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Guía de Estudio

Desarrollo Salud y Educación


Docente: Marcela Mujica

El desarrollo adecuado de las niñas y niños está íntimamente relacionado con las
condiciones básicas de cuidado y bienestar que se le brinden desde su nacimiento, por lo
que como futuras profesionales de Educación Parvularia, tiene la responsabilidad de
ofrecer a los párvulos un entorno seguro y sin riesgos, anticiparse a corregir todas aquellas
situaciones que pudieran significar un peligro para ellos, e incorporar permanentemente en
el quehacer pedagógico acciones de autocuidado con los párvulos, en un trabajo conjunto
con la familia.

I.-LA PREVENCIÓN Y EL DIAGNÓSTICO OPORTUNO

La baja tasa de mortalidad infantil que tiene Chile, similar a la de países desarrollados, es
un logro de la Salud Pública nacional. Avanzar en el control de enfermedades peligrosas ha
sido fruto del trabajo conjunto de equipos de salud y autoridades sanitarias, que durante
décadas han confluido en la elaboración de importantes y eficaces políticas públicas. De
este modo, van surgiendo nuevos desafíos: prevenir, identificar y tratar a tiempo otras
patologías específicas. Ante esta realidad, el rol del pediatra, es fundamental, y más allá del
diagnóstico y tratamiento de una enfermedad aguda, es necesario que exista una buena
comunicación con los padres acerca del proceso de crecimiento y desarrollo, enfocándose
en los riesgos específicos de cada edad. PATOLOGÍAS PEDIÁTRICAS PREVALENTES
LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN Y EL DIAGNÓSTICO OPORTUNO
ESPECIAL PREVENCIÓN. “EL PEDIATRA DEBE INSISTIR EN LAS MEDIDAS DE
PREVENCIÓN, CONTROL, PRECAUCIÓN Y PROTECCIÓN” TRAUMAS Y
ACCIDENTES
Los accidentes son la principal causa de muerte en Chile, en el rango etario de 1 a 49 años,
siendo en niños la primera causa no infecciosa de hospitalización. Las caídas, en los
menores de un año son muy frecuentes, así como los golpes en niños que recién empiezan a
caminar, o que en el proceso de sociabilización interactúan con juegos bruscos, y lejos de la
supervisión de los padres: jardines infantiles, colegios, plazas o en el propio hogar, mientras
los padres trabajan. Ante tal escenario, las medidas para prevenir la ocurrencia de
accidentes traumáticos son de vital importancia. En la Región Metropolitana, cada año
fallecen 8.216 personas (7.000 a 10.000) por causas externas, o accidentes y violencias, de
las cuales, casi 13,4% son niños de 0 a 18 años, y el 30% fallece por traumatismo
encefalocraneano. Las caídas son el mecanismo más frecuente en los grupos de menores de
1 año hasta los 14 años, con una frecuencia que va descendiendo a través del crecimiento,
de 75% a 55%. En menores de 1 año, lo más frecuente es la caída por dejar al bebé solo en
una superficie, con el 40%, y a continuación las caídas al mismo nivel, en el 30% de los
casos. Le siguen las quemaduras por líquidos calientes y vapor, entre otros, los cuerpos
extraños en orificios, y, posteriormente, los ahogamientos y asfixia. En el grupo de 1 a 14
años, el golpe y choque con otro objeto es el mecanismo más frecuente, seguido del
aplastamiento, corte o perforación. Le siguen los cuerpos extraños en orificio natural,
quemaduras y aparecen las intoxicaciones por ingesta de medicamentos o químicos, y
ahogos y asfixias. Todo esto relacionado con el mayor desarrollo psicomotor del niño. Cabe
señalar que, en general, en los niños menores las ingestas son accidentales y en los mayores
son intencionales. También se ha observado, en niños mayores, un aumento progresivo de
las intoxicaciones por drogas de abuso, como la pasta base, muy tóxica, por su impureza, y
que produce muchas complicaciones y un aumento de accidentes.

La escuela es otro lugar donde se producen accidentes, en educación física o durante el


recreo. En la sala cuna y jardín infantil ocurren menos accidentes, porque los niños están
más protegidos. El horario de mayor frecuencia está entre las 3 y las 6 de la tarde, y la hora
crítica es alrededor de las 5 y durante los fines de semana. Esta variación se explica porque
durante la semana los niños están protegidos, ya que entran al colegio a las 8 de la mañana
y salen a las 3 y media de la tarde, por lo tanto, en este tercio del día están seguros, pero
después del colegio tienen más tiempo libre, lo mismo que los fines de semana. El grupo de
edad con mayor frecuencia de accidentes domésticos es el situado entre 1 y 4 años (67%),
seguido del grupo de edad entre los 5 y los 10 años. En estos casos la localización más
frecuente en la que se producen los accidentes es la cocina (30%), seguido de las escaleras
interiores (12%), el baño (11%), la piscina (10%) y zonas comunitarias (9%). Se
encontraría una relación de los accidentes infantiles domésticos con un cuidador realizando
actividades domésticas. Los grupos mayores tienen más accidentes fuera del hogar debido a
su mayor independencia y a la actitud temeraria de los adolescentes. ¿Existen traumas de
difícil identificación por parte de los padres y el pediatra (sin señales visibles), y que
puedan derivar en futuros problemas? ¿Cómo identificarlos? Mención especial con respecto
al maltrato infantil: las lesiones cerebrales severas en menores de 2 años pueden ser
secundarias a maltrato y son la causa más común de muerte. Su presentación clínica puede
ser equívoca o pasar inadvertida, porque a veces no hay golpes directos que dejen evidencia
objetiva; puede ser un zamarreo agresivo, por eso es importante sospecharlo clínicamente,
estudiarlo adecuadamente y conocer el espectro de hallazgos imagenológicos, algunas
veces muy sutiles.

En el estilo parental actual, ¿los horarios de trabajo de los padres influyen de alguna manera
en la frecuencia de los accidentes? Las largas jornadas de trabajo dejan a los niños más
libres cuando no están en las actividades escolares y, por lo tanto, en mayor riesgo de un
accidente. Puede influir en la falta de comunicación con el adolescente, y la detección a
tiempo de problemas que lo pudieran impulsar al consumo de drogas o alcohol, o la ingesta
intencional de medicamentos. Un niño que sufre un accidente grave (asfixia por inmersión,
gran quemado, TEC grave) pasa súbitamente de estar sano a tener riesgo vital. ¿Cómo se
aborda este aspecto en la comunicación con los padres? Frente a un niño que ingresa con un
traumatismo grave, la misión del equipo de salud de las unidades críticas es realizar todas
las medidas para su estabilización y mejoría; mantener a los padres informados de la
evolución del niño y de su pronóstico vital; proveerlos de un ambiente acogedor donde
esperar la evolución cuando no puedan estar con él, y, mantenerlos al lado del enfermo el
mayor tiempo, siempre que sea posible. Se deben tomar las medidas para el apoyo
espiritual y psicológico de la familia, e iniciar precozmente la rehabilitación y reinserción
del niño en su ambiente, cuando sea posible. Por último, solicitar la acción de un equipo
multidisciplinario para la rehabilitación psicológica del niño y su familia, y para la
recuperación de todas sus funciones vitales.
De 1 a 4 años, las causas son asfixia por inmersión, accidentes de tránsito (pasajero y
peatón), quemaduras e intoxicaciones. De 5 a 9 años, accidentes de tránsito (peatón y
pasajero), asfixia por inmersión, quemaduras, intoxicaciones y homicidios. De 10 a 14
años, accidentes de tránsito (ocupante y peatón), asfixia por inmersión, intoxicaciones,
suicidios y homicidios. Niños. • Transporte seguro: uso de sillas, cinturones. • Juego
seguro: entornos vigilados, uso de cascos, protección solar. • Detección de signos de
maltrato infantil.

En cualquier actividad que se desarrolle, pueden existir distintas situaciones riesgosas, las
que representan la posibilidad de ocurrencia de accidentes o siniestros y que pueden dañar a
las personas. Cuando se permanece en un ambiente donde se realizan actividades por un
periodo prolongado de tiempo, se tiende al acostumbramiento del entorno, por tanto, no se
evidencian las condiciones inseguras que puedan existir ya que se pierde la capacidad
crítica de observación. Por esta razón, a continuación se presentan las principales
condiciones de riesgos potenciales identificados y medidas preventivas, asociadas a las
áreas de trabajo de cada dependencia, de acuerdo a las estadísticas disponibles y al juicio
profesional de la Comisión que ha elaborado el presente cuerpo normativo. No obstante lo
anterior, es responsabilidad del personal de cada unidad educativa detectar las condiciones
y acciones inseguras de su entorno inmediato y desarrollar las acciones de prevención de
riesgos de accidentes pertinentes y en forma oportuna. Asimismo, la participación de la
familia constituye un eje importante en la prevención de accidentes en el Jardín infantil ,y
en el hogar, motivo por el cual debe estar informada de las acciones y condiciones
inseguras que pueden provocar accidentes, y de esta forma prevenir y reforzar los
aprendizajes de autocuidado con sus hijos.

REGLAS BÁSICAS DEL PERSONAL A CARGO DE LOS PÁRVULOS EN LA


PREVENCION DE RIESGOS DE ACCIDENTES · TODO ACCIDENTE ES EVITABLE
· No dejar nunca a los párvulos solos. · Mantener una visión permanente y general del
grupo de párvulos. · Observar el estado general del párvulo desde su ingreso al Jardín
Infantil hasta el momento de su retiro. · Estar alerta a que los párvulos no ingresen al
establecimiento con elementos que pudieran significar un riesgo de accidente, como por
ejemplo: medicamentos, fósforos, elementos tóxicos, elementos cortantes, o de otro tipo. ·
Cumplir con las disposiciones básicas de seguridad, confortabilidad y prevención de
accidentes al ingreso de los párvulos, durante la jornada de trabajo, y al momento de su
retiro del Jardín Infantil. · Cumplir con la entrega del párvulo a la persona responsable del
niño o niña ante el Jardín Infantil, o por la persona adulta que esté autorizada para hacerlo
en situaciones justificadas, según debe constar en la Ficha de Antecedentes del Párvulo.
PREVENCIÓN DE CAIDAS Y GOLPES.

II.-Enfermedades más Prevalentes de la infancia en Chile

Alergias

Una persona nace con predisposición genética a ser alérgica, sin embargo, es el medio
ambiente el que determina los alérgenos a los que está expuesta. La principal fuente de
alérgenos en los niños pequeños es de origen alimentario, como la leche. Este tipo de
alergias puede aparecer desde los primeros días de vida, con dermatitis atópica, urticaria y
síntomas gastrointestinales (cólicos, diarrea, constipación, deposiciones con sangre y
reflujo gastroesofágico, entre otros). En casos más graves, puede haber obstrucción
respiratoria y shock anafiláctico.

En la etapa preescolar comienzan las alergias respiratorias al polvo de habitación, hongos,


polen de árboles, pastos y malezas, y caspa de animales. Éstas se expresan principalmente
como rinitis, conjuntivitis y asma. En caso de infecciones, puede haber complicaciones
como sinusitis crónica.

El tratamiento se basa en evitar al máximo el contacto con el alérgeno causante de la


sintomatología; antialérgicos (antihistamínicos); corticoides tópicos, para alergias
respiratorias; corticoides sistémicos, cuando los síntomas son más serios y,
excepcionalmente, en casos graves, inmunosupresores. Por ejemplo, si se tiene alergia en
primavera, desde agosto hay que iniciar el tratamiento, porque como se usan por la nariz, al
tener muchas secreciones nasales previas, no se pueden inhalar bien y no se logra el efecto
esperado.
Amigdalitis

Se trata de un trastorno que consiste en la inflamación de las amígdalas, nódulos linfáticos


ubicados en la parte superior de la garganta que tiene la función de defender al organismo
de agentes infecciosos. El cuadro clínico es suficiente para efectuar un diagnóstico, sin
embargo, en ocasiones es necesario hacer cultivos de la infección y un test especial.

Si se confirma que el causante es el Estreptococo beta hemolítico grupo A, el tratamiento es


la penicilina benzatina. La acción de este antibiótico inyectable dura alrededor de 21 días y
posee la capacidad de erradicar el germen en un alto porcentaje.

Se manifiesta con dolor en la garganta al tragar, fiebre alta y decaimiento. Al comienzo


sólo se ven las amígdalas enrojecidas y luego una zona comienza a tomar un color
amarillento, que es donde se localiza la infección.

Asfixia por cuerpo extraño

Los menores de entre uno y cinco años suelen atorarse con monedas, piezas chicas de
juguetes, botones y algunos alimentos. Por eso hay que evitar que coman alimentos duros
(frutos secos), cortarles la carne en pedacitos y quitar de su alcanza piezas pequeñas de
juego.

La señal universal de sofocación por cuerpo extraño consiste en que la persona se agita, se
levanta, se lleva las manos al cuello y trata de tomar aire. Estas señales instintivas se hacen
desde los dos años. Antes, sólo se percibe por la dificultad respiratoria. Si el objeto no es
removido y no se puede respirar, se produce cianosis (coloración azulada de la piel) y,
aproximadamente, a los tres minutos, el niño cae inconsciente. Con esto puede haber daño
cerebral irreversible. Las consecuencias van desde carraspeo y tos transitoria -si el objeto es
retirado a tiempo- hasta paro cardiorrespiratorio, en caso contrario.

Un importante porcentaje de las muertes producidas por esta asfixia, podrían ser evitadas si
se actúa a tiempo. Por eso es importante que los padres y cuidadores aprendan a realizar la
maniobra de Heimlich y reanimación cardiovascular.

Asfixia por inmersión


La mayoría de estos accidentes ocurre en niños de entre uno y cinco años porque, porque
como ya saben caminar, aumentan las posibilidades de que se caigan al agua. Por eso, los
más pequeños no deben nunca estar sin la supervisión de un adulto mientras juegan en
piscinas y ni siquiera cuando se bañan en la tina. También debe vigilarse a los niños
mayores con algún tipo de discapacidad o enfermedad que pueda llevarlos a perder el
control de sus movimientos.

Las piscinas deben tener rejas de al menos 1,5 metros de alto con puertas y cerraduras a
prueba de niños. La distancia entre un fierro y otro no debe sobrepasar los 15 centímetros,
de manera de que no quepa la cabeza de un pequeño.

Considerando que cerca del 80% de las víctimas de asfixia por inmersión fallece antes de
llegar al hospital, es muy importante que los padres, profesores y personas que están a
cargo de niños sepan primeros auxilios (reanimación cardiopulmonar o RCP). Muchas
veces sólo basta con algunas medidas básicas para hacer la diferencia entre la vida o la
muerte.

Diarrea

Los lactantes contraen muchas infecciones y, en consecuencia, presentan muchos cuadros


de diarrea, la que puede tener graves consecuencias. Por eso, para evitarla es indispensable
tener buenos hábitos de higiene, como un buen lavado de manos antes de preparar los
alimentos, y mantener limpios chupetes y mamaderas.

Cuando hay diarrea se debe aumentar el consumo de líquidos, para evitar la deshidratación.
También se debe dar al niño sales para rehidratación oral y mantener su alimentación
habitual. La lactancia materna protege contra la diarrea y no debe suspenderse en caso de
presentarla.

Los lactantes menores de seis meses son los que tienen mayor riesgo de deshidratarse
cuando contraen una diarrea.

Displasia de cadera
Cuando no es tratada a tiempo, la displasia de cadera puede provocar dolor, cojera y
limitación de la movilidad. Por eso es fundamental fomentar la detección temprana,
idealmente durante el primer mes de vida.

Esta patología es seis veces más común en mujeres y generalmente es congénita, aunque
hay casos en se desarrolla con el tiempo. Se define como un retardo en el desarrollo de los
elementos que forman la articulación de la cadera, que son el acetábulo de la pelvis y la
cabeza del fémur. En algunos casos esto puede provocar una pérdida de la relación entre
ambas estructuras. Cuando la alteración es parcial se habla de subluxación de cadera y
cuando es total, de luxación.

El diagnóstico se realiza a través de exámenes por imágenes (ecografía durante el primer


mes y luego de los tres meses, radiografía de pelvis). El tratamiento, dependiendo del grado
de displasia, puede ser ortopédico o quirúrgico. Sin embargo, es fundamental que los niños
que han sido tratados sigan teniendo controles periódicos para evaluar su evolución, de
manera de detectar si tienen algún grado de secuela. Existe una relación directa entre la
displasia de cadera y la artrosis.

Epilepsia

La epilepsia se produce por la aparición de descargas eléctricas excesivas de las neuronas,


las que se presentan en forma anormalmente sincronizada. Las manifestaciones van desde
las clásicas convulsiones hasta breves periodos de pérdida de contacto con el medio que,
probablemente, pasen desapercibidas para el resto de la personas. Las crisis epilépticas
pueden presentarse en todas las etapas de la vida.

Existen diversos tipos de epilepsia, algunas de origen genético y otras sintomáticas


(secundarias a lesiones cerebrales como tumores, accidentes vasculares y malformaciones,
entre otros). Todas tienen como factor común manifestarse con crisis epilépticas, pero sus
pronósticos y tratamientos son distintos, por lo que es clave un diagnóstico adecuado.

Esta patología puede afectar, además, en grado variable, aspectos como la salud
reproductiva, la conducción de vehículos motorizados y la actividad laboral. Por eso su
manejo debe estar a cargo de un equipo multidisciplinario de psiquiatras y neuropsicólogos
especialistas en epilepsia.
Escarlatina

Esta enfermedad es causada por una infección en la garganta con bacterias estreptocócicas
beta hemolítica del grupo A, las cuales generan una toxina que provoca erupciones cutáneas
que al principio aparecen en el cuello y el tórax, y luego se diseminan por el resto del
cuerpo. También se presenta con fiebre alta, dolor de garganta, amigdalitis purulenta, piel
áspera a la palpación, pérdida de apetito, decaimiento, vómitos y dolor de estómago,
producto de la inflamación de los ganglios abdominales.

Sólo puede dar tres veces en la vida, dado que son tres las toxinas del estreptococo capaces
de producirla. Su principal forma de contagio es el contacto cercano con personas
infectadas, ya que se transmite a través de las secreciones respiratorias. El periodo de
incubación es entre uno y siete días.

El tratamiento es el mismo que se utiliza para la infección de garganta por estreptococos, es


decir, prescripción de antibióticos para eliminar la bacteria responsable. Generalmente, se
elige la penicilina o sus derivados, pero en caso de alergias se buscan otras alternativas
como eritromicina. Esto es fundamental para evitar el desarrollo de la fiebre reumática, que
es la complicación más temida en estos casos.

Estreñimiento infantil

Generalmente, el estreñimiento infantil afecta a niños que comen poca fibra, mucha comida
"chatarra" y tienen hábitos evacuatorios no adecuados. Sólo en un pequeño grupo de
pacientes la causa es una alteración en el tubo digestivo bajo u otra patología.

Se puede presentar, por ejemplo, en niños entre los tres y seis meses cuando se les suspende
la leche materna y comienzan a ingerir fórmula láctea. También alrededor de los dos años
cuando se realiza el entrenamiento de hábitos urinarios y fecales para suspender el uso del
pañal.

Si bien la sintomatología es variable dependiendo de la edad, por lo general se manifiesta


con sufrimiento al momento de defecar, debido a deposiciones duras y de gran volumen,
además de disminución de la frecuencia evacuatoria asociada a dolor abdominal. En estos
casos es importante consultar con un especialista, quien generalmente con una historia
clínica detallada y un examen físico completo, puede realizar un diagnóstico adecuado y
tomar las medidas necesarias. Es una enfermedad con altas probabilidades de mejoría

Fiebre

Es muy común que los niños tengan fiebre. La causa más frecuente es la respuesta del
organismo ante una infección (viral o bacteriana).

Cuando sube la temperatura, el cuerpo reacciona poniendo en marcha los mecanismos para
perder calor. Uno de ellos es la transpiración, lo que se traduce en una mayor pérdida de
agua.

En niños se recomienda tomar la temperatura de manera axilar, ya que es lo menos


invasivo, y con un termómetro digital. Los convencionales de mercurio tienen el
inconveniente de que se quiebran con facilidad, lo que puede ser peligroso porque el
mercurio es tóxico.

Se recomienda un abundante consumo de líquidos, para reponer el agua perdida. Los


medicamentos antipiréticos logran bajar la temperatura, pero no solucionan la enfermedad
que la causa.

Hemangiomas

Se puede nacer con ellos o desarrollarlos durante los primeros meses. No son lesiones
hereditarias, aunque ocasionalmente se publican casos de familias con lesiones vasculares
que se presentan en más de una generación.

Los hemangiomas capilares de la infancia, generalmente, se presentan en el cuello y cara


como un aumento de volumen de tonos rojos y no producen más síntomas, por esto, en la
mayoría de los casos no es necesario seguir un tratamiento especial, pero sí mantener un
control para monitorizar su evolución.

No se deben operar porque son lesiones benignas de evolución clínica muy conocida y se
sabe que se reducen durante los primeros años de vida. Sólo al final de este proceso, si
quedara algún vaso capilar visible o piel sobrante por estiramiento, se hace la corrección
correspondiente con láser o cirugía. En tanto, los de mayor tamaño -o según su ubicación-
se tratan con medicamentos orales. Esto debe hacerse lo antes posible y requiere estricto
control médico para obtener el máximo beneficio y evitar complicaciones. No se conocen
formas de prevención.

Hipertensión arterial

En Chile el 5.6% de la población entre 17 y 24 años presenta este problema y las cifras
suben a medida que la edad aumenta.

En la adultez, algunas de las consecuencias de esta silenciosa enfermedad son la


hemorragia cerebral, la insuficiencia cardiaca y renal, y los infartos.

Los principales factores de riesgo para tener hipertensión son la vida sedentaria, la
temprana adicción al tabaco y la comida rápida. Es por eso que es fundamental cambiar los
hábitos, mantener un control adecuado del peso, reducir la sal de la dieta, hacer ejercicio
aeróbico y no fumar.

Impétigo contagioso

Esta enfermedad consiste en pequeñas manchas rojas que se van trasformado en costras de
color amarillento. Es una patología altamente transmisible, que afecta principalmente a
menores de cinco años.

Surge principalmente en preescolares, sobre todo en aquellos que presentan una inmunidad
de tipo celular alterada o que son atópicos, es decir, que sufren de asma bronquial o de
rinitis alérgica.

Si hay pocas lesiones se puede realizar un tratamiento local con cremas de alta
especificidad, las que contienen productos activos como la mupirocina y el ácido fusídico,
(ambos antibióticos que deben ser recetados por un médico). Previamente, se debe retirar la
costra para que penetre mejor el producto y se humecte la zona. Estas cremas se deben
aplicar dos o tres veces al día por una semana. Si el impétigo es más complicado, hay que
tratarlo con antibioterapia oral.

Infección urinaria

Alrededor del 4% de las mujeres y el 1% de los hombres sufre de una infección urinaria
antes de llegar a la pubertad, según el Manual de Nefrología Pediátrica de 2001. Estas
cifras la convierten en la segunda infección bacteriana más frecuente en niños, sólo
superada por las infecciones respiratorias altas.

Consiste en una inflamación de la vía urinaria causada por bacterias, donde generalmente el
agente infeccioso, como la Escherichia coli, proviene del intestino grueso. Si afecta sólo a
la vía urinaria baja (vejiga o uretra) se le llama cistitis aguda bacteriana, en cambio cuando
la infección se expande a los riñones, se habla de pielonefritis aguda.

El diagnóstico se realiza a través de un examen clínico y se confirma con análisis de orina y


urocultivo, el que suele ser difícil de realizar en niños pequeños que no tienen control de su
micción, aunque con paciencia es posible. En algunos, casos se toma la muestra con sonda.
Dependiendo de los resultados, el médico receta antibióticos y se hace el seguimiento que
corresponde según la edad.

Otitis externa

Consiste en una inflamación del conducto auditivo externo del oído y del pabellón auricular
-puede ser de una o de ambas partes-, situación que se da más durante el verano debido al
aumento de baños en piscina, playas y lagos, entre otros. Generalmente, esto se produce
porque la exposición prolongada del canal auditivo al agua causa irritación y congestión, lo
que genera un ambiente propicio para el crecimiento de bacterias y hongos.

El diagnóstico para detectar la otitis externa es clínico. Puede haber dolor de la oreja
relacionado con el movimiento o la compresión. No se necesita ningún tipo de exámenes, a
menos que sea necesario hacer diagnóstico bacteriológico, luego de un tratamiento que no
ha funcionado.

El tratamiento habitual de la otitis externa clásica de verano dura entre siete y 14 días, y
consiste en analgésicos antiinflamatorios y gotas de antibióticos locales tópicas. Sin
embargo, cuando hay edema del conducto es necesario utilizar gotas con antibiótico más
corticoide. El uso de antibióticos orales está reservado para infecciones más severas.

Otitis media aguda

Esta infección es la segunda más frecuente en niños menores de seis años, después del
resfrío común. De hecho, se estima que el 90% de los preescolares ha padecido alguna vez
otitis media aguda. Generalmente, es causada por una proliferación de gérmenes desde la
rinofaringe hasta el oído medio o por la obstrucción de la trompa de Eustaquio, canal que
comunica la garganta con la caja timpánica. Esto provoca una acumulación de líquido y
genera una infección.

Las principales molestias que siente un niño como otitis media aguda son dolor de oído,
decaimiento, congestión nasal, disminución de la audición y fiebre, principalmente en
preescolares.

En la mayoría de los pacientes se indican antibióticos por siete a diez días, ya que en más
del 70% de los casos el origen es bacteriano. Estos se pueden complementar con
analgésicos antipiréticos para combatir el dolor y la fiebre, pero no deben usarse gotas
óticas porque no llegan al oído medio.

Paperas

Cuando un virus afecta a las parótidas -glándulas salivales ubicadas cerca de las orejas- se
produce paperas o parotiditis, una patología viral y aguda que se caracteriza por el aumento
de su volumen y se transmite por contacto directo con personas infectadas o por vía
respiratoria (tos o estornudos).

Generalmente, se manifiesta a las dos o tres semanas y sus síntomas son malestar general
leve, fiebre no muy alta por unos cuatro días; molestias en el área temporomandibular y en
las glándulas salivales, principalmente, al comer, debido a que están inflamadas; falta de
apetito, dificultad para masticar, y dolor de cabeza, oídos y garganta, los que se presentan
por alrededor de siete días.

Como tratamiento se administran analgésicos y antipiréticos, y se recomienda reposo.


También hay que ingerir abundante líquido y evitar comidas que impliquen masticar
demasiado y las ácidas, ya que estimulan la producción de saliva, lo que puede ser
doloroso. En algunos casos, hay que hospitalizar para observar posibles casos de
encefalitis. Cuando se presenta orquitis, ayuda la suspensión escrotal (elevar los testículos
para evitar la tracción y el dolor) y el uso de compresas de hielo. La única prevención es la
vacuna.

Pediculosis
La pediculosis se da por contagio y es más frecuente en verano, ya que los niños juegan
más entre ellos, aumentando el posible contagio, aunque en invierno también es común, ya
que permanecen más tiempo en espacios cerrados.

Los piojos sólo se contagian por contacto directo pelo a pelo o por usar una almohada,
peineta, bufanda, sombrero u otro accesorio infestado. Estos parásitos viven
aproximadamente 30 días y cada hembra adulta puede poner hasta 200 huevos (liendres).
Suelen ubicarse en lugares de mayor temperatura, como la nuca y detrás de las orejas. Es
importante revisar constantemente el pelo de los niños, ya que aunque esté limpio, igual
puede haber contagio. La mejor manera de hacerlo es bajo el sol y hay que buscarlos en la
parte baja de la cabeza, donde empieza el pelo, y detrás de las orejas.

Si se encuentran piojos o liendres, hay que comenzar inmediatamente el tratamiento con un


shampoo medicado específico para pediculosis, el que debe ser enjuagado con una mezcla
de agua con vinagre, que ablanda la sustancia con que se pegan las liendres. Luego, hay que
pasar el peine especial para sacar las liendres. Hay que dejar de usar el shampoo tradicional
por tres días para permitir que el producto específico actúe de la mejor manera. Como
prevención, No sirve usar un shampoo especial, ya que podría afectar al cuero cabelludo o
hacer que los piojos se hagan más resistentes.

Rotavirus

El rotavirus es el agente viral más frecuente causante de gastroenteritis aguda en niños,


principalmente entre los 6 meses y dos años de edad. Esta enfermedad infecciosa, tan
común en verano, es producida por un virus muy resistente a las condiciones ambientales,
sobrevive días en deposiciones y horas en superficies, sobre todo en ambientes templados.

Clínicamente, se manifiesta de forma abrupta con vómitos, diarrea y fiebre, sin embargo,
existen casos asintomáticos y otros con deshidratación grave. El tratamiento consiste
utilizar sales de hidratación oral o líquidos, hidratación endovenosa en pacientes con
deshidratación severa y mantención de la alimentación láctea habitual del niño.

El rotavirus se contagia principalmente, por contacto fecal-oral, pero también por


estornudos, tos y saliva. En los niños es habitual al compartir juguetes o comida, o al estar
en lugares sin ventilación. La prevención está en mantener la higiene de superficies y
alimentos, y el lavado habitual de manos, principalmente después de ir al baño. Además,
existe la vacuna oral contra el rotavirus.

Rubéola

Es una infección general, por lo que los ganglios de todo el cuerpo se inflaman y el
diagnóstico se confirma con un examen de sangre. Se presenta con manchitas rojas en la
piel, las que comienzan en la cara y cuello, y luego se extienden por el resto del cuerpo.
Además, sobre todo en los adultos, puede haber fiebre, dolor de cabeza, conjuntivitis y
malestar general.

La rubéola se transmite fácilmente por el aire, a través de secreciones o saliva. Tiene un


periodo de incubación de 14 a 21 días y se puede contagiar desde una semana antes de la
manifestación de los síntomas hasta cuatro días después. Se debe evitar el contacto con
otros para no contagiarlos, sobre todo si hay mujeres embarazadas, ya que en el primer
trimestre de embarazo, las consecuencias para el feto pueden llegar a ser mortales.

Como prevención, a los 12 meses de edad todos los niños deben vacunarse (vacuna Tres
vírica contra el sarampión, paperas y rubéola), lo que se repite en 1° básico.

Sarampión

Es una enfermedad viral altamente contagiosa que se transmite por las gotitas de aerosol
esparcidas mediante tos y estornudos, o por contacto directo con secreciones infectadas
provenientes del tracto bucofaríngeo. Sus efectos se presentan al menos diez días después
de haberlo contraído y una persona puede contagiar desde cuatro días antes de la aparición
de las erupciones y hasta cuatro días después de que desaparecen.

Los síntomas de esta patología son variados y su intensidad depende de cada paciente. Los
principales son fiebre alta, que puede durar hasta siete días (habitualmente, es el primer
síntoma); tos, dolor de garganta y rinorrea. También aparecen manchas blancas dentro de la
boca, específicamente en la cara interna de las mejillas. Los ojos se ponen rojos, llorosos y
con sensibilidad a la luz. Hay dolor muscular y erupción cutánea (manchas decoloradas o
rojas y con superficie) primero, en la cara y cuello, y unos días después, en manos y pies.
Este síntoma aparece de forma más tardía y puede durar una semana.
Una vez diagnosticada, lo único que se puede hacer es aliviar los síntomas con reposo
absoluto y consumo de mucho líquido y antiinflamatorios. A las tres semanas el niño ya
debería estar recuperado, pero si desarrolla neumonía u otitis, el tratamiento contempla
antibióticos. Una vez que se tiene la enfermedad o se recibe la vacuna, la persona queda
inmune, por lo que a los 12 meses de edad todos deben vacunarse (vacuna Tres vírica
contra el sarampión, paperas y rubéola), lo que se repite en 1° básico.

Varicela o Peste Cristal

La varicela o peste cristal es una enfermedad infectocontagiosa producida por el virus


Varicela zoster, que se manifiesta generalmente en niños. Se presenta entre 10 y 14 días
después de haber tenido contacto con un enfermo. El cuadro se desarrolla con fiebre y
lesiones en la piel, las que progresan a costras en un periodo promedio de siete días. Se
presentan en cualquier parte del cuerpo, incluso la cabeza y los genitales.

Las vías de contagio de la varicela son tres: el contacto directo, por ejemplo, a través de la
saliva; por diseminación aérea (como la tos o estornudo) y por objetos que el paciente haya
usado, los cuales se transforman en vehículos de transmisión. El diagnóstico es clínico, ya
que el exantema -erupción en la piel- es característico de esta enfermedad.

El tratamiento consiste en medidas generales como reposo, hidratación y antitérmicos,


cuando hay fiebre. Además, el baño diario ayuda a prevenir infecciones en la piel. También
en casos específicos se pueden utilizar antivirales.

Enfermedades respiratorias en niños

Diferentes partes del sistema respiratorio se ven afectadas por una serie de virus y bacterias
que enferman a muchos niños, sobre todo en invierno. Se dan más en estos meses porque la
contaminación ambiental favorece la irritación de las vías respiratorias, facilitando la
entrada de gérmenes, y el frío hace que disminuyan las defensas respiratorias. Además, se
tiende a ventilar menos las casas y lugares de trabajo, y se producen más aglomeraciones,
con lo cual aumenta la oportunidad de contagio.
Las enfermedades respiratorias se transmiten, principalmente, a través de secreciones
expulsadas por tos, estornudos y saliva, o por contacto directo con la persona enferma o con
objetos contaminados. Por esto, se recomienda un constante lavado de manos, no exponerse
a quienes tengan la patología, evitar las aglomeraciones, sobre todo en espacios cerrados, y
si se está enfermo, hacer lo posible por no contagiar a los demás.

Adenovirus

Infección viral que puede producir fiebre, faringitis y conjuntivitis, además de diarrea o
cistitis. Se puede agravar cuando afecta a niños prematuros, inmunocomprometidos,
cardiópatas o con enfermedades pulmonares crónicas, entre otros.

Se presenta con mayor gravedad, principalmente, entre los seis meses y dos años de edad.
Si bien puede darse de forma leve, también puede tener consecuencias muy graves y
requerir hospitalización. No existe un tratamiento para curarlo, sólo medidas de soporte,
como bajar la fiebre, disminuir la obstrucción bronquial y la aplicación de gotas para la
conjuntivitis.

Este virus se transmite sobre todo por vía respiratoria, mal lavado de manos, uso de
utensilios contaminados y por contacto con personas enfermas.

Asma bronquial

Respuesta exagerada frente a determinados estímulos del ambiente. Suele manifestarse en


personas alérgicas a ácaros del polvo de habitación, caspa de animales, proteínas de
insectos, pólenes de pastos, malezas, árboles y hongos ambientales. Produce inflamación,
hipersecreción, obstrucción bronquial, tos irritativa, falta de aire, sensación de pecho
apretado y respiración sibilante.

Estos síntomas pueden ser progresivos, aumentando la falta de aire y obligando al paciente
a consultar en un servicio de urgencia.

El tratamiento consiste en aseo y ventilación adecuada para pacientes con alergia a


inhalantes domésticos; aerosoles con broncodilatadores y corticoides inhalados. Algunos
gatillantes frecuentes de la crisis de asma son infecciones respiratorias virales, exposición a
alérgenos (en pacientes alérgicos), tratamiento insuficiente o que éste se haya suspendido.
Bronquiolitis

Inflamación con edema (hinchazón) y acumulación de mucosidad en los bronquiolos. Su


causa más frecuente es la infección por virus, sobre todo el virus respiratorio sincicial.
También puede darse por adenovirus, influenza o parainfluenza, por lo que hay que evitar
el contagio. Afecta principalmente, a menores de seis meses y, además, a los que están
expuestos al humo del cigarro y a los prematuros.

Se transmite por contacto directo con secreciones o gotitas de aerosol de alguien infectado.
Entre sus síntomas están dificultad respiratoria con sibilancias, tos forzada y aumento de la
frecuencia respiratoria. Cuando es muy grave, los menores pueden adquirir color azulado.

Se trata con ingesta abundante de líquido (puede ser leche materna) y la aplicación de aire
húmedo. Se deben evitar ambientes contaminados con humo de cigarro y aglomeraciones,
sobre todo si hay personas enfermas.

Faringitis

Inflamación de la faringe que, en la mayoría de los casos, se origina por los mismos virus
que causan resfrío, influenza y adenovirus, entre otros. Sin embargo, también pueden
producirla bacterias, alergias o reflujo. Se manifiesta con dolor de garganta, carraspeo,
secreciones mucosas o purulentas, tos y sensación de tener un cuerpo extraño en la faringe
producto de la inflamación. En general, la fiebre no es muy alta, excepto cuando existe una
sobreinfección bacteriana.

Su contagio es por vía respiratoria, por lo que se previene con las medidas generales para
evitar el contagio. Se recomienda también no exponerse a enfriamientos y tener una buena
alimentación. La faringitis viral se trata con antiinflamatorios para paliar los síntomas,
como dolor de garganta malestar general y cefalea. Cuando el origen es bacteriano, se
deben administrar antibióticos.

Influenza

Enfermedad infecciosa causada principalmente por dos cepas de virus, influenza A y B. Se


propaga por contacto con secreciones. Produce fiebre alta, calofríos, dolores musculares y
de cabeza. Además de la morbilidad asociada, tiene un costo importante derivado del
ausentismo escolar-laboral y hospitalizaciones por complicaciones.

Para prevenirla, la medida más eficaz es la vacunación sistémica anual. Por esto, en Chile
se realiza una campaña de vacunación cada año para proteger a la población en riesgo.
También se recomienda para los demás, ya que hay que evitar ser un vehículo de
transmisión de la infección.

Para esto, es indispensable evitar el contagio y las aglomeraciones, y lavarse las manos a
menudo. La persona enferma debe evitar exponerse a otros individuos para prevenir el
contagio. Al toser, se recomienda cubrirse la boca y la nariz con un pañuelo desechable o
con el pliegue del brazo. Hay que lavarse las manos regularmente.

Laringitis

Inflamación de la laringe que afecta las cuerdas vocales. Puede ser de origen viral o
bacteriano, derivado de un resfrío, bronquitis, gripe o neumonía. Además, se puede
manifestar por inflamación de la mucosa, reflujo o irritación en el área, por ejemplo, debido
al consumo de alcohol o tabaco.

Cuando su origen es viral, la garganta se ve más roja, sin placas purulentas ni cuadro
infeccioso general. Se trata con antiinflamatorios para paliar los síntomas. Sin embargo, si
es provocada por bacterias, la tos se da con secreciones purulentas, se siente decaimiento,
hay disfonía y, con frecuencia, fiebre. En este caso, para erradicar la infección, se deben
emplear antibióticos. En niños con laringitis aguda, la inhalación de aire frío -incluso del
refrigerador- ayuda a disminuir los síntomas.

Su contagio es por vía directa, en la casa o el jardín infantil, ya que basta que un individuo
tosa o hable, para contagiar a los demás. Por esto, se previene al evitar enfriamientos y
aglomeraciones, y con ventilación y alimentación adecuadas.

Metaneumovirus

Es un agente infeccioso viral relativamente nuevo en un diagnóstico, ya que recién fue


descrito en 2001. Tiene su peak al final del invierno y principios de la primavera. Se
manifiesta con tos, congestión, abundante secreción nasal, fiebre y signos de obstrucción
bronquial como sibilancias. Menos frecuente es la presencia de vómitos y diarrea. Cuando
se agrava, puede derivar en bronquiolitis, con predominio de obstrucción e hipersecreción
bronquial. Además, en ocasiones se produce laringitis, otitis, neumonía o una exacerbación
asmática.

No hay un tratamiento específico, sólo se aplican medicamentos y técnicas para combatir la


obstrucción nasal y bronquial, además de la fiebre. Cuando hay hipoxemia es necesario
administrar oxígeno y, en casos graves, si el compromiso pulmonar es muy extenso, se
puede requerir ventilación mecánica.

El principal mecanismo de transmisión es a través de las gotitas de aerosol que se dispersan


por estornudo o tos, sobre todo en espacios cerrados. También por la manipulación de
objetos o superficies contaminadas con el virus. Por lo tanto, se previene con lavado de
manos si se ha estado en contacto con alguien o algo contaminado, con uso de mascarilla si
se va a estar con enfermos, y evitando llevar a niños pequeños a lugares donde exista riesgo
de contagio.

Neumonía

Infección pulmonar causada por virus, bacterias u hongos. En adultos, este cuadro es de
origen bacteriano, mientras que en niños es más frecuente la infección por virus. Produce
desde tos y fiebre hasta dificultad respiratoria. Esta última manifestación se da en casos
más graves y puede ir acompañada de neuralgia, fatiga, inapetencia y sudoración.

Se trata con antibióticos cuando es de causa bacteriana y, cuando requiere hospitalización,


se administra abundante líquido y, si es necesario, también oxígeno. Además, se manejan
los otros síntomas y se recomienda reposo.

Se previene con higiene, evitando el humo del cigarro y con medidas para evitar otras
enfermedades que puedan causarla, por ejemplo, vacunándose contra la influenza.

Parainfluenza

Conjunto de virus pertenecientes al tipo parainfluenza, que causa infecciones en las vías
respiratorias superiores e inferiores. Produce mucha tos irritativa con secreción y dolor de
garganta, fiebre, rinorrea y congestión nasal. En niños, puede derivar en laringitis (crup
viral), bronquiolitis o bronquitis, entre otros.

Por sus síntomas, no es fácil de diferenciar de otras infecciones virales, como virus
respiratorio sincicial o adenovirus. No tiene tratamiento (sólo se pueden manejar los
síntomas) ni vacuna que lo prevenga. Se recomienda evitar aglomeraciones, el contacto con
personas contagiadas y el lavado de manos al estar con alguien enfermo.

Resfrío común

Es un síndrome catarral leve y autolimitado, producido por varios virus, como rinovirus,
coronavirus, virus respiratorio sincicial (VRS), parainfluenza y adenovirus. La incubación
dura entre uno y cinco días, al cabo de los cuales comienzan a aparecer los típicos síntomas
como estornudos, malestar faríngeo, tos, fiebre baja (habitualmente bajo 38°C), ronquera,
obstrucción nasal y prurito ocular. En los menores de un año también puede haber
trastornos de la alimentación y del sueño.

Se transmite por contacto directo con secreciones y a través de gotitas de aerosol que se
dispersan mediante el estornudo o la tos. El tratamiento consiste en aliviar los síntomas, ya
que generalmente desaparece por sí solo al cabo de una semana. No se deben tomar
antibióticos, porque éstos no actúan sobre los virus. Tampoco sirve la vacuna contra la
influenza (o gripe), que es otra patología. Por lo tanto, la prevención es evitar el contagio.

En ocasiones, si no se tienen los cuidados necesarios durante este periodo, es posible que
un simple resfrío derive en cuadros más complejos como sinusitis, otitis, adenoiditis,
bronquitis obstructiva y neumonía.

Síndrome bronquial obstructivo (SBO)

Más conocido como bronquitis obstructiva, es una reacción inflamatoria de los bronquios
ante bacterias, alérgenos, contaminantes o virus, como influenza, rinovirus y virus
respiratorio sincicial, que es el que desencadena más episodios.

Provoca dificultad para respirar, tos, expectoración, ruidos respiratorios y, ocasionalmente,


fiebre alta. Generalmente, se utilizan broncodilatadores en aerosol o nebulizadores para
eliminar las secreciones y controlar la obstrucción. Si el cuadro se complica por
sobreinfección, se agregan antibióticos. Asimismo, cuando hay dificultad respiratoria
marcada y no responde al tratamiento inicial, es necesaria la hospitalización.

Para prevenirlo, se recomienda tener las vacunas al día, evitar el contagio, no fumar en
lugares cerrados, evitar los cambios de temperatura bruscos y no utilizar combustibles
como parafina o gas para calefaccionar la casa sin una adecuada ventilación.

Tos convulsiva

También conocida como coqueluche o tos ferina, es una enfermedad causada por la bacteria
Bordetella pertussis y produce una tos que se presenta en ataques y persiste por muchas
semanas. Como es tan fuerte, puede producir vómitos, apneas, dificultad para alimentarse y
respirar, y pequeñas hemorragias en los ojos, lo que la hace muy peligrosa en recién
nacidos. Además, puede dar fiebre, rinorrea y diarrea.

Es altamente contagiosa por vía aérea y puede afectar a personas de cualquier edad. La
principal medida de prevención es la vacuna que, en Chile, se aplica a los 2, 4, 6 y 18
meses y luego, a los 4 años. Forma parte de la vacuna DPT, que también combina cepas
contra el tétanos y la difteria.

Se maneja con antibióticos, los que tienen un rápido efecto cuando la patología se
diagnostica temprano. Los lactantes pueden necesitar hospitalización por los graves
problemas respiratorios que podrían tener. Cuando la persona no puede alimentarse debido
a la tos, se administra líquido de manera intravenosa. No se aconseja usar antitusivos.

Virus respiratorio sincicial

Causa frecuente de infección en el sistema respiratorio, puede derivar en bronquiolitis,


bronquitis obstructiva y bronconeumonía. Comienza con resfrío, tos, mucosidad y, a veces,
fiebre. Después de un par de días, resulta difícil respirar.

Se contagia a través de las secreciones respiratorias y mediante las manos y objetos que han
estado en contacto con el paciente. No existen medicamentos específicos, sólo se manejan
los síntomas, como bajar la fiebre e hidratar al enfermo. Asimismo, a veces es necesario el
uso de broncodilatadores inhalados y kinesiterapia para movilizar las secreciones de los
bronquios.
Entre las medidas de prevención es importante lavarse las manos y evitar el contagio, la
contaminación dentro de la casa, los cambios bruscos o excesos de temperatura, y la
humedad.

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