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EJERCICIO ESCRITURAL

Lea las siguientes historias creadas a partir de las siguientes frases entrelazadas

La niña que quería volar


El piloto de los tontos
Viajar a Acapulco
El perro que no sabía ladrar
El cura que quiso ser actor de cine
El excombatiente que quería ser vendedor de computadores

HISTORIAS

Reunidos seis hombres en una taberna y ya entre el calor de los tragos hacen una
apuesta graciosa. El que cuente la historia más asombrosa, gana cinco cajas de licor.

Juan, atrevido como siempre inicia el relato diciendo:

-Allá en un pueblo muy lejano, viviendo en una humilde choza, una niña hermosa con
rostros de ángel y mirada de cielo, soñaba hasta despierta, con ser piloto. Sus deseos
habían sido alimentados por su abuelo, un anciano venerable que perdió su fortuna en
tiempos de la guerra, pero que había leído todo sobre el arte de volar, desde la misma
historia de Ícaro.

Gaviota como era llamada la pequeña, se acostaba cada noche mirando por la ventana el
cielo inmenso lleno de estrellas, subía a su avioncito de papel y empezaba a recorrer los
mundos.

Un día, oyó un gran ruido y se precipitó velozmente hacia el abismo. Al caer, todo el
avión se había hecho trizas, pero ella milagrosamente se había salvado.

Una mano la tiene fuertemente agarrada y unos brazos la aprietan con amor. Es su
abuelo que al oído le dice –niña deja ya de volar que las hojas de tu cuaderno se han
acabado y no queda ni una, para otro avión más.

Todos aplauden a Juan. Ahora toma la palabra Roberto, mozo querido de todos por su
gracia y donaire al hablar.

Respira profundo y se prepara para narrar su cuento.

-En un país remoto, existía un hombre llamado Juan sin miedo. El pequeño y escuálido
humano temblaba por todo y su madre para evitar que el viento se lo llevara le amarraba
una pita al pantalón y la ataba a la puerta de su casa.

Juan se había graduado de piloto de los tontos porque vivía montado en un avión de
caña que un amigo había construido para él. Siempre, muy de madrugada se acomodaba
dentro esperando que soplara un buen viento y cuando esto sucedía, salía corriendo
hacia su casa para desatar el cordel que lo ataba al madero de la entrada. Iba gritando –
¡Volar, volar no puedo! porque mi vieja amarra y amarra mis calzones a la puerta para
que no me vaya.

Ríen todos de las ocurrencias de Roberto y brindan.

Le toca hacer el relato a Arcadio que aunque es callado hoy ha decidido picar la lengua.

-Les cuento mis amigos que allá en México en un pueblito bastante olvidado, entre ritos
a la muerte y comidas de guacamole, vive mi comadre Petra y su hija Francisca.

La chiquilla recorre las calles todo el día pidiendo una limosna aquí y allá. Pero siempre
en las tardes se acerca al negocio de Tiburcio y se queda horas enteras mirando las
imágenes de un viejo televisor, -el único del pueblo- que muestra un programa sobre
Acapulco. La chiquilla regresa al rancho, se sienta junto al fogón y suspira. Entonces
empieza a volar su imaginación y sueña con vivir en Acapulco y se ve nadando y
divirtiéndose.

De repente un puñado de agua cae en su carita graciosa y asustada grita - ¡no!, ¡no!, ¡me
ahogo! – La madre suelta la risa y la mira con ternura, pasándole las manos curtidas por
el rostro angelical y le dice – hija mía no creas que el mar en Acapulco es tan pequeño
como para ahogar un suspiro.

Se oyen los urras, para Arcadio. Este se dirige a Felipe y le invita a la ronda de relatos.
El muchacho, el más joven de los seis, se prepara para su cuento.

Su voz débil se escucha en el corrillo y una historia más brota de sus labios.

Cocodrilo, se llamaba el perro de Pancracio y tenía por costumbre tirarse al piso boca
arriba. Parecía epiléptico, sus ojos se le quería salir y la baba acudía por sus colmillos.
Su dueño comprendía lo que pasaba y corría a alistar la escopeta. Lo que sucedía era
que se acercaban los faros ladrones en busca de gallinas y como cocodrilo no sabía
ladrar, se revolcaba en el suelo en una crisis impresionante que le costó muchísimos
años a Pancracio, descifrar ese comportamiento de su fiel amigo.

Cada historia ha sido interesante y por ello todos ríen y festejan esas ideas un poco locas
que a los hombres se les ocurren cuando piensan.

El turno ha llegado para Manuel, es el más anciano de la ronda. Con hablar calmado y
enigmático relata que un hombre santo, de pronto le dio por ser actor de cine. Vivía en
un monasterio de un pueblito retirado. Pasaba los días enseñando a los niños las
parábolas de Jesús y para ello había organizado un grupo de teatro donde Manuel
representaba papeles protagónicos. Así formaba a sus pupilos en las cuestiones de Dios.
Viendo los resultados, montó ya no obras religiosas, sino que empezó a aprovechar el
grupo para educar en otros valores y sobre otros temas.

En el fondo de su corazón estaba viva la llamita de ser actor de cine y de los buenos.
Pero, un fracaso amoroso lo llevó a ingresar al convento y con él escondió sus ilusiones
que ahora dejaba asomar para los niños y esto de alguna manera lo hacía feliz.

Llegó a la aldea en cierta ocasión, un grupo de cineastas, que querías filmar parte de una
película, aprovechando los hermosos paisajes aledaños al pueblo.

Un hombre delgado, de estilo americano le observaba desde cerca y le perecía


interesante la forma de actuar del religioso. Entonces, fue preguntando por él y lo que
hacía. Después trabó amistad con Jesús Alberto que era el nombre del monje y le invitó
a hacer unas pruebas, que terminaron con el abandono de los hábitos y el inicio, como
diría cualquier parroquiano, de la parición de una nueva estrella.

La narración de Manuel ha sido seria pero tiene mucho que ver con las frustraciones y
con los cambios de fortuna.

Timoleón es a quien le corresponde cerrar el rato ameno que se ha venido desarrollando


y que ha atraído a otros visitantes del lugar. Atentos escuchan cada cuento y lo celebran
con risas y aplausos.

Timo, como le llaman cariñosamente se dirige a la audiencia con estas palabras:

-Terminada la guerra del Vietnam, Jhon que viene frustrado de tanto combate inútil y
tanta sangre derramada, está en la pequeña ciudad donde tiene su hogar y su familia. El
ejercito lo ha retirado con un buen salario pero el quiere sentirse útil y desde hace
tiempo viene madurando la idea de convertirse en vendedor de computadores.

Decide un día presentarse en una gran empresa y solicitar el empleo de vendedor de


computadores para el cual se había publicado un anuncio en los diarios de la ciudad.

Le citaron para una entrevista y estuvo a tiempo. Una voz suave le llama por su nombre.
Jhon se pone de pie y se acerca a la oficina de donde Salió una mujer delgada y frágil.
Penetra en el lugar, saludando y le piden que tome asiento. En una cómoda silla un
hombre de lentes, escudriña minuciosamente al excombatiente y luego le dice –Señor
Jhon, sentimos muchísimo no poder ofrecer el empleo porque ya fue encargada otra
persona para ello.

El hombre sale cabizbajo y no entiende que ha pasado, la secretaria el día que llevó los
papeles le dijo –Seguro que te quedas con el puesto- ¿qué habrá sucedido?

Sigue caminando, sus grandes botas hacen temblar los escritorios, todos se esconden,
las granadas y la enorme carabina recortada asustan a los empleados, que se miran como
interrogándose ¿de dónde habrá escapado ese guerrero?
La ronda de cuentos terminó aquel día y todos aplaudieron por las ideas extrañas que
habían escuchado

NOTA Se puede llegar a ser buen escritor si se realiza este trabajo con placer y si la
práctica incluye la construcción de muchos borradores, la revisión y corrección.
Algunos tienen la habilidad y sienten el gusto por escribir pero otros pueden desarrollar
esa capacidad si le dedican el tiempo que ello requiere y si se nutren de la lectura de
muchas cosas, entre ellas de los libros.

En una mañana de marzo, mes de vacaciones en litoral del atlántico encontrándose Juan
junto al río, siente de pronto en su corazón el olor a primavera fresca que tare consigo el
amor. Mira entonces extasiado, el cielo lleno de blandas nubes y su pensamiento cual
hilo elástico se va extendiendo por todo el firmamento, cuando de repente algo duro
como una roca, cae sobre su cabeza y un chorro de sangre con sabor agridulce corre por
su frente, tornándose con el calor del sol en olor a caucho y allí acaba su momento de
inspiración porque el fuerte olor lo trajo a la realidad

HAGA UN EJERCICIOI PARECIDO CON LAS SIGUIENTES IDEAS

Diciembre es de color rojo y verde.


Un cacahuate al abrirlo suena vacío y al comerlo chirrea.
El rojo sabe a sangre.
La temperatura es azul
El mármol sabe a muerto.

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