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- La diferencia fundamental entre las actitudes del hombre moderno y las del antiguo, con
respecto al medio que lo rodea, es que para el contemporáneo que se apoya en la
ciencia, el mundo de los fenómenos es, ante todo, un “ello”, algo impersonal; en tanto
que para el hombre primitivo, es enteramente personal y se le trata de “tú”. Para ellos
no hay distinción sujeto- objeto (distinción que constituye la base del conocimiento
científico), todo es sujeto.
- Para el hombre primitivo, el mundo no es inanimado ni vacío, sino pleno de vida; y esta
vida posee individualidad en el hombre, la bestia, en la planta y en todo fenómeno que
se presenta- el trueno, el oscurecimiento repentino, una imponente y desconocida
claridad en el bosque, la piedra que de repente le hace daño cuando tropieza en una
cacería.- Cualquier fenómeno puede surgir ante él, en todo tiempo, no como un “ello”,
sino como un “tú”. Al enfrentarse a él, el “tú” revela su individualidad, sus cualidades,
su voluntad…A esta experiencia se encuentran subordinados los pensamientos, lo
mismo que las acciones y los sentimientos.
- En el mito hay una lógica, hay una explicación, pero ésta es fundamentalmente a través
de la analogía con las condiciones humanas.
- Pero una ley general no puede hacer justicia al carácter individual del acontecimiento.
El primitivo necesita encontrar una causa tan específica e individual como el
acontecimiento que debe explicar. No se analiza intelectualmente el suceso; se el
experimenta en su complejidad e individualidad, que van acompañadas por causas
igualmente individuales. La muerte es la manifestación de una voluntad. Por lo tanto, el
problema va otra vez del ¿por qué? , al ¿quién?, no al ¿cómo?.
- Los dioses como personificación de las fuerzas naturales satisfacen la necesidad del
hombre primitivo de encontrar causas que le expliquen el mundo de los fenómenos.