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Estrés factor desencadenante en las enfermedades cardiovasculares y

neoplásicas

Reyes Betancourt, Ahmed1 (Cuba)


Rodríguez Quintero, Reyné 1 (Cuba)
Acosta Batista, Carlos2 (Cuba)
1
Estudiante de 5to Año de Medicina.
2
Estudiante de 3er Año de Medicina.

RESUMEN
El estrés es la enfermedad psicosocial que caracteriza al mundo moderno. Es un factor desencadenante de múltiples alteraciones en el
organismo facilitando el desarrollo de otras muchas afecciones. Se realizó una revisión de 12 bibliografías, con el objetivo de describir la
influencia del estrés y sus síntomas en los mecanismos fisiopatológicos, específicamente de las cardiovasculares y neoplásicas, motivados
por la alta incidencia de estos trastornos en la situación de salud actual del mundo moderno, teniendo como finalidad lograr una mejor
evaluación diagnóstica y un tratamiento más racional por parte del médico. El estrés es un factor de riesgo que provoca grandes
alteraciones en el sistema nervioso e inmunológico, que por mecanismos orgánicos asociados a estos sistemas, ocasiona diversas
enfermedades cardiovasculares. No se conocen mecanismos fisiopatológicos que responsabilicen al estrés en cuanto al desarrollo del
cáncer, pero sí se ha comprobado que la depresión y el estrés psicológico se relacionan en los progresos del cáncer.

Palabras Clave: Estrés, Enfermedades Cardiovasculares, Enfermedades Neoplásicas.

INTRODUCCIÓN

El estrés o tensión constituye una presión del medio ambiente externo (peligro físico, problemas
sociales), o proveniente del propio organismo (procesos inflamatorios, trastornos psíquicos), que nos
impone demandas físicas y también emocionales que requieren de reajustes fisiológicos y psicológicos 1,
es decir, cuando un individuo percibe las demandas de una situación que excede sus recursos.2

Se debe distinguir el estrés del distrés. El eustrés es un evento neutral o placentero que se piensa
puede ser “controlable”. El distrés puede ser emocional o físicamente amenazador, severo, prolongado,
impredecible e “incontrolable” 2

El estrés es la enfermedad psicosocial que caracteriza al mundo moderno. “Algo tan inespecífico que
pareciera que no se puede aprehender o medir”. Su variante de mayor magnitud es el estrés laboral,
asunto aún más espinoso cuando se conoce que cualquier situación de tensión que acompaña la
conducta de una persona en el trabajo puede originarse en el entorno profesional, pero también fuera
de este 3

Ante influencias de un lado y del otro, suele tornarse complicado determinar el detonante real del
trastorno. Los expertos, sin embargo, definen como estrés laboral al que se origina fundamentalmente
por las condiciones de trabajo y el desempeño profesional observado en grupos de trabajadores. 3 Al
parecer nadie escapa a los llamados riesgos psicosociales, menos aún el colectivo laboral. Siempre hay
un individuo enfrentado a una tarea, y cuando este percibe cierta desventaja —por la organización del
trabajo, la carga excesiva, las relaciones interpersonales, las condiciones ambientales o la forma de
retribuirle su labor, entre otras—, está abonado el terreno para que surja una fuente de tensión que
amenaza el equilibrio psíquico de la persona, el ajuste de su comportamiento en el trabajo y fuera de
este, así como su salud física 3

Diversos estudios demuestran claramente una unión entre el estrés, el desarrollo y el curso de muchas
enfermedades. El concepto de que el cerebro puede modular el sistema inmune fundamenta la teoría
del estrés. Recientes avances en el estudio de las interacciones entre el Sistema Nervioso Central (SNC)
y el Sistema Inmune (SI) han demostrado una vasta red de vías de comunicación entre ambos 1

El estrés tiene como padecimientos característicos las enfermedades cardiovasculares y las


neoplasias, aunque también existen investigaciones que demuestran su contribución a enfermedades
infecciosas y autoinmunes1 ,otros estudios han indagado sobre las lesiones músculo-esqueléticas que
provocan y otros trastornos relacionados con el embarazo y el bajo peso al nacer. 3

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en la mayoría de los países
desarrollados y en el nuestro, la cardiopatía isquémica y fundamentalmente el Infarto Agudo del
Miocardio (IAM) ocupa un lugar cimero, ya que supone alrededor de un tercio de esta mortalidad. Más
de 6 750 000 personas mueren cada año en el mundo por enfermedades coronarias y 1,3 millones más,
padecen de infarto cardíaco no mortal 4

En los Estados Unidos cada año ocurren 1,5 millones de IAM, y la mortalidad por esta afección alcanza
el 30 %. En Alemania, en una de cada dos muertes se constata la existencia de una enfermedad
cardíaca. En Cuba fallecen anualmente más de 20 000 personas por enfermedades cardiovasculares, de
las cuales el 85% corresponde a la población de 60 años y más. Su incremento en los últimos años se
explica, entre otras causas, por el envejecimiento poblacional 4 y por los factores estresantes que
imponen la vida moderna.

Las neoplasias representan la segunda causa de muerte a nivel mundial, con una alta incidencia en
Cuba reflejada en los controles estadísticos de los últimos años, encontrándose entre las
fundamentales: neoplasia de mama, neoplasia de próstata y carcinoma de pulmón, entre otros. 2

Todo lo anterior justifica nuestra intención de realizar la presente actualización, donde nos planteamos
la siguiente interrogante:
¿Constituye el estrés un factor de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares y neoplásicas?
El trabajo se elaboró con el fin de mejorar la comprensión del médico sobre estos trastornos, para un
diagnóstico y tratamiento más eficiente y racional.

OBJETIVO
Describir la relación que existe entre el estrés como factor de riesgo y los mecanismos
fisiopatológicos de las enfermedades cardiovasculares y neoplásicas.

DESARROLLO

Estrés y enfermedades cardiovasculares


Las investigaciones en Fisiología, Psicología y Medicina, han sostenido la idea de que el riesgo de
enfermedad cardiovascular está incrementado por respuestas exageradas al estrés. En este contexto se
propone un modelo de control del SNC sobre sistemas de respuesta periférica que suministran una vía
para designar 3 fuentes de reactividad exagerada al estrés, la cual puede variar entre los diferentes
individuos. El nivel superior incluye el sistema límbico y la corteza prefrontal como áreas interactuantes
que forman las respuestas al estrés psicológico. Estas interacciones frontal-límbicas, constituyen un
medio para trasladar experiencias y procesos afectivos a las respuestas corporales. El nivel medio
incluye al hipotálamo y algunas áreas del cerebro que trasladan las influencias descendentes al
rendimiento corporal. Los niveles de activación de estas estructuras pueden conducir a reactividad
incrementada para muchas formas de desafío. El nivel final incluye los efectores periféricos que crean la
respuesta en sí misma, la función alterada de un efector puede ser una fuente de reactividad
incrementada. Esta organización es la que llega a suministrar una vía para penetrar en las fuentes de
reactividad al estrés que caracterizan a grupos específicos de riesgo y permite, por lo tanto, suponerla
como la fuente de la fisiopatología de la enfermedad 3

Está bien establecido que los factores psicológicos pueden actuar como factores de riesgo para el
síndrome coronario agudo (SCA), enfermedad en cuya progresión tiene un importante papel el SI. Los
factores de riesgo psicológicos crónicos como la hostilidad y el estado socioeconómico bajo, son
importantes en las etapas tempranas de esta enfermedad, en tanto que factores episódicos como la
depresión y el agotamiento están implicados en la transición de las placas arterioscleróticas de estables
a inestables. Disparadores psicológicos agudos como la cólera y el estrés mental, pueden promover la
isquemia miocárdica y la ruptura de la placa. Investigaciones recientes demuestran la importancia de
los parámetros inflamatorios en la etiología y pronóstico del SCA. Un estudio que exploró las relaciones
entre los factores psicológicos y los parámetros inmunológicos en esta enfermedad, donde fueron
evaluados el control percibido, apoyo emocional y eventos vitales -2 ó 3 días después de la
hospitalización-, así como el conteo de leucocitos totales y porcentaje de monocitos, macrófagos,
como el nivel de neutrófilos y linfocitos, demostró que la hostilidad y los eventos vitales se
correlacionaron positivamente con el porcentaje de monocitos, en tanto que el control percibido y el
apoyo emocional se correlacionaron inversamente. En cuanto al porcentaje de neutrófilos, hubo una
correlación positiva con el apoyo emocional y negativa con los eventos vitales estresantes, y existió
relación entre el reclutamiento de monocitos y un peor perfil psicosocial, predictivo de SCA 3

El SNC libera la epinefrina y la norepinefrina de la médula adrenal, lo que produce un incremento en la


cantidad de ácidos grasos libres en la sangre favoreciendo la ateroesclerosis, presión sanguínea elevada
y el SCA. Existen también evidencias de que ciertos tipos de personalidad son más susceptibles a las
enfermedades relacionadas con el estrés 5

Los aspectos psicosociales de la enfermedad del corazón han sido usualmente estudiados en pacientes
masculinos. En las mujeres, las fuentes de distrés son a menudo encontradas en otras áreas como la
familia, el ambiente del hogar y menos frecuentemente en el lugar de trabajo. Especialmente para las
madres trabajadoras, la combinación del trabajo profesional con el del hogar, constituye un evento
estresante considerable. El estrés es percibido en los hombres de manera diferente que en las mujeres,
y conduce también a diferentes reacciones psicológicas. Un ejemplo es la recientemente descrita “
cardiomiopatía de estrés”, una enfermedad aguda, amenazadora para la vida, la cual es a menudo
provocada por distrés emocional súbito y puede ser encontrada principalmente en mujeres. Las
mujeres con enfermedad del corazón manifiestan más distrés psicológico en respuesta a su
enfermedad que los hombres. Al igual que en el hombre, los síntomas depresivos pueden impactar
negativamente el pronóstico. 3

En 1999, el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. fundó nuevos centros de investigación mente-cuerpo,
para examinar cómo las creencias, actitudes y el estrés, afectan la enfermedad del corazón y el fallo del
SI. Se ha comprobado que los pacientes que sufren de depresión después de un fallo cardíaco, es más
probable que mueran comparados con otros que tienen una respuesta más adaptativa. Es muy
importante la forma en que una persona percibe el estrés. Una misma situación extrema puede
producir distintos tipos de estrés en personas diferentes 6

En términos de estrés y enfermedad del corazón, el estudio más amplio hasta la fecha ha sido
“Interheart”, llevado a cabo en 52 países, el cual examinó principalmente al estrés laboral y otros como
el estrés financiero y el estrés alrededor de eventos vitales importantes en 24 767 personas, y encontró
que el estrés elevó el riesgo de ataque al corazón 2,5 veces, casi tanto como el hábito de fumar y la
diabetes. Aunque estudios previos han sugerido una correlación entre estrés crónico y enfermedad
cardiovascular, esta fue la primera vez que se mostró una relación tan evidente 3, 5,6

El modelo biopsicosocial describe las interacciones entre los factores biológicos y psicosociales en la
etiología y progresión de la enfermedad. La forma en la que el individuo interpreta y responde al
medioambiente determina la respuesta al estrés, influye en el comportamiento de la salud, contribuye a
la respuesta inmune y neuroendocrina, y puede finalmente producir enfermedad. Las intervenciones
psicológicas oportunas son necesarias para modular la respuesta al estrés y mejorar el comportamiento
de la salud, enseñando a los individuos métodos más adaptativos para interpretar los desafíos de la
vida con respuestas más efectivas. 7,8

Estrés y enfermedades neoplásicas


No está demostrado científicamente que la psiquis es responsable del desarrollo del cáncer, así como
tampoco existen evidencias de que la psiquis tenga influencia sobre el tiempo de supervivencia o el
porcentaje de curaciones, pero sí es incuestionable el desarrollo de estrés psicológico como efecto de
tener una enfermedad amenazadora para la vida, que influye en la calidad de vida de los pacientes y
de sus familiares, lo cual constituye un estrés negativo o distrés. La depresión y el estrés psicológico
han sido implicados en los progresos del cáncer. De igual forma, la glándula pineal y su secreción
principal, la melatonina, influyen en su inicio y progresión. Además, cambios en la secreción de
melatonina han sido relacionados con el estrés y la depresión, y tanto la glándula pineal como la
corteza cerebral, actúan por la vía del sistema límbico para producir sus efectos. La glándula pineal
tiene un efecto sobre el cáncer, tanto directo como por la vía del SI 9

Se ha demostrado un incremento de la incidencia del melanoma maligno con la edad en algunos


países, lo que se ha señalado puede ser ocasionado como respuesta ante un estrés repentino
provocado por el medio ambiente. También se han relacionado los niveles de síntomas de desorden de
estrés postraumático (DEPT) con variables demográficas y psicosociales e historia médica en 31 mujeres
con antecedentes maternos de cáncer de mama, que indicaron que el 19,4 % de esas mujeres
probablemente tuvieran un diagnóstico de DEPT relacionado con el cáncer de la madre,
particularmente en aquellas que mostraron una actitud más negativa. La severidad de los síntomas de
DEPT se asoció positivamente con el estadio del cáncer materno al diagnóstico, e inversamente con la
edad. Estos datos sugieren que el cáncer de mama materno es un evento emocionalmente traumático
para muchas mujeres y constituye una influencia potencial de factores psicológicos y características
estresantes sobre las respuestas de DEPT en las hijas. 10

En pacientes con cáncer se ha demostrado que existe una disminución de la función de las células del
sistema inmune en el microambiente del tumor. Las relaciones entre distrés, apoyo social y actividad de
las células asesinas naturales (NK) en pacientes con cáncer de ovario, en células mononucleares de
sangre periférica (CMSP), líquido ascítico (LA) y en linfocitos que infiltran el tumor (LIT), demostraron
que la actividad de las células NK en sangre periférica era significativamente más baja en las pacientes
con cáncer de ovario al compararlas con aquellas que tenían tumores benignos, y que la citotoxicidad
NK en LIT era significativamente más baja que en las CMSP o en LA. El apoyo social estuvo relacionado
con una actividad NK más alta en CMSP y en LIT. El distrés guardó relación con la citotoxicidad NK más
baja en LIT. Un modelo multivariado indicó asociaciones independientes, tanto del distrés como del
apoyo social, con la actividad de las células NK en LIT, por lo que se concluyó que los factores
psicológicos, tales como el apoyo social y el distrés, están asociados con cambios en la respuesta
inmune celular, no solo en sangre periférica, sino también en el microambiente del tumor. 10

En enfermos recién diagnosticados con cáncer de cabeza, cuello o pulmón, se relacionaron el desorden
de estrés agudo (DEA) y el DEPT, así como la ansiedad, depresión y desorden por uso de sustancias, en
los primeros 12 meses después de diagnosticada la enfermedad. Estos pacientes fueron evaluados para
DEA durante los meses iniciales después de su diagnóstico y reevaluados para DEPT y otros trastornos
psicológicos 6 y 12 meses después. La incidencia de DEPT a los 12 meses (14 %) fue más baja que la de
otros desórdenes como la ansiedad (20 %) y la depresión (20 %), lo que sugiere la necesidad del
desarrollo de intervenciones terapéuticas válidas para asistir a esta población de enfermos en el primer
año siguiente al diagnóstico 11

Los síntomas de DEPT, tales como pensamientos intrusos, excitación psicológica y evitación, han sido
demostrados en madres y padres de niños que han sobrevivido a un cáncer. Kazak y colaboradores
analizaron la presencia de DEPT en padres de niños con neoplasia en tratamiento y su asociación con la
intensidad del mismo y tiempo desde el diagnóstico. 12

Las investigaciones psico-oncológicas están actualmente interesadas en la creación de métodos


adecuados para identificar a los pacientes tomando en consideración su nivel de distrés, quienes se
beneficiarán de una intervención psico-oncológica específica para facilitar el bienestar a largo plazo.12

Además, no se debe soslayar la importancia de las experiencias estresantes como resultado del cuidado
de pacientes con cáncer en los centros oncológicos. Esto es experimentado no solo por los médicos y
las enfermeras, sino por todo el personal de salud que atiende a dichos enfermos. En adición a la
situación estresante de los cuidadores, se encuentran la escasez de personal, largas horas de trabajo,
programas estrechos y recursos limitados. Por lo tanto, es importante el hallazgo de mecanismos
innovadores para reducir los niveles de estrés de todo este equipo de trabajo.

CONCLUSIONES

El estrés es un factor de riesgo muy perjudicial que provoca grandes alteraciones en el sistema
nervioso e inmunológico, que por mecanismos orgánicos asociados a estos sistemas, ocasiona diversas
enfermedades cardiovasculares.
No se conocen mecanismos fisiopatológicos que responsabilicen al estrés, respecto al desarrollo del
cáncer, pero sí se ha comprobado que la depresión y el estrés psicológico se relacionan en los
progresos del cáncer, por su influencia en el Sistema Inmune y en el Sistema Nervioso Central.

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