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Capítulo I

ELEMENTOS CONCEPTUALES PARA EL ESTUDIO


INTEGRADO DE SISTEMAS DE PRODUCCIÓN
FAMILIARES RURALES

EL ANÁLISIS CULTURAL

Nuestro análisis de los sistemas de producción integra las dimensiones cultural


económica y ambiental. Para el estudio de los aspectos culturales hemos privi-
legiado, hasta cierto punto elementos conceptuales, las herramientas y los mé-
todos aportados por la antropología económica que constituyen desarrollos ín-
timamente ligados, e imbricados, con los de la economía, sociología rural y
otras ciencias sociales.

EL ENFOQUE ANTROPOLÓGICO

La antropología económica, como campo de investigación, se ha ganado un


espacio definido e independiente dentro de la disciplina antropológica1. La re-

1. Según FIRTH (1974:10) la adopción del término «antropología económica» es relativamente


reciente, “y su tardía aparición es sintomática del retraso y de la lentitud del reconocimien-
to, dentro de los estudios antropológicos, de una esfera analítica que pudiera llamarse «eco-
nómica»”. A medida que va generándose este reconocimiento se evidencian varios proble-
mas: no se cuenta con material suficiente; los pocos datos dispersos requieren una clasifica-
ción adecuada en marcos como «tecnología», «ecología» y «economía» y, sobre todo, no se
cuenta con una teoría que permita una interpretación coherente. La construcción de esta
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levancia e importancia que tiene hoy en día, contrasta con el completo desinte-
rés que evidenciaban los primeros antropólogos por los “aspectos económicos”
de las distintas sociedades que estudiaban. Esta modificación de perspectiva,
se relaciona directamente con cambios en los contextos y circunstancias tanto
teórico-epistemológicas, como políticas y sociales que, a través de su historia,
han ido moldeando esta área de estudios.

La polémica entre formalistas y sustantivistas absorbió la discusión teórica


en antropología económica durante mucho tiempo2. Sin embargo, ésta última
toma nuevos derroteros al enfatizar sobre dos aspectos: la importancia que
adquiere la ecología como parámetro explicativo de los fenómenos culturales y
su peso específico en la determinación de los mismos y el impacto de la relación
entre antropología y marxismo.

Las discusiones y confrontaciones que han tenido lugar hasta el momento


tienen en general como referente juegos de oposiciones que pueden conside-
rarse clásicos: holismo/atomismo; individualismo/institucionalismo; universa-
lismo/particularismo; materialismo/idealismo; sincronismo/diacronismo;
determinismo/interdependencia y aleatoriedad. A ellas se han sumado oposi-
ciones nuevas tales como: utilitarismo/culturalismo; ecología/cultura, mate-
rialismo/simbolismo, entre otras, que con un gran nivel de proximidad entre sí,
pueden considerarse como reformulaciones de la oposición materialismo/idea-

teoría se plantea “en torno a la especificidad de la economía primitiva y en torno a las


consecuencias teóricas derivadas de esa posible especificidad” así como “en torno a la
aplicabilidad de la teoría económica neoclásica” (ibídem). Este proceso enfrenta dos proble-
máticas: la naturaleza de lo económico así como la naturaleza de la antropología, sus preten-
siones en tanto que ciencia y las condiciones epistemológicas de un ejercicio científico rigu-
roso de la misma.

2. La tesis «formalista», respaldada por HERSKOVITS, LECLAIR, BURLING, SALISBURY y SCHNEIDER, entre otros,
plantea que “la ciencia económica tiene por objeto el estudio del «comportamiento humano
en tanto que relación entre unos fines y unos medios escasos que tienen usos alternativos»
(...)” (CONTRERAS, 1981: 13). Éstos se “basan en el hecho de que, en toda sociedad, hay formas
de rareza y, competición, para afirmar que las categorías de la economía política marginalista
se aplican en todas partes en donde los hombres están ocupados en «maximizar» algo” (G ODELIER,
1974: 16). La tesis «sustantivista», entre cuyos adherentes destacan KARL POLANYI y GEORGES
DALTON, define como “economía de una sociedad las formas y las estructuras sociales de la
producción, de la distribución y de la circulación de bienes materiales que caracterizan a esta
sociedad en un momento dado de su existencia (CONTRERAS, 1981: 13). Los sustantivistas, “su-
brayan la diversidad de los sistemas económicos y pretenden que es imposible utilizar univer-
salmente las categorías de la economía política porque dichas categorías han sido elaboradas
para analizar unas economías organizadas para la producción y el intercambio de mercancías
dominadas por el mercado. En otras sociedades, por el contrario, la economía no está regula-
da por el juego de un mercado, sino que se encuentra «empotrada» en el funcionamiento de
«instituciones generales» (EVANS-PRITCHARD), de instituciones plurifuncionales que pueden ser
tanto el parentesco, como la religión o las relaciones políticas” (GODELIER, 1974: 16).
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lismo, la cual continua manteniendo una vigencia en la confrontación teórica


actual de la antropología3.

Esta investigación define al sistema de producción rural como una unidad


espacial en la que se adelanta una actividad productiva agropecuaria, forestal
y/o agroindustrial, regulada por un agente económico quien toma las decisio-
nes con un cierto grado de autonomía, aunque obviamente condicionado por el
entorno socioeconómico, político y cultural.

Tomando como eje de referencia la unidad de producción familiar, el análisis


antropológico parte de la identificación de las relaciones que tienen lugar entre
sus diferentes componentes, así como de las relaciones que ésta, como un todo
o a través de sus miembros, establece con su entorno social y/o ambiental. Esta
combinatoria de relaciones tiene un alto contenido simbólico cuyo significado y
valoración, regulados por la cultura, son compartidos por la comunidad en ge-
neral. En consecuencia su análisis debe permitirnos, entre otros, establecer los
mecanismos que favorecen la cohesión interna del grupo doméstico y la efica-
cia de sus estrategias de reproducción; identificar los valores, aspiraciones e
intereses que motivan sus acciones; definir los procesos de regulación social
que se establecen en torno a las actividades económicas y no económicas y la
forma como éstos impactan a la producción.

En síntesis, se pretende identificar la “organización” del sistema, es decir,


la configuración que rige su funcionamiento y que se establece como una enti-
dad superior a sus elementos constitutivos y no como la suma de sus partes. Sin
embargo, no se pretende abarcar la totalidad de la cultura, no es el propósito
de esta investigación, sino básicamente apoyar y complementar los datos apor-
tados por el análisis económico que, en este sentido se establece como marco
restrictivo. En consecuencia, nos interesa fundamentalmente la estructura
sociocultural y simbólica de las relaciones involucradas directamente en la di-
námica económica y ambiental del sistema productivo, lo cual no significa que

3. La oposición materialismo/simbolismo se encuentra en la base de la crítica de B AUDRILLARD a la


escuela marxista francesa y en sus planteamientos sobre la antropología económica, particu-
larmente en referencia al análisis de las «sociedades primitivas». Para este autor la explica-
ción materialista de la historia y del modo de producción se reproduce a sí misma y se impone
sobre la realidad «moldeándola» para que se acomode a su explicación a través de un ejerci-
cio epistemológico plagado de incoherencias y orientado en función de defender y validar los
conceptos marxistas de infraestructura, superestructura, dialéctica y del papel determinante
de la economía. Fundada sobre la compartimentación y separación de la realidad y la defini-
ción de una instancia determinante (la economía) en detrimento de otras, la antropología
marxista está, según BAUDRILLARD, ligada a las categorías de la economía política clásica y por
ello reduce el mundo simbólico a una categoría de la superestructura, dependiente de la
economía, y en consecuencia vaciado de todo su contenido.
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el análisis antropológico busque exclusivamente establecer explicaciones fun-


dadas en lo económico; por el contrario, se pretende complementar estas inter-
pretaciones identificando otros elementos que afectan las decisiones de los
productores y la dinámica y orientación del sistema en general.

Para abordar el análisis de los sistemas de producción campesinos y de su


viabilidad, este estudio integra la dimensión cultural a la económica y ambien-
tal mediante una perspectiva sistémica, es decir, analiza las relaciones, flujos y
fuerzas entre los diversos elementos en juego tomando como eje de referencia
a la unidad de producción campesina constituida por los miembros del hogar4
(RIVERA, 1989, WOLF, 1966, LAMARCHE, 1994).

El enfoque sistémico

La perspectiva sistémica se adopta fundamentalmente porque nos permite es-


tablecer, analizar y priorizar las relaciones en juego y evaluar su peso en el
funcionamiento del sistema (BERTANLANFFY, 1991, DURAND, 1992). Como ventaja adi-
cional, esta estrategia nos permite captar la complejidad del sistema sin esta-
blecer de antemano relaciones de causalidad o presuponer explicaciones teóri-
cas de los fenómenos a observar; excluyendo de paso la necesidad de inscribirnos
o tomar partido en el gran debate que ha tenido lugar en las ciencias sociales en
torno a oposiciones de categorías tales como idealismo/materialismo y/o
determinismo/antideterminismo (CONTRERAS, 1991).

Este interés en captar la complejidad del sistema, es precisamente el que nos


conduce a adoptar como eje de referencia del análisis de relaciones, a la unidad
familiar de producción compuesta por los miembros del hogar. Esta escogencia,
que tiene implicaciones tanto teóricas como metodológicas, se apoya tanto en la
experiencia de trabajos anteriores del equipo de investigación, como en los apor-
tes y desarrollos de la antropología económica y otras ciencias sociales.

Se reconoce asimismo, que en el hogar campesino se manifiesta una identi-


dad entre unidad de producción y unidad de consumo, donde las características
socioculturales juegan un papel determinante en la definición de las acciones

4. Se opta aquí por el término hogar porque define, con mayor precisión que el de familia, que se
está haciendo referencia a los miembros de una unidad de producción (usualmente
emparentados) que comparten un mismo techo y la mesa y que colaboran cooperativamente
en un proyecto común de reproducción de dicha unidad. (WOOD, 1981 citado en RIVERA, 1989).
“Hogar es sinónimo de grupo doméstico y en ese sentido, no se trata de un grupo de referencia
sino de una unidad económica de producción y consumo (YANAGISAKO, 1979)” citado en RIVERA,
ibídem: 341).
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conducentes a la reproducción de la unidad familiar (LAMARCHE, 1994). También


se retoma la tesis de que “el campesino no opera como una empresa en el
sentido económico; sino que imprime desarrollo a un hogar y no a un negocio”
(WOLF, 1971:10).

Se hace uso igualmente de algunos elementos propuestos por el enfoque de


estrategias del hogar. Este enfoque, que privilegia el análisis del grupo domés-
tico entendido como unidad de decisiones sociopolíticas y de producción-consu-
mo, hace énfasis sobre los elementos sociológicos ya que entiende al campesi-
nado como un sujeto social integrado tanto por los agricultores, como por
pequeños comerciantes, trabajadores asalariados agrícolas, migrantes circula-
res urbanos, entre otros roles que pueden ser desempeñados simultáneamente
por una misma persona y/o en el seno de una misma unidad doméstica (RIVERA,
1989). Cada grupo doméstico opera sobre un espectro de posibilidades defini-
das por el entorno sociocultural y ambiental. En este sentido, se privilegia el
análisis de los elementos sociales ligados a la producción, tales como distribu-
ción de la mano de obra, división del trabajo; relaciones familiares, entre veci-
nos y productores, intraveredales, con las instituciones; organizaciones socia-
les, entre otras.

El análisis cultural, tiene que tener en cuenta que la posición del campesina-
do en la estructura social tiene que ver con sus relaciones con la sociedad local,
es decir, con la forma como los campesinos se insertan en la comunidad y se
vinculan con sus familiares y vecinos en general, en relaciones predominante-
mente cara a cara. El tipo de situaciones que se presentan en este contexto,
responde al hecho de que se enfrentan problemas comunes y se depende mu-
tuamente, lo cual sirve de base para la estructuración de mecanismos de solida-
ridad, generalmente basados en el parentesco, así como para la delimitación de
un sistema de estratificación social.

La comunidad de intereses opera a su vez como elemento de identidad y


pertenencia, donde miembros de clases sociales distintas reconocen una posi-
ción común frente a algunos problemas, dando lugar a la definición de un siste-
ma de estratificación local, donde las relaciones sociales, políticas, entre otras,
no están subordinadas al sistema de estratificación social.

Las representaciones del mundo rural

Complementariamente, trabajamos un aspecto, a nuestro juicio vital para en-


tender la viabilidad de los sistemas de producción: el de las representaciones
(sociológicas, podríamos decir) de lo rural para la familia. Cómo entienden y
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autovaloran su condición social actual frente al mundo rural y al mundo urbano


y qué expectativas se tienen hacia el futuro. Para este fin hemos acogido ele-
mentos de la metodología del grupo de investigación de HUGUES LAMARCHE (1994)
que se enfocan fundamentalmente sobre las probabilidades y condicionamientos
que determinan la viabilidad de la explotación familiar y su proyección hacia el
futuro.

Según LAMARCHE (1994), para las unidades familiares la explotación campesina


constituye uno de los posibles “modelos originales”: “un modelo (de funcionamien-
to) al cual toda explotación se refiere necesariamente, con mayor o menor con-
ciencia”. En ciertos casos como el de Túnez este modelo es de tipo colonial, funda-
do sobre la utilización de mano de obra externa a la familia. De otra parte toda
explotación proyecta en su futuro un modelo, una cierta imagen de su explotación;
ella organiza y toma sus decisiones según una orientación que tiende siempre, en
mayor o menor medida hacia una situación esperada: ...el modelo ideal.

A diferencia de la mayor parte de los sectores productivos, la agricultura


contiene grupos sociales limitados que tienen en común el hecho de ser familia-
res, pero que corresponden a clases sociales diferentes en cuanto a su forma de
apropiar y desarrollar los medios de producción.

Con la idea de que la explotación familiar “se organiza en torno a un eje


definido por el grado de integración al mercado” concebida esta integración
“sobre los planos técnico-económico y sociocultural” (LAMARCHE et al.; 1994: 49),
el autor define cuatro modelos teóricos de explotación familiar:

a. El modelo empresarial “caracterizado por relaciones de producción poco o


nada familiares y fuertemente dependientes”. La tierra se compra y se ven-
de como cualquier otro bien. El trabajo familiar se restringe al del jefe de la
explotación (frecuentemente no participan ni la mujer ni los hijos), y con-
trata asalariados de manera que la fuerza de trabajo familiar es
cuantitativamente minoritaria (o marginal). Con dependencia tecnológica y
financiera (abundante recurrencia al crédito) y la producción se dirige ex-
clusivamente al mercado. “La explotación concebida así como una empresa
en el sentido clásico del término”, tiene por objetivo producir para vender.

b. El modelo de empresa familiar que se distingue del anterior por la impor-


tancia primordial que tiene la familia. La organización del trabajo se estruc-
tura en torno a la mano de obra familiar, el patrimonio es exclusivamente
familiar y el futuro de la explotación es pensado en términos de reproduc-
ción de la familia. La producción es pensada en términos de ingreso agrícola
y el trabajo en términos de salario. Las nociones de remuneración y produc-
tividad están presentes.
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c. El modelo “explotación campesina o de subsistencia”. Producen poco y em-


plean técnicas tradicionales. El objetivo central es satisfacer las necesida-
des de la familia, se impone la distinción entre campesinos y explotación de
subsistencia.

d. El modelo de “explotación familiar moderna”. Se estructura en torno de una


doble dinámica: la búsqueda constante de una disminución del rol de la fami-
lia en las relaciones de producción y de la más grande autonomía posible.

Estas categorías se pueden explicar por medio del siguiente gráfico, en el


cual podría ser representado por un punto, una unidad de explotación. Hacia la
derecha, en el eje “x”, tendría una mayor dependencia del mercado y hacia
arriba, en el eje “y”, sería mucho más fuerte en sus decisiones y en su
autorrepresentación simbólica, la lógica familiar.

En los casos estudiados por LAMARCHE en varios países, se nota claramente que
todas las explotaciones

“están en situaciones intermedias con relación a los extremos como si ellas no


quisieran o no pudieran engancharse más a fondo en el modelo real respectivo.
Esta prudencia puede ser considerada como un factor de equilibrio en la medida
en que tiende a conservar un cierto margen de maniobra, una capacidad de
regulación y adaptación a las diversas presiones internas y externas que deben
afrontar regularmente” (1994: 60).

GRÁFICO 1.1.

+
L
ó
g
Explotación campesina o de Empresa familiar
i
c
a
- D e p e n d e n c i a +
f
a
m
i
Explotación familiar moderna l Modelo empresarial
i
a
r
-
Fuente: adaptado de LAMARCHE (1994).
30 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

EL ANÁLISIS ECONÓMICO-EMPRESARIAL

Nuestro análisis de los sistemas de producción, toma elementos conceptuales


de tres vertientes analíticas sobre las cuales, al igual que otros investigadores,
hemos venido convergiendo en la medida en que los retos de nuestro trabajo en
el terreno y las necesidades de interpretación así lo imponen. Por un lado, las
perspectivas sistémicas que se fundamentan en mecanismos de apoyo a la trans-
ferencia de tecnologías a pequeños productores agrícolas, asociada general-
mente a procesos de desarrollo rural. Estas aproximaciones establecen como su
objeto de estudio a los sistemas de producción en sí, concebidos como sistemas
complejos con diferentes niveles jerárquicos que actúan en un medio
agroecológico determinado y, bajo las decisiones y limitaciones de productores
dados (análisis de sistemas de producción o Farming Systems Research). Por
otro lado retomamos el análisis sociológico, económico y antropológico dentro
del marco de la economía campesina, el cual ha construido un cuerpo concep-
tual con casi un siglo de trayectoria, que en América Latina cuenta ya con
aproximadamente cinco décadas de intenso recorrido. Por último, el enfoque
de las estrategias.

Las perspectivas sistémicas (Farming Systems, la escuela


francesa y la latinoamericana)

La perspectiva sistémica ha sido impulsada fundamentalmente por tres escue-


las. La escuela francesa, desarrollada, entre otros por el Centre de Coopération
Internationale en Recherche Agronomique Pour le Développement (CIRAD), la
escuela anglosajona de Farming Systems Research Development and Extension
(FSRD/E o FSR/E) y la escuela latinoamericana representada por la Red Internacio-
nal de Metodología de Investigación de Sistemas de Producción (RIMISP), con sede
en Chile.

La diferencia de enfoque entre estas escuelas no es tan evidente. La FSR/E


tiene, en términos generales, una tendencia más definida hacia la transferen-
cia tecnológica y, con este fin, hacia los estudios puntuales de tipo agronómico.
La escuela latinoamericana se ha esforzado en la discusión, construcción y
operacionalización del concepto de sostenibilidad en la pequeña agricultura en
la región, a través de la aplicación de metodologías participativas y del desa-
rrollo de modelos explicativos en los que se busca integrar cada vez mayor
número de variables. La escuela francesa ha orientado sus esfuerzos a
correlacionar la información sobre prácticas suministrada por estudios externos
con la obtenida a través del diálogo con los productores, con miras a la cons-
trucción de modelos que tengan en cuenta la perspectiva de éstos últimos.
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Asimismo ha desarrollado discusiones de tipo epistemológico y metodológico,


hacia la ampliación de las fronteras y las posibilidades del análisis de sistemas
de producción y su aporte para el desarrollo rural.

Según CASTELLANET (1994) “el objetivo principal del análisis de sistemas de


producción es el de comprender y predecir las decisiones y los comporta-
mientos del productor en el campo de la producción”. La finca (o la parcela
familiar), en consecuencia, constituiría la unidad básica de análisis y se co-
rrespondería directamente con un sistema de producción rural agropecuario.
Sin embargo, la unidad de análisis de lo que se denomina sistema de producción
varía en función de la escuela, el enfoque o el estudio concreto que se lleve a
cabo. Puede comprender desde un arreglo de cultivos hasta la finca o empresa
y, asimismo, incluir el conjunto de actividades no agropecuarias de una familia
rural, la unidad de análisis se debe ampliar en la medida en que se evidencia la
presencia de múltiples productores y sistemas de finca interrelacionados entre
sí. Éstos intercambian factores de producción, interactúan en el mercado y en
el entorno físico y están a su vez sujetos a unas restricciones impuestas por las
reglas sociales y la oferta ambiental, haciendo parte de un sistema mayor que
se puede denominar la sociedad agraria. Esto es lo que en ecología humana se
define como agroecosistema (CASTELLANET, 1994).

La economía campesina como un campo de estudio

El estudio del campesinado, particularmente el pequeño productor, y de sus


procesos económicos ha estado marcado por las diferentes tesis que se suscita-
ron alrededor de sus posibilidades de supervivencia en el marco de un capitalis-
mo en desarrollo o consolidado. Para los años setenta fueron determinantes los
planteamientos de CHAYANOV (1974), junto con la teoría de los modos de produc-
ción de ALTHUSSER y GODELIER (1974 y 1983) que se vieron representados en las tesis
de autores como HINDESS, HIRST y BARTRA.

“En este contexto se definía un modo de producción campesino, caracterizado


por la dominancia de la reproducción simple, en oposición a la reproducción
ampliada del capitalismo” (RIVERA, 1989: 329).

CHAYANOV, a principios del siglo, había cuestionado algunas tesis de los clási-
cos al plantear que, dadas ciertas condiciones sociales y culturales, el campesi-
nado podría sobrevivir bajo cualquier modo de producción. Su afirmación de
que el campesino se caracteriza por ser un productor familiar es aún hoy parte
de la definición básica del campesinado. Su trabajo permitió generar el marco
teórico que explicaba, por ejemplo, porqué los campesinos tenían ventajas pro-
ductivas sobre las grandes empresas.
32 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

ERIC WOLF (1971) reconoce la importancia mundial del campesinado y plantea


que la característica central del campesino radica en que no concibe su activi-
dad como un negocio; es decir, no opera como una empresa en el sentido econó-
mico sino que imprime desarrollo a un hogar (WOLF, 1971). La propuesta de WOLF
enfatiza el doble carácter, económico y social, de la condición de campesino,
quien permanece en una posición subordinada en la medida en que, para la
época, está obligado a pagar renta por la tierra.

Las tesis de CHAYANOV definen el marco dentro del cual WOLF y otros autores
establecen el modelo de análisis conocido como “economía campesina”, que
focaliza su interés en la familia y en el predio familiar enfatizando los elemen-
tos agroeconómicos y la organización del trabajo doméstico. Para ellos, la eco-
nomía campesina corresponde a “un sistema autónomo de producción agrícola
pero articulado al sistema capitalista”, definición que daría posteriormente
lugar a la noción de articulación entre economía campesina y economía capita-
lista. El campesino, quien forma parte de un sector de la sociedad agraria,
combina los recursos de tierra, trabajo y capital dentro de una economía que
opera con una “racionalidad” distinta a la del capitalismo, cuya base no es la
búsqueda de la ganancia, sino el mantenimiento de un equilibrio entre produc-
ción y consumo, para obtener un ingreso adecuado a las necesidades de la uni-
dad familiar. Según este modelo, el nivel de estas necesidades es definido
culturalmente por la sociedad local y en consecuencia son estas pautas cultura-
les las que regulan el sistema productivo y no el mercado; la racionalidad par-
ticular inherente a ellas es la que define al campesino y lo diferencia de secto-
res como el empresarial o el proletariado5. Según esto, los campesinos tendrían
dos limitantes para capitalizar: “su subordinación a las clases rentistas y su
poco interés específico en acumular riqueza” (RIVERA, 1989: 331).

Este tema de las motivaciones y mecanismos de toma de decisiones de los


campesinos, ha constituido una preocupación permanente para los teóricos en
el campo de la economía y la sociología rural. Se busca establecer si éstos
obedecen o no a un proceso racional similar al de un empresario capitalista6.
Esta cuestión es todavía más apremiante en el contexto actual que presenta
procesos de modernización dentro de una gran pluralidad cultural, contexto en
el cual las variadas actitudes ante el riesgo y la multiplicidad de objetivos gene-

5. Con base en estos elementos los campesinistas sustentan la hipótesis de la “resistencia cam-
pesina al capitalismo”, ya que plantean una oposición entre economía campesina y economía
capitalista, entendidas como polos de articulación de la sociedad rural.

6. Véase especialmente CHAYANOV, 1974; GODELIER, 1969; CHEVALIER, 1983 y de cierta forma MEILLASOUX,
1978, quien a un nivel más general plantea la persistencia de la lógica doméstica de produc-
ción y reproducción a lo largo de casi toda la historia humana.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 33

ran una aparente heterogeneidad de racionalidades (algo así como gran diversi-
dad de objetivos sistémicos).

Por nuestra parte, consideramos que la mayor parte del campesinado de


Colombia y del tercer mundo, estructura sus sistemas de toma de decisiones de
acuerdo con los precios del mercado7. Esta racionalidad es el producto de una
fuerte integración al mercado de los campesinos, que ha generado una crecien-
te monetización de los ingresos agropecuarios (por medio de las ventas), los
insumos e incluso la mano de obra (contratación parcial de jornaleros).

En efecto, varios estudios sobre la economía campesina tienden a mostrar


que en condiciones de alta integración al mercado agropecuario y de trabajo,
como las que prevalecen actualmente, el elemento clave de la racionalidad
económica se centra en la capacidad de vender por debajo de los costos de
producción, pero necesariamente por encima de los costos monetarios. Esta fue
una de las principales conclusiones de nuestro estudio de 1983 sobre los produc-
tores hortícolas del Oriente de Cundinamarca (FORERO y RUDAS, 1983), en el cual
con una base empírica comprobábamos que efectivamente, y tal como lo postu-
laban muchos tratadistas, el productor campesino plantea una estrategia de
subremuneración de su propia mano de obra, limitada por supuesto por los
costos monetarios y por una fracción (indeterminada pero apreciable) del tra-
bajo doméstico valorado a precios de mercado. Es decir, lo fundamental para el
productor es obtener de cada uno de los productos que coloca en el mercado un
excedente, en relación a los costos monetarios, que contribuya a conformar su
ingreso familiar.

Sin embargo, encontramos un sector de productores familiares, entre los


cuales se cuenta uno de los casos típicos que analizamos en Fómeque (véase
capítulo V), que tiende sistemáticamente a obtener una remuneración comple-
ta de sus costos de producción, incluyendo la mano de obra, al igual que un
excedente o ganancia. En otras palabras, productores que sobre la base de una
organización del trabajo familiar, orientan su lógica económica y definen su
reproducción en términos de la generación sistemática de utilidades. Esta si-
tuación es asimilable a lo que LLAMBÍ (1988) ha llamado la “pequeña producción

7. Según SIMONS (1991), en sus reflexiones sobre la construcción de los sistemas artificiales para la
toma de decisiones, “Los dos tercios de la humanidad hacen un uso limitado de los mecanis-
mos de mercado”. Esos dos tercios abarcarían, a los campesinos del tercer mundo, entre los
cuales se incluirían los que competen a este estudio. Sin embargo, en trabajos anteriores
hemos evidenciado que éstos “no sólo calculan sus entradas según los precios de mercado sino
que elaboran la información para analizar las expectativas y tomar sus decisiones. Muy difícil-
mente dejaría de hacerlo cualquier ser humano (...) inmerso en un mundo mercantil del cual
depende sus ingresos y el bienestar de su familia” (FORERO, 1999, págs. 289-290).
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capitalista” para caracterizar nuevas formas productivas estudiadas por él en el


agro venezolano cuya existencia se constata en otros países. Se trata,

“de formas productivas basadas en relaciones de trabajo entre el propietario y


sus familiares y obreros asalariados que generan excedentes financieros que al
ser reinvertidos en el proceso, ocasionan incrementos en la escala de medios
empleados en la producción” (LLAMBÍ, 1988:232).

Esta tesis concuerda con la posición de L AMARCHE (1992 y 1994) para quien la
explotación campesina, tal como clásicamente la definían autores como CHAYANOV
o MENDRAS, es hoy en día apenas una de las múltiples formas que toma la explo-
tación familiar.

Sistema de producción y familia rural

Reconociendo la identidad entre familia y producción, un análisis de los siste-


mas de producción limitado a la finca o al predio —o circunscrito a la actividad
agropecuaria— resulta insuficiente para explicar su viabilidad. El ingreso
agropecuario, derivado del sistema de producción en sí, constituye en muchos
casos sólo un componente del ingreso de la familia rural. Por tanto la viabilidad
del sistema productivo, vinculada consubstancialmente a la reproducción de la
familia, depende de otras actividades no agropecuarias desarrolladas en el pre-
dio o finca, o, de la vinculación de los miembros de la familia al mercado de
trabajo y a toda suerte de actividades rurales o urbanas.

En este sentido, resulta pertinente tomar aportes del enfoque de las estra-
tegias del hogar que desplaza el área de interés analítico del predio familiar, a
la distribución de la mano de obra, enfatizando elementos sociales (RIVERA, 1989)8.

El modelo enunciado ha desarrollado una metodología que da cuenta de la


pluriactividad del hogar rural, tomando en cuenta los aspectos económicos,
sociales y políticos. Se parte de una definición de campesino que lo asume como

8. Este modelo se apoya en la teoría de las “estrategias económicas familiares de superviven-


cia”, concepto propuesto por DUQUE y PASTRANA (1972). Tal perspectiva implica una distancia
con las teorías deterministas estructuralistas, en la medida en que propone que los sectores
más pobres elaboran racionalmente planes de actividades que favorecen una óptima distribu-
ción de los recursos de fuerza de trabajo en las distintas esferas accesibles de la economía
con el objeto de garantizar su subsistencia. Según R EDCLIFF (citado en RIVERA, 1989: 333) este
concepto de ‘estrategias de supervivencia’ “tiene la virtud de permitir pensar temas tales
como los procesos de expansión y contracción de la economía, diferenciación social interna,
ciclos demográficos dentro del hogar, y definiciones culturales de los estatus legales y los
roles de género” (1986: 219)”.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 35

“un sujeto social que es parte de una sociedad global y que por tanto se mueve
dentro de [sus] parámetros sociales, económicos y políticos” (RIVERA, 1985: 335).
Considera, al campesinado más bien como una clase social, con un alto grado
de diversificación interna y regional, que forma parte de este mundo complejo,
donde cada grupo doméstico toma decisiones en forma individual de acuerdo a
sus objetivos y en función de las condiciones coyunturales sociales y económi-
cas y políticas9.

Se diferencian los conceptos de familia y hogar. La noción de familia, en


lenguaje sociológico, se refiere a relaciones sociales, efectivas o latentes, vincu-
ladas al parentesco. Mientras que el hogar alude al grupo familiar que comparte
una estrategia común de consecución de ingresos (de reproducción).

Si nos enfocamos sobre la idea de que el campesino maneja un hogar y no un


negocio (WOLF, 1971), vemos que la organización de la unidad agrícola es una
prolongación de la división sexual del trabajo, la cual se hace estableciendo dos
ámbitos de actividad claramente diferenciados: el predial y el doméstico. Estos
ámbitos no establecen solamente una división de orden espacial o ecológico
entre la casa y su entorno, sino que implican una organización social y una
división de tareas muy compleja, que afecta toda la actividad productiva de los
campesinos. Éstos orientan sus actividades para el comercio y el autoconsumo
respectivamente, pero sus tareas se retroalimentan mutuamente.

La dinámica económica del sistema de producción

Para esta investigación, definimos el sistema de producción rural como una


unidad espacial en la que se adelanta una actividad productiva agropecuaria,
forestal y/o agroindustrial, regulada por un agente económico quien toma las

9. “Se han distinguido tres grandes estrategias:

1. Estrategias agrícolas de subsistencia: son las que incentivan los elementos agrícolas, y
que —aunque dependen de múltiples factores: disponibilidad de tierras, de mano de
obra, etc.— en lo fundamental, dependen de la capacidad, dados ciertos recursos de
tierra y capital, de proporcionar al hogar los objetivos deseados.

2. Estrategias de acumulación: consisten en la ampliación de las capacidades de producción


agrícola o bien, la inserción en el comercio o transporte, con el objeto de generar un
nivel de ganancia. Tal estrategia es la base de los procesos de diferenciación social.

3. Estrategias de supervivencia: se estructuran por carencias de recursos (de tierras, mano


de obra, capital, educación), de dificultades diversas, por condiciones de sexo (viudas),
edad (ancianos), etc. Tales hogares pueden optar por arrendar sus tierras o darlas en
medias y no hacer mayores esfuerzos en la agricultura” (RIVERA, 1989: 337).
36 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

decisiones con un cierto grado de autonomía aunque obviamente condicionadas


por el entorno socioeconómico, político y cultural. La unidad puede estar frag-
mentada espacialmente (p. ej. varios lotes o fincas ubicados en distintos luga-
res) y el acceso al espacio productivo puede darse bajo diversas formas de
tenencia o una combinación de éstas (propiedad, arrendamiento, usufructo,
asociaciones, aparcerías).

Buscando evaluar los diferentes aspectos que se relacionan con la


sostenibilidad de los sistemas, consideramos conveniente aproximarnos con un
enfoque que integra las siguientes dimensiones: empresarial, económica, pro-
ductiva (agronómicas), ambiental, cultural, social y política. Sin adoptarla como
un enfoque teórico o epistemológico que estructure todo nuestro cuerpo con-
ceptual, reconocemos que para abordar tal complejidad la teoría de sistemas
aporta un interesante instrumental. La orientación sistémica permite llevar a
cabo el análisis dentro de una amplia gama de perspectivas que cubre desde
visiones reduccionistas, hasta aproximaciones generales. Según TRAN THANH y
NADARAJAH (1994) el investigador se debe mover en un espacio continuo entre
estos dos extremos, lo que le permite escoger entre una serie de metodologías
que comprenden los métodos experimentales de la ciencia y la tecnología, sis-
temas de análisis “duros” y, metodologías blandas, cuya aproximación a los
sistemas aporta elementos para la comprensión de la complejidad de las activi-
dades y comportamientos humanos.

La cuantificación de las variables económicas y ambientales juega un papel


central en nuestra perspectiva la cual, sin embargo, es ante todo interdisciplinaria
e integral. De esta forma pretendemos evitar los dos extremos planteados por
BROSSIER (1994): el dominio técnico de las disciplinas agronómicas, que deja por
fuera a las ciencias sociales; y la situación contraria, donde las ciencias sociales
dominan el análisis. Reconocemos con este autor que la fortaleza del análisis de
sistemas está en la combinación de estos dos tipos de disciplinas, en un contex-
to, que como dijimos los productores están integrados al mercado agropecuario,
al mercado de trabajo y al mercado de bienes y servicios en general.

Un paso fundamental consiste en definir en cada contexto diferentes tipos


de sistemas de producción que den cuenta, y abarquen, la heterogeneidad pro-
ductiva y socioeconómica presente en el mismo. Esquemáticamente, estamos
estructurando la caracterización de los diversos tipos de sistemas de produc-
ción con los siguientes elementos analíticos:

• Acceso a la tierra: propiedad, posesión inestable, posesión colectiva,


aparcerías, asociaciones, arrendamiento.

• Mano de obra en la unidad de producción: familiar, asalariada, colectiva.


JAIME FORERO ÁLVAREZ 37

• Destino de la producción: autoconsumo, mercado nacional o internacional.

• Grado de monetización de los insumos.

• Dependencia: de la agroindustria (cuya máxima expresión es la agricultura


por contrato); de las haciendas u otros propietarios de la tierra; del Estado
por subsidios directos.

• Tipo de productos.

• Dependencia de las actividades extraprediales.

De acuerdo con lo expuesto, el ingreso familiar y no la ganancia es la varia-


ble que puede sintetizar el estado económico del sistema en el corto plazo.
Este ingreso se asume igual a la suma del ingreso agropecuario, los salarios
agrícolas extraprediales, el ingreso no agrícola rural y los ingresos derivados de
actividades no rurales. Adicionalmente es necesario estimar el valor de los re-
cursos naturales y su degradación, obteniendo mayor precisión sobre la
sostenibilidad de los sistemas de producción en el mediano y largo plazo.

Para analizar y valorar en términos de su dinámica económica-empresarial


los sistemas de producción, más específicamente los familiares, hemos optado
por cuantificar —de acuerdo con un modelo que se presenta enseguida— un
conjunto de variables significativas. El centro del análisis lo constituyen el mis-
mo ingreso familiar y la eficiencia técnico-económica del sistema de produc-
ción familiar.

Se trata de analizar, de una parte, los resultados de la producción agropecuaria


de un sistema de producción en términos de su objetivo (finalidad sistémica si
se quiere) central: servir de base o contribuir a la reproducción de la familia, lo
que económicamente significa evaluar su generación de ingresos tanto moneta-
rios como no monetarios.

En segundo lugar, se busca, al mismo tiempo, determinar la eficiencia del


proceso productivo en términos de su capacidad de generar un excedente eco-
nómico independientemente de quien lo apropie.

La diferencia entre los dos está, como veremos, en la contabilización o no


de los costos domésticos y de las rentas pagadas por el productor.
38 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

CUADRO 1.1
Tabla de variables para la valoración económica de sistemas
de producción familiares

QVi cantidad vendida: para cada uno de los n productos que salen a la venta del
sistema de producción.
QAi cantidad autoconsumida: para cada uno de los n productos del sistema de
producción que la familia destina para su consumo.
PPi precio al productor: precio recibido por el productor al vender sus produc-
tos.
PCi precio al consumidor: precio de mercado al consumidor de los productos
autoconsumibles.
CD costos domésticos: corresponden a los costos que asume la familia campesi-
na en desarrollo de sus actividades diarias en el campo, sin incurrir en pagos
monetarios. Normalmente comprenden parte de la mano de obra, el abono
orgánico o la semilla.
CM costos monetarios: son todos aquéllos en los cuales debe incurrir el produc-
tor para poner en marcha y mantener su finca produciendo y que paga efec-
tivamente en dinero. Son ejemplo de ellos: jornales, herbicidas, pesticidas,
abonos, maquinaria, etc.
JE jornales extraprediales.
INAH ingresos no agropecuarios del hogar.
RP rentas pagadas: por aparcería, por arrendamiento, por intereses o por aso-
ciación.
RR rentas recibidas: por los mismos conceptos.
IH ingresos del hogar: el conjunto de ingresos agropecuarios y no agropecuarios
del hogar rural vinculado a un sistema de producción.

Con estas variables básicas se pueden calcular las relaciones centrales del modelo
(variables resultado):

Ingreso agropecuario bruto: IAB = Σ QVI + PPI + Σ QAI X PCI


Excedente familiar de producción: EFP = IAB – CM
Excedente familiar: EF = IAB – CM – RP + RR
Remuneración neta diaria del trabajo doméstico: RNDTD = EF/JD
Remuneración técnica diaria del trabajo doméstico: RTDTD = EFP /JD
Excedente de producción o margen sobre costos: EPP = IAB – CM – CD
Excedente del productor: EP = IAB – CM – CD - RP
Ingreso del hogar: IH = EF + RR + JE +INAH
JAIME FORERO ÁLVAREZ 39

El ingreso familiar agropecuario

Partimos del ingreso agropecuario bruto (IAB). Debemos aclarar que este ingreso
es la suma de las rentas y el autoconsumo de los productos agropecuarios del
sistema de producción. Las ventas se valoran a precio del productor y el
autoconsumo a precios del consumidor. De manera que el ingreso agropecuario
bruto puede expresarse de esta manera:

n m
IAB = Σ QVI X PPI + Σ QAI X PCI (1.1)
i=1 i=1

(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

Si bien es cierto que la remuneración que recibiría el agricultor si vendiera lo


que deja para su familia estaría dada por el precio al productor, el ingreso que
se deriva de estos bienes en tanto que consumidor, está determinado por el
precio al cual tendría que comprar lo que consume en el mercado. Más aún, en
el mercado nacional, para que las variables con las cuales estamos estimando el
ingreso representen su ingreso relativo en comparación con cualquier otro con-
sumidor del país.

El ingreso agropecuario familiar que le aporta el sistema de producción, visto


desde el punto de vista del campesino, (es decir, de acuerdo con la finalidad del
sistema), es la diferencia entre el ingreso bruto y el costo monetario. Es lo que
quedaría como remuneración después de descontar sus gastos en dinero si no
pagara rentas. Esta variable que expresa la capacidad del sistema de produc-
ción, como empresa agropecuaria familiar, de generar ingresos al campesino la
hemos llamado excedente familiar de producción (EFP) y se puede expresar de la
siguiente manera

EFP = IAB – CM (1.2)

(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

Al descontar las rentas tenemos entonces el excedente familiar (o ingreso fami-


liar propiamente dicho) que expresa el balance de la familia después de trans-
ferir parte del excedente generado por el sistema de producción a quienes apor-
taron parte de los recursos productivos.

EF = IAB – CM – RP (1.3)
(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)
40 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

Las rentas corresponden a las erogaciones que el productor tiene que hacer por
el acceso a la tierra cuando no es de su propiedad (por aparcería o por arrenda-
miento) o por el acceso a fuentes de financiación (intereses bancarios, intere-
ses pagados a otros prestamistas). Igualmente consideramos las que llamamos
“rentas por asociación” cuando el productor transfiere una parte prefijada de
sus cosechas (o de su valor) al propietario de la tierra quien además de la tierra
coloca parte de los insumos productivos.

Un indicador, sobresaliente, de la capacidad de generación de ingreso de un


sistema de producción, es la relación entre el excedente familiar y los jornales
invertidos por la familia, puesto que al compararlo con el jornal obtenible en el
mercado de trabajo muestra si la actividad agropecuaria es más o menos remu-
nerativa que otras alternativas. Definimos en consecuencia la remuneración
neta diaria del trabajo doméstico como:

RNDTD = EF/JD (1.4)

(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

Análogamente definimos otro indicador que expresa la remuneración si no se


pagara rentas, es decir, lo que técnicamente remuneraría el sistema de produc-
ción a la mano de obra familiar invertida. La remuneración técnica día trabajo
doméstico se expresa así:

RTDTD = EFP/JD (1.5)


(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

El excedente de producción agropecuario

Ahora se debe examinar el sistema de producción en su capacidad de generar


un excedente económico indiferentemente de quien se lo apropie. Debemos
descontar, entonces, además de los costos monetarios, los costos domésticos,
al valor total producido para obtener el “excedente neto del sistema” o exce-
dente de producción propiamente dicho, pues ya no interesa si estos costos
pasan como remuneración a la familia, puesto que se trata de evaluar el proce-
so técnico productivo. El excedente de producción así definido se expresa con
la siguiente ecuación:

EPP = IAB – CM – CD (1.6)


(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)
JAIME FORERO ÁLVAREZ 41

Se considera, en consecuencia, que las rentas no son costos en sentido estricto


sino una forma de participación en el excedente de producción. Al descontar las
rentas tenemos el excedente del productor que corresponde al balance neto
del productor descontando tanto sus costos domésticos como las rentas que
debe transferir:

EP = IAB – CM – CD - RP (1.7)

(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

El ingreso del hogar rural

Hasta aquí lo concerniente a la generación de ingresos agropecuarios derivados del


sistema de producción. Pero debe considerarse que el ingreso agropecuario y los
excedentes generados por el sistema son, en múltiples ocasiones, apenas parte de
los componentes del ingreso del hogar, de manera que es necesario tener en cuenta
este ingreso en su totalidad, considerando los ingresos derivados de actividades no
agropecuarias realizadas en la finca (artesanías, trabajos a domicilio, comercio,
etc.), los jornales extraprediales y todo tipo de ingresos derivados de trabajos o
rentas obtenida por el hogar al margen de su sistema de producción. Así las cosas el
ingreso del hogar se puede estimar mediante la siguiente ecuación:

IH = EF + RR + JE +INAH (1.8)

(Véanse los nombres completos de las variables y explicaciones adicionales en el cuadro 1.1.)

EL ANÁLISIS AMBIENTAL. INCIDENCIA SOBRE EL ECOSISTEMA

Esta investigación se concentra en los aspectos ambientales relacionados direc-


tamente con la sostenibilidad de los sistemas de producción .Para el análisis de
las interacciones sociales y ambientales de los sistemas de producción tomamos
una unidad de análisis de segundo nivel: la región agrosocioecológica integrada
por una microcuenca o un conjunto de microcuencas. A esta escala se observan
los impactos sobre la sociedad, más que sobre el productor. En una microcuenca
puede converger un conjunto de unidades productivas y de veredas, que tiende
a presentar diferencias muy interesantes a medida que se las recorre aguas
arriba o aguas abajo. Estas características son especialmente marcadas en las
zonas andinas de ladera.

En ciertas microcuencas se presentan interrelaciones productivo-ambienta-


les que se manifiestan en la regulación hídrica, en cambios en el uso y estructu-
ra de los suelos y en la dinámica de las comunidades vegetales. En el ámbito
social, la microcuenca delimita a su vez un espacio de interrelación entre fami-
42 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

lias y veredas en el que tienen lugar intercambios de bienes y servicios, internos


y hacia el exterior, mediados por el mercado o por pautas de reciprocidad,
parentesco y vecindario. Constituye un escenario en donde se evidencian pro-
blemas comunes frente a ciertas instituciones sociales como los intermediarios,
el municipio y otras entidades gubernamentales. Una microcuenca se manifies-
ta entonces como un sistema que tiende a autodefinirse, autolimitarse y, hasta
cierto punto, autorregularse. En ese sentido —valga la analogía— la microcuenca
puede ser analizada y planificada en términos económicos, ambientales y cultu-
rales como un sistema de producción rural complejo, en el cual confluye una
amplia gama de unidades productivas.

Análisis costo beneficio

Usualmente la evaluación de los sistemas de producción se restringe a la fronte-


ra del propio sistema. El análisis se centra sobre una comparación entre los
costos en insumos que demanda el sistema de producción y los ingresos deriva-
dos de los productos del mismo. De esta forma se concluye que un sistema de
producción es viable y conveniente cuando su beneficio neto —expresado en
términos monetarios y a valor presente— es positivo10. Es decir, en términos
esquemáticos, cuando los beneficios totales resultantes sean mayores que los
costos en que se incurre para adelantar el proceso productivo.

Sin embargo, en el mundo moderno es cada vez más claro que, además de la
incidencia directa sobre estos insumos y productos, cualquier sistema de pro-
ducción —y muy particularmente los sistemas agropecuarios— tiene una marca-
da incidencia sobre el medio natural. En primer lugar porque los sistemas de
producción agropecuarios dependen para su propia existencia de recursos na-
turales renovables, tales como el material biológico, la tierra y el agua. Y
además, porque durante el proceso mismo se pueden generar cambios en las
condiciones naturales que pueden tener impactos positivos o negativos sobre
sectores más allá de los directamente implicados en la producción.

Para afrontar desde una perspectiva analítica esta circunstancia, es preciso


sobrepasar en el análisis la frontera estrecha del sistema como productor exclu-
sivamente de bienes y servicios directos y como demandante de insumos pro-

10. El concepto de valor presente permite incorporar la variable temporal en el análisis. Para ello
se aplica una tasa de descuento a los valores futuros para reflejar las preferencias de la
sociedad por la distribución en el tiempo de los bienes y servicios que generan bienestar
individual y social.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 43

ductivos directos. Para ello se requiere incorporar variables que reflejen las
relaciones entre el sistema de producción y el ambiente.

Desde este punto de vista, el análisis costo/beneficio puede expresar los


resultados de un sistema de producción desde una perspectiva más amplia, si
dentro de la definición de valor presente del beneficio neto (VPBN) se incluyen
los siguientes elementos (todos ellos descontados a valores presentes)11:

VPBN = BD + BE + CD + CP + CE (1.9)

donde:

VPBN = Valor presente de los beneficios netos.

BD = Beneficios directos del sistema de producción.

Be = Beneficios (mejoras) sobre el medio ambiente (o beneficios


externos al sistema de producción).

Cd = Costos directos del sistema de producción.

Cp = Costos de protección del ambiente asumidos por el sistema de


producción.

Ce = Costos (daños) sobre el ambiente (o costos externos al sistema


de producción).

La evaluación convencional de los sistemas de producción se centra en los


costos y los beneficios directos; una visión integral requiere entonces incorpo-
rar también los impactos ambientales (positivos y negativos) dentro del análisis
y la evaluación del sistema de producción.

Para abordar este tipo de análisis se requiere expresar todos los componen-
tes de la ecuación arriba enunciada en la misma unidad de medida. Cuando se
hace referencia a los beneficios directos (productos) y a los costos directos
(insumos) esto es relativamente sencillo toda vez que su valor se expresa direc-
tamente en precios de mercado, o bien, puede ser ajustado en términos de
unidades monetarias en caso de que no lo haga de manera adecuada.

En contraste, los costos y beneficios indirectos o externos al sistema de


producción (ambientales) usualmente no son susceptibles de intercambio a tra-

11. Adaptado de DIXON y HUFSCHMIDT (1986).


44 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

vés de relaciones comerciales. Es decir, no expresan su valor de manera directa


en unidades monetarias. Dado que, para poder incorporarlos dentro del análisis
es necesario expresarlos en unidades compatibles con los componentes internos
del sistema, el análisis económico ha desarrollado múltiples formas de expre-
sión del valor de estos componentes ambientales, en términos de las preferen-
cias sociales sobre los mismos. Para ello se recurre convencionalmente a esti-
mar estas preferencias y a definirlas de tal manera que sean susceptibles de ser
expresadas en unidades monetarias, comparables con los bienes y servicios cu-
yas preferencias sociales sí se expresan directamente en el comportamiento de
los mercados a través de un determinado precio. Es decir, expresando las prefe-
rencias de la sociedad en su conjunto por la calidad del ambiente en términos
de su disponibilidad a pagar por dicha calidad ambiental12.

En síntesis, para incorporar dentro del análisis costo/beneficio de sistemas


de producción las variables ambientales que afecta el proceso productivo, es
necesario cumplir una serie de etapas, así:

i. identificar los impactos ambientales derivados del comportamiento del sis-


tema de producción;

ii. cuantificar la magnitud de esos impactos, en sus unidades de expresión ori-


ginarias;

iii. estimar, en términos monetarios, las preferencias sociales por los cambios
positivos o negativos que se generen sobre el ambiente como resultado del
comportamiento del sistema de producción; y

iv. incorporar los costos y beneficios ambientales dentro del análisis del siste-
ma de producción, para evaluar su contribución a la generación de benefi-
cios netos que incrementan los niveles de bienestar social.

Análisis de externalidades hídricas

Una alternativa para analizar la sostenibilidad de los sistemas de producción rura-


les, consiste en tomar a nivel de microcuenca, los impactos en el régimen hídrico
producidos por cambios en el uso de los suelos y en las coberturas vegetales.

12. La estimación de estos valores no implica que el acceso al ambiente tenga que estar siempre
regulado por el mercado. De hecho, pueden existir múltiples condiciones de acceso, inclu-
yendo tanto la propiedad privada, el manejo por parte del Estado hasta la administración
comunitaria de los recursos naturales.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 45

El proyecto “Revisión de incentivos económicos para proyectos de


microcuencas” (FORERO et al., 2000) nos dio la oportunidad de probar empírica-
mente una metodología de valoración económica de externalidades hídricas de
sistemas de producción en el ámbito de una microcuenca. Pudimos comprobar
la pertinencia en pequeñas cuencas andinas (menores de 500 km2) de un modelo
muy sencillo (y poco costoso) de aplicar: el del ingeniero colombiano ALEJANDRO
DEEB (1992).

Para esta investigación trabajamos con el modelo desarrollado por ALEJANDRO


DEEB, el cual al ser aplicado bajo diferentes escenarios hipotéticos de cobertura
de bosques, en cuencas delimitadas permite determinar la respuesta hidrológica
a la dinámica productiva. Es decir, por esta vía se puede hacer simulación de la
cantidad disponible del recurso hídrico ante modificaciones en los sistemas de
producción, representados en la disminución de coberturas boscosas y el au-
mento de áreas de cultivo.

Se trata de evaluar el recurso hídrico superficial de las cuencas selecciona-


das para el estudio, determinando para cada caso los caudales medios, máxi-
mos y mínimos bajo diferentes combinaciones de cobertura vegetal entre bos-
ques y cultivos.

LA METODOLOGÍA Y LOS PROCEDIMIENTOS

Unidades básicas de análisis

Tal como dijimos arriba, definimos el sistema de producción familiar rural como
una unidad espacial en la cual se adelanta una actividad productiva agropecuaria,
forestal o agroindustrial. Ésta puede estar fragmentada (p. ej.: varios lotes o
fincas ubicados en distintos lugares) y el acceso a ella puede darse bajo diversas
formas de tenencia o una combinación de éstas (propiedad, arrendamiento,
usufructo, asociaciones, aparcerías...). Nuestra unidad de análisis correspon-
de, en términos generales, al sistema finca.

El sistema de producción está regulado por una familia quien decide, de acuerdo
con sus jerarquías y sus pautas internas, sobre la asignación de los recursos y la
orientación de la producción. Tales decisiones son tomadas con un cierto grado de
autonomía aunque obviamente están condicionadas por el entorno familiar y el
contexto socioeconómico, político, cultural y medio ambiental. Por lo tanto nuestra
unidad de análisis —el sistema de producción— comprende tanto el espacio de la
finca como los productores —los miembros del hogar, emparentados entre sí o
no— que trabajan en función de la reproducción del mismo.
46 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

Para observar las relaciones de los sistemas de producción con el ecosistema


definimos una unidad espacial, la zona agrosocioecológica, mencionada arriba,
conformada por una o varias microcuencas en donde es posible a la vez ubicar
las interrelaciones de los sistemas de producción con la base biofísica (suelo,
coberturas vegetales y régimen de regulación hídrica, principalmente) y las
relaciones entre los productores con sus comunidades rurales.

ZONAS SELECCIONADAS

1. La microcuenca de la Quebrada Negra en el municipio de Fómeque –


Cundinamarca en donde se desarrolla una producción hortícola intensiva en
la utilización de la tecnología agroquímica y altamente integrada al merca-
do de Bogotá.

2. La zona agroecológica conformada por las microcuencas de la Quebrada


Guanentá y de la Quebrada Gaqueña en el corregimiento de Guane, munici-
pio de Barichara – Santander. Los productores ubicados en esta zona tipifican
a los campesinos relativamente tradicionales en sus prácticas de cultivo aun-
que, como en la mayor parte del país, utilizan insumos agroquímicos para
ciertos cultivos (tabaco especialmente) y venden parte de sus cosechas.

Análisis cultural de los sistemas de producción y su entorno


socioinstitucional

El análisis cultural lo enfocamos sobre dos tipos de relaciones: las que rigen
dentro de la unidad de producción, le dan cohesión y estructuran su funciona-
miento; y las que esta unidad mantiene con su entorno y se regulan por los
intercambios a diferentes niveles (vecindario, vereda, municipio, etc.) que de-
finen los marcos de la comunidad, sus criterios de identidad, cohesión y las
representaciones que orientan su actuar y su proyección hacia el futuro.

Cada elemento que conforma la unidad de producción debe ser analizado en


sí mismo y en relación con los demás. Sin embargo, dentro de una perspectiva
antropológica limitamos nuestro análisis a las relaciones que involucran direc-
tamente a los miembros del hogar por su contenido cultural, simbólico y social
estableciendo, el análisis económico como marco restrictivo.

Si tomamos al hogar como eje de referencia encontramos en esta unidad


cinco tipos de relaciones a analizar: familia/hogar; hogar/finca; hogar/medio
ambiente; hogar/trabajo; hogar/producción.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 47

Estas relaciones tienen un carácter mediado por la cultura que comprende


aspectos económicos, sociales y simbólicos, entre otros. El análisis de estas
relaciones, bajo el criterio establecido de viabilidad, busca identificar factores
que favorezcan o reduzcan la posibilidad de permanencia de la unidad de pro-
ducción, su reproducción, evolución y su dinámica interna. Con este propósito
se consideró que el uso de las categorías «némica» y «nética» (emic/etic) cons-
tituye una metodología de análisis adecuada ya que permite establecer con-
trastes entre las perspectivas propias del productor y las del analista externo13.

En esta investigación analizamos los siguientes aspectos de estas relaciones:

Familia – Hogar
• Concepción y valoración de la familia (némica).
• Ubicación dentro del contexto social.
• Referencias simbólicas (modelo original, modelo ideal).
• Composición (nuclear, extensa, ...).
• Roles dentro de la familia o en representación de ella.
• Responsabilidades, obligaciones, jerarquías.
• Aspiraciones (por grupos de edad y género).
• Identidad y pertenencia.
• Patrimonio sociocultural y material (transmisión).

13. Los términos némico y nético (traducción de emic-etic) definen dos opciones de investigación
que fueron desarrolladas a mediados de este siglo por la antropología cultural haciendo uso de
conceptos provenientes del análisis lingüístico. Estos términos fueron acuñados por PIKE (1954),
quién “los escogió por analogía con fonémica -«emic»- y fonética -«etic»-” (HARRIS, 1979:492),
donde el carácter emic, por tanto, tiene que ver con los significados y criterios de diferencia
establecidos por una lengua y que sólo pueden ser identificados por un hablante nativo. Estos
conceptos fueron apropiados posteriormente por el análisis cultural dentro del cual se generó
un amplio debate en torno a la definición más adecuada y útil de los mismos. Para ilustrar
estos conceptos retomamos aquí la definición de MARVIN HARRIS: “Las proposiciones emic se
refieren a sistemas lógico-empíricos cuyas distinciones fenoménicas o «cosas» están hechas
de contrastes y discriminaciones que los actores mismos [los miembros de la cultura] conside-
ran significativas, con sentido, reales, verdaderas o de algún otro modo apropiadas. Una pro-
posición emic puede ser falsada si se puede demostrar que contradice el cálculo cognitivo por
el que los actores informados juzgan que las entidades son similares o diferentes, reales, con
sentido, significativas o de alguna otra forma apropiadas o aceptables” (HARRIS, 1979:494).

“Las proposiciones etic dependen de distinciones fenoménicas consideradas adecuadas por la


comunidad de los observadores científicos. Las proposiciones etic no pueden ser falsadas por
no ajustarse a las ideas de los actores sobre lo que es significativo, real, tiene sentido o es
apropiado. Las operaciones etic quedan verificadas cuando varios observadores independien-
tes, usando operaciones similares, están de acuerdo en que un acontecimiento dado ha ocu-
rrido” pág. 497.
48 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

En este punto, estamos tomando elementos del análisis etnográfico para


estudiar lo económico bajo la distinción entre hogar y familia. Retomamos la
idea de LAMARCHE igualmente expuesta atrás, según la cual la dinámica de la
explotación familiar tiene un referente en el pasado (modelo original), que se
refiere a unas formas de manejo y a un sistema de valores a los cuales “todo
productor se refiere más o menos conscientemente” y un referente en el futuro
(modelo ideal), una imagen en función de la cual proyecta sus acciones. La
identificación de este modelo ideal es central para la evaluación de la viabili-
dad del sistema.

Hogar – Finca

• Concepción y valoración de la finca (némica).


• Referencias simbólicas.
• Formas de propiedad, apropiación, uso.
• Valoración de dichas formas (social, simbólica, económica).
• Estatus de las formas de apropiación.
• Arraigo.

Esta información se correlacionó con datos como tamaño de las explotacio-


nes, grado de tecnificación, mecanización, capacidad financiera para evaluar
la capacidad de adaptación y de reproducción de la unidad de producción.

Familia – Finca - Medio ambiente

• Concepción y valoración del entorno (némica).


• Referencias simbólicas.
• Criterios y medios de uso de los recursos.
• Manejo del ambiente.
• Procesos que involucran deterioro ambiental y su concepción (némica).
• Mecanismos culturales de protección del entorno.

En términos de viabilidad, es igualmente necesario evaluar el impacto de las


explotaciones familiares sobre el entorno y su tendencia futura. Nos apoyamos
en el uso de las categorías némico/nético para identificar puntos y aspectos
conflictivos, como por ejemplo: prácticas cuya valoración cultural es positiva y
que, sin embargo, implican un fuerte deterioro del medio.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 49

Hogar – Trabajo

• Concepción y valoración del trabajo (némica).


• Referencias simbólicas.
• Actividades
• División del trabajo (grupos de edad y género).
• Jerarquías, toma de decisiones.

Esta relación se tomó sólo para la unidad de producción, es decir, haciendo


énfasis en la participación de los miembros del hogar como mano de obra den-
tro de la finca. La participación de mano de obra externa se analiza más ade-
lante dentro de una relación más amplia que involucra niveles de análisis como
la vereda, la microcuenca o el municipio.

Hogar – Producción - Mercado

• Concepción y valoración de la producción (némica).


• Criterios de selección de los productos.
• Medios de producción (recursos, créditos, herramientas).
• Uso de la producción (autoconsumo, mercado, intercambios).
• Productos tradicionales y nuevos (manejo y valoración).
• Manejo de las técnicas y conocimientos asociados.
• Concepción y manejo del dinero.
• Concepción y criterios del mercado.
• Orientación de la producción (intereses, compromisos, obligaciones).
• Productos para autoconsumo.
• Intercambios (qué productos y con quiénes).
• Relaciones de reciprocidad, de obligación en el intercambio de trabajo,
insumos y productos.

Esta articulación es fundamental en la medida en que en ella se manifiesta


el grado de integración de la unidad de producción al mercado. Sin embargo, al
igual que en el punto anterior, se procedió por niveles de análisis, tomando
como eje las relaciones que se establezcan en torno a la producción.

Las relaciones hasta ahora enunciadas comprenden, a nuestra manera de


ver, la mayoría de los aspectos culturales pertinentes para aprehender el fun-
cionamiento de los sistemas de producción y abordar el tema de su viabilidad. A
50 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

través del análisis de estas relaciones, de sus características sociales,


simbolización e importancia en la conformación de la red social de cada comu-
nidad podemos establecer los valores, reglas de juego y sobre todo las repre-
sentaciones que cada unidad de producción se hace de sí misma, de su entorno
y de su devenir en el tiempo.

Bajo este esquema procedimos a recoger información mediante entrevistas


y se aplicaron a su vez técnicas etnográficas de observación en terreno, adapta-
das para una permanencia en campo restringida (acorde con el presupuesto del
proyecto). En este sentido no se puede hablar de “observación participante”
sino más bien de una “observación acompañante”14.

Se trató de determinar, asimismo, las representaciones simbólicas asociadas


a estas relaciones, a la vida campesina y al medio rural (con énfasis en las
representaciones del futuro de la familia y de la comunidad campesina). Para
estudiar este aspecto nos apoyamos adicionalmente en dos preguntas de una
encuesta aplicada a una muestra aleatoria de sistemas de producción. (más
adelante se explica las características de esta encuesta. En lo que se refiere a
las representaciones de lo rural frente a lo urbano resolvimos hacer dos pregun-
tas, a los miembros de los hogares encuestados, muy sencillas sobre sus prefe-
rencias:

• ¿Dónde se siente usted mejor, en el campo o en la ciudad?


• ¿En una Colombia en paz dónde le gustaría más vivir, en el campo o en la
ciudad?

Valoración de los sistemas de producción

En primer lugar se llevaron a cabo estudios de caso por medio de visitas a unas
20 fincas en cada zona, para establecer la estructura tecnológica de las activi-
dades que componen los sistemas de producción. A esta información se le hizo
un primer procesamiento, que consistió fundamentalmente en asignarle un va-
lor a cada uno de los ítemes que constituyen su estructura de costos y de ingre-
sos. La asignación del valor se hace de acuerdo con los precios de mercado
obtenidos por medio de diversas fuentes primarias; no necesariamente con los
datos suministrados por los productores. Para la parte de la producción que es
vendida se asignan precios al productor; y para el autoconsumo humano, pre-

14. La información obtenida se consignó en una base de datos en CDS/Isis versión para Windows,
separando los registros por temas pertinentes. Esto permitió un manejo eficiente de los datos
y utilizar “toda” la información para establecer comparaciones y acceder a conclusiones y
generalizaciones válidas.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 51

cios al consumidor de acuerdo con nuestro modelo de valoración del ingreso


familiar agropecuario.

De acuerdo con la observación en campo (estudios de caso y entrevistas a


diferentes personas) y con un inventario de las fincas de cada zona se estable-
cieron los principales modelos productivos —o casos típicos—, de la siguiente
forma:

Fómeque Barichara -Guane


Microcuenca de la Quebrada la Negra Microcuencas de la Quebrada Guanentá
y Quebrada Gaqueña

1. Productor de tomate en invernadero. 1. Parcelero en aparcería con los hijos y acceso a


2. Productor hortícola diversificado. pastoreo comunitario.
3. Partijero. 2. Pequeño propietario aparcero mecanizado.
4. Minifundista asalariado. 3. Pequeño propietario y aparcero.
4. Aparcero mecanizado y viviente.

Estos casos típicos corresponden a sistemas de producción que integran di-


versas actividades agropecuarias a lo largo del tiempo según el ciclo de rotacio-
nes de los cultivos. Se procedió a asignarles valores a los costos e ingresos
(monetarios y domésticos) de todos los componentes del sistema para un ciclo
anual y, sobre esta base, establecer las principales variables e indicadores com-
prendidas en nuestro modelo de valoración explicado arriba (en el punto “La
dinámica económica del sistema de producción”). Para captar las rotaciones de
los productores de Fómeque, se tomó en principio un ciclo de tres años proce-
diendo a promediar para un año los resultados sobre costos e ingresos. (Véanse
capítulos II y III).

Los casos típicos son construidos por nosotros sobre la base de nuestras ob-
servaciones de campo y tienen a nuestro juicio, una alta representatividad de
las diferentes formas cómo, de acuerdo con los recursos disponibles, los pro-
ductores organizan sus sistemas productivos pero no son estadísticamente re-
presentativos. Quisimos, entonces, darle una representatividad estadística a
los sistemas analizados, para lo cual procedimos a diseñar una muestra en cada
zona a la cual le aplicamos un cuestionario para identificar fundamentalmente
la estructura de la familia, de los sistemas de producción (tipo y tamaño de
actividades) y los flujos de la producción (autoconsumo y ventas).

Para diseñar la muestra construimos el universo levantando un inventario


por medio de la técnica de censos indirectos. Consiste este procedimiento en
52 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

listar (con algunas variables seleccionadas) todas las fincas en un recorrido


exhaustivo de campo contando con la ayuda de expertos locales. Esta informa-
ción, es altamente confiable y supera las limitaciones que tienen los datos
catastrales en los cuales no hay siempre correspondencia entre la finca y la
ficha catastral.

Para efectos del diseño de la muestra, en cada población se consideró ini-


cialmente un muestreo aleatorio simple tal que se obtuviera una relación entre
la desviación estándar y el margen de error (σ/e) del orden de 2.5, con una
confiabilidad del 95%. Usando la fórmula tradicional para el muestreo aleatorio
simple que permite calcular el tamaño de la muestra n, en una población de
tamaño N, se tiene que:
n0

n= n0
1+ (1.10)
N

siendo

σ 2

1.962 (1.11)
n0= ε

Si la relación entre la desviación estándar (σ) y el margen de error (ε) es 2.5


y el tamaño de la población en Fómeque es 630, se tiene entonces que allí el
tamaño de la muestra debe ser 23. En la población de Guane, donde hay regis-
tradas 68 fincas, el tamaño de la muestra debe ser de 18.

Con el fin de disminuir la variabilidad de las estimaciones la población de


Fómeque se estratificó teniendo en cuenta el uso prioritario de la finca (horti-
cultura y ganadería) y su tamaño (3 hectáreas o menos y más de 3 ha). En la
población de Barichara sólo se tuvo en cuenta el tamaño de la finca (5 hectá-
reas o menos y más de 5 hectáreas). La tabla siguiente muestra la estratifica-
ción de las dos poblaciones.

Como puede observarse tenemos una distribución de los sistemas de produc-


ción que no corresponde estrictamente a la de los casos típicos puesto que
quedaba muy difícil estratificar la muestra con los criterios de los casos típicos.
Tenemos, en consecuencia, dos momentos diferentes del análisis de los siste-
mas de producción: el correspondiente a los casos típicos presentado en los
capítulos II y III y el de los sistemas de producción levantados mediante la en-
cuesta, presentado en el capítulo V.
JAIME FORERO ÁLVAREZ 53

UNIVERSO Y MUESTRA UNIVERSO MUESTRA

Fómeque
Hortícolas hasta 3 ha 285 10
Hortícolas con más de 3 ha 67 2
Ganaderos hasta 3 ha 125 5
Ganaderos con más de 3 ha 153 6
Total Fómeque 630 23

Guane
Pequeños (hasta 5. ha) 34 9
Medianos (con más de 5 ha) 34 9
Total Guane 68 18

La encuesta fue aplicada por el equipo de investigadores con la ayuda de dos


encuestadores profesionales, a quienes se les hizo un entrenamiento en el cam-
po. Para diligenciar los ítemes tendientes a levantar la estructura productiva
del sistema de producción, el encuestador debía recorrer y entender primero la
finca en su totalidad y entrevistar ampliamente al productor para obtener la
información correspondiente. El formulario de la encuesta para estos ítemes
funcionó como una guía de indagación15.

Nuestra experiencia previa de trabajo en el tema, nos señala con claridad


que a través de una encuesta, no es posible obtener información sobre la am-
plia gama de variables relevantes involucradas en la determinación de las
complejísimas estructuras de costos e ingresos de los sistemas de producción
agropecuarios —y especialmente los familiares— que constituyen nuestro obje-
to de estudio. Esta es una de las razones por las cuales privilegiamos los estu-
dios de caso. Sin embargo, consideramos que la encuesta sí brinda información
sobre la frecuencia de algunas variables clave con base en la cual es posible
resolver algunos interrogantes esenciales sobre la composición de los sistemas
de producción.

Con estas consideraciones, para hacer las valoraciones, aplicamos los


parámetros de las estructuras de costos e ingresos levantados mediante los
estudios de caso a la composición de los sistemas de producción obtenida por
medio de la encuesta. De esta manera se logra hacer un análisis estadístico

15. Por el contrario para las dos preguntas sobre las expectativas de los campesinos sobre su
permanencia en el sector rural, mencionadas arriba ¾en el punto anterior¾ fueron simple-
mente leídas a cada miembro del hogar (hasta tres veces sin cambiar el texto) de manera que
funcionaron estrictamente como preguntas de opinión
54 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

representativo de las relaciones costos–ingresos de los sistemas de producción


para las dos zonas estudiadas.

Para la valoración de los sistemas de producción a lo largo del tiempo (1990-


2000) construimos un flujo de costos y de la producción obtenida mes a mes, de
acuerdo con los sistemas de rotaciones de los cultivos identificados en cada
zona. Para valorar los ingresos provenientes de ventas se aplicó las series sema-
nales de precios al productor levantadas en el campo, las cuales abarcaron por
lo menos un año. Estas series se cruzaron con series prolongadas de precios de
compra mayorista para determinar, a diez años, los precios locales pagados al
productor.

Para determinar las variaciones de los costos en el período contemplado se


aplicaron los índices de precios de los insumos (a escala nacional) y de los jor-
nales agropecuarios (a escala regional).

Obtenidos de esta forma los costos y los ingresos monetarios y domésticos,


el procesamiento se estructuró de acuerdo con el modelo analítico que hemos
venido desarrollando para la producción familiar rural presentado arriba.

Análisis ambiental por microcuenca o región


agrosocioecológica y análisis de las coberturas vegetales de
los sistemas de producción

Simulamos con el modelo hidrológico de DEEB (véase capítulo IV) los efectos de
la sustitución de cobertura vegetal natural por actividad agropecuaria, sobre la
curva de duración de caudales. La aplicación se hizo en la cuenca de la Quebra-
da Negra de Fómeque y en las dos pequeñas cuencas que componen la región
agrosocioecológica de Guane.

La Quebrada Negra se localiza en el municipio de Fómeque (Oriente de


Cundinamarca) y hace parte de la cuenca del río Orinoco, desembocando suce-
sivamente en los ríos Negro, Guayuriba, Metica y Meta.

Por su parte las cuencas de las quebradas Gaqueña y Guanentá, se encuen-


tran entre los municipios de Guane, Barichara y Villanueva (Santander); desem-
bocando al río Suárez, el que a su vez desemboca al río Sogamoso y éste al
Magdalena.

A escala temporal el análisis se realiza a nivel mensual multianual dentro del


período 1982-1999 (18 años) para la cuenca de la quebrada Negra y 1980-1999
(20 años) para las cuencas de las quebradas Gaqueña y Guanentá. Se seleccio-
JAIME FORERO ÁLVAREZ 55

nan estos períodos de análisis por ser el lapso de tiempo con los registros
hidrológicos más completos en las estaciones o susceptibles de completarse sin
incurrir en grados de correlación inaceptables.

El cambio de caudales simulado —y traducido a oferta de agua aprovecha-


ble— se valoró de acuerdo con la técnica de “costos evitados”16. De esta forma
se obtuvo el costo ambiental por hectárea dedicada a usos agropecuarios, esti-
mando el incremento de costos en los usuarios del agua cuando se cambia el uso
del suelo de una cobertura vegetal protectora de la cuenca a un cultivo.

En segundo término hicimos un levantamiento de coberturas vegetales y


condiciones físicas de 10 sistemas de producción, en cada una de las dos regio-
nes, para establecer algunos aspectos relacionados con la diversidad vegetal
por sistema. Con esta información se hace un análisis de tipo diagnóstico que
tiende a señalar las condiciones y la sostenibilidad ambiental en cuanto a la
interacción de la cobertura vegetal con el medio físico.

Análisis comparativo con otros casos de la región andina

En el capítulo V comparamos los resultados de la investigación en la dos zonas


mencionadas, con los de otras investigaciones adelantadas por nosotros (FORERO,
1999a y FORERO et al., 2000) y por nuestros alumnos de la maestría de Desarrollo
sostenible de sistemas agrarios (PAZ, 1999 y AMAYA, 1998). Con toda esta informa-
ción creemos tener un amplio panorama suficientemente representativo de la
producción familiar rural de la región andina colombiana, para hacer un balan-
ce general de la viabilidad económica de los sistemas de producción de los
campesinos en esta región.

16. Mediante esta técnica se estiman las variaciones en los costos de producción (costos evita-
dos) que se obtendrían cuando se mejora la disponibilidad de agua para distintos tipos de
usuarios.
56 SISTEMAS DE PRODUCCIÓN RURALES EN LA REGIÓN ANDINA COLOMBIANA

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