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El Derecho al Libre Desarrollo de la Personalidad

“Los niños frente al derecho del libre desarrollo de la Personalidad”

Hugo Ruiz Dorado & Julián Arroyabe Cerón


Agosto 2017

Presentado a:
Dr. Andrés Felipe Franco

Fundación Universitaria de Popayán


Programa de Derecho
Seminario Alemán
Popayán
El Derecho al Libre Desarrollo de la Personalidad.

I. Introducción

Desde el momento de comenzar con las civilizaciones en nuestra antigüedad a través

de la historia el ser humano se ha visto forzado a la constante lucha por la existencia y sus

derechos, es así como en nuestros primeros comienzos, está se supeditaba a las ansias del

poder, pero a medida que el hombre adquirió mayor comprensión y entendimiento de las

cosas, esa contienda fue abriendo brecha, en la mente de esos seres dominados por la codicia,

la superstición, el amor por las cosas materiales, consecuentemente, traspasando ese umbral

se comenzó a buscar otros intereses más relevantes que hicieran más perfecta dicha

existencia, de ello resulta necesario aseverar que dichos fines fueron acentuados en la

profundidad de su yo interior, de la identidad del ser, de la búsqueda de sus propias emociones

y sentimientos, frente a aquellas limitaciones políticas, económicas y sociales impuestas a

los individuos por los gobernantes que regían las distintas sociedades, e instituyéndose, la

libertad, como ese fin que busca la perfección en sí mismo y nuevo concepto en la

modernidad de los seres humanos.

En consecuencia, con lo anterior, abordaremos la Libertad como esa puerta que nos

orienta a la aparición del derecho “al libre desarrollo de la personalidad” un derecho

fundamental de carácter y rango constitucional, que tiene su origen en la Declaración

Universal de los Derechos Humanos el cual fue adoptado por Colombia en nuestra

constitución de 1991, con el fin de permitir a las personas un desarrollo más autónomo de su

identidad, protegiendo esa esfera personal a la que todas las personas tenemos derecho, pero

desafortunadamente en nuestro país es un tema contradictorio y cuestionable en relación a

nuestra cultura típica conservadora, la cual en distintas esferas de nuestra sociedad


Colombiana se resisten a la evolución del derecho, argumentando, que este tipo de garantías

no deberían tener un amparo legal y por ende tratan de darle una concepción errónea a la

verdadera filosofía proclamada por nuestra carta superior, en ese contexto ciertos sectores

políticos con la complacencia, del estado diseñan procesos para implantar creencias e

intervenir en la formación de la personalidad de los ciudadanos e incluso reprimir las distintas

maneras como interactúa la sociedad, conforme a la apariencia personal, el gustos por las

parejas del mismo sexo, los fármacos dependientes o como se debe conformar una familia,

derechos que entre otros hacen parte del derecho al libre desarrollo de la personalidad, tema

que no ha tenido un amplio, desarrollo jurídico y que ha sido objeto en esencia de múltiples

debates en nuestro entorno social, los partidarios de tendencias liberales manifiestan que

estos derechos son el resultado de muchas luchas sociales, las cuales han permitido llegar a

una nueva interpretación jurídica y de ello es necesario resaltar que los derechos deben

evolucionar conforme a la sociedad, lo necesite pero no por luchas, porque este tipo de

derechos son inherentes a las personas, nacen con nosotros y no debería ser el estado el

encargado de concederlo, todas las personas debemos tener derecho a escoger y desarrollar

un proyecto de vida sin la intervención de la sociedad y el estado, deduciéndose entonces que

el derecho al libre desarrollo de la personalidad es la consecuencia de una necesaria y nueva

concepción, más personalista de la sociedad, que demanda la autonomía individual entendida

como esa esfera vital conformada, por asuntos que solo atañen al individuo.

Atendiendo a estas consideraciones Alexy (1993) afirma “Con los principios

constitucionales como los de la dignidad humana, libertad, igualdad, democracia, y Estado

social de derecho, se entienden incorporadas las formas principales del derecho racional de

la modernidad. No son normas vagas, sino una tarea de optimización. En cuanto a la forma

jurídica, al fondo no son siempre de contenido moral.” (p.14).


Por ende, es importante reflexionar si nuestra sociedad colombiana ha comprendido

del alcance del rango constitucional enmarcado desde el punto de vista de la concepción de

dignidad humana y hasta donde el derecho al libre desarrollo de la personalidad está limitado

y desde allí comprender de qué forma ha beneficiado a los niños, en la búsqueda de un

desarrollo integral.

De esta manera cabe preguntarnos ¿En qué momento de la existencia, un niño adquiere el

derecho al libre desarrollo de la personalidad desde el punto de vista jurídico en la República

de Colombia?

De ello resulta necesario admitir que la sociedad evoluciona día a día y por ello así

mismo la conceptualización del derecho debe evolucionar, en la misma dirección para

garantizar o hacer respetar garantías ciudadanas que anteriormente eran vulneradas sin el

mínimo reproche por parte de los Estados.

Se puede señalar que, dentro del catálogo de derechos fundamentales plasmados en

la Constitución Política de 1991, el derecho “al libre desarrollo de la personalidad” es la

evolución jurídica del derecho tradicional con relación a la libertad de las personas, para

poder dirigir y regir su vida y destino a su propia manera.

De igual manera, considerando que este artículo pretende orientar a los ciudadanos

sobre el derecho al libre desarrollo de la personalidad permitiendo una aproximación lo más

objetiva posible, para así poder establecer el alcance de este derecho fundamental, tomando

como referencia cuando el ser humano puede adquirir ese derecho.

Y es allí donde parte nuestro ensayo con la firme intención de enfocar a una cultura

conservadora y tradicional como la nuestra, e inspirarla desde el punto de vista de la filosofía

liberal y donde se comprendiera que los derechos no son el resultado de su reconocimiento


por los gobiernos, sino que, al ser consustanciales al individuo, son anteriores al Estado. Este,

por lo tanto, no los instituye, sino que debe respetarlos.

De acuerdo a los convenios internacionales suscritos por nuestro ordenamiento

jurídico colombiano, el derecho al libre desarrollo de la personalidad adquiere su nacimiento

en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Convención Americana de los

Derechos del Niño, y conforme a nuestro Estado Social de Derecho es incorporado en nuestra

Constitución Política de Colombia de 1991, la cual en su artículo 16, expresa que “ todas las

personas tiene derecho al libre desarrollo de su personalidad sin más limitaciones que las que

imponen los derechos de los demás y el orden jurídico”.

Del análisis e interpretación de nuestra jurisprudencia podemos advertir que hay un

principio Constitucional cual es la Dignidad humana, consagrado en el primer artículo de

nuestra norma superior, de donde sin lugar a duda se desprende la autonomía personal y por

ende el concepto del derecho al libre desarrollo de la personalidad como ese fin del hombre

en sí mismo cuyo límite lo imponen los derechos ajenos y la ley.

Considerando la importancia que ha adquirido el principio de la dignidad humana en

todos los aspectos de la existencia del ser humano, y que en consecuencia eventualmente

irradiará todo un sinnúmero de derechos inmersos en nuestro Estatuto Superior, avanzando

en nuestro racionamiento la declaración universal de los derechos humanos define en su

Artículo 2: Toda persona tiene los derechos y libertades proclamados en esta Declaración,

sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier

otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra

condición.

Como es indicado y atendiendo principios proclamados en la carta de las Naciones

Unidas, nuestra norma Superior introduce el artículo 44 proclamando a la familia como célula
principal de la sociedad y a su vez desplegándose que en particular los niños deben gozar de

protección y asistencia especiales.

Con respecto a esto, la Corte Constitucional como garante ha manifestado dando

pautas generales para la defensa de los intereses de los menores, pero que no se han

tenido en cuenta por parte de las Instituciones Educativas constituyendo las acciones

populares y principalmente la acción de tutela como respuesta a las vulneraciones y

atropellos de los cuales han sido objeto.

Si bien es cierto las Instituciones Educativas están amparadas legalmente por la ley

general de Educación (ley 115 de 1994), Sistema Nacional de Convivencia Escolar y

formación para el ejercicio de los derechos humanos, la educación para la sexualidad y

la prevención y mitigación de violencia Escolar (ley 1620 de 2013) y Decreto 1860 de

03 agosto de 1994, reglamentario de la Ley General de Educación.

Por otro lado, resulta necesario mencionar que en nuestra sociedad, como en

nuestras instituciones educativas, nos encontramos con la limitación o restricción al libre

desarrollo de la personalidad de los niños y adolescentes, en consonancia con lo anterior

este tipo de actuaciones las podemos verificar en las normas adoptadas en los manuales

de convivencia escolar que están en contravía con los principios constitucionales y se

convierten en normas vagas, confusas e imprecisas atentatorias de esa armonía que debe

prevalecer conforme a los principios constitucionales proclamados por nuestra carta

magna.

A sí lo podemos determinar en la siguiente sentencia en donde a una menor de cuatro

años de edad, se le vulnera este derecho al exigirle que para poder asistir a la institución

educativa debe cortarse el cabello porque así está establecido en los manuales de

convivencia de la institución, sentencia de unificación SU-642 de 1998, en donde la


Corte entra a determinar si el jardín infantil demandado vulneró el derecho fundamental

al libre desarrollo de la personalidad de la hija del actor, al exigir que ésta asista al centro

educativo con el cabello corto, requiere, de manera previa, que se establezca hasta qué

punto un menor de cuatro años de edad puede ser titular del derecho fundamental

consagrado en el artículo 16 del Estatuto Superior.

En esta ocasión la decisión filosófica y determinante de la Corte Constitucional para

la Sala, no existe duda alguna de que todo colombiano, sin distingo alguno de edad, es

titular del derecho fundamental al libre desarrollo de la personalidad, el cual, como lo ha

manifestado la Corte, constituye emanación directa y principal del principio de dignidad

humana (C.P., artículo 1°).

Con todo esto podemos deducir que el derecho al libre desarrollo de la personalidad

de los niños, no puede ser de alguna forma limitado impidiéndosele alcanzar cualquier

aspiración de su vida, que le permita desenvolverse en busca de su felicidad y que den

sentido pleno a su existencia.

De manera análoga para afianzar más en nuestra investigación traemos apartes de un

caso concreto donde un menor de seis meses edad es sometido a un procedimiento quirúrgico

sin tener en cuenta su identidad sexual al ser una persona que carece de madurez intelectual

y física para tomar una decisión deciden por él, y definen tanto su género como su

sexualidad, convirtiéndolo en mujer, posteriormente el menor por intermedio del Personero

Municipal interponen la respectiva acción popular instituida en el decreto 2591 de 1991,

contra el Hospital Universitario San Vicente de Paúl donde se practicó la operación, contra

el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que contribuyó a que la readecuación de sexo

se efectuara y contra los padres del menor quienes autorizaron la operación de su hijo.
En esta oportunidad la Corte con su filosofía protectora de los principios y derechos

fundamentales se expresó de esta manera “En principio los padres pueden tomar ciertas

decisiones en relación con el tratamiento médico de sus hijos, incluso, a veces, contra la

voluntad aparente de éstos. Sin embargo, ello no quiere decir que los padres puedan tomar, a

nombre de su hijo, cualquier decisión médica relativa al menor, por cuanto el niño no es

propiedad de sus padres, sino que él ya es una libertad y una autonomía en desarrollo, que

tiene entonces protección” (Sentencia 477 de 1995).

Lo dicho aquí supone que por parte de los médicos no tenían ningún derecho a

readecuar ningún sexo femenino sin contar con la decisión del paciente, es decir que tampoco

cabría el consentimiento informado en un caso donde el paciente estaba limitado para decidir

por su edad e inexperiencia y solamente quedaba esperar a que este tuviera más uso de razón

y él mismo definiera y expresara que era lo que quería y de esta forma buscar su realización

como ser humano.

Habría que decir también que en ciertos casos donde se tenga que medir y

determinar el alcance que tenga que otorgarse al derecho al libre desarrollo de la

personalidad en los menores de edad será preciso mostrar en palabras de la Corte

Constitucional “Ciertamente, las capacidades de autodeterminación de los individuos

tienden a afirmarse y fortalecerse a medida que éstos, a través de la educación y de la

experiencia, aprehenden aspectos cada vez más amplios de su entorno vital. En este

sentido, es probable que una persona con niveles amplios de información y

conocimientos pueda decidir de manera autónoma e informada frente a un mayor número

de asuntos que un individuo que no dispone de los mismos”. (Sentencia SU-642 de

1998).
Según el Código Civil Colombiano Art. “34.-Llamese infante o niño, todo el que

no ha cumplido siete años; impúber el varón que no ha cumplido catorce años y la mujer

que no ha cumplido doce; adulto el que ha dejado de ser impúber...”

Si analizamos los dos casos concretos resueltos por la Corte Constitucional en

las sentencias T-477-95 y SU-642-94 nos podemos dar cuenta que las edades de los

sujetos a quienes se les vulnero el derecho al libre desarrollo de la personalidad

comprenden cuatro años de la niña a quien se le exigía el cabello corto y seis meses de

edad al niño a quien un animal le cercenó los genitales y posteriormente a quienes los

médicos con fines netamente académicos planean el cambio de sexo aprovechándose de

los padres campesinos semi-analfabetas, habría que decir que es un claro ejemplo donde

observamos que las edades de los individuos no determinan una etapa o edad establecida

donde se marque ese punto exacto que salga a relucir el libre desarrollo de la

personalidad, porque este derecho al ser innato del ser humano surge en cualquier

momento.

Precisamente teniendo todo esto como referente podemos catalogar al niño como

un sujeto potencial de derechos, cuyo derecho al libre desarrollo de la personalidad

siempre ha sido inherente a él, en términos de la prevalencia del principio de dignidad

humana y que su autonomía se encuentra en una evolución constante.

Podemos decir que en la actualidad ese desarrollo potencial en los niños lo

adquieren por sí mismos y a más temprana edad cuando sus padres en la crianza han

tenido mayor acompañamiento, su familia ha tenido más lazos de unión y buenas

relaciones, pero además que en su hogar ha prevalecido la firmeza en la autoridad; por

el contrario, cuando el niño ha tenido un escenario en el cual su estilo de vida se ha

desenvuelto en malas relaciones, una reducción enorme de tiempo por diferentes


circunstancias para con ellos y a prevalecido el autoritarismo y la tiranía nos

encontraremos que ese desarrollo potencial de autonomía y por ende del derecho al libre

desarrollo de la personalidad más tardíamente saldrá a flote, pero si en algún momento

emerge se le debe respetar y dar todas las garantías posibles a fin de lograr su plena

realización.

Elda Yasmín Márquez-García & Javier Alfonso García-Carvajal (2013) afirman,

que los principios morales sobre los cuales se sustenta la ética médica son la autonomía

(del paciente), la beneficencia (del médico) y la justicia (la sociedad y el Estado). Sin

embargo, el principio de autonomía hace referencia a la libertad que tiene una persona

para establecer sus normas personales de conducta, es decir, a la facultad para gobernarse

a sí misma, por tanto, podemos concluir que la autonomía es un derecho que asiste al

paciente y tiene como justificación la defensa de sus mejores intereses; la autonomía dio

lugar y creó el consentimiento haciendo referencia a la limitación que tienen los menores

de 0 a 14 años para realizarse cualquier tipo de cirugía sea médica o estética, los

menores están bajo la custodia de los padres o un tutor legal y son ellos quienes tienen

capacidad legal para decidir por ellos, pero el derecho de los padres o del tutor legal no

es absoluto, y pueden presentarse conflictos, porque a veces las determinaciones de los

padres violentan la autonomía del menor, y no buscan la bondad para el paciente, sino la

satisfacción de sus propios intereses.

En concordancia con lo anterior podemos fundamentar y confrontar la

autonomía de los niños con diversas teorías y estudios previos como realizados por el

psicólogo jean Piaget quien sostiene que el desarrollo cognitivo y moral de los niños y

las niñas, así como en el desarrollo del razonamiento moral, sea estableciendo en tres

etapas de desarrollo, empezando por la etapa pre-moral 2 a 5 años de edad, luego la


etapa de realismo moral de los 5 a los 10 años de edad y la etapa autónoma a partir de

los 10 años en adelante. Los niños en esta etapa autónoma según Piaget paulatinamente

se aproximan a una etapa del razonamiento moral denominada autonomía durante este

periodo surgen sentimientos morales personalizados, como la compasión o el altruismo.

Gracias a esto, la rigidez de aplicación de las normas y conceptos morales, propios del

estadio anterior, desaparece, completándose el paso de la presión adulta al control

individual de la propia conducta de gobernabilidad (Como se citó en Hersh, R; Paolitto,

D & Reimer, J. 1984).

“Esta evolución en la representación social y cultural de los menores, se materializa

en la aparición del concepto jurídico del menor maduro según el cual los derechos

civiles, subjetivos o de la personalidad se generan en el individuo desde el mismo

momento en que éste es capaz de disfrutarlos” Boris Julián Pinto Bustamante y Raisa

Gulfo Díaz (2013).

Conclusiones.

Con el propósito de dar los resultados de la exposición propuesta instauramos a

continuación las conclusiones pertinentes que nos permitan inferir el alcance del derecho

al libre desarrollo de la personalidad en los niños en nuestro Estado Colombiano.

Concluimos que el Derecho al libre desarrollo de la personalidad en los niños se

adquiere a partir de su nacimiento, ya que a partir de este momento el infante adquiere

uno de los derechos innatos o personalísimos más importantes del individuo y por

consiguiente se convierte en un sujeto potencial de derechos el cual a medida que avanza

en sus ciclos de vida y de acuerdo al entorno que lo rodea puede adquirir esa autonomía

plena de toma de decisiones y donde el niño es capaz de empezar a disfrutarlos,

partiendo desde el punto de vista jurisprudencial, siendo que la dignidad humana es


inherente al ser humano, entendida esta dignidad como un principio individual subjetivo,

de donde se desprende a luz meridiana que en el momento de la vida del niño donde

surjan conflictos y decisiones susceptibles de ser perjudicados ellas deben propender y

ser dirigidas hacia la garantías de un desarrollo acorde e integral , donde se vean

inmersos ambientes sanos convenientes con su desarrollo físico y mental proyectando

sus expectativas de existencia.

Encontramos, que en el contenido del principio de la Dignidad Humana es de

donde eventualmente se derivan y fundamentan los derechos a la libertad, Identidad,

autonomía individualidad y el libre desarrollo de la personalidad, estos por ser

inherentes al ser humano, pero en los niños este derecho transciende y es la familia la

sociedad y el estado quienes tienen la obligación de garantizar sus derechos, pero estos

tienen un límite orientado al respeto por sus decisiones, ejecutando acciones de

protección integral en el momento presente y hacia el futuro, entendiendo que los niños

no son propiedad de nadie ni siquiera de sus padres.

A si mismo podemos concluir que en Colombia la corte Constitucional ha

realizado una verdadera interpretación sobre el derecho al libre desarrollo de la

personalidad de los niños, delimitando y garantizado el contenido y objeto del mismo en

situaciones que se desarrollan en diferentes circunstancias del diario vivir, la corte es

clara en cuanto a este derecho, ejerciendo el control de Constitucionalidad

argumentando y defendiendo el rango que le corresponde como categoría de derecho

fundamental, otorgándole con ello una posición privilegiada en cuanto a su protección,

pero haciendo también un ejercicio de ponderación de derechos y en cuanto a las normas

legales que lo regulan y por qué no decirlo limitan el desarrollo de este derecho.
Encontramos que el libre desarrollo de la personalidad es la autonomía de los niños, en

virtud de su sexo, pensamiento, expresión ya sea verbal o corporal, por su forma de vestir,

de llevar un tatuaje o piercing, en su estética, los gustos personales e individuales y se

concretan con la imagen que los niños quieren exteriorizar y haciéndolo parte de su proyecto

vital.

No obstante respecto a los niños y niñas hacer respetar el derecho al libre desarrollo

de su personalidad es aún más complejo pues el sistema jurídico colombiano trata de

garantizar el desarrollo del menor con un sistema paternalista donde los padres o acudientes

legales del menor, los faculta para examinar los parámetros de la edad y la madurez del niño

o niña, a fin de tomar una determinación sobre si se respeta esa voluntad o no, pues ellos son

corresponsables de la vigencia de los derechos de los niños, en este orden de ideas cuando

los menores no son apoyados en su libre desarrollo da la personalidad, por parte de sus

padres o tutores legales es vulnerado este derecho porque si ellos son el medio para acceder

al sistema judicial para garantizar este derecho y no están de acuerdo con la decisiones del

menor simplemente toman la decisión por el menor argumentando que, ellos son

corresponsables del ejercicio y vigencia de los derechos de sus hijos, entonces cabe

preguntarse ¿dónde quedaría el respeto por la autonomía del niño?.

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