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Seminario Teológico

Presbiteriano

INFORME DE LECTURA
“Breve historia del Canon Bíblico”
Gonzalo Baez-Camargo

Por Cristóbal Ríos Montaner

Informe de lectura presentado para cumplir con los


requisitos parciales de la materia Introducción a la Biblia,
dictada por el profesor Ps. Alejandro Lara

Concepción, Chile
2019
Seminario Teológico
Presbiteriano

1. Introducción

El significado de la palara “Biblia” proviene del término griego biblíon que significa rollo,
papiro o libro, pero nuestro concepto de esta palabra se refiere a ella como “los libros” (ta
biblíon, ta hagai) por lo que entendemos la Biblia como una colección de escrituras o libros.
Esto nos lleva a entender que al ser libro, aunque sagrado, tuvo un proceso de composición
y al considerar que es una “biblioteca de libros” también ha de tener un proceso de
recolección y es justamente aquello los que G. Baez-Camargo busca informar a través de su
obra.

Conocer el canon y más específicamente el proceso que fue llevado a cabo para obtener los
66 libros que hoy conforman nuestras Biblias es de gran relevancia para nosotros los
creyentes ya que se trata del proceso histórico que “dio forma” a la cual es nuestra única regla
de fe y práctica y el medio de donde obtenemos nuestro material de estudio en cuanto a la
teología, a saber, la revelación de Dios, por lo que finalmente constituye muy importante para
nuestra comprender los hechos y también algunos principios que llevaron a concilios y
sínodos de otras épocas para reconocer ciertos libros y otros no como canónicos, es decir,
Escritura Sagrada, Palabra de Dios, de modo que también podamos en nuestros días
salvaguardarnos del error de escrituras ajenas a la Palabra de Dios.
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2. Semblanza del Autor

Realizó sus primeros estudios en la primaria Benito Juárez en su ciudad natal, posteriormente
se trasladó a Puebla en donde continuó sus estudios en el Instituto Metodista Mexicano
(actualmente Instituto Mexicano Madero) y en la Escuela Normal del Estado. Participó en
la Revolución mexicana, de 1915 a 1916, enlistándose en la brigada Zaragoza del Ejército
Constitucionalista de Venustiano Carranza. En 1918, se reintegró a sus estudios ingresando
al Seminario Evangélico Unido y a la Escuela Nacional de Altos Estudios de la Ciudad de
México.

Inició su trabajo como periodista colaborando para los periódicos La Voz de Puebla, La
Opinión y Excélsior. En este último utilizó el seudónimo Pierre Gringoire, las columnas con
la que colaboró "El pulso de los tiempos", "Los libros de nuestros tiempos", y "Temas de la
semana", se publicaron por más de cuarenta años. Paralelamente escribió para las revistas y
periódicos The Christian Century, El Heraldo de México, La Nueva Democracia, Nueva
Senda, World Dominion, La Revista Evangélica, Alborada, Guirnalda, El Abogado
Cristiano, El Mundo Cristiano, El Evangelista Mexicano, El
Faro, Libertad, Ferronales, Rumbo, Cuadernos Americanos, Eusko-Deya, Ábside, Fo-ro
Internacional, Historia Mexicana, Tribuna Israelita, Horizontes y Germinal. En 1937 fundó
la revista Luminar.

Impartió cátedra de literatura, periodismo, y lenguas hebreas en el Seminario Evangélico


Unido, en la Comunidad Teológica de México, en la Escuela de Periodismo "Carlos Septién
García" y en la Universidad Iberoamericana.

Como traductor, fue miembro de la Sociedad Bíblica de México. Ingresó a la Academia


Nacional de Historia y Geografía en 1980. Fue nombrado miembro de número de
la Academia Mexicana de la Lengua, tomó posesión de la silla XXXII el 28 de mayo de 1981
con el trabajo “El concepto de la mujer y el amor en Don Quijote”, el cual respondió Antonio
Gómez Robledo. Murió en la Ciudad de México el 31 de agosto de 1983.

El Seminario de la Iglesia Metodista de México, A.R., ubicado en la Ciudad de México, y


cuna de la formación teológica del metodismo en el centro del país, lleva su nombre.
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3. Mapa Conceptual
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4. Análisis Crítico

Baez-Camargo hace un gran trabajo al exponer en tan resumida cantidad de páginas una
historia del canon bíblico resaltando los puntos principales de el proceso de formación que
este tuvo para llegar a lo que hoy conocemos como “Biblia” y de la cual, ciertamente,
gozamos.

Es notorio que el autor se propuso entregar un relato informativo de esto en cuanto a los
hechos y la opinión de muchos de los grandes teólogos y eruditos cristianos, sin embargo,
queda en deuda al no presentar ni ahondar un poco en las profundidades de las cualidades o
características que se condieraban a la hora de considerar la canonicidad de algún escrito para
incluirlo en las Escrituras. Esto puede ser considerado parte importante a la hora de relatar
una historia acerca del canon ya que el lector puede fácilmente confundirse y caer en el error
de pensar que fue la Iglesia y los Concilios o traductores quienes “impusieron” la autoridad
Divina en los escritos y no que estos lo único que hicieron fue reconocerlos en base a ciertos
principios, aunque si bien, el autor menciona aquello, una explicación un poco más detallada
de los principios regidores para aceptar la canonicidad de los textos habría servido para dejar
menos lugar a dudas.

Llama mucho la atención la gran consideración que se le daba a la utilización de la Iglesia de


ciertos manuscritos para considerarlos como canónicos o al menos como libros útiles para la
edificación y desde este hecho es que puedo inferir la decisión de los Concilios llevados a
cabo por la Iglesia Católica Romana de considerar los textos deuterocanónicos como
canónicos debido al peso de su doctrina de la tradición de la Igleisa, claro está que no creo
que sea exclusivamente este el argumento para ello, pero si creo que ha de haber tenido
bastante influencia en los principios que rigieron la canonicidad de sus escritos.

Por el periodo de la Reforma se hace muy evidente el rechazo a incluír los libros
deuterocanónicos como canonicos, debido a sus contradicciones con otras doctrinas y cosas
por el estilo y es aún llamativo que algunos reformadores, como Lutero, llegaran a considerar
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deuterocanónicos libros que hoy consideramos como canónicos y los tenemos en muy alta
estima.

En tiempos recientes la situación no ha variado mucho, se podría decir que la cuestión del
canon ya está completamente zanjada, excepto por unos que otros grupos no-cristianos, que
desearían incluir o excluir ciertos textos. Fuera de ello, tanto el mundo católico romano como
evangélico no ha presentado variaciones en sus conceptos del canon y los libros que en este
están incluídos.
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5. Conclusión

El proceso del canon Bíblico no ha sido nada fácil ni mucho menos un proceso corto. Ha
tenido muchas disputas y controversialidades, y estos, más que generarnos desconfianza y
desánimo al ver la influencia de ciertos hombres concilios, debiese llenarnos de ánimo ya
que creemos y tenemos en alta estima la doctrina y la verdad de la Soberanía de Dios, por
tanto afirmamos que este largo recorrido ha sido un camino que Dios ha guiado en todo el
transcurso preservando Su Palabra para el uso de su Iglesia y la gloria de Su Nombre.

Sin duda que esta cuestión no es de carácter menor ya que se trata de las Palabras mismas de
Dios, por lo que es de suma importancia para la Iglesia que este canon se haya elaborado,
preservandonos justamente del error y con ello de la herejía y malas prácticas.

Debemos mucho a los hombres que Dios utilizó para llevar a cabo esta labor de recolección
de material, interpretación, estudio, lectura, oración, devoción, santidad, entre otras cosas ya
que ponerse frente a los textos Sagrados y reconocer cuales son verdaderos y cuales no
respresenta verdaderamente una tarea titánica.

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