About That Night PDF

Agradecimientos
Al Staff de Dark Guardians:
Carmen_Lima y Verittooo por la Moderación de
la Traducción; Clyo, Verittooo, Carmen_lima,

Hanna Jimenez, Liwis13, Susu, Plluberes,
Niyara, Solewinchester, Andres23, Anvi15,
Mussol, Pau Belikov por la Traducción.

Al Staff Excomulgado:
Nelly Vanessa por la Corrección de la
Traducción; Cassidy, Dennys, Mokona,
Puchunga, Taratup y Tatta por la Corrección;
Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Laavic por la Diagramación; Leluli por la
Lectura Final; Annammussa y Excopic por la
Segunda Lectura y Corrección Final y Excopic
por el Diseño de la Plantilla de este Libro para El
Club De Las Excomulgadas…
3
A las Chicas del Club de Las Excomulgadas y las del
Foro Dark Guardians, que nos acompañaron en cada
capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron

y nos acompañan siempre. A Todas….
¡¡¡Gracias!!!
4
Argumento
Él está jugando
Aunque Rylann Pierce trató de luchar contra las chispas que sintió por el
multimillonario heredero Kyle Rhodes la noche que se conocieron, su candente
química fue innegable. Pero después de haber salido en su primera cita, Rylann
nunca esperó verlo de nuevo. Así que cuando se encuentra cara a cara con Kyle en
el palacio de justicia nueve años más tarde, se sorprende. Lo más preocupante para
la hermosa asistente del fiscal federal es que todavía se siente locamente atraída por
él.

Pero ella pondrá las reglas
Acabando de salir de la cárcel, Kyle Rhodes no está muy emocionado de ser

el testigo estrella en un caso criminal de alto perfil, pero cuando Rylann viene a
tocar a su puerta, descubre que puede ser la abogada a la que no puede decirle que
no. Ella sigue siendo tan hermosa y de lengua afilada como siempre, y establece
una ley: no mezclar los negocios con el placer. Pero Kyle no renunciará a algo que
desea y lo que desea es a la única mujer que nunca ha olvidado.
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Capítulo Uno
Mayo 2003
Universidad de Illinois, Urbana-Champaign
Había sobrevivido.
Presionada contra el muro de paneles de madera de la barra, con la barbilla

apoyada en la mano, Rylann Pierce escuchaba mientras sus amigos charlaban a su
alrededor, demasiado contenta, por primera vez en un mes, como para pensar en
nada en absoluto. Junto con cinco de sus compañeros de la facultad de derecho,

estaba sentada en una mesa atestada en el segundo piso del Clybourne, uno de los
pocos bares del campus frecuentado por estudiantes intelectuales de posgrado
quienes exigían que sus aguadas bebidas de cuatro dólares, fueran servidas en vasos
reales en lugar de plásticos.
Todos en el grupo se encontraban en la misma sección que Rylann, lo que

significaba que todos habían terminado su último examen final, Procedimiento
Penal, al final de la tarde. Los ánimos estaban altos y bulliciosos, al menos
bullicioso para los estándares de los estudiantes de leyes, interrumpidos sólo por los
momentos difíciles en que alguien se daba cuenta de algún punto perdido durante
la obligatoria recapitulación post-examen.
Alguien le dio un codazo, interrumpiendo su ensueño.
—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
La pregunta vino de la compañera de habitación de Rylann, Rae Mendoza,

que estaba sentada a su derecha.
—Estoy aquí. Sólo... me imaginaba en la piscina —Rylann trató de aferrarse

a la ilusión por unos momentos más—. Está soleado y hay veinticuatro grados de
temperatura. Tengo una especie de bebida tropical con uno de esas pequeñas
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sombrillitas dentro, y estoy leyendo un libro, en el que no tengo que subrayar o
hacer anotaciones en los márgenes.
—¿Hacen ese tipo de libros?
—Si la memoria no me falla —Rylann intercambió una sonrisa cómplice

con Rae. Igual que muchos de sus compañeros de clase, ambas habían pasado casi
cada hora del día de las últimas cuatro semanas esbozando apuntes de las clases y
de sus libros de texto, tomando exámenes de práctica, mirando con cara de sueño al
Emanuel Law Outlines1 hasta altas horas de la noche, y reuniéndose con grupos de
estudio, todos preparándose para las cuatro pruebas de tres horas que los ayudarían
a determinar el curso de sus futuras carreras legales. Sin presión.

El rumor era que el segundo y tercer año se harían más fáciles, lo que sería
bueno, existía esa interesante actividad llamada dormir de la que Rylann había oído
hablar, y estaba pensando en probarla. Justo a tiempo, también. Tenía una semana
de descanso antes de empezar su trabajo de verano, en la que no pensaba hacer
nada más agotador que rodar de la cama todos los días al mediodía y deambular
hasta la piscina al aire libre de la universidad, la cual estaba abierta a los
estudiantes.
—Odio hacer estallar la burbuja de tus fantasías, pero estoy bastante segura
de que no se permiten bebidas alcohólicas en el IMPE2 —dijo Rae, refiriéndose al
edificio de educación física intramuros de la universidad, donde se encontraba
dicha piscina.
Rylann despidió con la mano ese detalle tan molesto.
—Llenaré de mai tai3 mi termo de la Facultad de Derecho y le diré a la gente

que es té helado. Si los de seguridad del campus me dan algún problema, los
1
Libro de derecho.
2
IntraMural Physical Education Building “IMPE” - Complejo deportivo para uso de profesores y
estudiantes de la Universidad de Illinois Urbana-Champaing
3
El Mai Tai es un cóctel supuestamente inventado en el restaurante Trader Vic, en Oakland,
California, en 1944.
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asustaré con mis cuasi-legales credenciales y les recordaré las prohibiciones de la
Cuarta Enmienda contra registros e incautaciones ilegales.
—Wow. ¿Sabes cuán nerd de la facultad de derecho acabas de sonar?
Por desgracia, lo sabía.
—¿Crees que alguno de nosotros volverá a ser normal otra vez?
Rae lo consideró.
—Me han dicho que pasados los tres años, perdemos las ganas de citar la
Constitución en cada conversación diaria.

—Eso es prometedor —dijo Rylann.
—Pero viendo que eres más friki de las leyes que la mayoría, puede que te
lleve más tiempo.
—¿Recuerdas esa conversación de anoche cuando te dije que te echaría de

menos este verano? Me retracto.
Rae se rio y echó su brazo alrededor de los hombros de Rylann.
—Aw, sabes que estarás muy aburrida sin mí.
A Rylann la invadió una repentina punzada de sentimentalismo. Ahora que

habían terminado los finales, Rae y casi todos sus amigos de la facultad de derecho
se dirigían de vuelta a casa. Rae estaría en Chicago durante las próximas diez
semanas, trabajando doble turno en un trabajo de barman que sonaba glamoroso y
divertido y que le proporcionaría el dinero suficiente para cubrir casi un año de
matrícula. Rylann, por otra parte, había ganado una pasantía de verano en la
Oficina del Fiscal del Distrito Central de Illinois. Aunque la pasantía era una
posición prestigiosa y codiciada entre los estudiantes de derecho, en particular entre
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los de primer año, le pagarían un no tan glamoroso salario GS-54 el cual le dejaría
poco más de lo que necesitaba para cubrir el alquiler y sus gastos de mantenimiento
durante el verano. Tal vez, si fuera particularmente frugal, tendría de sobra para los
libros de texto del próximo semestre. O al menos para uno de ellos. Esas malditas
cosas eran caras.
Pero a pesar de los magros salarios GS-5 de la fiscalía, estaba encantada con
la pasantía. Por mucho que se quejara de sus préstamos estudiantiles, no iba a la
facultad de derecho por el dinero. Tenía un plan de seis años, académico y laboral;
era conocida por tener planes, y su pasantía de verano era el siguiente paso en el
mismo. Después de la graduación, esperaba aterrizar en una pasantía con un juez
federal, y entonces aplicaría para la Oficina del Fiscal.

Aunque muchos estudiantes de derecho no tenían ni idea de qué tipo de
leyes querían practicar después de la graduación, éste no era el caso de Rylann. Ella
había sabido desde que tenía diez años que quería ser fiscal penal y nunca había
vacilado en eso, a pesar de la tentación del dinero ofrecido por las grandes firmas de
abogados. Claro, eso pagaba las cuentas, y algo más, pero el litigio civil parecía
demasiado seco e impersonal para su gusto. La Corporación X demandó a la
Empresa Y por millones de dólares en un juicio que podría durar años sin que a
nadie le importase un comino a excepción de los abogados que facturaban tres mil
horas al año trabajando en ello. No, gracias.
Rylann quería ir al tribunal todos los días, estar en el meollo de las cosas,
tratando casos que significaran algo. Y en su mente, no podría haber algo mucho
más significativo que poner criminales tras las rejas.
Una voz masculina que vino desde el otro lado de la mesa interrumpió sus
pensamientos.
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"GS" son las siglas del Programa General que se utiliza para describir el nivel de cualificación y
responsabilidad requeridos por los diferentes puestos de trabajo del gobierno de EE.UU, junto
con su escala salarial.
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—Tres meses en Champaign-Urbana5. Recuérdame cómo la chica que está
en segundo lugar en nuestra clase de la facultad de derecho no pudo encontrar un
trabajo mucho mejor.
La voz pertenecía a su amigo Shane, quien, como todos los demás en la

mesa, tenía una copa en la mano y un brillo de buen humor a su alrededor. Rylann
podía adivinar el motivo de la luz. Además de haber terminado con los finales, las
vacaciones de verano significaban que Shane iba a volver a su casa en Des Moines
a ver a su novia, de quien estaba adorablemente prendado, aunque, siendo un
chico, naturalmente, trataba de ocultar ese hecho.
—No es el lugar el que importa, Shane —dijo Rylann— es lo bueno que eres

cuando llegas allí.
—Muy bien dicho. —Rae echó a reír, y chocaron los cinco.
—Búrlate si quieres —dijo Shane—. Pero mi coche está con las maletas,
lleno de gasolina, y abastecido con bocadillos para el camino. A las siete a.m. de
mañana, llueva o haga sol, saldré pitando de este lugar.
—¿A las siete a.m? —Rae miró fijamente la bebida en la mano de Shane, la
tercera hasta el momento en esa noche—. Creo que eso no sucederá.
Él hizo un gesto con la mano quitándole importancia, la bebida se derramó

un poco.
—Por favor. Como si un poco de resaca fuera a interponerse en el camino de

un hombre enamorado.
—Aw. Eso es muy romántico —dijo Rylann.
—Además, no me he acostado con nadie en dos meses, y el sexo de

reencuentro es impresionante.
5
Área metropolitana en el este del centro de Illinois, compuesto por tres municipios: Champaign, Ford y
Piatt. Las ciudades de referencia de esta área son Champaign y Urbana, y base de la Universidad de
Illinois en Urbana-Champaign, campus principal del sistema universitario de Illinois.
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—Y ahí está el Shane que conocemos y amamos —Rylann tomó el último
sorbo de su bebida y sacudió el hielo en el vaso—. Hablando de resaca, creo que la
próxima ronda es mía. —Ella recogió las órdenes del grupo, luego se deslizó por la
mesa llena de gente y se dirigió a la barra.
—Tres Amstel Light, un ron con Coca-cola Light, un gin-tonic, y una

Corona con dos limones —le dijo al camarero.
Una voz, baja y masculina, vino desde su derecha.
—Suena como una fiesta.
Rylann se giró en la dirección de la voz, y…

Whoa.
Los tipos como el que estaba apoyado en la barra al lado de ella no existían
en Champaign-Urbana. En realidad, los tipos como el que estaba a su lado no
existían en ningún lugar que ella conociera.
Su cabello rubio oscuro era grueso y un poco más largo de un lado, rozando
contra el cuello de su camisa de franela azul marino. Era alto, de penetrantes ojos
azules y una mandíbula angular que estaba un poco desaliñada, como si no se
hubiera afeitado en un par de días, y tenía un cuerpo ligeramente musculoso.
Llevaba vaqueros oscuros y botas gastadas como de construcción que, junto con la
franela, lo hacían ver robusto y totalmente masculino, innegablemente sexy.
No cabía duda de que no era la primera mujer que parpadeaba dos veces al
verle, ni sería la última. Y parecía plenamente consciente de ese hecho. Sus ojos
azules brillaban con diversión mientras descansaba un codo en la barra con toda
confianza mientras esperaba su respuesta.
Corre.
Fue el primer pensamiento que vino a la cabeza a Rylann.
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Su segundo pensamiento fue que su primer pensamiento era ridículo, y ella
casi se rio en voz alta de sí misma. Corre. ¿En serio? No era más que un tipo en un
bar; después de haber pasado cinco años en una ciudad universitaria que permitía a
la gente entrar en bares a la edad de diecinueve años, había visto un montón de
ellos.
Ella le hizo un gesto a la multitud a su alrededor. Eran más de las once, y el

lugar estaba lleno hasta los topes.
—El último día de exámenes finales. Es una fiesta para todos.
Él la miró con ojos de evaluación.

—Déjame adivinar. Te gradúas este fin de semana. Acabas de hacer tu
último examen, y esta noche estás celebrando tu entrada en el mundo real —
Inclinó la cabeza—. Yo diría que... un título en publicidad. Obtuviste un empleo en
Leo Burnett y estás a punto de mudarte a tu primer apartamento en Chicago, uno
caro y pintoresco de dos dormitorios en Wrigleyville que podrás compartir con tu
compañera de cuarto de allí. —Asintió en dirección a Rae, obviamente habiendo
notado en qué mesa había estado sentada Rylann.
Ella apoyó su brazo en la barra.
—¿Es este numerito de “adivino tu profesión”, tu típica línea de apertura o

algo que sacas a relucir sólo en los fines de semana de graduaciones, con la
esperanza de que la mayoría de las mujeres estén demasiado borrachas para darse
cuenta de cuán mediocre eres?
Él pareció ofendido.
—¿Mediocre? Yo iba por confiado y perspicaz.
—Y terminaste más bien en algún lugar entre un cliché y presumido.
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Él sonrió, dejando al descubierto dos pequeños hoyuelos que añadieron un
toque de picardía a su mandíbula angular.
—O tal vez, soy tan malditamente perceptivo que tienes miedo.
El camarero empujó las seis bebidas que Rylann había ordenado delante de
ella. Ella le entregó dos billetes de veinte y esperó el cambio.
—Ni siquiera cerca —le dijo al confiado de Hoyuelos Presumidos, contenta

de demostrar que estaba equivocado—. Soy una estudiante de posgrado. De la
Facultad de Derecho.
—Ah. Estás posponiendo el mundo real por tres años más, entonces. —

Casualmente él tomó un trago de su cerveza.
Rylann luchó contra el impulso de rodar los ojos.
—Ya veo. Ahora vas por el cliché y condescendiente.
Hoyuelos Presumidos la miró con picardía.
—Yo no dije que hubiera algo malo con posponer el mundo real, abogada.
Tú dedujiste esa parte.
Rylann abrió la boca para responder, luego la cerró. Bueno, era justo. Pero
no era el único que podía hacer evaluaciones rápidas, y apostaba que las de ella
serían mucho más precisas que las de él. Ella conocía a los de su tipo, todas las
mujeres conocían su tipo. Bendecido por una abundancia de buena apariencia y
una cantidad correspondiente de exceso de confianza, tipos como él normalmente
eran compensados por ser cortos de personalidad. Era la manera natural de
mantener las cosas justas.
El camarero le devolvió el cambio y Rylann cogió dos copas para hacer su

primer viaje de vuelta a la mesa. Estaba a punto de tirar un comentario atrevido de
despedida a Hoyuelos Presumidos cuando Rae apareció de repente a su lado.
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—Te echaré una mano con estos, Rylann. —Con un guiño, Rae hábilmente
agarró cuatro bebidas con ambas manos—. No quiero que interrumpas tu
conversación por nuestra culpa.
Antes de que Rylann pudiera pronunciar una palabra de protesta, Rae ya

había empezado a hacer su camino a través de la multitud hacia su mesa.
Hoyuelos Presumidos se inclinó más cerca.
—Creo que me gusta tu amiga.
—Ella es conocida por su gusto excepcionalmente pobre con los hombres.

Él se echó a reír.
—Dime cómo te sientes realmente, abogada.
Rylann lo miró de reojo.
—No soy “abogada” hasta que me gradúe y me colegie, sabes.
Los ojos de Hoyuelos Presumidos se encontraron con los de ella y se los

sostuvo.
—Está bien, vamos primero por los nombres entonces. Rylann.
Ella no dijo nada al principio, mientras lo miraba de arriba abajo, llegando a

una conclusión ineludible.
—Estás acostumbrado a salirte con la tuya con las mujeres, ¿no es así?
Él hizo una pausa por un segundo.
—Mucho más de lo que me gustaría, en realidad.
De pronto, se puso serio y Rylann no estuvo segura de qué decir en

respuesta. Tal vez ése era su señal.
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Ella inclinó su copa con una sonrisa cortes.
—Creo que regresaré con mis amigos ahora. Ha sido un placer... no

conocerte.
Se acercó a la mesa, donde sus amigos estaban ocupados en un acalorado

debate sobre el alcance de aconsejar acogerse a la Quinta Enmienda6 durante los
interrogatorios en custodia. Los chicos de su grupo, incluyendo Shane, no cesaban
de discutir mientras Rylann se apretaba entre ellos de nuevo, sin haberse dado
cuenta, o sin preocuparse, de su interacción con el hombre en el bar. Rae, sin
embargo, prácticamente tiró a Rylann de su asiento.

—¿Y? ¿Cómo te fue? —preguntó ella con impaciencia.
—Asumiendo que estás hablando del Hoyuelos Presumidos de allí, no fue a

ninguna parte.
—¿Hoyuelos Presumidos? —Rae parecía lista para golpearla en la cabeza—.

Sabes quién es, ¿verdad?
Sorprendida por la pregunta, Rylann echó una mirada hacia atrás a

Hoyuelos Presumidos, que ya se había unido a sus amigos en la mesa de billar.
Bueno, tenía una teoría hasta ese momento.
A juzgar por los vaqueros sencillos, camisa de franela y botas de trabajo,

junto con el pelo un poco demasiado largo, ella más o menos había asumido que
era un pueblerino, probablemente uno de esos tipos veinteañeros de Champaign
que andaba con sus amigos en los bares del campus en busca de presas fáciles entre
las alumnas.
Pero ahora, dada la implicación de Rae de que era alguien que debería
conocer, tenía que repensar esa suposición.
6
La Quinta Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos, dentro de la Carta de Derechos de
los Estados Unidos, está relacionada con el procedimiento legal. “Nadie estará obligado a responder
de un delito castigado con la pena capital o con otra infamante si un gran jurado no lo denuncia o acusa (…)
ni se le forzará a declarar contra sí misma en ningún juicio criminal (…)”.
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Un atleta quizás. Era lo suficientemente alto, fácilmente más de uno
ochenta, y tenía ciertamente el cuerpo, no es que ella le hubiera prestado atención a
eso, por supuesto.
Tal vez era el nuevo mariscal de campo de los Fighting Illinois o algo así.
Rylann había estado viviendo en el mundo insular de la facultad de derecho en los
últimos nueve meses y, francamente, no tenía un gran interés por el fútbol
universitario, por lo que fácilmente podría ser el caso. Aunque parecía un poco
mayor de lo que cabría esperar de alguien de pregrado.
—Está bien, picaré. ¿Quién es? —le preguntó a Rae. Se preparó para no ser
impresionada.

—Kyle Rhodes.
Rylann detuvo su bebida a mitad de camino de su boca. Bueno. En realidad

conocía ese nombre. Prácticamente todo el mundo en la universidad conocía ese
nombre.
—¿El multimillonario? —preguntó ella.
—Técnicamente, el hijo del multimillonario, pero sí, el único e inigualable

—dijo Rae.
—Pero Kyle Rhodes se supone que es un nerd de la informática.
Rae cambió de posición para revisar el objeto de su discusión.
—Si esa es la nueva cara de los nerds de los ordenadores, me apunto. Él

puede presionar mis botones en cualquier momento.
—Bonito, Rae —Rylann resistió la tentación de mirar otra vez. No estaba

familiarizada con todos los detalles de su historia, pero sabía lo suficiente del Time,
del Newsweek, y artículos de Forbes que había leído acerca de su padre, un
empresario de Chicago aclamado como el epítome del sueño americano. Por lo que
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recordaba, Grey Rhodes provenía de raíces modestas, se había graduado en la
Universidad de Illinois con una maestría en ciencias de la computación, y al final
comenzó su propia compañía de software. No recordaba mucho de su carrera,
salvo por el detalle que realmente importaba: hace unos diez años, su compañía
había desarrollado el Anti-Virus Rhodes, un programa de software de seguridad
que había estallado en todo el mundo por una suma máxima de más de mil
millones de dólares.
También sabía que Grey Rhodes había hecho generosas donaciones a su

alma mater, por lo menos, suponía que era el caso, ya que la universidad había
nombrado una sección entera del campus en su nombre: “Centro para Ciencias
Informáticas Grey Rhodes”. Con su imperio multimillonario, era sin duda el ex

alumno más rico y famoso de la facultad. Y así, Kyle Rhodes, un estudiante de
posgrado en ciencias de la computación y heredero, era también un nombre que la
gente conocía.
Así que Hoyuelos Presumidos tenía nombre ahora, Rylann pensó. Bueno,
bien por él.
Miró disimuladamente como Kyle Rhodes se inclinaba sobre la mesa de

billar para hacer su tiro, la camisa de franela se estiró firmemente a través de su
amplio pecho aparentemente muy trabajado.
—Siempre puedes volver allí —dijo Rae astutamente, con los ojos fijos en la
misma dirección que los de Rylann.
Rylann negó. Ni loca.
—¿Nunca te advirtió tu madre sobre ese tipo de hombres, Rae?
—Sip. En mi decimosexto cumpleaños, cuando Troy Dempsey se detuvo en

mi casa y me preguntó si quería ir a dar un paseo en su motocicleta.
—¿Y fuiste? —preguntó Rylann.
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—Diablos, sí. Llevaba una minifalda de mezclilla, y me quemé la pantorrilla
con el tubo de escape. Todavía tengo la cicatriz.
—Hay una lección que aprender de ahí —dijo Rylann.
—¿Nunca usar una minifalda de mezclilla?
Rylann se rio.
—Eso también. —Y aléjate de los chicos malos.
Dejaron el tema de Kyle Rhodes y se unieron a sus amigos en la gresca de la

Quinta Enmienda. Antes de que Rylann se diera cuenta, ya había pasado más de

una hora y se sorprendió cuando miró su reloj y vio que era pasada la medianoche.
También se sorprendió a sí misma mirando en dirección de la mesa de billar, sus
ojos traicioneros parecieron tener voluntad propia esa noche, y se dio cuenta de que
Kyle Rhodes y sus amigos se habían ido.
Lo cual estaba muy bien para ella.
En serio.
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Capítulo Dos
Las luces del bar se encendieron, señal de que era el momento de que todos
se fueran.
Rylann comprobó su reloj impacientemente, vio que era la una y cuarto de

la madrugada, y se preguntó qué le podría estar tomando tanto tiempo a Rae en el
baño. No creía que su amiga estuviera vomitando, seguro, ambas habían tomado
algunos tragos esa noche, pero los habían repartidos en varias horas.
Cuando otra persona, la tercera en los últimos cinco minutos, chocó con

Rylann en medio de la estampida y medio tropezones de los clientes borrachos
hacia la puerta, se dio cuenta que debería comprobar qué era lo que estaba
demorando a Rae. Moviéndose contra el rebaño, se metió más profundamente
dentro del bar. Sin previo aviso, un tipo se estrelló con ella desde la izquierda,
volcando su cerveza frente a su camisa negra de escote en V.
Rylann se encogió mientras el frío y pegajoso líquido corría entre sus pechos
y bajaba por su estómago. Le mandó una mirada asesina al culpable, un tipo que
llevaba una gorra de beisbol con letras griegas sobre su frente.
—Esto es perfecto —dijo ella secamente.
Él consiguió hacer una sonrisa ladeada.
—Lo siento. —Se giró y empujó a su amigo—. ¡Mira lo que me hiciste

hacer, idiota!
Mientras Idiota & Cía. hacían su camino fuera del bar sin otra mirada en su
dirección, Rylann negó.
—Estudiantes de pregrado —murmuró en un aliento. No más bares de

campus, decidió. Seguro, los tragos eran baratos, pero estaba claro que necesitaban
encontrar un lugar con una multitud más cerebral.
19
—Bueno, bueno, abogada. No mucho tiempo atrás, ése podría haber sido tu
cita para el baile de aspirantes.
Rylann reconoció ese tono provocador. Se dio la vuelta y vio a Hoyuelos

Presumidos, alias Kyle Rhodes, apoyado contra la barra, con sus largas piernas
estiradas frente a él.
Ella se acercó, resuelta a mantener la calma ante tan innegable atractivo, e

intentó decidir cuan molesta estaba porque sus evaluaciones sobre ella estuvieran
volviéndose tan exactas. Ella había estado en una fraternidad y, de hecho, había ido
a bailes de aspirantes y otras varias funciones con chicos de fraternidad ebrios con
gorras de beisbol que inevitablemente terminaban volcando cerveza sobre ella en

algún momento de la noche. Buenos tiempos.
Se detuvo al lado de Kyle en la barra y señaló la pila de servilletas de cóctel

detrás de él.
—Servilletas, por favor.
—¿No vas a decirme que estoy equivocado sobre tu cita al baile de

aspirantes de allí atrás?
—Hiciste una suposición acertada. —Rylann estiró la mano y repitió su

pedido—. Servilleta.
Kyle la miró de arriba abajo, después se giró hacia el hombre parado detrás
de la barra.
—¿Crees que podríamos conseguir una toalla, Dan?
—Seguro, no hay problema, Kyle. —El barman abrió un armario debajo de

la barra y sacó una toalla limpia. Se la alcanzó a Kyle, quien se la pasó a Rylann.
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—Gracias. Parece que te conocen por aquí, Kyle. —Deliberadamente repitió
su nombre para no tener que fingir que lo ignoraba si él se lo ofrecía. Por alguna
razón, no quería que supiera que Rae le había dicho quién era.
—El gerente es amigo mío. —Kyle señaló a sus dos amigos, que estaban
jugando pool en la esquina del bar—. Nos da bebidas gratis. No se puede superar
ese arreglo.
Rylann contuvo su risa. Nunca hubiera pensado que al hijo de un

multimillonario le importaría conseguir un arreglo para bebidas. Sin embargo, al
nunca haber conocido al hijo de un multimillonario antes, no sabía qué cosas les
importaban.

Ella secó su camisa mojada con la toalla, agradecida de usar negro y de no
tener que preocuparse con problemas de transparencias. Medio esperaba que Kyle
hiciera algún tipo de socarrona observación sobre la forma en que la tela se pegaba
a su pecho, pero no dijo nada. Y cuando ella terminó con la toalla y la colocó en la
barra, levantó la mirada y encontró sus ojos en los de ella, no centrados en sus
pechos.
—Así que, ¿dónde están tus amigos? —preguntó él.
¡Mierda! Rae. Rylann se había olvidado completamente de ella después de

que el chico de fraternidad volcara la cerveza en su camisa.
—Ésa es una buena pregunta. —Observó alrededor del bar y notó que estaba
vacío excepto por algunos rezagados. Ni Rae ni ningún otro de sus amigos de la
facultad de derecho estaba entre ellos.
Esto estaba comenzando a ponerse raro.
—Se suponía que me encontraría con ella al lado de la puerta principal

después de que fuera al baño, pero nunca regresó… discúlpame un momento. —
Rylann dejó a Kyle de pie en el bar y caminó hasta el baño de damas. Una rápida
comprobación en los cubículos reveló que todos estaban vacíos.
21
Después de salir del baño de damas, se dirigió hacia la gran escalera de
madera que llevaba al segundo piso. Un portero le cortó el paso inmediatamente.
—El bar está cerrado —dijo—. Tienes que salir.
—Estoy buscando a mi amiga que dijo que iría al baño. Hay uno arriba,
¿verdad?
—Sí, pero no hay nadie allí. Me acabo de asegurar —respondió el portero.
—¿Queda alguien cerca de la barra todavía? ¿Una chica alta, cabello castaño
claro, con una camisa roja?

El portero negó.
—Lo siento. Todo el piso está vacío.
Kyle apareció al lado de Rylann mientras el portero se alejaba.
—Okay, ahora estoy preocupada —dijo, más para ella que para él.
—¿Ella tiene móvil? —preguntó Kyle.
Rylann frunció el ceño.
—Sí, pero yo no. —Atrapó la mirada de Kyle y se puso a la defensiva. Rae,

y casi todos a los que conocía, la habían estado molestando para que se consiguiera
un móvil todo el año—. Hey, esos planes no son exactamente económicos.
Él sacó un móvil negro del bolsillo de su jean.
—Se llama ‘minutos gratis’. Bienvenida al 2003.
—Ja. Ja. —Rylann pensó en nivelarlo con una mirada fulminante pero se
decidió en contra de eso, de verdad necesitaba usar ese móvil. La insolencia podía
esperar.
22
Tomó el teléfono de Kyle, dándose cuenta que era la segunda vez que
aceptaba su ayuda en los últimos cinco minutos. En términos de cortesía,
significaba que estaba obligada a ser al menos un poco agradable con él.
Mierda.
Marcó el número de Rae y esperó mientras el teléfono sonaba.
—¿Hola? —respondió su amiga con tono perplejo.
Rylann exhaló un suspiro de alivio.
—Rae, ¿dónde estás? Estoy aquí parada como una idiota esperando a que

salgas del baño. Pero no estás en el baño.
—Carpe diem7.
Rylann se alejó unos pasos de Kyle.
—‘¿Carpe diem?’ ¿Qué quieres decir con eso? —Tenía la extraña sensación
de que no le iba a gustar lo que fuera que su amiga estaba a punto de decir.
—En latín sería ‘No me mates’.
Oh, Dios.
—¿Qué has hecho, Rae?
—Okay, esto es lo que pasó: cuando salí del baño, vi a Kyle Rhodes en el
bar, mirándote —dijo Rae—. Decidí que si no te regalabas un poco de diversión
después del largo año que hemos tenido, entonces haría que la diversión fuera hacia
ti. Así que tomé a los chicos, y todos nos escabullimos por la puerta de atrás.
—No lo hiciste.
7
Carpe diem es una locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir
'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo.
23
—Lo hice. Él es el hijo de un multimillonario, Rylann. Y está buenísimo.
Deberías agradecérmelo, en realidad. Ya estamos a una manzanaa del apartamento
de Shane, y creo que me quedaré aquí por un rato. Para darte algo de espacio.
Rylann bajó aún más su voz.
—Esto va contra el código de la mujer, Rae. Nunca dejamos a una de

nosotras atrás. Ahora tengo que caminar sola a casa.
—No si todo va como lo planeo… —Rae sonó como una genio malvada
antes de que su tono se volviera recatado—. ¿De quién es ese teléfono, de todos
modos?

De ninguna manera Rylann iba a responder a eso.
—Pensándolo mejor, voy a matarte. Y después robaré los Manolos negros

que compraste el verano pasado y bailaré con ellos en tu funeral. —Colgó el
teléfono con énfasis.
Caminó hacia Kyle y le devolvió el teléfono.
—¿Entonces? —preguntó él.
Rylann pensó rápidamente en una excusa.
—Uno de nuestros amigos se enfermó, así que Rae y los otros tuvieron que
llevarlo a casa rápido.
—O tal vez te dejó aquí para que te quedes atrapada conmigo.
Rylann levantó las manos.
—De acuerdo, eso es espeluznante. ¿Cómo lo sabes?
Kyle se encogió de hombros.
24
—Escuché la parte de ‘carpe diem’ y adiviné el resto. Tengo una hermana
gemela. He visto cómo funcionan las aterradoras mentes casamenteras de ella y sus
amigas.
Rylann se sonrojó.
—Espero que sepas que no tengo nada que ver con esto.
Kyle parecía más divertido que molesto por los planes de Rae.
—No te preocupes, abogada, no te acusaré de co-conspiradora. —Asintió

hacia la puerta—. Vamos. Te acompañaré a casa.

Rylann comenzó a hacer su camino hacia la puerta.
—Gracias, pero eso no es necesario. Sólo vivo a ocho manzanas.
Kyle se burló mientras la seguía hacia la puerta.
—Como si fuera a dejar que una mujer caminara a casa sola a la una y
media de la madrugada. Mi madre me crio mejor que eso.
—No se lo diré si tú no lo haces. —No era que Rylann prefiriera caminar a

casa sola, aunque estaría mintiendo si dijera que no había hecho caminatas
similares tan tarde en la noche a través del campus como estudiante de pregrado.
Además, Kyle Rhodes era prácticamente un extraño. ¿Quién decía que él era
seguro?
Kyle la detuvo justo cuando ella alcanzó la puerta principal.
—No es sólo lo qué diría mi madre; es lo que pienso. Mi hermana es

estudiante de posgrado en Northwestern. Si descubro que algún idiota la dejó
caminar sola a casa a esta hora, le patearé el trasero. Así que parece que estás
atrapada conmigo. Te guste o no.
25
Rylann consideró sus opciones. El discurso sobre su hermana parecía
suficientemente genuino. Por lo que ella podía decir, Kyle Rhodes era presumido y
un problema, pero no ese tipo de problema.
—De acuerdo, vale. Puedes acompañarme a casa —hizo una pausa—.

Gracias.
—¿Ves? ¿Era tan difícil ser amable conmigo?
Rylann abrió la puerta y salió. Como de costumbre, la multitud era densa

frente al bar mientras los estudiantes discutían todas las preguntas importantes
sobre a qué fiesta asistir después de hora y si hacer una parada para recargar energía

en La Bamba con burritos por el camino.
—Estoy segura de que hay un montón de mujeres más que felices de ser
amables contigo —le dijo a Kyle mientras se abría camino entre la multitud—.
Supuse que podría cambiar la tendencia.
Kyle la siguió.
—¿Quién está asumiendo cosas ahora?
—Pasas el tiempo en un bar cazando mujeres aleatorias, comprándoles

múltiples tragos. No se necesita ser un genio para descifrar que ésta no es la primera
vez que ‘escoltas’ a una chica a casa.
—Primero que… —Kyle fue interrumpido al separase momentáneamente de

Rylann por un grupo de mujeres caminando en dirección contraria. Ignorando las
miradas interesadas de las mujeres, continuó—. Primero que nada, no cazo a nadie.
Segundo, como hábito, no paso el tiempo en bares levantando mujeres. Esta noche
fue una excepción. Te vi en la mesa con tus amigos y te seguí a la barra cuando te
acercaste.
—¿Por qué?
26
Él se encogió de hombros naturalmente.
—Pensé que eras sexy.
—Gracias —dijo Rylann secamente.
Un estudiante ebrio de pregrado se tambaleó distraídamente mientras pasaba

a su lado. Kyle tomó a Rylann de la cintura y la alejó del camino del hombre justo
antes de que chocaran.
Se detuvieron en la esquina, manteniendo una distancia segura del tipo

borracho, y esperaron a que la luz cambiara. Kyle la miró.

—No sabía en ese momento que también eras tan… picante.
—Eres libre de rescindir tu oferta inicial de interés.
Kyle se rio.
—Dios, eres una nerd de las leyes. No estoy rescindiendo nada. No me

molesta lo sexy y picante. En realidad encuentro eso atractivo en una chica —
Ladeó la cabeza, pensando—. Y en las alitas de pollo.
Rylann giró su cabeza y lo miró fijamente.
—¿De verdad me acabas de comparar con las alitas de pollo?
—Dices eso como si fuera algo malo. Las alitas de pollo son la bomba.
Rylann tuvo que pelear para no sonreír ante eso.
—¿Por qué presiento que nunca eres serio?
Kyle hizo un gesto con su brazo hacia la multitud que los rodeaba dando
vueltas en la acera y se derramaba en la calle. La sensación en el aire era
tangiblemente exuberante.
27
—¿Quién quiere ser serio esta noche? La facultad de derecho terminó por
este año, abogada. Vive un poco.
Francamente, ella no estaba ni un poco segura de qué pensar de Kyle

Rhodes. Su parte lógica sabía que con la pinta de sexy heredero multimillonario
que usa botas de trabajador que él tenía, ella era probablemente una más en un
desfile de mujeres con las que habría coqueteado. Aun así, estaría mintiendo si no
admitía que encontraba su atención como mínimo, de alguna manera, halagadora.
Éste era un tipo al que muchas mujeres perseguirían, y la estaba persiguiendo a ella.
Al menos durante cinco minutos.

—Mira —le dijo a Kyle—. Aprecio que me acompañes a casa. De verdad.
Pero sólo para que estemos en la misma página, eso es todo lo que es. Una
caminata.
La luz cambió a verde, y ellos cruzaron la calle conjuntamente.
—Sin ofender, pero pareces un poco tensa acerca de las reglas —dijo Kyle—
. ¿Nunca vas con la corriente?
—Diría que soy más una planificadora que alguien que improvisa8.
Él gimió.
—Apuesto a que eres una de esas personas con un plan de cinco años.
—El mío es de seis —Rylann atrapó su mirada—. ¿Qué? Ése es el tiempo

que me tomará llegar a donde quiero estar —dijo con un toque de actitud
defensiva—. No todos tenemos el lujo de deambular nuestro camino por nuestros
veinte hasta decidir que es tiempo de madurar, Kyle Rhodes.
8
En el original: “I’d say I’m more of a planner than a fly-by-the-seat-of-mypants type.” Según el
Urban dictionary: “Actuar de acuerdo con los propios deseos o creencias sin tener en cuenta las
normas de comportamiento social, la sensibilidad lógica, o la aprobación de los demás.”
28
Kyle se dio la vuelta y se detuvo frente a ella, tan abruptamente que casi
chocó contra él.
—Escucha, voy a adelantar todo el discurso de dale al tipo rico su merecido.

He estado lidiando con ese numerito desde la escuela secundaria. —Apuntó
enfáticamente—. Y no deambulo mi camino por nada. De hecho, la razón por la
que estaba celebrando esta noche es porque acabo de tomar mi examen
eliminatorio para convertirme en candidato a doctorado.
—Impresionante. En el futuro, podrías querer abrir con esa línea en vez de

la patética rutina de adivina mi especialización —Ella sonrió encantadoramente—.
Sólo es una sugerencia.

Kyle alzó las manos.
—Lo juro, nunca más. Esto es lo que consigo por acercarme a una chica
extraña en un bar. Escojo a la sarcástica. —Se alejó frustrado.
Rylann lo dejó alejarse unos cuantos metros antes de llamarlo.
—Te estás dirigiendo en la dirección equivocada. —Cuando él se dio la

vuelta, ella apuntó inocentemente—. Mi apartamento está en esa dirección.
Él cambió de dirección y pasó fríamente delante de ella.
Rylann observó divertida como caminaba. A ella como que le gustaba este
lado malhumorado de Kyle Rhodes. Se sentía mucho más real que la rutina de
falso encanto de Hoyuelos Presumidos.
—No creo que cuente como acompañarme a casa si estás media manzana
delante de mí —le gritó ella—. Estoy bastante segura de que hay una regla de metro
y medio o algo.
Kyle se detuvo pero no se giró. Esperó en silencio hasta que ella lo alcanzó.
29
Cuando lo hizo, ella hizo una pausa ante él, parándose un poco más cerca
que antes.
—Supongo que las felicitaciones están en el orden del día. Cuéntame más
sobre tu examen de doctorado.
—Oh, ahora quieres ser amable —dijo él.
—Lo estoy considerando.
Continuaron caminando en dirección a su apartamento.
—Estoy en el programa de posgrado de ciencias de la computación —dijo

Kyle—. Mi enfoque está en sistemas y redes de investigación, específicamente en
seguridad. Protectores contra ataques DoS.
—Eso suena muy… técnico.
Viendo que ella no entendía, se explicó.
—DoS significa ‘denegación de servicio’. En términos básicos, es un tipo de

piratería informática. Las empresas los ven principalmente como molestias, pero mi
predicción es que este tipo de ataques seguirá creciendo más avanzadamente en los
próximos años. Recuerda mis palabras, un día alguien causará mucho pánico y
caos si los sitios web no empiezan a tomar estas amenazas seriamente.
—Tu padre debe estar muy orgulloso de que sigas en el negocio familiar —
comentó Rylann.
Él hizo una mueca.
—En realidad, ése es un tema un poco delicado. No planeo trabajar para él.
En su lugar, me gustaría enseñar. —Atrapó la mirada de sorpresa de Rylann y se
encogió de hombros causalmente—. No hay nada que pueda vencer a un trabajo
que te permite tener los veranos libres, ¿no?
30
—¿Por qué haces eso? —preguntó ella.
—¿Hacer qué?
—Emitir toda esta vibración de relajado y no me tomen muy en serio.

Asumo que ésa es la razón para el atuendo de botas de trabajador y franelas.
—No, uso botas de trabajador y franelas porque son cómodas. En caso de que
no lo hayas notado, estudiamos en medio de un campo de maíz. El traje de etiqueta
no es exactamente un requisito por aquí. —Ladeó la cabeza—. Además, ¿por qué te
importa qué clase de vibración emito?
—Porque sospecho que hay más del ilustre Kyle Rhodes de lo que parece.

Se detuvieron en una esquina, sólo a dos manzanas del apartamento de
Rylann. Una brisa fría sirvió como un rápido recordatorio de que ella estaba
usando una camisa húmeda. Con un leve escalofrío, cruzó los brazos sobre su
pecho y los frotó para mantenerlos cálidos.
—Nop, sigo siendo el mismo idiota que pensaste que era con la patética
frase para ligar. —Sin discusión, Kyle se sacó su camisa de franela y se la entregó a
Rylann. Debajo, llevaba una camiseta gris que abrazaba los tonificados músculos
de su pecho, abdominales, y bíceps.
Rylann ignoró la camisa, intentando no mirar fijamente su cuerpo. Y falló

miserablemente.
—Oh, no gracias. Sólo estamos a dos manzanas de mi casa. Estaré bien.
—Sólo tómala. Si mi madre supiera que dejé a una mujer caminar a casa
temblando con la camisa mojada, me mataría.
Rylann le aceptó la camisa y deslizó sus brazos en ella. Estaba tibia por su
cuerpo.
—Veintitrés años y todavía escuchando a mamá. Eso es tierno.
31
Kyle se acercó y le ajustó el cuello de la camisa, que había quedado debajo
de la línea del escote.
—Veinticuatro. Y mi mamá es bastante asombrosa, tú también la

escucharías. —Asintió, satisfecho con el cuello—. Ahí tienes.
Cuando su mano rozó el cuello de Rylann, su estómago dio un pequeño

salto.
Importantes chispas.
Demonios.

—Gracias —dijo ella. Éste no, se recordó firmemente. Este tipo no tenía
lugar en su plan de seis años. Demonios, no tenía lugar en su plan de seis días.
Kyle la observó desde arriba.
—Mentí cuando dije que te seguí a la barra porque eres sexy. —Tocó su
mejilla—. Te vi riendo con tus amigos, y tu sonrisa me absorbió.
Oh… hombre. El corazón de Rylann hizo un salto extraño. Ella se debatió

por un momento mientras miraba esos increíbles ojos azules, entonces se decidió,
¿qué demonios? Después del año que había pasado, se había ganado un pequeño
regalo.
Se puso de puntillas, alzó sus labios hasta los de él, y lo besó.
El beso fue de prueba y gentil al principio, él tomó su mejilla mientras lenta

y seductoramente reclamaba su boca con la de él. Ella deslizó una mano por su
pecho, momentáneamente olvidando, o sin importarle, que estuvieran parados en
una esquina donde cualquiera podría pasar. Se presionó contra él, y el beso se
profundizó cuando su lengua se arremolinó con la de ella, lo suficientemente
ardiente como para hacer que su cuerpo se sintiera como si se estuviera derritiendo.
32
Se sintió como una eternidad antes de que ella se las arreglase para alejar
lentamente sus labios.
Su mano todavía estaba en su mejilla mientras sus bocas se cernían a

centímetros de distancia. Los ojos de él eran de un profundo y ardiente azul.
—¿Qué te hizo hacer eso?
—Pensé en improvisar sobre la marcha para variar.9 —contestó ella, un poco

sin aliento.
Él alzó una ceja.

—¿Y?
Estimulante. Rylann sonrió para sí misma, teniendo la pequeña sospecha de

que Kyle Rhodes ya había escuchado elogios suficientes sobre su forma de besar
para que le durase una vida. Así que se encogió de hombros sin comprometerse.
—No ha estado mal.
Kyle se burló.
—¿No ha estado mal? Abogada, hay dos cosas en las que tengo grandes
habilidades. Y ciencias de la computación es la otra.
Muy bien, entonces. Rylann rodó los ojos.
—En serio, ¿de dónde sacas esas líneas? —Ella se giró y comenzó a caminar
las restantes dos manzanas hacia su casa, pensando que no había espacio suficiente
para ella, Kyle Rhodes, y su ego en la acera.
Había dado algunos pasos cuando lo escuchó gritar.
9
Misma referencia del pie de página anterior.
33
—No cuenta como que te acompaño si estás a media manzana por delante
de mí —dijo, juguetonamente repitiendo sus palabras anteriores.
—Te estoy liberando de tus obligaciones —gritó ella sin mirar atrás. Podía
escuchar su risa, cálida y rica, viniendo detrás de ella.
Cuando alcanzó su edificio, cortó por el patio y caminó directamente hacia

las escaleras de madera descolorida por la intemperie que la llevarían al
apartamento del segundo piso que compartía con Rae.
—Rylann.
Ella se volteó y vio a Kyle de pie al final de las escaleras.

—¿Me estaba preguntando si te quedarás por este campo de maíz durante el
verano? —dijo él.
—No es que importe, pero sí. —resopló ella—. Tengo una pasantía en la
Oficina del Fiscal.
Kyle subió los escalones para encontrarla a mitad de camino en la escalera.
—En ese caso, cena conmigo mañana.
—No creo que sea una buena idea.
Él tironeó el cuello de la camisa que estaba usando ella.
—¿Simplemente vas a coger mi camisa y correr?
Ella se había olvidado completamente de eso. Comenzó a deslizarse de la

camisa.
—Lo siento. Yo…
Kyle puso sus manos sobre las de ella.
34
—Quédatela. Me gusta cómo se ve en ti.
Malditas chispas se dispararon hasta los dedos de sus pies. Ella le dio su
mejor y más sensata mirada.
—Se suponía que iba a ser sólo un paseo.
—Es sólo una cita, abogada. Comeremos alitas de pollo y cerveza y nos
quejaremos de cómo nos vamos a aburrir viviendo aquí este verano.
En realidad, eso no sonaba mal para nada.
—¿Y si hubiera dicho que no me quedaría aquí el verano? —preguntó

Rylann—. ¿Qué pasa si tú tenías razón, y mañana me iba a Chicago a mudarme a
mi pintoresco y caro apartamento de dos habitaciones en Wrigleyville?
Él sonrió, una sonrisa que podría derretir la capa de hielo polar.
—Entonces supongo que tendría que conducir dos horas para ir a recogerte
para esas alitas de pollo. Te veo mañana, abogada. A las ocho en punto. —Con
eso, se giró y bajó las escaleras.
Unos minutos después, instalada y segura dentro de su apartamento, Rylann

apoyó la cabeza contra la puerta principal, reflexionando sobre el giro de los
eventos de la noche. Cerró los ojos y una sonrisa curvó la comisura de sus labios a
pesar de todos sus intentos por evitarla.
Wow.
*****
El destino lo quiso, sin embargo, los buenos sentimientos no duraron.
Rylann esperó hasta las diez, dos horas después del tiempo en que Kyle
había dicho que pasaría a buscarla. Entonces finalmente se dio por vencida y se
deslizó fuera de sus jeans y tacones.
35
La había dejado plantada.
Estaba bien, se aseguró a sí misma. Su pasantía, que había estado esperando

por meses, empezaba en una semana, y no necesitaba distraerse con primeras citas
con el algunas veces encantador multimillonario sexy nerd de computación y todo
el embrollo de si él me va a llamar.
La pobre Rae estará destrozada, pensó. Antes de irse por el verano, le había
dejado a Rylann sus Manolos negros específicamente para la ocasión.
—No puedo tenerte corriendo por ahí en sandalias para tu cita con un
multimillonario —La había regañado Rae, haciéndose la tranquila e intentando no

parecer muy sentimental mientras le entregaba la caja de zapatos a Rylann antes de
meterse en su auto.
Rylann había abrazado a su amiga.
—Tú y el resto de tus zapatos tenéis que volver aquí pronto.
—Llámame mañana y dime cómo fue la cita —había dicho Rae—. Tal vez
te lleve en un avión a Italia por una pizza o reserve todo un restaurante para tu
primera cita.
O tal vez simplemente se olvide de todo el asunto.
Resolviendo ignorar la decepción que sentía, Rylann se cambió a una

camisola y pantalones de pijama. No tenía sentido estar bien vestida si no tenía que
ir a ningún lado.
Se puso cómoda en el sillón y distraídamente pasó los canales de televisión.

La sorprendió cuan silenciosa estaba su casa, y al momento siguiente, se dio cuenta
de cuan peligrosamente cerca estaba de revolcarse en autocompasión.
De ninguna manera, se dijo, negándose a ir por ese camino. No era como si

Kyle Rhodes fuera tan bueno. Para empezar, era engreído y muy confiado, y se
36
vestía como si acabara de caerse de un tractor. ¿Y toda el asunto de la informática?
Ése era un tema de conversación para dormirse si alguna vez había escuchado uno.
Honestamente, ni siquiera le había gustado mucho el tipo.
En serio.
*****
A la mañana siguiente, Rylann salió de su habitación vestida y lista para ir a

correr. Con todo el estudio que había hecho en el último par de meses, apenas se
había ejercitado y sentía la necesidad de rectificar esa situación. Sospechaba que ese
entusiasmo duraría unos quince minutos, hasta que colapsara en un cúmulo de

jadeos en alguna parte en medio del tercer kilómetro.
Estaba de muy buen humor para una mujer a la que habían dejado plantada
anoche. La mayoría provenía del hecho que tenía la intención de tirar la camisa de
franela de Kyle Rhodes en el basurero en su camino de salida, y también por el
hecho de que tenía esta gran línea planeada en el caso de que se volviera a
encontrar con él, sobre cómo no había tenido la oportunidad de poner su camisa
donde ella realmente quería, la metió en el otro lugar donde el sol no brillaba.
Cuando salió de su apartamento, reproductor MP3 en una mano y camisa

de franela pronto a ser olvidada en la otra, vio el periódico tirado al frente de su puerta.
Mientras lo levantaba, el sol de la mañana la hizo parpadear, y en alguna parte, en
el fondo de su mente, estaba pensando que sería un hermoso y cálido día de mayo.
Un día perfecto para la piscina, pensó. Tal vez iré…
Le tomó un momento para que el titular del periódico se registrara. Al

principio parecía como cualquier otro titular trágico, del tipo que hace que una
persona se detenga ante la breve tristeza que siente cuando escucha tales cosas.
Entonces se dio cuenta.
ESPOSA DE EX ALUMNO MUERE EN ACCIDENTE DE AUTO
37
Marilyn Rhodes.
La madre de Kyle.
Sin levantar la mirada del periódico, Rylann cerró su puerta, se sentó en la

mesa de la cocina, y comenzó a leer.
38
Capítulo Tres
Nueve años después.
El viento frío de marzo atravesó el lago Michigan, una picadura helada que
fácilmente podría hacerte soltar una lágrima. Pero Kyle apenas lo notó. Cuando
corría, desconectaba.
Afuera estaba oscuro, pasaban las siete de la noche, y la temperatura

rondaba los cuatro grados. Todos los días durante las últimas dos semanas, las
había pasado en la pista de jogging que se ubicaba a lo largo del lago y corría un

circuito de diecinueve kilómetros de ida y vuelta a su apartamento. Su portero,
Miles, le había comentado ayer sobre la rutina, y para simplificar, Kyle le había
dicho que se entrenaba para una maratón.
En realidad, sólo le gustaba la tranquila soledad de correr. Sin mencionar,

que se deleitaba con la libertad que había llegado a apreciar mientras corría. Ah…
tal gloriosa libertad. El saber que podría continuar, con nada más que el
agotamiento físico para detenerlo.
Y, por supuesto, un equipo de alguaciles armados de Estados Unidos si se

alejaba a más de dieciséis kilómetros de casa.
Un tecnicismo menor.
Kyle rápidamente se había percatado de que existía un inconveniente con su

rutina de correr, algo que había comprendido cerca de los cuatro kilómetros la
primera mañana: El dispositivo de monitoreo electrónico atado a su tobillo raspaba
como una perra al correr. Probó rociar un poco de talco en él, pero todo lo que
consiguió fue un desorden blanco que lo dejó oliendo como un bebé. Y si había
algo a lo que un soltero convencido en sus treinta no necesitaba oler, era a bebés.
Una mujer olía a un poco de eso y repentinamente toda clase de relojes biológicos
salían de su siesta y comenzaban a sonar con fuerza.
39
Pero, como Kyle muy bien sabía, un hombre podía tener problemas peores
que irritaciones y talco de bebé. Un hombre podía ser arrestado, supongamos,
procesado por múltiples cargos federales y terminar en prisión. O podía enterarse
de que su terca y molesta hermana gemela casi se había hecho matar trabajando
con el FBI como parte de un acuerdo para obtener su libertad anticipada de dicha
prisión.
Todavía quería estrangular a Jordan por eso.
Kyle revisó su reloj y aceleró el ritmo para el último medio kilómetro de su

carrera. Según los términos de su detención domiciliaria, le permitían noventa
minutos al día para diligencias personales, siempre y cuando se quedase dentro de

un radio de dieciséis kilómetros de su domicilio. Técnicamente, se suponía que
usaba esos noventa minutos para comprar comida e ir a la lavandería, pero había
comprendido cómo funcionaba el sistema: Ordenaba sus compras por internet y se
las entregaban en su puerta, y utilizaba la tintorería localizada en el vestíbulo del
rascacielos donde vivía. Eso le daba noventa minutos al día fuera de su
apartamento de lujo, noventa minutos donde la vida parecía casi normal.
Esa noche, logró regresar a su edificio con ocho minutos de sobra. Pudo
haber jugado con el sistema, pero no estaba dispuesto a probarlo. Dios no
permitiese que se retrasase por un calambre en la pierna y una alarma se activara en
el monitor de su tobillo. Lo que menos necesitaba era a un equipo SWAT asaltando
la playa y colocándole unas esposas sólo porque no había estirado correctamente.
La ráfaga de aire caliente golpeó a Kyle en cuanto entró al sofocante

edificio. O quizás fue simplemente el saber que su entrada por esas puertas
significaba que estaría atrapado en su apartamento por las siguientes veintidós
horas y treinta y dos minutos.
Sólo tres días más, se recordó a sí mismo.
En poco más de setenta y dos horas, había comenzado a pensar en términos

de horas después de sus días en prisión, oficialmente sería un hombre libre.
40
Suponiendo, por supuesto, que la Oficina del Fiscal General cumpliera con su parte
del trato, lo cual era una gran suposición. Se podría afirmar con cierta seguridad
que él y la Oficina del Fiscal General no estaban en los mejores términos estos días,
a pesar de los acuerdos que habían hecho con su hermana en cuanto a su liberación
anticipada del Centro Correccional Metropolitano, la prisión federal donde había
servido cuatro meses de una condena de dieciocho. Ellos, después de todo, lo
habían llamado “terrorista” tanto en el tribunal como ante los medios, y en la
libreta de Kyle, eso le conseguía a la gente un billete de ida a su lista de mierda.
Porque un “terrorista” como cualquier imbécil con un diccionario sabía, es una
persona que usa la violencia, el terror, y la intimidación para lograr un resultado.
Él, por otra parte, había acabado involucrándose por su estupidez.

Miles, el portero, comprobó su reloj cuando Kyle pasó por el escritorio del
vestíbulo.
—¿Ni siquiera puedes tomarte un descanso un sábado por la noche?
—No hay descanso para el malvado —contestó Kyle con una sonrisa fácil.
Se metió en el ascensor y presionó el botón hacia el piso treinta y cuatro, el

ático. Justo antes de que las puertas se cerrasen, entró un hombre a finales de sus
veinte vistiendo pantalones vaqueros y un jersey de esquí. Parpadeó reconociendo a
Kyle cuando lo vio pero no dijo nada mientras presionaba el botón hacia el piso
veintitrés.
Montaron en el ascensor en silencio, pero Kyle sabía que eso no duraría. Al

final, el otro tipo le diría algo. Algunos lo ignoraban, otros le chocaban los cinco,
pero siempre decían algo.
Cuando el ascensor llegó al piso veintitrés, el tipo lo recorrió con la mirada

un instante antes de salir.
—Por si sirve de algo, pensé que todo el asunto fue bastante gracioso.
41
Uno de los que le chocaban los cinco.
—Demasiado malo que no estuvieras en el gran jurado —replicó Kyle.
Montó el elevador hacia el último piso, espacio que compartía con otros dos
áticos de lujo. Entró en el apartamento, se quitó la chaqueta sudada de nailon que
llevaba puesta, y la lanzó a la espalda de uno de los taburetes de la barra delante del
mostrador de su cocina. Por instrucciones suyas, el lugar había sido diseñado como
un espacio abierto, exceptuando los dormitorios juntos, generando una percepción
espaciosa que se complementaba con ventanas panorámicas que corrían a lo largo
de dos paredes. Contaba con una vista espectacular del lago, aunque durante la
mayor parte del día todo era aburrido y gris. Lo equivalente a Chicago en marzo.

—Si alguna vez tienes que hacer un trato de nuevo para que pueda cumplir
mi condena en arresto domiciliario —Había bromeado con su hermana Jordan,
cuando ella y su padre lo visitaron la semana pasada—, asegúrate de que los
Federales incluyan una cláusula que diga que pasaré los meses de invierno en una
playa en Malibú.
A su padre, a quien aparentemente no le había hecho gracia, salió de la

habitación para atender una llamada telefónica.
—Demasiado pronto —había dicho Jordan, negando.
—Tú no tienes problemas para hacer bromas de la prisión —recalcó Kyle a

la defensiva. De hecho, su hermana había desarrollado últimamente una molesta
destreza natural por ellas.
Jordan había sacudido la galleta de la señora Fields que había sustraído de

una lata en su despensa.
—Sí, pero sé desde que teníamos tres años que eres un imbécil.
Extrañamente, le tomó mucho tiempo a papá comprender eso. —Le había sonreído
dulcemente mientras daba otro mordisco.
42
—Gracias. Hey, genio, esa galleta tiene cinco meses —Kyle se había reído
entre dientes cuando su hermana tomó desesperadamente una toalla de papel.
Más tarde, cuando salía por la puerta, Jordan había vuelto a tratar el asunto,
más seriamente esta vez.
—No te preocupes por papá. Lo aceptará al final.
Kyle esperaba que Jordan tuviera razón. En gran parte, su padre había
manejado de forma pública el arresto de Kyle y su condena tan bien como cabía
esperar. Como Jordan, Grey había estado presente en todas las sesiones del tribunal
de Kyle y lo había visitado en prisión cada semana. Aun así, las cosas estaban un

poco incómodas con su padre estos días, y no había duda de que una conversación
de hombre a hombre estaba en la agenda.
En algún momento.
Empujando aquella cuestión temporal a un lado, Kyle se quitó la ropa de

ejercicio y tomó una ducha rápida. Revisó su reloj y vio que contaba con una buena
media hora antes de que llegasen sus visitas, por lo que se instaló en el escritorio de
su oficina para leer las noticias nocturnas en su monitor de pantalla plana de treinta
pulgadas.
Después de leer detenidamente las noticias nacionales, examinó

rápidamente la sección de Tecnología del Wall Street Journal. Exhaló irritado
cuando vio que su próxima aparición en el tribunal era la segunda historia en la
página.
Al menos no había sido uno de los titulares, aunque no dudaba que su

fotografía estaría otra vez estampada en todos los diarios el próximo martes,
cuando el juez pronunciara la moción del gobierno. Era ridículo, realmente, que un
error estúpido, sí, la había jodido, lo admitía completamente, hubiera llamado tanto
la atención. La gente infringía la ley todos los días. Bueno, varias leyes federales en
su caso, pero aun así.
43
Kyle ignoró la noticia del Wall Street Journal, no necesitaba recordar los
espeluznantes detalles. Sabía muy bien lo que había hecho, diablos, medio mundo
sabía lo que había hecho. En términos legales, había sido declarado culpable de
múltiples cargos por el envío de códigos maliciosos para causarle daño a
computadoras protegidas. En términos técnicos, lenguaje que prefería por encima
de toda esa jerga legal, cinco meses atrás había orquestado un ataque de denegación
de servicios contra una red global de comunicaciones a través del uso de un
“botnet”, una red de computadoras infectadas vía software nocivo sin el
conocimiento o consentimiento de sus dueños.
O, en el lenguaje común, había hackeado Twitter y causado la caída del sitio

durante dos días en lo que fue indudablemente el movimiento más estúpido de su

vida.
Y todo había empezado con una mujer.
Había conocido a Daniela, una modelo de Victoria’s Secret que vivía en

Nueva York, en la exposición de arte de un amigo en Soho, y habían congeniado
de inmediato. Ella era hermosa, tenía un aprecio genuino por el arte y la fotografía,
podía hablar apasionadamente sobre el tema por horas, y no se tomaba a sí misma
demasiado en serio. Habían pasado juntos el fin de semana entero en Nueva York,
un torbellino de sexo, restaurantes, bares, y diversión, que era lo único que Kyle
había estado buscando en ese momento.
Habían comenzado a salir casualmente a larga distancia después de eso, con

Kyle volando a Nueva York un par de veces durante los siguientes meses para
encontrarse con Daniela, y la prensa sensacionalista había comenzado a chismear
sobre su relación. La supermodelo y el heredero multimillonario.
—Imagina eso. Mi hermano está saliendo con otra modelo —Jordan lo

había llamado para decirle eso después de haber visto que él y Daniela habían sido
mencionados en la columna de Scene and Heard del Tribune—. ¿Alguna vez
piensas diversificar tu portafolio? —le había preguntado ella con sequedad.
44
—¿Por qué? —Le había dicho él con total naturalidad—. Me gusta salir con
modelos.
—No lo suficiente como para presentárnosla a mí o a papá —le había

respondido ella.
Su hermana siempre tenía la forma más irritante de señalarle cosas como

esas.
Era cierto, nunca había tenido una relación a largo plazo, y había una razón
simple para eso: Le gustaba estar soltero. Como debería. Durante el transcurso de
los últimos nueve años, se había adaptado a su vida en la Rhodes Corporation,

trepando por la escalera corporativa hasta convertirse en el vicepresidente ejecutivo
de seguridad en la red. Trabajaba duro, pero también le gustaba jugar duro, y no
veía una razón para atarse a una mujer. Siempre mantenía las cosas claras y fáciles,
nunca prometía nada más que pasar un buen rato sin importar cuánto tiempo
durase.
Sin embargo, el comentario de Jordan lo fastidió. La vida de soltero había

comenzado a hacerlo sentir un poco... viejo a veces. Seguro, un hombre en su
posición generalmente nunca tenía problemas para conocer mujeres, pero
comenzaba a preguntarse si los encuentros casuales y citas ardientes eran
suficientes. Siempre había asumido que se asentaría en algún punto; había crecido
en una familia feliz, cariñosa y sabía que era algo que quería para sí al final, de
modo que pensaba, quizás, que era hora de dar algunos pasos hacia esa meta.
Con eso en mente, había comenzado a pasar más fines de semana con
Daniela, ya fuese volando a Nueva York para visitarla o pagando para que ella
viniera a Chicago. No era tan ingenuo como para pensar que su relación era
perfecta, pero en los nueve años que había jugado en ese campo, le había faltado
encontrar ese llamado “encaje perfecto” con una mujer. Así que ignoró esas
preocupaciones, después de todo, a un hombre le podría ir mucho peor que tener a
una modelo de Victoria’s Secret en su cama de forma asidua.
45
Pero aproximadamente a los seis meses de su relación, cuando Daniela le
preguntó sobre conocer a su familia, Kyle vaciló. Porque nunca antes les había
presentado una mujer, eso le parecía un paso enorme. Gigantesco. Por años, habían
sido solamente ellos tres: Su padre, Jordan y él. Juntos habían navegado bajo el
foco, a menudo surrealista, en el que habían sido empujados por la riqueza de su
padre y, milagrosamente, habían llegado casi normales al otro lado. Así que, a
pesar del hecho que había estado saliendo con Daniela más tiempo que con
cualquier otra, e incluso había usado dos veces la palabra novia al describirla, se
sintió atrapado por lo que había cambiado de tema sin darle una repuesta directa.
Quizá ésa había sido la primera señal de problemas.

La semana siguiente, Daniela lo había llamado, hablando tan rápido que
apenas pudo comprenderla con su acento brasileño. Le dijo que había sido elegida
para un video de música, algo que la entusiasmaba mucho, ya que quería hacer la
transición hacia la actuación. En su camino a Los Ángeles, había sorprendido a
Kyle deteniéndose en Chicago por una noche para celebrar. Un pensamiento dulce,
pero lamentablemente, él había tenido un conflicto de trabajo esa tarde.
—Debiste llamarme primero, esta noche cenaré con todo mi equipo

administrativo —le había informado él disculpándose. Como vicepresidente
ejecutivo de la seguridad en la red, le gustaba reunirse al menos dos veces al año
con sus gerentes en un ambiente no laboral—. Hablaremos sobre prevención de
intrusiones, control de acceso a la red, y la respuesta a las amenazas de los
productos —le había guiñado el ojo— cosas muy sexys.
Daniela mostró un nulo interés en el tema, lo cual era bastante usual. En

verdad, a Kyle le faltaba hallar a una chica que mostrase algún interés genuino por
su trabajo, aunque muchas estaban bastante cautivadas por el ático y el Mercedes
SLS AMG que éste se permitía.
—Pero si te lo hubiera dicho, no habría sido una sorpresa —Daniela hizo un

mohín—. ¿No puedes saltártelo? ¿Qué hará tu padre? ¿Encerrarte porque no fuiste a
una reunión con un grupo de nerds informáticos?
46
Como era lógico, ese comentario no le había caído muy bien a Kyle.
Quizá sus conversaciones se perdían en la traducción, o tal vez a ella

realmente no le importaba. Pero Daniela nunca había parecido entender que su
trabajo en Rhodes Corporation era un puesto real. No hacía alarde de sí mismo,
pero era una estrella brillante en la compañía, y no porque fuera el hijo del jefe.
Era, simplemente, así de bueno en lo que hacía.
Nueve años atrás, Kyle habían tenido sus razones, razones muy privadas y
personales, para dejar su programa de doctorado y unirse a Rhodes Corporation,
pero la razón por la que se había quedado en la compañía tanto tiempo era debido
a la experiencia de trabajo. En su industria, no había mejor hombre de quien

aprender que Grey Rhodes, el imperio de mil millones de dólares que había
construido desde cero era prueba concreta de eso.
Habiendo dicho eso, no todo había ido viento en popa. Su padre podía ser el
director general de la compañía, pero Kyle era responsable de la seguridad de las
redes e insistía en su autonomía: manejaba su departamento de la forma que quería.
Era verdad, de vez en cuando él y su padre chocaban cabezas y se pisaban los dedos
el uno al otro… bueno, en realidad, eso pasaba mucho. Pero eran profesionales, y
arreglaban las cosas del mismo modo que otros directores generales y
vicepresidentes ejecutivos arreglaban sus asuntos. Su padre respetaba sus opiniones
y había llegado a ver a Kyle como su mano derecha.
El problema era que Kyle ya no quería ser su mano derecha. Era bueno,
estaba listo, y en ascenso. Pero en Rhodes Corporation, sólo podría haber uno a la
cabeza. Y ese lugar estaba ocupado.
Él tenía ideas. Proyectos para el futuro que probablemente no correspondían

con los de su padre. Y el momento para poner esos planes en marcha estaba
llegando rápidamente.
Esa tarde, Daniela y él habían discutido sobre su comentario durante casi

una hora. Al final, sin embargo, Kyle había tratado de compensarla. Ella había
47
volado a Chicago para sorprenderlo, después de todo. Él no quería pasar la noche
entera peleando, sobre todo cuando hacía un par de semanas que no se veían.
—Te diré una cosa —le había dicho, rodeándola con sus brazos y tirando de
ella más cerca—. Recogeré una botella de champaña cuando vuelva a casa de la
reunión. Podemos tener una fiesta privada cuando vuelva.
—Aw, bebé, me tientas —le había respondido ella, besándole cariñosamente

la mejilla—. Pero me siento como… ¿cuál es la expresión? Para pasarlo en grande
esta noche. Creo que le haré a una llamada a Janelle. Está en Chicago para una
sesión con Macy. Recuerdas a Janelle, ¿verdad? La conociste en Nueva York la
noche que tomamos unas copas en Boom Boom Room… —Su voz se desvaneció

mientras ingresaba al cuarto de baño, cargando su enorme bolsa de maquillaje.
Esa noche, Daniela no regresó a casa de Kyle hasta las cinco de la mañana,
sólo media hora antes de que él se despertara para su carrera diaria. Había entrado
en su casa con la llave que él le había dado y se había desmayado completamente
en su cama, sobre las sábanas y roncando, con sus Christian Louboutins todavía
puestos. Kyle no se molestó en despertarla, y ella ya se había ido a L.A., para
cuando él volvió a casa del trabajo.
Ésa había sido probablemente la segunda señal de problemas.
Él no tuvo noticias de Daniela por los siguientes cuatro días. Al principio,

asumió que estaba ocupada con la filmación del video musical, pero cuando no
devolvió ninguna de sus llamadas o mensajes del texto, comenzó a preocuparse.
Sabía que ella algunas veces se divertía sin limitarse con sus amigos, y comenzó a
tener visiones de pesadilla de ella convirtiéndose en una de esas historias trágicas
reportadas en Access Hollywood, la supermodelo que bebió en exceso y murió cuando
entró al baño del hotel y dejó caer su bolsa de cinco mil kilos de maquillaje en su
cabeza.
En la cuarta noche de su viaje, finalmente obtuvo una respuesta.
48
Vía Twitter.
@KyleRhodes Sient q no vya a fncionr xa nstrs. Regrso a LA xa rlajarm cn alguien q

conocí. Piens q ers una dulzra xo habls dmasiad sobre ordnadors10.
Kyle tenía que otorgarle cierto crédito; se necesitaba habilidad, además de

no tener corazón y un abuso serio de la lengua inglesa, para romper con alguien en
menos de 140 caracteres. Ella ni siquiera había tenido la decencia de enviarle un
mensaje privado; nop, acababa de twittear esa mierda de forma pública y todos los
que quisieran podían verlo. Pero eso no era lo peor. Veinte minutos más tarde,
Daniela le envió otro mensaje, esta vez con un enlace de video de ella besándose
con la estrella de cine Scott Casey en un jacuzzi.

Eso había apestado.
Kyle sintió que le habían golpeado las tripas cuando vio el video. Sabía que
habían tenido sus problemas, pero lo que Daniela había hecho era ni más ni
menos… despiadado. Sobre todo porque había logrado hacerle parecer un total y
completo imbécil. Podía ver los tabloides:
¡¡¡TORRIDO ESCÁNDALO EN UN SAUNA!!!
Supermodelo Engaña a Heredero Multimillonario.
Él trabajaba en computadoras, sabía lo qué sucedería, el video se volvería

viral en cuestión de minutos. Entre la mojada supermodelo con un bikini diminuto,
la estrella de cine, y el hecho de que la maldita cosa era incluso
cinematográficamente agradable con la vista arrolladora de las colinas de
Hollywood al fondo; todo el mundo lo vería.
No en su guardia.
10
Siento que no vaya a funcionar para nosotros. Regreso a LA para relajarme con alguien que conocí.
Pienso que eres una dulzura pero hablas demasiado sobre ordenadores
49
Kyle agarró la botella de whisky del bar que tenía en su oficina central y
tomó un trago. Y cuatro más después de ese por si acaso. Un pensamiento seguía
sonando en su cabeza.
Jódete Daniela.
Podía no ser una estrella de cine, o el presidente de una corporación

multimillonaria, o la portada del Time o del Newsweek, pero no era un perdedor. Era
Kyle Rhodes, y era un dios de la tecnología. Su especialidad era la seguridad de la
red, por el amor de Dios, simplemente hackearía Twitter, suprimiría el tweet de
Daniela y el video del sitio, y nadie nunca lo descubriría.

Y podría haber salido impune, si sólo se hubiera detenido allí.
Excepto que en alguna parte a lo largo del camino, mientras estaba sentado
en su computadora con su vaso en la mano, ebrio y furioso, mirando fijamente ese
tweet, ese estúpido tweet de fue divertido mientras duró: pero jódete, tuvo un momento
de claridad inducido por el whisky. Se dio cuenta de que el problema real yacía en
los medios sociales en sí mismos, en la perpetuación de un mundo en el cual la
gente se había vuelto tan antisocial que creían que las rupturas con menos de 140
caracteres eran aceptables.
Por lo que hizo colapsar completamente la página web.
En realidad, no fue tan difícil. Para él, por supuesto. Todo lo que necesitó
fue un virus informático listo y unos cincuenta mil ordenadores infectados sin
saberlo, y puso manos a la obra.
Tomad eso, twitteros.
Después que la página web colapsó, decidió cortar con todo. Lanzó su
laptop, su pasaporte, y una muda de ropa a una mochila y se la colgó a la espalda,
tomó un vuelo nocturno hacia Tijuana, y procedió a emborracharse completamente
con tequila barato durante los siguientes dos días.
50
—¿Por qué Tijuana? —le había preguntado Jordan durante el alboroto que
siguió a su arresto.
—Parecía ser el tipo de lugar en el que una persona podría ir sin que le
hicieran preguntas —le había explicado con un encogimiento de hombros.
Y ciertamente, lo era. En Tijuana, nadie sabía, o le importaba, quién era. No

era el tipo que había sido engañado por su ex novia supermodelo. No era un
heredero, un nerd, un hombre de negocios, un hijo, o un hermano. No era nadie, y
a él le gustaron las cuarenta y ocho horas de anonimato, ser el hijo de un
multimillonario lo había privado de aquella libertad hacía mucho tiempo.

En la segunda noche de su viaje, Kyle estaba sentado en el bar que había
hecho su hogar por los últimos dos días, cuidando lo que había decidido sería su
último trago de la noche. Nunca se había ido de juerga antes y, como la mayoría de
los hombres, lo había encontrado como un medio efectivo para ocuparse de sus
problemas. Pero tarde o temprano, tendría que regresar al mundo real.
El cantinero, Esteban, le disparó a Kyle una mirada de reojo mientras

limpiaba algunos vasos.
—¿Crees que van a agarrar a ese tipo? —le preguntó con un fuerte acento
mexicano.
Kyle parpadeó sorprendido. Eran más palabras de las que Esteban le había
dirigido en dos días. Momentáneamente debatió si esa pregunta violaba alguna
política de no hacer preguntas, entonces finalmente la encontró aceptable. Después
de todo, no era como si estuvieran hablando de él.
—¿A qué tipo? —preguntó.
—A ese terrorista de tweeder —respondió Esteban.
Kyle agitó su vaso delante de él.
51
—No tengo idea de lo que es un tweeder, o cómo aterrorizar a uno, pero
suena como a una gran historia, amigo.
—Oh, eres un tipo chistoso, ¿eh? —Esteban señaló una televisión montada
en la pared detrás de Kyle—. Twee-ter, pendejo.
Por curiosidad, Kyle observó la televisión y vio un noticiero mexicano. Sus

cuatro años de español en la secundaria fueron de poca ayuda; la locutora hablaba
demasiado rápido como para que comprendiera lo que decía. Pero cuatro palabras
escritas en negrita en la parte inferior de la pantalla no necesitaban traducción.
El Terrorista de Twitter.

Kyle se atragantó con su tequila.
Oh... mierda. Contempló la pantalla con creciente frustración mientras

trataba de comprender lo que el reportero decía. Era difícil, en particular por el
hecho que estaba completamente ebrio, pero logró atrapar las palabras policía y FBI.
Su estómago se revolvió, y apenas logró apartarse de la barra antes de

expulsar los siete chupitos de tequila, empalando en el proceso su frente en un
cactus antes invisible.
Eso lo despejó sumamente rápido.
En pánico, se abrió paso volviendo a la posada barata en la que había

alquilado un cuarto con dinero en efectivo, ninguna identificación había sido
necesaria, y llamó a la única persona con la que podía contar estando
completamente borracho en Tijuana, con la frente sangrando, y siendo buscado por
el FBI.
—Jordo, la jodí —dijo tan pronto ella contestó el teléfono.
Probablemente al oír la ansiedad en su voz, ella llegó al meollo del asunto.
—¿Lo puedes solucionar?
52
Kyle supo que tenía que hacerlo, lo antes posible. Así que tan pronto como
colgó el teléfono, encendió su laptop y detuvo el ataque del botnet al servicio.
Había sólo un problema: Esta vez el FBI lo estaba esperando.
Y contaban con nerds de computadoras, también.
A la mañana siguiente, Kyle, sobrio y abochornado, cargó su mochila en su

espalda y tomó un taxi hacia el aeropuerto de Tijuana. Hubo un momento antes de
embarcarse, cuando entregó su boleto al asistente del vuelo de Aeroméxico, cuando
pensó, no tengo que regresar. Pero huir no era la respuesta. Supuso que un hombre
necesitaba responsabilizarse de esos momentos en la vida cuando uno actúa como

un redomado idiota, pase lo que pase.
Cuando el avión aterrizó en el Aeropuerto O'Hare, los asistentes de vuelo les

pidieron a los pasajeros que se quedaran en sus asientos. Sentado ocho filas detrás,
Kyle observó cómo dos hombres vistiendo trajes estándar, claramente agentes del
FBI, abordaron el avión y le entregaron un documento al piloto.
—Sip, ése sería yo —exclamó Kyle, tomando su mochila que estaba debajo
del asiento delante de él.
El hombre mayor hispanoamericano que se sentaba junto a él bajó la voz a

un susurro.
—¿Drogas?
—Twitter — le susurró Kyle.
Él se puso de pie, mochila en mano, y asintió a los agentes del FBI que se
habían detenido en su fila.
—Buenos días, caballeros.
El agente más joven le tendió su mano, completamente profesional.
53
—Entregue la computadora, Rhodes.
—Supongo que nos saltaremos las amabilidades —le respondió Kyle,

entregando su mochila.
El agente mayor tiró bruscamente los brazos de Kyle a su espalda y le colocó

las esposas. Mientras le leían sus derechos, Kyle vio momentáneamente lo que
tenían que ser cincuenta pasajeros tomándole fotos con sus celulares, fotos que más
tarde bombardearían todo Internet.
Y desde ese momento en adelante, dejó de ser Kyle Rhodes, el hijo del
multimillonario, y se convirtió en Kyle Rhodes, el Terrorista de Twitter.

Probablemente no era la mejor manera de forjarse un nombre.
Lo llevaron a las oficinas del FBI en el centro y lo abandonaron en el cuarto

de interrogatorios durante dos horas. Él llamó a sus abogados, quienes llegaron
rápidamente y muy serios establecieron los cargos que el FBI planeaba presentar a
la Oficina del Fiscal. Media hora después de que se fueran sus abogados, fue
trasladado al Centro Correccional Metropolitano para su fichaje.
—Tienes a una visita, Rhodes —le informó el guardia esa misma tarde.
Lo condujeron a una celda, donde esperó en una mesa de acero intentando

acostumbrarse a verse con esposas y un mono naranja. Cuando la puerta se abrió y
su hermana entró, él sonrió tímidamente.
—Jordo —dijo, su apodo para ella cuando eran niños.
Ella se acercó y lo abrazó fuertemente, un ejercicio algo embarazoso con las

esposas. Luego ella retrocedió y le abofeteó la frente con la palma de su mano.
—Tú, idiota.
Kyle se restregó la frente.
54
—Ouch. Allí es donde el cactus me golpeó.
—¿En qué estabas pensando? —demandó ella.
En el curso de las dos semanas siguientes, esa fue la pregunta que le harían a
Kyle cientos de veces, amigos, familiares, sus abogados, la prensa, y cualquier
persona que se lo cruzara por la calle. Se podría decir que tenía algo que ver con el
orgullo, o su ego, o el hecho que siempre había tenido algo de mal genio cuándo le
provocaban. Pero al final, realmente se reducía a una cosa.
—Yo sólo... cometí un error —admitió honestamente a su hermana. No era

el primer hombre en reaccionar exageradamente cuando descubría que su chica lo

engañaba, ni sería el último. Desafortunadamente, había estado en la posición
única para echar a perder todo a un nivel global.
—Le dije a los abogados que me declararé culpable —le informó. No tenía
sentido desperdiciar el dinero de los contribuyentes por un simulacro de juicio, o
desperdiciar su dinero en los honorarios adicionales de los abogados.
Especialmente porque no tenía defensa.
—Están diciendo en las noticias que probablemente irás a la cárcel. —La

voz de Jordan se quebró en la última palabra, y sus labios temblaron.
Diablos, no. La última vez que Kyle había visto a su hermana llorar había
sido nueve años atrás, tras la muerte de su madre, y estaría condenado si la dejaba
hacer eso ahora. Él apuntó con énfasis.
—Escúchame, Jordo, porque ésta es la única vez que te diré esto. Búrlate de
mí, haz todos los chistes que quieras, llámame idiota, pero no derrames ni una
lágrima por esto. ¿Entendido? Pase lo que pase, lo manejaré.
Jordan asintió y respiró profundamente.
—Bien. —Lo examinó, notando las esposas y el mono anaranjado. Entonces

inclinó su cabeza inquisitivamente—. Entonces, ¿cómo estuvo México?
55
Kyle le dio una gran sonrisa y le tiró de la barbilla.
—Eso está mejor. —Volvió al tema en el que había evitado pensar desde que
lo arrestaron—. ¿Cómo se tomó papá la noticia?
Jordan le lanzó una mirada familiar un tanto torcida.
—¿Recuerdas tu segundo año, la noche que saliste por la ventana de la

cocina para ir a la fiesta de Jenny Garrett?
Kyle se encogió. Como no acordarse. Había dejado la ventana abierta para

poder regresar fácilmente, y su padre había bajado a investigar después de oír un
ruido extraño. Había encontrado que Kyle no estaba y a un mapache comiendo

Cacao Puffs en la despensa.
—Tan malo, ¿eh?
Jordan apretó su hombro.
—Yo diría que veinte veces peor.
Mierda.
*****
Después de terminar de revisar las noticias de la noche, Kyle cayó en el error

de comprobar su correo electrónico. Su dirección de correo electrónico en la
Rhodes Corporation era accesible desde el sitio Web, y aunque ya no trabajaba
para la compañía, había presentado su renuncia escrita el día que le dieron libertad
bajo fianza y evitado la incomodidad de su padre de tener que despedirlo, los
mensajes que recibió allí fueron retransmitidos a su cuenta personal.
Todos los días desde que había sido puesto en libertad, había recibido
cientos de mensajes: Pedidos de entrevistas de la prensa, correos ofensivos de
algunas personas muy enfadadas que seriamente necesitaban tomarse un descanso
de Twitter (Hey @KyleRhodes—¡¡¡APESTAS, imbécil!!!!!), y extrañas insinuaciones
56
coquetas de mujeres al azar que parecían demasiado interesadas en conocer a un ex
convicto.
Después de revisar para asegurarse que no hubiera nada de real importancia

que necesitara contestar, Kyle eliminó la totalidad de los correos electrónicos. No
daría entrevistas, el correo ofensivo no era digno de contestarse, y aunque podía
haber estado preso durante cuatro meses y medio, el más largo período de celibato
en su vida adulta, encontraba generalmente prudente evitar tener relaciones
sexuales con gente loca.
El teléfono de su casa sonó, interrumpiendo sus pensamientos. Dio dos

timbrazos, indicando que la llamada provenía de la oficina de seguridad en el

vestíbulo de abajo.
—Dex está aquí para verte —le indicó Miles, el portero, cuándo Kyle
contestó el teléfono, refiriéndose al mejor amigo de Kyle, Gavin Dexter. Dex era un
visitante frecuente de Casa Rhodes, y Miles consecuentemente había descartado la
rutina de “Señor Dexter” años atrás.
—Y tiene a varios amigos consigo —prosiguió Miles con una nota de

diversión.
—Gracias, Miles. Hazlos a subir.
Dos minutos más tarde, Kyle abrió la puerta y encontró a su mejor amigo y
a un grupo de al menos veinte personas en su umbral. El grupo dejó salir un fuerte
grito de alegría cuándo lo vieron.
Dex sonrió.
—Si Kyle Rhodes no puede venir a la fiesta, entonces la fiesta vendrá a Kyle
Rhodes —Palmeó a Kyle en el hombro, al estilo campechano—. Bienvenido a casa,
amigo.
*****
57
Cerca de la medianoche, Kyle finalmente tuvo la posibilidad de escapar del
gentío. Sus veintiún invitados casi se habían triplicado, y el ático estaba lleno
ahora.
Necesitando algunos momentos a solas, Kyle se marchó sigilosamente a su

oficina, donde tenía una pequeña barra, y se sirvió un vaso de whisky. Bebió un
sorbo y cerró los ojos, saboreando el momento antes de que necesitase regresar a la
fiesta. A sus llamados amigos.
Ninguno de ellos, exceptuando a Dex, se molestaron en visitarlo en prisión.
El Centro Correccional Metropolitano, o MCC11, como los residentes lo

llamaban, estaba convenientemente ubicado en el centro de la ciudad de Chicago, y
Kyle había estado allí cuatro meses. Sin embargo, en todo ese tiempo, sólo tres
personas habían ido a visitarlo: Su padre, su hermana, y Dex. Para todos los
demás, él había estado lejos. Ojos que no ven, corazón que no siente.
Aparentemente, Kyle Rhodes no era el hombre del momento cuando vivía

en la Cárcel en lugar de en un ático.
Aquellos cuatro meses en los que estuvo encerrado fueron una auténtica
revelación. Al principio estuvo enojado, después decidió que no valía la pena el
esfuerzo. Ahora comprendió el tipo de amigos que eran, gente con quienes se
divertía y festejaba, pero no había nada más profundo que eso. Él seguiría adelante,
nunca más caería en el error de pensar otra cosa.
Muchas cosas habían cambiado desde el día en que Kyle había sido
arrestado, y sinceramente, no estaba seguro de haberlo procesado por completo.
Cinco meses atrás, había tenido una carrera acertada en Rhodes Corporation, salía
con una modelo de Victoria’s Secret, y había pensado que tenía un círculo de
amigos con quienes podría contar. Ahora no tenía trabajo, ninguna perspectiva, ya
que nadie en su campo consideraría alguna vez contratar a un hacker convicto con
antecedentes penales.
11
MCC- siglas inglesas para Metropolitan Correctional Center
58
Y no hacía falta ser un genio tecnológico para saber que había dado su
primer paso en falso.
Claramente, él y las relaciones no se mezclaban bien. Su primer y único

intento real de compromiso serio y lo habían engañado, lo habían dejado
públicamente y había acabado en prisión. Pero aunque estaba tentado de culpar a
Daniela de todo, no la podía culpar de su estupidez. Había sido el idiota que había
hackeado Twitter; nadie lo había obligado a hacer eso. Tampoco la podía culpar
por terminar con su relación. Sí, era una perra de corazón frío por la forma que
había elegido para terminar las cosas. Pero había comprendido, mientras pasaba
despierto esas frías y largas noches en la prisión, que él sólo había tenido un pie en
la relación desde el principio. Se había convencido de que estaba listo para un

compromiso, pero él, y la mitad del mundo libre, habían visto lo equivocado que
estaba sobre eso.
Era un error que no repetiría. Al menos, no durante mucho, mucho tiempo.
Pero había una parte positiva: era genial no comprometerse. ¿Aventuras

casuales? Él sacudió esa escena. ¿Sexo? Sin duda alguna nunca había tenido una
queja. Así que de ahora en adelante, permanecería en su vereda. Haciendo lo que
hacía mejor. Citas, flirteos, seducciones, sexo sin limitaciones, poniendo todo sobre
la mesa. Sin embargo cualquier sentimiento más profundo que una sensación de
bienestar quedaba fuera.
En ese instante, Dex asomó su cabeza en la oficina.
—Pensé que podrías estar aquí dentro —dijo, entrando en la habitación.
Kyle sostuvo en alto su vaso.
—Entré por una recarga. Creí que sería mejor que enfrentarme a la multitud
allí afuera.
—¿Es demasiado la fiesta?
59
Kyle se alejó del escritorio y se encaminó hacia la puerta. Tal vez la fiesta
era un poco demasiado, pero reconocía que Dex había tenido buenas intenciones.
—Para nada —mintió con una sonrisa fácil—. La fiesta es justo lo que
necesitaba.
— ¿Qué piensas que dirán tus amigos en la Oficina del Fiscal si se enterasen
de esto? —le preguntó Dex con una sonrisa.
—Hey, esto se llama arresto domiciliario. Estoy en mi casa, ¿verdad? —Y

mientras acatara los acuerdos de su libertad condicional, le importaba una mierda
lo que la Oficina del Fiscal pensara. En tres días, estaría libre de ellos.

—Hablando de tus amigos... Selene Márquez acaba de llegar —le informó
Dex—. Está preguntando por ti.
—¿En serio? —Kyle conocía bien a Selene, bastante bien. Tenía veinticinco
años, era modelo con sede en Chicago, trabajaba localmente e intentaba irrumpir
en la escena de Nueva York, y tenía unas piernas que llegaban al cielo. Daniela, él
y Selene se habían reunido de vez en cuando y siempre habían pasado un buen
rato.
—Tal vez debería ir a decirle hola. Ser un buen anfitrión y eso —Kyle alzó
una ceja curiosa— ¿Cómo se ve?
—Bueno, si fuera un ex convicto despojado de sexo que hubiese estado

encerrado en prisión los últimos cuatro meses, diría que se ve bastante bien —Dex
se golpeó la cabeza—. Oh... espera.
—Eso es muy gracioso, amigo. Hacer bromas de un lugar donde viví con
miedo constante de ser acuchillado.
La expresión de Dex cambió, y se vio instantáneamente abochornado.
60
—Rayos, soy un idiota. No debí haber dicho... —Hizo una pausa, notando
la sonrisa de Kyle— Y... me estás tomando el pelo totalmente, ¿verdad?
—Sí. Ahora, como un ex convicto que estuvo encerrado en prisión los

últimos cuatro meses, creo que veré por mí mismo cómo se ve Selene —Kyle
agarró el hombro de Dex mientras salía—. Gracias, Dex. Por todo. No lo olvidaré.
Dex asintió, sabiendo exactamente lo que él quería decir. Habían sido

amigos desde la universidad, y no necesitaban decir nada más.
—En cualquier momento.
Kyle dejó la oficina y se abrió paso por el gentío. Encontró a Selene en el

vestíbulo de la puerta principal, viéndose espectacular en un mini vestido plateado
y tacones de ocho centímetros.
Ella sonrió cuando vio a Kyle acercándose.
—Ésta es una gran fiesta.
Los ojos de Kyle la recorrieron.
—Ese es un gran vestido.
—Gracias, lo llevo puesto especialmente para la ocasión. —Ella dio un paso

más cerca, bajando su voz a un ronco susurro—. Tal vez después, pueda mostrarte
lo que hay debajo de esto. —Se deslizó por delante de él, su mano rozó
provocativamente la suya, y se dirigió a la fiesta.
Kyle miró por encima de su hombro, observando el balanceo de sus caderas

mientras se marchaba.
Así es como deberían ser las cosas. Simples. Fáciles. Sin sentimientos
enmarañados o confusos.
61
Podía no entender todo desde que había salido de prisión, pero al menos
sabía eso.
62
Capítulo Cuatro
Rylann casi había terminado de deshacer sus maletas antes de darse cuenta
de que su ropa colgada no llenaba ni la mitad del armario.
Claramente, su subconsciente necesitaba ponerse al corriente.
Su nuevo apartamento en Chicago tenía exactamente uno de cada cosa: un

dormitorio, un estudio, un vestidor, una plaza de aparcamiento, un juego de platos,
un cepillo de dientes y, lo más importante, un propietario. No había otra mitad.

Tomó varios de sus trajes del estante superior y los colgó en el lado vacío del
armario. Después pensó que se veían tristes y patéticos tan solos, así que colgó
algunos suéteres del estante encima de ellos para rellenar. Luego sus pantalones de
yoga y ropa de entrenamiento.
Todavía no era suficiente.
Se apresuró a volver a su habitación, donde había una maleta abierta en la

cama, sacó dos vestidos negros de cóctel que eran parte de su vestimenta estándar
para eventos nocturnos. En San Francisco, había sido miembro activo del Colegio
de Abogados de California, incluso había servido en el comité de ética y como parte
de eso, a menudo asistía a cócteles y cenas con los grandes de la comunidad
jurídica de la ciudad. Como una de los asistentes del fiscal de San Francisco,
fiscales que manejaban crímenes federales y eran considerados como la mejor élite
de abogados en el sistema de justicia criminal, era un círculo en el que se movía
cómodamente.
Pero tenía que encontrar nuevos círculos en estos días. Ya que, después de
todo, ése era el objetivo de haberse mudado a Chicago.
Rylann colgó los vestidos de cóctel en un estante junto a los trajes y dio un
paso atrás para examinar el resultado. Con la mezcla ecléctica de suéteres, trajes,
63
ropa de entrenamiento, y vestidos, no era el armario más organizado que hubiera
visto, pero serviría.
Veinte minutos antes, cuando se había tomado un breve momento para

deshacer la maleta, vaciló un segundo. Había tropezado con el vestido, ese vestido
escarlata con cuello en V que había usado la noche de La Propuesta Que Nunca
Fue, un vestido que probablemente debería haber quemado por su mal karma,
excepto por el hecho que hacía que su pecho se viera más grande. Mal karma o no,
era un bonito vestido mágico.
Además, Rylann dudaba que Jon, su ex-novio, alguna vez tuviera los ojos
llorosos en su apartamento de Roma al mirar la ropa que llevaba puesta en su

última noche como pareja, ¿por qué iba a hacerlo ella? De hecho, dada su total falta
de contacto a lo largo de los últimos cinco meses, se aventuró a pensar que él ni
siquiera recordaba lo que había estado usando.
Rylann se detuvo, dándose cuenta de que tampoco recordaba lo que él había

estado usando.
Sí. Era un progreso.
Tenía un plan de seis meses para superar a su ex y estuba contenta de ver

que estaba dentro del calendario. En realidad, era antes de lo previsto, había
planeado que por dos días tendría una recaída temporal después de su traslado a
Chicago, pero hasta el momento parecía estar haciéndolo muy bien.
Traje gris oscuro, camisa azul, la corbata a rayas que le había comprado "sólo porque
sí" el día después de que se habían mudado juntos.
Maldita sea. Se acordaba de lo que él había usado esa noche.
En su plan de seis meses, se suponía que debía olvidar detalles como

esos. La forma de su pelo, el mismo que sobresalía de la parte posterior de su
cabeza todas las mañanas. Las manchas color oro en sus ojos avellana. Cómo se
había retorcido en su asiento cuando le había dicho que no sabía si quería casarse.
64
En realidad, probablemente recordaría ese detalle en especial por un largo
tiempo.
Estaban cenando en Jardinière, un romántico restaurante en el centro de San

Francisco. Jon había planeado la cena como una sorpresa, sin darle ninguna
pista. Pero cuando se sentaron y él pidió una botella de Cristal champagne12, ella lo
supo. Era cierto que ambos disfrutaban del vino, y habían comprado botellas de
vino y champán en el pasado, pero el Cristal iba más allá de su habitual
derroche. Sólo podía significar una cosa.
Él se lo iba a proponer.

Perfecta sincronización, había sido el primer pensamiento de Rylann. Era
septiembre, lo que significaba que tendría nueve meses para planificar su boda en
junio. No era que quisiera particularmente junio, pero tenía problemas de trabajo
en los cuales pensar: dos de las asistentes femeninas del fiscal en su oficina dieron la
noticia de que estaban embarazadas y planeaban pedir su licencia de maternidad en
mayo. Si ella y Jon se casaban en junio, después de que las AUSAs13 volvieran a la
oficina, podrían tomarse dos semanas enteras para su luna de miel sin sentirse
culpable por darle a alguien más un número extra de casos.
Después de que el camarero sirvió el champán, Jon chocó su copa con la

suya.
Por un nuevo comienzo dijo con una mirada pícara.
Rylann sonrió.
Por un nuevo comienzo.
Cada uno tomó un sorbo, luego Jon se inclinó sobre la mesa y le tomó la
mano. Como siempre, se veía guapo con su traje y con el pelo oscuro perfectamente
peinado. En la muñeca llevaba el reloj que ella le había comprado para su último
12
Marca de champagne prestigiosa.
13
Asistentes del Fiscal.
65
cumpleaños. Había gastado más dinero en el regalo de lo que pretendía, pero él
parecía extrañamente desanimado por los treinta y cinco, y había decidido
derrochar dinero para animarlo.
Así que, hay algo que quiero preguntarte Él le acarició los dedos con el
pulgar. Sabes que mi último cumpleaños fue significativo para mí. Desde
entonces, he estado pensando mucho acerca de la dirección en que mi vida se
dirige. Y a pesar de que sé qué es lo quiero, creo que estoy asustado porque es un
gran paso. Hizo una pausa y respiró hondo.
Rylann le apretó la mano para tranquilizarlo.

Estás nervioso.
Él se rio entre dientes.
Un poco, tal vez.
—Sólo déjalo salir bromeó ella. Ya tenemos el champán.
Con eso, Jon la miró a los ojos.
Quiero mudarme a Italia.
Rylann parpadeó.
¿A Italia? repitió ella.
Jon asintió, las palabras le salieron más fácil ahora.
Se ha abierto un puesto en nuestra oficina en Roma, y ya puse mi nombre.

Alzó las manos y se echó a reír como un niño que acababa de decir que a iba a
Disneylandia. ¡Italia! ¿Cuán grandioso es eso?
Eso es... algo Rylann negó mentalmente, tratando de darle sentido a las
cosas. Jon era socio de McKinzey Consulting, y había trabajado duro para llegar
66
allí. A veces, recientemente, su trabajo lo hacía parecer apático, pero nunca, ni una
vez había mencionado su traslado a Italia.
¿A qué viene todo esto? preguntó ella, sintiéndose como si estuviera
hablando con un simple conocido y no con el hombre con el que había estado
saliendo durante los últimos tres años.
Jon tomó un abundante sorbo de champán.
Ha estado en mi mente por un rato. No sé... tengo 35 años, y nunca

he hecho nada. Fui a la facultad; conseguí un trabajo. Eso básicamente resume mi
vida hizo un gesto sin importancia hacia ella— lo mismo que tú.

Rylann sintió un destello de actitud defensiva ante eso.
Me mudé a San Francisco después de la facultad de derecho, sin conocer

una sola persona aquí. Diría que soy bastante aventurera.
¿Aventurera? se burló Jon. Te mudaste aquí porque conseguiste un

empleo con el juez federal de apelaciones. Además, eso fue hace siete años. Tal vez
sea hora de una nueva aventura Agarró su mano de nuevo. Piensa en
ello. Podremos conseguir un apartamento cerca de la Piazza Navona 14. ¿Recuerdas
la trattoria15 que encontramos allí, la del toldo amarillo? Te encantó ese lugar.
Bueno, sí, lo hizo. Es un lugar agradable para visitar en vacaciones.
Y aquí viene el sarcasmo —dijo Jon, reclinándose en su silla.
Rylann detuvo otro chiste que salía de su lengua. Bastante justo. El

sarcasmo no iba a ayudar a la situación en ese mismo momento.
—Sólo estoy tratando de ponerme al día aquí. Este plan de Italia me parece
que no puede venir de la nada.
14
Famosa fuente localizada en el centro de Roma.
15
Restaurante Italiano.
67
—Bueno, tenías que saber que algo estaba pasando, con el champán y todo
—dijo Jon.
Rylann lo miró fijamente. Wow. Él realmente no tenía ni idea.
—Pensé que me ibas a proponer matrimonio.
El silencio siguió, tenía que ser uno de los momentos más incómodos y
embarazosos de su vida. De repente, supo que Italia era el menor de sus problemas.
—No pensé que el matrimonio fuera algo que quisieras —dijo Jon
finalmente.

Rylann se alejó con incredulidad.
—¿Qué quieres decir? Hemos hablado de casarnos. Incluso hemos hablado

acerca de tener hijos.
También hemos hablado de conseguir un perro y comprar un nuevo sofá

para la sala de estar —dijo Jon—. Hablamos de un montón de cosas.
¿Esa es tu respuesta? —preguntó Rylann—. ¿Hablamos de un montón de

cosas?
Era seguro decir que el tono sarcástico estaba de vuelta.
—Pensé que estabas enfocada en tu carrera —dijo Jon.
Rylann ladeó la cabeza. Hombre, realmente estaba aprendiendo toda clase

de cosas interesantes esta noche.
—No era consciente de que tener una familia y una carrera eran términos
mutuamente excluyentes.
Jon se movió incómodamente en su silla.
68
—Sólo quería decir que supuse que el matrimonio y los niños eran algo para
más tarde. Tal vez.
Rylann captó la última palabra que él pronunció. Era cierto, se había

centrado en su carrera en los últimos siete años, y no tenía ningún remordimiento
al respecto. Y tampoco, francamente, dejaría de estar orientada a su carrera. Por
mucho que le gustasen los típicos planes, no había sentido la necesidad de apresurar
las cosas con Jon. No tenía un cronograma específico en mente, simplemente había
supuesto que iban a casarse y comenzar una familia en algún momento a mediados
de sus treinta. Pero ahora, al ver la forma en que él jugaba incómodo con su copa
de champán, se dio cuenta de que esa situación se había convertido en un “si” no
en un “cuando.” Y no estaba dispuesta a conformarse con eso.

—¿Tal vez? —le preguntó ella.
Jon movió su mano, haciendo un gesto hacia el restaurante lleno de gente.
¿Realmente necesitamos tener esta conversación ahora?
Sí, yo creo que sí.
Está bien. ¿Qué quieres que te diga, Ry? He estado teniendo dudas. El
matrimonio es un montón de trabajo. Los niños son mucho trabajo. Yo ya me mato
en mi trabajo. Gano buen dinero, pero nunca tengo tiempo para disfrutarlo. No voy
a abandonar o a tomar un permiso para ausentarme en esta economía, por lo que
este traslado parecía la oportunidad perfecta para hacer algo por mí mismo. —Se
inclinó y su expresión era seria—. No hagas un drama mayor de esto de lo que
tiene que ser. Te amo. Al final del día, ¿no es lo que realmente importa? Ven
conmigo a Italia.
Pero Rylann se sentó allí, mirando fijamente sus ojos castaños oscuro, sabía
que no era así de simple.
—Jon... Sabes que no puedo ir.
69
—¿Por qué no?
—Por un lado, soy asistente del fiscal federal. Y pienso que no tienen una
gran cantidad de puestos de trabajo de esos en Roma.
Él se encogió de hombros.
—Gano un montón de dinero. No necesitas trabajar.
Rylann agudizó su mirada.
—Si supuestamente estoy enfocada en mi carrera, eso me haría venderme

por ese viaje, ¿no es así?

Jon se recostó en su silla, sin decir nada por un momento.
—¿Así que eso es todo? —Hizo un gesto furioso—. El ir a Italia no encaja en

tu plan de diez años o lo que sea, ¿así que sólo vas a elegir tu trabajo sobre mí?
En realidad, se trataba de un plan de doce años, y desprenderse de todo para

trasladarse a Roma, sin trabajo y sin perspectivas definitivamente no era para ella,
pero Jon estaba dejando convenientemente a un lado la cuestión.
—Mudarse a Italia podría ser tu sueño, pero... no es el mío —dijo ella.
—Tenía la esperanza de que pudiera ser nuestro sueño.
¿En serio? Rylann apoyó los brazos sobre la mesa. En algún momento, esto
había comenzado a sentirse como un interrogatorio.
—Dijiste que solicitaste el traslado. ¿Les dijiste que necesitabas discutirlo

conmigo antes de que te comprometieras a ir?
Jon miró a Rylann a los ojos con una mirada de culpa que ella reconocía
bien, una que había visto varias veces en la cara de sus acusados enjuiciados.
—No —dijo en voz baja.
70
Eso apoyó su caso.
*****
Casi seis meses después de esa noche, Rylann estaba sentada en el suelo de
la sala, desenvolviendo media vajilla Villeroy & Boch16, que ella y Jon habían
comprado por capricho. Jon había insistido en tener el conjunto de diez, pero como
un final "púdrete, tú y tu compasión," sólo había tomado su parte. Ahora, sin
embargo, estaba preguntándose qué diablos haría con un conjunto de vajilla
incompleto.
Maldito orgullo.

Su móvil sonó, así que puso el acertijo de la vajilla en espera. Buscó por el
suelo y finalmente encontró su teléfono bajo una pila de papel de embalaje.
Comprobó la pantalla y vio que era Rae.
—Hola, tú.
—¿Cómo va el nuevo apartamento? —preguntó Rae.
Rylann puso el teléfono en su hombro, liberando sus manos para poder

continuar desembalando la caja mientras hablaba.
—Sobre todo en estos momentos es un desastre, he comenzado tarde. Pasé

el día paseando por ahí, conociendo el vecindario. —Y casi se había congelado el
trasero con su pequeño abrigo. Al parecer, nadie le había dicho a la ciudad de
Chicago que estaban en primavera—. Si mal no recuerdo, alguien se había ofrecido
a venir a ayudarme a desembalar —dijo en broma.
Rae sonó culpable.
16
Villeroy & Boch es uno de los principales fabricantes del mundo de cerámica, tanto industrial
como doméstica.
71
—Lo sé. Soy la peor amiga del mundo. Todavía estoy atrapada en el
trabajo. Tengo un juicio sumario en marcha para la próxima semana, y el borrador
que me envió el de segundo año es un pedazo de mierda. He estado reescribiendo la
declaración de hechos toda la tarde. Pero creo que puedo estar allí en unas
horas. Mira el lado positivo, tengo pastelitos.
Rylann sacó un plato de postre de la caja.
—Ooh, estupendo. Podemos comer en mi conjunto muy elegante e

incompleto de vajilla —Miró a su alrededor— en serio, ¿qué voy hacer con cinco
partes de un juego de vajilla?

—Podrías... ¿hacer una elaborada cena para mi novio imaginario, para tu
novio imaginario, y para un tercer amigo imaginario quien aparentemente nunca
tiene nada mejor que hacer?
Ouch.
—No te burles. Después de que Jon y yo nos separamos y se mudó a Roma,

yo era ese tercer amigo en la rueda —dijo Rylann. Sus amigos más cercanos en San
Francisco habían sido amigos de la "pareja," y después de la ruptura, simplemente
no los tuvo más. Ésa era una de las muchas razones por las que había estado
buscando un nuevo comienzo en Chicago—. Al menos en esta ciudad, yo soy la
primera rueda. Un monociclo.
Rae echó a reír.
—Es un negocio muy complicado, monociclo. Sobre todo en la treintena.
—No es como si nunca lo hubiera hecho antes de Jon. ¿Qué tan diferente
puede ser?
—Oh, tanta ingenuidad —Rae suspiró dramáticamente—. Recuerdo cuando

yo también era tan optimista e ingenua —Su tono se volvió más serio— ¿Crees que
estás lista para todo esto?
72
Rylann miró el estado caótico de su apartamento, su nuevo apartamento, las
palabras de Jon vinieron a su cabeza.
Tal vez es hora de una nueva aventura.
—Creo que tengo que estarlo —le dijo a Rae.
Porque había una pieza final del plan de seis meses y estaba absolutamente
decidida a seguir adelante con esto.
Sin arrepentimientos, y sin mirar atrás.
73
Capítulo Cinco
El lunes por la mañana, balanceando su maletín a su lado, Rylann bajó del

ascensor en el piso veintiuno del Edificio Federal Dirksen. Se dirigió hacia un par
de puertas de cristal que tenían el familiar sello del Departamento de Justicia; un
águila llevando el escudo de Estados Unidos con el lema Qui Pro Domina Justitia
Sequitur, “quien enjuicia en el nombre de la justicia”
Ver el sello, ayudaba a Rylann a estar a gusto. Claro, estaba un poco

nerviosa por su primer día en la oficina de Chicago, y se sentía extraño ser la chica

nueva del lugar otra vez, pero ya no era una joven litigante recién salida de una
pasantía. Había procesado casos como asistente del fiscal en San Francisco durante
los últimos seis años; había avanzado a su manera en la división de procesamiento
especial, y tenía una de las mejores actas de juicio en el distrito.
Pertenecía detrás de esas puertas de cristal, se recordó. Y cuanto antes se lo

demostrara a los demás, mejor se sentiría. Así que tomó un profundo y silencioso
respiro, prometiéndose derribarlos, y entró en la oficina.
La recepcionista detrás del mostrador sonrió en señal de saludo.
—Es bueno verte de nuevo Rylann. La señorita Lynde dijo que empezabas
hoy. Le haré saber que estás aquí.
—Gracias, Katie —Rylann dio un paso a un lado, de pie ante una fotografía
panorámica del horizonte de Chicago. Estaba algo familiarizada con la oficina,
habiendo hecho una visita el mes pasado cuando voló a la entrevista para el puesto
vacante de AUSA. Emplazada a lo largo de cuatro pisos del Edificio Federal, la
oficina empleaba aproximadamente a 170 abogados, dos docenas de asistentes
legales, y un gran personal administrativo y de apoyo.
En cuanto al momento, Rylann había tenido suerte con este traslado. Había
estado buscando un nuevo comienzo después de romper con Jon, y por ello se
74
había sentido aliviada cuando escuchó que el Departamento de Justicia había
abierto un nuevo puesto AUSA para el Distrito Norte de Illinois. Ya que se había
criado en los suburbios de Chicago y siempre había considerado la posibilidad de
regresar un día para estar más cerca de su familia y Rae, así que había tomado la
oportunidad.
Rylann sonrió cuando vio una mujer atractiva con pelo castaño largo y una
mirada de bienvenida en sus ojos aguamarina viniendo por el pasillo. Tal como lo
había estado durante su entrevista, se sorprendió de lo relativamente joven que era
Cameron Lynde para ser una Fiscal de treinta y tres años, sólo un año mayor que la
misma Rylann. Antiguamente fue la mejor Asistente del Fiscal en Chicago, y
Cameron había sido nombrada para el puesto después de que el ex Fiscal Federal,

Silas Briggs, fuera arrestado y acusado de cargos de corrupción pública. El arresto
de una figura política prominente había causado un gran revuelo; tanto dentro del
Departamento de Justicia como en los medios de comunicación, y había sido el
tema de los chismes entre todos los asistentes fiscales durante semanas.
En el momento de ser entrevistada, había sido una preocupación para

Rylann el trasladarse a una oficina que recientemente había experimentado una
conmoción significativa, pero se había ido de la reunión sólo con impresiones
positivas de Cameron. Por lo que ella suponía, la nueva Fiscal era ambiciosa,
estaba decidida y deseosa de restaurar el buen nombre la oficina de Chicago.
Cameron extendió la mano.
—Es bueno verte de nuevo, Rylann —dijo efusivamente—. Hemos estado

contando los días para tu llegada —Hizo un gesto hacia la pila de expedientes que
llevaba en la otra mano—. Como puedes ver, estamos inundados aquí. Ven
conmigo, te mostraré tu oficina.
Mientras tenían una pequeña charla, Rylann siguió a Cameron a una

escalera interior hacia el piso veinte. La configuración de la oficina era similar a la
de San Francisco, con los asistentes fiscales en las oficinas exteriores, y el personal
de apoyo y asistentes legales trabajando desde escritorios y cubículos en el espacio
75
interior. Si recordaba correctamente, los veintisiete asistentes del fiscal en la
división de procesamiento especial se encontraban en este piso.
—Así que cuando hablé con Bill después de tu entrevista —dijo Cameron,
refiriéndose al anterior jefe de Rylann, el fiscal para el Distrito Norte de
California—, me dijo que se supone que debo preguntarte por qué los agentes del
FBI de San Francisco te llaman “Rylann, laboratorio de metanfetaminas”
Rylann gimió. Aunque secretamente, no le importaba mucho el apodo.
—Me pusieron ese apodo mi primer año en el trabajo, y nunca he podido

sacármelo.

Cameron la miró curiosa.
—¿Entonces? Oigamos la historia.
—Te daré la versión abreviada. Fui segunda abogada en un caso múltiple de

crimen organizado y drogas, y tenía previsto conocer a los dos agentes del FBI que
habían manejado la investigación en ese laboratorio subterráneo de
metanfetaminas. Lo que los agentes no mencionaron antes que llegara ahí fue que
la única manera de entrar al laboratorio de metanfetaminas era escalar a través de
una trampilla en el suelo y bajar una desvencijada escalera de cuatro metros y
medio. Y como tenía que estar en el tribunal temprano esa mañana, se me ocurrió
vestir un traje de falda y tacones. Muy inconveniente.
Cameron rio entre dientes.
—Vamos. Los agentes tuvieron que estar jugando contigo, ¿cómo pudieron
olvidar mencionarlo?
Caminando al lado de Cameron, Rylann no estuvo en desacuerdo.
—Creo que podrían haber estado probando a la chica nueva, seguro.
—¿Qué hiciste?
76
—Lo único que podía hacer —dijo Rylann con naturalidad—. Subí por la
trampilla con mi traje de falda y bajé esa desvencijada escalera de cuatro metros y
medio.
Cameron se rio.
—Bien por ti —Se detuvo frente a una oficina de tamaño medio—. Aquí
estamos.
La placa de bronce fuera de la puerta lo decía todo:
RYLANN PIERCE

Asistente del fiscal
Rylann entró. No era una oficina glamurosa, con alfombrado azul oscuro y
muebles bastante baratos, pero como asistente experimentada, al menos tenía vista
del edificio Hancock y del Lago Michigan.
—Todo debería ser prácticamente igual a tu antigua oficina —dijo

Cameron—. Afortunadamente, no tenemos que perder tiempo entrenándote en los
teléfonos y el computador, ya que estás familiarizada con todo. Oh, una cosa de la
que quería asegurarme: te has dado de alta en el Colegio de Abogados de Illinois,
¿cierto?
Rylann asintió.
—Sí. Estoy lista. —Había pasado el examen del Colegio de Abogados de

Illinois el verano después de graduarse en la facultad de leyes y había vuelto al
estatus activo tan pronto se enteró que había obtenido el puesto en Chicago.
—Perfecto. Con eso dicho… —Cameron le entregó el montón de archivos a

Rylann—. Bienvenida a Chicago. —Ladeó la cabeza—. ¿Voy demasiado rápido?
—Para nada —le aseguró Rylann—. Sólo ponme en la dirección de las salas
de audiencias, dime dónde está el Starbucks más cercano y estaré lista.
77
Cameron sonrió.
—El Starbucks está justo cruzando la calle, sigue la manada de gente

escondiéndose de la oficina a las tres en punto cada tarde y lo encontrarás. Las
salas de audiencias están desde el piso doce al dieciocho —Señaló el montón de
archivos que tenía Rylann—. ¿Por qué no te tomas la mañana para revisar los
expedientes de los casos? Siéntete libre de pasar por mi oficina esta tarde con
cualquier pregunta que tengas.
—Eso suena bien, Cameron. Gracias.
—En realidad eres la primera asistente que contrato desde que asumí el

cargo. ¿Cómo lo estoy haciendo hasta ahora con el discurso de bienvenida?
—Nada mal. La parte en la que me ablandaste preguntándome acerca de la

historia del laboratorio de metanfetaminas fue un toque agradable.
Con una carcajada, Cameron la miró con aprobación.
—Creo que vas a encajar muy bien aquí, Rylann —Se detuvo en la puerta
antes de salir—. Casi lo olvido. Probablemente deberías revisar el archivo de arriba
primero, es una vista para mañana temprano. Al asistente que originalmente
manejaba el caso le reprogramaron inesperadamente un juicio para esta semana, así
que necesito a alguien en los procesamientos especiales para cubrirlo. Es una
petición de mutuo acuerdo, así que espero que no tengas ningún problema. Habrá
reporteros, pero ve sólo con la respuesta usual, que estamos satisfechos con la
resolución del asunto, no tenemos más comentarios, ese tipo de cosas. Has estado
haciendo esto por un tiempo, así que conoces la rutina.
La abogada en Rylann estuvo instantáneamente intrigada. ¿Reporteros por una

petición de mutuo acuerdo? ¿Qué clase de caso es este? Curiosa, abrió la carpeta de arriba
del montón de archivos y leyó el título.
Estados Unidos contra Kyle Rhodes.
78
Gracias a Dios, sus seis años como abogada litigante le habían dado una
buenísima cara de póker; de otra manera, su mandíbula habría golpeado en el suelo
en ese mismo momento.
Debe ser una broma.
Sólo con ver el nombre salieron repentinamente a la luz una oleada de

recuerdos. Increíbles ojos azules y una sonrisa sexy. El delgado y musculoso cuerpo
hecho para el pecado. Esa boca cubriendo la de ella mientras se apretaba más cerca
de él a la luz de la luna.
Probablemente no era el mejor momento para dejarle saber a su nueva jefa,

en su primer caso, que había besado a la parte demandada.
—El caso del terrorista de Twitter —dijo Rylann casualmente. Seguro,

estaba sorprendida por el giro inesperado de estos acontecimientos, pero nadie más
sabía eso. Hubo un tiempo en el que Kyle Rhodes había hecho que su corazón
dejara de latir con sólo un beso, pero eso fue casi una década atrás. Ahora era
Rylann “Laboratorio de Metanfetaminas”, y en el trabajo, nunca dejaba que nadie
la viera nerviosa.
—Pensé que sería una cosa divertida para darle a la chica nueva. —Cameron
se detuvo fuera de la puerta—. Siéntete libre de pasar por mi oficina en cualquier
momento. Mi puerta siempre está abierta.
Después de que se fuera, Rylann miró hacia abajo a la ficha policial de Kyle
que estaba con clips en la parte superior del archivo. Como era de esperar, lucía
serio y disgustado en la fotografía, muy lejos del encantador diablo que podía
cuidarte y que una vez la había acompañado a su casa en una cálida noche de
mayo en Champaign.
Se preguntó si él siquiera la recordaría.
No era que eso importara demasiado, obviamente. No dudaba que Kyle

Rhodes había besado a muchas mujeres en los últimos nueve años, y hecho
79
malditamente más que eso, por lo que consideró que era muy probable que no
hiciera mucho más que parpadear cuando ella entrara en la sala del tribunal
mañana. Lo cual estaba bien para ella. Después de todo, lo que ella recordaba
acerca de esa noche era que su primera impresión de él no había sido del todo
favorable.
Y aunque su segunda y tercera impresiones habían sido muy diferentes…

bueno, siempre podría invocar la Quinta17 en este caso. Porque una abogada federal
seria como ella, no se ponía toda molesta y caliente con los acusados que
enfrentaba en los tribunales.
Ni siquiera un acusado que alguna vez hubiese dicho que podría conducir

dos horas para llevarla a comer alitas de pollo.
Por fortuna, esa era historia antigua. Sí, las circunstancias de esa reunión
eran irónicas, quizás incluso divertidas, pero al final del día trataría a Kyle Rhodes
de igual manera que a muchos otros delincuentes que había encontrado durante su
carrera como abogada asistente. Era una profesional después de todo.
Y mañana, probaría justo eso.
17
Quinta, hace un juego de palabras con la Quinta Enmienda, refiriéndose a que antes de llegar a una
quinta impresión podría acogerse al derecho a guardar silencio.
80
Capítulo Seis
—¡Kyle! ¡Kyle! ¿Cuáles son tus planes para el futuro ahora que eres un
hacker convicto?
—¿Has hablado con Daniela desde tu arresto?
Sentado en la mesa de la defensa frente a el tribunal, Kyle ignoró las

preguntas y los flashes de las cámaras detrás de él. Se aburrirán de mí, se dijo. En
menos de una hora, tendría su libertad, y entonces todo esto habría terminado.
—¿Tienes planes para hacer de Facebook tu próximo objetivo? —gritó otro

reportero.
—¿Te gustaría hacer una declaración antes que el juez entre? —gritó alguien.
—Por supuesto, he aquí una declaración —gruñó Kyle en voz baja— que
empiece la función, así no tendré que escuchar vuestras estúpidas preguntas.
Sentado junto a él, uno de sus abogados, inexplicablemente había cinco de

ellos hoy, se inclinó y le habló en voz baja.
—Tal vez deberíamos manejar nosotros todas las preguntas de la prensa.
La puerta del tribunal se abrió de repente, y las cámaras comenzaron a

tomar fotos frenéticamente. Un murmullo se extendió entre la multitud, y Kyle
supo que sólo podía significar una cosa: o su hermana o su padre habían entrado.
Miró por encima de su hombro y vio a Jordan caminando por el pasillo con
sus exageradas gafas de sol y abrigo de cachemir. Llevaba el pelo rubio, que era
varios tonos más claro que el suyo, recogido en una especie de nudo o moño, e
ignoró descaradamente a los periodistas mientras se sentaba en la primera fila de la
galería, justo detrás de Kyle.
81
Kyle se dio la vuelta hacia ella y parpadeó ante la multitud de destellos que
al instante estallaron ante sus ojos.
—Te dije que no dejaras el trabajo por esto —se quejó.
—¿Y perderme tu gran final? De ninguna manera. —Jordan sonrió—. Estoy

en twitter para ver cómo resulta todo.
Ja, ja. Kyle abrió la boca para replicar, cinco meses antes le había dado a su
hermana licencia libre de hacer bromas y, hombre ahora, siempre lo hacía, cuando
ella se quitó sus gafas de sol, revelando un gran moretón de feo color amarillo en la
mejilla.

Ah... demonios.
De ninguna manera iba a decir algo sarcástico ahora. Kyle dudaba que
alguna vez fuera a dejar de sentirse culpable por el hecho de que su hermana
hubiese obtenido ese moretón y una fractura en la muñeca, y hubiera estado a
punto de ser asesinada, mientras trabajaba con el FBI como parte de un acuerdo
para sacarlo de la cárcel.
Sus dedos se cerraron instintivamente en un puño, pensando que era algo

bueno que el imbécil que le había causado las lesiones estuviera detrás de las
rejas. Porque una mejilla amoratada y una fractura en la muñeca sería el menor de
los problemas de Xander Eckhart si alguna vez Kyle se encontraba cinco minutos a
solas con él. Sí, Jordan era un dolor en el trasero, pero aun así... Kyle había
establecido claramente las reglas en sexto grado, cuando le había puesto un ojo
negro a Robbie Wilmer por bajarle los pantalones a Jordan en el patio en frente de
toda la escuela.
Nadie se metía con su hermana.
Así que le siguió la corriente a la broma de Jordan con una sonrisa.
82
—Eso es lindo, Jordan. —Luego frunció el ceño cuando un hombre moreno
y fornido que llevaba un traje de gobierno edición estándar entró en la sala del
tribunal.
—¿Invitaste a Alto, Misterioso y Sarcástico? —le preguntó Kyle a Jordan

mientras el agente especial Nick McCall se acercaba a ellos. A pesar del hecho de
que su hermana estaba ahora prácticamente viviendo con el chico, él y Nick
seguían dando vueltas alrededor del otro con recelo. Como Kyle había estado en la
cárcel todo el tiempo durante el cual Jordan y el agente del FBI había estado
saliendo, no había estado presente para ver el desarrollo de su relación. Lo único
que sabía era que Nick McCall estaba de repente en sus vidas, y por lo tanto, Kyle
estaba siendo un poco... cauteloso antes de darle la bienvenida a la familia.

—Se agradable, Kyle —le advirtió Jordan.
—¿Qué? —preguntó él inocentemente—. ¿Cuándo no he sido agradable con

Alto, Misterioso y Sarcástico? No puedes estar hablando en serio.
—Me gusta. Acostúmbrate a ello.
—Es del FBI. Los chicos que me arrestaron, ¿recuerdas? ¿Dónde está tu
sentido de la lealtad a la familia?
Ella fingió pensar.
—Refréscame la memoria, ¿por qué fue que te arrestaron? Oh,

cierto. Debido a que rompiste unas dieciocho leyes federales.
—Seis leyes federales. ¡Y era Twitter! —le respondió él, tal vez un poco
demasiado fuerte.
Al ver a sus cinco abogados intercambiar miradas de “si este tipo explota
aún tenemos nuestros 5 mil por hora”, Kyle se echó hacia atrás en la silla y se
ajustó la corbata.
83
—Sólo estoy diciendo que todos podemos usar un poco de perspectiva.
—Oye, Sawyer. Te recomendaría no usar el “era Twitter” de argumento

cuando salga el juez —dijo Nick con una sonrisa confiada mientras tomaba asiento
junto a Jordan.
Kyle miró hacia el techo y contó hasta diez.
—Dile a tu amigo del FBI que no respondo a ese nombre, Jordan. —De
hecho, odiaba ese apodo, uno que se había ganado en la cárcel debido a un
parecido que supuestamente tenía con un cierto personaje de Lost.
—Pero el apodo 'Rhodes’ ya está tomado —dijo Nick. Tomó la mano de

Jordan, la que tenía el yeso, y suavemente acarició sus dedos mientras sus ojos se
encontraban.
Cuando Kyle vio a Jordan sonreírle al agente del FBI, una especie de broma
personal, tuvo que admitir de mala gana que los dos parecían muy
enamorados. Era extraño tener que verlos siendo todo cariñosos, y bastante
asqueroso en realidad, siendo ella su hermana, pero dulce, no obstante.
En ese momento, otro murmullo sonó entre la multitud, y todo el mundo se

detuvo y miró cómo el empresario y multimillonario Grey Rhodes entraba con un
traje azul marino hecho a la medida.
Él se sentó al otro lado de Jordan.
—Espero no haberme perdido nada. He estado twitteando con emoción toda

la mañana.
Jordan se echó a reír.
—Muy buena, papá.
Moviendo la cabeza, Kyle se dio la vuelta en su asiento y miró al frente de la

sala. De verdad, había momentos en los que pensaba que su familia realmente
84
estaría decepcionada cuando toda esta debacle terminara. Había esperado verlos
sacar palomitas y coca-colas mientras esperaban el inicio del show de “Kyle
definitivamente es divertido como un idiota”.
Hablando de idiotas, Kyle comprobó su reloj y miró hacia la mesa vacía de

la acusación.
—¿Dónde está Morgan? —preguntó a sus abogados, en referencia al

asistente del Fiscal Federal El que le había llamado terrorista y había pedido la
pena máxima para él. No era que Kyle hubiera esperado una mera palmada en la
muñeca por sus crímenes. Pero no era ningún tonto. Sospechaba que la Oficina del
Fiscal Federal había sensacionalizado su caso, no dejando pasar la oportunidad de

hacerse un nombre para sí mismos al arrastrar su nombre por el fango. Dudaba
mucho que hubieran exigido la pena máxima de prisión si él no hubiera sido el hijo
de un multimillonario, y sus abogados habían dicho exactamente lo mismo.
—De hecho, Morgan no vendrá hoy —dijo Mark Whitehead, el jefe de los
abogados de su defensa, en respuesta a la pregunta de Kyle—. Tuvo un conflicto
con otro juicio. Uno nuevo se presentó ayer por la tarde, no me acuerdo de su
nombre. Ryan algo.
—¿Así que no podré decirle adiós a Morgan en persona? —preguntó Kyle—.

Oh, eso es una pena. Teníamos una conexión especial, no todos los días un hombre
te llama “cyber amenaza de la sociedad.”
La puerta de la sala se abrió de golpe.
Kyle se dio la vuelta, curioso por ver a que perdedor había encontrado la
Oficina del Fiscal Federal en tan poco tiempo, y…
Bueno, hola.
Esas ciertamente no parecían las piernas de un perdedor.
85
Sentado en su silla en la mesa de la defensa, la mirada de Kyle viajó desde el
piso, pasando su mirada por los zapatos de tacón, piernas elegantes, traje de falda
negra y traviesas perlas de niña buena, y finalmente se detuvo en un par de
preciosos y sorprendentemente familiares ojos ámbar.
Ojos que mantuvieron su mirada con desconcierto.
Demonios.
Rylann.
Kyle observó mientras ella caminaba por el pasillo hacia él, viéndose
criminalmente sexy con traje y zapatos de tacón. Había cambiado su cabello,

desapareciendo la linda cabellera a la altura de la barbilla. Ahora lo llevaba largo,
cayendo sobre sus hombros en gruesas ondas color azabache.
—Buenos días, señores —dijo ella, deteniéndose en la mesa de la defensa—.

¿Sólo son ustedes seis hoy?
Kyle reprimió una sonrisa. Sí, seguía siendo tan sarcástica como
siempre. Sus cinco abogados inmediatamente prestaron atención y se pusieron de
pie. Lentamente, él también lo hizo.
Rylann se presentó mientras estrechaba la mano de Mark.
—Rylann Pierce.
Pierce. Después de nueve años, Kyle finalmente tenía su apellido. Ella

estrechó la mano con el resto de sus abogados, y luego se dirigió a él. Con los
bordes de sus labios curvados en una sonrisa, le tendió la mano. Su voz era baja y
ronca, con la misma nota burlona que la noche en que se habían conocido.
—Señor Rhodes.
Kyle deslizó su mano alrededor de la de ella. El más inocente de los tactos,

pero con ella se sentía francamente pecaminoso.
86
—Abogada —dijo en voz baja, tan íntimo como se atrevió dado su entorno.
Ella ladeó la cabeza.
—¿Comenzamos esto?
Fue sólo después de que se dio la vuelta y caminó hacia el lado opuesto de la
sala del tribunal que Kyle se dio cuenta de que había estado hablando con sus
abogados, no con él.
Ella dejó el maletín sobre la mesa de la acusación justo cuando la puerta del
despacho del juez se abría de golpe.

—¡Todos en pie! —llamó el secretario—. Se abre la sesión, preside el
Honorable Reginald Batista.
Todo el mundo en la sala se puso de pie cuando el juez se sentó y el

secretario llamó a su caso.
—Estados Unidos contra Kyle Rhodes.
Rylann subió al podio junto con el principal abogado de Kyle.
—Rylann Pierce, representante de la Oficina del Fiscal Federal, su señoría.
—Mark Whitehead, por la defensa.
El juez levantó la vista de la moción que tenía en sus manos.
—Dado que ambas partes y lo que parece ser el cuerpo de prensa de todo
Chicago están presentes, deberíamos también ir directo al grano. —Puso los papeles
a un lado—. Estamos aquí en una bastante inusual Petición de la Regla 35
presentada por la Oficina del Fiscal Federal, una moción para reducir la pena del
acusado, Kyle Rhodes, a tiempo cumplido. Tengo entendido que el señor Rhodes
ha cumplido cuatro meses de encarcelamiento de los dieciocho ordenados por este
87
tribunal. —El juez se volvió a Mark para su confirmación—. ¿Es eso correcto
abogado?
—Sí, su señoría —dijo Mark—. Hace dos semanas, por un acuerdo con la
Oficina del Fiscal, el señor Rhodes fue liberado del Centro Correccional
Metropolitano y ha estado cumpliendo su condena en arresto domiciliario.
El juez se quitó las gafas de leer y se volvió hacia Rylann.
—Señorita Pierce, he visto la comparecencia que presentó ayer en la oficina

del secretario, y le agradezco que no haya estado involucrada en este caso con
anterioridad a estos procedimientos. Pero tengo que decir que estoy un poco

sorprendido por este proceso. Durante la vista de sentencia, su oficina argumentó
con bastante vehemencia que debía ordenar al señor Rhodes cumplir la pena
máxima. Creo que “terrorista” y “ciber-amenaza de la sociedad” son dos de los
términos que el señor Morgan utilizó para describir a la parte demandada. Ahora,
cuatro meses después, desea reducir esa sentencia a tiempo cumplido.
Kyle lanzó una mirada nerviosa a los cuatro abogados que se sentaban en su
mesa, no le gustaba como sonaba eso. Había tenido la impresión de que este
acuerdo era un hecho.
Entonces una hermosa voz habló en su nombre.
—Las circunstancias han cambiado, su señoría —dijo Rylann—. La Oficina

del Fiscal, en colaboración con el FBI, hizo un arreglo con la hermana del acusado,
Jordan Rhodes. A cambio de la ayuda de la señorita Rhodes en una investigación
encubierta, nuestra oficina acordó solicitar a este tribunal la reducción de la pena
impuesta al señor Rhodes. La señorita Rhodes mantuvo su parte del trato, y ahora
nos gustaría honrar el nuestro.
—Y haciendo la observación de que este tribunal no está ligado a ningún

acuerdo que el gobierno haya hecho con la parte demandada, concederé su
88
petición, abogada —dijo el juez—. La sentencia del acusado queda reducida a
tiempo cumplido.
Kyle parpadeó. Así de sencillo, era libre.
Entonces el juez se volvió hacia él, mirando hacia abajo con severidad desde
su banco.
—Pero háganos un favor a todos, señor Rhodes: manténgase fuera de

Twitter. Porque si lo veo en mi juzgado de nuevo, no habrá ningún acuerdo que lo
pueda salvar. —Golpeó su mazo—. Este tribunal hará un receso.
—¡Todos en pie! —gritó el secretario, y la sala entera se puso de pie.

Un pandemónium recorrió la multitud como un rugido de
excitación. Cámaras destellaron en los ojos de Kyle mientras una masa de cuerpos,
incluyendo a sus abogados, Jordan, y su padre, se movían hacia él. Los periodistas
se lanzaron hacia delante, ansiosos por una declaración, pero Kyle pasó junto a
ellos, obteniendo una vista de Rylann mientras ella agarraba su maletín y se volvía
para irse.
Se encontraron en el centro del pasillo cuando varios reporteros empujaron

micrófonos en sus rostros.
—¡Señorita Pierce! ¿La Oficina del Fiscal Federal tiene algún comentario
sobre el hecho de que Kyle Rhodes vuelva a ser un hombre libre?
Cuando sus miradas se encontraron, Kyle sintió como si cada nervio de su

cuerpo hubiese sido electrocutado con un Taser18.
Él la miró valientemente, recordando bien a esa mujer que había logrado

meterse debajo de su piel, en más de un sentido, con sólo un paseo a casa. Esperó a
que ella dijera algo, cualquier tipo de broma o sutil guiño sobre el hecho de que
18
Arma que dispara dos agujas que suministran una descarga eléctrica a través de un cable.
89
tenían una historia previa. Pero justo cuando sus labios se separaron, sin duda listos
con lo que supuso sería una especie de ingeniosa respuesta, otra cámara brilló.
Ella parpadeó y el brillo desapareció de sus ojos, sustituido por una

expresión profesional, se volvió hacia los periodistas.
—Sólo quiero decir que estamos satisfechos con la resolución de este caso.
Luego, sin siquiera una mirada hacia atrás, pasó junto a los periodistas y
salió de la sala.
90
Capítulo Siete
El jueves por la noche después del trabajo, Rylann y Rae se encontraron
para cenar en el restaurante RL en la avenida Michigan. Ambas habían tenido un
par de días muy ocupados, con Rylann instalándose en su primera semana en su
nueva oficina y Rae luchando para conseguir un acuerdo en un caso, por lo que
esta era la primera oportunidad que tenían de estar juntas desde que Rylann se
había encontrado con Kyle en el tribunal.
Un encuentro en el que había pensado en estos dos últimos días más de lo

que estaba dispuesta a admitir.

—No puedo creer que no hayas dicho nada aún —dijo Rylann después de
que el camarero trajera las bebidas—. ¿Al menos has estado siguiendo las noticias
esta semana? ¿Tal vez has escuchado algún comentario acerca de un presumido ex
convicto? —Se moría por hablar con alguien acerca de su experiencia en el tribunal
y, por supuesto, esa persona era Rae.
Rae dejó el menú que había estado leyendo.
—Oh Dios, sí… he tenido la intención de preguntarte sobre esto desde el

martes. He estado tan abrumada con el sumario de la moción para el juicio. Vi que
el juez redujo la sentencia de Kyle Rhodes a tiempo cumplido.
Rylann sonrió, saboreando las delicias del chisme que estaba a punto de
compartir.
—Esa es la verdad. ¿Pero supongo que no has oído hablar sobre las miles de
millones de fotografías que circularon por el tribunal? —Había una foto en
particular que se destacaba en todos los medios y que la tenía un poco preocupada,
una foto de ella a la derecha de Kyle en el preciso momento que se habían
encontrado en el pasillo de la sala de audiencias. Tal vez estaba siendo paranoica,
91
pero había algo en la forma en que Kyle la miraba que parecía un poco... íntimo.
Como si compartieran un secreto.
El cual, por supuesto, compartían.
—Lo siento. Me lo perdí —dijo Rae tímidamente—. He estado viviendo en

un agujero desde el lunes.
—Un agujero que obviamente, también te impidió enterarte del nombre de

la asistente del fiscal que manejó la moción —dijo Rylann.
Ella estaba disfrutando esto.

Rae se encogió de hombros.
—Supongo que es el mismo abogado que manejó el resto del caso.
Rylann casualmente tomó un sorbo del Pinot Noir que había pedido.
—Uno podría suponer eso, sí. Salvo que oh, por un pequeño problema el
primer abogado asignado al caso tuvo en el último minuto un conflicto, y a mi
oficina se le hizo necesario enviar un reemplazo. —Sonrió con picardía.
Rae la miró fijamente durante un momento, luego sus ojos se abrieron de

par en par.
—No bromees. ¿Te enviaron a ti?
—De hecho lo hicieron.
—¿Te enfrentaste a Kyle Rhodes en el tribunal? —Rae se echó a reír—.

Bueno, esa es ciertamente una forma interesante de volver a conectarse después de
nueve años. ¿Qué fue lo que dijo cuándo te vio?
—Me llamó “abogada”.
Rae se sentó en su silla, decepcionada.
92
—¿Eso es todo? ¿Qué le dijiste?
—Le dije, “Señor Rhodes” y le estreché la mano.
—Oh... que brillante.
Rylann le lanzó una mirada significativa.
—Estábamos en el tribunal, delante de un centenar de periodistas. ¿Qué se

supone que debía hacer? ¿Escribir mi número de teléfono en su mano y decirle que
me llamara?
Rylann sonrió.

—A que hubiera sido lindo.
—No soy linda. Especialmente en los tribunales —dijo Rylann—. Aunque

lo de “abogada” es una especie de broma personal entre nosotros.
—¿Verdad? —El tono de Rae se volvió de repente misterioso—. Entonces,

¿cómo se ve él, abogada?
Como el pecado con traje. Rylann se mordió la lengua, sintiendo frio.
—Lleva el pelo un poco más largo. Aparte de eso, no me di cuenta. Estaba

en la zona.
—¿Qué zona es esa?
—La zona de la fiscalía, por supuesto.
—¿Entonces por qué te sonrojas?
Porque, además de tener la maldita piel clara de su madre irlandesa, dudaba

que existieran muchas mujeres que no tuvieran alguna reacción física ante Kyle
Rhodes. Con esa sonrisa diabólica y esas miradas pícaras, cualquier chica tendría
que ser muy dura para no sonrojarse al pensar en él.
93
Aun así, Rylann cubrió su vaso con un gesto.
—Es el antioxidante en el vino tinto. Abre los poros.
Rae sonrió, no creyendo eso ni por un segundo.
—Vale. Entonces ¿qué pasó después?
—Nada pasó después. Él es el terrorista del Twitter. Yo soy una fiscal de la

oficina que lo condenó. Creo que más o menos así termina la historia.
Rae pensó acerca de eso.

—Una clase de final decepcionante.
Rylann se encogió de hombros, adoptando una expresión de inocencia.
—Él me acompañó a casa una vez, y nos besamos. Tiempo atrás. Apenas si
recuerdo esa noche.
Rae alzó una ceja.
—Hay algunas cosas que una chica nunca olvida, Ry. Y una de ellas es un
beso del chico correcto.
*****
Cuando Rylann regresó a su apartamento más tarde, puso su maletín en el

sofá de la sala de estar y se desabrochó la gabardina mientras se abría camino hasta
el dormitorio. Al entrar en su amario y colgar el abrigo, las palabras de Rae se
hicieron eco a través de su cabeza.
Hay algunas cosas que una chica nunca olvida, Ry. Y una de ellas es un beso del
chico correcto.
La idea era un poco sentimental para su gusto.
94
Ella era una mujer adulta de treinta y dos años de edad, no de trece. Rylann,
Laboratorio de Metanfetaminas, no mostraría debilidad en sus rodillas por un
miserable beso, por muy fastidiosamente encantador que Kyle Rhodes hubiera sido
esa noche.
Aun así... instintivamente, sus ojos se posaron en el estante superior del

armario.
Empujada hacia el fondo, había una vieja caja de zapatos, una que había
guardado durante años. El día en que se habían mudado a vivir juntos en San
Francisco, Jon le había preguntado qué había dentro.

—Sólo algunas cartas viejas que mi madre me envió cuando me fui a la
universidad —le había dicho ella, tal vez la única vez que le había mentido a Jon en
todo el tiempo que estuvieron saliendo.
Al llegar arriba, Rylann agarró la caja de la estantería y quitó la tapa.
En el interior estaba la camisa de franela azul marino que Kyle le había dado
nueve años atrás.
Ella pasó los dedos por el cuello, recordando el momento en el que le había
pasado la camisa por encima de ella. La manera en que su estómago le había dado
un pequeño tirón cuando su mano rozó su cuello.
Está bien, está bien. Tal vez se acordaba de unos diminutos, pequeños
detalles sobre esa noche.
Rylann sacudió la cabeza, se quedó mirando la franela queriendo reírse de sí

misma. Era tan... tonto. Era una camisa. En realidad, no tenía idea de por qué había
guardado la maldita cosa todo este tiempo. Se había mudado desde Champaign a
San Francisco, y luego a un apartamento diferente cuando ella y Jon habían
decidido vivir juntos, y cada vez había contemplado tirarla a la basura. Pero algo la
retenía.
95
Te vi reír con tus amigos y tu sonrisa me llegó muy dentro.
Había habido una chispa entre ella y Kyle, quisiera admitirlo o no. Habían
pasado menos de treinta minutos juntos, pero ella lo había sentido. Mariposas
instantáneas. Con ningún otro hombre, incluyendo Jon, había tenido esa
experiencia de nuevo.
—Tiremos esto juntas, Pierce —susurró para sí misma. Este no era un

camino que necesitaba transitar.
Porque, simplemente, ya no importaba.
Ya no eran estudiantes de posgrado con caras juveniles. Kyle Rhodes era un

ex convicto, y ella una abogada asistente del fiscal. No había lugar para ir allí. Ella
no se acercaría a él, y después de la forma en que lo había tratado cuando había
llegado a la sala, dudaba que él tratara de ponerse en contacto con ella, tampoco.
Así que eso era... todo.
Poco a poco, Rylann puso la tapa en la caja de zapatos y la regresó a su

lugar en la parte posterior de su estante. Fuera de la vista. Y esta vez, fuera de su
mente. Para siempre.
96
Capítulo Ocho
A la mañana siguiente, Rylann llamó a la puerta de Cameron, deteniéndose
al ver que la otra mujer estaba al teléfono. Con una mirada de bienvenida,
Cameron le hizo un gesto a Rylann para que se sentara en una de las sillas frente a
su escritorio.
―Tengo que dejarte, Collin, hay alguien en mi oficina ―Cameron le

explicó a la persona del otro lado de la línea―. Sí, soy alguien muy importante. Sé
que te mata compartir el ser el centro de atención ―le sonrió a Rylann mientras
colgaba el teléfono―. Lo siento. Un viejo amigo.

Ella cruzó las manos sobre el escritorio.
―Entonces. Tengo un asunto interesante que me gustaría discutir contigo.

Pero antes quiero saber cómo ha estado tu primera semana.
―Va bien. Creo que he conocido a casi todos los expertos judiciales de
AUSA y parecen un gran grupo. ―De hecho, el único al que no había conocido
todavía era al escurridizo Cade Morgan, el fiscal que en un principio llevaba el caso
del Terrorista de Twitter.
―Es un gran grupo ―coincidió Cameron―. Yo estaba con los expertos

judiciales antes de que me trasladaran aquí.
Rylann contuvo una carcajada, apreciando su modestia. El presidente de

Estados Unidos había nombrado a Cameron para el cargo de Fiscal, lo cual era un
poco más que simplemente ser “trasladada”.
Cameron cambió de tema, dispuesta a ponerse a trabajar.
―El FBI me informó acerca de una investigación en la que me gustaría que

trabajaras. Es un asunto un tanto delicado y sospecho que requerirá de una AUSA
experimentada, debido a ciertas circunstancias que te explicaré a continuación.
97
Rylann se interesó al momento.
―¿Qué tipo de caso es?
―Un caso de homicidio. Hace dos semanas, se halló muerto en su celda a

un preso llamado Darius Brown, en el Centro Correccional Metropolitano. Al
parecer, Brown fue atacado en mitad de la noche por su compañero de celda, un
hombre llamado Ray Watts. Quien golpeó a Brown hasta la muerte con un arma
improvisada, un candado unido a un cinturón. Para cuando los guardias se dieron
cuenta del ataque y fueron hasta la celda, Brown ya estaba inconsciente. Lo
llevaron a la clínica, donde murió poco después.

Cameron alcanzó un archivo de su escritorio y le mostró una foto policial de
un hombre de casi treinta años con el pelo rubio muy corto.
―Ese es Watts, el compañero de celda. Actualmente cumple dos cadenas

perpetuas por asesinato en primer grado e incendio provocado. Es un miembro de
la Hermandad, un grupo local de supremacía blanca. Fue condenado hace cuatro
años después de que él y dos miembros del grupo bombardearan la casa de un
afroamericano, que había abierto una tienda de 24 horas en el barrio de Watts.
Tanto el propietario de la tienda como su esposa fueron asesinados.
―Suena como si Watts fuera un ciudadano modelo ―dijo Rylann de mal

humor. No importaba cuántas veces oyera historias como esta, aún continuaban. Y
si alguna vez dejaban de suceder, habría llegado el momento de colgar su maletín.
―También es un preso modelo ―dijo Cameron ásperamente―. Al parecer

tiene reputación de violento en el MCC. Por eso estuvo en una celda solo para él
hasta que se trasladó a Brown.
Apoyó los brazos sobre la mesa y continuó.
―Aquí sobre mi escritorio consta como terminó todo eso. El FBI tiene a un
hombre, al agente Griegs, que ha estado trabajando en secreto, infiltrado como
preso en el MCC, en otra investigación no relacionada. Todo este tiempo ha estado
98
pasando al FBI la información que creía que podría interesarles. Tras el asesinato
de Brown, el agente infiltrado informó a su contacto que el ataque parecía
sospechoso. Otro agente, el Agente especial Wilkins, fue asignado después para que
se hiciera cargo de la investigación.
―El momento de la muerte de Brown fue lo que inmediatamente llamó la

atención del agente Wilkins. Brown, que es afroamericano, fue trasladado a la celda
de Watts solo dos días antes del ataque, hecho que había organizado un guardia de
la prisión llamado Adam Quinn. Naturalmente, el agente Wilkins entrevistó a
Quinn, y aquí es donde el asunto se puso realmente interesante. Durante la
entrevista, Quinn se puso muy nervioso cuando le preguntaron por qué había
trasladado a Brown a la celda de Watts. El guardia dijo que había organizado el

traslado, ya que, según la política del lugar, los presos no debían tener celdas
exclusivas. Pero Quinn no pudo dar ningún motivo por el cual decidió de repente
seguir esa supuesta política, cuando Watts llevaba ya tres meses solo en una celda.
Quinn tampoco tenía una explicación de por qué había elegido a Brown para ser
compañero de celda de Watts.
―Lo cual es sospechoso de por sí, dado el historial de violencia por motivos
raciales de Watts. ―Rylann se detuvo. Su mente estaba ya trabajando sobre el
patrón de los hechos―. ¿El agente Wilkins confirmó si existe una política en
relación con que los presos no puedan estar solos en una celda?
―El director dijo que, aunque es la regla general, han hecho excepciones
como en el caso de Watts, por ser extremadamente agresivo ―continuó
Cameron―. No me sorprende que el agente Wilkins haya intentado llegar más allá.
Al revisar los archivos de Brown encontró algo muy inusual. Brown atacó a Quinn,
el guardia, dos semanas antes de que fuera asesinado.
Rylann puso su radar de fiscal en alerta máxima.
―¿Cuáles fueron las circunstancias de ese ataque?
99
―Al parecer, Brown agarró a Quinn por el antebrazo cuando este trataba de
recoger su bandeja de comida, consiguiendo dislocarle la muñeca.
Rylann se recostó en la silla.
―Recapitularé para ver que todo esté en orden. Brown ataca a un guardia
de la prisión y le disloca la muñeca. Dos semanas más tarde, ese guardia traslada a
Brown a la celda de uno de los reclusos más violentos de la prisión, nada menos
que a la de un supremacista blanco, y es golpeado hasta la muerte ―Miró a
Cameron―. Supongo que pensamos lo mismo: que Quinn diseñó ese ataque como
represalia.

―Eso es exactamente lo que el agente Wilkins sospechaba, así que siguió
investigando ―dijo Cameron―. Como era de esperarse, trasladaron a Brown a
aislamiento disciplinario durante una semana. Cuando salió, le dijo a alguno de sus
amigos que una noche el guardia se acercó a su celda y lo amenazó.
Rylann ladeó la cabeza.
―¿Con qué tipo de amenaza?
―Brown explicó que Quinn le había dicho: Pagarás por lo que me hiciste en
la muñeca, pedazo de mierda.
―¿Sabemos si alguien más escuchó esa amenaza? ―preguntó Rylann.
―No lo sabemos aún. Pero retomaré eso en un minuto ―dijo Cameron―.

Después de eso, el agente Wilkins echó un vistazo a los archivos personales de
Quinn y descubrió que en el último año el guardia había participado en un par de
altercados más con presos. Y en ambas ocasiones, poco después, otros prisioneros
habían atacado y golpeado a esos presos.
Le concedió a Rylann un momento para que procesara la información.
100
―Así que tenemos un guardia de la prisión al que no le gusta que los
reclusos se pasen de la raya ―dijo Rylann―. Pero en vez de ensuciarse sus propias
manos para tomar represalias, utiliza a otro interno para que haga el trabajo por él.
Sin embargo, esta vez se pasó, escogió al recluso equivocado y un hombre acabó
muerto.
―Afortunadamente, el agente infiltrado nos avisó. De lo contrario, esto

habría pasado desapercibido, como una simple pelea entre dos presos que acabó
mal ―Los ojos de Cameron centellearon―. Lo que me lleva de vuelta a tu
pregunta, si alguien oyó a Quinn amenazando a Brown.
Rylann sabía lo que significaba esa mirada.

―Supongo que tenemos un testigo.
―Podríamos tener un testigo ―dijo Cameron―. El FBI ha identificado a un

recluso que estaba también en aislamiento disciplinario la misma noche que Quinn
amenazó a Brown. En la celda de la derecha de Brown, está confirmado. Por
desgracia, todavía no sabemos lo que este preso realmente escuchó.
―¿Por qué no? ―preguntó Rylann―. ¿Se niega a hablar?
―En primer lugar, este preso no es uno más. Se le puso en libertad del MCC
justo antes del asesinato de Brown. Es probable que ni siquiera sepa que Brown ha
muerto.
Rylann pensó que estaba perdiéndose algo.
―¿Por qué no habló con él el FBI en su casa?
―Lo intentaron ―dijo Cameron―. Hasta ahora no han podido sino hablar
con sus abogados. Por eso nos desvía del caso. Si queremos hablar con este
hombre, seguramente necesitaremos una citación judicial. Dudo que vaya a
cooperar de forma voluntaria ―Miró a Rylann, con aspecto divertido―.
101
Probablemente esté un poco receloso con la Oficina del Fiscal de Estados Unidos.
Sobre todo desde que le llamaron “terrorista” y “ciber-amenaza para la sociedad”.
Rylann parpadeó.
―¿Kyle Rhodes es nuestro testigo clave?
―En realidad tu testigo clave ―enfatizó Cameron―. Desde ahora, Rylann,

el caso es todo tuyo. Con el Terrorista de Twitter incluido.
Demasiado para la vista, para la mente.
―Es curioso como él sigue apareciendo en mis casos estos días ―dijo

Rylann. No había visto al chico desde hacía nueve años y ahora regresaba como
una moneda falsa.
Como una mala moneda.
Perversa y peligrosamente mala.
Cameron lo afirmó con un movimiento de cabeza.
―Llamarte fue pura casualidad. Necesitaba un AUSA especialista de alto

nivel para cubrir a Cade y tú, siendo la chica nueva, tenías un horario flexible.
Cuando el FBI me trajo el caso de Brown ayer, lo admito, fuiste la primera persona
en la que pensé. Si alguien en esta oficina tiene posibilidad de que Kyle Rhodes
coopere voluntariamente, eres tú. Leí la transcripción del movimiento del martes.
Desde el punto de vista de Rhodes, eres la única persona que de verdad ha abogado
por su liberación ―Sonrió―. Esperemos que ahora puedas usar tu capacidad de
persuasión para hacerlo hablar.
O quizá me cierre la puerta en las narices.
Probablemente no era el mejor momento para decirle a tu nueva jefa que

habías besado a la parte demandada de tu primer caso y luego cortaste con él
directamente en los tribunales.
102
―¿Y si no funciona? ―preguntó Rylann―. ¿Hasta dónde quieres que lleve
esto?
―Hasta el final ―Cameron se inclinó, poniéndose seria, la fiscal de Estados

Unidos surgiendo en ese momento―. Cuando me hice cargo de esta oficina, tras
mi inestimado predecesor, juré que acabaría con toda la corrupción del gobierno. Si
me baso en lo que el FBI ha dicho, tenemos un funcionario del correccional federal
que ha estado impartiendo su propia justicia con los reclusos y sus actos han
llevado a la muerte de un hombre. No se librará de está, no mientras yo esté al
frente ―miró a Rylann fijamente―. Si Rhodes escuchó esa amenaza, creo que
tendríamos suficiente para acusarle. Haremos que suceda.

Al ver la mirada de determinación en el rostro de su jefa, Rylann solo tuvo
una respuesta.
―Dalo por hecho.
103
Capítulo Nueve
Al no tener planes para esa tarde, Rylann se quedó en la oficina hasta las
ocho y cuando llegó a casa ordenó comida china para llevar. Se cambió a unos
jeans y una camiseta, entonces se acomodó en el sofá para llamar a sus padres. Se
habían jubilado hacía varios años y ahora pasaban los inviernos en una casa de dos
pisos que habían comprado cerca de Naples, Florida. Después de algunos años,
Rylann se enteró de que la definición de “invierno” de sus padres parecía haberse
expandido significativamente, y tenía la sospecha de que los vería al norte de la
línea Mason-Dixon19 antes de Junio.

—Bueno, si es la chica del momento —dijo Helen Pierce con una nota de
orgullo en la voz cuando atendió el teléfono—. ¿Por qué no me dijiste que estabas
trabajando en el caso del terrorista de Twitter?— Le he estado mostrando tu foto a
todo el vecindario. La que estás en la sala de el tribunal con Kyle Rhodes.
—Fue una cosa de último momento —explicó Rylann—. Mi jefa necesitaba

que cubriera a alguien.
—Creo que él te estaba mirando lo senos.
A Rylann le tomó un momento. Cierto, la fotografía de Kyle y ella.
—Él no estaba mirando mis pechos, mamá.
—Entonces ¿qué pasa con esa mirada? Esa es la mirada de un hombre que te
imagina desnuda o quiere verte desnuda.
Inmediatamente, Rylann recordó que Kyle la había mirado atrevidamente

en el momento en que había sido tomada la foto.
Él la recordaba, muy bien.
19
Línea simbólica que divide el norte y el sur de Estados Unidos.
104
—No noté nada extraño en cómo me miraba —mintió.
Helen no pareció enteramente convencida.
—Hum. Es bueno que tu trabajo en este caso haya terminado, o

probablemente te tendría que dar una especie de conferencia sobre estar lejos de
chicos así. Deber de madre y eso.
Rylann sonrió.
—Kyle Rhodes es apenas un chico, mamá.
—Oh, créeme, lo noté.

Ewww. Rylann estaba a punto de cambiar de tema, fallando deliberadamente
en mencionar que su trabajo con Kyle no estaba totalmente terminado, cuando su
madre se le adelantó.
—Entonces aparte del caso del Terrorista del Twitter; ¿en qué más estás
trabajando? —le preguntó Helen. Antes de retirarse había trabajado de paralegal20
en defensa criminal en una firma de Chicago y disfrutaba hablando de los casos de
Rylann, incluso bromeaba con lo de que su hija jugaba para el ‘otro equipo’.
En la mayor parte de la niñez de Rylann, los roles de género tradicionales

habían sido invertidos en la casa Pierce. De hecho, su madre había sido el sostén
primario durante la mayoría de esos años.
El padre de Rylann, un reparador de aire acondicionado, se había lesionado

la espalda cuando ella tenía siete años, y a pesar del tratamiento y la terapia física,
no había podido trabajar más que media jornada después de eso. Así que, su padre
era el que la llevaba y recogía del colegio, de vez en cuando hacía algunos trabajos
de reparación, y a las seis en punto su madre llegaba por la puerta, se cambiaba su
20
Un paralegal es el ayudante que hace la mayor parte del trabajo legal delegado que pasa en un
estudio de abogados.
105
ropa de trabajo, y se unía a ellos para la cena, normalmente entreteniéndolos con
historias de los casos en los que ella y “sus abogados” estuvieran trabajando.
Sin embargo desde joven, Rylann se dio cuenta rápidamente de una cosa
sobre esas historias: No le gustaba cuando los chicos malos ganaban. Y de esa
semilla, había brotado su carrera como asistente del Fiscal Federal
Rylann habló con su madre unos minutos más, hasta que el portero eléctrico
sonó. Entonces corrió abajo a buscar su comida, y se acomodó para pasar la noche
con los expedientes de su caso, con un cartón de pollo kung pao y una copa de
Riesling que se había ganado en la división post-ruptura de la colección de vinos
que Jon y ella habían tenido. Otro tranquilo viernes por la tarde, como muchos

otros que había tenido en los pasados seis meses.
Y, wow, estaba peligrosamente cerca de sentir lástima de sí misma. Era

bueno que tuviera trabajo en el cual enfocarse, eso, al menos, nunca cambiaba.
Sentada en la barra de la cocina, leyó los archivos. A pesar del hecho de que
el caso Brown no era ni el más grande ni el más glamoroso que alguna vez había
manejado, ya había saltado rápidamente al primer puesto en su lista de prioridades.
Primero y principal, el hombre había sido brutalmente golpeado hasta la muerte.
No le tomaba mucho más a la fiscalía asumir eso. Segundo, el caso era claramente
importante para el Fiscal Federal y si era importante para Cameron, de ninguna
manera Rylann, “la chica nueva”, iba a estropearlo.
Lo que significaba que Kyle Rhodes y ella tenían algunos asuntos pendientes
que atender.
*****
El lunes por la mañana, Rylann irrumpió en la oficina cargada y lista para

enfrentarse al heredero multimillonario ex convicto.
Tan pronto como se sentó en su escritorio, tecleo el número de teléfono de la

firma de abogados que representaba a Kyle. Técnicamente, tenía permitido
106
contactarse con él directamente, debido a que el tema del que quería hablar no era
por el que había contratado a un abogado ni estaba bajo investigación. Sin
embargo, pensaba que era prudente consultar a sus abogados primero por cortesía.
Cortesía, que desafortunadamente, no le fue devuelta.
—Le diré lo mismo que al FBI, señorita Pierce. Está malditamente loca si
piensa que la dejaré hablar con mi cliente —Fue la feroz réplica de Mark
Whitehead, el abogado defensor de Kyle—. No después de la manera en que su
oficina lo trató hace cinco meses.
—Esto no tiene que ver con el caso del señor Rhodes —dijo Rylann con su

mejor voz de “seamos amigos”—. Me gustaría hablar con él acerca de una
investigación en curso relacionada con un incidente ocurrido hace dos semanas en
el Centro Correccional Metropolitano. El cual preferiría no especificar por teléfono,
le puedo asegurar que su cliente no es sospechoso de ninguna actividad criminal en
este caso.
Mark se mofó de eso.
—Mi cliente no estaba en la MCC hace dos semanas. Fue liberado antes.
—Aún más razón para que confíe en mí cuando digo que él no está bajo
sospecha.
—Sigue siendo un no. Si quiere hablar con Kyle Rhodes, consiga una cita —
dijo Mark.
—Con todo el debido respeto, los dos sabemos que no necesito su permiso.
Contactaré directamente al señor Rhodes si tengo que hacerlo —dijo Rylann.
Mark sonó divertido.
107
—Buena suerte con eso. Estoy seguro de que el terrorista de Twitter tiene
varias cosas que le encantará decirle a oficina del Fiscal Federal Aunque dudo que
alguna la ayude con su investigación.
—Podemos hacer esto de la forma fácil Mark, o puedo ir al gran jurado y

arrastrarlo dentro. Y si tengo que hacer eso, no usted no podrá estar allí —Rylann
puntualizó. Era la mejor carta que podía haber jugado, el hecho de que los testigos
no tenían permitido tener a su abogado en la sala de el tribunal.
—¿Habla en serio? —Mark suspiró—. Y yo pensaba que Morgan era un

dolor en el trasero. Está bien, llamaré a Rhodes. Pero yo que usted no tendría
muchas esperanzas.

Rylann colgó el teléfono, satisfecha de haber hecho al menos algún progreso.
No estaba segura de la respuesta de Kyle dada la historia con su oficina, aunque
estaba totalmente preparada para algo en la línea de bese mi criminal trasero, abogada.
Sonrió a ese pensamiento. Dejaría que él tratara de ignorarla. Podía ser

bastante persistente cuando quería.
Unos minutos después, Rylann escuchó que tocaban a su puerta, vio a un

hombre alto y muy atractivo de pelo marrón parado fuera de su puerta, un hombre
que reconocía por la cobertura de la prensa del caso del terrorista del Twitter.
El evasivo Cade Morgan finalmente había hecho su aparición.
—Me parece que te debo una taza de café —dijo él con una sonrisa.
Rylann hizo un ademán hacia su vaso de Starbucks ya en su escritorio.
—Perdiste la oportunidad. Estoy totalmente llena de cafeína.
Él se acercó para darle un apretón de manos.
—Cade Morgan. Oí que cubriste mi caso el martes.
108
—Sin ningún problema. Estoy feliz de poder ayudar.
—Siento no haber podido pasar a presentarme antes —dijo— estuve en un

juicio la semana pasada. Justo dieron el veredicto.
—¿Cómo salió?
—Culpable en los cinco cargos.
—Eso explica el brillo victorioso. Felicitaciones.
—Gracias. He oído que elegiste un interesante caso de homicidio —dijo

Cade—. Parece que desde que remataste el caso del Terrorista de Twitter, Cameron

piensa que podrías hacer que Kyle Rhodes sea uno de sus testigos. —Se apoyó
contra la estantería, viéndose casual con su traje diplomático azul marino a rayas—
. No sé si Camerón te advirtió que no esperaras cooperación por parte de Rhodes.
Probablemente quemé ese puente llamándolo terrorista.
Personalmente, Rylann siempre pensó que eso fue extremo. Pero

generalmente trataba de evitar juzgar a otros AUSAS por como manejaban sus
casos, por lo que respondió diplomáticamente.
—Fuiste obviamente muy apasionado sobre ese caso.
—Es justo decir que el caso del Terrorista de Twitter estaba en la cima de la
agenda de alguien más. No solo mía.
Rylann lo miró socarronamente.
—Me perdiste.
—No me entiendas mal, estaba detrás de todos los cargos archivados contra
Kyle Rhodes —dijo Cade—. Él cometió un delito y causó muchos problemas.
Problemas mundiales. De ninguna manera lo iba a dejar pasar con un simple tirón
de orejas.
109
Ella levantó una ceja.
—¿Pero?
—Pero esta oficina era diferente hace cinco meses. Y supongo que podría
decirse que fuimos un poco viciosos en la manera en que manejamos esa
persecución. —La expresión de Cade cambió a un tono de molestia—. Mi antiguo
jefe, Silas Briggs, dejó claro que no esperaba menos de mí. Yo esperaba una
oportunidad para poner a esta oficina, y a él, en los ojos del público, y supongo que
el caso del Terrorista de Twitter fue la oportunidad perfecta para eso. A nadie le
importa cuando eliges a un heredero millonario.

—Excepto al heredero millonario —acotó Rylann.
—Bueno, no estaba pensando exactamente que necesitaríamos su ayuda al

final del camino.
Cade le dirigió una sonrisa bondadosa.
—Es bueno que ahora sea problema tuyo y no mío. —Se alejó de la
estantería e hizo una pausa camino a la puerta—. Oye en serio, si necesitas algo,
estoy al final del pasillo. Siéntete libre de pasar en cualquier momento, chica nueva.
—Le señaló—. Y mañana el café lo pagaré yo.
Nada mal, Rylann musitó apreciativamente después de que Cade se fuera. Él

era definitivamente bien parecido al estilo americano. Quizás un poco demasiado
confiado, pero eso era común entre los AUSAs, especialmente en los de la división
de procesamientos especiales. A pesar de todo, Cade Morgan estaba fuera de los
límites, y ella había sabido eso incluso antes de que pasara por su puerta. Los
romances de oficina tendían a complicarse fácilmente, y, como regla, no dejaba que
las cosas se complicaran cuando se trataba de trabajo.
Justo en ese momento, sonó su teléfono.
—Rylann Pierce —contestó.
110
—Soy Mark Whitehead. Hablé con mi cliente —dijo, no sonaba contento—.
Para que cuente, estoy total y completamente en contra de esto.
—Me parece justo. Eso será anotado en el registro. —No tenía idea de lo
que estaba hablando.
—El señor Rhodes accedió a reunirse con usted esta tarde, en su oficina. A
solas —dijo Mark con énfasis—. Fue bastante claro en ese punto, a pesar de todos
mis intentos para persuadirlo.
Ciertamente, ésa no era la respuesta que Rylann había esperado. Juzgando

por los cinco abogados que se habían presentado en la vista del martes pasado, un

hecho que seguía encontrando ridículo, ella había tenido la impresión de que el
multimillonario Kyle Rhodes nunca accedería a reunirse con la Oficina del Fiscal
sin un abogado presente.
Aun así… este resultado favorecía sus intereses, también. No estaba

exactamente publicando su anterior conexión con Kyle, y podrían hablar más
libremente sin público presente.
—Bien. Puedo encontrarme con el señor Rhodes más tarde. —Tomó una
pluma—. ¿Dónde está ubicada su oficina?
—Bueno, señorita Pierce, viendo que mi cliente está desempleado, su oficina

actual es su casa. North Lake Shore Drive al 800. El ático. El señor Rhodes estará
esperándola a las 4:30, en punto.
111
Capítulo Diez
El teléfono del escritorio de Kyle sonó, el doble repique que indicaba que la
llamada provenía del puesto de seguridad en el vestíbulo de su edificio.
—La señorita Pierce está aquí para verlo, señor Rhodes —le informó Miles
cuando contestó el teléfono.
―Gracias Miles. Envíala arriba.
Kyle colgó el teléfono y guardó el documento en el que había estado

trabajando, pensando que este era, de hecho, un acontecimiento interesante. Si

alguien más de la Oficina del Fiscal Federal hubiera solicitado verlo, le habría
dicho exactamente por donde podía meterse su petición. Aunque ellos hubieran
sostenido el final del trato el pasado martes, todavía estaban en el top de su lista de
mierda por todo lo del negocio “terrorista”, lo cual significaba nada de favores a los
fiscales federales. Punto.
Excepto que encontraba esta petición en particular, proveniente de la ilustre

Rylann Pierce de los ojos ámbar y la lengua aguda, difícil de declinar.
Tenía… Curiosidad por saber que era lo que quería.
Esta historia que ella le había contado a sus abogados, acerca de alguna
“investigación” sobre un accidente ocurrido en el Centro Correccional
Metropolitano hace dos semanas, sonaba algo rara. Él ya había sido liberado del
MCC en ese momento, así que no estaba seguro de qué información podría tener
acerca de lo que sea que había pasado después de eso. Pero de acuerdo con sus
abogados, ella había sido bastante insistente en su deseo de verlo.
Y eso lo intrigaba aun más.
El martes pasado, cuando había llegado a casa de el tribunal, había hecho

dos cosas: primero, había ido a correr, tomándose todo el tiempo que le había dado
112
la gana y yendo tan lejos como había deseado sin preocuparse por un monitor de
tobillo, ni por los Jefes de la Policía, o por equipos SWAT irrumpiendo en la playa.
Luego la segunda cosa que había hecho había sido buscar en Google a Rylann
Pierce.
La encontró en LinkedIn y vio que había sido secretaria de un juez federal

de apelaciones en San Francisco antes de unirse a la Oficina del Fiscal Federal
También leyó unos artículos de prensa acerca de varios casos de alto perfil en los
que había trabajado. Desde su punto de vista podía decir que había tenido una
carrera exitosa en California y luego, de repente, se había mudado de nuevo a
Chicago.

Tenía el presentimiento de que había una historia allí, pero lo que sea que
fuera, Google no iba a ayudar.
Kyle escuchó un golpe en la puerta. Se levantó de su escritorio y caminó a

través de su ático, sin darse cuenta que había estado sonriendo todo el camino hasta
que vio su reflejo en un espejo.
Cálmate, idiota. Solo es una chica a la que acompañaste a casa.
Tal vez era eso, de hecho, una bizarra coincidencia, y ella en realidad estaba
allí para hablar de algún caso. O tal vez… era algo más. Tal vez había estado
pensando en él toda la semana, justo como él había estado pensando en ella, y
simplemente no había podido mantenerse lejos.
Su sonrisa se amplió. Solo había una manera de averiguarlo.
Kyle abrió la puerta y la vio allí parada, con su largo y oscuro cabello
luciendo como una heroína de Hitchcock, con su abrigo de cuero amarrado y
tacones altos, y llevando un portafolio a su lado.
―Abogada ―dijo él arrastrando las palabras.
―Señor Rhodes ―dijo ella, con voz ligeramente ronca.
113
Solo hasta ese punto habían llegado el pasado martes. Pero esta vez, no
había reporteros, no había cámaras, y no había equipo de abogados defensores.
Solo eran ellos esta vez.
Kyle terminó de abrir la puerta.
―Pasa.
―Gracias por recibirme. ―Ella lo rozó al pasar, el delicado olor de algo

floral y femenino dejó una estela tras ella, y entró en el salón.
Él cerró la puerta, luego se giró y la miró. Nueve años atrás, ella habría
atrapado la mirada de cualquiera, pero ahora había algo más, algo más pulido,

sofisticado, y definitivamente atractivo.
Algo que a un hombre que había pasado la mayor parte de los 5 meses
anteriores en prisión le sería difícil ignorar.
―Ha pasado un tiempo sin vernos, señorita Pierce ―dijo él.
Sus labios se torcieron en una sonrisa.
―De hecho, solo ha pasado una semana.
Él cruzó sus brazos sobre su pecho retándola.
―¿No pudo mantenerse lejos de mí?
Ella abrió sus labios para decir algo, pero pareció cambiar de opinión.
―Tal vez nos deberíamos sentar en algún lado y hablar.
Claro. Acerca de esa misteriosa “investigación.” Él hizo un gesto indicando el

camino hacia el gran espacio del lujoso ático estilo loft.
―Siéntase como en su casa.
114
Rylann caminó hacia el área de la sala, mirando con curiosidad el lugar.
―Se nota que te ha ido bien estos últimos dos años. ―Le miró de reojo, con
sus ojos de aquí a allá admirando su alrededor―. Aparte de aquel pequeño asunto
de Twitter.
―Solo para saber, ¿cuántas bromas más puedo esperar acerca de eso?
―Es casi demasiado fácil ―dijo ella riendo―. Una vez dijiste que alguien
causaría mucho pánico si las compañías no empezaban a poner más atención a la
negación de los ataques a sus servicios. Qué intuitivo de tu parte.
Kyle se detuvo.

—¿De verdad recuerdas que dije eso?
Rylann hizo una pausa por un momento, luego se encogió de hombros

despreocupadamente.
―Solo por el fiasco de Twitter. ―Luego, tomó asiento en uno de los finos
sillones de cuero italiano y puso su portafolio en el piso.
Kyle se sentó en el sofá frente a ella, viendo como se quitaba su abrigo,

revelando un traje color plomo con una camisa de seda color crema debajo.
―Antes de decir algo más, tal vez deberíamos aclarar algunas cosas que
quedaron colgando.
Ella lo miró confundida momentáneamente.
—¿Y eso significa…?
―Acerca de esa noche. ―Él mantuvo su mirada en ella—. ¿Asumo que

sabes por qué nunca me presenté para nuestra cita?
Su expresión se ablandó.
115
―Oh. Si. Me entristecí mucho al saber lo de tu madre.
―Gracias. ―Kyle trató de apaciguar sus ánimos, contento de romper un

poco el hielo―. Es una pena, sabes. Porque pensaba ser bastante encantador en esa
cita. No hubieras tenido oportunidad alguna.
Ella rió.
―Estoy segura que crees eso.
Él estiró su brazo sobre el espaldar del sofá, poniéndose más cómodo.
―Entonces. ¿Qué te trae aquí esta noche, Rylann Pierce?

Ella cambió de postura en la silla, cruzando las piernas.
―Un asesinato, de hecho.
Kyle parpadeó, y su sonrisa se desvaneció. De todo lo que esperaba que

dijera, eso no lo esperaba.
―¿Un asesinato?
―Sí. Un recluso fue golpeado hasta la muerte en el MCC hace dos semanas.
Por la forma de su expresión, supo que hablaba en serio. Y así como así,
todo el tono de la conversación cambió.
―¿De verdad estas aquí por un caso? ―dijo él sin darse cuenta hasta ese
momento de lo mucho que había estado convenciéndose de que no era así.
Ella ladeó la cabeza, como si no lo siguiera.
―¿Por qué otra razón estaría aquí?
Y allí va la idea de no parecer un idiota.
116
―Olvídalo. Cuéntame que pasó en el MCC.
Ella procedió a hacer exactamente eso. Kyle permaneció callado mientras

Rylann le explicaba las circunstancias que rodeaban la muerte de Darius Brown y le
explicó su sospecha de que Quinn, el guardia de la prisión, había organizado el
ataque a modo de venganza.
―Sabemos que Quinn y Brown habían tenido altercados previos ―dijo

ella― y que Brown había salido de confinamiento disciplinario y les había dicho a
sus amigos que Quinn lo había amenazado.
Escuchando eso, Kyle se levantó y empezó a pasearse por la habitación.

―Sabemos que tú también estuviste en confinamiento disciplinario durante
ese tiempo, en la celda contigua a la de Brown ―continuó ella―. Vine aquí para
averiguar si escuchaste o no dicha amenaza. Sinceramente, espero que lo hayas
hecho.
Ella permaneció callada entonces, esperando su respuesta.
Kyle se detuvo de espaldas a ella, mirando los ventanales de piso a techo que
daban al lago. En la distancia, podía ver la rueda del Ferry en el muelle Navy.
―Pagarás por lo que le hiciste a mi muñeca, pedazo de mierda. ―Se volvió

hacia ella―. ¿Es esa la amenaza que buscas?
Rylann exhaló, obviamente aliviada.
―Sí.
Kyle pasó la mano sobre su boca. Toda esta situación el hecho de que él, un
ex vicepresidente de una compañía multimillonaria, tuviera información directa
relacionada con el asesinato de un recluso era completamente surrealista.
―No tenía idea. Demonios, ni siquiera sabía que Brown estaba muerto.
117
―¿Lo conociste bien mientras estuviste en prisión? ―preguntó ella.
Él sacudió la cabeza.
―Las únicas veces que hablé con el tipo fue a través de los barrotes de las
celdas durante esos dos días en que ambos estuvimos en confinamiento
disciplinario. ―Aun así, sintió una mezcla de emociones en ese momento, culpa
incluida, y sintió la necesidad de aclarar algo―. Pensé que Quinn solo estaba
hablando por hablar, tratando de parecer duro. No tenía idea de que en realidad
cumpliría su amenaza. ―Exhaló, tratando de envolver en su mente todo lo que ella
le había dicho―. Entonces, ¿qué pasará desde aquí?

Rylann se levantó de su silla y se paseó por el lugar.
―Presento el caso ante el Gran Jurado. Y me gustaría que tú fueras uno de

los testigos que testifique.
Kyle se rió con humor.
―Claro. El infame Terrorista de Twitter como testigo en el juicio. Estoy

seguro que eso le encantará al Gran Jurado.
―De hecho, eres el testigo perfecto ―dijo ella―. Si hubieras estado todavía
en prisión, cualquier abogado defensor digno de su carrera hubiera tratado de
someterte, clamando que solo estabas testificando para ganarte un favor de la
Oficina del Fiscal con la esperanza de una reducción de tu sentencia. Pero ahora
que estás fuera, obviamente no tienes tales motivos.
Kyle posó su mirada en ella, repentinamente dándose cuenta de algo.
―Me necesitas para este caso.
Después de titubear, Rylann reconoció eso con un gesto de cabeza.
―Sí.
118
Él se acerco a ella.
―Dime algo: ¿Me habrías ofrecido un trato a cambio de mi testimonio si

todavía estuviera encerrado?
―Probablemente habría considerado ofrecerte un trato, sí.
―Entonces considera ofrecerme uno ahora.
Rylann hizo un gesto hacia el ático.
―Ya estas fuera. No hay nada que pueda ofrecerte.

Él se acercó aun más a ella.
―Eso no es cierto, abogada. Hay algo que deseo bastante, de hecho. ―La
miró a los ojos―. Una disculpa de la Oficina del Fiscal Federal
Rylann rompió a reír.
―¿Una disculpa? Esa es una buena. ―Quitó su pelo de los ojos y lo movió
hacia atrás de sus hombros, luego se sorprendió cuando vio la expresión en su
cara―. Dios mío, no estás bromeando.
Él sacudió la cabeza despacio.
―No, no lo hago.
―Kyle, eso nunca, nunca pasara ―dijo ella en total seriedad.
Él se encogió de hombros. ―Si quieres que sea tu testigo, eso es lo que te

costará. ―Sí, estaba siendo duro, y sabía que tenía todo el derecho a serlo. Ella
podría haber tenido su sexy traje de falda y su sonrisa, pero esta noche también
tenía una agenda. Esta pequeña reunión no tenía nada que ver con ninguna
caminata a casa o con alguna conexión instantánea que creía haber sentido alguna
119
vez con Rylann Pierce. Esta noche ella estaba allí estrictamente por razones
profesionales, lo que significaba que él también podía ser todo negocios.
Al final de todo, era un hombre libre ahora. Así que si la Oficina del Fiscal
Federal quería jugar, tendría que ser con sus reglas.
―Te daré hasta mañana para que lo pienses mejor ―dijo Kyle―. De otro
modo, involucraré a los abogados. Y todo lo demás que tengas que decir, podrás
decírselo a ellos.
Rylann lo estudió, sin mostrarse particularmente intimidada.
―Hmm. Ellos me advirtieron que serías un poco exigente.

―Bueno, estaban en lo cierto.
―Ya lo veo. ―Ella se acercó a la silla y tomó su abrigo y portafolios. Sacó

algo del bolsillo exterior de éste, luego se volvió hacia él, con todo el aire de
abogada en ella―. Déjame explicarte cómo funciona esto, Kyle. Puedes venir a mi
oficina, con tus abogados si quieres, y podemos discutir tu testimonio allá. Esa es la
manera fácil. O puedo conseguir una citación, arrastrarte frente al Gran Jurado, y
todavía me dirás todo lo que sabes. De cualquier forma, conseguiré lo que quiero.
¿En serio? Kyle descartó la amenaza, sin dejarse intimidar tampoco.
―Olvidaste la opción tres. Donde yo olvido convenientemente todo lo que

le escuché decir a Quinn esa noche.
Vio la chispa de rabia en sus ojos.
―No lo harías ―dijo ella.
―¿Estás dispuesta a apostar tu caso en esto, abogada? ―pregunto él―.

¿Qué tan bien piensas que me conoces? Porque hace cinco meses todos vimos que
soy bastante capaz de hacer cosas que no se supone que haría.
120
Sorprendentemente, sus palabras la hicieron quedarse muda. Ella miró el
apartamento, luego a él.
―Es cierto ―reconoció ella―. No te conozco, en realidad. Solo pasamos 30

minutos juntos hace cerca de una década. Aun así, pienso que el Kyle Rhodes que
me acompañó a mi casa y me dio su camisa haría lo correcto sin importar lo
enfadado que estuviera con mi oficina. Entonces si ese tipo está en algún lugar de
este ático, dile que me llame.
Kyle cruzó los brazos sobre su pecho.
―¿Eras así de molesta y obstinada hace nueve años? Es extraño el hecho de

que no lo recuerde.
Ella extendió su mano, ofreciéndole su tarjeta de trabajo.
―Mi número, deberías decidirte por la vía fácil.
Él tomo su tarjeta. Y a pesar de todo, no pudo evitar sonreírle, solo un poco.
―De verdad quieres verme de nuevo ―Levantó una ceja, con voz suave―.
¿Estás segura de que esto es puramente por negocios, señorita Pierce?
Ella no dijo nada por un momento, luego dio un paso acercándose a él.
Estaban cerca ahora, con sus cuerpos prácticamente tocándose mientras ella subía
la mirada hacia la suya.
―Llama a mi oficina Kyle ―dijo―. O te citaré tan rápido que tu cabeza

dará vueltas.
Luego dio un paso atrás, dándole una sonrisa despectivamente dulce por un
momento mientras se dirigía hacia la puerta principal.
―Oh, y que tengas buenas noches.
121
Capítulo Once
Rylann miró su reloj mientras caminaba hacia el vestíbulo del Centro
Correccional Metropolitano, la prisión de máxima seguridad situada en el centro de
Chicago. La caminata de cinco manzanas desde su oficina le había llevado un poco
más de lo esperado, pero aun así llegaba un par de minutos antes.
Había arreglado esta cita, la primera con los agentes de la oficina del FBI en
Chicago, después de revisar el archivo de Brown durante el fin de semana. Mientras
que el agente especial asignado al caso había hecho un exhaustivo trabajo de
investigación, desafortunadamente pinchaba cada vez que intentaba hablar con

algún recluso que no fueran los amigos más cercanos de Brown. Había, sin
embargo, una posible excepción: él había notado que uno de los reclusos llamado
Manuel Gutiérrez, quien había estado en la celda contigua a la de Watts la noche
que Brown había sido asesinado, se había negado a hablar con el FBI pero había
dicho que estaría más que dispuesto a hablar directamente con la Oficina del Fiscal.
Rylann había escuchado ese tipo de ofertas anteriormente, no era raro

escucharla cada vez que el FBI trataba de interrogar a un recluso. Los criminales
sentenciados eran como estudiantes de primer año de derecho cuando se trataba de
conocer las maneras de salir de prisión, incluyendo la famosa Regla 35, la cual
permitía a el tribunal reducir la sentencia a los reclusos que cooperaban. Y los
reclusos sabían muy bien que solo la Oficina del Fiscal, no el FBI, tenía la
autoridad de buscar tal reducción.
Generalmente Rylann no era fanática de hacer tratos relacionados con la

Regla 35. Para empezar, como le había dicho a Kyle anoche, abría la puerta para
que el testimonio fuera sujeto a un posible juicio político por motivos de
parcialidad. Segundo, su trabajo como asistente del Fiscal era poner a los criminales
tras las rejas, no proveerles recursos para reducir sus sentencias. Pero también era
una persona práctica, y a veces era crítica en un caso para obtener el testimonio de
un recluso. También entendía que, desde el punto de vista de los reclusos, era
122
peligroso proveer información a las autoridades. La vida en prisión para alguien
considerado un soplón podía ser dura, sin duda alguna. Por eso, la Regla 35 era la
única forma que tenía para que, alguien tras las rejas, cooperara con ella.
Consecuentemente, la misión de hoy era averiguar, exactamente, que sabía

Manuel Gutiérrez acerca de la muerte de Darius Brown. A primera hora de esa
mañana, Rylann había llamado al agente del FBI asignado a la investigación y le
había sugerido hacerle una visita a Gutiérrez. Para su suerte, el agente estaba libre
esa tarde.
―¿Señorita Pierce?

Caminaba hacia ella un hombre afroamericano de unos veintitantos con lo
que podía ser la sonrisa más amigable y, por mucho, el traje más elegante que había
visto en un agente del FBI.
Él extendió su mano.
―Agente Especial Sam Wilkins a su servicio. Vi su expediente y adiviné que

era usted.
―Es un placer conocerte, Sam, Por favor, llámame Rylann.
Entablaron una corta charla mientras llegaban a las taquillas donde Wilkins
podía dejar su arma. En minutos Rylann supo que él era relativamente nuevo en el
FBI, habiéndose unido directamente desde la facultad de derecho de Yale, y que el
caso de Brown era la primera investigación que hacía solo, desde que lo habían
asignado a la división de crímenes violentos del FBI.
―¿Qué te hizo escoger la división de crímenes violentos? ―preguntó ella

curiosa. El estilo de Wilkins parecía un poco menos duro y gruñón que el de
muchos otros agentes con los que había trabajado.
123
―Sería mejor decir que ella me escogió a mí. Cuando empecé, me pusieron
con un ex agente de esa división, y uno de los primeros casos que tuvimos fue un
asesinato de alto perfil. A alguien debió haberle gustado el trabajo que hicimos,
porque ahora Jack y yo parecemos estar los primeros en la lista cuando alguien
encuentra un cadáver.
Wilkins hizo una pausa mientras ambos mostraban sus placas a los guardias
para después quitarse sus chaquetas para pasar por el detector de metales. Al no
haber estado nunca en el MCC, Rylann lo siguió mientras se dirigían a los
ascensores que los llevarían hacia los cuartos de entrevistas.
―Por cierto, tuvimos un poco de suerte ―le dijo ella―. Esa pista acerca del

recluso en confinamiento disciplinario resultó ser muy buena. ―Lo puso
rápidamente al tanto de la situación con Kyle Rhodes, y luego toda la discusión
acerca del caso terminó cuando entraron al elevador con otros visitantes.
Cuando llegaron al onceavo piso, Wilkins la llevó por un pasillo hacia los
cuartos de entrevistas usados por oficiales de policía y agentes federales.
―¿Crees que llamará? Me refiero a Kyle Rhodes.
Rylann lo pensó un momento. Había puesto la pelota en su cancha,

francamente no sabía lo que haría con ella.
―Solo el tiempo lo dirá.
*****
Diez minutos después, se sentaron en una pequeña sala de interrogatorios; al

otro lado de la mesa de madera estaba Manuel Gutiérrez.
―¿Qué hay para mi si hablo? ―exigió saber el recluso. Hizo un gesto hacia
la puerta con sus manos esposadas, refiriéndose al guardia que se había ido después
de escoltarlo hasta la habitación―. Porque no hay manera de que me quede aquí
124
después de delatar a uno de ellos. O seré el próximo tipo que saquen de aquí en una
bolsa negra.
―Primero dígame lo que sabe señor Gutiérrez ―dijo Rylann―. Si decido

que su testimonio me servirá de algo, podremos hablar del siguiente paso.
Gutiérrez lo pensó por un momento, luego se inclinó hacia ellos, bajando su

voz.
―Está bien. Sabe que solía estar al lado de la celda de Watts, ¿cierto? Antes
de que lo mandaran a confinamiento. El día después que Brown fue transferido a la
celda de Watts, escuché una conversación entre Watts y Quinn, una conversación

que parece bastante sospechosa considerando lo que pasó.
―¿Qué dijeron Quinn y Watts? ―preguntó Rylann.
―Escuché a Watts preguntarle a Quinn: “¿Qué tan duro quiere que le

pegue, jefe?”
Ahora eso captó la atención de Rylann.
―¿Y cuál fue la respuesta de Quinn?
Gutiérrez se inclinó un poco para la siguiente parte.
―Bueno, todo lo que escuché fue un ‘Shh’ de Quinn. Ya sabe, como si no

quisiera que nadie los escuchara hablando. ―Miró a Rylann y luego a Wilkins―.
Pero aun así es algo, ¿cierto? Me refiero, pueden usar eso, ¿no es así?
Rylann repasó eso. Claro, habría sido mejor si hubiera captado más de la
conversación, pero de todos modos era una pieza más del rompecabezas.
―Eso nos ayudaría, gracias.
Gutiérrez tomó su pausa como duda.
125
―Escuchen, todo el mundo sabe lo que pasó. Quinn encerró a Brown en
una celda con ese maldito racista y le dijo a Watts que se encargara de él. ¿Han
visto alguna vez a Watts? El tipo pesa 90 kg y es puro músculo. Brown media 1.75
―Alzó sus esposas―. La gente pensará que somos la escoria del mundo aquí
dentro, pero todavía tenemos derechos. ―Dijo, acercándose demasiado a la cara de
Rylann―. Necesita clavar a ese guardia a la pared, señorita.
Wilkins se tensó protectoramente.
―Cálmate un poco, amigo ―gruñó en voz baja.
Rylann puso su mano en la mesa entre ella y Wilkins, indicando que todo

estaba bien. Sin apartar la mirada, mantuvo sus ojos en los del recluso.
―Eso exactamente es lo que intento hacer, señor Gutiérrez.
*****
Esa misma tarde, Kyle entraba por la puerta de Bodegas DeVine, la tienda
de vinos que pertenecía a su hermana, justo a tiempo para ver a Jordan cargando
una pesada caja de la bodega.
Él cruzó la habitación de dos zancadas.
―Pásamela, Jordo.
Ella lo hizo, y luego apuntó al bar ubicado en medio de la tienda.
―Gracias. Solo ponla allí.
Kyle bajó la caja y apuntó al yeso en su muñeca.
―Tienes una tienda llena de empleados a tu disposición. Úsalos.
Jordan alzó una ceja mientras empezaba a desempacar botellas de vino.
―Dios, no estamos de buen humor hoy. ¿Pasa algo?
126
No, no estaba de buen humor y no lo había estado desde que cierta molesta
y obstinada asistente del fiscal había vuelto a su vida con su fina amenaza de
citación y sus ojos juzgándolo. Pero eso no lo quería discutir con su hermana.
―Solo estoy cansado ―dijo excusándose―. No dormí bien anoche.

―Indudablemente debido a que las palabras de dicha asistente del fiscal habían
estado resonando en su cabeza.
El Kyle Rhodes que me acompañó a mi casa y me dio su camisa haría lo correcto sin
importar lo enfadado que estuviera con mi oficina. Entonces si ese tipo está en algún lugar de
este ático, dile que me llame.

Oh, claro ella era tan… justa. Como si necesitara inventar excusas para
explicar la manera en la que había vivido su vida los últimos nueve años. Seguro,
tenía una excusa: se había estado divirtiendo. Tal vez eso era algo que Rylann Pierce
necesitaba hacer más a menudo, asumiendo que tuviera algún tiempo para
divertirse en su actual plan de carrera de 42 años o lo que fuera.
―No en serio, ¿porqué la cara? ―preguntó Jordan―. Estas asustando a mis

Cabernets con esa mirada.
―Solo estoy pensando en algo ―dijo él vagamente.
Jordan alzó una ceja, estudiándolo.
―¿Cosas de la prisión?
―Más bien cosas post-prisión. Nada de lo que tengamos que hablar. ―Lo
último que necesitaba era a su súper perfecta hermana gemela con su súper perfecto
novio del FBI sabiendo que estaba en otra disputa, por así decirlo, con la Oficina
del Fiscal. Estaba suficientemente molesto con la situación sin Jordan encima de él.
Había salido de prisión hacía varias semanas y se suponía que seguiría adelante con
su vida, pero los vestigios del lugar todavía se aferraban a él. Como una lapa.
Tomó cuatro de las botellas que Jordan había desempacado.
127
―¿Dónde te pongo estas?
Ella apuntó.
―En el espacio vació por allá, con los otros Cabernets. ―Alzó la mirada
cuando Kyle volvió al bar―. Entonces, ¿qué clase de asuntos post-prisión?
Ahora él estaba sospechando.
―¿Por qué el interrogatorio?
―¿Qué? ¿No puedo tratar de tener una conversación contigo? Solo estoy un
poco preocupada por ti, he escuchado que a veces es difícil para los ex reclusos el

retomar sus vidas normales.
Kyle le lanzó una mirada mientras agarraba más botellas de vino.
―¿Exactamente donde escuchaste eso? ¿Parientes de Ex Convictos

Anónimos?
Jordan lo fulminó con la mirada.
―Sí, tenemos juntas semanales en el YMCA21 ―replicó ella. Luego agitó su

mano vagamente―. No lo sé, es solo… algo que vi en la TV el fin de semana
pasado.
Ah. De repente Kyle tuvo una pizca de sospecha acerca de la preocupación

de su hermana.
―Jordo… ¿estuviste viendo por casualidad The Shawshank Redemption22 de

nuevo?
21
La Young Men's Christian Asociation, conocida en algunos países latinoamericanos como
Asociación Cristiana de Jóvenes, es un movimiento social juvenil de raíces protestantes
extendido por todo el mundo.
22
The Shawshank Redemption (Cadena perpetua en España, Sueños de libertad o Escape a la
libertad en la Argentina; y Sueños de fuga en Venezuela, Colombia, Chile, México y Perú) es una
película estadounidense del año 1994, escrita y dirigida por Frank Darabont y protagonizada por
128
―Pfft. No. ―Ella vio en su expresión que no lo había engañado y cedió―.
Está bien. Estaba pasando los canales y estaba en TNT. Tú trata de no quedarte
viéndola. ―Lo miró y se excusó―. Es irresistible.
Kyle contraatacó con una sonrisa.
―Seguro que lo es. Pero no estoy asustado de la vida o planeando saltar en

el siguiente autobús hacia Zihuatanejo23. El MCC no es Shawshank.
―¿En serio? ―preguntó Jordan―. Porque acabo de leer en el periódico que

un recluso fue asesinado allí hace un par de semanas. Aparentemente el FBI está
investigando. El tipo se llamaba Darius Brown, ¿lo conocías?

Siguiente pregunta. Kyle hizo un gesto despreocupado.
―Lo conocí un poco.
Rápidamente, él cambio el tema antes de que su entrometida hermana

hiciera más preguntas.
―¿Entonces, dijiste que querías hablar acerca de mi plan de negocios?

―Jordan había sido la primera persona a la que se lo había mostrado,
imaginándose que podía usar los consejos de alguien con un MBA24.
―Sí, lo hice. ―Ella tomo una toalla para sacudir el polvo de las botellas de
sus manos, luego sacó de debajo de la barra del bar el plan de negocios de veinte
paginas que él había hecho.
―¿Y?
Jordan dudó.
Tim Robbins y Morgan Freeman.

23
Zihuatanejo es una ciudad y puerto mexicano ubicado en el estado de Guerrero, en la región
Costa Grande.
24
Maestría en Administración de Negocios (Master in Business Administration)
129
―Y detesto decir esto, considerando que eres mi hermano y todo eso, pero
pienso que es… brillante.
Kyle se apoyó en la punta de sus pies orgulloso.
―Brillante, ¿no? Siéntete libre de decirme porque es tan brillante.
―Oh, no me malinterpretes. Hay una buena posibilidad de que te estrelles

espectacularmente con esto ―le dijo Jordan―. Pero has cubierto las tres
preocupaciones principales de ingresos, costos y movimientos de efectivo. Tienes
potencialmente un gran mercado y un servicio único. Que alguien vaya a estar
interesado en ese servicio ―Se encogió de hombros― es difícil de decir.

Esa era ciertamente la pregunta del millón de dólares.
―Voy a ir de compras por espacio para oficinas la semana que viene ―dijo
Kyle.
―Wow, de verdad estas dispuesto a arriesgarte.
Sí, lo estaba.
―Pasé cuatro meses sentado en prisión, pensando en todas las cosas que iba
a hacer para encarrilar mi vida en cuanto saliera. Ahora es el momento de poner en
práctica esos planes ―dijo él, recordando algo―. Pero hazme un favor, no le digas
nada a papá sobre esto.
―Ahora eso es algo que nunca te había escuchado decir ―dijo Jordan con
sarcasmo, rodando sus ojos―. Él es un empresario bastante exitoso, Kyle. Podría
ayudarte.
―¿Tú le pediste ayuda a papá cuando abriste esta tienda de vinos?

―pregunto Kyle.
Jordan se inclinó contra el bar, mirando orgullosamente la tienda.
130
―Claro que no.
No se diga más.
*****
Media hora más tarde, Kyle salió de la tienda de vinos de buen humor
después de la conversación con Jordan. Pero casi inmediatamente, mientras
cruzaba la calle y caminaba media manzana hasta su auto, el sentimiento molesto
se deslizó de vuelta. Y sabía exactamente de donde provenía.
La situación con la abogada Pierce se había convertido en un serio dolor de

cabeza.

Al final del día, no debería importar lo que hiciera acerca del caso de Brown.
Rylann había estado en lo cierto; él no mentiría bajo juramento. Así que tenía el
camino libre para ser un idiota y hacerla obtener la citación. Él le diría al Gran
Jurado lo que sabía, y se haría justicia. Y tendría la satisfacción de saber que había
hecho que la Oficina del Fiscal, personas que ciertamente nunca le habían
mostrado ningún tipo de cortesía, hicieran un doble salto mortal25.
Era un buen plan. Él quería ser ese idiota.
Porque, entonces, había sacado el móvil de su bolsillo junto con la tarjeta de

trabajo de Rylann, honestamente no sabía.
Marco el número, le atendió el contestador, y le dejó un mensaje.
―Discúlpeme, abogada, pero busqué por todo el ático y solo encontré a un

Kyle Rhodes. ―Hizo una pausa―. Y estará en tu oficina mañana a las dos en
punto. No creas que me he ablandado.
25
En el original: scramble through a few hoops. Lo que quiere decir que se debe realizar algo difícil
para alcanzar algo.
131
Capítulo Doce
A la una y media de la tarde siguiente, todo el departamento de la Oficina
del Fiscal General de Estados Unidos era un revuelo.
Resultó que, Rylann no estaba inicialmente disponible a las dos en punto,

pero ajustó su horario acomodándolo para un testigo particularmente quisquilloso
que al parecer creía tener la voz cantante26 en esta situación. Después de eso, pidió
a su secretaria añadir a Kyle Rhodes a la lista de visitantes, y la información se
extendió como un incendio forestal.

Cade apareció en su oficina poco antes de su reunión, aplaudiendo
lentamente.
―Bien hecho. ¿Cómo conseguiste traer al terrorista de Twitter?
―Tengo mis maneras ―dijo Rylann misteriosamente. Aunque no estaba

segura de tener la respuesta―. Por cierto, creo que ahora podemos llamarlo Kyle
Rhodes.
Cade alzó una ceja con curiosidad ante ello.
―¿Podemos hacerlo?
Una llamada de su secretaria les interrumpió, con la noticia de que el

visitante había llegado.
―Esa es mi señal ―dijo Rylann, levantándose de su escritorio.
26
Original “Calling the shots”, según la oración se refiere a una persona que piensa que su opinión
es la única importante en la situación.
132
Cade caminó junto a ella en su camino hacia su oficina. En cuanto cruzaron
los escritorios de las secretarias y de las otras oficinas de la AUSA27, Rylann notó
que todos los ojos estaban en ella.
―Parece que le hubiese pedido presentarse a Al Capone ―murmuró ella en

voz baja.
―Acostúmbrate a ello. Cuando se trata de Kyle Rhodes, son curiosos.

―Cade saludó mientras se metía en su oficina―. Buena suerte.
Rylann rodeó la esquina, ralentizando su paso mientras observaba la escena

en el área de recepción.

Kyle mantuvo su perfil hacia ella, mirando la fotografía del Chicago
Skyline28. Sorprendentemente, parecía estar solo. Vestía un atuendo de negocios
casual, luciendo profesional y confiado, con el primer botón desabotonado de su
camisa azul de rayas y sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
Irónicamente, detrás de él, se encontraban estampadas en letras plateadas y negritas
las palabras “Oficina del Fiscal de Estados Unidos”.
Rylann tuvo que admitirlo. Estaba impresionada.
Claramente no había amor perdido entre él y esa oficina. Cinco meses antes,
ellos habían ido tras él, probablemente muy fuerte, según lo que Cade le dijo. Aun
así necesitaban a Kyle en este momento, y ahí se encontraba él: con la cabeza
alzada, sin intentar esconderse o protegerse a sí mismo tras un grupo de abogados
como muchos hombres en su posición hubiesen insistido en tener presente.
Kyle se volvió y vio que ella lo miraba con una expresión cautelosa mientras
se acercaba. Él había dicho algunas cosas anoche, y también ella, pero aun así él se
había presentado. Y en lo que concernía a Rylann, eso decía mucho más que unas
pocas palabras en el calor del momento.
27
Oficina del Fiscal General de los Estados Unidos.
28
El Chicago Skyline es un conjunto de rascacielos ubicados en Chicago, siendo uno de sus
principales atracciones, incluyendo diversos rascacielos como el Sears Tower, Aon Center y John
Hancock Center.
133
―Parece que tenemos público ―dijo cuando ella se detuvo ante él.
Rylann miró hacia atrás y vio que varias secretarias y fiscales los miraban
mientras caminaban hacia el área de recepción.
―¿Sin abogados esta vez? ―preguntó ella.
―No tengo nada que esconder, señorita Pierce ―dijo él fríamente.
―De hecho, estoy feliz de que no los involucraras. No podría permitirme

comprar cincuenta cafés para ellos, de todos modos.
La sorpresa atravesó su cara.

―¿No nos quedaremos aquí?
Rylann sabía que si lo llevaba a la sala de conferencias, como originalmente

había tenido intención, la gente estaría acechando y susurrando acerca de él en
todo momento. Y francamente, pensaba que ya era tiempo de que alguien en esa
oficina le diera un descanso.
―Pensé que podríamos ir a algún lugar un poco menos… sofocante. ―Bajó

su tono de voz―. Es una situación dura, Kyle. Lo sé. Pero lo estoy intentando.
Él la estudió por un largo momento, pareciendo debatir si aceptaba la rama

de olivo que ella le ofrecía.
―Me gusta tu pelo de esa forma ―dijo finalmente.
Rylann sonrió para sí misma. Bien, era un comienzo.
―¿Significa que tenemos una tregua?
Kyle comenzó a caminar en dirección a los elevadores.
―Significa que lo estoy pensando.
134
Pero cuando él pulsó el botón de bajar y le dio un vistazo, con el familiar
brillo diabólico en sus ojos, Rylann supo que estaba dentro.
*****
Kyle se sentó frente a Rylann en el reservado, examinando la escena

alrededor de ellos.
Ella lo llevó a una cafetería casi sórdida, retro, pero no llegaba a ser un lugar
del tipo toda la comida termina en las caderas, con reservados de vinilo y menús de
plástico como los que estaban debajo del camino en L a una calle de su oficina.
―¿Cómo encontraste este lugar? ―Él recogió el menú―. De hecho, tienen

carne mechada en el menú.
Rylann se despojó de su chaqueta y la puso en el asiento junto a ella.
―Uno de los otros fiscales me habló de este lugar. Es un lugar de reunión

para los del Palacio de Justicia.
Con un fuerte ¡pop! las luces de repente se apagaron.
Rylann agitó su mano con desdén.
―Solo un apagón. Sucede todo el tiempo. ―Colocó su menú al lado y lo

miró a él a través de la poca luz que se filtraba por las ventanas―. Bueno. Leí tu
expediente.
Claro que ella lo había hecho.
―¿Y qué te dijo ese expediente sobre mi? ―Kyle preguntó.
Ella sacó un bloc de notas y un bolígrafo de su maletín.
135
―Bueno, puedo decirte algo que esa carpeta no me dijo: ¿Por qué estabas en
aislamiento disciplinario? ―Chasqueó su bolígrafo y lo acomodó sobre el bloc de
notas, preparada―. ¿Tal vez me lo puedas explicar?
Kyle evitó sonreír, preguntándose si ella sabría cuán extrañamente tentadora

lucía cuando se ponía toda profesional con él.
―¿Todas las veces que estuve en aislamiento disciplinario, señorita Pierce, o

solamente la vez que me encerraron al lado de Brown?
Ella parpadeó.
―¿Cuántas veces estuviste en aislamiento disciplinario?

―Seis.
Sus ojos se agrandaron.
―¿En cuatro meses? Es todo un logro.
Las luces de pronto regresaron, y algunos de los otros clientes en el

restaurante aprovecharon para gritar.
―Ahí está ―dijo Rylann con una sonrisa fácil y cálida―. Todo es parte del
ambiente.
Hmmm.
Kyle recordaba esa sonrisa. Una vez había caminado hacia una completa
extraña en un bar solo porque le había gustado. Y estaba borracho.
―¿Estabas a punto de hablar sobre las seis veces que estuviste en

segregación disciplinaria? ―le recordó ella.
Él se echó hacia atrás, estirando el brazo casualmente a lo largo del

reservado.
136
―Supongo que algunos de los otros compañeros pensaron que un rico friki
de los ordenadores sería una presa fácil. De vez en cuando tenía que corregir esa
mala impresión.
Rylann anotó algo en su bloc de notas.
―Así que tuviste problemas de peleas.
―De hecho me fue bien en las peleas. Era la parte cuando me agarraban con
las manos en la masa donde surgían los problemas.
Kyle sonrió inocentemente cuando ella le miró. No podía evitarlo, algo

acerca de Rylann Pierce, su traje y su bloc de notas que decía no admito tonterías,

hacían que deseara… agitarla.
―¿Alguna pelea notable de las que tenga que saber? ―preguntó ella.
―Una vez empujé la cara de un tipo contra un plato de puré de patatas.
Él estaba bastante seguro que ella evitó sonreír ante eso.
―Háblame sobre cómo fue estar en prisión ―dijo ella.
―Eres abogada. Tienes que tener una idea de cómo es ―dijo él.
Ella asintió ante ese hecho.
―Me gustaría oírte describirlo con tus propias palabras.
―Ah. Así sabrás lo que diré para testificar sobre el sujeto.
―Precisamente.
Kyle pensó sobre cómo empezar esa respuesta. Era interesante que Rylann
fuese la primera persona en preguntarle directamente sobre la experiencia en
prisión, en vez de bailar alrededor del tema como sus amigos y familia lo habían
hecho.
137
―La mayor parte del tiempo fue aburrido como el infierno. Misma rutina
todos los días. Despertarse a las cinco de la mañana, desayuno, esperar en tu celda
para el recuento. Tiempo libre si pasabas la inspección. Almorzar a las once, otro
recuento, más tiempo libre. Dentro de tu celda para otro recuento, cena a las cinco,
tiempo libre hasta las nueve, y luego, acertaste, otro recuento. Luces apagadas a las
diez ―señaló―. No mucho que escribir en tu bloc de notas.
―¿Qué hay sobre tu rutina de la noche?
―Las noches eran largas. Frías. Daban a un hombre mucho tiempo para

pensar. ―Tomó un sorbo de su café, dando a entender que no había nada más que
decir sobre ello.
―Mencionaste que tuviste algunos problemas con otros compañeros. ¿Qué

hay acerca de los guardas? ―preguntó ella.
―Nada aparte del hecho de que me arrojaban continuamente a aislamiento

por defenderme a mí mismo.
―¿Dirías que estás resentido por el hecho de que te seguían metiendo en

aislamiento?
Kyle vio hacia donde iba ella con eso, ya pensando acerca de cómo un fiscal
de defensa podría traer una re-pregunta.
―No tengo ningún interés contra los guardias de prisión, abogada. Entiendo
que estaban haciendo su trabajo.
―Bien ―dijo ella con un asentimiento―. Ahora háblame sobre Quinn.
―Quinn es una historia diferente. Ese tipo era un malvado hijo de puta.
―La observó―: ¿Estás escribiendo eso?
―Sí. Y siéntete libre de decirlo exactamente así ante al gran jurado.
138
Kyle estaba feliz de que ella trajera el tema. Ella podía haber estado segura
de su caso, o por lo menos lo parecía, pero él tenía sus dudas.
―¿De verdad piensas que el gran jurado creerá lo que tengo que decir?
―Claro ―dijo ella con un encogimiento de hombros―. Yo te creo.
Cuando terminó de escribir, y levantó la mirada de su bloc de notas vio que

él la estaba mirando.
―¿Qué?
No era nada, realmente, que ella le creyera. Solo palabras.

―Has preguntado muchas cosas sobre mí. Ahora es mi turno.
―Oh, lo siento. No funciona de esa manera ―dijo ella dulcemente.
―Funciona en este momento, abogada, si quieres mantenerme sentado en

este reservado ―respondió él, igualmente dulce.
Ella sacudió su cabeza.
―Eres igual de molesto a como fuiste hace nueve años.
―Sí. ―La mirada de Kyle fue hacia los labios de ella―. Y los dos sabemos
cómo resultó.
Para su sorpresa, ella se sonrojó.
Bien, bien. Aparentemente la imperturbable fiscal Pierce podía ser…

perturbada después de todo.
Interesante.
Ella se recuperó rápidamente.
139
―Bien. ¿Cuál es tu pregunta?
Kyle pensó por un momento, considerando por dónde empezar. Decidió ir a

lo importante.
―¿Por qué te fuiste de San Francisco?
Rylann alzó una ceja.
―¿Cómo sabes que viví en San Francisco?
―En la escala de uno a diez, ¿cuán enojada estarías si te dijera que hackeé
los archivos personales del DOJ29 y estuve hurgando por ti? ―Él silbó cuando vio

que ella le daba una mirada de muerte―. Vale, no más humor de ex convictos30.
Relájate, abogada, te busqué en Google. Yo diría que hiciste bien volviendo a
California.
Él vio un destello de algo indescifrable en sus ojos.
―Sentí que era tiempo para un cambio ―dijo ella de manera simple.
Sip, ahí había una historia.
―¿Hay alguien que se crea esa excusa cuando la dices? ―le preguntó Kyle.
―Claro que lo creen. Es la verdad.
―Pero no la verdad completa.
Ella sonrió ligeramente ante eso.
―Tal vez no. ―Preparó su bolígrafo una vez más―. Ahora. De nuevo a tu
testimonio.
29
Departamento de Justicia de los EEUU.
30
En el original “Ixnay” tiene una connotación negativa, de rechazo y repudio, en el idioma Pig
Latin, el cual es un juego con el idioma ingles. Generalmente los niños lo usan para mensajes
secretos entre ellos, o los adultos para evitar que los niños entiendan el significado de la
conversación.
140
―Todo negocios de nuevo ―bromeó él.
―En este caso, sí. Si el pasado es una indicación, a ti y mi sólo nos quedan
unos ocho minutos de llevarnos bien y… ―Ella miró su reloj―. Oh, oh, nuestro
tiempo se agota.
Kyle rió. Ella era tan frustrante, divertidamente segura de sí misma.
―Una última pregunta. Luego puedes preguntarme cualquier cosa que

quieras. ―Él se detuvo y fijó su mirada con la de ella―. Admite que te gustó ese
beso.
Sus labios se abrieron por la sorpresa.

―Eso no fue una pregunta.
―Admítelo de todos modos.
Mientras ella le sostenía la mirada, las esquinas de sus labios se volvieron en

una sonrisa.
―Te lo dije entonces. No estuvo mal.
Luego ella chasqueó su bolígrafo una vez más.
―Ahora. De vuelta a tu caso.
*****
El resto de la entrevista fue suavemente eficiente, tanto como Kyle podía

decir. Rylann pasó unos buenos veinte minutos lanzando preguntas acerca de la
noche que Quinn amenazó a Brown, si de hecho había visto a Quinn hablando (sí),
si estaba seguro de haberlo escuchado amenazarlo (también, sí), si estaba
inventando toda la historia porque era un desesperado ego maníaco que quería ser
el centro de atención otra vez.
141
Él se detuvo con el café a medio camino hacia su boca, con esa.
Rylann sonrió maliciosamente.
―Solo un poquito de humor de fiscales.
Fue un momento extraño cuando llegó la cuenta y ambos fueron por ella al
mismo tiempo. Sus dedos suavemente atraparon los de ella mientras sus ojos se
encontraban.
―Perdón. Instinto.
Después de que ella pagara la cuenta, caminaron fuera de la cafetería y se

mantuvieron un momento debajo del camino en L.
―Planeo sacar el asunto ante el gran jurado la próxima semana ―le contó
Rylann, alzando la voz contra el sonido del tren que venía―. Te llamaré en cuanto
tenga la fecha y hora exacta en que testificarás.
Ella extendió su mano a modo de despedida, y Kyle cerró su mano en la de

ella.
―Es algo bueno lo que estás haciendo, Kyle ―dijo ella―. Solo recuerda…
El rugido del tren directamente sobre su cabeza hizo que él no pudiese

escucharla. Kyle hizo un gesto en su oído, negando. Ella se acercó a él y puso una
mano en su hombro y se puso de puntillas para hablar en su oído.
Su respiración fue una suave caricia en su cuello, su voz baja en su oído.
―… No lo eches a perder.
Él volvió su cabeza, así que estaban ojos contra ojos, sus labios a unos
cuantos centímetros de los de ella. Él no dijo nada por un momento, y ella
tampoco, él fue consciente de ella reteniendo el aliento, el calor de su mano en su
hombro.
142
Kyle sintió una repentina urgencia de tirar de ella más cerca. Había
bromeado con ella acerca de su beso, pero a menos que estuviera totalmente fuera
de su juego después de los cuatro meses en prisión, la vibra que recibía de ella en
ese momento era muy real. Si doblaba la cabeza solo un poco, podría acariciar sus
labios contra los de ella. Averiguar si sabía tan bien como lo hacía en su memoria.
―¿Cómo vamos con estos ocho minutos de llevarnos bien? ―preguntó él

con voz ronca.
Rylann se mantuvo donde estaba, sus labios aún cerca. Luego cabeceó y se
encontró con su mirada.

―El tiempo se acabó.
Ella se alejó de él, se volvió y se fue, el rugido del tren desapareció mientras
pasaba sobre su cabeza.
*****
De vuelta en la seguridad de su oficina, Rylann cerró la puerta detrás y

exhaló. Eso había sido un poco incómodo. Como abogada, había ciertas líneas que
nunca cruzaba, y estar involucrada con un testigo importante era definitivamente
una de esas. Kyle y ella podrían intercambiar unas pocas bromas aquí y allí, podría
haber referencias a un beso de hace nueve años, pero mientras necesitara su
testimonio en el caso de Brown, eso sería lo más lejos que irían.
Pasó sus manos a través de su cabello, recomponiéndose a sí misma, luego

se sentó detrás de su escritorio. Dándole la bienvenida a la distracción del trabajo,
revisó sus mensajes, primero su buzón de voz y luego encendió la computadora.
Recién comenzaba a revisar sus correos no leídos cuando vio algo que la dejó
completamente sorprendida.
Un mensaje de Jon.
143
No tenía asunto, y ella dudó en abrir el mensaje, no queriendo que su
contenido se mostrara en el panel de vista previa. Primero, necesitaba un minuto
para procesar este inesperado desarrollo.
Revisó el calendario en su escritorio, dándose cuenta que en una semana

haría oficialmente seis meses desde que tuvo algún contacto con él. Por mutuo
acuerdo, habían decidido no llamarse o mandarse correos entre ellos, pensando que
así sería más fácil para ambos el recuperarse de la ruptura. Aun así, aquí estaba él,
cambiando las cosas.
Normalmente decidida con sus acciones, Rylann se encontró debatiendo su

siguiente paso. Parte de ella estaba tentada a eliminar el correo sin leerlo, pero

parecería muy amargada. Y dado que se habían mezclado sus emociones con el
hecho de que Jon hubiera contactado con ella, estaba complacida de darse cuenta
de que la amargura no era una de esas. Además, el cielo prohibiera que él
contactara con ella para contarle malas noticias. En ese caso, ella se sentiría
horrible si no respondiera nunca.
Pero fuera de eso, había una pequeña parte de ella curiosa. ¿Él la extrañaba?
Tan mentalmente práctica como le gustaba pensar que era, la idea de que un
hombre, en algún lado ahí fuera, estuviese suspirando por ella, potencialmente
sacudía la culpa y la angustia sobre el fin de su relación, un hombre que pasó horas
derramando su corazón y alma en una misiva sentimental que estaba sin abrir en su
bandeja de correo, entre un correo del agente de la DEA con quien había trabajado:
“Asunto: Necesito una cita LMRP31” y un correo de Rae: “Asunto: ODM32.
¿VISTE THE GOODWIFE33 ANOCHE?”, era embriagador ciertamente.
Así que abrió el mensaje.
31
En el original es ASAP (as soon as possible) lo cual se traduce a Tan Pronto Como Sea Posible o
Lo Más Rápido Posible.
32
En el original es OMG (Oh My God) lo cual se traduce a Oh Dios Mio.
33
The Good Wife es una serie de televisión estadounidense.
144
Rylann leyó todo el correo, luego se recostó contra el respaldo de la silla
para contemplar su significado. Dado que era su primera correspondencia en cerca
de seis meses, sería muy tentador leer mucho dentro de cada palabra de Jon.
Afortunadamente, él había pensado lo suficiente para apartarla de hacer eso.
Después de tres años de estarse viendo, un año de vivir juntos y seis meses
de estar separados, él había escrito una palabra para ella.
HOLA.
145
Capítulo Trece
―¿Hola? ¿Eso es todo?
Rylann tomó otro palito de zanahoria y lo remojó en el plato de hummus

que ella y Rae habían pedido.
―Sip. Eso es todo lo que escribió―. Agitó la zanahoria en el aire―. ¿Y eso

exactamente qué significa? Hola.
―Significa que es un imbécil.

Rae siempre había tenido un don para llegar al quid de la cuestión.
―¿Es ésa su manera de tantear el terreno o algo por el estilo? ―preguntó

Rylann―. ¿Me lanza un hola para ver si le respondo algo?
―Bueno, al menos es señal de que está pensando en ti ―dijo Rae.
El camarero volvió con sus Martinia, entre la entrevista con Kyle y el

estúpido Hola de Jon, Rylann había hecho una llamada de emergencia para salir a
tomar algo después del trabajo en un bar que quedaba a medio camino entre la
oficina de Rae y la suya.
Ella mordisqueó su palito de zanahoria, reflexionando acerca del

comentario de Rae. Entonces sacudió la cabeza.
―¿Sabes qué? Me niego a pasar por esto otra vez. Ya he perdido suficiente
tiempo analizando e intentando interpretar cada una de las palabras de mis últimas
conversaciones con Jon. ―Ésa había sido la primera fase en su plan de seis meses
para superar la ruptura, un paso que no la había conducido a ninguna parte.
―Brindo por eso. ―Rae chocó su vaso con el de Rylann, y tomó un sorbo
de su Martini francés―. Entonces, ¿vas a responderle?
146
―Seguro. ¿Qué te parece Adiós?
Rae se rió.
―Probablemente no sea la respuesta que está esperando. Pero durante los

últimos seis meses Jon ha exhibido una sorprendente pobre habilidad para
entenderte. Supongo que no deberíamos estar demasiado sorprendidas.
―Más de seis meses, ya que obviamente no estábamos en la misma onda en

lo referente a nuestra relación, lo que nos condujo a la cosa de Italia ―subrayó
Rylann.
Rae resopló mostrándose de acuerdo.

―El hecho de que siquiera pensase que ibas a considerarlo, me parece un
verdadero misterio.
Rylann había expresado esa misma opinión en múltiples ocasiones desde la

ruptura, pero algo en la manera en la que lo dijo, hizo que sintiera que era
necesario aclarar algo.
―Exacto. Porque hubiera sido una tonta si en este momento de mi vida

hubiese dejado mi trabajo para seguir a Italia a un tipo que no es capaz de
comprometerse a casarse conmigo.
Rae bajó su vaso.
―Por supuesto. Pero además, dejando eso de lado, él debería haber sabido
que nunca te habrías ido con él.
Rylann contestó con evasivas, sin estar segura de que le gustara cómo
sonaba aquello.
―Bueno, yo no diría nunca.
Rae le echó una mirada con la que quería decir ¡sé realista!
147
―Por favor… ¿Tú yendo a Italia? Tú tienes tus planes, ¿recuerdas? ―Ella
alzó las manos, en gesto de inocencia―. ¿Por qué me estás mirando así? Vamos, te
conoces.
―Es cierto. Pero cuando te escucho decirlo así me hace sentir… patética.
―Repentinamente preocupada, se inclinó hacia ella, bajando la voz―. No soy
patética, ¿verdad?
―Cariño, no eres patética.
Rylann sujetó su bebida.
―Mira esto, bebo Martini en días laborales… Eso no puede ser patético,

¿verdad? Y esto ni siquiera estaba planeado.
Rae sonrió.
―Sabes que te quiero, ¿cierto?
Rylann la miró con recelo.
―Ésa es la típica frase con la que la gente se da permiso para empezar a

decirte algo que no quieres oír.
―De acuerdo, entonces empecemos con la parte que sí quieres oír: eres una
brillante abogada litigante, Ry. Y parte de eso, procede de tu habilidad para
planificar las cosas, siempre vas tres pasos delante del otro tipo y has descubierto la
solución al problema antes incluso de que él sea consciente de que existe alguno.
Rylann dejó escapar el aire, parcialmente aplacada.
―Continúa.
―Pero, seamos honestas: ¿alguna parte de ti, incluso por un segundo, se

planteó abandonarlo todo y subirse con Jon al avión?
148
―No ―dijo Rylann objetivamente―. Porque eso hubiera sido una locura. Y
yo no hago locuras. Las locuras son para mujeres de veinte.
―Tampoco las hacías entonces.
―Así que soy precoz. ―Rylann tomó un sorbo de su bebida, meditando

sobre algo y poniéndose momentáneamente seria. Rae había sido su mejor amiga
durante años, incluso cuando vivían a dos mil kilómetros de distancia. Confiaba en
su opinión más que en la de nadie―. Si hubieses sido tú, ¿te hubieras ido a Roma?
Rae se lo pensó.
―Probablemente no. Yo tampoco hago locuras.

Rylann alzó sus manos con exasperación, rindiéndose.
―Entonces, ¿por qué me estás diciendo todo esto?
―No lo sé. Tal vez porque ambas tenemos treinta y dos y estamos solteras.
Solíamos ir a fiestas de despedida de solteras. Ahora no hay semana en la que no
me llegue al correo algún tipo de acontecimiento o invitación para algo relacionado
con bebés. ―Ella se encogió de hombros―. Así que, tal vez, no hacer locuras no
está funcionándonos bien a ninguna de las dos.
Las palabras flotaron en el aire entre ellas.
―Bien, gracias, Mendoza, ahora estoy deprimida. En realidad, no. Al

infierno con eso. ―Rylann estiró el brazo sobre la mesa y sujetó la mano de Rae―.
Sólo porque no hayamos encontrado al Señor Perfecto no significa que estemos
haciendo algo mal. Y, por cierto, tú también eres brillante y fantástica. Y si fuera
lesbiana, definitivamente sentaría cabeza contigo y tendríamos un montón de bebés
in vitro.
Rae sonrió, justo como Rylann había esperado. Odiaba ver a su amiga,
normalmente tan optimista respecto a todo el tema de las citas, decaída por esto.
149
Encima, la intranquilizaba a ella. Rae era una inteligente, atractiva y exitosa mujer.
Si no podía escoger lo mejor de lo mejor, Rylann no tenía ni idea sobre qué
buscaban los hombres.
―¿Te he dicho ya lo encantada que estoy de que te mudaras aquí?

―preguntó Rae.
―Y yo. ―Y en cuanto dijo las palabras, Rylann se dio cuenta de cuán

ciertas eran. Sí, era cierto que de vez en cuando echaba de menos San Francisco,
pero, incluso llevando sólo un par de semanas allí, había empezado a sentir
Chicago nuevamente como su hogar―. Hay algo más que quiero contarte. Algo
que no tiene que ver con Jon.

Rae le dio un sorbo a su Martini.
―Es algo bueno, ¿no es así? Se ve en la expresión de tu cara. Déjame

adivinar: tío bueno en el trabajo.
―No. ―Rylann se lo pensó―. En realidad, sí que hay un tío bueno en el

trabajo. Un par de ellos, de hecho. Pero no es eso. ―Bajó la voz―. No puedo darte
ningún detalle, porque el asunto aún está en la fase de investigación, pero Kyle
Rhodes es un testigo en uno de mis casos. Quedamos para tomar un café hoy
mismo, algo más temprano.
―Anda ya. ―La expresión de sorpresa de Rae se convirtió en una de

curiosidad―. ¿Qué clase de caso es? ¿Pirateo de ordenadores o algo así?
―Es una investigación relacionada con la prisión ―dijo Rylann

vagamente―. Él escuchó algo mientras estaba allí.
―¿Y ésta vez conseguisteis intercambiar más de tres palabras? ―preguntó

Rae bromeando.
―Sí.
150
Rae esperó, expectante.
―¿Y...?
―Y hablamos y tomamos café. ―Rylann la miró significativamente―.

Obviamente, eso es a todo a lo que podemos llegar. Él ahora es mi testigo.
Rae lo consideró.
―Técnicamente no es una violación ética involucrarse con un testigo,

¿sabes? ―Extendió las manos ante la mirada que Rylann le lanzó―. Sólo es una
observación...

―Diría que nos estamos anticipando mucho a los acontecimientos. Y,
además, violación técnica o no, sería una muy mala idea.
―Sí, lo sería ―dijo Rae sin vacilación.
―¿Puedes imaginarte lo que pasaría si este caso llegara a juicio y se

descubriese que Kyle y yo estábamos liados?
―Por supuesto que puedo, soy abogado defensor. Te diré exactamente qué
pasaría si llegase a juicio, le patearían el culo en el estrado. ―Rae bajó su Martini y
entró en modo contrainterrogatorio fingido―. Señor Rhodes, ¿puede su testimonio
aquí hoy, haberse visto afectado por el hecho de que está teniendo sexo con la
Fiscal Auxiliar General que lleva este caso?
Rylann inclinó su vaso, mostrándose de acuerdo.
―Exactamente.
―¿En alguna ocasión la señorita Pierce ha hablado con usted sobre su

testimonio en la cama? ¿Tal vez le ha dado algunos pequeños consejos, de amante a
amante, sobre lo que debería decir en el estrado?
―Cierto. Así que ves mí...
151
―Le gusta complacer a sus amantes, ¿no es cierto, Señor Rhodes? Diría
cualquier cosa para ayudar a la Señorita Pierce con su caso, ¿no es así?
Viendo que eso podía durar un rato, Rylann se reclinó en su silla y se puso
cómoda.
Rae sonrió.
―Hablando por un momento exclusivamente como abogado defensor y no

como tu amiga, eso sería muy divertido.
―Bien, ese tipo de diversión no va a suceder en ningún caso que yo lleve

―dijo Rylann. Y no estaba pensando sólo en la reputación de Kyle como testigo.

Su reputación era igual de importante. No podía imaginarse la vergüenza de estar
sentada en los tribunales mientras un abogado defensor asaba a la parrilla a uno de
sus testigos por mantener relaciones sexuales con ella. Había sido taquígrafa; sabía
exactamente lo que el juez opinaría sobre cualquier abogado que se colocase a sí
mismo en semejante situación. Sin mencionar el revuelo que causaría en su oficina.
Resumiendo, estaba tratando de impresionar a sus nuevos jefes y a sus

compañeros de trabajo, y ganarse una reputación en la comunidad legal de
Chicago. Y convertirse en la idiota que se acostó con un testigo, de ninguna maldita
manera era la forma de conseguirlo.
―Bien. ―Rae le dio una mirada decepcionada―. Esto apesta. Quiero decir,
no es por restregártelo, pero él está muy bien. Bueno al estilo actor de cine.
A Rylann no se le había escapado ese detalle.
―De todas maneras no querría ningún papel en esa escena ―dijo

encogiéndose de hombros.
―Claro. Porque la escena con el tío bueno es tan aburrida...
152
―Quiero decir una escena con Kyle. ¿Cuántas veces he visto su nombre
mencionado en Scene and Heard, PageSix, o TMZ.com34, cotilleando sobre que
estaba con alguna modelo en algún nuevo club o restaurante de moda?
Rae arqueó una ceja.
―No lo sé, ¿cuántas veces has visto eso? ―Su tono se volvió malicioso―.
Espera un momento... ¿has estado buscando en Google a Kyle Rhodes durante
estos últimos nueve años, Señorita Pierce?
Rylann se sonrojó furiosamente ante eso.
―No ―dijo mientras Rae se reía entusiasmada. Se movió incómoda en su

asiento, sintiéndose repentinamente como un testigo en el banquillo de los
acusados―. Podría inadvertida, completamente por accidente, haberme topado con
su nombre una o dos veces ―o diez― cuando estaba hojeando algunas webs de
cotilleos. Eso es todo.
Como Rae continuaba sonriendo, Rylann le lanzó una mirada por encima
de su Martini.
―Oh, como si tú nunca hubieras buscado a algún tipo al que hubieses

conocido alguna vez en Facebook o algo.
―Así que lo admites.
Rylann se echó el pelo atrás despectivamente.
―No admito nada excepto el hecho de que el hombre ahora es mi testigo.
―En más del noventa por ciento de los casos penales federales los acusados
prefieren declararse culpables antes de ir a juicio, Ry. ―Rae le guiñó adrede un
ojo―. Kyle Rhodes no será siempre tu testigo.
34
Programas y revistas dedicados a la farándula.
153
*****
Más tarde esa noche, Rylann se sentó con las piernas cruzadas sobre su
cama con su portátil abierto. Había estado temiendo este momento desde que llegó
a casa, tratando de encontrar la respuesta apropiada al e-mail de Jon.
Al final ella escribió, HOLA A TI.
Inmediatamente lo borró. Sonaba demasiado como un flirteo.
Eso originó una nueva duda: ¿Quería sonar como si estuviera flirteando?
Definitivamente no, él la había dejado.

Así que lo intentó de nuevo. ME ALEGRA SABER DE TI, empezó, antes
de borrarlo también. Francamente, no se alegraba demasiado de saber de él.
Especialmente porque la había lanzado a una caída en barrena con su

maldito Hola y ahora estaba despierta de noche, escribiendo y reescribiendo una
respuesta a un e-mail cuando apenas merecía alguna.
Pues ignóralo. Pillará la indirecta.
Pero ignorarlo hacía que pareciese que no estaba lista para enfrentarse a Jon,
ni siquiera vía e-mail, y ése no era el caso. Ella había... superado la ruptura.
Se animó mientras esa comprensión la golpeaba. Repentinamente la presión

de escribir la respuesta perfecta desapareció, y simplemente se dejó guiar por su
instinto.
HOLA TÚ, ESPERO QUE TODO TE VAYA BIEN EN ROMA Y QUE

SEA TODO LO QUE ESTABAS BUSCANDO. SI TIENES LA POSIBILIDAD,
ENVÍAME OTRA LÍNEA EN OTROS SEIS MESES. :)
Así. La leyó de nuevo y se sintió satisfecha de haber conseguido el tono

exacto. Lo suficientemente amistoso, incluso había incluido un emoticono con la
carita sonriente, pero tampoco demasiado. Asumiendo que el motivo del e-mail de
154
Jon era comprobar cómo le iba, su respuesta transmitía el mensaje de que era libre
y sin problemas para encargarse de lo suyo.
Igual que ella.
155
Capítulo Catorce
Kyle metió cuidadosamente su coche en una apretada plaza de
estacionamiento, tratando de no reírse ante la vista de Dex, que estaba de pie en la
acera luciendo una visera sobre un desordenado pelo marrón de recién levantado
seriamente ridículo.
Después de apagar el motor, Kyle agarró la manija de la puerta de gaviota

de su Mercedes y empujó la puerta hacia arriba, al cielo.
Dex sonrió.

—Amigo, no me importa cuántas veces te haya visto hacer eso. Ese coche es
jodidamente genial.
Ningún desacuerdo allí. Kyle apretó el botón en su llave, bloqueando el coche,

y apuntó hacia la cabeza de su amigo.
—¿Alguna explicación en particular para el pelo?
—Un encuentro que se alargó hasta tarde.
—Realmente espero que ella no te viera de salida. Porque creo que veo una
bandada de aves anidando allí. —No era que fuera la primera vez que Kyle había
visto a Dex lucir menos que estelar, puesto que habían compartido un apartamento
en su último año de universidad y también durante los dos años siguientes.
—Es gracioso, hombre.
—Eso pensaba. ¿Cómo salió el encuentro?
—Lo suficientemente bien como para durar hasta el mediodía —dijo Dex
con una sonrisa. Luego se dirigió al asunto en cuestión, orgullosamente señalando
hacia el bar que se encontraba delante—. ¿Listo para comprobar el lugar?
156
—Absolutamente —dijo Kyle.
Hace ocho años, después de dirigir un bar del campus en Champaign, Dex
se había mudado a Chicago y abierto un bar deportivo en el lado norte de la ciudad.
Habiéndolo hecho bien por sí mismo con esa empresa, ahora estaba abriendo su
segundo bar, una discoteca exclusiva llamada Firelight en el corazón de la opulenta
zona de Gold Coast de la ciudad.
Una vez en el interior, Dex primero le dio a Kyle un recorrido por el bar
principal. Por el aspecto de los sillones y sofás de ante negro, la gran barra curvada,
y los sutiles toques de tela color rojo oscuro y cobre en todo, parecía que Dex no
había escatimado en gastos.

A continuación, Dex lo condujo por algunos escalones que los llevarían a un
salón VIP.
—Abrimos en cuatro semanas. Oí el rumor de que la sección de comidas y

restaurantes del Tribune publicará un artículo este fin de semana, llamándolo la
apertura del bar más esperado de la temporada. —Señaló él—. Estarás allí,
¿verdad?
—Ni diez aguaciles de Estados Unidos podrían alejarme. —Kyle miró hacia
el techo y admiró las brillantes láminas de vidrio ondulado color rojo y ardiente
naranja—. Como fuego. Un buen toque.
—He trabajado con el diseñador durante casi un mes en eso. Dex levantó la
visera a la altura de su frente, entonces atrapó la sonrisa de Kyle. —Vamos. El pelo
no está tan mal.
—¿Recuerdas a Kid 'n Play35?
35
Kid 'n Play es un dúo estadounidense de hip—hop y cómico de la ciudad de Nueva York que fue
popular a finales de 1980 y principios de 1990. http://en.wikipedia.org/wiki/Kid_'n_Play
157
Antes de que Dex pudiera responder, el móvil de Kyle sonó. Él sacó el
teléfono de su bolsillo y revisó para ver quién llamaba.
Rylann Pierce.
Qué intrigante.
—Probablemente debería atender esto en privado —le dijo a Dex. Salió de la

sala VIP y luego respondió—. Abogada. ¿A qué debo este placer?
Rylann habló por encima de los sonidos de las bocinas de los coches y un
martillo neumático en el fondo.

—Estamos listos. Jueves a las dos en punto. Sólo tú, yo, un taquígrafo
judicial, y un gran jurado de veintitrés de tus pares.
—¿Dónde estás? —preguntó Kyle. Su voz sonaba un poco sin aliento.
—Fuera de el tribunal, tratando de atrapar un taxi. Tengo una reunión en el

edificio del FBI en veinte minutos.
Él podía imaginarla con su gabardina y zapatos de tacón, su fiel maletín a su

lado, toda entusiasmada y lista para lanzar unas pocas amenazas de citación.
La imagen era extrañamente caliente.
—Jueves, dos en punto —confirmó él—. ¿A dónde voy?
—Sala 511. Por razones de confidencialidad, no hay nada más que un

número de sala en la puerta. Deberás esperar en la sala de testigos más cercana a la
puerta hasta que vaya por ti —dijo ella—. A pesar de que te has abstenido de
conservar asesoría sobre este asunto, estoy obligada a decir que aún puedes optar
por llevar un abogado, pero él o ella tendrían que esperar afuera en el pasillo. A
nadie se le permite entrar a excepción de los testigos, jurados, el taquígrafo de el
tribunal, y yo. Piensa en ello como Las Vegas, lo que sucede en la sala del gran
jurado se queda en la sala del gran jurado.
158
Incapaz de resistirse, Kyle bajó su voz, burlándose de ella.
—No pensaba que una buena chica fiscal sabría acerca del tipo de cosas que
suceden en Las Vegas.
—Probablemente hay un montón de cosas que un chico malo ex convicto no

sabe sobre una buena chica fiscal.
Kyle levantó una ceja. Eso realmente sonaba a coqueteo.
Pero entonces su tono cambió, de nuevo toda negocios.
—Te veré el jueves, entonces. A las dos en punto.

—Es una cita.
—No, es un procedimiento del gran jurado —dijo ella con firmeza.
—Tú dices tomate, yo digo…
—Adiós, Kyle —Ella le colgó antes que él pudiera terminar.
Riéndose, Kyle metió su móvil en el bolsillo de sus vaqueros y volvió a

entrar a la sala VIP.
Dex lo miró.
—Quien quiera que fuera, ella seguro puso una sonrisa en tu cara.
Kyle lo desechó con un gesto.
—Sólo este proyecto en el que estoy trabajando.
—¿Este “proyecto” tiene nombre?
Seguro. Rylann Pierce, alias Espinosa Mi Culo.
159
—No es lo que piensas. Era alguien de la oficina del Fiscal Federal Estoy en
cierto modo... ayudándoles en una investigación.
Comprensiblemente, eso tomó a Dex por sorpresa.
—Wow. Debe estar buenísima para haberte convencido de eso —entonces

inclinó la cabeza—. Espera... ¿Es esa abogada asistente del Fiscal con la que
estabas en el tribunal el otro día? ¿La de cabello oscuro cuya delantera estás
mirando en esa foto?
Kyle se puso contra la barra de ónix, ondeando una mano ante ello.
—Estábamos en medio de una sala del tribunal, no estaba mirando su

delantera. Mis ojos estuvieron puestos en los de ella todo el tiempo.
—Menudos ojos deben ser.
Kyle abrió la boca para protestar, pero se detuvo.
Bueno, en realidad, sí.
160
Capítulo Quince
―No tengo más preguntas, Agente Wilkins.
Rylann miró sobre su hombro a las veintiuna personas que se sentaban tras
ella en tres filas de diferentes niveles. Aún estaban todos despiertos, lo que siempre
era una buena señal.
―¿Tiene el gran jurado alguna pregunta más para este testigo?
Hubo una pausa. Al frente, junto al estrado de los testigos, se sentaba el

portavoz del jurado y la secretaria de actas. El portavoz negó.

Rylann le hizo un movimiento de asentimiento a Sam.
―Puede bajar del estrado, Agente Wilkins. Gracias. ―Se volvió y lo miró
abandonar la sala, mientras les echaba otro rápido vistazo a los miembros del
jurado. Por sus expresiones podía decir que les había gustado, y con buenos
motivos. Su declaración había sido cautivadora, profesional y bien preparada;
mientras testificaba no había necesitado mirar, ni una sola vez, sus informes de
investigación. Si el caso contra Quinn iba a juicio, cosa que, en realidad, era
improbable, no le cabía ninguna duda de que Sam sería un excelente testigo.
Su trabajo de hoy consistía meramente en contar una historia. Si bien era

cierto que, debido a que era un procedimiento del gran jurado y no un juicio, podía
eliminar muchos de los detalles de esa historia, necesitaba establecer a través de sus
testigos el quién, el qué, el dónde y el cuándo del crimen. Esta historia en particular
constaba de tres actos: el Agente Wilkins, Kyle Rhodes y Manuel Gutiérrez.
Cuando finalizase el testimonio de los testigos, le extendería al jurado una
propuesta de acusación formal que enumeraría los cargos contra Quinn. El resto
quedaba en sus manos.
Hoy les pediría que procesaran a Quinn por dos cargos: asesinato en
segundo grado y conspiración para violar los derechos civiles de un prisionero
161
federal. Dado que no disponía de pruebas inequívocas de que Quinn hubiese
instigado a Watts de atacar a Brown, le estaba pidiendo al gran jurado que hiciese
esa conexión basándose en evidencias circunstanciales. No era un caso perfecto, no
obstante sí era uno en el que creía. Y todo lo que necesitaba era que dieciséis de los
veintitrés hombres y mujeres que estaban sentados en aquella sala también creyesen
en ello.
Cuando la puerta se cerró tras el Agente Wilkins, Rylann miró hacia los
miembros del jurado. Como no había ningún juez en la habitación, el asistente del
Fiscal era quien dirigía el espectáculo.
―¿Por qué no nos tomamos un receso de diez minutos antes de nuestro

siguiente testigo?
Esperó hasta que los jurados y el taquígrafo se fueron y entonces se dirigió

hacia la habitación de los testigos, que se encontraba al otro lado del vestíbulo. Se
detuvo momentáneamente frente a la puerta, luego la empujó, abriéndola y
encontró a Kyle mirando a través de la ventana en dirección a la Torre Sears,
edificio al que la mayoría de los ciudadanos de Chicago aún rehusaban llamar de
ninguna otra manera.
―Ya es hora ―dijo.
Él se dio la vuelta, estaba impresionantemente guapo, y con un estilo

conservador, con un traje a rayas gris oscuro, camisa de banquero azul y su corbata
gris y azul a rayas. Llevaba el pelo pulcramente peinado hacia atrás, era la primera
vez que se lo veía de ese modo, y el color de su camisa hacía que el azul de sus ojos
resaltase desde el otro extremo de la habitación.
Rylann sintió un pequeño cosquilleo en el estómago, que rápidamente

descartó. Sólo eran mariposas de anticipación.
Kyle puso las manos en sus bolsillos, pareciendo preparado y dispuesto a

partir.
162
―Hagámoslo.
*****
Kyle siguió a Rylann a través de la entrada, con despierta curiosidad. No

tenía la menor idea sobre el funcionamiento de los procedimientos del gran jurado,
pero la naturaleza confidencial del proceso lo envolvía con un aura de misterio.
Entró en la sala y vio que era más pequeña de lo que había imaginado,
probablemente tenía la mitad del tamaño que una sala de justicia normal. A su
derecha se encontraba el estrado de los testigos y otro estrado, del mismo tipo en el
que normalmente se sentaría un juez. En el lado opuesto de la habitación había una
mesa desde la cual, supuestamente, Rylann lo interrogaría, y tras ésta, tres filas de

sillas para los jurados, posicionadas como en una sala de cine.
Sillas que se encontraban notoriamente vacías.
―Abogada, ¿pretendes tener en algún momento jurados reales durante este

procedimiento del gran jurado? ―dijo él, arrastrando las palabras.
―Ja, ja. Los envié a tomarse un descanso. Quiero que la primera imagen
que tengan del infame Kyle Rhodes, sea la de verte sentado en el estrado. No me
importa lo que hayan oído o leído de ti con anterioridad: hoy eres simplemente un
testigo. ―Ella hizo un gesto en dirección al estrado―. ¿Por qué no tomas asiento?
Kyle subió y se sentó en una silla giratoria que, claramente, había tenido
mucho uso, golpeándose las rodillas contra una maciza barra de hierro que estaba
atornillada en la parte inferior interna del podio.
―Quienquiera que haya diseñado esto obviamente no tenía en mente a los

hombres altos ―refunfuñó él.
―Lo siento. Es para las esposas ―dijo ella, refiriéndose a la barra.
Por supuesto. Kyle observó la pequeña sala de justicia.
163
―Así que esto es lo que me perdí al declararme culpable.
Rylann se aproximó al estrado de los testigos con una sonrisa

tranquilizadora en los labios.
―Esto no es nada. Sin contrainterrogatorios, sin objeciones; piensa en ello

como si sólo se tratase de una conversación entre tú y yo. Los jurados pueden
hacerte preguntas cuando yo haya terminado, aunque es poco probable que lo
hagan. Si he hecho bien mi trabajo, no deberían tener ninguna duda.
Ella era extremadamente mona cuando se ponía en plan abogada.
―Me gusta el discurso motivacional, abogada ―dijo Kyle, apreciando el

hecho de que estaba intentando que se sintiera cómodo.
―Gracias. Antes de que empecemos, ¿tienes alguna pregunta? ―preguntó.
―Sólo una. ―Sus ojos se deslizaron juguetonamente sobre el tipo de traje

con falda que ella llevaba hoy, que era de color beige―. ¿Tienes algún pantalón en
tu armario?
―¿Alguna otra pregunta? ―preguntó ella, sin siquiera parpadear.
Fueron interrumpidos cuando el taquígrafo judicial entró en la sala, seguido

por dos miembros del jurado. Inmediatamente las cosas se pusieron serias de
nuevo. Los tres lo vieron en el estrado de los testigos, y dos de ellos, incluyendo al
taquígrafo, le echaron un segundo vistazo. Haciendo caso omiso de sus miradas,
Rylann volvió a su mesa y con indiferencia se puso a examinar su bloc de notas,
como si cada día hiciera subir al estrado a famosos herederos multimillonarios
piratas informáticos ex presidiarios.
Durante los dos minutos siguientes fueron llegando el resto de los veintiún
miembros del jurado. A Kyle le complació comprobar que cuatro de ellos no
parecieron reconocerlo en absoluto, y otros tres simplemente lo miraban con
164
curiosidad, como si no supiesen exactamente de qué les sonaba. Los trece restantes
parecían estar enormemente intrigados por su presencia.
Cuando todos los jurados estuvieron de vuelta en sus asientos, Rylann

asintió en dirección al portavoz.
―Puede tomarle juramento al testigo.
―Alce su mano derecha ―le dijo a Kyle―. ¿Jura solemnemente que el

testimonio que está a punto de dar es la verdad, toda la verdad, y nada más que la
verdad?
―Lo juro.

Los ojos de Rylann se encontraron con los suyos, con un amago de sonrisa
en los labios que sólo él entendió.
Habían recorrido un largo camino desde los campos de maíz de Champaign-

Urbana.
―Pronuncie su nombre para que conste en acta, por favor ―empezó ella.
Y allá vamos.
―Kyle Rhodes.
*****
Kyle debía reconocer que estaba impresionado.
Ella era buena.
Por supuesto, ya había supuesto que Rylann sería una fuerza a tener en
cuenta en el tribunal, ya que todo en ella gritaba "Abogada de la Hostia", pero era
diferente verlo en la realidad. Aunque no se movió ni una sola vez de la mesa,
dominaba la sala con sus preguntas, conduciendo su testimonio de tal manera que
165
lo hacía tocar todos los puntos de importancia. Al principio pasó unos pocos
minutos haciéndole preguntas sobre sus antecedentes, centrándose en su educación
y en su experiencia laboral, lo que simultáneamente le dio a Kyle la posibilidad de
sentirse cómodo en el estrado de los testigos y al jurado la de verlo como algo más a
parte del Terrorista de Twitter. Ella habló directamente sobre las circunstancias que
lo habían conducido a su encarcelación, pero cambió de tema rápidamente,
pasando a hablar con él durante un rato sobre la vida en prisión.
No eran exactamente los cuatro meses de la vida de Kyle de los que se

sintiera más orgulloso, ni era el tipo de tema del que disfrutase siendo un experto,
pero entendía cuál era el papel que debía interpretar esa tarde.

Ella ralentizó el ritmo cuando llegaron a la noche en la que Kyle escuchó la
amenaza de Quinn primero, consiguiendo que mediante su testimonio estableciera
la escena.
―¿Puede explicar qué es el aislamiento disciplinario, para aquellos

miembros del jurado que pudieran no estar familiarizados con el término?
―sugirió.
―Es un bloque de celdas en las que se separa a ciertos reclusos del resto de
presos comunes. Un recluso por celda, y se carece de todos los privilegios normales
de prisión. Por lo que no se dispone de tiempo de esparcimiento, y comes en tu
propia celda.
―¿Es silencioso? ―preguntó ella.
―Mucho, especialmente porque los reclusos en aislamiento no deben hablar

entre ellos. Si el estómago de un hombre hiciera ruido, podrías oírlo a tres celdas de
distancia.
Pudo ver que le había gustado esa respuesta.
El intercambio de preguntas y respuestas fue sucediéndose, capturando la

atención de los miembros del jurado y haciéndoles sentir partícipes. Sin prisa, pero
166
sin pausa, llegaron al clímax de su historia: la amenaza de Quinn. Kyle era
consciente de que los miembros del jurado estaban escuchando con muchísimo
interés, estaban prácticamente en el borde de sus asientos mientras él repetía las
palabras que Quinn le había dicho a Brown durante aquella fatídica noche. La
tensión y la emoción en la sala eran palpables cuando Rylann volvió, por dos veces,
al tema de la amenaza, utilizando preguntas incisivas para enfatizar esa parte de su
interrogatorio, y, de repente...
Se acabó.
Ella hizo una pausa durante un momento, dejando que la amenaza de

Quinn flotase dramáticamente en el aire de la sala de justicia. Entonces asintió con

sobriedad.
―Gracias, Señor Rhodes. No tengo más preguntas. ―Ella se volvió hacia el

jurado que estaba a su espalda―. ¿Tiene el gran jurado alguna pregunta para este
testigo? ―Tras un momento de silencio, ella le sonrió a Kyle educadamente―.
Puede bajar del estrado, Señor Rhodes. Gracias.
Asintiendo, Kyle se levantó de la silla giratoria. Se dirigió hacia fuera de la

sala, ignorando las miradas curiosas de los miembros del jurado. Cuando la puerta
se cerró tras él, permaneció de pie a solas en el pasillo sintiéndose satisfecho aunque
extrañamente desechado; como un hombre que prácticamente no hubiese acabado
de dar su último envite durante un tórrido rollo de una noche y se encontrase
siendo empujado a través de la puerta con su camisa y sus zapatos en las manos.
No había esperado que permaneciesen juntos durante horas manteniendo una
charla post-testimonial, pero, hombre, eso era... anti-climático. Para empezar ella ni
siquiera había mencionado cuando se iban a volver a ver. Oh, seguro, dentro de
algunas semanas ella se colaría de nuevo en su vida con su bloc de notas, su maletín
y sus pequeñas y apasionadas amenazas de citación, y se mostraría encantadora y
descarada y conseguiría todo lo que quisiera, y entonces, pim-pam-fuera, gracias
señor, ella estaría en su estilo de pequeño y adecuado traje nuevamente.
167
Toda esa experiencia con el gran jurado lo había dejado sintiéndose muy
confundido.
Kyle recorrió todo el vestíbulo antes de darse cuenta de que ya podía volver
a encender su móvil. Así lo hizo, y momentos después le llegó un mensaje.
De Rylann, presumiblemente del descanso antes de su siguiente testigo.

ESTUVISTE ESTUPENDO. TE LLAMARÉ CUANDO SEPA ALGO SOBRE
LA ACUSACIÓN FORMAL.
Kyle volvió a meter su teléfono en la chaqueta del traje, sólo más tarde se
dio cuenta de que era la primera vez en seis meses que abandonaba el juzgado con

una sonrisa en los labios.
*****
Esa tarde, algo después, Rylann salió por esa misma puerta con una
expresión complacida similar.
A diferencia de los miembros del jurado durante un juicio, que podían

deliberar durante días o incluso más, los miembros del gran jurado acostumbraban
a votar con rapidez. Hoy, afortunadamente, no había sido una excepción. Diez
minutos después de que Manuel Gutiérrez abandonase el estrado de los testigos, el
portavoz del jurado había llevado al despacho del juez a cargo un acta de acusación
en el caso que, en adelante, sería oficialmente conocido como Los Estados Unidos
contra Adam Quinn.
Había conseguido su acusación formal.
168
Capítulo Dieciséis
La mañana del viernes, Rylann recibió su segunda buena noticia en
veinticuatro horas.
—Mi cliente firmó la declaración de culpabilidad —dijo Greg Boran, un

asistente federal defensor por el Distrito Norte de Illinois.
En el transcurso de la última semana, Rylann había estado negociando los

términos de un acuerdo de culpabilidad para Watts. Ella había sabido, tan pronto
como Cameron había entregado los archivos, que esa parte del caso se aclararía

rápidamente. Watts ya era prisionero de por vida, y el caso contra él era un
clavado. Dos hombres estaban encerrados en una celda juntos, y uno de esos
hombres había sido golpeado hasta la muerte, no era exactamente un misterio
quien había sido el atacante. De hecho, Watts ni siquiera se había tomado la
molestia de reclamar legítima defensa, asquerosamente autosuficiente, casi parecía
orgulloso de sus acciones.
Sólo había un punto de estancamiento en el que ella no había podido hacer

algún progreso.
—¿Ha habido suerte consiguiendo que él aceptara dar marcha atrás sobre
Quinn?
—Lo siento. Dice que no tiene nada que decir sobre eso —dijo Greg.
—¿Incluso si rebajo el cargo a homicidio voluntario?
—Rebajar el cargo no haría ninguna diferencia en este caso, lo cual es

precisamente el por qué estás tan dispuesta a ofrecerlo —dijo Greg—. Watts ya está
cumpliendo dos cadenas perpetuas. Rasurar unos pocos años de esa condena sería
irrelevante.
169
—¿Y el hecho de que eso sería lo correcto? —Rylann preguntó—. Tu cliente
podría querer intentar eso en algún momento.
Greg se mantuvo firme.
—Es un prisionero de por vida, Rylann. No va a cagar donde come sólo

para echarte a ti una mano. No creo que lo vaya a pasar muy bien con los otros
guardias si es el hombre responsable de enviar a uno de ellos a la cárcel.
Puede que no. Aún así, Rylann intentó un último disparo.
—Puedo arreglar para que sea transferido fuera de la MCC. Mudarlo a un

lugar donde el sol brille en el patio de la cárcel todo el año. De hecho, sucede que sé

que hay algunas instituciones encantadores en California que estarían felices de
darle la bienvenida al señor Watts como invitado.
Greg se rio entre dientes.
—Ya he hecho la sugerencia. Pero puedes mudarlo a donde quieras, y aún

así será conocido como el preso que delató a un guardia. Lo siento, pero si quieres
clavar a Quinn, tendrás que prescindir de Watts.
Rylann suspiró. No es la respuesta que había estado esperado, pero eso no

era culpa de Greg. Sentía un gran respeto por los abogados de la Oficina Federal
del Defensor que se encargaban de numerosos casos tan pesados como los de esos
fiscales con los que se enfrentaban, aunque tenían una de las tareas más ingratas en
la profesión legal.
—Valió la pena intentarlo. Te veré en el tribunal la próxima semana.
*****
A primera hora del lunes siguiente, Rylann consiguió su primer vistazo del
otro hombre sobre el que había puesto sus ojos: Adam Quinn, el “infame hijo de
170
puta” guardia de prisión que había instigado y organizado el brutal ataque de Watts
contra Brown.
Quinn había sido arrestado por el FBI la noche anterior y estaban en el

tribunal para su comparecencia inicial. Cuando Rylann caminó a través de las
puertas de la sala, inmediatamente notó dos cosas: primero, que Quinn parecía más
joven de sus veintiocho años, y segundo, que parecía estar extremadamente
nervioso.
También debería.
Antes de tomar asiento en la mesa, ella se presentó al abogado defensor de

Quinn.
—Rylann Pierce —dijo ella, extendiendo su mano.
—Michael Channing. Me gustaría robarle un momento de su tiempo

después de la comparecencia, Señorita Pierce —dijo él lacónicamente.
—Por supuesto. Incluso puedo darte dos momentos —dijo ella con una
sonrisa agradable. Había estado litigando contra tipos como éste toda su carrera:
abogados que aparentemente confundían el descaro con ser difíciles. Menos mal
que había dejado de sentirse desconcertada por ese tipo de estrategia en algún
momento alrededor de su tercer juicio.
Se acercó a la mesa de la acusación y dejó su maletín a un lado. Poco

después, el secretario llamó el caso, y se pusieron en marcha y en funcionameinto.
Debido a que la acusación ya había sido devuelta por parte de la parte demandada,
el juez magistrado combinó la comparecencia inicial y la lectura de cargos. Quinn,
como era de esperar, se declaró inocente.
Al término de la audiencia, Michael Channing caminó directamente hacia la

mesa de Rylann.
171
—¿Asesinato en segundo grado? Mi cliente ni siquiera tocó al chico —Miró
abajo hacia ella con una sonrisa afectada—. La admiro. Es nueva aquí.
—La ley en el Séptimo Tribunal Superior36 es clara, señor Channing.

Cualquier persona que ayude en la comisión de un delito puede ser declarado
culpable de ese delito. He estado aquí el tiempo suficiente para saber eso, al menos.
—Sé lo que dice el Séptimo Tribunal Superior —dijo él con una mirada
feroz—. Pero todo esto fue sólo una lucha entre dos presos que salió mal.
Muéstreme lo que tiene que demuestre algo más que eso.
Rylann ya podía decirlo: iba a ser un absoluto placer litigar contra él.

—Estaré encantada de hacerlo —Ella abrió su maletín, sacó un archivo que
había preparado con todos los informes de investigación del Agente Especial
Wilkins, y lo dejó caer pesadamente en manos de Channing—. Aquí tiene. Hay
una carta en la parte superior esbozando mi propuesta de calendario de
declaraciones. Pruebas de descargo tres semanas antes del juicio, la lista de testigos
completa dos semanas antes.
Él bajó la mirada sorprendido hacia el archivo, obviamente, no había

esperado salir con los informes del FBI hoy.
—Sí, bueno. Yo... echaré un vistazo a estos de inmediato.
—Otra cosa que debería mencionar. Por razones de seguridad, Manuel

Gutiérrez ha sido trasladado fuera del MCC y movido al sur del estado, a Pekin —
Teniendo en cuenta las preocupaciones del preso por su seguridad, Rylann había
sentido que era el curso de acción más seguro.
Channing asintió.
36
Seventh Circuit (7th Cir.) o United States Court of Appeals for the Seventh Circuit, es un tribunal
federal con jurisdicción de apelación en los tribunales de los distritos central, norte y sur de
Illinois, norte y sur de Indiana, este y oeste de Winsconsin. Tiene su base en el edificio federal
Dirksen en Chicago, Illinois. Es uno de los once tribunales de apelación de los EE.UU.
172
—Ya veo.
Por su expresión en blanco, Rylann suponía que de hecho no lo veía. Lo

más probable era que Channing no tuviera ni idea de quién era Manuel Gutiérrez.
Lo cual era precisamente la razón por la que le gustaba golpear a los abogados
defensores con los informes del FBI de inmediato. Eso les enviaba un mensaje,
desde el primer momento, tenían algo para ponerse a hacer.
No era de extrañar, que Channing no tuviera más demandas en esa

audiencia.
*****

Por desgracia, el dulce sabor de la victoria no duró mucho tiempo.
—Estoy descartando a los demás internos —El agente Wilkins dijo por
teléfono esa misma tarde cuando Rylann estuvo de regreso en la oficina.
Para reforzar aún más su caso contra Quinn, Rylann le había pedido a
Wilkins que hablara con algunos de los internos en el MCC para ver si alguno de
ellos podría proporcionarle apoyo a su teoría sobre Quinn: que él había estado
dando un trato preferente a los presos que llevaban a cabo sus venganzas.
—¿Tienen miedo de hablar contigo?
Wilkins resopló.
—No tienen miedo, todos quieren tratos. Saben que Gutiérrez fue sacado
del MCC después de reunirse con nosotros. Al parecer, el rumor que circula es que
está jugando golf en un centro de mínima seguridad en Miami.
—Por supuesto que ese es el rumor. Un día tengo que encontrar esta esquiva
prisión federal donde todo el mundo corre alrededor libremente, juega al golf, y
come comidas de cinco platos.
173
—Francamente, no creo que la mayoría de estos chicos sepan algo sobre
cualquier trato especial que Quinn estuviera dándole a Jones y a Romano —dijo
Wilkins, en referencia a los otros dos reclusos que creían que habían hecho el
trabajo sucio de Quinn—. Pero no lo pondría delante de ellos para afirmar lo
contrario si piensan que significa que obtendrán una sentencia acortada y un viaje
con todos los gastos pagados al sur de Florida.
—¿Qué hay sobre ir directamente con Jones y Romano? ¿Están dispuestos a

hablar? —preguntó Rylann.
—No es una posibilidad. Tan pronto como mencioné el nombre de Quinn,

ambos exigieron hablar con un abogado. Saben exactamente por qué queremos

hablar con ellos, toda la prisión está zumbando con que Quinn ha sido acusado —
El tono de Wilkins se convirtió en una disculpa—. Siento no haber podido llegar a
más.
Rylann se meció en su silla de escritorio. Estaba decepcionada, pero no

sorprendida.
—Como dijiste, si estos tipos son tan insistentes en tratos, no podría confiar
en nada de lo que dijeran de todos modos.
—Es una lástima que Manuel Gutiérrez no supiera nada. Dado que ya había
accedido a testificar, eso habría sido perfecto —dijo Wilkins—. ¿Qué pasa con Kyle
Rhodes? ¿Supongo que lo mismo corre para él?
—No estoy segura. He estado mucho en el tribunal recientemente, no he

tenido la oportunidad de dar la vuelta de nuevo sobre él todavía —dijo Rylann.
—Podría hacer el seguimiento de la entrevista si quieres —Wilkins ofreció

cortésmente—. Es sólo que has sido la persona de contacto con él hasta el
momento...
—Nop, lo tengo cubierto. Lo estoy añadiendo a mi lista de tareas pendientes

del día mientras hablamos —Mientras Rylann agarraba una pluma, su segunda
174
línea de teléfono sonó y entonces su celular intervino inmediatamente después de
eso con un mensaje de texto. Rápidamente ella comprobó el identificador de
llamadas en ambos mientras hacía una anotación en su calendario diario.
—¿Estás segura? —dijo Wilkins con una sonrisa—. Suenas muy ocupada en
este momento.
Seguro, ella estaba un poco desbordada en este momento. Pero dado que era
la que había establecido la relación con Kyle Rhodes, sería extraño enviar de
repente al FBI a hablar con él. Además, no había manera de que “Laboratorio de
Metanfetaminas” Rylann fuera a hacerse una reputación en su nueva oficina por no
poder con su trabajo.

—Soy positiva. Está en la lista oficial —le aseguró ella—. Lo que significa
que…
Rylann se detuvo abruptamente cuando vio lo que había escrito en medio de

todas las distracciones.
Hacerlo con Kyle Rhodes.
Claramente, ella y su subconsciente tenían que tener una charla acerca de

eso.
175
Capítulo Diecisiete
A Kyle casi le da un ataque al corazón cuando miró hacia abajo al post-it
que su hermana le había dado.
—¿Esta es tu contraseña? Claramente, eso es lo siguiente que tenemos que

arreglar —dijo mientras iniciaba sesión en el ordenador portátil de ella. Jordan le
había pedido que pasara por su tienda para ver si podía descubrir por qué su
conexión a Internet se había estrellado repentinamente.
Basado solo en su contraseña, ya estaba temiendo lo que podía descubrir.

De pie junto al escritorio, Jordan le dio una mirada interrogante.
—El apellido de soltera de mamá y los años en que la abuela y el abuelo

Evers nacieron. ¿Por qué alguien alguna vez pensaría en esa combinación?
—O podrías simplemente poner la contraseña uno-dos-tres-cuatro —ofreció

él—, ya que obviamente estás tratando de que te roben tu identidad —señaló,
dando una conferencia—. Escucha y aprende: necesitas catorce caracteres, como
mínimo. Utiliza letras al azar, ninguna palabra. He aquí un consejo: piensa en una
frase, y utiliza la primera letra de cada una de esas palabras. Alterna entre
mayúsculas y minúsculas. Después elige dos números que signifiquen algo para ti,
ninguna fecha, y pégalas en alguna parte entre las letras. Pon un signo de
puntuación al comienzo de la contraseña y luego un símbolo, como un signo de
dólar, al final.
—Sí, señor —Jordan agarró un bolígrafo y otro Post-it—. Um, ¿podrías

repetir todo lo que vino después de mezclar las mayúsculas con las minúsculas?
Kyle tomó el bolígrafo de ella.
—Haré algo para ti —La espantó—. Ahora vete. Vende algo de vino. Te
llamaré si necesito a alguien para apretar un botón de encendido y apagado —
176
Pensó en una última cosa—. Por cierto, ¿cuándo fue la última vez que actualizaste
el firmware37 de tu router? Bueno, por tu expresión en blanco, apuntaré eso como
un gran 'nunca'.
Poco después de que ella se fue, sonó su móvil, y Kyle vio que era Rylann.
Los dos habían estado jugando al gato y al ratón por teléfono38 toda la tarde, no era
que le preocupara particularmente escuchar su sexy y ronca voz en su buzón de
voz.
Sabía, por el comunicado de prensa que la Oficina del Fiscal Federal había
publicado el viernes pasado por la mañana, que el gran jurado había acusado a
Adam Quinn. Desde entonces, había habido algo de prensa local interesada en el

caso, un guardia instigando el asesinato de un preso federal era exactamente el tipo
de escándalo jugoso de corrupción pública del que a los periodistas de Chicago les
encantaba informar, pero por suerte, ninguno de los nombres de los testigos habían
sido revelados. Él estaba más que feliz de estar fuera del centro de atención, tanto
como fuera posible, en este caso.
—Parece que las felicitaciones están a la orden, Señorita Pierce —dijo él

cuando contestó el teléfono—. Veo que conseguiste tu acusación. Creo que cierta
persona dijo algo sobre llamarme cuando eso sucediera.
—He estado esperando un momento cuando tuviera más de cinco segundos

para hablar.
—Oh —Kyle se meció en la silla del escritorio, gustándole como sonaba

eso—. Me siento halagado.
37
El firmware es un bloque de instrucciones de máquina para propósitos específicos, grabado en una
memoria de tipo de solo lectura (ROM, EEPROM, flash, etc), que establece la lógica de más bajo
nivel que controla los circuitos electrónicos de un dispositivo de cualquier tipo. Está fuertemente
integrado con la electrónica del dispositivo siendo el software que tiene directa interacción con el
hardware: es el encargado de controlarlo para ejecutar correctamente las instrucciones externas.
El programa BIOS de una computadora es un firmware cuyo propósito es activar una máquina
desde su encendido y preparar el entorno para cargar un sistema operativo en la memoria RAM.
38
El original hace referencia, con un juego de palabras, a que intentaron ponerse en contacto el uno con el
otro durante toda la tarde sin conseguirlo, viéndose obligados a dejar mensajes telefónicos.
177
—Porque también necesito un favor de tu parte.
Por supuesto que lo necesitaba.
—Sabes, abogada, creo que la carta que sigues jugando, esa que dice
‘canjeable por los viejos tiempos’, ha expirado oficialmente.
—Uh-oh, mejor lo compruebo —Hubo una pausa en el otro extremo de la

línea—. Nop, mayo de 2012. Todavía estamos bien.
Él reprimió una sonrisa a esa.
—¿Qué necesitas?

—Tengo unas cuantas preguntas de seguimiento relacionadas con Quinn —
dijo Rylann—. Sólo debería tomarte veinte minutos. Treinta, como mucho. ¿Es este
un buen momento?
Como si fuera una señal, Jordan asomó su cabeza en su oficina. Al verlo en

el teléfono, señaló su ordenador y susurró.
—¿Está reparado?
Kyle negó. No. Fuera.
Él esperó hasta que Jordan se fuera antes de contestarle a Rylann.
—De hecho, estoy en mitad de algo en la tienda de vinos de mi hermana.

¿Puedo llamarte más tarde?
Ella vaciló.
—¿Cuánto tiempo crees que te tomará?
—Tal vez una media hora.
178
—Tengo planes más tarde esta noche, así que iba a dejar el trabajo después
de haber terminado de hablar contigo. Eras el último punto en mi agenda —dijo
ella—. ¿Tal vez podamos hablar mañana en su lugar?
—Desafortunadamente, salgo de la ciudad mañana por la mañana y me iré

toda la semana —le dijo. Estaría volando a Seattle, a San Diego, y luego a Nueva
York para hablar con tres posibles candidatos para un puesto de alto nivel de su
empresa en marcha. Dada toda la debacle de Twitter, había tomado algo
convencerlos siquiera conseguir que estos tipos quisieran reunirse con él.
—Esto era algo que esperaba concluir en los próximos días... —Ella pensó
en voz alta—. ¿Qué tal si te llamo en un rato, después de llegar a casa? Vivo en

Roscoe Village, así que deberían ser unos treinta minutos. ¿Está bien?
—Roscoe Village se encuentra justo por la tienda de mi hermana. Bodegas

DeVine, sobre Belmont. ¿Por qué no simplemente te pasas por aquí de camino a
casa y hablamos en persona?
Las palabras volaron afuera de la boca de Kyle antes de que pudiera siquiera
pensarlas.
Al parecer, Rylann estaba tan sorprendida por la oferta como lo estaba él.
—Yo, um... no había considerado esa posibilidad.
Tampoco él, pero cuanto más pensaba en ello, más rápido se estaba
inclinando por ello. Por alguna razón, tenía curiosidad de ver la selección de traje y
falda de hoy.
—Bueno, si quieres hablar conmigo esta semana, abogada, empezaría a

considerarlo. Esa es la única vez que estaré disponible para molestas asistentes de la
fiscalía federal.
179
—Si llegara a estar de acuerdo con esto, sería sólo porque, da la casualidad
de que he estado deseando comprobar la tienda de tu hermana desde hace un
tiempo —dijo ella—. Escuché que tiene la mejor selección de vinos de la ciudad.
Kyle sonrió.
—Sigue diciéndote eso, abogada. Tal vez en treinta minutos, cuando llegues
aquí, realmente lo creas.
*****
Unos desafiantes treinta y siete minutos más tarde, cuando Rylann entró en
Bodegas DeVine y sintió el aire fresco de la tienda golpearla, momentáneamente se

sintió como si estuviera de vuelta en San Francisco. Había una tienda justo como
está a sólo una manzana de su antiguo apartamento la cual había frecuentado a
menudo; acogedoras aunque sofisticadas mesas altas diseminadas en todas partes, y
compartimiento tras compartimiento lleno de botellas de vino.
Rylann escaneó la tienda y vio clientes en dos de las mesas, pero ninguna
señal de Kyle. Se acercó hacia una mesa vacía en un rincón contra los
compartimientos de vino, colgó la correa de su cartera en la parte posterior de una
de las sillas y tomó asiento.
Había empezado a leer la pizarra sobre la barra principal, la cual enumeraba

los vinos que la tienda tenía disponible para servir en copas, cuando oyó una voz
amigable a su derecha.
—¿Buscando algo en particular?
Una mujer rubia delgada y muy guapa con ojos azules sonrió mientras se
acercaba a la mesa. Incluso si Rylann no hubiese reconocido a Jordan Rhodes por
las fotos que habían estado en los medios a través de los años, habría sabido al
instante que ella era la hermana de Kyle. A pesar de ser casi treinta centímetros más
baja que Kyle, y con el pelo varios tonos más claro, esos ojos azules la delataban.
180
Antes de que Rylann pudiera decir algo, Jordan ladeó su cabeza con una
mirada de reconocimiento.
—Te conozco. Eres la fiscal que manejó la petición para reducir la pena de
prisión de mi hermano.
Rylann asumía que Jordan había estado en el tribunal esa mañana para
apoyar a Kyle. O tal vez había visto la foto de los dos que había hecho el circuito
mediático.
—Tienes buena memoria. En realidad, me encontraré con Kyle aquí esta

noche. ¿Está por aquí?

Por alguna razón, Jordan pareció sorprendida por la pregunta.
—¿Te encontrarás con mi hermano aquí? —preguntó—. ¿Estás segura de

eso?
—Estoy bastante segura. Fue sugerencia suya, en realidad.
Jordan la miró fijamente.
—¿Estamos hablando del mismo Kyle Rhodes? ¿Alto; extrañamente

brillante, como de comercial de champú para el cabello; que tiene esa manía rara de
poner apodos a las personas?
—Escuché eso, Jordo —Kyle vino alrededor de los compartimientos de

vino, usando jeans y un suéter azul marino con cuello redondo. Mientras se
acercaba, Rylann notó que no se había afeitado ese día y que el rastrojo a lo largo
de su mandíbula fuerte y angular lo hacía verse muy... follable.
Testigo, se recordó.
Él se detuvo en la mesa de Rylann.
181
—Veo que has tenido el no placer de conocer a mi hermana —Él hizo un
gesto, haciendo la presentación—. Jordo, esta es Rylann Pierce.
Jordan levantó una ceja intencionadamente hacia Kyle.
Él la fulminó con la mirada.
Todo un diálogo pareció pasar entre ellos.
Entonces Jordan le tendió la mano calurosa.
—Es un placer conocerte, Rylann. Por favor, avísame si hay algo que pueda
conseguir para ti —Señaló a la pizarra—. Tengo un grandioso cabernet abierto esta

noche.
—Lo he visto. En realidad, creo que todos los cabernet Kuleto Estate son
grandiosos —dijo Rylann—. El tinto de la India está probablemente entre mis cinco
mejores vinos.
Jordan retrocedió, impresionada.
—Entiendes de vinos, por lo que veo —Asintió aprobadoramente hacia

Kyle—. Ya me cae bien.
—Jordo... —dijo él en advertencia.
—¿Qué? Eso fue un cumplido —Se volvió hacia Rylann—. Pregunta: no

eres secretamente una prostituta interesada en el dinero, ¿verdad?
Kyle se vio afligido.
—Dios mío, Jordan.
—¿Qué? Es una pregunta justa teniendo en cuenta tus preferencias pasadas.
Rylann sonrió ante la dinámica entre ellos dos.
182
—Tu hermano está a salvo conmigo. No estamos juntos, solo somos... —
Hizo una pausa, mirando a Kyle y tratando de decidir la mejor manera de describir
su situación, ya que no tenía ni idea de si él le había mencionado a su familia que
estaba trabajando con la Oficina del Fiscal Federal— ...viejos amigos —finalizó.
Jordan levantó una ceja escéptica hacia Kyle.
—¿Viejos amigos con la Oficina del Fiscal Federal? Seguro.
—¿El vino, Jordo? —dijo él enfáticamente.
Ella les dirigió a ambos una sonrisa.

—Marchando —Tarareó alegremente mientras se alejaba.
Kyle se sentó en la silla junto a Rylann.
—Siento esto. Durante años, mi hermana ha trabajado bajo la impresión de

que es graciosa. Mi padre y yo le seguimos la corriente en eso.
Rylann lo descartó con la mano.
—No es necesario disculparse. Ella sólo es protectora contigo. Eso es lo que

hacen los hermanos, por lo menos, asumo que lo es.
—¿Ningún hermano o hermana para ti? —preguntó Kyle.
Rylann negó.
—Mis padres me tuvieron cuando eran mayores. Pedía una hermana cada
cumpleaños hasta que tuve trece años, pero eso no estaba en las cartas —Se encogió
de hombros—. Pero al menos tengo a Rae.
—¿Cuándo os conocisteis?
—En la facultad. Estábamos en la misma promoción de novatas de la

hermandad. Rae es... —Rylann ladeó la cabeza, tratando de recordar—. ¿Cómo es
183
esa frase que los hombres siempre usan para describir a su mejor amigo? La cosa
sobre la prostituta y el cuarto de hotel.
—Si alguna vez despierto con una prostituta muerta en mi habitación de

hotel, sería a la primera persona a la que llamaría. Una prueba más verdadera de
amistad masculina no puede haber.
Rylann sonrió.
—Eso es lindo. Y da un poco de miedo, en realidad, que todos los hombres

tengan planeado por adelantado tal ocasión —Agitó su mano—. Bueno, ahí lo
tienes. Si alguna vez me despierto con una prostituta muerta en mi habitación de

hotel, Rae sería la primera persona que llamaría.
Kyle apoyó sus brazos sobre la mesa y se inclinó más cerca.
—Abogada, eres tan del libro, a la primera persona que llamarías si te

despiertas al lado de una prostituta muerta sería al FBI.
—En realidad, llamaría a la policía. La mayoría de los homicidios no son

delitos federales, por lo que el FBI no tiene jurisdicción.
Kyle se echó a reír. Extendió la mano y metió atrás un mechón de pelo que
había caído sobre los ojos de ella.
—Realmente eres una fanática de la ley.
En el mismo momento, ambos se dieron cuenta de lo que él estaba

haciendo. Se quedaron inmóviles, las miradas trabadas, su mano prácticamente
tomando el costado de su mejilla.
Entonces escucharon a alguien aclarándose la garganta.
Rylann y Kyle se volvieron y vieron a Jordan de pie en su mesa.
184
—Vino, ¿alguien quiere? —Con sus ojos azules bailando, puso dos copas
delante de ellos—. Voy a dejaros solos ahora.
Rylann observó mientras Jordan se alejaba.
—Creo que vas a tener que dar algunas explicaciones después de que me
vaya —le susurró a Kyle.
—Oh, sin duda, va a estar totalmente centrada en esto.
Rylann rió. Luego agitó su copa, abriendo los aromas del vino y
comprobando su tono. Lo que le dio una excusa para apartar la mirada de Kyle.

La nuca la estaba matando.
Hora de volver al trabajo.
—Entonces sobre este caso...
*****
Por mucho que ella tratara de ocultarlo, Kyle no se había perdido la reacción
de Rylann cuando la había tocado.
Ella estaba en modo abogada de nuevo, naturalmente, preguntándole sobre

Quinn y varias cosas que había notado en MCC. Pero él no era tonto, momentos
antes, había visto el destello de calor en esos magníficos ojos ambarinos. La chispa
que había sentido entre ellos la noche en que se conocieron seguía allí, sin duda,
pero ella o bien estaba luchando contra esta o intentando duramente conseguirlo.
Así que él hizo lo suyo, respondiendo a todas sus preguntas como un buen
pequeño ex convicto. Si alguna vez había visto a Quinn mostrando cualquier
favoritismo hacia ciertos presos, si había oído rumores acerca de cualquier tipo de
favoritismo, y si tenía alguna de idea de quien, de todos los presos, había sido el
que más explotaba los chismes y por lo tanto podía saber más que él.
185
En algún lugar a lo largo del camino, se encontró a sí mismo volviéndose un
poco... distraído. Tal vez era la forma en que su cabello se derramaba por su
hombro mientras ella se inclinaba hacia delante para anotar algo en su bloc de
notas. O cómo sus mejillas habían tomado un rosado rubor mientras continuaba
tomando sorbos de su vino. O, posiblemente, era la preciosa y esbelta curva de su
cuello cuando descansaba su cabeza en su mano mientras lo escuchaba.
Mayoritariamente, sin embargo, era solo la forma directa en que sostenía su

mirada y lo escuchaba, como si fueran las dos únicas personas en la sala.
—Tengo la impresión de que no fui de mucha ayuda para ti esta noche —

dijo él cuando ella pareció estar terminando con sus preguntas.

Rylann movió su copa sobre la mesa.
—Era una apuesta arriesgada. El Agente de Wilkins y yo hemos estado

dando vueltas alrededor de esto toda la semana.
Cuando ella tomó otro sorbo de vino, su copa casi vacía, Kyle supo que la
parte de la entrevista de esta noche había llegado a su fin. Lo que significaba que
era hora de que llevara las cosas a un nivel superior.
Él gesticuló hacia su copa de vino, comenzando con una pregunta suave

para entibiarla.
—¿Así que esto que tienes con el vino lo obtuviste cuando vivías en San
Francisco?
Ella asintió.
—No sabía nada de eso cuando me mudé allí desde Champaign. Pero la
mayoría de la gente con la que salía bebía vino así que, poco a poco, comencé a
beberlo más a menudo, descubriendo lo que me gusta. Y lo que no me gusta.
Ahora es tiempo de una pregunta no tan suave.
186
—Nunca me contaste toda la verdad acerca de por qué dejaste San
Francisco.
Ella lo miró de reojo.
—¿Por qué estás tan interesado en eso?
—Tú sabes demasiado sobre mí, parece justo —Kyle decidió ir a por todas—
. ¿Tuvo algo que ver con un chico?
Por un momento, ella pareció debatir si responder a esto.
—Sí.

—¿Te importa él todavía?
—No.
Estaría mintiendo si dijera que no estaba contento de escuchar eso.
—No eres muy locuaz acerca de este tema, ¿verdad?
—Tal vez podríamos hablar de tu ruptura con Daniela.
Kyle apoyó su brazo sobre la mesa, inclinándose más cerca de ella y

hablando en voz baja.
—Y tal vez, sólo por una vez, podrías refrenarte de darle la vuelta a una de
nuestras conversaciones como si esto fuera un partido de tenis verbal.
Su mirada sostuvo la suya por un momento, como si estuviera

considerándolo, entonces ella miró hacia otro lado y agitó otra vez su copa de vino.
—Mi ex novio y yo rompimos después de que él decidió que quería mudarse

a Roma. Con o sin mí.
—Parece que tu ex novio es un idiota.
187
Rylann sonrió ante eso. Luego, deliberadamente, se alejó de ese tema
mediante la comprobación de su reloj.
—Bueno, mira eso. Creo que tú y yo por fin logramos romper nuestra marca
de ocho minutos de llevarnos bien —Tomó su último trago y luego dejó la copa
sobre la mesa—. Hablando de tiempo, realmente debería ponerme en marcha.
—Así es, mencionaste anteriormente que tienes planes para esta noche.
¿Cita caliente? —preguntó Kyle.
Realmente sutil, idiota.
—Sólo voy al cine con Rae —dijo ella—. Veremos Los Juegos del Hambre a

las ocho y media.
Kyle miró su reloj.
—¿Ocho y media? Aún tienes tiempo —La miró directamente a los ojos,
decidido a ir a por todas—. Quédate un poco más, Rylann —Su voz se volvió
ronca—. Tomaremos otra copa de vino y nos pondremos al día. Eso es lo que
hacen los viejos amigos, ¿no es así?
Ella lo observó durante un largo rato.
Demasiado tiempo.
—No creo que sea una buena idea —dijo finalmente—. No quiero que la
gente se haga una idea equivocada acerca de nuestra situación.
Kyle miró alrededor de la tienda de vinos, sólo había otra mesa de clientes, y
no estaban prestándoles atención a ellos. Así que por ‘gente’, era evidente que ella
quería decir él.
—¿Situación? —preguntó él.
188
—Tú sabes, toda la cosa de abogado-testigo —Su tono era casual, pero sus
ojos sostuvieron los suyos muy directamente—. No me gustaría que alguien creyera
que hay algo aquí. Porque eso no podría suceder, obviamente.
Vale. Esa situación.
Kyle tomó un sorbo de su vino mientras el significado de sus palabras lo

golpeaba.
No significa nada, se recordó. Ella era sólo una chica.
—Por supuesto —Él le lanzó una sonrisa tolerante—. En realidad, sólo

estaba tratando de evitar tener que regresar a todo el desastre de problemas de

conexión de red que me espera en la oficina de Jordan.
—Oh. Lamento no poder ayudarte con eso —Rylann se puso de pie y tiró de
la correa de su cartera por encima de su hombro—. Entonces... estaré en contacto si
hay algún avance en el caso de Quinn.
Seguro que lo haría. Ni idea de cuánto tiempo podría ser.
—Sabes cómo encontrarme, abogada.
—Cierto —Ella sonrió en señal de despedida—. Gracias de nuevo por

reunirte conmigo. Me comprometo a permanecer lejos de tu cabello
monstruosamente brillante y de comercial de champú. Al menos por un tiempo.
Después de que ella dejara la tienda de vinos, Kyle se quedó sentado en la

mesa, jugando distraídamente con su copa.
—¿Ella no quiso quedarse?
Kyle miró hacia arriba y vio a Jordan de pie junto a la mesa. Por una vez,
sorprendentemente, no parecía dispuesta a acosarlo o fastidiarlo.
—Tenía planes con una amiga —dijo él con un encogimiento de hombros.
189
—Nunca me habías presentado a una mujer antes.
Kyle sacudió su cabeza.
—No es eso, Jordo —dijo él—. Rylann es solo…
—…una vieja amiga —Con una sonrisa suave, ella extendió la mano y
revolvió su pelo—. Lo entiendo.
190
Capítulo Dieciocho
Al final resultó que Rylann no era tan buena como ella había pensado que
era.
En los últimos cinco años en los que había procesado casos, había llegado a
ser muy hábil en leer a los acusados y a sus abogados en la comparecencia inicial.
Dado el nerviosismo evidente de Quinn, ella originalmente había predicho que su
abogado la llamaría en un plazo de dos semanas para negociar un acuerdo con la
fiscalía.

En su lugar, le había tomado dos semanas y tres días llamar.
—Leí los informes del FBI —Michael Channing fue directo después de que
Rylann contestó el teléfono. Había un toque menos de bravuconería en su voz en
comparación con la última vez que habían hablado en la comparecencia de
Quinn—. Me gustaría hablar sobre un acuerdo con la fiscalía. En persona. Mi
cliente tiene algo que quiere decir.
—¿Qué tal mañana? —preguntó Rylann—. Estaré en el tribunal por la

mañana, pero puedo estar disponible más tarde. Digamos, ¿a las dos en punto?
—A las dos y media —dijo Channing bruscamente.
Estaba claro que sería una de esa clase de discusiones.
*****
La tarde siguiente, Rylann estaba sentada al otro lado de la mesa frente a

Quinn, quien parecía incómodo con su traje azul marino, y a su abogado, quien
parecía estar molesto y cascarrabias, como era usual. Ella había reservado una de
las salas de conferencias para esta reunión, no había necesidad de que viera la
montaña de archivos sobre su escritorio. Hoy quería dar la impresión de que este
caso era su primera, y única, prioridad.
191
—¿Dijo que quería hablar? —Rylann comenzó.
Channing le dio a su cliente una mirada de adelante.
—Está bien. Todo lo que digas aquí será inadmisible en el juicio si no

llegamos a un acuerdo sobre una declaración de culpabilidad.
Quinn miró con desconfianza hacia Rylann, pareciendo querer confirmar

eso.
—Él tiene razón —dijo ella—. A menos que suba al estrado en el juicio y
usted mismo cometa perjurio. Lo que no recomiendo que haga.

Quinn se pasó la mano por la boca, luego apoyó las manos sobre la mesa.
—Tiene mal todo esto con Darius Brown, Señorita Pierce. No es lo que
piensa.
El rostro de Rylann permaneció impasible.
—¿Cómo es eso?
—Nunca le dije a Watts que matara a Brown —dijo él enfáticamente—.

Sólo le dije que asustara al chico, eso es todo. Ya sabe, enseñarle una lección.
—Eso fue una lección.
—Mire, Brown me atacó primero. No puedes tolerar eso en prisión.

Consigue mucho de eso y los reclusos estarán corriendo al maldito asilo.
Quinn intentó una sonrisa, luego se desvaneció cuando vio que la expresión
seria en el rostro de Rylann se mantenía sin cambios.
Su tono se volvió más furioso, con un rápido destello de mal genio.
—Usted está sentada allí, viéndose tan segura de sí misma —le dijo él—.
Pero, ¿quién cree que vigila a estos animales después de recibir sus sentencias? Los
192
ve a todos en el juicio por… ¿cuánto tiempo?, un par de días, quizá una semana, y
luego pasa la pelota hacia adelante. Yo tengo que lidiar con ellos por años. Usted y
su oficina entera deberían darme las gracias por hacer mi trabajo.
—Hacer su trabajo no incluye matar a un preso, señor Quinn.
—Se lo he dicho, eso no es lo que debería haber sucedido —dijo él,

hablando más fuerte.
Hubo una pausa mientras los dos hombres intercambiaban una mirada,
luego Channing habló.
—Estaremos de acuerdo con homicidio involuntario. Y usted también se

comprometerá a retirar los cargos contra los derechos civiles.
—Eso no sucederá —dijo Rylann con total naturalidad—. Usted puso a

Brown deliberadamente en peligro —le dijo a Quinn—. Homicidio voluntario, y el
cargo contra los derechos civiles se mantiene.
—De ninguna manera —Quinn le dijo a Channing—. Probaré suerte en el

juicio.
—Vaya a juicio, y estará mirando hacia un asesinato y dos sentencias —dijo

Rylann.
—O él podría irse libre —dijo Channing—. Todo lo que realmente puede

demostrar es que mi cliente arregló todo para poner a Brown en una celda con
Watts. Si lo hizo por venganza y en convivencia con Watts para atacar a Brown
está basado totalmente en la especulación.
—No es cierto. Tengo dos testigos que pueden establecer que fueron motivos
de represalia y que Quinn y Watts estaban trabajando juntos.
—Testigos que son ambos criminales convictos —dijo Channing—. Uno de

los cuales está, sin duda, esperando conseguir un buen trato con usted a cambio de
193
su testimonio, y el otro de los cuales es Kyle Rhodes —Él se rió sin humor—. ¿De
verdad cree que el jurado va a creer algo de lo que diga el terrorista de Twitter?
—Absolutamente —dijo Rylann sin dudarlo—. Déjeme decirle lo que el

jurado pensará cuando ponga a Kyle Rhodes en el estrado. Verán a un testigo sin
motivo o agenda, alguien que está testificando sólo por hacer lo correcto. Seguro, él
cometió un error, pero también tuvo las agallas de declararse culpable y aceptar la
plena responsabilidad por sus crímenes. Francamente, señor Channing, si su cliente
es la mitad de hombre de lo que Kyle Rhodes es, hará lo mismo.
Quinn saltó.

—Oh, así que el terrorista de Twitter es algo así como un héroe, y yo soy la
puta escoria de la tierra —Señaló hacia el expediente del caso delante de Rylann—.
¿Su pequeño archivo dice lo que Darius Brown hizo antes de que el FBI lo
encerrara en el MCC? Robó un banco con dos de sus amigos y apuntó con una
pistola a uno de los cajeros. Confíe en mí, su “víctima” no era precisamente un
santo.
—Y Darius Brown fue a la cárcel por sus acciones —dijo Rylann—. Igual
que usted irá a prisión por las suyas.
Lo vio abrir la boca y ser golpeado como por un derechazo.
—Vamos a hablar claro, señor Quinn. Esta no es la primera vez que hace
esto. En otras dos ocasiones orquestó ataques contra un preso, pero esta vez eligió a
la persona equivocada para llevar a cabo el trabajo sucio. Watts golpeó a Brown
hasta matarlo con un candado unido a un cinturón, y usted propició que todo
sucediera —Se volvió hacia Channing, repitiendo sus términos anteriores—.
Homicidio voluntario, y el cargo contra los derechos civiles queda en pie. Es lo
mejor, y será lo único que obtendrá de mí.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire entre ellos.
194
—Esto no es lo que habíamos esperado, Señorita Pierce —dijo Channing
con frialdad.
—Entiendo —Rylann se levantó de la mesa y juntó sus archivos—. Puede

hacerme saber su decisión después de que usted y el señor Quinn hayan tenido la
oportunidad de hablar. Si no está interesado en mis condiciones, entonces nos
prepararemos para el juicio. ¿Supongo que conoce la salida?
Ella hizo todo el camino hasta la zona de recepción antes de oír que la
llamaban por su nombre. Se dio la vuelta y vio a Quinn y a Channing caminando
en su dirección, de camino a los ascensores. Quinn la pasó sin un segundo vistazo,
y Channing apenas desaceleró su paso mientras se dirigía a ella.

—Mándeme un e-mail con el acuerdo tan pronto como esté listo —dijo él—.
Llamaré a la recepcionista y lo tendré puesto en la agenda para un cambio de
declaración.
Y eso fue todo.
Rylann observó a Quinn y a Channing irse, pensando que era casi una
vergüenza que hubieran cedido.
Más bien habría disfrutado patear el trasero de los dos en el juicio.
*****
El resto de la semana pasó volando, con un aluvión de llamadas de

proposición, entrevistas con testigos y reuniones con varios agentes del FBI, ATF, y
DEA. Antes de que Rylann lo supiera, en la mañana del viernes estaba en tribunal
para la declaración de culpabilidad de Quinn.
Después, salió de la sala del tribunal sintiéndose bien con la resolución del
caso, y aún mejor veinte minutos más tarde en su oficina, cuando Cameron se
detuvo para felicitarla.
195
—Acabo de ver el comunicado de prensa que Paul está elaborando en
relación con la declaración de culpabilidad de Adam Quinn —dijo Cameron,
refiriéndose a Paul Thompkins, el representante de la oficina ante los medios de
comunicación—. Bien hecho. La declaración oficial de la Oficina del Fiscal Federal
es que este caso demuestra que procesaremos con todo el peso de la ley a los
funcionarios que abusen de la confianza de los individuos, incluyendo la de los
internos —Ella sonrió—. Y tenemos que darte las gracias por ello.
Rylann detuvo la alabanza.
—El agente Wilkins merece crédito también. Y por si sirve de algo, Kyle
Rhodes realmente nos acercó al plato.

—El terrorista de Twitter nos ayudó también. ¿Quién lo habría pensado? —
preguntó Cameron—. Oí por Cade que Quinn y su abogado se portaron como dos
idiotas durante las negociaciones de las declaraciones.
Rylann había hablado con Cade sobre el caso durante una de sus escapadas
a Starbucks. Él se estaba convirtiendo rápidamente en su mejor apoyo dentro de la
oficina, lo que estaba bien, era bueno tener un amigo en quien pudiera confiar
dentro del grupo de procesos especiales.
—Deberías haber visto cuan mojigato fue Quinn —dijo Rylann—. Es una
suerte que lo hayamos atrapado ahora. Si no hubiera sido por el dato de ese agente
encubierto del FBI, esto podría haber estado pasando durante años.
—Sospecho que el tono de Quinn cambiará rápidamente ahora que va a

estar del otro lado de esos barrotes de prisión —dijo Cameron.
—Muy cierto.
Unos minutos más tarde, después de que Cameron se hubiese ido, Rylann
llamó a Rae.
196
—¿Estás libre esta noche? —le preguntó a Rae—. Las bebidas corren por mi
cuenta, tengo ganas de celebrar.
Rae sonaba emocionada.
—Ooh, hagamos una noche de esto. ¿Qué estamos celebrando?
—El final de una semana de trabajo muy larga.
Rae se echó a reír.
—He oído eso. Ya que lo mencionas, estaba leyendo en el Tribune acerca de

este nuevo bar, Firelight, que inauguran esta noche. Supuestamente, es el lugar para

estar este fin de semana. ¿Quieres echarle un vistazo?
Rylann pensó en eso.
—¿La noche de apertura de un caliente club nuevo? ¿Crees que entraremos?
—Si nos vemos lo suficientemente bien, lo haremos.
Rylann rió.
—Me gusta tu confianza, Mendoza. Llegaré en taxi a tu apartamento a las

nueve para recogerte.
197
Capítulo Diecinueve
Kyle estaba parado en la barra de ónix negro en la esquina de la sala,
rodeado por un grupo de sus amigos. Firelight estaba lleno hasta los topes, todos
vestidos con lo mejor para el viernes. Por todo lo que contaba, la apertura del club
nocturno parecía ser un enorme éxito, y por el bien de Dex, Kyle estaba muy
emocionado.
Lástima que, personalmente, no estuviera disfrutándolo del todo.
Tal vez había algo en todo este ajuste interno sobre el que Jordan había

estado balbuceando. Porque a su alrededor, la gente reía, bebía, salía de fiesta, y en
general tenía el mejor momento de sus vidas. Mejor aún, había mujeres hermosas
por todas partes, muchas de las cuales habían estado tratando de captar su atención
toda la noche. Sin embargo, algo estaba apagado.
Kyle se excusó con los otros chicos, diciendo que quería dar una vuelta y
echar un vistazo a la multitud. Encontró a Dex justo afuera de la puerta, de pie en
la barandilla del balcón y mirando orgullosamente hacia la multitud reunida en la
barra principal de abajo.
Kyle se unió a su amigo en la barandilla, sin importar cuales fueran sus

problemas, estaba seguro de que no estropearía este momento para Dex.
—¿Cómo se siente?
—No voy a mentirte. Se siente bien, muy bien —dijo Dex—. Hace diez
años, era barman en un bar de la universidad en el centro de Illinois. Ahora tengo
esto.
—Te lo has ganado —Kyle sabía mejor que nadie lo duro que había
trabajado Dex para abrir la discoteca.
—Sí, lo hice —dijo Dex, con sus ojos viajando entre la multitud.
198
Entonces hizo una pausa en algo que vio y miró a Kyle con una sonrisa
socarrona.
—Hmm. Creo que podría haber encontrado la cura para ese humor emo39
que has estado teniendo en las últimas semanas.
—¿Emo? —Kyle se echó a reír ante la idea—. Vete a la mierda. Estoy bien.
—Si tú lo dices. Aún así, es posible que desees comprobar la barra principal.
Vestido rojo, a las dos en punto.
Los ojos de Kyle escrutaron la multitud medio interesados, esperando ver a

alguna chica caliente al azar, vestida provocativamente. Pero cuando finalmente

encontró el vestido rojo y, más importante aún, a la mujer que lo llevaba, se detuvo
y sólo se quedó... mirando fijamente.
Al parecer, Abogatrix40 Pierce tenía algo más que solo trajes en su armario,
después de todo.
El pelo le caía sobre los hombros en magníficas ondas negras, golpeando

directamente el atractivo escote en V del vestido rojo sin mangas que llevaba.
Debido a que ella estaba bloqueada parcialmente por la barra, Kyle no podía ver
nada por debajo de su cintura, pero su imaginación estaba corriendo salvaje ante la
idea de cuál sería el resto de su aspecto.
—Oh, mira quien se animó de repente, ahora que cierta asistente del fiscal
federal ha hecho su aparición —dijo Dex con una sonrisa.
Kyle fingió indiferencia.
—Así que ella tiene un vestido caliente. Grandioso.
39
EMO es sinónimo de impertinencia, negatividad, desubicación y aguador de fiestas.
40
Juego de palabras entre prosecutor (abogado de estado) y dominatrix (Dominadora en sentido
sexual), por lo que para traerlo al castellano se cambio por abogada+dominatrix=Abogatrix.
199
—Así es. Para tu información, pierde tu sonrisa de come mierda antes de ir a
hablar con ella. Y trata de no mirar su delantera esta vez.
—¿Quién dijo que iba a hablar con ella? —se quejó Kyle. Con su “situación”
de abogado-testigo, probablemente lo mejor sería si él y Rylann se quedaban en
lados opuestos del bar. Sobre todo viendo, cómo estaba bastante seguro, que estar
más cerca de ella con ese vestido clasificaría como un castigo cruel e inusual.
—Si no hablas con ella, alguien más lo hará —Señaló Dex —. De hecho,
creo que ya tienes competencia. Cinco en punto.
Kyle se dio la vuelta, mirando hacia la escena más abajo, y vio a un tipo en

el extremo opuesto de la barra con una camisa blanca abotonada, bebiendo su
bebida y contemplando con evidente aprecio a Rylann. Las mangas de la camisa
del chico estaban levantadas, revelando un tatuaje con algún tipo de diseño celta en
su antebrazo.
Ooh... porque eso lo hace tan duro. Prueba teniendo antecedentes penales, imbécil.
Mientras Kyle estaba de pie allí mirando a Rylann, de repente se dio cuenta
de por qué exactamente había estado de mal humor desde hacía tres semanas.
Porque por primera vez en mucho tiempo, quería algo que no podía tener.
Pero había una cosa más que sabía. Ningún imbécil, u otra cosa, estaría
haciendo movimientos hacia Rylann Pierce esta noche.
Ella podía tener sus reglas, pero que lo condenaran si cualquier otro tipo iba
a coquetear con ella mientras él miraba.
Y conocía al único hombre que podía ayudarle con eso.
—Dex, viejo amigo, tengo que pedirte un favor.
*****
200
Una vez más, Rylann trató de llamar la atención de la camarera que
trabajaba en la barra principal de Firelight.
—Esta es una de las pocas veces que he deseado tener un pene —le dijo a
Rae, cuando la camarera se acercó a tomar la orden de otro cliente masculino.
Habían estado esperando que les sirvieran por más de veinte minutos. Incluso se
había puesto el vestido rojo de senos mágicos esta noche, pero desafortunadamente
su mojo no ofrecía ninguna ayuda en esta situación en particular.
—No has tenido sexo en seis meses —dijo Rae—. Si fuera tú, estaría
deseando penes cada noche.

Rylann rió.
—Bueno, creo que por fin viene hacia aquí —Observó cómo la camarera
pasaba justo por delante de ella—. Y... no.
De repente se acordó de algo.
—Hey, ¿cómo estuvo tu cita del martes?
Rae rodó los ojos.
—Creo que me daré por vencida con Match —dijo ella, en referencia a una
serie de malas citas que había organizado a través de Match.com—. Esos chicos
suenan tan prometedores en línea, pero luego te encuentras con ellos y son personas
totalmente diferentes. Este último tipo comenzó la noche con quince minutos de
retraso. Luego finalmente se presentó en el restaurante llevando un casco de
bicicleta, y cuando se sentó a la mesa, me doy cuenta de que está sudando
profusamente y con olor.
Rylann hizo una mueca.
—Esa es una manera de matar el ambiente. Entonces, ¿qué hiciste?
201
—Me quedé por una bebida, pagué la cuenta y le dije amablemente que no
creía que tuviéramos una conexión —dijo Rae con total naturalidad.
—Mírate —dijo Rylann, impresionada—. Muy suave y directa. Eres una

profesional en esto.
—Genial —dijo Rae secamente—. Eso es exactamente lo que quiero ser:

una profesional de malas primeras citas. Leí en alguna parte que puedes decir en
cinco minutos si harás clic con una persona. Personalmente, creo que soy más
rápida que eso —Le dio un codazo a Rylann—. Hablando de eso, alguien te está
comprobando totalmente. El tipo con la camisa blanca, a través de la barra. Tatuaje
en su antebrazo… mmm, bonito.

Rylann casualmente comprobó al chico mientras fingía mirar a la camarera.
Era lindo. Más que lindo, la verdad. Pero muy a su disgusto, un cierto par de
diabólicos ojos azules se mantenían apareciendo en su cabeza, distrayéndola.
—Está agarrando su bebida —susurró Rae—. Creo que podría estar

dirigiéndose hacia aquí. No te preocupes… me perderé por ahí.
Por supuesto, había pasado mucho tiempo desde que había hecho esto, pero
si su memoria servía, Rylann debería estar sintiendo nervios de excitación justo en
ese mismo momento. Por otra parte, tenía treinta y dos ahora, tal vez las mariposas
en el estómago estaban volviéndose un acercamiento más cerebral y maduro en el
juego de las citas y esperando ver cómo se desarrollaban las cosas.
Una voz masculina habló desde detrás de ella y de Rae.
—Señoritas, parece que les debo una disculpa.
Rylann se dio la vuelta y vio a un hombre, vestido con traje, que estaba en
sus tempranos o mitad de los treinta, y tenía el pelo ondulado marrón y arenoso.
Él sonrió presentándose a ella y a Rae.
202
—Gavin Dexter, llámenme Dex. Soy dueño de este lugar. Ha llegado a mi
conocimiento que han estado esperando un rato por sus bebidas. Para compensar
eso, me gustaría invitarlas a ambas a la sala VIP. Incluso me tomé la libertad de
reservar una mesa para ustedes.
Rae la miró con una ceja levantada, y luego se giró de nuevo hacia Dex.
—Eso suena muy bien. Gracias.
Él hizo un gesto hacia una escalera.
—Perfecto. Síganme.

Cuando él se volvió de espaldas, Rae se inclinó hacia Rylann y rió en voz
baja.
—Debemos vernos aún mejor de lo que pensé esta noche.
Siguieron a Dex por las escaleras y pasaron un guardia que vigilaba la puerta
de la sala VIP. Una vez en el interior, Dex las llevó a través de la multitud hacia un
reservado privado de ante negro en la parte posterior de la sala que estaba cerrado
con una cortina de terciopelo rojo por tres lados.
Después de que Rylann y Rae se acomodaran en el reservado, Dex extendió

sus manos con magnanimidad.
—¿Qué tal un poco de champán para comenzar? Cualquier cosa que ustedes
quieran. Su cuenta por esta noche ha sido atendida.
Rylann lo miró con curiosidad. Se sentía halagada, pero esto era un poco
extraño.
—¿Por quién?
Una familiar voz burlona le respondió.
203
—¿Alguien te dijo alguna vez que haces demasiadas preguntas, abogada?
Rylann miró a su derecha y vio a Kyle caminar hacia ella, viéndose

increíblemente apuesto en su traje gris y sin corbata, la camisa negra con el botón
superior sin abrochar. E igual que la noche en que lo había conocido, sintió al
instante mariposas.
Esto en cuanto a un acercamiento cerebral.
—Es deformación profesional —le dijo ella.
—Lo he visto de primera mano —Sin perder el ritmo, Kyle hizo las
presentaciones—. Dex, esta es Rylann Pierce y Rae... —Hizo una pausa,

apurándola por su apellido.
—Mendoza —dijo ella.
Dex le sonrió a Rae, luego se volvió hacia Rylann con una curiosa
expresión.
—Oh, Ry-linn —dijo, pronunciando su nombre—. Lo he estado diciendo

mal después de ver la foto de Kyle y tú en el periódico —Él inclinó la cabeza—. No
es un nombre muy común, ¿verdad?
—Es irlandés. Me lo puso mi abuelo —explicó ella.
Como la historia era contada, su madre había sido muy insistente en su

nombre, y su padre, que no tenía ninguna lealtad particular a su herencia galesa,
había estado de acuerdo.
Aún así, Dex se vio intrigado.
—¿Por casualidad fuiste a la facultad de derecho en Illinois?
Rylann señaló a Rae.
204
—Ambas lo hicimos. ¿Por qué?
Dex se balanceó sobre sus talones y se rió.
—Santa mierda, debería haberlo captado antes. Eres la chica de las alas de
pollo.
A Rylann le tomó un segundo, luego se acordó de su conversación con Kyle

la noche en que se conocieron.
No me importa caliente y picante. En realidad encuentro eso atractivo en una chica. Y

las alas de pollo.

Con una carcajada, ella miró a Kyle.
—¿Le contaste esa historia?
Dex golpeó la espalda de Kyle.
—Claro que lo hizo. Yo estaba trabajando en el Clybourne esa noche, y

Kyle estaba sonriendo como un tonto cuando regresó después de acompañarte a
casa. Caray, casi esperaba que empezara a cantar e hiciera un número de baile.
Kyle se aclaró la garganta, moviéndose torpemente.
—Yo... creo que es un poco exagerado —Agarró el hombro de Dex y se lo

apretó con fuerza—. ¿No tienes algún lugar en el cual tengas que estar, amigo?
Club lleno, noche ocupada, realmente odiaríamos entretenerte.
Rae ondeó un dedo hacia ellos.
—Espera, mejor que alguien me cuente la historia de las alas de pollo.
Dex miró a Kyle, que miró a Rylann.
Ella no dijo nada por un momento. Luego se deslizó en el reservado,

haciendo sitio a su lado.
205
—Esa es una de tus perlas, así que bien podrías ser tú —le dijo a Kyle.
Él pareció sorprendido por la invitación, entonces sus ojos se volvieron de

un azul cálido y profundo. Sin decir palabra, tomó asiento en el reservado junto a
ella. De fondo, Rylann oyó a Rae y a Dex comenzar a charlar sobre la carta de
bebidas. Pero mientras sostenía la mirada de Kyle, todas las otras voces se
desvanecieron.
—Oh, ahora quieres ser amable —dijo él con voz burlona.
Rylann sonrió, le respondió lo mismo que había hecho nueve años atrás.
—Lo estoy considerando.

*****
Si las circunstancias hubieran sido diferentes, y no hubiera habido ninguna

“situación” entre ellos, Kyle hubiera dicho que estaba en la mejor primera cita de su
vida.
Tenía a una inteligente, divertida y hermosa mujer a su lado y habían estado

hablando, sólo los dos, por más de una hora. Rae había desaparecido para hablar
con algún chico en la barra, y desde entonces Rylann había estado saliendo con
historias acerca de unos pocos casos memorables que había procesado, entre ellos
uno, de su primer año en el trabajo, sobre un genio que había metido un secador de
pelo en su chaqueta y fingido que era una pistola, entonces trató de robar un banco
con el cable colgando entre sus piernas.
Las bebidas habían fluido, y el ambiente era perfecto, la suave luz de las
velas sobre la mesa entre ellos, la cortina de terciopelo recluyéndolos por los tres
lados. Estaban sentados cerca el uno del otro en el reservado, lo que le daba a Kyle
el perfecto punto para mirar fijamente hacia... bueno, todo. Su boca llena y
exuberante mientras ella le contaba historias y tomaba sorbos de vino. Sus piernas
largas y delgadas que estaban cruzadas en su dirección. La cremosa piel de sus
hombros, con una dispersión adorable de pecas por las que quería pasar su lengua.
206
Y ese escote en V... infiernos, ese era un cruel e inusual castigo. Siendo unos
buenos veinte centímetros más alto que Rylann, podía ver mucho desde donde
estaba sentado y lo único en que podía pensar era en bajar los tirantes de su vestido
y en poner su boca sobre esos deliciosos pechos.
Y... al parecer, por la forma en que ella se había detenido expectantemente,

le acababa de hacer una pregunta.
Oops.
Kyle se cubrió rápidamente, apuntando a su oreja.
—Lo siento. No pude escucharte con todo el ruido del bar.

—Oh —Rylann se deslizó un poco más cerca, de modo que su muslo rozó el
suyo.
Mátenme ahora.
—Te pregunté qué planes tienes, ahora que ya no estás trabajando para
Rhodes Corporation —dijo ella—. Me siento como si hubiera estado hablando todo
el tiempo.
Él trató de concentrarse. Cristo, ella olía bien, algún suave y cítrico perfume,
o tal vez era su champú. Quería enterrar su rostro en aquel increíble cabello oscuro
para averiguarlo.
Recupérate, imbécil. Recuerda la “situación”.
—Tengo algunas cosas en la caja —dijo vagamente en respuesta a su

pregunta. No estaba listo para compartir detalles sobre su nueva empresa aún, no
hasta que las cosas fueran más certeras.
—Cosas legales, ¿supongo?
207
Simpática.
—Sí, cosas legales, abogada —dijo él—. Confía en mí, si nunca veo el
interior de una sala del tribunal de nuevo, será muy pronto.
Entonces recordó.
—Salvo por el caso de Quinn, obviamente.
—Correcto —Rylann miró hacia abajo a su copa de vino, como si pensara

en algo. Entonces lo miró de reojo, con una mirada que parecía un poco más...
interesada—. ¿Por qué enviaste a Dex a buscarnos a mí y a Rae?

El momento de la verdad.
Kyle sabía que podía seguir su código de conducta estándar y responderle

con algún chiste seco, o con una broma, o un comentario sarcástico. Pero había
algo en el ambiente y la forma en que ella se veía, y, más importante, la forma en
que ella lo miraba en ese momento, que lo hizo querer renunciar a los juegos
habituales. En cambio, le sostuvo la mirada directamente.
—Porque hace nueve años, me acerqué a la chica más hermosa del bar, y
esta noche ella aún es con la única persona con la que quiero hablar.
Sus ojos se abrieron ante sus palabras, y él esperó a que dijera algo, cualquier
cosa, que le hiciera saber que él no era el único con una sensación así esta noche.
Pero en cambio, ella se volvió hacia su copa de vino y jugó con el tallo.
—Hay algo de lo que probablemente deberíamos hablar —dijo ella—.

Estuve en el tribunal hoy.
Tribunal. Kyle se echó hacia atrás y sacudió su cabeza con incredulidad.

Aquí estaba él, exponiéndose a sí mismo ahí, y ella todavía de lo único que quería
hablar era acerca del trabajo.
—En serio —dijo él secamente.
208
—Fue realmente una cuestión de rutina —continuó ella—. Pero como has
estado involucrado en el caso, pensé que podrías estar interesado en saber que
Quinn se declaró culpable esta mañana. De homicidio voluntario y conspiración
para violar los derechos civiles de un recluso.
Kyle se quedó inmóvil.
—¿Qué significa eso?
Sus ojos brillaron tímidamente.
—¿Homicidio voluntario? Es un tipo de homicidio donde no hay intención

previa de mat…

Él puso su mano sobre la boca de ella, cortándola con un rápido
movimiento.
—¿Qué significa? —repitió en voz baja. Cuándo quitó su mano, vio los
bordes de sus labios curvándose en una sonrisa.
—Significa que ya no eres mi testigo. Habrá una vista para dictar sentencia,
pero para todos los intentos y propósitos, el caso está cerrado.
Eso era todo lo que Kyle necesitaba escuchar.
Entrelazó sus dedos a través de su cabello y suavemente tomó su cuello. No

más juegos.
—No hacía falta que me lo dijeras esta noche.
Ella le sostuvo la mirada sin vacilar.
—No, no la hacía.
Una admisión que lo decía todo. Kyle pasó su pulgar posesivamente a lo

largo de su labio inferior, su voz fue un gruñido suave.
209
—Salgamos de aquí.
210
Capítulo Veinte
Rylann sabía, por la expresión de los ojos de Kyle, exactamente lo que
pasaría si salía del bar con él. Su caliente y ahumada mirada azul lo dejaba
perfectamente claro.
Sentada en ese reservado, podía pensar un centenar de razones por las cuales
decirle que no. Y sólo una razón para decir que sí.
Porque, simplemente, lo deseaba.
Siempre hacía lo correcto. Y desde una perspectiva racional, hacer lo correcto

significaría levantarse y alejarse de Kyle y de la perversa promesa de sus palabras.
Pero él era pecaminosamente atractivo, inteligente e ingenioso, y había

pasado mucho tiempo desde que hubiera hecho algo que se sintiera...
increíblemente emocionante. Tal vez nunca.
—Tengo que decirle adiós a Rae —le dijo a Kyle.
Y ahí creería que la mirada en sus ojos había sido más caliente que antes.
Él se llevó su mano a la boca y rozó sus labios sobre sus dedos.
—Encuéntrame en la parte inferior de la escalera. Le diré a Dex que me

marcho.
Después de que él se deslizó fuera del reservado y se alejó, Rylann tomó una
respiración profunda, necesitando un momento para equilibrarse a sí misma. Esto
tampoco era algo que normalmente hiciera, dejar bares con multimillonarios
playboys herederos y ex convictos. Sin embargo, a pesar de que se sentía un poco
salvaje, esto también se sentía bien. Y por esta noche, eso era suficiente.
Agarró su bolso, salió del reservado y se dirigió a la barra para hablar con
Rae.
211
—Dios mío, ya era hora —dijo Rae después de que Rylann le explicó con
quien se iría—. Por un momento, pensé que tardarías otros nueve años.
—¿Estás bien con tomar un taxi? —le preguntó Rylann.
—Por supuesto. Vete —Rae le dirigió una sonrisa de complicidad—. Que te

diviertas.
Bueno, sí... ese era el plan. Entonces Rylann corrigió ese pensamiento,
sonriéndose secretamente a sí misma mientras salía de la sala VIP.
Nop, sin planes esta noche. Hasta el amanecer, oficialmente ella improvisaría.
Sería espontánea. Loca, incluso.

Asumiendo que no tuviera un ataque de pánico en unos dos segundos ante
la idea.
Bajó la escalera que conducía al nivel principal del bar y vio a Kyle de pie al
final, esperándola. Sus ojos nunca dejaron los de ella mientras se acercaba, y
cuando llegó al último escalón, le tendió la mano.
—¿Lista? —le preguntó. A pesar del calor en su mirada, la diabólica sonrisa

en las comisuras de su boca era cómodamente familiar. Una vez en otro tiempo,
este hombre había hecho que su corazón saltara con sólo un beso, ahora era hora
de ver por fin qué otros trucos tenía en su manga.
Rylann deslizó su mano en la suya.
—Sí.
La multitud de la planta principal del club era densa, y el ritmo de la música

iba de forma rápida, con el tecno-pop bombeando a través de los altavoces mientras
Kyle la conducía a través de la masa de cuerpos. A medio camino de la puerta, él
comenzó a trazar círculos lentos sobre sus dedos con el pulgar. Un cálido rubor se
extendió sobre su cuerpo, un simple toque, pero que sin embargo la excitaba. Tanto
212
así que casi no sintió la brisa fresca de la noche en el aire cuando salieron por las
puertas de la discoteca.
—Podemos tomar un taxi en la esquina —dijo Kyle con voz gruesa.
Caminando enérgicamente, la condujo hacia la intersección más cercana.
Pasaron por delante de un callejón a unos quince pasos antes de la esquina,

y sin previo aviso, él aferró su mano con más fuerza y tiró de ella dentro. Rylann
sabía exactamente lo que vendría, y, Dios, sí, estaba preparada para ello, así que
envolvió sus brazos alrededor de su cuello, justo cuando él la empujó contra la
pared de ladrillo, y su boca bajó con avidez sobre la de ella.

Sus labios separaron los suyos demandantemente, su cuerpo largo y
musculoso sujetó el suyo contra la pared. Su lengua reclamó la de ella en calientes y
posesivas barridas mientras sostenía su barbilla firmemente y tomaba su boca, una
y otra vez, hasta que ella jadeó.
—He estado queriendo hacer esto desde el momento en que entraste en la

sala de audiencias esa mañana —dijo él, respirando con dificultad, cuando
finalmente se retiró. Entonces le tomó la mano entre las suyas una vez más,
rápidamente la llevó fuera del callejón, y le hizo señas a un taxi en la esquina de la
calle.
Cuando el taxi se detuvo frente a ellos, Kyle abrió la puerta, y ambos se

subieron. Él le dio al conductor la dirección de su ático, y ya que estaba más cerca
que el apartamento de Rylann, ella no discutió. Unos cortos cinco minutos más
tarde, llegaron al edificio de Kyle, el taxi apenas se detuvo antes de que él empujara
un billete de veinte dólares hacia el conductor y saliera. Le tendió la mano,
ayudando a Rylann a salir del taxi, y luego la condujo a través de la puerta
giratoria.
Kyle asintió hacia el portero y la llevó a los ascensores.
213
Tan pronto como entraron, solos, y las puertas se cerraron detrás de ellos, él
la apoyó contra la pared y la besó de nuevo, caliente y duro. Unos momentos más
tarde, Rylann oyó la campanita del ascensor, y entonces ella y Kyle salieron
tropezándose, haciendo su camino a la puerta principal. Ella enroscó los dedos por
su pelo mientras trabajaba la cerradura con una mano, entonces con un gemido él
envolvió su brazo alrededor de su cintura y empujó la puerta abriéndola.
Después de estrellar la puerta detrás de ellos, Kyle tomó su bolso y lo arrojó

al suelo. Sus llaves lo siguieron, entonces envolvió sus brazos alrededor de su
cintura, una vez más, reclamando su boca mientras la conducía a través del ático.
Cuando finalmente pudieron tomar aire, Rylann vio que estaban en la

puerta de su dormitorio. La decoración era moderna y masculina, pero no
sobrecargada. Dos sillones de suave gamuza estaban en una esquina, flanqueando
una pesada mesita auxiliar de caoba. Una enorme televisión de plasma estaba
montada sobre la pared delante de los sillones, y en el extremo opuesto de la
habitación había una cama king-size cubierta con varias almohadas grandes.
Kyle la presionó contra la puerta, atrayendo su atención de nuevo hacia él, y

pasó su lengua por la de ella. Cuando ella gimió y se arqueó instintivamente en su
contra, él se apartó, sus ojos oscuros y nublados.
—¿Estás segura de que esto es lo que quieres?
Ella enredó los dedos en su pelo.
—Estoy segura.
—Bien —Él le tomó las manos y la condujo al dormitorio con un atrevido

brillo en sus ojos—. Entonces demuéstramelo —Caminó hacia uno de los sillones,
le soltó las manos y se sentó. Esperó expectantemente, viéndose como el típico
multimillonario acostumbrado a estar al mando—. Empieza con el vestido.
Oh, ¿en serio? Rylann ladeó su cabeza.
214
—Quítamelo tú si quieres ver lo que hay debajo.
Él negó lentamente.
—Lo siento, abogada, pero esta no es la gran sala del jurado. Yo pondré las
reglas esta noche.
Gracias a Dios que todavía tenía su vestido puesto; de lo contrario,

Hoyuelos Presumidos habría visto sus pezones ponerse duros instantáneamente en
ese momento.
Jugando fríamente, ella dio un paso entre sus piernas, luego se estiró hacia
atrás y abrió la cremallera de su vestido. Mientras sostenía su mirada, deslizó una

correa sobre su hombro, luego la otra. Entonces, siempre muy lentamente, deslizó
la tela sobre las copas de su sujetador sin tirantes, más allá de su estómago, y por
sobre sus caderas y lo dejó caer al suelo a sus pies.
Los ojos de Kyle quemaron un camino a través de cada centímetro suyo,

observando su sujetador marfil de seda y bragas a juego.
—Eres tan jodidamente hermosa, Rylann —Su mirada cayó a su sostén—.

Ahora déjame ver esos pechos que se han estado burlando de mí toda la noche.
—Si insistes —Con una leve sonrisa, ella movió la mano hacia atrás y abrió
el broche de su sujetador. Quitó las copas de sus pechos, y luego dejó caer el
sujetador al suelo, al lado de su vestido.
Kyle no dijo nada por un momento, sólo la miró. Luego le hizo señas con la
mano.
—Ven aquí.
Ella sacudió su cabeza.
—No he terminado todavía.
215
—Ven aquí de todos modos.
Ella se quitó sus tacones de una patada y se sentó a horcajadas sobre su

regazo, colocando su gruesa erección entre sus piernas.
Su mandíbula se contrajo mientras él la miraba a través de sus ojos

entornados.
—Bésame.
Sintiéndose un poco escandalosa, pero también muy sexy, estando casi

desnuda mientras él todavía estaba completamente vestido, Rylann se inclinó hacia
delante y se tomó su tiempo, mordisqueando su labio inferior con los dientes antes

de rozar ligeramente su lengua a lo largo de la de él. Cuando él trató de profundizar
el beso, ella se apartó y se burló de él con sus labios, oyendo el bajo retumbar en su
pecho.
—Las buenas chicas fiscales no deberían burlarse de un hombre que ha

estado en prisión —le advirtió él en voz baja.
Ella se inclinó para susurrarle al oído.
—Pensé que ya habíamos aclarado que no seré una chica buena esta noche
—Sonrió con picardía cuando sintió su erección contraerse entre sus piernas, luego
se tragó un jadeo cuando sus manos se deslizaron hacia sus pechos.
—Averigüemos lo que les gusta a las chicas malas fiscales, entonces —Él
rozó sus dedos pulgares por sus tensos y sensibles pezones en un lento,
enloquecedor ritmo. Ella cerró los ojos y exhaló inestablemente, entonces gimió
momentos más tarde cuando su boca reemplazó sus manos.
—Kyle... —Ella enredó los dedos en su pelo, arqueándose hacia atrás

mientras su lengua lamía un pezón y luego el otro, convirtiéndolos en picos rígidos
y doloridos.
216
—Te haré sentir tan malditamente bien esta noche, nena —murmuró él.
Como para demostrarle precisamente eso, jugó con sus pechos con sus labios,
dientes y lengua hasta que ella comenzó a mecerse suavemente en su regazo,
necesitando más.
—Abrázame —susurró él.
Ella envolvió sus manos alrededor de la parte trasera de su cuello y las

mantuvo apretadas mientras se él se levantaba del sillón y la llevaba a la cama.
La dejó encima de los cobertores, mirándola fijamente con una abrasadora y

caliente mirada mientras empezaba a desnudarse, primero su chaqueta y camisa,

luego todo lo demás.
Con los años, Rylann había albergado secretamente algunos pensamientos

acerca de cómo podría verse desnudo Kyle Rhodes, basada sobre todo en la breve
sensación de su torneado cuerpo contra el de ella cuando se habían besado años
atrás.
Ninguna de sus fantasías se había acercado a la realidad.
Mientras estaba de pie desnudo ante ella, consideró descaradamente cada

duro y cincelado centímetro de su pecho firme, abdominales contraídos, caderas
delgadas, y muslos fuertes y musculosos, y llegó a una ineludible conclusión.
La prisión daba un buen cuerpo.
Sus ojos viajaron hacia abajo hasta su erección, grande, dura y lista para
seguir. Con una sonrisa de complicidad, Kyle se acercó a ella en la cama y metió
sus dedos alrededor de la cinturilla de sus bragas. Tiró de estas hacia abajo, las
deslizó por sus piernas, y luego se echó hacia atrás y la miró.
—Perfecta —dijo él con voz ronca.
217
Él se bajó sobre sus antebrazos y la besó, su mano moviéndose entre sus
muslos. Rylann tembló cuando su mano fue hacia arriba para separar los suaves
pliegues entre sus piernas, extendiéndola y abriéndola. Él expertamente jugó con
ella con su dedo índice, haciéndola jadear contra su boca, antes de deslizar un dedo
dentro de ella.
—Estás tan mojada —Agregó un dedo y comenzó a moverlos a un ritmo

suave y tortuoso—. Aquí estará mi polla en un minuto.
—Kyle —Ella se presionó instintivamente contra su mano mientras él hacia

su cuerpo arder.

—Tócame, Rylann —dijo él, acariciando su cuello.
Él se dio la vuelta sobre su costado y ella lo siguió, muy feliz de obedecer esa
solicitud en particular. Deslizó sus manos sobre su pecho, abajo por su estómago,
entonces lo escuchó contener el aliento cuando ella continúo hacia abajo.
Él cerró los ojos y gimió cuando ella envolvió su mano alrededor de su eje.
—Dios, sí...
Él estaba duro y palpitante mientras alisaba su pulgar sobre su cabeza,

entonces comenzó a acariciarlo al mismo ritmo calmo y lento que él había usado en
ella. Se inclinó y lo besó, sus pezones rozando contra su pecho mientras sus lenguas
se enredaban. Ella lo acarició y jugó, escuchando su respiración volverse más y más
irregular.
De repente, él la rodó sobre su espalda y le sujetó las manos contra la cama.
—Tengo que follarte —dijo con voz áspera—. Ahora.
Calientes llamas lamieron su cuerpo.
—Por favor, dime que tienes algo.
218
En respuesta, él se estiró y abrió de un tirón un cajón de su mesita de noche.
Rasgó el envoltorio y se puso el condón, entonces se movió entre sus piernas.
Él colocó la punta de su erección en su húmeda y tibia entrada y le separó

más las piernas con la rodilla. Luego, lentamente la penetró, llenándola por
completo, hasta que estuvo enterrado totalmente en su interior.
—Cristo, eres tan malditamente dulce —gruñó él. Apretó la mandíbula

mientras empezaba a moverse—. Estaré dentro de ti toda la noche —dijo con voz
gutural. Él la inmovilizó con la mirada mientras la tomaba con movimientos suaves
y profundos—. Justo así.

—Sí —susurró ella mientras se arqueaba para recibirlo. Juntos, encontraron
su ritmo, y justo cuando ella se acercaba, Kyle se sentó sobre sus rodillas y jugó con
ella con embestidas cortas y poco profundas.
—Quiero verte cuando te corras —dijo él, agachándose y acariciándola entre

las piernas. Rylann gritó y explotó mientras él seguía empujando, ahora duro y
profundo, cabalgándola a través de su clímax. Él la atrajo a horcajadas, ella sostuvo
su rostro y lo besó mientras le tomaba el trasero y la guiaba arriba y abajo sobre su
eje. Estaba tan duro en ella, y la fricción entre sus cuerpos era tan intensa, que de
pronto, ella sintió otro orgasmo comenzar a crecer.
Ella jadeó contra su boca, sus piernas temblando. Sus manos eran firmes,
apretándola contra él de la manera correcta, y supo que él sabía exactamente lo que
estaba haciendo. Ella gimió cuando el segundo clímax la golpeó, y luego él tomó el
ritmo, sus cuerpos se movieron juntos, hasta que le agarró sus caderas y gruñó
cuando estalló en su interior.
Se quedaron entrelazados así durante unos momentos, ambos jadeando,

hasta que finalmente Rylann deslizó su cuerpo fuera del de él. Cayeron hacia atrás
sobre la cama, y Kyle la abrazó, con su cabello cayendo por su frente y sus mejillas
sonrojadas mientras miraba la miraba.
219
Hubo un destello de orgullo en sus ojos.
—¿Y?
Ella sonrió.
—Bien. Tal vez un poco mejor que “no está mal” esta vez.
—Sabes, realmente eres un grano en mi trasero.
Rylann se rió mucho ante eso, estirándose para ahuecar su cara.
—Por qué, Kyle Rhodes. Dices las cosas más dulces.
220
Capítulo Veintiuno
Cuando Rylann despertó y sintió el cálido y duro cuerpo a su lado, por un
instante pensó que estaba de vuelta en San Francisco con Jon.
Pero a medida que sus ojos se abrían y captaba la escena: las persianas
cerradas sobre los ventanales de piso a techo; lujosos cobertores gris topo y grandes
almohadas sobre la cama; enorme televisión de plasma en la pared, de pronto
recordó.
Kyle.

A medida que la suave luz de la mañana se filtraba a través de las persianas,
la realidad de la situación la golpeó.
Se había acostado con un ex convicto.
Y no cualquier ex convicto, se había acostado con el terrorista de Twitter,

uno de los criminales más famosos procesado en los últimos años por la oficina en
que ella trabajaba. El hombre que, apenas un día antes, había sido su testigo.
No seré una buena chica esta noche.
Era seguro decir que había logrado ese objetivo.
Yacía allí en la cama de Kyle, sin sentirse culpable, tal vez sólo un poco...
fuera de lugar. El modus operandi habitual de Rylann no mezclaba los negocios
con el placer. No tenía romances de oficina, no se acostaba con ex-testigos, y
seguro que no tenía sexo con ex-convictos.
Tres veces.
Rápidamente, se movió a través de sus recuerdos de la noche anterior.
Esos eran algunos malditos recuerdos tórridos.
221
Una muy clara, imagen erótica le vino a la cabeza de ella cabalgando a Kyle
durante la segunda ronda, con sus manos sobre los duros músculos de su pecho
mientras él murmuraba su nombre cuando ella lo montaba. Luego otro, de los dos
en el vapor de la ducha, de los múltiples chorros dándole un masaje sensual en su
piel mientras Kyle se arrodillaba ante ella, apretándola contra el mármol caliente y
jugando con ella con su boca mientras sus gemidos se hacían eco a través de su
gigante cuarto de baño.
Rylann se detuvo de repente, recordando eso.
Oh mierda, la ducha.

Su mano voló al lío de rizos rebeldes enredados alrededor de su cabeza y
hombros.
Adorable.
Hora de hacer su escapada.
Miró por encima de su hombro hacia Kyle, que dormía frente a ella, con un
brazo metido debajo de su almohada. Viendo el áspero rastrojo a lo largo de su
mandíbula y el ligero repunte de sus labios, tuvo que luchar contra el deseo de
acurrucarse contra él, de pasar sus manos por encima de su increíble cuerpo y
despertarlo para la cuarta ronda. Desafortunadamente, tales acciones iban
directamente en contra de sus planes para: (a) asegurarse de que las aventuras
sexuales, aunque fueran espectaculares, se mantendrían como un acuerdo de una
noche, y (b) conseguir salir como el infierno de Dodge antes de que Kyle se diera
cuenta de que ella misteriosamente sacaba un Chia Pet41 de su cabeza.
41
Chia Pet era una marca de muñecoss a las que se les aplicaban semillas humedecidas de chia
(Salvia hispanica), una planta aromática de ciclo anual, sobre su cuerpo acanalado de arcilla.
Después de tres a cinco días rellenando y rellenando el Chia Pet con agua, las semillas brotaban
formando una capa gelatinosa que se adhiere al cuerpo del Chia Pet. En ese punto, apenas se
requieren unos pocos esfuerzos para mantener el Chia Pet, cuya parte con semillas se convertirá
en una frondosa cubierta verde.
222
Lentamente, salió de la cama, completamente desnuda. Encontró sus bragas
en el suelo junto a los pies de la cama y rápidamente se deslizó en ellas. Luego se
acercó de puntillas por la habitación hasta el sillón, donde había hecho su striptease
para Kyle anoche, muy divertido y travieso, pero no había tiempo para detenerse en
más vaporosos recuerdos, y encontró su sostén, zapatos y vestido. De espaldas a la
cama, se apresuró a ponerse el sujetador, entonces se dio cuenta de que la
cremallera de su vestido haría mucho ruido y que podría despertar a Kyle. Decidió
ponerse el vestido y los tacones en la sala de estar, se agachó para recogerlos y…
—Muy bonito.
Rylann se puso de pie, agarrando su vestido contra su pecho, y mirando por

encima de su hombro.
Kyle estaba en la cama, apoyado en un codo mientras la observaba con

expresión divertida.
—¿Huyendo de la escena del crimen, abogada?
Este hombre podía leerla como un maldito libro a veces.
—No —dijo ella a la defensiva. Al menos, no por las razones que él podía
haber asumido. No tenía ningún problema con el sexo abrasador de tres rondas.
Era la parte del ex-convicto lo que la tenía un poco agitada—. Sólo tengo esta… cosa,
tengo que irme.
Él echó un vistazo al reloj de su mesita de noche.
—¿A las siete y media de un sábado por la mañana?
—Es una cosa de la mañana. Y tengo que ir a casa y ducharme primero,

obviamente.
—Por supuesto. He aquí un consejo, abogada: planifica las excusas de tu

escapada la noche anterior.
223
Correcto. Se había olvidado de que estaba tratando con un profesional.
—Lo tendré en cuenta para la próxima vez —Como no había necesidad de

esconderse ya, dio un paso en sus zapatos y estaba a punto de ponerse el vestido
cuando se dio cuenta de la forma en que Kyle la miraba en su ropa interior y
tacones altos.
Sus ojos se abrieron todo cálidos y oscuros, considerando la vista.
—Tal vez realmente deberías quedarte un poco más.
El atractivo de esos ojos azules era tentador.

Entonces su mirada se dirigió al arbusto silvestre que brotaba de su cabeza.
—Wow. ¿Yo le hice eso a tu pelo? —Parecía extrañamente complacido por

el pensamiento.
Rylann hizo una nota mental para meter una plancha en su bolso la próxima
vez que tuviera sexo en la ducha con un multimillonario ex-convicto.
No es que fuera a haber una próxima vez.
—No todos tenemos la suerte de tener un pelo monstruosamente perfecto,

como un anuncio de champú. Esto es lo que pasa cuando me mojo.
Su expresión se volvió perversa.
—Sé exactamente lo que sucede cuando te mojas, abogada.
Sip, ella había entrado directo en esa.
—Por lo general hay un montón de gemidos y fuertes jadeos —continuó él

—. Aunque mi parte favorita es la forma en que dices mi nombre…
—Kyle —Lo interrumpió ella, mirándolo fijamente.
224
—Nop, no es así. Es un poco más ardiente y entusiasta —Dio unas
palmaditas en la cama junto a él—. Trabajaremos en eso hasta que lo hagamos
perfecto.
—Me iré ahora —dijo Rylann.
—¿Lo harás? Porque te veo luchando con una sonrisa allí.
Bueno, tal vez lo hacía. Pero se iría de todas formas.
—¿Ya que mencionaste el cabello… tienes una banda de goma en algún

lugar? —Era bastante malo que tuviera que hacer la caminata de la vergüenza a
través de su vestíbulo con el vestido rojo. De ninguna manera dejaría que alguien

viera la extensión completa de cuán desarreglada estaba después de una noche con
Kyle Rhodes.
—Te encontraré algo —dijo Kyle.
Apartó las mantas, ofreciéndole una vista perfecta de su cuerpo delicioso,

con su pene erecto y todo. En serio, ¿esa cosa nunca se bajaba?, y caminó alrededor de
la cama. Tomó sus calzoncillos bóxers grises del suelo y se los puso.
—Te vi espiando.
Atrapada.
—Estaba recién notando que realmente tienes impresionantes... muslos.
—Corro mucho.
Rylann podía imaginarlo, todo sudoroso y resbaladizo, quitándose su ropa

cuando regresaba al ático después de correr.
Hmm.
225
—Abogada, si quieres irte, yo no miraría hacia mí así cuando estás de pie en
mi habitación en ropa interior y tacones.
Ella parpadeó. Correcto: la escapada.
—Lo siento. ¿La banda de goma?
Mientras Kyle iba a buscar en el baño, Rylann se puso su vestido y salió de

la habitación. En el pasillo, encontró su bolso, uno pequeño que contenía su
teléfono móvil, llaves, y, por suerte, mentas. Se metió una en la boca y robó un
vistazo en un gran espejo enmarcado en el vestíbulo.
Genial. Pelo loco y sin maquillaje.

—Prueba esto —Kyle apareció detrás de ella en el espejo y le tendió la
mano.
Rylann miró hacia abajo y vio una banda de pelo negra en la palma de su
mano.
—¿Algo que una de tus modelos dejó atrás?
Él le echó un vistazo.
—No, es mía. El pelo monstruosamente perfecto, como comercial de

champú es un dolor en el trasero si no lo amarro con algo mientras corro.
Con una sonrisa, Rylann tomó la banda y comenzó a peinarse el pelo con
los dedos.
—No puedo imaginarte con una cola de caballo.
—No es una cola de caballo. Sólo tiro de los lados y de la parte superior.
—Ah. Como un peinado parcial.
226
—¿Recuerdas lo que dije anoche? ¿Acerca de que eras un grano en mi
trasero?
De hecho, lo hacía. Él se lo había dicho justo después de darle dos de los

mejores orgasmos de su vida. Y luego había seguido con dos más.
Sacando los recuerdos de su mente, ella se echó hacia atrás para

inspeccionar su pelo, el cual había quedado en una desordenada y desigual cola de
caballo.
—Probablemente no tan elegante como tus peinados parciales, pero tendrá

que ser suficiente.

Luego se encontró con la mirada de Kyle en el espejo.
—Anoche fue grandioso.
Su expresión era extrañamente ilegible.
—Esa se supone que es mi línea.
Y ella no tenía dudas de que él la habría dicho muchas veces. Pero eso no
era aquí ni ahora. Ella esbozó una sonrisa tímida.
—Puedes sentirte libre de decirla, también —bromeó.
Él le dio la vuelta, bajó su cabeza y la besó suavemente en los labios.
—Anoche fue grandioso.
Puesto que no había nada más que decir, Rylann dio un paso atrás y se
dirigió hacia la puerta principal. Notó ahora que él se había puesto un par de jeans
después de buscar la banda para el pelo, y se dio cuenta de que esa probablemente
sería su última imagen de Kyle Rhodes, sexy, con el torso desnudo, descalzo y con
jeans, de pie en su vestíbulo mientras se decían adiós.
227
Ella se dio la vuelta y agarró el picaporte a punto de abrir la puerta, cuando
él la detuvo.
—Rylann… espera.
El corazón le dio un vuelco cuando él cruzó el vestíbulo con una mirada

seria en sus ojos, estirando su brazo para… tirar de la cremallera de su vestido.
—Acabo de notar eso —dijo.
—Correcto. Gracias —Ella abrió la puerta—. Entonces... hablamos.
—Sabes dónde encontrarme, abogada.

Entonces Rylann salió al pasillo y se dirigió a los ascensores. Mientras
presionaba el botón, escuchó el suave clic de la cerradura detrás de ella.
228
Capítulo Veintidós
—¿Y entonces sólo te fuiste?
Rylann se encogió de hombros ante la pregunta de Rae.
—¿Qué más se suponía que debía hacer?
Se habían sentado en una mesa al aire libre en Kitsch'n, un popular lugar del
barrio para almorzar a pocas manzanas de su apartamento.
Naturalmente, ella había llamado a Rae esa tarde para los detalles post

escapada sexual.
Rylann roció mermelada sobre su tostada francesa de coco, continuando

mientras Rae tomaba un sorbo de su mimosa.
—No es como si estuviéramos saliendo a tomar un café y panqueques.

Anoche fue divertido, pero eso es todo.
Rae alzó una ceja.
—¿Cómo de divertido?
Rylann sonrió maliciosamente.
—Tres rondas de diversión. Incluso una en la ducha —Descaradamente dio

un mordisco a su tostada francesa, sin decir nada más.
Rae echó a reír.
—Wow. Evidentemente, tengo que encontrarme para mí un ex convicto.

Dado que la cárcel es probablemente el único lugar en esta ciudad en que no he
buscado al hombre perfecto todavía —agregó secamente.
229
—¿Qué pasó con el chico del bar anoche? —preguntó Rylann—. Estuviste
hablando con él durante un rato.
Rae suspiró.
—Fue agradable, no sé... —Se encogió de hombros, desalentada—. Sigo

esperando por ese momento mágico en el que conoceré a un chico y lo sabré. Pero
tal vez esa no será mi historia —Miró a Rylann y desechó eso—. Ignórame. No
quiero hablar de mi inexistente vida amorosa hoy.
—¿Estás segura? —preguntó Rylann. En realidad, ella tenía una idea en ese
frente; había estado tratando de encontrar una manera disimulada de presentarle a

Rae cierto soltero, guapo y macho americano, fiscal de la Oficina, pero no había
elaborado los detalles todavía. Tenía que andarse con cautela en ese frente, ya que
Rae odiaba las citas arregladas.
—Muy segura —dijo Rae enfáticamente—. Volvamos a la parte donde tú

saliste pitando del multimillonario ático, del maravilloso heredero millonario quien
obviamente está caliente por ti a lo grande. Perra —Ella sonrió—. Whoops. ¿Acabo
de decir eso en voz alta?
Rylann desechó eso con un gesto propio.
—Ese maravilloso heredero millonario está perfectamente. Confía en mí,

Kyle Rhodes no languidece en su ático por mí. El hombre pasa por las mujeres más
rápido de lo que voy a través de mis informes legales.
—Sip, pero oíste lo que su amigo Dex dijo. Acerca de cómo Kyle estaba
sonriendo como un tonto después de acompañarte a tu casa la noche en que te
conoció.
Rylann se detuvo en eso. Esa era una historia muy linda. Pero aún así.
—Eso fue hace nueve años, Rae. Han pasado muchas cosas desde entonces.
Él ya no es un estudiante graduado desconocido y encantadoramente irritante con
230
camisa de franela y botas de trabajo —Miró a su alrededor, bajando la voz—. Es el
terrorista de Twitter. Y yo soy una asistente de la Fiscal Federal Es lo más lejos que
puedo ir. Mi oficina procesó a Kyle hace apenas seis meses. Lo llamó una “ciber-
amenaza para la sociedad”. ¿Sabes lo incómodo que sería trabajar si alguien se
entera de que él y yo estuvimos durmiendo juntos?
—Sería raro. No cabe duda —dijo Rae en completo acuerdo.
—Exactamente. Y no quiero que las cosas sean raras. Tengo planes en esa
oficina, como patear traseros y hacerme un nombre por mí misma. Y ese nombre
no será: “Esa chica nueva que deshuesó al terrorista de Twitter”.

—Uh-oh —Rae hizo una mueca—. Entonces, no me gustaría ser quien
rompa esto... pero tú y Kyle estáis en la columna de Scene y Heard de esta mañana.
El corazón de Rylann se detuvo.
—¿Qué? No.
—No está tu nombre —dijo Rae rápidamente. Sacó su iPhone y se detuvo

en la columna de chismes en línea—. Había estado esperando para hablar de esto,
pensando que ibas a sacar partido de ello. Supongo que lo entendí mal —Ella
comenzó a leer en voz alta—: “Kyle Rhodes, el terrorista de Twitter de Chicago e
hijo del multimillonario hombre de negocios Gray Rhodes, hizo su regreso a la
escena social en la muy esperada inauguración en Gold Coast del caliente lugar
Firelight, donde fue visto coqueteando con una desconocida bomba morena que
llevaba un infartante vestido rojo. Las fuentes dicen que la pareja compartió varias
bebidas y parecieron tener ojos sólo para ellos cuando dejaron la discoteca
juntos...”
Aturdida, Rylann no dijo nada por un momento.
Maldijo el vestido rojo de senos mágicos.
—En el lado positivo, te llamaron una bomba morena —dijo Rae.
231
Y bajo otras circunstancias, Rylann se habría pavoneado
desvergonzadamente por lo menos dos o tres minutos sobre eso, pero ahora estaba
demasiado ocupada entrando en pánico. En marzo, publicaron esa foto de Kyle y
ella en el tribunal, la que había sido reproducida en todos los medios. Si alguien
conectaba los puntos entre eso y la “bomba morena” con la que él había sido visto
anoche...
Nada bueno.
—No tiene fotografías de Kyle y yo en el club, ¿no? —preguntó ella con

ansiedad.

—Sólo otra de él mirando tus senos —Rae bajó su teléfono, viendo la cara
de Rylann—. Estoy bromeando. Toma una respiración profunda, Ry. Estás bien.
Nadie sabrá que se trata de ti. Es una ciudad grande, con muchas morenas.
—Así es —Rylann exhaló, bajando lentamente de la cornisa y pensando en

lo cerca que había estado de que su descuido levantara su cubierta.
Demasiado cerca.
*****
De camino a casa desde el restaurante, el móvil de Rylann sonó. Por un

momento, mientras hurgaba en su bolso para encontrarlo, se preguntó si sería Kyle,
llamándola por la columna del Scene and Heard. Casi podía oír ya su baja y
burlona voz. “Sólo llamaba para comprobar a mi bomba morena favorita, abogada. Se me
ocurrió ver si estarías libre para la cuarta ronda esta noche”.
Rylann finalmente encontró su teléfono.
Oh. Sólo su madre.
—Mamá... hola —respondió.
—Parece que tenía razón de advertirte acerca de ese Kyle Rhodes.
232
Rylann se detuvo en una intersección de cuatro vías, inmediatamente en
alerta máxima. ¿Cómo podría su madre, en Florida, posiblemente saber algo? Así
que se la jugó bien.
—No estoy segura de lo que quieres decir, mamá.
—Estaba recién leyendo el Tribune online —dijo Helen—. El Terrorista de

Twitter está en una columna del Scene and Heard de nuevo.
—¿Lees el Scene and Heard? —le preguntó Rylann.
—Por supuesto. ¿Cómo más se supone que debo estar al día con todos los
chismes locales mientras nosotros estamos aquí abajo durante el invierno?

Y por invierno, se refería a principios de mayo.
—No he visto la columna de esta mañana —dijo Rylann. Y técnicamente,

era cierto, sólo la había oído—. Estuve muy ocupada esta mañana, luego fui a
almorzar con Rae. Estoy caminando a casa ahora.
—Al parecer, fue visto en algún nuevo club nocturno caliente. Saliendo con
una misteriosa bomba morena con un vestido rojo. Probablemente alguna
promiscua que conoció esa noche.
Entonces su madre cambió de tema, alegremente, siguiendo adelante.
—De todos modos, ¿qué hay de nuevo contigo, cariño? ¿Hiciste algo
emocionante anoche?
Sí. Kyle Rhodes.
—Um, nada especial. Rae y yo salimos a tomar unas copas —Rylann

imaginó que era mejor pasar por alto el resto de los detalles, viendo cómo su madre
acababa de llamarla promiscua—. Por curiosidad, ¿qué pasa con toda la animosidad
hacia Kyle Rhodes? Ni siquiera lo conoces.
233
—Te lo dije. No me gustó la forma en que te estaba mirando en esa foto —
dijo ella—. ¿Quién mira así a una mujer, una perfecta desconocida, en una sala de
audiencias de todos los lugares? Mi firma suele representar a hombres como él todo
el tiempo. Ricos, encantadores, se creen dueños del mundo y que pueden salirse
con la suya.
—No es como si él hubiera matado a alguien, mamá. Sólo cerró el Twitter

—dijo Rylann. Sabía que sonaba un poco a la defensiva, pero las palabras de su
madre la molestaron. Había visto de primera mano al verdadero Kyle Rhodes, el
tipo que, a pesar de todo, la había ayudado voluntariamente en el caso Quinn. Sí,
tenía sus defectos, pero había partes buenas allí, también. Y no sólo las partes
desnudas.

Rápidamente, cambió de tema, no queriendo hablar nada más sobre Kyle
Rhodes, ni de la columna del Scene and Heard, o de ninguna otra cosa relacionada
con la noche anterior. El mensaje había sido recibido, alto y claro: irse a casa con
Kyle había sido una locura.
Y por el modus operandi, Rylann no hacia locuras.
A partir de ahora.
Poco después de llegar a casa, colgó con su madre y dejó caer el bolso en el
suelo de su dormitorio. Llena hasta las branquias de tostadas francesas con costra
de coco y totalmente agotada después de su noche de libertinaje con Kyle, se quitó
los zapatos y se metió en la cama para una siesta.
Más de tres horas después, Rylann se despertó con el sonido de su móvil

sonando. Se sentó en la cama, con niebla en la cabeza por el sueño y desorientada
por el hecho de que había comenzado a oscurecer afuera. Se inclinó y tomó su
bolso, rezongando para sí misma hurgó por su teléfono. Sería mejor que alguien
estuviera muerto, y quería decir eso literalmente. Si no era el FBI, la DEA, el
Servicio Secreto, o un agente de la ATF en el otro extremo de la línea con una gran
crisis relacionada con un caso, iban a rodar cabezas.
234
Sacó el teléfono de su bolso y vio “bloqueado” en la pantalla.
—Rylann Pierce.
Una familiar voz masculina habló.
—No puedo creer lo bueno que es escuchar tu voz de nuevo.
Rylann rodó hacia atrás en la cama, incapaz de ocultar su sorpresa.
—Jon.
235
Capítulo Veintitrés
Rylann miró el reloj de su mesita de noche e hizo los cálculos. En Roma
eran siete horas más tarde que en Chicago.
—Son más de las dos de la mañana para ti.
—Así es —dijo Jon alegremente—. Acabo de salir de la fiesta de un amigo.

Hay una mujer en la oficina de Roma, también una expatriada, que me presentó a
algunos lugareños. Estábamos celebrando... bueno, ahora que lo pienso, no tengo
ni idea de lo que estábamos celebrando. Es un grupo divertido.

—Estoy segura que…
Él siguió hablando.
—Uno de los chicos tiene un hermano que es propietario de un viñedo en la

Toscana, donde nos juntamos los fines de semana. Te encantaría, nena. La casa
principal es una preciosidad. Es una villa del siglo XVIII que ha sido reformada y se
encuentra justo en esas colinas verdes y onduladas. Molto bello.
Rylann parpadeó.
Oh, muchacho.
Dejando de lado el hecho de que Jon estaba balbuceando y de repente

manejaba el italiano, había captado el "nena" que se le había escapado. Como ella
lo conocía muy bien por los tres años que habían estado saliendo, eso sólo podía
significar una cosa.
Esta llamada internacional había sido inducida por un gran estado de

borrachera.
236
—Parece que Italia ha resultado ser todo lo que esperabas —dijo ella,
tratando de sacudirse el sueño de su cabeza. Esta conversación se había convertido
de repente en algo muy surrealista.
—No todo. —Él suspiró dramáticamente—. La fiesta fue en un apartamento

no muy lejos de la Piazza Navona. Me fui antes que los demás y empecé a caminar.
Antes de darme cuenta, estaba de pie en la fuente Bernini, mirando a la trattoria
con el toldo amarillo que adoramos tanto cuando vinimos aquí juntos. ¿Lo
recuerdas?
Sí, lo hacía. Después de un torbellino de turismo de dos días que había

incluido el Foro Romano, el Vaticano, la Plaza de España, y el Coliseo, habían

decidido tomar un descanso. Al día siguiente habían dormido, encontrado un
restaurante para el almuerzo y se habían sentado en una mesa al aire libre durante
horas mientras hablaban, observaban a la gente, comían una buena comida y
bebían vino. Después habían vuelto al hotel y hecho el amor.
—Lo recuerdo. A pesar de que parece que eso fue hace mucho tiempo.
—Sí. Muchas cosas parecen como si fueran de mucho tiempo atrás. —Él
cambió de tema—. ¿Y? ¿Cómo has estado?
Primero un e-mail, ahora estaba llamándola, borracho. No tenía idea de lo

que estaba pasando con su ex en estos días, pero probablemente ya era hora de que
lo descubriera.
—Jon. No te ofendas, pero... ¿qué estás haciendo? ¿Realmente tendremos

esta conversación a las dos de la mañana?
—No estamos teniendo esta conversación a las dos de la mañana. Son sólo
las siete p.m. para ti —dijo él tiernamente.
Rylann pensó que era mejor no andarse con rodeos. Si no por otra razón,
porque la económicamente frugal abogada asalariada del gobierno, que había en
237
ella, era muy consciente del hecho de que esta llamada le costaba un bonito Euro
por minuto.
—¿Por qué me estás llamando?
—¿No puede un hombre saludar a una vieja amiga sin que sea un delito
federal?
Ella asumió que el juego de palabras era intencionado.
—Recibí el e-mail, ¿te acuerdas? Ya hemos hecho la cosa del "Hola".
—Sólo quería ver cómo estabas, Ry. Por tu respuesta parecías estar bien,

pero, ¿quién puede decir algo más por medio del correo electrónico?
Rylann se pasó una mano por el pelo. Tal vez, porque ella y Jon habían
acordado no hablar después de la ruptura, era inevitable que esta conversación
pudiera ocurrir en algún momento.
A la gente le gustaba tener un desenlace.
—Estoy muy bien. Creo que Chicago será una buena opción para mí.
—Me he mantenido en contacto con Keith, Kellie, Dan y Claire —dijo

Jon—. Me dicen que sólo han intercambiado un par de e-mails contigo desde que te
fuiste de San Francisco. Cuando escuché eso, me preocupé un poco.
Ah, ahora tenía una mejor idea de lo que estaba pasando aquí.
Ella se había dejado absorber tanto por su nueva vida en Chicago que había
dejado a un lado, tal vez demasiado rápidamente, la anterior. No había sido
totalmente involuntario. Keith, Kellie, Dan y Claire habían sido sus amigos de
"pareja", y después de que ella y Jon terminaron, toda la dinámica se había salido
fuera de control. Claro, le había dado la oportunidad del colegio, ella incluso se
había encontrado con las chicas para tomar unas bebidas algunas veces durante los
cuatro meses que todavía había vivido en San Francisco después de la ruptura. Pero
238
sobre todo, Kellie y Claire habían continuado preguntando si había hablado con
Jon después de que se había ido a Roma, un tema que no había tenido mucho
interés en tocar innumerables veces. Sobre todo porque la respuesta había sido no.
—He estado muy ocupada con el trabajo, eso es todo —dijo Rylann—. Pero
tienes razón, debería llamarles.
—Están preocupados por que estés instalada en Chicago, revolcándote en la

miseria. —Jon se rió entre dientes—. Incluso tienen estas ideas románticas de que
has estado languideciendo, pensando en mí. Por lo tanto, ¿puedo enviarles un e-
mail y decirles que estás oficialmente bien?

Su tono era ligero y juguetón, pero Rylann se preguntó si escuchaba una
pregunta no formulada allí.
—Estoy bien. De verdad.
—Estarán aliviados al oír eso. Recuerda cuan entrometidos pueden ser esos
chicos. —Su tono seguía siendo casual—. Y, por supuesto, lo siguiente que
preguntarán es si estás saliendo con alguien. ¿Así que la respuesta a eso sería...?
—Que probablemente deberían dejar de hacer preguntas con anticipación.
—Por supuesto.
Hubo una larga pausa en el otro extremo.
La voz de Jon se puso seria, y de repente, toda la conversación cambió.
—¿Y si te dijeran que te extrañan? —le preguntó en voz baja.
Allí estaba.
Rylann se tomó un momento para responder, con ganas de ver qué efecto, si
es que había alguno, las palabras tenían sobre ella. Se sentía nostálgica y quizás
incluso un poco triste. Su tono fue suave.
239
—Les diría que están obviamente, teniendo ese muy sentimental, momento
italiano con la fuente Bernini y el vino, pero que sin duda despertarán por la
mañana y lamentarán esta llamada.
—Ese fue un día muy bueno para nosotros, Ry.
Ella supuso que seguía mirando hacia la trattoria con el toldo amarillo.
—Lo fue. Pero ese día terminó, Jon.
—No lo sé...
—No podemos hacer esto —lo interrumpió Rylann—. Quiero que seas feliz,

de verdad. Pero hablar hace que las cosas sean demasiado confusas. Creo que es
mejor para los dos que... sigamos adelante. —Hizo una pausa, encontrando eso
más difícil de lo que había esperado. Pero aún así, era lo correcto—. Adiós, Jon.
Colgó el teléfono y suspiró profundamente. Luego apagó su teléfono y lo

miró durante un largo rato.
Sin lugar a dudas, uno de los más extraños fines de semana que jamás había
tenido.
240
Capítulo Veinticuatro
Muy temprano el lunes por la mañana, Kyle volvió de nuevo a su oficina,
examinando los últimos detalles de la renovación.
—Se ve bien —le dijo al contratista, Bill, que estaba de pie a su lado.
—Por supuesto que se ve bien —dijo Bill, pareciendo satisfecho—. Lo hice

yo.
El contratista había sido muy recomendado por el diseñador que había

remodelado el bar de Dex, Firelight. Le había costado una fortuna, pero Kyle no

esperaba hacer las cosas baratas. Pensando en sus nuevos clientes, y esperaba que
en el futuro hubiera alguno, entraran por las puertas de Rhodes Network
Consulting LLC, quería que supieran que estaban en manos de profesionales.
La mayoría de los cambios que Kyle había hecho en el lugar habían sido
cosméticos. Se había librado de la moqueta gris industrial, y restaurado los pisos de
madera de arce que había debajo. También había quitado la pintura oscura y los
muebles de roble macizo que el inquilino anterior prefería. En su lugar, había traído
sofás bajos blancos, sillas, mesas y escritorios de cristal y mármol de color claro. El
efecto total era una oficina que parecía limpia, moderna y sofisticada.
Después de revisar el área de recepción y la sala de conferencias de forma

cuidadosa, Kyle se movió a su propia oficina personal. Este era el lugar donde se
habían hecho los mayores cambios estructurales. El equipo de construcción había
derribado un muro que separaba previamente dos oficinas más pequeñas, y
rediseñado el espacio como una oficina grande en esquina con ventanas de suelo al
techo a ambos lados. Tal vez era un toque excesivo, pero después de pasar cuatro
meses en prisión, Kyle descubrió que aún no le gustaban los cuartos pequeños,
confinados.
241
Además, pensó mientras permanecía de pie en el centro de la sala, esto parece
la oficina de un director general. Su oficina.
—El lugar está listo —dijo Bill—. Ahora sólo necesitas gente para llenarlo.
—Ese es el próximo paso —contestó. La oficina incluía un área de

recepción, cuatro puestos de trabajo en cubículos con espacio que podría ampliarse,
dos oficinas privadas adicionales, y un puesto para la secretaria, fuera de la propia
oficina de Kyle.
—¿Tienes un plan? —le preguntó Bill con una sonrisa—. Para ser honesto,
tengo un poco de curiosidad por ver cómo funciona esto para ti.

La mirada de Kyle cayó al escritorio ejecutivo, elegante y audaz, de
fabricación italiana, de aluminio y vidrio templado, que había en el centro de su
oficina. Era el escritorio de un hombre que quería hacer una declaración.
—No eres el único, Bill.
*****
La mañana del martes, Kyle se montó en el Mercedes y salió a la carretera.

Como sólo eran las siete de la mañana, el tráfico estaba relativamente ligero para lo
habitual de Chicago, y necesitó treinta minutos para alcanzar los límites de la
ciudad. Entonces se unió a la I-57 y se acomodó para un viaje de dos horas.
Se dirigía al sur, a Champaign-Urbana. Era la mañana perfecta para viajar:

el sol brillaba, el cielo estaba azul y la temperatura rondaba justo por debajo de los
21ºC. Abrió la ventanilla, respiró el aire fresco, y encendió la radio. Se sentía bien
escaparse del ajetreo de la ciudad, aún si fuera sólo un día. Era sólo él, un camino
despejado, un coche rápido, y buena música.
Nada de ello, por desgracia, lo distrajo de pensar en Rylann.
242
Había estado muy ocupado con el trabajo en los últimos dos días, sin
embargo, todavía no había podido sacarla de su mente. Ya fuera subiendo en el
ascensor hasta el ático, o yendo a correr a primera hora de la mañana, o tomando
una ducha, y de repente, bam, allí estaba ella.
En realidad, pensaba mucho en ella cuando estaba en la ducha.
Las imágenes de ella, mojada y desnuda, mientras los chorros de agua caían
a su alrededor, probablemente habrían quemado su cerebro para siempre. Justo con
los recuerdos de su siempre tan buen culo, ya que ella prácticamente había salido
corriendo de su ático el sábado por la mañana.

Por todo lo que contaba, había sido la salida perfecta. Sexo increíble, sin
condiciones. Tendría que haber estado satisfecho. Aliviado, de hecho, ya que lo que
exactamente buscaba en este momento de su vida era sexo sin ataduras. Y ahora
podría pasar la página sobre esa historia inusual que había comenzado entre él y
Rylann Pierce hacía nueve años.
Aún así la historia se sentía… incompleta.
Kyle sacudió la cabeza, seriamente tentado de golpearla contra el volante

varias veces, ya que obviamente quería romper cualquier jodida neblina en la que
hubiera estado viviendo en este par de días pasados. Un hombre que era un soltero
convencido no se quejaba cuando una mujer elegante y atractiva hacía volar su
mente con tres rondas de sexo increíbles y luego se iba sin ningún tipo de
expectativa por la mañana. Probablemente, era algo de lo que ningún hombre con
su cuerpo y sano juicio debería quejarse. Esto iba contra el Código de Conducta de
los Hombres, como dejar el espacio de un urinario en la fila cuando vas con un
amigo a un baño público.
Resuelto eso, Kyle volvió su atención al trabajo, y examinó el objetivo del

viaje de hoy. Expresamente, esta era la primera vez que había vuelto a Champaign
desde el día que su madre murió. No había evitado intencionalmente el lugar, las
cosas sencillamente habían sucedido así. Durante varios meses después de su
243
accidente, él había estado supervisando los asuntos de su padre y simplemente no
había tenido la posibilidad. Las cosas habían estado tan liadas, de hecho, que Dex
había recogido incluso las cosas de Kyle y había conducido su coche hasta Chicago.
Con el tiempo, la situación de su padre había mejorado, pero en ese

momento, Kyle había comenzado a abrirse camino en la escala corporativa de
Rhodes Corporation. Poco después, Dex se había mudado a Chicago para abrir su
primer bar en Wrigleyville, y ambos, y el resto de sus amigotes, cayeron en un estilo
de vida de trabajar duro durante la semana, y pasar buenos ratos los fines de
semana con clubes, mujeres, vóley-playa, regatas en el lago durante los meses de
verano, fútbol en el Lincoln Park y partidos de baloncesto a cubierto en East Bank
Club cuando el tiempo se volvía más frío.

No era una mala vida. Lejos de eso. Aunque quizás una vida que había
empezado a sentir un poco superficial cuando Kyle se había instalado en la
treintena.
Y ahora aquí estaba. Treinta y tres años y con antecedentes penales, y

además con una posibilidad de comenzar de nuevo. Rhodes Network Consulting
LLC era su oportunidad para mostrarles a todos que era capaz de ser otra cosa
además del Terrorista de Twitter. Había tenido una gran carrera en Rhodes
Corporation, mientras había durado, pero no lamentaba trabajar para su padre.
Pero ahora era el momento de dar un paso decisivo y construir algo que pudiera
llamar suyo.
Y rezar como el infierno para que no se cayera de bruces mientras lo hacía.
Como parte de su estrategia de negocios, Kyle había enviado un correo

electrónico al Profesor Roc Sharma, su ex-consejero del doctorado, y jefe del
Departamento de Ciencias Informáticas de la UIUC42, y le había pedido si podían
reunirse. Sharma le había indicado que estaba disponible hoy, pero no le había
dicho mucho más.
42
UIUC: University of Illinois at Urbana-Champaign.
244
Después de que Kyle había dejado el programa de Doctorado tras el
accidente de tráfico de su madre, Sharma había sido comprensivo y compasivo.
Habían intercambiado e-mails periódicamente a lo largo de los años, y habían
permanecido en términos amistosos. No habían tenido, sin embargo, ninguna
comunicación desde que había sido declarado culpable en el tribunal federal por
varios cargos de delitos cibernéticos.
Era seguro decir que no era alguien muy bien visto en el Departamento de
Ciencias Informáticas.
Kyle no tenía ni idea de qué esperar cuando entrara en la oficina de su

antiguo mentor. Estaba animado, al menos, por el hecho de que Sharma se había

tomado el tiempo para responder. Por otra parte, el profesor había sido siempre
conocido por sus prolijas conferencias, quizás simplemente no había podido
resistirse a la oportunidad de dársela al Terrorista de Twitter.
Así pues, con no poca incertidumbre, Kyle salió de la carretera y se dirigió a

la parte noreste del campus. El Departamento de Ciencias Informáticas estaba en
Urbana, un mini-campus impresionante, acorde con su estatus como uno de los
mejores programas superiores de ciencias informáticas del país.
Aparcó en el edificio principal de Goodwin Avenue y se apeó de su

Mercedes. Delante de él había una estructura impresionante, ultra-moderna de
20.000 metros cuadrados de cristal, cobre y acero. El edificio de informática había
ganado premios tanto en el Consejo de Ingeniería de Illinois, como por el Instituto
Americano de Arquitectos por su hábil uso de la luz natural, espacios abiertos,
interior de hierro rojo, y terrazas internas, todo lo cual había sido posible gracias a
una donación de 65 millones de dólares de un hombre, cuyo nombre había sido
grabado con orgullo sobre la entrada principal.
GREY RHODES CENTER para las ciencias informáticas
Kyle caminó a través de esas puertas, que estaban directamente debajo de las
palabras. En el interior, sabía exactamente a dónde iría, había pasado muchas horas
245
en el edificio durante sus seis años de pregrado y posgrado. La oficina de Sharma
estaba en el tercer piso, junto con el resto de las oficinas de la facultad.
Debido a que era la última semana antes de los finales, el edificio estaba
lleno. Subió por la escalera principal, una estructura abierta hecha de cristal, acero
y ladrillo. Los estudiantes le pasaban en dirección contraria, y se preguntó cuánto
tiempo pasaría antes de que alguien le reconociera.
Fueron aproximadamente diez segundos.
Un estudiante, de aproximadamente veinte años, vestido con unos vaqueros

y una camiseta que decía “No soy antisocial, sólo no soy fácil de usar”, fue el

primero en identificarlo. Descubriendo a Kyle subiendo la escalera, se paró en seco
en el rellano.
—Oh, Dios mío, eres tú —susurró en un tono reverente. Agarró la camiseta

del estudiante que había detrás de él—. Mira.
El segundo tipo miró detenidamente a Kyle, y su cara estalló con una gran
sonrisa.
—Mierda santa. El Terrorista de Twitter, en carne y hueso.
Kyle les dio una cabezada concisa.
—Hola —Los pasó por la escalera y siguió su camino.
—¡Oye, espera!
Los dos estudiantes dieron media vuelta y le siguieron. Kyle ya podía oír los
murmullos que comenzaban cuando cada vez más gente le reconocía.
Genial.
Sus dos “admiradores” le alcanzaron, flanqueándole por cada lado.
246
—Amigo, te estudiamos en mi clase de Seguridad Informática II —dijo el
segundo tipo con entusiasmo.
—Tu ataque contra Twitter fue una locura —intervino el de la camiseta—.

Dijeron que fue el pirateo más sofisticado que habían experimentado nunca.
Incluso el FBI no pudo detenerlo.
—Entonces, ¿cuál es tu secreto? —preguntó el segundo estudiante—. ¿Un

ataque smurf43? ¿Ping de la muerte44? ¿SYN flood45?
—Mucho whisky escocés de malta. —dijo Kyle con sequedad.
El tipo de la camiseta se rió.

—Tan frío. Eres una leyenda.
Era hora de dejar las cosas claras. Kyle se giró en la parte superior de las
escaleras, y se enfrentó a ellos.
—Está bien, chicos, escuchad. El ciber-delito no es algo genial, es una

estupidez. ¿Y sabéis qué más no es genial? Ser condenado por la Oficina del Fiscal
Federal e ir a prisión. Confiad en mí, se volverá para morderos en el culo de una
manera que incluso ni siquiera podéis imaginar.
Los dos estudiantes se miraron entre sí.
43
El ataque smurf es un ataque de denegación de servicio que utiliza mensajes de ping al broadcast
con spoofing para inundar (flood) un objetivo (sistema atacado).
En este tipo de ataque, el perpetrador envía grandes cantidades de tráfico ICMP (ping) a la dirección
de broadcast, todos ellos teniendo la dirección de origen cambiada (spoofing) a la dirección de la
víctima. Si el dispositivo de ruteo envía el tráfico a esas direcciones de broadcast lo hace en capa
2 donde está la función de broadcast, y la mayoría de los host tomarán los mensajes ICMP de
echo request y lo responderán, multiplicando el tráfico por cada host de la subred. En las redes
que ofrecen múltiples accessos a broadcast, potencialmente miles de máquinas responderán a
cada paquete. Todas esas respuestas vuelven a la IP de origen (la IP de la víctima atacada).
44
Un ping de la muerte es un tipo de ataque enviado a una computadora que consiste en mandar
numerosos paquetes ICMP muy grandes (mayores a 65.535 bytes) con el fin de colapsar el
sistema atacado.
45
Este tipo de ataque es posible debido a la forma en la que funcionan las conexiones TCP. Cuando
un extremo desea iniciar una conexión contra otro equipo, inicia la conversación con un 'SYN',
el otro extremo ve el SYN y responde con un SYN+ACK, finalmente el extremo que empezó la
conexión contesta con un ACK y ya pueden empezar a transmitir datos.
247
—Amigo, pareces uno de esos patéticos anuncios de servicio público —dijo
el segundo estudiante.
—Excepto la parte “del culo” —dijo el de la camiseta—. No se supone que

maldigas cerca de los jóvenes. Somos muy impresionables.
—Eres mayor de edad. —dijo Kyle—. Eso significa que no sois jóvenes a los
ojos de la ley. —Los miró—. Yo diría que ambos duraríais aproximadamente una
semana entre rejas. Tres días si te aplican máxima seguridad. —Se frotó la
mandíbula, fingiendo pensar—. ¿Y qué te parece ducharte con una veintena de
tipos musculosos y tatuados, la mayoría de los cuales son miembros de bandas,
asesinos y traficantes de drogas?

El tipo de la camiseta tragó.
—¿Te dan al menos zapatillas de baño?
Kyle lo fulminó con la mirada.
—Sólo era una broma —dijo el estudiante con una risa nerviosa—. El
pirateo es malo. La cárcel es mala. Lo pillo. —Entonces miró a su alrededor y bajó
la voz hasta un susurro conspirador—. ¿Ping de la muerte, cierto? Vamos, será
nuestro pequeño secreto.
—Sólo manteneos limpios. —Se quejó Kyle en voz baja, dándose la vuelta y
dejándolos a ambos en el rellano.
La oficina de Sharma estaba localizada en la esquina sudeste del edificio,

una oficina que había visitado varias veces durante su período como estudiante de
posgrado. Redujo la velocidad al acercarse a la puerta, preparándose para
recomponerse.
Llamó a la puerta abierta de Sharma, y vio al profesor sentado en su

escritorio, al teléfono. Ahora, con casi sesenta años, había gris en su pelo negro que
se había deslizado en los últimos nueve años, pero por todo lo demás era el mismo,
248
camisa de cuello y chaleco, un escritorio esmeradamente organizado, Vivaldi
sonando suavemente por los altavoces en las estanterías detrás de él.
Colgó el teléfono y lo miró a través de las gafas de montura metálica.
—Esta es la segunda llamada que he recibido de un profesor en los dos

últimos minutos, preguntándome si me he dado cuenta de que el Terrorista de
Twitter está en el edificio.
—¿Qué les dijiste?
Sharma se puso de pie y se acercó.

—Que pensaba contratarte como profesor adjunto. Para enseñar en un curso
de ética. —Las comisuras de su boca temblaron cuando le tendió la mano—. Es
bueno verte de nuevo, Kyle.
—A ti también, profesor. —Kyle silenciosamente exhaló.
Sharma hizo gestos a su escritorio.
—Toma asiento. Seguí las noticias sobre tu caso, obviamente. Siempre dije
que serías tan bueno como tu padre algún día, aunque habría imaginado que
tomarías un camino diferente.
Kyle se sentó en una de las sillas delante del escritorio.
—Fue un error —dijo simplemente.
—Oh, ¿eso piensas?
Cuando Sharma no dijo nada más, Kyle ladeó la cabeza de forma

inquisitiva.
—Esto no puede ser. Me senté en cuatro de tus clases, profesor. ¿Dónde está
el resto de la conferencia?
249
—Tienes la versión abreviada, ya que no eres un estudiante. Excepto que
también me gustaría añadir que todo lo que planees hacer a continuación con tu
talento, espero que sea algo legal. La gente no siempre consigue segundas
oportunidades.
—Totalmente legal —le aseguró—. Estoy comenzando mi propio negocio

de consultoría, en realidad.
Sharma parecía intrigado.
—¿Qué tipo de consultoría?
—Seguridad en la red. Compañías de entre las 500 mejores de la revista

Fortune. Entraré, evaluaré las debilidades en la seguridad de los clientes, y
desarrollaré los instrumentos para que puedan prevenir tanto amenazas internas
como externas.
—En otras palabras, les enseñarás cómo protegerse de gente como tú —dijo
Sharma.
—Ciertamente planeo sacar provecho de la mala fama de mis antecedentes,

sí. —reconoció.
—El Terrorista de Twitter utiliza sus poderes para el bien, en vez de para el
mal.
—Algo así.
Sharma le miró con cautela.
—¿Y cómo puedo yo ayudarte con eso?
Kyle se inclinó, dispuesto a ir al grano.
—Es muy sencillo, profesor. Sólo necesito los nombres de tus dos mejores
hackers.
250
Con una carcajada, él levantó las manos cuando vio la expresión de Sharma.
—Lo prometo, totalmente legal.
*****
Después de tranquilizar a Sharma, otra vez, diciéndole que sus intenciones

eran honorables, consiguió los nombres de los estudiantes que el profesor creía que
mejor se adaptaban a sus necesidades. Entonces Sharma fue un paso por delante, y
envió a los estudiantes un correo electrónico, preguntándoles si estaban interesados
en estudiar una “oportunidad única”.
—El resto depende de ti —dijo, sacudiendo la mano de Kyle en la entrada

de su oficina—. Buena suerte con todo. Y la próxima vez, no dejes pasar nueve
años antes de que vuelvas por aquí.
Y justo con eso, Rylann estalló en la cabeza de Kyle. Otra vez. Sólo que esta
vez, en cambio, no eran imágenes de ducha, desnuda y traviesas, pensaba en el
modo en que sus ojos ámbar se encendieron cuando se burló de él.
No era sólo sexo, lo sabía. Eran las bromas, y los chistes, también, y la
manera en que hablar con ella durante quince minutos le encantaba más que pasar
toda una noche con la mayoría de las mujeres con las que había salido en los
últimos nueve años. Simplemente le gustaba… estar cerca de ella.
Cristo. Alguien obviamente necesitaba comprobar los bolsillos del mono

naranja que había dejado en MCC. Buscando sus bolas.
—Gracias, profesor. Por todo —dijo, reenfocándose en el trabajo y los

asuntos que traía entre manos.
Dos horas más tarde, esperaba en un aula pequeña, vacía, apoyándose en las
ventanas y mirando fuera del campus, mientras esperaba que llegara el primer
candidato. Giró cuando oyó que la puerta se abría.
251
Un hombre de unos veinte años, con el pelo rizado rojizo, con pantalones
caquis y una camisa de botones, entró en la habitación. Vio a Kyle y se detuvo.
—Bueno… no era exactamente lo que había estado esperando.
Kyle se acercó y se presentó.
—Kyle Rhodes.
—Gil Newport.
Kyle hizo un gesto hacia la mesa junto a la ventana.

—Por favor, toma asiento. —Pensó que podría saltarse los preliminares—.
¿Supongo que sabes quién soy?
Gil echó un vistazo alrededor de la habitación, lo que buscaba era una

incógnita.
—Puedes suponer que sí. —dijo con cautela.
—Le pedí al profesor Sharma que me pusiera en contacto contigo porque

estoy reuniendo un equipo de especialistas para un nuevo negocio.
—¿Qué tipo de negocio? —preguntó Gil con recelo.
—Consultoría de seguridad.
—Por supuesto. —Gil hizo comillas en el aire—. Consultoría. Lo pillo.
—No hay ninguna comilla. Consultoría real y verdadera. —Kyle no podía

saber si Gil parecía más o menos interesado al oír eso—. El profesor Sharma dice
que terminarás con tu máster este semestre y que tu tesis se centró en la detección
de intrusiones y en la verificación de sistemas de seguridad y protocolos.
Gil levantó una ceja, casi pareciendo cómicamente astuto.
252
—Parece que sabes mucho sobre mí, señor Rhodes.
Kyle trató de aguantarse una sonrisa.
—Odio decepcionarte, Gil, pero esto es cien por ciento legal. Estoy
empezando un negocio de consultoría de seguridad en redes, y tengo un puesto
disponible para alguien con tus habilidades. Si te interesa, estaría contento de poder
contarte más.
Gil hizo una pausa.
—¿De verdad eres serio? —Miró de nuevo a Kyle—. No te ofendas, pero

eres una especie de factor imprevisible. Y ya estoy barajando seis ofertas de trabajo,

seis ofertas muy lucrativas.
Kyle desestimó eso con un gesto.
—Si decido que estás calificado, puedo pagar más. —Había sabido que al
entrar en esta aventura podría tener que pagar mucho dinero por el talento de gran
calidad dado su accidentado pasado.
—No sabes ni siquiera los salarios que otras compañías me han ofrecido —
dijo Gil.
—Aún así, sé que puedo pagar más —dijo Kyle—. Si lo vales.
Gil pareció casi ofendido por eso.
—Oh, lo valgo.
Kyle le sostuvo la mirada, lanzándole el guante.
—Muy bien, muéstramelo.
*****
253
Una hora más tarde, Kyle esperaba al segundo candidato que Sharma le
había sugerido, un graduado de veintiún años llamado Troy Leopold, que había
descrito como una “brillante mente inquisitiva”.
Justo a tiempo, un chico de unos veinte años con el pelo negro azabache de
punta, y vistiendo pulseras de cuero tachonadas, vaqueros rotos, y delineador de
ojos negros entró. No pareció desconcertado en lo más mínimo cuando se acercó y
se presentó a Kyle.
—Troy Leopold. Perdona mi aspecto informal, si hubiera sabido que tendría

una entrevista hoy, habría llevado mi camisa polo y caqui.

Kyle sonrió abiertamente, gustándole de inmediato.
—Trataré de pasarlo por alto.
Se sentaron frente a la mesa, y Troy se zambulló en ello directamente.
—Creo que debería ser directo contigo. Con todo lo que esta entrevista es, es
genial que el profesor Sharma sugiriera mi nombre. Pero… —Hizo una pausa,
como preocupándole que lo que pudiera decir fuera algo ofensivo.
Kyle se rió entre dientes.
—Confía en mí, Troy, cualquier cosa que sea, he oído todo antes.
Troy hizo un gesto a los pantalones a la medida de Kyle y a su camisa

clásica de su traje de negocios casual.
—No me veo a mí mismo exactamente en el mundo corporativo. Ya sabes,

trabajando para el hombre.
Kyle parpadeó. Hace nueve años, él había estado en la posición de Troy,

excepto tal vez en eso de las pulseras de cuero con clavos y su atuendo, él llevaría
camisas de franela y botas de construcción. Ahora era el hombre.
254
—Wow. De repente estoy teniendo uno de esos momentos cuando me doy
cuenta en que me he convertido en mi padre —Kyle dio una palmada, para
seguir—. ¿Qué tal esto? antes de que tomes cualquier decisión, tal vez te gustaría
por lo menos saber lo que harías para Rhodes Network Consulting. Si fuera a
contratarte.
Troy asintió cortésmente, claramente siguiéndole la corriente.
—Está bien. Hipotéticamente hablando, ¿qué haría yo para Rhodes Network

Consulting?
—Bien, otros miembros del equipo, incluso yo, crearemos sistemas

operativos seguros para nuestros clientes. Obviamente, la única manera de
confirmar que esos sistemas son herméticos es tener a otro miembro del equipo que
pruebe sus vulnerabilidades.
La expresión de Troy reflejó su sorpresa.
—¿Quieres contratar a un hacker?
—Yo pensaba llamar al cargo “analista de seguridad”, pero en esencia, sí,

serías un hacker profesional.
Viendo un destello de interés en los ojos de Troy, Kyle siguió.
—El profesor Sharma dice que eres brillante y ambicioso —Se inclinó en su
silla, hablando con seriedad—. Hace nueve años, me dieron la oportunidad de
aprender con el mejor del negocio. No fue el camino que me había visto a mí
mismo tomando en ese momento, pero no me arrepiento de haberlo seguido. Hoy
estoy aquí, dándote la misma oportunidad. Tal vez no lo sea para ti, pero hablando
por mi experiencia personal, no lo sabrás hasta que lo intentes.
Troy habló con cautela, pensando en eso.
—¿Y si resulta que no es para mí?
255
Kyle se encogió de hombros.
—Dame un compromiso de seis meses. Si no funciona, puedes seguir tu

camino después de eso. Sin rencores. Los dos sabemos que puedo encontrar un
montón de genios informáticos por ahí que estarían encantados de tener este
trabajo. —Fue a matar, sabiendo exactamente que botón apretar—. Después de
todo, son mis sistemas los que estarías tratando de hackear. Una oportunidad de
vencer al Terrorista del Twitter en su propio juego.
Troy no dijo nada durante un largo momento, luego sus labios se curvaron
en una leve sonrisa.

—¿Puedo vestirme así para ir a la oficina?
—Troy, hace tres meses, yo llevaba un mono de preso naranja y zapatillas

de gimnasia sin cordones. Creo que es seguro decir que no vamos a ponernos
demasiado afectados en Rhodes Network Consulting. Eso sí, intenta no rayar mis
teclados con esas pulseras de pinchos.
Troy se rió de eso.
—De acuerdo.
*****
Más tarde esa misma noche, Kyle miraba otra vez el maizal al otro lado de
la I-57, en dirección a Chicago.
El día había sido un éxito.
No estaba listo para lanzar su consultoría todavía completamente, podía

haber estado bien, pero necesitaba a más que dos chicos inteligentes graduados en
informática y cero en experiencia práctica. Todavía quería contratar al menos una
persona con varios años de experiencia en el campo de la gestión, el tipo de Seattle
al que le había hecho una oferta, la había rechazado, y un auxiliar administrativo,
256
también. Además, tenía que poner en práctica las fases uno y dos de su estrategia
de marketing. Tenía una cantidad considerable de capital inicial y estaba dispuesto
a llegar a más, vendiendo el ático si fuera necesario, pero eso no duraría para
siempre.
Esta noche, sin embargo, simplemente quería disfrutar de sus logros, sobre
todo porque había pasado mucho tiempo desde que se había sentido tan excitado y
bombeado por el trabajo. Durante años había pensado en emprender el camino
solo, saliendo de la sombra de su padre, y finalmente estaba a punto de suceder.
El sol acababa de comenzar a ponerse cuando se acercó a la ciudad, el

impresionante horizonte de Chicago le daba la bienvenida a casa. Estaba de humor

para una celebración, y pensó en dejarse caer por Firelight para tomarse unos
cócteles por el triunfo con Dex. Yendo tan atrás como en la facultad de posgrado,
había sido su defecto, pasar el rato en el bar de Dex, siempre que estuviera de
humor para relajarse y descansar.
Interesante, entonces, que el coche se quedara en Lake Shore Drive y pasara

delante de la salida que le hubiera llevado al Firelight.
Tenía una vaga idea de a dónde iba, ya que Rylann había mencionado
previamente que vivía en Roscoe Village. En el semáforo de la avenida Belmont,
sacó su móvil y se movió a través de sus contactos. La belleza de la mensajería de
los textos, se dio cuenta, estaba en su simplicidad. No tenía que tratar de explicar
las cosas, ni tenía que intentar analizar todas las bromas, en un intento por
averiguar que podría estar pensando. En cambio, podría mantener las cosas breves
y dulces.
ME GUSTARÍA VERTE.
Apretó enviar.
257
Para matar el rato mientras esperaba su respuesta, condujo en dirección de
la tienda de vinos de su hermana, pensando que siempre podría caer sobre Jordan y
acosarla un poco.
Esta vez, sin embargo, ella le pegó el puñetazo.
—¿Así que, quién era esa bomba morena? —preguntó Jordan, tan pronto
como él entró en la tienda y tomó asiento en la barra principal.
Maldita sea. Había olvidado la estúpida columna de Scene and Heard. Kyle
se ayudó con una galleta y algo de Brie al sentarse en la barra.
—Diré… Angelina Jolie. En realidad, no, Megan Fox.

—Megan Fox es como de veinticinco.
—¿Y es un problema por qué, exactamente?
Jordan dio una palmada a su mano cuando él alcanzó más galletas.
—Esas son para los clientes. —Puso sus manos sobre las caderas—. Ya
sabes, después de la columna de Scene and Heard, tuve una especie de esperanza
de que fuera de Rylann de la que estaban hablando. Y que tal vez, sólo tal vez, mi
gemelo que nunca lo hace bien, había decidido dejar de jugar un rato, y finalmente
perseguir a una mujer que valía la pena.
Él robó otra galleta.
—Ahora, eso sería algo.
Ella negó.
—¿Por qué me molesto? Sabes, un día te despertarás y…
El teléfono móvil de Kyle sonó, y él se desconectó del resto de la conferencia

que Jordan podría, probablemente, repetirle palabra por palabra en ese momento,
258
mientras revisaba el mensaje entrante. Era de Rylann, su respuesta tan corta y dulce
como su texto original.
3418 CORNELIA, # 3
Tenía su dirección.
Con una sonrisa, miró hacia arriba e interrumpió a su hermana.
—Eso es genial, Jordo. Oye, por casualidad, ¿tienes alguna botella de India
Ink cabernet por ahí?
Ella dejó de despotricar y lo miró.

—Estoy segura de que sí. ¿Por qué? ¿Qué te hizo pensar en eso? —Entonces
su rostro esbozó una amplia sonrisa—. Espera un segundo… era el vino del que
Rylann habló cuando estuvo aquí. Dijo que era uno de sus favoritos.
—¿En serio? Una graciosa coincidencia.
Jordan puso una mano sobre su corazón.
—Oh, Dios mío, estás tratando de impresionarla. Es tan mono.
—No seas ridícula —se burló Kyle—. Simplemente pensé, que ya que he
oído cosas buenas sobre el vino, que le daría una oportunidad.
Jordan le miró, atravesando toda la mierda.
—Kyle. Ella lo adorará.
Bueno, lo que sea. Tal vez estaba tratando de impresionar a Rylann un poco.
—¿No crees que sea demasiado? ¿Cómo si estuviera tratando de intentarlo

con fuerza?
Jordan puso su mano sobre su corazón de nuevo.
259
—Oh. Es como ver a Bambi dar sus primeros pasos.
—Jordo… —gruñó él en señal de advertencia.
Con una sonrisa, ella puso la mano sobre su hombro y se la apretó

afectuosamente.
—Es perfecto. Confía en mí.
260
Capítulo Veinticinco
Los ojos de Rylann hicieron un barrido rápido por encima de su
apartamento mientras caminaba hacia la puerta principal. Definitivamente no era
un ático pero era bonito y acogedor y, por suerte, limpio. No era que Kyle fuera a
quedarse mucho tiempo, se recordó. El viernes por la noche había sido cosa de una
sola vez, con las bebidas y la iluminación romántica del club, y la forma en que él
había estado mirándola cuando le había dicho la frase de que era la chica más
bonita del bar, lo que significaba una especie de dejarse llevar por el momento. Pero
ahora, llegaba el momento de enfrentarse a la realidad.

Con eso en mente, abrió la puerta. Kyle se quedó allí, más vestido de lo que
ella había esperado y viéndose sorprendentemente atractivo con sus pantalones a
medida grises y su camisa almidonada azul.
Con un destello apreciativo en sus ojos, él apreció la camiseta campesina

color crema y sus vaqueros.
—Así que tienes pantalones.
Rylann abrió la boca para hablar acerca de no complicar las cosas, sin
importar lo geniales que las aventuras sexuales hubieran sido, cuando él levantó la
mano cortándole su respuesta.
—Antes de que empieces a darme una conferencia, o comiences a dirigirte a

las colinas de nuevo, deberías saber que se trata de una visita sin ataduras. Tengo
algo para ti. —Sostuvo una bolsa de vino plateada, que brilló con destellos y
lentejuelas que casi la cegó.
Rylann se echó atrás, sorprendida.
—Oh. Wow. —No había esperado que el viniera con algún regalo.
Especialmente uno tan deslumbrante.
261
Él se movió incómodo en la puerta.
—La bolsa no parecía tan brillante en la tienda.
Fuera por lo que fuera, él parecía adorablemente nervioso. Rylann tendió la

mano.
—Déjame ver. —Intrigada, tomó la bolsa, sacó la botella de vino y leyó la

etiqueta.
India Ink.
—Es uno de mis favoritos. Te acordaste de ello. —dijo, mirando la

etiqueta—. Gracias.
Él hizo todo un espectáculo de intento por parecer despreocupado.
—No es nada. Jordan tenía un par de botellas ahí afuera, así que cogí una.
Rylann se apoyó contra la puerta.
—Por favor no te lo tomes a mal, Kyle, porque realmente adoro el vino.

Pero, ¿cuál es la trampa?
—No hay trampa. —Él se encogió de hombros—. No sé, sólo pensé que
podríamos… pasar el rato y hablar.
Él pareció tan sorprendido por su sugerencia como ella.
—¿Hablar? —Rylann lo miró fijamente—. ¿Te sientes bien? Esto no parece

muy… tuyo.
—¿Qué se supone que significa eso? —preguntó él indignado—. ¿Qué no

pueda pasar el rato con una chica sin sexo en el paquete?
Buena pregunta.
262
—No lo sé. ¿Alguna vez has salido con una chica sin el sexo como
expectativa?
De inmediato, él se burló de eso.
—Por supuesto.
—No incluye al instituto.
Su mirada rota le dijo todo.
Rylann sonrió.

—Podrías querer ampararte en la Quinta enmienda para evitar auto
incriminarte.
Kyle alzó la vista al techo, sacudiendo la cabeza.
—Te lo juro, ninguna extraña ley más. Nunca. De ahora en adelante, me

quedo con las chicas sencillas y tranquilas cuyos objetivos en la vida no incluyan,
aparentemente, volverme loco. —Cruzó los brazos sobre el pecho—. Mira, aquí
está el acuerdo: hoy ha sido un buen día para mí. Y suficientemente extraño, tú,
Rylann Pierce, fuiste la primera persona a quién se lo quise contar. —Sostuvo sus
manos con exasperación—. Haz con eso lo que quieras.
Más tarde, Rylann podía decir que simplemente había sido absorbida por el
gesto de la botella de vino y lo mono que estaba Kyle cuando se exaltaba y enojaba
con ella de esa forma. Pero si fuera sincera consigo misma, tendría que admitir que
el hecho de que él hubiera querido contarle sobre su día le había derretido su
corazón pragmático y racional, sin que se enojara ni un poquito o un pedacito.
Así que sin decir una palabra, dio un paso atrás, haciendo sitio para que él
entrara. Con una sonrisa victoriosa, Kyle la siguió, estando de pie cerca, cuando
ella cerró la puerta.
Rylann señaló.
263
—Recuerda, tus manos en ti.
—Por supuesto, abogada. —Le guiñó un ojo—. A menos que digas lo

contrario.
*****
Puesto que la temperatura estaba bajando de los veintiún grados, y el cielo

nocturno estaba despejado, Rylann sugirió que se sentaran en el balcón situado
detrás de su apartamento en el tercer piso. Colocó la botella abierta de Indian Ink
entre ellos, encima de la mesa de café de madera que había comprado el fin de
semana anterior. También había comprado unas macetas y algunas flores,

transformando el balcón en un mini jardín urbano.
—Me gusta estar aquí afuera —dijo Kyle, recostándose en su silla con su
vaso de vino—. Es la única pega de mi piso, no hay ningún espacio al aire libre.
Confía en mí, te das cuenta rápidamente de eso cuando estás arrestado en casa
durante dos semanas consecutivas.
—He visto el ático, Hoyuelos. No estoy exactamente llorando a mares.
—Más duro amor de Abogatrix Pierce —dijo él—. Aterrador.
Rylann se rió.
—¿Abogatrix Pierce? ¿Es así como me llamas?
—Me parece que te da una cierta aura autoritaria que te pega. —Kyle captó
su mirada—. ¿Qué?
Ella hizo un gesto hacia su camisa y pantalones.
—¿Qué pasa con el atuendo de negocios informal? Estoy en ascuas,

esperando oír sobre ese buen día que has tenido.
—Tuve dos entrevistas de trabajo hoy.
264
Rylann levantó su copa hacia él, emocionada con él.
—Felicidades. Eso es realmente genial, Kyle. ¿Cómo crees que fueron las
entrevistas?
—Muy bien. Contraté a ambos tipos.
Rylann ladeó la cabeza confundida.
—Espera… ¿tú los contrataste?
Él tomó un sorbo de su vino, pareciendo contento consigo mismo.

—No esperabas eso, ¿verdad?
—No. Pero ahora estoy realmente intrigada. —Rylann lo estudió con

curiosidad—. ¿Qué estás haciendo?
Así que él le contó. Mientras estuvieron sentados allí, bebiendo vino, Kyle le
contó todo sobre el negocio de consultoría que planeaba comenzar. Por supuesto,
ella entendía la mitad de lo que le estaba diciendo, la otra mitad estaba codificada
con palabras informáticas y términos tecnológicos, pero no importaba. Él estaba
claramente entusiasmado por el tema y sumamente excitado, y eso hacía que toda
la conversación completa fuera absolutamente fascinante.
A Rylann se le ocurrió que había estado tan centrada estas últimas semanas
en que Kyle era un ex-convicto, y su testigo, que esta parte había sido eclipsada.
Ahora, de repente, ella lo estaba viendo, a este genio de la informática, convertido
en un multimillonario ejecutivo corporativo que planeaba tomar al mundo de la
tecnología por sorpresa.
Y no tenía ninguna duda que haría exactamente eso.
Cuando terminó, Rylann les sirvió a ambos una segunda copa de vino,
sintiendo el punto caliente y relajado del cabernet.
265
—Está bien, lo admito. Estoy impresionada.
Él se agarró el corazón, fingiendo sorpresa.
—Un momento. ¿Eso fue un cumplido real?
—Por favor, no arruines un momento agradable. Es tan raro que realmente

tengamos uno. —Con una sonrisa, Kyle se recostó en su silla.
—Ya sabes, es la segunda vez que me dices que estás impresionada.

También me lo dijiste hace nueve años, cuando te comenté que había pasado mi
examen de Doctorado. —Metió los brazos detrás de su cabeza—. Demasiado para
no acariciar mi ego.

Rylann lo miró, sorprendida. Así que no sólo era ella quien recordaba los
detalles de su primer encuentro.
—¿Todavía recuerdas lo que dije después de todos estos años?
—Recuerdo más o menos todo sobre aquella noche. —Él se inclinó, y agarró
su copa—. Un fin de semana difícil de olvidar —dijo simplemente. Tomó un sorbo
y luego la miró.
Ya que la mayor parte de su tiempo con Kyle la había pasado bromeando o

intercambiando bromas, Rylann aprovechó esa pequeña apertura en la emoción
real y verdadera, y preguntó algo que había estado queriendo saber desde que se
habían reunido de nuevo.
—¿Es raro para ti estar cerca de mí? —Ella tomó su copa vacilando—- ¿Te
recuerdo todas las cosas malas que pasaron ese fin de semana?
—No. —Su tono se hizo más bien tranquilo, y sus ojos estuvieron
inusualmente serios cuando sostuvieron los suyos—. Estar cerca de ti me recuerda
la única cosa buena que pasó ese fin de semana.
Rylann sintió un apretón en su pecho.
266
Corre.
Había una parte de ella que seguramente creía que debería hacerlo. Tras la
puerta del piso, ella y Kyle no tenían ningún sentido, él era un ex-convicto famoso,
y ella una fiscal general.
Esta noche, sin embargo, dentro de su apartamento… eran sólo los dos.
Así que se levantó de su silla y se acercó.
Silenciosamente, se subió a su regazo con las piernas a horcajadas sobre su

cintura. El ardor al instante llameó en sus ojos.

Ella bajó la cabeza.
—Recuerda la promesa. Las manos en ti mismo. —Entonces enredó sus

dedos en su pelo y lo besó.
Durante un largo momento sus labios y lenguas jugaron, bromearon, como

adolescentes que se besaban bajo las estrellas. Despacio, Kyle se retiró y pasó un
dedo a lo largo de su mejilla.
—No se suponía que entraras en la sala del tribunal esa mañana, Rylann
Pierce. —Sus ojos encontraron los suyos—. Quiero ser completamente honesto. Me
gustas. Probablemente mucho más de lo que debería. Pero después de todo lo que
pasó con Daniela, planeaba como el infierno quedarme lejos de las relaciones, por
mucho, mucho tiempo.
Él esperó con expectación, con su cuerpo más tenso de lo que había estado
sólo hace unos momentos, como si estuviera armándose de valor, ya sea para un
argumento, un interrogatorio, o simplemente para una conversación sobre
sentimientos, era difícil decirlo.
En cambio, Rylann deslizó sus manos hasta su pecho.
267
—Apuesto a que parte del discurso de sin ataduras de Kyle Rhodes no
siempre cae bien con las mujeres con las que te citas.
Él entrelazó sus dedos por su pelo, sus ojos buscando los suyos.
—¿Significa esto que no te importa?
—¿Me preguntas si busco algo serio aquí?
Él asintió.
—Sí. Y eso no es definitivamente parte del discurso habitual de Kyle

Rhodes.

Rylann jugó con uno de los botones de su camisa, tratando de decidir cuál
sería la mejor manera de responder a su pregunta. Le gustaba Kyle, probablemente
más de lo que debería, pero tenía preocupaciones reales por cómo podría funcionar
cualquier tipo de relación a largo plazo entre ellos. Por el bien de ambos, las cosas
serían probablemente mucho más simples si todo se quedaba en algo ocasional.
—Teniendo en cuenta tu historia con mi oficina, tener una relación

contigo… sería difícil —dijo ella—. Los fiscales no salen habitualmente con ex-
convictos. Sobre todo no una fiscal que trata de causar buena impresión en su
nueva oficina.
Ella esperaba que Kyle hiciera una broma, algo sobre fiscales y chicas
buenas, pero en cambio, su expresión seguía siendo seria.
—Entonces, ¿dónde nos deja eso? —preguntó.
—¿Francamente? No tengo idea.
Él pensó un momento, y luego deslizó la mano por su espalda, y la atrajo

hacia sí.
—Pero se supone que eres la chica con un plan.
268
—Curiosamente, parece que siempre lo olvido a tu alrededor —susurró
Rylann, cerrando los ojos cuando él comenzó a besarle el cuello. Verdaderamente
el hombre tenía la boca más perversamente talentosa—. No más Scene and Heard
—dijo ella, inhalando temblorosamente y esforzándose por permanecer enfocada
mientras sus labios rozaban contra el lóbulo de su oreja. Tenía que poner algunas
reglas—. Tenemos que tener más cuidado. Lo que pase en el apartamento, se
quedará en el apartamento.
—Lo pillo, fiscal —murmuró él suavemente—. Ahora cállate y bésame.
Antes de que ella tuviera una oportunidad de discutir, la mano de Kyle se

movió a su cuello cuando tomó la boca con la suya. Sus labios se entreabrieron,

cuando él seductoramente exploró su boca mientras deslizaba sus manos por debajo
de su camisa para acariciarle la piel desnuda de la parte baja de su espalda.
Eso le recordó a Rylann algo. Se echó hacia atrás y lo miró.
—¡Hey! ¿Qué pasó con eso de “nada de manos”?
—Oh, lo siento, así no es como funciona esto —dijo él con una sonrisa
burlona, repitiendo la conferencia que ella le había dado en el restaurante.
—¿Romperías tu promesa?
Sus manos se deslizaron alrededor, al frente, moviéndose sobre el fino satén

de su sujetador.
—Sabes que quieres que rompa esa promesa tanto como yo. —Cuando sus
pezones se tensaron en respuesta a sus caricias, una mirada de satisfacción brilló en
sus ojos.
Rylann todavía seguía sin decir nada.
Kyle hizo una pausa con sus manos tomando sus pechos.
269
—¿Lo dices en serio?
Ella asintió, aguantándose la sonrisa cuando él suspiró dramáticamente y

quitó sus manos de su pecho.
—Ahora… ¿dónde estábamos? —preguntó ella tímidamente—. Creo que en

algún sitio justo aquí. —Cuando ella rozó sus labios con los suyos, él estaba listo
para ella, tomando su boca en un beso audaz, ardiente, que dejó su cuerpo caliente
por todas partes. A medida que su lengua se deslizaba alrededor de la suya, ella
suspiró y presionó su pecho contra el suyo. Sintió su mano en su mejilla, cuando él
trató de tomar el control una vez más, luego sonrió, cuando él maldijo por lo bajo y
agarró el brazo de madera de la silla en cambio.

—Creo que me gusta esto. —dijo Rylann cuando se retiró.
Sus ojos se quemaron en los suyos.
—Pídeme que te toque. Confía en mí, haré todas las clases de cosas que te
gustaran incluso más que esto.
—Hmmm. Tomaré tu recomendación en consideración. —Pero por el

momento, tenía demasiada diversión estando en el asiento del conductor. Le
desabotonó la camisa, tomándose su tiempo cuando hizo su camino hacia abajo.
La abrió, y deslizó sus manos a través de su pecho, explorando las curvas duras,
definidas de sus músculos—. ¿Levantaste muchas pesas en prisión?
—Cada día.
De repente ella se encontró preguntándose si sería la primera persona con la

que Kyle había estado después de su liberación, luego decidió que realmente no
quería saber la respuesta a eso. La idea de él con alguien más, con otra mujer que le
hubiera tocado justo así, la ponía mucho más celosa de lo que quería confesar.
Cuidado, Pierce.
270
Ella apartó los pensamientos, lo que importaba ahora es que él estaba aquí
esta noche. Y planeaba disfrutar cada centímetro magro y duro de él.
Ella se inclinó, y besó su cuello, oyendo el ruido sordo de placer en su

pecho. Podía sentir su gruesa erección entre sus piernas, y muy lentamente
comenzó a mecerse en su contra.
—Me estás matando, Rylann —dijo él con voz ronca.
Exactamente ese era su plan. Pero no aquí, afuera, en su balcón, en esa silla
que era demasiado restrictiva.
—Ven conmigo. —Se levantó y tomó su mano, y lo llevó a través de la

puerta mosquitera, entrando en su dormitorio. Se sentó en el borde de la cama, y
estuvo a punto de decirle que la acompañara, cuando él entró entre sus piernas y se
inclinó para tomar su boca en un ardiente beso caliente. Con sus manos apoyadas
firmemente en la cama a ambos lados de ella, ella retrocedió sobre sus codos, y
jadeó cuando él frotó su eje duro entre sus piernas.
—Nunca dijiste nada de bocas —dijo él con astucia—. ¿Por qué no te quitas
esos vaqueros y extiendes tus piernas para que pueda lamerte hasta que grites?
Ella gimió cuando su erección rozó el punto correcto.
—Eso es hacer trampa.
Con una sonrisa, él se levantó y se quitó la camisa. Todo el resto de su ropa

rápidamente le siguió, entonces se subió a la cama y se estiró, completamente
desnudo y erecto. Cruzó las manos detrás de su cabeza y la miró.
—¿Qué harás conmigo ahora?
Un reto. Rylann se irguió sobre sus codos y se levantó, desnudándose hasta

quedar en sujetador y bragas. Luego se volvió a subir a la cama y se sentó a
horcajadas sobre él una vez más.
271
—Tengo algunas ideas. —Mientras sostenía su mirada, se lamió los labios.
Sus ojos instantáneamente se volvieron de un azul profundo y brillante.
—Fiscal… me gusta mucho a dónde vas con esto.
*****
Kyle sintió que el calor giraba en su abdomen cuando Rylann se movió más
abajo y se instaló entre sus piernas. Cristo, él deseaba esto, ella había estado
volviéndole loco con sus órdenes de nada de manos, desde que le había besado
antes.

Y cuando ella le lamió la cara interna del muslo supo que la locura estaba
lejos de haber terminado.
Apoyado en las almohadas, con las manos detrás de la cabeza, ya que había
prometido no tocarla, vio como su largo pelo negro caía hacia adelante,
bloqueando su visión de ella.
—Mueve tu pelo, fuera del camino. —dijo él con voz ronca—. Quiero verte
cuando me tomes en tu boca.
Su mirada era tímida cuando se sentó, y luego se sacudió el pelo detrás de

sus hombros. Después ladeó la espalda, desabrochó el sujetador y lo tiró al suelo.
Kyle miró, deseando sentir esos pechos con puntas rosadas en sus manos,
pasar su lengua sobre sus pezones tensos y puntiagudos.
—Rylann. Ven aquí.
Ella negó. En cambio, envolvió su mano alrededor de su polla y le acarició

lentamente, arriba y abajo.
—Tan suave —dijo. Movió su cuerpo y lamió su cabeza mientras sostenía su

mirada.
272
Joder. Él palpitaba ya, y ella apenas había empezado.
—Más profundo, pequeña —dijo él con voz gutural—. Envuelve esos

descarados labios alrededor de mí.
Ella deslizó la cabeza entre sus labios y sorbió ligeramente, y después,

centímetro a delicioso centímetro, lo llevó más profundo dentro de su boca cálida y
sensual.
Sus ojos casi rodaron fuera de su cabeza.
—Justo así, Rylann. —Gimió él. Quería enredar sus dedos en su pelo, y
tomar su cabeza y dirigirla arriba y abajo. Pero todo lo que podía hacer era mirarla

mientras le sometía a la tortura más dulce imaginable, lamiendo, chupando, y
acariciándole con la boca y las manos hasta que estuvo peligrosamente cerca de
explotar.
—Sube aquí —dijo él con voz demasiado ronca.
Ella le liberó, arrastrando su boca a lo largo de su piel por todas partes, y

rozando sus pechos contra el suyo.
—¿Trajiste un preservativo?
Tres, en realidad. Pero no estaba listo para eso todavía. Su mirada fija cayó
a sus bragas.
—Quítatelas y siéntate a horcajadas sobre mí.
—Alguien se está poniendo mandón de nuevo.
Sí, alguien lo hacía. Porque alguien estaba decidido a romper su prohibición

de sin manos antes de que ella lo matara. Cuando ella estuvo a horcajadas, él se
apoyó en sus codos y dobló su dedo, haciéndole señas.
—Necesito uno de esos pechos en mi boca.
273
—Muy mandón —dijo ella. Pero lo hizo de todos modos, jadeando cuando
él rodeó su lengua alrededor de su pezón, jugando con él hasta que fue un pico tieso
y duro. Por instinto, ella comenzó a deslizarse contra él, su polla se acomodó
directamente en su núcleo caliente y mojado. Estaba tan cerca de estar dentro de
ella, pero quería el control, quería todo de ella. Ella gimió otra vez, mientras él
hacía rodar su otro pezón en su boca y se empujaba contra ella.
—Te quiero dentro de mí —dijo ella jadeando.
—Pídeme que te toque.
Él habría sonreído cuando ella gimió de frustración, si no hubiera estado tan

cerca del borde él mismo. Usó sus piernas para abrirla cuando meció sus caderas
contra ella.
Su cuerpo tembló finalmente cuando ella cedió.
—Tócame, Kyle. Ahora. —Rogó ella.
Gracias, mí jodido Dios.
Kyle deslizó sus manos sobre la sedosa piel de su espalda, enredándolas en

su largo pelo mientras su boca tomaba posesivamente la suya.
—Échate. Sobre tu estómago.
Sus ojos destellaron ante sus palabras y ella se deslizó sobre él y se echó en la
cama, mirando cuando él bajó al suelo y tomó sus pantalones. Tomó un condón de
su cartera y lo abrió, poniéndoselo.
—Probablemente deberías empezar a guardar de estos por aquí —le dijo—.

Planeo estar mucho dentro de ti cuando estemos en este apartamento.
Entonces se subió entre sus piernas y levantó suavemente sus caderas.
274
—Ponte de rodillas —dijo con voz ronca. Le dio un golpe con su polla en la
entrada mojada entre sus piernas, deslizándose dentro y fuera, mientras su estrecho
y resbaladizo pasaje se estiraba para adaptarse a él, apretando cada centímetro a su
paso.
—Quiero tomarte con fuerza —dijo él con una voz gruesa.
—Sí —gimió ella, sus manos agarraron la manta.
Él agarró sus caderas, y comenzó a moverse, primero con movimientos

suaves y firmes, y luego tomándola más rápido, más profundo, queriendo
reclamarla, hacerla suya. Cuando él estaba dentro de ella así, no había reglas, ni

complicaciones, ni su trabajo o su pasado existían, no había nada más, excepto
ellos dos y este momento, cuando todo estaba bien y era tan jodidamente bueno.
—Kyle —dijo ella con urgencia.
—Te tengo. —Él llegó abajo, entre sus piernas y comenzó a juguetear con
ella. Ella se apoyó en sus antebrazos y se empujó atrás contra él, lanzando un grito
cuando su orgasmo la golpeó. Ola tras ola apretó su polla, hasta que él explotó, la
fuerza del orgasmo tan grande que él tuvo que reducir la velocidad y sostenerla
fuertemente contra él, su mandíbula apretada cuando gimió y finalmente se
estremeció hasta pararse.
Jadeando, se desplomaron en la cama, una fina capa de sudor cubría sus

cuerpos.
—¿Mejor así…? ¿No estuvo mal? —preguntó él, sin aliento.
Su voz fue amortiguada, su cara sepultada en la manta, mientras ella yacía

inmóvil y, aparentemente, completamente exhausta.
—Infiernos, sí.
Con una sonrisa, él apoyó la frente contra su espalda.
275
Ya era hora.
276
Capítulo Veintiséis
Tres días después, Rylann se reunió con Rae en el Starbucks en la calle
frente al Edificio Federal para un descanso a media tarde. Estaba en una misión
súper secreta, Operación Amaño46, e, inspirándose en los agentes del FBI con los
que a menudo trabajaba, había diseñado la coartada perfecta: había afirmado que
quería obtener consejos de Rae acerca de la situación con Kyle. La verdad, sin
embargo, era que lo había preparado, lo cual era necesario, porque si Rae captaba
una pista de la Operación Amaño, se largaría en dos segundos.
La belleza de esa situación era que, incluso si la misión de Rylann fracasaba,

nadie se enteraría. Después de haber trabajado con Cade durante mes y medio, ella
conocía su rutina: salvo una aparición en el tribunal o algunas reuniones, iba a
Starbucks a las tres en punto todos los días. Lo que significaba, Rylann miró su
reloj, que llegaría en, aproximadamente, once minutos.
Ella y Rae se sentaron en una mesa que se veía desde la barra, donde Cade
las vería. Naturalmente, él vendría a decir hola, y en ese momento ella,
“casualmente”, le presentaría a Rae. El resto era cosa de ellos.
Mientras disfrutaban de sus bebidas, Rylann le contó a Rae acerca de los

últimos acontecimientos con Kyle, teniendo cuidado, por supuesto, de mantener la
voz baja cada vez que pronunciaba su nombre.
—¿Así que el martes fue la última vez que lo viste? —preguntó Rae.
—Bueno, técnicamente era miércoles por la mañana —señaló Rylann con

una sonrisa. Desde entonces, Kyle había estado fuera de la ciudad, reunido en
Silicon Valley con un joven ejecutivo de una compañía de software que quería
reclutar para su negocio de consultoría de seguridad.
Rae la estudió.
46
En inglés Setup. Arreglo, Configuración.
277
—Estás brillando intensamente otra vez.
Rylann señaló su café con leche.
—Es la cafeína. Estimula la circulación de la sangre.
—Te gusta.
Rylann se encogió de hombros.
—Nos divertimos juntos. No estoy dispuesta a llamarlo nada más que eso
todavía. —Ella vio la mirada de Rae—. ¿Qué?

—Simplemente no quiero que te hagan daño, eso es todo.
Rylann se burló mientras tomaba su café con leche.
—¿Por qué la gente no le dice eso a los hombres cuando quieren mantener
algo casual? ¿Las mujeres no pueden divertirse, también?
—Por supuesto que pueden. Pero he aquí una regla general: si sigues
sonriendo como el maldito gato Cheshire tres días después de ver al tío, las cosas
han cambiado un pelo más allá de la diversión.
Ja, ja.
—Ya sé eso, Rae. Él y yo hemos hablado… ambos entendemos el trato. Él

no quiere estar en serio con nadie, y... yo no quiero estar en serio con él.
—Está bien. Si tú lo dices —dijo Rae, no parecía del todo convencida—. Así
que, ¿cuándo estás sonriendo hasta mostrar los hoyuelos es que se verán otra vez?
Rylann estaba acorralada y trinó un poco.
—Um... esta noche, en realidad.
Rae alzó una ceja.
278
—Dos citas en una semana.
Rylann negó.
—No es una cita. Él irá al partido de los Bulls con el novio de su hermana y
le pregunté si podría dejarse caer después. Es sólo sexo.
—Un sexo preestablecido.
—Exactamente —dijo Rylann.
—En otras palabras, una cita.

—Si alguna vez pasa fuera de los novecientos metros cuadrados de mi
apartamento —Lo cual no era probable— entonces lo llamaré una cita.
Rylann miró su reloj. 2:59. Lo que significaba que el sujeto B estaba a punto
de dejar su oficina y pronto se dirigiría al punto de encuentro con el sujeto A. En
cuestión de minutos, la Operación Amaño estaría totalmente en marcha.
Hasta que todo el ataque sorpresa estallase. Rae vio a Rylann comprobar su
reloj e hizo lo mismo.
—Probablemente debería ponerme en marcha. Tengo un montón de

peticiones de documentos que me esperan en la oficina. —Se levantó de la mesa.
—Espera. —Rylann trató de pensar rápidamente, necesitando detenerla sólo

un minuto o dos más—. Tal vez tenías razón. Tal vez no sea una buena idea que
vea a ya sabes quién esta noche.
Rae rechazó eso.
—Hablas como si tuvieras la situación bajo control.
—Sin embargo, tal vez deba ponderar los pros y los contras.
Rae enumeró con los dedos, corriendo a través de su lista.
279
—Tendrás relaciones sexuales. Gran sexo. Con un hombre que te trae vino
caro. Pro, pro, pro —Contando, levantó tres dedos—. Sí, estoy bien con la
situación.
Bueno, cuando ella lo ponía de esa manera... las tácticas de Rylann

cambiaron rápidamente, aún no estaba lista para admitir el fracaso de la Operación
Amaño.
—Pero no hemos hablado de lo que está pasando contigo.
—Porque, tristemente, no hay nada que hacer conmigo.
—Entonces hablemos de eso.

Rae la miró con recelo.
—¿Por qué de repente eres tan insistente en que me quede? Hablamos todo
el tiempo. —Ella ladeó la cabeza—. Y ahora que lo pienso, ¿por qué has estado
revisando tu reloj todo el tiempo? Es como si estuvieras esperando a alguien.
Sus ojos se abrieron de par en par, entonces abrió la boca y señaló con el
dedo.
—No. No me digas que esto es una trampa.
—Cálmate, no es una trampa. —Rylann se cubrió un poco en eso—. Yo

diría que es más un conocer y saludar. Sólo un tipo del trabajo, será totalmente
casual. Ni siquiera sabe que estás…
—Oh-oh. De ninguna manera. —Rae agarró su bolso y salió de la mesa—.

Sabes que odio este tipo de cosas. Es tan artificial y forzado.
—Vamos. Después de todos los sistemas de búsqueda de parejas por las que
me has hecho pasar desde la universidad, me lo debes.
280
—Eso es probablemente cierto. Pero aún así, me voy de aquí. —Rae dio un
paso atrás de la mesa.
Como en cámara lenta, Rylann vio lo que estaba a punto de suceder.
—Rae, mira…
—Buen intento, Pierce. Pero tendrás que esforzarte un poco más para
conseguir atraparme. —Con una sonrisa de satisfacción, se dio la vuelta y… chocó
contra el pecho cubierto del traje de diseño que llevaba el resistente agente especial
Sam Wilkins.
Un pecho ahora empapado de capuchino helado.

—Oh, Dios mío, lo siento mucho —espetó Rae.
Él suspiró.
—Tenía que ser en uno de los trajes de Varvatos47. —Luego miró hacia
abajo a Rae, viendo su rostro por primera vez.
—Oh. Hola.
La mirada de Rae se demoró unos segundos, aparentemente hipnotizada por

su deslumbrante sonrisa. Levantó la servilleta empapada de su bebida.
—¿Servilleta?
Él tomó la servilleta de ella.
—Asalto con un capuchino cargado. Eso es algo nuevo.
Justo a tiempo, Rae recuperó la compostura.
—Puramente en defensa propia. Te acercaste a mí sin previo aviso.
47
Diseñador de ropa masculina.
281
—Esos serían mis movimientos sigilosos. —Le tendió la mano.
—Agente especial Sam Wilkins.
—Rae Ellen Mendoza.
De vuelta a la mesa, Rylann vio esa interacción con interés. ¿Rae Ellen? Eso
iba en serio. Saludó alegremente a Wilkins.
—Me alegro de verte otra vez, Sam.
Rae le lanzó una mirada.

—¿Os conocéis?
—Claro que sí. —Wilkins limpió los restos del café de su traje con la
servilleta mojada—. Trabajamos juntos.
—Qué interesante —dijo Rae—. ¿Y acabas de pasar por esta zona?
—En realidad, sí —dijo Wilkins—. Estuve frente al gran jurado esta tarde
durante tres horas y necesitaba un poco de cafeína antes de regresar a la oficina del
FBI. Vi a Rylann y pensé en venir a saludar.
—Oh. —Rae señaló su traje, poniendo cara de disculpa—. Siento que tengas
que ir a la oficina de esa manera.
—Desde luego, soy el agente mejor vestido de la oficina, en realidad estás

poniendo mi reputación en juego. Por suerte, sé cómo puedes solucionarlo. —
Wilkins metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta, dejando al descubierto
una visión del arnés de su arma. Sacó su tarjeta de visita y se la entregó a Rae—.
Esa es mi información. Llámame, así sabré a dónde enviar la factura de la limpieza
en seco —añadió con un brillo divertido en los ojos marrones claros.
Rae miró la tarjeta y luego a Sam.
282
—Voy a pensarlo.
—Hazlo. —Le devolvió la servilleta empapada—. Porque si no llamas, Rae

Ellen Mendoza, arruinarás el encuentro más bonito de la historia.
Ella sonrió.
—¿Desde cuándo los agentes del FBI saben sobre encuentros bonitos?
Wilkins le guiñó un ojo y se volvió para irse.
—Creo que encontrarás que no soy el agente típico del FBI. —Levantó su
mano en despedida.

—Nos vemos más tarde, Rylann.
Y tan rápido como apareció, desapareció.
—Bueno. Eso fue divertido.
—Rylann tomó su café con leche y se levantó de la mesa. Claramente, su

tarea aquí estaba hecha.
Rae estuvo en silencio mientras las dos salían de Starbucks juntas. Cuando
salieron, por fin cedió.
—Está bien. Cuéntame.
—Facultad de Derecho en Yale, se unió al FBI el año pasado. Trabaja en la

división de crímenes violentos y se especializa en casos de homicidio.
Rae digirió todo eso.
—Es un poco joven. Pero esa sonrisa es mortal. —Le lanzó una mirada
tímida a Rylann—. Eso fue realmente muy suave.
283
Los verdaderos detalles tácticos de la Operación Amaño se irían con Rylann
a su tumba.
—Por supuesto que lo fue. No eres la única que es un genio malvado de las
citas.
—Quiero decir que el Agente Wilkins fue bastante suave.
—¿Así que pasó la prueba de los cinco minutos?
—Ya veremos. —Pero la sonrisa de gato Cheshire de Rae lo decía todo

mientras se alejaba, en dirección a su oficina.

Rylann estaba en la acera mirando a su amiga irse. Y todo estaba bien con el
mundo.
—Rylann, hola.
Ella miró y vio que Cade Morgan se acercaba. Hizo un gesto a sus espaldas.
—Me encontré con Sam Wilkins, cubierto de cappuccino. ¿Dijo algo acerca
de un encuentro bonito? No tengo ni idea de lo que eso significa. —Se detuvo junto
a ella frente al Starbucks—. Entonces, ¿qué me perdí?
Rylann sonrió. Pobre Cade. Tan cerca y sin embargo tan lejos.
Tal vez la próxima vez.
*****
Para entretener a los clientes, Rhodes Network Consulting LLC, alias Kyle,
había comprado un palco premium en el United Center. El lugar incluía cuatro
asientos privados con vistas perfectas a sólo veintiocho filas por encima del suelo,
tenía servicio de camareros, y una mesa reservada en el salón exclusivo del estadio
y un bar.
284
Por supuesto, ya que Rhodes Network Consulting LLC no tenía
actualmente ningún cliente, el lugar no había visto mucha acción en los últimos
tiempos.
Por lo tanto, después de que Jordan hubiese decretado esencialmente que él

y Nick debían tener una noche de chicos para “desarrollar lazos”, Kyle había
ofrecido los asientos y le había dicho a Nick que se sintiera libre de traer a un
amigo. También le había pedido a Dex unirse a ellos, cuantos más mejor, había
pensado.
Tal vez no siempre las mejores palabras por las que guiarse.

Kyle miró con recelo a los dos agentes del FBI mientras abría la cortina roja
y entraba en el palco, sí, ahora había dos, al parecer, se multiplicaban como
gremlins mojados.
—Qué bien —le dijo a Nick—. Has traído al tipo que casi me rompió el
tobillo al ponerme el dispositivo de vigilancia.
Nick se volvió hacia el hombre alto, de pelo y ojos oscuros junto a él.
—Me había olvidado de todo eso.
El otro agente especial, Jack Pallas, si la memoria no le fallaba, pareció

sorprendido.
—Sólo dijiste que te sobraba una entrada —le dijo a Nick—. No dijiste
quién más estaría aquí.
Nick miró a Jack y a Kyle.
—Esto es un poco incómodo.
La camarera se acercó al palco, después de haber visto llegar a los dos

agentes.
285
—¿Puedo traerles algo de beber?
Cuatro manos se alzaron.
—Una cerveza.
Después de que la camarera se fuera, Nick y Jack tomaron los dos asientos
de la última fila, justo detrás de Kyle y Dex.
—En mi defensa —le dijo Jack a Kyle— te cuento que estabas coqueteando
con mi novia de ese entonces. Y me llamaste Lobezno.
Kyle sonrió para sí mismo, después de haber olvidado esa parte de la

historia.
La noche que había sido liberado de la prisión, la Fiscal Federal, Cameron

Lynde, junto con el Agente Pallas, se había reunido con él para explicarle que se le
había concedido cumplir el resto de su condena en libertad vigilada, todo parte del
acuerdo de Jordan con el FBI y la Fiscalía Federal, a pesar de que Kyle no lo sabía
en ese momento.
Puesto que la Fiscal Federal era la primera mujer que Jordan Kyle veía en
cuatro meses, y no habiéndose dado cuenta de que ella y Pallas estaban juntos,
podía haber lanzado uno o dos comentarios insinuantes, perfectamente inofensivos,
en su dirección.
—¿Tal vez podríais dejarlo pasar? —sugirió Nick, mirando entre Kyle y
Jack.
Con un encogimiento de hombros, Jack se dirigió a Kyle.
—Tampoco es que tenga muchas opciones en el asunto. —Asintió en

dirección a Nick—. McCall acaba de ser ascendido a agente especial a cargo. No
quiero que me envíen a Peoria a trabajar unos dos años porque arruiné las cosas
con el futuro del cuñado del jefe.
286
Kyle le lanzó a Nick una mirada horrorizada.
—¿Cuñado? —Desde el asiento de al lado, Dex le dio a Kyle una palmada

en el hombro.
—¿Ves? Y tú que estabas preocupado de que no tuviéramos cosas de que

hablar.
*****
Afortunadamente, la necesidad de mantener una conversación quedó

suspendida una vez que el juego comenzó. Como parte de su promesa a Jordan de
hacer un “esfuerzo”, Kyle había elegido específicamente un juego Bulls-Knicks, ya

que Nick era de Nueva York y al parecer un gran fan.
Y así, sucedieron las cosas. La rivalidad del equipo se impuso, en sustitución

de la antigua línea divisoria entre el ex-convicto y un agente del FBI, y la charla
grosera comenzó a volar. Eran hombres, después de todo… raro sería el tema que
no pudieran hacer temporalmente a un lado dentro de los límites de un recinto
deportivo.
Justo antes del descanso, sin embargo, cometieron el primer error.
—Entonces, ¿qué está pasando contigo y Rylann estos días? —preguntó Dex
por casualidad.
Kyle se congeló con su cerveza a medio camino de la boca. Una forma

estúpida de ser atrapado.
Había estado fuera de la ciudad desde el miércoles y no había tenido la

oportunidad de decirle a Dex la naturaleza clandestina de su unión con Pierce.
Tampoco había tenido ninguna idea de que Nick traería al novio del jefe de Rylann
para el juego.
287
Aún así, estaría condenado si descubrían lo que tenían. Le había prometido
a Rylann que mantendría su relación, como una aventura caliente y sin ataduras…
como un secreto, y tenía la intención de cumplir esa promesa. Porque si ella
pensaba que su jefe sospechaba que algo estaba pasando, sin duda habría dado al
traste con todas las citas futuras.
Y no estaba dispuesto a renunciar a Rylann todavía. Entonces se estiró en su

silla, quitándole importancia.
—Nada está pasando, por desgracia. Ella me derribó esa noche en el club.
Algo acerca de no mezclar los negocios con el placer.

Dex frunció el ceño, comprensiblemente confuso, ya que Kyle le había dicho
que vería a Rylann esa noche, y abrió la boca para decir algo.
Kyle sutilmente negó.
Dex se detuvo un instante, luego sus ojos se movieron hacia Jack y Nick,
que parecieron comprender que algo estaba pasando. Así que él también le quitó
importancia.
—Eso es una mierda. Pensé que pasaría algo esa noche.
—Tú no eras el único —dijo Kyle con una sonrisa—. Simplemente no estaba
destinado a ser, supongo.
—¿Estamos hablando de Rylann Pierce?
La pregunta vino de Jack. Kyle miró por encima del hombro y vio que el
agente del FBI lo estudiaba con curiosidad.
—Buena suposición —dijo Kyle, manteniendo una mirada de indiferencia.
Jack se encogió de hombros.
288
—En realidad no. Nombre inusual. Además, sé que trabajaste con ella. Mi
compañero es Sam Wilkins, mencionó que Rylann te había entrevistado como
parte de la investigación Quinn.
Los agentes del FBI y los fiscales adjuntos de Estados Unidos, al parecer,
eran uña y carne cuando se trataba de conocer de todos los demás negocios.
—Oh. Así es.
Jack tomó un sorbo de su cerveza.
—Cuando estabas trabajando con Rylann, ¿Alguna vez te contó la historia

del laboratorio de metanfetaminas?

Kyle estudió al agente, pensando que de pronto parecía muy hablador.
También se dio cuenta de que Nick miraba a ambos con atención.
—No que yo recuerde.
—Es una buena. La historia recorrió todas las oficinas del FBI —dijo Jack—
. Al parecer, hace unos años, tu amiga Rylann estaba trabajado en un caso grande
de drogas en San Francisco, un grupo del crimen organizado estaba dirigiendo un
laboratorio de metanfetamina en medio de una zona boscosa con mucha
vegetación. De todos modos, les dijo a los agentes que trabajan en la investigación
que quería ver el laboratorio en persona. Pero el día en que todo estaba listo para
salir al laboratorio, llegó tarde a causa de un juicio o algo así, y ella apareció para
reunirse con ellos con traje de falda y tacones.
Kyle sonrió a esa parte. Por supuesto que lo habría hecho.
—Así que estos dos agentes, pensando que era algo presumido y engreído de
su parte, deciden no decirle a Rylann la configuración exacta de este laboratorio de
metanfetaminas —continuó Jack—. Así que la llevaron hasta el centro del bosque y
la condujeron a este agujero de un metro de ancho en el suelo que estaba cubierto
289
por una puerta de metal, como una especie de escotilla de un submarino. Y cuando
se abre la puerta, no hay más que una escalera que baja cinco metros bajo tierra.
—Suena como algo salido de Lost —dijo Dex.
—Exactamente. —Jack inclinó la cabeza y miró a Kyle—. Hey, ¿nadie te

dijo…?
—Algunas personas necesitan conseguirse una vida, ya que la serie terminó

hace dos años —gruñó Kyle. Giró la mano, haciendo un gesto impaciente—.
Volvamos a esta escotilla subterránea. —Él podía imaginar a Rylann, con uno de
sus trajes de falda y tacones, de pie en el bosque con dos agentes gilipollas del FBI

tratando de ponerla nerviosa.
Jack continuó con la historia.
—Así que Rylann y estos dos agentes están de pie sobre la escotilla, y
señalan el agujero en el suelo y ella les pregunta: ¿Es ahí a donde vamos? Y ellos
dicen que sí, y por supuesto que estaban mirándola con su traje y zapatos de tacón
y pensando que iba a negarse a todo el asunto. Pero en cambio, ella se quitó los
zapatos y los metió en la parte trasera de su falda como si nada, y les dijo: ¿Qué tal
si voy primero? De esta manera chicos, no se sentirán tentados a buscar en mi
falda. Y luego bajó por la escalera.
Kyle se echó a reír duro con eso. Hombre, esa chica impresionaba hasta el
infierno a veces. En realidad, todo el tiempo.
—Tenías razón. Esa es una buena historia. —Teniendo presente el papel que
todavía tenía que jugar, sacudió la cabeza con fingida tristeza—. Es una pena que
no haya funcionado. Ella y yo podríamos habernos divertido mucho.
—Tal vez, tal vez no —dijo Jack desdeñosamente—. Escuché un rumor de

que ella y Cade Morgan se están acercando. Muy cerca, si sabes lo que quiero decir.
Morgan.
290
Su némesis.
Kyle agarró el brazo de su silla con tanta fuerza que le sorprendió no haberlo
roto con la mano.
—Bien por Morgan —logró decir con frialdad.
En ese momento, sonó el timbre del descanso. Nick se puso de pie.
—El marcador no miente, aficionados al deporte —dijo, regodeándose con

el hecho de que los Knicks habían aumentado a ocho.
—Lo que significa que, si no recuerdo mal, uno de vosotros, muchachos, me

debe una copa. —Agarró el hombro de Kyle—. Dejaré que tengas el honor,
Sawyer. Ven y únete a mí en el bar.
*****
Tan pronto como Kyle y Nick llegaron al bar en el salón privado, la

expresión del agente del FBI se volvió más grave.
—Te das cuenta de que estás siendo interrogado, ¿no?
—Gracias, soy consciente de ello —dijo Kyle con sequedad. Y no le gustaba

ni un poco.
—Pallas te ablanda con el cuento del laboratorio de metanfetaminas, y

entonces te golpea con el comentario sobre Morgan para ver tu reacción. Uno de
los trucos más viejos del libro. —Nick le hizo un gesto al camarero—. Dos Maker’s
Mark48, solos.
—Creo que tu amigo Jack tiene que ocuparse de sus propios asuntos.
—Jack es un buen tipo. Y es un agente fantástico —dijo Nick.
48
Marca de whisky.
291
—Pero su prioridad número uno es, y siempre será, proteger a la Fiscal
Federal Y si piensa que hay algo sobre lo que Cameron querrá saber, como que uno
de sus fiscales está jugando con el terrorista del Twitter, seguirá encima de eso.
Él asintió cuando el camarero deslizó los dos whiskies frente a ellos y le dio
uno a Kyle.
—Aquí. Parece que lo necesitas.
Kyle tomó el vaso.
—¿Es cierto lo que dice Pallas? ¿Hay rumores dando vueltas acerca de
Rylann y Morgan?

—Sólo chismes de oficina. No sé demasiado de ello.
Era un poco tarde para eso.
La idea de que Rylann, de que ella podría estar “cerca” de Cade Morgan, lo
que sea que significara eso, tocaba una fibra sensible de Kyle.
—Deja que te pregunte algo. Si pensaras que algún chico se acerca a mi

hermana, ¿cómo actuarías?
Nick tomó un sorbo de su whisky.
—Podría o no haber arrojado una vez a un hombre fuera de su tienda por

coquetear con ella. —Se encogió de hombros—. Un idiota total. Llevaba bufanda
dentro del local —Estudió a Kyle con curiosidad—. No me di cuenta que tú y
Rylann iban tan en serio.
—No es así.
—Entonces realmente ¿no importa lo que está haciendo con Morgan, no?
Kyle se movió incómodo, no preparado para responder a esa pregunta.
292
—¿Qué es esto, otro interrogatorio?
—Lo siento. Hábito. —Se hizo el silencio entre ellos hasta que Nick se
aclaró la garganta.
—Mira, Kyle, sé que empezamos con el pie izquierdo. Pero te diré lo

mismo que le dije a tu padre el día que lo conocí: tu hermana lo es todo para mí. Y
la familia es muy importante de dónde vengo. Así que con eso en mente... —Le
tendió la mano—. Realmente me gustaría que tú y yo pudiéramos dejar el pasado a
un lado y seguir adelante.
Kyle se detuvo un momento, y luego estrechó la mano del otro tipo.

—Jordan te dio el discurso sobre tender lazos, también, ¿eh?
Nick sonrió.
—Estoy bajo estrictas órdenes de hacer un “esfuerzo”. Después se supone

que debo desenterrar la suciedad que pueda acerca de ti y Rylann. Probablemente,
sólo te diré que sonreíste como un faro cuando escuchaste la historia del laboratorio
de metanfetaminas.
—Maravilloso. Ahora tengo a dos de vosotros en mis asuntos —dijo Kyle

secamente.
Nick le dio una palmada en los hombros, pareciendo disfrutar a fondo de

eso.
—Tienes que acostumbrarte a ello, Sawyer. Eso es lo que es la familia.
293
Capítulo Veintisiete
Rylann abrió la puerta para encontrar a Kyle de pie en el pasillo, mirándola
duramente una vez más.
—Escuché un rumor interesante esta noche. —Pasó junto a ella y entró en el

apartamento.
Rylann cerró la puerta detrás de él, sin saber lo que eso significaba.
—Bueno. Me alegro de verte, también.

De pie, en medio del salón de su casa, con una expresión ilegible, Kyle
cruzó los brazos sobre el pecho. Su pregunta pilló a Rylann completamente por
sorpresa.
—¿Hay algo entre tú y Cade Morgan?
Rylann ladeó la cabeza con confusión, preguntándose de dónde le había

venido esa idea.
—No. ¿Por qué?
—Jack Pallas dijo que había oído que tú y Morgan estaban muy juntos.
Rylann hizo una pausa.
—Creo que la mejor pregunta es por qué tú y Jack Pallas estaban hablando
de Cade y de mí en primer lugar.
—Nick lo llevó al partido de los Bulls. Comenzó la pesca de información

sobre nosotros después de que Dex preguntó por ti. —Kyle debió haber visto la
mirada de pánico en sus ojos—. No te preocupes, te cubrí. Nadie sabe que te
acuestas con el Terrorista de Twitter. —Corrigió eso—. Bueno, Nick lo sabe.
Jordan habló con él sobre nosotros.
294
Rylann exhaló lentamente. Para algo que se suponía que debía ser sencillo y
divertido, esto se estaba poniendo repentinamente muy complicado.
—Nick McCall es el agente especial a cargo de la oficina del FBI en

Chicago. Trabaja con mi jefe, Cameron, todo el tiempo.
—No dirá nada. Estamos unidos ahora.
Al menos uno de ellos se sentía cómodo con la situación.
—Genial. El futuro de mi carrera depende de un “momento” entre tú y Nick

que tuvisteis en un partido de baloncesto.

Sus miradas se traspasaron.
—No hemos terminado la discusión sobre lo que está pasando entre tú y

Cade Morgan.
—Porque no hay nada entre Cade Morgan y yo —dijo ella enfáticamente—.

¿Realmente crees que estaría contigo si lo tuviera?
Su mandíbula se crispó.
—Sin ánimo de ofender, abogada, pero esta no sería la primera vez que me
pillan por sorpresa.
Tan pronto como comprendió sus palabras, Rylann se sintió como una
completa idiota. Había olvidado momentáneamente que la última novia de Kyle le
había engañado, casi de la peor forma posible. Nunca habían hablado de Daniela,
Kyle no parecía estar particularmente cómodo con el tema, y Rylann ciertamente
podía entender por qué. Pero ver a su novia con otro hombre, algo que provocó que
lo metieran en la cárcel, había dejado, sin duda, unas cuantas cicatrices
emocionales.
Con eso en mente, ella se acercó a él. No podía deshacer lo que Daniela
había hecho, pero podía asegurarle a Kyle que algo como eso nunca pasaría
295
mientras estuviera con ella. Así que descruzándole los brazos no queriendo nada
entre ellos, ella se acercó más. Elevó la mirada y lo miró directamente a los ojos.
—No hay nada con Cade. Trabajamos juntos y somos amigos, pero eso es
todo.
Él no hizo ningún movimiento para acercarla. En cambio, ladeó la cabeza,

con un tono tranquilo.
—¿Eres amiga del tipo que me llamó terrorista?
Oh... mierda. Cuando Rylann vio el destello de dolor en los ojos de Kyle,
supo que había sido lo peor que podía haber dicho.

Obviamente, entendía por qué él tenía problemas con que fuera amiga de
Cade. Por supuesto, él no sabía toda la historia, que el ex Fiscal Federal había
querido enviar un mensaje a la prensa y le había dicho a Cade específicamente que
persiguiera duramente a Kyle. Pero incluso si eso no hubiera ocurrido, Cade aún
habría procesado a Kyle, y lo hubiera hecho duramente, porque ese era su trabajo.
Ella sólo hacía su trabajo.
No estaba segura de lo que podía decir en estas circunstancias, a excepción

de la verdad.
—Bueno... sí. —Suspiró—. Y yo que pensaba que las cosas ya eran

complicadas antes.
—¿Eso significa que por un momento estás pensando en... lo que sea que
hay entre nosotros? —Cuando ella no respondió enseguida, Kyle le tomó la
barbilla, haciendo que su mirada fuera hacia él.
—¿Quieres que me vaya?
Rylann había pensado en eso, y luego negó.
—No —dijo en voz baja.
296
Su rostro seguía estando inseguro, como si necesitara convencerse.
—¿Está segura?
Ella asintió.
—Estoy segura. —Se levantó, poniendo sus brazos alrededor de su cuello. A

pesar de que no tenía todas las respuestas, había una cosa que sabía a ciencia
cierta… que no estaba lista para decirle adiós a Kyle todavía—. Mira, he tenido este
problema las últimas dos noches. Mis almohadas huelen al champú que utilizas en
tu pelo extrañamente brillante, y ahora no puedo dormir sin pensar en ti.
Kyle deslizó las manos por su espalda, acercándola más.

—Tal vez deberías lavar tus almohadas. Deshacerte de todo rastro de mí.
—O podría invitarte a pasar la noche otra vez. —Ella se puso de puntillas,

rozando sus labios contra los suyos—. Ya que nunca parece que durmamos mucho,
de todos modos.
Cuando sus bocas se encontraron, todo lo demás pareció caer en el olvido.

Tal vez, provocado por la reciente pelea, el beso se convirtió rápidamente en
caliente e impaciente. Kyle agarró sus caderas y la guió hacia atrás, atrapándola
contra la puerta principal.
Rylann tiró de su camiseta por encima de su cabeza y luego pasó las manos
por los músculos sólidos de su pecho mientras sus bocas se unían de nuevo. Gimió
su nombre, necesitando sentirlo todo contra ella, deseando estar tan cerca de él
como fuera posible.
Al parecer, impulsado por la misma necesidad, Kyle le quitó la camiseta y

luego metió las manos en la cintura de sus pantalones de yoga y bragas y
rápidamente las empujó hacia abajo por sus caderas. Deseosa de apresurar el
proceso, Rylann le ayudó a quitárselas, pateando la ropa a un lado mientras hacía
un trabajo rápido con el botón y cremallera de la bragueta de sus pantalones.
297
Sus lenguas se enfrentaron y lucharon, ella empujó sus vaqueros hacia abajo,
y un escalofrío de excitación la recorrió cuando su pesada y dura polla rozó su
estómago. Él metió la mano en el bolsillo trasero de su pantalón, sacó su billetera y
encontró un condón.
—Date prisa —jadeó con urgencia, mirando como él rasgaba el envoltorio y

se ponía el condón.
Él deslizó sus manos bajo su trasero y la levantó contra la pared,

colocándose justo entre sus piernas, donde ella estaba mojada y lista para él. La
miró con vehemencia, con el pelo cayendo en sus ojos.

—Mientras estemos haciendo esto, durante el tiempo que dure, no habrá
nadie más. ¿Entiendes?
Ella apretó sus brazos alrededor de su cuello.
—No hay nadie más a quien desee.
Pareciendo estar satisfecho con esa respuesta, él empujó con fuerza y

profundamente, entrando en ella de un solo golpe. Rylann echó la cabeza hacia
atrás contra la puerta y gimió.
—Oh Dios mío, es tan bueno.
Kyle la sostuvo firmemente contra la pared y comenzó a moverse dentro de

ella, su voz fue profunda y ronca.
—Es perfecto.
*****
Más tarde esa noche, Kyle se sentó solo en la sala de estar de Rylann,
jugando distraídamente con su copa de vino mientras esperaba. Al parecer, ella era
el “asistente de guardia” esa noche, en la que a juzgar por la llamada de emergencia
298
que había recibido de un equipo del FBI que quería una orden de registro, era algo
así como ser un médico de guardia.
Habían estado acurrucados en el sofá, fingiendo mirar una película, como si

fueran una pareja de dieciséis años, cuando sonó su busca. Ella lo comprobó, se
disculpó con un beso, y luego se dirigió a su habitación para devolver la llamada en
privado.
La normalidad del momento, la cotidianidad del mismo, había hecho a Kyle

darse cuenta de que se trataba de cómo las cosas podrían ser entre ellos. Algunas
noches de fin de semana juntos, una buena botella de vino, pausando el control
remoto en TiVo, mientras uno de ellos tenía que escabullirse por una llamada de

trabajo. Muy lejos de sus días de ‘jugar duro’ pasando el tiempo con la chica de la
semana.
Pero mientras estaba sentado en el sofá de Rylann, escuchando el murmullo

de su voz desde la habitación y esperando a que se uniese a él otra vez, supo que no
había otro lugar en el que preferiría estar.
Sí, era oficial.
Se estaba enamorando de ella.
El pánico que sintió cuando su mente estableció esa relación, hizo que se
imaginase huyendo y corriendo tan rápido como un rayo, como si fuese un dibujo
animado. Ella habría salido de la habitación después de terminar su llamada y no
encontraría ni rastro de él, excepto un vaso de vino medio vacío y el agujero que un
hombre haría al salir corriendo a máxima velocidad a través de la puerta principal.
O podría ir con la segunda opción.
Quedarse y hacer todo lo necesario para convencer a una obstinada y

descarada asistente del Fiscal Federal, que esto era algo más que una aventura
caliente y casual.
299
No cabía duda de que era una propuesta arriesgada. Ni siquiera estaba
seguro al cien por cien de que estuviera listo para un compromiso, y más importante,
no tenía ni idea de cómo, o si, encajaría en el mundo de Rylann. A ella le
encantaba su trabajo, cualquiera podía ver eso. Incluso cuando el teléfono sonó a
las diez de un viernes por la noche e interrumpió una sesión muy buena de magreo,
ella había tenido un brillo en sus ojos que decía algo travieso, como que iba a servir
un plato humeante del trasero pateado de alguien.
Él oyó sonar el móvil de nuevo y después de un breve momento, ella salió de

la habitación.
—Lo siento —dijo con una sonrisa de disculpa. Dejó el localizador en la

mesa, cogió su copa de vino y se acurrucó en el sofá—. Dejé un mensaje para el
juez de emergencia y tuve que esperar a que el secretario me devolviera la llamada.
—¿Recibiste tu orden de registro?
—Lo hicimos.
—¿Qué tipo de caso es?
Ella tomó un sorbo de vino.
—Terrorismo. El FBI recibió un chivatazo en el último momento, sobre un

tipo que será deportado mañana a las seis y creen que está conectado a un grupo
que opera con la ideología radical en Chechenia. Quieren buscar en su apartamento
y efectos personales, pero él niega su consentimiento.
Por supuesto, era eso. Porque todo el mundo recibía llamadas del FBI y
ayudaban a atrapar a terroristas radicales a las diez de la noche del viernes mientras
usaban pantalones de yoga y bebían casualmente un vaso de vino.
—Me asombras, Rylann —dijo él, con toda sinceridad.
Y fue entonces cuando tomó una decisión.
300
Ella podía establecer todas las reglas que quisiera, pero se trataba de un
enfrentamiento contra un fiscal federal y él tenía la intención de ganar.
301
Capítulo Veintiocho
Cuando el fin de semana terminó, el deber llamó una vez más.
En la noche del domingo, después de un vuelo de cuatro horas y media,

Kyle entregó su bolsa de viaje a los aparcacoches y se acercó al mostrador del Ritz -
Carlton en San Francisco.
—Voy a ir a tu antiguo territorio —le había dicho a Rylann el sábado por la

mañana, mientras estaban de pie en su puerta despidiéndose.
—¿Te irás a San Francisco? —le había preguntado ella—. ¿Para qué?

—Lo sabrás muy pronto.
Ella le miró con una expresión curiosa.
—¿En qué estás metido ahora?
A pesar de sus valientes esfuerzos, Kyle se había negado a revelar nada bajo
interrogatorio. Había mucho en juego en este viaje, ya que las próximas
veinticuatro horas afectarían drásticamente el lanzamiento de Rhodes Network
Consulting. Ya fuera que sus acciones quedaran como una de las ideas más
inteligentes de comercialización de la historia, o que estuviera a punto de hacer
completamente el ridículo.
Sólo el tiempo lo diría.
La recepcionista sonrió mientras Kyle se acercaba.
—Bienvenido al Ritz - Carlton. ¿En qué puedo ayudarle?
—Tengo una reserva a nombre de Kyle Rhodes.
302
La recepcionista levantó la vista del teclado, su repentino reconocimiento
fue evidente, entonces volvió a escribir.
—Veo que le tenemos alojado en una de nuestras suites Club Level, y se

quedará con nosotros por una noche.
—¿Podría hacer arreglos para que tenga una salida tardía mañana? —le
preguntó—. Tengo una reunión mañana que podría alargarse. —O tal vez no. En
este punto, le daba un 80/20 probabilidades a que ni siquiera pasaría más allá de la
puerta principal.
—Ciertamente, Señor Rhodes.

En ese momento, el teléfono móvil de Kyle vibró. Lo revisó y vio que tenía
un nuevo mensaje de texto de Rylann.
NOQUÉALOS, HOYUELOS. EN LO QUE SEA QUE ESTÉS METIDO.
—¿Hay algo más que pueda hacer por usted esta noche? —preguntó la
recepcionista del mostrador.
Con una sonrisa, Kyle se metió el teléfono en la chaqueta
—No. Creo que tengo todo lo que necesito.
Poco antes de las diez a la mañana siguiente, Kyle se subió a un taxi afuera
del hotel.
—A la 795 de la calle Folsom —le dijo al conductor. Cuando el taxi se

detuvo unos minutos más tarde, Kyle miró a través de la ventana y estudió el
moderno edificio de seis pisos de oficinas ante él. Después de pagarle al conductor,
salió del coche y se ajustó la corbata.
Era hora de afrontar las consecuencias.
303
Con el portafolios en la mano, empujó las puertas dobles y tomó el ascensor
hasta el sexto piso. Observó mientras el indicador del piso contaba hacia arriba en
lo que parecía ser un ritmo terriblemente lento, finalmente se abrió para revelar una
zona de recepción minimalista y simple.
Una recepcionista estaba sentada detrás de un escritorio de mármol blanco y

gris, sus ojos se abrieron mucho tan pronto como Kyle salió del ascensor. La pared
detrás de ella estaba desprovista de cualquier obra de arte, teniendo sólo el nombre
demasiado familiar de la empresa en letras minúsculas: twitter.
—En realidad, te has presentado —dijo ella con incredulidad—. Hemos

estado apostando durante una semana si mantendrías la cita. Mucha gente pensó

que se trataba de algún tipo de broma.
Kyle había pasado horas al teléfono con la compañía de abogados sólo para
obtener la cita, de ninguna manera iba a retirarse después de pasar por esa tortura.
—¿Supongo que no necesito presentarme? —le preguntó.
—Eso sería un no definitivo. Es muy reconocible en este lugar. —La

recepcionista tomó el teléfono y pulsó un botón—. Kyle Rhodes está aquí para
verte. —Escuchó un momento, y luego miró a Kyle, aún hablando por el
teléfono—. Tú y yo, ambos. —Colgó y le hizo señas hacia la sala de espera—. El
señor Donello estará con usted en breve. Puede tomar asiento, si quiere.
Kyle miró el sofá marrón de gamuza con dos cojines azules que tenía tejidas
a punto de cruz las palabras "Home Tweet Home".
—Creo que me quedaré de pie —le dijo a la recepcionista. Medio esperaba

que Donello lo hiciera esperar toda la mañana, y luego lo expulsara de allí de todos
modos, pero el teléfono de la recepcionista sonó sólo unos minutos más tarde.
Después de hablar en voz baja, colgó el teléfono y se levantó.
—El señor Donello lo recibirá ahora. Sígame.
304
Lo llevó más allá de la recepción, a través de un conjunto mate de puertas de
cristal, y luego hacia el área de la oficina principal. Todo estaba prácticamente
pintado de blanco a excepción de los pisos de madera de color arce claro. La
oficina contenía varias hileras de cubículos, con cada fila dividida en cuatro
estaciones de trabajo.
Y cada persona, en todos y cada uno de esos puestos de trabajo, se había

puesto de pie para mirarlo mientras él pasaba por allí.
Se quedaron mirándolo fijamente en silencio con una mezcla de expresiones

en sus caras, la mayoría de las cuales Kyle no describiría como amistosas. Cuando
llegaron a la gran oficina de la esquina en el extremo del pasillo, la recepcionista le

sonrió a medias.
—Buena suerte.
Kyle entró en el despacho y vio a Rick Donello, el director general de

Twitter, sentado en su escritorio. Era un hombre relativamente joven, de treinta y
cinco años, con gafas, cabello fino, y una mirada en sus adustos ojos que iba desde
la incredulidad hasta el desdén.
—Te diré algo: tienes las bolas del tamaño de sandías, Rhodes. —Hizo un
gesto para que Kyle tomara asiento, y luego asintió hacia la recepcionista, quien
cerró la puerta después de irse.
Una vez que estuvieron los dos solos, Donello fue directo a los negocios.
—Tienes sesenta segundos para decirme por qué tengo que hacer otra cosa
además de tirarte de las orejas.
Todo bien con él. Kyle estaba perfectamente feliz de evitarse todas las
tonterías.
305
—Como la mitad del mundo vio hace siete meses, tienen grietas en la red a
través de las que podría conducir a un camión. Mi empresa te puede ayudar con
eso.
Donello rió sin humor.
—No soy idiota, Rhodes. Actualizamos todo después de que nos pirateaste.
Dudo que nos encuentres tan fácil de piratear ahora.
—¿Cuánto de los ingresos de tus 700 anunciantes estás dispuestos a apostar

a eso?
La mirada de Donello fue de acero.

—Te quedan cuarenta segundos, así que termina de decir lo que sea que
hayas venido a decir. Si no hay nada más, me dará algo risible que tweetear más
tarde.
Kyle se inclinó hacia delante en su silla.
—Leí todas las entrevistas, Donello. Cuando te hiciste cargo de la empresa

hace un año, te comprometiste a centrarte en Twitter como en un negocio,
convirtiendo lo que era una red de comunicación masiva en una de las principales
plataformas de publicidad. Has subrayado la necesidad de confiabilidad, pero me
las arreglé para apagarte durante cuarenta y ocho horas a partir de un sólo
ordenador mientras estaba medio borracho de whisky escocés.
Donello apoyó los brazos sobre el escritorio.
—¿Así que tu propuesta es que te contrate, al hombre que nos hizo parecer
unos gilipollas despistados hace siete meses, y le pague a tu empresa unos
escandalosos honorarios de consultoría para venir aquí y arreglar nuestros
problemas de seguridad? ¿Eso es lo que estás sugiriendo?
—Sí. —Kyle sostuvo su mirada—. Excepto que lo haré gratis.
306
Donello hizo una pausa ante eso.
—Gratis.
—Voy a construir una maldita ciber-fortaleza alrededor de este lugar, y no te

costará ni un centavo. Me imagino que te debo eso, por lo menos.
Donello lo observó y luego se echó hacia atrás en su silla. Habló despacio,

reflexionando en voz alta.
—Quieres la publicidad que vendrá con eso.
Las esquinas de la boca de Kyle se convirtieron en una sonrisa. Sus sesenta

segundos habían terminado, sin embargo, aún estaba sentado allí.
—Sí. Y tú también.
*****
Dos horas más tarde, el director general de Rhodes Network Consulting

LLC salió de ese moderno edificio, de seis pisos de oficinas habiéndose asegurado
el primer cliente de la compañía.
Era cierto que el cliente no le pagaría, pero Kyle era un hombre feliz de
todos modos. Como lo había esperado, al final de la jornada Donello había actuado
como el hombre de negocios que era y aprovechado la única oportunidad que Kyle
le había ofrecido: una mejor seguridad y una tonelada gratis de publicidad que
destacara ese hecho. Incluso habían elaborado la redacción de una nota de prensa
conjunta que se enviaría a los medios de comunicación a las ocho de la mañana,
hora del Este de la mañana siguiente.
Ahora era el momento de Kyle de implementar la segunda fase de su

estrategia de marketing. Después de su arresto y condena, y luego de su liberación
de prisión, había sido bombardeado con solicitudes de entrevistas de prácticamente
todos los medios y sin embargo, nunca había respondido ni una sola pregunta.
307
Él se había aferrado a la información de contacto de una determinada
persona que le había solicitado una entrevista precisamente para esa ocasión.
De pie en la acera frente a la sede de Twitter, Kyle marcó el número del

móvil de David Isaac, corresponsal de la revista Time. Después de obtener el correo
de voz del reportero, dejó un mensaje.
—David, soy Kyle Rhodes. Habrá un comunicado de prensa mañana por la

mañana, lo sabrás cuando lo oigas. Si puedes darme la portada, te daré una
exclusiva. Toda la sórdida historia, directamente de la boca del Terrorista de
Twitter. Confía en mí, no querrás perderte la parte sobre el cactus en Tijuana.
308
Capítulo Veintinueve
Por segunda vez desde que Rylann había comenzado a trabajar en Chicago,
la Oficina del Fiscal Federal bullía con chismes sobre Kyle Rhodes.
Había, por supuesto, escuchado la historia que había hecho arder Internet,
más temprano esa mañana del martes: que el Terrorista del Twitter y Twitter se
habían besado y arreglado. Había estado en la cocina, comiendo Rice Krispies y
poniéndose al día sobre las noticias en su iPad, cuando había leído el comunicado
de prensa. Se había reído en voz alta, y luego le había enviado inmediatamente un
mensaje de texto a Kyle:

ASÍ QUE EN ESO ES EN LO QUE ESTABAS METIDO.
No esperaba una respuesta teniendo en cuenta lo ocupado que suponía que

estaría él, pero para su sorpresa había recibido un mensaje de vuelta en unos
minutos.
NI IDEA DE LO QUE ESTÁS HABLANDO, ABOGADA. TE

LLAMARÉ CUANDO REGRESE ESTA NOCHE.
Sentada en su escritorio, Rylann levantó la vista al oír un golpe en la puerta

de su oficina y vio a Cade de pie en su puerta con expresión irónica.
—He recibido más de dos docenas de llamadas telefónicas de la prensa hoy,

preguntando lo que pienso sobre el hecho de que el Terrorista del Twitter esté
comenzando su propia compañía de seguridad de la red. —Negó—. Justo cuando
pensé que por fin había perdido de vista a este tipo.
Dijo las palabras sin darle importancia, sólo un comentario; pero Rylann sin
embargo, se sentía... como una soplona. Un poco culpable, incluso. Mientras
generalmente creía que la vida personal de una persona no era asunto de nadie,
sino suya, tampoco le gustaba engañar a la gente. Después de trabajar con Cade
durante casi dos meses, lo consideraba un amigo, iban a Starbucks juntos, hablaban
309
de las estrategias de casos, e incluso había intentado juntarlo con Rae. Pero ahora
allí estaba ella, a punto de mentirle al hombre.
No estás mintiendo. Sólo estás evitando la verdad.
Al parecer, a su subconsciente le resultaba mucho más fácil encontrarle la

quinta pata al gato.
Entonces tal vez era hora de decirle adiós a Kyle.
Al parecer, su subconsciente era también una perra caprichosa que divagaba.
Rylann puso una sonrisa en beneficio de Cade, dejando a un lado la auto-

reflexión y confusión interna para algún momento en que el némesis de su amante
no estuviera de pie en el umbral.
—Wow, dos docenas de llamadas —dijo—. Apuesto a que fue muy

divertido abrise paso a través de ello.
—Un auténtico puntazo. Rhodes es como un boomerang por aquí, él sigue

regresando una y otra vez. —Sonrió—. Apuesto a que estás contenta de no tener
que volver a lidiar con él.
Cierto. Se preguntó si Cade consideraría siete rondas de sexo caliente y

húmedo dentro de la definición de "lidiar".
—En realidad, no me importó trabajar con Kyle —dijo—. No es un mal

tipo, sabes.
Cade hizo rodar los ojos.
—No me digas que también te ilumina los ojos. ¿Qué tiene ese tipo?
¿Quinientos millones de dólares? ¿El cabello? ¿Sabes que recibía amenazas de
muerte de locas, mujeres enojadas que me llamaban el Anticristo y que exigían que
Rhodes fuera puesto en libertad de la prisión de inmediato? —Levantó la mano—.
Lo juro por Dios.
310
—Eso es definitivamente algo que el Anticristo no haría.
Cade se rió.
—Ten tu pequeño enamoramiento, Pierce, pero creo que no tienes

esperanza en ese frente. De acuerdo a Scene y Heard, el terrorista del Twitter ha
estado ocupado con una morena que es una bomba.
Tomó todas las mínimas habilidades de actuación de Rylann mantener una

cara seria a eso.
—Así es. Oí eso, también.

De ahí en adelante, su día, que había empezado de maravilla después de
haber oído la gran noticia sobre Kyle y Twitter, fue de torpe a peor. Apareció en el
tribunal para una petición de supresión de pruebas en un caso de fraude de tarjetas
de crédito, un movimiento con el que se había sentido bastante segura de realizar.
Aunque el Servicio Secreto había manejado la mayor parte de la investigación, el
registro inicial en las instalaciones del acusado había sido llevado a cabo por dos
agentes de policía de Chicago que habían respondido a una llamada de violencia
doméstica por la esposa del acusado. Después que los policías llegaron, y por
supuesto después de obtener el consentimiento de la esposa, hicieron un barrido de
la casa, abrieron el armario del dormitorio, y encontraron más de mil tarjetas de
crédito con nombres distintos.
O al menos, Rylann pensaba que esa había sido la situación.
En el banquillo de los testigos, sin embargo, los policías se derrumbaron por

completo, admitiendo que, oops, tal vez la mujer "técnicamente" había revocado el
consentimiento cuando entraron en el dormitorio, pero como ya estaban en la casa,
simplemente terminaron con la búsqueda de todos modos.
Y así, Rylann se había sentado allí en la mesa de acusaciones, sin poder

hacer otra cosa que ver cómo su caso saltar por los aires cuando el juez, sin
311
sorprenderse, accedía a la petición del acusado de suprimir todas y cada una de las
mil y una tarjetas de crédito que se habían encontrado en la residencia.
Nada bueno.
Después de eso, había pasado el resto del día, escuchando los enojados
desvaríos de los dos agentes del Servicio Secreto que se habían hecho cargo de la
investigación de la policía de Chicago, luchando para ver si quedaba alguna
evidencia que les permitiera de alguna manera salvar el caso y, en última instancia,
sintiendo los inicios de una migraña. En el momento en que salió del trabajo a las
seis y media, la cabeza le latía, sentía nauseas, e incluso la brumosa luz exterior
hacía que sus ojos le dolieran.

Cuando llegó a casa, inmediatamente se cambió a pantalones de chándal y
una camiseta, apagando todas las luces, tomó dos Tylenol, y luego se acostó en el
sofá, rezando por un poco de sueño.
Una hora más tarde, fue despertada por el sonido de su móvil.
Se sentó y gimió al instante, sintiendo como si alguien le estuviera

taladrando con un martillo neumático la frente. Alargó la mano a la mesa y vio que
era Kyle quien la llamaba.
—Eres el hombre del momento —contestó ella, tratando de reunir un tono

entusiasta, antes de caer de nuevo en el sofá con su mano sobre los ojos—. Oh
Dios, eso duele —gimió.
—¿Qué duele? —le preguntó Kyle, sonando preocupado.
—El hombre invisible golpeando con picos dentro de mi cabeza.
—Eso no suena bien. Tal vez deberías sacar una pistola Taser invisible y
acabar con el hijo de puta.
Rylann rió y volvió a gemir.
312
—No me hagas reír, duele demasiado. Tengo migraña —explicó.
—Sí, me imaginé que era algo así. Voy de camino a Firelight a encontrarme
con Dex. Vamos a tomar unos cócteles para celebrar mi nueva asociación con
Twitter. ¿Puedo llevarte algo?
Awww.
—Eso es dulce. Pero estoy bien. Sólo tuve un supremo mal día en el trabajo,
eso es todo. Ve a divertirte con Dex. Te lo has ganado. La cosa con Twitter fue una
genialidad.
—Estás impresionada de nuevo —dijo él, sonando muy satisfecho consigo

mismo—. Ya van tres veces que has acariciado mi ego con esta, abogada.
—Imagíname diciendo algo realmente atrevido y gracioso como respuesta a

eso —le dijo Rylann—. Pero ahora mismo, me duele demasiado como para pensar.
Estoy oficialmente sin ocurrencias.
*****
Veinte minutos más tarde, alguien llamó a su puerta principal.
Cuando Rylann la abrió y vio a Kyle de pie allí, inmediatamente señaló.
—Vete. Deberías estar celebrando.
Haciendo caso omiso de ella, él entró.
—Dex puede esperar unos minutos para divertirse. Está en el bar cada
noche. No es como si estuviera allí sólo para encontrarse conmigo. —Cerró la
puerta tras él y la miró—. Así que estás sin ocurrencias, ¿eh? No creía que eso fuera
incluso posible.
—Bueno, eso es porque tú... —Rylann luchaba por sacar al menos una
réplica semi-decente de la niebla palpitante que era su cerebro... pero estaba seco
313
como un hueso. Se dejó caer exhausta contra la parte de atrás del sofá—. No tengo
nada. Sal con tus ocurrencias, vuélvete loco con el sarcasmo, estoy total y
completamente indefensa.
Con una sonrisa curvando los bordes de sus labios, Kyle levantó una taza de
Starbucks.
—Bebe esto. Mi madre solía tener migrañas. Recuerdo que decía algo acerca
de que la cafeína ayudaba.
—Dulce Jesús, eres un dios —dijo Rylann, tomando la taza agradecida.
Había tenido suerte con cafeína antes pero no había tenido la energía para

parar en un Starbucks de camino a casa desde el trabajo.
—Muy cierto —Kyle la tomó de la mano y la llevó hacia el sofá—. Ahora

siéntate y bebe mientras yo hago mi magia. —Tomó asiento detrás de ella y
comenzó a masajear su cuello—. ¿Quieres hablarme de tu supremo mal día? —le
preguntó en voz baja mientras sus increíbles dedos trabajaban en los nudos del
cuello y hombros.
—Perdí una petición de supresión de pruebas que derrumbó mi caso entero.

—Tomó otro sorbo de su café—. Dime lo que pasó con Twitter. Sólo puedo
imaginar las miradas en las caras de todos cuando entraste allí.
Tal vez era la cafeína recorriéndola, o el masaje, o simplemente la voz rica y

arrulladora de Kyle mientras le contaba la historia, pero lentamente, Rylann
comenzó a sentirse un poquito mejor. Todavía tenía migraña, pero ahora se sentía
como si el hombre invisible estuviera golpeando su cabeza con un objeto romo y
contundente en lugar de con picos.
Cuando se había bebido la mitad del café, Kyle se movió en el sofá,

inclinándose hacia atrás con las piernas extendidas.
314
—Acuéstate. Pon tu cabeza en mi regazo. —Vio la ceja levantada—. No
seas mal pensada, abogada. Esto no es algo sexual.
Rylann dejó la taza de Starbucks en la mesa de café mientras él cogía uno de

los cojines y lo ponía sobre su regazo. Ella empezó a acostarse de lado, cuando él la
detuvo.
—No, sobre tu espalda.
Ella se dio la vuelta, se acurrucó cómodamente entre sus piernas, y reposó la

parte posterior de su cabeza contra la almohada.
—Cierra los ojos —susurró él.

Ella, entonces sintió sus dedos suavemente sobre su frente.
Cuando él comenzó a masajear sus sienes palpitantes, su cuerpo se fundió en

un charco de líquido y en realidad se quejó en voz alta.
—Oh Dios... eso se siente tan bien —suspiró—. Por favor no pares. Nunca.
—Puedo hacer esto toda la noche, nena —dijo él con una risa suave—. Ya te
lo dije, te tengo.
*****
Más tarde esa noche, Rylann despertó en el sofá, acurrucada cómodamente

contra un cuerpo caliente, duro, y se dio cuenta de que debió de haberse quedado
dormida mientras Kyle estaba masajeando su cabeza.
Él había cambiado sus posiciones mientras ella dormía, extendiéndose en el

sofá junto a ella, su cabeza sobre su pecho. También había agarrado la manta de
chenilla de la parte trasera del sofá y la había cubierto con ella, justo hasta arriba de
sus hombros.
Una chica podría enamorarse a lo grande de un tipo que hiciera algo así.
315
Levantó la cabeza para mirarlo fijamente a través de la oscuridad, las
sombras de la luna resaltaban los planos fuertes de su cara.
Su movimiento debió haberlo despertado, porque él se movió, inhalando

profundamente, luego parpadeó con diversión cuando abrió los ojos y vio que ella
lo estaba mirándolo.
—¿Cómo está tu cabeza? —dijo él con una voz profunda y ronca.
—Mejor. —Afortunadamente, se había disipado en su mayoría hasta

volverse un dolor leve mientras dormía—. Deberías haberme despertado —dijo en
voz baja—. Tuviste un día tan increíble, deberías estar de fiesta justamente ahora

con Dex.
—Puedo salir con Dex en cualquier momento. —Él levantó una mano y
pasó un dedo por un lado de su cara. Su voz fue un murmullo, apenas más que un
susurro—. Quiero estar aquí, Rylann. Lo sabes, ¿verdad?
Ella sabía que no estaba hablando sólo de esa noche.
—Lo sé. —Y sabía una cosa más allá de cualquier duda—. Me alegro de que
estés aquí. Me estoy acostumbrando a tenerte alrededor, Hoyuelos.
—Bien. Porque te llevaré fuera mañana. En una verdadera cita.
Tan simple petición, y sin embargo no tan simple en absoluto.
—Kyle, yo no…
Él la cortó.
—No te preocupes. Puedo asegurarme de que nadie nos encuentre. —Le

sostuvo la mirada a la luz de la luna, al parecer no dispuesto a aceptar un no por
respuesta—. Di que sí, Rylann.
316
Tal vez era el hecho de que el dolor de cabeza había debilitado sus defensas.
O tal vez era sólo él.
De cualquier manera, con una sonrisa somnolienta, ella apoyó la cabeza

sobre su pecho.
—Sí.
317
Capítulo Treinta
Rylann pasó la mayor parte del día siguiente revisando los informes de
investigación de la ATF en un nuevo caso que acababa de recoger, once chicos en
un suburbio vendiendo armas ilegales de un almacén, sí, sí, muy mala cosa,
mientras secretamente trataba de no preguntarse dónde planeaba llevarla Kyle esa
noche. Él había estado muy misterioso sobre sus planes, lo que parecía ser su
modus operandi, el único indicio fue cuando había preguntado si podía dejar el
trabajo a las cuatro y media.
—Ooh... apuesto a que estará arrastrándote en un jet privado, llevándote a

algún lugar exótico y romántico —dijo Rae por teléfono temprano esa tarde.
Rylann estaba en su oficina, hablando con la puerta cerrada mientras

almorzaba. Naturalmente, le había contado a Rae todo sobre su gran cita.
Por un breve momento, golpeó a Rylann cuán surrealista era que un jet
privado fuera siquiera una posibilidad. Seguro, había visto el ático y los trajes de
dos mil dólares, pero la mayor parte del tiempo no pensaba en el dinero de Kyle.
Francamente, debido a que habían pasado la mayor parte de su tiempo como una
pareja dentro de su apartamento, el hecho de que él tuviera millones de dólares, y
algún día heredara medio billón más, no había importado para nada.
Pero ahora que estaba pensando en ello...
Wow, ese era un montón de dinero.
—Supongo que ningún jet privado —le dijo a Rae—. Los viajes de avión
requieren permisos de seguridad y listas de pasajeros. Iremos de incógnito en eso.
—Listas, permisos —dijo Rae despectivamente—. Los chicos ricos hacen

esas cosas a escondidas todo el tiempo. ¿Crees que toman un vuelo de United con
sus amantes?
318
—Hey. ¿Yo soy la amante en esta situación?
—No, sólo la perra suertuda que tiene a un caliente heredero millonario

arrastrándola a algún lugar secreto esta noche. Oh, espera, ¿dije eso en voz alta otra
vez? —Rae se rió—. ¿Entonces qué llevas puesto?
Eso había sido todo un reto particular, viéndose cómo ciertamente alguien
que había recibido cero pistas acerca de a dónde iban. Rylann había decidido
mantener las cosas sencillas.
—Un vestido envolvente negro y zapatos de tacón. Si me lleva de rafting en

aguas bravas o a enlazar vacas, estoy jodida.

Rae se echó a reír.
—Oh, por favor, ¡deja que sea el enlazar vacas! Ya puedo verte, montando a
caballo con tus tacones y dándole vueltas a una cuerda sobre tu cabeza, mientras
por tu móvil amenazas con citar a alguien.
—Si se trata de enlazar vacas, esta será mi primera y última cita con Kyle
Rhodes.
—Por favor. Un destello de esos hoyuelos y estoy segura de que el hombre

podría convencerte de casi cualquier cosa.
Y lo más aterrador era que Rylann estaba empezando a sospechar que en

realidad eso podría ser verdad.
*****
Por las “instrucciones” que Rylann había recibido a través de mensaje de

texto antes, a las cuatro y media salió por la puerta giratoria del Edificio Federal,
con el maletín sobre su hombro y comenzó a dirigirse hacia el norte.
Su teléfono sonó justo cuando llegó a la primera intersección.
319
—Está bien, Hoyuelos —respondió ella—. ¿Y ahora qué?
La voz de Kyle era un rico whisky en su oído.
—Camina dos manzanas hasta Monroe y gira a la izquierda. Hay un

callejón detrás de Italian Village, me verás allí.
—Sea lo que sea esto, consigues puntos extra por hacerlo emocionante —
dijo ella, esquivando un bache con sus tacones mientras cruzaba la calle.
—¿Nunca se encontró con un ex convicto en un callejón extraño antes,

Señorita Pierce? —bromeó él.

De hecho, ella no lo había hecho. Después de colgar, Rylann caminó las dos
manzanas y luego cruzó la calle. Divisó el restaurante, Italian Village, y se dirigió
hacia el callejón. Cuando dio la vuelta a la esquina, aminoró su paso ante la vista
delante de sus ojos.
Una elegante limusina negra esperaba por ella.
Un conductor estaba de pie en la parte trasera, del lado de la puerta derecha

y asintió cuando ella se acercó.
—Buenas tardes, señorita. —Galantemente abrió la puerta para ella.
—Gracias —Rylann inclinó la cabeza y vio a Kyle sentado dentro, vestido

con jeans y una camisa blanca con botones casualmente enrollada alrededor de sus
antebrazos.
Él hizo un gesto hacia las ventanas.
—Tintadas, para mayor privacidad. Y no necesitas preocuparte por el

conductor; ha trabajado con mi familia durante años. Así que tu secreto está a salvo
—le tendió la mano—. ¿Lo hacemos?
320
Con una sonrisa, Rylann tomó su mano. Subió, se deslizó a través del
asiento, y colocó su maletín en el suelo junto a sus pies.
—Vamos. ¿Ahora puedes decirme a dónde iremos?
Se abrochó el cinturón de seguridad mientras la limusina comenzaba a

moverse.
Kyle estiró sus largas piernas delante de él.
—No lo sé. Me gusta mantenerte en vilo así.
—Espero estar bien vestida por lo menos.

Sus ojos viajaron lentamente sobre ella, considerando la V de su vestido y
sus piernas desnudas y cruzadas.
—Un infierno más que bien, abogada.
Su cuerpo se calentó por la mirada en sus ojos.
—Nada de enlazar vacas, entonces.
Los bordes de su boca se torcieron.
—¿Tú? Pagaría medio billón de dólares por ver eso —Él puso su mano sobre
la rodilla de ella, acariciando su piel suavemente con sus dedos—. Entonces sobre
esta noche... me he estado preguntando si esta es una de esas ideas que suena mejor
en mi cabeza de lo que es en la verdadera ejecución. Espero que no te decepciones.
—Si ese es el caso, prometo que fingiré estar entusiasmada tan bien que
nunca sabrás la diferencia.
—Te lo agradezco. Bueno, aquí está el trato: probablemente no te has dado

cuenta, pero hace exactamente nueve años este mismo día, 16 de mayo, divisé a
cierta morena descarada, estudiante de derecho de primer año a través de un bar
321
lleno de gente. Viendo que este es nuestro aniversario, o algo así, pensé que
deberíamos volver a la proverbial escena del crimen.
Le tomó a Rylann un momento.
—¿Estás llevándome a Champaign?
—Sip. Alquilé el segundo piso del Clybourne —Kyle se acercó y apartó un

mechón de pelo detrás de su oreja—. Te prometí una cita cuando dejé tu
apartamento esa noche, Rylann —Sus miradas se sostuvieron significativamente—.
Puedo estar casi una década retrasado en el cumplimiento de eso, pero aquí
estamos. Finalmente.

Pequeñas lágrimas sentimentales surgieron en los ojos de Rylann.
Y he aquí que él había estado preocupado porque ella estuviera

decepcionada.
Ella sonrió suavemente, luego se inclinó para rozar sus labios sobre los de él.
—Es perfecto.
*****
Un poco más de dos horas y media más tarde, la limusina se detuvo en el

callejón detrás del Clybourne. Kyle tomó su teléfono y marcó.
—Estamos aquí —dijo cuando la voz en el otro extremo contestó.
Colgó y vio a Rylann observándolo con diversión.
—¿Más de la rutina de la intriga?
—Querías permanecer fuera del radar —Kyle señaló hacia el bar—. Así que
así es cómo funcionará. Dex solía ser el gerente aquí, y conoce al tipo que está
322
ahora a cargo. Ese tipo nos llevará arriba por la escalera trasera para empleados, y
entonces tendremos todo el segundo piso para nosotros.
—Es la última semana de clases, el bar de arriba normalmente estaría lleno.

¿Quiero saber lo que tuviste que hacer para arreglar esto? —preguntó ella.
—Solo digamos que el gerente y yo llegamos a un entendimiento —En

realidad, le había dicho el gerente que le daría la mitad de lo que el bar esperaba
vender de comida y bebida por esa noche más el 20 por ciento, más un extra de
cinco mil dólares por acomodar el lugar de acuerdo a sus instrucciones exactas.
Pero ella no necesitaba saber eso.

Vio que la puerta trasera del bar abrirse, y un tipo de unos veinte años hizo
señas hacia la limusina. Kyle miró a Rylann.
—¿Lista para viajar en el tiempo?
Ella entrelazó sus dedos a través de los suyos.
—En caso de que se me olvide decírtelo más tarde, esta fue la mejor primera
cita que he tenido.
—¿Alguien alguna vez te ha dicho que puedes ser muy dulce cuando
quieres?
—Trato de no dejar que mucha gente sepa acerca de eso. Reduce la

reputación de fiscal malo.
Él tiró de su mano y la atrajo hacia sí.
—Ya he visto el pelo de Bozo el payaso, abogada. No tenemos más secretos

—Con un beso rápido, abrió la puerta de la limo y salió. Después de comprobar
para confirmar que el callejón estaba vacío, ayudó a Rylann a salir y la llevó hacia
la puerta trasera del bar.
323
El gerente sonrió mientras los llevaba, entonces extendió su mano hacia
Kyle una vez que estaban dentro.
—Joe Kohler. He estado emocionado acerca de esto toda la semana.

Francamente, creía que todo el asunto de Twitter fue histérico —A continuación
sacudió la mano de Rylann—. Y la misteriosa dama —Señaló hacia Kyle—. Quien
quiera que seas, es mejor que trates a este tipo mejor que la última chica —Hizo un
gesto hacia las escaleras detrás de ellos—. Síganme.
Kyle se encogió de hombros cuando vio la desconcertada expresión de

Rylann.

—Uno de los que están a favor —Con su mano en la de ella, siguieron a Joe
arriba por la estrecha escalera hacia el segundo piso.
—Traje a una de las camareras para que me ayude a configurar el lugar de

acuerdo a sus instrucciones —le dijo Joe—. Supuse que podríamos usar el toque de
una mujer con este tipo de cosas.
Rylann levantó una ceja hacia Kyle mientras llegaban a la cima de las
escaleras.
—¿Instrucciones?
Joe los llevó alrededor de un corto pasillo, dentro del área principal del bar.
—Espero que os guste.
Kyle dio vuelta a la esquina con Rylann, complacido cuando vio que lo
habían conseguido a la perfección. Pilares de velas blancas, unos cientos, cubrían
las mesas y la barra, echando a todo el espacio una luz cálida y romántica. En la
esquina trasera más alejada de la barra había una mesa cubierta con un mantel de
lino blanco, dos copas de cristal, y una cubitera de hielo que enfriaba una botella de
Perrier-Jouët Fleur de Champagne Rosado, por recomendación de su hermana, la
experta en vinos.
324
Con expresión de asombro, Rylann contempló todo.
—Esto es... increíble —Caminó hacia la mesa con el champaña, luego miró
por encima de su hombro hacia Kyle—. Esta es la mesa en que estaba sentada esa
noche.
Asintiendo, Kyle se dirigió hacia ahí.
—Te había observado por un rato antes de hacer mi movimiento. Había un

tipo con el pelo rojo sentado en la mesa frente a ti, y yo estaba tratando de decidir si
era tu novio.
Rylann sonrió.

—Ese era Shane. Dios, no he hablado con él en años —Sus ojos barrieron el
lugar, la velas encendidas habían transformado el normalmente sórdido bar
universitario en un ambiente romántico. Dio un paso más cerca y cerró sus dedos
en su camisa—. Gracias —susurró.
Kyle le apartó el pelo de los ojos.
—En cualquier momento, abogada.
*****
—Elegí mal —dijo Rylann, mirando el plato de Kyle desde el otro lado de la
mesa—. Debería haber ido con las patatas fritas rizadas en vez de las regulares.
—Sip, debiste —Kyle recogió una patata rizada y generosamente la dejó en

el plato de ella.
Ella lució ofendida.
—¿Una patata? ¿Eso es todo lo que consigo?
325
—Tienes que vivir con las consecuencias de tus decisiones. ¿Cómo
aprenderás si no? —sonrió y metió otra patata rizada en su boca.
El Perrier-Jouët había comenzado a surtir efecto, trayendo un bonito rubor a

las mejillas de Rylann. Aunque normalmente no era un gran bebedor de champaña,
incluso Kyle tenía que admitir que éste no era medio malo. Es cierto que uno
probablemente no solía asociar una botella de champaña de trescientos dólares con
hamburguesas con queso y patatas fritas, pero eso era casi tan bueno como el
comedor del Clybourne.
El teléfono de Kyle sonó con un nuevo mensaje y lo comprobó para

asegurarse de que no fuera Sean, el ejecutivo de Silicon Valley que había contratado

para ser su segundo al mando en Rhodes Network Consulting.
—Lo siento. Mi línea de negocios ha estado inundada de llamadas desde el

anuncio de Twitter —le dijo a Rylann—. Sean está revisando todos los mensajes
ahora. Le dije que me llamara si había algo que no pudiera esperar hasta mañana.
Ella se inclinó, interesada, alcanzando su copa de champaña.
—Entonces, ¿cuál es el siguiente paso para ti?
—Organizar reuniones y comenzar a lanzarme a potenciales clientes. Los

dos graduados que contraté de la Universidad de Illinois comienzan a trabajar el
lunes, y entonces estaremos listos para el rock and roll. Después de eso, cruzo los
dedos y espero que haya algunas personas deseosas de encamarse con el Terrorista
de Twitter —le dirigió una sonrisa descarada—. Metafóricamente hablando.
Rylann ladeó la cabeza inquisitivamente.
—He tenido curiosidad por algo. ¿Qué fue lo que te hizo cambiar de opinión
sobre el mundo corporativo? En el pasado, cuando nos conocimos por primera vez,
te recuerdo diciendo que querías enseñar.
326
Era una pregunta perfectamente inocua. Y Kyle sabía que podía contestarla
vagamente, de la misma manera que había respondido esa pregunta muchas veces
antes. Pero mientras se sentaba al otro lado de Rylann, a un día del aniversario de
la muerte de su madre nueve años atrás, pensó que tal vez había llegado el
momento de abrir esa parte de su vida. Seguía diciéndose a sí mismo que quería
todo de Rylann, tal vez, entonces, tenía que dejar caer algunas de sus propias
barreras.
Así que se aclaró la garganta, tratando de decidir por dónde empezar.
—Mi punto de vista sobre las cosas cambiaron después que mi madre murió.
Fue un tiempo difícil para mi familia —comenzó él.

*****
Kyle, ha habido un accidente.
Durante el tiempo que viviera, nunca olvidaría aquellas palabras.
Había sabido al instante por la voz de su padre que era serio. Su agarre se
había apretado alrededor del teléfono. —¿Qué ha pasado?
—Es tu madre. Un camión chocó su auto cuando regresaba de un ensayo

del club de teatro. Piensan que el conductor podría haberse dormido al volante, no
lo sé, no me han dicho mucho. La trajeron a la sala de emergencias hace media
hora, y está en cirugía ahora.
El estómago de Kyle cayó. Cirugía.
—Pero... mamá va a estar bien, ¿verdad?
El silencio que siguió duró una eternidad.
—Envié el jet para que te recoja en Willard —dijo su padre, refiriéndose al

aeropuerto de la universidad—. Un helicóptero te encontrará en O'Hare y te llevará
directamente al hospital. Dijeron que podíamos usar el helipuerto.
327
La voz de Kyle era un susurro.
—Papá.
—Es malo, hijo. Siento que debería estar haciendo algo, pero ellos... dicen
que no hay nada...
La conmoción comenzó a establecerse en ese mismo momento, cuando

Kyle se dio cuenta que su padre estaba llorando.
El viaje hasta el aeropuerto, el vuelo de cuarenta minutos a Chicago, y el

viaje en helicóptero hasta la azotea del hospital había sido un borrón. Algunos
miembros del personal del hospital, Kyle no podría haber identificado los rostros en

una fila dos minutos más tarde, lo llevaron apresuradamente hacia una sala de
espera privada en la unidad de trauma quirúrgico.
Había irrumpido por la puerta y encontrado a su padre de pie allí con una
expresión pálida.
Sacudió su cabeza.
—Lo lamento, hijo.
Kyle dio un paso atrás.
—No.
Un escurrido hilo de voz habló desde detrás de la puerta.
—No llegué a tiempo, tampoco.
Kyle se volvió y vio a Jordan de pie en la esquina de la sala. Había lágrimas

corriendo por sus mejillas.
—Jordo —La agarró y tiró de ella en un apretado abrazo—. Acababa de

hablar con mamá ayer —susurró él contra la parte superior de la cabeza de su
328
hermana—. La llamé después de mi examen —Ella había estado tan malditamente
orgullosa de él.
Su corazón se apretó dolorosamente mientras sus ojos comenzaban a

quemarle.
—Dime que esto no está sucediendo —dijo Jordan contra su pecho.
Se oyó un golpe en la puerta, y un médico vestido con una bata quirúrgica

azul entró en la sala.
—Lamento interrumpir —dijo en tono sombrío—. Quería preguntarles si les

gustaría verla.

Jordan se secó los ojos, luego se volvió para mirar al médico. Tanto ella
como Kyle miraron expectantes a su padre.
Él no dijo nada.
—A algunas personas les resulta reconfortante decir adiós —El médico

ofreció amablemente.
Kyle vio como su padre, un magnate hecho a sí mismo, alabado por su

visión para los negocios y capacidad de decisión, cuyo rostro había estado en las
portadas de Time, Newsweek y Forbes, un hombre al que Kyle nunca había visto
dudar ni una vez en cualquier decisión, vacilaba.
—Yo... no... —La voz de su padre se fue apagando. Se pasó la mano por la
cara y respiró hondo.
Kyle puso su mano sobre el hombro de su padre, y luego se volvió hacia el

médico con su respuesta.
—Nos gustaría eso. Gracias.
329
Kyle se dio cuenta rápidamente, ya desde esos primeros momentos en el
hospital, que su padre estaba teniendo dificultad para manejar las muchas
decisiones que debían tomarse con respecto al velorio y el entierro de su madre.
Para ayudar a aliviar esa carga, se mudó a la casa de su padre y se hizo cargo de la
mayor parte de los arreglos. Fue una época sombría y emocionalmente agotadora,
y ciertamente algo que nunca se hubiera imaginado atravesar a la edad de
veinticuatro años, seleccionar las lecturas y oraciones para el funeral de su madre, y
el traje que usaría en el ataúd, pero juntos, él y Jordan, lograron hacer lo que había
que hacer.
Después del funeral, su plan original había sido permanecer en la casa de su

padre por una semana más o menos, ayudándolo a pasar a través de todas las

llamadas telefónicas, tarjetas de condolencias, flores y mensajes de correo
electrónico que fluían cada día. Dado el imperio que Grey Rhodes había
construido, había un derramamiento increíble de personas que querían ofrecer sus
condolencias, y Kyle y Jordan lo hicieron lo mejor que pudieron para mantenerse al
día con todo.
Pero cuando esa primera semana pasó, las cosas todavía no parecían
mejorar. Su padre mostraba poco interés en recibir visitantes o hablar con amigos y
familiares por teléfono, prefiriendo en cambio pasar los días a solas en su estudio o
ir a dar largos paseos alrededor de los terrenos de la propiedad.
—Tal vez necesita hablar con alguien. Un profesional —le dijo Kyle a
Jordan una noche cuando estaban sentados en la mesa del comedor de sus padres
picoteando a medias una lasaña que alguien había dejado caer el día anterior.
Podrían alimentar a una pequeña nación durante un mes con el número de guisos,
lasañas, y macarrones con queso que habían apilado en el refrigerador y
congelador. No importaba que su padre prácticamente pudiera comprar una
pequeña nación.
330
—Ya he intentado sugerirle eso —dijo Jordan—. Dice que sabe lo que está
mal: que mamá está muerta —Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero rápidamente
se las quitó de encima.
Kyle le apretó la mano.
—Es sólo la pena hablando, Jordo.
Tenía casi decidido ir hacia el despacho de su padre en ese momento y

decirle que tirara su mierda junta por el bien de Jordan, pero dudaba que eso fuera
de ayuda. Y ciertamente entendía el dolor de su padre; todos estaban luchando para
darle sentido a la muerte de su madre.

Decidió quedarse en Chicago por una semana más. Y luego dos semanas se
convirtieron en tres. No había realmente ningún día bueno, solo días malos y días
ligeramente mejores.
Con el tiempo, las cosas progresaron a un punto donde su padre estuvo

dispuesto a ver a los amigos y familiares, lo que Kyle asumió era una buena señal.
Sin embargo, su padre continuó mostrando absolutamente ningún interés por su
empresa… y las llamadas relacionadas con la empresa, los mensajes de voz y los
correos electrónicos comenzaron a acumularse, todos sin respuesta.
Por lo tanto, no fue ninguna sorpresa cuando, tres semanas después del
funeral de su madre, Chuck Adelman, el asesor general de Rhodes Corporation,
llamó a Kyle y le pidió reunirse con él. Además de trabajar para la empresa, Chuck
era el abogado personal de su padre y había sido uno de sus mejores amigos desde
la universidad. Kyle aceptó reunirse con él para almorzar en un restaurante a sólo
unas pocas manzanas de la sede central de la compañía.
—Tu padre no devuelve ninguna de mis llamadas —dijo Chuck después de

que ordenaran.
—Por lo que sé, no le devuelve las llamadas a nadie —dijo Kyle con la
mayor naturalidad.
331
Chuck habló en un tono tranquilo, sus ojos amables. —Mira, lo entiendo.
Yo estaba allí cuando tus padres se conocieron, era Miércoles de Ceniza, y
estábamos en el patio. Tu padre divisó a tu madre sentada bajo un árbol, en una
manta con sus amigas, y dijo: “Esa tía es totalmente guay”. Se acercó y se presentó
a sí mismo, y eso fue para ambos.
—Oh, Dios mío. Mis padres nos dijeron a mí y a Jordan que se habían
conocido en una librería, luchando por el último ejemplar de las Civilizaciones
Clásicas. ¿Estaban colocados49 en ese momento?
Después de haber ido a la Universidad de Illinois durante seis años, Kyle

sabía exactamente lo que la gente hacía en el patio el Miércoles de Ceniza50.

Chuck se detuvo.
—Por supuesto, una librería. Todo está volviendo a mí ahora —apuntó—.

El libro de texto de cálculo. Ahora esa es una linda historia.
—Civilizaciones Clásicas.
—Probablemente es mejor si nunca mencionamos esta parte de la

conversación a tu padre.
—De acuerdo —dijo Kyle—. Ahora, además de marcarme con una cicatriz
de por vida y arruinar cada esterilizada y sana imagen que tenía del primer
encuentro de mis padres, ¿por qué más querías reunirte hoy?
Chuck apoyó sus brazos sobre la mesa, poniéndose serio.
—Él no puede hacer esto, Kyle. Es el CEO51 de una compañía de un billón

de dólares.
49
Drogados (con marihuana)
50
Cada primavera el patio principal de la Universidad de Illinois, se segregaba de la nación y se convertía
en un país independiente... donde fumar marihuana y beber alcohol era legal... para todas las edades.
La última noticia que hemos localizado sobre este acontecimiento data de 2011. Desconocemos si se
sigue celebrando en la actualidad.
332
—Y como CEO, creo que tiene derecho a un poco de tiempo personal —
gruñó Kyle protectoramente—. Mi madre acaba de morir hace tres semanas.
—No estoy tratando de arrastrarlo a la oficina. Pero si pudiera al menos

hacerse accesible. Contestar sus llamadas al móvil una vez cada tanto. Dejar que la
gente sepa que todavía está al mando —dijo Chuck—. Los otros miembros de la
junta están empezando a preguntar qué está pasando.
—Sin duda, entienden que estas son circunstancias inusuales.
—Así es. Pero eso no cambia el hecho de que esta es una empresa de capital
privado. Tu padre es Rhodes Corporation —Se movió en su silla, como si se

debatiera sobre cómo continuar—. Como consejero general de la empresa, estoy
obligado a mencionar que, en el caso de que tu padre estuviera alguna vez
incapacitado, te nombró a ti como su representante legal. Lo que significa que te
encargarías de dirigir sus asuntos, tanto personales como de negocios, incluyendo el
control de la gestión de la empresa.
Kyle sintió el ardor en sus ojos. Había sabido, obviamente, que su padre
siempre había querido que trabajara para Rhodes Corporation, pero no tenía idea
de que tenía tanta fe en él. Era un honor y también una increíble responsabilidad,
pero sobre todo, no podía creer que las cosas hubieran llegado a un punto dónde él
y Chuck necesitaran tener esta conversación. Es cierto que su padre no era el
mismo en estos días. Pero no importaba cuán mala fuera la situación, había una
cosa que necesitaban corregir, justo en ese momento.
—Nadie declarará incapacitado a mi padre —dijo Kyle, mirando al consejero

general directamente a los ojos—. Ese hombre construyó un imperio, es un genio y
un hombre de negocios extremadamente poderoso. Desafío a cualquiera a decir lo
contrario.
La expresión de Chuck fue compasiva.
51
CEO – Director Ejecutivo
333
—Yo no soy el enemigo aquí, Kyle. Estoy tratando de ayudar. Tienes razón,
él construyó un imperio. Y ahora alguien tiene que empezar a dirigirlo. De lo
contrario, la gente empezará a decir todo tipo de cosas, aunque a ti y a mí no nos
guste.
Kyle recibió el mensaje, alto y claro. Y durante los treinta minutos del viaje
en coche a lo largo del Lago Michigan de regreso a la finca de su padre en la rivera
norte, debatió qué postura tomar.
En última instancia, decidió que lo directo era lo mejor.
Cuando volvió, fue directamente hacia el estudio y encontró a su padre

sentado en su escritorio, moviéndose indiferentemente a través de fotografías de
coches antiguos en su computadora. Desde la muerte de su madre, su padre se
había mostrado algo interesado en la restauración de un coche clásico, algo que
solía hacer como pasatiempo antes de que su compañía hubiera explotado con el
Anti-Virus Rhodes.
—¿Encontraste algo? —preguntó Kyle mientras tomaba asiento frente al

escritorio.
—Un tipo en McHenry vende un Shelby '68 —dijo Grey en tono moderado.
Cada vez que su padre hablaba, golpeaba a Kyle cuán diferente parecía.
Desanimado. Apático. Sombrío. Un crudo contraste con el hombre dinámico y casi
más grande que la vida que Kyle había conocido durante veinticuatro años.
—McHenry está a sólo una hora de distancia. Tal vez podamos conducir
hasta allí mañana y echarle un vistazo —dijo Kyle.
—Tal vez.
Kyle había estado sugiriendo excursiones como ésta durante las últimas tres
semanas, ninguna de las cuales había llegado a buen término. Aunque su padre
hablaba sobre reconstruir un coche, no parecía tener mucho interés en adoptar
334
ninguna medida para dedicarse a eso realmente. Por otra parte, no tenía mucho
interés en nada.
Grey se volvió hacia Kyle con una sonrisa cansada.
—Tal vez podrías conducir hasta allí y echar un vistazo al coche por mí.
Necesitas salir de esta casa tanto como yo.
—En realidad, salí hoy. Me encontré con Chuck Adelman para el almuerzo.
La cara de Grey se quedó sin expresión.
—En serio. ¿Y qué tenía Chuck para decir?

Kyle decidió que probablemente no era el mejor momento para sacar el
tema del Miércoles de Ceniza. Francamente, la imagen de su padre usando
pantalones acampanados, fumando un porro, y llamando a su madre “una tía
guay” estaba equivocada en tantos niveles que quería borrar todo eso de su
memoria.
—Tienes que empezar a devolver las llamadas y correos electrónicos —dijo

sin rodeos.
Su padre era un hombre adulto, tal vez era hora de un poco de amor firme.
—Chuck está excediendo sus límites. No debería haberte involucrado en

esto.
—Creo que sería bueno para ti tratar de volver al trabajo, papá. Te servirá
para tener tu mente ocupada en otras cosas.
—No quiero tener mi mente en otras cosas.
Kyle se sentó en silencio por un momento.
335
—No deshonraremos a mamá si seguimos adelante con nuestras vidas. Eso
es lo que ella hubiera querido que hiciéramos.
Grey se volvió hacia su ordenador.
—Dejé mucho por esa compañía. Ya no más.
El comentario tomó por sorpresa a Kyle. Debido a que su padre había

crecido con poco dinero, siempre había estado particularmente orgulloso de su
éxito. Hablabas con el hombre durante cinco minutos, y encontraría una manera
sutil de presumir sobre el hecho de que el Anti-Virus Rhodes protegía uno de cada
tres ordenadores en Estados Unidos.

—¿De qué estás hablando? Amas esa compañía.
Grey sacudió la cabeza.
—No tanto como la amaba a ella. Ella era... todo. Sólo espero que supiera
eso.
Su padre comenzó a llorar. Kyle comenzó a levantarse de su silla, pero su

padre inmediatamente levantó su mano.
—No lo hagas. Estoy bien —dijo Grey. Se secó los ojos, rápidamente
recomponiéndose a sí mismo.
—Papá…
—Pospuse tantas cosas —dijo Grey, interrumpiéndolo—. Ese viaje de safari,

por ejemplo. ¿Cuántas veces habló tu madre de eso? Hizo todas las investigaciones
y planeó dos semanas de vacaciones en Sudáfrica y Botswana para nosotros. ¿Qué
dije yo? Que estaba demasiado ocupado y que iríamos el año próximo —Luchó para
controlar sus emociones—. Supongo que rompí esa promesa, ¿no? —Después de un
momento, se aclaró la garganta—. También quería tomar una clase de cocina para
parejas a las seis los martes y jueves, pero eso era complicado para mí, con el tráfico
336
viniendo de regreso desde la ciudad. Así que le dije que lo haríamos el año que
viene en su lugar. Y podría seguir y seguir sobre todos los momentos perdidos —
Miró por encima hacia Kyle, con la cara llena de lamento—. Sé lo que estás
tratando de hacer, y te lo agradezco, hijo —Sus ojos eran de un azul distante y
frío—. Pero toda la maldita compañía puede pudrirse por lo que a mí respecta.
Nada de esto significa nada sin ella.
Kyle sabía por el tono tranquilo, pero firme de su padre que la conversación
había terminado.
Salió del estudio y llamó a Chuck, y expuso su plan al consejero general.

Una vez que su padre estuviera pensando con claridad de nuevo, podría hacer lo

que quisiera con Rhodes Corporation. Él había construido el lugar por lo que, si en
última instancia quería venderlo y pasar el resto de su vida reconstruyendo Shelbys
del 68 en sus cinco plazas de garaje, esa era su prerrogativa. Pero esa decisión no la
tomaría el hombre sentado actualmente detrás del escritorio de su padre, porque ese
hombre no era Grey Rhodes.
En consecuencia, la tarde del día siguiente se reunió con los ocho

vicepresidentes ejecutivos de la compañía. Deliberadamente optó por reunirse con
ellos en la oficina de su padre y, también deliberadamente, se sentó detrás del
escritorio de su padre mientras explicaba cómo sería el plan para el futuro
previsible.
—Ustedes ocho seguirán adelante con el día a día de las responsabilidades

de sus divisiones —les dijo—. Cualquier decisión que deba ser tomada por el CEO
deberá ser presentada ante mí, con su plan de acción recomendado. Me aseguraré
de que mi padre responda.
Kyle dudaba que alguno de los vicepresidentes ejecutivos en esa habitación

realmente creyera que Grey Rhodes tomaría tales decisiones, pero habían trabajado
con su padre durante años, lo respetaban y eran ferozmente leales. Sin ningún tipo
de disidencia, ofrecieron su apoyo a Kyle y dijeron que ayudarían en todo lo que
pudieran.
337
En muchos sentidos, ser el CEO de facto de Rhodes Corporation no fue tan
difícil como Kyle había imaginado.
Por supuesto, tenía el asesoramiento y el consejo de Chuck, así como el de

los vicepresidentes ejecutivos, pero estaba sorprendido por la forma de cuánto le
gustaba asumir un papel de liderazgo, incluso uno encubierto.
—Realmente podrías hacer esto, sabes —le dijo Chuck una noche en la
reunión semanal del “estado de la compañía” que Kyle había establecido para ellos
dos. Por conveniencia, y para evitar las preguntas que pudieran surgir si se reunían
con demasiada frecuencia en la oficina de Grey, estaban de vuelta en el restaurante
donde Chuck se había acercado para proponerle hacerse cargo de su padre—.

Tienes un gran instinto para los negocios.
Kyle hojeó un informe que había recibido ese día del vicepresidente de
seguridad de contenidos, detallando los resultados de las ventas iniciales de un
nuevo criterio de valoración basado en suscripciones y servicio de protección de
correo electrónico que recientemente habían lanzado.
—Soy sólo el friki de la computación. Jordan es la que tiene el gen Rhodes

de negocios.
Chuck miró fijamente hacia el informe abierto que Kyle sostenía.
—¿Estás seguro de eso? Has tenido tu nariz metida en ese informe de ventas
tanto tiempo que tu bistec se está enfriando.
—Tal vez solo estoy cuidando mi figura de niña.
Chuck se rió entre dientes.
—O tal vez ese gen de negocios pasó a los dos gemelos Rhodes.
Las cosas continuaron de esa forma durante varias semanas. La versión

oficial en Rhodes Corporation era que el CEO había decidido trabajar desde casa y
338
pasar más tiempo con su familia tras la muerte de su esposa. Kyle se mantenía en
contacto con el equipo ejecutivo detrás de la escena, a menudo respondiendo
correos electrónicos o revisando las propuestas y los informes por la noche mientras
trabajaba desde una de las habitaciones para huéspedes en la casa de sus padres. En
varias ocasiones, intentó abordar el tema con su padre, pero no llegó más allá de lo
que lo había hecho el día en que su padre le dijo que dejara a la compañía pudrirse.
Cuando pasó agosto, el mes en que Kyle normalmente habría regresado a la

facultad de posgrado, y todavía nada había cambiado con su padre, decidió que ya
era suficiente.
Ni los argumentos racionales ni el amor firme podrían convencer a su padre

de obtener ayuda profesional, así que eso significaba que sólo quedaba una opción.
El sentimiento de culpa.
Kyle se apiñó con Jordan una noche en la cocina mientras ideaban su plan.
—Deberías ser tú —susurró, vigilante por si su padre entraba. Debido a que

el hombre nunca salía de la casa, siempre estaba alrededor, en alguna parte—. Y
tienes que hacerlo en grande, Jordo. Labios temblorosos, gruesas lágrimas de
cocodrilo, lo que sea. Papá nunca pude decirte que no cuando lloras.
Jordan lució indignada.
—¿Cuándo he intentado manipular a papá con lágrimas alguna vez?
—Oh, recuerdo una vez cuando alguien lloró durante días después de que le
dijeran que no podía tener La Casa de Ensueño de Barbie porque era demasiado
grande para su dormitorio.
—Teníamos siete años en ese momento —dijo Jordan—. Las circunstancias

son un poco diferentes ahora.
339
—¿Recibiste La Casa de Ensueño de Barbie? —preguntó Kyle
intencionadamente.
Con una sonrisa pícara, Jordan se encogió de hombros.
—Santa me lo trajo —Miró en dirección al estudio de su padre, poniéndose

más seria—. Está bien, lo haré. Sólo odio que se haya llegado a esto.
—Él necesita ayuda, Jordo. Tú y yo simplemente no somos suficiente para

solucionar este problema —Tal vez esa era una de las razones por las que él y
Jordan habían dejado pasar las cosas tanto tiempo, ninguno de los dos habían
querido admitirlo.

Una hora más tarde, Jordan salió del estudio de su padre con la nariz
enrojecida y una sonrisa de alivio. Le dio a Kyle la señal de los pulgares para
arriba.
Más tarde esa semana, su padre tuvo su primera cita con un psiquiatra, que
le recetó un antidepresivo, estableció sesiones semanales de terapia, y también lo
envió a un grupo local de apoyo. Los cambios no ocurrieron de la noche a la
mañana, pero lentamente Kyle comenzó a ver más y más destellos del antiguo
Grey Rhodes. Primero fue el chiste sobre el número de lasañas todavía
almacenadas en el congelador, luego también hubo un día en que Kyle regresó a
casa después de una reunión con Chuck y encontró a su padre al teléfono con el
director de un refugio para mujeres maltratadas, haciendo arreglos para donar la
ropa de su madre.
Una noche, poco después, Kyle estaba sentado en el mostrador de la cocina,

comiendo comida para llevar tailandesa y revisando las finanzas de agosto que el
CFO52 había enviado. Las ventas de la nueva variable y servicio de protección de
correo electrónico habían seguido subiendo constantemente desde su lanzamiento,
y tenía comentarios de los clientes que habían sido abrumadoramente positivos.
52
Director Financiero
340
—¿Esos son los valores financieros más recientes?
Kyle se dio la vuelta, tan sorprendido por la voz que estuvo a punto de
atragantarse con el camarón pad thai. Su padre estaba junto al refrigerador; cuánto
tiempo había estado allí nadie lo sabría.
Kyle tragó el pad thai.
—Sí —Tomó un sorbo del cóctel nocturno que se había servido, vodka con
hielo, y trató de parecer indiferente cuando su padre se sentó en el taburete al lado
de él.
Grey se volvió hacia él con un brillo agudo que Kyle reconocía bien. Señaló

hacia las finanzas.
—Tal vez deberías mostrarme qué demonios has estado haciendo con mi
compañía todo el verano.
Kyle sonrió. Gracias jodido Dios. Sin más preámbulos, le entregó las finanzas
a su padre.
—Ya era hora. Leer esta cosa es tan divertido como ver secarse la pintura.
Grey se echó a reír. Sacudiendo su cabeza, miró a Kyle por un largo

momento... luego se estiró y tiró de Kyle en un abrazo tan fuerte que casi se cayó
de su taburete.
—Gracias, hijo —dijo con voz ahogada.
—De nada —Y Kyle habría estado mintiendo si no admitiera que estaba

muy malditamente emocionado, también.
Nada sorprendente fue que lo siguiente de lo que Grey quiso fue hablar
sobre la facultad.
341
—Sé que tus clases comenzaron hace un par de semanas. Probablemente es
el momento de que pienses en regresar a Champaign.
—Ya llamé al Profesor Sharma y le dije que no volveré este semestre.
—De ninguna manera. Ya has puesto tu vida en suspenso durante mucho

tiempo.
Kyle había sabido que este momento al final llegaría, al menos siempre
había esperado que llegara, y había pensado un montón acerca de sus opciones.
Podía volver a Champaign y pasar los próximos años en un campo de maíz,
obteniendo su doctorado. O, si no quería estar tan lejos de su familia, podía

transferirse a la Universidad de Chicago, aunque era una facultad con un programa
de ciencias de la computación menos prestigioso, y continuar sus estudios allí.
Y entonces estaba la opción C.
—Tienes razón, he puesto mi vida en suspenso durante mucho tiempo —

dijo—. Tal vez sea hora de que ponga estas locas habilidades mías a trabajar. Por
suerte, conozco a un tipo que es dueño de una compañía que podría tener algo de
lo mío.
Los ojos de Grey se iluminaron con inconfundible orgullo, y luego lo ahogó.
—Aprecio la oferta. Pero ambos sabemos que eso no es lo que realmente

quieres.
La verdad de la cuestión era que, los puntos de vista de Kyle sobre lo que
quería habían cambiado mucho en los últimos tres meses y medio. Él, Jordan, y su
padre eran ahora un equipo. No tenía dudas que habría momentos más difíciles por
delante, ya estaba temiendo esta próxima temporada de vacaciones, pero pasara lo
que pasara, estarían juntos. Trabajar en Rhodes Corporation le daría la tranquilidad
de saber que estaba al lado de su padre, todos los días, incluso si su padre no lo
necesitaba. Por no hablar que sabía que le haría feliz, y el tipo se merecía un poco
de felicidad en ese momento.
342
Pero sus motivos no eran del todo altruistas. Sorprendentemente, durante los
últimos dos meses se había dado cuenta de que en realidad disfrutaba trabajando
para Rhodes Corporation. Es cierto que el poder había sido ilusorio mientras había
asumido temporalmente el papel de su padre, pero encontró que la emoción que
venía con estar en la cima y liderar a otros era bastante... atractiva.
—Es demasiado tarde. Hace dos días, solicité un puesto de gerente de

seguridad de red. Entre tú y yo, creo que estoy dentro —Kyle se extendió
confiadamente en el taburete—. Suponiendo que puedas satisfacer mis demandas
salariales.
Grey levantó una ceja.

—¿Demandas salariales?
—Hey, estas locas habilidades no vienen de forma gratuita.
Grey sacudió la cabeza, aunque sus labios se curvaron en una sonrisa.
—¿Por qué tengo la sensación de que esta va a ser la primera de muchas

demandas de un frustrante terco Kyle Rhodes del Departamento de Seguridad de
red? —apuntó, tratando de lucir severo—. Te ganarás tu camino hacia arriba en la
escalera como todos los demás.
Kyle agarró el hombro de su padre. Sin duda chocarían cabezas muchas

veces en el curso de sus carreras en Rhodes Corporation, pero en este punto estaban
totalmente de acuerdo.
—No esperaría nada menos.
*****
Rylann no dijo una palabra mientras Kyle contaba su historia; simplemente

se sentó allí en la mesa y escuchó. Intuyó que él se guardaba algunos de los detalles
más personales para sí mismo, era obvio que era muy protector de la privacidad de
343
su padre, pero le contó lo suficiente como para darle una imagen clara de la
situación por la que había atravesado su familia hace nueve años.
Y esa imagen la dejaba sin aliento completamente.
Terrorista de Twitter, multimillonario heredero, ex convicto, friki de la

computación, chico malo… ninguno de esos términos se acercaba a la descripción
de Kyle Rhodes. Él simplemente era, una buena persona y un hombre confiado e
inteligente para colmo, y encontró esa combinación absolutamente irresistible.
Ella le había dicho, y a sí misma, desde el principio que no estaba buscando

una relación. Sin embargo, estas dos semanas que habían pasado juntos la habían

conducido a una conclusión ineludible.
Ese Kyle merecía la mejor maldita novia de por ahí afuera.
Se merecía una mujer que no tratara de ocultar el hecho de que estaban

juntos. Una mujer que no dudara en ir a su jefe y decirle que estaba saliendo con el
Terrorista de Twitter. Una mujer que nunca sintiera ningún arrepentimiento,
incluso si esa decisión afectaba la carrera que realmente amaba.
Y la pregunta de los sesenta y cuatro mil dólares era si ella era esa mujer.
—Te ves tan seria, abogada. ¿Una historia demasiado pesada para una
primera cita?
Viendo la genuina expresión de preocupación en los ojos de Kyle a pesar del

tono burlón, Rylann rápidamente alejó sus pensamientos. Se inclinó sobre la mesa
y deslizó su mano en la de él.
—Sólo si no quieres que me vaya de esta cita pensando que eres realmente
un tipo increíble.
Él se llevó su mano a la boca y le besó los dedos.
—Nop. Estoy bien con eso.
344
*****
Más tarde, esa noche, Rylann se acurrucó contra Kyle en la parte de atrás de
la limusina mientras se dirigían de vuelta a Chicago.
El conductor había dejado discretamente la separación de privacidad

levantada, y música de jazz suave sonaba por los altavoces. Cuando Norah Jones
comenzó a cantar “Come away with me” y Kyle deslizó su mano hacia su espalda
baja, Rylann inclinó su cabeza y sintió un fuerte tirón en su corazón cuando su
boca encontró la de ella.
La besó suavemente, sus labios rozando ligeramente los suyos, y por una vez

no hubo palabras entre ellos. Después de un largo rato, él se retiró y ella abrió los
ojos, y la mirada que compartieron se sintió más íntima que cualquier otro
momento en todas las noches que habían pasado juntos.
Más tarde, cuando entraron en el apartamento de Rylann, ella tomó su

mano y lo llevó a su dormitorio. Lentamente, él deshizo el nudo de su vestido en la
cintura, luego lo empujó por sus hombros y hacia el suelo. Él la tomó en sus brazos
y la llevó a la cama.
Sus manos y boca se movieron tiernamente sobre su cuerpo hasta que ella
sufrió por él. Cuando finalmente se colocó entre sus piernas y entró en ella,
llenándola completamente, enredó sus manos en su pelo y le susurró con voz ronca
en su oído.
—Eres mía, Rylann.
345
Capítulo Treinta y uno
A la mañana siguiente, Rylann se vistió para ir al trabajo mientras Kyle
realizaba un flujo constante de llamadas telefónicas en su sala de estar. Finalmente
se tomó un descanso y entró en el baño justo cuando ella terminaba de enderezar su
cabello.
—Por el sonido de las cosas, diría que hay un montón de personas deseosas
de meterse en la cama con el Terrorista Twitter —bromeó ella.
—Es como una orgía en este momento —Él deslizó sus brazos alrededor de

su cintura y le acarició el cuello con la nariz, el rastrojo a lo largo de su mandíbula
raspando suavemente contra su piel. Mientras que ya había requisado un cepillo de
dientes extra que había encontrado en su cuarto de baño, todavía no habían tenido
La Charla sobre que él dejara una navaja de afeitar o cualquiera de sus otras cosas
en su apartamento.
Cuando él se retiró y encontró su mirada en el espejo, ella supo por su

expresión maliciosa que algo estaba sucediendo.
—¿Qué está pasando? Reconozco esa mirada.
Él sonrió ampliamente.
—Conseguí la portada del Time.
Rylann tuvo una reacción tardía.
—Espera, ¿la revista Time? Tú. En la portada.
—Sip. El reportero con el que he estado hablando sólo llamó para decir que
su editor ha firmado para ello. Planean sacar mi foto con el título “La Nueva Cara
de Network Security”. Simplemente esperemos que no usen mi ficha policial —
bromeó.
346
—La portada del Time —repitió Rylann. Luego se volvió y le plantó un beso
justo en la boca—. Eso es impresionante.
—Justo a tiempo, también, con el lanzamiento de mi empresa —Se encogió

de hombros—. Tuve que estar de acuerdo sobre hablar de la cosa de Twitter; de
Tijuana, mi condena, la vida en prisión y todo eso; pero imagino que vale la pena.
Instantáneamente, Rylann sintió un nudo en el estómago. Estaba más que

emocionada por Kyle y sabía cuán grandiosa era esta oportunidad para él. Pero la
entrevista metería los detalles de su detención y condena una vez más en el centro
de atención, y había estado esperando, tal vez ingenuamente, que todo el mundo
pudiera simplemente... pasar de ello.

Kyle había sido muy franco acerca de sus sentimientos sobre la forma en que
su caso había sido manejado por su oficina, incluyendo el hecho de que lo habían
llamado “terrorista” y buscado la máxima pena de prisión. Era inevitable que el
reportero preguntara acerca de esos temas. Y si Kyle contestaba las preguntas con
franqueza, temía que la Oficina del Fiscal Federal no sería arrojada a la luz más
positiva.
Ya podía imaginar la escena dentro de una semana.
Ella, entrando al trabajo la mañana en que la historia del Time golpeara los
quioscos, los otros fiscales chismeando sobre ello en los pasillos. Cade dejándose
caer para hablar, molesto por ser lanzado como el villano, y Cameron muy
posiblemente frustrada por que la integridad de la oficina sobre la que había estado
trabajando duramente por reconstruir desde la salida de su predecesor, estuviera
una vez más en entredicho.
Y detrás de escena, Rylann estaría en el centro de todo.
Sí, siempre podía pedirle a Kyle que no lanzara ninguna calumnia sobre su
oficina durante la entrevista. Pero hacerlo se sentía mal. Ya sea que estuviera de
acuerdo con él o no, debería tener el derecho de expresar sus opiniones sobre el
347
tema… sobre todo porque sabía que Cade, de hecho, había ido tras él
particularmente duro debido a su apellido y a su situación financiera.
Y así, la situación entre ella y Kyle, se volvía mucho más complicada.
—¿Estás bien? —Kyle tocó su barbilla—. Tienes el rostro serio de nuevo.
Rylann se obligó a si misma a poner lo que esperaba pareciera como una

sonrisa sincera e hizo una broma. Este era el momento de Kyle, y ella no lo
arruinaría.
—Lo lamento. Sólo me deslumbré un poco. No todos los días consigo

codearme con alguien cuya cara está en la portada de una revista.

Él le sostuvo la mirada.
—Podría ser una cosa cotidiana, sabes.
El corazón de Rylann empezó a correr. De repente, parecía que estaban a

punto de tener La Charla después de todo. Y a juzgar por la reacción de su cuerpo,
ella estaba excitada ya fuera por llevar su relación al siguiente nivel... o por estar a
punto de tener un ataque de pánico.
Entonces el móvil de Kyle sonó de nuevo, interrumpiendo el momento.
Él maldijo por lo bajo. —Debería atender esta. Lamento que las cosas estén
tan locas en este momento.
—Está bien. Haz tu trabajo —Ella exhaló vacilante cuando él se fue.
Terminó de prepararse para el trabajo y estaba en su cocina, vertiendo cereal

en un tazón, cuando Kyle colgó el teléfono y se dirigió desde la sala de estar.
—Debo irme —dijo—. Tengo que correr a casa, tomar una ducha rápida, y
dirigirme a la oficina. Según Sean, ya hemos recibido treinta llamadas en la línea de
negocios esta mañana —La atrajo más cerca—. Voy a cenar esta noche con mi
348
familia. Es una tradición que Jordan y yo empezamos hace ocho años, como una
manera de asegurarnos de que mi padre no estuviera solo en el aniversario del
accidente de coche de mi madre. ¿Puedo llamarte después?
Rylann asintió, pensando que probablemente no era tan mala idea que
pasaran la noche separados. Claramente, ella tenía mucho en qué pensar.
—Por supuesto —Tocó su cara—. ¿Hoy es un día difícil, siendo el noveno

aniversario del accidente?
—Se ha hecho más fácil con los años —La besó como despedida, largo y
profundo, luego gimió y se retiró—. Nunca conseguiré salir de aquí si sigo con eso.

—Estaba a punto de echarte, de todos modos. Enfrentaré al gran jurado esta
mañana.
—Ooh, sexy. Ahora puedo imaginarte haciendo tu cosa de abogada toda la

tarde. ¿Qué tipo de caso?
—Uno secreto.
—De acuerdo. Lo que sucede en la sala del gran jurado se queda en la sala
del gran jurado. Recuerdo el discurso bien —Con un guiño, dio media vuelta y
salió de su apartamento.
Rylann se quedó de pie allí por un momento después que él se fue, su

sonrisa desapareciendo lentamente mientras el peso de su dilema se hundía.
Forzándose a sí misma a empujar el tema temporalmente a un lado, agarró su
cuchara y el tazón de cereales. Se sentó en el mostrador y acababa de encender su
iPad para ponerse al día con los titulares de la mañana cuando alguien llamó a su
puerta.
Quizás Kyle ha olvidado algo, pensó. Con eso en mente, se bajó del taburete y
salió de la cocina.
349
Cortó a través de su sala de estar y abrió la puerta, esperando ver un par de
penetrantes ojos azules y unos hoyuelos.
En su lugar, se quedó inmóvil.
Allí, de pie en su puerta, inexplicablemente, estaba Jon. Extendió sus brazos.
—Sorpresa.
350
Capítulo Treinta y dos
Rylann parpadeó sorprendida.
—Jon. ¿Qué estás haciendo aquí? —Ignoró los brazos extendidos, no

sintiéndose exactamente como para abrazar a alguien en ese momento.
Después de un momento, él dejó caer sus manos de regreso a sus costados.
—Está bien, era demasiado esperar una cálida recepción. Estoy aquí porque
me gustaría hablar.

—¿Ya no… tienen teléfonos en Italia?
Él señaló, sonriendo.
—Ah, ahí está ese sarcasmo que extrañaba. Ya probé el teléfono, ¿recuerdas?
Me colgaste.
Técnicamente, le había dicho adiós primero, pero este no era el momento

para ponerse al día con la semántica.
—Porque no creía que hubiera algo más que tuviéramos que decirnos —
Pero ahora, a juzgar por el hecho de que estaba allí de repente, en su puerta, había
estado muy equivocada al suponer eso.
Él se movió con torpeza.
—Mira, acabo de pasar diez horas en un vuelo desde Roma. Después de

todo lo que hemos pasado, ¿realmente me dejarás parado aquí afuera en el pasillo
como a un desconocido?
Rylann realmente consideró hacer eso por un momento. Después se apartó

de la puerta y lo dejó entrar.
351
Jon sonrió.
—Gracias.
Ella lo observó entrar a su sala de estar y revisar el apartamento. Se veía en

su mayoría igual a la última vez que lo había visto, aunque se había cortado el pelo
un poco más y tenía un bronceado saludable. El estilo de vida italiano parecía
adaptarse bien a él.
—Bonito lugar —dijo. Miró por encima hacia la encimera, sus ojos
deteniéndose en el solitario tazón de cereales y en el iPad. Desayuno para uno.
Antes de que ella consiguiera comenzar con su interrogatorio, había una

cuestión preliminar a la que Rylann necesitaba llegar al fondo.
—¿Cómo me encontraste?
—Kellie y Keith. Les diste tu dirección de reenvío cuando te mudaste aquí.
Cuando él se dio la vuelta y se enfrentó a ella, aparentemente terminando

con su valoración del apartamento, ella decidió cortar por lo sano.
—¿Quieres decirme por qué estás aquí?
Él la miró a los ojos.
—Creo que cometí un error. Con nosotros. Italia no ha resultado ser lo que
pensaba que sería —Dio un paso hacia adelante, su voz se volvió más suave—.
Realmente te extraño, Ry.
Al oír las palabras, Rylann sintió una mezcla de emociones en ese momento:
pesar, simpatía e incluso algo de tristeza.
Pero no amor.
352
—No podemos hacer esto, Jon. Se acabó. Estuvimos de acuerdo en eso
cuando te subiste al avión con destino a Roma. He seguido adelante ahora.
Sus ojos color avellana brillaron con emoción.
—¿Estás viendo a alguien?
Ella hizo una pausa, luego asintió.
—Sí.
—¿Es serio?

Una pregunta complicada.
—Podría ser.
Jon se estremeció, entonces miró al techo.
—Wow. No había esperado eso —Se tomó un minuto, y cuando regresó su

mirada a ella, sus ojos estaban empañados.
Al ver eso, Rylann no estaba segura de qué decir. Lo que sea que estaba
pasando con su ex en ese momento, él estaba obviamente confundido y no en un
buen lugar.
—Jon, lo lamento.
Él se pasó la mano por el pelo.
—Estoy cansado. Un largo vuelo. ¿Tal vez podrías darme un vaso de agua?
—Por supuesto —Ella fue a la cocina y tomó una botella de agua de la

nevera. Cuando cerró la puerta, vio que Jon la había seguido y estaba de pie junto a
la encimera—. ¡Oh! Aquí tienes.
Le entregó el agua.
353
—Gracias —Él la abrió y tomó un sorbo, después dejó la botella sobre la
encimera—. Sólo dime una cosa. Cuando estábamos juntos, ¿eras feliz?
Sí, lo había sido. Ellos, obviamente, habían tenido sus problemas, como todas
las parejas, pero habían salido durante tres años, habían vivido juntos, e incluso
había querido casarse con él. Pero luego lo había superado con el plan de los seis
meses, algo que probablemente había sido más fácil de hacer de lo que debería
haber sido.
Y eso decía mucho.
—Sí, fui feliz, pero…

Él puso su dedo sobre sus labios, interrumpiéndola antes de que pudiera
terminar.
—Entonces no tiene que terminarse. Sé que te lastimé esa noche en

Jardinière. Allí estabas, pensando que te iba a proponer matrimonio, y en su lugar
te sorprendí con mi gran plan para mudarme a Roma. Fui un idiota, Ry, y lo
lamento tanto. Pero podemos empezar de nuevo. Quiero una segunda oportunidad.
Rylann se irguió, tomó su mano y la movió lejos de su boca. Si él quería

oírlo o no, había algo que ella necesitaba decir.
—No habrá una segunda oportunidad, Jon —dijo en voz baja, pero con
firmeza—. Ya no estoy enamorada de ti.
Él agarró su muñeca cuando ella trató de soltar su mano.
—Espera, si solo me dejaras…
—Si la tocas otra vez lo lamentarás mucho más que esa noche en Jardiniére.
Rylann miró y vio a Kyle de pie en la puerta de la cocina, sus ojos azules
parpadeando furiosamente. Parecía enfadado y tenso y listo para la pelea.
354
—Kyle —dijo ella con sorpresa cuando Jon instantáneamente dejó caer su
muñeca.
Su mirada se volvió hacia ella, y por un momento pareció tan distinto al

encantador despreocupado que ella conocía que se preguntó, con un sentimiento de
hundimiento, si estaba enfadado con ella. No tenía idea de cuánto había oído, y
desde el punto de vista de él, la escena que acababa de interrumpir podría haberse
visto mal, en particular por un tipo que había sido engañado por su última novia.
Pero luego él entró en la habitación y se paró cerca, a su lado.
—Creo que Rylann ha dejado sus sentimientos perfectamente claros —le

dijo a Jon.
Jon parpadeó, el reconocimiento iluminando sus ojos.
—Santa mierda, te conozco. Has estado en las noticias durante toda la

semana —Le disparó una mirada de absoluta incredulidad a Rylann—. ¿Estás
follándote al Terrorista de Twitter? —Se rió sin humor—. Tú, la abogada estrella
asistente del Fiscal Federal y un ex-convicto. ¿Quieres decirme cómo eso
funcionaría alguna vez?
—Si mal no recuerdo, eso no es más tu maldito asunto —gruñó Kyle.
—Uh-oh, parece que toqué una fibra sensible allí —replicó Jon.
Rylann se interpuso entre ellos.
—Está bien, claramente tenemos demasiada testosterona en el cuarto ahora

mismo —Puso su mano en el brazo de Kyle—. ¿Puedo hablar contigo en el pasillo?
Él fulminó con la mirada a Jon por un largo momento, viéndose más

parecido a un ex-convicto que a un multimillonario heredero o a un friki de las
computadoras, luego se volvió hacia Rylann y asintió.
—Está bien.
355
Salieron fuera de la puerta delantera y al pequeño descanso interno que
contenía apenas algo más que su alfombra de bienvenida y sus dos cuerpos. En el
extremo opuesto del descanso había una escalera que conducía a los apartamentos
del primer y segundo piso.
Primero lo primero.
—¿Qué estás haciendo aquí? —susurró ella después de cerrar la puerta detrás
de ellos.
Kyle cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Me estás tomando el pelo? Te encontré en la cocina, con tu ex-novio

declarándote su imperecedero amor por ti, ¿y me preguntas qué estoy haciendo?
—Bueno, asumí que tu interrogatorio sería bastante largo, así que pensé en
hacer todas mis preguntas y sacarlas del camino primero.
Él señaló.
—No trates de ser agradable cuando estoy cabreado. Y para que conste,
volví porque olvidé mi reloj en tu mesita de noche. Oí la voz de un hombre dentro
de tu apartamento, y la puerta estaba abierta, así que entré.
¿En serio?
—Cuando te sientas un poco menos espinoso, probablemente deberíamos

tener una charla acerca de los límites y todo este lado posesivo tuyo.
—Me parece bien. La próxima vez que oiga a un hombre extraño dentro de
tu apartamento y encuentre la puerta misteriosamente abierta, no me aseguraré de
que no te estén robando o hayas sido retenida a punta de pistola por algún
delincuente lunático que hayas procesado.
Rylann hizo una pausa, pensando en eso.
356
—Tal vez este no es el mejor momento para discrepar con toda la cosa de la
posesividad.
Kyle enganchó un dedo en la cintura de su falda y la atrajo hacia sí.
—Ahora es el momento para mi interrogatorio. Primera pregunta: ¿A qué

hora se irá el capullo?
Ella ladeó su cabeza.
—¿No estás enfadado conmigo?
—Oh, estaba furioso al principio cuando entré y los vi a los dos parados allí

con su dedo en tus labios —Su expresión se relajó un poco—. Pero luego escuché lo
que le dijiste acerca de no estar más enamorada de él —Le sostuvo la mirada—. ¿Es
cierto lo que dijo? ¿Qué querías casarte con él?
Rylann vaciló, pero no quería mentir.
—Antes, cuando Jon y yo estábamos juntos, sí, pensé que nos casaríamos —
Cuando vio a Kyle apretar su mandíbula, continuó—. Pero parece que haya pasado
una eternidad desde eso ahora. Han pasado tantas cosas desde entonces.
Parecía un poco más apaciguado con eso.
—Eso nos lleva de regreso a mi primera pregunta, ¿cuándo se marchará?
Ella dio un paso más cerca porque no quería pelear por Jon.
—Se irá pronto. Te lo prometo. Pero voló durante la noche desde Italia para
hablarme de esto, no puedo simplemente echarlo a la calle.
—Bien. Lo haré por ti.
Ella se estiró, deslizando sus manos por su pecho.
357
—Kyle, hace siete meses una mujer te trató como mierda y actuó sin
consideración por tus sentimientos. Sé que las circunstancias son diferentes, pero yo
no soy tan cruel. No puedo simplemente cerrarle la puerta en la cara a Jon sin darle
la conclusión que obviamente necesita —Lo miró a los ojos—. Además, puedes
confiar en mí.
Él la miró fijamente durante un largo momento antes de que finalmente

asintiera.
—Está bien.
Rylann exhaló con alivio. Si eran una pareja oficial o no, acababan de

sobrevivir a su primera pelea y había salido bien. Tal vez mejor que bien, incluso.
Hasta que Kyle le pasó la pelota.
—Pero tú ex tiene que entender que estamos juntos —dijo definitivamente—

. De hecho, creo que ya es tiempo de que todos entiendan eso. No más escondernos
en tu apartamento, no más citas secretas. Si realmente vamos a hacer esto, lo
haremos bien.
Y así, ellos estaban teniendo La Charla.
*****
—¿Quieres tener esta discusión ahora? ¿Aquí mismo? —le preguntó Rylann.
—Tenía la esperanza de que no hubiera mucho que discutir —Kyle estudió

la cara de Rylann—. Ahora veo que estaba equivocado acerca de eso.
Era cierto, su sincronización probablemente no era la mejor. Pero al ver que

tenía a un tipo esperando en la cocina, alguien con quien una vez había querido
casarse, un tipo que ahora la quería de regreso, su lado posesivo estaba saliendo en
venganza.
358
Él quería todo de ella, así de simple. Y esta vez, no iba a conformarse con
menos.
—Tú sabías cuando nos juntamos por primera vez cómo eran de
complicadas las cosas a causa de mi trabajo —dijo ella.
—Pensé que las cosas habían cambiado. Sobre todo después de anoche.
Su expresión se suavizó.
—Anoche fue genial. Te lo dije, la mejor primera cita que he tenido.
—Podría ser de esa forma todos los días, Rylann —Kyle puso las manos

sobre sus hombros, sintiendo que era ahora o nunca. No era grandioso para
expresarse y, francamente, ella más o menos apestaba para ello, también. Las
ocurrencias y los chistes eran su modus operandi habitual. Pero había momentos en
la vida en que un hombre necesitaba sacarlo y decir lo que había que decir.
Y este era ese momento.
Así que él la miró a los ojos.
—Después de todo lo que ocurrió con Daniela, me dije que no iría en serio
con nadie durante mucho tiempo. Pero entonces llegaste y cambiaste todo. Ya no
quiero ser más algún tipo con el que estés tonteando, Rylann. Quiero estar contigo
todo el camino.
Porque estoy enamorado de ti.
Pero cuando las palabras llegaron a sus labios, las retuvo.
No porque no quisiera decirlas, lejos de ello. Sabía, mientras miraba esos

preciosos ojos color ámbar que nunca olvidaría qué tan ciertas eran. Pero también
veía la incertidumbre en el rostro de Rylann y se dio cuenta, con cierto temor, que
no estaba del todo seguro de cómo terminaría esta conversación. Y una vez que
359
dijera esas palabras, “estoy enamorado de ti”, algo que nunca antes le había dicho a
nadie, estarían ahí para siempre.
Así que se quedó en silencio, esperando su respuesta.
—Quiero estar contigo, también —dijo ella.
Kyle sonrió y la atrajo hacia sí... hasta que se dio cuenta de que no había
terminado.
—¿Pero?
—Pero necesito más tiempo. Estás en todas las noticias con tu nueva

empresa y la cosa de Twitter, y ahora será la entrevista en el Time. Esta no es la
mejor semana para hacer público el hecho de que estamos saliendo. Esperemos un
par de semanas, o un par de meses, y luego, cuando las cosas se enfríen…
—¿Un par de meses? —Él retrocedió y no dijo nada durante un momento—.

¿Realmente estás tan avergonzada de ser vista conmigo?
Rylann señaló.
—No. No avergonzada. Sólo soy consciente de ciertos hechos.

Principalmente, que soy una fiscal federal y tú eres... bueno, tú.
Vaya, gracias por aclararlo.
—Entonces, déjame asegurarme de captar esto correctamente: Rylann, la

mujer que conocí hace nueve años, quiere estar conmigo. Pero la Fiscal Pierce solo
quiere follar. ¿Es así como funciona?
Ella levantó las manos en señal de frustración.
—¿Qué quieres que diga, Kyle? Haber cerrado Twitter puede haber sido
gracioso para algunas personas, y sé que tuviste tus cinco minutos, pero de hecho
360
eres un ex-convicto. Y he sido clara contigo desde el principio, que presenta desafíos
para mí.
Kyle dio un paso atrás, con tono seco.
—Wow. Y yo que pensaba que nunca más me sentiría como un matón

desde el día que me arrojaron tras las rejas de la MCC.
La expresión de Rylann se suavizó.
—No quise decir eso. Es sólo que me estás presionando por respuestas que
no tengo. Tuvimos una visita inesperada de mi ex-novio esta mañana, y ahora, de
repente, estás tirando el guante. Pero esto es tan nuevo, hemos estado saliendo sólo

un par de semanas. ¿Por qué no podemos esperar un poco más para entender las
cosas?
Ah... al fin, Kyle comprendió lo que estaba pasando aquí.
Ella no estaba segura de lo que sentía por él.
Durante años, él había jugado en el campo, manteniendo siempre las cosas

divertidas y ocasionales, nunca tomándose el tiempo para ponerse demasiado serio
con ninguna mujer.
Incluso con Daniela, se había contenido, no dejando que ella realmente se

metiera en él. Pero ese no era el caso con Rylann. Su relación no había sido acerca
de tomar un poco de vino y cenar, había sido real. Él se había abierto a ella, incluso
le había contado cosas privadas sobre su familia, y ahora allí estaba, poniendo las
cartas sobre la mesa, y con la esperanza de que lo que ella había visto en las últimas
semanas fuera suficiente para ganársela. Porque, para él, las últimas semanas
habían sido perfectas y todo lo que siempre supo que quería en una relación.
Y, sin embargo, al parecer, todavía no era suficiente para ella.
No había mucho más que un hombre pudiera decir en estas circunstancias.
361
Se acercó y suavemente le tomó la barbilla.
—La diferencia entre tú y yo, abogada, es que yo no necesito más tiempo. Sé

lo que siento. Tú amas tu trabajo, entiendo eso. Es una de las cosas que más admiro
de ti. Pero no esperé treinta y tres años para encontrar algo real, sólo para
conformarme con estar siempre en segundo lugar en tu corazón. Quiero más que
eso.
Rylann puso su mano sobre la suya, sus ojos se llenaron de emoción.
—Kyle... no hagas esto. Nunca dije que estuvieras en segundo lugar.
—No tuviste que decirlo, Rylann —dijo él en voz baja.

Porque él lo sabía de todos modos.
Así que bajó la cabeza y le besó la frente en un adiós.
Luego endureció su corazón, sin mirar hacia atrás cuando ella dijo su
nombre, y salió de su apartamento para siempre.
362
Capítulo Treinta y tres
Más tarde esa noche, Kyle entró en EPIC, un restaurante estilo galería
ubicado en el área de River North de la ciudad, y divisó a su familia, incluido su
futuro cuñado, sentados en una mesa cerca de la parte trasera.
Jordán lo había llamado más temprano y le había dicho que había invitado a
Nick a unirse a ellos para la cena. Lo había dicho de modo indeciso, como si le
preocupara que él pudiera sentirse ofendido de que lo había incluido en su tradición
anual.

—No tienes que preocuparte por mí, Jordo —había dicho él—. Nick y yo
estamos bien ahora.
—Oh, vosotros dos realmente os habéis unido —había dicho ella en

broma—. Eso es muy lindo.
—Sip.
Hubo un largo silencio en el teléfono.
—¿Eso es todo? —Jordán le había preguntado—. ¿Sin respuesta sarcástica?

—Su tono se volvió inmediatamente preocupado—. ¿Qué sucede?
—Nada. Solo estoy distraído con el trabajo —Le había mentido—. Te veré
más tarde, en el restaurante —Entonces había colgado el teléfono antes de que ella
pudiera hacer alguna pregunta más. Simplemente quería pasar a través de la cena
con su familia de la manera menos dolorosa posible, para así poder llegar a casa y
tratar de olvidar el verdadero día de mierda que había tenido.
Cuando se acercaba a la mesa, se puso una sonrisa y actuó con normalidad.
363
—Lamento llegar tarde. El tráfico de camino era criminal —Se sentó en el
asiento vacío entre Nick y su padre. Y recogió el menú frente a él—. Entonces, ¿qué
se ve bien?
Cuando nadie le contestó, miró por encima de su menú y vio tres pares de
ojos mirándolo incrédulamente.
—¿Realmente vas a hacernos preguntar? —dijo Grey.
Kyle le disparó a Jordán una mirada de muerte desde el otro lado de la

mesa. ¿Qué le dijiste a papá?
Nada, ella le devolvió la mirada.

—¿De tu trato con Twitter? —Ella lo urgió.
Oh. Correcto. Había olvidado que no había hablado ni con su hermana ni con
su padre sobre eso todavía. Ellos habían llamado tan pronto como la prensa lo
había sacado, pero había estado muy ocupado hablando con futuros clientes y, más
tarde, en su cita con Rylann.
Era difícil de creer que habían pasado menos de veinticuatro horas. Anoche
había sido increíble y luego, en un abrir y cerrar de ojos, todo había cambiado.
Mejor saber ahora dónde estaba parado con ella.
Sip, bueno, eso era lo que se estaba diciendo a sí mismo, al menos.
—Se me ocurrió la idea cuando estaba en la cárcel —dijo Kyle, en respuesta

a su pregunta—. Cuatro meses tras las rejas le dan a un hombre un montón de
tiempo para una lluvia de ideas —Tomó un sorbo de agua.
Grey se echó a reír.
—¿Eso es todo lo que vas a decir? Por lo general no eres tan modesto.
364
Jordán lo miró con recelo.
—Nunca eres tan modesto —Le arrojó una mirada. ¿Qué está pasando?
Él frunció el ceño. Nada. Déjame.
Ella ladeó su cabeza. ¿Qué hiciste ahora?
Él hizo una mueca. Gracias por el voto de confianza.
Sentado entre Jordan y Kyle, Nick arqueó una ceja, viéndose como el agente
del FBI en ese momento.

—¿Qué pasa con las miradas?
Al escuchar eso, Grey miró hacia arriba desde su menú.
—¿Están haciendo la cosa de los gemelos de nuevo? Solía asustarnos a

Marilyn y a mí cuando eran más jóvenes. Tenían conversaciones enteras así en la
mesa del comedor —Agitó su mano con desdén—. Uno se acostumbra a ello.
La conversación pasó, por suerte, y Kyle distrajo a su familia llenándolos

con los detalles de su encuentro con el CEO de Twitter. Nick habló entonces sobre
su ascenso a agente especial a cargo de la división del FBI en Chicago y de cuanto
significaba que ya no estaría haciendo trabajo encubierto. Cuándo le sonrió a
Jordan y le apretó la mano, después de decirlo, Kyle tuvo la impresión de que eso
había sido un problema para ellos.
—Eso es muy bueno de escuchar, Nick. Entonces, ¿eso significa que harás
una mujer honesta de mi hija a corto plazo? —Grey preguntó de repente.
Los ojos de Jordan se agrandaron, horrorizada.
—Papá.
Kyle observó divertido como Nick se retorcía en su silla.
365
Él inclinó su copa hacia el agente del FBI.
—Bienvenido a la familia.
Grey se volvió hacia él.
—Oh, no me pondría demasiado cómodo allí si fuera tú. Estás en el

siguiente asiento caliente.
—¿Qué hice? —preguntó Kyle.
—¿Quién es esa bomba morena con la que has estado coqueteando? —

preguntó Grey.

Maldito Scene and Heard.
—No creas todo lo que lees en los periódicos, papá —se quejó Kyle. A pesar
de que eso en especial había sido muy real.
—Bien. ¿Qué hay de lo que veo en los periódicos? Unas semanas antes de la
bomba morena, había una bonita asistente de la Fiscal Federal Aquella cuyos
pechos estás mirando en esa fotografía —Grey lo miró con intención—. Eres un
CEO ahora, Kyle. Tal vez sea hora de que pienses en lidiar con tu vida personal tan
seriamente como con la profesional.
Kyle tomó una respiración profunda, contando hasta diez en silencio. Era la
misma conferencia que había oído de su padre durante años.
Normalmente, esta era la parte donde sonreía y decía: Claro, papá, luego
dejaba la cena y llamaba a cualquier chica que fuera el sabor de la semana de
regreso a casa.
Pero no esta noche.
—En primer lugar —empezó a decir—, no estaba mirando los pechos de la

asistente de la Fiscal Federal Estaba mirando sus ojos. Y en retrospectiva, ese
366
probablemente debió ser el primer momento en que debería haberme dado cuenta
de que estaba totalmente perdido. En cuanto a ponerme serio, bien, aquí hay una
sorpresa para ti: lo intenté. Pensé que tenía algo realmente grande. Pero, ¿adivina
qué? Ella no quiere salir en serio conmigo. Descubrí eso justo esta mañana. Así que
si esta noche, por una vez, todos pudiéramos saltarnos la rutina de Kyle es un
Idiota Divertido, yo realmente lo apreciaría mucho.
La cara Grey cayó, girándose inmediatamente disgustado.
—Lo siento, Kyle. No me había dado cuenta.
Jordán se inclinó sobre la mesa, su expresión de genuina simpatía.

—¿Qué pasó? Pensé que las cosas iban geniales con Rylann.
Kyle sabía que su familia tenía buenas intenciones, pero esto era peor que el
sarcasmo. Expresar las emociones y entrar en contacto con su lado suave no había
funcionado tan bien para él esa mañana, y lo último que quería hacer era volver a
vivir la experiencia. Así que se levantó de la mesa.
—Sabéis, no estoy muy de humor para postre. Vosotros seguid adelante y

pedid sin mí. Creo que saldré unos pocos minutos, tengo algunas llamadas
telefónicas que necesito hacer.
*****
Kyle se paró contra la pared de ladrillo en el extremo más alejado del salón
del restaurante, mirando hacia la impresionante vista nocturna de edificios de gran
altura que se alzaban a su alrededor.
Se movió a través de su correo de voz, correo electrónico y mensajes de

texto que había recibido durante la cena, y se enojó consigo mismo cuando se dio
cuenta de que había estado esperando que uno de ellos fuera de Rylann.
367
No había esperado que ella llamara después de la forma en que había dejado
las cosas, pero sin embargo, su mente había comenzado a evocar todo tipo de ideas
sobre lo que podría haber sucedido después de que había dejado su apartamento. Y
ninguna de ellas era buena.
Tal vez debería haber pensado en eso antes de lanzar el guante mientras el
hombre con el que una vez había querido casarse estaba esperando en la cocina.
Mientras estaba reflexionando sobre la genialidad de esa estrategia en

particular, de pronto escuchó pasos detrás de él.
—Te lo agradezco, Jordo —dijo sin volverse—. Pero no estoy en un estado

de ánimo muy locuaz en este momento.
—Está bien. ¿Qué tal una copa en su lugar?
Sorprendido por la voz, Kyle se dio la vuelta y vio a su padre sosteniendo

dos vasos de whisky. Le ofreció uno a Kyle.
—Les hice abrir una botella de Macallan 21 especialmente.
Con una leve sonrisa, Kyle tomó el vaso.
—Sólo lo mejor para Grey Rhodes.
—Sólo lo mejor para Kyle Rhodes —Grey lo corrigió—. El hombre del

momento —Tomó un lugar junto a Kyle a lo largo de la pared—. ¿Alguna razón en
particular por la que tuve que leer acerca de la puesta en marcha de Rhodes
Network Consulting en los periódicos, como todo el mundo?
Ah, sí. Eso.
—Se suponía que te llamaría después de que la nota de prensa saliese, pero
el día simplemente se me escapó —Kyle hizo una pausa, tratando de decidir la
mejor manera de explicarlo—. Y antes de eso... esta compañía era algo que tenía
368
que construir por mi cuenta. Sin ninguna entrada del poderoso empresario de
negocios Grey Rhodes.
Grey se retiró, aparentemente indignado.
—Es tu plan de negocios. No es como si yo hubiera empujado opiniones no

solicitadas por tu garganta.
Kyle levantó una ceja.
—¿Te acuerdas de la conversación que tuvimos unos cinco minutos atrás,

sobre que me pusiera serio con mi vida personal y Nick necesitando hacer una
mujer honesta de Jordan?

Grey lo reconoció con una sonrisa.
—Vale. Podría, tal vez, tener unos pocos pensamientos ocasionales que
vocalizo cuando se trata de ti y de tu hermana —señaló él enfáticamente—.
¿Alguna vez has visto “Keeping Up with the Kardashians”53? Bien, yo sí. Pesqué un
episodio una vez, en una habitación de hotel. Me dio pesadillas durante semanas.
Dios me libre de dejar caer la pelota y que ustedes dos terminen de esa forma.
Kyle reprimió una sonrisa ante eso.
—¿No tienen un episodio en el que una de las Kardashians irrumpe en

Twitter y va a la cárcel por cuatro meses?
—Todavía no está bien que hagas chistes acerca de eso.
—Lo lamento.
Grey miró de reojo a Kyle.
53
Programa muy famoso en TV de reallity sobre una familia de millonarias.
369
—Aunque hiciste un infierno de trabajo cambiando las cosas —Él levantó su
vaso en un brindis, sus ojos azules brillaron con picardía—. Por el nuevo rostro de
la seguridad de la red.
Kyle ladeó su cabeza ante la elección de palabras de su padre.
—Eso será la portada del Time. ¿Sabes de eso?
—Claro que lo sé. El periodista me llamó esta tarde, solicitando una cita
para la historia. Sobre todo, quería saber cómo me siento acerca del hecho de que
mi hijo está comenzando su propio negocio de consultoría.
—¿Qué le dijiste? —preguntó Kyle.

La expresión de su padre se volvió de orgullo.
—Que supe hace nueve años que serías un excelente director general. Y que
era una bendición y un privilegio, entrar en mi oficina todos los días y tenerte como
mi mano derecha —Sonrió descaradamente—. También añadí que esperaba que
siguieras recomendándoles a todos tus clientes los productos de Rhodes Corp.,
viendo como nosotros protegemos a uno de cada tres ordenadores en Estados
Unidos.
Kyle se echó a reír, por supuesto que su padre había conseguido manejar el
asunto.
—Gracias, papá.
Cada uno tomó un sorbo de whisky, y luego hubo una larga pausa entre
ellos.
Grey se inclinó.
—Sabes que esta es la parte del momento de la relación padre-hijo en el que

se supone que debo preguntar acerca de esta chica Rylann, ¿no?
370
Kyle dejó su bebida sobre el alféizar y metió sus manos en los bolsillos de
sus pantalones.
—Sip. Y ahora, esta es la parte donde te doy las gracias, pero creo que ya he
dicho todo lo que quería decir acerca de ella esta noche. Lo que, convenientemente,
estaría seguido por la parte donde una camarera se acerca y pregunta si nos gustaría
algo más de beber, eliminando toda discusión sobre ese tema.
Justo así, hubo una voz detrás de ellos.
—Disculpen, ¿puedo traerle a alguno de los dos caballeros algo más de

beber?

Su padre miró por encima de su hombro, vio a la camarera rubia de pie
detrás de ellos, y miró a Kyle con asombro.
Kyle sonrió.
—Le pagué doscientos dólares para que venga tan pronto como me pusiera
las manos en los bolsillos. Sabía que tú y Jordan no podrían quedarse fuera de mis
asuntos por mucho tiempo.
*****
Al otro lado de la ciudad, Rylann estaba sentada junto a Jon en un bar de

vinos a un par de manzanas de su apartamento. Era la primera oportunidad que
habían tenido para hablar en todo el día. Después de que Kyle la había dejado
parada en su umbral más temprano esa mañana, ella lamentablemente no había
tenido tiempo para revolcarse en sus penas. En su lugar, había vuelto a entrar, le
había dicho a Jon que lo llamaría más tarde, y fue a prepararse para su audiencia
con el gran jurado.
Poco después de llegar al bar de vinos, Rylann había tomado el control de la

conversación. Le había explicado a Jon, en el más suave de los términos, que su
relación estaba real, definitiva y absolutamente terminada. Él escuchó esa vez, y
371
aunque pareció molesto y herido e incluso un poco frustrado, finalmente pareció
aceptar lo que ella estaba diciendo.
—Así que metí la pata, entonces. Para siempre —Él pasó la mano por su
boca—. Creo que ese es el precio que tengo que pagar por haber sido un trasero
egoísta hace siete meses.
Rylann lo estudió.
—Jon, no te lo tomes a mal, pero ¿realmente qué está pasando aquí? Sé que
debería sentirme halagada de que te hayas subido a un avión para tratar de
recuperarme, pero... ¿puedo ser honesta?

Él sonrió con ironía.
—Siempre lo eres.
—Todo esto se siente más desesperado que genuino. Pareces un poco

perdido.
Él arremolinó su copa de vino, sin decir nada al principio.
—No lo sé. Siento que hay algo que me falta. Italia estuvo genial los dos
primeros meses, pero luego se disipó el entusiasmo. Supongo que pensé que si tú y
yo pudiéramos recuperar lo que teníamos, al menos esa parte de mi vida se sentiría
bien de nuevo —La miró por encima del cristal—. Lo lamento, sabes. Teníamos
algo bueno, y lo arruiné.
Era tentador dejarlo tomar toda la culpa. Y, sin duda, se merecía mucho de
eso. Pero mientras Rylann estaba sentada allí, mirando al hombre con el que una
vez había creído sinceramente que quería pasar el resto de su vida, se dio cuenta,
por primera vez, que compartía un poco de responsabilidad por la desaparición de
su relación también.
—No fuiste sólo tú, Jon.
372
Él ladeó su cabeza.
—¿Qué quieres decir?
Ella suspiró.
—Hubo algo que faltaba. No creo que ninguno se haya dado cuenta en ese
momento y, francamente, todavía no estoy segura de que puedo poner mi dedo
sobre esto. En el exterior parecíamos felices, pero tenía que haber algo mal,
¿verdad? De lo contrario, no habrías querido irte a Italia sin mí, y yo... habría
tratado de hacer que te quedaras.
Él consideró eso, luego le dio una media sonrisa que fue agridulce.

—Y los dos sabemos lo tenaz que puedes ser cuando quieres algo.
Ella se rió suavemente, reconociendo eso.
—Muy cierto.
Hablaron durante mucho tiempo después de eso, de los viejos tiempos, de

Italia, y de la nueva vida Rylann en Chicago. Después salieron a la calle y se
despidieron en la acera.
—¿Regresarás a Roma mañana, entonces? —preguntó ella.
Jon asintió.
—Temporalmente, al menos. Me tomé una semana de descanso de mi

trabajo, con la esperanza de pasarla contigo —Se encogió de hombros—. Tal vez
ahora usaré el tiempo para entender las cosas. Para decidir lo que quiero hacer con
mi vida cuando madure.
—Sea lo que sea que estés buscando, espero que lo encuentres —dijo Rylann
con toda sinceridad—. Quiero que seas feliz.
373
—Tú también, Ry —Él tocó su mejilla en despedida, entonces se subió al
taxi que lo llevaría de vuelta al hotel en el que se había registrado para la noche.
Rylann se quedó en la acera, mirando a Jon marcharse.
Recordó un día similar hace siete meses, cuando se habían despedido afuera
del apartamento que habían compartido en San Francisco. Sólo que entonces, el
taxi lo llevó directamente al aeropuerto y a su nueva vida en Italia.
Una vez que el coche desapareció de la vista, caminó las pocas manzanas a
su apartamento, su mente fue a la deriva de nuevo a todo lo que había pasado esa
mañana. Varias semanas atrás, le había dicho a Rae que nunca, ni una vez había

pensado en ir a Roma con Jon porque hacerlo hubiera sido una locura, y ella no
hacía locuras.
Pero eso no era del todo cierto. Estos últimos dos meses, con Kyle, había
estado haciendo un montón de cosas que no habían tenido mucho sentido desde
una perspectiva práctica. Por él, había estado dispuesta a doblar las reglas, a ir
contra la lógica, y simplemente seguir a su corazón.
Y la verdad era que eso la asustaba un poco.
Había supuesto, desde el momento en que había conocido a Kyle, que él le

podía causar todo tipo de problemas. Lo había sentido desde que había visto esa
sonrisa por primera vez. Una vez que volvieron a conectar, ella se había dicho que
estaba siendo cuidadosa, que solo se estaban divirtiendo. Pero estas últimas
semanas habían ido mucho más allá de la diversión y le habían mostrado cuan
verdaderamente increíble podría ser tener a Kyle Rhodes en su vida.
Esa misma mañana, cuando él había hecho el comentario sobre que ella
sentía vergüenza de ser vista con él, ella se había sentido... mal.
Mientras andar a escondidas había sido un poco emocionante, sabía que él

merecía algo mejor. Pero a ella la había sorprendido con la guardia baja cuando él
había forzado la mano sobre la cuestión, ahí y entonces.
374
Así que ahora era el momento de tomar una decisión. Podía dejar a Kyle
salir de su vida por segunda vez y preservar su reputación perfecta como Rylann
Laboratorio de Metanfetaminas, la fiscal estrella que nunca habían dado un paso en
falso en el trabajo y que había luchado duro para establecerse como una mujer que
debía ser tomada en serio en una profesión que a menudo no lo hacía. O podía
aceptar que su corona siempre se vería empañada, lo que podría disminuirla a los
ojos de su jefe y compañeros de trabajo, y salir del armario sobre el hecho de que
estaba saliendo con el Terrorista de Twitter, su anterior testigo y el más infame ex
convicto que se haya procesado por su oficina en su historia reciente.
Reflexionando sobre eso, Rylann entró en su apartamento y arrojó su bolso

y llaves sobre la encimera de la cocina. Fue a su dormitorio y se quitó el traje de

falda gris y zapatos de tacón que había llevado ese día. En el armario, colgó el traje
junto a los demás, la fila de negro, azul marino, gris, beige y marrón con las
chaquetas formando una línea limpia y ordenada. Entonces, instintivamente, sus
ojos fueron a la caja de zapatos en la parte trasera del estante superior, la que
contenía la camisa de franela de Kyle. Pensó en algo que le dijo a él esa noche,
justo después de que lo había besado.
Pensé en improvisar sobre la marcha para variar.
La única pregunta que quedaba era hasta dónde estaba dispuesta a hacer
eso.
375
Capítulo Treinta y cuatro
A la mañana siguiente, Kyle estaba sentado en su escritorio en la oficina del
centro en Rhodes Network Consulting, mirando distraídamente por la ventana
hacia la vista del río Chicago.
Cuando sonó su teléfono móvil, él parpadeó y comprobó rápidamente el

identificador de llamadas, sofocando una punzada de decepción al ver que era
Sean.
Respondió y los dos discutieron el itinerario de la semana siguiente. El lunes

era la fecha oficial de inicio para todos empleados de la compañía, que actualmente
incluía a Sean, Gil, Troy, dos auxiliares administrativos y una recepcionista. A
juzgar por el volumen de llamadas que Kyle ya había recibido desde el anuncio de
Twitter, dudaba que pudieran funcionar por mucho tiempo con un equipo de seis
personas, especialmente una vez que saliera el artículo del Time.
Como su padre le había dicho anoche, desde una perspectiva profesional él

de hecho le había dado la vuelta a su vida. Y estaba orgulloso de esos logros. Pero
hacían poco para aliviar el dolor sordo y vacío que había sentido desde que dejó el
apartamento de Rylann.
La había presionado y, al final, había conseguido las respuestas que

necesitaba.
Solo que no eran las que quería.
Cuando sonó su línea de negocios, con otro cliente potencial queriendo

hacer una consulta, se obligó a concentrarse en el trabajo.
Poco después de terminar la llamada, su móvil sonó con un nuevo mensaje

de texto.
De Rylann.
376
EN ALGÚN MOMENTO, HOYUELOS, ¿TIENES PLANEADO TENER
ALGÚN CONSULTOR REAL EN RHODES NETWORK CONSULTING?
Le llevó a Kyle medio segundo, luego se levantó de su escritorio. Salió de su

oficina, pasando por los cubículos vacíos y estaciones de trabajo, y dio la vuelta en
la zona de recepción.
De pie allí, esperando en la recepción y luciendo muy eficiente con su abrigo

de gabardina y zapatos de tacón, estaba Rylann.
—Espero atiendas sin cita —dijo ella con una sonrisa.
Hmmm.

Kyle conocía muy bien esa sonrisa ahora. Pero la Fiscal Pierce no lo
encontraría tan fácilmente encantado esta vez. Ella podía lanzarle todas sus
artimañas y ocurrencias, y hacer alarde de cual fuere el sexy traje de falda que
tuviese debajo de esa gabardina suya, y él permanecería decididamente inmune a
todo.
—¿Cómo me encontraste? —preguntó él.
—Fui a la página web de Rhodes Network Consulting y busqué la dirección

—dijo ella con la mayor naturalidad—. Habías mencionado que hoy estabas
planeando ordenar las cosas en la oficina.
Él recordaba eso ahora; había dicho algo al respecto la noche del miércoles,
durante el viaje en limusina hacia Champaign.
—¿Cómo está tu ex? —le preguntó él con sequedad.
Rylann se encogió de hombros.
—Está bien, supongo. Considerando todas las cosas. Actualmente se

encuentra en un avión de regreso a Roma, tratando de decidir que quiere hacer con
su vida —Lo miró—. Te ves cansado.
377
—No dormí bien anoche.
Ella asintió, luego se movió torpemente.
—¿Crees que podríamos ir a tu oficina y hablar? Me siento extraña parada

aquí junto al mostrador de la recepción.
Kyle hizo una pausa, pensando en eso, luego hizo un gesto hacia sus
espaldas.
—Sígueme.
No dijeron nada mientras caminaban de regreso a su oficina, probablemente

el momento más largo durante el que los dos habían estado alguna vez sin hablar.
Por el rabillo del ojo, la vio comprobando todo.
—El lugar se ve muy bien —dijo ella cuando llegaron a su oficina—.

¿Cuánto tuviste que cambiar antes de mudarte?
Él se inclinó contra su escritorio y metió las manos en sus bolsillos, no

exactamente en el estado de ánimo para hacer charla ociosa.
—¿Por qué has venido, Rylann?
Ella metió la mano en el bolsillo de su abrigo y sacó algo.
—Para darte esto.
Cuando Kyle vio que era su reloj, su corazón dio un vuelco. El había estado
esperando... bien, obviamente ya no importaba.
—Lo olvidaste, de nuevo, cuando te fuiste de mi apartamento ayer por la

mañana —dijo ella.
Kyle tomó el reloj de ella y se lo puso en la muñeca.
—Gracias por devolvérmelo.
378
Ella le sostuvo la mirada significativamente.
—Y también vine aquí a decirte que estás equivocado —dio un paso más
cerca—. Quiero estar contigo, Kyle. Más que nada.
Él permaneció inmóvil.
—Estoy esperando el “pero”.
Ella negó.
—No hay “pero” esta vez. Estoy dentro, todo el camino —Tomó una
respiración profunda—. Le contaré a Cameron sobre nosotros esta tarde.

En muchos sentidos eso era exactamente lo que Kyle había querido
escuchar. Pero recordaba su vacilación de ayer con demasiada claridad.
—Rylann, estoy loco por ti, lo sabes —Él sostuvo su mirada, poniendo todo
sobre la mesa—. Pero si hacemos esto, me preocupa que un día te arrepientas. Y
eso me mataría.
—No me arrepentiré —dijo ella—. Te lo prometo.
—Eso lo dices ahora, pero ¿qué pasa después?
De pronto, para su sorpresa, lágrimas brotaron de sus ojos.
—Nunca, nunca me arrepentiría de impedir que te alejaras de mi vida por

segunda vez, Kyle —dijo ella con voz emocionada—. Y puedo probarlo —Ella
agarró los botones de su abrigo y los abrió, uno a la vez. Luego abrió el abrigo y lo
dejó caer al suelo.
Y aunque ella no dijo ni una sola palabra más, Kyle supo que nunca volvería
a dudar de la manera en que Rylann se sentía por él.
Ella llevaba puesta su camisa de franela.
379
—La guardaste —dijo él en voz baja—. Todo este tiempo.
Ella asintió.
—Durante nueve años, me he aferrado a esta zurcida camisa, literalmente

arrastrándola por todo el país y de regreso.
Kyle le tocó la mejilla, suavemente limpiando una lágrima con su pulgar.
—¿Por qué?
Ella se detuvo vacilante, y luego con una tierna sonrisa, finalmente puso
todo sobre la mesa, también.

—Creo que siempre esperé que volvieras por ella algún día.
Joder, eso lo deshizo completamente. Su pecho tiró casi incómodamente

apretado mientras la tomaba en sus brazos.
—Te amo, Rylann —Tomó su cara, mirando sus ojos—. Y ahora por fin
tengo una buena respuesta a la pregunta que siempre me hacen de por qué irrumpí
en Twitter. No lo supe en ese momento... pero lo hice para encontrarte de nuevo.
Ella se apoyó en él, curvando sus dedos alrededor de su camisa.
—Esa puede ser la mejor justificación que he escuchado para la comisión de

un crimen —Lo miró, sus ojos brillantes—. Y te amo, también, lo sabes.
Él sonrió, bajando su boca a la de ella. Lo sabía. Podía haberle tomado

nueve años, y un montón de giros equivocados a lo largo del camino, pero su
historia se sentía completa por fin.
Porque, finalmente, ella era suya.
380
Capítulo Treinta y cinco
Esa misma tarde, Rylann se paró frente a la puerta de Cameron.
Hizo una pausa, respiró hondo y entonces llamó.
Una voz gritó desde el interior.
—Adelante.
Rylann abrió la puerta y vio a Cameron en su escritorio. La Fiscal Federal

sonrió y gesticuló hacia las sillas frente a ella.

—Rylann, hola. Toma asiento.
Rylann cerró la puerta detrás de ella, tratando de medir el humor de la otra

mujer. Había trabajado con Cameron durante dos meses ya, y no tenía nada más
que cosas positivas que decir acerca de la experiencia. Aunque joven para su
posición, Cameron era medida, justa, y una excelente abogada. Como fiscal federal
para uno de los distritos más grandes del país, ella tenía un significativo poder
dentro del sistema de justicia penal federal y, en particular, había obtenido mucha
atención favorable en los últimos meses procesando a una de las organizaciones
criminales más notorias del país.
Era, en otras palabras, una mujer a la que Rylann respetaba mucho.
Rylann tomó asiento frente al escritorio, tratando de decidir por dónde

comenzar. Tengo una historia divertida, Cameron. Hace nueve años, dejé que un perfecto
desconocido me acompañara a casa desde un bar...
Probablemente no era por ahí.
Ella se aclaró la garganta.
—Necesito hablar contigo acerca de un asunto personal.
381
Cameron lució preocupada.
—¿Espero que todo está bien?
—Sí, gracias. Pero hay algo que deberías saber, y quería que lo escucharas
directamente de mí —Hizo una pausa antes de soltarlo—. Kyle Rhodes y yo hemos
estado explorando una relación en una calidad no profesional —Ladeó su cabeza—
. Wow. Eso sonó mucho menos cojo cuando lo practiqué en mi cabeza. Déjame
intentarlo de nuevo, sin la licenciatura —Miró a su jefa a los ojos—. Estoy saliendo
con el Terrorista de Twitter.
Cameron no dijo nada por un momento, y luego se echó hacia atrás en su

silla.
—Está bien. Lo primero es lo primero. ¿Eso estuvo sucediendo mientras fue

tu testigo?
—No —dijo Rylann con firmeza, queriendo asegurarse de que era clara en
eso.
Cameron asintió.
—Por supuesto. Tenía que preguntar, sin embargo.
Rylann se inclinó hacia adelante con seriedad.
—Mira, Cameron, me doy cuenta que es inusual. Pusimos al hombre en la

cárcel y lo calificamos de terrorista. Y debido a que es una figura reconocible en
esta ciudad, no pasará mucho tiempo antes de que alguien nos vea juntos y me
vincule a esta oficina. Me doy cuenta de que, cuando eso suceda, nuestra relación
podría hacer levantar algunas cejas. Más de una, probablemente. Confía en mí
cuando te digo que por esas razones, esto no es algo que me tome a la ligera. Pero,
independientemente, Kyle es parte de mi vida ahora. Y estoy dispuesta a aceptar
cualquier consecuencia que venga con eso.
382
—Esa es una gran declaración —dijo Cameron.
Rylann exhaló.
—Gracias. Estoy un poco nerviosa.
Cameron la estudió.
—¿Te preocupa que vaya a despedirte por esto?
Rylann negó, siendo directa.
—No. Pero estoy preocupada de que esto ponga una tensión en nuestra

relación de trabajo. Y que pudieras cuestionar mi juicio en el futuro —Y mientras
que ambas serían píldoras difíciles de tragar, no obstante no se arrepentía de su
decisión. Le había dicho a Kyle que se había comprometido a ello, y lo había dicho
en serio.
Cameron apoyó sus codos sobre el escritorio.
—Agradezco tu honestidad, Rylann. Así que seré sincera también —Hizo

un gesto a su puerta—. Me doy cuenta de que la puerta dice “Fiscal Federal”, pero
sólo hace seis meses, la palabra Asistente estaba delante de mi nombre, también. Y
si las cosas fueran diferentes, y Silas estuviera todavía a cargo, no tengo ninguna
duda de que hubiera sostenido el hecho de que estar saliendo con un hombre que
esta oficina recientemente procesó era algo muy grande en contra tuyo. Pero, ¿sabes
qué? Silas era un idiota. Dirigió esta oficina como un dictador, y lo único que le
importaba era su imagen pública. Cada vez que uno de los asistentes tenía una
victoria importante, tomaba todo el crédito. Si algo malo pasaba, nos dejaba toda la
culpa. Por no mencionar el hecho de que estaba recibiendo sobornos del jefe de la
mayor organización criminal de Chicago y esencialmente trató de que me
asesinaran, pero eso es otra historia.
Rylann parpadeó. Bien... era seguro decir que las cosas hubieran sido muy
diferentes bajo el anterior Fiscal Federal
383
—El punto es que —continuó Cameron— cuando me hice cargo de esta
oficina, me prometí hacer dos cosas: en primer lugar, eliminar la corrupción, y
segundo, ser la clase de fiscal que deseaba hubiese estado a cargo cuando era una
asistente. Así que sí, el hecho de que estés saliendo con Kyle Rhodes es un poco
raro. Cuando se corra la voz, ¿habrá gente que encuentre extraño que yo tenga una
fiscal saliendo con el Terrorista de Twitter? Probablemente. Pero en comparación
con todo lo que estaba pasando aquí cuando Silas estaba a cargo, creo que puedo
manejarlo. Somos un equipo en esta oficina, Rylann. Tú eres una abogada litigante
fantástica e increíblemente dedicada a este trabajo. Eso es lo más importante para
mí.
Rylann respiró profundamente, sintiendo como si un peso enorme se

hubiera levantado de su pecho.
—No tienes idea de cómo me alivia oír eso, Cameron.
—Realmente estabas nerviosa sobre esto —dijo Cameron con una sonrisa.
—Es solo que si estuviera en tu lugar ahora mismo, estoy segura de que me
estaría preguntando por qué una mujer en mi posición habría optado por seguir con
esa relación.
Cameron sonrió.
—Oh, entiendo eso mejor de lo que piensas. Estas cosas funcionan de

maneras misteriosas. Hace tres años, un agente del FBI apareció en la televisión
nacional y declaró que yo tenía mi cabeza en mi trasero —Miró su reloj—. Y
curiosamente, en veintiocho horas, me casaré con ese hombre.
Rylann extendió las manos con sorpresa.
—Oh, Dios mío, no lo había oído. Felicitaciones.
Los ojos de Cameron brillaron con alegría.
384
—Hemos tenido un bajo perfil sobre eso. Acabo de empezar a decírselo a la
gente hoy, me imagino que el gato estará fuera de la bolsa el lunes de todos modos
cuando me presente a trabajar llevando un anillo de bodas. Ni Jack ni yo queríamos
mucha fanfarria. Sólo unos pocos amigos y familiares, una ceremonia pequeña y
cenar en la terraza del hotel Península.
—Eso suena encantador.
La forma en que la cara de Cameron se había iluminado le decía que no

podía estar más de acuerdo.
—Es el lugar donde Jack y yo nos volvimos a encontrar. Casi. Otra historia

muy larga.
—Bueno, no te robaré tu tiempo, ya que obviamente tienes muchas cosas

que hacer —Rylann se puso de pie—. Gracias por ser tan comprensiva.
—¿Qué puedo decir? Me atrapaste en un estado de ánimo muy bueno hoy.

Si hubiera sido el viernes pasado, puede ser que te hubiera despedido —Cameron se
echó a reír cuando vio los ojos de Rylann agrandarse—. Sólo un poco de humor de
la Fiscal Federal Disfruta de tu fin de semana.
Después de que Rylann salió de la oficina y dio un paso al pasillo, cerró los
ojos y exhaló.
Había sobrevivido.
Ahora, sólo le quedaba un mea culpa después de eso, todo el mundo oiría
acerca de ella y Kyle de cualquier manera, estas cosas inevitablemente se sabían.
Con eso en mente, se dirigió por el pasillo a la oficina de Cade. Se detuvo en la
puerta abierta y llamó.
Sentado en su escritorio, trabajando en su computadora, Cade la miró y

sonrió.
385
—Hola. Es un poco temprano para Starbucks.
—¿Tienes un momento? —preguntó Rylann.
—Por supuesto. Entra.
Rylann entró, cerró la puerta detrás de ella, y tomó asiento frente a su

escritorio. Cruzó las piernas, apoyando las manos en su regazo.
—Necesito hablar contigo sobre algo. Y estoy advirtiéndote ahora que será
un poco incómodo. Tal vez demasiado incómodo.
Él no pareció demasiado sorprendido por esa declaración.

—Creo que sé de qué se trata. De los rumores, ¿verdad?
Rylann ladeó su cabeza.
—¿Rumores?
—De que tú y yo estamos relacionados —Cade sostuvo su mano en alto—.

Te juro que no tuve nada que ver con eso.
Rylann parpadeó, había asumido que Jack Pallas había estado haciendo eso
para interrogar a Kyle.
—Genial —dijo ella secamente—. Ahora habrá dos escándalos flotando por
los pasillos acerca de mí.
Él arqueó una ceja con curiosidad.
—¿Escándalo? ¿Qué ha hecho, Señorita Pierce?
—Bien, ¿recuerdas esa cosa que leíste en la columna de Scene and Heard,
sobre la bomba morena que Kyle Rhodes está viendo?
386
Cade la miró durante un largo rato, esperando a que dijera algo más.
Entonces, algo hizo clic.
—¡Venga ya! ¿Tú eres la bomba morena?
—Supongo que “bomba” puede haber sido un poco exagerado, pero no

tienes que verte tan conmocionado por la descripción.
—Eso no es lo que quise decir.
—Lo sé, estaba bromeando. Trataba de disminuir la incomodidad —Ella vio

su expresión reservada—. Probablemente hará falta mucho más para aliviarla.

—¿Cuándo empezó esto? —preguntó él.
—Hace unas semanas. Después de que el caso de Quinn se declaró

terminado —Rylann juzgó su sonrisa—. Es raro, lo sé. Acabo de decírselo a
Cameron, y fue extraño entonces, también. Pero quería que lo oyeras de mí.
—Llamé a tu novio terrorista.
—Menos mal que no era mi novio en ese entonces. Entonces esto habría
sido realmente incómodo.
Cade se recostó en su silla, todavía con la mirada cautelosa.
—Hace un par de meses, te dije algunas cosas sobre el caso de Kyle. Sobre el
hecho de que Silas me pidió que fuera por la sentencia máxima para hacer un
ejemplo con él —Miró condena en sus ojos—. ¿Le dijiste a Rhodes al respecto?
—Por supuesto que no. Eso fue algo que me dijiste en confianza. Sigo
siendo la misma persona con la que vas a Starbucks cada día, Cade. Solo... con un
novio ex convicto al que llamaste una vez una ciber-amenaza para la sociedad.
Él no estaba muy sonriente aún, pero no la miraba como si le hubiera

brotado una segunda cabeza, tampoco.
387
—Sabes que todo el mundo hablará de esto, ¿verdad? —le preguntó Cade.
—Oh, no tengo ninguna duda —dijo Rylann. No estaba contenta con este
hecho, pero lo enfrentaría. Tenía que hacerlo.
Cade la estudió por un momento, luego se inclinó hacia adelante en su silla.
—En serio, ¿qué pasa con ese tipo? No es más que un friki de las
computadoras rico con buen pelo.
Rylann sonrió.
—Creo que hay un poco más que eso.

—Cristo, estás enamorada —Levantó las manos—. ¿Qué está pasando con
todo el mundo en estos días? Sam Wilkins está balbuceando acerca de una linda
reunión, Cameron se escapa para casarse, y ahora tú ya estás toda soñadora sobre
el Terrorista de Twitter. ¿Todo el mundo sacó furtivamente las píldoras de la
felicidad del cuarto de evidencias cuando no estaba mirando?
—No, sólo un poco de marihuana realmente buena.
Cade se echó a reír a carcajadas con eso.
—Eres un ser divertido, Pierce. Te diré eso.
—¿Significa eso que todavía iremos a Starbucks el día de hoy?
Él la miró con suspicacia.
—No querrás hablar sobre Kyle Rhodes todo el tiempo, ¿verdad?
—En realidad, sí. Y luego iremos a comprar zapatos juntos y nos haremos
pedicura y manicura —Ella le lanzó una mirada de “sé realista”—. Hablaremos
sobre las mismas cosas que siempre hablamos.
Con una sonrisa, él asintió finalmente.
388
—Bien. A las tres, Pierce. Pasaré por tu oficina.
*****
A las seis y media de ese día, Rylann empacó su maletín y salió de la

oficina, era una de las últimas personas allí el viernes por la noche.
Al final resultó que, el mundo no se había acabado con la revelación de que

estaba saliendo con el Terrorista de Twitter.
Por supuesto, sólo dos personas en su mundo, aparte de Rae, en realidad

conocían esa información, pero al ver la forma en que esas dos personas cuyas
opiniones le importaban más que todo habían reaccionado, estaba dispuesta a

llamar a eso una victoria.
Pero no era ingenua. Como Cade había mencionado, habría cotilleos.

Muchos. Desde este momento en adelante, su reclamo a la fama ya no sería que
una vez se había metido por una escotilla y bajado por una reducida escalera de
unos cuatro metros y medio en traje de falda.
En su lugar, la gente tendría una historia mucho más jugosa que contar.
Sin embargo, mientras Laboratorio de Metanfetaminas Rylann podía haber

estado un poco triste de ver que se le iba el estatus de leyenda, la Fiscal Pierce no
estaba arrepentida de su decisión. A pesar de los inevitables rumores en los pasillos
y de las cejas levantadas, nada cambiaba el hecho de que era una abogada muy
buena. Y ahora era una maldita buena abogada que podía volver a casa después de
un largo día de trabajo, bueno o malo, a un hombre al que admiraba, que la
desafiaba, y que hacía que su corazón latiera más rápido con una sonrisa.
Y eso era algo que Laboratorio de Metanfetaminas Rylann nunca dejaría.
Mientras se empujaba a través de la puerta giratoria y cortaba por la plaza

frente al Edificio Federal, Rylann decidió pedir un taxi en vez de tomar la línea L.
389
Le envió un mensaje de texto a Kyle diciéndole que había hablado con Cameron y
que le llamaría con los detalles cuando llegara a casa.
Veinte minutos más tarde, cuando el taxi estaba a una manzana de su

apartamento, el teléfono de Rylann sonó, y vio que era Kyle.
—¿Cómo te fue? —le preguntó después de que ella contestó.
—Mejor de lo esperado —le dijo—. Sólo se lo dije a Cameron y a Cade,

pero eran las dos personas que más me preocupaban.
—Por favor, dime que la mirada en el rostro de Morgan fue tan inestimable
como me estoy imaginando.

—¿Eso significa que vosotros dos beberéis cerveza juntos en el picnic anual
de la oficina del Fiscal para el 4 de julio? —El taxi se detuvo frente al apartamento
de Rylann, y ella sacó su billetera.
—¿Existe en realidad un picnic anual para el 4 de julio? —pregunto Kyle.
—Eso me han dicho. Con niños, cónyuges, y otras parejas, y todo lo demás
—Rylann le entregó el efectivo al chofer—. Quédese el cambio —Salió del taxi y
cerró la puerta.
—Ooh, he visto un destello de pierna allí —dijo Kyle con picardía en su

oído.
Rápidamente, Rylann miró a su alrededor.
Al otro lado de la calle, Kyle estaba de pie, inclinado contra un

obscenamente caro auto deportivo plateado.
Eso era... todo un espectáculo.
Rylann colgó y se acercó, maletín en mano.
390
Con los brazos cruzados sobre su pecho, Kyle la miró con evidente
apreciación mientras se acercaba.
—Llevas muy bien ese abrigo de gabardina —dijo él.
Se detuvo ante él y señaló.
—¿Este es tu coche?
—Así es —la observó mientras ella lo comprobaba, luego sonrió—. Bueno,

mira eso. Te gusta el coche.
Malditamente cierto que le gustaba el coche.

—No está mal —dijo ella con indiferencia.
—Viniendo de ti, eso es todo un cumplido —Tiró de ella más cerca,

quedando parada entre sus piernas extendidas—. Así que, ¿permiten a otras parejas
que tengan antecedentes penales en el picnic anual de la oficina del fiscal para el 4
de julio?
Ella se echó a reír ante la idea.
—Pasemos por la próxima semana primero. Veamos cómo van las cosas
después de que salga el artículo del Times.
Kyle ladeó su cabeza, como si se diera cuenta de algo.
—Estás preocupada por lo que diré durante la entrevista.
Bueno... sí.
—Puedes decir lo que quieras —Era su trabajo, su asunto, y así tenía

derecho a manejarlo a su manera. Así como las mismas reglas se aplicaban a su
carrera.
Él le tocó la barbilla.
391
—Seré prudente, abogada. Estamos en esto juntos —Sus ojos azules eran
cálidos mientras miraba abajo hacia ella—. Entonces, ¿qué dirías de salir a cenar
esta noche?
—¿Una segunda cita? Esto se está poniendo serio —dijo ella tímidamente.
—Sólo di el nombre del lugar. El cielo es el límite —Deslizó su mano a su

nuca—. Podría echarte a perder, Rylann. Si me dejaras.
Excitantes palabras, ciertamente. A medida que se apoyaban en su coche

deportivo súper-lujoso, ella pasó sus dedos por un mechón de pelo rubio oscuro que
había caído sobre la frente de Kyle. Entonces, de pronto, se dio cuenta de que le

quedaba un mea culpa.
Oh, muchacho.
Él vio su mirada.
—¿Qué?
—Me pregunto cómo alguna vez se lo explicaré a mi madre. Si piensas que

soy una astilla en tu trasero sobre la cosa del ex convicto, sólo tienes que esperar a
conocerla.
—Tal vez podamos aprender una lección de mis padres y sondearla primero,
darle la versión sana de la historia. Una que haga hincapié en mis numerosas
cualidades buenas —Kyle reflexionó sobre eso—. Algo así como... “Erase una vez,
un tipo que conocí en un bar que llevaba una camisa de franela y botas de trabajo, y
resultó ser un príncipe disfrazado”.
En ese momento, un coche desaceleró deteniéndose frente a ellos, lleno con

cinco chicos adolescentes. El conductor asomó la cabeza por la ventanilla.
—¡Hey Terrorista de Twitter! —gritó—. ¿Qué tal esto para un tweet?

“¡Bésame el trasero, imbécil!” —Todo el grupo se echó a reír mientras un chico en
392
el asiento trasero sacaba su culo desnudo por la ventanilla, moviéndolo, después el
coche arrancó.
Kyle y Rylann se quedaron en la calle, sin decir nada durante un momento

mientras el coche se alejaba. Luego él se volvió hacia ella con una tímida sonrisa.
—Obviamente no era uno de los de chocar los cinco.
Sí, ella había captado eso.
—¿Qué voy a hacer contigo, Kyle Rhodes? —Deslizó sus brazos alrededor
de su cuello y miró hacia arriba para encontrarse con su mirada.

Su mano se movió a un lado de su cara.
—Lo que quieras, abogada. Quédate conmigo, y te prometo que la vida

siempre será una aventura.
Y mientras bajaba la cabeza y la besaba, Rylann decidió que era el mejor

plan de todos.
Fin
393
Serie FBI/Atornney
01 - Algo Sobre Tí
De todas las habitaciones de hotel alquiladas por todos los

políticos adúlteros de Chicago, La Asistente del Fiscal de
EE.UU. Cameron Lynde tenía que elegir la contigua a la
habitación 1308, en los que alguien caliente y pesado hace
el amor y termina con una muerte. Y de todos los agentes
del FBI en Illinois, tenía que ser el agente especial Jack
Pallas, quien fuera asignado a ese homicidio de alto perfil.
El mismo Jack Pallas que aún culpa a Cameron por una
operación fallida de hace tres años y de casi arruinar su
carrera.

¿Trabajar con Cameron Lynde? ¿Están bromeando? Tal
vez, Jack piensa que esta es una especie de broma de
bienvenida de vuelta tras su paso fuera de Chicago. Pero
no es ninguna broma, la pareja tendrá que poner su pasado
rocoso detrás de ellos y centrarse en el caso que les ocupa.
Es decir, si pueden recortar las afiladas burlas y sofocar la
llama de su candente y caliente tensión sexual.
02 - Muy Parecido Al Amor
El FBI quiere que su cooperación.
Como hija de un multimillonario y dueña de una tienda de

de vinos la ciudad, Jordan Rhodes es invitada a las fiestas
más exclusivas de Chicago. Pero sólo hay una fiesta a la que
el FBI quiere que vaya: la fiesta de caridad del dueño de un
famoso restaurante, que también blanquea dinero para la
mafia. A cambio de la liberación de su hermano de la cárcel,
Jordan estará allí, con una cita proporcionada por la
Oficina.
El Agente McCall simplemente la deseaba.
El mejor agente encubierto en Chicago, Nick McCall, tiene

una regla: nunca involucrarse personalmente. Esta "cita"
con Jordan Rhodes no es más que una misión, una que
están decididos a lograr, incluso si no pueden estar juntos
durante cinco minutos antes de que el sarcasmo y las chispas
comiencen a volar.
394
Pero cuando la investigación de Nick se ve comprometida, él y Jordan no tienen más
remedio que fingir ser una pareja, y lo que comienza como una simple asignación
comienza a parecerse mucho a algo más.
03 - Sobre Esa Noche
Él está jugando
Aunque Rylann Pierce trató de luchar contra las chispas

que sintió por el multimillonario heredero Kyle Rhodes
la noche que se conocieron, su candente química fue
innegable. Pero después de haber salido en su primera
cita, Rylann nunca esperó verlo de nuevo. Así que
cuando se encuentra cara a cara con Kyle en el palacio
de justicia nueve años más tarde, se sorprende. Lo más
preocupante para la hermosa asistente del Fiscal Federal
es que todavía se siente locamente atraída por él.

Pero ella pondrá las reglas
Acabando de salir de la cárcel, Kyle Rhodes no está muy

emocionado de ser el testigo estrella en un caso criminal
de alto perfil, pero cuando Rylann viene a tocar a su
puerta, descubre que puede ser la abogada a la que no
puede decirle que no. Ella sigue siendo tan hermosa y de lengua afilada como siempre, y
establece una ley: no mezclar los negocios con el placer. Pero Kyle no renunciará a algo
que desea y lo que desea es la única mujer que nunca ha olvidado.
395
Próximamente
Julie James - Serie FBI/Atornney IV
Amor Irresistible
396
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398
Si deseas saber más de Nuestros Proyectos o
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¡¡¡Visítanos!!!
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Agradecimientos

Al Staff de Dark Guardians:

Carmen_Lima y Verittooo por la Moderación de

la Traducción; Clyo, Verittooo, Carmen_lima,

Mussol, Pau Belikov por la Traducción.

Nelly Vanessa por la Corrección de la

Traducción; Cassidy, Dennys, Mokona,

Puchunga, Taratup y Tatta por la Corrección;

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Lectura Final; Annammussa y Excopic por la

Segunda Lectura y Corrección Final y Excopic

por el Diseño de la Plantilla de este Libro para El

Club De Las Excomulgadas…

Foro Dark Guardians, que nos acompañaron en cada

capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Acabando de salir de la cárcel, Kyle Rhodes no está muy emocionado de ser

Universidad de Illinois, Urbana-Champaign

Presionada contra el muro de paneles de madera de la barra, con la barbilla

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Todos en el grupo se encontraban en la misma sección que Rylann, lo que

Alguien le dio un codazo, interrumpiendo su ensueño.

—¿Hola? ¿Hay alguien ahí?

La pregunta vino de la compañera de habitación de Rylann, Rae Mendoza,

—Estoy aquí. Sólo... me imaginaba en la piscina —Rylann trató de aferrarse

—¿Hacen ese tipo de libros?

—Si la memoria no me falla —Rylann intercambió una sonrisa cómplice

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Rylann despidió con la mano ese detalle tan molesto.

—Llenaré de mai tai3 mi termo de la Facultad de Derecho y le diré a la gente

—Wow. ¿Sabes cuán nerd de la facultad de derecho acabas de sonar?

Por desgracia, lo sabía.

—¿Crees que alguno de nosotros volverá a ser normal otra vez?

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

—¿Recuerdas esa conversación de anoche cuando te dije que te echaría de

Rae se rio y echó su brazo alrededor de los hombros de Rylann.

—Aw, sabes que estarás muy aburrida sin mí.

A Rylann la invadió una repentina punzada de sentimentalismo. Ahora que

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

La voz pertenecía a su amigo Shane, quien, como todos los demás en la

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

—Muy bien dicho. —Rae echó a reír, y chocaron los cinco.

Él hizo un gesto con la mano quitándole importancia, la bebida se derramó

—Por favor. Como si un poco de resaca fuera a interponerse en el camino de

—Aw. Eso es muy romántico —dijo Rylann.

—Además, no me he acostado con nadie en dos meses, y el sexo de

—Tres Amstel Light, un ron con Coca-cola Light, un gin-tonic, y una

Una voz, baja y masculina, vino desde su derecha.

—Suena como una fiesta.

Rylann se giró en la dirección de la voz, y…

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Fue el primer pensamiento que vino a la cabeza a Rylann.

Ella le hizo un gesto a la multitud a su alrededor. Eran más de las once, y el

—El último día de exámenes finales. Es una fiesta para todos.

Él la miró con ojos de evaluación.

Julie James - Sobre Esa Noche - Serie FBI/Atornney III

Ella apoyó su brazo en la barra.

—¿Es este numerito de “adivino tu profesión”, tu típica línea de apertura o

—¿Mediocre? Yo iba por confiado y perspicaz.

—Y terminaste más bien en algún lugar entre un cliché y presumido.

—O tal vez, soy tan malditamente perceptivo que tienes miedo.

—Ni siquiera cerca —le dijo al confiado de Hoyuelos Presumidos, contenta