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La inmigración ilegal es uno de los mayores retos al que se enfrentan todos los

Estados aunque de especial incidencia en los países más desarrollados debido a


sus ayudas económicas y sociales del mal llamado “Estado del Bienestar”.

Los flujos migratorios han sido una constante en la Historia. La Humanidad en sí


misma es una migración constante, pero nunca antes –excepto tras de la Segunda
Guerra Mundial- se habían contabilizado tantos migrantes (legales o ilegales) y
desplazados por guerras, catástrofes naturales o crisis económicas y alimentarias.
El desigual desarrollo en los más de 200 países del planeta Tierra, sumado a la
propaganda del llamado “primer Mundo”, provoca una masiva migración hacia los
países occidentales. En especial, los ubicados en América del Norte y Europa.

El problema de Occidente y su imposición del Nuevo Orden Mundial es que ha


favorecido de manera muy poco prudente el aumento de un elemento (la
inmigración) pero no ha sido capaz de modificar el sistema mismo.

“¿Que hay que aumentar beneficios y producir más?”, no nos preocupemos.


Importemos millones de manos de obra barata a las que mantendremos con unos
leves subsidios y con una remuneración económica muy inferior a lo que los
trabajadores nativos piden por su preparación y profesionalidad.

Dobles víctimas y dobles manipulados. A los primeros, por venderles un mundo


perfecto que está lejos de serlo producto del ‘soma’ (como diría Aldous Huxley en
su novela Un mundo feliz); a los segundos, por vendernos que los que llegan
“vienen a pagarnos las pensiones”.

Sin duda, la inmigración es y será uno de los mayores retos a los que debemos
enfrentarnos con resolución, firmeza, justicia y equidad.
Y dentro de ésta, la ilegal es la que más puede dañarnos por ser utilizada
como arma política y de ingeniería social cuando lo que está en juego son
millones de vidas de inocentes. Imperdonable.

Por todo esto -y muchísimo más que no cabe en estas líneas- han de tomarse
medidas para paliar este problema que nos afecta a todos por igual.

1. Aumentar el control fronterizo

En países con un mayor tránsito de inmigrantes como es el caso español, el


control fronterizo debe ser muy estricto ya que son escogidos como países
lanzadera para después pasar a otros con mejores perspectivas económicas.

Un mayor control fronterizo y del tráfico de personas no servirá de nada si, al


mismo tiempo, no se cambia la política de socorro de inmigrantes que llegan. ¿Por
qué no puede devolverse al inmigrante en vez de acogerlo? ¿Pueden nuestras
sociedades acoger decentemente a un número ilimitado de personas?

2. Acabar con el tráfico de personas

Muchas veces asociadas a grupos, se aprovechan de la necesidad de millones de


personas para explotarlos económicamente sin ofrecer la más mínima seguridad.

Como consecuencia, muchos de ellos mueren en el intento cuando podrían


haberse salvado. Por un lado, la clase política a ambos lados del Estrecho que
sirve a los intereses de las multinacionales y que demanda una mano de obra
barata y maleable. Por otro, las mafias que se aprovechan del deseo de una vida
mejor.

Varios analistas han señalado la posibilidad de atacar las bases desde las
cuales salen las lanzaderas de costa a costa o aumentar la presión sobre ellos
una vez parten de los puntos de origen. Con la tecnología actual es posible
detectar cualquier lancha con radares en un mar como el Mediterráneo.

3. Deportación voluntaria o forzosa

La deportación debe ser inmediata o en el menor tiempo posible. Los recursos


destinados al cuidado en los centros de acogida –muchos de ellos destrozados
por los propios usuarios- se deben destinar a otros campos necesarios como VPO,
educación o sanidad.

Caso de Rodrigo Lanzas, el chileno que dejó tetrapléjico a un guardia urbano


y asesinó recientemente a Víctor Laínez en Zaragoza.

En el caso de retorno voluntario, como ocurre con algunos proyectos actualmente,


la marcha puede verse favorecida con un incentivo económico.

4. Cortar de raíz las subvenciones a entidades públicas u ONGs

Muchas entidades públicas junto a ONGs dan servicios a personas


indocumentadas cuando deberían avisar a la Policía para su inmediata detención
y deportación.

El drama humano no debe ser una excusa pues también existe en las propias
fronteras de los Estados y poco o nada se hace para paliarlo.

¿Quién se cree que con unos fondos siempre escasos se va a solucionar un


problema tan profundo? ¿Cómo alguien es capaz de conmoverse por alguien
extranjero pero luego ni mira a los ojos de las decenas de miles de sin techos que
pueblan nuestras calles?
5. Trato justo e igual a las demás naciones

Los países africanos, asiáticos o hispanoamericanos con graves problemas de


desarrollo no podrán nunca salir del atolladero en el que se encuentran mientras
sigamos utilizándolos como minas de recursos y de mano de obra barata.

La cooperación internacional debe enfocarse en incentivar el desarrollo


tecnológico y empresarial de estos países.

Si aumentamos la calidad de vida en estos países, los nativos preferirán quedarse


en sus patrias y hogares antes de vivir el drama de la migración, como antes
también hicieron otras muchas personas.

6. Presionar a los empresarios para que no contraten a ilegales

Los salarios han disminuido y no crecen. Los nuevos empleados son llamados
“pobres con trabajo”. Algo no va bien. Cuando ‘pintan bastos’ la gente trabaja por
lo que sea, y así ha sucedido en muchos países. Esta actitud desvaloriza el
trabajo realizado y permite al empresario la explotación –cuasi esclavitud- de
manera legal.

Incontables empresarios se benefecian en el mundo entero de inmigrantes


ilegales a los que no hace falta mantener con un buen sueldo y aún menos con
una seguridad social.

Presionar con multas (incluso la cárcel) o aumentar los impuestos a los


empresarios que favorezcan este tipo de contratación debe ser prioritario para
cualquier gobierno.
7. Fortalecer los Estados-Nación
Sí, justo lo contrario a lo que predican a los cuatro vientos todos nuestros políticos
a lo ancho y largo del planeta y todas las instituciones mundialistas (ONU, FMI,
etc.). ¿Por qué no se incide sobre esto más a menudo?

La destrucción de las naciones tradicionales tiene como único objetivo la


cancelación de la soberanía que reside en los diversos pueblos para diluirla
cada vez más en dichos organismos internacionales y globalistas.

Por esto, los Estados-Nación son necesarios para salvaguardar la democracia y el


Estado de Derecho.

Estos alegatos no son contra la inmigración. Todo lo contrario. Se necesita la


inmigración como se ha necesitado siempre. Enriquece y ayuda al desarrollo de
los países pero siempre y cuando sea controlada y respete a las sociedades de
acogida.

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