Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
El primer trimestre de embarazo es el que sigue a las relaciones sexuales que dieron como fruto el mismo
embarazo. Según cómo fueran esos últimos momentos la cosa puede mejorar mucho (si había nervios,
impaciencia y ganas de conseguir el embarazo) o no cambiar tanto (si la pareja estaba en una fase de,
simplemente, ir haciendo por si el bebé quería venir: “si llega, llega”). Con mejorar me refiero a que una
vez el embarazo se ha confirmado, muchas parejas se relajan por fin, olvidando el embarazo como
objetivo y dedicándose más a disfrutar.
En cambio, algunas mujeres prefieren evitarlo, ya sea porque prefieren no correr riesgos (miedo a que
pueda pasar algo), porque no se encuentran del todo bien, por culpa de la fatiga, las náuseas y los
vómitos o porque no acaban de ver que embarazo y sexo sean dos palabras que puedan unirse.
La realidad es que si el embarazo transcurre de manera normal no hay riesgos a evitar y se pueden
mantener relaciones sin problemas. Además hay mujeres que, al mejorar la irrigación de los órganos de la
pelvis, tienen más sensibilidad y llegan con mayor facilidad al orgasmo.
Suele ser la etapa en la que las mujeres más disfrutan del sexo, pues al cruzar el umbral del primer
trimestre el embarazo está más consolidado y los miedos dejan rienda suelta a la imaginación y al placer.
Además, en el segundo trimestre la barriga aún no es demasiado grande y muchos de los síntomas que
tanto molestaban han casi desaparecido (por norma general).
En el segundo trimestre se empiezan a notar los movimientos del bebé, las pataditas, el hipo, etc., y la
madre toma aún más consciencia de su presencia. Esto hace que haya madres que se preocupen por su
salud y que vuelvan a pensar en si hacer el amor pueda afectarle de alguna manera. Como hemos
comentado más arriba, sigue siendo totalmente seguro, pues el bebé está totalmente aislado del
exterior (el tapón mucoso cierra la entrada del útero).
Es el trimestre en el que el sexo parece ser más complicado, sobretodo por una cuestión física. La barriga
tiene ya un tamaño considerable, la mujer puede sentirse más cansada y pesada y el bebé se mueve más
y con más fuerza. A la hora de elegir la posición conviene buscar una en la que ambos estén cómodos.
La postura del misionero, por el tamaño de la barriga, puede ser complicada (si el hombre tiene barriga
también ya ni te cuento), además de molesta para la mujer, pues el peso de la barriga sobre su propio
cuerpo puede serle poco cómodo. Se suele decir que las mejores posiciones son aquellas en las que la
barriga no choque con el hombre, es decir, estando la mujer encima del hombre o de espaldas a él, ya
sea tumbada o a cuatro patas.
Respetando el deseo de ambos
En cualquier caso, tanto el hombre como la mujer deben estar de acuerdo en mantener relaciones. Hay
mujeres a las que no les apetece hacer el amor durante el embarazo y hay otras cuya libido parece
dispararse. De igual modo, hay hombres para los que la tripa de embarazada es erótica y otros que
sienten un cierto rechazo o que sienten miedo o respeto y prefieren no hacer nada.
Algunas parejas evitan mantener relaciones sexuales durante las últimas semanas por miedo a que se
desencadene el parto. Es cierto que durante un orgasmo se producen contracciones uterinas, sin embargo
son muy suaves en comparación a las que suceden durante el parto y, por lo tanto, es muy improbable
que el parto se adelante.
Hasta hace no mucho se decía que el sexo podía ayudar a ello, ya que además el semen del hombre
contiene prostaglandinas, que ablandan el músculo uterino y lo preparan para las contracciones. Sin
embargo, la cantidad es muy pequeña y no llega a ser suficiente.
La realidad es que, pese a que mantener relaciones sexuales no parece ayudar a adelantar el parto, puede
ser recomendable para aliviar tensiones, tranquilizar por ende al bebé y para ir a dar a luz más
relajada (además, dicen que ayuda a preparar el perineo para la dilatación a la que se verá sometido).
Por lo general, al inicio del embarazo algunas mujeres experimentan una disminución de la líbido. En este
periodo, la embarazada sufre algunas molestias típicas del embarazo, como náuseas y vómitos, que le
impiden compartir con su pareja una relación sexual tranquila. Esto no significa, sin embargo, que ocurra
en todos los casos.
Otras embarazadas disfrutan de momentos íntimos gratificantes con su pareja desde el inicio de la
gestación. Esto, como todo, depende de cada caso concreto.
Una preocupación común en la mayoría de las parejas es si con la práctica sexual pueden dañar al feto. En
principio, siempre que no haya ninguna contraindicación médica que lo indique, la pareja puede practicar
el sexo durante todo el embarazo.
Nuestra sexualidad es un fenómeno rico y multidimensional. Ahora que estás embarazada es posible que
sientas más ganas de tener relaciones sexuales o todo lo contrario, no querer tenerlas en absoluto. Ambas
situaciones son normales y no debes preocuparte. Escucha a tu cuerpo y habla con tu pareja de tus dudas
y tus miedos. Descubrirás que no eres la única que, de repente, ve el sexo de otra manera.
Desde una perspectiva biológica, al comienzo de la gestación las mujeres solemos sufrir cansancio y
molestias, que pueden conllevar una disminución de la libido. Es normal también notar una
hipersensibilidad en los pechos e incluso en algunos casos segregación de precalostro cuando los
estimulan.
Otro motivo por el que suelen resentirse las relaciones coitales durante el embarazo es la hiperlaxitud del
músculo pubo-coccígeo. Esta molestia se puede subsanar con ejercicios para fortalecer el suelo pélvico
(que también son beneficiosos para asegurarse un parto y un postparto más seguros).
Sin embargo, algunas mujeres experimentan justo lo contrario: el aumento de sangre en el complejo
clitoral hace que sientan mayor placer. El doctor Emilio Santos afirma, de hecho, que no hay motivos
hormonales por los cuales la libido tenga que ser más baja durante la gestación.
De todos modos, es cierto que, a medida que aumenta el abdomen, será necesario que busquéis nuevas
posturas sexuales (encima, de lado...) en las que te sientas más cómoda.
Desde una perspectiva psicológica, la evidencia científica (Brtnicka, 2009) apunta que gran parte de los
problemas y disfunciones sexuales durante la gestación derivan del miedo de dañar al bebé, sentimiento
que experimentan tanto el hombre como la mujer.
Una vez más, la comunicación dentro de la pareja es fundamental, así como la información.
De lesiones, por el líquido amniótico y por las gruesas paredes del útero.
De infecciones, por la membrana mucosa que sella el cuello del útero.
Es más, según el obstetra francés Michel Odent, la segregación de endor