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Virrenato de Liniers

Liniers es designado como Virrey interino en reemplazo de Sobremonte que marchaa


España arrestado por su comportamiento durante las invasiones inglesas

Jose I hermano de Napoleon usurpa el reino de España

La caída de Sobremonte, ocurrida después de la Junta de Guerra del 10 de febrero de


1807, hizo recaer en Liniers el mando militar de todo el Virreinato, conservando la Audiencia
el poder político. Por entonces se designó en España, en reemplazo de Sobremonte, a
Pascual Ruiz Huidobro.

La prisión de éste (al ser capturada Montevideo por Auchmuty) hizo que se depositara el
mando en Liniers, siendo este último confirmado como virrey interino por las autoridades
metropolitanas el 3 de diciembre de 1807. El marino francés pareció, de este modo,
alcanzar la cumbre de su carrera política, pero en verdad también iniciaba el camino hacia
su trágico fin.
Pese a su indudable popularidad entre los criollos, Liniers guardaba, por encima de todo,
lealtad a la Corona hispana.
Sin embargo, los peninsulares residentes en Buenos Aires no confiaban en él: a causa de
su origen francés, la agresión napoleónica de 1808 hizo aparecer como dudosas sus
actitudes. Las vacilaciones del gobernante afirmaron esta inquietud y el virreinato de Liniers
se caracterizó por su inestabilidad.

El 1ro. de enero de 1809 el movimiento juntista tuvo su eco en Buenos Aires. El 1ro. de
enero de 1809 se produjo un intento de motín, apoyado por el Cabildo y las tropas de origen
hispano. cuya meta era reemplazar a Liniers por una Junta similar a las surgidas en
España.

Algunos partidarios de la emancipación, entre ellos Mariano Moreno, adhirieron en un


primer instante al movimiento, viendo en él la posibilidad de un paso hacia la
independencia.

El carácter realista de la intentona hizo que Moreno se apartara de ella una vez iniciada.
Las milicias porteñas permanecieron fieles a la autoridad legal (Liniers); por ello el golpe fue
desbaratado. Martín de Álzaga, jefe de la asonada, y varios de sus partidarios, fueron
desterrados a Patagones. De allí los rescató Elio.
Tal era el confuso panorama político que presentaban estas regiones. en momentos en que
la Junta Central de Sevilla designó el 11 de febrero de 1809 nuevo virrey a Baltasar Hidalgo
de Cisneros.

En España la Junta Suprema Central decidió terminar con los enfrentamientos en el Río de
la Plata disponiendo el reemplazo de Liniers por don Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien
arribó a Montevideo en junio de 1809. El traspaso del mando se hizo en Colonia, Javier de
Elío aceptó la autoridad del nuevo virrey y disolvió la Junta de Montevideo, volviendo a ser
gobernador de la ciudad. Cisneros rearmó las milicias españolas disueltas tras la asonada
contra Liniers, e indultó a los responsables de las mismas.
En el plano económico, ante las dificultades y costos del comercio con España, Cisneros
aceptó la propuesta de Mariano Moreno e instauró el 6 de noviembre de 1809 el libre
comercio con las demás potencias. Los principales beneficiados eran Gran Bretaña y los
sectores ganaderos que exportaban cueros. Sin embargo, los comerciantes que se
beneficiaban del contrabando reclamaron a Cisneros que anule el libre comercio, a lo cual
accedió para no perder su apoyo. Esto provocó a su vez que los ingleses, con Mac Kinnon y
el capitán Doyle como representantes, reclamaran una revisión de la medida, haciendo
valer el carácter de aliados contra Napoleón de España y Gran Bretaña. Mariano Moreno
también criticó la anulación, formulando la Representación de los Hacendados, la cual es
considerada como el informe económico más completo de la época del virreinato. Cisneros
resolvió finalmente otorgar una prórroga al libre comercio, la cual finalizaría el 19 de mayo
de 1810.
El 25 de noviembre de 1809 Cisneros creó el Juzgado de Vigilancia Política, con el objetivo
de perseguir a los afrancesados y a aquellos que alentaran la creación de regímenes
políticos que se opusieran a la dependencia de América de España. Esta medida y un
bando emitido por el virrey previniendo al vecindario de díscolos que extendiendo noticias
falsas y seductivas, pretenden mantener la discordia les hace pensar a los porteños que
bastaba sólo un pretexto formal para que estallase la revolución. Por eso, en abril de 1810,
Cornelio Saavedra les expresa a sus allegados: Aún no es tiempo; dejen ustedes que las
brevas maduren y entonces las comeremos.

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