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Kafka según García Márquez:

Bueno, lo que sucede es una cosa, cuando terminé el bachillerato ya yo tenía una noción de lo que
era el cuento, de lo que era un cuento y de lo que era una novela; ya había superado la poesía, ya no
leía poesía. Ahora, pero ya la poesía colombiana la conocía de memoria y todavía la recuerdo
muchísimo, tengo torneos con amigos de la época que todavía nos encontramos y empezamos a
soltarnos sonetos y poesía colombiana, con joyas que no se recuerdan porque una de esas joyas…
El otro día me encontré con un amigo y traté de que recordara esto que te voy a decir y no lo
recordaba “ahora que los ladros perran, ahora que los cantos gallan, ahora que albandola tocáselas
altas suenas campanan y que los ebusenos burran y que los gorjeos pajaran y que los gruños
marranan vengo a penarte mis cantas ventano de tus debajas” y eso es de la literatura colombiana.
Estoy seguro que poca gente lo recuerda, es todo lo ingenioso que quieras, pero es necesario saber
que en Colombia se hizo eso. Muy bien, ya tenía bastante bien la literatura colombiana, trataba de
escribir cuentos pero yo sentía que yo conocía el argumento de los cuentos pero no los sabía
escribir. Siempre, todas las tentativas que hacía yo notaba que eran fallidas, que faltaba algo, y ya
cuando entré a la facultad de derecho, en Bogotá, una noche entré a la casa, al cuarto de la pensión
de estudiantes donde vivía… tenía un amigo que leía mucho y me pasó un librito amarillo y me
dijo: “léete eso”, como era el único que le quedaba disponible en ese momento, entonces yo me
acosté. Leía mucho, leía todo lo que me caía en las manos y abrí esto y decía: “una mañana Gregor
Samsa se encontró convertido en un gigantesco insecto”. Yo tengo… lo recuerdo como si me
hubiera caído de la cama en ese momento y fue una revelación, es decir, si esto se puede hacer, esto
sí me interesa. Yo antes de eso, probablemente había pensado que eso no se podía hacer a pesar de
que me había tragado completitas Las mil y una noches. Pero aquí había una cosa importante que
era de método, ese era un método para contar una cosa que yo no lo tenía. Fue una verdadera
resurrección, de ahí me levanté a escribir mi primer cuento, el primero que se publicó, La tercera
resignación, que se publicó en El Espectador, lo escribí a partir de esa lectura y a partir de ese
momento todas mis lecturas se orientaron en ese sentido que era en la novela contemporánea, y ahí
me quedé, todavía no he logrado salir.
Gabriel García Márquez
La escritura embrujada
Transcripción de la entrevista con
Yves Bilon y Mauricio Martínez-Cavard

Kafka según Nabocov:

Ahora, ¿qué es exactamente el insecto en el cual el pobre Gregorio, el sórdido viajante de comercio,
se ha transformado de forma tan repentina? Obviamente pertenece a la rama de los artrópodos, a la
cual pertenecen los insectos, arañas, ciempiés y crustáceos. Si las “numerosas piernas” mencionadas
en la narración significan más de seis piernas, entonces Gregorio no puede ser un insecto desde el
punto de vista zoológico. Pero sugiero que a un hombre tendido sobre su espalda que observa que
tiene al menos seis piernas vibrando en el aire, le puede parecer que seis piernas son suficientes para
ser llamadas “numerosas”. Por tanto, asumiremos que Gregorio tiene seis piernas, y por tanto es un
insecto.
Próxima pregunta: ¿qué insecto? Muchas personas dicen que una cucaracha, lo cual por supuesto no
tiene sentido. Una cucaracha es un insecto de forma plana y con largas piernas, y Gregorio es
cualquier cosa menos plano: es convexo en ambos lados, vientre y espalda, y sus piernas son
pequeñas. Se parece a una cucaracha en un solo aspecto: su color es carmelita. Esto es todo. Aparte
de esto tiene un enorme vientre convexo dividido en segmentos y una espalda dura y redonda, en la
que podría haber una cubierta para alas. En los escarabajos esta cubierta esconde pequeñas alas, que
se expanden y los pueden transportar a lo largo de varias millas en un vuelo errante. Curiosamente,
Gregorio el escarabajo nunca se da cuenta de que tiene alas bajo la dura cobertura de su espalda.
(Esta es una muy buena observación de mi parte para que la atesoren por el resto de sus vidas:
algunos Gregorios, Joes y Janes no saben que tienen alas). Además, tiene unas fuertes mandíbulas.
Él usa estos órganos para darle vuelta a la llave en la cerradura mientras se mantiene erecto sobre
sus piernas traseras, en su tercer par de piernas (un par de piernas fuertes), y esto nos da el tamaño
de su cuerpo, el cual es de cerca de tres pies de largo. En el transcurso de la historia se va
acostumbrando gradualmente a usar sus nuevos apéndices –sus pies, sus antenas. Este escarabajo
carmelita, convexo y del tamaño de un perro, es muy ancho. Me imagino que debe lucir de esta
forma:

En el texto original en alemán la vieja sirvienta lo llama Miskäfer, un “escarabajo rinoceronte”. Es


obvio que la buena mujer le está añadiendo el epíteto solo por ser amistosa. Técnicamente, él no es
un “escarabajo rinoceronte”. Es simplemente un escarabajo gigante (Debo añadir que ni Gregorio ni
Kafka vieron el escarabajo muy claramente).
Pero veamos más detenidamente la transformación. El cambio, aunque es chocante, no es tan
extraño como podría pensarse a primera vista. Un comentarista lleno de sentido común (Paul L.
Landsberg en El problema kafkiano [1946], ed. Angel Flores) observa que “Cuando nos acostamos
en un ambiente poco familiar, estamos aptos para tener un momento de aturdimiento antes de
levantarnos, una sensación repentina de irrealidad, y esta es la experiencia que debe ocurrir una y
otra vez en la vida de un viajante de comercio, una forma de vida que hace imposible cualquier
sensación de continuidad”. El sentido de realidad depende de la continuidad, y de la duración.
Después de todo, despertarse como un insecto no es muy diferente que despertarse como Napoleón
o George Washington (conozco a un hombre que se despertó una vez como el emperador de Brasil).
Por otra parte, el aislamiento, el extrañamiento de la realidad es, después de todo, algo que
caracteriza constantemente a los artistas, los genios y los descubridores. La familia Samsa alrededor
del fantástico insecto no es otra cosa que la mediocridad alrededor del genio.

Notas del autor


(1) Nota de Nabokov en su copia anotada: “Un escarabajo regular no tiene párpados y no puede
cerrar sus ojos –un escarabajo con ojos humanos”. Acerca del pasaje en general hizo la siguiente
observación: “En el original en alemán hay un ritmo maravilloso flotando en esta secuencia de
oraciones. Él está a medio levantar –se da cuenta de su estado sin sorprenderse, con una aceptación
infantil de esto, y al mismo tiempo todavía conserva los recuerdos y experiencias humanas. La
metamorfosis no es del todo completa”
Kafka según Saramago:

Pocas páginas antes, el escarabajo Gregório Samsa todavía consiguió articular, aunque
penosamente, las últimas palabras que su boca de insecto fue capaz de pronunciar: “Madre, madre”.
Después, como en una primera muerte, entró en la mudez de un silencio voluntario, si no obligado
por su irremediable animalidad, como quien se resigna a no tener definitivamente padre, madre y
hermana en el mundo de las cucarachas. Cuando al final la criada barra el caparazón reseco en que
Gregório Samsa termina transformado, su ausencia, de ahí en adelante, sólo servirá para confirmar
el olvido al que los suyos ya lo habían arrojado. En una carta del 28 de Agosto de 1913, Kafka
escribió: “Vivo en medio de mi familia, entre las mejores y más amorosas personas que se pueda
uno imaginar, como alguien más extraño que un extraño. Con mi madre, en los últimos años, no he
hablado, de media, más de veinte palabras por día, con mi padre jamás intercambié nada más que
las palabras de saludo”. Será preciso estar muy desatento en la lectura para no percibir la dolorosa y
amarga ironía contenida en las propias palabras (“Entre las mejores y más amorosas personas que se
puede uno imaginar”) que parecen negar lo que afirman. Desatención igual, creo, sería no atribuirle
importancia especial al hecho de que Kafka le propusiera a su editor, el 4 de Abril de 1913, que los
relatos El Fogonero(primer capítulo de la novela América), La Metamorfosis y La Sentencia fuesen
reunidos en un solo volumen bajo el título de Los hijos (lo que, por otra parte, ha sucedido muy
recientemente, en 1989). En El Fogonero, “el hijo” es expulsado por los padres por haber ofendido
la honra de la familia al dejar embarazada a una criada, en La Sentencia “el hijo” es condenado por
el padre a morir ahogado, en La Metamorfosis “el hijo” dejó simplemente de existir, su lugar fue
ocupado por un insecto… Más que la Carta al padre, escrita en noviembre de 1919, aunque nunca
llegó a ser entregada al destinatario, son estos relatos, según entiendo, y en particular La
Sentencia y La Metamorfosis, los que, precisamente por ser transposiciones literarias en que el
juego de mostrar y esconder funciona como un espejo de ambigüedades y reversos, nos ofrecen con
más precisión la dimensión de la herida incurable que el conflicto con el padre abrió en el espíritu
de Franz Kafka. La Carta asume, por así decirlo, la forma y el tono de un libelo acusatorio, se
propone como un ajuste de cuentas final, es un balance entre el debe y el haber de dos existencias
enfrentadas, de dos mutuas repugnancias, por lo que no se puede rechazar la posibilidad de que se
encuentren en ella exageraciones y deformaciones de los hechos reales, sobre todo cuando Kafka, al
final del escrito, pasa súbitamente a usar la voz del padre para acusarse a sí mismo… En El Proceso,
Kafka pudo liberarse de la figura paterna, objetivamente considerada, pero no de su ley. Y tal como
en La Sentencia el hijo se suicida porque así lo había determinado la ley del padre, en El Proceso es
el propio acusado Josef K… quien acaba conduciendo a sus verdugos hasta el lugar donde será
asesinado y en los últimos instantes, cuando la muerte ya se viene acercando, aún se pondrá a
pensar, como un último remordimiento, que no había sabido desempeñar su papel hasta el final, que
no había conseguido evitar esfuerzos a las autoridades… Es decir, al Padre.

Extracto de “La sombra del padre”, en Otros cuadernos de Saramago, blog de la Fundación
Saramago, disponible en https://cuaderno.josesaramago.org/55815.html

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