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Para que se configure un diálogo de paz que establezca un foco hacia un acuerdo

entre dos partes distintas, se requiere de una misma voluntad de dos partes, que a
su vez deben estar afirmadas en sus ideales. Esta idea se logró reflejar en los
diálogos que ejecutó Juan Manuel Santos durante la búsqueda de la paz con la
guerrilla FARC, liderada por Rodrigo Londoño, alias ‘Timochenko’, quien no solo
mostró voluntad de alcanzar la paz durante el vertiginoso proceso que llevaron a
cabo el Gobierno y este grupo alzado en armas, sino que como cabeza de mando
o unidad de liderazgo, encaminó el proceso hacia un mismo punto de encuentro en
el que se lograría el acuerdo final.
Un proceso de paz que más allá de ser ejemplo para el que se planea ejecutar con
el Ejército de Liberación Nacional (ELN), no concede el mismo panorama político
que las FARC plantearon desde su estructura como guerrilla. Partiendo de la idea
de que el ELN es una guerrilla descentralizada, es decir, sin una unidad fija de
poder, que brinda independencia a cada uno de sus frentes que más allá de guardar
los ideales de grupo que la han configurado históricamente, tratan de beneficiarse
a nivel interno, aun cuando esto pueda ir en contra de lo que proponga la supuesta
‘unidad de mando’.
Esta falta de unidad y orden interno quedó demostrada el pasado mes de enero,
cuando en pleno auge de los diálogos de paz entre el gobierno de Iván Duque y el
ELN, la escuela de cadetes General Santander sufre el atentado con el carro
bomba, que de no ser más polémico por la trascendencia y pruebas dudosas que la
Fiscalía presentó para atribuir este acto al terrorismo en Colombia, dicho grupo
guerrillero se atribuye la culpa a través de un comunicado, situación que el mismo
Pablo Beltrán, jefe negociador del ELN, supuestamente niega en un audio para
Caracol Radio.
Pero esta no sería la primera vez en que se pone en duda la unidad de mando de
este grupo guerrillero, pues los secuestros del Valle del Cauca en la década de los
90’s, en pleno marco de un acercamiento de paz entre el Gobierno de Andrés
Pastrana y el ELN, contradecía lo propuesto por ambas partes de que se creara una
Convención Nacional que provocara la desmilitarización de gran parte del territorio
Nacional sobre la zona del Magdalena Medio, junto con la liberación de rehenes,
decisión a la que los frentes que habían secuestrado a los civiles de la Iglesia La
María al sur de Cali se opuso, hasta que no se realizaran los diálogos, sumado a
las tensiones que se generaron con las Autodefensas Unidas de Colombia en aquel
entonces.
Retomando el proceso actual, no es descabellado creer que la unidad de mando y
los principios que originaron al ELN se encuentren en un desvío ideológico, pues
solo queda un integrante vivo de lo que fue su surgimiento, quien es Nicolás
Rodríguez Bautista, alias ‘Gabino’. Y aunque se plantee esta guerrilla como un
grupo unitario, demuestra que a pesar de ser mucho más reducido que las ya
inexistentes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, propone unas
negociaciones que no seguirán un mismo rumbo, sino que se deberán escuchar
diferentes partes si se quiere alcanzar un verdadero acuerdo entre Gobierno y ELN.

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