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Cosmovisión creacionista Bíblica

La ciencia, sin duda, ha cobrado una gran reputación desde hace mucho tiempo y nos ha

permitido conocer mejor los fenómenos que se manifiestan en nuestro entorno. Su capacidad

predictiva nos ha ayudado a prevenir perdidas y alcanzar objetivos que antes muchas veces sólo

eran visualizados por una febril imaginación.

“Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.

Jeremías 29:13

La ciencia que hemos desarrollado nos ayuda a explicar con muchas limitaciones como se

producen determinados procesos y fenómenos en la naturaleza. Generalmente

desentrañar un misterio nos lleva a encontrarnos con otros de mayor inmensidad y en la

medida en que avanza nuestro conocimiento nos damos cuenta cuan falible pueden ser

nuestra percepción de las cosas. Los paradigmas con los cuales interpretamos la realidad

han sido varias veces la causa de nuestros errores en la detección e interpretación de los

datos sumado al hecho de que nuestros propios instrumentos y métodos han mostrado

estar errados muchas veces.

Más o menos, mientras Kant nos advertía sobre el peligro de tomar nuestro conocimiento

como absoluto, el matemático y físico francés Laplace transformaba la teoría de Newton

en la mecánica celeste, capaz de predecir con impresionante exactitud los movimientos de

los astros. Basándose en tales éxitos, el mecanicismo pretendió llegar a conocer toda la

realidad, reduciendo su comportamiento a unas pocas leyes matemáticas simples, cuya

validez inexorable fue rápidamente interpretada por muchos como una prueba de la

inexistencia de Dios.

Pero las cosas dan muchas vueltas y desde entonces la física ha ido retirándose de su

pretensión original al pasar por dos de sus revoluciones en el siglo XX. Primero, la teoría

cuántica consagró el entendimiento de que, a nivel microscópico, las leyes de la

naturaleza son probabilistas, es decir, que pueden predecir probabilidades, nunca

certezas: primera limitación.

Después la física del caos ha mostrado cómo, a nivel macroscópico, las leyes de la

mecánica de Laplace son mucho más complicadas de lo que él creía y que su

determinismo es un concepto matemático cuya aplicación efectiva a cualquier tiempo


futuro llega a hacerse imposible, a no ser que podamos manejar, como lo haría Dios, una

cantidad infinita de información: segunda limitación.16

Los creyentes en la evolución humana debieran ser los más conscientes respecto de las

limitaciones de nuestro cerebro con el cual interpretamos la realidad; si, como dicen ellos,

el ser humano es sólo un pariente de los simios en evolución, entonces el cerebro humano

sería un órgano que está en proceso de desarrollo a algo superior, con limitaciones que él

mismo no percibe, ¿por qué entonces tendríamos que confiar tanto en nuestra capacidad

de comprender nuestra realidad? ¿No podríamos entonces estar engañándonos por

razonamientos limitados a nuestras pobres percepciones?

Aún si algún día llegáramos a conocer con certidumbre cómo se desarrollan los procesos

de la vida o los misterios de la física, esto no anularía para nada la posibilidad de la

existencia de un Creador. Tener la capacidad de explicar burdamente hoy cómo lo hizo no

hace ninguna diferencia al respecto.

¿Aceptar la existencia de un Creador es estancarnos en la mitología?

Existe una tremenda diferencia entre los caóticos dioses de paganos que a cuyo capricho,

según las creencias, se comportaba la naturaleza y el Dios de orden y principios que

presenta la Biblia. Fue justamente este concepto de deidad lo que impulsó a hombres de

ciencia a buscar en la naturaleza la coherencia y perfección como concebían las obras de

tal Creador. No se equivocaron, donde veamos y escrutemos sólo podemos reconocer

orden establecido a un grado altamente asombroso tanto en el micro cosmos como en el

macro cosmos.

16 Antonio Fernández-Rañada, Los científicos y Dios (Madrid: Trotta, 2008), 80

Los pioneros de la ciencia moderna, como, por ejemplo, Kepler, Boyle y Newton, fueron

devotos creyentes en Dios y en la Biblia. No percibían conflicto alguno entre él y la ciencia,

puesto que él creó los principios de la ciencia. Es obvio que los grandes científicos pueden

creer en un Dios que actúa en la naturaleza. Desde aquella época, ha habido una

separación de los caminos respectivos. La ciencia ha ido sola por su lado, aislándose de la

religión e intentando dar respuesta a muchas cosas, incluyendo las cuestiones profundas

de nuestro origen y propósito, sin referirse a Dios para nada. Aunque hay muchos

científicos que creen en él, en la actualidad se lo excluye esencialmente de todas las

interpretaciones científicas. Los científicos contemporáneos de primera fila, en especial,

han marcado la pauta para una ciencia separada de Dios.

Las últimas décadas han sido testigo de una tendencia moderada al deshielo hacia religión
y Dios en el campo de la ciencia y se está abordando con seriedad la cuestión de Dios; ello

refleja algunas de las formas en que la ciencia y Dios han ido de la mano en el pasado.

Además, la deidad descrita en la Biblia es un Ser coherente y racional que encaja

perfectamente en los principios científicos de causa y efecto. En realidad, en lo que

respecta a los enfoques racionales fundamentales, Dios y la ciencia no son tan diferentes,

y la brecha que se ha abierto entre ellos merece ser eliminada17.

Argumentos comunes acerca de la existencia de Dios

Los argumentos que se suelen usar son de cuatro tipos18

a) El argumento cosmológico. Traduce la sensación producida por la naturaleza de que

alguien la creó y está detrás de ella. A partir de datos sobre el movimiento y el cambio

observados en el mundo y usando la idea de causalidad, se construye una cadena de

causas y efectos que se supone no puede ser infinita y se concluye de ello que debe existir

una causa primera identificada con Dios.

b) El argumento teleológico. Partiendo del orden y del diseño que se observa en el mundo,

donde desde los astros mayores a las partículas más pequeñas y especialmente en los

seres vivos, todo parece estar ordenado con una meta, se deduce un fin supremo, Dios

creador y diseñador a la vez.

c) El argumento ontológico. Debido a Anselmo de Canterbury y usado luego por Descartes

y Leibniz, se diferencia de los anteriores en que no se basa en cómo son o cómo se

mueven las cosas, sino en el pensamiento puro. Partiendo de la mera idea de Dios como

ser perfectísimo o absolutamente necesario, se concluye que debe existir pues la

existencia es una parte necesaria de la perfección.

d) El argumento moral. El sentimiento moral innato en el hombre, según el cual es mejor

hacer el bien y obrar rectamente que hacer lo contrario es muchas veces imposible o

17 Ariel A. Roth. La Ciencia descubre a Dios (Editorial Safeliz. Madrid, 2012) 42, 43.

18 H. Küng, ¿Existe Dios? (Madrid: Trotta, 2005), 588, 591.

CIENCIA Y BIBLIA

difícil de armonizar con el ansia de felicidad que impele fuertemente a cada ser humano.

Dios es necesario como condición de posibilidad del bien supremo19.

¿Es la Biblia anticientífica?


La Biblia no pretende ser un libro de ciencia. Sin embargo cuando hace referencias que

conciernen a ella ha demostrado ser veraz. En Job 28:25 se halla una asombrosa

afirmación: que Dios dio peso al viento. Durante milenios esto podría haber pasado

desapercibido y carecer de sentido para el lector común. En la antigüedad estaban lejos

de sospechar el peso del aire. Lo consideraban como un cuerpo que por su

naturaleza tendía a elevarse; explicándose la ascensión de los líquidos en las bombas por

el horror vacui que tiene la naturaleza. No fue sino hasta 1643 cuando Torricelli realizó el

primer experimento que llevaría luego a concluir que en efecto el aire tiene peso20.

En los debates sobre el tema de la ciencia y la fe, se tiene la impresión general de que una

persona puede creer en la Biblia, pero no en ambas a la vez. En el mundo secular, por

definición se considera a la ciencia como la fuente verdadera de conocimientos. La Biblia,

si es que se la toma en cuenta, es vista como útil solamente como fuente de introspección

espiritual, al menos mientras no presente conflictos con el consenso científico del

momento.

Algunos pasajes de la Biblia fueron escritos en términos simbólicos o en figuras retóricas.

Por lo tanto, podría interpretarse erróneamente una expresión como literal cuando es en

realidad figurada. Otros pasajes pueden ser poéticos, ilustrativos o expresiones de

conocimiento común que no fueron escritos con el fin de ofrecer explicaciones científicas.

Por otro lado, hay muchos pasajes de la Biblia que constituyen un relato histórico, como

los primeros capítulos de Génesis, o el recuento de milagros de Jesús que leemos en los

evangelios, y su nacimiento virginal, su muerte y su resurrección. La prosa es

evidentemente expositiva y no permite ser espiritualizada o caracterizada como figurada,

poética o simbólica21.

La iglesia católica romana fue el poder religioso dominante durante un gran periodo de la

historia. Fue el propulsor para la aparición de las primeras universidades en el mundo y,

sin embargo, su interpretación grecolatina del cristianismo subordinaba la razón a la

particular interpretación del clero sobre todo en lo que respecta a la interpretación de las

Sagradas Escrituras y extendió esto a todo ámbito del conocimiento. Esto provocaba

situaciones como la siguiente: Uno de los descubrimientos más significativos de Galileo,

fueron las manchas solares, sin embargo, este descubrimiento provocó rechazo en los

19 Antonio Fernández-Rañada, Los científicos y Dios (Madrid: Trotta, 2008), 78.

20 https://es.wikipedia.org/wiki/Presi%C3%B3n_atmosf%C3%A9rica

21 Fe y ciencia: 20 investigadores cristianos responden a preguntas básicas sobre el

universo y la vida/ Coordinado por Humberto M. Rasi y Marcos Gabriel Blanco/


Edición literaria a cargo de I. James Gibson y Humberto M. Rasi. Florida: ACES, 2012)

44, 46.

círculos religiosos ya que consideraban que el Sol era un símbolo de Dios y consideraban

que debía ser absolutamente perfecto. También durante 1610, Galileo invitó a observar a

través del telescopio a un grupo de clérigos, algunos se negaron a mirar y otros fueron

despectivos...22 Sabemos como al final se le impondría al sabio someter sus declaraciones

científicas a lo que la Iglesia enseñaba so pena de muerte.

Esta forma de represión traería posteriores reacciones que luego alentó a considerar la

creencia en un Creador Todopoderoso como la razón del retraso del progreso humano.

Entonces se combatió la Biblia como la fuente de dicho conocimiento y luego ha sido

objeto de represión, muchas veces cruel, desde todos los ámbitos posibles en donde ha

imperado el ateísmo.

En la actualidad predomina la idea de buscar una especie de conciliación entre lo que dice

la ciencia y lo que dice la Biblia. Este esfuerzo no es sino procurar que la Biblia se ajuste a

las supuestas comprobaciones de algunas conjeturas científicas.

Pero, por muchos esfuerzos que hagan quienes quisieran conciliar lo que dicen las

creencias basadas en la evolución, por citar un ejemplo, con la narración bíblica de la

creación esta es indudablemente presentada en un estilo y forma claramente histórica.

Los días de la creación no son simbólicos sino literales por varias razones emanadas del

estudio del texto mismo23. De hecho las discrepancias entre los estudiosos bíblicos,

entorno a esto, aparecen después de popularizarse las ideas evolucionistas siendo pues

una relectura del Génesis con los lentes de una cosmovisión secular pretendidamente

comprobada.

La Biblia se adelanta a la ciencia

El incremento de conocimiento de las leyes físicas que gobiernan nuestro universo y de

cómo funciona nuestro mundo, lejos de demostrar que la Biblia sólo es una recopilación

de creencias supersticiosas y erradas han corroborado muchas aseveraciones que la Biblia

hacía al respecto:

1. Job 26:7: La tierra se ve como suspendida en el espacio

2. Hebreos 11:3: La creación se compone de partículas atómicas imposibles de ser

detectadas a la vista humana.

3. Job 38:16: Fuentes en las profundidades de los océanos.

4. Jonás 2:5-6: Montes en el fondo de los océanos.


5. Levíticos 17: 11, 14: La vida se encuentra en la sangre.

6. Génesis 1:24: Los seres vivos clasificados por especies. Hay barreras genéticas que

impiden que una especie determinada cambie a otra distinta. La inmensa variedad

de especies sólo se reproducen de acuerdo a su propia especie.

7. Juan 15:13: La abnegación y el autosacrificio. No sólo seres humanos han

demostrado la capacidad de negarse a sí mismo al grado de incluso sacrificar sus

22 http://www.cielosur.com/biografias/galileo-galilei.php

23 Alvaro F. Rodriguez. Evidencias: La relación entre la ciencia y la Biblia, Los días de la

creación ¿literales o simbólicos? Una revisión de la creación frente al método

histórico-crítico (Universidad Peruana Unión: Lima, 2012) 66-69.

CIENCIA Y BIBLIA

propias vidas por otros, esto también se ha documentado en otras especies. Algo

que los creyentes en una selección natural o supervivencia de los más aptos no

pueden explicar satisfactoriamente.

8. Apocalipsis 4:11: El dilema de las proteínas o el ADN. El código de ensamblaje para

cada proteína está dentro del ADN, sin embargo, para la propia fabricación del

ADN se requiere proteínas. Entonces, ¿qué fue primero las proteínas o el ADN?

Esto representa un dilema hasta ahora insuperable para los evolucionistas. La

respuesta dada por la Biblia sigue siendo válida: La existencia de un Creador.

9. Génesis 2:7 y 3:19: El cuerpo humano está hecho de polvo de la tierra. Los

elementos que constituyen el cuerpo humano pueden ser hallados en la tierra

misma.

10. Génesis 1:1: El universo tuvo un comienzo. Las investigaciones científicas han

descubierto que el universo no es estático, sino que se expande continuamente lo

cual ha llevado a la conclusión de que hubo un origen para el universo.

11. Salmo 8:8: Corrientes oceánicas. Esta referencia a “senderos en el mar” hecha

aprox. tres mil años antes fue leído por Matthew Maury, el padre de la

oceanografía norteamericana, el cual se dedicó a investigar estos supuestos

“senderos”. Gracias a su estudio y dedicación pudo hallar las corrientes oceánicas

que reducen considerablemente los días de navegación de un punto a otro.

12. Jeremías 33: 22; Génesis 22:17: Incontable número de estrellas. Aunque

definitivamente el texto está afirmando la bastedad del número de las estrellas es

algo que la ciencia, gracias a telescopios de largo alcance, ha podido verificar. Sólo
nuestra galaxia tiene un aprox. de cien mil millones de estrellas y el universo

conocido, al menos hasta unos 46,500 millones de años luz de distancia alrededor

nuestro, presenta unos cien mil millones de galaxias. Y éstas son aproximaciones

pues obviamente nadie las ha podido contar aún excepto Dios (Salmo 147:4).

13. Hechos 17:26: Los recientes estudios en genética confirman que la humanidad

toda procede de un mismo ancestro en común. Los evolucionistas reconocen la

evidencia científica de una “Eva mitocondrial” y no tienen evidencia alguna de que

haya existido otra. Por tanto es correcto concordar con el texto bíblico y señalar la

falsedad evolucionista de “razas humanas”. Tan sólo hay evidencia de una única

raza humana sobre la tierra través de la historia.

14. Levíticos 11: 9-12: Leyes dietéticas saludables. Sorprendentemente, la restricción

del consumo de determinadas carnes han coincidido con investigaciones actuales

que comprueban que estas perjudican seriamente el organismo humano.

15. Génesis 1:29: Dieta alimenticia original exenta de carnes. Existen evidencias

científicas que la dieta propuesta en Génesis es la más saludable. Estudios

recientes confirman que la longevidad de los individuos se prolonga y se reduce

significativamente el padecimiento de muchas enfermedades.

16. Salmo 102: 25-26: Segunda Ley del Termodinámica aplicada al universo. El

decaimiento de energía del universo es conocido como entropía. El universo

“envejece”, por decirlo de un modo.

Conclusión

“Podemos concluir que, a partir de lo que la Ciencia nos enseña, en la naturaleza hay un

orden independiente de la existencia del hombre, un fin al que la naturaleza y el hombre

están subordinados. Tanto la religión como la Ciencia requieren la fe en Dios. Para los

creyentes, Dios está al principio y para los científicos al final de todas las consideraciones...

Entre Dios y la Ciencia no encontramos jamás una contradicción. No se excluyen, se

complementan y se condicionan mutuamente”.

Max Planck (1858-1947) Físico alemán, padre de la teoría Cuántica Premio Nobel de Física

en 1918.

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