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CRITERIOS ESTABLECIDOS POR LA CORTE CONSTITUCIONAL


COLOMBIANA PARA LA PROCEDENCIA DE LA ACCIÓN DE TUTELA EN
CONTRA DE LOS LAUDOS ARBITRALES

William Alberto Giraldo Orozco1


Yolanda García de Parejo2
Arisón Riasco Torres3

Resumen:Los laudos arbitrales son el resultado del ejercicio jurisdiccional realizado


por los Tribunales de Arbitramento y contra éstos solo procede el recurso judicial de
anulación; quiso este grupo de investigación, verificar si durante este trámite procesal pueden
estar vulnerados derechos fundamentales y si era procedente la acción de tutela contra estas
decisiones, por ello, se realizó un barrido jurisprudencial y doctrinario, se caracterizó la figura
del arbitramento, para luego evidenciar la procedencia de la acción de tutela contra los laudos
arbitrales y los efectos frente a los mismos.

Palabras Claves: Laudos arbitrales, vías de hecho, acción de tutela, derechos fundamentales.

1
Abogado, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del Área
Andina
2
Ingeniera Civil, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del
Área Andina
3
Abogado, Cursando la Especialización en Derecho Administrativo y Constitucional de la Universidad del Área
Andina
2

Abstract: Arbitration awards are the result of the exercise of jurisdiction by the Court of
Arbitration against them and only proceeds judicial annulment , this research group wanted to
verify whether fundamental rights may be violated during this procedural matter and whether
the action was appropriate protection against these decisions , therefore, a jurisprudential and
doctrinaire sweep was carried out , the figure of arbitration was characterized , then highlight
the merits of the application for protection against arbitral awards and effects against them

Key Words: Arbitral awards, assault, tutela, fundamental rights.

Introducción

La procedencia excepcional de la acción de tutela frente a sentencias judiciales, ha


sido estudiada por la Corte Constitucional Colombiana, estableciendo a través de su
jurisprudencia, de manera taxativa las causales que la pueden originar.

En relación con los laudos arbitrales, se dificulta la utilización de esta acción de


amparo, dada la temporalidad del Tribunal de arbitramento, que subsiste hasta la ejecutoria
del laudo arbitral, lo que significa la pérdida de su capacidad jurídica para ser accionado
dentro de una eventual acción de tutela por la decisión proferida.

La figura del arbitramento ha sido considerada como una excelente herramienta para la
solución de conflictos, en especial para los negocios mercantiles y el derecho laboral
colectivo, calificada como una justicia dinámica, oportuna, especializada y competente, así lo
dice: Dr. Antonio Aljure Saleme , LEGIS (2008).

La acción de tutela puede atentar contra este método alternativo de solución de


conflictos, en tanto, extiende el proceso, afectando la rapidez y la eficacia de los laudos; sin
embargo,no se puede desconocer que la infracción de un derecho fundamental comoel debido
proceso necesariamente debe permitirsu protección mediante la acción de tutela.
3

La acción de tutela en contra de los laudos arbitrales no es un recurso más dentro de


aquellos dispuestos por la ley, sino que es un mecanismo de uso común que permite la
efectividad de los derechos constitucionales fundamentales, y cobra importancia al
contextualizar la Acción de Tutela en contra de los Laudos Arbitrales en el Derecho
Colombiano, para determinar las motivaciones que la originan y el interés de la magistratura
constitucional y al legislador para su desarrollo y posible reglamentación. Al final, la
investigación ilustra la Jurisprudencia de la Corte Constitucional y su desarrollo, en relación
con la Acción de Tutela.

De esta manera se formuló la siguiente pregunta de investigación: ¿Cuáles son los


criterios establecidos por la Corte Constitucional Colombiana para la procedencia de la acción
de tutela en contra de los laudos arbitrales?, para abordar la anterior pregunta de
investigación, se propusieron los siguientes objetivos: Identificarlos criterios establecidos por
la Corte Constitucional Colombiana para la procedencia de la acción de tutela en contra de los
laudos arbitrales, como objetivo general y como objetivos específicos,establecer el marco
constitucional y legal del arbitramento en Colombia, además, determinar los requisitos
sustantivos y procedimentales, referentes a la procedencia de la acción de tutela contra laudos
arbitrales en Colombia.

1. Marco Constitucional y Legal del Arbitramento en Colombia

1.1. Antecedentes Históricos del Arbitraje

1.1.1. Antecedentes Mundiales:

El arbitraje, tiene su origen en épocas primitivas, constituyendo una de las primeras


maneras o formas de resolver los conflictos jurídicos que surgían entre las personas, tal y
como lo ha dicho MONROY (1998 – p.67) históricamente esta figura tuvo lugar antes de
existir cualquier organización judicial, así lo relata en su libro el Arbitraje Comercial nacional
e internacional, menciona: “Después de alguna evolución se empieza a renunciar al derecho
de decidir las disputas a mano armada y se las somete, para su fallo, a terceros elegidos
entre las personas más importantes de la comunidad”
4

Por lo anotado anteriormente, se da pie para que muchos tratadistas como BENETTI
(2001), mencionen al arbitraje como artífice de la formación de la institución judicial como
expresión de una actividad principal del estado, pero también hay que entender que el hecho
de que el Estado asumiera la administración de la justicia como está creada, no sustituyó ni ha
sustituido hasta ahora al arbitraje, conservándose esta figura casi intacta en todos los sistemas
jurídicos.

Así mismo, tal y como lo menciona MONROY (1998 – p.38), en su obra, también se
conocen antecedentes de la sociedad romana en la que “el arbitraje privado fue utilizado
como un modo extrajudicial de terminar los litigios. Las personas por simple acuerdo entre
ellas, pueden encargar el fallo de una contienda a un particular cualquiera”.

Como lo anota MONROY (1998 – P.39), ya en la edad media, “los burgueses, artesanos y
comerciantes buscaban justicia bien fuera, en sus agremiaciones y corporaciones, “por la
seguridad y rapidez que encontrará (el comerciante) en la resolución de los conflictos frente
a la arbitrariedad y lentitud de la justicia regia”; en los grandes señores o en el rey y sus
delegados”. Este auge se dio con mayor trascendencia en los países de la Europa Baja, en
donde se formaron corporaciones o colegios de oficios que agrupaban a artesanos y
empresarios de diferente índole, así mismo en las Partidas se consolida definitivamente la
función casi judicial de la figura del arbitraje; siendo su aporte más importante la división
que hace en la institución del arbitraje, que se daban entre avenidores que resolvían en
derecho y arbitradores que decidían como simples amigables componedores.

En el siglo XVIII en la revolución francesa sigue avante el arbitraje y se considera “el


medio más razonable de terminar los litigios entre ciudadanos y lo eleva a principio
constitucional en 1791 como principio de los ciudadanos para terminar definitivamente sus
litigios por vía de arbitraje, no pudiendo sufrir restricción alguna por actos del poder
legislativo… Pese a lo anterior, y luego de muchos años fueron derogados todos los casos de
arbitraje obligatorio, quedando vigente solamente la Ordenanza de 1973 relativa a los socios
comerciantes” (MONROY 1998 p.39).

La figura del arbitraje ha estado presente en toda la evolución de la sociedad,


convirtiéndose muchas veces en protagonista y llegando a ser la única forma de solucionar las
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controversias, esto demuestra la importancia que ha tenido y tiene el Arbitraje como parte
fundamental de la creación de las instituciones para la administración de justicia.

1.1.2. El arbitraje y su presencia en el ordenamiento colombiano.

En Colombia la figura del arbitraje, ha estado presente desde sus inicios en el desarrollo
constitucional y legal, lo anterior, como una forma de solucionar los conflictos surgidos entre
las partes dentro de un litigio que permitiera la intervención de un tercero sin necesidad de
acudir al aparato judicial.

El arbitraje no estuvo presente en las diferentes reformas constitucionales del siglo XIX,
así mismo, se sostiene: “en efecto, la Constitución Colombiana de 1886 nunca tuvo en cuenta
el arbitraje como mecanismo alternativo de justicia, a pesar de que la legislación lo
contemplaba tiempo atrás y que tanto la jurisprudencia como la doctrina lo reconocían como
mecanismo alternativo de solución de conflictos” (Molina, 2005, p.53)

De acuerdo a la normatividad existente, el arbitraje se enmarcó por primera vez dentro de


una ley de la república en el “Código Judicial de 1890 en la Ley 105, autorizando que fueran
sometidas a la decisión de arbitradores las controversias suscitadas entre personas capaces
de transigir, en los casos en que la ley permite la transacción, y fijó el procedimiento
respectivo” (Monroy, 1998, p.57)

Los principios trazados en la ley antes anotada se mantuvieron vigentes durante las leyes
103 de 1923 y la ley 105 de 1931 en las que se estableció un procedimiento para llevar a cabo
el proceso arbitral, y esta última fue modificada por la ley 2 de 1938, lo anterior en lo que se
refiere al compromiso y la cláusula compromisoria, en el siglo XX, el arbitraje fue un punto
de discusión tanto en la jurisprudencia como en la doctrina colombiana, y de allí se destacan
pronunciamientos al respecto por parte de las altas Cortes, siendo el caso de la Corte Suprema
de Justicia, la que en fallo emitido en 1969, como resultado de una demanda interpuesta en
contra los artículos 1214 y 1217 del Código Judicial de la época (Hoy Código Procesal Civil)
y la totalidad de la Ley 2 de 1938 que regulaban en su orden el arbitraje y la cláusula
compromisoria, se señaló lo siguiente:
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“Desde el comienzo de los tiempos, la visión del arbitraje ha sido la de un método


de corte particular y privado, anclado profundamente en la autonomía de la
voluntad de las partes que da fuerza a la decisión allí adoptada y que, desde esa
perspectiva, en tanto los involucrados cuenten con la voluntad necesaria y la
materia sobre la que verse se encuentre dentro del alcance de las partes, lo allí
resuelto es de obligatorio cumplimiento con fuerza de sentencia otorgada por la
ley no por la intervención de los árbitros y no comporta el ejercicio de una
función judicial, ni actúan los árbitros o deciden en nombre de la República de
Colombia sino en ejercicio de la autónoma decisión de los particulares de
otorgarles a ellos tal facultad… ateniéndose al texto constitucional del artículo
58, en cuanto este, en su parte final, señalaba de manera clara que la función
jurisdiccional podría ejercerla a más de las Cortes y los Tribunales existentes en
la época, los demás tribunales y juzgados que establezca la ley, caso
en el cual la ley 105 de 1931 y la 2 de 1938, tan solo eran desarrollo de dicha
disposición constitucional” (Cámara de Comercio de Bogotá, Notas de Arbitraje,
2008, p. 140 y 141.)

En este mismo sentido Molina (2005, p.54) anota lo siguiente:

“Si el constituyente dispuso que administran justicia, la Corte Suprema, los


Tribunales Superiores de Distrito y los demás Tribunales y Juzgados que
establezca la ley, no estarían excluidas del artículo en mención los tribunales
arbitrales. Si la ley, por disposición de la constitución, podía organizar los
diferentes juzgados y tribunales del país, no podría negársele la competencia al
legislador para constituir tribunales de arbitramento, como efectivamente se hizo
a partir de 1932, sin ningún reparo del juez constitucional de la época”

Después ese fallo emitido en 1969 por la Corte Suprema de Justicia, en el cual se dejaba
clara la ubicación en el ordenamiento jurídico nacional del arbitraje, da pie a que en el
año1970 se expida el Código de Procedimiento Civil, mediante el Decreto 1400, regulando el
arbitraje a partir del artículo 663 al 677 del mismo y en igual sentido en 1971, se promulgó el
Código de Comercio dentro del cual se repitieron las normas de arbitraje contenidas en el
Código de Procedimiento Civil de 1970.
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Luego de más de treinta años de estar rigiendo el procedimiento arbitral establecido en


el Código de Procedimiento Civil de 1970, se expidió el Decreto 2279 de 1989, por parte del
gobierno nacional en uso de las atribuciones conferidas por la ley 30 de 1987, derogando las
disposiciones sobre arbitraje contenidas en los Códigos de Procedimiento Civil y el Código de
Comercio, lo anterior para tratar de reunir en una sola norma y de forma integral todo lo
referente al arbitraje, cosa que no se logró por muchos vacíos que presentaba la norma
derogadora.

En 1991 se promulgó la ley 23 mediante la cual se reglamentó el arbitraje institucional,


modificó algunas normas del Decreto 2279, entre otros temas, a cual volvió a retomar lo
reglado en el Decreto 1400 de 1970 y el Código de Comercio de 1971. El arbitraje después de
recorrer todo ese largo camino legislativo, en la última década del siglo XX y como resultado
de la Asamblea Constituyente, se promulga la Constitución Política de Colombia de 1991, en
la que ya se aborda constitucionalmente la figura de administración de justicia por cuenta de
particulares, tal y como lo desarrollaremos más adelante en este trabajo investigativo.

Así las cosas, puede afirmarse que la puesta en práctica del arbitraje como mecanismo
alternativo para la solución de controversias goza del visto bueno de la Constitución que nos
rige actualmente, manifestándose expresamente la facultad para administrar justicia por parte
de los árbitros a partir de las leyes que rijan lo referente al arbitraje.

Una vez entrada en vigencia la Ley 23 de 1991 y la Constitución Nacional de 1991, se


expidió el Decreto 2651 también de ese mismo año, por medio del cual se dictaron normas
para descongestionar los despachos judiciales y se modificó de forma transitoria el régimen
arbitral.

Después la promulgación del Decreto 1818 de 1998, el estatuto de los mecanismos


alternativos de solución de conflictos (MASC) en Colombia, se regula todo lo relacionado
con el arbitramento, en su Parte II, con esta norma se cumplió lo ordenado por la ley, pero no
con los resultados que se esperaban, pues pretendiendo abarcarse de forma exhaustiva el tema,
lo que se logró crear fue un conjunto de norma vigentes y derogadas que no aportaban en nada
a la reglamentación de la figura.
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En ese mismo año se expidió la Ley 446, que en sus artículos 111 al 129, reproducía lo
contemplado por el decreto 1818 de 1998, en lo que respecta a definiciones y
características más importantes, en este mismo orden de ideas la Ley 270 de 1996, que fue
modificado por la ley 1285 de 2009, convertida en un pilar importante del arbitraje en
Colombia y en sus artículos 8° inciso 1º y 3º y en su artículo 13 contemplaban al
arbitramento como un mecanismo alternativo al proceso judicial para solucionar los
conflictos y así mismo habilitaba a los particulares para ejercer función jurisdiccional como
árbitros y de estas normas legales, se resalta con mayúscula, la continua importancia, que el
constituyente y legislador colombiano, le ha dado al principio de habilitación de las partes.

1.2. Marco Legal General del Arbitramento en Colombia.

1.2.1. Marco Constitucional del arbitramento

a)- Constitución Política Colombiana, Articulo 116 Inciso 4: “Los particulares


pueden ser investidos transitoriamente de la función de administrar justicia en la
condición de jurados en las causas criminales, conciliadores o en la de árbitros habilitados
por las partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los términos que determine la
ley.”

Del artículo de la constitución anterior, la corte en Sentencia C-186 de 2011, con


ponencia del Magistrado HUMBERTO ANTONIO SIERRA PORTO, establece que el
arbitramento en Colombia tiene las siguientes características:

a) Se trata de un mecanismo alternativo de solución de conflictos autorizado por la


Constitución en su artículo 116, por medio del cual las partes pueden investir a
los particulares de la función de administrar justicia.
b) Se rige por el principio de voluntariedad o libre habilitación, lo cual supone que "tiene
que partir de la base de que es la voluntad de las partes en conflicto, potencial o
actual, la que habilita a los árbitros para actuar". De esta manera, “la
voluntad de las partes activa tanto la jurisdicción arbitral como las
competencias y atribuciones de las personas que obrarán como árbitros”. No
obstante, esta jurisprudencia ha advertido que “si bien el acceso a la justicia arbitral
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es voluntario, la función de administración de justicia por árbitros deberá


desarrollarse ´en los términos que determine la ley´ (C.P. art. 116)”.
c) El Arbitraje es de carácter temporal, porque su conformación y existencia se da
solamente para la resolución del caso específico sometido a consideración de árbitros
por las partes. En palabras de la Corte, “no es concebible que el ejercicio de la
jurisdicción, como función estatal, se desplace de manera permanente y general a los
árbitros y conciliadores”.
d) Tal y como lo establece el artículo 116 de la Carta, este mecanismo es excepcional,
sin embargo, esta característica se explica si se tiene en cuenta que “existen
bienes jurídicos cuya disposición no puede dejarse al arbitrio de un particular, así
haya sido voluntariamente designado por las partes enfrentadas”.
e) Es una institución de orden procesal, lo cual significa que el arbitramento “garantiza
los derechos de las partes enfrentadas disponiendo de una serie de etapas y
oportunidades para la discusión de los argumentos, la valoración de las pruebas
aportadas y, aún, la propia revisión de los pronunciamientos hechos por los
árbitros.”

Con lo anotado en nuestra Carta Magna, se desprende que los árbitros tienen las mismas
facultades, poderes y potestades de los funcionarios judiciales y al mismo tiempo, están
sujetos a las mismas responsabilidades, deberes, obligaciones, inhabilidades,
incompatibilidades y prohibiciones que éstos. Los Árbitros son verdaderos jueces, habilitados
por las partes y facultados por el ordenamiento jurídico para administrar justicia mediante la
expedición de un laudo arbitral que es una verdadera providencia judicial, respecto de la cual,
en todo caso, existe una revisión judicial mediante la interposición, trámite y resolución del
recurso de anulación.

1.2.2. Marco Legal del arbitramento en Colombia.

En el año 2012, finalmente se expidió la Ley 1563, la cual derogó las disposiciones
anteriores sobre el arbitraje, para convertirse en un completo Estatuto sobre Arbitraje
Nacional e Internacional, con la expedición de este decreto, se buscó que el proceso arbitral
no estuviera regulado de manera específica en un código; que tuviese cierta autonomía, sin
que esto significara la creación de la jurisdicción arbitral. (López, 2009).
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La Ley 1563 de 2012, consagra de forma clara y ordenada los principales aspectos del
arbitraje nacional e internacional. En la Sección Primera desarrolla el arbitraje nacional, en la
Sección Segunda la amigable composición, en la Sección Tercera el arbitraje
internacional y en la Sección Cuarta el arbitraje social. Sin embargo, para los efectos de este
trabajo sólo se estudiará el contenido de las secciones uno y dos.

En la Sección Primera, Capítulo Primero la ley 1563 de 2012, establece la


definición del arbitraje, sus modalidades, principios y clases. Además define el pacto arbitral
y aborda el tema de la cláusula compromisoria y la autonomía del mismo. También
establece la forma de designación de los árbitros, el número de árbitros, y desarrolla el tema
de los secretarios de los árbitros, así mismo concluye el Primer Capítulo haciendo referencia
al término de duración del proceso arbitral y a las causales de suspensión de este.

En el Segundo Capítulo, de dicha ley, se desarrolla el trámite del arbitramento,


estableciendo la forma de iniciación del proceso arbitral, la integración del tribunal de
arbitramento, la exigencia de imparcialidad de los árbitros, el amparo de pobreza, y expone
las figuras de impedimentos y recusaciones y de control disciplinario, en este Capítulo y
específicamente del artículo 20 al 35, se describen las etapas procesales del arbitramento,
como por ejemplo, la instalación del tribunal, la admisión, inadmisión o rechazo de la
demanda, el traslado y contestación de la demanda, su reforma, la fijación de
honorarios, las audiencias y la práctica de pruebas, hasta llegar a las causales de cesación de
funciones del tribunal.

En el Capítulo Tercero, se abarcan temas como la integración del contradictorio y la


intervención de otras partes y de terceros en el proceso arbitral, el número de árbitros, a su
nombramiento, a los motivos y procedimiento de la recusación, y a la falta o imposibilidad de
ejercicio de las funciones, y en el Capítulo Cuarto, específicamente de los artículos 38 al 47,
se determina la forma de adopción del laudo arbitral, su aclaración, corrección y
adición, los recursos que caben en contra de este y las causales, forma de interponerlos y su
respectivo trámite, por último los capítulos Séptimo, Octavo y Noveno se ocupa de la
terminación de las actuaciones, el pronunciamiento del laudo, su forma y contenido, su
impugnación y su reconocimiento y ejecución.
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Finalmente la Ley 1563 de 2012, en su texto es muy claro en indicar que un laudo
arbitral se equipará a una sentencia proferida por un juez de cualquier jurisdicción cuando en
su artículo 1º dice lo siguiente: “Artículo 1°. Definición, modalidades y principios. (…) El
laudo arbitral es la sentencia que profiere el tribunal de arbitraje. El laudo puede ser
en derecho, en equidad o técnico…”

2. Requisitos Sustantivos Y Procedimentales, Referentes A La Procedencia De


La Acción De Tutela Contra Laudos Arbitrales En Colombia.

2.1. La Acción De Tutela Contra Sentencias Judiciales


La acción de tutela que se denominó inicialmente por “vía de hecho” surge en Colombia
a partir de la jurisprudencia de la Corte Constitucional, que encontró posibles fallas en el
trámite de los procesos ordinarios, descubriendo que algunos de éstos tenían serios vicios de
procedimiento, de tipo probatorio, y/o de tipo normativo, los cuales quedaban en el limbo
jurídico al no existir un mecanismo de protección judicial que diera cabida al derecho
sustancial sobre el procedimental actual, artículo 228 de la Carta Política.

La Honorable Corte Constitucional ha señalado que la vía de hecho es una desviación en


la decisión, tomada bajo ciertos parámetros por una autoridad judicial, lo cual deviene en una
vía fáctica susceptible de ser accionada vía tutela. La jurisprudencia de la Corte
Constitucional ha señalado los tipos de defecto en la decisión judicial que son objeto de
análisis mediante este mecanismo, en este sentido, y se han señalado los siguientes:EL
DEFECTO SUSTANTIVO, EL DEFECTO FÁCTICO, EL DEFECTO ORGÁNICO y EL
DEFECTO PROCEDIMENTAL:

Por su parte, el profesor Fierro Méndez (2004), establece un juicioso análisis sobre las
situaciones en las cuales procede la acción de tutela por vía de hecho, en las decisiones
judiciales, los cuales afectan los derechos fundamentales de las personas. Al efecto establece:

a) DESVINCULACIÓN DEL IMPERIO DE LA LEY. “La que se produce cuando un


funcionario en la decisión se aparta del imperio de la ley”.
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b) DESCONOCIMIENTO DE LOS PRESUPUESTOS OBJETIVOS. “El cual se produce


cuando en la actuación judicial, existe algún tipo de defecto, bien sea sustantivo, orgánico,
fáctico o procedimental”.

c) “Cuando un órgano del Estado pretende y se sitúa por encima del ordenamiento jurídico
establecido”.

d) ACTUACIÓN ARBITRARIA POR FUERA DE LA COMPETENCIA: “Ocurre


cuando el funcionario decide, o actúa con falta de competencia, o de forma totalmente
arbitraria e irregular”.

e) “Se produce cuando en las actuaciones de los jueces, se abandonan totalmente los
fundamentos del derecho, y ante lo cual interviene ante todo la voluntad arbitraria del
juzgador, es decir, se produce cuando el Juez no falla en derecho, sino que el Juez en su
decisión judicial asume una acción u omisión manifiestamente arbitraria, que vulnera la ley y
la Constitución Política”.

f) IRRAZONABLE VALORACIÓN PROBATORIA: “Se produce cuando aparece una


irrazonable valoración probatoria, hecha por el Juzgado en la respectiva providencia judicial”.

Desde el surgimiento de la Constitución Política de Colombia de 1991, una de las


discusiones se ha centrado en el hecho de si el listado de los derechos fundamentales sólo se
circunscribe al capítulo 1 del título II de la Constitución; o si, el número de estos se puede
ampliar con los tratados internacionales y por vía de la jurisprudencia constitucional.

La jurisprudencia constitucional colombiana sobre derechos fundamentales, según


Quinche Ramírez (2004), desde el año 1992, ha considerado que el número de tales derechos
no se restringe al capítulo 1 del título II, sino que ingresan por diversas vías. En tal sentido, la
Corte Constitucional ha señalado el libre acceso a la administración de justicia como un
derecho fundamental exigible por la vía de la tutela, bastando para el efecto examinar
simplemente las sentencias T-006 de 1992, T-231 de 1994, T-597 de 1992, T-348 de 1993, T-
236 de 1993, T-275 de 1993 o T-004 de 1995, entre las iniciales, así como muchos fallos
posteriores que recogen la misma regla jurisprudencial.
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2.2. La Acción de Tutela Contra Laudos Arbitrales.

2.2.1. Casos en los que procede la acción de tutela contra laudos arbitrales

Desde el surgimiento de la Constitución de 1991, se han interpuesto una serie de acciones


de tutela que, aunque han intentado dejar sin piso lo establecido en laudos arbitrales
argumentando vías de hecho en la violación de derechos fundamentales, no han conseguido su
cometido, y ante ellos puede decirse que, más que ser una garantía a los principios
constitucionales, pueden verse como una forma de salvaguardar los intereses económicos de
quien se vio perjudicado por la decisión tomada en el laudo arbitral. Es lamentable ver como
la acción de tutela, así como el recurso de anulación en el arbitraje, se ha visto deformada en
cuanto a su aplicación, debido a que poco a poco ha sido usada con una serie de argumentos y
diversos pretextos que lo único que han logrado es desvirtuar su ánimo de protección de
derechos fundamentales y lo han llevado a ser considerado como la mejor manera de
arremeter contra sentencias y laudos arbitrales, considerándose como una tercera instancia en
la jurisdicción ordinaria y una segunda instancia en el proceso arbitral cuando con el recurso
de anulación no se obtienen los resultados esperados.

En reiterados pronunciamientos de la Corte, se ha señalado que la acción de tutela no


procede contra decisiones judiciales a no ser que se configuren en ellas vía de hecho, es decir
que se haya dado una actuación por fuera del derecho que vulnere de forma directa derechos
fundamentales.

De la cantidad de pronunciamientos de tutela que se han dado alrededor de los fallos


emitidos por diferentes Tribunales de Arbitramento, se destaca como sentencia HITO, la
sentencia de unificación SU-174 proferida por la Corte en el año de 2007, con ponencia del
Magistrado ponente el Dr. MANUEL JOSE CEPEDA ESPINOSA, en el cual se señaló la
improcedencia de la acción de tutela contra los laudos arbitrales, los procedimientos
adelantados ante tribunales de arbitramento y las decisiones judiciales que resuelven el
recurso de anulación, así como también sobre las reglas para la procedencia de la acción de
tutela en los casos de vías de hecho que impliquen vulneración directa de un derecho
fundamental.
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Lo anterior en marcado de la siguiente manera: “… la jurisprudencia constitucional ha


señalado reiteradamente que por regla general, la acción de tutela no procede ni contra los
laudos arbitrales, ni contra el procedimiento que se adelanta ante los tribunales de
arbitramento, ni contra las decisiones judiciales que resuelven los recursos de anulación, salvo
que se incurra en dichas actuaciones en una vía de hecho que implique una vulneración
directa de un derecho fundamental. En tal medida, las hipótesis de procedencia de la acción de
amparo constitucional contra estas actuaciones son excepcionales y exigen la configuración
de vías de hecho, o sea, de una actuación por fuera del derecho que vulnera en forma directa
derechos fundamentales.

Esta postura jurisprudencial se deriva de la estabilidad jurídica de la que gozan los laudos
arbitrales, (b) la naturaleza excepcional de la resolución de conflictos mediante el arbitraje, (c)
el respeto por la voluntad de las partes de someter la resolución de sus controversias a un
particular específicamente habilitado para ello y no a los jueces estatales, y (d) la procedencia
restrictiva de las vías judiciales para controlar las decisiones proferidas por los árbitros. Por la
naturaleza especial del arbitramento, la acción de tutela solo es procedente contra laudos
arbitrales en circunstancias realmente excepcionales, dada la existencia de mecanismos
específicos provistos por el ordenamiento jurídico para controlar tales decisiones judiciales.
Las vías de hecho que se pueden predicar de un laudo arbitral para hacer procedente la acción
de tutela en su contra deben implicar la vulneración directa de un derecho fundamental.

Las sentencias en las cuales la Corte ha resuelto tutelas interpuestas contra laudos
arbitrales, comparten los siguientes cuatro elementos característicos que resaltan el carácter
excepcional de la acción de tutela en este ámbito: (1) Un respeto por el margen de decisión
autónoma de los árbitros, que no ha de ser invadido por el juez de tutela e impide a éste
pronunciarse directamente sobre el fondo del asunto sometido a arbitramento; (2) La
procedencia excepcional de la acción de tutela exige que se haya configurado una vía de
hecho por el laudo arbitral que vulnere de manera directa los derechos fundamentales,
condición que no se verificó en ninguna de las sentencias examinadas – es decir, la Corte
Constitucional nunca ha concedido una tutela contra un laudo arbitral, porque en ninguno de
los casos decididos por esta Corporación se han dado los requisitos para que proceda la acción
de amparo constitucional; (resaltado fuera de texto). (3) La doctrina de las vías de hecho es
aplicable a los laudos arbitrales, en las hipótesis en que éstos implican una vulneración directa
de derechos fundamentales; y (4) La acción de tutela tiene un carácter subsidiario en estos
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casos, ya que sólo procede cuando se ha hecho uso de los recursos provistos por el
ordenamiento jurídico para controlar los laudos, y a pesar de ello persiste una vía de hecho
por la vulneración directa de un derecho fundamental.

La Corte Constitucional igualmente a través de las sentencias T- 608 de 1998,


SU-058 de 2003, T-1228 de 2003, T-920 de 2004 y T-244 de 2007, ha indicado que
el arbitraje como mecanismo alterno a la administración de justicia, emite
pronunciamientos denominados laudos, lo cual, no por ser diferente a la justicia común deja
de constituir una decisión jurisdiccional que sin lugar a dudas se equipara a las sentencias
judiciales, por lo que al igual que estas la Corte ha destacado como sub-reglas
específicas frente a la procedencia de la Acción de Tutela, lo siguiente: “(...) la Corte
ha indicado que hay lugar a la interposición de la acción de tutela contra una decisión
judicial cuando (1) la decisión impugnada se funda en una norma evidentemente
inaplicable (defecto sustantivo); (2) resulta incuestionable que el juez carece del apoyo
probatorio que permita la aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la
decisión (defecto fáctico); (3) el funcionario judicial que profirió la decisión carece, en
forma absoluta, de competencia para hacerlo (defecto orgánico); y , (4) el juez actuó
completamente por fuera del procedimiento establecido (defecto procedimental).

La vía de hecho por defecto fáctico se configura mediante “la aplicación del derecho sin
contar con el apoyo de los hechos determinantes del supuesto legal”, o en otras palabras,
cuando “resulte incuestionable que el juez no tiene el apoyo probatorio que permita la
aplicación del supuesto legal en el que se sustenta la decisión”. Ha explicado la Corte (SU-
174/2007) que “los defectos fácticos pueden agruparse en dos clases. La primera, la
dimensión omisiva, comprende las omisiones en la valoración de pruebas determinantes para
identificar la veracidad de los hechos analizados por el juez. La segunda, la dimensión
positiva, abarca la valoración de pruebas igualmente esenciales que el juzgador no puede
apreciar sin desconocer la Constitución.

En materia arbitral la vía de hecho por defecto fáctico se configura en eventos en los
cuales los árbitros han dejado de valorar una prueba determinante para la resolución del caso,
han efectuado su apreciación probatoria vulnerando de manera directa derechos
fundamentales, o han fundamentado su valoración de las pruebas con base en una
16

interpretación jurídica manifiestamente irrazonable eventos que conllevan una vulneración


directa de derechos fundamentales. Es necesario que en estos casos, el defecto haya sido
determinante del sentido de la decisión finalmente plasmada en el laudo. Al igual que con los
otros tipos de vía de hecho, es indispensable que las partes interesadas hayan hecho uso de los
recursos que consagra el ordenamiento jurídico para controlar el laudo que les afecta, y que
con posterioridad a la resolución de dichos recursos, persista el defecto fáctico con clara
violación de un derecho fundamental”.

No obstante lo ya anotado, en el año de 2009 se profirió el fallo de tutela T-058 de 2009,


M.P: Jaime Araujo Rentería,en el cual la Corte Constitucional declaraba la anulación del
laudo arbitral proferido el 7 de noviembre de 2007 por el Tribunal de Arbitramento
Telefónica Móviles Colombia S.A. Vs.Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá S.A.
E.S.P., de acuerdo a lo señalado en la parte motiva de la providencia, la cual podría resumirse
de la siguiente manera: Algunos de los argumentos esgrimidos por la accionante fueron: “En
sentir de la E.T.B., los actos administrativos de la Comisión de Regulación de
Telecomunicaciones quedaron sin efectos mediante el laudo arbitral atacado, situación que a
su juicio, deriva en la configuración de una vía de hecho por defecto orgánico y
procedimental, debido a que de conformidad con la jurisprudencia, los tribunales de
arbitramento no pueden decidir la legalidad de los actos administrativos, por ser contrario al
debido proceso y menoscabar la competencia exclusiva de la jurisdicción contenciosa
administrativa en este sentido”.

En este orden de ideas, la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá sostuvo que el


Tribunal de Arbitramento referido incurrió en una vía de hecho por defecto fáctico, toda vez
que “dejó de practicar pruebas que pudieran resultar determinantes para dilucidar un punto
controversial del proceso y en últimas no tomó todas las medidas que estaban a su alcance
para llegar a la verdad de los hechos. Por su parte, los árbitros del Tribunal de Arbitramento
en mención, solicitaron ante el juez de instancia que declarara la improcedencia de la acción
interpuesta, o que en su defecto, denegara la tutela estudiada. Para sustentar su petición, estos
señalaron que la acción de tutela interpuesta resultaba improcedente toda vez que incumplía el
requisito de subsidiariedad, puesto que existe otro medio de defensa judicial para obtener la
protección de los derechos invocados. Resaltando el principio de voluntad que impera en la
puesta en marcha del arbitraje como medio de solucionar las controversias surgidas entre las
17

partes, y el peso legal que tiene el laudo que a bien tenga en proferir el tribunal, la Corte
señala el pronunciamiento realizado en la sentencia T-443 de 2008, en la cual se afirma:

“Teniendo en cuenta el respeto que merece la voluntad de las partes de someter sus
controversias a la justicia arbitral y la procedencia restrictiva de las vías judiciales para
controlar las decisiones proferidas por los árbitros, es claro que por regla general, la acción
de tutela no procede ni contra los laudos arbitrales ni contra el procedimiento que se
adelanta ante los tribunales de arbitramento, ni contra las decisiones judiciales que
resuelven los recursos de anulación, salvo que se incurra claramente en una vía de hecho en
dichas actuaciones, que implique una vulneración de derechos fundamentales”.

En la sentencia T-466-2011, M.P Jorge Iván Palacio Palacio, la Corte


Constitucional, reitera que “El arbitramento es un mecanismo heterocompositivo de
resolución de diferencias de carácter privado originado a través de un acuerdo entre dos o
más personas, bajo el cual se comprometen a someter a la decisión de particulares una
determinada disputa de naturaleza transigible que debe dictarse con respeto al debido
proceso.”

De lo mencionado anteriormente , se debe destacar que la Corte reconoce que la fuente


de las funciones jurisdiccionales de los árbitros no es un acto del Estado, sino un
contrato o acuerdo de voluntades entre las partes en disputa, y que es el acuerdo de las
partes el que origina o habilita la jurisdicción arbitral, pero también manifiesta que esa
resolución del conflicto a través del laudo arbitral debe ser proferido respetando en todo caso
el DEBIDO PROCESO.

Con el anterior argumento, se muestra claramente la posición de la Corte en la cual ha


establecido que, si es la voluntad de las partes someterse a la jurisdicción arbitral, es un
deber de las mismas someterse a lo decidido por ella, pero debe de entenderse que esta
decisión no es, ni puede ser arbitraria, en la medida en que se debe de recordar que la Corte
menciona que estos fallos deben de ser respetando el debido proceso.

Las anteriores características de la justicia arbitral, conlleva a que los medios judiciales de
control de las decisiones arbitrales sean restringidos, limitándose a conjurar, por regla
18

general, violaciones al derecho fundamental al debido proceso, manifestadas a través de


errores in procedendo.

De este recorrido jurisprudencial encontramos la sentencia arquimédica, la SU- 500 de


fecha 6 de agosto de 2015, mediante ponencia del Dr. Luis Guillermo Guerrero Pérez, en
dicha sentencia, la Sala Plena de la Corte Constitucional confirmó la decisión de la Sección
Cuarta de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Consejo de Estado, del 17 de octubre
de 2013, mediante la cual se resolvió negar la acción de tutela iniciada por Isagen S.A. E.S.P.,
en contra de la Sección Tercera del Consejo de Estado y del Tribunal de Arbitramiento de la
Cámara de Comercio Internacional, quienes habían resuelto las controversias contractuales
entre la empresa accionante y el Consorcio Miel, en esta sentencia a groso modo, la corte
considera que el carácter excepcional de la acción de tutela contra providencias judiciales es
aún más restrictivo tratándose de procesos arbitrales, y así mismo, manifiestan que en dichos
procesos, las partes involucradas deben tener en cuenta el principio de voluntariedad, es
decir, deciden apartarse de la justicia ordinaria para llevar la controversia a la decisión de un
tribunal de arbitramento, cuyas decisiones, están dotadas de autonomía y firmeza que escapa a
la actuación de los mecanismos de controversia comunes.

Teniendo como base lo anterior, la Corte no encontró configurados los defectos del laudo
arbitral alegados por Isagen, ya que, tanto el Tribunal de Arbitramento en su decisión, como
el Consejo de Estado al resolver el recurso de anulación, habían abordado adecuadamente los
aspectos invocados en sede de tutela.

Teniendo en cuenta lo anotado en este capítulo, la Corte Constitucional, ha


establecido que por regla general, la acción de tutela no procede contra laudos arbitrales Tal
y como se ha mencionado en las Sentencias SU-500 de 2015, SU-949 de 2014, T-466 de
2011, T-790 de 2010, T-311 de 2009, T-443 de 2008, SU-174 de 2007, T-244 de 2007, T-
1017 de 2006, T-839 de 2005, SU-058 de 2003, T-1228 de 2003, T-192 de 2004, T-1228
de 2003, T-294 de 1999, T-570 de 1994, entre otras.

De esta regla para tutelas en contra de laudos arbitrales, se desprende del respeto que se
debe de tener por la voluntad de las partes de poner fin a una determinada
controversia de naturaleza transigible a instancias de árbitros, y advirtiendo la naturaleza
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restrictiva de las vías judiciales diseñadas por el legislador para controlar este tipo de
decisiones.

Para la Corte, la anterior regla se deriva de: “(1) la estabilidad jurídica de los
laudos arbitrales; (2) el carácter excepcional y transitorio de la resolución de conflictos
mediante el arbitraje; (3) el respeto por la voluntad de las partes de someter la resolución de
sus controversias a un particular específicamente habilitado para ello y no a los jueces
estatales y (4) el respeto por el margen de decisión autónoma de los árbitros, que no ha de ser
invadido por el juez de tutela y le impide a éste, pronunciarse directamente sobre el fondo del
asunto sometido a arbitramento”.

De lo anterior, salta a la vista que la Corte Constitucional, no niega la posibilidad de que


la acción de tutela sea improcedente ante los laudos arbitrales, es aquí el punto donde la Corte
establece la excepción a la regla general, la Corte ha señalado que la acción de tutela,
procede exclusivamente cuando se verifique la existencia de una clara vía de hecho,
que implique la vulneración de derechos fundamentales, en este caso el más importante a
nuestro juicio el DEBIDO PROCESO.

2.2.2. Doctrina constitucional de la vía de hecho a los laudos arbitrales

De otra parte, la Corte Constitucional Colombiana, ha establecido la doctrina


constitucional de la vía de hecho a los laudos arbitrales, y por lo tanto ha caracterizado los
defectos constitutivos de una vía de hecho en materia arbitral, de la siguiente manera:

Defecto Sustantivo: Se presenta cuando (i) los árbitros fundamentan su decisión en una
norma evidentemente inaplicable al caso concreto, y en razón de ello desconocen de
manera directa un derecho fundamental; (ii) el laudo carece de motivación material o su
motivación es manifiestamente irrazonable; (iii) la interpretación o aplicación que se ha ce
de la norma en el caso concreto, desconoce sentencias con efectos erga omnes que han
definido su alcance; (iv) la interpretación de la norma se hace sin tener en cuenta otras
disposiciones aplicables al caso y que son necesarias para efectuar una interpretación
sistemática y (v) la norma aplicable al caso concreto es desatendida y por ende
inaplicada.
20

Defecto Orgánico: Ocurre cuando los árbitros carecen absolutamente de competencia


para resolver el asunto puesto a su consideración, ya sea porque han obrado
manifiestamente por fuera del ámbito definido por las partes o en razón a que se han
pronunciado sobre materias no arbitrables.

Defecto Procedimental: Se configura cuando los árbitros han dictado el laudo de


manera completamente contraria al procedimiento establecido contractualmente o en la
ley, y con ello se ha incurrido en una vulneración directa del derecho de defensa y de
contradicción. Para que la mencionada irregularidad tenga la magnitud suficiente para
constituir una vía de hecho, es necesario que aquella tenga una incidencia directa en el sentido
de la decisión adoptada, de tal forma que si no se hubiera incurrido en ella se habría llegado a
una determinación diametralmente opuesta

Defecto Fáctico: Se presenta en aquellas hipótesis en las cuales los árbitros (i) han dejado
de valorar una prueba determinante para la resolución del caso; (ii) han efectuado su
apreciación probatoria vulnerando de manera directa derechos fundamentales, o (iii) han
fundamentado su valoración de las pruebas con base en una interpretación jurídica
manifiestamente irrazonable.

Metodología

Enfoque Epistemológico: Siguiendo los lineamientos de la pregunta de investigación


planteada, el enfoque epistemológico de la presente investigaciónestá dado por el estudio de
datos descriptivos y de carácter jurídico de la positivización de la norma, frente a la
vulneración al Derecho fundamental del Debido Proceso, buscando el “deber ser” en lo
concerniente a la validez jurídica de las sentencias en nuestro caso “LAUDOS
ARBITRALES”, y así mismo de la acción de amparo, denominado en nuestro país
“TUTELA” como mecanismo de protección del mencionado derecho.

El objeto de estudio abordado en esta investigación es de corte cualitativo descriptivo,al


momento de desarrollar la investigación sobre las normas nacionales en materia de acción de
21

tutela y su incidencia en la fundamentación jurídica al problema planteado que es la ACCION


DE TUTELA EN CONTRA DE LOS LAUDOS ARBITRALES.

Alcance: El alcance utilizado en la presente investigación fue descriptivo-analítico, puesto


que busca interpretar por medio de datos históricos, sociales y normativos el fundamento
jurídico y el alcance del mismo para crear un documento en razón al derecho al debido
proceso cuando es vulnerado al proferirse un LAUDO ARBITRAL.

El diseño de la presente investigación fue documental, realizado mediante la técnica de


análisis del discurso, tomados de las diferentes posiciones tomados por la Corte
Constitucional, siendo confrontados con la normatividad vigente.

Instrumentos de Recolección de la Información: La información fue recolectada por


medio de fichas bibliográficas, logrando la identificación de normas nacionales,
jurisprudencia y doctrina, las cuales son la base para la elaboración del presente trabajo
investigativo.

Unidad De Análisis: Marco normativo relacionado a la Acción de Tutela en Contra de los


Laudos Arbitrales.

Unidad De Trabajo:

Normas: Constitución Política de 1991: Preámbulo, artículos 1, 4, 29 y 116.


Leyes y Decretos Legislativos: Decreto1400 de 1970, Decreto 410 de 1971, Decreto
2279 de 1989,Ley 23 de 1991, Decreto 2651 de 1991, Ley 270 de 1996 modificado por la ley
1285 de 2009, Decreto 1818 de 1998, Ley 446 de 1998, Ley 1563 de 2012.

Jurisprudencia: Sentencias de la Corte Constitucional:SU-500 de 2015, SU-949 de


2014, T-466 de 2011, T-790 de 2010, T-311 de 2009, T-443 de 2008, SU-174 de 2007, T-
244 de 2007, T-1017 de 2006, T-839 de 2005, SU-058 de 2003, T-1228 de 2003, T-192
de 2004, T-1228 de 2003, T-294 de 1999, T-570 de 1994.
22

Unidades de análisis
Fuentes normativas y jursiprudenciales, Procedencia de la acción de tutela, Laudos
arbitrales.

Resultados
Hallazgos.

1. La Corte ha establecido que las partes al decidir someterse a la jurisdicción arbitral,


supone también la renuncia a la prerrogativa de la doble instancia, toda vez que por
expreso mandato legal los laudos arbitrales no son susceptibles del recurso ordinario
de apelación.
2. El recurso extraordinario de Anulación (Homologación), no tiene como objeto
revisar en su integridad la determinación definitiva adoptada por los árbitros, el
recurso no pretende otra cosa que servir de instrumento de control del procedimiento
arbitral, ya que se refiere normalmente a errores in procedendo y a algunos errores
in judicando específicamente definidos en la ley.

Conclusiones

1. Para la Corte Constitucional, la acción de tutela contra los laudos arbitrales, solo es
procedentecuando exista una flagrante violación de un derecho fundamental y el
afectado no pueda acudir a la justicia del Estado para poner fin a la afectación de un
derecho fundamental, en este caso, el derecho fundamental que debe ser protegido es
el debido proceso.
2. La Corte ha establecido enfáticamente que la acción de tutela no procede contra
laudos arbitrales “ (i) cuando las partes no hayan hecho uso de los medios de
defensa previstos durante el trámite arbitral y (ii) si no se han agotado previamente los
recursos que contempla la ley, a menos que se use como mecanismo transitorio a fin
de evitar un perjuicio irremediable”
3. La acción de tutela procede excepcionalmente contra laudos arbitrales cuando aquellos
desconocen los derechos fundamentales de las partes. Sin embargo, la procedencia de
la Tutela en estos casos está subordinada al cumplimiento de los siguientes dos
requisitos: (i) el agotamiento de los recursos previstos en la ley para atacar la
decisión arbitral y (ii) la configuración de una vía de hecho, al verificarse la
23

existencia de un actuar manifiestamente caprichoso e irrazonable por parte de


los árbitros, encausado en cualquiera de los defectos desarrollados por la
jurisprudencia constitucional anteriormente reseñados.

Discusiones:

Es importante que la Corte Constitucional admita la acción de tutela contra los laudos
arbitrales, en la medida en que consideramos injusto que existiendo una flagrante violación
de un derecho fundamental, el afectado no pueda acudir a la justicia del Estado, lo
anterior, para lograr poner fin a la afectación de un derecho fundamental, en este caso, el
derecho fundamental que consideramos que se protege en mayor medida, es el derecho al
debido proceso.

En nuestro criterio la posición de la Corte, de flexibilizar las reglas de procedibilidad


establecidas, puede perjudicar un poco la celeridad que se predica del arbitramento y que
hasta el momento la hacen tan atractiva para ciertas personas, teniendo en cuenta que
relativiza la procedencia de un recurso que en principio no procede contra las decisiones de
este tipo de jurisdicción.

Es importante tener en cuenta que considerar como parte accionada a quienes actuaron
como árbitros y en tal condición son citados a dar respuesta a la acción de tutela, representa
un desafío procesal, pues las personas que estuvieron investidas de la calidad de árbitro, lo
estuvieron por un tiempo determinado y sus facultades se agotaron una emitido su fallo y se
haya decidido el recurso de Anulación si este se interpuso, por tanto al intervenir como
accionados nada pueden ya disponer sobre la violación del derecho fundamental alegado. El
Juez de Tutela no puede revivir el tribunal de arbitraje que conoció del asunto, no puede
ordenarle que cumpla con lo dispuesto en su fallo, como tampoco puede imponerlo a quienes
fueron parte integrante de dicho tribunal.

Por otro lado también consideramos que la acción de tutela contra laudos arbitrales podría
primero ir en contravía de los intereses económicos de las partes, lo anterior en cuanto a
competitividad del sistema judicial y por esta vía en contra de principios también
fundamentales del Estado Social de Derecho, que entre ellos destaca el derecho a una
24

resolución pronta y eficaz de conflictos jurídicos con una garantía mínima de claridad en las
reglas de juego jurídico procesales, todo ello como expresión básica del principio de
seguridad jurídica que debe imperar en todo estado de derecho.

Referencias Bibliográficas

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Bogotá, Colombia. Universidad del Rosario, Facultad de Jurisprudencia. 2007

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Corte Constitucional, Sentencia, T - 1228/2003, A. Tafur.
Corte Constitucional, Sentencia, SU - 058/2003, E. Montealegre.
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edición). Bogotá, Colombia: Legis. 1998
25

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