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Tras un viaje de 205 días por el espacio, la sonda InSight de la NASA está sana y salva
en la superficie de Marte. La InSight, que se encargará de estudiar el subsuelo marciano
y cartografiar el submundo del planeta, aterrizó a las 2:52 p.m. ET en una franja soleada
de paisaje monótono, en las llanuras ecuatoriales de Elysium Planitia.
Mars 2 Trailer_ES
«Está todo lleno de polvo; me encanta», afirmó Bruce Banerdt, investigador principal
de la InSight. «En realidad, esta imagen es un buen argumento a favor de poner una
cubierta antipolvo sobre la cámara. Una buena elección, ¿verdad?».
Pero el equipo encargado de la sonda no lo ha celebrado al cien por cien: para que esta
misión tenga éxito, InSight debe desplegar sus paneles solares y dicha señal de
confirmación no llegará hasta dentro de unas horas.
Suponiendo que lo haga, la sonda será oficialmente el miembro más reciente de una
flota de élite de robots interplanetarios que explora actualmente el planeta rojo, entre
ellos el Mars Reconnaissance Orbiter, que siguió el descenso de la InSight.
«Me hace muy feliz que sea una llanura increíblemente segura y de aspecto monótono.
Es precisamente lo que queríamos, es lo que me prometió el personal de selección del
lugar de aterrizaje», afirma Tom Hoffman, director del proyecto InSight. «Me
prometieron que sería arenoso y sin rocas. Pero hay una roca, así que tendré que hablar
con ellos».
Primer contacto
El viaje de InSight de más de 480 millones de kilómetros comenzó con un lanzamiento
a primeras horas de la mañana de un neblinoso 5 de mayo, en la Base de la Fuerza
Aérea de Vandenberg, California. Dentro de su coraza, la sonda atravesó el sistema
solar, orientándose por la luz estelar mientras un rastreador estelar a bordo la ayudaba a
mantener el rumbo.
Una vez iniciado su descenso a través de la atmósfera, el equipo solo podía sentarse y
esperar: sin una entrada guiada, InSight debía volar sola hasta la superficie marciana, lo
que significaba que un aterrizaje seguro dependía de que las órdenes preprogramadas
fueran correctas y de que todo el instrumental a bordo funcionara de forma adecuada.
«Hay determinados aspectos que me harán sonreír si todo va bien», dijo la semana
pasada Julie Wertz-Chen, miembro del equipo de entrada, descenso y aterrizaje.
Bruce Banerdt, investigador principal de la sonda InSight, cerca de una réplica d ela
InSight empleada para simular el aterrizaje las semanas antes del aterrizaje real.
foto por Cassandra Klos
Mientras InSight establecía contacto con el fino aire del planeta, un escudo térmico la
protegió de arder mientras descendía a casi 20.000 kilómetros por hora. Casi un minuto
después, la sonda desplegó un paracaídas que la frenó y la ralentizó a 215 kilómetros
por hora.
El proceso desde el contacto atmosférico hasta que las patas del robot tocaron el suelo
llevó solo 6 minutos y 45 segundos.
«Fue una experiencia muy emotiva», relata Hoffman. «Es difícil describir cómo es
llegar a un momento en el que tienes siete minutos para sobrevivir, literalmente. Mi
corazón dejó de latir durante siete minutos».
InSight no era el único robot que entraba en el espacio aéreo marciano por primera vez
ayer. Dos minisondas, cada una del tamaño aproximado de un maletín, la acompañaron
como parte de la primera misión de enviar una diminuta sonda conocida como CubeSats
al espacio interplanetario.
MarCO-B, uno de los CubeSats de la NASA, sacó esta imagen de Marte a unos 7.500
kilómetros de distancia durante su sobrevuelo del planeta rojo el lunes, 26 de noviembre
de 2018.
foto por NASA, JPL-CALTECH
«Es un día fantástico para las sondas, grandes y pequeñas», afirmó Andrew Klesh, del
JPL. «Este equipo, compuesto en su mayoría por trabajadores a tiempo parcial, ha
probado la tecnología que intentamos mostrar con esta misión».
El latido marciano
Una vez se desplieguen sus paneles solares, la InSight tendrá que ponerse a trabajar. En
el transcurso de un año marciano (o al menos dos años terrestres), hará algo ligeramente
diferente a lo que han hecho otras misiones a Marte, que se han centrado en los
llamativos valles agrietados, los gigantescos volcanes o los restos de antigua agua
corriente en la superficie del planeta.
En lugar de eso, esta misión pretende llegar al corazón de Marte, medir el tamaño del
núcleo del planeta y de otras capas interiores. Para hacerlo, dependerá de los
martemotos, seísmos producidos a menudo por la misma actividad tectónica que genera
esos hermosos valles y montañas.
Marte 101
Desde su composición rocosa a su potencial para albergar vida, Marte ha intrigado a la
humanidad durante miles de años. Aprende cómo el planeta rojo se formó a partir de gas
y polvo y qué implican sus casquetes polares para la vida tal y como la conocemos.
Según Renee Weber, del Centro Marshall de Vuelo Espacial de la NASA, uno de los
objetivos principales de la InSight es averiguar lo sísmicamente activo que es Marte.
«Es algo que todavía no sabemos», afirma. «Básicamente, [queremos averiguar] cuántos
terremotos hay, con qué frecuencia ocurren, dónde ocurren y lo grandes que son».
Weber sospecha que Marte se situará en algún punto entre la Tierra y la luna en
términos de actividad tectónica (sí, la luna tiene lunamotos, medidos por los astronautas
de Apolo cuando la visitaron en los años 70).
InSight, aparcada en la superficie, está esperando para captar esas señales. Durante el
próximo par de meses, desplegará sus instrumentos, entre ellos un sismógrafo
increíblemente sensible que debería detectar una serie de martemotos, tanto los
producidos por los espasmos del planeta como los resultantes de los impactos de
meteoros.
Con datos suficientes de direcciones diferentes, los científicos deberían ser capaces de
hacerse una idea del corazón extraterrestre del planeta. Desplegarán un segundo
instrumento para tomar la temperatura del planeta, perforando las profundidades de
Marte para averiguar cuánto calor emana de su núcleo.