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27-08-2018

La "conciencia del subdesarrollo"


John Cajas Guijarro
Rebelión

"Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti"

Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal

Imaginemos, por un momento, que solo existe una realidad material y que la conciencia es solo
una capacidad emergente de la evolución. En otros términos, supongamos que categorías ideales
como "dios" o "alma" son meros imaginarios humanos. Resultado de estas suposiciones, podemos
asumir que la vida de cada ser humano es única e irrepetible; que cada instante de existencia
humana muere para dar vida al siguiente, sin ninguna esperanza de volver. Solo de pensar en dicho
escenario, la piel se eriza. Y es comprensible, pues es difícil aceptar a la muerte material como fin
último de toda conciencia individual.  

Pero si la conciencia de la muerte es dura -y muchos buscan ahogarla con una existencia
inauténtica-, creo que hay una conciencia aún más terrible, a la que podemos llamar la "conciencia
del subdesarrollo": cuán duro es comprender no solo que el ser humano individual es finito e
irrepetible, sino también comprender que ese ser humano -la gran parte de veces por condiciones
que nunca escogió- también está condenado a la miseria material y la pobreza. Pues no es lo
mismo sentir la conciencia de la muerte paseando en los campos elíseos durante unas vacaciones
de verano, a sentir dicho pesar en medio del "subdesarrollo", la pobreza, el hambre, y hasta la
misma muerte.  

Pensemos en un ejemplo: mientras que un individuo nacido en Francia posee un ingreso promedio
-estandarizado- de más de 45 mil dólares anuales, un individuo nacido en la República Democrática
del Congo posee alcanza apenas 800 (según estimaciones del Fondo Monetario Internacional para
2018). Bajo tales condiciones, en términos monetarios, cada año de vida francesa equivaldría a casi
56 años de vida congoleña. Así, aun perteneciendo a la misma especie humana, es mucho más
probable que sea el africano quien esté condenado no solo a la muerte material, sino también al
olvido e indiferencia de su par europeo (como sucedió, en su momento, con la crisis del ébola ).
Otro ejemplo: hay más víctimas mortales por el terrorismo en Oriente Medio y África que en Europa
o en Estados Unidos ; sin embargo, es clara la preferencia mediática por Occidente .  

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Como que la vida "vale" menos cuando uno nació en el "subdesarrollo". Como que las ideas, la
filosofía, y hasta la ciencia valen menos por el mero hecho de nacer en las regiones empobrecidas
por el capitalismo global. ¿Dónde están las cunas contemporáneas del conocimiento y del progreso
técnico? ¿Dónde están las "grandes" universidades del mundo? ¿Dónde están los centros de
"generación" de ideas, las escuelas de pensamiento más influyentes? ¿Dónde está la "vida
auténtica"?  

Lo que para unos es apenas un puñado de dólares que se gastará en algún hotel de lujo, o en
algún almuerzo o coctel, para otros puede significar todo un año de alimentación, vivienda,
vestimenta y hasta dignidad (pues, penosamente, en el capitalismo contemporáneo hasta la
dignidad, la vida y el poder se miden en dinero ). ¿Cuántos del mundo empobrecido lloraron
lágrimas de dolor e indignación por no tener un puñado de dólares y ganarse un poco de libertad?
¿Cuántos eruditos, cuántos genios, cuántas luces se han apagado porque no hubo el maldito dinero
para que sean visibles ante los ojos del mundo? Es más, ¿quién es el "mundo" ante el cual uno
debe hacerse visible para salir del "subdesarrollo"? La hegemonía cultural ha hecho que el mundo
sea Europa Occidental, Estados Unidos o algún centro emergente...  

Es duro saber que la existencia humana es finita, pero es hasta perverso que esa única existencia
humana esté llena de miseria material y espiritual... llena de olvido e intrascendencia. Tantas
personas que, día a día, sufren los suplicios de trabajos que exigen grandes esfuerzos y reciben
ínfimas remuneraciones a pesar de su gran aporte social (como la agricultura) ... para que otros
vivan frustrados haciendo labores intrascendentes. De hecho, hasta parece existir una relación
inversa "casi perfecta" entre cuánto un trabajo beneficia directamente a otros y su remuneración .
Pero esa es la realidad que el capitalismo ha impuesto como condena a millones de seres humanos.
Personas empobrecidas que no solo son asesinadas por el hambre, sino también por el olvido, el
silencio, la indiferencia. El capitalismo las asesina incluso antes de que dejen de respirar.  

Hacer entender esa realidad, y hacer entender que la culpa no es del pobre, no es del olvidado...
quizá ese debería ser un objetivo central de las -mal llamadas- "ciencias sociales" y, en especial, de
la economía. Todos quienes hemos nacido en el "subdesarrollo", todos quienes vivimos o
comprendemos no solo el pesar de la finitud humana material, sino la frustración de la condena a
una "miseria eterna", debemos exigir que la economía deje de ser crematística.  

Si la economía no acepta su condición existencial , no acepta su potencial emancipador como


instrumento que genere consciencia de los procesos contradictorios de la globalización capitalista,
¿para qué sirve?, ¿para enriquecer a burguesías y burocracias a costa de los pueblos?, ¿para
embobar a la gente con tecnicismos idiotas esgrimidos por economistas intrascendentes?, ¿para
alimentar a los " perros guardianes " del capital y del poder?  

Quizá los economistas y la misma economía tienen miedo. Miedo de ser conscientes de la muerte y
del "subdesarrollo" al que están condenadas millones de personas que jamás, jamás, saborearán ni
las migajas de la civilización burguesa. Quizá la economía tenga miedo de ver los abismos creados
por el capital, pues sabe que esos abismos -aún sumidos en la pobreza- pueden mirar dentro de
ella, mirar y encontrar la forma de asesinarla.  

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John Cajas Guijarro. Economista ecuatoriano. Profesor de la Universidad Central del Ecuador.
Doctorante en economía del desarrollo de FLACSO-Ecuador.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative
Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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