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Ciclo ovárico.

El ciclo ovárico que consiste en la maduración de un folículo y expulsión de un


ovocito . El ciclo menstrual (o ciclo endometrial) que consiste en la preparación de
un lecho apto para recibir al ovocito y, si este no está fertilizado, en la eliminación
del mismo.

Aparato Reproductor Femenino


Vagina: es el canal que comunica con el exterior (físico), conducto por donde entran
los espermatozoides. Su función es recibir el pene durante el coito y dar salida al
bebé durante el parto.
Cérvix: Parte inferior del útero, situada en el fondo de la vagina, flexible, delgada y
de unos tres centímetros de longitud.
Cuello uterino: Parte inferior del útero, situada en el fondo de la vagina, flexible,
delgada y de unos tres centímetros de longitud.
Útero: órgano hueco y musculoso en el que se desarrollará el feto.
El endometrio: es la mucosa que recubre el interior del útero. Su función es la de
alojar al cigoto o blastocisto después de la fecundación, permitiendo su
implantación. La menstruación normal es la descamación del endometrio cuando no
ha habido fecundación
Trompas de Falopio: conductos de entre 10 a 13 cm que comunican los ovarios
con el útero.
Ovarios: son los órganos productores de gametos femeninos u ovocitos, de tamaño
variado según la cavidad, y la edad; a diferencia de los testículos, están situados en
la cavidad abdominal. El proceso de formación de los óvulos, o gametos femeninos,
se llama ovogénesis y se realiza en unas cavidades o folículos cuyas paredes están
cubiertas de células que protegen y nutren el óvulo. Cada folículo contiene un solo
óvulo, que madura cada 28 días, aproximadamente. La ovogénesis es periódica, a
diferencia de la espermatogénesis, que es continua. Los ovarios también producen
estrógenos y progesterona, hormonas que regulan el desarrollo de los caracteres
sexuales secundarios, como la aparición de vello o el desarrollo de las mamas, y
preparan el organismo para un posible embarazo.
Ciclo menstrual.

Fase Folicular.

El primer día de ciclo es el primer día de la menstruación y por tanto el día que
empieza la fase folicular. En esta fase se desarrolla el folículo1 desde la fase
primordial hasta el preovulatorio,. Los folículos primordiales están constituidos por
ovocitos2 inmaduros que deben acabar todavía la formación del óvulo. La hormona
folículo estimulante o FSH aumenta ligeramente en la primera mitad de esta fase
estimulando a varios folículos primordiales.
De estos folículos primordiales uno es el destinado a ovular y el resto sufrirán un
proceso de atresia. El folículo primordial seleccionado crecerá y se desarrollará ..
Las células del folículo producen estrógenos, que tendrán su pico máximo unos días
antes de la ovulación. Después de este pico de estrógenos se produce uno de
hormona luteinizante o LH y de FSH. Estos picos hormonales desencadenan la
ovulación .
Fase Ovulatoria

Durante la fase ovulatoria el folículo crece aceleradamente y se produce la rotura


folicular con la salida del ovocito que ha completado la primera división de la
meiosis. La segunda división se produce sólo si es fecundado por un
espermatozoide. El ovocito es atraído por las trompas de Falopio y transportado en
su interior hacia el útero.

Fase Lútea

Durante la fase lútea y una vez expulsado el ovocito se producen una serie de
cambios en el folículo tanto desde el punto de vista morfológico como endocrino.
La células que quedan en el folículo cambian y forman el cuerpo lúteo o cuerpo
amarillo, que se mantendrá unos 14 días en ausencia de embarazo. Se producen
allí la progesterona y los estrógenos. La progesterona es la responsable del
aumento de temperatura en la fase lútea, parámetro muy utilizado en controles de
ovulación. Si se ha producido la fecundación la HCG mantiene el cuerpo lúteo hasta
que la placenta y el feto es capaz de mantenerse endocrinologicamente. Si no se
ha producido la fecundación a los 14 días aproximadamente desde la ovulación se
produce la menstruación por la disminución de los niveles de progesterona y
estrógenos y se inicia un nuevo ciclo.

La fecundación

Es la fusión de los gametos masculino y femenino, es decir, el espermatozoide y el


óvulo, de manera que se restablece la dotación cromosómica normal del ser
humano (46 cromosomas).

Para que pueda ocurrir el fenómeno de la fecundación, el hombre debe eyacular en


el interior de la vagina de la mujer. En este momento, los espermatozoides podrán
ascender por el tracto genital femenino y llegar hasta las trompas de Falopio, lugar
donde se encontrarán con el óvulo.

Una vez los espermatozoides llegan a las trompas de Falopio después del coito,
solamente podrán encontrarse con el óvulo si la mujer se encuentra en sus días
fértiles y ha habido ovulación. En ese caso, los espermatozoides se colocarán
alrededor del óvulo e intentarán fecundarlo.

El óvulo siempre es portador del cromosoma X. Por tanto, el sexo del embrión se
definirá según si el espermatozoide es portador de un cromosoma X o un
cromosoma Y.

El óvulo fecundado constituye una nueva célula denominada cigoto, que empieza a
descender por la trompa de Falopio hacia el útero. Durante ese trayecto, el cigoto se
divide para dar lugar al embrión de dos células. El término cigoto solamente se
utiliza para definir el primer estadio embrionario de una única célula.
A medida que avanza por la trompa, el embrión seguirá dividiéndose para permitir la
formación del blastocisto, estructura con muchas células que empiezan a
diferenciarse y que tiene la capacidad para implantarse en el útero y dar lugar al
embarazo.
Implantación del óvulo

Cuando el espermatozoide penetra en el óvulo se produce la fecundación y la


formación del cigoto (primera célula fecundada). En 72 horas el cigoto se convierte
en mórula (segmentación del cigoto) y cuatro o cinco días después de la
fecundación, la mórula se convierte en blastocisto (o blástula).

El blastocisto está compuesto por dos grupos de células, uno externo y otro interno.
El grupo interno, se convertirá en el embrión, y el exterior, en la membrana que lo
protegerá y nutrirá durante el embarazo. A partir de que el blastocisto se implanta en
el endometrio es cuando se comienza a hablar de un embrión.

Al llegar el blastocisto al útero, normalmente seis o siete días después de la


fecundación, éste empieza a producir unas prolongaciones que le permitirán
adherirse a la mucosa uterina y “enterrarse” en el endometrio. Es lo que se conoce
como implantación embrionaria.

La implantación es una fase fundamental del embarazo, pues permite al embrión en


su etapa primaria recibir los nutrientes y el oxígeno de la madre a través de su
sangre.

Catorce días después de la fecundación, el embrión está firmemente anidado en su


nuevo hogar. Allí es donde crecerá y se desarrollará un nuevo ser.

Primer mes de embarazo


Es prácticamente imposible detectar con exactitud cuándo ocurre la fecundación
que da inicio al embarazo. Por ello, se suele tomar como referencia el día en que
bajó la última regla. Por tanto, la primera semana de gestación sería la última
semana de menstruación.
La segunda semana da paso a la selección folicular, donde un conjunto de folículos
elegidos empezarán a crecer, aunque, finalmente, solo será uno el seleccionado.
Más tarde, en la tercera semana del proceso, el ovocito sale del folículo que lo
contenía y viaja por las trompas de Falopio. Esto es lo que conocemos como
ovulación. Aquí, será fecundado por el espermatozoide y continuará su desarrollo
ahora ya como cigoto (una célula) y, posteriormente, como embrión.
Proseguirá su camino hacia el útero, donde implantará. Empieza así la liberación de
la hormona beta-hCG, que es la hormona detectada por los test de embarazo.
Tras la implantación, se produce la gastrulación. Las células del epiblasto se van
dividiendo hasta formar células de tres tipos distintos, que en el futuro serán el tejido
del bebé. También se generan las células del mesodermo y la notocorda, que
actuará de columna vertebral hasta que ésta se forme.
El embrión tiene un tamaño tan pequeño que todavía no se puede apreciar ni en
una ecografía.
Segundo mes de embarazo
En este segundo mes se originan la médula espinal, el cerebro, el corazón, el
intestino y la piel. También empiezan a formarse los ojos, las orejas, la nariz y el
labio superior de la boca. Es un mes de mucha evolución en el que el embrión
empieza a adquirir forma humana con todo lo que ello conlleva.
En un extremo del embrión, se generará una cabeza redondeada y más gruesa que
el tronco, mientras que, en el otro extremo, se formará una especie de cola.
Los cambios en la madre todavía no son notables. Tu “panza” todavía no se nota,
aunque es posible que empieces a sentir ya algunos síntomas como náuseas,
vómitos, cansancio… También puede ocurrir que la gestación avance sin síntomas,
pero ello no es indicativo de complicación: simplemente significa que hay mujeres
que padecen los síntomas de forma más suave o inapreciable.
Tercer mes de embarazo
A partir de este mes, finaliza el periodo de embrión y éste pasa a denominarse feto.
En el tercer mes de embarazo, el futuro bebé ya tiene desarrollados todos sus
órganos, aunque, por el momento, no están formados del todo. Falta que maduren y
acaben de evolucionar correctamente. A pesar de que se irán definiendo también los
genitales, aún es pronto para poder determinar con exactitud el sexo del bebé.
A lo largo de estas 4 semanas, el feto crece hasta los 7 cm y llegará a pesar unos
15-20 gramos aproximadamente. Es habitual que empieces a engordar. En este 3 er
mes, el aumento de peso equivale a aproximadamente un 10% del total de peso que
ganarás durante todo el embarazo.
El movimiento del futuro bebé a lo largo de este mes es bastante intenso: dobla los
dedos, frunce el ceño, patalea, aprieta los labios, etc. Es importante conocer esta
inquietud del feto para no alarmarse cuando los movimientos se intensifiquen. No es
motivo de preocupación, sino más bien al contrario: esta movilidad que expresa el
bebé es una prueba más de que está vivo y de que todo evoluciona correctamente.
A final de este mes, se reducen los molestos síntomas causados por la hormona
beta-hCG, como las náuseas o vómitos, pues los niveles de esta hormona se
estabilizan. Este mes ofrece calma y tranquilidad a los futuros padres, puesto que
pasados los tres meses se considera superado el riesgo de aborto natural. A partir
de ahora, no deberían surgir problemas alarmantes.
En esta fase, se intensifican todavía más las conexiones entre madre y feto, hecho
que aumenta la atención que se le presta a la alimentación y el estilo de vida, ya
que todo esto afectará directamente al futuro ser.
Cuarto mes de embarazo
En este mes, el feto se cubre de lanugo, un vello muy fino que recubre la piel
cuando el cuerpo no tiene suficiente grasa, de modo que actúa de conservador del
calor corporal.
Se forman las cuerdas vocales, aunque éstas no serán utilizadas por el bebé hasta
su nacimiento, de ahí que al nacer los niños lloren, e incluso se les provoque llorar,
para comprobar que las cuerdas vocales funcionan y que el recién nacido responde
a los estímulos.
En esta fase, los ojos del feto son particularmente grandes, aunque los mantiene
cerrados. Están muy separados entre sí, pero la cara ya está bien definida y se
puede distinguir perfectamente el cuello que separa la cabeza del resto del cuerpo.
Los dientes empiezan a brotar, aunque es solo el principio de este proceso. El oído
externo se desplaza hacia arriba.
El tamaño del feto al inicio de este mes es de 8,5 cm de longitud y puede llegar a
desarrollarse hasta los 18 cm. Su peso será de unos 150-170 g. Aparecen los
pliegues epidérmicos en la palma de las manos y en los dedos: el nuevo ser ya
posee una huella dactilar.
Además, en este mes, el bebé empieza a expulsar orina, la cual se entremezcla con
el líquido amniótico. Las funciones de sus glándulas sudoríparas y sebáceas
empiezan a desarrollarse. El intestino comienza a llenarse de una sustancia espesa
secretada por el hígado y denominada meconio.
El volumen de tu vientre seguirá aumentando, así como tu peso corporal. Notar al
bebé es algo ya habitual en este mes, pues por su tamaño y desarrollo, sus
movimientos son frecuentes.
Quinto mes de embarazo
Las cavidades cardíacas están delimitadas y el corazón ya late con fuerza. Otros
cambios importantes también se dan en este período, en el que se desarrollan los
sentidos, como el gusto, a raíz del desarrollo de las papilas gustativas. Además,
empieza a percibir sonidos y luces.
Al final de este mes, el bebé puede llegar hasta los 22-25 centímetros
aproximadamente.
Notarás que, cuando te tumbas, el feto se mueve mucho más y con más energía.
Esto se debe a que el bebé se encaja mejor en la pelvis cuando estás de pie. Por
esta razón, sentirás como si estuviese dormido, porque sus movimientos disminuyen
considerablemente, mientras que aumentan cuando estás en posición horizontal.
En las últimas semanas de este quinto mes de embarazo, se crea la segunda capa
de dientes. Los dientes de leche ya se han formado dentro de los alvéolos dentarios.
En el cerebro, se crean millones de neuronas y éste ya es prácticamente igual a
como será cuando se complete su formación y una vez haya nacido.
Puede que tu ombligo se aplane o empiece a salirse hacia afuera. En este caso,
volverá al sitio después de dar a luz. El útero se desplazará hasta subir por encima
de la altura del ombligo. Este proceso hace que tu silueta se desvirtúe por completo
y pierdas las curvas de la cintura.
Ya no sientes náuseas ni tienes vómitos, aunque puede que tengas otro tipo de
molestias, tales como ardores de estómago o congestión nasal. Esto se debe a que
tu digestión se ralentiza, además de los cambios de posición del bebé y la presión
que ejerce contra ti.

Sexto mes de embarazo


Respecto al pelo del futuro bebé, se le han creado ya las cejas, el cabello y las
pestañas. También se le forman los músculos y, gracias a eso y a la longitud del
cordón umbilical, puede moverse con más energía que hasta el momento.
Además, al reconocer los sonidos claramente, responde perfectamente a los
estímulos, como por ejemplo la música. Si quieres hacer la prueba, comprobarás
como el feto se mueve cuando le pones música como respuesta al estímulo sonoro
que está recibiendo.
La evolución del bebé pasa por medir de 27 cm a 32 cm aproximadamente, y de
pesar cerca de 450 gramos hasta unos 750-1000 gramos. Se pueden palpar las
diversas partes del cuerpo del pequeño a través de tu pared abdominal.
La piel del bebé empieza a volverse opaca, cogiendo consistencia. El bebé puede
abrir y cerrar los ojos, además de hacer gestos como sacar la lengua. Las
proporciones del cuerpo empiezan a igualarse en relación a su cabeza. Cada vez
está mejor formado y se parece más al futuro recién nacido.
Se termina el segundo trimestre y el estado de gestación ya se evidencia. Tu barriga
ya debe ser bastante grande y el peso del feto aumenta, por lo que es probable que
te sientas cansada, tengas dolores de espalda, molestias o incomodidades en
ciertas posturas y sientas algo de hinchazón.
Séptimo mes de embarazo
Empieza el último trimestre de embarazo. El desarrollo fetal es ya avanzado. El
parto se acerca. Es normal sentir mayor cansancio y pesadez. Además, te costará
más dormir, hacer ciertos movimientos como atarte los cordones o agacharte a
recoger cosas del suelo. Es probable que los pies y tobillos se te hinchen.
En este periodo, se desarrollan los pulmones y el esqueleto se hace más
consistente. Además, la grasa ya empieza a acumularse en su cuerpo, lo que le
permitirá controlar la temperatura tras el nacimiento.
La cantidad de pelo empieza a disminuir y el lanugo que cubre su cuerpo
desaparece.
En este mes la longitud del feto va de 33 cm a 38 cm aproximadamente, y puede
llegar a pesar hasta unos 1.100-1300 gramos.
Debido a este aumento considerable de peso y longitud, los movimientos del bebé
empiezan a ser más limitados. Está más presionado contra tu vejiga, por lo que no
solo lo notarás en los movimientos del feto, sino también en tus frecuentes ganas de
orinar.
Se pigmenta el iris del ojo y la piel. La pigmentación se produce gracias a unas
células denominadas melanocitos que producen melanina.
Octavo mes de embarazo
El bebé sigue perdiendo el lanugo y aumentando de peso y tamaño, por lo que
también se siguen limitando sus movimientos y, al mismo tiempo, no deja de
presionar, cada vez más, tu vejiga. A lo largo de este mes, alcanzará cerca del 50%
del peso total que alcanza en todo el embarazo.
Los pulmones del bebé están casi desarrollados y eso también implica que ocupen
más espacio, por lo que, además de sentirte pesada, también lo notarás a la hora de
irte a la cama. Será normal que te cueste más dormir, ya que tus movimientos, al
igual que los del bebé, empezarán a ser más limitados y difíciles.
Además de la luz y el sonido, que ya se habían desarrollado, a lo largo de este mes
se crean también las neuronas olfativas, signo de que el cerebro tampoco deja de
evolucionar. Empiezan los primeros hipos del bebé. La causa es que está tragando
líquido amniótico, algo que al mismo tiempo provoca como consecuencia
movimientos espasmódicos.
Es posible que sientas algo de acidez o que estés estreñida durante esta fase.
Todos estos síntomas son muy habituales y se deben al aumento de progesterona
en tu cuerpo. No tienes por qué alarmarte. Se recomienda tomar mucho calcio,
hierro, ácido fólico, proteínas y vitamina C. Tu estado de gestación es muy
avanzado, así que debes cuidarte mucho, pero sin dejar de hacer tu vida.
El cansancio durante este último período también es bastante normal. Esto ocurre
no solo por el aumento de peso, que suele fatigar mucho, sino porque tu útero se ha
ensanchado de tal manera que te presiona el costado y esto dificulta la respiración.
Noveno mes de embarazo
El bebé desciende en la pelvis y la cabeza empieza a acoplarse en ella. El
estómago y el intestino ya funcionan. Su piel ya no está arrugada y es más suave
debido a las células de grasa que ya se han formado debajo de ella. El color de la
piel ya no es tan rojo, sino que empieza a sonrojarse y se asemeja más al color
definitivo que tendrá en el momento del parto.
Como hemos comentado, desde hace ya algunas semanas, los movimientos son
menores debido al aumento del tamaño y el peso del feto, pero esto no significa que
no sientas la presencia de tu futuro hijo. De hecho, no debe pasar ni un solo día sin
que lo sientas, lo cual significará que todo marcha bien.
Al finalizar este mes, el feto debe medir cerca de 43 cm y su peso aumenta en este
periodo desde alrededor de 1.980 g hasta unos 2.730 g de media.
Ahora sientes los movimientos más bruscos, como si fuesen patadas, ya que el
bebé tiene muy poco espacio para moverse. La cabeza se desplazará durante estas
semanas hacia abajo, preparándose para el parto, y podrás distinguir perfectamente
entre un pie, la espalda o una mano. Las uñas ya han crecido hasta cubrir la
totalidad de sus dedos.
El bebé es capaz de respirar y realizar los movimientos de succión y deglución al
mismo tiempo, lo que le permitirá alimentarse de la leche materna cuando nazca.
También empieza a fabricar su propia sangre.
Este mes es especialmente largo y preocupante para la madre, aunque lo vive con
mucha ilusión: el parto se acerca y son muchas las ganas de verle la carita al futuro
hijo.
El final del embarazo
En esta última etapa del periodo de gestación, el bebé tiene las uñas más largas
incluso de lo que miden sus deditos, tanto de las manos como de los pies, por lo
que puede rascarse e incluso arañarse a sí mismo.
Sus órganos son completamente autónomos y está listo para salir de la placenta y
del vientre de su madre. El útero será el encargado de ejercer la fuerza y presión
necesarias para que se produzca el parto.
El bebé mide entre 45 cm y 55 cm, y pesa una media de entre 2.520 y 3.670 g.
Sentirás unas fuertes contracciones conocidas como contracciones de Braxton
Hicks. El líquido amniótico se renueva cada 3 horas. El intestino de tu hijo está lleno
de meconio negro verdoso, formado por las secreciones de las glándulas digestivas,
junto con pigmento biliar, lanugo y células de la pared intestinal.
Si, a partir de la semana 42, el bebé no ha visto la luz, lo lógico es que el
especialista encargado del seguimiento de tu embarazo te provoque el parto, ya que
el futuro hijo o hija está listo para nacer y puede suponer un riesgo que se quede
más tiempo del necesario en el vientre de la madre.

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