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El Dr.

PAPUS es un profundo investigador de los fenómenos metapsí-


quicos, especializado en el estudio de la hechicería, en esta obra
demuestra científicamente la realidad del embrujamiento. Explica
sus causas y los medios de anular sus efectos.
LA U LTIM A PALABRA
D E LA M A G IA Y EL
O CULTISM O

M a te ria s c o n te n id a s en e sta
o b ra :
Ln M a g ia «le la l ’ reM (iill(tlta c l(in
y d e l O c u lt is m o
K s c a m o t c o s - C a r t o m a n c ia -
JuetcoN «le S a ló n - J u e g o s «le
T ea tro .
l,o!t s o r t i l e g i o s «leí a m o r y «leí
«•«lio - 1.a M a g ia - 101 O c u lt is m o
- T e l e p a t ía - F n k lr is m o - L,a
M a g ia y e l A u to r.
S e c r e to s para h a c e rse am ar
T r a n s m is ió n <l«*l l'c iin n in le n t o -
M c n ta lis n io - M a g n e tis m o S e x u a l
- F a s td iin c ió n .
A g r ic u lt u r a - A r t e s - I n d u s ­
tr ia s - t i e lu d a s .
lO le iiie n to s «le M e d ic in a - F ó r -
i>in ías y r e c e t a * varia.* - I ,a s l í ­
n e a s y s u s in fliic m d u K p l a n e t a ­
r ia s - S ig n o s I n d ic a d o r e s «tel
p o r v e n ir .

-Más d e ¿00 p á g in a s c o n te n ie n ­
do g ra n c a n tid a d de fig u ra s e x ­
p lic a tiv as.

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E D I T O R I A L CAY MI
PUBLICIDAD ATENEO
15 de Nov. J149 Buenos Aires
Brujas operando un sortilegio
D r. G . E n c a u sse (P a p u s)

EMBRUJAMIENTO
Prólogo por el

Dr. CESAR LOMBROSO

15 de Nov. 1149 Buenos Aires

C o le c c ió n C ie n c ia s O c u lta s
1958
Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en la Argentina Printed in Argentine


PRÓLOGO

Mucho se ha discutido, quizá más aún que del Espiritismo,


de la Hechicería durante estos últimos años. No pocas personas
me han hecho el honor de interrogarme acerca de cuál era mi
opinión sobre tal asunto. A todas voy a contestar brevemente,
diciendo lo que creo acerca de este particular y sin que preten­
da imponer mi humilde opinión a nadie.
Es un hecho indudable que el progreso de las ciencias ha
dado realidad a muchas teorías imaginadas por los antiguos, y
que actualmente podemos creer en muchas cosas que antes pa­
recían falsas e imposibbles a los hombres que pasaban por ins­
truidos y sabios.
Los alquimistas fueron tratados de locos y charlatanes por
los sabios de los siglos pasados. Hasta hace pocos años se de­
cía aún: “ ¡Transformar un cuerpo simple! ¡Qué locura! Sólo
la Naturaleza es capaz de fabricar o transformar un metal. La
materia es varia, y no se puede admitir su unidad, desde el
momento que conocemos tantos cuerpos simples. Cuantos se han
empeñado en hallar la piedra filosofal son unos ilusos. Pierden
miserablemente el tiempo o tratan de engañar a unos cuantos
infelices para obtener dinero con menos trabajo que fundiendo
metal en sus crisoles”.
Pasaron años. Las síntesis químicas de Berthelot hicieron
dudar a los más avisados. La aparición del radio y los mila­
gros de sus emanaciones llevaron a los más inteligentes al con­
vencimiento de que la unidad de la materia era una verdad in­
concusa. La ciencia del instinto precedió a la ciencia de la
razón.
Los sabios oficiales se burlaron de la Alquimia tanto co­
mo de la Astrología. ¿Cómo puede un astro influir en bien o
en mal en el curso de una existencia humana? La Astrología era
puro charlatanismo.
Sin embargo, se descubrió que las mareas no reconocían
otra causa que la influencia lunar. Se ha comprobado que las
maderas, cortadas cuando la Luna está en menguante, se pu-

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dren y apolillan con mucha mayor rapidez que las cortadas en
otras épocas. ¿Por qué, influyendo en la masa casi inerte de la
madera, no podían en muchos casos la Lima o el Sol, o los de­
más planetas de nuestro sistema solar, ejercer su influjo so­
bre los hombres? Nada aislado y sin conexión con el medio
ambiente existe en el Universo. Si algo así existiera sería una
monstruosidad. Del Sol depende nuestro sistema planetario; el
Sol depende, a su vez, de alguna estrella o constelación que aun
desconocemos. Si esa constelación manda en el Sol, ¿por qué no
puede mandar en nosotros?
Existen, es cierto, muchos charlatanes que afirman que
ellos conocen la ciencia astrológica, pero no es razón para que
nosotros despreciemos la ciencia de los sabios que estudian con
ahinco para descubrir hasta dónde puede llegar la influencia
de los astros.
También ahí la intuición ha precedido a la ciencia, y ésta
ha sido guiada por aquélla.
Han creído en la magia y en la brujería los hombres de
todas las edades. Sabios e ignorantes acudieron a los hechiceros
en demanda de auxilio o con el fin de libertarse de enemigos
encarnizados. Bien sé que es infinito el número de los que no
piensan por cuenta propia, y que bastan algunos centenares de
embaucadores para que toda la humanidad crea lo contrario
de lo que debiera. Pero cuando una creencia perdura durante
siglos y siglos, es permitido pensar que tiene un fundamento
racional.
¿No ocurrirá con la hechicería algo parecido a lo que to­
dos conocemos referente al hipnotismo? Cuando empezaron, a
fines del siglo xvm , las prácticas hipnóticas en Europa, se ta­
chó de charlatanes a los que pretendían hipnotizar a la gente.
Multiplicáronse los ensayos y experimentos, estudiaron los mé­
dicos aquellos fenómenos que desconocían, y al cabo de medio
siglo no tuvieron otro recurso que rendirse a la evidencia y
aprovecharse del descubrimiento hecho a pesar de ellos. Hoy las
prácticas hipnóticas son generales, y se recurre a ellas para
curar ciertas dolencias y para obtener datos que de otro modo
no sería posible conseguir.
¿Por qué lo que afirma el coronel Rochas debe considerar­
se como un puro extravío? ¿Por qué negar en redondo y sin
examen que exista el plano astral, que la sensibilidad de una
persona se exteriorice, y que a causa de ello puedan producirse
efectos que a primera vista parecen fabulosos? No hay razón
alguna que abone tan rara conducta. Existen en la actualidad
muchas cosas que no conocieron los antiguos. Disponen los

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hombres de poderosas fuerzas que no sospecharon siquiera
nuestros antepasados. A un salvaje de la Australia, habladle de
un ferrocarril eléctrico, o de un automóvil, de las maravillas del
vapor o del hipnotismo, y creerá que os burláis de su igno­
rancia.
Por el solo hecho de haberse desconocido hasta aquí el pla­
no astral, no se puede condenar como falsa la teoría del coronel
Rochas, que es una resurrección de prácticas antiguas conoci­
das de todos los magos de la antigüedad.
¿Se trata de un embeleso? Antes de afirmar que lo sea,
conviene cerciorarse de ello. De lo contrario, se desprecia una
fuerza poderosa sin tratar de saber si existe siquiera; es dejar
•en manos que pueden ser ineptas o venales un instrumento sus­
ceptible de realizar grandes cosas.
En suma: después de lo que tengo observado por mí mismo,
creo muy puesto en razón admitir la realidad de determinados
fenómenos, ciertamente poco conocidos y menos estudiados, que
conocemos con el nombre de hechicería.

CÉSAR LOMBROSO.

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PRIMERA PARTE

El embrujamiento en nuestros días

¿Recordáis esas curiosas historias de hechicería tan fre­


cuentes durante la Edad Media, esos procesos célebres instrui­
dos contra los adoradores de Satán, y las acusaciones de que
eran objeto? Véase esta muestra:
“En el reinado de Luis X, Enguerrando de Marigny, direc­
tor del Tesoro, fue detenido por atribuírsele los delitos de con­
cusión y alteración de la moneda. Estaba el rey dispuesto a la
clemencia cuando los enemigos de Enguerrando, que a toda
costa querían perderle, dijeron a Luis X, “que un nigromante
de profesión, a instancias de la mujer y de la hermana del acu­
sado, había hecho varias imágenes de cera que representaban
el rey, el conde Carlos de Valois y otros barones, a fin de ob­
tener, por medio de un sortilegio, la libertad de Enguerrando y
echar un maleficio al rey y a dichos señores, cuyas imágenes
estaban construidas de tal suerte, que mientras no se las de-
truyesen, el rey, el conde y los barones hubiesen padecido y lan­
guidecido hasta morir”.
Modelar imágenes de cera a fin de perjudicar ál indivi­
duo a cuya semejanza se hizo la figurilla, constituía el crimen
de embrujamiento, crimen castigado con la pena de muerte, lo
propio que casi todas las demás prácticas de hechicería.
En la actualidad los progresos de la fisiología psicológica
y el estudio de los fenómenos de tales hechos permiten clasifi­
car la mayoría de tales hechos entre los que dimanan del
histerismo y sus anexos, y cuesta trabajo creer que los perió­
dicos más importantes de París han dedicado de pronto mu­
cha atención y muchas columnas al embrujamiento, que algu­
nas personas afirman que vieron practicar en esta época de es­
tudios positivos.

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Desde hace varios años, algunos investigadores procuran
encontrar la relación que pueda existir entre las teorías de los
mágicos antiguos y las prácticas de los hipnotizadores actuales.
Tal estudio exige un trabajo largo y prolijo, y existen ya varias
obras destinadas a exponer los resultados obtenidos. Los úni­
cos títulos que posee un escritor que trata de esos estudios abs­
tractos son sus obras, y a ellas debe acudir todo lector que de­
see juzgar con equidad. Pero ocurre que en estos últimos tiem­
pos han aparecido una serie de individuos afirmando que esos
estudios eran una vil explotación que se debía suprimir; que
había llegado ya la hora de arrojar del templo a los escritores
que lo profanaban. Por toda garantía científica esos puristas só­
lo vomitaron injurias y malévolas insinuaciones, y aun no ha
visto la luz ningún libro original de esos desconocidos que, a
pesar del reclamo, continúan tan desconocidos como antes.
, Un gacetillero inició esa campaña, y pronto tuvo muchos
émulos, deseosos de explotar un nuevo camino. Así se ha visto
que un antiguo corredor de viajes económicos se revelaba co­
mo teólogo embrujador y un ex prestidigitador llevó su ciencia
infusa hasta abrir cátedra.
Creemos que nuestros lectores nos agradecerán que les de­
mos a conocer algo de lo que podríamos llamar El dominio de
los hechiceros.
Estudiemos sucesivamente:
19 — El origen experimental de esas crónicas acerca del
embrujamiento empezadas cuando publicó sus trabajos el coro­
nel Alberto de Rochas.
29 — Las eplicaciones erróneas hechas de tales trabajos,
al morir un ex sacerdote de Lyon, el abate Boullan, por repór­
teres ávidos de publicidad.
3 ° — Las curiosas consecuencias de esa publicidad y la
aparición de legiones de embrujadores, de contraembrujadores
y de profesores de embrujamiento.
Como garantía de nuestras indicaciones, citaremos siempre
su origen, evitando reproducir sin citación obras especiales,
procedimiento seguido por informadores desaprensivos, pero in­
digno de un investigador algo concienzudo.

II

Los experimentos del coronel Rochas

Cuanto atañe a la psicología experimental interesa a cuan­


tos se dedican a la filosofía; así no es de extrañar que entre

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los experimentadores de fenómenos hipnóticos haya tantos fi­
lósofos como médicos.
En 1887 el señor Rochas publicó con el título de “Les For-
ces non définies”, una obra consagrada a investigadores expe­
rimentales acerca de los puntos más oscuros del hipnotismo, en­
tre otras la polaridad humana. Las teorías del autor no disentían
mucho de las que entonces imperaban para explicar tales he­
chos. ^
Pero, prosiguiendo sus estudios, el coronel Rochas llegó a
precisar ciertos experimentos hasta entonces poco concluyentes
y a determinar la existencia de estados hipnóticos profundos, en
los cuales se revelaban fenómenos citados por los antiguos
magnetizadores y negados, por regla general, por los médicos
que estudian hipnotismo. ^ _
Para comprender la importancia de este descubrimiento,
se hace necesaria una breve digresión.
La Escuela de París, cuyo representante más eminente es
el doctor Charcot, enseña que toda persona hipnotizada pasa
por tres estados o fases características.
' Al principio, el sujeto está sumido en un sueño profundo;
tiene cerrados los ojos, los miembros flácidos, y la insensibili­
dad de la piel y de las mucosas es compelta. Es la fase denomi­
nada “letargía”.
Si en tal estado se abre los ojos al paciente y se hace que
la luz vaya a excitar los centros nerviosos, o bien si se produce
una violenta e inesperada excitación en el oído, el paciente con­
serva la actitud que se da a sus miembros o a sus órganos, per­
manece con los ojos abiertos y la mirada fija, y es un excelen­
te modelo para los escultores, porque no hay medio que lo cam­
bie de posición. Esta es la segunda fase, la “catalepsia”.
Una nueva excitación cerebral engendra un nuevo estado,
en el que el paciente toma cierta parte en lo que acaece en tor­
no suyo, oye a los que hablan, puede ocuparse en sus habi­
tuales quehaceres y se muestra propicio a las “sugestiones”. Es
el estado de los que se levantan por la noche para reanudar el
trabajo que realizan durante el día, o para pasear por las azo­
teas, estado que se llama “sonambulismo” y tercera y última fa­
se del hipnotismo, s^gún la Escuela de París.
Después del sonambulismo, una sugestión despertaba al pa­
ciente, y con esto se demostraba que sólo había tres fases ca­
pitales en el hipnotismo.
Ahora bien; modificando los procedimientos empleados
habitualmente y volviendo — cuando el paciente se hallaba en
estado de sonambulismo— a las prácticas de los antiguos mag-

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netizadores, a los pases, el señor Rochas señaló otros estados
hipnóticos a los que dió el nombre de estados profundos de
hipnosis.
El descubrimiento de esos estados hipnóticos profundos es
lo que iba a llevar al autor, como de la mano, al descubrimien­
to de la exteriorización de la sensibilidad, origen del embruja­
miento científico concebido por los ocultistas modernos.

Ya hemos llegado al punto capital de nuestro estudio his­


tórico.
Cuando un paciente se encuentra en una de las tres fases
clásicas de la hipnosis, no manifiesta ninguna sensibilidad; pe­
ro a medida que empiezan los estados profundos, la insensibi­
lidad persiste a flor de piel; pero — fenómeno curioso— cesa a
10, 15, 20 centímetros, si se pellizca, o mejor, si se finge pe­
llizcar un punto cualquiera del cuerpo del paciente a esa dis­
tancia, se produce dolor. Es más: ciertas substancias (el agua
y la cera) se impregnan de esa sensibilidad exteriorizada y la
conservan durante algún tiempo, hasta el punto de que, sin sa­
berlo el paciente dormido, acercando un fósforo al agua que
contiene la sensibilidad, el sujeto manifiesta la sensación de
una quemadura. Personalmente, en un experimento de compro­
bación hemos producido ampollas quemando la mano del pa­
ciente a más de cincuenta centímetros de su cuerpo físico. La
exteriorización de la sensibilidad en estado de hipnosis pro­
funda es la base de las teorías modernas del embrujamiento.
El señor Joleaud-Barral, redactor de “Justicie” y tan buen
observador como crítico erudito, es quien por primera vez em­
pleó en los periódicos la palabra envoútement (embrujamiento).
En el número de “Justicie” del 19 de marzo de 1892, se encuen­
tra titulado “En el mundo de lo desconocido: Embrujamiento.
Son curiosos estos párrafos de dicho trabajo:
“El 16 de marzo corriente, el coronel Rochas, por medio
de un sujeto, hacía sensible una disolución supersaturada. Cuan­
do ^su ayudante echó en esa preparación el cristal que debía so­
lidificar el liquido, el sujeto, que había cedido su sensibilidad
a esa agua, fue acometido de una tremenda crisis nerviosa, se
desmayó y hubo que medicarle para que recobrase la salud.
‘ ¿De qué modo el cambio de estado del líquido pudo en­
gendrar semejante perturbación en el paciente? ¡Misterio!
”E1 señor Rochas guardó el líquido sin manipularlo más, y
ayer, 18 de marzo, quiso ver si había perdido algo de sus ma­
ravillosas propiedades, algo de la extraña afinidad que poseía

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con la persona que, do3 días antes, le comunicó algo sobre su
propia vida. Sin que el paciente lo supiese, hundió en el líquido
la hoja de un cuchillo.
"Asistimos entonces a una escena inolvidable. Vimos que el
paciente caía de rodillas como si acabaran de herirle, lanzar
un grito desgarrador y llevar la mano al pecho.
"Ese experimento y otros análogos explican los crímenes
de embrujamiento que en la Edad Media llevaron a tantos in­
dividuos a la hoguera”.
Vemos, pues, que íué el señor Joleaud Barral quien em­
pleó la palabra embrujamiento. Vemos ahora cómo en presen­
cia suya se renovó el experimento de las figuritas de cera:
“El señor Rochas se dignó realizar en mi presencia aquella
manipulación de la brujería antigua.
"Formó una estatuita de cera encarnada y la sensibilizó
por medio de pases convenientemente ejucutados en una jo-
vencita.
"Desde aquel momento la existencia del sujeto fué hasta
cierto punto desdoblada y ligada íntimamente a la suerte de la
muñeca de cera.
"En cualquier parte que ésta fuera herida, la paciente lo
sentia, y si el señor Rochas clavaba un alfiler en la figurilla, la
joven gritaba y frotaba con la mano la parte que creía lasti­
mada.
"Tales hechos me parecieron tan raros, tan evidentemente
fantásticos, que intentamos explicamos por medio de una su­
gestión que el operador ejercía. Pero no era así. Un hecho que
voy a Telatar me sacó de mi error.

Un experimento impensado

"Ibamos a marcharnos. Los invitados y el sujeto hablaban


en la habitación contigua antes de despedirse. Yo permanecía
aún en el salón y examinaba con detención la muñequita de
cera.
"De pronto, sin pensar, oprimí fuertemente la estatuita.
"Resonó un grito en la estancia de al lado. Era la pacien­
te que se quejaba de un dolor violento en la pierna izquierda,
que es donde yo apreté.
"Sin intención y a distancia, había provocado una sen­
sación de dolor en la persona embrujada”.
Fué, pues, en marzo de 1892, en presencia de un redactor
de “Justice”, cuando la figura de cera se modeló y se reprodujo
el experimento del embrujamiento.

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Pero, ¿en qué condiciones?
Por medio de un sujeto sumido en estado de hipnosis pro­
funda . Este es un punto que todos los repórteres, que ignoran
la forma operatoria, decidieron siempre; y de ahí los errores
monstruosos y grotescos que cometieron y que no cesarán de
perpetuar en sus pretendidos artículos documentados.
El 2 de marzo de 1892 el señor Rochas publica en “Le
Temps” un estudio acerca de la Exteriorización de la sensibi­
lidad. Recordemos, sin embrago, que la prueba más importante
se realizó el 16 de marzo.
El 2 de agosto de 1892 “Justice” publicaba un nuevo ar­
tículo del señor Joleaud-Barral relatando una fase distinta de
los experimentos. He aquí un extracto de dicho trabajo:
“Rochas ha intentado transmitir la sensibilidad de un su­
jeto a una placa fotográfica.
”Puso una de esas placas en contacto con un sujeto des­
pierto: la fotografía que se obtuvo no ofrecía ninguna rela­
ción con él.
”Otra placa, puesta anteriormente en contacto con un su­
jeto dormido y ligeramente exteriorizado, dio una prueba ape­
nas sensible.
”Una tercera placa, que antes de ser colocada en el apa­
rato fotográfico había sido fuertemente cargada en la sensibili-
dada del sujeto dormido, dió una fotografía que presentaba cu­
riosos caracteres: cuantas veces el operador tocaba su imagen,
el sujeto lo sentía. Una vez tomó un alfiler y arañó por dos ve­
ces la película de la placa en el punto que representaba la mano
del sujeto.
”Este se desmayó completamente en el mismo instante. Al
despertar pudo verse que presentaba dos manchas encarnadas
correspondientes a los arañazos de la película fotográfica.
”£1 señor Rochas acaba, pues, de reproducir el “embruja­
miento” de los antiguos hechiceros.
”Nos limitamos a ser meros narradores de tan misteriosos
hechos. No se trata de creer. Decimos lo que hemos visto, y
nada más” .
El mismo coronel Rochas resumía todos sus trabajos en un
escrito publicado en octubre de 1892 por el “Cosmos” y repro­
ducido por “Iniciación” con ligeras modificaciones. Se titu­
laba “Embrujamiento”, era muy notable y exponía el triple as­
pecto crítico, histórico y técnico del asunto.
Al mismo tiempo algunos investigadores emprendían el es­
tudio experimental de tales hechos, y el doctor Luys, en el hos-

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pital de la Caridad, realizaba numerosos experimentos concer­
nientes a esos nuevos fenómenos psíquicos.

III

Estanislao de Guaita y el Abate Boullan

Los experimentos continuaban tranquilamente cuando en


enero de 1893 ocurrió en Lyon el fallecimiento del abate Bou-
llán, doctor en teología, sacerdote sin licencia, y secretario de
una comunión de místicos, a quien J. K. Huysman presentó
bajo el nombre de doctor Johannes en su obra Lá-Bas.
Aquí empieza el segundo período de nuestro estudio, en el
que pasaremos del campo experimental al de las hipótesis e in­
vestigaciones de los reporteros.
Pero veamos antes quién era el abate Boullan.
Era un discípulo de Vintras, dado a las más impuras prác­
ticas de la hechicería.
Durante largo tiempo se entregó a sus experimentos y al
apostolado de sus raras concepciones del amor libre.
En 1885, anhelando representar el papel de pontífice y
deseoso de patentizar ante el mundo que era Juan Bautista vuel­
to a la tierra, el abate Boullan se decidió tomar parte activa
en el movimiento espiritualista.
Pero los ocultistas sospecharon algún misterio tenebroso
bajo las doctrinas del Carmelo (así le llamaba la Iglesia de
Boullan), y una asociación de Rosa Cruz tendió un lazo al
profeta, quien cayó en él de lleno.
En el extracto siguiente verá el lector los fines de esos
Rosacruces, reunidos en fraternidades secretas:
“Los hermanos de la Rosa Cruz prometieron por su ho­
nor perseguir a los adeptos de la Magia Negra, cuya actitud,
así como sus doctrinas, deshonran la fraternidad universal de
la Magia Divina, a la cual se creen con derecho de pertenecer.
”Ya que tienen la audacia de llamarse nuestros compañe­
ros, tendremos nosotros la osadía de arrancarles la máscara de
virtud que ostentan y de presentarles en toda su repugnante y
verdadera naturaleza.
”¡Les hemos condenado al bautismo de la Luz! Firmado:
Estanislao de Guaita
El 23 de mayo de 1887, los ocultistas, reunidos en tribu­
nal de honor, pronunciaron la sentencia y condena del doctor
Bautista por unanimidad. Se le comunicó al día siguiente.
¿A qué había sido condenado el abate Boullan?

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A l baustismo de la luz, es decir, a descubrir por medio de
pruebas, la realidad de sus doctrinas y sus obras.
Pero entre la sentencia (mayo de 1887) y la ejecución por
la publicación del libro de Guaita (1891), transcurrieron cua­
tro años, que aprovechó el doctor, como se puede comprender.
Iba pregonando por todas partes que preparaban un em­
brujamiento contra él, que varias veces había fracasado, y el
hombre llegó progresivamente a creerse perseguido y a que se
acentuaran los trastornos cerebrales que padecía.
Entonces fue cuando Huysmans, que procuraba investigar
en el dominio de la magia, encontró al buen doctor, que supo
engatuzar al novelista, y describió en su libbro Lá-Bas al doctor
Johannes (seudónimo de Boullan), con ios más halagüeños
colores, diciendo pestes de los Rosacruces, de los cuales el abate
sentía la condena pesar sobre su cabeza.
Para contestar a las acusaciones formuladas contra él, pu­
blicó el señor Guaita su obra, que impuso silencio al gran pon­
tífice del Carmelo.
Por fin, a principios de 1893, el terror de la muerte ejer­
ció su imperio sobre el menguado cerebro del teólogo, y murió
acusando a Estanislao Guaita de haberle matado por embruja­
miento.
A consecuencia de la muerte del abate, empezó una aguda
campaña en un diario de la mañana. Se pretendía que el abate
murió embrujado y se fundaba la acusación en los recientes
experimentos de Rochas.
Basta leer los trabajos de este investigador para saber que
todas las pruebas se realizaron por medio de sujetos en estado
de hipnosis profunda, y nunca con individuos que no experi­
mentaran jamás el sueño hipnótico, en cuyo caso se hallaba el
famoso doctor Johannes.
Un estudiante que durante tres meses se hubiese ocupado
solamente de tal materia, se habría dado cuenta de la casi im­
posibilidad del embrujamiento.

IV
Los profeseionales del embrujamiento

La semilla estaba echada. El arte de hechizar estaba con­


sagrado por la prensa de París y el público se preocupó por los
“prácticos” del embrujamiento.
No queremos refutar a esos “profesionales” que pretenden
poder embrujar a diestra y siniestra; pero tuvimos la idea de

15
proceder a un estudio personal, del que vamos a exponer los
resultados, garantizando la autenticidad de todos los datos y
detalles.
Hablaremos, pues, de la “hechicería del amor”, de “la bue­
na bruja, que sana a los embrujados”, y de “la fanática que
a toda costa quiere embrujar a su marido”.
Embrujamiento de amor. — Barrio de las Halles, calleja
oscura, casa vieja. Se sube una escalera sombría, se llama al
primero, ante una puerta con muchas cerraduras. Aparece una
forma humana detrás de los cristales de una ventana que da a
la escalera. Después se abre la puerta. Ya estamos en la casa.
No hay sirvienta. La propia bruja atiende a todo. Así la
discreción es más segura. Después de seguir un corredor, se
entra en una sala bien alumbrada. En el centro hay una mesa,
donde se amontonan juegos de naipes de todas las dimensio­
nes. En los rincones, dos o tres muebles de madera dorada,
recuerdos de una existencia suntuosa, ostentaban platos y fuen­
tes de loza. En la chimenea, un fogón donde se cuece el pu­
chero.
— ¿Quiere usted que le eche las cartas, señora?
— No, señora; quisiera saber si es posible obligar a que
un hombre se case con una mujer determinada. Se trata de una
amiga que no se atreve a venir en persona.
— Comprendo; hechizo de amor. ¿Quiere usted el talismán,
el cirio, el corazón de buey?
— El caso e s . . . no s é . . . ¿En qué consiste la diferencia?
— El talismán cuesta cinco francos; el cirio, diez; el cora­
zón de buey, veinte.
Mi amiga puede gastar hasta diez francos. Escojo, pues,
el cirio; pero, está usted segura del resultado?
— Veremos, señora. Corte, eche siete cartas con la mano
izquierda, y piense en el asunto. Bien. Ya veo al sujeto. Es
distinguido, elegante, ojos negros, manos finas y delicadas co­
mo las de una señorita, anda despacio como si temiera des­
componer los pliegues de su pantalón, sus botas son relucien­
tes ; de su cuerpo se desprende un suave perfume de violetas. . .
— Exactísimo, señora.
— Pues bien; ese hombre vacila, tiene deseos, pero una
mala mujer pone obstáculos. Victoria: las cartas le prometen
lo que desea. Porque se trata de usted, ¿verdad?
— Sí, señora; no hay por qué ocultarlo. Es raro lo bien
que adivina usted. Hombre distinguido; obstáculos.. . ahí tie­
ne señora, y gracias. ¿Cuándo debo volver?

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— Mañana, a las cinco; pero después de hacer lo que voy
a indicarle.
— Por la mañana comprará usted un cirio de un franco
sin regatear. Después irá a la iglesia y presentará usted el cirio,
cuando el sacerdote dará la bendición a los fieles. ¿Tiene usted
un guante de esa persona?
—tNo, señora; pero tengo cartas de él.
— Pues envuelva el cirio en esas cartas hasta la tarde, y
me lo trae a la hora convenida.
— Perfectamente. Hasta mañana, y mil gracias.
— Hasta la vista. No olvide usted que es a la cinco, ma­
ñana, día de Venus. (Era viernes).

Al día siguiente. A las cinco.


— ¡Ah! Ya la reconozco, señora. Temí hacer tarde. Ven­
go de casa de la duquesa de M . . . , que me protege y me con­
sulta para todas sus empresas. Me ha prestado su carruaje a
fin de no hacerle esperar. ¿Trae usted el cirio?
— Aquí está, señora.
— Muy bien. El cirio está encendido, la cera empieza a
fundirse. Recemos. Yo recito siempre el gran evangelio de San
Juan. Pero antes, bauticemos. ¿Cuál es el nombre del sexo
masculino?
— Alfonso.
— ¿Y del sexo femenino?
— Elvira. .
— Déme usted la mano y piense con atención en su novio.
— Entonces la bruja recita: Cirio bendito, tu cera es más re­
sistente que los obstáculos que separan a Alfonso de mi amor,
y, sin embargo, tu cera va a fundirse a la luz, como los obs­
táculos se desplomarán ante mi afección. . . Tu cera yo la bau­
tizo, en nombre de mi dueño Alfonso. Obedece en nombre de
la oración de San Juan. — Ahora, señora mientras la cera se
funde, recitemos las dos el evangelio., He aquí mi Biblia. En
esta página. Lea usted conmigo: A l principio era el Verbo . . .
Juan ha respondido por él y gritó diciendo:
“Alfonso, desde ahora estás unido a Elvira, por la virtud
de la gran oración misteriosa de San Juan”.
, — Ya está, señora; basta por hoy. Clave un alfiler en el
cirio; más alto, aún más al t o. . . , así. Bien. Escúcheme.
— Sí, señora. Me siento conmovida: presiento que voy a
triunfar.

17
— Ciertamente, señora; y he aquí ahora lo que debe usted
hacer. Cuando esté usted en Su casa, todos los días, a las cinco,
encenderá el cirio durante diez minutos, y recitará la gran ora­
ción de San Juan, añadiendo luego: Juan gritó diciendo’.
“Alfonso, desde este instante estás unido a Elvira?’.
— No olvide usted estas palabras. Durante nueve días se­
guidos hará lo mismo, clavando todos los días un alfiler, que
arrancará después de la operación y que guardará preciosa­
mente.
— El noveno día apagará el cirio y pinchará a Alfonso en
el dedo, con el último alfiler.
— No me atreveré, señora.
— Es indispensable para obtener buen éxito. Diga usted a
don Alfonso que hizo una apuesta, que eso es una prenda de
a mo r . . . mil cosas. Es usted inteligente; busque una excusa.
Cuando le haya pinchado mírele fijamente y será usted obede­
cida. No obstante, si necesita más consejos, venga. Consulta­
remos las cartas, y si Alfonso resiste, le obligaremos a amarla
a usted por medio del corazón de buey.
—'¡Oh, señora! ¡Sería terrible! Tengo confianza en usted.
Haré cuanto me ha dicho. Muchas gracias; estoy satisfecha
y le recomendaré a todas mis amigas. Hasta la vista, señora.
Tal es la transformación moderna del embrujamiento para
el uso de las señoras sentimentales y de las obreras tímidas.
En cuanto a la maga que yo conocí es una mujer viva y que
une a su misticismo religioso un afán desmesurado de lucro.
Pero su corazón es excelente y capaz de compadecerse de las des­
dichadas, pues el gabinete de una echadora de cartas reem­
plaza para muchas mujeres el confesionario abandonado.
Existe, sin embargo, gran diferencia entre este embruja­
miento por el cirio y los horribles ritos de las brujas de an­
taño. (Véase, si no, lo que dice Guaita en su obra Le Temple
de S a tá n ):
“El volt (de vultus, efigie) del embrujamiento mágico es
la figura de cera hecha a semejanza de la persona que se quie­
re perder. Cuanto mayor es el parecido, más probabilidades hay
de que obre el maleficio. Si en la composición del volt puede
el brujo echar unas gotas de crisma o fragmentos de hostia
consagrada y ralladuras de uña o de diente, o los cabellos de
su futura víctima, cree que esto da gran eficacia a su obra. Si
puede procurarse una prenda de vestir muy usada del embru­
jado, cortará de ella un traje para la figurilla de cera, traje
que se parezca al de su modelo viviente.
“La tradición quiere que se administren a ese muñeco to­

18
dos los sacramentos que haya podido recibir el embrujado:
Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Sacerdocio y hasta la Ex­
tremaunción. Luego la execración se practica clavando en la
figurilla gran número le alfileres envenenados, con gran copia
de injurias para excitar el odio, o bien arañándola con vidrios
o espinas venenosas empapadas en sangre corrompida.
A veces se reemplaza la figurilla de cera por un sapo; pero
las ceremonias son las mismas. Otra práctica quiere que el sapo
sea atado con los cabellos de la víctima, y después de haber
escupido sobre él, se le entierra bajo el umbral de la casa dél
embrujado, o en otro sitio que tenga que frecuentar todos los
días”.
En un libro impreso en 1610, titulado El segundo día de
los caniculares, se lee la historia de una buena mujer que La­
bia sido amenazada por una bruja: “Pocos días después, la
infeliz sintió agudos dolores en el vientre; le parecía que se
lo atravesaban de parte en parte, y gemía lastimosamente y
sus quejas alarmaban a los vecinos. Como algunos acudieron
para consolarla, uno de ellos dijo que estaba embrujada e hizo
cavar junto a la puerta. Se encontró una figurita de un palmo,
atravesada por una aguja de acero. Tomaron la figuñta, la que­
maron y la paciencia recobró la salud”.
Eduardo Dubus escribe en Le Fígaro, de 29 de enero de
1893, que en la América del Sur se entierra igualmente el sapo
que sirve de volt en el umbral de la casa del embrujado. “Este
muere ahogado, como si el aire se solidificara en torno suyo
y le oprimiera como oprime la tierra al desdichado animal”.
La Buena Bruja. — ¿Teméis el embrujamiento y a los bru­
jos? ¿Teméis que un enemigo os hiera desde lejos? ¿Tenéis
una idea fija que amenaza destruir el equilibrio de vuestra
mente? No vaciléis; id a ver a la “Tía de los gatos”.
Vive en una callejuela limpia de Montmartre, en una ca­
sita que ostenta sobre la puerta un rótulo que dice: “Señora
M . . . Cartomántica”.
Llamáis, y en seguida múltiples ladridos y maullidos in­
dican que la casa está bien guardada. En efecto, apenas abiérta
la puerta, se ve un gran número de perros y gatos de toda
especie y colores, que saltan, corren, gritan y alborotan, en
tanto que la dueña procura apaciguarlos. Todos son huérfa­
nos, o heridos o mutilados, recogidos por el ama de la casa
y cuidados a cuerpo de rey.
Nos encontramos en presencia de un ejemplar único. Se
trata de una verdadera iniciada en la magia rural, que emplea
las hierbas y que opera según las fases de la luna o los días

19
del año y marcha del sol. ¿No vale todo esto una caminata
hasta Montmartre?
La “Tía de los gatos” es una mujer alta, de aspecto ma­
jestuoso, de perfil romano, pero atenuado por una profunda
expresión de bondad. Tiene el pelo blanco pegado a las sienes.
Oficialmente la maga se dedica a la cartomancia y Dios
sabe los buenos consejos que las carias, con auxilios de la in­
tuición de la adivina, dieron a los que acuden en busca de es­
peranza, mediante dos o tres francos. Como se ve el precio es
módico, y se emplea, casi por entero, en limosnas para los po­
bres o en comida para los animales. No ofrezcáis nunca a la
“Tía de los gatos” ningún dinero para realizar un embruja­
miento, porque os despedirá a cajas destempladas.
Pero si, por el contrario, os creéis embrujados y acudís a
pedir un remedio para vuestro mal; si exponéis vuestro estado
a la maga, veréis que su mirada brilla. ¿Se trata de curar a
un enfermo? ¡Perfectamente!
Os hace entrar en su gabinente de consultas, que es una
habitación reducida, con varias sillas, un sofá a la derecha
y una mesa de nogal en el centro. En las paredes hay algunos
signos mágicos y el cuadro de las “consultas de cartomancia”
cuyo precio oscila entre 50 céntimos y 3 francos. En la mesa
hay juegos de naipes de todas dimensiones.
Una vez sentado, veréis que los ojos profundos de la maga
os miran con fijeza. Una voz grave y penetrante os interroga:
— ¿En qué mes nació usted, caballero?
— En diciembre.
— Bien; diciembre. ¿Qué días?
— El veinte.
— Veinte de diciembre: Capricornio. Cara nocturna de
Saturno. Está usted aquejado de profundos accesos de tristeza;
se descorazona usted ante cualquier obstáculo, y eso produce
su actual tristeza. Desconfíe de las rodillas. Está sujeto a en­
fermedades secas y frías.
— En efecto; a veces me duelen las rodillas.
— Claro, como que nació usted bajo Capricornio. ¿Pero
teme usted un embrujamiento?
— Sí, señora.
— Venga conmigo.
Y, levantándose, la maga se dirige al saloncito de espera.
Toma una llave y saca misteriosamente de una alacena boca­
les y redomas de todos tamaños. Son las hierbas, las hierbas de
San Juan; porque todos los años, en junio, la maga pasa mu­
chas noches en los alrededores de París en busca de su3 hier-

20
ibas. Durante los días de aquellas noches prepara las hierbas
recogidas horas antes. ¿No os dije que era digno de estudio
esa muestra de la Edad Media que vive en nuestros días?
— Tome usted estas hierbas — dice alargando al visitante
unas briznas secas extraídas de uno de los bocales— y llévelas
siempre consigo. Además, dirá usted mañana y tarde la ora­

ción de San Cipriano, que es muy eficaz. Desde ahora nadie


podrá nada contra usted.
Como se ve, el remedio es sencillo, y casi siempre los efec­
tos de la oración, reforzados por la acción fluídica de las hier­
bas magnetizads, produce excelente efecto.

21
Y el visitante, antes acongojado, regresa a Montmartre lle­
no de esperanza, confiando más en sí mismo y desembrujado.
La que quiere embrujar a su marido. — En el gabinete
de un médico joven especialista en tal materia.
— Vengo, doctor, de parte de su colega el doctor X, quien
me dijo que usted podría indicarme un procedimiento para
desembarazarme de mi marido por medio del embrujamiento.
—Siento muchísimo, señora, que mi colega la haya indu­
cido a error, porque es criminal intentar semejante cosa, y,
además, la experiencia nos enseña, que, muchas veces, la pri­
mera víctima de semejante práctica es el desgraciado que
las utiliza.
— Pero, doctor; el caso es que soy víctima de actos odio­
sos y que no puedo defenderme de otro modo que por un medio
misterioso y que nadie puede descubrir. ¿Qué preciso hacer?
— Existen en París, señora, una porción de individuos que
le estafarán el dinero, prometiéndole realizar semejantes infa­
mias. Cualquiera que le pida una suma, por pequeña que
sea, para una operación de magia negra, es un malvado o un
ignorante, y apenas merece ni el desprecio con que una per­
sona inteligente le trata, No intente usted realizar esos mal­
vados ritos. Evitará practicarlos con un leve esfuerzo moral, y
le aseguro que así se ahorrará no pocos disgustos y penas.
—Perfectamente, doctor. Veo que se niega usted a decir­
me lo que debo haoer; pero estoy segura de que lo sabe usted.
— Está usted dominada por el afán de una venganza que
le producirá muchas penas, muchas más de las que ahora pa­
dece, mi señora.
— ¿Qué me aconseja usted, pues, que haga? '
— ¿Cree usted en Dios?
— Sí, ciertamente, ¿Cómo no creer en Él?
— Pues entonces vaya todos los días a la iglesia más pró­
xima a su casa y rece usted fervorosamente por el que tanto
daño le ha hecho; rece para que cambie su carácter y le de­
vuelva su afecto. Esto es lo único, señora, que puedo aconse­
jarle; pues así las fuerzas divinas evocadas sabrán discernir
la verdad.
— No puedo yo rogar por ese hombre.
— Así no será jamás dichosa y toda la culpa la tendrá us­
ted. Consulte a “brujos” de profesión. Se burlarán de usted
y explotarán su credulidad.
— Quizá tenga usted razón. Procuraré seguir sus conse­
jos. ¿Cuánto le debo, doctor?
— La medicina, señora, me permite vivir con holgura, y

22
jamás se me ocurrirá explotar los consejos que mi conocimien­
to de las ciencias ocultas me permite dar. Nada me debe usted,
y crea que celebraré que la oración le evite una acción villana
que, no por ser únicamente mental, es menos peligrosa. ¡Hasta
la vista y buena suerte, señora!

23
SEGUNDA PARTE

Embrujamiento consciente e inconsciente

El embrujamiento consiste en envenenar el cuerpo astral


de una persona por odio de otra. Murmurar de un ausente,
procurar dañarle sin que lo advierta, pueden considerarse como
embrujamientos verbales. Desear que le ocurra una desgracia
a una persona que se supone harto feliz es embrujamiento
mental. A éstos se les puede llamar embrujamientos incons­
cientes.
Al propio tiempo existe el embrujamiento consciente o ver­
dadero embrujamiento, que se practica con el fin de causar
un daño o perjuicio, una venganza o la ruina, y hasta la muer­
te de una persona. El brujo, entonces, exterioriza su odio, que
dirige en envenenados efluvios hacia la víctima.
El ser malvado que así obra no sabe la terrible respon­
sabilidad en que incurre y el mal que se atrae.
La característica del embrujamiento es sembrar en torno
de seres dichosos las desdichas terrestres por medio del odio
concentrado y dirigido por corrientes astrales.
Sin embargo, las acciones ocultas de los brujos pierden
toda su fuerza maléfica, justa y caritativa.
Aquel que es bueno y que sólo de cuando en cuando se
entrega a los accesos de egoísmo compatibles con la vida hu­
mana normal, aquel que tiene confianza en los invisibbles y en
su auxilio constante, poco tiene que temer de los brujos ni de
sus mágicas artes.
Pero hay cerebros menguados, pecadores ciegos, reencar­
nados desdichados, gentes que muchas veces pensaron dañar
a sus vecinos, y que si no lo hicieron fué por falta de medios.
Todos ésos abrieron las exclusas del odio y pueden ser objeto
de acciones nocivas ocultas.

24
Como los tribunales, ilustrados por los médicos que po­
seen la ciencia oficial, declaran que todo esto cae dentro de
los límites de la demencia, y como casi siempre la mujer su­
jeto o la mujer médium que percibe las influencias ocultas es
considerada loca, los hechiceros campan por sus respetos y pue­
den ejercer su ciencia maldita con la seguridad de un bandido
que tiene un refugio seguro que jamás podrá descubrir la guar­
dia civil.
Creemos, pues, útil, estudiar detalladamente el medio de
precaverse contra el embrujamiento. Este medio comprende tres
etapas:
1^ Sanear la mentalidad.
2* Aumentar las fuerzas espirituales.
3^ Poner en movimiento las fuerzas astrales que rodean a
todos los seres humanos.

II

Higiene mental

El hombre irradia en torno suyo fuerzas físicas como el


calor y la electricidad: irradia también fuerzas psíquicas, como
las ondas vitales, conocidas generalmente bajo el nombre de
“flúido magnético”.
Este fenómeno era conocido en Egipto tres mil años antes
de Jesucristo, y allí se enseñaba el manejo de las fuerzas mag­
néticas llamadas “Sá”.
El hombre antes de irradiar fuerzas las absorbe; y ténga­
se en cuenta que no hablamos del aspecto fisiológico del asun­
to, sino del psíquico, desconocido todavía por los médicos, que
sólo han estudiado el primero.
Así como un paisaje impresiona de un modo distinto según
el espíritu del que lo contemple, de igual manera la irradiación
de las fuerzas psíquicas es diferente según el estado mental del
operador.
Un individuo rencoroso, celoso, apegado a todo lo terres­
tre y saturado de odio es un generador de veneno psíquico;
las fuerzas nocivas que cultiva se encuentran en él como en
terreno propicio; y si se quiere desembarazarle de acciones
psíquicas o de odios lanzados contra él, será preciso antes lim­
piar lo invisible de este ser, del mismo modo que si queremos
servirnos sin riesgo de un vaso que haya contenido veneno,
procederemos antes a su completa limpieza.

25
Los pitagóricos realizaban la limpieza mental por el si­
lencio, acompañado de un régimen físico que excluía por com­
pleto el fluido astral de los. animales.
En nuestros tiempos, si se quiere desembarazar a una per­
sona de sus ideas perniciosas — suponiendo que no se tratase
de un enfermo cerebral— hay que pedirle que se abstenga cui­
dadosamente, durante doce días por lo menos, de murmurar
de las personas ausentes, de abrigar pensamientos de envidia,
y de vigilar con gran cuidado el trabajo de su mente a fin
de que no tome falsos caminos.
Esa higiene mental es precisa si se quiere obtener buenos
resultados y exigiría un volumen entero. Aquí tenemos que li­
mitarnos a indicar únicamente las líneas generales de precau­
ción tan necesaria.
III
Aumento de las fuerzas espirituales
La oración. — La oración ejerce una influencia extraor­
dinaria. Por oración entendemos todo acto espiritual que provo­
que realmente la influencia de las fuerzas supraterrenas. Para
que resulte eficaz, la oración no debe consistir en pronunciar
con los labios y de rodillas una sucesión de palabras; sino que
es necesario esforzarse de todo corazón en perdonar a nues­
tros enemigos, pidiendo la luz para ellos, pues Dios ama a
nuestros enemigos tanto como nos quiere a nosotros.
La Caridad. — La oración carece de fuerza si no va acom­
pañada de un acto que vivifique el corazón y que debamos
cumplir venciendo nuestro egoísmo. Si sois pobres, id a con­
solar a los que están desesperados, enfermos, presos, sumidos
en el vicio; ofreced parte de vuestro tiempo — única riqueza
de que podéis disponer— a los demás. Si disponéis de dinero,
buscad a los desdichados, huyendo de los profesionales de la
medicinal, que son larvas humanas; salvad a algunas fami­
lias miserables pagando los alquileres atrasados o dando de
comer a los que lo necesitan y carecen de lo más indispen­
sable.
Hay que hacer esto personalmente, y no por intermedia­
rios, pues de lo contrario perderéis gran parte de las fuerzas
espirituales que obrando bien se adquieren.
El Perdón. — El que se acostumbra a perdonar a sus ene­
migos, consigue con la oración poner en movimiento sus prin­
cipios superiores y se ve libre de todo embrujamiento. Las

26
tentativas de proyección de fuerzas astrales malvadas se estre­
llan contra su “aura” espiritual, como olas granadas contra
la corona de un buque, y todas las fuerzas vuelven hacia su
punto de partida.
Así, pues, cuando se trata de un ser desesperado, víctima
realmente de fuerzas invisibles hay que empezar por dispersar
las fuerzas psíquicas nocivas que le rodean, como acabamos
de decir. Después de eso es cuando se puede verificar la acción
de las fuerzas astrales de que vamos a tratar.
IV
Las fuerzas astrales
El Carbón. — Existe en la naturaleza una substancia que
tiene la singular propiedad de absorber todas las impurezas:
es el carbón vegetal. Sabido es que su polvo purifica el agua,
absorbe los gases deletéreos y se emplea para diferentes usos
de esta especie. Pues bien; el carbón absorbe igualmente los
flúidos psíquicos.
Suponed que existe un malvado o un maníaco que todos
los días, a la misma hora, envía pensamientos nocivos hacia
un ser cuya mente quiere empozoñar. Estos pensamientos van
acompañados de proyección, de fuerzas psíquicas, lo mismo
que muchos venenos están disueltos en un líquido. Si la per­
sona que es objeto de esas acciones nefastas coloca en torno
de ella carbón vegetal encendido, los flúidos enviados irán al
carbón que los atrae en vez de penetrar en el aura astral del
embrujado.
Bastará, pues, ya que estas malas acciones se realizan casi
siempre de noche, colocar tres o cuatro pedazos de carbón en
un plato junto a la cama y arrojarlos a la basura al día si­
guiente para neutralizar los efectos de los brujos.
Es éste un procedimiento de defensa muy sencillo y que
siempre nos ha dado excelentes resultados.
Los signos mágicos. — Cuando el carbón no obra con la
rapidez requerida, se puede reforzar su acción con los llama­
dos “signos mágicos”. Estos signos se relacionan con jeroglífi­
cos e imágenes del mundo invisible, sobre los cuales tienen una
acción enérgica.
En ciertos tratados de magia, antiguos y modernos, se en­
cuentra una lista de estos signos. Lo mejor es consultar las
obras siguientes, en las cuales se hallan, además, interesantes
procedimientos para combatir Jos efectos del embrujamiento:

27
Echiridion Leonis Papae. — Este maravilloso libro fue im­
preso por primera vez en Roma, en el año 1740. En español
existe una traducción íntegra, la mejor que se conoce, la cual
se debe al famoso Mago Bruno. Contiene muchos secretos rarí­
simos y oraciones contra toda clase de encantamientos, hechi­
zos, sortilegios, ligaduras y cuanto pueda acontecer a una per­
sona por embrujamiento y otros actos de magia o por media­
ción del demonio y de los malos espíritus. La obra contiene nu­
merosos grabados de pentáculos y talismanes.
Gran Grimorio del Papa Honorio. — Esta obra, tan cu­
riosa como la anterior, fue publicada también en Roma, en el
año 1760. La traducción mejor que existe en español se debe
asimismo al gran Mago Bruno. En este libro se trata extensa­
mente de los Exorcismos, Conjuros y Oraciones para dominar
y ahuyentar a los demonios. Trata además del arte de evocar
a los espíritus infernales por medio de círculos mágicos; ex­
plica cómo librarse de las malas influencias y contiene secre­
tos muy raros, como, por ejemplo: hacerse amar de una perso­
na y hacerla comparecer cuando se quiera y conseguir de ella
toda clase de favores, etc. Ilustran la obra curiosísimos graba­
dos antiguos.
Clavículas de Salomón. — Recomendamos eficazmente la
lectura de esta obra, de la verdadera, pues se han hecho de ella
varias falsificaciones. La única edición exacta a la del original
hebreo es la que hizo Iroe el Mago. Quien lea este libro mara­
villoso descubrirá el campo que conduce al conocimiento de la
verdadera magia, poseerá la llave de la ciencia secreta y cono­
cerá la influencia de los astros. Contiene grabados muy cu­
riosos.
Además de estas tres obras, que son las más indicadas
para completar el estudio del embrujamiento, recomendamos las
que siguen, pues también son de gran utilidad para el estudian­
te de la Ciencia Oculta.
Los Secretos del Infierno. — También de este libro se han
hecho muchas falsificaciones. La edición auténtica consta de
cuatro partes, y contiene los Responsos al revés. Con estos res­
ponsos se consigue recuperar lo que nos han robado, castigar
a los que nos quieren mal, o nos han hecho algún daño o tra­
tan de perjudicarnos. Contiene entre muchos otros secretos,
el de la “Gallina Negra” para conseguir riquezas y poder, el
de hablar con los muertos, etc. En esta obra aparecen graba­
dos antiguos muy notables.
El Libro Negro. — En esta obra, su autor, Héctor Hacks„

28
revela los secretos más formidables de la Alquimia , de la As -
trología de la Rabdomancia y de la Magia Negra.
Contiene, entre otros muchos secretos, el de transmutar el
plomo y la plata en ORO PURO. Explica la fórmula de un Elixir
que alarga la vida y retarda la vejez. El que hace uso de este
maravilloso licor, a ios sesenta años aparenta tener solo treinta.
Además se encuentra en El Libro Negro: El secreto para
dominar a una persona y obtener de ella lo que quiera. Para
hacerse amar hasta la muerte. Para atraer la Fortuna, el Exito
y la Felicidad. El hechizo del Aojo, o de la mirada venenosa,
y otros varios secretos de Brujería y Magia, todos muy inte­
resantes.
Contiene, además, el verdadero sistema de fabricar la Vari­
ta adivinatoria, por medio de la cual se consigue descubrir las
aguas subterráneas, los metales y los tesoros que se hallan
bajo tierra o tapiados.
En el Libro Negro se halla, asimismo, el tratado de Astro-
logia más claro de cuantos se han publicado en español. En ella
se estudian las influencias que ejercen los planetas en el aspec­
to físico, de manera que, examinando la fisonomía de una per­
sona, conocemos al momento cuáles son sus gustos, sus debili­
dades, su carácter, etc. Es muy curiosa, además, la influencia
de la Luna en la menstruación. La lectora que consulte la Ta­
bla lunar para uso de las mujeres en determinados días del
mes, quedará sorprendida al ver cómo le anuncia los sucesos
que han de acontecerle dentro de brevísimo tiempo.
Magia Magnética. — Se trata de una obra de un alto valor
científico, expuesta en lenguaje llano y sin tecnicismos. El
autor, Julio Bauer, la divide en dos partes: en la primera tra­
ta de los fenómenos del Magnetismo antiguo, desde Mesmer
hasta los tiempos actuales, y en la segunda, se ocupa extensa­
mente de la magia magnética.
El célebre doctor empieza su estudio dando una rápida
ojeada a la historia de las creencias de los antiguos sobre
la Sabiduría Oculta o la Magia, origen de todas las ramas del
Ocultismo moderno. (Telepatía, Telebulia, Espiritismo, Meta-
psíquica, etc.).
Nos habla luego de los Espejos Mágicos y nos demuestra
cómo cuantas maravillas que de ellos se cuentan no son vanas
fantasías de nuestros antepasados, sino realidades ciertísimas,
puesto que él, personalmente, ha podido comprobar los sorpren­
dentes fenómenos que con dichos espejos se obtienen. Y para

29
desvanecer toda clase de dudas nos da a conocer el medio de
fabricarlos uno mismo.
En otro capítulo, titulado Como se realiza una Resurrec­
ción, expone este doctor el caso verdaderamente inverosímil de
resucitar a una persona recientemente fallecida. Este fenómeno
puede realizarse en determinadas condiciones: “Estamos tan
seguros de ello — dice el doctor Bauer— , que no dudamos en
afirmar que la magia magnética es capaz de volver a la vida a
muchos seres que se dan por muertos, siempre que se actúe
durante las primeras horas que siguen a la agonía”. Y en esta
obra se revela el secreto para realizar la resurrección, fenóme­
no real, aunque tiene todas las apariencias de un verdadero
milagro.
Son asimismo interesantísimos los capítulos dedicados al
Extasis Sonambúlico y al Extasis Profético, y han de llamar la
atención no sólo de los profanos sino de los doctos en la ma­
teria.
Magia Negra y Magia Blanca. — Es ésta una de las obras
más celebradas del doctor G. Maxwell. En ella se revelan los se­
cretos más extraordinarios de la Magia Negra y de la Magia
Blanca. Es una obra de un valor científico, indispensable a
cuantos se interesan por el Ocultismo Superior, pues trata de
los problemas del Más Allá y se ocupa, asimismo, del mundo
de los demonios íncubos y súcubos y sus relaciones místico-
eróticas con el hombre. Al ocuparse de la Magia Blanca, de­
dica un extenso capítulo al poder de las Palabras mágicas o
Mantrams, tema casi inédito en la literatura esotérica española.
Aquí da el doctor Maxwell, las reglas para pronunciar la síla­
ba sagrada AUM, cuyo secreto estaba reservado a los iniciados
en la Magia Divina.
La Magia Negra y la Magia Blanca, del doctor Maxwell,
constituye algo trascendental e inaudito que sorprende tanto a
los profanos como a los ocultistas ya preparados.
Quinientos Secretos para Ganar Dinero. — Esta útilísima
obra contiene 520 secretos, o sean algunos más de los que anun­
cia su título. Todos ellos han sido probados antes de darlos al
público, por esto, su autor, el químico alemán Max Wolkmann,
responde de su eficacia. Todas las fórmulas pueden ejecutarse
en casa, sin aparatos. En esta obra se hallan los medios más
seguros para conservar toda clase de alimentos: huevos, pesca­
dos, tocino, caza, ostras, etc., y toda suerte de frutas y legum­
bres, así como toda clase de líquidos: aceite, leche, vino, vina­
gre, jarabe, etc. Contiene, además, secretos para quitar toda

30
clase de manchas y lavar plumas, sedas, lanas, terciopelo, etc.
Para la destrucción de toda clase de bichos: ratones, cucara­
chas, chinches, polillas, moscas, mosquitos, pulgas, etc. Fabri­
cación de jabones comunes y de tocador. Fabricación de toda
clase de tintas para escribir y dibujar sobre papel, mármol, me­
tal, etc.; tintas simpáticas, invisibles, tinta china, tinta para
pluma estilográfica, etc. Fabricación de barnices de todas cla­
ses y lacres de todos los colores, finos y económicos. Fabrica­
ción de jarabes, licores, bebidas americanas: cockteles, whisky,
brandy, etc. Secretos para ser hermosa: pastas, cremas, depila­
torios, cosméticos, dentífricos, etc. Remedios para las enferme­
dades más comunes. La verdadera receta para fabricar la mi­
lagrosa Agua del Carmen. Secretos raros, antiguos y modernos.
Este libro como hemos dicho, contiene más de quinientos
secretos. Uno solo de ellos, bien explotado, puede ser la base
de una fortuna. En los actuales tiempos difíciles usted puede
ganar dinero y hacerse independiente, si se aprovecha de las
enseñanzas de este libro.
La Ciencia del Amor. — Por el profesor H. Ridley. Filtros,
Amuletos, Talismanes, Mentalismo, Fascinación, Magnetismo
sexual. Nuestro libro, titulado La Ciencia del Amor, contiene
todos los medios conocidos para hacerse amar, tanto los ex­
puestos en las ciencias mágicas de la antigüedad, como los que
ofrece la Psicología trascendental, esa ciencia moderna llama­
da Mentalismo. Así el lector de La Ciencia del Amor puede
escoger aquellos medios más a propósito que las circunstancias
le exijan para conseguir sus deseos, esto es, pueden hacer uso
de aquellas prácticas mágicas, magnéticas o mentales que más
se adapten a sus gustos o facultades. Este libro es el único que
contiene el secreto de la Estrella Mística, poderoso talismán, que
el que lo posee consigue que otorgue toda clase de favores.
Es el gran talismán para dominar a las personas y conseguir
que una persona le ame y le colme de regalos.
Para contrarrestar los designios de los brujos que tratan
de perjudicarnos, tenemos, además del carbón y de los signos
mágicos, al uso de las puntas.
Las Puntas. — A las defensas pasivas pueden sumarse las
activas.
La fuerza empleada por los brujos es de la familia de la
electricidad. En las casas embrujadas, donde, generalmente,
una niña o un niño sirven de médiums, la fuerza viva rompe
los cuerpos que son malos conductores de electricidad, como

31
el vidrio y la porcelana, y pone en movimiento los cuerpos
metálicos, como cacerola, hierros y demás objetos.
Las puntas obran sobre estas fuerzas exactamente como
sobre la electricidad; de modo que si se presenta una punta a
una corriente de fuerza psíquica, esa corriente queda inmedia­
tamente destruida con producción de una chispa o de haces
de chispas. He hecho bastantes experimentos personales acerca
de eso. La espalda del mago, el cuchillo del verdadero brujo,
el clavo que termina un palo, son instrumentos de defensa efec­
tiva contra esas fuerzas cuando han adquirido un dinamismo
tal que produce los fenómenos de las casas embrujadas.
Puede, pues, defenderse un hombre rodeándose de pun­
tas, así como se defiende una casa por medio del empleo de
pararrayos.
Los vegetales. — También es posible la defensa emplean­
do para ello los vegetales y los animales.
Lo mismo que el hombre tiene derecho de segar para nu­
trirse y de tomar los frutos para su subsistencia, también le
asiste el derecho, en caso de defensa necesaria, para utilizar a
los animales inferiores, después de pedir permiso por medio
de la oración.
J. J. Jacob, aconseja que en verano se pasee por los ca­
minos arrancando algunas hojas de las plantas que crecen jun­
to a la vía.
Se puede también, todos los días a igual hora, imponer
las manos a una planta y se verá, a pesar de todos los cuida­
dos de que se la rodee, que la planta se agosta poco a poco
y muere.
No aconsejamos el empleo de los animales para la defen­
sa como lo hacían los antiguos egipcios: sacrificándolos. Esa
práctica expone a grandes responsabilidades espirituales.
Ese desprendimiento magnético sobre los vegetales es muy
eficaz en el caso en que el hechicero ha hecho una figurilla o
volt del embrujado, o si utilizó animales para emponzoñar el
astro de su enemigo.
La fotografía. — En este caso la acción de los vegetales
puede ir acompañada de una acción sobre la fotografía del em­
brujado. Esta fotografía debe ser una prueba directa y no un
grabado reproducido por impresión. Es necesario incensar di­
cha ftografía dos veces diarias en cuarto creciente de la Luna
y rodearla de perfumes, pero sin incensarla en cuarto men­
guante, salvo los domingos, en que es necesario incensarla a
todas horas.
32
Si se está en relaciones con la persona que soporta el ma­
leficio, se puede obrar magnéticamente. Uno de nuestros co­
rresponsales curó así varios casos considerados como desespera­
dos de todo punto.
Desmagnetización del embrujado. — Vamos a resumir
esta acción magnética según M. Journet d’Aiguebelles.
19 Es preciso que se coloque al sujeto que se quiera curar,
de pie, con los brazos levantados y con la palma de la mano
levantada en alto y hacia afuera.
29 El operador debe colocarse detrás del paciente.
3 Es necesario que el operador coloque las manos al ni­
vel del vientre del sujeto, con la palma hacia el vientre, y es
preciso llevar las manos hacia ios riñones, con toda lentitud
posible.
Una vez en los riñones, se sacuden las manos y se sopla
encima. Este pase se repite tres veces.
Después se sube al nivel del corazón y se llevan las manos
hasta el centro de la espalda. También se sacuden las manos y
se las sopla, repitiendo tres veces la operación.
Y se procede de igual modo para la cabeza, yendo de la
frente a la nuca y con la mayor lentitud que se pueda.
Se termina con un desprendimiento magnético haciendo
delante del sujeto los pases necesarios y soplos fríos.
Esta operación, repetida cada ocho días, produce resulta­
dos admirables.
Las Transmisiones. — Si la acción magnética, que es muy
poderosa, no basta, se puede recurrir a las transmisiones hip­
nóticas, tal como las practicaron Babinski y Luys, y como aún
se practica en nuestra clínica.
La transmisión de todos los casos de afección nerviosa da
resultados tanto más notables cuanto que no es menester hacer
dormir al paciente, que conserva todas sus facultades.
Cuando la acción individual no basta para librar a una
persona embrujada es preciso averiguar si padece trastornos
psíquicos, delirio persecutorio y desórdenes mentales que de­
ban someterse a un médico especialista. Es necesario un estudio
muy serio del estado mental del sujeto, porque casi siempre
hay larvas mentales.
Existen sociedades de defensa de los desdichados y deses­
perados, sociedades que tienen conexión con- el ilusionismo y
que se distinguen por pedir a sus miembros esfuerzos espiri­
tuales y no exigen nunca dinero.

33
Las logias Martinistas, las agrupaciones de la Rosa Cruz
se dedican a esas obras de defensa colectiva.
Así pues, cuando un individuo es atacado colectivamente,
puede ser curado por una acción individual; pero si esa acción
no basta, puede dirigirse a las Sociedades de Defensa de orden
colectivo.
V

Procedimientos derivados de la Magia y del Hermetismo


Acabamos de explicar los medios que podemos llamar po­
sitivos contra el embrujamiento. Vamos a decir ahora unas pa­
labras acerca de los métodos derivados directamente de la Ma­
gia y del Hermetismo.
Aconsejamos, ante todo, rechazar los medios sangrientos
en los que se emplean corazones de diversos animales para ha­
cer contraembrujamiento. Estos medios son repugnantes física y
moralmente, y no son más eficaces que las oraciones y los
nombres místicos.
La oración es un dinamismo astral. Está imantada por la
acción de los que la emplearon durante siglos y siglos. Tiene,
pues, una influencia extraordinaria. Hecha después de una pu-
rificaión astral y física y seguida de una buena acción, la
oración es invencible y aniquila los embrujamientos más pode­
rosos. Daremos, pues, algunas fórmulas destinadas a acompa­
ñar el acto de oración, Como complemento de la oración acon­
sejamos el empleo de Medallas y Pentáculos. Las primeras son
verdaderos intermediarios de las fuerzas divinas. Establecen un
lazo entre lo divino y lo humano, y prestan grandes servicios
en la defensa contra los ataques astrales.
Todas las medallas religiosas son eficaces. Recomendamos
especialmente las de la Virgen Santa, las de Santa Filomena y
las de San Benito. Todas las medallas deben ser consagradas
especialmente para la persona que las emplea en su nombre pa­
tronímico.
En otra página damos la reproducción de una medalla
comunicada en visión astral a Eliphas Lévi y sacada de su libro
de notas que obra en nuestro poder.
Tiene gran influencia y debe llevarla la persona embruja­
da o la que teme estarlo.
Si se trata de una persona que no sea cristiana, hay que
recurrir a los pentáculos que se refieren a la religión nativa
de dicha persona.

34
Para los hebreos son necesarios los pentáculos derivados
del libro de los Salmos y de Cébala. Esas figuras arrancadas
de la Magia Divina son útiles a todos, y agregamos dos re­
producciones de dichos pentáculos, sacados de un manuscrito
de los más raros y todavía inédito.
Este talismán debe dibujarse sobre pergamino virgen. El
anverso se trazará con tinta áurea y el reverso con tinta celes­
te. La fórmula de estas tintas se halla en el Enchiridion Leonis
Papae, edición del Mago Bruno.
Tales son los procedimientos que recomendamos con efica­
cia. También existen ciertas prácticas teúrgicas para combatir
el embrujamiento.
Hemos tenido ocasión de estudiar los procedimientos de
uno de esos prácticos y podemos asegurar que, merced a ellos,
hemos obtenido resultados notables.
Dejad que los profanos se rían y burlen de esas cuestiones.
Sus negocios les llevan a la ruina, sus hijos padecen enferme­
dades misteriosas, que ningún médico es capaz de curar, y
esos desdichados tienen cerrados los ojos y se mofan de lo que
ignoran. Se puede decir de ellos: “Perdónalos, Padre mío, que
no saben lo que hacen”.
Daremos, pues, a título de documentos tradicionales, algu­
nas fórmulas y prácticas usadas por la gente del campo. Pero
queremos repetir una vez más que todas esas prácticas y fórmu­
las no son más eficaces que la oración y los actos que la ava­
loran. Nada prevalece contra el llamamiento a las influencias
del Plano Divino.

35
ORACION DE LOS SALMOS

Qué debe llevar la persona embrujada o la que teme estarlo*

Dios mío muy misericordioso, muy grande y muy podero­


so, yo adoro vuestra Majestad Suprema; haced a vuestro servi­
dor la gracia de recibir la virtud de los Salmos; os conjuro por
vuestros muy santos nombres -|- Agía -]- Aglay -j- Adonay -|-

Agios -|- Otheos -|- Alfa y Omega -|- que me conoedáis el en­
tero cumplimiento de mi demanda. ¡Oh Dios fuerte y abun­
dante en todas las gracias, que vuestro santo nombre sea ala­
bado y glorificado por toda la eternidad! Así sea, -|- Así sea.
-|- Así sea. -|- Así sea. -|- uQuoniam bonus Israel Deus his qui
recto sunt corde . .
36
El pentáculo debe ser de pergamino virgen; los círculos,
trazados con tinta celeste; las letras, con tinta áurea. Hay que
llevarlo encima, y al propio tiempo debe recitarse Ja oración
ya copiada, todas las noches.
Asaph cantó este salmo y también los primeros chantres,
apenas David lo compuso. Asaph profetizó por la inspiración
del Espíritu Santo, y tuvo inspiración para hacer versos por
su virtud, como lo asegura San Agustín.
San Jerónimo dice que sirve para obtener gran número
de gracias del Señor. Es conveniente para obtener respuesta en
sueños; se le recita tres veces al acostarse el sábado por la no­
che; y nombrando cada vez su inteligencia y grabando sus ca­
racteres sobre una hoja de hiedra y poniéndola debajo de la
almohada y haciendo vuestra pregunta obtendréis ciertamente
respuesta.
ORACION
Para decirla durante nueve mañanas al salir el Sol

¡Oh Dios! El que se muestre firme será en Ti y por Ti


salvado, y nada prevalecerá contra él si tiene Tu gracia. Toda
su esperanza tiene puesta en Ti porque Tú has de salvarle.
Pues es El quien me ha librado de los lazos de los hechi­
ceros y de la palabra perniciosa; El te cubrirá con sus hombres
y bajo sus alas verás la esperanza. Su verdad te rodeará como
de un escudo, y nada tendrás que temer de los espantos noc­
turnos ni de las flechas que vuelan de día, ni de las empresas del
que se arrastra por las tinieblas, ni de los ataques de los de­
monios diurnos ni nocturnos.
Mil caerán a tu derecha, diez m il a tu izquierda y ni uno
sólo se acercará a ti, porque tú dijiste: “ ¡Señor, Dios mío; Vos
sois mi defensor y mi única esperanza!”
Es en el Altísimo que tú buscaste refugio; el mal no podrá
alcanzarte ni ninguna calamidad penetrará en tu hogar. Pues
por ti ha ordenado a sus ángeles que te guarden y protejan. Te
llevarán en brazos temiendo que tropiecen tus pies en una
piedra; pisarás el áspid y al basilisco, y con el talón herirás al
león y al dragón, pues todo el que espera en Mí le protegeré y
le libraré, porque ha reconocido mi nombre. Tan pronto como
me llame le libertaré y estaré con él en la aflicción, le arrancaré
de ella y le glorificaré. Le daré larga existencia y le enseñaré mi
salvación. -|- Amén. -|- Amén. -|- Amén.

37
ORACION

Contra la posesión de los demonios

Verbo que habéis sido hecho carne, que fuisteis atado a


la cruz, que estáis sentado a la diestra de Dios Padre, os
conjuro, por vuestro Santo Nombre que al ser pronunciado
hace doblar todas las rodillas en el cielo y en la tierra y en
el infierno, que realicéis los votos de los que ponen su fe
y su creencia en Vos, que os dignéis proteger y reservar a
esta criatura (aquí el nombre) por vuestro Nombre Santo,
por los méritos de la Santísima Virgen, vuestra Madre, por
las oraciones de todos los Santos; que la libréis de todo ata­
que y maleficio de parte de los demonios y de los espíritus
malignos. Vos que vivís con Dios Padre, en la unidad del
Espíritu Santo. -|- Amén. -|- Amén. -|- Amén.
He aquí la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, de la que
depende nuestra salvación, nuestra vida, nuestra resurrección
espiritual, la confusión de todos los demonios y espíritus malig­
nos. Huid, pues; desapareced de aquí, demonios, enemigos ju­
rados de los hombres. Pues yo os conjuro a vosotros, bestias
infernales, espíritus malignos, quienesquiera que seáis llama­
dos, invitados, conjurados o enviados voluntariamente o por
fuerza, por amenaza o por artificio de hombres o mujeres mal­
vados para habitar o permanecer; yo os conjuro, pues, a que,
por tenaces que seáis, abandonéis a esta criatura, -|- por el
Gran Dios viviente, -]- por el Dios verdadero, -|- por el Dios
santo, -|- por Dios Padre, -|- por Dios Hijo, -|- por Dios Espí­
ritu Santo; principalmente por El que fué inmolado en Isaac,
-|- que fué vendido en José, -|- que siendo hombre fué cruci­
ficado, -J- que fué inmolado como un cordero, -[- por la sangre
de quien San Miguel combatiendo contra vosotros os ha ven­
cido, os ha hecho huir; yo os prohíbo de parte suya, por su
autoridad, bajo cualquier pretexto que sea, que hagáis daño
alguno a esta criatura (dígase el nombre), ni en su cuerpo ni
fuera de ella por visión, ni espanto, ni horror, de día o de no­
che, en el sueño y en la vigilia, tanto si como como si reza, tanto
si piensa como si trabaja. Si os rebeláis contra mi voluntad
lanzaré sobre vosotros todas las maldiciones y excomuniones,
y os condeno, de parte de la muy Santa Trinidad, a ir al estan­
que de fuego y azufre adonde os llevará el bienaventurado San
Miguel. Si se os invocó por medio de un imperioso mandato,

38
Lien rindiéndoos culto de incienso y adoraciones, bien que se
os haya echado algún conjuro por palabras o por magia en las
hierbas, en las piedras o en el aire; tanto si eso se hizo natural
o misteriosamente, como si esas cosas son temporales o espiri­
tuales; ya se hayan servido de objetos sagrados, ya de nom­
bres; ya se emplearan caracteres secretos o se haya examinado
el tiempo en sus divisiones, o se hubiese hecho algún pacto
con vosotros por medio de un juramento solemne.
Rompo, destruyo y anulo todas estas cosas -|- por el po­
der de Dios Padre, -¡- por la sabiduría del Hijo Redentor de
todos los hombres, -¡- por la bondad del Espíritu -|- Santo; en
una palabra, -|- por El que cumplió la ley por completo, -|-
que era -|- y será siempre -|- Omnipotente.
Agios, -|- íschyros, -|- Athanatos, -[- Soter, Tetragrámma-
ton, -j- Jehová, -¡- Alfa y Omega: en una palabra, que todo el
poder infernal sea ahuyentado y destruido haciendo sobre esta
criatura (dígase el nombre) la señal de la Cruz en la que Je­
sucristo murió, y por lo intercesión de la bienaventurada Vir­
gen María, de los ángeles, arcángeles, patriarcas, profetas, após­
toles, mártires, vírgenes y confesores, y de todos los santos que
disfrutan de la presencia de Dios como también de las santas
almas que viven en la Iglesia de Dios. Rendid vuestro homenaje
al Dios Todopoderoso y que lleguen hasta su trono como el
humo de este pez de los abismos, que fué quemado por orden
del arcángel Rafael; desapareced delante de la casta Sara. Que
todas estas bendiciones os echen y no os permitan acercaros a
esta criatura (dígase el nombre que tiene el honor de llevar
en la frente el signo de la santa -|- cru z); porque el mandato
que formulo no es mío, sino de Aquel que fué enviado del seno
del Padre Eterno a fin de aniquilar y destruir vuestros male­
ficios, lo que hizo sufriendo la muerte en el árbol de la cruz.
Por el poder que tenemos de Jesucristo y en su nombre desapa­
reced ante la Cruz -|-. He aquí la cruz del Señor -|-; huid, po­
derosos enemigos, -j- el león de la tribu de Judá, vencido;
Raza de David, aleluya; así sea, fíat, fíat, fíat, fíat. -|- Jesús
de Nazareth, Rey de los Judíos, preservadnos de todo mal.
Así sea.
-|- Jesucristo vence.
-J- Jesucristo reina.
-[- Jesucristo manda.
Dios mío, purificad mi corazón y borrad todos mis peca­
39
dos; Jesús, María y José, socorredme y libradme en nombre
del Padre, -|- del Hijo -|- y del espíritu Santo -|- Así sea.
Bendición de San Francisco de Asís
Esta bendición fué revelada a Moisés en el desierto: fué
la última bendición de Jesucristo a s
al cielo; fué renovada por Jesucrist
en el monte Alverne; a su vez el Sa
para librarle de una tentación; per(
el capítulo de Arles, cuando apara
bendiciendo a los hermanos, y esj
que les predicaba la cruz. Es de gr<
lorosas cuando se la pronuncia cor
-|- Santísima Cruz -|- Agios,
-|- Jehovam, -J- Alfa y Omega. -|- 1
ñor os bendiga y os aguarde, que
compasión de vosotros; que vuelva !
dé la paz. N. (nombre, edad,, domi<
diga y os conceda (aquí precisad vi
O R A C H
De San Front, uno de los 72 á
Señor, que disteis a vuestros se
>la potencia del infierno, concededm
cad vuestro Santo Nombre dando
vuestro servidor, la libertad de la
dominan -|- por Nuestro Señor Jesu
-I- Amén.
O R A C I (
Para ahuyentar de una habitat
o para impedir todo ru
Yo te arrojo, espíritu maligno,
verdadero, -|- por el Dios vivo, -|- p<
y te alejes de este sitio para no volví
nombre del que te venció y que trii
anuló tu poder para siempre.
Te ordeno que no asustes nun
en esta morada, en nombre del Dios
ritu Santo, que vive y reina en tod

40
Así sea. Nosotros os suplicamos, Señor, visitéis esta morada y
arrojéis a lo lejos toda insidia del enemigo; que vuestros santos
ángeles habiten en ella protegiéndonos y conservándonos la paz;
y que vuestra bendición sea siempre con nosotros. Así sea -|-
Así sea -[-. Así sea -|-.
O R A C I O N

De San Benito y aplicaciones de las medallas


Crux Sancti patris Benedicti, Cruz Sacra sit Mihi Lux
Non Draco si Mihi Dux vade retro Satana Numquam suade
Mihi; vana; sunt mala quae Libas ipse venena bibas per -|-
Cristum Dominum Nostrum. Amén. -|- Amén. -|- Amén -|-.
CANTICO DE MOISES
Contra todas las maquinaciones ocultas y las
venganzas secretas
Juzgadme, Señor, pues siempre dirigí mis pasos por el
camino de la inocencia; ya que puse mi esperanza en Dios, no
seré debilitado; probadme, Señor, y sondeadme; quemad mis
riñones y mi corazón pues vuestra misericordia Trilla ante mis
ojos y mi complazco en vuestra verdad; no me senté en la
asamblea de vanidad y no iré con los portadores de inquietu­
des; aborrezco la iglesia de los malvados y no quiero sentarme
entre los impíos; lavo mis manos en compañía de los puros y
permanezco junto a vuestro altar, Señor, a fin de oír la voz
de vuestras alabanzas y para contar yo mismo vuestras mara­
villas. Señor, amo la bondad de vuestra casa y el lugar donde
habita vuestra gloria. No perdáis mi alma con los impíos. Dios
mío, ni mi vida con los hombres de sangre; tienen las manos
cargadas de iniquidades y su diestra está llena de presentes;
yo deseo progresar en mi inocencia; rescatadme y tened pie­
dad de mí. Mi pie no se aparta del camino de vuestros tem­
plos. Señor: Yo os bendeciré -j- Así sea.
ORACION
Contra los enemigos invisibles
Elias, -|- Elohim, -|- Eleo, -|- León, -|- Ja, -|- Agía, -[-
Saday, -|- Adonay, -|- Agios, -|- Otheos, -|- Ichyros, -|- Athana-
tos, -¡- Eleison. -

41
Señor, Gran Dios, Santo poderoso, inmortal, socorredme
a mí (dígase el nombre), aun cuando indigno, libradme de
todo peligro de la muerte del alma y de la del cuerpo y de las
asechanzas de mis enemigos visibles e invisibles. -|- Jehová, -|-
Sabaoth, -|- Emmanuel, -|- Soter, -|- Tetragrámmaton, -|- Omu­
dos, *|- Eheye, -|- Alfa y Omega, vía, veritas et vida, que vues­
tros santos nombres me sean provechosos a mí (dígase el nom­
bre), que soy el servidor (o la servidora) de Dios.
Habéis dicho: Este es mi cuerpo; decid también; que me
ame y vuestro amor hará un milagro no menos grande; la con­
versión y la salvación de un alma, el encadenamiento de las
fuerzas maléficas desencadenadas contra mí en nombre del Pa­
dre, -|- del Hijo -(- y del Espíritu -[- Santo. Así sea Así
sea -J-. Así sea -|-.

O R A C I O N

Contra las asechanzas de los espíritus malignos

En nombre del Padre -|- del Hijo -|- y del Espíritu - -


Santo. Así sea. Hel, -|- Elohim, -|- Sother, -|- Emmanuel, - -
Sabaoth, |- Agía, -|- Tetragrámmaton, -|- Agios, -|- Otheos, -J-
Ischyros, -j- Athanatos, Jehová, -|- Ja, -|- Adonay, -|- Saday,
-|- Omuzios, -|- Mesías, -|- Esercheye, -|- increado es el Espíri­
tu, -|- Jesús, -[- Cristo vencedor, -|- Jesucristo vence, Jesu­
cristo reina, -|- Jesucristo manda, -|- Si por sus sugestiones o
por obra alguna del demonio os ha ligado o tentado de rela­
ciones a vos (dígase el nombre del hechizado), que por su mi­
sericordia os libre de todo espíritu inmune, Jesucristo, hijo de
Dios vivo, que descendió del cielo y se hizo carne en el seno
de María Virgen para salvar al género humano y rechazar le­
jos de Vos al demonio y todo espíritu maligno hasta lo más
profundo de los abismos inferiores -|-. He aquí la cruz. -|- El
es el vencedor de la tribu de Judá y descendiente de la raza
de David. -¡- Aleluya. -|- Aleluya. -|- Aleluya.

Resumen

Después de todo lo expuesto podemos decir, en resumen,


que la defensa contra el embrujamiento comprende tres frases:
Poner la mente en estado de limpieza.
2* Aumento de las fuerzas espirituales: oración, perdón,
caridad.

42
3^ Empleo de objetos físicos como medios de defensa
astral: carbón, signos y palabras mágicas, puntas, vegetales,
fotografías.
Tales son, en resumen, los procedimientos de defensa re­
lativos al ser humano.

Para librarse de todas las malas del hechicero, sin recu­


rrir a fórmulas mágicas, recomendamos la lectura de una obra
de un alto valor espiritual: “El Poder de la Fe”, de Ricardo
Plank. En este libro hallaréis los medios más eficaces para com­
batir todas las formas de embrujamiento y curar todas las en­
fermedades mediante la Oración.

43
TERCERA PARTE

Brujería , magnetismo y sugestión

Es necesario conocer minuciosamente los fenómenos de la


hipnosis, por tratarse de medios que usan con frecuencia los
brujos del campo y todos los que adquieren mayor o menor
reputación de magos. La Magia no consiste solamente en los
procedimientos del magnetismo, como tampoco se limita a los
de carácter evocatorio, ni a la recogida de ciertas hierbas; la
Ciencia Oculta compónese de la síntesis de todas estas apli­
caciones.
El conocimiento del magnetismo, de esa fuerza misteriosa
llamada por los ocultistas “luz astral”, resulta un poderoso auxi­
lio del mago. Estudiando el autohipnotismo y desarrollando la
meditación y el éxtasis, es como se llega a tener conciencia de
lo que es dicha energía, cuyo empleo nunca fué del todo igno­
rado, Esta es la base del embrujamiento.
Los Annales des Sciences psychiques (septiembre-octu­
bre) relatan una serie de experimentos que hizo en 1888 el
doctor A. Gibotteau y que guardan estrecha relación con los
efectos mágicos. Berta, el sujeto de experimentación, pertenece
a una familia de campesinos en la que, según la fama, había
algunos brujos. Entre otras cosas, sabía hacer perder el ca­
mino a una persona, haciendo que tomara su derecha en vez de
su izquierda. Decía que siendo pequeñuela iba al bosque con
su madre a coger fresas, y cuando, aburrida la muchacha, que­
ría volverse, empleaba con la madre la jugarreta de hacer que
perdiera el camino. Entre los brujos del campo esta facultad es
muy común. En Cuba, los hechiceros se jactan de poder hacer
lo mismo. En este terreno hay que emprender curiosas investi­
gaciones no verificadas, y a propósito de semejante fenómeno
puedo afirmar, por experiencia propia, que su certeza está
probada.
En otra ocasión, Berta me dijo lo que había que hacer

44
para que cayera una persona. El procedimiento resulta nota­
blemente lógico. Ante todo hay que conocer, hablar e impre­
sionar al individuo, hasta donde sea posible, e inspirarle te­
mor. Cuando se le encuentra en la calle, se le sigue imitando
perfectamente su paso y se le carga éste es el término de que
Berta se valía para significar el hecho de apoderarse mental­
mente del pensamiento de alguien. Entonces es necesario ima­
ginarse que a pocos pasos más adelante hay una cuerda tendida
de un lado a otro del camino. Síguense los movimientos de la
persona, y en el instante en que se le ve llegar al obstáculo
imaginario, el que va detrás da el traspié; el individuo que va
adelante se tambalea, pierde por fin el equilibrio y cae al suelo.
He aquí el modo de obligar a un enemigo a que se ahor­
que: Síganse sus pasos: muéstresele todos los días un árbol
que esté en apartado lugar; hágasele pensar que es muy des­
graciado, que sus asuntos están perdidos para siempre; mués­
tresele todos los días el mismo sitio, etc. Todo esto, verificado
con una fuerza de voluntad inquebrantable, da el resultado
apetecido.
Permítasenos cifrar un caso extraordinario de embruja­
miento que se esclareció ante los tribunales de justicia, y cuya
narración ha sido hecha por Montet en el periódico “La Pa­
trie”, el 26 de marzo de 1883. Copiamos textualmente:
“Vamos hoy a someter a los lectores de esta publicación,
una serie de hechos tan singulares, tan increíbles, tan faltos
de admisión para las personas que, como todos nosotros, quien
más, quien menos, estamos penetrados de las enseñanzas de
la escéptica filosofía del siglo XVII, que es necesaria toda la
evidencia producida por un contradictorio debate judicial — don­
de pasan de veinte los testigos que depusieron con unanimidad
de apreciaciones respecto de los hechos porque fueron pregun­
tados— para que nos atrevamos a afrontar el cometido de na­
rrador de sucesos ocurridos en pleno siglo XIX, que trasladan
la imaginación a las épocas de cuatrocientos años atrás. Pro­
barán que la ciencia y filosofía modernas que han negado de
un modo absoluto los hechos de la magia y de la brujería, han
negado sin razón, y, en cambio, se prueba que los espíritus
sencillos, las buenas gentes que creen en lo que vieron, aunque
se haya declarado absurdo, ios que testimoniaron son los úni­
cos que vieron bien y que están en lo positivo”.
Véase el relato de los hechos ocurridos en el año 1850.
En Normandía, en el pueblo de Cideville, tal cual resultan de

45
un voluminoso proceso existente en la escribanía del Juzgado
de Yerbille:
“En los primeros días del mes de marzo de 1840, M. Ti-
nel, cura párroco de Cideville, al visitar a uno de sus feligre­
ses, que estaba enfermo, halló a un individuo llamado G . . •,
quien desde larga fecha gozaba en el pueblo reputación de
curandero y de brujo. El sacerdote dio a G . . . una fuerte re­
primenda e hizo que se le despidiera de la casa. Por su parte,
la justicia echó mano al curandero, a quien hubo de condenar
a uno o dos años de prisión.
G __ , juró vengarse del cura, a quien con razón o sin ella,
atribuía su encuentro con los jueces, y eligió, para que ejecu­
tase su venganza, al pastor Thorel, discípulo y amigo suyo.
En el presbiterio de Cideville vivían coma internos dos
chicos, el uno de doce años, llamado Gustavo Lemoniers, y el
otro, Clemente Annuel, de catorce. La educación de estos niños
significaba para el sacerdote una agradable ocupación, al pro­
pio tiempo que un ingreso no despreciable en concepto pecu­
niario. Según opinión general de los deponentes, fué uno de
los dos chicos la víctima escogida por el brujo.
Un día de mercado, Gustavo se encontró con el pastor y
a las pocas horas comenzaron los fenómenos. En el momento
de regresar el niño a su casa, algo así como una tromba cayó
sobre el presbítero, y al cesar la borrasca comienzan a oírse sin
cesar por todo el edificio formidables martillazos que parecen
lo bastante poderosos para derribar los muros. Los golpes ad­
quieren tal intensidad, que llegan a ser perceptibles a la distan­
cia de dos kilómetros, y una gran parte de los moradores de
Cideville, ciento cincuenta personas, según se dice, van al pres­
biterio, lo rodean por espacio de largas horas y exploran en
todos los sentidos, sin poder descubrir la causa de aquel es­
trépito.
Mientras que los misteriosos ruidos prosiguen su incesante
escándalo, reproduciendo cadenciosamente el ritmo de todos los
aires que se les pide, los cristales de la ventana se rompen en
todos los sentidos, los objetos se mueven, las mesas se vuelcan,
las sillas corren; los cuchillos, los cepillos, los breviarios vuelan
por un balcón y penetran de nuevo por el opuesto; las palas y
tenazas de la cocina se levantan y avanzan hacia el centro del
cuarto; los martillos salen disparados por el aire; enormes pu­
pitres se entrechocan y se rompen; por cierto que uno cargado
de libros llegó horizontalmente con violencia hasta uno de los

46
testigos, y frente a él, sin que nadie le tocara, burlando todas
las leyes de la gravitación, cayó perpendicularmente a sus pies.
Otro testigo, propietario, a catorce leguas de distancia fué
de improviso a Cideville, y se instaló en la habitación de los
muchachos. Interroga al misterioso ruido y hace que, obediente,
se produzca en todos los ángulos del departamento; acuerda
con él las condiciones de un diálogo; un golpe, por ejemplo,
querrá decir sí, y dos golpes, no; luego, por el número de gol­
pes se designarán las letras del alfabeto, etc. Convenido de este
modo, el testigo hace que el ruido marque las letras componen­
tes de su nombre y apellido, el nombre de los chicos, su edad,
por años, meses y días, el nombre del lugar etc., y todo se
cumple con exactitud maravillosa.
Un sacerdote, el vicario de Saint-Roch, nombrado L . . . ,
que casualmente se bailaba en Ixetot, se traslada a Cideville e
interroga a los misteriosos golpes. Díjosele su edad y apellido
de su madre y de su padre, pero habíalos olvidado o quizá
nunca lo supo. No obstante, toma nota de lo que se le indica,
y al regresar a París va a la alcaidía y consulta los registros
del estado civil y halla en las revelaciones una exacta conformi­
dad con los que le hicieron en Cideville.
Respecto del estado del niño, objeto de obsesión, diremos
que ofrece síntomas extremadamente notables; hay una inva­
sión completa del sistema nervioso: un peso insólito oprime
sus hombros y sofoca su pecho. Además, ve siempre tras de
sí la sombra de un hombre de blusa, que no conoce, hasta el
momento en que se le puso delante de Thorel, en cuyo acto
se desvaneció y dijo. — ¡Ese es el hombre!
Cierto día, acometió a dicho joven una alucinación. Ve
una mano negra que desciende por una chimenea, y exclama que
le ha dado un bofetón, y lo cierto es que se le hinchó la
mejilla.
Una noche, el cura de Cideville y algunos compañeros de
profesión conferenciaron para buscar el modo más oportuno
de desposesionar al chiquillo. Uno de los sacerdotes recordó
haber leído en un viejo líbraco de magia el temor que los espí­
ritus tienen a las puntas de hierro. Aún a riesgo de caer en
prácticas supersticiosas, los eclesiásticos se armaron de pinchos
y se pusieron a dar estocadas en el vacío dondequiera que los
ruidos parecían manifestarse. Al cabo de cierto tiempo, un
golpe de punta más diestro parece dar en un sitio de donde
sale una llama seguida de tan espesas humaredas, que, para

47
no asfixiarse, hubo de abrir todos los balcones. Se vuelve al
ataque y un gemido profundo se escucha, seguido de gritos
inarticulados, entre los cuales se percibe claramente la pala­
bra: —(¡Perdón!
— ¡Perdón! — responden los curas— . Te perdonamos, sí,
y pedimos a Dios que te perdone, a condición de que tú, en
persona, vengas a pedirlo a este niño.
— ¿Nos perdonáis a todos?
— ¿Pero qué? ¿Sois varios, por lo visto?
— Somos cinco, incluyendo al pastor.
— A todos os perdonamos.
Entonces se restableció la calma en el presbiterio.
A la tarde del día siguiente, alguien llama a la puerta
de la religiosa vivienda. Abren, y aparece Thorel. Su actitud
es humilde, su modo de expresarse cortado, y procura ocultar
con el sombrero las sangrientas huellas de las heridas que le
cubren el rostro.
— ¿Qué buscáis aquí, Thorel? — le pregunta el párroco.
— V engo. . . vengo de parte de mi maestro a buscar el
organillo que usted tiene.
— No, Thorel, no, usted no ha recibido tal encargo, no
es eso a lo que usted ha venido. Pero ahora que me fijo, ¿qué
heridas son éstas y quién se las ha hecho a usted?
— No me lo pregunte usted, señor cura; no puedo decírselo.
— Dígame lo que usted pretende. Séame franco y confiese
que viene a pedir perdón a este niño. Hágalo usted así; pón­
gase de rodillas.
— Pues bien, sí; pido perdón — dijo Thorel— cayendo de
hinojos; y en esta postura se arrastra y procura coger al niño
por la blusa. Consiguióle, y todos los presentes comprueban
que en el acto, las torturas del chico y los ruidos misteriosos
recomienzan con intensidad en el presbiterio de Cideville.
El señor cura obliga a Thorel a ir a la alcaidía. Allí se
reúnen, y entonces, ante los testigos, y sin que nadie se lo in­
dique, Thorel se arrodilla y por tres veces vuelve a pedir perdón.
Thorel continúa suplicando, pero a la vez procura, lo
propio que en la escena del presbiterio, arrastrándose sobre
las rodillas, tocar al sacerdote del modo que había tocado al
niño.
Vana resulta la advertencia. Thorel continúa aproximán­
dose, hasta que el cura, viéndose acorralado, se ve en la pre­
cisión de darle tres bastonazos en la espalda.

48
Estos tres golpes precisamente son los que originaron el
proceso en que intervino el juez de paz de Yerbille, y todos
los hechos que venimos indicando, han sido comprobados hasta
en sus menores detalles por numerosos testigos que jamás rec­
tificaron sus declaraciones. El juez de paz de Yerbille, después
de oír las declaraciones' y a las partes en sus respectivas cir­
cunstancias de derecho, el 5 de febrero de 1851 dictó senten­
cia, por la cual se desestima la demanda de Thorel reclamando
la indemnización de 1.200 francos por los golpes recibidos,
y se le condena en costas*. Tal fue el fin jurídico de este asunto.
En cuanto al hecho esencial, observamos que estos fenómenos
y otros semejantes producidos sin interrupción desde el 26 de
noviembre de 1850 hasta el 15 de febrero de 1851, no cesaron
hasta que, por orden del arzobispo de Rouen, los dos niños fue­
ron alejados del presbiterio de Cidevillc y confiados a otro
cura, que continuó su educación en el propio Rouen.
“Cuando el aire está comprimido por una aglomeración
eléctrica y se extrae la electricidad por medio de una punta
metálica, prodúcese una chispa muy viva seguida de aparente y
compacta humareda. Basta para ello que la punta haya cor­
tado un nudo de luz astral coagulada por una larva”. (Histo­
rie de la Magie — Eliphas Lévi).
Este es el fenómeno que se produjo en el precedente relato.
El instrumento de los embrujamientos es el agente mági­
co, o sea, hablando en términos más circunscritos, la potencia
magnética dirigida por una voluntad malsana.
Lo que los brujos buscaban, sobre todo en sus evocacio­
nes al espíritu impuro, era esa misma potencia, que consti­
tuye el patrimonio del verdadero adepto y que pretendían arre­
batar para satisfacer infames impulsos.
La locura de los brujos, siendo como es una perversa lo­
cura, uno de sus objetos, el principal, se encamina a la prác­
tica de embrujamientos y de deletéreas influencias.
El embrujamiento y la ciencia. — Tales relatos atraen las
miradas del investigador hacia las antiguas maneras de proce­
der del embrujamiento, procedimientos para siempre del cam­
po de las ciencias.
Pero las experiencias obstinadamente proseguidas desde
1891 por el Coronel A. de Rochas, respecto a la “exterioriza-
ción de la sensibilidad” en los estados profundos de la hipno­
sis, nuevamente han venido a comprobar al dominio de la
Magia.
Para proceder con orden, daremos a conocer la primera

49
experiencia característica, publicada por el propio autor del
descubrimiento, señor A. de Rochas:
“La mayoría de los sujetos, cuando se hiperestesian sus
ojos mediante determinadas maniobras, ven como se escapan del
cuerpo de los animales, de las plantas, de las cristalizaciones
y de los imanes, ciertos resplandores que pudieran tener rela­
ción directa con estas irradiaciones. Esto es lo que ha sido com­
probado por primera vez hace cincuenta años, en las numero­
sas experiencias de un sabio químico de Austria, el barón de
Reichembach.
“Serie de capas sensibles muy estrechas, concéntricas y
separadas por zonas de insensibilidad, hasta el límite de varios
metros de distancia del exteriorizado. Esas capas distan unas
de otras cinco o seis centímetros, y la primera sólo dista de la
piel uno o dos centímetros, quedando ésta insensible.
“Conforme con la teoría de las ondas, que hoy sirve para
explicar las propiedades y la manera de propagarse de la luz,
del sonido y hasta de la electricidad, puede admitirse que estas
capas sensibles y estas zonas insensibles son debidas a las in­
terferencias de las ondas que determinan grados máximos y
mínimos.
“En el hombre, dichos efluvios se escapan por los ojos, las
narices, los oídos y la extremidad de los dedos, mientras que
el resto del organismo se muestra recubierto nada más que de
una capa semejante a un aterciopelado luminoso. Cuando se
exterioriza la sensibilidad del sujeto, el vidente distingue
cómo esa capa luminosa se aleja de la piel y se sitúa en el
aire, precisamente en los puntos en donde se puede comprobar
directamente la existencia de la sensibilidad exteriorizada por
medio de las palpitaciones o de las punzadas.
“Continuando los procedimientos que determinan la ex-
teriorización, he visto, con la ayuda de diversos medios, que
se forma sucesivamente una serie de interferencias, por lo cual
precisaba inquirir si las ondas de velocidades o de direcciones
diferentes, necesarias para ocasionar tales interferencias, eran
debidas a dos grandes movimientos rítmicos del cuerpo hu­
mano; los latidos del corazón y la respiración.
“De tal modo fui a ensayar si esas ondas, a las cuales daré,
siguiendo a Reichembach, el nombre de od, gozan de la pro­
piedad de reflejarse y de refractarse, como sucede con todas
las que se estudian en la Física.
“Valiéndose de un prisma de yeso de treinta centímetros
de lado, verifiqué numerosas experiencias variando su dispo­

50
sición; pero he visto que el fenómeno principal se complicaba
con la presencia de otros accesorios, y todo lo que creo poder
decir en conclusión de mis observaciones, es que el prisma de
yeso deja pasar las ondas desviándolas conforme a una ley
que aun no puede descubrir.
“Lo que sí considero claramente establecido, es que los lí­
quidos en general, no solamente detienen el od, sino que, ade­
más, le disuelven, es decir, que haciendo pasar, por ejemplo,
por un vaso lleno de agua, una de las capas sensibles más próxi­
mas al cuerpo, producen una sombra ódica y las capas siguien­
tes desaparecen detrás del vaso hasta llegar a determinada
distancia. Además el agua se hace enteramente sensible y tam-
bien emite, al cabo de cierto tiempo (es probable que suceda
cuando está saturada), vapores sensibles que se elevan vertical­
mente sobre la superficie del líquido. Por último, si se aleja el
vaso, continúa sensibilizada el agua que contiene hasta que
llegue a un límite de alejamiento, pasado el cual parece rom­
perse el enlace que la une con el cuerpo exteriorizado, después
de irse debilitando gradualmente.
“Hasta este momento, el sujeto siente en su carne y en
la región más próxima al sitio donde está el agua cargada de
sensibilidad, todos los tocamientos que el magnetizador hiciere
en el líquido, y aunque la parte del ambiente adonde se haya
llevado el vaso no contenga, por fuera del cristal, ninguna
parte o espacio sensible.
“La analogía que ofrece este fenómeno con las narracio­
nes referentes a personas que hicieron morir a distancia, hi­
riendo una figura de cera, hecha a imagen de la víctima, es
evidente. Yo quise ver si la cera tendría, como el agua, la pro­
piedad de retener la sensibilidad, y vi que ciertamente la tenía,
y en alto grado, lo propio que otras materias grasas, viscosas
o aterciopeladas, tales como el cold-cream, la gelatina y el
terciopelo de lana.
“Una estatuilla hecha con cera de modelar, y sensibiliza­
da, teniéndola algunos momentos frente a un sujeto y a poca
distancia de él, producía en éste las sensaciones de las pica­
duras que yo hacía en la éera: hacia lo alto del cuerpo, si yo
picaba a la figura en la cabeza, y en la parte interior, si yo le
pinchaba en los pies; es decir, que la persona sentía, más o me­
nos vagamente, las picaduras en las regiones de su cuerpo a que
había enviado más directamente sus efluvios. Pero llegué a loca­
lizar exactamente la sensación poniendo, como hacían los anti­
guos maleficiadores, en la cabeza de mi figurilla un mechón de

51
pelo cortado en la parte de la nuca del exteriorizado, mientras
dormía hipnóticamente.
“Este es el experimento que ha presenciado nuestro colabo­
rador del Cosmos, siendo en él hasta actor. Dicho testigo llevó
por su propia mano la figurilla preparada para ponerla detrás
de uno de los cajones de una mesa-escritorio, de manera que
no pudimos verla ni el sujeto ni yo. Desperté a la señora S . . . ,
quien, si apartarse de su sitio, se puso a conversar con él, hasta
que, de pronto, y volviéndose bruscamente, llevó la mano a la
parte posterior de la cabeza, y preguntó, riendo: “ ¿Quién se
entretenía tirándome del pelo?” En ese instante X . . . , sin que
yo le viera, había tirado del pelo a la figurita”.
A pesar de nuestro deseo de no acudir al sistema de las ci­
tas, dada la índole de este tratado elemental, nos hemos visto
precisados a describir con bastante extensión algunas de las
experiencias practicadas.
Aquellas transcripciones eran indispensables para mostrar
al lector la realidad que distingue a los citados hechos mági­
cos, que se tienen siempre por directo producto de impostura,
y a los efectos del alojamiento y de la acción magnética de un
hombre sobre todo otro.
Podemos, por lo tanto, seguir nuestra labor y abordar el
estudio de los detalles de la acción de la voluntad humana sobre
las fuerzas inteligentes de la Naturaleza.
Sencillamente recordamos al estudiante que, cuando haya
de emplear la fuerza magnética, la primera regla a que debe ate­
nerse consiste en actuar siempre para conseguir un bien, y; que
jamás le será lícito que dañe a persona alguna, antes bien ha
de consagrar sus energías a la defensa de los débiles y de los
ignorantes.
Este es el único camino recto, y todos los demás sólo pue­
den conducir a la locura, a la desesperación y a la muerte.
Para los que sepan entender, lo dicho basta.

Aquí termina la obra del Dr. Papas

A P E N D I C E A

Cómo se practica el Embrujamiento


Cuando oigas hablar de brujos y de sus artes maléficas
te aconsejo, caro lector, que no prestes ningún crédito desde
el primer momento; pero, en confianza, te advertiré que, si la

52
mayoría de los llamados hechiceros no son más que unos charla­
tanes, tampoco hay que reírse de la posibilidad del “embruja­
miento”, y tanto es así, que sinceramente te deseo que no te
veas jamás amenazado por la acción de un maleficiador autón-
tico. „
No todos los hechiceros tienen por objeto causar un daño;
algunos se encaminan a alcanzar mágicas curaciones de rebel­
des dolencias, y otros a obtener, para determinada persona, el
amor de otra. Sin embargo, la idea predominante del brujo es
la de causar daño a una persona o en su hacienda, y para ello
se vale de diferentes medios que sería prolijo describir. Siendo
así, creo bastará que te hable del más comunmente empleado y
tenido por el más eficaz. Me refiero al embrujamiento realizado
por medio de figurilla de cera.
Palabras de Paracelso. — He aquí cómo se expresa sobre
el particular el divino Paracelso:
“Ya sabéis que, según la voluntad de un espíritu en lucha
con otro espíritu, si se cubre de tierra y piedras una figura de
cera (debidamente preparada), hecha a imagen de cualquier
hombre, éste comienza a estar inquieto y atormentado en el lu­
gar donde fueron amontonadas las piedras, y no descansa hasta
tanto que no se desentierre la figura en cuestión. Advertid que
si se le rompe una pierna a la figura, el hombre siente los dolo­
rosos efectos de la fractura, e igual sucede con las picaduras y
otras heridas que se hagan en cualquier parte de la imagen.
“Asimismo, si se dibuja sobre pergamino virgen una fi­
gura que esté astrológicamente trazada a semejanza de determi­
nada persona, tened por seguro que todos los golpes y heridas
que se hagan en la figura pintada serán recibidas por la indi­
cada persona”.
Un campesino de Bretaña, llamado Juan el Rojo, que pe­
reció en la hoguera en 1314, declaró a sus jueces que, efectiva­
mente, se valía de figuras de cera para hacer morir a la perso­
na que le designasen, de la siguiente manera: Procurábase cera
virgen, a la que incorporaba partículas de hostia consagrada
y algunas gotas de los santos óleos, que robaba de una iglesia;
en una noche de martes o sábado que no hubiese luna y en lu­
gar lejano del poblado, esperaba a que dieran las doce para
invocar las potencias infernales, en tanto que modelaba la figura
pensando intensamente en la persona designada; le añadía pelos,
roeduras de uñas, etc., provenientes de la misma, y le vestía con
pedazos de telas sin lavar ni limpiar, de la misma procedencia.
Preparado de tal manera el maleficio, lo guardaba hasta el

53
próximo martes o sábado, en cuya noche la llevaba a lugar sa­
grado, cogía en él agua bendita y con ella le bautizaba, ponién­
dole el nombre de la víctima, y así todo dispuesto, entregaba la
figura a la persona que se la hubiese encargado, para que ella
la fundiese a fuego lento cuando quisiera, invocando al demonio
y formulando sus más vehementes deseos de ver muerto entre
mil torturas a su enemigo.
Desembrujamiento. — El único medio que existe para evi­
tar la muerte de la víctima es el “desembrujamiento”. He aquí
cómo se realiza:
Si se conoce el lugar donde está guardada o enterrada la
figura, se irá por ella, y el propio maleficiado la arrojará al fue­
go, pronunciando al propio tiempo las palabras siguientes:
“Oxo, Rux, Mihi, Lux. Santo Dios, Santo e Inmortal líbrame de
maleficios y de todo mal”. Y al instante el hechizo quedará anu­
lado.
Si no se conoce ni el embrujador ni la clase, lugar y mo­
mento del maleficio, conviene acudir a las oraciones y a los amu­
letos o a las prácticas de la Magia Divina: conjuros y exorcis­
mos. Véase el Enchiridion Leonis Papae, y también el Gran
Grimorio del Papa Honorio.
Repito, querido lector, que no prestes crédito alguno a la
ciencia maléfica de que algunos hacen gala, si no tienes pruebas
evidentes de su poder; pero no olvides que el embrupjamiento
es posible, que el rencor es su más poderoso acicate, y que en
ese terreno las persecuciones del odio de una mujer son más
terribles que los más infernales maleficios debidos a la pericia
de un mago negro.
El poder del pensamiento. — He aquí lo que sobre el asun­
to expone el distinguido publicista en Ocultismo, don Quintín
López, en su “Magia Goética” :
“Pensar en una cosa, es efectuar en lo invisible la cosa
pensada. El brujo que pensaba dañar a determinada persona,
la dañaba de hecho en la forma y con la intensidad que le daba
en su pensamiento. De aquí las angustias, las zozobras, las con­
sunciones lentas, las enfermedades inexplicables, las obsesiones,
las locuras y los suicidios que se registran entre los hechos de
brujería.
“Pudiéramos citar a este respecto bastantes casos. Baste
este sólo: Cierto labrador tenía en arriendo un pequeño predio,
que ya cultivaron sus abuelos. Ocurrióle al dueño de la finca
reservársela para su regalo, y despidió al colono. Este, indig­
nado por lo que consideraba un vil despojo, deseó con todos

54
los deseos de su alma que aquella tierra, hasta entonces fecunda,
se hiciera estéril, y que los pocos productos que rindiese fueran
en daño del propietario de ellos. Y así sucedió. La tierra, de
año en año, se hizo más improductiva, sin que de nada le
sirvieran las labores y los abonos que le echaban; y los produc­
tos que rendía, escasos y esmirriados, tenían la propiedad de
averiarse pronto y de contaminar a los otros con los cuales
estaban en contacto.
“La amenaza y la maldición, son por sí mismas hechizos
reales, sobre todo cuando la primera hiere a una imaginación
que acepta sin reservas el poder de la brujería, y cuando la
segunda se pronuncia en determinado tono y con intensidad
manifiesta.
“Smirn refiere que, en cierta ocasión, tuvo que prestar sus
auxilios médicos a una joven que estaba en trance de muerte
por una hemorragia subsiguiente a un parto. Tuvo la fortuna
de cortar la hemorragia y -de devolverle a la paciente el domi­
nio de los sentidos, y cuando ésta volvió en sí, dijo con tono
cavernoso y como si le saliera del fondo de su Alma: “ ¡Que
el cáncer te devore!”. No supo Smirn el por qué de la maldición
ni a quién se dirigía, pero dos meses más tarde tuvo que cuidar
a un joven que padecía de un cáncer, y que pese a los «uidados
de la ciencia, murió corroído por tan horrible dolencia. Enton­
ces se enteró de cierta historia de amores fementidos, y de que
era a este joven a quien la parturienta moribunda maldijo.
“La jettatura en Italia y el mal de ojo en España, son
testimonios suficientes del embrujamiento por la mirada. “En
la época de nuestras discordias civiles, dice Eliphas Lévi, un
hombre que poseía una tienda, tuvo la desgracia de denunciar
a uno de sus vecinos. Este, después de haber estado detenido
algún tiempo, fue puesto en libertad; pero tuvo la desdicha
de perder su posición social. Por toda venganza, pasaba dos
veces al día por delante de la tienda de su denunciador, y mirán­
dole fijamente, le saludaba y pasaba. Al cabo de algún tiempo
el comerciante no podía soportar el suplicio que le causaba la
mirada del denunciado, por lo cual vendió su establecimiento
con pérdida considerable, y cambió de barrio sin dar noticia
de su nuevo domicilio; en una palabra: estaba arruinado”.
“Todas las ceremonias, sean las que fueren, tienen por fi­
nalidad exaltar la imaginación y predisponer el ánimo en bene­
ficio de aquello a que se consagren. Reparemos, si no, en la
ceremonia de la Santa Misa, en la de la Jura de la Bandera,
en la de dar fe en juicio, etc. Consideremos estos mismos

55
actos antes y después de la ceremonia, y comparemos cada uno
de ellos con otro similar, pero de solemnidad ceremoniosa dife­
rente —la misa rezada, con la cantada o la pontifical; la jura
de la bandera, en un patio de cuartel y ante la sola oficialidad
de la compañía, con la prestada en una grande explanada, ante
todo el Estado mayor, con músicas y columnas de honor de
toda clase de cuerpos; el juramento requerido por un simple
juez municipal, con el prestado ante un Tribunal de Audiencia,
o en presencia del Supremo, etc.— , y pronto veremos la colosal,
la inmensa ventaja que lo más ceremonioso tiene sobre lo menos
ceremonioso. Pues bien: fijémonos ahora en que el brujo, cuan­
do quería producir un hechizo terrible, por lo general, lenta­
mente consuntivo, tomaba un símbolo, lo bautizaba, le hacía
engullir una hostia consagrada ante la cual había pronunciado
previamente las fórmulas de execración que le dictaba^ su odio,
y le lacraba mientras ensartaba maldición tras maldición contra
el objeto de su satánico encono. ¿Qué efectos eran los que
necesariamente tenía que producir todo esto? Claro está que la
exaltación hasta el delirio de su furor sin diques, y la concen­
tración de su pensamiento y su deseo en la obra infame que
estaba realizando; y como ya hemos dicho que pensar en una
cosa es realizar la cosa en lo invisible, resulta que los efectos
subsecuentes eran aquellos que anhelaba.
“Más fijo, más incontrastable era todavía el hecho si a la
fórmula que precede, podría adicionarle “la corriente”. Esto lo
lograba con poseer ciertos objetos de su víctima. Entonces le
aplicaba los objetos que tenía, mientras salivaba sobre él y
formulaba sus conjuros; y cuando ya satisfecho de haber ver­
tido en él todo su virus ponzoñoso, quería rematar la suerte,
acechaba la ocasión de poder enterrar el símbolo en el portal
de la casa de la víctima, o en un sitio por ella frecuentado, o
cuando menos, allí por donde acababa de pasar. Con esto res­
tablecía la corriente
Véase ahora nuestro comentario:
La fe en la posibilidad del embrujamiento es antiquísima
y universal. En los rituales del Egipto, referentes a creencias
sustentadas por aquella remota civilización, se menciona el hecho
y no a título de cosa nueva y maravillosa, sino como un fenó­
meno corriente e indiscutible; lo mismo podemos ver en los
textos de la India védica, y en una tablilla procedente de la
Biblioteca Real de Nínive; los asiriólogos han descifrado su
escritura, que contiene veintiocho fórmulas de oración depre­
catoria contra los malos espíritus, las desgracias y las enferme-

56
dades, dispuestas a manera de letanía, entre las cuales se lee:
“El que fabrica la imagen, el que la encanta, la cara malhecho­
ra, los ojos malhechores, la lengua malhechora, los labios mal­
hechores, la palabra malhechora. . . Espíritu del Cielo, acuérda­
te. Espíritu de la tierra, acuérdate”.
En Grecia hallaríamos abundante copia de datos e indica­
ciones sobre Ja brujería. Platón, en su libro Las Leyes, dice:
“Existen dos clase de maleficios cuya exacta diferenciación no
es fácil de hacer. La una comprende los realizados cuerpo a
cuerpo, sin emplear otros medios que no sean los naturales; la
otra, por virtud de ciertos prestigios, de encantamientos deno­
minados ligaduras, sirve para persuadir a los hombres de que
existen seres capaces de poder hacer daño empleando dichos
procederes” .
Cuando los misioneros visitaron la China, diversas regiones
de América, del Africa y de Oceanía, encontraron en todas par­
tes iguales o parecidas creencias, pudiendo decirse que en todo
el mundo, lo mismo en los pueblos civilizados que en los más
groseros y salvajes, la brujería subsiste en el fondo de todas las
creencias.
"'En la actualidad el embrujamiento se practica, y, lo que
es más, se discute, desde el punto de vista de su posibilidad
científica, en las naciones más cultas de Europa y América.
Respecto de los hechos en el pasado siglo XIX, hallaremos
en su mitad algunos tan notables como el ocurrido en la casa
parroquial de Cydaville (del cual existe testimonio judicial,
que contiene las conformes declaraciones de treinta y tantas
personas de distinta clase y condición).
No hace muchos años murió en el Mediodía de Francia un
cura con sus puntas y ribetes de mago negro, y murió de enfer-
dad rarísima y desconocida, declarando, en el supremo instan­
te de su muerte, que fallecía a causa de un embrujamiento,
que conocía a los embrujadores y que éstos e ra n ...
Los investigadores modernos parten de los asombrosos fe­
nómenos de la exteriorización de la sensibilidad para probar lo
posible del embrujamiento. Uno de ellos ha realizado en París
experiencias muy notables y rigurosamente comprobadas, y a
este propósito dice: “Mis trabajos prueban que este agente,
este influjo nervioso especial (el fluido de la sensibilidad), no
sale en circunstancias ordinarias del límite trazado por la
piel del cuerpo, es decir, del extremo de los filetes nerviosos;
pero algunas personas bajo el influjo de particulares procederes,
le proyectan fuera de sí, para formar una especie de atmósfera

57
capaz de transmitir al cerebro las impresiones de contacto reali­
zadas en ella. También he observado que ciertas substancias
absorben este agente para lanzarlo al exterior, de parecida
manera a lo que ocurre con la luz en los cuerpos fluorescentes,
y asimismo he observado que si se coloca durante cierto tiempo
una de estas substancias próximas al individuo cuya sensibilidad
está exteriorizada, de ella se cargará la substancia dicha, en
cantidad proporcional al tiempo y a la intensidad de irradiación
del sujeto, de suerte que la substancia cargada se convertirá
en un campo más o menos extendido, capaz de transmitir al
cerebro del exteriorizado las impresiones que reciba” (Rochas).

APENDICE B

Embrujamiento y Contraembrujamiento
El embrujamiento por medio de la figurilla de cera es anti­
tiquísimo, y puede considerarse como “procedimiento clásico
del hechizo”. Nos hablan de él los poetas y filósofos de la anti­
güedad; su modus oper andi se halla minuciosamente descrito
en cuantos tratados goéticos se han publicado desde la inven­
ción de la imprenta, y en los manuales de los inquisidores no
se olvida nunca mencionar dicha práctica. Su antigüedad es
tal que puede afirmarse que era ya conocida por los egipcios,
como lo prueba el Magical Papyrus de que nos habla el famoso
egiptólogo Mr. Chabas. En dicho papiro se lee lo siguiente: “El
pastor Hai consiguió el libro de las fórmulas mágicas, que per­
tenecía a su amo real y lo manejaba por el procedimiento lla­
mado “Neter Paut”, para poder encantar y fascinar a los hom­
bres. Hacía imágenes de Menh, para lo cual usaba cera o alguna
operación más oculta”.
Sin embargo, el arte de embrujar no se reduce a la fabri­
cación de muñecos de oera.; los medios ocultos de que se valen
los brujos para. dañar■al prójimo son muchos y variados, si
hemos de dar crédito a los más célebres grimorios de la anti­
güedad. '
En el libro de magia negra titulado Pactum, cuya obra hoy
día es rarísima y se pagan los ejemplares a peso de oro, se lee,
entre otros, el siguiente procedimiento brujesco, que copiamos
sin quitar punto ni coma:
“Embrujamiento mágico : Voy a revelarte uno de los pro­
cedimientos más terribles de embrujamiento, a pesar de su sen­
cillez en realizarlo. La mayoría de los brujos no conocen otro,

58
y con él esperan conseguirlo todo: perjudicar la salud de una
persona, alcanzar algún favor, hacer que una persona ame for­
zosamente a otra, desunir matrimonios, hacer que la desgracia
se cierna en una casa, etc., etc.
Este embrujamiento puede hacerse a cualquier hora y en
cualquier día, aunque siempre son preferibles los martes y los
sábados, y las horas, de once a doce de la noche.
"Tomarás ramas bien secas de las plantas y árboles siguien­
tes: verbena, hierba doncella, salvia, menta, albahaca, romero,
heno, avellano y pino. Con estas hierbas y ramas harás un haz,
que debes atar con una cuerdecita de esparto. Echalo luego en
un fogón de barro cocido y préndele fuego a las hierbas. Es
conveniente hacer esto en un lugar ventilado, y, a ser posible
a la luz de la luna.
"Cuando la leña empiece a chisporrotear o a dar llamas,
echarás en ella una eucharita de incienso mezclado con alum­
bre, y recitarás la invocación siguiente: "
"¡Oh, Gran Cabrón!” Escucha mi petición, Gamitaren uxtos
Bohot. Manojo de leña que quemo, contigo abraso el corazón,
el cuerpo, la sangre, el entendimiento y el espíritu de Fulano
de Tal. (Pronuncia el nombre de la víctima).
“ (Al llegar a esta parte de la invocación echarás al fuego
otra cucharadita de incienso y alumbre, y luego continuarás):
"Túrbam Keróbal: Infinitus est. Que no halle reposo, tran­
quilidad ni sosiego. Que el malestar le penetre hasta la médula
de los huesos. Que no pueda permanecer quieto en ningún sitio.
Que no pueda comer sin que la comida le haga daño. Que no
pueda beber sin que la bebida le trastorne las tripas. Y, por fin,
que no pueda hacer nada de provecho en tanto que no se cum­
plan los deseos de N. N. (Aquí dirás el nombre de las personas
que desea hacer el mal o conseguir el favor, etc. Y terminarás la
invocación con las palabras siguientes):
"¡Oh, Gran Gabrón! Cumple con tu obligación. Túrban
Keróbal: infinitus est”.
“Echa en el fuego otra cucharadita de incienso y alumbre
mezclados. Deja que se consuma del todo la leña, y sobre sus ce­
nizas, aún calientes, echa un vaso de agua con sal”.
En casi todos los libros de brujerías suele hallarse al lado
del veneno, el antídoto. ¿Es fácil el embrujamiento? Así parece;
y preservase de él no es tampoco muy difícil.
A continuación reproducimos unas páginas de otro libraco
mágico dedicadas al contraembrujamiento. Copiamos textual­
mente.

59
“Cómo se desvanecen las malas influencias. — El hombre
está expuesto a la malquerencia: a ser odiado, envidiado, calum­
niado, en fin, a ser perjudicado moral y físicamente por enemi­
gos deconocidos y por personas con quienes sostiene tratos, sin
sospechar la maldad que en sus pechos encierran.
“Todos esos pensamientos, engendrados por el odio y la
envidia, se reflejan en el plano astral y llegan a influenciar a la
persona que los ha inspirado.
“Si esta persona tiene una conciencia limpia, sin tacha, si
se consagra a hacer el bien en su derredor, puede decirse que
se halla al abrigo de los pensamientos envenenados de sus ene­
migos. De la conciencia del bueno irradia una especie de luz que
rechaza tosías las fuerzas maléficas que puedan asediarle; en una
palabra: su pureza de alma le hace fuerte a los ataques del exte­
rior. El fluido espiritual que le envuelve es su coraza.
“Pero como generalmente somos egoístas, en más o menos
grados, y es muy raro el que no tiene algo que reprocharse res­
pecto su conducta y su conciencia, de ahí que los pensamientos
del brujo casi siempre hacen mella en nuestra personalidad, ya
moral, yá físicamente.
“Para rechazar esas influencias, así como toda clase de
embrujamiento, existen varios medios, tales como las oraciones,
los exorcismos y los talismanes.
“Oraciones: Récense las indicadas en el septenario del ma­
ravilloso libro Enchiridion Leonis Papae, y todos los sábados a
los doce de la noche, la misteriosa oración de San Cipriano.
“Exorcismos: hay muchísimos; nosotros expondremos uno
sólo, muy eficaz para preservarse de toda clase de embruja­
mientos.
“Se toma una vasija y se llena con agua de río o de fuen­
te; échense en el agua tres pulgadas de sal común, diciendo:
Yo te exorcizo, ¡oh, criatura sal!, en nombre del Pa *|- dre,
en nombre del Hi -¡- jo, y en nombre del Espíritu -|- Santo.
Amén.
“Luego, con una mata de espliego seco o tierno se rociarán
cuatro puntos de la casa, correspondientes a los cuatro puntos
cardinales. En cada uno de esos puntos se recitará la siguiente
oración:
”Bendice -|- Señor, Dios Omnipotente, esta casa para que
haya siempre en ella salud, victoria, tranquilidad y próspera
suerte, -j- Por lo que damos acción de gracias al Dios -|- Padre,
al Dios -j- Hijo y al Dios Espíritu -j- Santo. Amén. Y esta ben­

60
dición permanezca sobre esta casa y sobre los que en ella vivan,
ahora y siempre. Amén. Amén. Amén.
”En seguida se perfumará ía casa con un sahumerio com­
puesto de las siguientes sustancias: Ruda seca, canela, alcanfor
e incienso.
”Talismanes: Son muchos los indicados contra el embruja­
miento. En el curso de esta obra ya hemos dado a conocer los
más sencillos y eficaces que se conocen en la Magia Divina”.
Aunque hemos manifestado reiteradamente que el odio es
la base o, mejor dicho, la fuerza generatriz de^todo embruja­
miento, es necesario hacer constar que algunas veces el brujo
se propone despertar el amor y gozar de sus delicias. Cómo
pretende realizar sus deseos? Leed la siguiente muestra, que
entresacamos de un famoso grimorio latino:
“Embrujamiento de Amor. — . Un sábado, entre once y
doce de la noche, sirviéndote de agua de mar, llenarás una
vasija de barro cocido y echarás en eila una torcida de algodón
y unos tres palmos, diciendo al propio tiempo: ¡Duxgor! ¡Dux-
gor! ¡Duxgor! ¡Amapoylac! (Esta última palabra se repite doce
veces).
"Sacarás luego la torcida y la pondrás a secar a la luz de
la luna, durante ocho noches consecutivas, es decir, hasta Iq.
noche del sábado próximo, y entre once y doce reanudarás la
operación diabólica. Encenderás un fogón de barro cocido y en
él arrojarás un perfume satánico (al final encontrarás la fór­
mula) para sahumar con él la torcida.
”Acto seguido tomarás la torcida y harás en ella siete nu­
dos, recitando la siguiente invocación diabólica:
” ¡Oh, Padre Satán! ¡Oh, Madre Scheva! En vuestro ho­
nor he levantado esta pequeña pira para que me escuchéis y me
ayudéis. (Al llegar aquí harás un nudo en la torcida).
”Yo os invoco para que Fulano (o Fulana) de Tal me per­
tenezca en cuerpo y alma. (Harás otro nudo).
”Yo os pido con todas las fuerzas de mi espíritu que Fu­
lano (o Fulana) de Tal no haga caso de ninguna mujer (u
hombre) más que de mí. (Otro nudo).
”Yo quiero, si ama a otra mujer (u hombre), que la olvi­
de desde este instante. (Otro nudo).
“Yo deseo que Fulano de Tal sufra mucho por mí; que no
pueda dormir ni sosegar, que mi imagen no se aparte de su
pensamiento. (Otro nudo).
”Yo quiero que Fulano de Ta l . . . (Aquí puedes pedir lo

61
que particularmente desees de la persona que estás embrujando;
otro nudo).
” ¡Oh, Padre Satán! ¡Oh, Madre Scheva! Yo os ruego que
me concedáis cuanto os he pedido y, en pago de ello, os levan­
taré, durante sábados seguidos, a la misma hora de hoy, una
pequeña pira, como la de e3ta noche”. (Se hace el último nudo
en la torcida).
”Se guarda la torcida envuelta con un paño negro y se
oculta en un lugar que nadie lo sepa ni nadie lo pueda hallar.
"Arrojando la torcida al fuego se destruye el embruja­
miento.
’Terfume satánico: Mezcla una pequeña cantidad de pol­
vos de incienso con otra de harina y un huevo. Se añade leche,
miel, alcanfor y agua de rosas, y con el todo se hace una pas­
ta y se deja secar. Se echa a trocitos sobre las brasas”.
Copiamos de otro libro mágico el siguiente secreto mara­
villoso :
“Para hacernos amar de una persona ausente y hacerle sen­
tir grandes deseos de venirnos a ver.
"Para realizar este trabajo de transmitir mágicamente nues­
tros deseos a largas distancias, es preciso poseer un objeto cual­
quiera que haya pertenecido por algún tiempo a la persona au­
sente que se trata de cautivar. Este objeto puede ser una prenda
de vestir o sólo un fragmento de ella; puede ser igualmente una
petaca, una cartera, un monedero, un abanico, un pañuelo de
bolsillo, etc., etc.
"Cuando se esté en posesión de dicho objeto, se hará lo
que sigue. Una noche, entre once y doce, en un cuarto cerrado
y sin testigos, cogerás un pedazo de pergamino virgen y traza­
rás en él, con un pedazo de carbón consagrado, un doble círcu­
lo cabalístico, de uno o dos palmos de diámetro, según con­
venga.
"Entre las dos circunferencias escribirás, con sangre de
murciélago o de lagarto, el nombre y los dos apellidos de la per­
sona ausente. Alrededor del círculo colocarás cuatro candeleros,
con sus cirios correspondientes, los cuales se encenderán cuando
ee indique. Los candeleros, que serán de barro cocido y peque-
ñitos, deben colocarse a una distancia, aproximadamente, igual
unos de otros y en dirección a los cuatro puntos cardinales.
"Hecho lo que antecede, colocarás en el centro del círculo
el objeto de la persona ausente. Luego se enoenderán los cuatro
cirios, por el orden que sigue: en primer lugar el cirio corres-

62
pondiente a la parte del Norte; en segundo, el de la parte Este;
luego, el del Sur; y, por último, el de la parte Oeste.
"Acto seguido se recitará el siguiente conjuro:
Rápida ronca, Rum, Paxiforme;
Grandura, Denclifax, aPnta, Silonte.
Yo os conjuro por los Cuatro Vientos,
por Tizón y por Carbón
y por cuantos demonios-hembras son;
y por el Diablo Cojuelo
me traigan a . . . (aquí el nombre)
a este sitio. Aquí:
y me ame sólo a mí.
Que venga, que venga,
y no se detenga
por el aire como torbellino
sin que tropieoe por el camino.
Grandurfa, Denclifax, Panta, Silonte,
Rápida ronca, Rum, Ras, Paxiforme.
”Se matan las luces por el orden inverso en que han sido
encendidas. Este conjuro debe repetirse nueve noches consecu­
tivas, y es más que seguro que la persona amada comparecerá,
ansiosa de vernos, si una fuerza mayor no se lo impide, pero no
por eso dejará de amaros menos y procurará venir en cuanto
le sea posible”.
El extravagante conjuro que precede lo hemos extraído de
un pequeño libro de hechizos publicado en Sevilla el año 1619.
Se atribuye a una bruja muy célebre, llamada Menita.
Seguimos copiando textualmente:
“Invocación diabólica: Entre once y doce de una noche
tempestuosa, en la que los relámpagos iluminan el espacio y el
trueno retumba por la inmensa bóveda celeste y silba furiosa­
mente el viento, pondrás en un fogón de barro cocido un ma­
nojo de la§ hierbas siguientes, bien secas: mejorana, verbena,
ruda y caléndula, y, además, unas ramas de olivo, pino y sar­
mientos, también secos.
"Extenderás, unos instantes tu mirada por los cielos, y con
un cuchillo de mango negro, que llevarás en tu mano derecha,
trazarás en el espacio una cruz de San Andrés. (La cruz de San
Andrés tiene la forma de X ).
"Acto seguido prenderás fuego a la leña, y cuando empiece
a chisporrotear recitarás con voz enérgica y con ánimo sereno
y fuerte, la siguiente invocación:

63
”Espíritus negros y tempestuosos que vagáis irritados por
entre las tinieblas; espíritus malditos, enemigos de la luz di­
vina, que andáis revueltos e impelidos por la furia de los ele­
mentos, yo os invoco en esta hora lúgubre para que sirviéndoos
del agitado torbellino, del viento enfurecido y del trueno retum­
bante, podáis acudir a este recinto, apenas iluminado por fogón
siniestro, alimentado por las siete plantas que os han de purifi­
car. (Aquí darás un fuerte silbido). ¡Acudid, acudid, acudid!
Dadme señales. Arboles, crujid. Niños, llorad. Perros, ladrad.
Serpientes, silbad. Lobos, aullad. Vacas, mujid. Caballos, relin­
chad. Toros, bramad. Aires, silbad. Maderas, crujid. Puertas,
rechinad. Brasas, chisporrotead. Truenos, retumbad (al llegar
aquí darás otro silbido). ¡Ah, malditos! Ya os presiento; ya
estáis aquí. (Echad en el fuego tres granos diabólicos). Yo os
pido, espíritus errantes, que Fulano de T a l . . . (Se pide a los in­
visibles lo que se desea obtener de la persona que se ha nom­
brado o bien se les obliga a que hagan tal o cual cosa para
perjudicarla).
”Una vez que hayáis formulado vuestros desos, concluiréis
la invocación con las siguientes palabras:
”Omnipotens sempiterne Deus, qui nos omnius sanctórum
tuórum. Amén.
”Los espíritus abandonarán inmediatamente el lugar. En­
tonces apagaréis el fogón con agua, sal y vinagre.
”Granos diabólicos. Se componen de resina de pino, alcan­
for e incienso, en partes iguales. Se mezclan estas drogas con
espíritu de vino, hasta formar una pasta consistente, y se deja
secar, exponiéndola a la luz de la luna nueva”.
La invocación que sigue es muy eficaz para resolver todos
los asuntos referentes al amor, pero es muy peligrosa, según
nos advierte el grimorio de donde la hemos sacado.
“Invocación mágica que debe hacerse en la noche de San
huan: Esta invocación se recitará a las doce en punto de la no­
che de San Juan. En el lugar escogido no debe haber ninguna
imagen sagrada ni objeto bendecido alguno. La estancia se ce­
rrará bien y estará iluminada por una débil lamparilla de aceite.
Ante una mesa de madera de pino, cubierta totalmente con un
paño negro, se colocará un espejo de gran tamaño. El brujo
evocador vestirá sencillamente una bata de tela negra; calzará
alpargatas negras y cubrirá su cabeza con un pañuelo negro dis­
puesto a manera de turbante y encima de él se pondrá una pe­
queña corona formada con hojas y flores de verbena.
”E1 brujo o la bruja tomará un plato de barro cocido, que

64
no haya servidlo, y echará sal en él, hasta cubrir por completo
su superficie. Luego abrirá el pecho de un palomo negro y le
arrancará el corazón, haciendo de manera que la sangre del
ave caiga sobre la sal contenida en el plato.
”E1 evocador tomará con la mano izquierda el corazón del
palomo y, levantando el brazo, lo mostrará a su imagen refle­
jada en el espejo, y pronunciará, a media voz, la siguiente
invocación:
” ¡Oh, Gran Satán! ¡Oh, Gran Cabrón! que en la noche de
San Juan los brujos con devoción te invocan, y por Satán cum­
plen su obligación. Los astros rodando van buscando su conjun­
c i ó n . . . Yo aprovecho la ocasión por la fuerza de Satán para
que escuche mi oración y se realice mi plan. ¡Oh, Gran Cabrón!
¡Oh, Gran Satán!
”A1 llegar aquí, el brujo o la bruja debe añadir por su
cuenta lo que desee resolver referente a sus amores, y el Espí­
ritu del Averno o sus servidores le atenderán debidamente.
"Después de la petición se recitarán las palabras satánicas
siguientes:
"Onkerris Satana Karrica Mufarra
Kunfax Xicosnafe Calífax Derrox
Amphasqui Tumerka Filarna Tikurra
Markak Luciferus Lilith et Moloc”.
Para terminar, vamos a dar a conocer uno de los medios
mágicos más eficaces para combatir o rechazar toda suerte de
malas influencias, ya sean éstas provocadas por gentes que nos
quieren perjudicar o bien sean “ráfagas astrales” que pueden
envolvernos, las cuales suelen ser producidas por nuestros ma­
los pensamientos.

PENTACULO DIVINO

Contra los hechizos y malas influencias

La figura misteriosa a que se refieren estas líneas es un


pentáculo compuesto por el divino Paracelso. Este pentáculo
maravilloso deberá dibujarse sobre el pergamino virgen, em­
pleando la tinta celeste en la totalidad del dibujo; se usará
únicamente la tinta áurea para representar la imagen del Sol,
que aparece en el centro de dicho pentáculo. Las fórmulas
de dichas tintas se hallan en el Enchiridion Leonis Papae, edi­
ción del Mago Bruno.

65
El tamaño del dibujo deberá ser aproximadamente el de
cinco centímetros, siendo preferible que sea más grande que
más pequeño.
El día para realizar el trabajo debe ser domingo, y la hora,
entre once y doce de la mañana. Una vez ejecutado el dibujo
debe perfumarse con los perfumes del domingo o sean los del
Sol, y quedará el pentáculo divino. La fórmula de los perfumes
se halla en el Gran Grimorio del Papa Honorio, edición del
Mago Bruno.
Para preservarse de las malas influencias, de los hechizos,
etcétera, se colocará dicho pentáculo en el dormitorio del in­
teresado.
Para evitar las miradas de gentes incrédulas que pudie­
ran profanar la divina imagen, que puede ser el santo de la
persona que quiere verse libre del odio y de la malquerencia
de la gente que nos rodea.
Existe una razón de orden puramente mágico para conser­
var en su incoherente integridad las fórmulas de los grimorios,
por ridiculas y extravagantes que nos parezcan. Considerado
de la expuesta manera el contenido de los libros de magia,
adquieren una importancia que justifica el cuidado con que los
investigadores competentes procuran diferenciar las ediciones
auténticas de las muchísimas falsificaciones o apócrifas que de
los más renombrados existen.
Actualmente en español, las únicas ediciones de grimorios
que pueden considerarse como auténticas por su fidelidad con
el original antiguo y asimismo por su integridad, son las pu­
blicadas por un experto en la materia, conocido entre los ocul­
tistas de España y América por el Mago Bruno.

66
INDICE

P r ó l o g o ...................................................................................... 5

P r im e r a parte

El embrujamiento en nuestros d í a s ................................. 8

S egunda pa r te

Embrujamiento consciente e inconsciente . . . . 24

O r a c i o n e s ..................................................................................... 36

T ercera parte

Brujería, magnetismo y s u g e s tió n ............................................. 44

Apéndice A

Cómo se practica el e m b r u ja m ie n to ...................................... 52

Apéndice B

Embrujamiento y contraem brujam iento................................ 58


SE TERMINÓ
DE IMPRIMIR EN LOS
T alleres G ráficos LUMEN
N oseda v C ía .
CALLE TUCUMÁN 2926
t. e. 87 - 6646/6647
buenos aires

r e p ú b l ic a a r g en tin a

en el m e s de

agosto

de m il no v ec ien to s

SESENTA Y UNO
E L L IB R O IN F E R N A L

L a M a g ia S u p r e m a llo j n y X * .
g r u . Invocaciones, exorcism os.
E l D ra g ó n rojo, la C a b ra in f e r ­
nal, el g ra n C rim orio.
Alqulminta. La m a g ia h e b ra i­
ca, c ald ea, egipcia. E l se c re to (le
la g a llin a n e g ra , so rtile g io s.
L o* a d m ir a b le s s e c r e t o s «le
A lb e r t o e l G r a n d e .

Q u ir o m a n c ia y Q iilr o g n o m tn .
R ev elac ió n del m iste rio de la
m ano po r su s sig n o s y form a.
C a r to m a n c ia . S ig n ificad o , r e ­
g la s y m éto d o s de t i r a r la s c a r ­
ta s. C a rto m a n c ia so lita ria . Ca-
íeo m a n cia.
M a g n e t is m o . F a sc in ac ió n . S u ­
g e stió n . H ipnotism o. L e ta rg ía .
C a ta le p s ia , etc., etc.
Espiritism o. Sus p rin cip io s y
fu n d a m e n to s. P ro ced im ien to s.
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