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C
uando recibimos a Jesús como Señor y Salvador pasamos a formar
parte de la familia de Dios quien nos da nuevos hermanos en la fe,
quienes comparten con nosotros sus metas a seguir a Cristo y ser fieles
a Dios. Ellos nos van a resguardar para no desmayar y no volver atrás, como
sucedería si tratamos de vivir el cristianismo solo.
Cuando nos unimos a la iglesia cumplimos con lo establecido por el Señor: “no
dejar de congregarnos” Hebreos10:25, cuando nos congregamos con otros
cristianos en oración y adoración, nuestra vida prende con más fuerza hasta
ser una antorcha encendida que arde en las manos de Cristo.
Llamamos iglesia a la reunión de todos aquellos que han hecho u decisión por
Cristo, y han aceptado el poder redentor de su sangre. La iglesia está
compuesta por todos los cristianos que en el mundo entero han dado este paso
de fe.
“Mejor son dos que uno. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay
del solo! que cuando cayere no habrá segundo que lo levante. Eclesiastés 4:9-10
Debemos buscar para compartir juntos, podemos salir a comer hablar por
teléfono, visitarnos mutuamente y participar de las diferentes actividades de la
iglesia, como son los encuentros, el post-encuentro la escuela de líderes o
vinculándonos a un ministerio que nos permita explotar los talentos que Dios
nos dio.
Los dones son muy variados y van desde la santidad, milagros, administración
y servicio, entre otros. (1 Corintios 12:28-30) nos da una larga lista de ellos;
pero la clave es usar los que el Espíritu Santo nos ha dado. Podemos servir en
la obra de manera responsable y con una actitud correcta que refleje amor.
Establézcase el reto de asistir a la iglesia no solo para recibir, sino también
para servir. Hágalo en lo que este a su alcance, así descubrirá los dones, el
Espíritu Santo le dará otros y le respaldará en la labor que esté realizando.
En cierta ocasión murió una anciana y el mismo día murió también, una gran
predicadora a quien ella, como intercesora, apoyaba en oración.
Cuando llegó al cielo el predicador pensó recibir un gran galardón por lo bien
que había predicado. Sin embargo, su sorpresa fue grande, pues la anciana
recibió uno mayor. Al preguntar porqué, le respondieron: “Los resultado que tu
obtuviste fueron producto de la oración de ella”.
La iglesia de sana doctrina tiene como propósito edificar a los creyentes para la
obra del ministerio, cumpliendo así con lo establecido por Dios.
“Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia” 2 Timoteo 3:16