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9 786123 111847

constitucional
G A C E TA
UNA PUBLICACIÓN DEL GRUPO

ISBN: 978-612-311-184-7

Sentencias de amparo
ANEXO

José Miguel Rojas Bernal


Declarativos y/o de condena
de amparo:
Los efectos de la sentencia constitucional

DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL


TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA
Por materia, titulares del derecho, origen del acto lesivo y efectos de sus sentencias
Junior Pichón De La Cruz
tipología por la forma del acto lesivo
El proceso constitucional de amparo y su

Giancarlo E. Cresci Vassallo


en las asociaciones según el TC Girón / José Rojas Bernal / Junior Pichón De La Cruz
La protección de los derechos fundamentales participantes.
El proceso de amparo entre particulares: La Serna Jordán / Carín Huancahuari Paucar / Dante Botton
Jaime de la Puente Parodi / Giancarlo Cresci Vassallo / Fiorella seleccionadas de los análisis de cada uno de los autores
Gerardo Eto Cruz / Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya / emitidas por el Tribunal Constitucional en materia de amparo,
Fiorella La Serna Jordán
Se suma a este estudio dogmático las principales resoluciones
Procesal Constitucional
A diez años de vigencia del Código En esta obra se presenta y desarrolla dicha tipología.
Amparo contra resolución judicial:
imprescindible conocimiento por parte de los jueces y abogados.
Carín Huancahuari Paucar
y efectos de sus sentencias sentencias (declarativos y/o condena), entre otras, y que son de
procedimental (presentación y carga de la prueba), efectos de las
La tipología del amparo por acto lesivo del derecho, origen del acto lesivo peculiaridades en su postulación (legitimación activa), trámite
diversas modalidades de amparo, cada una de ellas con
Dante Abraham Botton Girón Por materia, titulares Código Procesal Constitucional. En efecto, se puede apreciar
peruano clasificación que se ha realizado a partir de la regulación del
jurisprudencia del Tribunal Constitucional
El amparo laboral y su evolución en la
CONSTITUCIONAL diversos tipos de amparo, los que superan la tradicional E
l Tribunal Constitucional ha ido perfilando en sus sentencias
Jaime de la Puente Parodi DEL TRIBUNAL
Constitucional origen del acto lesivo y efectos de sus sentencias
nuevas decisiones del Tribunal
El amparo previsional y los alcances de las
EN LA JURISPRUDENCIA Por materia, titulares del derecho,

Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya TIPOS DE AMPARO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
El arbitraje y el amparo EN LA JURISPRUDENCIA
Gerardo Eto Cruz
TIPOS DE AMPARO
de amparo en el Perú
Una propuesta de tipologías

LOS TIPOS DE AMPARO


ESTUDIO SOBRE

ESTRUCTURA CONSTITUCIONAL
BIBLIOTECA

BIBLIOTECA
CONSTITUCIONAL ESTRUCTURA

ESTUDIO SOBRE
LOS TIPOS DE AMPARO

Una propuesta de tipologías


de amparo en el Perú
Por materia, titulares del derecho, origen del acto lesivo y efectos de sus sentencias

Gerardo Eto Cruz


TIPOS DE AMPARO
EN LA JURISPRUDENCIA
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL TIPOS DE AMPARO El arbitraje y el amparo
Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya

EN LA JURISPRUDENCIA
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA

Por materia, titulares del derecho, El amparo previsional y los alcances de las
nuevas decisiones del Tribunal
origen del acto lesivo y efectos de sus sentencias Constitucional
DEL TRIBUNAL Jaime de la Puente Parodi

E l Tribunal Constitucional ha ido perfilando en sus sentencias


diversos tipos de amparo, los que superan la tradicional
CONSTITUCIONAL El amparo laboral y su evolución en la
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

jurisprudencia del Tribunal Constitucional


clasificación que se ha realizado a partir de la regulación del peruano
Código Procesal Constitucional. En efecto, se puede apreciar
diversas modalidades de amparo, cada una de ellas con
Por materia, titulares Dante Abraham Botton Girón

peculiaridades en su postulación (legitimación activa), trámite


procedimental (presentación y carga de la prueba), efectos de las
del derecho, origen del acto lesivo La tipología del amparo por acto lesivo
sentencias (declarativos y/o condena), entre otras, y que son de y efectos de sus sentencias Carín Huancahuari Paucar
imprescindible conocimiento por parte de los jueces y abogados.
Amparo contra resolución judicial:
En esta obra se presenta y desarrolla dicha tipología. A diez años de vigencia del Código
Procesal Constitucional
Se suma a este estudio dogmático las principales resoluciones Fiorella La Serna Jordán
emitidas por el Tribunal Constitucional en materia de amparo, Gerardo Eto Cruz / Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya /
seleccionadas de los análisis de cada uno de los autores Jaime de la Puente Parodi / Giancarlo Cresci Vassallo / Fiorella
La Serna Jordán / Carín Huancahuari Paucar / Dante Botton El proceso de amparo entre particulares:
participantes. La protección de los derechos fundamentales
Girón / José Rojas Bernal / Junior Pichón De La Cruz en las asociaciones según el TC
Giancarlo E. Cresci Vassallo

El proceso constitucional de amparo y su


tipología por la forma del acto lesivo
Junior Pichón De La Cruz

Los efectos de la sentencia constitucional


de amparo:
Declarativos y/o de condena
José Miguel Rojas Bernal

ANEXO
Sentencias de amparo

ISBN: 978-612-311-184-7

UNA PUBLICACIÓN DEL GRUPO


G A C E TA
constitucional
9 786123 111847
TIPOS DE AMPARO EN LA
JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL

PRIMERA EDICIÓN
OCTUBRE 2014
2,750 ejemplares

© Gaceta Jurídica S.A.

PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN
TOTAL O PARCIAL
DERECHOS RESERVADOS
D.LEG. Nº 822

HECHO EL DEPÓSITO LEGAL EN LA


BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
2014-15398
LEY Nº 26905 / D.S. Nº 017-98-ED
ISBN: 978-612-311-184-7
REGISTRO DE PROYECTO EDITORIAL
31501221401036

DIAGRAMACIÓN DE CARÁTULA
Martha Hidalgo Rivero
DIAGRAMACIÓN DE INTERIORES
Jennifer Paola Gutiérrez Arroyo

Gaceta Jurídica S.A.


Angamos Oeste 526 - Miraflores
Lima 18 - Perú
Central Telefónica: (01)710-8900
Fax: 241-2323
E-mail: ventas@gacetajuridica.com.pe

Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.


San Alberto 201 - Surquillo
Lima 34 - Perú
Presentación
Como se sabe, el proceso de amparo procede contra el hecho u omisión, por parte
de cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza derechos consti-
tucionales distintos a la libertad individual y a los protegidos por el hábeas data.
Este amplio margen de protección del amparo ha conllevado en la práctica a dos
situaciones. La primera, que el proceso responda a la defensa de derechos distintos, lo
cual conduce al juez constitucional a conocer múltiples problemáticas, tanto a nivel
causal como procesal, que escapan de los aspectos generales regulados por el Código
Procesal Constitucional. La segunda, que esta característica es forzada por algunos abo-
gados con el objetivo de “amparizar” las causas que asesoran. Ambas situaciones traen
como consecuencia la elevada carga procesal que existe en la justicia constitucional y
que tienen como protagonista al amparo.
El Tribunal Constitucional, en su calidad de Alta Corte de los procesos constitucio-
nales, hace esfuerzos por remediar el contexto descrito, buscando un correcto equilibrio
entre lo que debe conocerse y aquello que no resulta plausible de tutela por el amparo.
Atendiendo a dicha finalidad, el Colegiado ha desarrollado una jurisprudencia fructífera
en cuanto a reglas y criterios que determinan la procedencia del proceso de amparo en
sus diversas manifestaciones.
El presente libro Tipos de amparo en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
se constituye, de esta manera, en una herramienta útil y necesaria para el conocimiento
amplio de las decisiones jurisprudenciales respecto al proceso de amparo y las carac-
terísticas principales de sus tipos.
El texto parte desarrollando una propuesta de tipología de amparos a partir de cin-
co criterios: a) según la materia, b) por el acto lesivo que se impugna, c) por la forma
del acto lesivo que se impugna, d) por los efectos de la sentencia y e) en función de
la legitimidad procesal. Luego de ello, se aboca a desarrollar puntualmente los tipos
de amparo más recurrentes en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional: amparo
arbitral, amparo previsional, amparo laboral, amparo contra resoluciones judiciales,
amparo entre particulares, entre otros.

5
PRESENTACIÓN

Cabe señalar que en una oportunidad anterior los autores de la presente obra,
especialistas en la materia, se han ocupado de toda esta problemática; sin embargo,
en esta ocasión, considerando la existencia de nuevos pronunciamientos del Tribunal
Constitucional –como por ejemplo el nuevo precedente vinculante recaído en el Exp. Nº
00987-2014-PA/TC, caso Vásquez Romero, el cual precisa los criterios de procedencia
del Recurso de Agravio Constitucional– han creído oportuno ampliar el análisis de
sus respectivas posturas, sobre los diversos tipos de amparo de que trata esta edición,
enriqueciéndolas y complementándolas.
En definitiva, estamos ante una publicación esencial sobre la materia, la cual gracias
a su rigurosidad permitirá a nuestros lectores contar con mayores alcances sobre una de
las instituciones más significativas del Derecho Procesal Constitucional.

Pedro Pablo SALAS VÁSQUEZ


Coordinador Ejecutivo
de Gaceta Constitucional

6
ESTUDIOS SOBRE
LOS TIPOS DE AMPARO
Una propuesta de tipologías
de amparo en el Perú

Gerardo ETO CRUZ*

Introducción
¿Cabe a estas alturas hablar de una clasificación en torno a los procesos de amparo?
¿Es posible que, según los criterios que se asuman, se puedan encontrar una suerte de
modalidades o tipologías de este proceso?
Por principio, a nivel de la comparativa son diversos los autores que desde pers-
pectivas singulares ensayan una especial clasificación del amparo en sus respectivos
sistemas de jurisdicción constitucional.
La idea no es descabellada, pues el legislador peruano impetró en la configuración nor-
mativa del hábeas corpus una clasificación o tipos de este singular proceso constitucional1.
Y la doctrina, posterior a la promulgación del Código Procesal Constitucional (C. P. Const.),
no solo hoy reconoce modalidades específicas de hábeas corpus2, sino que incluso ha em-
pezado, a partir de dicho delineamiento, a trabajar estas clasificaciones. Y ni qué decir
de la doctrina del TC que desde hace tiempo ha venido delineando estas tipologías de

* Doctor en Derecho Público por la Universidad Santiago de Compostela. Profesor de Derecho Constitucional en
la Universidad Nacional de Trujillo, Universidad Nacional Mayor de San Marcos y en la Universidad de San
Martín de Porres. Ex magistrado del Tribunal Constitucional del Perú.
1 Si bien el Código Procesal Constitucional no ha recogido expresamente una “tipología” del hábeas corpus,
en el capítulo dedicado a este proceso constitucional existen una serie de normas que definirían una suerte
de diferencia en el objeto del hábeas corpus (aún cuando todos los derechos enunciados sean conexos con la
integridad y libertad personal) pasible de ser materia de una clasificación. Así por ejemplo, en el artículo 25
relativo a los derechos protegidos por el hábeas corpus, el inciso 13 recoge la procedencia del hábeas corpus
contra el seguimiento policial y la vigilancia domiciliaria injustificados o arbitrarios, que se encuadra dentro de
lo que la doctrina conoce como “hábeas corpus restringido”. Por otro lado, el inciso 17 del mencionado artículo
ha previsto la interposición del hábeas corpus contra la forma de tratamiento irrazonable o desproporcionada en
la aplicación de la pena, lo cual es ubicado por la doctrina en la figura del “hábeas corpus correctivo”. Del mismo
modo, cuando el Código alude en el inciso 14 al derecho a la excarcelación del detenido, ordenada por el juez,
la doctrina ha ubicado esta causal de procedencia dentro del llamado “hábeas corpus traslativo”. Finalmente, el
Código ha dispuesto en el artículo 32 un trámite especial para el hábeas corpus contra la desaparición forzada de
personas, y que la doctrina ha dado en denominar “hábeas corpus instructivo”.
2 Vid. HUERTA GUERRERO, Luis: “Tipos de hábeas corpus en el ordenamiento jurídico peruano”, en AA.VV.:
En defensa de la libertad personal. Estudios sobre el hábeas corpus, Luis Castillo Córdova (Coordinador),
Cuadernos de análisis y crítica a la jurisprudencia constitucional Nº 5, Palestra, Lima, 2008, pp. 89-105.

9
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

hábeas corpus3; como incluso y mucho más recientemente, tipologías en el ámbito del
proceso de hábeas data4.
No obstante, en el caso del proceso constitucional de amparo, el tema por principio
no es pacífico. Con todo, antes de ensayar un boceto y desarrollo de las modalidades de
amparo, nos vamos a permitir desarrollar, preliminarmente, algunas reflexiones sobre
las clasificaciones desde una orilla epistémica.

I. La vasta utilidad o inutilidad de las clasificaciones: un intermezzo


reflexivo
Hace mucho tiempo anotaba George Berkeley que: “tan pronto como nos se-
paramos de los sentidos y del instinto para seguir la luz de un principio superior, para
razonar, meditar y reflexionar sobre la naturaleza de las cosas, surgen miles de dudas
en nuestras mentes en relación con aquellas cosas que antes nos parecía comprender
totalmente. Por todas partes se descubren ante nuestros ojos prejuicios y errores de los
sentidos; y al tratar de corregirlos por medio de la razón desembocamos, sin darnos
cuenta, en extrañas paradojas, dificultades e inconsistencias que se multiplican y nos
desbordan, a medida que avanzamos en la especulación, hasta que, al fin, después de
haber vagado por muchos intrincados laberintos, nos encontramos exactamente donde
estábamos, o, lo que es peor, situados en un escepticismo desolador”5.
Este escepticismo hoy ha sido superado a partir de la revolución científica que
supuso la transformación de la concepción teocéntrica del mundo en una concepción
antropocéntrica; o lo que es lo mismo en la transformación de la sociedad medieval en
moderna y que fue iniciada en el siglo XVII.

3 El Tribunal Constitucional peruano ya desde la STC Exp. N° 02663-2003-HC/TC (f.j. 6), caso Eleobina Mabel
Aponte Chuquihuanca, empezó a delinear una tipología del hábeas corpus que sentó hasta en ocho tipos: a)
Hábeas corpus reparador, b) Hábeas corpus restringido, c) Hábeas corpus correctivo, d) Hábeas corpus
preventivo, e) Hábeas corpus traslativo, f) Hábeas corpus instructivo, g) Hábeas corpus innovativo, h) Hábeas
corpus conexo.
4 Vide al respecto la STC Exp. N° 06164-2007-HD/TC, caso Jhonny Robert Colmenares Jiménez. La doctrina
extranjera, sobre todo argentina, ha efectuado una clasificación de modalidades de hábeas data, sobre todo
a partir de los aportes de SAGÜÉS, Néstor Pedro: “El hábeas data en Argentina (orden nacional)”, en: Ius
et praxis, Año 3, Nº 1, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Talca, Talca, pp.
137-150; PUCCINELLI, Oscar Raúl: “Versiones, tipos, subtipos y subespecies de hábeas data en el derecho
latinoamericano (Un intento clasificador con fines didácticos), en: Revista Iberoamericana de Derecho Procesal
Constitucional, Nº 1, México, 2004, pp. 93-116. A nivel local, la tipología del hábeas data ha sido desarrollada
por PALMA ENCALADA, Leny: “El proceso de habeas data en el diseño del Codigo Procesal Constitucional”,
en: Derecho Procesal Constitucional peruano (Estudios en homenaje a Domingo García Belaunde), Tomo I;
José Palomino Manchego (Coordinador), Grijley; Lima, 2006, pp. 673 y ss.; CARRASCO ALARCÓN, Luis
Alberto: El hábeas data frente a los abusos del poder informático (análisis, jurisprudencia y casos prácticos),
Gráfica Espinal, Lima, 2008, vid. especialmente el capítulo “Modalidades y subtipos de hábeas data”.
5 BERKELEY, George. Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Introducción, Traducción y Notas
de Concha Cogolludo Mansilla, Editorial Gredos, Madrid, 1982, pp. 27-28.

10
GERARDO ETO CRUZ

Esta transformación ha sido el resultado de la emergencia de una nueva actitud


hacia la naturaleza a través de un nuevo pensamiento científico y cuyos depositarios
de la revolución científica6 fueron, entre otros: Andrés Vesalia (1514-1564), Galileo
Galilei (1564-1642), William Harvey (1578-1657), Isaac Newton (1642-1727), Robert
Hooke (1635-1702) y Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716).
Y si bien los autores citados fueron los científicos de la revolución científica,
destaca en la historiografía de la evolución de las ideas, los llamados “filósofos” de la
revolución científica, aún cuando en el siglo XVII resulta ciertamente complicado dis-
tinguir a un científico de un filósofo, en tanto predominó una nueva especie por aquella
época, híbrido donde el hombre de la ciencia filosofaba y viceversa. Con todo, bien
cabe identificar aquí a Francis Bacon (1561-1626), René Descartes (1596-1650), John
Locke (1632-1704), George Berkeley (1685-1753), David Hume (1711-1776) y Em-
manuel Kant (1724-1804).
Viene todo este marco introductorio a colación, por cuanto, desde la historia y
cronología de la ciencia7 y los descubrimientos el hombre ha tratado de entender el
fenómeno de las cosas y, a partir de allí, ensayar múltiples maneras de clasificar un
campo de relaciones o fenómenos.
De antemano, basta recordar que la clasificación de objetos o de conceptos es una
práctica científica de suyo antigua. Y de hecho se le considera como una de las más
primitivas8. Así, Aristóteles, por ejemplo, en el 350 a.C. formuló una clasificación
sorprendente en torno a los animales9, aún cuando en 1691 John Ray (1607-1705)
formuló una clasificación de los animales de manera lógica10; y ya en 1686 este mismo
naturalista inglés formularía una moderna clasificación del reino vegetal11.
En principio, la clasificación de por sí es una actividad científica que muchas
veces es una primera etapa en la vía de la explicación, pero también a veces es la etapa

6 La “revolución científica” es una expresión de antigua data. Con todo, su verdadero significado es tributario al
influjo de tres libros famosos: Los orígenes de la ciencia moderna de Herbert Butterfield, publicado por primera
vez en 1949, La revolución científica de A. Rupert Hall publicado en 1954, y La estructura de las revoluciones
científicas de Thomas S. Kuhn de 1962.
7 DE ASÚA, Miguel (Introducción y selección de textos): La historia de la ciencia. Fundamento y transformaciones,
Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1993; vid. en especial a TANNERY, Paul. “Acerca de la historia
general de las ciencias”, p. 45 y ss.
8 ALLÈGRE, Claude. Diccionario del amante de la ciencia, Traducción de José Miguel González Marcén, Paidós,
Barcelona, 2008, vid. la voz “clasificación”, p. 171.
9 Aristóteles fue un cuidadoso observador que se sentía fascinado por la tarea de clasificar las especies animales
disponiéndolas jerárquicamente. Se ocupó de más de 500 especies y diseccionó casi 50. Su método de
clasificación era razonable y, en cierto sentido, sorprendentemente moderno. Vid. a ASIMOV, Isaac: Historia y
cronología de la ciencia y los descubrimientos. Como la ciencia ha dado forma a nuestro mundo, Traducción de
Vicente Villacampa, Actualización (1989-2007) a cargo de Anna Marta Roca I Castellà, 1ª edición actualizada,
Ariel, Barcelona, 2007, p. 55.
10 ASIMOV, Isaac. Historia y cronología de la ciencia y los descubrimientos, ob. cit., p. 206.
11 Ibídem, p. 227. Lo propio Teofrasto, ya en el año 320 a.C. había formulado una clasificación del mundo de las
plantas, vid. ASIMOV, Isaac. Historia y cronología de la ciencia y los descubrimientos, ob. cit., p. 56.

11
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

final, que saca a la luz el orden obtenido gracias a una teoría dada. Y así se puede
seguir verificando cronológicamente el avance de la ciencia y en donde se encuentra
un sinnúmero de clasificaciones de distinta naturaleza.
Para clasificar objetos, conceptos o categorías se debe partir sobre la base de
determinados criterios. En tal perspectiva, se puede afirmar, por tanto, que no hay una
clasificación objetiva. Sin embargo, toda clasificación está fundada sobre un soporte
teórico consciente o inconsciente. Las clasificaciones se gestan en virtud a observa-
ciones o a modelos teóricos y ninguna observación es significativa si no está sostenida
por una teoría12.
De antemano conviene aclarar, epistemológicamente, que toda clasificación no
es, en puridad, verdadera o falsa; o buena o mala; sino que ellas son útiles o inútiles;
por lo que si una clasificación es inidónea, simplemente no resulta útil a los cometidos
y por lo tanto se puede desechar a fin de obtenerse luego otra más depurada, idónea o
apropiada.
Al respecto, ya Genaro Carrió observó agudamente que “las clasificaciones no son
ni verdaderas ni falsas, son serviciales o inútiles; sus ventajas o desventajas están su-
peditadas al interés que guía a quien las formula, y a su fecundidad para presentar un
campo de conocimiento de una manera más fácilmente comprensible o más rico en
consecuencias prácticas deseables”13.
El mismo autor señala que entre los desacuerdos de los juristas una de las más
acendradas disputas es la que se refiere a las clasificaciones. “Este es un vicio que no
es privativo de los juristas, pero asume entre ellos rasgos particularmente nocivos”14.
Y ello es así en la medida en que, en el mundo del derecho, en casi todas las ver-
tientes disciplinarias se desarrollan clasificaciones, muchas de las cuales dimanan del
prestigio y la tradición. Así se cree que determinada clasificación constituye la ver-
dadera forma de agrupar las reglas y los fenómenos, en lugar de ver en ellas simples
instrumentos para una mejor comprensión de estos. Anota Genaro Carrió: “Los fe-
nómenos –se cree– deben acomodarse a las clasificaciones y no a la inversa”15.
Asumiendo los reparos de Carrió, pero tomándolos como advertencia, lo que en
el presente capítulo esbozamos es una propuesta de identificar tipos o modalidades
de procesos de amparo, en el entendido que no es una clasificación apodíctica o axio-
mática, sino didáctica y práctica. La clasificación que aquí presentamos, entonces, es
una referencia en función a determinados criterios, que aquí nos encargaremos primero
de explicitar, para luego abordar, uno a uno, los distintos tipos de amparo que surgen
de estos criterios de clasificación.

12 ALLÈGRE, Claude. Diccionario del amante de la ciencia, ob. cit., p. 173.


13 CARRIÓ, Genaro. Notas sobre Derecho y Lenguaje, 5ª edición, Lexis-Nexis y Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2006, p. 99.
14 Ibídem, pp. 98-99.
15 Ibídem, p. 99.

12
GERARDO ETO CRUZ

Tendríamos, sin embargo, que apuntar que la cobertura que tiene el amparo
en el Perú hoy es cada vez más compleja. Desde la acepción primigenia que le
asignara las primeras disposiciones que introdujeron este instrumento procesal en
nuestro país, el amparo ha sufrido profundos cambios, principalmente con motivo
de su inserción en un nuevo escenario de desarrollo del Estado Constitucional.
Así, merced a, entre otros factores, la constitucionalización del orden jurídico y
la doctrina jurisprudencial de la inexistencia de zonas exentas del control consti-
tucional, el amparo ha sufrido, pese a los intentos legislativos y jurisprudenciales
de restricción de carácter procesal, una progresiva ampliación de su ámbito de
protección.
Tomando como base dicho escenario constitucional que, por cierto, tiene cone-
xiones con el estatus mismo del constitucionalismo en la actualidad y sobre la cual vol-
veremos más adelante, hemos desarrollado la siguiente clasificación que, propedéuti-
camente puede ser útil.

II. Propuesta de clasificación de las tipologías de amparo

1. Según la materia

Aquí el criterio que determina la clasificación del amparo está en función del con-
tenido de lo que jurisdiccionalmente se resuelve. Si bien ha de entenderse que todo tipo
de amparo, a tenor de lo que dispone el artículo 5.1. del C.P.Const. concordante con
el artículo 38, debe estar orientado a proteger un derecho de contenido constitucional
directo, así como el contenido constitucionalmente protegido del mismo; sin embargo,
se trata aquí de la identificación de determinados contenidos iusfundamentales ins-
critos en concretos segmentos del ordenamiento jurídico. Desde luego, estas materias
tienen un contenido constitucional, pero su temática es propia de una especificidad
jurídica autónoma.
Cuando ya hace doscientos años Pellegrino Rossi expresara que la Consti-
tución era la cabecera de todos los capítulos del ordenamiento jurídico, premonito-
riamente estaba señalando lo que hoy el neoconstitucionalismo identifica como la
“constitucionalización del orden jurídico”. Estos aspectos son de suyo importantes
para poder tener en cuenta, en clave, que si bien el amparo como proceso constitu-
cional pretende tutelar derechos fundamentales, estos en rigor no se reducen a una
simple tutela de los derechos constitucionales tal como están prefigurados en los textos
constitucionales; sino que hoy se puede apreciar que su concretización definitiva se
debe buscar en el archipiélago del sistema jurídico, donde los diversos contenidos ius-
fundamentales se van a ver regulados a nivel legislativo en ámbitos jurídicos insospe-
chados, como pueden ser las materias civil, penal, laboral, tributaria, etc. Como sos-
tuviera también en su momento Peter Häberle, los derechos fundamentales no agotan
su contenido en lo que la Constitución literalmente prescribe sobre ellos, sino que es

13
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

el legislador el que va a determinar sus alcances concretos en los diversos ámbitos del
ordenamiento jurídico16.
Bajo este norte, no se trata solo –en la concepción propugnada por el neoconsti-
tucionalismo– de tener a la Constitución como un marco que limite la acción de los
poderes públicos (Constitución marco), sino como una norma que impregne todas
las esferas del sistema jurídico con el objeto de que todas las normas encuentren un
encaje y una inspiración en los valores, principios y derechos que la Constitución
encarna (Constitución programa). En este contexto, una identificación del amparo a
través de una tipología específica que asuma esta segmentación material del orden ju-
rídico, se justifica plenamente y adquiere especial utilidad y relevancia práctica, en
tanto así como podemos hablar de la “constitucionalización del derecho penal”, la
“constitucionalización del derecho civil”, la “constitucionalización del orden laboral”
o la “constitucionalización del derecho tributario”, también podemos aludir a que cada
uno de estos órdenes constitucionalizados se patentiza a través de una específica forma
de amparo; por lo que podemos considerar la existencia de un “amparo laboral”, un
“amparo tributario” o un “amparo previsional”, entre otros.
De allí que hoy se hable de una eclosión del Derecho Constitucional y que se
expresa en diversas manifestaciones; ello permite enjuiciar con el debido lente in-
quisidor que cualquier derecho de contenido directamente constitucional involucra
alguna materia de un específico ordenamiento jurídico cualificado como el civil, penal,
laboral, comercial, administrativo, tributario, etc.
El fundamento de lo que hasta aquí se viene sosteniendo radica, pues, en la
“constitucionalización del orden jurídico”, que debe entenderse como aquel proceso
de permanente interpretación y transformación de un ordenamiento al término del cual
este resulta totalmente impregnado por las normas constitucionales. Anota Riccardo
Guastini que “un ordenamiento jurídico constitucionalizado se caracteriza por una
Constitución extremadamente invasora, entrometida (pervasiva, invadente) capaz de

16 Apelando a la concepción institucional de derechos fundamentales, Häberle ha hablado de ámbitos vitales


jurídicamente conformados donde el legislador completa y configura el contenido de los derechos. Así Häberle
ha sostenido que “[l]os singulares ámbitos vitales se enriquecen a través de una serie de complejos normativos,
que son propios del modo de ser de los derechos fundamentales como institutos. Los derechos fundamentales se
transforman, por medio de estas normas jurídicas, en algo “instituido”, en una “existencia organizada, formada”.
En otro contexto se expone de qué modo actúa el legislador en el ámbito de los derechos fundamentales, en
especial para limitarlos y conformarlos (“determinarlos”). En este momento basta con observar que el legislador
tiene una participación considerable en el desarrollo de la dimensión institucional de los derechos fundamentales.
Constituye los singulares ámbitos vitales; proporciona a los derechos fundamentales una existencia duradera;
crea los complejos normativos –necesarios, evidentemente, con una diversa “densidad” en cada caso– que hacen
realidad la idea de derechos fundamentales en los singulares ámbitos sociales; regula bienes jurídicos –por
ejemplo, los tipos de contratos en el Derecho civil, las diferentes regulaciones de la profesión y las formaciones
sociales– que son constitutivos para los derechos fundamentales como institutos y no constituyen simplemente
una “transformación” de los derechos fundamentales, sino que son su realización efectiva” (Cfr. HÄBERLE,
Peter: La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales, Traducción de Joaquín Brage
Camazano, Presentación y Estudio Preliminar de Francisco Fernández Segado, Dykinson, Madrid, 2003, p. 115).

14
GERARDO ETO CRUZ

condicionar tanto la legislación como la jurisprudencia y el estilo doctrinal, la acción


de los actores políticos, así como las relaciones sociales”17.
En la misma tesitura, aclara Guastini que el concepto de constitucionalización
no es un concepto bipolar (verdadero o falso) lo que significaría que determinado or-
denamiento está constitucionalizado o no. En rigor, “la constitucionalización es una
cuestión de grado en el sentido de que un ordenamiento puede estar más o menos
constitucionalizado”18.
En dicho contexto, Guastini ha precisado que existen determinadas condiciones
que permiten considerar que determinado ordenamiento se encuentra “impregnado”
por las normas constitucionales y son las siguientes:
a) Existencia de una Constitución rígida.
b) La garantía jurisdiccional de la Constitución.
c) La fuerza vinculante de la Constitución.
d) La “sobreinterpretación” de la Constitución.
e) La aplicación directa de las normas constitucionales.
f) La interpretación conforme de las leyes.
g) La influencia de la Constitución sobre las relaciones políticas.
Y aclara que los dos primeros, a) y b), son condiciones necesarias de
constitucionalización; lo cual significa que no pueda hablarse de constitucionalización
en ausencia de estas condiciones. Las demás, desde la c) hasta la g) son condiciones
suficientes de un grado de constitucionalización mayor o menor19.
Interesa, por otro lado y en esta lógica, rescatar la propuesta de Luis Prieto Sanchís
sobre “el constitucionalismo de los derechos”20, la cual también nos permite explicar
el criterio de clasificación por la materia que aquí venimos abordando. En efecto, hoy
por hoy el atractivo filón de reflexiones que presenta el neoconstitucionalismo, aprecia
el fenómeno jurídico desde una óptica distinta, opuesta e incluso confrontacional con
la que hasta hace muy poco dominó casi toda la escena del pensamiento jurídico: el
positivismo jurídico; lo que ha dado pie a la incorporación de un rico filón de la re-
tórica y el discurso práctico racional: la teoría de la argumentación jurídica, que ha

17 GUASTINI, Riccardo. “La constitucionalización del ordenamiento jurídico: el caso italiano”, en:
Neoconstitucionalismo(s), Miguel Carbonell (Editor), Trotta, Madrid, 2003, p. 49.
18 Ibídemp. p. 50.
19 Ibídem, pp. 50-57.
20 PRIETO SANCHÍS, Luis. “El constitucionalismo de los derechos”, en: Revista Española de Derecho
Constitucional, Año 24, Número 71, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, mayo-agosto del
2004, p. 47 y ss.

15
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

completado el método jurídico con elementos propios de otras ramas del saber como
la moral y la lógica, además de la retórica, y que ha llevado a muchos a hablar de la
existencia de un nuevo paradigma en la ciencia jurídica21, surgida justamente a raíz
del auge de este fenómeno de constitucionalización del orden jurídico del que habla el
profesor Guastini.
Es precisamente la ubicación de la teoría de la argumentación jurídica como nueva
rama del saber jurídico la que ha permitido efectuar una interpretación de la Consti-
tución en clave de principios y no solo de reglas, pertrechando a aquellos de un ins-
trumento adecuado para su aplicación directa. La asunción del método de la ponde-
ración como método que permite interpretar y aplicar los principios inscritos en la
Constitución, la mayoría de los cuales están presentes en forma de derechos funda-
mentales, genera una sobreinterpretación de la Constitución, como expresa Guastini, y
una inundación del ordenamiento jurídico de los contenidos iusfundamentales que la
interpretación constitucional trae consigo.
En este contexto, como ya hemos sostenido líneas arriba, el fenómeno de la
constitucionalización del orden jurídico nos lleva a registrar una concepción de la
Constitución no solo como marco, sino también como programa o, lo que es lo mismo,
a la consideración de una Constitución material, que se expresa a través de una serie
de contenidos altamente densos, formados no solo por reglas sino también por valores
y principios, que no solo le dicen al poder político o a los particulares lo que no pueden
hacer, sino que también le indican lo que deben hacer o, mejor dicho, las decisiones
que deben tomar22. Por otro lado, esta amplitud en la capacidad regulativa de la Cons-
titución se ha complementado en la actualidad con su garantía jurisdiccional, lo que
significa sencillamente que, como ocurre con cualquier otra norma primaria, su pro-
tección o efectividad se encomienda a los jueces; quienes evaluarán la validez de
las normas ya no solo en función de su compatibilidad con los procedimientos esta-
blecidos para su dación, sino también en atención a su encaje con los contenidos ma-
teriales que el texto constitucional recoge23.
En dicho ámbito, de emergencia de órdenes jurídicos constitucionalizados o, en
palabras de Häberle, de ámbitos vitales constitucionalmente conformados donde se

21 Sobre el cambio de paradigma producido en la ciencia jurídica, producto del abandono de la cultura jurídica
normativista y del método jurídico formal, y del acogimiento de la argumentación racional como nuevo método
jurídico, ha planteado interesantes reflexiones, entre otros, Joseph Aguiló. Este destacado jurista español ha
expresado este cambio de paradigma jurídico en los siguientes términos: “En definitiva, he tratado de mostrar
que la importancia que en los últimos tiempos han adquirido dentro de la reflexión jurídica cuestiones tales
como la del papel de los principios jurídicos en el razonamiento jurídico, la de la argumentación jurídica
en la determinación de la validez jurídica, la de la relativización de la oposición entre creación y aplicación
de las normas, la de la juridificación de la política, etc., se debe a que todas ellas son manifestaciones de un
cambio profundo en nuestra concepción del Derecho y que este cambio está muy vinculado a la evolución
del constitucionalismo” (Cfr. AGUILÓ REGLA, Joseph. La Constitución del Estado Constitucional, Palestra -
Temis, Lima - Bogotá, 2004, p. 177).
22 PRIETO SANCHÍS, Luis: “El constitucionalismo de los derechos”, Ob. cit., p. 48.
23 Ídem.

16
GERARDO ETO CRUZ

justifica el planteamiento de una tipología especial de amparo por la materia y que no


hace más que recoger el desarrollo temático que en muchas ocasiones le brinda la ju-
risprudencia constitucional al amparo. Así, bajo este criterio material, bien se pueden
encontrar las siguientes modalidades de amparo:
1. Amparo judicial
2. Amparo laboral
3. Amparo previsional
4. Amparo administrativo
5. Amparo tributario
6. Amparo ecológico o ambiental
7. Amparo electoral
8. Amparo económico.

2. Por el acto lesivo que se impugna

Conforme lo delineara Ignacio Burgoa, el acto reclamado presupone un “hecho


voluntario e intencional que tiende a la consecución de un fin determinado cualquiera”.
En esta perspectiva es obvio que existe una compleja diversidad de actos lesivos en
sus manifestaciones concretas, reales, específicas, que bien pueden ser actos mate-
riales o jurídicos. En esta línea de reflexión, el mismo Burgoa expresa que “el concepto
genérico de acto, referido a la variedad de hipótesis jurídicas o no que pueden pre-
sentarse, distinguidas por multitud de circunstancias causales o teleológicas; en cada
supuesto concreto proporciona la pauta para elaborar la definición del concepto del
acto específico de que se trate”.
Justamente la tipología que aquí se plantea sobre las diversas formas en que el
amparo pretende atacar el acto lesivo, radica en la interrogante: ¿qué tipo de acto
lesivo se cuestiona o impugna?, o más ilustrativamente: ¿a qué especie de acto co-
rresponde el agravio constitucional infringido? En concreto, la pregunta determinante
en el criterio aquí escogido para clasificar el amparo, puede plantearse del siguiente
modo: ¿El acto lesivo que se impugna tiene la naturaleza de una resolución adminis-
trativa, una resolución judicial, una ley o norma jurídica de carácter general, o el ca-
rácter de un acto particular o inter privatos? Aludimos, entonces, en la presente clasi-
ficación, no necesariamente a la entidad de donde provenga el acto lesivo, pues puede
presentarse en el mundo jurídico que una resolución administrativa provenga de un
ente como el Congreso, órgano por excelencia emisor de leyes o normas jurídicas de
alcance general. Del mismo modo, puede ser que una entidad de la Administración,
encargada de ordinario de la expedición de resoluciones o actos administrativos, dicte
una norma que si bien será de rango infralegal, también es una norma de alcance

17
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

general y cuya impugnación se ejercitará inexorablemente a través de la modalidad de


amparo contra leyes.
En esta perspectiva, la pregunta no es por el “cómo se manifiesta”, pues este es
el motivo de clasificación de la siguiente tipología que abordaremos en el presente
capítulo, sino con relación a “la forma de cómo se manifiesta”; esto es, nos pre-
guntamos antes bien a través de qué forma o manifestación se patentiza el acto lesivo,
entendido conceptualmente –reiteramos aquí lo planteado por Burgoa– como aquel
hecho voluntario, intencional, negativo o positivo desarrollado por una autoridad, fun-
cionario o persona consistente en una decisión o una ejecución o en ambas conjun-
tamente que van a producir en la esfera ontológica de la realidad una afectación en si-
tuaciones jurídicas o fácticas y que dicho agravio, acto o lesión se impone unilateral,
coercitiva o imperativamente, generando como consecuencia de ello el agravio a un
derecho de contenido constitucional directo y que debe ser enervado, reponiéndose el
ejercicio del derecho al estado anterior a la comisión del acto lesivo.
En consecuencia el amparo bajo esta perspectiva, es decir según la forma cómo
se reviste o presenta el acto lesivo o acto reclamado, puede ostentar la siguiente sin-
gladura:
1. Amparo contra leyes.
2. Amparo contra resoluciones judiciales.
3. Amparo contra resoluciones administrativas.
4. Amparo contra actos de particulares.

1. Amparo contra leyes


Por principio este tipo de amparo se encuentra regulado a través de específicas
normas como la del artículo 3 del C.P.Const. que establece la procedencia de este
proceso constitucional para impugnar la validez de una norma legal autoaplicativa,
además de la doctrina jurisprudencial que ha venido desarrollando el TC sobre este su-
puesto de procedencia del amparo; de lo que ya se ha dado cuenta en el capítulo res-
pectivo, al cual nos remitimos.

2. Amparo contra resoluciones judiciales


Igualmente se trata de lo que aquí hemos esbozado como “amparo judicial” y que
hemos desarrollado in extenso en el capítulo respectivo, donde se ha tratado el tema
desde la perspectiva de la procedencia del amparo.
En este caso, el formato o la forma como se manifiesta el acto lesivo es vía una
resolución judicial que afecta, por lo general, algún derecho fundamental vinculado al
debido proceso o la tutela judicial efectiva y que hoy el Código lo encapsula bajo la
fórmula de “tutela procesal efectiva.

18
GERARDO ETO CRUZ

3. Amparo contra resoluciones administrativas


Igualmente en este caso estamos ante un amparo administrativo y la fórmula de
identificación de esta modalidad gira en torno a la pregunta: ¿cuál es la cualidad del
acto lesivo contra el cual se interpone el amparo? Esta interrogante –en apariencia
simple, y lo es–, responde justamente a la forma concreta de manifestación del acto
lesivo; siendo en este caso algún acto o resolución administrativa firme que afecte
algún derecho iusfundamental del administrado.

4. Amparo contra actos de particulares


El amparo fue creado y desarrollado en América Latina contra funcionarios y au-
toridades públicas; recuérdese que en sus orígenes el amparo fue concebido como un
instrumento o remedio procesal de protección contra el Estado. Sin embargo, salvo
algunos países que solo admiten el amparo contra autoridades, que son la minoría
(Brasil, El Salvador, México, Nicaragua y Panamá), hoy el resto de países latinoame-
ricanos permite que el amparo se active contra particulares; en algunos casos sin dis-
tinción de ningún tipo, como ocurre en Argentina, Bolivia, Chile, República Domi-
nicana, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela; y en otros casos en forma restrictiva
solo respecto de ciertos individuos o empresas concesionarias de servicios públicos,
con poderes públicos delegados o que estén en ciertas situaciones de poder en relación
con la colectividad, como es el caso de Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y
Honduras.
En el caso peruano se presenta la posibilidad de que existan conflictos de
derechos fundamentales entre particulares. Lo normal son los conflictos que se pre-
sentan entre una persona natural –como puede ser un trabajador– contra la empleadora
–una persona jurídica particular– o de una persona natural o jurídica contra alguna
empresa monopólica u oligopólica que afecte complejos derechos que pueden ser
medioambientales o colectivos. Lo importante aquí es que el acto lesivo ya no dimana
del Estado, sino de entidades de mayor complejidad que, por lo general, son empresas
en posiciones de dominio.
Con todo, el fundamento de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales
en nuestro ordenamiento, el Tribunal lo ha encontrado básicamente en cuatro aspectos:
a) El principio de dignidad humana que es el fin supremo no solo del Estado, sino
también de la sociedad (art. 1 de la Constitución), b) El deber de respeto general de
todos los peruanos hacia la Constitución (art. 38 de la Constitución), c) La procedencia
de los procesos constitucionales frente a particulares (art. 200 de la Constitución) y
d) El carácter objetivo de los derechos fundamentales como normas que vinculan e
irradian todo el ordenamiento jurídico24.

24 Vide SSTC Exps. N°s 00976-2001-AA/TC, ff.jj. 5-9; 03179-2004-PA/TC, f.j. 17; 00976-2001-PA/TC, f.j. 5;
10087-2005-PA/TC, f.j. 3; 06730-2006-PA/TC, f.j. 9.

19
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

3. Por la forma del acto lesivo que se impugna

Aquí la clasificación ya no es sobre la materia que se resuelve, sino se trata de


identificar el amparo por la forma como se perpetra el agravio constitucional o acto re-
clamado. Es decir, el amparo puede abordarse, según la forma como se presente en el
mundo de la realidad fáctica el agravio constitucional; y que, aunque pueda parecer
baladí, la importancia práctica o utilidad de esta clasificación se verifica cuando vemos
que, en el mundo del derecho, no solo es relevante la acción positiva, sino que también
lo son otras formas de presentación del agravio. No olvidemos que el componente
del acto lesivo puede presentarse de diversos modos y puede llevarnos a clasificar el
amparo según la forma como se presente en la realidad ese acto lesivo.
En primer lugar, desde el punto de vista del íter del acto lesivo, se puede apreciar
que en el mundo de la realidad fenomenológica, el desarrollo o despliegue de la
conducta humana puede abarcar desde la ideación o decisión de comisión de un acto
hasta su consumación o acaecimiento en el mundo exitencial, teniendo –en deter-
minados casos–, ambos extremos del recorrido conductual, efectos o consecuencias
en el plano jurídico. Sin pretender homologar o equiparar, sensu strictu, el mundo del
íter criminis penal25 a la teorización del acto lesivo constitucional; en la definición
de la procedencia del amparo, este proceso constitucional se puede enderezar tanto
cuando ya se ha consumado o presentado fenomenológicamente un acto que lesione
o vulnere un derecho fundamental, como cuando ese acto aún no se ha presentado,
pero se aprecian situaciones que hacen prever que dicho acto finalmente se producirá
y que ocasionará, igualmente, una afectación sobre algún derecho de contenido cons-
titucional. Estamos aquí ante lo que la doctrina del acto lesivo conoce como “actos
presentes” (ya acaecidos en la realidad) y “actos futuros” (no acaecidos, pero de in-
minente realización). Esta clasificación del acto lesivo, a la vez, nos conduce a la
clasificación del amparo “por violación” y “por amenaza de violación” que tanto la
doctrina, como la legislación y la jurisprudencia han recogido a afectos, no solo de
orientar propedéuticamente la interposición de este instrumento procesal, sino también
con miras a brindar una adecuada protección de los derechos fundamentales recogidos
en nuestra Constitución.
Es necesario aclarar, sin embargo, que en el caso del amparo por amenaza de vio-
lación, en rigor, no nos encontramos aún ante una forma de comisión del acto lesivo,
pues este en sí no existe, sino en potencia; su habilitación como supuesto para la proce-
dencia del amparo se da en función a que la protección efectiva de los derechos funda-
mentales que la Constitución exige no se cumple solo con una tutela procesal de res-
titución o reparación, sino con una tutela procesal de prevención, que determinan la
obligación de instaurar esta competencia en la función jurisdiccional que se patentiza,
en este caso, en esta suerte de “amparo preventivo”.

25 EZAINE CHÁVEZ, Amado. El iter críminis. 3ª edición, Ediciones Jurídicas Lambayecanas, Chiclayo, 1978.

20
GERARDO ETO CRUZ

En segundo lugar, desde la óptica de cómo se puede presentar la lesión ius funda-
mental, se aprecia que la lesión o vulneración del núcleo de un derecho fundamental
se puede producir no solo por la intervención del agente infractor o responsable en el
mundo de los hechos a través de una acción positiva, sino que la inacción del mismo
(acción negativa), es decir su abstención de intervención en la realidad fáctica, puede
también generar perjuicios y daños de carácter ius fundamental en el sujeto agraviado.
Esto se da porque el respeto y la protección de los derechos fundamentales no se pa-
tentiza solo a través del laissez faire, como se pensaba tradicionalmente en el auge del
Estado liberal, sino que muchas veces, sobre todo en el caso de los llamados derechos
sociales, su efectiva vigencia depende de acciones positivas por parte del Estado e,
incluso, de un particular. De este modo, no solo en el ejemplo de los “derechos presta-
cionales”, sino también en el de las clásicas libertades civiles y políticas, la forma de
perpetración de un agravio constitucional se da a través de actos positivos, así como de
actos negativos. La diferencia radical quizás estribe, sin embargo, en que mientras en
los derechos sociales la no intervención o inacción no configura de por sí una lesión,
pues estos derechos ostentan la característica de la progresividad, es decir de su pro-
tección “en la mayor medida posible”, con lo que el acto negativo solo en algunos casos
determinará la conculcación del derecho fundamental; en el caso de los derechos de li-
bertad negativa, por lo general, cuando se produce un fenómeno de inacción u omisión,
el efecto lesivo sobre el contenido esencial del derecho se producirá de modo inmediato
y pleno. Por ejemplo, si una entidad administrativa es requerida para autorizar el uso de
las ondas radiales espaciales, en virtud de un contrato de concesión ya firmado con una
empresa televisiva, pero aquella se niega a otorgar la autorización, se configura la vio-
lación de la libertad de prensa, en virtud de la “omisión de un acto debido”.
Presentado de modo analítico, entonces, el amparo se puede configurar según el
esquema de la forma como en el mundo fenomenológico se presenta el acto lesivo, del
siguiente modo:
a) Amparo por violación (como producto de actos lesivos presentes y actos lesivos
positivos).
b) Amparo preventivo o por amenaza de violación (como producto de actos lesivos
futuros y actos lesivos tanto positivos como negativos).
c) Amparo por omisión de acto debido (como producto de actos lesivos negativos y
actos lesivos presentes y futuros).
Entre estas expresiones tipológicas, dado que el acto lesivo presupone un hecho
voluntario, intencional, negativo o positivo, el amparo se manifiesta en las siguientes
vertientes:

a) Amparo por violación


Esta modalidad de amparo es quizás el más emblemático y puede considerarse
como la forma típica de amparo o como una suerte de “amparo tipo”. Es el más usual

21
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

en el mundo de la fenomenología de la realidad y se caracteriza porque, producto de


un acto lesivo positivo, esto es, una acción concreta efectuada por el sujeto responsable
y un acto lesivo presente, esto es un acto que ya se ha llevado a cabo y que ya ha pro-
ducido por su sola comisión efectos jurídicos, se produce la afectación de un derecho
imbricado directamente a nivel constitucional.

b) Amparo preventivo o por amenaza de violación


Como ya dijimos, si bien en la realidad fáctica puede no haberse producido aún
el acto que llevará inexorablemente a la vulneración del derecho ius fundamental en
cuestión, es decir, puede aún no haberse producido strictu sensu el agravio constitu-
cional, algunos actos previos que indiquen su inminente realización o simplemente la
posibilidad ineluctable de que este se produzca, puede llevar a que se residencie, con
plena legitimidad, un proceso constitucional de amparo y que en este caso puede cali-
ficarse como un “amparo preventivo”.
En este caso, en puridad, no se está interdictando o impugnando un “agravio cons-
titucional futuro”, sino simplemente se está tratando de impedir que dicho agravio se
produzca. Y ello es así porque la finalidad de los procesos constitucionales no es sim-
plemente poner remedio a las vulneraciones o conculcaciones de los derechos funda-
mentales, de por sí y porque sí, sino que la finalidad básica de estos instrumentos de
garantía constitucional es procurar la vigencia efectiva de los derechos fundamentales,
lo cual supone la iniciación de un proceso aún cuando no se haya perpetrado fac-
tualmente el agravio constitucional o acto lesivo. El sustento de esta forma de inter-
pretar el thelos constitucional del amparo reside, por lo demás, en la vinculación ne-
cesaria que debe existir entre el derecho material objeto de protección y el derecho
procesal encargado de protegerlo, conforme a la dimensión instrumental que todo
proceso, –y en especial, el proceso constitucional– posee.
Con todo, no estamos aquí ante cualquier tipo de acto futuro, sino única y exclu-
sivamente ante un acto futuro inminente, mas no ante un acto futuro remoto o sim-
plemente posible. Como desarrollaremos detenidamente en acápite independiente
respecto a los supuestos de procedencia del amparo, el Tribunal Constitucional peruano
ha definido las características que debe tener este acto futuro para poder ser impugnado
o residenciado vía el proceso constitucional de amparo, de acuerdo a lo prescrito por
el artículo 2 del C.P.Const.:
“(…) para que la amenaza sea considerada cierta, debe estar fundada en hechos
reales, y no imaginarios, y ser de inminente realización, es decir, que el per-
juicio ocurra en un futuro inmediato, y no en uno remoto. A su vez, el per-
juicio que se ocasione en el futuro debe ser: real, pues tiene que estar basado en
hechos verdaderos; efectivo, lo cual implica que inequívocamente menoscabará
alguno de los derechos tutelados; tangible, esto es que debe percibirse de manera

22
GERARDO ETO CRUZ

precisa; ineludible, entendiendo que implicará irremediablemente una violación


concreta”26.

c) Amparo por omisión de acto debido


Si bien el acto lesivo se manifiesta, como regla, a través de una conducta positiva,
proveniente de alguna autoridad, funcionario o persona; ontológicamente esa agresión
no siempre supone un despliegue en la esfera práctica de quien sufre una lesión cons-
titucional. En efecto, aquí la perpetración se configura porque el sujeto agente debe
realizar un acto debido, esto es, se espera una reacción positiva de un hacer y ello no
ocurre; la omisión surge así como la afrenta, el agravio y es en donde se culmina con el
acto lesivo, porque se omitió algo que debió hacerse. El ejemplo clásico es el de aquel
funcionario que debe entregarle el pasaporte a una persona que ya ha cumplido sus
trámites previos y que, sin embargo, simplemente se niega o no cumple con hacerlo27.
En rigor, son actos negativos aquellas conductas en que la autoridad funcionario
o persona se rehúsa expresamente a conceder al amparista lo que a este por derecho
le corresponde. En este caso, el sujeto pasivo de la relación procesal constitucional ha
hecho manifestación de voluntad para no conceder al amparista lo que debidamente le
corresponde. Frondosos casos vertebran esta línea de omisión, por ejemplo, cuando la
persona ha solicitado se le declare exento de alguna acotación tributaria, que por ley le
corresponde, y la autoridad responsable simplemente no brinda trámite a la solicitud.
Con todo, bien se puede arribar a buen puerto señalando que:
a) El amparo por omisión de un acto debido se entiende cuando la autoridad,
funcionario o persona se rehúsa a hacer algo que le es impelido por el orde-
namiento jurídico.
b) No se configura un amparo por omisión cuando se trata de un acto prohi-
bitivo; esto es, aquellos actos que fijan una limitación que tiene efectos po-
sitivos.
Con todo, esta variante tiene una importancia práctica para los efectos de
la sentencia; pues el Código establece tácitamente el amparo por omisión
cuando señala en el artículo 55, inciso 4 lo siguiente:
“La sentencia que declara fundada la demanda de amparo contendrá alguno
o algunos de los pronunciamientos siguientes: (…) 4) Orden y definición
precisa de la conducta a cumplir con el fin de hacer efectiva la sentencia”.

26 STC Exp. N° 01032-2003-AA/TC, f.j. 5.


27 BOREA ODRÍA, Alberto. El amparo y el hábeas corpus en el Perú de hoy, Biblioteca Peruana de Derecho
Constitucional, Lima, 1985, p. 39.

23
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

c) Otro aspecto vinculado al amparo por omisión está relacionado a la medida


cautelar. ¿Qué pasa si se plantea un amparo porque alguna autoridad omite la
realización de un acto debido? ¿Se puede pedir mediante una medida cautelar
la realización de dicho acto?
Luis Leonel Mendizábal lo ha expresado en los siguientes términos:
“Se ha dicho de una manera provisional, que la suspensión del acto re-
clamado, tiene como efecto la cesación, la detención de los procedimientos
encaminados a ejecutar dicho acto, mientras se tramita el amparo, se resuelve
sobre la inconstitucionalidad del mismo acto reclamado. Por otra parte, se ha
precisado, asimismo, que los efectos de la sentencia de amparo, son reponer al
quejoso en el goce de la garantía violada, con carácter retroactivo al momento
en que se comete la violación. Con estos dos supuestos, se puede hacer la si-
guiente consideración: Si se considera la suspensión del acto reclamado, tra-
tándose de actos negativos, que pueden consistir en rehusarse a actuar la au-
toridad responsable, o bien en omisiones, dicha suspensión no tendría efectos
jurídicos de mantener las cosas en el estado en que se encuentran, mientras
se resuelva el amparo, sino que se retrotraerían dichos efectos al estado en
que se encontraban las cosas antes de la violación –antes de la negativa u
omisión– dejando sin vida jurídica el acto reclamado, y estos efectos solo
puede tenerlos la sentencia que se dicta en el fondo del juicio de amparo, al
resolver sobre la constitucionalidad del acto reclamado”28.
Con todo, esta posición no nos parece del todo correcta, y ello también, como
veremos, a la luz de nuestro ordenamiento jurídico-procesal. En este contexto,
bien cabe plantearlo de este modo: ¿qué sucede si una persona que sufre de la
penosa enfermedad de sida, protegida según la ley y algunas disposiciones re-
glamentarias del Ministerio de Salud, (incluso ya implementadas), con un tra-
tamiento por medio de retrovirales gratuitos en los hospitales del Estado, no
es atendido o proveído con este tratamiento y se encuentra en una situación
delicada de salud? Si interpone un proceso de amparo solicitando cese la
omisión de la dependencia médica que vulnera peligrosamente su derecho
a la salud, ¿debe esperar hasta el fin del proceso (que puede durar hasta tres
años) para ver remediada la omisión indebida del funcionario o autoridad res-
ponsable? ¿o puede, como medida preventiva, solicitar el proveimiento de los
retrovirales para el resguardo urgente de su salud?
Este ejemplo nos pone en evidencia, por principio, cómo el supuesto de la im-
procedencia de medidas cautelares frente a la vulneración de un derecho fun-
damental por omisión no puede resolverse de modo apriorístico. En los casos

28 MENDIZÁBAL RAMOS, Luis Leonel. Teoría del acto reclamado en el amparo, Tesis para obtener el grado
académico de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Mariano Gálvez de Guatemala, Facultad
de Ciencias Jurídicas y Sociales, Guatemala, 1995, p. 43.

24
GERARDO ETO CRUZ

de suma urgencia, como el reseñado, no encontramos, prima facie, ningún im-


pedimento para el otorgamiento de la medida cautelar; si la verosimilitud del
derecho (fumus boni iuris) que en este supuesto estaría respaldado por la nor-
mativa respectiva que obliga a un hospital a otorgar el tratamiento, el riesgo
de irreparabilidad del derecho (periculum in mora) que en este caso podría
probarse por el estado grave de salud del paciente, están suficientemente
probados, no hay razón para no otorgar la cautela preventiva que el caso re-
quiere. Por más que inicialmente no pueda obligarse a la Administración o un
particular a realizar “un hacer” si es que no está demostrada la obligación ju-
rídica de llevarla a cabo, esto es, luego de expedida una sentencia definitiva y
firme, dicho impedimento, pensamos, no debe ser óbice para otorgar la tutela
urgente que el caso concreto requiere, teniendo en cuenta sobre todo la im-
portante valencia de los bienes jurídico-constitucionales puestos en juego y la
posible irreparabilidad del agravio producto de una decisión tardía; siempre
y cuando, como ya dijimos, estén suficientemente acreditados los supuestos
generales que habilitan la procedencia de toda medida cautelar.
Por lo demás, el Código ha dispuesto la procedencia de medidas cautelares
en el proceso de cumplimiento, conforme lo establece el artículo 15; por lo
que, bien podríamos afirmar que si puede pretenderse la “ejecución provi-
sional” de una resolución administrativa que el funcionario ha omitido acatar
reiteradamente, a través de un proceso de cumplimiento, con mayor razón
puede postularse la “ejecución provisional” de un acto debido por parte de la
Administración, a través de un proceso de amparo. Y ello es así, porque en
el caso del proceso de cumplimiento la omisión de acatamiento de una ley o
resolución administrativa no necesariamente involucra la vulneración de un
derecho fundamental líquido –más allá del derecho a la eficacia de las leyes
y los actos administrativos, según la doctrina sostenida por el TC peruano–,
mientras que en el caso del amparo, por su naturaleza de proceso consti-
tucional (y no solo constitucionalizado) la omisión debida siempre incidirá
sobre algún derecho de naturaleza constitucional.
d) Un tercer problema teórico y práctico es ver la posibilidad si prospera una
amenaza de violación por omisión. De ordinario la regla frente a una amenaza
de violación es que el agresor exprese la intención concreta o tenga la posi-
bilidad fáctica y jurídica de realizar una conducta que deviene, por ello en
objetiva e inminente. Sin embargo, una primera aproximación, nuevamente
en el plano de la casuística, nos puede llevar a plantearnos la hipótesis que
aquí se trata. Veamos.
El caso de la omisión inminente de un funcionario a respetar o proteger un
derecho fundamental, puede producirse por disposición expresa de una norma
infraconstitucional (que puede ser una ley) que sea a todas luces vulneratoria
de dicho derecho fundamental y, por ende, inconstitucional. En este supuesto,
podemos afirmar que el funcionario de la Administración, acostumbrado a

25
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

sujetarse al principio de legalidad, incluso sobre el principio de constitucio-


nalidad, preferirá la aplicación de la ley sobre la Constitución; por lo que, en
este caso, la amenaza sobre el núcleo del derecho ius fundamental sería in-
minente, con lo cual se configuraría el supuesto de la amenaza de violación
por omisión. Sin embargo, creemos que, strictu sensu, este no es aún el su-
puesto donde dicha hipótesis se configura. No basta la suposición de que el
funcionario acatará la ley y, por tanto, vulnerará el derecho. No hay tampoco
aún, en rigor, una omisión por parte del funcionario. El supuesto, en estricto,
se presenta cuando la autoridad “da muestras” de que en el momento de pro-
tección del derecho omitirá “un hacer” que ocasione irremediablemente la
vulneración de dicho derecho constitucional. Por ejemplo, en el caso de que
una ley ordene la suspensión del proveimiento de medicamentos gratuitos a la
“población judía” y el funcionario o autoridad del hospital respectivo “omita”,
producto de esta orden, el requerimiento de compra de medicamentos sufi-
cientes para atender a la población judía existente en dicho hospital. Es obvio
que en este caso, la sola omisión de compra, indica que en el futuro el fun-
cionario se negará a brindar los medicamentos gratuitos a la población judía.
Su omisión de compra configura, en sí misma, una amenaza a la protección
del derecho a la salud e igualdad ante la ley de la población judía; por lo que
en este caso se configura, con rigor, el supuesto de una amenaza de violación
por omisión.
e) Finalmente, un último tramo de polémica que se presenta en el amparo por
omisión de acto debido es que si acaso existiendo esta modalidad, prevista en
el artículo 2 del C.P.Const., qué objeto o qué suerte tendría la presencia del
proceso de cumplimiento, pues este proceso constitucional procura al igual
que el amparo por omisión el cumplimiento de un acto al que está obligada la
Administración por mandato de una ley o una resolución administrativa (acto
debido).
A ello debe agregarse el dato que cuando se formó la Comisión de Bases
para la Reforma de la Constitución, durante el gobierno de transición del Pre-
sidente Valentín Paniagua, allí se propuso la supresión del proceso de cum-
plimiento, pues este se hallaría subsumido, parte en el proceso contencioso
administrativo, parte en el proceso de amparo por omisión de acto debido.
Con todo, ante la presencia en nuestro ordenamiento procesal constitucional
del proceso de cumplimiento, cabe preguntarse por la diferencia entre este y
el amparo por omisión. Un primer acercamiento nos lleva a establecer las si-
guientes diferencias:
i) En el caso del proceso de cumplimiento, la omisión de acatamiento de
una ley o acto administrativo puede incidir o no en un contenido de na-
turaleza iusfundamental, mientras que en el caso del amparo, la omisión
del acto debido necesariamente tendrá que repercutir sobre un contenido

26
GERARDO ETO CRUZ

constitucional directo para que pueda proceder, de acuerdo a los términos


del artículo 5, inciso 1 del C.P.Const.
ii) Por otro lado, en el caso del proceso de cumplimiento la obligación o el
mandato incumplido solo podrá derivar de una ley o resolución dictada
por la Administración, mientras que en el caso del amparo la obligación
omitida puede basarse en cualquier tipo de acto que puede ser o no una
ley y que puede tampoco ser una resolución administrativa. Por ejemplo,
la obligación puede derivar en el caso del amparo de un acto al que esté
compelido un particular.

4. Por los efectos de la sentencia

Esta tipología de amparo debe complementarse con la lectura del capítulo rela-
cionado con la sentencia de amparo. Con todo, de acuerdo a los efectos que genera
una sentencia en materia de amparo, la configuración de cada modalidad, en estricto,
estaría supeditada a lo que se declara en el fallo. En esta perspectiva, el criterio que
aquí se esboza es en función a la clasificación de las sentencias, según la naturaleza
de la pretensión decidida por las partes. Así se derivan los siguientes tipos de amparo:
a) Amparo restitutorio.
b) Amparo innovativo
c) Amparo declarativo
d) Amparo de condena.
Es bueno precisar que la Teoría General del Proceso fundamentalmente reconoce
a las sentencias declarativas, constitutivas y de condena.

a) Amparo restitutorio
Se trata de aquellos procesos en donde se plantea la restitución de derechos funda-
mentales presuntamente afectados. Este tipo de amparo es probablemente, como ya se
ha dicho con anterioridad, el clásico o emblemático, en la medida en que conforme es-
tablece su configuración legal: “Los procesos [de amparo] tienen por finalidad proteger
los derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior a la violación
o amenaza de violación de un derecho constitucional (…)” (art. 1 del C.P.Const.).
Esta naturaleza restitutoria igualmente se ve delineada en el contenido de la sentencia
fundada de amparo cuando se dispone en el artículo 55 del C.P.Const. que:
“La sentencia que declara fundada la demanda de amparo contendrá alguno o
algunos de los pronunciamientos siguientes:

27
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

3) Restitución o restablecimiento del agraviado en el pleno goce de sus derechos


constitucionales ordenando que las cosas vuelvan al estado en que se encon-
traban antes de la violación”.
Normalmente todos los procesos de amparo son de este extremo; pero como
veremos en el caso del amparo innovativo la finalidad del proceso constitucional
puede también ser otro.

b) Amparo innovativo
Este tipo de amparo surge como ya se tiene dicho de la naturaleza de la sentencia;
y específicamente del contenido que de ella dimana.
De ordinario, el amparo aspira a restituir en la plenitud y goce del titular el ejercicio
de los derechos fundamentales que se ve menoscabado. Pero el legislador peruano, ha
introducido una notable novedad, con respecto al artículo 1 del Código, último párrafo.
Allí se aprecia lo siguiente:
“Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión vo-
luntaria del agresor, o si ella deviene en irreparable, el juez, atendiendo al agravio
producido, declarará fundada la demanda precisando los alcances de su decisión,
disponiendo que el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones
que motivaron la interposición de la demanda, y que si procediere de modo con-
trario se le aplicarán las medidas coercitivas previstas en el artículo 22 del presente
Código, sin perjuicio de la responsabilidad penal que corresponda”29.
Si bien los autores del Código han pretendido indentificar a esta figura, bási-
camente dirigida para el hábeas corpus innovativo, en rigor merece extenderse esta
figura a todos los procesos que integran la jurisdicción constitucional de la libertad,
entre los que destacan el amparo.
En principio los autores del Código reconocen entre las clases de hábeas corpus
al hábeas corpus innovativo, sobre el cual se pronuncian en los siguientes términos:
“Resulta procedente en los casos que pese a haber cesado o haberse convertido en
irreparable la violación de la libertad personal, es necesario la intervención de la au-
toridad jurisdiccional a fin de que tales situaciones no se repitan en el futuro contra el
accionante. El juez constitucional atendiendo el agravio producido declarará fundada
la demanda, precisando los alcances de su decisión, disponiendo que el demandado
no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la interposición de la
demanda”.

29 ABAD YUPANQUI, Samuel; DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge; EGUIGUREN PRAELI, Francisco; GARCÍA
BELAUNDE, Domingo; MONROY GÁLVEZ, Juan y ORÉ GUARDIA, Arsenio. Código Procesal
Constitucional. Estudio Introductorio, Exposición de Motivos, Dictámenes e Índice Analítico, 3ª edición,
Centro de Estudios Constitucionales, Lima, 2008, p. 58.

28
GERARDO ETO CRUZ

Pues bien, como se ha señalado, no solo habría la modalidad del hábeas corpus
innovativo, sino que también cabe hablar que, por los efectos de la sentencia, exista la
figura del denominado amparo innovativo. Y este, conceptualmente se entiende como
aquel proceso en cuyo caso, no se puede restituir o reponer las cosas al estado anterior
a la violación o amenaza, en virtud a que se ha producido la sustracción de la materia.
Y por sustracción de la materia se entiende dos figuras excluyentes y no copulativas:
a) Porque en principio, ha cesado la agresión o amenaza por decisión vo-
luntaria del agresor. Aquí se ha perpetrado el acto lesivo, ha existido agravio
o amenaza; pero luego y motu propio el sujeto emplazado por la demanda
cesa la agresión, es decir interrumpe el acto lesivo. "Cesar" es la segunda
acepción de la Real Academia Española que significa “Dejar de hacer algo
que se estaba haciendo”. No interesa si la lesión tuvo niveles o grados de
intensidad, lo cual será merituado por el juez; el hecho es que, este cese o
agresión o amenaza, no es óbice para que el juez dicte fallo fundado.
b) La segunda variante de la sustracción de la materia ocurre cuando el acto
lesivo ha devenido en irreparable; esto es el agravio ya no puede resarcirse a
su estado de primigeneidad, lo que comportaría que el titular del derecho fun-
damental menoscabado no pueda ejercerlo por irreparabilidad material. Esta
irreversibilidad conforma el otro elemento de la llamada sustracción de la
materia, lo cual impide al juez pronunciarse en los términos de disponer un
fallo restitutorio, toda vez que no hay nada que restituir.
Lo que identifica aquí a este tipo de amparo innovativo es lo que el legislador ha
dispuesto: “El juez, atendiendo al agravio producido, declarará fundada la demanda
precisando los alcances de su decisión”. Esta parte es un primer aspecto que debe tener
el fallo. En efecto, pese a que como regla el amparo, aquí y en todos los sistemas que
lo regulan, tiene una eficacia restitutoria, en donde se repara el daño afectado; aquí el
juez materialmente no puede retomar las cosas a su estado de uso y disfrute natural;
pero pese a ello dispone fundada la pretensión. Los alcances del fallo, indica la norma,
está en función del grado o intensidad del acto lesivo, de allí la expresión: “atendiendo
al agravio producido”. De otro lado, y acaso como una segunda parte que debe tener el
fallo del amparo, el juez expresará en términos imperativos que el emplazado o agresor
“no vuelva a incurrir en las acciones que motivaron la interposición de la demanda”,
disposición que pudiera pensarse como una simple invocación o exhortación, pero que
no es para nada baladí, pues una vez determinada la conducta que el emplazado debe
llevar a cabo en situaciones similares, en el supuesto que dicha conducta volviera a
ocurrir, el demandante podrá pedir la cesación de dicha conducta a través del procedi-
miento de represión de actos homogéneos, establecido en el artículo 60 del C.P.Const.,
el cual a la letra dice:
“Si sobreviniera un acto sustancialmente homogéneo al declarado lesivo en un
proceso de amparo, podrá ser denunciado por la parte interesada ante el juez de
ejecución.

29
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

Efectuado el reclamo, el juez resolverá este con previo traslado a la otra parte por
el plazo de tres días. La resolución es apelable sin efecto suspensivo.
La decisión que declara la homogeneidad amplía el ámbito de protección del
amparo, incorporando y ordenando la represión del acto represivo sobrevi-
viente”.
Como vemos, de la norma citada se desprende que la declaración de un amparo
innovativo no será para nada irrelevante, pues la declaración de un acto lesivo pri-
migenio en este, es el supuesto indispensable para determinar con posterioridad la
existencia de un “acto homogéneo” o sustancialmente idéntico.
Por otro lado, el propio artículo 1 del C.P.Const. establece que “[en caso el de-
mandado] procediese de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas pre-
vistas en el artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la responsabilidad penal
que corresponda”. La remisión del artículo 22 nos permite, sin embargo, vislumbrar
un problema específico, pues allí se establece que “cualquiera de estas medidas coer-
citivas deben ser incorporadas bajo apercibimiento en la sentencia (…)”. ¿Qué pasa si
en el fallo no se ha establecido el apercibimiento respectivo? A nuestro criterio esto es
relativo; lo correcto es que en el fallo se debe disponer expresamente tal o cual medida
coercitiva para que se actúe la sentencia, mas puede darse el caso que el juez omitió en
el fallo estos extremos, lo cual puede ser imaginable en el caso del amparo innovativo,
por considerarse a éste de alguna manera como un simple fallo lírico o romántico; sin
embargo, ante tal situación, igualmente creemos que el juez no está impedido de inter-
dictar una conducta lesiva del derecho fundamental si es que en la etapa de ejecución
de la sentencia, el emplazado volviese a activar la conducta que previamente había
cesado.
Un último aspecto complementario es la presunta implicancia entre el artículo 1,
segundo párrafo y el artículo 5, inciso 5 del C.P.Const. En efecto, en este último
precepto se establece que: “La demanda será declarada improcedente si a su presen-
tación ha cesado la amenaza o violación de un derecho constitucional o se ha con-
vertido en irreparable”. Aparentemente esta cláusula estaría en contradicción con el
artículo 1, segundo párrafo que dispone que debe declararse fundada la demanda aún
cuando haya cesado la violación o amenaza o esta se haya convertido en irreparable.
Por principio, no existe tal antinomia, pues en el caso del amparo innovativo el juez
declara fundada la demanda, en tanto la sustracción de la materia opera en este caso
luego de haberse presentado esta, por lo que este supuesto no se ubica en lo prescrito
por el artículo 5, inciso 2 del C.P.Const., que establece una sustracción de la materia
anterior a la presentación de la demanda. En este último caso, por el contrario, sí se
justifica la declaratoria de improcedencia liminar de la demanda, en tanto, además de
no haber efectos restitutorios en el proceso, la sustracción ha operado por negligencia
del perjudicado con el acto lesivo de haber interpuesto la demanda sobre las ruinas de
un derecho que ya no se va a poder reponer.

30
GERARDO ETO CRUZ

c) Amparo declarativo
Se trata de aquel amparo cuya sentencia tiene por objeto declarar la existencia o
inexistencia de la vulneración de un derecho fundamental. En rigor, toda sentencia debe
contener tanto la declaratoria del derecho vulnerado como la indicación de la conducta
a cumplir, es decir es declarativa y de condena a la vez. En el caso del amparo, la de-
claración de la vulneración es siempre previa al establecimiento del mandamus preciso
que el emplazado con la demanda deberá cumplir para restituir al justiciable en el goce
efectivo del derecho fundamental conculcado.
Aquí, la declaración de existencia de una vulneración de un derecho fundamental,
no debe entenderse como la declaración de la presencia del derecho en el ámbito ius
fundamental del peticionante del amparo; y ello porque en el proceso de amparo, la ti-
tularidad del derecho fundamental es un requisito previo para la instauración de este.
Es decir, en el amparo no se discute si el accionante tiene o no el derecho, es decir si
es titular o no de él, lo cual es una condición previa predicable en casi todos los casos,
en tanto todas las personas somos titulares de los derechos fundamentales establecidos
en la Constitución, aún cuando puede darse el caso de una situación excepcional como
el tema del derecho a la pensión, donde la titularidad del derecho se adquiere por la
ocurrencia de la contingencia prevista en la ley para su goce efectivo; sino que lo que
se confronta es si el acto que llevó a cabo el emplazado con el amparo incidió o no
en el disfrute del derecho fundamental del cual el accionante es titular previamente al
proceso.
En la Teoría General del Proceso, a la sentencia que va a declarar la relación sus-
tantiva jurídicamente adecuada se le conoce como sentencia declarativa, y se carac-
teriza no porque a través del fallo se constituya un derecho, sino porque a través de él
se declara la relación jurídicamente válida entre el demandante y el demandado con
ocasión del ejercicio de ese derecho. Esto es lo que ocurre también en el amparo, en
tanto lo que el juez debe establecer es la relación (de lesión o no) entre el amparista y
el emplazado con el amparo respecto al ejercicio de determinado derecho fundamental.
Esta relación se determinará en función a si el acto perpetrado por el demandado es
lesivo o no del derecho fundamental que ostenta el recurrente justiciable.
En realidad, en la mayoría de los casos la sentencia declarativa de amparo no va
sola, sino que tiene que estar acompañada por el mandato de un hacer o no hacer a la
persona emplazada con el amparo, pues, como ya se dijo, el objeto del amparo es la re-
posición del afectado en el goce efectivo de su derecho fundamental y no solo la de-
claración de la existencia de una lesión ius fundamental. Con todo, puede darse el su-
puesto de un amparo declarativo puro, cuando, como vimos en el caso del amparo in-
novativo, ya no se puede compeler al emplazado a reponer al demandante en el goce de
su derecho y, por ende, no se establece en el fallo un mandamus a cumplir, sino por el
contrario, lo que interesa de este tipo de sentencia es la declaración de la vulneración
constitucional, ello con el objeto de que un caso similar futuro, se puede reprimir una
nueva violación del derecho fundamental.

31
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

d) Amparo de condena
Esta modalidad es el supuesto por excelencia del proceso de amparo, en tanto
el fin de este proceso constitucional es restituir al afectado en el goce efectivo de su
derecho fundamental, lo cual no podría lograrse si no se estableciese en la sentencia
la orden a llevarse a cabo para reponer las cosas al estado anterior a la violación. En
la doctrina procesal se ha acuñado el término de sentencia de condena, para referirse
justamente a la orden que se dicta al demandado a través de una sentencia firme y de-
finitiva de “hacer” o “no hacer” tendiente a satisfacer plenamente al demandante en el
ejercicio del derecho.
En el caso del amparo, la sentencia que ordena una obligación de dar, hacer o
no hacer, es típicamente una sentencia de condena que contiene un mandamus espe-
cífico, que deberá ser cumplido por el emplazado, bajo apercibimiento de aplicarse las
medidas coercitivas establecidas en el artículo 22 del C.P.Const. Esta modalidad de
sentencia, es la que da lugar, como ya dijimos al explicar el presente criterio de cla-
sificación, a este tipo de amparo que, por lo demás, como ya dijimos no se presenta
nunca en un estado químicamente puro, pues siempre deberá estar precedido de la
declaración de la lesión ius fundamental.

5. En función a la legitimidad procesal

En el presente caso, la modalidad está supeditada –como criterio rector– en


función a las partes en el proceso, esto es, dependiendo fundamentalmente quien es el
que interpone la acción, es decir según la legitimación básicamente activa, se identi-
ficaría si es un amparo de una persona natural o jurídica, y entre ésta en sus dos ver-
tientes, pública o privada. Está de más señalar que una mayor amplitud de esta te-
mática puede verse en el capítulo relacionado a las partes del proceso de amparo.

5.1. Amparo individual personal


Esta es el tipo de modalidad que suelen conocer las entidades judiciales. Se trata
de aquel proceso de amparo que residencia una persona física, natural en su condición
de presunto afectado. Ahora bien, la identificación de este amparo está en función al
autor o justiciable demandante. Ello en razón a que este amparo individual puede di-
rigirse a una persona jurídica en su versión corporativo privada o de alguna entidad
pública. No se descarta, desde luego, que igualmente la persona física interponga la
demanda contra otra persona natural. Con todo, se tratará, salvo el caso que el de-
mandado sea el Estado, de los conflictos de derechos fundamentales entre particulares.

5.2. Amparo individual corporativo privado


A diferencia del amparo individual personal, en el presente caso la tipología que
aquí se presenta está en función a que el actor de la demanda es una persona jurídica;
esto es, una entidad individual pero que actúa en su condición de persona moral. Este

32
GERARDO ETO CRUZ

aspecto está ligado, desde luego, a la problemática teórica y práctica de si acaso seria
factible que las personas jurídicas puedan tener determinados derechos fundamentales;
posición que ya hemos decantado en el capitulo respectivo de las partes en el proceso
de amparo.
Igualmente, las hipótesis que aquí se pueden presentar en relación a la entidad de-
mandada son varias. Así, este amparo individual corporativo privado puede dirigirse
homologamente contra otra entidad de igual naturaleza, es decir otra persona jurídica
privada; o en su defecto, contra una entidad jurídica publica de algún órgano o repar-
tición del Estado. Tampoco se descarta la posibilidad de que se interponga este amparo
individual corporativo privado contra una persona individual o física.

5.3. Amparo individual de entidades públicas


Este es el amparo que suele interponer, aunque en términos muy excepcionales, las
personas jurídicas públicas; toda esta compleja problemática se aborda en el capitulo
de las partes, en especial en relativo a las personas jurídicas. La polémica, estimamos
sigue abierta y plantea profundas reflexiones desde la orilla de la Teoría General de
los Derechos Humanos, sobre todo el de responder a la interrogante si el Estado tiene,
espistemológicamente, derechos fundamentales. Con todo si bien es comprensible la
presencia del amparo individual corporativo privado, pues tras las personas jurídicas
que formalmente activan algún proceso constitucional, están ciertamente las personas
físicas en su esfera de individualidad; en el caso del amparo individual de entidades
públicas, tras ellas están –no otra cosa– que los poderes públicos, como ha anotado
Gómez Montoro, el tema no es tan sencillo, pues en Alemania se plantea la idea de que
es necesario extender la presencia de ciertos derechos fundamentales a estas entidades
públicas, pues se trata de instituciones que sirven a los ciudadanos y tienen cierta in-
dependencia del Estado30.
No obstante, el mar de fondo que subyace en esta tipología de amparo es un hecho
muy concreto y real que se presenta en la dinámica de los casos que llegan al TC
peruano, que es precisamente este tipo de amparo y en el cual se le ha reconocido a
la entidad pública ser titular del derecho al debido proceso y la tutela jurisdiccional
efectiva, así como el debido procedimiento administrativo; y bien puede plantearse el
tema de las garantías institucionales que, como personas jurídicas públicas, ostentarían
en relación a presuntos desconocimientos que otras entidades del propio Estado pre-
tendan desconocer, como puede ser el propio legislador.
Recapitulando, en símil con los anteriores tipos de amparo, en el caso del amparo
individual de entidades públicas, puede plantearse la demanda entre una entidad
pública contra otra entidad pública; o bien contra una entidad individual corporativa

30 GÓMEZ MONTORO, Ángel. “La titularidad de derechos fundamentales por personas jurídicas: un intento de
fundamentación”, en Revista Española de Derecho Constitucional, Año 22, Nº 65, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, Madrid, mayo-agosto de 2002, p. 53.

33
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

privada; aunque puede parecer algo extraño, no se descarta que –el mundo al revés–
se presente un amparo individual de entidad pública contra una persona natural o
física.

5.4. Amparo difuso


Se trata de aquel grupo indeterminado de personas naturales que solicitan a los
órganos jurisdiccionales la presunta protección de sus derechos difusos. Lo que iden-
tifica a esta modalidad es que son necesidades colectivas individualmente sentidas.
Jorge Miranda apunta:
“Trata-se de necessidades comuns a conjuntos indeterminados de indivíduos e
que somente podem ser satisfeitas numa perspectiva comunitária. Nem são in-
tereses meramente colectivos, nem puros interesses individuais, ainda que possam
proyectar-se de modo específico, directa ou indirectamente, nas esferas jurídicas
destas ou daquelas pessoas”31.
Por lo general, los amparos difusos pueden estar sustentados a través de una simple
persona natural o persona jurídica privada, así lo expresa el artículo 40 del C.P.Const.:
“Asimismo, puede interponer demanda de amparo cualquier persona cuando se
trate de amenaza o violación del derecho al medio ambiente u otros derechos
difusos que gocen de reconocimiento constitucional, así como las entidades sin
fines de lucro cuyo objeto sea la defensa de los referidos derechos”.
No obstante, cabe aquí aclarar que en esta modalidad de amparo, su esencia no
lo determina quien lo interponga, pues puede ser cualquier persona natural o jurídica,
sino por la materia que está en juego que son aquellos derechos ecológicos del medio
ambiente, salud, educación, identidad étnica, pluralidad cultural, política ambiental,
áreas naturales protegidas, conservación de la diversidad biológica, protección del
consumidor o usuario, etc.

5.5. Amparo colectivo


Así como la doctrina distingue “interés difuso” o “derecho difuso”; lo propio
existe en paralelo los “derechos colectivos” o “intereses colectivos”. Por principio,
todos los derechos difusos que están en juego son colectivos, pero no necesariamente
todos los derechos o intereses colectivos son difusos. Y es que el amparo colectivo,
como ya se ha manifestado, el carácter colectivo del interés viene determinado por la
relación jurídica que vincula a sus titulares entre sí, o a estos con la parte contraria. Por
ejemplo, si en el Perú se diera una ley que suprimiera el medio pasaje para el universo
de los estudiantes universitarios, allí puede entablarse un amparo colectivo, a través
de la federación universitaria y bien puede disponerse en el fallo respectivo, como

31 MIRANDA, Jorge. Manual de Direito Constitucional, T. IV, Direitos Fundamentais, 2ª edición, Coimbra
Editora Limitada, Coimbra, 1993, p. 66.

34
GERARDO ETO CRUZ

hipótesis –y esto siempre y cuando se evaluara la presunta inconstitucionalidad– la de-


claratoria de un estado de cosas inconstitucionales; y la sentencia tendría efectos más
allá de las partes. Aún cuando con el mismo objeto pueda interponerse también una
demanda de inconstitucionalidad.

Conclusiones
La propuesta de clasificación o tipologías de amparo que aquí acabamos de es-
grimir, por lo demás, debe entenderse en términos relativos y no axiomáticos. Y ello
porque un análisis transversal de cada modalidad tiene conexión con otros tipos de
amparo. Nos explicamos, la propuesta que aquí se plantea permite como “diseño” por
decirlo así, diferentes combinaciones tanto al interior de cada criterio de clasificación
como al exterior de estas.
Así, algunas formas de combinación de modalidades de amparo pueden darse,
por ejemplo, entre los tipos de amparo por la materia. De este modo, un “amparo tri-
butario” puede verse también como un amparo económico, o un amparo previsional
puede identificarse, a la postre, como un amparo administrativo. Lo propio un amparo
económico puede presentarse bajo el parámetro de un amparo judicial; y las combi-
naciones siguen in crescendo: el amparo ecológico puede ser a su vez un amparo eco-
nómico o un amparo administrativo.
Y si apelamos a un juego de combinaciones, ad extra, es decir entre distintos
criterios de clasificación, bien podríamos tener un número muy amplio de combina-
ciones. Así por ejemplo, las distintas tipologías de amparo por la materia (criterio A)
pueden conjugarse con los tipos de amparo según la forma del acto lesivo (criterio B)
de la siguiente manera:
a) El amparo contra resoluciones judiciales es, en estricto, un amparo judicial.
b) Un amparo administrativo no es más que un amparo contra resoluciones
administrativas.
c) Un amparo ecológico puede plantearse como un amparo contra actos de par-
ticulares.
d) Un amparo tributario, puede manifestarse como un amparo contra leyes.
Por otro lado, las modalidades aquí esbozadas de amparo de acuerdo a la forma
fenomenológica del acto lesivo (criterio C) pueden a su vez combinarse con los dis-
tintos tipos de amparo por la materia (criterio A) del siguiente modo:
a) El amparo por violación comprende a todas las manifestaciones de los
amparos por la materia, es decir, el amparo laboral, previsional, judicial, eco-
nómico, etc.

35
UNA PROPUESTA DE TIPOLOGÍAS DE AMPARO EN EL PERÚ

b) El amparo preventivo, por amenaza de violación, igualmente comprende


todos los tipos de amparo por la materia.
c) El amparo por omisión, a su vez, puede presentarse en idénticas hipótesis
que los dos casos anteriores, aún cuando por excelencia se trate de un amparo
administrativo, lo que comúnmente se conoce como “amparo por mora de la
administración”.

36
El arbitraje y el amparo

Mario CASTILLO FREYRE*


Rita SABROSO MINAYA**

Introducción
El desarrollo del arbitraje en el mundo, no cabe duda, ha sido enorme en los
últimos años, habiendo devenido en la vía más utilizada para resolver conflictos, lo que
le otorga una importancia verdaderamente significativa.
Incluso nuestra Constitución, al tiempo que garantiza el acceso a la justicia or-
dinaria, permite a los particulares y aun al Estado, dejar de lado la jurisdicción or-
dinaria o natural, recurriendo al arbitraje como fórmula alternativa1.
Ahora bien, a pesar del auge del arbitraje, este debe convivir con la justicia
ordinaria, pero para que esta convivencia sea armónica, se debe establecer una relación
de cooperación entre ambos mecanismos. Así como los árbitros deben comprender las
limitaciones –como la falta de coertio– que les impone su origen privado, es necesario
que los jueces compartan la idea del arbitraje como sistema que coopera en la solución
de conflictos, prestando su auxilio cuando se deba recurrir a ellos, aceptando también
sus propias limitaciones, como son la de no intervención en materias sometidas a
arbitraje2.
Lamentablemente, en el Perú, la convivencia del arbitraje con la justicia or-
dinaria no ha sido armónica y ha tenido sus altas y sus bajas. Una muestra de ello,
ha sido –desde hace unos cuantos años– el empleo indiscriminado de demandas de
amparo para entorpecer el inicio o el desarrollo de procesos arbitrales.
Ello, habida cuenta de que el artículo 4 del Código Procesal Constitucional,
además de las normas pertinentes de la antigua Ley de Hábeas Corpus y Amparo,

* Magíster y Doctor en Derecho, Abogado en ejercicio, socio del Estudio que lleva su nombre. Miembro de
Número de la Academia Peruana de Derecho. Profesor principal de Obligaciones y Contratos en la Pontificia
Universidad Católica del Perú y en la Universidad Femenina del Sagrado Corazón. Catedrático de las mismas
materias en la Universidad de Lima. Director de las Bibliotecas de Arbitraje y de Derecho de su Estudio.
** Abogada en ejercicio titulada en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Profesora de Obligaciones
y de Arbitrajes Especiales en las Facultades de Derecho de la mencionada casa de estudios y de la Universidad
de Lima, respectivamente. Con estudios en la Maestría de Derecho de la Competencia y Propiedad Industrial en
PUCP. Miembro del Área de Arbitraje del Estudio Mario Castillo Freyre.
1 En efecto, el segundo párrafo del inciso 1 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú establece que no
existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la militar y la arbitral.
2 Caivano, Roque J. Arbitraje. Buenos Aires: Ad-Hoc, 200, p. 35.

37
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

permitía interpretar que cabía la interposición de demandas de amparo en contra de re-


soluciones arbitrales.
En tal sentido, se recurría a la interposición de demandas de amparo, a efectos de,
por ejemplo, obtener una medida cautelar que modificara el sentido de alguna reso-
lución arbitral, o que suspendiera el curso del proceso arbitral, hasta que se resolviese
el fondo del tema en materia constitucional.
Si bien era aceptable –teóricamente– que se pueda suspender un proceso arbitral o
un proceso cualquiera hasta que se solucione la controversia en torno a si había habido
o no violación de un derecho constitucional; en el terreno práctico tales considera-
ciones hacían absolutamente inviable la posibilidad de seguir de manera racional un
proceso arbitral, en tanto y en cuanto una de las partes estuviese decidida a torpedear
el desarrollo de dicho proceso.
A raíz de dicha situación, el propio Tribunal Constitucional –en el precedente de
observancia obligatoria contenido en la Sentencia recaída en el Expediente Nº 06167-
2005-PHC/TC– señaló que debía protegerse la jurisdicción arbitral, en el ámbito de
sus competencias, por el principio de no interferencia. En efecto, subrayó que los tri-
bunales arbitrales, dentro del ámbito de su competencia, se encuentran facultados para
desestimar cualquier intervención y/o injerencia de terceros, incluidas las de las auto-
ridades administrativas y/o judiciales, destinadas a avocarse a materias sometidas a ar-
bitraje, en mérito a la existencia de un acuerdo arbitral y la decisión voluntaria de las
partes.3
Es decir, el Tribunal Constitucional subrayó la plena vigencia del principio kom-
petenz-kompetenz, previsto en el artículo 39 de la derogada Ley General de Arbitraje
y en el artículo 41 del actual Decreto Legislativo N° 1071 que regula el Arbitraje, el
mismo que faculta a los árbitros a decidir acerca de las materias de su competencia a
efectos de evitar que una de las partes, que no desea someterse al pacto de arbitraje
–mediante un cuestionamiento de las decisiones arbitrales–, pretenda convocar la par-
ticipación de jueces mediante la interposición de cualquier acción de naturaleza civil,
penal o constitucional.
Dentro de tal orden de ideas, el Tribunal Constitucional –con acertado criterio–
reconoció la plena y absoluta competencia de los árbitros para conocer y resolver
las controversias sometidas a su fuero, con independencia de la judicatura ordinaria.
Es más, tratándose de materias de su competencia, el control judicial en materia ar-
bitral debe ser ejercido ex post, es decir, a posteriori, mediante los recursos de ape-
lación (si se hubiera pactado) y anulación del laudo; en tanto, el control constitucional
deberá realizarse de conformidad con el artículo 5, numeral 4 del Código Procesal

3 Ff. jj. 12 y 13 de la STC Exp. Nº 06167-2005-PHC/TC.


Cabe precisar que los ff.jj. 8, 11, 14, 17 y 18 también son vinculantes para todos los operadores jurídicos.

38
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

Constitucional, no siendo procedentes los procesos constitucionales, cuando no se hu-


bieran agotado las vías previas.
Por otro lado, como sabemos, el Tribunal Constitucional ha señalado en otras
oportunidades4 que el artículo 139 de la Constitución consagra en su inciso tercero la
observancia del debido proceso y de la tutela jurisdiccional. Es decir, garantiza a las
partes que, ante su pedido de tutela, el órgano jurisdiccional observe el debido proceso
e imparta justicia dentro de los estándares mínimos establecidos por los instrumentos
internacionales5.
De esta manera, todo tribunal arbitral tiene que estar sometido al control consti-
tucional, por cuanto la naturaleza de jurisdicción independiente del arbitraje, como lo
menciona el Tribunal Constitucional, no significa que establezca el ejercicio de sus
atribuciones con inobservancia de los principios constitucionalmente reconocidos.
En efecto, como ya lo ha señalado el propio colegiado, la jurisdicción arbitral
podrá ser enjuiciada constitucionalmente cuando vulnere o amenace cualquiera de los
componentes de la tutela jurisdiccional efectiva (derecho de acceso a la jurisdicción o
eficacia de lo decidido) o aquellos otros que integran el debido proceso; sea en su di-
mensión formal o procedimental (jurisdicción predeterminada, procedimiento prees-
tablecido, derecho de defensa, motivación resolutoria, etc.); sea en su dimensión sus-
tantiva o material (estándares de razonabilidad y proporcionalidad), elementos todos
estos a los que, por lo demás y como bien se sabe, el Código Procesal Constitucional
se refiere bajo la aproximación conceptual de tutela procesal efectiva.6
En tal sentido, los tribunales arbitrales no se encuentran exceptuados de observar
directamente todas aquellas garantías que componen el derecho al debido proceso, ya
que no se trata del ejercicio de un poder sujeto exclusivamente al derecho privado, sino
que forma parte esencial del orden público constitucional.
Sin embargo, algunas veces, aquellos que no obtienen un laudo favorable, re-
curren –sin fundamento válido– a la vía constitucional, alegando supuestas vulnera-
ciones al derecho al debido proceso.
De esta manera, en el presente artículo analizaremos cómo se complementó el an-
terior precedente de observancia obligatoria de la sentencia recaída en el Expediente
Nº 06167-2005-PHC/TC, en razón de los pronunciamientos más controversiales que
ha emitido en los últimos años el Tribunal Constitucional, a efectos de ver si se avanzó
–o no– en la lucha por la autonomía del arbitraje. Y, finalmente, nos centraremos en el

4 STC Exp. N° 01567-2006-PA/TC, f.j. 8.


5 Estos principios de la función jurisdiccional son recogidos, enunciativamente, por el artículo 4 del Código
Procesal Constitucional, al señalar que “se entiende por tutela jurisdiccional efectiva aquella situación jurídica
de una persona en la que se respetan, de modo enunciativo, su derecho de libre acceso al órgano jurisdiccional,
a probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso (…)”.
6 Fundamento 18 de la sentencia recaída en el Expediente N° 04972-2006-PA/TC.

39
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

último precedente de observancia obligatoria contenido en la sentencia recaída en el


Expediente Nº 00142-2011-AA/TC.

I. El caso Proime - Enapu: Expediente Nº 04195-2006-PA/TC


En la sentencia recaída en este expediente, el Tribunal Constitucional –siguiendo
la línea jurisprudencial iniciada con los Expedientes Nº 06167-2005-PHC/TC y
N° 01567-2006-PA/TC sobre el ámbito de control constitucional del laudo arbitral–
precisó algunos supuestos adicionales sobre la procedencia del amparo en contra de
laudos.
En primer lugar, dicho Colegiado señaló –acertadamente a nuestro entender– que
“el hecho de que el laudo sea prima facie inimpugnable, no lo convierte en incon-
trolable en la vía del proceso de amparo”. En efecto, como ya lo hemos señalado, el
debido proceso no se encuentra exceptuado en los procesos arbitrales, ya que dicho
principio compromete normas del orden público constitucional que no son privativas
únicamente de los procesos judiciales.
En efecto, si bien las partes pueden pactar que el laudo es inapelable, el laudo ar-
bitral está sujeto –en primer lugar– al control que se deriva de los recursos de anu-
lación (contemplado por la propia Ley de Arbitraje). Luego de ello, el laudo arbitral
está sujeto al control constitucional, siempre que se vulnere un derecho constitucional7.
Por otro lado, el Tribunal Constitucional precisó que si bien el recurso de anu-
lación es una vía previa al amparo, no debemos olvidar que nuestro ordenamiento con-
templa una lista taxativa de las causales para la anulación del laudo.
Es así que –acertadamente– el Tribunal Constitucional estableció que “una
afectación que no esté contemplada como causal de anulación del laudo, y que, sin
embargo, compromete seriamente algún derecho constitucionalmente protegido a
través del proceso de amparo, no puede ni debe tramitarse como un recurso de anu-
lación, de modo que para estos supuestos queda habilitado el amparo como medio
eficaz de defensa de los derechos comprometidos”.
Como se puede apreciar, se establece una excepción a que el recurso de anulación
del laudo sea la vía previa para acudir al amparo, y ello se presentará cuando la afec-
tación no esté contemplada como causal de anulación del laudo en la Ley de Arbitraje,
y cuando dicha afectación repercuta en el contenido constitucional de un derecho fun-
damental.

7 Recordemos que el artículo 37 del Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28237, establece cuáles son los
derechos protegidos a través del amparo, entre los que se encuentra el de "tutela procesal efectiva" (inciso 16).

40
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

Solo en ese supuesto, la parte perjudicada con un laudo arbitral podrá acudir a
la vía del amparo para su tutela, eximiéndose de tramitar el recurso de anulación res-
pectivo.
Finalmente, y a efectos de determinar el ámbito de actuación del Tribunal
Constitucional cuando conozca de amparos contra laudos arbitrales, dicho colegiado
estableció cinco reglas precisas; a saber:
i) El amparo resulta improcedente cuando se cuestionan actuaciones previas a
la expedición del laudo. En tales casos, se deberá esperar la culminación del
proceso.
ii) Aun habiendo culminado el proceso arbitral, el amparo será improcedente
cuando no se agote la vía previa, de ser pertinente la interposición de los re-
cursos de apelación o anulación.
iii) El amparo resulta improcedente cuando se cuestiona la interpretación rea-
lizada por el Tribunal Arbitral respecto a normas legales, siempre que de tales
interpretaciones no se desprenda un agravio manifiesto a la tutela procesal o
al debido proceso.
iv) La valoración y calificación de los hechos y circunstancias sometidas a ar-
bitraje son de exclusiva competencia de los árbitros, los que deben resolver
conforme a las reglas del arbitraje, salvo que se advierta una arbitrariedad ma-
nifiesta en dicha valoración o calificación que pueda constatarse de la simple
lectura de las piezas que se adjuntan al proceso, sin que sea necesaria una ac-
tividad probatoria adicional.
v) Quien alega una violación de un derecho constitucional que resulte de una
arbitraria interpretación de normas o hechos producidos en el trámite del ar-
bitraje, deberá acreditarlos de manera objetiva y específica, precisando en qué
ha consistido dicha irregularidad, así como el documento o pieza documental
en el que se constata dicha vulneración.
Como se puede apreciar, si bien no se establece un precedente de observancia
obligatoria, la sentencia recaída en el Expediente Nº 04195-2006-PA/TC es totalmente
relevante en la lucha por la defensa de la autonomía del arbitraje. De esta manera, las
citadas reglas nos ayudarán en el análisis de los siguientes casos.

II. El caso Codisa - Cofide: Expediente Nº 05311-2007-PA/TC

1. Sobre el agotamiento de la vía previa al amparo

En la sentencia recaída en este expediente, el Tribunal Constitucional –apar-


tándose de la línea jurisprudencial que tan acertadamente habían trazado– amparó la

41
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

demanda de Codisa, sin que dicha empresa hubiese agotado las vías previas; a saber:
el recurso de anulación.
Ello, a pesar de que, en el caso materia de análisis, no estábamos frente a una
de las excepciones contempladas en la sentencia recaída en el Expediente N° 04195-
2006-PA/TC, en tanto que las supuestas afectaciones8 a Codisa sí estaban contem-
pladas dentro de las causales de anulación del laudo9.
Al ser el tema del agotamiento de la vía previa uno de naturaleza procesal, lo dis-
puesto por el Código Procesal Constitucional debía aplicarse –incluso– a los procesos
en trámite10.
En efecto, el agotamiento de las vías previas (en ese caso, el recurso de anulación)
antes del control constitucional de un laudo, es un criterio interpretativo que el propio
Tribunal Constitucional reiteró en el precedente vinculante que vimos en la parte intro-
ductoria del presente artículo, y que, sin embargo, de manera sorprendente, no siguió
en el caso bajo comentario, olvidándose de que todos en el Perú estamos vinculados a
los pronunciamientos que constituyen precedentes vinculantes que el Tribunal Cons-
titucional emita; incluso, los propios magistrados del citado tribunal, en tanto –claro
está– no sean modificados formalmente por este órgano de justicia, hecho que no se
produjo en el caso analizado.
Dentro de tal orden de ideas, no encontramos sustento jurídico alguno que permita
amparar la demanda de amparo de Codisa, en tanto no se agotaron las vías previas. Es
decir, no estamos de acuerdo con el “carácter permisivo” al que se hacía referencia en
los votos singulares que señalaban que, en virtud del principio de temporalidad y de la
regla pro actione, se debía eximir a Codisa del agotamiento de las vías previas.
En dichos votos se afirmaba –sorprendentemente– que “(…) la regla pro accione
(…) obliga a presumir a favor de la continuidad del proceso en caso de duda o incer-
tidumbre sobre el cumplimiento de las condiciones de procedibilidad de la demanda”.

8 Según refiere Codisa, el arbitraje se habría desarrollado de manera irregular, violándose sus derechos
constitucionales al debido proceso y tutela judicial efectiva, por las siguientes razones:
- No se habrían observado las acciones y requisitos señalados en el convenio arbitral;
- No se habría saneado el proceso, consintiéndose la actuación de Cofide, sin tener legitimidad activa para
obrar;
- Se habría aplicado indebidamente el derogado Decreto Ley Nº 25935 y no la Ley General de Arbitraje, Ley
Nº 26572;
- Se habría impuesto una penalidad “draconiana” nula ipso iure desde su origen; y
- No se habría otorgado el mérito correspondiente a las pruebas aportadas por Codisa.
9 Incluso, de la sentencia se desprende que Codisa sí interpuso el recurso de anulación respectivo en contra del
laudo arbitral, y que dicho recurso de anulación habría sido admitido por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior
de Justicia de Lima. En tal sentido, a entender de la propia Codisa, la supuesta violación de sus derechos por parte
del tribunal arbitral, sí estaría comprendida en las causales de anulación de laudo, por lo que optó por recurrir a
la vía ordinaria para impugnar el laudo y conseguir su anulación.
10 Cabe precisar que la demanda se interpuso cuando estaba en vigencia la derogada Ley de Hábeas Corpus y
Amparo; y no el actual Código Procesal Constitucional.

42
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

Sin embargo, dichos votos parecían olvidar que –precisamente– la segunda dispo-
sición final del Código Procesal Constitucional establece la aplicación de normas pro-
cesales (como la del agotamiento de la vía previa) a los procesos en trámite; por lo
que –en el presente caso– no existía duda o incertidumbre alguna respecto a la impro-
cedencia de la demanda y, mucho menos, cuando la propia Codisa había acudido en
forma paralela a un proceso de anulación de laudo.
En consecuencia, a nuestro entender, el Tribunal Constitucional debió declarar
improcedente la demanda de Codisa, habida cuenta de que no agotó la vía previa (que
ella misma inició), a saber: el proceso de anulación de laudo arbitral.

2. Sobre la valoración y calificación de los hechos y medios probatorios

En este caso, Codisa también cuestionó la valoración y calificación de los hechos


y circunstancias sometidos a arbitraje (en específico, lo relativo a una penalidad con-
tractual), cuando ello –como todos sabemos– es de exclusiva competencia de los ár-
bitros, quienes resuelven conforme a las reglas del arbitraje.
Al respecto, debemos recordar el cuarto criterio contenido en la sentencia recaída
en el Expediente N° 04195-2006-PA/TC, en donde el propio Tribunal Constitucional
señaló que solo podía cuestionarse –vía proceso de amparo– la valoración y califi-
cación de los hechos y circunstancias sometidos a arbitraje cuando se advierta una ar-
bitrariedad manifiesta, que pueda constatarse de la simple lectura de las piezas que se
adjuntan al proceso y sin que sea necesaria una actividad probatoria adicional11.
Como podemos ver, para el caso de amparo contra laudos, la arbitrariedad en la
valoración y calificación de los hechos debe ser manifiesta y para ello deberá bastar
con la simple lectura del laudo o de los documentos que obran en el propio expediente
arbitral, los cuales deberán ser presentados junto con la demanda.
Ahora bien, a nuestro entender, el tema de la supuesta penalidad “draconiana”
que se le habría impuesto a Codisa era un asunto que estaba absoluta y únicamente so-
metido a la valoración y calificación de los árbitros.
El Tribunal Constitucional –de modo alguno– debió pronunciarse al respecto, al
tratarse de un tema de fondo.
Sin embargo, algunos de los magistrados se pronunciaron sobre los alcances de
una cláusula contractual, analizando la cuantía de la penalidad y afirmando que se
trataba de una “desproporción que no podía pasar por inadvertida”.

11 Según el artículo 9 del Código Procesal Constitucional, “en los procesos constitucionales no existe etapa probatoria.
Sólo son procedentes los medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide la realización de las
actuaciones probatorias que el Juez considere indispensables, sin afectar la duración del proceso. En este último
caso no se requerirá notificación previa”.

43
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

De esta manera, la valoración y calificación de los hechos y medios probatorios


sometidos a arbitraje han sido materia de análisis por parte del Tribunal Constitu-
cional, el cual –al parecer con una simple lectura de las piezas procesales– concluyó
en que la penalidad pactada voluntariamente por las partes fue excesivamente onerosa
para una de ellas y que el Tribunal Arbitral puso en evidencia su parcialidad, en tanto
no determinó la realización de una pericia de oficio.
El Tribunal Constitucional no puede afirmar que el tribunal arbitral estaría eviden-
ciando su parcialidad hacia una de las partes por la forma cómo valoró las pruebas, ya
que ello implicaría que el Colegiado pueda determinar cuándo un Tribunal Arbitral se
encuentra o no lo suficientemente informado, lo que –obviamente– no puede ser ad-
mitido. Ello, aplicado a cualquier proceso arbitral o, incluso, judicial, es atentatorio
contra la solidez de los procesos. En buena cuenta, un litigante malicioso siempre
podría cuestionar el fondo de cualquier laudo o sentencia.

3. Sobre la negociación previa al arbitraje

Finalmente, no podemos dejar de mencionar el tema de la negociación previa al


arbitraje, contemplado en el convenio arbitral.
En efecto, según se desprende de la sentencia bajo comentario, en el convenio
arbitral se habría establecido que “toda controversia o discrepancia respecto de la eje-
cución, interpretación o cumplimiento del (…) contrato que no pueda ser resuelta por
las partes después de su negociación en buena fe por un periodo no mayor de treinta
(30) días calendario será llevada a un arbitraje con la notificación escrita por una parte
a la otra para acogerse a la presente”12.
En otras palabras, de surgir alguna controversia, (i) las partes debían iniciar una
etapa de negociación, la cual no podría exceder de treinta días calendario; y (ii) trans-
currido dicho plazo, cualquiera podría solicitar el inicio de un arbitraje.
Si los hechos descritos tanto en el voto singular como en el voto dirimente eran
ciertos, Cofide no habría solicitado el inicio de las negociaciones previas contemplado
en el convenio arbitral (a efectos de resolver el tema del supuesto incumplimiento de
Codisa de su obligación de promover la inversión en las cuatro unidades hoteleras, y
el tema del pago de la penalidad establecida en los contratos); y, por consiguiente, el
arbitraje se habría iniciado contraviniendo lo establecido por las partes en el convenio
arbitral.
Sin embargo, de los antecedentes contenidos en la sentencia materia del presente
artículo no queda claro si Codisa interpuso o no una excepción de incompetencia en
el arbitraje.

12 Cita extraída del Fundamento 4 del voto dirimente.

44
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

Si no se hubiera interpuesto la referida excepción se habría producido una prórroga


de la competencia del tribunal arbitral y no correspondería que Codisa empleara ello
como argumento para dejar sin efecto el laudo emitido a través de un proceso de
amparo. Ni muchos menos, correspondía que el Tribunal Constitucional emitiese un
pronunciamiento sobre este extremo.
Si, por el contrario, Codisa hubiera interpuesto la referida excepción y el tribunal
arbitral la hubiera declarado infundada, sí correspondería que Codisa cuestione la
validez del laudo arbitral. Pero dicho cuestionamiento debió haber sido hecho en la vía
correspondiente; a saber: a través de un proceso de anulación de laudo; y, luego, solo
como último recurso, a través de un proceso de amparo.
Dentro de tal orden de ideas, apreciamos que el Tribunal Constitucional se apartó
del precedente de observancia obligatoria y de las reglas establecidas en la sentencia
recaída en el Expediente N° 04195-2006-AA/TC.

III. El caso Crasa - RBC: Expediente Nº 02386-2008-PA/TC


En el presente caso, para el Tribunal Constitucional la devolución de ciertos de-
rechos inmateriales no era materia arbitrable, al ser una “directamente concerniente
a las atribuciones o funciones de imperio del Estado, o de personas o entidades de
derecho público”, tal como lo establece el inciso 4 del artículo 1 de la Ley General de
Arbitraje13.
Cabe recodar que tradicionalmente han sido dos los criterios utilizados para de-
limitar las materias susceptibles de ser sometidas a arbitraje; a saber: (i) el criterio de
libre disposición conforme a derecho; y (ii) el criterio patrimonial.
El concepto de arbitrabilidad estaba regulado por el artículo 1 de la Ley General
de Arbitraje, precepto que acogía la teoría de la libre disposición y el criterio negativo.
Ahora bien, no compartimos el criterio empleado por el Tribunal Constitucional
cuando cuestionó el laudo arbitral en el extremo referido a la devolución de los de-
rechos inmateriales, ya que –a nuestro entender– dicho tema era de libre disposición de
las partes y no se encuentra contemplado en el referido inciso 4 del artículo 1.
En efecto, cabe precisar que RBC –en su calidad de titular original– cedió en uso
a Austral14 la autorización contenida en una Resolución Ministerial. Dicha cesión fue
aprobaba mediante otra Resolución Ministerial, de conformidad con la Ley de Teleco-
municaciones, que establece que los derechos otorgados por el Estado (concesiones,

13 Nos referimos a la derogada Ley Nº 26572, pero aplicable al caso bajo comentario.
14 Con quien Crasa había celebrado un Contrato de Servicio de Venta de Publicidad y Suministro de Programación
Televisiva.

45
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

autorizaciones, permisos y licencias) son intransferibles, salvo previa autorización del


Ministerio de Transportes y Comunicaciones.
Entre aquellos derechos que RBC cedió, se encontraban los derechos inmateriales
que –mediante el laudo arbitral bajo comentario– se ordenaba sean devueltos a su
titular original; devolución que –incluso– fue ratificada por el referido Ministerio, me-
diante una resolución que dejó sin efecto la Resolución Ministerial que inicialmente
aprobó la cesión.
En otras palabras, la devolución de los derechos inmateriales a su titular original
no era –de modo alguno– un tema directamente concerniente a las atribuciones o fun-
ciones de imperio del Estado.
El hecho de que para la cesión se requiera de una aprobación previa (con la cual,
además, sí se contó), no convierte en materia no arbitrable a los derechos inmateriales
que formaron parte del contrato de cesión.
En efecto, el que se requiera una aprobación previa para la celebración de un
contrato de cesión, no implica que las controversias que se deriven de dicho contrato
no puedan ser sometidas a arbitraje, ni que las partes carezcan de libre disposición
sobre los derechos materia de la controversia.
No se puede desconocer que el titular original de los derechos inmateriales era
RBC y que el hecho de que el laudo ordenase que regresen –precisamente– a su titular
original, no constituía –en modo alguno– vulneración a derecho constitucional alguno
de Crasa.
La decisión de que el contrato de cesión se resuelva y de que los derechos con-
tenidos en dicho contrato de cesión regresasen a su titular inicial, era un tema que no
podía ser cuestionado –vía proceso de amparo– por ser uno de fondo, y porque no se
desprendía ningún agravio manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso.
Dentro de tal orden de ideas, coincidimos con el voto singular, cuando afirma que,
en el presente caso, se estaba cuestionando la interpretación realizada por el árbitro
respecto de normas legales y que de tales interpretaciones no se desprendía un agravio
manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso15.
En consecuencia, la mayor debilidad de la sentencia bajo comentario versaba en
que el Tribunal Constitucional analizó temas de fondo, concluyendo en que el árbitro
único no debió pronunciarse sobre los derechos inmateriales.
En otras palabras, a pesar de que Crasa cuestionó la interpretación realizada por
el árbitro único respecto de normas legales, de donde no se desprendía un agravio

15 Tal como exigía la tercera regla de la sentencia recaída en el Expediente N° 04195-2006-AA/TC.

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MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

manifiesto a la tutela procesal o al debido proceso, el Tribunal Constitucional declaró


fundado el amparo.
Asimismo, el Tribunal Constitucional olvidó que la valoración y calificación de
los hechos y circunstancias sometidos a arbitraje son de exclusiva competencia de
los árbitros y que ellos deben resolver conforme a las reglas del arbitraje; y que, en el
presente caso, no se advierte una arbitrariedad manifiesta en dicha valoración o califi-
cación que pudiera constatarse de la simple lectura de las piezas del expediente.
A nuestro entender, el actuar del Tribunal Constitucional resulta peligroso, habida
cuenta de que cualquier tercero, como Crasa, podría –vía procesos de amparo– cues-
tionar lo decidido en relación a un contrato sobre el cual no tiene injerencia alguna.
Además, no se demostró cuál habría sido el agravio a los derechos constitucionales
que supuestamente se habrían vulnerado en perjuicio de Crasa.
En todo caso, si Crasa se hubiera perjudicado de alguna manera por la resolución
del Contrato de Cesión, la vía pertinente hubiera sido, tal vez, la de reclamar una in-
demnización por daños y perjuicios en contra de Austral16. Ello, en razón de que el
principal argumento de Crasa para su demanda de amparo era que “(…) el contrato ce-
lebrado de manera legal e inobjetable con Austral podría quedar resuelto, además de
haber devenido en inejecutable”.
Es decir, si Crasa se veía afectada por la inejecución del contrato que celebró
con Austral, debió demandar la correspondiente indemnización a dicha empresa y no
acudir a la vía constitucional para dejar sin efecto un laudo que se pronunció sobre un
contrato en el que Crasa no era parte.
No puede recurrirse al proceso de amparo como un proceso alternativo a los
procesos reservados para la jurisdicción ordinaria, ni tampoco como un "salvavidas"
para lo resuelto en procesos arbitrales.

IV. El caso Torres Arana - Marina Internacional Holding / Mía Meliá


Inversiones Americanas: Expediente Nº 05923-2009-PA/TC
En el presente caso, el señor Torres logró que se anulara un laudo arbitral en el
que se habría laudado sobre una materia no sometida expresa ni implícitamente a la
decisión del tribunal arbitral.
A consecuencia de ello, el señor Torres solicitó a la Cuarta Sala Civil de la
Corte Superior de Justicia de Lima que, en virtud del inciso 6 del artículo 78 de la

16 Si bien no conocemos todos los alcances del laudo cuestionado, resulta evidente suponer que el árbitro analizó
posibles incumplimientos por parte de Austral con respecto a las obligaciones contenidas en el Contrato de
Cesión y, por ello, resolvió el referido contrato.

47
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

derogada Ley General de Arbitraje,17 se avoque al conocimiento de la causa, señale


fecha para la vista de la causa y expida sentencia respecto de las pretensiones de la
demanda arbitral.
Dicho pedido fue declarado improcedente (tanto por la Cuarta Sala Civil de la
Corte Superior como por la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema), por lo que el
señor Torres acude a la vía constitucional por falta de motivación de las resoluciones
que no ampararon su pedido de avocamiento.
De esta manera, el Tribunal Constitucional estima que la afectación del derecho a
la motivación de las resoluciones judiciales debía ser evaluada en función de si la in-
terpretación efectuada por las Salas emplazadas del inciso 6 del artículo 78 de la Ley
General de Arbitraje resultaba arbitraria, defectuosa, irrazonable o inexistente.
El Tribunal Constitucional señaló que las Salas han abdicado de su función de in-
terpretar el referido inciso, pues ninguno de los dos órganos judiciales precisaron los
alcances de la frase “la competencia del Poder Judicial quedará restablecida, salvo
acuerdo distinto de las partes”, lo cual vulnera el derecho a la debida motivación de las
resoluciones judiciales.
Por consiguiente, el Tribunal Constitucional afirma que “si bien la interpretación
de la legalidad es función de la justicia ordinaria, en el presente caso este Tribunal con-
sidera que dicha regla debe admitir una excepción por cuanto ordenar que la Cuarta
Sala Civil de Lima se pronuncie nuevamente sobre la correcta interpretación de la
frase mencionada constituye una afectación de los derechos al plazo razonable y a la
tutela judicial efectiva, por cuanto (…) han transcurrido más de 8 años y no obtiene
respuesta alguna sobre lo pretendido (…)”.
Así, el Tribunal Constitucional consideró que la frase “la competencia del Poder
Judicial quedará restablecida, salvo acuerdo distinto de las partes” debe ser inter-
pretada en el sentido de que “el órgano competente para conocer la pretensión de-
mandada en el proceso arbitral cuyo laudo fue declarado nulo es el Poder Judicial, a
través de la Sala que declaró nulo el laudo. Para ello, la Sala deberá fallar en forma in-
mediata sobre la base de lo actuado en el proceso arbitral hasta el momento anterior
a que se emitiera el laudo arbitral, pues lo actuado en dicho proceso conserva plena
validez (…)”.
Al respecto, debemos señalar que el inciso 6 del artículo 78 podría, efectivamente,
ser interpretado en ese sentido, toda vez que el proceso arbitral hasta el estado anterior

17 Artículo 78.- “Consecuencias de la anulación.-


Anulado el laudo arbitral, se procederá de la siguiente manera:
(…)
6. Si el laudo arbitral ha sido anulado por la causal establecida en el inciso 6) del artículo 73, la competencia del
Poder Judicial quedará restablecida, salvo acuerdo distinto de las partes
(...)”.

48
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

a la expedición del laudo, habría conservado plena validez, habida cuenta de que no
fue objeto de la anulación declarada.
En tal sentido, bastaría con que se remitiera copia del expediente arbitral al juez,
quien –luego de estudiarlo por un plazo razonable y de haber oído a las partes en la
vista de la causa– emitiría la sentencia que reemplazaría al laudo anulado.
Sin embargo, también debemos precisar que –en la práctica– dicha posición–
teóricamente impecable– enfrenta diversos inconvenientes.
En primer lugar, el inciso 6 del artículo 78 no establece a qué juez se debería
acudir, es decir, no se sabría si acudir a un juzgado de primera instancia (civil o co-
mercial, dependiendo de la materia en controversia) o si hacerlo a alguna de las Salas
de la Corte Superior (civil o comercial).
El segundo tema es el referido a los requisitos que debería exigir el juez para
atender el pedido de la parte. Al respecto, cabe preguntarnos si bastaría con presentar
una demanda en la que se adjunte lo resuelto tanto por la Corte Superior como por la
Corte Suprema o si sería necesario adjuntar copia de alguna pieza procesal en particular.
Asimismo, no sabríamos qué tasa judicial pagar para este tipo de proceso sui géneris.
En tercer lugar, podríamos señalar que hoy en día no existe en la mesa de partes de
los Juzgados y Salas, un ingreso para los pedidos provenientes de alguna de las partes,
conducentes a que solo se emita una sentencia en sustitución del laudo anulado. Ello
resulta obvio, en tanto en nuestro ordenamiento jurídico no existe –predeterminado le-
galmente– un proceso con estas características.
Por último, en el supuesto de que se emita una sentencia en reemplazo del laudo
anulado, cabría preguntarnos si procedería algún recurso de impugnación contra ella.
¿Sería un recurso de apelación a una instancia superior? ¿Sería un recurso de anu-
lación, en tanto la sentencia estaría reemplazando a un laudo?
Dentro de tal orden de ideas, saltan a la vista los inconvenientes prácticos que se pre-
sentarían en el supuesto de que la referencia al Poder Judicial que encontramos en el inciso 6
del artículo 78 de la Ley General de Arbitraje, implique, únicamente, la intervención de la
jurisdicción ordinaria para dictar una sentencia en reemplazo del laudo anulado.
Reiteramos que, en nuestra consideración, esta tesis resulta teóricamente sólida, a
pesar de que la misma se enfrentaría con el expresado vacío normativo, tanto de la Ley
General de Arbitraje como del propio Código Procesal Civil.

V. El caso Ivesur - Consejo Superior de Arbitraje de la Cámara de Comercio


de Lima: Expediente Nº 02851-2010-PA/TC
En el caso bajo comentario, Ivesur interpone demanda de amparo contra los
vocales integrantes del Consejo Superior de Arbitraje del Centro de Arbitraje de la

49
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

Cámara de Comercio de Lima, solicitando se declare nulas y sin efecto –entre otras–
la resolución que designó al doctor Jorge Vega Velasco como árbitro –en defecto de
Ivesur y de Lidercon S.L.–18 en un arbitraje.
Según refiere Ivesur, se habrían violado sus derechos constitucionales a la tutela
procesal efectiva, de defensa y a la independencia e imparcialidad en el ejercicio de la
función jurisdiccional.
Ello, habida cuenta de que la designación del doctor Vega Velasco contendría
un vicio que afectaba su imparcialidad e independencia, al estar el Consejo Superior
de Arbitraje conformado por: (i) el doctor Alonso Rey Bustamante, quien se de-
sempeñó como representante, asesor y abogado de una de las partes (Lidercon S.L.); y
(ii) el doctor Hugo Sologuren Calmet, socio del Estudio integrado por el doctor Vega
Velasco.
Sin embargo, de la contestación de la demanda de amparo presentada por el
Consejo Superior de Arbitraje y de la contestación de la demanda de amparo pre-
sentada por Galashiels (parte demandante en el arbitraje), se desprende que ni el doctor
Rey Bustamante ni el doctor Sologuren Calmet participaron en la designación del
doctor Vega Velasco como árbitro, tal como se evidenciaría del Acta de Designación.
Incluso, en algunos votos singulares se hace referencia a este hecho de suma im-
portancia. Así, en uno de ellos se afirma que “(…) se aprecia de fojas 63 de autos que
la Resolución que designó al señor Vega Velasco como árbitro no fue suscrita por el
vocal Rey Bustamante (…)”, mientras que el segundo indica que “(…) no me queda
claro cómo es que, en el caso específico, la mayoría encuentra vulnerado este derecho,
si el miembro del Consejo Superior de Arbitraje, don Alonso Rey Bustamante, no in-
tervino en la sesión en la cual se designó al árbitro Jorge Vega Velasco”.
Sin embargo, llama la atención que la Sentencia omita analizar –como punto de
partida– si los doctores Sologuren Calmet y Rey Bustamante participaron o no en la
designación del árbitro.
En efecto, el Tribunal Constitucional obvia dicha premisa básica para cualquier
análisis de fondo sobre la demanda de amparo y, en lugar de ello, se dedica extensamente

18 En el Fundamento 28 de la sentencia bajo comentario, se señala que el doctor Vega Velasco fue designado en
defecto de Ivesur. Sin embargo, se trataría de una designación en defecto no sólo de Ivesur sino también de
Lidercon S.L., empresa que también fue demandada por Galashiels S.A. Esto se desprende del Fundamento 30,
en donde se indica que el Consejo Superior de Arbitraje estaba encargado "de la designación del árbitro de las
codemandadas".
Asimismo, en el voto singular del magistrado Urviola Hani, se cita el quinto considerando de la Resolución
Nº 0033-2005/CSA-CCANI-CCL, de fecha 29 de marzo de 2005, en el cual se señala lo siguiente:
“QUINTO: Que, IVESUR ha manifestado mediante escrito presentado el 22 de marzo de 2005, que no ha
arribado a un acuerdo con Lidercon sobre la designación del árbitro de parte que les corresponde designar,
solicitando que el nombramiento indicado lo realice el Consejo Superior de Arbitraje, sin considerar cualquier
propuesta formulada por su codemandada”.

50
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

a analizar si el señor Rey Bustamante tenía o no incompatibilidad para ejercer el cargo


de vocal del Consejo Superior de Arbitraje.
Por ello, corresponde preguntarnos si resultaba relevante para el caso bajo análisis,
que el doctor Rey Bustamante tuviese incompatibilidad o no para ejercer el cargo de
vocal del Consejo Superior de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima.
La respuesta negativa resulta evidente a todas luces, en tanto dicho vocal no par-
ticipó en la designación del árbitro, tal como se desprendería de varias piezas del ex-
pediente, que el Tribunal Constitucional –en mayoría– obvió de manera sorprendente.
Si bien Ivesur ha sostenido la existencia de una supuesta interferencia producida
por el vocal Rey Bustamante en la designación del árbitro, ello no ha quedado acre-
ditado. El hecho de que el doctor Rey Bustamante –abogado de Lidercon S.L.– formara
parte del Consejo Superior de Arbitraje, no implicaba per se una interferencia en la de-
signación en defecto que efectuó dicho Consejo, sobre todo cuando –lo reiteramos– el
referido vocal no intervino en la designación del árbitro. Lamentablemente, este tema
no fue advertido en la Sentencia bajo comentario.
De esta forma, dado que ni el doctor Sologuren Calmet ni el doctor Rey Bus-
tamante intervinieron en la designación del árbitro, no habría vulneración a derecho
alguno de Ivesur, por lo que la demanda de amparo debió ser desestimada.
Por otro lado, debemos hacer referencia al tema de la independencia e impar-
cialidad del árbitro, en tanto en el fundamento 2 de la Sentencia bajo comentario, se
señala expresamente que “el caso exige la realización de un análisis vinculado con la
independencia de las actuaciones del Consejo demandado (…) y la presunta falta de
imparcialidad del árbitro designado en el ejercicio de sus facultades, que van desde
la elección de la Presidenta del Tribunal Arbitral hasta la emisión del laudo (…)”.
Asimismo, en el Fundamento 8 se hace referencia a una “presunta parcialidad del
árbitro”.
El tema de la independencia e imparcialidad de los árbitros es de gran importancia
en el arbitraje, por la sencilla razón de que esta labor se basa en la confianza.
Roque Caivano19 expresa que los árbitros, en tanto ejercen una verdadera juris-
dicción con la misma fuerza que los jueces ordinarios, deben reunir similares cua-
lidades en orden a la imparcialidad e independencia de criterios frente a las partes. Los
principios sobre los que deben actuar no surgen muchas veces de preceptos escritos,
sino más bien constituyen un conjunto de reglas implícitas o sobreentendidas.
En el caso bajo análisis, resulta más que evidente que Ivesur nunca acreditó que
el árbitro designado por el Consejo Superior de Arbitraje pudiera tener con las partes

19 CAIVANO, Roque J. Ob. cit., pp. 172-173.

51
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

ningún tipo de relación personal, profesional o comercial, que implicara dudas justi-
ficadas acerca de su independencia e imparcialidad.
Lo sorprendente es que la Sentencia del Tribunal Constitucional, bajo comentario,
nunca realizó –a pesar de haberlo anunciado en su fundamento 2– análisis alguno
sobre la presunta falta de imparcialidad del árbitro designado.
Por el contrario, la Sentencia –en sus fundamentos 11 al 23– desarrolló “la teoría
de la apariencia de la imparcialidad”. Sin embargo, dicho esfuerzo se centró úni-
camente en la relación personal, profesional o comercial de un vocal del Consejo Su-
perior de Arbitraje que ni siquiera intervino en la designación del árbitro, en lugar de
un análisis del actuar del árbitro en lo relativo a su imparcialidad e independencia.
Es decir, una vez más, el Tribunal Constitucional –en mayoría– equivocó la
dirección a la cual debía dirigir su análisis.

VI. El último precedente de observancia obligatoria: Expediente N° 00142-


2011-PA/TC
El Tribunal Constitucional señala que “en tanto es posible que mediante el recurso
de anulación de laudo resulte procedente revertir los efectos del pronunciamiento ar-
bitral en los casos en los que este involucre la afectación de derechos constitucionales,
su naturaleza no es la de una vía previa, es decir la de una instancia anterior al proceso
constitucional, sino más bien, la de una vía procedimental igualmente satisfactoria, en
los términos a los que se refiere el artículo 5 del inciso 2) del Código Procesal Cons-
titucional. En tales circunstancias, quien acuda al recurso de anulación de laudo debe
saber que lo que la instancia judicial decida ha de ser lo definitivo, sin que sea posible
a posteriori acudir al proceso constitucional de amparo, ya que en este supuesto es de
aplicación el inciso 3 del artículo 5 (…)”.
Como se puede apreciar, el Tribunal Constitucional entiende –tal y como está es-
tablecido en la Décimo Segunda Disposición Complementaria del Decreto Legislativo
N° 1071 que regula el arbitraje– que el recurso de anulación del laudo es una vía espe-
cífica e idónea para proteger cualquier derecho constitucional amenazado o vulnerado
en el curso del arbitraje o en el laudo.
De esta manera, advertimos un cambio positivo, si tomamos en cuenta que el fun-
damento 14 del antiguo precedente establecía que “si lo que se cuestiona es un laudo
arbitral que verse sobre derecho de carácter disponible, de manera previa a la interpo-
sición de un proceso constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los
recursos que la Ley General de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo”, enten-
diendo como vía previa al recurso de anulación y/o apelación. En otras palabras, con
el precedente contenido en el Expediente N° 06167-2005-PHC/TC, el control consti-
tucional –vía amparo– se daba ex post a que la parte agraviada haya agotado las re-
feridas vías previas.

52
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

Con el nuevo precedente, el Tribunal Constitucional deja claramente establecido


que el recurso de anulación no es una vía previa al amparo, sino una vía específica e
idónea para proteger cualquier derecho. Por ello, en el fundamento 20, el Colegiado
estableció las siguientes reglas:
a) El recurso de anulación (y de apelación para aquellos procesos sujetos a
la derogada Ley N° 26572) constituyen vías procedimentales específicas,
igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales, que
determinan la improcedencia del amparo, salvo las excepciones establecidas
en la propia sentencia.
b) No procede el amparo para la protección de derechos constitucionales aún
cuando estos constituyan parte del debido proceso o de la tutela procesal
efectiva.
c) No procede el amparo para cuestionar la falta de convenio arbitral.
d) No procede el amparo cuando las materias sobre las que ha de decidirse tienen
que ver con derechos fundamentales de carácter indisponible o que no se en-
cuentran sujetas a posibilidad de negociación alguna.
e) Si se interpone demanda de amparo, desconociendo las referidas reglas, no se
suspende ni interrumpe los plazos para interponer los recursos de anulación
y/o apelación según corresponda.
f) Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de laudos
arbitrales solo podrá interponerse proceso de amparo contra resoluciones ju-
diciales, conforme a las reglas del artículo 4 del Código Procesal Constitu-
cional y su desarrollo jurisprudencial.
Sin embargo, como resulta evidente, esta última regla implica –en los hechos– que
el amparo sí será un control ex post a los mecanismos de impugnación recogidos en el
Decreto Legislativo N° 1071.
En efecto, esta última regla permitiría que aquella parte renuente al cumplimiento
del laudo y que acudió a la “vía específica e idónea del recurso de anulación”, pueda
acudir al proceso de amparo. Obviamente, el amparo no lo interpondrá en contra del
laudo (respetando así, las reglas establecidas en este precedente), pero sí lo hará en
contra de la resolución judicial que resuelva en última instancia el recurso de anu-
lación.
Por su parte, el fundamento 21 del precedente bajo comentario, también se esta-
blecen tres reglas de procedencia de un amparo arbitral; a saber:
a) Cuando se invoca la vulneración directa o frontal de los precedentes
vinculantes establecidos por el Tribunal Constitucional;

53
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

b) Cuando en el laudo arbitral se ha ejercido control difuso sobre una norma


declarada constitucional por el Tribunal Constitucional o el Poder Judicial,
según corresponda, invocándose la contravención al artículo VI del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional; y
c) Cuando el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del
convenio arbitral y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus de-
rechos constitucionales a consecuencia del laudo pronunciado en dicho ar-
bitraje, salvo que dicho tercero esté comprendido en el supuesto del artículo 14
del Decreto Legislativo Nº 1071.
A nuestro entender, los supuestos de procedencia del amparo arbitral contem-
plados en los citados literales a) y b), también podrían ser resueltos por el juez que
conoce el recurso de anulación (vía específica e igualmente satisfactoria).
En efecto, ya sea que un tribunal arbitral ha vulnerado precedentes vinculantes del
propio Tribunal Constitucional o que ha ejercido incorrectamente el control difuso,
estaremos ante la vulneración de derechos que bien podrían estar considerados en el
literal b) del artículo 63 del Decreto Legislativo N° 1071. No entendemos por qué si
el propio Tribunal Constitucional ha señalado que “no procede el amparo para la pro-
tección de derechos constitucionales aún cuando éstos constituyan parte del debido
proceso o de la tutela procesal efectiva”, sí procedería ir al amparo arbitral en esos dos
casos. Lo ideal, a nuestro entender, es que también para estos casos, la vía correcta sea
el recurso de anulación.
Por otro lado, el precedente establece que para esos dos casos será necesario que
“quien se considere afectado haya previamente formulado un reclamo expreso ante el
tribunal arbitral y que éste haya sido desestimado, constituyendo tal reclamo y su res-
puesta, expresa o implícita, el agotamiento de la vía previa para la procedencia del
amparo”.
Aquí cabe preguntarnos cuál sería el mecanismo, a través del cual se podría
efectuar el reclamo expreso ante el Tribunal Arbitral, si –como sabemos– contra el
laudo (en donde se habría vulnerado algún precedente vinculante del Tribunal Cons-
titucional o en donde se habría ejercido incorrectamente el control difuso) solo cabe
interponer, ante el tribunal arbitral, los recursos contemplados por el artículo 58 del
Decreto Legislativo N° 1071, a saber: interpretación, rectificación, integración y ex-
clusión.
La solicitud de rectificación en absoluto puede implicar una modificación al con-
tenido de la decisión del tribunal arbitral, sino que debe dirigirse meramente a la co-
rrección de errores materiales en el laudo que requirieran ser corregidos. Por su parte,
la interpretación tiene por objeto solicitar al tribunal arbitral que aclare aquellos ex-
tremos de la parte resolutiva del laudo que resulten obscuros o que resulten dudosos,
o aquellos eslabones de la cadena de razonamiento del árbitro que por ser obscuros
o dudosos, tengan un impacto determinante en lo resolutivo o decisorio del laudo,

54
MARIO CASTILLO FREYRE / RITA SABROSO MINAYA

vale decir, en aquello que se declara u ordena hacer o dejar de hacer a las partes en
el arbitraje. Queda claro, entonces, que mediante el recurso de interpretación no se
podrá solicitar la alteración del contenido o fundamentos de la decisión del tribunal
arbitral. A diferencia de las anteriores, la integración busca salvar la posible defi-
ciencia del laudo respecto de la omisión de alguno de los puntos sometidos a de-
cisión del tribunal arbitral. En tal sentido, la integración del laudo tampoco debe im-
plicar la modificación de decisiones ya adoptadas por el tribunal arbitral respecto
de los puntos que fueron materia de controversia y que fueron resueltos oportu-
namente en el laudo, ni la incorporación de nuevos puntos controvertidos que no
fueron materia del proceso arbitral. Finalmente, cualquiera de las partes puede so-
licitar la exclusión del laudo de algún extremo que hubiera sido objeto de pronuncia-
miento, sin que estuviera sometido a conocimiento y decisión del tribunal arbitral o
que no sea susceptible de arbitraje.
Dentro de tal orden de ideas, resulta evidente que los recursos contemplados por
el referido artículo 58 no tendrían por finalidad atender un reclamo relativo a la vulne-
ración de algún precedente vinculante del Tribunal Constitucional o relativo a una in-
correcta aplicación de control difuso.
En tal sentido, el Tribunal Constitucional debió aclarar si el “reclamo expreso
ante el tribunal arbitral” será ejercido a través de otro mecanismo no contemplado en
el Decreto Legislativo N° 1071 o si pretende dar mayores alcances a alguno de los ya
regulados.
Por otro lado, a nuestro entender, el supuesto de procedencia del amparo arbitral
contemplado en el literal c) del fundamento 21, resulta totalmente acertado. Es decir,
estamos de acuerdo en que el amparo sí proceda cuando quien lo interpone es un
tercero que no forma parte del convenio arbitral. Ello, en la medida de que un tercero
no participa del arbitraje y tampoco puede interponer recurso de anulación alguno en
contra del laudo que se emita, en el supuesto de que dicho laudo afectase de forma
directa sus derechos constitucionales.
Ahora bien, más allá de que no estemos de acuerdo con los dos primeros su-
puestos del fundamento 21 y sí con el tercero, el Tribunal Constitucional –acerta-
damente– precisa que “la sentencia que declare fundada la demanda de amparo por
alguno de los supuestos indicados en el presente fundamento, puede llegar a declarar la
nulidad del laudo o parte de él, ordenándose la emisión de uno nuevo que reemplace al
anterior o a la parte anulada, bajo los criterios o parámetros señalados en la respectiva
sentencia. En ningún caso el juez o el Tribunal Constitucional podrá resolver el fondo
de la controversia sometida a arbitraje”.

55
EL ARBITRAJE Y EL AMPARO

Conclusiones
Como se puede apreciar, algunas de las resoluciones analizadas entorpecían lo
avanzado en la lucha por la autonomía del arbitraje y por la no interferencia de los
tribunales ordinarios en el análisis de las cuestiones de fondo que hubiesen sido dis-
cutidas por las partes, a la par que juzgadas, valoradas o resueltas por los propios tri-
bunales arbitrales.
En ese sentido, en su momento invocamos para que el Tribunal Constitucional
vuelva –lo más rápido posible– a la línea trazada correctamente en sentencias como
las recaídas en los Expedientes Nº 06167-2005-PHC/TC, N° 01567-2006-PA/
TC y N° 04195-2006-PA/TC.
Con el último precedente, el Tribunal Constitucional dió un paso importante en la
consolidación del arbitraje.
En efecto, se estableció expresamente que el recurso de anulación no debe ser en-
tendido como una vía previa al proceso de amparo (como se había establecido en el
Expediente N° 06167-2005-PHC/TC), sino que se trata de una vía específica e idónea
para proteger cualquier derecho constitucional amenazado o vulnerado en el curso del
arbitraje o en el laudo.
Asimismo, se señaló expresamente que, en ningún caso, el juez o el Tribunal Cons-
titucional podrán resolver el fondo de la controversia sometida a arbitraje, evitando así
que se repitan casos como los que se presentaron en los últimos años.
Este precedente significa un paso importante en resguardo del debido proceso y
del respeto que el arbitraje se merece, como fuero jurisdiccional contemplado expre-
samente por el artículo 139 de nuestra Constitución Política, restableciendo –además–
la confianza que el medio académico y profesional debe tener con respecto al propio
Tribunal Constitucional.

56
El amparo previsional y los alcances de las
nuevas decisiones del Tribunal Constitucional

Jaime DE LA PUENTE PARODI*

Introducción
En esta ocasión se ha considerado conveniente, para efectos de actualizar este
artículo, hacer una evaluación de las nuevas decisiones que ha expedido el Tribunal
Constitucional1 frente a la propuesta de amparo que fue materia de otra entrega2. En
tal sentido, se ha mantenido la estructura del estudio, pues si bien no existe a la fecha
ninguna aplicación concreta de los pronunciamientos dictados en sede constitucional
y por ello el planteamiento esbozado dentro de la tipología del amparo sigue en vi-
gencia, es probable que a la larga, como se va a evaluar en su oportunidad, los fallos
en mención incidan en alguna medida en la aplicación del amparo previsional como
mecanismo especial para la protección del derecho fundamental a la pensión en los
términos ya conocidos y trabajados por el Intérprete Supremo.
Sin lugar a dudas intentar modelar una clasificación del proceso de amparo en el
Perú constituye una actividad que puede denominarse algo audaz porque es un trabajo
novedoso, y por lo relevante que significa hacer un examen, análisis y evaluación
del indicado proceso constitucional, desde un punto de vista pragmático. Ello exige,
para aclarar el panorama, hacer una concesión a las posturas más apegadas al riguroso
estudio del Derecho Procesal Constitucional que encuentran en sus fundamentos y en
el propio ordenamiento procesal la fuente para negar o al menos cuestionar la posi-
bilidad de identificar varios tipos de procesos de amparo o cuando menos un proceso
de amparo con diversas características, en tanto el amparo constituye un proceso cons-
titucional con una finalidad específica, que responde a una naturaleza jurídica deter-
minada y cuya procedencia está estructurada en función al acto lesivo que sea materia
de impugnación. Esta postura si bien no entra en colisión directa con la propuesta de
clasificar el amparo, recorta tal intención, pues de cierto modo enmarca al proceso
constitucional impidiendo proponer alguna tipología; sin embargo con cierto atrevi-
miento en alguna ocasión se ha formulado la existencia de un amparo previsional a
partir de un tema concreto3; asimismo, se ha percibido una tipificación a partir del

* Presidente de la Primera Sala Especializada Permanente del Tribunal de Fiscalización Ambiental - OEFA.
1 STC Exp. N° 02988-2013-PA/TC, publicada el 11 de agosto de 2014 y el precedente vinculante recaído en la
STC Exp. N° 00987-2014-PA/TC, publicado el 26 de agosto de 2014.
2 DE LA PUENTE PARODI, Jaime. “El amparo previsional a través de la jurisprudencia y los precedentes
vinculantes del Tribunal Constitucional”, en: Gaceta Constitucional, Tomo 73, Gaceta Jurídica, Lima, enero, 2014.
3 DE LA PUENTE PARODI, Jaime. “El Precedente constitucional vinculante, la tutela de urgencia y el amparo
previsional”, en: Gaceta Constitucional, Tomo 11, Gaceta Jurídica, Lima, noviembre 2008.

57
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

derecho fundamental que se encuentra vulnerado o amenazado. Lo concreto es que en


algunos casos específicos se han dejado sentadas reglas particulares originadas en la
jurisprudencia y en los precedentes vinculantes del Tribunal Constitucional que alejan
discretamente a las causales de procedencia del amparo aceptadas doctrinariamente
y que suponen un criterio de clasificación del amparo a partir del acto lesivo, enten-
diéndolo: (i) como garantía jurisdiccional amplia; (ii) contra normas; y (iii) contra re-
soluciones judiciales,4 y dan luz verde a la posibilidad de delinear una categorización
con base en un distinto razonamiento.
En el planteamiento efectuado no debe dejar de advertirse, tal como lo señala Eto
Cruz, que una de las características de las normas de orden procesal es su ductilidad
por lo que: “Partiendo del carácter instrumental y finalista del derecho procesal, dada
la importante valencia de los bienes jurídicos tutelados en este tipo de procesos,
las normas procesales constitucionales están sujetas a un constante reacomodo que
permita la efectiva protección de los mismos, tarea llevada a cabo, la mayor cantidad
de las veces, por los jueces, quienes muchas veces para lograr una adecuada pro-
tección de los derechos fundamentales y de la supremacía constitucional deben
adecuar y recrear el ordenamiento procesal vigente e incluso, en algunos supuestos,
fallar en contra de las normas procesales, aún cuando estas tengan, como se sabe, el
carácter de normas de orden público”5. Desde dicha óptica, es fácil advertir que la
doctrina jurisprudencial (y con mayor énfasis en los precedentes vinculantes dictados
por el Máximo Intérprete Constitucional) han desarrollado sobre la estructura nor-
mativa del proceso de amparo diversas reglas que complementando el mismo, hoy
por hoy, permiten afirmar dentro de la tesis de la clasificación del proceso de amparo
que es factible demostrar la existencia de un amparo previsional, ya no solamente
porque el derecho constitucional que se protege es el derecho a la pensión (o derecho
previsional), sino porque la naturaleza del derecho fundamental ha irradiado carac-
terísticas propias hacia el proceso de amparo convirtiéndolo en un mecanismo de
protección ad hoc del derecho en cuestión, sin el cual podría decirse que la tutela del
derecho no sería completa.
En esa línea de razonamiento es que mediante este análisis se intentará a través de
la revisión de la jurisprudencia y los precedentes vinculantes apuntalar las bases para
identificar el amparo previsional, teniendo siempre como hilo conductor las normas
del Código Procesal Constitucional, tanto las contenidas en el título preliminar, las
disposiciones generales y la relativas propiamente al proceso de amparo que deben ser
tomadas en cuenta para comprender y utilizar adecuadamente el mecanismo de pro-
tección procesal.

4 ETO CRUZ, Gerardo. “El desarrollo del Derecho Procesal Constitucional a partir de la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional peruano”, CEC, Lima, 2008. p. 180.
5 Ibídem, p. 63.

58
JAIME DE LA PUENTE PARODI

I. La procedencia en el amparo previsional

1. Contenido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión

A partir de lo establecido por el artículo 2 del Código Procesal Constitucional y


dentro del contexto de estudio, se puede señalar que el amparo previsional procede
cuando se amenace o viole el derecho fundamental a la pensión por acción u omisión
de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de cualquier autoridad, funcionario
o persona. Bajo dicha premisa, la procedencia del amparo previsional se encuentra
ligada en principio, a la afectación del derecho a la pensión. Sin embargo no toda per-
turbación al mencionado derecho implicará que se esté ante la posibilidad de utilizar
un amparo previsional como mecanismo de tutela del derecho fundamental, puesto
que el ordenamiento procesal ha previsto causales de improcedencia para los procesos
constitucionales, estableciendo en el artículo 5, numeral 1 del Código Procesal Consti-
tucional que no proceden los procesos constitucionales cuando los hechos y el petitorio
de la demanda no están referidos en forma directa al contenido constitucionalmente
protegido del derecho invocado; y en el artículo 38 del citado código adjetivo que no
procede el amparo en defensa de un derecho que carece de sustento constitucional
directo o que no está referido a los aspectos constitucionalmente protegidos de este.
Debe hacerse mención, antes de precisar los alcances del contenido constitu-
cionalmente protegido del derecho fundamental y del sustento constitucional directo
en el amparo previsional,que la existencia de un acto lesivo constituye un presupuesto
fáctico y jurídico para darle el soplo de vida a cualquier proceso constitucional de
la libertad, vale decir sin un acto lesivo no cabe el inicio de un amparo6. Debe en-
tenderse que en materia previsional el acto lesivo normalmente está vinculado a la
manifestación de voluntad, sea de la Administración o de un particular (por ejemplo,
una compañía aseguradora), que deniega un derecho pensionario. Asimismo, se puede
configurar cuando se produce la suspensión o caducidad de una pensión o también
cuando se declara la nulidad de una resolución administrativa que otorgó una pensión,
y aunque los supuestos mencionados son los que se presentan con mayor frecuencia,
el acto lesivo en materia pensionaria puede presentarse con otras características, como
la denegatoria del inicio del trámite de desafiliación o la negativa de incorporación a
un sistema de pensiones.
El estudio del amparo previsional lleva a revisar en qué supuestos es posible la
protección del derecho fundamental a la pensión. Como se ha mencionado, el amparo
será procedente cuando los hechos y el petitorio estén referidos al contenido cons-
titucionalmente protegido del derecho a la pensión; y en aquellos casos en los que
el Derecho Constitucional tenga asidero en la Carta Fundamental, o que deter-
minados componentes del derecho cuenten con protección constitucional, teniendo en

6 La aplicación en contrario del artículo 2 del Código Procesal Constitucional determina la improcedencia de la
demanda al no acreditarse el acto lesivo, como se estableció en la RTC Exp. N° 04950-2006-PA/TC.

59
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

consideración no solo el aspecto formal (que se encuentre en la parte dogmática), sino


el aspecto material, vale decir una protección de la persona, contexto en el cual los
tratados sobre derechos humanos se encuentran incorporados al ordenamiento jurídico
interno, integrándose también las normas legales sobre la materia, lo que se conoce
como bloque de constitucionalidad; y en su conjunto responde al concepto de sustento
constitucional directo.
En cuanto al contenido constitucionalmente protegido del derecho fundamental a
la pensión, es necesario recoger lo expuesto por el Tribunal Constitucional en la STC
Exp. N° 01417-2005-PA/TC, que identifica las pretensiones que pueden ser tuteladas
a través del amparo; y lo expuesto previamente en la STC Exps. N°s 00050-2004-AI/
TC, 00051-2004-AI/TC, 00004-2005-PI/TC, 00007-2005-PI/TC y 00009-2005-PI/
TC (acumulados), que resolvió la demanda de inconstitucionalidad contra la Ley
N° 28389, de Reforma Constitucional, y la Ley N° 28449, sobre nuevas reglas pen-
sionarias del Decreto Ley N° 20530 en lo que concierne al contenido esencial del
derecho a la pensión. Previamente, y para efectos de precisar conceptos, es conve-
niente señalar que el contenido constitucionalmente protegido responde a un aspecto
procesal –a partir de la fuente normativa–, por el cual solo será susceptible de pro-
tección constitucional el contenido del derecho fundamental previamente delimitado
por el Tribunal, de ahí que configure una causal de improcedencia, mientras que el
contenido esencial responde a un aspecto sustancial del derecho constitucional, por el
cual se garantiza la existencia de un contenido mínimo o núcleo duro que no pueda ser
afectado por el legislador, o desde la visión de Martínez-Pujalte que no observa en la
garantía del contenido esencial “una mera barrera a la acción del legislador (con una
función puramente ‘defensiva’) sino, de un modo más completo, como ‘mandato’ para
el adecuado desarrollo de los derechos fundamentales”7.
Dicho ello, corresponde señalar que otra de las notas típicas que permiten iden-
tificar el amparo previsional es que el contenido del derecho a la pensión protegido-
constitucionalmente está delimitado8 mediante precedente vinculante, por lo que solo
puede recurrirse al proceso de amparo cuando las pretensiones estén referidas a:
1. La negativa al acceso a un sistema pensionario a pesar de haberse cumplido
con los requisitos legales. Este supuesto comprende a las normas de la ac-
tividad laboral pública o privada que permiten dar inicio al periodo de apor-
taciones.
2. La denegatoria a la obtención del derecho a la pensión sea de jubilación, ce-
santía o invalidez pese a haberse presentado la contingencia, entendida como
los requisitos previstos legalmente de acuerdo a cada sistema pensionario.
En el caso del Decreto Ley N° 19990 la edad y los aportes para la pensión de

7 MARTÍNEZ-PUJALTE LÓPEZ, Antonio-Luis. La garantía del contenido esencial de los derechos funda-
mentales, Tabla XIII Editores, Lima, 2005. p. 56.
8 STC Exp. N° 01417-2005-PA/TC, f.j. 37.

60
JAIME DE LA PUENTE PARODI

jubilación, y en el Decreto Ley N° 20530 y el Decreto Ley N° 19846, los años


de servicio.
3. Cuando se busque preservar el derecho a un mínimo vital. En este caso se
ha equiparado el valor constitucional del mínimo vital a la pensión mínima
legal9, por lo que en caso la pensión o renta que se perciba sea superior y
la controversia gire en torno al monto deberá acudirse a la vía judicial or-
dinaria. A la par de esta regla se ha considerado, ratificando la naturaleza
urgente inherente al amparo, que en aquellos casos que el monto percibido
sea superior al mínimo, la pretensión puede ser conocida mediante el amparo
cuando por las objetivas circunstancias del caso se considere urgente su veri-
ficación a efecto de evitar consecuencias irreparables (supuestos acreditados
de graves estados de salud). Es importante destacar que para la verificación
del monto debe evaluarse todos los ingresos que se perciban (por ejemplo una
pensión de viudez y una pensión de jubilación), en tanto la regla hace alusión
a la pensión o renta, que debe ser entendida como ingresos totales.
4. La denegatoria del otorgamiento de una pensión de sobrevivencia (viudez,
orfandad o ascendentes), pese a cumplir los requisitos legales. Si bien al
identificar el contenido esencial del derecho a la pensión en la STC Exps.
N°s 00050-2004-AI/TC, 00051-2004-AI/TC, 00004-2005-PI/TC, 00007-
2005-PI/TC y 00009-2005-PI/TC (acumulados), se ha establecido que las
pensiones de sobrevivencia (beneficiarios) pertenecen al contenido adicional,
al delimitar el contenido constitucionalmente protegido, se les ha brindado
el tratamiento que corresponde a la denegatoria de una pensión por derecho
propio.
5. La afectación al principio-derecho de igualdad como consecuencia del
distinto tratamiento que se dispense a personas que se encuentren en situación
idéntica o sustancialmente análoga, siempre que el término de comparación
sea válido.
Al delimitar el contenido se han previsto dos cuestiones adicionales. La primera
relacionada a la acreditación suficiente de la titularidad del derecho subjetivo concreto,
pues mediante el amparo solo cabe restituir el derecho fundamental. En ese sentido,
se entiende que la titularidad se comprobaría a través de las documentales presentadas
(por ejemplo las resoluciones administrativas o las solicitudes pensionarias), por lo
que al no establecerse esta se configuraría una improcedencia10. En segundo orden se
establece que las pretensiones referidas al reajuste pensionario o al tope máximo deben
ser ventiladas en la vía ordinaria al igual que las pretensiones sobre nivelación o las

9 Las Leyes N° 27617 y N° 27655 establece la escala de pensiones en función a los años de aportes y la naturaleza
del derecho (propio o derivado), correspondiendo a la escala más alta la suma de S/. 7. 415.00
10 En la RTC N° 05402-2011-PA/TC no se ha acreditado la titularidad del derecho de la viuda por lo que declara
improcedente la demanda.

61
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

que se refieran a la aplicación de los derechos adquiridos, al estar proscritas constitu-


cionalmente. Sobre esto último, es necesario indicar que estos supuestos han sido con-
siderados como excepciones al contenido constitucionalmente protegido del derecho a
la pensión, por lo que ante una pretensión de reajuste o pensión máximade quien tiene
comprometido el mínimo vital o padece de una enfermedad, se ha optado por su pro-
tección mediante el amparo previsional.11

2. Sobre el agotamiento de la vía previa

Otro de los puntos que caracteriza al amparo previsional es la interpretación que se


ha efectuado respecto a la causal de improcedencia del amparo relativa a la necesidad de
agotar las vías previas –regulada actualmente en el artículo 45 del Código Procesal Cons-
titucional–, que anteriormente recogía el artículo 27 de la Ley N° 23506 estableciendo
que solo procede la acción de amparo cuando se hayan agotado las vías previas, abriendo
algunas excepciones en el artículo 28 de la misma, supuestos en los cuales no se exigía
el agotamiento de las vías previas, como ahora lo prevé el artículo 46 del código ad-
jetivo12. Es en atención a la regulación prevista en la Ley N° 23506 que el Tribunal Cons-
titucional dejó sentado mediante criterio uniforme y reiterado, y antes de la STC Exp.
N° 01417-2005-PA/TC, que en materia pensionaria no es exigible el agotamiento de la
vía administrativa porque al hacerlo pueda convertirse en irreparable la agresión13. Pos-
teriormente, ya encontrándose en vigencia el Código Procesal y publicado el precedente
sobre contenido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión, el Tribunal
complementa el criterio jurisprudencial mencionado señalando que: “Antes de entrar al
fondo de la materia, este Tribunal debe pronunciarse sobre lo señalado por el demandado
acerca de que el actor no habría cumplido con solicitar previamente la pensión de jubi-
lación minera a la entidad administrativa. Al respecto, este Colegiado ha establecido en
reiterada jurisprudencia que por la naturaleza del derecho a la pensión y teniendo en con-
sideración que esta tiene carácter alimentario, no es exigible el agotamiento de la vía
previa”14. Con ello se crea una regla especial que solo es aplicable al amparo previsional,
pues se enlaza el derecho fundamental a la pensión con su carácter alimentario, y es en
atención a ello que el agotamiento de la vía previa no resulta exigible.
El derrotero descrito, sin embargo, ha seguido en evolución, precisándose que
el criterio sobre la excepción a la falta de agotamiento no debe entenderse como que

11 En la STC Exp. N° 04557-2012-PA/TC se ingresa al fondo de la controversia que está relacionada a un reajuste
de una pensión de viudez al estar comprometido el mínimo vital.
12 Artículo 28.- No será exigible el agotamiento de las vías previas si:
1) Una resolución, que no sea la última en la vía administrativa, es ejecutada antes de vencerse el plazo para
que quede consentida;
2) Por el agotamiento de la vía previa pudiera convertirse en irreparable la agresión;
3) La vía previa no se encuentra regulada, o si ha sido iniciada, innecesariamente por el reclamante, sin estar
obligado a hacerlo;
4) Si no se resuelve la vía previa en los plazos fijados para su resolución;
13 STC Exp. N° 01577-2003-AA/TC, f.j. 1.
14 STC Exp. N° 01064-2005-PA/TC, f.j. 3.

62
JAIME DE LA PUENTE PARODI

el Administrado no debe acudir a la vía administrativa, sino que está exceptuado


de agotarla, por lo que al menos debe solicitar su derecho pensionario a la entidad
pública, privada o mixta que sea destinataria del derecho (responsable). Al respecto,
el Colegiado ha señalado: “Que en ese orden de ideas, cuando el asegurado estime
que cumple todos los requisitos legalmente establecidos para acceder a una pensión,
deberá iniciar las gestiones correspondientes ante la propia Administración, la que
deberá resolver lo solicitado de manera diligente y expeditiva, atendiendo a que de
ello depende la subsistencia tanto del interesado como la de su familia en condiciones
dignas”15. Asimismo, dicha regla ha merecido una excepción para los casos en los
que el petitorio sea la desafiliación del Sistema Privado de Pensiones y el retorno a
algún sistema público, como el Sistema Nacional de Pensiones o el régimen previ-
sional del Estado. En tales casos se ha estimado, teniendo en cuenta que existe un pro-
cedimiento para dichos efectos, que “(…) no obstante ello, el recurrente acude di-
rectamente al órgano jurisdiccional, en lugar de interponer los recursos que el pro-
cedimiento administrativo prevé para cuestionar la decisión de la SBS expedida en
primera instancia administrativa, pese a que dicho procedimiento ha sido estipulado
en el artículo 4 de la Resolución SBS 11718-2008, que aprueba el Reglamento Ope-
rativo que dispone el procedimiento administrativo de desafiliación del SPP por causal
de falta de información y en la Ley del Procedimiento Administrativo General, Ley
27444”16. En atención a dicho argumento es que el Tribunal considera que en este tipo
de casos no se producido el agotamiento de la vía previa aplicando la causal de impro-
cedencia del artículo 5, inciso 4) del Código Procesal Constitucional.

3. De la inaplicación del plazo de prescripción

El artículo 44 del Código Procesal Constitucional establece que el plazo para la


interposición de la demanda de amparo prescribe a los sesenta días hábiles de pro-
ducida la afectación; anteriormente el artículo 37 de la Ley N° 23506 regulaba en
términos similares tal situación, pero recogía –equivocadamente–, el instituto de la ca-
ducidad. La protección en sede de amparo del derecho subjetivo frente al transcurso
del tiempo ha sido atendida jurisprudencialmente por el Tribunal, creándose una regla
exclusiva para los casos en los que se encuentra comprometido el derecho a la pensión,
punto que sostiene la tesis del amparo previsional.
La construcción del criterio gira en torno al acto lesivo. Teniendo en consideración
que existen actos de tracto sucesivo, vale decir que se producen sin solución de conti-
nuidad, el Tribunal ha señalado que “(…) debido a que los hechos que constituyen la
afectación son continuados, no se produce la alegada caducidad, toda vez que mes a
mes se repite la vulneración, por lo que resulta de aplicación el artículo 26 de la Ley
Nº 25398”17. Se advirtió que el pago de una pensión de cualquier naturaleza (jubilación,

15 RRTC Exps. N°s 02489-2011-PA/TC, 02593-2012-PA/TC y 02870-2012-PA/TC.


16 RTC Exp. N° 000378-2013-PA/TC, considerando 9.
17 STC Exp. N° 01903-2002-AA/TC, f.j. 1.

63
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

invalidez o de sobrevivencia) tenía una periodicidad mensual, por lo que se configura


una afectación con efectos repetitivos. Dicho criterio se mantiene hasta la actualidad
e inclusive se ha aplicado aisladamente en procesos de amparo contra resolución ju-
dicial cuando esta afecte de “manera directa o indirecta derechos pensionarios”18, pero
sin generar una regla uniforme cuando se cuestiona una resolución judicial en la vía
del amparo, pues para dichos supuestos viene siendo de aplicación el artículo 44 del
Código Procesal Constitucional19.

II. La prueba en el amparo previsional


El punto de partida para abordar lo relativo a la prueba en el amparo previsional es
el artículo 9 del Código Procesal Constitucional el que establece que en los procesos
constitucionales no existe etapa probatoria, por lo que solo son procedentes los medios
probatorios que no requieren de actuación. Bajo esta premisa es que el Tribunal Cons-
titucional, advirtiendo una problemática relacionada con la verificación de las condi-
ciones de acceso y que a su vez generan la titularidad del derecho ius fundamental,
ha construido diversas reglas –con calidad de precedente vinculante–, que le permitan
al juez constitucional alcanzar la certeza suficiente sobre las cuestiones materia de
probanza (por ejemplo, arbitrariedad en la denegatoria de la pensión o la titularidad
del derecho subjetivo), y de este modo emitir un pronunciamiento de naturaleza resti-
tutoria respecto del derecho a la pensión, sujetándose a la regla precitada de ausencia
de etapa probatoria.
Como se ha mencionado al precisar los componentes del contenido constitu-
cionalmente protegido, para acceder a una pensión de jubilación del Decreto Ley
N° 19990 se requiere tener una edad determinada y contar con un mínimo de aportes.
Precisamente para que el juez pueda comprobar el requisito referido a las aportaciones
sin que su actuación se vea afectada por los cuestionamientos a los documentos pre-
sentados al proceso, el Tribunal Constitucional emite la STC Exp. N° 04762-2007-PA/
TC, precedente sobre reglas para acreditar aportes en el proceso de amparo, en la
que ratificando algunos criterios jurisprudencial reiterados y uniformes, como la pre-
sunción iure et de iure de que se considere aportaciones efectivas a la retención del
aporte efectuado por el empleador que no es pagada a la entidad gestora, o aquellos
relacionados con el reconocimiento de aportes20, establece diversas pautas, siendo ac-
tualmente las más importantes:

18 STC Exp. N° 00500-2009-PA/TC f.j. 2.


19 RTC Exp. N° 0005482-2011-PA/TC, considerando 3 y RTC Exp. N° 04817-2012-PA/TC, considerando 4.
20 La STC Exp. N° 0004762-2007-PA/TC en el fundamento 26.f) señala que una demanda será manifiestamente
fundada cuando la ONP no ha reconocido periodos de aportaciones que han sido acreditados fehacientemente
por el demandante bajo el argumento de que han perdido validez; que el demandante ha tenido la doble condición
de asegurado y empleador; y que según la Tabla Referencial de Inicio de Aportaciones por Zonas, establecida por
el antiguo Instituto Peruano de Seguridad Social, en esa zona aún no se empezaba a cotizar.

64
JAIME DE LA PUENTE PARODI

a) Presentar documentación idónea: Certificado de trabajo, las boletas de


pago de remuneraciones, los libros de planillas de remuneraciones, la liqui-
dación de tiempo de servicios o de beneficios sociales, las constancias de
aportaciones de ORCINEA, del IPSS o de EsSalud, entre otros documentos.
Dichos instrumentos pueden ser presentados en original, copia legalizada
o fedateada. Con la RTC Exp. N° 04762-2007-PA/TC (aclaración de sen-
tencia) se precisa que los documentos también pueden ser presentados en
copia simple, siempre que no sean los únicos.
b) Recaudar el expediente administrativo pensionario: La entidad previsio-
naldebe presentarlo con la contestación de la demanda.
c) Aplicar el principio de prevalencia de la parte quejosa: Siempre y cuando
los medios probatorios presentados por el demandante resulten suficientes,
pertinentes e idóneos para acreditar años de aportaciones, o supletoriamente
el artículo 282 del Código Procesal Civil (presunción y conducta procesal de
las partes).
La finalidad del precedente en comento y de su resolución aclaratoria es crear la
suficiente convicción en el juez constitucional de que los documentos aportados para
acreditar aportaciones sean suficientes e idóneos, de modo tal que pueda concluirse en
que la denegatoria del acceso a la pensión fue arbitraria, o por el contrario la entidad
gestora procedió legítimamente.
Es pertinente señalar que en materia de riesgos profesionales se exige la com-
probación del estado de incapacidad para que se pueda acceder a la pensión de in-
validez por enfermedad profesional. La necesidad de contar con un documento idóneo
se volvió apremiante para el Tribunal frente a un escenario en el que los demandantes
presentaban una variedad de documentos médicos que no tenían un sustento nor-
mativo. Frente a ello,y luego de expedir la STC Exp. N° 10063-2006-PA/TC y
los precedentes vinculantes recaídos en la SSTC Exps. N°s 06612-2005-PA/TC,
10087-2005-PA/TC y 00061-2008-PA/TC, estos últimos unificados y reiterados
en la STC Exp. N° 02513-2007-PA/TC, actualmente solo es posible acreditar la
incapacidad en los procesos de amparo referidos al otorgamiento de una pensión
vitalicia conforme al Decreto Ley N° 18846 o pensión de invalidez conforme a
la Ley N° 26790 con un examen o dictamen médico emitido por una Comisión
Médica Evaluadora de Incapacidades del Ministerio de Salud, de EsSalud o de
una EPS, conforme lo señala el artículo 26 del Decreto Ley N° 19990. Inclusive
a partir de ello se ha creado un supuesto de improcedencia, pues cuando el de-
mandante no adjunta dicho documento médico el juez está obligado a rechazar la
demanda.
Lo anotado en este acápite permite advertir la existencia de reglas particulares
en materia probatoria que son exclusivas para la protección del derecho a la pensión.

65
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

III. El pago de accesorios en el amparo previsional


Otro de los aspectos que merece ser expuesto son las reglas sobre el pago de ac-
cesorios (pretensiones accesorias) que el Tribunal Constitucional ha establecido con
calidad de precedente vinculante en la STC Exp. N° 05430-2006-PA/TC. El sustento
de los criterios que se plasman en la decisión es que “(…) por la naturaleza resti-
tutoria del amparo, este Tribunal considera que, verificada la vulneración del derecho
fundamental a la pensión, corresponde ordenar la subsanación de tal vulneración
desde la fecha en que se produjo, con el consiguiente reintegro económico de lo
dejado de percibir por concepto de pensiones”21. Este tratamiento especial que brinda
el Supremo Intérprete es propio del amparo previsional y obedece a la naturaleza del
derecho que se encuentra en juego, que, como se sabe, es uno de los derechos sociales
por excelencia y siempre ha merecido un tratamiento particular en sede del Tribunal
debido a que su judicialización responde a una actuación administrativa deficiente, y
además comprende básicamente a los ancianos que constituyen un grupo de especial
protección conforme al artículo 4 de la Constitución.
Las reglas sustanciales se han dispuesto tomando en cuenta el contenido constitu-
cionalmente protegido del derecho a la pensión, entendiéndose en dicha sentencia que
este se encuentra compuesto por el acceso o reconocimiento, afectación del derecho al
mínimo vital, tutela de urgencia o afectación del derecho a la igualdad con referente
válido22. Así, todas las pautas están dirigidas a que los jueces constitucionales amparen
las pretensiones accesorias referidas al pago de devengados, de reintegros y los in-
tereses legales siempre que se haya estimado la demanda y ordenado el otorgamiento
de una pensión.

IV. El test para determinar el contenido constitucionalmente protegido de


un derecho conforme a la STC Exp. N° 02988-2013-PA/TC
El Tribunal expide la STC Exp. N° 02988-2013-PA/TC de fecha 23 de junio de
2014 a través de la Sala Primera la que se trae a colación en el presente estudio al
abordar un caso en materia de pensiones, específicamente uno en el que se pretendió
el acceso a una pensión del decreto Ley N° 19990. La citada decisión afirma que “lo
pretendido en la demanda no está referido al contenido constitucionalmente protegido
de un derecho fundamental”. El sustento para proponer ello es que tanto el artículo 5,
inciso 1 como el artículo 38 del Código Procesal Constitucional prescriben la impro-
cedencia de la demanda de amparo si esta no se encuentra dirigida a la defensa de
ámbitos protegidos por derechos constitucionales. Y concluye que en atención a ello

21 STC Exp. N° 05430-2006-PA/TC, f.j. 12.


22 Íbidem, f.j. 14, regla sustancial.

66
JAIME DE LA PUENTE PARODI

la causal de improcedencia exige a los jueces constitucionales hacer un análisis sobre


la relevancia constitucional del caso para admitir las demandas de amparo23.
A partir de tal premisa se ensaya un test de tres pasos, aunque se admite que podría
ser necesario uno adicional en tanto el caso en concreto lo amerite,pues es posible que
el procedimiento de análisis resulte insuficiente. De manera resumida se le exige al
juez constitucional que realice el siguiente análisis:
i) Verificar que existe una norma de derecho constitucional pertinente para el
caso, lo que comprende una interpretación válida de disposiciones que re-
conocen derechos constitucionales, vale decir, primero, que exista dispo-
sición que reconozca el derecho; y en segundo término, que exista una norma
que pueda desprenderse legítimamente de una disposición que reconoce el
derecho, de forma tal que pueda delimitarse la protección. En este punto se
hace expresa referencia, a que no están excluidos los derechos no enumerados
y aquellos derechos constitucionales de desarrollo legal.
ii) Constatar que el demandante sea titular del derecho fundamental. Para
corroborar ello se debe determinar si la pretensión y los hechos descritos
pueden subsumirse dentro del ámbito normativo del derecho invocado.
iii) Por último, debe verificarse, de modo preliminar, sin entrar al fondo del
asunto, que la afectación o restricción cuestionada incida en el ámbito pro-
tegido.
Como se adelantó existen casos excepcionales en los que se añadirá un elemento
al examen. De los ejemplos colocados por el Tribunal se cita, por considerarse bastante
claro, aquel supuesto en el cual la interpretación que se hace de la disposición que re-
conoce el derecho es irrazonable o absurda; y el que busca tutelar un ámbito aparen-
temente protegido, pero que el Tribunal Constitucional ha excluido expresamente en su
jurisprudencia de observancia obligatoria. Asimismo, en la orilla de lo más complejo
está aquel supuesto en el cual la titularidad del derecho requiere, de modo necesario,
condiciones adicionales de aplicación.
En el caso en comento se reitera que la pretensión en la demanda no superó el
análisis de relevancia constitucional, pues no se refiere en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado; y es que a partir del Consi-
derando 4 se concluye que “no fueron acreditadas las aportaciones para acceder a una
pensión y, por ende, el recurrente no demostró que se encontrará en una posición ius-
fundamental constitucionalmente protegida”.
Como se advierte, el pronunciamiento considera que la pretensión no ha superado
el test de determinación del contenido constitucionalmente protegido del derecho. Sin
embargo cabe preguntarse si en los casos en que se encuentra en discusión el derecho

23 Considerando 5 de la STC Exp. N° 02988-201-PA/TC.

67
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

a la pensión es necesario aplicar el test de relevancia constitucional, pues se entiende


que en la STC Exp. N° 01417-2005-PA/TC ya se dejó sentada posición con calidad de
precedente vinculante sobre este contenido constitucionalmente protegido, y tal como
se viene haciendo es innecesario que se someta a la pretensión a un nuevo análisis pues
de desde ya el contenido del derecho cuenta con relevancia constitucional, sin que sea
un asunto medular para el uso del mecanismo de protección el método o la forma, en
su acepción más simple, que se haya utilizado para la formación de dicho contenido
constitucionalmente protegido.
Y si lo dicho no fuese suficiente para hacer notar que el ejercicio argumentativo
del Tribunal en la STC Exp. N° 02988-2013-PA/TC entra en conflicto con el pre-
cedente vinculante del caso Anicama, debe tenerse en cuenta que la improcedencia
en este caso en concreto se sustentó en que el actor no demostró que se encontrara en
una posición iusfundamental constitucionalmente protegida en tanto no fueron acre-
ditadas las aportaciones. Aquí es conveniente mencionar que en el modelo de amparo
previsional la probanza de aportes se soporta en el precedente vinculante recaído en
la STC Exp. N° 04762-2007-PA/TC en el cual se establecen las reglas para su acredi-
tación, y si bien debe atenderse previamente a la titularidad del derecho fundamental,
no queda claro –al menos en la decisión materia de comentario–, cómo la acredi-
tación de aportes sustentaría la titularidad. La denegatoria de la pensión por el recono-
cimiento de menos aportes a los presuntamente obtenidos por el actor a lo largo de su
trayectoria laboral (como asegurado obligatorio) o como asegurado facultativo es pre-
cisamente lo que termina colocándolo como titular del derecho y como afectado en su
ejercicio al verse privado del acceso.

V. El precedente vinculante sobre emisión de sentencias interlocutorias


denegatorias y sus posibles alcances en el amparo previsional
La STC Exp. N° 00987-2014-PA/TC de fecha 6 de agosto de 2014 y publicada el
26 del mismo mes, establece como precedente vinculante diversas reglas para emitir
sentencias interlocutorias denegatorias. Son, principalmente, dos los fundamentos que
son esgrimidos para dictar el precedente. Por un lado, la atención de casos desestima-
torios en lo formal24 y su necesaria tramitación en sede del Tribunal “produce demoras
que impiden atener oportuna y adecuadamente aquellos otros en los cuales verda-
deramente existen vulneraciones que exigen una tutela urgente”;25 y un segundo ar-
gumento, que da cabida a un cuestionamiento en similares términos a lo desarrollado
en el acápite anterior, por el que “existe una cuestión de especial trascendencia cons-
titucional cuando la resolución resulta indispensable para solucionar un conflicto de

24 Se cita el artículo 18 del Código Procesal Constitucional.


25 STC Exp. N° 00987-2014-PA/TC, f.j. 44.

68
JAIME DE LA PUENTE PARODI

relevancia o cuando se presente la urgencia de una revisión sobre el contenido de un


derecho fundamental”26.
Lo anotado si bien se extrae de un precedente a diferencia de la decisión de una
Sala, y que en puridad el primero busca hacer un tamiz del recurso de agravio constitu-
cional frente al segundo que hace un desarrollo que apunta a las demandas de amparo,
resulta meridianamente claro que ambos supuestos se conectan a través de la mención
a la relevancia constitucionalque el caso debe contener y que a partir de la STC Exp.
N° 02988-2013-PA/TC tiene incidencia en el contenido constitucionalmente protegido
del derecho. Si esto fuese así la aplicación del precedente vinculante afectaría todos
los recursos de agravio constitucional que se vienen tramitando, inclusive a los que
ya han tenido vista de la causa pues no se ha previsto ninguna regla de trámite en el
pronunciamiento. Esta solución para separar los casos urgentes de aquellos que no
lo son podría alcanzar a los que tienen una directa afectación al contenido constitu-
cionalmente protegido del derecho fundamental a la pensión, tal como se ha podido
observar de la solución propuesta en el caso arriba señalado.
No es la intención de este estudio analizar otros aspectos del precedente vinculante
en cuestión. Sin embargo sí llama la atención el hecho de que seguido a su publicación
el Tribunal Constitucional haya modificado el artículo 11 de su Reglamento Nor-
mativo bajo el argumento de que la medida preservará la autoridad de los magistrados
del Tribunal Constitucional que le ha otorgado el pueblo a través del Congreso de la
República, pues agilizará la solución de procesos que requieran tutela de urgencia27.
En fin, aunque es prematuro poder ver la dirección que en la práctica puedan
tomar estas últimas decisiones del Supremo Interprete, se espera que el camino trazado
por el amparo previsional para una solución de conflictos relacionados al contenido
del derecho fundamental a la pensión, no sufra modificaciones estructurales. Si bien
la idea de reevaluar los alcances de la STC Exp. N° 01417-2005-PA/TC a casi diez
años de su vigencia es totalmente saludable, hay canales procesales y mecanismos ju-
risprudenciales que pueden lograr tal fin sin desnaturalizar conceptos que por más
dogmáticos y conceptuales que hayan servido para elaborar el precedente vinculante
mencionado han contribuido exitosamente a dictar decisiones predictibles y con se-
guridad jurídica para los justiciables que por pertenecer a un grupo etario en desventaja
merecen un tratamiento especial de conformidad con el artículo 4 de la Constitución.

Conclusiones
No cabe duda, luego del análisis efectuado, que la categorización planteada y que
se mueve en terreno distinto al transitado por la doctrina procesal constitucional, al
responder a criterios pragmáticos extraídos de la jurisprudencia y de los precedentes

26 STC Exp. N° 00987-2014-PA/TC, f.j. 50.


27 Resolución Administrativa 141-2014-P/TC publicada en el diario oficial El Peruano el 12 de setiembre de 2014.

69
EL AMPARO PREVISIONAL Y LOS ALCANCES DE LAS NUEVAS DECISIONES DEL TC

vinculantes, permiten afirmar que el amparo previsional recorre un camino que casi
puede calificarse como autónomo al ampararse en la naturaleza del derecho a la
pensión.
Las reglas que han sido materia de revisión tienen por objeto dar una mejor via-
bilidad al proceso constitucional y con ello una protección reforzada al derecho funda-
mental a la pensión, pues flexibiliza las causales de improcedencia haciendo inexigible
el agotamiento de la vía administrativa e inaplicando el plazo prescriptorio. Del mismo
modo, en lo que concierne a la actividad probatoria las pautas contribuyen a que el juez
realice una labor más célere pero valorando la documentación en su conjunto que le
permita generarse la suficiente certeza para la acreditación de aportes, que tal como se
ha visto constituye un punto central para los casos de acceso a la pensión en el Decreto
Ley N° 19990.
De otro lado, el precedente sobre pago de accesorios coadyuva a que la protección
al derecho fundamental a la pensión sea una de carácter integral, situación que antes
de su expedición estaba sujeta a criterios dispares que eran materia de las decisiones
judiciales.
Luego de revisar estos tres puntos, solo queda convenir en que la ductilidad de
las normas procesales ha permitido que la labor del Tribunal Constitucional, a través
de la jurisprudencia y de los precedentes vinculantes, enriquezca el amparo como me-
canismo de protección constitucional y lo convierta en una variante ad hoc para la
tutela del derecho fundamental a la pensión.
Finalmente, con el análisis de las SSTC Exps. N°s 02988-2013-PA/TC y 00987-
2014-PA/TC, últimas decisiones de importancia expedidas por el Tribunal Constitu-
cional se busca revisar los puntos en común, que pudieran recogerse del precedente
sobre delimitación del contenido constitucionalmente protegido del derecho a la
pensión y del nuevo precedente para la solución de procesos que requieran tutela de
urgencia, al efecto que cualquier relectura del caso Anicama se haga en términos ade-
cuados y se encauce dentro del mecanismo de protección del amparo previsional.

70
El amparo laboral y su evolución
en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional peruano
Dante Abraham BOTTON GIRÓN*

Introducción
La plena vigencia de los derechos fundamentales se ha convertido desde hace
varios años, en un aspecto de especial preocupación por parte de los más importantes
sistemas jurídicos y, en general, de la denominada “justicia constitucional”.
Y es que conforme se ha indicado, los procesos constitucionales “son las vías es-
pecíficas que se cuentan para efectivizar el control de constitucionalidad de manera
directa o indirecta, y el mecanismo procesal que se aplica para garantizar efecti-
vamente la protección de los derechos humanos”1
Desde esta perspectiva, tenemos que es la propia Constitución del Estado, la
que se ha encargado de fijar aquellas garantías (ahora correctamente denominados
procesos) a las que toda persona puede acudir en caso de que estime amenazado o vul-
nerado alguno de sus derechos fundamentales.
Dicha situación no es anómala, pues “las garantías constitucionales no lo serían
realmente si la propia Constitución no hubiese establecido una verdadera supraga-
rantía a la cual denominamos protección judicial de los derechos. Ella consiste en la
posibilidad de recurrir a un Poder Judicial independiente e imparcial, dotado de au-
toridad y responsable por sus excesos para que este brinde, en la forma más inmediata
posible, protección a las personas en aquellos casos en los que se advierte una lesión
–o aun solo una amenaza de lesión– manifiestamente ilegítima respecto de alguno de
sus derechos o libertades fundamentales”2.

* Abogado egresado de la Maestría en Derecho del Trabajo de la Universidad de San Martín de Porres. Ac-
tualmente es asociado al área laboral del Estudio Payet, Rey, Cauvi, Pérez, Mur.
1. GOZAÍNI, Osvaldo Alfredo. “El Derecho Procesal Constitucional como ciencia. Alcance y contenidos”; en: La
ciencia del Derecho Procesal Constitucional, Estudios en Homenaje a Hector Fix Zamudio en sus cincuenta
años como investigador del derecho; Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, 2008, 1a edición, Tomo I, p. 755.
2 LANDONI SOSA, Ángel. “La tutela de los derechos fundamentales a través del proceso de amparo. El derecho
uruguayo”. En: La Ciencia del Derecho Procesal Constitucional, Estudios en Homenaje a Héctor Fix Zamudio
en sus cincuenta años como investigador del derecho. 1a edición, Tomo VII, Universidad Nacional Autónoma
de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2008, p. 362.

71
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

En el caso peruano, el proceso de amparo, en particular, estará destinado a la


protección de los derechos fundamentales diferentes a la libertad individual y de-
rechos conexos (que son protegidos por el hábeas corpus), al acceso a determinada
información por parte de cualquier entidad pública y a la autodeterminación infor-
mativa (protegidos por el hábeas data) y al cumplimiento de una norma legal o acto ad-
ministrativo (materia del proceso de cumplimiento).
A efectos del presente trabajo, debemos tener en consideración que el artículo 37
del Código Procesal Constitucional, Ley N° 28237, establece de forma enunciativa y
no taxativa, aquellos derechos fundamentales que pueden ser protegidos a través del
proceso de amparo, siendo uno de aquellos el Derecho al Trabajo.
El propósito de este artículo es dar cuenta de los principales pronunciamientos
vinculados a la protección del Derecho al Trabajo por parte del Tribunal Constitu-
cional peruano y de otros derechos fundamentales sean específicamente laborales o no.

I. Los derechos fundamentales en la relación de trabajo


Como consecuencia del proceso de constitucionalización de los derechos sociales,
dentro de los cuales se encuentran de modo principal los derivados de las relaciones la-
borales, se generaron importantes efectos, entre ellos, el considerar a ciertos derechos
laborales como límites a las tendencias desreguladoras y al ejercicio de la libertad de
empresa por parte del empleador.
En ese sentido, el derecho que mayor desarrollo e impacto ha tenido en la relación
de empleo ha sido el Derecho al Trabajo. Así, se ha establecido que aquel tiene dos di-
mensiones: por un lado la dimensión de libertad de trabajo y por otro lado la dimensión
de acceso y protección frente al despido injustificado.
Con relación al primero de los aspectos mencionados, este: “concede a su titular
una serie de facultades de acción, entre ellas habrá que destacar la de trabajar o no
hacerlo, la de establecer en qué actividad se va a ocupar, la de determinar si va a
trabajar para sí o para otro y en este último caso, precisar a favor de quien. Y es que a
nadie se le puede obligar a trabajar”3.
De otro lado y con respecto a la segunda dimensión, el Tribunal Constitucional
estableció que: “el contenido constitucionalmente protegido del derecho al trabajo
implica dos aspectos: por un lado, el de acceder a un puesto de trabajo y por otro, el
derecho a no ser despedido sino por causa justa”.
Siendo ello así, tenemos que el empleador se encuentra directamente vinculado
al respeto de los derechos fundamentales de sus trabajadores, pues “los derechos

3 CASTILLO CÓRDOVA, Luis, citado por ÁVALOS JARA, Oxal Víctor; en: El Amparo Laboral;
1a edición, Gaceta Jurídica S.A. Lima, mayo de 2012, p. 28.

72
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

fundamentales detentan un efecto horizontal o inter privatos (…). Tal efecto se deriva,
por un lado, del artículo 38 de la Constitución, en cuanto establece que todos los pe-
ruanos tienen el deber de respetar y cumplir la Constitución y, por otro, del principio de
dignidad (arts. 1 y 3 de la Constitución) en cuanto el valor central de la persona impone
que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto regulador al ámbito de
la sociedad y de la propia autonomía privada. (…) En consecuencia, los derechos fun-
damentales vinculan, detentan fuerza regulatoria en las relaciones jurídicas de derecho
privado, lo cual implica que las normas estatutarias de las entidades privadas y los
actos de sus órganos deben guardar plena conformidad con la Constitución y, en par-
ticular, con los derechos fundamentales”4.
Adicionalmente a ello, el empleador se encontrará vinculado además al respeto de
otros derechos laborales fundamentales, como la libertad sindical, la negociación co-
lectiva, el derecho de huelga (con las excepciones y limitaciones que la propia Consti-
tución o su desarrollo normativo de rango legal o reglamentario establecen), la jornada
máxima de trabajo, el derecho al descanso semanal y anual remunerados, el derecho a
la percepción de una remuneración, entre otros.
Sin embargo, los derechos fundamentales antes señalados, son si se quiere, “espe-
cíficamente laborales” pues: “la relación de trabajo, activa o como referencia pretérita
o de futuro, se convierte de este modo para aquellos en presupuesto insoslayable de su
nacimiento y ejercicio”5.
Existen a la par, otros derechos constitucionales de carácter general y por ello, “no
específicamente laborales” que pueden ser ejercidos por los sujetos de las relaciones
de trabajo, en el ámbito de las mismas, por lo que en tal caso adquieren un contenido
o dimensión laborales sobrevenidos”6.
En palabras del Tribunal Constitucional Español: “la celebración de un contrato
de trabajo no implica en modo alguno la privación para una de las partes, el trabajador,
de los derechos que la Constitución le reconoce como ciudadano”7.
Corresponde entonces analizar las decisiones expedidas por el Tribunal Cons-
titucional peruano en procesos constitucionales de la libertad (específicamente en
procesos de amparo) y verificar los criterios que dicho órgano ha esbozado con re-
lación a la protección de los derechos fundamentales en el marco de una relación de
empleo y la interpretación que incluso se ha efectuado de la legislación laboral de con-
formidad a la Constitución.

4 STC Exp. N° 06730-2006-PA/TC, Decimo Sexta edición, f.j. 9.


5 PALOMEQUE LÓPEZ, Manuel Carlos y ÁLVAREZ DE LA ROSA, Manual. Derecho del Trabajo. Editorial
Universitaria Ramón Areces, Madrid, julio de 2008, p. 113.
6 Ídem.
7 Cfr. Sentencia del Tribunal Constitucional español, 120/1983, 88/1985, 104/1987 entre otras.

73
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

II. Principales pronunciamientos expedidos por el Tribunal Constitucional


peruano

1. Con relación al derecho al trabajo

Definitivamente, cualquier análisis o estudio de la jurisprudencia constitucional


más reciente en materia laboral, debe partir por las sentencias recaídas en los Expe-
dientes N° 00976-2001-AA/TC (caso Eusebio Llanos Huasco) y N° 01124-2001-PA/
TC (caso Fetratel vs. Telefónica del Perú S.A.A).
Con anterioridad a la expedición de dichos pronunciamientos, la tipología de
despidos (sin causa justa) dentro del ordenamiento laboral se reducía: i) al despido
arbitrario; ii) al despido nulo por la ocurrencia de las causales taxativamente con-
tenidas en el artículo 29 del Texto Único Ordenado de la Ley de Productividad y
Competitividad Laboral aprobado por Decreto Supremo N° 003-97-TR (en adelante
“LPCL”); y iii) al despido indirecto por la ocurrencia de actos de hostilidad previstos
en el artículo 30 de la LPCL.
De dicha forma, teníamos que la única reparación frente a la existencia de un
despido sin causa justa, era el pago de una indemnización (tutela resarcitoria) li-
mitando la reposición en el empleo (tutela restitutoria) a los supuestos de despido nulo.
Apoyaban dicha interpretación el sentido literal del artículo 34 del Decreto Supremo
N° 003-97-TR8 y el artículo 27 de la Constitución Política del Estado9.
Sin embargo, las sentencias mencionadas en líneas anteriores establecieron una
nueva tipología de despidos lesivos al derecho al trabajo en su dimensión de salida (es-
tabilidad en el empleo), siendo aquellos:
i) El despido incausado que se produce cuando se despide al trabajador ya
sea de manera verbal o mediante comunicación escrita sin expresarle causa
alguna derivada de la conducta o de la labor que la justifique.
ii) El despido fraudulento, cuando se despide al trabajador con el ánimo
perverso y auspiciado por el engaño. Este tipo de despido se presenta cuando
se imputan al trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imagi-
narios; cuando se le atribuye al trabajador una falta no prevista legalmente10,
cuando existe vicio de la voluntad11 o a través de la fabricación de pruebas.

8 “Artículo 34: (…) si el despido es arbitrario por haberse expresado causa o no poderse demostrar esta en juicio,
el trabajador tiene derecho al pago de una indemnización establecida en el artículo 38, como única reparación
por el daño causado (…)”.
9 “Artículo 27: La ley otorga al trabajador adecuada protección contra el despido arbitrario”.
10 SSTC Exps. N°s 00150-2000-AA/TC y N° 00555-1999-AA/TC.
11 STC Exp. N° 00628-2001-AA/TC.

74
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

iii) El despido nulo, por la violación de cualquier derecho fundamental del tra-
bajador o por la ocurrencia de un motivo prohibido por la Constitución y no
exclusivamente por los supuestos establecidos en el artículo 29 del Decreto
Supremo N° 003-97-TR.
La ocurrencia de alguno de dichos despidos inconstitucionales genera el derecho
a la reposición en el empleo, situación que obedecía a la declaración de nulidad de la
decisión empresarial y a la finalidad de los procesos constitucionales que es reponer
las cosas al estado anterior de la vulneración o amenaza del derecho constitucional.
Uno de los principales argumentos esbozados por el Tribunal Constitucional para
elaborar dicha tipología de despidos frente a los cuales sí es posible que se ordene ju-
dicialmente la reposición en el empleo, se resume en los siguientes términos: “el que
la Constitución no indique los términos de esa protección adecuada, no quiere decir
que exista prima facie una convalidación tácita de cualquier posible desarrollo le-
gislativo que se haga en torno al derecho reconocido en el artículo 27 o acaso, que
se entienda que el legislador se encuentra absolutamente desvinculado de la norma
suprema. Si bien el texto constitucional no ha establecido cómo puede entenderse
dicha protección contra el despido arbitrario, ella exige que, cualesquiera que sean las
opciones que se adopten legislativamente, estas deben satisfacer un criterio mínimo de
proporcionalidad”12.
Como vemos, resulta evidente que la trascendencia de dicho pronunciamiento
radica en las consecuencias que genera un despido incausado, fraudulento o nulo, pues
en dichos supuestos el empleador se enfrenta a una eventual reclamación judicial para
la obtención de una tutela restitutoria, esto es, la reposición en el empleo por parte del
trabajador.
Sin embargo, dicho pronunciamiento por parte del Tribunal Constitucional cla-
ramente no estuvo inmune a la generación de acertadas y fundadas críticas, pues se
indicó que: “A partir de lo anteriormente señalado nos parece que el argumento de la
adecuada protección procesal utilizado por el TC para dotar de un nuevo contenido al
artículo 27 de la Constitución, es por lo menos artificial. La adecuada protección a la
que se refiere el artículo 27 de la Constitución es una de tipo sustantivo y tiene que ser
la Ley la que la provea (…)”13.
Sin perjuicio de ello, lo cierto es que actualmente los trabajadores pueden solicitar
la reposición en el empleo ante la acreditación de un despido incausado, fraudulento
o nulo, sin embargo ello solo será posible en determinados y muy concretos casos,
conforme pasamos a detallar.

12 STC Exp. N° 00976-2001-AA/TC, f.j. 11.


13 VINATEA RECOBA, Luis; “La adecuada protección procesal contra el despido arbitrario, comentarios a la sen-
tencia de fecha 13 de marzo de 2003 emitida por el Tribunal Constitucional peruano”. En: Estudios sobre la
jurisprudencia constitucional en materia laboral y previsional. Academia de la Magistratura, Lima, 2003, p. 120.

75
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

2. Carácter residual del amparo laboral

Con motivo de la publicación del Código Procesal Constitucional mediante Ley


N° 28237, se generó la modificación más importante en materia procesal constitu-
cional, esto es, “circunscribir al proceso de amparo a un carácter residual, valga decir,
ha pasado a ser la última vía a la cual, en principio, debiera acudirse para exigir la pro-
tección de los derechos fundamentales que caen dentro de su ámbito de tutela”14.
Ello, sobre la base de lo estipulado en el inciso 2 del artículo 5 del Código Procesal
Constitucional, el mismo que determina que son improcedentes los procesos consti-
tucionales cuando “existen vías procedimentales específicas, igualmente satisfactorias
para la protección del derecho constitucional amenazado o vulnerado, salvo cuando se
trate del proceso de hábeas corpus”.
Con motivo de dicha modificación y en ejercicio de su “autonomía procesal”
el Tribunal Constitucional dictó la sentencia recaída en el Expediente N° 00206-
2005-PA/TC (Caso Cesar Baylón Flores) en la que se expresó que solo cabía la vía del
amparo cuando:
i) No existe una vía igualmente satisfactoria.
ii) Existe necesidad de tutela urgente.
iii) Existe una situación especial.
iv) Se produce un despido con violación a la libertad sindical.
v) Se produce un despido discriminatorio o por embarazo.
vi) Se produce un despido motivado en el impedimento físico del trabajador.
vii) Se produce un despido incausado o fraudulento que verse sobre hechos no
controvertidos.
Como vemos, “el Tribunal Constitucional asume que el amparo no constituye
la vía idónea para ventilar una serie de cuestiones que afecten el contenido consti-
tucionalmente protegido del derecho al trabajo de los trabajadores sujetos a los re-
gímenes laborales privado y público, y de plano “desampariza” las pretensiones que
busquen sustanciarse a través del proceso constitucional del amparo, sin embargo, deja
abierta la posibilidad para que, atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva
y fehaciente por parte del demandante de que la vía ordinaria, laboral o contenciosa-
administrativa no es la idónea, proceda el amparo”15.

14 DONAYRE MONTESINOS, Christian; “El carácter residual del amparo en el Código Procesal Constitu-
cional peruano”. En: Derechos fundamentales y Derecho Procesal Constitucional. Jurista Editores, Lima,
2005, p. 184.
15 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. En: El amparo laboral. 1a edición, Gaceta Jurídica. Lima, mayo de 2012, p. 28.

76
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

La importancia de dicho pronunciamiento radicó en el ejercicio que realizó el


Tribunal Constitucional con la finalidad de “descongestionar” la carga procesal
existente en la jurisdicción constitucional, cumpliendo además de dicha forma con
respetar la naturaleza subsidiaria de los procesos constitucionales.
En ese sentido, todo trabajador deberá analizar antes de decidir si interpone una
demanda de amparo, si la pretensión presentada al Juez Constitucional puede ser sa-
tisfecha a través de otra vía igualmente satisfactoria o si se encuentra dentro de los su-
puestos de excepción mencionados en la sentencia del caso Baylón para que aquella
no sea declarada improcedente.
Sin perjuicio de ello, debemos indicar que con motivo de la expedición del Primer
Pleno Jurisdiccional Supremo en Materia Laboral se estableció expresamente que
tanto en los procesos regidos por la Ley N° 26636, como en los nacidos bajo la vi-
gencia de la Ley N° 29497, Nueva Ley Procesal del Trabajo, es posible que los Jueces
de Trabajo conozcan de las pretensiones de reposición por despido incausado o frau-
dulento.
De igual modo, dicha posición ha sido recientemente corroborada por el Segundo
Pleno Jurisdiccional Supremo en Materia Laboral el que de forma expresa ha indicado
que los procesos cuyas pretensiones versen sobre reposición en el empleo como con-
secuencia de la existencia de un despido nulo, incausado o fraudulento, deberán ser re-
mitidos a la vía laboral ordinaria a fin de que sean de conocimiento de los Jueces Es-
pecializados de Trabajo16.
Siendo ello así, nos animamos a indicar que al menos en lo concerniente a los
procesos nacidos bajo la Nueva la Nueva Ley Procesal del Trabajo no existe duda
respecto a su configuración como vía igualmente satisfactoria por las siguientes
razones:
i) Provee una tutela urgente, incluso mayor a la del amparo.
ii) Existe especialidad de la Judicatura.
iii) Otorga acceso a la doble instancia y al recurso de casación.
iv) Existe una estación probatoria.
v) Existe tutela cautelar.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional, por el momento ha desestimado en rei-
terados pronunciamientos17 que la vía del proceso abreviado u ordinario laboral, sean

16 Cabe señalar que ello será posible siempre que el demandante se encuentre dentro de los treinta días hábiles pre-
vistos en la legislación laboral sustantiva para la impugnación de su despido, y que además no exista sentencia
que resuelva la controversia.
17 Cfr. sentencias del Tribunal Constitucional recaídas en los expedientes N°s 04271-2011-PA/TC, 03819-
2011-PA/TC, 03708-2011-PA/TC.

77
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

igualmente satisfactorias al del amparo, situación que entendemos han seguido los
Jueces Constitucionales de diversos distritos judiciales en los que se encuentra vigente
la Nueva Ley Procesal del Trabajo (Lima, por ejemplo).
No compartimos dicha posición, pues no se condice ni con el carácter subsidiario
del amparo en el Perú ni con las enormes posibilidades probatorias y de litigación
que sí otorga el nuevo modelo procesal laboral, por lo que somos de la opinión que el
criterio esbozado por el Tribunal Constitucional debiera variar, más aún si posee una
novísima composición de parte de sus miembros.

3. Jornada de trabajo en el sector minero

Otras de las sentencias importantes expedidas por el Tribunal Constitucional en


materia de amparo, es la recaída en el Expediente N° 04635-2004-AA/TC con re-
lación a la aplicación de las jornadas atípicas en el sector minero. Cabe señalar que
las jornadas atípicas tienen como fundamento el mejor aprovechamiento de la fuerza
de trabajo en determinados procesos de producción o prestación de servicios, que im-
plican continuas jornadas de trabajo con periodos acumulados de descanso.
Así, en la referida sentencia, el Supremo Intérprete de nuestra Constitución afirmó
que en la práctica se había verificado que es común el establecimiento permanente de
jornadas atípicas de 4 x 3 (esto es cuatro días con una jornada de trabajo de 12 horas con
tres días consecutivos de descanso). Además se verificó que aunque en menor medida, se
implementaban también jornadas de trabajo atípicas de 14 x 7 y hasta de 20 x 12.
En ese sentido si bien es cierto en la primera sentencia expedida en el citado expe-
diente, el Tribunal Constitucional declaró incompatibles con la Constitución aquellas
jornadas que no cumplieran con la máxima legal de 8 horas diarias o 48 horas se-
manales, en su resolución aclaratoria concedió dicha posibilidad estableciendo como
única condición que en un máximo de tres semanas no se excediera en promedio el
límite antes mencionado, debiendo respetarse los márgenes de razonabilidad y propor-
cionalidad.

4. Trabajadores de dirección y de confianza

Conforme se ha indicado con acierto, “la sentencia del Tribunal Constitucional


recaída en el Exp. N° 03501-2006-PA/TC se constituye como la más importante en
cuanto al tratamiento de los trabajadores de dirección y de confianza se refiere”18
En el citado pronunciamiento, luego de recoger diferentes opiniones doctri-
narias con relación a los trabajadores de dirección y confianza, se indica que: “por
su naturaleza, la categoría de trabajador de dirección lleva implícita la calificación de

18 ÁVALOS JARA, Oxal Víctor. En: El amparo laboral. 1a edición, Gaceta Jurídica. Lima, mayo de 2012, p. 28.

78
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

confianza, pero un trabajador de confianza no necesariamente es un trabajador de di-


rección, en la medida que no tiene poder de decisión ni representación”19.
Sin embargo, y si bien se hace referencia que la confianza es el rasgo distintivo
de ambos tipos de trabajadores como consecuencia de la familiariedad, seguridad,
amistad o confidencialidad, existente entre el empleador y trabajador, el Tribunal
Constitucional señaló que en caso de que un trabajador haya ingresado a laborar para
un cargo diferente a uno de confianza o dirección y sea promovido a estos con la fi-
nalidad de extinguir la relación de trabajo de forma fraudulenta (en atención que dicho
tipo de trabajadores no tienen derecho a la reposición en el empleo), aquel trabajador
tendrá derecho a la reposición en el cargo que ocupó primigeniamente.
Dicho criterio, sin embargo, ha sido incorrectamente tomado por la justicia or-
dinaria, pues se ha interpretado que la sola promoción de un trabajador a un cargo
de dirección o confianza resultaría fraudulento o tendría como finalidad lograr la ex-
tinción del vínculo laboral sin generar la contingencia de una futura reposición en el
empleo, situación que claramente resulta irrazonable, pues para ello debe analizarse en
cada caso en concreto aspectos como el tiempo en el que se desarrollaron las labores
de confianza o dirección o si el trabajador por iniciativa propia postuló para el ascenso
dentro de la organización.
Así, a título de ejemplo, podemos decir que un trabajador que es ascendido a
un cargo de dirección y lo desempeña durante un tiempo prolongado (1 año o más) evi-
dentemente no podrá inferirse que su promoción obedecía o tenía una finalidad frau-
dulenta o engañosa.

5. Cobro de los beneficios sociales e improcedencia del amparo

Uno de los errores más comunes en la hasta entonces reiterada y uniforme juris-
prudencia del Tribunal Constitucional en materia de amparo laboral, era que el cobro
de los beneficios sociales por parte del trabajador suponía inmediatamente la decla-
ración de improcedencia de la demanda interpuesta por un trabajador que solicitaba la
reposición en el empleo.
Sin embargo, el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en el Expediente
N° 03052-2009-PA/TC (caso Yolanda Lara Garay) estableció que:
i) El cobro de los beneficios sociales no puede convalidar un despido lesivo de
los derechos constitucionales del trabajador.
ii) El empleador debe depositar la indemnización por despido arbitrario de forma
separada al de los beneficios sociales, sea a través de depósitos en cuenta o de
consignaciones judiciales.

19 STC Exp. N° 03501-2006-PA/TC, f.j. 13.

79
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

No obstante ello, el Máximo Intérprete no ha establecido con precisión qué sucede


si el empleador obvia dicha formalidad y el trabajador por ejemplo efectúa el cobro de
los beneficios sociales y la indemnización por despido arbitrario que eventualmente
pudo habérsele depositado. Con relación a ello creemos que si el trabajador dentro de
un plazo sumamente breve desde el momento que cobró la indemnización por despido
arbitrario, no cumplió con devolver la suma pagada, debería considerarse que este optó
por la tutela resarcitoria.
Dicha conclusión además parece ser la que establece el propio Tribunal Cons-
titucional en el caso signado con número de Expediente N° 03052-2010-PA/TC. En
dicha oportunidad, el Máximo Intérprete de la Constitución declaró improcedente la
demanda de amparo interpuesta por ex trabajadores de una empresa de telefonía como
consecuencia de que uno de los trabajadores había cobrado la consignación judicial
que se había efectuado en un solo expediente (situación que conforme hemos visto no
es adecuada al mandato establecido en la STC Exp. N° 03052-2009-PA/TC).
Por otro lado, esta interpretación se condice con el hecho de que si el trabajador
ha recibido asesoramiento especializado para la solicitud de reposición en el empleo (a
través de la interposición de una demanda de amparo), resulta razonable suponer que
este ya conoció perfectamente el monto que debió corresponderle por indemnización
por despido arbitrario y por los beneficios sociales generados al cese, situación que
impide considerar que el trabajador desconocería cuánto le corresponde como indem-
nización tarifada, pues evidentemente ello es un factor a tomar en cuenta al momento
de decidir si se opta por la tutela resarcitoria o restitutoria.

6. Procedencia del amparo contra amparo laboral

Uno de los supuestos excepcionales en materia de amparo, es que este sea inter-
puesto contra una resolución (sentencia) expedida en otro proceso de amparo, situación
que ha sido denominada como “amparo contra amparo”. Con relación a ello, tenemos
que el Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de pronunciarse respecto a la
procedencia de dicho proceso constitucional en materia laboral.
Así, en la sentencia recaída en el Expediente N° 04650-2007-PA/TC (caso Coope-
rativa de Ahorro y Crédito Santa Rosa de Lima) el Supremo Intérprete estableció como
requisito de procedencia del amparo contra amparo en materia laboral lo siguiente:
(i) El juez del “segundo amparo” deberá verificar si el empleador ha cumplido
con la decisión final recaída en el primer proceso constitucional de forma
efectiva, esto es, analizar si el empleador cumplió con reponer al trabajador
demandante (quien ahora será demandado).
(ii) El incumplimiento de dicho requisito importará que el Juez Constitucional
rechace liminarmente la demanda de amparo.

80
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

Encontramos cierta razonabilidad en la regla creada por el Tribunal Constitu-


cional, sin embargo, parte de una situación que muchas veces no es correcta, esto es,
que la sentencia firme del primer amparo no ha vulnerado ningún derecho fundamental
como la motivación de las resoluciones judiciales o los precedentes del propio TC.
Sin perjuicio de ello, es cierto que dicho requisito de procedencia pretende evitar
la interposición de un amparo contra una resolución judicial firme recaída en otro
proceso de amparo, como mecanismo dilatador del cumplimiento del primer proceso
constitucional, lo cual merma evidentemente el derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva en la dimensión de cumplimiento de las resoluciones judiciales que han ob-
tenido calidad de cosa juzgada.

7. Secreto de las comunicaciones y uso de las nuevas tecnologías

No es novedad en la jurisprudencia constitucional, el análisis y ponderación entre


el derecho al secreto de las comunicaciones de los trabajadores y el derecho a la li-
bertad de empresa. En efecto, con motivo de la sentencia recaída en el Expediente
N° 01058-2004-AA/TC (caso Rafael García Mendoza vs Serpost) el Tribunal Cons-
titucional tuvo la oportunidad de pronunciarse respecto a dicho derecho fundamental
laboral inespecífico.
Con motivo de dicha decisión, el Alto Tribunal precisó que a efectos de determinar
la presunta comisión de una falta grave por parte del demandante (envío a través del
correo electrónico de material pornográfico) no resulta constitucionalmente posible
que el empleador acceda a dichas comunicaciones, pues para ello, resultaba necesaria
una investigación de tipo judicial de conformidad a lo dispuesto por el artículo 10 de
la Carta Magna20.
Sin embargo, veamos que dicho análisis ha variado en las sentencias expedidas en
los Exps. N° 03599-2010-PA/TC (caso María Espinoza Chumo) y N° 00114-2011-PA/
TC (caso Roberto Nieves Albán). En ambos casos, dichos trabajadores fueron des-
pedidos por su empleador, al haber utilizado el comando de mensajería instantánea
(Net Send) y mensajes de texto del celular otorgado por la empresa para sostener con-
versaciones privadas de índole sexual.
Con relación a ello, vemos que en los votos de los magistrados Mesía Ramírez y
Calle Hayen existe cierta semejanza en tanto que se concluye que: “Reseñadas estas
posturas, considero que tanto el correo electrónico como el comando o programa de
mensajería instantánea que proporciona el empleador a sus trabajadores, son formas

20 “Artículo 10. Al secreto y a la inviolabilidad de sus comunicaciones y documentos privados. Las comunica-
ciones, telecomunicaciones o sus instrumentos solo pueden ser abiertos, incautados, interceptados o intervenidos
por mandamiento motivado del juez, con las garantías previstas en la ley (…)”.

81
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

de comunicación que, al igual que la correspondencia, se encuentran protegidas por el


derecho al secreto y a la inviolabilidad de las comunicaciones”21
Sin embargo, considero acertada la posición de los magistrados Eto Cruz y Álvarez
Miranda, los cuales analizan el uso de las nuevas tecnologías de la información en el
ámbito laboral y la alegada violación al secreto de las comunicaciones desde la pers-
pectiva de la “expectativa de confidencialidad”.
En efecto, sobre el particular se indicó que: “Cuando se examina, entonces, el
problema del uso de los recursos informáticos en el centro laboral (específicamente
el e-mail laboral y el chat o mensajero interno), es preciso tener en cuenta, en primer
lugar, que los medios utilizados por el trabajador para la comunicación son “bienes
del empleador” y su otorgamiento a los trabajadores es con fines esencialmente la-
borales; por lo que el manejo de dichos bienes es, en principio, de interés del em-
pleador, quedando facultado este para ejercer el control sobre dichos medios. Dado
que difícilmente puede generarse sobre medios que no son privados, sino laborales (en
su origen y en su destino), una expectativa razonable de secreto o confidencialidad,
el proceso comunicativo realizado a través del e-mail laboral y el chat o mensajero
interno no puede considerarse, en principio, como una comunicación protegida por el
derecho al secreto de las comunicaciones”22
No obstante, para el Dr. Eto Cruz, resultaría necesario –en atención a la presencia
de un hábito social generalizado de tolerancia con ciertos usos personales moderados
de los medios informáticos y de comunicación facilitados por la empresa a los traba-
jadores–, que aquella comunique por escrito y a través de los medios de información
más idóneos, su política respecto al uso exclusivamente laboral de los recursos de
información de la empresa.
Creemos en ese sentido que uno de los mecanismos de información más impor-
tantes e idóneos sería el propio contrato de trabajo, en el que válidamente se pueden
acordar las obligaciones por parte del trabajador con relación al uso del correo elec-
trónico laboral y demás herramientas de información otorgados por la empresa.
De otro lado, tenemos que la posición del magistrado Álvarez Miranda es mucho
más estricta al indicar con meridiana claridad que: “Sin embargo, ello no ocurre con las
cuentas proporcionadas por el empleador, las que únicamente deben ser utilizadas para
usos estrictamente laborales, y es que, en tanto dichas cuentas se encuentran vinculadas
al dominio del empleador, este debe velar por su correcto uso no solo porque su marca
o nombre comercial podría perjudicarse al involucrársele en problemas no deseados,
sino porque incluso podría comprometer al empleador en litigios tanto de naturaleza
contractual como extracontractual”23.

21 STC Exp. N° 00114-2011-PA/TC, f.j. N° 6 del voto del magistrado Mesía Ramírez.
22 STC Exp. N° 00114-2011-PA/TC, f.j. N° 14 del voto del magistrado Eto Cruz.
23 STC Exp. N° 00114-2011-PA/TC, f.j. N° 12 del voto del magistrado Álvarez Miranda.

82
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

De igual forma, existe un aspecto adicional en las sentencias precitadas que


ostenta especial relevancia. Así, tenemos que el magistrado Eto Cruz señaló que: “En
este punto, debo advertir que, en el caso de las comunicaciones realizadas en el ámbito
laboral, protegidas por el derecho al secreto de acuerdo a los lineamientos expuestos
en esta sentencia, aun cuando sea justificada y proporcional, esta no puede ser rea-
lizada por el juez penal (…) y ello no solo porque el juez penal carezca de compe-
tencia ratione materiae para intervenir en supuestos que no sean materia de una in-
vestigación penal, sino porque el artículo 230 del Código Procesal Penal regula las
intervenciones solo en casos de investigaciones penales (…). Sin embargo, para la in-
tervención en las comunicaciones de los trabajadores, cuando la protección de deter-
minados bienes y derechos constitucionales del empleador así lo requiera, no se ha
previsto en la ley ningún procedimiento ni garantía alguna”24
Siendo ello así, creemos que resulta importante que el legislador regule los meca-
nismos procesales idóneos a fin de que el empleador pueda determinar el uso adecuado
de los medios informáticos otorgados a sus trabajadores sin incurrir en violación alguna
de sus derechos fundamentales.

8. Buena fe en la negociación colectiva

Teniendo en consideración que analizar la totalidad de pronunciamientos rele-


vantes expedidos por el Tribunal Constitucional dentro de un proceso de amparo, su-
peraría largamente los objetivos del presente trabajo, deseo destacar por su relevancia
en la sentencia expedida en el Expediente N° 03561-2009-PA/TC (caso Sindicato
Único de Trabajadores Marítimos y Portuarios del Puerto del Callao).
En dicho pronunciamiento, el TC analizó a la negociación colectiva dentro de
las normas internacionales de trabajo y en la legislación laboral nacional. Como con-
secuencia de ello, abordó el principio de buena fe como eje central de la negociación
entre los sujetos de la relación de trabajo (sindicato-empleador).
La relevancia de dicho pronunciamiento fue tal que generó la modificación del Re-
glamento de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, de forma tal que incorporó el
artículo 61-A a dicho cuerpo normativo, el mismo que establece que las partes podrán
interponer el arbitraje potestativo cuando no lleguen a un acuerdo en la primera nego-
ciación, sea en el nivel o contenido y además cuando durante le negociación del pliego
se adviertan actos de mala fe que tengan por efecto dilatar, entorpecer o evitar el logro
de un acuerdo.
Sin perjuicio de ello, somos de la opinión que el arbitraje para la solución de las
controversias económicas laborales, es voluntario y no potestativo, pues este vacía
de contenido el mandato previsto en el artículo 28 de la Constitución (fomento de la

24 STC Exp. N° 00114-2011-PA/TC, f.j. N° 18 del voto del Magistrado Eto Cruz.

83
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

negociación colectiva). Validar el criterio esbozado por el TC supondría alentar la re-


solución de las controversias de forma heterónoma a través del arbitraje, eliminando la
autocomposición que es la que realmente el constituyente promueve.

9. El derecho al plazo razonable en el proceso laboral

Los procesos constitucionales, conforme al artículo 5 inciso 3 del Código Procesal


Constitucional, son improcedentes cuando el demandante ha recurrido previamente a
otro proceso judicial para pedir tutela respecto de su derecho constitucional.
Dicha causal de improcedencia denota claramente el carácter residual de los
procesos constitucionales y la posibilidad de que la protección de los derechos funda-
mentales se efectúe primordialmente por la justicia ordinaria y excepcionalmente por
la constitucional.
Asimismo, el haber recurrido a otro proceso determina la inexistencia de interés
para obrar en la vía constitucional, pues no existe necesidad de recurrir nuevamente al
Poder Judicial a efectos de protegerse frente a la violación o amenaza de un derecho
fundamental.
La realidad nos indica sin embargo, que la mora judicial y la ineficiencia del an-
damiaje procesal, perjudica seriamente a los justiciables y particularmente a los traba-
jadores.
En ese sentido, y pese a la extensa duración de un proceso laboral –que motivó la
dación de la Nueva Ley Procesal del Trabajo– no existía ningún pronunciamiento de
la justicia constitucional respecto a la violación del derecho al plazo razonable en un
procesal laboral.
En efecto, pese a que reiteradamente pretensiones de reposición en el empleo
podían durar siete (7), ocho (8) o más años para ser resueltos en la vía ordinaria, la po-
sibilidad de cuestionar dicha mora judicial aparentemente carecía de asidero pues re-
sultaba de aplicación la causal de improcedencia antes mencionada.
El Tribunal Constitucional, sin embargo, ha flexibilizado dicha posición. Así, en
la sentencia recaída en el Expediente N° 03360-2011-PA/TC, el Alto Tribunal conoció
de una demanda de amparo interpuesta por un trabajador que venía peticionando su
reposición en el empleo desde el año 1998 como consecuencia de la existencia de un
despido nulo.
Dentro de las circunstancias más importantes del caso, tenemos que en primera ins-
tancia el recurrente obtuvo sendas sentencias favorables que ordenaron su reposición25
al haberse acreditado la existencia de un despido nulo por motivos antisindicales.

25 Dichos pronunciamientos datan del 26 de octubre de 2001, 4 de mayo de 2004 y 3 de octubre de 2007.

84
DANTE ABRAHAM BOTTON GIRÓN

No obstante ello, dichas sentencias fueron anuladas por el Superior en Grado, siendo
declarada infundada la demanda en primera instancia con fecha 8 de noviembre de
2010.
Con fecha 30 de diciembre de 2010, el demandante, Víctor Taype Zúñiga, solicitó
la suspensión del proceso laboral indicando que pese a haber transcurrido más de trece
(13) años, aún no existía pronunciamiento de fondo que de forma definitiva resolviera
su situación jurídica. La demanda de amparo fue rechazada liminarmente en aplicación
del artículo 5, inciso 3 del Código Procesal Constitucional.
El Tribunal Constitucional determinó que la duración prolongada de un proceso
judicial afecta al derecho a la tutela judicial efectiva, que tiene dentro de sus compo-
nentes al derecho a que una situación jurídica llevada ante los órganos jurisdiccionales
se resuelva en un plazo razonable. Cabe señalar que el derecho al plazo razonable se
encuentra previsto en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art.14,
inc. 3.c) y en la Convención Americana de Derechos Humanos (art. 8, inc. 1).
El TC precisó que el derecho a la existencia de un plazo razonable resulta exigible
no solo dentro de un proceso penal, sino en todo proceso judicial. La determinación
de cuando nos encontramos frente a un proceso judicial que violenta la duración de
un plazo razonable, exige tener en cuenta los siguientes elementos: (i) La complejidad
del asunto; (ii) La actividad o conducta procesal de las partes; (iii) La actividad de las
autoridades judiciales; (iv) La afectación en la situación jurídica de la persona invo-
lucrada en el proceso.
En el caso en concreto, se concluyó que los órganos judiciales habían vulnerado
el derecho al plazo razonable del proceso laboral como consecuencia de la verificación
de los elementos antes expuestos. Sin perjuicio de ello, teniendo en consideración la
finalidad de los procesos constitucionales, la consecuencia jurídica inmediata de la de-
terminación de la violación del plazo razonable debió ser ordenar la emisión de una
sentencia que resuelva la controversia en el más breve plazo conforme ocurrió en el
caso de Julio Salazar Monroe (Exp. N° 05350-2009-PHC/TC).
Sin perjuicio de ello, el Tribunal efectuó una distinción interesante: a diferencia
de la violación del derecho al plazo razonable en sede penal –en el que la justicia
constitucional no resulta competente para determinar la responsabilidad penal de una
persona– en el caso del proceso laboral y conforme a los criterios establecidos en el
caso Baylón Flores (Exp. N° 00206-2005-PA/TC) la justicia constitucional sí resulta
competente ratione materiae para la determinación de si un despido es nulo, por lo que
analizó los medios probatorios obrantes en autos y concluyó que el despido del actor se
efectuó por motivos antisindicales y por ello declaró fundada la demanda interpuesta
por el señor Taype.

85
EL AMPARO LABORAL Y SU EVOLUCIÓN EN LA JURISPRUDENCIA DEL TC

Creemos que el ejercicio efectuado por el Tribunal Constitucional en el presente


caso debería tener carácter excepcional ya que de lo contrario podrían generarse sendas
demandas de amparo pretendiendo cuestionar lo resuelto en sede ordinaria aún sin
existir pronunciamientos con carácter de cosa juzgada.
Sin perjuicio de ello no debe permitirse que la mora judicial se convierta en una
herramienta perniciosa para los justiciables, pues socava las propias bases del Estado
Constitucional de Derecho, convirtiendo en ilusorio el acceso a la tutela jurisdiccional
efectiva.

Conclusiones
Como consecuencia de la resolución de diversas demandas de amparo, el Tribunal
Constitucional ha tenido la posibilidad de tutelar la violación de diversos derechos
fundamentales laborales o inespecíficos. Sin embargo, ha sido quizás su labor herme-
néutica respecto de diversas disposiciones del ordenamiento laboral, los que mayor
importancia e impacto han generado en el ámbito de las relaciones laborales.
Hoy en día, detenerse solo en lo establecido en la Constitución, en la Legislación
y en los pronunciamientos emanados por la justicia laboral ordinaria, nos otorga solo
una visión sesgada y parcial del ordenamiento jurídico laboral peruano. El conoci-
miento de la jurisprudencia constitucional resulta a todas luces indispensable.

86
La tipología del amparo por acto lesivo

Carín HUANCAHUARI PAUCAR*

Introducción
El amparo en el Perú es el proceso constitucional que tiene mayor demanda entre
los procesos judiciales de tutela de urgencia, conforme se puede apreciar de las esta-
dísticas que el Tribunal Constitucional presenta desde el año de 1996 al 2013 (esta-
dísticas que incluyen entre otros, al proceso de amparo con recursos de agravio cons-
titucional concedidos).
Estadística Histórica de la Carga Procesal del Tribunal Constitucional
Oficina de Presupuesto y Estadística del Tribunal Constitucional
Años HC HD Q PI PC CC PA Total
1996 155 5 167 24 24 0 853 1,228
1997 157 1 264 8 74 2 1,049 1,555
1998 123 5 79 4 115 3 913 1,242
1999 170 2 45 6 104 2 1,042 1,371
2000 188 5 48 8 115 1 1,074 1,439
2001 225 2 48 18 310 3 979 1,585
2002 536 7 93 16 201 4 2,237 3,094
2003 667 9 220 24 339 13 2,554 3,826
2004 506 11 187 54 642 5 3,699 5,104
2005 970 13 396 35 1,805 6 7,589 10,814
2006 992 77 330 33 1,978 8 7,732 11,150
2007 1,129 75 265 36 590 7 4,696 6,798
2008 1,145 42 331 33 422 7 5,254 7,234
2009 1,099 73 328 37 324 12 4,642 6,515
2010 859 51 267 35 242 3 3,139 4,596
2011 998 63 339 22 310 8 4,150 5,890
2012 922 72 275 21 219 3 3,774 5,286
2013 918 282 274 25 213 5 7,166 8,883
2014 551 165 145 20 203 4 3,227 4,315
Total 12,325 960 4,101 459 8,230 96 65,788 91,959
% 14.07% 1.10% 4.68% 0.52% 9.39% 0.11% 71.54% 100.00%
Leyenda: (HC: hábeas corpus, HD: hábeas data, Q: quejas de derecho, PI: procesos de inconstitucionalidad, PC:
proceso de cumplimiento, CC: conflictos de competencias, PA: Procesos de amparo)
Fuente: Oficina de Presupuesto y Estadística del Tribunal Constitucional.

* Abogada con estudios en la Maestría de Derechos Humanos y Derecho Constitucional de la Universidad Na-
cional Mayor de San Marcos. Postítulo en Derecho Procesal Constitucional por la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Asesora Jurisdiccional del Tribunal Constitucional.

87
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

Claro está que cada uno de estos amparos obtienen una respuesta de acuerdo con
la pretensión que se ha promovido, lo cual también ha permitido identificar dentro de
este gran conjunto de demandas, pretensiones similares que han generado líneas ju-
risprudenciales por materia; de ahí que encontramos principalmente amparos previ-
sionales y laborales que vienen a ser los casos que con mayor número se han resuelto
por el citado ente jurisdiccional; sin embargo, no puede dejarse de mencionar la pre-
sencia de otras materias como la electoral o las referidas a los conflictos entre privados
por ejemplo, así como tampoco podemos dejar de reconocer que la tutela en sí misma
brinda este proceso, se genera por el mismo cauce procedimental que regula el Código
Procesal Constitucional.
En tal sentido, si bien podemos encontrar materias definidas en la jurisprudencia
del proceso de amparo, lo cual permite la predictibilidad en el resultado, no podemos
dejar de mencionar que a nivel procesal, el tratamiento para todos los derechos funda-
mentales (sea cual fuere el invocado) siempre viene a ser el mismo, tanto en plazos,
medios probatorios y medios impugnatorios, lo cual, dependiendo de la necesidad de
tutela urgente, puede llegar a generar irreparabilidad en el derecho, aspecto del cual
comentaremos más adelante1.
Antes de iniciar el comentario sobre la tipología del amparo por acto lesivo, con-
sideramos necesario identificar las etapas procedimentales de este proceso y sus con-
siguientes plazos procesales.

GRÁFICO N° 1

Con excepciones Traslado: 2 días 5 días


SENTENCIA
Demanda Contestación - Saneamiento

5 días Sin excepciones 5 días SENTENCIA

Notificada la sentencia 3 días 3 días


3 días para interponer expresión traslado Audiencia SENTENCIA
Recurso de Apelación de agravios fija Audiencia 2º Grado

Notificada la sentencia (denegatoria) Audiencia de vista 30 días


10 días para interponer de la causa para emitir
Recurso de Agravio Constitucional Tribunal Constitucional SENTENCIA

1 A nivel comparado existe legislación que otorga un tratamiento distinto por el tipo de derecho que se invoca.
Al respecto, revisar la legislación de Costa Rica y Chile. También puede revisarse la ponencia del Dr. Ernesto
Jinesta Lobo, Magistrado de la Sala Constitucional de Costa Rica del Seminario Internacional de Justicia
Constitucional llevado a cabo en Cartagena de Indias, diciembre de 2013, accesible en <www.cijc.org>.

88
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

Como es de verse, los plazos que plantea la legislación procesal constitucional


identifica al amparo como un proceso sencillo y sumario que puede brindar una in-
mediata tutela en los términos que la Convención Americana de Derechos Humanos
exige; sin embargo, es conocido que la problemática de la pronta tutela no nace en el
diseño de este proceso, sino en la ausencia de una estructura judicial que permita res-
ponder a este tipo de procesos en los términos que la legislación establece. Es por ello
que no solo se presentan actos lesivos del Estado como entidad pública, sino también
se generan actos lesivos de la propia judicatura (dilación indebida del proceso, por
ejemplo), que incluso pueden ser judicializados a través del amparo.

I. El amparo contra el Estado o la Administración Pública


El artículo 200, inciso 2) de la Constitución establece que el amparo procede
contra los actos u omisiones generados por una autoridad o funcionario que vulnera
o amenaza los derechos fundamentales distintos a la libertad individual –y sus de-
rechos conexos–, al acceso a la información pública y a la autodeterminación infor-
mativa. En tal sentido, queda claro que la referida cláusula constitucional delimita la
procedibilidad del amparo contra la actividad administrativa, constituyendo ella en el
primer rubro de actos lesivos que pueden ser materia de este proceso –siempre que se
demuestre la urgencia de tutela para superar la residualidad–, razón por la cual dentro
de estas posibles pretensiones, hallamos tanto actos administrativos particulares o de
carácter general, como también acciones no contenidas en actos administrativos que
pueden generar agresiones de incidencia negativa en los derechos fundamentales.
Cabe recordar que las lesiones que pueden desencadenarse de la actividad admi-
nistrativa, cuentan con un conjunto de garantías a favor de los administrados a través
de las cuales se pueden revertir sus efectos antes de acudir a la vía judicial (recursos
impugnatorios en sede administrativa, por ejemplo), situación que demuestra el interés
para obrar necesario para poder acudir posteriormente ante el juez y solicitar tutela.
Sobre este aspecto, en la jurisprudencia constitucional se ha establecido la necesidad
de acudir primero ante la Administración para tratar de revertir el presunto acto lesivo,
esto con la finalidad de darle la oportunidad de subsanar aquellos posibles errores en
los que haya podido incurrir2. En tal sentido, el agotamiento de la vía administrativa
se constituye en una regla de procedibilidad basada, a consideración nuestra, en el ne-
cesario interés para obrar que debe cumplir el ciudadano para demostrar –en parte– su
necesidad de tutela urgente.
Adicionalmente a ello, el recurrente en amparo también requiere demostrar me-
ridianamente a través de medios de prueba suficientes, la necesidad de acudir a este
proceso constitucional para la atención urgente de su pretensión, esto en el sentido
de que es necesario destacar aquel aspecto de relevancia constitucional que por sus

2 Al respecto, revisar STC Exp. Nº 03575-2010-PA/TC, RTC Exp. Nº 04697-2009-PA/TC y STC Exp.
N° 02833-2006.PA/TC, f. j. 6, entre otras.

89
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

consecuencias lesivas, requiera de su evaluación en la vía constitucional y no en la vía


contencioso-administrativa, esto en razón del principio de residualidad del amparo,
pues solo proceden las pretensiones contra la actividad administrativa o estatal que en
suma, pueda conllevar una irreparabilidad del derecho invocado. En tal sentido, la ju-
risprudencia constitucional plantea como excepción al agotamiento de la vía adminis-
trativa, la situación de urgencia de tutela frente a la irreparabilidad del derecho, esta-
bleciendo que:
“El amparo es viable, aun habiendo otros procedimientos legalmente previstos,
cuando el empleo ordinario de estos, según las características del problema,
pudiera ocasionar un daño grave e irreparable; es decir, cuando se corra el riesgo
de brindar al recurrente una protección judicial, pero posterior a su ruina; tor-
nándose así ilusoria la resolución que en definitiva se dicte.
El gravamen irreparable puede configurarse tanto por la lentitud del procedi-
miento regular, como por cualquier otra razón valedera, en función de la circuns-
tancia del caso” (STC Exp. Nº 03778-2004-PA/TC f.j. 14).
Es por ello, que en pretensiones contra la actividad estatal, resulta determinante
plantear una argumentación que razonablemente permita identificar la necesidad de
atención de la pretensión por parte del juez constitucional, ejemplo de ello se produjo en
el Expediente Nº 03778-2004-PA/TC, al justificarse la procedencia del amparo frente
a la demora en el trámite de un proceso disciplinario que preventivamente lo alejó de
su cargo y le impuso una medida cautelar de abstención que le impedía trabajar, si-
tuación que implicaba la posible lesión irreparable del derecho a la vida digna (subsis-
tencia económica del demandante y de su familia).
Cabe destacar también que el tratamiento jurisprudencial más importante que
se ha dado con relación a este tipo de actos lesivos, se encuentra concentrado en el
derecho a la pensión3, pues a raíz de la vigencia del Código Procesal Constitucional,
el Tribunal Constitucional delimita los casos que corresponden ser evaluados en la
vía constitucional al establecer al contenido constitucionalmente protegido de dicho
derecho como marco de procedibilidad. Sobre ello, no cabe duda de que el análisis que
se efectúa en cada caso, se encuentra destinado a la evaluación del acto administrativo
que deniega algún aspecto del derecho, esto de cara con los requisitos que la ley pen-
sionaria específica establece.
Por otro lado, es necesario recalcar que no se puede obviar el análisis de los otros
requisitos de procedibilidad que exige el artículo 5 del Código Procesal Constitucional,

3 STC Exp. Nº 01417-2005-PA/TC (caso Anicama Hernández, sobre delimitación del contenido del derecho a la
pensión), STC Exp. Nº 04762-2007-PA/TC (caso Tarazona Valverde, sobre las reglas de acreditación de aportes
pensionarios), STC Exp. Nº 05430-2006-PA/TC (caso De la Cruz Curasma, sobre el pago de devengados, reintegros
e intereses de pensiones), STC Exp. Nº 02513-2007-PA/TC (caso Casimiro Hernández, sobre el Sistema peruano
de seguro complementario de trabajo de riesgo) y STC Exp. Nº 02513-2007-PA/TC (Sentencia unificadora sobre
los criterios vinculantes aplicables al Sistema peruano de seguro complementario de trabajo de riesgo).

90
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

a efectos de evitar la improcedencia del proceso ya sea por presentación extemporánea


de la demanda, la presencia de litispendencia o de la cosa juzgada, entre otros.
Hasta aquí, se aprecia que la jurisprudencia ha ido atendiendo diversas razones
para permitir la procedencia de amparos contra la actividad administrativa; sin
embargo, también se presentan temas que a través de la jurisprudencia se ha deter-
minado que corresponden ser tramitadas por la vía del amparo. Así, en este conjunto
de pretensiones encontramos a las demandas relacionadas con la ratificación4 y desti-
tución5 de magistrados, el pase de la situación de actividad a retiro de los miembros de
la Policía Nacional6, la expropiación o confiscación de la propiedad privada7, las re-
soluciones emitidas por el Jurado Nacional de Elecciones8, las disposiciones fiscales9,
la afectación del derecho a la educación en instituciones estatales10, la afectación del
derecho a la salud generada como consecuencia del alta médica11 y la afectación del
derecho al ejercicio profesional12, por citar algunos casos.
En este punto consideramos necesario llamar la atención de la brevedad del trámite
que tiene el amparo –Gráfico N° 1– con relación a la realidad de la carga procesal de
las instancias del proceso constitucional peruano y las pretensiones relacionadas con la
violación de derechos fundamentales en los procesos electorales, pues si bien resulta
cierto que el diseño del proceso constitucional resulta breve en plazos procesales, en
los hechos, casi la totalidad de este tipo de pretensiones se torna en irreparable13 dado el
cumplimiento del calendario electoral, lo cual identifica una falencia en la tramitación
del amparo con relación a la tutela del derecho a la participación política en casi todos sus
posibles supuestos, pues no cabe duda que entre las notificaciones de los actos procesales
y la presentación de escritos –proponiendo tal vez excepciones o variación del domicilio
procesal o la presentación de algún medio de prueba adicional por ejemplo–, podemos
verificar que la evaluación y consiguiente resolución del caso se dilatará al extremo de
solo contar en el mejor de los casos, con la aplicación del artículo 1 del Código Procesal
Constitucional para emitir una decisión exhortativa dirigida a la entidad denunciada para
que no vuelva a incurrir en una acción u omisión lesiva de similares características.

4 Revisar la STC Exp. Nº 01412-2007-PA/TC. Para mayor abundamiento del tema, revisar: CRESCI VASSALLO,
Giancarlo. “Criterios del Tribunal Constitucional en materia de ratificación, destitución y nombramiento de
jueces y fiscales”. Gaceta Jurídica. Enero 2013.
5 Revisar la STC Exp. N° 05156-2006-PA/TC y RRTC Nos 01243-2011, 01807-2011-PA/TC.
6 Revisar la STC Nº 00090-2004-PA/TC.
7 Revisar las SSTC Exps. Nos 03569-2010-PA/TC, 02330-2011-PA/TC y 00319-2013-PA/TC y RTC Nº 02545-
2011-PA/TC, entre otras.
8 Revisar las SSTC Exps. Nos 02366-2003-PA/TC, 05854-2005-PA/TC, 02730-200-PA/TC y 05448-2011-PA/
TC, entre otras.
9 Revisar las SSTC Exps. Nos 03379-2010-PA/TC, 00913-2012-PA/TC, 01407-2007-PA/TC, entre otras.
10 Revisar la STC Exp. Nº 04646-2007-PA/TC y la RTC Nº 03076-2012-PA/TC, entre otras.
11 Revisar las SSTC Exps. Nos 03081-2007-PA/TC y 02480-2008-PA/TC.
12 Revisar las SSTC Exps. Nos 02437-2010-PA/TC y 03904-2011-PA/TC, entre otras.
13 Esta situación también fue advertida por el Tribunal en la STC Exp. Nº 05854-2005-PA/TC, exhortando al
Congreso a efectuar una modificación legislativa con relación a esta materia.

91
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

Entonces nos preguntamos: ¿Las instancias del proceso de amparo podrían de-
sarrollar actividad jurisdiccional que permita revertir esta situación particular con
el derecho a la participación política sin incurrir en infracciones procesales ni fun-
cionales? La respuesta a esta interrogante puede resultar positiva siempre y cuando los
órganos de la justicia constitucional se comprometan con una política jurisdiccional
privilegiada con el trámite de pretensiones relacionadas con este derecho, pues si bien
es cierto que en la actualidad los procesos constitucionales por mandato legal cuentan
con un trámite preferente14, resulta necesario que las instancias judiciales procuren
un trámite inmediato para este tipo de materia, para lo cual podrían ampararse en el
principio de informalidad15, a efectos de agilizar el trámite procedimental del amparo,
adoptando acciones de inmediata ejecución con relación a los actos procesales y de ser
posible, recortar aquel que resulte innecesario para dar respuesta al cuestionamiento
planteado.
De este modo, podríamos encontrarnos ante la admisibilidad y notificación de la
demanda en el mismo día de su ingreso y su resolución inmediata con la recepción de
la contestación o al vencimiento del plazo de contestación otorgada al emplazado, por
ejemplo. Lo mismo ocurriría con relación a los recursos de apelación y la consiguiente
elevación de los actuados ante la instancia superior, pues ambas actividades procesales,
también podrían generarse el mismo día de la presentación del recurso. Asimismo y
atendiendo a la tutela de urgencia de este derecho, la segunda instancia constitucional
podría citar de manera inmediata a las partes para la audiencia y emitir sentencia en el
día o al día siguiente de la vista de la causa, procurando de esta forma otorgar pronta
tutela judicial al referido derecho evitando su irreparabilidad. Asimismo, de plantearse
el recurso de agravio constitucional, los pasos a seguir tanto para las notificaciones del
concesorio del recurso como para la elevación de los actuados al Tribunal Constitu-
cional y su respuesta final, podría darse a través de un trámite rápido y expeditivo que
permita atender este tipo de pretensiones.
Si bien resulta demasiado optimista la propuesta antes detallada, no cabe duda
de que una actuación procesal de este tipo no implica mayor gasto presupuestario, ni
mucho menos una modificación legislativa sobre la materia y únicamente permitiría
la tutela eficaz y efectiva del citado derecho fundamental previniendo su irremediable
irreparabilidad.

14 Artículo 13 del Código Procesal Constitucional: “Los jueces tramitarán con preferencia los procesos
constitucionales. La responsabilidad por la defectuosa o tardía tramitación de estos, será exigida y sancionada
por los órganos competentes”.
15 Párrafo tercero del artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional: “Asimismo, el juez y el
Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de las formalidades previstas en este Código al logro de los
fines de los procesos constitucionales”.

92
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

II. El amparo contra particulares


Tutela judicial especial que también se encuentra reconocida en el artículo 200,
inciso 2) de la Constitución y que se viene a constituir como el segundo gran rubro de
protección que brinda el proceso de amparo, esta vez, frente a las lesiones u omisiones
que se generan en el plano particular, generadas por un ciudadano, un extranjero o una
persona jurídica de derecho privado.
En este sentido, dependiendo de la lesión invocada y de las características de la
parte emplazada (que puede incluso resultar empresas de economía mixta), corres-
ponderá también la exigibilidad del cumplimiento de los requisitos de procedibilidad
que exige el artículo 5 del Código Procesal Constitucional, esto es, agotar la vía previa
regulada en cada caso, de existir esta; justificar la necesidad de la tutela de urgencia
a efectos de demostrar la idoneidad de la vía del amparo para la evaluación de la
pretensión demandada (en otras palabras, pasar el filtro de la residualidad); acreditar
haber planteado la demanda dentro del plazo que estipula el artículo 44 del Código
Procesal Constitucional, entre otros.
Como casos resaltantes en esta modalidad de tutela en el amparo encontramos las
pretensiones referidas a los derechos a gozar de un medio ambiente equilibrado 16, a la
paz y a la tranquilidad (ruidos molestos)17, a la asociación18, a la educación brindada
por entes privados19, a la rectificación20, al agua potable21 entre otros.
Adicionalmente a estos casos, corresponde precisar que el derecho al trabajo
también ha sido materia de un pormenorizado estudio, dado que el sistema judicial
también plantea procesos judiciales alternos al amparo que otorgan tutela similar,
razón por la cual, a través del precedente vinculante recaído en la STC Exp. Nº 00206-
2005-PA/TC (caso Baylón Flores), se determinó las pretensiones que resultan viables
plantear a través del proceso de amparo. En dicho pronunciamiento, se estableció que
el proceso contencioso-administrativo es la vía igualmente satisfactoria al amparo para
cuestionar los actos administrativos y la actividad administrativa relacionada con
el personal de la Administración Pública sujeta al régimen laboral del Decreto
Legislativo Nº 276, razón por la cual en la actualidad, pretensiones de ese tipo re-
sultan improcedentes, salvo claro está que se presente una situación de despido por

16 Revisar STC Exps. Nos 04223-2006-PA/TC, 02788-2011-PA/TC y 03343-2007-PA/TC.


17 Revisar las SSTC Exps. Nos 02799-2011-PA/TC, 0260-2001-PA/TC, entre otras.
18 Revisar las SSTC Exps. Nos 03004-2004-PA/TC, 04893-2009-PA/TC, entre otras.
19 Revisar las SSTC Exps. Nos 04232-2004-PA/TC, 01391-2007-PA/TC, 0607-2009-PA/TC y 02362-2012-PA/TC,
entre otras.
20 Revisar las SSTC Exps. Nos 04034-2010-PA/TC, 02982-2010-PA/TC, 03362-2004-PA/TC, entre otras.
21 Revisar las SSTC Exps. Nos 06534-2006-PA/TC, 03668-2009-PA/TC, 06546-2006-PA/TC, 01985-2011-PA/
TC, 01573-2012-PA/TC.

93
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

discriminación (embarazo), afiliación sindical o cargo sindical, o por discapacidad


física o mental22, temas que aun corresponden ser ventilados en el amparo23.
Por otro lado, en este rubro también se encuentran la pretensiones sobre el despido
arbitrario que regula la Ley de Productividad y Competitividad Laboral (Decreto
Supremo Nº 003-97-TR), ante los cuales, el citado precedente ha considerado como
idóneo al proceso de amparo en el sentido de que la vía ordinaria laboral no con-
templa la posibilidad de la reposición como medio de reparación, razón por la cual los
despidos sin imputación de causa, fraudulentos y nulos pueden ser planteados en esta
vía procedimental. Asimismo, el juez constitucional resulta competente para conocer
de los despidos por afiliación sindical y los basados en alguna causa de discriminación.
Adicionalmente a ello, el precedente Baylón también fijó los criterios para que sea
el proceso de amparo el encargado de tutelar los derechos a la huelga y a la libertad
sindical a nivel individual y colectiva, por lo que todo acto generado por el empleador
que impida irrazonablemente el ejercicio de dicho derecho o afecte el funcionamiento
del sindicato o a sus trabajadores, también puede ser materia de un amparo24.
Dicho esto, es necesario enfatizar la necesidad de acreditar debidamente la lesión
del derecho invocado con medios de prueba que generen la debida convicción en el
juez constitucional sobre la existencia de la lesión denunciada, pues si bien resulta
cierto que este se encuentra en la capacidad de requerir algún medio probatorio para
afianzar sus conclusiones con relación a la pretensión planteada, también resulta cierto
que el éxito o fracaso del caso depende directamente de las pruebas que se presenten
por las partes para acreditar sus alegaciones.
Finalmente, también cabe precisar que la jurisprudencia constitucional también ha
tenido oportunidad de analizar pretensiones referentes a la jornada atípica de trabajo25
y la constitucionalidad del régimen laboral del Contrato Administrativo de Servicios26
estableciendo parámetros bajo los cuales, en uno y otro caso, la actuación del em-
pleador sí resulta constitucional.

III. El amparo contra normas


El artículo 3 del Código Procesal Constitucional reconoce el control de normas
denominadas autoaplicativas o de efectos inmediatos a través de los procesos constitu-
cionales, las cuales han sido definidas por el Tribunal Constitucional como “aquellas
cuya aplicabilidad no se encuentre sujeta a la realización de algún acto posterior o a

22 Al respecto revisar las SSTC Exps. Nos 02317-PA/TC y 05218-2007-PA/TC.


23 STC Exp. Nº 00206-2005-PA/TC, f. j. 24.
24 Ibídem, ff. jj. 12 y 13.
25 Revisar STC Exp. Nº 00435-2004-PA/TC (caso Sindicato de Trabajadores Toquepala).
26 Revisar SSTC Exps. Nos 00002-2010-PI/TC y 03818-2009-PA/TC.

94
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

una eventual reglamentación legislativa, en la medida que adquiere su eficacia plena


en el mismo momento que entra en vigencia”2728.
Este mecanismo de control normativo o control difuso, permite evaluar la constitu-
cionalidad de una norma que presuntamente viene generando lesiones en algún derecho
fundamental del demandante del amparo, razón por la cual, se entiende que el análisis
y las consecuencias de la pretensión solo recaen en las partes del proceso. Entonces,
queda claro que la inaplicabilidad de una norma se plantea como una pretensión espe-
cífica para un caso concreto. Pese a ello, debe tenerse claro que el hecho de que se re-
quiera la inaplicación de una norma, no necesariamente culminará con dicho resultado,
pues el juez debe apostar por la constitucionalidad de la norma hasta que ya no cuente
con mayores métodos de interpretación que le permitan evitar su inconstitucionalidad.
Es por ello, que muchos de los casos planteados, pueden llegar a ser desestimados al ha-
llarse una formula interpretativa que permita la adecuación de la norma conforme a la
Constitución. Un caso sobre este tipo de efectos es el que se presentó en la STC Exp.
Nº 05719-2005-PA/TC, pronunciamiento en el cual se analizó la normatividad rela-
cionada con el Sistema de Seguimiento Satelital (Sisesat) de embarcaciones pesqueras
de gran escala, caso en el cual el Tribunal Constitucional se decantó por establecer una
interpretación de dichas normas conforme a la Constitución y a los derechos funda-
mentales invocados evitando así la inaplicación de la normativa cuestionada.
Resulta importante manifestar también que si bien la parte emplazada viene a ser
por lo general el Estado o la Administración pública, no puede dejarse de mencionar
que los particulares también tienen la capacidad de emitir regulación en el ejercicio
de su derecho de asociación (autorregulación), situación por la cual queda abierta la
posibilidad de la interposición de amparos contra la regulación emitida por entes par-
ticulares de presentarse normativa lesiva de derechos fundamentales.
Asimismo, resulta interesante la curiosa situación legal que surge entre el amparo
contra normas y la facultad de dictar precedentes vinculantes del Tribunal Constitu-
cional, pues cuando es dicha instancia a la que le corresponde decidir el caso, tiene

27 RTC Exp. N° 00615-2011-PA/TC.


28 Luís Castillo Cordova define a las normas autoaplicativas de manera similar al señalar que son “aquellas
que llevan incorporadas en sí mismas un principio de ejecución, de modo tal que la afectación al derecho
constitucional se produce con la sola entrada en vigencia de la norma y, por tanto, sin necesidad de actos
posteriores“, Comentarios al Código Procesal Constitucional. Tomo I. Palestra Editores. Lima-2006. p. 148.
Nestor Pedro Sagües considera que una norma autoaplicativa “es directamente operativa, en el sentido de que
no precisa de ninguna otra norma reglamentaria para su aplicación, y produce ya, con su sola promulgación,
efectos jurídicos concretos (...)”. Derecho Procesal Constitucional. Acción de amparo, p. 90. Ignacio Burgoa
por su parte manifiesta que “existen leyes que no necesitan de una aplicación posterior para producir sus efectos
en las situaciones para las que están destinadas a operar, sino que su sola promulgación ya implica una evidente
obligatoriedad efectiva y actual para las personas o categorías de personas por ellas previstas, a las cuales afecta,
por tal motivo, inmediatamente. Estas disposiciones legales, que no requieren para la causación de sus efectos
jurídicos, ningún acto aplicativo, concreto y posterior, se denominan autoaplicativas, por tener en sí mismas su
aplicación práctica, por engendrar, por el solo hecho de su expedición constitucional, la consiguiente afectación
en las esferas, hipótesis y casos en ella comprendidos”. El juicio de amparo. 5ª edición, Astrea, Buenos Aires,
2007, p. 90.

95
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

la oportunidad –de considerarlo pertinente para la resolución del caso por las aristas
inconstitucionales que pueda presentar– de inaplicar la norma y otorgar a dicha de-
cisión, alcances generales al establecer como precedente vinculante la inaplicación de
la norma cuestionada, equiparándose dicha actividad en los hechos, a un control nor-
mativo abstracto, llegándose a disponer la consiguiente ineficacia de la norma consi-
derada inconstitucional de modo general.
Han sido diversas las oportunidades que el Tribunal Constitucional ha procedido a
analizar este tipo de pretensiones, que aun cuando no todas las ocasiones se decidió por
la estimación de la demanda, sí se procedió a efectuar el análisis de la norma de cara a
los derechos fundamentales que se invocaron. Así, podemos encontrar sentencias que
han analizado la normativa sobre la importación de autopartes usadas29, sobre orde-
nanzas municipales que regulaban las rutas y paraderos del transporte público30, sobre
ordenanzas municipales que prohibían el ejercicio del derecho a la reunión en lugares
públicos31, sobre ordenanzas municipales que reubicaban terminales terrestres32, entre
otras sentencias.

IV. El amparo contra resoluciones judiciales y contra la actividad


jurisdiccional
Tipo de amparo de origen jurisprudencial nacido a raíz de la interpretación que a
contrario sensu del artículo 200, inciso 2) de la Constitución que efectuará el Tribunal
Constitucional en la STC Exp. Nº 00200-2002-PA/TC, dado que el Texto Constitu-
cional niega la procedencia del amparo contra resoluciones judiciales emanadas de un
procedimiento regular, más guarda silencio respecto de la procedencia de los procesos
de amparos contra resoluciones judiciales emitidas en procesos irregulares que le-
sionen derechos fundamentales.
En tal sentido, se estableció en una primera etapa, la procedencia de este tipo de
amparo de manera excepcional y siempre y cuando se verificara una afectación grave
del debido proceso que transformara al proceso en irregular, razón por la cual, no re-
sultaba procedente frente a cualquier anomalía procesal sino solo cuando se constataba
la existencia de un agravio manifiesto de cualquiera de los derechos contenidos en el
debido proceso33. Con la entrada en vigencia del Código Procesal Constitucional que
regula este supuesto de proceso constitucional en su artículo 4, jurisprudencialmente

29 SSTC Exps. Nos 00708-2005-PA/TC y 01576-2007-PA/TC.


30 STC Exp. Nº 00578-2011-PA/TC.
31 STC Exp. Nº 04776-2004-PA/TC.
32 STC Exp. Nº 02111-2011-PA/TC.
33 En la primera etapa del amparo contra resoluciones judiciales se definió al debido proceso como “el respeto,
dentro de todo proceso, de los derechos y garantías mínimas con que debe contar todo justiciable, para que una
causa pueda tramitarse y resolverse en justicia. Tal es el caso de los derechos al juez natural, a la defensa, a la
pluralidad de instancias, acceso a los recursos, a probar plazo razonable, etc.”. STC Exp. Nº 2002-2002-PA/
TC, f.j. 3.

96
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

se amplía el ámbito de tutela con la emisión de la STC Exp. Nº 03179-2004-PA/TC,


entendiéndose la procedencia del amparo ante la lesión de cualquier derecho funda-
mental, línea jurisprudencial que hasta la fecha se mantiene vigente.
Conocida entonces la temática de este tipo de amparo, resulta oportuno resaltar
que en la actualidad se vienen presentando pretensiones por parte de terceros que, in-
vocando su derecho a la paz y a la tranquilidad, vienen requiriendo la abstención de los
órganos jurisdiccionales de notificar en sus domicilios actos procesales de procesos ju-
diciales en los cuales no son parte ni conocen el domicilio de las mismas, pretensiones
que legítimamente el Tribunal Constitucional viene estimando en atención a los de-
rechos antes citados, pero que también replantea el campo de tutela del amparo, pues
se apertura el análisis de las resoluciones judiciales hacia la actividad jurisdiccional
que se despliega en el trámite natural de todo proceso judicial34.
En tal sentido, hoy por hoy ya no solo nos encontramos ante la procedencia excep-
cional del amparo contra resoluciones judiciales que afectan derechos fundamentales
de las partes o de terceros, sino también un nuevo supuesto de amparo que procede
frente a la actividad jurisdiccional que carece de asidero razonable para su continuación,
cuando el recurrente en amparo y tercero ajeno al proceso cuyos efectos cuestiona, de-
muestra ante el juez constitucional que previamente requirió ante el órgano jurisdic-
cional que ejecuta dicha actividad, la suspensión de la actuación que perturba sus de-
rechos fundamentales invocados. En tal sentido y a nuestra consideración, la juris-
prudencia en esta materia viene avanzando hacia una mayor tutela de los derechos
fundamentales que se pueden ver lesionados por el desarrollo natural de la actividad
jurisdiccional, aspecto para el cual la legislación procesal civil no ha previsto una res-
puesta a la cual pueda acudir el juez ordinario para evitar la lesión del derecho a la paz
y a la tranquilidad, pero que sin duda, al ya contar con pronunciamientos del Tribunal
Constitucional, abre el debate para una pronta propuesta de solución.
Por otro lado, cabe manifestar también que la procedencia del amparo bajo esta
modalidad de tutela, exige que previamente se hayan agotado todos los medios im-
pugnatorios existentes al interior del proceso para proceder a la revisión de la lesión
denunciada35, así como también requiere que la denuncia que se efectúa evidencie un
agravio manifiesto del derecho fundamental que se invoca36. Por otro lado, no debe
dejarse de observar que también esta modalidad de amparo, cuenta con un requisito
de procedibilidad con relación al plazo para su interposición que debe ser cumplido
también para acudir a la vía constitucional, pues es necesario que la presentación de la
demanda se efectúe dentro del plazo que establece el segundo párrafo del artículo 44
del Código Procesal Constitucional, es decir que el agraviado se encuentra habilitado

34 Revisar las SSTC Exps. Nos 03304-2009-PA/TC y 04147-2012-PA/TC.


35 Artículo 4 del Código Procesal Constitucional.
36 Al respecto revisar RTC Exps. Nos  03939-2009-PA/TC, 03730-2010-PA/TC, 03578-2011-PA/TC, 03758-
2011-PA/TC, 03571-2011-PA/TC, 03469-2011-PA/TC, 01053-2011-PA/TC, 02075-2012-PA/TC, 00985-
2013-PA/TC, 01526-2012-PA/TC, entre otras.

97
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

para plantear su demanda una vez adquirida la calidad de firme la resolución que lo
agravia y hasta 30 días después de notificada la resolución judicial que dispone su
cumplimiento37.
Resulta importante recalcar que no procede este proceso frente al cuestionamiento
del criterio jurisdiccional adoptado por el juez ordinario con relación a la valoración
de pruebas o la interpretación de dispositivos legales vigentes, pues el amparo no es
una cuarta instancia para revisar ello, salvo claro está, que la resolución judicial en sí
misma plantee una arbitrariedad manifiesta con relación a dichos temas, como lo sería
el establecimiento de una interpretación normativa contraria a la Constitución o la no
valoración de una prueba que sea gravitante para demostrar la responsabilidad civil en
el enriquecimiento indebido de un director de una Sociedad Anónima, por ejemplo.
Finalmente, no puede obviarse el trámite especial que reviste la procedencia del
“amparo contra amparo” que ha sido regulado a través de la STC Exp. Nº 04853-
2004-PA/TC, pues esta modalidad de amparo además de resultar excepcional, requiere
de la pericia suficiente del abogado litigante para acceder a un pronunciamiento de
fondo, pues no puede olvidarse que solo se tiene una oportunidad para plantear esta
pretensión y acceder a la revisión de un previo proceso constitucional que se acusa
como inconstitucional. Por ello, es necesario que la denuncia que se propone en una
demanda de estas características, evidencie, sin lugar a dudas, la lesión del derecho
fundamental que se invoca, pues de lo contrario, la demanda resultará improcedente38.

V. Sobre el nuevo precedente y el posible análisis del acto lesivo


La nueva composición de nuestro Tribunal Constitucional ha traído como
novedad, el nacimiento de un nuevo precedente vinculante39, que nos presenta reglas
adicionales a tener en cuenta para la interposición del recurso de agravio constitu-
cional. Este nuevo panorama, que a la fecha solo nos permite avizorar un cambio im-
portante para el análisis de las pretensiones que sean materia de este recurso de cierre
de la jurisdicción constitucional; en los meses siguientes y con la aplicación de sus
efectos, posiblemente nos presente una nueva forma de evaluación del acto lesivo.
Pese a que no podemos visualizar el futuro y, por lo tanto, las posibles respuestas
que con el paso de los meses esclarezca los alcances de este precedente; consideramos
igualmente necesario comentar –escuetamente por cierto– el posible impacto que
puede generar en la evaluación de la acción u omisión denunciada como lesiva de un
derecho fundamental.

37 Revisar RTC Exp. N° 00252-2009-PA/TC.


38 Para conocer todos los requisitos que exige el amparo contra amparo, revisar la STC Exp. N° 00072-2011-PA/
TC y RTC Exp. N° 04817-2012-PA/TC, entre otros.
39 STC Exp. N° 00987-2014-PA/TC, caso Francisca Lilia Vásquez Romero, publicada el 26 de agosto de 2014 en
la página web del Tribunal Constitucional.

98
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

En primer lugar, observamos que el precedente recaído en la STC Exp. Nº 00987-


2014-PA/TC plantea 4 supuestos en los que el Tribunal Constitucional dejará de emitir
decisiones sobre el fondo de la pretensión, situación que en nuestra opinión, va de
la mano de la aplicación estricta de las causales de improcedencia reguladas por el
artículo 5 de nuestro Código Procesal Constitucional, y esto porque aun cuando la de-
sestimación del recurso de agravio constitucional se efectúe a través de una sentencia
interlocutoria denegatoria inmediata y sin audiencia pública previa, la respuesta que
–creemos y a la que apostamos– podría otorgarse, en su mayoría, se justificaría en
cualquiera de dichas causales, pues no cabe duda que no merece evaluación alguna
por parte del juez constitucional –sea cual fuere la instancia en que se encuentre el
proceso–, aquellas pretensiones que no requieran de urgente tutela o que no se en-
cuentren vinculadas al contenido constitucionalmente protegido del derecho invocado,
o cuenten con vías procesales igualmente satisfactorias, o se encuentren prescritas,
o que se encuentren pendientes de resolución en otro proceso (litispendencia), por
ejemplo.
La primera de las causales del precedente manifiesta que se rechazará el recurso
de agravio constitucional cuando carezca de fundamentación la supuesta vulneración
que se invoque. Desde nuestra opinión, esta exigencia puede resultar un tanto polémica
frente a los procesos de hábeas corpus y hábeas data, por la exoneración del patrocinio
de abogado que el Código Procesal Constitucional40 otorga a este tipo de procesos.
Sin embargo, consideramos que sí podrían emitirse sentencias interlocutorias denega-
torias aplicando esta causal, por ejemplo ante demandas en las que se pretenda la re-
visión de un proceso penal en el que al imputado se le juzgue en libertad y, por lo tanto,
no exista incidencia negativa en dicho derecho, o se pretenda el acceso a información
pública inexistente. Sin embargo, sí creemos que su aplicación puede prosperar con
mayor impacto en los procesos de amparo y cumplimiento, dada la necesidad de pa-
trocinio de abogado que se requiere para la interposición de este tipo de demandas. En
tal sentido, es recomendable que los abogados litigantes precisen de manera clara, cuál
es el agravio que tanto el acto denunciado como lesivo genera en el derecho invocado
como el agravio que la resolución de segunda instancia le puede generar con su res-
puesta, esto a efecto de que se cumpla con la fundamentación que exige esta causal.
La segunda de las causales establece que se podrá desestimar el recurso de agravio
constitucional cuando la cuestión de derecho contenida en el recurso no sea de es-
pecial trascendencia constitucional. Esta exigencia, nos recuerda que los procesos
constitucionales han sido diseñados para la defensa de la eficacia de los derechos fun-
damentales, es decir, que su existencia y por lo tanto su uso, se encuentran exclusi-
vamente limitados a brindar tutela judicial frente a situaciones que realmente se con-
figuren como agresiones a algún derecho fundamental. En tal sentido, consideramos
que a través de esta causal, el Tribunal Constitucional tendrá un amplio margen de
delimitación de su competencia revisora como instancia final, pero sobre todo, marcará

40 Artículos 26 y 65 del Código Procesal Constitucional.

99
LA TIPOLOGÍA DEL AMPARO POR ACTO LESIVO

nuevas pautas sobre la evaluación del acto lesivo denunciado que permitirá renovar la
visión de la tutela de urgencia que supone la naturaleza de este tipo de procesos.
La tercera causal se explica por sí misma, pues resulta evidente que, cuando la
cuestión de Derecho invocada contradiga un precedente vinculante del Tribunal
Constitucional, la pretensión intentada carecerá de todo fundamento. Se entiende aquí
entonces, que los precedentes vinculantes anteriores, sirven de parámetro para evaluar
los recursos de agravio constitucional, siendo que en todo caso, de pretenderse cues-
tionar supuestos actos lesivos previamente identificados como no revisables a través
de un precedente constitucional, el abogado deberá ser necesariamente cauteloso,
conciso y directo para tratar de plantear la existencia de una diferenciación de su caso
y así evitar la aplicación del precedente, para intentar acceder a un pronunciamiento
sobre el fondo de su controversia.
Finalmente, la cuarta causal manifiesta que también se rechazarán aquellos re-
cursos de agravio constitucional cuando se haya decidido de manera desestimatoria
en casos sustancialmente iguales, situación que evidencia qué pretensiones como el
cuestionamiento de multas tributarias o la denegatoria administrativa de licencias de
funcionamiento –por citar algunos ejemplos–, merecerán sin duda una sentencia inter-
locutoria desestimatoria.
Expuestos algunos aspectos básicos de este precedente, es importante destacar
que la propuesta que trae consigo, nos presenta un panorama ya conocido frente al
análisis del acto lesivo denunciado, pues apunta a identificar aquellos casos que verda-
deramente merezcan de un pronunciamiento de fondo; objetivo que hasta el momento,
creemos, ha sido alcanzado a través de la aplicación de las causales de improcedencia
contenidas en el artículo 5 del Código Procesal Constitucional y concretizado en la ju-
risprudencia aún vigente; sin embargo, consideramos que el fortalecimiento de la ex-
cepcionabilidad y el carácter de urgencia de los procesos constitucionales, es el mayor
aporte que nos plantea esta sentencia, aspectos que en las subsiguientes semanas y ya
con la implementación de sus alcances, podremos confirmar a través de las sentencias
que emitirá el Tribunal Constitucional al resolver los procesos constitucionales que
tiene a su cargo.

Conclusiones
A modo de conclusión queremos resaltar la importancia del proceso de amparo
como recurso efectivo y sumario de la legislación peruana, esto por la especial di-
námica que puede desarrollarse durante su trámite para ofrecer una real y eficaz tutela
judicial de los derechos fundamentales, la cual y sin duda alguna, depende de todos y
cada uno de los participantes del sistema jurisdiccional (el juez, las partes, los abogados
y los operadores jurídicos), pues si bien conocemos las falencias estructurales que las
que sufrimos como país, ello no es justificación suficiente para dejar de atender pre-
tensiones básicas como la salud, el trabajo o la libertad por ejemplo, pues cuando

100
CARÍN HUANCAHUARI PAUCAR

hablamos de derechos fundamentales y su judicialización, simplemente estamos ante


situaciones que resultan prioritarias en todo Estado de Derecho.
En tal sentido, no podemos perder de vista la necesidad de continuar avanzando
en la protección debida y oportuna de nuestros derechos fundamentales –denominada
“pronta justicia” por la legislación salvadoreña–, lo cual esperamos con gran en-
tusiasmo, no solo cuente con medios de defensa judiciales como lo es el amparo y
sus diversas modalidades de tutela, sino que también cuente con ciudadanos y ciu-
dadanas conscientes de sus alcances y limitaciones a efectos de que en un futuro, la
regla peruana de la defensa de derechos fundamentales no sea el litigio –tal y como se
refleja en el cuadro de estadísticas de ingresos del Tribunal Constitucional, que al 17
de setiembre de 2014, estimó un ingreso total de 91,959 expedientes judiciales–, sino
el respeto de los derechos en sí mismo.
Con relación a las nuevas reglas del precedente Vásquez Romero (STC Exp.
N° 00987-2014-PA/TC) y su próxima implementación, consideramos importante el
fortalecimiento de la excepcionabilidad y el carácter de urgencia que imprime a favor
del uso de este tipo de procesos para la defensa de los derechos fundamentales, pues
no cabe duda que necesitamos que con el paso del tiempo, nuestro diseño procesal se
vaya perfeccionando para dar atención prioritaria a causas que realmente, requieran
tutela judicial efectiva e inmediata.

101
Amparo contra resolución judicial:
A diez años de vigencia del Código
Procesal Constitucional
Fiorella LA SERNA JORDÁN*

Introducción
El artículo 4 del Código Procesal Civil Constitucional establece que procede el
amparo contra resoluciones judiciales firmes. De esta forma, se ha proyectado, a nivel
normativo, lo que constituyó la opción hermenéutica predominante en doctrina, y que
paulatinamente fue recogiendo la jurisprudencia.
En efecto, el artículo 200, inciso 2 de la Constitución Política del Perú de 1993
establece que: “Son garantías constitucionales: (…) 2. La Acción de Amparo, que
procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o
persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por la Constitución,
con excepción de los señalados en el inciso siguiente. No procede contra normas
legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular1”.
A partir de dicha regulación, se concluyó por un lado, que ciertamente un juez es
una autoridad y, por el otro, que una interpretación a contrario sensu daba cabida a que
la validez de una resolución judicial sea cuestionada mediante un proceso de amparo
siempre que el proceso del que aquella emane haya sido irregular, esto es, desarrollado
con inobservancia del derecho al debido proceso.
El escollo más difícil de superar en la consolidación de una tesis permisiva como
la descrita fue, sin duda, la cosa juzgada, reconocida en la Constitución Política del
Perú como un principio de la función jurisdiccional y que no es sino la manifestación
de uno de los valores más importantes del Derecho: la seguridad jurídica. El argumento
de contraataque consistió, entonces, en afirmar que la cosa juzgada no podía revestir a
una resolución judicial emitida con vulneración al debido proceso.
Diez años han transcurrido desde la promulgación del Código Procesal Cons-
titucional. El amparo contra resolución judicial se ha afianzado, de la mano de una
doctrina que ha reconocido la importancia de su procedencia, bajo la consideración de
que el elemento gravitante es el hecho –la afectación constitucional– y no el origen del

* Abogada magna cum laude por la Universidad de Lima. Especialista en procesos civiles, comerciales y consti-
tucionales. Abogada asociada del Estudio Monroy Abogados
1 El texto es muy similar al del artículo 6 inciso 2 de la derogada Ley N° 23606, que dispuso: “No proceden las
acciones de garantía: Contra resolución judicial emanada de un procedimiento regular”.

103
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

mismo, y de una jurisprudencia que progresivamente ha ido delimitando su campo de


actuación y límites.
El presente artículo tiene como propósito deliberar respecto de cuatro aspectos
puntuales relacionados con el estado normativo y jurisprudencial actual del amparo
contra resolución judicial: competencia funcional, ámbito material, cómputo del plazo
prescriptorio y legitimidad pasiva.

I. Competencia funcional: ¿amparo de grado único?


Los procesos de amparo, independientemente del acto cuestionado, se instrumen-
talizan a través de un procedimiento de dos y hasta tres grados jurisdiccionales.
En efecto, son competentes para conocer los amparos contra resoluciones judi-
ciales, en primer grado, los Jueces Especializados Constitucionales2, en los distritos
judiciales donde existan esos juzgados y, los Jueces Especializados Civiles o Mixtos,
a falta de aquellos.
La competencia en sede apelación se encuentra atribuida a la Sala correspondiente
(Constitucional, Civil o Mixta, según sea el caso).
Además, si la resolución que emite la Sala resulta denegatoria de la demanda de
amparo, corresponde al Tribunal Constitucional resolver en última y definitiva ins-
tancia, según lo dispuesto por el artículo 5 inciso 2 de su Reglamento y por el artículo
202 de la actual Constitución Política.
Por su parte, una resolución judicial emitida al interior de un proceso ordinario,
por lo general, queda firme, luego de transitar por tres estancias: Juzgado, Sala Supe-
riores y Sala Suprema.
De ello se desprende que, a partir de una resolución judicial dimanante de un
proceso judicial ordinario estructurado en tres niveles jurisdiccionales3, se abre un
nuevo proceso (constitucional), con otros tres niveles.
Aunque la interposición y el curso del amparo no suspende la ejecución de la reso-
lución judicial, lo cierto es que los litigantes resultan expuestos a una incerteza jurídica
que se dilata en el tiempo, debido a que la posibilidad de que la resolución judicial
firme sea anulada –o, incluso, de que otros actos procesales previos sea anulados,

2 Previamente, el segundo párrafo del artículo 51 del Código Procesal Civil atribuía la competencia originaria de
los amparos contra resolución judicial a la Sala Civil de turno de la Corte Superior de Justicia respectiva, que
actuaba como órgano de primer grado. No obstante, el párrafo fue derogado por la Segunda Disposición Dero-
gatoria de la Ley N° 29364, publicada el 28 de mayo de 2009.
3 Preferimos no aludir a “grados jurisdiccionales”, porque técnicamente, la Corte Suprema no constituye un
“tercer grado”. Su labor se circunscribe a la interpretación del derecho objetivo y a la uniformización de la juris-
prudencia, mediante el conocimiento y resolución de recursos extraordinarios de casación.

104
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

dependiendo del momento en que se produjo la afectación constitucional– se encuentra


latente mientras subsiste el proceso constitucional.
Es cierto que existen actualmente un puñado de razones por las cuales el órgano
jurisdiccional puede, in limine, declarar improcedente la demanda de amparo contra
resolución judicial; en especial, cuando advierte de los hechos y el petitorio que
no se vincula al contenido constitucional protegido de un Derecho Constitucional.
Esto incluye aquellas situaciones en las que tan solo formalmente se invoca la con-
travención al derecho al debido proceso o a la tutela judicial efectiva, toda vez que
del desarrollo de la demanda se advierte que bajo el amparo se camufla una discon-
formidad del litigante con determinado fallo. Esto es lo que se ha denominado “teoría
de la sustanciación”4.
Sin embargo, aún ese auto de improcedencia debe discurrir por los tres estamentos
señalados: Juez y Sala Constitucional, Civil o Mixta, y el Tribunal Constitucional.
Especialmente en este último el tiempo para que se emita un pronunciamiento sobre
dicho auto puede superar, sin problemas, el año.
La situación descrita invita a replantearse el tema sobre si el diseño procedi-
mental para los amparos contra resoluciones judiciales es el más adecuado. En esta di-
rección, no debe perderse de vista que, a diferencia de un proceso judicial ordinario,
que puede alcanzar niveles inusitados de complejidad, el proceso de amparo contra re-
solución judicial no tiene como propósito que el órgano constitucional y, en su caso,
el Tribunal Constitucional, reexamine todo el conflicto de intereses, sino que su labor
se circunscribe a verificar o descartar la afectación constitucional invocada por el de-
mandante. Por ello se suele decir que el amparo no constituye una supra-instancia.
La afectación, además, debe ser manifiesta, de conformidad con el artículo 4 del
Código Procesal Constitucional. No olvidemos que la regla es la imposibilidad de
revivir procesos fenecidos.
Siendo así, cabría legítimamente preguntarse qué tan manifiesta puede ser la afec-
tación cuando se contemplan tantos estamentos para su comprobación5.

4 Lo importante no es el nomen iuris o calificación jurídica sino el relato fáctico o histórico de la vulneración del
derecho fundamental. Esto es lo que se conoce como “teoría de la sustantación”. GIMENO SENDRA, Vicente
y MORENILLA ALLARD, Pablo. Los procesos de amparo civil, penal, administrativo, laboral, constitucional
y europeo. 2a edición, Colex, Madrid, 2010, p. 155.
5 En realidad, pueden llegan a ser más incluso los estamentos que examinen la afectación constitucional, depen-
diendo del momento del proceso ordinario en que ésta aparezca. (primer grado, apelación o casación).
Recordemos que uno de los requisitos de procedencia del amparo contra resolución judicial es que el afectado
haya denunciado la afectación constitucional en el proceso ordinario,esto es que no haya consentido el vicio, em-
pleando los medios impugnatorios respectivos (nulidad, apelación, casación), siempre que hubiese podido.
Si aun así el afectado acude al amparo es porque ni el juez ni las salas (Superiores y Suprema, de ser el caso) del
proceso ordinario advirtieron afectación constitucional alguna. Pese a ello, una vez iniciado el amparo, la afec-
tación se puede discutir en tres estamentos adicionales (Juez, Sala y Tribunal Constitucional). En esta situación,
son seis los órganos que terminan pronunciándose respecto a la misma afectación constitucional.

105
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

Las posibles medidas contra este dilatado amparo pasan desde las moderadas,
como la imposición de multas para los abogados que suscriben demandas temerarias
o maliciosas, hasta llegar a una modificación más radical, que pasa por una reforma
constitucional: la instauración de un amparo contra resolución judicial de grado único,
que empiece y termine ante el Tribunal Constitucional6. Todas ellas deben ser eva-
luadas con mesura, teniendo en cuenta estadísticas, ventajas y retrocesos.
Empezando por la alternativa más extrema, la del amparo de grado único, presente
en la experiencia española, cabrían hasta tres reparos. El primero surge instantá-
neamente: el Tribunal Constitucional, al funcionar como órgano de grado único, se
vería saturado de demandas de amparo contra resoluciones judiciales. En la actualidad
su competencia alcanza a las resoluciones de segundo grado denegatorias del amparo.
El siguiente reparo se vincula al hecho de que, si bien el artículo 3 de su Re-
glamento le permite al Tribunal Constitucional celebrar audiencias en cualquier ciudad
de la República, en la práctica no es lo común, siendo la ciudad de Lima la que cen-
traliza sus funciones. Esto, a diferencia de lo que sucede con los Jueces Constitu-
cionales, Civiles o Especializados, que se desempeñan en cada uno de los distritos
judiciales del país7.
Finalmente, un esquema de un amparo contra resolución judicial con un solo y de-
finitivo grado en el que el demandante debe defender sus derechos a “ganar o perder”,
podría ser considerado muy rígido para aquellos casos en los que la afectación consti-
tucional se traduce en la violación del derecho a la defensa de quien debiendo ser parte
de un proceso no fue emplazado, o fue impedido de participar en el mismo.
Se trata de uno de los casos más graves y paradigmáticos de lesión de un derecho
constitucionalmente protegido por una resolución judicial, al punto que en legisla-
ciones que no admiten el amparo contra resolución judicial, como la chilena8, se es-
tablece como excepción el supuesto del tercero no emplazado en un proceso judicial9.

6 Actualmente, el artículo 202 de la Constitución Política del Perú señala que: “Corresponde al Tribunal Cons-
titucional:
(…)
2. Conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas corpus, amparo, hábeas
data, y acción de cumplimiento (…). (El énfasis es nuestro).
7 En el caso de la Corte Suprema y el recurso de casación, lo que se ha previsto es que todo justiciable debe fijar
domicilio procesal en la sede de la Corte Suprema (artículo 391, inciso 2, del Código Procesal Civil).
8 En Chile, el equivalente a nuestro amparo es denominado “recurso de protección”.
9 Una última observación que podría surgir al amparo de grado único es que la Constitución Política del Perú
reconoce el derecho a la pluralidad de instancias. Sin embargo, el Tribunal Constitucional ha resuelto por ade-
lantado esta cuestión.
En el Exp. N° 04235-2010-PHC/TC, ha señalado que el derecho a la pluralidad de instancias constituye un
derecho fundamental de configuración legal, esto es que el legislador tiene cierta libertad para definir la clase de
recursos, los requisitos que deben cumplir y el procedimiento de los mismos. Agrega que el núcleo mínimo de
dicho derecho queda garantizado si quien emite la sentencia es un órgano jurisdiccional colegiado, sin necesidad
de que en este caso el legislador deba regular un recurso.

106
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

Dicho tercero, de acuerdo a la propuesta formulada, tendría que defender su


derecho a la defensa en un único grado (mientras que quienes sí comparecieron en
el proceso ordinario tuvieron más de un grado para discutir el conflicto y obtener una
sentencia firme).
Una versión más moderada de la propuesta anterior consiste en instaurar el amparo
único ante el Tribunal Constitucional, pero solo cuando la resolución impugnada es
una sentencia de la Corte Suprema10. El dato empírico de respaldo es el temor reve-
rencial que se atribuye a algunos jueces cuando se enfrentan a analizar la validez cons-
titucional de sentencias que han sido expedidas por un órgano jurisdiccional de com-
petencia nacional, como es la Corte Suprema.
El inconveniente de introducir esta medida, al menos en forma aislada, es que los
amparos contra resoluciones judiciales distintas a las sentencias de la Corte Suprema
mantendrían el esquema actual, con las demoras que ello implica.
Finalmente, una última alternativa, dirigida a abarcar todo el universo de
resoluciones que pueden ser cuestionadas mediante un amparo, consistiría en establecer
un proceso de solo dos grados, con prescindencia de si la resolución de segundo grado
es denegatoria o estimatoria.
Al respecto consideramos que sería la solución menos adecuada, pues excluir
como regla general al Tribunal Constitucional implicaría, prima facie, que ya no podrá
establecer valiosa doctrina constitucional y precedentes vinculantes11 a propósito de
los procesos de amparo contra resolución judicial. Esto, a menos que se contemple una
especie de certiorari positivo, que permita al Tribunal Constitucional, bajo ciertos cri-
terios, seleccionar solo algunas de las demandas de amparo en las que haya recaído
pronunciamiento denegatorio por parte del órgano jurisdiccional constitucional.
En cualquier caso, no se debe perder de vista de que la distribución de compe-
tencias en lo que respecta al amparo contra resolución judicial es permeable y que el

10 En realidad, fue esa la propuesta de la Comisión que elaboró el anteproyecto del Código Procesal Constitucional.
ABAD YUPANQUI, Samuel. El proceso constitucional de amparo. 2a edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2008,
p. 382.
11 Mientras la doctrina constitucional encuentra reconocimiento positivo en el artículo VI del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, el precedente vinculante lo hace en el artículo VII del mismo Código.
Sobre la diferencia entre una y otra, Juan Antonio García Amado, detalla que: “El artículo VI se refiere al efecto
vinculante que tiene la interpretación que, en sus sentencias, haga el Tribunal Constitucional de los preceptos y
principios constitucionales. Eso significa que el Tribunal Constitucional fija con sus interpretaciones el sentido
de las normas constitucionales, concretando o determinando así ese sentido, de modo tal que al ampliar esas
normas constitucionales los jueces no pueden contrariar esa interpretación, han de atenerse a ella y no pueden
guiarse por interpretaciones alternativas de las normas constitucionales. Por su parte, el artículo VII se refiere a
otra cosa: a la vinculatoriedad, como precedente, de las decisiones en sí del Tribunal y en lo que este quiere que
de esa manera vinculen, aquí no se trata de la vinculatoriedad de sus interpretaciones de las normas de la Cons-
titución, sino de sus valoraciones e interpretaciones de otras normas o de actos, situaciones o estados de cosas”.
GARCÍA AMADO, Juan Antonio. “Controles descentrados y precedentes v sin precedente. A propósito de la
sentencia del Tribunal Constitucional de Perú en el Exp. N° 03741-2004-AA/TC”. En: Comentarios a los prece-
dentes vinculantes del Tribunal Constitucional. Coordinador Fernando Velezmoro, Grijley, Lima, 2010, p. 59.

107
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

actual reparto de estas no necesariamente alcanza el punto de equilibrio óptimo entre la


defensa de los derechos fundamentales afectados por una resolución judicial firme y la
seguridad jurídica; en cuanto a lo primero, porque el “temor reverencial” aludido hace
que muchas veces sea necesario llegar hasta el Tribunal Constitucional para que el de-
mandante sea tutelado en sus derechos; y, en cuanto a lo segundo, porque a lo largo de
tres estamentos se mantiene al demandado en expectativa del destino definitivo de la
resolución judicial que le ha sido favorable.

II. Ámbito material: ¿Todos los derechos?


El artículo 4 del Código Procesal Constitucional enuncia que una resolución ju-
dicial puede ser cuestionada mediante un proceso constitucional de amparo siempre
que esta se encuentra firme y que haya sido dictada con manifiesto agravio a la tutela
procesal efectiva, “que comprende el acceso a la justicia y el debido proceso”12. Quizás
la atingencia que deba efectuarse es que cuando, además del agravio a la tutela procesal
efectiva, la resolución judicial pone en riesgo la libertad personal o algún derecho
conexo, no corresponderá interponer una demanda de amparo sino de hábeas corpus13.
Luis Castillo Córdova agrega otro requisito: “que existan los indicios suficientes
para hacer pensar que, de no haber ocurrido la irregularidad, otro sería el resultado
que el que se hace contener en la resolución cuestionada”. En realidad, más que un re-
quisito de procedencia que condiciona la demanda de amparo, se trata de un elemento
de análisis que, de ser el caso, deber ser debidamente estudiado por el juzgador cons-
titucional y, eventualmente, tomado en cuenta al resolver, siempre con mucha pru-
dencia14.
Respecto a la necesidad de estabilidad de la resolución judicial15, el principal fun-
damento que se esgrime a su favor es resguardar el carácter subsidiario del proceso

12 No existe unanimidad en el campo doctrinal respecto al binomio tutela procesal efectiva y debido proceso, al
punto que muchos consideran que la separación es de por sí artificiosa. Ello, con la salvedad de que mientras la
tutela procesal efectiva encuentra su origen en el derecho europeo, el debido proceso es de corte anglosajón.
No obstante ello, la Constitución Política del Perú de 1993 reconoce a ambos como derechos esenciales, por
lo que habría sido necesario dotarlos de un contenido propio. En esa línea, el Código Procesal Constitucional
señala que la tutela procesal efectiva comprende el acceso a la justicia y el debido proceso.
13 De todos modos, en caso de error del litigante de la clase de proceso constitucional, conforme a una línea juris-
prudencial consolidada, el Tribunal Constitucional puede encarrilar la demanda y resolverla.
14 CASTILLA CÓRDOVA, Luis. Hábeas corpus, amparo y hábeas data. Ara Editores, Lima, 2004, p. 71.
Un caso en el cual se observa que el Tribunal Constitucional actuó en consecuencia con lo expuesto es el Exp.
N° 10490-2006-PA/TC. Señaló que: “En el primer lugar, el hecho de que se haya analizado, en la sentencia, un
medio probatorio que no ha sido materia de discusión al interior del proceso y que este haya sido determinante
para dilucidar la controversia, sí constituye parte integrante del contenido constitucional protegido del derecho a
la defensa”.
15 LA SERNA JORDÁN, Fiorella. “La concepción del artículo 4 del Código Procesal Constitucional y sus impli-
cancias para el proceso de hábeas corpus”. En: Actualidad Jurídica. Nº 241, Gaceta Jurídica, Lima, diciembre
de 2013 y “Vías Previas en el Código Procesal Constitucional”. En: Gaceta Constitucional. Nº 80, Gaceta Ju-
rídica, Lima, setiembre de 2014.

108
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

constitucional, permitiendo que la afectación constitucional sea eliminada al interior


del proceso, a través del sistema de recursos impugnatorios.
Podemos afirmar que una resolución es “firme” en tres hipótesis: a) cuando el in-
teresado ha dejado vencer el plazo para impugnarla, b) cuando ya no caben medios
impugnatorios contra la misma, por haberse resuelto los que contempla la ley y,
c) cuando la resolución es calificada, por ley, como inimpugnable.
Sobre esa base, en la STC Exp. N° 04107-2004-HC/TC (caso Leonel Richie
Villar De la Cruz) el Tribunal Constitucional efectuó una interpretación pro homine
de la exigencia de firmeza de la resolución judicial, en sintonía con principios cons-
titucionales y valiéndose de la aplicación analógica del artículo 46 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, estableciendo ciertas excepciones a la exigencia
de la firmeza de la resolución judicial: que se haya restringido al justiciable el empleo
de los correspondientes recursos, que se haya incurrido en un retardo injustificado para
resolver esos recursos, y que la agresión pueda convertirse en irreparable.
En cuanto a los derechos protegidos por el amparo contra resolución judicial, dos
líneas jurisprudenciales han venido siendo aplicadas en forma generalizada.
Una de ellas consiste en afirmar que no cualquier anomalía o vicio es sinónimo
de vulneración al debido proceso. No necesariamente aquello que podría sustentar
una nulidad procesal en un proceso ordinario puede ser extrapolado a una demanda de
amparo.
Lamentablemente muchas veces esa disociación no es comprendida por litigantes
que (incentivados por sus abogados) consideran que por el simple hecho de que una
resolución se pronuncie sobre una cuestión procesal (por ejemplo, una excepción),
se está comprometiendo el debido proceso; ergo, que tienen habilitado el proceso de
amparo contra resolución judicial.
Al respecto, el Tribunal Constitucional ha señalado en el Exp. N° 03275-2012-PA/
TC que “el amparo contra resoluciones judiciales no puede constituirse como un me-
canismo de articulación entre las partes, las que por este medio pretenden extender el
debate de las cuestiones procesales ocurridas en un proceso anterior”, debiendo cons-
tatarse un agravio manifiesto que comprometa seriamente el contenido protegido de
algún derecho de naturaleza constitucional.
De este modo se intentó demarcar la interacción entre la justicia ordinaria y la
constitucional.
La segunda línea jurisprudencial, desde nuestro punto de vista, difuminó en cierta
medida las pautas de dicha interacción. Así, el Tribunal Constitucional ha venido en-
tendiendo, en armonía con la tradición estadounidense del due process, que el debido
proceso tiene dos dimensiones: la procesal y la sustantiva.

109
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

La dimensión procesal estaría integrada por las garantías y derechos que a menudo
son asociadas al debido proceso: juez natural, juez imparcial, derecho de defensa, mo-
tivación de las resoluciones judiciales, cosa juzgada, etc.
La dimensión material, por su parte, estaría relacionada, más bien, con la preser-
vación de ciertos estándares de justicia y se expresaría en principios como el de razo-
nabilidad, el de proporcionalidad16, y el de no arbitrariedad.
Adviértase que, en la dimensión procesal, un proceso es irregular si no se han res-
petado las garantías y derechos mínimos que conforman un proceso justo. Estas ga-
rantías y derechos se encuentran reconocidos de manera casi uniforme por la doctrina
y muchos de ellos se encuentran positivizados en todas las Constituciones. No sucede
lo mismo con la concepción material, pues de acuerdo a esta un proceso es irregular
si no se cumplen ciertos cánones de justicia. En este escenario, el debido proceso se
convierte en un concepto jurídico indeterminado con una mayor dosis de componente
subjetivo.
Con todo, hasta este momento el amparo contra resolución judicial era admitido
por afectación al derecho al debido proceso, tanto en su faz procesal como en la ma-
terial.
Sin embargo, a partir del Exp. N° 03179-2004-AA/TC (caso Apolonia Ccollcca
Ponce) esta situación mutó. El Tribunal Constitucional interpretó que, a partir del
diseño constitucional del ámbito de protección del proceso de amparo (que protege
todo tipo de derechos, salvo los comprendidos en el hábeas corpus y el hábeas data) y
de la eficacia vertical de los derechos fundamentales17, se puede entender que “la irre-
gularidad de una resolución judicial, con relevancia constitucional, se produce cada
vez que esta se expida con violación de cualquier derecho fundamental”.
En ese sentido, el caso Apolonia Ccollcca Ponce vino a ampliar el ámbito material
del amparo contra resolución judicial.
Lo peligroso de una interpretación como esa es que a menudo los tribunales ordi-
narios deciden, mediante sus resoluciones (autos y sentencias), respecto de derechos,
atribuyéndolos, modificándolos y extinguiéndolos. Muchos de esos derechos tienen un
contenido constitucionalmente protegido. En ese sentido, determinar cuándo se está
reparando una afectación a dicho contenido y cuándo se comienza a interferir con la
independencia del juez ordinario no siempre es una tarea sencilla.
Verbigracia, analicemos la sentencia emitida en el caso Apolonia Collcca Ponce.
La recurrente interpuso demanda de amparo contra una orden de incautación emanada

16 Tanto el principio de proporcionalidad como el de razonabilidad operan, por lo general, en el ámbito de los
procesos sancionadores (Derecho Penal y Administrativo), así como en el campo de las normas legales.
17 Por eficacia vertical de los derechos fundamental se alude a su vinculatoriedad respecto al Poder Público, mientras
que la eficacia horizontal, también llamada “eficacia privada” o de ”eficacia en relación a terceros”, se centra en
las relaciones entre particulares.

110
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

de un proceso penal, alegando ser la propietaria. Como el propio Tribunal Consti-


tucional señaló en su sentencia, el acta de incautación no fue dejada sin efecto en el
proceso penal porque, a criterio de la Primera Sala Mixta de Ayacucho, “el contrato
presentado por la recurrente no merecía mérito probatorio por ser un instrumento
simple sin siquiera legalización notarial o intervención de testigos (…)” y porque “la
copia de la tarjeta de la propiedad, título con el cual solicitó la anulación de la referida
acta de incautación, fue expedida con fecha posterior a la comisión del delito”.
Hasta allí nos parece contundente que lo que la recurrente pretendía con su
demanda de amparo era que en sede constitucional se reexaminen los medios pro-
batorios que sustentaron su pedido de levantamiento del acta de incautación. Preci-
samente para lo que no debe servir el amparo. Es por ello que tanto el órgano jurisdic-
cional constitucional de primer grado como el de segundo declararon improcedente la
demanda.
El Tribunal Constitucional también termina declarando improcedente la demanda,
pero no por la misma razón. A diferencia del Juez y la Sala Constitucional, dicho Co-
legiado sí ingresa a analizar si Apolonia Collcca era o no propietaria. Al parecer, si lo
era, automáticamente se habría afectado el derecho a la propiedad.
Por cierto, la única manera en que dicha cuestión podía dilucidarse era apreciando
los medios probatorios que pretendidamente acreditaban el derecho de propiedad de la
demanda (lo que ni siquiera se permite hacer a la Corte Suprema, en casación).
Bajo la constatación de que el vehículo incautado estaba registrado a nombre de
un tercero y de que no existía resolución judicial que determinara si ese tercero estaba
dentro de los alcances del Decreto Ley N° 2209518, el Tribunal Constitucional decidió
que no existió agresión al contenido constitucionalmente declarado del derecho de
propiedad19.
Como se puede advertir, el ensanchamiento del ámbito material del amparo ju-
dicial, fuera de los contornos de la tutela procesal efectiva (en sus expresiones del
acceso a la justicia y debido proceso, según el artículo 4 del Código Procesal Constitu-
cional), puede conllevar a intromisiones en la función jurisdiccional de los tribunales
ordinarios.

18 Ley de represión del tráfico ilícito de drogas


“Artículo 66.- Serán decomisados las drogas, insumos, fábricas, laboratorios, alambiques, implementos y enseres
empleados en la producción y fabricación ilícita de drogas (…).
Igualmente, serán incautados los terrenos de cultivo y afectados a la Dirección General de Reforma Agraria y
Asentamiento Rural, para su posterior adjudicación a los campesinos sin tierra; también serán incautados los in-
muebles utilizados como fábricas, depósitos o lugares de expendio, así como los vehículos en que se hubiere
efectuado la distribución o transporte de las drogas, siempre que pertenezcan a los autores, cómplices o en-
cubridores del delito o a quienes teniendo conocimiento del mismo no lo hubieran denunciado de inmediato”
(el énfasis es nuestro).
19 Para ser coherentes con la argumentación esgrimida, lo que debió hacer el Tribunal fue declarar infundada la
demanda, y no improcedente.

111
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

De esta manera, se ha dado un salto abismal: antes, el derecho garantizado por


el amparo contra resolución judicial era la tutela procesal efectiva, la cual por defi-
nición es un derecho instrumental, pues permite el aseguramiento y la defensa de otros
derechos materiales. En ese sentido, necesariamente tenía que haber una afectación
directa a la tutela procesal efectiva para la procedencia del amparo, siendo que la
lesión al derecho material podía ser solo una consecuencia. En la actualidad, se puede
invocar autónomamente la agresión al derecho material como sustento de un amparo
contra resolución judicial, con lo cual ya no es necesario argumentar y demostrar que
no se ha respetado una garantía del debido proceso; se puede cuestionar directamente
el resultado de una resolución judicial.
Pero el caso Apolonia Collcca enseña otra cosa: se ha iniciado un camino en el
que el parámetro para admitir el amparo contra la resolución judicial ha quedado in-
vertido. Se ha pasado de una manifiesta a una imperceptible afectación constitucional
como filtro del amparo contra resolución judicial.
Al final, los límites de lo que debe ser una excepción –el desconocimiento de la
garantía constitucional de la cosa juzgada– terminan siendo extremadamente tenues,
casi como una invitación a que todos los que estén en desacuerdo con una resolución
judicial acudan a la vía del amparo. Total, en términos estrictamente pragmáticos, el
amparo constituye la última oportunidad de revertir una resolución desfavorable.
Pero hay una reflexión adicional: si ya el control de constitucional podía consistir
en evaluar no solo el debido proceso adjetivo, sino también si la resolución judicial
respetó el debido proceso material, ¿era realmente necesario un cambio así del ámbito
material del amparo contra resolución judicial? No lo creemos así.

III. Legitimación pasiva: sale uno y entra otro


De acuerdo a Augusto Morello, la efectividad debe ser el rasgo común de cualquier
sistema de garantías, siendo definidas estas como los instrumentos jurídicos para hacer
efectivos los derechos del hombre. La vigorización constante de las garantías, agrega,
es el mejor síntoma de la salud de un sistema democrático20.
Lamentablemente el noble propósito de asegurar un procedimiento célere, acorde
con la protección urgente y reforzada que ameritan los derechos constitucionales, se
ha visto menguado por una disposición del Código Procesal Constitucional que no
va acorde con dichos fines. Nos referimos al artículo 7 del Código Procesal Constitu-
cional, el cual regula la legitimidad pasiva en los procesos constitucionales21.

20 MORELLO M., Augusto. Constitución y proceso. La nueva edad de las garantías constitucionales. Librería
Editora Platense, La Plata, 1998, p.11.
21 Artículo 7.- Representación Procesal del Estado
La defensa del Estado o de cualquier funcionario o servidor público está a cargo del Procurador Público o del
representante legal respectivo, quien deberá ser emplazado con la demanda. Además, debe notificarse con ella

112
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

Por mandato expreso del artículo 7 del Código Procesal Constitucional, además
del Procurador Público, se debe notificar con la demanda al funcionario o servidor
autor del acto lesivo. El mismo artículo establece que “el funcionario o servidor de-
mandado puede intervenir en el proceso” y que “su no participación no afecta la validez
del proceso”.
Más allá de que la redacción es poco afortunada porque contiene dos afirmaciones
innecesarias: i) cualquier demandado ‘puede’ y no ‘debe’ intervenir en un proceso
porque la comparecencia no es un deber sino una carga y, ii) en ningún proceso la au-
sencia de participación de una de las partes afecta la validez del proceso, sino su falta
de emplazamiento; lo cierto es que, en virtud de la primera parte del artículo, el juez (o
jueces) que suscribió la resolución judicial materia de amparo debe ser notificado con
la demanda. Esto se traduce, muchas veces, en una demora antitética a la naturaleza
(urgente) del proceso constitucional.
Ya sea porque el juez ha sido cesado en sus funciones (esto es, ha dejado ser juez),
o porque se encuentra ejerciendo función jurisdiccional en otro distrito judicial del
país, muchas veces su emplazamiento se convierte en una tarea titánica.
Ahora bien, el último párrafo del artículo 7 introduce una exclusión: si el fun-
cionario ya no ocupa el cargo que ostentaba cuando cometió el acto lesivo, el de-
mandante puede pedir al juez constitucional que no se lo emplace con la demanda. Si
bien el primer supuesto puede encuadrar en esta previsión (que ya no ocupa más el
cargo de ‘juez’), el traslado del juez autor de la resolución judicial lesiva a otro órgano
jurisdiccional o, peor aún, fuera del distrito judicial, no exime su emplazamiento, en
tanto que sigue ejerciendo la función jurisdiccional.
Ante esa situación, consideramos que, salvo que el acto lesivo tenga carácter de-
lictivo o que el demandante persiga a futuro atribuir responsabilidad patrimonial y/o
funcional al juez luego de concluido exitosamente el proceso, el Procurador Público
debe ser el único emplazado, en representación de los intereses del juez agresor, que
en realidad son los del Estado, en la medida en que la resolución judicial lesiva ha sido
expedida en ejercicio de la función jurisdiccional.

a la propia entidad estatal o al funcionario o servidor demandado, quienes pueden intervenir en el proceso. Aun
cuando no se apersonaran, se les debe notificar la resolución que ponga fin al grado. Su no participación no
afecta la validez del proceso.
Las instituciones públicas con rango constitucional actuarán directamente, sin la intervención del Procurador
Público. Del mismo modo, actuarán directamente las entidades que tengan personería jurídica propia.
El Procurador Público, antes de que el proceso sea resuelto en primer grado, está facultado para poner en conoci-
miento del titular de la entidad su opinión profesional motivada cuando considere que se afecta el derecho cons-
titucional invocado.
Si el demandante conoce, antes de demandar o durante el proceso, que el funcionario contra quien dirige la
demanda ya no ocupa tal cargo, puede solicitar al juez que este no sea emplazado con la demanda.

113
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

Pero existe otro sujeto no mencionado en el artículo 7 que, al igual que el Estado,
tiene un interés legítimo en la preservación de la resolución judicial materia del
amparo. Nos referimos a quien participó en el proceso ordinario como contraparte del
ahora demandante.
Es sobre la base del interés en defender la validez constitucional de la resolución
judicial que, de consuno, es comprendido como demandado en la demanda de amparo
y les son reconocidos los derechos de una parte: contestar la demanda, ofrecer medios
probatorios (de actuación inmediata), impugnar, entre otros, con prescindencia de lo
que haga el Procurador Público. Asimismo, no nos cabe duda que si dicho sujeto no
fuera emplazado con la demanda de amparo, tendría las puertas abiertas para iniciar un
“amparo contra amparo”, por haberse contravenido el derecho elemental a la defensa.
Sin embargo, por un lado, la sentencia a recaer en el amparo no le va afectar de
la misma manera que al juez autor de la misma22 (por lo que no encuadra en la defi-
nición de litisconsorte necesario del artículo 93 del Código Procesal Civil) y, por el
otro, la ley no obliga a su emplazamiento; de modo que, salvo la jurisprudencia, no
existe otra fuente a través de la cual el futuro demandante de un amparo contra reso-
lución judicial pueda determinar si debe o no emplazar a quien fue su contraparte en
el proceso ordinario.
El artículo 54 del Código Procesal Constitucional, ciertamente, no se le aplica,
pues se refiere a la intervención de un litisconsorte facultativo, esto es, un litigante
cuya presencia no es indispensable para el proceso, de modo tal que su falta de empla-
zamiento no invalida la sentencia.
A nuestro criterio, la integración de dicho sujeto a la relación jurídica procesal,
desde el inicio del proceso, sí constituye un presupuesto para que el proceso de amparo
contra resolución judicial sea válido. Es decir, estamos ante un litisconsorte necesario.
Por lo expuesto y a fin de evitar el debate23, es conveniente que se adicione al
artículo 7 la obligatoriedad de emplazar no solo al Procurador Público sino al litigante

22 El artículo 93 del Código Procesal Civil establece que: “Cuando la decisión a recaer en el proceso afecta de
manera uniforme a todos los litisconsortes, solo será expedida válidamente si todos comparecen o son em-
plazados, según se trate de litisconsorcio activo o pasivo, respectivamente, salvo disposición legal en contrario”.
A nuestro juicio la definición del litisconsorte necesario que hace dicho artículo es defectuosa, pues existen hi-
pótesis en los cuales es la ley procesal la que obliga a emplazar a determinado sujeto, bajo sanción de que la de-
cisión final sea inválida, con lo que no cabe duda que se trata de un litisconsorte necesario; no obstante, no nece-
sariamente la decisión le va a afectar de idéntica manera que al resto de litigantes que conforman la misma parte.
23 La posición del Tribunal Constitucional no es del todo clara. En el Exp. N° 00978-2012/PA/TC empezó ex-
presando lo siguiente: “De manera preliminar a la dilucidación del fondo de la presente controversia, este Co-
legiado considera oportuno precisar por qué, pese a no haberse emplazado al señor Adam Louis Weintraub, be-
neficiado con la resolución judicial que se cuestiona, se opta por emitir un pronunciamiento de fondo sin ne-
cesidad de anular el proceso de autos y reconducirlo al momento de su emplazamiento con la demanda de
amparo”.
A la postre, concluye que el emplazamiento de ese tercero no era necesario, por las siguientes razones:

114
FIORELLA LA SERNA JORDÁN

beneficiado con la resolución judicial, bajo sanción de que el proceso sea declarado in-
válido.

IV. El plazo prescriptorio: inconsistente regulación


El plazo regular para interponer una demanda de amparo es de treinta días hábiles.
De este modo, se corrige la deficiencia en la que incurre el Código Civil, como es
regular los plazos de prescripción en función de la notificación de la demanda, y no de
su presentación.
El amparo contra resolución judicial, sin embargo, tiene un plazo especial. El
artículo 44 del Código Procesal Civil establece que: “Tratándose del proceso de
amparo iniciado contra resolución judicial, el plazo para interponer la demanda se
inicia cuando la resolución queda firme. Dicho plazo concluye treinta días hábiles
después de la notificación de la resolución que ordena se cumpla lo decidido”.
En buena cuenta, si bien la demanda de amparo puede ser presentada tan pronto
como la resolución judicial que será materia de la misma adquiere firmeza, dicha posi-
bilidad se extiende hasta los treinta días hábiles siguientes a la notificación de la reso-
lución del juez que dispone “cúmplase lo ejecutoriado”. Como no existe un plazo es-
pecífico y análogo para que el juez de ejecución tome conocimiento de la resolución
emitida por el órgano superior y, a continuación, emita el decreto que ordena cumplir
lo ejecutoriado –este trámite puede demorar semanas o meses–, se puede concluir
que, en la práctica, el plazo de prescripción para cuestionar una resolución judicial a
través de un amparo puede llegar a ser claramente superior que el plazo para discutir
cualquier otro acto lesivo.
¿Cuál es la justificación de esta regulación tan generosa del plazo prescriptorio
de las demandas de amparo contra resoluciones judiciales? A ciencia cierta, se
desconoce; sin embargo, tomando en consideración que, en general, todos los plazos

“i) las demandadas sí han visto representados sus intereses en tanto procurador público a cargo de los asuntos ju-
diciales del Poder Judicial ha participado del presente proceso conforme aparece del escrito de contestación de
demanda; ii) si bien la demanda de amparo que ahora se conoce podría haber sido puesta en conocimiento del
señor Adam Louis Weintraub, en tanto fue la parte beneficiada con la resolución judicial que ahora se cuestiona,
ello resulta innecesario cuando como ocurre en el presente caso, los efectos de una eventual sentencia esti-
matoria se limitan no a desconocer la totalidad del incidente de medida cautelar de no innovar, sino única y ex-
clusivamente determinados aspectos que tienen que ver con la actuación formal de las autoridades judiciales de-
mandadas al momento de declarar improcedente el pedido de suspensión de medida cautelar. En tales circuns-
tancias, más que desconocer el incidente de medida cautelar in toto (y por tanto, de atacar su resultado de forma
permanente), se trata de corregirlo y reconducirlo de una manera que resulte compatible con el ordenamiento
constitucional”. (El énfasis es nuestro).
Adviértase que de las consideraciones expuestas en el sentido de que el Procurador Público sí fue emplazado y
de que el beneficiado con la resolución judicial “podría” (no dice “debería”) haber sido emplazado se deja en-
trever que el Tribunal no considera obligatoria la presencia de ese beneficiado en los procesos de amparo contra
resolución judicial. No obstante, en la última parte del párrafo trascrito (el subrayado es nuestro), el Tribunal
intenta dar una justificación adicional y especial al por qué, en el caso concreto, no era indispensable su empla-
zamiento, por lo que su posición no queda del todo clara.

115
AMPARO CONTRA RESOLUCIÓN JUDICIAL: A DIEZ AÑOS DE VIGENCIA DEL CPC

de prescripción comienzan a contabilizarse desde que el interesado se encuentra en


aptitud de ejercitar la pretensión y, a partir de allí, transcurren irremisiblemente el
número de días, meses o años fijados por la ley, no encontramos explicación para una
previsión distinta en el amparo contra resolución judicial.
Como señala Monroy Palacios24: “Si la ratio de regular un plazo especial más re-
ducido contra el amparo contra resoluciones judiciales (30 días respecto de los 60 del
plazo regular) se encuentra en que, por un lado, se trata de un acto emanado por juez, es
decir, cuya legalidad y legitimación procedimental se presume o, en todo caso, posee
un alto nivel de probabilidad respecto del expedido por otra autoridad o por cualquier
particular y, por el otro, en la garantía constitucional de la cosa juzgada que, para el
caso en cuestión, se traduce en un interés público en la estabilidad de los actos jurisdic-
cionales previsto constitucionalmente (art. 139. inc. 2) para todo tipo de resolución ju-
dicial (no solo sentencias) que concluya un proceso, entonces es fácil constatar que, en
los hechos, el objetivo de la disposición comentada se ve cotidianamente traicionado”.
Con base en lo expuesto, consideramos que el artículo 44 debe ser modificado, a
efectos de que el plazo prescriptorio de la demanda de amparo contra resolución ju-
dicial quede agotado treinta días hábiles después de que el interesado ha tomado co-
nocimiento de esta (lo cual ocurrirá, por lo general, con el acto de notificación), de-
biendo en dicho caso precisarse, además, la incidencia que tendrá sobre dicho plazo
la eventual presentación de la integración a que se refiere el artículo 172 del Código
Procesal Civil), o la aclaración y la corrección de los artículos 406 y 407 del mismo
Código, respectivamente25.

24 MONROY PALACIOS, Juan. “El plazo prescriptorio de la demanda de amparo contra resolución judicial”. En:
Los enemigos del Juez Montenegro (blog). Entrada del 18 de mayo de 2008. <http://derechoyproceso.blogspot.
com/>.
25 Al respecto, en el Exp. N° 01754-2008-PA/TC, el Tribunal Constitucional expresó lo siguiente: “Que en el caso
de autos, a fojas 72 y 80 del primer cuaderno, obran las resoluciones judiciales cuestionadas, las cuales con-
tienen las razones y/o justificaciones lógicas que llevaron a los órganos judiciales demandados a desestimar la
apelación y la queja por denegatoria de apelación formuladas por la recurrente: la presentación del recurso de
apelación fuera del plazo establecido por ley. Y es que, contrariamente a lo alegado por la recurrente, en el caso
de autos no podía acontecer el supuesto de “suspensión o prolongación” del plazo para interponer el recurso de
apelación, toda vez que, por un lado, el pedido de integración de sentencia fue desestimado (fojas 61 del primer
cuaderno), es decir, no hubo integración de algún punto sustancial de la sentencia (artículo 172 del Código
Procesal Civil); por el otro, los pedidos de aclaración y corrección de sentencia –que también fueron deses-
timados– no tienen como finalidad alterar el contenido sustancial de una sentencia emitida (artículos 406 y 407
del Código Procesal Civil)”.
De esta argumentación parece desprenderse que, para el Tribunal Constitucional, el pedido de integración
suspende el plazo para cuestionar una resolución solo en la medida que sea declarada fundada (¿cómo podría el
eventual recurrente adivinar el resultado de la integración?); mientras los pedidos de aclaración y corrección, al
no tener siquiera la virtualidad de alterar el contenido sustancial de una resolución, no deben ser considerados a
efectos de recurrir dicha resolución dentro del plazo de ley.

116
El proceso de amparo entre particulares:
La protección de los derechos fundamentales
en las asociaciones según el TC

Giancarlo E. CRESCI VASSALLO*

Introducción
El tema de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales entre particulares
nos lleva inevitablemente a la interrogante de si los derechos fundamentales vinculan
las relaciones jurídicas privadas, lo cual ha generado un amplio debate en la doctrina
con muy interesantes ponencias. Desde ya podemos decir que partimos de la con-
cepción de que –y no son pocos los pronunciamientos del Tribunal Constitucional
sobre este tema– los derechos fundamentales proyectan su eficacia entre particulares,
siendo aceptada la tesis de que es posible someter a control los actos de los particulares
que afecten derechos fundamentales, pero existiendo aún controversia respecto a
aceptar el control jurisdiccional de constitucionalidad de aquellas normas que emita
una organización social debidamente constituida y autónoma1 que puedan ser con-
trarias a la Constitución.
En ese sentido, es propósito del presente trabajo hacer referencia al marco con-
ceptual relacionado con la eficacia horizontal de los derechos fundamentales entre par-
ticulares en el ordenamiento peruano, lo que inevitablemente nos conducirá a revisar
uno de los mecanismos de protección que frente a tales actos nos proporciona el or-
denamiento jurídico peruano, esto es, el proceso de amparo entre particulares, para lo
cual será interesante hacer un repaso del desarrollo jurisprudencial –a través de una
exposición de causas y los derechos vulnerados– que ha realizado el Tribunal Cons-
titucional desde sus primeras sentencias, en particular, en los casos de los procedi-
mientos disciplinarios en las personas jurídicas de derecho privado (asociaciones de
todo tipo) que es precisamente el ámbito en el cuál más se ha plasmado esta materia,
aunque su desarrollo doctrinal ha sido establecido en controversias de índole estric-
tamente laboral, (v gr. los casos Llanos Huasco y Sindicato Unitario de Trabajadores
de Telefónica del Perú2).

* Abogado por la Universidad de Lima, Perú. Asesor Jurisdiccional del Tribunal Constitucional del Perú.
1 Puede revisarse, respecto de la tesis de someter al control jurisdiccional de constitucionalidad las normas
emitidas por las organizaciones privadas, el trabajo de Mijail Mendoza Escalante titulado “Las normas privadas
y el problema de su control de constitucionalidad”, en: CASTAÑEDA OTSU Susana, “Derecho Procesal Cons-
titucional”, Tomo I, Lima; Jurista Editores, 2004, p. 431 y ss.
2 Cfr. SSTC Exps. Nos 00976-2001-AA/TC, ff.jj. 4 a 9; y, 01124-2001-AA/TC, ff.jj. 6 y 7, respectivamente.

117
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

I. La eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones


entre particulares
Referirnos al tema de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las
relaciones entre particulares supone, para un mejor entendimiento, situarnos en el si-
guiente escenario. Supongamos que un particular –un socio– cuestiona que otro par-
ticular –por ejemplo, un club privado, que no es otra cosa que una asociación o persona
jurídica de derecho privado– afecte sus derechos constitucionales. Tal controversia, si
bien desde una perspectiva civil podría caracterizarse como un conflicto que involucra
a un asociado con la asociación a la que pertenece, sin embargo, desde una perspectiva
constitucional, y en su versión sustantiva, se encuadra en la problemática de la eficacia
horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones entre privados y, en su
versión procesal, en la procedencia o no del denominado “amparo entre particulares”.
Desde una perspectiva histórica, los derechos fundamentales surgieron como de-
rechos de defensa oponibles al Estado. Es decir, como atributos subjetivos que pro-
tegían un ámbito de autonomía individual contra acciones u omisiones derivadas de
cualquiera de los poderes públicos. De esta forma, los derechos y libertades funda-
mentales tenían al individuo por sujeto activo, y únicamente al Estado como sujeto
pasivo, en la medida en que ellos tenían por objeto reconocer y proteger ámbitos de li-
bertad o exigir prestaciones que los órganos públicos debían otorgar o facilitar.
Por su propia naturaleza de “derechos públicos subjetivos”, tales facultades no se
extendían al ámbito de las relaciones privadas, pues se concebía que era inadmisible
que entre privados se presentaran abusos o relaciones asimétricas, en razón a que
dichas articulaciones, teóricamente, se realizaban en condiciones plenas de libertad e
igualdad, que solo el Estado podía poner en cuestión.
Tal concepción se tradujo en considerar a la Constitución solo como un documento
normativo a partir del cual se regulaban las relaciones entre los individuos y el Estado,
en tanto que las relaciones entre privados –en principio, libres e iguales– debían re-
gularse a través del Código Civil, que de esta manera era presentado como el estatuto
jurídico fundamental de los particulares.
Hoy, desde luego, los derechos fundamentales que la Constitución del Estado
reconoce son derechos subjetivos pero también constituyen manifestación de un orden
material y objetivo de valores constitucionales en los cuales se sustenta todo el or-
denamiento jurídico. Esta última dimensión objetiva de los derechos fundamentales
se traduce, por un lado, en exigir que las leyes y sus actos de aplicación se realicen
conforme a los derechos fundamentales (efecto de irradiación de los derechos en todos
los sectores del ordenamiento jurídico) y, por otro, en imponer, sobre todos los orga-
nismos públicos, un deber de tutelar dichos derechos.
Sin embargo, esta vinculación de los derechos fundamentales en la que se
encuentran los organismos públicos, no significa que tales derechos solo se puedan

118
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

oponer a ellos, y que las personas naturales o jurídicas de derecho privado se en-
cuentren ajenas a su respeto.
Este especial deber de protección que se deriva de esta concepción objetiva de los
derechos fundamentales, impone como una tarea especial del Estado su intervención
en todos aquellos casos en los que estos resulten vulnerados, independientemente de
dónde o de quiénes pueda proceder la lesión, con lo cual, entre los sujetos pasivos de
los derechos ya no sólo se encuentra el Estado, sino también a los propios particulares.
En ese sentido, el Tribunal Constitucional ha manifestado en múltiples ocasiones que,
en nuestro sistema constitucional, los derechos fundamentales vinculan tanto al Estado
como a los particulares.
Así, la eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones entre
privados se deriva del concepto de Constitución como Ley Fundamental de la So-
ciedad, esto es, la norma de máxima supremacía en el ordenamiento jurídico, que
como tal, vincula al Estado y la sociedad en general.
En el caso peruano, dicha cuestión se deriva del artículo 1 de la Constitución de
1993, que pone énfasis en señalar que “la defensa de la persona humana y el respeto de
su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”, en cuanto el valor central
de la persona impone que sus derechos fundamentales proyecten también su efecto re-
gulador al ámbito de la sociedad y de la propia autonomía privada.
La dignidad de la persona trae así consigo, la proyección universal, frente a todo
tipo de destinatario, de los derechos fundamentales, de modo que no hay ámbito social
exento del efecto normativo y regulador de los mismos, pues de haber alguno, por
excepcional que fuese, significaría negar el valor normativo del mismo principio de
dignidad. En consecuencia, los derechos fundamentales vinculan, detentan fuerza re-
gulatoria, en las relaciones jurídicas de derecho privado, lo cual implica que las normas
estatutarias de las entidades privadas, y los actos de sus órganos deben guardar plena
conformidad con la Constitución y, en particular, con los derechos fundamentales.
Pero el efecto horizontal o inter privatos que detentan los derechos fundamentales
no sólo se deriva del artículo 1 de la Constitución, sino que se trata, además, de una
consecuencia que se deriva, con todos sus alcances, del propio artículo 38 de la Cons-
titución, conforme al cual, “[t]odos los peruanos tienen el deber (…) de respetar,
cumplir (…) la Constitución (…)”. Esta norma establece pues que la vinculatoriedad
de la Constitución se proyecta erga omnes, no solo al ámbito de las relaciones entre
los particulares y el Estado, sino también a aquéllas establecidas entre los mismos par-
ticulares.
Ello quiere decir que la fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y
pasiva, así como su fuerza regulatoria de relaciones jurídicas se proyecta también a las
establecidas entre particulares, aspecto denominado como la eficacia inter privatos o
eficacia frente a terceros de los derechos fundamentales. En consecuencia, cualquier

119
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

acto proveniente de una persona natural o persona jurídica de derecho privado, que
pretende conculcar o desconocerlos, resulta inexorablemente inconstitucional.
Asimismo, el efecto horizontal emana del principio de supremacía de la Consti-
tución previsto en el numeral 51 de la Norma Fundamental, que dispone que esta pre-
valece sobre toda norma legal. Ello supone, en principio, no solo su prevalencia frente
a las demás normas del ordenamiento jurídico en general, sino que, en tanto fuente de
derecho, sus normas vinculan tanto al Estado como a la sociedad, tanto más si, como
ha quedado dicho líneas arriba, el artículo 38 (fuerza normativa) dispone que todos
los peruanos tenemos el deber de respetarla, cumplirla y defenderla. Tal enunciado
implica la vinculatoriedad de todos los peruanos a la Constitución y, por ende, a los
derechos fundamentales contenidos en ella3. En ese sentido, es claro que también los
particulares están vinculados a la Norma Suprema, debido a su fuerza normativa, y a
los derechos fundamentales en ella contenidos.
Por lo demás, si los derechos tienen una eficacia directa en las relaciones entre
particulares, es un asunto que la misma Constitución se ha encargado implícitamente
de resolver. En efecto, aunque la Norma Suprema no contenga una cláusula expresa
que lo prescriba, tal eficacia directa puede deducirse de los preceptos constitucionales
a los que antes se ha hecho referencia, y, además, del inciso 2) del artículo 200, donde
se preceptúa que “la acción de amparo, (...) procede contra el hecho u omisión, por
parte de cualquier (...) persona”. Que cualquiera pueda interponer un amparo contra
acciones u omisiones provenientes de una persona (natural o jurídica de derecho
privado), quiere decir que los derechos constitucionales vinculan directamente esas
relaciones inter privatos y, precisamente porque vinculan, su lesión es susceptible de
repararse mediante esta clase de procesos.
Resulta pues inadmisible y carente de todo sentido pretender que porque una de-
terminada organización de particulares se rige por sus propias normas internas, resulta
invulnerable o inmune al control constitucional. Si como se ha dicho, los derechos
fundamentales no solo vinculan a los poderes públicos, sino a todas las personas, sean
estas públicas o privadas, queda claro que cualquier afectación sobre su contenido es
susceptible no solo de revisión en sede constitucional, sino de tutela en las circuns-
tancias en que tal violación o amenaza de violación quede manifiestamente acreditada,
respetando, desde luego, el procedimiento legal-estatutario –en el caso de organiza-
ciones particulares– si lo hubiere. Así también, al interior de una institución privada,
como por ejemplo una asociación civil de derecho privado, se impone el deber de
respetar los derechos fundamentales.

3 MENDOZA ESCALANTE, Mijail. “Los efectos Horizontales de los Derechos Fundamentales en el Ordena-
miento Constitucional peruano”. Ponencia presentada en el VIII Congreso Iberoamericano de Derecho Constitu-
cional; Sevilla, 3 al 5 de diciembre de 2003. En : <www.congreso.us.es>.

120
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

Sobre el particular, en el caso Sindicato Unitario de Trabajadores de Telefónica


del Perú4 el Tribunal Constitucional ha advertido que, “de conformidad con el artículo
38 de la Constitución, todos los peruanos tienen el deber (...) de respetar, cumplir
(...) la Constitución. Esta norma establece que la vinculatoriedad de la Constitución
se proyecta erga omnes, no solo al ámbito de las relaciones entre los particulares y
el Estado, sino también al de aquellas establecidas entre particulares (...)”. Desde esa
perspectiva, si bien los derechos fundamentales surgieron como derechos de defensa
oponibles al Estado, es decir, como atributos subjetivos que protegían un ámbito de
autonomía individual contra acciones derivadas de cualquiera de los poderes públicos,
hoy también esos atributos son susceptibles de titularizarse y tutelarse en el ámbito de
las relaciones inter privatos.
Negar que los derechos fundamentales puedan tener eficacia en las relaciones
entre privados importaría tanto como afirmar, como se hiciera en el siglo XIX, que
la Constitución solo es un documento normativo cuyo ámbito de aplicación solo
comprende a las diversas dependencias estatales. Naturalmente, semejante definición
no se corresponde con nuestro concepto de Carta Magna, según el cual la Constitución
es la Ley Fundamental de la Sociedad y, como tal, vincula y a ella quedan vinculados
todos los poderes públicos e, incluso, los propios particulares.
De ahí que el Tribunal Constitucional haya señalado que los derechos constitu-
cionales informan y se irradian por todos los sectores del ordenamiento jurídico y, en
ese sentido, lo hace en forma directa incluso en las relaciones que entre privados pu-
dieran suscitarse, toda vez que su respeto constituye, en el plano sustancial, parte del
orden público constitucional. “En consecuencia, cualquier acto proveniente de una
persona natural o jurídica de derecho privado, que pretenda conculcar o desconocerlos
(...) resulta inexorablemente inconstitucional”5.

II. El proceso de amparo entre particulares


La antes referida condición de los derechos fundamentales y su eficacia directa en
las relaciones entre privados, entre nosotros, no es solamente la proclamación de un
postulado retórico sin aplicación práctica, sino un postulado perfectamente accionable,
en el plano jurisdiccional, ante su incumplimiento o transgresión.
Referirnos a mecanismos de protección jurisdiccional como el proceso de amparo
supone, inevitablemente, aceptar la posibilidad de que pueden presentarse even-
tuales afectaciones a los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares,
las cuales configuran supuestos de efectos horizontales de estos. Tales vulneraciones
pueden presentarse, sea mediante normas privadas, sea mediante actos concretos de
aplicación de tales disposiciones.

4 Cfr. STC Exp. Nº 01124-2001-AA/TC.


5 Idem.

121
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

En ese sentido, a diferencia de lo que sucede en otros países, en los que se ha


tenido que apelar a la teoría de la eficacia “indirecta” de los derechos fundamentales
y, a partir de allí, formalizar una construcción indirecta de control constitucional por
la vulneración de derechos entre privados, en el Perú el tópico ha sido resuelto explí-
citamente por la misma Constitución, al preverse que los procesos constitucionales de
la libertad, como el amparo, no sólo pueden plantearse cuando los derechos resulten
lesionados o amenazados de lesionarse por actos u omisiones de parte de cualquiera
de los poderes públicos, sino también, y en iguales condiciones, si es que el agravio lo
ocasiona cualquier “persona” (artículo 200, inciso 2).
Que cualquiera pueda interponer un amparo contra acciones u omisiones prove-
nientes de una persona (natural o jurídica de derecho privado), quiere decir que los de-
rechos constitucionales vinculan directamente esas relaciones inter privatos y, preci-
samente porque vinculan, su lesión es susceptible de repararse mediante esta clase de
procesos.
A estos efectos, el concepto “persona”, en los términos que señala el inciso 2) del
artículo 200 de la Constitución, engloba a cualquier particular, independientemente
de que a este se le haya encargado o no la prestación de un servicio público o que,
respecto a este, el afectado se encuentre en una relación de subordinación. Los de-
rechos constitucionales, como antes se ha dicho, deben respetarse en las relaciones
entre particulares y, en caso de que se abuse de ellos o resulten vulnerados, las puertas
del amparo están abiertas para que en esa sede se dispense la tutela correspondiente.
Lo anterior, desde luego, no quiere decir, en primer lugar, que el amparo termine
sustituyendo a los procesos ordinarios y, en ese sentido, deba entenderse que cualquier
problema que se plantee en el orden civil o, mejor aún, que sea regulado por el llamado
derecho privado, pueda ser objeto, sin más, de dilucidación en el seno del amparo
constitucional. Evidentemente, ni en el proceso de amparo, ni en ningún otro de los
que forman parte de la jurisdicción constitucional de la libertad, tienen por finalidad
proteger cualquier clase de derechos o intereses subjetivos, sino, solamente, aquellos
que se han reconocido en la Norma Suprema del Estado. Por ello, para que eventuales
abusos en las relaciones entre privados sean planteados en el ámbito de los procesos
constitucionales, no basta que se produzca un mero abuso del derecho o que se haya
vulnerado un interés o derecho subjetivo de orden estrictamente legal, sino que es
preciso que ello repercuta directamente en un derecho cuyo contenido sea constitu-
cionalmente protegido.
Hablar del contenido constitucionalmente protegido de un derecho no significa,
desde luego, que todos sus ámbitos puedan ser objeto de tutela judicial constitucional.
En el ámbito de los derechos constitucionales de contenido patrimonial es preciso,
pues, desmenuzar aquello que está íntimamente ligado al libre desenvolvimiento de la
personalidad y aquello de contenido eminentemente económico y, como es obvio, se
trata de una tarea que debe analizarse caso por caso.

122
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

Es claro que el juez constitucional no puede realizar un control de la misma in-


tensidad como la que normalmente se realiza en los actos que emanan de los poderes
públicos. Con frecuencia existen justificaciones para la realización de conductas o
actos de los privados que no podrían invocarse nunca respecto de los actos emanados
de órganos estatales. Ello es consecuencia, naturalmente, de que en la figura del amparo
contra particulares, las partes que en ella participan son titulares de derechos consti-
tucionales. Por ello, el Tribunal Constitucional ha establecido que el control constitu-
cional de los actos de particulares debe realizarse caso por caso y a través de un de-
licado juicio de proporcionalidad y razonabilidad.
Sin embargo, que problemas constitucionales de esta naturaleza puedan resolverse
en el ámbito de la justicia constitucional de la libertad, no excluye que también puedan
plantearse y resolverse en el ámbito de la justicia ordinaria. Es decir, que los derechos
fundamentales también puedan tener una eficacia indirecta.
Si como antes se ha indicado, los derechos fundamentales no solo constituyen
derechos subjetivos, sino también el componente estructural básico del orden cons-
titucional, quiere ello decir que estos tienen la capacidad de irradiarse por todo el or-
denamiento jurídico, empezando, desde luego, por la ley y las normas con rango de
ley. Lo que significa que las leyes deben de interpretarse y aplicarse de conformidad
con los derechos fundamentales y que, en caso de que así no suceda, los jueces ordi-
narios se encuentran especialmente comprometidos en resolver las controversias para
las cuales son competentes, de conformidad con esos derechos. Como también antes
se ha expresado, ello se deriva del especial deber de protección que todos los poderes
públicos están llamados a desarrollar a partir del carácter objetivo de los derechos fun-
damentales.
En definitiva, ello significa que en nuestro país los derechos fundamentales tienen
eficacia en las relaciones entre particulares, ya sea de manera directa o indirecta. Lo
que vale tanto como afirmar que dichas controversias pueden resolverse bien en sede
constitucional o bien en la justicia ordinaria.
La diferencia entre uno y otro sistema de protección jurisdiccional de los derechos
es que ambos no siempre tienen la misma finalidad y, por tanto, los alcances de su pro-
tección pueden ser distintos. Aparte, desde luego, de las necesarias limitaciones a los
que está sujeto el amparo en relación con los demás procesos ordinarios (vg. la inexis-
tencia de estación probatoria, etc.). Por ello, el Tribunal ha advertido en innumerables
oportunidades que para que eventuales abusos en las relaciones entre privados sean sus-
ceptibles de ser dilucidados en el ámbito de los procesos constitucionales, no basta que
se produzca un acto arbitrario o que se haya vulnerado un interés o derecho subjetivo
de orden estrictamente legal, sino que es preciso que este repercuta directamente sobre
un derecho constitucional.
De esta situación, por cierto, no se excluyen los problemas en materia de derechos
constitucionales que se pudieran derivar de las relaciones entre asociaciones y sus aso-
ciados, o entre empleadores y trabajadores sujetos al régimen de la actividad privada.

123
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

Los derechos fundamentales, en cuanto elementos objetivos del ordenamiento consti-


tucional, deben ser protegidos con independencia del sector o parte del ordenamiento
en el que las lesiones o amenazas de violaciones de derechos se pudieran presentar.
En el plano procesal algunas cuestiones resulta pertinente revisar. Con la entrada
en vigencia del Código Procesal Constitucional el cambio ha sido radical. Hoy, el
proceso de amparo es un mecanismo de protección residual, pues si existe otra vía pro-
cedimental específica igualmente satisfactoria, resultará improcedente6.
Esta causal de improcedencia resulta sumamente discrecional, que ha llevado las
cosas de un extremo a otro, pues lo cierto es que siempre existirá otra vía procedi-
mental (procesos ordinarios). También es verdad que en los últimos años el proceso
de amparo se había visto desnaturalizado debido a la ingente cantidad de demandas
planteadas; ha habido una suerte de “amparitis”; por cualquier asunto se recurría a esta
alternativa. No obstante, bajo un supuesto de improcedencia de tal magnitud, todos
los procesos constitucionales, salvo el de hábeas corpus, sería desestimado. Esto nos
plantea un problema. Pero en nuestra opinión, y de encontrarnos en el hipotético caso
de que un particular vulnere nuestro derecho, no encontramos mejor mecanismo re-
parador que el proceso de amparo. Ciertamente, habrá que probar –lo cual no será
nada fácil– que la vía del proceso ordinario no es igualmente satisfactoria que la del
amparo. En el peor de los casos, de recurrir a la vía ordinaria y encontrarnos con una
sentencia que, a nuestro juicio, haya sido dictada sin observarse el debido proceso,
podré optar por presentar un proceso de amparo contra dicha decisión; esto es, ya no
un amparo contra un particular, sino un amparo contra una decisión judicial. Empero,
cuánto tiempo habrá pasado ya? No serán pocos los que se desanimen en el camino.
Por tanto, en virtud del numeral 200.2 de la Constitución, que habilita el amparo frente
a actos u omisiones de particulares, y la jurisprudencia del Tribunal Constitucional,
e independientemente de la referida causal de improcedencia prevista por el Código
Procesal Constitucional, estimamos que el proceso de amparo es el mecanismo ideal
para alcanzar la reparación del derecho fundamental afectado en las relaciones entre
particulares.
Por lo demás, y conforme a lo planteado en la introducción del presente artículo,
existe aún controversia respecto a la posibilidad de plantear procesos de amparo a
efectos de someter a control las normas emitidas por los particulares, aunque el Tribunal
Constitucional ya lo ha hecho en algunas oportunidades, como veremos con poste-
rioridad. A nuestro parecer, en concordancia con las tesis recientes7, e independien-
temente de las discusiones que han surgido en torno al tema de la autonomía de la

6 Cfr. Artículo 5.2 del Código Procesal Constitucional (Causales de improcedencia): No proceden los procesos
constitucionales cuando existan vías procedimentales específicas igualmente satisfactorias para la protección del
derecho constitucional amenazado o vulnerado.
7 Cfr. MENDOZA ESCALANTE, Mijail: “El control de constitucionalidad de las normas estatutarias privadas en
el ordenamiento jurídico peruano”, en: CASTAÑEDA OTSU, Susana, Derecho Procesal Constitucional, Tomo I,
Lima; Jurista Editores, 2004, p. 470 y ss.

124
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

voluntad y la colisión con otros derechos fundamentales, que implica operaciones de


ponderación, consideramos que nada impide someter a control una norma (por ejemplo,
un estatuto) emitida por un sujeto privado (asociación) que pueda lesionar un derecho
fundamental. Si el Estatuto de una persona jurídica de derecho privado contiene una
disposición que lesiona directamente un derecho fundamental, estimamos que la vía
del proceso de amparo está expedita para someterla a control.

III. El desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional: los proce-


dimientos disciplinarios en las personas jurídicas de derecho privado
(asociaciones)
En los últimos años se ha producido un amplio desarrollo de la jurisprudencia
por parte del Tribunal Constitucional. En ese sentido, no son pocos los pronuncia-
mientos en los que ha reconocido el efecto horizontal o inter privatos de los derechos
fundamentales. Ciertamente, muchos de los casos resueltos lo han sido a propósito
de demandas de amparo en materia de expulsión o destitución de asociados8 –aunque
tampoco es nada desdeñable la cantidad de procesos de amparo contra particulares en
materia laboral– en los que el Tribunal ha delineado su argumentación haciendo ex-
tensible los conceptos de derecho al debido proceso, derecho de defensa, derecho a la
jurisdicción predeterminada por la ley, principios de legalidad y tipicidad, entre tantos
otros, a las relaciones entre privados, los cuales resultan perfectamente invocables en
cualquier clase de procedimiento disciplinario llevado a cabo al interior de un ente
privado.
Si bien es cierto, es en la segunda mitad de los años noventa dónde comenzaron a
surgir los pronunciamientos del Tribunal en materia del derecho al debido proceso y
sus diversas manifestaciones a nivel de procedimientos disciplinarios en entidades cor-
porativas privadas –clubes y, en general, asociaciones de todo tipo– es en el caso Sin-
dicato Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú y Fetratel9 –proceso de amparo
contra una entidad particular, pero en el que se cuestionaba el despido unilateral del
que habían sido objeto los representantes del sindicato– en el que el Tribunal afirmó
el efecto interprivatos de los derechos fundamentales en el principio de primacía de la
Constitución y su fuerza normativa.
Veamos, pues, a continuación, el desarrollo que de algunos derechos en las
relaciones entre particulares ha realizado el Tribunal Constitucional a través de su
jurisprudencia en materia de procesos disciplinarios en personas jurídicas de derecho
privado.

8 Cfr. SSTC Exps. N°s 01612-2003-AA/TC, 00353-2002-AA/TC, 01489-2004-AA/TC, 03312-2004-AA/TC,


01515-2003-AA/TC, 02260-2003-AA/TC, 01414-2003-AA/TC, 02312-2002-AA/TC, 00083-2000-AA/TC,
00484-2000-AA/TC, entre muchas más que pueden ser consultadas en la página web del Tribunal Constitu-
cional: <www.tc.gob.pe>.
9 Cfr. Puede revisarse la STC Exp. Nº 01124-2001-AA/TC, en: <www.tc.gob.pe>.

125
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

1. Debido Proceso inter privatos

El derecho fundamental al debido proceso se encuentra previsto en el inciso 3)


del artículo 139 de la Constitución, conforme al cual, “son principios y derechos de la
función jurisdiccional (…) la observancia del debido proceso (…)”. En ese sentido, el
ámbito de irradiación del debido proceso no abarca exclusivamente el campo judicial,
sino que se proyecta, con las exigencias de su respeto y protección, sobre todo órgano,
público o privado, que ejerza funciones formal o materialmente jurisdiccionales. De
esa manera, el derecho fundamental al debido proceso es un derecho que debe ser
observado en todo tipo de procesos y procedimientos, cualquiera que fuese su natu-
raleza, en la medida en que el principio de interdicción de la arbitrariedad constituye
un principio inherente a los postulados esenciales de un Estado constitucional demo-
crático y a los valores que la propia Constitución incorpora.
Por ello, el debido proceso también se aplica a las relaciones inter privatos, dado
que las personas jurídicas de derecho privado, entre ellas, las asociaciones, se en-
cuentran sujetas a los principios, valores y disposiciones constitucionales, como
cualquier ciudadano o institución (pública o privada) que tiene la obligación de respe-
tarlas, más aún cuando éstas ejercen la potestad disciplinaria sancionadora. Por tanto,
las asociaciones se encuentran obligadas a observar una serie de garantías, formales
y materiales, de muy distinta naturaleza, cuyo cumplimiento garantiza que el proce-
dimiento o proceso en el cual se encuentra comprendida una persona pueda ser consi-
derado como justo, tales como las manifestaciones de derecho de defensa, doble ins-
tancia, motivación resolutoria u otro atributo fundamental, debiéndolo incorporar a la
naturaleza especial de los procesos particulares que hubieran establecido.
De ahí que el Tribunal Constitucional haya establecido que el debido proceso y
los derechos que lo conforman rigen la actividad institucional de cualquier persona ju-
rídica, entendido desde su dimensión o vertiente fundamentalmente sustantiva, que
exige razonabilidad en la toma de decisiones y proscripción de todo comportamiento
que denote arbitrariedad.
El debido proceso, como tal, presenta dos expresiones: la formal y la sustantiva;
en la de carácter formal, los principios y reglas que lo integran tiene que ver con
las formalidades estatuidas, tales como las que establecen el juez natural, el proce-
dimiento preestablecido, el derecho de defensa y la motivación; y en su expresión
sustantiva, están relacionados los estándares de razonabilidad y proporcionalidad que
toda decisión debe suponer.
Una de las primeras sentencias del Tribunal Constitucional sobre la materia es el
caso Pedro Arnillas Gamio vs. el Club de Regatas Lima10, en el que el demandante so-
licitaba su reposición en su condición de socio activo de la institución, pues alegaba
que no se le otorgó copia de la denuncia formulada en su contra, así como se le impuso

10 Cfr. STC Exp. N° 00067-1993-AA/TC.

126
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

la sanción máxima fundada en las declaraciones vertidas por dos trabajadores, sin que
se le permitiera un careo con sus acusadores. El emplazado, por su parte, adujo que
expulsó al actor por causal prevista en su Estatuto previo correspondiente proceso es-
tatutario. El Tribunal Constitucional declaró fundada, en parte, la demanda, tras con-
siderar que “el respeto de las garantías del debido proceso, no pueden soslayarse, de
modo que también son de aplicación en cualquier clase de proceso o procedimiento
disciplinario privado, como el desarrollado por el Club demandado; y que si bien no se
privó al demandante de todo derecho de defensa, tampoco se le brindaron las garantías
constitucionales del caso.
En el caso Pompeyo Méndez Sáenz vs. el Presidente del Centro Humanitario Tra-
bajadores Unidos11 el demandante solicitaba se deje sin efecto la carta mediante la que
se le comunicaba su expulsión, alegando que no existió proceso previo de parte del em-
plazado. El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda, y estableció que las
asociaciones, en ejercicio del derecho disciplinario sancionador, pueden aplicar san-
ciones a sus miembros cuando estos cometan faltas tipificadas en sus estatutos, siempre
que se les garantice un debido proceso y se respeten los derechos fundamentales con-
sagrados en la Constitución, lo cual, a criterio del Colegiado, no quedó acreditado
que haya ocurrido, pues se comprobó que no existió una investigación respecto de los
cargos que se le imputaron; por el contrario, tan solo se le notifica el acuerdo de su ex-
pulsión sin motivación alguna.
En el caso Francisco Vainstein Borrani vs. Jockey Club del Perú12, el recu-
rrente solicitaba se deje sin efecto su separación definitiva como socio acordada por
el Consejo Directivo, tras acusarlo de la comisión de diversos ilícitos que no fueron
probados en ningún momento. Aducía, además, que al momento de sancionarlo se
omitió recabar el dictamen de la Junta Calificadora, así como se le notificó de manera
tardía la carta notarial mediante la cual se le informó su separación definitiva como
asociado. El Tribunal Constitucional estimó la demanda, pero consideró que no se
produjo la violación del debido proceso, por cuanto “con independencia de si, en el
caso, al sancionarse al recurrente, se contó o no con el dictamen de la Junta Califi-
cadora, establecido en el estatuto de la emplazada, este Tribunal considera que detrás
de tal situación no hay una materia constitucional que sea de su competencia evaluar.
Por lo que se refiere al otro extremo de la alegación de violación del derecho al debido
proceso, esta vez porque la remisión de la carta notarial mediante la que se comunica
la separación definitiva fue enviada cuatro meses después, este Tribunal tampoco con-
sidera que se haya lesionado alguno de los atributos que integran dicho derecho consti-
tucional. Se trata de una simple anomalía que, una vez enmendada, no ha impedido que
el recurrente la cuestione o que la haya dejado en indefensión, como se ha aducido”.

11 Cfr. STC Exp. Nº 00733-2005-PA/TC.


12 Cfr. STC Exp. Nº 03312-2004-AA/TC.

127
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

En el caso Rebeca Schnaiderman Lara vs. la Asociación Cesantes y Jubilados


Administrativos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos13 la recurrente
perseguía se declare inaplicable la carta que le comunicó su exclusión, así como el
acuerdo de la Asamblea General que decide expulsarla por encontrarse en un supuesto
primer nivel de responsabilidad por la gravedad de las infracciones, alegando que no
se le permitió efectuar sus descargos. El caso llegó al Tribunal Constitucional me-
diante rechazo liminar y, en ese sentido, declaró nulo todo lo actuado, ordenando se
admita la demanda, por cuanto las instancias previas incurrieron en error al declarar la
improcedencia de la misma en aplicación del artículo 5.2 del Código Procesal Cons-
titucional, dado que si bien es cierto, existía otra vía procedimental, la del amparo era
la satisfactoria, dado que la actora invocaba la vulneración de sus derechos funda-
mentales al debido proceso, de defensa y de asociación, respecto de los cuales, el Co-
legiado ha establecido que tienen eficacia directa en las relaciones inter privatos y, por
tanto, deben ser respetados en cualesquiera de las relaciones que entre dos particulares
se pueda presentar, por lo que ante la posibilidad de que estos resulten vulnerados, el
afectado puede promover su reclamación a través de cualquiera de los procesos consti-
tucionales de la libertad, siendo la finalidad del proceso de amparo determinar si al de-
cidirse la exclusión se ha seguido un debido procedimiento, que es lo que precisamente
alegaba la demandante no había ocurrido.

2. Derecho de defensa

En el caso Francisco Hipólito Beltrán Ramos vs. Club Juliaca14, el demandante


pretendía que se deje sin efecto su expulsión. Alegaba que mediante carta se le co-
munica el Acuerdo de Sesión Ordinaria que lo suspende por ciento veinte días, sin
demostrar los hechos y negándole el derecho de defensa, para luego ser expulsado
de manera unilateral y arbitraria, por una supuesta agresión verbal al presidente,
aplicando lo dispuesto en los incisos b), c), g) y j) del Estatuto. La emplazada, por su
parte, señaló que el demandante había incurrido en falta grave, pues no había rendido
cuentas respecto a su cargo de tesorero, cuando estaba obligado a efectuarlo men-
sualmente, y que tampoco había desvirtuado las causas de suspensión y exclusión.
El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda, por cuanto no se permitió
al actor que realice sus descargos, e incluso, se le sancionó dos veces por el mismo
hecho. En consecuencia, estaba acreditado que la falta atribuida, así como su sustento
probatorio, no fue puesto oportunamente puesto en su conocimiento, a efectos de que
pueda ejercer su derecho de defensa, garantizado por el inciso 14) del artículo 139 de
la Constitución.

13 Cfr. STC Exp. Nº 05527-2007-PA/TC.


14 Cfr. STC Exp. Nº 00083-2000-AA/TC.

128
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

De igual manera se pronunció en el caso Saturnino Vargas Cruz vs. la Asociación


de Comerciantes Juan Pablo II15, donde el recurrente invocaba la reposición en su con-
dición de asociado, alegando que se le excluyó de la Asociación sin darle la opor-
tunidad de defenderse. También el Tribunal consideró que la resolución del Consejo
Directivo que expulsó al demandante formuló una serie de cargos contra el asociado,
pero no fundamentó su decisión de exclusión, además de que no le comunicaron
de manera previa los cargos que se le imputaban a efectos de ejercer su derecho de
defensa. Asimismo, al tratarse de una medida sancionadora que se ejecutó de manera
inmediata, no se podía afirmar, como se hizo en la instancia precedente, que luego
de impuesta la máxima sanción el asociado excluido, este deba probar y levantar los
cargos imputados en sede judicial, puesto que ello debió realizarse dentro del proceso
disciplinario sancionador, en ejercicio de su derecho de defensa.
Asimismo, en el caso Raúl Darío Morales Paiva vs el Consejo de Administración
de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Oficiales de la Policía Nacional del Perú -
CACOP16, el Tribunal Constitucional estimó la demanda, pues se acreditó que al des-
tituir al demandante como Presidente del Consejo de Administración de la emplazada,
no se puso en su conocimiento los cargos imputados, ni mucho menos se le otorgó un
plazo para que formule sus descargos, por lo que, no obstante que el estatuto de la coo-
perativa emplazada no había previsto un procedimiento administrativo sancionador,
para el Colegiado quedaba claro que el debido proceso y los derechos que lo con-
forman, entre ellos, el derecho de defensa, resultaban aplicables al interior de la ac-
tividad institucional de cualquier persona jurídica, más aún si ha previsto la posibilidad
de imponer una sanción tan drástica como la expulsión. Por tanto, si el emplazado con-
sidera que el demandante cometió alguna falta, se le debieron comunicar por escrito
los cargos imputados y otorgarle un plazo a efectos que pueda ejercer cabalmente su
derecho de defensa.

3. Doble instancia

El derecho a la doble instancia forma parte del derecho al debido proceso y, en ese
sentido, también es aplicable a las relaciones inter privatos, toda vez que las personas
jurídicas de derecho privado también se encuentran sujetas a las disposiciones consti-
tucionales. Por ello, las asociaciones deben incorporarlo a la naturaleza especial de los
procesos disciplinarios que hubiesen establecido, a efectos de garantizar un adecuado
ejercicio de la facultad sancionadora que ejercen.
Un ejemplo de vulneración del derecho a la doble instancia se presenta en el caso
Gilmer Dionisio Abanto Malca vs. la Cooperativa de Ahorro y Crédito San Pío X Ltda.17.

15 Cfr. STC Exp. Nº 01489-2004-AA/TC. Cabe precisar que, además, de este caso, se presentaron casi sucesi-
vamente alrededor de 30 demandas de amparo de otros asociados que también fueron expulsados de manera
inconstitucional.
16 Cfr. STC Exp. Nº 01515-2003-AA/TC.
17 Cfr. STC Exp. Nº 09588-2006-PA/TC.

129
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

En el que el recurrente solicitaba se revoque la sanción de exclusión y se le restituya


como socio de la emplazada, alegando que no se le permitió ejercer sus derechos de
defensa y al debido proceso. Por su parte, la Cooperativa emplazada sostuvo que el de-
mandante no cumplió con agotar la vía previa.
El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda tras considerar que al
constituir la sanción de exclusión una medida de ejecución inmediata, el recurrente no
se encontraba obligado a agotar la vía previa. Asimismo, sobre la sanción impuesta,
el Colegiado estableció que el antecedente que condujo a que el Consejo de Admi-
nistración adopte dicha medida lo constituía el Acuerdo de la Asamblea General de
Delegados, contraviniendo lo dispuesto en el inciso f) del artículo 10 del estatuto,
conforme al cual, las decisiones del Consejo de Administración podrán ser apeladas
ante la Asamblea General de Delegados. En ese sentido, se vulneró el derecho del re-
currente de acudir a la instancia superior, ya que esta se había pronunciado de manera
previa sin permitirle ejercer su derecho de defensa.

4 . Jurisdicción predeterminada por la ley

El derecho a no ser desviado de la jurisdicción predeterminada por ley, o dicho de


otro modo, el derecho al juez natural, se encuentra expresado en términos dirigidos a
evitar que un individuo sea juzgado por “órganos jurisdiccionales de excepción” o por
“comisiones especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación”; es decir,
se exige, en primer lugar, que quien juzgue sea un juez o un órgano que tenga potestad
jurisdiccional, garantizando de esta manera la interdicción de ser enjuiciado por un
juez excepcional, o por una comisión especial creada ex profesamente para desarrollar
funciones jurisdiccionales, o que dicho juzgamiento se pueda realizar por delegación
o comisión. Como tal, también resulta perfectamente invocable a nivel de relaciones
entre particulares
El Tribunal Constitucional se ha pronunciado en reiteradas oportunidades sobre
el derecho a la jurisdicción predeterminada por la ley. Así, en el caso Teresa Mamani
Condori vs la Presidenta del Consejo de Administración de la “Asociación de Pe-
queños Comerciantes del Sur” - Apecosur18, la demandante señalaba que la emplazada,
de manera unilateral, decidió expulsarla como socia, y por tanto, solicitaba se le res-
tituya tal condición así como la posesión de su puesto comercial ubicado en el distrito
de La Victoria. El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda, pues conforme
a lo dispuesto en el inciso j) del artículo 30 del estatuto de la emplazada, correspondía
al Consejo de Administración resolver la expulsión de los socios. Sin embargo, la de-
mandante no fue excluida por dicho Consejo sino tan solo por su titular, produciéndose
de esta manera la vulneración de su derecho al debido proceso y, particularmente, el
derecho a la jurisdicción predeterminada por ley, pues incluso la apelación presentada

18 Cfr. STC EXp. Nº 02260-2003-AA/TC.

130
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

por la actora también fue denegada de manera unilateral, contraviniendo así lo previsto
en el numeral 3) del artículo 139 de la Carta Magna.
De igual manera se pronunció el Tribunal Constitucional en el caso Edwin Quispe
Huamán vs. los miembros de la “Asociación de Desarrollo de Comerciantes Mercado
Mayorista y Productores Altipuerto Abancay”19, en el que mediante Asamblea General
Extraordinaria se acordó la expulsión del demandante como socio y como Presidente
del Consejo Directivo, sin motivo ni causa justificada. En principio, y conforme al
inciso a) del artículo 9 del Estatuto, correspondía a la Asamblea General Ordinaria re-
emplazar a los miembros del Consejo Directivo por causa justificada; y, en segundo
lugar, porque conforme al artículo 14 del Estatuto, correspondía al Consejo Directivo
convocar a elecciones y a Asamblea General, no habiéndose acreditado que el pre-
citado órgano haya convocado a la cuestionada Asamblea, razón por la que carecía de
legitimidad, habiéndose vulnerado de esta manera el derecho al debido proceso y el
derecho a la jurisdicción predeterminada por ley, además del derecho de defensa, pues
al actor no se le instauró un procedimiento disciplinario en su contra, ni se puso opor-
tunamente en su conocimiento las faltas que se le imputaban.
En el mismo sentido, en el caso Juan César Valencia Campoverde vs. el Club
Social Obreros de la Unión20, el Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda
por cuanto al demandante se le aplicó un Estatuto que aún no se había aprobado a
la fecha de la comisión de los hechos, no siendo legítima la facultad que el Consejo
Directivo se había arrogado –de expulsar de manera definitiva al demandante en mérito
a una sentencia condenatoria– toda vez que, de acuerdo al Estatuto anterior, ello era
competencia de la Junta General, contraviniéndose de esta manera el debido proceso
y, particularmente, el derecho a la jurisdicción predeterminada.

5. Libertad de no asociarse (derecho a desvincularse de la asociación)

En el caso Julio Alfredo Bernabé Ccamaña vs. el Casino de la Policía21 el recu-


rrente solicitaba que se le permita retirarse como socio de dicha entidad, así como se
suspendan los descuentos que se le venía efectuando por concepto de aportaciones,
pues afirmaba que su incorporación se realizó de manera ilegal dado que no autorizó
pertenecer a ella, y menos el descuento por concepto de aportaciones que le efec-
tuaban en su boleta. Por su parte, el Casino de la Policía señaló que sus Estatutos
tienen regulado el procedimiento a seguir ante todo pedido formulado por los socios,
por lo que el actor debió acudir a este y agotarlo antes de acudir a la vía judicial.
El Tribunal Constitucional declaró fundada la demanda de amparo y ordenó al de-
mandado que proceda a aceptar la renuncia del demandante a dicha organización así
como se suspenda todo tipo de descuentos que se le venían realizando, pues la libertad

19 Cfr. STC Exp. Nº 01612-2003-PA/TC.


20 Cfr. STC Exp. Nº 00484-2000-PA/TC.
21 Cfr. STC Exp. Nº 07704-2005-AA/TC.

131
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

de asociación en un derecho que no solo implica la libertad de integración (libertad de


asociarse en sentido estricto) sino que por correlato también supone la facultad de no
aceptar compulsivamente dicha situación (libertad de no asociarse) o, simplemente, de
renunciar en cualquier momento a ella, pese a haberla aceptado en algún momento o
circunstancia (libertad de desvincularse asociativamente).
De igual manera se pronunció en el caso Aníbal Corcuera Gonzáles vs. Casino de
la Policía22 en el que estima la demanda señalando que el recurrente, al haber sido in-
corporado a la asociación emplazada por el solo hecho de ser Oficial de la Policía Na-
cional del Perú, en ningún momento ha manifestado su voluntad de pertenecer a la
misma, no habiendo el emplazado demostrado que la condición de asociado se ad-
quiera o sea resultado de una decisión individual y voluntaria de cada persona. En ese
sentido, sostener que al no haber cuestionado el recurrente su situación durante varios
años, concedió una suerte de consentimiento tácito, lo cual resulta inaceptable, pues
además, las diversas obligaciones que se hayan visto configuradas durante el período
en que el recurrente tuvo la condición de asociado dejaron de existir desde el momento
en que dejó constancia expresa de su decisión de desvincularse de la asociación de-
mandada, es decir, desde ese momento el recurrente no se encontraba obligado a
cotizar sus cuotas como asociado.
Existen otras entidades contra las cuales el Tribunal Constitucional también se ha
pronunciado respecto a la libertad de no asociarse. Así, en el caso Jorge Marcos Llica
Chávez vs. Centro de Recreación para Técnicos y Suboficiales de la Fuerza Aérea del
Perú - CERTSE23 el recurrente alegaba que la emplazada se negaba a aceptar su re-
nuncia a pesar que se le obligó a pertenecer a ella. La emplazada, por su parte, afirmaba
que el recurrente era un “asociado nato” dada su condición de suboficial de la Fuerza
Aérea del Perú (FAP), en aplicación del artículo 8 del Estatuto del CERTSE.
Al respecto, el Tribunal Constitucional estableció que al no existir, por parte del
recurrente, un consentimiento libre y voluntario para pertenecer a la asociación em-
plazada, correspondía estimar su pedido para que se acepte su renuncia, toda vez que
la aplicación del Estatuto no puede suponer la violación del contenido esencial del
derecho fundamental de asociación en su dimensión de libertad para renunciar a ella
en el momento que se considere conveniente.

6. Control de constitucionalidad de las normas estatutarias privadas

El segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución otorga a los jueces la fa-
cultad de realizar el control difuso de la constitucionalidad de las normas, por lo
que las normas privadas o particulares que sean contrarias a los derechos constitu-
cionales han de ser inaplicadas en cada caso concreto. Así lo ha sostenido el Tribunal

22 Cfr. STC Exp. Nº 04520-2006-PA/TC.


23 Cfr. STC Exp. Nº 03978-2007-PA/TC.

132
GIANCARLO E. CRESCI VASSALLO

Constitucional en el mencionado caso Sindicato Único de Trabajadores de Telefónica


del Perú S.A. y Fetratel24, en el que estableció que la facultad de controlar la constitu-
cionalidad de las normas con motivo de la resolución de un proceso de amparo cons-
tituye un poder-deber en virtud de lo establecido en el artículo 138 de la Constitución
Política del Perú y el artículo 3 de la entonces vigente Ley Nº 23506.
En ese sentido, el Tribunal Constitucional sostuvo que para la aplicación del
control difuso de las normas es necesario que se presenten los siguientes presupuestos:
• Que en el proceso constitucional, el objeto de impugnación sea un acto que
constituya la aplicación de una norma considerada inconstitucional.
• Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble
con la resolución del caso, es decir, que ella sea relevante en la resolución de
la controversia.
• Que la norma a inaplicarse resulte evidentemente incompatible con la Cons-
titución, aún luego de haberse acudido a interpretarla de conformidad con la
misma, en virtud del principio enunciado en la Segunda Disposición General
de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional Nº 28301.
Así, en el caso Jorge Marcos Llica Chávez vs. Centro de Recreación para Técnicos
y Suboficiales de la Fuerza Aérea del Perú-CERTSE25, el demandante alegaba que se
negaba a aceptar su renuncia a pesar de no haber manifestado consentimiento libre y
voluntario para pertenecer a la misma; mientras que la demandada sostenía que el re-
currente era un “asociado nato”, y que en aplicación del artículo 20 del Estatuto, solo
podría renunciar cuando pase a la situación de retiro.
El Tribunal Constitucional, aplicando el control difuso, declaró fundada la
demanda, por considerar que en el caso se configuraban los tres presupuestos para su
aplicación, a saber :
- El objeto de impugnación lo constituía la negativa del CERTSE de aceptar
la renuncia del demandante a su condición de asociado, en aplicación del
artículo 20 del Estatuto.
- A su vez, la norma a inaplicarse tenía relación directa con la resolución del
caso, en cuanto limitaba la posibilidad de desvincularse de la asociación solo
para Técnicos y Suboficiales en situación de retiro, mas no para aquellos que
se encontraban en actividad.
- El artículo 20 del Estatuto resultaba incompatible con el artículo 2.13 de la
Constitución por vulnerar el contenido esencial del derecho fundamental de

24 Cfr. STC Exp. Nº 01124-2001-AA/TC.


25 Cfr. STC Exp. Nº 03978-2007-PA/TC.

133
EL PROCESO DE AMPARO ENTRE PARTICULARES: LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS...

asociación, en su dimensión de libertad de desvincularse de la asociación en


el momento que el recurrente lo considere conveniente.
Asimismo, en la parte resolutiva de la sentencia, el Colegiado exhortó al de-
mandado a que disponga por el órgano correspondiente la modificación y/o adecuación
del artículo 20 del Estatuto a los fundamentos expuestos en la sentencia.
De la misma manera, en el caso Odila Yolanda Cayatopa Fernández vs la Coo-
perativa de Servicios Múltiples del Sector Educación del Departamento de Lam-
bayeque26, la demandante solicitaba la inaplicación de los artículos 38 y 74 del Es-
tatuto de la emplazada, que condicionaban la aceptación de su renuncia al hecho de
asegurar mediante un compromiso escrito la inscripción de un socio o usuario sus-
tituto que asuma las obligaciones de la renunciante. El Tribunal Constitucional con-
sideró que las normas impugnadas representaban una intervención en el derecho de
asociación negativa, en tanto prohibía a un miembro el retiro de la Cooperativa hasta
en tanto no haya propuesto a otra persona para que pueda sustituirla, limitándose así
de manera relativa el ejercicio de la libertad negativa de asociación hasta que el socio
pueda cumplir la referida condición, contraviniendo el artículo 13.2 de la Carta Magna.
Por tales razones, declaró fundada la demanda e inaplicables a la actora lo dispuesto en
los artículos 38 y 74 del Estatuto de la emplazada.

26 Cfr. STC Exp. Nº 06730-2006-AA/TC.

134
El proceso constitucional de amparo
y su tipología por la forma del acto lesivo

Junior PICHÓN DE LA CRUZ*

Introducción
El Derecho Procesal Constitucional es una disciplina jurídica que apareció en la
segunda mitad del siglo XX, y en poco tiempo ha alcanzado una gran notoriedad y re-
levancia1, habiendo sido un elemento importante para su expansión, la creación de tri-
bunales de justicia especializada en materia constitucional, es decir, tribunales o cortes
constitucionales, órganos que a través de sus sentencias han tutelado la defensa de los
derechos fundamentales y la supremacía jurídica de la Constitución, frente a los actos
de los otros poderes públicos e inclusive privados.
Bajo dicho contexto, en el Perú no se consideró al proceso de amparo como una
institución autónoma sino hasta la Constitución de 1979, en la que recién se consagra
como un mecanismo para proteger jurisdiccionalmente los derechos reconocidos cons-
titucionalmente, instituyéndose como una acción de garantía constitucional que se de-
sarrolla mediante un proceso con sus propias características y un procedimiento es-
pecial, y que en nuestro país se ha adaptado con cierta facilidad y había venido apli-
cándose durante más de 30 años, desde que se promulgó la Ley N° 23506 en el año
1982, habiendo sido desarrollada por la norma constitucional contenida en el artículo
295 de la Constitución de 1979; la mencionada norma legal sobrevivió a dicha Cons-
titución y siguió sirviendo a la Constitución de 1993, cuyo artículo 200 volvió a
establecerla.

I. Noción del proceso de amparo


En palabras de Carlos Mesía2, el amparo es un derecho de naturaleza procesal
cuya finalidad es la protección o restablecimiento de cualquiera de los derechos cons-
titucionales, con excepción de la libertad corpórea, la integridad y seguridad personal
–que es protegido por el proceso de hábeas corpus– así como del acceso a la información

* Abogado y docente universitario de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Privada


Antenor Orrego. Máster en Derecho Constitucional y Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y
Aplicación de la Constitución por la Universidad Castilla-La Mancha (España). Con estudios de Maestría en
Derecho con Mención en Política Jurisdiccional por la Pontificia Universidad Católica del Perú.
1 GARCÍA BELAUNDE, Domingo. El derecho procesal constitucional en perspectiva. Idemsa, Lima,
pp. 659-686.
2 MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Exégesis del Código Procesal Constitucional. Tomo I, 4a edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2013, p. 548.

135
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

pública y la autodeterminación informativa –protegidos por el hábeas data– y del


derecho a la eficacia de las normas legales y los actos administrativos –protegidos por
el proceso de cumplimiento–.
Por su parte, Gerardo Eto3 ha precisado que el amparo es un proceso constitu-
cional autónomo de tutela de urgencia de derechos fundamentales y su fin es reponer a
la persona en el ejercicio de su derecho fundamental amenazado o vulnerado producto
de actos lesivos perpetrados por algún funcionario, autoridad o persona.
De igual forma, no se debe perder de vista que el objetivo de los procesos consti-
tucionales –incluido el amparo– es el reponer las cosas al estado anterior a la violación
o amenaza de violación de un derecho constitucional; es decir, lo que se busca es re-
trotraer las cosas hasta antes del momento en que nació la agresión del derecho cons-
titucional4.
Al respecto, la Constitución Política señala en su artículo 200, inciso 2 que el
amparo procede: “(…) contra el hecho u omisión, por parte de cualquier autoridad,
funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por
la Constitución. No procede contra normas legales ni contra resoluciones judiciales
emanadas de procedimiento regular”.
La Constitución Política nos da algunas luces que nos acercan al concepto de esta
garantía, sin embargo, a fin de aclarar el panorama, el Tribunal Constitucional afirmó
que: “La acción de amparo es un garantía destinada a proteger los derechos consa-
grados en la Constitución Política del Estado; su objeto es reponer las cosas al estado
anterior a la amenaza o vulneración del derecho constitucional, y su naturaleza es res-
titutiva y no declarativa de derechos. El amparo no es un proceso constitucional me-
diante el cual se puede declarar un derecho ni hacer extensivos los alcances de una
norma legal a quienes no están expresamente comprendidos en ella (…)”5.
Con base en el concepto señalado queda claro que el proceso de amparo cons-
tituye una garantía frente a determinadas situaciones, las cuales pueden ser efectivas
o potenciales, de este modo “el proceso de amparo se configura como un proceso au-
tónomo que tiene como finalidad esencial la protección de los derechos fundamentales
frente a violaciones actuales o a amenazas (ciertas e inminentes) de su transgresión.
De esta forma,  convierte el alto significado de los derechos fundamentales en algo
efectivo de hecho, abriendo la puerta para una protección formal y material de los
mismos, permitiendo al Tribunal Constitucional cumplir con la función de Supremo
Intérprete de los derechos fundamentales6”.

3 ETO CRUZ, Gerardo. Tratado del Proceso Constitucional de Amparo. Tomo I, 1a edición, Gaceta Jurídica,
Lima, 2013, p. 169.
4 ACHULLI ESPINOZA, Maribel. En: SOSA SACIO, Juan Manuel y otros. La procedencia en el Proceso de
Amparo. 1a edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2012, p. 121.
5 STC Exp. N° 01875-2004-AA/TC, f.j. 2.
6 STC Exp. N° 00023-2005-PI/TC, f.j. 13.

136
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

En ese sentido, el proceso de amparo se ha consolidado como el proceso de tutela


de derechos más utilizados en la actualidad, siendo que el Tribunal Constitucional,
desde su instalación en el año 1996 hasta la fecha, ha resuelto y publicado hasta el
31 de diciembre de 20137, 79,973 resoluciones, de las cuales 57,164 provenientes de
procesos de amparo, lo que equivale al 71.48 % del total, siendo esta una de las razones
por las que el desarrollo del proceso de amparo ha sido constante desde la Constitución
Política de 1993, siguiendo con la promulgación del Código Procesal Constitucional
–Ley N° 28237– hasta la actualidad.

II. Naturaleza jurídica del proceso de amparo


El proceso de amparo tiene como presupuesto la inseguridad o incertidumbre
respecto a la violación de un derecho constitucional por parte de una autoridad, fun-
cionario o persona, que debe ser aclarada en la respectiva sentencia constitucional,
cuya finalidad esencial es proteger eficazmente los derechos fundamentales; como lo
sostiene el profesor Abad Yupanqui8, se trata de un proceso especial que cuenta con un
trámite procesal más acelerado, puesto que exige una protección inmediata de los de-
rechos amenazados o vulnerados, y justificado por Monroy Palacios9 por su naturaleza
prevalente del derecho en litigio.
En ese sentido, en cuanto a la naturaleza jurídica de este proceso constitucional,
se puede decir:
• Es una acción de garantía constitucional, debido a que la propia Consti-
tución Política consagra a este proceso como medio para la protección de
determinados derechos constitucionales.
• Es de naturaleza procesal, debido a su naturaleza adjetiva que va a servir de
instrumento para la protección de derechos.
• Es de procedimiento sumario, ya que los derechos que este proceso va a
proteger, el mismo tiene que ser llevado a cabo de manera urgente para evitar
una transgresión a los derechos fundamentales.
• Defiende los derechos constitucionales, a excepción de la libertad personal
y los derechos informáticos.
En esa línea, el jurista Carlos Mesía Ramírez10 ha señalado que el proceso de
amparo tiene las siguientes características:

7 Fuente: Memoria del Tribunal Constitucional del año 2013, p. 113. Véase en: <www.tc.gob.pe>
8 ABAD YUPANQUI, Samuel. Amparo y residualidad. Los cambios introducidos y su desarrollo jurispru-
dencial. Gaceta Jurídica, Lima, 2009, p. 126.
9 MONROY PALACIOS, Juan. La tutela procesal de los derechos. Palestra Editores, Lima, 2004, p. 43.
10 MESÍA RAMÍREZ, Carlos. Ob. cit. p. 546.

137
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

• Es irrenunciable, ya que no podría celebrarse un acto jurídico por el cual se


renuncie al ejercicio de la acción para interponer una demanda de amparo.
• Es inalienable, puesto que no puede ser transmitido a terceros.
• Es inviolable, porque no puede ser restringido bajo ninguna circunstancia, ni
siquiera bajo los estados de excepción.
• Es universal, toda persona tiene derecho de ejercer una acción de amparo sin
que sea tomada en cuenta su nacionalidad, sexo, edad, raza, ideología, etc.

III. Ámbito de protección


Como bien se ha dicho, la Constitución prescribe en el numeral 2 de su artículo
200 el ámbito de los derechos protegidos por el amparo, los cuales configuran un pa-
rámetro de protección; sin embargo, este parámetro no puede considerarse cerrado,
pues también son objeto de protección aquellos derechos que no se encuentren explí-
citamente reconocidos en nuestra Constitución, esto es, para los derechos implícitos y
para los nuevos derechos11.
Es así que –como ya se ha precisado en los párrafos precedentes– el proceso de
amparo protege los derechos que no son protegidos por el hábeas corpus, hábeas data
y el proceso de cumplimiento.
Respecto al campo de acción del proceso de amparo, Francisco Eguiguren12 señala
que debe tenerse en cuenta que en el Perú, el proceso de amparo protege determinados
derechos reconocidos por la Constitución, mas no así derechos emanados de la ley; y
es en este elenco de derechos protegidos por el amparo que deben agregarse los que
emanan de tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú,
así como tener presente la estipulación establecida en el artículo 3 de la Constitución.
Sobre el particular, el artículo 37 del Código Procesal Constitucional ha esta-
blecido que el proceso de amparo procede para proteger los siguientes derechos funda-
mentales de carácter sustantivo:
• De igualdad y de no ser discriminado por razón de origen, sexo, raza, orien-
tación sexual, religión, opinión, condición económica, social, idioma, o de
cualquier otra índole.
• Del ejercicio público de cualquier confesión religiosa.

11 STC Exp. N° 00895-2001-AA/TC.


12 EGUIGUREN PRAELI, Francisco. “El amparo como proceso residual en el Código Procesal Constitucional
peruano. Una opción riesgosa pero indispensable”. En: Pensamiento Constitucional, Año XII, N° 12, Escuela de
Graduados, Maestría en Derecho con mención en Derecho Constitucional de la PUCP, Lima, 2007, p. 225.

138
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

• De información, opinión y expresión.


• A la libre contratación.
• A la creación artística, intelectual y científica.
• De la inviolabilidad y secreto de los documentos privados y de las comunica-
ciones.
• De reunión.
• Del honor, intimidad, voz, imagen y rectificación de informaciones inexactas
o agraviantes.
• De asociación.
• Al trabajo.
• De sindicación, negociación colectiva y huelga.
• De propiedad y herencia.
• De petición ante la autoridad competente.
• De participación individual o colectiva en la vida política del país.
• A la nacionalidad.
• De tutela procesal efectiva.
• A la educación, así como el derecho de los padres de escoger el centro de
educación y participar en el proceso educativo de sus hijos.
• De impartir educación dentro de los principios constitucionales.
• A la seguridad social.
• De la remuneración y pensión.
• De la libertad de cátedra.
• De acceso a los medios de comunicación social en los términos del artículo 35
de la Constitución.
• De gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la vida.
• A la salud.
• Los demás que la Constitución reconoce.

139
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

Asimismo, existen derechos de carácter procesal que son protegidos por el proceso
de amparo, y son aquellos establecidos en el artículo 139 de la Constitución, preci-
samente contenidos en el artículo 4 del Código Procesal Constitucional dentro de la
categoría de tutela procesal efectiva, que son los siguientes:
• Acceso al órgano jurisdiccional.
• A probar.
• Defensa.
• Al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso.
• A no ser desviado de la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedi-
mientos distintos de los previstos por la ley.
• A la obtención de una resolución fundada en derecho.
• Acceso a los medios impugnatorios regulados, a la imposibilidad de revivir
procesos fenecidos.
• A la actuación adecuada y temporalmente oportuna de las resoluciones
judiciales.
Sin embargo, consideramos que esta lista de derechos debe ser estudiada a partir de
la establecida en el artículo 139 de la Constitución, pues es más amplia y nos ayudará
a comprender cada derecho que conforma la tutela procesal efectiva de manera espe-
cífica.
En consecuencia, encontramos una lista de derechos fundamentales de númerus
apertus que resulta posible de invocación del artículo 3 de nuestra Constitución, la
misma disposición que regula la denominada cláusula de los derechos implícitos.

IV. El acto lesivo como pilar del proceso de amparo


Uno de los pilares del proceso de amparo es el acto invocado como lesivo de los
derechos fundamentales protegidos por este proceso, el mismo que debe ser identi-
ficado de manera correcta por el accionante al momento de presentar su demanda, caso
contrario, esta sería declarada improcedente liminarmente.
El constitucionalista Gerardo Eto13 ha definido al acto lesivo como aquella conducta
–sea acción u omisión– proveniente de cualquier autoridad, funcionario o persona que
amenace, vulnere derechos fundamentales. Asimismo, el mencionado autor señala que
por medio del proceso de amparo no se pretende hacer frente a cualquier situación

13 ETO CRUZ, Gerardo. Ob. cit. p. 254.

140
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

que de manera fáctica afecten derechos fundamentales, sino que para que proceda el
amparo, la conducta que va a ser constitutiva como un acto lesivo, deberá ser llevada
a cabo por una autoridad, funcionario o persona.
Respecto al contenido del acto lesivo, la doctrina14 ha desarrollado que esta
conducta tiene un contenido material y un contenido jurídico, conforme se procederá
a analizar:

1. Contenido material

El contenido material del acto lesivo se encuentra conformado por tres elementos:
1) Sujeto activo: Es la persona, autoridad o funcionario que comete el acto
lesivo; es así que cuando se interpone una demanda se debe precisar el nombre
y/o cargo de la persona que ha realizado un acto contrario a los derechos fun-
damentales protegidos por el proceso de amparo.
2) Sujeto pasivo: Es la persona o las personas que se ven perjudicadas por los
actos cometidos por la autoridad, funcionario o una persona particular y son
las legitimadas para interponer una demanda de amparo.
3) Acción u omisión en sentido estricto: Viene a ser la conducta que cons-
tituye una amenaza o vulnera derechos fundamentales; por ejemplo: el trato
desigual a personas en igual o similar situación, la negación de otorgamiento
de una remuneración por el trabajo prestado, etc.

2. Contenido jurídico

El contenido jurídico del acto lesivo se encuentra constituido por los siguientes
elementos:
1) Agravio de derechos fundamentales: Únicamente procede acudir al proceso
de amparo para solicitar la tutela de derechos fundamentales; es decir, no
se va a admitir cualquier hecho que cause agravio a una persona, sino que
este debe tener relevancia constitucional. Entre las distintas modalidades de
agravios, podemos señalar los siguientes:
a. Los actos ilegales: Son aquellos realizados en contra de las disposi-
ciones establecidas en la ley o son realizadas sin tener un sustento nor-
mativo que los respalde. Por ejemplo, en el caso que un funcionario
sancione a un administrado imputándole una infracción que no se en-
cuentra tipificada en la ley de manera previa y cierta.

14 Ibídem, p. 258.

141
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

b. Los actos arbitrarios: Son actos que cumplen con el contenido formal
de una norma; es decir, son regulados por tales, pero su esencia con-
traviene los derechos fundamentales; para identificar esta clase de actos
se debe acudir a criterios de razonabilidad y proporcionalidad para de-
terminar si estos actos fueron dictados acorde a las disposiciones cons-
titucionales, sin ejercer el abuso del derecho. Por ejemplo, en el caso
de la demanda de amparo interpuesta por la Confederación General de
Trabajadores del Perú15 (CGTP) contra la Municipalidad Metropolitana
de Lima solicitando que se declare inaplicable el Decreto de Alcaldía
Nº 060-2003 que declaraba zona rígida para cualquier tipo de concen-
tración pública el sector de máxima protección dentro del Centro His-
tórico de Lima; en dicho caso el Tribunal Constitucional identificó que
existía una restricción arbitraria al derecho fundamental de reunión.
2) Gravedad del acto lesivo: No es un elemento esencial que corresponde
evaluar para la procedencia de una demanda de amparo, basta con verificar
la existencia de un acto lesivo que afecte derechos fundamentales para entrar
a fondo en el análisis constitucional, esto sucede porque así ha sido deter-
minado por el constituyente y el legislador.
3) Intensidad del acto lesivo: Las restricciones que se realizan a través de los
actos lesivos pueden ser de intensidad leve, media y grave, hecho que es
evaluado por el propio juez al momento de resolver una controversia de ca-
rácter constitucional en donde se restrinjan derechos fundamentales.
Por su parte, tanto el profesor César Landa16 como el profesor Samuel Abad17, han
precisado que, respecto al acto lesivo, el Tribunal Constitucional en el fundamento
cuarto de la sentencia recaída en el Expediente N° 3283-2003-AA/TC, ha expuesto
una tipificación de este, distinguiendo los siguientes actos:
1. Actos pretéritos: Son aquellos hechos, sucesos, acontecimientos o manifes-
taciones de voluntad suscitados en el pasado que solo requerirán la tutela juris-
diccional constitucional a condición de que se acredite que los derechos fun-
damentales vinculados a ellos, sea por una violación o amenaza de violación
de los mismos, pueden  ser objeto de reparación mediante la intervención
jurisdiccional.
2. Actos presentes: Son aquellos hechos sucesos, acontecimientos o manifesta-
ciones de voluntad que se vienen realizando al momento de la interposición

15 STC Exp. N° 04677-2004-PA/TC.


16 LANDA ARROYO, César. Los Procesos Constitucionales en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional.
Primera edición, Palestra Editores, Lima, 2010, p. 163.
17 ABAD YUPANQUI, Samuel. El Proceso Constitucional de Amparo. 2a edición, Gaceta Jurídica, Lima, 2008,
p. 125.

142
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

de una acción de garantía; y que seguirán subsistiendo hasta el momento de


resolver en última instancia.
3. Actos de tracto sucesivo: Son aquellos hechos sucesos, acontecimientos o
manifestaciones de voluntad que se han generado y se seguirán generando sin
solución de continuidad; es decir, tienen una ejecución sucesiva, y sus efectos
se producen y reproducen periódicamente.
4. Actos en expectativa o futuros: Son aquellos que no se han realizado en
su integridad, pero que desde ya se convierten en una amenaza cierta e in-
minente de violación de un Derecho Constitucional.

V. Tipología del proceso de amparo


De conformidad con los artículos 1 y 2 del Código Procesal Constitucional, la fi-
nalidad del proceso de amparo es la de proteger los derechos constitucionales, repo-
niendo las cosas al estado anterior cuando se amenace o viole los derechos consti-
tucionales por acción u omisión de actos de cumplimiento obligatorio, por parte de
cualquier autoridad, funcionario o persona.
Asimismo, teniendo en cuenta los pronunciamientos jurisprudenciales que ha
tenido el Supremo Intérprete de la Constitución respecto al proceso de amparo, po-
dríamos señalar que este proceso constitucional cuenta con diversas tipologías, siendo
una de ellas que se encuentra en función del acto lesivo y que pueden dividirse en:
amparo por violación, amparo por amenaza de violación y amparo por omisión de acto
debido.

1. Amparo por violación

Con respecto al amparo por violación de un derecho fundamental, este persigue


la cesación de actos violatorios al derecho, siendo que la acción ya ha vulnerado el
derecho constitucionalmente protegido. Debe tenerse en claro que cuando se trata de
una vulneración al derecho constitucionalmente protegido, la cesación de estos actos
violatorios debe constituir la medida de solución, ya que de ser imposible una solución
al derecho vulnerado –salvo una indemnización– la instancia constitucional no resulta
la vía idónea, donde es aplicable la causal de improcedencia establecida en el numeral 5
del artículo 5 del Código Procesal Constitucional, siendo competente el Poder Judicial
para fijar la indemnización, mediante un proceso judicial ordinario, teniendo en cuenta
que esto merece la actuación de medios probatorios.
Del párrafo anterior debe entenderse que, a pesar de que el Tribunal Constitu-
cional no pueda conocer un proceso que tenga como pretensión inicial y única la in-
demnización, no quiere decir que en ningún caso pueda ordenar fijarlas. Por ejemplo,
es diferente que una persona acuda al Tribunal Constitucional solicitando la indemni-
zación de un derecho vulnerado, a que se alegue la vulneración de la tutela procesal

143
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

efectiva al no haberse fijado arbitrariamente una indemnización por parte del Poder Ju-
dicial. Al respecto, el Tribunal Constitucional18 ha señalado en el caso de los procesos
laborales:
“De otro lado, conforme a la línea jurisprudencial en materia de derechos laborales
de carácter individual (por todas Exp. N° 2526-2003-AA), se ha establecido que
el amparo no es la vía idónea para el cuestionamiento de la causa justa de despido
imputada por el empleador cuando se trate de hechos controvertidos, o cuando,
existiendo duda sobre tales hechos, se requiera la actuación de medios proba-
torios a fin de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación
de la imputación de la causa justa de despido, que evidentemente no pueden dilu-
cidarse a través del amparo. En efecto, es claro que, en este supuesto, para que se
produzca certeza en el juzgador, respecto de los puntos controvertidos, y pueda así
sustentar su fallo en determinado sentido, necesariamente tendrá que desarrollar la
actividad probatoria a través de sus diversas etapas, en particular respecto de la ac-
tuación y valoración de la prueba que, entre otras muchas, se relacionarán con de-
claraciones de parte, testigos, documentos (libros de planillas, informes), peritajes
y, especialmente, las pruebas de oficio”.
Esto no significa que debido a que en el amparo y en general, en todas las ins-
tancias constitucionales no exista etapa probatoria, no se pueda hacer valoraciones de
los hechos para tener seguridad de la violación del derecho; sin embargo, lo mejor es
que se acompañe prueba fehaciente de la vulneración constitucional.
Debemos precisar que este tipo de amparo es el más común y usual, y puede
ser considerado como una forma típica de amparo, en el cual mediante una acción
efectuada por la autoridad, funcionario o persona se haya llevado a cabo un acto lesivo
y por su sola comisión se han desencadenado efectos jurídicos que afectan a un derecho
fundamental.

2. Amparo por amenaza de violación

También es denominado amparo preventivo y debe entenderse que en estos casos


también existe un hecho que reprimir; sin embargo este no vulnera directamente el
derecho constitucionalmente protegido, sino que pone en inminente riesgo los de-
rechos constitucionales de otras personas; es decir, se estaría intentando de impedir
que el agravio que se amenaza sea producido.
En ese sentido, se precisa quela amenaza debe ser real y por ningún motivo parte
de una sospecha de elucubración por parte del demandante, tal como lo ha señalado el
mismo Tribunal Constitucional19 al señalar que:

18 STC Exp. N° 00206-2005-PA/TC, f.j. 19.


19 STC Exp. N° 02593-2003-AA/TC, ff.jj. 3 y 4.

144
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

“Al respecto, este Tribunal ha señalado reiteradamente que, para ser objeto de
protección a través de los procesos constitucionales, la amenaza de violación de
un derecho constitucional debe ser cierta y de inminente realización; es decir, el
perjuicio debe ser real, efectivo, tangible, concreto e ineludible, excluyendo del
amparo los perjuicios imaginarios o aquellos que escapan a una captación ob-
jetiva (…) En consecuencia, para que sea considerada cierta, la amenaza debe
estar fundada en hechos reales, y no imaginarios, y ser de inminente realización,
es decir, que el perjuicio ocurra en un futuro inmediato, y no en uno remoto.
A su vez, el perjuicio que se ocasione en el futuro debe ser real, pues tiene que estar
basado en hechos verdaderos; efectivo, lo cual implica que inequívocamente me-
noscabará alguno de los derechos tutelados; tangible, esto es que debe percibirse
de manera precisa; ineludible, entendiendo que implicará irremediablemente una
violación concreta”.
Las amenazas de la vulneración del derecho pueden a su vez ser: amenazas
a volver irreparable el derecho y amenazas de vulneración, en ambos casos debe
proceder la demanda de amparo, siendo que en el primer caso la amenaza es mucho
mayor, ya que la afectación puede ser mayor y sin posibilidad de regresión. Este tipo
de amenazas suelen estar relacionadas con derechos básicos del ser humano y cuyo
ejercicio muchas veces resulta ser requisito necesario del ejercicio de otros derechos.
Un ejemplo de esto son las demandas de amparo que tiene relación con el derecho
a la salud, involucrando la subsistencia de la vida, como es el caso de los pacientes
con VIH/SIDA; respecto a la relación salud - vida, el Tribunal Constitucional20 ha se-
ñalado:
“La salud es derecho fundamental por su relación inseparable con el derecho a la
vida, y la vinculación entre ambos derechos es irresoluble, ya que la presencia de
una enfermedad o patología puede conducirnos a la muerte o, en todo caso, des-
mejorar la calidad de la vida. Entonces, es evidente la necesidad de proceder a las
acciones encaminadas a instrumentalizar las medidas dirigidas a cuidar la vida, lo
que supone el tratamiento orientado a atacar las manifestaciones de cualquier en-
fermedad para impedir su desarrollo o morigerar sus efectos, tratando, en lo
posible, de facilitar los medios que al enfermo le permitan desenvolver su propia
personalidad dentro de su medio social. (…) El derecho a la salud comprende la
facultad que tiene todo ser humano de mantener la normalidad orgánica funcional,
tanto física como mental, y de restablecerse cuando se presente una perturbación
en la estabilidad orgánica y funcional de su ser, lo que implica, por tanto, una
acción de conservación y otra de restablecimiento; acciones que el Estado debe
proteger tratando de que todas las personas, cada día, tengan una mejor calidad de
vida, para lo cual debe invertir en la modernización y fortalecimiento de todas las

20 STC Exp. N° 02945-2003-AA/TC, f. j. 28.

145
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

instituciones encargadas de la prestación del servicio de salud, debiendo adoptar


políticas, planes y programas en ese sentido”.
Existen otros casos donde el daño irreparable es inevitable; sin embargo, el pro-
nunciamiento debe darse a fin de determinar responsabilidades, este es el caso de las
demandas de amparo recaídos en procesos electorales, donde el Tribunal Constitu-
cional21 ha precisado que:
“En atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo proceso electoral y
a las especiales funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su
conjunto (JNE, ONPE, Reniec –artículos 178, 182 y 183 de la Constitución–), en
ningún caso la interposición de una demanda de amparo contra el JNE suspende
el calendario electoral, el cual sigue su curso inexorable. Toda afectación de los
derechos fundamentales en la que incurra el JNE, devendrá en irreparable cada
vez que precluya cada una de las etapas del proceso electoral o que la voluntad
popular, a la que hace alusión el artículo 176 de la Constitución, haya sido mani-
festada en las urnas. En dichos supuestos, el proceso de amparo sólo tendrá por
objeto determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de conformidad con
el artículo 1 del Código Procesal Constitucional”.
Por otro lado, puede haber un grado inferior de afectación a los derechos constitu-
cionalmente protegidos, los cuales pese a verse afectados no significa que en el devenir
de un corto plazo resulte irreparable, un ejemplo de esto sucede con el cobro indebido
de arbitrios u otros impuestos municipales, ya que la simple intención de cobrar no
genera un perjuicio, pero su posterior ejecución sí podría implicar una disminución in-
justificada del patrimonio de los contribuyentes, con lo que se podría ver muchos de-
rechos afectados; el ejemplo más cercano se tiene con el proceso de amparo recaído en
el cobro de impuestos en los casinos de juego y máquinas tragamonedas22.
En este orden de ideas, otro caso sobre este tipo de amparo podría ser la progra-
mación arbitraria de turnos en un centro laboral, pese a que la existencia de un turno
no vulnera directamente el derecho al trabajo ni deviene en consecuencias dañinas sino
hasta su ejecución.
Asimismo, el Tribunal Constitucional23 también ha sostenido que toda amenaza
supone un estado de peligro sobre determinados bienes o derechos que el ordena-
miento reconoce, para que tal estado lesivo pueda considerarse efectivamente incons-
titucional y, a la vez, condicionante en la prosecución de un proceso constitucional,
requiere necesariamente de dos características comunes; la probabilidad o certeza y la
inminencia. La probabilidad supone la posibilidad fáctica de que el acto violatorio se

21 STC Exp. N° 05854-2005-PA/TC, f.j. 29.


22 STC Exp. N° 04227-2005-PA/TC.
23 STC Exp. N° 00763-2005-PA/TC, f.j. 3.

146
JUNIOR PICHÓN DE LA CRUZ

pueda concretizar en la práctica, la inminencia implica la proximidad o cercanía en la


producción del acontecimiento lesivo.

3. Amparo por omisión de acto debido

La vulneración de los derechos constitucionalmente protegidos en el amparo


puede ser producto de la omisión de una autoridad, un funcionario o un particular, por
lo que su no actuar o la actitud pasiva genera agravio sobre quien está en la necesidad
de que se ejecute determinada acción, cuya obligación corresponde al demandado.
Una gran cantidad de las demandas de amparo tienen que ver con la omisión de la
motivación de resoluciones judiciales, lo cual constituye una obligación de los magis-
trados y de quien se enmarca en un debido proceso o procedimiento, tal como ha sido
establecido por el Tribunal Constitucional24 cuando señala:
“La motivación es una exigencia que si bien es parte de las resoluciones judi-
ciales, debe ser observada en todo tipo de procedimiento, a la luz del artículo
139, inciso 5) de la Constitución, como una ‘motivación escrita’, pues, como lo
prescribe el artículo 12 de la Ley Orgánica del PJ, todas las resoluciones, con ex-
clusión de las de mero trámite, son motivadas, bajo responsabilidad, es decir, han
de incluir expresión de los fundamentos en que se sustentan.
En ese sentido, toda resolución debe ser congruente a fin de calibrar en ella la
debida correlación entre los hechos presentados y la base normativa (debe ceñirse al
in dubio pro reo, es decir, la interpretación de las normas debe ser a favor del pro-
cesado), que sustentan la decisión final y lo que esta determina. Y es justamente la
motivación la que permitirá medir la congruencia en medida adoptada, por cons-
tituir un medio eficaz de control sobre la actividad del juzgador que permite la ve-
rificación pública de su convencimiento último”.
Por otro lado, tenemos el caso en el cual un funcionario de la Superintendencia
Nacional de Migraciones, pese a que un ciudadano ha cumplido con el trámite admi-
nistrativo para obtener un pasaporte, se rehúsa a entregárselo.
En la omisión de acciones que generan un agravio y que pudo haber sido materia
de amparo, es el caso de Karen Noelia Llantoy Huamán25 quien estuvo embarazada
cuando tenía 17 años de edad, al realizarle estudios de ecografía en el Hospital
Nacional Arzobispo Loayza de Lima, le detectaron un embarazo de un feto anaence-
fálico¸ cuya característica es no contar con la corteza cerebral funcional.

24 STC Exp. N° 03361-2004-AA/TC, f.j. 39.


25 Comunicación N° 1153/2003: Dictamen emitido por el Comité de Derechos Humanos de la Organización de
Naciones Unidas.

147
EL PROCESO CONSTITUCIONAL DE AMPARO Y SU TIPOLOGÍA POR LA FORMA DEL ACTO LESIVO

El médico ginecoobstetra del hospital le informó de los riesgos contra su vida en


caso de continuar con el embarazo y que tenía dos opciones: continuar la gestación o
interrumpirla. Karen decidió interrumpir el embarazo; pero al presentarse en el hospital
en compañía de su madre para ser intervenida, el doctor le informó que debía solicitar
la autorización por escrito al Director del Hospital. Una vez realizada la solicitud, esta
fue rechazada en virtud a una interpretación restrictiva de la causa de permisión para
el aborto basada en los riesgos de salud que enfrenta la mujer embarazada.
La menor dio a luz una niña anaencefálica que vivió cuatro días; periodo durante
el cual debió amamantarla. Después de la muerte de su hija, la autora se sumió en
un estado de profunda depresión. Este caso fue llevado ante el Comité de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas, quienes determinaron la responsabilidad del Estado
peruano por no haberle permitido el aborto terapéutico.
Con base en todo lo expuesto, podemos apreciar que es útil tener una clasificación
o tipología del proceso de amparo por la forma del acto lesivo, pues esto ayuda de
manera didáctica a los operadores jurídicos en materia constitucional para hacer más
fácil su labor.

Conclusiones
• La tipología del proceso de amparo ha sido desarrollada a través de la doctrina
y la jurisprudencia, debiendo ser el juez constitucional quien interprete y
evalúe el agravio y el posible daño inminente.
• La evaluación del agravio en las demandas de amparo debe realizarse en cada
caso en concreto, siendo que debe tenerse en cuenta los riesgos y valores
constitucionales al momento de declarar fundada la demanda u otorgar una
medida cautelar, como es el caso de las demandas de amparo dentro de un
proceso electoral.
• La tipología del proceso de amparo espera ser una herramienta didáctica para
todos los operadores del sistema de justicia constitucional, la misma que
colabora con la identificación de situaciones más recurrentes en vía de amparo.

148
Los efectos de la sentencia constitucional
de amparo: Declarativos y/o de condena
José Miguel ROJAS BERNAL*

Introducción
Según su propia configuración normativa, el proceso constitucional de amparo y
la sentencia firme en él recaída tienen un propósito esencial que es, al mismo tiempo,
su justificación primera: proteger los derechos constitucionales “reponiendo las cosas
al estado anterior a la violación o amenaza de violación” del derecho invocado en la
demanda (art. 1 primer párrafo y 55 del CP Const.).Esa es, se podría decir, su finalidad
intrínseca, sin la cual el amparo carecería de todo sentido, o llegado el caso, alcanzaría
solo un sentido tergiversado. Por ello, es natural que toda sentencia firme estimatoria
(vale decir, la que declara fundada una demanda de amparo) contenga siempre una
obligación de dar, hacer o no hacer a cargo del demandado, por medio de la cual se ma-
terialice ese fin restitutorio o reparador que es propio de este proceso constitucional.
Sin embargo, en toda sentencia constitucional de amparo se pueden recono-
cerhasta dos pronunciamientos bien diferenciados: un pronunciamiento declarativo y
otro de condena.
El pronunciamiento declarativo es aquel que corresponde a la identificación del
derecho constitucional vulnerado o amenazado (art. 55 inciso 1 del CPConst). Dicho
reconocimiento, sin embargo,admite varios niveles o grados: en unos casos, la sen-
tencia puede: a) limitarse a reconocer cuál es el contenido constitucionalmente pro-
tegido del derecho invocado en la demanda (el típico caso de las sentencias desesti-
matorias); mientras que, en otros, b) puede llegar a concluir (“declarar”) que el con-
tenido de ese derecho previamente reconocido ha sido vulnerado en el caso concreto
(sentencia estimatoria). Dicho en otras palabras: el reconocimiento del contenido de
un derecho fundamental que hace una sentencia (que es algo distinto a la constatación
de su violación) no siempre ha de desembocar en un fallo estimatorio. En cambio,
el reconocimiento del derecho constitucional “es el prius lógico que precede a la de-
cisión sobre el otorgamiento del amparo solicitado y, por consiguiente, constituye su
presupuesto”1.

* Abogado por la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.


1 PIBERNAT DOMENACH, Xavier: “Los pronunciamientos contenidos en las sentencias de otorgamiento de
amparo constitucional”, en: Revista Española de Derecho Constitucional, Año 10, Num. 29, mayo-agosto 1990,
p. 149. En el mismo sentido, DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, Ignacio: “Reflexiones sobre el contenido y efectos de las
sentencias dictadas por el Tribunal Constitucional en recursos de amparo”, en: La sentencia de amparo constitucional,
Actas de las I Jornadas de la Asociación de Letrados del Tribunal Constitucional, CEC, Madrid, 1996, p. 45, para
quien el reconocimiento del derecho o libertad pública de conformidad con su contenido constitucionalmente

149
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

El pronunciamiento de condena, por su parte, se verifica solo cuando el pronun-


ciamiento declarativo es uno de tipo estimatorio (art. 55 incisos del 2 al 4), y en ningún
caso cuando la sentencia declara infundada o improcedente la demanda. Y consiste,
por supuesto, en la conducta que, debidamente precisada en la sentencia, es impuesta
a la parte demandada para reparar el derecho constitucional vulnerado.
Por ello, si bien podemos hablar de un “amparo declarativo” o “de condena”,
o también de amparos “innovativos” o “restitutorios”, ello ha de entenderse correc-
tamente como aquellos “pronunciamientos” que es común encontrar en toda sentencia
de tutela de derechos. De hecho, partiendo de nuestro enfoque, la tipología del “amparo
declarativo” podría prescindirse sin problemas, si tenemos en cuenta que el contenido
necesario de toda sentencia de amparo es siempre el reconocimiento del derecho in-
vocado, en cualquier de sus dos variantes.
Una adecuada construcción de la sentencia constitucional partiendo de este doble
enfoque, así como su posterior identificación por los operadores jurídicos, puede
coadyuvar a dos fines muy importantes para los procesos constitucionales: de un lado,
favorecer una correcta ejecución de la sentencia; y del otro, difundir con precisión
los contenidos de las sentencias constitucionales y su doctrina jurisprudencial, que
es también una forma de garantizar demandas bien planteadas y, por ende, derechos
mejor tutelados.
A este doble propósito se endereza el presente trabajo, que tendrá tanto de análisis
casuístico como de una lectura alternativa sobre el efecto que debiera tener la sus-
tracción de la materia sobre el contenido declarativo de la sentencia de amparo.

I. Las partes de la sentencia de amparo y sus distintas aplicaciones


Si, según hemos sostenido, toda sentencia de amparo puede tener tanto un pronun-
ciamiento declarativo así como otro de condena, un intento de clasificación en base
a estas dos características arroja los siguientes posibles contenidos de una sentencia
constitucional:

1. Pronunciamiento declarativo, el cual admite dos variables

a) Mero reconocimiento del contenido del derecho invocado: es el contenido


mínimo de toda sentencia, el cual resulta de la interpretación del juez sobre
la disposición constitucional invocada; y llegado el caso, de la determinación
de su contenido luego de aplicar el test de ponderación (esto es, luego de su
contraste con el derecho con el cual entra en conflicto). Se trata, por tanto, de
un análisis solo normativo.

declarado “es el único que inexcusablemente deberá contenerse en toda sentencia estimatoria del amparo cons-
titucional”.

150
JOSÉ MIGUEL ROJAS BERNAL

b) Reconocimiento del contenido del derecho y de la violación de tal contenido:


por lo tanto, además de un análisis normativo, lo que importa aquí es que el
juez constitucional, a partir del sustento fáctico de la demanda, determina que
el acto lesivo afecta el derecho fundamental del actor.

2. Pronunciamiento de condena: que es la consecuencia de haberse determina-


do la violación del derecho constitucional, según el contenido previamente
delimitado

Por ello, dice bien el Tribunal Constitucional cuando afirma que las sentencias
pronunciadas en los procesos de tutela de derechos no son solo sentencias de condena
(en cuanto contienen un mandato ejecutivo pasible de ejecución), sino también consti-
tutivas (en el extremo en que manifiestan “una ardua actividad de valoración interpre-
tativa, de ponderaciones, en síntesis de creación”2).
Tal vez la correcta distinción entre ambas partes (la decisión del amparo y la
orden específica necesaria para restablecer el goce efectivo del derecho amparado)
nos ayude a entender por qué la Corte Constitucional de Colombia se considera com-
petente para “modular” las órdenes proferidas en sus fallos sin que tal proceder afecte
la cosa juzgada. Y es que, a juicio de la Corte, mientras el principio de la cosa juzgada
se aplica en términos absolutos a lo decidido, las órdenes bien pueden ser comple-
mentadas “para lograr el cabal cumplimiento del fallo dadas las circunstancias del caso
concreto y su evolución”3.
Pero, además, la orden específica contenida en la sentencia de amparo va a asumir
distintas modalidades según el tipo de acto lesivo denunciado en la demanda. Por ende,
la “reposición de las cosas al estado anterior” a la violación del derecho (artículo 1 del
CPConst.), no siempre va a ser la misma, ya que:
a) Cuando el acto lesivo se ha consumado, la orden consistirá en la “restitución”
del agraviado en el pleno goce de su derecho (art. 55 inc. 3 del CPConst.);
en cambio, cuando se trate de una amenaza de lesión, no estaremos en es-
tricto ante una “reparación” de un derecho vulnerado, sino ante la necesidad
de “preservar” (“restablecer”, dice el Código) un determinado status quo fa-
vorezca al ejercicio del derecho amenazado (y lo mismo sucederá cuando la
ejecución del acto lesivo se haya suspendido, por ejemplo en vía cautelar4).
b) Cuando el acto lesivo sea una actuación positiva, la orden conllevará nece-
sariamente la declaración de nulidad de la “decisión, acto o resolución que
hayan impedido el pleno ejercicio de los derechos constitucionales” (art. 55
inc. 2 del CPConst.); todo lo contrario ocurrirá, en cambio, cuando el acto

2 STC Exp. Nº 04119-2005-PA/TC, f.j. 24.


3 Sentencia T-086/03, de 6 de febrero de 2003, M.P. Manuel José Cépeda Espinosa, f.j. 3.1.
4 PIBERNAT DOMENACH, Xavier. “Los pronunciamientos…”, Ob. cit., p. 169.

151
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

lesivo sea una omisión, ya que lo que corresponderá en tal caso será que el
juez constitucional establezca una orden precisa a ser cumplida por el sujeto
demandado.
Por lo demás, el efecto restitutorio de la sentencia de amparo, conviene no ol-
vidarlo, puede ser modulado por el juez de la causa, tal como lo permite el artículo
55 último párrafo del CPConst. (“[e]n todo caso, el juez establecerá los demás efectos
de la sentencia para el caso concreto”), lo que supone una ponderación de las conse-
cuencias y la limitación respectiva de los efectos del fallo, a partir del juego de los si-
guientes principios jurídicos: economía procesal, buena fe en las relaciones jurídicas
y seguridad jurídica5.
Ejemplos elocuentes de esta potestad de “modulación” de los efectos restitu-
torios del amparo, por el juez constitucional, podemos encontrarlo en diversas sen-
tencias del Tribunal Constitucional: por ejemplo, aquella que resolvió una demanda
de amparo contra resolución judicial, que había sido expedida en un proceso de fi-
liación extramatrimonial, pero con violación del derecho de defensa del padre de la
menor (STC Exp. Nº 04509-2011-PA/TC), oportunidad en la cual el TC, en vez de
declarar la nulidad de la sentencia (ya que ello habría conllevado afectar el derecho a
la identidad de la niña), suspendió los efectos nulificantes de la sentencia de amparo
hasta que se culmine el nuevo trámite del proceso ordinario.

II. La sustracción de la materia y su relación con el contenido de la sen-


tencia de amparo
Siendo la finalidad del proceso de amparo la restitución de los derechos funda-
mentales cuya vulneración ha denunciado el actor, no cabe ignorar que dicho proceso
puede perder su objeto como consecuencia de un hecho posterior al planteamiento de la
demanda que provoque la sustracción de la materia. El artículo 1 segundo párrafo del
Código Procesal Constitucional se pone en ese supuesto, y prevé que el amparo pierde
su utilidad cuando, luego de presentada la demanda, “cesa la agresión o amenaza por
decisión voluntaria del agresor”, o bien cuando “ella deviene en irreparable”.
Por ello, cabe preguntarse: ¿cómo afecta esta nueva circunstancia al contenido de
la sentencia que ha de emitir el juez constitucional?
Una primera opción a considerar es que el juez declare que carece de objeto pro-
nunciarse sobre el fondo de la controversia, precisamente por haberse producido la

5 PIBERNAT DOMENACH, Xavier. “Los pronunciamientos…”, ob. cit., p. 158. En el mismo sentido, PÉREZ
TREMPS, Pablo. El recurso de amparo, Tirant lo Blanch, Valencia, 2004, p. 309, para quien “[e]l hecho de que
el vicio de inconstitucionalidad se califique como vicio de nulidad no es obstáculo para que (…) razones jurídicas
y prácticas aconsejen, a menudo, que se module el alcance de esa nulidad para no llegar a personas o, incluso a
actos, que, aunque estén conectados con el acto nulo, el motivo de dicha nulidad (la lesión de derechos funda-
mentales) no les afecta”.

152
JOSÉ MIGUEL ROJAS BERNAL

sustracción de la materia. Así, por ejemplo, en la STC Exp. Nº 02364-2008-PA/TC,


el Tribunal Constitucional consideró que ya no era necesario emitir pronunciamiento
alguno sobre el fondo, pues, al momento de sentenciar, ya se había dictado una re-
solución judicial que daba inicio al proceso penal, cuando lo que la recurrente cues-
tionaba era el acuerdo del Congreso de la República que había aprobado acusarla cons-
titucionalmente.
Sin embargo, el propio artículo 1 del Código ha previsto que, aún en un contexto
de sustracción de la materia, el juez emita sentencia sobre el fondo, “disponiendo que
el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motivaron la inter-
posición de la demanda”. Es decir, una segunda opción prevista por el legislador es
que, aún ante la pérdida de objeto del proceso de amparo, el juez dicte sentencia sobre
el fondo, a fin de evitar futuros actos lesivos iguales al constatado. En doctrina, esto es
lo que se ha llamado un “amparo innovativo”, toda vez que el juez emite sentencia de-
clarando fundada la demanda, a pesar de que el acto lesivo ha desaparecido o ha de-
venido en irreparable6.
Sin desconocer la lógica que está detrás de la primera opción, la cual podría re-
sultar legítima desde el punto de vista de la dimensión subjetiva del proceso de amparo;
consideramos que la segunda resulta más acorde con la doble dimensión subjetivo-ob-
jetiva que caracteriza a este proceso constitucional. Nos explicamos.
Si bien la declaración judicial de carencia de objeto es una respuesta posible ante
la sustracción de la materia, lo cierto es que, en determinados casos (particularmente
cuando la afectación del derecho efectivamente se produjo y se constató), tal decla-
ración aparece como una negación de la tutela (aunque meramente declarativa) que
en tales casos adopta el amparo. De hecho, no es lo mismo que el juez constitucional
declare la improcedencia porque ya antes de la interposición de la demanda el acto
lesivo había cesado o la violación devenido en irreparable (art. 5 inc. 5 del CPConst.),
que cuando la sustracción de la materia se produce en el curso del proceso mismo. En
este último caso, el juez constitucional tiene la competencia legalmente habilitada para
emitir pronunciamiento, y hasta podría decirse, tiene la obligación de hacerlo.
Así que, desde una perspectiva subjetiva, la declaración de carencia de objeto
puede culminar a la postre en una negación de la tutela del derecho fundamental con-
cernido. Tampoco serviría de mucho, por otra parte, que el juez constitucional dejara
establecido que el derecho involucrado fue vulnerado en el caso concreto, pero a su
vez declarara infundada la demanda por sustracción de la materia. En verdad, una sen-
tencia constitucional bien construida desde el punto argumentativo exigiría que, ante
la constatación de una vulneración del Derecho Constitucional, y aún en un contexto
de sustracción de la materia, el juez o tribunal declare que la violación se produjo y
emita un fallo estimatorio.

6 ETO CRUZ, Gerardo. Tratado del proceso constitucional de amparo, Tomo I, 2ª edición actualizada y revisada,
Gaceta Jurídica, Lima, 2014, p. 505.

153
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

Con ello, se cumpliría un doble objetivo: a) la tutela del derecho constitucional


del actor, en este caso frente a futuros actos lesivos, en cuyo caso el afectado podrá re-
currir el hipotético hecho nuevo en vía de represión de actos homogéneos (art. 60 del
CPConst); pero también, b) el establecimiento de una regla derivada del caso concreto,
que vincula para futuros casos similares entre sujetos distintos a las partes (art. VI del
Título Preliminar del CPConst.).
De esta manera, es un error sostener que la sustracción de la materia nos lleva di-
rectamente a la declaración de carencia de objeto o a la improcedencia de la demanda
de amparo: ni el cese de la agresión por voluntad propia ni la irreparabilidad de la
lesión enervan el hecho concreto de que la violación del derecho fundamental se
produjo; ergo, la ausencia de un fallo estimatorio en tal supuesto equivale a una ne-
gación de garantía que afecta el derecho a la tutela procesal efectiva (art. 139 inc. 3 de
la Constitución). Por ello, se hace bien en precisar que “la improcedencia del juicio de
amparo por imposibilidad de reparar al quejoso (…) no debe aplicarse mecánicamente
sino hay que estudiarla bajo el prisma (…) del derecho de acceso a la justicia”7.
Más aún: en un contexto de sustracción de la materia por irreparabilidad de la
violación, el juez constitucional podría aún ensayar una forma alterna de reparación,
como ocurrió en la STC Exp. Nº 04611-2007-PA/TC, cuando el Tribunal Constitu-
cional amplió el concepto de “reposición” que señala el Código, para los casos de
vulneración del derecho al honor (por definición, un derecho cuya violación, una
vez producida, resulta irreversible), acudiendo para ello al concepto de “satisfac-
ciones” extraído del sistema interamericano de protección de derechos humanos8. Más
cuestionable, por otro lado, resultaría la posibilidad de que la sentencia de amparo
brinde una tutela indemnizatoria ante la imposibilidad de emitir una orden restitutoria,
ya que el Código Procesal Constitucional no prevé dicho supuesto como un contenido
posible de la sentencia de amparo9, lo que es distinto a que la sentencia estimatoria
sirva como una cuestión prejudicial para la reclamación posterior de la indemnización
a la que hubiere lugar10.

7 FERRER MAC-GREGOR, Eduardo y Rubén SÁNCHEZ GIL: El nuevo juicio de amparo. Guía de la reforma
constitucional y la nueva Ley de Amparo, 6ª edición, Biblioteca Porrúa de Derecho Procesal Constitucional,
Porrúa / UNAM / IMDPC, México D.F., 2014, p. 204.
8 En el mismo sentido, puede verse la STC Exp. Nº 03689-2010-PA/TC, voto de los magistrados Calle Hayen y
Eto Cruz, en torno a las reparaciones “alternativas” a los trabajadores de una empresa tercerizadora cuando se ha
extinguido el contrato de mercantil entre esta y la empresa principal.
9 Hasta la fecha, solo un pronunciamiento del TC, la STC Exp. Nº 00858-2003-AA/TC, ha establecido una indem-
nización en su parte resolutiva, y no en un supuesto de sustracción de la materia. Por su parte, a nivel comparado,
el artículo 18 de la Ley Orgánica de Garantías Constitucionales y Control Constitucional de Ecuador, de 2009, sí
establece que la reparación del derecho puede incluir “la compensación económica o patrimonial”, “las medidas
de reconocimiento”, “las disculpas públicas”, “la prestación de servicios públicos”, entre otros. Sobre ello, puede
verse a POLO CABEZAS, María Fernanda. “Reparación integral en la justicia constitucional”, en: MONTAÑA
PINTO, Juan y Angélica PORRAS VELASCO (editores): Apuntes de Derecho Procesal Constitucional, Cua-
dernos de trabajo, Tomo 2, Corte Constitucional para el Período de Transición, Quito, 2012, pp. 65-82.
10 DÍEZ-PICAZO GIMÉNEZ, Ignacio: “Reflexiones…”, ob. cit., p. 57.

154
JOSÉ MIGUEL ROJAS BERNAL

Desde esa perspectiva, pues, lo que el artículo 1 segundo párrafo del Código
estaría estableciendo es una verdadera obligación para el juez constitucional, de
declarar fundada la demanda de amparo, aún en un supuesto de sustracción de la
materia; siempre, claro está, que se haya podido constatar que la agresión se produjo y
que esta afectó el contenido constitucionalmente protegido del derecho fundamental11.
El Tribunal Constitucional, sin embargo, no comparte este criterio: esto es lo se
puede concluir no solo de su jurisprudencia desigual en torno a casos en los cuales la
sustracción de la materia ha llevado directamente a la improcedencia y en otros a la
sentencia estimatoria; sino también de pronunciamientos expresos en los cuales el TC
ha precisado que el citado artículo 1 “deja un margen de apreciación al juez constitu-
cional para que, en atención a las circunstancias y el contexto en el que se presenta el
agravio, decida si expide o no un pronunciamiento sobre el fondo”12.
Sería inútil intentar una reconstrucción de lo que el TC entiende por la frase “aten-
diendo al agravio producido” para dictar sentencia estimatoria pese a la sustracción de
la materia (artículo 1 segundo párrafo del Código), cuando la propia jurisprudencia
constitucional demuestra de que no existe un criterio uniforme a este respecto. En su
lugar, consideramos más provechoso revisar de qué modo ha resultado útil para el
TC emitir una sentencia de amparo innovativo, cuando ha optado por ejercer dicha
“facultad”.

III. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en torno a las senten-


cias de amparo y hábeas corpus de tipo “innovativo”
Por razones de índole pedagógica, el siguiente análisis tomará como ejemplo no
solo sentencias de amparo, sino también de hábeas corpus, lo que no reviste problema
alguno pues, en esencia, los efectos (declarativos y de condena) antes mencionados
bien pueden ser aplicados a ambos procesos de tutela de derechos. Y, como no puede
ser de otra forma, la jurisprudencia aquí seleccionada obedece a solo una muestra del
conjunto, que trata de ser en algo representativa, pero que naturalmente no lo es a
plenitud, dado los límites de espacio de este trabajo.

11 En el mismo sentido, CASTILLO CÓRDOVA, Luis: Comentarios al Código Procesal Constitucional, Tomo I,
2ª edición, Palestra, Lima, 2006, pp. 128-129, quien opina que, si el juez constata que se ha producido la vio-
lación del derecho fundamental, pero sobreviene la sustracción de la materia, dicho juez “está obligado a terminar
el proceso declarando fundada la demanda y disponiendo una serie de órdenes en la dirección de asegurar la
defensa del Derecho Constitucional frente a eventuales futuras nuevas agresiones por parte del demandado”.
12 STC Exp. Nº 07039-2005-HC/TC, f.j. 4. Se trata, por lo demás, de un criterio reiterado en casos posteriores (cfr.
SSTC Exp. N° 0256-2003-HC/TC, f.j. 12; 07955-2005-PA/TC, f.j. 5;y 03366-2007-PA/TC, f.j. 3).

155
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

1. El amparo innovativo como un modo de establecer una regla a partir del caso
concreto

En la STC Exp. Nº 00189-2010-PA/TC (caso Josué Tejada Atalaya vs. Uni-


versidad Privada Antonio Guillermo Urrelo), el Tribunal conoció de una demanda
de amparo interpuesta por un socio contra una universidad privada de la cual había
sido arbitrariamente excluido, y en la cual solicitaba su reposición, así como la inapli-
cación de un artículo del Estatuto que sancionaba a los asociados por plantear de-
mandas judiciales en contra de la universidad. Si bien en el curso del proceso el de-
mandante falleció, siendo sucedido procesalmente, el Tribunal advirtió que a pesar
de la irreparabilidad sobrevenida era importante realizar un análisis de fondo, “por
las circunstancias relevantes que el caso presenta respecto del derecho fundamental
a la tutela procesal efectiva”, y “por la dimensión objetiva que ostentan los procesos
constitucionales”13. Finalmente, el TC declaró fundada la demanda de amparo, nulo
el acuerdo de exclusión, dejando a salvo la posibilidad de que la sucesión intestada
realice los reclamos correspondientes; no sin dejar expresado como regla derivada del
caso concreto que las normas estatutarias que imponen sanciones a los miembros de
una asociación que plantean en su contra acciones judiciales son “inconstitucionales
por constituir un condicionamiento gravoso al derecho fundamental de acceder li-
bremente a los órganos jurisdiccionales”14.
Lo propio cabe decir de la conocida STC Exp. Nº 00256-2003-HC/TC (caso
Francisco Francia vs. Hospital Nacional Dos de Mayo), en la cual el TC se enfrentó al
mismo supuesto de sustracción de la materia antes mencionado: el fallecimiento del
demandante. Sin embargo, entró al fondo del asunto, y declaró fundada la demanda
(de hábeas corpus, en este caso), luego de establecer como regla que la retención del
cadáver del occiso como medio para intimar a sus familiares al pago de la deuda por
los servicios prestados por un hospital, constituye una violación de la libertad de culto
y de la integridad personal15.
También merece un comentario la STC Exp. Nº 02098-2010-PA/TC (caso Eladio
Guzmán Hurtado vs. Comandancia General de Ejército), en la que el Tribunal Consti-
tucional advirtió que mientras el actor solicitaba su reincorporación como cadete a la
Escuela Militar de Chorrillos, posteriormente el mismo cadete había solicitado que se
le dé de baja por falta de vocación militar. Pese a ello, el TC decidió entrar al fondo
del asunto, para declarar fundada la demanda y establecer como regla que “la pros-
cripción de mantener relaciones amorosas dentro de la Escuela entre cadetes” viola
el derecho al libre desarrollo de la personalidad, por lo que dispuso que la institución
emplazada “no vuelva a imponer sanciones administrativas por el hecho de mantener
relaciones amorosas entre cadetes dentro y fuera de la Escuela Militar de Chorrillos”.

13 STC Exp. Nº 00189-2010-PA/TC, f.j. 3.


14 Ibídem, f.j. 10.
15 STC Exp. Nº 00256-2003-HC/TC, ff.jj. 18 y 20.

156
JOSÉ MIGUEL ROJAS BERNAL

De forma más reciente, la STC Exp. Nº 04238-2011-PHC/TC (caso Elizabeth


Grossmann vs. Corte Superior de Justicia del Cusco), se enfrenta a la circunstancia
de que, mientras la actora solicitaba su traslado como jueza a la ciudad del Cusco a
fin de atender a sus menores hijos (en este caso, a través de un hábeas corpus), poste-
riormente el acto lesivo cesó por voluntad propia de la Corte demandada. Sin embargo,
el Tribunal consideró que “existen fundadas razones para ingresar a evaluar el fondo
del asunto, tal como lo exige la dimensión objetiva y fuerza normativa de disposi-
ciones constitucionales tales como aquellas que exigen una protección especial de la
familia (“interés superior del niño”, artículo 4) o el derecho a la integridad moral,
física y psíquica de menores de edad (artículo 2.1), entre otros”. Así que, si bien el
TC declaró infundada la demanda (luego de apreciar que el Presidente de la Corte no
conocía del grave estado de salud del menor hijo de la recurrente cuando dispuso el
traslado de la actora a Sicuani), estimó conveniente disponer que “la autoridad em-
plazada en la legítima atribución de conformar Salas considere dicho grave estado con
el objeto de no poner en riesgo la salud o vida de tales menores de edad, y además
que si dicha autoridad verifica que en un específico caso se ha manipulado, distor-
sionado o falsificado información médica sobre dichos menores deba remitirse tal caso
al Consejo Nacional de la Magistratura para los efectos disciplinarios o de ratificación
respectivos, entre otras acciones que resulten pertinentes”.
Finalmente, un caso bastante particular es la STC Exp. Nº 05527-2008-PA/TC
(caso Nidia Baca Barturén vs. Escuela de la Policía de Chiclayo), sobre una demanda
de amparo que tenía por objeto que se ordene el alta de la favorecida del hospital de la
policía, a fin de que continúe sus estudios como cadete en la Escuela; no obstante lo
cual, en el curso del proceso, se apreció que la actora ya había sido dada de alta. Sin
embargo, el TC aprovechó este caso para entrar al fondo del asunto, declarar fundada
la demanda, y establecer como regla vinculante el criterio según el cual “las Escuelas
de Formación de la Policía Nacional del Perú se encuentran impedidas de separar
alguna alumna y/o cadete por su estado de embarazo”. Resulta paradójico que, cinco
años después, el mismo Tribunal se haya visto obligado a declarar un estado de cosas
inconstitucional sobre esta materia (STC Exp. Nº 01126-2012-PA/TC, de fecha 6
de marzo de 2014), lo cual solo demuestra que la exhortación pronunciada en aquel
hábeas corpus innovativo careció de recepción alguna.

2. El amparo innovativo como vía para establecer un precedente vinculante

En la STC Exp. Nº 06423-2007-PHC/TC (caso Guillermo Ruiz Dianderas vs.


Policía Judicial de Puno), el Tribunal conoció de una demanda (de hábeas corpus, en
este caso), que tenía como objeto cuestionar la detención policial de la cual había sido
objeto el actor. Sin embargo, para el momento de resolver, el beneficiario ya había sido
puesto a disposición del juez competente. Pese a ello, el TC aprovechó la oportunidad
para dictar un precedente vinculante sobre esta materia, estableciendo que el plazo de
24 horas que establece la Constitución es un plazo máximo, pero también existe “el

157
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

plazo estrictamente necesario de la detención”, el cual debe ser fijado a partir de las
circunstancias del caso concreto.

a. El amparo innovativo con efectos solo para el caso concreto (sin pretensión de
establecer una regla vinculante para casos futuros)
En la STC Exp. Nº 00249-2010-PA/TC (caso Víctor Lazo vs. Notarios Públicos
de Lima), la sentencia del TC resolvió una demanda de amparo cuya finalidad era
que se ordene a los demandados a que se rectifique el contenido de un oficio que
agraviaba su derecho al honor. Con buen criterio, el TC juzgó que la presunta afec-
tación del derecho al honor era irreparable, no obstante lo cual optó por entrar al fondo
del asunto, para declarar fundada en parte la demanda y ordenar a los emplazados
que se abstengan de enviar futuras comunicaciones que puedan agraviar el honor y la
buena reputación del demandante, “y en general, de los miembros del Colegio de No-
tarios de Lima”. Como se puede ver, los efectos de este amparo “innovativo” (su pro-
nunciamiento declarativo) solo tuvo razón de ser entre las partes, siendo difícilmente
aplicable como una regla general, dada la singularidad de la controversia.
Lo propio cabe decir de la STC Exp. Nº 00430-2012-PA/TC (caso Carmen
Alarcón López vs. Sindicato de Trabajadores de la Municipalidad de Lima), en la que
el Tribunal apreció otro supuesto de sustracción de la materia, puesto que mientras la
actora solicitaba la nulidad de un proceso electoral celebrado al interior del sindicato,
lo cierto es que dicho proceso ya había concluido. Sin embargo, la sentencia entró
al fondo del asunto, para determinar que se había vulnerado el principio de impar-
cialidad, pues la secretaria del Comité Electoral también había participado en la lista
de adherentes de una lista en competencia, y en consecuencia, declaró fundada en parte
la demanda y exhortó al sindicato emplazado “para que en futuros procesos electorales
se disponga las medidas correctivas pertinentes a fin de que no se presenten situaciones
lesivas como las identificadas en la presente sentencia”.
Finalmente, otro ejemplo a considerar es la STC Exp. Nº 02631-2009-PHD/TC (caso
Mercedes Nieves Medina vs. Banco Continental Sucursa Talara), sobre una demanda
(en este caso, de hábeas data) interpuesta por la actora contra una entidad bancaria,
que la reportó erróneamente como deudora y morosa ante Infocorp. A pesar de que al
momento de resolver la causa la recurrente ya no se encontraba registrada como deudora
en la base de datos, el Tribunal decidió pronunciarse sobre el fondo a fin de determinar
si se vulneraron los derechos de la demandante. Y, en efecto, así lo declaró, luego de
comprobar que, de las boletas de pago adjuntas, era posible concluir que la recurrente
sí había pagado la totalidad de la deuda que tenía con el Banco, en la fecha oportuna,
por lo que para el TC quedaba claro “el error en el cual incurrieron las emplazadas,

158
JOSÉ MIGUEL ROJAS BERNAL

al consignar a la recurrente como ‘deudora’ en sus respectivos banco de datos”.


Así, declaró fundada en parte la demanda, ordenando a las emplazadas “evitar incurrir
en las acciones y omisiones que motivaron la presente demanda”.

b. El amparo innovativo como título habilitante para reclamar la protección del


derecho vulnerado en otra vía
Por ejemplo, en la STC Exp. Nº 03258-2010-PA/TC (caso Tito Fernández Ro-
dríguez vs. Alcalde Distrital de Milpuc-Amazonas), el Tribunal se enfrentó a un caso
de irreparabilidad de violación del derecho a la propiedad, pues si bien constató que la
ejecución de una obra pública sobre el terreno del actor había afectado su derecho de
propiedad, lo cierto es que dicho proyecto ya había concluido. No obstante, el TC optó
por declarar fundada la demanda, ordenando al alcalde emplazado que no vuelva a in-
currir en el acto lesivo cuestionado, así como “dejar a salvo el derecho del demandante
de acudir a la vía judicial ordinaria, a efectos de reclamar el pago de la indemnización
justipreciada que corresponda”.

c. Algunos supuestos de sustracción de la materia seguidos de declaración de


improcedencia
Son, sin duda, varios. Aquí solo mencionaremos tres, a modo de ilustración.
Uno de ellos es la STC Exp. Nº 05854-2005-AA/TC (caso Pedro Lizana Puelles
vs. Jurado Nacional de Elecciones), en la que el Tribunal admitió la posibilidad de que,
a través del amparo, se pueda cuestionar una resolución jurisdiccional del Jurado Na-
cional de Elecciones; sin embargo, apreció que en ningún caso ello podía suspender el
calendario electoral, de modo que toda afectación de derechos fundamentales en que
incurra el JNE, dijo el TC, deviene en irreparable cada vez que precluya cada una de
las etapas del proceso electoral o que la voluntad popular haya sido manifestada en las
urnas. Y agregó: “[e]n dichos supuestos el proceso de amparo solo tendrá por objeto
determinar las responsabilidades a que hubiera lugar, de conformidad con el artículo 1
del CPConst.”.
Otro supuesto relativamente típico es el referido al cuestionamiento de la detención
provisional, de lo cual es un ejemplo la RTC Exp. Nº 02834-2012-PHC/TC (caso
Gilbert Panduro Villavicencio y otro contra la Sala Penal de Apelaciones de Loreto),
entre muchas otras, en la que el Tribunal Constitucional se enfrentó a una demanda (en
este caso, de hábeas corpus) a través de la cual los actores cuestionaban el exceso de
su detención provisional; no obstante, el TC apreció que el agravio había cesado pues
ya se había emitido sentencia condenatoria, de la cual dimanaba la restricción de su
libertad personal: en consecuencia, declaró improcedente la demanda, por sustracción
de la materia.
Finalmente, un supuesto adicional es el mencionado en la RTC Exp. Nº 03375-
2010-PHC/TC (caso Alberto Haro Arrunátegui contra Fiscal Provincial de Barranca),
en la que el Tribunal conoció de una demanda (de hábeas corpus, en este caso) que

159
LOS EFECTOS DE LA SENTENCIA CONSTITUCIONAL DE AMPARO

cuestionaba una investigación fiscal por vulnerar el derecho al plazo razonable.


Sin embargo, al momento de sentenciar, el TC observó que el fiscal había decretado el
sobreseimiento del actor, dando por finalizada la investigación preparatoria. A causa
de ello, declaró improcedente la demanda, por sustracción de la materia.

Conclusiones
En suma, las contadas oportunidades en las cuales el Tribunal Constitucional
ha recurrido (o parece haber recurrido) al segundo párrafo del artículo 1 del Código
Procesal Constitucional, para dictar una sentencia de amparo “innovativo”, ha estado
precedida de diversos propósitos, unos más vinculados al caso concreto y a la pro-
tección de los derechos del recurrente frente a futuros actos lesivos, y en otros casos,
además de ello, de un claro afán de dejar claramente establecida una norma individual
de origen jurisprudencial con efectos más allá de las partes. Si bien ambas finalidades
nos parecen loables, es claro que lo serían más si el recurso al segundo párrafo del
artículo 1 del Código fuera entendido como “obligatorio”, y no de forma discrecional,
tal como lo exige, por lo demás, el principio de igualdad en aplicación de la ley,
difícilmente garantizado cuando la reparación declarativa del amparo depende del ar-
bitrio inmotivado del juez constitucional.

160
ANEXO
Sentencias de amparo
AMPARO ARBITRAL

El recurso de anulación de laudo no es vía previa


al amparo, sino vía específica e idónea
para proteger cualquier derecho

STC Exp. Nº 00142-2011-PA/TC


Caso: Sociedad Minera María Julia
Sentido del fallo: Infundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 26/09/2011

El Tribunal ha establecido las siguientes reglas respecto al recurso de anulación


de laudo: a) Constituye vía procedimental específica igualmente satisfactoria para
la protección de derechos constitucionales; b) No procede el amparo para la pro-
tección de derechos que forman parte del debido proceso; c) No procede el amparo
para cuestionar la falta de convenio arbitral; d) Tampoco procede el amparo cuan-
SUMILLA do la materia sobre la que tiene que decidirse versan sobre derechos fundamenta-
les de carácter indisponible; e) la interposición del amparo desconociendo lo ante-
rior no suspende los plazos para la presentación del recurso de anulación arbitral;
y, f) contra lo resuelto por el PJ en materia de impugnación de laudos solo procede
el amparo contra resoluciones judiciales.

EXP. N° 00142-2011-PA/TC-LIMA
SOCIEDAD MINERA DE RESPONSABILIDAD LTDA. MARÍA JULIA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 21 días del mes de setiembre de 2011, el Pleno del Tribunal Constitucional, integra-
do por los magistrados Mesía Ramírez, Álvarez Miranda, Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Eto
Cruz y Urviola Hani, pronuncia la siguiente sentencia, con el voto singular del magistrado Vergara
Gotelli y el fundamento de voto del magistrado Urviola Hani, que se agregan.
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por la Sociedad Minera de Responsabilidad Ltda.
María Julia contra la resolución expedida por la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia
de Lima, de fojas 136, su fecha 23 de julio de 2010, que declaró improcedente la demanda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 18 de diciembre de 2009, la recurrente interpone demanda de amparo contra el Tribunal
Arbitral compuesto por el Árbitro Único don Luis Humberto Arrese Orellana, a fin de que se de-
clare la ineficacia del laudo arbitral de derecho contenido en la Resolución del 22 de setiembre de
2009, recaída en el Caso Arbitral Nº 1487-119-2008, así como su inscripción registral dispuesta por
el mismo laudo, y que se ordene que se retrotraiga el Caso Arbitral Nº 1487-11-2008 hasta antes de
la expedición del referido laudo. Alega la recurrente que se afecta sus derechos al debido proceso y
a la tutela procesal efectiva.

163
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Según la recurrente, el árbitro demandado no ha explicado o fundamentado debidamente por qué


existe una “incompatibilidad” en la cláusula Tercera del Contrato de Cesión Minera en cuanto al
momento de inicio de la exploración minera. Más aún, el laudo se fundamenta en la invocación de
normas impertinentes para la interpretación de la cláusula referida. Asimismo, la recurrente sostie-
ne que el árbitro demandado no ha valorado debidamente los hechos y la prueba documentaria que
obra en el expediente arbitral.
El Quinto Juzgado en lo Constitucional de Lima, mediante Resolución de fecha 23 de diciembre de
2009, declara de plano improcedente la demanda interpuesta, por cuanto la recurrente no ha cum-
plido con agotar la vía previa. A su turno, la Tercera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima, confirma la apelada, pero considera además, que la demanda es improcedente por la existen-
cia del recurso de anulación del laudo (según la Duodécima Disposición Complementaria del De-
creto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje), que es vía igualmente satisfactoria para la pro-
tección de la pretensión solicitada.
FUNDAMENTOS
Petitorio
1. Conforme se indica en la demanda, el presente proceso constitucional se dirige a restablecer las
cosas al estado anterior a la vulneración de los derechos constitucionales invocados por la recu-
rrente como resultado del laudo arbitral de derecho emitido con fecha 22 de setiembre de 2009
dentro del Caso Arbitral Nº 1487-119-2008. Según afirma la recurrente, dicha vulneración se ha-
bría producido por existir una deficiente y contradictoria fundamentación en el referido laudo.
Consideración preliminar
2. De manera preliminar a la dilucidación de la presente controversia, este Colegiado considera
pertinente referir que a la fecha, existe una buena cantidad de procesos en trámite en los que se
viene cuestionando el proceder de la jurisdicción arbitral de cara a lo establecido en la Consti-
tución. Consciente de la importancia del arbitraje dentro del orden constitucional, este Tribunal
considera conveniente proceder a una reformulación y/o consolidación de los criterios estableci-
dos en su jurisprudencia, con el objeto de dar una visión actualizada de lo que hoy en día repre-
senta para este Supremo Intérprete de la Constitución la institución del arbitraje y la fórmula de
control constitucional aplicable a este.
La evolución del control constitucional sobre la justicia arbitral en la jurisprudencia del
Tribunal Constitucional
3. La perspectiva de un control constitucional sobre las decisiones emitidas por la jurisdicción ar-
bitral no es desconocida ni mucho menos reciente para este Colegiado. La primera vez que esto
se sometió a discusión data del año 1999, con motivo del proceso de amparo promovido por Pes-
quera Rodga S.A. contra los miembros de un Tribunal Arbitral y el Centro de Arbitraje y Conci-
liación Comercial (CEARCO PERU) (STC Exp. N° 189-1999-AA/TC). En aquella oportunidad
se dejó claramente establecido que “la posibilidad de cuestionarse por vía del proceso constitu-
cional un laudo arbitral, esto es, una resolución expedida por un Tribunal Arbitral, no puede con-
siderarse una opción equivocada ni menos inconstitucional, habida cuenta de que si bajo deter-
minadas circunstancias procede el proceso constitucional contra resoluciones provenientes tanto
de la jurisdicción ordinaria como contra resoluciones de la jurisdicción militar (…) no existe ra-
zón alguna (tampoco y mucho menos legal, ya que se trata de derechos constitucionales) que im-
pida el uso del proceso constitucional frente a la jurisdicción arbitral (…)” (fundamento 3).
4. Aunque los criterios por entonces establecidos respondían directamente al estado de la jurispru-
dencia en relación con el control constitucional de las decisiones judiciales (que, como se sabe,
solo permitía la defensa de derechos constitucionales estrictamente procesales), se aceptó la po-
sibilidad de habilitar la opción descrita, de una forma no menos restringida que la que ya se daba
para otras manifestaciones de control.

164
SENTENCIAS DE AMPARO

5. Es pertinente precisar que por la misma época el tema también fue abordado desde la perspecti-
va legislativa. En efecto, mediante Ley Nº 27053 publicada en el diario oficial El Peruano el 19
de enero de 1999, quedó modificado el artículo 6, inciso 2), de la entonces vigente Ley de Há-
beas Corpus y Amparo (Nº 23506), estableciendo la improcedencia de las acciones de garantía
“Contra resolución judicial o arbitral emanadas de proceso regular”, lo que contrario sensu, y si-
guiendo la jurisprudencia existente en aquel momento, significaba que si el proceso (sea este ju-
dicial o arbitral) devenía en irregular, quedaba habilitado el control constitucional.
6. Casos posteriores de cuestionamiento a decisiones arbitrales no se volverían a presentar durante
un periodo relativamente largo. Es recién en el año 2005 que el Pleno del Tribunal Constitucio-
nal, utilizaría un proceso en el que colateralmente se discutía un arbitraje, para teorizar nueva-
mente sobre el tema, esta vez de un modo mucho más detallado. Se trata de la sentencia recaí-
da en el proceso de habeas corpus promovido por Felipe Cantuarias Salaverry contra el fiscal de
la Trigésimo Octava Fiscalía Provincial Penal de Lima (STC Exp. N° 6167-2005-PHC/TC). En
esta Ejecutoria y al margen de las consideraciones teóricas en ella desarrolladas y que abogan
decididamente por el control constitucional de las decisiones arbitrales, se sentarán los siguien-
tes criterios: a) El control judicial es siempre a posteriori y se ejerce a través de los recursos
de apelación y anulación de laudo previstos en la Ley General de Arbitraje (Nº 26572); b) El
control constitucional se sujeta a lo establecido en el Código Procesal Constitucional, preci-
sándose que tratándose de materias de competencia del fuero arbitral, de conformidad con el
artículo 5, numeral 4, del citado Código, no proceden los procesos constitucionales cuando no
se hayan agotado las vías previas; en ese sentido, si lo que se cuestiona es un laudo arbitral que
verse sobre derechos de carácter disponible, de manera previa a la interposición de un proce-
so constitucional, el presunto agraviado deberá haber agotado los recursos que la Ley General
de Arbitraje prevé para impugnar dicho laudo; y c) En este contexto, el control constitucional
jurisdiccional se desenvuelve a posteriori, cuando se vulnera el derecho a la tutela procesal
efectiva o se advierte un incumplimiento, por parte de los propios árbitros, de la aplicación de
la jurisprudencia constitucional o los precedentes de observancia obligatoria, que los vinculan
en atención a los artículos VI, in fine, y VII del Título Preliminar del Código Procesal Consti-
tucional, respectivamente.
7. Tiempo después y mediante la sentencia recaída en el proceso de amparo promovido por Cor-
poración Meier S.A.C. y Persolar S.A.C. contra Aristocrat Technologies INC y Aristocrat Inter-
national PTY Limited (STC 4972-2006-PA/TC), el Tribunal Constitucional volverá a pronun-
ciarse sobre el tema, reiterando algunos de los criterios establecidos hasta entonces a la par que
ampliando algunos otros. El razonamiento, en esta ocasión, se sintetiza en tres extremos: a) El
control constitucional de las decisiones emitidas por la jurisdicción arbitral procede cuando ésta
vulnera o amenaza cualquiera de los aspectos que formal o materialmente integran la llamada
tutela procesal efectiva, y siempre que se haya agotado la vía previa; b) El control constitucio-
nal procede cuando la jurisdicción arbitral ha sido impuesta compulsiva o unilateralmente; c) El
control constitucional opera cuando a pesar de haberse aceptado voluntariamente la jurisdicción
arbitral, las materias sobre las que ha decidirse tienen carácter indisponible (derechos fundamen-
tales, temas penales, etc.).
8. Más recientemente el Tribunal Constitucional aborda de nuevo el tema y agrega algunos aspec-
tos adicionales, mediante la sentencia recaída en el proceso de amparo promovido por PROIME
Contratistas Generales S.A. contra los miembros del Tribunal Arbitral del Colegio de Ingenieros
del Perú (STC Exp. N° 4195-2006-PA/TC). En dicho pronunciamiento, se habla hasta de cin-
co reglas en materia de control sobre la jurisdicción arbitral. Conforme a estas: a) El amparo no
procederá cuando se cuestione actuaciones previas a la expedición del laudo, por lo que en tales
supuestos habrá que esperar la culminación del proceso arbitral; b) Deberá agotarse la vía pre-
via tras haber culminado el proceso arbitral, siempre y cuando sean pertinentes los recursos de
apelación o anulación; c) El amparo no procede cuando se cuestione las interpretaciones del tri-
bunal arbitral respecto a normas legales, a menos que de tales interpretaciones se desprenda una

165
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

vulneración manifiesta a la tutela procesal efectiva o al debido proceso; d) La valoración y ca-


lificación de los hechos y circunstancias sometidos a arbitraje son de exclusiva competencia de
la jurisdicción arbitral, a menos que en ello se advierta una manifiesta arbitrariedad, que pueda
constatarse de la simple lectura de las piezas que se adjuntan al proceso, sin que sea necesaria
una actividad probatoria adicional que no es posible en el proceso de amparo; e) Quien alega la
violación de un derecho constitucional que resulte de una arbitraria interpretación de normas o
hechos producidos en el trámite del arbitraje, deberá acreditarlos de manera objetiva y específi-
ca, precisando en qué ha consistido dicha irregularidad, así como el documento o pieza procesal
en el que se constata dicha vulneración.
9. Como puede apreciarse, el tratamiento del control constitucional respecto de las decisiones emi-
tidas por la jurisdicción arbitral no siempre ha sido el mismo y las reglas en su momento institui-
das han ido no solamente variando con el curso del tiempo, sino que algunas han sido retocadas
con distinta intensidad.
Los alcances de la jurisdicción arbitral
10. De acuerdo con el artículo 138 de la Constitución Política del Perú: “La potestad de administrar
justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a través de sus órganos jerárquicos
con arreglo a la Constitución y a las leyes”. A su turno el artículo 139 inciso 1) de la misma nor-
ma fundamental, prevé como un principio a la par que un derecho ante la función jurisdiccional,
“La unidad y exclusividad de la función jurisdiccional”, quedando claramente establecido que
“No existe ni puede establecerse jurisdicción alguna independiente, con excepción de la militar
y arbitral”.
11. A partir de lo establecido por la norma fundamental, “el arbitraje no puede entenderse como un
mecanismo que desplaza al Poder Judicial, ni tampoco como su sustitutorio, sino como una al-
ternativa que complementa el sistema judicial puesta a disposición de la sociedad para la solu-
ción pacífica de las controversias. Y que constituye una necesidad, básicamente para la solu-
ción de conflictos patrimoniales de libre disposición y, sobre todo para la resolución para las
controversias que se generen en la contratación internacional” (STC Exp. N° 6167-2005-PHC/
TC, fundamento 10). Desde esta perspectiva, “este Tribunal reconoce la jurisdicción del arbi-
traje y su plena y absoluta competencia para conocer y resolver las controversias sometidas al
fuero arbitral, sobre materias de carácter disponible (…), con independencia jurisdiccional y,
por tanto, sin intervención de ninguna autoridad, administrativa o judicial ordinaria” (STC Exp.
N° 6167-2005-PHC/TC, fundamento 14).
12. Sin embargo de la especial naturaleza del arbitraje, en tanto autonomía de la voluntad de
las partes y, al mismo tiempo, de la independencia de la jurisdicción arbitral, no supone
en lo absoluto desvinculación del esquema constitucional, ni mucho menos del cuadro de
derechos y principios reconocidos por la Constitución. Como ya ha señalado este Tribu-
nal, “la naturaleza de jurisdicción independiente del arbitraje, no significa que establezca
el ejercicio de sus atribuciones con inobservancia de los principios constitucionales que in-
forman la actividad de todo órgano que administra justicia, tales como el de independencia
e imparcialidad de la función jurisdiccional, así como los principios y derechos de la fun-
ción jurisdiccional. En particular, en tanto jurisdicción, no se encuentra exceptuada de ob-
servar directamente todas aquellas garantías que componen el derecho al debido proceso”
(STC Exp. N° 6167-2005-PHC/TC, fundamento 9).
13. Ello es así por cuanto la función jurisdiccional se sustenta y se debe a la norma fundamental, más
allá de la especialidad sobre la que pueda versar o de la investidura de quienes la puedan ejercer.
De este modo y aunque se dota a la Justicia arbitral de las adecuadas garantías de desenvolvi-
miento y se fomenta su absoluta observancia, la misma se encuentra inevitablemente condicio-
nada a que su ejercicio se desarrolle en franco respeto al orden constitucional y a los derechos de
la persona.

166
SENTENCIAS DE AMPARO

El modelo de control constitucional sobre la jurisdicción arbitral y la necesidad de reacomo-


darlo a lo previsto en el Código Procesal Constitucional
14. Como se ha visto, han sido diversos los criterios que de una u otra manera, han venido perfilando
las aspectos del control constitucional de la jurisdicción arbitral. No obstante, considera este Co-
legiado que aun cuando buena parte de dichos criterios no han perdido su importancia, requieren
ser acoplados de una manera mucho más directa a lo expresamente previsto por el Código Pro-
cesal Constitucional, en cuanto referente obligado de cualquier fórmula procesal tendente a de-
fender la Constitución.
15. Es pertinente recordar que un cambio radical entre el modelo procesal actualmente vigente y el
anterior, vino representado por el paso de un amparo alternativo a uno de carácter subsidiario o
residual. Este cambio supuso la conversión del amparo en un instrumento procesal que habién-
dose concebido en sus inicios como un mecanismo indiscutiblemente amplio y flexible en sus
alcances, a partir de la vigencia del Código Procesal Constitucional solo podía y debía ser usa-
do, en casos de extrema urgencia o cuando las necesidades de tutela normalmente dispensables
en la vía judicial ordinaria no fueran suficientes para defender o tutelar los derechos constitu-
cionales reclamados. Es ese el sentido del artículo 5 inciso 2) del Código Procesal en materia
constitucional.
16. En el modelo de control arbitral actualmente existente no parece, sin embargo, haberse reparado
mayormente en dicho cambio, pese a existir elementos que conducirían a este propósito.
17. En efecto, aun cuando uno de los criterios que actualmente existe es el de considerar que la pro-
cedencia del amparo arbitral se condiciona al agotamiento de las vías previas, no parece ser ese
el razonamiento más pertinente, ya que el ordenamiento ha considerado el proceso arbitral stric-
to sensu como aquel que opera solo y por ante la jurisdicción arbitral. Que se haya previsto por
mandato del Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje, la posibilidad de un recurso de
anulación (como en la derogada Ley General de arbitraje se establecieron los recursos de ape-
lación y de anulación) como fórmula a posteriori, no significa que tal mecanismo sea parte in-
tegrante del proceso arbitral. Se trata más bien, por su propia finalidad así como por la configu-
ración judicial de la que se encuentra dotado, de una verdadera opción procesal cuyo propósito,
técnicamente hablando, puede sustituir al amparo cuando de la defensa de derechos constitucio-
nales se trate.
18. Este Colegiado estima que en tanto es posible que mediante el recurso de anulación de laudo resul-
te procedente revertir los efectos del pronunciamiento arbitral en los casos en los que este involucre la
afectación de derechos constitucionales, su naturaleza no es la de una vía previa, es decir la de una ins-
tancia anterior al proceso constitucional, sino más bien, la de una vía procedimental igualmente satis-
factoria, en los términos a los que se refiere el artículo 5 inciso 2) del Código Procesal Constitucional.
En tales circunstancias quien acuda al recurso de anulación de laudo debe saber que lo que la instancia
judicial decida ha de ser lo definitivo, sin que sea posible a posteriori acudir al proceso constitucional
de amparo, ya que en este supuesto es de aplicación el inciso 3 del artículo 5 del CPConst.
19. Que opere este cambio en la manera de concebir el recurso judicial de anulación no significa que
el amparo arbitral esté condenado a su desaparición. Simplemente se trata de reacomodarlo a su
verdadera naturaleza que no es otra que la de un mecanismo corrector absolutamente excepcio-
nal, sujeto a supuestos excepcionales que esta sentencia señalará a continuación.
20. De acuerdo con lo indicado líneas arriba y con la finalidad de establecer de modo claro y preci-
so los criterios a utilizarse en materia de amparo arbitral, este Supremo Intérprete de la Consti-
tución establece, con calidad de precedentes vinculantes, las siguientes reglas:
Improcedencia del amparo arbitral
a) El recurso de anulación previsto en el Decreto Legislativo Nº 1071, que norma el arbitraje y,
por razones de temporalidad, los recursos de apelación y anulación para aquellos procesos

167
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

sujetos a la Ley General de Arbitraje (Ley Nº 26572) constituyen vías procedimentales específi-
cas, igualmente satisfactorias para la protección de derechos constitucionales, que determinan
la improcedencia del amparo de conformidad con el artículo 5, inciso 2), del Código Procesal
Constitucional, salvo las excepciones establecidas en la presente sentencia.
b) De conformidad con el inciso b) del artículo 63 del Decreto Legislativo N° 1071, no procede el
amparo para la protección de derechos constitucionales aún cuando estos constituyan parte del
debido proceso o de la tutela procesal efectiva. La misma regla rige para los casos en que sea de
aplicación la antigua Ley General de Arbitraje, Ley N° 26572.
c) Es improcedente el amparo para cuestionar la falta de convenio arbitral. En tales casos la vía idó-
nea que corresponde es el recurso de anulación, de conformidad con el inciso a) del artículo 63
del Decreto Legislativo Nº 1071; o el recurso de apelación y anulación si correspondiera la apli-
cación del inciso 1 del artículo 65 e inciso 1 del artículo 73 de la Ley Nº 26572, respectivamente.
d) Cuando a pesar de haberse aceptado voluntariamente la jurisdicción arbitral, las materias sobre
las que ha de decidirse tienen que ver con derechos fundamentales de carácter indisponible o que
no se encuentran sujetas a posibilidad de negociación alguna, procederá el recurso de anulación
(Decreto Legislativo que norma el Arbitraje, artículo 63 [incisos “e” y “f”]) o los recursos de ape-
lación y anulación (Ley General de Arbitraje, respectivamente, artículos 65 [inciso 1] y 73 [in-
ciso 7]), siendo improcedente el amparo alegándose el mencionado motivo (artículo 5, inciso 2,
del Código Procesal Constitucional).
e) La interposición del amparo que desconozca las reglas de procedencia establecidas en esta sen-
tencia no suspende ni interrumpe los plazos previstos para demandar en proceso ordinario el
cuestionamiento del laudo arbitral vía recurso de anulación y/o apelación según corresponda.
f) Contra lo resuelto por el Poder Judicial en materia de impugnación de laudos arbitrales solo po-
drá interponerse proceso de amparo contra resoluciones judiciales, conforme a las reglas del ar-
tículo 4 del Código Procesal Constitucional y su desarrollo jurisprudencial.
Supuestos de procedencia del amparo arbitral
21. No podrá declararse la improcedencia del amparo arbitral por aplicación del artículo 5 inciso 2)
del Código Procesal Constitucional, en los siguientes supuestos:
a) Cuando se invoca la vulneración directa o frontal de los precedentes vinculantes establecidos
por el Tribunal Constitucional.
b) Cuando en el laudo arbitral se ha ejercido control difuso sobre una norma declarada consti-
tucional por el Tribunal Constitucional o el Poder Judicial, según corresponda, invocándose
la contravención al artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
c) Cuando el amparo sea interpuesto por un tercero que no forma parte del convenio arbitral
y se sustente en la afectación directa y manifiesta de sus derechos constitucionales a conse-
cuencia del laudo pronunciado en dicho arbitraje, salvo que dicho tercero esté comprendido
en el supuesto del artículo 14 del Decreto Legislativo N° 1071.
En el caso de los supuestos a) y b) del presente fundamento, será necesario que quien se conside-
re afectado haya previamente formulado un reclamo expreso ante el tribunal arbitral y que este
haya sido desestimado, constituyendo tal reclamo y su respuesta, expresa o implícita, el agota-
miento de la vía previa para la procedencia del amparo.
La sentencia que declare fundada la demanda de amparo por alguno de los supuestos indicados
en el presente fundamento, puede llegar a declarar la nulidad del laudo o parte de él, ordenándo-
se la emisión de uno nuevo que reemplace al anterior o a la parte anulada, bajo los criterios o pa-
rámetros señalados en la respectiva sentencia. En ningún caso el juez o el Tribunal Constitucio-
nal podrá resolver el fondo de la controversia sometida a arbitraje.

168
SENTENCIAS DE AMPARO

El control difuso de constitucionalidad en la jurisdicción arbitral


22. Líneas arriba hemos recordado que, conforme al artículo 139 inciso 1) de la Constitución, el ar-
bitraje es una jurisdicción independiente del Poder Judicial o jurisdicción común, que se explica
no como un mecanismo que desplaza al Poder Judicial, ni tampoco como su sustituto, sino como
una alternativa que complementa el sistema judicial, puesta a disposición de la sociedad para la
solución pacífica de las controversias, básicamente de orden patrimonial de libre disposición.
23. Esto no afecta el principio de unidad de la función jurisdiccional (que implica que el Estado, en
conjunto, posea un sistema jurisdiccional unitario, en el que sus órganos tengan idénticas garan-
tías, así como reglas básicas de organización y funcionamiento), ya que , como ha señalado este
Tribunal, “de ello no se deduce que el Poder Judicial sea el único encargado de la función juris-
diccional (pues tal función se le ha encargado también al Tribunal Constitucional, al Jurado Na-
cional de Elecciones, a la jurisdicción especializada en lo militar y, por extensión, al arbitraje),
sino que no exista ningún órgano jurisdiccional que no posea las garantías propias de todo ór-
gano jurisdiccional. Como se ha mencionado, la función jurisdiccional del Estado es una sola y
debe ser ejercida con todas las garantías procesales establecidas por la Constitución” (STC Exp.
N° 0004-2006-PI/TC, fundamento 10).
24. Siendo el arbitraje una jurisdicción independiente, como expresamente señala la Constitución, y
debiendo toda jurisdicción poseer las garantías de todo órgano jurisdiccional (como las del Po-
der Judicial), es consecuencia necesaria de ello que la garantía del control difuso de constitucio-
nalidad, prevista en el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución, pueda también ser
ejercida por los árbitros en la jurisdicción arbitral, pues el artículo 138 no puede ser objeto de
una interpretación constitucional restrictiva y literal, como exclusiva de la jurisdicción ordinaria
o constitucional; “por el contrario, la susodicha disposición constitucional debe ser interpretada
de conformidad con el principio de unidad de la Constitución, considerando el artículo 51 (…),
más aún si ella misma (artículo 38) impone a todos –y no solo al Poder Judicial– el deber de res-
petarla, cumplirla y defenderla” (STC Exp. N° 3741-2004-AA/TC, fundamento 9).
25. Esto resulta más evidente aún si se tiene en cuenta que, conforme ya ha destacado este Tribunal,
“el proceso arbitral tiene una doble dimensión pues, aunque es fundamentalmente subjetivo ya
que su fin es proteger los intereses de las partes, también tiene una dimensión objetiva, defini-
da por el respeto a la supremacía normativa de la Constitución, dispuesta por el artículo 51 de
la Carta Magna; ambas dimensiones, (subjetiva y objetiva) son interdependientes y es necesa-
rio modularlas en la norma legal y/o jurisprudencia” (STC Exp. N° 6167-2005-PHC/TC, funda-
mento 11). En tal sentido, de presentarse en un proceso arbitral una incompatibilidad entre una
norma constitucional y una norma legal, los árbitros deben preferir la primera.
26. No obstante, el ejercicio del control difuso de constitucionalidad en la jurisdicción arbitral debe
ser objeto, como se acaba de expresar, de modulación por este Supremo Intérprete de la Consti-
tución, con el propósito de que cumpla debidamente su finalidad de garantizar la primacía de la
Constitución y evitar así cualquier desviación en el uso de este control constitucional. Por ello,
se instituye la siguiente regla:
El control difuso de la jurisdicción arbitral se rige por las disposiciones del artículo VI del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional y la jurisprudencia vinculante dictada por este Tri-
bunal Constitucional sobre el control difuso. Solo podrá ejercerse el control difuso de constitucio-
nalidad sobre una norma aplicable al caso de la que dependa la validez del laudo arbitral, siempre
que no sea posible obtener de ella una interpretación conforme a la Constitución y además, se ve-
rifique la existencia de un perjuicio claro y directo respecto al derecho de alguna de las partes.
Dilucidación de la controversia
27. Como se ha visto con anterioridad, el objeto del presente proceso constitucional es reponer las
cosas al estado anterior a la expedición del laudo arbitral, supuesto vulnerador de los derechos
constitucionales invocados por la recurrente.

169
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

28. De autos puede apreciarse que lo que la recurrente expresa en su demanda es su discrepancia
con la interpretación hecha por el árbitro demandado a la cláusula Tercera del Contrato de Ce-
sión Minera (a fojas 46 y 47) y modificado por el Contrato de Cesión de Posición Contractual,
del 7 de diciembre de 2007 - en cuanto la fecha en que Aurífera Huachón S.A.C. debía iniciar
las actividades de exploración minera. Alega también la recurrente su discrepancia con el lau-
do en cuanto a las normas aplicadas por el árbitro para la interpretación del referido contrato y
la valoración realizada por este a los hechos y la prueba documentaria que obra en el expediente
arbitral, que definieron la cuestión de fondo discutida en el arbitraje.
29. En dicho contexto, el Tribunal Constitucional considera que los hechos propuestos por la recu-
rrente no constituyen causal que amerite la revisión del laudo arbitral a través del proceso de am-
paro; por ello la demanda debe ser desestimada.
Establecimiento de precedentes vinculantes
30. Habiéndose establecido en los fundamentos 20, 21 y 26 de la presente sentencia nuevas reglas en
materia de amparo contra las decisiones emanadas de la jurisdicción arbitral y sobre el ejercicio
del control difuso de constitucional en dicha jurisdicción, este Supremo Intérprete de la Cons-
titución, habida cuenta de la importancia de la materia involucrada, considera pertinente su re-
conocimiento a título de precedentes vinculantes, de conformidad con el artículo VII del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.
31. A partir del día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Perua-
no, toda demanda que se encuentre en trámite y que no se ajuste al precedente vinculante esta-
blecido en la presente sentencia debe ser declarada improcedente. Por seguridad jurídica y en
vía excepcional las partes pueden en un plazo no mayor de 60 días hábiles interponer recurso de
apelación o anulación, según corresponda, en sede ordinaria.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos.
2. Disponer que las reglas establecidas en los fundamentos 20, 21 y 26 de la presente sentencia
constituyen precedentes vinculantes, conforme al artículo VII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ; ÁLVAREZ MIRANDA; BEAUMONT CALLIRGOS; ETO CRUZ; URVIO-
LA HANI

170
AMPARO PREVISIONAL

TC establece reglas para determinar


el contenido constitucionalmente protegido
del derecho fundamental a la pensión
STC Exp. Nº 01417-2005-PA/TC
Caso: Manuel Anicama
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 12/07/2005

El Tribunal Constitucional ha establecido ciertas reglas para determinar el conte-


nido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión y la procedencia del
amparo previsional: a) Forma parte del contenido esencial las disposiciones lega-
les que establecen los requisitos del libre acceso al sistema de seguridad social; b)
Forman parte del contenido las disposiciones legales que establecen los requisitos
SUMILLA para la obtención del derecho a la pensión; c) Procede el amparo cuando se busque
preservar el mínimo vital; d) Cuando exista denegatoria al otorgamiento de una
pensión de sobrevivencia; e) Cuando se afecte el derecho a la igualdad como con-
secuencia del distinto tratamiento que se dispense a personas que se encuentran en
situaciones idénticas. Asimismo, el Colegiado ha señalado que deberá acreditarse
fehacientemente la titularidad del derecho subjetivo.

EXP. N° 01417-2005-PA/TC-LIMA
MANUEL ANICAMA HERNÁNDEZ
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 8 días del mes julio de 2005, el Tribunal Constitucional, en sesión de Pleno Jurisdic-
cional, con la asistencia de los señores magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartirigo-
yen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la
siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Manuel Anicama Hernández, contra la sen-
tencia de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 148, su fecha 6 de
octubre de 2004, que declaró improcedente la demanda de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 6 de mayo de 2003, el recurrente interpone demanda de amparo contra la Ofici-
na de Normalización Previsional (ONP), con el objeto que se declare la nulidad de la Resolución
N° 0000041215-2002-ONP/DC/DL 19990, de fecha 2 de agosto de 2002, por considerar que vul-
nera su derecho fundamental a la pensión, toda vez que resolvió denegar su solicitud de pensión de
jubilación adelantada.

171
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Manifiesta que cesó en sus actividades laborales el 25 de mayo de 1992 contando con más de 20
años de aportaciones, luego de que la Autoridad Administrativa de Trabajo autorizó a su empresa
empleadora a reducir personal; sin embargo, al calificar su solicitud de pensión de jubilación, la
entidad demandada consideró que las aportaciones efectuadas durante los años 1964 y 1965 habían
perdido validez conforme al Reglamento de la Ley N° 13640, por lo que, incluso si realizara la
verificación de las aportaciones efectuadas desde 1973 a 1992 no reuniría los 20 años de aportación
al Sistema Nacional de Pensiones que se requieren como mínimo para obtener el derecho a la
pensión de jubilación por reducción de personal. Agrega que el Tribunal Constitucional en reiterada
jurisprudencia ha señalado que los periodos de aportación no pierden validez, y que sumados sus
periodos de aportaciones, acredita los exigidos por la legislación vigente, razón por la que solicita el
reconocimiento de su derecho a la pensión, así como los devengados e intereses generados desde la
vulneración de su derecho fundamental.
La demandada deduce las excepciones de falta de agotamiento de la vía administrativa y de caduci-
dad, y solicita que se declare improcedente la demanada, por considerar que la vía del amparo no es
la adecuada para dilucidar la pretensión del recurrente, siendo necesario acudir a la vía judicial or-
dinaria donde existe una estación probatoria.
El Décimo Cuarto Juzgado Civil de Lima, con fecha 8 de enero de 2003, declaró fundada la deman-
da en el extremo en que se solicita la validez de las aportaciones efectuadas en los años 1964 y 1965,
ordenando su reconocimiento y la verificación del periodo de aportaciones de 1973 a 1992, respecto
del cual no se ha emitido pronunciamiento administrativo.
La recurrida reformó la apelada declarándola improcedente, por estimar que es necesario que la pre-
tensión se ventile en la vía judicial ordinaria, toda vez que el proceso de amparo carece de estación
probatoria.
FUNDAMENTOS
1. El inciso 2) del artículo 200 de la Constitución, establece que el proceso de amparo procede con-
tra el acto u omisión, por parte de cualquier persona, que vulnera o amenaza los derechos reco-
nocidos por la Constitución, distintos de aquellos protegidos por el hábeas corpus (libertad in-
dividual y derechos conexos) y el hábeas data (acceso a la información y autodeterminación
informativa). En tal sentido, es presupuesto para la procedencia del proceso de amparo (y en ge-
neral, de cualquier proceso constitucional) que el derecho que se alegue afectado sea uno reco-
nocido directamente por la Constitución.
§1. Los derechos fundamentales de la persona humana
2. El concepto de derechos fundamentales comprende
“tanto los presupuestos éticos como los componentes jurídicos, significando la relevancia mo-
ral de una idea que compromete la dignidad humana y sus objetivos de autonomía moral, y
también la relevancia jurídica que convierte a los derechos en norma básica material del Orde-
namiento, y es instrumento necesario para que el individuo desarrolle en la sociedad todas sus
potencialidades. Los derechos fundamentales expresan tanto una moralidad básica como una
juridicidad básica.” (PECES-BARBA, Gregorio. Curso de Derechos Fundamentales. Teoría
General. Universidad Carlos III de Madrid. Boletín Oficial del Estado, Madrid, 1999, p. 37).
Consecuentemente, si bien el reconocimiento positivo de los derechos fundamentales (común-
mente, en la Norma Fundamental de un ordenamiento) es presupuesto de su exigibilidad como
límite al accionar del Estado y de los propios particulares, también lo es su connotación ética y
axiológica, en tanto manifiestas concreciones positivas del principio-derecho de dignidad huma-
na, preexistente al orden estatal y proyectado en él como fin supremo de la sociedad y del Esta-
do (artículo 1 de la Constitución).
3. Es por ello que el Capítulo I del Título I de la Constitución, denominado “Derechos Fundamen-
tales de la Persona”, además de reconocer al principio-derecho de dignidad humana como el

172
SENTENCIAS DE AMPARO

presupuesto jurídico de los demás derechos fundamentales (artículo 1) y de enumerar a buena


parte de ellos en su artículo 2, prevé en su artículo 3 que dicha enumeración no excluye los de-
más derechos reconocidos en el texto constitucional (vg. los derechos fundamentales de carácter
social y económico reconocidos en el Capítulo II y los políticos contenidos en el Capítulo III),
“ni otros de naturaleza análoga o que se fundan en la dignidad del hombre, o en los princi-
pios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho y de la forma republicana
de gobierno”.
4. De esta manera, la enumeración de los derechos fundamentales previstos en la Constitución, y
la cláusula de los derechos implícitos o no enumerados, da lugar a que en nuestro ordenamien-
to todos los derechos fundamentales sean a su vez derechos constitucionales, en tanto es la pro-
pia Constitución la que incorpora en el orden constitucional no solo a los derechos expresamente
contemplados en su texto, sino a todos aquellos que, de manera implícita, se deriven de los mis-
mos principios y valores que sirvieron de base histórica y dogmática para el reconocimiento de
los derechos fundamentales.
5. Así, por ejemplo, con relación al derecho a la verdad el Tribunal Constitucional ha sostenido que
“[n]uestra Constitución Política reconoce, en su artículo 3, una ‘enumeración abierta’ de de-
rechos fundamentales que, sin estar en el texto de la Constitución, surgen de la dignidad del
hombre, o en los principios de soberanía del pueblo, del Estado democrático de derecho o de
la forma republicana de gobierno.
Así, el derecho a la verdad, aunque no tiene un reconocimiento expreso en nuestro texto
constitucional, es un derecho plenamente protegido, derivado (...) de la obligación estatal de
proteger los derechos fundamentales y de la tutela jurisdiccional. (...) [E]l Tribunal Constitu-
cional considera que, en una medida razonablemente posible y en casos especiales y novísi-
mos, deben desarrollarse los derechos constitucionales implícitos, permitiendo así una mejor
garantía y respeto a los derechos del hombre, pues ello contribuirá a fortalecer la democracia
y el Estado, tal como lo ordena la Constitución vigente.
El Tribunal Constitucional considera que si bien detrás del derecho a la verdad se encuentran
comprometidos otros derechos fundamentales, como la vida, la libertad o la seguridad per-
sonal, entre otros, este tiene una configuración autónoma, una textura propia, que la distin-
gue de los otros derechos fundamentales a los cuales se encuentra vinculado, debido tanto al
objeto protegido, como al telos que con su reconocimiento se persigue alcanzar” (STC Exp.
N° 2488-2002-HC/TC, Fundamentos 13 a 15).
Consecuentemente, expresos o implícitos, los derechos fundamentales pertenecen al ordena-
miento constitucional vigente.
6. Por su parte, los derechos fundamentales, como objetivo de autonomía moral, sirven para
“designar los derechos humanos positivizados a nivel interno, en tanto que la fórmula dere-
chos humanos es la más usual en el plano de las declaraciones y convenciones internaciona-
les” (PÉREZ LUÑO, Antonio. Derechos Humanos. Estado de Derecho y Constitución. 4a ed.
Tecnos, Madrid, 1991, p 31)
7. A lo cual cabe agregar que, según la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución,
los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución, deben ser interpretados de confor-
midad con los tratados sobre derechos humanos ratificados por el Perú.
§2. Proceso de amparo y derechos fundamentales
8. Reconocer que el proceso de amparo solo procede en caso de afectación directa de los derechos
fundamentales (expresos o implícitos), implica, ante todo, determinar si la supuesta afectación
en la que incurre el acto u omisión reputada de inconstitucional, en efecto, incide sobre el ámbi-
to que resulta directamente protegido por dicho derecho.

173
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Este presupuesto procesal, consustancial a la naturaleza de todo proceso constitucional, ha sido


advertido por el legislador del Código Procesal Constitucional (CPConst.), al precisar en el inci-
so 1) de su artículo 5 que los procesos constitucionales no proceden cuando
“[l]os hechos y el petitorio de la demanda no están referidos en forma directa al contenido
constitucionalmente protegido del derecho invocado”.
Asimismo, y con relación al proceso de amparo en particular, el artículo 38 del CPConst., esta-
blece que este no procede
“en defensa de un derecho que carece de sustento constitucional directo o que no está referi-
do a los aspectos constitucionalmente protegidos del mismo”.
En estricto, pues, con los dispositivos citados, el legislador del CPConst. no ha incorporado al
ordenamiento jurídico una nueva regla de procedencia para los procesos constitucionales de la
libertad. Tan solo ha precisado legislativamente determinados presupuestos procesales que son
inherentes a su naturaleza. En efecto, en tanto procesos constitucionales, el hábeas corpus, el
amparo y el hábeas data, solo pueden encontrarse habilitados para proteger derechos de origen
constitucional y no así para defender derechos de origen legal.
Sin embargo, es preciso que este Tribunal analice, de un lado, el sustento constitucional directo
del derecho invocado, y de otro, el contenido constitucionalmente protegido del derecho, como
presupuestos procesales del proceso de amparo.
§2.1 Los derechos de sustento constitucional directo
9. Existen determinados derechos de origen internacional, legal, consuetudinario, administrativo,
contractual, etc., que carecen de fundamento constitucional directo, y que, consecuentemente, no
son suceptibles de ser protegidos a través del proceso de amparo.
La noción de “sustento constitucional directo” a que hace referencia el artículo 38 del CPConst.,
no se reduce a una tutela normativa del texto constitucional formal. Alude, antes bien, a una pro-
tección de la Constitución en sentido material (pro homine), en el que se integra la Norma Fun-
damental con los tratados de derechos humanos, tanto a nivel positivo (artículo 55 de la Consti-
tución), como a nivel interpretativo (Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución);
y con las disposiciones legales que desarrollan directamente el contenido esencial de los dere-
chos fundamentales que así lo requieran. Tales disposiciones conforman el denominado cánon
de control constitucional o “bloque de constitucionalidad”.
De ahí que el artículo 79 del CPConst., establezca que
“[p]ara apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal Constitucional conside-
rará, además de las normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional,
se hayan dictado para determinar (...) el ejercicio de los derechos fundamentales”.
10. Un derecho tiene sustento constitucional directo, cuando la Constitución ha reconocido, explíci-
ta o implícitamente, un marco de referencia que delimita nominalmente el bien jurídico suscep-
tible de protección. Es decir, existe un baremo de delimitación de ese marco garantista, que tran-
sita desde la delimitación más abierta a la más precisa.
Correspondiendo un mayor o menor desarrollo legislativo, en función de la opción legislativa de
desarrollar los derechos fundamentales establecidos por el constituyente.
§2.2 Los derechos fundamentales de configuración legal
11. La distinta eficacia de las disposiciones constitucionales, da lugar a que estas puedan ser di-
vididas entre “normas regla” y “normas principio”. Mientras que las primeras se identifican
con mandatos concretos de carácter autoaplicativo y son, consecuentemente, judicializables,
las segundas constituyen mandatos de optimización, normas abiertas de eficacia diferida, que

174
SENTENCIAS DE AMPARO

requieren de la intermediación de la fuente legal, para alcanzar plena concreción y ser suscepti-
bles de judicialización.
En tal perspectiva, existen determinados derechos fundamentales cuyo contenido constitucional
directamente protegido, requiere ser delimitado por la ley, sea porque así lo ha previsto la pro-
pia Carta Fundamental (vg. el artículo 27 de la Constitución en relación con el derecho a la esta-
bilidad laboral. Cfr. STC Exp. N° 0976-2001-AA, Fundamento 11 y ss.) o en razón de su propia
naturaleza (vg. los derechos sociales, económicos y culturales). En estos casos, nos encontramos
ante las denominadas leyes de configuración de derechos fundamentales.
12. Los derechos fundamentales cuya configuración requiera de la asistencia de la ley no care-
cen de un contenido per se inmediatamente exigible a los poderes públicos, pues una interpre-
tación en ese sentido sería contraria al principio de fuerza normativa de la Constitución. Lo
único que ello implica es que, en tales supuestos, la ley se convierte en un requisito sine qua
non para la culminación de la delimitación concreta del contenido directamente atribuible al
derecho fundamental.
Y es que si bien algunos derechos fundamentales pueden tener un carácter jurídico abierto, ello
no significa que se traten de derechos “en blanco”, es decir, expuestos a la discrecional regula-
ción del legislador, pues el constituyente ha planteado un grado de certeza interpretativa en su
reconocimiento constitucional directo.
Aquí se encuentra de por medio el principio de “libre configuración de la ley por el legislador”,
conforme al cual debe entenderse que es el legislador el llamado a definir la política social del
Estado social y democrático de derecho. En tal sentido, este goza de una amplia reserva legal
como instrumento de la formación de la voluntad política en materia social. Sin embargo, dicha
capacidad configuradora se encuentra limitada por el contenido esencial de los derechos funda-
mentales, de manera tal que la voluntad política expresada en la ley debe desenvolverse dentro
de las fronteras jurídicas de los derechos, principios y valores constitucionales.
§2.3 La distinta eficacia de los derechos fundamentales
13. De esta manera, la distinta eficacia que presentan los derechos fundamentales entre sí, no solo
reposa en cuestiones teóricas de carácter histórico, sino que estas diferencias revisten significa-
tivas repercusiones prácticas. En tal sentido, cabe distinguir los derechos de preceptividad inme-
diata o autoaplicativos, de aquellos otros denominados prestacionales, de preceptividad diferida,
progresivos o programáticos (STC Exp. N° 0011-2002-AI, Fundamento 9).
A esta última categoría pertenecen los derechos fundamentales económicos, sociales y cultura-
les (DESC) que, en tanto derechos subjetivos de los particulares y obligaciones mediatas del Es-
tado, necesitan de un proceso de ejecución de políticas sociales para que el ciudadano pueda go-
zar de ellos o ejercitarlos de manera plena. Tal es el sentido de la Undécima Disposición Final y
Transitoria (UDFT) de la Constitución, al establecer que
“[l]as disposiciones de la Constitución que exijan nuevos y mayores gastos públicos se apli-
can progresivamente”.
14. Si bien los DESC son derechos fundamentales, tienen la naturaleza propia de un derecho público
subjetivo, antes que la de un derecho de aplicación directa. Lo cual no significa que sean ‘crea-
ción’ del legislador. En tanto derechos fundamentales, son derechos de la persona reconocidos
por el Estado y no otorgados por este.
Sin embargo, su reconocimiento constitucional no es suficiente para dotarlos de eficacia plena,
pues su vinculación jurídica solo queda configurada a partir de su regulación legal, la que los
convierte en judicialmente exigibles. Por ello, en la Constitución mantienen la condición de una
declaración jurídica formal, mientras que la ley los convierte en un mandato jurídico aprobatorio
de un derecho social.

175
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

15. Lo expuesto significa que en determinadas circunstancias los DESC no pueden ser objeto de una
pretensión susceptible de estimación al interior del proceso de amparo (vg. la exigencia judicial
al Estado de un puesto de trabajo o una prestación de vivienda). Ello, sin embargo, no puede ser
considerado como una regla absoluta.
En efecto, tal como se ha precisado en otro momento, el principio de progresividad en el gasto a
que hace alusión la UDFT de la Constitución,
“no puede ser entendido con carácter indeterminado y, de este modo, servir de alegato fre-
cuente ante la inacción del Estado, pues para este Colegiado la progresividad del gasto no
está exenta de observar el establecimiento de plazos razonables, ni de acciones concretas y
constantes del Estado para la implementación de políticas públicas” (STC Exp. N° 2945-
2003-AA, Fundamento 36).
En esa perspectiva, entre los deberes del Estado previstos en el artículo 44 de la Constitución, no
solo se encuentra el garantizar la plena vigencia de los derechos fundamentales, sino también
“promover el bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y
equilibrado de la Nación”.
16. Por ello, si bien es cierto que la efectividad de los DESC requiere la actuación del Estado a tra-
vés del establecimiento de servicios públicos, así como de la sociedad mediante la contribución
de impuestos, ya que toda política social necesita de una ejecución presupuestal, también lo es
que estos derivan en obligaciones concretas por cumplir, por lo que los Estados deben adoptar
medidas constantes y eficaces para lograr progresivamente la plena efectividad de los mismos
en igualdad de condiciones para la totalidad de la población.
17. Los DESC cumplen efectos positivos, vinculando al Estado y a los particulares en la promoción
de las condiciones para su cabal eficacia. Asimismo, generan efectos negativos, al proscribir
toda conducta gubernamental o particular que niegue u obstaculice su goce y ejercicio.
18. Debe recordarse que
“toda política pública nace de obligaciones objetivas concretas que tienen como finalidad
primordial el resguardo de derechos tomando como base el respeto a la dignidad de la perso-
na, y que en el caso de la ejecución presupuestal para fines sociales, esta no debe considerar-
se como un gasto sino como una inversión social.
Por esta razón, sostener que los derechos sociales se reducen a un vínculo de responsabilidad
política entre el constituyente y el legislador, no solo es una ingenuidad en cuanto a la exis-
tencia de dicho vínculo, sino también una distorsión evidente en cuanto al sentido y coheren-
cia que debe mantener la Constitución (MORÓN DIAZ, Fabio. La dignidad y la solidaridad
como principios rectores del diseño y aplicación de la legislación en materia de seguridad
social. Anuario de Derecho Constitucional. CIEDLA. Buenos Aires, 2000. p. 668) (...).
En consecuencia, la exigencia judicial de un derecho social dependerá de factores tales como
la gravedad y razonabilidad del caso, su vinculación o afectación de otros derechos y la dis-
ponibilidad presupuestal del Estado, siempre y cuando puedan comprobarse acciones con-
cretas de su parte para la ejecución de políticas sociales” (STC Exp. N° 2945-2003-AA/TC,
Fundamentos 18 y 33).
19. Así las cosas, en el Estado Social y Democrático de Derecho, la ratio fundamentalis no puede ser
privativa de los denominados derechos de defensa, es decir, de aquellos derechos cuya plena vi-
gencia se encuentra, en principio, garantizada con una conducta estatal abstencionista, sino que
es compartida también por los derechos de prestación que reclaman del Estado una intervención
concreta, dinámica y eficiente, a efectos de asegurar las condiciones mínimas para una vida acor-
de con el principio-derecho de dignidad humana.

176
SENTENCIAS DE AMPARO

§2.4 El contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales


20. Tal como refiere Manuel Medina Guerrero,
“en cuanto integrantes del contenido constitucionalmente protegido, cabría distinguir, de un
lado, un contenido no esencial, esto es, claudicante ante los límites proporcionados que el legis-
lador establezca a fin de proteger otros derechos o bienes constitucionalmente garantizados, y,
de otra parte, el contenido esencial, absolutamente intangible para el legislador; y, extramuros
del contenido constitucionalmente protegido, un contenido adicional formado por aquellas fa-
cultades y derechos concretos que el legislador quiera crear impulsado por el mandato genérico
de asegurar la plena eficacia de los derechos fundamentales” (La vinculación negativa del legis-
lador a los derechos fundamentales. McGraw-Hill, Madrid, 1996, p. 41)
21. Así las cosas, todo ámbito contitucionalmente protegido de un derecho fundamental se recondu-
ce en mayor o menor grado a su contenido esencial, pues todo límite al derecho fundamental solo
resulta válido en la medida de que el contenido esencial se mantenga incólume.
Este Tribunal Constitucional considera que la determinación del contenido esencial de los dere-
chos fundamentales no puede efectuarse a priori, es decir, al margen de los principios, los va-
lores y los demás derechos fundamentales que la Constitución reconoce. En efecto, en tanto el
contenido esencial de un derecho fundamental es la concreción de las esenciales manifestaciones
de los principios y valores que lo informan, su determinación requiere un análisis sistemático de
este conjunto de bienes constitucionales, en el que adquiere participación medular el principio-
derecho de dignidad humana, al que se reconducen, en última instancia, todos los derechos fun-
damentales de la persona.
En tal sentido, el contenido esencial de un derecho fundamental y los límites que sobre la base
de este resultan admisibles, forman una unidad (HÄBERLE, Peter. La libertad fundamental en el
Estado Constitucional. Fondo Editorial de la PUCP, Lima, 1997, p. 117); por lo que, en la pon-
deración que resulte necesaria a efectos de determinar la validez de tales límites, cumplen una
función vital los principios de interpretación constitucional de “unidad de la Constitución” y de
“concordancia práctica”, cuyo principal cometido es opmitimizar la fuerza normativo-axiológi-
ca de la Constitución en su conjunto.
22. Si bien es cierto que la exactitud de aquello que constituye o no el contenido protegido por par-
te de un derecho fundamental, y, más específicamente, el contenido esencial de dicho derecho,
solo puede ser determinado a la luz de cada caso concreto, no menos cierto es que existen deter-
minadas premisas generales que pueden coadyuvar en su ubicación. Para ello, es preciso tener
presente la estructura de todo derecho fundamental.
§2.5 La estructura de los derechos fundamentales: las disposiciones, las normas y las posiciones
de derecho fundamental
23. Tal como expresa Bernal Pulido, siguiendo la doctrina que Robert Alexy expone en su Teoría de
los derechos fundamentales. (Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997),
“todo derecho fundamental se estructura como un haz de posiciones y normas, vinculadas
interpretativamente a una disposición de derecho fundamental” (Bernal Pulido, Carlos. El
principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales. Madrid: Centro de Estudios
Políticos y Constitucionales, 2003, pág. 76).
De esta forma cabe distinguir entre las disposiciones de derecho fundamental, las normas de
derecho fundamental y las posiciones de derecho fundamental.
24. Las disposiciones de derecho fundamental son los enunciados lingüísticos de la Constitución
que reconocen los derechos fundamentales de la persona. Las normas de derecho fundamen-
tal son los sentidos interpretativos atribuibles a esas disposiciones. Mientras que las posiciones
de derecho fundamental, son las exigencias concretas que al amparo de un determinado sentido

177
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

interpretativo válidamente atribuible a una disposición de derecho fundamental, se buscan hacer


valer frente a una determinada persona o entidad.
25. Tal como refiere el mismo Bernal Pulido,
“Las posiciones de derecho fundamental son relaciones jurídicas que (...) presentan una es-
tructura triádica, compuesta por un sujeto activo, un sujeto pasivo y un objeto. El objeto de
las posiciones de derecho fundamental es siempre una conducta de acción o de omisión,
prescrita por una norma que el sujeto pasivo debe desarrollar en favor del sujeto activo, y so-
bre cuya ejecución el sujeto activo tiene un derecho, susceptible de ser ejercido sobre el su-
jeto pasivo”. (Ob. cit. p. 80. Un criterio similar, Cfr. ALEXY, Robert. La institucionalización
de los derechos humanos en el Estado Constitucional Democrático, D&L, N° 8, 2000, p. 12
y ss.).
Por ello, cabe afirmar que las posiciones de derecho fundamental, son los derechos fundamenta-
les en sentido estricto, pues son los concretos atributos que la persona humana ostenta al amparo
de las normas (sentidos interpretativos) válidas derivadas directamente de las disposiciones con-
tenidas en la Constitución que reconocen derechos.
26. Estas atributos que, como se ha dicho, vinculan a todas las personas y que, por tanto, pueden
ser exigidas al sujeto pasivo, se presentan en una relación jurídica sustancial, susceptibles de ser
proyectadas en una relación jurídica procesal en forma de pretensiones al interior de los procesos
constitucionales de la libertad (sea el amparo, el hábeas corpus o el hábeas data).
27. Así las cosas, la estimación en un proceso constitucional de las pretensiones que pretendan ha-
cerse valer en reclamo de la aplicación de una determinada disposición que reconozca un dere-
cho fundamental, se encuentran condicionadas, cuando menos, a las siguientes exigencias:
a) A que dicha pretensión sea válida, o, dicho de otro modo, a que sea consecuencia de un sen-
tido interpretativo (norma) que sea válidamente atribuible a la disposición constitucional que
reconoce un derecho.
Por ejemplo, no sería válida la pretensión que amparándose en el derecho constitucional a la
libertad de expresión, reconocido en el inciso 4) del artículo 2 de la Constitución, pretenda
que se reconozca como legítimo el insulto proferido contra una persona, pues se estaría vul-
nerando el contenido protegido por el derecho constitucional a la buena reputación, recono-
cido en el inciso 7 del mismo artículo de la Constitución.
En consecuencia, la demanda de amparo que so pretexto de ejercer el derecho a la libertad
de expresión pretenda el reconocimiento de la validez de dicha pretensión, será declarada in-
fundada, pues ella no forma parte del contenido constitucionalmente protegido por tal dere-
cho; o, dicho de otro modo, se fundamenta en una norma inválida atribuida a la disposición
contenida en el inciso 4) del artículo 2 constitucional.
b) A que en los casos de pretensiones válidas, estas deriven directamente del contenido esen-
cial de un derecho protegido por una disposición constitucional. En otras palabras, una de-
manda planteada en un proceso constitucional de la libertad, resultará procedente toda vez
que la protección de la esfera subjetiva que se aduzca violada pertenezca al contenido esen-
cial del derecho fundamental o tenga una relación directa con él. Y, contrario sensu, resultará
improcedente cuando la titularidad subjetiva afectada tenga su origen en la ley o, en general,
en disposiciones infraconstitucionales.
En efecto, dado que los procesos constitucionales de la libertad son la garantía jurisdiccio-
nal de protección de los derechos fundamentales, no pueden encontrarse orientados a la de-
fensa de los derechos creados por el legislador, sino solo aquellos reconocidos por el Poder
Constituyente en su creación; a saber, la Constitución.

178
SENTENCIAS DE AMPARO

En consecuencia, si bien el legislador es competente para crear derechos subjetivos a través


de la ley, empero, la protección jurisdiccional de estos debe verificarse en los procesos or-
dinarios. Mientras que, por imperio del artículo 200 de la Constitución y del artículo 38 del
CPConst., a los procesos constitucionales de la libertad es privativa la protección de los de-
rechos de sustento constitucional directo.
Lo expuesto no podría ser interpretado en el sentido de que los derechos fundamentales de
configuración legal, carezcan de protección a través del amparo constitucional, pues resulta
claro, en virtud de lo expuesto en el fundamento 11 y ss. supra, que las posiciones subjetivas
previstas en la ley que concretizan el contenido esencial de los derechos fundamentales, o los
ámbitos a él directamente vinculados, no tienen sustento directo en la fuente legal, sino, jus-
tamente, en la disposición constitucional que reconoce el respectivo derecho fundamental.
Sin embargo, es preciso tener presente que prima facie las posiciones jurídicas que se deriven
válidamente de la ley y no directamente del contenido esencial de un derecho fundamental,
no son susceptibles de ser estimadas en el proceso de amparo constitucional, pues ello im-
plicaría pretender otorgar protección mediante los procesos constitucionales a derechos que
carecen de un sustento constitucional directo, lo que conllevaría su desnaturalización.
Y si bien la distinción concreta entre aquello regulado por la ley que forma parte de la de-
limitación del contenido directamente protegido por un derecho fundamental y aquello que
carece de relevancia constitucional directa no es una tarea sencilla, los criterios de interpre-
tación que sirvan a tal cometido deberán encontrarse inspirados, en última instancia, en el
principio-derecho de dignidad humana, pues, como ha señalado Ingo von Münch, si bien re-
sulta sumamente difícil determinar de modo satisfactorio qué es la dignidad humana,
“manifiestamente sí es posible fijar cuándo se la está vulnerando” (VON MÜNCH, Ingo.
“La dignidad del hombre en el derecho constitucional”. En: Revista Española de Dere-
cho Constitucional. Centro de Estudios Constitucionales. Año 2, N° 5, mayo / agosto,
Madrid, 1982, p. 21).
§3. La garantía institucional de la seguridad social
28. El artículo 10 de la Constitución reconoce
“el derecho universal y progresivo de toda persona a la seguridad social, para su protección
frente a las contingencias que precise la ley y para la elevación de su calidad de vida”.
Por su parte, el artículo 11 constitucional, estipula la obligación del Estado de garantizar y su-
pervisar eficazmente el libre acceso a prestaciones de salud y a pensiones, a través de entidades
públicas, privadas o mixtas.
29. Tal como ha establecido el Tribunal Constitucional en el Fundamento 54 de la STC Exps. N°s
0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI (acumulados)
“La seguridad social es la garantía institucional que expresa por excelencia la función so-
cial del Estado. Se concreta en un complejo normativo estructurado –por imperio del artícu-
lo 10 de la Constitución– al amparo de la ‘doctrina de la contingencia’ y la calidad de vida;
por ello, requiere de la presencia de un supuesto fáctico al que acompaña una presunción de
estado de necesidad (cese en el empleo, viudez, orfandad, invalidez, entre otras) que condi-
ciona el otorgamiento de una prestación pecuniaria y/o asistencial, regida por los principios
de progresividad, universalidad y solidaridad, y fundada en la exigencia no solo del mante-
nimiento, sino en ‘la elevación de la calidad de vida’”.
La seguridad social
“es un sistema institucionalizado de prestaciones individualizadas, basado en la prevención
del riesgo y en la redistribución de recursos, con el único propósito de coadyuvar en la

179
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

calidad y el proyecto de vida de la comunidad. Es de reconocerse el fuerte contenido axioló-


gico de la seguridad social, cuyo principio de solidaridad genera que los aportes de los traba-
jadores activos sirvan de sustento a los retirados mediante los cobros mensuales de las pen-
siones” (STC Exp. N° 0011-2002-AI, Fundamento 14).
30. Su condición de sistema institucionalizado imprescindible para la defensa y desarrollo de diver-
sos principios y derechos fundamentales, permite reconocer a la seguridad social como una ga-
rantía institucional.
El Tribunal Constitucional español, en criterio mutatis mutandis aplicable al contexto constitu-
cional peruano, ha señalado que la seguridad social es una garantía institucional
“cuya preservación se juzga indispensable para asegurar los principios constitucionales estable-
ciendo un núcleo o reducto indisponible por el legislador (...), de tal suerte que ha de ser preser-
vado en términos reconocibles para la imagen que de la misma tiene la conciencia social en cada
tiempo y lugar” (STC 37/1994, Fundamento 3).
§4. El derecho fundamental a la pensión
31. Tal como se ha precisado, los derechos fundamentales reconocidos por la Norma Fundamental,
no se agotan en aquellos enumerados en su artículo 2, pues además de los derechos implícitos,
dicha condición es atribuible a otros derechos reconocidos en la propia Constitución. Tal es el
caso de los derechos a prestaciones de salud y a la pensión, contemplados en el artículo 11, y que
deben ser otorgados en el marco del sistema de seguridad social, reconocido en el artículo 10.
32. El Tribunal Constitucional ha referido que el derecho fundamental a la pensión
“tiene la naturaleza de derecho social –de contenido económico–. Surgido históricamente en
el tránsito del Estado liberal al Estado social de Derecho, impone a los poderes públicos la
obligación de proporcionar las prestaciones adecuadas a las personas en función a criterios y
requisitos determinados legislativamente, para subvenir sus necesidades vitales y satisfacer
los estándares de la ‘procura existencial’. De esta forma se supera la visión tradicional que
suponía distintos niveles de protección entre los derechos civiles, políticos, sociales y econó-
micos, atendiendo al principio de indivisibilidad de los derechos fundamentales y a que cada
uno formaba un complejo de obligaciones de respeto y protección –negativas– y de garantía
y promoción –positivas– por parte del Estado” (STC Exps. N°s 0050-2004-AI / 0051-2004-
AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI, acumulados, fundamento 74).
“Este derecho es una concreción del derecho a la vida, en su sentido material, en atención al
principio de indivisibilidad de los derechos fundamentales y al telos constitucional orientado
a la protección de la dignidad de la persona humana, consagrado en el artículo 1 de la Cons-
titución Política, en los siguientes términos:
‘(...) la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la
sociedad y del Estado’.
De esta forma, nuestro texto constitucional consagra la promoción de una digna calidad de
vida entre sus ciudadanos como un auténtico deber jurídico, lo que comporta al mismo tiem-
po una definida opción en favor de un modelo cualitativo de Estado que encuentre en la per-
sona humana su presupuesto ontológico, de expreso rechazo a una forma de mero desarrollo
social y económico cuantitativo.
Es de esta forma como el derecho fundamental a la pensión permite alcanzar el desarrollo de
la dignidad de los pensionistas. De ello se deriva su carácter de derecho fundamental especí-
fico, que supera las posiciones liberales que no aceptan un concepto de igualdad como dife-
renciación, pero que tampoco supone privilegios medievales que tengan por objeto un trato
diferenciado estático a determinado colectivo para conseguir y mantener la desigualdad.

180
SENTENCIAS DE AMPARO

En la definición del contenido de este derecho fundamental es factor gravitante el esfuerzo


económico que el proceso pensionario exige de los poderes públicos y de la capacidad pre-
supuestaria” (STC Exps. N°s 0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI
/ 0009-2005-AI, acumulados, fundamento 76).
§4.1 El derecho fundamental a la pensión como derecho fundamental de configuración legal
33. Tal como ha referido este Colegiado
“[e]l artículo 11 de la Constitución no tiene la naturaleza de una norma jurídica tradicio-
nal, pues se trata de una disposición de textura abierta que consagra un derecho fundamen-
tal; en esa medida hace referencia a un contenido esencial constitucionalmente protegido,
el cual tiene como substrato el resto de bienes y valores constitucionales; pero, a su vez,
alude a una serie de garantías que no conforman su contenido irreductible, pero que son
constitucionalmente protegidas y sujetas a desarrollo legislativo –en función a determina-
dos criterios y límites–, dada su naturaleza de derecho de configuración legal.” (STC Exps.
N°s 0050-2004-AI / 0051-2004-AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI, acumu-
lados, fundamento 73).
34. Referir que el derecho fundamental a la pensión es uno de configuración legal, alude a que la ley
constituye fuente normativa vital para delimitar el contenido directamente protegido por dicho
derecho fundamental y dotarle de plena eficacia.
En efecto, tal como ha establecido el Tribunal Constitucional,
“Si bien la expresión normativo-constitucional de un derecho le confiere el sentido de jurídi-
camente exigible y vinculante al poder político y a los particulares, no se puede soslayar que
parte de la plena eficacia de determinados derechos constitucionales se encuentra sujeta al
desarrollo que de estos pueda hacer el legislador, cuyo ámbito de determinación es amplio,
sin que ello suponga la potestad de ejercer arbitrariamente sus competencias.
En tanto que la plena exigibilidad de los contenidos del derecho fundamental a la pensión
resulta de su desarrollo legislativo, este es un derecho fundamental de configuración legal,
y por ello, dentro de los límites del conjunto de valores que la Constitución recoge, queda
librada al legislador ordinario la regulación de los requisitos de acceso y goce de las presta-
ciones pensionarias.
Por otra parte, es preciso tener en cuenta que no todas las disposiciones de la legislación or-
dinaria que tienen por objeto precisar los beneficios o prestaciones relacionadas con mate-
ria previsional, dotan de contenido esencial al derecho fundamental a la pensión. Solo cum-
plen dicha condición aquellas disposiciones legales que lo desarrollan de manera directa (tal
como ocurre, por ejemplo, con las condiciones para obtener una pensión dentro de un deter-
minado régimen). Por el contrario, las condiciones indirectas relativas al goce efectivo de
determinadas prestaciones, como por ejemplo, asuntos relacionados al monto de la pensión
(en la medida que no se comprometa el mínimo vital), topes, mecanismos de reajuste, entre
otros, no podrían considerarse como componentes esenciales del derecho fundamental refe-
rido, sino como contenidos no esenciales y, en su caso, adicionales, y, en tal medida, tampoco
como disposiciones legales que lo configuran” (STC Exps. N°s 0050-2004-AI / 0051-2004-
AI / 0004-2005-AI / 0007-2005-AI / 0009-2005-AI, acumulados, fundamento 120).
35. Así las cosas, cuando el inciso 20) del artículo 37 del CPConst. establece que el amparo proce-
de en defensa del derecho a la pensión, ello no supone que todos los derechos subjetivos que se
deduzcan de las disposiciones contenidas en el régimen legal relacionado al sistema previsional
público o privado, habilitan un pronunciamiento sobre el fondo en un proceso de amparo, pues
un razonamiento en ese sentido apuntaría a una virtual identidad entre derecho legal y derecho
constitucional de configuración legal, lo que a todas luces resulta inaceptable.

181
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

§4.2 Determinación del contenido esencial del derecho fundamental a la pensión


36. El análisis sistemático de la disposición constitucional que reconoce el derecho fundamental a la
pensión (artículo 11) con los principios y valores que lo informan, es el que permite determinar
los componentes de su contenido esencial. Dichos principios y valores son el principio-derecho
de dignidad y los valores de igualdad material y solidaridad.
37. En base a dicha premisa, sobre los alcances del derecho fundamental a la pensión como dere-
cho de configuración legal y de lo expuesto a propósito del contenido esencial y la estructura
de los derechos fundamentales, este Colegiado procede a delimitar los lineamientos jurídicos
que permitirán ubicar las pretensiones que, por pertenecer al contenido esencial dicho derecho
fundamental o estar directamente relacionadas a él, merecen protección a través del proceso de
amparo:
a) En primer término, forman parte del contenido esencial directamente protegido por el dere-
cho fundamental a la pensión, las disposiciones legales que establecen los requisitos del libre
acceso al sistema de seguridad social consustanciales a la actividad laboral pública o privada,
dependiente o independiente, y que permite dar inicio al periodo de aportaciones al Sistema
Nacional de Pensiones. Por tal motivo, serán objeto de protección por vía del amparo los su-
puestos en los que habiendo el demandante cumplido dichos requisitos legales se le niegue
el acceso al sistema de seguridad social.
b) En segundo lugar, forma parte del contenido esencial directamente protegido por el derecho
fundamental a la pensión, las disposiciones legales que establecen los requisitos para la ob-
tención de un derecho a la pensión. Así, será objeto de protección en la vía de amparo los su-
puestos en los que, presentada la contingencia, se deniegue a una persona el reconocimiento
de una pensión de jubilación o cesantía, a pesar de haber cumplido los requisitos legales para
obtenerla (edad requerida y determinados años de aportación), o de una pensión de invalidez,
presentados los supuestos previstos en la ley que determinan su procedencia.
Tal como ha tenido oportunidad de precisar la Corte Constitucional colombiana, en criterio
que este Colegido comparte, el derecho a la pensión
“adquiere el carácter de fundamental cuando a su desconocimiento sigue la vulneración
o la amenaza de derechos o principios de esa categoría y su protección resulta indispen-
sable tratándose de la solicitud de pago oportuno de las pensiones reconocidas, ya que la
pensión guarda una estrecha relación con el trabajo, principio fundante del Estado Social
de Derecho, por derivar de una relación laboral y constituir una especie de salario diferi-
do al que se accede previo el cumplimiento de las exigencias legales.” (Cfr. Corte Cons-
titucional colombiana. Sala Tercera de Revisión. Sentencia T-608 del 13 de noviembre
de 1996. M.P. Dr. Eduardo Cifuentes Muñoz).
c) Por otra parte, dado que, como quedó dicho, el derecho fundamental a la pensión tiene una
estrecha relación con el derecho a una vida acorde con el principio-derecho de dignidad, es
decir, con la trascendencia vital propia de una dimensión sustancial de la vida, antes que una
dimensión meramente existencial o formal, forman parte de su contenido esencial aquellas
pretensiones mediante las cuales se busque preservar el derecho concreto a un ‘mínimo vi-
tal’, es decir,
“aquella porción de ingresos indispensable e insustituible para atender las necesidades
básicas y permitir así una subsistencia digna de la persona y de su familia; sin un ingreso
adecuado a ese mínimo no es posible asumir los gastos más elementales (...) en forma tal
que su ausencia atenta en forma grave y directa contra la dignidad humana.” (Cfr. Corte
Constitucional colombiana. Sala Quinta de Revisión. Sentencia T-1001 del 9 de diciem-
bre de 1999. M.P. José Gregorio Hernández Galindo).

182
SENTENCIAS DE AMPARO

En tal sentido, en los supuestos en los que se pretenda ventilar en sede constitucional pre-
tensiones relacionadas no con el reconocimiento de la pensión que debe conceder el sistema
previsional público o privado, sino con su específico monto, ello solo será procedente cuan-
do se encuentre comprometido el derecho al mínimo vital.
Por ello, tomando como referente objetivo que el monto más alto de lo que en nuestro or-
denamiento previsional es denominado “pensión mínima”, asciende a S/. 415,00 (Disposi-
ción Transitoria de la Ley N° 27617 e inciso 1 de la Cuarta Disposición Transitoria de la Ley
N° 28449), el Tribunal Constitucional considera que, prima facie, cualquier persona que sea
titular de una prestación que sea igual o superior a dicho monto, deberá acudir a la vía judi-
cial ordinaria a efectos de dilucidar en dicha sede los cuestionamientos existentes en rela-
ción a la suma específica de la prestación que le corresponde, a menos que, a pesar de perci-
bir una pensión o renta superior, por las objetivas circunstancias del caso, resulte urgente su
verificación a efectos de evitar consecuencias irreparables (vg. los supuestos acreditados de
graves estados de salud).
d) Asimismo, aún cuando, prima facie, las pensiones de viudez, orfandad y ascendientes, no
forman parte del contenido esencial del derecho fundamental a la pensión, en la medida de
que el acceso a las prestaciones pensionarias sí lo es, son susceptibles de protección a través
del amparo los supuestos en los que se deniegue el otorgamiento de una pensión de sobrevi-
vencia, a pesar de cumplir con los requisitos legales para obtenerla.
e) En tanto el valor de igualdad material informa directamente el derecho fundamental a la pen-
sión, las afectaciones al derecho a la igualdad como consecuencia del distinto tratamiento (en
la ley o en la aplicación de la ley) que dicho sistema dispense a personas que se encuentran en
situación idéntica o sustancialmente análoga, serán susceptibles de ser protegidos mediante
el proceso de amparo, siempre que el término de comparación propuesto resulte válido.
En efecto, en tanto derecho fundamental relacional, el derecho a la igualdad se encontrará
afectado ante la ausencia de bases razonables, proporcionales y objetivas que justifiquen el
referido tratamiento disímil en el libre acceso a prestaciones pensionarias.
f) Adicionalmente, es preciso tener en cuenta que para que quepa un pronunciamiento de mé-
rito en los procesos de amparo, la titularidad del derecho subjetivo concreto de que se trate
debe encontrarse suficientemente acreditada. Y es que como se ha precisado, en el proceso
de amparo
“no se dilucida la titularidad de un derecho, como sucede en otros, sino solo se restable-
ce su ejercicio. Ello supone, como es obvio, que quien solicita tutela en esta vía mínima-
mente tenga que acreditar la titularidad del derecho constitucional cuyo restablecimiento
invoca, en tanto que este requisito constituye un presupuesto procesal, a lo que se suma
la exigencia de tener que demostrar la existencia del acto [u omisión] cuestionado” (STC
Exp. N° 0976-2001-AA, fundamento 3).
g) Debido a que las disposiciones legales referidas al reajuste pensionario o a la estipulación
de un concreto tope máximo a las pensiones, no se encuentran relacionadas a aspectos cons-
titucionales directamente protegidos por el contenido esencial del derecho fundamental a la
pensión, prima facie, las pretensiones relacionadas a dichos asuntos deben ser ventiladas en
la vía judicial ordinaria.
Las pretensiones vinculadas a la nivelación como sistema de reajuste de las pensiones o a la
aplicación de la teoría de los derechos adquiridos en materia pensionaria, no son susceptibles
de protección a través del amparo constitucional, no solo porque no forman parte del con-
tenido protegido del derecho fundamental a la pensión, sino también, y fundamentalmente,
porque han sido proscritas constitucionalmente, mediante la Primera Disposición Final y el
artículo 103 de la Constitución, respectivamente.

183
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

§5. Determinación de la procedencia de la pretensión en la presente causa


38. Analizados los componentes que por derivar directamente del contenido constitucionalmente
protegido por el derecho fundamental a la pensión, merecen protección a través del proceso de
amparo, corresponde analizar si la pretensión en el presente caso se encuentra referida a alguno
de dichos ámbitos y si, en consecuencia, corresponde expedir un pronunciamiento sobre el fondo
del asunto.
39. En el presente caso el demandante pretende el reconocimiento de la pensión de jubilación ade-
lantada por reducción de personal, que le fue denegada porque a juicio de la ONP no reunía el
mínimo de aportaciones necesarias para obtener el derecho. En consecuencia, al recurrente le
ha sido denegada la pensión, a pesar de que, según alega, cumple con los requisitos legales para
obtenerla. Consecuentemente, la pretensión del recurrente ingresa dentro del supuesto previsto
en el fundamento 37.b, motivo por el cual este Colegiado procede a analizar el fondo de la cues-
tión controvertida.
§6. Análisis del agravio constitucional alegado
40. El segundo párrafo del artículo 44 del Decreto Ley N° 19990, el artículo 1 Decreto Ley N° 25967
y el artículo 17 de la Ley N° 24514, constituyen las disposiciones legales que configuran el de-
recho constitucionalmente protegido para acceder a la pensión reclamada. En ellos se establece
que en los casos de reducción o despido total del personal, tienen derecho a pensión de jubila-
ción los trabajadores afectados que: i) tengan cuando menos 55 o 50 años de edad, según sean
hombres o mujeres; ii) acrediten por lo menos 20 años de aportaciones; y, iii) el empleador haya
sido autorizado por el Ministerio de Trabajo para despedir a su personal luego de seguir el pro-
cedimiento previsto en la Ley N° 24514, sustitutoria del Decreto Ley N° 18471.
41. Este Tribunal ha precisado en reiteradas ejecutorias, que constituyen precedentes de observancia
obligatoria, que para la calificación de las pensiones se debe tener en cuenta que:
a) A tenor del artículo 57 del Decreto Supremo N° 011-74-TR, Reglamento del Decreto Ley
N° 19990, los períodos de aportación no pierden su validez, excepto en los casos de cadu-
cidad de las aportaciones declaradas por resoluciones consentidas o ejecutoriadas con fecha
anterior al 1 de mayo de 1973. En ese sentido, la Ley N° 28407, vigente desde el 3 de di-
ciembre de 2004, recogió este criterio y declaró expedito el derecho de cualquier aportan-
te para solicitar la revisión de cualquier resolución que se hubiera expedido contraviniendo
lo dispuesto en los artículos 56 y 57 del Decreto Supremo referido, Reglamento del Decreto
Ley N° 19990.
b) En cuanto a las aportaciones de los asegurados obligatorios, los artículos 11 y 70 del Decreto
Ley N° 19990 establecen, respectivamente, que “los empleadores (...) están obligados a re-
tener las aportaciones de los trabajadores asegurados obligatorios (...)”, y que “Para los ase-
gurados obligatorios son períodos de aportación los meses, semanas o días en que presten,
o hayan prestado servicios que generen la obligación de abonar las aportaciones a que se re-
fieren los artículos 7 al 13, aún cuando el empleador (...) no hubiese efectuado el pago de las
aportaciones”. Más aún, el artículo 13 de esta norma dispone que la emplazada se encuentra
obligada a iniciar el procedimiento coactivo si el empleador no cumple con efectuar el abo-
no de las aportaciones indicadas. A mayor abundamiento, el inciso d), artículo 7 de la Reso-
lución Suprema N° 306-2001-EF, Reglamento de Organización y Funciones de la Oficina de
Normalización Previsional (ONP), dispone que la emplazada debe “efectuar la verificación,
liquidación y fiscalización de derechos pensionarios que sean necesarias para garantizar su
otorgamiento con arreglo a Ley”.
42. En ese sentido, para acreditar la titularidad de derecho a la pensión y el cumplimiento de los re-
quisitos legales que configuran el derecho, el demandante ha acompañado una serie de docu-
mentos, respecto de los cuales este Tribunal determina lo siguiente

184
SENTENCIAS DE AMPARO

42.1. Edad
1) Copia de su Documento Nacional de Identidad, con el cual se constata que nació el 16 de ju-
nio de 1945, y que, por tanto, cumplió la edad requerida para la pensión reclamada el 16 de
junio de 2000.
42.2 Años de aportaciones
1) Copia de la Resolución N° 0000041215-2002-ONP/DC/DL 19990 (Expediente N° 0130
0311802) y del Cuadro de Resumen de Aportaciones, de donde se evidencia que en aplica-
ción del artículo 95 del Decreto Supremo N° 013-61-TR, Reglamento de la Ley N° 13640, la
ONP desconoció la validez de las aportaciones realizadas durante 1 año y 1 mes en los años
1964 y 1965, y decidió no continuar su labor inspectiva porque presumió que el demandante
no acreditaría el mínimo de años de aportaciones requeridos.
2) Copia de dos Certificados de Trabajo expedidos por Motor Perú S.A. en el año 1992, en pa-
pel membretado y en formato del IPSS, y adicionalmente, otro Certificado de Trabajo otor-
gado en el año 1994 por Motor Perú S.A. en liquidación, en todos los cuales se certifica que
el demandante trabajó en la empresa desde el 5 de marzo de 1973 hasta el 25 de mayo de
1992, es decir, por un periodo de 19 años, 2 meses y 20 días.
42.3 Autorización de la Autoridad de Trabajo y afectación por reducción de personal
1) Copia de la Resolución Sub-Directoral N° 018-92-1SD-NEC y la Resolución Directoral
N° 046-92-DR-LIM, del 21 de febrero y 24 de marzo de 1992, respectivamente, en las que
consta la autorización de la Autoridad de Trabajo para que Motor Perú S.A. reduzca personal
al haber acreditado causal económica conforme a lo señalado en la Ley N° 24514.
2) Copia del Acta de Extraproceso de fecha 3 de julio de 1992, suscrita ante el Director Regio-
nal de Trabajo de Lima, por los representantes de Motor Perú S.A. y el Sindicato de Trabaja-
dores de la empresa, en la cual se transcribe la relación del personal afectado por la reducción
de personal, entre los que se encuentra el demandante. Asimismo, el cronograma de pago de
los beneficios sociales que se entregará conjuntamente con el certificado de trabajo, previa
presentación de las cartas de renuncia de los trabajadores con fecha 25 de mayo de 1992.
43. En consecuencia, el Tribunal Constitucional considera que aun cuando en el proceso de amparo
no se encuentra prevista una etapa probatoria, el demandante ha presentado suficiente medios
probatorios que no requieren actuación (artículo 9 del CPConst.), que demuestran: i) que cum-
ple con el requisito de edad exigido para obtener la pensión solicitada; ii) que fue cesado en el
empleo por causal de reducción de personal; y, iii) que teniendo en cuenta su tiempo de servicios
en Motor Perú S.A. –corroborados previamente por la Autoridad de Trabajo– y las aportaciones
realizadas durante el periodo cuya validez indebidamente no se reconoció, acredita por lo menos
20 años de aportaciones al Sistema Nacional de Pensiones.
En tal sentido, ha acreditado que reúne todos los requisitos legales exigidos para la percepción
de la pensión de jubilación adelantada por reducción de personal reclamada, y consiguiente-
mente, que se ha desconocido arbitrariamente el derecho constitucional a la pensión que le
asiste, por lo que la demandada debe reconocer su derecho a la pensión de jubilación y dispo-
ner su percepción desde la fecha en que se verifica el agravio constitucional, es decir, en la fe-
cha de la apertura del Expediente N° 01300311802 en el que consta la solicitud de la pensión
denegada.
Adicionalmente, se debe ordenar a la ONP que efectúe el cálculo de los devengados correspon-
dientes desde la fecha del agravio constitucional, así como el de los intereses legales generados
de acuerdo a la tasa señalada en el artículo 1246 del Código Civil, y proceda a su pago, en la for-
ma y modo establecido por el artículo 2 de la Ley N° 28266.

185
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

§7. Precedente vinculante


44. Es evidente que con relación al derecho fundamental a la pensión reconocido en el artículo 11
de la Constitución, en la jurisprudencia de este Tribunal ha existido un criterio de procedibilidad
más flexible que aquel desarrollado en el Fundamento 37 supra. Ello, en su momento, se encon-
traba plenamente justificado en aras de proyectar desde la jurisprudencia de este Colegiado las
pautas de interpretación que permitan convertir al sistema de seguridad social, y, concretamente,
al derecho fundamental a la pensión, en uno plenamente identificado con los principios consti-
tucionales que lo informan (dignidad, igualdad y solidaridad).
45. Las materias que son competencia de la jurisdicción constitucional no se desarrollan sobre un
espectro rígido e inmutable. Por el contrario, la incuestionable ligazón existente entre realidad
social y Constitución en los Estados sociales y democráticos de derecho, imponen un margen de
razonable flexibilidad al momento de decidir las causas que merecen un pronunciamiento por
parte de la jurisdicción constitucional, sobre todo en aquellas latitudes en las que ésta tiene re-
ciente data. Sólo así es posible sentar por vía de la jurisprudencia las bases mínimas para una
verdadera identidad constitucional en cada uno de los ámbitos del derecho, y solo así es posible
que este Tribunal mantenga incólumes sus funciones de valoración, ordenación y pacificación.
46. El Tribunal Constitucional considera que dicho cometido ha sido cubierto con la abundante ju-
risprudencia emitida en materia pensionaria, motivo por el cual considera pertinente, a partir de
la presente sentencia, restringir los criterios de procedibibilidad en dicha materia sobre la base de
pautas bastante más identificadas con la naturaleza de urgencia del proceso de amparo.
47. En tal sentido, este Tribunal advierte que los criterios jurídicos contenidos en el Fundamento
37 supra para determinar la procedencia de demandas de amparo en materia pensionaria, a partir
de la determinación del contenido esencial del derecho fundamental a la pensión, reconocido en
el artículo 11 de la Constitución, constituyen precedente vinculante, de conformidad con lo dis-
puesto en el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.
48. Por lo demás, dicho cambio de precedente se encuentra amparado por el principio de autonomía
procesal que informa a las funciones de valoración, ordenación y pacificación de este Tribunal,
conforme al cual, dentro del marco normativo de las reglas procesales que le resultan aplicables,
este goza de un margen razonable de flexibilidad en su aplicación, de manera que toda formali-
dad resulta finalmente supeditada a la finalidad de los procesos constitucionales: la efectividad
del principio de supremacía de la Constitución y la vigencia de los derechos fundamentales (ar-
tículo II del Título Preliminar del CPConst.).
El artículo III del Título preliminar del CPConst. establece la obligación del juez constitucional de:
“adecuar la exigencia de las formalidades previstas en este Código al logro de los fines de
los procesos constitucionales”, por lo que goza de cierto grado de autonomía para establecer
determinadas reglas procesales o interpretar las ya estipuladas, cuando se trate de efectivizar
los fines de los procesos constitucionales.
En efecto, mediante su autonomía procesal el Tribunal Constitucional puede establecer reglas
que tengan una pretensión de generalidad y que puedan aplicarse posteriormente a casos simila-
res, siempre que estas reglas tengan como finalidad perfeccionar el proceso constitucional, y se
encuentren limitadas por el principio de separación de poderes, la ya mencionada vigencia efec-
tiva de los derechos fundamentales y los principios de razonabilidad y proporcionalidad.
49. El precedente sentado es de vinculación inmediata, motivo por el cual a partir del día siguiente
de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano, toda demanda de am-
paro que sea presentada o que se encuentre en trámite y cuya pretensión no verse sobre el conte-
nido constitucional directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión (Fundamen-
to 37 supra), debe ser declarada improcedente.

186
SENTENCIAS DE AMPARO

§8. Vía jurisdiccional ordinaria para la dilucidación de asuntos previsionales que no versen
sobre el contenido directamente protegido por el derecho fundamental a la pensión
50. No obstante, en atención a su función de ordenación, el Tribunal Constitucional no puede limi-
tarse a precisar los criterios que procedibilidad del amparo constitucional en materia pensiona-
ria, sino que, a su vez, debe determinar la vía judicial en las que deban ventilarse la pretensiones
sobre dicha materia que por no gozar de protección constitucional directa, no son susceptibles de
revisarse en sede constitucional. Asimismo, debe determinar las reglas necesarias para encausar
las demandas de amparo en trámite cuya improcedencia debe ser declarada tras la publicación
de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano.
51. La vía idónea para dilucidar los asuntos pensionarios que no versen sobre el contenido directa-
mente protegido por el derecho fundamental a la pensión, es el proceso contencioso adminis-
trativo. En efecto, en tanto que es la Administración Pública la encargada de efectuar el otorga-
miento de las pensiones específicas una vez cumplidos los requisitos previstos en la ley, es el
proceso contencioso administrativo la vía orientada a solicitar la nulidad de los actos adminis-
trativos que se consideren contrarios a los derechos subjetivos que a pesar de encontrarse rela-
cionados con materia previsional, sin embargo, no derivan directamente del contenido constitu-
cionalmente protegido por el derecho fundamental a la pensión. Así lo estipula el artículo 1 de
la Ley N° 27584.
“La acción contencioso administrativa prevista en el artículo 148 de la Constitución Política
tiene por finalidad el control jurídico por el Poder Judicial de las actuaciones de la adminis-
tración pública sujetas al derecho administrativo y la efectiva tutela de los derechos e intere-
ses de los administrados (...)”.
52. Por ende, en los supuestos en los que se pretenda la estimación en juicio de pretensiones que no
se encuentren relacionadas con el contenido directamente protegido por el derecho fundamental
a la pensión, los justiciables deberán acudir el proceso contencioso administrativo a efectos de
dilucidar el asunto controvertido.
En tal perspectiva, el artículo 3 de la Ley N° 27584 establece, de conformidad con el principio
de exlusividad, lo siguiente:
“las actuaciones de la administración pública solo pueden ser impugnadas en el proce-
so contencioso administrativo, salvo en los casos en que se pueda recurrir a los procesos
constitucionales”,
es decir, salvo en los casos en los que la actuación (u omisión) de la Administración Pública
genere la afectación del contenido directamente protegido por un derecho constitucional.
53. De conformidad con los artículos 8 y 9 de la Ley N° 27584 es competente para conocer la de-
manda el Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (o el Juez Civil o Mixto en los
lugares en que no exista Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo), del lugar del
domicilio del demandado o del lugar donde se produjo la actuación impugnable, a elección del
demandante.
§9. Reglas procesales aplicables a las demandas de amparo en trámite que sean declaradas
improcedentes como consecuencia del precedente vinculante contenido en esta sentencia
54. Las demandas de amparo en trámite que, en aplicación de los criterios de procedibilidad previs-
tos en el Fundamento 37 supra, sean declaradas improcedentes, deberán ser remitidas al juzgado
de origen (Juez Civil encargado de merituar el proceso de amparo en primera instancia), quien
deberá remitir el expediente judicial al Juez Especializado en lo Contencioso Administrativo (en
los lugares en los que éstos existan) o deberá avocarse al conocimiento del proceso (en los luga-
res en los que no existan Jueces Especializados en lo Contencioso Administrativo).

187
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Una vez que el juez competente del proceso contencioso administrativo se avoque al conoci-
miento de la causa, deberá entenderse presentada y admitida la demanda contencioso adminis-
trativa, y, en aplicación del principio de suplencia previsto en el inciso 4) del artículo 2 de la Ley
N° 27584, se otorgará al demandante un plazo razonable a efectos de que adecúe su demanda
conforme a las reglas previstas para la etapa postulatoria del proceso contencioso administrati-
vo. Transcurrido dicho plazo sin que el demandante realice la respectiva adecuación, procederá
el archivo del proceso.
Estas reglas son dictadas en virtud del principio de autonomía procesal del Tribunal Constitucio-
nal al que se ha hecho alusión en el fundamento 48 supra.
55. Por otra parte, en aplicación del principio pro actione que impone al juez intepretar los requisi-
tos de admisibilidad de las demandas en el sentido que más favorezca el derecho de acceso a la
jurisdicción, en los supuestos en los que en el expediente de amparo obre escrito en el que la Ad-
ministración contradiga la pretensión del recurrente, el Juez del contencioso administrativo, no
podrá exigir el agotamiento de la vía administrativa.
En efecto, dado que la finalidad de la interposición de los recursos administrativos de impugna-
ción consiste en darle la oportunidad a la propia Administración de revisar su actuación o reeva-
luarla y, en su caso, disponer el cese de la vulneración del derecho, sería manifiestamente con-
trario al principio de razonablidad y al derecho fundamental de acceso a la jurisdicción, exigir el
agotamiento de la vía adminitrativa en los casos en los que resulta evidente que la propia Admi-
nistración se ha ratificado en la supuesta validez del acto considerado ilegal.
56. Por el contrario, los expedientes de amparo en los que no sea posible verificar si la Administra-
ción se ha o no ratificado en torno a la supuesta validez del acto considerado atentatorio de los
derechos previsionales que no configuran el contenido directamente protegido por el derecho
fundamental a la pensión, no serán remitidos al Juez del contencioso administrativo, pues dado
que en estos supuestos es plenamente exigible el agotamiento de la vía administrativa prevista
en el artículo 18 de la Ley N° 27584, los recurrentes deberán agotarla para encontrarse habilita-
dos a presentar la demanda contencioso administrativa.
57. En todo caso, es deber del Juez del contencioso administrativo, aplicar el principio de favoreci-
miento del proceso, previsto en el inciso 3) del artículo 2 de la Ley N° 27584, conforme al cual:
“Principio de favorecimiento del proceso.- El Juez no podrá rechazar liminarmente la de-
manda en aquellos casos en los que por falta de precisión del marco legal exista incertidum-
bre respecto del agotamiento de la vía previa.
Asimismo, en caso de que el Juez tenga cualquier otra duda razonable sobre la procedencia
o no de la demanda, deberá preferir darle trámite a la misma.”
58. Por otra parte, dado que en los asuntos previsionales, es la Administración o, en su caso, la enti-
dad en la que prestó servicios el extrabajador, las que se encuentran en mayor capacidad de pro-
veer al juez de los medios probatorios que coadyuven a formar convicción en relación con el
asunto controvertido, el hecho de que el recurrente no haya presentado los medios probatorios
suficientes que permitan acreditar su pretensión, en principio, no puede considerarse como mo-
tivo suficiente para desestimar la demanda. En tales circunstancias, es obligación del juez reca-
bar de oficio los medios probatorios que juzque pertinentes; máxime si el artículo 22 de la Ley
N° 27584, establece que:
“Al admitir a trámite la demanda el juez ordenará a la entidad administrativa que remita el
expediente relacionado con la actuación impugnable.
Si la entidad no cumple con remitir el expediente administrativo el órgano jurisdiccional po-
drá prescindir del mismo o en su caso reiterar el pedido bajo apercibimiento de poner el he-
cho en conocimiento del Ministerio Público para el inicio del proceso penal correspondiente
(...).

188
SENTENCIAS DE AMPARO

El incumplimiento de lo ordenado a la entidad administrativa no suspende la tramitación del


proceso, debiendo el juez en este caso aplicar al momento de resolver lo dispuesto en el Ar-
tículo 282 del Código Procesal Civil”.
Dicho artículo del Código Procesal Civil, establece:
“El juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las partes atendiendo a la
conducta que éstas asumen en el proceso, particularmente cuando se manifiesta notoriamen-
te en la falta de cooperación para lograr la finalidad de los medios probatorios, o con otras
actitudes de obstrucción. Las conclusiones del Juez estarán debidamente fundamentadas”.
Por su parte, el artículo 29 de la Ley N° 27584, dispone:
“Cuando los medios probatorios ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar con-
vicción, el Juez en decisión motivada e inimpugnable, puede ordenar la actuación de los me-
dios probatorios adicionales que considere convenientes”.
§10. Vulneración continuada y ausencia de plazos de prescripción en asuntos que versen sobre
materia pensionaria
59. Todos los poderes públicos, incluida la Administración Pública, deberán tener presente, tal como
lo ha precisado este Colegiado de manera uniforme y constante –en criterio que mutatis mutan-
dis es aplicable a cualquier proceso judicial o procedimiento administrativo que prevea plazos de
prescripción o caducidad– que las afectaciones en materia pensionaria tienen la calidad de una
vulneración continuada, pues tienen lugar mes a mes, motivo por el cual no existe posibilidad de
rechazar reclamos, recursos o demandas que versen sobre materia previsional, argumentando el
vencimiento de plazos prescriptorios o de caducidad.
En tal sentido, en los casos de demandas contencioso administrativas que versen sobre materia
pensionaria, el juez se encuentra en la obligación de considerar el inicio del cómputo de los pla-
zos de caducidad previstos en el artículo 17 de la Ley N° 27584, a partir del mes inmediatamen-
te anterior a aquel en que es presentada la demanda, lo que equivale a decir, que, en ningún caso,
podrá declararse la improcedencia de tales demandas por el supuesto cumplimiento del plazo de
caducidad.
§11. Jurisprudencia vinculante y exhortación
60. Es preciso enfatizar que los criterios uniformes y reiterados contenidos en las sentencias expedi-
das por el Tribunal Constitucional en materia pensionaria, mantienen sus efectos vinculantes. En
consecuencia, a pesar de que determinadas pretensiones sobre la materia no puedan en el futuro
ser ventiladas en sede constitucional, la judicatura ordinaria se encuentra vinculada por las sen-
tencias en materia pensionaria expedidas por este Colegiado.
61. Finalmente, el Tribunal Constitucional exhorta al Poder Judicial a aumentar el número de Juzga-
dos Especializados en lo Contencioso Administrativo en el Distrito Judicial de Lima y a crearlos
en el resto de Distritos Judiciales de la República, a efectos de atender con diligencia y celeri-
dad las pretensiones que correspondan ser dilucidadas por la jurisdicción ordinaria, como conse-
cuencia de la expedición de la presente sentencia.
Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional con la autoridad que le confiere la Consti-
tución y su Ley Orgánica,
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda.
2. Declarar la NULIDAD de la Resolución N° 0000041215-2002-ONP/DC/DL 19990.

189
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

3. Ordena que la entidad demandada cumpla con reconocer la pensión de jubilación adelantada por
reducción de personal que corresponde al demandante, y abone las pensiones devengadas, rein-
tegros e intereses legales correspondientes, conforme a los Fundamentos 40 a 43 supra.
4. Declarar que los criterios de procedibilidad de las demandas de amparo que versen sobre mate-
ria pensionaria, previstos en el Fundamento 37 supra, constituyen precedente vinculante inme-
diato, de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.; motivo por el cual,
a partir del día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Perua-
no, toda demanda de amparo que sea presentada o que se encuentre en trámite y cuya pretensión
no verse sobre el contenido constitucional directamente protegido por el derecho fundamental a
la pensión, debe ser declarada improcedente.
5. Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de amparo que a la fecha de pu-
blicación de esta sentencia se encuentren en trámite, previstas en los Fundamentos 54 a 58 su-
pra, resultan vinculantes tanto para los Jueces que conocen los procesos de amparo, como para
los jueces que resulten competentes para conocer las demandas contencioso administrativas.
6. Se EXHORTA al Poder Judicial, para que, de conformidad con el Fundamento 61 supra, au-
mente el número de Juzgados Especializados en lo Contencioso Administrativo en el Distrito Ju-
dicial de Lima y los cree en el resto de Distritos Judiciales de la República.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN; GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA;
VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO

190
Procedencia de amparo previsional
está condicionado al aporte
de documentación idónea

STC Exp. N° 04762-2007-PA/TC


Caso: Alejandro Tarazona Valverde
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 10/10/2008

Mediante la presente sentencia se establece como precedente vinculante las prue-


bas necesarias que deberán aportar las partes con el fin de generar convicción en
el juez constitucional. Las principales pautas a destacar son la presentación de do-
cumentación idónea (certificado de trabajo, boletas de pago, libros de planillas,
SUMILLA liquidaciones, constancias de aportes, entre otros); la recaudación del expediente
administrativo pensionario (que deberá presentarlo la entidad previsional al mo-
mento de contestar la demanda) y la aplicación del principio de prevalencia de la
parte quejosa.

EXP. N° 04762-2007-PA/TC-LIMA
ALEJANDRO TARAZONA VALVERDE
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 22 días del mes de setiembre de 2008, el Tribunal Constitucional, en sesión de Ple-
no Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli, Landa Arro-
yo, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alejandro Tarazona Valverde contra la sen-
tencia de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia del Santa, de fojas 126, su fecha 12
de julio de 2007, que declara infundada la demanda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 7 de julio de 2006 el recurrente interpone demanda de amparo contra la Oficina de Nor-
malización Previsional (ONP), solicitando que se declare inaplicable la Resolución N° 0000040058-
2005-ONP/DC/DL 19990, de fecha 10 de mayo de 2005; y que en consecuencia se le otorgue pen-
sión de jubilación conforme al artículo 47 del Decreto Ley Nº 19990, con el abono de las pensiones
devengadas y los intereses legales correspondientes.
La emplazada contesta la demanda alegando que el demandante no reúne los requisitos establecidos
en el artículo 47 del Decreto Ley Nº 19990 para tener derecho a una pensión del régimen especial de
jubilación, debido a que no ha nacido antes del 1 de julio de 1931.
El Quinto Juzgado Especializado en lo Civil de Chimbote, con fecha 5 de marzo de 2007, declara
fundada en parte la demanda, por considerar que el demandante ha cumplido con acreditar que cuen-
ta con los requisitos establecidos en el artículo 44 del Decreto Ley N° 19990 para acceder a una pen-
sión de jubilación adelantada.

191
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

La recurrida, revocando la apelada, declara infundada la demanda, por estimar que el demandante pre-
tende acreditar sus años de aportaciones con unos certificados de trabajo que no resultan idóneos para
el reconocimiento de años de aportaciones conforme al artículo 54 del Decreto Supremo Nº 011-74-TR.
FUNDAMENTOS
1.§ Procedencia de la demanda y delimitación del petitorio
1. En el fundamento 37 de la STC Exp. N° 1417-2005-PA, publicada en el diario oficial El Perua-
no el 12 de julio de 2005, este Tribunal ha señalado que forma parte del contenido esencial di-
rectamente protegido por el derecho fundamental a la pensión las disposiciones legales que es-
tablecen los requisitos para su obtención, y que la titularidad del derecho invocado debe estar
suficientemente acreditada para que sea posible emitir un pronunciamiento de mérito.
2. El demandante alega que la resolución cuestionada vulnera su derecho fundamental a la pensión,
por cuanto no le reconoce sus aportaciones efectuadas desde el 21 de agosto de 1964 hasta el 22
de mayo de 1992, por Electro Cerámica Chimbote, por lo que solicita que se le reconozca dicho
periodo de aportaciones y que se le otorgue pensión de jubilación conforme al artículo 47 del
Decreto Ley Nº 19990. En consecuencia, su pretensión está comprendida en el supuesto previsto
en el fundamento 37.b) de la citada sentencia, motivo por el cual corresponde analizar el fondo
de la cuestión controvertida.
3. Por su parte la ONP aduce que existe la imposibilidad material de acreditar la totalidad de apor-
taciones efectuadas desde el 21 de agosto de 1964 hasta el 22 de mayo de 1992, por Electro Ce-
rámica Chimbote, debido a que de la revisión de sus planillas solo se ha podido constatar y reco-
nocer las aportaciones de 1971 a 1974, una semana de 1979, y varias semanas entre 1985 y 1992.
4. Delimitados de este modo los términos del debate, este Tribunal Constitucional, dada la recu-
rrencia creciente de este tema, considera conveniente revisar su jurisprudencia respecto a los me-
dios probatorios que permiten acreditar periodos de aportaciones que son considerados por la
ONP como años de aportaciones no acreditados, bajo el argumento de que no han sido probados
fehacientemente o de que existe la imposibilidad material de acreditarlos.
Ello porque en un gran número de procesos de amparo que tienen por finalidad la tutela del dere-
cho fundamental a la pensión, la controversia se centra en determinar si el demandante cuenta con
el periodo de aportaciones que establece la ley para acceder a la pensión solicitada, lo que compor-
ta siempre la necesidad de evaluar la idoneidad, la probidad y la eficacia de los medios probatorios
aportados por las partes para poder determinar si efectivamente el demandante cumple o no con los
años de aportaciones, ya que el derecho fundamental a la pensión es de configuración legal.
5. Además, debe tenerse presente que el derecho fundamental a la pensión tiene naturaleza de dere-
cho social, que como tal impone a los poderes públicos la obligación de proporcionar las prestacio-
nes adecuadas con la finalidad de subvenir las necesidades mínimas y vitales de los pensionistas
para permitirles alcanzar y satisfacer adecuadamente el ejercicio del derecho a una vida digna.
Para este efecto, se abordarán los siguientes temas:
a. La prueba en los procesos constitucionales y la ausencia de etapa probatoria
b. ¿Quién es responsable en la retención y pago de la aportación?
c. ¿Cómo se prueban los periodos de aportación?
d. Reglas para probar periodos de aportaciones
2.§ La prueba en los procesos constitucionales
6. La prueba en los procesos constitucionales, como en cualquier otra clase de proceso o de proce-
dimiento, se orienta a acreditar o a determinar la existencia o inexistencia de hechos controverti-
dos o litigiosos que son relevantes para adoptar la decisión. La prueba debe estar orientada hacia

192
SENTENCIAS DE AMPARO

la búsqueda de decisiones que, para ser justas, deban fundarse sobre una determinación verdade-
ra de los hechos afirmados por las partes en el proceso, que, después de los actos postulatorios
(demanda y contestación), resulten controvertidos y relevantes para adoptar la decisión.
7. Así, en los procesos constitucionales la prueba tiene como función demostrar o acreditar que la
amenaza de vulneración alegada por el demandante es cierta y de inminente realización, o que la
vulneración del derecho fundamental alegado ha sido producida de manera real y efectiva, o que
se ha convertido en irreparable.
Ello con la finalidad de que el juez en la sentencia, cuando sea estimativa, pueda ordenar la re-
posición de las cosas al estado anterior, o disponer que el emplazado no vuelva a incurrir en las
acciones u omisiones que motivaron la interposición de la demanda, y cuando sea desestimativa,
pueda condenar al demandante al pago de costas y costos en caso de que su actuación haya sido
manifiestamente temeraria.
8. En tal sentido son las partes las que deben aportar los hechos al proceso. Ello quiere decir que
sobre las partes, recae y se distribuye la carga de probar los hechos controvertidos en el proce-
so. De este modo el demandante tiene la carga de probar los hechos afirmados que sustentan su
pretensión, mientras que el demandado tiene la carga de probar los hechos que afirma y los que
contradice.
2.1§ La ausencia de etapa probatoria en los procesos constitucionales
9. Conforme al artículo 9 del Código Procesal Constitucional (CPConst.), en los procesos constitu-
cionales no existe etapa probatoria. SOlo son procedentes los medios probatorios que no requie-
ren actuación, lo que no impide la realización de las actuaciones probatorias que el juez conside-
re indispensables, sin afectar la duración del proceso.
10. La ausencia de etapa probatoria en el proceso de amparo se deriva de la finalidad y del objeto del
proceso, ya que en él no se dilucida la titularidad de un derecho, como sucede en otros, sino solo
se restablece su ejercicio ante una afectación manifiestamente arbitraria o irrazonable. Por ello,
para que se pueda emitir un pronunciamiento de fondo, es preciso no solo que no se encuentre
en discusión la titularidad del derecho constitucional que se alega vulnerado, sino, incluso, que
quien sostiene que ha sido afectado en su ejercicio acredite la existencia del acto reclamado. Ello
quiere decir que la titularidad del derecho cuya vulneración o amenaza de vulneración se alega
debe ser cierta e indubitable, y no controvertida o dudosa.
11. De ahí que el amparo constituya un proceso en el que el juez no tiene, en esencia, que actuar
pruebas, sino solo juzgar la legitimidad o ilegitimidad constitucional del acto reputado como le-
sivo, pues, en tanto vía de tutela urgente, este proceso requiere ser rápido, sencillo y efectivo.
Por ello, en el proceso de amparo se está a la prueba de actuación inmediata, instantánea y auto-
suficiente que se adjunta cuando se demanda o se contesta.
12. Por ello es que, en los procesos de amparo no pueden dilucidarse pretensiones que tengan como
finalidad la restitución de un derecho fundamental cuya titularidad sea incierta o litigiosa, o que
se fundamenten en hechos contradictorios, o controvertidos, o que requieran la actuación de me-
dios probatorios complejos. Sin embargo, ello no impide que el juez pueda solicitar la realiza-
ción de actuaciones probatorias complejas cuando las estime necesarias e indispensables para
determinar la ilegitimidad o legitimidad constitucional del acto reputado como lesivo.
3.§ La responsabilidad en la retención y pago de las aportaciones
13. En cuanto a la responsabilidad de la retención y pago de aportación, debe destacarse que el
Decreto Ley Nº 19990 parte de la premisa de que el empleador actúa como agente de retención,
es decir, como el que procede a retener el aporte que efectúa el trabajador y a entregarlo a la en-
tidad competente. Por ello, el artículo 11 del Decreto Ley Nº 19990 establece que:

193
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Los empleadores y las empresas de propiedad social, cooperativas o similares, están obligados a
retener las aportaciones de los trabajadores asegurados obligatorios en el montepío del pago de
sus remuneraciones y a entregarlas a Seguro Social del Perú, conjuntamente con las que dichos
empleadores o empresas deberán, abonar, por el término que fije el Reglamento, dentro del mes
siguiente a aquel en que se prestó el trabajo. Si las personas obligadas no retuvieren en la oportu-
nidad indicada las aportaciones de sus trabajadores, responderán por su pago, sin derecho a des-
contárselas a estos.
14. Asimismo, debe destacarse que el Decreto Ley Nº 19990 consideraba como periodos de aporta-
ción los días, meses y semanas en que presten o hayan prestado servicios los trabajadores, aun
cuando el empleador no hubiese pagado las aportaciones a la entidad gestora, por tener este la
condición de agente retención. Así, en la redacción original del primer párrafo del artículo 70.º
se establecía que:
Para los asegurados obligatorios son periodos de aportación los meses, semanas o días en que
presten, o hayan prestado servicios que generen la obligación de abonar las aportaciones a que
se refieren los artículos 7 al 13, aún cuando el empleador, o la empresa de propiedad social, coo-
perativa o similar, no hubiese efectuado el pago de las aportaciones.
Sin embargo, esta redacción original del primer párrafo del artículo 70 del Decreto Ley Nº 19990
fue modificada por la Cuarta Disposición Transitoria y Final de la Ley Nº 28991, eliminándose
la frase “aun cuando el empleador, o la empresa de propiedad social, cooperativa o similar, no
hubiese efectuado el pago de las aportaciones”, quedando redactado de la siguiente manera:
Para los asegurados obligatorios son períodos de aportación los meses, semanas o días en que
presten, o hayan prestado servicios que generen la obligación de abonar las aportaciones a que
se refieren los artículos 7 al 13.
15. Pues bien, teniendo en cuenta la nueva redacción del primer párrafo del artículo 70 del Decreto
Ley Nº 19990 se impone determinar si la modificación referida ha suprimido la presunción iu-
ris et de iure de que se considere aportaciones efectivas a la retención del aporte efectuado por
el empleador a la remuneración del trabajador que no es pagada a la entidad gestora. Para resol-
ver esta cuestión debe tenerse presente la posición que ocupa el trabajador, el empleador y la en-
tidad gestora en la relación laboral-previsional de retención y pago de aportaciones al Sistema
Nacional de Pensiones.
16. Sobre el particular, este Tribunal considera que la modificación del artículo 70 del Decreto Ley
Nº 19990 en nada afecta la responsabilidad de los empleadores por la retención y pago de las
aportaciones al Sistema Nacional de Pensiones, pues si bien en la nueva redacción se ha elimi-
nado la frase “aun cuando el empleador, o la empresa de propiedad social, cooperativa o similar,
no hubiese efectuado el pago de las aportaciones”, ello no implica que las aportaciones reteni-
das y no pagadas sean consideradas como aportaciones no efectuadas; por el contrario, las apor-
taciones retenidas y no pagadas por los empleadores deben ser consideradas como aportaciones
efectivas, pues la modificación referida no enerva la calidad de los empleadores como agentes
de retención de las aportaciones de los trabajadores.
17. Asimismo, debe tenerse en cuenta que en la relación de retención y pago de aportaciones al Sis-
tema Nacional de Pensiones, el trabajador ocupa una posición de desventaja, pues si bien él efec-
túa la aportación, es el empleador quien la retiene y la paga efectivamente ante la entidad ges-
tora, es decir, es el responsable exclusivo de que las aportaciones ingresen al fondo de pensiones.
Por su parte el empleador, al actuar como agente de retención, asume una posición de ventaja
frente al trabajador por recaer en su accionar la posibilidad de que las aportaciones se realicen de
manera efectiva, ya que puede retenerla de la remuneración del trabajador pero no pagarla ante
la entidad gestora, pues el trabajador, en calidad de asegurado obligatorio, ocupa un rol de inac-
ción y, por ello, está liberado de toda responsabilidad por el depósito de las aportaciones ante la
entidad gestora. Ello implica también que la entidad gestora frente al empleador mantiene una

194
SENTENCIAS DE AMPARO

posición de ventaja, ya que le puede imponer una multa por incumplimiento de pago de apor-
taciones retenidas o exigirle mediante los procedimientos legales el cobro de las aportaciones
retenidas.
18. Por lo tanto, los asegurados obligatorios del Sistema Nacional de Pensiones nunca se encuentran
en la posibilidad efectiva de realizar directamente el pago de sus aportaciones a la entidad ges-
tora, razón por la cual las aportaciones retenidas pero no pagadas al Sistema Nacional de Pensio-
nes serán consideradas para determinar el total de años de aportaciones, pues su pago es respon-
sabilidad exclusiva del empleador.
19. Ello quiere decir que el incumplimiento de la obligación de abonar las aportaciones por el em-
pleador no puede perjudicar al trabajador, ya que si existe incumplimiento en este aspecto, la
ONP o la entidad gestora competente debe hacer uso de los procedimientos de cobranza y de las
sanciones previstas por la ley para cobrarle al empleador las aportaciones retenidas y no paga-
das. En consecuencia, en todos los casos en que se hubiera probado adecuadamente la relación
de trabajo, deberá equipararse el periodo de labores como periodo de aportaciones efectivas al
Sistema Nacional de Pensiones.
20. Además, debe considerarse que a partir de la fecha de entrada en vigencia de la Ley Nº 27334 y
del Decreto Supremo Nº 039-2001-EF el incumplimiento del pago de las aportaciones constitu-
ye un problema de carácter tributario-laboral entre el ente recaudador de la ONP –ahora, la Su-
perintendencia Nacional de Administración Tributaria– y el mismo empleador.
Y es que, como lo señala la Defensoría del Pueblo, la no verificación del aporte efectivo es un
problema tributario entre el empleador y la Sunat, ajeno al trabajador, teniendo la entidad recau-
dadora sus propias herramientas para exigir su cobro.
4.§ La prueba de periodos de aportaciones en la jurisprudencia constitucional
21. Al respecto, el criterio sentado por este Tribunal Constitucional ha sido el de considerar a los cer-
tificados de trabajo presentados en original, en copia legalizada o en copia simple, como medios
probatorios idóneos y suficientes para demostrar periodos de aportaciones que han sido conside-
rados por la ONP como aportaciones no acreditadas.
Ello debido a que, luego de una interpretación conjunta de los artículos 11 y 70 del Decreto Ley
Nº 19990, el Tribunal llegó a la conclusión de que, en el caso de los asegurados obligatorios,
los meses, semanas o días en que presten, o hayan prestado servicios que generen la obligación
de abonar las aportaciones, son considerados como periodos de aportaciones efectivas, aunque
el empleador no hubiese efectuado el pago de las aportaciones, debido a que está obligado a re-
tenerlas de los trabajadores. Es más, dicha argumentación se ha visto reforzada con la cita del
artículo 13 del Decreto Ley Nº 19990, que dispone que la ONP se encuentra obligada a iniciar
el procedimiento coactivo si el empleador no cumple con efectuar el abono de las aportaciones
indicadas.
Esta línea jurisprudencial ha sido reiterada uniformemente por este Tribunal y es la que se reafir-
ma, luego de la modificación del artículo 70 del Decreto Ley Nº 19990, tal como se ha sustenta-
do en los fundamentos precedentes.
22. Sin embargo debe destacarse que a partir de este criterio jurisprudencial, durante el desarrollo
de los procesos de amparo en materia pensionaria este Tribunal ha podido detectar, entre otros
casos, algunos en los cuales se han presentado documentos falsos para acreditar años de aporta-
ciones no reconocidos por la ONP.
Así, en la STC Exp. N° 09560-2006-PA/TC, el Tribunal Constitucional declaró infundada la de-
manda interpuesta por don Róger Aguinaldo Cabeza Vera contra la ONP y ordenó remitir copia
de la sentencia y de los actuados pertinentes al Ministerio Público, porque los datos consignados

195
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

en uno de los certificados presentados por el demandante no eran ciertos. En este sentido se se-
ñaló que:
En cuanto al primer certificado de trabajo, debe señalarse que los datos consignados en el no
pueden ser ciertos, puesto que el notario referido fue destituido mediante la Resolución del Con-
sejo del Notariado N° 005-93-JUS/CN, de fecha 20 de julio de 1993. Por tanto, el demandante
no pudo trabajar en la notaría referida hasta el 30 de julio de 1995, porque don Daniel Alejandro
Céspedes Marín fue destituido del cargo de notario en el año de 1993.
23. De otro lado, también debe tenerse presente que durante el desarrollo de los procesos de amparo
en materia pensionaria, el Tribunal ha podido detectar otros casos en los cuales el demandante,
para acreditar periodos de aportación, ha presentado certificados de trabajo que han sido expedi-
dos por terceros o certificados de trabajo que son contradictorios en su contenido.
En la STC Exp. N° 4332-2005-PA/TC, el Tribunal declaró infundada la demanda de amparo in-
terpuesta por don Heraclio Barranzuela Cienfuegos contra la ONP, debido a que los certificados
de trabajo que presentó para acreditar que contaba con 20 años de aportaciones para acceder a
una pensión de jubilación, habían sido expedidos por terceras personas y eran contradictorios.
En tal sentido, para desestimar la demanda se precisó que:
“(...) se advierte a fojas 65 del cuadernillo formado ante este Tribunal, un certificado de tra-
bajo firmado por Manuel Rangel Castro, sosteniendo ser ex empleado de la oficina de la ex
hacienda Yapatera, la misma que fue de propiedad de la señora Josefina Checa viuda de Mc
Donald; certificado donde se afirma que el recurrente trabajó para la referida hacienda des-
de 1950 hasta 1971; pero también obra en el expediente, a fojas 6, otro certificado de trabajo
firmado por Miguel Torres Carrasco - adjuntado por el recurrente junto con la presente de-
manda -, que tiene por fecha el mes de mayo de 2004, quien también afirma ser ex emplea-
do (apuntador general) de la ex hacienda Compañía Agrícola Yapatera S.A. y que ésta fue
de propiedad de la señora Josefa Checa de Mc Donald. Según este certificado, el recurrente
trabajó para la referida hacienda desde 1953 hasta el 30 de diciembre de 1957. Con estos do-
cumentos el recurrente pretende acreditar que reúne los 20 años de aportaciones necesarios
para obtener su pensión de jubilación; sin embargo, al estar firmados por terceros y no por
su ex empleador, no podrían ser tomados como medios de prueba para acreditar su relación
laboral. Más aún, se advierte contradicción entre ellos: mientras el documento que obra a fo-
jas 6 sostiene que el recurrente laboró desde el año 1953 hasta diciembre del año 1957 en la
referida hacienda, el documento que obra a fojas 65 del cuadernillo formado ante este Tri-
bunal, sostiene que lo hizo desde el año 1950 hasta el año 1971. Es decir, no solo su validez
está en cuestión, sino también su veracidad, lo que hace imposible acreditar con ellos ni la
relación laboral ni el tiempo efectivamente laborado que determine los años de aportaciones
que se le habrían desconocido al recurrente (...)”.
24. Finalmente, debe destacarse que durante el desarrollo de los procesos de amparo en materia pen-
sionaria este Tribunal también ha podido detectar casos en los cuales el demandante solicita el re-
conocimiento de años de aportaciones sin que presente algún medio probatorio que los acredite.
Así, en la STC Exp. N° 10465-2006-PA/TC, el Tribunal declaró infundada la demanda de am-
paro interpuesta por don Edilberto Dueñas Coronado contra la ONP. En dicha causa, el deman-
dante solicitaba que se le reconociera un total de 33 años aportaciones, en vez de los 27 años de
aportaciones que le había reconocido la ONP. Al analizar la controversia, el Tribunal desestimó
la demanda porque:
“(...) para acreditar dichos años de aportaciones, el demandante no ha[bía] adjuntado ningún
medio probatorio (certificados de trabajo, boletas de pago, liquidación de tiempo de servi-
cios, resumen de aportaciones, entre otros)”.
En igual sentido, en la STC Exp. N° 00273-2006-PA/TC, el Tribunal declaró infundada la de-
manda de amparo interpuesta por don Bernardo Isaac Leud Ku contra la ONP. En dicha causa,

196
SENTENCIAS DE AMPARO

la controversia se centraba en determinar si el demandante cumplía con los 20 años de aporta-


ciones exigidos por el artículo 1 del Decreto Ley Nº 25967 para acceder a una pensión de jubi-
lación. Al analizar la controversia, se desestimó la demanda porque de la valoración conjunta de
los medios probatorios obrantes en el expediente, se llegó a la conclusión de que:
(...) no se puede verificar si efectivamente el recurrente tiene acreditado su derecho respecto
a dichos años de aportación por cuanto no ha presentado documentos con los que al menos
pruebe la relación laboral con sus distintos empleadores durante el referido tiempo.
25. Por lo tanto, teniendo presente que el criterio reseñado ha sido aprovechado abusivamente por
los demandantes, el Tribunal Constitucional, en ejercicio de sus funciones de ordenación y de
pacificación, y haciendo uso de la facultad conferida por el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional, estima pertinente establecer precedentes de observancia obli-
gatoria respecto de las reglas que deben observar los jueces que conocen procesos de amparo
para la acreditación de periodos de aportaciones considerados como no acreditados por la ONP.
Cabe destacar que estas reglas particulares que han de seguir los jueces que conozcan procesos de
amparo, para determinar cuándo un demandante ha acreditado fehacientemente periodos de aporta-
ciones, tiene su razón de ser no solo por la inexistencia de estación probatoria en el proceso de am-
paro, sino también porque el criterio referido ha sido utilizado maliciosamente por los demandantes.
5.§ Reglas para acreditar periodos de aportaciones en el proceso de amparo
26. De este modo, cuando en los procesos de amparo la dilucidación de la controversia conlleve
el reconocimiento de periodos de aportaciones, que no han sido considerados por la ONP, para
que la demanda sea estimada los jueces y las partes deben tener en cuenta las siguientes reglas:
a. El demandante con la finalidad de generar suficiente convicción en el juez de la razonabili-
dad de su petitorio puede adjuntar a su demanda como instrumento de prueba, los siguientes
documentos: certificado de trabajo, las boletas de pago de remuneraciones, los libros de pla-
nillas de remuneraciones, la liquidación de tiempo de servicios o de beneficios sociales, las
constancias de aportaciones de ORCINEA, del IPSS o de EsSalud, entre otros documentos.
Dichos instrumentos pueden ser presentados en original, copia legalizada o fedateada, mas
no en copia simple. El juez, de oficio o a pedido del demandante, podrá solicitar el expedien-
te administrativo a la ONP o copia fedateada de él, bajo responsabilidad.
b. La ONP, cuando conteste la demanda de amparo, tiene la carga procesal de adjuntar como
medio probatorio el expediente administrativo de otorgamiento de pensión o copia fedateada
de este. Ello con la finalidad de poder determinar con certeza si la denegación de otorgamiento
o el desconocimiento de un mayor periodo de aportaciones ha sido arbitraria o se encuentra jus-
tificada. Y es que, si se está cuestionando la presunta violación del derecho a la pensión, corres-
ponde que la autoridad jurisdiccional tenga a la vista los mismos actuados o, cuando menos,
los documentos presentados ante la autoridad administrativa, y aquellos en los que dicha au-
toridad funda su pronunciamiento, a fin de determinar si se produjo o no la violación alegada.
c. La carga procesal de adjuntar el expediente administrativo de otorgamiento de pensión o co-
pia fedateada de este, es aplicable a los procesos de amparo en trámite cuando los jueces lo
estimen necesario e indispensable para resolver la controversia planteada.
d. En los procesos de amparo que se inicien con posterioridad a la publicación de esta sentencia, la
ONP, cuando conteste la demanda, tiene el deber de cumplir con presentar el expediente admi-
nistrativo de otorgamiento de pensión o copia fedateada de este. En caso de que no cumpla con
su carga procesal de adjuntar como medio probatorio el expediente administrativo, el juez apli-
cará el principio de prevalencia de la parte quejosa, siempre y cuando los medios probatorios
presentados por el demandante resulten suficientes, pertinentes e idóneos para acreditar años de
aportaciones, o aplicará supletoriamente el artículo 282 del Código Procesal Civil.

197
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

e. No resulta exigible que los jueces soliciten el expediente administrativo de otorgamiento de


pensión o copia fedateada de este, cuando se está ante una demanda manifiestamente fundada.
Para estos efectos se considera como una demanda manifiestamente fundada, aquella en la
que se advierta que la ONP no ha reconocido periodos de aportaciones que han sido acredi-
tados fehacientemente por el demandante bajo el argumento de que han perdido validez; que
el demandante ha tenido la doble condición de asegurado y empleador; y que según la Tabla
Referencial de Inicio de Aportaciones por Zonas, establecida por el antiguo Instituto Perua-
no de Seguridad Social, en esa zona aún no se empezaba a cotizar.
f. No resulta exigible que los jueces soliciten el expediente administrativo de otorgamiento de pen-
sión o copia fedateada de este, cuando se está ante una demanda manifiestamente infundada. Para
estos efectos, se considera como una demanda manifiestamente infundada, aquella en la que se
advierta que el demandante solicita el reconocimiento de años de aportaciones y no ha cumplido
con presentar prueba alguna que sustente su pretensión; cuando de la valoración conjunta de los
medios probatorios aportados se llega a la convicción de que no acreditan el mínimo de años de
aportaciones para acceder a una pensión de jubilación; o cuando se presentan certificados de tra-
bajo que no han sido expedidos por los ex empleadores sino por terceras personas.
6.§ Análisis de la controversia
27. Los artículos 47 y 48 del Decreto Ley Nº 19990, vigentes antes de la promulgación del Decreto
Ley Nº 25967, constituyen las disposiciones legales que configuran el derecho constitucional-
mente protegido para acceder a la pensión reclamada. En ellos se establece que tienen derecho
a pensión del régimen especial de jubilación los hombres que: a) cuenten 60 años siempre que
hayan nacido antes del 1 de julio de 1931; b) hayan estado inscritos en las Cajas de Pensiones
de la Caja Nacional de Seguro Social o del Seguro Social del Empleado; y, c) acrediten, por lo
menos, cinco años de aportaciones, siempre que sean asegurados obligatorios o que, habiéndolo
sido, opten por la continuación facultativa.
28. En el caso de autos, según el Documento Nacional de Identidad obrante a fojas 36, el actor nació
el 25 de noviembre de 1949, es decir, con posterioridad a la fecha señalada en el artículo 47 del
Decreto Ley Nº 19990 para tener derecho a adquirir una pensión de jubilación conforme al régi-
men especial, por lo que dicho régimen de jubilación no le resulta aplicable.
29. No obstante, este Colegiado considera que en atención al contenido de la resolución cuestionada,
procede la aplicación del principio iura novit curia, consagrado en el artículo VIII del Código Pro-
cesal Constitucional. En consecuencia, en el presente caso la configuración legal del derecho a la
pensión del demandante se analizará según lo dispuesto por las normas que regulan el régimen de
jubilación adelantada establecido en el Decreto Ley Nº 19990, así como por sus modificatorias.
30. Conforme al artículo 44 del Decreto Ley Nº 19990, para tener derecho a una pensión de jubila-
ción adelantada se requiere tener, en el caso de los hombres, como mínimo, 55 años de edad y
30 años completos de aportaciones.
31. De la Resolución Nº 0000053395-2006-ONP/DC/DL 19990 y del Cuadro Resumen de aporta-
ciones, obrantes a fojas 2 y 7, se advierte que la ONP le denegó al demandante la pensión de ju-
bilación adelantada porque consideró que: a) solo había acreditado 17 años y 5 meses de aporta-
ciones; y b) existía la imposibilidad material de acreditar los 22 años y 10 meses de aportaciones
efectuados de 1965 a 1970, de 1975 a 1978 y de 1980 a 1984, así como los periodos faltantes de
1964, 1971, 1973, 1974, 1979, de 1985 a 1992 y de 1994 a 1996.
32. Para demostrar la titularidad del derecho a la pensión y el cumplimiento de los requisitos legales
que lo configuran, el demandante ha adjuntado a su demanda dos certificados de trabajo obrantes
a fojas 9 y 14, y dos liquidaciones de beneficios sociales obrantes a fojas 10 y 11, que acreditan
que ha trabajado para Electro Cerámica Chimbote S.A. desde el 21 de agosto de 1964 hasta el
22 de mayo de 1992. Consecuentemente, en aplicación de los artículos 11 y 70 del Decreto Ley
N° 19990, dicho periodo deberá ser tomado en cuenta como periodo de aportaciones para efectos

198
SENTENCIAS DE AMPARO

de otorgarle pensión de jubilación, aun cuando el empleador no hubiese hecho el pago de las
aportaciones correspondientes, toda vez que la demandada debe efectuar la cobranza de las apor-
taciones indicadas de acuerdo con las facultades que le otorga la ley, haciendo uso de los apre-
mios que resulten necesarios para dicho fin.
33. Por tanto, tomando en cuenta la documentación mencionada, el actor acredita 21 años y 4 meses
de aportaciones al Sistema Nacional de Pensiones, los cuales, sumados a los 17 años y 5 meses de
aportaciones reconocidos por la demandada, hacen un total de 38 años y 9 meses de aportaciones.
Asimismo, con el Documento Nacional de Identidad obrante a fojas 36, se acredita que el deman-
dante nació el 25 de noviembre de 1949, y que cumplió los 55 años el 25 de noviembre de 2004.
34. Siendo así, el demandante reúne todos los requisitos legales exigidos para la percepción de la pensión
de jubilación adelantada; y, consiguientemente, se ha desconocido arbitrariamente el derecho consti-
tucional a la pensión que le asiste, por lo que la demandada debe abonarle las pensiones devengadas
de conformidad con el artículo 81 del Decreto Ley Nº 19990, para lo cual deberá tener en cuenta la fe-
cha de apertura del Expediente Nº 00900037205, en el que consta la solicitud de la pensión denegada.
35. Adicionalmente se debe ordenar a la emplazada que efectúe el cálculo de los devengados corres-
pondientes desde la fecha del agravio constitucional, así como el de los intereses legales gene-
rados de acuerdo con la tasa señalada en el artículo 1246 del Código Civil, y que proceda a su
pago en la forma establecida por la Ley Nº 28798.
36. Habiéndose acreditado que la emplazada ha vulnerado el derecho constitucional a la pensión,
corresponde, de conformidad con el artículo 56 del Código Procesal Constitucional, ordenar a
dicha entidad que asuma los costos procesales, los cuales deberán ser liquidados en la etapa de
ejecución de la presente sentencia.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda; en consecuencia, NULAS las Resoluciones N°s 0000040058-
2005-ONP/DC/DL 19990 y 0000053395-2006-ONP/DC/DL 19990.
2. Ordenar que la emplazada cumpla con otorgarle al recurrente una pensión de jubilación adelantada
con arreglo al artículo 44 del Decreto Ley N° 19990, y que le abone las pensiones devengadas e inte-
reses legales correspondientes, así como los costos procesales en la etapa de ejecución de la sentencia.
3. Declarar que los criterios previstos en el fundamento 26, supra, constituyen precedente vinculante
inmediato de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ; VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO; BEAUMONT CALLIRGOS;
CALLE HAYEN; ETO CRUZ; ÁLVAREZ MIRANDA

199
TC establece reglas para el pago de accesorios
y devengados en el amparo previsional

STC Exp. N° 05430-2006-PA/TC


Caso: Alfredo De La Cruz
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 10/10/2008

Mediante este precedente vinculante, el Tribunal Constitucional ha establecido las


reglas para el pago de accesorios. Las pautas planteadas en la presente sentencia
SUMILLA están dirigidas a que los jueces constitucionales amparen las pretensiones acceso-
rias referidas al pago de devengados, de reintegros y los intereses legales siempre
que se haya estimado al demanda y ordenado el otorgamiento de la pensión.

EXP. N° 05430-2006-PA/TC
LIMA
ALFREDO DE LA CRUZ CURASMA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a 24 días del mes de setiembre de 2008, el Tribunal Constitucional en sesión de Pleno
Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli, Landa Arro-
yo, Beaumot Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Alfredo De La Cruz Curasma contra la sen-
tencia de la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 109, su fecha 16 de
marzo de 2006, que declara fundada en parte la demanda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 13 de setiembre de 2004, el recurrente solicita que se declare inaplicable la Resolución
0000049744-2004-ONP/DC/DL 19990, de fecha 13 de julio de 2004, y que en consecuencia se le
otorgue pensión de jubilación minera conforme a la Ley N° 25009. Asimismo solicita el reintegro de
los montos dejados de percibir, por haberse denegado el reconocimiento de su derecho pensionario.
La emplazada contesta la demanda alegando que el recurrente no ha acreditado las aportaciones
efectuadas al Sistema Nacional de Pensiones, para lo cual se requiere de un proceso que cuente con
etapa probatoria.
El Segundo Juzgado Especializado en lo Civil de Lima, con fecha 23 de junio de 2005, declara im-
procedente la demanda, considerando que para afianzar la validez del certificado de trabajo presen-
tado se debió acompañar los documentos detallados en el reglamento del Decreto Ley N° 19990.
La recurrida, revocando la apelada, declara fundada en parte la demanda ordenando el reconoci-
miento de las aportaciones efectuadas en los años 1956 y 1957, e improcedente el reconocimiento

200
SENTENCIAS DE AMPARO

de las realizadas en el periodo 1958-1968, considerando que el amparo no es la vía idónea para ello
por carecer de etapa probatoria.
FUNDAMENTOS
§ Procedencia de la demanda
1. En la STC Exp. N° 1417-2005-PA, publicada en el diario oficial El Peruano el 12 de julio de
2005, este Tribunal ha señalado que forma parte del contenido esencial directamente protegido
por el derecho fundamental a la pensión las disposiciones legales que establecen los requisitos
para la obtención de tal derecho.
§ Delimitación del petitorio
2. En el presente caso el recurrente demanda el reconocimiento de la pensión de jubilación minera
conforme a los artículos 1 y 2 de la Ley N° 25009. En consecuencia la pretensión está compren-
dida en el supuesto previsto en el fundamento 37.b) de la citada sentencia, motivo por el cual co-
rresponde analizar el fondo de la cuestión controvertida.
3. En sede judicial se ha determinado la validez de las aportaciones efectuadas durante el periodo
1956-1957 por un total de 1 año y 5 meses, y se ha desestimado el reconocimiento de las apor-
taciones realizadas durante el periodo 1958-1968.
4. Por tanto este Tribunal se pronunciará respecto a las aportaciones no reconocidas durante el pe-
riodo 1958-1968, para determinar si con estas el demandante alcanza el mínimo de años de apor-
taciones requerido para acceder a la pensión reclamada.
§ Devengados e intereses
5. Antes del análisis de la controversia, este Colegiado considera necesario pronunciarse sobre el
precedente vinculante establecido en el fundamento 15 del Caso Sánchez-Lagomarcino Ramírez
(STC Exp. N° 2877-2005-HC), publicado en el diario oficial El Peruano el 11 de julio de 2006.
6. En el referido precedente vinculante se desarrollan los supuestos de procedencia del Recurso de
Agravio Constitucional (RAC), además de los formales que se indican en el artículo 18 del Có-
digo Procesal Constitucional.
7. En el literal d) del fundamento 15 se aborda el tema del “pago de accesorios”, detallándose algu-
nos casos en los que los demandantes acuden al amparo para cuestionar exclusivamente pagos
accesorios a la pensión o presentan un RAC con esta única finalidad, supuestos en los que este
Tribunal declaraba fundada las pretensiones.
8. Al respecto, tomando como referencia lo dispuesto en el fundamento 37.g, sobre reajustes pen-
sionarios, del Caso Anicama (STC Exp. N° 1417-2005-AA), en el párrafo final del fundamento
15 inciso d) se establece como precedente vinculante, lo siguiente:
(…) en la actualidad, la protección constitucional de intereses y reintegros ya no serán mate-
ria de control constitucional concentrado, sino que serán derivados a vías igualmente satis-
factorias para la persona. Por lo tanto, tampoco podrán ser ya materia de un RAC, pese a que
en el pasado sí lo eran.
9. Posteriormente, el 13 de setiembre de 2007, se publica en el diario oficial El Peruano el caso
Dirección Regional de Pesquería de La Libertad (STC Exp. N° 4853-2004-PA), estableciéndo-
se como precedente vinculante la procedencia del RAC a favor de los precedentes vinculantes
dictados por este Tribunal conforme al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.
10. A partir del precedente vinculante referido en el párrafo que antecede, la Oficina de Normaliza-
ción Previsional ha interpuesto RAC cuando en sede judicial se ha estimado el pago de acceso-
rios junto con la pretensión principal, y por su lado los demandantes han hecho lo propio cuando

201
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

no se ha estimado o se ha omitido el pronunciamiento sobre el pago de accesorios en los casos


que han logrado pronunciamiento favorable respecto de la pretensión principal.
11. Así las cosas este Colegiado advierte, luego de la revisión de su propia jurisprudencia en la ma-
teria, que resulta necesario replantear su precedente sobre el pago de accesorios con la finalidad
de que los jueces constitucionales emitan pronunciamientos uniformes respecto de este tema.
12. En consecuencia por la naturaleza restitutoria del amparo, este Tribunal considera que, verifica-
da la vulneración del derecho fundamental a la pensión, corresponde ordenar la subsanación de
tal vulneración desde la fecha en que se produjo, con el consiguiente reintegro económico de lo
dejado de percibir por concepto de pensiones.
13. Por lo manifestado en el párrafo que antecede este Tribunal, en ejercicio de su función ordena-
dora y pacificadora, conviene en precisar el precedente que determinó la improcedencia en la vía
constitucional de las pretensiones sobre pago de intereses y derivados (STC Exp. N° 2877-2005-
HC, fundamento 15.d), en los términos que a continuación se indican:
Procederá demandar en la vía constitucional el pago de las pensiones devengadas, reintegros
e intereses, siempre y cuando la pretensión principal esté vinculada directamente al contenido
constitucionalmente protegido del derecho a la pensión –acceso o reconocimiento, afectación
del derecho al mínimo vital, tutela de urgencia o afectación del derecho a la igualdad con refe-
rente válido– delimitado por este Tribunal en el fundamento 37 del caso Anicama (STC Exp.
N° 1417-2005-PA).
§ Precedentes constitucionales vinculantes
14. En consecuencia, en ejercicio de las funciones conferidas a este Colegiado, se establecen las si-
guientes reglas:
Precedente vinculante 1: Reglas de procedencia para demandar el pago de pensiones devenga-
das, reintegros e intereses
a. Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201 de la Constitución y
del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad
para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que adquieren la autori-
dad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b. Regla sustancial: Cuando en un proceso de amparo la pretensión se ubique dentro del conte-
nido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión –acceso o reconocimiento, afec-
tación del derecho al mínimo vital, tutela de urgencia o afectación del derecho a la igualdad
con referente válido– delimitado por este Tribunal en el fundamento 37 del caso Anicama
(STC Exp. N° 1417-2005-PA), se observarán las siguientes reglas:
Regla sustancial 1: Reconocimiento de la pensión de jubilación o cesantía
Quien se considere titular de una pensión de jubilación o invalidez de cualquiera de los re-
gímenes previsionales existentes, podrá recurrir al amparo para demandar el reconocimiento
de la pensión, el consiguiente pago de los montos dejados de percibir (devengados y reinte-
gros) y los intereses generados conforme a la tasa establecida en el artículo 1246 del Códi-
go Civil. De estimarse la pretensión, el juez constitucional deberá ordenar el pago de los re-
feridos montos dejados de percibir y los intereses, y de no haberse demandado, de oficio,
en aplicación del principio iuria novit curia, se deberá ordenar el pago de dichos conceptos,
considerando la naturaleza restitutoria del amparo; sin perjuicio de lo dispuesto en el artícu-
lo 56 del Código Procesal Constitucional.
Regla sustancial 2: Reconocimiento de la pensión de sobrevivientes
Quien se considere titular de una pensión de sobrevivientes (viudez, orfandad o ascendientes)
de cualquier régimen previsional, podrá recurrir al amparo para demandar el reconocimiento

202
SENTENCIAS DE AMPARO

de la pensión, el consiguiente pago de los montos dejados de percibir (devengados y reinte-


gros), derivados de su pensión, y los intereses generados conforme a la tasa establecida en el
artículo 1246 del Código Civil. De estimarse la pretensión, el juez constitucional deberá or-
denar el pago de los referidos montos dejados de percibir y los intereses, y de no haberse de-
mandado, de oficio, en aplicación del principio iuria novit curia, se deberá ordenar el pago
de dichos conceptos, considerando la naturaleza restitutoria del amparo; sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 56 del Código Procesal Constitucional.
Regla sustancial 3: Afectación al mínimo legal o necesidad de tutela urgente
Los titulares de una pensión de jubilación, invalidez o sobrevivientes de cualquier régimen
previsional, podrán interponer un amparo, cuando se acredite una afectación al derecho al
mínimo vital o la necesidad de tutela urgente, en los términos del fundamento 37.c) del caso
Anicama, y solicitar la restitución de los montos dejados de percibir (devengados y reinte-
gros), derivados de su pensión, y los intereses generados conforme a la tasa establecida en el
artículo 1246 del Código Civil. De estimarse la pretensión, el juez constitucional deberá or-
denar el pago de los referidos montos dejados de percibir y los intereses, y de no haberse de-
mandado, de oficio, en aplicación del principio iuria novit curia, se deberá ordenar el pago
de dichos conceptos, considerando la naturaleza restitutoria del amparo; sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 56 del Código Procesal Constitucional.
Regla sustancial 4: Afectación del derecho a la igualdad
Se procederá de la misma forma señalada en las reglas que anteceden, en los casos que se de-
mande la afectación del derecho a la igualdad en los términos del fundamento 37.e) del caso
Anicama.
Regla sustancial 5: Procedencia del RAC para el reconocimiento de devengados e intereses
Cuando en sede judicial se haya estimado una pretensión vinculada al contenido constitu-
cionalmente protegido del derecho a la pensión acceso o reconocimiento, afectación del de-
recho al mínimo vital, tutela de urgencia o afectación del derecho a la igualdad con referen-
te válido– delimitado por este Tribunal en el fundamento 37 del caso Anicama (STC Exp.
N° 1417-2005-PA) y no se hubiere ordenado el pago de los montos dejados de percibir (de-
vengados y reintegros) y/o los intereses generados conforme a la tasa establecida en el ar-
tículo 1246 del Código Civil, este Tribunal, en atención al principio de economía procesal
previsto en el artículo III del Código Procesal Constitucional, conocerá el RAC para ordenar
su pago; sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 56 del Código Procesal Constitucional.
Regla sustancial 6: Improcedencia del RAC para el reconocimiento de devengados e intereses
El Tribunal no admitirá el RAC sobre pensiones devengadas, reintegros e intereses cuando veri-
fique que el demandante no es el titular del derecho o que la pretensión no está directamente vin-
culada al contenido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión.
Precedente vinculante 2: Reglas procesales aplicables a todos los procesos de amparo
a. Regla procesal: El Tribunal Constitucional, en virtud del artículo 201 de la Constitución y
del artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, tiene la facultad
para establecer un precedente vinculante a través de sus sentencias que adquieren la autori-
dad de cosa juzgada, precisando el extremo de su efecto normativo.
b. Regla sustancial: El criterio vinculante establecido en el Precedente 1 de esta sentencia será
de aplicación inmediata desde el día siguiente de su publicación en el diario oficial El Perua-
no, a todos los procesos de amparo que se encuentren en trámite, precisándose que no están
incluidos aquellos que se encuentren en etapa de ejecución.

203
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

15. Asimismo, toda vez que el precedente referido en el fundamento 13 que antecede se relacionó
con el fundamento 37.g) del caso Anicama (STC Exp. N° 1417-2005-PA), este Colegiado consi-
dera oportuno precisar que en esta disposición, a diferencia de las otros supuestos del fundamen-
to 37, se ha señalado prima facie qué pretensiones no forman parte del contenido constitucional-
mente protegido del derecho a la pensión.
16. Consiguientemente, si bien el amparo no es la vía para reclamar montos dinerarios y/o reajustes
(devengados o reintegros), para determinar la procedencia de estas pretensiones accesorias se
deberá tener en consideración si se está ante un caso de afectación del mínimo vital o de tutela
urgente, en cuyo caso se habrá de analizar el fondo de la cuestión controvertida (pretensión prin-
cipal) por encontrarse esta comprendida en el contenido esencial constitucionalmente protegido
del derecho a la pensión, tal como viene haciendo este Tribunal a partir del precedente estable-
cido en el caso Anicama.
§ Análisis de la controversia de autos
17. Los artículos 1 y 2 de la Ley N° 25009, de jubilación minera, preceptúan que la edad de jubila-
ción de los trabajadores mineros será de 45 años de edad cuando laboren en minas subterráneas,
siempre que hubieren acreditado 20 años de aportaciones, de los cuales 10 años deberán corres-
ponder a trabajo efectivo prestado en dicha modalidad.
18. Respecto a la edad de jubilación, de la copia del Documento Nacional de Identidad, de fojas 10,
se desprende que el actor cumplió la edad mínima para tener derecho a percibir una pensión de
jubilación minera en la modalidad de mina subterránea (45 años) el 13 de noviembre de 1995.
19. En cuanto a las aportaciones, a fojas 2 y 3 obra la resolución impugnada y el cuadro resumen
de aportaciones de los que se evidencia que la demandada no ha reconocido al actor 10 años y 7
meses de aportaciones efectuadas durante el periodo 1958-1968, por considerar que no han sido
fehacientemente acreditadas.
20. Respecto de la aportaciones de los asegurados obligatorios, los artículos 11 y 70 del Decreto Ley
N° 19990 establecen, respectivamente, que “los empleadores (...) están obligados a retener las
aportaciones de los trabajadores asegurados obligatorios (...)”, y que “para los asegurados obli-
gatorios son periodos de aportación los meses, semanas o días en que presten, o hayan prestado
servicios que generen la obligación de abonar las aportaciones a que se refieren los artículos 7
al 13, aún cuando el empleador (...) no hubiese efectuado el pago de las aportaciones”. Más aún,
el artículo 13 de esta norma dispone que la emplazada se encuentra obligada a iniciar el proce-
dimiento coactivo si el empleador no cumple con efectuar el abono de las aportaciones indica-
das. A mayor abundamiento, el inciso d), artículo 7 de la Resolución Suprema N° 306-2001-EF,
Reglamento de Organización y Funciones de la Oficina de Normalización Previsional (ONP),
dispone que la emplazada debe “efectuar la verificación, liquidación y fiscalización de derechos
pensionarios que sean necesarias para garantizar su otorgamiento con arreglo a Ley”.
21. Para acreditar las aportaciones efectuadas en el periodo 1958-1968, el demandante ha recaudado
a fojas 4 un certificado de trabajo original expedido por el Superintendente General de la Corpo-
ración Minera Castrovirreyna S.A., en el que consta que laboró en mina subterránea durante 20
años y 4 meses, tiempo en el cual están incluidos los 9 años y 6 meses ya reconocidos.
22. En consecuencia se advierte que el demandante se desempeñó durante 20 años y 4 meses como
trabajador minero, con más de 10 años de servicio efectivo en la modalidad de mina subterránea,
estableciéndose la fecha de la contingencia el 13 de noviembre de 1995. Por tanto, a la fecha de
la presentación de su solicitud cumplía los requisitos (edad, aportes y trabajo en la modalidad)
para percibir una pensión de jubilación minera conforme a la Ley N° 25009.
23. En cuanto al pago de las pensiones devengadas e intereses, habiéndose precisado el ámbito de
aplicación del fundamento 15 d) del caso Sánchez-Lagomarcino Ramírez (STC Exp. N° 2877-
2005-HC), este Tribunal ordena el pago de las pensiones devengadas conforme a lo establecido

204
SENTENCIAS DE AMPARO

en el artículo 81 del Decreto Ley N° 19990 (desde 12 meses anteriores a la presentación de la


solicitud a la ONP) y el pago de los intereses generados conforme a la tasa establecida por el ar-
tículo 1246 del Código Civil.
24. Adicionalmente, en atención a lo dispuesto por el artículo 56 del Código Procesal Constitucio-
nal, la entidad demandada deberá cumplir con abonar los costos del proceso.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. REVOCAR la sentencia de autos.
2. Declarar FUNDADA la demanda por vulneración al derecho de acceso a la pensión; en conse-
cuencia, NULA la Resolución N° 49744-2004-ONP/DC DL 19990.
3. Ordenar que la Oficina de Normalización Previsional expida, en el término de 30 días de noti-
ficada la presente, la resolución que reconozca el derecho del demandante a percibir pensión de
jubilación minera con arreglo a lo dispuesto en la Ley N° 25009, en concordancia con el Decre-
to Ley N° 19990 y demás normas sustitutorias o complementarias, según los fundamentos de la
presente, bajo apercibimiento de pago de una multa acumulativa equivalente a 3 URP por cada
día de atraso.
4. Dispone que la emplazada cumpla con establecer el monto de las pensiones devengadas desde
los 12 meses anteriores a la presentación de la solicitud, liquidar los intereses legales generados
desde la fecha referida y abonarlos en los términos establecidos en la Ley N° 28798.
5. Conforme a lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitu-
cional, los precedentes vinculantes contenidos en los fundamentos 15.d) del Caso Sánchez-Lago-
marcino Ramírez (STC Exp. N° 2877-2005-PA) y 37.g) del caso Anicama (STC Exp. N° 1417-
2005-PA), quedan precisados tal como se señala en los fundamentos 13 y 15 de la presente.
6. Establecer como precedente vinculante de observancia obligatoria, conforme a lo dispuesto en
el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, las reglas contenidas en
el fundamento 14.
7. Condena a la entidad emplazada al pago de los costos del proceso.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ; VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO; BEAUMONT CALLIRGOS;
CALLE HAYEN; ETO CRUZ; ÁLVARÉZ MIRANDA

205
AMPARO LABORAL

Se establecen criterios para determinar cuándo


una pretensión de carácter laboral puede
dilucidarse mediante amparo

STC Exp. Nº 00206-2005-PA/TC


Caso: César Baylón Flores
Sentido del fallo: Infundada en parte
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 14/12/2005

Respecto al carácter residual del amparo laboral, el TC ha señalado con calidad de


precedente vinculante que solo cabe iniciar este proceso cuando: a) No existe una
vía igualmente satisfactoria; b) Existe necesidad de tutela urgente; c) Existe una
SUMILLA situación especial; d) Se produce un despido con violación a la libertad sindical;
e) Se produce un despido discriminatorio o por embarazo; f) Se produce un despi-
do motivado en el impedimento físico del trabajador; y, g) Se produce un despido
incausado o fraudulento que verse sobre hechos no controvertidos.

EXP. N° 00206-2005-PA/TC-HUAURA
CÉSAR ANTONIO BAYLÓN FLORES
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 28 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal Constitucional en sesión de Ple-
no Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartiri-
goyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia
la siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don César Antonio Baylón Flores contra la sen-
tencia de la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huaura, de fojas 461, su fecha 9 de diciem-
bre de 2005, que declaró infundada la acción de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 21 de abril de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra la E.P.S. Emapa
Huacho S.A. y don Víctor Manuel Hacen Bernaola, en su calidad de Gerente General de la citada
empresa, solicitando que se declaren inaplicables la carta notarial de imputación de cargos de fecha
3 de marzo de 2004 y la carta notarial de despido de fecha 17 de marzo de 2004; y que, por consi-
guiente, se lo reponga en el puesto de asistente de control patrimonial, con el pago de sus remunera-
ciones dejadas de percibir. Asimismo, solicita que los demandados le paguen una indemnización de
daños y perjuicios equivalente a 10,000.00 nuevos soles y que se disponga la apertura de instrucción
al Gerente General por ser responsable de la agresión sufrida.

206
SENTENCIAS DE AMPARO

Manifiesta haber sido despedido debido a que, con posterioridad a la época en que ocupó el cargo de
Jefe del Equipo de Facturación, se detectaron una serie de irregularidades con motivo del “Examen
especial sobre presuntas irregularidades efectuadas en la manipulación del sistema SICI” llevado a
cabo por el órgano de control de la empresa. Al respecto, refiere que no se hizo una adecuada califi-
cación de la causa justa de despido y que no se observó el principio de inmediatez, contemplado en
el artículo 31 del Decreto Supremo Nº 003-97-TR, TUO de la Ley de Productividad y Competitivi-
dad Laboral, toda vez que el despido se produjo mucho tiempo después de la fecha en que ocurrie-
ron los hechos por los cuales fue despedido. Agrega que tales actos vulneran sus derechos constitu-
cionales, su derecho constitucional al trabajo, a la adecuada protección contra el despido arbitrario
y al debido proceso.
E.P.S. Emapa Huacho S.A. propone la excepción de incompetencia por razón de la materia, aducien-
do que la vía del amparo no resulta idónea para este tipo de casos, pues existe una vía laboral donde
se puede dilucidar mejor la controversia con el despliegue de una amplia actuación de material pro-
batorio. Sostiene que en el caso del actor se procedió a su despido por la gravedad de las faltas co-
metidas, respetándose, en todo momento, el debido proceso y sus derechos constitucionales, por lo
que solicita que la demanda sea declarada infundada.
El codemandado Víctor Manuel Hacen Bernaola solicita que la demanda sea declarada infundada,
alegando que no le une vínculo alguno con el actor y que la sanción impuesta se debió única y ex-
clusivamente a la configuración de una falta grave cometida por el recurrente. Manifiesta que el pro-
ceso de despido del demandante se realizó sin mala fe, dolo y arbitrariedades.
El Tercer Juzgado Civil de Huaura, con fecha 5 de julio de 2004, declara infundada la excepción pro-
puesta considerando que el proceso de amparo tiene carácter alternativo, es decir, que ante la viola-
ción de un derecho constitucional, el demandante puede escoger dicha vía para defender sus dere-
chos constitucionales; e, infundada la demanda argumentando que el actor cometió las faltas graves
que se le imputan, observándose para su despido el debido proceso que establece la ley.
La recurrida confirma la apelada, por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS
1. En el caso sobre la Ley Marco del Empleo Público, Exp. Nº 0008-2005-PI/TC, (Fundamentos
17 a 42), este Tribunal precisó una serie de criterios jurisprudenciales relativos a los principios
laborales constitucionales, tales como in dubio pro operario, la igualdad de oportunidades, la
no discriminación en materia laboral y la irrenunciabilidad de derechos. Igualmente, en el cita-
do caso, se hizo referencia a los derechos colectivos de los trabajadores que reconoce la Consti-
tución, entre los que destacan de libertad sindical, de sindicación, de negociación colectiva y de
huelga. Al respecto, se sostuvo que tales disposiciones, con las particularidades y excepciones
que ella misma prevé, se aplican tanto al régimen laboral privado como al público. El Tribunal
Constitucional se ratifica en tales criterios y reitera su carácter vinculante para la resolución de
los casos en materia laboral que se resuelvan en sede constitucional u ordinaria.
2. En esta oportunidad y complementando la jurisprudencia constitucional en materia laboral indivi-
dual, emitida en los casos derivados del régimen laboral privado (en particular los casos Sindica-
to Unitario de Trabajadores de Telefónica del Perú S.A. y Fetratel, Exp. Nº 1124-2001-AA/TC, y
Eusebio Llanos Huasco, Exp. Nº 976-2001-AA/TC), así como en los casos vinculados al régimen
laboral público, se formularán determinados criterios jurisprudenciales para la aplicación del ar-
tículo 5.2 del Código Procesal Constitucional, referidos a las vías igualmente satisfactorias para
la protección del derecho constitucional al trabajo y derechos conexos, que, conforme al ar-
tículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, constituirán precedentes
vinculantes.

207
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al trabajo y dere-
chos conexos en el régimen laboral privado
3. La vigencia del Código Procesal Constitucional supone un cambio en el régimen legal del pro-
ceso de amparo ya que establece, entre otras cosas, la subsidiariedad para la procedencia de las
demandas de amparo. Con ello se cambia el anterior régimen procesal del amparo que establecía
un sistema alternativo. En efecto, conforme al artículo 5, inciso 2 del Código Procesal Constitu-
cional, no proceden las demandas constitucionales cuando existan vías procedimentales es-
pecíficas, igualmente satisfactorias, para la protección del derecho constitucional amena-
zado o vulnerado.
4. Al respecto, este Colegiado precisó que “(...) tanto lo que estableció en su momento la Ley
N° 23506 y lo que prescribe hoy el Código Procesal Constitucional, respecto al Amparo Alternativo
y al Amparo Residual, ha sido concebido para atender requerimientos de urgencia que tienen que ver
con la afectación de derechos directamente comprendidos dentro de la calificación de fundamen-
tales por la Constitución Política del Estado. Por ello, si hay una vía efectiva para el tratamiento de
la temática propuesta por el demandante, esta no es la excepcional del Amparo que, como se dijo,
constituye un mecanismo extraordinario”. (Exp. N° 4196-2004-AA/TC, Fundamento 6).
5. En efecto, en la jurisdicción constitucional comparada es pacífico asumir que el primer nivel de
protección de los derechos fundamentales le corresponde a los jueces del Poder Judicial a tra-
vés de los procesos judiciales ordinarios. Conforme al artículo 138 de la Constitución, los jue-
ces administran justicia con arreglo a la Constitución y las leyes, puesto que ellos también ga-
rantizan una adecuada protección de los derechos y libertades reconocidos por la Constitución.
Sostener lo contrario significaría firmar que solo el amparo es el único medio para salvaguardar
los derechos constitucionales, a pesar de que a través de otros procesos judiciales también es po-
sible obtener el mismo resultado. De igual modo, debe tenerse presente que todos los jueces se
encuentran vinculados por la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos;
más aún, la Constitución los habilita a efectuar el control difuso conforme a su artículo 138.
6. Consecuentemente, solo en los casos en que tales vías ordinarias no sean idóneas, satisfactorias
o eficaces para la cautela del derecho, o por la necesidad de protección urgente, o en situaciones
especiales que han de ser analizadas, caso por caso, por los jueces, será posible acudir a la vía
extraordinaria del amparo, correspondiendo al demandante la carga de la prueba para demos-
trar que el proceso de amparo es la vía idónea y eficaz para restablecer el ejercicio de su derecho
constitucional vulnerado, y no el proceso judicial ordinario de que se trate.
7. El Tribunal Constitucional estima que esta nueva situación modifica sustancialmente su compe-
tencia para conocer de controversias derivadas de materia laboral individual, sean privadas o pú-
blicas. Sin embargo, los criterios jurisprudenciales establecidos en el caso Eusebio Llanos Huas-
co, Exp. Nº 976-2004-AA/TC, para los casos de despidos incausados (en los cuales no exista
imputación de causa alguna), fraudulentos y nulos, se mantendrán en esencia. En efecto, si tal
como hemos señalado, el contenido del derecho constitucional a una protección adecuada contra
el despido arbitrario supone la indemnización o la reposición según corresponda, a elección del
trabajador, entonces, en caso de que en la vía judicial ordinaria no sea posible obtener la reposi-
ción o la restitución del derecho vulnerado, el amparo será la vía idónea para obtener la protec-
ción adecuada de los trabajadores del régimen laboral privado, incluida la reposición cuando el
despido se funde en los supuestos mencionados.
8. Respecto al despido sin imputación de causa, la jurisprudencia es abundante y debe hacerse remi-
sión a ella para delimitar los supuestos en los que el amparo se configura como vía idónea para repo-
ner el derecho vulnerado. En cuanto al despido fraudulento, esto es, cuando se imputa al trabajador
hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios, o se le atribuye una falta no prevista legal-
mente, solo será procedente la vía del amparo cuando el demandante acredite fehaciente e indubita-
blemente que existió fraude, pues en caso contrario, es decir, cuando haya controversia o duda sobre
los hechos, corresponderá a la vía ordinaria laboral determinar la veracidad o falsedad de ellos.

208
SENTENCIAS DE AMPARO

9. Con relación al despido nulo, si bien la legislación laboral privada regula la reposición y la in-
demnización para los casos de despido nulo conforme a los artículos 29 y 34 del Decreto Supre-
mo Nº 003-97-TR, TUO del Decreto Legislativo Nº 728, Ley de Productividad y Competitivi-
dad Laboral, el Tribunal Constitucional ratifica los criterios vertidos en el caso Eusebio Llanos
Huasco, en el punto referido a su competencia para conocer los casos de urgencia relacionados
con la violación de los derechos constitucionales que originan un despido nulo, dadas las parti-
cularidades que reviste la protección de los derechos involucrados.
10. En efecto, la libertad sindical y el derecho de sindicación reconocidos por el artículo 28, inciso
1 de la Constitución (Exp. Nº 0008-2005-PI/TC, fundamentos 26, 27 y 28), e interpretados con-
forme a la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución y al artículo V del Título
Preliminar del Código Procesal Constitucional, imponen la obligación estatal de adoptar las me-
didas necesarias y apropiadas para garantizar a los trabajadores y empleadores el libre ejercicio
del derecho de sindicación e impedir todo acto de discriminación tendiente a menoscabar la li-
bertad sindical, tales como condicionar el empleo de un trabajador a que no se afilie o a que deje
de ser miembro de un sindicato; o despedir a un trabajador o perjudicarlo en cualquier forma a
causa de su afiliación sindical o a su participación en actividades sindicales fuera de las horas de
trabajo o, con el consentimiento del empleador, durante las horas de trabajo (artículo 11 del Con-
venio Nº 87 de la OIT, sobre libertad sindical y protección del derecho de sindicación, artículo 1
del Convenio Nº 98 de la OIT, relativo a la aplicación de los principios del derecho de sindica-
ción y de negociación colectiva).
11. En la misma línea argumentativa, en el citado Exp. N° 0008-2005-PI/TC, se dejó establecido que
la libertad sindical no solo tiene una dimensión individual, relativa a la constitución de un sindica-
to y a su afiliación, sino también una dimensión plural o colectiva que se manifiesta en la autono-
mía sindical y en su personería jurídica (fundamento 26). Esta dimensión de la libertad sindical se
justifica por cuanto el artículo 3.1. del Convenio N° 87 de la OIT, anteriormente citado, precisa que
las organizaciones de trabajadores tienen el derecho de elegir libremente a sus representantes, de
organizar su administración y sus actividades y formular su programa de acción, en tanto que el ar-
tículo 1.2. del Convenio N° 98 de la OIT, como ya se dijo, establece la protección a los trabajado-
res sindicalizados contra todo acto que tenga por objeto despedirlo o perjudicarlo de cualquier otra
forma a causa de su afiliación sindical o por su participación en actividades sindicales.
12. Por tanto, debemos considerar que la libertad sindical, en su dimensión plural o colectiva, tam-
bién protege la autonomía sindical, esto es, que los sindicatos funcionen libremente sin inje-
rencias o actos externos que los afecten. Protege, asimismo, las actividades sindicales que de-
sarrollan los sindicatos y sus afiliados, así como a los dirigentes sindicales, para garantizar el
desempeño de sus funciones y que cumplan con el mandato para el que fueron elegidos. Sin esta
protección no sería posible el ejercicio de una serie de derechos y libertades, tales como el dere-
cho de reunión sindical, el derecho a la protección de los representantes sindicales para su actua-
ción sindical, la defensa de los intereses de los trabajadores sindicalizados y la representación de
sus afiliados en procedimientos administrativos y judiciales. Del mismo modo, no sería posible
un adecuado ejercicio de la negociación colectiva y del derecho de huelga.
13. Es por ello que, a criterio del Tribunal Constitucional, la dimensión plural o colectiva de la liber-
tad sindical garantiza no solo la protección colectiva de los trabajadores sindicalizados (como
fue reconocido por este Colegiado en el Exp. N° 1124-2001-AA/TC, fundamento 11), sino que
también reconoce una protección especial para los dirigentes sindicales, toda vez que estos úl-
timos, libremente elegidos, detentan la representación de los trabajadores sindicalizados a fin
de defender sus intereses. Consecuentemente, todo acto lesivo, no justificado e irrazonable, que
afecte a los trabajadores sindicalizados y a sus dirigentes y que haga impracticable el funciona-
miento del sindicato, deberá ser reparado.
14. Este Tribunal Constitucional, en opinión coincidente con el Tribunal Constitucional español, esti-
ma que las garantías descritas se justifican por cuanto los sindicatos son formaciones con relevancia
social que integran la sociedad democrática (STC 292/1993, fundamento 5, del 9 de noviembre de

209
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

1993), añádase, para la protección y promoción de sus intereses (artículo 8.1.a. del Protocolo Adi-
cional a la Convención Americana sobre Derechos Humanos en materia de Derechos Económicos,
Sociales o Culturales o “Protocolo de San Salvador”). Consiguientemente, los despidos originados
en la lesión a la libertad sindical y al derecho de sindicación siempre tendrán la tutela urgente del
proceso de amparo, aun cuando las vías ordinarias también puedan reparar tales derechos.
15. Del mismo modo, los despidos originados en la discriminación por razón de sexo raza, religión,
opinión, idioma o de cualquier otra índole, tendrán protección a través del amparo, así como los
despidos producidos con motivo del embarazo, toda vez que, conforme al artículo 23 de la Cons-
titución, el Estado protege especialmente a la madre. Deber que se traduce en las obligaciones
estatales de adoptar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la mujer
en la esfera del empleo, prohibiendo, en especial, bajo pena de sanciones, el despido por motivo
de embarazo o licencia de maternidad, así como la discriminación sobre la base del estado civil
y prestar protección especial a la mujer durante el embarazo (artículo 11 numerales 1 y 2 litera-
les a y d de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
mujer de Naciones Unidas).
Igualmente, el proceso de amparo será el idóneo frente al despido que se origina en la condi-
ción de impedido físico mental, a tenor de los artículos 7 y 23 de la Constitución que les garanti-
za una protección especial de parte del Estado. En efecto, conforme al artículo 18 del Protocolo
adicional a la Convención Americana de Derechos Humanos en materia de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales o “Protocolo de San Salvador”, sobre protección de los minusválidos,
toda persona afectada por una disminución en sus capacidades físicas o mentales tiene derecho
a recibir una atención especial con el fin de alcanzar el máximo desarrollo de su personalidad.
16. Por tanto, cuando se formulen demandas fundadas en las causales que configuran un despido
nulo, el amparo será procedente por las razones expuestas, considerando la protección urgente
que se requiere para este tipo de casos, sin perjuicio del derecho del trabajador a recurrir a la vía
judicial ordinaria laboral, si así lo estima conveniente.
17. Por otro lado, la Ley Procesal del Trabajo, Nº 26636, prevé en su artículo 4 la competencia por
razón de la materia de las Salas Laborales y Juzgados de Trabajo. Al respecto, el artículo 4.2 de
la misma ley establece que los Juzgados de Trabajo conocen, entre las materias más relevantes
de las pretensiones individuales por conflictos jurídicos, las siguientes:
a) Impugnación de despido (sin reposición).
b) Cese de actos de hostilidad del empleador, incluidos los actos de hostigamiento sexual, con-
forme a la ley sobre la materia.
c) Incumplimiento de disposiciones y normas laborales cualquiera fuera su naturaleza.
d) Pago de remuneraciones y beneficios económicos.
18. A su turno, el artículo 30 del Decreto Supremo Nº 003-97-TR, TUO del Decreto Legislativo
Nº 728, Ley de Productividad y Competitividad Laboral, considera que constituyen actos de
hostilidad:
a) La falta de pago de la remuneración en la oportunidad correspondiente, salvo razones de
fuerza mayor o caso fortuito debidamente comprobados por el empleador.
b) La reducción inmotivada de la remuneración o de la categoría.
c) El traslado del trabajador a lugar distinto de aquel en el que preste habitualmente servicios,
con el propósito de ocasionarle perjuicio.
d) La inobservancia de medidas de higiene y seguridad que pueda afectar o poner en riesgo la
vida y la salud del trabajador.

210
SENTENCIAS DE AMPARO

e) El acto de violencia o el faltamiento grave de palabra en agravio del trabajador o de su


familia.
f) Los actos de discriminación por razón de sexo, raza, religión, opinión o idioma.
g) Los actos contra la moral y todos aquellos que afecten la dignidad del trabajador.
Consecuentemente, los amparos que se refieran a la materias descritas (fundamentos 17 y18),
que por mandato de la ley son competencia de los jueces de trabajo, serán declaradas improce-
dentes en la vía del amparo.
19. De otro lado, conforme a la línea jurisprudencial en materia de derechos laborales de carácter in-
dividual (por todas Exp. Nº 2526-2003-AA), se ha establecido que el amparo no es la vía idónea
para el cuestionamiento de la causa justa de despido imputada por el empleador cuando se trate
de hechos controvertidos, o cuando, existiendo duda sobre tales hechos, se requiera la actuación
de medios probatorios a fin de poder determinar la veracidad, falsedad o la adecuada calificación
de la imputación de la causa justa de despido, que evidentemente no pueden dilucidarse a través
del amparo. En efecto, es claro que, en este supuesto, para que se produzca certeza en el juzga-
dor, respecto de los puntos controvertidos, y pueda así sustentar su fallo en determinado sentido,
necesariamente tendrá que desarrollar la actividad probatoria a través de sus diversas etapas, en
particular respecto de la actuación y valoración de la prueba que, entre otras muchas, se relacio-
narán con declaraciones de parte, testigos, documentos (libros de planillas, informes), peritajes
y, especialmente, las pruebas de oficio.
20. Por tanto, aquellos casos que se deriven de la competencia por razón de materia de los jueces de
trabajo, los actos de hostilidad y aquellos derivados del cuestionamiento y calificación del des-
pido fundado en causa justa que se refieran a hechos controvertidos, mencionados en los puntos
precedentes, no serán tramitados en el proceso de amparo, sino en el proceso laboral de la juris-
dicción laboral ordinaria, a cuyos jueces corresponde, en primer lugar, la defensa de los dere-
chos y libertades constitucionales y de orden legal que se vulneren con ocasión de los conflictos
jurídicos de carácter individual en el ámbito laboral privado. Solo en defecto de tal posibilidad o
atendiendo a la urgencia o a la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de
que la vía laboral ordinaria no es la idónea, corresponderá admitir el amparo.
Vía procedimental igualmente satisfactoria para la protección del derecho al trabajo y dere-
chos conexos en el régimen laboral público
21. Con relación a los trabajadores sujetos al régimen laboral público, se debe considerar que el Es-
tado es el único empleador en las diversas entidades de la Administración Pública. Por ello, el
artículo 4 literal 6) de la Ley Nº 27584, que regula el proceso contencioso administrativo, dis-
pone que las actuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la ad-
ministración pública son impugnables a través del proceso contencioso administrativo. Conse-
cuentemente, el Tribunal Constitucional estima que la vía normal para resolver las pretensiones
individuales por conflictos jurídicos derivados de la aplicación de la legislación laboral pública
es el proceso contencioso administrativo, dado que permite la reposición del trabajador despedi-
do y prevé la concesión de medidas cautelares.
22. En efecto, si en virtud de la legislación laboral pública (Decreto Legislativo Nº 276, Ley
Nº 24041 y regímenes especiales de servidores públicos sujetos a la carrera administrativa) y del
proceso contencioso administrativo es posible la reposición, entonces las consecuencias que se
deriven de los despidos de los servidores públicos o del personal que sin tener tal condición la-
bora para el sector público (Ley Nº 24041), deberán dilucidarse en la vía contenciosa-adminis-
trativa por ser la idónea, adecuada e igualmente satisfactoria, en relación al proceso de amparo,
para resolver las controversias laborales públicas.
23. Lo mismo sucederá con las pretensiones por conflictos jurídicos individuales respecto a las ac-
tuaciones administrativas sobre el personal dependiente al servicio de la Administración Pública

211
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

y que se derivan de derechos reconocidos por la ley, tales como nombramientos, impugnación de
adjudicación de plazas, desplazamientos, reasignaciones o rotaciones, cuestionamientos relati-
vos a remuneraciones, bonificaciones, subsidios y gratificaciones, permisos, licencias, ascensos,
promociones, impugnación de procesos administrativos disciplinarios, sanciones administrati-
vas, ceses por límite de edad, excedencia, reincorporaciones, rehabilitaciones, compensación por
tiempo de servicios y cuestionamiento de la actuación de la administración con motivo de la Ley
Nº 27803, entre otros.
24. Por tanto, conforme al artículo 5, inciso 2 del Código Procesal Constitucional, las demandas de
amparo que soliciten la reposición de los despidos producidos bajo el régimen de la legislación
laboral pública y de las materias mencionadas en el párrafo precedente deberán ser declaradas
improcedentes, puesto que la vía igualmente satisfactoria para ventilar este tipo de pretensiones
es la contencioso administrativa. Solo en defecto de tal posibilidad o atendiendo a la urgencia o
a la demostración objetiva y fehaciente por parte del demandante de que la vía contenciosa ad-
ministrativa no es la idónea, procederá el amparo. Igualmente, el proceso de amparo será la vía
idónea para los casos relativos a despidos de servidores públicos cuya causa sea: su afiliación
sindical o cargo sindical, por discriminación, en el caso de las mujeres por su maternidad, y por
la condición de impedido físico o mental conforme a los fundamentos 10 a 15 supra.
25. El Tribunal Constitucional estima que, de no hacerse así, el proceso de amparo terminará susti-
tuyendo a los procesos judiciales ordinarios como el laboral y el contencioso-administrativo, con
su consiguiente ineficacia, desnaturalizando así su esencia, caracterizada por su carácter urgente,
extraordinario, residual y sumario.
Análisis del presente caso
26. El recurrente fue despedido el 17 de marzo de 2004, previo procedimiento de despido, imputándo-
sele las faltas graves previstas en los incisos a) y c) del artículo 25 del Decreto Supremo Nº 003-97-
TR, concordadas con los incisos a), d) y f) del artículo 74 del Reglamento Interno de Trabajo de la
E.P.S. Emapa Huacho S.A. A tal efecto, en autos se advierte que se le cursó la carta de pre aviso y
que pudo efectuar sus descargos; de manera que la empleadora cumplió con la ley laboral atinente
a este tipo de procesos. Consiguientemente, no se advierte vulneración del debido proceso.
27. De otro lado, el demandante sostiene que se habría vulnerado el principio de inmediatez. Sobre
este punto debe precisarse que la causa de despido se origina en el Informe Nº 009-2003 EPS
Emapa-Huacho-OCI “Examen especial: sobre presuntas irregularidades efectuadas en la mani-
pulación del SICI”, sistema informático comercial integrado, llevado a cabo por el órgano de
control interno de la empresa demandada, en el que se concluyó que se favoreció a terceras per-
sonas en la facturación del servicio de agua en perjuicio de la empresa. Dicho informe determi-
nó la responsabilidad administrativa del recurrente, así como la de otros empleados.
28. Si bien es cierto que los hechos se produjeron durante el periodo 2002-2003, en que el deman-
dante ocupó el cargo de Jefe del Equipo de Facturación, no lo es menos que las responsabilida-
des por las irregularidades sólo se pudieron conocer una vez que culminó el informe llevado a
cabo por el órgano de control de la empresa, y que fue comunicado a la alta dirección en enero de
2004, previa investigación en la que el recurrente también ejerció su derecho de defensa. Consi-
guientemente, el Tribunal Constitucional estima que el procedimiento de despido, recomendado
por el asesor legal externo, no vulneró el principio de inmediatez, toda vez que se inició dentro
de un plazo razonable (Exp. Nº 0585-2003-AA). Por tal razón, este extremo de la demanda tam-
bién debe desestimarse.
29. Asimismo, el recurrente cuestiona los hechos que se invocan como causas justas de despido. En-
tre otros, que la demandada, apoyándose en el informe del órgano de control interno de la empre-
sa, concluye que el demandante concedió, de manera irregular, rebajas al usuario Línea Interpro-
vincial de Transportistas S.A.-LITSA; que se emitieron facturas a la empresa EMSAL cuando
tales servicios ya habían sido cancelados, con su consiguiente ingreso en el registro de ventas de

212
SENTENCIAS DE AMPARO

la empresa; que se hizo una rebaja en el cobro del servicio al señor Estanislao Loyola Hurtado;
y que se cometieron irregularidades en la facturación del cliente Molitalia S.A. por la instalación
de un medidor y la conexión de agua.
30. El recurrente niega tales imputaciones y afirma que se deben a los defectos del sistema infor-
mático; asimismo, refiere que a nivel de la Fiscalía se decidió archivar la denuncia penal por los
mismos hechos, puesto que no se comprobó responsabilidad penal alguna. Independientemente
de las responsabilidades civiles o penales, el Tribunal Constitucional estima que, en el presente
caso, de los actuados se advierte la existencia de hechos controvertidos, relativos a la declaración
de responsabilidad del demandante en la causa justa de despido, cuya dilucidación no es posible
en el proceso de amparo por su anotado carácter sumario. Por tanto, este extremo de la demanda
debe declararse improcedente.
31. Con relación a los pedidos de pago de remuneraciones dejadas de percibir y de indemnización
por daños y perjuicios, deben ser declarados improcedentes, pues el amparo no es la vía idónea
para resolver tales reclamos. Lo mismo debe declararse sobre la solicitud de que se denuncie pe-
nalmente al gerente general de la demandada.
Precedente vinculante
32. Hasta la fecha de dilucidación del presente caso los criterios de la jurisdicción constitucional ha-
bían sido sumamente flexibles y amplios en la evaluación de una gran variedad de controversias
laborales de carácter individual, sea en el ámbito laboral privado o en el público, sobre la base
del carácter alternativo del proceso constitucional del amparo. Sin embargo, y dentro del marco
de la función de ordenación del Tribunal Constitucional, se hace indispensable, para los casos de
materia laboral individual, privada o pública, tramitados en la vía del proceso de amparo, la apli-
cación de los criterios establecidos en el presente caso, con relación al carácter residual del pro-
ceso de amparo y de los criterios jurisprudenciales sustantivos relativos a los derechos laborales
desarrollados a través de la jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, a fin de no desnatu-
ralizar el carácter extraordinario, breve y expeditivo del proceso de amparo.
33. Por ello, de conformidad con lo dispuesto en el artículo VII del Título Preliminar del Código
Procesal Constitucional, los criterios contenidos en los fundamentos 7 a 25 supra, constituyen
precedente vinculante, puesto que son indispensables para determinar la procedencia de la vía
del proceso constitucional de amparo.
34. Con ello el Tribunal Constitucional busca perfeccionar el proceso de amparo a fin de que sea
realmente eficaz y expeditivo. Por tanto, el precedente establecido será de vinculación inmedia-
ta a partir del día siguiente de su publicación en el diario oficial El Peruano, de modo que toda
demanda que sea presentada y que no reúna las condiciones del precedente, o las que se encuen-
tren en trámite e igualmente no reúnan tales condiciones, deberán ser declaradas improcedentes.
Vía procedimental específica y reglas procesales aplicables a los procesos de amparo en mate-
ria laboral en trámite
35. A partir de la expedición de la sentencia del caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N° 1417-
2005-AA/TC), el Tribunal Constitucional estableció los casos de materia pensionaria que cono-
cería, encausándose a la vía contenciosa-administrativa las demandas que, por tal razón, se de-
clarasen improcedentes.
36. Consecuentemente, y por la aplicación de similares criterios respecto a la reconducción de pro-
cesos, las demandas de amparo que sobre las materias laborales de carácter individual, sean del
régimen laboral público o privado descritos en la presente sentencia, deberán ser encausadas a
través de las vías igualmente satisfactorias para resolver las controversias individuales de carác-
ter laboral, privadas o públicas, y que son:
a) El proceso laboral ordinario, para las controversias de carácter laboral individual privado.

213
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

b) El procedimiento especial contencioso administrativo (artículos 4 inciso 6 y 25 de la Ley N°


27584), para las materias de carácter laboral individual de carácter público).
37. Por lo tanto, haciendo uso de las funciones de ordenación y pacificación inherentes a este Tribu-
nal Constitucional, se dispone que las demandas de amparo sobre materia laboral, que en apli-
cación de los criterios previstos en los fundamentos 21 a 25 supra, de la presente sentencia, sean
declaradas improcedentes, deberán seguir las reglas procesales establecidas en los fundamentos
53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N° 1417-2005-AA/TC), con las
adaptaciones necesarias a la materia laboral pública.
38. Para los casos de procesos de amparo en materia laboral individual privada, fundamentos 7 a
20 supra, los jueces laborales deberán adaptar tales demandas conforme al proceso laboral que
corresponda según la Ley Nº 26636, observando los principios laborales que se hubiesen esta-
blecido en su jurisprudencia laboral y los criterios sustantivos en materia de derechos constitu-
cionales que este Colegiado ha consagrado en su jurisprudencia para casos laborales.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda en el extremo que denuncia la vulneración del principio de
inmediatez.
2. Declararla IMPROCEDENTE en los demás extremos, por cuanto el amparo no es la vía idónea
para esclarecer hechos controvertidos sometidos a probanza no para determinar montos por da-
ños y perjuicios.
3. Declarar que los criterios de procedibilidad de las demandas de amparo en materia laboral, pre-
vistos en los fundamentos 7 a 25, supra, constituyen precedente vinculante inmediato de con-
formidad con el artículo VII del Título Preliminar del CPConst.; motivo por el cual, a partir del
día siguiente de la publicación de la presente sentencia en el diario oficial El Peruano, toda de-
manda de amparo que sea presentada o que se encuentre en trámite y que no cumpla con tales
condiciones, debe ser declarada improcedente.
4. Declarar que las reglas procesales de aplicación a las demandas de amparo en materia laboral pú-
blica que a la fecha de publicación de esta sentencia se encuentren en trámite, serán las previs-
tas en los fundamentos 53 a 58 y 60 a 61 del caso Manuel Anicama Hernández (Exp. N° 1417-
2005-AA/TC), de modo que serán vinculantes tanto para los jueces que conocen los procesos de
amparo, como para los jueces que resulten competentes para conocer las demandas contencioso-
administrativas a que se refiere la Ley N° 27584.
5. Declarar que las demandas de amparo de materia laboral individual privada, precisadas en los
fundamentos 7 a 20 supra, deberán ser adaptadas al proceso laboral que corresponda según la
Ley Nº 26636 por los jueces laborales conforme a los principios laborales que han establecido
en su jurisprudencia laboral y a los criterios sustantivos en materia de derechos constitucionales
que este Colegiado ha establecido en su jurisprudencia para casos laborales.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN; GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA;
VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO

214
Clasificación de los despidos lesivos
al derecho al trabajo:
Incausado, fraudulento y nulo

STC Exp. Nº 00976-2001-AA/TC


Caso: Eusebio Llano Huasco
Sentido del fallo: Improcedente la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 09/05/2003

Mediante la presente sentencia el Tribunal Constitucional establece la tipología de


despidos lesivos al derecho al trabajo Estos son: a) despido incausado, el cual se
produce cuando se despide al trabajador sin expresarle causa alguna derivada de
SUMILLA la labor que la justifique; b) despido fraudulento, cuando se imputan al trabajador
hechos notoriamente inexistentes; y, c) el despido nulo, por la violación de cual-
quier derecho fundamental al trabajador.

EXP. N° 976-2001-AA/TC-HUÁNUCO
EUSEBIO LLANOS HUASCO
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 13 días del mes de marzo del 2003, reunido el Tribunal Constitucional en sesión
de Pleno Jurisdiccional, con la asistencia de los señores Magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lar-
tirigoyen, Rey Terry, Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la siguiente
sentencia.
ASUNTO
Recuso extraordinario interpuesto por don Eusebio Llanos Huasco contra la resolución de la Sala
Civil de la Corte Superior de Huánuco Pasco, de fecha 14 de agosto del 2001 que, confirmando la
apelada, declara infundadas las defensas previas y excepción de incompetencia formuladas por la
demandada así como infundada la demanda interpuesta.
ANTECEDENTES
Con fecha 18/04/2001, don Eusebio Llanos Huasco interpone acción de amparo contra Telefónica
del Perú S.A. solicitando se deje sin efecto legal la Carta Notarial de fecha 16/02/2001, por conside-
rar que vulnera su derecho constitucional al trabajo, por la que solicita su inmediata reposición en el
puesto que venía desempeñando hasta antes del 21/02/2001.
Especifica el demandante que ha laborado en la empresa Telefónica del Perú desde marzo de 1981
hasta el 21/02/2001, fecha en la que se le impidió ingresar a su centro de trabajo. Durante dicho pe-
riodo nunca ha tenido problemas con la empresa demandada, ni tampoco ha sido sancionado ad-
ministrativamente por algún hecho; por el contrario, ha sido un trabajador eficiente y responsable,
habiendo obtenido incluso el reconocimiento de la empresa como uno de los más sobresalientes tra-
bajadores, como lo acredita mediante instrumentales que adjunta. No obstante, señala que la de-
mandada le ha cursado la antes citada Carta Notarial, mediante la que le comunica que ha decidido
dar por concluido su contrato de trabajo, por haber incurrido en supuestas faltas graves contempla-
das en los literales a), c) y d) del artículo 25 del TUO del Decreto Legislativo N° 728, aprobado
por D.S. N° 003-97-TR, tales como: a) haber brindado información falsa presentando documentos

215
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

sobre valuados; b) quebrantar la buena fe laboral al hacer mal uso de la confianza depositada gene-
rando un documento en complicidad con el propietario del Hostal Latino de Tingo María; c) presen-
tar documentos sobrevaluados para conseguir beneficios personales con la intención de causar daño
a la empresa, y d) perjudicar económicamente a la empresa; imputaciones todas estas que se le han
hecho en base a un supuesto informe u oficio remitido por el propietario del citado Hostal Latino
donde se indica que a solicitud del demandante, se habría sobrevaluado la Factura N° 009641 por el
importe de S/. 300.00. Sostiene que dichos cargos enervados mediante las comunicaciones que cur-
só con fechas 21-12-2000 y 05-02-2001, en las que desvirtúa las afirmaciones hechas por la deman-
dada; incluso el mismo accionante, con fecha 15-02-2001, ha cursado carta notarial al propietario
del Hostal Latino, a fin de que dicha persona rectificara el informe falso y malicioso que se curso al
Jefe Zonal de Huancayo con fecha 17-01-2001 (sic), no obstante lo cual hasta la fecha no se ha dado
respuesta a su comunicación. Agrega que se le ha perjudicado como represalia por haber interpues-
to a la misma demandada, una acción judicial sobre reconocimiento de años de servicios y pago de
remuneraciones insolutas, la misma que actualmente se encuentra en trámite y donde a nivel de pri-
mera instancia ha obtenido resolución favorable a su pretensión.
Telefónica del Perú S.A. solicita se declare inadmisible o infundada la pretensión. Especifica que la
acción debe rechazarse de plano porque la violación alegada se ha convertido en irreparable al ha-
berse despedido al demandante de acuerdo a ley; en todo caso, la reposición no procede sino en los
supuestos de despidos nulos, lo que no sucede en el presente caso. Agrega, además, que la presente
vía, por su carencia de etapa probatoria, no resulta la idónea, sino la vía laboral, motivo por lo que
deduce la excepción de incompetencia. Por último, y en cuanto al fondo, precisa que no se ha vul-
nerado los derechos constitucionales reclamados, habida cuenta que su despido se ha producido tras
haberse comprobado la existencia de una falta grave, frente a la cual el de demandante ha hecho uso
de su derecho de defensa.
El Segundo Juzgado Mixto de Huánuco, con fecha 13-06-2001, a fojas 151 a 159, declara infunda-
das las defensas previas y la excepción de incompetencia, e infundada la demanda, por considerar
que resulta imposible reponer las cosas al estado anterior a la violación del derecho invocado, por
cuanto el demandante fue despedido en aplicación de la ley y conforme a la misma se le dio el de-
recho a efectuar sus descargos. Por otra parte, las faltas imputables al actor están previstas en la ley,
por lo que el empleador ha procedido a aplicar la misma; en todo caso, para discutir dicha contro-
versia se requiere de estación probatoria de la cual carece el amparo. Finalmente el artículo 27 de la
Constitución, no supone la posibilidad de que se reponga al trabajador.
La recurrida confirmó la apelada, fundamentalmente por considerar que el demandante ha sido de-
bidamente informado de los cargos formulados en su contra, los que además se encuentran tipifica-
dos en la ley, por lo que no se ha vulnerado sus derechos constitucionales.
FUNDAMENTOS
I. Petitorio
1. Conforme aparece en el petitorio de la demanda, el objeto del presente proceso constitucional se
dirige a que se deje sin efecto legal la Carta Notarial de fecha 16 de febrero de 2001, por consi-
derar que se ha vulnerado su derecho constitucional al trabajo. En consecuencia, solicita que se
ordene su inmediata reposición en el puesto que venía desempeñando hasta antes del 21 de fe-
brero de 2001.
2. La demandada ha sostenido, en su escrito de contestación de la demanda, que el amparo no sería
la vía adecuada para resolver la controversia, pues la reposición solo procede en el caso de los
despidos nulos, lo que no es el caso, pues se despidió al actor por la comisión de falta grave. Se-
ñala, asimismo, que la vía del amparo no es la idónea, pues la controversia es de naturaleza la-
boral y el amparo no tiene estación probatoria.

216
SENTENCIAS DE AMPARO

II. El carácter alternativo del amparo


3. Independientemente que este Tribunal Constitucional vaya a pronunciarse más adelante sobre
el primer aspecto que se ha cuestionado, es importante señalar que el Colegiado no comparte el
criterio según el cual el proceso de amparo no sería la vía idónea para resolver la presente con-
troversia, sino, únicamente, el proceso laboral.
Sobre el particular, el Tribunal debe recordar que, en nuestro ordenamiento jurídico, el afectado
en sus derechos constitucionales laborales no está obligado a acudir previamente a las instancias
judiciales ordinarias, y solo si en ellas no se hubiera obtenido una tutela judicial adecuada, acu-
dir al amparo. En nuestro país, en efecto, el amparo constitucional no es una vía excepcional, re-
sidual o extraordinaria, a la cual el justiciable debe recurrir cuando ha agotado todas las vías ju-
diciales idóneas para tutelar los derechos constitucionales.
Al contrario, nuestra legislación (inciso 3 del artículo 6 de la Ley N° 23506) condena con la des-
estimación de la demanda si es que antes de acudir a la acción de amparo, el justiciable optó por
la vía ordinaria. Lo que significa que, contrariamente a lo que sucede en otros ordenamientos,
como el argentino o el español, en nuestro país el amparo es un proceso, por llamarlo así, “alter-
nativo”, es decir, al que se puede acudir no bien se culmina con agotar la vía previa, y siempre
que con él se persiga la protección de derechos reconocidos en la Constitución.
Tal carácter alternativo del amparo nada tiene que ver con el hecho de que dicho instituto carez-
ca de estación probatoria (lo que no implica impedimento alguno para actuar medios de prueba),
ya que mediante este proceso no se dilucida la titularidad de un derecho, como sucede en otros,
sino solo se restablece su ejercicio. Ello supone, como es obvio, que quien solicita tutela en esta
vía mínimamente tenga que acreditar la titularidad del derecho constitucional cuyo restableci-
miento invoca, en tanto que este requisito constituye un presupuesto procesal, a lo que se suma
la exigencia de tener que demostrar la existencia del acto cuestionado.
De ahí que este remedio procesal, en buena cuenta, constituya un proceso al acto, en el que el
juez no tiene tanto que actuar pruebas, sino juzgar en esencia sobre su legitimidad o ilegitimidad
constitucional. Como dice Juventino Castro [El sistema del derecho de amparo, Editorial Po-
rrúa, México 1992, Pág. 169] “en el (...) amparo hay dos hechos a probar esencialmente: la exis-
tencia del acto reclamado, que en ocasiones es una cuestión de hecho, y su constitucionalidad o
inconstitucionalidad, que generalmente es una cuestión de derecho, valorable finalmente por el
juzgador”.
Por ello, si en el amparo no hay conflicto de derechos e intereses “subjetivos” contrapuestos en-
tre partes, ello es porque los términos de la controversia giran fundamentalmente en torno a una
cuestión de interpretación constitucional. Y, como lo ha sostenido el Tribunal Constitucional Fe-
deral Alemán, dicha interpretación “tiene la naturaleza de un disenso en el que se mencionan los
argumentos a favor y en contra y finalmente se llega a una resolución de acuerdo con las mejo-
res” [BverfGE, 82, 30 (38-39)].
La inexistencia de la estación de pruebas, por tanto, no se deriva de la naturaleza sumaria y bre-
ve del amparo, sino de la finalidad y el objeto del proceso.
En ese sentido, teniendo en cuenta que en el presente caso se ha alegado la violación de un
derecho constitucional, el Tribunal Constitucional es competente para entrar al fondo de la
controversia.
III. Eficacia horizontal de los derechos fundamentales y el amparo contra particulares
4. Como se ha expuesto en los antecedentes de esta sentencia, un particular cuestiona que otro par-
ticular, Telefónica del Perú S.A., afecte sus derechos constitucionales. Tal controversia, si des-
de una perspectiva laboral podría caracterizarse como un conflicto que involucra a un trabajador
con su empleador; desde una perspectiva constitucional, en su versión sustantiva, se encuadra

217
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

en la problemática de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones en-


tre privados y, en su versión procesal, en la procedencia o no del denominado “amparo entre
particulares”.
A) Eficacia horizontal de los derechos fundamentales entre privados
5. Desde una perspectiva histórica, los derechos fundamentales surgieron como derechos de de-
fensa oponibles al Estado. Es decir, como atributos subjetivos que protegían un ámbito de auto-
nomía individual contra acciones u omisiones derivadas de cualquiera de los poderes públicos.
De esta forma, los derechos y libertades fundamentales tenían al individuo por sujeto activo, y
únicamente al Estado como sujeto pasivo, en la medida en que ellos tenían por objeto reconocer
y proteger ámbitos de libertad o exigir prestaciones que los órganos públicos debían otorgar o
facilitar.
Por su propia naturaleza de “derechos públicos subjetivos”, tales facultades no se extendían al
ámbito de las relaciones privadas, pues se concebía que era inadmisible que entre privados se
presentaran abusos o relaciones asimétricas, en razón a que dichas articulaciones, teóricamen-
te, se realizaban en condiciones plenas de libertad e igualdad, que solo el Estado podía poner en
cuestión.
Tal concepción se tradujo en considerar a la Constitución solo como un documento normativo
a partir del cual se regulaban las relaciones entre los individuos y el Estado, en tanto que las re-
laciones entre privados –en principio, libres e iguales– debía realizarse a través del Código Ci-
vil, que de esta manera era presentado como el estatuto jurídico fundamental de los particulares.
Como eufemísticamente lo ha señalado Konrad Hesse [Derecho Constitucional y Derecho Pri-
vado, Editorial Civitas, Madrid 1995, p. 37], el Código Civil se convertía, así, en el “auténtico
baluarte de la libertad”.
Hoy, desde luego, los derechos fundamentales no son solo derechos públicos subjetivos, esto es,
libertades que garantizan solo un status negativus, la preservación de un ámbito de autonomía
personal oponible al Estado. A juicio del Tribunal Constitucional, al lado de la idea de los dere-
chos fundamentales como derechos subjetivos, también hay que reconocer en ellos el estable-
cimiento de verdaderos valores supremos, es decir, el componente estructural básico del orden
constitucional, “en razón de que son la expresión jurídica de un sistema de valores, que, por de-
cisión del constituyente, ha de informar el conjunto de la organización jurídica y política; (...) el
fundamento del orden jurídico y de la paz social” [STC de España 53/1985, Fund. Jur. N°. 4].
Y es que, como lo ha sostenido el Tribunal Constitucional Federal de Alemania, la Constitución,
que no quiere ser un ordenamiento neutral, ha introducido con los derechos fundamentales un
ordenamiento valorativo objetivo, en el cual se encuentra la más importante consolidación de la
fuerza de validez de aquellos. Este sistema de valores, que encuentra su punto central en el libre
desarrollo de la personalidad y en la dignidad del ser humano, vale como una decisión constitu-
cional fundamental para todos los ámbitos del derecho: legislación, administración y jurisdic-
ción reciben de ella sus líneas orientativas y su impulso [BverfGE 7, 204 y ss].
Ello significa que los derechos fundamentales no solo demandan abstenciones o que se respete
el ámbito de autonomía individual garantizado en su condición de derechos subjetivos, sino tam-
bién verdaderos mandatos de actuación y deberes de protección especial de los poderes públicos,
al mismo tiempo que informan y se irradian las relaciones entre particulares, actuando como ver-
daderos límites a la autonomía privada.
Este especial deber de protección que se deriva de esta concepción objetiva de los derechos fun-
damentales, impone como una tarea especial del Estado su intervención en todos aquellos casos
en los que estos resulten vulnerados, independientemente de dónde o de quiénes pueda proceder
la lesión. Con lo cual entre los sujetos pasivos de los derechos ya no solo se encuentra el Estado,
sino también a los propios particulares.

218
SENTENCIAS DE AMPARO

Como se ha dicho, esta eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones entre
privados se deriva del concepto de Constitución como Ley Fundamental de la Sociedad, que en
nuestro ordenamiento se encuentra plasmado a través del artículo 1 de la Constitución de 1993,
que pone énfasis en señalar que: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad
son el fin supremo de la sociedad y del Estado” .
Se trata, además, de una consecuencia que se deriva, en todos sus alcances, del propio artículo
38 de la Constitución, según el cual: “Todos los peruanos tienen el deber (...) de respetar, cum-
plir (...) la Constitución (...)”. Con dicho precepto constitucional se establece que la vinculatorie-
dad de la Constitución se proyecta erga omnes, no solo al ámbito de las relaciones entre los par-
ticulares con el Estado, sino también a aquellas establecidas entre particulares. De manera que la
fuerza normativa de la Constitución, su fuerza activa y pasiva, así como su fuerza reguladora de
las relaciones jurídicas, se proyecta también a las establecidas entre particulares, por lo que cual-
quier acto proveniente de una persona natural o persona jurídica de derecho privado, que preten-
da conculcarlos o desconocerlos, deviene inexorablemente en inconstitucional.
En suma, pues, los derechos constitucionales informan y se irradian por todos los sectores del or-
denamiento jurídico, –incluidos los referidos a la materia laboral– pues ellos forman parte esen-
cial del orden público constitucional.
B) La eficacia directa e indirecta de los derechos fundamentales
6. Los derechos fundamentales tienen eficacia directa en las relaciones inter privatos cuando esos
derechos subjetivos vinculan y, por tanto, deben ser respetados, en cualesquiera de las relaciones
que entre dos particulares se pueda presentar, por lo que ante la posibilidad de que estos resulten
vulnerados, el afectado puede promover su reclamación a través de cualquiera de los procesos
constitucionales de la libertad.
Como expresó la Corte Suprema de Justicia de Argentina, en 1957, en el Leanding Case Angel
Siri: “Nada hay, ni en la letra ni en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la pro-
tección de los llamados derechos humanos (...) esté circunscrita a los ataques que provengan solo
de la autoridad. Nada hay, tampoco, que autorice la afirmación de que el ataque ilegítimo, gra-
ve y manifiesto contra cualquiera de los derechos que integran la libertad, lato sensu, carezca de
la protección constitucional adecuada (...) por la sola circunstancia de que ese ataque emane de
otros particulares o de grupos organizados de individuos (...).
Aún menos admisible es el distingo a que antes se ha hecho referencia, considerando las condi-
ciones en que se desenvuelve la vida social de estos últimos cincuenta años. Además de los in-
dividuos humanos y del Estado, hay una tercera categoría de sujetos, con o sin personalidad ju-
rídica, que solo raramente conocieron los siglos anteriores: los consorcios, los sindicatos, las
asociaciones profesionales, las grandes empresas, que acumulan casi siempre un enorme pode-
río material o económico. (...)
Lo que primordialmente tienen en vista el hábeas corpus y el recurso de amparo, no es el origen
de la restricción, sino estos derechos en sí mismos, a fin de que sean salvaguardados”.
7. En cambio, se dice que los derechos fundamentales solo tienen eficacia indirecta cuando no tie-
nen la capacidad de regular directamente las relaciones inter privatos, sino que tal eficacia se
materializa mediatamente a través de su recepción por la ley y la protección de los jueces de la
jurisdicción ordinaria, quienes están llamados a aplicar las leyes y reglamentos de conformidad
con la Constitución y, en especial, con el contenido constitucionalmente protegido de los dere-
chos fundamentales. Tal teoría de la eficacia de los derechos fundamentales matiza la inciden-
cia de estos en el ámbito del derecho privado, filtrándolos a través de las normas propias de cada
sector del ordenamiento (civil, laboral, etc.).

219
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Desde esta perspectiva, un problema entre privados en materia de derechos fundamentales no es


resoluble, en principio, mediante los procesos de la justicia constitucional de la libertad, sino a
través de los que existen en el ámbito de la jurisdicción ordinaria.
Lo anterior no quiere decir que tales problemas no puedan ser resueltos en algún momento a
través del amparo, sino que, para que ello suceda, es precisa la mediación del juez ordinario, a
quien por ficción, en caso de no dispensar una tutela adecuada, se le termina imputando la lesión
de los derechos constitucionales. Como puede observarse, tal construcción en torno a la eficacia
indirecta de los derechos se realiza en un marco donde es difícil salirse del esquema de los de-
rechos fundamentales como derechos públicos subjetivos, de modo que mientras no exista acto
estatal que se interponga, no es posible que mediante el amparo se pueda resolver este tipo de
problemas.
Así sucede en España y en Alemania, países donde sus tribunales constitucionales, por disposi-
ción de sus leyes que los regulan, han proclamado que los derechos solo pueden tener una efica-
cia indirecta o mediata entre particulares, por lo que a través del recurso de queja constitucional
o del amparo no es posible que sean tutelados directamente [Alexei Julio Estrada, “Los tribuna-
les constitucionales y la eficacia entre particulares de los derechos fundamentales”, en Miguel
Carbonell, Compilador, Teoría constitucional y derechos fundamentales, Comisión Nacional de
Derechos Humanos, México D.F. 2002, p. 203 y ss.].
También es el caso de los Estados Unidos de Norteamerica, cuya Corte Suprema, pese a los se-
rios reparos que se la ha hecho, se ha negado ha efectuar un control de constitucionalidad direc-
to de los actos imputables a los particulares, entre tanto no exista una state action. De esa forma,
los derechos reconocidos en la sucesivas enmiendas al texto constitucional, se han comprendido
como que solo vinculan al Estado y no pueden invocarse si no es en presencia de una acción es-
tatal presuntamente ilícita. [Juan María Bilbao Ubillos, Los derechos fundamentales en la fron-
tera entre lo público y lo privado (La noción de state action en la jurisprudencia norteamerica-
na), McGraw-Hill, Madrid 1997].
C) El amparo contra particulares y la eficacia directa (e indirecta) de los derechos funda-
mentales en las relaciones entre particulares en nuestro ordenamiento
8. En el caso peruano, si los derechos tienen una eficacia directa o indirecta en las relaciones entre
particulares, es un asunto que la misma Constitución se ha encargado implícitamente de resol-
ver. En efecto, aunque la Norma Suprema no contenga una cláusula expresa que lo prescriba, tal
eficacia directa puede deducirse de los preceptos constitucionales a los que se ha hecho referen-
cia en el Fundamento Jurídico 6 de esta sentencia, y, además, del inciso 2) del artículo 200, don-
de se preceptúa que “la acción de amparo, (...) procede contra el hecho u omisión, por parte de
cualquier (...) persona”.
Que cualquiera pueda interponer un amparo contra acciones u omisiones provenientes de una
persona (natural o jurídica de derecho privado), quiere decir que los derechos constitucionales
vinculan directamente esas relaciones inter privatos y, precisamente porque vinculan, su lesión
es susceptible de repararse mediante esta clase de procesos.
Evidentemente, tal cosa no quiere decir que el juez constitucional pueda realizar un control de
la misma intensidad como la que normalmente se realiza en los actos que emanan de los pode-
res públicos. Con frecuencia existen justificaciones para la realización de conductas o acto de
los privados que no podrían aducirse nunca respecto de los actos emanados de órganos estatales.
Ello es consecuencia, naturalmente, de que en la figura del amparo contra particulares, las partes
que en ella participan son titulares de derechos constitucionales.
De ahí que, a juicio del Tribunal Constitucional, el control constitucional de los actos de par-
ticulares debe realizarse caso por caso y a través de un delicado juicio de proporcionalidad y
razonabilidad.

220
SENTENCIAS DE AMPARO

9. Sin embargo, que problemas constitucionales de esta naturaleza puedan resolverse en el ámbito
de la justicia constitucional de la libertad, no excluye que también puedan plantearse y resolver-
se en el ámbito de la justicia ordinaria. Es decir, que los derechos fundamentales también puedan
tener una eficacia indirecta.
Si, como antes se ha indicado, los derechos fundamentales no solo constituyen derechos subje-
tivos, sino también el componente estructural básico del orden constitucional, quiere ello decir
que estos tienen la capacidad de irradiarse por todo el ordenamiento jurídico, empezando, des-
de luego, por la ley y las normas con rango de ley. Lo que significa que las leyes deben de inter-
pretarse y aplicarse de conformidad con los derechos fundamentales y que, en caso de que así no
suceda, los jueces ordinarios se encuentran especialmente comprometidos en resolver las con-
troversias para los cuales son competentes, de conformidad con esos derechos. Como también
antes se ha expresado, ello se deriva del especial deber de protección que todos los poderes pú-
blicos están llamados a desarrollar a partir del carácter objetivo de los derechos fundamentales.
Esta hipótesis, es decir, que problemas relativos a derechos fundamentales entre particulares
pueda resolverse en sede de la justicia ordinaria, es también una lectura que se deriva implícita-
mente del inciso 3) del artículo 6 de la Ley N°. 23506, al señalar que el afectado en sus derechos
constitucionales puede optar por recurrir o bien a la justicia constitucional o bien a la justi-
cia ordinaria, con la condición de que si acude a esta última, con posterioridad ya no podrá uti-
lizar la acción de amparo.
En definitiva, ello significa que en nuestro país los derechos fundamentales tienen eficacia en las
relaciones entre particulares, ya sea de manera directa o indirecta. Lo que vale tanto como afir-
mar que dichas controversias pueden resolverse bien en sede constitucional o bien en la justicia
ordinaria.
La diferencia entre uno y otro sistema de protección jurisdiccional de los derechos es que ambos
no siempre tienen la misma finalidad y, por tanto, los alcances de su protección pueden ser dis-
tintos. Aparte, desde luego, de las necesarias limitaciones a los que está sujeto el amparo en re-
lación con los demás procesos ordinarios (v.gr. la inexistencia de estación probatoria, etc.). De
ahí que, como en innumerables oportunidades lo ha advertido este Tribunal, para que eventuales
abusos en las relaciones entre privados sean susceptibles de ser dilucidados en el ámbito de los
procesos constitucionales, no basta que se produzca un acto arbitrario o que se haya vulnerado
un interés o derecho subjetivo de orden estrictamente legal, sino que es preciso que este repercu-
ta directamente sobre un derecho constitucional.
De esta situación, por cierto, no se excluyen los problemas en materia de derechos constitu-
cionales que se pudieran derivar de las relaciones entre empleadores y trabajadores sujetos al
régimen de la actividad privada. Los derechos fundamentales, en cuanto elementos objetivos del
ordenamiento constitucional, deben ser protegidos con independencia del sector o parte del or-
denamiento en el que las lesiones o amenazas de violaciones de derechos se pudieran presentar.
Por ello, este Tribunal Constitucional no comparte el criterio sostenido por la demandada según
el cual el amparo no es la vía idónea para resolver esta controversia, pese a haberse alegado la
violación de un derecho constitucional, pues el ordenamiento ha previsto que tal tipo de proble-
mas pueden (o deben) resolverse mediante los procesos laborales. Como se ha indicado, un pro-
blema de la naturaleza que ahora tiene que resolver el Tribunal bien puede resolverse o a través
del amparo, con las limitaciones que le son propias, o mediante los procesos ordinarios, con las
notas que son propias de la protección jurisdiccional ordinaria.
IV. Los alcances del derecho constitucional reconocido en el artículo 27 de la Constitución
10. La demandada ha alegado que la pretensión del recurrente, esto es, que se ordene su reposición,
es inadmisible, toda vez que este fue despedido en aplicación de lo dispuesto por el artículo 24
y siguientes de la Ley de Productividad y Competitividad Laboral, que guarda concordancia con
el artículo 27 de la Constitución Política del Perú.

221
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

11. El artículo 27 de la Constitución prescribe: “La ley otorga al trabajador adecuada protección
contra el despido arbitrario”. Mediante dicho precepto constitucional no se consagra el derecho
a la estabilidad laboral absoluta, es decir, el derecho “a no ser despedido arbitrariamente”. Solo
reconoce el derecho del trabajador a la “protección adecuada” contra el despido arbitrario.
El referido artículo no indica en qué términos ha de entenderse esa “protección adecuada”. En
su lugar señala que la ley tiene la responsabilidad de establecerla; es decir, que su desarrollo está
sujeto al principio de reserva de ley. En la medida que el artículo 27 constitucional no establece
los términos en que debe entenderse la “protección adecuada” y prevé una reserva de ley para su
desarrollo, el derecho allí reconocido constituye lo que en la doctrina constitucional se denomi-
na un “derecho constitucional de configuración legal”.
Evidentemente, el que la Constitución no indique los términos de esa protección adecuada, no
quiere decir que exista prima facie una convalidación tácita de cualquier posible desarrollo le-
gislativo que se haga en torno al derecho reconocido en su artículo 27 o, acaso, que se entienda
que el legislador se encuentre absolutamente desvinculado de la Norma Suprema. Si bien el tex-
to constitucional no ha establecido cómo puede entenderse dicha protección contra el despido ar-
bitrario, ella exige que, cualesquiera que sean las opciones que se adopten legislativamente, és-
tas deban satisfacer un criterio mínimo de proporcionalidad o, como dice expresamente el texto
constitucional, se trate de medidas “adecuadas”.
Ante la diversidad de las formas cómo el legislador nacional puede desarrollar el contenido del
derecho en referencia, para lo que goza un amplio margen de discrecionalidad dentro de lo per-
mitido constitucionalmente, este Tribunal considera que dicho tema puede ser abordado, por de-
cirlo así, desde dos perspectivas: por un lado a través de un régimen de carácter “sustantivo” y,
por otro, con un régimen de carácter “procesal”:
12. a) Según la primera, en su dimensión sustantiva, esto es, aquella que atañe al modo cómo ha de
entenderse la protección adecuada contra el despido arbitrario regulado por el artículo 27 de la
Constitución, el legislador puede adoptar, entre otras fórmulas intermedias, por las siguientes:
a.1) Protección “preventiva” del despido arbitrario
Según este modo posible de desarrollo legislativo del artículo 27 de la Constitución, el conteni-
do del derecho puede ser configurado por el legislador de modo tal que se “prevenga”, “evite” o
“impida” que un trabajador pueda ser despedido arbitrariamente. Es decir, que mediante ley se
prevea que no se puede despedir arbitrariamente al trabajador si es que no es por alguna causal
y en la medida que ésta se pruebe, previo procedimiento disciplinario, si fuera el caso. Recibe la
calificación de preventiva debido a que la protección adecuada que enuncia el artículo 27 de la
Constitución se traduce en evitar el despido arbitrario.
En nuestro ordenamiento jurídico, un régimen de protección adecuada contra el despido arbitra-
rio en esos términos es el que se ha previsto para los trabajadores sujetos al régimen de la activi-
dad pública, a través del Decreto Legislativo N° 276.
A su vez, en el régimen laboral de la actividad privada, regulado por el Texto Único Ordena-
do del Decreto Legislativo N° 728, aprobado por Decreto Supremo N° 003-97-TR, esta protec-
ción “preventiva” se materializa en el procedimiento previo al despido establecido en el artícu-
lo 31 de dicha ley –inspirado, a su vez, en el artículo 7 del Convenio N° 158 de la Organización
Internacional del Trabajo–, que prohíbe al empleador despedir al trabajador sin haberle impu-
tado la causa justa de despido y otorgardo un plazo no menor a 6 días naturales para que pue-
da defenderse de dichos cargos, salvo el caso de falta grave flagrante. Al respecto este Tribu-
nal, en la sentencia recaída en el Expediente N° 976-96-AA/TC, estableció que la omisión del
procedimiento previo de defensa del trabajador vulnera el derecho constitucional al debido pro-
ceso, por lo que procedió ha amparar el derecho lesionado ordenando la reposición del recu-
rrente. En el mismo sentido se ha pronunciado en las sentencias recaídas en los expedientes

222
SENTENCIAS DE AMPARO

N°s 1112-98-AA/TC; 970-96-AA/TC, 795-98-AA/TC, 482-99-AA/TC, 019-98-AA/TC, 712-


99-AA/TC y 150-2000-AA/TC.
a.2) Protección “reparadora” contra el despido arbitrario
Según este segundo criterio, el legislador puede optar por desarrollar el contenido del derecho
regulado por el artículo 27 de la Constitución de modo tal que, ante el supuesto de despido arbi-
trario contra un trabajador, la ley prevé una compensación económica o una indemnización por
el accionar arbitrario del empleador. En tal supuesto, la ley no evita que se produzca el despido
arbitrario, sino que se limita a reparar patrimonialmente sus consecuencias.
El Tribunal Constitucional considera que el régimen resarcitorio es compatible con los princi-
pios y valores constitucionales en aquellos casos en los que, o bien el trabajador, una vez que fue
despedido arbitrariamente, cobra la indemnización correspondiente o, en su defecto, inicia una
acción judicial ordinaria con el objeto de que se califique el despido como injustificado, con el
propósito de exigir del empleador el pago compulsivo de la referida indemnización. En cuales-
quiera de esos casos, por tratarse de una decisión enteramente asumida conforme a su libre albe-
drío por el trabajador, la protección adecuada contra el despido arbitrario debe traducirse inexo-
rablemente en el pago de la correspondiente indemnización. En tal caso, el trabajador decide que
la protección adecuada es el pago de su indemnización.
Así lo ha sostenido este Tribunal Constitucional en el caso Ramírez Alzamora (STC recaída en el
Expediente N° 0532-2001-AA/TC), donde declaró infundada la demanda planteada como con-
secuencia de un despido arbitrario, pues previamente el demandante aceptó el pago de sus be-
neficios sociales y la indemnización por el despido. En aquella ocasión, este Tribunal señaló lo
siguiente: “De fojas cincuenta y cuatro a cincuenta y cinco obra la liquidación por tiempo de
servicios debidamente suscrita por el demandante, en la que se consigna el pago de la indemni-
zación por despido arbitrario y demás beneficios sociales que establece la normativa laboral; lo
que acredita que quedó extinguida la relación laboral entre las partes, conforme lo ha estableci-
do este Tribunal a través de uniforme y reiterada jurisprudencia”.
Este es, por cierto, el régimen legal que ha sido adoptado por el legislador tratándose de trabaja-
dores sujetos a la actividad privada. Por ello, a juicio del Tribunal Constitucional, el artículo 34
del Decreto Legislativo N° 728, en concordancia con lo establecido en el inciso d) del artículo 7
del Protocolo de San Salvador –vigente en el Perú desde el 7 de mayo de 1995–, ha previsto la
indemnización como uno de los modos mediante los cuales el trabajador despedido arbitraria-
mente puede ser protegido adecuadamente y, por ello, no es inconstitucional.
13. b) Sin embargo, el establecimiento de un régimen “sustantivo” de protección adecuada contra el
despido arbitrario, en los términos que antes se ha indicado, no es incompatible con la opción de
que el mismo legislador establezca, simultáneamente, un sistema de protección adecuada contra
el despido arbitrario, por decirlo así, de carácter “procesal”.
Es decir, el establecimiento mediante ley de un régimen de protección jurisdiccional contra el
despido arbitrario que, en algunas oportunidades, puede encontrarse estrechamente relaciona-
do con el régimen sustantivo, pero que en otros, también puede tener un alcance totalmente
independiente.
b.1). En efecto, un modelo de protección procesal, estrechamente ligado al régimen de protección
sustantiva, que aquí se ha denominado de carácter reparador, es lo que sucede con la acción in-
demnizatoria o, excluyentemente, la acción impugnatoria de despido (con excepción del su-
puesto de despido “nulo”) en el ámbito de la jurisdicción ordinaria. En tal supuesto, el régimen
de protección procesal se encuentra inexorablemente vinculado con lo dispuesto por el Decreto
Legislativo N° 728, pues, de advertirse que el despido del que fue objeto un trabajador fue arbi-
trario, el juez laboral no podrá tutelar el derecho más allá de lo que en dicha legislación se pre-
vé a propósito de los trabajadores sujetos al régimen de la actividad privada; es decir, ordenar el
pago de la indemnización correspondiente.

223
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Se trata de un sistema de protección adecuada contra el despido arbitrario que tiene una eficacia
resarcitoria y, como tal, se trata de un derecho que el ordenamiento reconoce al trabajador, tal
como se desprende, por lo demás, de la propia ubicación estructural asignada al artículo 34 den-
tro del Decreto Legislativo N° 728.
b.2). Sin embargo, como antes se ha anotado, al lado de ella, puede establecerse un sistema o
régimen de protección jurisdiccional con alcances diferentes. Es decir, que en vez de prever una
eficacia resarcitoria, pueda establecerse una vía procesal de eficacia restitutoria. Es lo que suce-
de con el régimen de protección procesal previsto a través del proceso de amparo constitucional.
Por la propia finalidad del amparo, el tipo de protección procesal contra el despido arbitrario no
puede concluir, como en las acciones deducibles en la jurisdicción ordinaria, en ordenar el pago
de una indemnización frente a la constatación de un despido arbitrario; sino en, como expresa-
mente indica el artículo 1 de la Ley N° 23506, “reponer las cosas al estado anterior a la violación
o amenaza de violación de un derecho constitucional”.
En el ámbito del amparo, en efecto, ese estado anterior al cual debe reponerse las cosas no es el
pago de una indemnización. Es la restitución del trabajador a su centro de trabajo, del cual fue
precisamente despedido arbitrariamente.
Y es que, en rigor, en la vía del amparo no se cuestiona, ni podría cuestionarse, la existencia de
una causa justa de despido; sino la presencia, en el despido, como elemento determinante del
mismo, de un motivo ilícito, que suponga la utilización del despido como vehículo para la viola-
ción de un derecho constitucional; por lo que, en verdad, el bien jurídico protegido a través del
amparo constitucional no es la estabilidad laboral del trabajador, sino el goce y ejercicio de sus
derechos constitucionales. Así ocurre, por ejemplo, con el despido discriminatorio, en el cual el
despido es tan solo el medio utilizado para practicar un acto discriminatorio en perjuicio de un
trabajador a causa de su raza, color, sexo, idioma, religión, actividad sindical, opinión política o
cualquier otra condición.
14. Por todo lo expuesto, este Tribunal Constitucional considera que el régimen de protección ade-
cuada enunciado en el artículo 27 de la Constitución y que se confió diseñarlo al legislador ordi-
nario, no puede entenderse, para el caso de los trabajadores sometidos al régimen privado, única-
mente circunscrito al Decreto Legislativo N°. 728, sino de cara a todo el ordenamiento jurídico,
pues este (el ordenamiento) no es una agregación caótica de disposiciones legales, sino uno ba-
sado en las características de coherencia y completud.
Además, como antes se ha dicho, en el caso de la acción de amparo, la protección que se dis-
pensa al trabajador no está referida a la arbitrariedad del despido, que dependerá de la prueba de
la existencia de la causa justa imputada, sino al carácter lesivo de los derechos constitucionales
presente en dicho despido.
Por ello, el Tribunal Constitucional no puede compartir la tesis de la demandada, según la cual
en el amparo no cabe ordenarse la restitución del trabajador despedido arbitrariamente, sino úni-
camente ordenarse el pago de una indemnización. Tal postura, en torno a las implicancias del
artículo 27 de la Constitución, desde luego, soslaya el régimen procesal que también cabe com-
prender dentro de dicha cláusula constitucional y que constituye un derecho del trabajador des-
pedido arbitrariamente.
15. De ahí que el Tribunal Constitucional, a lo largo de su abundante jurisprudencia, haya estable-
cido que tales efectos restitutorios (readmisión en el empleo) derivados de despidos arbitrarios
o con infracción de determinados derechos fundamentales reconocidos en la Constitución o los
tratados relativos a derechos humanos, se generan en los tres casos siguientes:

224
SENTENCIAS DE AMPARO

a) Despido nulo
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido en el artículo 29 del Decreto Legis-
lativo N° 728 y como consecuencia de la necesidad de proteger, entre otros, derechos tales como
los previstos en el inciso 2) del artículo 2; inciso 1) del artículo 26 e inciso 1) del artículo 28 de
la Constitución.
Se produce el denominado despido nulo, cuando:
• Se despide al trabajador por su mera condición de afiliado a un sindicato o por su participa-
ción en actividades sindicales.
• Se despide al trabajador por su mera condición de representante o candidato de los trabaja-
dores (o por haber actuado en esa condición).
• Se despide al trabajador por razones de discriminación derivados de su sexo, raza, religión,
opción política, etc.
• Se despide a la trabajadora por su estado de embarazo (siempre que se produzca en cualquier
momento del periodo de gestación o dentro de los 90 días posteriores al parto).
• Se despide al trabajador por razones de ser portador de sida (Cfr. Ley N° 26626 ).
• Se despide al trabajador por razones de discapacidad (Cfr. Ley Nº 27050).
b) Despido incausado
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido en la sentencia del Tribunal Consti-
tucional de fecha 11 de julio de 2002 (caso Telefónica, expediente N° 1124-2002-AA/TC). Ello
a efectos de cautelar la vigencia plena del artículo 22 de la Constitución y demás conexos.
Se produce el denominado despido incausado, cuando:
• Se despide al trabajador, ya sea de manera verbal o mediante comunicación escrita, sin ex-
presarle causa alguna derivada de la conducta o la labor que la justifique.
c) Despido fraudulento
Aparece esta modalidad de conformidad con lo establecido implícitamente en la sentencia del
Tribunal Constitucional recaída en el Exp. N° 0628-2001-AA/TC, de fecha 10 de julio de 2002.
En aquel caso se pretendió presentar un supuesto de renuncia voluntaria cuando en realidad no lo
era. En tal caso, este Tribunal consideró que: “El derecho del trabajo no ha dejado de ser tuitivo
conforme aparecen de las prescripciones contenidas en los artículos 22 y siguientes de la Carta
Magna, debido a la falta de equilibrio de las partes, que caracteriza a los contratos que regula el
Derecho Civil. Por lo que sus lineamientos constitucionales, que forman parte de la gama de los
derechos constitucionales, no pueden ser meramente literales o estáticos, sino efectivos y opor-
tunos ante circunstancias en que se vislumbra con claridad el abuso del derecho en la subordina-
ción funcional y económica (...)” (Fun. Jur. 6).
Esos efectos restitutorios obedecen al propósito de cautelar la plena vigencia, entre otros, de los
artículos 22, 103 e inciso 3) del artículo 139 de la Constitución.
Se produce el denominado despido fraudulento, cuando:
• Se despide al trabajador con ánimo perverso y auspiciado por el engaño, por ende, de mane-
ra contraria a la verdad y la rectitud de las relaciones laborales; aun cuando se cumple con la
imputación de una causal y los cánones procedimentales, como sucede cuando se imputa al
trabajador hechos notoriamente inexistentes, falsos o imaginarios o, asimismo, se le atribu-
ye una falta no prevista legalmente, vulnerando el principio de tipicidad, como lo ha seña-
lado, en este último caso, la jurisprudencia de este Tribunal (Exps. N° 415-987-AA/TC, N°

225
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

555-99-AA/TC y N° 150-2000-AA/TC); o se produce la extinción de la relación laboral con


vicio de voluntad (Exp. N° 628-2001-AA/TC) o mediante la “fabricación de pruebas”.
En estos supuestos, al no existir realmente causa justa de despido ni, al menos, hechos respecto
de cuya trascendencia o gravedad corresponda dilucidar al juzgador o por tratarse de hechos no
constitutivos de causa justa conforma a la ley, la situación es equiparable al despido sin invoca-
ción de causa, razón por la cual este acto deviene lesivo del derecho constitucional al trabajo.
16. En mérito a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional estima que la protección adecuada con-
tra el despido arbitrario previsto en el artículo 27 de la Constitución ofrece dualmente una opción
reparadora (readmisión en el empleo) o indemnizatoria (resarcimiento por el daño causado), se-
gún sea el caso.
Esta orientación jurisprudencial del Tribunal Constitucional en materia laboral no conlleva a la
estabilidad laboral absoluta, sino plantea el reforzamiento de los niveles de protección a los de-
rechos del trabajador frente a residuales prácticas empresariales abusivas respecto al poder para
extinguir unilateralmente una relación laboral.
Despido y derechos fundamentales en el ámbito laboral
17. Evidentemente, cualquiera sea la opción que adopte un trabajador con el fin de obtener una
“protección adecuada” contra el despido arbitrario, esta parte de una consideración previa e in-
eludible. El despido arbitrario, por ser precisamente “arbitrario”, es repulsivo al ordenamiento
jurídico.
No es este el lugar donde el Tribunal Constitucional deba de indicar que el principio de razona-
bilidad, implícitamente derivado del principio de igualdad, y expresamente formulado en el ar-
tículo 200 de la Constitución, no tolera ni protege que se realicen o expidan actos o normas ar-
bitrarias. Razonabilidad, en su sentido mínimo, es lo opuesto a la arbitrariedad y a un elemental
sentido de justicia.
Por ello, cuando el artículo 27 de la Constitución establece que, contra el despido arbitrario, la
ley dispensará una “protección adecuada”, tal disposición no puede entenderse en el sentido de
que con ella se está constitucionalizando el derecho del empleador de despedir arbitrariamente,
como parece entenderlo la demandante. Al amparo de un acto arbitrario, como el despido inmo-
tivado, no puede reclamarse el reconocimiento de derecho constitucional alguno. Simplemente
el ordenamiento sanciona la realización de actos arbitrarios, aunque, como se ha visto, esa san-
ción al despido arbitrario pueda tener, en determinadas circunstancias, tanto una protección de
eficacia restitutoria como de eficacia resarcitoria.
18. Manuel Alonso García [Curso de Derecho del Trabajo, Editorial Ariel, Madrid 1981, p. 559.] 
define el despido como “el acto unilateral de la voluntad del empresario por virtud del cual, este,
decide poner fin a la relación de Trabajo”.
Ante la proclividad del ejercicio abusivo de la facultad de despedir, el derecho ha impuesto a esta
institución la exigencia de la causalidad. Así, cuando la extinción unilateral del vínculo laboral
no se funda en una causa justa previamente establecida en la ley, los órganos jurisdiccionales tie-
nen competencia para calificar el despido como justificado o injustificado.
19. En ese orden de ideas, el artículo 22 del Decreto Legislativo N° 728 establece las situaciones en
donde se considera la existencia de causa justa de despido. Entre las causas relativas a la capaci-
dad del trabajador aparecen el detrimento de facultades o ineptitud sobrevenida; el rendimiento
deficiente; la negativa injustificada del trabajador a someterse a exámenes médicos o a cumplir
la medidas profilácticas o curativas prescritas. Entre las causas relativas a la conducta del traba-
jador aparecen el incumplimiento de obligaciones y desobediencia; la paralización intempestiva
de las labores; la disminución deliberada y reiterada del rendimiento; la falta de honradez; la vio-
lación del deber de buena fe laboral; la violación del secreto; la información falsa; la sustracción

226
SENTENCIAS DE AMPARO

o utilización no autorizada de documentos de la empresa; la competencia desleal; la violación de


los deberes de conducta; la violencia grave, indisciplina, injuria o faltamiento de palabra grave;
el sabotaje; el abandono de trabajo; las inasistencias injustificadas e impuntualidad reiterada; la
condena penal por delito doloso, la inhabilitación para el ejercicio de una actividad; etc.
De esta forma, un despido será justificado o injustificado, legal o arbitrario, en tanto la voluntad
extintiva de la relación laboral manifestada por el empleador se lleve a cabo con expresión o sin
expresión de causa; con el cumplimiento o incumplimiento de las formalidades procedimenta-
les; con probanza o no probanza de la causa –en caso de haber sido esta invocada– en el marco
de un proceso. Asimismo, la competencia y actuación de la vía jurisdiccional –ordinaria o cons-
titucional– y los alcances de la protección jurisdiccional –reposición o indemnización– depen-
den de la opción que adopte el trabajador despedido, así como de la naturaleza de los derechos
supuestamente vulnerados.
El Tribunal Constitucional estima que frente al despido arbitrario, en función a sus competencias
y responsabilidades, le cabe determinar la existencia o inexistencia de respeto al orden consti-
tucional. Y en esa perspectiva –ya sea por defecto de las normas infraconstitucionales o por las
conductas de los sujetos de una relación laboral–, si se ha producido el respeto o la afectación de
los derechos fundamentales allí consagrados.
20. Por tal motivo, este Colegiado cumple con precisar las consecuencias que se deriven de la plu-
ralidad de acciones anteriormente descritas.
El Tribunal Constitucional estima que la extinción unilateral de la relación laboral, fundada úni-
ca y exclusivamente en la voluntad del empleador, está afectada de nulidad –y por consiguiente
el despido carecerá de efecto legal– cuando se produce con violación de los derechos fundamen-
tales de la persona, reconocidos por la Constitución o los tratados relativos a la promoción, de-
fensa y protección de los derechos humanos”.
Como señala Carlos Blancas Bustamante [ El despido en el Derecho Laboral peruano, Ara Edi-
tores, Lima, 2002, p. 282], en criterio que este Tribunal comparte, la afirmación de tales dere-
chos en el ámbito laboral supone el “superar la noción tradicional según la cual el contrato de tra-
bajo acotaba a favor del empleador una ‘zona franca y segregada de la sociedad civil’ en la que
los derechos civiles y libertades del trabajador quedaban en la ‘puerta de la fábrica’ careciendo,
por consiguiente, de relevancia en la vida de la relación de trabajo”.
La pérdida de toda eficacia legal de cierto tipo de despidos, deriva de la conexión directa e in-
mediata entre el acto de extinción de la relación laboral y la contravención de la Constitución o
los tratados en materia de derechos humanos. Así, se encontrará afectada de plena nulidad toda
aquella voluntad de empleador que restrinja, limite, disminuya, impida o conculque el goce de
los referidos derechos a uno o más de sus dependientes.
En este singular caso, la naturaleza misma del acto inconstitucional es la que determina la inefi-
cacia legal del despido, en razón de que el principio de primacía constitucional, contenido en el
artículo 51 de nuestra Norma Fundamental, no admite que puedan reputarse como legítimas y
eficaces aquellas conductas y actuaciones que importan la vulneración de los derechos que di-
cho conjunto normativo consagra.
En efecto, la lesión de los derechos fundamentales de la persona constituye, per se, un acto in-
constitucional, cuya validez no es en modo alguno permitida por nuestro supra ordenamiento.
En ese contexto, y, al amparo de la Constitución, el Tribunal Constitucional tiene la obligación
de disponer a favor del agraviado la tutela más amplia, efectiva y rápida posible, restituyéndole
en el goce integral y en el ejercicio pleno de su derecho amenazado o vulnerado; lo que se con-
seguirá mediante la cesación del acto lesivo y la privación de efecto legal alguno que por arbi-
trariedad el empleador quisiese consumar.

227
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Ese es el sentido de la línea jurisprudencial establecida por el Tribunal Constitucional desde la


sentencia del 2 de octubre de 1995 (caso Pucalá, Expediente N° 2004-94-AA/TC, Lambaye-
que), en resguardo de los derechos fundamentales de la persona frente a actos de despido cons-
titucionalmente arbitrarios. Allí se ordenó la reposición de un trabajador separado de la Coo-
perativa Agraria Pucalá, en atención a la necesidad de defender los contenidos establecidos en
el artículo 22 y conexos de la Constitución. De los mismos alcances es la sentencia del 21 de
enero de 1999 (caso Cossío, Expediente N° 1112-98-AA/TC), en donde expresamente se seña-
ló que “este Tribunal no realiza en el presente caso una calificación de despido arbitrario en los
términos establecidos en el artículo 67 del Texto Único de la Ley de Fomento del Empleo, D.S.
N° 05-95-TR, para que pueda discutirse si procede su reposición o la indemnización, sino la eva-
luación de un acto, el despido, que, eventualmente, resulte lesivo de los derechos fundamentales:
Por tanto, de verificarse este extremo, ineludiblemente deberá pronunciar su sentencia confor-
me al efecto restitutorio propio de las acciones de garantía, tal cual lo prescribe el artículo 1 de
la Ley N° 23506”. [Debe advertirse que similar criterio fue expuesto en la sentencia de fecha 22
de julio de 1999 (caso Ordóñez Huatuco, Expediente N° 482-99-AA/TC)].
VI. Análisis del caso concreto
21. Así las cosas, este Tribunal Constitucional es competente, ratione materiae, para evaluar la con-
troversia que se le ha sometido mediante el recurso extraordinario.
El recurrente ha sostenido que su despido se originó a raíz de la comunicación dirigida por el
propietario del Hostal “Latino” a la demandada, mediante la cual le informo que la sobrevalora-
ción del monto de la Factura N° 009641, por concepto de alojamiento del recurrente, se debió a
su propia solicitud y exigencia.
La demandante alega que esta falta grave constituye un motivo para terminar la relación de tra-
bajo con el recurrente. Por su parte, este sostiene que es falso que se haya alterado el importe real
de la factura a la que antes se ha hecho referencia, y que afirmándose tal hecho se ha violado su
derecho al honor y a la buena reputación.
Con el objeto de acreditar esta última situación, el actor ha adjuntado copia simple de un acta de
comparendo seguido con el propietario del Hostal Latino, donde se aprobó la conciliación entre
ambas partes, y en donde además consta la afirmación de don Nolberto Gutiérrez Vargas en el
sentido de que el monto pagado por el recurrente, por concepto de alojamiento y otros servicios,
es el que está consignado en la factura N° 009641.
Con el objeto de justificar el despido efectuado, en fecha posterior a la vista de la causa –rea-
lizada el 21 de agosto de 2001– y después de que se expidiera la sentencia recaída en el Exp.
N° 1001-2002-A/TC, la demandada, con fecha 25 de noviembre de 2002, ha presentado ante este
Tribunal copia simple de la comunicación enviada por el gerente del Hostal Latino, de fecha 16
de enero de 2001, donde se informa la razón de la sobrevaloración de la factura N° 009641, en la
que se afirma, literalmente, que “la explicación a la diferencia real o sobrevaloración de los gas-
tos se debe a la solicitud y exigencia de dichos señores, quienes indicaron la cantidad que debía
ponerse de lo contrario se hospedarían en otro hotel”.
Aunque este caso sea similar, en los hechos, al que resolvió este Tribunal con la sentencia recaí-
da en el Exp. N° 1001-2002-AA/TC, es de advertir que, por las especiales circunstancias que se
han derivado de la presentación de los documentos a los que en el párrafo anterior se ha hecho
referencia, la dilucidación de la controversia requiere de medios de prueba adicionales que no se
pueden actuar en este proceso, que carece de estación probatoria, por lo que al desestimarse la
pretensión, debe dejarse a salvo el derecho del actor para que lo haga valer conforme a ley.

228
SENTENCIAS DE AMPARO

Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones conferidas por la Cons-
titución Política del Perú y su Ley Orgánica,
FALLA
REVOCANDO la recurrida que, confirmando la apelada, declaró infundada la demanda. REFOR-
MÁNDOLA declara IMPROCEDENTE la Acción de Amparo interpuesta. Dispone la notificación
a las partes, su publicación en el diario oficial El Peruano y la devolución de los actuados.
SS
ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN; REY TERRY; REVOREDO MARSANO;
GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA

229
AMPARO CONTRA
LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Resoluciones sobre destitución y ratificación


de jueces y fiscales deben ser debidamente
motivadas

STC Exp. Nº 01412-2007-PA/TC


Caso: Juan de Dios Lara Contreras
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 07/04/2009

Mediante la presente decisión, el Tribunal Constitucional estableció como prece-


dente vinculante que todas las resoluciones dadas por el Consejo Nacional de la
Magistratura –en materia de destitución y ratificación de jueces y fiscales– deben
SUMILLA ser debidamente motivadas, sin importar el tiempo en que se hayan emitido. Asi-
mismo, ha señalado que dicho criterio debe ser obligatoriamente tomado en cuen-
ta por los jueces de toda la República como criterios de interpretación para la so-
lución de casos análogos.

EXP. Nº 01412-2007-PA/TC-LIMA
JUAN DE DIOS LARA CONTRERAS
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 11 días del mes de febrero de 2009, el Pleno del Tribunal Constitucional integrado
por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli, Beaumont Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y
Álvarez Miranda, pronuncia la siguiente sentencia, con los fundamentos de voto de los magistrados
Vergara Gotelli y Álvarez Miranda que se agregan y los votos singulares de los magistrados Landa
Arroyo y Beaumont Callirgos, que se anexa.
ANTECEDENTES
Que con fecha 10 de setiembre de 2003 el recurrente interpone demanda constitucional de amparo
contra los integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), que con fecha 5 de agosto
de 2003 resolvieron no ratificarlo en el cargo de Vocal Superior Titular del Distrito Judicial de Lam-
bayeque, pretendiendo que se declare la nulidad de la Resolución N° 323-2003-CNM de fecha 1 de
agosto de 2003 a través de la cual se decidió no ratificar como magistrado al hoy demandante y se
lo incorpore en el cargo que ostentaba hasta antes de la afectación a su derecho fundamental, asimis-
mo, peticiona se le reconozca los derechos inherentes al cargo, entre ellos los pensionarios, de anti-
güedad y los beneficios laborales y remunerativos dejados de percibir.
Sostiene el demandante que por mandato constitucional fue convocado a pasar por el proceso de ra-
tificación ante el Consejo Nacional de la Magistratura, cuyos miembros, luego de efectuar la evalua-
ción correspondiente, se reunieron en sesión reservada y secreta para decidir sobre su ratificación.

230
SENTENCIAS DE AMPARO

Concluida la referida sesión los integrantes de la citada institución del Estado decidieron no rati-
ficar en el cargo de juez superior al accionante, sin comunicarle las razones o motivos que lleva-
ron a dichos funcionarios del Estado a tomar tal decisión, bastando con la simple publicación en el
Diario Oficial El Peruano de la lista de magistrados no ratificados. Todo ello a juicio del deman-
dante colisiona con el derecho fundamental al debido proceso en su vertiente de motivación de las
resoluciones.
Evacuada la resolución de primera instancia el juez acogiendo lo dispuesto en el precedente vincu-
lante 3361-2004-PA/TC declaró infundada la demanda por considerar que en los procesos ratifica-
torios evacuados hasta antes de la emisión del presente precedente no es obligatorio, para Consejo
Nacional de la Magistratura en los procesos ratificatorios, motivar su resolución.
El ad quem confirmó la recurrida por idénticos fundamentos.
FUNDAMENTOS
1. Es ampliamente conocido que este Colegiado Constitucional a través de la STC Exp. N° 3361-
2004-AA/TC había determinado como precedente vinculante que los criterios establecidos con
anterioridad a la publicación de esta sentencia en el diario oficial El Peruano constituyen la in-
terpretación vinculante en todos los casos relacionados con los procesos de evaluación y rati-
ficación de magistrados efectuados por el Consejo Nacional de la Magistratura y, por ende, los
jueces deben aplicar la jurisprudencia del Tribunal Constitucional en los términos en que estuvo
vigente, toda vez que hasta antes de la dación del precedente al que se está haciendo referencia,
la actuación del CNM tenía respaldo en la interpretación efectuada respecto de las facultades que
a tal institución le correspondía a tenor del artículo 154.2 de la Constitución Política del Estado.
La Constitución como portadora de valores superiores
2. La Constitución Política del Perú, como toda Constitución de un Estado, lleva consigo un con-
junto de atributos normativos y de superioridad que determina la unidad del ordenamiento del
Estado. Pero como la Constitución no es una norma de cualquier contenido, sino precisamente
portadora de unos determinados valores materiales que tienen su soporte en el orden sustantivo
que conforman los expresados valores, esta debe expresar una unidad que informe todo el orde-
namiento jurídico. Estos valores están expresados en su gran mayoría en los derechos fundamen-
tales contenidos en ella.
3. En tal sentido, todo acto que esté orientado a menoscabar aquellos valores superiores conteni-
dos en la Constitución, vengan estos de particulares o de parte del Estado están proscritos por la
Constitución Política del Perú, pues atentarían contra aquel orden de los valores.
Los derechos fundamentales como concreción de los valores superiores
4. Consecuentemente, los derechos fundamentales responden a un sistema de valores y principios
de alcance universal que subyacen a la Declaración Universal y a los diversos instrumentos jurí-
dicos internacionales sobre derechos humanos ratificados por el Perú, y que asumidos como de-
cisión constitucional básica, han de informar todo nuestro ordenamiento jurídico.
5. Así, los derechos fundamentales no son solo derechos subjetivos de defensa del individuo frente
al Estado, sino que representan al mismo tiempo un orden valorativo objetivo que, en tanto de-
cisión básica jurídico-constitucional, vale para todos los ámbitos del derecho y proporciona di-
rectrices e impulsos para la legislación, la administración y la justicia.
6. Teniendo en consideración los argumentos anteriormente expuestos podemos concluir que toda nor-
ma contenida en los Tratados Internaciones suscritos y ratificados por el Perú forman parte del dere-
cho interno, lo cual ha sido recogido por el propio texto fundamental peruano en su artículo 55 y re-
frendado por el Tribunal Constitucional en la sentencia 5854-2005-AA/TC “(…) los Tratados sobre
derechos humanos ratificados por el Estado peruano, por pertenecer al ordenamiento jurídico inter-
no, son derecho válido, eficaz y en consecuencia inmediatamente aplicable al interior de Estado”.

231
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

7. Siguiendo esta línea argumentativa y complementando lo previsto en el artículo constitucional


arriba citado, esto es el 55, la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución Políti-
ca del Perú ha establecido que la interpretación de los derechos fundamentales se debe realizar
en armonía o concordancia con las decisiones adoptadas por los Tribunal Internacional sobre de-
rechos humanos constituidos según tratados de los que el Perú es parte.
El derecho fundamental al debido proceso y su correlato: La motivación de las resoluciones
8. Como ya lo ha expresado el Tribunal Constitucional en abundante y sostenida jurisprudencia
el debido proceso está concebido como el cumplimiento de todas las garantías y normas de orden
público que deben aplicarse a todos los casos y procedimientos, en cuyo seno se alberga los ac-
tos administrativos, a fin de que las personas estén en la posibilidad de defender adecuadamen-
te sus derechos ante cualquier acto del Estado o de los particulares que pueda afectarlos. Que-
da claro, entonces, que la cláusula fundamental contenida en el artículo 139.3 de la Constitución
Política del Perú, no es “patrimonio” exclusivo de los procesos jurisdiccionales, sino que el res-
peto del contenido del debido proceso se hace extensivo a los procesos administrativos públicos
(como es el caso de autos) o privados.
9. En reciente jurisprudencia el Tribunal Constitucional ha precisado que “el fundamento principal
por el que se habla de debido proceso administrativo encuentra su sustento en el hecho de que
tanto la jurisdicción como la administración están indiscutiblemente vinculadas a la Constitu-
ción Política del Estado, de modo que si esta resuelve asuntos de interés para los administrados,
y lo hace a través de procedimientos internos, no existe razón alguna para desconocer las cate-
gorías invocables ante el órgano jurisdiccional” (STC Exp. N° 8495-2006-PA/TC).
10. Dentro de la misma línea de razonamiento este Colegiado ha precisado que dentro de aquel con-
junto de garantías mínimas que subyacen al debido proceso se encuentra el derecho a la moti-
vación de las resoluciones, que adquiere vital preponderancia en el caso que nos ocupa, pues es
este el derecho que el demandante reclama como vulnerado y por el cual acude a esta instancia
en pos de tutela. Por su parte, la doctrina considera que la motivación supone la exteriorización
obligatoria de las razones que sirven de sustento a una resolución de la administración.
11. En consecuencia debemos afirmar que el derecho a la motivación de las decisiones administra-
tivas si bien no tiene un sustento constitucional directo, no es menos cierto que forma parte de
aquella parcela de los derechos fundamentales innominados que integra la construcción consti-
tucional del Estado que permite apartarse de toda aquella visión absoluta o autoritaria.
12. Hablar de un Estado Constitucional significa hablar de un modelo estatal en el que sus acciones
están regidas por el Derecho, lo que trae como correlato que la actuación de la administración
deberá dar cuenta de esta sujeción para alejar cualquier sospecha de arbitrariedad. Para lograr
este objetivo, las decisiones de la administración deberán contener una adecuada motivación,
tanto de los hechos como de la interpretación de las normas o el razonamiento realizado por el
funcionario o colegiado, de ser el caso.
13. Cuando en el considerando precedente se ha hecho referencia al término adecuada motivación,
esta debe ser entendida como aquella que genera consecuencias positivas en un Estado de Dere-
cho en el que la protección de los derechos fundamentales se rige como uno de sus principales
pilares. Así, por un lado tenemos que una resolución debidamente motivada brinda seguridad ju-
rídica a los administrados, y por otro, sirve como elemento de certeza a la autoridad administra-
tiva que decide el procedimiento.
14. Al respecto el Tribunal Constitucional ha sido claro al señalar la doble eficacia del derecho a
la motivación de las resoluciones administrativas, así en la STC Exp. N° 2192-2004-PA/TC ha
previsto que “(…) En la medida en que la sanción administrativa supone la afectación de dere-
chos, su motivación no solo constituye una obligación legal impuesta a la administración, sino
también el derecho del administrado, a efectos de que este pueda hacer valer los recursos de

232
SENTENCIAS DE AMPARO

impugnación que la ley le prevea, cuestionando o respondiendo las imputaciones que deben apa-
recer con claridad y precisión en el acto administrativo sancionador (…)”.
Un cambio necesario: Hacia una jurisprudencia eficaz que tutele los derechos fundamentales
15. Como se ha expuesto en la parte introductoria de la presente resolución, existe un precedente
vinculante de fecha 16/12/2005 que utilizando la técnica del overruling prospectivo estableció
que los procesos de ratificación a los que son sometidos los Magistrados del Poder Judicial como
del Ministerio Público por el Consejo Nacional de la Magistratura deberán ser motivados en la
medida en que dichos procesos de ratificación se hayan realizado con posterioridad a la emisión
del ya citado precedente, dejando sin protección jurídica-constitucional a aquellos magistrados
a los cuales no se los ratificó en el cargo con una resolución carente de motivación.
16. Dicha situación ha generado una distinción allí donde la ley no la ha formulado y ha traído como
consecuencia un trato diferenciado en la aplicación de la ley, generando de este modo una afec-
tación al derecho a la igualdad de aquellos magistrados que no fueron ratificados a través de re-
soluciones inmotivadas. Siendo honestos con nuestras convicciones, si bien reconocemos que
esta técnica constituye un verdadero avance en el desarrollo jurídico por su firme contribución
a la unificación jurisprudencial, no es menos cierto que su aplicación no debe estar orientada
a constituirse en un elemento que imposibilite una efectiva protección y tutela de los derechos
fundamentales.
17. Que lo argumentado en el considerando precedente cobra mayor connotación si tenemos en
cuenta que la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ante el pedido formula-
do por un grupo de magistrados que se vieron perjudicados por la no ratificación inmotivada, ha
señalado en el año 2006 que “(…) los procesos de evaluación y ratificación no contaron con las
garantías de la tutela procesal efectiva, particularmente la exigencia de la resolución motivada,
requisito que debe ser conservado a todo tipo de procedimiento (…)”. Todo ello como parte de
una solución amistosa a la que se arribó con el Estado peruano. Es decir la propia Comisión In-
teramericana de Derechos Humanos ha interpretado que existe vulneración a los derechos fun-
damentales de las personas que no fueron ratificadas en sus cargos de magistrados sin motiva-
ción alguna. Consecuentemente, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos requirió al
Consejo Nacional de la Magistratura de nuestro país que rehabilite el título correspondiente a los
jueces y fiscales que acudieron ante ella, y en la medida de ello se los reponga en el cargo de ma-
gistrados que ostentaban hasta antes de la no ratificación.
18. Así, el CNM, acatando el acuerdo al que se arribó en la referida solución amistosa, resolvió dejar
sin efecto los acuerdos adoptados por el Pleno de dicho organismo constitucional, contenidos en
las resoluciones Nº 019-2007-CNM de fecha 11 de enero de 2007; 123-2007-CNM y 124-2007-
CNM, ambas del 20 de abril de 2007, quedando en consecuencia sin efecto las resoluciones que
decidieron no ratificar a los magistrados del Poder Judicial.
19. Esto trae a colación lo que el propio Tribunal Constitucional ya ha expresado en la STC Exp.
Nº 2730-2006-AA/TC “(…) no alude a una relación de jerarquización formalizada entre los tri-
bunales internacionales de derechos humanos y los tribunales internos, sino a una relación de
cooperación en la interpretación pro homine de los derechos fundamentales. No puede olvidar-
se que el artículo 29.b de la Convención proscribe a todo tribunal, incluyendo a la propia Corte,
“limitar el goce y ejercicio de cualquier derecho o libertad que pueda estar reconocido de acuer-
do con las leyes de cualquiera de los Estados partes o de acuerdo con otra convención en que sea
parte uno de dichos Estados”. Ello significa, por ejemplo, que los derechos reconocidos en el or-
denamiento interno y la interpretación optimizadora que de ellos realice la jurisprudencia de este
Tribunal, también es observada por la Corte.
Como bien señala Cecilia Medina: “(...) las fuentes del derecho internacional se influyen recí-
procamente, y éstas, a su vez, influyen y son influidas por las fuentes domésticas (...) La inter-
pretación de las normas internacionales también puede beneficiarse de la jurisprudencia que se

233
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

genere sobre el punto en los países parte del sistema, puesto que la aplicación de normas domés-
ticas a casos particulares también puede dar alcance y contenido más precisos a las normas de
derechos humanos. Mirando esto desde otro ángulo, el juez nacional, al interpretar una norma de
derechos humanos nacional, también debe tener en consideración las normas internacionales y
la jurisprudencia internacional (…)”.
Los derechos reconocidos en los tratados sobre derechos humanos y su respectiva interpretación
por los tribunales internacionales, son, por así decirlo, un punto de partida, un referente “mínimo
indispensable”, en cuyo desarrollo se encuentra expedita la facultad de los Estados de ampliar su
ámbito normativo, sea sumando derechos “nuevos” inspirados en la dignidad humana, o acom-
pañando a los ya previstos de manifestaciones que impliquen una garantía adicional en su efica-
cia, esto es, en la proyección del derecho jurídicamente reconocido a la realidad concreta (…)”.
20. Es relevante para el caso en concreto señalar que una de las resoluciones que fue dejada sin efec-
to por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos fue la N° 323-2003-CNM, a través de
la cual se decidió no ratificar al demandante. Lo paradójico o contradictorio está en que el Con-
sejo Nacional de la Magistratura dejó sin efecto la resolución que se impugna a través del presen-
te proceso de amparo, pero solo en el extremo de aquellas personas que acudieron a la instancia
internacional.
21. La citada discriminación resulta intolerable desde la perspectiva actual del Estado Constitucio-
nal de Derecho, máxime si se tiene en cuenta las exigencias constitucionales a las que estamos
sometidos cuando de interpretar los derechos fundamentales se trata, tal y conforme ya se ha se-
ñalado en el considerando 7 de la presente resolución.
22. Por todo lo anteriormente expuesto, creemos que sería contraproducente a la propia naturaleza
de los procesos constitucionales y sus fines seguir esgrimiendo argumentos a favor del preceden-
te constitucional en referencia, siendo por ello necesario variar el criterio en aras de una defensa
efectiva de los derechos fundamentales invocados como vulnerados.
En consecuencia, con los argumentos esbozados a lo largo de la presente sentencia y en aplicación
de lo dispuesto en el artículo 2 del Código Procesal Constitucional el Tribunal Constitucional, en
atención a sus facultades
RESUELVE
1. Declarar FUNDADA la demanda de amparo; en consecuencia, inaplicable a don Juan de Dios
Lara Contreras la Resolución Nº 323-2003-CNM, de fecha 1 de agosto de 2003.
2. ORDENAR su inmediata reincorporación en el cargo de Vocal Superior Titular de la Corte Su-
perior de Justicia de Lambayeque, reconociéndosele todos los derechos inherentes al cargo, sin
incluir beneficios remunerativos dejados de percibir.
3. DEJAR sin efecto el precedente vinculante establecido en la STC Exp. N° 3361-2007-AA/TC,
y conforme a lo estipulado en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Consti-
tucional, SENTAR como nuevo precedente lo siguiente:
Primero.- Todas las resoluciones evacuadas por el Consejo Nacional de la Magistratura, en
materia de destitución y ratificación de jueces y fiscales deben ser motivadas, sin importar
el tiempo en que se hayan emitido; este criterio deberá ser tenido como fundamento a tener
obligatoriamente en cuenta por los jueces de toda la República como criterios de interpreta-
ción para la solución de casos análogos.
SS.
VERGARA GOTELI.I; MESÍA RAMÍREZ; CALLE HAYEN; ETO CRUZ; ÁLVAREZ MIRANDA

234
Amparo procede contra resoluciones del JNE
que vulneren derechos fundamentales

STC Exp. Nº 05854-2005-PA/TC


CASO: Pedro Lizana Puelles
Sentido del fallo: Infundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 08/11/2005

EL TC ha señalado que considerar que una resolución del JNE que afecta derechos
fundamentales, se encuentra exenta de control constitucional a través del proceso
SUMILLA de amparo, es una interpretación inconstitucional. De esta forma, cada vez que el
JNE emita una resolución que vulnere los derechos fundamentales, la demanda de
amparo planteada en su contra resultará procedente.

EXP. N° 5854-2005-PA/TC-PIURA
PEDRO ANDRÉS LIZANA PUELLES
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 8 días del mes de noviembre de 2005, el Tribunal Constitucional en sesión de Ple-
no Jurisdiccional, con la asistencia de los magistrados Alva Orlandini, Presidente; Bardelli Lartiri-
goyen, Vicepresidente; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia
la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Andrés Lizana Puelles contra la senten-
cia de la Segunda Sala Especializada en lo Civil de la Corte Superior de Justicia de Piura, de fojas
182, su fecha 28 de junio de 2005, que declaró infundada la demanda de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 27 de diciembre de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra el Jurado
Nacional de Elecciones (JNE), con el objeto de que se declare la nulidad de la Resolución Nº 315-
2004-JNE, de fecha 17 de noviembre de 2004, por considerar que vulnera el derecho fundamental
al debido proceso.
Manifiesta que mediante acuerdo adoptado el 20 de julio de 2004, el Concejo Municipal de la Mu-
nicipalidad Distrital de Canchaque-Piura, declaró improcedente la solicitud de vacancia en el cargo
de Alcalde municipal, por causal de nepotismo, formulada en su contra por un ciudadano. Refiere
que en aplicación del artículo 51 de la Ley Nº 27972 –Ley Orgánica de Municipalidades (LOM)–, el
20% de los miembros hábiles del Concejo solicitaron la reconsideración del acuerdo, la cual –adu-
ce– fue declarada improcedente mediante una Resolución de Alcaldía (sic), con lo que quedó ago-
tada la vía administrativa. Sostiene que, en consecuencia, esta última resolución solo podía ser im-
pugnada en un proceso contencioso administrativo, a pesar de lo cual el JNE ha declarado fundado
un recurso de apelación interpuesto contra ella, ordenando su inmediata vacancia en el cargo de Al-
calde de la Municipalidad Distrital de Canchaque.
El Procurador adjunto a cargo de los asuntos judiciales del JNE contesta la demanda manifestando
que el literal u) del artículo 5 de la Ley Nº 26486 –Ley Orgánica del JNE–, en desarrollo del inciso
6) del artículo 178 de la Constitución, dispone que es competencia del JNE declarar la vacancia de

235
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

los cargos elegidos mediante sufragio directo; que, conforme al artículo 23 de la LOM, el JNE debe
resolver el recurso de apelación interpuesto contra el acuerdo del Concejo Municipal que declara o
rechaza la vacancia solicitada; y que los actos de nepotismo que determinaron declarar vacante el
cargo de Alcalde que ejercía el recurrente quedaron plenamente acreditados en sede del JNE, motivo
por el cual se resolvió declarar fundado el recurso de apelación interpuesto. En suma –agrega–, la re-
solución del JNE ha sido expedida con plena observancia del derecho fundamental al debido proce-
so. Finalmente, sostiene que, sin perjuicio de lo expuesto, al pretenderse vía amparo dejar sin efecto
una resolución emitida por el JNE, se afectan los artículos 142 y 181 de la Constitución que estable-
cen que contra las resoluciones dictadas por el JNE, no procede recurso alguno.
El Quinto Juzgado Civil de Piura, con fecha 14 de marzo de 2005, declaró infundada la demanda,
por considerar que el JNE ha actuado de conformidad con el artículo 23 de la LOM y sin afectar el
derecho al debido proceso. Añade que la decisión jurisdiccional del JNE ha respetado la tutela pro-
cesal efectiva a la que hace referencia el inciso 8) del artículo 5 del Código Procesal Constitucional.
La recurrida confirmó la apelada por sus mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS
§1. Delimitación del petitorio
1. La demanda tiene por objeto que se declare la nulidad de la Resolución Nº 315-2004-JNE, ex-
pedida por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), que, tras declarar fundada la apelación pre-
sentada contra el acuerdo formalizado mediante Resolución de Concejo Nº 039-2004-CDC/A,
ordenó la vacancia del recurrente en el cargo de Alcalde de la Municipalidad Distrital de Can-
chaque-Piura, por la causal de nepotismo, prevista en el inciso 8) del artículo 22 de la Ley
Nº 27972 –Ley Orgánica de Municipalidades (LOM)–. A criterio del demandante, la referida re-
solución contraviene el derecho fundamental al debido proceso, previsto en el inciso 3) del artícu-
lo 139 de la Constitución.
2. El asunto controvertido, exige, ante todo, que el Tribunal Constitucional determine (no por pri-
mera vez –Cfr., por todas, la STC Exp. N° 2366-2003-AA/TC–), si los artículos 142 y 181 de la
Constitución, instituyen a una resolución del JNE como una zona exenta de control constitucio-
nal y, consecuentemente, exceptuada de ser sometida a una evaluación de validez constitucional
mediante el proceso de amparo previsto en el inciso 2) del artículo 200 de la Constitución.
El precitado artículo 142, dispone:
“No son revisables en sede judicial las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones en
materia electoral, ni las del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de evaluación y
ratificación de jueces”.
Por su parte, el artículo 181, establece que:
“El Pleno del Jurado Nacional de Elecciones aprecia los hechos con criterio de conciencia.
Resuelve con arreglo a ley y a los principios generales de derecho. En materias electorales,
de referéndum o de otro tipo de consultas populares, sus resoluciones son dictadas en instan-
cia final, definitiva, y no son revisables. Contra ellas no procede recurso alguno”.
§2. La Constitución como norma jurídica
3. El tránsito del Estado Legal de Derecho al Estado Constitucional de Derecho supuso, entre otras
cosas, abandonar la tesis según la cual la Constitución no era más que una mera norma política,
esto es, una norma carente de contenido jurídico vinculante y compuesta únicamente por una se-
rie de disposiciones orientadoras de la labor de los poderes públicos, para consolidar la doctri-
na conforme a la cual la Constitución es también una Norma Jurídica, es decir, una norma con
contenido dispositivo capaz de vincular a todo poder (público o privado) y a la sociedad en su
conjunto.

236
SENTENCIAS DE AMPARO

Es decir, significó superar la concepción de una pretendida soberanía parlamentaria, que con-
sideraba a la ley como la máxima norma jurídica del ordenamiento, para dar paso –de la mano
del principio político de soberanía popular– al principio jurídico de supremacía constitucional,
conforme al cual, una vez expresada la voluntad del poder constituyente con la creación de la
Constitución del Estado, en el orden formal y sustantivo presidido por ella no existen soberanos,
poderes absolutos o autarquías. Todo poder devino entonces en un poder constituido por la Cons-
titución y, por consiguiente, limitado e informado, siempre y en todos los casos, por su conteni-
do jurídico-normativo.
4. A partir de entonces, el asunto se hizo bastante elemental y se tiene expuesto así desde hace más
de 200 años:
“¿Qué sentido tiene que los poderes estén limitados y que los límites estén escritos, si aque-
llos a los que se pretende limitar pudiesen saltarse tales límites? La distinción entre un Go-
bierno con poderes limitados y otro con poderes ilimitados queda anulada si los límites no
constriñesen a las personas a las que se dirigen, y si no existe diferencia entre los actos prohi-
bidos y los actos permitidos. (...). Está claro que todos aquellos que han dado vida a la Cons-
titución escrita la han concebido como el derecho fundamental y supremo de la nación. (...).
Quienes niegan el principio de que los Tribunales deben considerar la Constitución como de-
recho superior, deben entonces admitir que los jueces deben cerrar sus ojos a la Constitución
y regirse solo por las leyes”1.
5. La Constitución es, pues, norma jurídica y, como tal, vincula. De ahí que, con acierto, pueda ha-
cerse referencia a ella aludiendo al “Derecho de la Constitución”2, esto es, al conjunto de valo-
res, derechos y principios que, por pertenecer a ella, limitan y delimitan jurídicamente los actos
de los poderes públicos.
6. Bajo tal perspectiva, la supremacía normativa de la Constitución de 1993 se encuentra recogi-
da en sus dos vertientes: tanto aquella objetiva, conforme a la cual la Constitución preside el or-
denamiento jurídico (artículo 513), como aquella subjetiva, en cuyo mérito ningún acto de los
poderes públicos (artículo 454) o de la colectividad en general (artículo 385) puede vulnerarla
válidamente.
§3. El Tribunal Constitucional y la garantía jurisdiccional de la Constitución
7. Pero, ¿tiene algún sentido reconocer que la Constitución tiene carácter jurídico, para luego afir-
mar que existen actos de los poderes públicos que escapan al control constitucional ejercido por
la jurisdicción constitucional?, ¿es posible afirmar que todo poder está sometido a la Constitu-
ción y a los derechos fundamentales que ella reconoce, y a la par sostener que los actos de estos
poderes están relevados de control constitucional, pese a que contravienen la Constitución y los
derechos fundamentales?

1 Sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el Caso Marbury v. Madison (1803). Texto tomado de: Beltrán de Fe-
lipe, Miguel y Gonzáles García, Julio. Las sentencias básicas del Tribunal Supremo de los Estados de América. Madrid: Boletín
Oficial del Estado / Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005, pp. 111-112.
2 Concepto al que acude con frecuencia la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Costa Rica (Vid. Res. 2004-09992, de fecha
8 de septiembre de 2004, recaída en el Exp. 03-004485-0007-CO, mediante la cual se declara la inconstitucionalidad del acuer-
do del Poder Ejecutivo de brindar apoyo a la “Coalición” de países que incurrió en acciones bélicas en Iraq), cuyas competencias
materiales resultan sustancialmente idénticas a las de un Tribunal Constitucional.
3 Artículo 51 de la Constitución.- La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las normas de inferior jerarquía,
y así sucesivamente. (...).
4 Artículo 45 de la Constitución.- El poder del Estado emana del pueblo. Quienes lo ejercen lo hacen con las limitaciones y res-
ponsabilidades que la Constitución y las leyes establecen. (...).
5 Artículo 38 de la Constitución.- Todos los peruanos tienen el deber de (...) respetar, cumplir y defender la Constitución (...).

237
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Es inherente a la condición jurídica de una norma la capacidad de exigir su cumplimiento juris-


diccionalmente. La ausencia de este determina la negación de aquella. Es por ello que Werner
Kaegi sostenía:
“dime lo que piensas de la justicia constitucional y te diré qué concepto de Constitución
tienes”6.
En efecto, afirmar que existen actos de alguna entidad estatal cuya validez constitucional no pue-
de ser objeto de control constitucional, supone sostener, con el mismo énfasis, que en tales ám-
bitos la Constitución ha perdido su condición de norma jurídica, para volver a ser una mera car-
ta política referencial, incapaz de vincular al poder.
Pretender que el Tribunal Constitucional se adhiera a esta tesis, equivale a pretender que abdique
del rol de guardián de la Constitución que el Poder Constituyente le ha confiado (artículo 201 de
la Constitución). Tentativa que, como será sencillo de entender, jamás será de recibo en sede de
este Colegiado.
8. A todo derecho, valor o principio constitucional, corresponde un proceso constitucional que le
protege (artículo 200 de la Constitución). La judicialización de la Constitución o, para ser más
exactos, la de todo acto que a ella contravenga, es la máxima garantía de que su exigibilidad y la
de los derechos fundamentales reconocidos, no está sujeta a los pareceres de intereses particu-
lares; por el contrario, todo interés individual o colectivo, para ser constitucionalmente válido,
debe manifestarse de conformidad con cada una de las reglas y principios, formales y sustanti-
vos, previstos en la Carta Fundamental.
9. Es este marco, corresponde al Tribunal Constitucional dirimir en última o única instancia los
procesos constitucionales (artículo 202 de la Constitución). A través de sus sentencias, en su con-
dición de Supremo Intérprete de la Constitución (artículo 201 de la Constitución y 1 de la Ley
Nº 28301 –Ley Orgánica del Tribunal Constitucional (LOTC)–), no solo cumple una función de
valoración, sino también pacificación y ordenación.
10. Como se ha tenido oportunidad de referir:
“El Tribunal Constitucional con frecuencia debe hacer frente a conflictos de la más alta tras-
cendencia social y política. Esto supone, muchas veces, que las decisiones jurisdiccionales
que adopte, tengan un impacto en los medios académicos y de comunicación social.
No obstante, el reconocimiento del Estado Social y Democrático de Derecho como un espa-
cio plural para la convivencia, hace posible que la labor del máximo intérprete de la Consti-
tución sea la de un auténtico componedor de conflictos sociales, función que se canaliza, en
forma institucional, a través de los procesos constitucionales.
La argumentación constitucional, es en este contexto, el mejor recurso de legitimación y per-
suasión con que cuenta este Tribunal para la búsqueda del consenso social y el retorno de
la armonía. De este modo logra adhesiones, persuade y construye un espacio para su propia
presencia en el Estado Social y Democrático de Derecho, erigiéndose como una institución
de diálogo social y de construcción pacífica de la sociedad plural”7.
11. El Tribunal Constitucional aprecia que los problemas suscitados con relación a los artículos 142
y 181 de la Constitución, se encuentran en estrecha vinculación con su interpretación. Por ello,
considera pertinente abordar algunos puntos relacionados con los métodos de interpretación
constitucional y su objeto.

6 Kaegi, Werner. Die Verfassung als rechtliche Grundordnung des Staates, Zürich, 1945, p. 147.
7 STC Exp. N° 0048-2004-AI, Fundamentos 2 y 3.

238
SENTENCIAS DE AMPARO

§4. Principios de interpretación constitucional


12. Reconocida la naturaleza jurídica de la Constitución del Estado, debe reconocerse también la po-
sibilidad de que sea objeto de interpretación. No obstante, la particular estructura normativa de
sus disposiciones que, a diferencia de la gran mayoría de las leyes, no responden en su aplicación
a la lógica subsuntiva (supuesto normativo – subsunción del hecho – consecuencia), exige que
los métodos de interpretación constitucional no se agoten en aquellos criterios clásicos de inter-
pretación normativa (literal, teleológico, sistemático e histórico), sino que abarquen, entre otros
elementos, una serie de principios que informan la labor hermenéutica del juez constitucional.
Tales principios son8:
a) El principio de unidad de la Constitución9: Conforme al cual la interpretación de la Constitu-
ción debe estar orientada a considerarla como un “todo” armónico y sistemático, a partir del
cual se organiza el sistema jurídico en su conjunto.
b) El principio de concordancia práctica10: En virtud del cual toda aparente tensión entre las
propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta “optimizando” su interpretación, es
decir, sin “sacrificar” ninguno de los valores, derechos o principios concernidos, y tenien-
do presente que, en última instancia, todo precepto constitucional, incluso aquellos pertene-
cientes a la denominada “Constitución orgánica” se encuentran reconducidos a la protección
de los derechos fundamentales, como manifestaciones del principio-derecho de dignidad hu-
mana, cuya defensa y respeto es el fin supremo de la sociedad y el Estado (artículo 1 de la
Constitución).
c) El principio de corrección funcional11: Este principio exige al juez constitucional que, al rea-
lizar su labor de interpretación, no desvirtúe las funciones y competencias que el Constitu-
yente ha asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo tal que el equilibrio
inherente al Estado Constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos fundamen-
tales, se encuentre plenamente garantizado.
d) El principio de función integradora12: El “producto” de la interpretación solo podrá ser con-
siderado como válido en la medida que contribuya a integrar, pacificar y ordenar las relacio-
nes de los poderes públicos entre sí y las de estos con la sociedad.
e) El principio de fuerza normativa de la Constitución13: La interpretación constitucional debe
encontrarse orientada a relevar y respetar la naturaleza de la Constitución como norma jurí-
dica, vinculante in toto y no solo parcialmente. Esta vinculación alcanza a todo poder públi-
co (incluyendo, desde luego, a este Tribunal) y a la sociedad en su conjunto.
Es en base a estos criterios que debe llevarse a cabo la interpretación de los referidos artículos
142 y 181 de la Constitución.

8 Cfr. HESSE, Konrad. Escritos de Derecho Constitucional. Traducción de Pedro Cruz Villalón. 2a Edición, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1992, pp. 45-47.
9 Vid. STC Exp. N° 1091-2002-HC, Fundamento 4; STC Exp. Nº 0008-2003-AI, Fundamento 5; STC Exp. N° 0045-2004-HC, Fun-
damento 3.
10 Vid. STC Exp. N° 1797-2002-HD, Fundamento 11; STC Exp. N° 2209-2002-AA, Fundamento 25; STC Exp. N° 0001-2003-AI
/0003-2003-AI, Fundamento 10; STC Exp. N° 0008-2003-AI, Fundamento 5; STC Exp. N° 1013-2003-HC, Fundamento 6; Exp.
N° 1076-2003-HC, Fundamento 7; STC Exp. N° 1219-2003-HD, Fundamento 6; STC Exp. N° 2579-2003-HD, Fundamento 6;
STC Exp. N° 0029-2004-AI, Fundamento 15.
11 Este principio se presenta en cada ocasión en la que este Tribunal delimita las competencias que la Constitución ha conferido a
los distintos órganos constitucionales (v.gr. la reciente STC Exp. N° 0020-2005-PI / Exp. Nº 0021-2005-PI –acumulados–).
12 Vid. STC Exp. N° 0008-2003-AI, Fundamento 5;
13 Vid. STC Exp. N° 0976-2001-AA, Fundamento 5; STC N° 1124-2001-AA, Fundamento 6.

239
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

§5. La inconstitucionalidad de la interpretación aislada de los artículos 142 y 181 de la


Constitución
13. Llegados a este punto, alguno puede haberse preguntado: ¿cómo puede el Tribunal Constitucio-
nal sostener que la Constitución es norma jurídica vinculante, y, no obstante, haber expedido
la STC Exp. N° 2366-2003-AA, contraviniendo (sic) el “claro mandato” de los artículos 142 y
181 de la Constitución que establecen, respectivamente, que las resoluciones del JNE en materia
electoral “no son revisables en sede judicial” y que “son dictadas en instancia final, definitiva, y
(...) contra ellas no procede recurso alguno”?
14. Las sentencias N°s 0010-2002-AI –expedida en el caso sobre la legislación antiterrorista–; 0023-
2003-AI, –expedida en el caso sobre la Ley Orgánica de la Justicia Militar y el Código de Justi-
cia Militar–; 0004-2004-CC –sobre el conflicto de competencias surgido entre el Poder Judicial
y el Congreso de la República–; 0019-2005-HC – sobre la “ley de arresto domiciliario”–; 0020-
2005-AI / 0021-2005-AI –sobre el conflicto de competencias suscitado entre el Poder Ejecutivo
y los Gobiernos Regionales de Cusco y Huánuco–, son solo algunas muestras, entre las muchas
existentes, con las que este Colegiado ha demostrado que a los métodos jurídicos y de argumenta-
ción constitucional (función de valoración), acompaña una cabal conciencia de la realidad social,
buscando aliviar los conflictos intersubjetivos e interinstitucionales (funciones de ordenación y
pacificación).
Por ello no puede escapar a la consideración de este Tribunal que la pregunta planteada es el re-
sumen fiel de la preocupación expuesta por algún sector. Y por ello, es consciente de que, si pre-
tende desvirtuarla, debe hacerlo en términos que no solo pueda comprender el técnico en Dere-
cho, sino el propio ciudadano.
15. La Constitución del Estado está plagada de disposiciones entre las que existe una “aparente”
contradicción. Así, por ejemplo, mientras en el inciso 1) del artículo 2 se reconoce que toda per-
sona tiene derecho a la vida, en el artículo 140 se regula la pena de muerte; mientras en el inciso
2) del artículo 2 se reconoce el principio-derecho a la igualdad ante la ley, el artículo 103 estable-
ce que pueden expedirse leyes especiales cuando así lo exija la naturaleza de las cosas; mientras
el inciso 24) del artículo 2 reconoce el derecho a la libertad personal, el literal f) del mismo inci-
so justifica que la autoridad policial prive a la persona de esta en caso de flagrante delito; mien-
tras el inciso 2) del artículo 139, refiere que ninguna autoridad puede dejar sin efecto resolucio-
nes judiciales que han pasado en autoridad de cosa juzgada, empero, el inciso 2) del artículo 200
de la Constitución establece que el amparo contra esta resolución procede si emana de un proce-
so irregular, es decir, de un proceso en el que no se hayan respetado los derechos fundamentales
de la persona.
16. Pues bien, resulta evidente que luego de la lectura aislada de alguna de estas disposiciones, se
llegará a resultados inconsecuentes con el postulado unitario o sistemático de la Constitución.
De ahí que nunca ha sido ni será válido interpretar las disposiciones constitucionales de mane-
ra aislada. Es indiscutible que esta es una lectura más sencilla; sí, tan sencilla como ilegítima.
17. Qué duda cabe de que una interpretación literal y aislada de los artículos 142 y 181 de la Cons-
titución, concluirá en que, sin ingresar en consideración adicional alguna, una resolución en ma-
teria electoral expedida por el JNE, es inatacable jurisdiccionalmente; es decir, incluso en aque-
llos supuestos en los que afecten los derechos fundamentales de la persona. Empero, el resultado
de esta interpretación ¿es sustentable constitucionalmente?
18. Son distintas las razones que permiten al Tribunal Constitucional sostener que tal interpretación
resulta manifiestamente inconstitucional. En primer lugar porque, lejos de optimizar el conteni-
do constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, desconoce la limitación que
dicho contenido representa para los actos llevados a cabo por todo poder público, incluyendo,
desde luego, los que efectúe el JNE.

240
SENTENCIAS DE AMPARO

Si bien es cierto que esta entidad es el máximo órgano de administración de justicia electoral del
país, no lo es menos que, como cualquier otro poder público, se encuentra obligado a respetar
los derechos fundamentales, en el marco del respeto al derecho al debido proceso y a la tutela ju-
risdiccional efectiva (artículo 139 de la Constitución); por cuanto, si así no ocurriese, será nulo
y punible todo acto que prohíba o limite al ciudadano el ejercicio de sus derechos, de conformi-
dad con el artículo 31, in fine, de la Carta Fundamental.
En otras palabras, el “producto” resultante de realizar una interpretación aislada de los artículos
142 y 181 de la Constitución, viola los más elementales principios de interpretación constitucio-
nal (unidad de la Constitución y concordancia práctica), pues pretendiendo auspiciar la seguri-
dad jurídica que debe informar a todo proceso electoral, “sacrifica” los derechos fundamentales,
ya que los despoja de toda garantía jurisdiccional de protección.
19. La interpretación aislada de los artículos constitucionales bajo análisis resulta manifiestamen-
te contraria al principio de fuerza normativa de la Constitución y al de corrección funcional, ya
que desconoce, por un lado, el carácter jurídico-vinculante de la Constitución y, por otro, la fun-
ción de contralor de la constitucionalidad conferida al Tribunal Constitucional (artículo 201 de
la Constitución). En efecto, dicha interpretación confunde la autonomía que ha sido reconocida
constitucionalmente al JNE (artículo 177 de la Constitución) con autarquía, pues pretende que
sus resoluciones no sean objeto de control constitucional en aquellos casos en los que resulten
contrarias a los principios y derechos fundamentales reconocidos en la Carta Fundamental. Lo
que equivaldría a sostener que para el JNE, tales principios y derechos no resultan vinculantes.
Es preciso tener presente que, de conformidad con el principio de corrección funcional, el JNE,
bajo las responsabilidades de ley, se encuentra impedido constitucionalmente de desconocer las
decisiones vinculantes que los otros órganos constitucionales expiden en el ejercicio de sus fun-
ciones constitucionalmente previstas. Así, por ejemplo, el JNE se encuentra impedido de desco-
nocer una resolución adoptada por el Congreso de la República que inhabilita a una persona para
el ejercicio de la función pública, de conformidad con el artículo 100 de la Constitución; máxi-
me si la validez constitucional de dicha resolución ha sido plenamente confirmada a través de
una sentencia del Tribunal Constitucional, Supremo Intérprete de la Constitución (artículo 201
de la Constitución y artículo 1 de la LOTC)14.
20. Al referir que las resoluciones del JNE en materia electoral se dictan en última instancia y no
pueden ser objeto de control constitucional en sede jurisdiccional, los artículos 142 y 181 de la
Constitución, tienen por propósito garantizar que ningún otro órgano del Estado se arrogue la
administración de justicia sobre los asuntos electorales, pues en esta materia técnico-jurídica, el
JNE es, en efecto, instancia definitiva. Así lo ordena la Constitución y bajo el principio de co-
rrección funcional ese fuero debe ser plenamente respetado por todo poder constituido, incluyen-
do, desde luego, a este Tribunal.
Asunto distinto se presenta cuando el JNE ejerce funciones excediendo el marco normativo que
la Constitución le impone. Ello tendría lugar, claro está, si se expide una resolución contraria a
los derechos fundamentales. En tales supuestos, el criterio del JNE escapa a los asuntos técni-
co-jurídicos de carácter estrictamente electoral, siendo de inmediata aplicación el inciso 2) del
artículo 200 de la Constitución que dispone que el proceso de amparo “procede contra el hecho
u omisión, por parte de cualquier autoridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los
(...) derechos reconocidos por la Constitución”. En otras palabras, en tales casos, la jurisdicción
constitucional se torna inmediatamente en el fuero competente para dirimir la litis circunscrita
a si existió o no violación de la Carta Fundamental. Sin que pueda caber aquí, desde luego, una
subrogación en las funciones reservadas constitucionalmente al JNE.

14 Vid. STC Exp. N° 3760-2004-AA; STC Exp. N° 3238-2004-AA y STC Exp. N° 2791-2005-PA.

241
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Sería, por ejemplo, absurdo sostener que porque el Tribunal Constitucional tiene competencia
para declarar la nulidad de una sentencia expedida por un juez penal o civil que contravenga los
derechos fundamentales, tiene capacidad de administrar justicia penal o civil. Es evidente que
en tales supuestos el Tribunal Constitucional se limita a administrar justicia constitucional, repo-
niendo las cosas al estado anterior al momento en que tuvo lugar la afectación del derecho fun-
damental (primer párrafo del artículo 1 del Código Procesal Constitucional), para que luego el
proceso continúe siendo resuelto por su respectivo juez competente. La secuencia es idéntica en
los supuestos de resoluciones expedidas por jueces que administran justicia electoral.
Así pues, no se trata de una superposición de funciones, sino de delimitar clara y correctamen-
te las competencias que la Constitución ha conferido a cada uno de los órganos constitucionales
(principio de corrección funcional).
21. De conformidad con el artículo 93 de la Constitución, los Congresistas de la República no es-
tán sujetos a mandato imperativo. No obstante, las leyes expedidas por el Congreso, órgano in-
dependiente y autónomo, son susceptibles de control constitucional, mediante el proceso de in-
constitucionalidad (art. 200.4).
De conformidad con el artículo 139.2 de la Constitución, el Poder Judicial también goza de indepen-
dencia y autonomía; sin embargo, como no podría ser de otro modo en un Estado que se precie de ser
Constitucional, sus resoluciones (incluso las de la Corte Suprema de la República) son susceptibles
de control constitucional mediante los procesos constitucionales de amparo y hábeas corpus.
Incluso, existe también una disposición constitucional que expresamente establece que “ningu-
na autoridad (...) puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad de cosa juzga-
da” (art. 139.2) y, sin embargo, hoy en día a nadie se le ocurre sostener que las resoluciones fir-
mes emanadas de un proceso en el que han existido violaciones a los derechos fundamentales,
están exceptuadas de control constitucional mediante los procesos de amparo o hábeas corpus.
Son los principios de unidad de la Constitución, de concordancia práctica y de fuerza normativa
de la Constitución, los que han permitido que esta última tesis se consolide sin reparo (artículo
4 del Código Procesal Constitucional).
Lo propio se podría señalar en torno a la justicia militar, cuya excepcionalidad y autonomía del
Poder Judicial está reconocida en los artículos 139 1 y 173; sin embargo, no se encuentra excep-
tuada del control constitucional, a través de los procesos de amparo o hábeas corpus.
No existe, pues, justificación constitucional alguna para que el JNE se encuentre relevado de di-
cho control; es decir, cuando no respete los derechos fundamentales en el marco del debido pro-
ceso y la tutela jurisdiccional efectiva.
§6. Los tratados sobre derechos humanos y las decisiones de los tribunales internacionales de
derechos humanos como Derecho Interno
22. Tal como lo dispone el artículo 55 de la Constitución, los tratados celebrados por el Estado y en
vigor forman parte del derecho nacional. De esta manera, los tratados sobre derechos humanos
ratificados por el Estado peruano, por pertenecer al ordenamiento jurídico interno, son Derecho
válido, eficaz y, en consecuencia, inmediatamente aplicable al interior del Estado.
23. Los derechos fundamentales reconocidos por nuestra Constitución, deben ser obligatoriamen-
te interpretados de conformidad con los tratados y los convenios internacionales sobre derechos
humanos ratificados por el Perú y en concordancia con las decisiones adoptadas por los tribu-
nales internacionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los que el Perú es
parte (Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución y artículo V del Título Prelimi-
nar del Código Procesal Constitucional).
En tal sentido, el ejercicio interpretativo que realice todo órgano jurisdiccional del Estado (o que des-
empeñe funciones materialmente jurisdiccionales), para determinar el contenido constitucionalmente

242
SENTENCIAS DE AMPARO

protegido de los derechos fundamentales, debe estar obligatoriamente informado por las disposicio-
nes de los tratados internacionales de derechos humanos y por la interpretación de las mismas reali-
zada por los tribunales internacionales sobre derechos humanos a través de sus decisiones.
24. De ahí que el derecho fundamental de acceso a la justicia frente a toda vulneración de los dere-
chos humanos, como manifestación del derecho al debido proceso reconocido en el inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución, no solo se reduce al acceso a los tribunales internos, sino tam-
bién a los internacionales, tal como se tiene previsto en el artículo 205 de la Constitución:
“Agotada la jurisdicción interna, quien se considere lesionado en los derechos que la Consti-
tución reconoce puede recurrir a los tribunales u organismos internacionales constituidos se-
gún tratados o convenios de los que el Perú es parte”.
Es también en base a estas consideraciones que debe ser analizada la aplicación aislada de los ar-
tículos 142 y 181 de la Constitución, según la cual las resoluciones del JNE en materia electoral
no pueden ser objeto de control constitucional, incluso en los supuestos en los que resulten con-
trarias a los derechos fundamentales.
25. En criterio de este Tribunal, resulta manifiesto que dicha aplicación se opone a una interpreta-
ción de los derechos y libertades reconocidos por la Constitución de conformidad con la Decla-
ración Universal de los Derechos Humanos, los tratados sobre derechos humanos ratificados por
el Estado peruano y las decisiones adoptadas por los tribunales internacionales sobre derechos
humanos, constituidos según tratados de los que el Perú es parte, tal como lo exigen la Cuarta
Disposición Final y Transitoria de la Constitución y el artículo V del Título Preliminar del Códi-
go Procesal Constitucional (CPConst.).
En efecto, el artículo 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, dispone:
“Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro de un plazo razo-
nable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial, establecido con ante-
rioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier acusación penal formulada contra ella, o
para la determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cual-
quier otra índole”.
Mientras que los incisos 1) y 2) de su artículo 25, refieren:
“1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efecti-
vo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal
violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
2. Los Estados partes se comprometen:
a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado decidirá
sobre los derechos de toda persona que interponga el recurso;
b) a desarrollar las posibilidades de recurso judicial; y
c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades competentes, de toda decisión en que
haya estimado procedente el recurso”.
26. Sobre el particular, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, ha sostenido:
“(...) el artículo 25.1 de la Convención es una disposición de carácter general que recoge la ins-
titución procesal del amparo, como procedimiento sencillo y breve que tiene por objeto la tute-
la de los derechos fundamentales. Establece este artículo, igualmente, en términos amplios, la
obligación a cargo de los Estados de ofrecer, a todas las personas sometidas a su jurisdicción,
un recurso judicial efectivo contra actos violatorios de sus derechos fundamentales. Dispone,

243
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

además, que la garantía allí consagrada se aplica no solo respecto de los derechos contenidos
en la Convención, sino también de aquellos que estén reconocidos por la Constitución o por la
ley”15.
Para posteriormente afirmar que:
“los Estados Partes se obligan a suministrar recursos judiciales efectivos a las víctimas de
violación de los derechos humanos (art. 25), recursos que deben ser sustanciados de confor-
midad con las reglas del debido proceso legal (art. 8.1), todo ello dentro de la obligación ge-
neral a cargo de los mismos Estados, de garantizar el libre y pleno ejercicio de los derechos
reconocidos por la Convención a toda persona que se encuentre bajo su jurisdicción”16.
27. Asimismo, en el caso del Tribunal Constitucional vs. Perú, la Corte ha referido:
“El respeto a los derechos humanos constituye un límite a la actividad estatal, lo cual vale
para todo órgano o funcionario que se encuentre en una situación de poder, en razón de su ca-
rácter oficial, respecto de las demás personas. Es así, ilícita, toda forma de ejercicio del po-
der público que viole los derechos reconocidos por la Convención (...).
De conformidad con la separación de los poderes públicos que existe en el Estado de derecho, si
bien la función jurisdiccional compete eminentemente al Poder Judicial, otros órganos o autoridades
públicas pueden ejercer fucniones del mismo tipo. Es decir que cuando la Convención se refiere al
derecho de toda persona a ser oída por un ‘juez o tribunal competente’ para la ‘determinación de sus
derechos, esta expresión se refiere a cualquier autoridad pública, sea administrativa, legislativa o judi-
cial, que a través de sus resoluciones determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón
mencionada, esta Corte considera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter
materialmente jurisdiccional, tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas las garantías del
debido proceso legal en los términos del artículo 8 de la Convención Americana”17.
28. Es en base a tales premisas que el Tribunal Constitucional ha tenido oportunidad de referir (entre
otras, en la STC Exp. N° 2409-2002-AA) que detrás del establecimiento de los procesos cons-
titucionales de la libertad, se encuentra implícito el derecho a la protección jurisdiccional de los
derechos o, lo que es lo mismo, el derecho a recurrir ante un tribunal competente frente a todo
acto u omisión que lesione una facultad reconocida en la Constitución o en los instrumentos in-
ternacionales en materia de derechos humanos. De conformidad con la jurisprudencia vinculan-
te de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, dicho derecho constituye parte del núcleo
duro de la Convención Americana de Derechos Humanos y, en ese sentido, no puede obstaculi-
zarse irrazonablemente su acceso o simplemente impedirse su cabal goce y ejercicio.
29. Debe recordarse, asimismo, que la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha tenido opor-
tunidad de condenar y sancionar a Estados que han ratificado la Convención Americana de De-
rechos Humanos, justamente, por permitir que sus máximos órganos jurisdiccionales electorales
se encuentren exentos de un control jurisdiccional frente a aquellas decisiones que contravengan
los derechos fundamentales de las personas.
En efecto, en el caso Yatama vs. Nicaragua (sentencia del 23 de junio de 2005) la Corte Intera-
mericana expuso:
“Si bien la Constitución de Nicaragua ha establecido que las resoluciones del Consejo Supre-
mo Electoral en materia electoral no son susceptibles de recursos ordinarios o extraordina-
rios, esto no significa que dicho Consejo no deba estar sometido a controles judiciales, como

15 Opinión Consultiva OC-9/87, párrafo 23.


16 Casos Velásquez Rodríguez, Fairén Garbi y Solís Corrales y Godínez Cruz, Excepciones Preliminares, Sentencias del 26 de
junio de 1987, párrafos 90 y 92, respectivamente.
17 Caso Tribunal Constitucional, Etapa de fondo, sentencias del 24 de setiembre de 1999, párrafos 68 y 71.

244
SENTENCIAS DE AMPARO

lo están los otros poderes del Estado. Las exigencias derivadas del principio de independen-
cia de los poderes del Estado no son incompatibles con la necesidad de consagrar recursos o
mecanismos para proteger los derechos humanos.
Independientemente de la regulación que cada Estado haga respecto del órgano supremo
electoral, este debe estar sujeto a algún control jurisdiccional que permita determinar si sus
actos han sido adoptados al amparo de los derechos y garantías mínimas previstos en la Con-
vención Americana, así como los establecidos en su propia legislación, lo cual no es incom-
patible con el respeto a las funciones que son propias de dicho órgano en materia electoral.
Este control es indispensable cuando los órganos supremos electorales, como el Consejo Su-
premo Electoral en Nicaragua, tienen amplias atribuciones, que exceden las facultades ad-
ministrativas, y que podrían ser utilizados, sin un adecuado control, para favorecer determi-
nados fines partidistas. En este ámbito, dicho recurso debe ser sencillo y rápido, tomando en
cuenta las particularidades del procedimiento electoral.
Por todo lo expuesto, la Corte concluye que el Estado violó el derecho a la protección judi-
cial consagrado en el artículo 25.1 de la Convención Americana (...)”18.
30. Las similitudes con el caso peruano son manifiestas. El artículo 173 de la Constitución nicara-
güense es sustancialmente análogo a los artículos 142 y 181 de la Constitución peruana. Y el
Consejo Supremo Electoral de Nicaragua tiene en el JNE peruano a su homólogo.
Insistir en una interpretación aislada de los artículos 142 y 181 de la Constitución, pretendiendo que
las resoluciones del JNE en materia electoral están exceptuadas de control constitucional a través del
proceso constitucional de amparo, supondría incurrir en una manifiesta irresponsabilidad, ya que si-
tuaría al Estado peruano ante la cierta e inminente condena por parte de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos al violar el artículo 25.1 de la Convención. No solo es facultad, sino deber de este
Tribunal y del Poder Judicial impedir ello, mediante una adecuada interpretación de los referidos pre-
ceptos, de conformidad con la Constitución y los tratados y las decisiones de los tribunales interna-
cionales sobre derechos humanos constituidos según tratados de los que el Perú es parte.
31. Así las cosas, una interpretación aislada de los artículos constitucionales sub exámine, resulta
incompatible con el artículo 8 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el artícu-
lo 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; el artículo XVIII de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; y los artículo 8.1 y 25 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos.
32. Son, justamente, aplicaciones literales de los artículos 142 y 181 de la Constitución, las que han
ocasionado que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sostenga lo siguiente:
“En el presente caso, las disposiciones del ordenamiento jurídico peruano (artículos 181
constitucional y 13 de la Ley Orgánica Electoral) tal y como han sido interpretadas por el
JNE en su decisión del 18 de enero de 1995 (Oficio Nº 188-95-SG/JNE), implican que cual-
quier decisión adoptada por el JNE y que pueda afectar los derechos políticos consagrados
en la Convención, no son revisables y por tanto, no protegibles en el Derecho Interno”19.
Sobre tal premisa, recomendó al Estado peruano:
“Adoptar las medidas tendientes a modificar las disposiciones de los artículos 181 de la
Constitución de 1993, y 13 de la Ley Orgánica Electoral, posibilitando un recurso efectivo y
sencillo, en los términos del artículo 25 (1) de la Convención, contra las decisiones del JNE
que vulneren la garantía a la participación política por parte de los ciudadanos”20.

18 Caso Yatama vs. Nicaragua, Etapa de fondo, sentencia del 23 de junio de 2005, párrafos 174, 175 y 176.
19 Informe Nº 119/99, caso 11.428, Susana Higuchi Miyagawa (Perú), del 6 de octubre de 1999, párrafo 55.
20 Ob. cit., punto 1 de la parte resolutiva.

245
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Cabe señalar que en este Informe la Comisión Interamericana de Derechos Humanos expresa
que en reiteradas comunicaciones el Estado peruano puso en su conocimiento la existencia de
diversas iniciativas de modificación de la legislación electoral, allanándose a la denuncia plan-
teada en su contra, a pesar de lo cual, hasta la fecha de la publicación del Informe, ninguna ha-
bía sido adoptada21.
33. El Tribunal Constitucional considera, sin embargo, que, tal como ocurriera en su oportunidad
con el artículo 173 de la Constitución (relacionado a las competencias de la jurisdicción mili-
tar22), la reforma de los artículos 142 y 181 resulta innecesaria, pues por vía de una interpreta-
ción constitucional adecuada, su contenido normativo es susceptible de compatibilizarse con los
tratados sobre derechos humanos ratificados por el Estado peruano y las decisiones y recomen-
daciones de los organismos internacionales relacionados con la materia.
34. Por lo demás, debe enfatizarse que la imposibilidad de optar por una lectura aislada del ar-
tículo 142 del la Constitución no solo ha sido establecida por este Tribunal en lo que al con-
trol de constitucionalidad de las resoluciones del JNE en materia electoral se refiere (STC Exp.
N° 2366-2003-AA), sino también en lo que respecta a las resoluciones del Consejo Nacional de
la Magistratura en materia de evaluación y ratificación de jueces, las cuales, al amparo de di-
cha aislada interpretación, tampoco serían susceptibles de ser objeto de control constitucional
en sede jurisdiccional.
En efecto, desde la expedición de la STC Exp. Nº 2409-2002-AA, en criterio que este Colegiado
tiene reiterado en más de 200 sentencias, quedó establecido que:
“(...) cuando el artículo 142 de la Constitución establece que no son revisables en sede judicial
las resoluciones del Consejo Nacional de la Magistratura en materia de evaluación y ratifica-
ción de Jueces, (...) el presupuesto de validez de dicha afirmación se sustenta en que las consa-
bidas funciones que le han sido conferidas a dicho organismo sean ejercidas dentro de los lími-
tes y alcances que la Constitución le otorga, y no a otros distintos, que puedan convertirlo en
un ente que opera fuera o al margen de la misma norma que le sirve de sustento. En el fondo,
no se trata de otra cosa sino de la misma teoría de los llamados poderes constituidos, que son
aquellos que operan con plena autonomía dentro de sus funciones, pero sin que tal caracterís-
tica los convierta en entes autárquicos que desconocen o hasta contravienen lo que la misma
Carta les impone. El Consejo Nacional de la Magistratura, como cualquier órgano del Estado,
tiene límites en sus funciones, pues resulta indiscutible que estas no dejan en ningún momen-
to de sujetarse a los lineamientos establecidos en la norma fundamental. Por consiguiente, sus
resoluciones tienen validez constitucional en tanto las mismas no contravengan el conjunto de
valores, principios y derechos fundamentales de la persona contenidos en la Constitución, lo
que supone, a contrario sensu, que si ellas son ejercidas de una forma tal que desvirtúan el cua-
dro de principios y valores materiales o los derechos fundamentales que aquella reconoce, no
existe ni puede existir ninguna razón que invalide o deslegitime el control constitucional seña-
lado a favor de este Tribunal en los artículos 201 y 202 de nuestro texto fundamental”.
35. En tal sentido, sin perjuicio de lo que luego se sostendrá, llegado a este punto, el Tribunal Cons-
titucional se encuentra en condiciones de afirmar que toda interpretación de los artículos 142 y
181 de la Constitución que realice un poder público, en el sentido de considerar que una resolu-
ción del JNE que afecta derechos fundamentales, se encuentra exenta de control constitucional a
través del proceso constitucional de amparo, es una interpretación inconstitucional. Consecuen-
temente, toda vez que el JNE emita una resolución que vulnere los derechos fundamentales, la
demanda de amparo planteada en su contra resultará plenamente procedente.

21 Idem, párrafo 93.


22 Cfr. STC Exp. N° 0010-2002-AI, Fundamentos 41 a 54.

246
SENTENCIAS DE AMPARO

En aplicación del artículo VII del Título Preliminar del CPConst., este criterio normativo cons-
tituye precedente vinculante para todos los poderes públicos.
Todo juez y tribunal de la República –sea que realice funciones estrictamente jurisdiccionales o
materialmente jurisdiccionales–, se encuentra vinculado por este criterio, bajo responsabilidad
(artículo VI del Título Preliminar del CPConst. y Primera Disposición Final de la LOTC).
§7. Criterios para un oportuno control constitucional de las resoluciones jurisdiccionales del
JNE
36. Como quedó dicho en el Fundamento 33, supra, en criterio del Tribunal Constitucional, el conflic-
to, strictu sensu, no reside en las disposiciones 142 y 181 de la Constitución, sino en la inconstitu-
cional interpretación y consecuente aplicación literal y aislada que de ellas pretenda hacerse. Por
ello, no corresponde concentrar el análisis en si pueden o no ser objeto de control constitucional las
resoluciones del JNE en materia electoral que violen derechos fundamentales, pues no cabe duda
de que lo son, sino en determinar cómo debe operar dicho control constitucional.
37. De conformidad con los tratados y la jurisprudencia internacional sobre derechos humanos, y con
el criterio sostenido en la STC Exp. N° 2366-2003-AA, en el que este Colegiado se reafirma, el in-
ciso 8) del artículo 5 del CPConst., establece que son objeto de control constitucional las resolu-
ciones del JNE que violen la tutela procesal efectiva. El artículo 4 de la misma norma, refiere que:
“Se entiende por tutela procesal efectiva aquella situación jurídica de una persona en la que
se respetan, de modo enunciativo, sus derechos de libre acceso al órgano jurisdiccional, a
probar, de defensa, al contradictorio e igualdad sustancial en el proceso, a no ser desviado de
la jurisdicción predeterminada ni sometido a procedimientos distintos de los previstos por la
ley, a la obtención de una resolución fundada en derecho, a acceder a los medios impugna-
torios regulados, a la imposibilidad de revivir procesos fenecidos, a la actuación adecuada y
temporalmente oportuna de las resoluciones judiciales y a la observancia del principio de le-
galidad procesal penal”.
Consecuentemente, la posibilidad de ejercer control constitucional a las resoluciones del JNE
que resulten contrarias a los derechos fundamentales no sólo emerge de una adecuada interpre-
tación de la Carta Fundamental, sino que se encuentra expresamente concretizada en una dispo-
sición del CPConst.
38. Sin embargo, no es menos cierto que la seguridad jurídica –que ha sido reconocida por este Tri-
bunal como un principio implícitamente contenido en la Constitución–23, es pilar fundamental de
todo proceso electoral. En efecto, siendo que los procesos electorales ostentan plazos perento-
rios y preclusivos, y que una de las garantías para la estabilidad democrática es el conocimiento
exacto y oportuno del resultado de la voluntad popular manifestada en las urnas (artículo 176 de
la Constitución), no es factible que, so pretexto del establecimiento de garantías jurisdiccionales
de los derechos fundamentales, se culmine por negar la seguridad jurídica del proceso electoral,
y con ella, la estabilidad y el equilibrio del sistema constitucional en su conjunto (principio de
interpretación constitucional de concordancia práctica).
39. En tal virtud, este Colegiado considera necesario precisar los siguientes aspectos:
a) El Tribunal Constitucional es un órgano constituido sometido a la Constitución y a su ley or-
gánica. En su función de máximo intérprete constitucional (artículo 201 de la Constitución y
artículo 1 de la LOTC), tiene el deber de integrar todas las normas constitucionales, y otorgar
así seguridad jurídica y unidad normativa al Derecho Electoral Constitucional, garantizando
el respeto a los derechos fundamentales y la primacía normativa de la Constitución (artículo II
del Título Preliminar del CPConst.).

23 Vid. STC Exp. N° 0016-2002-AI, Fundamentos 3 y 4.

247
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

b) En atención a la seguridad jurídica que debe rodear todo proceso electoral y a las especiales
funciones conferidas a los órganos del sistema electoral en su conjunto (JNE, ONPE, Reniec
–artículos 178, 182 y 183 de la Constitución–), en ningún caso la interposición de una deman-
da de amparo contra el JNE suspende el calendario electoral, el cual sigue su curso inexorable.
Toda afectación de los derechos fundamentales en la que incurra el JNE, devendrá en irrepara-
ble cada vez que precluya cada una de las etapas del proceso electoral o que la voluntad popu-
lar, a la que hace alusión el artículo 176 de la Constitución, haya sido manifestada en las urnas.
En dichos supuestos el proceso de amparo solo tendrá por objeto determinar las responsabili-
dades a que hubiera lugar, de conformidad con el artículo 1 del CPConst.24.
c) Este Colegiado considera, sin embargo, que es preciso incrementar las garantías que asegu-
ren la celeridad y seguridad jurídica que deben caracterizar a todo proceso electoral, sin que
con ello se afecte el plausible control constitucional de una resolución del JNE en materia
electoral que contravenga derechos fundamentales. Debe recordarse que con el mismo énfa-
sis con el que la Corte Interamericana ha señalado que todo órgano supremo electoral,
“debe estar sujeto a algún control jurisdiccional que permita determinar si sus actos han
sido adoptados al amparo de los derechos y garantías mínimas previstos en la Conven-
ción Americana, así como los establecidos en su propia legislación”25,
ha establecido que
“dicho recurso debe ser sencillo y rápido, tomando en cuenta las particularidades del pro-
cedimiento electoral”26.
Resulta evidente que esta previsión de la Corte Interamericana, no solo apunta a que no corra
riesgo el cronograma electoral, sino también a evitar en lo posible que las eventuales afectacio-
nes a los derechos fundamentales en las que incurran los órganos encargados de administrar jus-
ticia electoral no se tornen irreparables.
En tal sentido, de conformidad con lo establecido en el artículo 107 de la Constitución, este Tri-
bunal propone al Congreso de República introducir en el CPConst, en el más breve plazo posi-
ble, las modificaciones conducentes a:
• Reducir sustancialmente el plazo de prescripción para interponer una demanda de amparo
contra una resolución del JNE en materia electoral.
• Que las demandas de amparo contra una decisión del JNE en materia electoral sean presentadas
ante la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema; y cuyas resoluciones denegatorias, emi-
tidas en un plazo sumarísimo, puedan ser conocidas por el Tribunal Constitucional, mediante la
interposición de un recurso de agravio constitucional a ser resuelto también en tiempo perentorio.
• Sancionar a aquellos jueces constitucionales que, contraviniendo el artículo 13 del CPConst.,
no concedan trámite preferente a las demandas de amparo interpuestas contra las resolucio-
nes del JNE en materia electoral.
• Los plazos deben ser perentorios a efectos de no crear incertidumbre en las decisiones elec-
torales y asegurar la confianza en el sistema de control jurisdiccional constitucional.

24 Segundo párrafo del artículo 1 del CPConst.: “Si luego de presentada la demanda cesa la agresión o amenaza por decisión vo-
luntaria del agresor, o si ella deviene en irreparable, el juez, atendiendo al agravio producido, declarará fundada la demanda pre-
cisando los alcances de su decisión, disponiendo que el emplazado no vuelva a incurrir en las acciones u omisiones que motiva-
ron la interposición de la demanda, y que si procediere de modo contrario se le aplicarán las medidas coercitivas previstas en el
artículo 22 del presente Código, sin perjuicio de la responsabilidad penal que corresponda”.
25 Caso Yatama vs. Nicaragua, Ob. cit. párrafo 175.
26 Ídem.

248
SENTENCIAS DE AMPARO

Estas medidas no solo garantizarán la seguridad jurídica del proceso electoral, sino que también
permitirán la oportuna protección de los derechos fundamentales. Debe recordarse cómo, por
ejemplo, a pesar de haberse acreditado la manifiesta afectación por parte del JNE del derecho a
la presunción de inocencia (artículo 2 24 e. de la Constitución) de un ciudadano y, como conse-
cuencia de ello, la afectación de su derecho político a ser candidato a un cargo público (artículos
2 17, 31 y 35 de la Constitución), la ausencia de plazos perentorios en los procesos de amparo
orientados a la protección de derechos fundamentales políticos, el debido proceso y la tutela ju-
risdiccional efectiva, determinó la imposibilidad de reponer las cosas al estado anterior, al haber
devenido dichas afectaciones en irreparables27.
§8. Análisis de constitucionalidad del caso planteado
40. El argumento del recurrente para solicitar la nulidad de la Resolución Nº 315-2004-JNE,
que resolvió vacarlo en el cargo de Alcalde de la Municipalidad Distrital de Canchaque-Piu-
ra, por causal de nepotismo, es que la apelación interpuesta contra la Resolución de Concejo
Nº 039-2004-CDC/A, mediante la cual se declaró improcedente la solicitud de reconsideración
del Acuerdo de Concejo que rechazó la solicitud de vacancia planteada en su contra por un ciu-
dadano, debió ser dirimida en un proceso contencioso administrativo, y no por el JNE.
En otras palabras, acusa una supuesta afectación de su derecho fundamental al debido proceso,
pues considera que el JNE era incompetente para pronunciarse sobre el asunto.
41. La pretensión del recurrente carece de todo sustento constitucional. En efecto, sucede que en de-
sarrollo del inciso 6) del artículo 178 de la Constitución, el artículo 23 de la LOM, establece que
los recursos de apelación contra los Acuerdos de Concejo Municipal que resuelven la reconside-
ración planteada contra una decisión del propio Concejo en relación con una solicitud para vacar
al Alcalde, son resueltos por el JNE.
De este modo, el JNE resultaba plenamente competente para conocer el asunto, lo que, por lo de-
más, está reafirmado por el artículo 5 u. de la Ley Nº 26486 –Ley Orgánica del Jurado Nacio-
nal de Elecciones–.
42. Al conocer el caso, el JNE encontró plenamente acreditada la causal de nepotismo que determi-
naba la vacancia del demandante en el cargo de Alcalde, tal como se encuentra previsto en el in-
ciso 8) del artículo 22 de la LOM.
43. En tal sentido, lejos de acreditar la afectación de derecho fundamental alguno, el recurrente pre-
tende que este Colegiado se subrogue en una interpretación de la legislación electoral acorde con
la Constitución, es decir, en la administración de justicia electoral que el inciso 4) del artículo
178 de la Constitución confía al JNE, lo que, a todas luces, resulta inaceptable. Por tanto, la de-
manda debe ser desestimada.
§9. El Informe Técnico de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos
del Ministerio de Justicia
44. Conforme al artículo 4 de la Ley Orgánica del Sector Justicia, corresponde al Ministerio de
Justicia
“velar por la vigencia del imperio de la Ley, el derecho y la justicia”.
Asimismo, el artículo 5 de la misma norma, establece que
“Corresponde al Ministerio de Justicia, el asesoramiento legal al Poder Ejecutivo y especial-
mente al Consejo de Ministros; así como promover una eficiente y pronta administración de
justicia (...).”

27 Vid. STC Exp. N° 2366-2003-AA.

249
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

45. Mediante Oficio Nº 1209-2005-JUS/DM, de fecha 7 de noviembre de 2005, el señor Ministro de


Justicia ha remitido a este Tribunal el Informe Nº 145-2005-JUS/CNDH-SE/CESAPI, de la Se-
cretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Derechos Humanos.
En dicho Informe, luego de efectuarse un extenso análisis respecto a los alcances del artículo
25.1 de la Convención, que reconoce el derecho de toda persona “a un recurso sencillo y rápido
o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare con-
tra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la pre-
sente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio
de sus funciones oficiales”, y a la interpretación de mismo realizada a través de sus sentencias y
opiniones consultivas por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (recogida, en su mayo-
ría, en el punto §6 de esta sentencia), se concluye en que:
“a) La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha interpretado el artículo 25 de la Con-
vención Americana sobre Derechos Humanos que instituciones como el hábeas corpus (y el
amparo) resultan mecanismos sencillos y rápidos para proteger derechos humanos. Si en Es-
tados de Emergencia, cuando se permite que el Estado restrinja lícitamente la vigencia de
ciertos derechos, no se suspenden las garantías judiciales o procesales indispensables para
proteger los derechos que forman parte del núcleo duro de los derechos humanos, tampoco
se puede permitir su restricción en períodos ordinarios, en los que rige en toda su extensión
la Convención Americana y los derechos fundamentales.
b) La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos podría estimarse que
permitiría que las decisiones del Jurado Nacional de Elecciones, en base a los artículos 142 y
181 de la Constitución Política del Perú, puedan ser examinadas a través del proceso de am-
paro. De momento, no ha habido ningún caso del Perú que haya sido resuelto por la Corte
Interamericana en este punto específico.
c) Actualmente, el Ministerio de Justicia no ha promovido medida alguna para posibilitar un
recurso efectivo y sencillo en los términos del artículo 25 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos contra las decisiones del Jurado Nacional de Elecciones que afecten los
derechos fundamentales”.
46. El Tribunal Constitucional comparte plenamente el criterio del Consejo Nacional de Derechos
Humanos del Ministerio de Justicia, en el sentido de que, tal como lo ha establecido la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos, no cabe, en ninguna circunstancia (ni aun durante los es-
tados de excepción), desconocer el derecho de toda persona a recurrir a los procesos constitu-
cionales de amparo y hábeas corpus frente a toda vulneración de los derechos fundamentales
reconocidos en la Constitución del Estado, como manifestación concreta, a nivel interno, del de-
recho humano de toda persona “a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efecti-
vo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal
violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”, en los
términos del artículo 25 de la Convención Americana de Derechos Humanos.
47. De otra parte, si bien es cierto que aún no existe una sentencia de la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos contra el Estado peruano por el eventual impedimento de la procedencia de una
demanda de amparo contra una resolución del JNE en materia electoral que afecte derechos fun-
damentales, sus sentencias vinculadas con la violación del artículo 25 de la Convención (en par-
ticular la expedida en el Caso Yatama vs. Nicaragua) y sus opiniones consultivas sobre el parti-
cular, son muestras evidentes de que dichas condenas serán inminentes si el Estado peruano obra
en dicho sentido.
En consecuencia, es deber del Estado regular un proceso constitucional sumario de amparo contra
las resoluciones del JNE que violen derechos fundamentales.

250
SENTENCIAS DE AMPARO

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitu-
ción Política del Perú,
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda.
2. De acuerdo con los artículos 201 de la Constitución y 1 de la LOTC, este Tribunal, en su calidad
de supremo intérprete de la Constitución, según ha quedado dicho en el Fundamento 35, supra,
establece que toda interpretación de los artículos 142 y 181 de la Constitución que realice un po-
der público en el sentido de considerar que una resolución del JNE que afecta derechos funda-
mentales, se encuentra exenta de control constitucional a través del proceso constitucional de
amparo, es una interpretación inconstitucional. Consecuentemente, cada vez que el JNE emita
una resolución que vulnere los derechos fundamentales, la demanda de amparo planteada en su
contra resultará plenamente procedente.
En aplicación del artículo VII del Título Preliminar del CPConst., este criterio normativo cons-
tituye precedente vinculante para todos los Poderes Públicos.
Todo juez y tribunal de la República –sea que realice funciones estrictamente jurisdiccionales
o materialmente jurisdiccionales– se encuentra vinculado por este criterio, bajo responsabilidad
(artículo VI del Título Preliminar del CPConst. y Primera Disposición Final de la LOTC).
3. De conformidad con el Fundamento 39 b), en ningún caso la interposición de una demanda de
amparo contra el JNE suspende el calendario electoral, el cual sigue su curso inexorable. Toda
afectación de los derechos fundamentales en que incurra el JNE, devendrá en irreparable cada
vez que precluya cada una de las etapas del proceso electoral o en que la voluntad popular, a la
que hace alusión el artículo 176 de la Constitución, haya sido manifestada en las urnas. En di-
chos supuestos, el proceso de amparo solo tendrá por objeto determinar las responsabilidades a
que hubiera lugar, de conformidad con el artículo 1 del CPConst.
4. En observancia del artículo 107 de la Constitución, y tal como ha quedado dicho en el Funda-
mento 39 c), supra, este Tribunal propone al Congreso de República introducir en el CPConst,
en el más breve plazo posible, las modificaciones conducentes a:
• Reducir sustancialmente el plazo de prescripción para interponer una demanda de amparo
contra una resolución del JNE en materia electoral.
• Que las demandas de amparo contra una resolución del JNE en materia electoral se presenten ante
la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema; y cuyas resoluciones denegatorias, emitidas
en un plazo sumarísimo, puedan ser conocidas por el Tribunal Constitucional, mediante la inter-
posición de un recurso de agravio constitucional a ser resuelto también en tiempo perentorio.
5. Poner en conocimiento del Congreso de la República y del JNE la presente sentencia.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN; GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA;
VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO

251
AMPARO CONTRA PARTICULARES

Cumplimiento del debido proceso


es obligatorio en decisiones dadas
por organizaciones privadas

STC Exp. Nº 04893-2009-PA/TC


Caso: Francis Mc Kay Diez Canseco
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 17/08/2010

La actora cuestiona su exclusión de una asociación porque dicha decisión no le fue


notificada. El TC señala que, más allá de que el acuerdo que excluye a la deman-
dante se haya realizado acorde a ley y los estatutos del colectivo, no existe prueba
SUMILLA
en el expediente que evidencie su debida notificación. Por tal motivo, el Colegia-
do declaró fundada la pretensión de la actora por vulnerarse sus derechos al debi-
do proceso y de defensa.

EXP. N° 04893-2009-PA/TC-LIMA
FRANCIS ANN MC KAY DIEZ CANSECO
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 16 días del mes de agosto de 2010,  la Sala Primera  del Tribunal Constitucional,
integrada por los magistrados Calle Hayen, Álvarez Miranda y Urviola Hani, pronuncia la siguiente
sentencia
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Francis Ann Mc Kay Diez Canseco contra la
sentencia de la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 167, su fecha 25
de junio de 2009, que confirmando la apelada, declaró fundada la excepción de prescripción, nulo
todo lo actuado y concluido el proceso de amparo de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 23 de abril de 2008, la recurrente, invocando la violación de sus derechos al debido pro-
ceso y la tutela jurisdiccional, a no ser sancionado sin previo procedimiento, a la igualdad y no dis-
criminación, al honor y la buena reputación y a la libertad de asociación, interpone demanda de am-
paro contra la Asociación Los Acuanautas, a fin de que se deje si efecto el acuerdo de su expulsión
del que ha sido objeto, precisando que no existe tipificación de la causal que sustente su separación.
La actora manifiesta que el 21 de abril de 2008, al solicitar el acta de Asamblea General Extraordi-
naria del 15 de noviembre de 2003, así como el libro de padrón de socios, tomó conocimiento que
había sido excluida, desconociendo los motivos de dicha sanción, pues nunca se le notificó la mis-
ma. Por tanto, la reclamación contra dicho acto no ha podido realizarla de manera oportuna y, por lo
mismo, recurre al proceso de amparo por cuanto la opción prevista en el artículo 92 del Código Civil

252
SENTENCIAS DE AMPARO

(proceso abreviado de impugnación de acuerdos) no resulta viable en tanto el plazo para ello ya
venció.
La asociación emplazada propone la excepción de prescripción y manifiesta que la exclusión de
la actora se produjo en la Asamblea General Extraordinaria del 15 de diciembre de 2002, convo-
cada según las citaciones publicadas el 30 de noviembre de 2002 en los diarios El Peruano y La
República. Sostiene que la vía pertinente para impugnar el acuerdo era la prevista en el artículo
92 del Código Civil, y que el plazo para ello ya feneció. En el mismo sentido, el plazo previsto
para el proceso de amparo ya venció, resultando imposible que una asociada recién tome cono-
cimiento de su exclusión seis años después de producida esta, resultando evidente que la actora
tomó conocimiento oportuno de esta situación, no habiendo accionado a tiempo si consideraba
conculcados sus derechos.
Expresa, además, que de acuerdo a sus estatutos, el no pago de dos o más cuotas constituye falta que
puede ser objeto de sanción; que en el caso de la actora no había pagado más de quince cuotas ordi-
narias, y que la competencia para ello recae en la Asamblea General Extraordinaria. Por tanto, la ex-
clusión de la actora no importa la violación de derecho alguno.
El Décimo Juzgado Civil de Lima, con fecha 12 de enero de 2009, declaró fundada la excepción
propuesta de prescripción, nulo todo lo actuado y concluido el proceso, por considerar que al ha-
berse publicado en dos medios de comunicación escrita la citación a la Asamblea General Ex-
traordinaria de Asociados, en la que uno de los temas de agenda era la exclusión de socios, la ac-
tora tomó conocimiento de la misma, resultando evidente que desde que se llevó a cabo dicha
reunión, hasta la fecha de presentación de la demanda, ha transcurrido con exceso el plazo para
la interposición de la demanda de amparo, conforme lo dispone el artículo 44 del Código Proce-
sal Constitucional.
La Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima confirmó la apelada por argumen-
tos similares.
FUNDAMENTOS
1. Conforme consta en autos, la actora cuestiona el acuerdo de su exclusión de la asociación em-
plazada, el que, según alega, nunca le fue notificado, y por ello, a pesar de los años transcurridos
–pues ocurrió el 15 de noviembre de 2002– no tuvo la posibilidad de cuestionarlo oportunamen-
te. A juicio de este Tribunal, dicha circunstancia merece el debido esclarecimiento, no solo por
cuanto, como antes se ha visto, los juzgadores precedentes han declarado fundada la excepción
de prescripción, sino porque de acreditarse esta situación, ello mismo implicaría una afectación
de los derechos al debido proceso y de defensa.
2. El artículo 44 del Código Procesal Constitucional dispone que el plazo para interponer la deman-
da de amparo prescribe a los 60 días hábiles de producida la afectación, siempre que el afectado
hubiese tenido conocimiento del acto lesivo y se hubiese hallado en posibilidad de interponer la
demanda.
3. Al contestar la demanda, la asociación emplazada ha argumentado que la exclusión de la actora
se produjo en la Asamblea General Extraordinaria del 15 de noviembre de 2002, la cual fue de-
bidamente convocada de acuerdo a las publicaciones aparecidas en los diarios El Peruano y La
República el 30 de noviembre de 2002, de manera que sí tuvo oportuno conocimiento de ello.
Este criterio ha sido recogido por los juzgadores de las instancias precedentes, quienes han de-
clarado fundada la excepción de prescripción.
4. A juicio del Tribunal Constitucional, no es esa la cuestión controvertida, pues una cosa es que se
haya convocado conforme a sus estatutos y la ley la reunión en la que se discutiría la expulsión
de la actora, y otra, muy distinta, es que ese acuerdo de su expulsión le haya sido oportuna y de-
bidamente notificado a efectos de que, si lo consideraba contrario a sus derechos, pueda impug-
narlo judicialmente, independientemente de la vía de que se trate.

253
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

5. En ese sentido, no obra en autos documento alguno que acredite que la asociación emplazada no-
tificó a la actora el acuerdo de su expulsión, de manera que, conforme al precitado artículo 44 del
Código Procesal Constitucional, no puede entenderse que la demanda ha sido planteada fuera del
plazo de 60 días hábiles, sino cuando tuvo conocimiento de ello, lo que según se desprende de
los actuados, ocurrió en abril de 2008 al recabar diversos documentos de los Registros Públicos.
6. Esta situación no solo supone, como antes se dijo, que no puede estimarse la excepción de pres-
cripción, sino que implica, además, una afectación de los derechos al debido proceso y de de-
fensa de la actora, en tanto se halló imposibilitada de cuestionar oportunamente, no solo ante la
asociación, sino, judicialmente, la decisión de expulsarla.
7. Por lo demás, y conforme a la jurisprudencia de este Colegiado sobre la materia, tampoco cons-
ta en autos que, previamente a la celebración de la asamblea en la que se iba a discutir la expul-
sión de la actora debido a su incumplimiento en el pago de las cuotas ordinarias, se haya puesto
en su conocimiento que iba a ser sometida a un proceso disciplinario, a efectos de que, mediante
la expresión de los descargos correspondientes, pueda hacer valer su derecho de defensa, máxi-
me si existía la posibilidad de aplicar una sanción tan drástica como la expulsión.
8. Ciertamente, no está en discusión la potestad de la asociación de, conforme a los artículos 9e,
11d, 12b y 21f de sus estatutos, separar a los asociados que incumplan las obligaciones como la
materia de autos; empero, lo que resulta atentatorio de los derechos al debido proceso y de de-
fensa es, de un lado, no comunicar previamente cuál es la falta en la que se ha incurrido; y del
otro, que el acuerdo de expulsión no sea debidamente notificado.
9. Por todo lo anteriormente expuesto, la demanda debe ser estimada al haberse acreditado la vio-
lación de los derechos al debido proceso y de defensa, de manera que, en atención a lo dispues-
to por el artículo 1 del Código Procesal Constitucional, debe reponerse las cosas al estado ante-
rior a la agresión, lo que supone retrotraer el proceso disciplinario al estado en que se comunique
a la actora la falta en que incurrió a fin de que ejerza su derecho de defensa y, atendiendo a
ello, la asociación emplazada, en Asamblea General, decida lo que considere conveniente a sus
intereses.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda al haberse acreditado la violación de los derechos al debido
proceso y de defensa reconocidos en el artículo 139, incisos 3) y 14), de la Constitución; y en
consecuencia,
2. Ordenar a la Asociación Los Acuanautas que reponga el proceso al estado en que se hallaba an-
tes de expedirse la sanción de exclusión establecida por la Asamblea General Extraordinaria del
15 de diciembre de 2002, a fin de que la demandante pueda hacer valer su derecho de defensa,
dejándose, entre tanto, en suspenso la medida de expulsión de la demandante.
Publíquese y notifíquese.
SS.
CALLE HAYEN; ÁLVAREZ MIRANDA; URVIOLA HANI

254
Medios de comunicación deben presentar
la rectificación según sus propios
lineamientos periodísticos

STC Exp. Nº 03362-2004-AA/TC


Caso: Prudenciano Estrada
Sentido del fallo: Fundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 28/09/2006

Mediante la presente sentencia, el Tribunal Constitucional ha dictado precedente


vinculante respecto al derecho de rectificación. En ese sentido ha establecido re-
glas sobre los tipos de medios en los que se puede solicitar la rectificación, sobre
los requerimientos para el ejercicio de este derecho fundamental, sobre los elemen-
tos configuradores que posee y sobre la forma en que debe ser presentada. Estable-
SUMILLA cer como precedente vinculante los fundamentos N°s 10 (reglas sobre los tipos de
medios en los que se puede solicitar la rectificación), 14 (reglas sobre los reque-
rimientos para el ejercicio del derecho fundamental a la rectificación), 20 (reglas
sobre los elementos configuradores que posee) y 24 y 27 (reglas sobre la forma en
que debe ser presentada) de la presente sentencia, de conformidad con el artículo
VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.

EXP. Nº 03362-2004-AA/TC- HUÁNUCO
SALVADOR PRUDENCIANO ESTRADA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Arequipa a los 29 días del mes de agosto de 2006, el pleno del Tribunal Constitucional, integra-
do por los señores magistrados García Toma, Gonzales Ojeda, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigo-
yen, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia, con el fundamento de voto,
adjunto, del magistrado Alva Orlandini
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Prudenciano Estrada Salvador contra la sentencia de la
Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huánuco, de fojas 140, su fecha 13 de julio de 2004,
que declara infundada la demanda de amparo de autos.
ANTECEDENTES
a) Demanda
Con fecha 22 de enero de 2004, el recurrente interpone demanda de amparo contra el director del
Diario Regional de Huánuco, alegando la violación de su derecho a la rectificación consagrado en el
inciso 7) del artículo 2 de la Constitución. Solicita, consecuentemente, que se ordene al demandado
publicar la rectificación del día 8 de octubre de 2003, en la forma y términos por él establecidos, in-
cluida la crónica rectificadora que solicitara mediante carta notarial de fecha 21 de octubre de 2003.
Sustenta su demanda en que con la publicación del titular ‘¡Ex Decano del Colegio de Abogados con
orden de captura!’ en la primera página del Diario Regional, y, con el desarrollo de la noticia en la
segunda página, con el mismo título y acompañada de una fotografía suya, se han vulnerado sus de-
rechos constitucionales como abogado y dirigente gremial.

255
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Según señala, las afirmaciones realizadas por el diario respecto de su persona y de los hechos que
lo involucran son inexactas y agraviantes. En ese sentido, sostiene que en la querella seguida en su
contra ante el Cuarto Juzgado Penal de Huánuco por el presunto delito de difamación, nunca se dic-
taminó orden de captura alguna hacia su persona, sino que a través del Oficio N° 6612-03-4to.JPH-
CO, del 2 de octubre de 2003, se requiere a la Policía Nacional para que conduzca mediante la fuerza
pública al querellado y lo ponga a disposición del juzgado para que rinda su declaración instructi-
va. Tal oficio fue cursado antes de que la Resolución del 1 de octubre de 2003, que dictamina que se
conduzca de grado o fuerza al demandado, estuviera consentida.
Asimismo, expone que es inexacto que el demandante se haya negado a firmar la notificación de
fecha 1 de octubre de 2003, emitida por el titular del Cuarto Juzgado Penal, dado que quien se negó
a firmar fue otra persona.
Alega que el proceso de querella seguido en su contra es un proceso penal de investigación reserva-
da al que solo tienen acceso las partes.
También señala que no le autorizó al demandado la publicación del trámite del proceso, así como
que no entregó ninguna resolución judicial. Considera que, dado que el propietario del Diario Re-
gional es compadre del querellante, la publicación del 8 de octubre de 2003 fue realizada con la
finalidad de hacerle un favor ilegal. De esta manera, califica a la publicación de sensacionalista y de
haber sido posiblemente concertada con el querellante para agraviarlo.
Finalmente, sostiene que ejerció su derecho de rectificación cursando una carta notarial de fecha 21
de octubre de 2003 al director del Diario Regional, de acuerdo con el artículo 2 de la Ley N° 26847
(sic)[1]. En dicha carta se establecen los términos y el formato en los que el diario debía rectificarse
en el plazo determinado por ley. Sin embargo, señala que el demandado no procedió a publicar una
rectificación antes ni después de los siete días previstos en el artículo 3 de la mencionada ley y que,
por el contrario, publica el 27 de octubre de 2003, en la página 7 de la sección Política/Gestión, un
comentario a la citada carta notarial y, por segunda vez, emite opiniones y presenta hechos inexac-
tos en perjuicio de su honor. Por lo tanto, no procedió a la rectificación en la forma y términos por él
requeridos en la carta notarial; es decir, el contenido de la carta notarial no fue observado ni recha-
zado, por lo que ésta se encuentra aun en espera de su publicación.
b) Contestación de la demanda
El gerente de prensa del Diario Regional E.I.R.L., don Augusto Noreña Llanos, sostiene que el de-
recho para interponer la demanda de amparo ha caducado, puesto que de la fecha en que ocurrió el
supuesto agravio a la fecha de presentación de la demanda transcurrido con exceso el plazo legal-
mente previsto.
Asimismo, refiere que la publicación de la nota informativa periodística materia de reclamo obede-
ce a hechos verídicos y que, por tanto, no ha publicado hechos inexactos o agraviantes respecto del
demandante. Ello debido a que la publicación realizada tuvo como base los documentos en los que
se solicita que se conduzca mediante fuerza pública al querellado a rendir su declaración instructiva.
Amparándose en el inciso 4) del artículo 2 de la Constitución, así como en los tratados internacio-
nales, sostiene que no estaría obligado a realizar rectificación alguna, debido a que la publicación de
su versión de los hechos es correcta.
Alega que el titular del 8 de octubre de dicho año responde al resultado de la interpretación del hecho
noticioso, y que se trata, en consecuencia, de un juicio del valor informativo. Por ello, señala que la
disposición judicial que dictamina que un procesado sea conducido por la fuerza pública implica una
orden de captura y detención. En ese sentido, considera que no tiene la obligación de rectificarse, de
acuerdo con lo establecido en el artículo 6 de la Ley N° 26775, y que el demandante ha incurrido en
un abuso de derecho al pretender imponer la forma y términos de la rectificación.

256
SENTENCIAS DE AMPARO

Finalmente, señala que los medios de comunicación están facultados para realizar ese tipo de publi-
caciones sin previa autorización, censura ni impedimento alguno y, en consecuencia, solicita que se
declare infundada la pretensión del demandante.
c) Resolución de primera instancia
Con fecha 12 de abril de 2004, el Segundo Juzgado Mixto de Huánuco declara fundada, en parte, la
demanda, estimando que el demandado debe cumplir íntegramente con efectuar la rectificación so-
licitada por el recurrente en forma gratuita, inmediata y proporcional. Por otro lado, declara impro-
cedente la demanda en el extremo relativo a los términos y formato requeridos por el demandante
para la rectificación.
Sobre la excepción de caducidad señala que, a efectos de revisar el cómputo del plazo establecido
en el artículo 37 de la Ley N° 23506, debe tenerse en cuenta la huelga del Poder Judicial produci-
da desde el 5 de noviembre hasta el 1 de diciembre de 2003, por lo que se cumplen los requisitos de
plazo, en aplicación del principio pro libertatis a favor del demandante.
Respecto del fondo del asunto, sostiene que el Diario Regional, pese a estar en conocimiento del
proceso de querella interpuesto contra el demandante por la presunta comisión del delito de difama-
ción, no precisa esto en el titular; además, que estaba en capacidad de prever el impacto que ocasio-
naría dicha publicación en la población y opinión pública huanuqueñas. Señala que, efectivamente,
no se ha emitido una orden de captura en el proceso de querella y que esta solo está destinada ordi-
nariamente a delitos cuya gravedad o circunstancias la justifican. Estima que el demandado no cum-
plió con efectuar la rectificación pertinente dentro de los siete días siguientes después de recibida la
solicitud, limitándose a publicar un artículo el 27 de octubre de 2003, el cual no cumplía con el re-
quisito de proporcionalidad requerido por el inciso 7) del artículo 2 de la Constitución. Sin embargo,
expresa que la rectificación no tiene que efectuarse de acuerdo con los términos y formato estableci-
dos por el demandante, por cuanto dicha obligación no está legalmente prevista.
d) Resolución de segunda instancia
Con fecha 13 de julio de 2004, la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Huánuco declara que
el demandado ha demostrado que la información pública escrita, si bien utiliza el término ‘orden de
captura’, se trata del empleo de un lenguaje común, por lo que el empleo de dicho término por par-
te del Diario Regional es, en todo caso, un error de interpretación y no la publicación de un hecho
alejado de la verdad, razón por la cual no existe vulneración de los derechos constitucionales alega-
dos por el demandante.
En consecuencia, revoca la sentencia apelada que declara fundada, en parte, la demanda de ampa-
ro y la declara infundada.
DATOS GENERALES
Supuesto daño constitucional
El presente proceso constitucional de amparo fue iniciado por don Prudenciano Estrada Salvador
contra el director del Diario Regional de Huánuco.
El acto lesivo se habría producido a través de dos hechos: en primer lugar, con la negativa del dia-
rio de rectificarse de la publicación del 8 de octubre de 2003, respecto de afirmaciones inexactas y
agraviantes en relación con el demandante y su situación en un proceso penal por el presunto delito
de difamación; y, en segundo lugar, con la publicación del 27 de octubre de 2003, en la cual, en vez
de rectificarse, el diario señala solamente la posición del demandante respecto de los hechos y aña-
de comentarios subjetivos que este califica de falsos, con lo cual se le agravia nuevamente en su de-
recho al honor y buena reputación.

257
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Reclamación constitucional
El demandante ha argumentado la afectación de su derecho constitucional a la rectificación (artícu-
lo 2, inciso 7).
Sobre esta base, solicita que se ordene publicar la rectificación de la publicación del día 8 de octu-
bre en la forma y términos por él establecidos, incluida la crónica rectificatoria solicitada al director
del Diario Regional mediante carta notarial de fecha 21 de octubre de 2003.
Materias constitucionales relevantes
Sobre la base de lo postulado por el demandante y el demandado, a lo largo de la presente sentencia,
este Colegiado deberá pronunciarse sobre lo siguiente:
• ¿Qué significa realmente el derecho a la rectificación? Para ello se tendrá que responder lo
siguiente:
- ¿De qué manera está reconocido en el ámbito normativo?
- ¿Su validez se relaciona con ser una forma de protección del derecho al honor de las
personas?
• ¿Cuál es la configuración que presenta este derecho fundamental? Por tanto,
- ¿En qué supuestos puede ser pedido?
- ¿Cuáles son los elementos que establecen su ejercicio?
Norma procesal aplicable al caso concreto
Antes de entrar en el fondo del asunto, es necesario determinar cuál es la norma procesal aplicable
al presente caso.
Según la Segunda Disposición Final del Código Procesal Constitucional, que rige desde el 1 de di-
ciembre del año 2004:
“Las normas procesales previstas por el presente código son de aplicación inmediata, incluso en
los procesos en trámite. Sin embargo, continuarán rigiéndose por la norma anterior: las reglas de
competencia, los medios impugnatorios interpuestos, los actos procesales con principio de eje-
cución y los plazos que hubieran empezado”.
En tal sentido, a efectos del pronunciamiento sobre este caso en concreto, este Tribunal utilizará el
código mencionado, en virtud del principio de aplicación inmediata de las leyes, por no existir vul-
neración de los derechos procesales del demandante ni del demandado.
Precedente vinculante
Esta sentencia adquiere calidad de precedente vinculante, según el artículo VII del Código Procesal
Constitucional, que prescribe que:
“Las sentencias del Tribunal Constitucional que adquieren la autoridad de cosa juzgada constitu-
yen precedente vinculante cuando así lo exprese la sentencia, precisando el extremo de su efecto
normativo (...)”.
Es más, según la sentencia del Expediente Nº 0024-2003-AI/TC, se ha rescatado que el precedente
normativo solo tiene sentido entendiendo la función integradora del Tribunal Constitucional:
“(...) En ese orden de ideas, dicha función verificable mediante la expedición de un precedente
vinculante se hace patente cuando, se acredita la ausencia absoluta de norma; cuando, a pesar de
la existencia de prescripción jurídica, se entiende que esta se ha circunscrito a señalar concep-
tos o criterios no determinados en sus particularidades; cuando existe la regulación jurídica de
una materia, pero sin que la norma establezca una regla específica para solucionar un área con

258
SENTENCIAS DE AMPARO

conflicto coexistencial; cuando una norma deviniese en inaplicable por haber abarcado casos o
acarrear consecuencias que el legislador histórico no habría establecido de haber conocido aque-
llas o sospechado estas; cuando dos normas sin referencia mutua entre sí –es decir en situación
de antinomia indirecta– se contradicen en sus consecuencias jurídicas, haciéndose mutuamente
ineficaces; cuando, debido a nuevas circunstancias, surgiesen cuestiones que el legislador histó-
rico no tuvo oportunidad de prever en la norma, por lo que literalmente no están comprendidas
en ella, aunque por su finalidad pudieran estarlo de haberse conocido anteladamente; y cuando
los alcances de una norma perteneciente al bloque de constitucionalidad no producen en la rea-
lidad efectos jurídicos por razones de ocio legislativo”.
Por ende, la presente sentencia será precedente vinculante en virtud de que a través de esta se van
a desarrollar los conceptos e ideas principales acerca del derecho a la rectificación, que no han sido
desplegados en el ámbito constitucional.
FUNDAMENTOS
1. La demanda planteada se sustenta en cómo el titular de un periódico, complementado con el de-
sarrollo de la noticia y con la inclusión de la fotografía del recurrente, puede ameritar una recti-
ficación que el propio diario demandado no quiso aceptar.
El mensaje que fue reproducido y expandido a toda la comunidad huanuqueña decía lo siguiente:
“¡Ex Decano de Colegio de Abogados con orden de captura!
Huánuco.- El ex Decano del Colegio de Abogados de Huánuco y Pasco, Prudenciano Estra-
da Salvador, se encuentra con orden de captura por disposición judicial del Cuarto Juzgado
Penal de esta ciudad.
Este juzgado lo solicita para rendir su declaración instructiva por un juicio que le si-
gue el abogado Ernesto Calle  Hayén  y que según la resolución judicial, de fecha 01 de
octubre,Prudenciano Estrada Salvador se negó a firmar la notificación, actitud que conlleva
a entorpecer y atentar contra el principio del debido proceso y que habiendo sido apercibido
el pasado 9 de setiembre ordena que sea conducido mediante la fuerza pública, oficiándose
a la autoridad policial para tal fin.
Igualmente el pasado 2 de octubre el Juez David Beraún Sánchez emitió el correspondiente
oficio dirigiéndose a la Jefatura de la Policía Nacional del Perú para que conduzca mediante
la fuerza pública al abogado Prudenciano Estrada Salvador”.
Sobre la base de esta noticia supuestamente equívoca, debemos tratar de determinar qué signi-
fica la rectificación en el orden constitucional nacional, para que a partir del caso de autos, esta
figura pueda optimizarse para una mejor protección de los derechos de la persona. Es decir, la
sentencia que se está emitiendo tiene como fin procedibilizar la rectificación de la mejor forma
posible, y así cumplir con su cometido constitucional.
A. El sentido de la rectificación
2. Las amplias posibilidades de comunicación de hoy plantean mayores retos en referencia a la pro-
tección de los derechos fundamentales de las personas, máxime si se ha reforzado el ejercicio de
los derechos comunicativos. Ante ello, el mayor intercambio de ideas hace necesario que se pon-
ga una atención especial sobre aspectos o datos sensibles de la personalidad humana.
La importancia que se le ha asignado al derecho a la rectificación, en cuanto brinda un modo
para equilibrar la posición entre quienes informan (medios e informadores) y quienes son referi-
dos y/o aludidos en tales noticias (personas naturales o jurídicas), es tal que se le ha asignado un
rango constitucional.

259
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

§1. Reconocimiento normativo
3. La rectificación, como derecho autónomo, es reconocida en el artículo 2, inciso 7), in fine de
la Constitución, en los siguientes términos:
“(...) Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en cualquier medio de
comunicación social tiene derecho a que este se rectifique en forma gratuita, inmediata y pro-
porcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley”.
La rectificación así planteada merece protección en el ámbito procesal constitucional a través del
amparo, tal como lo expone el artículo 37, inciso 8), del Código Procesal Constitucional:
“El amparo procede en defensa de los siguientes derechos: (...) rectificación de informacio-
nes inexactas o agraviantes”.
Sobre este aspecto también es bien claro el artículo 7 de la Ley Nº 26775, que señala que si no
lograse realizarse la rectificación bajo el parámetro establecido por la Constitución y por la ley,
queda expedita la utilización de la demanda de amparo.
4. Al respecto, como este Colegiado lo ha señalado, la rectificación es un derecho fundamental que,
según lo expresado en el fundamento 5.a de la sentencia emitida en el Expediente Nº 0829-98-
AA/TC, está referido a lo siguiente:
“La obligación de rectificar informaciones inexactas o agraviantes al honor o a la buena re-
putación difundidas por cualquier medio de comunicación social, tiene por finalidad, a la par
de contribuir con una correcta formación de la opinión pública libre, el de corregir informa-
ciones sobre hechos inexactos que hayan sido propalados mediante el ejercicio de la libertad
de información, esto es, informaciones cuyo carácter material permita determinar que se tra-
ta de informaciones no veraces, o que hayan sido formuladas como consecuencia de no ob-
servarse una conducta razonablemente diligente para agenciarse de los hechos noticiosos que
podrían ser objeto de información”.
5. El tratamiento presentado por el ordenamiento constitucional nacional se complementa con lo
desarrollado en la normativa internacional. Al respecto, pese a que la Declaración Universal de
Derechos Humanos, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre y el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos no se refieren de forma alguna a la rectificación,
y se restringen a la salvaguardia del honor, el artículo 14 de la Convención Americana sobre los
Derechos Humanos señala con claridad que:
1. Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su perjui-
cio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público
en general, tiene derecho a efectuar por el mismo órgano de difusión su rectificación o
respuesta en las condiciones que establezca la ley.
2. En ningún caso la rectificación o la respuesta eximirán de las otras responsabilidades
legales en que se hubiese incurrido.
3. Para la efectiva protección de la honra y la reputación, toda publicación o empresa pe-
riodística, cinematográfica, de radio o televisión tendrá una persona responsable que no
esté protegida por inmunidades ni disponga de fuero especial.
De lo expresado, se puede afirmar que la rectificación planteada en la Convención Americana es
bastante similar a la propuesta en sede constitucional, aunque no idéntica. En tal entendido, es
indispensable conjugar ambas definiciones normativas, máxime si, según la Constitución (Cuar-
ta Disposición Final y Transitoria) y el Código Procesal Constitucional (artículo V del Título
Preliminar), los derechos fundamentales reconocidos en la Norma Fundamental deben ser inter-
pretados de acuerdo con el desarrollo de los mismos en los instrumentos internacionales sobre la
materia.

260
SENTENCIAS DE AMPARO

6. En este marco, se puede admitir la existencia de un contenido esencial en el derecho fundamen-


tal a la rectificación, para que de esta forma sea conveniente y oportunamente tutelado.
Básicamente este derecho incluirá dos ámbitos: uno positivo y uno negativo. Dentro del prime-
ro, se encuentra la posibilidad de que una persona afectada por un mensaje desatinado respecto a
su persona pueda acceder libremente a un medio de comunicación de masas a fin de que este se
rectifique en mérito a los derechos comunicativos. Como parte de la esfera negativa, se entiende
que es inadecuado que el medio niegue esta posibilidad a la persona, toda vez que le asiste con
el objeto de proteger su honor, y de presentar la verdad noticiosa; tal negativa se puede produ-
cir tanto con no publicar la rectificación propuesta o, si se realiza, por hacerse con comentarios
inexactos o agraviantes adicionales.
§2. Validez como mecanismo de protección
7. El fin que cumple en el espectro constitucional hace que el derecho fundamental a la rectifica-
ción deba estimarse como uno meramente relacional, al tratar de entablar una concomitancia en-
tre los derechos comunicativos y el derecho al honor, y presentándose en una última instancia
como forma de protección de este último, pero únicamente cuando se produce el ejercicio abu-
sivo de los primeros. Partiendo de la base de la igualdad entre los derechos fundamentales, es la
misma Constitución la que permite una fórmula para equipararlos, pero solo en caso de que se
produzca el avasallamiento de uno de ellos en detrimento del otro.
Asimismo, retomando la teoría procesal de los derechos fundamentales, podemos observar cómo
la rectificación se exhibe como un mecanismo adecuado de salvaguardia del honor. Una de las
maneras en que el derecho al honor de una persona puede ser amparado es a través de una utiliza-
ción correcta y adecuada de la rectificación. Así, en el fundamento 23 de la Opinión Consultiva
OC-7/86 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, del 29 de agosto de 1986, Exigibili-
dad del Derecho de Rectificación o Respuesta (artículos 14.1, 1.1 y 2 de la Convención Ameri-
cana sobre Derechos Humanos), se ha señalado que:
“(...) la rectificación o respuesta por informaciones inexactas o agraviantes dirigidas al públi-
co en general, se corresponde con el artículo 13.2.a sobre libertad de pensamiento o expre-
sión, que sujeta esta libertad al ‘respeto a los derechos o a la reputación de los demás’ (...)”.
Es así como la rectificación aparece como una vía para hacer valer la responsabilidad ante el
ejercicio abusivo de los derechos comunicativos en desmedro del honor de los demás. Por ello,
fluye como un mecanismo idóneo y adecuado para que el derecho al honor, en un sistema de in-
tegración de derechos, pueda ser protegido ante un derecho comunicativo cuando este es ejerci-
do de manera inconstitucional, a través de datos inexactos ofrecidos y que afecten o agravien a
las personas.
En tal sentido, aparece como un derecho relacional entre el honor y la información, aunque no
por ello puede dejar de ser reconocido como un pleno derecho fundamental. Asimismo, la fun-
ción de la rectificación, como garantía procesal de un derecho como es el honor, hace que la via-
bilidad de este último pueda quedar asegurada ante un ataque injustificado.
Por lo tanto, rectificación es, al mismo tiempo, un derecho relacional y una garantía procesal.
8. De esta forma, solo puede existir derecho a la rectificación relacionado con los derechos comu-
nicativos. Entonces, solo habrá rectificación si se manifiesta un exceso en el ejercicio de los de-
rechos informativos. Respecto a ellos, su reconocimiento se encuentra, aparte de la norma consti-
tucional (artículo 2, inciso 4), en los instrumentos internacionales (básicamente, artículo 19 de la
Declaración Universal de Derechos Humanos, artículo IV de la Declaración Americana, artícu-
lo 19.2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y artículo 13 de la Convención
Americana).

261
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Asimismo, como cualquier derecho fundamental, los derechos comunicativos deben resguardar
en su ejercicio los derechos y libertades de los demás (artículo 29 de la Declaración Universal y
artículo XXVIII de la Declaración Americana). Pero más claro resulta el planteamiento del ar-
tículo 19.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que señala, refiriéndose a la
libertad de expresión, cuáles son sus límites:
“El ejercicio de este derecho entraña deberes y responsabilidades especiales y por lo tanto
pueden estar sujetas a restricciones establecidas por ley y que sean necesarias para: a) Ase-
gurar el respeto a los derechos o reputación de los demás; b) La protección de la seguridad
nacional, el orden público o la salud o moral públicas”.
En esta línea, sobre todo tomando en cuenta el acápite a) de la norma del Pacto, queda claro que
los derechos comunicativos encuentran su límite (sobre todo, externo) en el honor de las perso-
nas, y es ahí donde toma fuerza el derecho a la rectificación.
9. De otro lado, cabe recordar que este Colegiado ya ha señalado la ubicación que poseen los de-
rechos comunicativos en el sistema constitucional. El fundamento 13 de la sentencia del Expe-
diente Nº 2262-2004-HC/TC ha expresado que:
“El ejercicio del derecho a la información no es libre ni irrestricto; por el contrario, está suje-
to a ciertos condicionamientos que deben ser respetados dentro de un Estado democrático y
social de derecho. Solo así, con los límites que se deben encontrar en la propia Constitución,
el derecho a la información podrá convertirse en la piedra angular de la democracia (...)”.
Asimismo, según el fundamento 36 de la sentencia recaída en el Expediente Nº  6712-2005-
PHC/TC, tanto la expresión como la información:
“(...) tienen un sólido sustento democrático, e incluso se han propuesto garantías para que la
injerencia a su ejercicio sea lo más limitada posible (...)”.
En la teoría constitucional de los derechos fundamentales que sigue este Tribunal existe igual-
dad entre ellos y no ha de aceptarse ningún tipo de jerarquización entre ellos (lo mismo se aplica
para los derechos comunicativos y el derecho al honor), sino habrá de propiciarse una pondera-
ción a través del principio de concordancia práctica, tal como se ha señalado en el fundamento
12.b la sentencia del Expediente Nº 5854-2005-PA/TC, según el cual toda aparente tensión en-
tre las propias disposiciones constitucionales debe ser resuelta ‘optimizando’ su interpretación,
es decir, sin ‘sacrificar’ ninguno de los valores, derechos o principios concernidos.
En igual sentido, el artículo 32, inciso 2), de la Convención Americana consagra que el derecho
de cada persona está limitado por el derecho de los demás. En consecuencia, debe procurarse la
garantía del justo equilibrio y la armonización concreta, en cada caso, entre el derecho funda-
mental al honor y los derechos comunicativos, por intermedio de un procedimiento que asegure
la garantía de los derechos en juego y que determine el carácter inexacto o agraviante del men-
saje emitido, siempre que haya una diferencia resultante del intento de hacer valer, en un caso o
situación concreta, la rectificación.
10. Ahora es menester explicar en qué tipos de medios existe protección para la rectificación. El
mencionado artículo 2, inciso 4), de la Constitución señala que el ejercicio de la rectificación ha
de ser realizado a través de los medios de comunicación social, pero para la Convención Ame-
ricana, a través del artículo14.1, ha de ser a través de medios de difusión legalmente reglamen-
tados y que se dirijan al público en general. Es decir, cabría rectificación no solo respecto a las
informaciones vertidas en aquellos medios de comunicación masiva comúnmente denominados
de comunicación social, sino también en aquellos que permiten la transmisión de noticias, datos
o informes a un alto número indeterminado de personas, con el rasgo de masivo.
Y ello es así debido justamente a que:

262
SENTENCIAS DE AMPARO

“En el idílico pasado del constitucionalismo clásico, las ideas circulaban libremente dentro
de una elite relativamente reducida (...). Actualmente, solo los especialistas en los medios de
comunicación de masas son capaces de difundir cuestiones, de una complejidad sin prece-
dentes, en una masa de público absolutamente nueva por su magnitud”.
Por eso, una equivocada difusión de informaciones en los medios de comunicación de masas tie-
ne una gran posibilidad de hacer daño a las personas (como podría suceder con un correo elec-
trónico masivo, en un portal electrónico o en una página web), cuyos efectos o su divulgación
podrían ser tan o más perjudiciales que los existentes en los ordinariamente llamados medios de
comunicación social. Por ello, a entender de este Tribunal, cabe rectificar los mensajes vertidos
por cualquier medio de comunicación masiva.
11. Sin embargo, la insistencia de nuestra Norma Fundamental en los medios de comunicación so-
cial se debe justamente a la tangible preocupación por la responsabilidad que acarrea su actua-
ción en la sociedad. Para limitar su poder se les ha reconocido como una institución constitucio-
nal, lo cual fluye de su tratamiento genérico (artículo 2.º, inciso 4, de la Constitución) como de
la búsqueda para su colaboración con el Estado en la educación y en la formación moral y cultu-
ral de la nación (artículo 14 in fine de la Constitución). Es más, en el artículo II del Título Preli-
minar de la Ley de Radio y Televisión, Ley Nº 28278, se reconoce que la prestación de los ser-
vicios de radiodifusión, como medio de comunicación masiva, debe regirse, entre otros, por la
defensa de la persona humana y el respeto a su dignidad, la libertad de información veraz e im-
parcial, la tutela del orden jurídico democrático, la promoción de los valores y la identidad na-
cional, y, claro está, por la responsabilidad social de los propios medios.
La responsabilidad nos deriva a un autocontrol por parte de los medios de comunicación social,
lo cual no solo impedirá abusos en su contra, sino también neutralizará los realizados por ellos
mismos contra los demás. Es así como:
“(...) la responsabilidad de los medios no se limita a normas de conducta para su informa-
ción política (incluyendo la ponderación, la objetividad y la deferencia con los bienes prote-
gidos de los afectados), sino que tiene que aplicarse a la trascendente función de facilitar co-
nocimientos y orientaciones necesarios, o al menos sutiles, para que la sociedad supere sus
problemas”.
Por esta calidad, es realmente importante que se busque neutralizar el ejercicio abusivo de los
derechos ejercidos a través de los medios de comunicación de masas, toda vez que una insti-
tución constitucional no puede verse trastocada, y más bien corresponde a la Constitución pro-
poner la tutela necesaria de sus derechos fundamentales dotando a las personas comunes y co-
rrientes de los recursos jurídicos pertinentes para poder reponer las cosas al estado anterior a la
violación, es decir, igualarse ante quien informa de manera negligente con todo el poder que los
medios involucran.
12. Cuando se informa en el mundo cotidiano, básicamente no hay reciprocidad directa de elemen-
tos noticiosos entre dos o más partes que intercambian sus roles activo y pasivo, porque en el
caso del mensaje vertido a través de los medios de comunicación social, en esencia lo que se pro-
duce es una unidireccionalidad en el envío de la información, toda vez que es una de las partes
la que tiene todo el poder de la noticia y de transmitirla hacia el resto.
En ese sentido, la información periodística tiene una importancia creciente y un poder ahora
realmente digno de resaltar. Basta reconocer que su transmisión genera múltiples cambios por
los efectos que ocasiona o puede ocasionar en la vida pública o privada de las personas e institu-
ciones. Ello acrecienta la responsabilidad profesional de los periodistas o los medios de comuni-
cación social.
De igual forma, consideramos interesante lo señalado en el artículo II, punto 1 de la Convención
sobre el Derecho Internacional de Rectificación, abierta a la firma por la Asamblea General en

263
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

su Resolución Nº 630 (VII), de 16 de diciembre de 1952, y entrada en vigor, del 24 de agosto de


1962, la cual expresa lo siguiente:
“La responsabilidad profesional de los corresponsales y de las agencias de información les
impone dar cuenta de los hechos sin discriminación y sin separarlos de los elementos cone-
xos necesarios para su recta apreciación, a fin de fomentar el respeto a los derechos humanos
y a las libertades fundamentales (...).
Conforme a la ética profesional, todos los corresponsales y agencias de información, en el
caso de que se haya demostrado que ciertos despachos informativos transmitidos o publica-
dos por ellos son falsos o tergiversados, deberían seguir la práctica establecida de transmitir
por los mismos medios, o de publicar, rectificaciones de tales despachos (...)”.
En este bosquejo, aparte de que la noticia sea cierta, la actitud del informador debe estar teñida
de libertad. Esta libertad será la mayor y mejor garantía de que se pueda aproximar a la verdad.
Ahora bien, esta autonomía en el ejercicio periodístico no nos puede llevar al libertinaje de la in-
formación, caracterizado por violar la Constitución y/o los derechos fundamentales, sino a una
actuación adecuada y responsable. Libertad y responsabilidad van de la mano, por lo que cuan-
do se informe debe hacerse con toda la autonomía que corresponde a los encargados de difundir
los mensajes periodísticos, pero también deben ser lo suficientemente éticos y responsables para
que cuando se equivocan en el mensaje emitido, puedan rectificarse, inclusive sin la presión de
una carta notarial o de una demanda, como la planteada en este caso.
B. Configuración del derecho a la rectificación
13. Aparte de las disposiciones normativas expresadas en el artículo 2, inciso 7), in fine de la Cons-
titución y en el artículo 14.2 de la Convención Americana, se integrará como parte del bloque de
constitucionalidad, lo señalado por la Ley Nº 26775.
De otro lado, también hay que aceptar lo previsto por la Corte Interamericana a través de los
fundamentos 22 ss. de la Opinión Consultiva OC-7/86, respecto a que, si bien el ordenamiento
interno puede crear un mecanismo de rectificación particular, este no puede desconocer su tra-
tamiento por la Convención Americana, según los parámetros explicados supra. Con más razón
aún, también lo dispuesto por dicha ley debe estar acorde con la Norma Fundamental.
§1. Supuestos
14. Sobre la base de los obiter dictum antes desarrollados, es importante para este Colegiado inter-
pretar la Constitución a fin de configurar el derecho fundamental a la rectificación.
Son dos los supuestos considerados por el constituyente en que puede plantearse un pedido de
rectificación:
a. Información inexacta
Según el artículo 2, inciso 7), de la Norma Fundamental, cabe la rectificación por ‘afirmaciones
inexactas’; sin embargo, la Convención Americana, en su artículo 14, hace referencia a ‘infor-
maciones inexactas’.
Por eso, consideramos que en este primer supuesto, independientemente del término utilizado,
la remisión directa de la rectificación se da respecto al derecho a la información. Es por ello que
la información periodística requiere un estricto control de veracidad, pues buena parte de su le-
gitimidad proviene de las certezas y certidumbres contenidas en ella. En el ámbito del ejercicio
de este derecho fundamental, la veracidad está más ligada con la diligencia debida de quien in-
forma, y no con la exactitud íntegra de lo informado. De hecho, cada uno puede tener su verdad,
exponerla o aceptar la de los otros.
Cabe señalar, además, que el derecho a la rectificación fluye cuando se produce una informa-
ción falsa o inexacta. Es decir, solo se podrá dar cuando la información publicada o difundida

264
SENTENCIAS DE AMPARO

no corresponde en absoluto con la verdad (falsedad) o cuando se ajusta solo en parte a ella
(inexactitud).
Así, la nota será falsa o inexacta si es que no se expresó la verdad o lo hizo a medias, con lo que
incurre en una transgresión voluntaria o involuntaria a la responsabilidad profesional de infor-
mar con sentido de la verdad y con tendencia a la objetividad. La verdad o no de la información
se debe medir en su propio y estricto contexto, constatando las falencias en menor o mayor gra-
do de la información.
Sin embargo, es posible que pese a toda la diligencia debida que pueda poner un comunicador
social, no transmita una verdad en el sentido puro de la palabra. Por ello, es que el derecho a la
rectificación, en tanto medie una afectación al derecho al honor de las personas, surge como una
forma idónea de contrastar la ‘verdad periodística’ y la ‘verdad real’. Para eso se tiene la posibi-
lidad de que, tras presentar un error noticioso, este sea corregido prontamente y en las mismas
condiciones de las expresadas en la publicación o emisión original. Es decir, cuando la informa-
ción alude a un sujeto pasivo del ejercicio de este derecho fundamental y este asevera que lo di-
cho es falso o inexacto, se genera una reacción, que es rectificar esa información, independien-
temente de la exigencia o no de veracidad en la información. En ese sentido, dicho derecho:
“(...) más para evitar una agresión, sirve para ofrecer la versión de la persona ofendida (...)
o para suplir las deficiencias informativas de una noticia que se ha demostrado falsa (...). El
derecho a la rectificación no tiene por finalidad principal garantizar la veracidad de una in-
formación de hecho o, en sentido negativo, no es su finalidad excluir las informaciones fal-
sas, inexactas o incompletas (...)”.
Rectificar es contradecir, rebatir o impugnar con argumentos o razones lo que otro ha informa-
do. Por eso se ha dicho de manera contundente que cabe el ejercicio de la rectificación si es que
se informa erróneamente y se afecta a la persona;
“(...) en tal caso, esta debe tener derecho a rectificar tal error, aun cuando no hubiera dolo o
culpa del periodista”.
Vale señalar que la exigencia de la rectificación, e incluso su realización, será independiente de
las otras responsabilidades que puedan tener los intervinientes en la propagación de la informa-
ción. Por último, queda claro que para que exista rectificación es irrelevante si existe o no dili-
gencia; basta con comprobar que la noticia propagada es falsa. Así, el ejercicio del citado dere-
cho se exhibe como una excepción a la regla de la diligencia debida exigida para la información
en el ámbito constitucional.
b. Honor agraviado
El otro supuesto en que se puede ejercer el derecho a la rectificación se presenta cuando la per-
sona se ha sentido afectada a través de un agravio, y esto significa una violación de su derecho
al honor (así lo señala también el artículo 14.3 de la Convención Americana), a través de un me-
dio de comunicación de masas con independencia del derecho comunicativo ejercido. Esta es
la interpretación adecuada que puede fluir de una correcta lectura del artículo 2, inciso 7), de la
Constitución.
Si bien la Norma Fundamental prefiere adscribirse a una postura fáctica del honor (reconoci-
miento de honor interno y de honor externo, entendido este último como buena reputación), lo
que en el fondo está admitiendo es la existencia de un derecho único al honor, tal como lo ha he-
cho también el artículo 37, inciso 8), del Código Procesal Constitucional.
En este marco, se puede considerar que el honor, sobre la base de la dignidad humana, es la ca-
pacidad de aparecer ante los demás en condiciones de semejanza, lo que permite la participación
en los sistemas sociales y corresponde ser establecido por la persona en su libre determinación. 

265
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Esto viene a significar que para que haya rectificación debe haberse producido previamente un
ataque injustificado al derecho fundamental al honor.
A entender de este Colegiado, a través del fundamento 3 de la sentencia recaída en el Expedien-
te Nº 0446-2002-AA/TC, el honor forma parte de la imagen del ser humano, ínsita en la digni-
dad de la que se encuentra investida, garantizando el ámbito de libertad de una persona respecto
de sus atributos más característicos, propios e inmediatos. Asimismo, se ha señalado en el fun-
damento 2 de la misma sentencia que este derecho
“(...) forma parte del elenco de derechos fundamentales protegidos por el inciso 7) del artícu-
lo 2 de la Constitución Política, y está estrechamente vinculado con la dignidad de la perso-
na; su objeto es proteger a su titular contra el escarnecimiento o la humillación, ante sí o an-
tes los demás, incluso frente al ejercicio arbitrario de las libertades de expresión o informa-
ción, puesto que la información que se comunique, en ningún caso puede resultar injuriosa
o despectiva”.
En el caso de la rectificación, para que ella pueda ser ejercida debe existir un elemento afectan-
te del honor de una persona, y ésta es una condición básica para su disfrute.
La prueba de este hecho, que no requiere una declaración judicial previa, debe basarse en los ele-
mentos objetivos presentados por quien la reclame y que deben ser explicados en el requerimien-
to que exhiba ante el medio de comunicación. Esto ha de significar que para hacer el pedido de
una rectificación no es necesario, ni menos aun exigible, que se haya comprobado previamente
el daño al honor de las personas. Basta tan solo con una apariencia de la vulneración.
15. Habiendo determinado los dos supuestos en los que se puede solicitar la rectificación, sobre todo
en lo relativo a la existencia de un agravio, es necesario que a continuación podamos contrastar-
los con lo sucedido en el caso concreto.
Se puede decir que si bien el recurrente ha sido parte de un proceso penal de investigación reser-
vada, el cual es un asunto eminentemente personal y no público, cabría preguntarse si la noticia
propagada amerita o no el ejercicio del derecho fundamental a la rectificación de su parte, según
los parámetros establecidos.
16. Tal como ha sido presentado líneas arriba, mediante una carta remitida por el recurrente, este ma-
nifiesta que no tiene orden de captura alguna. Afirma que lo que existe es una orden de compare-
cencia, bajo apercibimiento de ser conducido por la fuerza pública para que rinda su instructiva
en dicho proceso, y que no asistió a la diligencia pues ella no se realizó en la fecha señalada. En
este contexto, ha solicitado, al utilizar el amparo, que se haga efectivo su derecho a la rectifica-
ción, el cual ha sido transgredido cuando:
“(...) se ha publicado en el Diario Regional el titular ‘¡Ex Decano del Colegio de Abogados
con orden de captura!’. De igual forma aparece dicha información en la segunda página con-
las misma palabras en dos renglones pero sin signos de admiración al pie la fotografía del
demandante que se publicó el 8 de octubre del año 2003 (...)”.
Pese a solicitar al demandado la rectificación de la información considerada falsa, nunca hubo
enmienda alguna. En tal sentido, el requerido alega que la noticia que presentó es el resultado de
la interpretación del hecho noticioso, es decir, es un juicio de valor informativo. Agrega que:
“(...) la disposición judicial de ser conducido un procesado mediante la fuerza pública, im-
plica una orden de captura y detención en el lugar que sea habido, y ser puesto a disposición
del juez solicitante para los fines de ley”.
Entonces, en la presente causa se tiene que dilucidar el significado del término ‘orden de captu-
ra’ y determinar si, sobre la base fáctica de la noticia aparecida en el medio de comunicación so-
cial, elaccionante se encontraba en los supuestos admitidos por la Constitución para el ejercicio
del derecho a la rectificación.

266
SENTENCIAS DE AMPARO

17. En primer lugar, hay que aceptar o descartar el argumento utilizado por el demandado, y acogi-
do por el juzgador de segundo grado, respecto al tipo de lenguaje utilizado en la noticia publi-
cada, pues expresa que
“(...) hay que entender que en el lenguaje común no es la misma [sic] la acepción jurídica del
término ‘captura’ y que el término utilizado por el diario emplazado en todo caso importaría
un error de interpretación pero no la publicación de un hecho alejado de la verdad (...)”.
Al respecto, si bien es cierto que existe el Oficio Nº 6612-03-4JPHCO, a través del cual el juz-
gado penal requiere al Jefe del Departamento de la Policía Judicial para que conduzca mediante
la fuerza pública para que preste una declaración instructiva al querellado, hoy demandante en
el amparo, y sea puesto a disposición de dicho despacho previa emisión por parte del juez de un
auto mediante el cual se dispone para que preste su declaración, también lo es que, en relación
con la información propalada en el diario el día miércoles 8 de octubre de 2003, debemos tener
en cuenta el contexto en que se está emitiendo tal información.
Al respecto, para la mayoría de las personas que no tienen conocimientos en materia penal, el
término ‘orden de captura’ hace mención a un alto nivel de restricción a la libertad personal, se-
mejante a un mandato de detención, cuya naturaleza no puede ser comparada con una ‘orden
de comparecencia’ bajo apercibimiento de ser conducido por la fuerza pública, en la cual, si la
persona citada no concurre a la diligencia, se hace efectivo el apercibimiento decretado. De esta
manera, el director del diario o el que realizó la investigación periodística no supo transmitir la
información exacta de lo sucedido. Si bien es cierto que el demandante está involucrado en un
proceso penal por difamación, el oficio emitido por el juzgado era para que acuda de forma con-
minatoria al proceso a prestar su declaración instructiva; en ningún momento se está limitando
abiertamente su libertad personal. Por ello, como ya se ha señalado previamente, no pueden asi-
milarse los conceptos de traslado a un juzgado vía grado o fuerza, que significa desplazamiento
de una persona a un recinto judicial para que declare o se le sentencie, y el de ‘orden de captu-
ra’, que comúnmente es entendido como una medida que implica la pérdida de la libertad perso-
nal. Presentar el mencionado apercibimiento como una orden de captura demuestra, a entender
de este Colegiado, un agravio por parte del medio de comunicación. Desde ya se estaría hablan-
do de un informe incompleto y fuera de todo contexto, con la consiguiente vulneración del dere-
cho consagrado en el artículo 2, inciso 7), de la Constitución.
En conclusión, para este Tribunal, por más que el lenguaje coloquial no se condiga necesaria-
mente con el jurídico, la actuación del informante debe también reflejar esta diferencia. Si no
quiere verse involucrado en un desliz como el producido en el presente caso, entonces tampoco
puede utilizar un lenguaje que no es el periodístico, como es el hecho de usar el término ‘orden
de captura’.
18. De lo expresado, no cabe duda de que la información vertida no es completamente cierta, por lo
que correspondía rectificarla a quien la emitió, independientemente del nivel de diligencia mos-
trado por el demandado.
A entender del accionado, y basado en los documentos judiciales y policiales que contenían la
conducción por vía de grado o fuerza, este se anima a precisar que:
“(...) Es así que, teniendo como fuente informativa los documentos señalados en el item an-
terior, el Diario Regional realiza la mencionada publicación noticiosa materia de reclamo,
cumpliendo su labor informativa constitucionalmente respaldada (...)”.
Ahora bien, el dato objetivo es que existe una afirmación que no cuenta con el grado de exacti-
tud necesario para que esta pudiese ser emitida. Sin embargo, al haber sido ya propagada, en pos
del respeto del público, cabría en este caso la existencia de una rectificación, motivo por lo cual
la demanda planteada debe ser declarada fundada.

267
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

19. Pero para llegar a una conclusión como la arribada, también ha podido existir una vulneración
del honor del recurrente, y así se estaría incluyendo también el presente caso en el segundo su-
puesto previsto.
El demandante ha señalado, respecto a la noticia presentada por el encausado, lo siguiente:
“(...) esta información inexacta hizo el demandado haciendo daño a mi honor, a mi reputa-
ción y a mi buena imagen (...) el demandado no podía ni debía de haber publicado, comen-
tarios falsos de un proceso penal de investigación reservada, que es asunto eminentemente
personal y no público (...)”.
De esta forma, debe observarse que una noticia de este tipo también ha llegado a afectar el ho-
nor del peticionante, toda vez que presentarlo de manera pública como un presunto responsable
(con orden de captura) de un delito –del cual tampoco se precisó su tipicidad– le impide presen-
tarse adecuadamente en la sociedad, máxime si lo han designado en su calidad de exdecano del
Colegio de Abogados, señalamiento totalmente irrelevante para el caso concreto.
§2. Elementos configuradores
20. Además de lo señalado respecto a la rectificación constitucionalmente aceptada y la declaración
respecto al caso concreto, es pertinente insistir en algunos aspectos no menos importantes res-
pecto a su configuración.
Según el fundamento 3 de la sentencia recaída en el Expediente Nº 1308-99-AA/TC, a entender
de este Colegiado,
“(...) en relación a los requisitos de procedibilidad, este Tribunal Constitucional, de mane-
ra previa ha de señalar que de conformidad con el artículo 2 de la Ley Nº 26847, el ejercicio
del derecho de rectificación deberá canalizarse previamente mediante solicitud cursada por
conducto notarial, la que deberá realizarse dentro de los quince días naturales posteriores a
la publicación o difusión que se proponga rectificar (...)”.
Por ello, veremos a continuación algunas cuestiones referidas al procedimiento de rectificación
que merecen ser explicadas:
a. Con relación a su naturaleza:
El artículo 2, inciso 7), in fine de la Norma Fundamental señala los elementos que están insertos
en una rectificación: esta debe ser gratuita, inmediata y proporcional.
- Gratuidad: La Constitución señala que todo acto de rectificación debe ser completamente
gratuito para quien se ve afectado. Ahora bien, este hecho no impide que la persona realice
algunos pagos en el trámite del pedido (como puede ser la carta notarial que debe enviar),
pero lo que sí no debe abonarse al medio de comunicación es monto alguno por concepto de
la publicación o emisión en sí.
- Momento: La Constitución exige que la rectificación debe darse de manera inmediata, es de-
cir, en el menor tiempo posible desde que se produjo la afectación. En el artículo 3 de la Ley
Nº 26775 se establece que los responsables deben efectuar la rectificación dentro de los sie-
te días siguientes después de recibida la solicitud para medios de edición o difusión diaria o
en la próxima edición que se hiciera, en los demás casos. Sabiendo que los medios de comu-
nicación tienen distinta naturaleza (no pueden ser iguales la radio con un periódico, y menos
aún, un correo electrónico masivo), la rectificación debe realizarse según la manera en que
cada medio difunda el mensaje. Por ello, este Colegiado se ha de preocupar en que la inme-
diatez de la rectificación deba ser cumplida, pues ella es una característica esencial y consti-
tuyente en el ejercicio de este derecho fundamental.
- Forma: Lo que siempre habrá de buscarse es que la rectificación sea proporcional con aquel
mensaje que terminó violentando el derecho fundamental al honor de la persona. Tratándose

268
SENTENCIAS DE AMPARO

de una edición escrita, la rectificación deberá publicarse íntegramente, sin intercalaciones,


en la misma página y con características similares a la comunicación que lo haya provocado
o, en su defecto, en un lugar destacado de la misma sección. Cuando se trata de radio o tele-
visión, la rectificación tendrá que difundirse en el mismo horario y con características simi-
lares a la transmisión que la haya motivado. Por ello, se señala en el artículo 3 in fine men-
cionado que, tras la solicitud de la persona afectada, la rectificación se efectuará el mismo
día de la semana y, de ser el caso, a la misma hora en que se difundió el mensaje que la origi-
na en los medios no escritos. Lo que en fondo se persigue con la rectificación es que se pre-
sente un mensaje discursivo con el mismo peso periodístico que el original, pero siempre en
términos respetuosos y convenientes.
b. Con relación a los intervinientes: Como todo derecho fundamental, la rectificación posee un
titular y un destinatario.
- Reclamante: La titularidad del derecho alcanza a cualquier persona, natural o jurídica, ofen-
dida o injustamente aludida por algún medio de comunicación. Es así como el derecho está
reconocido a toda ‘persona’ afectada por afirmaciones inexactas o agraviantes emitidas en su
perjuicio, pudiendo ejercerlo, según lo precisa el artículo 2 de la Ley Nº 26775, por la mis-
ma afectada o por su representante legal. También estará legitimada activamente para reali-
zar la solicitud de rectificación, aquella persona que, pese a que el medio se haya rectificado
espontáneamente, no juzgue satisfactoria la misma.
- Obligado: La rectificación se traduce en una obligación que recae, como ya ha sido explica-
do, en cualquier medio de comunicación, y que consiste en insertar o difundir gratuitamente
las rectificaciones que les sean dirigidas. Cuando se trata de un medio de comunicación so-
cial, el artículo 2 de la Ley Nº 26775 señala que será responsable el director del órgano de
comunicación y, a falta de este, quien haga sus veces. Cabe señalar que según el artículo 14.3
de la Convención Americana, toda publicación o empresa periodística, cinematográfica, de
radio o televisión tendrá una persona responsable que no esté protegida por inmunidades ni
disponga de fuero especial. En caso de que el responsable no estuviese en un medio de co-
municación social, entonces el responsable será el propio emisor de la información.
c. Con relación al trámite: Este tema ha sido desarrollado a través de la citada Ley Nº 26775,
básicamente a través de los artículos 2 y 3; pero hay aspectos que merecen ser resaltados.
- Solicitud: Se debe hacer un requerimiento al director del medio de comunicación o a las per-
sonas que se presentan como responsables, en el cual se solicite la rectificación. Según el ar-
tículo 2 de la referida ley, la solicitud será cursada por conducto notarial u otro fehaciente.
Es así como tal carta se configura en una vía previa para la presentación de la demanda de
amparo.
- Tramitación: El pedido realizado puede efectuarse hasta quince días naturales posteriores
a la publicación o difusión que se propone rectificar, tal como lo señala el antes menciona-
do artículo 2 de la Ley Nº 26775. Este plazo está de la mano con la exigencia de inmediatez
explicada.
21. En el caso concreto, es de notar que el recurrente ha exigido al periódico el cambio de titular y de
la noticia que lo explica, alegando no ser objeto de una orden de captura y solo se le ha remitido
un oficio, mediante el cual le piden que asista a la querella de un proceso en curso. De este modo
le solicita al demandado rectificarse bajo sus propios términos y según un formato individual.
Sin embargo, tal como se presentó supra, el demandado no cumplió con permitirle al accionan-
te la posibilidad de rectificación, no satisfaciendo el pedido realizado. Sobre esta situación, cabe
hacer dos precisiones.

269
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

22. La primera de ellas está referida a cómo ha de presentarse una rectificación: Como lo desea el
afectado o como lo plantea el medio. En el caso concreto, el solicitante envía una carta notarial
indicando la forma en que se debía rectificar el diario emplazado.
Por ello, es interesante analizar la forma en que el medio de comunicación social ‘intentó’ satis-
facer la rectificación solicitada, pues esta fue opuesta a lo que la Constitución exige, al agregar
comentarios a extractos de la carta notarial enviada. No fue proporcional de ninguna forma a los
estándares constitucionales del artículo 2, inciso 7).
23. La supuesta rectificación realizada por el demandado el día 27 de octubre publicada en la página 7
de Política/Gestión del Diario Regional, incluye un comentario de la carta notarial que le fue di-
rigida días antes con el propósito de que se rectifique de la versión emitida por la nota periodís-
tica del 8 de octubre del 2003, sin cumplir el mandato de la ley.
La solicitud enviada por el recurrente al medio señalaba que debía ponerse, como una verdadera
forma de rectificación, en el medio lo siguiente:
“¡Ex Decano de Colegio de Abogados nunca tuvo orden de captura!
Huánuco.- El ex Decano del Colegio de Abogados de Huánuco y Pasco con orden de captu-
ra, Prudenciano Estrada Salvador, nunca tuvo orden de captura por disposición judicial del
Cuarto Juzgado Penal de esta ciudad. Este juzgado solo decretó su comparecencia bajo aper-
cibimiento de ser conducido por la fuerza pública para que rinda su instructiva en el proceso
de querella seguido por el ex Fiscal Provisional de Familia abogado Ernesto Calle Hayén. El
cargo que obra a fojas 298 de los autos acredita que la señorita Secretaria del Estudio Jurídi-
co del querellado, que atendió al personal del juzgado, no quiso recepcionar, de cuya actitud
dejó una constancia la señorita Auxiliar Jurisdiccional; el querellado no realizó la recepción
como falsamente se informó en el Diario Regional; por esa razón se frustró la diligencia de
la instructiva del querellado señalado para el día 22 de setiembre del año en curso, es falso
que el querellado Prudenciano Estrada Salvador se haya negado a firmar resolución alguna
del Cuarto Juzgado Penal; en los actuados, el querellado abogado Prudenciano Estrada Sal-
vador firmó el cargo de la Resolución de fecha 1 de octubre de 2003, en efecto la afirmación
publicada el día 8 de octubre del año en curso fue inexacto. El querellado por considerar que
el Juzgado resolvió con error la Resolución que ordenó conducir en grado fuerza para rendir
su instructiva, fue apelado dentro del término de ley, por lo que fue concedida la apelación
mediante la resolución de fecha 6 de octubre, cuyo cuaderno ha sido elevado a la Sala de la
Corte Superior de Huánuco y Pasco, hasta el momento que se redactó esta carta rectifica-
toria no ha sido resuelto. El 2 de octubre del presente año el Señor Juez David Beraún Sán-
chez, emitió el Oficio Nº 6612-2003 a favor de la PNP de esta localidad en forma ilegal, por
cuanto para esa fecha la Resolución del 1 de octubre no se encontraba consentida, debido a
ese error jurídico, el Juzgado posteriormente ofició a la PNP dejando sin efecto”.
Es decir, el director al realizar supuestamente la rectificación en la nota periodística, de fecha 27
de octubre de 2003, la realizó de una manera peculiar, pero tomando en cuenta un extracto de la
carta remitida por el recurrente, a través de la cual niega la información emitida (la del día miér-
coles 8 de octubre de 2003).
Hacer pasar la rectificación como la posición del recurrente dentro de una supuesta investiga-
ción realizada, en la que se insiste en la información ofrecida de manera original, no puede ser ni
debió ser aceptada como rectificación, tal como ocurrió en el presente caso, y que ahora motiva
que este Colegiado esté revisando este proceso constitucional.
24. De lo observado, es necesario determinar la validez de una de las dos posibilidades propues-
tas para que la rectificación pueda ser realizada: una es que sea el propio medio el que lo recti-
fique según sus parámetros; otra es que el propio afectado proponga la forma en que se produz-
ca la rectificación.

270
SENTENCIAS DE AMPARO

Según el artículo 14.1 de la Convención Americana, la persona ‘tiene derecho a efectuar’ la rec-
tificación, es decir, todo hace suponer que él mismo debe ser el que proponga la forma en que el
medio se rectifique. Sin embargo, la Constitución, en su artículo 2, inciso 7), expresa claramen-
te que el derecho de la persona se refiere a que el propio medio se rectifique.
Haciendo una interpretación coherente entre ambas normas, consideramos pertinente aseverar
que será el propio medio el que debe presentar la rectificación, según los lineamientos periodís-
ticos del mismo, con la salvedad de que el agraviado señale expresamente lo contrario en su so-
licitud. En el caso de que la persona haga un pedido intencionado de que se coloque la rectifi-
cación según su voluntad, el medio deberá hacer la rectificación según la petición realizada. Sin
embargo, en este último supuesto, el afectado no podrá hacer un ejercicio abusivo de su derecho.
Así lo ha determinado el artículo 5 de la Ley Nº 26775, cuando señala que el medio de comuni-
cación social puede rechazar la difusión o inserción de la rectificación, en el caso de que una in-
formación sea inexacta:
a) Cuando no tenga relación inmediata con los hechos o las imágenes que le aluden o que exce-
da lo que estima necesario para corregir los hechos declarados inexactos o perjudiciales para
el honor.
b) Cuando sea injuriosa o contraria a las leyes o a las buenas costumbres.
c) Cuando se refiera a tercera persona sin causa justificada.
d) Cuando esté redactada en idioma distinto al de la emisión del programa o de la edición
incriminada.
e) Cuando se vulnere lo dispuesto en el artículo sexto de la citada ley; es decir, si la rectifica-
ción no se limita a los hechos mencionados en la información difundida o comprende juicios
de valor u opiniones.
En caso de negativa por parte del medio o si la difusión o inserción de la rectificación no satisfa-
ce al afectado, cabría presentar una demanda de amparo por violación del derecho fundamental
a la rectificación, y, en tal caso, será el propio juez constitucional el que determine cuáles son los
parámetros que debe utilizar el medio para la rectificación. En caso de ser injustificada la nega-
tiva del medio, cabe utilizar los apremios con que cuenta el juez, tal como más adelante va a ser
desarrollado.
25. Así, en el caso concreto, el demandado debe rectificar la noticia presentada, consignando expre-
samente en un titular que el afectado no tuvo orden de captura sino mandato de conducción vía
grado o fuerza. Sobre la base de dicho titular, el accionado deberá explicar cuál fue la verdade-
ra situación jurídica del recurrente en la querella que se le interpuso en su contra, en un artículo
que esté en la misma página (página 2) y con una dimensión similar a la de la información origi-
nal, evitando hacer comentarios agraviantes sobre la noticia, y limitándose a presentar la noticia
rectificada, según consta en la carta notarial que le enviara el accionante.
26. En segundo lugar, lo que se debe determinar es si es o no válida una rectificación que contie-
ne añadidos por parte del medio (nuevas opiniones o informaciones).
Corresponde salvar esta duda sobre la base de lo que reprodujo el diario demandado en la su-
puesta rectificación que realizó de la noticia original del caso de autos. Esto fue lo que publicó:
“Ex decano de Colegio de Abogados dice que ‘no tiene orden de captura’
Huánuco.- Mediante una carta remitida por el abogado  Prudenciano  Estrada Salvador, ex
Decano del Colegio de Abogados Huánuco y Pasco, manifiesta que no tiene orden de cap-
tura del Cuarta Juzgado Penal, en la querella que le siguen por el presunto delito de difama-
ción, instaurado por el ex Fiscal Provincial de Familia Ernesto Calle Hayén (...).

271
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Ahora bien, el mandato de conducir a una persona por la fuerza pública, implica en sí la de-
tención de la persona, su conducción al Juzgado, y ser puesto a disposición del juez para
los fines de Ley. En buen romance, es una orden de captura para una detención transitoria,
preventiva.
Si el Juzgado posteriormente remitió otro oficio a la Policía Nacional dejando sin efecto el
pedido de conducción del inculpado de grado o fuerza, esto constituye un hecho nuevo den-
tro del proceso, que obviamente no teníamos por qué conocer. En todo caso, con la presente
publicación le concedemos al abogado Prudenciano Estrada, el derecho de réplica”.
27. Para este Colegiado, la rectificación debe estar circunscrita al objeto del mensaje inexacto que
la motiva, separada de cualquier discurso agregado. Lo que podrá hacer el medio de comunica-
ción de masas frente a un pedido realizado por el afectado está limitado a rectificar el mensaje
equivocado; es decir, no podrá insertar en la misma nota rectificatoria, como titular o comenta-
rio, nuevas apreciaciones o noticias, pues al insistir, revertir o poner en duda la rectificación del
reclamante, se desvirtuaría la naturaleza de la rectificación, anulando el contenido esencial de
dicho derecho fundamental.
Ello no quiere que el medio de comunicación no pueda emitir opiniones o seguir informando
sobre el tema, pero lo que no puede es, en el acto mismo de rectificación, desdecir el objeto del
ejercicio de este derecho fundamental.
Por tal razón, debe exigirse a los medios de comunicación la mayor responsabilidad profesional
y objetividad en su ejercicio informativo, y, por ende, también en la forma en que debe realizar
la rectificación; léase en la forma publicada o analizada sin calificar ni evaluar el argumento o
razones (las supuestas otras verdades) de quien busca la rectificación.
28. En el caso de autos, el recurrente alega que no se produjo una verdadera rectificación toda vez
que:
“(...) el demandado, el día 27 de octubre del presente año publicó en la página 7 de Política/
Gestión del Diario Regional, un comentario de la carta notarial que le dirigí el 21 del mismo
mes y año para que rectificara la publicación que hizo el 8 de octubre de 2003, lejos de cum-
plir con el mandato de la ley, el demandado abusando de su derecho por segunda vez, publi-
có hechos y opiniones inexactos que perjudicó a mi honor, reputación y buena imagen”.
Es decir, el recurrente sostiene que cuando el demandado supuestamente rectificó la noticia, con
un artículo publicado el día 27 de octubre de 2003, emitió opiniones y presentó hechos respecto
a su caso.
Frente a tal tesis, el demandado considera que pese a que no estaba obligado a rectificación
alguna,
“(...) por nuestra política informativa de pluralidad y concediéndole el derecho de réplica,
el Diario Regional, en su edición Nº 2473, del día 27 de octubre 2003, página 7, publicó la
versión de Prudenciano Estrada Salvador, sobre la base de lo manifestado en su Carta No-
tarial que nos entregaron con fecha 22 de octubre del año pasado, accediendo en parte a su
petición”.
29. A entender de este Colegiado, no puede considerarse proporcional ni adecuada la rectificación
realizada por el accionado. Una utilización de este tipo de rectificación contradice abiertamente
los elementos configuradores que la Constitución le reconoce. Por tal razón, también ha de con-
siderarse fundada la demanda porque no se realizó adecuadamente la rectificación propuesta.
V. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú

272
SENTENCIAS DE AMPARO

HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda y, en consecuencia, ordena la publicación inmediata de la rec-
tificación solicitada, en los términos señalados en el fundamento 10, supra.
2. Establecer como precedente vinculante los fundamentos N°s 10 (reglas sobre los tipos de medios
en los que se puede solicitar la rectificación), 14 (reglas sobre los requerimientos para el ejerci-
cio del derecho fundamental a la rectificación), 20 (reglas sobre los elementos configuradores
que posee) y 24 y 27 (reglas sobre la forma en que debe ser presentada) de la presente sentencia,
de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional.
Publíquese y notifíquese.
SS.
GARCÍA TOMA; GONZALES OJEDA; ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN;
VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO

273
AMPARO CONTRA NORMAS

Amparo contra normas solo procede


cuando estas tengan carácter autoaplicativo

RTC Exp. Nº 00615-2011-PA/TC


Caso: Luis Ampuero Cárdenas
Sentido del fallo: Improcedente la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 26/04/2011

El TC ha reiterado que la Constitución no contiene una prohibición de cuestionar


mediante amparo normas legales que puedan ser lesivas en sí mismas a los dere-
chos fundamentales. Para ello, la procedencia del amparo está supeditada a que la
SUMILLA norma cuestionada se trate de una de carácter autoaplicativo, operativo o denomi-
nado también de eficacia inmediata. Esto quiere decir que no estén sujetas a la rea-
lización de algún acto posterior o reglamentación.

EXP. N° 00615-2011-PA/TC-LIMA
LUIS MIGUEL AMPUERO CÁRDENAS
RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Lima, 8 de abril de 2011
VISTO
El recurso de agravio constitucional interpuesto por don Luis Miguel Ampuero Cárdenas contra la
resolución expedida por la Primera Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 28,
su fecha 16 de noviembre de 2010, que confirmando la apelada rechazó in límine y declaró impro-
cedente la demanda de amparo de autos; y,
ATENDIENDO A
1. Que con fecha 7 de julio de 2010 el recurrente interpone demanda de amparo contra la Munici-
palidad Metropolitana de Lima a fin de que se declare inaplicable la Ley Nº 29237, que crea el Sis-
tema Nacional de Inspecciones Técnicas Vehiculares, y en particular su Primera Disposición Final,
que deja el servicio de revisiones técnicas en la Provincia de Lima en condición de monopolio legal
y a título de exclusividad para la empresa Lidercon Perú S.A.C.; y que en consecuencia se disponga
la suspensión del procedimiento de revisión técnica respecto de él, en tanto no se asegure y garan-
tice la prestación del servicio por varios operadores, así como también sea suspendida la aplicación
de sanción de cualquier naturaleza. Alega que se vulneran sus derechos reconocidos por los artícu-
los 61 y 65 de la Constitución.
2. Que el Sexto Juzgado Constitucional de Lima, con fecha 14 de julio de 2010 declaró improceden-
te in límine la demanda por considerar que el amparo contra normas solo procede en caso se trate
de una norma autoaplicativa, lo que no ocurre en el presente caso. La Primera Sala Civil de la Corte
Superior de Justicia de Lima confirmó dicha decisión por el mismo fundamento.

274
SENTENCIAS DE AMPARO

3. Que desde antes de la entrada en vigencia del Código Procesal Constitucional (Cfr. por todas,
sentencia recaída en el Expediente Nº 0830-2000-AA/TC) e incluso luego de ello (Cfr. resolu-
ciones recaídas en los Expedientes N°s 02308-2004-AA/TC, 05719-2005-PA/TC y 00935-2008-
PA/TC, entre otras tantas), el Tribunal Constitucional ha establecido –en lo que constituye doc-
trina jurisprudencial que conviene reiterar– que el inciso 2) del artículo 200 de la Constitución
no contiene una prohibición de cuestionarse mediante el amparo normas legales que puedan ser
lesivas en sí mismas de derechos fundamentales, sino una simple limitación que pretende im-
pedir que a través de un proceso cuyo objeto de protección son los derechos constitucionales se
pretenda impugnar en abstracto la validez constitucional de las normas con rango de ley.
4. Que de otro lado también se ha establecido que una interpretación sistemática de los alcances de
la restricción contenida en el segundo párrafo del artículo 200, inciso 2) de la Constitución, debe
entenderse en el sentido de que no cabe, efectivamente, que mediante una demanda de amparo
se cuestione una norma cuando el propósito de esta sea cuestionar su validez en abstracto, habi-
da cuenta de que en el ordenamiento existen otros procesos, como el de inconstitucionalidad de
las leyes o el de acción popular, cuyo objeto precisamente es preservar la condición de la Cons-
titución como Ley Suprema del Estado.
5. Que este Colegiado también advirtió la necesidad de distinguir entre lo que es propiamente un
supuesto de amparo contra normas, de lo que es, en rigor, un supuesto de amparo contra actos
sustentados en la aplicación de una norma.
6. Que en relación al primero de ellos, la procedencia de este instrumento procesal está supedita-
da a que la norma legal a la cual se le imputa el agravio sobre un derecho fundamental se tra-
te de una normaauto aplicativa, operativa o denominada también de eficacia inmediata, esto es,
aquella cuya aplicabilidad no se encuentre sujeta a la realización de algún acto posterior o a una
eventual reglamentación legislativa, en la medida que adquiere su eficacia plena en el mismo
momento que entra en vigencia.
7. Que en tal caso y siempre que estas normas afecten directamente derechos subjetivos constitu-
cionales, el amparo sí podrá prosperar, no solo porque de optarse por una interpretación literal
del inciso 2) del artículo 200 de la Constitución Política del Estado se dejaría en absoluta inde-
fensión al particular afectado por un acto legislativo arbitrario; sino además porque tratándose
de una limitación del derecho de acceso a la justicia constitucional, este no puede interpretarse
en forma extensiva, sino con una orientación estrictamente restrictiva, esto es, en el sentido más
favorable a la plena efectividad del derecho a obtener una decisión judicial que se pronuncie res-
pecto de la pretensión.
8. Que a diferencia del criterio expuesto por los magistrados de las instancias precedentes, este
Tribunal considera que la cuestionada Ley Nº 29237 sí tiene la naturaleza de norma autoaplica-
tiva en la medida que, al generar la obligación de pasar por un servicio de revisión técnica, su
aplicabilidad no se encuentra sujeta a la realización de algún acto posterior ni requiere de una
posterior reglamentación legislativa para, eventualmente, generar una afectación respecto de los
derechos invocados por el actor, toda vez que adquirió plena eficacia en el mismo momento que
entró en vigencia.
9. Que sin embargo el Tribunal Constitucional estima que la cuestionada Ley Nº 29237, y en par-
ticular su Primera Disposición Final cuya inaplicación se solicita, no establece la existencia de
un servicio de revisiones técnicas en la provincia de Lima bajo monopolio y exclusividad, como
alega el recurrente, máxime si se tiene presente que, a la fecha, hay más de una empresa encar-
gada de prestar el servicio de revisiones técnicas vehiculares.
10. Que en consecuencia la demanda debe ser desestimada en aplicación del artículo 5.1 del Có-
digo Procesal Constitucional, toda vez que los hechos y el petitorio de la misma no inciden en
forma directa en el contenido constitucionalmente protegido de los derechos invocados por el
recurrente.

275
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitu-
ción Política del Perú
RESUELVE
Declarar IMPROCEDENTE la demanda.
Publíquese y notifíquese.
SS.
MESÍA RAMÍREZ; ETO CRUZ; VERGARA GOTELLI

276
AMPARO CONTRA
RESOLUCIONES JUDICIALES

Procede amparo contra resoluciones judiciales


en caso de afectación al debido proceso

STC Exp. Nº 00200-2002-AA/TC


Caso: Ministerio de Pesquería
Sentido del fallo: Improcedente la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 07/03/2003

Atendiendo el texto constitucional que niega la procedencia del amparo contra re-
soluciones judiciales emanadas de un procedimiento regular, el Tribunal Consti-
tucional ha realizado una interpretación a contrario sensu, determinando la pro-
cedencia de los procesos de amparo contra resoluciones judiciales emitidas en
SUMILLA procesos irregulares que lesionen derechos fundamentales. En ese sentido, se ha
establecido, en una primera etapa, que este tipo de amparo se permite de manera
excepcional, siempre y cuando se verifique una afectación grave del debido proce-
so que transformara al proceso en irregular.

EXP. N° 200-2002-AA/TC-LIMA
MINISTERIO DE PESQUERÍA
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 15 días del mes de octubre de 2002, reunido el Tribunal Constitucional en sesión de
Pleno Jurisdiccional, con asistencia de los señores Magistrados Revoredo Marsano, Vicepresidenta;
Aguirre Roca, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda y García Toma, pronuncia la
siguiente sentencia.
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por don Juan Homar Luján Vargas, Procurador Público a car-
go de los asuntos judiciales del Ministerio de Pesquería, contra la sentencia expedida por la Sala de
Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 251 del
cuaderno de apelación, su fecha 6 de julio de 2001, que declaró improcedente la acción de ampa-
ro de autos.
ANTECEDENTES
El recurrente, con fecha 7 de agosto de 2000, interpone acción de amparo contra los señores magis-
trados de la Sala de Derecho Público de la Corte Superior de Justicia de Lima, don Sixto Muñoz Sar-
miento, don Felipe Barrera Guadalupe y don Arturo Chocano Polanco, debiéndose notificar con la
demanda también a Corporación del Mar S.A. y a la Sociedad Nacional de Pesquería, con el fin de
que se declare la invalidez e ineficacia legal de la sentencia de vista de fecha 10 de mayo de 2000,
dictada por la sala emplazada. El demandante sostiene que en el proceso seguido por la empresa

277
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Corporación del Mar S.A. contra el Ministerio de Pesquería se dictaron resoluciones por las cuales
dicha empresa obtuvo la inaplicabilidad de la Resolución Ministerial Nº 247-99-PE, de fecha 19 de
agosto de 1999, porque supuestamente afectaba sus derechos constitucionales. Aduce que en el de-
sarrollo del proceso se le desvió de la jurisdicción predeterminada por la ley. Sustenta su argumento
afirmando que contra la Resolución Ministerial Nº 247-99-PE no era procedente interponer una ac-
ción de amparo, sino una demanda contencioso-administrativa. Por otro lado, las resoluciones cues-
tionadas habían causado estado ya que no habían sido impugnadas administrativa o judicialmente.
Alega que todo ello afecta los derechos constitucionales al debido proceso, a la tutela jurisdiccional
efectiva y a la defensa.
La Procuradora Pública a cargo de los asuntos judiciales del Poder Judicial contesta la demanda so-
licitando que sea declarada improcedente; señala que de lo actuado se advierte que la misma está di-
rigida a enervar la validez y efectos de una resolución judicial emanada de un proceso regular con
calidad de cosa juzgada y tramitada con arreglo a ley, sin que se haya afectado el derecho al de-
bido proceso, por lo que resulta de aplicación lo dispuesto por el inciso 2) del artículo 6 de la Ley
Nº 23506.
Corporación del Mar S.A., representada por su apoderado legal don Álvaro Enrique Oropeza Ro-
mán, contesta la demanda solicitando que se declare improcedente; asimismo, propone las excep-
ciones de cosa juzgada, de falta de legitimidad pasiva y de caducidad. Sostiene, igualmente, que en
el proceso de amparo seguido contra el Ministerio de Pesquería no se afectó el derecho al debido
proceso.
La Sala Corporativa Transitoria Especializada en Derecho Público de la Corte Superior de Justicia
de Lima, con fecha 30 de noviembre de 2000, declaró infundadas las excepciones propuestas e im-
procedente la demanda, al considerar que la acción de amparo procede contra las resoluciones dic-
tadas dentro de un proceso irregular, en donde se haya violado alguna garantía del debido proceso,
siendo el caso que el accionante no ha logrado establecer cuál es la garantía constitucional que se ha
infringido al interior del proceso en que se expidió la sentencia cuestionada.
La recurrida confirmó la apelada, por considerar que no ha existido desviación de la jurisdicción ad-
ministrativa y que el procedimiento de amparo no se ha seguido en forma irregular.
FUNDAMENTOS
1. El presente caso tiene por objeto enervar lo resuelto en otra acción de amparo. Al respecto, es
menester señalar lo siguiente: a) Conforme a lo dispuesto por la Cuarta Disposición Final y Tran-
sitoria de la Constitución, la Convención Americana sobre Derechos Humanos forma parte de
nuestro derecho y en tal sentido, su artículo 25.1 establece que: “Toda persona tiene derecho a
un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales com-
petentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la Ley o la presente Convención (....)”, tal recurso es el amparo, entre otros proce-
sos constitucionales, y no basta que esté previsto por la Constitución o la ley o con que sea for-
malmente admisible, sino que se requiere que sea realmente idóneo para establecer si se ha in-
currido en alguna violación a un derecho constitucional. En tal sentido una acción de amparo
fuera de las excepciones que establece la ley, no puede ser rechazada in limine. b) La interpreta-
ción a contrario sensu de lo dispuesto en el inciso 2) del artículo 6 de la Ley Nº 23506 permite la
posibilidad de interponer una acción de amparo contra resoluciones judiciales expedidas en un
proceso irregular, vale decir cuando se violan las reglas del debido proceso, constitucionalmen-
te consagradas, tales como “el derecho a la jurisdicción predeterminada por ley”, “el derecho a
los procedimientos preestablecidos”, “el principio de cosa juzgada”, “el derecho a la motivación
de las resoluciones judiciales”, “el derecho a la pluralidad de instancias”, “el principio de no de-
jar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley”, “el principio de inaplicabilidad por
analogía de la ley penal”, “el principio de no ser penado sin proceso judicial”, “la aplicación de
la ley más favorable al procesado”, “el principio de no ser condenado en ausencia”, “la no priva-
ción del derecho de defensa”, etc. c) En tal sentido la interposición de una demanda de amparo

278
SENTENCIAS DE AMPARO

para enervar lo resuelto en otro proceso de amparo, comúnmente llamada “amparo contra ampa-
ro”, es una modalidad de esta acción de garantía ejercida contra resoluciones judiciales, con la
particularidad que solo protege los derechos constitucionales que conforman el debido proceso
y la tutela jurisdiccional efectiva. d) Si bien es cierto que las acciones de garantía proceden con-
tra actos u omisiones provenientes de cualquier autoridad, funcionario o persona (artículo 1 de
la Ley Nº 23506) y que, contrario sensu, proceden contra resoluciones judiciales emanadas de
procedimientos irregulares, el sentido de la norma radica en la posibilidad, real, de que los ma-
gistrados del Poder Judicial puedan, en un proceso de amparo, convertirse en potenciales trans-
gresores de la Constitución.
2. Los siguientes son los criterios de procedencia de una demanda de amparo contra amparo, con-
siderados por el Tribunal Constitucional: a) solo podrá operar en aquellos supuestos en que la
violación al debido proceso resulte manifiestamente evidente. En este caso la carga de la prueba
se convierte en una necesaria obligación del actor, ya que debe demostrar fehacientemente la in-
constitucionalidad que afirma; b) solo ha de proceder cuando dentro de la acción de amparo que
se cuestiona, se han agotado la totalidad de los recursos que le franquea la ley al justiciable, ne-
cesarios como para que la violación a algún derecho constitucional pueda ser evitada, y no obs-
tante ello, el juzgador constitucional ha hecho caso omiso de los mismos, lo que se condice con
lo dispuesto por el artículo 10 de la Ley Nº 25398, Complementaria de la Ley de Hábeas Cor-
pus y Amparo; c) solo debe centrarse en aspectos estrictamente formales del debido proceso, ex-
cluyendo toda posibilidad de análisis sobre el fondo controvertido en el proceso constitucional
cuestionado; d) solo ha de proceder contra sentencias constitucionales definitivas, siempre que
aquellas no tengan carácter favorable a la parte actora, ya que de lo contrario se contravendría el
principio de la inmutabilidad de la cosa juzgada; y, e) solo ha de proceder cuando se trate de re-
soluciones emitidas en procesos constitucionales provenientes del Poder Judicial y no del Tribu-
nal Constitucional, toda vez que este es el Intérprete Supremo de la Constitución y se pronuncia
sobre los procesos constitucionales de defensa de derechos amenazados o vulnerados, por lo que
deviene en imposible que sus resoluciones sean inconstitucionales.
3. El debido proceso implica el respeto, dentro de todo proceso, de los derechos y garantías míni-
mas con que debe contar todo justiciable, para que una causa pueda tramitarse y resolverse en
justicia. Tal es el caso de los derechos al juez natural, a la defensa, a la pluralidad de instancias,
acceso a los recursos, a probar plazo razonable, etc.
4. Con relación a las excepciones deducidas por “Corporación del Mar S.A.” por escrito de fojas
185, no es menester el pronunciamiento en esta instancia constitucional, toda vez que han sido
declaradas infundadas en las instancias previas, en aplicación extensiva de lo dispuesto por el
artículo 41 de la Ley N° 26435, al ser favorable este hecho al actor, en aplicación de los princi-
pios pro homine y pro libertatis de la interpretación constitucional, según los cuales, ante even-
tuales diferentes interpretaciones de un dispositivo legal, se debe optar por aquella que conduzca
a una mejor protección de los derechos fundamentales.
5. Debe entonces establecerse si la sentencia cuestionada ha sido expedida dentro de un proceso en
el que se han respetado los derechos que conforman el debido proceso. Al respecto fluye de autos
que el Ministerio de Pesquería fue emplazado válidamente en el proceso sobre acción de ampa-
ro interpuesto por Corporación del Mar S.A., apersonándose y contestando la demanda. Contra
la sentencia expedida en primera instancia interpuso recurso de apelación, habiendo sido resuel-
to por los emplazados, integrantes de la Sala de Derecho Público de la Corte Superior de Justicia
de Lima, quienes confirmaron en todos sus extremos la sentencia del a quo, que declaró fundada
la demanda.
6. De otro lado no se evidencia vulneración del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, entendi-
da como un atributo relacionado directamente con el debido proceso, por la cual, el justiciable
puede acceder al órgano jurisdiccional a través del derecho de acción o contradicción, según sea
el caso, ya que el emplazado en el proceso antes indicado se apersonó y contestó la demanda.

279
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Tampoco existe vulneración al derecho de defensa, que está involucrado en el debido proceso,
toda vez que el emplazado nunca estuvo en un estado de indefensión.
7. Por lo expuesto se colige que el Ministerio de Pesquería en ningún momento se encontró en un
estado de indefensión, ni se vulneró algún derecho que integra el debido proceso, y la sentencia
se expidió en un proceso regular; por estas razones no debe estimarse la acción de amparo, de
acuerdo a lo dispuesto por el artículo 6, inciso 2) de la Ley Nº 23506, concordante con el artícu-
lo 10 de la Ley Nº 25398, pues de lo contrario se contravendría lo dispuesto en el inciso 13 del
artículo 139 de la Constitución, que consagra la prohibición de revivir procesos fenecidos con
autoridad de cosa juzgada.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, en uso de las atribuciones que le confieren la
Constitución Política del Perú y su Ley Orgánica,
FALLA
CONFIRMANDO la recurrida, que, confirmando la apelada, declaró IMPROCEDENTE la ac-
ción de amparo. Dispone la notificación a las partes, su publicación en el diario oficial El Peruano y
la devolución de los actuados.
SS.
REVOREDO MARSANO; AGUIRRE ROCA; ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGO-
YEN; GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA

280
Afectación de cualquier derecho fundamental
también posibilita procedencia del amparo

STC Exp. Nº 03179-2004-AA/TC


Caso: Apolonia Ccollcca
Sentido del fallo: Improcedente la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 02/10/2006

Esta sentencia marca una segunda etapa en lo que respecta a decisiones del Tribu-
nal Constitucional respecto al proceso de amparo contra resoluciones judiciales.
SUMILLA En esta oportunidad, el Colegiado extiende la procedencia del amparo ante la le-
sión de cualquier derecho fundamental, línea jurisprudencial que hasta la fecha se
mantiene vigente.

EXP. N° 3179-2004-AA/TC-HUAMANGA
APOLONIA CCOLLCCA PONCE
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 18 días del mes de febrero de 2005, el pleno del Tribunal Constitucional, con la asis-
tencia de los señores magistrados Alva Orlandini, presidente; Bardelli Lartirigoyen, vicepresiden-
te; Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Gotelli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia,
con el fundamento de voto, adjunto del magistrado Vergara Gotelli
ASUNTO
Recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Apolonia Ccollcca Ponce contra la resolu-
ción de la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República,
de fojas 37 del segundo cuaderno, su fecha 14 de mayo de 2004, que declaró improcedente la de-
manda de autos.
ANTECEDENTES
Con fecha 11 de julio de 2003, la recurrente interpone demanda de amparo contra el titular del Pri-
mer Juzgado Mixto de Huamanga, aduciendo la violación de su derecho de propiedad. Sostiene que
su vehículo se encuentra incautado indebidamente a consecuencia del proceso penal por delito de
tráfico ilícito de drogas que se siguiera contra don Marcelino Guillén Miguel, pese a que ella no fue
procesada ni tampoco intervino, en forma directa o indirecta, en la comisión de dicho delito. Refie-
re que, pese a haber solicitado la nulidad del acta de incautación, esta se ha declarado improcedente
y ha sido confirmada por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ayacucho, mediante reso-
lución de fecha 16 de mayo de 2003.
El juez suplente del Primer Juzgado Mixto de Huamanga, Vladimiro Olarte Arteaga, contesta la de-
manda solicitando que se la declare improcedente o, en su caso, infundada, tras considerar que la
pretensión de la recurrente ya fue resuelta en dos oportunidades, que el Juzgado no tiene facultades
para disponer la nulidad de un acto policial, como el acta de incautación del vehículo, y que el am-
paro no procede contra resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular. En ese sentido,
considera que si bien el derecho de propiedad está “establecido” en la Constitución (sic), “ sus efec-
tos no son de aplicación inmediata como otros derechos, el de detención, sino que requieren de una
serie de normas que la hagan viable (...)”.

281
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Mediante resolución de fecha 24 de setiembre de 2003, la Segunda Sala Mixta de la Corte Superior
de Justicia de Ayacucho declara improcedente la demanda, por considerar que la resolución judicial
que se cuestiona ha sido expedida dentro de un proceso regular, en el que se han respetado los dere-
chos constitucionales de la recurrente. Con similar criterio, la recurrida confirma la apelada.
FUNDAMENTOS
1. Conforme se desprende del petitorio de la demanda, el objeto de esta es que se ordene la devo-
lución del vehículo de placa de rodaje WS 2959, marca Nissan, año 1990, modelo cóndor, clase
camión, que, a juicio de la recurrente, se mantendría indebidamente incautado por orden judicial
decretada en el proceso penal que se siguió contra don Marcelino Guillén Miguel por la comi-
sión del delito de tráfico ilícito de drogas en agravio del Estado.
2. La demanda fue desestimada por las instancias judiciales precedentes alegándose que la resolu-
ción cuestionada emanó de un proceso regular, en el que se respetaron los derechos constitucio-
nales de orden procesal de la recurrente. En los términos de la resolución recurrida mediante el
recurso de agravio constitucional:
“(...) debe de concluirse que las resoluciones impugnadas por la actora han sido expedidas
por las instancias judiciales correspondientes con sujeción a las normas procesales penales,
no evidenciándose que el proceso del cual derivan se haya tornado en irregular, toda vez que
como se ha manifestado esta parte, hizo ejercicio de los medios de defensa que el ordena-
miento procesal le franquea (...)”.
3. El Tribunal Constitucional considera que los motivos en los cuales se ha sustentado el pronun-
ciamiento desestimatorio de la demanda, en el mejor de los casos, es impertinente. Sucede, en
efecto, que la recurrente no ha cuestionado que con las resoluciones judiciales impugnadas me-
diante el presente amparo, se haya violado uno (o alguno) de los derechos que, a su vez, forman
parte del debido proceso. Por el contrario, desde la presentación de la demanda y, por último, en
el recurso de agravio constitucional, esta ha precisado que el derecho cuya tutela solicita no es
otro que el derecho de propiedad, derecho sobre el cual, por cierto, ninguna de las instancias de
la jurisdicción ordinaria se ha pronunciado.
4. Aunque no constituya justificación alguna, tal vez la inexistencia de un pronunciamiento sobre
la lesión (o no) del derecho de propiedad se deba a la existencia de una tendencia jurispruden-
cial consolidada en torno a los alcances del amparo contra resoluciones judiciales, según la cual
en este el único derecho susceptible de protección es el derecho a la tutela jurisdiccional o, como
ahora la denomina el Código Procesal Constitucional, el derecho a la tutela procesal.
Desde esta perspectiva jurisprudencial, si el único derecho tutelado por el amparo contra reso-
luciones judiciales estaría constituido por el derecho a la tutela procesal, ante un supuesto en el
que se impugne un pronunciamiento jurisdiccional, el juez de los derechos fundamentales solo
debería atenerse a evaluar si, al resolverse la cuestión controvertida en el proceso (o incidente)
judicial, se ha respetado el contenido constitucionalmente declarado de los derechos que confor-
man la tutela procesal, encontrándose prohibido de realizar cualquier otra evaluación de la cues-
tión en términos de derechos fundamentales ajenos a aquel.
El amparo contra resoluciones judiciales y el derecho a la tutela procesal
5. En concreto, la respuesta (doctrinal y) jurisprudencial que se ha dado al tema en cuestión nor-
malmente se ha intentado a partir de una interpretación de la limitación contenida en el segundo
párrafo del inciso 2) del artículo 200 de la Constitución, cuyo texto reproduce con algunas va-
riantes lo que en su momento preveía el inciso 3) del artículo 6 de la Ley Nº 23506, ahora dero-
gado, según el cual el amparo:
“(...) no procede contra (...) resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular”.

282
SENTENCIAS DE AMPARO

Descartada una lectura de dicho precepto constitucional en el sentido de que no cabía la interpo-
sición de un amparo contra resoluciones judiciales, existe consenso en admitirse que, más que
una prohibición, en realidad, dicho precepto contiene una limitación, cuyo ámbito de actuación
opera en aquellos casos en los que la resolución judicial emana de un proceso “regular”, pero no
en aquellos otros donde esta se expide en el seno de un proceso “irregular”.
Así fijado el sentido de este precepto constitucional, tras una interpretación literal, el paso si-
guiente fue dar respuesta a la interrogante: ¿cuándo un proceso judicial puede considerarse “re-
gular”? o, dicho en términos negativos, ¿cuando una resolución judicial emana de un proceso
“irregular”?
La absolución de tal interrogante, a su vez, fue: Una resolución judicial emana de un proceso re-
gular si esta se expide con respeto de los derechos que integran el debido proceso y la tutela ju-
risdiccional efectiva, ambos reconocidos en el inciso 3) del artículo 139 de la Constitución. Lo
que venía a significar que mediante el amparo solo se podía cuestionar resoluciones judiciales
si es que en el momento de expedirse, la irregularidad se materializaba en la afectación de dere-
chos que forman parte de aquel.
6. Con ello, por un lado, se ratificaba la tesis de que el amparo contra resoluciones judiciales no po-
día constituir un instrumento procesal que se superpusiera a los medios impugnatorios existentes
en la legislación procesal y, tampoco, en la habilitación de una vía en la que se pudiera reprodu-
cir una controversia formulada ante las instancias de la jurisdicción ordinaria.
Pero, al mismo tiempo, se venía a institucionalizar una doctrina jurisprudencial, según la cual los
jueces ordinarios, en el ejercicio de sus funciones, solo se encontraban vinculados a un número
determinado de derechos fundamentales. En concreto, solo en relación con aquellos de naturale-
za procesal (tutela procesal y todos los derechos que lo integran).
En cierta forma, tal tendencia se ha concretado en el Código Procesal Constitucional, cuyo ar-
tículo 4 establece:
“El amparo procede respecto de resoluciones judiciales firmes dictadas con manifiesto agra-
vio a la tutela procesal efectiva, que comprende el acceso a la justicia y el debido proceso
(...)”.
En definitiva, ya sea por vía jurisprudencial o por vía legislativa, la concreción sobre el ámbito
de protección del amparo contra resoluciones judiciales se ha circunscrito solo a la protección de
los derechos fundamentales de orden procesal, quedando fuera de su ámbito todos los otros de-
rechos igualmente fundamentales (o constitucionales).
7. ¿Hay razones jurídico-constitucionales para que el ámbito de derechos protegidos mediante esta
variante del amparo tenga que ser replanteado? El Tribunal Constitucional considera que la res-
puesta es afirmativa, desde un doble punto de vista. Por un lado, a partir del diseño constitucio-
nal del ámbito de protección de este proceso; y, por otro, a partir de la eficacia vertical de los de-
rechos fundamentales en el Estado constitucional de derecho.
Constitución y ámbito de protección del proceso de amparo
8. En el Estado constitucional de derecho, la Constitución no solo es una norma que se limita a
reconocer los derechos fundamentales, sino también a crear o instaurar los procesos destinados
a su defensa. Mediante el establecimiento ope constitutione de los procesos constitucionales, la
Ley Fundamental pone a buen recaudo de las mayorías coyunturales los instrumentos procesales
creados para su defensa. En ese sentido, como ha puesto de relieve Gomes Canotilho, los proce-
sos constitucionales no solo constituyen instrumentos procesales destinados a que en su seno se
resuelva problemas vinculados con el principio de supremacía normativa y la tutela de los dere-
chos fundamentales, sino también, en un sentido más amplio, lo que bien puede denominarse ga-
rantías de la Constitución, en tanto que:

283
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

“medios e institutos destinados a asegurar la observancia, aplicación, estabilidad y conserva-


ción de la Ley Fundamental. Como se trata de garantías de la existencia de la propia consti-
tución (...), se suele decir que ellas son `la constitución de la propia Constitución”.
9. Sin embargo, la instauración de los procesos constitucionales no sólo tiene el propósito de recor-
dar que ni el legislador ni ningún otro poder constituido tienen la capacidad jurídica para dispo-
ner de ellos, en cuanto instrumentos procesales de conservación y actualización de la Ley Funda-
mental, sino que tampoco pueden alterar lo que bien podría denominarse el diseño constitucional
de los procesos constitucionales, es decir, los rasgos esenciales con que la Ley Fundamental los
ha creado y diseñado.
En efecto, a la limitación de los poderes públicos para no suprimir o desnaturalizar los proce-
sos constitucionales, le sigue la obligación (particularmente del Poder Legislativo) de regular
su desarrollo y procedimiento conforme al “modelo” constitucional de cada uno de dichos pro-
cesos, es decir, conforme a las características que textualmente se hayan establecido en la Ley
Fundamental, pero también que implícitamente se deriven de su finalidad constitucionalmente
declarada.
10. En lo que hace al modelo constitucional del proceso de amparo, la Ley Fundamental contiene
ciertas pautas específicas, como puede ser el ámbito de derechos protegidos (art. 200.2); exten-
sión y límites del control de los actos restrictivos de derechos durante los regímenes de excep-
ción (art. 200 in fine) o la regulación parcialmente delimitada de las instancias competentes para
conocerla (art. 202), etc.
11. Por lo que aquí interesa, es decir, con relación al ámbito de derechos protegidos en el proceso de
amparo, el inciso 2) del artículo 200 de la Constitución precisa cuál es su competencia, ratione-
materiae, al establecer que:
“Son garantías constitucionales:
2) La Acción de Amparo, que procede contra el hecho u omisión, por parte de cualquier au-
toridad, funcionario o persona, que vulnera o amenaza los demás derechos reconocidos por
la Constitución, con excepción de los señalados en el inciso siguiente”.
En él, pues, se han de tutelar todos aquellos atributos subjetivos reconocidos en la Constitución,
con excepción de los que, a su vez, son protegidos por el proceso de hábeas data; es decir, el de-
recho de acceso a la información pública, reconocido en el inciso 5) del artículo 2 de la Consti-
tución; y el derecho a la autodeterminación informativa, reconocido a su vez en el inciso 6) del
mismo artículo 2 de la Norma Fundamental.
12. Sin embargo, la determinación de la competencia ratione materiae del proceso de amparo no
solo puede realizarse a partir de la dicción literal de la disposición que lo crea y de la remisión
que esta pueda hacer hacia otra disposición constitucional. Una interpretación sistemática con el
inciso 1) del artículo 200, por exigencias del principio de unidad de la Constitución, necesaria-
mente tiene que terminar con excluir también a los derechos protegidos por el proceso de hábeas
corpus; es decir, a la libertad individual y a los derechos conexos a él (enunciados, por otra parte,
en el artículo 25 del Código Procesal Constitucional).
De modo, pues, que el diseño constitucional de los derechos protegidos por el proceso de ampa-
ro, bien puede caracterizarse por tener un carácter totalizador, esto es, comprender residualmen-
te la protección de todos los derechos constitucionales no protegidos por los otros procesos de
tutela de los derechos fundamentales (hábeas corpus y hábeas data).
13. Así las cosas, cabe que nos cuestionemos acerca de las razones jurídico-constitucionales que
puedan existir para limitar el ámbito de derechos protegidos por el amparo contra resoluciones
judiciales solo a la protección de los derechos que integran la tutela procesal.

284
SENTENCIAS DE AMPARO

Como ya se ha indicado, una primera respuesta a esta cuestión se ha efectuado interpretándose


los alcances del segundo párrafo del inciso 2) del artículo 200 de la Constitución que, como se
sabe, establece que el amparo
“No procede contra normas legales ni contra resoluciones judiciales emanadas de procedi-
miento regular”.
Esta última parte del precepto constitucional antes recordado, no se ha entendido en el sentido de
que por su virtud se prohíba la procedencia del amparo contra resoluciones judiciales, sino solo
que él no prospere si lo que se busca es cuestionar mediante este proceso constitucional una reso-
lución judicial emanada de un proceso “regular”. Por el contrario, si la resolución judicial ema-
naba de un proceso “irregular”, sí cabía que se abriera las puertas de procedencia del amparo.
De esta manera la viabilidad del amparo contra resoluciones judiciales quedaba librada a lo que
se pudiera entender por el término “regular”. Lo que, a su vez, se resolvió en el sentido de en-
tender que un proceso judicial era regular siempre que se haya expedido con respeto del derecho
a la tutela procesal. En tanto que devenía irregular si la resolución judicial se había expedido en
un proceso judicial donde se hubiera lesionado el mismo derecho, o cualquiera de los derechos
procesales que forman parte de él.
14. El Tribunal Constitucional considera que una respuesta como la brindada no concilia con el di-
seño constitucional del ámbito de derechos protegidos por el proceso de amparo.
a) En primer lugar, pues como se ha expuesto en el fundamento 12 de esta sentencia, los únicos
derechos exceptuados del control mediante este proceso son los protegidos, a su vez, por el
hábeas corpus y el hábeas data.
b) En segundo lugar, es inadmisible desde un punto de vista constitucional que se pueda soste-
ner que una resolución judicial devenga de un proceso “irregular” solo cuando afecte el de-
recho a la tutela procesal, y que tal “irregularidad” no acontezca cuando esta afecta otros de-
rechos fundamentales. A juicio del Tribunal, la irregularidad de una resolución judicial, con
relevancia constitucional, se produce cada vez que esta se expida con violación de cualquier
derecho fundamental, y no solo en relación con los contemplados en el artículo 4 del Código
Procesal Constitucional.
En definitiva, a partir del diseño constitucional del ámbito de derechos protegidos por el ampa-
ro, el Tribunal considera que es constitucionalmente inadmisible sostener que del referido se-
gundo párrafo del inciso 2) del artículo 200 de la Constitución se pueda inferir una limitación de
la competencia ratione materiae del amparo contra resoluciones judiciales, más allá de los dere-
chos garantizados por el hábeas corpus y el hábeas data.
Constitución y eficacia vertical de los derechos fundamentales. Sus consecuencias en el ámbito
de los derechos protegidos por el amparo contra resoluciones judiciales
15. A la misma conclusión hemos de arribar si ahora el análisis se efectúa a partir de la eficacia de
los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución de 1993.
Tenemos expresado en nuestra jurisprudencia que todo derecho constitucional –expreso o implí-
citamente reconocido– tiene un ámbito protegido, un bien jurídico identificable, que es distinto
de aquellos garantizados por otros derechos, en tanto que constituye una manifestación concreta
del principio-derecho de dignidad.
Ese ámbito de la realidad, deducible válidamente de una norma y disposición de
derecho fundamental, es lo que en la STC Exp. N° 1417-2005-AA/TC hemos venido en
denominar posición iusfundamental:
“Las posiciones de derecho fundamental son los derechos fundamentales en sentido estricto,
pues son los concretos atributos que la persona humana ostenta al amparo de las normas

285
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

(sentidos interpretativos) válidas derivadas directamente de las disposiciones contenidas en


la Constitución que reconocen derechos”.
El objeto de una posición iusfundamental es siempre una conducta, de acción o de omisión –de-
pendiendo del derecho de que se trate–, que un tercero (sujeto pasivo) debe realizar a favor de
quien titulariza el derecho (sujeto activo). De ahí que los elementos de todo derecho fundamen-
tal sean: a) el sujeto que lo titulariza; b) el sujeto que se encuentra obligado con aquel, y c) el haz
de posiciones subjetivas y objetivas efectivamente garantizadas por el derecho.
16. Por lo general, el asunto relativo a la titularidad de los derechos fundamentales no ofrece mayo-
res dificultades en su determinación. Prima facie, el titular por antonomasia de los derechos fun-
damentales es siempre la persona humana, en tanto que, como se ha expuesto, dichos derechos
no son sino la concretización específica de particulares exigencias del principio de dignidad (ar-
tículo 1 de la Constitución), no obstante que la titularidad de algunos derechos fundamentales
esté sujeta a la satisfacción de ciertas exigencias, como sucede con los derechos políticos y de-
terminados derechos sociales y económicos.
A su vez, el objeto de la relación, esto es, el haz de posiciones subjetivas y objetivas garantiza-
dos y, por tanto, exigibles en su realización a los sujetos obligados, depende de una serie de va-
riables recabables en función de cada derecho reconocido en la Constitución. Como en la tantas
veces citada STC Exp. N° 1417-2005/AA/TC hemos sostenido, el contenido constitucionalmen-
te protegido de cada uno de los derechos no puede determinarse en abstracto, sino a “a la luz de
cada caso concreto”, identificando su finalidad, naturaleza y el ámbito de la realidad que se ha
pretendido garantizar en cada uno de ellos.
Por lo que se refiere a los sujetos obligados con el objeto de la relación, no cabe duda de que el
primer obligado con ellos es, sin excepción alguna, el Estado. Como se recordó en la STC Exp.
N° 0976-2001-AA/TC,
“históricamente, los derechos fundamentales surgieron como derechos de defensa oponibles
al Estado”.
Esto es, atributos subjetivos que protegen un ámbito de autonomía individual contra acciones ar-
bitrarias de cualquiera de los poderes públicos.
17. La vinculación de los derechos hacia cualesquiera de los poderes y, en general, órganos públi-
cos, es lo que hemos venido en denominar eficacia vertical de los derechos fundamentales. Tal
eficacia no es sino consecuencia de la naturaleza preestatal de los derechos fundamentales y, por
tanto, del carácter servicial del Estado para con ellos, en tanto que la persona humana se proyec-
ta en él como el fin supremo (art. 1 de la Constitución).
En ese sentido, tenemos dicho que dentro de estos sujetos obligados para con el respeto y protec-
ción de los derechos fundamentales se encuentran todos los poderes públicos, es decir, los entes
que forman parte del Estado, independientemente de su condición de órgano constitucional, le-
gal o administrativo, y los grados e intensidad de autonomía que para con ellos el ordenamiento
haya podido prever.
Qué duda cabe de que dentro de esos poderes públicos vinculados con los derechos fundamenta-
les se encuentra también el Poder Judicial y, con él, todas sus instancias jurisdiccionales, al mis-
mo tiempo que sus órganos administrativos. La cuestión de qué derechos lo vinculan; bien cuan-
do ejerce funciones jurisdiccionales; bien cuando ejerza las funciones administrativas propias a
sus actividades de gestión, no puede sino responderse en los mismos términos que habitualmente
se efectúa en relación con los demás poderes públicos. Todos los derechos fundamentales vincu-
lan a todos los poderes públicos. De modo que todos los derechos fundamentales (y no solo los
que conforman la tutela procesal) vinculan al Poder Judicial y, en ese sentido, demandan accio-
nes u omisiones destinadas a garantizar el ámbito de la realidad que cada uno de ellos persigue
tutelar.

286
SENTENCIAS DE AMPARO

No hay (no puede haber) un solo derecho fundamental que no pueda vincular a los órganos de
la jurisdicción ordinaria. Ello es consecuencia de su condición de poder constituido y, al mismo
tiempo, del carácter servicial para con el ejercicio efectivo de los derechos de la persona huma-
na, pues, al fin y al cabo, la tutela jurisdiccional que prestan “(...) emana del pueblo”, conforme
lo recuerda el artículo 138 de la Ley Fundamental.
18. La tesis según la cual el amparo contra resoluciones judiciales procede únicamente por violación
del derecho al debido proceso o a la tutela jurisdiccional, confirma la vinculatoriedad de dichos
derechos en relación con los órganos que forman parte del Poder Judicial. Pero constituye una
negación inaceptable en el marco de un Estado constitucional de derecho, sobre la vincularie-
dad de los “otros” derechos fundamentales que no tengan la naturaleza de derechos fundamenta-
les procesales, así como la exigencia de respeto, tutela y promoción ínsitos en cada uno de ellos.
En efecto, en el ejercicio de la función jurisdiccional, los jueces del Poder Judicial no solo tie-
nen la obligación de cuidar porque se hayan respetado los derechos fundamentales en las relacio-
nes jurídicas cuya controversia se haya sometido a su conocimiento, sino también la obligación
–ellos mismos– de respetar y proteger todos los derechos fundamentales al dirimir tales conflic-
tos y controversias.
Como se afirma en el artículo 38 de la Constitución:
“Todos los peruanos tienen el deber de honrar al Perú y de proteger los intereses naciona-
les, así como de respetar, cumplir y defender la Constitución y el ordenamiento jurídico de
la Nación”.
Entre tanto, el artículo 138 de la Norma Fundamental recuerda que:
“La potestad de administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a tra-
vés de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes”.
19. Similar criterio es posible deducir si el mismo asunto se aborda a partir del artículo 25.1 de la
Convención Americana de Derechos Humanos, según el cual:
“Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y rápido o a cualquier otro recurso efectivo
ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos
fundamentales reconocidos por la Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando
tal violación sea cometida por personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales”.
En efecto, con la referencia al recurso sencillo, rápido y efectivo para la tutela de los derechos
que pudieran resultar lesionados por actos emanados incluso de “personas que actúen en ejerci-
cio de sus funciones oficiales”, quiere expresarse la idea de que para la Convención Americana
de Derechos no existe actuación estatal alguna que quede (o pueda quedar) exenta de control en
nombre de los derechos fundamentales. Al extremo que, de acuerdo con los artículos 1.1 y 1.2
de la misma Convención, producida una lesión de los derechos esenciales del hombre, el Estado
está en la obligación de establecer un proceso que sirva para proteger, asegurar o hacer valer la
titularidad o el ejercicio de un derecho; es decir, tiene el deber de:
“proteger y asegurar su ejercicio a través de las respectivas garantías, ale decir, de los medios
idóneos para que los derechos y libertades sean efectivos en toda circunstancia”.
A juicio de la misma Corte Interamericana, el artículo 25.1 de la Convención:
“(...) recoge la institución procesal del amparo, entendido como el procedimiento judicial
sencillo y breve que tiene por objeto la tutela de todos los derechos reconocidos por las cons-
tituciones y leyes de los Estados partes y por la Convención.
Establece este artículo, igualmente, en términos amplios, la obligación a cargo de los Esta-
dos de ofrecer, a todas las personas sometidas a su jurisdicción, un recurso judicial efectivo
contra actos violatorios de sus derechos fundamentales”.

287
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

20. En definitiva, una interpretación del segundo párrafo del inciso 2) del artículo 200 de la Consti-
tución bajo los alcances del principio de unidad de la Constitución, no puede concluir sino con
la afirmación de que la competencia ratione materiae del amparo contra resoluciones judiciales
comprende a todos y cada uno de los derechos fundamentales que se puedan encontrar recono-
cidos, expresa o implícitamente, por la Norma Suprema. En su seno, los jueces constitucionales
juzgan si las actuaciones jurisdiccionales de los órganos del Poder Judicial se encuentran con-
formes con la totalidad de los derechos fundamentales reconocidos en la Constitución. De modo
que la calificación de regular o irregular de una resolución judicial, desde una perspectiva cons-
titucional, depende de que estas se encuentren en armonía con el contenido constitucionalmente
protegido de todos los derechos fundamentales.
21. La variación de una jurisprudencia consolidada durante un poco más de cuatro lustros y, correla-
tivamente, el establecimiento de un precedente de esta naturaleza, tras las observaciones prece-
dentemente planteadas, no tiene por efecto inmediato la variación de algunos criterios consoli-
dados jurisprudencialmente en torno a los alcances del control constitucional de las resoluciones
judiciales. Particularmente, de aquellos en los que se afirmó:
a) Que el objeto de este proceso constitucional es la protección de derechos constitucionales
y no el de constituir un remedio procesal que se superponga o sustituya al recurso de casa-
ción. En efecto, los procesos constitucionales de tutela de derechos no tienen por propósi-
to, prima facie, verificar si los jueces, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional, infringie-
ron normas procedimentales que no incidan en el contenido constitucionalmente protegido
del derecho a la tutela procesal (error in procedendo), o, acaso, que no hayan interpretado
adecuadamente el derecho material (error in iudicando). Pero el juez constitucional sí tiene
competencia para examinar dichos errores cuando los mismos son constitutivos de la viola-
ción de un derecho fundamental.
b) Que se utilice como un mecanismo donde pueda volverse a reproducir una controversia
resuelta por las instancias de la jurisdicción ordinaria. El amparo contra resoluciones judicia-
les no tiene el efecto de convertir al juez constitucional en una instancia más de la jurisdic-
ción ordinaria, pues la resolución de controversias surgidas de la interpretación y aplicación
de la ley es de competencia del Poder Judicial; siempre, claro está, que esa interpretación y
aplicación de la ley se realice conforme a la Constitución y no vulnere derechos fundamen-
tales. En efecto, en el seno del amparo contra resoluciones judiciales solo puede plantear-
se como pretensión que una determinada actuación judicial haya violado (o no) un derecho
constitucional, descartándose todos aquellos pronunciamientos que no incidan sobre el con-
tenido protegido de estos.
Canon para el control constitucional de las resoluciones judiciales
22. Los cambios jurisprudenciales a que se ha hecho referencia supra, implica también la necesidad
de que el Tribunal Constitucional defina el canon bajo el cual realizará el control constitucional
de las resoluciones judiciales.
La intensidad del control constitucional de las resoluciones judiciales a través del proceso de am-
paro depende de la interpretación que se haga de la configuración constitucional del mencionado
proceso. Así, desde una interpretación estricta del amparo, los jueces constitucionales examinan
la constitucionalidad de la resolución judicial en base al expediente judicial ordinario, otorgan-
do mérito constitucional suficiente a los actuados judiciales. En esta perspectiva, el juez consti-
tucional asume lo resuelto por el juez ordinario iure et de iure. Luego de ello y con estos actua-
dos indiscutibles se pasa a realizar un examen de la motivación y relevancia constitucional de la
resolución judicial en función del derecho fundamental invocado.
De otro lado, se parte de una interpretación flexible del amparo cuando el Juez constitucional
adquiere plena jurisdicción sobre el fondo y la forma del proceso ordinario, realizando un exa-
men constitucional de la motivación del fallo y de la relevancia de lo actuado judicialmente.

288
SENTENCIAS DE AMPARO

Desde esta posición, el Juez constitucional asume competencia para examinar el juicio ordinario
bajo un canon constitucional propio del Supremo Intérprete de la Constitución. Lo que signifi-
ca la posibilidad de revisar todo el proceso que va desde el examen del acto lesivo, la validez o
no de una norma legal, hasta el valor probatorio de las pruebas; es decir, revisando y reforman-
do constitucionalmente la actuación judicial concreta que sea necesaria para determinar la cons-
titucionalidad de la resolución judicial cuestionada.
23. No obstante, esta segunda perspectiva del proceso de amparo precisa que el Tribunal Consti-
tucional establezca el canon interpretativo bajo el cual realizará el control constitucional de las
resoluciones judiciales, sin que ello suponga convertir al Tribunal Constitucional en una cuarta
instancia judicial y sí, más bien, a fin de reconocer que al Tribunal le corresponde, en el proce-
so de amparo, resolver, ponderadamente, sobre el fondo y la forma de los procesos judiciales or-
dinarios cuando estos hayan violado los derechos fundamentales tutelados por el proceso cons-
titucional de amparo.
Dicho canon interpretativo que le permite al Tribunal Constitucional realizar, legítimamente, el
control constitucional de las resoluciones judiciales ordinarias, está compuesto, en primer lugar,
por un examen de razonabilidad; en segundo lugar, por el examen de coherencia; y, finalmente,
por el examen de suficiencia.
(a) Examen de  razonabilidad.- Por el examen de  razonabilidad, el Tribunal Constitucional
debe evaluar si la revisión de todo el proceso judicial ordinario es relevante para determi-
nar si la resolución judicial que se cuestiona vulnera el derecho fundamental que está siendo
demandado.
(b) Examen de coherencia.- El examen de coherencia exige que el Tribunal Constitucional pre-
cise si el acto lesivo del caso concreto se vincula directamente con el proceso o la decisión
judicial que se impugna; de lo contrario no estaría plenamente justificado el hecho de que el
Tribunal efectúe una revisión total del proceso ordinario, si tal revisión no guarda relación
alguna con el acto vulneratorio.
(c) Examen de suficiencia.-  Mediante el examen de suficiencia, el Tribunal Constitucional
debe determinar la intensidad del control constitucional que sea necesaria para llegar a pre-
cisar el límite de la revisión del proceso judicial ordinario, a fin de cautelar el derecho fun-
damental demandado.
24. Por todo ello, y en mérito de lo expuesto, habiéndose alegado la violación del derecho de propie-
dad, el Tribunal Constitucional tiene competencia, ratione materiae, para ingresar a analizar las
cuestiones de fondo que entraña el recurso de agravio constitucional.
Alegación de violación del derecho de propiedad mediante una resolución judicial
25. En el caso, la recurrente ha alegado la violación de su derecho de propiedad. A su juicio, tal le-
sión se habría producido por la omisión de las autoridades judiciales de no liberar el vehículo de
su propiedad, que fuera incautado a consecuencia de aprehenderse a don Marcelino Guillén Mi-
guel en circunstancias en que este transportaba ilícitamente drogas conduciendo dicho vehículo.
Conforme se observa de fojas 77 a 84, la recurrente solicitó, ante las autoridades judiciales com-
petentes, que se levantara la orden de incautación que pesaba contra el vehículo de la que alega
ser propietaria. Aunque inicialmente dicha petición le fuera concedida, con posterioridad la re-
solución que así lo ordenaba fue revocada, exponiéndose una diversidad de razones por las que,
a juicio de los jueces penales, dicha solicitud no debía ser acogida.
En efecto, mediante la resolución de fecha 19 de febrero de 2002, la Primera Sala Mixta de Aya-
cucho revocó la resolución que, a su vez, había dejado sin efecto el acta de incautación del refe-
rido vehículo, sosteniendo que el contrato presentado por la recurrente no merecía “mérito pro-
batorio por ser un instrumento simple sin siquiera legalización notarial o intervención de testigos

289
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

y que muy bien pudo haberse faccionado para sorprender burdamente a la justicia”; a lo que aña-
diría que la copia de la tarjeta de propiedad, título con el cual solicitó la anulación de la referida
acta de incautación, fue expedida con fecha posterior a la comisión del delito.
Posteriormente, al resolverse una nueva solicitud de nulidad presentada por la misma recurren-
te, el titular del Primer Juzgado Mixto de Huamanga expidió la resolución de fecha 29 de enero
de 2003, en la que, después de destacar que la incautación fue efectuada a nivel policial, sostuvo
que dicha incautación no contaba con algún defecto o grave irregularidad, agregando que dado
que ya existía condena firme, el “presente trámite ya concluyó”, por lo que la recurrente debía
hacer valer su derecho conforme a ley.
Por último, mediante resolución de fecha 16 de mayo de 2003, la Primera Sala Mixta de Ayacu-
cho confirmó la resolución supra citada, indicando que el acta de incautación no adolecía de nin-
guno de los supuestos contemplados en el artículo 298 del Código de Procedimientos Penales,
de modo que no cabía declararse su nulidad.
26. Conforme se observa de autos, la incautación cuestionada se efectuó al amparo del tercer pá-
rrafo del artículo 66 del Decreto Ley Nº 22095, modificado por el artículo 5 del Decreto Ley
N° 22926, según el cual:
“Serán decomisados las drogas, insumos, fábricas, laboratorios, alambiques, implementos y
enseres empleados en la producción y fabricación ilícita de drogas.
(...) Igualmente, serán incautados los terrenos de cultivo y afectados a la Dirección Gene-
ral de Reforma Agraria y Asentamiento Rural, para su posterior adjudicación a los campe-
sinos sin tierra; también serán incautados los inmuebles utilizados como fábricas, depósitos
o lugares de expendio, así como los vehículos en que se hubiere efectuado la distribución o
transporte de las drogas, siempre que pertenezcan a los autores, cómplices o encubridores
del delito o a quienes teniendo conocimiento del mismo no lo hubieran denunciado de inme-
diato (énfasis nuestro)”.
Dicha disposición legislativa, como se observa, dispone que la incautación de los vehículos don-
de se hubiese efectuado la distribución o transporte de drogas puede efectuarse en dos supues-
tos: (i) cuando estos pertenecen a los autores, cómplices o encubridores, y (ii) cuando no tenién-
dose aquel estatus, el propietario haya tenido conocimiento de su perpetración y no lo hubiese
denunciado.
Dado que en el proceso penal quedó demostrado que el vehículo en el cual transportaba drogas
el condenado Marcelino Guillén Miguel no era de su propiedad, la mantención de la incautación
prevista contra dicho vehículo solo se justificaba en las siguientes razones:
a) Porque su real propietario, es decir, quien tenía la condición de tal al momento de produ-
cirse los hechos juzgados, era cómplice o encubridor, o
b) Porque no teniendo esa cualidad, conocía que el vehículo del cual era propietario era uti-
lizado para la comisión del delito de tráfico ilícito de drogas.
27. Del propio proceso penal, y concretamente de la resolución de fecha 9 de octubre de 2001, se
desprende que quien solicitó se declarara la nulidad del acta de incautación (esto es, la recurren-
te) no estuvo comprendida en cualquiera de las dos hipótesis antes descritas. Esto es, que fuera
cómplice o encubridora o, a su turno, que haya conocido que el chofer que manejaba el vehículo
de su propiedad lo haya utilizado para transportar drogas y, pese a ello, no lo denunciase.
Si tales fueran los hechos que sustentan la alegación de violación del derecho de propiedad, este
Tribunal no podría menos que estimar la pretensión. En efecto, no habiéndose demostrado que la
propietaria estuviese comprendida en cualquiera de las causales que autoriza la ley para incautar
un vehículo que se haya utilizado para la comisión de un delito tan grave, como lo es el tráfico

290
SENTENCIAS DE AMPARO

ilícito de drogas, el mantenimiento de la orden de incautación se presenta como una medida emi-
nentemente confiscatoria, que afecta el poder de uso, disfrute y disposición de su titular.
Y poco importa, a estos efectos, que el acta de incautación haya sido levantada a nivel policial o,
en su caso, como en determinado momento se alegó, que el acta misma no adolezca de algunos
de los requisitos formales que la ley procesal penal contemple para declarar su nulidad. El ins-
tituto de la nulidad de los actos (procesales o administrativos) no se puede entender o justificar,
como parece ser la creencia de los jueces que han conocido de este proceso, en un simple inte-
rés de la ley. A la vieja concepción de la nulidad por la simple nulidad, el Estado constitucional
de derecho antepone la necesidad de que esta se tenga que declarar, aun ante el silencio de la ley,
si tras la expedición o mantenimiento del acto (procesal o administrativo) subyace una violación
de algún derecho fundamental.
Como en la STC Exp. N° 0976-2001-AA/TC este Tribunal recordó, si en el Estado legal de de-
recho los derechos fundamentales valían en el ámbito de la ley, hoy, en el Estado constitucional,
las leyes valen en el ámbito de los derechos fundamentales. De modo que es una obligación ju-
dicial observar porque tal exigencia sea real y efectiva, y no una simple proclama retórica, des-
provista de consecuencias jurídicas.
28. No obstante, y pese a lo que se acaba de exponer, este Tribunal no se considera autorizado a ex-
pedir una sentencia de fondo en el presente caso, puesto que, según se desprende del escrito pre-
sentado por la recurrente al Juez Mixto de Huamanga, cuando se cometió el delito de tráfico
ilícito de drogas, el vehículo cuya incautación se cuestiona tenía registrado a un tercero como
propietario, el cual, entre tanto se realizaba el proceso penal, a su vez, transfirió a favor de la re-
currente la propiedad del vehículo.
Este hecho y, particularmente, la inexistencia de una resolución judicial en la que se dilucide si
el anterior propietario se encontraba (o no) comprendido en cualesquiera de los supuestos con-
templados en el artículo 66 del Decreto Ley Nº 22095, modificado por el artículo 6 del Decreto
Ley Nº 22926, impide que este Tribunal Constitucional pueda juzgar si la resolución cuestiona-
da mediante el presente amparo afectó el contenido constitucionalmente declarado del derecho
de propiedad, motivo por el cual, al desestimarse la pretensión, debe dejarse a salvo el derecho
de la recurrente para que lo haga valer conforme a ley.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que la Constitución Política del
Perú le confiere
HA RESUELTO
Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.
Publíquese y notifíquese.
SS.
ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN; GONZALES OJEDA; GARCÍA TOMA;
VERGARA GOTELLI; LANDA ARROYO

291
Colegiado determina reglas para
la procedencia del amparo
contra amparo

STC Exp. Nº 04853-2004-PA/TC


Caso: Dirección Regional de Pesquería
de La Libertad
Sentido del fallo: Infundada la demanda
Publicada en la página web del Tribunal Constitucional el 22/05/2007

Mediante la presente sentencia, el Tribunal Constitucional establece, en calidad de


precedente vinculante, nuevas reglas para la procedencia del amparo contra am-
paro. Según esta decisión, esta modalidad de amparo además de resultar excep-
SUMILLA cional, requiere de la pericia suficiente del abogado litigante para acceder a un
pronunciamiento de fondo, pues solo posee una oportunidad para plantear su pre-
tensión y acceder a la revisión de un previo proceso constitucional que se acusa de
inconstitucional.

EXP. N° 4853-2004-PA/TC-LA LIBERTAD


DIRECCIÓN REGIONAL DE PESQUERÍA DE LA LIBERTAD
SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
En Lima, a los 19 días del mes de abril de 2007, el Pleno del Tribunal Constitucional, integrado por
los magistrados Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Gonzales Ojeda, García Toma, Vergara Go-
telli y Landa Arroyo, pronuncia la siguiente sentencia
ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por la Dirección Regional de Pesquería de La Libertad, represen-
tada por su director, don Rolando Coral Giraldo, contra la resolución expedida por la Sala de Dere-
cho Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fojas 38 del cuader-
no de apelación, su fecha 7 de setiembre de 2004, que declara improcedente la demanda de amparo
de autos.
ANTECEDENTES
1. Demanda
Con fecha 17 de octubre de 2003, el recurrente interpone demanda de amparo contra los magistra-
dos de la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Trujillo, así como contra el Juez del
Primer Juzgado Especializado en lo Civil de Trujillo, a fin de que se deje sin efecto la Resolución
N° 25, de fecha 30 de junio de 2003, expedida por la Sala emplazada en el trámite de un anterior
proceso de amparo, seguido contra el Presidente del Consejo Transitorio de Administración Regio-
nal y otros.
Solicita asimismo que se deje sin efecto todos los actos posteriores a la referida sentencia, los mis-
mos que están en etapa de ejecución. Sostiene que, en el referido proceso (Expediente Nº 1954-02),
luego de apelar la resolución de primer grado, solo se habría dado respuesta a una de las apelacio-
nes; la planteada precisamente por la Dirección Regional de Pesquería, mas no se hace referencia

292
SENTENCIAS DE AMPARO

alguna al recurso interpuesto por el Gobierno Regional de La Libertad. De este modo, según argu-
menta, se habrían violado sus derechos a la tutela judicial efectiva, al debido proceso y de defensa.
2. Resolución de primer grado
Mediante Resolución de fecha 5 de enero de 2004, la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de La
Libertad rechazó liminarmente la demanda, tras considerar que en el presente caso resultaba de apli-
cación el artículo 10 de la Ley N° 25398, Ley Complementaria de la Ley de Amparo y Hábeas Cor-
pus, la misma que establece que las anomalías que pudieran presentarse dentro de un procedimiento
regular, deben resolverse al interior del mismo proceso, no siendo el proceso de amparo la vía ade-
cuada para dicho propósito.
3. Resolución de segundo grado
A fojas 38 del cuaderno de apelación, la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema confirmó
la apelada, tras considerar que no se había violado el derecho al debido proceso, ya que el deman-
dante había reconocido que la Sentencia cuestionada sí se pronunció sobre los puntos contenidos en
su recurso de apelación.
FUNDAMENTOS
§1. Precisión del petitorio de la demanda
1. El recurrente solicita, concretamente, que se deje sin efecto la sentencia de fecha 30 de junio de
2003, mediante la cual la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Trujillo declaró
fundada en parte una demanda de amparo contra el Gobierno Regional de La Libertad, ordenan-
do, en su parte resolutiva, que la emplazada cumpliera con reincorporar a don José Luis Castillo
Cava en el puesto de chofer de la Dirección Regional de Pesquería de La Libertad, tras consta-
tar que se habían vulnerado sus derechos al trabajo y al debido proceso. Se trata en consecuen-
cia, de un proceso de “amparo contra amparo” donde además existe una estimación parcial de la
pretensión por parte del Poder Judicial en segunda instancia.
2. De manera preliminar a la dilucidación de la presente controversia y tomando en consideración
que en el marco de la nueva regulación de los procesos constitucionales existe la necesidad de
delimitar los alcances del “amparo contra amparo”, este Colegiado considera pertinente, de con-
formidad con lo establecido en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Consti-
tucional, esbozar criterios de observancia obligatoria, los que se precisan a continuación a partir
del caso planteado.
§2. Las reglas del “amparo contra amparo” antes de la entrada en vigencia del Código Proce-
sal Constitucional
3. En la sentencia recaída en el Expediente Nº 200-2002-AA/TC se establecieron cinco reglas para
restringir el uso del amparo como medio para cuestionar lo resuelto en otro proceso de amparo.
No se trataba en aquella ocasión de prohibir la procedencia de procesos constitucionales contra
procesos constitucionales sino de su aceptación, si bien sujeta a específicas situaciones. Así se
dijo que solo es posible admitir un “amparo contra amparo”:
a) Cuando la violación al debido proceso resulte manifiesta y esté probada de modo fehaciente
por el actor;
b) Cuando se hayan agotado todos los recursos al interior del proceso que se cuestiona y aque-
llos hayan resultado insuficientes para el propósito corrector;
c) Cuando lo solicitado no se encuentre relacionado con lo decidido sobre el fondo, puesto
que con el segundo amparo solo se puede poner en tela de juicio cuestiones estrictamente
formales;

293
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

d) Cuando el nuevo proceso de amparo no intenta revertir una sentencia definitiva estimatoria,
ya que de lo contrario se contravendría el principio de inmutabilidad de la cosa juzgada; y
e) Cuando se trate de resoluciones emitidas por el Poder Judicial, mas no de aquellas emanadas
del Tribunal Constitucional.
4. Toda vez que las reglas mencionadas fueron elaboradas por la jurisprudencia constitucional en
el marco de la legislación anterior a la vigencia del Código Procesal Constitucional, el Tribunal
Constitucional considera imperioso evaluar si las mismas reglas deben ser convalidadas en el
marco de la nueva legislación sobre los procesos constitucionales; o si, por el contrario, resulta
oportuno realizar un redimensionamiento del “amparo contra amparo” o, eventualmente, limitar
sus posibilidades a los extremos en que sea absolutamente necesario para restablecer el ejercicio
de los derechos fundamentales que hayan sido arbitrariamente violados en el trámite del proceso
judicial.
§3. Fundamento constitucional del “amparo contra amparo”
5. En principio conviene destacar que, conforme se desprende del artículo 5.6 del Código Procesal
Constitucional, en el marco de la regulación actual, ya no sería posible iniciar una demanda de
amparo para cuestionar “(...) una resolución firme recaída en otro proceso constitucional (...)”.
No obstante, este Colegiado ha establecido al respecto que “(...) la posibilidad del “amparo con-
tra amparo” tiene fuente constitucional directa en el segundo párrafo del artículo 200.2 de la
propia Constitución, donde se establece que el Amparo “(...) No procede contra normas lega-
les ni contra resoluciones judiciales emanadas de procedimiento regular”. A partir de esta con-
sideración, el Tribunal ha precisado que “(...) cuando el Código Procesal Constitucional se re-
fiere en su artículo 5, inciso 6), a la improcedencia de un proceso constitucional que cuestiona
una resolución judicial firme recaída en otro proceso constitucional, esta disposición restricti-
va debe entenderse referida a procesos donde se han respetado de modo escrupuloso el debido
proceso y la tutela procesal efectiva en sus distintas manifestaciones, conforme al artículo 4 del
mismo Código Procesal Constitucional(...)” (caso Municipalidad Provincial de San Pablo, Exp.
Nº 3846-2004-PA/TC).
§4. El “amparo contra amparo”: su naturaleza excepcional
6. Aceptada la tesis de la procedencia del “amparo contra amparo”, debe precisarse de inmediato
que ello solo es admisible de manera excepcional. Se debe tratar de una transgresión manifies-
ta del contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, por acciones u
omisiones de los órganos judiciales que permitan al Tribunal Constitucional constatar fácilmente
que dichos actos u omisiones trascienden el ámbito de la legalidad y alcanzan relevancia consti-
tucional, de modo que su uso no puede habilitarse para cuestionar deficiencias procesales de na-
turaleza legal o, eventualmente, para suplir negligencias u omisiones en la defensa de alguna de
las partes. Se debe tratar, en consecuencia, de violaciones acreditadas fehacientemente a conse-
cuencia de la actuación de los órganos judiciales durante el trámite de un proceso constitucional
y que tengan directa vinculación con la decisión final de las instancias judiciales.
7. Dada la naturaleza excepcional de los procesos constitucionales el “amparo contra amparo” se
configura como una excepción dentro de la excepción, por lo que los jueces deben valorar la in-
tensidad de la afectación y el nivel de acreditación que se presente a efectos de no permitir que
cualquier alegación pueda merecer una nueva revisión de los procesos constitucionales. Este Co-
legiado considera pertinente dejar establecido que su uso excepcional solo podrá prosperar por
única vez y conforme a las reglas que se desarrollan más adelante. Varias son las razones de or-
den jurídico e institucional que respaldan esta tesis:
a) El principio de seguridad jurídica, indispensable para el goce y disfrute de los derechos y li-
bertades en el Estado democrático, en la medida en que permitir amparos sucesivos genera-
ría una permanente inestabilidad e inseguridad en los justiciables;

294
SENTENCIAS DE AMPARO

b) El principio de inmutabilidad de las decisiones judiciales, sobre todo cuando en los procesos
constitucionales se trata de restablecer situaciones producidas a consecuencia de afectacio-
nes a los derechos constitucionales;
c) El principio de oportunidad y eficacia de la protección de los derechos. Esto está, además, ín-
timamente vinculado a los principios de sumariedad o urgencia que caracteriza a los proce-
sos constitucionales, en la medida en que dejar abierta la posibilidad de amparos sucesivos,
terminaría por desnaturalizar el carácter mismo de los mecanismos destinados a proteger en
forma oportuna y eficaz los derechos más importantes en la sociedad democrática;
d) Finalmente y, en todo caso, quien considere que, después de haberse resuelto un proceso de
“amparo contra amparo”, persiste una situación de lesión a un derecho fundamental, puede
recurrir a los tribunales u organismos internacionales constituidos según tratados o conve-
nios de los que el Perú es parte, tal como lo dispone el artículo 205 de la Constitución y el
artículo 114 del Código Procesal Constitucional.
§5. Los supuestos procesales y sustanciales del “amparo contra amparo”
8. Una de las reglas que se estableció en el Expediente N° 200-2002-AA/TC, para la procedencia
del “amparo contra amparo”, señalaba que solo ha de proceder contra sentencias constituciona-
les definitivas, siempre que aquellas no tengan carácter favorable para la parte actora, ya que de
lo contrario se contravendría el principio de inmutabilidad de la cosa juzgada. Esta fue una regla
elaborada conforme a lo dispuesto en el artículo 8 de la Ley Nº 23506, que establecía que “la re-
solución final constituye cosa juzgada únicamente si es favorable al recurrente”.
9. Al respecto el Tribunal considera necesario adecuar esta regla a efectos de optimizar la defensa
del contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales que pudieran verse
afectados a consecuencia de la actuación de los órganos judiciales en un determinado proceso.
En efecto, la estimación de una pretensión en un proceso constitucional no puede llevar a supo-
ner, sin más, que en la tramitación de este haya desaparecido por completo cualquier posibilidad
de afectación a los derechos fundamentales, generándose de esta manera un ámbito exento de
control por parte del Tribunal Constitucional. En otras palabras, el “amparo contra amparo” no
debe habilitarse en función de que el fallo en el primer amparo sea estimatorio o desestimatorio,
sino en función de si puede acreditarse o no un agravio manifiesto a los derechos constituciona-
les a consecuencia de la actuación de los propios jueces constitucionales y cuya intensidad sea
tal que desnaturalice la propia tutela que deba prestarse a través de su actuación.
10. De este modo en principio es razonable que tratándose de una sentencia estimatoria de segun-
do grado, cuando se acredite que en la tramitación se haya producido una violación manifiesta a
un derecho constitucional, el “amparo contra amparo” resulta una opción válida a efectos de op-
timizar la defensa de los derechos fundamentales a través de los procesos constitucionales, sin
que su uso pueda suponer, paradójicamente, una nueva afectación. No obstante, conviene aquí
analizar si el “amparo contra amparo” es la única vía posible para el control constitucional de las
decisiones estimatorias de segundo grado que resulten lesivas de los derechos fundamentales o
que desconozcan la doctrina constitucional o, llegado el caso, los propios precedentes del Tribu-
nal Constitucional. El Tribunal abordará en los fundamentos siguientes los supuestos en los que
cabe un nuevo amparo, para luego y a partir de la interpretación del artículo 202.2 de la Cons-
titución explorar las posibilidades del propio recurso de agravio como mecanismo más efectivo
para el control de las decisiones estimatorias de segundo grado que son dictadas en desacato di-
recto a un precedente constitucional.
§5.1. Primer supuesto: sentencias estimatorias de segundo grado que afectan derechos
fundamentales
11. Conforme ha quedado establecido hasta este punto, en el trámite de los procesos constituciona-
les, las decisiones estimatorias de segundo grado pueden también, eventualmente, ser dictadas

295
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

con manifiesto agravio a algunos de los derechos constitucionales protegidos a través del proce-
so de amparo. En este caso, el hecho de que se haya dictado una sentencia de segundo grado es-
timando la pretensión contenida en la demanda de amparo, no la hace per se inimpugnable a tra-
vés de un nuevo proceso de amparo.
12. En consecuencia el primer supuesto en el que se plantea la necesidad de un nuevo proceso de
amparo es la invocación y consiguiente acreditación de un agravio manifiesto en el ámbito del
contenido constitucionalmente protegido de un derecho constitucional, producido en el trámite
de un proceso de amparo. Tal afectación debe ser de tal intensidad que desnaturalice la propia
decisión estimatoria, volviéndola inconstitucional y por tanto, carente de la condición de cosa
juzgada en la que formalmente se pueda amparar.
13. En este punto conviene precisar que conforme tiene establecido este Tribunal (Exp. N° 3179-
2004-AA/TC), la protección de los derechos fundamentales vía un nuevo proceso de amparo
no se agota en los aspectos formales, toda vez que el “amparo contra amparo” comparte el mis-
mo potencial reparador cuando se trata de la afectación de cualquier derecho fundamental; esto
es,“(...) comprender residualmente la protección de todos los derechos constitucionales no pro-
tegidos por los otros procesos de tutela de los derechos fundamentales (hábeas corpus y hábeas
data)”1. De este modo un proceso judicial resulta tanto irregular si viola el debido proceso formal
y la tutela judicial efectiva, como cuando penetra de forma arbitraria o irrazonable en el ámbito
constitucionalmente protegido de cualquier otro derecho fundamental.
14. Solo así los derechos fundamentales alcanzan verdadera eficacia normativa vertical, vinculando
a todos los poderes del Estado, incluidos los órganos del Poder Judicial. Esto además en el en-
tendido de que el ámbito de protección del proceso constitucional de amparo no se limita sola-
mente a la tutela del derecho al debido proceso, sino que se extiende de conformidad con el ar-
tículo 200.2 de la Constitución a todos aquellos derechos fundamentales que no son objeto de
tutela por el proceso constitucional de hábeas corpus y hábeas data. Nada justifica por tanto, que
el objeto de protección en el “amparo contra amparo” se reduzca solo a los aspectos formales del
debido proceso.
§5.2. Segundo supuesto: sentencias estimatorias que desconocen la doctrina constitucional
establecida en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
15. Asimismo resulta razonable el uso de un segundo proceso constitucional para restablecer el or-
den jurídico constitucional y el ejercicio de los derechos fundamentales que pueda verse afecta-
do con una estimatoria de segundo grado, cuando las instancias judiciales actúan al margen de
la doctrina constitucional establecida en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional. Por doc-
trina constitucional debe entenderse en este punto: a) las interpretaciones de la Constitución rea-
lizadas por este Colegiado, en el marco de su actuación a través de los procesos, sea de control
normativo o de tutela de los derechos fundamentales; b) las interpretaciones constitucionales de
la ley, realizadas en el marco de su labor de control de constitucionalidad. En este caso, confor-
me lo establece el artículo VI del Título preliminar del Código Procesal Constitucional, una ley
cuya constitucionalidad ha sido confirmada por el Tribunal, no puede ser inaplicada por los jue-
ces en ejercicio del control difuso, a menos, claro está, que el Tribunal solo se haya pronunciado
por su constitucionalidad formal; c) las proscripciones interpretativas, esto es las “anulaciones”
de determinado sentido interpretativo de la ley realizadas en aplicación del principio de interpre-
tación conforme a la Constitución. Se trata en este supuesto de las sentencias interpretativas, es
decir las que establecen que determinado sentido interpretativo de una disposición legislativa re-
sulta contrario a la Constitución, por lo que no debe ser usado por los jueces en el ejercicio de la
función jurisdiccional que les corresponde.

1 Fundamento jurídico N° 12

296
SENTENCIAS DE AMPARO

16. Todo lo anterior no excluye, en todo caso, que los jueces del Poder Judicial, que también son jue-
ces de la Constitución, en la medida en que deben aplicarla como norma suprema del Estado en
los casos que conocen, puedan también participar en esta labor de integración e interpretación en
aras de dar una mayor y más amplia protección a los derechos fundamentales. En cualquier caso,
las relaciones entre la interpretación del Tribunal Constitucional y la que realice el juez ordina-
rio deben orientarse, en estos casos, por el principio de mayor protección y más amplia cobertu-
ra que pueda brindar determinada interpretación en un caso concreto. De este modo, las decisio-
nes del Tribunal Constitucional alcanzan el máximo grado de vinculación cuando ofrecen una
mejor protección a los derechos en cuestión, mientras que, si es posible que en un caso concreto
la interpretación realizada por el Tribunal puede ser optimizada con la intervención de los jueces
del Poder Judicial, el grado de vinculación disminuye a efectos de incorporar la mejor interpre-
tación que objetivamente ponga de manifiesto la mayor protección que pueda brindar a un bien
constitucional determinado.
§5.3. Tercer supuesto: decisiones denegatorias de segundo grado que afectan derechos de ter-
ceros que no han intervenido en el proceso y del recurrente que no ha tenido ocasión de inter-
poner el respectivo recurso de agravio
17. Conforme se ha sostenido, uno de los argumentos que respaldan la posibilidad de interponer una
nueva demanda de amparo contra las resoluciones estimatorias de segundo grado, provenientes
de otro proceso de amparo, se sustenta en el mandato constitucional (arts. 201 y 202) que habi-
lita al Tribunal como contralor último de la Constitución y defensor “definitivo” de los derechos
fundamentales. Tales prerrogativas se concretan a través de un nuevo proceso de amparo siem-
pre que se observen los presupuestos constitucionales que para ello se establecen en la presente
sentencia.
18. No obstante, si bien es cierto que, tratándose de resoluciones desestimatorias siempre está abier-
ta la posibilidad de interponer un recurso de agravio constitucional (artículo 18 del Código Pro-
cesal Constitucional), permitiendo en estos casos que sea el Tribunal Constitucional quien se
pronuncie en última y definitiva instancia, también lo es que los terceros que resulten afectados
ilegítima y directamente por dichas resoluciones no tendrían tal posibilidad en la medida en que
su actuación como parte en el proceso haya sido denegada o simplemente no haya podido ser
acreditada por desconocimiento de dicho trámite judicial. En consecuencia, el “amparo contra
amparo” abre la posibilidad, en estos supuestos, de que las alegaciones de violación de derechos
puedan ser evaluadas en un nuevo proceso constitucional y, de este modo, se pueda acceder a un
pronunciamiento final y definitivo por parte del Supremo Intérprete y guardián de la Constitu-
ción y de los derechos fundamentales, si la pretensión es denegada en las instancias judiciales.
19. En este sentido el “amparo contra amparo” habilita al tercero afectado, cuya participación haya
sido rechazada en el primer amparo, o cuando, por desconocimiento probado, este no haya te-
nido ocasión de solicitar su intervención en el trámite del primer proceso. En estos supuestos,
dentro del plazo que establece el artículo 44 del Código Procesal Constitucional para el caso del
amparo contra resoluciones judiciales, el tercero afectado en el ejercicio de sus derechos funda-
mentales a consecuencia de la decisión desestimatoria, puede presentar un nuevo amparo cues-
tionando dicha decisión, siempre que esta no haya sido confirmada por el Tribunal Constitucio-
nal, tras haberse interpuesto el respectivo recurso de agravio constitucional.
20. Por ello se puede admitir un nuevo amparo frente a una resolución desestimatoria de segundo
grado en los siguientes supuestos: (1) el caso del tercero que no ha participado en el primer pro-
ceso, bien por no haber sido admitido como parte en el primer amparo, pese a contar con los
presupuestos procesales para ello, bien por desconocimiento del trámite al no habérsele notifi-
cado como correspondía en su calidad de litisconsorte necesario. En este supuesto, la decisión
desestimatoria de segundo grado le ha producido agravio sin que pueda ejercer su derecho de
defensa; y (2) el caso de quien, habiendo sido parte en el proceso, no ha podido interponer el re-
curso de agravio en su oportunidad, sea por no habérsele notificado oportunamente la sentencia

297
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

desestimatoria o porque, pese a haber sido notificado, no ha podido conocer de su contenido por
alguna imposibilidad material debidamente acreditada.
21. Hasta aquí el “amparo contra amparo” ha sido presentado como un medio excepcional que debe
admitirse por única vez con el propósito de que, tras el manto de la cosa juzgada o de la firme-
za de una decisión de segundo grado, no se cobijen violaciones más perjudiciales a los derechos
de alguna de las partes del proceso o, incluso de terceros, en los términos expuestos supra. Asi-
mismo, hemos señalado que procede también un nuevo amparo cuando mediante decisiones es-
timatorias se desconozca la doctrina constitucional de este Colegiado en su rol de defensa de la
supremacía constitucional y la tutela de los derechos fundamentales. Resta por analizar la forma
en que debe asumirse la defensa del orden constitucional o la restitución en el ejercicio de los
derechos fundamentales a consecuencia de una sentencia estimatoria de segundo grado que haya
sido dictada en desacato flagrante a un precedente constitucional establecido por este Colegiado
en su actuación como Tribunal de Precedentes, al amparo del artículo VII del Título Preliminar
del Código Procesal Constitucional.
§6. El recurso de agravio constitucional contra sentencias estimatorias de segundo grado que
violan el orden jurídico constitucional
22. La defensa de los derechos fundamentales así como del orden jurídico constitucional que corres-
ponde en última instancia al Tribunal Constitucional, requiere de mecanismos procesales efec-
tivos para que este actúe oportunamente en los procesos constitucionales. La autonomía proce-
sal de que se ha venido dotando este Colegiado a través de su propia jurisprudencia (Cfr. entre
otros: Exps. N°s 045-2004-AI/TC, 025-2005-AI/TC, Auto de admisibilidad), refleja la necesi-
dad de consolidar una serie de instrumentos y mecanismos procesales que permitan una mayor
protección de los derechos a través de los procesos constitucionales. A este respecto, conviene
ahora analizar si un nuevo proceso de amparo es un medio efectivo para controlar la posibilidad
de violación del orden jurídico constitucional que se haya producido a consecuencia de una de-
cisión estimatoria de segundo grado, dictada en abierto desacato a un precedente constitucional
vinculante expresado en los términos del artículo VII del Código Procesal Constitucional.
23. El Tribunal considera que, si bien hasta la fecha la jurisprudencia constitucional ha venido inter-
pretando que una decisión “denegatoria” es aquella que declara infundada o improcedente en se-
gundo grado un proceso constitucional, tal interpretación se venía realizando en un contexto en
el que no existía una disposición como la que ahora se recoge en el artículo VII del Título Preli-
minar del C.P.Const., que establece el carácter de precedente constitucional vinculante a deter-
minadas decisiones del Tribunal Constitucional, las que no pueden ser desconocidas bajo ningún
supuesto por el Poder Judicial, al disponer que su modificación o variación solo corresponde al
propio Tribunal.
24. Es en este contexto donde se aprecia con mayor claridad la necesidad de optimizar la defensa del
orden jurídico constitucional a través de los procesos constitucionales, en especial a través del
propio recurso de agravio constitucional de modo que una decisión estimatoria de segundo gra-
do, emitida en el marco de un proceso constitucional, no pueda convertir en “cosa juzgada” una
decisión judicial emitida en abierto desacato a un precedente constitucional vinculante de este
Colegiado, infringiéndose de este modo el propio carácter de norma suprema que corresponde a
la Constitución y cuya interpretación final está a cargo de este Colegiado.
25. El Tribunal considera que una decisión judicial emitida sin tomar en cuenta los precedentes vin-
culantes del Supremo Intérprete de la Constitución aplicables al caso, viola el orden constitu-
cional y debe ser controlado por este Colegiado a través del propio recurso de agravio, que debe
habilitarse en este supuesto como el medio procesal más eficaz e idóneo para restablecer la su-
premacía de la Constitución, alterada tras una decisión judicial estimatoria de segundo grado en

298
SENTENCIAS DE AMPARO

un proceso constitucional. Este Colegiado estima por tanto que debido a la naturaleza del agra-
vio y la objetividad de su constatación, en la medida en que los precedentes son reglas precisas
y claras que no admiten un juego interpretativo por parte de los jueces, relegar su control al trá-
mite de un nuevo proceso de amparo resultaría en el mejor de los casos inadecuado.
§6. El Recurso de Agravio Constitucional a favor del precedente
26. Si bien el artículo 202.2 de la Constitución establece que corresponde al Tribunal Constitucional
“conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas corpus, ampa-
ro, hábeas data y acción de cumplimiento”, una interpretación literal de dicha disposición puede
generar en el actual contexto de desarrollo de la justicia constitucional algunas distorsiones en la
interpretación y defensa de los derechos constitucionales que corresponde, en última instancia,
al Tribunal Constitucional conforme al artículo 201 de la Constitución y al artículo 1 de su pro-
pia Ley Orgánica (Ley N° 28301).
27. Como ya ha quedado establecido supra, una decisión judicial estimatoria de segundo grado en un
proceso constitucional afecta los derechos fundamentales y el propio orden jurídico constitucio-
nal cuando es emitida contra la expresa interpretación constitucional que haya realizado este Co-
legiado de los derechos fundamentales a través de su jurisprudencia, o también, como ya ha ocu-
rrido2 cuando es emitida en abierto desacato a un precedente constitucional vinculante. Respecto
de las afectaciones de los derechos fundamentales en general (incluido los terceros), así como
respecto del eventual desacato a las interpretaciones de este Colegiado contenidas en su doctrina
jurisprudencial, este Tribunal ha sostenido que debe habilitarse para ello la interposición por úni-
ca vez de un segundo amparo. Esto porque la invocación de tales vulneraciones requieren siem-
pre de un contencioso mínimo donde puedan acreditarse los alegatos escuchando al órgano ju-
dicial emplazado y permitiendo, al propio tiempo, una nueva evaluación de la decisión por parte
del propio Poder Judicial en sus dos instancias. Sin embargo, este Tribunal entiende que no es
necesario dicho trámite contradictorio cuando la alegación esté referida al desacato manifiesto y
claro a un precedente vinculante, establecido en tales términos por el propio Tribunal.
§6.1. Sobre la interpretación constitucional del término “denegatorio” del artículo 202.2 de la
Constitución
28. La concepción de la Constitución como norma jurídica vinculante trae consigo el carácter, tam-
bién vinculante, de su interpretación por parte del Tribunal. El problema de la interpretación
constitucional se configura de este modo como un problema relativo a la fuerza vinculante de
los contenidos de la Constitución. Dichos contenidos, es sabido, dada la naturaleza pluralista de
la sociedad democrática de la que intenta ser reflejo la Constitución, son en muchos casos ambi-
guos, indeterminados, vagos, abiertos. En suma, la interpretación constitucional es, en este sen-
tido, una labor de “concretización” y también de intermediación entre el momento constituyen-
te y el momento de aplicación de las disposiciones constitucionales. No hay interpretación fuera
del tiempo. El contexto y sus múltiples manifestaciones dan sentido y objetividad a la interpre-
tación, que es ante todo una actividad humana que partiendo del texto de la Constitución, debe
sin embargo ser capaz de incorporar otros elementos de la vida cultural, social y anímica del mo-
mento en que la sociedad, a través del proceso, solicita la “ejecución” de determinada cláusula
constitucional.
29. Como actividad racional la interpretación constitucional se orienta por una serie de métodos y
estrategias que deben coadyuvar a su corrección. Sobre el particular este Colegiado ha precisado
una serie de principios que deben permitir establecer los contenidos correctos de la Constitución,

2 Así por ejemplo, en el caso de la constitucionalidad de las Leyes N°s 25153 y 27796, existen varios pronunciamientos realizados
por el Tribunal Constitucional en las SSTC Exps. N°s 9165-2005-PA/TC, 4227-2005-PA/TC y 1436-2006-PA/TC; estas decisio-
nes han venido siendo desatendidas por las instancias judiciales, lo que ha generado pronunciamientos vía amparo para restable-
cer las violaciones producidas. Cfr. por todos la decisión de este Colegiado en el Expediente N° 04245-2006-AA/TC

299
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

a saber: a) el principio de unidad de la Constitución en su interpretación; b) el principio de con-


cordancia práctica; c) el principio de corrección funcional; d) el principio de función integrado-
ra; e) el principio de fuerza normativa de la Constitución; f) el principio de irreversibilidad de la
tutela que otorga la Constitución; entre otros.
30. Especialmente relevantes para lo que aquí interesa son los principios de concordancia prácti-
ca y corrección funcional. Mediante el primero “(...) toda aparente tensión entre las propias dis-
posiciones constitucionales debe ser resuelta “optimizando” su interpretación, es decir, sin “sa-
crificar” ninguno de los valores, derechos o principios concernidos, y teniendo presente que, en
última instancia, todo precepto constitucional, incluso aquellos pertenecientes a la denominada
“Constitución orgánica” se encuentran reconducidos a la protección de los derechos fundamen-
tales, como manifestaciones del principio-derecho de dignidad humana, cuya defensa y respeto
es el fin supremo de la sociedad y el Estado (artículo 1 de la Constitución)”.
En cambio mediante el principio de corrección funcional se exige que el juez constitucio-
nal, “(...) al realizar su labor de interpretación no desvirtúe las funciones y competencias que el
Constituyente ha asignado a cada uno de los órganos constitucionales, de modo tal que el equi-
librio inherente al Estado Constitucional, como presupuesto del respeto de los derechos funda-
mentales, se encuentre plenamente garantizado”3.
31. Son precisamente estos principios los que deben ayudarnos ahora a concretar los alcances de lo
que debe entenderse por el término “resoluciones denegatorias” a tenor del artículo 202.2 de la
Constitución. Dicha disposición interpretada en forma literal como se ha venido haciendo en la
jurisprudencia y también en la doctrina, genera, como se ha adelantado, la posibilidad de que los
jueces del Poder Judicial puedan eventualmente estimar una demanda de amparo al margen de
los precedentes de este Colegiado, sin que ello pueda ser objeto de control constitucional, lo que
en última instancia supone desatender el carácter vinculante de la propia Constitución. De este
modo mientras que el principio de concordancia práctica permite buscar un significado de la nor-
ma fundamental que optimice tanto la defensa de los derechos como la supremacía de la Cons-
titución, el principio de corrección funcional por su parte nos recuerda que una interpretación li-
teral de tal disposición impediría que este Colegiado pueda ejercer precisamente la función que
constitucionalmente le corresponde, esto es, asumir su rol de intérprete supremo de la Constitu-
ción y ser “definitiva instancia” en materia de tutela de los derechos fundamentales.
32. Por ello, cuando el artículo 202.2 de la Constitución señala que el Tribunal Constitucional cono-
ce en ultima y definitiva instancia de las “denegatorias” en los procesos constitucionales ello no
debe ser interpretado como que está proscrita por la Constitución la revisión por este Colegiado,
vía recurso de agravio constitucional, de una decisión estimatoria de segundo grado cuando esta
haya sido dictada en desacato de algún precedente constitucional vinculante, emitido por este
Colegiado. El concepto “denegatorio” requiere pues de un nuevo contenido a la luz de los prin-
cipios de interpretación constitucional y de la doble dimensión que expresan los derechos fun-
damentales y su tutela por parte de este Colegiado en el contexto del actual Estado Social y De-
mocrático de Derecho.
§6.2. La doble dimensión y finalidad de los procesos constitucionales y sus consecuencias en la
interpretación del artículo 202.2 de la Constitución
33. Como ha precisado este Colegiado, “(...) en el estado actual de desarrollo del Derecho procesal
constitucional, los procesos constitucionales persiguen no solo la tutela subjetiva de los derechos
fundamentales de las personas, sino también la tutela objetiva de la Constitución. La protección
de los derechos fundamentales no solo es de interés para el titular de ese derecho, sino también
para el propio Estado y para la colectividad en general, pues su transgresión también supone una
afectación del propio ordenamiento constitucional. Por ello, bien puede decirse que, detrás de la

3 Cf. STC. Exp. N° 5854-2005-AA/TC, f.j. 12.

300
SENTENCIAS DE AMPARO

constitucionalización de procesos como el de hábeas corpus, amparo, hábeas data y cumplimien-


to, nuestra Constitución ha reconocido la íntima correspondencia entre la doble naturaleza (sub-
jetiva-objetiva) de los derechos fundamentales y la doble naturaleza (subjetiva-objetiva) de los
procesos constitucionales, siendo que las dos vocaciones del proceso constitucional son interde-
pendientes y se hacen necesarias todas las veces en que la tutela primaria de uno de los dos inte-
reses (subjetivo y objetivo) comporte la violación del otro” (Exp. N° 023-2005-AI/TC f.j. 11).
34. Esta doble dimensión y finalidad en que se expresan y a la que sirven los procesos constitucio-
nales debe también servir como premisa metodológica o conceptual a la hora de interpretar el
artículo 202.2 que habilita la competencia del Tribunal Constitución vía el recurso de agravio
constitucional a que se refiere el artículo 18 del C.P.Const. En tal sentido, lo denegatorio a que
hace referencia la disposición constitucional no debe entenderse solo en su dimensión subjetiva,
esto es, referido solo y puntualmente a la pretensión de quien interpone la demanda de amparo,
puesto que también resulta denegatoria de tutela constitucional una decisión que respondiendo
de manera estimatoria la pretensión contenida en la demanda de amparo, sin embargo descono-
ce abiertamente el propio orden jurídico constitucional aplicable al caso concreto, orden a los
que corresponden en su máxima jerarquía los precedentes vinculantes de este Colegiado. Como
sostiene Peter Häberle4, “(...)la función de la Constitución en la dirección de los derechos fun-
damentales individuales (subjetivos) solo es una faceta del recurso de amparo”; otra faceta tan o
más importante es la referida a la tutela del propio orden objetivo de valores y del orden consti-
tucional en su conjunto, esto es “asegurar el derecho constitucional objetivo y servir a su inter-
pretación ¡y perfeccionamiento!´”. De este modo los procesos constitucionales no solo tienen
como finalidad la respuesta a concretas demandas de las partes, sino también la tutela del orden
jurídico constitucional cuya interpretación definitiva corresponde a este Tribunal.
35. En consecuencia cuando el artículo 202.2 de la Constitución no hace expresa referencia a la
competencia de este Tribunal para conocer el caso de las sentencias estimatorias de segundo
grado, tal silencio solo supone una presunción iuris tantum a favor de la constitucionalidad de
dichas decisiones, mas no su imposibilidad de control vía el recurso de agravio constitucional
cuando se haya dictado al margen del orden jurídico constitucional, desacatando un precedente
vinculante. De ahí que la precisión establecida en el artículo 18 del Código Procesal Constitu-
cional, en el sentido de que el recurso de agravio procede contra “la resolución de segundo gra-
do que declara infundada o improcedente la demanda”, en la medida en que solo hace referen-
cia a la dimensión subjetiva del concepto de decisión judicial “denegatoria” (esto es referido a la
pretensión contenida en la demanda) y no a la dimensión objetiva (esto es referida al respeto de
los derechos fundamentales y el orden constitucional en su conjunto); no puede decirse que li-
mita las posibilidades del recurso de agravio, también tratándose de decisiones estimatorias que
sean abiertamente ilegítimas, por desconocer el carácter de órgano supremo de control de cons-
titucionalidad de este Colegiado (art. 201 de la Constitución y 1 de su Ley Orgánica), así como
la consecuente potestad de dictar precedentes vinculantes reconocida en el artículo VII del título
Preliminar del Código Procesal Constitucional.
36. En cualquier caso el Tribunal considera que tal disposición del Código Procesal Constitucional
debe ahora complementarse con la interpretación constitucional que con carácter vinculante rea-
liza este Colegiado en la presente sentencia, con ánimo de no generar zonas de intangibilidad a
la labor de control de parte del máximo intérprete de la Constitución y, al mismo tiempo, en el
entendido de que una interpretación como la planteada optimiza de mejor forma la protección
de los derechos constitucionales tal como exige el artículo IX del Título Preliminar del Códi-
go Procesal Constitucional, que dispone que cuando se generen vacíos o defectos en la interpre-
tación de dicha norma, estos deben ser solucionados aplicando supletoriamente otros Códigos

4 HÄBERLE, Peter. “El Recurso de amparo en el sistema germano-federal de jurisdicción constitucional”. En: Domingo García
Belaunde y Francisco Fernández Segado (Coordinadores). La Jurisdicción Constitucional en Iberoamérica. Madrid, Dykinson,
1997, p. 257.

301
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Procesales afines “siempre que no contradigan los fines de los procesos constitucionales y los
ayuden a su mejor desarrollo”.
37. Cabe señalar que además de los argumentos aducidos, la posibilidad de habilitar vía interpreta-
ción constitucional el recurso de agravio en el caso de desacatos a los precedentes constitucio-
nales vinculantes establecidos por este Colegiado, concretados a través de una decisión judicial
estimatoria de segundo grado, se apoya en los siguientes fundamentos:
a) En primer lugar, la posición del Tribunal Constitucional como supremo intérprete y guardián
de la Constitución y de los derechos fundamentales. Una interpretación literal y restrictiva
del artículo 202.2 de la Constitución impediría que frente a un desacato a los precedentes
vinculantes del máximo intérprete constitucional este pueda intervenir a través del recurso
natural establecido con tal propósito, como es el recurso de agravio.
b) En segundo lugar, la defensa del principio de igualdad. Esto en la medida en que la interpre-
tación propuesta permite que la parte vencida pueda también, en igualdad de condiciones,
impugnar la decisión que podría eventualmente ser lesiva de sus derechos constitucionales y
que sin embargo de no aceptarse el recurso de agravio, tratándose de una estimatoria de se-
gundo grado, no tendría acceso a “la última y definitiva instancia”, ratione materiae que co-
rresponde al Tribunal Constitucional en los procesos constitucionales de tutela de derechos.
Tratándose de un proceso de amparo entre particulares, esta situación resulta especialmente
relevante puesto que una interpretación literal del artículo 202.2 solo permite acceso al de-
mandante vencedor en segunda instancia, mas nunca al emplazado, que puede ser vencido
arbitrariamente en segunda instancia, y además, desconociendo los precedentes del Tribunal
Constitucional.
c) En tercer lugar, la interpretación propuesta al no optar por un nuevo proceso para reivindicar
el carácter de intérprete supremo y Tribunal de Precedentes que ostenta este Colegiado (art. 1
de su Ley Orgánica y art. VII del C.P.Const.), ha optado por la vía más efectiva para la eje-
cución y vigencia de sus propios precedentes. El Tribunal actúa de este modo, como lo man-
da la propia Constitución (art. 201), en su calidad de máximo intérprete constitucional, con
autonomía e independencia para hacer cumplir sus precedentes como parte indispensable del
orden jurídico constitucional.
38. De este modo y en definitiva la actuación del Tribunal Constitucional, vía el recurso de agra-
vio, tiene por finalidad restablecer los principios de supremacía jurídica de la Constitución y de
respeto de los derechos fundamentales, los que se verían transgedidos si un juez desconoce, de
modo manifiesto, los precedentes vinculantes de este Colegiado que, conforme al artículo 1 de
su Ley Orgánica, es el Supremo Intérprete de la norma fundamental del Estado y de los derechos
fundamentales. Se trata en definitiva del recurso de agravio a favor de la protección y de la in-
terpretación constitucional de los derechos que realiza, en última y definitiva instancia, el Tribu-
nal Constitucional, de acuerdo con el artículo 202.2) de la Constitución, labor que se concreta de
manera objetiva en sus precedentes vinculantes.
§7. Las nuevas reglas del “amparo contra amparo”
39. Sentado lo anterior resulta necesario establecer las reglas procesales y sustantivas del precedente
vinculante para la procedencia, tanto del “amparo contra amparo” como también respecto del re-
curso de agravio constitucional a favor del precedente. Estas reglas deben ser interpretadas siem-
pre atendiendo a los principios constitucionales pro homine y pro actione, a fin de que el proce-
so constitucional cumpla su finalidad de tutelar la supremacía jurídica de la Constitución y los
derechos fundamentales.
A) Regla procesal: El Tribunal Constitucional de conformidad con el artículo 201 y 202.2 de la
Constitución así como de acuerdo con el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional, tiene la facultad jurídica para establecer, a través de sus sentencias que adquieren

302
SENTENCIAS DE AMPARO

el carácter de cosa juzgada, un precedente vinculante. En virtud de ello la presente sentencia, en


tanto constituye cosa juzgada, se establece como precedente vinculante y sus efectos normativos
se precisan en la siguiente regla sustancial.
B) Regla sustancial: Para la procedencia, por única vez, de una demanda de “amparo contra am-
paro”, el juez constitucional deberá observar los siguientes presupuestos:
(1) Objeto.– Constituirá objeto del “amparo contra amparo”:
a) La resolución estimatoria ilegítima de segundo grado, emitida por el Poder Judicial en
el trámite de un proceso de amparo donde se haya producido la violación manifiesta del
contenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, o que haya sido
dictada sin tomar en cuenta o al margen de la mejor protección de los derechos estable-
cida en la doctrina jurisprudencial de este Colegiado, desnaturalizando la decisión sobre
el fondo, convirtiéndola en inconstitucional.
b) La resolución desestimatoria de la demanda, emitida en segundo grado por el Poder Judi-
cial en el trámite de un proceso de amparo, cuando ésta haya quedado firme en el ámbito
del Poder Judicial y cuando en su trámite se haya violado, de modo manifiesto, el conte-
nido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales de un tercero legiti-
mado, cuya intervención en el proceso haya sido rechazada o en el que no haya solicita-
do intervenir por desconocer de dicho trámite; o tratándose del propio interesado, cuando
este, por razones que no le sean imputables, no haya podido interponer oportunamente el
respectivo recurso de agravio constitucional.
c) En ningún caso puede ser objeto de una demanda de “amparo contra amparo” las resolu-
ciones del Tribunal Constitucional, en tanto instancia de fallo última y definitiva en los
procesos constitucionales.
(2) Pretensión.– El nuevo amparo podrá incluir como pretensión lo que ha sido objeto del
primer amparo solo si la violación del contenido constitucionalmente protegido del dere-
cho fundamental es de tal intensidad que desnaturaliza la decisión misma y la convierte
en inconstitucional; caso contrario, no procederá el “amparo contra amparo” por haberse
configurado la cosa juzgada constitucional. También puede invocarse como pretensión
en el nuevo amparo el desacato manifiesto de la doctrina jurisprudencial de este Tribunal,
conforme a los supuestos establecidos en el fundamento 17 de esta sentencia.
(3) Sujetos legitimados.– Las personas legitimadas para interponer una demanda de “ampa-
ro contra amparo” son las siguientes:
a) Frente a la resolución estimatoria ilegítima de segundo grado, emitida por el Poder Judi-
cial en el trámite de un proceso de amparo, donde se haya producido la violación del con-
tenido constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, o se haya desco-
nocido la doctrina jurisprudencial de este Colegiado, desnaturalizando la decisión sobre
el fondo, convirtiéndola en inconstitucional; podrán interponer una demanda de “ampa-
ro contra amparo” los directamente afectados, siempre que tal afectación haya sido de-
bidamente denunciada al interior del primer proceso de amparo y no haya sido respondi-
da por el órgano judicial o lo haya sido de forma insuficiente. También están legitimados
los terceros afectados por lo resuelto en el primer amparo que no hayan sido emplazados
o no se les haya permitido ejercer su derecho de defensa al interior del primer amparo.
b) Frente a la resolución denegatoria de segundo grado, emitida por el Poder Judicial en el
trámite de un proceso de amparo, cuando esta haya quedado firme en el ámbito del Po-
der Judicial, y cuando en su trámite se haya violado, de modo manifiesto, el conteni-
do constitucionalmente protegido de los derechos fundamentales, podrá interponer una
demanda de “amparo contra amparo” el tercero legitimado que, pese a haber solicita-
do su intervención en el primer amparo, no haya sido admitido o, teniendo la calidad de

303
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

litisconsorte necesario, no haya sido notificado con la demanda. Asimismo lo podrá in-
terponer el interesado que, por razones probadas, se hubiera encontrado imposibilitado
de presentar el recurso de agravio constitucional oportunamente. En estos supuestos, será
indispensable que, en el primer proceso de amparo, no exista pronunciamiento del Tri-
bunal Constitucional a través del recurso de agravio constitucional, sin importar quién
lo haya interpuesto. Finalmente, conforme a lo señalado supra, solo se ha de admitir por
una única vez, sea que lo plantee el agraviado directamente o terceros.
(4) Juez competente.– A efectos de obtener un pronunciamiento de conformidad con el va-
lor superior justicia y con el derecho fundamental a un juez imparcial, el juez de primer
y segundo grado no deberá haber conocido la primera demanda de amparo.
§8. La reglas vinculantes del recurso de agravio a favor del precedente
40. A partir de lo desarrollado supra, este Colegiado procede a precisar las reglas aplicables para el
trámite del nuevo supuesto establecido a través de esta sentencia, para la procedencia del recur-
so de agravio tratándose de una sentencia estimatoria de segundo grado.
A) Regla procesal: El órgano judicial correspondiente deberá admitir de manera excepcional,
vía recurso de agravio constitucional, la revisión por parte de este Colegiado de una decisión
estimatoria de segundo grado cuando se pueda alegar, de manera irrefutable, que tal deci-
sión ha sido dictada sin tomar en cuenta un precedente constitucional vinculante emitido por
este Colegiado en el marco de las competencias que establece el artículo VII del C.P.Const.
En cualquier caso, el Tribunal tiene habilitada su competencia, ante la negativa del órga-
no judicial, a través del recurso de queja a que se contrae el artículo 19 del Código Procesal
Constitucional.
B) Regla sustancial: El recurso de agravio a favor del precedente tiene como finalidad restable-
cer la violación del orden jurídico constitucional producido a consecuencia de una sentencia
estimatoria de segundo grado en el trámite de un proceso constitucional. El recurso puede
ser interpuesto por la parte interesada o por un tercero afectado directamente y que no haya
participado del proceso, sea por no haber sido emplazado o porque, tras solicitar su incorpo-
ración, le haya sido denegada por el órgano judicial respectivo. El Tribunal resuelve en ins-
tancia final restableciendo el orden constitucional que haya resultado violado con la decisión
judicial y pronunciándose sobre el fondo de los derechos reclamados.
41. Por lo tanto las reglas desarrolladas en la presente sentencia y declaradas en el fallo como pre-
cedente vinculante, conforme al artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Consti-
tucional, deberán ser aplicadas por los jueces constitucionales, incluso a los procesos en trámite,
por mandato de la Segunda Disposición Final del mismo cuerpo normativo, una vez que la mis-
ma haya sido publicada conforme a Ley.
§10. Vigencia de las nuevas reglas y su aplicación al presente caso
42. En el presente caso la resolución judicial impugnada es precisamente una resolución estimatoria
en un proceso de amparo. Esto permite, en primer término, advertir que, conforme a las reglas
establecidas por este Tribunal en la sentencia del Expediente N° 200-2001-AA/TC, la demanda
debe ser declarada improcedente, debido a que, de acuerdo con una de las reglas establecidas en
dicha ejecutoria, no era posible cuestionar mediante un nuevo proceso de amparo una sentencia
estimatoria.
43. El Tribunal Constitucional considera no obstante que la aplicación de las nuevas reglas al pre-
sente caso no alterarán sustancialmente la respuesta que deba dar este Colegiado al caso plantea-
do, permitiendo, por otro lado, ingresar a analizar el fondo de la pretensión a fin de que se esta-
blezca como precedente vinculante, de conformidad con el artículo VII del Título Preliminar del
Código Procesal Constitucional.

304
SENTENCIAS DE AMPARO

44. Se aprecia de autos que si bien no se ha adjuntado al expediente las piezas procesales que per-
mitan establecer, de modo fehaciente, que el recurrente denunció en su oportunidad las presun-
tas violaciones de sus derechos constitucionales, dicha falencia puede suplirse en este caso, en
la medida en que según manifiesta dicha afectación habría ocurrido precisamente al tramitarse
la apelación, donde según menciona, “de manera totalmente irregular, arbitraria e ilícita, no se
da trámite al recurso de apelación que se interpuso, contra la sentencia, el Gobierno Regional de
la Libertad, corriendo en autos únicamente el recurso de apelación interpuesto por José Teutico
León Colonia, abogado de la Dirección Regional de Pesquería de La Libertad”.
45. La presunta afectación que reclama en este caso no se habría perpetrado en contra del recurrente de
este segundo proceso de amparo, sino, en el mejor de los casos, en contra del Gobierno Regional
de La Libertad, puesto que, según su propia afirmación, el recurrente no habría recibido respuesta
respecto de su recurso de apelación en el proceso de amparo cuestionado. Sin embargo, a fojas 3
del expediente obra la respuesta que da el órgano jurisdiccional a un pedido de nulidad de la Sen-
tencia del primer amparo, de donde se desprende que incluso el Gobierno Regional de La Libertad
habría formulado no solo un recurso de apelación sino que la mencionada resolución constituye la
respuesta a un pedido de nulidad del mencionado Gobierno Regional, rechazándolo por intentar
cuestionar la decisión de fondo de la sentencia. En consecuencia, no se aprecia violación alguna
del contenido constitucionalmente protegido de los derechos que invoca el recurrente.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le confiere la Constitución
Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar INFUNDADA la demanda de autos.
2. Establecer como precedente vinculante, conforme al artículo VII del Título Preliminar del Có-
digo Procesal Constitucional, los presupuestos para la procedencia del “amparo contra amparo”
expuestos en el fundamento N° 39, así como las reglas indicadas para la admisión del recurso de
agravio a favor del precedente a que se refiere el fundamento N° 40 de la presente sentencia.
Publíquese y notifíquese.
SS.
LANDA ARROYO; GONZALES OJEDA; ALVA ORLANDINI; BARDELLI LARTIRIGOYEN;
GARCÍA TOMA; VERGARA GOTELLI

305
Índice general

Presentación............................................................................................................................... 5

ESTUDIOS SOBRE LOS TIPOS DE AMPARO


Una propuesta de tipologías
de amparo en el Perú
Gerardo Eto Cruz

Introducción............................................................................................................................... 9
I. La vasta utilidad o inutilidad de las clasificaciones: un intermezzo reflexivo............... 10
II. Propuesta de clasificación de las tipologías de amparo................................................. 13
1. Según la materia....................................................................................................... 13
2. Por el acto lesivo que se impugna............................................................................ 17
3. Por la forma del acto lesivo que se impugna........................................................... 20
4. Por los efectos de la sentencia.................................................................................. 27
5. En función a la legitimidad procesal........................................................................ 32
Conclusiones.............................................................................................................................. 35

El arbitraje y el amparo
Mario Castillo Freyre / Rita Sabroso Minaya

Introducción............................................................................................................................... 37
I. El caso Proime - Enapu: Expediente Nº 04195-2006-PA/TC........................................ 40
II. El caso Codisa - Cofide: Expediente Nº 05311-2007-PA/TC........................................ 41
1. Sobre el agotamiento de la vía previa al amparo..................................................... 41
2. Sobre la valoración y calificación de los hechos y medios probatorios................... 43
3. Sobre la negociación previa al arbitraje................................................................... 44
III. El caso Crasa - RBC: Expediente Nº 02386-2008-PA/TC............................................. 45
IV. El caso Torres Arana - Marina Internacional Holding / Mía Meliá Inversiones Ameri-
canas: Expediente Nº 05923-2009-PA/TC..................................................................... 47
V. El caso Ivesur - Consejo Superior de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima:
Expediente Nº 02851-2010-PA/TC................................................................................ 49
VI. El último precedente de observancia obligatoria: Expediente N° 00142-2011-PA/TC.... 52
Conclusiones.............................................................................................................................. 56

307
ÍNDICE GENERAL

El amparo previsional y los alcances de las nuevas decisiones


del Tribunal Constitucional
Jaime de la Puente Parodi

Introducción............................................................................................................................... 57
I. La procedencia en el amparo previsional....................................................................... 59
1. Contenido constitucionalmente protegido del derecho a la pensión........................ 59
2. Sobre el agotamiento de la vía previa...................................................................... 62
3. De la inaplicación del plazo de prescripción........................................................... 63
II. La prueba en el amparo previsional............................................................................... 64
III. El pago de accesorios en el amparo previsional............................................................ 66
IV. El test para determinar el contenido constitucionalmente protegido de un derecho
conforme a la STC Exp. N° 02988-2013-PA/TC........................................................... 66
V. El precedente vinculante sobre emisión de sentencias interlocutorias denegatorias y
sus posibles alcances en el amparo previsional............................................................. 68
Conclusiones.............................................................................................................................. 69

El amparo laboral y su evolución


en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano
Dante Abraham Botton Girón

Introducción............................................................................................................................... 71
I. Los derechos fundamentales en la relación de trabajo................................................... 72
II. Principales pronunciamientos expedidos por el Tribunal Constitucional peruano...... 74
1. Con relación al derecho al trabajo............................................................................ 74
2. Carácter residual del amparo laboral....................................................................... 76
3. Jornada de trabajo en el sector minero..................................................................... 78
4. Trabajadores de dirección y de confianza................................................................ 78
5. Cobro de los beneficios sociales e improcedencia del amparo................................ 79
6. Procedencia del amparo contra amparo laboral....................................................... 80
7. Secreto de las comunicaciones y uso de las nuevas tecnologías.............................. 81
8. Buena fe en la negociación colectiva....................................................................... 83
9. El derecho al plazo razonable en el proceso laboral................................................ 84
Conclusiones.............................................................................................................................. 86

La tipología del amparo por acto lesivo


Carín Huancahuari Paucar

Introducción............................................................................................................................... 87
I. El amparo contra el Estado o la Administración Pública............................................... 89
II. El amparo contra particulares........................................................................................ 93

308
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

III. El amparo contra normas............................................................................................... 94


IV. El amparo contra resoluciones judiciales y contra la actividad jurisdiccional.............. 96
V. Sobre el nuevo precedente y el posible análisis del acto lesivo..................................... 98
Conclusiones.............................................................................................................................. 100

Amparo contra resolución judicial:


A diez años de vigencia del Código Procesal Constitucional
Fiorella La Serna Jordán

Introducción............................................................................................................................... 103
I. Competencia funcional: ¿amparo de grado único?........................................................ 104
II. Ámbito material: ¿Todos los derechos?......................................................................... 108
III. Legitimación pasiva: sale uno y entra otro.................................................................... 112
IV. El plazo prescriptorio: inconsistente regulación............................................................ 115

El proceso de amparo entre particulares:


La protección de los derechos fundamentales en las asociaciones
según el TC
Giancarlo E. Cresci Vassallo

Introducción............................................................................................................................... 117
I. La eficacia horizontal de los derechos fundamentales en las relaciones entre particu-
lares................................................................................................................................ 118
II. El proceso de amparo entre particulares........................................................................ 121
III. El desarrollo jurisprudencial del Tribunal Constitucional: los procedimientos disci-
plinarios en las personas jurídicas de Derecho Privado (asociaciones)......................... 125
1. Debido proceso inter privatos.................................................................................. 126
2. Derecho de defensa.................................................................................................. 128
3. Doble instancia......................................................................................................... 129
4 . Jurisdicción predeterminada por la ley.................................................................... 130
5. Libertad de no asociarse (derecho a desvincularse de la asociación)...................... 131
6. Control de constitucionalidad de las normas estatutarias privadas.......................... 132

El proceso constitucional de amparo y su tipología


por la forma del acto lesivo
Junior Pichón De La Cruz

Introducción............................................................................................................................... 135
I. Noción del proceso de amparo....................................................................................... 135
II. Naturaleza jurídica del proceso de amparo.................................................................... 137
III. Ámbito de protección..................................................................................................... 138

309
ÍNDICE GENERAL

IV. El acto lesivo como pilar del proceso de amparo.......................................................... 140


1. Contenido material................................................................................................... 141
2. Contenido jurídico................................................................................................... 141
V. Tipología del proceso de amparo................................................................................... 143
1. Amparo por violación.............................................................................................. 143
2. Amparo por amenaza de violación........................................................................... 144
3. Amparo por omisión de acto debido........................................................................ 147
Conclusiones.............................................................................................................................. 148

Los efectos de la sentencia constitucional de amparo:


Declarativos y/o de condena
José Miguel Rojas Bernal

Introducción............................................................................................................................... 149
I. Las partes de la sentencia de amparo y sus distintas aplicaciones................................. 150
1. Pronunciamiento declarativo, el cual admite dos variables..................................... 150
2. Pronunciamiento de condena: que es la consecuencia de haberse determinado la
violación del derecho constitucional, según el contenido previamente delimitado. 151
II. La sustracción de la materia y su relación con el contenido de la sentencia de amparo 152
III. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional en torno a las sentencias de amparo y
hábeas corpus de tipo “innovativo”............................................................................... 155
1. El amparo innovativo como un modo de establecer una regla a partir del caso
concreto.................................................................................................................... 156
2. El amparo innovativo como vía para establecer un precedente vinculante............. 157
Conclusiones.............................................................................................................................. 160

ANEXO
Sentencias de amparo

►► STC Exp. Nº 00142-2011-PA/TC


Caso: Sociedad Minera María Julia. El recurso de anulación de laudo no es vía pre-
via al amparo, sino vía específica e idónea para proteger cualquier derecho................ 163

►► TC Exp. Nº 01417-2005-PA/TC
S
Caso: Manuel Anicama. TC establece reglas para determinar el contenido constitu-
cionalmente protegido del derecho fundamental a la pensión....................................... 171

►► STC Exp. N° 04762-2007-PA/TC


Caso: Alejandro Tarazona Valverde. Procedencia de amparo previsional está condi-
cionado al aporte de documentación idónea ................................................................. 191

310
TIPOS DE AMPARO EN LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

►► STC Exp. N° 05430-2006-PA/TC


Caso: Alfredo De La Cruz. TC establece reglas para el pago de accesorios y deven-
gados en el amparo previsional . ................................................................................... 200

►► STC Exp. Nº 00206-2005-PA/TC


Caso: César Baylón Flores. Se establecen criterios para determinar cuándo una
pretensión de carácter laboral puede dilucidarse mediante amparo........................... 206

►► STC Exp. Nº 00976-2001-AA/TC


Caso: Eusebio Llano Huasco. Clasificación de los despidos lesivos al derecho del tra-
bajo: Incausado, fraudulento y nulo............................................................................... 215

►► STC Exp. Nº 01412-2007-PA/TC


Caso: Juan de Dios Lara Contreras. Resoluciones sobre destitución y ratificación de
jueces y fiscales deben ser debidamente motivadas...................................................... 230

►► STC Exp. Nº 05854-2005-PA/TC


Caso: Pedro Lizana Puelles. Amparo procede contra resoluciones del JNE que vulne-
ren derechos fundamentales .......................................................................................... 235

►► STC Exp. Nº 04893-2009-PA/TC


Caso: Francis Mc Kay Diez Canseco. Cumplimiento del debido proceso es obligato-
rio en decisiones dadas por organizaciones privadas . .................................................. 252

►► TC Exp. Nº 03362-2004-AA/TC
S
Caso: Prudenciano Estrada. Medios de comunicación deben presentar la rectificación
según sus propios lineamientos periodísticos ............................................................... 255

►► RTC Exp. Nº 00615-2011-PA/TC


Caso: Luis Ampuero Cárdenas. Amparo contra normas solo procede cuando estas
tengan carácter autoaplicativo........................................................................................ 274

►► STC Exp. Nº 00200-2002-AA/TC


Caso: Ministerio de Pesquería. Procede amparo contra resoluciones judiciales en
caso de afectación al debido proceso............................................................................. 277

►► STC Exp. Nº 03179-2004-AA/TC


Caso: Apolonia Ccollcca. Afectación de cualquier derecho fundamental también
posibilita procedencia del amparo............................................................................... 281

►► STC Exp. Nº 04853-2004-PA/TC


Caso: Dirección Regional de Pesquería de La Libertad. Colegiado determina reglas
para la procedencia del amparo contra amparo.............................................................. 292

311

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