que da-
miento intensivo o penetrador (conocer mos los nombres de "estar enfermo" o
una cosa a través de su apariencia y has- "enfermedad", y en cuanto que, también
ta donde nuestra inteligencia pueda ac- como todos los restantes, genéricamente
ceder). Vimos en la primera parte de se distingue el modo de vivir que desig-
este libro cómo ambos sentidos se fun- nan los nombres "estar sano" y "salud".
den en el empleo que de ese verbo y ese Un lógico antiguo diría que la enferme-

313
314 El diagnóstico médico

dad y la salud son para el médico los dos manera pertenecen al resto de las enti-
"géneros supremos" de la realidad que dades clínicas así denominadas. Sabe-
como médico primariamente le incum- mos que esa semejanza puede ser pura-
be: el hombre en cuanto sano y enferma- mente sintomática (especies morbosas
ble y en cuanto enfermo y sanable. sydenhamiamas), o referirse a la lesión
Tal semejanza y tal distinción hacen anatómica, al desorden energéticoma-
que el diagnóstico genérico -el ejercicio y terial, al agente causal, al hábito naso-
el resultado de distinguir técnicamente genéticamente activo o al mecanismo
entre el género supremo de la enferme- génico de la enfermedad (especies mor-
dad y el género supremo de la salud- bosas anatomoclínicas, fisiopatológicas,
sea, así en el orden del tiempo como en etiológicas, psicosociales, genéticas). Sa-
el orden de la importancia, la primera bemos asimismo que hay muchas dolen-
de las tareas del diagnóstico médico. cias cuya especificación es problemática
Aunque, como tantas veces sucede, no lo o imposible (los problem-patients y gran
advierta el clínico con claridad y refle- parte de los neuróticos). Sabemos, en
xión suficientes. fin, que incluso en las enfermedades me-
En páginas anteriores han sido ex- jor especificables, la ordenación de los
puestas las líneas fundamentales del complejos sintomáticos (los clusters, en
diagnóstico del estado de salud y del es- el sentido de Feinstein) mediante un dia-
tado de enfermedad in genere, así como grama de Venn puede ser y será con fre-
las razones por las cuales debe ser admi- cuencia más útil que la apelación a las
tida la existencia de una transición con- etiquetas específicas tradicionales. Con
tinua entre uno y otro, así en las enfer- todo, la distinción entre la especie mor-
medades preponderantemente orgánicas bosa que ante un paciente se sospecha y
(somatopatología de la vida cotidiana y las que a ella parezcan ser más próximas
del estado vital que los galenistas latinos (el llamado diagnóstico diferencial) sigue
llamaron corpus neutrum) como en las siendo clínica y terapéuticamente útil. El
dolencias preponderantemente neuróti- dia del diagignóskein helénico adquiere
cas (psicopatología de la vida cotidiana, así nueva y más amplia significación.
dando a esta expresión un sentido más 3. En tanto que afección individual y
amplio que el que Freud le dio). Surge personal, todo modo de enfermar se dis-
aquí de nuevo el problema de la simula- tingue de cualquiera de los restantes; y
ción de la enfermedad, cuando el fingi- tanto por la eventual asociación de enti-
miento del simulador no queda en ser dades morbosas diferentes en el cuadro
burda superchería. Dos interrogaciones clínico (insuficiencia del corazón dere-
para los médicos reflexivos: ¿cuándo po- cho y edema pulmonar), por la posible
drá afirmarse que no es psicópata un si- existencia en él de síntomas anómalos
mulador habitual?; en el curso de un ge- (bacilosis de Eberth apirética), por la in-
nuino proceso morboso, sea orgánico o tensidad o cuantía de los síntomas y los
neurótico, ¿cuántas veces puede un clíni- signos observados (fiebre más o menos
co atento observar que el enfermo exa- intensa, glucemia más o menos alta) y
gera o disminuye la intensidad de su por el ritmo y el orden cronológico de
reacción personal a la dolencia que pa- sus manifestaciones (rapidez o lentitud
dece? No sería improcedente en estos mayores que las habituales, alteraciones
casos hablar de una simulatio minar; ac- en la ordenación temporal de los sínto-
cidente que, cuando se produce, debe mas y los signos que en cada especie
matizar el contenido del juicio diagnósti- morbosa se considera típica), como por
co, si en verdad se pretende que éste sea la reacción personal del paciente a su
suficientemente fino. dolencia (enfermos "aparatosos" y enfer-
2. Todo modo de enfermar se aseme- mos "sufridos", enfermedad como casti-
ja también a los que con él, y cualquiera go, prueba o reto) y el modo de la perte-
que sea la realidad que a esta vieja no- nencia de la afección morbosa a la bio-
ción nosográfica se atribuya, constituyen grafía del sujeto (posible relación que
una misma especie morbosa; y se distin- con ella tengan el hecho mismo de en-
gue, por tanto, de los que de una u otra fermar y el cuándo, el dón<Je y el cómo
Teoría 315

de la enfermedad misma). En conse- conjunto de instrumentos, como fuente de


cuencia, si el médico es buen observador impulsos, como causa de sentimien- tos,
y no actúa acosado por la prisa, tras el como carne expresiva, como reali- dad
diagnóstico genérico y el específico se le simbólica, como límite y peso- y la
impondrá como tarea el diagnóstico indi- somatización de la psique (2), la "forma-
vidual; y puesto que la individualidad ción de yo" (Ich-Bildung) y la "formación
del hombre culmina en su vida como de ello" (Es-Bildung), en la terminología
persona, el diagnóstico personal. de Weizsacker antes mencionada, son
La rápida enumeración precedente las dos vías regias por las que la enfer-
permite advertir que en la personaliza- medad, además de individualizarse bio-
ción del diagnóstico, más precisamente, lógicamente, humanamente se persona-
en el conocimiento técnico de aquello liza.
en que y por lo que el cuadro clínico de
la dolencia diagnosticada se individuali- Diagnóstico genérico, diagnóstico tipi-
za y personaliza, se integran unitaria- ficador o especificador, diagnóstico indi-
mente dos órdenes de datos: vidualizador y personalizador; tales son
los modos como el médico actual entien-
1. Los que dependen de los diversos de bajo especie de distinción el dia del
momentos psicoorgánicos en que se ma- diagignóskein griego.
nifiesta y tipifica la subjetualidad subs-
tante del enfermo: la edad, el sexo, la 2. DIAGNOSTICO COMO "PENETRACION"
raza, el biotipo, la individualidad genéti- Dia en el sentido de atravesar profun-
ca, el ocasional estado de la constitución dizando. Diagnosticar consiste ahora en
biológica individual y la instalación ha- conocer técnicamente, partiendo de los
bitual en la sociedad. Juntos todos ellos datos que en la enfermedad son paten-
contribuyen a dar su individualidad al tes, todo aquello a que en la realidad del
cuadro clínico real -no libresco- de una enfermo pueden acceder los sentidos y
neumonía lobar, una esclerosis en placas la mente del médico.
o una estenosis mitral reumática. "Cada Tres son los pasos sucesivos de esa
caso clínico -escribió Marañón- puede progresión en profundidad:
expresarse (más aún cabría decir: tiene
que expresarse) por síntomas que no co- 1. Percepción de lo que en la mani-
rresponden a los que los esquemas de festación somática y psíquica de la en-
los libros le asignan. Y éste puede (y a fermedad es aparente, y por tanto direc-
mayor abundamiento, ése tiene que) se tamente intuible. La intuición del dato
cierne, como una amenaza implacable, será unas veces sensorial (el color de la
sobre el diagnóstico" (1). Pero si el diag- piel del ictérico, el estertor crepitante
nóstico del clínico no se limita a ser es- del neumónico, el signo de Babinski en
pecífico y aspira a ser individualizador y el hemipléjico, el olor de la respiración,
personalizador, ¿no será más bien una del acetonémico), otras intelectiva (el
garantía para su corrección que una objeto mental "idea obsesiva" captado
amenaza contra su exactitud la existen- por el explorador a través de las pala-
cia de síntomas que no correspondan a bras del paciente) y otras impática (la
"los esquemas de los libros"? tristeza en el alma del deprimido); pero
2. Los datos clínicos que, siquiera siempre se refiere a ese primer plano o
sea por modo de modulación, expresan plano superficial de la exploración.
los procesos por los que la subjetualidad 2. Inferencia mental de los mecanis-
suprastante del enfermo se hace patoge- mos psicoorgánicos en cuya virtud se ha-
nética o patoplásticamente manifiesta: cen reales e intuibles los datos a que se
intencionalidad consciente o subcons- refiere el apartado anterior. Mecanismos
ciente, modos en que la apropiación per- psicoorgánicos, acabo de decir; por con-
sonal de una dolencia simultáneamente siguiente, orgánicos y psíquicos a la vez,
"padecida" y "hecha", integración de ella puesto que a la vez orgánica y psíquica
en la biografía del paciente, etc. La per- es en la enfermedad humana la estructu-
sonalización del cuerpo -el cuerpo como ra del vector nosogenéticamente eficaz.
316 El diagnóstico médico

Que en unos casos sea preponderante- en que sus palabras nombren precisa y
mente orgánico el mecanismo en cues- correctamente los sentimientos que su
tión (por ejemplo, el que determina la alma está viviendo.
exaltación del reflejo patelar en un sín-
drome piramidal) y en otros preponde- Diagnóstico de cuadros clínicos, diag-
rantemente psíquico (por ejemplo, el nóstico de mecanismos psicoorgánicos,
que da lugar a la aparición de una idea diagnóstico de ultimidades existenciales;
obsesiva), en modo alguno altera, como éstos son los niveles de la realidad hu-
sabemos, la validez de la regla preceden- mana que sucesivamente descubre el
te; porque algún factor psíquico (el esta- médico actual cuando su mente entien-
do de la atención del enfermo) opera en de el dia del diagignóskein como consig-
la exaltación del reflejo patelar que el na para una penetración en la profundi-
clínico provoca y observa, y algún fac- dad del enfermo.
tor orgánico (determinadas alteraciones Ahora bien, una consideración atenta
neurofisiológicas, todavía no bien cono- de estos dos modos de concebir el diag-
cidas) subyace a la puesta en marcha de nóstico pone ante nuestros ojos algo que
una idea obsesiva. En cualquier caso, la el conocimiento médico ha sido siem-
realidad de este segundo plano del diag- pre, pero que sólo el pensamiento de
nóstico en profundidad no es, como la nuestro siglo ha sabido advertir con cla-
del primero, intuible, y sólo puede ser ridad: el carácter esencialmente operati-
conocida mediante una inferencia men- vo de ese conocimiento.
tal -científica y razonada, desde luego-
de lo que en el seno del organismo ha
tenido que suceder para que el síntoma 11. CONOCER Y ACTUAR
o el signo se hayan hecho directamente
observables. El modo de la certidumbre El conocer y el actuar en el diagnósti-
del conocimiento es ahora la probabili- co médico. Vimos en páginas anteriores
dad, porque sólo probable puede ser que sólo mediante la participación acti-
para el clínico la real y efectiva existen- va en la vida de otro hombre es posible
cia del mecanismo psicoorgánico que la conocerle como sujeto personal, y no
inferencia de su mente haya podido en- como simple objeto. Pues bien, esto es lo
trever. que se nos hace patente cuando la dis-
3. Conjetura interpretativa de lo que tinción diagnóstica pasa de ser específi-
más allá de la intuición directa y de la ca -la propia del diagnóstico diferen-
inferencia científica es y significa la do- cial- a ser individualizadora y personali-
lencia en el fondo de la persona enfer- zadora, y cuando la penetración diagnós-
ma: la enfermedad como dolor que trae tica en profundidad se mueve desde la
consigo el nudo hecho de ser hombre o superficie del caso clínico hacia su hon-
como imprevisto riesgo de morir; algo, dura psicoorgánica y personal. Examine-
en suma, que pone al enfermo y al médi- mos, pues, este esencial momento de la
co ante un dilema irrebasable: o sentido, realidad y la epistemología del conoci-
o enigma, el sentido que la interpreta- miento diagnóstico.
ción del uno y la del otro, coincidentes
entre sí o entre sí dispares, puedan en
1. CONOCIMIENTO DISTANTE
aquel caso alcanzar, o el e:oigma -a la Y CONOCIMIENTO INSTANTE
postre, el misterio- que siempre es el he-
cho de enfermar, allende todo su posible Dos modos esencialmente distintos
sentido racional, cuando sin palabras se deben ser distinguidos en el acto de co-
pregunta el paciente en el seno de su nocer científicamente la realidad sensi-
intimidad: "¿por qué precisamente yo?; ble. En uno, los sentidos y la mente se li-
¿por qué precisamente ahora?" En efec- mitan a contemplar desde fuera -sin in-
to, sólo por vía de interpretación y por tervenir, por tanto, en la estructura de
modo de conjetura es posible acceder a su realidad- la cosa que se quiere cono-
esta secreta zona de la realidad del en- cer: es el conocimiento distante del mero
fermo, aunque pueda haber ocasiones observador; el botánico que clasifica una
Teoría 317

planta y el astrónomo que fotografía un de Heisenberg, ni cómo las leyes de la


planeta. La cosa conocida se convierte microfísica se han convertido a conti-
así en puro "objeto" quiescente o móvil. nuación en leyes probabilísticas, ni dis-
En el otro, el hombre de ciencia trata de cutir si el físico debe aceptar con buen
conocer la parcela de la realidad que le ánimo el reto intelectual que ese imper-
importa provocando artificialmente una fecto, pero ineludible modo de conocer
reacción de ella al estímulo que a tal fin constituye (Bohr, Heisenberg, mecánica
parezca más conveniente; en definitiva, cuántica) o postular como exigencia in-
instándola a revelar algo de lo que, .si telectual la construcción de una física
vale tan tosca expresión, por dentro de que sea otra vez "ciencia exacta". Para
sí misma es: es el conocimiento instante. los fines de este libro, bastará consignar
Así procede el experimentador, sea su que tal suceso, tan importante en la his-
dominio propio la materia llamada iner- toria de la física, ha hecho necesario un
te, caso del físico y el químico, la mate- nuevo planteamiento de la relación suje-
ria viva no humana, caso del biólogo, o to-objeto en el conocimiento humano y
la materia viva humana, el caso del psi- ha sido puesto en relación de analogía
cólogo y del médico. Y cuando es ésta la con la estructura de la vinculación técni-
vía del conocimiento, ¿de qué modo se ca entre el médico y el enfermo. Un con-
hace "objeto" la cosa conocida, cuál es la cepto gnoseológico creado por Niels
"objetividad" propia del ente mental que Bohr, la "complementariedad", es la
ofrece al sujeto el acto de conocer? Tres base del nuevo modo de entender tanto
posibilidades me parece pertinente dis- la relación entre el sujeto y el objeto,
cernir: la medición científica, la reacción como la estructura fina de la realidad
biológica y la respuesta personal. observada (3).
Salvo en el dominio de la observación
macroscópica, dentro del cual la medi-
a. La medición
ción se halla afectada por límites de
Hasta finales del siglo XIX, la medición error relativamente grandes, la opera-
de la realidad sensible -el acto de apli- ción de medir ha venido a constituirse
car a ésta el instrumento mensurador, en el acto más elemental de ese modo
una cinta métrica, la columna termomé- del conocimiento que he llamado instan-
trica o el galvanómetro- no era otra cosa te o reactivo. Medir mediante ondas
que cuantificar el resultado de la obser- electromagnéticas es conocer la realidad
vación; por tanto, conocer una magnitud microfísica provocando en ella una reac-
sin intervenir operativamente en la es- ción cognoscible; el "objeto inerte" de la
tructura de la realidad mensurada. Co- mera observación se trueca así en "obje-
nocer científicamente y actuar sobre la to reactivo", y el conocimiento científico
realidad serían, en cuanto a la medición pasa de ser "asintóticamente exacto"
cognoscitiva, dos actos perfectamente -exacto en el límite- a ser "necesaria-
discernibles entre sí. mente probable". Con lo cual cambia de
Cambiaron radicalmente las cosas manera radical el modo de entender
cuando a los ojos del experimentador -y científicamente la reacción de la materia
a los del físico teórico- se abrió el cam- inanimada a la intervención del investi-
po de la microfísica, y de modo muy evi- gador, y por tanto la idea de lo que en su
dente desde que Compton describió el más fina estructura es la experimenta-
efecto que lleva su nombre: la incidencia ción física y química.
de una radiación electromagnética de
longitud de onda adecuada modifica la b. La reacción biológica
posición del electrón a que afecta; o
bien, en términos de mensuración: el La reacción biológica hace entrar el
instrumento con que se mide, la luz, in- conocimiento científico en un campo
terviene en el estado de la cosa mensu- cualitativamente nuevo, y en consecuen-
rada. No debo describir aquí cómo del cia otorga un carácter también nuevo al
conocimiento del "efecto Compton" se conocimiento mismo: la reacción de la
pasó al "principio de indeterminación" cosa estudiada comienza a mostrarse
318 El diagnóstico médico

como "respuesta", el objeto reactivo ción, el impulso no puede tener un valor


pasa a ser "objeto dotado de conducta", objetivo; y en tal caso, la proposición "el
y en el fondo de la probabilidad con que impulso posee el valor p" no es verdade-
surge el dato cognoscible se advierte la ra ni falsa. Una nueva lógica, en la cual
existencia de un modo peculiar del mo- es válido el principio de contradicción,
vimiento reactivo, la "espontaneidad", pero no el del tercio excluso, inicia así
en el cual la automoción de la materia su historia en la física, tras su aparición
viva tiene su forma primaria. La fusión en la matemática. Pues, bien: el físico y
de la pauta reactiva y la espontaneidad filósifo C. Fr. von Weizsacker, sobrino,
-ésta, en tanto que manifestación de la como sabemos, del médico del mismo
condición proclítica o radical tendencia nombre, sostiene la existencia de una es-
hacia el futuro del acontecer biológico- trecha analogía conceptual entre la com-
concede su carácter más propio al movi- plementariedad de Bohr y la doctrina
miento animal. del círculo figura!.
En la experimentación con seres vi- · La extensión del principio de comple-
vientes, el resultado de la intervención mentariedad a dominios de la realidad
del experimentador -el término ocasio- distintos del que estudia la microfísica
nal de la relación sujeto-objeto en el ha sido frecuente. El propio Bohr enten-
proceso del conocimiento biológico- se dió desde este punto de vista la relación
halla regido por la estructura ciclomorfa entre el análisis o la definición de un
del "círculo figura}" (Gestaltkreis) de V. concepto y el empleo inmediato de él. P.
von Weizsacker. En páginas precedentes Jordan (4) y W. Pauli (5) afirmaron más
se dijo acerca de él lo que el tema de tarde la analogía entre ese principio y la
este libro parece pedir. Debo indicar relación consciente-inconsciente en la
ahora, siquiera sea muy sumariamente, represión freudiana. El propio Jordan
cómo la realidad del círculo figural se (6) no ha vacilado en aplicar el indeter-
relaciona por modo análogico con el minismo de Heisenberg y la complemen-
principio de complementariedad de tariedad de Bohr a la intelección "cientí-
Bohr, y cómo, por otra parte, queda es- fica" de la peculiaridad de las leyes bio-
pecíficamente modulada en el ejercicio lógicas, e incluso a la del libre albedrío;
del diagnóstico médico; esto es, en la no porque desconozca la cualidad positi-
melodía del juego que sucesivamente va y creadora que posee la libertad hu-
constituyen la intervención modifica- mana, sino porque, a su juicio, el inde-
dora del clínico (palpación, pregunta terminismo de la mecánica cuántica
anamnéstica, prueba funcional) y la res- ofrece "espacio de juego" al ejercicio de
puesta del organismo personal del en- la voluntad, sin que para el hombre de
fermo. ciencia sea necesario romper con las
Llamó Bohr "complementariedad" a leyes de la física. En esta línea, bien que
la peculiar relación que existe, dentro de con más depurada cautela intelectual, se
la mecánica cuántica, tanto entre la can- mueve la mencionada equiparación en-
tidad de movimiento o impulso y la loca- tre el círculo figural y el principio de
lización espacial de una partícula ele- complementariedad.
mental ("complementariedad paralela" La física, afirma C. Fr. von Weizsacker,
de C. Fr. von Weizsacker), como entre la constituye el trasfondo de la antropolo-
descripción espacio-temporal de ella y la gía, cuando del conocimiento de la na-
función de onda a ella correspondiente turaleza no se tiene la idea que propuso
("complementariedad circular" de C. Fr. la física clásica, sino la que se ha desa-
von Weizsacker). Para la física clásica se- rrollado desde la iniciación de la mecá-
ría posible determinar a la vez la locali- nica cuántica. La antropología, a su vez,
zación y el impulso de una partícula ele- es el trasfondo de la física actual, en
mental; para Bohr y sus seguidores, no: cuanto que ésta, en la empresa de expli-
la posibilidad de medir una de esas dos car more quantíco los fenómenos biológi-
magnitudes excluye la posibilidad de cos, puede resultar ampliada con nocio-
medir la otra. Si, por ejemplo, se ha de- nes científicas completamente nuevas.
terminado mensurativamente la localiza- "Toda ciencia -concluye C. Fr. von Weiz-
Teoría 319

sacker- debe necesariamente hablar de conocimiento sea "sujeto" y la reacción


lo oculto; un ser omnisciente no haría biológica se eleve a "respuesta perso-
ciencia. La doctrina del círculo figural y nal"; esto es, cuando la realidad que se
el concepto de complementariedad di- intenta conocer sea la de un hombre in-
cen a una que lo oculto no es tan sólo lo dividual, la de una persona. Y puesto
que por azar no ha venido a luz, sino que que éste es el caso en la exploración
a la estructura del conocer debe pertene- diagnóstica -y en el tratamiento médico,
cer esencialmente lo oculto; y análoga- si su ejercicio es algo más que la rutina
mente, que lo oculto debe pertenecer de prescribir fármacos o extirpar apén-
esencialmente a la estructura de lo real. dices-, estudiemos de modo especial
Lo oculto puede muy bien ser descrito, cómo en ella se funden el conocer y el
pero no como si fuera aparente: en los actuar.
presupuestos acerca de la estructura de
lo oculto radica el contraste con la onto-
2. LA RESPUESTA PERSONAL
logía clásica; porque pensamos al ente
EN EL DIAGNOSTICO
ya no desligado de que es lo que puede
ser aparente. En este sentido, el sujeto y Desde dentro de ese peculiar modo de
el objeto son, en la lógica de la comple- la vinculación interpersonal a que da-
mentariedad, estructuralmente codepen- mos el nombre de "relación médico-
dientes. El enigma del cartesianismo, enfermo", el clínico dirige a su paciente
cómo puede ser conocida la materia del una pregunta anamnéstica o practica en
alma, desaparece, porque la materia es él una prueba funcional. ¿Qué ha hecho
definida no sólo por lo conocido según en ambos casos? Pese a su notoria dife-
su estructura, mas también por lo que rencia externa, cierta comunidad existe
respecto de ésta puede estar oculto". entre los dos, porque en las dos respues-
La relación entre el movimiento y la tas, en una con lenguaje bioquímico, en
sensación, entre lo orgánico y lo psíqui- otra con lenguaje verbal, la unitaria tota-
co son así entendidas según ese modo de lidad psicoorgánica de un "organismo
la complementariedad que V. von Weiz- personal" o una "persona orgánica" es la
sacker denominó círculo figura!, y des- que realmente habla. Poniendo en prác-
critas conforme al principio de la puerta tica el modo de conocer que antes deno-
giratoria; pero de tal modo que, en vir- miné "conocimiento instante", el médi-
tud de lo que en sí misma es la mente co, con su planeada intervención en la
humana, siempre será posible una forma realidad psicoorgánica del enfermo, ha
de la relación sujeto-objeto más pene- instado a ésta para que le responda y le
trante en la estructura de la realidad, haga conocer algo acerca de ella misma
más próxima que las anteriores a ese y del estado en que ocasionalmente se
fondo indescriptible de lo real que V. encuentra.
von Weizsacker llama "relación funda- Volvamos a nuestra reflexión anterior.
mental" (Grundverhiiltnis), en cuya vir- Para que el conocimiento tenga como
tud, como Bohr había dicho, "la vida no objeto la individual realidad de una per-
es un experimento nuestro". sona, el sujeto cognoscente debe partici-
par en la vida propia de la persona que
trata de conocer, y por tanto cooperar
c. La respuesta personal
de algún modo con lo que en ella es sub-
Los objetos "realidad microfísica" y jetualidad suprastante; de lo cual se si-
"realidad biológica" no pueden ser cono- gue que, para ser en este caso realmente
cidos por el sujeto "mente humana" sin cognoscitiva, la relación lógica sujeto-
que ésta, enlazada con ellos en una rela- objeto tiene que convertirse en relación
ción dinámica y circular, intervenga acti- cooperativa sujeto-sujeto. Tal participa-
vamente en su estructura, la modifique ción en la vida personal del otro reviste
adecuadamente y obtenga así los datos · tantos modos como intenciones quepa
que llamamos "medida" y "reacción bio- distinguir en la relación interpersonal: el
lógica". Tanto más patente será tal regla consejo, la efusión y la ayuda amistosa,
epistemológica, cuando el "objeto" del la donación caritativa, el odio personal,
320 El diagnóstico médico

la educación, sea cualquiera la materia ca del paciente-, y sin que tal interven-
de ella, y la ayuda técnica, una de cuyas ción se realice como cooperación inter-
formas, acaso la más caracterizada, es la personal, el médico no puede obtener
asistencia médica. Y si la actividad diag- un verdadero juicio diagnóstico o un jui-
nóstica es el aspecto cognoscitivo de di- cio clínico digno de este nombre. Dando
cha asistencia y de la peculiar relación forma y sentido diferentes a una expre-
interpersonal que en ella se establece, a sión de P. Marty antes mencionada, no
su estructura -y por consiguiente a su parece inadecuado decir que la activi-
epistemología- habrán de pertenecer dad mental del médico cuando diagnos-
como notas esenciales estas cuatro: tica es una connaissance opératoire.
La concepción puramente científico-
natural del diagnóstico médico -la vi-
a. Carácter técnico sión de éste como un saber científica-
Ser técnica. Sin saber racionalmente mente equiparable a los obtenidos por
qué se hace y por qué se hace aquello el físico, el químico y el biólogo "puro",
que se hace, sin la posesión y el ejercicio y cuya ulterior aplicación permitiría un
de la conciencia metódica que tal proce- tratamiento correcto- afirmaba, desde
der exige y sin el concurso de la ciencia luego, la relación entre él y la operación
cosmológica y antropológica sobre que terapéutica; pero uno y otra se hallarían
el saber hacer técnico se apoya -la epis- regidos por estatutos epistemológicos
témé subyacente a la verdadera tékhné, esencialmente distintos entre sí: el diag-
dirían los antiguos griegos-, no puede nóstico sería una forma particular del
llamarse con propiedad "diagnóstico" o modo de conocer propio de la "ciencia
"juicio clínico" al conocimiento del en- pura"; el tratamiento, una forma singu-
fermo que desde los autores hipocráti- lar del modo de actuar propio de la
cos pide la asistencia médica. Tal fue la "ciencia aplicada"; con lo cual, la bondad
razón por la que propuse dar el nombre del diagnóstico dependería exclusiva-
de '.:Dominación cuasidiagnóstica" al em- mente de su manera de cumplir la pre-
pleo de fórmulas verbales para la desig- sunta pertenencia de su enunciado al
nación de los modos de enfermar, cuan- "puro saber científico", y en el talento
do el contenido de ellas y la vía para ob- para lograr que tal pertenencia fuese
tenerlas no pasan del mero empirismo o evidente y plena consistiría la excelencia
delatan la persistencia de la mentalidad intelectual del clínico. Análogamente, el
mágica. En suma: la actividad diagnósti- clínico orientado por la mentalidad cien-
ca debe ser formalmente técnica, en el tífico-natural sabe que con su explora-
sentido originario de esta palabra. Ni si- ción -por ejemplo: con la práctica de
quiera cuando el médico se ve obligado una prueba funcional- puede a veces in-
a proceder "más acá" de la noción de es- tervenir operativamente en el estado del
pecie morbosa, y por (anto a regir su organismo del enfermo, para obtener de
conducta terapéutica mediante los "en- él una respuesta diagnósticamente signi-
juiciamientos de situación" de que ha- ficativa; pero, como consecuencia nece-
blan Braun y Wieland, ni siquiera enton- saria de esa mentalidad, entiende dicha
ces deja de ser racional y metódica la respuesta como pura "reacción biológi-
conducta diagnóstica del verdadero mé-\ ca", y equipara así su intervención a la
dico. Aunque, como es obvio, la raciona- del físico experimental y a la del biólo-
lidad y el método no puedan preservar J go, cuando aquél sirve de modelo a
del error. · éste. El juicio diagnóstico se apoyaría,
pues, sobre dos series de datos: meras
b. Carácter cooperativo observaciones factuales (color ictérico,
estertor crepitante, cifra de la colesteri-
Ser cooperativa. Sin que en su proce- nemia, etc.) y reacciones biológicas en-
der ante el enfermo se fundan el cono- tendidas mediante la concepción fisico-
cer y el actuar -de otro modo: sin su in- química del organismo (glucemia provo-
tervención activa, en tanto que sujeto cada, reflejo patelar, electrocardiograma
cognoscente, en la realidad psicoorgáni- de esfuerzo, etc.).
Teoría 321

Pues bien, una consideración atenta cial carácter técnico, ocupa una posición
de la actividad diagnóstica permite des- intermedia entre la "relación diádica" y
cubrir en ella: "coefusiva" de la comunicación amistosa
y la "relación objetivante" o "distante"
1. Que el diagnóstico no es un saber del lavado de cerebro y la manipulación
científico puro, cuya aplicación permite política de la conducta humana. La coo-
la recta acción terapéutica, sino que es peración del enfermo es de ordinario
por esencia actuación del médico sobre casi enteramente pasiva y objetual, se li-
la realidad del paciente, y que tal actua- mita al voluntario ofrecimiento del cuer-
ción posee, pequeño o grande, un esen- po a la exploración del médico, y llega a
cial n,omento terapéutico. En tanto que ser casi puramente activa e interperso-
buscado (exploración) y en tanto que nal, cuando en el curso de la anamnesis
establecido (formulación), y cualquiera se hace auténtica confidencia la comuni-
que sea el modo con que la formulación cación del paciente con la persona que
haya sido hecha (rotulación mediante el le explora. Por su parte, la cooperación
nombre de una especie morbosa o relato del médico será unas veces meramente
técnicamente biográfico), el diagnóstico receptiva, cuando se limite a ver un tinte
es siempre y por sí mismo, como dice ictérico o a oír un soplo cardiaco, y otras
Wieland, a la vez un "aserto singular" resueltamente interpersonal, cuando el
(Singuldraussage: aserto relativo a un in- coloquio anamnéstico sea formalmente
dividuo y a una situación vital determi- interpretativo, además de ser testifical.
nada) y un "elemento de actuación" Pero un examen detenido y sensible de
(Handlungselement); no, por tanto, un lo que en la actividad diagnóstica acon-
"aserto teorético", análogo a los que en tece hará ver que hasta en la mera pres-
su conocimiento de la realidad establece tación de su cuerpo, por el lado del en-
el hombre de ciencia, sino un "aserto fermo, y en la pura recepción de lo per-
práctico" o "pragmático", cuya vincula- cibido, por el lado del médico, es última-
ción al momento temporal en que ha mente cooperativa la relación entre am-
sido formulado (a su oportunidad, a su bos.
kairós, diría un hipocrático) le hace 3. Que en la cooperación médico-
esencialmente irrepetible e irrevocable; enfermo en que la actividad diagnóstica
porque cuando la rectificación sea nece- tiene su nervio, la actuación del médico
saria, tendrá que consistir en un nuevo posee carácter de "pregunta" y la reac-
diagnóstico, referido a otra situación vi- ción del enfermo carácter de "respues-
tal del enfermo, ante la cual el médico se ta". Muéstrase así directamente la terce-
verá obligado a tener en cuenta las con- ra de las notas esenciales de dicha activi-
secuencias a que el ineludible efecto dad.
operativo del primer diagnóstico (en
tanto que conocido por el enfermo o en
c. Carácter responsivo
cuanto que determinante de una con-
ducta terapéutica) haya dado lugar. El Ser responsiva. Parece conveniente
diagnóstico, en suma, es actuación cuan- distinguir con cierto rigor entre "reac-
do ayuda a conocer y actúa positiva o ción" y "respuesta", términos frecuente-
negativamente como agente terapéutico. mente usados como equivalentes por
Como solía decir E. von Leyden, "el pri- biólogos y médicos. En el lenguaje ordi-
mer acto del tratamiento es el de dar la nario, la mera reacción, palabra cuyo
mano al paciente". ámbito semántico es muy amplio y di-
2. Que la actuación del médico en el verso (reacciones mecánicas, químicas,
proceso del diagnóstico es siempre coo- biológicas, humanas individuales, huma-
perativa: acontece y es conocida en el nas sociales), es con frecuencia denomi-
seno del peculiar modo de la vincula- nada respuesta: respuesta de un sistema
ción interpersonal a que damos el nom- en equilibrio a una acción exterior, res-
bre de "relación médico-enfermo"; rela- puesta del corazón de rana a la digitoxi-
ción que, como en otra parte creo haber na, respuesta del organismo del cobaya
demostrado (7), y en virtud de su esen- a la inyección de tal o cual antígeno.
22
322 El diagnóstico médico

Pero si se quiere hablar con prec1s1on sensaciones y sentimientos de su vida


intelectual debería usarse el término presente-, la vinculación entre uno y
reacción" (convenientemente especifi otro cobra la forma de un tácito "noso-
cado por un adjetivo: reacción mecánica, tros" intersubjetiva, creado y configura-
química, biológica, psíquica) cuando no do en este caso por la conjunción de una
es personal la realidad afectada por el real necesidad de ayuda técnica (situa-
estímulo que la desencadena, y reservar ción del enfermo) y una real voluntad de
el nombre de "respuesta" para las reac- prestarla (actitud del médico). En otro
ciones en que esa realidad posee carác- lugar (9) he distinguido cuatro modos
ter personal, es una persona. Así lo abo- cardinales de realizarse en su práctica
nan de consuno la etimología (responde- asistencial la personalidad del médico:
re es prometer recíprocamente) (8) y el el ego sapiens (móvil principal, el deseo
diccionario oficial (respuesta: satisfac- de saber; el caso del médico investiga-
ción a una pregunta, duda o dificultad; dor), el ego cupiens (móvil principal, la
réplica, refutación o contradicción de lo avidez de lucro y la fama; el caso del mé-
que otro dice). Lo cual plantea un delica- dico codicioso), el ego fungens (móvil
do problema científico y léxico que no principal, el cumplimiento de una fun-
debo tratar aquí: si en rigor pueden o no ción social; el caso del médico funciona-
pueden ser llamadas "respuestas" las rio) y el ego adiuvans (móvil principal, la
reacciones de los animales superiores a voluntad de ayuda al paciente; el caso
los estímulos del medio exterior. del médico por excelencia, del médico-
Volvamos ahora a nuestro tema. La médico). Pues bien: aun cuando la objeti-
cooperación del enfermo con el médico vación o impersonalización del enfermo
en el proceso de la actividad diagnóstica sea máxima en los tres primeros casos
es genuinamente responsiva: con su pa- (el paciente como objeto cognoscible,
labra o con sus intervenciones explora- como objeto lucrativo o como objeto so-
torias no verbales, el médico pregunta; cial), a través del afán de investigar, de
con su palabra o con la reacción de su la sed de lucro y de la mecanización fun-
organismo a esas intervenciones, el en- cionarial, y a impulsos de lo que el ejer-
fermo -la persona psicoorgánica del en- cicio médico en sí y por sí mismo es, ese
fermo- responde. La exploración clínica "nosotros médico" de la relación inter-
consiste así en un juego de preguntas y personal y cooperativa llegará con fre-
respuestas, y en modo alguno es un azar cuencia a establecerse, a lo largo de la
que dicha exploración haya sido temáti- anamnesis, entre la persona del explora-
camente comparada con el desarrollo de dor y la persona del explorado.
una partida de ajedrez. El problema con- 2. La prueba funcional. ¿puede, debe
siste en saber cómo son auténticas res- ser llamada "respuesta", en el sentido
puestas las reacciones del enfermo a las fuerte de esta palabra, el dato que al tér-
situaciones en que la exploración del mino de una prueba funcional obtiene el
médico le pone. A mi juicio, tres casos es médico? A la ingestión de una determi-
necesario distinguir: nada cantidad de azúcar, el organismo
del diabético reacciona con una altera-
l. La respuesta anamnéstica. El ca- ción mayor o menor en la curva de su
rácter responsivo de la actividad diag- glucemia. El complejo sistema regulador
nóstica -de otro modo: la estructura pre- del metabolismo de los glúcidos, con la
gunta-respuesta de la relación sujeto- secreción del páncreas endocrino en su
sujeto que se establece en el acto médi- centro, muestra así su desorden patoló-
co- es ahora, más que evidente, obvio. gico. Tal alteración, ¿qué es, en rigor:
Sea testifical o interpretativa la índole una reacción puramente biológica, por
del coloquio anamnéstico, el médico in- completo homologable a la que puedan
terroga en una u otra forma y el enfer- presentar otros organismos animales, o
mo responde. Envolviendo los diversos una verdadera respuesta humana, la res-
datos objetivos que el decir del enfermo puesta de un organismo personal o una
pueda exponer al médico -sucesos de su persona orgánica? Si tenemos en cuenta
vida pasada, alteraciones de su cuerpo, que después de una fuerte excitación
Teoría 323

psíquica el diabético tolera mucho peor "respuesta" propiamente dicha. No pue-


los hidratos de carbono que antes de de excluirse, sin embargo, la posibilidad
ella (R. Siebeck), y si pensamos que las de que en ciertas ocasiones -soplos car-
excitaciones psíquicas del hombre no diacos funcionales, componente funcio-
sólo se hallan determinadas por pautas nal de los soplos cardiacos orgánicos,
biológicas de reacción, como acontece etc.-, un momento de orden personal,
en los animales superiores, mas también, por tanto, responsivo, module en cierta
aunque sólo sea en forma de modula- medida la configuración del signo físico.
ción, por motivos de carácter estricta-
mente personal, el carácter responsivo A lo largo de este juego de preguntas y
de la reacción del diabético a esa prueba respuestas cobra forma la dual coopera-
de sobrecarga habrá de ser afirmado sin ción entre el médico y el enfermo que es
reservas. Otro tanto cabe decir de las el proceso del diagnóstico. El carácter
restantes pruebas funcionales; y con de "camaradería itinerante" (Weggenos-
ellas, de los signos físicos, como el refle- senschaft) que V. von Weizsacker atri-
jo patelar o la exploración de la afasia, buyó a la relación médico-enfermo se
en los que el dato exploratorio sea el re- hace así un diálogo interpersonal com-
sultado de una actividad vital y reactiva. puesto de preguntas y respuestas verba-
Aunque, como es obvio, sólo en determi- les y no verbales. También de los órga-
nados casos posea verdadera importan- nos sometidos a pruebas funcionales
cia clínica esa modulación personal de puede decirse el Saxa loquuntur con que
la respuesta del organismo a la situación Freud caracterizó la anamnesis psico-
en que la prueba funcional le pone. analítica. Como diría Adler, también los
3. El signo físico propiamente dicho; órganos tienen su "dialecto".
aquel que hace patente la permanente u La actividad diagnóstica es, pues, téc-
ocasional conversión de una parte del nica, cooperativa y responsiva. Una cuar-
organismo en materia inerte, por tanto ta nota parece todavía necesaria para
en un sistema material más o menos describirla con integridad.
bien circunscrito, al cual pueden ser
aplicados métodos de exploración ente-
ramente reducibles a las leyes de la físi- d. Carácter pesquisitivo
ca clásica: la masa líquida de un derra- Ser pesquisitiva; cumplir de un modo
me pleural y los signos percutorios que históricamente actual la segunda de las
la revelan, la masa hepatizada de un ló- exigencias -el conocimiento penetrante-
bulo pulmonar, con la matidez y los es- inherentes al dia del diagnóstico. La ex-
tertores crepitantes que ponen de mani- ploración diagnóstica y la consecutiva
fiesto esa transformación, la lesión de elaboración mental de los datos con ella
una válvula cardiaca y los ruidos de so- obtenidos deben proseguir, en principio,
plo que diagnósticamente la caracteri- hasta que al médico le sea posible re-
zan, etc. En todos estos ejemplos, los da- construir explicativa y comprensivamen-
tos exploratorios obtenidos por el clíni- te el proceso que constituyen los cinco
co son reacciones acústicas de una zona siguientes términos: la situación nosoge-
de materia inerte (acumulación líquida) nética; el vector nosogenéticamente de-
o cuasiinerte (lóbulo pulmonar converti- cisivo; las sucesivas etapas intermedias
do en masa casi compacta) a los estímu- en la realización psicoorgánica de éste;
los mecánicos con que el explorador la el cuadro morboso, en su triple di-
hace vibrar, o, en el caso del estertor mensión somática, psíquica y personal;
crepitante o del soplo mitral, a los que la patocronia de la dolencia. Del conte-
espontáneamente pone en juego la diná- nido y la estructura de la situación noso-
mica misma de la respiración (separa- genética y del vector nosogenéticamente
ción de las paredes alveolares del pul- decisivo dependerá que la enfermedad
món) o del movimiento intracardiaco de sea preponderantemente orgánica o pre-
la sangre (roce de ésta con la lesión val- ponderantemente neurótica, y al conte-
vular). El resultado de la exploración es nido y la estructura de las que he llama-
ahora "reacción mecánico-acústica", no do "etapas intermedias" ..:..naturaleza y
324 El diagnóstico médico

cuantía del agente causal más intensa creencia son los fines que los tratadistas
y centralmente eficaz; índole y localiza- atribuyen a la epistemología. Los capítu-
ción del desorden orgánico a que como los precedentes han dado amplia res-
causa inmediata de la enfermedad ese puesta parcial a estas exigencias, en lo
agente haya dado lugar; acción modula- que al diagnóstico médico concierne. Sa-
dora de la subjetualídad substante y su- bemos ya, en efecto, qué zona de la reali-
prastante del enfermo-, será atribuible dad es conocida mediante la actividad
que el cuadro morboso tenga una apa- diagnóstica (el estado de salud, hígido o
riencia de algún modo susceptible de re- morboso, de un organismo personal o
ducción a "especie morbosa" o en modo una persona orgánica), cómo esa zona
alguno tipificable. Esta reconstrucción de la realidad debe ser conocida (me-
explicativa y comprensiva del proceso diante el ejercicio de un conocimiento
morboso permitirá al clínico entenderlo operativo intrínsecamente ordenado a la
científicamente desde el momento de su ayuda técnica del semejante, hállese éste
causación y -con estimable probabilidad sano o enfermo) y cuál debe ser el alcan-
de acierto- prever el comportamiento ce de dicho conocimiento (el determina-
psicoorgáníco de la persona enferma do por la tensión dinámica entre el sa-
consecutivo al tratamiento y a la acción ber puramente científico y el saber efi-
de las eventuales incidencias, explorato- cazmente terapéutico; tensión cuyo nivel
rias o azarosas, a que su realidad pueda y cuya forma varían mucho, claro está,
ser sometida. En cualquier caso, sólo con la formación intelectual y los recur-
será verdaderamente médica la pesquisa sos técnicos del médico). Para completar
en profundidad cuando lleve en su seno lo expuesto, tal vez convenga añadir al-
verdadera voluntad de ayuda terapéuti- gunas consideraciones sobre lo que el
ca. Recuérdese lo dicho. "conocer científicamente" debe ser para
¿Quiere decir esto que el clínico debe quien reflexivamente quiera practicar el
abstenerse de profundizar y sutilizar su diagnóstico.
pesquisa diagnóstica, cuando -siendo, Suele el médico entender su asisten-
por supuesto, éticamente aceptable- cia al enfermo, antes lo apunté, como
ésta le lleva a resultados carentes de la suma de dos actividades sucesivas y
consecuencia terapéutica? Por ejemplo: cualitativamente distintas entre sí: una
ante una enfermedad viral, y si sus re- científica, el diagnóstico, porque genui-
cursos técnicos le permiten realizar tal namente científico parece ser el conoci-
empeño, ¿prescindirá el médico de iden- miento médico de la realidad de un en-
tificar la especie del virus en cuestión, fermo, cuando quien lo emprende ha sa-
sólo porque la terapéutica actual no per- bido cumplir lo que enseñan los buenos
mita combatirlo con remedios específi- libros de semiología y patología; otra
cos? En modo alguno. Esa identificación práctica, el tratamiento, reducible en
no es médicamente diagnóstica en la ac- esencia a la aplicación del saber diag-
tualidad, desde luego; pero acaso su es- nóstico, según lo que sobre el caso digan
tablecimiento sirva en el futuro para ins- los buenos libros de farmacología y tera-
taurar con conocimiento de causa un péutica. Hay, desde luego, diagnósticos
tratamiento específicamente eficaz. En no suficientemente científicos, los llama-
medio de esta tensión entre un "saber dos "provisionales", "de impresión", etc.;
realmente médico" (de segura eficacia pero sólo lo son, se piensa, por la defi-
en el presente) y un "saber puramente ciencia técnica de quien los ha estableci-
científico" (acaso utilizable en el futuro) do o por la insuficiencia en que a tal res-
debe moverse el clínico investigador. pecto todavía se hallen las ciencias mé-
dicas. La medicina, en suma, sería una
"ciencia aplicada", como la ingeniería in-
III. EL DIAGNOSTICO dustrial pueda serlo respecto de la "cien-
Y LA CIENCIA cia pura" que es la física. Las "ciencias
puras" del saber médico -física, química
Determinar la naturaleza, los límites y y biología, más el conjunto de las que en
la validez de un conocimiento o de una las Facultades de Medicina suelen ser
Teoría 325

llamadas "ciencias básicas"- permitirían "juicio clínico" (clinical judgement). No:


que con frecuencia fuese "verdadera- la medicina no es el resultado de la apli-
mente científico" el conocimiento médi- cación de una serie de ciencias puras al
co de la realidad del enfermo. conocimiento y al tratamiento de las en-
Pienso, con Wieland, que tal plantea- fermedades, no es una ciencia aplicada;
miento de la epistemología del diagnós- es una ciencia práctica que tiene su obje-
tico médico falsea la verdadera realidad to en un "sujeto", la persona enferma, y
de éste. En el diagnóstico y en el trata- su más caracterizado recurso científico-
miento, esto es, en el aspecto preponde- operativo en el enjuiciamiento diagnósti-
rantemente cognoscitivo y en el aspecto co; en definitiva, en el juicio clínico. Co-
preponderantemente operativo del acto menzamos a verlo así en la segunda par-
médico, la medicina es una "ciencia te de este libro; y, con mayor detalle, así
práctica", un saber al que esencialmente lo veremos en la sección subsiguiente.
pertenecen, fundidas entre sí, la ciencia
y la actuación: "el núcleo central de la
medicina, la medicina clínica -escribe
Wieland-, es una disciplina científica NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
que no sólo tiene como objeto ejecutar l. G. Marañón, Manual de diagnóstico etiológico,
acciones, sino que se realiza en accio- Prólogo 12.ª ed. (Madrid, 1974).
nes". Como la jurisprudencia y la arqui- 2. Véase mi libro La medicina actual, cap. "La per-
tectura, la medicina es, a su peculiar sonalización del enfermo en cuanto tal" (Ma-
drid, 1973).
modo, la versión actual del unitario con- 3. Entre la nada escasa bibliografía sobre el tema,
junto que el "saber hacer" y el "hacer remito al lector al capítulo "Zur Biologie des
efectivamente" formaban en la tékhne de Subjekts. Die Einheit von Wahrnehmen und
los antiguos griegos, y tal es la única ra- Bewegen", del libro de C. Fr. von Weizsacker
Der Garten des Menschlichen. Beitréige zur ge-
zón válida por la cual todavía se la deno- schichtlichen Anthropologie (München-Wien,
mina "arte", arte de curar. Lo cual hace 1978). Previo a él es el estudio del mismo autor
que los saberes diagnósticos del médico Gestaltkreis und Komplementaritat anteriormen-
no sean juicios plenamente científicos, te citado.
4. P. Jordan, Verdriingung und Komplementaritiit
como pueda serlo el del químico cuando (Hamburg-Bergedorf, 1947).
fundadamente afirma "esto es una diso- S. W. Pauli, "Naturwissenschaftliche und erkennt-
lución acuosa de cloruro sódico", aserto nistheoretische Aspekte der Ideen vom Unbe-
en el cual la experiencia de una realidad wussten", Dialectica 8 (1954).
6. P. Jordan, Die Physik und das Geheimnis des or-
individual se halla íntegramente referida ganischen Lebens (Braunschweig, 1941).
a un sistema de principios teoréticos 7. En mi libro La relación médico-enfermo.
fundamentales; los saberes diagnósticos 8. Sobre la conexión etimológica y semántica en-
son más bien "enjuiciamientos" (Beurtei- tre el respondere latino y la sponde helénica
(sponde: libación ritual), véase el prólogo a mi
lungen), y forman parte de esa más am- libro Palabras menores (Barcelona, 1952).
plia y compleja estimación de la realidad 9. En mis libros Teoría y realidad del otro y La re-
del enfermo a que damos el nombre de lación médico-enfermo.
SECCION II

TECNICA Y LOGICA DEL DIAGNOSTICO

Desde su nacimiento mismo se halló las naturales (la urea de Wohler, la glu-
el saber técnico, la tékhné, esencialmente cosa de E. Fischer), produce otras que
unido a la razón, al lógos; baste recordar antes no existían en la naturaleza (fár-
la definición de Aristóteles en la Etica a macos sintéticos, macromoléculas, etc.).
Nicómaco, "hábito productivo (tocante a De la técnica hoy conducente a la obten-
la producción, poíésis, de algo) acompa- ción del diagnóstico ¿podrá decirse otro
ñado de razón verdadera" (1.140 a 20), tanto? El ideal de la actividad diagnósti-
con la cual tan bien expresó el común ca del médico, conocer la realidad del
sentir de su pueblo. "Recta razón de las enfermo tal cual ella es, ¿ha sido o no ha
cosas que pueden hacerse", dirán los es- sido superado por la técnica diagnóstica
colásticos que es la ars, término con que actual? Habrá que examinarlo.
los romanos latinizaron la tékhné helé- La segunda de esas novedades con-
nica. La racionalidad en el hacer, y en cierne a la realidad sobre que la acción
consecuencia la lógica, pertenecen por técnica opera. Regida por su paradigma
esencia a la técnica. En esto no ha perdi- antiguo o por su paradigma moderno, la
do validez la enseñanza de los antiguos: técnica diagnóstica del médico tenía
conocer y seguir "las reglas del arte" es como meta la recta visión del desorden
todavía el primer deber de los que quie- orgánico en que la enfermedad -el ens
ren hacer bien una cosa. Pero sin men- morbi, diría Virchow- parece objetiva-
gua de tal validez, acontece que esa mente consistir. Pero cuando la realidad
esencial conexión entre técnica y lógica diagnosticada es en primer término la
muestra hoy, y más en lo tocante a la alteración morbosa de la vida de una
medicina, varias importantes novedades. persona, no sólo el ocasional desorden
Por lo menos, tres. de su organismo, ¿podrán ser adecuadas
Atañe la primera al alcance y al conte- la técnica y la lógica tradicionales?
nido de la acción técnica. La poíésis que A la lógica misma se refiere, en fin, la
ejecutaba la tékhné de los antiguos no tercera novedad. La concepción tradicio-
pasaba de ser una acción imitadora: mí- nal del diagnóstico ha solido entender la
mésis, imitación de la naturaleza (Aristó- actividad mental del médico según los
teles, Fis. 1447 a). La producción a que esquemas de la lógica a que también se
tantas veces llega la técnica actual es, en da el nombre de "tradicional": la ante-
cambio, el resultado de una acción crea- rior a la obra innovadora de los mate-
dora: además de sustancias idénticas a máticos G. Boole y G. Frege. Aristotélica

327
328 El diagnóstico médico

o positivista -en las reglas lógicas de su verdadero canon en la lógica anterior


Stuart Mill vieron muchos científicos y a Boole y Frege, o necesitará recurrir, si
médicos del siglo XIX el cauce canónico el clínico pretende entender clara y rigu-
de su inteligencia-, esa lógica parecía la rosamente lo que hace, a alguno de los
adecuada para explicar de manera cabal desarrollos de la lógica ulteriores a la
lo que mentalmente es la actividad diag- obra de dichos autores? También esta
nóstica, cuando el médico no procede cuestión habrá de ser examinada.
en ella indisciplinadamente, y de modo En los dos capítulos subsiguientes
consciente y deliberado o inconsciente y -"Técnica y realidad de la exploración
automático es fiel a "lo que debe ser". clínica", "Realidad y lógica de la inferen-
Pues bien: la actual técnica d.el diagnós- cia diagnóstica"- trataré de mostrar
tico -quiero decir, la ejecución técnica cómo el saber hacer técnico y el ejerci-
de un diagnóstico que no sea rutinaria- cio de la razón, la tékhné y el lógos, co-
mente tradicional, que se ajuste a lo que bran realidad unitaria en el diagnóstico
ese acto debe ser hoy- ¿puede encontrar actual.
Capítulo I

Técnica y realidad de la exploración clínica

Sería aquí en absoluto improcedente


un resumen o un índice de lo que acerca co, en lugar de mirar un cuerpo humano
de la exploración clínica dicen los trata- y viviente, inquisitivamente contemplase
dos de semiología y nosognóstica vigen- un mineral o una planta. "La piel de este
tes hoy. Otro es mi propósito. Dando por cuerpo es amarillo-verdosa; las pupilas
bien sabido cuanto esos tratados ense- de estos ojos son desiguales entre sí; la
ñan, y teniendo en cuenta lo dicho en la pierna de este enfermo se mueve al an-
sección precedente, trataré de exponer dar con movimiento en guadaña". Para
una visión integral, por tanto formal- percibir estas realidades somáticas y las
mente antropológica, de lo que sólo des- que a ellas se asemejan, el ojo del médi-
de un punto de vista científico-natural y co se distancia del cuerpo del paciente,
objetivante a tal respecto ha solido escri- lo reduce a objeto de contemplación ob-
birse. Con otras palabras: tomando en jetiva, pone su atención en la totalidad
serio lo que real y verdaderamente es el de él o en una de sus partes y recoge,
enfermo, un organismo personal, mos- para utilizarlos como piezas de una fór-
traré lo que en verdad debe ser -y con mula cognoscitiva -la que dará expre-
frecuencia es, aunque el médico no se sión a su diagnóstico-, los datos que
detenga a pensarlo- la exploración mé- haya considerado útiles para el logro de
dica. Tres temas van a ser especialmente ese empeño. El hallazgo exploratorio
estudiados: la inspección, la exploración queda así recortado del conjunto vivo a
táctil y la anamnesis. Los restantes méto- que pertenece, apartado de él, abstraído,
dos exploratorios serán examinados a en el sentido etimológico (abs-trahere) de
continuación, brevemente y en conjun- esta palabra, y metódicamente atribuido
to (1). a la construcción mental, también abs-
tracta, del "cuerpo humano en cuanto
tal".
l. LA INSPECCION Para el establecimiento del juicio diag-
nóstico en su forma tradicional, todo
La inspección clínica es habitualmente esto es, más que útil, necesario. Si el mé-
descrita como si el acto de mirar fuese dico no ha aprendido a observar, objeti-
siempre y sólo la percepción visual de vándolo, reduciéndolo a la condición de
una realidad objetiva, el cuerpo del en- mero "objeto visual", el cuerpo del en-
fermo; en consecuencia, como si el médi- fermo, para acotar en él todo lo que en

329
330 El diagnóstico médico

él parezca ser anómalo, malamente po- tre las cardinales, veo yo: 1.0 La mirada
drá lograr diagnósticos correctos. Pero si inquisitiva. Expresa la insatisfacción del
la objetivación inspectiva del cuerpo es mirante con lo que actualmente ha per-
para el diagnóstico práctica necesaria, cibido, y la más o menos ansiosa búsque-
¿podemos decir que sea práctica sufi- da de lo que más allá de los ojos y el ros-
ciente? Evidentemente no, por dos razo- tro del otro pueda haber. El otro apare-
nes principales: porque la "parte" así ob- ce ahora como objeto, pero como objeto
servada -color de la piel, tamaño de la inacabado, y por tanto abierto a la ulte-
pupila, movimiento de las piernas en la rior posibilidad de mostrarse como lo
marcha, etc.- pertenece al "todo" que es que realmente es, como sujeto personal.
un cuerpo humano viviente, y porque, 2.0 La mirada objetivante en sentido es-
poniendo su vista sobre el enfermo, el tricto. En ella el percipiente se detiene
médico tendrá que mirarle a los ojos, no provisionalmente en lo percibido, y con
sólo mirarle los ojos; por tanto, cruzar la una intención posesiva más o menos in-
mirada con él. Acciones ambas que con- tensa y, según los casos, muy diversa-
fieren a la inspección clínica su condi- mente orientada -cognoscitiva, retadora,
ción formalmente humana y, sépalo el envolvente, destructora, concesiva, fasci-
médico o no lo sepa, la llevan, más allá nante, lúdica, irónica, etc.-, lo organiza
de la percepción objetivante, a la per- en su vida y lo contempla desde su pro-
cepción interpersonal. Examinémoslas pio yo. A la mirada objetivante y sólo a
una a una, comenzando -puesto que cro- ella se refieren los célebres análisis del
nológicamente siempre es anterior- por acto de mirar a otro que Sartre expuso
la segunda de ellas. filosóficamente en L'étre et le néant (con-
versión intencional del otro en pura na-
1. LA MIRADA ENTRE DOS HOMBRES turaleza, robo de su libertad) y teatral-
mente en Huis-clos (con su célebre sen-
El médico cruza su mirada con la del tencia "El infierno es los otros"). 3.0 La
enfermo. ¿podemos decir que este acto mirada abierta o receptiva. Percibo obje-
sea clínicamente indiferente? En modo tivamente al otro y lo contemplo; pero
alguno. Veamos, si no, todo lo que psico- mi intención no es ahora posesiva, sino
lógica y somáticamente puede suceder aceptadora. Mirándole así, mis ojos son
cuando dos hombres se miran entre sí, y puertas abiertas a todo lo que el otro
situemos dentro de ese marco de posibi- sea, haga o diga. Como en el caso de la
lidades las que de ordinario se dan cuan- mirada inquisitiva, aunque por modo
do esos dos hombres son un enfermo y contrario, el hombre a quien miro me es
un médico. ahora objeto ampliamente inacabado,
Concebida como vector central o pun- realidad productiva de sí misma y desde
ta de flecha de una totalidad expresiva sí misma, y por tanto muy próxima ya a
no sólo "mirante" -la que constituyen el dejar de serme puro objeto. 4.0 La mira-
resto del rostro y la actitud y el movi- da instante o petitiva. En ella, la realidad
miento del cuerpo entero-, en la mirada del otro no me es ya meramente objeti-
es preciso distinguir la intención y la va. Lo que en dicha realidad percibo se
profundidad, y a continuación tener en me presenta, desde luego, como objeto
cuenta que el análisis de cada uno de es- visual; pero lo que de ella no percibo, lo
tos dos respectos principales permite que hay más allá de mi mirada, es para
discernir, más o menos puros, varios mí, más que campo de pesquisa, manan-
modos típicos de mirar al otro y otras tial de posibilidades imprevistas, centro
tantas consecuencias de la mirada. fontanal que conmigo puede ser o no ser
generoso de sí mismo. 5.0 La mirada au-
a. La intención y sus modos todonante o efusiva. En tal caso, yo no
Desde el punto de vista de la intención miro al otro sólo o principalmente para
del que mira -esto es: de lo que éste, verle, sino para entregarle algo de mí
consciente o inconscientemente, quiere mismo. Su realidad sólo en un sentido
con ese acto lograr- la mirada puede ser metafórico me es objeto (cuando, por
muchas cosas distintas. Hasta cinco, en- ejemplo, digo que alguien "es objeto de
Teoría 335

mi amistad"); me es más bien el sujeto y esperanza en el médico hay en el alma


personal hacia cuya aquiescente volun- del enfermo; con lo cual su mirada, sin
tad receptiva se est¡i vertiendo la muda dejar de ser petitiva, se hará más o me-
efusión de mi ser que entonces es mí mi- nos recelosa. Nada infrecuente es hoy,
rada. por otra parte, que la mirada del enfer-
mo al médico se haga a veces retadora;
en ocasiones, por obra de una actitud
b. La profundidad y sus grados psicológica, la que en ciertos pacientes
Mas también desde el punto de vista engendra la "distinción" de padecer en-
de su profundidad -esto es: según la hon- fermedad, si en el titular de ella no exis-
dura del otro a que el mirante quiere lle- te la resignación del santo o la elegancia
gar- difieren entre sí las miradas huma- del dandy, y en otros casos como secue-
nas. Tres grados principales pueden ser las de una actitud social, la que tantas
discernidos: 1.0 La mirada a los ojos. La veces dimana de la conciencia -legítima,
meta de quien así mira parece no querer por lo demás- del derecho a ser médica-
pasar de la pupila del otro, de su superfi- mente bien atendido. No poco ayudará a
cie, de su piel. "iMírame a la mirada y no la perfección del acto médico la recta y
a mí!", dice un personaje a otro en La es- sensible percepción, por parte del clíni-
finge, de Unamuno. 2.0 La mirada al co, de todos estos posibles modos de ser
alma, la búsqueda visual del drama o la mirado por el enfermo a que atiende.
comedia a que pertenece lo que en aquel
momento contiene la conciencia del
d. La mirada del médico
otro: pensamientos, sentimientos, inten-
ciones, estimaciones, etc. 3. La mirada
0
Respondiendo a la mirada del enfer-
al fondo del alma, la voluntad de pene- mo, ¿cómo debe ser la del médico, para
tración hacia el manadero de las inten- que alcance máxima eficacia diagnóstica
ciones del otro, el acceso a la zona de su y terapéutica su relación con él? Pienso
ser en que se están actualizando su voca- que en ella deben hacerse expresar tres
ción, su idea de sí mismo y su libertad. intenciones principales:
"Y volviéndose el Señor, miró a Pedro",
dice de Cristo el Evangelio de San Lucas l. Una intención envolvente. La mira-
(22,61). Al fondo del alma de Pedro diri- da del médico -la total expresión del
gió Cristo su mirada. médico, a través de su mirada- debe
procurar un ámbito de refugio a la exis-
tencia doliente y menesterosa de quien
c. La mirada del enfermo le está pidiendo ayuda técnica. Frente a
Esto supuesto, icómo se miran -cómo la mirada-prisión de quien sólo aspira a
suelen mirarse- entre sí el enfermo y el encerrar al otro dentro de los límites de
médico? ¿A qué tipo entre los menciona- un conocimiento objetivante, la del ento-
dos pertenecen -suelen pertenecer- las mólogo hacia el insecto, existe la mira-
miradas del uno y el otro? da-regazo del que con ella quiere envol-
Comencemos por el caso del enfermo. ver al otro en una atmósfera de acogi-
Cuando un enfermo mira a su médico, miento y protección. Ciertos modos de
su mirada suele ser petitiva: con ella ex- ser mirado, todos lo sabemos, hacen que
presa su menester y la expectante aper- el hombre sienta hallarse "dentro de su
tura de su persona hacia la fuente de casa".
ayuda que ve en la persona de ese médi- 2. Una intención inquisitiva. Con su
co; para él, el médico no pertenece in- mirada, el buen médico no sólo acoge,
mediatamente al calculable mundo del también busca. Busca, desde luego, lo
proyecto, sino al mundo prometedor de que los tratados de semiología le han en-
la esperanza. Aunque, como toda espe- señado a buscar, tanto en la totalidad
ranza, la suya haya de actualizarse en del cuerpo del paciente como en una de-
proyectos concretos para ser eficaz. terminada parte de éste; pero la inten-
Pero la relación médica no es siempre ción inquisitiva de la mirada del médico
ideal, y no sólo confianza en la medicina debe ir más allá de la superficie del
332 El diagnóstico médico

cuerpo. A través de lo que ésta le haga vio a todas las ulteriores vicisitudes de
ver y oír -por tanto, a través de los ges- su relación con él.
tos y las palabras con que el enfermo ex-
presa su personalidad y su situación-, el
2. LA PARTE MIRADA Y LA VIVIENTE
buen médico trata de llegar al alma de
TOTALIDAD DEL CUERPO
su paciente, para en ella descubrir, si
puede, el ocasional contenido de la con- No sólo porque el médico cruza su mi-
ciencia de éste, en tanto que enfermo, y rada con el enfermo es insuficiente la
el fondo más o menos consciente de que inspección meramente objetivadora del
proceden sus intenciones íntimas: auten- cuerpo de éste; también lo es porque la
ticidad o simulación del estado morbo- parte así observada pertenece a un todo,
so, apropiación o no apropiación de la la integridad de ese mismo cuerpo, y
enfermedad padecida, etc. Recuérdese lo porque ser viviente y ser humano son
anteriormente dicho acerca de la pro- dos notas esenciales del "todo" que el
fundidad de la mirada. médico contempla.
3. Una intención objetivante. Cuando Quiere esto decir que la significación
el médico encuentra lo que en su inqui- vital, y por tanto diagnóstica, de lo que
sición busca o cuando por azar descubre visualmente se observa en una parte de
algo que no buscaba, el hallazgo aparece la superficie corporal o en la totalidad
objetivamente ante él, y su mirada debe del cuerpo del enfermo -un temblor, un
realizar la intención -distanciamiento tipo de marcha, una posición determina-
mental, atención perceptiva y distintiva- da, etc.- puede en alguna forma depen-
que la objetivación por esencia requiere; der del estado en que la psique del en-
todo ello sin mengua de la condición en- fermo se encuentra durante la explora-
volvente y acogedora que siempre debe ción, y por tanto de la situación vital
tener la presencia del médico ante el en- -biográfica, social, etc.- por que enton-
fermo. "Lo peor de los médicos -escribió ces atraviesa su persona. Observación
con punzante agudeza Ramón Gómez de ésta que nos obliga a distinguir, entre los
la Serna- es que le miran a uno como si que recoge la inspección clínica, dos ór-
uno no fuera uno mismo"; de los médi- denes de datos:
cos, habría que añadir, que sólo con mi-
rada objetivante e inquisitiva saben con- l. Aquellos cuya significación queda
templar el organismo personal del enfer- clínicamente agotada -en la medida, al
mo. Cuando la mirada del médico en- menos, en que el ocasional estado de la
vuelve la existencia menesterosa del pa- ciencia del organismo permita entonces
ciente explorado y comprensivamente hacerlo- por la pura apariencia objetiva
trata de penetrar en su alma, entonces del dato mismo y por la explicación ana-
ese enfermo, no hay duda, sentirá que le tomopatológica y fisiopatológica que de
están mirando a él mismo y según lo que él quepa dar. He aquí el tinte ictérico de
él mismo es. una piel o la deformación facial consecu-
tiva a una parálisis total e irreversible
En suma: mediante su mirada al enfer- del séptimo par craneal. En estos dos
mo, el médico percibe algo en el cuerpo casos, ¿qué es el dato inspectivamente
de éste y da algo a su persona. Percibe al- observado? Algo distinto en cada uno de
teraciones estáticas de la totalidad del ellos, desde luego, mas también algo se-
cuerpo o de una parte de él (en el color, mejante. El tinte ictérico es un accidente
en la forma, en el volumen, en la acti- reversible, determinado por el depósito
tud), alteraciones dinámicas de carácter terminal de pigmentos biliares en el te-
no expresivo (el temblor de la esclerosis gumento y en las mucosas. La parálisis
en placas, el nistagmus, etc.), expresio- facial es un accidente irreversible, en el
nes estáticas (actitudes expresivas más o que se manifiesta la muerte definitiva de
menos fijadas) y expresiones dinámicas una parcela del sistema nervioso; irre-
(mímica, gestos voluntarios o involunta- versible, porque frente a la lesión cicatri-
rios). Y da por otra parte al enfermo za! allí constituida -frente a la realiza-
-debe darle- un ámbito de refugio pre- ción terminal de la enfermedad como es-
Teoría 333

clerosis, en el sentido de Weizsacker-, la mente del médico desde la parte hacia


los mecanismos orgánicos de compensa- el todo, y el hecho de ser viviente y de
ción y de suplencia han llegado al límite ser humano, por tanto personal, son no-
de sus posibilidades. Pero ese carácter tas esenciales del cuerpo del hombre.
"terminal" que poseen los dos acciden- Por vía más consciente o más inconscien-
tes, reversible en uno,·irreversible en el te, nuestra figura visible se halla última-
otro, establece una secreta comunidad mente determinada por la libertad y la
entre los datos que clínicamente los re- intención, y así lo patentiza la inspección
velan: hallarse "fuera" de la dinámica clínica de los síntomas y los signos que
psíquica y orgánica del cuerpo viviente a pertenecen a la dinámica de la vida y no
que afectan, y en consecuencia quedar son, en el sentido antes expuesto, "termi-
relegados, desde el punto de vista de su nales".
intelección científica, a la mera expli-
cación científico-natural de su génesis 3. QUE ES EL CUERPO: PRIMERA
-procesos bioquímicos o neuropatológi- APROXIMACION
cos-, y ser ajenos a una comprensión psi-
cológico-existencial de su sentido. Es po- Un examen de la inspección explo-
sible, sí, que en la causación de ambos ratoria consecuentemente atenido a lo
accidentes un examen minucioso y sen- que en ella se revela al médico, la altera-
sible permita descubrir la existencia de ción visible de un cuerpo humano, pone
sutiles momentos etiológicos y patoge- ante nosotros el problema de lo que
néticos de naturaleza psíquica y biográfi- para el médico es -de be ser- el cuerpo
ca; pero, una vez producidos, su perte- del hombre.
nencia a la vida personal del sujeto que Entendido el cuerpo humano como
los padece queda reducida al modo "organismo", es decir, evitando la identi-
como éste los incorpora a su vida y los ficación de ese cuerpo con el momento
hace personalmente "suyos": aceptación, de corporeidad propio del entero siste-
rechazo, utilización, etc. ma psicoorgánico a que pertenece, tres
2. Aquellos otros cuya significación son las líneas principales que, siguiendo
no queda clínicamente agotada por la a Zubiri, pueden discernirse en su fun-
apariencia objetiva del dato y por su ción. El organismo tiene ante todo una
explicación anatómica y fisiológica: un función organizadora: es la contribución
temblor, un tic, un rubor o una palidez, de sus notas físico-químicas a la estruc-
una alteración de la marcha, etc. Todos tura y a la organización del total sistema
estos datos exploratorios son suscepti- psicoorgánico en que se inscriben. Posee
bles, por supuesto, de esa explicación; también una función configuradora, que
más aún: para entenderlos, el médico se presupone la anterior y se apoya en ella.
halla técnica y éticamente obligado a te- En su virtud, el organismo es una "figu-
ner en cuenta tal explicación; pero, sien- ra" -estática y dinámica, bien entendi- do-
do ésta diagnósticamente necesaria, no , en la que cada parte está conectada en
puede ser diagnósticamente suficiente, cierto orden a las demás; de tal mane- ra
porque la participación de la vida perso- que, a través de mecanismos físico-
nal del enfermo en la ocasional o habi- químicos diversos entre sí, porque su es-
tual apariencia del dato -influencia del tructura y su dinámica varían con las di-
estado psíquico y de la situación vital- versas situaciones vitales, la solidaridad
pondrá muchas veces al médico en el sustantiva del sistema psicoorgamco
trance de pasar de la observación y la queda mantenida de un modo estable.
explicación a la interpretación y la com- Posee, en fin, una función somática, de la
prensión; en definitiva, a penetrar hasta cual las dos precedentes son presupues-
la subjetividad del paciente, para desde to. El organismo otorga con ella funda-
ella entender diagnósticamente la objeti- mento material a la actualidad presen-
vidad que muestra un primer examen de cial y "física" del sistema psicoorgánico
la apariencia somática. Consecuente y en la realidad. Sólo en virtud de esta
no rutinariamente realizada, la inspec- función debe llamarse "cuerpo" al orga-
ción del cuerpo del enfermo conduce a nismo: el organismo es cuerpo, sowa,
334 El diagnóstico médico

tan sólo por ser fundamento material de guiente abanico de concreciones moda-
la corporeidad del sistema, y no al revés. les: el cuerpo como conjunto de instru-
El organismo es, pues, el subsistema mentos (instrumentos de sustentación
orgánico -organizador, configurador y de reproducción, de indicación, de ejecu'.
somático- del sistema psicoorgánico que ción, de expresión y de fruición; de los
es el cuerpo viviente del hombre. Así, to- que pueden ser respectivos ejemplos el
das las actividades de las diversas notas aparato digestivo, los órganos sexuales,
en que se diversifica la unidad de ese sis- los órganos de los sentidos, el brazo y la
tema constituyen una sola actividad: "Es pierna, la mano que saluda, las diversas
lo que -concluye Zubiri- expreso dicien- zonas erógenas), como fuente de impul-
do que la actividad humana es unitaria- sos (pulsiones biológicas elementales,
mente psicoorgánica en todos, absoluta- instintos), como causa de sentimientos
mente todos sus actos. Esta unitariedad (desde la cenestesia hasta el dolor o el
no significa tan sólo que la actividad hu- bienestar localizados), como carne ex-
mana es a la vez orgánica y psíquica, presiva (manifestaciones diversas -cons-
porque esto supondría que hay dos acti- cientes o inconscientes, directas o indi-
vidades, una psíquica y otra orgánica. Lo rectas- de la condición humana y del es-
que afirmo es exactamente lo contrario, tado anímico), como realidad simbólica
a saber, que no hay sino una sola y la (el cuerpo o una de sus partes, en tanto
misma actividad, la del sistema entero que símbolos de otras realidades: sim-
en todas y cada una de sus notas... Cier- bologías psicoorgánicas de orientación
tamente, esta actividad es por ello mis- freudiana, junguiana, etc.) y como límite
mo compleja, y en ella dominan a veces y peso (la limitación y la pesadumbre
unos caracteres más que otros. Pero que el cuerpo impone a la existencia del
siempre, hasta en el acto en apariencia hombre). Las funciones organizadora,
más meramente físico-químico, en reali- configuradora y somática del organismo
dad está siempre en actividad el sistema sirven de fundamento a estos diversos
entero en todas sus notas físico-químicas cauces de la realización del sistema psi-
y psíquicas... Todo lo orgánico es psíqui- coorgánico y de la sucesiva constitución
co y todo lo psíquico es orgánico, por- de la personalidad en el curso de cada
que todo lo psíquico transcurre orgáni- vida humana. A todos ellos debe hallarse
camente, y todo lo orgánico transcurre abierta la mirada del médico para que
psíquicamente. Ni hay tampoco actua- su inspección del cuerpo del enfermo
ción de lo psíquico sobre lo orgánico, ni sea íntegramente fiel a lo que éste real-
de lo orgánico sobre lo psíquico, sino mente es.
tan sólo actuación de un estado psicoor- No me parece impertinente, después
gánico sobre otro" (2). de lo expuesto, postular la necesidad de
En páginas anteriores hemos visto una opsitécnica clínica o arte de mirar
cómo acontece esto en el proceso de la (opsis, mirada) en la formación del médi-
nosogénesis, y cómo este modo de en- co. Al médico se le enseña a percutir y
tender la realidad de la vida humana auscultar, a explorar los reflejos, etc. No
condiciona el modo de entender el al- menos debe enseñársele a mirar según
cance y la estructura del diagnóstico. arte al enfermo. Si, como escribió Jimé-
Ahora, y a reserva de volver sobre el nez Díaz, clínica auténtica es la que ejer-
tema al estudiar los restantes recursos cita un hombre frente a otro hombre,
de la exploración clínica y los problemas esa opsitécnica debe ser el principio de
de la inferencia diagnóstica, indicaré tan los saberes de todo médico que no quie-
sólo que en la empresa de la "personali- ra olvidar la condición humana de sus
zación del cuerpo" -esto es:en la intelec- pacientes y su propia condición humana.
ción médica de los datos exploratorios,
orgánicos y psíquicos, desde el punto de
vista de la condición personal del indivi- 11. LA PALPACION
duo humano- esas tres líneas cardinales
de la función del organismo se realizan A lo largo de su exploración, el médi-
empírica y descriptivamente según el si- co pone sus manos sobre el cuerpo del en-
Teoría 335

fermo, bien para percibir el estado de específica e individualmente forma par-


una parcela de su superficie (tactación: te de su vida; el animal vive en el seno
tacto rectal, vaginal, etc.) bien para de- de un "medio externo" o "ambiente" que
tectar desde la superficie el estado de lo opera sobre él como una configurada su-
que en la región de que se trate haya cesión de estímulos, a los que él res-
bajo los dedos que exploran (palpación). ponde según el esquema dinámico del
Integralmente consideradas, no sólo vis- "círculo figura!" (el Gestaltkreis de Weiz-
tas y entendidas desde el punto de vista sacker). El medio externo del hombre,
puramente científico-natural a que se en cambio, se constituye para él como
atienen los habituales tratados de semio- "mundo" (Ortega, Zubiri), y se le mani-
logía, ¿qué son para el médico y para el fiesta como ordenada "realidad" (Zubi-
enfermo la acción y la experiencia de en- ri). El estímulo se convierte así en "im-
trar en mutua relación táctil? Un hom- presión de realidad", y el medio en "sin-
bre puede poner sus manos sobre el taxis" de realidades y posibilidades. A lo
cuerpo de otro hombre con intenciones cual hay que añadir inmediatamente que
muy diversas: cognoscitiva (para saber si la impresión de realidad no es la misma
su piel está o no está fría), modificadora en los distintos modos de la percepción
(para cambiar su posición o su forma), sensorial: la vista, el tacto, el oído, etc.
acariciadora (para concederle alguna Pasando de un dominio sensorial a otro,
complacencia), fruitiva (para conseguir la impresión de realidad varía en cuali-
su propio deleite), destructiva (para pro- dad y en intensidad. Muy precisamente
ducirle daño o dolor), sacral (la imposi- lo ha hecho ver Zubiri. A través de la
ción de manos), adyuvante (la propia del vista, por ejemplo, el mundo nos es real
acto quirúrgico), ritual (el apretón de dándonos ante todo "presencias", cuya
manos). Pues bien: ¿cuál o cuáles de realidad, fuerte en unos casos (la del li-
ellas entran en juego en la tactación y la bro que tengo ante mí), débil en otros
palpación? Y por otra parte, ¿cómo lo (la casi fantasmática del tenue y equívo-
hacen? Responderé estudiando sucesiva- co bulto que veo en la línea del horizon-
mente la experiencia del médico y la del te), debe ser ulteriormente interpretada,
enfermo. como, en lo que a la inspección clínica
atañe, vimos en el apartado precedente.
A través del tacto, el mundo nos da ante
l. TOCAR EL CUERPO DEL ENFERMO
todo "resistencias", con lo cual hasta lo
¿Qué son, qué deben ser para el médi- invisible puede imponernos, si es sus-
co la acción y la experiencia de tocar el ceptible de percepción táctil, una prima-
cuerpo del enfermo? Englobando en una ria e intensa impresión de realidad;
visión integralmente antropológica lo piénsese en la experiencia de sentir so-
que con parcial visión científico-natural bre la cara la presión del viento. Real es
enseñan la semiología y la nosognóstica así "lo que se toca". Gran acierto de la
al uso, responderé a esa interrogación psicología clásica -acierto a la vez psico-
con el método que la materia requiere. lógico, fenomenológico y metafísico- el
de atribuir al tacto cierta condición de
sentido primario, de "protosentido".
a. Qué es tocar
Ahora bien, la mano es por excelencia
Debe conocer el médico, muy en pri- el órgano del tacto. Viejo y sugestivo
mer término, lo que en su fundamento problema, desde Anaxágoras y Aristóte-
propio es la experiencia de tocar la reali- les, el de la función de la mano en la
dad material. vida del hombre. No puedo tratarlo aquí.
El contacto sensorial con el mundo en Me limitaré a decir que la mano cumple
torno ofrece o impone al hombre una en nuestra vida· cinco funciones princi-
"impresión de realidad" (Zubiri). El ani- . pales: una prensil y posesiva (directa y
mal no vive en un "mundo", aunque des- metafóricamente, "tener en la mano" es
de J. von Uexküll sea frecuente llamar poseer aquello que se ha apresado), otra
Umwelt, "mundo circundante" o "peri- técnica (la mano como instrumento para
mundo", al fragmento del cosmos que el "manejo" racional del mundo), otra
336 El diagnóstico médico

modificadora (nociva en el estrangula- material inanimado, un simple objeto


dor, útil en quien reduce una luxación o tangible; en suma, objetivación e imper-
fracciona un panecillo), otra noética o sonalización de la realidad tocada. En el
cognoscitiva (la mano como exploradora fenómeno táctil se cualifican ahora "ob-
de la realidad tangible) y otra, en fin, jetivamente", esto es, por la vía de la
fruitiva (para la persona que toca, "cari- pura objetividad, los tres momentos que
cia-para-mí"; para la persona o el animal se integran en su estructura, el cognosci-
tocado, "caricia-para-otro"). Puesto que tivo, el operativo y el afectivo. El prime-
cuando explora manualmente el cuerpo ro hace saber al tangente las cualidades
del enfermo el médico no intenta po- objetivas de lo que toca (dureza o blan-
seerlo, ni modificarlo técnicamente, ni, dura, aspereza o suavidad, redondez o
por supuesto, destruirlo, sólo la función angulosidad, calidez o frigidez, etc.). En
noética y un aspecto de la función fruiti- el segundo se integran la operación de
va, el segundo de los dos mencionados, modificar o desplazar la parte tocada,
deben ser considerados aquí (3). cosa en la cual la exploración clínica no
tiene su fin primario, y el conocimiento
del resultado a que esa operación con-
h. Qué conoce la palpación
duce (desplazamiento o inmovilidad de
del médico
lo tocado, sensación de chapoteo, etc.).
Tocando exploratoriamente el cuerpo Respecto del tercero, remito a lo que
del enfermo -quede aparte la acción qui- luego diré. Piense el lector en su expe-
rúrgica de la mano-, ¿qué es lo que el riencia de palpar un hígado, un riñón, un
médico conoce? abdomen ascítico o un tobillo edemato-
Conoce, seamos obvios y redundantes, so, y reducirá a datos particulares y con-
la realidad tangible del cuerpo viviente cretos cuanto de modo general y abs-
de un hombre; conoce un cuerpo huma- tracto acabo de consignar.
no en tanto que realidad tangible. A tra- 2. Palpación y tactación del cuerpo
vés de lo que toca, esa parcela del mun- del enfermo en tanto que cuerpo perso-
do exterior se le manifiesta, por tanto, nal, como vaso o morada viviente de una
como resistencia elástica imprevisible- persona; en definitiva, según lo que él
mente reactiva. Puesto que el otro nos es realmente es. Como en el caso anterior,
en principio un "reciprocante imprevi- la estructura del fenómeno táctil com-
sible" (Ortega), la experiencia de una prende un momento cognoscitivo, otro
reactiva e imprevisible resistencia elásti- operativo y otro afectivo, y los tres se
ca habrá de ser en principio el resultado cualifican ahora "subjetivamente". Aten-
de nuestro contacto con su cuerpo. Re- gámonos de manera especial al primero.
cuérdese lo que sucede en el apretón de En este caso, ¿qué nos da a conocer la
manos. Aun cuando conozcamos bien a experiencia táctil? ¿cómo el otro me ma-
la persona cuya mano vamos a estre- nifiesta ahora su condición de persona?
char, ¿podemos calcular con seguridad Si a esa experiencia no se añadieran
cómo esa mano responderá cuando nos otros datos y si la intención del médico
la haga perceptible nuestro movimiento no pasara de ser puramente táctil a ser
de presión? Tocar el cuerpo viviente de también operativa en el curso de la ex-
un hombre es ante todo adquirir una ex- ploración, tal manifestación sería muy
periencia táctil de su libertad. incierta. En tanto que mera cosa tangi-
Pero siendo esto así y siendo así siem- ble, el otro es para mí una realidad ma-
pre, el tangente de un cuerpo humano terial fuertemente objetiva, pero muy
puede tocarlo según dos intenciones equívocamente expresiva e intencional;
netamente distintas entre sí: una objeti- recuérdese el juego de la gallina ciega y
vante e impersonalizadora y otra formal- la perplejidad en que de ordinario cae-
mente interpersonal. Doble experiencia mos cuando intentamos adivinar lo que
exploratoria, por tanto: alguien quiere decirnos a través del tac-
to. Pero, naturalmente, no es esto lo que
l. Palpación y tactación del cuerpo ocurre en el caso de la exploración clí-
del enfermo como si fuese un cuerpo nica.
Teoría 337

Cambian las cosas cuando entre sí se pronto veremos, también técnica y ética-
funden el momento cognoscitivo y el mente deba ser caricia-para-otro la ex-
momento operativo de la experiencia ploración táctil.
táctil; esto es, cuando el médico conoce
la reacción personal del enfermo -su 2. LA EXPERIENCIA DE SER TOCADO
respuesta- a la compresión o al despla-
zamiento que en la región tocada produ- Examinemos ahora cómo el enfermo
cen sus dedos o su mano. Desde el punto vive la experiencia de ser táctilmente ex-
de vista de la intención, la compresión y plorado por el médico. Sometido a la
el desplazamiento que realiza el médico palpación y la tactación, el paciente ex-
no manifiestan otra cosa que su volun- perimenta pasivamente la sensación y el
tad de ayuda técnica; pero ello no obsta sentimiento de "ser tocado". No sólo
para que la respuesta del enfermo pueda como proceso neurofisiológico, sino
ser complacida (aun cuando la explora- como total experiencia vital, éen qué
ción le produzca algún dolor) o disgusta- consisten la sensación y el sentimiento
da (aun cuando la exploración en modo de ser tocado por otro?
alguno le sea dolorosa); datos éstos que El contacto táctil, valga la redundan-
contribuirán al conocimiento del pacien- cia, puede ser aceptado y repelido por
te como persona, y por consiguiente a la quien lo recibe; y puesto que la primera
perfección del juicio clínico. de estas dos posibilidades es la regla en
la exploración médica, a ella vamos a li-
mitar nuestro análisis.
c. El momento afectivo
En mi opinión, la experiencia del con-
de la experiencia táctil
tacto aceptado se halla integrada por
La función fruitiva de la experiencia cuatro vivencias elementales:
táctil se confunde ahora, como es obvio,
con el que vengo llamando momento
afectivo de su estructura. La complacen- a. Autoafirmación
cia y la desplacencia son los dos modos Una vivencia de autoafirmación. El
cardinales de éste, y los dos pueden dar- hombre que sin ánimo agresivo en el
se en la exploración clínica. Como es tangente es tocado por otro, y más cuan-
desplaciente el acto de dar la mano a do ese tocar revista la forma de la palpa-
quien habitualmente la tiene fría y sudo- ción exploratoria, ese hombre vive de un
rosa, del mismo modo lo es para el mé- modo especialmente explícito e intenso
dico palpar una región corporal saniosa la realidad de su propia persona. éPor
o sucia; y como es placiente tocar una qué? Fundamentalmente, porque se vive
piel tersa y tibia -"la delectación, y so- a sí mismo como algo que en alguna for-
bre todo la que llega por el tacto, es cau- ma "resiste" a la presión que sobre él se
sa de amistad deleitable per modum fi- ejerce; vivencia en la cual se articulan,
nis''. dice muy seria y atinadamente San- cuando el contacto es amistoso, dos ins-
to Tomás de Aquino (Summa II-I, 31, 6 tancias distintas, susceptibles de ser res-
ad 3)-, también podrá serlo en el caso de pectiva y cartesianamente expresadas
la exploración diagnóstica. Pues bien, la mediante estas dos breves fórmulas:
conducta profesional afectivamente neu- "Resisto, luego existo"; "Me acarician,
tra que la sociedad civilizada exige del luego valgo". La caricia, en efecto, hace
médico (Talcott Parsons) (4), obliga a patente a quien la recibe no sólo su rea-
éste a vencer su desplacencia en el pri- lidad propia, también el valor de su rea-
mer caso y a reprimir su complacencia lidad. Diestra y amablemente sometido a
en el segundo, esto es, a evitar que la una exploración táctil, el enfermo se au-
práctica de la palpación y la tactación toafirma como persona.
del cuerpo del enfermo se convierta,
para decirlo con la expresión antes usa-
da, en indecorosa y reprobable caricia- b. Relajación
para-mí. Técnica y éticamente, nada más Una vivencia de relajación. Reducien-
elemental. Lo cual no excluye que, como do a breve sinopsis los hallazgos y las
23
338 El diagnóstico médico

ideas de los psicoterapeutas actuales mente modulada por la peculiaridad


(Schultz, Jacobson, Ajuriaguerra, Cahen) anatomofisiológica de la región sobre
acerca de la relajación terapéutica, tres que el contacto recae. Es el aspecto frui-
instancias pueden ser distinguidas en el tivo de la caricia que se recibe.
hecho psicoorgánico de vivirla: 1.ª La re- En el caso de la exploración clínica,
gresión a la infancia y la realización in- todo esto requiere tiempo, cierta habili-
tencional, más o menos consciente, de dad manual, pulcritud moral y delicade-
algunas de las posibilidades en tal edad za estética. Analizando la excelencia de
frustradas. "Esa fugaz regresión -dice la mano del cirujano a la luz de una be-
Nacht- concede vacaciones al hombre lla expresión hipocrática -el precepto de
adulto que, sin saberlo, tanto lucha por "la eurritmia de las manos" (de habitu
hacer callar al niño que llora en él". 2.ª decenti, L. IX, 236)-, en otra parte he di-
La abertura al mundo, a través de la per- cho que esa excelencia lleva en su seno
sona por la cual la relajación es con- tres ingredientes, uno neuromuscular, la
seguida. La resolución de las defensas eucinesia o destreza en el movimiento de
musculares del paciente durante la pal- la mano, otro intelectivo, la eunoia, el
pación exploratoria viene a ser, así con- "saber hacer" conociendo, y un tercero
siderada, un signo de abertura y entrega moral, la eubulia, la buena voluntad de
al mundo y al otro. 3.ª En definitiva, la quien lúcidamente procura el bien de
fusión extática con el mundo. "Ese mo- otro; mandamientos que sin violencia
mento -escriben J. de Ajuriaguerra y Mi- también pueden ser aplicados a la mano
chele Cahen- es vivido por el enfermo que explora. Junto a la opsitécnica o arte
como fuera de la duración, como una ex- de la mirada, la educación del médico
periencia de fusión con el mundo, que se pide una quirotécnica, un arte de usar
hace uno con él, y a través de ella con el médicamente las manos y -dentro de
compañero privilegiado que entonces ella- una haptotécnica o arte de palpar y
llega a ser el terapeuta" (5). Y en cierta tactar.
medida el explorador, cabría añadir.
3. LA PALPACION Y LA REALIDAD
c. Alivio y compañía DEL CUERPO
Una vivencia de alivio y compañía, es- Desde el peculiar modo de acceso a la
trechamente conexa a la de relajación. realidad corporal que el tacto concede,
Cuando la palpación amistosa -técnica- de nuevo la exploración táctil del enfer-
mente amistosa, en el caso de la explora- mo plantea al médico reflexivo el pro-
ción médica- es hábilmente cumplida, el blema antropológico del cuerpo huma-
contacto manual otorga al tocado com- no; qué es el cuerpo en el total sistema
pañía roborante, y más cuando la perso- psicoorgánico a que pertenece, qué hace
na tangente posee a los ojos del tocado en la vida de la persona que con ese sis-
valor y dignidad muy notorios. La fór- tema -y en él- día a día se realiza. Y de
mula religiosa o mágica de la "imposi- nuevo hay que decir que el organismo
ción de manos", en este fenómeno psi- ejercita unitariamente tres funciones bá-
coorgánico tiene su base. Es seguro que sicas, organizadora, configuradora y so-
los reyes de Francia no curaban a los es- mática, y que las tr.es, cada una a su
crofulosos mediante el acto ritual de im- modo, se explanan y concretan en las
ponerles sus manos, pero no es menos seis líneas modales de constitución y
seguro que psicológicamente -mejor, operación de la persona antes nombra-
psicoorgánicamente- algo les aliviaban. das: conjunto de instrumentos, fuente de
Otro tanto puede decirse de una palpa- impulsos, causa de sentimientos, carne
ción médica diestramente realizada. expresiva, realidad simbólica, limitación
espacio-temporal y pesadumbre. Estas
d. Placer tres funciones básicas y una parte mayor
o menor de estas seis líneas modales en-
Una vivencia de placer, genéricamente tran en juego en el proceso de la explo-
realizada como bienestar y específica- ración táctil, y codeterminan la produc-
Teoría 339

ción de las diversas vivencias antes des- o representativa (Darstellungsfunktion).


critas. La especial forma que adquiere el Quien habla a otro, le llama, le notifica
círculo figural estímulo-respuesta en el algo y nombra eso que le notifica. "Doc-
caso de ser una persona la realidad ex- tor, padezco vértigos", dice un enfermo
plorada -el círculo sujeto-sujeto-, se al médico; y con estas palabras llama al
hace presente, como desde un punto de médico, aunque no pronuncie su nom-
vista general pronto veremos, cuando es bre, le notifica que padece algo anormal
la palpación el modo de la exploración y nombra con precisión el accidente que
táctil. La cual, aunque a veces suela olvi- le hace sufrir. Nada más evidente y
darlo el médico, sólo metódicamente in- orientador (7). Pero yo entiendo que el
tegrada con el resto de los datos explo- esquema de Bühler debe ser completado
ratorios puede ser correctamente ejecu- en dos sentidos.
tada y atendida. Ante todo, porque a esas tres funcio-
nes cardinales del lenguaje es preciso
añadir otra, su función seductora. Quien
111. LA ANAMNESIS habla a otro, y sólo por el hecho de ha-
blarle, le subyuga o seduce, con intensi-
Además de mirar al enfermo y de to- dad que puede crecer desde la simple
car su cuerpo, el médico dialoga médica- persuasión hasta la fascinación, o le anti-
mente con él; es la anamnesis, el colo- seduce, cuando le dispone aversivamen-
quio anamnéstico, en el cual, amplia- te frente a él. La palabra dicha a otro, ha
mente considerado, pueden ser distin- escrito agudamente Sartre, es siempre
guidos varios componentes: las palabras "sacra" para quien la pronuncia y "mági-
triviales o al menos no técnicas que el ca" para quien la escucha. Sacra, porque
médico y el paciente cruzan entre sí (fór- algo sacral hay para el hombre en el he-
mulas de salutación, frases de entrada cho de dar nombre a la realidad. Mágica,
en la situación exploratoria); las expre- porque modifica a distancia el ser del
siones paraverbales (suspiros, sonidos oyente, y en la pretensión de una actio in
poco formalizados verbalmente); los si- distans tiene el acto mágico uno de sus
lencios; las preguntas y las respuestas di- rasgos principales.
rectamente pertinentes a lo que el médi- Algo más hay que añadir al esquema
co quiere conocer, sean de carácter tes- de Bühler. Este, en efecto, considera so-
tifical o de carácter interpretativo. No lamente la acción intramundana del ha-
debo repetir aquí cuanto acerca de la bla, la·función que la palabra cumple en
anamnesis quedó dicho en la sección la realidad de quien la escucha. Pero esa
precedente. Todo ello es perfectamente acción intramundana tiene como com-
válido, además de ser actual. Tampoco plemento otra de carácter intraanímico,
debo estudiar ahora la interpretación de la que el hecho de hablar ejerce en la in-
los datos obtenidos en el coloquio anam- timidad del que habla, y de ella nada nos
néstico. Me limitaré, pues, a exponer su- dice Bühler. Junto a cada una de esas
mariamente --como en el caso de la mi- cuatro funciones elementales del habla
rada y del contacto manual- lo que la hay que poner, pues, la que correlativa-
palabra y el silencio significan en la vida mente cumple, a modo de reverso pasi-
del hombre. vo, en el alma del locuente. La función
vocativa tiene como correlato íntimo
otra, que he propuesto llamar sodalicia o
l. FUNCIONES DE LA PALABRA de compañía (sodalis, el compañero); el
En cuanto al papel de la palabra en la hecho de llamar a alguien nos hace vivir
vida del locuente, es clásica la descrip- indiferenciada e incipientemente, bajo
ción psicológica de Karl Bühler. Tres forma de ausencia, a veces, la compañía
funciones deben ser distinguidas, según del llamado. El envés psicológico de la
él, en la psicología de la expresión ver- función notificadora se halla constituido
bal: una vocativa, apelativa o de llamada por una función catártica o liberadora:
(Appellfunktion), otra expresiva o noti- quien comunica algo a otro siente que,
ficadora (Kundgabe) y otra nominativa poco o mucho, su alma se desembaraza
340 El diagnóstico médico

y aquieta. Quien nombra adecuadamen- terlocutor un sentir al que, por lo que


te un contenido de su conciencia o de su sea, no conviene la palabra. No sólo en
subconsciencia, percibe, por otra parte, música hay "romanzas sin palabras". c)
que su mundo íntimo se esclarece; lo El silencio transignificativo, aquel en que
cual pone en evidencia que a la función el sentido intencional de las palabras
nominativa o representativa del habla pronunciadas cobra acabamiento o ple-
corresponde, alma adentro, otra ordena- nitud -alcanza pleno sentido impletivo,
dora, esclarecedora o de articulación in- diría Husserl- en el alma de quien las es-
terior. A la función seductora o suasoria cucha: el silencio de la evidencia; aquel,
del lenguaje corresponde, en fin, otra de por otra parte, en que de ordinario nos
autoafirmación: quien habla y persuade sume el contacto mental con las ultimi-
-o disuade- a otro, se afirma a sí mismo, dades de nuestra existencia: la experien-
vive subjetivamente la "importancia" de cia de la muerte ajena, la amenaza o el
su propia persona. Es la función autoafir- presentimiento de la muerte propia,
madora de la palabra socialmente eficaz. todo lo que para nosotros es "perfecta-
No será difícil trasladar todo esto a la mente serio", como dice un verso de An-
particular realidad del coloquio anam- tonio Machado, y por tanto esencialmen-
néstico. Quien conserve vivo el recuerdo te inefable. Ha escrito Ortega: "Y luego
de alguna enfermedad propia, diga si en habrá quien nos diga: Vamos a hablar en
su alma no existieron, cuando hablaba a serio de tal cosa. iComo si esto fuese po-
su médico, todos esos actos y sentimien- sible! iComo si hablar fuese algo que se
tos; y quien como médico sea sensible a puede hacer con última y radical serie-
la experiencia de la anamnesis, vea si no dad, y no con la conciencia dolorida de
es esto lo que en el alma del enfermo que se está ejecutando una farsa, a veces
acaece, aun cuando él no haya llegado a noble, bien intencionada, inclusive santa,
proponérselo explícitamente. pero, a la postre, farsa! Si se quiere de
verdad hacer algo en serio, lo primero
que hay que hacer es callarse" (8). El si-
2. EL SILENCIO
lencio a que a veces llega la comunión
No sólo fonemas verbales y fonemas interpersonal, el éxtasis amoroso, y el si-
paraverbales hay en la anamnesis clíni- lencio del abismamiento, ese que a veces
ca; como en toda conversación, hay tam- nos impone la entrevisión de lo último
bién silencios. Examinemos, pues, lo que en nosotros, son la forma gozosa y la for-
el silencio significa en la vida del hom- ma trágica, íntimamente conexas entre
bre, la función vital del silencio. Porque sí, del silencio transignificativo.
tanto como animal locuente el hombre ¿cómo estas diversas significaciones y
es, y de manera no menos esencial, ani- funciones del silencio cobran realidad,
mal taciturno. así en el enfermo como el médico, du-
Cuando el silencio no es simple des- rante la relación diagnóstica entre am-
canso de hablar, o resuelta voluntad de bos? ¿cómo, por tanto, la exploración clí-
no decir nada, o efecto del sueño, o con- nica verbal puede comenzar a convertirse
secuencia de autismo patológico, una en genuina logotécnica? En el capítulo
afasia o un coma, o signo de una fuerte subsiguiente trataré de dar mi respuesta.
invencible timidez, cuando, en conse-
cuencia, cumple una función real y posi-
tiva en la vida expresiva del hombre, IV. OTROSRECURSOS
puede adoptar tres modos cardinales: a) EXPLORATORIOS
El silencio presignificativo, el fondo de si-
lencio en el que germinan y sobre el que Además de mirar al enfermo, de poner
se levantan y configuran las palabras; sobre él sus manos y de conversar con
"silencio de fondo", podría llamársele. b) él, el médico le somete a multitud de
El silencio significativo, ese con el cual se pruebas exploratorias. Voy a examinar-
quiere expresar algo. "El que calla otor- las rápidamente desde el punto de vista
ga", dice un refrán; o quiere abstenerse integral o antropológico en que me he
de otorgar, o pretende comunicar al in- situado, ordenándolas en tres grupos:
Teoría 343

técnicas no instrumentales, técnicas ins- ción de degeneración, etc.- depende


trumentales y exámenes exploratorios ante todo y sustancialmente del ocasio-
paraclínicos. nal estado orgánico de la parte explora-
da: parénquima pulmonar, retina, siste-
ma de conducción intracardiaco, sistema
1. TECNICAS NO INSTRUMENTALES
neuromuscular, etc. Nada más cierto.
La percusión, el examen de la sensibi- Pero en la integración de ese hallazgo
lidad y los reflejos y la auscultación dentro del cuadro morboso general, al
-cuyo instrumento acústico es tan sim- cual, como vengo diciendo, pertenecen
ple y cuya práctica tan estrechamente se la actitud y la reacción del enfermo a
halla unida a la imagen habitual del mé- todo cuanto con él se hace, alguna parte
dico y a su cotidiana relación con el en- tiene la significación que para él tenga el
fermo- son algunas de las técnicas diag- "aparato" como medio de conocimien-
nósticas no instrumentales que comple- to de la enfermedad. Tal significación
mentan la inspección, la tactación, la adopta hasta cuatro modos principales.
palpación y la anamnesis. No es difícil El instrumento exploratorio, en efecto,
advertir en ella la existencia de dos frac- puede ser para el enfermo un recurso
ciones cualitativamente distintas entre técnico, un artilugio mágico o un objeto
sí: las que informan acerca de zonas del simbólico; o, bajo cualquiera de esas in-
cuerpo en un estado ocasional o definiti- terpretaciones, constituirse en muro de
vamente "terminal" -recuérdese lo di- separación entre él y el médico.
cho al hablar de la inspección-, y aque- Simple recurso técnico, aparato que
llas otras en que el explorador provoca permite ver lo que escapa a la simple vi-
respuestas parciales o totales del orga- sión, debe ser para el enfermo el instru-
nismo enfermo. En las primeras, el re- mento exploratorio. Así sucede casi
sultado del examen apenas depende o siempre, y ello determina el incremento
no depende en absoluto de la condición de la confianza del paciente en los médi-
viviente · y personal del organismo de cos que emplean "aparatos"; hecho cre-
que proceden; tal es el caso de la mati- matísticamente explotado a veces por
dez torácica en la percusión del derrame los profesionales desaprensivos. Pero
pleural y el del soplo cardiaco en la aus- acontece que, para bien y para mal, esa
cultación de la estenosis mitral. Sólo el legítima confianza en el instrumento
modo de la reacción del paciente a la queda en ocasiones utópicamente dis-
noticia de lo que en su tórax ha oído el tendida: el instrumento, se piensa, per-
médico, podrá dar carácter de "evento mite verlo "todo", por lo cual es preciso
personal" al hallazgo de éste. En las co- acudir a donde, como consecuencia de
rrespondientes al segundo grupo, en la posesión de los aparatos más moder-
cambio, al dato exploratorio -por ejem- nos, de "lo último", como suele decirse,
plo: la exaltación o la abolición del refle- "todo" sea efectivamente visto. No son
jo patelar- no sólo le "personaliza" la pocos los casos en que actúa desfavora-
asunción de la noticia de él por parte del blemente, desde el punto de vista de la
enfermo; también, como vimos, la exis- relación médico-enfermo, esa utopiza-
tencia de un momento psíquico -el esta- ción de las posibilidades de la técnica
do de la atención del paciente, entre exploratoria.
otros- en la determinación de la res- De ella a la visión del instrumento mé-
puesta del organismo al estímulo de que dico como un artilugio mágico no hay
se trate. Todo lo cual habrá de ser teni- más que un paso. Con frecuencia ha sido
do en cuenta por el clínico cuidadoso. señalada la secreta estimación mágica
de la ciencia y la técnica en buena parte
2. TECNICAS INSTRUMENTALES
del mundo moderno. En lo tocante a la
medicina, muy agudamente la denun-
El hallazgo a que conduce el empleo ció hace años J. J. Barcia Goyanes (9).
de una técnica exploratoria instrumental Apenas parece necesario advertir que la
-rayos X, oftalmoscopia, cistoscopia, relación médica se corrompe en su mis-
electrocardiografía, estudio de la reac- ma esencia cuando las operaciones que
342 El diagnóstico médico

la integran dejan de tener carácter "téc- sultado de cuantificar una constante fi-
nico" y en una u otra medida adquieren siológica o la patentización de una se-
carácter "mágico". cuencia procesal espontánea o provoca-
La concepción psicoanalítica de la re- da, deben ser clínicamente valorados
lación entre el médico y el enfermo ha como una respuesta del organismo en-
atribuido a veces condición de objeto fermo, y por tanto como una reacción
simbólico al instrumento exploratorio. psicoorgánica, aunque la parte que en
Este no sería para el paciente simple re- ella tenga la psique sea en no pocas oca-
curso técnico; significaría o simbolizaría siones para el clínico quantité négligea-
además una realidad distinta de la suya, ble: respuesta a las condiciones ordina-
bien por su forma (interpretación fálica, rias de la vida del enfermo, cuando el
más o menos consciente, del estetosco- analista se limita a determinar la exis-
pio), bien por su función (constricción tencia o la cuantía .de una constante or-
envolvente del brazo por el manguito gánica (ejemplo: porcentaje de leucoci-
del esfigmomanómetro). La interpreta- tos eosinófilos), de un proceso biológico
ción fálica del estetoscopio fue descrita (ejemplo: velocidad de sedimentación de
tiempo atrás por E. Iones (1911). Por su los hematíes) o de una sustancia quími-
parte, J. P. Valabrega (10) ha introducido ca (cifra del ácido úrico o del colesterol
metódicamente este elemento significa- en la sangre); respuesta a las condicio-
tivo en el estudio de la relación médica. nes vitales artificialmente creadas por el
Qué haya en esto de real y qué de imagi• médico, en todas las pruebas funcionales
nario, una investigación rigurosa de lo (curvas de glucemia, examen de la fun-
que en su total estructura es la explora- ción renal, exploración de un afásico o
ción clínica deberá decirlo. un agnósico, etc.). Sólo procediendo así
A veces, en fin, el ins1rum_euto explo- y sólo tomando en consideración, en de-
ratorio se hace 11111IO de separación entre terminados casos, cuanto de personal
el médico y el entermo. Hay pacientes sensu stricto haya podido haber en la gé-
especialmente menesterosos de contacto nesis del resultado obtenido (influencia
personal con el terapeuta; y si éste, en de la vida psíquica, actitud del enfermo
tales casos, lo fía todo al aparato o tras ante la exploración de que se trate), sólo
él se escuda -en ocasiones, la explora- así podrá el clínico convertir en genuino
ción instrumental no pasa de ser un re- "dato diagnóstico" el "dato analítico"
curso para disimular la insuficiencia téc- que el laboratorio paraclínico le ha he-
nica-, no será infrecuente que el aparato cho conocer.
se convierta en muro de separación. A
ello conduce también, donde la aplica-
ción de la cibernética al diagnóstico ha V. EL HALLAZGO
cobrado vigencia, un empleo de ella ex- EXPLORATORIO COMO
cesivamente rutinario y deficientemente RESPUESTA
clínico. Más de una vez lo han denuncia-
do, como vimos, los propios panegiristas Salvo los hallazgos exploratorios rela-
de este poderoso recurso técnico. Por- tivos a zonas orgánicas en estado oca-
que, cualquiera que sea su índole, el ins- sional o definitivamente "terminal" -re-
trumento diagnóstico puede y debe ser cuérdese lo dicho acerca de este adjeti-
mucho para el médico, pero no puede y vo-, todos los que el clínico obtiene en
no debe serlo todo. su relación cognoscitiva con el enfermo,
sea la inspección, la palpación, el colo-
quio anamnéstico, la exploración neuro-
3. EXPLORACIONES PARACLINICAS lógica o el análisis bioquímico la vía por
Sobre la abundancia y la tipificación la cual esa relación se establece, son res-
de las exploraciones paraclínicas en la puestas psicoorgánicas de un individuo
medicina actual, remito a lo dicho en la humano, de una persona individual, a la
sección precedente. Debo añadir aquí, situación en que la enfermedad y el tran-
sin embargo, que todos los datos que el ce exploratorio han puesto al sujeto ex-
laboratorio ofrece al médico, sean el re- plorado, y según esta básica noción
Teoría 343

deberán ser técnicamente obtenidos y tero y fecundo. Pero sucede que el se-
valorados. No será inoportuno, pues, ter- gundo sujeto de esa fórmula puede ser
minar este capítulo con algunas reflexio- meramente biológico (el animal someti-
nes de carácter general acerca de la téc- do a experimentación psicológica) o ge-
nica exploratoria del médico. nuinamente personal (el paciente explo-
rado por el médico); con lo cual el carác-
ter anticipativo que la reacción viviente
1. "RESPUESTA" Y NO "REACCION"
posee, y como consecuencia el avance vi-
Atañe la primera a la estructura ge- tal del sujeto reagente hacia su futuro,
neral que esa condición de "respuesta revestirá dos formas descriptiva y esen-
personal", no de mera "reacción biológi- cialmente distintas entre sí (10): en el
ca", confiere al resultado de la explora- caso del animal, el proceso de continuo
ción; estructura que en una primera distanciamiento respecto del punto de
aproximación y sólo en ella puede ser partida a que en otro lugar he dado el
referida al "círculo figural" weizsackeria- nombre de "espiral figural" (12); en el
no. En modo alguno es un azar que el caso del hombre, la mayor o menor in-
proceso de la relación médica haya sido tervención de la libertad en la respuesta,
comparado por el propio Weizsacker, re- con estas dos ineludibles secuelas: la
cuérdese, con el curso de una partida de más o menos tajante ruptura del curso
ajedrez. Cada una de las preguntas y de circular o espiral de. la relación sujeto-
las acciones del médico sería equipara- sujeto (porque ahora la respuesta puede
ble a una jugada de esa partida, y el en- ir y de ordinario va más allá de lo que
fermo al adversario en ella. Con su pre- las pautas del circulo figural y la espiral
gunta o su acción, el médico provoca figural permitirían señalar) y la necesi-
una respuesta -la contrajugada del ad- dad de apelar a la interpretación y a la
versario-, y a continuación la observa e imaginación para conjeturalmente en-
interpreta. Tal respuesta no puede infrin- tender la estructura y el contenido de la
gir las reglas del juego; nunca quebranta- respuesta (porque la simple inducción
rá las leyes de la naturaleza. Pero dentro lógica no basta para conocer a una per-
de ellas es relativamente indeterminada; sona). Esto lo sabe muy bien Weizsacker,
por tanto, apurando el análisis, radi- y de alguna manera así lo apunta o su-
calmente imprevisible, contra lo que giere en sus libros. De otro modo no se-
como ideal cognoscitivo postuló K. Gold- ría verdaderamente "antropológica" su
stein para el diagnóstico neurológico, y medicina, y sin duda alguna lo es. La an-
aun para el diagnóstico médico en gene-, tropología médica weizsackeriana, que
ral. El buen médico y el buen jugador de \ en lo tocante a la atribución de sentido a
ajedrez pueden "conjeturar" con gran ; la enfermedad acaso vaya demasiado le-
probabilidad de acierto, uno la respues- / jos, se apoya, sin embargo, sobre una
ta psicoorgánica del enfermo, otro la ª concepción del círculo figural y del trato
contrajugada del adversario, mas no humano (Umgang) no suficientemente
"prever" con certidumbre lo que una y "antropologizada". Al estudiar la dimen-
otra serán. De otro modo no habría jue- sión interpretativa de la inferencia diag-
go de ajedrez, y la medicina sería pura nóstica reaparecerá este delicado tema.
ingeniería.
Ahora bien: esta visión del círculo fi-
2. EL SUJETO DE LA RESPUESTA
gura!, ino obliga a modificar la idea
weizsackeriana de él, de modo que Weiz- Además de una estructura, la respues-
sacker sea del todo consecuente consigo ta exploratoria tiene un sujeto; acaba-
mismo? Estudiando la relación biológica mos de verlo; de lo cual se deduce que el
entre la sensación y el movimiento -por médico no podrá entender adecuada-
tanto, entre el estímulo sensorial y la mente esa respuesta sin referirla de ma-
reacción motora a éste-, Weizsacker pro- nera correcta a los siguientes términos:
pone sustituir el esquema lineal sujeto- a) Lo que por ser hombre, y por tanto
objeto, tradicional hasta él, por el esque- persona humana in genere, es el sujeto
ma circular sujeto-sujeto. Nada más cer- que el médico diagnostica y trata. Sin
344 El diagnóstico médico

una pauta general para la interpretación para la práctica correcta de la inspec-


de las respuestas humanas no es posible ción, la exploración manual, la percu-
obtener un juicio diagnóstico clínica- sión y la auscultación.
mente suficiente. b) Lo que al tipificarse,
esto es, al concentrarse y al realizarse en 4. INTERRELACION DE LAS RESPUESTAS
"tipos" psicoorgánicos y personales, sea
en el individuo en cuestión la condición Una indicación final: la ejecución de
humana: tipos según el sexo, la edad, la cada una de las técnicas exploratorias a
raza, el biotipo constitucional, la instala- que el médico recurra, sólo podrá hallar-
ción en la sociedad, la conducta psicoso- se recta y simultáneamente orientada
cial. No he de repetir lo ya expuesto. hacia la condición humana, la condición
Añadiré, eso sí, que tanto para ejecu- típica y la individual personalidad del
tar la exploración clínica como para va- paciente, cuando se la lleve a término
lorar los resultados de ella, en modo sin olvidar la relación que entre ella y
alguno será inútil tener en cuenta los todas las demás debe existir. Bien pla-
dos modos típicos que en la conducta neada y bien ejecutada, la exploración
psicosocial ha discernido el sociólogo clínica debe tener orden y figura, y no
D. Riesman: el "tipo intradirigido" (inner- ser mera adición de una serie de datos
directed man: el hombre que no admite sueltos. Recuérdese el carácter "melódi-
que desde fuera de él sea gobernada co" que Murphy atribuye a la secuencia
su vida) y el "tipo extradirigido" (other- de los tiempos en el proceso diagnósti-
directed man: el que necesita ser dirigido co. Sólo así llegará a ser verdadera ars
desde fuera de él) (13). Salta a la vista la diagnostica la práctica de explorar y
diferencia que necesariamente existirá diagnosticar.
entre la exploración diagnóstica del uno
y la del otro. e) Lo que intransferible-
mente sea la personalidad del sujeto ex-
plorado, en tanto que concreción y reali- NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
zación últimas de la condición humana
in genere y del conjunto de tipos psicoor- l. Para todo lo relativo a este capítulo remito en
gánicos y sociales que en él se den. Sólo primer término a mis libros Teoría y realidad
orientadas hacia estos tres principales del otro, La relación médico-enfermo y La medi-
cina actual. En ellos son más ampliamente de-
términos de referencia serán enteramen- sarrollados los temas de que aquí trato y es
te correctas las técnicas de la explora- consignada la bibliografía oportuna.
ción y la intelección de los datos con ella 2. X. Zubiri, "El hombre y su cuerpo", Asclepio.
obtenidos. Archivos Iberoamericanos de Historia de la Medi-
cina y Antropología médica XXV (1973), 5-15. La
diversificación de la "impresión de realidad"
3. RESPUESTA Y SITUACION según la peculiaridad psicoorgánica de cada
uno de los sentidos puede verse en Inteligencia
La respuesta del paciente a cada una sentiente (Madrid, 1980).
3. Entre los estudios consagrados a la función de
de las acciones exploratorias del médico la mano, me limitaré a citar el de J. Gaos, Dos
corresponde, en fin, a una determinada exclusivas del hombre: la mano y el tiempo (Mé-
situación biográfica -individual, ambien- xico, 1945), y el capítulo de F. J. J. Buytendijk
tal y social- de la persona explorada; a en el ya mencionado Handbuch der Neurosen-
lehre und Psychotherapie, de Frankl, von Geb-
un determinado kairós, diría un hipocrá- sa ttel y Sch ultz.
tico. Para ajustarse debidamente a él, 4. T. Parsons, The social system (Glencoe, III.
muy en cuenta habrá de tenerlo en su 1951).
práctica exploratoria todo clínico exi- 5. J. de Ajuriaguerra y Michéle Cahen, "Tonus
corporel et relation avec autrui. L'expérience
gente consigo mismo. ¿podrá ser idénti- tonique au cours de la relaxation", en el simpo-
camente realizada y valorada la explora- sio La relaxation, dirigido por J. H. Schultz. Re-
ción de un paciente en estado de recelo- cuérdese, por otra parte, cómo Kamala, la niña-
sa angustia que la de otro en estado de lobo de Midnapore, sólo por obra del masaje a
confiada serenidad? Si ha de ser auténti- que la sometía la señora Singh quedaba real-
mente consolada de la soledad en que la sumió
camente humana, la semiotécnica debe la muerte de su hermano, y podía vincularse al
ser algo más que una serie de reglas mundo de los otros. Véase J. Rof Carballo, Ur-
Teoría 345

dimbre afectiva y enfermedad y mi libro Teoría y dad", en Pensamiento médico y moral profesio-
realidad del otro, II, 121-122. nal (Valencia, 1941).
6. Discurso de contestación al de ingreso de 10. J. P. Valabrega, La relation thérapeutique (Pa-
R. Vara López en la Real Academia Nacional de rís, 1962).
Medicina, El problema del edema cerebral (Ma- 11. En la anticipación reactiva habría que distin-
drid, 1962). guir, pues, dos modos cualitativamente dife-
7. K. Bühler, Teoría del lenguaje, trad. esp. (Ma- rentes: la prolepsis biológica y la prolepsis
drid, 1950). La edición original alemana, personal.
Sprachtheorie, es de 1934. Posterior a ella es la 12. En mis libros La espera y la esperanza Parte V,
amplia Psychologie der Sprache, de Fr. Kainz cap. I: "Cuerpo y espíritu en el acto de espe-
(Stuttgart, 1954). rar", 3.ª ed. (Madrid, 1962), y Antropología de
8. J. Ortega y Gasset, "Origen y epílogo de la filo- la esperanza (Madrid, 1978).
sofía", Obras Completas, IX, 383 (Madrid, 1962). 13. D. Riesman, The lonely crowd (New Haven,
9. J. J. Barcia Goyanes, "El sentido de la enferme- 1950).
Capítulo II

Realidad y lógica de la inferencia diagnóstica

Escindido el mundo actual en dos blo- 1. Cuando de hecho es lo que ideal y


ques sólo parcial y defectuosamente dia- realmente debe ser, el juicio clínico
logantes entre sí o entre sí conciliados, -concepto en el cual logra plena signifi-
el mayoritario de los clínicos que se cación médica el juicio diagnóstico, tal y
limitan a entender la enfermedad como como habitualmente se entiende a éste-
puro desorden orgánico -aun cuando, se muestra como el resultado de un acto
por supuesto, no discutan la existencia de interpretación. El momento diagnós-
de "factores psíquicos" en la génesis del tico del acto médico viene a ser, en con-
proceso morboso- y el minoritario de secuencia, la versión médica de ese
los que se afanan por entenderla como modo del conocimiento de la realidad
modo de vivir -aunque, naturalmente, humana a que técnicamente se da el
en modo alguno pretendan negar impor- nombre de "hermenéutica".
tancia del papel que en la estructura de 2. Las exigencias de la práctica médi-
ella poseen los "factores orgánicos"-, la ca, y en no pocas ocasiones el bien mis-
inferencia diagnóstica es hoy concebida, mo del enfermo, obligan a detener el
recuérdese, según dos líneas principales. proceso mental de la interpretación en
Para unos, los más, sigue siendo el paso modos o niveles del conocimiento ante-
intuitivo o inductivo desde la constata- riores a ella. Pero incluso cuando debe
ción de los síntomas y los signos que proceder así, el médico ha de hacerlo te-
componen el cuadro morboso hasta la niendo a la vista, como un horizonte al
definitiva formulación de un aserto diag- que no ha querido o no ha debido llegar,
nóstico especificador. Para otros, los me- el modo y el nivel del conocimiento que
nos, sería el tránsito, rápido o trabajoso, acabo de llamar interpretativo o herme-
desde esa inicial constatación hacia el néutico.
descubrimiento y la intelección del sen- 3. Así como el médico práctico debe
tido que la afección diagnosticada posea saber que existe un conocimiento pato-
en la existencia del enfermo. iEs posible lógico-molecular del proceso morboso,
una visión de la realidad del hombre y aunque su formación científica no llegue
del diagnóstico en que adecuadamente hasta él y aunque una recta conducta te-
se integren los dos puntos de vista? In- rapéutica no exija poseerlo, de la misma
tentaré alcanzarla mostrando cómo dan manera debe saber que un juicio clínico
expresión válida a esa doble realidad las sólo puede ser completo, aun cuando no
siguientes tesis: pocas veces no pueda ser suficiente, si

347
348 El diagnóstico médico

no es formalmente interpretativo, her- y la sociología del enfermar está siendo


menéutico. Cabría acaso decir que para el saber médico; no para combinar aditi-
la perfección de un juicio clínico el co- vamente un "saber explicativo" (Erklii-
nocimiento patológico-molecular de la rung) y un "saber comprensivo" (Vers-
enfermedad es necesario con necesidad tiindnis), sino para llegar a la integridad
de medio, y que el conocimiento herme- y la culminación del juicio clínico, cuan-
néutico de ella es necesario con necesi- do tal integridad y tal culminación sean
dad de fin; pero que la actuación clínica médicamente necesarias, a través de una
del médico puede ser en no pocos casos explicación abierta a la comprensión, de
satisfactoria sin el uno y sin el otro. una comprensión exigente de la explica-
ción y de una interpretación final (Deu-
En consecuencia, para bien entender tung), respecto de la cual esa explicación
la realidad y la lógica de la inferencia y esa comprensión sean presupuesto ne-
diagnóstica, la "lógica real" de ella, no la cesario. Entre la hermenéutica del texto
"lógica de los tratados de lógica" con y la hermenéutica de la enfermedad hay
que de ordinario trata de entendérsela, un eslabón intermedio, la hermenéutica
expondré a continuación y sucesivamen- de la vida humana -vida en general y
te una doctrina general de la hermenéu- vida en concreto- que iniciaron Dilthey
tica médica y los varios modos y grados y sus seguidores y Ortega y los su-
con que el clínico, en su práctica, puede yos; pero así como en ella el cuerpo no
y debe atenerse a ella. pasa de ser carne ejecutiva y expresiva,
la hermenéutica diagnóstica, el conoci-
miento a la vez explicativo, comprensivo
l. LA HERMENEUTICA MEDICA e interpretativo de la enfermedad de un
hombre, exige una ciencia del organis-
Ante todo, pues, una doctrina general mo en la cual la bioquímica, la morfolo-
de la hermenéutica médica; en términos gía y la fisiología normales y patológicas
más técnicos, la conversión de la tradi- sean todo lo que a lo largo de la historia
cional ars diagnostica en una técnica a de la medicina han llegado a ser.
un tiempo tradicional y nueva, la ars Así concebido el proceso diagnóstico,
hermeneutica; o de manera más llana y sus distintas etapas -recogida de datos y
más actual, una teoría del juicio clínico constatación de ellos, inferencia propia-
adecuada a lo que éste realmente es: el mente dicha, definitiva formulación del
conocimiento médico del estado de sa- juicio clínico- deberán ser recorridas y
lud en que ocasional o habitualmente se ejecutadas con arreglo a una pauta dis-
encuentra una persona sana (chequeo tinta de la tradicional, cuyos rasgos
de un individuo sano) o una persona en- esenciales debo exponer.
ferma (práctica médica habitual) (1).
Una advertencia inicial parece necesa-
ria: así como la hermenéutica tradicio- 11. LA EXPLORACION
nal exige a modo de premisa un riguroso DEL ENFERMO
análisis lingüístico y gramatical del texto
de que se trate -menguado exegeta de la Primera etapa: la exploración del enfer-
Biblia será el que no conozca, además mo. La apertura de la mente del médico
del hebreo, el griego y el latín, lo que a la integridad de la vida del paciente
acerca de la estructura de la palabra, la debe ser la primera de las condiciones
frase y el discurso enseñan la lingüística exigibles para que la exploración clínica
y la gramática actuales-, así también la tienda hacia un conocimiento herme-
hermenéutica médica debe exigir el ri- néutico de la enfermedad de éste. El mé-
guroso conocimiento previo de lo que dico, por tanto, debe proponerse ejecu-
acerca de la salud y la enfermedad digan tar y entender todas sus intervenciones
la investigación científico-natural, la in- exploratorias -empezar a entenderlas,
vestigación psicológica y la investigación más bien, puesto que sólo desde la pose-
sociológica de ellas, esto es, lo que desde sión de un juicio clínico correcto podrá
la biología molecular hasta la psicología ser acabadamente entendido el resulta-
Teoría 349

do de cada una de ellas- a la vista de la 1. El dato procede de la simple ins-


unidad que estructuralmente componen pección del cuerpo del enfermo; la acti-
el dinamismo orgánico, el dinamismo vidad del médico se reduce a "ver" y
psíquico y el dinamismo personal del su- "mirar". ¿puede decirse que en la reali-
jeto paciente. No debo repetir aquí cuan- dad factual de lo observado haya en este
to en el capítulo precedente se dijo para caso reacción o respuesta por parte del
lograr que los principales recursos de la enfermo? Es necesario distinguir. Cuan-
exploración tradicional -inspección, pal- do lo observado sea una porción de la
pación, auscultación, anamnesis, prue- realidad somática (por ejemplo, una pús-
bas paraclínicas- sean entendidos y eje- tula o un exantema) o un aspecto gene-
cutados teniendo en cuenta la condición ral de ella (por ejemplo, un tinte ictéri-
de organismo personal o persona orgá- co) que hayan llegado al que antes deno-
nica del sujeto explorado, ni lo que en la miné "estado ocasional o definitivamen-
precedente sección se indicó acerca de te terminal", no. Mas cuando lo obser-
la diferencia entre la mera "reacción" vado sea una expresión corporal (por
y la genuina "respuesta" de un sistema ejemplo, el enrojecimiento emotivo del
material, cuando, desde fuera de él, en él rostro) o la manifestación visible de una
se interviene. Pero no será inoportuno acción vital (por ejemplo, una marcha
señalar con cierta precisión cómo esa anómala), sí. Sin considerar ese rubor y
apertura de la mente del médico a la in- este desorden motórico como una res-
tegridad de la vida del enfermo debe puesta de carácter personal, en cuya es-
realizarse, para estudiar luego con algún tructura se integra, por supuesto, una
detenimiento los problemas que plantea reacción psíquica y orgánica, y sin pre-
la plena personalización del más perso- guntarse ipso facto por el sentido que
nalizador de todos esos recursos explo- uno y otro puedan tener en la vida del
ratorios, la anamnesis. sujeto (cuestión a la que sólo más tarde,
cuando se haya llegado a formular un
verdadero juicio clínico, cabrá dar solu-
l. INTERPRETACION DEL DATO
ción adecuada), no podrá decirse que la
EXPLORATORIO
exploración ha sido real y verdadera-
Supongamos un dato exploratorio téc- mente hermenéutica.
nica y antropológicamente bien obteni- 2. El dato ha sido obtenido mediante
do y cuidadosamente depurado median- una intervención más o menos modifica-
te un correcto atenimiento a las reglas tiva del cuerpo del enfermo: muy leve, la
para su constatación que en páginas pre- simple aposición del estetoscopio sobre
cedentes quedaron indicadas. Ante él, el tórax, en la auscultación; algo más in-
¿cuál deberá ser la conducta del clínico tensa en la percusión; ya muy considera-
que quiera entender hermenéuticamen- ble en la palpación de órganos internos.
te su actividad diagnóstica? Recapitulan- Entendido ese dato como una reacción
do y ampliando nociones ya expuestas, de la realidad del paciente a la interven-
pienso que esa conducta puede esque- ción modificativa del explorador, ¿puede
máticamente cifrarse en la adecuada re- decirse que en tal reacción exista un mo-
solución de varias cuestiones básicas. mento de carácter "personal"? Si lo hay
en la auscultación, será sobremanera te-
nue (la posible, pero mínima alteración
a. El dato como respuesta de la dinámica torácica o de la actividad
¿En qué medida es mera reacción y en cardiaca consecutivas a la "emoción de
cuál es genuina respuesta el dato de que ser auscultado"). Otro tanto cabe decir
se trate? Dicho de otro modo: ¿cómo la de la percusión. Bajo forma de defensa
condición personal del sujeto explorado muscular o de retracción interna de la
modula lo que en la respuesta de éste a víscera, cuando la peculiaridad anato-
la prueba exploratoria dependa de la mofisiológica de ésta (estómago, intesti-
condición material de su cuerpo? A mi no, vejiga urinaria) la haga posible, mu-
modo de ver, cinco posibilidades típicas cho más acusado podrá ser el carácter
pueden discernirse: de respuesta personal en el caso de la
350 El diagnóstico médico

palpación; respuesta, no me cansaré de pa en la diacronía de la reacción al estí-


advertirlo, a cuya estructura pertenecen mulo emotivo, carácter proléptico o an-
como dominadoras partes integrales los ticipativo de la estructura de dicho pro-
momentos orgánico-mecánicos de ella. ceso-, nada más lícito y obvio que extra-
Pero, tomados los hechos en su conjun- polarlos hacia la explicación de las prue-
to, es preciso afirmar que la exploración bas funcionales diagnósticas, completán-
auscultatoria, percutoria y palpatoria da dolos desde el punto de vista de la con-
lugar en el cuerpo del paciente a una dición personal y no meramente biológi-
reacción casi totalmente mecánica: meca- ca que en este caso posee el sujeto rea-
nismo acústico del estertor crepitante o gente (2). Una vez más, el laboratorio se
del sonido timpánico, mecanismo táctil convierte en avanzada de la clínica, y
del desplazamiento de un polo renal. Lo ahora de una clínica "verdaderamente
cual en modo alguno excluye que en humana".
ocasiones deba el clínico hacerse cues- 4. El dato es la consecuencia de una
tión de tal "casi" -estructura, sentido, lí- exploración cuya práctica, por la índole
mites-, si de veras pretende que sea del trastorno explorado -una afasia, una
completo su conocimiento del caso. agnosia, el cuadro psicopatológico de
3. El dato es el resultado de una in- una "reacción exógena" de Bonhoeffer-,
tervención exploratoria que pone en jue- necesariamente exige tener en cuenta la
go una parcela más o menos extensa de actividad psíquica del paciente; con lo
la vida orgánica del sujeto explorado: cual queda dicho que la estructura del
una curva de glucemia, la provocación dato en cuestión es por igual reactiva y
del reflejo patelar, la obtención de un responsiva; con otras palabras, que su
electrocardiograma de esfuerzo. Ahora carácter de respuesta, dentro del cual
la reacción del sujeto es casi totalmente queda envuelto e integrado su carácter
biológica, casi exclusivamente depen- de reacción neurofisiológica, es en él tan
diente de los mecanismos metabólico- importante como este último, y que a tal
bioquímicos, neuroanatómicos y neuro- peculiaridad estructural deberán atener-
fisiológicos y electrofisiológicos que se la conducta exploratoria y la activi-
como "únicamente reales" describen los dad interpretativa del clínico. Las reglas
tratados en que se desconoce la condi- de Goldstein para la exploración neuro-
ción personal del organismo reagente; lógica anteriormente mencionadas -y,
pero, como en anteriores páginas hemos en general, toda la doctrina nosognósti-
visto, la ocasional actitud psíquica del ca por él expuesta o sugerida en Der Auf-
paciente -en el fondo de ella, su vida bau des Organismus- alcanzan así una
personal- y la constante posibilidad de justificación no sólo organísmica, como
obtener resultados falsamente positivos la que en ese libro se propone, también
y falsamente negativos -recuérdense las plenamente antropológica.
curvas de "densidad de probabilidad" 5. El dato, en fin, y ya sin distingos ni
contenidas en la figura 9- obligarán al cortapisas, es la respuesta verbal del en-
clínico a pensar que el dato por él obser- fermo a una interrogación anamnéstica
vado es realmente una respuesta perso- del médico que necesariamente exija de
nal, en cuya estructura se halla unitaria- aquél tanto la conservación memorativa
mente integrada o fundida la reacción de experiencias acerca de sí mismo (por
biológica de que se trate; y en definitiva, ejemplo: "A los doce años tuve una fie-
como en la posibilidad anterior, a plan- bre reumática"), como una personal toma
tearse el problema del alcance, la estruc- de posición acerca de la enfermedad que
tura y el sentido del "casi" en cuya vir- padece (por ejemplo: "Doctor, lo que yo
tud es "casi totalmente biológica u orgá- tengo me viene de aquel disgustazo que
nica" la mencionada respuesta personal. me dio mi hijo"); respuesta que en algu-
Aun cuando sean puramente experimen- na medida se hallará condicionada por
tales y biológicos los resultados que lo que de hecho sucedió, es decir, por
acerca de la endocrinología de la emo- una realidad factual y objetiva, pero que
ción han obtenido J. W. Mason y sus co- en último término depende de la perso-
laboradores -fases ergotropa y trofotro- nal actitud del locuente respecto de
Teoría 351

aquello sobre que su interpretación ver- como resultado de una operac10n real-
sa. Lo cual nos conduce a un tema ya mente hermenéutica. Trátase, en suma,
antes enunciado y que algo más adf'lante de que el clínico lo sea según una ver-
reaparecerá: la total personalización de sión médica de la tan citada sentencia
la anamnesis. antropológica y ética de Terencio, medi-
cus sum et nihil in aegroto a me alienum
puto.
h. La actitud del paciente
Implícitas o incoadas en lo que acabo
c. Recapitulación
de decir, otras dos cuestiones propone la
consideración hermenéutica de la explo- Antes de pasar al apartado subsiguien-
ración del enfermo: te, no será inoportuna una breve refle-
xión acerca de esta primera etapa del
1. La disposición reactiva del pacien- proceso diagnóstico. Que en ella reapa-
te explorado -disposición en cuya géne- rezcan ideas y nociones ya expuestas o
sis se funden la constitución biológica apuntadas es cosa inevitable, mas no
del sujeto (sexo, raza, edad, biotipo, etc.), pienso que sea cosa inconveniente.
su instalación social (los hábitos psicoor- Si el médico pretende que su conoci-
gánicos creados por la pertenencia a un miento diagnóstico sea a la vez explicati-
grupo social determinado; y entre ellos, vo, comprensivo e interpretativo, por
a medio camino entre la biología y la so- tanto hermenéutico, deberá habituarse a
ciología, los correspondientes a la condi- que sus sentidos y su mente sean duran-
ción de "intradirigido" o "extradirigido") te la exploración tan capaces de objeti-
y el estado psíquico y orgánico en que var con precisión lo percibido -mensu-
ocasionalmente se encuentre (el propio rativamente, si es posible-, como de
de un día como otro cualquiera o el co- abrirse interrogativamente al problema
rrespondiente a una incidental perturba- de la plena significación vital de eso que
ción anímica)- ¿de qué modo influye en perciben; por tanto, a que sus sentidos y
la determinación y en el resultado de su mente pasen alternativa y comple-
cada uno de los datos exploratorios re- mentariamente de la práctica de una ob-
cogidos por el clínico? Apenas será nece- servación minuciosa, regida por la fiel
sario indicar que la cuantía de tal in- servidumbre al conocimiento de la reali-
fluencia irá aumentando desde la prime- dad efectiva, de "lo que es", al ejercicio
ra hasta la quinta de las posibilidades de una conjetura imaginativa, movida
antes consignadas; y, por otra parte, que por la aspiración al conocimiento de la
sólo sabiendo proponerse esa interroga- realidad posible, de "lo que debe de ser"
ción y darle oportuna respuesta, sólo así o "lo que puede ser". Tres deben ser las
comenzará a ser verdaderamente herme- reglas constantes de su conducta: l.ª El
néutica la actividad cognoscitiva del mé- conocimiento de la realidad del enfermo
dico. es, en principio, inacabable; en el enfer-
2. Ante el hecho mismo de la explo- mo, el médico no puede cono.cedo todo.
ración y, sobre todo, ante el resultado de 2.ª La progresión en el conocimiento mé-
la misma, ¿de qué modo responde el su- dico de la realidad del enfermo debe te-
jeto explorado? No se trata tan sólo de sa- ner un límite: aquel en el cual y por el
ber que el conocimiento de la cifra de su cual puede ser óptimo el tratamiento. 3.ª
tensión arterial o de la existencia de una Debe saber el médico que más allá del lí-
sombra en la imagen radiográfica de su mite de lo que conoce se halla el ámbito
tórax pueda perturbar excesivamente al ilimitado de lo que no ha querido o no
enfermo, y que por consiguiente deba ha podido conocer; y así, la visión de la
ser evitado por quien le explora; se trata realidad del enfermo será escotómica,
de entender con la precisión necesaria pero por razones a un tiempo técnicas y
cómo la detección de esa posibilidad éticas. El escotoma de la visión clínica
puede y debe contribuir a la conversión es, pues, táctico y no culposo.
de un diagnóstico rutinario en genuino En consecuencia, cada intervención
juicio clínico y a la concepción de éste exploratoria debe ser considerada como
352 El diagnóstico médico

una pregunta hecha a la realidad psi- cosa-realidad y el de la cosa-sentido, y la


coorgánica del paciente. Tal como por concepción del cuerpo humano como
mí fueron modificadas -esto es:teniendo una realidad en cuya dinámica se inte-
en cuenta que en el caso del médico se gran tres funciones principales, una or-
refieren al conocimiento de un sujeto ganizadora, otra configuradora y otra so-
humano, de una persona-, la doctrina mática. Cómo estas ideas permiten orde-
del círculo figural y la metáfora de la nar y entender el proceso de la herme-
partida de ajedrez pueden ser aplicadas néutica médica, lo veremos al estudiar
para entender la estructura de la rela- las vías por las cuales la mente del médi-
ción entre esa pregunta y la respuesta co puede y debe pasar de la exploración
que a ella se obtenga; respuesta en cuya a la inferencia interpretativa, por tanto
determinación, con predominio mayor a la plenitud del juicio clínico; porque
de la una o de la otra, se funden siempre -nada más evidente- sólo integrándose
la necesidad y la libertad. La parte de la en un nivel de conocimiento superior a
necesidad es máxima, hasta anular casi la exploración del enfermo, el nivel en
por completo a la libertad, en la "res- que el juicio clínico se produce, sólo así
puesta a la percusión"; es menor, porque llegan a alcanzar su verdadero sentido
se halla atenuada y modulada por condi- los datos que la exploración concede.
cionamientos biológicos y psíquicos, és-
tos subconscientes, en la "respuesta a la
2. PERSONALIZACION DE LA ANAMNESIS
glucemia provocada"; es mínima, hasta
ser casi por completo anulada por la li- Merece tratamiento especial el pro-
bertad, en la "respuesta a la interroga- blema que ofrece la personalización de
ción anamnéstica". Pero si el sujeto ex- la anamnesis. En páginas precedentes
plorado no está en coma, nunca su liber- quedó establecida la distinción entre los
tad será absolutamente ajena a las res- dos modos cardinales del diálogo anam-
puestas que en él susciten las preguntas néstico, el testifical y el interpretativo, y
exploratorias; y si no es un hábil simula- fue expuesta una precisa doctrina acerca
dor -y acaso hasta entonces-, siempre la de la función psicológica del habla, tanto
necesidad tendrá parte en ellas. La vera- en la persona que emite las palabras
cidad, en efecto, sólo como resultado de como en la que las percibe. Se trata aho-
fundirse la libertad ("quiero decir lo que ra de estudiar con mayor precisión el
es") y la necesidad ("porque soy veraz, lo contenido de la anamnesis interpretati-
que es se me impone") puede ser recta- va, el sentido y la estructura de la inter-
mente entendida. No contando con que pretación del enfermo y la técnica por
incluso en la dinámica de la simulación la cual el médico, reinterpretando los
hay "leyes de la naturaleza" que no pue- asertos, las sospechas y las emociones
den ser transgredidas, que se imponen al del paciente, se pone en camino hacia
simulador como necesarias: nadie, por una total hermenéutica del caso obser-
ejemplo, ni siquiera un yogui, puede si- vado.
mular un paro cardiaco prolongado.
Y si ésta es la estructura real de la re-
lación pregunta-respuesta en la explora- a. La interpretación del enfermo
ción médica, y si en ella se combinan la En principio, y salvo cuando se limi-
observación de "lo que es" y "la conjetu- ta a mostrar al médico una alteración
ra de lo que puede ser", ¿cuál será, des- de su cuerpo sensorialmente perceptible
de un punto de vista a la vez antropoló- -"Doctor, vea estas manchas que me han
gico y gnoseológico, la índole del conoci- salido en la piel"-, toda expresión verbal
miento exploratorio? A mi modo de ver, del enfermo tiene carácter interpretati-
la que se desprende de tres importantes vo. En medida mínima cuando en ella es
parcelas del pensamiento filosófico de dominante o exclusiva la condición testi-
Zubiri: su doctrina de la inteligencia sen- fical, porque alguna interpretación hay
tiente, la distinción entre los dos modos en la descripción que de sus sentimien-
cardinales de ofrecerse a la mente las tos morbosos -dolor, ardor, embota-
cosas del mundo exterior, el modo de la miento, etc.- hace el paciente, incluso
Teoría 353

cuando su carácter y su educación le im- minando la conducta anamnéstica de


pulsen o le ayuden a ser objetivo en 993 mineros enfermos ante cuatro médi-
el relato de sus vivencias. En medida cos distintos, Kochran y Garland halla-
mayor y ya clínicamente valorable, cuan- ron que los datos diferían en un 23-40 %
do espontánea o responsivamente el su- respecto de la tos, en un 13-42 % respec-
jeto explorado expone al médico su per- to de la expectoración, en un 13-18 %
sonal actitud ante la enfermedad que pa- respecto de la disnea, en un 6-17 % res-
dece o ante alguna de las manifestacio- pecto del dolor torácico (4). Estos he-
nes sintomáticas de ella. "Cuando yo em- chos y todos los que cualquier clínico ex-
pleo una palabra -dice desdeñosamente perto podría aducir, muestran cómo a
Humpty Dumpty en el relato de Lewis veces, incluso ante los resultados de una
Carroll-, esa palabra significa lo que yo anamnesis puramente testifical, debe el
decido que signifique, nada más y nada médico rectificar los datos memorativos
menos". Y a la objeción de Alicia -"La del paciente; a la postre, en mayor o me-
cuestión es si puedes hacer palabras que nor grado, interpretarlos.
signifiquen cosas diferentes"-, Humpty 2. Más evidentes son las cosas cuan-
Dumpty responde: "La cuestión es qué do se trata de detectar y valorar la acti-
es ser dueño; nada más" (5). Pues bien: tud del enfermo ante el hecho de pade-
sabiéndolo o sin saberlo, consciente o cer la enfermedad que le aflige; el "senti-
inconscientemente, el enfermo habla do post factum" de ella, según la termino-
en ocasiones de su enfermedad como logía que páginas atrás propuse. El casti-
Humpty Dumpty, siendo dueño de sus go, el reto, la prueba y el recurso son, re-
palabras y dando a éstas la significación cuérdese, las líneas principales que esa
que él quiere. Por tanto, empleando un atribución de sentido puede seguir; a las
lenguaje cuya intelección hace ineludi- cuales debe añadirse la tenue o acusada
ble la faena de interpretarlo. Tres son, a desesperación de los que sólo azar, puro
mi modo de ver, los problemas interpre- o inexplicable azar pueden ver en la pe-
tativos que ante el médico pueden pre- nosa vicisitud de estar enfermo. Este as-
sentarse: pecto del cuadro morboso, al cual, de un
modo o de otro, todos los actuales for-
l. La interpretación -si es que en mularios para la práctica de la anamne-
este caso puede ser así llamada la activi- sis expresamente aluden, ¿puede tener
dad mental del médico- se limita a des- importancia diagnóstica? En algunos ca-
hacer los errores que involuntaria e in- sos -enfermedades agudas, de especifi-
conscientemente haya cometido el en- cidad bien patente y susceptibles de trata-
fermo explicando su modo de sentir la miento muy eficaz-, apenas. No será ne-
enfermedad, e incluso recordando la his- cesario repetir lo que sobre el tema dije.
toria de ésta. Hay una "psicología del ol- En otros muchos casos, y especialmente
vido" que el clínico debería en alguna cuando la enfermedad sea crónica, des-
medida conocer (R. Gross); y existe toda de luego. Pues bien: si el médico consi-
una serie de estados anímicos -trastor- dera necesario o conveniente conocer
nos de la conciencia, estados de excita- cuál es la actitud del enfermo ante su
ción psíquica, lagunas en la memoria- dolencia, no pocas veces descubrirá que
que pueden mermar considerablemente las declaraciones de éste son clara o lar-
la fiabilidad de los datos anamnésticos. vadamente interpretativas, y se verá en
Tomo de R. Gross los datos que siguen. consecuencia obligado a reinterpretar
Proppe encontró que el 10 % de sus en- diagnósticamente lo oído, de acuerdo
fermos no recordaban haber pasado an- con lo que a una le indiquen la doctrina
teriormente por un hospital o no podían hermenéutica que profese -freudiana,
decir cuándo estuvieron en él. Batsche- adleriana, junguiana, etc.- y su total ex-
let y Klunker han estudiado el recuerdo periencia del caso observado.
que 235 enfermos conservaban del co- 3. A un tiempo semejante y distinto
mienzo de su dolencia -asma, neuroder- es el problema que presenta la detec-
mitis, rinitis atrófica-, y sólo en un 60 % ción del que antes llamé "sentido ante
fueron exactas sus indicaciones (3). Exa- factum" de la enfermedad: el hecho de

24
354 El diagnóstico médico

que la génesis y la configuración de mu- ción de un tumor maligno en el curso de


chas de ellas -de todas, según la extre- una vigorosa y tranquila senectud. 2. Es
mada medicina antropológica de Weiz- cierto que una exploración anamnéstica
sacker y sus seguidores- tengan cierto cuidadosa permitiría descubrir en bas-
sentido en la biografía del que las pade- tantes casos formas más o menos acusa-
ce; sentido patente unas veces y latente, das y más o menos complejas de esa
subconsciente, las más, sólo detectable "huida a la enfermedad" que tantas ve-
examinando con atención la vida perso- ces se observa en los pacientes neuróti-
nal-social del paciente mediante una cos; pero una ineludible exigencia exte-
anamnesis detenida y sensible, y sólo rior -la escasez de tiempo- y una favora-
comprensible teniendo en cuenta que el ble posibilidad técnica -diagnóstico fácil
hecho de que la enfermedad es una no- y tratamiento eficaz- eximirán con fre-
verdad existencial respecto de la verdad cuencia al médico de la tarea de pene-
auténtica que para la existencia del suje- trar diagnósticamente en el oculto mun-
to es su salud propia. do del sentido. 3. Es asimismo cierto que
si el médico dispone de tiempo y se ha-
Tanto la sutileza y el acierto de mu- lla mínimamente formado en las técni-
chas de las observaciones clínicas de cas de la exploración psíquica, el descu-
Weizsacker y sus discípulos, como la no- brimiento del posible sentido ante fac-
vedad, la profundidad y la importancia tum de la dolencia tratada le servirá
de la antropología médica que las sus- para afinar su juicio clínico y para per-
tenta, son para mí cosa innegable. Creo feccionar su acción terapéutica. 4. Pare-
injusta, en consecuencia, la preterición ce en cualquier caso necesario, si en ver-
en que la obra de Weizsacker ha caído, dad quiere ser "médico de hombres",
incluso entre quienes cultivan la orienta- que el clínico tenga clara conciencia de
ción psicosomática de la medicina; aun esta posibilidad de su faena diagnóstica,
cuando deba reconocer que su carácter incluso cuando por las razones antes
muchas veces abstruso, su indudable in- apuntadas lícitamente decida renunciar
conclusión y la no bien fundada extre- a ella.
mosidad de alguna de sus tesis han con-
tribuido no poco a la producción de ese
hecho. Sobre todo ello, dicho queda lo h. Mecanismo de la interpretación
suficiente. Mi actitud ante el problema Hácese integral el ámbito de la anam-
del sentido ante factum de la enferme- nesis, como sabemos, cuando a las pre-
dad, anticipada ya en la sección prece- guntas del médico responde el enfermo
dente, puede ser resumida ahora en los interpretando personalmente el hecho
siguientes puntos: l. Así como todas las de su enfermedad o algún aspecto de
enfermedades tienen un sentido post fac- ella; cuando, por tanto, no se limita a
tum, aunque éste sea en ocasiones el sin- comunicar datos meramente objetivos
sentido subjetivo del puro y ciego azar, acerca de sí mismo o de su ambiente.
con la desesperación que conlleva el Pues bien: frente a una declaración
trance de sentirlo en la propia carne, no anamnéstica en que la interpretación
en todas es posible detectar la existencia sea evidente, y siempre que el análisis
de un sentido ante factum; ni siquiera, de ella parezca ser clínicamente valioso,
pongámonos en el caso límite, recurrien- ineludiblemente se presentará ante el
do a una detenida anamnesis psicoanalí- médico el problema psicológico de la ex-
tica. Respecto del sentido biográfico de presión interpretativa. Cuando uno no
la génesis de la enfermedad -insisto: no se limita a decir "esto es una mesa", "son
hablo del sentido biográfico que posee las doce", "me duele aquí" o "dos y dos
el hecho de sentirla-, no pocas enferme- son cuatro", cuando la expresión verbal
dades san y seguirán siendo saxa non de un contenido de la conciencia o de la
loquentia. Ejemplos típicos, la fractura subconsciencia declara la actitud perso-
ósea en un imprevisible accidente ferro- nal, consciente o subconsciente, ante
viario, el contagio azaroso en el curso de aquello de que se habla, ¿qué es lo que
una epidemia, la insospechable apari- pasa en la psique y en el organismo del
Teoría 355

locuente? La cuestión es sobremanera do de enfermedad; vivencia a cuyo con-


amplia y delicada. La respectiva peculia- tenido pueden contribuir la experiencia
ridad y la mutua relación de nociones del mundo exterior (por ejemplo: el re-
como signo, símbolo, expresión, concep- cuerdo de una determinada situación so-
to, metáfora, alegoría y parábola perte- cial), la sensación del propio cuerpo (un
necen a ella. Evidentemente, no puedo dolor más o menos localizado, una ce-
tratarla aquí. Aquí debo contentarme re- nestesia anómala), emociones o pensa-
mitiendo al lector a los tratadistas actua- mientos puramente íntimos (la desespe-
les del conocimiento hermenéutico -a su ración o la desesperanza, un sentimiento
cabeza, los ya mencionados Betti, Gada- de culpa) y manifestaciones emocionales
mer y Ricoeur- y exponiendo de manera de procesos subconscientes (por ejem-
sucinta cómo veo yo la estructura psi- plo, las consecutivas a una represión
cológica de la expresión interpretativa especialmente penosa), y cuya actuali-
cuando, como en nuestro caso acontece, dad en la conciencia puede ir desde el
es el sentimiento de enfermedad el ner- vago autosentimiento (el mero malestar
vio de la materia interpretada. somático difuso) hasta la noticia bien
Freud nos enseñó a distinguir entre el configurada (una sensación interna per-
"contenido manifiesto" del sueño y los fectamente cualificable y localizable).
"pensamientos latentes" del mismo, y a 3. En su actividad interpretativa, el
ver en aquél un símbolo de éstos. Apli- enfermo actúa principalmente como in-
cando analógicamente ese esquema al térprete de sí mismo, como autointér-
doblete "modo consciente-inconsciente prete; nada más obvio. Ahora bien: pues-
de sentir la enfermedad"-"expresión ver- to que la vida psicoorgánica es unidad y
bal del enfermo", de lo que se trata aho- no yuxtaposición aditiva, tiene que exis-
ra es de saber cómo, cuando esta expre- tir una radical solidaridad entre todas
sión es realmente interpretativa, es de- sus actividades, y por consiguiente entre
cir, cuando no se limita a ser nominati- todos los modos de realizarse en ella la
va, narrativa o descriptiva, llega a hacer- titularidad del sujeto viviente. Lo cual
se símbolo de aquel sentimiento. Metó- hace que -por vía a la vez consciente y
dica y sumariamente, daré mi respuesta subconsciente, quiero insistir en ello- la
en los siguientes puntos: autointerpretación del enfermo afecte a
todos esos modos de ser él sujeto activo
l. Puesto que el enfermo habla, es y pasivo de sí mismo: el individuo huma-
evidente que con deliberación mayor o no como agente-paciente, como actor-
menor ha preferido la expresión inter- autoespectador y -en la medida en que
pretativa al silencio. Lo cual plantea lo sea- como autor de su propia vida.
como pura posibilidad el problema de lo Recuérdese lo dicho al glosar la idea sy-
que significaría el silencio del enfermo, denhamiana acerca de la génesis de las
si éste no hubiese optado por la elocu- enfermedades crónicas: nos ipsos aucto-
ción. También intérprete de silencios res esse.
debe ser el clínico; como en páginas an- 4. Esto supuesto, planteémonos de
teriores hice ver, hay ocasiones en que frente la cuestión que nos ocupa: ante
también el silencio es significativo. Más un determinado sentimiento de la pro-
de una vez he hecho notar que, en tanto pia enfermedad (los "pensamientos la-
que realidad verbalmente expresable, la tentes" de la onirología freudiana),
enfermedad puede ser morbus ante ver- ¿cómo el enfermo elabora la expresión
bum (el vago sentimiento de enferme- interpretativa que ofrece al médico,
dad que precede a la posibilidad de ex- cómo consciente e inconscientemente
presarlo), morbus in verbo (la expresión logra -digámoslo a la manera psicoanalí-
del sentimiento de la enfermedad, pade- tica- que los "pensamientos latentes" en
cida) y morbus ultra verbum (la enferme- su conciencia lleguen a ser "contenido
dad, cuando se hace sentir como grave e manifiesto" de su expresión verbal?
inmediata amenaza a la vida propia). A mi modo de ver, en ese proceso hay
2. Lo que el enfermo expresa verbal- una intuición ambivalente -voluntad de
mente es una vivencia tocante a su esta- expresión y deseo de ocultación; decir
356 El diagnóstico médico

algo y no decirlo de manera directa-, al uno de los momentos integrantes de


servicio de lo que para la persona del éste.
enfermo sea su relación con el médico; 5. Más o menos próxima a una o a
intención que se cumple a través de una otra, por lo general participando de una
actividad psicoorgánica en la que coope- y de otra, la interpretación del enfermo
ran muy diversos factores. En tanto que puede adoptar dos formas cardinales, la
animal hermeneuticum, porque en tal ad- construcción y el símbolo.
jetivo tiene una de sus partes integrales Llamo construcción a un relato dotado
la genérica condición que de animal ra- de coherencia interna y de estructura
tionale o animal razonante y hablante sintáctica, en el cual, mediante la imagi-
posee el hombre, el enfermo interpreta nación y la conjetura, el enfermo da
el sentimiento de su enfermedad, trueca cuenta de lo que la enfermedad o alguno
la sensación y la percepción de sí mismo de sus síntomas significan para él. A títu-
en "teoría interpretativa" o en "símbo- lo de ejemplo, léase cómo la Sra. Emmy
lo", a través de un proceso en el que de N. explicó a Freud el sentido de sus
interviene y coopera toda una pléyade expresiones anamnésticas "iEstese quie-
de instancias rectoras y configuradoras. to! iNo me hable! iNo me toque!" (6). No
Mencionaré las que me parecen princi- es preciso, sin embargo, recurrir a las
pales: la realidad psicoorgánica que tra- fuentes primeras del psicoanálisis para
ta de expresar (que el autosentimiento encontrar interpretaciones constructi-
sea dolor o sea ansiedad no puede ser vas; las historias clínicas antropológica-
diferente a lo que de él interpretativa- mente orientadas (entre sus autores,
mente se diga); el grado de claridad de Weizsacker, Vogel, Christian, Küteme-
la conciencia (conciencia lúcida del esta- yer, Hübschmann, Jores, Th. von Uex-
do vigil, conciencia turbia de la fatiga o küll, Rof Carballo y los pioneros nortea-
de la obnubilación precomatosa, etc.); la mericanos de la patología psicosomáti-
constitución psicoorgánica del sujeto ca) las contienen con frecuencia.
(edad, sexo, raza, biotipo, modulación de Doy el nombre de símbolo, con P. Ri-
la vida instintiva, modo del esquema coeur, a toda estructura significativa en
corporal, pasado morboso, desórdenes la cual "un sentido directo, primario, li-
constitucionales de la personalidad); el teral, designa por añadidura otro senti-
grupo social a que el sujeto pertenezca do indirecto, secundario, figurado, que
(clase, grupo profesional, área cultural, sólo a través del primero puede ser
tipo intradirigido o extradirigido, etc.); aprehendido"; y muy especialmente,
la instalación vital en el tiempo biográfi- dentro de tan general definición, a las
co (presencia del pasado: hábitos adqui- expresiones o los objetos en que esa se-
ridos, recuerdos conscientes o subcons- gunda y oculta significación se condensa
cientemente conservados; adscripción al y circunscribe: en la onirología psicoana-
presente: ávida entrega a él o huida de lítica, un bastón es símbolo del miembro
él, que en unos casos será nostálgica y viril; en la lógica simbólica, un breve sig-
futurista en otros; disposición frente al no gráfico simboliza toda una proposi-
futuro: deseos, proyectos, esperanzas); ción noética. A caballo entre la interpre-
contenidos habituales de la intimidad tación constructiva y la interpretación
(conciencia moral, creencias realmente simbólica, mencionaré como ejemplo
vivas, vocación personal, amores u odios dos versos de Baudelaire nada ajenos a
no meramente instintivos, idea de sí nuestro tema. El escritor convierte en
mismo). expresión poética -interpreta constructi-
Movido y orientado por esta serie de va y simbólicamente- su experiencia de
instancias, cuya manifestación básica respirar, que él atribuye al hombre in
será siempre el modo en que la enferme- genere, a todos los hombres:
dad adquiere un sentido vital post fac-
tum -el castigo, el reto, la prueba, el re- Et quand nous respirons, la mort dans nos
curso, el azar, la desesperación-, el en- poumons
fermo elabora ante el médico la inter- descend, fleuve invisible, avec des sourdes
pretación de su estado morboso o de plantes.
Teoría 357

El aire inspirado es ahora un río invi- la respuesta es obvia: juntarlos con los
sible, vagamente sentido y letal. Que que hayan concedido los restantes recur-
esta expresión metafórica resulta de un sos exploratorios -inspección, percusión,
libre y personal acto de creación poéti- auscultación, pruebas funcionales, explo-
ca, parece cosa evidente. Pero ¿por qué raciones paraclínicas complementarias-,
es sentido como "invisible río letal" el para someterlos a las operaciones de se-
aire que entra en el pecho? A mi modo lección e inferencia que deben seguir al
de ver, por la conjunción de tres moti- examen del paciente. Lo mismo habrá
vos: uno personal, resultante del modo de hacer en último término con los da-
como en el sensible y genial hombre tos de carácter interpretativo, puesto
Charles Baudelaire se realizaron y com- que únicamente al servicio de la inferen-
binaron las instancias rectoras y configu- cia diagnóstica pueden alcanzar, chico
radoras antes mencionadas; otro social, o grande, algún valor clínico. Pero la
la frecuencia con que el aire inspirado incorporación de ellos al proceso del
daba entonces origen a la tuberculosis diagnóstico sólo será hacedera si el mé-
pulmonar; otro, en fin, histórico-cultural, dico ha sido capaz de descubrir el oculto
la vigencia que en la Francia del siglo sentido que poseen las interpretaciones
XIX tuvo la pesimista concepción bicha- constructivas y simbólicas del enfermo;
tiana de la vida, la visión de ésta como por tanto, y para decirlo de nuevo con
"el conjunto de las funciones que resis- las expresiones de onirología freudia-
ten a la muerte". na, si desde el "contenido manifiesto" de
Frente a los enfermos crónicos, sea la interpretación ha sabido inferir los
preponderantemente orgánico o prepon- "pensamientos latentes" en ella, en este
derantemente neurótico el modo de rea- caso la actitud del enfermo ante el he-
lizarse su enfermedad, la anamnesis de- cho y el modo de estarlo; en definitiva, si
tenida y sensible descubrirá -poéticas o ha sabido reinterpretar técnicamente la
prosaicas- no pocas interpretaciones del interpretación del paciente, por tanto
sentimiento de enfermedad semejantes recorrer a la inversa, desmontándolo en
a ésta. sus diversas piezas, el proceso incons-
6. Reuniendo ahora el tema de la ciente y conscientemente seguido por la
anamnesis testifical y el de la anamnesis psique del sujeto explorado en el logro
interpretativa, creo que la estructura de de esa interpretación; operación homó-
ambas puede ser reducida a los siguien- loga de la Destruktion de que, en rela-
tes esquemas: ción con la ontología de la hermenéutica
El enfermo habla al médico como
manifestando I mediante expresiones
de su mundo inspectivamente autosentimientos paraverbales
testigo de su cuerpo manifestando noticias med!ante la p_alabra
1 de su intimidad 1 retrospectivamente 1 configuradas mediante el silenc10

El enfermo habla al médico como


manifestando a través de
de su mundo I inspectivamente autosentimiento interpretaciones
intérprete de su cuerpo constructivas
1 de su intimidad retrospectivamente manifestando noticias a través de
configuradas interpretaciones
simbólicas

c. La reinterpretación del médico existencial e histórica, habló Heidegger


en Sein und Zeit.
En la anamnesis, el enfermo testifica Ahora bien: esta operación reinterpre-
algo de lo que sucede en él o en su mun- tativa del médico, con la cual, como di-
do e interpreta algo de lo que su enfer- ría Weizsacker, su mente pasa de la no-
medad o una parte de ella para él signifi- verdad factual que es la existencia mor-
can. ¿Qué deberá hacer el médico ante bosa del enfermo a la verdad posible de
esta doble serie de datos·anamnésticos? su existencia hígida, sólo puede ser reali-
Respecto de los datos de orden testifical, zada a la vista de lo que real y totalmente
358 El diagnóstico médico

sea la dolencia que trata de diagnosticar. grama. En primer lugar, la proposición


La consideración de ella debe quedar de una pauta conceptual capaz de presi-
demorada, por tanto, hasta el apartado dir la integración de los datos proceden-
próximo. tes de la exploración de la enfermedad
como desorden orgánico y los obtenidos
mediante la exploración del enfermo
111. LA INFERENCIA como sujeto de un modo de vivir; en se-
DIAGNOSTICA gundo término, el conjunto de las reglas
según las cuales esa pauta conceptual
Tras la exploración del enfermo, debe puede y debe ser aplicada a la obtención
procederse a una inferencia diagnóstica del juicio ºclínico; en tercero, un examen
capaz de llegar a un juicio clínico inte- de la situación y la significación de este
gral, y por tanto a un conocimiento her- modo de entender el diagnóstico, dentro
menéutico -explicativo, comprensivo e de la cambiante historia de él.
interpretativo; antropológico, en suma-
de la realidad del enfermo en tanto que l. UNA PAUTA CONCEPTUAL
enfermo. En sus reflexiones sobre el "in-
jerto de la hermenéutica en la fenome- Recordemos lo dicho al exponer la
nología", dice P. Ricoeur que es necesa- epistemología del diagnóstico. En éste,
rio "sustraerse a toda manera gnoseoló- el médico debe conocer técnicamente, y
gica (erkenntnistheoretisch) de plantear el por tanto médicamente, si vale la redun-
problema y, por consiguiente, de renun- dancia, el desorden morboso que padece
ciar a la idea de que la hermenéutica sea un sujeto psicoorgánico y personal. Res-
un método digno de hacer frente con ar- pecto de los casos en que sea el estado de
mas iguales al de las ciencias de la natu- salud y no el estado de enfermedad lo que
raleza". Y tras examinar brevemente el haya que diagnosticar, baste con lo que
proceder de Dilthey, añade: "el proble- páginas atrás quedó dicho. Se trata, pues,
ma no consiste en reforzar el conoci- de conocer técnicamente el estado de
miento histórico frente al conocimiento enfermedad en que se encuentra el
físico, sino en excavar bajo el conoci- individuo humano que por una razón o
miento científico, tomado en toda su ge- por otra ha de recibir asistencia médica.
neralidad, para alcanzar un enlace entre Y puesto que el conocimiento de un
el ser histórico y el conjunto del ser que hombre vivo y presente tiene que ser ob-
sea más originario que la relación suje- tenido a través de su cuerpo -por íntima
to-objeto de la teoría (tradicional) del que sea una confidencia, del cuerpo sale
conocimiento" (7). Trasladando esta ob- la voz que la comunica-, sólo desde una
servación a nuestro tema -que no es her- correcta idea de lo que es un cuerpo hu-
menéutico-ontológico, sino hermenéutico- mano viviente podrá elaborarse una
óntico; más precisamente hermenéutico- doctrina del diagnóstico adecuada a lo
médico-, y modificándola en consecuen- que éste debe ser.
cia, diré que el problema consiste, más En el capítulo precedente expuse las
que en "excavar bajo el conocimiento líneas generales de una concepción for-
científico", entendiendo por tal el que malmente antropológica de la explora-
otorgan las ciencias de la naturaleza, en ción clínica y adelanté los conceptos que
ordenar los datos por él suministrados para entender la función del cuerpo den-
dentro de una concepción formalmente tro de la total realidad del hombre ha
antropológica del ser humano, por tanto propuesto X. Zubiri. Prosiguiendo esta
del sujeto enfermo, y a la postre en en- vía, y siempre dentro del pensamiento
volver razonable y comprensivamente zubiriano, propondré ahora una pauta
esos datos dentro de aquellos en que conceptual que permita orientar intelec-
más directa e inmediatamente se realiza tualmente la hermenéutica diagnóstica.
y manifiesta la condición psicoorgánica ¿Qué es el cuerpo humano en sí mismo y
y personal del hombre. cuál debe ser la actitud cognoscitiva del
Tres puntos debe comprender, en con- médico ante lo que el cuerpo humano
secuencia, el cumplimiento de este pro- es? Dentro de una doctrina general del
Teoría 359

conocimiento, ¿en qué consiste el que de presencia del sistema psicoorgamco in-
la realidad psicoorgánica de un enfermo dividual en el mundo y en la realidad;
obtiene quien le explora y diagnostica? que por tanto sea agente y paciente de
Gnoseológicamente, ¿cuál es y qué es el las acciones con que el hombre se cons-
proceso mental en cuya virtud llega a tituye en actor-espectador y en autor-
ser verdaderamente hermenéutico ese intérprete de su propia vida; que, en de-
conocimiento? Tales son las cuestiones finitiva, otorgue consistencia material a
que sucesivamente hemos de tratar. su plena realización como persona.
En la unitaria ejecución de estas tres
funciones básicas -unitaria, porque en
a. La realidad del cuerpo cada una de sus acciones vitales el cuer-
¿Qué es en sí mismo el cuerpo huma- po siempre está siendo organismo, figu-
no? Es una realidad material dotada de ra y soma-, la corporeidad psicoorgánica
figura y estructura propias y ejecutora del hombre opera como conjunto de ins-
de los movimientos, las funciones y las trumentos, como fuente de impulsos,
acciones que específica e individualmen- como causa de sentimientos, como carne
te integran y caracterizan su compor- expresiva, como realidad simbólica y
tamiento específico e individual. Pues como límite y peso. Proceso orgánico, fi-
bien: un examen atento de éste permite gura dinámica y presencia en el mundo
discernir en el cuerpo tres funciones y en la realidad hay, por ejemplo, en la
principales, cada una de las cuales pre- acción de tomar un libro para leerlo.
supone la anterior y se apoya en ella: la Analícese con cuidado un movimiento
función organizadora, la función confi- instintivo, la actualización de un senti-
guradora y la función somática. miento, un acto expresivo, un proceso
Según la función organizadora, el cuer- de simbolización somática y una viven-
po actúa como organismo; esto es, como cia de limitación en el espacio, y se verá
conjunto de los actos y procesos fisioló- como en la estructura de todas esas ac-
gicos -mecánicos, térmicos, bioquímicos, ciones, lo mismo que en la de tomar un
eléctricos; metabólicos, neurales, endo- libro para leerlo, se funden unitariamen-
crinos- que, en unidad funcional con los te el proceso orgánico, la figura dinámi-
actos y procesos de orden psíquico -sen- ca y la presencia en el mundo.
timientos, emociones, recuerdos, pensa- Pues bien: si esto es y si así es el cuer-
mientos, voliciones, etc.-, dan lugar a po humano, ¿cómo ese múltiple conjun-
que el sistema que constituyen posea la to de sus operaciones y actividades co-
propiedad que desde hace tiempo llama- bra significación a los ojos del médico?
mos "unidad funcional". Ejecutando esta Dicho de otro modo: ¿cómo ese cuadro
función, el sistema psicoorgánico queda de conceptos puede ser aplicado a la ob-
idóneamente "organizado". tención y la formulación de un juicio clí-
Apoyada en la función organizadora, nico? Habremos de verlo.
la función configuradora hace que el or-
ganismo tenga figura y estructura a la b. La inteligencia sentiente
vez estáticas y dinámicas. A través de los
más diversos procesos biológicos (creci- La realidad del cuerpo es conocida
miento, adaptación, involución) y de las por el médico con sus sentidos y su inte-
situaciones vitales más dispares (vigilia, ligencia: nada más obvio; pero no prime-
sueño, estrés, reposo, etc.), una y otra ro con los sentidos y luego con la inteli-
se mantienen relativamente constantes, gencia, no primero mediante la explora-
tanto desde el punto de vista de la espe- ción clínica y luego mediante la inferen-
cificidad como desde el punto de vista cia diagnóstica, como dicen o dan a en-
de la individualidad. tender los estudiosos del proceso del
Con el ejercicio de las dos anteriores diagnóstico; porque --como, siguiendo el
como presupuesto, el de la función so- pensamiento de Zubiri, ya apunté en el
mática hace que el organismo se haga capítulo anterior- la inteligencia del
formalmente "soma", "cuerpo", funda- hombre no es "inteligencia sensible",
mento material de la activa y sucesiva conforme a la vieja doctrina de la tabula
360 El diagnóstico médico

rasa, sino "inteligencia sentiente". "Inte- tódico des-pliegue de los hechos y los
ligir, escribe Zubiri, es un modo de sen- datos presentes en la intelección; otra de
tir, y sentir es en el hombre un modo de carácter genético, el estudio del proceso
inteligir... El sentir humano y el inteligir en cuya virtud, supuesto un conocimien-
no sólo no se oponen, sino que consti- to formal y acabadamente intelectivo,
tuyen en su intrínseca y formal unidad éste ha ido configurándose desde la vaga
un solo y único acto de aprehensión". e inicial intelección sentiente a que dio
Los actos propios de la exploración clí- lugar el primer contacto sensorial con la
nica -inspección, palpación, percusión, realidad. En nuestro caso, el estudio del
auscultación, etc.- otorgan un conoci- proceso exploratorio, inductivo y herme-
miento en que la sensación predomina néutico por obra del cual se constituye y
sobre la intelección; son, por tanto, mo- configura el juicio clínico.
dos particulares y tipificables de un "sen-
tir intelectivo". A su vez, los actos pro-
c. "Cosa-realidad" y "cosa-sentido"
pios de la inferencia diagnóstica -diag-
nóstico por intuición, diagnóstico por in- Mediante actos de sentir intelectivo y
ducción- conceden un conocimiento en de intelección sentiente, la inteligencia
que la intelección predomina sobre la del médico va conociendo la realidad
sensación; con lo cual son modos parti- del cuerpo enfermo. ¿cuál es el término
culares y tipificables de una "intelección inmediato de ese conocimiento? Cues-
sentiente". Sin ver en el conocimiento tión ésta que plantea otra, previa a ella:
médico, cualesquiera que sean su nivel y ¿cómo una cosa real -dando al término
su modo, el resultado de la actividad de "cosa" la significación más amplia posi-
una inteligencia sentiente ante la reali- ble- llega a ser conocida por la inteligen-
dad del enfermo, no podrá ser entendi- cia humana? En tanto que humanamen-
do el proceso diagnóstico según lo que te conocida, enseña Zubiri, una cosa real
éste en sí mismo es. puede mostrarse al cognoscente de dos
Ahora bien: como el propio Zubiri en- modos cualitativamente distintos: la "co-
seña, y como también hice notar en el sa-realidad" y la "cosa-sentido". Es la
capítulo precedente, a cada uno de los cosa "cosa-realidad" cuando no se la ve
modos típicos del sentir intelectivo, es sino como el ordenado conjunto de las
decir, a cada uno de los sentidos del notas reales que la constituyen: un cubo
cuerpo, la vista, el oído, el olfato, etc., le de cloruro sódico puesto ante mí con to-
corresponde un modo de presentársenos das sus notas características -tal color,
la realidad; y así, los diversos sentires tales dimensiones, tal densidad, tal índi-
humanos -la visión, la auscultación, la ce de refracción, etc.- es y no pasa de ser
olfación, etc.- son eo ipso otros tantos cosa-realidad. Es la cosa, en cambio, "co-
modos de intelección. Sólo teniendo en sa-sentido", cuando se la ve como posibi-
cuenta este hecho -y otro con él: que lidad de vida, como instancia o recurso
esos diversos modos típicos del sentir y para que alguien, el que sea, la ponga al
de la intelección no son actividades radi- servicio de su vivir: ese mismo cristal de
calmente primarias del hombre, sino di- cloruro sódico, en tanto que capaz de sa-
versificaciones de la que Zubiri llama zonar o de conservar un alimento. Todas
"unidad intelectiva de realidad"-, sólo las cosas artificiales, hasta las más toscas
así podrá ser rectamente entendido lo o menos "técnicas", son cosas-sentido;
que desde el comienzo de la exploración todas las cosas naturales pueden ser co-
del enfermo pasa en la inteligencia del sas-realidad o cosas-sentido, según el
médico que le diagnostica. modo como el hombre se sitúe ante
En la intelección se actualizan en la ellas: el cristal de cloruro sódico ante mí
inteligencia el contenido y la formalidad o la caverna natural ante el hombre del
real de las cosas inteligidas; lo cual, pa- paleolítico.
sando del aserto filosófico al terreno de Esto sentado, preguntémonos: para el
la indagación empírica, propone a la médico ¿qué es y qué puede ser el cuer-
mente dos tareas complementarias: una po del enfermo a que atiende: cosa-
de orden analítico, la ex-plicación, el me- realidad o cosa-sentido? Y por otra par-
Teoría 361

te: ¿puede ser mera cosa-realidad, no ser cómo el cuerpo humano posee un "senti-
verdadera cosa-sentido, el cuerpo en do" para su titular y para el mundo en
tanto que cuerpo, es decir, en tanto que que éste existe.
ejecutante de la función que, con Zubiri, 4. La constatación y la inferencia de
antes he llamado "somática"?; y en cuan- la función somática del cuerpo humano
to que tal cosa-sentido, ¿cómo lo es el exigen como presupuesto el conocimien-
cuerpo en tanto que cuerpo? Muy suma- to de sus funciones organizadora y confi-
riamente, he aquí las respuestas que a guradora, pero, como acabo de decir, le
mi juicio cabe dar a esta serie de interro- rebasan cualitativamente: sólo mediante
gaciones: un salto hermenéutico es posible pasar
del conocimiento de éstas al de aquéllas;
1. Si el médico lo es verdaderamen- sólo por ese camino podrá avanzarse
te, si no mira el cuerpo de su paciente desde la observación, la descripción, la
como el entomólogo el cuerpo del insec- experimentación y la inferencia inducti-
to que está clasificando, nunca le reduci- va hacia la interpretación propiamente
rá a ser mera cosa-realidad. Todo lo que dicha.
en él conozca, un ruido auscultatorio o 5. El conocimiento médico del cuer-
una idea delirante -en tanto que oída y po humano enfermo -la consideración
vista a través del cuerpo-, será parte de médica de éste como cosa-sentido y la
la cosa-sentido que el cuerpo constituye. consiguiente actitud ante el diagnóstico
Porque en él verá en primer término y el tratamiento- ha de ser doblemente
una cosa-sentido para el enfermo, que interpretativo: el clínico, en efecto, debe
así vive éste su corporalidad cuando ha- interpretar la realidad que percibe te-
bla de "mi cuerpo", y en segundo térmi- niendo en cuenta cómo el enfermo, al
no una cosa-sentido para él mismo, en adoptar una actitud personal ante su do-
cuanto que responsable de la ayuda téc- lencia, está viviendo como cosa-sentido
nica a quien de él la ha solicitado. su propia realidad (8).
2. Un estudioso de la realidad del
cuerpo humano -un morfólogo o un fi- Una idea formalmente antropológica
siólogo "puros"- verá el cuerpo humano del cuerpo humano, la visión de la inteli-
como mera cosa-realidad cuando como gencia del hombre como inteligencia
tal morfólogo o como tal fisiólogo se li- sentiente y la distinción de los modos
mite a considerarlo desde el punto de cardinales en la intelección de las reali-
vista de sus funciones organizadora y dades exteriores, uno que las reduce a
configuradora; pero si el antropólogo no ser cosa-realidad y otro que las convier-
médico quiere conocer el cuerpo del te en cosa-sentido, componen, creo, una
hombre desde el punto de vista de su pauta conceptual idónea para el logro
función somática, es decir, en tanto que de nuestras dos metas actuales: la inte-
cuerpo presente en el mundo, sólo como gración formalmente antropológica de
cosa-sentido podrá estudiarlo y enten- todos los datos procedentes de la explo-
derlo, porque la existencia en el mundo ración, tengan como punto de partida la
lleva consigo la referencia de la realidad detección semiológica de un desorden
presente del cuerpo a lo que el mundo· orgánico o la descripción técnica de un
es y exige. modo de vivir, y la ulterior obtención
3. Sea o no sea médico el estudioso, del juicio clínico que el caso requiera.
la consideración científica del cuerpo Veámoslo.
humano desde el punto de vista de su
función somática, y por tanto la visión
2. DOS SITUACIONES DEL MEDICO
de él como cosa-sentido, pide necesaria-
mente la interpretación, la hermenéuti- En dos situaciones netamente discer-
ca, porque sólo mediante ellas -metódi- nibles puede verse quien aspire a enten-
camente apoyadas, por supuesto, en to- der y ejecutar como tarea hermenéutica
dos los datos que ofrezca el conocimien- el conocimiento diagnóstico del enfer-
to objetivo del organismo y de la psi- mo. Inducen a la primera los casos en
que- es posible descubrir o conjeturar que el médico, tanto por la índole del
364 El diagnóstico médico

proceso morboso (enfermedad cromca, fermar, que ahora deben ser nueva y
sea preponderantemente orgánica o pre- más precisamente considerados.
ponderantemente neurótica su naturale-
za), como por disponer para ello de a. Punto de partida: un diagnóstico
tiempo suficiente (eventualidad tan poco específico inmediato. Conclusa la prác-
frecuente en la actual configuración tica de la exploración, y en ocasiones ya
de la asistencia médica), como, en fin, durante el curso de ella, el clínico ha lo-
por hallarse intelectualmente abierto grado establecer con razonable certeza
a una visión antropológica de la enfer- uno de los juicios diagnósticos a que la
medad y estar en posesión de los recur- práctica tradicional tendía y tiende, la
sos técnicos que ella exige (lo cual, pre- aserción mental o verbal de la pertenen-
ciso es reconocerlo, tampoco acontece cia del caso a una de las especies morbo-
con excesiva frecuencia), puede llevar sas que describen los tratados de patolo-
hasta su término la inferencia herme- gía: úlcera duodenal, diabetes sacarina,
néutica que conduce a la plenitud del gota, etc. Créase o no en la necesidad de
juicio clínico. Remiten a la segunda los recurrir a una exploración complemen-
casos en que, por la razón que sea (índo- taria que le permita confirmar con un
le del proceso morboso, carencia del nuevo dato el diagnóstico ya establecido,
tiempo necesario, indiferencia o desvío ¿cuál ha sido su proceder mental? Y, por
ante la concepción antropológica del en- otra parte, ¿qué debe hacer y cómo debe
fermar), el médico se contenta con una pensar, si quiere convertir su aserto
práctica más o menos acabada de la infe- diagnóstico en genuino juicio clínico, y
rencia diagnóstica tradicional. Sucesiva- por tanto elevar a verdadera hermenéu-
mente examinaremos una y otra. tica médica ese proceder de su mente?
En aras de la concisión, ordenaré mi
respuesta en los siguientes puntos:
a. El proceso hermenéutico
Si dispone de tiempo suficiente, si su 1. Si la exploración del enfermo ha
inteligencia se halla de algún modo sido practicada con arreglo a las reglas y
abierta a la mentalidad que otras veces cautelas señaladas en páginas anteriores
he llamado antropológica y si posee, si- -atención eficaz a los problemas gnoseo-
quiera sea mínimamente, alguna de las lógicos y clínicos que plantea la consta-
técnicas que hoy exige la interpretación tación del dato exploratorio, ejecución
psicoorgánica y social de la conducta hu- de las diversas técnicas con suficiente
mana, ¿cuál será el proceder diagnóstico sensibilidad antropológica y no sólo
del médico ante una enfermedad cróni- como recurso para reducir a puro objeto
ca preponderantemente orgánica: una la realidad del paciente-, de ella habrá
úlcera duodenal, una diabetes sacarina, obtenido el clínico dos órdenes de cono-
una gota, un asma, una colelitiasis o una cimientos: uno en cierto modo conclusi-
hipertensión de las llamadas esenciales? vo, el concerniente a la especie morbosa
Más precisamente: icómo pasará desde a que la dolencia explorada correspon-
la exploración a la inferencia diagnóstica da, úlcera duodenal, diabetes sacarina,
y cómo elevará a verdadero juicio clíni- g0ta, etc., y en consecuencia a la etiolo-
co el resultado de ésta? gía y al desorden orgánico en que esa
Necesariamente hemos de volver a dolencia tenga su causa inmediata; otro
nociones e ideas ya apuntadas o expues- meramente indicativo, el pertinente al
tas en la sección precedente. La inferen- sentido que en la vida del enfermo pue-
cia diagnóstica tradicional -y también la da tener la enfermedad que padece y a
inferencia informática, en cuanto que re- la existencia de momentos sociales, psí-
quiere un primer contacto del médico quicos y personales en el tránsito desde
con el enfermo y en cuanto que el resul- la remota situación hígida del paciente
tado a que llega es siempre meramente hasta su actual situación morbosa, y por
probable, nunca es absolutamente cier- tanto en la configuración del vector
to- puede poner al clínico, como veía- nosogenéticamente decisivo; momentos
mos, ante tres aspectos distintos del en- que, con importancia mayor o menor
Teoría 363

para el establecimiento del juicio clínico • El doble cuidado permanente, en


y del plan terapéutico, siempre serán de- suma, de obtener y evaluar los datos ex-
tectables mediante una cuidadosa explo- ploratorios con arreglo a las exigencias
ración anamnéstica. que al hablar de la inferencia diagnósti-
La concepción hermenéutica de la ex- ca tradicional quedaron consignadas, y
ploración -presupuesto necesario para de contemplarlos con mente abierta ha-
la conversión del aserto diagnóstico in- cia su total significación en la vida psi-
mediatamente obtenido en verdadero coorgánica y personal del enfermo, cua-
juicio clínico- impone, pues, las reglas si- dro en el cual debe ser inscrito y desde
guientes: el cual debe ser entendido todo lo que
el médico vea en el paciente y haga pa-
• La pesquisa anamnéstica de la acti- ra él.
tud del enfermo frente a su enfermedad:
cómo la vive, cómo la interpreta, cómo 2. Por acusada que sea la orienta-
la ha incorporado a su vida; todo lo cual ción antropopatológica de la mente del
obligará a tener en cuenta los modos tí- clínico, la manera fácil e inmediata con
picos de vivir la enfermedad, de inter- que la enfermedad explorada se le ha
pretarla y de incorporarla a la existencia hecho tipificable le llevará nolens volens
propia sumariamente indicados en pá- a la formulación tácita o expresa de un
ginas anteriores, así como el también diagnóstico específico, "úlcera duode-
mencionado conjunto de coordenadas nal", "gota", etc.; tanto más, cuanto que
e instancias que presiden y orientan la el hábito de diagnosticar especies mor-
autointerpretación. bosas es por ahora el que a una inculcan
• La indagación, anamnéstica tam- la formación académica y la práctica
bién, de los momentos sociales (relación profesional del médico. Cuando esto
del enfermo con su mundo familiar, pro- acontece, ¿cuál ha sido el proceder de su
fesional y económico, político, religioso), inteligencia? Y sobre todo, ¿cuál debe
psíquicos (crisis afectivas, situaciones ser el que subsiga a tal formulación?
moralmente graves, vicisitudes biográfi- La respuesta a la primera de estas in-
cas exigentes o perturbadoras) y perso- terrogaciones obliga a reiterar varios de
nales stricto sensu (decisiones vitales que los asertos que en la sección precedente
pueden hallarse en relación con la géne- quedaron consignados:
sis y la configuración de la dolencia ex-
plorada, modo personal de vivir y ejecu- • No existe realmente un "diagnóstico
tar la libertad y la responsabilidad) que intuitivo", si uno quiere emplear el tér-
en la estructura del vector nosogenética- mino "intuición" en su sentido propio.
mente decisivo parezcan importantes; lo Por rápido que sea el acceso al diagnós-
cual impondrá una adecuada considera- tico, éste es siempre el resultado de un
ción de las tres líneas cardinales que en proceso mental.
la realización de la propia vida fueron • En la estructura y en la dinámica del
discernidas: las respectivamente corres- rápido proceso mental que conduce al
pondientes a la condición de agente- diagnóstico inmediato se combinan uni-
paciente, actor-espectador y autor-intér- tariamente tres momentos: la experien-
prete de sí mismo que a este respecto cia clínica (necesaria para la adquisición
posee el hombre. del "saber ver"; un leonardesco saper ve-
• La práctica de los recursos tradicio- dere pertenece al correcto ejercicio de
nales de la exploración (anamnesis testi- la clínica), un buen saber de erudición
fical, inspección, palpación, examen de (sin el cual la mente del médico no po-
los reflejos, etc.) y de las pruebas paraclí- seería en acto el recuerdo de los cuadros
nicas que sean del caso, con la metódica nosográficos a que puede ser referido el
preocupación de discernir y sopesar lo que así diagnostica) y, más o menos acu-
que en cada uno de sus resultados hace sado, el talento combinatorio inherente
a éstos auténticas "respuestas"; de no a la capacidad que el vulgo llama "ojo
conformarse con el hábito de no verlos clínico" (grande en los maestros de la
como simples "reacciones". clínica, pequeño en aquellos médicos en
364 El diagnóstico médico

quienes el mucho saber científico no va que incluso admitiendo que al proceso


acompañado de suficiente destreza diag- del diagnóstico inmediato pueda dársele
nóstica). a posteriori una forma lógica, en el senti-
• Ante el enfermo, la posesión de esos do habitual de esta palabra, quien ante el
tres requisitos no se pone en actividad enfermo· lo realiza hace lógica sin saberlo,
conforme a un proceso lógico de carác- como M. Jourdain hablaba su prosa.
ter inductivo-deductivo, sino como ejer-
cicio de un rápido proceso eidético- 3. Pasemos a la segunda de las dos
mental -casi un acto instantáneo, por su interrogaciones más arriba propuestas:
celeridad; proceso-acto, cabría llamarle- ante la posesión del diagnóstico inme-
de mero reconocimiento. No hay infe- diato de una especie morbosa, ¿cuál
rencia inductiva cuando llamamos "pino", de be ser el proceder del clínico, si re-
al árbol que según nuestra experien- sueltamente quiere que sea integral, por
cia y nuestro saber así debe ser llama- tanto hermenéutico, su conocimiento
do; hay, como la actual investigación del caso? Diagnosticado como expresión
psicológica enseña, un rapidísimo "pro- individual de una especie morbosa, el es-
ceso de pesquisa mnésica", cuyo término tado de enfermedad se presenta ante el
es la identificación de lo reconocido (9). médico como mera cosa-realidad: el en-
De análogo modo, tampoco la hay cuan- fermo queda reducido a ser el titular de
do a los pocos instantes de ver y oír a un unas cuantas notas reales -tales datos
enfermo el médico piensa o dice "gota" auscultatorios o térmicos, tal nivel de la
o "enfermedad de Basedow" para nom- glucemia, tal propiedad inmunológica de
brar el cuadro clínico que está exploran- su suero sanguíneo, etc.- en las cuales y
do. Insisto en ello: el diagnóstico inme- sólo en las cuales el modo de estar en-
diato de una especie morbosa es un acto tonces siendo lo que él en sí mismo es,
de reconocimiento, el término de un ra- un individuo psicoorgánico y personal
pidísimo proceso eidético-mental en el afectado por una enfermedad, se hace
que a una se actualizan y manifiestan la patente al médico que diagnostica. Aho-
condición intelectiva del sentir del hom- ra bien, ni para el enfermo ni para el
bre y la condición sentiente de su inteli- médico es simple cosa-realidad el esta-
gir. No hay un "ver" formalmente huma- do de enfermedad, sino genuina cosa-
no que no sea un saper vedere, y no hay sentido: para el enfermo, porque sólo en
un saper vedere que no sea actualización cuanto que significa algo en su existen-
y manifestación de la esencial condición cia cobra realidad plena lo que acerca
de inteligencia sentiente que tiene la in- de su dolencia él siente y sabe; para el
teligencia del hombre. médico, porque las notas reales percibi-
• El carácter de reconocimiento que das en su relación técnica con aquél sólo
posee el diagnóstico inmediato no ex- adquieren plena significación en cuanto
cluye la posibilidad de -si vale decirlo que referidas a dos órdenes de posibili-
así- logificar a posteriori el mecanismo dades de vida: uno inmediato y percibi-
de la obtención de ese aserto diagnósti- do, el tocante a la vida anómala que el
co, bien como descubrimiento inductivo médico ve, la correspondiente al estado
de un saber nocional que en la memoria de enfermedad del paciente; otro media-
ya se poseía (que tal especie morbosa re- to y proyectado, el concerniente a la
sulta de la conjunción ideal de tales da- vida hígida en que el tratamiento tiene
tos clínicos y paraclínicos) a partir del su meta. La interrogación precedente
saber empírico que ofrece la realidad puede, pues, ser sustituida por esta otra:
del paciente (la conjunción real de los si en verdad aspira el clínico a que su co-
datos exploratoriamente observados), nocimiento del caso sea médicamente
bien como reiteración imaginada y fingi- integral, y por tanto hermenéutico, ¿có-
da del proceso mental, desde luego in- mo logrará que el enfermo se haga
ductivo, que para el establecimiento no- para él cosa-sentido? O bien: puesto que
sográfico de esa especie morbosa pudo es el cuerpo del paciente la fuente pri-
seguir el primero de sus descriptores. mera del conocimiento médico, ¿cómo
En cualquier caso, algo parece seguro: conseguirá el clínico que ese cuerpo esté
Teoría 365

cumpliendo ante sus ojos, no sólo las "iniciación" de la enfermedad (Anfang: la


funciones organizadora y configuradora más o menos remota época en que la
(a las que ante todo se refieren los datos realidad del enfermo comenzó a alterar-
de la exploración tradicional), mas tam- se morbosamente) y su "comienzo" (Be-
bién la función somática (a la que com- ginn: el más o menos próximo instante
pete la presencia viva del cuerpo en la en que tal alteración empezó a hacer-
realidad y el mundo, el hecho de que se clínicamente perceptible). Pues bien:
con su cuerpo sea el hombre actor- ante el evento sólo conjeturable de la
espectador y autor-intérprete de sí mis- iniciación y el bien detectable hecho del
mo)? Preguntas éstas que imponen como comienzo, las preguntas del clínico se-
tarea diagnóstica el tránsito de la mente rán: ¿por qué entonces y por qué ahora?;
desde la constatación y la inferencia tra- la anamnesis ipermite descubrir y afir-
dicionales a la inferencia diagnóstica mar en la determinación de uno y otro
interpretativa o hermenéutica, porque "cuando" la existencia de motivos de ca-
sólo mediante ella puede penetrar nues- rácter psicosocial, psíquico sensu stricto
tra inteligencia en el orbe del sentido. o genuinamente personal dotados de al-
El paso desde el diagnóstico inmedia- guna eficacia nosogenética, o, por el con-
to de una especie morbosa a un verdade- trario, no revela más que motivos de ca-
ro juicio clínico, del cual es método ine- rácter orgánico y ambiental, en el senti-
ludible y parte integral la inferencia del do puramente biofísico y bioquímico de
sentido que la enfermedad posee, exige esta palabra?; un detenido examen de la
considerar tanto el modo consciente dinámica de la iniciación y del comien-
como los modos semiconsciente y sub- zo, ¿ofrece, en consecuencia, materia
consciente de la actividad psíquica -inten- para la comprensión psicológica, o sólo
ciones e interpretaciones- del enfermo para la explicación científico-natural?;
examinado. Tal consideración será apa- en esa dinámica, ¿es posible descubrir la
rentemente fácil, casi obvia, en determi- existencia de algún sentido comprensi-
nados casos: el de la muchacha rústica ble o sólo puede verse el señorío del
que para resolver una situación vital puro azar, susceptible éste, eso sí, de es-
perturbadora cae en una tempestad de tudio estadístico, biológico y fisicoquími-
movimientos de carácter histérico, o, co?; y en la patocronia ulterior al co-
más dentro de nuestro actual tema, la mienzo clínico de la dolencia, ipuede
enfermedad crónica preponderantemen- detectarse alguna relación cronológica y
te orgánica, el del gotoso cuyo régimen causal entre la aparición de los acciden-
de vida es a la vez concausa de su afec- tes en que los trastornos se intensifican,
ción y hecho que le suscita actitudes por un lado, y la existencia de crisis afec-
afectivas y morales ambivalentes; pero tivas o biográficas importantes para el
hay otros muchos casos, los más, sin enfermo, por otro?
duda, en los cuales no resultará tan fácil • Planteamiento no menos metódico y
el empeño hermenéutico. Pues bien: sea atento del problema del donde de la
técnicamente fácil o técnicamente difícil afección morbosa; por tanto, de su loca-
el paso del aserto diagnóstico tradicio- lización en el organismo. iPor qué preci-
nal al verdadero juicio clínico, y por tan- samente aquí, por qué ha sido el duode-
to, desde la inmediata identificación de no, o la articulación gotosa, o la vesícula
una especie morbosa a la recta ordena- biliar, el órgano en tal caso afecto por la
ción de ese saber en el resultado de una enfermedad? En la respuesta a esta inte-
inferencia interpretativa, icuál debe ser rrogación, ihay -puede haber- motivos
el proceder del médico que aspire a de orden psicosocial, psíquico o perso-
ésta? Muy concisamente, he aquí los nal (semejantes a los que el problema de
principales puntos de mi respuesta: la "elección del órgano" permite descu-
brir en las organoneurosis), o sólo pue-
• Metódica y atenta preocupación por den detectarse motivos de orden orgáni-
el cuando de la enfermedad en cuestión. co (afinidad bioquímica entre tal noxa y
Sabemos que en relación con este pro- tal órgano o tejido, existencia de "espi-
blema es necesario distinguir entre la nas orgánicas" o de meiopragias bien lo-
366 El diagnóstico médico

calizadas, etc.)? En suma: la localización tes los hallazgos que a tal respecto ofrez-
del desorden morboso, ¿es no más que ca la más cuidada anamnesis? Con
un "hecho" semejante a los que estudian otras palabras: en lo que concierne al
las ciencias de la naturaleza, o es tam- sentido ante factum de la enfermedad,
bién uno de los "eventos" que contem- ¿puede el médico dar una respuesta váli-
plan las ciencias humanas? da a la pregunta por el "para qué" de
• Examen no sólo "objetivo" (no ex- ella, o debe resignarse a verla como un
clusivamente atenido a la visión del en- evento puramente azaroso, enteramente
fermo como "objeto"), también "antro- incomprensible, sólo accesible a los mé-
pológico" (últimamente referido a la vi- todos del conocimiento explicativo?
sión del paciente como "sujeto" a la vez • Cuando el clínico haya resuelto de
substante y suprastante), del como de la uno u otro modo toda esta larga serie de
enfermedad; por tanto, del cuadro clíni- cuestiones, habrá llegado el momento en
co de ésta, del modo a la vez psíquico y que su inteligencia pueda emprender la
orgánico con que la acción del vector operación que propongo llamar "salto
nosogenético se actualiza y manifiesta. hermenéutico": el paso desde el conjun-
¿Por qué es como es la configuración del to de los diversos saberes así obtenidos
cuadro clínico; en este caso, el corres- hasta un saber interpretativo unitario,
pondiente a la especie morbosa inme- en el cual, precisamente a partir del re-
diatamente diagnosticada? La individua- sultado de la interpretación misma, todo
lización de la nosografía que según los li- cuanto médicamente importe en el en-
bros corresponda a tal especie morbosa, fermo sea médicamente conocido, es de-
¿puede ser suficientemente entendida cir, médicamente referido a su vida psi-
sólo teniendo en cuenta las varias deter- coorgánica y personal. Entonces y sólo
minaciones de la subjetualidad substan- entonces será cuando formalmente se
te del enfermo (edad, sexo, raza, biotipo, haya convertido en cosa-sentido la cosa-
momento social de la personalidad, pa- realidad que como caso individual de
sado morboso), o exige también conside- una especie morbosa era el paciente, y
rar con atención los modos de ser y de entonces se habrá elevado a ser verdade-
actuar propios de la subjetualidad su- ro "juicio clínico" el conocimiento acer-
prastante (estructura y dinámica de la ca del enfermo que, en el sentido tradi-
intimidad consciente y subconsciente: cional y habitual de estas explicaciones,
idea de sí mismo, vocación personal, no pasaba de ser "juicio diagnóstico" o
preferencias y proyectos vitales, etc.)? "aserto diagnóstico". En la eventualidad
• Pesquisa del posible para qué del que ahora nos ocupa, el punto de parti-
proceso morboso diagnosticado. ¿Qué da de tal conversión y tal ascenso era,
sentido post factum tiene para el enfer- recuérdese, un diagnóstico obtenido de
mo su enfermedad, cómo vive e inter- manera inmediata y rápida durante el
preta el hecho de padecerla: como casti- curso de la exploración o al término de
go, como prueba, como reto, como re- ella. No siempre, sin embargo, acontece
curso, o sólo como azaroso y aflictivo in- esto. En no pocas ocasiones, el aserto
fortunio, un infortunio que forzosamen- diagnóstico tradicional debe ser el resul-
te él tiene que sufrir y hacer suyo? Inde- tado de una inferencia, penosa a veces,
pendientemente de este sentido post fac- muy distinta del reconocimiento cuasi-
tum de la enfermedad, o acaso en secre- instantáneo que hasta ahora hemos con-
ta relación con él, ¿pueden ser descu- siderado. Contemplemos, pues, esta se-
biertos en el vector nosogenético mo- gunda posibilidad del proceso diagnósti-
mentos de carácter psicosocial, psíquico co, y dejemos para el término de nuestro
sensu stricto o genuinamente personal examen la exposición de las dos cuestio-
que ante factum, es decir, desde antes de nes que acaban de surgir ante nosotros:
haberse producido la enfermedad, o des- qué sea ese "salto hermenéutico" y en
de el instante mismo de su producción, qué consiste tal "juicio clínico".
concedan a la aparición de ésta algún
sentido comprensible, o, por el contra- - Punto de partida: carencia de un
rio, sólo son diagnósticamente irrelevan- diagnóstico específico inmediato. Ter-
Teoría 367

minada la exploración del enfermo, al todo lógico, acaso haciendo lógica sin sa-
médico no le ha sido posible discernir y berlo, el clínico va ejecutando las varias
nombrar de manera inmediata la espe- operaciones principales de dicho proce-
cie morbosa a que pertenece el caso es- so: la constatación de los datos explora-
tudiado. En tal situación, y suponiendo torios, la selección de aquel o de aque-
que considere factible alcanzar esa meta, llos que a su juicio ofrecen al razona-
¿qué deberá hacer -o bien, en términos miento diagnóstico un punto de partida
descriptivos, qué suele hacer- para la más prometedor, la práctica -ordinaria-
obtención de un aserto diagnóstico tra- mente inductivo-deductiva- de ese razo-
dicional? Más aún: haciendo esto que namiento, la selección de un nuevo pun-
debe o que suele hacer, ¿cuál será el pro- to de partida, si el primero no ha permi-
ceder de su mente? Y en definitiva, ¿qué tido la resolución del problema, la for-
deberá seguir haciendo, si quiere que mulación de un juicio diagnóstico satis-
su diagnóstico pase de ser tradicional a factorio y la ulterior individualización de
ser interpretativo? éste, a la vista de las peculiaridades del
Las dos primeras interrogaciones pre- cuadro clínico y de las notas -edad, sexo,
suponen que el clínico, por la razón que biotipo, etc.- en que se manifiesta y tipi-
sea, no ha recurrido a la inferencia infor- fica la individualidad del enfermo.
mática. La práctica de ésta, sin embargo, Llegado el médico a este punto, su si-
no obligaría a suprimir la interrogación tuación será enteramente análoga a la
tercera, porque también el diagnóstico anteriormente descrita: posee un diag-
ofrecido por el computador es tradicio- nóstico tradicional y desea -tal es nues-
nal, en el sentido que vengo dando a tra hipótesis- elevarlo a diagnóstico in-
esta palabra. Respecto de la inferencia terpretativo, en definitiva a juicio clíni-
tradicional, la inferencia informática co. ¿Qué deberá seguir haciendo? Por lo
cambia el método del diagnóstico, acele- pronto, todo lo que en relación con la
ra el proceso de la obtención de éste y posibilidad antes considerada, el logro
en muchos casos mejora la probabilidad de un diagnóstico inmediato, puntual-
de su acierto; pero mientras sea como mente se indicó: completar la explora-
ahora es la alimentación de los computa- ción con una anamnesis especialmente
dores, la índole de sus dictámenes dista- atenta a los aspectos más formalmente
rá mucho de ser interpretativa. Por lo "personales" de la enfermedad; análisis a
cual, obtenida y aceptada la respuesta un tiempo científico-natural y antropoló-
del computador, el clínico deberá com- gico del "cuando", el "donde", el "como"
pletarla según lo que en páginas prece- y el posible "para qué" del proceso mor-
dentes comencé a decir y en las subsi- boso. Con lo cual, como en el caso ante-
guientes seguiré diciendo. Prosigamos, rior, el clínico habrá llegado al trance de
pues, nuestro discurso. practicar el salto hermenéutico y de ele-
var a verdadero juicio clínico el juicio
l. Cuando la exploración no ha ofre- diagnóstico -úlcera duodenal, colelitia-
cido o no ha impuesto de manera inme- sis, artrosis cervical, etc.- que hasta en-
diata el diagnóstico de una determinada tonces poseía.
especie morbosa -esto es: cuando el ha- 2. Llamo salto hermenéutico a la ope-
llazgo del diagnóstico haya de ser la ración mental en cuya virtud todos los
meta de un proceso mental de vacilante, datos obtenidos en la exploración del
acceso difícil búsqueda-, ¿qué debe ha- enfermo -orgánicos, genéticos, ambien-
cer, qué suele hacer el clínico? tales, sociales y psíquicos- y todos los
Nada puede añadir mi respuesta a lo resultados que la reflexión sobre ellos
que, apoyado en los actuales analistas haya ofrecido, quedan ordenados y en-
del proceso diagnóstico -R. Gross, T. R. tendidos desde una interpretación de lo
Sarbin, H. Westmeyer, K. Sadegh-zadeh, que el hecho y el evento de hacer y pa-
W. Wieland, H. R. Wulff, E. A. Murphy-, decer la enfermedad son en la realidad
expuse en el capítulo "Técnica de la infe- psicoorgánica y personal del paciente, y
rencia" de la sección anterior. Más o me- por tanto en la totalidad de su existen-
nos conscientemente apoyado en un mé- cia. El salto hermenéutico no es, pues, la
368 El diagnóstico médico

combinación ecléctica de la explicación mente manifiesten su contenido y su es-


científico-natural y la comprensión psi- tilo acerca de la personal intención que
cológica, ni el paso alternante o rítmico su creador, al componerlo, puso en él.
de aquélla a ésta y de ésta a aquélla con Piénsese, por ejemplo, en lo que puede
que Weizsacker caracteriza su idea de la ser una hermenéutica integral -aun
"concepción" (das Begreifen), sino, como cuando nunca unívoca, por esa constante
en la hermenéutica de un texto aconte- posibilidad de nuevas "lecturas"- de An-
ce, el ascenso a la intelección unitaria de tígona, el Lazarillo o Fleurs du mal. ¿pue-
una estructura y una configuración diná- de alcanzarse algo semejante en la her-
micamente realizadas (en el caso del tex- menéutica de un desorden morboso, por
to: el léxico y la sintaxis que en él haya, comprensible que éste nos parezca? La
el género literario en que uno y otra co- viviente relación entre él y quien lo hace
bran figura; en el caso de la enfermedad: y padece, ¿puede ser equiparable a la
los síntomas y signos, los resultados de que existe entre una creación intelectual
las pruebas funcionales, las lesiones bio- o artística y la persona de su autor, por
químicas y anatómicas, los modos de grande que sea la importancia real del
comportamiento, las formas de vida en nos ipsos auctores esse, de Sydenham, en
ella eficaces, los sentimientos del pacien- el hecho y el evento de la nosogénesis?
te) desde lo que en sí mismas y ante no- No se trata ahora de dar una tajante
sotros, por tanto en el mundo, están respuesta negativa a esas interrogacio-
siendo esa estructura y esa configura- nes; nada más obvio; se trata de descri-
ción (en el caso del texto: lo que con él bir y entender lo que es -lo que puede
quiso decir su autor y lo que con él nos ser- el salto hermenéutico, cuando la in-
dice a nosotros; en el caso de la enferme- terpretación se refiere al conocimiento
dad: lo que en virtud de la función somá- antropológico de un proceso morboso.
tica o presencial del cuerpo, la enferme- Como en casos anteriores, lo haré a tra-
dad es en la total existencia -íntima, psí- vés de una serie de asertos.
quica, orgánica y social o mundana- del
hombre que la hace y padece). • Hermenéutica es el proceso mental
Este parangón entre la hermenéutica en cuya virtud se entiende cómo una co-
de un texto y la de un proceso morboso, sa-realidad pasa a ser cosa-sentido. De-
iluminador, sin duda, debe ser objeto de jando aparte el problema de la conver-
una inmediata salvedad. En efecto: aun sión de las realidades naturales en cosas-
no siendo forzosamente unívoca, porque sentido -por ejemplo: la utilización de
todo texto medianamente complejo es una caverna natural como habitáculo-,
susceptible de varias "lecturas", la inte- teniendo sólo en cuenta, por tanto, las
lección interpretativa de un documento realidades naturales o artificiales que
escrito puede ser y es con frecuencia esencialmente conciernen a la vida hu-
plenaria, total: el hermeneuta acaba su mana, la actividad hermenéutica puede
tarea entendiendo cabalmente, com- aplicarse a tres órdenes de ellas: las
prendiendo, en la acepción técnica de obras del hombre (un texto escrito, un
esta palabra, todos los momentos que edificio), las acciones somáticas pertene-
dan su estructura a la semántica de un cientes a la vida humana normal (el as-
documento escrito: lo que éste dice para pecto de un hombre que está haciendo o
todos los hombres -lo que su autor, por expresando algo) y los accidentes mor-
tanto, desde su nuda condición humana bosos de esa vida (una enfermedad más
declara-, lo que ese documento expresa o menos azarosa o más o menos com-
en virtud de la situación histórica, la si- prensible). La coherencia y el acabamien-
tuación social y la personalidad de quien to de la operación hermenéutica van de-
lo compuso -por consiguiente, desde creciendo desde la primera hasta la ter-
una condición de griego clásico o floren- cera de tales posibilidades.
tino renacentista, trabajador asalariado • La constitutiva imperfección del co-
o aristócrata, ciclotímico o esquizotími- nocimiento hermenéutico de un acci-
co, intradirigido o extradirigido, varón o dente morboso es efecto de tres concau-
hembra, etc.- y lo que clar.a o velada- sas principales: el hecho de que la apari-
Teoría 369

c10n de gran número de enfermedades, he aquí una posible pauta de tal modo
comprendidas las crónicas, sólo al puro de conocer la enfermedad: "Por ser su
azar -o a una situación en que el azar personalidad la que es, y como conse-
sea el motivo preponderante- puede ser cuencia de haber sufrido azarosamente
razonablemente atribuida; el enigma en tal situación de su vida la agresión de
acerca de la constitutiva e innegable uni- un vector nosogenético en el que se
dad radical de "lo psíquico" y "lo orgáni- combinaban tal momento orgánico, tal
co", por valiosos y sutiles que hoy vayan momento ambiental y tal género de
siendo los avances de la bioquímica, vida, este hombre ha venido padeciendo
neurofisiología y la endocrinología de la un proceso morboso en cuya configura-
vida psíquica; la frecuente carencia de ción sintomática y patocrónica, designa-
eslabones científicamente satisfactorios, ble con el nombre de tal especie morbo-
incluso cuando nos parece indudable su sa, operan conjunta y unitariamente la
existencia, entre la explicación de la en- acción psicoorgánica de ese vector (me-
fermedad como desorden orgánico (etio- canismos bioquímicos, inmunológicos,
logía, patogenia y fisiopatología tradicio- morfogenéticos, psíquicos, sociales, etc.),
nales) y la comprensión de ella como la paulatina y acaso cambiante respuesta
modo de vivir (detección de su sentido personal del paciente al hecho de sufrir
vital, cuando éste resulta accesible). dicha afección (respuesta a la vez cons-
• Toda enfermedad tiene un sentido ciente y subconsciente) y las vicisitudes
post factum, entendido éste según lo que sobrevenidas en su biografía desde que
queda dicho; sentido que en ocasiones comenzó a sentirse enfermo (vida mejor
será explícitamente revelado por el pa- o peor adaptada, accidentes diversos,
ciente, si se le incita a ello, en otras ha- crisis vitales, etc.)".
brá de ser inferido por el médico, según • La exploración del enfermo, en pri-
lo que en el enfermo ve y oye, y en to- mer término la anamnesis, permite de-
das, hasta cuando más explícita y clara- tectar cierto sentido ante factum en la gé-
mente parezca aquél declararlo, deberá nesis de su enfermedad: cierta posibili-
ser el resultado de la razonable conjetu- dad de responder de manera positiva a
ra que, ante el conjunto de todo lo por él la pregunta por el "para qué" de la en-
visto y oído, a tal respecto establezca el fermedad misma o de alguno de los acci-
explorador. Pues bien: si sólo sentido dentes del proceso morboso; cierta im-
post factum posee la enfermedad, con plicación comprensible entre la instala-
otras palabras, si sólo como puro azar ción del paciente en su vida (sistema de
puede ser vista su génesis, entonces el fines e intereses, idea de sí mismo,
salto hermenéutico consistirá en la razo- creencias vivas) y la aparición de la do-
nable imaginación de un punto de vista lencia o de alguno de sus brotes. Son és-
desde el cual sean unitariamente inteli- tas las enfermedades en que de algún
gibles y descriptibles todos los elemen- modo se equilibran, como diría un grie-
tos de la alteración psicoorgánica en que go antiguo, el poíéma y el páthéma, la
aquélla consiste: los meramente "expli- producción y la pasión, el hecho de "ha-
cables", como una hiperreflexia pirami- cerlas" -con un hacer a un tiempo cons-
dal, los enteramente "comprensibles", ciente y subconsciente- y el hecho de
como la preocupación del enfermo por "padecerlas". En cualquier caso, nunca
su vida, y los a una "comprensibles" y será posible comprender la génesis y la
"explicables", como los síntomas y los configuración de una enfermedad con la
conjuntos de síntomas en alguna medida coherencia y el agotamiento con que se
determinados o modificados por la acti- comprende un texto escrito o un lienzo
tud del enfermo ante su enfermedad. pintado; a lo que en ella haya de "evento
Aun cuando, por las razones dichas, tal comprensible", siempre se mezclará
intelección y tal descripción no lleguen a -opaca, misteriosamente- lo que todo
mostrarse verdaderamente coherentes y · enfermar tiene de "hecho impenetrable",
sistemáticas y tengan que ser a trechos como impenetrable es, desde el punto
"pura explicación" y a trechos "genuina de vista de su sentido, la caída de una
comprensión". En sumarísimo esquema, piedra -¿por qué, para qué caen las pie-

25
370 El diagnóstico médico

dras?-, aunque la mecánica newtoniana de ella será en alguna medida incohe-


o la mecánica einsteiniana nos permitan rente e inacabado, nunca faltarán en su
explicar científicamente el proceso de estructura y en su curso momentos no
esa caída. Algo de "piedra cadente" o de comprensibles, opacos, sólo susceptibles
"sustancia química reagente" tienen las de la explicación causal y estadística con
operaciones elementales de nuestro or- que los hechos de la naturaleza cósmica
ganismo -las distintas "funciones orgáni- son científicamente conocidos.
cas" del cuerpo-, aunque en último tér- • La ejecución del salto hermenéutico
mino se hallen insertas y formalizadas rebasa esencialmente las posibilidades
en la totalidad sustantiva de nuestra rea- de la mera inducción lógica, aunque a
lidad. La pauta del conocimiento clínico veces la presuponga. La meta a que el sal-
será en tal caso la siguiente: "Por ser su to hermenéutico tiende es, en efecto, el
personalidad la que es, por hallarse en conocimiento de la intimidad conscien-
tal situación vital, por la concurrencia te-subconsciente de una persona enfer-
consciente-inconsciente entre su sistema ma, en cuanto que centro de referencia y
de fines e intereses y la ocasional agre- ordenación de lo que como tal persona
sión de tal o cual agente orgánico y ex- enferma es su entera realidad, entendida
terno, el enfermo viene padeciendo un ésta como la diversa y unitaria realiza-
proceso morboso, desde la remota y ción del conjunto de las operaciones
oculta iniciación de éste, en cuya confi- -bioquímicas, morfológicas, funcionales,
guración patogenética, sintomática y pa- psíquicas, autocreativas, autointerpreta-
tocrónica, designable con el nombre de tivas- que la constituyen; y el acceso a
una determinada especie morbosa, ope- dicho conocimiento sólo puede ser obra
ran unitaria y conjuntamente motivos de una acción por igual imaginativa, osa-
dependientes de ese sistema personal de da, conjetural y coejecutiva. En su análi-
fines e intereses, de la conjunta y unita- sis de la comprensión de la vida ajena
ria acción psicoorgánica de un vector distingue Dilthey dos grados: las "formas
nosogenético máximamente complejo elementales de la comprensión", en las
(mecanismos bioquímicos, inmunológi- cuales la actividad de comprender se ha-
cos, morfogenéticos, psíquicos, sociales, lla orientada por los intereses de la vida
etc.), de su situación vital inmediatamen- práctica, y es lógica y psicológicamente
te anterior al hecho de hacer-padecer la referible a una conclusión por analogía,
enfermedad, de su paulatina y acaso y las "formas superiores de la compren-
cambiante respuesta personal a la vicisi- sión", orientadas hacia el todo viviente
tud de verse obligado a hacer-padecer de otro hombre, "hacia el misterio de la
tal afección y de los incidentes sobreve- persona, el cual nos mueve por sí mismo
nidos en su biografía desde que comen- a conatos de comprensión siempre nue-
zó a sentirse enfermo (vida mejor o peor vos y cada vez más profundos", y psico-
adaptada, crisis vitales, etc.)". Relato lógicamente posibles en virtud de las
éste, quiero insistir en ello, que en cuan- operaciones anímicas que el propio
to que intelección hermenéutica de un Dilthey llama "transposición en el otro"
evento vital -la enfermedad, en el caso de (Hineinversetzen), "copia vivencia!" o "re-
la hermenéutica médica-, nunca logra- vivencia" (Nacherleben) y "reproducción"
rá la coherencia y el .acabamiento alcan- o "recreación" (Nachbilden). A ellas debe
zables en la interpretación de las accio- también recurrir el historiador, si pre-
nes de la vida normal y de las obras inte- tende ser hermeneuta de los documen-
lectuales o artísticas de la actividad hu- tos que lee, y por tanto conjeturar la in-
mana. "Mi poema", llamó una vez a su tención de quien los compuso; por lo
vida el poeta de sí mismo Miguel de cual una historiografía en verdad exigen-
Unamuno: "Voy haciéndote, alma mía,-... te requiere, dice Dilthey, "la conversión
-mi recuerdo de recuerdos, -mi esperan- de la genialidad en técnica" (y la supera-
za de esperanzas-, mi poema". (Cancione- ción de la técnica mediante la geniali-
ro, 166.) Por grande que la parte "poéti- dad, cabría añadir) (10). A favor de la
ca" de la enfermedad sea en su génesis y imaginación creadora, la mente del her-
en su configuración, siempre el "poema" meneuta rebasa las posibilidades de lo
Teoría 371

que suele llamarse "lógica", sea ésta la nas se quiera, todo lo que la enfermedad
tradicional o la moderna. La misma tesis ha sido y está siendo en la realidad psi-
proclama Einstein, en relación con el coorgánica del paciente. Lo cierto, dato
descubrimiento de "aquellas leyes supre- de observación o término de explica-
mamente universales..., a partir de las ción, queda así entendido y ordenado
cuales puede obtenerse una imagen del desde lo conjetural, desde el resultado
mundo por pura deducción. No existe que la interpretación y el salto herme-
senda lógica que conduzca hacia ellas... néutico otorgan: tal es la regla en el co-
Sólo pueden alcanzarse por la intuición, nocimiento del otro, en tanto que perso-
apoyada en algo así como una introyec- na. Lo cual quiere decir que, así concebi-
ción o empatía (Einfühlung) en los obje- do, en el conocimiento diagnóstico se
tos de la experiencia" (11). Todo descu- combinan varios modos del sentir inte-
brimiento -escribe, por su parte, K. Pop- lectivo y de la intelección sentiente: la
per, cuyas ideas sobre el escaso papel de constatación, la combinación, la induc-
la inducción en la creación de ciencia ya ción, la deducción, la imaginación, la
conocemos- "contiene un elemento irra- empatía y la coejecución; porque sólo
cional o una intuición creadora en el sen- mediante actos de coejecución y razona-
tido de Bergson" (12). No será necesario ble creencia es posible penetrar en la in-
recordar lo que en páginas precedentes timidad viva de una persona (13). La co-
quedó dicho acerca de la "idea a priori" sa-realidad en que se inscribe el diagnós-
bernardiana, del hallazgo explicativo y tico de una especie morbosa queda así
de la vía lógica de la inducción y la de- plenamente convertida en cosa-sentido,
ducción. En suma: cuando el conoci- y la enfermedad -que de un modo o de
miento de la realidad es innovador o otro siempre es corporal; una vez más
creativo, trátese de la naturaleza cósmi- debo hacerme solidario de la tesis galé-
ca (Einstein), de los seres vivos (CI. Ber- nica- queda simultáneamente conocida
nard) o de la persona de otro hombre conforme a las tres funciones cardinales
(Dilthey), la mente humana se mueve del cuerpo, la organizadora, la configura-
más allá de las reglas que solemos lla- dora y la somática, y según los varios
mar "lógicas"; tal es el caso del clínico, si modos de actuar el cuerpo -conjunto de
no se conforma con diagnosticar espe- instrumentos, fuente de impulsos, causa
cies morbosas y aspira a conocer las en- de sentimientos, carne expresiva, reali-
fermedades de sus pacientes según lo dad simbólica, límite y peso- en cada
que ellas realmente son: modos anóma- una de ellas.
los de realizarse la vida de quien las pa- El camino del clínico hacia el salto
dece. Pero si en su formalidad pueden hermenéutico pasará muchas veces -en
ser unitariamente descritos los varios todas, dentro de las dos situaciones del
caminos del conocimiento creador como clínico hasta ahora examinadas, el diag-
operaciones trans-lógicas del acceso cog- nóstico inmediato y el diagnóstico me-
noscitivo a la realidad, ello no excluye, diato y buscado- por el descubrimiento
naturalmente, que cada uno tenga mo- y la nominación de una especie morbo-
dos y metas propios, y así lo hemos ido sa, cualesquiera que sean las reservas de
viendo. su mente acerca de la "verdadera reali-
Vengamos, pues, a la meta y al modo dad" de ésta; pero la contemplación del
propios del salto hermenéutico del clíni- proceso morboso desde el resultado de
co. En él, tras la atenta consideración si- aquél obligará a invertir el modo habi-
nóptica de todos los datos procedentes tual de entender la especificación del en-
de la exploración -hechos, explicaciones fermar individual. Al médico le enseñan
causales, interpretaciones comprensi- que el enfermar individual del paciente
vas- y de las varias relaciones existentes a que atiende resulta de la individualiza-
entre ellos, un acto de imaginación trans- ción que experimenta una especie mor-
inductiva, creadora, hace descubrir en bosa cuando se realiza en un sujeto de
el enfermo el centro viviente, la secreta tales y tales características. No es esto,
verdad real desde la cual puede razona- sin embargo, lo que de hecho acontece:
blemente entenderse, con cuantas lagu- lo que acontece es que el enfermo, desde
372 El diagnóstico médico

que la alteración morbosa remota e in- considerando tanto el curso probable de


sensiblemente se inició en el seno de su la enfermedad por sí misma, esto, sin
organismo, va haciendo-padeciendo un tratamiento, como los eventos previsi-
proceso patológico que en su individual bles dentro de cada una de las diversas
realidad psicoorgánica y personal sucesi- posibilidades terapéuticas que al caso
vamente pasa de ser genérico (un origi- convengan.
nario "estar enfermo", que según la es- • La evaluación ética de todos los ac-
tructura de las ulteriores situaciones vi- tos en que haya de realizarse la relación
tales puede adoptar formas distintas) a entre el médico y el paciente: comunica-
ser tipificable (un subsiguiente "estar en- ción de los resultados obtenidos en la
fermo así", más o menos próximo a una exploración y del juicio diagnóstico,
de las especies morbosas que describen existencia del enfermo en su mundo,
los libros, y siempre reducible a la com- riesgo y valor de las pruebas diagnósti-
binación de elementos clínicos y etioló- cas utilizadas o utilizables, riesgo y utili-
gicos que los diagramas de Venn-Fein- dad de las acciones terapéuticas que
stein ponen en evidencia). La enferme- comporte el tratamiento elegido, aspec-
dad individual, en suma, no es una es- tos económicos y sociales de la asisten-
pecie morbosa individualizada, sino un cia.
proceso psicoorgánico, individual y per- • Un exquisito cuidado de acentuar al
sonal que en su curso va adoptando for- máximo los dos modos del ego del médi-
mas más o menos susceptibles de tipifi- co que presiden la práctica correcta de
cación y especificación. Sólo así puede la medicina, el ego adiuvans (el que pone
cobrar un sentido aceptable la vieja y tó- en primer término la voluntad de ayu-
pica sentencia "No hay enfermedades, dar al paciente) y el ego sapiens (el que
sino enfermos". le impulsa a conocer con pertinencia y
rigor la verdad del caso) y a subordinar,
3. Vimos en páginas anteriores cómo frente a ellos, el ego fungens (el que pro-
las consuetudinarias fórmulas verbales mueve en el médico "contratado" la gé-
"juicio diagnóstico" o "diagnóstico" a nesis de su conciencia de funcionario) y
secas son hoy muchas veces sustitui- el ego cupiens (el que con licitud mayor
das por las expresiones "enjuiciamiento o menor persigue el lucro y la fama).
(Beurteilung) y "juicio clínico" (clinical
judgment). Debemos ver ahora -antes no El juicio clínico, en suma, es el conoci-
hubiera sido posible- cuál puede y debe miento complexivo de todos los momen-
ser la estructura de un juicio clínico ca- tos que integran la conducta del médico
paz de satisfacer plenamente las exigen- respecto de un determinado paciente;
cias de la práctica médica. En mi opi- conocimiento no sólo científico y racio-
nión, en tal estructura se articulan o fun- nal, también ético y afectivo, en el que,
den los siguientes momentos: como ha escrito E. D. Pellegrino, tengan
común fundamento la "recta razón" y la
• El conocimiento clínico, nosográfico y "recta acción" de quien autorizada y res-
patológico del presente del enfermo, en ponsablemente realiza el arte de curar.
función de lo que él -la persona enfer-
ma, en la integridad de su vida- está y. Punto de partida: un "paciente-
siendo y ha sido. Todo cuanto en el apar- problema". La tercera de las situacio-
tado precedente queda dicho, habrá de nes del médico resuelto a entender y
ser tenido en cuenta. practicar hermenéuticamente su activi-
• Una estimación comparativa de las dad diagnóstica surge ante los casos que
distintas posibilidades de tratamiento, con algunos clínicos actuales antes de-
comprendidas entre ellas la pura absten- nominé "pacientes-problema": los enfer-
ción, la terapéutica expectante y -por su- mos en que el examen más detenido y la
puesto- la terapéutica de urgencia que reflexión más cuidadosa no permiten
el caso exija. ordenar el cuadro clínico dentro de al-
Una conjetura del futuro del enfer- guna de las especies morbosas descritas
mo -un juicio pronóstico- establecida en los libros de patología, o sólo con-
Teoría 373

sienten su problemática e insatisfactoria néutica parezca ofrecer posibilidades de


adscripción a una de las rúbricas noso- tratamiento no detectables por la infe-
gráficas que G. von Bergmann denominó rencia diagnóstica tradicional; poseer
"diagnósticos-comodín" o "sospechosos" una mente en alguna medida abierta a la
(Cavetediagnosen). Son pacientes con concepción antropológica de la medici-
trastornos orgánicos no bien definidos, na y una formación a la cual de algún
casi siempre vegetativos, y desórdenes modo pertenezcan las técnicas para la
psíquicos más o menos incluibles en el personalización diagnóstica y terapéuti-
ancho campo nosográfico que hoy seño- ca de la relación con el enfermo. En el
rean los términos "neurosis" y "depre- amplio y diverso panorama de la asisten-
sión", acaso "esquizofrenia", cuyo núme- cia médica actual, ¿cuál es la frecuencia
ro, según datos procedentes de varios con que conjuntamente se dan tales con-
autores -véase el libro de O. von Mering diciones? No muy alta, sin duda: con las
y L.W. Earley antes mencionado-, oscila excepciones que en páginas precedentes
entre un cuarto y un tercio de los que en ya apunté y que más adelante serán de
las grandes ciudades del mundo desarro- nuevo señaladas, la práctica de la infe-
llado acuden a los consultorios médicos. rencia diagnóstica tradicional, potencia-
Ante uno de estos enfermos, ¿qué pue- de da y afinada por las actuales técnicas ex-
hacer un médico para quien el juicio ploratorias y más o menos hominizada a
clínico hermenéutico no sea una extra- retazos por cierta vigencia ambiental de
vagante e inútil sutileza? Por lo pronto, la concepción antropológica de la medi-
evitar que el caso se le convierta en fat cina, continúa en pleno auge. No será
-file, dé lugar a un protocolo clínico siem- inoportuno, en consecuencia, examinar
pre creciente y nunca conclusivo: ni téc- sumariamente las varias situaciones en
nica ni éticamente es aceptable la prácti- que esa consideración hermenéutica del
ca de la exploración clínica como una ili- juicio clínico deba ser o sea de hecho de-
mitada serie de palos de ciego. En se- ficiente o nula.
gundo término, procurar -mediante las
pautas de Feinstein, por ejemplo- una l. Cualesquiera que sean su mentali-
ordenación estructurada de los grupos dad, su formación y su vocación, el mé-
de síntomas que presenta el enfermo. dico sólo dispone de tiempo suficiente
Pero, sobre todo, intentar el logro de un para practicar a toda prisa un diagnósti-
juicio clínico integral y hermenéutico co tradicional más o menos exacto, y a
del caso, en el que la preocupación por veces ni siquiera para tanto. Imaginemos
el diagnóstico específico -imposible o un consultorio público en el que su titu-
muy deficiente en tantas ocasiones- lar, a lo largo de una hora, de dos a lo
ceda ante la exigencia de una descrip- sumo, deba atender a docenas y docenas
ción interpretativa apta para ensayar un de enfermos. ¿Qué podrá hacer? La res-
tratamiento eficaz. Lo cual obligará a puesta es tan obvia como penosa: diag-
modificar la tradicional e idealizadora nosticar con alguna garantía de acierto
actitud ante el "diagnóstico científico" y las especies morbosas que le salten a la
a concebir el tratamiento desde un pun- vista, sospechar con mayor o menor pre-
to de vista real y efectivamente clínico. tensión de certidumbre las que durante
ese rápido examen parezcan insinuarse
y sentir más o menos enojosa y aguda-
h. La renuncia a la hermenéutica
mente la perplejidad en que necesaria-
Hemos considerado hasta ahora las mente cae el clínico ante los que hemos
tres situaciones cardinales en que res- venido llamando "pacientes-problema".
pecto del diagnóstico -más precisamen- Una grave situación histórica y social de-
te, frente a la obtención de un cabal jui- lata esta frecuente, casi masiva configu-
cio clínico- puede encontrarse un médi- ración de la actividad diagnóstica. Escri-
co en cuyo ejercicio profesional se aú- bió certeramente Weizsacker que la asis-
nen las siguientes condiciones: disponer tencia médica al enfermo se halla histó-
de tiempo suficiente; hallarse ante un rica y factualmente configurada por tres
caso en el cual la consideración herme- campos de fuerza, la ciencia (hay que
374 El diagnóstico médico

hacer lo que el saber científico enseña), modo alguno excluye la conveniencia de


la economía (no puede hacerse sino lo conocer médicamente la persona que
que los medios materiales permitan) y padece el síndrome o el síntoma así tra-
la política (hay que cumplir lo que el Es- tados, si se quiere que sea óptima la eje-
tado y la sociedad impongan). No será cución del tratamiento. Volveremos so-
difícil ver cómo en la génesis de la situa- bre el tema en la sección próxima.
ción ahora descrita intervienen estos 4. La peculiaridad social de ciertos
tres motivos, y cómo una profunda re- modos de la asistencia médica (por
forma social y económica va siendo rigu- ejemplo: el imperativo de comunicar
rosamente necesaria para que el médico mediante una fórmula codificada el
pueda diagnosticar sin tan grave apre- diagnóstico del enfermo) o la reducción
mio y según su mentalidad, su forma- del caso diagnosticado a simple dato es-
ción y su vocación. tadístico (tan frecuente en investigacio-
2. El caso impone el establecimiento nes epidemiológicas, demográficas, etc.)
de un claro diagnóstico específico y obligará no pocas veces a una rotulación
permite un tratamiento medicamento- meramente nosográfica del conocimien-
so o quirúrgico terapéuticamente eficaz. to obtenido ante el sujeto estudiado.
Sean las que sean su mentalidad y su Una conclusión se impone: en nume-
formación, équé médico resistirá la ten- rosas ocasiones, el clínico debe o puede
tación -tan razonable, por lo demás- de omitir la consideración interpretativa o
curar al enfermo con la seguridad y la hermenéutica de la enfermedad a que
rapidez que los recursos terapéuticos en atiende, y en otras no menos numerosas
tal caso conceden, para cuanto antes de- renuncia de hecho a ella sabiendo o sin
volverle a su vida normal? Rápida y fia- saber que esa consideración acaso po-
ble inferencia tradicional y total desen- dría favorecer sus posibilidades terapéu-
tendimiento de cuanto pueda conducir a ticas. Todo esto, sin embargo, no anula
una inferencia interpretativa: tal es aho- la necesidad de completar desde este
ra la regla. Sin desconocer su razón y su punto de vista la educación del médico.
fuerza, dos breves apostillas deben aña- Una sola pregunta, y dos cuestiones en
dirse a ella: que esta expeditiva y resolu- ella: ées admisible que los estudiantes de
tiva práctica no debe excluir en el médi- medicina salgan de los centros de su for-
co la conciencia de estar actuando con mación sin un aprendizaje metódico de
una visión de la realidad afectada por la la terapéutica clínica y sin haber oído
deficiencia que ya varias veces he llama- algo acerca de la situación en que hoy
do "escotoma noético" (bastará pensar se encuentra el problema de la especie
en la significación diagnóstica, no sólo morbosa?
en la eficacia terapéutica del "efecto pla-
cebo"), y que una reinstalación social de
un ex enfermo sin la menor considera- IV. HACIA EL TERCER
ción de lo que socialmente sean "la" en- PARADIGMA
fermedad y "su" enfermedad, supone el DEL DIAGNOSTICO
desconocimiento de uno de los motivos
del juicio clínico, digno de ulterior y más Varios temas han ido quedando sin
explícita reflexión. respuesta a lo largo de esta sección. An-
3. La urgencia de un tratamiento vi- tes de pasar a la subsiguiente parece
talmente necesario (traslado a una uni- oportuno dársela, siquiera sea de modo
dad de cuidados intensivos), e incluso no sumario.
más que paliativo (administración de an-
tibióticos, de sedantes o analgésicos, de l. La producción técnica o po1es1s
cardiotónicos, de ansiolíticos, etc.) obli- fue para los antiguos griegos imitación,
gará muchas veces a proceder sin un mímesis: incluso cuando parece inventar
diagnóstico previo suficientemente satis- cosas nuevas, como la casa o la catapul-
factorio y, por supuesto, sin la menor ta, la técnica no pasaría de imitar a la
preocupación por cualquier género de naturaleza. A la vez, el conocimiento
comprensión hermenéutica. Lo cual en científico aspiraba a "ver" lo que en su
Teoría 375

secreta realidad son las cosas: mezcla para el conocimiento científico de la


cambiante de elementos y humores o persona en tanto que persona. La nove-
movimiento de átomos. En consecuen- dad no puede ser más radical y más evi-
cia, las técnicas para conocer científica- dente.
mente una cosa serían recursos para 2. Igualmente palmaria es la tocante
"descubrir" y "contemplar" cómo la cosa a la lógica del diagnóstico. Los médicos,
es en sí misma. Pues bien: pese a la radi- comprendidos los grandes maestros del
cal novedad que en lo tocante al conoci- diagnóstico, suelen realizarlo sin apela-
miento científico del mundo cósmico in- ción consciente y expresa a las reglas de
trodujo Galileo -conocer científicamente la lógica; como varias veces he dicho, ha-
es tener en la mente la ley matemática cen con la lógica lo que M. Jourdain con
de las variaciones que experimenta la la prosa. Pero si se quiere dar forma de
cosa conocida-, ¿puede decirse que la bien ordenado proceso lógico a la activi-
técnica exploratoria del médico moder- dad mental de los clínicos más represen-
no, con sus mensuraciones térmicas, me- tativamente actuales, ¿servirá para el
cánicas, químicas y eléctricas, rompiese caso la lógica tradicional, sea la de Aris-
con la idea antigua de la técnica en gene- tóteles o la de Stuart Mill? Evidentemen-
ral? A mi juicio, no. El médico, es cierto, te, no. Dos hechos conexos entre sí, la
aprendía como fundamento científico de apelación al álgebra de Boole por algu-
su saber la física galileana y la química no de esos clínicos, Feinstein, por ejem-
ulterior a Lavoisier y Dalton; pero el plo, y el abandono del principio del ter-
ideal científico de sus diagnósticos era y cio excluso -puesto que el conocimiento
tantas veces sigue siendo "ver" directa o de la peculiaridad real de un caso clínico
indirectamente, tal como en sí mismos no puede ser reducido al esquema "o
son, la lesión anatómica, la infección esto, o lo otro"-, lo revelan con eviden-
bacteriana o el desorden bioquímico en cia. No menos lo hace ver la imposibili-
que la enfermedad tiene su causa inme- dad de los métodos de la lógica tradicio-
diata. Piénsese en lo que persiguen el nal para conocer satisfactoriamente la
empleo del escáner, el examen micros- realidad propia de una persona, hállese
cópico de un cromosoma anómalo o la sana o enferma. Tanto en lo relativo a la
evaluación de las transaminasas séricas. técnica como en lo concerniente a la ló-
Aunque científicamente las conozca, ni gica, el diagnóstico médico, no hay duda,
la vieja novedad gnoseológica de la me- ha entrado en una nueva etapa.
cánica de Galileo, ni la que en nuestro si- 3. Según todo esto, debe afirmarse sin
glo trajo consigo la mecánica cuántica, reservas que, tanto en su concepción
han penetrado de hecho en la concep- como en su realización, el diagnóstico mé-
ción y en la práctica del diagnóstico. dico se halla hoy regido por un nuevo pa-
¿Puede decirse lo mismo cuando es la radignza, el tercero de su historia. La se-
interpretación la técnica exploratoria guridad de poder completar la visión
del clínico? Evidentemente, no. El clíni- real con la visión imaginativa -la obten-
co no aspira en tal caso únicamente a ción de una imagen en la cual la visión
"ver", sea directo o indirecto el modo de de lo que puede verse queda completa
su visión, sino a "entender" comprensi- con la imaginación visiva de lo que pue-
vamente lo que directa o indirectamente de imaginarse- fue la clave del paradig-
ve en el cuerpo del enfermo desde un sa- ma antiguo. Desde Sydenham hasta el
ber acerca de algo que por su naturaleza auge del escáner y de la patología mole-
no puede verse: una idea -una conjetura, cular, y a través de las vicisitudes que
más bien- de lo que es y está siendo la más atrás quedaron consignadas, la pre-
vida personal del paciente; idea que sólo tensión de fundar el juicio diagnóstico
mediante el "oír" y el "interpretar" pue- sólo en la visión real, directa o indirecta,
de ser lograda. Así concebida, la técnica del desorden morboso, y la consiguiente
del diagnóstico aspira a conocer la reali- . exigencia de proscribir todo dato de ca-
dad del enfermo tal cual ella es, sí, pero rácter imaginativo, dieron su nervio al
desde lo que verosímilmente ella puede paradigma moderno. Sólo a lo largo de
ser, según la más central de las reglas nuestro siglo ha comenzado el conocí-
376 El diagnóstico médico

miento diagnóstico a vencer este exclusi- cial" de H. Schaefer y M. Blohmke (15)


vo señorío de la visión. "El pensamiento y el modelo histórico-ecológico de
grecorromano... -ha escrito Ortega- no W. Schipperges (16), foo es cierto que
podía desprenderse de lo visible o sus también en este sentido habrá de ser
sucedáneos, como un niño no entiende desarrollado el tercer paradigma del
bien de un libro más que las ilustracio- diagnóstico médico? Piénselo o no lo
nes. Todos los esfuerzos de sus filosófos piense el médico que la formula, la
autóctonos para trascender esa limita- enunciación de un juicio clínico ambi-
ción -y los de sus médicos, cabría aña- cioso lleva siempre consigo una secreta
dir- fueron vanos. En todos sus ensayos referencia al destino terrenal del hamo
para comprender actúa, más o menos, sapiens.
como paradigma, el objeto corporal, que
es para ellos la cosa por excelencia" (14).
La visión a la vez eidética e interpretati-
va del cuerpo enfermo ha sacado a los NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
médicos de esa tradición helénica, vigen-
l. Véase en el capítulo precedente una sumaria,
te hasta ayer mismo, y ha puesto sobre pero fundamental bibliografía acerca del co-
el pavés el tercero y último de los para- nocimiento hermenéutico.
digmas del conocimiento diagnóstico. 2. Puede leerse una excelente exposición sinóp- tica
Por lo menos, cuando se pretende que de los trabajos de J. W. Mason y su escue- la en
el diagnóstico pase de ser la inferencia J. Rof Carballo, Hacia una nueva
endocrinología, Discurso en la Real Academia
de una especie morbosa a ser -además- Nacional de Medicina (Madrid, 1969).
la plena intelección de lo que en la reali- 3. E. Batschelet y W. Klunker, "Zur Frage der
dad del paciente es su enfermedad. Zuverlassigkeit anamnestischer Zeitangaben",
4. Queda por considerar la hoy sólo Schweiz. med. Wschr. 94 (1964), 564.
4. L. H. Garland, "Studies on the accuracy of
incipiente conexión del diagnóstico, si diagnostic procedures", Amer. l. Roentg. 82
éste aspira a ser integral, con la historia (1959), 25.
del hombre y con la ecología humana. A 5. Lewis Carroll, Through the Looking-Glass.
6. S. Freud, Obras Completas, I, 27-38.
la estructura del juicio clínico pertenece 7. P. Ricoeur, "Existence et herméneutique" en
esencialmente, recuérdese, un momento Le conflit des interprétations.
social: sin conocer cómo la enfermedad 8. X. Zubiri, Sobre la esencia (Madrid, 1962), "El
diagnosticada se relaciona con el mundo hombre y su cuerpo", Asclepio, XXV (1973), 5-
-no sólo con el ambiente físico- de 15, e Inteligencia sentiente (Madrid, 1980).
9. Una exposición compendiosa de los estudios
quien la hace y padece, el médico no ha- "clásicos" en torno a la psicología del recono-
brá elevado a verdadero juicio clínico el cimiento puede verse en J. Frobes, Tratado de
modo tradicional del diagnóstico. Y el psicología experimental, trad. esp. (Madrid,
conocimiento de esa conexión entre la 1934), I, 152-159 ("Reconocimiento y recuer-
do"). Las ideas acerca de ella mencionadas en
enfermedad y el mundo, ¿no exige acaso mi exposición proceden de G. Mandler, "Re-
saber lo que la enfermedad en general y cognizing: The judgment of previous occu-
la dolencia diagnosticada en particular rrence", Psychological Review, 87 (1980), 252-
significan en la historia y en la sociedad, 271, y de G. Tiberghien, "Rappel et recon-
naissance: Les processus d'encodage et de
a través de la mentalidad vigente en la recherche", L'Année Psychologique 80 (1980),
situación a que el médico y el enfermo 501-521. El tema ha sido tratado durante los
pertenecen? Despreocupándose de este últimos años por J. R. Anderson y G. K. Bo-
problema, el médico procede como si la wer, "A propositional theory of recognition
memory", Memory and Cognition, 2 (1974),
técnica de diagnosticar especies morbo- 406-412, J. Brown (ed.), Recall and Recognition
sas y tratarlas con la máxima eficacia po- (New York, 1976), y diversos autores del
sible fuese el único contenido de la me- Handbook of Learning and Cognitive Process,
dicina. Pero si el sanador ha de ser en al- de W. K. Ertes, ed. (Hillsdale, New Jersey, des-
de 1975).
guna medida corresponsable de la salud 10. W. Dilthey, "Plan der Fortsetzung zum Aufbau
de la especie, y por tanto de la ordena- der geschichtlichen Welt in der Geisteswis-
ción de la vida humana sobre el planeta senschaften", Gesammelte Schriften VII (Leip-
zig und Berlín, 1927). Una exposición sinópti-
para que esa salud sea óptima -si la me- ca de las ideas de Dilthey acerca del conoci-
dicina ha de ser, valgan estos ejemplos, miento de las vidas ajenas, en mi Teoría y rea-
lo que proponen la orientación "psicoso- lidad del otro, I, 126-138.
Teoría 377

11. A. Einstein, Homenaje a Planck en su 60.0 ani- Prólogo para franceses", Obras Completas, IV,
versario, Mein Weltbild (Amsterdam, 1934). 119-120 (Madrid, 1947).
12. K. Popper, Logik der Forschung, trad. esp., La 15. M. Blohmke, C. von Ferber, K. P. Kisker,
lógica de la investigación científica (Madrid, H. Schaefer, Handbuch der Sozialmedizin
1962), 31-32. (Stuttgart, 1976).
13. De nuevo remito a mis libros Teoría y realidad 16. H. Schipperges, Die Medizin in der Welt van
del otro y La relación médico-enfermo. Margen (Düsseldorf-Wien, 1976).
14. J. Ortega y Gasset, "La rebelión de las masas.
SECCION III

SOCIOLOGIA, ETICA Y PRAXIS DEL DIAGNOSTICO

Loable, en tanto que expresión de una la aplicación de unas ciencias básicas al


acrisolada voluntad de servicio al me- empeño de conocer, curar y prevenir la
nester del paciente, la tan citada senten- enfermedad-, debe afirmarse que tanto
cia de E. Schweninger acerca de la prác- en su contenido como en su configura-
tica de la medicina -"Cuando atiendo a ción esa práctica se halla factualmente
un enfermo, él y yo estamos como en orientada por tres instancias ineludibles:
una isla desierta"- es a un tiempo falsa e el saber (la ciencia), el dinero (la econo-
irrealizable. En lo que atañe a nuestro mía) y el poder (la política) correspon-
tema, la actividad diagnóstica del médi- dientes a la situación en que la medicina
co, ya las páginas precedentes, no obs- sea ejercida. Planteamiento sin duda cer-
tante hallarse casi exclusivamente ateni- tero y sugestivo, pero incompleto, por-
das al proceso técnico y mental de esa que a esas tres instancias es preciso aña-
actividad, nos han revelado la existencia dir otra, de orden ético: las normas mo-
de un básico momento social en su rales -a la postre, religioso-morales, aun-
estructura; pero con claridad mucho que hoy en tantos casos la "religión" sea
mayor van a mostrarlo las que subsi- el ateísmo- que tengan vigencia pública
guen, porque harán ver que el acto diag- en la sociedad de que se trate, y con
nóstico, además de hacer referencia, por ellas la personal aétitud, aceptadora o
su contenido, a la sociedad de que el en- disidente, que ante esa vigencia hayan
fermo y el médico son parte, es en sí adoptado el enfermo y el médico.
mismo social: tiene una sociología pro- En lo concerniente al diagnóstico, así
pia, se halla regido por principios éticos van a hacerlo patente los tres capítulos
no meramente íntimos o privados y es de esta sección. El primero -"Sociología
cumplido según una praxis esencialmen- del diagnóstico"- mostrará cómo y por
te condicionada y diversificada por la qué la actividad diagnóstica es un hecho
peculiaridad del mundo en que se inscri- constitutivamente social: sin cierto gra-
be y a cuyo buen orden se dirige. do de socialización, el juicio diagnóstico
Debo repetir, para completarla, la agu- no puede alcanzar su efectivo acaba-
da observación de Weizsacker acerca del miento. Verdad ésta, dicho sea en inciso,
condicionamiento histórico-social del que metódicamente desconocen los tra-
ejercicio de la medicina: contra lo que la tados al uso. El segundo, "Etica del diag-
enseñanza académica de ésta induce a nóstico", hará ver tanto la intrínseca
creer -que la práctica médica no es sino condición moral -privada y pública- que

379
380 El diagnóstico médico
la ejecución del diagnóstico posee, como Si, como enseñó Aristóteles, la práxis
los varios caminos por los que esa condi- es la actividad en acto, el puro estar ha-
ción de hecho se manifiesta. Por fin, un ciendo, y si la theoria es la forma supre-
tercer capítulo, "Praxis del diagnóstico", ma de la práxis, la actividad que se basta
describirá y valorará los varios modos tí- a sí misma porque no hace nada fuera
picos en que la actividad diagnóstica ad- de sí misma, la tercera parte de este li-
quiere hoy su concreción real; tema no bro deberá ser entendida recorriéndola en
menos desconocido que los anteriores dos sentidos: desde su comienzo has- ta
en la enseñanza oficial de la medicina, su fin, descendiendo desde la forma
única e idealmente atenida a lo que en suprema de la actividad diagnóstica, su
los consultorios y en los hospitales de teoría, hasta las diversas formas práxicas
una gran ciudad "desarrollada" suele de ella, y desde su fin hasta su comienzo,
ser el conocimiento técnico de la enfer- ascendiendo desde esas formas diversas,
medad. Lo cual plantea de frente el pro- muchas deficientes, de la praxis diagnós-
blema de la relación entre praxis y tica, hasta la cima teorética en que tal
teoría. praxis logra su perfección.
Capítulo I

Sociología del diagnóstico

Un juicio diagnóstico no puede ser un nosticador, y cualesquiera que sean las


conocimiento tácitamente formulado en cambiantes reglas de ese rol, el médico
el alma de quien ha llegado a elaborarlo; es un ente social, actúa en y con una so-
para que efectivamente sea tal juicio ciedad; y junto a él, cumpliendo su com-
diagnóstico, para que no sea un saber plementario rol de diagnosticado, el en-
más o menos cierto y riguroso, pero aje- fermo.
no a la operación terapéutica a que La actividad diagnóstica, hecho social.
esencialmente se halla ordenado, es pre- Estudiemos sumariamente la historia re-
ciso que el médico lo comunique a al- ciente, la estructura y la modulación fac-
guien a través de una formulación idó- tual de este hecho.
nea; y tan pronto como esa comunica-
ción se produce, aunque no pase de ser
dual, del médico al enfermo, el ámbito l. HISTORIA RECIENTE
del suceso, eo ipso se ha convertido en
hecho social el acto diagnóstico. Sólo A lo largo del siglo XIX y en el trans-
cuando es genuina confidencia interper- curso del siglo XX, la socialización del
sonal, y por tanto comunión diádica, no acto diagnóstico ha tenido tres ámbitos
meramente relación dual, llega a ser aje- muy distintos entre sí: el enfermo mis-
na a la sociedad -por tanto, verdadera- mo y su familia, el hospital y el mundo
mente privada, sólo "para ti y para mí"- civil y administrativo del paciente y del
la comunicación entre dos hombres; y médico.
salvo rarísimas excepciones, punto me-
nos que extrañas a lo que en rigor hace
1. SOCIALIZACION INTRAFAMILIAR
"médica" a la asistencia al enfermo, nun-
ca puede ser confidencia la comunica- Haciendo deliberada abstracción de
ción del juicio diagnóstico, aunque en los problemas éticos que comporta la
ocasiones deba ser reservada. Porque a comunicación del diagnóstico -abstrac-
la integridad de ese juicio pertenece por ción mutiladora, porque la eticidad y la
esencia su ulterior operación intrafami- socialidad de esa comunicación van in-
liar, administrativa o terapéutica, el sim- trínsecamente unidas entre sí-, su socia-
ple hecho de comprar en la farmacia el lización familiar puede adoptar dos mo-
medicamento prescrito, y con ella su so- dos distintos, uno de carácter privativo,
cialización. Cumpliendo su rol de diag- cuando, por la razón que sea, se ha deci-

381
382 El diagnóstico médico

dido que el paciente o su familia desco- La socialización intrafamiliar del diag-


nozcan total o parcialmente el contenido nóstico médico en la sociedad actual:
de aquél, y positivo otro, cuando tal otro campo de estudio para los cultiva-
ocultación no se produce. dores de la sociología médica.
La complicación y la frecuencia de es-
tos hechos ganaron especial notoriedad
2. SOCIALIZACION INTRAHOSPITALARIA
desde que la manera burguesa de enten-
der y hacer la vida se hizo dominante en Durante el siglo XIX, el ámbito de la
la sociedad; por tanto, desde los últimos socialización hospitalaria del diagnóstico
lustros del siglo XVIII hasta los primeros fue, por lo general, exclusivamente intra-
del siglo XX. Sería muy sugestivo descri- hospitalario y exclusivamente médico.
bir y tipificar sociológicamente las diver- El enfermo "de beneficencia" no tenía
sas situaciones a que la dinámica intrafa- derecho alguno a conocer el diagnóstico
miliar de la comunicación y la oculta- de su enfermedad; y si lo solicitaba. o al-
ción de la enfermedad, y por consiguien- gún miembro de su familia lo hacía por
te del diagnóstico médico de ella, dio lu- él, lo habitual era que el médico, fuese el
gar en el seno del mundo burgués euro- jefe del servicio o uno de sus asistentes,
peo y americano. No es ahora posible; saliese del paso con una indicación atéc-
entre otras cosas, porque falta el requisi- nica y vaga. Con cuantas variantes se
to previo, una investigación rigurosa y quiera, un "Esto va mejor", un "Lo suyo
documentada del tema. Me limitaré a se nos está resistiendo" o una somera
consignar que los principales factores advertencia ante mortem eran las fórmu-
determinantes de esa dinámica son, en las habituales. Suponiendo que el médi-
mi opinión, tres: la actitud burguesa co, encaramado en su condición de
ante la enfermedad y la muerte, el modo "jefe", pensara que la amabilidad no
burgués de las relaciones afectivas intra- convenía a su rol social y ejercitase en
familiares y la estructura económica y su relación con el enfermo aquella "divi-
administrativa que los códigos civiles de na rudeza" (gottliche Grobheit) que según
la época imponen a la familia; y a indi- es fama ostentaba el gran clínico J. L.
car, por otra parte, que en tal dinámica Schonlein. Consecuente con la "objetiva-
pueden ser discernidas dos situaciones ción" o "cosificación" de la realidad
cardinales: en una es el enfermo el que diagnosticada que postuló la medicina
oculta su enfermedad a quienes le ro- científico-natural, "objeto" o "cosa" ca-
dean; en otra es al enfermo a quien sus rente de derechos era hasta no hace mu-
deudos y el médico de común acuerdo la cho el enfermo hospitalario, el hombre
ocultan o desfiguran. con cuyo cuerpo tan fabulosamente iba
Sea cual sea la perduración de estos creciendo el acervo científico de la me-
esquemas psicosociales en nuestro mun- dicina; hecho éste que la sociedad en
do -uno de cuyos rasgos más centrales torno admitía casi sin crítica, o acaso in-
es la crisis del modelo social burgués, conscientemente fomentaba. "Hasta la
cuando no su forzada sustitución por el mitad del siglo XVIII -ha escrito Michel
modelo socialista-, parece evidente que Foucault, exagerando retóricamente una
la socialización intrafamiliar del diag- terrible verdad básica-, en el hospital
nóstico médico va adquiriendo hoy ca- sólo se entraba para morir. Nada en la
racteres nuevos. La comunicación se ha técnica médica permitía salir vivo a un
hecho mucho más abierta, en parte por- individuo que ingresaba en un hospital.
que cada vez es mayor el número de las El hospital era un claustro para morir, o,
personas que quieren saber "lo que real- como se decía en la época, un mouroir,
mente tienen", en parte por un cambio un moridero" (1). Mediante el hospital,
en la actitud de los médicos y de las ins- cuya estructura material y administrati-
tituciones asistenciales -baste recordar va se transforma al iniciarse el mundo
el caso de los Estados Unidos-, y en par- moderno, el enfermo hospitalario, por
te también, como pronto veremos, por otra parte, se convierte en un "vigilado"
las diversas exigencias que la actual so- al servicio de la racionalización de la
ciedad impone al enfermo y al médico. vida y del progreso científico y técnico.
Teoría 383

"Primero el hospital, luego la escuela, diagnóstico tuviese como ámbito, aparte


más tarde el taller -dice en otro lugar el la familia y el hospital, el mundo en que
propio Foucault-, no sólo han sido pues- política, económica y administrativa-
tos en orden por las disciplinas (tecnoló- mente existen el enfermo y el médico.
gicas); gracias a ellas han llegado a ser Con múltiple y progresiva evidencia lo
aparatos tales, que todo mecanismo de ha hecho ver la historia de Occidente
objetivación puede valer como instru- -por extensión, la del planeta entero- a
mento de sumisión, y todo crecimiento partir del siglo XVIII.
de poder da lugar a conocimientos posi- Durante la vida del enfermo, la admi-
bles. Es a partir de este lazo (sujeción- nistración hospitalaria y laboral, las dis-
objetivación-conocimiento), propio de posiciones sanitarias (declaración de la
los sistemas tecnológicos, como han po- enfermedad contagiosa) y jurídico-pena-
dido formarse en el elemento disciplina- les (lesiones o intoxicaciones por pre-
rio la medicina clínica, la psiquiatría, la sunta acción culposa), los posibles plei-
psicología del niño, la psicopedagogía, la tos por honorarios o por tratamien-
racionalización del trabajo" (2). Tal ha- tos defectuosos; y si el enfermo muere,
bría sido el fundamento sociológico del el certificado de defunción o acaso algu-
diagnóstico hospitalario durante los si- na incidencia forense de carácter suce-
glos XVIII y XIX, y tal el marco de la so- sorio. A lo largo de más de un siglo, mil
cialización intrahospitalaria del diagnós- y un motivos se han concitado para que
tico mismo. Algo habían cambiado las el diagnóstico médico, cada vez más
cosas, desde luego, en la segunda mitad lejos de lo que utópicamente pensaba
del siglo XIX; pero no lo suficiente para Schweninger, de ser en la sociedad res
que el cuerpo del enfermo dejase de ser privata haya pasado a ser, para bien y
"objeto diagnosticable" o, si así lo quería para mal, verdadera res publica. Y en
el hado, "objeto autopsiable". ocasiones, baste pensar en las enferme-
La socialización hospitalaria del diag- dades de tantos jefes políticos, ostentosa
nóstico era, pues, cosa exclusiva o casi res publicanda.
exclusivamente médica. Consignados en
los registros del hospital o en los certifi-
cados de defunción, explicados en las 11. ESTRUCTURA
lecciones clínicas, recogidos bajo las ini- DE LA SOCIALIZACION
ciales de un nombre propio en las publi-
caciones científicas o reducidos a una si- Situémonos resueltamente en nuestro
gla y un número en las recopilaciones tiempo, y veamos de manera sinóptica
estadísticas, los diagnósticos intrahospi- qué estructura posee la socialización del
talarios cobraban así existencia social, y juicio diagnóstico. A mi modo de ver, en
alcanzaban con ella el acabamiento que el hecho de tal socialización deben ser
la socialidad concede al conocimiento discernidos dos momentos inherentes a
médico de la enfermedad. la expresión de ese juicio, su formula-
El cambio que a este respecto se ha ción y el saber que ésta declara, y otros
producido no puede ser más evidente. dos que desde fuera la condicionan, uno
Porque con el derecho a ser atendido en económico y otro político y administrati-
su enfermedad, el ciudadano actual ha vo. Esencialmente implicado con los dos
conquistado a la vez el derecho a cono- últimos, el momento ético-social del
cer el nombre de la dolencia que le ha diagnóstico será estudiado luego.
llevado al médico. La significación y las
consecuencias de este suceso, necesaria- l. FORMULACION DEL DIAGNOSTICO
mente habrán de aparecer en las pági-
nas subsiguientes. Llamo formulación del diagnóstico,
como es obvio, a la expresión verbal
-oral o escrita- del saber en que el diag-
3. SOCIALIZACION ADMINISTRATIVA
nóstico mismo incoativamente consiste;
La organización de la vida colectiva ha formulación que no alcanza la plenitud
hecho que la socialización moderna del de su sentido hasta que la recibe y cono-
384 El diagnóstico médico
ce la persona o la institución a quien va Naturalmente, esto es lo que quiere
destinada. Saber, formular y comunicar, dar a entender el médico cuando emplea
son, pues, en el orden de la expresión, las sumarias y elípticas expresiones an-
los tres tiempos de la socialización del tes consignadas. Sería necio desconocer-
diagnóstico. Respecto del acabamiento lo. El lenguaje coloquial, y más aún el
que su socialización le concede, sólo una lenguaje técnico entre miembros de un
función incoativa posee, acabo de decir- grupo con usos lingüísticos comunes,
lo, el saber del médico que in mente lo está siempre lleno de convenciones y de
ha concebido; saber, como vimos, siem- elipsis, y a ellas se recurre diciendo "Es
pre de mera probabilidad, y por tanto una estenosis mitral" u otra frase seme-
hipotético, aunque la probabilidad de su jante; pero sólo sabiendo que uno se
acierto parezca a veces ser entera cer- vale de tales convenciones y de tales
tidumbre. Ahora bien: detenidamente elipsis, sólo eludiendo la conversión del
considerada, ¿en qué consiste la formu- hábito en canon, sólo así podrá evitarse
lación de un diagnóstico, y cómo me- la deformación que imprime a la mente
diante ella y la subsiguiente comunica- la tácita, vulgar e insidiosa convicción de
ción éste se socializa? Descompondré en que "pensar" es "aceptar como pensa-
varios puntos mi respuesta. miento lo que literalmente se dice". Las
siglas son hoy ineludibles; la economía
de la ordenación funcional del tiempo y
a. Lo que la formulación "no es" el espacio una y otra vez las impone;
Ante todo, lo que dicha formulación pero menguada persona será la que táci-
no es. "Es una estenosis mitral", "Es una ta e implícitamente no sepa en todo mo-
salmonelosis", suele decir el médico mento pasar de la sigla al concepto y al
ante un enfermo en el cual ha detectado relato.
la existencia de una estenosis mitral o
ante otro en el que ha descubierto sal-
h. Lo que la formulación "debe ser"
monelas. Con tales expresiones, dormu-
la el médico un verdadero juicio diag- El diagnóstico, sigamos con Sadegh-
nóstico? Leamos con atención crítica, zadeh, es el ideograma clínico de un de-
por otra parte, el título del tan valioso terminado sujeto. El problema, sin em-
libro de Immich Klinischer Diagnosen- bargo, viene ahora: ¿cómo el idion de ese
schlüssel ("Clave clínica de los diagnósti- ideograma, la pertenencia del predicado
cos"), y por;igámoslo en relación con su -en este caso, una entidad morbosa- al
contenido. ¿son verdaderos "diagnósti- sujeto del cual se predica, tiene la propia
cos" los nombres de enfermedades que e intransferible realidad que precisa-
con tanta racionalidad y tanto método mente por ser idion le corresponde?
Immich clasifica y ordena? En los dos ¿cuál es la peculiar estructura del "es"
casos debe ser negativa la respuesta. Lo en la frase "El sujeto A es un tuberculoso
que en los dos se hace es tan sólo "nom- pulmonar" o, puesto que nuestro idioma
brar" una entidad morbosa, y bien sabe- permite la precisión del está, en la afir-
mos que, incluso en su forma más ele- mación "El sujeto A está tuberculoso
mental, el juicio diagnóstico no es una pulmonar"? Interrogaciones que desde
denominación, sino un aserto, la expre- lo que la formulación de un diagnóstico
sión de un juicio asertorio en que el pa- no es nos conducen hacia lo que esa for-
decimiento de la entidad morbosa nom- mulación debe ser.
brada, "estenosis mitral" o "salmonelo- Siquiera sea muy breve e indicativa-
sis", se predica del sujeto a que clínica- mente, la formulación de un juicio diag-
mente se atribuye. Repetiré la acertada nóstico, y en ella la referencia técnica
fórmula de Sadegh-zadeh: "Un diagnósti- del predicado al sujeto, debe consignar
co es el ideograma clínico de un determi- el "porqué" y el "cómo" de la vincula-
nado sujeto". En consecuencia, el aserto ción entre la persona de que se habla y
"El sujeto A padece la entidad morbosa la afección que a ella se atribuye: por
B" constituye la forma más elemental qué esa persona está enferma y cómo en
del aserto diagnóstico. su caso cobra realidad individual la en-
Teoría 385

fermedad que padece. Tanto más, si esa tión. Al estudiar las diversas formas de
enfermedad no es cómodamente atribui- la comunicación, reaparecerá el tema.
ble a una determinada entidad morbosa. Lo importante, quiero repetirlo, es que
Ahora bien: esa consignación del por- en la ocasional ejecución de cuanto efec-
qué y el cómo de la enfermedad, datos tivamente "puede hacer", no olvide el
sin los cuales no se pone en camino de médico lo que, al margen de imperativos
ser juicio clínico un aserto diagnóstico externos y convenciones útiles, por sí
meramente tipificador -el nombre del misma "debe ser" la expresión verbal
"sujeto A" como esquemático soporte del juicio diagnóstico.
del nombre de la entidad morbosa que
es el "predicado B" del aserto en cues-
d. Ambitos de vigencia
tión-, ipodría llevarse a cabo sin dar for-
de la formulación
ma de relato a la expresión oral o escrita
del correspondiente aserto? Con su tipi- No quedaría completo este breve aná-
cidad, la que sea, y con sus referencias lisis de la formulación y la comunicación
más o menos explícitas y más o menos del diagnóstico sin examinar con no me-
científicas a la causa y al mecanismo del nor brevedad una cuestión estrechamen-
proceso morboso diagnosticado, una en- te conexa con ambas: la relativa a los
fermedad es un modo accidental de vivir ámbitos de vigencia de la formulación
una persona, y, como Ortega y Marías adoptada. En el último apartado de este
más de una vez han hecho notar, el tipo capítulo diseñaré las distintas formas
de expresión verbal más adecuado a la que el modo de la instalación del enfer-
realidad empírica y a la mostración des- mo y el médico en la sociedad imprime
criptiva de la vida humana es la narra- a la expresión verbal del diagnóstico.
ción, el relato. Un aserto diagnóstico Ahora quiero solamente aludir a la di-
ajeno a deformaciones convencionales versificación que tantas veces impone
debe ser, en consecuencia, un compen- -con el idioma, desde luego, mas no sólo
dioso relato técnico de lo que en la vida con el idioma- la pertenencia del médi-
del enfermo ha sido y está siendo la pe- co al país en que vive y trabaja.
culiar alteración psicoorgánica a que los Aunque la aplicación de la informática
libros -y con ellos, naturalmente, el al diagnóstico ha puesto sobre el tapete,
propio relato- dan el nombre de "enfer- ahora con nueva y más viva exigencia, el
medad tal" o de "enfermedad cual"; tan- problema de la relación entre las entida-
to más, si el médico se ha creído en el des morbosas y los nombres que las de-
caso de llegar hasta un conocimiento signan(3), no creo que hasta hoy se haya
formalmente hermenéutico de la dolen- emprendido un estudio completo y rigu-
cia diagnosticada. Que el relato tenga roso de las analogías y las discrepancias
más o menos líneas, que apele o que no existentes en la nosonomástica propia
apele a siglas o a fórmulas convenciona- de los ámbitos idiomáticos a este respec-
les para la designación técnica de cuanto to más importantes, el inglés, el francés
en la realidad del enfermo sea médica- y el alemán. Un solo ejemplo y un solo
mente consignable, son cuestiones ente- problema: las entidades clínicas que la
ramente accesorias. medicina francesa ha aislado en la vieja
especie morbosa "congestión pulmonar"
bajo la rúbrica de "congestiones primiti-
c. Lo que la formulación vas" -maladie de Woillez, congestion pleu-
"puede ser" ropulmonaire de Potain, fluxion de poi-
El hecho de que la expresión del diag- trine de l'école de Montpellier, spléno-
nóstico deba ser un conciso relato técni- pneumonie de Grancher, congestions pul-
co no excluye que en ocasiones, bajo la monaires apyrétiques-, ison o no son dis-
presión condicionante de imperativos cernidas por los médicos anglohablantes
sociales o convenciones tácticas, pueda y por los médicos germánicos? Y en el
ser algo muy distinto; incluso -pese a lo caso de que lo hayan sido, ia qué nom-
antes dicho- la escueta denominación bres se ha recurrido para consignar esa
nosográfica de la enfermedad en cues- sutil discriminación clínica? Docenas y

26
386 El diagnóstico médico
docenas de casos análogos podrían adu- Está por un lado el saber recibido que
cirse. Todos ellos ponen ante nosotros todo diagnóstico ostenta, tanto más
un hecho y una necesidad. El hecho: que cuanto más lejos de la mera nominación
la socialización del diagnóstico se halla se halle su letra, y mediante el cual reve-
sometida a considerables limitaciones y la muy claramente la situación histórica
distorsiones por la diversidad de los há- y social de quien lo formuló. Reduciendo
bitos nosonomásticos en los principales la formulación del juicio diagnóstico al
idiomas cultos, y como consecuencia en aserto "El enfermo A padece una esteno-
los que médicamente de ellos dependen. sis mitral", esto es, ignorando -o proce-
La necesidad: la construcción de un sis- diendo como si se ignorase- lo que la
tema taxonómico y léxico universalmen- cardiología ha progresado desde los
te aceptado -la ICD {International Classi- años de Duroziez y Potain, el médico
fication of Diseases) es todavía insuficien- vive científicamente en el nivel histórico
te, y su arraigo en los diferentes países que esos dos nombres, con el de Boui-
dista mucho de ser el deseable- y apto llaud, poco anterior a ellos, de tan ine-
por consiguiente para que el ámbito de quívoca manera declaran; nivel científi-
la socialización del saber médico pueda co que discrónicamente acaso se combi-
ser, por encima de las diferencias idio- na con otros dos, el actual a que, imagi-
máticas y culturales, real y verdadera- nemos este caso, pertenece el modelo
mente planetario. Hablan los documen- social de la asistencia que el médico
talistas del collegium invisibile que para presta, y el no tan actual como éste y no
cada publicación científica constituyen tan pretérito como el científico, que co-
sus lectores en el mundo entero. Pues rresponda al tratamiento prescrito. El
bien: la designación de los diagnósticos segundo momento de la pauta se halla
médicos, y con ella el léxico de todos los con'stituido por el saber que la formula-
capítulos de la medicina, debe asimismo ción técnica y la comunicación del diag-
tener un homogéneo "colegio invisible" nóstico en varia forma siempre ofrecen:
en todos los pueblos del orbe, cuales- como novedad histórica, cuando por vez
quiera que sean el lugar geográfico, la primera es descrito un modo de en-
lengua y la cultura. fermar (por ejemplo: el diagnóstico de
"anemia falciforme" que Pauling y sus
2. SABER DIAGNOSTICO Y SOCIALIZACION colaboradores enseñaron a establecer e
interpretar) o una concepción diagnósti-
La formulación de un diagnóstico ex- ca nueva de enfermedades ya conocidas
presa un saber, y en éste tiene otro mo- (por ejemplo: la designación de la vieja
mento el hecho de su socialización. Cien- "neumonía lobar" como "neumonía lo-
tífico o técnico, todo saber debe sociali- bar neumocócica" o "neumonía lobar
zarse para ser eficaz. La comunicación al neumobacilar" tan pronto como Frankel
círculo de los más próximos oyentes y Friedlander hicieron ver que ese tradi-
(colaboradores, discípulos, colegas en la cional cuadro clínico es unas veces pro-
Universidad o en la Academia) y la pu- ducido por un diplococo, el descubierto
blicación en la revista especializada o en por Frankel, y otras por un bacilo, el
el magazine para el gran público, hacen identificado por Friedlander); y como
que los hallazgos y las ideas del hombre fuente de conocimiento histórico, cuan-
de ciencia lleguen al grupo social que do, valga este ejemplo, un investigador
hoy es tópico llamar "la clase científica". trate de definir y datar los varios niveles
Pero el saber manifiesto en la formula- de la formación científica entre los mé-
ción y la comunicación del juicio diag- dicos pertenecientes a una determinada
nóstico, que a veces, claro está, también situación cronológica y cultural de la
puede socializarse como lo hacen las medicina (por ejemplo: en qué nivel
ideas puramente científicas, gana su vi- científico vivían, según la letra de sus
gencia social según las pautas que la formulaciones diagnósticas, los médicos
práctica médica impone. universitarios, los médicos hospitalarios,
Dos momentos complementarios de- los médicos urbanos y los médicos rura-
ben ser distinguidos en este proceso. les en tal país y en tal fecha).
Teoría 387

Por una vía o por otra, el contenido en examinaremos en el capítulo subsiguien-


saber del juicio diagnóstico contribuye te, constituye un momento más de su so-
de muy peculiar modo a la configura- cialización. Social es, en efecto, la fuente
ción de ese juicio como genuino hecho de que ese dinero procede, y sociales
social; o, como reiteradamente vengo di- son las vías por las que llega a la disposi-
ciendo, a su socialización. ción del médico, los límites impuestos a
su empleo ("Para tal exploración, este
Centro no tiene recursos", suele oírse) y
3. ECONOMIA Y SOCIALIZACION los canales por los que su consumo y
DEL DIAGNOSTICO
distribución discurren. No hay duda: el
Prácticamente desconocido en los li- momento económico del acto diagnósti-
bros de corte tradicional, aunque la fe- co contribuye esencialmente a darle su
cha de su edición sea reciente, y cada ineludible condición de acto social.
vez más atentamente estudiado desde Mirada desde el punto de vista econó-
que Grotjahn introdujo la sociología mé- mico, la sociología del diagnóstico per-
dica entre las disciplinas básicas de la mite discernir en éste varios modos típi-
medicina, el momento económico del cos. Fundamentalmente, los siguientes:
diagnóstico ha venido a ser parte esen- a) Diagnóstico sin restricciones en el em-
cial en el proceso de su socialización. No pleo de las técnicas que el médico esti-
se trata, por supuesto, de un suceso his- me necesarias o convenientes para esta-
tóricamente nuevo: desde los hipocráti- blecerlo, bien porque la particular eco-
cos hasta hoy, nunca el diagnóstico mé- nomía del paciente lo consienta, cuando
dico ha sido ajeno a la economía; siem- es privada la asistencia, bien porque a
pre su establecimiento ha costado algo a tanto alcanza la dotación económica del
alguien, el propio enfermo, el adminis- centro asistencial, cuando es éste el mar-
trador de los fondos de un hospital o el co administrativo y financiero de la ex-
Estado. Pero el estudio de este esencial ploración y el tratamiento. En tales ca-
componente del acto de diagnosticar sos, a la ponderación técnica y la con-
sólo cobró existencia notoria cuando se ciencia ética del clínico quedará relega-
aunaron las siguientes cuatro instancias: da la adopción o la exclusión de cada
el auge de la sociología como disciplina uno de los posibles recursos explorato-
científica, la abundancia de las técnicas rios. b) Diagnóstico con restricciones de-
exploratorias, y por tanto la tentación de bidas a la limitación de los recursos del
emplearlas oportuna o importunamente, paciente. Cuanto esto suceda, el saber
el coste de alguna de ellas y la conver- del médico y su sensibilidad ética serán
sión de la asistencia médica en derecho no pocas veces puestos a prueba. ¿Es so-
social. Esto es, durante los decenios cen- cialmente tolerable que pudiendo em-
trales de nuestro siglo. plearse, porque sería posible disponer
Uno de los temas de la sociología mé- de él, y debiendo ser empleado, porque
dica -y, por extensión, de la teoría del técnicamente se halla entonces indicado,
diagnóstico- es el coste de los recursos haya que renunciar a un determinado
que el médico utiliza en su asistencia al procedimiento diagnóstico? e) Diagnósti-
enfermo. En el capítulo de The logic of co con las limitaciones que por razones
medicine consagrado al proceso diagnós- económicas haya establecido la institu-
tico, valga este ejemplo, escribe E. A. ción asistencial -seguro obligatorio, be-
Murphy: "Debe decirse algo acerca de neficencia, etc.- socialmente encargada
las funciones de coste (cost functions). La de cuidar al enfermo. Mutatis mutandis,
palabra coste no es usada aquí en la interrogación precedente deberá rea-
un sentido exclusivamente crematístico; parecer en la mente del médico. d) Diag-
pero sería necio pretender que el dinero nóstico en el cual un médico que conoce
no debe ser tomado en consideración en las posibilidades técnicas de su oficio
lo tocante al diagnóstico". El diagnóstico debe renunciar a alguna de ellas, porque
cuesta siempre dinero y puede costar el medio en que trabaja -país o comarca
más o menos; lo cual, además de plan- subdesarrollados- no puede ofrecérse-
tear los problemas técnicos y éticos que las. Un problema técnico, cómo sustituir
388 El diagnóstico médico

aquello de que no se dispone, y otro po- lo mismo estar enfermo en el seno de


lítico y ético, por qué es tan desigual en una tribu africana y en el ajedrezado ur-
el planeta la distribución de los recursos bano de Manhattan- y dentro de uno de
materiales y los bienes de la cultura, se los grupos que componen la sociedad en
presentarán entonces al explorador, si cuestión, se comprende que la socializa-
su alma es técnica, política y éticamente ción político-administrativa de la enfer-
sensible. medad y del diagnóstico, siempre detec-
table, salvo en los raros casos de margi-
4. EL MOMENTO POLITICO nación social absoluta, adopte de hecho
DE LA SOCIALIZACION muy distintas formas. Lo cual nos con-
duce directamente al tercero de los pun-
A la implicación económica del acto tos que para un metódico tratamiento
diagnóstico va estrechamente unida su del tema antes discerní.
implicación política; más precisamente,
político-administrativa. Más en los paí-
ses totalitarios, mucho menos o inapre- 111. MODULACIONES
ciablemente en los países liberales, el DE LA SOCIALIZACION
poder político -y sólo en tanto que po-
der político, no por razones de orden Volvamos a nuestro aserto inicial:
económico- condiciona a veces la con- cuando ha sido integralmente cumplida,
ducta diagnóstica del médico. En lo to- la actividad diagnóstica es siempre un
cante a los regímenes totalitarios, dos hecho social, y así lo demuestra el más
únicos ejemplos: los diagnósticos de ta- somero análisis de ella. En el ejercicio
ras raciales o simplemente genéticas, de dicha actividad coinciden y cooperan
con vistas a una posible esterilización dos roles sociales, dos "expectativas so-
del paciente o a otras decisiones todavía cialmente institucionalizadas", en el len-
más drásticas, en la Alemania nazi; los guaje de Talcott Parsons: el del enfermo
de enfermedad mental políticamente pe- y el del médico. Valdrá la pena indicar,
ligrosa, y por tanto exigente de reclu- siguiendo al propio Parsons, cómo en las
sión, en la Unión Soviética. Y, por otra sociedades lato sensu occidentales se
parte, la lectura de los boletines que dan han institucionalizado las expectativas
pública noticia del curso de la enferme- tocantes al enfermo y las relativas al mé-
dad de un jefe de Estado o de un recluso dico. El enfermo queda libre, mientras
en huelga de hambre, muestra cómo el lo está, de las obligaciones sociales inhe-
condicionamiento político del diagnósti- rentes a los roles que en estado normal
co puede también llegar hasta los paí- ejecutaba dentro del sistema; no puede,
ses de régimen más inequívocamente li- por mucho que en ello se empeñe, que-
beral. dar por sí mismo libre de su enferme-
La vía por la cual se hace patente el dad; está socialmente obligado a querer
momento político en el acto diagnóstico curarse; está asimismo socialmente obli-
tiene con mayor frecuencia, sin embar- gado a solicitar ayuda médica y a coope-
go, carácter administrativo. Salvo en el rar con el médico que se la presta. Por
caso de las personas voluntaria o forzo- vía de reciprocidad, el médico debe ayu-
samente marginadas -hippies, clochards, dar al enfermo a liberarse de sus obliga-
artistas bohemios, mendigos, etc.-, los ciones sociales (tal es la misión del "cer-
diversos modos de la incardinación so- tificado de enfermedad" y de la "baja la-
cial del hombre -empresario, obrero, boral"), aceptar la irresponsabilidad del
funcionario, rentista- surgen de la socie- paciente respecto de su condición de tal
dad misma, por vía de elección unas ve- (lo cual, cuando se trate de desórdenes
ces y por modo de presión coactiva neuróticos, podrá ponerle en colisión
otras, pero en definitiva son socialmente con su entorno social, porque hay am-
ordenados por la administración estatal; bientes en los cuales se tiende a hacer al
y puesto que el enfermo realiza su rol neurótico responsable de su enferme-
social propio en la sociedad a que perte- dad) (4), acoger y cultivar la voluntad de
nezca -desde este punto de vista, no es curación del enfermo (o suscitarla, cuan-
Teoría 389

do es débil o negativa) y poner a contri- l. EL ENFERMO PRIVADO


bución su técnica en la empresa de cu-
El propio del enfermo privado. Salvo
rarle (paliando como mejor pueda las
que se trate de una enfermedad conta-
ocasionales limitaciones mencionadas
giosa, de lesiones consecutivas a alguna
en el apartado anterior). Dentro de este
agresión o de una intoxicación de origen
cuadro de deberes sociales, el médico presumiblemente culposo, ninguna or-
tiene que actuar optando por una u otra denación político-administrativa obliga
de las varias "pautas de orientación" al médico a dar una determinada forma
(pattern variables) que le ofrece el con- a su juicio diagnóstico. Esa forma adqui-
creto ejercicio de su oficio; entre la afec- rirá su socialidad según el destinatario
ción emocional ante el paciente y la del diagnóstico sea el enfermo mismo,
neutralidad afectiva, elegirá ésta; entre su familia o -si el paciente es persona
la orientación hacia la colectividad y la política o socialmente muy destacada- el
orientación hacia sí mismo, aquélla; en- grupo de quienes han de decidir acerca
tre las normas de vigencia universal y de la comunicación pública del dicta-
las de vigencia particular, las primeras; men en cuestión.
entre la atención a consideraciones pre-
vias a su intervención (la familia del en-
fermo, por ejemplo) y el puro atenimien- 2. LA ASISTENCIA SOCIAL
to al rendimiento social de su actuación,
este último; entre una orientación fun- El correspondiente a la asistencia mé-
cionalmente difusa y otra funcionalmen- dica habitualmente llamada "social". El
te específica, la especificidad funcio- médico formula y comunica su diagnós-
nal (5). tico al paciente y a la entidad asegurado-
Roles y pautas de orientación. Acépte- ra sin condicionamientos de carácter
se o no el esquema de Parsons, un entra- técnico: la letra de su juicio depende tan
mado de unos y otras regirá en cada so- sólo de su modo de entender médica-
ciedad el ejercicio de la medicina y di- mente el caso -de su mentalidad como
versificará operacionalmente la eficacia tal médico, del nivel de su saber-, aun-
social de la formulación del diagnóstico. que para obtenerlo haya de atenerse a
Señalado, como sabemos, por R. Koch, las limitaciones técnicas antes señaladas.
reconocido luego por F. Mainzer (6), T. S. Pero es evidente que los cuestionarios
Szasz (7) y O. Lippross (8), temáticamente impresos en que el diagnóstico debe ser
afirmado más tarde por R. N. Braun y W. consignado, y en determinadas ocasio-
Wieland, el carácter pragmático y opera- nes la obligación de seguir una determi-
tivo, no meramente cognoscitivo, del nada pauta nosonomástica -la de la ICD,
aserto diagnóstico, incluye un compo- la KDS de Immich, la SNDO de la Ameri-
nente genuinamente social. El "elemen- can Medica[ Association, etc.-, determina-
to de actuación" que en ese aserto des- rán muchas veces la letra de la comuni-
cubre Wieland no queda agotado por el cación.
esencial y primario momento terapéuti-
co de la medicina como "ciencia prácti-
3. EXPLORACIONES NO ASISTENCIALES
ca", contiene también otro, correspon-
diente a la "actuación" que en una deter- Los dependientes de exploraciones
minada porción de la sociedad lleva a que, al servicio de un fin no primaria-
cabo la comunicación del juicio diagnós- mente asistencial, preceptivamente con-
tico; momento éste que siendo específi- ducen al médico a un juicio discrimina-
camente social, porque entes sociales torio (sano o enfermo, apto o no apto,
son el enfermo y el médico, y no sólo enfermo de tal pronóstico o de tal otro)
por su genérica condición de hombres, o codificable (datos para un estudio epi-
también como tal enfermo y como tal demiológico-clínico, demográfico, etc.):
médico, debe ser estudiado según los dictámenes de aptitud o no aptitud para
modos típicos en que se diversifica. A mi el servicio militar y de enfermedad o no
modo de ver, los principales son los si- enfermedad para las entidades asegura-
guientes: doras, bajas y altas de los soldados en
390 El diagnóstico médico

campaña, exámenes en serie para la de- medicina informática y de los breves apuntes
tección de una determinada enferme- consignados en mi exposición del pensamiento
de Feinstein, véase Overall, J. E., "Empírica! ap-
dad, etc. En todos estos casos, la formu- proaches to classification", en Jacquez, J. A.
lación y la comunicación del diagnóstico (ed.), Computer diagnosis and diagnostic met-
-en definitiva, la forma de su socializa- hods (Springfield, Ill., 1972), y especialmente -a
ción- dependerán estrictamente del fin a título de ejemplo- la tabla de los prototipos
diagnósticos psiquiátricos en cuatro países eu-
que la exploración vaya encaminada. El ropeos (Alemania, Francia, Italia y Checoslova-
carácter operacional y no meramente quia).
científico del diagnóstico aparecerá así 4. Véase, Hollingshead, A. B. and Redlich, F. C.,
con entera patencia. "Social class and psychiatric disorders", en Mil-
bank Memorial Fund (New York, 1953), y Social
En suma: la estructura misma del acto class and mental illness (New York, 1958), así
diagnóstico y su varia modulación hacen como Brautigam, W., y Christian, P., "Wesen
ver que, contra el ideal postulado por und Formen der Psychotherapeutischen Situa-
Schweninger, el médico y el enfermo no tion", en el ya citado Handbuch der Neurosen-
lehre, de Frankl, Gebsattel y Schultz, I.
se encuentran nunca entre sí como dos 5. Parsons, T., "Psychoanalysis and the social
habitantes de una isla desierta, sino -ad- structure", Psychoanal. Quarterly 19 (1951), 371,
viértanlo o no lo adviertan- como miem- The social system (Glencoe, Ill., 1951) y "Illness
bros de una sociedad. Sólo teniendo esto and the role of the physician", Am. J. Orthopsy-
chiatry 21 (1951), 452.
en cuenta podrá ser rectamente entendi- 6. Mainzer, F., Ueber die logischen Prinzipien der
do un juicio clínico (9). iirztlichen Diagnosen (Berlín, 1925).
7. Szasz, T. S., "Malingering. Diagnosis or social
condemnation?", Arch. Neur. and Psych. 76
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA (1956), 432.
8. Lippross, O., "Ein Scheinproblem", Arzt in
l. Foucault, M., "¿Crisis de un modelo en la medi- Westfalen 4 (1956), 19.
cina?", La medicina tradicional (México), III, 9, 9. Una visión general de la condición social del
1980. saber médico la ofrece M. W. Wartofsky en
2. Foucault, M., Surveillance et punition (Paris, "The Social Presuppositions of Medica! Know-
1975). ledge", comunicación al IX Simposio lnterdisci-
3. Como complemento de lo que sobre el tema plinar sobre Filosofía y Medicina (Madrid, Fun-
indiqué en el capítulo concerniente a la dación Juan March, marzo de 1979).
Capítulo II

Etica del diagnóstico

Todo acto humano, en el sentido fuer- templado: su condición técnica y su con-


te de esta palabra, es por esencia moral. dición social. Como acto técnico -como
A diferencia de la conducta del animal, operación en la cual se hace algo sabien-
la conducta del hombre es moral y no do qué se hace y por qué se hace eso que
puede no serlo. Los instintos del animal se hace-, la moralidad del diagnóstico
le hacen vivir "ajustado" a su medio; el toma la forma de un "deber saber ha-
hombre, en cambio, se ve obligado a cer según ese "qué" y ese por que .
ajustar constantemente su comporta- Como acto social, el diagnóstico es mo-
miento a su situación -y, a través de ella, ral -con las dos posibilidades que esta
a su mundo y a la realidad- mediante el afirmación envuelve: ser "moralmente
ejercicio de su libertad y su inteligencia, bueno" y ser "moralmente malo"- en
con lo cual el "ajustamiento" se trueca cuanto que actúa favoreciendo o perju-
en "justificación". La justificación es la dicando la dinámica y la calidad del gru-
expresión moral de la estructura interna po humano a que el paciente y el médi-
del acto humano, y consiste en dar razón co pertenecen. Pero la moralidad del
-recta en los actos "buenos", torcida en acto diagnóstico es aprobable o reproba-
los actos "malos"- de la singular posibi- ble por razones más obvias y más fuer-
lidad de ser hombre que ha puesto en tes: porque su obtención y su comunica-
juego la ejecución efectiva de aquél. ción afectan a la vida de una persona, la
Toda "pre-ferencia" supone la acepta- del enfermo, y desde este primario pun-
ción ejecutiva de una determinada "fe- to de vista hay que juzgar el "deber sa-
rencia" (Zubiri) -si se quiere, de una ber hacer" del médico que diagnostica y
"tendencia natural"- y comporta la recta los efectos sociales de la comunicación
o torcida justificación de ese "pre"; esto de su juicio. Alguna diferencia ética hay,
es, la existencia de una razón explícita o valga este ejemplo, entre el diagnóstico
implícita por la cual la ferencia pre- de la avería de un motor y el de cual-
ferida ha sido libre e inteligentemente quier desorden de un ser humano.
ejecutada (1). Todo ello aparecerá claramente exa-
En tanto que resultado de una acción minando una tras otra las etapas de la
formalmente humana, el diagnóstico mé- ejecución del diagnóstico y el modo
dico es, pues, un acto moral. Lo es, por como en cada una de ellas se hace pa-
supuesto, a través de las dos determina- tente esa constitutiva moralidad de la
ciones que en su estructura hemos con- operación a que pertenecen.

91
392 El diagnóstico médico

l. ETICA DE LA INTENCION na servirá para mejor curar". Pero por


DEL DIAGNOSTICO meritoria que sea una investigación pu-
ramente científica de la enfermedad que
Debemos estudiar en primer término padece un hombre, ni a esa investiga-
la ética de la intención del diagnóstico; el ción debe dársele el nombre de "diag-
"para qué" de éste, según una fórmula nóstico médico", ni puede hallarse total-
repetidamente empleada en páginas an- mente exenta de censura moral, si su
teriores; intención que puede a mi juicio ejecutante, por cumplirla, descuida su
tipificarse según las cuatro actitudes car- primario deber de terapeuta.
dinales que en la disposición del médico
frente al ejercicio de la medicina fueron
por mí nombradas mediante cuatro par- 2. EL MEDICO COMO "EGO FUNGENS"
ticipios activos, los correspondientes a La instauración de la asistencia médi-
los verbos que expresan la orientación ca socializada o colectivizada ha dado lu-
predominante en ese ejercicio: ego sa- gar a que el médico actúe clínicamente
piens, ego fungens, ego cupiens y ego como funcionario, con el peligro de que
adiuvans. su yo como tal médico sea un ego fun-
gens (de fungor, desempeñar una functio)
habituado a poner en primer término y
1. EL MEDICO COMO "EGO SAPIENS"
de manera genérica tal condición funcio-
Cuando el yo de un clínico es ante narial. Quiero romper una lanza en favor
todo ego sapiens -nunca lo será plena- del funcionario. Si éste cumple su fun-
mente, si ese clínico no se obstina en ac- ción con la pulcritud que Hegel vio y
tuar como un naturalista puro: como un elogió en el trabajo del Beamte prusiano
entomólogo o un explorador de la fun- de su época, tan informado en su con-
ción de las mitocondrias-, la intención ducta por el imperativo categórico kan-
dominante de su actuación diagnóstica tiano; si el médico de la Seguridad So-
consiste en el conocimiento científico de cial, que de él principalmente se habla
la enfermedad en cuestión; conocimien- ahora, diagnostica y trata a los enfermos
to clínico-sintomático, anatomopatológi- a su cargo como técnica y humanamente
co, fisiopatológico, etiológico, biológico- debe hacerse -dentro, por supuesto, de
molecular, genético, etc., según la menta- los límites de tiempo y recursos que su
lidad y el propósito del investigador. En práctica le imponga; esto es lo penoso-,
los médicos que, por la razón que sea, en modo alguno estará justificada la acti-
con su conducta se han aproximado al tud de los que se sienten vituperados
famoso "nihilismo terapéutico" de Sko- por ser médicos-funcionarios o de los que,
da y Dietl, en el proceder hospitalario de desde un afectado olimpismo de médi-
un Addison, en los fisiopatólogos alema- cos-libres, neciamente les vitupe-
nes de comienzos de nuestro siglo que, ran. Ser técnica y éticamente "buen mé-
según el testimonio de V. von Weizsac- dico" es cumplir con corrección técnica
ker, pasaban rápidamente por la sala del y ética el oficio de diagnosticar y tratar
hospital y se demoraban horas y horas al enfermo, sea quien sea el que paga ese
en el laboratorio experimental, ése ha trabajo y sea cual sea el marco institu-
sido el caso. cional en que se le ejecute.
En modo alguno trato de discutir la Puede suceder, eso sí, que el médico
grandeza de estos clínicos, sin los cuales funcionario convierta en rutina el cum-
no habría llegado a ser la medicina todo plimiento de su función, y en tal caso po-
lo que hoy es; de ningún modo pretendo drá hacerse éticamente reprobable su
negar la licitud de la investigación cien- actividad diagnóstica. Entre otras cosas,
tífica intrahospitalaria, si la utilización porque esa entrega a la rutina -con la
del cuerpo del enfermo no vulnera las consiguiente incapacidad para vivir cada
reglas éticas de la pesquisa in anima no- "caso" como una aventura médica y hu-
bili. Plenamente válido es, por otra par- mana rigurosamente inédita- no pocas
te, el argumento de quienes dicen: "Lo veces le llevará a no advertir la existen-
que hoy hago para mejor conocer, maña- cia de notas o aspectos diagnósticamen-
Teoría 393

te importantes en la realidad del enfer- mente vituperable el deseo de prestigio


mo. Mutatis mutandis, ¿no es esto lo que y lucro, ni este deseo suele dañar la eje-
a cualquier mal funcionario suele ocu- cución del diagnóstico. La corrección de
rrirle? ella es, al contrario, condición punto
menos que necesaria para el triunfo so-
cial del médico. Pero es evidente que
3. EL MEDICO COMO "EGO CUPIENS"
una conducta diagnóstica excesivamente
Para todo aquel cuya actividad tiene animada por ese deseo puede alejar al
cierta irradiación social y una remunera- clínico de la corrección moral que pide
ción no sometida a norma fija, la posibi- una deontología medianamente rigurosa.
lidad de ejercerla de modo que en su
alma prevalezca abusivamente el apetito
4. EL MEDICO COMO "EGO ADIUVANS"
de lucro y fama -dicho de otro modo: la
posibilidad de que el yo de quien la ejer- Por razones tanto éticas como técni-
ce se realice desmedidamente como ego cas -puesto que a la tékhné iatriké le es
cupiens- constituye un evidente riesgo esencial el "elemento de actuación" de
moral, ese a que alude la sentencia ascé- que habla W. Wieland-, el genuino yo
tica que declara al "mundo" -el lugar del médico debe ser ante todo un ego
donde existen y desde donde operan el adiuvans. La definición canónica del mé-
señuelo de la fama y el cimbel del lucro- dico reza desde hace siglos: vir bonus
"enemigo del alma". medendi peritus; y el verbo medeor, la ac-
Uno de los méritos del filólogo L. tividad en que el sanador debe ser peri-
Edelstein consiste en haber mostrado to, significa ante todo "remediar" o "ali-
cómo el apetito de prestigio social, con viar". No es buen médico, en consecuen-
el auge consiguiente en el lucro profe- cia, el que no procura que su actividad
sional, fue motivo importante, muy im- diagnóstica no sea en sí misma, en algu-
portante, a veces, en la conducta de los na medida, remedio o alivio, y no se ha-
médicos hipocráticos; y desde entonces lle interna y primariamente ordenada a
hasta hoy, la historia del ejercicio médi- la curación o la mejoría del paciente.
co muestra cómo esos dos motivos han Que esta intención sea la decisiva en
perdurado entre los sanadores de Occi- la conducta diagnóstica del médico: tal
dente. Durante la época en que llegó a debe ser la regla. Para cumplirla será en-
su ápice la fama del "médico diagnosti- teramente secundario que el médico la
cador" -la Viena de Skoda y Oppolzer, el ponga en práctica en su consultorio pri-
París de Potain y Dieulafoy-, ¿cómo no vado, en un ambulatorio de la asistencia
advertir que la irradiación de esa fama social o en una sala hospitalaria; y cuan-
en los círculos médicos y extramédicos do efectivamente quede cumplida, bien
de las respectivas ciudades era una de cumplida, podrá ganar perfección si el
las incitaciones que movían hacia el vir- médico utiliza la tarea del diagnóstico
tuosismo diagnóstico? La socialización también para incrementar su propio sa-
de la asistencia médica y la difusión de ber o el saber de los demás, y no sufrirá
la práctica en equipo han reducido no menoscabo serio si con ella lícita y deco-
poco el divismo de los grandes clínicos rosamente busca el incremento de su
durante la segunda mitad del siglo XIX y crédito social.
la primera mitad del siglo xx; pero una
indagación detenida de ese hecho social
en los senos de la práctica médica ac- 11. ETICA DE LA OBTENCION
tual, no dejará de mostrar la perdura- DEL DIAGNOSTICO
ción de su vigencia. Baste contemplar la
actitud ante el lucro dominante entre los La intención que orienta la conducta -
triunfadores de la práctica médica, en el diagnóstica se realiza, como es obvio, en
seno de las sociedades donde perduran la obtención del diagnóstico mismo, esto
restos considerables de la llamada "me- es, en la serie de operaciones materiales
dicina libre". y mentales que conducen a la formula-
En sí mismo considerado, ni es ética- ción del juicio clínico. Tras la ética de
394 El diagnóstico médico

esa intención debe ser considerada, pues, delicado se hace el problema ético en
la ética de la obtención del diagnóstico. los diagnósticos y las curas de carácter
El médico conversa con el enfermo, psicoanalítico, sea o no sea freudiana la
mira y palpa su cuerpo, le percute y le orientación doctrinal del psicoterapeuta.
ausculta, explora sus reflejos, registra su Que en este caso, como en todos, el clíni-
electrocardiograma, le examina radios- co explorador puede hacer más de lo que
cópica y radiográficamente, le somete a debe hacer -que, en consecuencia, puede
las más diversas pruebas de laboratorio. ahondar en la intimidad del paciente
¿cuándo todas estas operaciones serán allende lo que técnica y éticamente sea
éticamente correctas? Tal es ahora el correcto-, es cosa por todos sabida, y no
problema, cuyo tratamiento exige distin- habrá un solo psicoanalista que no se
guir tres aspectos, el técnico, el econó- haya visto en el trance de tomar a este
mico y el social. respecto alguna decisión personal. Ha-
cer todo y sólo lo que técnicamente se
estime necesario para la curación del pa-
l. ASPECTO TECNICO ciente, respetar al máximo el bienestar y
Mala habrá de ser la calificación ética la intimidad de éste, cumplir con la pul-
de una exploración si el médico, por más critud más exquisita la obligación de la
o menos culposa deficiencia suya, no "neutralidad afectiva" y el mandamiento
realiza correctamente todas las técnicas del secreto profesional, tales son las re-
que la integran: si ausculta sin haber glas -no siempre fáciles de observar- a
aprendido a auscultar, si examina un que en cada caso deberá atenerse el mé-
electrocardiograma sin la mínima des- dico, para en verdad ser vir bonus me-
treza para interpretarlo. Nada más evi- dendi peritus.
dente. Pero después de lo dicho en las
páginas consagradas a la intelección an- 2. ASPECTO ECONOMICO
tropológica de la semiología clínica, no
menos evidente resulta que sin la inten- El constitutivo elemento económico
ción y la técnica correspondientes a ella del diagnóstico introduce otro ineludi-
-las integrantes de los capítulos técni- ble motivo ético en el ejercicio de diag-
co-doctrinales que propuse llamar opsi- nosticar. Sea quien quiera el que pague
técnica, quirotécnica, haptotécnica y lo- la asistencia médica -el paciente mismo
gotécnica del médico, más los corres- o la institución que de ello cuide-, el mé-
pondientes a la exploración instrumen- dico debe tener siempre ante sí, como
tal y a las pruebas funcionales- no será un tema ineludible, el precio de los re-
posible la entera corrección ética de la cursos exploratorios que se proponga
actividad exploratoria. utilizar. Le obliga a ello, por una parte,
Más aún. La exploración clínica no un imperativo técnico. "El conocimiento
será éticamente correcta si el explora- clínico que esta prueba pueda conceder-
dor no procura reducir al mínimo sufi- me -debe en todo momento preguntar- se-
ciente tanto el número de las pruebas a , ¿justifica verdaderamente su coste?"
que en cada enfermo recurre, como la Más de una vez he tenido ocasión de re-
molestia y el riesgo a que el paciente cordar el nombre de fat file, "protocolo
pueda ser sometido. La regla que Wulff gordo", dado por los médicos norteame-
denomina minimax loss principie o "mi- ricanos a las historias clínicas que van
nimización de la máxima pérdida", los creciendo a fuerza de añadir a su legajo
preceptos relativos a la sensibilidad datos exploratorios prácticamente inúti-
y la especificidad de las pruebas elegi- les. Mas también queda a ello obligado
das, la consideración de las posibles va- por un doble imperativo ético. El médi-
riaciones en la cuantía y en la estima- co debe preguntarse, en efecto, si con
ción de los resultados y, en general, todo sus acaso abusivas demandas paraclíni-
lo dicho al hablar de la estrategia del cas no estará dañando la economía pri-
diagnóstico, son tanto pautas técnicas vada del paciente o la economía pública
como normas morales para la actuación de la comunidad o el país en que trabaja.
exploratoria del médico. Especialmente Y si su conciencia moral es verdadera-
Teoría 395

mente humana, y por tanto abiertamen- conflicto moral, y que tales normas afec-
te planetaria, ¿podrá dejar de pensar en tan al modo de valorar clínicamente los
los miles y miles de enfermos que en los resultados de la exploración y de elabo-
países pobres del planeta carecen de rar el juicio clínico. No será ocioso re-
muchos de los recursos diagnósticos cordar a título de ejemplo las observa-
cuya utilidad es segura? ciones de Hollingshead y Redlich, por el
Una voz especialmente autorizada se lado norteamericano, y las de Brautigam
ha alzado hace pocos años contra este ru- y Christian, por el lado germánico, acer-
tinario y creciente abuso de la apelación ca de las diversas actitudes sociales ante
al "dato de laboratorio": la de D. S. el diagnóstico de "neurosis". Dentro de
Young, del Departamento de Patología la ética médica general -la del primum
Clínica de los Institutos Federales de non nocere, por ejemplo-, cada sociedad
Bethesda (Maryland, USA). Tras un do- tiene sus propias convenciones éticas y,
cumentado y objetivo estudio de las va- como acabo de decir, la práctica del
riaciones que en el resultado de la prue- diagnóstico no queda fuera de ellas. Un
ba introducen tanto los factores genéti- tema bien necesitado de estudio atento.
cos y los fisiológicos a largo plazo (edad,
dieta habitual, etc.) y a plazo corto
(eventos de la vida de cada día), como la 111. ETICA DE LA COMUNICACION
toma de la muestra y procedimiento DEL DIAGNOSTICO
analítico -a lo cual habría que añadir la
inter-observer y la intra-observer varia- Esencial es, dentro de nuestro actual
tion de la determinación-, Young afirma problema, la parte que en él tiene la éti-
lo siguiente: "No pocos médicos han lle- ca de la comunicación del diagnóstico;
gado a hacerse tan dependientes de los por tanto, el aspecto moral de las varias
datos de laboratorio, que nunca termi- cuestiones -técnicas, afectivas o jurídi-
nan la exploración física del enfermo sin cas- que puede suscitar la comunicación
solicitar varias determinaciones paraclí- de su contenido a aquellos en quienes
nicas. Pero lo cierto es que apenas pue- haya de adquirir su plenitud real: el pro-
de demostrarse que el común de los pa- pio enfermo, la familia de éste o la insti-
cientes sean por ello mejor tratados, ni tución social a quien interese tal diag-
que se haga más corta su hospitaliza- nóstico.
ción" (3). Que el lector obtenga por sí Por el mero hecho de ser pronunciada
mismo el corolario técnico, económico y y oída -o leída-, toda palabra ejecuta una
ético que de esta certera conclusión se acción ad extra, con gran frecuencia so-
desprende. cial: recuérdese lo dicho al exponer la
psicología del lenguaje de K. Bühler. El
contenido y la forma de lo que se dice, la
3. ASPECTO SOCIAL persona y la intención del locuente y la
La valoración del dato exploratorio y situación y la ocasión del oyente -o del
la influencia del diagnóstico deben ser lector, si la comunicación es escrita-
éticamente juzgados no sólo desde un condicionan el modo y la intensidad de
punto de vista técnico y económico, tam- tal acción; el ámbito a que ésta afecte, la
bién -al margen, por tanto, de la impli- extensión de su socialidad. Modulada
cación económica que casi todos los fe- por su contenido propio, una noticia que
nómenos sociales llevan consigo- desde ineludiblemente va a modificar, poco o
un punto puramente social. De nuevo mucho, la vida de quien la recibe, la co-
tengo que mencionar las expectativas municación del diagnóstico no consti-
institucionalizadas y las pautas de deci- tuye una excepción a la regla; y la singu-
sión que componen el rol del médico, se- lar índole de su acción -la modificación
gún el análisis de Talcott Parsons. Pero, de una vida alterada por la enfermedad-
sean o no sean aceptadas las ideas de imprime a tal comunicación su esencial
Parsons, lo evidente es que cada socie- y peculiar carácter ético. Estudiemos su-
dad impone al médico normas de con- mariamente los varios momentos que in-
ducta cuya transgresión es causa de tegran su estructura.
396 El diagnóstico médico

1. EL SABER QUE SE COMUNICA otros en los cuales el médico se verá


obligado a pensar con doble responsabi-
Atañe el primero al modo del saber lidad -técnica y ética- en lo que sobre la
que se comunica. Aun cuando en ocasio- enfermedad diagnosticada debe decir a
nes se acerque a la total certidumbre, el la persona que la padece. A dos situacio-
saber propio del juicio diagnóstico -y nes típicas es posible referir, a mi juicio,
más aún cuando éste se eleva a verdade- este amplio conjunto de casos: aquellas
ro juicio clínico y ha de incorporar a su en que, no siendo especialmente grave el
contenido estimaciones de orden pro- contenido del juicio diagnóstico, su co-
nóstico- tiene siempre un carácter sólo municación a un enfermo sensible pue-
probable. Dentro de él hay, por supues- de dar lugar a desórdenes iatrogénicos
to, partes integrantes conocidas por considerables, y aquellas otras en que el
modo de "saber", más aún, de "saber diagnóstico hace referencia a una enfer-
cierto" -por ejemplo: "yo sé que al cua- medad gravemente amenazadora para la
dro clínico de este enfermo pertenece vida orgánica o para la vida social del
una hiperreflexia del reflejo rotuliano"-; paciente. En unas y otras, ¿cuál debe ser
pero la totalidad del juicio clínico, esto la conducta del médico? Este es el pro-
es, la referencia de todo lo observado a blema.
un desorden psicoorgánico unitario y Entre la abierta comunicación de la
central, sobre todo cuando la inferencia verdad, regla habitual en los Estados
diagnóstica alcanza el nivel y la forma de Unidos, y la cautelosa invención de un
la conjetura hermenéutica, no es conoci- engaño piadoso, práctica frecuente en
da por modo de saber, sino por modo de otros países, sobre todo en los latinos,
"creer": un creer que se modula como todas las pautas doctrinales y operativas
"creo que" ("creo que este enfermo pa- son posibles y han sido defendidas. No
dece una nefrosis"), en los casos en que trataré de exponerlas y discutirlas. Pre-
el término de la inferencia y el juicio de fiero limitarme a indicar los principios
probabilidad se refieren a una especie fundamentales en que, según mi perso-
morbosa, y que además implica un táci- nal saber y entender, debe basarse la
to, sutil y oculto "te creo", cuando la in- conducta del médico.
terpretación del médico tiene en cuenta
la actitud consciente-inconsciente del l. La regla de oro de la relación en-
enfermo ante su enfermedad, y la proba- tre el médico y el enfermo debe en todo
bilidad de lo que se sabe se refiere, más momento ser el ophélein me bláptein,
allá de la realidad de una posible espe- "ayudar y no dañar", de los hipocráticos.
cie morbosa, al evento personal que es En consecuencia, la comunicación del
el estar enfermo y padecer tal enferme- diagnóstico al paciente, sea cualquiera la
dad. forma en que se produzca, debe tener
Consecuencia: a la ética de la comuni- como fin supremo la ayuda al logro de
cación del diagnóstico pertenecerá en un mejor vivir, entendido éste según
muchos casos el respeto a cuanto en el toda la complejidad y toda la hondura
diagnóstico mismo sea "saber probable" de lo que realmente es la vida personal.
y "acto de creer" (4). Recuérdese la sen- 2. Si está en suficiente uso de sus fa-
tencia de Pickering antes transcrita. cultades mentales, el enfermo tiene tan-
to el derecho a conocer la verdad acerca
2. COMUNICACIONAL PROPIO ENFERMO de la dolencia que padece, como el dere-
cho a no conocerla. Ahora bien: uno y
Segundo momento: la comunicación otro derecho pueden ser expresamente
del diagnóstico al propio enfermo. Hay aducidos o tácitamente sentidos; y tanto
no pocos casos en que tal comunicación en uno como en otro caso, con la posibi-
no ofrece problemas notorios; muy rara- lidad de una velada discrepancia entre
mente hallará dificultad el clínico para las actitudes consciente y subconsciente
decir al paciente "Usted tiene una úlcera ante ese conocimiento y ese desconoci-
gástrica" o "Padece usted una diabetes miento. Por lo cual el médico, a través
sacarina". Pero junto a estos casos hay de un diálogo diestro y prudente, debe
Teoría 397

descubrir con la mayor precisión posible 6. La observación del secreto profe-


cuál es la real y verdadera posición del sional, modulada por las circunstancias
enfermo ante el ejercicio del derecho del caso, deberá acompañar a la práctica
por él preferido. de todos estos modos de comunicar al
3. En principio, y ante este delicado enfermo el diagnóstico de su enferme-
problema, el médico debe moverse -si dad.
se me permite decirlo así- en "el ele-
mento de la verdad": no-verdad de la en- 3. COMUNICACION A OTRAS PERSONAS
fermedad respecto de la auténtica ver-
dad de la vida sana del enfermo (Weiz- Menos graves, pero no menos reales,
sacker), verdad de lo que acerca de su suelen ser los problemas que presenta la
enfermedad dice a éste. Técnica y ética- comunicación del diagnóstico a destina-
mente bien empleada, la llamada "men- tarios de él distintos del enfermo mismo,
tira piadosa" -a la que deberá recurrirse su familia, las instituciones asistencia-
lo menos posible- no es en rigor tal les a que pertenezca o las autoridades
"mentira", sino una táctica al servicio de políticas, administrativas o judiciales
la genuina verdad del paciente. que puedan tener derecho a recibirla.
4. En la comunicación del diagnósti-
co al enfermo, el médico habrá de consi- 1. La enfermedad pertenece prima-
derar separada y conjuntamente la "ver- riamente al enfermo, y el doble derecho
dad tolerable" (la parte de verdad que el de éste antes mencionado es lo que el
enfermo puede soportar sin perturba- médico debe tener ante todo presente, a
ción y sin daño, mínima en las personas la hora de comunicar su juicio diagnósti-
débiles y sensibles, máxima en el caso co; pero en cierto modo pertenece asi-
de los inner-directed men de Riesman) y mismo a la familia del paciente, no sólo
la "verdad útil" (la porción de verdad porque con frecuencia ella es afectada, a
cuyo conocimiento puede ayudar a la veces gravemente, por el daño de la en-
curación o a una mejor vida del pacien- fermedad, también porque con frecuen-
te); doble ejercicio que en no pocas oca- cia no menor, incluso cuando la asisten-
siones exigirá del clínico sutileza y pene- cia médica es hospitalaria, tiene que co-
tración muy acusadas. laborar en el cuidado del enfermo. Dos
5. La salud es, por supuesto, un bien, preguntas principales surgen, a este res-
y la ayuda técnica al enfermo la procura pecto: ¿hasta qué punto la familia del pa-
de ese bien. Pero la salud, ¿es siempre ciente tiene derecho a saber la verdad, si
para el hombre el bien supremo? Para el paciente se opone a ello?; ¿hasta qué
algunos, sí, aunque la aguda observación punto es conveniente que alguien de la
de R. Siebeck -que a la estructura de la familia, sépalo o no lo sepa el paciente,
salud humana pertenece siempre, por conozca toda la verdad? No siempre será
modo más expreso o más tácito, la inte- fácil para el médico responder con efica-
rrogación "Salud, ¿para qué?"- en todo cia técnica y limpieza ética a estas dos
momento tenga vigencia. Para otros, no, interrogaciones.
ya por motivos de carácter intramunda- 2. La comunicación del diagnóstico,
no (así estiman su salud quienes por vo- en fin, puede tener preceptivamente un
cación creadora, por heroísmo o por he- destinatario distinto del paciente y ajeno
donismo prefieren "quemarla"), ya por a su familia. Naturalmente, el médico de-
razones de índole extramundana (el caso berá comunicar lo que acerca del estado
de quienes ven en la enfermedad una del enfermo exijan las disposiciones con-
ocasión de merecimiento para otra vi- tractuales o legales que presidan su
da). Pues bien: la recta comunicación ejercicio; pero sin olvidar que cuando se
del diagnóstico, cuando éste se refiera a trata de una verdadera enfermedad y no
dolencias vitalmente amenazadoras, exi- de una clara e interesada simulación, el
girá del médico un adecuado conoci- titular y dueño de ella es y debe ser el
miento de la realidad y las motivaciones propio enfermo.
del paciente, con objeto de proceder en 3. Tanto en el caso de la comunica-
consecuencia. ción del diagnóstico a la familia, como
398 El diagnóstico médico

en el de su declaración de carácter ofi- A., "La ética del diagnóstico en los mundos mo-
cial, según los diversos cauces antes derno y contemporáneo"; tres comunicaciones
al IX Simposio Interdisciplinar sobre Filosofía y
mencionados, el precepto del secreto Medicina (Madrid, Fundación March, marzo de
profesional pondrá con frecuencia al 1979).
médico ante problemas éticos no siem- b) Planteamiento general de los problemas éticos
pre fáciles de resolver. A título de ejem- del diagnóstico:
plo, baste pensar en los que hoy tan a Gorovitz, S., et al. (eds.) Moral Problems in Me-
dicine (Englewood Cliffs, N. J., 1976).
menudo presentan las enfermedades de Spicker, S. F., and Engelhardt, H. T. (eds.), Phi-
los llamados "delincuentes políticos" (5). losophical Medica/ Ethics: Its Nature and Signifi-
cance (Dordrecht and Boston, 1977).
Hunt, R., and Arras, J. (eds.), Ethical Issues in
Modern Medicine (Palo Alto, Calif., 1977).
Reich, W. T. (ed.) Encyclopedia of Bioethics Ri-
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA verside, N. J., 1978).
Beauchamp, T., and Walters, L. (eds.), Contem-
l. Véase Aranguren, J. L. L., Etica, 2.ª ed. (Madrid, porany Issues in Bioethics (Encino and Bel-
1959). mont, Calif., 1978).
2. Relea el lector lo expuesto o apuntado en la Engelhardt, H. T. Jr., "Ethical Issues in Diagno-
Primera Parte de este libro. Por otra parte, vea sis", Metamedicine I (1980), 39-50.
mi ya mencionado libro La relación médico- Engelhardt, D. von, "Ethik der klinischen Diag-
enfermo. Historia y teoría. nose", comunicación al IX Simposio Interdisci-
3. Young, D. S., "Clinical laboratory develop- plinar sobre Filosofía y Medicina (Madrid, Fun-
ments" e "Interpretation of clinical laboratory dación March, marzo de 1979).
data", Federation Proceedings 34 (1975), 2115 y Saiegh, R., "Perspectivas éticas desde la epide-
2162. miología", comunicación al IX Simposio Inter-
4. Sobre el "saber" y el "creer" en la enunciación disciplinar sobre Filosofía y Medicina (Madrid,
del predicado del diagnóstico, véase una fina Fundación March, marzo de 1979).
observación en Sadegh-zadeh, K., "Grundlagen- c) Etica de la comunicación del diagnóstico:
probleme einer Theorie der klinischen Praxis", Marañón, G., "Mentiras piadosas", en La medi-
Metamed 1 (1977), 76-102. cina y los médicos (Madrid, 1963).
S. Los diversos problemas éticos del diagnóstico Auer, A., "El médico y la verdad", en Etica y me-
vienen siendo estudiados con especial interés dicina (Madrid, 1972).
desde hace algunos años. Ordenada bajo tres León, A., "La verdad y el enfermo", en La muer-
rúbricas, he aquí una sucinta bibliografía de te y el morir (Caracas, 1980).
este empeño: Myers, W. P. L., "The care of the patients with
a) Historia de la ética del diagnóstico: terminal illness", Textbook of Medicine, 15.ª ed.
Laín Entralgo, P., "La ética del diagnóstico mé- (Philadelphia, 1980).
dico en la Grecia clásica"; Gracia, D., "La ética Ribera Casado, J. M., "Reflexiones acerca de la
del diagnóstico médico en el cristianismo pri- propia muerte", I, II, III, IV y V, fano, núms.
mitivo y en la Edad Media"; Albarracín Teulón, 465, 466, 468, 469, 470 (Barcelona, 1981).
Capítulo III

Praxis del diagnóstico

Entendido a la manera griega (la ac- de un país altamente desarrollado y la


ción de llevar a cabo algo, el puro estar de los médicos que en soledad y casi sin
haciendo, del cual sería forma suprema recursos técnicos deben atender a los
la theoria) o a la manera marxista (la enfermos de una tribu centroafricana,
unión de la teoría dialéctica y la práctica ¿en qué se asemejan, como no sea en
laboral y revolucionaria en la empresa algo muy radical? Supuesta, pues, la
de transformar el mundo), el término constancia de ese núcleo esencial de la
"praxis" se refiere siempre a una doble y praxis diagnóstica, reducible tal vez al
complementaria operación: dar realidad intento de conocer técnicamente la en-
concreta al proyecto de acción que im- fermedad del paciente a que se asiste,
plícita o explícitamente lleva consigo estudiemos su varia configuración dis-
toda concepción de la realidad y ofrecer tinguiendo en ella sus modos y sus ni-
a la mente material empírico para una veles.
intelección integral de lo que la realidad
sea. La praxis del diagnóstico, en conse-
cuencia, será a la vez la concreta realiza- l. MODOS CARDINALES
ción del proyecto de acción inherente a DE LA PRAXIS
la relación cognoscitiva entre el médico
y el enfermo -de su "elemento de actua- Dos son, a mi modo de ver, los modos
ción", diría Wieland- y un ofrecimiento cardinales de la praxis diagnóstica: por
de material de experiencia para la inte- una parte, aquellos en que el clínico, to-
gridad "real", no sólo "científica", del co- talmente exento, al parecer, de restric-
nocimiento médico de la enfermedad. ciones exteriores -refiéranse éstas a la
Ahora bien: que la praxis del diagnós- utilización de recursos técnicos, a la co-
tico pueda ser unitariamente conceptua- laboración de especialistas o a la infor-
da -esto es: que lo que de ella acabo de mación científica- puede llevar a cabo
decir pueda referirse a cualquiera de las un diagnóstico según las reglas que ense-
situaciones y a cualquiera de los modos ñan o sugieren los tratados y las revistas
en que los médicos diagnostican- no ex- al día; por otro lado, los que, sometidos
cluye que haya en ella modos y niveles a restricciones y condicionamientos de
enormemente distantes entre sí. La acti- diversa índole, se ven obligados a adop-
vidad diagnóstica de los equipos clínicos tar los médicos que sólo como un ideal
que trabajan en cualquier gran hospital inalcanzable o desconocido pueden ver

399
400 El diagnóstico médico

esas refinadas reglas del actual arte de los que él mismo ha obtenido y por sí
diagnosticar. Examinaré concisamente mismo proceda a ejecutar la inferencia
unos y otros. diagnóstica. Supuesta una buena forma-
ción científica y técnica, la primera de
las obligaciones del médico que así diag-
l. CON LOS RECURSOS DESEABLES
nostica es la autocrítica: autocrítica en la
En un gran hospital europeo o ameri- obtención, la constatación y la evalua-
cano -o australiano, o japonés, o surafri- ción clínica de los resultados de la ex-
cano, o neozelandés-, y dirigido por el ploración, autocrítica en la estimación
jefe de uno de sus servicios, un equipo de la probabilidad y de la amplitud cog-
médico persigue el diagnóstico de un en- noscitiva de su conclusión diagnóstica.
fermo. En su consultorio privado, un clí- No parece cosa disparatada sugerir la in-
nico eminente de cualquiera de esas zo- troducción de "ejercicios de autocrítica"
nas del planeta recibe a un hombre que en la enseñanza de todas las disciplinas
se dirige a él diciéndole: "Doctor, me clínicas; y con ellos, esta insistente indi-
siento enfermo. ¿Quiere usted decirme cación: que sólo es formalmente correc-
lo que tengo?" Son las dos situaciones to y queda formalmente acabado un
principales en que cobra realidad el pri- diagnóstico cuando es el propio médico
mero de esos dos modos cardinales de la quien lo comunica al enfermo o a las
praxis diagnóstica. Esta, sin embargo, no personas a quienes seriamente afecte su
es uniforme. En ella pueden ser discerni- conocimiento.
dos varios tipos, según su formalidad Otro es, al menos en principio, el caso
operativa, según la mentalidad que la del diagnóstico lege artis en el interior
orienta y según la situación clínica del de un centro hospitalario bien dotado.
paciente a que se atiende. Puede acontecer, es cierto, que también
ahora sea uno solo el médico encargado
de llevar a cabo la asistencia clínica del
a. La formalidad operativa paciente, y por tanto la práctica del diag-
del diagnóstico nóstico; pero desde hace algún tiempo
En la formalidad operativa del diagnós- se ha hecho norma en los hospitales que
tico lege artis o académicamente canóni- sea un equipo el que, diversamente orga-
co -aquel en que el médico se mueve nizado, según los centros, trate de llegar
cuando piensa que su praxis sólo es al diagnóstico y de instituir el tratamien-
"ciencia natural aplicada"- parece obvio to; y aunque el equipo tenga un jefe o di-
distinguir los dos subtipos que acabo de rector, como de ordinario sucede, siem-
mencionar: la práctica en un consultorio pre será un solo médico, el mismo jefe
privado y la asistencia en una clínica del equipo o un miembro de éste, el en-
hospitalaria. cargado de la comunicación del juicio
En su consultorio privado, el médico clínico cooperativamente obtenido, y
es el único responsable de la formula- por tanto de protagonizar la llegada del
ción y la comunicación del juicio diag- aserto diagnóstico a su plena integridad.
nóstico, y en no pocas ocasiones el único Ahora bien, los equipos diagnóstico-
ejecutor de las operaciones que a él con- terapéuticos pueden configurarse según
ducen: tal es el caso del cardiólogo o dos pautas principales, la mera coordi-
el gastroenterólogo que por sí mismos nación y la auténtica cooperación. Cuan-
practican la electrocardiografía y el exa- do prevalece la primera, los miembros
men radiológico del enfermo y, a la vista del equipo se limitan a proporcionar da-
del cuadro clínico de éste, no estiman tos técnicos, que luego el jefe del conjun-
necesario apelar a exámenes paraclíni- to valora y pone en mutuo concierto.
cos complementarios. No es esto, sin em- Cuando efectivamente rige la segunda,
bargo, lo habitual; lo habitual es que el los componentes del equipo llegan a ser-
clínico solitario recurra a la colabora- lo participando eficazmente en la discu-
ción de expertos en alguna de las técni- sión y en la definitiva elaboración del
cas diagnósticas complementarias -ra- juicio clínico. El modelo más conocido y
diólogos, analistas-, añada estos datos a prestigioso de esta concepción de equi-
Teoría 401

po médico ha sido el que M. Bálint creó y una abstención también real, pero más
en la Tavistock Clinic, de Londres (1), ori- o menos inconsciente e indeliberada. La
ginalmente introducido en España por operación consiste en seguir entendien-
J. Rof Carballo (2). Los resultados obteni- do la enfermedad conforme a la pauta
dos harían aconsejable la adopción de nosológica a que se llegó en los prime-
este modelo del equipo médico -con las ros decenios de nuestro siglo -la afec-
modificaciones que en cada caso pare- ción morbosa, consecuencia terminal de
ciesen pertinentes- en todo servicio hos- una "causa inmediata" anatomopatológi-
pitalario importante. ca y fisiopatológicamente definida, de una
A estos dos subtipos de la formalidad "causa remota" a la vez genética y am-
operativa del diagnóstico debe añadirse biental y de una modulación del cuadro
uno más: el que la introducción de la clínico determinada por la edad, el sexo,
inferencia informática ha suscitado en la raza, el biotipo y el pasado biopatoló-
no pocos hospitales del mundo actual. gico del sujeto-, y en descubrir y objeti-
Como sabemos, la inferencia informática var esa causa inmediata mediante las re-
requiere básicamente un computador finadas técnicas exploratorias que han
bien programado para el grupo de enfer- ido sumándose a las entonces conocidas.
medades a que parezca pertenecer la del Que en determinados casos esa pauta
paciente y la serie de los datos obteni- conceptual incluya una visión patologi-
dos mediante la exploración de éste o comolecular de la causa inmediata de la
procedentes de sus respuestas a un cues- afección y un momento sociopatológico
tionario escrito; mas también la metódi- en la estructura de su causa remota
ca comparación entre el resultado del -procedente este último, las más de las
proceso diagnóstico -resultado siempre veces, de una concepción de la sociedad
probable, nunca enteramente cierto- como simple "medio biológico" y no
que el computador ofrece, y el cuadro como íntegra "morada vital" (3)-, en
clínico en que ese proceso ha tenido su modo alguno altera el anterior aserto. Y
punto de partida. Recordemos la consig- a modo de reverso de esta operación, la
na de R. Gross: el tiempo que la rapidez abstención mencionada: desconocer o
del computador ahorra al clínico debe preterir cuanto en la enfermedad que se
ser empleado en el perfeccionamiento diagnostica dependa de la condición
de la anamnesis. De otro modo la "sim- personal del sujeto enfermo -al cual, en
biosis entre el hombre y la máquina" el mejor de los casos, se le trata como si
postulada por Lusted nunca podrá al- fuera la suma de un objeto científica-
canzar metas verdaderamente satisfacto- mente cognoscible, el organismo del pa-
rias. ciente, y una persona compasible y ami-
ga, la que está padeciendo la enferme-
dad (4)- y proceder en consecuencia
h. La mentalidad del clínico como si el enfermo fuese una concreción
No menos importante es la influencia individual de ese "hombre intradirigido"
de la mentalidad del clínico en la orienta- que describió Riesman y de que varias
ción y la concreción de la praxis del veces he hecho mención: el individuo
diagnóstico. La real, aunque no inexora- para el cual el cuerpo es un instrumento
ble dicotomía que en la concepción de la que se tiene y al que uno aspira a mane-
tarea diagnóstica hoy prevalece -a un jar sin la menor participación de quienes
lado, la inferencia tradicional, la detec- le rodean. A la vista de lo que en torno a
ción técnica de un desorden orgánico; al él acontece, piense el lector si la suma
otro, la inferencia interpretativa, el co- de esa operación y esta abstención, mo-
nocimiento técnico de un modo de vi- dulada, por supuesto, de mil modos dis-
vir-, obliga a discernir, a este respecto, tintos, no es la regla de la conducta diag-
dos subtipos principales. nóstica en la mayor parte de los casos.
Cuando tiene como meta exclusiva la En transición continua con este subti-
detección de un desorden orgánico, la po de la praxis diagnóstica, pero en cla-
praxis del diagnóstico es el resultado de ro contraste con él, hállase el correspon-
sumarse una operación real y deliberada diente a la visión del diagnóstico como

27
402 El diagnóstico médico
la inferencia interpretativa de un modo carácter sindrómico: así van a las unida-
de vivir. Cuando es integral y exigente la des de vigilancia intensiva muchos de
visión del proceso psicoorgánico en que los pacientes que hoy ingresan en ellas;
la enfermedad consiste, tal manera de unas veces para morir sin que el diag-
concebir el diagnóstico constituye esa nóstico de su dolencia haya podido ir
cima de la actuación del médico en que más lejos; otras, para restablecerse, y
la praxis se hace teoría y la teoría se rea- con su restablecimiento permitir que la
liza en praxis. Al estudiar cómo ésta se siempre deseable precisión del juicio
ordena en niveles, reaparecerá el tema. diagnóstico llegue a ser suficientemente
Pero no es infrecuente que entre los clí- alcanzada; otras, en fin, para reintegrar-
nicos interpretativos, incluso ante las se a la sociedad sin que el logro de tal
afecciones neuróticas en que la vía her- precisión haya sido necesario. Hay por
menéutica del diagnóstico se halle más otra parte pacientes -recuérdese el cer-
formalmente indicada, sean observables tero apunte de Wieland- para cuya do-
una deficiencia y un exceso. Deficiencia lencia, susceptible de un diagnóstico in-
en la consideración etiológica y explora- mediato, hay remedios tan eficaces que
toria del desorden orgánico que en toda el médico debe emplearlos sin afinar la
enfermedad, sea preponderantemente formulación de ese primer diagnóstico
orgánica o preponderantemente neuróti- tanto como podría. Hay enfermedades,
ca su índole, constituye su causa inme- en fin, en que tal afinamiento es técnica-
diata (leyendo hoy las historias clínicas mente posible, pero conduce a resulta-
de Freud, las de Weizsacker en Klinische dos para los que todavía no se dispo-
Vorstellungen, Falle und Probleme y Der ne de una terapéutica realmente eficaz.
kranke Mensch, las de algunos de los clá- Todo lo cual, ¿no está obligando a conce-
sicos de la medicina psicosomática, es bir la lex artis diagnosticae, la pauta ge-
imposible no echar de menos una más neral conforme a la cual un diagnóstico
detenida exploración somática del pa- puede y debe ser técnico, mucho más
ciente). Exceso, por otra parte, en el vue- amplia y diversificadamente de lo que
lo de la imaginación hacia hipótesis en enseñan o dan a entender los libros en
que necesariamente transparezca el sen- que el médico se forma? A la luz de lo
tido psíquico-biográfico de la dolencia que es la actual literatura médica, pron-
(recuérdese la ponderada crítica de R. to intentaré dar mi respuesta.
Siebeck a las interpretaciones diagnósti-
cas de la "medicina antropológica" hei-
delbergense, no obstante la proximidad d. Condicionamientos exteriores
intelectual y afectiva en que respecto de Nos hemos movido hasta ahora den-
ella se encontraba). En cualquier caso, la tro de una hipótesis: que el médico pue-
configuración de la praxis diagnóstica, de realizar sus diagnósticos sin sentirse
cuyo rasgo principal consiste ahora en afectado por restricciones exteriores a
la importancia concedida a la anam- su empeño; tal sería el caso en los hospi-
nesis y en la manera de practicarla, se tales y en los consultorios privados de
halla principalmente determinado por la los países que solemos llamar desarro-
mentalidad del clínico que diagnostica. llados. Mas ya sabemos que esta posibili-
dad ideal no se da y no puede darse real-
c. La situación del paciente mente, porque -dejando de lado cuanto
acerca de la ética del diagnóstico quedó
El modo de la praxis diagnóstica de- dicho en el capítulo precedente- el tri-
pende también, cuando el médico quiere ple condicionamiento de la acción médi-
realizarla lege artis, de la situación clíni- ca señalado por Weizsacker, la ineludi-
ca del paciente. Hay enfermos a los que ble influencia que el saber (la cuantía y
la urgencia de la asistencia terapéutica la calidad de la ciencia de que efectiva-
-y, por supuesto, la posesión de los re- mente se dispone), el dinero (la disponi-
cursos técnicos que ésta exija- obliga a bilidad de él que de consuno permitan
tratar sin otro dato diagnóstico que un el nivel económico de un país y el siste-
"juicio de situación", ordinariamente de ma de su economía) y el poder (la orde-
Teoría 403

nac10n político-administrativa a que la nico. Es la situación del ejercicio clínico


actividad del médico se halle sometida) que desde hace años viene estudiando
ejercen sobre la total praxis de la medi- R. N. Braun en Alemania (6), y con él, en
cina, constantemente está operando, de sus respectivos países, varios médicos
manera a veces poco visible, sobre la británicos y norteamericanos (7). Como
efectiva ejecución del proceso diagnósti- ampliación de las sumarias indicaciones
co. No será difícil advertirlo, si uno se que acerca del pensamiento de Braun
decide a mirar con atención la realidad quedaron hechas en páginas preceden-
en torno. tes, expondré los puntos que en su pro-
puesta de un "arte diagnóstico para la
práctica general" (allgemeinpraktische
2. SIN LOS RECURSOS DESEABLES Diagnostik) me parecen más relevantes:
El segundo de los modos cardinales
l. En la práctica médica general pue-
de la praxis diagnóstica se halla formado
den ser hechos, desde luego, "diagnósti-
por los muy copiosos y muy variados ca-
cos exactos" del todo comparables a los
sos en que el médico, aun sabiendo y
que los libros enseñan a hacer y en las
queriendo realizar lo que acerca de ella grandes clínicas más refinadamente son
le han enseñado, se ve obligado a proce- con frecuencia establecidos; pero en la
der en circunstancias muy distintas de mayor parte de los casos, la prescripción
las que expresa o tácitamente tienen en terapéutica tiene que ser establecida a la
cuenta los libros de su formación aca- vista de un "enjuiciamiento de situa-
démica. Cuatro situaciones principales ción" (Situationsbeurteilung), cuya teoría
pueden ser distinguidas. constituye el lado diagnóstico de la prác-
tica general, por Braun entendida como
a. Masificación de los pacientes un peculiar "modo de practicar la medi-
cina", y por tanto, en cierto sentido,
Las que en tantos países impone la como una "especialidad". Una serie de
masificación de los pacientes en los con- "conceptos teoreticoprofesionales" (be-
sultorios, e incluso en los hospitales de rufstheoretische) debe dar fundamento
la asistencia social. En uno de tales con- doctrinal a esa teoría. En relación con
sultorios, ¿cuántos minutos puede dedi- tres frecuentes modos de enfermar, la
car el médico al examen y al diagnóstico apendicitis, la neumonía y la angina ton-
de cada enfermo? Datos procedentes de silar, la figura 16 muestra esquemáti-
los más diversos países, desde aquellos camente la relación entre la práctica
que, como la Unión Soviética, han socia- general y las especialidades que en cada
lizado enteramente el ejercicio de la me- caso llevan al "diagnóstico exacto".
dicina, hasta los que intentan hacer com- 2. Una visión consciente de la prácti-
patible la economía liberal y una amplia ca médica general exige decir "conjetura
colectivización de la asistencia médica, diagnóstica" e "impresión diagnóstica",
indican que el tiempo medio de la aten- en lugar de "diagnóstico conjetural" y
ción clínica al paciente se halla entre los "diagnóstico inicial" o "diagnóstico de
3 y los 5 minutos (5). En tales condicio- remisión" (al hospital donde el enfermo
nes, ¿qué puede hacer un médico que ingresa), expresiones éstas en las cuales
quiera vivir seriamente el ejercicio de su la palabra "diagnóstico" no pasa de ser,
profesión? dice Braun, una "fachada a lo Potem-
kin".
h. La "práctica general" 3. En la práctica general es conve-
Aquella en que cotidianamente debe niente crear un término que exprese
actuar el clínico consagrado a la llamada adecuadamente las diversas situaciones
"práctica general": los médicos que traba- técnico-intelectuales -o, si se quiere,
jan en clientela, tanto en el medio urba- diagnóstico-terapéuticas- en que ante
no como en los medios rurales de los los tan distintos casos que la integran
países desarrollados, y los general practi- puede encontrarse el clínico. Braun pro-
tioners del National Health Service britá- pone el nombre de "clasificación"; y así,
404 El diagnóstico médico

Medicina
Odontología interna

\
Dermatología
y venereología Cirugía

Otorrino-
laringología

Obstetricia Neurología
y ginecología y psiquiatría

Práctica general

Fig. 16. Diagrama en el cual son esquemáticamente representados los diversos modos
de la conclusión diagnóstica, según las varias especialidades desde las cuales pueden ob-
tenerse, y en relación con tres "grupos diagnósticos", la apendicitis, la neumonía y la an-
gina tonsilar (ninguno de estos tres nombres puede designar hoy con precisión una entidad
morbosa). Los puntos indican el diagnóstico exacto. Los círculos en torno a cada uno de ellos
delimitan situaciones terminales del enjuiciamiento, más o menos próximas al diagnóstico exac-
to. Los casos de la práctica general se ordenan en el espacio libre y entre el círculo interno y el
externo. Las líneas continuas señalan relaciones diagnósticas importantes; las discontinuas, re-
laciones menos acusadas. (Tomado de R. N. Braun, Lehrbuch der iirztlichen Allgemeinpraxis,
1970.)

más que del "diagnóstico clínico rutina- • Clasificaciones sindrómicas (Syn-


rio neumonía" prefiere hablar de la "cla- dromklassifizierungen). Su base es el re-
sificación neumonía", y en consecuencia gistro de resultados prescriptivos en que
asumir el riesgo de la imprecisión, acep- se integran dos o más signos.
tar la inevitable ocasionalidad del juicio Estos dos tipos de clasificaciones, el
y delimitar conscientemente el área y la sintomático y el sindrómico, no requie-
orientación del tratamiento. ren el empleo de una denominación no-
4. Conviene a la práctica general la sográfica precisa. Los resultados a que
distinción de tres grupos de "clasifica- conduce su establecimiento se encuen-
C.iones": tran en el "firmamento" exterior a los
círculos de la figura 16.
• Clasificaciones sintomáticas u orien- • Clasificaciones de dominancia (Domi-
tadoras (Leit- oder Symptomklassifizie- nanzklassifizierungen). Estas se hallan en-
rungen). Conciernen al registro de resul- tre los círculos exteriores y los círculos
tados prescriptivos (datos exploratorios interiores de la figura 16. Un ejemplo, re-
que exigen prescripciones terapéuticas), lativo a la neumonía. Un diagnóstico
en los cuales la exploración no permitió "exacto" de neumonía exige la identifi-
obtener "hallazgos determinantes". La cación del agente causal, lo cual incluso
denominación se atiene ahora al sínto- en la práctica hospitalaria puede ser
ma dominante. complicado y caro, además de -con fre-
Teoría 405

cuencia- poco útil. Hablar en estos casos del clínico y su notable coincidencia, a
de "clasificación neumonía" da expre- este respecto, con un tratadista tan dis-
sión correcta a la incertidumbre en que tante de él como E. A. Murphy, en The
la mente del clínico realmente se en- Logic of Medicine.
cuentra y suscita la conciencia de ries- 6. La pauta operativa del práctico
go y la bien orientada actitud terapéuti- general que conscientemente quiere ate-
ca de que antes se habló. En la práctica nerse a las condiciones reales de su ejer-
general, clasificaciones de dominancia cicio se aparta, pues, de la que preside la
suelen ser los juicios de situación y mu- actividad clínica del médico hospitala-
chos de los abusiva y presuntuosamente rio. Dos esquemas, compuestos a la ma-
llamados "diagnósticos". nera de las cartas o diagramas de flujo
de la técnica informática, presentan in-
5. Pasando de la conceptuación taxo- tuitivamente esta diferencia. El primero
nómica al proceso real del diagnóstico, de ellos (fig. 17) pone esquemáticamente
dentro de lo que efectivamente es en la de manifiesto la manera como en una
práctica general, Braun distingue en él clínica hospitalaria se llega a una "clasi-
tres líneas típicas: ficación diagnóstica definitiva", suficien-
te en algunos casos y mera antesala del
• El diagnóstico intuitivo directo. Con "diagnóstico exacto" en otros. El segun-
él se alcanza de manera inmediata la de- do hace ver cómo el práctico general, de
signación de una entidad nosográfica ordinario por sí sólo, llega a las metas
"científica", partiendo de síntomas carac- diagnósticas a que la índole de su ejerci-
terísticos; o, por lo menos, la posibilidad cio le permite llegar (fig. 18).
de acercarse a ella atribuyendo el caso a
una clasificación de dominancia que la c. Diagnóstico y subdesarrollo
envuelva. Ejemplo: el "diagnóstico" de
un cáncer de piel. Discernible de la situación clínica en
• La rutina intuitiva local. Es la que el que suele hallarse el "práctico general"
clínico emplea ante un conjunto de sín- de las ciudades y las zonas rurales de los
tomas no característicos que afectan a países desarrollados, pero en alguna me-
una región. Requisitos: impresión de que dida coincidente con ella, debe ser ex-
la enfermedad no es grave, no existencia presamente mencionada la que han de
de síntomas generales clínicamente con- afrontar los médicos -mejor o peor for-
siderables y duración del trastorno más mados en las Facultades de Medicina o
bien corta. Ejemplo: el "diagnóstico" en las Escuelas Médicas de dichos paí-
inmediato en casos de tos, otalgias, ar- ses- cuando actúan en las regiones de los
tralgias, etc. Actitud aconsejable: una pueblos subdesarrollados más próximas a
"expectación abierta" (abwartendes Of- la "vida primitiva". De dos modos típicos
fenlassen), pero no terapéuticamente in- puede configurarse esa situación. Hay
activa. casos, en efecto, en que el médico debe
• Las "rutinas generales" intuitivas. cumplir por sí solo su misión diagnósti-
Constituyen su campo los conjuntos de co-terapéutica, y su conducta en ellos se
síntomas no característicos que afectan a aproximará más o menos, según los re-
la totalidad del organismo. Actitud de- cursos técnicos de que disponga y el tipo
seable: la despierta consideración de de la cultura en cuyo seno opere, a las
los "desarrollos peligrosos y evitables" normas diagnósticas que rigen la del
(abwendbar gefiihrliche Verliiufe). práctico general. Hay otros, en cambio,
en los cuales le será útil asociarse a los
El lector interesado por los formula- sanadores de la tribu en que ejerce -me-
rios de actuación a que conduce esta dicine-men, chamanes, etc.-, conforme a
"programación del diagnóstico en la la pauta que J. M. Reverte ha denomina-
práctica general", vea las publicaciones do "pacto médico-hechicero" (8). Cuan-
reseñadas en la bibliografía. No será do la medicina técnica de Occidente se
ocioso destacar la importancia que ha extendido por toda la extensión del
Braun concede a la "primera impresión" planeta, no sería ocioso un estudio dete-
406 El diagnóstico médico

Paciente («caja negra»)


1


1
1
Observación y
Ob r- 1
vacron 1 1 Diagnóstico 'Exploraciones
registro de los 1 orientado sistemáticas
resultados
+ 1

r--------- ---- Médico jefe


1 Reajuste (Regulador 11)
1 positivo
Valo- Reajuste , Infor-
1
1
ración negativo mación
1lt

r-,--------
1
1
' Clínico explorador -.---
1
1 1
1
(Regulador 1)
l 1
,§.
Cll ro ro 1 ·e:; 1
1 1 o. o. ·a.l I
1 1 ...
Cll
(!) (!)
I ai 1
1 1 1- 1- I (f)
.D
1
Cll
6) 1 1 o
12 1 Clasificación
1

e 1 - diagnóstica
1
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e
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Clasificación
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diagnóstica 1
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1
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1
1
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1

't 1

Clasificación
L-------------------------- diagnóstica
(«definitiva»)

Fig. 17. Diagrama de flujo del diagnóstico en una clínica hospitalaria de medicina interna.
(Tomado de R. N. Braun y G. Tutsch, "Klinisch-internistische Diagnostik-Diagnostik in der Allge-
meinpraxis", Münch. med. Wschr., 110, 1968.)

nido y metódico de lo que es la praxis eminente y habituado a trabajar con to-


del diagnóstico en tales situaciones. dos los recursos técnicos de un gran hos-
pital, cuando, por la razón que sea -mo-
vilización militar, destierro, etc.-, se ve
d. Situaciones especiales
obligado a practicar la medicina total o
Una posibilidad muy singular debe ser parcialmente privado de ellos. Puesto
tenida en cuenta: la que realiza el clínico que es un clínico eminente, seguramente
Teoría 407

Paciente («caja negra»)


1 1

Observación de ' Diag nóstico directo;


la carencia de Preguntas rutinas locales:
informaciones Información basadas en diagnóstico «standard»;
médicas espontánea presunciones informaciones susci-
tadas y especiales

r- - - - - - - - Práctico general (Regulador)


1
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1 fica- tu ación exacto
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1 Valoración de la situación total \ 1 1
1 \ J. 1
1
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1 .-----...-.... ...._ em i-
1
Clas!fi- 1 iagnós- sión
1 cac1on de- t1co
1 finitiva exacto


1
1
1

L1 Valoración de la nueva situación total j 1

Fig. 18. Diagrama de flujo de la asistencia médica práctico-general y directamente responsa-


bilizada. Tomado de R.N. Braun y G. Tutsch, "Klinisch-internistische Diagnostik - Diagnostik in
der Allgemeinpraxis", Münch. med Wschr., 110, 1968.)

encontrará caminos para, poniendo en durante la Prim era Guerra Mundial


juego su experiencia, suplir la ayuda hubo de prestar servicio médico en un
que los recursos de que carece podrían puesto militar de vanguardia y se sintió
prestarle. Mas también es posible que íntimamente movido a revisar la concep-
ese azorante y exigente trance le mueva ción científico-natural de la patología y
hacia algo que en medio de la abundan- la terapéutica, para él, hasta entonces,
te dotación técnica con que antes tra ba- punto menos que dogma intocable.
jaba acaso nunca le hubiera venido a la
mente: una reflexión acerca de lo que en
sí mismos, más allá de la cambiante en- 11. NIVELES TIPICOS
voltura que los aparatos exploratorios y DE LA PRAXIS
las determinaciones paraclínicas les con-
ceden, son el conocimiento y el tra ta -· Intersecantes con todas las configu ra-
miento de la enfermedad y del enfermo. ciones del ejercicio de diagnosticar que
No otro fue el caso de L. Krehl, cuando he tipificado según diversos modos,
408 El diagnóstico médico

debo considerar ahora, siquiera sea con- vía de métodos exploratorios clínica-
cisamente, los varios niveles típicos de la mente utilizables. Necesita el clínico, por
praxis diagnóstica; esto es, los principales fin, cierta formación en las técnicas para
grados que en la perfección o acaba- la exploración del psiquismo consciente
miento del diagnóstico médico pueden y subconsciente; y en ocasiones, la ayuda
ser discernidos. Voy a describirlos orde- especializada del psicólogo clínico y el
nándolos bajo los dos epígrafes que esti- asistente social.
mo más pertinentes.
h. Indicación correcta
1. NIVEL SUPREMO
La práctica de un diagnóstico formal-
En primer término, el nivel supremo mente hermenéutico exige, como he
del diagnóstico, aquel a que como ideal, dicho, una bien establecida indicación,
y si el bien del enfermo no aconseja otra porque no en todos los pacientes sería
cosa, debería acercarse el médico en útil o conveniente realizarlo. He aquí los
cuantas ocasiones le fuera posible. Se puntos principales de ella: enfermedad
trata, por supuesto, de la concepción y la que por su índole o por su duración
ejecución del proceso diagnóstico co- haya arraigado en la vida del enfermo, y
rrespondiente a la "hermenéutica médi- por tanto haya obligado a éste a tomar
ca", tal como yo la concibo: un conoci- posición consciente-inconsciente ante el
miento técnico del enfermo en tanto que hecho de padecerla; enfermedad para la
enfermo, fiel a lo que constitutiva e ine- cual no exista un tratamiento médico o
ludiblemente él es, un hombre, una per- quirúrgico capaz de curarla con seguri-
sona humana. La práctica de este nivel dad y rapidez; enfermo en el que, bien
supremo del diagnóstico requiere recur- por su carácter personal, bien por la si-
sos, exige indicación y persigue la meta tuación psíquica a que le ha conducido
que acabo de apuntar. Reiterando en su dolencia, son más o menos percepti-
ocasiones ideas ya expuestas, señalaré bles los rasgos del tipo "extradirigido" o
los momentos esenciales de cada uno de "alterodependiente" de Riesman. Juntas
estos tres requisitos. en un paciente todas estas notas, sólo
por vía hermenéutica podrá el médico
a. Posesión de recursos alcanzar un diagnóstico suficiente. Vía,
otra vez quiero repetirlo, que por modo
Ante todo, recursos, de los cuales, y ineludible requiere la más correcta ex-
bajo forma de tiempo disponible, acaso ploración morfológico-funcional del or-
sea el económico el que ocupe el primer ganismo.
lugar: sin una anamnesis minuciosa y
bien orientada, no será posible, en efec-
c. La meta del diagnóstico
to, conocer cómo el evento de la enfer-
medad se implanta en la persona del pa- El método hermenéutico, la integra-
ciente y en mayor o menor medida bro- ción unitaria y secundum artem de todas
ta de ella. Necesita disponer el médico, las notas que en el organismo, en la psi-
por otra parte, de todo lo que la técnica que y en la vida personal del enfermo
científico-natural ha creado para explo- tengan que ver con su enfermedad, es el
rar la estructura y las funciones del or- que es y lo que es porque persigue una
ganismo, y por tanto de la colaboración bien determinada meta: una idea de la
de algunos expertos en esa técnica: ra- vida del paciente susceptible de ser ex-
diólogos, analistas clínicos, histopatólo- presada mediante un relato técnico más
gos, etc. Porque, lo repetiré una vez más, o menos breve -el "ideograma clínico de
la causa inmediata de la enfermedad un determinado individuo enfermo", se-
está siempre en el cuerpo, aunque su gún la fórmula de Sadegh-zadeh-, en la
sintomatología sea preponderantemente <;:ual se dé razón descriptiva, explicativa
psíquica, y aunque para la detección de y comprensiva, por tanto factual y cau-
muchos de los desórdenes orgánicos del sal, de las notas nosognósticas a que aca-
enfermar humano no se disponga toda- bo de referirme, y sean recogidos todos
Teoría 409

los motivos que elevan el tradicional gido" de Riesman, la rápida administra-


"juicio diagnóstico" a verdadero e in- ción del tratamiento y la renuncia a toda
tegral "juicio clínico". Vea de nuevo el exploración de carácter psíquico y per-
lector cuanto acerca del tema se dijo en sonal constituyen un deber a un tiempo
páginas anteriores. No será necesario técnico, social y moral. Piénsese en el
advertir que la meta de la inferencia diagnóstico de una neumonía neumo-
hermenéutica, satisfactoriamente alcan- cócica, de una apendicitis aguda o una
zable en ocasiones, no podrá rebasar fiebre tifoidea. En la visión de la reali-
muchas veces el nivel y la forma de la dad clínica hay, desde luego, un escoto-
"sinfonía incompleta". ma intelectual meramente táctico, si la
mente del médico se halla abierta al co-
nocimiento hermenéutico de la enferme-
2. NIVELES INFERIORES
dad, o enteramente indeliberado, cuan-
El acabamiento del diagnóstico suele do es sólo científico-natural la formación
quedarse, sin embargo, en los que llamo del que diagnostica; pero en uno y otro
niveles inferiores del mismo: grados del caso, no perturbador. Mucho menos fre-
conocimiento técnico del enfermo que cuente -aunque en ocasiones más peli-
por la razón que sea no alcanzan el co- grosa, porque el descuido de la explora-
rrespondiente a su nivel supremo. Ahora ción orgánica puede tener consecuen-
bien, tal razón varía de un caso a otro y cias graves: recuérdese la depresión can-
puede ser expuesta bajo tres epígrafes, cerosa de que antes hablé- es la segunda
la deficiencia justificada, la deficiencia de las dos formas cardinales de la defi-
evitable y la deficiencia invencible. Veá- ciencia en el nivel del diagnóstico: la que
moslas una a una. tiene por causa una inmediata y casi ex-
clusiva atención del médico a cuanto en
la enfermedad es psíquico y personal;
a. Deficiencia justificada
conducta que suele darse en psiquíatras
La detención del conocimiento diag- y psicoterapeutas y puede ser justifica-
nóstico en un nivel inferior al posible, ble, aunque nunca sea recomendable, en
puede tener y tiene muy frecuentemente el diagnóstico de no pocas afecciones
como causa una deficiencia justificada: neuróticas. Al escotoma psíquico de los
la que deliberada o indeliberadamente organicistas a ultranza se opone ahora el
acepta el clínico cuando así lo pide el escotoma somático de los profesionales
bien del enfermo, ya porque el estado de del psiquismo.
éste requiere intervenciones terapéuti- Dicho lo cual, dos breves apostillas de-
cas urgentes, ya porque su enfermedad ben hacerse: que el efecto placebo tiene
se halla en el polo opuesto de aquellas siempre cierta realidad, incluso en los
en que la práctica del diagnóstico her- tratamientos de mayor eficacia terapéu-
menéutico parece aconsejable. tica, y que para la racionalidad de su ma-
Obviamente, la deficiencia en el nivel nejo es conveniente conocer con sufi-
del diagnóstico puede adoptar dos for- ciente precisión la personalidad del en-
mas. En la primera y -con mucho- más fermo; y, por otra parte, que en la géne-
frecuente, el clínico prescinde por com- sis de algunas enfermedades agudas son
pleto o casi por completo de los aspec- muy dignos de consideración los moti-
tos psicopersonales de la enfermedad, y vos de carácter psicosocial.
en consecuencia se atiene no más que a
sus aspectos puramente orgánicos; en
b. Deficiencia evitable
definitiva, a lo que respecto del diagnós-
tico suelen señalar los libros al uso. Ante Junto a la deficiencia justificable, la
una enfermedad perfectamente diagnos- deficiencia evitable, aquella en que incu-
ticable según la nosografía y la nosog- rre el clínico cuando, siendo necesario o
nóstica habituales, perfectamente sana- conveniente el acceso al nivel herme-
ble mediante los recursos terapéuticos néutico del diagnóstico, por una o por
de que hoy se dispone y cuyo sujeto, por otra razón prescinde de él; o, como re-
añadidura, pertenezca al tipo "intradiri- verso, aquella cuyo protagonista, mono-
410 El diagnóstico médico

polizado por las técnicas de la inferencia cio médico que ya han aparecido ante
interpretativa, poco diestro, tal vez, en nuestros ojos: el que impone al práctico
las técnicas de la inferencia tradicional, de la asistencia social la masificación de
deja de explorar somáticamente al enfer- los enfermos a que atiende, el que día a
mo o practica mal esta exploración. día deben afrontar quienes ejercen la
Tres causas principales pueden ser medicina en medios rurales y subdesa-
discernidas en la génesis de tal deficien- rrollados. Consiste el ideal del médico
cia: la ignorancia, la rutina y el doctrina- en lograr que, incluso sin la posibilidad
rismo. Hay ignorancia en el clínico so- de haberle elegido libremente, sus pa-
maticista que ante una organoneurosis cientes acaben llamándole "mi médico".
no sabe que una adecuada exploración Pues bien: por innegable que sea su con-
del psiquismo del paciente le ayudaría dición de vir bonus, medendi peritus,
decisivamente a conocer y a tratar la ¿cuántas veces podrá ser logrado ese
afección que contempla: el caso del in- ideal entre enfermos a cuya dolencia no
ternista G. Sticker -valga su ejemplo-, es posible dedicar más allá de tres o cua-
que se propuso diagnosticar los casos de tro minutos?
"histeria respiratoria", ya en 1896, según En la actual situación de la asistencia
alteraciones más o menos típicas en la médica, en bien escasas ocasiones podrá
curva de sus neumogramas (9). Hay la praxis diagnóstica acercarse a ser lo
ignorancia, por otra parte, en el clínico que con arreglo al ideal griego es y debe
psiquista, cuando ante esa misma orga- ser su forma suprema: su teoría. Para
noneurosis no sabe buscar metódica- quienes no pueden alcanzarla, itiene al-
mente la posible "espina orgánica" en gún sentido haberla expuesto con tan
que la afección acaso tenga su causa in- deliberado detenimiento? Pregunta ésta
mediata: el caso del "psicosomático" que que por su intención recuerda la que en
se afana por interpretar los sueños de otro orden de cosas, el religioso, hace a
un tosedor crónico, también más o me- sus lectores un librito transido de inten-
nos neurótico, y olvida hacerle practicar ción antiteórica y pragmatismo a lo divi-
un antibiograma. Hay rutina en quienes, no, la Imitación de Cristo, de Tomás de
formados en la estrechez de una deter- Kempis: "¿De qué te sirve saber definir
minada escuela, no tienen ánimo ni vue- la compunción, si no la sientes?" A lo
lo para franquear la linde de ella. Hay cual cabría responder: "Me sirve, al me-
doctrinarismo, en fin, en los que, imper- nos, para saber qué es algo que yo no
meables a todo cuanto desde hace tres siento y debería sentir". Así en nuestro
cuartos de siglo viene ocurriendo en la caso: "Conocer la teoría del diagnóstico
teoría y en la praxis de la medicina, me sirve, al menos, para saber lo que de-
consciente o inconscientemente siguen bería ser y no está siendo la práctica de
aferrados a la famosa -y por lo demás, la medicina". Y acaso, podría añadirse,
tan fecunda- consigna de Helmholtz y para moverme y movernos hacia un
Naunyn: "La medicina será ciencia natu- mundo en el cual esa práctica se halle
ral (aplicada) o no será nada". Ignoran- más próxima a lo que ética y técnica-
tes, rutinarios y doctrinarios. ¿Médica- mente debe ser.
mente ineficaces? En modo alguno. Pero
sólo cuando la deficiencia en el diagnós-
NOTAS Y BIBLIOGRAFIA
tico sea malgré eux justificable lograrán
resultados clínica e intelectualmente sa- l. Bálint, M., The Doctor, his Patients and the Ill-
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3. Acerca del papel que la noción de "morada vi-
Debe ser considerada, en fin, la exis- tal" -por tanto, unitariamente fisicoquímica,
tencia de una deficiencia invencible ante biológica, social e histórica- en una ecología
real y verdaderamente humana, véase mi estu-
la posibilidad de alcanzar los más altos dio "El conocimiento científico del medio am-
niveles del diagnóstico, lo cual me obliga biente", Arbor, 398 (1979), 7-25.
a mencionar de nuevo modos del ejerci- 4. En mi libro La relación médico-enfermo he ex-
Teoría 411

puesto una tipificación de las posibilidades que 5. Véanse los datos que consigno en mi libro La
en el modo concreto de esa relación pueden relación médico-enfermo, y especialmente los
presentarse, cuando es la concepción científi- co- que acerca de la asistencia médica en la Unión
natural de la enfermedad la que la orienta. El Soviética ofrece Field, M. G., Doctor and Patient
paciente puede ser visto, en efecto, como el in Soviet Russia (Harvard University Press,
resultado de sumarse entre sí: un objeto científi- Cambridge, Mass., 1960).
camente cognoscible y una persona desconocida 6. A las publicaciones de R. N. Braun anterior-
(el enfermo del viejo hospital de beneficen- mente consignadas, entre las que destaca su
cia, cuando era duro y frío el ánimo del clíni- Lehrbuch der drztlichen Allgemeinpraxis, pue-
co), un objeto científicamente cognoscible y una den añadirse Diagnostische Programme in
persona compasible (el enfermo de ese mismo der Allgemeinmedizin (Berlin-München-Wien,
hospital ante un clínico de ánimo cordial y 1976) y "Programmierte Diagnostik in der All-
afectuoso), un objeto científicamente cognoscible gemeinmedizin", Deutsches Aerzteblatt, 11
y una persona conocida y amiga (el paciente del (1981), 511-517.
viejo médico de cabecera), un objeto precioso, 7. Por ejemplo, Hadfield, St. J., "A Field Survey of
cognoscible científicamente, y una persona cono- General Practice 1951-1952", Brit. Med. Jour.
cida, pero indiferente (así suele ver a sus clien- 4838 (1953), 683-706; Peterson, O. L., Andrews,
tes, en el recinto de su consultorio privado, el L. P., Spain, R. S., and Greenberg, B. G., "An
médico demasiado ávido de lucro) y un objeto analytic study of North Carolina general prac- tice",
científicamente cognoscible y valioso y una per- Jour. of med. Educ. 31-12 (1956); Aitken, A., and
sona compasible y amiga (tal es el caso, cuando Braun, R. N., Primer of Family Medicine (en
en su consultorio privado el médico atiende a impresión: 1981).
una persona de su particular afección). Sobre 8. Reverte, J. M., Antropología médica I (Madrid,
todas estas posibilidades se halla la que ofrece 1981).
la visión del paciente, no como objeto humana- 9. Sticker, G., "Beitriige zur Hysterie", Zeitschr. für
mente cualificado, sino como sujeto personal. A klin. Med. XXX (1896), 61-86. Sobre el tema,
ella habremos de referirnos en el apartado sub- véanse mis libros La historia clínica y La rela-
siguiente. ción médico-enfermo.
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