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Estudio bíblico de Nehemías 1:1-6

Nehemías 1:1-6
El escritor
En el día de hoy, amigo oyente, vamos a estudiar el libro de Nehemías, y al
entrar en la lectura de este libro quisiéramos decir algunas palabras sobre el
escritor de este libro, algo sobre la persona de quién trata el relato. El uso del
pronombre en primera persona en Nehemías 1:1 da la impresión de que
Nehemías fuera el autor. Si Esdras fue el escritor, entonces copió del diario de
Nehemías. Ahora este libro, como en el caso del libro de Esdras, incluyó copias
de cartas, decretos, registros y otros documentos. La conclusión es que el
mismo autor escribió ambos libros y fue probablemente Esdras. Los dos libros
de Esdras y Nehemías figuran como uno solo en el canon hebreo. Nehemías
era un laico, mientras que Esdras era un sacerdote. En el libro de Esdras, al
leerlo antes, nos dimos cuenta que el énfasis se ponía en la reedificación del
templo. Ahora, en el libro de Nehemías el énfasis recae sobre la reedificación
del muro de la ciudad de Jerusalén. En Esdras vimos el aspecto religioso del
regreso del pueblo a su tierra, mientras que aquí en el libro de Nehemías
tenemos el aspecto político. Esdras fue un buen representante del sacerdote
y del escriba; y Nehemías fue el noble representante del hombre de negocios.
Nehemías tenía un cargo muy importante en la corte del poderoso rey de
Persia, Artajerjes. Pero su corazón estaba con el pueblo de Dios en Jerusalén,
y con el programa de Dios para Jerusalén. Y quisiéramos destacar que la
principal característica de este libro es su aspecto personal. Estamos seguros
que usted recibirá una gran bendición mediante este estudio y la lectura de
este libro.

La fecha
Cronológicamente, este es el último de los libros históricos del Antiguo
Testamento. Considerando el factor histórico, llegamos con este libro al final
de una línea. En lo que concierne a la historia de los judíos, el Antiguo
Testamento no llegó más lejos. El libro de Esdras retomó el hilo de la historia
unos setenta años después del Segundo Libro de Crónicas. Los setenta años
de la cautividad habían terminado, y un remanente regresó a la tierra de
Israel. El regreso bajo la dirección de Esdras ocurrió unos cincuenta años
después del regreso bajo Zorobabel; y Nehemías regresó unos quince años
después de Esdras. Por supuesto que todas estas cifras de años que
mencionamos son sólo aproximadas y las presentamos para dar una idea de
las diferentes etapas de la historia de Israel después de la cautividad. Esto
nos permite ver cómo las setenta semanas de Daniel encajan en el contexto
general de una manera normal y razonable. Estas setenta semanas

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comenzaron en el libro de Nehemías, y no en el de Esdras. En el capítulo 9 de
Daniel, versículo 25 leemos: "Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de
la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas" y los antecedentes históricos para
los hechos de Nehemías la encontramos en la parte final del versículo, donde
dice: "se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos".
Ahora, volviendo a Nehemías, y si usted quiere tener algunas fechas más o
menos exactas, podemos decir que el decreto de Ciro fue promulgado en el
año 536 A.C. y eso lo encontramos en el Libro de Esdras, capítulo 1, versículo
4. Luego el decreto de Artajerjes fue emitido en el año 445 A.C. (en el
vigésimo año de su reinado). A partir de ese momento se empezarían a contar
las "setenta semanas". Y eso lo podemos leer en el segundo capítulo de
Nehemías, en los primeros ocho versículos. Y las primeras siete semanas
mencionadas en Daniel 9 finalizarían en el año 397 A.C. y eso lo vemos en
Malaquías. Y luego notamos que a través de esta profecía, uno podría indicar
claramente el período de tiempo que pasaría hasta el nacimiento del Mesías.

Versículos clave
Si tuviéramos que escoger dos de ellos, elegiríamos Nehemías 1:4 y 6:3.
Nehemías 1:4 dice: "4Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo
por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos". Y 6:3, nos dice:
"3Entonces envié mensajeros para decirles: Estoy ocupado en una gran obra
y no puedo ir; porque cesaría la obra si yo la abandonara para ir a vosotros.
Ahora vamos a presentar un breve

Bosquejo general
Para tener una visión panorámica del libro.
I. Reedificación de las murallas, capítulos 1 al 7.
1. La oración de Nehemías por el remanente en Jerusalén, capítulo 1.
2. El pedido de Nehemías al rey; retorno a Jerusalén; inspección de las ruinas
de Jerusalén, capítulo 2:1-16.
3. El ánimo de Nehemías para reedificar las murallas, capítulo 2:17-20.
4. Reedificación de las murallas y puertas, capítulo 3.
5. La respuesta de Nehemías a la oposición, capítulos 4 al 6. La conclusión de
las murallas, 6:15.
6. El registro del pueblo realizado por Nehemías, capítulo 7.
II. Renovación y reforma, capítulos 8 al 13.
1. Gran lectura de la Biblia conducida por Esdras, capítulo 8.

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2. Renovación, el resultado, capítulos 9 y 10.
3. La reforma, otro resultado, capítulos 11 al 13.
Llegamos así a

Nehemías 1:1-6
El tema del primer capítulo gira alrededor de la oración de Nehemías por el
remanente en Jerusalén. El pueblo de Israel había sido llamado para ser un
testigo en contra de la idolatría pero, con demasiada frecuencia, fracasó y los
israelitas se hicieron idólatras. Dios había advertido a Su pueblo a través de
los profetas, de los resultados inevitables de la adoración de los ídolos. Y ellos
seguían rompiendo la ley, quebrantando la ley, hasta que finalmente ya no
hubo más remedio. Entonces Dios permitió que fueran conducidos a la
cautividad en Babilonia, que era la fuente de la idolatría. Allí, a fuerza de
hartarse de los ídolos de Babilonia, aprenderían la lección y Dios permitiría
que regresaran repudiando la idolatría. Sin embargo, su restauración
espiritual resultaría incompleta. Y no serían completamente libres a partir de
este tiempo, en este período que abarca hasta el momento de la llegada del
Imperio Romano.
Hubo tres hombres que desempeñaron papales importantes en la reedificación
de Jerusalén. Zorobabel, el príncipe, que representó el aspecto político.
Después vimos a Esdras, el sacerdote, y finalmente Nehemías, el hombre
laico, no religioso. Como resumen histórico diremos que el rey, el sacerdote,
el profeta habían fracasado en la reedificación de los muros de Jerusalén y en
la limpieza del templo. Así que Dios levantó a un hombre a quien nosotros
designamos como laico. Y creemos francamente que ésta es una distinción
desafortunada, y es algo que hacemos a menudo en nuestros días; siempre
distinguimos de forma categórica entre los creyentes dedicados a pleno
tiempo al Señor y los laicos. Y la verdad es que unos son parte de los otros, y
necesitamos a ambos y no es necesario establecer una diferencia tan
marcada, desde el punto de vista de su efectividad en el desarrollo de la obra
cristiana.
Aquí vemos entonces que un laico reedificó los muros de Jerusalén e hizo una
limpieza en el templo. Y creemos que aún en nuestros días Dios puede y
levanta a personas que tienen ocupaciones profesionales, fuera del ámbito
religioso, para hacer grandes obras y para desarrollar Su obra sobre una base
segura.
Si examinamos bien a este hombre, Nehemías, veremos que él creía en vigilar
y trabajar, y también creía en trabajar y orar. Vigilar y orar, o podríamos decir
también, trabajar y orar, fueron las palabras que caracterizaron a este
hombre. Nehemías tenía un buen trabajo en Susa, la capital de Persia. Era un
funcionario del gobierno. Él era el copero del rey. Los coperos asistían al rey

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en las comidas, sirviéndoles el vino. Eran personas de mucha confianza, que
a veces actuaban como consejeros del rey. Podía haber permanecido en la
capital del reino ya que era un hombre bueno, honrado, honesto. Pero él nunca
habría aparecido en el Libro de Dios, ni habría sido usado por Dios si hubiera
permanecido en esa posición. Y quisiéramos que usted, estimado oyente,
observe algunos de los rasgos que destacaron a este hombre, a medida que
avanzamos en nuestro estudio.
Recordemos que los primeros siete capítulos de Nehemías tenemos la
reedificación de los muros de la ciudad. Y en los capítulos 8 al 13, tenemos la
renovación y la reforma.

Nehemías 1
El primer párrafo de nuestro estudio, en el capítulo 1, podría titularse

La preocupación de Nehemías por el remanente de


Jerusalén
Vemos en el primer capítulo la oración de Nehemías por el remanente en
Jerusalén. Leamos los primeros dos versículos del primer capítulo de
Nehemías:
"Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en
el año veinte, que estando yo en Susa, capital del reino, vino Hanani, uno de
mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Entonces les pregunté por los
judíos que habían escapado, los que se habían salvado de la cautividad, y por
Jerusalén".
Ahora, cuando escribió esta frase: aquellos que habían escapado, se estaba
refiriendo a aquellos que habían regresado a la tierra. Ahora, Nehemías podía
haber regresado a su tierra pero, por alguna razón no lo hizo. Él tenía un buen
empleo, y no lo vamos a criticar por eso, por la sencilla razón de que Dios usa
a hombres como él, y Dios usó a Nehemías.
Este hombre con un cargo tan alto, tenía una gran inquietud por la obra de
Dios. Él estaba muy preocupado por la causa de Dios. Un día que estaba
ocupado en sus tareas en el palacio, en sus actividades diarias, al dirigirse de
un lugar a otro se encontró de pronto con uno de sus hermanos que acababa
de llegar de Jerusalén, y que probablemente traía algún mensaje al palacio. Y
Nehemías se detuvo junto a él y le preguntó: "¿Qué tal, cómo van las cosas
en Jerusalén? Y ésta fue la respuesta que recibió. Leamos el versículo 3:
"Ellos me dijeron: El resto, los que se salvaron de la cautividad, allí en la
provincia, están en una situación muy difícil y vergonzosa. El muro de
Jerusalén está en ruinas y sus puertas destruidas por el fuego".

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Y no fue una imagen muy agradable la que recibió. Vemos que el pueblo de
Dios y la causa de Dios se encontraban en una situación lamentable. Los judíos
estaban desprestigiados porque como pueblo de Dios habían fracasado, y Dios
no podía dejar que esto ocurriera. Desafortunadamente nosotros tampoco
podemos dejar que eso suceda hoy. Y vemos aquí que este hombre Nehemías
estaba muy preocupado e inquieto por el informe que había recibido. Podría
haber reaccionado de diversas maneras. Por ejemplo, podría haber dicho:
"Bueno, eso es muy triste, lo siento mucho y voy a orar por este problema".
Pero lo importante aquí es que él estaba muy interesado en lo que estaba
ocurriendo. Cuando él recibió este mensaje reacciona de una manera que nos
sirve de ejemplo. Veamos lo que dijo aquí el versículo 4, que inicia un párrafo
dedicado a

La oración de Nehemías
"Cuando oí estas palabras me senté y lloré, hice duelo por algunos días, ayuné
y oré delante del Dios de los cielos".
Hay varias cosas a las que queremos dirigir nuestra atención en este versículo
de una manera especial. Nehemías no era indiferente a la triste condición del
pueblo; tampoco era una persona a la que le gustaba criticar. Él lo podía haber
hecho; podría haber dicho: "Bueno, ellos deberían haber hecho eso o aquello,
o lo tendrían que haber hecho de esta otra manera". Podemos apreciar que él
no procedió de esa forma. Nehemías estaba muy preocupado por la situación
y era algo que le afectaba de una manera muy personal. Aquí encontramos lo
mismo que habíamos visto antes en el libro de Esdras, recordemos su reacción
ante la condición del pueblo de Dios. Esdras era un sacerdote, y era una
persona que se sentía comprometida y preocupada por la situación. Aquí, en
Nehemías, tenemos ahora a un laico, a un funcionario civil que también se
sentía implicado en el problema.
Hoy en día, la causa de Dios se encuentra en peligro. Y nos preguntamos si
aquellos que se ponen a criticar las cosas ¿se sienten verdaderamente
implicados en lo que está sucediendo? Si lo que alguien está criticando no le
duele en su corazón, debería dejar de criticar. A veces se habla demasiado,
pero no se derraman lágrimas. Nadie puede ser un verdadero mensajero de
Dios si el mensaje no le causa una angustia personal.
Mientras que Esdras era un hombre mayor, creemos que Nehemías era un
joven. Anteriormente sugerimos que Esdras probablemente era un niño
pequeño en el momento de la cautividad, pero creemos que Nehemías había
nacido en la cautividad, como muchos otros. Y ésa fue la razón por la cual
cuando estudiamos el libro de Esdras, no criticamos a aquellas personas que
habían decidido quedarse en Babilonia. Aunque estaban fuera de la voluntad
de Dios (esto era obvio y lo podemos apreciar claramente en el libro de Ester)
entre ellos había personas muy fieles a Dios que no regresaron a la tierra. El

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apóstol Pablo en su carta a los Romanos, capítulo 14, versículo 4, dijo: "¿Tú
quién eres, que juzgas al criado de otro? Para su propio señor está en pie, o
cae". Por tanto, estimado oyente, ni usted ni yo tenemos ningún derecho de
juzgar a esa gente. Debemos tener mucho cuidado cuando juzgamos o
criticamos a otros creyentes, especialmente cuando no tenemos conocimiento
de todas las circunstancias.
Se nos dice aquí que Nehemías se sentó y lloró. Ahora, él estaba ocupado en
sus asuntos de Estado, pero esto no evitó que él se sentara y llorara. También
leemos que dijo: "hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios
de los cielos". Ésta fue la fuente de recursos de aquellos hombres, como él y
Esdras: El presentar su angustia delante de Dios y orar.
Y nuevamente quisiéramos dirigir su atención aquí a esta expresión el Dios de
los cielos, que apareció primeramente en el Libro de Esdras, luego se repitió
aquí en Nehemías, y luego, podremos observarla en el Libro de Daniel. Fue
una expresión peculiar a estos tres libros. Después de la caída y destrucción
de Jerusalén, Dios no pudo ser identificado con el Templo, como el que se
encontraba entre los querubines. Su gloria había partido y la palabra "Icabod"
(que significa ¿dónde está la gloria?) fue escrita en el escudo de armas de
Israel. El profeta Ezequiel vio la gloria del Señor salir del templo, que se
retiraba sobre el muro de la ciudad, y luego se posaba momentáneamente
sobre la cima del monte de los Olivos, y luego se elevaba hacia el cielo. No
volvió a aparecer hasta esa ocasión en Belén, según el relato de Lucas 2:14,
cuando el ángel dijo: "Gloria a Dios en las alturas" por Él está allí. Cristo
vendría a la tierra en forma de hombre, y Su gloria estaba encubierta. Pero
un día Él regresará. Y el Señor Jesucristo mismo dijo: "Entonces aparecerá la
señal del Hijo de Hombre en el cielo; y entonces todas las tribus de la tierra
harán duelo, y verán al hijo del Hombre que viene sobre las nubes del cielo
con poder y gran gloria". (Mt.24:30) Y no sabemos cuál será esa señal. Pero
tenemos la impresión de que podría ser la gloria de Dios regresando. Pero en
el tiempo de Nehemías, Él es el Dios de los cielos y Nehemías se dirigió a Dios
de esa manera. Ésta fue una gran oración, y luego tendremos otra en el
capítulo 9. Pero aquí en el versículo 5 él dijo:
"Y le dije: Te ruego, Señor, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que
guardas el pacto y tienes misericordia de los que te aman y guardan tus
mandamientos"
Detengámonos aquí por un momento, porque esta palabra temible que se
menciona aquí, se ha usado muchas veces de una manera equivocada. Esta
palabra, que equivale a "reverendo" era el nombre que se le daba a los
ministros religiosos anteriormente cuando se les tenía en alta estima en su
comunidad, lo cual ya no ocurre en nuestro tiempo. En otros tiempos,
entonces, era una expresión de respeto, aunque era un nombre inapropiado.
Pero en realidad quiere decir el reverendo Dios, "el Dios temible", que causa

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temor. Pero también, como dice este versículo 5, es el Dios que guarda el
pacto y tiene misericordia de aquellos que le aman y obedecen sus
mandamientos. Es Dios de juicio, pero también es un Dios amante que
muestra Su gracia y Su misericordia. Y continuó Nehemías su oración diciendo
en el versículo 6:
"esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo,
que hago ahora delante de ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos.
Confieso los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; sí, yo
y la casa de mi padre hemos pecado".
Observemos el vocabulario de Nehemías en esta oración. ¿Acaso dijo el "los
pecados que ELLOS han cometido contra Ti?" No. Nehemías dijo: "Los pecados
que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado".
Nehemías sí que fue directamente al grano, estimado oyente. Dijo: "Yo soy
un pecador. La casa de mi padre ha pecado. La nación ha pecado". ¿Cuántas
veces hemos escuchado esta clase de confesión de pecado en círculos
cristianos? O sea que Nehemías se identificó totalmente con la gente, con los
que habían pecado.
Es importante destacar que en su oración, Nehemías hizo una confesión
concreta: que el fracaso de los judíos se debió al pecado. Él no actuó como en
el Nuevo Testamento actuarían los Fariseos, como simples espectadores del
pecado de los demás, y que no reconocían el suyo propio.
Y así como Su presencia se alejó del pueblo que se volvió idólatra y cayó en
el pecado, Dios permanece alejado del pecador a causa de su rebelión. Es que
hasta que una persona se vea delante de Dios tal como es, es decir, hasta que
reconozca que es un ser pecador, no podrá establecer una relación con Él.
Porque ante los demás podemos ocultar nuestros pensamientos y, hasta cierto
punto, nuestras acciones. Pero Dios ve el interior de todos y ante Él sólo
podemos expresar la verdad. Por ello, al que se acerca a Dios humildemente,
con esa actitud de sinceridad, recociendo por la fe su necesidad de la gracia y
misericordia de Dios, y la suficiencia de la obra de Cristo en la cruz a favor
suyo, Dios le recibe como Hijo, le concede el perdón, la salvación, la vida
eterna. Y entonces, Su Espíritu comienza a transformarle en una nueva
persona, en la cual pueda brillar la luz y el resplandor de la gloria de Dios.

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