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Los intentos por analizar las Relaciones Internacionales a partir del marxis
mo no son nuevos ni escasos. Puede decirse incluso que Marx, Engels, Lenin
y sus continuadores abordaron algunas cuestiones de índole internacional
en sus principales obras y aunque en rigor no dedicaron nunca un trabajo
profundo y especifico al estudio teórico de la política internacional, se acepta
que tuvieron siempre en mente la importancia de la dimensión internacional
o el peso del factor internacional.
La tarea de elaborar una explicación más o menos global de la sociedad
internacional o de la política internacional ha caído en las espaldas del
marxismo contemporáneo. En nuestro país hace algunos años que se ha
iniciado un laborioso trabajo en el seno del Centro de Relaciones Interna
cionales en tomo al marxismo y su utilidad para el análisis de los fenómenos
internacionales. Esta alternativa surgió tras la revisión crítica de los enfo
ques tradicionales sobre la sociedad internacional y tiene como finalidad
explicarse lo específico internacional a partir del marxismo y desde el punto
de vista de un país subdesarrollado; intento que busca al mismo tiempo,
romper con la dependencia que se padece en relación con las teorías y modelos
elaborados —con motivaciones político-ideológicas bien claras— en los prin
cipales centros del capitalismo desarollado, fundamentalmente en Estados
Unidos, Francia e Inglaterra.
La importancia que en los últimos años se ha comenzado a otorgar al
marxismo dentro de los estudios sobre la realidad internacional ha aumentado
constantemente. Esta tendencia no ha estado ausente incluso en los análisis
norteamericanos más recientes sobre los problemas internacionales, análisis
de los cuales se presentan comentarios críticos en este mismo número.
También los autores que abordan la problemática teórica de esta disciplina
desde un punto de vista no marxista, se han visto forzados a tomar en
cuenta el materialismo histórico, aunque sea con el único fin de refutarlo
desde una posición abiertamente anticomunista.1 Resulta evidente que las
* Profesor del Centro de Relaciones Internacionales.
1 Sobre marxismo y Relaciones Internacionales, Marcel Merle analiza a grande*
rasgos los mismos tópicos que Roberto Mesa, aunque desde una posición política muy
cercana al iwticcmunigmo. La problemática relacionada alrededor de la cuestión
colonial y el nacionalismo se plantea en términos que pretenden hacerla aparecer
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politica del poder, el dominio del débil por el poderoso y la explotación del
subdesarrollado por el desarrollado prevalecen aún. De tal manera, la
confrontación entre los dos subsistemas mundiales se ha ajustado a esta
pauta”.*2
Coincidimos completamente con Brucan sobre esta tesis en tomo a la
caracterización general de las Relaciones Internacionales de nuestra época,
aunque no compartimos la manera poco rigurosa como analiza el problema
nacional, el nacionalismo, principalmente en su vinculación con la lucha de
clases. Lo que sí queda claro es que no se ha hecho un análisis riguroso,
profundo, completo de estas dos últimas obras, a pesar de haber sido difun
didas, leídas y citadas en demasía entre estudiantes y profesores en nuestra
Facultad. Aunque abundan, eso sí, los comentarios circunstanciales, parcia
les, generalmente orales, sobre estos libros, no se ha realizado un balance
global de su contenido.
Volviendo a la cuestión central sobre la forma en que llegó a conformarse
el mundo en Estados nacionales, queremos plantear, de manera general,
algunas consideraciones para su discusión y desarrollo.28
En principio, la comprensión plena del problema requiere concebir a la
dinámica internacional como una estructura cuyo movimiento se produce no
por factores accidentales, sino como una totalidad plurinacional —compuesta
no exclusivamente por Estados— determinada por condiciones sociales es
pecíficas. Pero al mismo tiempo, se vuelve indispensable concebir a los prin
cipales protagonistas de la política internacional, es decir, a los Estados na
cionales, no como entes monolíticos, integrados, sino como un conjunto de
formaciones sociales nacionales cuya característica fundamental es su cons
titución a partir de una estructura de clase específica.
Los Estados nacionales en el sentido occidental o céntrico del término,
aparecieron en Europa, y durante los siglos XVIII y XIX se generalizaron
en el mundo a medida que se consolidaban las relaciones de producción
capitalista. Estos conjuntos sociales, son comunidades históricas cimentadas
a nivel de las relaciones económicas en un mercado nacional unificado, y a
través de las relaciones políticas por la existencia de un aparato estatal.
La conjunción de ambos elementos dio como resultado el surgimiento de
lo que hoy se conoce como el Estado nación. De esta forma, puede adelantarse
que el Estado nación constituye el espacio geográfico-histórico indispensable
para que se desarrolle y alcance la hegemonía la burguesía de Francia,
Inglaterra, Alemania y demás países de Europa donde tuvo su origen el
sistema capitalista. Esta hegemonía inicial que la burguesía logra, se ve
acompañada por el establecimiento de las estructuras políticas y territoriales
necesarias para la reproducción ampliada de capital, y para promover al
22 Brucan, op. cit., p. 16.
23 Las principales ideas sobre este punto fueron adelantadas en una potencia presen
tada en el VII Coloquio Intemacioal de Primavera. Víctor Batta, Notas sobre la
cuestión nacional y las relaciones internacionales.
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27 Samir, Clases y naciones en el materialismo histórico, op. cit., pp. 106-120. Sobre
«ate punto puede consultarse también otra obra del mismo autor: La acumulación a
escala mundial (critica de la teoría del subdesarrollo), México, Siglo XX, 1979.
Ver también: Anouar Abdel-Malek, La dialéctica social (La reestructuración de la
teoría social y de la filosofía política), México, Siglo XXI, 1975. Para el análisis
del caso latinoamericano, véase Ricaurte Soler. Ideas y cuestión nacional latinoame
ricana, México, Siglo XXI, 1980.
28 Román Rosdolsky, Friedrich Engels y el Problema de los pueblos sin historia,
México, siglo XXI, Cuadernos de Pasado y Presente, núm. 88, 1980.