Vous êtes sur la page 1sur 133

RESTAURACIÓN Y CONSOLIDACIÓN

1964-1974 [t1]

En este capítulo se identifican las causas y procesos que condujeron a la restauración de la


Universidad Santo Tomás de Colombia, resaltando las características más relevantes del contexto
histórico en el cual se llevó a cabo. A continuación, se aborda la conformación académica y
material (infraestructura) inicial de la Universidad. Después de esto se presenta el proceso de
consolidación que se extendió por aproximadamente siete años, compuesto por tres subprocesos
específicos: 1) posicionamiento institucional y reforma, 2) transformación y crecimiento
académico, y 3) desarrollo material y crecimiento de la población estudiantil1.
El primero de estos subprocesos consiste en la normalización de la Universidad como
plantel educativo reconocido por lo legal, lo eclesiástico, lo académico y el gremio de la Educación
Superior en el país. Esto llevó a las primeras reformas tanto administrativas como académicas. El
segundo tiene que ver con transformaciones institucionales iniciales, como la evolución del
Instituto de Teología para Laicos adscrito a la Facultad de Filosofía, así como con procesos de
crecimiento administrativo-académico tales como la creación de departamentos, del primer
programa académico con posterioridad a la restauración y de la primera seccional. Los subprocesos
tercero y cuarto, como sus títulos indican, se refieren respectivamente a la evolución de la
infraestructura material de la Universidad (espacios, edificios, biblioteca, laboratorios, etc.) y de
la población estudiantil.

1
Aquí proponemos “reforma” como procesos reformativos tendientes a la actualización, modernización y
sincronización de la institución con procesos y tendencias universitarias globales y subsecuentemente con necesidades
legales. “Transformación”, por otro lado, es un término más genérico que usamos para describir procesos de cambio
no atados a otros procesos y tendencias universitarias globales ni a necesidades legales, sino dados en los términos de
la Universidad Santo Tomás como una institución histórica aislable en términos analíticos y por tanto poseedora de
lógicas internas autónomas. Adecuación obligatoria de modelos pedagógicos a los requerimientos del Estado nación
o de las necesidades del mercado son ejemplos de “reforma”. Creación de departamentos administrativos para el
mejoramiento de la gestión, reorganizaciones académicas no obligadas ni por el curso de la historia global ni por la
autoridad del Estado sino surgidas por iniciativa estrictamente institucional, son ejemplos de “transformación”.
Una vez explicada la consolidación, que marcó los primeros años de vida de la Universidad
Santo Tomás, se aborda el sustrato ideológico que permitió y nutrió su aparición y desarrollo
inicial. Este tema se aborda primero desde un punto de vista coyuntural que se enfoca en el
pensamiento de la generación de los restauradores; en seguida se asume un punto de vista más
estructural y de largo plazo en el que se explica la identidad institucional en relación con aspectos
relevantes de la identidad histórica de la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia. En el acápite
final se aborda el fenómeno del movimiento estudiantil tomasino y el fin de la primera etapa de la
Universidad a través de la narración de los hechos y de la explicación de sus causas.

El viejo anhelo de la restauración [t2]

La creación en 1965 de la Universidad de Santo Tomás2 fue el logro de un viejo anhelo


concomitante a la restauración y afianzamiento de la Provincia San Antonino de Colombia, (desde
1953, Luis Bertrán de Colombia), luego de la expropiación de bienes, extinción de conventos y
destierro a los Llanos Orientales por parte del liberalismo radical en 18613. Quizá lo más
traumático para los dominicos colombianos en aquel momento había sido la pérdida de su Colegio-
Universidad cuyos orígenes se remontaban a la llegada de la Orden de Predicadores al Nuevo
Reino de Granada en el siglo XVI.
Luego de casi desaparecer en la década de 1860, la diáspora dominicana se reaglutinó
tempranamente bajo el liderazgo del último rector de la Universidad Tomística, fray Buenaventura
García, O. P., afincándose en Chiquinquirá. Con los tiempos más propicios de la Regeneración y
con el apoyo de la comunidad dominicana española, la Provincia continuó luchando por sobrevivir
y conservarse como comunidad. Más adelante, echaría a andar algunos proyectos educativos en el
altiplano cundiboyacense al restaurarse canónicamente la Provincia en junio de 19104.

2
Más adelante, el nombre sería abreviado a “Universidad Santo Tomás”.
3
Alberto Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, ante su historia: siglos XIX-XX, voluntad de
persistencia (Bogotá D.C.: Universidad Santo Tomás, 2009), 380.
4
Alberto Ariza, “El Colegio-Universidad de Santo Tomás de Aquino de Santa Fe de Bogotá”, en Los dominicos en
Colombia, Autor, QUITAR LA PALABRA AUTOR Vol. 2, 1283.
Después de esto, todavía la comunidad tuvo que recomponerse financiera, social y
culturalmente, ejercicio necesario para poner en marcha una institución de educación superior.
Durante este tiempo, los frailes lucharon por introducirse en diversos escenarios de educación
media en el país5. Ya en la década de 1930, la restauración de la Universidad Javeriana sirvió como
estímulo para que los dominicos empezaran a ver posibilidades más concretas de restaurar su
Universidad.
Hacia mediados de siglo, la Provincia Dominicana, que desde 1953 tiene a San Luis Bertrán
como titular y patrono, lograba su consolidación, dejando a tras el nombre de San Antonino, con
el cual se había identificado la Provincia desde su separación de la Provincia San Juan Bautista del
Perú, a instancias de fray Bartolomé de Las Casas en 1551.
La figura central en aquellos años de mitad del siglo XX fue, sin lugar a dudas, fray Alberto
Epaminondas Ariza Sánchez, O. P., cuatro veces provincial: 1940-1945, 1946, 1949-1953 y 1953-
19576. Su imponente liderazgo reformó y consolidó la identidad e ideología de la comunidad
promoviendo los valores conservadores, la disciplina, el empuje y la racionalidad material. Creó
colegios y casas en varias ciudades y fue el artífice de tres hitos significativos que marcaron el
reposicionamiento de los dominicos en Bogotá después de décadas de tener a Chiquinquirá como
bastión principal: el Colegio de Santo Tomás en 1942, el Convento de Santo Domingo en 1953 y
el Colegio Jordán de Sajonia en 19547.

5
Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 254-266.
6
De las otras dos figuras dominicas fundamentales de mediados de siglo, los frailes franceses Gabriel María Blanchet
Nicout y Juan Bautista Nielly, nos ocupamos en el capítulo siguiente.
7
Para una reconstrucción del trasegar de fray Alberto Ariza, véase: William Plata, “Fray Alberto E. Ariza, O. P.
organizador de la Provincia Dominicana y restaurador de la Universidad Santo Tomás en Colombia”, Revista Temas
3 (5) (2011): 9-28.
Imagen 2. Colegio Santo Tomás. Foto Archivo de la USTA Formatted: Centered

Imagen 3. Colegio Jordán de Sajonia


Imagen 4. Convento Santo Domingo. Foto Archivo de la USTA
Imagen 5. Laboratorios del Colegio de Santo Tomás, fray Alberto Ariza, Juan Bautista
Nielly y el obispo Juan José Díaz. Foto en el Archivo de la USTA.

El Colegio Santo Tomás, que durante sus dos primeros años se llamó Liceo Frassati, en
honor del beato terciario dominico Pedro Jorge Frassati, tenía por objetivo posicionar a la
comunidad en el ambiente educativo de la capital y servir de preparación tentativa para la futura
restauración del Colegio Santo Tomás8. El edificio para el Colegio comenzó a construirse en julio
de 1943 a cargo de Ospinas & Cía y Montoya Valenzuela & Cía9. El diseño románico y con ladrillo
a la vista fue obra del reconocido arquitecto José María Montoya Valenzuela y guarda estrecha
familiaridad con el Seminario Mayor de Bogotá, también de 1943 y obra del mismo arquitecto10.
El Colegio Santo Tomás había sido fundado con el legado de don Gaspar Núñez en 1608,
recogiendo la herencia de la Escuela de primeras letras y gramática organizada por los dominicos
de Santa Fe en 1563, la cual dio origen al Estudio de Filosofía en 1571. El legado de Núñez aseguró

8
Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 290-295.
9
Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 286-287.
10
Hugo Delgadillo y Miguel Cardenas, José María Montoya Valenzuela: retrospectiva (Bogotá: Instituto Distrital de
Patrimonio Cultural - Alcaldía Mayor de Bogotá, 2011), 100-103.
recursos tanto a la Escuela como a la Universidad Tomística fundada en 1580. El Colegio Santo
Tomás de Núñez se fusionó con la Universidad en 1630, por lo cual pasó a llamarse Colegio-
Universidad Santo Tomás. Cuando la Universidad fue cerrada por el general Santander en 1826,
el Colegio subsistió como institución de primeras letras y de preuniversitario, lo que facilitó la
primera restauración de la Universidad en 1855. Cuando ocurrió la segunda supresión de la
Universidad en 1861, al ser dispersados los frailes, el gobierno de Mosquera afectó igualmente al
Colegio, que desapareció también hasta la fundación del Liceo Frassati en 1942, denominación
prudente por temor a fracasar, lo cual afectaría el nombre del protector titular, con la intención de
preparar la futura restauración de la Universidad. Pero el Frassati fue exitoso y esto facilitó el
cambio de nombre a Colegio Santo Tomás, que empezó a funcionar en un edificio propio. Commented [U1]: Creo que quiso decir en un edificio
propio
Arrancando con el prestigio del Liceo, el Colegio Santo Tomás pronto se consolidó en el
contexto de los colegios privados católicos más reconocidos, haciéndose famoso por sus revistas
de gimnasia anuales y la actividad deportiva, bajo el apotegma mens sana in corpore sano y el
lema de Henri Didon, O. P., citius, altius, fortius (“más rápido, más alto, más fuerte”), a lo cual se Commented [EG2]: No entiendo, hay que quitar las
comillas?. Si es así, entonces quitarlas
agregaba el cultivo de la música y los coros.
Entre 1951 y 1953, el Colegio acogió como su internado a aproximadamente un centenar
de impúberes y adolescentes que constituían la Escuela Apostólica Dominicana o seminario
menor. Fray Luis J. Torres, O. P., era el rector de internos y externos, muy preocupado por la
formación física y musical de los primeros, a quienes entrenaba directamente en la preparación de
los coros, especialmente para Navidad, acompañándose del armonio o del piano.
En 1954, los internos del Santo Tomás fueron trasladados a un edificio propio junto al Commented [U3]: Creo que quiso decir a un edificio
propio
Convento de Santo Domingo y conformaron los primeros alumnos del Colegio Apostólico Jordán
de Sajonia, así llamado en honor del beato Jordán, sucesor de santo Domingo de Guzmán, segundo
maestro de la Orden, entusiasta propagador de la Orden de Predicadores en el siglo XIII. Con los
internos del Santo Tomás, llegó como primer rector del Jordán fray José de Jesús Sedano,
compañero de estudios y santandereano como fray Luis J. Torres, dotado como este para las tareas
educativo-pedagógicas.
Ya desde los años cincuenta, se conformaba un grupo de dominicos más o menos sintónico
Commented [U4]: Creo que quiso decir impondría
en la idea de que el próximo futuro dominicano imponía cambios en la formación tanto de los
Commented [PSH5R4]: Estoy de acuerdo
novicios y frailes estudiantes, como también y especialmente en la etapa colegial antecedente. Fray
José de Jesús estaba convencido de que había que preparar el terreno desde el Jordán, contando
con un modelo educativo y pedagógico que tradujera el “espíritu” de la vida comunitaria de la
Orden. Con claridad dominicana y tomasiana, fray José de Jesús tenía en mente educar para
estimular las preguntas vitales y para promover la capacidad personal de respuesta, no
precisamente con el fin de domeñar las voluntades para la obediencia pasiva.

Imbuido, por convicción profunda, de los principios de la filosofía educativa tomasiana,


fray José inició su rectoría persuadido de que la acción y el clima educativos debían evitar dos
extremos ―como sugería el Aquinate―: el “autoritarismo determinista” de la opción pedagógica
de los filósofos musulmanes, según la cual el niño y el joven son seres-para-la-sociedad y dependen
de la acción adaptadora del maestro, que transfiere sus saberes al vacío y dócil educando; y el
“espontaneísmo” de corrientes platonizantes, de acuerdo con las cuales niños y jóvenes son seres-
para-sí, pre-formados, que necesitan hacer brotar sus germinales dotes, sin interferencias, ojalá sin
intervención educativa externa, o reducida esta a favorecer los impulsos originales de las pequeñas
subjetividades, a fin de garantizar “el libre desarrollo de la personalidad” como “libertad de
indiferencia”.
El “realismo tomasiano”, en cambio, prefería afirmar que los educandos deben integrarse
a la vida social, a la que tienden por naturaleza, pero que no pueden hacerlo productiva y
creativamente, sin alienación, sino en la medida en que sean guiados como seres-para-sí, en
convivencia motivadora que encauce y peralte las distintas capacidades y energías, los diversos
dinamismos vitales.
El educando tomasiano-sedaniano debía crecer hasta el “estado de hombre perfecto” —
como proponía el Aquinate—, esto es, hasta alcanzar la capacidad de ser “providente para sí mismo
y para los demás” (sibi ipsi et aliis providens). O se forma para la obediencia, reclamada por el
despotismo; o se forma para la libertad anárquica, condición del liberalismo individualista; o se
forma para la libertad responsable (de spondens, el que promete y se obliga): de esa manera, se va
consolidando un “querer” comprometido con los rumbos comunitario y social, demanda del
“personalismo cristiano”, especialmente en su versión dominicana de acción por el derecho y la
justicia.
El joven rector sabía que la libertad no es un don o concesión externa, idéntica para todos,
sino una experiencia personal de autoafirmación, en un ambiente adecuado para la iniciativa y la
inventio (búsqueda y hallazgo), más allá de los caprichos. Se pueden conceder libertades en
abstracto, como en algunas escuelas paidocéntricas, pero eso solo brinda oportunidades comunes,
que no liberan por sí mismas. Se convierten en libertades auténticas, como hábitos volitivos
operativos, a condición de que cada uno sea guiado hacia el uso independiente de la propia razón,
iluminadora del propio querer, decidir y actuar.
En coherencia con su profesión en la Orden de Predicadores, el padre Sedano quería
preparar a los estudiantes para vivir el régimen democrático que había ideado Santo Domingo en
el siglo XIII, inspirado por el principio heredado del derecho romano: “lo que a todos atañe, por
todos debe ser tratado y decidido”.
En este sentido, se debía aprender la práctica de la democracia en todos los niveles, lo cual
significaba poner en común las inteligencias (para la comprensión de las situaciones [ver]), las
razones (para argumentar con corrección [juzgar]), las voluntades (para decidir propósitos y
acciones valiosos [actuar]) y los lenguajes (para la comunicación transparente sin equívocos).
Luego, cada uno votaba con autonomía más o menos lúcida. El equipo sedánico (padres Domingo
Claro, Luis Carlos Perea, Jordán Rojas, Hermanos Cubillos, Argüello, Parra, entre otros) aplicaba
así los tres pasos de la razón práctica del “Tratado de Prudencia” de la Suma teológica (II-II, 47,
8 c).
Para poner por obra sus principios pedagógicos, el optimista fray José convirtió al Colegio-
Seminario en una “Asociación Juvenil Dominicana” (AJD), bajo el lema stemus simul (“permanecer
Commented [EG6]: Quitar comillas
firmes y juntos”), con lo cual los jordanianos se convirtieron en socios libres, superando el
verticalismo castrense de los “requinternados”11, en cuyo seno contaban poco o nada las

11
Este concepto alude al hecho de que había dos clases de internados: el normal, durante el año lectivo con visitas
semanales y vacaciones en casa; y el “requinternado”, como el de los seminarios menores, que aislaban a los jóvenes
por tiempo indefinido, con recesos y vacaciones lejos de sus familias. El “requinternado” tenía por finalidad
institucionalizar a los matriculados, a fin de que asimilasen como propio un ideal o proyecto de vida colectivo
determinado.
inteligencias y las voluntades de los congregados. Los jordanianos pasaron a ser sujetos
emancipados que habían hecho un “contrato social” para asociarse en torno a comunes intereses
de aprendizaje y de micropolítica cotidiana.
Los miembros de la AJD estaban llamados a reunirse periódicamente en Asamblea General,
poder soberano que les confería el derecho de elegir y controlar un cuerpo ejecutivo integrado por
un presidente y un órgano colegiado de secretarios o ministros, cabezas de comités especializados:
de vida religiosa, liturgia, biblioteca, equipo de sonido y música selecta, deportes, excursiones,
vacaciones, aseo y ornato, disciplina, salidas citadinas… La Asamblea se congregaba para
deliberar y votar, un sábado cada mes, en el llano que había donde actualmente es la cafetería.
De la noche a la mañana, la AJD devino una minirrepública de democracia directa y
representativa. El rector y sus frailes colaboradores adoptaron una actitud de respetuosos
observadores y, sin declinar sus competencias de control, dejaron actuar. Así, los líderes fuertes se
candidatizaron para fungir en la Presidencia, previa campaña en las horas de recreo.
El primer presidente fue Álvaro Galvis Ramírez, “Pote” Galvis, líder destacado de la
gallada chiquinquireña, quien se hizo reelegir para un segundo período de un año. El “Pote” se
preparaba de lejos para su futura rectoría en la Universidad Tomística con diez años de
restauración. Hubo otro presidente, Noé Ardila, a quien, por algunas acciones despóticas, el pueblo
jordaniano le revocó el mandato. Esta experiencia obligó a los directivos a poner restricciones a la
función del presidente, que pasó a llamarse secretario general.
Un medio para ilustrar el ejercicio lúcido y dialogal de la democracia participativa lo
encontró el padre Sedano en las lecturas comunitarias. Estas traían ecos de otros estilos de vida
cristiana y no cristiana, que enriquecían y preparaban para no caer en un “sectarismo” dominicano.
Aires de ecumenismo. Nada impedía alimentar la vocación de beligerancia por la verdad QUITAR
LA CURSIVA y de acción apostólica de fronteras con otras aportaciones, insistiendo más en la
convergencia que en las diferencias. El equipo directivo del Jordán estaba convencido de que la
solidez de la racionalidad dominicana estaba en capacidad de asimilarlo todo, con claro
discernimiento.
Esta es la verdadera imagen pues es más grande. La misma leyenda pero hay que eliminar
la siguiente

Imagen 6. Bendición de la primera piedra del Colegio Santo Tomás, el 3 de julio de 1943.
El nuncio apostólico Carlos Serena y fray José Ángel Lombana, O. P.
Primer intento de restaurar la Universidad [t3]

En 1955 se presentó el primer intento de restaurar la Universidad Santo Tomás. Por aquellos años
se popularizaban entre los dominicos colombianos las ideas de Félix Morlión, O. P., fundador del
movimiento Pro Deo, motivo por el cual el proyecto de restauración de ese año se desarrollaría
sobre las bases ideológicas de esta tendencia que se proponía una mayor presencia de la religión
en los asuntos públicos, particularmente en los medios de comunicación. Así, monseñor Antonio
de Angelis, vicerrector de la Universidad Internacional Pro Deo de Roma, que se encontraba en
Bogotá en noviembre de 1955, participó en la primera reunión con el objeto de reabrir la
Universidad. En ella también participan el provincial Alberto Ariza, O. P. —quien la convoca—,
el obispo auxiliar de Bogotá Luis Pérez Hernández, el padre Campo Elías Claro, O. P., prior del
Convento-Seminario de Santo Domingo, el padre Tomás M. Quijano, O. P., regente de estudios de
la Provincia, el padre Luis J. Torres, O. P., rector del Colegio Santo Tomás, el padre José María
Arévalo, O. P., quien ofició como secretario de esta y los terciarios dominicos: Jorge Vergara,
entonces rector de la Universidad Nacional; Luis Fonseca Rojas, asesor jurídico del Ministerio de
Educación Nacional, y Jesús Estrada Monsalve, magistrado de la Corte Suprema de Justicia.
Concluyen en la necesidad de restaurarla con el apoyo de la Pro Deo y colaborar en la elaboración
de los estatutos de la nueva institución de educación superior12. Se redactaron dichos estatutos, se
formularon los programas de estudios divididos en tres facultades: Ciencias Sociales, Ciencias
Políticas y Ciencias Administrativas, y se firmó el acta de “Constitución de la Universidad
Internacional Tomista ‘Pro Deo’ de Colombia” el 30 de noviembre de 1955, designándose a los
miembros del Consejo Restaurador y las directivas13.

12
Informe de Luis J. Torres, O. P. al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Módulo 1, Estante 1,
Caja 1, Carpeta 5, Folio 50, Archivo General de la Universidad Santo Tomás (en adelante, citado como Agust).
13
Alberto Ariza, “Extracto del Informe sobre la marcha de la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia en el
cuatrenio de 1953-1957”, en Acta Capituli Provincialis Provinciae S. Ludovici Bertrandi de Columbia (Bogotá,
Provincia de San Luis Bertrán), 49-50. La posibilidad de ligar la Universidad Dominicana colombiana a Pro Deo
sobrevivió en los años siguientes. En 1967, la Misión Pro Deo para América Latina consideró a la ya restaurada
Universidad de Santo Tomás, junto a la Universidad de San Martín del Perú y al Convento de Santo Domingo de
Santiago de Chile como plaza propicia para la constitución de un Centro Pro Deo en América Latina; el proyecto
implicaba becas de especialización en Roma para los latinoamericanos, entre otras cosas, y se proponía generar
El proyecto seguía vivo a fines de 1956; para entonces la Universidad se pensaba con una
sola facultad que funcionaría en el Colegio de su mismo nombre y se les solicitó ayuda a los
provinciales de España y Alemania, que no pudieron atender la solicitud14. Finalmente, este
proyecto no llegó a feliz término, en parte por la confusión de responsabilidades entre los
dominicos colombianos y los directivos de Pro Deo en Roma.
Más adelante, urgido por un grupo de religiosos, el provincial fray Campo Elías Claro, O. P.
nombró a finales de 1962 una comisión para estudiar las posibilidades y conveniencia de la
restauración. No obstante, el nuevo intento de restauración se vio frustrado15.

Imagen 7. El padre Félix Morión, O. P.

El momento definitivo para la restauración y la intervención de Ascún [t3]

El momento definitivo se dio con el nombramiento del italiano fray Jordán Verona, O. P., como
provincial de San Luis Bertrán, en mayo de 1964. Ese mismo año el maestro de la Orden fray
Aniceto Fernández, O. P., visitó la Provincia e, interesándose por la idea, prometió respaldar el
proyecto. En agosto, fray Luis Jesús Torres Gómez, O. P., regente de estudios de la Provincia, le
expuso el proyecto al provincial Verona, quien lo acogió y lo presentó al Consejo Provincial en la
primera reunión por él convocada en el mes de septiembre. En ese momento, se designó una nueva
comisión preparatoria integrada por el provincial Verona, el exprovincial Ariza y el padre Torres.

estudio, enseñanza, aplicación y difusión de la doctrina económico-social cristiana en América Latina: Ponencia de
Fernando Castillo Velasco en el IV Congreso y V asamblea de la Oducal, 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 4, Fol.
111-115, Agust.
14
Ariza, “Extracto del Informe”, 50.
15
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 50, Agust.
Imagen 8. Padre Jordán Verona, O. P.

Imagen 9. Padre Alberto E. Ariza, O. P., provincial restaurador de la USTA (1961-1965)


Imagen 10. Fray Luis J. Torres, restaurador y primer rector de la USTA

De inmediato la comisión preparó una carta memorial para la Asociación Colombiana de


Universidades (Ascún) que fue presentada a su presidente Jaime Sanín Echeverri el 9 de octubre
de 1964, día de San Luis Bertrán16. En la carta, los dominicos le informan sobre el propósito de
restaurar la Universidad y afirman su disposición de atenerse a las normas legales sobre la
educación superior en Colombia17. Así mismo, el 27 de ese mismo mes, los restauradores
dirigieron comunicaciones a los rectores miembros de Comité Administrativo de la Ascún, con el
fin de informarlos de la gestión iniciada por la comunidad dominicana ante esa entidad18.

16
Creada durante el gobierno de Rojas Pinilla, la Ascún agremiaba las universidades del país y estaba en relación
orgánica con el Fondo Universitario Nacional (FUN) que, como su nombre lo indica, tenía un carácter más monetario.
A través de la Ascún, el gremio universitario cumplió funciones de autorregulación hasta la creación del Instituto
Colombiano para el Fomento de la Educación Superior (Icfes) en 1968.
17
Verona, Ariza y Torres a Sanín Echeverri, octubre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65, Carp. 8, Fol. 3, Agust.
18
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 51, Agust y Verona, Ariza y Torres a Sanín Echeverri, 27 de octubre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65,
Carp. 8, Fol. 5-6, Agust.
Más adelante, el 5 de noviembre, fray Luis J. Torres se dirigía de nuevo a Sanín Echeverri
para complementar la información sobre el proyecto de restauración. Esta vez, el padre Torres dio
a conocer el edificio en el cual se restauraría la Universidad e informó que la Provincia esperaba
importante colaboración del maestro de la Orden y de las universidades Pro Deo de Roma, Santo
Tomás de Manila y Laboral de Córdoba (España). También puntualizó que por intermedio del
maestro de la Orden se esperaba contar con cuatro a seis sacerdotes especializados en diferentes
ramas19.
La respuesta de Sanín Echeverri llegó el 19 de noviembre. En su carta, el director de la
Ascún encomiaba el propósito de los dominicos y ponderaba su tradición educativa, pero precisó
que en virtud de los profundos cambios históricos que se habían producido en la sociedad, el
proyecto dominicano, más que una restauración, era en realidad una segunda fundación. Con esto,
Sanín Echeverri desafiaba un elemento simbólico central del proyecto de los dominicos, quienes
hacían énfasis en la restauración precisamente como una empresa que daría vida a la misma
Universidad de Santo Tomás, creada en 1580 y cerrada en 1861. En el mismo sentido, Sanín
advertía grandes dificultades para el trámite y la creación de la Universidad, precisamente por las
realidades jurídicas y sociales que en 1964 contenían exigencias y regulaciones quizá no previstas
por la comunidad dominicana.
Por otro lado, Sanín Echeverri exponía un contexto de la educación superior colombiana
marcado por la proliferación de institutos que se decían universidades sin serlo en realidad, por lo
que el esfuerzo debía enfocarse más bien hacia el fortalecimiento de la estructura universitaria
existente y no hacia el crecimiento cuantitativo. Aún más chocante para los restauradores pudo
haber sido la visión, expuesta en la misiva, de que las universidades son un punto de llegada y no
de partida. Es decir, que se requiere todo un trabajo académico previo y un esfuerzo por crear una
tradición educativa de nivel superior antes de que una entidad pueda llegar a llamarse Universidad.
Estas observaciones serían el inicio de una relación conflictiva entre el director de la Ascún y los
restauradores20.

19
Torres a Sanín Echeverri, 5 de noviembre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65, Carp. 8, Fol. 7, Agust.
20
Sanín Echeverri a Verona, Ariza y Torres, 19 de noviembre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65, Carp. 8, Fol. 8-9,
Agust.
No obstante los obstáculos advertidos por Sanín Echeverri, los frailes no se desanimaron.
El 27 de noviembre de 1964, 45 personas se reunieron en el Colegio de Santo Tomás para la
“Asamblea de los Restauradores de la Universidad Tomista”. La reunión fue presidida por el
obispo coadjutor de Bogotá, monseñor Rubén Isaza, y contó con la presencia de los padres
restauradores Verona y Torres, del director de la Ascún, Sanín Echeverri, y diferentes
personalidades académicas y expertas en asuntos universitarios a quienes se les solicitó apoyo para
el proyecto de restauración.
En el saludo presentado a los asistentes, el provincial Verona observó que para la
restauración se contaba con el apoyo de la Orden, en concreto de centros dominicanos de alta
cultura alrededor del mundo como Economía y Humanismo, la Universidad Pro Deo de Roma, la
Santo Tomás de Manila, la Universidad Laboral de Córdoba (España), entre otras21. Los asistentes
a la reunión se mostraron ampliamente optimistas al conocer los pormenores del proyecto y fueron
nombradas las comisiones que se encargarían de preparar los programas académicos, el andamiaje
administrativo, el orden jurídico en estatutos y reglamentos, y los aspectos necesarios para la
restauración de la universalidad. Finalmente, se firmó el acta que declaraba restaurada y abierta la
Universidad22.
Tres días después, el Consejo Provincial, para organizar y establecer responsabilidades
hizo los nombramientos de las primeras directivas para los cargos reservados a la comunidad. El
más importante impulsor del proyecto, fray Luis J. Torres, fue nombrado rector y fray Jesús M.
Gelves, O. P., vicerrector. Fray José Domingo Garzón, O. P., asumió como decano de
administración de la Facultad de Economía y Administración de Empresa, fray Ángel Calatayud,
O. P., de la Facultad de Ingeniería Civil y fray Salvador Ortiz, O. P., de las facultades de Filosofía
y Ciencias Jurídicas y de Filosofía y Ciencias Sociales. También fueron nombrados los directores
del Instituto de Teología para Laicos, fray José de J. Farías, O. P., y fray Germán Correa, O. P.

Rector restaurador [t3]

21
Saludo presentado por el M. R. P. pProvincial, Fr. Jordan Verona, a los asistentes a la reunión del viernes 27 de
noviembre de 1964, 27 de noviembre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65, Carp. 8, Fol. 11, Agust.
22
Informe de Luis J. Torres, O. P. al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 5, Fol. 51, Agust.
Fray Luis J. Torres, primer rector de la Santo Tomás, nació el 2 de junio de 1917 en Piedecuesta,
Santander, estudió en el Colegio Apostólico San Vicente Ferrer, ingresó al noviciado de
Chiquinquirá en 1939, en donde estudió con Blanchet y se consagró a la profesión religiosa en
enero de 1940. También se formó en el Studium Generale del Cusco, Perú, en la Universidad
Angélico de Roma, donde se doctoró en filosofía, y en la Pro Deo de Roma, donde hizo estudios
de política y derecho internacional. Recibió la ordenación sacerdotal en 1947.

Imagen 11. Padre Luis J. Torres junto a monseñor Aníbal Muñoz Duque (1972-1975)

Imagen 12. Jesús María Gelves, O. P.


Imagen 13. Domingo Garzón, O. P.
Imagen 14. Ángel Calatayud, O. P.
Imagen 15. Salvador Ortiz, O. P.
Imagen 16. José de Jesús Farias, O. P.
Imagen 17. Germán Correa, O. P.

Imagen 18. Padre Luis J. Torres

Desde 1950 se desempeñó como profesor del Studium Generale, del Convento de Santo
Domingo de Bogotá, del Seminario Mayor y de varias universidades. Además, fue rector de los
colegios Santo Domingo de Bogotá y Lacordaire en Cali. Fue vocal y definidor de capítulos
electivos, prior del Convento del Santísimo Nombre de Jesús de Cali y miembro de la Sociedad
Bolivariana. El padre Torres murió el 13 de diciembre de 1981 en el Convento de San Alberto
Magno de Bogotá23.
Los decanos de estudio, todos académicos seglares, fueron nombrados días más tarde
después de consultar las comisiones de expertos que elaboraron los programas. Así, el Dr. Julio
Carrizosa Valenzuela fue nombrado decano de Ingeniería Civil; el Dr. Ignacio Aguilar Zuluaga,
decano de Economía y Administración de Empresa; el Dr. Ramiro Araujo Grau, decano de
Filosofía y Ciencias Jurídicas y de Filosofía y Ciencias Sociales; el Dr. Luis Fonseca Rojas,
secretario general y el Dr. Carlos Torres de León, síndico24.

Formatted: Centered

23
Ortiz, Rostros del centenario de la restauración, 240.
24
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 52, Agust y Informe del padre rector en el acto solemne de restauración de la Universidad de Santo
Tomás, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 6, Agust.
Imagen 19. Julio Carrizosa, Ignacio Aguilar, Ramiro Araujo, Luis Fonseca Carlos
TorresLos dominicos terciarios de la Hermandad e Santo Tomás

Con todas las directivas en sus cargos, se puede afirmar que el proceso se encontraba en
una fase de no retorno a la cual no se había llegado en los anteriores intentos, por lo que se procedió
a divulgar la restauración. El 2 de diciembre se inició una campaña publicitaria, primero, en diarios
de Bogotá, radiodifusoras y, después, en varios periódicos regionales25. Cinco días más tarde se
empezaron a realizar las primeras inscripciones. Después de esto, previa consulta con el arzobispo
de Bogotá, cardenal Luis Concha Córdoba, y con el nuncio apostólico, monseñor José Paupini, se
escogió el 7 de marzo de 1965 como fecha de la restauración. En cuanto a estas dos altas
autoridades episcopales, el cardenal Concha prometió todo el apoyo enviando una estimulante
carta al provincial, no así el nuncio, quien fue un poco frío, poniendo algunas objeciones.
En los primeros días de diciembre de 1964, cuando el país se enteraba de que la Orden de
Predicadores restauraba su Universidad, se generó un debate público precisamente en torno a la
creación de instituciones de educación superior. Para algunos, como Jaime Sanín Echeverri, había
casi una epidemia de universidades y muchas instituciones de debatible calidad que luchaban,
incluso por vías judiciales, por el derecho a llamarse universidades. Los que así opinaban
consideraban que una universidad debía ser el resultado de un largo proceso, y por eso no
concebían la idea de “fundar” una universidad de la nada; es decir, eran los mismos argumentos
que aquel había sostenido en su comunicación del 19 de noviembre a los restauradores26. Incluso
dentro de la misma comunidad dominicana se presentaron varias discordias, pues había frailes que
preferían trabajar intensamente en su casa de estudios y no restaurar la Universidad teniendo en

25
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 25, Agust.
26
Enrique Arango a rector Colegio Santo Tomás, 8 de diciembre de 1964, Mod. 1, Est. 3, Caj. 65, Carp. 8, Fol. 14,
Agust.
cuenta, entre otras razones, la existencia de varias universidades públicas y privadas27, a pesar de
contar con el apoyo de buena parte de los obispos colombianos28.

El día de la restauración definitiva [t3]

El día elegido fue el 7 de marzo, aniversario de la muerte de Santo Tomás de Aquino. La ceremonia Commented [EG7]: No entiendo, el nombre es Santo
Tomás de Aquino
se llevó a cabo en el teatro del Colegio y se encontraba allí el cardenal Luis Concha Córdoba, el
arzobispo auxiliar monseñor Emilio de Brigard, monseñor Rubén Isaza, el provincial Verona, el
rector Torres y los directivos29. También asistieron los embajadores de Perú, Venezuela y
Uruguay, agregados culturales de Francia e Italia, el secretario de la Nunciatura Apostólica, el
rector de la Universidad Javeriana, el poeta Rafael Maya, representantes de Ascún y del Ministerio
de Educación, profesores, sacerdotes y estudiantes del convento y casas de Bogotá, representantes
de las demás casas y conventos de la Provincia y medios de comunicación30.
En el evento hubo varias alocuciones. El provincial Verona ponderó el significado del acto
e hizo una relación de las gestiones y estudios realizados para la restauración. Por su parte, Rafael
Maya alabó la labor dominicana en América refiriéndose tanto a fray Bartolomé de Las Casas
como a la labor civilizadora de la Orden contra la hechicería y la idolatría haciendo además un
pequeño recuento de la fundación de la tomística en tiempos hispánicos. De su discurso, vale la
pena destacar su visión de tradición y modernidad:

[-CITA-] Yo creo que si algo impide que se despeje el campo de la educación en Colombia, es,
precisamente, el afán de novedades que nos aqueja. Este país quiere estar siempre a la última moda
en todo. En arte, en literatura, en filosofía, en ciencias, el colombiano no quiere asimilar sino lo que
lleva el sello de la última invención, so pena de que se llame trasnochado y retrógrado. […] Hay

27
Nota de fr. M. Páez, O. P., a M. R. P. Jordán Verona, O. P., Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 4, Agust. En el
siguiente acápite se aborda el contexto universitario colombiano al momento de la restauración
28
Comunicaciones, informes y acatas sobre la restauración de la USTA, 8 de enero de 1966 - 5 de diciembre de 1967,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 1-89, Agust.
29
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 52, Agust.
30
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 53, Agust.
que dignificar la tradición, no precisamente por antigua, sino como generadora de lo nuevo, y llegar
a un punto de equilibrio entre el hoy y el ayer, entre el pasado y el presente. Yo creo que la
Universidad que actualmente resucitan los Padres Dominicanos va a realizar esta armoniosa
transacción, y a producir una cultura clásica y humanística, que sea obra de ponderada virtualidad31.
[-CITA-]

Por otra parte, en su intervención fray Luis J. Torres hizo una síntesis de la organización
inicial de la Universidad, exaltó la colaboración de muchos profesionales y amigos que hicieron
posible la restauración y discurrió sobre la “resonancia histórica” que tendrían los primeros
alumnos de la Institución32. Más adelante, el cardenal Concha, retomando algunas ideas del
discurso de Maya, expresó profunda satisfacción por la restauración de una universidad
perteneciente a la tradición católica y bajo el patronazgo del Doctor Angélico, recordando además
que el tomismo es la espina dorsal de la cultura católica; monseñor Concha Córdoba dejó en claro
que la Universidad no sería adversa a lo nuevo, pero sí a lo que se apartara de la tradición y en este
sentido afirmó:

[-CITA-] En efecto, nuestro Señor Jesucristo, fué [sic] quién dijo que la Iglesia era semejante al
padre de familia que saca de su tesoro lo viejo y lo nuevo, así es la Iglesia. Y así es la filosofía que
se inspira en nuestro evangelio; ella ciertamente tiene sus raíces en la tradición, mejor dicho tiene
sus raíces en el evangelio, pero también entiende lo nuevo y lo moderno, y no solamente lo entiende,
sino en medio de tantas dificultades, de tantas turbaciones y de tantas desviaciones doctrinales, son
esas doctrinas las que llegan al fondo de las cosas y particularmente hoy, cuando hay enfrentadas
dos filosofías, una que se basa en el espiritualismo y otra en el materialismo, es necesario que una
Universidad como la Universidad tomista venga a plasmar y a reafirmar con absoluta y segura
doctrina y con autoridad indiscutible la orientación que se debe seguir en las labores intelectuales33.
[-CITA-]

31
Discurso de Rafael Maya en la Restauración, 7 de marzo de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 23-24, Agust.
32
Informe del padre rector en el acto solemne de restauración de la Universidad Santo Tomás, sin fecha, Mod. 1, Est.
1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 3-7, Agust.
33
Discurso del cardenal Concha en el acto de restauración, 7 de marzo de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol.
14, Agust.
Todas las intervenciones fueron marcadas por el entusiasmo y encomendaron la empresa a
Santo Tomás. También estuvieron atravesadas por un discurso histórico en el que se hacía
desagravio simbólico a la comunidad dominicana por los hechos de 1861 a través de la
rememoración de la tomística como primera universidad de la Nueva Granada, de la tradición
universitaria dominicana en general, de la tradición humanista expresada en fray Bartolomé de Las
Casas, de las obras dominicanas durante la Colonia y de la participación de la comunidad y su
Universidad en el proceso independentista. Al mismo tiempo, develaron una consciencia del
contexto histórico haciendo énfasis en el deseo de que la Universidad respondiera a las necesidades
del país. En este sentido, los restauradores dejaban en claro que querían formar profesionales para
que se incorporaran a la dirección de los destinos del país y que lo hicieran bajo los preceptos
cristianos y tomistas.

El mundo de la restauración [t2]

Para entender los determinantes históricos de la restauración es forzoso adentrarse en la evolución


de la educación superior en el siglo XX que en Colombia y América Latina ha estado marcada por
sucesivas reformas a su vez atadas a desarrollos globales. Entre las décadas de 1950 y 1970, la
universidad latinoamericana sufrió una metamorfosis radical que obedeció tanto a nuevas
realidades locales como al cambiante contexto global. En casi todo Occidente, la segunda
posguerra hasta bien entrada la década de 1970 se caracterizó por un acelerado crecimiento
económico, la expansión de las clases medias y un optimismo capitalista generalizado. Gracias a
estos factores, las artes, las ciencias, la tecnología y la cultura en general vivieron un momento de
auge. Así mismo, la sociedad de consumo y la cultura de masas se fortalecieron y popularizaron
globalmente a través de unos medios de comunicación cada vez más eficientes.
Paradójicamente, en este clima de optimismo moderno se hicieron más evidentes las agudas
contradicciones de las sociedades humanas vinculadas a la modernidad capitalista34. El
movimiento hippie, la oposición a la guerra de Vietnam y las revueltas del mayo francés eran
signos del surgimiento de modos alternativos de vida, nuevas consciencias y ebullición de sistemas
de valores que se oponían al statu quo. Enormes segmentos de la población y sociedades enteras
exponían y luchaban abiertamente por demandas largamente ignoradas. Las mujeres declaraban la
emancipación de sus cuerpos y la reivindicación efectiva de su lugar en el mundo al tiempo que
los afroamericanos y comunidades hispánicas de Estados Unidos liderados por Martin Luther King
y César Chávez reclamaban derechos civiles. Por otro lado, desde la década de 1950 los países
africanos se independizaban uno tras otro, de los diferentes regímenes coloniales europeos
implantados desde el siglo XIX. Todos estos procesos no pasaban desapercibidos en Colombia a
donde llegaban con mayor o menor impacto y con mayor o menor tardanza para sacudir la sociedad
y complejizar aún más una situación marcada por décadas de violencia fratricida.
En el contexto lationamericano, el crecimiento económico y la creciente inserción en el
mercado global llevó a un desaforado crecimiento de las ciudades por la llegada de oleadas de
migrantes del campo en busca de oportunidades laborales. En Colombia, que por entonces era una
sociedad aún netamente rural, a estos factores de la urbanización hay que sumar las múltiples
violencias que al día de hoy continúan arrojando números importantes de personas al torbellino
urbano. El crecimiento económico supuso ampliación de los sectores medios y un auge de la
demanda por educación superior pero también aumento de la miseria y la desigualdad.
El acontecimiento político que marcó el siglo XX en América Latina fue el triunfo de la
Revolución cubana en 1959 que estimuló movimientos hacia reformas sociopolíticas de fondo35.
Sindicatos, estudiantes y clases medias vislumbraban la posibilidad de crear una sociedad
realmente democrática y equitativa, lo que equivalía a cuestionar el centenario poder de las élites
latinoamericanas, la injerencia norteamericana y en últimas el sistema capitalista mismo.

34
Marshall Bergman, Todo lo sólido se desvanece en el aire: la experiencia de la modernidad (México: Siglo XXI,
2008), 1.
35
Algunos estudiosos de los movimientos sociales han visto en esto el surgimiento de nuevas corrientes agrupadas
bajo la categoría de “Nueva Izquierda” como contraposición a la vieja escuela de los partidos comunistas. Véase
Abelardo Díaz, “El Movimiento Obrero Estudiantil Campesino 7 de enero y los orígenes de la Nueva Izquierda en
Colombia 1959-1969” (Tesis maestría, Universidad Nacional de Colombia, 2010), 10.
Consecuentemente, sobrevino una polarización marcada por la difusión de la Doctrina de
Seguridad Nacional y la recurrencia a la lucha armada por parte de sectores disidentes.
La Iglesia católica en América Latina, que tradicionalmente era vista como un baluarte del
statu quo, no fue ajena a estas controversias. La Modernidad había sido una liberación de fuerzas
represadas por “inquisiciones” políticas, religiosas, sociales que se fueron sucediendo desde el
siglo XVIII; pero a mediados del siglo XX tales energías actuaron abiertamente en todos los campos
de la vida social, de tal manera que la mentalidad moderna lo invadió todo. En este contexto, la
Iglesia no podía seguir de espaldas a la nueva comprensión de la realidad y continuar indiferente
en su actitud de Maestra indiscutible, pues así se marginaba de las claves del mundo
contemporáneo, sin ser comprendida, ni siquiera, por sus propios fieles, que se habían tornado
“modernos”.
Esa desconexión entre la Iglesia y el mundo motivó el Concilio Vaticano II (1962-1965),
que se caracterizó por la apertura, la capacidad de escucha y de diálogo, gracias a la asesoría de
equipos teológicos actualizados, sensibles a los reclamos modernos, ya entrenados para el diálogo
en Escuelas prestigiosas arraigadas en tradiciones fuertes de intellectus fidei, por ejemplo, de
tradición dominicana o jesuita.
Durante el corto papado de Juan XXIII (1958-1963) se generó una de las más importantes
reformas en la historia del cristianismo, el aggiornamento, un conjunto de procesos de renovación
que respondieron a fenómenos de largo alcance como la modernización y la secularización y que
tuvieron su expresión definitiva en el Concilio Vaticano II. El Concilio instituyó reformas
litúrgicas, concretamente en el ritual eucarístico, y eclesiológicas al renovar el significado de la
Iglesia católica; además, relevó el valor de las Escrituras y de la colegialidad episcopal entre
muchos otros cambios destinados a mejorar el diálogo con el mundo moderno.
Pero el Concilio fue la culminación de un progresivo proceso de apertura al mundo
moderno después de la crisis entre la Iglesia y el Estado francés durante la época de la Revolución
y del Imperio napoleónico, así como de la herencia de aislamiento del papa Pio IX (1846-1878),
el “prisionero del Vaticano”. Un hito de esa reaproximación a la sociedad moderna fue la Acción
Católica, institucionalizada por Pío XI (1922-1939), que relevaba la participación del laicado en
la reconstrucción y expansión de la Iglesia. A través de la rama universitaria de la Acción Católica,
la Iglesia latinoamericana fue fortaleciendo su presencia y abonando el terreno para la creación de
universidades36.
En la década de 1940 comienza el despegue de la universidad católica latinoamericana,
fenómeno de gran dinamismo en Argentina, Brasil, Colombia37, El Salvador, México y Perú y que
vendría a estabilizarse en los años finales del siglo XX38. La creación de universidades católicas en
esta época es expresión de un apaciguamiento de las relaciones entre la Iglesia y la modernidad
liberal después de la tensión que había marcado el siglo XIX y que fue precisamente la causante
del cierre de la Santo Tomás en 1861. Por el contrario, salvo enfrentamientos entre la Iglesia y
Estados de orientación socialista como Cuba en la década de 1960 y recientemente el caso
venezolano o como la oposición política eclesial en Brasil por cuestiones humanitarias durante la
dictadura militar (1964-1985), el siglo XX y lo que va corrido del XXI se han caracterizado por una
situación de acomodamiento entre el Estado y la Iglesia. Además, algunos académicos han llamado
la atención sobre el gran espacio que el sector público iba dejando en un mercado cada vez más
demandado como condición para la reemergencia de la universidad católica en el siglo XX
39
latinoamericano .
Es decir, frente a la creciente demanda, las universidades católicas se comportaron del
mismo modo en que lo hicieron las demás universidades privadas latinoamericanas en la segunda
parte del siglo XX. Vale la pena retomar las palabras de Jaime Sanín Echeverri en la sesión
inaugural del Consejo Nacional de Rectores de la Ascún y la FUN, en febrero de 1966 para ilustrar
el ímpetu de las comunidades religiosas colombianas en el sector universitario:

[-CITA-] En la ciudad capital se advierte cómo las órdenes y comunidades religiosas, que en
nuestro país tienen el mayor mérito en el desarrollo de la educación media, empiezan ahora a
extender sus actividades hacia la educación superior en la cual hasta ahora trabajaba solamente la

36
Valentín Menéndez, Iglesia y universidad en América Latina y orientaciones de la iglesia y de la compañía para la
pastoral universitaria de Ausjal, (México D. F.: Universidad Iberoamericana, 2000), 12-13.
37
Actualmente la Federación Internacional de Universidades Católicas ( FIUC) reconoce 15 instituciones de educación
superior católicas en Colombia. Véase: http://fiuc.org/es/docs/membership/list_of_members/colombia
38
Véase gráficas 1 “Evolución histórica de la creación de universidades católicas en América Latina” y 2 “Evolución
histórica de la cantidad de universidades católicas existentes, por país”. SON LOS TÍTULOS DE LAS GRÁFICAS
39
María Zapiola y Fernando Llambias, “Perfil de las instituciones católicas de Educación Superior en América Latina
y el Caribe”, en Informe sobre la educación superior en América Latina y el Caribe. 2000-2005. La metamorfosis de
la educación superior (Caracas: Iesalc, 2006), 208.
Universidad Javeriana. Los Frailes Menores que han regentado el antiguo Colegio Mayor de San
Buenaventura, reclaman ahora el carácter de universidad. Los Padres Predicadores han restaurado
su antiguo claustro llamado Universidad de Santo Tomás. Los Hermanos de las Escuelas Cristianas
han empezado a impartir enseñanza superior con el nombre de Universidad Social Católica. Sin
pretensión de otorgar aquellos títulos reservados a las universidades, también las Hermanas de la
Presentación de Tours continúan su labor docente en Manizales con el nombre de Universidad
Católica de Caldas. En Pamplona, bajo la rectoría del meritísimo Padre Faría, se dictan cursos de
educación superior en la llamada Universidad de Pamplona. Y no faltan algunos teologados de
diversas órdenes y congregaciones que reclaman para sí las palmas universitarias40. [-CITA-]

La necesidad de modernización de la Iglesia no solo animó a muchos sectores de esta a


irrumpir en la escena universitaria y científica, sino que estimuló a otros, preocupados por los
problemas sociales, a conformar en la década de 1960 el movimiento liberacionista, un modo
nuevo de vivir su fe, de amar a Cristo y de interpretar las escrituras que daría luz, ya a finales de
la década, a la teología de la liberación41. Vale la pena resaltar que uno de los más importantes
protagonistas de este fenómeno fue el clero regular, incluyendo la Orden de Predicadores42.
En Colombia, tanto el aggiornamento como la corriente liberacionista se dieron entre
sectores periféricos de la Iglesia, mientras que el episcopado se mantuvo al margen tanto de estos
fenómenos eclesiales como de los profundos cambios culturales que sucedían por aquellos años43.
En este contexto, la Iglesia y la sociedad colombiana se sacudieron con la vida, acción y
muerte de Camilo Torres Restrepo (1929-1966). Proveniente de una acomodada familia bogotana,
este sacerdote y sociólogo quiso ser primero fraile dominico, compañero de Alfonso y de Flórez,

40
Jaime Sanín Echeverry, “Palabras del doctor Jaime Sanín Echeverri en la instalación del Consejo Nacional de
Rectores de la Asociación Colombiana de Universidades y del Fondo Universitario Nacional el día 1.° de febrero de
1966”, en Informe de la dirección al Consejo Nacional de Rectores Rectores. Año de 1965 (Bogotá: Ascún-FUN,
1966), 9-10.
41
Michael Löwy, Guerra de dioses: religión y política en América Latina (México: Siglo XXI, 1999), 47-48.
42
Así, por ejemplo, durante los años más cruentos de la dictadura militar brasileña los dominicos mantuvieron
estrechas relaciones con los estudiantes, disidentes y perseguidos políticos así como con la izquierda armada. Los
conventos fueron invadidos por las fuerzas de seguridad en varias ocasiones y sus miembros fueron detenidos y
torturados. Véase: Fray Betto, Batismo de Sangue (São Paulo: Círculo do Livro, 1982).
43
Ricardo Arias, El episcopado colombiano: intransigencia y laicidad (1850-2000) (Bogotá: Ediciones Uniandes,
2003), 193-194.
pero su madre se lo impidió. Cuando los dominicos organizaron el Curso de Pastoral para jóvenes
sacerdotes, uno de los primeros invitados a fungir como conferencista fue precisamente Camilo
Torres. Este se convirtió en un fenómeno político a mediados de la década de 1960 a través de una
acción política en que se combinaban valores e ideas del cristianismo y de la izquierda
revolucionaria. Después de unirse a las filas del Ejército de Liberación Nacional (ELN) a finales de
1965, cayó en combate en febrero del año siguiente. El llamado “cura guerrillero” expresó las
urgencias de un clero joven comprometido con la lucha social en América Latina y con un fuerte
sentido de frustración frente a las estructuras de la Iglesia y del Estado44. La generación de jóvenes
católicos marcados por Camilo Torres dio luz a experiencias como los Equipos Universitarios de
Medellín y los grupos sacerdotales Golconda y Sacerdotes para América Latina (SAL). Empero,
esto generó un clima de represión basado en una supuesta infiltración marxista en el clero45.
La forma como Camilo Torres terminó su vida simboliza la contradicción a que se vio
abocada la Iglesia católica colombiana en la década de 1960. El episcopado tejió alianzas con el
Frente Nacional erigiéndose ya no como el histórico legitimador del Partido Conservador que
había sido, sino de la dirigencia política nacional como un todo46. Este cambio se anunciaba
tempranamente en el caso de la Orden de Predicadores a finales de la década de 1930, cuando el
Partido Conservador dio la espalda a sus aliados dominicos en sus querellas por la propiedad y la
preservación del Convento-Universidad (en el centro de la ciudad), lo que causó un enrarecimiento
de las relaciones, tradicionalmente cercanas, entre la Orden y el Partido47.

44
En su juventud, Camilo fue muy cercano al dominico francés fray Juan Bautista Nielly y juntos intentaron alentar
en Colombia una Acción Católica que, de acuerdo a sus personalidades, habría sido al modo francés, menos jerárquica
y más genuinamente preocupada por las condiciones de las masas desfavorecidas en comparación con la Acción
Católica General: Correspondencia general, sin fecha, Caja 21, Carpeta 2, Fol. 610-612 y 615-616, Archivo
Provincial. En aquella época, el joven Camilo estuvo a punto de hacerse dominico: Joe Broderick, Camilo Torres. El
cura guerrillero (Barcelona: Ediciones Grijalbo, 1977), 39-42.
45
Para una revisión del anticomunismo católico colombiano desde al menos la década de 1930, véase: Andrés Escobar,
“La Arquidiócesis de Bogotá y la violencia de mediados del Siglo XX”, en Arquidiócesis de Bogotá, 450 años: miradas
sobre su historia, editado por Carlos Alzate, Fabián Benavides y Jaime Mancera (Bogotá: Ediciones USTA, 2015),
291-297.
46
Fernán González, Poderes enfrentados: Iglesia y Estado en Colombia (Bogotá: Cinep, 1997), 199-301; María
Cifuentes y Alicia Florián, “El catolicismo social: entre el integralismo y la teología de la liberación”, en Historia del
cristianismo en Colombia: corrientes y diversidad, dirigido por Ana Bidegaín (Taurus: Bogotá, 2004), 356-357.
47
Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 253.
Todo esto se daba en un momento histórico muy marcado por las secuelas de la Violencia
bipartidista. El país caminaba por los primeros años del Frente Nacional en medio de unas ciudades
hipertrofiadas por las masas de campesinos que llegaban a ellas buscando refugio de la
persecución, lo que generaba aún más pauperización. A esto se sumaba una agudización de los
conflictos ideológicos tanto por el contexto global de la década de 1960 como por la marginación
de importantes sectores políticos y sociales del país, rasgo característico del Frente Nacional.
Además, durante este periodo la Iglesia tuvo que enfrentarse a una creciente apertura y
urbanización cultural aunadas a la secularización. Como afirmara el padre Fernán González:

[-CITA-] Otro aspecto que se vio claramente a partir de los años sesenta fue la impreparación de
la mayoría de la Iglesia católica para dialogar con otros estilos de pensamiento y otras formas de
organización social, acostumbrada como estaba a una situación de virtual monopolio religioso y a
un país bastante aislado de las corrientes intelectuales en boga en el resto del mundo. Pero el influjo
de la revolución cubana, el mayor contacto intelectual y académico con universidades de fuera del
país, la llegada de libros que recogen la producción intelectual con todas las tendencias significaron
el fin de aislamiento en que solía vivir la mayoría del país48. [-CITA-]

El movimiento de Córdoba y el estudiantado universitario latinoamericano [t3]

Un sector que se sacudía con la efervescencia ideológica y la apertura cultural de la década de


1960 era el estudiantado, concretamente el universitario. En América Latina, este sector había
nacido como sujeto histórico activo y determinante con el movimiento reformista de los
estudiantes de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) en 1918. La Reforma de Córdoba
fue producto de un impulso renovador desde el pensamiento latinoamericano (José Martí, José
Enrique Rodó, Baldomero Sanín Cano, José Ingenieros, Rubén Darío, José Carlos Mariátegui y
otros) que daba impulso al humanismo, las artes y la cultura como el camino a seguir por parte del
subcontinente y en contra del utilitarismo capitalista y de los intereses del colonialismo.

48
González, Poderes enfrentados, 304.
Nutrido de esta tradición, el movimiento de Córdoba proponía autonomía universitaria,
docencia y cátedra libres, revisión crítica de contenidos de los programas académicos, una
extensión universitaria que permitiera a los estudiantes entrar en contacto con los sectores
marginales, una investigación científica no eurocéntrica, pero asimismo “universalista” que
permitiera a la comunidad universitaria entrar a analizar los procesos históricos importantes de la
actualidad (Revolución Bolchevique y Primera Guerra Mundial en aquel momento),
descolonización de la educación, y, en comunión con todo lo anterior, una democratización
universitaria que permitiera la disensión y la tolerancia, pero también la participación de los
estudiantes en el gobierno de la universidad.
La Reforma de Córdoba extendió su influencia sobre América Latina, principalmente en
Chile, México, Perú, Cuba y Colombia en las décadas de 1920 y 1930. En Colombia, figuras tan
disímiles como María Cano, Jorge Eliécer Gaitán, Jorge Zalamea, Baldomero Sanín Cano y Luis
Tejada estuvieron en comunión con los postulados de la Reforma49. Entre ellos cabe destacar
también a Germán Arciniegas, artífice de la modernización educativa durante la República Liberal
(1930-1946).
Incorporando propuestas que el movimiento estudiantil colombiano, influenciado por
Córdoba, venía enarbolando desde la década de 1920, pero también atendiendo al desarrollo de la
educación superior en Europa y Estados Unidos, la República Liberal implementó la primera gran
reforma a la educación superior colombiana en el siglo XX. Los cambios más importantes
incluyeron la creación de la Escuela Normal Superior, la construcción de la Ciudad Universitaria,
la apertura a disímiles propuestas disciplinarias y filosóficas imprescindibles para la modernidad
—como el psicoanálisis y el marxismo—, la profesionalización de los profesores con dedicación
exclusiva y la autonomía universitaria50.
El escenario principal de las políticas educativas de la República Liberal, en especial del
primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), fue la Universidad Nacional, desde

49
Eduardo Pastrana, “La Reforma Universitaria, el Movimiento de Córdoba y sus repercusiones en Colombia”, Foro
Universitario 12 (2008): 318.
50
Ricardo Lucio y Mariana Serrano, La educación superior. Tendencias y políticas estatales (Bogotá: Instituto de
Estudios Políticos y Relaciones Internacionales / Universidad Nacional de Colombia – Tercer Mundo Editores, 1992),
31-40.
donde se difundieron a otras universidades públicas y privadas. Una consecuencia importante de
estas reformas fue la consolidación del liberalismo en los círculos universitarios, situación que se
afianzaría durante las siguientes décadas51. No obstante, las reformas liberales fueron limitadas:

[-CITA-] Con todo, es necesario reconocer que la reforma no generó cambios inmediatos. Durante
todo este período, las universidades conservaron algunos de los principales rasgos de la educación
decimonónica. No sólo centraban su actividad en las mismas carreras que desde la Colonia
conformaban el currículo universitario, sino que empleaban los mismos métodos descriptivos y
memorísticos. No obstante, lo que resulta sorprendente es que la polarización político-ideológica
convirtió las universidades en trincheras de la disputa política. Todo el mundo entendía, sin más,
que las universidades eran conservadoras o liberales52. [-CITA-]

Más adelante y ya en el marco de la geopolítica bipolar propia de la Guerra Fría, al


enfrentamiento entre liberalismo y conservatismo se sumó el enfrentamiento entre socialismo y
statu quo en las universidades. En este contexto, las sociedades liberal-capitalistas lideradas por
los Estados Unidos se sirvieron del ideario desarrollista para llevar planeación estratégica,
crecimiento económico, fortalecimiento institucional y modernización social a los países del
llamado “tercer mundo”. En Colombia, la introducción de la planeación para el desarrollo fue un
proceso de 15 años, empezando con los primeros acercamientos al Banco Mundial y la Misión
Currie durante la presidencia de Mariano Ospina Pérez (1946-1950) y culminando con el primer
plan general de desarrollo bajo la presidencia de Alberto Lleras Camargo (1958-1962).
La estrategia global para el desarrollo se sirvió de los organismos internacionales de
cooperación que fueron apareciendo en la segunda posguerra: Organización de las Naciones
Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), Fondo Monetario Internacional (FMI)
y Banco Mundial (BM), entre otras. En América Latina además, surgieron el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) y la Organización de Estados Americanos (OEA). En este panorama mundial

51
Diana Soto, “Aproximación histórica a la Universidad colombiana”, Rhela 7 (2005): 121-124.
52
Álvaro Acevedo, “Educación, reformas y movimientos universitarios en Colombia: apuestas y frustraciones por un
proyecto modernizador en el siglo XX”, Revista de Estudios Sociales 53 (2015): 104.
de creciente interconexión, las reformas tanto a la educación superior como a los otros niveles de
formación se fueron articulando mucho más íntimamente en procesos supranacionales53.
En América Latina, las políticas globales implementadas en los diversos niveles de
educación consistieron esencialmente en procesos de racionalización y expansión con miras al
fortalecimiento del sistema productivo en lo que se conoce como “escolarización”54. Se
introdujeron tecnologías administrativas de “planeación” y la cobertura se convirtió en un
indicativo anual de desarrollo educativo.
En la medida en que las políticas educativas fueron propuestas como funcionales al
desarrollo económico y a la incorporación de las naciones del “tercer mundo” al sistema de
mercado global, la educación se fue convirtiendo en proceso de formación de capital humano55.
En este sentido, vale la pena citar el libro ya clásico de Noguera, Castro y Martínez que, aunque
se refiere a la educación fundamental, sirve también para describir la situación de las políticas de
educación superior de la segunda posguerra en Colombia:

[-CITA-] A la luz de las nuevas preocupaciones por alcanzar las metas impuestas con la invención
del desarrollo, la educación se entendió como formación, capacitación y perfeccionamiento del
recurso humano, convirtiéndose en un asunto eminentemente técnico; fue considerada como
“piedra angular del desarrollo”, como una de las inversiones sociales más importantes y su
funcionamiento buscó orientarse por los principios de eficacia y rentabilidad56. [-CITA-]

La vinculación de la educación al desarrollo como parte de la estrategia global en el caso


colombiano se da con las misiones económicas Currie (1949) y Lebret (1956). Es preciso resaltar
la segunda tanto por ser la más notable como por la filiación religiosa de Louis-Joseph Lebret O. P.
Su trabajo Misión de economía y humanismo fue el fruto de dos años de recolección de datos

53
Alberto Martínez, Currículo y modernización: cuatro décadas de educación en Colombia (Bogotá: Cooperativa
Editorial Magisterio, 2003), 24.
54
Alberto Martínez, “Educación y bicentenario: la inquietud del presente”, Revista Colombiana de Educación 59
(2010): 41-42.
55
Alberto Martínez y Gabriela Ossenbach, “Itineraries of the discourses on development and education in Spain and
Latin America (circa 1950-1970)”, Pedagóogica Histórica 47 (2011): 679-680.
56
Martínez, Currículo y modernización, 23.
estadísticos, realización de entrevistas y encuestas, entre otras temáticas de abordaje, en que
expertos franceses y colombianos hicieron un estudio global de los aspectos socioeconómicos del
país, generando un diagnóstico con miras a influenciar las políticas gubernamentales.
El diagnóstico que la Misión hizo de la educación en Colombia vino acompañado de un
llamado de alerta a que esta empezara a ocupar un lugar central en las políticas del Estado. La
urgencia radicaba en el rápido crecimiento demográfico y la expansión económica que el país
experimentaba, ante lo cual el sistema educativo tenía que adaptarse57. En cuanto a la educación
superior, el Informe Lebret señalaba la necesidad tanto de incentivar la investigación de los
recursos naturales y sus modos de uso como de formar una generación de investigadores,
ingenieros, agrónomos y economistas que orientaran el desarrollo del país. Es decir, la educación
superior debía estar en conexión con el proceso productivo, pieza central del desarrollo y la
modernización58. Algunas de estas directrices fueron acatadas por los reformadores de la
educación superior colombiana durante los años siguientes.

57
Louis-Joseph Lebret, Estudio sobre las condiciones del desarrollo en Colombia (Bogotá: Aedita-Cromos, 1958),
298.
58
Lebret, Estudio sobre las condiciones, 319-321.
Imagen 20. Padre Josepf Lebret
No obstante, bien por cuenta de la dudosa efectividad de las políticas desarrollistas59, bien
por las nuevas necesidades, ya mencionadas, de las sociedades de la segunda posguerra, lo cierto
es que entre las décadas de 1950 y 1970 la educación superior en Colombia y América Latina
sufrió procesos de masificación, diversificación, complejización institucional, feminización,
regionalización, reorientación vocacional y privatización60.
En la tabla 1 “Crecimiento de la matrícula universitaria en Colombia 1935-1977” se puede
observar en primer lugar un crecimiento gradual, contado por cientos anuales durante los años

59
Germán Rama, “El sistema universitario en Colombia”, Revista de la Universidad Nacional 6 (1970): 205.
60
José Brunner, “La Educación superior y la formación profesional en América Latina”, Revista Mexicana de
Sociología 51 (1989): 240 y Germán Rama, “El desarrollo de la educación superior”, en Desarrollo y educación en
América Latina y el Caribe, coordinado por Germán Rama, Tomo II (Buenos Aires: Cepal, Unesco, PNUD, Ed.
Kapelusz, 1987), 66-87.
1935-1954. Para el periodo 1954-1955 el crecimiento se aceleró, contándose ahora por miles.
Justamente en el año de creación de la Santo Tomás se aprecia el crecimiento más notable de todo
el periodo, 21,2 % respecto al año anterior. Más elocuente es el crecimiento de la matrícula
femenina, que para ese año fue del 31,6 % en comparación con el 18,4 % de la masculina61.
El fenómeno de la privatización de la educación superior se aprecia por el aumento de la
matrícula en universidades privadas, que en 1965 fue de un 24,9 % en comparación con el 18,6 %
en las públicas, así como por el crecimiento del número de universidades privadas que, según se
aprecia en la tabla 2 “Educación superior. Establecimientos según naturaleza jurídica de las
instituciones”, en la década de 1960 igualan por primera vez y empiezan a superar el número de
universidades oficiales.
La creciente aparición de universidades privadas desde la década de 1950 remodeló la
educación superior colombiana como un escenario heterogéneo. A las universidades liberales
orientadas a la formación técnica y el desarrollo se oponían las universidades católicas, destinadas
a salvaguardar los privilegios de la Iglesia. A las universidades de alto costo orientadas a la
formación de élites se oponían universidades más asequibles para el público general. Además,
universidades y facultades funcionaban usualmente tomando aspectos de ambos extremos de estas
dos oposiciones62.
En 1970, Germán Rama señalaba cuatro factores para entender la creación de universidades
en el periodo 1940-1966: en primer lugar, el fenómeno respondía al crecimiento exponencial de la
demanda educativa; en segundo, el proceso careció de planeación y no expresó ninguna política
educativa; en tercer lugar, hubo una gran tendencia hacia la regionalización y, finalmente, fue un
fenómeno mayoritariamente privado63. Con todo, para el momento de la restauración de la Santo
Tomás el panorama universitario, en términos de número de instituciones, seguía siendo estrecho

61
Según Germán Rama, los factores del crecimiento universitario en Colombia fueron el crecimiento de la población
en edad de educarse, cambios estructurales en la sociedad como la urbanización, cambios en la distribución de la
población activa según las ramas de actividad y uso de la educación por las clases medias para el ascens o social:
Rama, “El sistema universitario”, 199.
62
Blanca Ortiz, “El desarrollo de la universidad colombiana de 1946 a 1958. Las políticas del Estado en educación
superior y el auge de la Universidad privada”, en Tercer Coloquio de Historia de la Educación Colombiana.
Memorias, editado por Elio Gutiérrez, 259-263 (Popayán: Editorial de la Universidad del Cauca, 1999), 261.
63
Rama, “El sistema universitario”, 199.
y a pesar de que se aprecia un crecimiento efectivo del número de universidades en las décadas de
1960 y 1970 la situación distaba mucho del fenómeno de hipertrofia universitaria que se daría
desde la década de 199064.

Universidad restaurada y sus currículos [t2]

Por décadas, la Provincia Dominicana había hecho ingentes esfuerzos e innumerables


reclamaciones al Estado para recuperar el inmueble del Convento de Nuestra Señora del Rosario,
ubicado a dos cuadras de la plaza de Bolívar, en donde había funcionado la Universidad Tomística.
La posibilidad de recuperar el complejo colonial, destinado por el Estado colombiano a diferentes
usos a lo largo de los años, se vino finalmente al traste cuando en 1937 se protocolizó su propiedad
para la nación. Dos años después, se inició la demolición del edificio65.

64
Véase tabla 3, “Educación Superior. Establecimientos según clase de institución”.
65
Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 251.
Imagen 21. Demolición del Convento Nuestra Señora del Rosario años treinta. Foto en el
Archivo de la USTA

Siendo imposible instalar la nueva Universidad en el centro de Bogotá, los restauradores


dirigieron sus miradas hacia el sector del Marly en donde la Comunidad tenía propiedades desde
la segunda década del siglo XX, cerca del sector de Lourdes, influido por los dominicos, pues el
párroco de Chapinero, fray Antonio Garzón, O. P., reconocido matemático y diseñador
arquitectónico, había orientado el diseño y la construcción de su iglesia gótica. Por ello, la
Universidad abriría sus puertas en las instalaciones del Colegio Santo Tomás en Chapinero, que
habían sido inauguradas en 1944. Al principio, la Universidad se ubicó en el tramo sur del edificio
compartiendo con el Colegio salón de lectura, teatro, biblioteca y los laboratorios de física y
química que empezarían a ser usados para las clases de Ingeniería. Los laboratorios fueron
mejorados de manera compartida por las dos entidades educativas en instrumentos y elementos de
experimentación. Sin embargo, la perspectiva de la comunidad dominicana era ceder la totalidad
del edificio para la Universidad y que el Colegio se trasladara por completo a unas nuevas
instalaciones, por entonces en construcción en la autopista Norte66, como en efecto ocurrió
progresivamente desde enero de 196767.
De este modo, el martes 9 de marzo de 1965, dos días después del acto de restauración, la
Santo Tomas inició clases con 273 alumnos matriculados68, 12 directivos y 3569 profesores —de
amplia experiencia profesional y docente en otras universidades— en las facultades de Ingeniería
Civil, Economía y Administración de Empresa, Filosofía y Ciencias Jurídicas, Filosofía y Ciencias
Sociales y el Instituto de Teología para Laicos70. Para el segundo semestre se hicieron nuevas
admisiones en Ingeniería Civil y Economía y Administración, con lo que se llegó a 331
estudiantes71.

66
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 54, Agust.
67
“Actas del Capítulo Provincial Electivo de la Provincia de San Luis Bertrán de Colombia de la Orden de
Predicadores celebrado en el convento de Santo Domingo de Tunja del 1.o al 10 de mayo de 1969”, en Acta Capituli
Provincialis Provinciae S. Ludovici Bertrandi de Columbia (Bogotá: Provincia de San Luis Bertrán de Colombia),
19.
68
Memoria sobre proyectos de ensanche y desarrollo de la Universidad Santo Tomás, 10 de agosto de 1969, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 48, Agust; Informe de Luis J. Torres O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá,
noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 53, Agust.
69
Memoria sobre proyectos de ensanche y desarrollo de la Universidad Santo Tomás, 10 de agosto de 1969, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 48, Agust; Luis J. Torres, Informe rectoral sobre la restauración, el desarrollo y el estado
actual de la Universidad (Bogotá: Oficina de Publicaciones, Universidad Santo Tomás de Aquino, 1965-1974), 115-
121.
70
Representantes de la jerarquía, superiores de la orden, directivas y catedráticos de la universidad, benefactores,
colaboradores y amigos de la institución para ministro de educación Daniel Arango, ca. 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 11, Fol. 30, Agust; Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 53, Agust.
71
Informe de Luis J. Torres O. P. al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 5, Fol. 53, Agust. Véase tabla 4, “Universidad Santo Tomás, Sede Principal, Bogotá. Población académica 1965-
1986”.
Imagen 22. Fachada del Colegio Santo Tomás (1943-1945)

En la conformación inicial de las áreas académicas se pueden apreciar las motivaciones


ideológicas y prácticas de la restauración, así como el momento histórico de la universidad en
Colombia y América Latina. Por tanto, en programas como Filosofía y Ciencias Jurídicas,
Filosofía y Ciencias Sociales y Teología para Laicos se observa el interés de los restauradores por
afianzar los saberes tradicionales que habían constituido durante casi ocho siglos el eje central de
su poderío intelectual y su mayor fuente de influencia en el mundo seglar.
Cabe señalar que la orientación primordial de Filosofía y Ciencias Jurídicas y de Filosofía
y Ciencias Sociales era hacia el derecho y la sociología respectivamente y en los años que siguieron
a la restauración la Universidad se vio obligada a desligarlas del enorme componente filosófico
para consolidar la formación jurídica y sociológica. Como se verá más adelante, a lo largo de estos
50 años de historia la Santo Tomás se ha seguido caracterizando por la transversalidad de la
filosofía y las humanidades en la formación de sus educandos.
Imagen 23. Laboratorios de Ingeniería, en el mismo Colegio

En cuanto al derecho, esta carrera era, junto a medicina, quinta-esencial al espíritu mismo
de la Universidad en sentido clásico. Los altos costos y la falta de tecnología e infraestructura
imposibilitaron la creación de una facultad de medicina, aunque la necesidad latente de esta ha
acompañado a las directivas desde entonces y ha llevado a varias propuestas y proyectos en ese
sentido, todos fallidos.
Derecho es, por otro lado, un campo que en lugar de recursos económicos requiere más
bien de capital humano, precisamente uno de los más invaluables recursos que poseían los
restauradores en 1965; el primer decano académico de Filosofía y Ciencias Jurídicas, que en los
primeros meses también asumió la dirección de Filosofía y Ciencias Sociales, fue Ramiro Araujo
Grau, a la sazón magistrado de la Corte Suprema de Justicia y uno de los más importantes juristas
de su tiempo72. A pesar de la mengua en la centralidad profesional del derecho por cuenta de la
fuerte competencia que precisamente en la década de 1960 entraron a representar áreas de la
modernización como ingenierías o economía, aquella continuaba siendo una carrera fundamental
para la conexión de los centros educativos con los altos círculos del poder público.
Las ciencias sociales, por otro lado, que habían iniciado su profesionalización en los países
centrales a fines del siglo XIX, estaban en una fase aún incipente en Colombia. A pesar de la
existencia de cátedras de sociología en el país desde fines del siglo XIX y del importante papel
jugado por la Escuela Normal Superior que alentó el estudio profesional de las disciplinas sociales
en Colombia en la década de 1930, el primer departamento de sociología en Colombia, el de la
Universidad Nacional de Colombia, había sido fundado apenas en 1959.
La creación de la Facultad de Sociología tomasina en el momento de la restauración está
íntimamente relacionado con el extraordinario auge de esta área no solo en Colombia, sino también
en toda América Latina durante los 30 años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, como se
demuestra en la tabla 6, “América Latina: áreas de estudio según volumen de matrícula, alrededor
de 1950 y 1975”.
Finalmente, en la composición inicial de la Universidad se encuentran las carreras de
Ingeniería Civil y de Economía y Administración que junto a Sociología eran las áreas de mayor
proyección al momento de la restauración. Con estas carreras se completaba el conjunto de los
saberes que los restauradores esperaban ensanchar con el paso de los años, como efectivamente
sucedió.
Nótese que son disciplinas con expectativas en el orden de lo práctico, lo que contrasta con
la ausencia de carreras de ciencias básicas como física y matemática. Recordemos que ingenierías,
economía y administración eran precisamente el tipo de carreras que, por estar íntimamente
asociadas a la generación de infraestructura, al crecimiento del sector empresarial, y en últimas a
la esencia del sistema liberal-capitalista eran alentadas por las ideas desarrollistas.
En cuanto a su presencia en el país, mientras la ingeniería se había ubicado en las aulas
colombianas ya en la segunda mitad del siglo XIX habiendo sido reglamentada como profesión en

72
Informe rendido a Fernando Galvis firmado por Manuel Pachón, 6 de noviembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 8, Fol. 121-126, Agust.
193773, Economía y Administración eran áreas de reciente aparición. Economía existía como
profesión desde comienzos de la década de 1940 y Administración de Empresas apareció
formalmente solo en la década de 1960, siendo reconocida como profesión apenas en 198174.
En la tabla 7, “Matrícula por áreas académicas en las universidades colombianas 1960-
1970”, se puede apreciar que en 1960 “ingenierías y afines” con 5416 estudiantes era ya el área
más demandada, a la que solo se le acercaban las tradicionales ciencias de la salud con 4802 y
derecho con 4123. A lo largo de la década, ingenierías y afines ahondó la diferencia con las carreras
tradicionales al crecer 221 % en comparación con el 61 % de ciencias de la salud y el 112,9 % de
derecho.
Por otro lado, el área de economía y administración que en 1960 tenía 1609 matriculados
logró el crecimiento más espectacular de la década, 707,89 % con lo que llegó a 12 999 estudiantes
en 1970, posicionándose como la segunda área más demandada en el país. En cuanto a la
composición de clase del estudiantado colombiano en la época de la restauración, anotaba Germán
Rama en 1980:

[-CITA-] En el caso colombiano ya citado, casi el 90% del alumnado de las universidades privadas
de tipo A (como la universidad Javeriana y la de Los Andes) había cursado el primer grado de
primaria en una escuela privada. Para señalar la estrechez social de la base de reclutamiento de
estas universidades basta mencionar que en el año en que los estudiantes universitarios censados
habían iniciado la primaria, las escuelas privadas de ese nivel abarcaban sólo el 10% de la matrícula
total75. [-CITA-]

Frente a este panorama, la restauración de la Universidad Santo Tomás está asociada al


crecimiento de la demanda y al uso de la educación con fines de ascenso social por parte de sectores
medios. La proyección de la Universidad hacia sectores de la población con menores posibilidades
de acceso al sistema universitario es un rasgo que ha caracterizado al plantel desde 1965. Por ello,

73
Lucio y Serrano, La educación superior, 36.
74
Carlos Pérez, “La formación en administración en Colombia: una contribución histórica del desarrollo empresarial”,
Universidad y Empresa 18 (2010): 118.
75
Rama, “El desarrollo de la educación superior”, 82.
se puede afirmar que, en cuanto a la definición de su oferta, la Santo Tomás es expresión de las
necesidades de democratización social y, como se verá más adelante, también de regionalización
de la educación superior colombiana.
Vale la pena detenernos en la composición normativa del plantel para continuar
entendiendo sus rasgos primigenios. Desde su creación, la Universidad contó con un estatuto
orgánico aprobado por el provincial Verona y el rector Torres, certificado por el delegado
arzobispal para las comunidades religiosas y selladas oficialmente por la Oficina Jurídica del
Ministerio de Justicia76. Como cualquier documento de su tipo, este estatuto definía
ideológicamente a la Universidad y expresaba sus fines de promoción de la educación e
investigación científica, así como la creación de “la unidad ideológica de la enseñanza y de las
investigaciones científicas y la prevalencia de la moral, según la perenne filosofía de Santo
Tomás”77.

76
Proyecto del Estatuto Docente del Profesorado de la Universidad de Santo Tomás, julio de 1967, Mod. 1, Est. 1,
Caj. 4, Carp. 7, Fol. 112, Agust.
77
Estatutos de la Universidad de “Santo Tomás” de Colombia, 10 de octubre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp 7,
Fol. 46, Agust.
Imagen 24. Foto del primer Estatuto Orgánico

Al observar la organización política en la Universidad, se aprecia claramente una primacía


de la dignidad de autoridades individuales —maestro de la Orden, prior provincial, rector— sobre
los organismos colegiados y por tanto aquellas, en concreto el provincial y el rector por su
presencia efectiva en el país, ostentaban un poder importante sobre las decisiones de la
Universidad. El rector tenía un amplio margen de control sobre nombramiento y remoción de
decanos, directivos, administrativos, profesores, etc.78.
Aun así, ya había organismos colegiados importantes como el Consejo de Administración,
el Consejo Económico, consejos de facultad, cuerpo académico y el Claustro. La dirección de cada
una de las cuatro facultades iniciales y del Instituto de Teología para Laicos quedó dividida en dos
decanaturas, una administrativa reservada para los miembros de la Orden y una académica que
podía ser ocupada por seglares con experiencia en el área.

Consolidación [t2]

Desde su apertura en marzo de 1965 en un edificio compartido, con pocos estudiantes y docentes
y con un reconocimiento de carácter apenas social en algunos sectores académicos y religiosos, la
Universidad adelantó un difícil proceso de consolidación que le tomaría unos siete años. Tal
consolidación implicó posicionamiento institucional y reforma, transformación y crecimiento
académico, desarrollo de la infraestructura material y crecimiento de la población universitaria.

Posicionamiento institucional y reforma [t3]

Cuatro meses después de la restauración, en julio de 1965 se celebró en Bogotá el Capítulo General
de Definidores de la Orden de Predicadores79. Era la segunda vez que se hacía un Capítulo General
fuera de Europa, habiendo sido la primera en Washington D. C. en 1949. El Capítulo sirvió para
afianzar los lazos entre los tres más importantes patrocinadores no miembros de la Provincia de
San Luis Bertrán de la recién creada Universidad: el cardenal Luis Concha Córdoba, el maestro de
la Orden fray Aniceto Fernández, O. P., y el presidente de la República Guillermo León Valencia.

78
Estatutos de la Universidad de “Santo Tomás” de Colombia, 10 de octubre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp.
7, Fol. 48-49, Agust.
79
Ariza, Los dominicos en Colombia, Vol. 2, 1348.
Aprovechando la presencia del Maestro, el presidente Valencia le impuso, el 22 de julio, la Cruz
de Boyacá80 y prometió respaldar la restauración de la Santo Tomás81.

Imagen 25. Visita del presidente Guillermo León Valencia a la USTA, recibe el padre Luis
J. Torres, O. P., rector

Cardenal Concha Córdoba y presidente Valencia [t3]

Apenas dos semanas después, el 6 de agosto, el Ministerio de Justicia expidió la Resolución 3645
que otorgaba personería jurídica al plantel82. A esto siguió la personería eclesiástica, concedida

80
Discurso del presidente valencia ante el capitulo general, 22 de julio de 1935, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol.
1-2, Agust.
81
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 57, Agust.
82
Representantes de la jerarquía, superiores de la Orden, directivas y catedráticos de la Universidad, benefactores,
colaboradores y amigos de la institución para ministro de Educación Daniel Arango, ca. 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 11, Fol. 30, Agust.
mediante decreto canónico del cardenal Concha Córdoba el 23 de septiembre83. A partir de
entonces, la preocupación fundamental de los restauradores fue conseguir la aprobación, por parte
del Gobierno Nacional, de la Santo Tomás como establecimiento de educación superior y el
consecuente reconocimiento de los derechos y privilegios propios de esa naturaleza84.
La Universidad presentó, entonces, un extenso memorial al ministro de educación Daniel
Arango Jaramillo solicitando la aprobación oficial. El memorial iba firmado por unas 100
personas, incluyendo el provincial, el claustro de profesores e importantes personalidades como
monseñor Rubén Isaza, Mariano Ospina Pérez, Roberto Urdaneta Arbeláez, Álvaro Gómez
Hurtado y miembros del Congreso de la República. En respuesta, el ministro prometió hacerse
vocero de los restauradores frente al presidente Valencia85. Más adelante, el 4 de noviembre, el
provincial, el padre rector, decanos y otros directivos se dirigían directamente a Valencia:

[-CITA-] Ante el panorama anárquico y confuso no solo del país sino, lo que es más de lamentar,
de los Claustros universitarios, los gestores de la Restauración Tomista garantizan al Gobierno
Nacional y a la Iglesia, con la eficiencia científica una ortodoxia a toda prueba, a tono con lo que
es norma de las Instituciones similares de la Iglesia y, más concretamente, con lo que se estila en
las Universidades que tiene la Orden Dominicana en distintas latitudes86. [-CITA-]

Para lograr la aprobación oficial, la Universidad solicitó al Gobierno Nacional ser visitada
oficialmente para efectos de evaluación, oficio que recayó en delegados de la Ascún y del Fondo
Universitario Nacional (FUN). Cuando la Universidad completaba su tercer semestre, empezaron a
recibirse las visitas de los inspectores de la Ascún-FUN que evaluaron los aspectos académicos,
administrativos y materiales de la Universidad y de manera detallada, de sus diferentes unidades
académicas.

83
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 56, Agust.
84
El Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964 ponía en poder del Gobierno Nacional la aprobación de los centros de
enseñanza superior: Carta del provincial Verona y el rector Torres a presidente Valencia, 4 de noviembre de 1965,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 48, Agust.
85
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 57, Agust.
86
Carta del provincial Verona y el rector Torres a presidente Valencia, 4 de noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 48, Agust.
En junio de 1966, después de una evaluación particularmente elogiosa sobre la
administración en la Universidad87, las directivas se dirigieron al presidente Valencia para pedir
nuevamente la aprobación oficial88. La ansiedad aumentaba a medida que se acercaba el 7 de
agosto de 1966 por la sentida necesidad de lograr la aprobación antes del fin del mandato de
Valencia89.
Finalmente, para júbilo general de la comunidad tomasina, el 11 de julio de ese año el
Gobierno Nacional expidió el Decreto 1772 —firmado el 15 de julio— que reconocía la
restauración, aprobaba los programas académicos de las facultades, autorizaba a la Universidad
para, una vez terminados los estudios de último año y con la venia de la Ascún, solicitar
autorización para expedir los títulos correspondientes y, finalmente, incluía a la Santo Tomás entre
las universidades oficialmente reconocidas por el Estado90. El decreto fue promulgado 4 de agosto
de 1966 por Valencia en persona, acompañado por miembros de su gabinete en acto solemne
llevado a cabo en la Universidad91.
El proceso de aprobación de los diferentes programas académicos por parte de la Ascún-
FUN continuó durante los años siguientes. Periódicamente, la Asociación enviaba a sus delegados
quienes de acuerdo con sus evaluaciones recomendaban la aprobación de los programas a medida
que estos avanzaban semestre tras semestre hasta que finalmente se empezaron a graduar los
primeros estudiantes y las carreras quedaron aprobadas en su totalidad92.
En sus informes, los delegados de la Ascún-FUN hacían sugerencias e incluso exigencias
sobre organización administrativa, estructuras curriculares, modelo pedagógico, procesos de

87
Informe general administrativo dirigido a Jaime Sanín Echeverri, 20 de junio de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp.
8, Fol. 35, Agust.
88
Carta al presidente Valencia de rector Torres y provincial Farías y Jacinto Zamora, 27 de junio de 1966, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 3, Agust. Para entonces la Provincia contaba con un nuevo provincial, fray José de Jesús
Farías, quien sucedió a Jordán Verona cuando este volvió en noviembre de 1965 a su natal Italia al cumplirse el
término del periodo para el que había sido designado como provincial por el maestro de la Orden. Farías se desempeñó
como provincial por dos periodos consecutivos: 1965-1969 y 1969-1973.
89
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 30 de junio de 1966, Mod. 1, Est.
1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 7, Agust.
90
Informe de Luis J. Torres al maestro de la Orden Aniceto Fernández por reconocimiento oficial, 16 de julio de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 9, Agust.
91
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 79; Discurso del rector Luis Torres por aprobación oficial, sin
fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 30, Agust.
92
Boletín Informativo Oficial n.° 2 de 1967, 13 de junio de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 5, Agust.
admisión, biblioteca, infraestructura, planta docente, entre otras. Estos informes constituyen, por
tanto, un material invaluable para un acercamiento crítico a la estructura administrativa de la
Universidad en los primeros años, su avance material y su identidad académica, entre otros
elementos.
Para la facultad de Filosofía y Ciencias Sociales, por ejemplo, los delegados señalaban la
necesidad de disminuir la intensidad horaria, de introducir modalidades de discusión en las clases
para contrarrestar el fuerte componente magistral y otros cambios muy concretos de estructura
curricular. Así mismo, se sugería diversificar los exámenes de admisión para que estos fueran no
“sólo de conocimientos”, sino también de “capacidades intelectuales”93.
En cuanto a Ingeniería, los delegados describían el pénsum como rígido, general y muy
clásico; allí faltaban las materias opcionales y la orientación a especialidades a final de carrera.
También se notaban excesos en los repasos de matemáticas en los primeros semestres (necesaria
por lo demás, teniendo en cuenta la mala preparación de los bachilleres) y en la dosis de materias
de humanidades. Para una mejor delimitación de áreas del conocimiento, los delegados
aconsejaban la departamentalización de la Facultad94:

[-CITA-] La departamentalización de la universidad está todavía en proceso de formación, como


lo demuestra la manera como casi todos los cursos incluidos en el programa, ya sean en
matemáticas, física, idiomas, etc. se presentan como cursos de la facultad. No es claro aún si las
áreas de matemáticas, física, química e idiomas están evolucionando para formar departamentos de
la facultad de ingeniería, o si han de ser departamentos más autónomos. Es innegable que se trata
de una institución hasta ahora en el proceso de formación (si es que la formación alguna vez
termina) pero también es cierto que en áreas como matemáticas, física e inglés, se están atendiendo

93
Informe presentado al señor ministro de Educación sobre la visita académica practicada a la Facultad de Filosofía
y Ciencias Sociales de la Universidad de Santo Tomás por el Dr. Jaime Vélez Sáenz en mayo de 1966, 17 de junio de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 7-17, Agust.
94
Informe académico sobre la visita efectuada a la Fundación “Universidad de Santo Tomás”, sección ingeniería
civil en los días 12, 13 y 14 de mayo de 1966 presentado y firmado por los ingenieros José Joaquín Salas Lezaca y
Gabriel Márquez Cárdenas, mayo de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 1-6, Agust.
a un número grande de estudiantes sin los suficientes profesores, cosa que, departamentalizando o
no, se debe corregir95. [-CITA-]

En cuanto a los docentes, frecuentemente se señalaba la necesidad de elevar su posición


laboral a modalidades de tiempo completo y medio tiempo, puesto que sus condiciones laborales
tenían una influencia negativa en la calidad de la enseñanza96. De los informes de los delegados
de la Ascún también se desprenden interesantes observaciones sobre la vida académica en los
primeros años de la Universidad. Así, por ejemplo, sobre una visita a la Facultad de Filosofía y
Ciencias Sociales en mayo de 1966 el delegado Jaime Vélez Sáenz señaló:

[-CITA-] Varios estudiantes de la Facultad, en diferentes conversaciones que tuve con ellos, me
hablaron con entusiasmo de muchas de las cátedras en que están matriculados y del gran interés
con que siguen las clases, hasta el punto de que a veces piden al respectivo profesor prolongar su
exposición un poco más allá de la hora final97.[-CITA-]

Una característica muy acentuada en todas las facultades durante los primeros años era el
excesivo énfasis en las humanidades y la filosofía. Así, por ejemplo,EN a QUITAR A Filosofía y Commented [U8]: Se sugiere evitar la repetición de esta
expresión que se acaba de emplear antes de la anterior cita.
Ciencias Sociales se le señalaba la hipertrofia curricular en las materias complementarias que
debilitaba la formación sociológica y llevaban a una peligrosa confusión entre esta última y la
disciplina filosófica. En este mismo sentido, se presentaban serias contradicciones entre el nombre

95
Informe Académico sobre la visita efectuada a la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Santo Tomás
durante la semana de julio 31-agosto 5 de 1967, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 71, Agust.
96
Informe presentado a la División Académica de la Asociación Colombiana de Universidades sobre la visita
académica practicada a la Facultad de Filosofía y Ciencias Sociales (Sociología) de la Universidad de Santo Tomás
por el Dr. Alberto Alvarado acevedo en el mes de julio de 1967, 6 de septiembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp.
8, Fol. 68, Agust.
97
Informe presentado al señor ministro de Educación sobre la visita académica practicada a la Facultad de Filosofía
y Ciencias Sociales de la Universidad de Santo Tomás por el Dr. Jaime Vélez Sáenz en mayo de 1966, 17 de junio de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 13, Agust.
de la facultad, el contenido del programa curricular y el título que se pretendía otorgar
(Licenciatura en Sociología)98.
La misma situación se presentaba en Filosofía y Ciencias Jurídicas99. En un informe de
1967 el delegado Manuel Pachón afirmaba la necesidad de que la Facultad cambiara su nombre
para llamarse exclusivamente de Derecho. Pachón consideraba que, tal como estaba, el título de la
Facultad constituía un “engaño a los estudiantes y al conglomerado social”. En ese sentido,
argumentaba que la Universidad debería conferir título de abogado y no en ciencias jurídicas y
mucho menos en filosofía y jurisprudencia, como al parecer se pretendía por entonces100. De esta
forma se entiende el porqué en noviembre de 1969 el recién creado Instituto Colombiano para el
Fomento de la Educación Superior (Icfes)101 solicitó a la Universidad que titulara a sus estudiantes
como abogados y no como doctores en derecho102. También en la Facultad de Economía y
Administración los delegados de la Ascún-FUN observaban confusión de títulos y, por lo mismo,
recomendaban a la Universidad decidirse por la formación, bien en economía o bien en
administración de empresas103.
Ante estas y otras observaciones, la Universidad y las facultades hicieron reformas
curriculares importantes104. Las facultades que más alteraron su identidad académica inicial fueron
Filosofía y Ciencias Jurídicas y Filosofía y Ciencias Sociales. Al término de los primeros cinco

98
Informe presentado a la División Académica de la Asociación Colombiana de Universidades sobre la visita
académica practicada a la Facultad de Filosofía y Ciencias sociales (Sociología) de la Universidad de Santo Tomás
por el Dr. Alberto Alvarado acevedo en el mes de julio de1967, 6 de septiembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp.
8, Fol. 56-64, Agust.
99
Informe rendido a Fernando Galvis firmado por Manuel Pachón, 6 de noviembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 8, Fol. 123, Agust.
100
Informe rendido a Fernando Galvis firmado por Manuel Pachón, 6 de noviembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1,
Carp. 8, Fol. 124, Agust.
101
El Icfes fue creado a partir del Fondo Universitario Nacional en diciembre de 1968 para cumplir funciones de
inspección, vigilancia y asistencia técnica, económica administrativa (Decreto 3156 del 26 de diciembre de 1968).
Instituto Colombiano para el Fomento de la Educación Superior, Disposiciones legales sobre educación superior
(Bogotá: Icfes, s. f.).
102
Comunicación del Icfes al rector Torres, 29 de diciembre de 1969, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 12, Fol. 65-66,
Agust.
103
Informe sobre una visita académica a la Facultad de Economía y Administración de la Universidad de Santo
Tomás firmado por Hugo Sin C., ASI ESTA FIRMADO EN EL DOCUMENTO 6 y 7 de octubre de 1967, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 103, Agust.
104
Carta a Sanín Echeverri de Alberto Alvarado (director Departamento de Sociología, Universidad Javeriana), 22
de noviembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 133-134, Agust.
años, la primera quedó convertida en Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y la segunda en
Facultad de Sociología.
Entre los años 1969 y 1970 culminó el proceso de aprobación de los programas y de
reconocimiento institucional105. El 12 de junio de 1970 el Boletín Informativo Oficial, primer
órgano de información tomasina, informaba que después de cinco años y medio de existencia todos
los programas de la Universidad habían logrado la aprobación total por parte del Icfes106.
Pero el posicionamiento institucional no podía limitarse a la puesta en orden de la
naturaleza jurídica, eclesiástica y académica de la Universidad y la aceptación de sus programas
académicos por parte de los entes reguladores. A la par con esto se iba dando la regularización de
las relaciones académicas, administrativas y gremiales entre la Universidad y entidades como la
Ascún-FUN y luego el Icfes.
Para ello, desde temprano la Santo Tomás se hizo presente en los Consejos Nacionales de
Rectores organizados por estas entidades107 y en noviembre de 1969 fue aceptada como miembro
activo de la Ascún, sin lugar a dudas un hito en el proceso de reconocimiento institucional de la
Universidad que ahora podía sentarse en la mesa directiva de la Asociación con el resto de las
universidades existentes en el país108. Mientras esto ocurría, la Universidad avanzaba en su
posicionamiento internacional:

[-CITA-] Los primeros contactos fueron con Oducal (Organización de Universidades Católicas
Latinoamericanas); luego con el Congreso Mundial de Universidades en Viena, con ADVENIAT y
Misereor (Organismos alemanes para ayudar a países en vías de desarrollo); contacto con el
Consejo Británico, lo que permitió conocer las Universidades de Cambridge, Oxford y Londres;
acercamiento a la Universidad Santo Tomás de Manila, institución dominica, la Universidad
católica más grande del mundo; visita a Taiwan y a Israel; participación, por delegación del Papa
Paulo VI, en el Congreso de Ministros de Educación de América Latina, organizado por la Unesco;

105
Boletín Informativo Oficial n.o 34 de 1972, 6 de marzo de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 168, Agust.
106
Boletín Informativo Oficial n.o 14 de 1970, 12 de junio de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 103, Agust.
107
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 81.
108
Boletín Informativo Oficial n.o 4 de 1969, 24 de noviembre de 1969, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 57, Agust.
La Ascún venía evaluando la posibilidad de incluir a la Universidad como miembro activo desde el mes de marzo de
ese año, ya con un nuevo director, el Dr. Carlos Medellín que entró a remplazar a Sanín Echeverri.
invitación por la Universidad de Guadalajara (Méjico) para estudiar sobre política mundial;
asistencia al Congreso Internacional de Santo Tomás en Roma y Nápoles […]109. [-CITA-]

Transformación, crecimiento académico y creación de la Seccional Bucaramanga [t3]

El Instituto de Teología para Laicos tuvo desde el inicio una gran acogida entre religiosas110 y, por
su contenido, es natural que haya sido muy valorado por los restauradores y la jerarquía
eclesiástica. El cardenal Concha Córdoba vio en el Instituto un gran potencial. En un informe de
junio de 1966 al maestro de la Orden Aniceto Fernández, el rector Torres relataba:

[-CITA-] El Cardenal quiere que intentemos convertir el Instituto de Teología para Laicos, el cual
cuenta actualmente con 80 alumnos, en una Facultad en donde se pueda conferir por lo menos una
Licenciatura. El señor Cardenal está preocupado porque el Gobierno ha puesto como condición
para [que] alguien pueda enseñar en los Cursos de Secundaria, por lo menos el ser Licenciado. Y
es el caso que para las clases de Religión y de Filosofía no existe ningún personal titulado, lo que
puede presentar serias dificultades para la Iglesia en un momento dado. El Señor Cardenal quiere
presentar él mismo la solicitud a la Santa Sede, y nos está urgiendo para que le presentemos los
Programas respectivos111. [-CITA-]

El cardenal Concha y la Facultad de Educación [t3]

109
Reseña histórica de la USTA, ca 1990, Mod. 1, Est. 3, Caj. 66, Carp. 14, Fol. 90-91, Agust. La Organización de
Universidades Católicas de América Latina (Oducal) organiza las universidades católicas latinoamericanas para la
promoción del estudio de sus temas comunes, la colaboración entre ellas, la afirmación de sus valores y la coordinación
de las relaciones con la Federación Internacional de Universidades Católicas: IV Congreso y Asamblea Oducal, 17-
21 de octubre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 4, Fol. 57, Agust. La Federación Internacional de las Universidades
Católicas (FIUC) fue erigida por el papa Pío XII mediante la carta apostólica LA C Y LA A DEBEN IR EN
MAYÚSCULA Catholicas studiorum universitates en 1950. La Universidad fue admitida como miembro de la
Organización en el congreso de 1967 en Lima: Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 83-89.
110
Agradecimiento al cardenal Concha Córdoba de Jordan Verona y Luis J. Torres, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5,
Fol. 46, Agust.
111
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 30 de junio de 1966, Mod. 1, Est.
1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 7, Agust.
Para el cardenal, la importancia del proyecto de facultad radicaba en la reglamentación estatal que
exigía el título de licenciatura para los profesores de secundaria, sumado a la insuficiencia de
facultades de educación en el país112. Esto estaba generando enormes problemas para las
comunidades religiosas que se veían en aprietos para poder enseñar en sus propios
establecimientos educativos. Por lo tanto, el objetivo del cardenal era impulsar una facultad de
educación que formara los docentes, sobre todo de religión, para la educación secundaria. El deseo
expreso del cardenal Concha se convirtió en una urgencia institucional para la Universidad.
Aparte de la idea central de convertir Teología para Laicos en una licenciatura, se proyectó
la creación de otros programas dentro de la pretendida facultad: Física y Matemáticas, Filosofía y
Humanismo, Química y Ciencias Sociales (Geografía e Historia)113. Inmediatamente, profesores
y lectores de estudio se dieron a la tarea de crear los programas con el decidido ánimo de poner en
funcionamiento la Facultad en el primer semestre de 1967; es decir, en tiempo récord. Se crearon
comisiones de expertos alimentadas por las universidades Santo Tomás, Nacional, Javeriana, Los
Andes y Tadeo Lozano para elaborar los planes de estudio, mientras la Sindicatura y el Consejo
de Administración preparaban los presupuestos114.
A pesar de contar con el padrinazgo del cardenal y el apoyo del provincial, el proyecto de
una Facultad de Ciencias de la Educación se convirtió, por cuenta de las exigencias tanto del
Estado como de la Iglesia, en un dolor de cabeza para el padre Torres durante los meses
siguientes115. En septiembre de 1966, el rector y el provincial Farías le referían al cardenal Concha
las enormes dificultades para obtener de la Santa Sede la aprobación de una licenciatura en
teología:

112
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 15 de septiembre de 1966, Mod.
1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 14, Agust. El interés de la Arquidiócesis en la formación de docentes para el bachillerato
no era nueva. Ya se había dejado sentir en la época del intento de restauración de 1955 como observó en aquel
momento el obispo auxiliar de Bogotá Luis Pérez Hernández: Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia,
335.
113
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 4 de septiembre de 1966, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 13, Agust; Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres,
15 de septiembre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 14, Agust.
114
Carta al ministro de Educación Betancourt Mejía del rector Torres y secretario Fonseca Rojas, 30 de noviembre
de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 12, Agust.
115
Carta desde Quito para rector Torres, 19 de agosto de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 12, Agust.
Imagen 26. Cardernal Luis Concha Córdoba (1961-1972)

Consultados el proyecto y los respectivos programas con nuestro reverendísimo padre


general, quien a su vez consultó a la Congregación de Seminarios y Universidades, poniéndole de
presente que el eminentísimo cardenal de la Arquidiócesis de Bogotá haría la solicitud oficial,
hemos llegado a la conclusión, por carta del eminentísimo cardenal Pizzardo dirigida al padre
general con fecha 3 de agosto del año en curso, que se hallarán muchas dificultades por parte de
la mencionada Congregación para que se conceda la facultad de otorgar una Licenciatura en
Teología para Laicos116.

Frente a esto, el rector se inclinó por crear una “Licenciatura en Filosofía y Ciencias
Religiosas”, en lugar del programa de “Teología”, para poder promoverla sin la especial licencia

116
Carta al cardenal Concha Córdoba sobre Licenciatura en Teología para Laicos, de José de Farías (provincial) y
rector Torres, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 15, Agust.
de la Congregación117. Aunque el 6 de octubre el cardenal Concha dio su visto bueno118, aún faltaba
el escollo de la aprobación académica de la facultad y de sus diferentes especialidades por parte
de la Ascún, en lo cual las directivas se encontraron de nuevo con serios tropiezos119.
El 29 de septiembre la Universidad había presentado al director de la Ascún-FUN una
primera solicitud de aprobación fundamentada con una documentación que fue a su vez ampliada
el 7 de octubre. A pesar de que la comisión encargada por la Ascún para estudiar el caso rindió
informe favorable, la Asociación, para angustia del padre Torres, no se pronunció por un buen
tiempo120.
En un giro inesperado se recibió noticia, el 6 de noviembre, de que la sala plena de la Corte
Suprema de Justicia había declarado inconstitucionales los artículos 1.o y 2.o del Decreto
Legislativo 252 de 1958, elevado a disposición permanente por la Ley 141 de 1961, con lo cual se
confiaba la inspección y vigilancia de las universidades al Consejo de Rectores, órgano supremo
de la Ascún. Es decir, ahora la Asociación dejaba de ser la entidad autorizada para el trámite de
aprobación de las carreras proyectadas de la Facultad.
No obstante, el fallo de la Corte generaba un vacío reglamentario por lo que en medio de
la confusión y ante el prolongado silencio de Sanín Echeverri, las directivas intentaron
infructuosamente acudir al nuevo ministro de educación, Gabriel Betancourt Mejía, quien se
encontraba fuera del país por aquellos días. El 23 de noviembre finalmente el rector Torres
consiguió una audiencia con el ministro, pero ese mismo día se recibió comunicación de Sanín
Echeverri en que se notificaba que el Comité Administrativo de la Ascún negaba la licencia a la
Universidad para dar comienzo a la Facultad de Educación hasta que no se presentase una nueva

117
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 4 de septiembre de 1966, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 13, Agust; Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres,
15 de septiembre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 14, Agust.
118
Respuesta del cardenal Concha al provincial Farías y rector Torres sobre la Facultad de Educación con
especialidad de Filosofía y Ciencias Religiosas, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 21, Agust.
119
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 3 de noviembre de 1966, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 23, Agust.
120
Carta al ministro de Educación Betancourt Mejía del rector Torres y secretario Fonseca Rojas, 30 de noviembre
de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 12-14, Agust.
documentación121 “no exigida hasta entonces por ningún reglamento”, según el rector122. En su
frustración, el padre rector acudió de nuevo al cardenal Concha:

[-CITA-] En realidad, Eminencia, hemos encontrado por parte del Dr. Sanín Echeverri una actitud
intransigente e incomprensible. Llenamos todos los requisitos que allí se nos exigió. Sin embargo,
en una comunicación del 18 de los corrientes nos dice el Dr. Sanín que es necesario presentar una
nueva documentación y someternos a un nuevo trámite. Esto, sin duda, para que no podamos abrir
la Facultad el próximo año. La opinión de personas amigas y entendidas es que el Dr. Sanín está
obrando presionado por coultas [sic (ocultas)] influencias. Desde luego que hay una sentencia de
la Corte Suprema de Justicia por la cual se le quita la inspección de las Universidades al Consejo
Nacional de Rectores, la cual venía siendo ejercida através [sic] del Comité Administrativo de la
Asociación de Universidades. Sin embargo, ellos parecen continuar en esas funciones hasta tanto
el Gobierno no dicte una nueva reglamentación123. [-CITA-]

Para destrabar el proceso, y conociendo la influencia del cardenal, fray Luis J. le solicitó al
prelado una carta dirigida al ministro agradeciéndole el interés que este había expresado por el
proyecto y manifestando su empeño en un pronto inicio de las actividades de la Facultad124. En los
días siguientes el rector Torres continuó insistiendo con el ministro Betancourt Mejía para obtener
la aprobación directamente de este125. Para entonces, se había cambiado la estructura académica
del proyecto de facultad al haberse dividido Ciencias Sociales en dos: “Sociales – Historia” y

121
Carta del doctor Sanín Echeverri dirigida al rector Torres, informando sobre licencia de la Facultad de Educación,
18 de noviembre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 12-13, Agust.
122
Carta al ministro de Educación Betancourt Mejía del rector Torres y secretario Fonseca Rojas, 30 de noviembre
de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 13, Agust.
123
Carta al cardenal Concha sobre problemas para la Facultad de Educación del rector Torres, 25 de noviembre de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 25, Agust.
124
Carta al cardenal Concha sobre problemas para la Facultad de Educación del rector Torres, 25 de noviembre de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 25, Agust.
125
Carta al ministro de Educación Betancourt Mejía del rector Torres y secretario Fonseca Rojas, 30 de noviembre
de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 14, Agust.
“Geografía y Civismo”; es decir, un total de seis programas126. En medio de esta encrucijada y con
un total de 610 alumnos, la Universidad Santo Tomás terminaba su segundo año127.
Finalmente, la idea de la Facultad de Educación con varias especialidades no prosperó. Lo
que resultó fue la conversión del Instituto de Teología para Laicos en una entidad transitoria, el
Instituto de Filosofía y Ciencias Religiosas, que se echó a andar en el primer semestre de 1967
destinado a conferir títulos de licenciatura y conformado por dos departamentos, Filosofía y
Ciencias Religiosas y Filosofía y Humanismo, de los cuales solo el primero entró en
funcionamiento en 1967. En esencia, el Instituto se proponía los mismos fines de la abortada
facultad. En palabras del padre Torres: “Estamos seguros que esto será un paso para garantizar
ampliamente la enseñanza de la Filosofía, de las Materias Religiosas y Morales en los Colegios de
Secundaria y aún dentro del campo Universitario”128.
Abandonada la idea de la Facultad de Educación, en el segundo semestre de 1967 la
Universidad inició trámites para convertir el Instituto en Facultad de Filosofía, con los dos
programas académicos mencionados129. En 1969 se conformó oficialmente la Facultad de Filosofía
con los programas de Licenciatura en Filosofía y Ciencias Religiosas y en Filosofía y Humanismo,
este último abierto solo hasta ese año130. Con esto se ponía punto final al largo proceso iniciado
tres años antes con la propuesta del cardenal Concha Córdoba de crear la Facultad de Educación131.
La introducción de licenciaturas en la Universidad a partir del Instituto de Teología para
Laicos fue el proyecto más importante de transformación y crecimiento académico en los primeros
años. Pero además de esto se fueron desarrollando departamentos y otras unidades administrativas

126
Informe general al ministro de Educación Gabriel Betancourt Mejía, 14 de noviembre de 1966, Mod. 1, Est. 1,
Caj. 1, Carp. 11, Fol. 10, Agust.
127
Informe general al ministro de Educación Gabriel Betancourt Mejía, 14 de noviembre de 1966, Mod. 1, Est. 1,
Caj. 1, Carp. 11, Fol. 10, Agust.
128
Carta del rector Torres al doctor Sanín Echeverri, solicitando visitas a los programas de la Universidad, 24 de
mayo de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 39, Agust.
129
Carta del rector Torres al doctor Sanín Echeverri, agradeciendo las visitas realizadas a los programas de la
Universidad, 10 de octubre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 45-46, Agust.
130
Carta a División de Planeación Ascún, informando apertura de inscripciones de Filosofía y Humanismo, 14 de
enero de 1969, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 105, Agust.
131
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P., Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 131, Agust.
y académicas por fuera de las estructuras de las facultades que ayudaron a conformar
orgánicamente a la Universidad de un modo transversal y complejo.
Fue dentro de este espíritu que empezó a funcionar el Departamento Electrónico de Idiomas
en el segundo semestre de 1965132, que contaba con un laboratorio y continuó trabajando de manera
ininterrumpida durante los años de la consolidación133. Al mismo tiempo, se desarrollaron los
departamentos de Física y Matemáticas134, Filosofía y Cultura Religiosa135. Más tarde, Filosofía
se convirtió en Filosofía y Humanismo y Cultura Religiosa, en Cultura Teológica136. Estos
departamentos interfacultativos fueron el origen de la Disciplina de Humanidades —más tarde,
Departamento de Humanidades— que desde 1970 se empezó a incluir en todos los programas de
la Universidad137. Podría inferirse un paralelo entre la aparición de la filosofía y las humanidades
como disciplinas transversales y la gradual disminución de estos componentes disciplinares dentro
de los programas académicos en los primeros años.
También se contó, desde el primer año, con un Departamento de Extensión Cultural
Estudiantil138 que se constituía a partir de clubes (coros, cuerdas, danzas, deportes, literatura,
acción social, cine foro, etc.) a su vez compuestos por estudiantes-socios139. Pronto, este

132
Representantes de la jerarquía, superiores de la orden, directivas y catedráticos de la Universidad, benefactores,
colaboradores y amigos de la institución para ministro de Educación Daniel Arango, ca. 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 11, Fol. 28-31, Agust; Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre
de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 50-58, Agust.
133
Informe de Idiomas, septiembre de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 3, Fol. 16-20, Agust; Informe del
Departamento de Idiomas, junio de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 8, Fol. 1-2, Agust.
134
Carta de los decanos de Facultad de Economía y Administración de Empresa Ignacio Aguilar Zuluaga y José
Domingo Garzón, O. P., a Carlos Lemoine, presidente de la Sociedad Colombiana de Matemáticas, 23 de abril de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 4, Fol. 3, Agust; Informe del Departamento de Matemáticas y Física, sin fecha,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 8, Fol. 3-6, Agust; Informe del Departamento de Matemáticas y Física a la rectoría de
la Universidad Santo Tomás, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 3, Fol. 21, Agust.
135
Informe Facultad de Filosofía y Ciencias Religiosas de René Uribe Ferrer para Fernando Galvis Gaitán, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 74, Agust.
136
Informe rendido a la Ascún-FUN, solicitando la aprobación del VII y VIII semestre de varias facultades de la
Universidad, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 77, Agust. Véase: Miguel Moreno, “Una apuesta por la formación
humanística”, en De la Tomística de Santafé a la Universidad Santo Tomás de Colombia en los últimos 50 años
(Bogotá: Ediciones USTA, 2015), 128-131.
137
Boletín Informativo Oficial sin número de 1970, 19 de febrero de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 66,
Agust.
138
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 54, Agust.
139
Estatutos Generales. Departamento de Extensión Cultural Estudiantil, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 7,
Fol. 23-32, Agust.
Departamento de Extensión pasó a denominarse Departamento de Cultura y Bienestar
Estudiantil140, origen del actual Departamento de Promoción y Bienestar Universitario.
Por otro lado, en septiembre de 1967 se creó el Departamento de Investigaciones
Científicas para el desarrollo de la investigación en la Universidad141. Sin embargo, de acuerdo al
rector Torres, el departamento se orientó hacia vinculaciones con el Estado e investigaciones de
excesiva magnitud, lo que ocasionó el temprano fracaso de la empresa. La situación cambiaría con
la llegada del Dr. Carlos Mario Londoño a la Universidad, exgerente del Banco de la República,
académico y un gran impulsor del cooperativismo en el país. A través de él y de la rectoría SE
REFIERE A LA RECTORIA DE LA UNIVERSIDAD, ERAN DOS: LONDOÑO Y EL RECTOR
se logró apoyo financiero por parte de Misereor desde comienzos de la década de 1970142 y en
1972 se fundó el Instituto de Docencia e Investigación Cooperativa de la Universidad de Santo
Tomás (Icousta), organismo adscrito a la Facultad de Economía y Administración para el
desarrollo de actividades de docencia, divulgación e investigación sobre “economía social” o
cooperativismo143.
Fue también durante los años de la consolidación que la Universidad dio los primeros
aunque tímidos pasos hacia el desarrollo editorial. Desde la restauración misma se habían
adquirido mimeógrafos y fotocopiadoras que serían el antecedente del Departamento de
Comunicaciones que se creó al final de la rectoría de fray Luis J. Torres. El Departamento empezó
produciendo calendarios académicos, el Estatuto Orgánico e incluso algunos trabajos académicos
de profesores de la Universidad144.

140
Directivas del Departamento de Cultura y Bienestar Estudiantil, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 8, Fol. 7-
8, Agust; Carta del rector Torres y secretario Fonseca rojas al presidente Carlos Lleras, 16 de febrero de 1968, Mod.
1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 27, Agust.
141
Alocución del R. P. Rector, Dr. Luis J. Torres Gómez, O. P., con motivo de la inauguración del Departamento de
Investigaciones Científicas, 8 de septiembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 90-94, Agust.
142
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 19-21.
143
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 241, Agust.
144
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 73.
Imagen 27. Deporte en la USTA primeros años, 1980

Uno de los hitos más importantes de la publicación y de la comunicación intrauniversitaria


fue el Boletín Informativo Oficial, cuyo primer ejemplar vio la luz en mayo de 1968 y que tenía
como finalidad informar a todos los miembros de la Universidad sobre el desarrollo de esta145.
También en el mismo mes y año empezó la publicación de la Revista Universidad Santo Tomás,
que desde 1977 se conoce como Análisis146.
En el plano administrativo, vale la pena mencionar avances como la creación de la Oficina
de Admisiones en 1971 como dependencia de la Secretaría General y que obtuvo autonomía
institucional en 1974. Este organismo organizó el sistema de admisiones de la Universidad que
incluía el examen de Estado, los exámenes de conocimientos elaborados por la Universidad y

145
Boletín Informativo Oficial n.o 1 de 1968, 16 de mayo de 1968, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 1, Agust.
146
Rafael Antolínez, “Semblanza y memoria de Filosofía y Letras”, en De la Tomística de Santafé a la Universidad
Santo Tomás de Colombia en los últimos 50 años, editado por Universidad Santo Tomás (Bogotá: Ediciones USTA,
2015), 174.
entrevistas. Más adelante, en 1977 se crearía el Comité de Admisiones con participación de las
directivas147.
En los albores de la década de 1970 el proceso de consolidación de la Santo Tomás se
encontraba en una etapa culminante. Dos acontecimientos marcaron este momento, la aparición
del primer programa académico creado con posterioridad a la restauración y el surgimiento de la
primera seccional. El primero, Contaduría Pública, se gestó en 1970; en diciembre de ese año el
Consejo Superior aprobó la creación de la nueva unidad académica, en enero de 1971 se hizo la
petición al Icfes y en febrero se dio inicio al programa en jornadas diurna y nocturna148. La Facultad
fue autorizada para otorgar el título de contador público en 1975149.
Contaduría Pública era una carrera de reciente aparición y regulación en Colombia. Apenas
se había organizado y regulado su enseñanza en instituciones de educación superior en la segunda
mitad de la década de 1950150. Es por eso que, en la Universidad, Contaduría Pública creció
exponencialmente por varios años. En 1976 tenía el 15 % del total de la población estudiantil y
hacia mediados de la década de 1990 tenía el 23%, convirtiéndose en la facultad más grande en
Bogotá y una de las principales en Bucaramanga151.

La Seccional de Bucaramanga [t3]

Empero, el gran parteaguas en estos primeros años fue la creación de la Seccional Bucaramanga
en 1972, primer paso hacia la expansión regional de la Santo Tomás y el evento que sellaría los
años de la consolidación por cuanto solamente una universidad afianzada académica y

147
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 71, Agust.
148
Comunicación del rector Torres al Icfes, 8 de enero de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 1, Fol. 71-74, Agust.
149
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 256, Agust.
150
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 259, Agust. Véase: Édison León, “Las facultades de la modernización: contexto de la aparición
de los programas de contaduría pública en Colombia”, Revista Facultad de Ciencias Económicas 16 (2008): 41-58.
151
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 264, Agust.
administrativamente tendría la capacidad de empeñarse en una expansión territorial de tal
magnitud.

Imagen 28. Universidad Santo Tomás, Seccional Bucaramanga, zona del centro

Los trámites para crear la Seccional iniciaron en 1972 y ese mismo año el Icfes dio vía libre
al proyecto mediante el Acuerdo 47 del 23 de junio. Los principales líderes de esta empresa fueron
los padres fray Angélico María Sierra, O. P., y fray Pablo Acevedo, O. P.152. El 21 de diciembre de
1972 en ceremonia solemne se firmó el acta de fundación de la Seccional153. Al acto asistió el
gobernador del departamento Jaime Trillos Novoa, el obispo de la Diócesis de Bucaramanga
Héctor Rueda Hernández, el alcalde José Mendoza Cárdenas, el provincial José de J. Farías, el

152
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 93.
153
Acta de fundación de la Seccional Bucaramnga, 21 de diciembre de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj. 11, Carp. 4, Fol.
8-10, Agust.
rector Luis J. Torres, decanos, directivas de la Seccional, autoridades militares, invitados
especiales y destacadas personalidades de la intelectualidad santandereana154.
Bucaramanga abrió sus puertas en febrero de 1973 con 395 seleccionados y tres facultades:
Derecho y Ciencias Políticas, Economía y Administración de Empresas, y Contaduría Pública155.
Como toda institución en ciernes, en Bucaramanga se presentaron algunas falencias que solo con
el tiempo se fueron subsanando. En Contaduría Pública, por ejemplo, de los 11 profesores iniciales,
solamente dos eran contadores, con experiencia práctica pero muy poca en términos pedagógicos
y académicas, lo cual dificultó el proceso de enseñanza-aprendizaje durante los primeros años156.
Tal como había sucedido en Bogotá unos años antes, la Seccional llegó a ocupar las
instalaciones de un plantel educativo que venía siendo regentado por la Provincia, el Colegio de
Cristo Rey, que había sido fundado en 1950. En Bucaramanga, la Orden tenía presencia efectiva
desde 1944 con la fundación de una casa de catequesis y predicación en terrenos cedidos por la
Diócesis de Pamplona y el municipio de Bucaramanga157, y que se erigió como Convento de Cristo
Rey en febrero de 1969158. Como el convento de Bucaramanga se caracterizaba por contar con
extensos terrenos, su escogencia como sede de la primera seccional de la Universidad obedeció a
la perspectiva de una futura ampliación arquitectónica159.

154
Boletín informativo Oficial n.o 45 de 1973, 7 de febrero de 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 209, Agust;
Acta de Fundación de la Seccional Bucaramanga de la Universidad Santo Tomás, 21 de diciembre de 1972, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 10, Carp. 6, Fol. 1-3, Agust.
155
Alocución del rector de la Universidad Santo Tomás R. P. Dr. Luis J. Torres Gómez, con ocasión de la iniciación
de labores en la Seccional Bucaramanga, 24 de febrero de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 7, Fol. 24, Agust.
156
Informe de actividades del rector padre Álvaro Galvis Ramírez, O. P., 1975-1991, Bucaramanga, 1975-1991, Mod.
1, Est. 7, Caj. 144, Carp. 5, Fol. 61, Agust.
157
Alberto Ariza, “Extracto del Informe sobre la marcha”, 55.
158
Alberto Ariza, Los dominicos en Colombia, Vol. 1 (Santafé de Bogotá: Ediciones Ántropos, 1992), 875.
159
Ariza, Vol. 2, Los dominicos en Colombia, 1581.
Imagen 29. Vista aérea Seccional Bucaramanga y Parroquia Cristo Rey

La Comunidad cedió la planta física y la Sede Bogotá designó un millón de pesos para
adaptación y dotación160. Sin embargo, a diferencia de Bogotá en donde el Colegio de Santo Tomás
fue trasladado, el de Bucaramanga fue cerrado y en torno al edificio se inició un rápido crecimiento
arquitectónico de acuerdo con las necesidades de una universidad en emergencia161. Hacia el final
de la rectoría de fray Luis J. Torres, la Seccional contaba con 722 alumnos en sus tres facultades162.
Al comienzo, hubo asomos de conflicto entre el Convento de Cristo Rey y la Universidad.
En los primeros meses de 1973, resultaron algunas fricciones entre Universidad, Provincia
y Convento de Cristo Rey, porque los miembros de este estaban convencidos de que la Seccional
sería propiedad conventual, como antes lo era el Colegio, y que era el prior, no el vicerrector, la
cabeza de la vida académica y administrativa. El Convento pedía autorización para construir un

160
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 95.
161
Solicitud de la Universidad al Icfes de auxilio para ampliación de la Seccional de Bucaramanga, abril de 1974,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 1, Fol. 140, Agust.
162
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 97.
nuevo edificio con destino a la Universidad, pero proyectado y dirigido con criterios conventuales.
El Convento de Cristo Rey se convertía en un convento con universidad propia. La Universidad
sería una nueva forma de apostolado conventual, junto a la parroquial. Los miembros de la
Comunidad Conventual estaban convencidos de que toda decisión con respecto a la Seccional
debía adelantarse de acuerdo con el Consejo Conventual.
El Consejo de Provincia debió aclarar que: 1) en Colombia no existe si una Universidad
Santo Tomás, cuyos estatutos se han aprobado sin contar con el Consejo Conventual; 2) la
dirección de la Universidad, en las dos sedes, es única; 3) la Provincia Dominicana de Colombia
es la única propietaria de la Universidad. El Consejo Conventual aceptó las aclaraciones y resolvió
ceder a la Provincia, a título de arrendamiento, el antiguo edificio del Colegio, y a título gratuito,
un lote con destino a la ampliación de la planta física universitaria

Desarrollo material y aumento de la población estudiantil [t3]

La creación y el mejoramiento de aulas, oficinas, laboratorios, entre otros, ocupó durante los años
posteriores a la restauración buena parte de los recursos financieros y de las energías
administrativas. Quizá lo más urgente era la creación, ampliación y modernización de laboratorios
para la Facultad de Ingeniería Civil. Con la restauración, la Universidad había hecho algunas
inversiones para el mejoramiento de los laboratorios de física y química del Colegio que fueron
compartidos en un inicio por los dos planteles163.
No obstante, a medida que la carrera de Ingeniería avanzaba en sus primeros semestres los
laboratorios existentes se hicieron insuficientes. Ante esta situación, la Universidad contó con el
solidario auxilio de la Pontificia Universidad Javeriana164, del Servicio Nacional de Aprendizaje

163
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 54, Agust.
164
Carta del rector de la Javeriana Jesús Emilio Ramírez, S. J., al rector Torres de la Santo Tomás, Mod. 1, Est. 1,
Caj. 1, Carp. 5, Fol. 64, Agust.
(SENA)165 y de la Universidad Nacional de Colombia166 que permitieron a la Santo Tomás el uso
de sus laboratorios de resistencia de materiales, prueba de suelos, de hidráulicos, etc.
Entre 1967167 y 1968168 la Universidad hizo gestiones para la adquisición de laboratorios
de resistencia de materiales, mecánica de suelos, pruebas de concreto, pavimentos y asfalto. Los
laboratorios fueron comprados a una firma española por un monto de $1 400 000 y fueron
finalmente instalados en el predio de la calle 52, dentro de la misma manzana del edificio principal
de la Universidad, que fue cedido por el provincial Farías169.
La generación de espacios se dio de manera progresiva. En 1966, se terminó de construir
el tramo occidental del edificio principal, que hasta entonces se componía de tres crujías170.
Además, en cuanto el Colegio era progresivamente trasladado a sus nuevas instalaciones en el
norte de la ciudad, la Universidad entró a ocupar el edificio en su totalidad171. A mediados de 1968,
por cesión del provincial Farías, la Universidad entró en posesión de los predios situados en la
esquina de la carrera 13 con calle 51 y la casa de la calle 52 a la que recientemente aludimos172.
Sobre este último empezaron a hacerse algunas mejoras que culminaron en un edifico de dos
plantas y 1500 metros cuadrados que desde 1969 empezó a albergar los laboratorios de física,
suelos, hidráulica, pavimentos, fotogrametría y resistencia de materiales para la Facultad de
Ingeniería Civil173. El predio que se levantaba en la esquina de la 51 con 13 se empezó a demoler
en diciembre de 1973 para inmediatamente construir el edificio Gregorio XIII en el cual funcionan
actualmente la rectoría NO ENTIENDO, PERO ES REFIERE A DE LA UNIVERSIDAD, las

165
Informe académico sobre la visita efectuada a la Fundación “Universidad de Santo Tomás”, sección Ingeniería
Civil en los días 12, 13 y 14 de mayo de 1966 presentado y firmado por los ingenieros José Joaquín Salas Lezaca y
Gabriel Márquez Cárdenas, mayo de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 3, Agust.
166
Informe presentado a la Ascún, noviembre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 54, Agust.
167
Boletín Informativo Oficial n.o 2 de 1967, 13 de junio de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 5, Agust.
168
Informe del rector Torres presentado a la Ascún, 10 de enero de 1968, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 2, Fol. 59-60,
Agust.
169
Boletín Informativo Oficial n.o 3 de 1968, 30 de julio de 1968, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 10, Agust.
170
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 55.
171
Informe del rector Torres al Maestro de la Orden, 9 de abril de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 5, Agust.
172
Boletín Informativo Oficial n.o 3 de 1968, 30 de julio de 1968, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 10, Agust.
173
Informe de actividades del rector Álvaro Galvis Ramírez, O. P. Tomo I 1975-1994, 1975-1994, Mod. 2, Est. 240,
Caj. 1, Carp. 1, Fol. 196, Agust.
oficinas administrativas, el Departamento de Humanidades y Formación Intergral, varias aulas, la
librería o Tienda Tomasina y el gimnasio174.

Imagen 30. Plazoleta Universidad Santo Tomás, Sede Principal

A pesar de todos los esfuerzos por crecer espacialmente, después de cinco años, la
Universidad se enfrentaba a un riesgo de parálisis por el crecimiento de su población estudiantil,
que no se compadecía con el ritmo de ampliación de su planta física175. Para solventar esta
situación, en 1970 la Universidad empezó gestiones para adquirir un edificio de tres plantas en la
calle 73 con novena, que era propiedad de las Hermanas NO ENTIENDO, ES UNA
COMUNIDAD DE MONJAS DOMINICAS QUE SE LLAMAN ASÍ: HERMANAS DE LA
PRESENTACIÓN de la Presentación. Sin embargo, por limitación de recursos, la adquisición del

174
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 55; Boletín Informativo Oficial n.o 58 de 1974, 14 de febrero de
1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 285, Agust.
175
Memoria sobre proyectos de ensanche y desarrollo de la Universidad Santo Tomas, de Bogotá, D. E. - Colombia,
América Latina. Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 47-59, Agust.
predio trajo consigo el retraso de la construcción del edificio de la 51 con 13176. El edificio de la
73 entró en funcionamiento al año siguiente y allí fueron ubicadas las facultades de Derecho y
Filosofía, con lo cual se pudo descongestionar la Sede Principal177.

Imagen 31. Casa de la calle 52 arriba de la 13 fue sede de la Facultad de Psicología

La falta de espacios para el esparcimiento y el deporte al aire libre fue un problema derivado
del crecimiento acelerado de la planta física durante los primeros años. En el informe de una visita
sobre el estado y funcionamiento de la Facultad de Ingeniería Civil realizado entre julio y agosto
de 1967 por un grupo del Fondo Universitario Nacional, se mencionaba que, por los planes de
ensanche de la planta física, el deporte se vería restringido, algo común, según el informe, a las
otras universidades del país178.

176
Boletín Informativo Oficial n.o 19 de 1970, 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 135, Agust.
177
Boletín Informativo Oficial n.o 20 de 1971, 8 de febrero de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 105, Agust.
178
Informe académico sobre la visita efectuada a la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad de Santo Tomás
durante la semana de julio31-agosto 5 de 1967, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 70, Agust.
Imagen 32. Edificio Gregorio 13 e Iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá, vista actual

En consonancia con lo anterior, en 1970 la Universidad adquirió una finca de recreo en


Melgar llamada Piedras Blancas179 que fue puesta bajo la administración de Bienestar
Universitario para prestar servicio a profesores, administrativos, alumnos y sus familias180. Al
parecer, por aquellos años Piedras Blancas constituía una verdadera innovación en la educación
superior, por lo que en 1973 mereció el aplauso de la Ascún y del Icfes, lo cual es significativo del
respeto que la Santo Tomás venía ganando por parte del gremio y de la entidad encargada de la
regulación de las universidades colombianas:

[-CITA-] El Icfes, la Ascún, el Ministerio de Educación y las Universidades de Bogotá conocen


por propia y beneficiosa experiencia un centro vacacional de excepcionales condiciones físicas y

179
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 57.
180
Documento de ampliación de la Universidad presentado al Icfes, junio de 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 1,
Fol. 116-120, Agust.
ambientales, que desde hace ya algún tiempo viene presentando sus servicios, con verdadero
sentido de integración y ejemplar amplitud, precisamente dentro de los criterios indicados por la
junta del Icfes: es el establecimiento denominado “Piedras Blancas”, de la Universidad de Santo
Tomás, en la cercana vecindad de Melgar. Este es, a mi juicio, un caso único de nuestro ambiente
universitario, por su concepción, su realización y su destino, de parte de la Universidad que lo ha
proyectado y realizado para sí y para los demás, con generosidad, y espíritu comunitario digno de
todo reconocimiento y elogio181. [-CITA-]

Todos estos desarrollos de la infraestructura material fueron necesarios, dado el


crecimiento exponencial de la población estudiantil. Es importante resaltar que las directivas, o al
menos el padre Torres, estaban en contra de una masificación descontrolada de la población
estudiantil. En el informe presentado por el padre rector al término de sus diez años de gestión,
fray Luis J. afirmó que la Universidad se había puesto el propósito de no superar los 4000 alumnos
en Bogotá y 2000 en Bucaramanga182. Podría decirse que durante su gestión este propósito se
cumplió, pues durante esos años la cantidad de estudiantes en Bogotá llegó a 3963 y en
Bucaramanga a 775, para un total de 4738 en el segundo semestre de 1974183.

181
Boletín Informativo Oficial n.o 54 de 1973, 6 de septiembre de 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 242,
Agust.
182
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 35.
183
Véase: tablas NO ENTIENDO, REMITIRSE A ESAS TABLAS 4 y 5.
Imagen 33. Sede Norte, calle 73 con 9.a. Facultades de Derecho, Filosofía y CED

El espíritu restaurador: análisis coyuntural de las ideas [t2]

Quienes están [t3]

En su alocución del 7 de marzo de 1965, el padre rector agradeció a quienes habían contribuido
con la restauración. De la larga lista destacamos al médico Jorge Vergara, su hermano el psiquiatra
Hernán Vergara, el abogado Emilio Robledo Uribe, el constitucionalista Leopoldo Uprimny, el
periodista Gustavo Ibarra y el también abogado Héctor Julio Becerra184. Junto a otros connotados
profesionales católicos, estos hombres hacían parte de la Hermandad de Santo Tomás, una orden
terciaria dominicana fundada a inicios de la década de 1940 bajo la orientación del padre Gabriel

184
Informe del padre rector en el acto solemne de restauración de la Universidad Santo Tomás, sin fecha, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 2, Carp. 14, Fol. 6, Agust.
Maria Blanchet, O. P.185. Estos terciarios dominicos, junto con varios de los padres dominicos de
la época, conformaron el espíritu restaurador.
En un seminario realizado en Bucaramanga como preparación para la primera conferencia
de rectores de las universidades de Colombia y Venezuela que se llevaría a cabo en Mérida
(Venezuela) en agosto de 1967, Jorge Vergara intervino en representación de la Santo Tomás. En
su discurso, basado en una visión de la universidad como un ente transformativo, Vergara recalcó
la absoluta necesidad de las humanidades para los claustros universitarios. Según él, las
humanidades hacen una labor de digestión, jerarquización, transformación y adecuada distribución
de los conocimientos, sin lo cual la universidad termina formando técnicos, científicos y eruditos
pero no ciudadanos. Lo suyo es, entonces, una defensa de las humanidades para los fines de la
ética ciudadana.
En este sentido, Vergara hizo frente a las críticas que se hacían a una supuesta proliferación
de literatos y poetas en Colombia, cuando lo que supuestamente se requeriría era profesionales de
las áreas prácticas encargadas de elevar los estándares de vida. Ante esto, Vergara señaló las
fuertes tradiciones humanistas en los países tenidos como cunas de la civilización —Alemania,
Inglaterra y Francia en el caso de Occidente186.
En este punto es necesario aclarar que para Vergara las disciplinas humanísticas no son
expresión de lo clásico ni erudición pomposa, sino más bien una actitud espiritual/filosófica que
permite la significación de los hechos a los que se ha llegado por medio de las ciencias duras187.
Por todo esto, Vergara insiste en la necesidad de una división humanística en todas las
universidades, por incipiente y embrionaria que sea, y avizora la Universidad como un centro de

185
Ariza, Los dominicos en Colombia, Vol. 2, 1565.
186
Ponencia de la Universidad de Santo Tomás para el Seminario que se llevará a cabo en la Universidad de
Santander de Bucaramanga, como preparación para la primera conferencia de rectores de las universidades de
Colombia y Venezuela, que se efectuará en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela), en los días 2, 3 y 4 de
agosto de 1967. Ponente Dr. Jorge Vergara Delgado. Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 66, Agust.
187
Ponencia de la Universidad de Santo Tomás para el Seminario que se llevará a cabo en la Universidad de
Santander de Bucaramanga, como preparación para la primera conferencia de rectores de las universidades de
Colombia y Venezuela, que se efectuará en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela), en los días 2, 3 y 4 de
agosto de 1967. Ponente Dr. Jorge Vergara Delgado. Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 65, Agust.
irradiación de los valores humanistas hacia el resto de la sociedad188. En este sentido, la
universidad tal como era pensada por Vergara no podía ser ajena a los problemas del país:

[-CITA-] La Universidad debe ser desde luego mejor que lo que existe en el promedio de la
comunidad, para que realice la función hiperosmótica que induzca a la evolución social. Pero ese
mejor no debe distanciarla tan radicalmente de las posibilidades de su medio, que la convierta en
un medio que después no pueda echar raíces en la comunidad. Esto se logra con la investigación y
con su incorporación a centros pilotos de trabajo en los diversos campos. Y desde luego, vuelvo a
repetirlo, con una formación humanística que le permita entregar su cultura en forma útil a su medio
y adecuada a la hora y al medio que está destinada a servir189. [-CITA-]

El discurso contiene una crítica, desde valores éticos y trascendentales, a la modernidad


liberal-capitalista pero muy específicamente a su materialismo cientificista y tecnológico. Por ello,
para Vergara la Universidad debía ser un encuentro dinámico entre cambio y tradición, y nunca
una “fábrica de profesionales”190. Se observa en las palabras de Vergara un cierto sentido de
urgencia a consecuencia de la evaluación que se hace del momento histórico. Para él, la década de
1960 era un contexto crítico en que la Iglesia estaba destinada a fungir como agente del orden.
Esta reflexión en particular era compartida por buena parte de los restauradores.
Anteriormente hemos hecho referencia a los tres más importantes patrocinadores de la restauración
no miembros de la Provincia, el maestro de la Orden de Predicadores durante el periodo 1962-
1974, fray Aniceto Fernández, O. P., el cardenal Concha Córdoba y el presidente de la República

188
No deja de ser sorprendente la vigencia de este discurso 50 años después, en un momento en que la sobrevivencia
de la filosofía y las humanidades en las universidades se encuentran en franco riesgo precisamente por concepciones
mercantilistas de la institución universitaria.
189
Ponencia de la Universidad de Santo Tomás para el Seminario que se llevará a cabo en la Universidad de
Santander de Bucaramanga, como preparación para la primera conferencia de rectores de las universidades de
Colombia y Venezuela, que se efectuará en la Universidad de los Andes (Mérida, Venezuela), en los días 2, 3 y 4 de
agosto de 1967. Ponente Dr. Jorge Vergara Delgado. Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 68, Agust.
190
Dr. Jorge Vergara en la visita del superior fray Aniceto Fernández, 24 de marzo de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6,
Carp. 7, Fol. 5-6, Agust.
en el periodo 1962-1966, Guillermo León Valencia191. Estas son las tres grandes figuras
benefactoras y protectoras de la Universidad en sus años de restauración y consolidación.
Durante los años de la restauración y consolidación, cuando la Universidad más necesitaba
de apoyo institucional, el rector Torres mantuvo comunicación constante y directa con el maestro
de la Orden. La comunicación era en doble vía, pues no solo fray Luis J. enviaba informes
constantes y pedidos de auxilio, sino que fray Aniceto a su vez expresaba interés y disposición a
ayudar en el desarrollo del plantel. Desde su privilegiada posición en Roma, el maestro general se
mostró siempre dispuesto a ayudar a la Universidad en sus primeros años.
Así, por ejemplo, en respuesta a un informe del padre rector, en abril de 1966 fray Aniceto
escribió desde Estados Unidos expresando su satisfacción por la ausencia de problemas financieros
en el plantel y por la visita del presidente Valencia en la celebración del primer aniversario de la
Universidad. Allí mismo, el padre Fernández informaba que estaba trabajando “mucho y con
insistencia” para establecer en la Universidad el Estudio General para todas las provincias
americanas que lo desearan. Finalmente, el maestro señalaba la posibilidad de una futura
subvención desde Alemania o Estados Unidos192.
El rector Torres recurrió frecuentemente a fray Aniceto para que este facilitara el envío de
cofrades docentes europeos o norteamericanos y de este modo solucionar el urgente problema de
la falta de profesores calificados en los primeros años. Concretamente, en 1966 el rector escribió
al maestro en múltiples ocasiones pidiendo un sociólogo titulado para ser destinado a la decanatura
de Filosofía y Ciencias Sociales, que estaba a cargo del decano de Filosofía y Ciencias Jurídicas193.
Gracias a la insistencia del padre rector y a los buenos oficios del maestro Fernández, la
Universidad contó en sus primeros años con varios sacerdotes provenientes de Europa,

191
“Carta del maestro de la Orden Aniceto Fernández al Capítulo electivo Provincial de Chiquinquirá, 17-25 de
noviembre de 1965”, en Acta Capituli Provincialis Provinciae S. Ludovici Bertrandi de Columbia (Bogotá: Provincia
de San Luis Bertrán de Colombia), 19.
192
Respuesta del maestro de la Orden Fr. Aniceto Fernandez al rector Torres, 19 de abril de 1966, Mod. 1, Est. 1,
Caj. 1, Carp. 3, Fol. 6, Agust.
193
Informe presentado al señor ministro de Educación sobre la visita académica practicada a la Facultad de Filosofía
y Ciencias Sociales de la Universidad de Santo Tomás por el Dr. Jaime Vélez Sáenz en mayo de 1966, 17 de junio de
1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 11, Agust; Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de
Luis J. Torres, 3 de noviembre de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 23, Agust. Las relaciones entre Torres y
Fernández eran tan buenas que le permitían a Torres servirse de ellas para influir en la reorganización jerárquica de la
Provincia: Informe de rectoría al padre general, 18 de octubre de 1865, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 5, Fol. 47, Agust.
principalmente de España, de donde este era oriundo194. Varios de estos padres-profesores se
quedaron definitivamente en la Universidad y se convirtieron en piezas centrales de su
consolidación académica y administrativa. Vale la pena mencionar a los padres Joaquín Zabalza,
O. P., Generoso Gutiérrez, O. P., y Ángel Calatayud, O. P., dominicos españoles que fueron
protagonistas de la restauración de la Universidad, tal como otra generación de sus compatriotas
lo había sido, décadas atrás, en la restauración de la Provincia. En cuanto a fray Ángel Calatayud,
profesor de Oratoria del Studium Generale, murió inesperadamente al ser chocado su auto por un
coronel del ejército borracho que venía en contravía.
Si el apoyo del maestro de la Orden fue importante, el del máximo jerarca de la Iglesia en
Colombia no lo fue menos. Como arzobispo de la Sede Primada de Bogotá desde 1959, el cardenal
Luis Concha Córdoba fue un aliado fundamental para la restauración, una empresa que el cardenal
abrazó con devoción tal que le valió el apelativo de “el más preclaro benefactor de la
Universidad”195. Monseñor Concha, como hemos visto, estuvo presente en los decisivos momentos
del segundo semestre de 1964, permaneció cercano durante los años de consolidación e incluso
tuvo la iniciativa del proyecto de Facultad de Ciencias de la Educación.
El rector Torres correspondió muy bien al apoyo del cardenal esforzándose por satisfacer
su deseo de una Facultad de Educación y concediéndole uno de los dos primeros doctorados
honoris causa otorgados por la Universidad (en Filosofía y Ciencias Religiosas). El
reconocimiento se hizo el 6 de noviembre de 1971 e incluyó un ceremonioso homenaje al prelado
por parte de toda la Universidad196.
El otro doctorado honoris causa, este en Derecho y Ciencias Políticas, fue para el entonces
expresidente Guillermo León Valencia. El diploma les fue entregado a los familiares de Valencia
en la misma ceremonia en que se concedió el doctorado al cardenal197 dado que el exmandatario

194
Informe periódico al maestro de la Orden Aniceto Fernández de Luis J. Torres, 30 de junio de 1966, Mod. 1, Est.
1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 8, Agust.
195
Alocución del padre doctor Luis J. Torres Gómez con ocasión del acto de entrega del diploma de doctor honoris
causa en Filosofía y Ciencias Religiosas al eminentísimo señor cardenal Luis Concha Córdoba, 6 de noviembre de
1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 7, Fol. 8, Agust.
196
Boletín Informativo Oficial n.o 32 de 1971, 15 de noviembre de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 155,
Agust.
197
Boletín Informativo Oficial n.o 32 de 1971, 15 de noviembre de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 155,
Agust.
había fallecido apenas dos días antes en la ciudad de Nueva York. Cuando la Universidad fue
restaurada, a Valencia le quedaba apenas un año y medio de presidencia. Sin embargo, durante ese
corto tiempo, el dirigente conservador dio todo su apoyo a la restauración y consolidación
institucional de la Santo Tomás. Este apoyo habría sido fundamental para desenredar las gestiones
que las directivas adelantaban con la Ascún-FUN, en tiempos en que la enemistad entre la
Universidad y Sanín Echeverri constituían un dolor de cabeza para el padre Torres:

[-CITA-] La buena voluntad y el respeto del Señor Presidente por los Claustros que tejieron para
Colombia la cultura en los tiempos difíciles de la Colonia, fueron la causa determinante para lograr
vencer favorablemente la gratuita oposición manifiesta por el Organismo que por entonces dirigía
la educación superior a nombre del Ministerio, el Fondo Universitario Nacional. Fue por orden
expresa del Presidente y del Ministro como el mencionado Organismo realizó la primera visita,
solicitada oportunamente por la Universidad y negada sin razón evidente198. [-CITA-]

Es significativo que Valencia haya visitado dos veces la Universidad durante el corto
tiempo que quedaba de su administración, lo cual demuestra la cercanía entre el presidente y la
Orden de Predicadores. La primera de estas visitas fue con motivo de la celebración del primer
aniversario de la restauración, el 7 de marzo de 1966. En esa ocasión, en compañía del ministro de
Educación y de la dirección de la Ascún, Valencia elogió a la Orden y su proceso restaurador y de
nuevo prometió públicamente dar reconocimiento oficial a la Universidad antes del término de su
mandato199. La siguiente visita fue precisamente para proclamar el decreto de aprobación oficial
el día 4 de agosto de ese año, apenas tres días antes del término de su mandato presidencial. Vale
la pena recordar también la condecoración, con la Cruz de Boyacá, concedida por Valencia al
maestro de la Orden en julio de 1965, una clara muestra de aprecio del presidente por la Orden.
La cercanía de Valencia con los dominicos es connatural a la filiación histórica entre la
Provincia de San Luis Bertrán y el Partido Conservador200. Expresión de esto es el memorial

198
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 77.
199
Informe del rector Torres al maestro de la Orden, 9 de abril de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 3, Fol. 5, Agust.
200
Véase: Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 239-324.
presentado por los restauradores al Ministerio de Educación en 1965 pidiendo formalmente el
decreto aprobatorio y que iba firmado por varias personalidades, entre las que se encontraban
Mariano Ospina Pérez, Roberto Urdaneta Arbeláez y Álvaro Gómez Hurtado, tres de los líderes
más importantes del Partido Conservador en su trayectoria201.
No podemos finalizar este apartado sin mencionar las palabras del presidente Valencia en
el acto de la aprobación oficial: “Que le tocó a un hombre del Cauca suspenderla. Ahora otro hijo
del Cauca la reestablece”. Se refiere a Tomás Cipriano de Mosquera, el primero, y a él como el
otro.

Corrientes eclesiales [t3]

Sin embargo, no todos los sectores de la Iglesia adhirieron a las preocupaciones conciliares, pues
no estaban convencidos de que hubiese ruptura entre la Iglesia y los nuevos tiempos, asumiendo
muchos una franca actitud de oposición a quienes percibían la urgencia de la apertura dialogal a
ese mundo que había crecido sin experimentar la necesidad de los viejos valores cristianos. La
contradicción interna que afectaba a la Iglesia aquejaba, por supuesto, a la mayor parte de sus
instituciones, entre ellas, a las órdenes religiosas. La Orden de Predicadores tampoco fue ajena a
la división que pronto se presentó en su interior entre afrancesados y tradicionalistas, como se ha
desarrollado anteriormente.

Afrancesados [t3]

No quedó, sin duda, inmune la Provincia dominicana de Colombia, en cuyo seno, desde la
década de 1940, se fueron definiendo dos corrientes: la de quienes se consideraban herederos de
las “glorias” coloniales, los cuales cumplían su ciclo formativo entre Chiquinquirá y el Estudio del
Cuzco en el Perú, y la de los que recibieron la influencia de los dominicos franceses de la Provincia

201
Informe de Luis J. Torres, O. P., al Capítulo Provincial de Chiquinquirá, noviembre de 1965, Mod. 1, Est. 1, Caj.
1, Carp. 5, Fol. 57, Agust.
de Lyon, llegados en 1939 como orientadores de la formación religioso-académica de las nuevas
vocaciones. Los formadores franceses esperaban, como objetivo terminal, que sus formandos
cultivaran una amplia visión contemporánea, apta para resistir al rampante Estado totalitario,
negador de la dignidad de la persona y de su desarrollo mediante la conquista de la libertad.
Los dominicos franceses, al tiempo que influían en la orientación de los frailes jóvenes,
dieron importancia a la formación dominicana de laicos profesionales, con la esperanza de que se
convirtieran en fermento de la opinión pública. Surgieron varias fraternidades y una de ellas, la
Hermandad Santo Tomás, publicó por años la revista Testimonio, de amplia aceptación entre
intelectuales, activistas sociales y políticos. Al ser trasladado el Convento de Santo Domingo,
debido a la demolición del cuatricentenario Convento-Universidad colonial, del centro de Bogotá,
se fundó la revista Aliis Tradere como expresión del lema conventual contemplari et aliis tradere
contemplata (“contemplar y llevar a los demás lo contemplado”), simbolizado, en el patio central, Commented [EG9]: SE QUITAN LAS COMILLAS?

por la estatua de bronce de Santo Domingo encapuchado (contemplari) y el brazo levantado e


indicativo (aliis tradere).
Fray Gabriel Maria Blanchet y su compatriota Juan Bautista Nielly, O. P., llegados a
Colombia en 1938 y 1946 respectivamente202, introdujeron en la Provincia el pensamiento católico
francés que revitalizaba por aquellos años importantes sectores de la Iglesia católica francófona.
Es por ello que la hermandad, constituida por importantes sectores profesionales pertenecientes a
sectores acomodados, a pesar de su carácter firmemente conservador, tenía unas inclinaciones más
intelectuales y de apertura al mundo secular en comparación con el espíritu general del catolicismo
colombiano de aquel momento203. Entre los años 1947 y 1957 los terciarios dominicos editaron
Testimonio, una revista de opinión sobre temas religiosos, sociales y políticos desde la fe
católica204.
Recién llegados del extranjero (Roma, Jerusalén, Francia, Canadá), tres frailes de
mentalidad crítica, conscientes de los nuevos desafíos que agitaban al mundo desarrollado y que

202
Carlos Ortiz, Rostros del centenario de la restauración de la Provincia Dominicana de Colombia 1910-2010
(Cartagena de Indias: Provincia de San Luis Bertrán de Colombia, 2010), 190-192.
203
Andrés Escobar, “Consciencia de Iglesia sí, partido político no. Testimonio: una experiencia de movimiento
católico en Colombia, 1940-1960” (Tesis de pregrado, Universidad Nacional de Colombia, 2007), 15.
204
Escobar, “Consciencia de Iglesia sí, partido político no”, 11-30.
podían repercutir en las sociedades periféricas, procuraron ir conformando un equipo de frailes y
laicos dominicos con preocupaciones análogas, traducidas en el cambio de nombre de la revista,
que pasó a denominarse Actualidad Cristiana.
Los colaboradores de la revista, atentos a los “signos de los tiempos”, eran conscientes de
que se vivía un cambio de época para la Iglesia, que demandaba el esfuerzo de “aggiornamento”
propuesto por el nuevo papa Juan XXIII, única manera de no quedar fuera de la historia. Actualidad
Cristiana enfatizaba en la necesidad de estar atentos a las exigencias de la realidad social, política,
económica, dando primacía al conocer sobre el pensar. En perspectiva tomasiana, el contemplari
puede madurar en el pensar, pero brotando radicalmente en el previo conocer.

Tradicionalistas [t3]

Estaba en total desacuerdo con la urgencia del aggiornamento el influyente fray Alberto E. Ariza,
destacado provincial varias veces, que no veía bien a los frailes franceses llegados a Colombia.
Temía que los dominicos entraran en colisión con los intereses de la Santa Sede. El padre Yves
Congar, O. P., desterrado en Roma, tuvo la oportunidad de hablar con él en abril de 1955, de lo
cual dejó constancia en su Diario preconciliar:
[-CITA-] (Ariza) me recita la cantinela tantas veces oída ya: estamos en un momento crítico, la Santa
Sede no tiene una total confianza en los dominicos. Existen las tendencias francesas, y el padre
Suárez (Maestro General) se vio obligado a deponer a los tres provinciales205. [-CITA-]

Ya desde los años de la década de 1950, el grupo mixto más o menos sintónico asumía que
el próximo futuro dominicano imponía cambios en la formación no solo de los frailes estudiantes,
sino también de la etapa colegial antecedente. El veterano era fray José de Jesús Sedano (doctor
en Teología), que empezó a preparar el terreno para el semillero de la renovación dominicana en
Colombia al llegar como rector del Colegio Apostólico Jordán de Sajonia. Es posible que no

Formatted: Font: Italic


205
Congar O.P., Yves. Diario de un teólogo (1946-1956) Editorial Trotta, Madrid, 2004, 322. Formatted: Font: Italic
hubiera un proyecto explícito por parte de los sintonizados; pero había una especie de guiño
amistoso entre ellos que los vinculaba y los convertía en “colegio invisible”.
Por otra parte, el padre Sedano no suscitaba desconfianza entre los tradicionalistas, que no
hacían reparos al modelo educativo (qué tipo de jordaniano se pretendía) ni al modelo pedagógico
(qué tipo de relaciones educador-educando había que fomentar). Las opciones educativas y
pedagógicas básicas, integradas por el talante vigoroso y coherente del rector, fueron intuídas y
asimiladas gradualmente por los seis frailes del equipo directivo, a partir del cual se fueron
transfundiendo en la comunidad colegial, generando un proceso de comunión que tendría su propia
dinámica interna, no variable a golpes de voluntarismo autoritario.
No obstante, los más de los frailes de la Provincia (apoyados en la autorizada actitud del
exprovincial Ariza) y la mayoría de laicos dominicos no se concienciaban de la necesidad de
prepararse para el cambio y tenían la convicción de que la historia continuaba sin fracturas y que
la Iglesia seguía siendo sólida y estable en sus instituciones, y que por ello más valía dedicarse a
tareas de mantenimiento o de recuperación de prestigios pretéritos. La Roma de Pío XII era segura
y “las puertas del infierno no prevalecerían contra Ella”. SE REFIERE ELLA A ROMA
Así, pues, el proyecto que venía desde comienzos de siglo de restaurar la Universidad
Tomística, la más antigua de Colombia, reforzado en la década de 1930 por el ejemplo jesuita de
restaurar la Universidad Javeriana, se convirtió en bandera de los pasatistas, quienes se apresuraron
en 1955 —con el asentimiento de Ariza— a lanzar, sin un proyecto claro, una restauración,
mediada por la Universidad Pro Deo de Roma. Naturalmente, pronto sufrió el “purrundún” de lo
improvisado.
Los frailes que venían de formase en centros de producción del conocimiento y no
simplemente de recepción, habituados a investigar en otras lenguas, pensaban que las nuevas
generaciones de dominicos colombianos debían conocer los rumbos de la filosofía, la teología y
las ciencias humanas y sociales, pues su vocación de servicio intelectual al pueblo de Dios debería
habilitarlos para la enseñanza crítica a través de los medios de comunicación, las publicaciones,
las conferencias, los debates públicos, la propuesta de “cuestiones disputadas” del presente, con
presencia en el interior de las instituciones que más influencia alcanzan en la opinión pública, en
especial en el mundo universitario (como estilaban los dominicos de la primeras generaciones en
las nacientes universidades del siglo XIII).
Restaurar o fundar instituciones de educación superior haría correr el riesgo de que muchos
jóvenes predicadores aspiraran a cargos de administración como directivos, lo que los absorbería
y los apartaría del estudio y de su tarea de aliis tradere a partir de la comprensión del presente.
Los padres José de Jesús Sedano (teólogo), Alberto Alfonso (escriturista) y Gabriel Flórez
(psicólogo) se pusieron al frente del Estudio San Alberto Magno —elevado a Estudio General en
1962— y pronto despertaron simpatías entre los estudiantes, algunos de los cuales organizaron un
centro de investigación propio (Copred = Comité de Predicación = Coetus Praedicationis).
El padre José de Jesús Sedano, que había dejado la rectoría del Jordán en 1960 y había
pasado a regente de Estudios de San Alberto, apoyó al equipo de Copred e impulsó reformas en la
ratio studiorum, articuladas a los cursos de Pastoral que el Convento de Santo Domingo ofrecía a
recién ordenados de distintas comunidades, cursos adelantados por conferencistas calificados de
distintas áreas del conocimiento social, económico, jurídico, político, psicológico, entre otras.
El padre Alfonso, apoyado por Sedano y por Flórez, y los laicos colaboradores de
Actualidad Cristiana, fue asumiendo tareas que lo fueron perfilando como ejemplo de dominico
cabal: buen religioso, liturgista, escriturista, director de la revista, conferencista, animador de
“cuestiones disputadas” en la Universidad Libre de Colombia (1962), interlocutor de especialistas
de la sociología, la criminología, la psicología, la psiquiatría, la economía, la historia…

Antisedanismo y crisis en el 62 [t3]

La oposición antisedánica comenzó a inquietarse y a protestar; y en noviembre de 1962


renunciaron varios frailes catedráticos que venían del Convento de San José, al percatarse de que
los modelos dominicanos Alfonso-Flórez se tornaban atractivos para los estudiantes, sobre todo
de filosofía, quienes precisamente venían con inquietudes insólitas desde el Jordán: reivindicación
de la “libertad comprometida”, reclamo de prácticas democráticas, los derechos de la verdad, la
crítica abierta a tradiciones y costumbres de dudosa historicidad. Los renunciantes pretextaban no
querer trabajar con “filocomunistas”.
Ya se sabía que Copred se guiaba por los principios jordanianos y que adhería abiertamente
al nuevo sedanismo. De modo que al resto de la nómina profesoral de disidentes solo les faltaba
un desliz estudiantil o algo parecido que se pudiera relacionar con el regente o su equipo, para
paralizar la vida académica del Estudio General.
En abril de 1963, una crónica entre seria y picaresca, del director de la revista de frailes
estudiantes de la Provincia, Verbum, fray Alberto Cárdenas Patiño, que retrataba la tensa situación,
movió a renunciar a otro catedrático, muy estimado en el Jordán: el padre José María Arévalo,
riguroso e implacable profesor de castellano. Ante la emergencia, Copred sesionó y pidió a su
director Alberto Cárdenas Patiño enviarle una carta al padre Arévalo, suplicándole su regreso. El
efecto fue el contrario: puso en ascuas al renombrado profesor (vicerrector de la Universidad NO
ENTIENDO Tomística del año 1955), quien divulgó el contenido entre los antisedanistas y envió
copia a Roma.
Cárdenas, de 22 años, alegaba los derechos de la verdad y se reivindicaba el derecho-deber
de no aceptar afirmaciones sin la criba de la propia razón. A los antisedanistas les molestaba que
se insinuase un rifirrafe entre profesores, semejante al de los ciegos del apólogo árabe, que tratan
de establecer la forma del elefante, guiados por lo que cada uno palpa: de columna (pata), de
serpiente (moco), de barril (panza), de lazo (cola), de lanza (colmillo), de tapete (oreja)...,
incapaces de integrar las distintas experiencias táctiles.
Además de denunciar el criticismo estudiantil, descalificaban los cambios de método
docente (con preferencia por la disputatio), el reemplazo del latín por el español y la apertura a las
ciencias sociales, con énfasis en los enfoques de crítica histórica y la investigación personal o por
equipo, utilizando fuentes especialmente en francés. La biblioteca del Convento de Santo Domingo
se convirtió en el gran arsenal para las necesidades de los aprendices de pugiles fidei (domini-
canes: “perros del Señor”, como sugería la iconografía de Santo Domingo). Commented [EG10]: SE QUITAN?

Pronto los jóvenes dominicos se familiarizaron con los grandes nombres del Concilio: los
dominicos Chenu, Congar, Schillebeeck y los renombrados jesuitas Rahner, De Lubac, Daniélou.
Otros grandes nombres se iban presentando: Sertillanges, Sartre, Ortega, Unamuno, Bergson,
Mounier, Camus, Marcel, Teilhard de Chardin, Romano Guardin. Pero se fueron encontrando con
que muchas obras estaban censuradas de la peor manera: ¡las pastas no guardaban sino algunos
capítulos!. El resto, lo posiblemente más interesante, había desaparecido por bisturí o arrancadura.
Los opositores se quejaron a Roma y solicitaron la salida de fray José de Jesús ―a quien
mudaron el apellido Sedano por “Se-dañó”― y de sus coequiperos padres Flórez y Alfonso, junto
con el “irreverente” director de la revista, quien fue trasladado a Villa de Leiva. Sedano y Flórez
fueron a dar a México y Alfonso cayó en Chile, donde pudo conocer de cerca el modelo político
de Salvador Allende, corriendo el riesgo de ser fusilado tras el golpe de Pinochet. El exrector fue
enviado, más tarde, a la Universidad Santo Tomás de Roma.
El provincial colombiano de entonces, fray Campo Elías Claro, estuvo en desacuerdo con
los opositores quejosos y protestó por los destierros; por lo cual fue destituido y reemplazado por
un provincial italiano impuesto: fray Jordán Verona. Fray Campo Elías mantuvo su equilibrio, a
pesar de haber sido marginado. La virtud de la fortaleza lo había habituado a la serenidad.
Fray Campo Elías, Sedano, Alfonso y Flórez hubieran podido respaldar la dura crítica que
el padre Congar, víctima en 1955 de tratamiento parecido por parte de la Curia de la Orden:

[-CITA-] Todo esto revela el nivel de la Curia O. P. Una de las cosas que literalmente me enferman.
Gente valiente, muy piadosa, buena, digna. Gente que en la vida civil serían oficinistas o contables
de una pequeña tienda de confección, pero que nunca podrían estar a la cabeza de la Orden de los
Hermanos Predicadores, pugiles fidei!!! ¿Qué saben ellos o que representan dentro del combate de
la fe? ¿Qué compromisos personales tienen? ¿Qué peso tienen los objetos, la verdad de las cosas,
que es la que es y que nada ni ninguna conveniencia in altis o en cualquier otra parte puede cambiar?
Y si no existe un culto incondicionado de la verdad de las cosas, ¿qué queda del espíritu de Santo
Domingo y de Santo Tomás? ¿Es esta la Orden de Santo Domingo? [-CITA-]

Refiriéndose a esa crisis de 1963, el mismo padre Sedano rememoraba en 2002: “Verdadera Commented [U11]: Confuso. No se sabe dónde finalizan
estas comillas.
prueba de fuego en la que ―en una etapa de nuestra historia, paradójicamente contemporánea a la
Commented [PSH12R11]: Terminan en es verdadero” o
celebración del Concilio Vaticano II― quedaron literalmente calcinadas muchas de nuestras más hay que marcar dos comillas?

caras esperanzas y, con ellas, quemados también algunos de sus más comprometidos protagonistas.
Quemados, que no destruidos, porque pudieron decir con otro gran comprometido de su tiempo:
“Vuelvo a sentir en mis talones las costillas de Rocinante. Muchos me dirán que soy aventurero.
En verdad lo soy. Pero aventurero de una especie diferente: de los que arriesgan el pellejo por
probar que lo que creen es verdadero”206.
Fray Cárdenas Patiño, de Villa de Leiva regresó a Bogotá, donde se le exigió cambiar el
hábito por la sotana y fue impuesto al Seminario Mayor de Bogotá (con buena acogida por los
padres sulpicianos canadienses), y de allí fue lanzado al “mundo” por petición expresa del maestro
general, fray Aniceto Fernández. Sin embargo, Aniceto, arrepentido, le dio una recomendación
para beca en la renaciente USTA; pero el rector restaurador, recibiéndola, la rasgó en trocitos,
afirmando enfático: “el Maestro General manda en Roma; ¡pero aquí mando yo!”. Le recomendó
no volver a la Universidad recién restaurada, ni a Santo Domingo, ni a San Alberto. Su talante
“naturalista” y su posible contaminación “filocomunista” podían afectar a los jóvenes tomasinos
o a los incautos formandos. Para que el ya exfraile no tuviese pretexto de volver al Convento, a su
hermano de once años le negaron la matrícula del año siguiente en el Jordán.
Cárdenas Patino estudió Filología y Derecho en la Universidad Libre, hervidero de grupos
de izquierda. Pero no perdió su “dominicanidad” esencial. Sentía algo parecido a lo que confesaba
Congar en su diario: “Sobre todo soy hermano predicador ontológicamente: los dos, el sustantivo
y el adjetivo. Aun en el caso de que dejara la Orden desde el punto de vista canónico, siempre sería
dominico”207. Parece que algo semejante vivieron en su forzoso estado laical los expulsados
Alfonso y Flórez. Dejándose la barba para no ser descubierto, Cárdenas Patiño pudo regresar a la
USTA ocho años después, por recomendación de fray José de Jesús Sedano y autorización del
decano administrativo de Filosofía fray Joaquín Zabalza Iriarte.

Las corrientes se acomodan en la Univerrsidad restaurada

Apuntes inéditos del Dr. Alberto Cárdenas Patiño, Archivo Grupo de Investigación Raimundo de Peñafort, O. P.
206
207
Congar, op. cit, p. 482. [--Confuso; esta referencia no ha cido citada en ningún pie de página; favor indciar el
nombre completo del autor, el título de la obra, la editorial, ciudad y año--] SE REFIERE AL DIARIO DE UN Formatted: Font: Italic
TEÓLOGO DEL PADRE CONGAR, QUE YA AGREGUÉ MÁS ARRIBA
Durante la primera década de la USTA colaboraron religiosos y laicos de formación jordaniana,
bien como docentes o como directivos, hasta alcanzar la Vicerrectoría General, puente para llegar
a la Rectoría General durante las dos décadas siguientes. Entre la cuarta y la quinta década
fungieron dos jordanianos como nuevos rectores generales. El mejor jordaniano, fray José de
Jesús, luego de sus destierros a México y a Roma aceptó vincularse a la Universidad como docente
y la institución le publicó disertaciones y textos, entre los cuales sobresale El método teológico de
Santo NO ENTIENDO Tomás de Aquino, de 1970, convertido en guía epistemológica para quienes
cultivaban el tomismo que la Universidad reclamaba como referencia institucional para el diseño
de sus currículos, haciendo honor a su propio patrono SE REFIERE A SANTO TOMAS DE
AQUINO; ENTONCES LA P DEBE IR EN MAYÚSCULA desde la fundación en 1580.
Pero sorprende que la consolidación de la restauración se fue cimentando también con la
presencia gradual de antiguos jordanianos, imbuidos, unos más, otros menos, del sedanismo
colegial, con ingredientes del sedanismo del Estudio General, potenciado por los talentos creativos
de los magníficos frailes Alfonso y Flórez y de algunos laicos dominicos. Naturalmente que no
faltó en los más calculadores una pizca secreta de astucia chiquinquireña, o paisa o
cundiboyacense, pues había que “caer parado”.
La red de laicos profesionales impulsada por los franceses fue fundamental en varios
sentidos para echar a andar el proyecto de restauración. En primer lugar, a través de ellos la
comunidad dominicana revitalizó su capital social entre la élite universitaria y política de Bogotá.
Por otro lado, estos laicos, que continuaron vinculados a la Santo Tomás como docentes y
directivos durante los años de la consolidación, aportaron enormemente a la formación curricular
y administrativa de la Universidad gracias a su amplia experiencia académica-administrativa208.
Finalmente, estos terciarios, que por influencia de los franceses concebían una provincia
abierta y activa en el mundo secular, constituyeron una poderosa influencia filosófica y espiritual
para el plantel durante sus primeros años.
El sedanismo colegial evolucionó naturalmente al neosedanismo del Estudio General y este
dio un nuevo giro enriquecedor al encontrarse en el seno de la USTA con una corriente convergente

208
Hernán Vergara fue el fundador de la Clínica Santo Tomás, mientras que su hermano Jorge, pieza fundamental del
truncado proyecto de restauración de 1955, había sido rector de las universidades Nacional y del Valle.
en proceso de aclimatación por el inteligente vasco fray Joaquín Zabalza Iriarte. Las dos historias
personales se articularon y, con la intervención de otros frailes españoles, echaron a andar una
forma de humanismo institucional que impulsó publicaciones y congresos internacionales, bajo la
consigna del filosofar latinoamericano.
La Escuela dominicana de Salamanca ASI SE LLAMÓ LA UNIVERSIDAD DE
SALAMANCA EN EL SIGLO XVI, LA D IRÍA EN MAYÚSCULA del siglo XVI era raíz común
del vasco y del santanderiano. Coincidían en que un ingrediente básico de la Modernidad eran las
declaraciones de derechos humanos, y que los fundamentos para ello los habían tendido los
teólogos dominicos de Salamanca: Francisco de Vitoria, el fundador del derecho internacional
público, Bartolomé de Las Casas, activista de los derechos humanos y de la justicia protectiva.
Esta convicción compartida motivó el interés por el filosofar latinoamericano y la búsqueda de
una filosofía de la liberación. No obstante, fray José de Jesús se fue retirando hasta radicarse en la
comunidad USTA de Bucaramanga, donde los sucesivos directivos han estado pendientes de sus
maduraciones intelectuales para ofrecerle el estímulo de las publicaciones.
Por donde se ve que el antisedanismo parecía tener razón, pero que el sedanismo era “duro
de matar”, y que sus viejos alegatos eran válidos: se sigue corriendo el riesgo de que los jóvenes
dominicos se enfrenten por puestos en el notablato universitario, aspirando a rectorías, y se vayan
olvidando de lo esencial: estudiar para el servicio intelectual del pueblo de Dios, pugiles fidei que
escriben, enseñan, debaten, publican, planteando sin descanso las nuevas “cuestiones disputadas”
para orientar a los creyentes o no creyentes, pues la misión del dominico es de fronteras y en ellas
también habitan quienes viven y piensan distinto. Por supuesto que los administradores y
directivos siempre harán falta, pero hay vocaciones y aptitudes para esas tareas de know-how en
función del apoyo y cooperación a la Misión de la Orden, al margen de la cupiditas dominandi.
Retomemos la socorrida y casi olvidada dialéctica ternaria de la década de 1960: tesis/
antítesis/ síntesis, y tratemos de aplicarla “a brocha gorda” al devenir dominicano colombiano.
Tesis: es prioritario estudiar para que los intelectuales de la fe puedan penetrar en los distintos
niveles educativos, con preferencia en la educación superior. Antítesis: es prioritario restaurar
nuestra antigua alma mater, que nos da presencia en la vida cultural, científica y profesional.
Síntesis: restaurada la tomística, hay que estudiar para predicar desde dentro y hallar puentes hacia
las demás instituciones de educación superior, buscando la interinstitucionalidad, lo que hizo
bastante bien el rector restaurador.
Están vigentes en la USTA, aquí y allí, ideas y propuestas de procedencia jordaniano-
sedánica y los jordanianos infiltrados han podido operar, para bien de la institución, por más de 50
años. El antiguo director de Verbum pudo colaborar durante más de 40 años, gracias a que los
procesos dialécticos superan las contradicciones, y a que el rector restaurador lo nombró
representante suyo ante el Consejo Superior y le asignó el cargo secreto de guardaespaldas personal
en los terribles días de las huelgas estudiantiles de los años setenta.

Ideas del padre Torres [t2]

No hay mejor manera de ejemplificar la doctrina institucional tomasina en su etapa seminal que a
través de la figura insigne de la restauración y consolidación, fray Luis J. Torres, para quien la
Universidad fue un proyecto de vida abrazado y ejecutado con arrojo pasional y celo doctrinal.
La restauración exitosa, en 1965, de la Universidad Tomística fue impulsada por un sector
muy influyente de antisedanistas, encabezados por fray Luis J. Torres —compañero con-novicio
de “Se-dañó”—, doctor del Angelicum y licenciado de la Pro Deo, quien tenía experiencia en
asuntos colegiales, especialmente en la rectoría NO ENTENDÍ del Colegio Santo Tomás, que se
había restaurado a fin de que en el futuro pudiera ofrecer las condiciones físicas y académicas
básicas para la restauración de la Universidad, recordando que de la misma manera había nacido
la Tomística en 1580. En la inteligencia universitaria de fray Luis se agitaban ideas de gran alcance
político y social, derivadas de su tesis doctoral: Principios tomistas para una sociología de la
persona humana, que hallaron acogida entre los miembros del profesorado restaurador.
Un primer aspecto que vale la pena destacar del pensamiento del primer padre rector de la
Universidad es su valoración de las humanidades como fundamento de la misión institucional y su
idea de la relación entre estas y las demás áreas académicas, en lo cual se hace evidente la
proximidad con el pensamiento del laico terciario Jorge Vergara. El humanismo del padre Torres
integra y supera los saberes fragmentarios de las diferentes disciplinas formando además al
estudiante en la trascendencia ontológica de la personalidad, en la ciudadanía, entre otras209.
Teniendo en cuenta el desarrollo histórico de los dominicos en Colombia, no sorprende la
importancia que tiene la herencia hispana para su concepción de una tradición humanista. En su
reflexión, la conquista, traedora de la lengua española y de la religión católica, inaugura la cultura
nacional, tal como se desprende de una alocución en agosto de 1970 en conmemoración de la
fundación de Bogotá:

[-CITA-] Nos deslumbra el progreso vertido a raudales sobre el vasto territorio nacional, posesión
estéril en añosas edades de tribus primitivas que apenas dejaron reseñado el paso de los siglos por
una que otra obra, destello indiscutible de inteligencias verdaderas pero incultas y de pocos
alcances. […] No es constructivo ni ventajoso para nadie seguir juicio contra los desvíos en que
incurrieron ciertamente algunos conquistadores y encomenderos. Sobre esto ya ha fallado
justicieramente la historia210. [-CITA-]

Que la Universidad es expresión del momento “bisagra” que vivía el país en la década de
1960 lo demuestra la hibridación entre un pensamiento típicamente conservador decimonónico
como el tan elocuentemente expresado en el fragmento anterior, y un vivo interés por la
participación de la Universidad y la Orden en el progreso nacional a través de la educación
civilista. En mayo de 1967, con ocasión del cuarto centenario de la declaración de Santo Tomás
como doctor universal de la Iglesia, el rector Torres afirmaba:

[-CITA-] La Universidad Tomista vive hoy su segunda adolescencia, y con gran optimismo
presciente [sic] días mejores y realizaciones plénamente [sic] satisfactorias para la renovación
humana e institucional de la nueva Colombia, que se perfila promisoria en las juventudes que se
educan a la sombra de sanos principios y de estructuras mentales, respetuosas de la Constitución y

209
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 35-37.
210
Alocución patriótico-religiosa pronunciada por el R. P. Dr. Luis J. Torres Gómez, O. P., el día seis (6) de agosto
de mil novecientos setenta (1970) en conmemoración de la Fundación de Bogotá. A nombre de la Academia
Colombiana de Historia y de la Sociedad Bolivariana de Colombia, 6 de agosto de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp.
7, Fol. 96-98, Agust.
de las Leyes, de los derechos divinos y humanos y del arcenal [sic] de imponderables que
conforman las naciones civilizadas y las sociedades que han alcanzado una perfecta madurez. “La
ciencia engendra la virtud”, decía Horacio, y “El vivir virtuoso, en frase del Doctor de Aquino, es
uno de los primeros estamentos del bien común”211. [-CITA-]

La mención de la “Constitución y de las leyes” es una constante en los discursos del rector
Torres. ¿Habría en él una necesidad de demostrar a los herederos del Estado liberal decimonónico
que como ellos, los dominicos de 1965 habían evolucionado en relación con los de 1861 al abrazar
los valores del Estado liberal? Hilado fino en extremo, quizá. Más plausiblemente, la generación
de 1965 se esforzaba por mostrar su compromiso con el progreso nacional a fin de aportar a él la
impronta de la moral cristiana. El padre rector insistía constantemente en que la finalidad de la
Universidad era atender a los problemas y las necesidades del país lo que se haría a través de la
formación integral: disciplinas del desarrollo, moral cristiana, formación ciudadana y humanista.
Al abrazar la democracia liberal, el padre Torres acogía con particular devoción la idea del
“pluralismo educativo” reafirmando constantemente la importancia de la libertad de cátedra y de
pensamiento. Con esto se quería dejar en claro la legitimidad de la identidad confesional de la
Santo Tomás en el seno de una sociedad que se secularizaba progresivamente. Y es que, para
Torres, el proceso de secularización se presentaba más como la emergencia de un confesionalismo
ateo y materialista que como la retirada del catolicismo de la esfera de lo público. Por ello se refiere
con resquemor a universidades confesas al escepticismo y al materialismo:

[-CITA-] 22.1.2 Un Estado democrático como el nuestro tiene que estar abierto al pluralismo
educativo, para que el ciudadano pueda ejercer el derecho natural que lo asiste de dar a sus hijos, o
procurarse a sí mismo, el género de educación que desee. Si la libertad de cátedra y de pensamiento
deben ser atributos de la vida universitaria, los canales de la cultura, de la ciencia y la civilización,
deben ser también sinceramente respetados. No se debe pretender establecer nuevos módulos del

211
Palabras del R. P. QUIERE DECIR: REVERENDO PADRE Dr. Luis J. Torres Gómez, O. P., rector de la
Universidad, con ocasión del cuarto centenario de la declaración de Santo Tomás como doctor universal de la Iglesia
y de la inauguración del nuevo tramo y la nueva cafetería, 12 de mayo de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol.
60, Agust.
dogmatismo materialista, bajo la sofistica razón de luchar contra el dogmatismo religioso. Toda
universidad que se estime como emporio del saber universalista, debe ser de algún modo
confesional, si es que imparte su enseñanza bajo principios informados en las verdades de la
Filosofía que dice profesar. La Institución que afirme no tener ninguna ideología Filosófica, se
declara por ese mismo hecho, profesa de las filosofías ecléctica o escéptica. Sí lo fuere en verdad,
será máquina productora de máquinas, no formadora universalista de científicos o profesionales,
dignificados por el fulgor del espíritu.

22.2.1 A la luz de estas premisas, la Universidad de Santo Tomás no niega ser ideológica y
religiosamente confesional dentro del pensamiento católico. Pero entiende por demás que, el
confesionalismo no es de las ciencias porque los objetivos científicos son los mismos, no importa
la posición conceptual de quien investiga o estudia. El confesionalismo es una actitud del espíritu
y de la mente frente al destino humano, no el sometimiento esclavizante del propio pensar al molde
ideológico de una doctrina exclusivista con todo lo deslumbrante que parezca. Quien es el hombre,
por eminente que lo retrate la historia, para que pueda considerársele maestro y dueño absoluto de
la verdad?

22.2.3 Lo que no entiende por libertad ninguna es el atropello a la verdad por otros profesada.
Porque lo que ahora se pretende imponer es el nuevo dogmatismo monistico de la diosa materia y
la aberrante exigencia de que las Instituciones de educación superior cambien su propia filosofía y
su actitud mental por las de cada uno de quienes piensen de modo contrario212. [-CITA-]

Un fenómeno sociocultural que preocupaba al padre Torres era la transformación de los


valores y de las costumbres. En el Boletín Informativo Oficial de marzo de 1969, el rector se dirigía
a la comunidad universitaria para rechazar algunas conductas “inmorales” e “indecentes” que se
estaban presentando dentro y fuera del claustro; embriaguez, espíritu antirreligioso, rebeldía contra
directivas y profesores, hostilidad contra compañeros, provocaciones a huelgas y protestas, pereza
para el estudio, impuntualidad y algunas maneras de vestir de las alumnas fueron en esa ocasión
objeto de rechazo por parte del rector213.

212
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 107-109.
213
Boletín Informativo Oficial n.o 4 de 1969, 18 de marzo de 1969, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 26-26r, Agust.
Bien sea por acechanzas de orden moral, político o filosófico, en fray Luis J. Torres se
aprecia claramente un sentido de urgencia del momento histórico que lo llevó, en diversas
ocasiones, a reafirmar el interés de los Predicadores por influir en un panorama universitario que
se juzgaba caótico y anárquico por cuenta de doctrinas opuestas a la Iglesia y al sentido común.
Así, durante su alocución con motivo del doctorado honoris causa concedido al cardenal Concha
en noviembre de 1971, afirmó:

[-CITA-] Se desbandan las inteligencias universitarias en posiciones adversas al pasado, a la


tradición y a lo clásico, dizque para no incurrir en el obscurantismo medieval. Pero todos sabemos
lo que esto significa. Simple oposición a la valoración de lo espiritual, de lo teológico y de lo
metafísico214. [-CITA-]

En este discurso, el padre rector condenó fuertemente el marxismo y prácticamente todas


las más importantes corrientes de las ciencias sociales y las humanidades que no se ubicaban en el
espectro doctrinario de la Iglesia católica. Fundado en el pensamiento de Jacques Maritain, el padre
Torres reprobó asimismo el “dejar hacer y dejar pasar”, la modernidad capitalista y el resultado de
todo esto: “el hombre pragmatizado y arrancado de sus raíces ontológicas y de sus objetos
trascendentes”215. Frente a esto, argumentaba que era propio de la Santo Tomás:

[-CITA-] Cristianizar las ciencias y la técnica, el desarrollo social y político, la vida humana en
todas sus manifestaciones, a través de la sana doctrina y de la ortodoxia de la iglesia. Si este fin
específico llegare alguna vez a hacerse imposible, el claustro tomista no tendría por qué seguir
existiendo216. [-CITA-]

214
Alocución del padre doctor Luis J. Torres Gómez con ocasión del acto de entrega del diploma de doctor honoris
causa en Filosofía y Ciencias Religiosas al eminentísimo señor cardenal Luis Concha Córdoba, 6 de noviembre de
1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 7, Fol. 13, Agust.
215
Alocución del padre doctor Luis J. Torres Gómez con ocasión del acto de entrega del diploma de doctor honoris
causa en Filosofía y Ciencias Religiosas al eminentísimo señor cardenal Luis Concha Córdoba, 6 de noviembre de
1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 7, Fol. 15, Agust.
216
Alocución del padre doctor Luis J. Torres Gómez con ocasión del acto de entrega del diploma de doctor honoris
causa en Filosofía y Ciencias Religiosas al eminentísimo señor cardenal Luis Concha Córdoba, 6 de noviembre de
1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 6, Carp. 7, Fol. 16, Agust.
Todos estos elementos ayudan a comprender el espíritu tomasino en sus primeros diez años
de vida. El rector Torres aparece en la historia de la Universidad como una figura dinámica e
imponente. Según fray Carlos Arturo Ortiz, O. P.:

[-CITA-] Fray Luis J. Torres se caracterizó por su compleja y fuerte personalidad, por su recio
temple de santandereano que lo llevaba a realizar las cosas más difíciles con tenacidad y gran
confianza en la Providencia y en sí mismo. Gracias a su dinamismo y fogocidad desbordante se
logró la restauración de ese primer claustro universitario del país, la Universidad Santo Tomás 217.
[-CITA-]

Otras fuentes coinciden en que durante sus diez años de rectoría fray Luis J. Torres tuvo
un enorme poder en todos los asuntos de la Universidad, lo cual se correspondía con la
organización administrativa del plantel de acuerdo con sus primeros estatutos. En este sentido, es
probable que una figura como la del rector Torres haya sido una necesidad histórica para la
monumental empresa de la restauración.
Se requería de fuerte personalidad y vitalidad para tocar muchas puertas, trabajar en
muchos frentes, resolver creativamente problemas en la experiencia novedosa e incluso peligrosa
de dirigir una universidad, lograr una consolidación rápida y así evitar que todo se fuera al traste
en momentos en que el plantel era una institución aún muy frágil. Por otro lado, el personalismo
del padre Torres se comprende mejor en el contexto de una universidad que era para entonces
apenas una pequeña comunidad en la que las funciones administrativas se acumulaban
cómodamente en unas pocas manos y el nivel de complejidad administrativa y burocratización era
considerablemente bajo:

[-CITA-] Pero los grupos éramos [las facultades] muy unidos, era un poco como colegio: todos los
lunes cuando llegaban todas las facultades nos reuníamos en el teatro y había una charla del rector,
o el rector llevaba un invitado y era obligatoria para todo mundo, duraba como dos horas una charla
y ahí el padre Torres nos daba instrucciones de lo que se debía hacer y no sé qué, “¡que las niñas

217
[--Falta indicar el nombre del autor o institución--] ES: PROVINCIA DE SAN LUIS BERTRÁN DE COLOMBIA.
Acta Capituli Provincialis Provinciae S. Ludovici Bertrandi de Columbia (Bogotá: Provincia de San Luis Bertrán de
Colombia, 1982), 76.
cómo van a venir de pantalón, tienen que venir de falda!” “¡los señores tienen que venir de corbata!”
Claro que nadie le hacía caso, pero bueno. Y además se quejaba mucho de lo que estaba pasando
“¡que rayaron una pared! ¡Que se está acabando la tiza!”, era un colegio grande218. [-CITA-]

Relatos como este dan cuenta de las inevitables falencias de una institución en su infancia.
Imprecisión en las funciones administrativas, centralización excesiva de las decisiones en la figura
del rector y falta de planeación son características de la rectoría de fray Luis J. Torres, quien llegó
a afirmar que durante su administración obró casi siempre “más por la intuición y sentido común
de las circunstancias, que por las técnicas de la planificación”219. Con el tiempo, estas situaciones
contribuyeron a la salida del padre Torres de la rectoría y al inicio de un segundo periodo
administrativo en la Universidad marcado por un espíritu académico y administrativo diferente.

Identidad dominicana-tomasina: análisis estructural de las ideas [t2]

Como institución y comunidad, la Universidad Santo Tomás es poseedora de un universo


simbólico a través del cual conoce, transforma y expresa su misión, identidad y valores. Buena
parte de ese universo proviene inmediatamente de los forjadores de su restauración. Empero, sus
referentes simbólicos e ideológicos no se agotan ahí, ya que el imaginario tomasino, por su propia
naturaleza, surge del de la Provincia Dominicana de San Luis Bertrán de Colombia, que se empieza
a gestar tan pronto como la Orden de Predicadores llega a la Nueva Granada cargada a su vez del
centenario imaginario de su orden y del milenario universo simbólico de la Iglesia católica.
Para mediados de siglo XX ya habían aparecido las grandes figuras de la historiografía
dominicana colombiana moderna, fray Enrique Báez Arenales, O. P., fray Alberto Ariza, O. P. y
fray Andrés Mesanza, O. P. Con sus escritos, estos y otros historiadores y eruditos conservaron la
memoria de la Provincia resaltando ciertas figuras y hechos que configuran la identidad histórica
de la comunidad. En esta memoria del grupo sobresale en primer lugar una concepción de la

218
Entrevista con Guillermo Páez Morales, 7 de abril de 2016, Archivo Instituto de Estudios Socio-Históricos Fray
Alonso de Zamora (en adelante Archivo IESHFAZ), Universidad Santo Tomás.
219
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 17.
historia en la cual el paso del tiempo legitima y engrandece. Esta concepción histórica es un
elemento constitutivo de muchas religiones del mundo que se afianzan en la sociedad a través de
la tradición. Así, por ejemplo, la construcción simbólica de una línea ininterrumpida de papas
durante casi 2000 años o de una línea de 800 años de maestros generales de la Orden confiere a la
Iglesia y a la Orden un aura de tradición, estabilidad, atemporalidad y, en últimas, protección. En
ese sentido, pertenecer a la Orden de Predicadores equivale a participar de 800 años de historia.
Esa concepción del tiempo histórico como forjador de una tradición se imprime a su vez
en la Santo Tomás. De ahí la necesidad de recordar constantemente los elementos que conforman
la tradición tomasina y que la convierten en un sujeto histórico particular. Haber sido la primera
universidad en ser establecida en la Nueva Granada y haber sobrevivido, a pesar de varias
interrupciones hasta mediados del siglo XIX, son las fuentes últimas de la tradición e identidad
tomasinas. Una primera idea de este espíritu institucional la obtiene quien visita por primera vez
la sede principal de la Universidad al encontrarse con un edificio románico con sus cuatro crujías,
sus arcos coloniales, su torreón y su fuente.

Imagen 34. Plazoleta central actual de la Sede Principal, Bogotá


La celebración de la memoria forja comunidad al congregar a sus miembros, recordar el
significado de su unión y recrear la herencia común. Por ello, las efemérides tienen una
importancia fundamental para la comunidad universitaria, tal como ocurre con la comunidad
religiosa. Las efemérides no solo se celebran juiciosamente, sino que se procura que los
acontecimientos de la historia actual coincidan con la historia ya andada.
Como abundan los ejemplos, recordamos apenas algunos. El 9 de octubre, día de San Luis
Bertrán, se escogió en 1964 para exponer oficialmente al director de la Ascún Jaime Sanín
Echeverri el proyecto de restauración; el 7 de marzo, día de la restauración oficial, es también el
día de Santo Tomás de Aquino. El cuadrigentésimo aniversario de la bula Romanux Pontifex, NO
ENTIENDO LOS DOS AMARILLOS que dio vida a la Tomística se celebró con particular
devoción en 1980 a través de muchas maneras: se celebró el Primer Congreso Internacional de
Filosofía Latinoamericana, se concedieron distinciones a importantes personalidades, se publicó
el libro Universidad Santo Tomás: 400 años y el rector de la época dio inicio a un nuevo y moderno
periodo de producción editorial en la Universidad220.

220
Entrevista con Luis José González, 15 de marzo de 2016, Archivo IESHFAZ, Universidad Santo Tomás.
Imagen 35. “Celebración IV Centenario (1980)”

Se aprecia, entonces, la construcción de una memoria compartida —por la Universidad y


la Orden— en la cual los grandes patriarcas y héroes dominicos se hacen presentes en la misión
educativa y la vida cotidiana universitaria. A los dos grandes padres de la Orden de Predicadores,
santo LA S EN MAYÚSCULA Domingo de Guzmán y santo LA S EN MAYÚSCULA Tomás de
Aquino, se suman dos importantes héroes ligados al continente americano y a la Nueva Granada,
Bartolomé de Las Casas y San Luis Bertrán, cuya labor, importancia y santidad confieren
significado a la misión y presencia de la Orden en el Nuevo Mundo. A los grandes padres se les
mira con afecto filial, se les intenta imitar, se les conmemora en sus efemérides, se les estudia y
sus nombres se repiten una y otra vez en edificios, espacios, cátedras, eventos, líneas medulares
de investigación y todo cuanto pueda ser nombrado.
Es en este sentido que se comprende la idea de “restaurar” la Santo Tomás. Para los frailes
Ariza y Torres el objetivo era recuperar la vida de una institución histórica que había sido cegada
en 1861 por un poderoso rival ideológico. Para ellos, 1965 culminó el proceso de restauración de
la Provincia en su esplendor, real o supuesto, previo a la debacle del llamado “cipriánico terror”.
Esa idea de un esplendor perdido se expresa claramente en el subtítulo informal que los
restauradores adicionaron al nombre de la Universidad: “alma mater de la cultura colombiana”.
En el discurso restaurador, los más de 100 años pasados desde 1861 constituían un paréntesis
nefasto en la historia de una institución de casi 400 años de presencia y acción educativa.

Imagen 36. Visita de Laureano Gómez al Colegio Santo Tomás (1944)

Hay que recordar que el objetivo misional de la Orden de Predicadores se constituyó desde
su origen en términos de lucha. La primera lucha fue contra las herejías de los cátaros en el sur de
Francia. Más tarde, los dominicos encontraron en América un enorme campo de acción para librar
batallas, a través de la evangelización, en contra de los demonios y las herejías que la España
cristiana se apresuró a imaginar en América al interpretar las culturas indígenas. Tampoco se puede
soslayar la tradición de defensa de los pueblos indígenas frente a los excesos de conquistadores y
encomenderos, tal como lo demuestran los itinerarios de Bertrán y de Las Casas.
Luego, con la Ilustración y la Revolución francesa surgiría un nuevo enemigo, el
liberalismo, que en Colombia trajo la tuición de cultos, la expulsión, la clausura del Colegio-
Universidad, el secuestro del edificio y la cuasi extinción de la Comunidad en 1861. Expulsados
los frailes a los Llanos Orientales, expropiadas sus posesiones y demolido el Convento-
Universidad 80 años más tarde, la mentalidad defensiva contra el mundo exterior no hizo más que
fortalecerse.
Finalmente, desde finales del siglo XIX la Orden de Predicadores participó, como buena
parte de la Iglesia católica, en la lucha ideológica en contra del comunismo ateo. En Colombia,
esto empezó a verse claramente desde la década de 1920 tomando fuerza inusitada con la
Revolución cubana 40 años más tarde. Para mediados del siglo XX el anticomunismo era uno de
los aspectos centrales del ser católico, un elemento ideológico institucionalizado con Pio XII.
Frente a las fuerzas destructivas del mundo exterior que se ensañaban contra los baluartes de la
tradición y el orden, la Orden se asume en pie de lucha.
Tanto en el intento de 1955 como en la restauración efectiva de 1964-1965 había unos
objetivos ideológicos claramente expresados en los discursos de los restauradores, en los planes
de estudio y hasta en la arquitectura de la Universidad que permiten pensar en un sentido filosófico-
político de la Provincia de San Luis Bertrán221. Ante un panorama espiritual de creciente
secularización y una cultura universitaria signada por el marxismo y discursos revolucionarios, los
restauradores se propusieron hacer contrapeso al materialismo, al marxismo y a la secularización.
Para ellos, la Universidad era una oportunidad de expandir sus ideas y combatir aquellas que veían
como amenazadoras.
En 1954 se leía en la revista Testimonio, de los terciarios dominicos: “La Universidad
empezó a ser un contrasentido desde que fue concebida como una institución en la que no se
enseñan ciencias teológicas y a la que no tienen acceso los estudiantes de estas ciencias; es decir,

221
Véase: Cárdenas, La Universidad Santo Tomás de Colombia, 336 y 462-475.
desde que fue laicizada […]”222. Es decir, hay una incomodidad por la pérdida del espacio de lo
sagrado en las universidades, y por ende una necesidad de recuperar lo perdido con la
secularización, de integrar, de volver a la universalidad y a la reflexión omnímoda frente a la
moderna —y, por lo demás, incipiente en Colombia— fragmentación del pensamiento.
Con un discurso parecido había sido restaurada la Pontificia Universidad Javeriana en la
década de 1930 cuya creación obedecía al deseo de la Compañía de Jesús de hacer contrapeso
ideológico a las universidades Nacional y Libre, dominadas por el pensamiento liberal. Para 1965,
no obstante, la amenaza a los valores del cristianismo provenía no tanto del liberalismo
secularizante como del marxismo y los discursos revolucionarios.
Con todo, la posición de los restauradores no se puede encasillar como un conservadurismo
ultramontano. Para 1965 la comunidad se ha trasformado a partir de sus necesidades de progreso
material y de pertinencia para la Colombia del siglo XX. En ese sentido, una etapa fundamental
fueron los años de fuerte liderazgo de Alberto Ariza, con quien la comunidad tuvo importantes
avances materiales y se orientó más hacia el futuro.
Así mismo, la presencia de los padres Nielly y Blanchet y el grupo de terciarios dominicos
congregados a su alrededor fue fundamental para traer a la Provincia nuevos horizontes. La
Universidad de 1965 no es y no puede ser la de 1861. Por ello no fue restaurada como “tomística”
en el sentido de un esfuerzo único por profesar y enseñar la doctrina de Santo Tomás, sino como
“tomista”:

[-CITA-] “Tomista”, en diálogo con el pluralismo secularizado del mundo contemporáneo, pero
sin renegar de la doctrina del Aquinate, que, de acuerdo con el mandato constitucional dominicano
(n. 82), “con legítima libertad”, debe ser renovada y completada, “según las necesidades de los
tiempos”, atendiendo al desarrollo de los distintos saberes223. [-CITA-]

222
Revista Testimonio, Una voz de simples católicos, Año VII, 61 (1954): 1.
223
Reseña histórica de la USTA, ca 1990, Mod. 1, Est. 3, Caj. 66, Carp. 14, Fol. 88, Agust.
La Santo Tomás nace como una institución adecuada a las necesidades de sus tiempos y
por tanto quiere ser pieza fundamental del progreso nacional a través de la educación y en diálogo
con los otros partícipes de ese mismo proceso. Incluso en esto también se parte de la memoria. A
los héroes clásicos como Santo Tomás, San Luis Bertrán y Bartolomé de Las Casas se suman
aquellos que conectan a la comunidad con la creación de nación, el progreso científico y el
pensamiento social moderno. Adquieren relevancia el hecho de haber sido la Tomística la primera
universidad en territorio de la actual Colombia, así como la participación de fray Ciriaco de Archila
en la revolución comunera y del claustro mismo en la emancipación.
Cuando el 27 de junio de 1966 las directivas se dirigían al presidente Valencia para solicitar
la prometida aprobación oficial del plantel, sugirieron a Valencia que el decreto aprobatorio tuviera
por fecha el 9 de julio, “fecha en que la República y la Orden Dominicana celebran la fiesta en
honor a la Reina de Colombia, Nuestra Señora de Chiquinquirá”. Y agregan:

[-CITA-] Tendría gran significación unir estos dos acontecimientos, ya que fue en el Claustro
Tomista donde se firmó el Acta de Independencia, y ya que los Dominicos pusieron desde ese
momento el éxito de la Gesta emancipadora bajo la protección de la Virgen de Chiquinquirá y
llegaron más tarde a ofrendar las joyas del Santuario como ayuda a la causa libertadora224. [-CITA-
]

En 1972, la creación de la Seccional Bucaramanga funcionó con la misma lógica puesto


que el acto solemne coincidió con las celebraciones cívicas por los 350 años de la fundación de la
ciudad225. Como último ejemplo, en un discurso del padre Torres el 6 de agosto de 1970 en
conmemoración de la fundación de Bogotá, el rector hizo especial énfasis en la figura del dominico

224
Carta al presidente Valencia de rector Torres y provincial Farías y Jacinto Zamora, 27 de junio de 1966, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 11, Fol. 3, Agust.
225
Acta de Fundación de la Seccional Bucaramanga de la Universidad Santo Tomás, 21 de diciembre de 1972, Mod.
1, Est. 1, Caj. 10, Carp. 6, Fol. 1-3, Agust.
fray Domingo de Las Casas, quien ofició la misa de fundación de la ciudad el 6 de agosto de
1538226.
La coincidencia de calendarios y la continua estimulación de una memoria compartida,
como se ve, son parte fundamental del discurso dominico en la época de la restauración; esta
estrategia discursiva estaba dirigida a enfatizar la presencia de la comunidad en la historia secular
nacional y así cobijar con una manta de tradición y servicio su acción en el mundo presente. Este
rasgo característico de la identidad tomasina pervive hasta nuestros días.
Es en este contexto en que debe observarse la identidad filosófico-pedagógica con que fue
creada la Universidad que se conforma a partir de la filosofía y las humanidades, por un lado, y de
las áreas aplicadas, por otro. Entre esas dos macroáreas encontró la Universidad su razón de ser en
el contexto nacional. El 4 de agosto de 1966, en su alocución con motivo del decreto aprobatorio
y en presencia del presidente de la República Guillermo León Valencia, el rector Torres señalaba
la preparación técnica y científica, por un lado, y la formación ciudadana a partir del humanismo
y los valores cristianos, por el otro, como el aporte conjunto de la Universidad al desarrollo
nacional:

[-CITA-] En unánime acuerdo el Claustro Directivo y Profesoral de la Universidad propende por


inspirar la actividad académica en un depurado humanismo clásico y filosófico, convencido de que
la sola técnica por admirable que sea, no es suficiente para preparar a los dirigentes del mañana, sin
los cuales el desarrollo de la Nación no podrá tomar un ritmo armónico y duradero. Nuestras metas
están claramente definidas. Servir a la Patria preparándole hombres técnica y científicamente
caracterizados y ejecutivos que sean verdaderos motores en las múltiples vertientes de un desarrollo
integral, pero que sean, a la vez, ideólogos convencidos que sepan coordinar en la serenidad de los
postulados metafísicos y en la aprensión unitaria de los ponderables e imponderables humanos, las
imprevisibles contingencias de lo particular, lo cual no podrá ser constructivo dentro de la dinámica
social, si la mente no lo organiza en una concepción ontológica y objetiva de la vida. Esta inyección
de sabiduría a las ciencias y profesiones tradicionales hará mas [sic] robustos nuestros organismos

226
Alocución patriótico-religiosa pronunciada por el R. P. Dr. Luis J. Torres Gómez, O. P. el día seis (6) de agosto
de mil novecientos setenta (1970) en conmemoración dela Fundación de Bogotá. A nombre de la Academia
Colombiana de Historia y de la Sociedad Bolivariana de Colombia, 6 de agosto de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp.
7, Fol. 95-101, Agust.
democráticos, más convincentes y firmes los conceptos y deducciones en la temática cristiana de la
humana existencia y responsable hasta donde sea posible el ejercicio del trabajo calificado y la
conducta ético-social de cuantos egresen de nuestras aulas portando un título profesional227. [-
CITA-]

Hay que decir que la labor evangelizadora en la Universidad no se limitó a programas como
Teología para Laicos y Filosofía y Ciencias Religiosas, sino que se adelantó a través de programas
de Bienestar y Pastoral Social y desde actos culturales y religiosos tales como misas,
peregrinaciones, novenas, etc. Por otro lado, la promoción de la filosofía tomista en la Universidad
no dejaba de justificarse por la importancia para la historia del pensamiento humano de las ideas
del Doctor Angélico.

Imagen 37. Fray Luis J. Torres entregando diploma

227
Respuesta al discurso del presidente por el P. Torres, 4 de agosto de 1966, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 7, Fol. 55-
56, Agust.
Pero al mismo tiempo se promocionaba una concepción humanista en la cual la relación
orgánica entre conocimiento, ciencia y espiritualidad cristiana se constituía como alternativa a las
nefastas consecuencias sociales y morales del materialismo y el mecanicismo modernos. De
manera que la Universidad incorpora elementos de modernidad y tradición, ideales de una
ilustración cristiana y de progreso social.

Movimiento estudiantil [t2]

El debate universitario en las décadas de 1960 y 1970 [t3]

Muy temprano, en la primera mitad de la década de 1970, la Universidad se encontró en el ojo de


un torbellino político que traería el fin de la primera etapa definible de su historia y el inicio de 20
años de administración rectoral de fray Álvaro Galvis Ramírez, O. P. La crisis se dio en forma de
un movimiento estudiantil masivo, organizado, beligerante y conectado con organizaciones
políticas revolucionarias que fue liderado principalmente por los estudiantes de Filosofía, Derecho
y Sociología.
La emergencia del movimiento estudiantil tomasino fue una consecuencia directa del
fervoroso momento histórico que estaba viviendo el movimiento estudiantil universitario
colombiano en las décadas de 1960 y 1970228. El año mismo de la restauración de la Santo Tomás
había sido de movilización estudiantil universitaria masiva en varias capitales del país, entre otras,
como reacción a la intervención militar norteamericana en República Dominicana ese mismo año,
pero también con participación de los docentes que demandaban mejoras laborales229.
Desde los tiempos de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), cuando se
constituyó en un actor definitivo para la caída del régimen, el movimiento estudiantil colombiano

228
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 39.
229
Jaime Sanín Echeverry, “Palabras del doctor Jaime Sanín Echeverri en la instalación del Consejo Nacional de
Rectores de la Asociación Colombiana de Universidades y del Fondo Universitario Nacional el día 1.° de febrero de
1966”, en Informe de la dirección al Consejo Nacional de Rectores Rectores. Año de 1965 (Bogotá: Ascún-FUN,
1966), 1.
venía creciendo como protagonista elocuente de la cosa pública. A finales de la década de 1950 el
movimiento se apartaba del bipartidismo al que había estado atado e iniciaba un fenómeno de
politización y radicalización inspirado por la Revolución cubana y otros acontecimientos
mundiales. Agrupaciones de nueva izquierda como el Movimiento Obrero Estudiantil Campesino
(MOEC) y el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR) fueron protagonistas. La
agitación y visibilización del sector estudiantil aumentaron durante la década de 1960 llegando a
su punto máximo de acción política a mediados de la década siguiente230.
La movilización se generaba principalmente en contra de las políticas de modernización
educativa del Frente Nacional, que a su vez respondían a las necesidades del crecimiento
económico y de adecuación laboral del país para el capital financiero internacional. En este sentido
y tal como hemos visto, las recomendaciones de Currie, Lebret pero sobre todo de Rudolph Atcon,
este último más enmarcado en la política oficial norteamericana para América Latina, la Alianza
para el Progreso, definieron el derrotero para la reforma en las universidades colombianas por
muchos años231.
El Informe Atcon, La universidad Latinoamericanal: clave para un enfoque conjunto del
desarrollo coordinado social, económico y educativo en la América Latina, partía de la
importancia fundamental de la educación para el desarrollo económico, por lo que señalaba la
necesidad de una modernización del sistema de educación superior. Atcon, asesor del Gobierno
estadounidense y de las agencias internacionales de cooperación, estructura un espíritu reformador
que promociona principalmente la universidad privada como la forma ideal de alcanzar la
autonomía universitaria232.
En términos prácticos, se apuntaba principalmente a la necesidad de abolir la participación
estudiantil, posicionar la competencia como valor fundamental para el progreso de los centros
educativos, apoyar el deporte, reformular la investigación, imponer disciplina, reducir las
facultades, crear los estudios generales (preparación universitaria no especializada) de acuerdo al

230
Mauricio Archila, Idas y venias, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia, 1958-1990 (Bogotá: ICANH-
Cinep, 2008), 196-201.
231
Acevedo, “Educación, Reformas y Movimientos Universitarios en Colombia”, 105.
232
José Ocampo, “Reforma Universitaria 1960-1980: hacia una educación discriminatoria y antidemocrática”,
Controversia 79 (1979): 26.
modelo norteamericano, suprimir la gratuidad en función de una educación superior como servicio
público privado, entre otros aspectos idealmente llevados a cabo en poco tiempo233.
Aunque matizadas, las ideas de Atcon se desarrollaron a lo largo de la década de 1960 a
través de reformas concretas en diversas universidades del país promocionadas por organismos de
origen norteamericano. Estas ideas se vuelven a recoger en el Plan Básico de la Educación Superior
en Colombia de 1968, producto de la asesoría de la Universidad de California a los rectores
colombianos. Entre otras, el Plan Básico formulaba la distinción entre educación superior y
universidad, tecnificación de la administración, regionalización, autofinanciación, bienestar
estudiantil y profesoral y estimulación de la investigación, todos aspectos que definirían el sentido
de la reforma universitaria desde el Estado por muchos años234. De acuerdo con José Fernando
Ocampo, las reformas promovidas desde el Gobierno y los organismos internacionales en la
década de 1960 tenían como objetivo consolidar la división internacional del trabajo:

[-CITA-] Pero a medida que se extendió la inversión, que se fortaleció el sistema de crédito, que
avanzó el proceso de programas de fomento estatal, que creció la industria, que se establecieron
empresas extranjeras en todas las ciudades importantes del país, los requerimientos educativos se
hicieron más apremiantes. No solamente se dio este proceso en Colombia, sino en toda América
Latina. De ahí la preocupación de los norteamericanos, de los organismos internacionales
controlados por ellos como la OEA y la Unesco, y de la Cepal en propiciar una modernización del
sistema educativo en su conjunto y del sistema universitario en particular235. [-CITA-]

Innegablemente, la década de 1960 estuvo marcada por una injerencia cada vez mayor de
los Estados Unidos en el sistema universitario colombiano, algo que provocaba ira entre los
estudiantes que pedían una universidad pensada en función de los ciudadanos. El momento
culminante fue 1971, que vio nacer y desarrollarse la más grande movilización estudiantil en la

233
Rudolph Atcon, La universidad latinoamericana: clave para un enfoque conjunto del desarrollo coordinado social,
económico y educativo en América Latina [1961] (Bogotá: Unibiblos, 2005), 63-76.
234
Ocampo, “Reforma Universitaria 1960-1980”, 35-34.
235
Ocampo, “Reforma Universitaria 1960-1980”, 20.
historia de Colombia, originada en los primeros meses del año en el sur del país236. Ese año, las
universidades oficiales y buena parte de las privadas participaron en un movimiento estudiantil
fuerte y propositivo.
La entrada de los estudiantes de las diversas universidades al movimiento estaba por un
lado determinada por los problemas intrínsecos de cada plantel237. Sin embargo, hay unas
exigencias básicas que confieren identidad al movimiento de 1971 en su totalidad. Las demandas
fundamentales eran por democratización de los consejos superiores, estatización financiera y cese
de la ingerencia extranjera en las políticas universitarias238. Estas y otras exigencias fueron
formuladas por los estudiantes en el Programa Mínimo del Movimiento Nacional Estudiantil,
construido a partir de encuentros estudiantiles nacionales en los meses de marzo y abril de 1971239.
Al Programa Mínimo, el gobierno de Misael Pastrana y su joven ministro de Educación
Luis Carlos Galán opusieron la llamada Reforma Galán, que aglutinaba al mismo tiempo
elementos de las propuestas estudiantiles junto a lo que se venía proponiendo desde Atcon.240 La
reforma de 1971 se enfrentó a la acérrima oposición no solo de los estudiantes, sino también de
profesores y directivos, lo que contribuyó al fortalecimiento del movimiento estudiantil. El
movimiento dio al traste con la reforma y se llegó incluso a pactar cogobiernos en 1972 en las
universidades Nacional y de Antioquia, experimentos que fueron rápidamente desmantelados para
dar paso a políticas represivas.
En la Iglesia latinoamericana se animaba también un debate sobre el sentido y el quehacer
de las universidades católicas. Las ideas del sector más progresista se cristalizaron en el documento
Los cristianos en la universidad, que reúne las conclusiones de dos seminarios de expertos y

236
Uno de los momentos más críticos de ese año fue la protesta estudiantil del 26 de febrero en Cali, duramente
reprimida que terminó en masacre. Véase: Álvaro Acevedo y Diana González, “Movilización y protesta estudiantil en
Colombia (1971). Una lectura desde la organización gremial por el cogobierno universitario y la memoria de
protagonistas y testigos”, Anuario de Historia Regional y de las Fronteras 16 (2011): 223-227.
237
Isabel Hernández, “El programa mínimo de los estudiantes colombianos. Movimiento estudiantil universitario de
1971 por la Universidad. Todo un país”, Rhec 10 (2007): 40.
238
Acevedo, “Educación, Reformas y Movimientos Universitarios en Colombia”, 109. Y Mauricio Archila, “El
movimiento estudiantil en Colombia, una mirada histórica”, OSAL (Buenos Aires: Clacso) 31 (2012): 83.
239
Miguel Pardo y Miguel Urrego, “El movimento estudiantil de 1971 en Colombia” (ponencia presentada en el
Primer Congreso Internacional sobre Historia de las Universidades de América y Europa, Córdoba, Argentina, julio
10-12, 2003.
240
Véase: Ocampo, “Reforma Universitaria 1960-1980”, 36 y Lucio y Serrano, La educación superior, 77-78.
obispos latinoamericanos realizados en Buga (Valle del Cauca) en febrero de 1967, bajo los
auspicios del Departamento de Educación (DEC) y del Departamento de Pastoral Universitaria
(DPU) del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam). En este documento, conocido como
Documento de Buga, se llaman a juicio la función y funcionamiento de las universidades católicas
latinoamericanas a partir de los postulados del Concilio Vaticano Segundo y del contexto social
del momento. Entre las ideas más concretas planteadas en Buga sobresale la opción por una
convivencia democrática propuesta en términos de un “diálogo institucionalizado”241. Tal diálogo
debía ser tanto horizontal, al agrupar las diversas disciplinas de la universidad, como vertical:

[-CITA-] Célula viva de la Universidad es el profesor-alumno y es fundamental que esta célula


tenga debida representación en los organismos que orientan la marcha de la Universidad.
Concretamente esto supone que no pocas Universidades deben cambiar su estructura de poder.
Todo monarquismo, sea estatal, eclesiástico o de cualquier otro género, contradice el ser mismo de
la Universidad. Las autoridades universitarias han de representar verdaderamente las células vivas
a las que nos hemos referido, y, por lo mismo, ser elegidas por ellas242. [-CITA-]

Buga planteaba además la necesidad de un diálogo vivo entre la universidad y la sociedad


y, estimaba innecesario el espíritu “defensivo” de muchas universidades católicas frente a las no
católicas. Ante esta perspectiva reaccionaba un sector conservador de la Iglesia latinoamericana
que se mostraba incómodo con la participación pluralista y con cualquier alteración del orden
verticalista y piramidal243. La posición de los grupos más conservadores estaba directamente
relacionada con el temor al desafío socialista y sus afines en momentos en que el marxismo se veía
como la columna vertebral del análisis científico de la realidad social y en la ideología dominante
en las universidades latinoamericanas. Las ciencias sociales y el humanismo latinoamericano más
vanguardistas profesaban la teoría de la dependencia y abogaban por profundas reformas sociales.

241
Celam, Los cristianos en la universidad (Bogotá: Departamento de Educación (DEC) y De Pastoral Universitaria
(DPU), 1967), 20.
242
Celam, Los cristianos en la Universidad, 21.
243
Comunicado de los rectores de las universidades católicas argentinas con respecto al documento publicado por el
CELAM, 15 de agosto de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 2, Carp. 4, Fol. 44, Agust.
La entrada de Cuba en el mundo socialista, la revitalización conceptual de la teoría marxista
europea y una creciente movilidad de los académicos latinoamericanos fueron condiciones
fundamentales para este fenómeno.

Aspectos del movimiento estudiantil tomasino [t2]

Difícilmente los estudiantes tomasinos podrían ser ajenos al espíritu de rebeldía que tomaba cada
vez más fuerza en las universidades a finales de la década de 1960. Registros de llamados a huelgas
y protestas colectivas aparecen en la Santo Tomás en fechas tan tempranas como marzo de 1969244;
es decir, no se había despedido aún la primera cohorte de tomasinos cuando la Universidad se
convertía en un escenario más de lucha para el movimiento estudiantil colombiano.
Pronto, agrupaciones altamente politizadas irrumpieron en la Universidad con estructuras
organizativas conformadas por personal tanto tomasino como de otras universidades; quizá la
distinción sea fútil si se acepta que por entonces era todo un gran movimiento estudiantil nacional.
En todo caso, la Santo Tomás se convirtió, como tantas otras universidades en ese momento, en
un campo abierto de acción política y en un hervidero de grupos y organizaciones cuyos lazos se
extendían fuera del campus. Había trotskistas, maoístas, Juventud Patriótica (JUPA)245 e incluso un
Movimiento de Integración Tomista (MIT) que decía agrupar a las mayorías silenciosas en reacción
a las huelgas y propugnaba por la estabilización del orden académico, no sin pedir así mismo
algunos cambios estrictamente universitarios246.
Las exigencias de los sectores más radicales del movimiento estudiantil tomasino se
correspondían con las que hacían los estudiantes de las universidades públicas en aquellos mismos
años, esto es, participación plena del sector estudiantil en las decisiones académicas y
administrativas del plantel. Sin embargo, estas demandas que en las universidades públicas

244
Boletín Informativo Oficial n.o 4 de 1969, 18 de marzo de 1969, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 27, Agust.
245
Organización política universitaria ligada al MOIR.
246
Documento titulado “Movimiento de Integración Tomista”, escrito por estudiantes, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj.
8, Carp. 6, Fol. 25, Agust.
llegaron incluso a concretizarse en el llamado cogobierno, se estrellaron en la Universidad Santo
Tomás con la realidad ineludible de ser esta una entidad privada.
Así mismo, la intensidad y beligerancia con que irrumpió el movimiento estudiantil en la Santo
Tomás tomaron por sorpresa a una generación de dominicos colombianos que no completaba una
década de experiencia en la dirección de un plantel de educación superior —los primeros frailes
en dirigir una universidad en más de 100 años— y que claramente estaban aprendiendo en el
camino.
Las autoridades universitarias respondieron al fenómeno de varias maneras, según la situación.
Por un lado, frente a la irreverencia y las demandas por apertura democrática las directivas
reafirmaban vehementemente el carácter privado y católico de la Universidad247. Los padres
querían hacer entender a los estudiantes que por su naturaleza privada la Universidad no estaba
obligada a crear los mismos espacios de participación que los estudiantes de las universidades
públicas usualmente demandaban. Hacían hincapié en que al matricularse por su propia voluntad
el estudiante se sometía a las políticas de la Universidad y se comprometía a respetar las
tradiciones, ritos y la promoción dominicana de la fe católica sin estar obligado a participar. Al
mismo tiempo, las directivas respondieron a los estudiantes creando espacios de diálogo directo o
cediendo a algunas de sus demandas, siendo el caso más representativo la reformulación del
Estatuto Orgánico en 1972.
Otro tipo de respuesta lo constituyó un enérgico discurso disciplinario construido alrededor
de advertencias sobre el poder sancionatorio de las directivas y de los estatutos y reglamentos de
la Universidad. Pero fue precisamente la ejecución de ese poder sancionatorio — cancelación de
matrícula, imposición de matrícula condicional, etc.— lo que desató las reacciones más virulentas
de los estudiantes, que organizaron enérgicas movilizaciones pidiendo la supresión de esas
sanciones, libertad de reunión y opinión, y apertura al diálogo248. De acuerdo con fray Álvaro

247
Boletín Informativo Oficial n.o 24 de 1971, 12 de mayo de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 121, Agust.
248
Boletín de los Estudiantes de la Universidad Santo Tomás, Bogotá, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol.
22, Agust.
Galvis, las directivas llegaron a imponer sanciones de manera precipitada sin escuchar a los
involucrados y sin información suficiente sobre las consecuencias de esas imposiciones249.
Recordemos que para el padre Torres todas las universidades son confesionales. En su informe
de gestión de diez años de rectoría se reafirmaba en que la Universidad no estaba en obligación de
entrar en compromisos con quienes no deseaban convivir ni adaptarse a sus condiciones
precisamente porque aquellos elementos de más difícil adaptación siempre podrían recurrir a
universidades más acordes a sus líneas de pensamiento; dicho de otro modo, había “universidades
para todos los criterios y todos los gustos”250.
Hemos señalado que la erupción del movimiento estudiantil en la Santo Tomás era en gran
parte connatural a la coyuntural nacional, algo de lo que el rector Torres tenía plena consciencia.
No obstante, en ocasiones esta idea fue llevada al extremo a tal punto que las directivas hicieron
caso omiso a las demandas estudiantiles serias para concentrarse en la caracterización pública de
los problemas como una infiltración de las fuerzas del desorden y la anarquía que pretenderían
destruir la Santo Tomás251. Para ellos, todo se debía a una maquinación conspirativa orquestada
desde fuera que pretendía destruir el orden y mancillar la fe católica. Esto está en estrecha relación
con la visión institucional del padre Torres, quien concebía el plantel como un baluarte del
cristianismo y el orden asediado por las fuerzas oscuras del materialismo, el laicismo y el
ateísmo252.
En informes, misivas y discursos se puede apreciar que su posición defensiva no se
circunscribía al tema del movimiento estudiantil. Recordemos, por ejemplo, las tensas relaciones
entre el padre rector y el director de la Ascún, Jaime Sanín Echeverri, por cuenta de la restauración
y del proyecto de la Facultad de Educación253. En otras ocasiones, el rector hizo referencia a
críticas por cuenta del “vertiginoso crecimiento” de la Universidad durante su rectoría254, así como
por su carácter privado y el uso que se le daba al dinero de matrículas: “[¡] Cuánto se murmura y
comenta sobre el negocio, latrocinio según los difamadores, de la educación y cómo presentan a

249
Álvaro Galvis Ramírez, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978 (Universidad Santo Tomás), 4.
250
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 111.
251
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 41.
252
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 39.
253
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 79.
254
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 37.
los educadores del sector privado como traficantes y explotadores de los escasos haberes de los
padres de familia!”255.
Aquí se aprecia en el padre Torres la herencia de la mentalidad de lucha dominicana. Se
entiende, entonces, el mecanismo que lleva al padre rector a percibir al movimiento estudiantil y
sus protestas como una conspiración política y atea orquestada por los enemigos de la religión para
destruir la Institución256. Sea como reacción a un ambiente hostil o como expresión de un universo
simbólico heredado, en el padre Torres es manifiesta la idea de una universidad bajo ataque.
Más aún, el carácter confesional de la Institución, con unos valores radicalmente opuestos
a los del movimiento estudiantil, implicó una distancia lingüística y espiritual enorme entre los
dos bandos, de manera que en la Santo Tomás el movimiento estudiantil encontró unas directivas
fácilmente identificables como enemigas. La idea que guio al movimiento estudiantil en su
relación con la Iglesia y la Orden de Predicadores era la máxima marxiana: “La religión es el opio
del pueblo”.
La retórica estudiantil, particularmente virulenta, tal como se desprende de sus consignas
y panfletos, poco se prestaba para un debate sano y realista más allá de las descalificaciones, la
demagogia y la violencia verbal; los estudiantes cuestionaban intensamente el carácter religioso
de la Universidad, señalaban sus políticas como oscuras y cavernícolas, y hacían constantes
demostraciones de irreverencia frente a la institución y sus figuras de autoridad, cosa muy común
en la generación de aquellos años257.
Por supuesto que la crítica más generalizada se dirigía al carácter conservador de las
directivas, esto principalmente en la época del padre Torres, señalado siempre como autoritario,
represivo y “godo”. Curiosamente, en 1975 cuando el padre Galvis asumió la rectoría, a este se le
acusó tanto de ser agente del presidente López Michelsen258 como de obstaculizar la política del
“Mandato Claro” del mismo López259. Algunos grupos incluso llegaban a señalar a los

255
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 61.
256
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 41.
257
Comunicado al comisario de San Fernando en Bogotá D. E., en donde se informa los hechos de las huelgas en la
Universidad Santo Tomás, 6 de octubre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 284-291, Agust.
258
Panfleto firmado por JUPA y MOIR sobre despidos en la Universidad, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol.
15, Agust.
259
Galvis, Informe de la rectoría ASÍ SE LLAMA EL INFORME DE GALVIS sobre la gestión de 1974-1978, 10.
Predicadores de ser agentes del imperialismo norteamericano en medio de consignas políticas en
contra del capitalismo, el imperialismo, la burguesía y el lopismo260.
A pesar de este tipo de comportamientos, buena parte del movimiento estudiantil tomasino
expresaba una serie de demandas concretas y pertinentes, unas sobre aspectos académicos,
administrativos y de infraestructura, otras de tipo filosófico-político en pro de apertura democrática
y otras como reacción a las sanciones disciplinarias por cuenta de la participación de los
estudiantes en el movimiento mismo.
En cuanto a las primeras, hay que decir que por cuenta de su corta edad la Universidad
presentaba por entonces una serie de problemas importantes, como desorden administrativo y
burocrático, falta de materiales y deficiencias en infraestructura. A las demandas estudiantiles
sobre este tipo de deficiencias se sumaban otras, como aumento de profesores de tiempo completo,
evaluación periódica de docentes, aumento de los créditos, financiación de la investigación, entre
otras261.
Pero el componente central de la movilización tomasina era, a imagen de lo que acontecía
con el movimiento nacional, una demanda por participación y democratización. Lo que los
estudiantes pedían era en primer lugar representación en los organismos colegiados así como
reconocimiento, independencia y apoyo para espacios de organización estrictamente estudiantiles.
Como ya hemos visto, este tipo de demandas difícilmente cabían en una estructura administrativa
marcada por una organización estatutaria francamente piramidal como por el personalismo del
padre rector. Valga señalar en este sentido que los problemas generados por la falta de
representatividad estudiantil no eran, en modo alguno, imprevistos. En los primeros años,
delegados de la Ascún habían sugerido la posibilidad de crear mecanismos de representación
estudiantil en las facultades262.

260
Cartel socialista. Boletín agitacional del bloque socialista, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 18-19,
Agust.
261
Reintegro de los compañeros expulsados y manifestación expresa sobre esto, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8,
Carp. 6, Fol. 56, Agust.
262
Informe Facultad de Filosofía y Ciencias Religiosas de René Uribe Ferrer para Fernando Galvis Gaitán, Mod. 1,
Est. 1, Caj. 1, Carp. 8, Fol. 74, Agust; Informe sobre una visita académica a la Facultad de Economía y Administración
de la Universidad de Santo Tomás firmado por Hugo Sin C, 6 y 7 de octubre de 1967, Mod. 1, Est. 1, Caj. 1, Carp. 8,
Fol. 101, Agust.
Vale la pena traer a colación dos documentos de la época que dan cuenta de algunas de las
demandas estudiantiles; lamentablemente, la ausencia de otras fuentes de información confiables
que se refieran a estos documentos impide profundizar en el significado contextual de estos. El
primero de ellos es una carta de marzo de 1971 que circuló entre la comunidad académica y que
se decía remitida por 30 alumnos de todas las facultades de la Universidad al maestro de la Orden
Aniceto Fernández —quien al parecer se encontraba por esos días en Colombia— con copia al
padre rector y al provincial dominicano.
Los autores de la misiva afirmaban no ser una minoría, como advertía el rector, y exponían
puntualmente tres cuestiones: en primer lugar, que la Universidad no estaba en comunión ni con
las disposiciones del Concilio ni con el espíritu de la Asamblea General del episcopado
latinoamericano reunido en Medellín en 1968; segundo, que la Universidad no estaba
respondiendo a las necesidades y situación histórica ni de Colombia ni de América Latina y que
más bien era una “fábrica para producir diplomados”; tercero, que había estructuras autoritarias y
rígidas de la Universidad que necesitaban un cambio profundo y los autores, recordando la
Reforma de Córdoba, pedían participación estudiantil en el gobierno de la Universidad (elección
de directivas, profesores, orientación de la cátedra, estructura académica y fijación de los costos
de enseñanza) por medio de elección democrática y no de designación263. Este documento
sobresale por la claridad de su exposición, el entendimiento del momento político de la Iglesia y
la deferencia frente al maestro de la Orden y a los otros destinatarios de la carta.
Más de tres años después, en noviembre de 1974, los representantes estudiantiles de la
Facultad de Derecho presentaron al rector Torres y al Consejo Superior su Programa Mínimo, un
documento con diez puntos que incluía amnistía a unos estudiantes recientemente sancionados y a
los participantes de la huelga, libertades democráticas en el sentido de apertura al debate,
restablecimiento de los cursos vacacionales para que los estudiantes que perdieran materias
pudieran adelantarse, abolición de créditos libres o su transformación en cursos complementarios
no obligatorios, fuero estudiantil de respaldo a las actividades de los representantes estudiantiles,
reinstauración y ampliación de un sistema de becas, financiación para la publicación periódica de

263
Carta al maestro de la Orden Aniceto Fernández de los estudiantes tomistas, 22 de marzo de 1971, Mod. 1, Est.
1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 125-128, Agust.
un boletín de la representación estudiantil, creación del servicio médico odontológico, ampliación
de la colección de la biblioteca y participación de la representación estudiantil en la dirección del
Departamento de Bienestar264. Esto era una adaptación al contexto de la Santo Tomás, del
previamente mencionado Programa Mínimo de los Estudiantes Colombianos.

Imagen 38. Foto de la carta del Programa Mínimo

Desarrollo de las huelgas, reforma estatutaria de 1972 y fin del periodo Torres [t3]

Tal y como sucedía en otros planteles, en la Santo Tomás los estudiantes de Sociología fueron de
los primeros en enarbolar las banderas de la rebelión. En el primer semestre de 1970, estos
estudiantes empezaron a dar muestras importantes de capacidad de movilización que llevaron a la
expulsión de uno de ellos y a la movilización estudiantil generalizada265. Esta primera
movilización se dio en el marco de un ambiente político nacional polarizado por las elecciones
presidenciales del 19 de abril de 1970 en que la victoria del candidato Misael Pastrana Borrero,
ampliamente denunciada como fraudulenta, generó una movilización popular importante266.
Mientras que el segundo semestre de 1970 se desarrolló en relativa tranquilidad, el año de
1971 trajo una intensificación del movimiento universitario en todo el país por cuenta de la
Reforma Galán. La movilización nacional comenzó en marzo en la Universidad del Valle y se
extendió al resto de universidades. Incluso planteles privados como los Andes y la Javeriana
participaron activamente267.

264
Carta al rector Luis J. Torres y a los miembros del Consejo Superior por parte de la Representación EN
MINÚSCULA LA R estudiantil de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Santo Tomás, 26
de noviembre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 202-206, Agust.
265
Boletín Informativo Oficial n.o 9 de 1970, 5 de abril de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 79-82, Agust.
Boletín Informativo Oficial n.o 10 de 1970, 15 de abril de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 86, Agust. Y
Boletín Informativo Oficial n.o 12 de 1970, 5 de mayo de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 90, Agust.
266
Boletín Informativo Oficial n.o 11 de 1970, 22 de abril de 1970, Mod. 1, Est. 1, Caj. 3, Carp. 3, Fol. 89, Agust.
267
Archila, Idas y venidas, vueltas y revueltas, 142-143.
En la Santo Tomás, los estudiantes organizaron manifestaciones y reuniones políticas
pidiendo democratización y representación268 ante la mirada nerviosa de las directivas que
denunciaban la irregularidad de tales prácticas y la presencia anómala de activistas políticos en el
plantel269. A pesar de algunos intentos de diálogo entre los estudiantes y las directivas270, en junio,
en una acción sin precedentes, les fue cancelada la matrícula a 23 estudiantes de Sociología por
serias faltas disciplinarias271. Este tipo de medidas acicateaban incluso más la virulencia estudiantil
y la situación de la Facultad continuó siendo crítica por varios meses272. Eventualmente, las
directivas decretaron su cierre de 18 días para neutralizar el movimiento273.
En 1972 los estudiantes continuaron la movilización. En este momento, algunas de sus
demandas fueron atendidas por las directivas mediante la primera reforma al Estatuto Orgánico de
la Universidad274. En el Boletín n.o 41 del 9 de octubre de 1972 las directivas hacían un llamado a
la calma en medio del clima de alta tensión:

[-CITA-] La Universidad sí desea la participación seria y ordenada de todos los estamentos que la
integran porque la considera benéfica. Prueba de esto es que en la reforma de los Estatutos,
aprobada hace varios meses por el Consejo Superior y ya en curso ante el Ministerio de Justicia, se
establece como novedad, no la participación del cuerpo profesoral, ya que este estamento ha venido
formando parte desde el principio de los Consejos, sino la participación de los estudiantes con un
representante en los Consejos de las facultades y con dos en el Consejo Académico General, cuyas
funciones estatutarias son las de dirigir, ordenar y resolver todos los asuntos del área académica del
claustro. La elección de los representantes las harán los mismos estudiantes de acuerdo con el
procedimiento que establezcan los reglamentos Generales275. [-CITA-]

268
Boletín Informativo Oficial n.o 25 de 1971, 19 de mayo de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 127, Agust.
269
Boletín Informativo Oficial n.o 21 de 1971, 2 de marzo de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 114, Agust.
270
Boletín Informativo Oficial n.o 22 de 1971, 28 de mayo de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 129-313,
Agust.
271
Resolución n.o 1 del Consejo de la Facultad de Sociología, 11 de junio de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6,
Fol. 1-2, Agust.
272
Boletín Informativo Oficial n.o 28 de 1971, 27 de agosto de 1971, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 135, Agust.
273
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, 41.
274
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, Agust.
275
Boletín Informativo Oficial n.o 41 de 1972, 9 de octubre de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 190, Agust.
El Estatuto, que empezó a regir en el primer semestre de 1973276, constituyó un gran avance
con respecto a las normas vigentes hasta entonces en términos de colegialidad, representación y
división de funciones. En primer lugar, se estableció una división más clara entre autoridades de
carácter colegiado como los consejos superior, académico, administrativo-financiero, de facultad
y de instituto y autoridades individuales como el maestro de la Orden, el provincial, el rector,
vicerrectores, etc.277.
A diferencia del estatuto anterior en que el rector tenía la primacía en las decisiones y la
administración, aquí se erigió el Consejo Superior como “la máxima autoridad legislativa y
jurisdiccional de la Universidad”278 a la que le cupo la responsabilidad de la dirección de las
políticas generales de la Universidad, la aprobación de las reformas estatutarias, la interpretación
última de estas, la confección de ternas para la designación del rector, la autorización para la
creación de seccionales, entre otras; se estableció que en el Consejo Superior participaran el prior
provincial, quien lo presidiría cuando estuviera presente en las sesiones, el rector, directivos y
representantes de los profesores, entre otros279.

Imagen 39. Foto del Segundo Estatuto Orgánico DE 1973

Otra forma en que se limitó el poder del rector fue la especificación de un periodo rectoral
de cuatro años aunque con posibilidad de reelección280. El proceso de nombramiento se
institucionalizó a través de ternas presentadas por el Consejo Superior al prior provincial quien,
con su Consejo Provincial, escogería el nuevo rector. En este sentido, hay un claro avance hacia
la clarificación de las relaciones entre la comunidad dominicana y el plantel educativo.

276
Boletín Informativo Oficial n.o 44 de 1972, 1 de diciembre de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj. 4, Carp. 4, Fol. 205, Agust.
277
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 4-5, Agust.
278
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 5, Agust.
279
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 6, Agust.
280
Estatuto OrgÁnico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 11, Agust.
Además, a las responsabilidades del rector se agregó la de advertir al Consejo Superior del Commented [EG13]: ACA INICIAN LAS COMILLAS

pronto término de su periodo treinta días antes de que este se llevara a cabo, para efectos de la
elección de su sucesor”281. Al mismo tiempo, aunque se mantenía la facultad del rector para Commented [U14]: Faltan las comillas de apertura. No se
sabe dónde empieza la cita.
nombrar profesores y vicerrectores, se estableció el previo acuerdo con los decanos y directores
Commented [PSH15R14]: SE AGREGÓ LA DE
de institutos y departamentos para los primeros y con el Consejo Superior para los segundos. “ADVERTIR AL CONSEJO SUPERIOR…….

Por otra parte, el nuevo estatuto estableció un Consejo Académico y uno Administrativo-
Financiero de la Universidad, una feliz innovación que permitió dividir estas dos áreas
administrativas y que permanece hasta hoy casi inalterada; en el primero de estos organismos,
estudiantes y egresados tuvieron acceso a través de representantes282. El gobierno de las facultades
quedó a su vez conformado por consejos de facultad más los dos decanos ya presentes, el de
estudios y el de administración; también en los consejos de facultad los estudiantes obtuvieron
representación283.
La autoridad y función del vicerrector fue clarificada en comparación con el estatuto
anterior; se estableció uno general más vicerrectores académicos y seccionales284. También se
esclareció la naturaleza de la figura del departamento como “un organismo al servicio de las demás
unidades docentes de la Universidad, responsable de la docencia e investigación de una o varias
disciplinas afines”285. Como parte de la colegialización administrativa se instituyó la función
asesora de varios organismos, algunos nuevos y otros ya existentes: capellanía, oficina de
planeación, oficina de promoción universitaria, oficina de relaciones públicas, dirección cultural
estudiantil, entre otras286.

281
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 12, Agust.
282
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, pp. 7-8, Agust.
283
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 10 y 22, Agust.
284
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 14, Agust.
285
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 18, Agust.
286
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 20-21, Agust.
Por otra parte, este estatuto de 1972 definió la identidad administrativa de las seccionales
como organismos descentralizados y con gran capacidad de autonomía, se estableció por ejemplo
que los ingresos en las seccionales serían empleados en su propio funcionamiento y desarrollo287.
Con esto no solo se normativizó la Seccional Bucaramanga, creada ese mismo año, sino que se
tuvo en cuenta la posibilidad de nuevas seccionales en el futuro. Finalmente, como dato curioso,
el nuevo estatuto adoptó oficialmente la sigla U.S.T.A. como denominación abreviada de la Commented [U16]: Se sugiere dejar sin puntos.

institución 288
. Commented [PSH17R16]: TOTALMENTE DE
ACUERDO, A PESAR QUE EN EL ESTATUTO DE 1972
El Estatuto fue complementado con un Reglamento General, cuerpo de reglas para el APARECE CON PUNTOS, PERO LA PRÁCTICA
VOLVIÓ LA SIGLA SIN PUNTOS
funcionamiento de la Universidad, aprobado en enero de 1973. Este reglamento consagró a los
estudiantes como objeto último y razón de ser de la Universidad, al tiempo que estableció las
condiciones y procedimientos para su participación en los consejos de Facultad y Académico a
través de representantes.

287
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 20, Agust.
288
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 23, Agust.
Formatted: Centered
Imagen 40. Foto primer Reglamento Estudiantil GeneralDE 1966

El Reglamento dejaba claro que esta representación no implicaba ninguna forma de


cogobierno, sino un acercamiento asesor, leal y responsable por parte de los representantes. Así
mismo, se rechazan huelgas, paros, asonadas y todo aquello que fuere en contra de la normalidad
académica y se establece que la posición de la Universidad frente a los problemas nacionales sería
asumida por los representantes del plantel y que, independientemente del asentimiento o disensión
estudiantil, estos estaban en la obligación de respetar los fueros del claustro y su filosofía
institucional289.
Con todo, en el segundo semestre del año 1973, algunos estudiantes, esta vez de la Facultad
de Derecho —localizada en el edificio de la carrera novena con calle 72 —, siguieron organizando
asambleas estudiantiles, lo que ocasionó nuevas acciones disciplinarias por parte de las
directivas290. La crítica situación continuó a lo largo de 1974 con la participación de estudiantes
de varias facultades tanto de Bogotá como de Bucaramanga, que se convirtió en un epicentro
importante del accionar estudiantil291.

289
Estatuto Orgánico y Reglamento General – Universidad de Santo Tomás, 31 de julio de 1972, Mod. 1, Est. 1, Caj.
2, Carp. 14, Fol. 95, p. 30, Agust.
290
Comunicación de los estudiantes Fabio Salamanca, Diego Mendoza, Eduardo Otálora y Omar Ortiz al Consejo
Superior, 7 de diciembre de 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 67, Agust. Cartas del secretario general a los
estudiantes Sonia Mora, Lacides Calderón, Fabio Salamanca, Félix Otálora, Hernán Rodríguez, Omar Ortiz, Luz
Colombia de González, Diego Mendoza, 21 de diciembre de 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 5-12, Agust.
Acuerdo n.o 21 de 1973 del Consejo Superior, 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 69-70, Agust; Comunicado
de la representación estudiantil, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 57, Agust.
291
Acuerdo n.o 7 de julio 2 de 1974 del Consejo Superior, 2 de julio de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 80,
Agust. Acuerdo n.o 8 de agosto 8 de 1974 del Consejo Superior, 8 de agosto de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7,
Fol. 81, Agust; Galvis, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978, 7. ES EL NOMBRE DEL INFORME
DE GALVIS
Imagen 41. Foto del Reglamento de Vivienda al frente de la feria

Imagen 42. Plazoleta sede norte, facultades de Filosofía y Derecho en 1990, actualmente
es el Edificio Doctor Angélico

Las acciones de algunos estudiantes de Derecho que bloquearon clases el 21 de agosto de


ese año constituyeron uno de los momentos más críticos, puesto que motivaron cancelación de
matrícula a cuatro estudiantes, entre otras acciones disciplinarias292 que a su vez dieron pie a un
“paro académico” y manifestaciones estudiantiles que pedían el reintegro de los sancionados. El
paro comenzó el 4 de septiembre293 y el día siguiente el rector Torres, mediante la Resolución n.o
40 tomó una importante decisión:

[-CITA-] Artículo 1. Declarar en receso todas las actividades docentes de la Universidad, desde
mañana viernes 6 de septiembre, hasta que el Consejo Superior, ya convocado, tome medidas
definitivas frente a la situación creada por los mencionados causantes de los disturbios.

Artículo 2. El personal administrativo y de servicio deberá continuar en sus labores, identificándose


debidamente a la entrada, por cuanto las puertas de acceso de la Sede Principal como de la Seccional
Norte permanecerán cerradas.

Artículo 3. El personal docente será llamado en el momento en que las Directivas lo estimen
conveniente.

Artículo 4. El parecer personal de los alumnos y profesores sobre la situación presente y


manifestada al Rector por escrito será bien recibido y atentamente estudiado a su debido tiempo294.
[-CITA-]

La decisión del padre rector fue confirmada dos días más tarde por el Consejo Superior295.
El cierre de la Universidad produjo manifestaciones callejeras y duros ataques por parte del
movimiento estudiantil contra la Universidad, sus directivas y la comunidad dominicana296. En

292
Acuerdo n.o 9 de agosto 27 de 1974 del Consejo Superior, 27 de agosto de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7,
Fol. 86, Agust; Boletín Informativo Oficial sin número y sin fecha, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 93-
94, Agust.
293
Acuerdo n.o 16 de octubre 1 de 1974 del Consejo Superior, 1 de octubre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7,
Fol. 117, Agust.
294
Resolución n.o 40 de septiembre 5 de 1974 del rector, 5 de septiembre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol.
97, Agust.
295
Acuerdo n.o 13 de septiembre 7 de 1974 del Consejo Superior, 7 de septiembre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5,
Carp. 7, Fol. 98, Agust.
296
Cartas de rector Luis J. Torres a Fabio Salamanca, Diego Mendoza y Eduardo Otálora, 17 de septiembre de 1974,
Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 193-195, Agust.
Bucaramanga, el 19 de septiembre, las partes finalmente acordaron solucionar los conflictos por
las vías de derecho y hubo una amnistía para los involucrados en el movimiento estudiantil297.

Imagen 43. Padre Álvaro Galvis, O. P.

Como la situación en Bogotá continuaba siendo crítica, en octubre el padre Torres nombró
una comisión integrada por el presidente del Consejo Superior Marco Antonio Peña, O. P., el
vicerrector general Álvaro Galvis, O. P., el decano de administración de la Facultad de Derecho

297
Comunicado a todo el estudiantado de la Universidad Santo Tomás, 28 de abril de 1975, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8,
Carp. 6, Fol. 395, Agust.
Dr. Rafael Bautista y el Dr. Alberto Cárdenas Patiño, representante del Claustro de Profesores al
Consejo Superior,

[-CITA-] para que, supuesto el inmediato restablecimiento del orden académico, conforme a los
Reglamentos y sin coacción de ningún género inicien cuanto antes conversaciones particulares con
cada uno de los alumnos sancionados que le permitan al Señor Rector estudiar la posibilidad de
conceder a dichos alumnos el recurso de gracia que les facilite la conclusión de sus estudios en esta
Universidad298. [-CITA-]

Mientras la comisión avanzaba, e incluso llegaba a algunos acuerdos con los estudiantes
implicados, ocurrió la toma estudiantil del edifico de la 72 el día 4 de octubre que constituyó el
cenit de la crisis, puesto que trascendió el plano universitario para convertirse en problema de
orden público. La crítica situación, que amenazaba con paralizar las actividades, llevó al padre
rector a la decisión de apartarse del cargo. El 14 de diciembre, fray Luis J. Torres, que en 1973
había sido ratificado por la comunidad dominicana como rector por tiempo indefinido299, renunció
ante los consejos Superior y de Provincia. En su carta de renuncia, el rector exponía la dura
situación vivida por la Universidad en los últimos meses y auguraba la continuidad de hechos
parecidos debido a que era un fenómeno del contexto universitario general.
Desde septiembre de 1974, el padre Álvaro Galvis como vicerrector general y rector
encargado, junto con el padre Marco Antonio Peña como presidente del Consejo Superior, venían
encargándose de algunos aspectos de la crisis300. Por ello, después de aceptar la renuncia del rector,
el Consejo Superior estudió una terna conformada por ellos dos junto con el padre José de J. Farías,

298
Galvis, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978, 3 YA; Acuerdo n.o 16 de octubre 1 de 1974 del
Consejo Superior, 1 de octubre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6, Fol. 210-211, Agust.
299
Acuerdo n.o 4 de 1973 del Consejo de la Provincia Dominicana de San Luis Bertrán, 1973, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5,
Carp. 7, Fol. 40, Agust.
300
Carta del vicerrector Álvaro Galvis dirigida a Carlos Medellín, 11 de septiembre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8,
Carp. 4, Fol. 182, Agust. Respuesta de Carlos Medellín al vicerrector Álvaro Galvis, 12 de septiembre de 1974, Mod.
1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 4, Fol. 183, Agust; Galvis, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978, 2. YA
O. P.301, eligiendo al primero de ellos nuevo rector de la Universidad Santo Tomás302. Así
terminaba la primera rectoría de la USTA, que había durado exactamente diez años.

Imagen 44. Padres Galvis y Marco Antonio Peña en la inauguración del II Congreso de
Filosofía Latinoamericana

La salida de fray Luis J. no amainó los ánimos de grupos políticos estudiantiles internos
inluenciados por las Juventudes Patrióticas (JUPA) y el Movimiento Obrero Independiente
Revolucionario (MOIR)303, que criticaron el cambio de rector como una maniobra de la comunidad
dominicana para sacar a un padre Torres desprestigiado por despótico y represivo e imponer una

301
Galvis, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978, 5. YA
302
Torres, Informe rectoral sobre la restauración, sin folio; Acuerdo n.o 18 de diciembre 14 de 1974 del Consejo
Superior, 14 de diciembre de 1974, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 130-131, Agust.
303
Eduardo Gómez B., “Desde la restauración hasta la USTA Colombia”, en De la Tomística de Santafé a la
Universidad Santo Tomás de Colombia en las últimos 50 años (Ediciones USTA, 2015), 67 a 69.
figura “amiga del estudiante” para ejecutar los planes educativos del imperialismo304. De manera
que mientras Torres era frecuentemente atacado por “godo”, el padre Galvis era tenido como un
“demagogo”305.
En 1975 el epicentro de las protestas estudiantiles se trasladó a Bucaramanga. De allí se
volvió a extender a Bogotá306. Aunque en la primera parte del año se dio una actividad destacable,
fue el segundo semestre el de mayor movilización y tensión estudiantes-directivas307. Un paro
general dio inicio el 19 de septiembre y en la madrugada del domingo 21 de septiembre, un grupo
de estudiantes intentó entrar al edificio de la calle 51 con 13, que se encontraba aún en
construcción, y se generó una confusión que de nuevo trascendió al plano nacional puesto que
involucró disparos por parte de un celador y el posterior desalojo por parte de la policía308.
Ante esto, el rector Galvis declaró un receso de la actividad académica309 que duró varios
días, impuso enérgicas sanciones a 24 estudiantes310 y se adelantó un programa de enseñanza
desescolarizada para aquellos estudiantes determinados a finalizar el semestre311; todo esto llevó
a la terminación efectiva del semestre y al fin del conflicto312. Aunque se siguieron presentando
situaciones de tensión entre estudiantes y directivas hasta bien entrado el año de 1976, octubre de
1975 marca el fin del periodo de agitación estudiantil en la USTA.

304
¿Qué se concluye de la entrevista con el rector en la revista “Espiral 3”?, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp.
6, Fol. 24, Agust.
305
¿Qué se concluye de la entrevista con el rector en la revista “Espiral 3”?, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp.
6, Fol. 24, Agust.
306
Comunicado a todo el estudiantado de la Universidad Santo Tomás, 28 de abril de 1975, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8,
Carp. 6, Fol. 395, Agust.
307
Sin Autor, sin título, El Tiempo, 22 de septiembre, 1975, 2-A.
308
Sin Autor, sin título, El Tiempo, 22 de septiembre, 1975, 2-A; Comunicado en el que se exponen los hechos
ocurridos el domingo 21 de septiembre de 1974, sin fecha, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7, Fol. 106.
309
Resolución n.o 68 de septiembre 25 de 1975 del rector, 25 de sepriembre de 1975, Mod. 1, Est. 1, Caj. 8, Carp. 6,
Fol. 411, Agust.
310
Acuerdo n.o 8 de octubre 6 de 1975 del Consejo Superior, 6 de octubre de 1975, Mod. 1, Est. 1, Caj. 5, Carp. 7,
Fol. 140-141, Agust.
311
Véase Anexo imagen 1, “Comunicado de las directivas. Bogotá, 8 de octubre de 1975”.
312
Galvis, Informe de la rectoría sobre la gestión de 1974-1978, 9. YA
Imagen 45. Entrega de diploma padre Álvaro Galvis y padre Luis J. Torres

LAS FRASES QUE ME PIDIERON

 MAS RÁPIDO, MÁS ALTO, MÁS FUERTE


 EDUCAR PARA ESTIMULAR LAS PREGUNTAS VITALES Y PARA
PROMOVER LA CAPACIDAD PERSONAL DE RESPUESTA
 LO QUE A TODOS ATAÑE, POR TODOS DEBE SER TRATADO Y DECIDIDO.
 HAY QUE DIGNIFICAR LA TRADICIÓN, NO PRECISAMENTE POR
ANTIGUA, SINO COMO GENERADORA DE LO NUEVO, Y LLEGAR A UN
PUNTO DE EQUILIBRIO ENTRE EL HOY Y EL AYER, ENTRE EL PASADO Y
EL PRESENTE
 DURANTE EL CORTO PAPADO DE JUAN XXIII (1958-1963) SE GENERÓ UNA
DE LAS MÁS IMPORTANTES REFORMAS EN LA HISTORIA DEL
CRISTIANISMO, EL AGGIORNAMENTO, UN CONJUNTO DE PROCESOS DE
RENOVACIÓN QUE RESPONDIERON A FENÓMENOS DE LARGO ALCANCE
COMO LA MODERNIZACIÓN Y LA SECULARIZACIÓN Y QUE TUVIERON
SU EXPRESIÓN DEFINITIVA EN EL CONCILIO VATICANO II
 SIENDO IMPOSIBLE INSTALAR LA NUEVA UNIVERSIDAD EN EL CENTRO
DE BOGOTÁ, LOS RESTAURADORES DIRIGIERON SUS MIRADAS HACIA
EL SECTOR DEL MARLY EN DONDE LA COMUNIDAD TENÍA
PROPIEDADES DESDE LA SEGUNDA DÉCADA DEL SIGLO XX
 RECORDEMOS QUE INGENIERÍAS, ECONOMÍA Y ADMINISTRACIÓN ERAN
PRECISAMENTE EL TIPO DE CARRERAS QUE, POR ESTAR ÍNTIMAMENTE
ASOCIADAS A LA GENERACIÓN DE INFRAESTRUCTURA, AL
CRECIMIENTO DEL SECTOR EMPRESARIAL, Y EN ÚLTIMAS A LA
ESENCIA DEL SISTEMA LIBERAL-CAPITALISTA ERAN ALENTADAS POR
LAS IDEAS DESARROLLISTAS
 LA EDUCACIÓN SUPERIOR DEBÍA ESTAR EN CONEXIÓN CON EL
PROCESO PRODUCTIVO, PIEZA CENTRAL DEL DESARROLLO Y LA
MODERNIZACIÓN. Padre Josepf Lebret
 A LO LARGO DE ESTOS 50 AÑOS DE HISTORIA LA SANTO TOMÁS SE HA
SEGUIDO CARACTERIZANDO POR LA TRANSVERSALIDAD DE LA
FILOSOFÍA Y LAS HUMANIDADES EN LA FORMACIÓN DE SUS
EDUCANDOS.
 EL 11 DE JULIO DE 1966 EL GOBIERNO NACIONAL EXPIDIÓ EL DECRETO
1772 —FIRMADO EL 15 DE JULIO— QUE RECONOCÍA LA RESTAURACIÓN,
APROBABA LOS PROGRAMAS ACADÉMICOS DE LAS FACULTADES,
AUTORIZABA A LA UNIVERSIDAD PARA, UNA VEZ TERMINADOS LOS
ESTUDIOS DE ÚLTIMO AÑO Y CON LA VENIA DE LA ASCÚN, SOLICITAR
AUTORIZACIÓN PARA EXPEDIR LOS TÍTULOS CORRESPONDIENTES Y,
FINALMENTE, INCLUÍA A LA SANTO TOMÁS ENTRE LAS UNIVERSIDADES
OFICIALMENTE RECONOCIDAS POR EL ESTADO
 BOLETÍN INFORMATIVO OFICIAL, PRIMER MEDIO DE COMUNICACIÓN,
VIO LA LUZ EN MAYO DE 1968, CON LA FINALIDAD DE INFORMAR A
TODOS LOS MIEMBROS DE LA USTA SOBRE SUS AVANCES. EN EL MISMO
MES Y AÑO EMPEZÓ LA PUBLICACIÓN ACADÉMICA DE LA REVISTA
UNIVERSIDAD SANTO TOMÁS, QUE DESDE 1977 SE CONOCE COMO
REVISTA ANÁLISIS, A CARGO DEL DEPARTAMENTO DE HUMANIDADES Y
FORMACIÓN INTEGRAL
 JORGE VERGARA, DOMINICO TERCIARIO EN 1967 AFIRMÓ: “LA
ABSOLUTA NECESIDAD DE LAS HUMANIDADES PARA LOS CLAUSTROS
UNIVERSITARIOS. LAS HUMANIDADES HACEN UNA LABOR DE
DIGESTIÓN, JERARQUIZACIÓN, TRANSFORMACIÓN Y ADECUADA
DISTRIBUCIÓN DE LOS CONOCIMIENTOS, SIN LO CUAL LA UNIVERSIDAD
TERMINA FORMANDO TÉCNICOS, CIENTÍFICOS Y ERUDITOS PERO NO
CIUDADANOS
 LA RED DE LAICOS DOMINICOS DE LA HERMANDAD DE SANTO TOMÁS,
IMPULSADA POR LOS FRANCESES BLANCHET Y NELLY, FUE
FUNDAMENTAL EN VARIOS SENTIDOS PARA ECHAR A ANDAR EL
PROYECTO DE RESTAURACIÓN. EN PRIMER LUGAR, A TRAVÉS DE ELLOS
LA COMUNIDAD DOMINICANA REVITALIZÓ SU CAPITAL SOCIAL ENTRE
LA ÉLITE UNIVERSITARIA Y POLÍTICA DE BOGOTÁ. POR OTRO LADO,
CONTINUARON VINCULADOS A LA SANTO TOMÁS COMO DOCENTES Y
DIRECTIVOS DURANTE LOS AÑOS DE LA CONSOLIDACIÓN, APORTARON
ENORMEMENTE A LA FORMACIÓN CURRICULAR Y ADMINISTRATIVA DE
LA UNIVERSIDAD GRACIAS A SU AMPLIA EXPERIENCIA ACADÉMICA-
ADMINISTRATIVA
 “CRISTIANIZAR LAS CIENCIAS Y LA TÉCNICA, EL DESARROLLO SOCIAL
Y POLÍTICO, LA VIDA HUMANA EN TODAS SUS MANIFESTACIONES, A
TRAVÉS DE LA SANA DOCTRINA Y DE LA ORTODOXIA DE LA IGLESIA. SI
ESTE FIN ESPECÍFICO LLEGARE ALGUNA VEZ A HACERSE IMPOSIBLE,
EL CLAUSTRO TOMISTA NO TENDRÍA POR QUÉ SEGUIR EXISTIENDO”.
Luis J. Torres, primer rector de la restaurada USTA
 LA UNIVERSIDAD DE 1965 NO ES Y NO PUEDE SER LA DE 1861. POR ELLO
NO FUE RESTAURADA COMO “TOMÍSTICA” EN EL SENTIDO DE UN
ESFUERZO ÚNICO POR PROFESAR Y ENSEÑAR LA DOCTRINA DE SANTO
TOMÁS, SINO COMO “TOMISTA”

Vous aimerez peut-être aussi