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REPÚBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY

LUIS PEREZ AGUIRRE

Ponencias relacionadas
con la condición de la mujer
Montevideo 2002
República Oriental del Uruguay
CÁMARA DE REPRESENTANTES

Luis Pérez A guirre

PONENCIAS RELACIONADAS CON LA


CONDICIÓN DE LA MUJER

Montevideo - Uruguay
2002
Foto tapa: Carlos Tato.
CÁMARA DE REPRESENTANTES
XLV Legislatura
Tercer Período

Integración de la Mesa

Presidente: Guillermo Álvarez

1er. Vicepresidente: Daniel Bianchi

2do. Vicepresidente: Carlos González Álvarez

3er. Vicepresidente: Enrique Pérez Morad

4to. Vicepresidente: Raúl Argenzio

Secretario Redactor: doctor Horacio D. Catalurda

Secretaria Relatora: doctora escribana Margarita Reyes Galván

Prosecretario: doctor José Pedro Montero

Prosecretario: Enrique Hugo Sención Corbo


C omisión E special de Género y E quidad
( 2002)

BEATRIZ ARGIMÓN
(Presidenta)

DAISY TOURNÉ
(Vicepresidenta)

RAQUEL BARREIRO

PABLO MIERES

MARGARITA PERCOVICH

YEANNETH PUÑALES BRUN

GLENDA RONDÁN
Antecedentes
Antecedentes 1

Sesión de la Cámara de Representantes,


de 18 de junio de 2002

De acuerdo por lo resuelto por la Cámara, se pasa a considerar el


asunto relativo a: "Escritos del sacerdote Luis Pérez Aguirre relacionados
con la condición de la mujer. (Se encomienda a la Comisión Especial de
Género y Equidad su recopilación y publicación)".

(ANTECEDENTES:)

Anexo I al
Rep. N° 548

"Comisión Especial de género y equidad

INFORME

Señores Representantes:

Vuestra Comisión Especial de género y equidad aconseja al plenario la


aprobación del presente proyecto de resolución, por el que estamos
cumpliendo con la necesidad de rescatar y proyectar, el pensamiento del
sacerdote Luis Pérez Aguirre en todos los aspectos referentes a los
derechos de las mujeres.

Nació el 22 de abril de 1941, en una familia de ocho hermanos, de


sólida posición económica. Desarrolla sus estudios de primaria en el
Colegio Richard Anderson.

A poco de iniciado el noviciado, sus compañeros comienzan a llamarlo


"Perico" el apodo que lo acompañó el resto de su vida.

En 1964 estudia filosofía en Argentina, como parte de su proceso de


formación sacerdotal.

En 1965, estudia teología en Toronto durante el día y recoge gusanos


en el barro por las noches, para una empresa pesquera canadiense, porque
no quería que su formación lo alejara del mundo del trabajo. Luego
ingresa como obrero en una laminadora de acero.
2 A nlecedentes

En 1969 es ordenado diácono, en Toronto. En 1970 es ordenado


sacerdote en Montevideo.

En 1974 inicia una acción pastoral en la zona portuaria, en particular


desarrolla un trabajo de asistencia y solidaridad con las prostitutas. A
partir de esta experiencia derivará el trabajo con los niños abandonados.

Es uno de los fundadores de la granja-Hogar La Huella en el año 1975,


ubicada en la periferia de la ciudad de Las Piedras.

En el año 1978 realiza un curso de sociología en la Universidad de


Comillas (Santander). A su regreso pasa a vivir en el Hogar La Huella.

En 1981 participa en la fundación de la sección Uruguaya del Servicio


de Paz y Justicia.

En el año 1983 participa en un ayuno, en la sede del SERPAJ, para


pedir la reanudación del diálogo entre el régimen militar y las fuerzas
políticas autorizadas, interrumpido por el Gobierno.

En el año 1984, rechaza el ofrecimiento realizado por Adolfo Pérez


Esquivel, Premio Nobel de la Paz, para que ocupe la coordinación
latinoamericana del SERPAJ, porque aceptar le hubiera significado
"abandonar La Huella".

En el año 1986, es condecorado en la Embajada de Francia como


oficial de la Legión de Honor. Comparte esa alta distinción con otros dos
uruguayos: la doctora Adela Reta y el contador Enrique Iglesias.

En el año 1988, recibe en Nueva York, junto a otras personalidades, el


premio Human Rights Watch.

En 1994, es designado experto independiente del Centro de Derechos


Humanos de la ONU.

En el año 2000, es designado para integrar la Comisión para la Paz,


creada por el Presidente Jorge Batlle, para esclarecer las desapariciones
ocurridas en el país durante la dictadura militar.
Antecedentes 3

El jueves 25 de enero de 2001, fallece en un accidente de tránsito, en el


balneario Costa Azul (Canelones).

Su espíritu solidario y amor por los más débiles lo llevó a trabajar con
y para los grupos más vulnerables, desde su calidad de hombre religioso
luchó por lo que le dictaba su conciencia, bregando siempre por los más
desfavorecidos, conviviendo con ellos, y compartiendo sus penurias y
dificultades.

Supo captar, desde su condición de hombre la condición femenina y


descubrir desde su posición de defensor de los derechos humanos, como
estos derechos se violaban en las mujeres, sin que la sociedad siquiera se
diera cuenta "Si cuando decimos derechos humanos, nos preguntásemos
que es lo primero que imaginamos, seguramente coincidiríamos en que
imaginamos ciertas violaciones a ciertas libertades políticas, como las de
reunión y expresión, a las de torturas y desapariciones forzadas. Más
dificultad tendríamos en imaginar como violación a los derechos humanos,
el acoso sexual de que son victimas las mujeres de todas las edades y
culturas, razas y clases sociales, o el no ser contempladas en sus derechos
reproductivos, o ser degradadas a objetos sexual en los medios masivos de
comunicación".

Dos ponencias, una de ellas dictada en nuestro país en el Sindicato


Médico del Uruguay en el año 1993, y otra realizada en el Encuentro de
Parlamentarios de América Latina y El Caribe, organizado por el Centro
de Investigaciones sobre Dinámica Social de la Universidad Externado de
Colombia del 7 al 9 de octubre de 1998 resumen en forma clara un
pensamiento digno de ser rescatado para las futuras generaciones de
uruguayos.

Sala de la Comisión, 23 de mayo de 2002.

RAQUEL BARREIRO, Miembro informante, BEATRIZ


ARGIMÓN, PABLO MIERES, MARGARITA
PERCOVICH, YEANNETH PUÑALES BRUN, GLENDA
RONDÁN, DAISY TOURNÉ.
4 Antecedentes

PROYECTO DE RESOLUCIÓN

Dispónese la edición de una publicación de dos ponencias inéditas


efectuadas por el sacerdote Luis Pérez Aguirre, una de ellas dictada en
nuestro país en el Sindicato Médico del Uruguay, en el año 1993 y otra
realizada en el Encuentro de Parlamentarios de América Latina y El
Caribe, organizado por el Centro de Investigaciones sobre Dinámica
Social de la Universidad de Colombia, en el año 1998.

Sala de la Comisión, 23 de mayo de 2002.

RAQUEL BARREIRO, Miembro informante, BEATRIZ


ARGIMÓN, PABLO MIERES, MARGARITA
PERCOVICH, YEANNETH PUÑALES BRUN, GLENDA
RONDÁN, DAISY TOURNÉ".

—Léase el proyecto.

(Se lee)

—En discusión.

Si no se hace uso de la palabra, se va a votar.

(Se vota)

-—Sesenta y cuatro en setenta y tres: AFIRMATIVA.

Queda aprobado el proyecto de resolución, con la aclaración de que la


edición será de cuatrocientos ejemplares y se imputará al rubro "Gastos"
de la Cámara de Representantes.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 5

SEMINARIO "FEMENINO-MASCULINO: HACIA UNA TEORÍA


DE LAS DEFINICIONES EN EL ÁMBITO DE LA SALUD"
SMU - 14 y 15 de agosto de 1993 - Montevideo

Cómo sanar una lobotomía

de Luis Pérez Aguirre sj

"El estado de salud de las mujeres es una vidriera


donde se exponen las desigualdades que padecen las mismas mujeres"
(Girls and Women: A UNICEF Development Priority, 1993).

La Comisión mundial sobre la salud de las mujeres1, creada por la


Asamblea mundial de la salud en 1992 para defender la salud de las
mujeres, estima que es indispensable considerar la salud de las mujeres
desde una óptica del conjunto de la vida, es decir, no sólo a través de las
diferentes etapas de la vida de una mujer sino también en su contexto
cultural, ambiental y sociohistórico. El estado de salud de una mujer en un
determinado periodo de su vida depende de su situación en el período
precedente y tiene efectos no solamente sobre los períodos siguientes de su
vida, sino también sobre las generaciones futuras. El lazo
intergeneracional es una característica única de las mujeres.

En este contexto decía el físico estadounidense Brian Swimme que la


postura mental patriarcal de nuestra cultura es muy similar a una
lobotomía frontal y que sólo cuando los hechos científicos actuales sean
interpretados por una conciencia de género, recién empezaremos a ver
dónde estamos, quiénes somos y qué estamos haciendo.

"La disposición mental patriarcal de nuestra cultura es muy similar a


una lobotomía frontal (la extracción de uno o ambos lóbulos frontales del
cerebro donde está radicada la capacidad de razonar y pensar). Creo que
es importante que esto se entienda de una vez por todas, porque sino uno
está condenado a una eterna indignación del alma. Y toda la indignación
del mundo no te lleva a ninguna parte si estás tratando con alguien cuya
mente ha sido opacada en sus capacidades cognitivas y en su sensibilidad
fundamental"12*.

1Creada en aplicación de una resolución de la Asamblea mundial de la salud (WHA 45.25)

2 Rewiring the World, Diamond and Orenstein, eds. Cito de la versión aparecida en
Cons-Spríando, Santiago de Chile 4 (1993) 18.
8 Luis Pérez Aguirre

posibilidades de licencia por dolor menstrual se han visto bloqueadas por


afirmaciones de que los efectos de la menstruación se pueden elaborar
social y psicológicamente y que no son relevantes fisiológicamente.
Similar al esencialismo biológico, esta posición no sirve al interés de todas
las mujeres"8.

La categoría de género en la salud

Asombra ver cuántos todavía en el campo de la salud apenas se


preocupan por distinguir las categorías de sexo y género. Cuántos usan
estos términos como si fuesen sinónimos e intercambiables. Por eso es
importante insistir en distinguirlos con precisión. A los efectos de nuestro
tema y siguiendo a Mercedes Navarro9 podemos decir que sexo es el
conjunto de datos biológicos que caracterizan a una persona, como macho
o hembra. Presupone un canon biológico. Género, por su parte, es una
atribución cultural y social no necesariamente coincidente con el sexo
biológico. El género es un compendio de características sociológicas y
psicológicas que se aprenden e interiorizan en una determinada cultura y,
en principio, divide a los seres humanos en femeninos y masculinos,
delimitando qué es lo uno y lo otro. Más exactamente, género remite al
significado que cada cultura atribuye a cada uno de los sexos.

Así como existe actualmente un fenómeno de incorporación


desvalorizada de las mujeres a los sistemas económicos, de la producción
y del mercado, provocando la llamada "feminización de la pobreza" (y su
concomitante que hace que la pobreza de las mujeres sea invisible), me
atrevo a decir que también existe una feminización de la enfermedad y una
concomitante invisibilidad de ciertas patologías en las mujeres.

La "feminización de la enfermedad" tiene que ver con el lugar que


ocupan las mujeres en una sociedad determinada. Sus patologías ignotas e
invisibles no tienen que ver con su condición biológica y su sexo, sino con
el lugar que ellas ocupan en la sociedad, con las cargas y condiciones
sociales, económicas, laborales y religiosas que se les impone. Por ello, en
cuestiones de salud, de investigación médica, de políticas sanitarias,
etcétera, es fundamental aclarar que el orden de géneros es construido, no
depende de la genética, sino que procede de costumbres, de una cultura

8 Cfr. Zappone, K. E., op. cit. p. 468.

9 Ética y Género: perspectivas en el cambio de paradigma de la nueva cultura, Moraba 20


(1997)200.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 9
determinada, de tradiciones y de "pactos sociales". Las diferencias
biológicas están ahí, pero no son garantía de que la condición femenina
sea encarada adecuadamente. Más aún, ellas pueden convertirse en
justificativo de ideologías que encubren una realidad inaceptable, un orden
dominante injusto. Lo biológico, las diferencias sexuales, no pueden
justificar ni inferioridades ni superioridades en el campo de lo humano.
Esas escalas son producto de diferencias que se establecen en el ámbito de
lo social socavando la condición de la mujer en todos los campos. El de la
salud no escapa a esta ecuación de hierro.

De ahí que sea esencial cambiar algunas convicciones que creíamos


"naturales". La teoría de género trata de desentrañar cómo se construye el
ser mujer o ser varón sobre los cuerpos sexuados femeninos o
masculinos10. Género proviene etimológicamente del latín genus, generis,
que tiene que ver con origen y nacimiento. Femenino y masculino son
construcciones socioculturales y no biológicas. Estas nociones han
vertebrado desde siempre a las sociedades, convirtiendo las diferencias
anatómicas en desigualdades sociopolíticas. La confusión entre género y
sexo es perversa porque invisibiliza "lo natural" del varón por un lado y
"lo cultural" de la mujer por el otro. No hace justicia a ninguno de los
géneros ni a lo humano en general.

Es fácil ver que la mera diferencia sexual no podría nunca definir lo


femenino por más que el factor de la sexualidad humana tenga una
verificación más exacta que en otras especies. Esa diferencia que se
concreta privilegiadamente en el sexo cromosómico, en el sexo gonádico y
el sexo hormonal está lejos de definimos a la mujer. Baste hacer la prueba
sobre nuestra reacción al decir que la "hembra" de la especie humana está
constituida por la fórmula cromosómica 44A+XX, por la presencia de la
glándula primaria genital del ovario y por la actuación de las hormonas
sexuales femeninas. Es obvio que con esta afirmación no vamos mucho
más allá de la peculiaridad anatómica y fisiológica de la "hembra
humana".

El superar estos niveles de significado de la condición femenina y el


establecer su "relación" con otros niveles de significación es vital para
luchar contra la injusticia del machismo y el patriarcado en cualquier
campo, máxime en el de la salud. Es verdad que para entender la
identificación femenina es imprescindible la referencia a su sexualidad,
pero no basta.

10 Lagarde, Marcela, Perspectiva de género, Diakonía, 71 (1994) 25.


10 Luis Pérez Aguirre

Por eso en 1975 la antropóloga Gayle Rubín afirmaba con verdad que
el enfoque de género adquiere un interés epistemológico de primer orden
para abordar la realidad de la mujer porque es "el conjunto de operaciones
mediante las cuales una sociedad transforma la sexualidad biológica en
productos de la actividad humana". Por su lado, Fina Birulés, prologando
un libro de varias autoras sobre Filosofía y género, afirmaba que el uso de
la categoría de género ha hecho posible que los estudios feministas hayan
entrado en los ámbitos académicos; pero también constata la imprecisión
que aún subsiste en la formulación de dicho concepto el cual funciona a
veces como una "hoja de parra" (que oculta más que lo que muestra) o
como "un cajón de sastre" (donde todo cabe)".

La identidad sanitaria femenina

Es necesario desembocar en lo que Capra define como una "ecología


profunda", enraizada en una nueva percepción de la realidad, que vaya
más allá de la estructura científica, que llegue a un nuevo conocimiento y a
una sabiduría intuitiva de la realidad, de la unidad de la vida y de sus
múltiples ciclos de cambio. Así irá emergiendo una nueva conciencia con
la que la persona sentirá su salud vinculada a la totalidad del cosmos.

El cuerpo de la mujer sigue representando un punto central de la


cuestión sanitaria femenina: pero ese cuerpo con el que se identifica a la
mujer en su diversidad natural respecto del varón sigue pasando hoy por
una suerte de prisión natural y cultural. Ese cuerpo que aparece a los ojos
del varón con las características típicas de un cuerpo enjaulado, impide a
la mujer expresarse y ser reconocida como persona. Es la mujer objetivada
y objeto de una cultura patriarcal, producto para el lucro junto a los
escaparates del marketing sanitario, que tiene negada su condición de
sujeto.

Más allá de que la lucha por la liberación de la mujer pase por su


cuerpo enjaulado, el acceso a ser persona pasará por la toma de conciencia
de que el enfoque funcional, el pensar que sólo ha sido creada para una
función específica es, en la cultura patriarcal, sinónimo de inferioridad, de
desigualdad y de dependencia. Urge deslindar la identificación total entre
cuerpo femenino y función de la mujer. La liberación debe atravesar el
cuerpo femenino para llegar a proponer un nuevo paradigma de ella y una1

11 Varias: Filosofía y género. Identidades femeninas. Pamplona, 1992,13-14.


Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 11
nueva imagen sociocultural que sea nacida de la ruptura con la
identificación social patriarcal.

El paso de lo que podríamos definir -con una truculencia del lenguaje-


como "hembra humana" a "mujer" no se debe entender como una sucesión
cronológica, sino como una variación posible dentro de la realidad
humana. La distinción entre "hembra" y "mujer" radica en que se nace
hembra y se llega a ser mujer. El ser mujer pertenece al ámbito de la
historia. No se nace mujer, sino que la mujer deviene, se
hace...(socioculturalmente). En este sentido el ser mujer pertenece no sólo
al universo psicofísico, sino también al universo sociocultural. Es
conocido que los estudios de antropología cultural, al poner de manifiesto
el carácter relativo de las formas culturales femeninas, han resaltado la
condición histórica de la mujer. Lo mismo están haciendo los actuales
estudios de crítica histórica y social sobre la condición femenina. El
campo de la salud no puede quedar rezagado ante esta realidad como lo
está hoy.

Se debe advertir que una concepción típica de nuestra cultura


occidental contemporánea fragmentó la concepción de naturaleza con
dualismos y dicotomías entre persona y naturaleza, entre varón y mujer.
Por el contrario, las cosmologías de nuestros ancestros hacían de la
dualidad una unidad de complementos inseparables entre sí. La creación
llevaba para ellos el signo de una unidad dialéctica, de diversidad dentro
de un principio unificador. Y esa armonia dialéctica entre los principios
masculino y femenino, entre naturaleza y persona, se transformaba en la
base del pensamiento y la acción. Al no haber dualidad conceptual entre
hombre y naturaleza y porque la naturaleza sustenta la vida, ésta había
sido siempre tratada como integral e inviolable. Ese concepto era diario y
regía la vida cotidiana. No sería menos deseable que la investigación y la
práctica en el campo de la salud humana tuviera esto muy en cuenta como
lo tuvo en otras etapas culturales.

Conocimiento, género y salud

Ahora cabe entonces preguntamos por el fundamento último de la


investigación científica en el campo de la salud, de la práctica médica y de
las políticas sanitarias. En el fondo nos estamos preguntando por el
fundamento de la existencia humana. Ya no podemos esquivar ese
interrogante que tarde o temprano debe plantearse quien lucha por la salud
de esa existencia.
12 Luis Pérez Aguirre

En los comienzos de nuestra cultura se puso el Logos griego como


fundamento y en los albores de la modernidad el cogito, la razón
cartesiana. Pero hoy ya nadie sostiene que la razón explique y abarque
toda la realidad. Ya la razón dejó de ser el primer y el último momento de
la existencia humana. Porque somos conscientes de que la existencia
humana está abierta hacia arriba y hacia abajo de la razón. Existe lo
a-racional y lo i-rracional. Abajo existe algo todavía más antiguo, más
profundo, más elemental y más primitivo que la razón: la sensibilidad.
Hacia arriba, se abre la experiencia espiritual, la totalidad del yo
dimensionado hacia la totalidad. Por detrás de lo real, no hay únicamente
estructuras, sino sentido gratificante o castigante, simpatía, afectividad y
ternura.

"La experiencia humana-base es el sentimiento. No es el cogito, ergo


sum (pienso, luego existo) de Descartes, sino el sentio, ergo sum (siento,
luego existo); no es el Logos sino el Pathos, la capacidad de ser afectado y
de afectar: la afectividad... La base ontológica de la psicología profunda
(Freud, Jung, Adler y sus discípulos) reside en esta convicción: "la
estructura última de la vida es sentimiento, es afectividad y son las
expresiones que de ellos se derivan: el Eros, la pasión, la ternura, la
solicitud, la compasión, el amor... Sin embargo, debemos entender
correctamente el sentimiento no sólo como moción de la psique, sino
como "cualidad existencial", como estructuración óntica del ser humano,
que es todo él (y no sólo la psique humana) afectividad como modo de
ser".12

Una investigación que sea sensible a la problemática de género partirá


de la convicción de que el sentimiento (Pathos) y la "sensibilidad" no se
oponen al Logos (comprensión racional) sino que son una forma de
conocimiento mucho más abarcante y profunda que la razón porque la
incluyen y la desbordan. Esto lo expresó maravillosamente Blaise Pascal,
pensador a quien nadie le puede achacar el desprecio de la razón, ya que
fue uno de los creadores del cálculo de probabilidades y constructor de la
máquina de calcular. Pascal llegó a afirmar que los primeros axiomas del
pensamiento son intuidos por el corazón y que es el corazón el que pone
las premisas de todo posible conocimiento de lo real. Nos dice que el
conocimiento por la vía del sentimiento (del Pathos) se asienta en la
simpatía (el sentir-con la realidad) y se canaliza por la empatia (sentir-en,

12 Leonardo Boff, San Francisco de Asis, Sal Terrae, Santander 1982, p. 25-26.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 13
dentro de, identificado con la realidad sentida). Martin Heidegger, por su
lado, consideraba la ternura (Füsorge) y la solicitud (Sorge) como el
fenómeno estracturador de la existencia.'3

Estamos afirmando que en el origen no está la razón, sino la pasión


(Pathos y Eros). La misma razón actúa movida, impulsada, por el Eros que
la habita. Pathos no es mera afectividad, mera pasividad que se siente
afectada por la existencia propia o ajena; es principalmente una actividad,
un tomar la iniciativa de sentir e identificarse con esa realidad sentida. Y el
Eros no supone un mero sentir, sino un con-sentir. No es una mera pasión,
sino una com-pasión. No es un mero vivir, sino un con-vivir, sim-patizar y
entrar en co-munión. Y hacerlo con entusiasmo, con ardor, con creatividad
que se sorprende, se maravilla y se abre a lo fascinante de lo nuevo que
surge en esa fusión. Lo propio de la razón es dar claridad, ordenar y
disciplinar la dirección del Eros. Pero no está sobre él. La trampa en que
cayó nuestra cultura es la de haber cedido la primacía al Logos sobre el
Eros desembocando en mil cercenamientos de la creatividad y gestando
mil formas represivas de vida. La consecuencia es que se sospeche
profundamente del placer y del sentimiento, de las "razones" del corazón.
Y entonces campea la frialdad de la "lógica", la falta de entusiasmo por
cultivar y defender la vida, es la muerte de la ternura. No en vano el
Ernesto "Che" Guevara gustaba decir que "hay que endurecerse, pero sin
perder la ternura". Sin temor a parecer ridículos tenemos que defender y
entender al ser humano como ternura. Porque el ser humano se caracteriza
por ser capaz de amar, pero la ternura nos zafa de la trampa del lenguaje.
Porque la palabra "amor" está desprestigiada, tiene demasiados sentidos
que rayan en la contradicción. El dictador puede amar a sus secuaces y el
demonio a sus ángeles. El avaro ama a su dinero... Pero al hablar de la
ternura nos estamos refiriendo al agapé. Desgraciadamente nosotros en
castellano sólo tenemos la palabra amor para designar una experiencia tan
profunda y polifacética.

Los griegos tenian varias palabras para referirse a diferentes cualidades


del amor. Erao es una de ellas. Significa el amor (romántico) de atracción
mutua entre el hombre y la mujer. Esa "electricidad" que se da entre dos
seres que se enamoran. El eros es un dinamismo de vínculo y de
creatividad, que abre espacios a lo simbólico, a la poesía y a la belleza. Por
eso aún en el exilio o en la cautividad el pueblo puede hacer fiesta y
celebrar sus memorias. El eros educa nuestro deseo en la dirección del13

13 Sein und Zeit, parte I, c.6, #41 y 42.


14 Luis Pérez Aguirre

bien y de la verdad, posibilitando proyectos nuevos.14 Las otras palabras


son stergo (el amor familiar y cariñoso) y fileo, que expresa el amor de
amistad, el afecto cálido que se siente entre amigos. Y finalmente agapao,
que expresa el amor de benevolencia, que sale de uno y va hacia el tú,
capaz de darse gratuitamente sin medida, hasta dar la vida sin esperar nada
en retomo. En el caso de los cristianos no es menor que San Juan lo use
para definir a Dios (lJn 4, 8.16) y que también diga que "no hay amor
(agapao) más grande que dar la vida por los amigos (filos)" (Jn 15,13).

Género e investigación en salud

Quizás ahora quede más evidente la vinculación entre el género con el


conocimiento y la investigación médica. Quienes vienen trabajando con
una sensibilidad y una óptica de género no se cansan de advertir que "al
aplicar los métodos tradicionales desarrollados para las ciencias naturales
de estudios de los seres humanos, los investigadores han hecho "objetos"
de las personas que estudian. La experiencia humana, la cual siempre ha
tenido gran impacto en la salud humana, especialmente la de la mujer, ha
sido sistemáticamente eliminada de los enfoques empíricos. El resultado es
una explosión de tecnología a costas de la sensibilidad humana"15 y los
paradigmas cientificos terminan reflejando como espejo el contexto social
y cultural en los que fueron concebidos. "La investigación se ha vuelto una
competencia masculina en su selección y definición de los problemas
estudiados, sus métodos y sujetos experimentales utilizados y sus
interpretaciones y aplicaciones de los resultados experimentales".16

Existirá entonces una "ciencia correcta", una "ciencia buena" y otra


que se descarta o desprecia. La "buena" es aquella que aparece como
objetiva (separa observados de observadores); neutral (incluye sólo la
medición empírica de datos observables) y reduccionista (observa
solamente una parte del todo aislado del resto). Las variables a estudiar se
definirán en declaraciones de relaciones causales, de hipótesis, que luego
se verifican o falsean en el estudio. Otras variables, como la de género, se
considera que están demás y no se introducen en el diseño. La relación

14 Ver M. Maijaneiro; Mística e erótica, 2a ed. Vozes, Petrópolis, 1996.

15 Jevne, Ronna y Oberle, Katheen, Enriqueciendo el cuidado de la Salud y su investigación:


Una perspectiva Feminista, ln/Fire Etica, Washington, Vol. II, 3-4 (1995) 9.

16 Rosser, S. Re-visioning clinical research: gender and the ethics of experimental design,
Hypatia 4 (1989) 107-124.
Ponencias relacionadas con ¡a condición de la mujer 15
investigador-sujeto será jerárquica y el investigador, que debe estar
siempre en control de todo el proceso, se considera el experto.17

Esta manera que podríamos llamarla "clásica" de hacer investigación,


considera que las variables propias del género, que son de tipo social y
cultural, confunden o desnaturalizan el proceso investigativo y trata de
controlarlas o evitarlas para que no interfieran con una pretendida
"objetividad" inherente al método científico considerado "bueno" o
correcto. Esta manera de investigar generalmente dejará fuera las
experiencias y los puntos de interés y de vista de las mujeres. Sherwin
llegó a la conclusión de que los investigadores, anticipando que las
mujeres van a responder de una manera diferente que los varones, con
otros códigos, y que por ello generalmente "distorsionan" los datos de la
investigación, escogen preferentemente a varones como sujeto empírico.
Esta decisión, como es obvio, deja a los profesionales sin la información
adecuada para el tratamiento específico de las mujeres en muchos campos
de la salud18.

Sabemos que las mujeres están más acostumbradas que los varones a
tomar drogas con o sin prescripción médica y se calcula que el 70% de las
medicaciones psicotrópicas han sido recetadas para ellas, sin embargo,
paradójicamente, las mujeres han sido excluidas de la mayor parte de la
investigación clínica farmacológica19. Rosser cuenta que un estudio
longitudinal sobre los efectos de drogas para reducir el nivel de colesterol
reclutó 3806 hombres y ninguna mujer; de igual manera que en un estudio
sobre los efectos de la Aspirina en enfermedades cardiovasculares,
ninguna mujer estaba incluida20.

Jevne y Oberle nos muestran todo lo que se juega si quedamos


impávidos ante esta postura "científica" y para ello distingue entre la
investigación tradicional y la que tiene en cuenta el factor de género:
"consideremos el uso de agentes paralíticos como es el pancuronium

17 Ver Duffy, M. A critique of research. A feminist perspective. Health Care of Women


International, 1984; 6: 241-252.

18 Sherwin, S. No Longer Patient: Feminist Ethics and Health Care, Temple University Press,
Philadelphia, 1992.

19 Ver Fidell, L. Sex differences in psychotropic drug use. Professional Psychiatry, 1981;
156-162; OGUR, B. Long day's journey into night: Women and Health 11 (1986) 99-115.

20 Rosser, S. op. cit.


16 Luis Pérez Aguirre

bromide (Pavulon). En una prueba clínica tradicional, podrían comparar


esta droga con otra utilizando un diseño experimental. La efectividad de la
droga en prevenir el movimiento voluntario muscular y la ocurrencia de
efectos secundarios pueden ser variables dependientes. Mientras que este
tipo de investigación es importante, también es importante estudiar la
experiencia de gente que está paralizada químicamente. No podría ser
esclarecedor preguntar "¿Cómo se siente estar prisionero en el cuerpo de
uno, sin poder parpadear un ojo?" "¿Cómo se siente tener dolor y no poder
moverse para cambiar de posición?" "¿Qué te ayudó para sentirte mejor
cuando estabas paralizada?" "¿Qué importaba más?" Preguntas de este
estilo no se presentan fácilmente a una prueba clínica controlada"212.

El género en la choza

Trabajar por la salud y los derechos humanos de la persona es


comulgar con el otro (entendido como individuo o como persona
colectiva), hacerlo con entusiasmo, con ardor, con una creatividad que se
sorprende, se maravilla y se abre a lo fascinante de lo nuevo que surge en
esa relación.

A partir de esta situación nos introducimos en un problema


metodológico mayor: no se puede trabajar por la salud desde cualquier
lugar ni desde cualquier disposición interior. En nuestros profundos
fracasos de las políticas sanitarias en realidad lo que falló hasta hoy no ha
sido la teoría o el conocimiento, sino el lugar desde donde pretendimos
investigar y actuar. Es pertinente recordar al respecto aquella frase de
Engels (que ya es casi un refrán popular) de que "no se piensa lo mismo
desde una choza que desde un palacio"2'. Tan simple afirmación
constituye, a mi entender, una de las conquistas más profundas e
importantes del pensamiento contemporáneo y una contribución
insustituible para la teoría del conocimiento. Lo que está afirmando Engels
con su "perogrullada" es que, aunque la verdad sea absoluta, no lo es
nuestro acceso a ella. Es decir, que aunque sea posible para la persona un
cierto acceso a la verdad, ese acceso nunca será "neutro" e incondicionado.
Y digo más, nosotros deberíamos ser capaces de completar el "efecto" de
la afirmación de Engels diciendo que "no se siente (se ve o se

21 Op. cit. p. 9.

22 Citando a Ludwig Fuerbach en "Contra el dualismo del cuerpo y del alma", Werke 11,
Leipzig 1846, p. 363. En Ludwig Fuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
Ponencias relacionadas con ¡a condición de la mujer 17
experimenta) la realidad lo mismo desde una choza que desde un
palacio".

Esto es de capital importancia para trabajar en la salud. Aún


suponiendo la mejor intención, la mejor buena voluntad y los mejores
talentos intelectuales, hay lugares desde los que, simplemente no se ve la
realidad, no se siente la realidad que nos abre a los requerimientos (de
salud o de derechos) del otro, al amor y a la solidaridad. Porque nadie
puede pretender mirar o sentir los problemas humanos, la violación de los
derechos y de la dignidad humana, el dolor y el sufrimiento de los otros,
desde una posición "neutra", absoluta, inmutable, cuya óptica garantizaría
total imparcialidad y objetividad. Entonces hay lugares, posiciones
personales, desde los que simplemente no se puede trabajar en el campo de
la salud. La cosa es asi de simple, y así de grave caer en la cuenta de ello y
sacar las consecuencias pertinentes. La experimentación que hicieron los
nazis durante la última guerra mundial son por demás aleccionadores en
esto que decimos. Entonces urge preguntarnos ¿dónde estoy parado, dónde
están mis pies en mi práxis médica? Porque la cuestión es saber si estoy
ubicado en el "lugar" correcto para mi tarea.

El lugar es tan o más decisivo para la tarea que la calidad de los


contenidos que quiero instrumentar en las políticas de salud o en cualquier
práctica médica. Es pertinente pues, en la mayoría de los casos, una
ruptura epistemológica. La clave para entender esto se encuentra en la
respuesta que cada uno demos a la pregunta por el "desde dónde" actúo, la
pregunta por el lugar que elijo para mirar el mundo o la realidad, para
interpretar la historia y para ubicar mi práctica en ella.

El eminente educador Ignacio Ellacuría, asesinado vilmente en El


Salvador por unos militares oscurantistas, hablando de la opción por los
pobres que había hecho la Universidad Centroamericana de la que era
Rector, decía que la tarea (educativa) implica "primero, el lugar social por
el que se ha optado; segundo, el lugar desde el que y para el que se hacen
las interpretaciones teóricas y los proyectos prácticos; tercero, el lugar que
configura la praxis y al que se pliega o se subordina la praxis propia"23.

Y en la raíz de la elección de ese lugar social está la indignación ética


que sentimos ante el dolor y la enfermedad injustamente producidos, ante
la violación de la dignidad y los derechos de la persona concreta: el

23 Ellacuría, Ignacio, El auténtico lugar social de la Iglesia, en VV. AA. Desafios cristianos,
Misión Abierta, Madrid, 1988, p. 78.
18 Luis Pérez Aguirre

sentimiento de que la realidad de injusticia que se abate sobre los seres


humanos en forma de limitación a la salud (todo tipo de enfermedades
evitables, producto de carencias materiales) es tan grave que merece una
atención ineludible; la percepción de que la propia vida perdería su sentido
si fuera vivida de espaldas a esa realidad. El punto de vista de los
satisfechos y los poderosos termina inevitablemente enmascarando la
realidad del dolor para justificarse. Nunca será posible defender la salud
desde la óptica del centro y el poder, ni siquiera desde una pretendida
neutralidad. Esa práctica estará condenada de antemano a anularse y a caer
sobre sí misma cuando afronte la prueba de los hechos. Mi amigo Mario
Benedetti decía con lúcida precisión que "todo es según el dolor con que
se mira". Y es esa mirada sensible y doliente la que nos ha quitado el
neoliberalismo, que sólo ha sabido damos una mirada concupiscente,
egoísta, miedosa, una mirada colérica o despectiva sobre la realidad.
Nuestra convicción es que sólo aquella mirada doliente sobre la realidad
de las víctimas nos hace verdaderamente humanos.

Para trabajar en salud es obligatorio adoptar el lugar social del


sufriente. ¿Cómo sanar sin actuar desde el lugar debido? Porque no desde
cualquier lugar de práctica sanitaria se puede discernir y actuar
correctamente y con fruto. Parece que los agentes de salud a veces no
aprenden más que la mitad de la lección. Se afanan en conocer y
prepararse pero estando ubicados en un mal sitio, y por eso no ven nada
con nitidez. Ese es el problema de la salud cuando no entendemos esto,
nuestra práctica sanitaria está condenada a un mero reflejo de nosotros
mismos porque nos ubicamos en el lugar incorrecto.

Me gustaría concluir con un poema de Alice Walker24 inspirado en una


situación en la que Jesús de Nazaret cura a una mujer enferma desde hacía
18 años y que es narrada por Lucas en su evangelio (13, 10-13.18-21).
"Jesús cuando la vio, la llamó y le dijo: -Mujer, quedas libre de tu
enfermedad".

En el poema de Alice Walker, la mujer se convierte en un paradigma


tanto de la opresión patriarcal como de la tierra nueva (basileia) y la mujer
nueva, un signo de esperanza para hoy y para el futuro:

24 Walker, Alice, Horses Make a Landscape Look More Beautiful, Harcourt Brace
Jowvanovich, Harvest, Nueva York, 1986, 1-2. Citado por Elizabeth Schüssler Fiorenza en
Pero Ella dijo, E. Trotta, Madrid, 1996, pp. 273-274.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 19
¿Recuerdas?

¿Me recuerdas?
Soy la chica
de la piel oscura
y los zapatos gastados.

Soy la chica
con dientes cariados.
Soy la chica
negra de los dientes podridos
con el ojo herido
y la oreja destrozada.

Soy la chica
que sostiene a sus hijos,
cocina sus comidas,
barre sus patios,
lava sus ropas.
Oscura y pudriéndome
y herida, herida.

Yo daría
a la raza humana
tan sólo esperanza.

Soy la mujer
con la piel oscura bendecida.
Soy la mujer
con los dientes arreglados.
Soy la mujer
con el ojo sanado,
con la oreja que oye.

Soy la mujer: Oscura,


arreglada, curada,
que te escucha.

Yo daría
a la raza humana
tan sólo esperanza.
20 Luis Pérez Aguirre

Soy la mujer
que ofrece dos flores
con raíces gemelas.

Justicia y Esperanza.

Comencemos.
Ponencias relacionadas con la condición de ¡a mujer 21
ASPECTOS RELIGIOSOS DEL ABORTO INDUCIDO

Encuentro de Parlamentarios de América Latina y El Caribe,


organizado por el Centro de Investigaciones sobre Dinámica
Social de la Universidad Externado de Colombia,
del 7 al 9 de octubre de 1998

Padre Luis Pérez Aguirre, S.J.


Director
Biblioteca Dámaso A. Larrañaga
Uruguay

Enfrentar el dramático problema de legislar sobre el aborto nunca ha


sido fácil. El debate sobre la bondad o perversión de las legislaciones en
nuestra región Latinoamericana y del Caribe tiene de positivo el que se
vuelva a hablar del tema sin preconceptos y en lo que a mi respecta,
aportar elementos de discernimiento desde la tradición cristiana, tan
presente en nuestras sociedades. Mi objetivo no se limitará a una
exposición del magisterio eclesiástico en la materia, sino que procuraré
simultáneamente abonar el debate con una reflexión personal, aunque
encuadrada siempre -creo yo- en mis convicciones cristianas.

No estamos simplemente ante un problema legal sino ante una realidad


enorme por su extensión y complejísima por sus connotaciones filosóficas,
teológicas, culturales, biológicas, antropológicas, etc. Lo polémico del
tema hace que inmediatamente irrumpan en nosotros mil pre-juicios y
tendamos a polarizar la posición en tomo a si nos encontramos ante un
crimen o no, si hay que penalizar o despenalizar el aborto, si la vida
humana empieza en tal o cual momento, si el feto es una persona, etc.

Todo nos lleva a sospechar que el problema se sitúa a un nivel mucho


más profundo que el de legislar o penalizar. Que la fuente del drama del
aborto inducido no es la ley ni la solución será exclusivamente legal
parece obvio. Con ley o sin ella, la estabilidad de las mujeres ante un
embarazo no deseado siempre estará amenazada, además la mayoría de
ellas seguirán abortando y el sufrimiento de tantos será irremediable.

Ayuda recordar que en estas situaciones límite todos tenemos derecho


a que se respete nuestra conciencia y por tanto a que no se banalice el tema
del aborto con simplismos, tremendismos o voluntarismos. Difícilmente
encontraremos mujeres que estén a favor del aborto, que sean abortistas a
secas. Lo que sí existe, como es obvio, son numerosísimas mujeres que
abortan todos los días y en todas nuestras sociedades, cosa que no es lo
mismo. La otra evidencia es que cuanto más presión se ejerce en contra de
22 Luis Pérez Aguirre

la mujer que tiene un embarazo no deseado, en lugar de disuadirla para


evitarlo, más clandestino y más peligroso se vuelve el aborto.

En el caso de los cristianos, la percepción conciencial de la persona


será el referente definitivo para establecer la moralidad de su
comportamiento frente a Dios cuando nos ubicamos en el terreno cristiano
de la Moral. Cabe citar aquí al Concilio Vaticano II, que es meridiano en
cuanto a este principio:

"En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia


de una ley que él no se dicta a si mismo, pero a la cual debe obedecer, y
cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oidos de su corazón,
advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal:
haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en
su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual
será juzgado personalmente. (Cf. Rome, 15-16). La conciencia es el núcleo
más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con
Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquella. Es la
conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley, cuyo
cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. (...) No rara vez,
sin embargo, ocurre que yerre la conciencia por ignorancia invencible, sin
que ello suponga la pérdida de su dignidad" (GS 16).

El Concilio nos dice claramente que el ser humano no va a ser juzgado


por Dios en razón del acatamiento de leyes o normas de la índole que sean,
sino en razón del seguimiento, en última instancia, del mandato de su
conciencia.

1. Doctrina del Magisterio eclesiástico católico

La doctrina oficial de la Iglesia Católica sobre la moralidad del aborto


es clara, simple y taxativa. Como es tipico suyo, partiendo de la razón
humana, se apoya en tres fuentes: el mensaje de la Biblia, la Tradición
cristiana y en las intervenciones del Magisterio25.

El aborto, la destrucción voluntaria del producto de la concepción


humana (aborto significa literalmente eso: desnacimiento, negación del
nacimiento), ha sido siempre rechazado como algo malo por la Iglesia
católica. No es fortuito que el verbo latino "aboriri", del que deriva el

25 Un argumento claro de esta argumentación aparece en la Declaración de la Sagrada


Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el aborto provocado (1974).
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 23

sustantivo "abortus", signifique también matar. La premisa elemental para


todo creyente cristiano, como una constante en toda la revelación bíblica,
está en el mandamiento de "No matarás" (Ex. 20.13). La vida es de Dios y
nadie puede suprimirla. "En ti está la fuente de la vida" (Salmo 35,10). El
Génesis acentuará este mandato diciendo que la vida humana que tienen
los humanos y que ellos dan, ha salido de las manos de Dios como su obra
maestra: "Tus manos me hicieron y me plasmaron... Luego con la vida me
agraciaste y tu solicitud cuidó mi aliento" (Job 10, 11). Por eso no será
propio del ser humano la propiedad radical de su vida; la tiene de Dios en
usufructo. La goza y la da, pero inmerso en el medio divino. El ser
humano está modelado "a imagen y semejanza" de Dios, su creador. Ese
es su primer título de grandeza y la raíz de todos los demás.

El proceso de la humanización, o del origen de los individuos, no se


puede deducir como tal de la Biblia. Sin embargo en ella encontramos
algunas expresiones en las que resulta que ya en el vientre materno
subsiste una vida humana (cf. 2 Mac 7,22ss; Job 10,11; Lc 1,41-44). Pero
rápidamente surgió la interrogante de ¿en qué modo y en qué momento
tenía origen el ser humano?

Ya a finales del siglo I se encuentran testimonios en la Didaché, en la


Epístola de Bernabé, en las Constituciones Apostólicas y luego en los
escritos de los Santos Padres (Atenágoras, Tertuliano, Cipriano, Juan
Crisòstomo, San Jerónimo, San Agustín), que consideran el aborto como
un mal grave, como un homicidio anticipado y lo condenan como inmoral.

"Sorprende la antigüedad de esta doctrina y, más todavía, la novedad


de ser proclamada unánimemente en una sociedad como la grecorromana.
En esta sociedad existía una filosofía, una legislación y una práctica que
abonaba claramente el infanticidio, la exposición o abandono de los niños
y, por supuesto, el aborto. El niño no tenía ningún estatuto jurídico que lo
reconociera como persona"26.

El Magisterio eclesiástico, en la línea de la enseñanza de la escolástica,


habló de creación de cada alma (cf. la fórmula de fe de León IX, Denz
685). El alma en el catolicismo es el principio de unidad dinámica y
organizativa del ser humano. Aunque no está separada del cuerpo, tiene
algunas cualidades espirituales particulares. Se la considera inmortal y al
mismo tiempo formando una unidad con el cuerpo humano mortal, el cual

26 Benjamín Forcano, El aborto, Nuevos Folletos PPC, Madrid, 43 (1975) 22.


24 Luis Pérez Aguirre

solamente puede obtener la inmortalidad resucitando después de la muerte


por medio de la gracia salvífica de Dios. El alma no es producto del
cuerpo, sino una nueva creación de Dios, infundida dentro del cuerpo. La
cuestión del aborto estará siempre unida con la de la animación del
embrión o del feto.

Las reflexiones teológicas, durante la época de la escolástica, se


dividían entre dos hipótesis:

a) La creacionista o de la animación sucesiva (también llamada


retardada) establece que diversas almas (sensitiva, animal, racional) se
seguirían unas a otras, según el sustrato corporal que encuentran: "in
generatione hominis prius est vivum, deinde animal, ultimo autem homo",
Tomás de Aquino, ST 2,2 q.64a.l; cf 1 q. 118 a. 2. Tomás de Aquino la
tomará de Aristóteles por un principio filosófico2': cada forma requiere la
preexistencia de una materia apta para recibirla, por tanto, también el alma
vendría infundida después del desarrollo inicial de la materia (Aristóteles
llegó a determinar el inicio de la forma humana al 40° día para los
hombres y al 80° para las mujeres).

En el contexto de esta posición, la Iglesia condenará las opiniones


según las cuales sólo al nacer se le daría al hombre el alma racional y,
consiguientemente el aborto no seria en absoluto matar a un ser humano
(ver DZ 2135 [1185]).

b) Por otro lado estaban los que defendían la otra hipótesis, llamada de
la animación inmediata (Gregorio Nizeno, Basilio, Tertuliano) -que luego
irá apareciendo como la hipótesis más cierta- es decir, que desde el
momento de la fecundación opera la única alma humana que desempeña
sus funciones según el sustrato corporal que se ha formado2728.

En esta etapa precientífica, la reflexión teológico-moral, además de


esta categoría de la animación, también utilizó la de la formación
suficiente del feto. El desconocimiento científico del desarrollo inicial de
la vida humana no logró unanimidad en fijar el tiempo de la formación del
feto humano y llevó a afirmaciones puramente ideológicas, como la de que

27 Ver G. Davanzo, en Diccionario Enciclopédico de Teología Moral, Edic. Paulinas, Madrid,


4a Edic. 1974, p. 13.

28 Karl Hórmonn, Diccionario de Moral Cristiana, Kd. Herder, Barcelona, 1979, p. 1.


Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 25
se exigen 40 días para la formación del feto hembra... "Lo que sí
prevaleció fue la distinción, introducida ya por los LXX al traducir al
griego el texto de Ex 21,22-23, entre feto formado (animado) y no
formado (no animado). El atentado contra el feto no formado no alcanza la
valoración ética de homicidio y está libre de las penas canónicas. Esta
distinción, con sus consecuencias canónicas, desapareció con la
Constitución Apostolicae Sedis de Pío IX en 1869"29.

2. El magisterio más reciente de la Iglesia católica

La Iglesia católica siempre se ha decantado a lo largo de la historia a


favor de la vida. Hoy día "no se compromete expresamente con una
afirmación de naturaleza filosófica sobre la animación y el momento de la
misma, pero defiende de modo constante el derecho inviolable de todo ser
humano inocente a la vida. Puesta la premisa de que el embrión humano es
un ser humano, no parcial o potencial, sino una vida hecha y derecha, si
bien con potencialidades que se irán actualizando, en consecuencia, la
valoración se desarrolla con lógica sencilla e implacable"30. La Iglesia, en
la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II,
condena el aborto como "una práctica infamante" (GS 27) y afirma que "la
vida desde su concepción ha de ser salvaguardada con el máximo cuidado;
el aborto y el infanticidio son crímenes execrables" (GS, 51). Y el Código
de Derecho Canónico, con el fin de advertir de dicha gravedad, además de
declararlo pecado mortal, le impone a quien realiza un aborto la pena
canónica de la excomunión latae sententiae. Esta pena la especifican así
los Obispos de España:

"Significa que un católico queda privado de recibir los sacramentos


mientras no le sea levantada la pena: no se puede confesar válidamente, no
puede acercarse a comulgar, no se puede casar por la Iglesia, etc. El
excomulgado queda también privado de desempeñar cargos en la
organización de la Iglesia"31.

El magisterio eclesiástico actual afirma sin rodeos que la vida humana


debe ser respetada con todas las exigencias éticas del ser humano desde la

2<>Mariano Vidal, El "estatuto" antropológico del embrión, Moraba, 35-36 (1987) 304.

30 José A. Abrisqueta, El embrión Humano: estatuto antropológico y ético, en: Marciano


Vidal, Conceptos fundamentales de ética teológica, Ed. Trotta, Madrid, 1992, p. 447.

31 100 cuestiones y respuestas sobre el aborto, 83, 6-IV-l991.


26 Luis Pérez Aguirre

fecundación. Hasta llegará a decir últimamente que el cigoto humano debe


ser tratado "como una persona humana"32.

En su reciente Catecismo afirmó que "la vida humana debe ser


respetada y protegida de manera absoluta desde el momento de la
concepción. Desde el primer momento de su existencia, el ser humano
debe ver reconocidos sus derechos de persona, entre los cuales está el
derecho inviolable de todo ser inocente a la vida" (n. 2270. Cfr.
Congregación para la Doctrina de la fe, Instr. Donum vitae 1,1).

Luego de recordar que "desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado


la malicia moral de todo aborto provocado y que esta enseñanza no ha
cambiado" (n.2271), sostiene que "la cooperación formal a un aborto
constituye una falta grave (y) la Iglesia sanciona con pena canónica de
excomunión este delito contra la vida humana" (n. 2272). Dice también
que debe ser elemento constitutivo de la sociedad civil y de su legislación,
entre otras cosas "el respeto y la protección que se han de garantizar, desde
su misma concepción, a quien debe nacer (y) exige que la ley prevea
sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus
derechos" (n. 2273). Finalmente, "puesto que debe ser tratado como una
persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su
integridad" (n. 2274). Esta posición ha sido ratificada en todos sus
términos en la encíclica papal Evangelium vitae, firmada por Juan Pablo II
el 25-3-1995. Allí, entre otras cosas, denunciará abiertamente el peligro de
totalitarismo en que pueden caer las democracias que, en nombre de una
utilidad pública, que no es otra cosa que el interés de algunos, legislan en
contra de la vida humana. Dice por consiguiente, que están privadas
totalmente de auténtica validez jurídica (EV 72). La Encíclica trata de
incorporar y elevar de rango el pensamiento que ya se había expresado en
las dos declaraciones de la Congregación para la Doctrina de la Fe citadas
arriba y por la Instrucción Donum vitae sobre el respeto a la vida naciente
y la dignidad de la procreación (1987). También recoge algunos puntos de
la encíclica Humanae vitae de Pablo VI (1968).

Debo agregar, por honestidad, que toda esta acumulación de


argumentos y documentos doctrinales, desembocan en una fórmula que

32 Ver la Instrucción de la CDF "Instructio de obscrvantia erga vitam humanam nascentem


deque procreationis dignitate tuenda (Donum vitae)" Acta Apostolicae Sedis
80(1988)70-102, para. l,n.l. Es interesante notar que la anterior "Declaratio de abortu
procurato", AAS 66 (1974) 730-47, había evitado explícitamente mencionar el asunto del
momento en que el cigoto humano es animado con un aima racional, porque no había
tradición constante en el tema, y los autores disentían (738 n. 19).
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 27
pretende otorgar especial solemnidad a este magisterio. Sin llegar a
alcanzar técnicamente el carácter de una definición dogmática, ha hecho
pensar a muchos en un pronunciamiento pontificio en el que Juan Pablo II
empeña su autoridad para conferirle un estatuto similar al de la definición
dogmática: "Con la autoridad que Cristo confirió a Pedro y a sus
Sucesores, en comunión con todos los Obispos [...] declaro que el aborto
directo, es decir, querido como fin o como medio, es siempre un desorden
moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un ser humano inocente.
Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios
escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el
Magisterio ordinario y universal" (VS, 62. Remite a Lumen Gentium
n.25).

3. Posición de las Iglesias cristianas no católicas

La tradición protestante, de la misma forma que durante el período


final de la escolástica católica, trata muy poco el tema del aborto. Es casi
ignorado en las enseñanzas morales de la reforma y los teólogos
protestantes contemporáneos que discuten sobre el aborto en raras
ocasiones se remiten a su tradición por esta razón.

Martín Lutero apenas si menciona el tema y afirma que "sin duda


alguna había que seguir el orden natural establecido por Dios en la
procreación". Defiende la actitud cristiana tradicional de que el niño es
una obra especial de Dios33.

Quizás el aporte principal de Lutero, pero que él no aplicó


directamente al tema del aborto, está en su doctrina de la justificación por
medio de la fe, que quita importancia a las buenas obras, como era
tradicional en el catolicismo, disminuyendo así el significado de un
criterio absoluto del bien y del mal, tan propio de los católicos. También
cabría señalar su actitud frente a las normas morales y su tendencia a
considerar la ley y la conciencia como dos principios antagónicos. En caso
de conflicto, dice Lutero al discutir las leyes de la época sobre el
matrimonio y el divorcio "la ley ha de ceder para que la conciencia quede
clara y libre"34.

33 Luther's works. Concordia Publishing House, St. Louis, VII, 21 y XLV, 333.

3J Ibid. XLVI, 318.


28 Luis Pérez Aguirre

Calvino sí habla explícitamente del aborto, pero no lo discute in


extenso. Al comentar el relato de Onán, condena la contracepción y el
aborto. Dirá que "Si una mujer expulsa el feto del útero por medio de
medicamentos, comete un crimen considerado inexpiable con razón"* 36.
Calvino se acerca así mucho más que Lutero de la tradición cristiana
católica que afirma que hay actos que son siempre inmorales.

En la reforma anglicana tampoco se encuentra gran cosa sobre el


aborto. El tratamiento de temas morales quedó entrampado en la crítica de
las "sutilezas escolásticas" y la crítica a la "casuística jesuítica",
convertidos generalmente en objetos típicos de burla.

Habrá que llegar hasta los tiempos contemporáneos para captar los
matices, a pesar de que las Iglesias protestantes hoy mantienen posturas
muy similares a las de la Iglesia católica, en relación al respeto a la vida y
a la consideración del aborto como un hecho grave que impide la eclosión
de la vida.

Los teólogos no católicos presentan hoy un abanico de hipótesis mucho


más amplio: en un extremo podemos ubicar a los que se definen
defendiendo la vida desde el momento de la fecundación, por ejemplo, el
"memorándum de la Iglesia evangélica alemana" (14 de enero de 1971)
que declara lo siguiente: "Basados en los actuales conocimientos
cientificos el principio de la vida tiene lugar con la fecundación... toda
intervención que destruya la vida empezada es matar una vida que se está
haciendo". En el otro extremo podemos ubicar a los Metodistas Unidos,
que creen que no se puede hablar de persona humana antes del nacimiento
(Consejo Metodista, 8 de octubre, 1969).

En 1967 "la Asamblea de los obispos de la Iglesia episcopaliana de los


Estados Unidos se declaró en favor de la mitigación de las leyes existentes
sobre el aborto. La santidad de la vida, en vez de declararse absoluta, se
considera "de importancia capital en la teología y doctrina cristianas",
suficiente para impedir los "abortos de conveniencia", pero compatible con
la declaración siguiente: "Creemos que hay consideraciones que pueden
indicar la interrupción de un embarazo en beneficio de la madre, del hijo o
de los dos"36.

5s Calvino. Opera quae supersunt omnia. Brunsvigae 1863-1900, XXII, 495-496.

36 Gennai G. Grisez, El aborto, mitos, realidades y argumentos. Edic. Sígueme, 1972, p. 255.
La cita de la asamblea episcopal está citada en N.C. News, 23-9-1967.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 29

La Convención baptista de América va mucho más allá de esta


posición episcopaliana. En una resolución que adoptó en mayo de 1968,
expone la propuesta a mi entender más radical que haya recibido el apoyo
de una iglesia protestante de importancia. En ella se dice:

"Porque Cristo nos enseña a afirmar la libertad de las personas y la


santidad de la vida, creemos que el aborto debe ser un problema
dependiente de una decisión personal responsable. Para conseguir este fin,
nosotros, como baptistas americanos, urgimos que se ponga en vigor una
legislación que tenga en cuenta:

Que la terminación de un aborto antes del final de las 12 primeras


semanas (primer trimestre) dependa de la petición del individuo (o
individuos) a que ataña; al mismo tiempo se ha de considerar el aborto
como un procedimiento médico electivo gobernado por las leyes que
regulan la práctica médica"3'.

Con todo conviene aclarar que las iglesias baptistas son


congregacionales en su estructura y no están ligadas por las resoluciones
de la convención.

4. Posiciones fuera de la tradición cristiana

A fin de tener un pantallazo de otras tradiciones, digamos que para el


judaismo la defensa de la vida se basa en los mismos supuestos bíblicos ya
expuestos en el caso del catolicismo, pero generalmente el aborto viene
siendo considerado como un crimen si se realiza después del 40° día de la
fecundación.

El sintoísmo y el budismo, muy poco presentes en nuestra región,


prácticamente -que yo sepa- no conocen prohibiciones contra el aborto.

Una mención especial merece la jurisprudencia islámica respecto del


aborto. En general se permite el aborto, pero para la interrupción del
embarazo se difiere en dónde poner el límite del desarrollo fetal, para que37

37 Resolutions Adopted by the American Baptist Convention; Boston, Massachusetts, May


29-June 1, 1968, multicopiado, 2. Citado por GR1SEZ, op. cit. p. 2 5 6 .
30 Luis Pérez Aguirre

no se vuelva prohibido38. Dos pasajes del Corán se refieren al tema


describiendo los puntos del desarrollo fetal39. Resumiendo la versión
(pre-científica) coránica: el semen (nutfah) se desarrolla en el útero, junto
con el óvulo, como una especie de engrudo (‘alaqah), luego aparece en la
forma de un trozo de algo masticado (mudghah) completo en sí mismo y al
mismo tiempo incompleto. Le seguirá otro acto de la creación (khalqan
akhar). Es en esta última etapa que el alma se instalará en esa materia.

Los investigadores están de acuerdo en que el aborto durante o después


de la instalación del alma en la materia debe ser prohibido, excepto para
proteger la vida de la madre. No están de acuerdo, sin embargo, cuándo se
alcanza esta etapa y si el aborto en una etapa anterior puede ser permitido.
Un grupo permite el aborto hasta los 120 días de embarazo. Otros lo
prohíben en etapas más tempranas. Una minoría de investigadores
sostienen un punto de vista mucho más estricto, que prohíbe el aborto
desde el momento en que el semen se adhiere al útero (sic), bajo la teoría
de que esa materia ya está camino a convertirse en un alma. Últimamente,
algunos concluyeron que "de una revisión de los avances contemporáneos
médicos y científicos... el embrión es un organismo vivo desde el
momento de la concepción"40.

5. Servicio y relatividad de las leyes penales

Como tantos otros, veo con escepticismo el tratamiento penal del


aborto inducido. No me parece que por la vía penal se vaya a mejorar o
empeorar la cuestión. Los hechos nos están mostrando la magra eficiencia
que tiene el encare penal del tema y que no es el Código Penal el lugar
más adecuado para disuadir a las mujeres que deciden abortar por
múltiples razones. Las causas penales por prácticas abortivas son mínimas
en todos lados y es evidente que las leyes antiabortivas no se cumplen ni
cumplen con el propósito disuasivo.

38 Sigo en este punto el aporte de Azizah Y. al-Hibri, en Planificación familiar y


jurisprudencia islámica, Boletín In/Fire Etica, de la Red Internacional de feministas
interesadas/os en Salud Reproductiva y Ética, Lima, Vol. 3, Nos. 1-4, 1995, pp. 11-12.

35 Qur'an 22:5 y 23: 12-14.

40 Abd El Rahman al-Awadhi, ed. Human Reproduction in Islam: The Full Minutes of the
Seminar on Human Reproduction in Islam, realizado en Kuwait el 24 de mayo, 1983, p. 276.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 31

Penalizar o despenalizar es cuestión de leyes, es evidente, pero la ley


no tiene la capacidad de dar la vida. Esta fue una de las convicciones más
profundas de San Pablo en el siglo I de nuestra era:

"Es cierto que las leyes ejercen una función pedagógica en la sociedad:
son indicadores de lo que una determinada sociedad considera bueno o
malo, provechoso o pernicioso; son señales de alarma o correctivos que
permiten un saneamiento social. Pero, poco más. Hay leyes injustas, leyes
de muerte, leyes en las que cristalizan sórdidos intereses e injustas
relaciones sociales y que establecen un orden injusto, sea nacional, sea
mundial"41.

A este respecto viene a cuento la opinión del profesor español Diego


García cuando afirmaba en este tema que "una ley que no se cumple, haría
pensar que a lo mejor está mal hecha. (Y que) en segundo lugar, cuando se
cumple, a lo mejor lo lógico seria que no se cumpliera, porque se cumple
de un modo muy discriminador en las personas probablemente más
indefensas de la sociedad, con menos recursos, con menos culpa. Yo creo
que si se quiere arreglar el tema de la protección de los embriones, la vía
correcta no es la penal, sino la de la promoción de la mujer, la educación
en los valores, legislación laboral, legislación social, etc."42.

Con la doctrina oficial de la Iglesia católica respecto del aborto como


telón de fondo, no obstante me cabe puntualizar lo siguiente:

a) Todo aborto es destrucción de vida humana (obsérvese que no digo


persona humana) y como tal, es un gravísimo e irreparable daño.

b) La mayoría de los abortos no caen bajo la ley que los considera


como un crimen imputable. Por ello la solidaridad humana obliga a estar
del lado de las mujeres criminalizadas que se han visto impulsadas a
abortar por circunstancias que las condujeron en conciencia a dicha opción
trágica.

c) Habría que ponerse seriamente a buscar alternativas, en esas


circunstancias, a la penalización del aborto porque no soluciona el
problema, generalmente la ley es inaplicable y cuando lo es las más de las
veces castiga a quien es la víctima inocente de una situación que no

41 José C. Rey Garda Paredes, Aborto y castigo, Misión Abierta, 8 (1992) 54.

42 En Vida Nueva, n. 1982,25 de febrero, 1995.


32 Luis Pérez Aguirre

controla. De hecho en esas circunstancias la penalización resulta en una


grave injusticia, dañina en la inmensa mayoría de los casos. Por lo tanto es
inútil, inmoral y no podemos contentamos con ella como solución.

Si de todo sufrimiento humano debemos hablar con respeto y


vergüenza de no hacer todo lo posible por superarlo, con más razón
debemos respetar la angustia, ¡a agonía y el sentimiento de culpabilidad
inducidos por la criminalización del aborto en millones mujeres. El
camino sabio nunca será el mero castigo, la penalización, sino el
acompañamiento sincero, compasivo y redentor del ser sufriente.

El varón nunca podrá sentir y vivir esa situación como la mujer.


Tampoco la pueden sentir y discutir de la misma manera las mujeres que
la han vivido y aquellas que no; quienes la vivieron acorraladas y
empujadas a abortar por múltiples razones de peso agobiante y quienes la
vivieron con recursos materiales, con no pocas razones egoístas y otras
seguridades. Por todo esto, debemos dejar constancia del silencio sufriente
de las víctimas más indefensas y afectadas por un aborto: las mujeres
pobres, los embriones, fetos y sus familias. Es terrible la exclusión que
ello significa y lo difícil que es subsanarla.

La tragedia se instala cuando en la polémica falta esa honestidad


minima y ese realismo vital, y se pasa directamente de la defensa y
preocupación por los seres humanos a la defensa de principios abstractos y
posiciones tomadas. Ello siempre redunda en agresiones, manipulaciones
sentimentales y medias verdades ideologizadas que escamotean el
problema e impiden resolverlo.

No podemos dejar de ver, en lo acalorado de los debates a favor o en


contra de la penalización del aborto, el hecho de tantas vidas humanas
eliminadas por sus propias madres y miles de mujeres empujadas en la
angustia a destruir esas vidas que estaban esperando, poniendo en riesgo la
suya propia, por factores tan medibles como la injusticia social y la
inhumanidad de una sociedad que de hecho exige esas muertes para
permitirles sobrevivir económica, social o religiosamente, para finalmente
condenarlas y castigarlas por ello.

- Detrás del problema de penalizar el aborto o no, se juegan también


otras realidades humanas muy graves: la dignidad de la mujer, la injusticia
social, el machismo, la ignorancia respecto de la sexualidad, diferentes
actitudes culturales y morales respecto a la vida, al uso de anticonceptivos,
Ponencins relacionadas con la condición de ¡a mujer 33

a la moral, el papel de las autoridades civiles y eclesiásticas, etc. Esto


complica y generalmente desvía el debate llevándolo a callejones sin
salida.

Es claro que el aborto siempre es una tragedia, un daño irreparable.


Nadie justifica el aborto en principio y pensamos que hay que luchar
contra él eficazmente. Ninguna mujer aborta gustosamente. Todas son
conscientes que además del daño grave que significa psíquica, fisiológica
y socialmente, incluye riesgo hasta de muerte en algunos casos, amén de la
censura social o la pena criminal. También se agrega el sentimiento de
cometer un pecado mortal si la mujer es cristiana. Siempre se tratará de
una experiencia que no se puede olvidar y es eminentemente traumática. Si
alguna llega a la decisión de abortar debo asumir que es porque tiene
razones de conciencia muy profundas que la empujaron a ello.

Al respecto recordemos que desde siempre la moral tradicional


distinguió entre daño y culpa. El daño sí es algo objetivo y depende
directamente del desajuste o deterioro que se produce en la vida humana,
en las personas concretas y su entorno. Pero la culpa es otra cosa. Depende
de otros factores como el de la libertad, el conocimiento, la
responsabilidad de quien comete el daño.

Si se puede decir que toda vulneración de la vida humana es un mal


irreparable, no toda muerte humana, aun la causada por otro ser humano,
puede ser catalogada sin más de crimen. Allí están como ejemplos los
casos de accidente, de defensa propia y -en el caso concreto del aborto- la
extirpación de fetos extrauterinos o por cáncer en la matriz y tantas otras
situaciones. Entonces también debemos mencionar los casos en que la
falta de libertad física o psicológica hacen que el homicidio no sea un
crimen ni la persona que lo realiza un criminal.

La misma moral cristiana, tan estricta en estos casos, establece


circunstancias que eximen de la culpa a una persona que comete una
acción que la Iglesia considera intrínsecamente mala.

Si es muy importante comprobar que para juzgar el daño basta con


tener en cuenta los efectos de nuestras acciones, otra cosa muy diferente es
juzgar la culpabilidad, y por tanto la punibilidad de una persona. Para ello
se deberá tener en cuenta obligatoriamente la responsabilidad de esa
persona en la acción realizada.
34 Luis Pérez Aguirre

Aquí generalmente coincide la moral cristiana con la legislación civil.


Los cristianos no caen en excomunión cuando se dan las circunstancias
que eximen de cualquier pena. En concreto, no incurren en penas
eclesiásticas los menores de 18 años. Así se establece también que para
que un delito sea imputable a una persona se deberá suponer siempre que
ella tenía otra alternativa real de actuar y que lo cometió en el libre uso de
sus facultades. De donde se deduce que si no hay libertad real, sea porque
dicha persona realmente no pudo -o no vio que podía- actuar de otra
manera, por innúmeras razones, como por ejemplo porque actuó bajo
presión grave física, moral o psicológica, esa persona no es culpable ni
imputable de castigo.

El mismo derecho canónico de la Iglesia Católica (1323 y 1324)


establece claramente las circunstancias que eximen de culpa y de castigo a
quien infringe la ley (y por tanto no le cabe la excomunión) a "quien obró
por violencia o por miedo grave, aunque lo fuera sólo relativamente, o por
necesidad, o para evitar un grave perjuicio".

Es evidente entonces -si somos honestos con la realidad- que la grán


mayoría de las mujeres que abortan se encuentran en este tipo de
circunstancias. Por lo tanto, ni pueden considerarse culpables, ni caen bajo
la excomunión y tampoco deberían caer bajo una pena civil.

Los ejemplos de la vida cotidiana abundan: cuando una madre de


familia ve con angustia que el embarazo no deseado amenaza la
supervivencia de sus otros hijos, o cuando ve gravemente amenazada su
vida conyugal ("si te quedas embarazada de nuevo me voy y te dejo sola
con todos los niños"...), está actuando bajo un miedo real grave, y por lo
tanto, sin total libertad y responsabilidad.

Lo mismo sucede en los casos en que la mujer siente que, ante un


embarazo imprevisto no deseado, la vida se le desploma, sea porque la van
a echar de su casa o del empleo, o porque la van a estigmatizar o
discriminar en su comunidad. Y mucho más grave es el caso en que una
mujer no ve otra alternativa para seguir sobreviviendo social o
económicamente con un mínimo de dignidad. Y miles son las situaciones
en que ella vive bajo amenaza o presión directa (a veces hasta física) por
parte de otras personas de su entorno (pareja, padres, patrón, etc.).

Por otro lado es también evidente que existen casos de aborto por puro
egoísmo de la madre o por razones de intereses egoístas menores. Pero en
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 35

las circunstancias mencionadas y en tantas otras es casi inevitable que la


mujer se plantee un aborto como la posible salida menos destructiva e
inhumana. Generalmente lo verá como la única salida. Difícilmente
podríamos alegar que allí hay egoísmo, maldad o comodidad. La mujer
está allí angustiada ante la trágica disyuntiva entre lo que percibe como
dos males y normalmente se inclinará por el que ella considera menor en
esa coyuntura de su vida.

Es fácil aducir aquí alternativas ideales, hablar de heroísmos o de


soluciones como la de que se tengan esos niños y luego se den en
adopción. Ello ignora la enorme carga de sufrimiento y culpabilidad que
conllevan el embarazo no deseado y el desprenderse luego del hijo en esas
condiciones. Además de que prácticamente seria imposible para una
sociedad plantearse la adopción de cientos de miles de niños por año. Es
obvio que la solución va por otro lado.

6. A la hora de hacer justicia

Será entonces imprescindible aclarar ¿qué es hacer justicia? Porque


generalmente se entiende y se practica sólo en dos formas disyuntivas en
nombre de la ley, y que para el caso del aborto nos deja siempre sin
respuesta43.

La primera forma de entender cómo se establece o repara la justicia es


ajusticiando (de acuerdo con la ley) al culpable de un delito. Esta justicia,
la nuestra, termina en la cárcel o su equivalente de acuerdo a la gravedad
del dolo.

La segunda forma de entender qué es hacer justicia, significativamente,


a la inversa de la anterior, afirma que bastaría con encontrar una ley o una
tradición moral (y una autoridad) que explique, avale o justifique nuestro
comportamiento, para que hayamos cumplido con la justicia.

Pues bien, cabe sospechar que ninguna de esas dos posiciones tiene
algo que ver con la solución justa. Por eso es bueno intentar una tercera
manera de entender el hacer justicia.

43 Sigo aquí la posición que adopta el doctor Pedro de Velasco, S.J., en "Con temor y
temblor, con dolor y respeto ante el aborto, nuestro problema", Xipe-Totek, Guadalajara, 4
(1993)292.
36 Luis Pérez Aguirre

Nos ayuda aquí usar el término ajustar. Para el ser humano, hacer
justicia es (debería ser) lograr -creativa y responsablemente- la
supervivencia de toda vida en el cosmos: que la realidad y los seres vivos
(especie e individuos) se ajusten armoniosamente de tal manera que sea
posible la supervivencia de todos.

En lenguaje moral sería reparar los desajustes que el ser humano


introduce en su realidad personal y cósmica, desajustes que convierten
dicha realidad en una amenaza para su vida y la de los otros seres vivos.
Entonces desde esta perspectiva lo importante es la realidad destruida o
destructiva y los procesos y acciones concretas que permiten reajustarla en
función de las necesidades vitales básicas del ser humano. Lo primero ya
no podrá ser el saber si son o no culpables, ni los castigos a aplicar, ni las
leyes o justificaciones.

Tomás de Aquino en el siglo XIII decía que la noción de justicia debía


complementarse porque deberíamos llamar "...cosas legales/justas a
aquellas que causan y conservan la felicidad y cuanto a la felicidad se
refiere dentro de la vida común de la ciudad..." (S. Th. Ia, 2ae, q. 90,
art. 2). Esta es la noción de justicia que nos parece adecuada para avanzar
en este terreno. Entonces el orden legal justo debería ajustarse a esta
concepción moral y tendríamos así que no es la penalización y el castigo
de los culpables el modo fundamental de hacer justicia porque ello, en
última instancia, lleva a concebir el castigo de los culpables como el modo
fundamental de hacer justicia. Y curiosamente olvida que el responsable
de ese delito de aborto no es sólo la mujer sino también el hombre
(marido, concubino u ocasional pareja) ¿Qué penas se prevén, en esta
concepción jurídica, para el varón que proporcionó su espermatozoide
cuando es cómplice en este delito?

Y diré más, si el aborto es un daño gravísimo, un atentado contra la


vida humana que afecta de manera irreparable y definitiva una o más
vidas, y que nunca se podrá reajustar, ello no quiere decir que
automáticamente se pueda afirmar que es siempre un crimen y que en
ninguna circunstancia se pueda abortar sin cometer una grave inmoralidad.

Se trata de descubrir qué pasos hay que dar para evitar, de manera
realista y eficaz, la razón abortista, que en una sociedad se sigan
realizando abortos, o mejor aun, para evitar que una mujer se tenga que
plantear el aborto como única alternativa, o como la menos amenazante en
un momento concreto de su vida.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 37

Además "la función preventiva de la ley tiene que estar acompañada


por un apoyo real hacia aquel que desea cumplirla. Sin embargo, en el
caso de las madres solteras, ¿cuál es el apoyo que les brinda la sociedad
para evitar que recurran al aborto? Además de la función intimidatoria de
la ley, es preciso subrayar su papel propositivo. ¿Cuál es la alternativa que
plantea la sociedad para aquellas parejas o mujeres que tienen problemas
económicos serios? El derecho a la vida implica el derecho a la
alimentación, a la educación, a la vivienda, etc."44. ¿Puede el Estado
penalizar en estos casos sin proponer una alternativa concreta?

"El derecho a nacer no es un derecho aislado, sino que es más bien el


derecho fundamental de todos los demás derechos humanos elementales
de la persona que vienen intrínsecamente dados con el derecho a nacer: a
la alimentación, a la vivienda, a la salud y a la vida, llevado este último
-con toda probabilidad- hasta la inmoralidad de toda pena de muerte.
Precisamente por ese carácter fundante que tiene el derecho a nacer,
resulta una profunda contradicción la postura de todos aquellos grupos que
defienden el derecho a nacer pero se desentienden implícita o
expresamente de los otros derechos humanos"45.

Se me ocurre que el camino acertado está en luchar más decididamente


por leyes que ataquen las causas sociales del aborto. Leyes que encaren la
planificación familiar, la atención de la salud de la mujer, que combatan
frontalmente la pobreza, que encaren la protección de las personas nacidas
con discapacidades.

Sería muy bueno que el legislador propusiera leyes que defiendan: 1)


un programa de planificación familiar; 2) la superación de la
discriminación y la ayuda a las madres solteras y su hijo; 3) el amparo
social a la madre casada o no; 4) una rígida legislación para proteger el
empleo y protección de la gestante; 5) leyes que faciliten la adopción; 6) el
amparo social vitalicio para hijos retardados; 7) salario materno; 8)
multiplicación de las guarderías infantiles; 9) centros de medicina
preventiva46.

44 Tony Mifsud, S.J., Penalización del aborto, Mensaje, 436(1995)40.

45 José 1. González Faus, S.J., Recuerda que fueste feto, Cuarto Intermedio, 39(1996)79-80.

46 Ver José Roque Juges, S.J., Aborto: Un direito a exigir?, Perspectiva Teológica
29(1997)397.
38 Luis Pérez Aguirre

Es absurdo simplificar la polémica ubicándola en dos bandos extremos


irreconciliables: quien dice que para salvar embriones y/o fetos hay que
ajusticiar, eliminar o sancionar socialmente a las madres y quien sostiene,
por el contrario, que para defender a las madres se puede aceptar o
justificar la destrucción de sus embriones o fetos. En esta disyuntiva de
hierro lo trágico es que las ajusticiadas son siempre las mismas víctimas,
porque abrumadoramente desde el punto de vista numérico son las más
débiles y las más pobres, las que no se pueden o no tienen los medios para
defenderse o escapar a la legislación dada.

Detrás de estas simplificaciones asoma una posición social hipócrita,


dispuesta a no conceder que una mujer pueda abortar ni tampoco que
pueda tener los hijos que quiera, sin que la corran de la casa sus padres o
sus maridos, que no le den trabajo o la corran del trabajo los patrones por
estar embarazada, que la excomulguen de su iglesia los escandalizados
porque se vio forzada a abortar o es soltera y está embarazada, o
simplemente la corran de la vida el hambre y la miseria.

Claro, siempre será mucho más cómodo evitar todo este conflicto
amenazándola con la cárcel si aborta. Siempre será más fácil eliminar fetos
o mujeres que luchan contra las verdaderas causas sociales del aborto. Lo
paradójico es que ninguna de las dos posiciones ha llevado nunca a
disuadir a nadie ni a terminar con los abortos sino generalmente con las
víctimas de esas situaciones angustiosas. Aunque puedan tranquilizar
algunas conciencias, estas posiciones serán siempre pseudo-soluciones.
Mientras persistan las causas que acorralan y obligan a la mayoría de las
mujeres a abortar, ellas seguirán abortando.

7. Los argumentos falaces más comunes

a) El cigoto es una parte del cuerpo de la madre.

Asoman en este territorio de las cuestiones relativas al aborto inducido


las simplificaciones de argumentos médicos, morales y religiosos. Por
ejemplo, el clásico argumento que afirma que el aborto "atenta contra el
derecho de todo individuo a decidir de su propiedad, y por lo tanto, de su
propio cuerpo. Que mientras el feto se alimenta, respira y crece gracias al
organismo materno, es parte del cuerpo de la madre".

Creo que no es necesario abundar en demostrar la evidente falsedad


tanto biológica como social y legal de este razonamiento. Ninguna persona
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 39

medianamente informada de las realidades biológicas puede sostener hoy


día que la mujer es una especie de recipiente, un objeto, y que dentro de
ese contenedor hay un feto que tiene el inviolable derecho a vivir. Pero
tampoco se puede sostener que el feto es parte del cuerpo de la madre. Es
un hecho biológico incontrovertible que ya el cigoto tiene una carga
genética propia, y que por lo tanto no puede ser considerado parte del
organismo de la madre. En el caso del feto además, regula sus propias
funciones, etc. A nivel existencial ninguna mujer embarazada, por lo
demás, piensa que lleva una especie de tumor o excrecencia en su propio
organismo. Por otro lado sería ridículo no sostener que quien puede
embarazarse es la mujer. Una probeta nunca podrá estar embarazada... a
pesar de que contenga en su interior un óvulo fecundado.

Aún más, podemos afirmar que el argumento de algunas feministas


que dicen mi cuerpo es mi propiedad, también es una visión parcial y
falsea la realidad de la corporalidad humana. Presupone una visión
individualista e irreal porque "mi cuerpo" es también una realidad
relacional-social y como el yo que es, pertenece a la sociedad, no se puede
hacer con él lo que se nos antoje. Tal vez quien piense así debería revisar
seriamente su concepto de libertad tan egótico e individualista, tan cerrado
sobre sí mismo. Mi cuerpo es mío y es nuestro a la vez. Si la mujer tiene
un derecho legítimo y fundamental a decidir sobre su cuerpo, ese derecho
sigue siendo el de un ser social, no puede ser absoluto y totalmente
independiente de los demás seres que conforman su realidad personal.

b) El cigoto es una persona humana

Habría también que empezar por considerar y respetar la multiplicidad


y las divergencias de las interpretaciones sobre la humanidad o no de un
ser, que parten de la consideración de los datos biológicos. No pocos
piensan que c onsiderar a un cigoto o a un embrión como una "persona
humana" es úna cuestión de "definición" y no de realidades. Pero la
realidad está allí y las definiciones que los humanos damos a esa realidad
son múltiples. Lo importante, según quienes piensan así, es elaborar
definiciones congruentes con el bien global de la especie humana en este
caso. Algunos hasta llegan a considerar como "emocional" definir al
cigoto como persona humana, pues se caería en el ridículo de exigir
certificados de defunción para cualquier cigoto muerto...

No se puede afirmar sin probarlo que el cigoto es una persona humana.


Habría que empezar por ponerse de acuerdo sobre lo que se entiende por
40 Luis Pérez Aguirre

persona. Etimológicamente viene de un término griego inspirado en el


teatro. De allí que personare haga alusión a la careta de los actores del
teatro griego que usaban la careta como amplificador de la voz que sonaba
a través de ella. Pero no descubriríamos el significado del término si no
supiéramos que hace alusión a que para ser persona (para ser actor de
teatro) no se podia ser esclavo. Sólo los hombres libres podían ser actores
(personas). Desde entonces persona hace alusión directa a la libertad, a un
ser libre que presupone lo racional. De ahí que hablar de un cigoto como
de una persona no parece del todo correcto. Hablar de persona humana es
hablar de sujeto de derechos y de libertades, y no hay consenso entre los
científicos, los filósofos y los moralistas acerca de cuándo existe realmente
un ser libre, si es posible hablar de la existencia de una persona humana en
el proceso vital del desarrollo embrionario.

"El feto todavía no es una persona humana en sentido pleno, como


tampoco lo son el bebé recién nacido o incluso el niño antes del uso de
razón. El nacimiento, por más aparatoso o traumático (o asombroso) que
pueda ser para nuestros sentidos, no supone una solución de continuidad
-algo totalmente nuevo y diferente- en el proceso vital. Por eso no se
adquieren los derechos humanos por el hecho de nacer, sino que se posee
el derecho a nacer por el hecho de ser humano. (...) Cabe decir entonces
que el feto tiene desde el primer momento personeidad, aunque no tenga
personalidad. Quiero decir con esto que es ya estructuralmente persona,
aunque todavía no lo sea actualizadamente porque su estructura no ha
dado de sí todo lo que está abocada a dar. Pero es por esa misma estructura
-y no por alguna acción creadora externa a ella- por lo que se desarrollará
como persona"47.

c) El cigoto es una persona en potencia

Llama la atención también el simplismo de quienes argumentan la no


humanidad de los cigotos y de los embriones (el mismo que se utilizó para
justificar la no humanidad de los negros o el genocidio indígena). Más allá
de la discusión científico-filosófica, ninguna mujer que esté embarazada
duda que la vida que lleva dentro suyo no sea humana. Ella habla de que
está esperando un hijo. Tampoco es muy consistente el argumento de que
sólo es una persona en potencia, dado que serlo requiere relaciones con
otros individuos. Es obvio que el feto es un individuo que, como todos,
está en desarrollo, y tiene relación primaria con la madre, pero no sólo con

47 José I. González Faus, S.J. op. cit. pp. 64-65.


Ponencias relacionarlas con la condición de la mujer 41

ella. Evidentemente todavía no es un bebé, como el bebé no es todavía un


niño, ni el niño es un adulto... pero lo irá siendo.

Si es claro que el feto no es un cigoto, es también claro que la fijación


del origen de la vida humana no es fácil. Ya no sería poca cosa distinguir
entre vida humana y persona humana porque -como vimos- no es evidente
que el cigoto sea una persona.

Son varias las razones que impiden un criterio único para fijar con
certeza el momento cuándo aparece un ser humano:

• La inmensa mayoría de los cigotos nunca llegarán a implantarse en la


matriz (hasta el 80%) y sería extraño pensar que la propia naturaleza
"desperdicia" a la mayoría de las "personas" en potencia.

• Antes de la anidación del embrión (unos 14 días) no existe


individualidad, la estructura celular no define la individuación: pueden
resultar gemelos (2 individuos) de un cigoto inicial, o un solo individuo de
dos cigotos iniciales. Y parecería haber consenso en que la individualidad
es constitutivo sine qua non de la persona.

• La información genética que posee el cigoto es insuficiente para su


desarrollo. Para que continúe el proceso y haya persona se requiere
información genética exógena, que no está presente en el cigoto. La
presencia de un código genético en un cigoto desde el principio no
determina la existencia de una persona porque esa información no es
operativa para generar los procesos ulteriores de desarrollo.

• Algunos argumentan, como vimos, que entre el cigoto y la persona


futura existe una relación de "potencia" y "acto". Es decir, el cigoto sería
una personé "en potencia", la que después será persona "en acto". Pero
este principio filosófico parece no operar en el terreno de la biología48. No
existe una relación física continua como de la potencia al acto, por la
sencilla razón biológica de que el cigoto sólo sería potencia en términos de
información genética. Si no entran en juego muchos otros elementos
exógenos, la potencia que sería el cigoto nunca podría pasar a ser acto.

48 Sigo aquí la posición del profesor Carlos Alonso Bedate. Ver Reflexiones sobre cuestiones
de vida y muerte: hacia un nuevo paradigma de comprensión del valor ético de la entidad
biológica humana en desarrollo. FIUC, La vida humana, origen y desarrollo, UPCM-lnstituto
Borja, Madrid-Barcelona 1989. Versión francesa en Debuts Biolgiques de la vie humaine,
Fédération Internationale des Universilés Catholiques, L'Harman Ed. París, 1988, pp. 65-99.

V
42 Luis Pérez Aguirre

Además, la información genética que posee el cigoto no es suficiente para


su desarrollo, ni toda ella es operativa para el mismo. Para que haya
persona en potencia se requiere información genética que no está presente
en el cigoto y, además, información operativa exógena.

El proceso del cigoto a la persona futura no es un continuo físico sino


un desarrollo en continuidad. En el período inicial embrionario (hasta las
6-8 semanas) suceden importantisimos y decisivos cambios cualitativos.
Desde el punto de vista biológico, dice el profesor Alonso Bedate, la
realidad que cumple mejor las características de potencia actual con
relación al término, individuo nacido, es el embrión de 6-8 semanas. Es el
momento en que casi todos los órganos internos están diseñados con
especialización histológica. El sistema está diferenciado en origen y lo que
resta es la actualización en crecimiento de proceso diferenciante del
sistema: la información de los procesos de cambio y síntesis que actúan
durante la diferenciación del sistema se han actualizado y el embrión se
puede definir como sistema, específica e integralmente, humano49.

Una cosa es un proceso de desarrollo en continuidad y otra muy


diferente que se desarrolle en un continuo. Lo que sí existe es la
posibilidad de un desarrollo continuo de la vida humana (de donde
podemos deducir un principio vital) y junto a esa realidad aparece la de la
debilidad inicial de la humana, que permite visualizar al aborto como un
ataque al tramo más indefenso o vulnerable de la vida. Esto plantea una
diferencia en el plano ético con otros tipos de agresión a la vida, como la
guerra defensiva o la pena de muerte.

d) La defensa de la vida humana es absoluta

Más allá del respeto debido en toda circunstancia a la vida humana


desde sus orígenes, no podemos obviar de que existen siempre
situaciones-límite y conflictos de derechos, de deberes y de valores. No
existe valor moral tan absoluto que no pueda en ciertos casos entrar en
colisión con otro valor, y menos en situaciones estructuralmente injustas
como es la que generalmente contextualiza los abortos inducidos. Como
alguien bien dijo una vez, sólo Dios es absolutamente absoluto. Pretender
que los valores morales humanos son tan absoluto como el mismo Dios

49 ibid. p. 74. El moralista Alberto Muñera D., S.J., es de este mismo parecer. Cfr.
"Concepciones alternativas sobre sexualidad, reproducción, anticoncepción y aborto",
Conferencia policopiada, Montevideo, noviembre 11-13 de 1993, p. 19.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 43
acaba por desembocar en los fundamentalismos más contradictorios y
violentos.

Es común que las normas morales entren en conflicto entre ellas y por
eso mismo nunca podrán aplicarse de manera exclusivamente deductiva.
Siempre necesitarán de gran ponderación y discernimiento. No en vano el
principio del "mal menor" en una disyuntiva determinada adquiere toda su
fuerza. Puesto que se trata de reducir al mínimo los perjuicios o las
consecuencias menos aceptables de un acto humano, habrá que aplicar lo
que Alberto Múnera llama "la regla del mejor camino". Y lo hace así
porque "La expresión de mal menor, por correcta que sea en rigor de
términos, comporta connotaciones que mantienen muy a menudo la
confusión entre culpabilidad moral (haber cometido realmente una falta
moral) y culpabilidad psicológica (tener el sentimiento de ser culpable)"50.

La defensa de la vida humana no es absoluta en todos los casos,


sabemos que siempre hubo excepciones. Y más allá del planteo ético, si
vamos al extremo del dato biológico-estadístico, nos encontramos con que,
como ya vimos, en ese estadio del desarrollo embrionario la misma
naturaleza es naturalmente abortiva. Los biólogos calculan con un amplio
margen de verdad que el 70 u 80 % de las concepciones tienen anomalías
cromosómicas y terminan en abortos debido al sistema de selección
natural que opera durante los siete primeros dias luego de la fecundación.
Y antes de la implantación lo que existe es información genética derivada
de la conjunción entre el óvulo y el espermatozoide. Para que se consolide
esa vida será fundamental que intervengan e interactúen otros muchos
factores ambientales. En este estadio del proceso evolutivo no podemos
aún hablar de persona humana, cabe hablar simplemente de humanización
o de vida humana en desarrollo.

8. Para un nuevo planteo: La concepción evolutiva (no fijista) de


la vida

Creemos importante recalcar que el problema del comienzo de la vida


humana no pertenece específicamente al campo de la teología. Es una
cuestión propia del saber humano en general que incluye la aproximación
científica, abarcando la ciencia positiva (la genética, la embriología, etc.).
Pero dentro del saber humano la ciencia positiva tampoco tiene la
exclusiva para determinar el comienzo de la vida humana. Ya vimos que

50 Ibid. p. 24.
46 Luis Pérez Aguirre

de la ontogénesis, el científico considera la hominización como un proceso


que admite más o menos etapas, desconfiando de una esencia instantánea.
Para el biólogo, nacimiento y muerte son procesos, no instantes". Para el
biólogo H. Atlan, la continuidad de estructura entre un polímero de DNA
artificial (poli-A por ejemplo) y un ácido nucleico natural es evidente".
Dice que "las definiciones de muerte cambian conforme al nivel de
organización. Una bacteria no muere, ella se divide. El cadáver de un
mamífero está constituido de un gran número de células que continúan
vivas por cierto tiempo..."32.

Por otro lado, hoy sabemos que la vida humana no necesita de un


óvulo y un espermatozoide para "comenzar". Ella puede perfectamente
comenzar de una manera diferente a la de la unión de los gametos
masculino y femenino. Las experiencias ya realizadas de partenogénesis y
clonación en este momento cuestionan seriamente todas las tesis que
concedían un estatuto privilegiado al cigoto como comienzo de la vida
humana. "El cigoto, producto de la fusión de las células germinales, es el
punto de partida normal y natural para el desarrollo de la vida embrionaria.
Sin embargo, no es el único, (énfasis mío) ya que de modo artificial se ha
conseguido que óvulos no fecundados, e incluso núcleos de células
somáticas, puedan constituir el punto de partida para el desarrollo de un
nuevo ser"33. Hoy sabemos que cualquier célula somática (o más
precisamente, el núcleo de cualquier célula somática que contiene el
código genético, es decir la información necesaria para construir un
individuo completo) puede servir de punto de partida para el desarrollo de
un individuo. A diferencia de los óvulos y los espermatozoides, las células
del cuerpo son diploides: tienen el cromosoma masculino y el femenino.

Cualquier célula somática participa, por lo tanto, del mismo estatuto


privilegiado del cigoto humano. Lo que se afirma de éste, como punto de
arranque para la constitución de un nuevo individuo humano, podría
aplicarse a cualquier célula somática. Por eso se pregunta el profesor
Javier Gafo con toda pertinencia si "¿Es suficiente esta diferencia (entre el
proceso natural de fertilización de un óvulo por un espermatozoide y el
artificial de enuclear un ovocito) para marcar una clara línea divisoria, un
«salto cualitativo» entre el cigoto y cualquier célula somática?"34.*52

32 Hubert Lepargneur, Perspectiva Teológica 27(1995)232; H. Atlan, Questions de vie, 202.

53 Javier Gafó, El aborto y el comienzo de la vida humana, Ed. Sal Terrae, Santander, 1979,
P- 31.

52 Ibid.p. 33.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 47

Pero, aún manteniéndonos en el marco del proceso natural de


fecundación de un óvulo, el biólogo nos asombrará recordando que en una
mujer normal, desde el punto de vista reproductivo, un óvulo es
susceptible de ser fecundado cada 28 días y que cada uno de ellos es
producto de un muy delicado proceso previo que se inició no en su ovario
sino en el ovario de su madre antes de que ella naciera. Nos dirá también
que entre todas las enormes transformaciones por las que transita cada
óvulo como célula, es probable que la más importante sea la de su proceso
de recombinación genética que ocurre en sus cromosomas durante la
profase I de la mielosis. En otras palabras nos dirá que es un complejo
proceso de intercambio de "paquetes" de genes en forma aparentemente
azarosa entre cada cromática de cada cromosoma homólogo (pares de
cromosomas compuestos por uno de origen materno y otro de origen
paterno). Y este proceso le otorga una identidad genética única que le
distinguirá del resto de las células del organismo materno.

Y hay mucho más. El biólogo seguirá asombrándonos al explicamos


que desde que se inicia el desarrollo, dentro del ovario humano existe una
selección implacable provocando que, de los aproximadamente 7 millones
de óvulos primarios, solamente lleguen a liberarse entre 350 y 400 durante
la vida fértil de la mujer. Esto nos habla a las claras de la singularidad de
cada uno de esos óvulos que alcanzan la madurez. Y a pesar de ello, como
dijimos arriba, una vez fecundados pasarán por otro riguroso proceso de
selección que hará que de todos ellos sólo un 20 ó 30% serán capaces de
implantarse.

En buen romance, esto indica que cada óvulo es una célula única, con
identidad propia y con "casi" toda la potencialidad para dar origen a un
nuevo ser. En los mamíferos, dado que en ellos no funciona la
partenogénesis, ese "casi" lo llena la contribución del espermatozoide (o
cualquier núcleo de una célula, como vimos en el caso de la clonación).
Pero lo que es un hecho incontrovertible es que el ovocito posee los
factores reguladores necesarios para que se establezca "el plan de
desarrollo embrionario" sin el cual el proceso evolutivo vital humano no
podrá continuar.

Al respecto es bueno no simplificar y es escuchar al biólogo cuando


afirma que "a nivel molecular esto puede expresarse en términos de
ARNm y proteínas reguladoras que se almacenan en el citoplasma, en
forma más o menos localizada durante el proceso de ovogénesis. Es decir,
48 Luis Pérez Aguirre

que el genoma materno, por sí mismo, es responsable del inicio del


desarrollo embrionario (El mismo se interrumpirá si no se topa con un
espermatozoide que lo complete). Visto de esta manera, cabe preguntarse,
(que) si el óvulo posee individualidad y toda la capacidad para iniciar el
desarrollo de un nuevo individuo ¿a partir de qué etapa es válido impedir
que se desarrolle? Si -por ejemplo- como medida de planificación familiar
se acepta la abstinencia total o el método del ritmo que impide al óvulo
encontrarse con un espermatozoide, ¿no se estará también induciendo un
proceso abortivo, al evitar conscientemente que un óvulo alcance toda su
capacidad y se desarrolle como un nuevo ser?

De acuerdo con lo anterior, el problema de la penalización del aborto


se reduciría a "ponemos de acuerdo" en lo siguiente: ¿A partir de qué
etapa del desarrollo embrionario se justifica su interrupción? La discusión
a este nivel resulta trivial desde el punto de vista biológico, ya que
cualquier intervención humana, cuya finalidad sea evitar el desarrollo
pleno de un óvulo, tendrá la misma consecuencia: ¡impedir que nazca un
bebé! (...) Y si el óvulo es el eslabón entre una generación y la siguiente
¿en qué etapa de su desarrollo es moral evitar que continúe?55.

Frente a la posición que establece el momento del origen de la vida


humana cuando se unen un óvulo y un espermatozoide, los cientificos de
diversas disciplinas comienzan a dejarse oír para denunciar lo que ellos
dicen ser un desconocimiento científico en el campo de la genética. Hasta
llegan a afirmar que esa posición simplista es una impostura. Según el
famoso genetista y embriólogo británico John Godfrey -en un famoso
artículo aparecido en la célebre revista científica inglesa Nature - es
erróneo sostener que la vida humana comienza en un momento dado del
proceso embrionario evolutivo. Según este científico -y muchos otros
coinciden con él- simplemente no se puede hablar de "momento de la
fecundación". En efecto, la vida humana se formaría de manera mucho
más gradual, tanto en su impronta individual como en su carácter general.
Esta es la razón por la cual, concluye el eminente científico, los deberes y
los derechos hacia los niños no nacidos son también graduales56.

55 Afirmaciones de Horacio Merchant Larios, del Instituto de Investigaciones Biomédicas de


la Universidad Autónoma de México (UNAM), en el N° 27 de la revista Ciencias.

56 Ver en La croisade du Vatican contre l'avortement, Golias Magazine, Paris, n. 41,


mars/avril 1995, p. 6.
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 49
En esta concepción evolutiva y no fijista frente a la vida, lo
extraordinario es que cuanto más se avanza en el conocimiento anatómico,
biológico y genético de nuestra especie, más se percibe que la humanidad
no es reductible a esos mecanismos. Cuando se cambia un corazón, un
riñón o los ojos, no se cambia la humanidad de esa persona. Cuanto más se
progresa, más nos damos cuenta de que lo humano es algo que no
podemos alcanzar o abarcar, explicar cabalmente o manipular. "Se podría
reemplazar prácticamente el conjunto de las partes visibles, materiales, del
hombre sin tocar sin embargo su humanidad. El hombre es cuerpo y
espíritu, y no podemos aproximamos al espíritu. Nadie puede imaginar el
espíritu artificial, ello escapa a la idea de accesibilidad material. La
humanidad es aquello que queda cuando se le ha quitado al hombre todo lo
que se ve y se toca"57.

Frente a esta evidencia ¿qué puede decir la ética? En realidad muy


poco y mucho a la vez, porque la ética raras veces abandona la
ambigüedad y las generalidades. Y no las abandona porque no puede. El
aborto es un excelente ejemplo de la insuficiencia de los imperativos
categóricos para resolver casos concretos, y también un ejemplo de la
autonomía de la persona como última instancia decisoria.

Aquí el problema es muy complejo y doloroso porque lo que está en


juego no sólo es el derecho a la vida del nasciturus, sino también la vida de
la madre que cuando llega a pensar en un aborto se encuentra
generalmente en una situación límite como ya dijimos. En el extremo de la
duda, a lo más la ética nos dirá que donde existe duda, el individuo tiene
libre derecho a actuar según su conciencia porque "donde hay duda hay
libertad".

Pero ¿el derecho a la vida está en el mismo plano que los otros? No
parecería porque el valor de la vida no es único, hay otros valores y es
sabido que se dan conflictos de valores entre vida y libertad, entre hijo y
madre, de hijos entre si, etc. En la vida hay muchos valores y conflictos
generalmente muy difíciles de solucionar. Pero también vimos que el valor
de la vida no es un valor cualquiera, tampoco es un valor único aunque es
sí un valor radical, fundante, nunca será un simple concepto descriptivo.
Al menos siempre nos será difícil reducirla a la mera vida biológica.

57 Jean-François Mattéi, Les clones nous confrontent a l'immoralité, Le Nouvel Observateur,


6/3/97, p. 38.
50 Luis Pérez Aguirre

Entonces no se trataría sólo de decidir cuándo empieza y cuándo acaba


la vida humana, como ya hemos comprobado. No se trataría de un mero
problema científico: se trata también de un conflicto de valores, se trata
también de un asunto de vida y de "calidad" de vida, de "dignidad", entre
otros. Y establecer criterios rígidos para lo que significa en cada caso, para
cada persona, en su contexto psicológico y social, es no ya imposible, sino
peligroso.

Llegamos a la conclusión de que una ética que pretenda ser para todos
(y no sólo para un grupo religioso), más allá de ayudar a formar una
conciencia crítica, a superar el estadio de la conciencia errónea, se
inclinará a suspender generalmente el juicio ante un aborto concreto,
respetará y dejará la decisión, en última instancia, a la autonomía de la
persona y su conciencia (principio sine qua non de la ética). Tendrá
también en cuenta circunstancias, plazos, etapas y las vidas que están en
juego en cada caso, porque son diferentes y no puede haber una respuesta
válida y unívoca para todas las situaciones. La decisión moral final será
siempre personal, solitaria, muy dolorosa y nada fácil. Al menos se puede
evitar que sea clandestina. También se puede manifestar compasión. Ni
más, ni menos.

Si el aborto implica una injusticia fundamental en sus dos vertientes


que como vimos están irremediablemente relacionadas, el problema
radicará en el desafio de cómo ajustar esa realidad y no en buscar cómo se
castiga a las mujeres que abortan, ni tampoco en el procurar que puedan
abortar en paz. Se trata de luchar para que cada mujer pueda sentirse
reconocida y se respete su derecho de tener los hijos que quiera, sin verse
amenazada por su embarazo a raíz de realidades económicas, laborales, de
salud, de entorno familiar, religiosas, de reputación, etc. A las que buscan
abortar por egoísmo habrá que ayudarlas de otra manera.

En este sentido adquieren particular importancia las palabras del


Obispo brasilero Mons. Lelis Lara, cuando comentando el proyecto de ley
N° 78/93 de la Senadora Eva Blay decía que la "apreciación moral del
aborto debe ser acompañada por una actitud de indignación ética causada
por tres aspectos de la realidad social: La falta de compromiso de la
macro-sociedad con la vida, sobre todo a nivel político-económico; el no
compromiso de la relación entre lo masculino y lo femenino; la
desvalorización de la vida humana en general. Sobre este último factor, el
Obispo dice que los films y las novelas con escenas de violencia y
asesinatos son exhibidos todos los días en todos los horarios. Con esto se
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 51

crea una mentalidad de que matar la vida, perder la vida brutalmente, es


cosa plenamente natural58.

Más allá de esta realidad parecería que, en la mayoría de los casos, ni


el Estado, ni las Iglesias, ni los individuos, queremos aceptar que somos
responsables de haber creado (por acción u omisión) una situación social
de miseria, de hacinamiento, de salarios de vergüenza, que impiden que
una mujer pueda pensar en la posibilidad de un embarazo feliz y en paz.
¿Qué libertad, qué alternativa tiene esa embarazada ante la angustia y el
terror del hambre, o de ser castigada por el compañero y quedar fuera de la
casa o del trabajo, o de la enfermedad de los otros hijos, etc.?

El aborto es y parece querer permanecer una tozuda y trágica realidad


social. Solamente en el Nordeste brasileño dos de cada 10 niños pierden a
sus madres debido a que éstas se someten a abortos realizados en pésimas
condiciones de higiene. La mortalidad por aborto afecta a las mujeres
pobres porque sólo tienen acceso económico a un aborto clandestino sin
las mínimas garandas. Es evidente que son las mujeres pobres las que
mueren en los abortos clandestinos. Mientras no logremos un análisis serio
de las causas y las condiciones socioeconómicas y culturales del aborto,
mientras no iniciemos un proceso responsable de obligatorio ajuste social
para eliminarlas, todo juicio y castigo a las supuestas culpables no pasa de
ser un fariseísmo moralista que se lava las manos y la conciencia.

Si somos realistas, tenemos que aceptar la evidencia de que la realidad


no se ajusta a justicia y no es por tanto posible dar respuestas morales
efectivas únicas e iguales para todos los casos. La situación es inhumana y
la mayoría de las mujeres no encuentra alternativas reales. Quizá sólo
podamos empezar a ajustar esa realidad quitando muchos elementos
negativos que estén a nuestro alcance.

Mientras exista tan monumental desajuste social, la capacidad de hacer


justicia y de ejercer verdadera misericordia en nuestra sociedad será
utópica. En esas circunstancias la penalización del aborto hace de pantalla
distractiva que impide enfrentar con la mínima honestidad el problema.
Mientras la sociedad no abra salidas reales para que las mujeres no se vean
impulsadas a abortar en ciertas coyunturas, no tiene derecho a penalizar el

58 Cfr. Seminàrio sobre descriminaliza^ao do aborto. In: SEDOC. Vo!. 26, N° 243 (1994)
600-603. Ver también Haidi Jarschcl y Carolina Teles Lemos, Atores/Atrizes Sociais se
Posicionam, en Conciencia Latinoamericana, 3 (1994) 12.
52 Luis Pérez Aguirre

aborto. Ya dijimos que es hipócrita e inmoral castigar y penalizar por un


lado lo que ella misma obliga -en los hechos- a cometer por el otro.

A fin de avanzar en las soluciones, aunque no podemos minimizarlas,


deberíamos procurar en el debate zafar a la danza de cifras que se usan
para justificar las diversas posiciones en contra o a favor de la
paralización de! aborto. Es evidente que existe una dificultad básica para
establecer siquiera los datos objetivos del problema, su extensión y su
gravedad. Dada la clandestinidad de la mayoría de los abortos, la
complejidad de sus causas y mil factores más, es casi imposible obtener
datos exactos. A esto se suma que los datos se manejan de manera
tremendista, con interpretaciones parcializadas o manipuladas, para apoyar
una u otra opinión. Y esto en todos los campos: médico, legal, religioso,
etc.

¿Existe una ley moral cristiana?

Respecto a los cristianos en este debate, lo primero que deberíamos


saber es que la ley no es lo más importante ni el criterio fundamental de la
vida cristiana. Lo central siempre será el proyecto de amor que tenga cada
cristiano a favor de la plenitud vital, la libertad y la dignidad de los hijos
de Dios. Lo primero para la Iglesia es defender la vida, la persona,
especialmente las más débiles y pobres y no una posición moral
determinada. Esta defensa de la persona nunca la podrá hacer por medio
de la amenaza, la condena o el castigo. Jesús nunca actuó así. Nos reveló,
por el contrario, que Dios no añade mal al mal, que no hace justicia
aniquilando al pecador sino justificándolo para que viva. Nos reveló con
su vida que la única manera de luchar por la vida es dando la propia vida y
no quitándola a quienes la amenazan. Defender la vida humana implicará
siempre hacer "humana" esa vida, luchar para que la de los niños y la de
las mamás sea plena.

Debemos comenzar por corregir el planteo de una moral pre-cristiana


que empieza preguntando por la licitud o ilicitud de las cosas o actos. Es la
actitud que le pregunta la moralidad (preexistente) a las cosas (¿esto está
permitido o está prohibido por la ley? ¿esto es puro o es impuro?). Esta
moralidad esta entrampada en una actitud individualista, centrada sobre sí
mismo.

Al respecto San Pablo salía tajantemente al paso diciendo que "Nada


de suyo hay impuro" (Rom. 14,14), que "Todo me es lícito" (ICo 6 y
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 53
10.23) y lo dice repetidas veces para que no quepan dudas. Estas
afirmaciones normalmente no las hemos integrado como básicas en las
conductas morales cristianas. Quizás ello esté indicando una inmadurez
básica de muchos cristianos y supongo que si no fuera San Pablo quien lo
afirma, muchos rasgarían sus vestiduras y se escandalizarían.

9. La moral cristiana es dinámica, supone un proyecto de amor

No se puede ya preguntar a priori por la licitud de los actos como si


existieran calificaciones en una especie de catálogo preexistente fijado por
Dios desde siempre. La moral cristiana supone un proyecto de amor y de
vida. Lo que sí cabe es la pregunta por la conveniencia de esa decisión o
actitud respecto de ese proyecto de vida y no sobre una licitud o ilicitud en
sí de los actos. Porque las cosas y los actos son útiles o perjudiciales para
un proyecto. Es por eso Pablo luego dirá en consecuencia que "no todo es
conveniente , no todo edifica...". Cualquier calificación moral tiene que
tener en cuenta el proyecto dentro del cual se inscribe la acción. En este
mismo sentido el mismo Jesús nos dirá que "no es lo que entra en el
hombre desde fuera lo que lo hace impuro... sino lo que sale de su
corazón" (Mc 7,18).

La concepción neotestamentaria de la moral aporta una enorme


novedad respecto de la ley antigua, es un perpetuo llamado a la libertad y a
la madurez del cristiano que debe sentirse como dueño de las cosas y de su
vida. Así Pablo nos recordará que "todo es nuestro" (ICo 3,22), "porque...
del Señor es la tierra y El os la ha dado" (ICo 10,23). Nos recordará
nuestra mayoría de edad ante una ley que considera como una niñera (Gál
4,1-6) para quienes todavía no alcanzaron esa madurez. El Nuevo orden ya
no es el de un Dios que está por encima de todo, en el medio el Hombre y
luego las cosas (religión, ley...). Ahora entre Dios y el ser humano ya no se
interponen lo sagrado ni la ley.

La misión del Hijo y la del Espíritu son sintetizadas por Pablo nada
menos que en la libertad cristiana, es decir, en la nueva actitud que se debe
tener frente a la moral. Hasta el punto de que no comprender este cambio
equivaldría a la inutilidad de la muerte de Cristo.

Con Pablo vamos descubriendo que la moral cristiana es


eminentemente dinámica y progresiva. Se va descubriendo poco a poco en
la exigencia del amor. Ya no se pregunta por cuál es la norma, por lo que
exige la ley o por lo que está o no permitido, es una aventura inédita que
54 Luis Pérez Aguirre

pone en práctica un proyecto de vida y de amor. La pregunta clave ya no


es por lo que permite o no la ley, sino que es: ¿De qué proyecto se trata? Y
el evangelio nos dirá que "el que ama al otro ha cumplido plenamente la
ley" (Rom.13,8) porque el amor es la plenitud de la ley (v.10). Lo
importante será iniciar una búsqueda y creación constante en el proyecto
de amor. El hacer algo "porque está mandado" no, ya no es, según Pablo,
una actitud moral cristiana.

La ley nueva ahora es: "Ama y haz lo que quieras..." (San Agustín),
aunque teniendo siempre en cuenta aquello del sabio teólogo De Lubac
que completaba a Agustín diciendo "pero no creas saber tan rápido lo que
es amar...".

El cuerpo (y privilegiadamente el del pobre) será ahora templo del


Espíritu Santo "El cuerpo no es para la impureza, sino para el Señor y el
Señor para el cuerpo" (ICo 6,12) porque "nadie vive para si..."(Rom 14,1).
Esto también nos indica que el amor no puede ser dejado a la
improvisación... En el amor hay que prever, planificar, discernir... La
moral cristiana no es algo estático, sino que crece como la fe. Por eso,
debemos planificar el amor con seriedad. Pablo nos dirá que estamos
llamados a la libertad, pero que ella no sea una ocasión de capricho sino de
servicio mutuo (Gal 5,13). Tenemos libertad de las ataduras de la antigua
ley para actuar de acuerdo a la nueva ley del amor.

10. La moral cristiana es social

Esto nos indica que la moral cristiana es social, no es individualista.


Por ello los "medios" que se usan para el proyecto de amor deben irse
purificando de acuerdo al bien de los demás. En este sentido podemos
sostener con responsabilidad que los medios siempre estarán regidos por y
adecuados al fin. Entonces es correcto afirmar que "el fin justifica los
medios", que lo único que puede justificar un determinado medio es el fin.
Pero con la conciencia de que hay medios muy simples, inmediatos, que
en primera instancia parecen conducir al fin, pero que considerados más
hondamente o a largo plazo, lo traicionan o lo imposibilitan, atentan contra
él, van contra ese fin que siempre debe ser la construcción del amor.
"Nadie busque su propio interés sino el ajeno" (ICo 10,23).

En esta nueva óptica descubrimos que la moral de lo lícito o ilícito está


vuelta hacia el propio ser (es egoísta), es infantil, pre-cristiana. La
verdadera moral cristiana busca siempre el interés del hermano, busca
Ponencias relacionadas con la condición de la mujer 55
construir ("no todo edifica...") la existencia del hermano. El Juicio final
será articulado sobre esta concepción moral y no otra (Ver Mateo cap. 25,
31-46 y I Corintios 3,10-15). La medida será el amor al hermano. La moral
de lo lícito y de lo ilícito está vuelta hacia el propio ser, antepone la ley a
las circunstancias del hermano. Pablo, por el contrario, habla de una moral
basada en el "interés ajeno", no se trata de observar la ley sino de construir
la existencia del hermano. Lo importante es que mi construcción, mi obra
de amor en el mundo y de construcción de mis hermanos será la medida
por la que seré juzgado definitivamente.

11. La moral cristiana es sacramental, significativa

Pero hay algo más para el cristiano: toda su vida debe ser significativa,
sacramento (signo eficaz) para la salvación de los demás. Por eso la
libertad que le ha sido dada al cristiano está en función de las necesidades
de sus prójimos -"que no venga a ser obstáculo de los débiles" (ICo 8,8).
"Si alguno les dijera: esto fue inmolado a los ídolos, entonces no coma de
ello por causa del que hizo la indicación y por la conciencia... " no la suya,
que nada le reprocha, sino la del prójimo, que todavía es débil y no podría
entender sin escandalizarse (ICo 10,23-29). Porque el cristiano está puesto
para la Salvación de ese prójimo... (Lo que el sabe, la Buena Noticia, es
para responder a las preguntas de los demás) a quienes hay que amar no
sólo de palabra, sino en obras y de verdad.

Como cristiano tendré que inventar a cada momento y frente a cada


persona, la actitud que dialogue con ella, en una absoluta disponibilidad, lo
que equivale ciertamente a estar dispuesto a dar la vida por ella.

En conclusión, teniendo en cuenta -como vimos- la dificultad para


afirmar que el aborto es un acto siempre culpable y criminal, porque
existen infinitas circunstancias que disminuyen la responsabilidad o
eximen totalmente de ella, no conviene seguir hablando
indiscriminadamente del aborto como crimen. Tildar indiscriminadamente
a quienes lo llevan a cabo como si fueran criminales, es demagógico,
injusto e inmoral. Será infinitamente más inmoral todavía pedir que se
castigue a toda persona que realice un aborto.

Si aceptamos la noción de hacer justicia como el ajustar la realidad


para que vuelva a ser humana en determinada circunstancia, deberíamos
aceptar también que ajusticiar por medio de una ley que castiga el aborto
no es la solución, no resuelve nada. No se reajusta nada porque no le
56 Luis Pérez Aguirre

ofrece a la persona las posibilidades de vivir mejor y superar las


circunstancias que la llevaron al aborto. Además, encarcelar a una madre
de familia que abortó, como nos podemos imaginar, crearía unos
problemas insolubles que tendrían como efecto casi automático la
destrucción de los hogares. Aquí el castigo sólo añadiría un mal a otro que
se pretende evitar.

Pero si la penalización es inútil, todavía se podría pensar que la


amenaza que ello significa cumple una función disuasiva para impedir que
se siga abortando. Esto, sin embargo, se mostró totalmente falso. A los
hechos nos remitimos: con las leyes penales vigentes desde hace muchos
años en muchos países, ni se aplican con un mínimo de éxito ni se ha
dejado de abortar. Y esto por la sencilla razón, entre otras, de que si una
mujer llega a la circunstancia de verse tan acorralada y en tal angustia que
decide incluso arriesgar su salud y hasta su vida para salir de ella, no se va
a detener por el miedo al hipotético castigo, que por lo demás depende de
si es descubierta o no, de si ulteriormente es acusada y de si finalmente es
condenada, cosa que sabemos improbable.

Si la norma penal no tiene la más mínima eficacia, si no contribuye a


ajustar la realidad con la dignidad humana, pierde su sentido. Más aún, si
no se dan las condiciones mínimas que hacen humanamente posible el
cumplimiento de una ley, no es desatinado pensar que ésta no obliga, es
inválida y quien la exige o pretenda aplicarla no sería difícil que cometiese
una injusticia y una inmoralidad.

Jesús de Nazaret, y los primeros cristianos desde sus comunidades,


encararon con la fuerza del Espíritu el complejo mundo jurídico del
Imperio romano y de las leyes judías, transformándolos por dentro. Quizás
sean hoy las palabras recientes del Cardenal Martini al diario Le Monde
las que nos ayuden a cerrar esta reflexión:

"La Iglesia no debe interrogarse en primer lugar si sus preceptos son


observados. Ella debe preguntarse más bien si los hombres tienen en el
fondo del corazón el ideal del Evangelio y si ellos lo siguen. Una Iglesia
que se refiere al Evangelio, es una Iglesia que no busca ante todo imponer
leyes y verificar su observancia, sino una Iglesia que propone a los
hombres un ideal y una gracia"59.

59 Citado en la revista Mensaje, 427 (1994) 71.


Indice 57

ÍNDICE

Antecedentes........................................................................................1

Seminario "Femenino-Masculino: hacia una teoría de las


definiciones en el ámbito de la salud" - SMU - 14 y 15
de agosto de 1993 - Montevideo................................................. 5

Aspectos religiosos del aborto inducido - Encuentro de


Parlamentarios de América Latina y El Caribe,
organizado por el Centro de Investigaciones sobre
Dinámica Social de la Universidad Externado de
Colombia, del 7 al 9 de octubre de 1998 .................................. 21
E ste lib ro se te rm inó d e im p rim ir
en el m e s d e ju n io de 2002 en la
D ivisión E d icio n e s de la C ám ara de R e presentantes
R e pú b lica O rie n ta l d e l U ruguay
D e pó sito L e g a l N° 325.927/02
... ]La esperanza siempre alude a
profundo compromiso con la vida, y
el camino recorrido nos susurra que
ahora le corresponde el turno a la
mujer intentar realizar aquello en
que los varones hemos fracasado,
porque llevamos este planeta hasta
el borde del abismo, arrastrando en
esa inútil pasión a millones de vidas
femeninas.
A ellas les toca asumir ahora el rol
de la esperanza, construir en la
ternura, transformar sin olvidar los
sentimientos”
(“La pobreza tiene cara de mujer. La
feminización de la pobreza” de Luis
Pérez A guirre, en C onsulta
Regional)

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