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EL ROL DE LA ÉTICA EN EL NUEVO TESTAMENTO

Por: Rev. Lic. Jorge Bravo C.

INTRODUCCIÓN

I. LA ÉTICA DEL REINO DE DIOS

1. La ética de Jesús.

2. Llamamiento y discipulado.

3. La ley y el amor.

4. Teoría y praxis.

II. LA ÉTICA CRISTIANA

1. Aspectos éticos de las comunidades cristianas primitivas.

2. El amor al prójimo y el amor a Dios.

3. Aspectos éticos en conflicto:

3.1. Los bienes materiales: la pobreza y la riqueza.

3.2. Las relaciones entre hombre y mujer: matrimonio y divorcio.

3.3. El Estado y el poder.

4. La religión cristiana como protesta.

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

INTRODUCCIÓN

La ética neotestamentaria se ocupa de dos aspectos importantes, sobre el


contenido del pensamiento cristiano y el comportamiento de la comunidad
cristiana primitiva.

Recurrir a este estudio es hacer una reflexión retrospectiva del pensamiento y


comportamiento de los cristianos y cristianas de su época para encontrar
elementos que nos sirvan para ayudar a transformar nuestro mundo en crisis de
valores.

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Hoy en día la teología y la vida de la Iglesia no satisfacen las expectativas y
necesidades de nuestra sociedad. De ahí que haya una fuerte crítica al discurso
excesivo de la Iglesia frente a la práctica de los cristianos. Este asunto nos lleva
al viejo y eterno dilema entre escuchar la Palabra y hacer la voluntad de Dios.
Es la crisis entre la fe y la acción, teoría y praxis.

Es bueno recordar una vez más que la tarea de la Iglesia es en el mundo y no


en el desierto. La Iglesia primitiva fue una comunidad de testimonio y de
ministerio, una Iglesia al servicio de Dios, pero a la vez una Iglesia al servicio de
los demás.

De ahí que Jesús, el fundador de esta comunidad de fe, la Iglesia, sea el


paradigma de la ética cristiana. A él es a quien seguimos y obedecemos. Él es
nuestro Señor, Maestro y Salvador.

Hoy más que nunca es urgente tener nuevas orientaciones para nuestras
sociedades a la luz del Nuevo Testamento, pero a la vez es primordial exhortar
a los cristianos y cristianas a un comportamiento consecuente con el Evangelio
para poder tener una calidad de vida óptima. Esta labor es tarea de una ética
contextual.

I. LA ÉTICA DEL REINO DE DIOS

1. La ética de Jesús

La ética de Jesús está basada en el núcleo de su mensaje, que es el anuncio del


comienzo del reino de Dios (Mc.1:15).

El reino de Dios se hace presente y se puede experimentar en toda la actuación


de Jesús (Mt.11:5s). Él introdujo cambios para adecuar el reino de Dios sin
perder lo esencial de la Palabra, es decir, en lo fundamental fue intransigente y
en lo secundario fue tolerante.

La presencia de este reino de Dios no está ligada ni a épocas, ni lugares


sagrados, ni tampoco a una ideología determinada.

La conducta de Jesús, mejor dicho, sus acciones, es una manifestación y una


señal de esta irrupción divina. De ahí que su comportamiento (praxis) en favor
de los pobres, pecadores, desheredados, marginados y humillados, sea
consecuencia de hacer suyo los problemas de estos sectores sociales. Esta
actitud de Jesús hace creíble la llegada del reino de Dios, como la venida del
amor de Dios y de la justicia.

Las bienaventuranzas son una promesa salvífica escatológica a los pobres, a los
despreciados, a los que lloran, a los que sufren y a los necesitados de amor.
Ellos son los marginados desde el punto de vista religioso, sociológico y político.
Los criterios y reglas del mundo no los incluyen porque no tienen nada y no valen
nada, y es en esa situación que lo único que tienen es el amor de Dios, a ellos
se les ofrece el reino de Dios como salvación (Lc.6:20).

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Es esta conducta ética de Jesús la que evidencia la misericordia de Dios puesta
en práctica y que ha de ser la base y el fundamento del comportamiento
misericordioso que debe existir entre hombres y mujeres.

2. Llamamiento y discipulado

Jesús en todo su ministerio hace una invitación a todo ser humano, en nombre
de Dios, a pertenecer a este reino de Dios. Esta invitación lleva implícito un
llamamiento y una exigencia. La respuesta exige una nueva actitud tanto del
hombre como de la mujer. Sin duda que esta nueva actitud conlleva conversión,
es decir, un cambio de dirección y reorientación. Es una nueva oportunidad para
pertenecer a esa nueva realidad salvífica y hacer la voluntad de Dios. Este
cambio no es un concepto meramente intelectual, sino un cambio radical de la
actitud, de la intención y de la voluntad, para involucrarse en la tarea de Jesús
(Mc.1:17).

Vocación y misión, llamamiento y discipulado van de la mano.

Es claro que esta conversión implica la vuelta total a Dios y no un fervor


penitencial, no el cultivo de una propia religiosidad o piedad personal, o ingresar
a un grupo de gente piadosa que se retira del mundo. Uno es llamado para ser
enviado a los demás (Mt.9:37). Volverse a Dios es esperar todo de él (Mc.10:15).
Por lo tanto, se reclama del hombre y la mujer al ser llamados a una obediencia
incondicional a Dios.

En un sentido ético, los preceptos de Jesús son acertados, ya que apunta a una
nueva actitud y a una nueva voluntad, quiere captar en forma total al hombre y a
la mujer, no sólo el cuerpo, sino también el corazón (Mt.6:21).

Él nos llama desde donde nos encontramos para ser enviados a este mundo
cotidiano y no a un monasterio o a un gettho piadoso, de la misma manera que
lo hizo con sus discípulos, llamándolos en plena faena de sus vidas cotidianas.

Es bueno advertir que en el reino de Dios no hay lugar para los entusiastas que
dicen Señor, Señor y no hacen la voluntad de Dios (Mt.7:21ss). En el juicio no
se preguntará por la disposición de ánimo del creyente, sino por las acciones
fruto del amor (Mt.25:31ss).

Finalmente, la llamada de Jesús incluye el que todos estén dispuestos a la


renuncia y a las privaciones, al riesgo y al sufrimiento (Mc.8:34). Este es el nuevo
estilo de vida de los discípulos de Jesús para la Misión (Mt.6:33).

3. La ley y el amor

Con respecto a la ética de Jesús, ésta no se deriva de la Torá, y aunque el núcleo


de su predicación no sea la ley sino el reino de Dios, no se puede decir que sus
postulados éticos de Jesús no están en conexión con el antiguo testamento y
con su ley.

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Jesús es el nuevo orden del reino de Dios que pone fin a la vigencia de la ley.
Este nuevo orden no cabe en "vestidos viejos" ni en "odres viejos"(Mc.2:21s).
Para Jesús la ley tiene una nueva dimensión, de ahí que él no se identifique con
el concepto de ley del antiguo testamento. En el concepto teológico es claro que
Dios exige amor y no una obediencia ciega a la Torá (Jn. 13:34-35). Por eso
Jesús sustituye el concepto de ley por el precepto del amor. Este amor es exigido
al hombre y a la mujer como respuesta al amor recibido con anterioridad.

Es por eso que la ética del reino de Dios está basada en el doble mandamiento
del amor (Mt.22:34-40), que significa el equilibrio teológico de la fe. Así lo
entendieron los cristianos primitivos y enfatizaron este aspecto (1Cor.13;1Jn.4).

4. Teoría y praxis

Este tema es un viejo asunto de la ética que los filósofos han tratado de explicar.
Bien sabemos que la teoría sin la práctica es vacía, mientras que la praxis sin
teoría es ciega.

Cuando Juan en su evangelio refiere que Jesús era el Verbo, y el Verbo era con
Dios, y el Verbo era Dios (Jn.1:1), está señalando que la Palabra (reflexión,
teoría) se hizo realidad en este mundo, es decir, Jesús es la Palabra y praxis del
reino de Dios.

Todo lo realizado por Jesús responde a esta ética del Reino, para transformar
este mundo y convertirlo en un mundo mejor para todos. Él era consciente que
no sólo con la prédica del reino de Dios se cambiaría voluntades, actitudes y
situaciones injustas, sino que era necesario actuar, poner en acción todo lo
predicado (Lc.4:16-21).

Desde el punto de visto filosófico la teoría y la práctica no pueden estar


divorciadas, van de la mano hacia un mismo fin: la transformación de la realidad
objetiva.

Desde el punto de vista teológico, Jesús es el paradigma de la ética cristiana. En


Mt.28:19-20 que es el mandato a los discípulos, se resume el quehacer teológico
de la Iglesia.

Las comunidades cristianas primitivas entendieron y practicaron este precepto.


Los apóstoles eligieron a los primeros diáconos para realizar tareas domésticas:
servir a las mesas, atender a los enfermos, visitar ancianos y viudas, cuidar de
los huérfanos, alimentar y consolar a quien se encontraba perturbado. Este era
el testimonio vivo de una comunidad que tenía su fe puesta en su Señor y que
esta fe estaba al servicio de los demás.

Para la ética cristiana, la praxis cristiana procede del poder liberador del
evangelio, este evangelio sólo puede ser expresado en la praxis en la medida
que es nutrido por la fe, una fe que abarca simultáneamente conocimiento de
Dios y servicio a los demás.

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II. LA ÉTICA CRISTIANA

1. Aspectos éticos de las comunidades cristianas primitivas

Si bien es cierto que el pensamiento y comportamiento de la comunidad cristiana


primitiva no son homogéneos, sin embargo, hay una constante a seguir, las
palabras del Señor y su praxis.

Ya hemos referido anteriormente que el núcleo de la ética de Jesús es el amor


al prójimo, lo que constituye el paradigma de la ética cristiana.

La práctica de esta ética cristiana tiene un giro a partir del acontecimiento de la


cruz y de la pascua, lo que determina una ética pospascual. A partir de esa nueva
realidad se incorporan nuevos contenidos en la reflexión y la praxis de los
creyentes. No significa el abandono absoluto de los contenidos éticos de la
predicación de Jesús, sino que se los redimensiona a la nueva realidad de la
comunidad de fe. Es una relectura de los contenidos éticos del mensaje de
Jesús.

En un primer momento el horizonte escatológico era inminente, esto implicaba


una espera escatológica, que suponía una esperanza para los cristianos de ese
momento. Este aspecto es importante tener en cuenta para la ética cristiana
primitiva. Confían en que el Espíritu guía a la comunidad, a través de los profetas,
en situaciones y sucesos importantes (Hech.8:29; 10:19.44; 11:28; 13:2.4;
16:6s).

De todas maneras, la Iglesia primitiva no se queda atada a las palabras del


Señor, sino que hace que estas palabras den su fruto en la nueva realidad que
le toca vivir, tanto en la reflexión teológica como en el comportamiento. Esta
situación es lo que llamamos la aplicación de una ética pospascual, que conllevó
a que los estilos de vidas anteriores de los discípulos y apóstoles no
constituyeran ideal alguno para el presente, sino conductas referenciales.

2. El amor al prójimo y el amor a Dios

Hemos señalado anteriormente que el núcleo de la ética de Jesús es el amor al


prójimo, amor que proviene del amor de Dios, lo que constituye el doble
mandamiento (Mc.12:28-34). Este amor al prójimo es como respuesta al amor
recibido de parte de Dios.

Para Jesús el amor de Dios y al prójimo no está ya al mismo nivel que los
preceptos de la Torá, sino que es el "más grande" o el "primero" de todos los
mandamientos (v.31 o v.29). Este amor supera todo legalismo (Mc.3:1-6), las
normas y preceptos se subordinan a la ley del amor. Este aspecto es importante
tener en cuenta en el comportamiento de los primeros cristianos en medio de su
realidad. La comunidad de fe es depositaria de la misericordia de Dios para ser
compartida con aquellos que no gozan de ese favor.

Ahora bien, este amor no sólo era para el hermano o la hermana en la fe, el
amigo o la amiga, al compatriota, sino que incluye también al enemigo. Esta es

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la gran dimensión del amor de Dios. El ejemplo del relato del buen samaritano
de Lc.10:30-37 no deja duda que nuestro amor al otro incluye a nuestros
enemigos (Lc.6:27.35; Mt.5:25.44; Mc.11:25).

Ahí está el desafío permanente para la comunidad de fe, ¿a quién se debe amar?

3. Aspectos éticos en conflicto

3.1. Los bienes materiales: la pobreza y la riqueza

Para Jesús su prédica está dirigida en forma particular a los pobres, como parte
de su compromiso soteriológico. Hay una crítica radical de parte de Jesús contra
la riqueza, en cuanto es la acumulación egoísta de bienes materiales; por eso es
que promete el reino de Dios a los pobres, ya que no tienen nada (Lc.6:20). Esta
pobreza incluye su doble dimensión: social y religiosa. Son ellos los favorecidos
del Señor, porque están abiertos a la salvación, no tienen nada a que aferrarse,
no se distraen y pueden aceptar el llamado y conversión.

Por el contrario, las riquezas lo único que logran es apartarnos de Dios,


distraernos a su llamado y conversión. A los poseedores de riquezas les advierte
los peligros de las mismas que ponen en peligro su salvación (Mt.6:19-21).

Jesús es radical en este aspecto, no se puede servir a dos señores (Mt.6:24); La


riqueza es incompatible al reino de Dios (Mc.10:17-31). Las riquezas sólo serán
apreciadas en la medida que éstas estén al servicio del amor, especialmente a
los pobres (Mc.10:21).

El gran amor no conoce derechos de propiedad intangible, ni ningún tipo de


patrimonio intocable. Esto incluye la persona, por lo que la esclavitud atenta
contra los principios de este amor.

La comunidad cristiana primitiva dio muestras de ese amor solidario por los
pobres, compartiendo los bienes que tenían (Hech.2:42-47; 4:32-37).

3.2. Las relaciones hombre y mujer: matrimonio y divorcio

Jesús es consciente que las relaciones entre el hombre y la mujer en su época,


no son en términos de igualdad. Dios creó a ambos en condiciones igualitarias
(Gen.1:27-29). Su defensa por la mujer es una opción liberadora, pone fin al
machismo de su tiempo, destruye el poder demoledor del sexo y del eros, del
egoísmo y el apetito de posesión, del sentido de propiedad de la mujer. Es al
final y al cabo una revalorización de la mujer, creación de Dios.

Por eso el matrimonio es una situación indisoluble desde la creación, es la


integración de la totalidad somático-espiritual de la persona. Dios creó al hombre
y a la mujer para ser una unidad indisoluble (Mc.10:6-9). De ahí que el divorcio
no tenga lugar, ya que éste es un instrumento jurídico favorable al hombre y
atenta contra la mujer. La prohibición del divorcio proporciona a la mujer una
protección, que carecía de derechos. En este sentido Jesús es radical en la
defensa del matrimonio y la familia, y dentro del mismo la liberación de la mujer.

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Esta misma línea es seguida por Pablo y los cristianos primitivos, aunque a veces
pareciera contradecirse en su apreciación al rol de la mujer, sin embargo, el
postulado fundamental de Pablo es que en Cristo ya no hay judío ni griego; no
hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos somos de Cristo Jesús
(Gal.3:28). Este aspecto debe tenerse en cuenta en la exégesis de los escritos
neotestamentarios.

3.3. El Estado y el poder

En los tiempos de Jesús, fueron los zelotas militantes los que asumieron la lucha
por la liberación contra la soberanía extranjera romana. Era una guerra santa sin
cuartel contra los abusos del Estado romano, que atentaba contra la soberanía
absoluta de Dios.

Jesús tomó cierta distancia con respecto a los movimientos revolucionarios de


su época, no tomó la espada, pero sus palabras y acciones causaron estragos
en el seno de su sociedad. Sin embargo, los zelotas sintieron una atracción hacia
él, tal el caso de Simón el Zelota (Lc.6:15; Hech.1:13).

A pesar de ello, el mensaje de Jesús y el zelotismo tenían algunos puntos de


contacto, como la crítica social, el compromiso hasta sus últimas consecuencias
hasta llegar al martirio, el carácter escatológico y la obediencia incondicional. Sin
embargo, Jesús no está de acuerdo con el extremismo zelota. No es su opción
la implementación del reino de Dios por medio de la violencia armada (Lc.22:36-
38; Mt.26:52). Las armas de Jesús son la fe y el amor, esas son las armas del
reino de Dios, con ellas se transformará este mundo incrédulo, falta de fe y de
amor. Prueba de ello encontramos la exhortación de Jesús en el Sermón del
Monte a sus discípulos con respecto a la ira y el amor a los enemigos (Mt.5:21-
22.38-48).

Ahora bien, la renuncia a la violencia no significa debilidad o resignación alguna,


más bien es una nueva opción de encarar la situación antes de causar daños,
se está dispuesto a soportar, mejor dicho, resistir. Esta es la conducta que debe
distinguir a sus discípulos de aquellos que detentan el poder estatal. No están
llamados a seguir modelos autoritarios dentro de la sociedad y de la política, sino
por el contrario a rechazarlos y renunciar a cualquier tentación de dominar o
regir, comprometiéndose más bien en el amor y en el servicio. Jesús es el
Maestro (Mt.23:8s).

La tarea de los discípulos es buscar la paz entre los hombres (Rom.12:18). Las
bienaventuranzas tienen ese objetivo de establecer una paz espiritual, social y
política entre hombres y mujeres (Mt.5:3-12). Ellos son los mensajeros de la paz
(Lc.10:5.16). No son violentos ni parte de ellos amenaza alguna, sino que
intentarán, con misericordia y sin violencia, construir un mundo de amor, justicia
y paz, superando las murallas de la hostilidad, sólo así serán bienaventurados.

Jesús no niega el poder y el derecho del Estado en su ámbito social y político, lo


que si no es posible es la supremacía del César sobre Dios. Dios es quien
permite esta autoridad al César para un fin común, que es el bienestar de todos
(Rom.13:1-7; Mc.12:13-17), pero no está exento de una crítica sobre el abuso

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del poder. Jesús rechazó este abuso del poder del Estado, sus discípulos
tomaron esta actitud crítica (Mc.8:15; 10:42; Lc.13:32; 22:25; 3:19).

La crucifixión de Jesús en la cruz nos lleva a pensar que fue confundido por
judíos y romanos como un revolucionario zelota, que pretendía ser el Mesías,
rey de los judíos. Esta sospecha estará signada en la misión de los seguidores
y seguidoras de Jesús en cuanto no coincidan las coordenadas del mundo y el
reino de Dios.

4. La religión cristiana como protesta

Hasta los tiempos de Jesús la religión era un status quo de la mayoría, ésta era
una religión conformista, ajena a los problemas de la sociedad, sólo uno cuantos
asumieron una actitud de protesta contra las injusticias de los gobernantes desde
ese status quo, éstos fueron los zelotas.

Jesús se ve obligado a luchar contra ese conformismo religioso para identificar


los objetivos y valores del reino de Dios. El discurso y acciones de Jesús se
inclinaban por el lado de la protesta. El movimiento religioso de Jesús irrumpía
con un estruendo justiciero a favor de las minorías oprimidas, convirtiéndose en
defensor de las causas radicales, acercándose más al movimiento liberador de
los zelotas. Se podía ver a Jesús caminando por las calles, aldeas, templos y
palacios, defendiendo los derechos de los marginados sociales. Era un hombre
religioso interesado por los derechos del pueblo que en las necesidades de las
sinagogas.

Su llamado a los discípulos era para enrolarse a esta causa, a participar en los
grandes problemas de la sociedad de su tiempo. Desde esta perspectiva muchos
se unieron a este gran movimiento liberador de Jesús como una señal de
protesta contra las autoridades de su tiempo, tanto en lo religioso como en lo
político. Ser cristiano era sinónimo de ser subversivo, de estar en contra del
orden establecido por las autoridades, marchar contra la corriente del mundo. De
ahí que la comunidad cristiana primitiva estuviera formada por mucha gente que
dejó su conformismo y dio sus espaldas a ese mundo hipócrita e injusto.
Asumieron una actitud de protesta a partir de las Buenas Nuevas de Jesús.

CONCLUSIONES

Cuando hacemos un recorrido sobre el pensamiento y comportamiento de los


cristianos y cristianas en el Nuevo Testamento nos encontramos que existe una
tensión entre la ética de Jesús y la ética de la comunidad cristiana pospascual.
Ambas éticas reflejan una ética contextual. Por un lado, Jesús entra en tensión
entre la ley y el reino de Dios. Ante ello Jesús tiene que responder a situaciones
vivénciales de su época. Es ahí donde él realiza una exégesis en el camino en
cuanto a la ley y una hermenéutica de la realidad social y religiosa a la a luz del
reino de Dios. Muchas de sus respuestas a preguntas que le hacían y aún sus
acciones no respondían a la ley. Todo el ministerio de Jesús responde a una
ética contextual. Eran nuevas respuestas a nuevas situaciones. Por otro lado, la
comunidad pospascual se enfrenta también entre dos situaciones, la imitación
de Cristo y la prolongación de la parusía.

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De los muchos casos que encontramos en el Nuevo Testamento, tomaremos
uno, el caso de la comunidad cristiana de Corinto, Pablo en su epístola trata
problemas concretos de conducta que enfrentaban los miembros de dicha
comunidad (1Cor.8:1ss; 7:12ss; 6:1ss). Los problemas eran contextuales y había
que responder a ellos. No era fácil impedir que los nuevos creyentes e
integrantes de la Iglesia cristiana rompieran con sus tipos de conducta de su vida
anterior.

La ética pospascual debía responder a esta nueva realidad. De ahí que ante la
proximidad de la parusía del Señor el celo era mucho mayor con referencia al
comportamiento de los cristianos y cristianas. Era necesario distinguir entre los
que eran cristianos y los que no lo eran. Este aspecto abunda en la literatura
ética del Nuevo Testamento.

La importancia de toda ética es dar respuestas oportunas y eficaces ante


problemas contextuales, los cristianos y cristianas de su tiempo lo hicieron en la
medida de sus posibilidades, hasta el punto de servirse de diversas tendencias,
entre ellas por ejemplo la reflexión ética platónica. Muchas veces se alejaron del
molde de Jesús e hicieron un sincretismo religioso, político y social. Las palabras
del Señor y sus acciones servían de paradigma, pero se presentaban diversas
interpretaciones y variantes en el pensamiento y quehacer de la comunidad
cristiana.

A la luz de esta reflexión es bueno revisar la situación de la ética cristiana actual.


Hoy el mundo sigue en tinieblas y necesita una nueva luz que lo oriente hacia un
horizonte más humano y justo. Nada ha cambiado desde el principio, no hay
esperanza, ¿cuál es el rol de la ética cristiana hoy?

Finalmente, recordemos las palabras del filósofo Emmanuel Kant cuando dijo
que existen tres categorías en los asuntos humanos: la primera, ¿qué puedo
conocer?, problema teórico; la segunda, ¿qué debo hacer?, problema práctico;
y la tercera, ¿qué debo esperar?, problema a la vez teórico y práctico. En este
aspecto la ética cristiana tiene mucho que aportar, en cuanto al conocimiento
(teología), al quehacer (praxis) y a la esperanza (escatología).

Si la ética cristiana no logra orientar y transformar este mundo, no el mundo del


pasado, a la luz del reino de Dios, ésta habrá quedado en el limbo.

BIBLIOGRAFÍA.

1. BASES BÍBLICAS DE LA ÉTICA, James E. Giles, CBP, USA,1987


2. ÉTICA CRISTIANA, Alberto, C. Knudson, CUP, México, s/f.
3. LA ÉTICA DEL N. T., Wolfgang Schrage, Edic. Sígueme, Salamanca, 1987.
4. ÉTICA POLÍTICA, Lamberto Schuurman, Edit. Escatón, Bs.As., 1974.
5. LA ÉTICA DEL N. T., Paul L. Lehmann, Edit., Alfa, Montevideo, 1968
6. ESCATOLOGÍA Y ÉTICA, Carl E. Braaten, Edit. La Aurora, Bs.As.,1977.
7. UNA MORAL PARA TIEMPOS DE CRISIS, Ricard Ildefons Lobo, Edic.
Sígueme, Salamanca, 1975.

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