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M EM O RIA E N A U SEN C IA D E IM A G EN .
M EM O R IA D E L CU ERPO
Hanni Ossott
Memoria en Ausencia
de Imagen
Memoria del Cuerpo
ÍÍ!¡Í¡;: FUNDARTE
«fcUOIÉCA HAClOHAi
CARACAS - VFNtZUHA-
Di dónde esa imagen
ese llamado
Di allí donde se hurta
y es mudez
.el arte es un sacramento espiritual
fundado en lo carnal".
t h o m a s MANN. “ Controversias sobre el
matrimonio".
1. RESONANCIA DE LA PRIMERA PALABRA.
LA OBRA, EL CUERPO
\
ha roto. Lo que ahora nos pertenece es la errancia, la an
gustia, el miedo; y el vivir entre la sagrada embriaguez
del ser que somos, en exacta correspondencia con la exi
gencia de lo humano nos está vedado.
¿Cumple hoy el arte con la función liberadora, “ cura
dora” , que mantenía en sus orígenes? Desvinculado de su
carácter religioso y colectivo, concentrado en el ejercicio
individual y acentuadas sus funciones en la articulación
formal, la obra de arte hoy oscurece las urgencias de re
moción psíquica a favor de la construcción de un universo
de signos. En este sentido, el dominio de lo técnico que
concierne a nuestra civilización ha permitido erigir a su
vez una literatura descarnada y un pensar filosófico que,
nombrando al ser lo olvida, convirtiéndolo en categoría de
lenguaje y despojándolo de lo esencial: el vivir.
Deliberada ha sido esta intención de olvido; en la su
premacía de los valores formales, en la necesidad de acen
tuar lo técnico se oculta un querer, la elusión de lo esen
cial: la muerte, el dolor, el amor, la pertenencia al tiempo,
al ascenso y a la pérdida.
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dadosamente o si es posible, transformar elementos y
formas existentes. Para dominar la opresión subjetiva,
es necesario transformar nuestra mentalidad. Para lle
var a cabo esta transformación, son necesarios: desarro
llo humano, tiempo, experiencia y educación.
Para el lego, puede resultar extraño oir que la cultura
del arte plástico muestra una progresiva liberación de
los factores técnicos revelados a los artistas por sus
investigaciones prácticas. Solamente por medio de un
conocimiento técnico puede lograrse una verdadera com
prensión del arte plástico” . (1>
(1) Mondrian, Piet. Arte plástico y arte plástico puro. Edit. Víctor
Leru S.R.L. 1961. Buenos Aires.
2. OBRA, DESEO, M UERTE, UNIDAD
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desconoce la idoneidad, pone entre paréntesis y en peligro
a toda idoneidad.
Lo que habla desde la herida esencial, desde el cuerpo,
desde la naturaleza y desde el soy que somos es la presen
cia siempre incipiente y violenta de lo que está más allá
de toda habla. Lo que resuena es la parte de nosotros que
se resiste al dominio de una servidumbre.
El ser que somos se expresa en el deseo de querer ser
lo libre. ¿Significa esto un ser libre para la muerte? ¿Signi
fica esto que lo que somos se exige para ser la suspensión?
¿Hay en el cuerpo como fundamento la tendencia hacia el
cese? El éxtasis, la embriaguez, la desmesura, ¿no abren
acaso al cuerpo el espacio que lo disuelve? ¿Es del domi
nio de la obra, por su cercanía al cuerpo, aspirar a su
negación?
¿Qué aterra a lo humano en la proximidad de la reso
nancia esencial? ¿Contra qué se alza lo “ artístico” ? ¿Con
tra qué la técnica y el conocimiento científico?
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3. EL ESPACIO DE LA DESMESURA
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surado de la experiencia es que el mundo de las cosas fa
miliares, lo objético, las representaciones, se desvelan en
la inseguridad sobre la cual están sostenidas y retenidas.
Por la desmesura, la poesía nos habla de nuestro desampa
ro. El decir habitual, el vivir entre lo temporal se empo
brecen a la luz de ese espacio. Cuando Rilke dice, “ exis
tencia excesiva me brota del corazón” , su decir abarca un
riesgo, la medida allí arriesgada es la de su habla y el ca
rácter de prisión de toda habla. Desde lo excesivo de la
existencia como embriaguez vivida, el habla se retira, y
transformada en silencio alcanza lo que plenándola la va
cía. Allí donde somos tocados por lo excesivo y en la em
briaguez de lo excesivo, no podemos querer del modo ha
bitual, este modo de querer se empobrece en cuanto a que
se encuentra limitado por el representar. Lo querido en el
espacio de la desmesura no se vincula ya más al represen
tar sino al sentir como despliegue del existir, más allá de
toda circunscripción objética. Se hace entonces fuerza al
decir poético para que sea lo más decidor.
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Nunca como hoy se ha intentado oscurecer “ el sentido
de lo sublime” del que habla Artaud; el interés de todo
progreso es la superación de lo “ sublime” . Lo sublime
para Artaud era la enfermedad del cuerpo, la enfermedad
esencial por la que un hombre se descubría partícipe de lo
brutal, del vacío, del desamparo. . .
" Todas las vías, todos los procedimientos
de conocer son válidos: razonamiento, in
tuición, repugnancia, entusiasmo, gemido.
Una visión del mundo articulada en con
ceptos no es más legítima que otra surgi
da de las lágrimas: argumentos y suspiros
son modalidades igualmente concluyentes e
igualmente nulas.
j . m . c i o r a n . Breviario de podredumbre.
4. E L EX TA SIS
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afectivas se aligeran, la existencia recobra el sentido y el
yo no tiene ninguna urgencia de anularse en una experien
cia interior llevada hasta el límite.
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6. EX TA SIS Y EXPERIEN C IA POETICA
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7. EL E X TA SIS DESDE E L D ESIERTO
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desde la ausencia de libertad donde se aprende el desasi
miento, y después de soportar el yo debo del camello y
liberarse en el yo quiero del león, instalarse en el espacio
del es donde se encuentra la inocencia creadora del niño 1.
A los ojos de Nietzsche la experiencia poética no podía
ser otra cosa que la expresión de una nostalgia y la con
vocatoria de espacios ilícitos al hombre: la plenitud.
Sólo desde el dolor puede el hombre superarse a sí
mismo y participar de una aristocracia de hombres dolien
tes, de hombres que practicaran la risa contra sí mismos,
hombres que se lanzaran al pavoroso espacio de nada y
que oscilaran en la angustia y el suplicio de ser y no-ser.
El Cristo que es Zaratustra es el jamás escuchado por
el Padre, el nunca redimido. Hay sin embargo, un instante
de luz para Zaratustra, un instante de claridad e ilumi
nación, allí donde se sabe perdido y debe reírse de su incli
nación a tener piedad por sí mismo.
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mirar fuera de sí mismo. Zaratustra es la Noche: el dador
y el receptor del amor. El excesivo. El es la Noche-Espejo
como el Angel en las Elegías de Rilke que en el desbordar
de su propio rostro refleja el regreso de su disminución
hacia sí mismo. Su riesgo es el riesgo de ser. Nada puede
salir de él, en el espacio del riesgo en que está él es salto,
hundimiento, caída, retención y objetivo. La Noche no es
ya un afuera sino el afuera del “ sí-mismo” que al hallarse
se cierra y se colma, se devora y se regenera como esa fuer
za autosuficiente en el procrear y en el morir que Schopen
hauer llamó “ la voluntad de vivir” .
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8. HERIDAS. PALPITACIONES. FISURAS.
E L HABLA D EL CUERPO
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9. CUERPO, DANZA, HABLA
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II / LA SABIDURIA SIN ESPERANZA
I
1. LA BUSQUEDA, E L SABER DE LA OBRA
R. M. RILK E.
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po de vivir y el tiempo de morir como los dos lados esen
ciales, y éstos aparecen ligados a nuestro destino. En opo
sición a las cosas meramente elaboradas y sin existencia, en
oposición al saber calculador y objetizante, Heidegger ana
lizando la poesía de Rilke encuentra que:
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2. LA AFIRM ACION D EL SER
H Ö LD ER LIN . “ Al Eter” .
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Lo escuchado pertenece al misterio. Quien ejerce el do
minio de la palabra poética, temerario, debe regresar, pues
aquello a lo que aspira lo supera. Quien escucha poética
mente carece de la irreverencia apresurada del saber que
distingue con demasiada claridad. Su temeridad, su osadía,
se colocan entre lo insaciable. ¿H ay algo más insaciable
que la experiencia de ser, el develamiento de lo que es,
allí donde en su íntimo movimiento todo también se in
moviliza, uniéndose la claridad a la nocturnidad. . .?
GO ETH E. Fausto.
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3. E L CANSANCIO POR LA H ERIDA
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Pero, ¿puede acaso la carne dejar de hablar? Por
ella, el hombre coloca en el reino de lo inefable, de lo
eterno y de lo magnífico el instante que lo vincula a la
intimidad de su naturaleza. Lo separado y lo solo, lo
abismal y lo caótico adquieren dignidad de ser; por la
obra, nuestra tendencia disolutoria, nuestra atracción por
el cese, el vértigo, la ruina y la muerte entran al reino de
lo magnificable.
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Pero, ¿hay una casa habitable? Pareciera que toda
puerta en ella, toda ventana, todo muro, oprimieran hacia
un afuera. Entonces se inicia el destierro, un destierro
raro, pues no es el de quien ha perdido una patria y debe
buscarla, sino el de uno que se sabe desterrado de lo sin
tierra. Buscar una tierra que no se sabe, siempre supuesta,
levantar sobre ella la construcción, y descubrirla falsa,
aparente, o huir de ella porque devora, ¡tarea de conde
nado! Tarea de quien trabaja sabiendo ineficaz su hacer.
Si hay un desamparo obligado en el hacer de la obra,
si quien la eleva se sabe de antemano expulsado, todavía
queda hablar del deseo, ése que vuelve a quien la elabora
el prisionero del movimiento, el que no puede en modo
alguno salir de allí y dejar de hacer. El que en su rabia
debe confundirse con la pérdida.
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“ E s que la obra no es precisamente un agujero de
salvación” . Allí, en el reino de la construcción, cada muro
es una fatiga hacia una tranquilidad aparente, pues el
destino de la construcción es lo incierto.
Incierto, pues allí, la vida es desalojada; ella puede ser
sólo en las afueras de esa plaza mayor, en los círculos que
envuelven al círculo mayor. Entonces, infinito se vuelve
el hacer, como si aquello que llama hacia sí, el irresistible
poder de ese centro impidiese a quien lo escucha instalarse,
pues la invitación al reposo es cese. O también, porque
alcanzar el centro significa haber cerrado el círculo, signi
fica hacer completado el último radio por el cual el movi
miento de acción, trabajo y lucha se vacían y entran al
espacio negativo. E s de la felicidad de quien construye que
la obra sea siempre inacabada y que el ejercicio de su poder
sea irrisorio. Lo que no se puede querer es el poder.
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“ Cuando soy a nivel del mundo, allí donde también
son las cosas y los seres, el ser está profundamente
disimulado (es así como Heidegger nos invita a recoger
este pensamiento). Esta disimulación puede convertirse
en trabajo, negación. “ Yo soy” (en el mundo) tiende
a significar que soy solo si puedo separarme del ser;
negamos el ser — o para aclarar esto con un caso parti
cular, negamos, transformamos la naturaleza— y en
esta negación que es el trabajo y que es el tiempo, los
seres se realizan y los hombres se yerguen en la liber
tad del “ Yo soy” . Lo que me hace yo es esta decisión
de ser en tanto que separado del ser, de ser sin ser, de
ser aquello que no debe nada al ser, cuyo poder pro
viene del negarse a ser, lo absolutamente “ desnatura
lizado” , lo absolutamente separado, es decir, lo abso
lutamente absoluto” , d )
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con el mundo y con el “ sí-mismo” (el cuerpo, el ser) sólo
puede hablar un habla rota, un habla que no se sabe a sí
misma como habla.
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no; no es un habla sólo negativa sino vibrante: lo que
en ella aparece está próximo a desaparecer y regresa, siem
pre regresa. . . Discurso incesantemente parlachín, habla
de bufón que dice una verdad insostenible, prohibida a la
vida. Lo “ peligroso” y subversivo de este discurso es que
recuerda lo invivible. No permite la adecuación a una vida,
el “ lamentable bienestar” (Nietzsche), ni el reposo en una
ficción. Perturba, intranquiliza.
6. LA SABIDURIA SIN ESPERANZA
G E O R G E S BA TA ILLE. El Culpable.
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posibilidad” , se dispone a la ignorancia, en su fondo se
abre la zanja hacia la continua precipitación, sin fin ,. . . :
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Creo que no quieres retirarte sin acariciarme.
Bien. Haremos un viaje juntos.
Aguarda a que me desnude y llévame contigo hasta
perder de vista la tierra.
Arrúllame y déjame dormir y soñar en los blandos
cojines de tus olas,
úngeme con tu amorosa espuma.
Yo te pagaré con amor” .
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2. LA OBRA, EL SUPLICIO
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regiones que alumbra el sol, para precipitarnos más
allá de los límites a que llegan los cometas. ¡Ah!, no
hay patria capaz de retener al hombre que lleva en
sí el salvaje deseo de las peregrinaciones. . . ”
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Hiperion es el siempre necesitado, él es impulso y mo
vimiento, y en su tregua aparece el dolor: allí donde com
prende que es deseo y nunca cese, sufrimiento, codicia de
lo divino y no adecuación a lo humano. En Hiperion está
la angustia de ser otro, la enfermedad de querer salir de sí
mismo, de la prisión de lo humano.
Y el mismo Hiperion pregunta por la razón de su dis
conformidad, por el origen de su anhelar: “ ¿D e qué de
pende, preguntábame a menudo, que el hombre codicie tan
tas cosas? ¿D e qué le sirve esa infinidad de deseos que al
berga en é l? ” . (3)
Y preguntamos: ¿pertenece a la intimidad de nuestra
humanidad ese querer, esa volición, de ser siempre más
allá del límite? ¿qué fuerza interior incita a la desmesura
y a la inconstancia? Pertenece al hombre no querer ser
hombre?
Zaratustra, aquél que controló su pasión, ¿no fue aca
so atacado también por la melancolía, aquella que surge de
la memoria del placer y de lo pleno?
Escuchemos:
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píos dioses, lo que hace que su existencia no siga siempre
la línea recta, no vuele a su meta como la flecha, y
una potencia extraña se cruce con frecuencia en el cami-
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Punto en que la intensa movilidad de las fuerzas dra
máticas de Hiperion, exacerbadas ya, invierten su camino
no hacia el refrenar sino hacia la repentina neutralidad. La
nada es aquí lo neutro, lo sin deseos, el olvido de sí, el
cese de sujeto y objeto:
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III / LA TRASGRESION. LA COMUNICACION
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6. LAS HABLAS ROTAS: la “ comunicación"
RA IN ER M ARIA R ILK E i.
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está por encima de mi decisión; el riesgo me pertenece,
pero como ley y gramática sólo me permite un salto a
medias, retenido, siempre en regreso, “ afirm ador” .
La vida se vuelve soportable por esos instantes de
“ comunicación” que la suspenden en una suerte de vacío.
Por la nada, la vida se afirma. E s necesaria una dosis de
muerte, de anonadamiento del ser:
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D e la misma manera, la obra se asienta en un movimiento
interior que, por una parte disuelve e inexpresa su cuerpo,
su temporalidad y por la otra, en la lucha por disolver mun
do, tiempo, conciencia e historicidad afirma la conciencia
del existir cuando en los límites aborda las intermitencias,
el hervor, los trasvases de esplendor que la anonadan.
9. LA CARENCIA, LA M UTILACION,
LA INOCENCIA
(1) Klee, Paul. Teoría del arte moderno. Edic. Calden. 1971.
Buenos Aires.
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rico, no podemos recibir ni lo sagrado, ni el misterio. No
podemos disponernos al asombro.
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está el instante. Y por eso, porque no puede callarse, es
muy raro el caso de que un hombre llegue a comprender
debidamente la presencia del instante y que, en consecuen
cia, lo aproveche debidamente” l .
Pero el vivir en proyecto nos niega esta disposición.
Se nos educa para el olvido de lo esencial. La vacancia en
lo que es nos está negada, también la vivencia del “ ins
tante” .
(1) Kirkegaard, Sóren. Los lirios del campo y las aves del cielo.
Edic. Guadarrama. 1963. Madrid.
IV / RIESGO, DESAMPARO Y DISTANCIA
1. LA OBRA, LA MASCARA, LA DISTANCIA
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la máscara (los discursos nostálgicos, el personaje, la retó
rica, la dialéctica) es en relación al peligro y al riesgo
apenas un catafalco. El escenario de una estatuaria fúnebre
tragicómica. Allí donde los cuerpos vueltos piedra se inmo
vilizan en un gesto.
G. BA TA ILLE. El Culpable.
La obra que no permite la entrada a ese estar espasmó-
dico, la obra que no atrae hacia sí el fascinante espacio del
descontrol, los excesos, la vulnerabilidad, lo indecible,
permanece en el límite de la estatuaria como objeto.
Nadie sale más allá del libro si éste no se propone como
fuga y distorsión de sí mismo.
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lenguaje. Lo que lo impide al salto es su carácter de “ per
sonaje” . La proximidad a la transparencia de un Igitur
está sostenida por la distancia ejercida por el autor que
dispone para una “ tercera persona” el espacio abismal. Ma-
llarmé pone en juego el lenguaje hacia el silencio, hacia la
nada, pero el trasvase es imposible en cuanto a que media
la distancia ejercida por Igitur. Mallarmé utiliza la repre
sentación, parte de la imposibilidad de desprenderse del
artificio, la máscara del lenguaje mismo. Igitur nos revela
la bufonada del filósofo y del poeta que quieren romper
la distancia conservando el yo.
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2. LA DISTANCIA. LA DESNUDEZ
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habla desde la desnudez es un ausente, el desaparecido.
En el espacio de esta escritura no hay territorio por con
quistar. Lo que allí habla es nadie, queda el habla del
lenguaje, “ el lenguaje se habla” .
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L o que es, nos revela que todavía estamos retenidos
por el dolor, la muerte y el amor. Por ello estar absortos
en lo que es significa para Rilke celebrar, cantar la trans
formación de lo decible en indecible, celebrar que la dis
minución de nuestra individualidad, las pérdidas, las caídas
y lo que nos desdice sean soporte y fundamento esencial.
Cantar la tendencia hacia nada de todo lo que es como el
cumplimiento esencial de ser. Pero quien desde este saber,
escribe, ama, vive, no puede ya localizar su acción bajo el
amparo de la decisión, de “ las relaciones con el mundo
y con él mismo” . Su acción allí pertenece a la pasividad
de ser, al desapego, a la imposibilidad de involucrarse seria
mente en los asuntos del yo. Toda identidad se convierte
desde esta perspectiva en caricatura, farsa, trampa que nos
elaboramos, compasión y piedad. Por el “ compadecer” el
“ yo” se acreece en lo literario, vivencia la posibilidad de
una “ salvación” , supone la defensa de algo, un contenido,
una idea, una instancia; acomodado en la comodidad de
la defensa, no mira hacia lo abierto, se coloca ante y contra,
nunca en. En ausencia de la posibilidad de la piedad, en
la descalificación del heroísmo del yo, cuando quien escribe
y quien vive, en la cumbre de la dramatización, descubre
en sí un claro de nada que lo desvincula de la pasión se
dispone entonces a la entrada de lo extraño. Lo extraño
allí descalabra lo dramático, nos reímos de nosotros mis
mos, de nuestra compasión por la herida y nuestro apego
por la lamentación que no es más que miedo ñor la extra-
ñeza. Lo extraño es ser doliente y amante en medio de la
indiferencia de lo que es. Zaratustra amaba a las mariposas
que locas vibraban en lo que es sin conciencia y en un
ámbito de riesgo. Sólo nosotros nos colocamos ante, opo
niéndonos al riesgo, calculando la aventura, disponiendo
de nuestro ser, convirtiendo en destino lo que carece de
designio. Destino, dirección, surgimiento, lo venidero (Zu-
kunft = hacia lo que viene) eso está antes.
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4. IDENTIDAD Y REMINISCENCIA
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dibuja en el desierto nos incita al viaje, a la búsqueda y
siempre un nuevo espejismo oscurece lo desértico. Escribir
es quizás oponer al desierto el espejismo, sabiendo que el
desierto vence. La tarea de escribir es desde aquí la tarea
inútil, pero esta tarea por la que el escritor se sabe en
disminución y sabe al vivir como lo que siempre está en
situación de resta se opone al mundo como la tarea ver
dadera.
La “ tarea verdadera” quiebra los centros, lo posible, el
recuerdo, descoloca los límites, la seguridad, el amparo que
ofrece al existir un campanario, una forma reconocible.
Pero allí donde en los límites descubre la decepción y se
enfrenta con lo ilusorio, la apariencia y la mentira del
recuerdo, de esos centros erigidos como salvaguarda, no
puede avanzar más. E l escritor debe permanecer en la
pobreza de su tarea: “ convertir el ultraje de los añ os/ En
una música, un rumor y un sím bolo. . . ” ( Jorge Luis
B orges).
E l símbolo es el espejismo que nos garantiza la realidad.
Por él somos idénticos a nosotros mismos, poseemos el
contorno que asegura del vacío y frente al derrumbe,
aparece como lo que nos sujeta a una historia, lo que nos
religa a la coherencia de una acción. Afuera queda el
desierto, la noche, la nada, el sinsentido, aquello que nos
invita a desaparecer, aquello que siempre habla al fondo
de toda acción y de todo gesto y que amenaza la ilusión
y la esperanza de una palabra, de un lugar probable, de
una certidumbre.
E l afuera, el desierto se ofrecen como la aniquilación
del espejismo. Significa disponerse al derroche. En estos
extremos ni identidad ni obra, y en estos extremos se
opta o continuar en la tarea imposible o aventurarse en
la aventura de lo que ya no puede tener rostro, ni casa
ni centro.
5. EL AMBITO DEL RIESGO. EL DESAMPARO
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todavía le permite al danzarín de la cuerda floja cumplir
su última pirueta. O también, en la cercanía del desamparo,
el vivir, el hacer la obra, se convierten en la relación de
asombro por lo que todavía nos asalta con su presencia:
el temblor del borde de una hoja. Lo más difícil es con
vertir el desamparo en la posibilidad de la fiesta. Whitman
y Rilke celebraron a partir de lo que pendía en el abismo.
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6. LA OBRA Y SU CERCANIA A LA MUERTE
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Quizás lo que pretende la literatura sea despojar al
lenguaje y al hombre de lo personal, arrojar lo en exceso
particular que acentúa el dolor. En ese desprendimiento,
en esa invocación a la desnudez el escritor pierde el poder
de decir, su habla se vuelve neutra, indecisa o nocturna.
Pues lo que se abre al fondo y más allá de la obra es la
experiencia que no puede pertenecerme, que no es “ típica” ,
personal, propiedad de un yo sino propiedad del desenvol
vimiento de un modo de ser.
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7. " HACER POSIBLE LA MUERTE"
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representación de todos los inútiles esfuerzos que el hom
bre ha hecho por ser más viviente que el vivir mismo. La
obra dibuja y desdibuja los contornos tensos de una pala
bra que pulsa por arrancar al misterio de ser la última pa
labra, la única.
Pero la única palabra posible para responder a la obra
es aquella que alude a lo que se retira.
M ás allá del dominio de la obra, rota la posibilidad del
lenguaje y en el afuera ilimitado, nada queda ya para lo
demasiado particular o propio.
En lo abierto, desde lo unánime, ¿qué habla? N i un
yo, ni una tercera persona. ¿H abla el desierto? ¿H abla la
ausencia? ¿H abla acaso la unanimidad de ser que se pre
cipita en el no-ser? ¿H abla la desposesión del dominio, la
muerte en el deseo, la febrilidad alcanzada y tocada por la
extrema quietud? ¿H abla acaso aquello que Rilke llama
“ el no-lugar sin negación: la claridad incontrolada, esa que
se respira y se “ sabe” infinita y no se desea” ?
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Liberado de la apelación a una verdad, quién desde allí
todavía elabora se descubre en el hacer sin arraigo. El ha
cer sin arraigo está a su vez desprendido de la noción de
valor; nada de lo que el arte reivindica pertenece a lo
“ comerciable” . Lo decible en la obra dice de lo que abis
ma al hombre: el tiempo, la muerte, la eternidad, la nada.
E l esfuerzo por imponer (2) lo existente y arraigarlo, el
hacer que “ la tierra sea una tierra” (H eidegger) es una
tarea amenazada en su origen. Lo que amenaza a ese im
poner arraigador es la pregunta por el sentido o el sinsen-
tido del existir y esta pregunta es acallada siempre por la
avasallante mudez, la imprecisión e indiferencia de lo
que es.
Quien escribe desde esta conciencia, se sabe en lo pro
visional. La obra, el vivir individual, pertenecen a un lapso
que recortable ofrece la visión de presencias únicas, irre
petibles, colocadas en un intervalo temporal a donde deben
cumplir la descripción de un quijotesco combate contra el
silencio.
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Allí comienza lo que Blanchot llama “ hablar sin co
mienzo ni fin” , allí nos vinculamos a una “ palabra sin
identidad” , sin posibilidad de centro. Allí lo cerrado, la
vinculación, la ley se descubren como la imagen que re
tiene contra la vivencia del desamparo en la libertad, pues
allí donde se abre lo libre el hombre ocupa y desplaza lo
libre con un signo que invadiéndolo impone a lo indeciso
e inaclarado de lo libre el contorno de lo familiar y de lo
dominable. Así las hablas que hablan del misterio se ase
guran de la extrañeza en la infatigable descripción de acon-
teceres, imágenes, figuras, éxtasis.
2. LA OBRA DESDE LA NADA Y EL SINSENTIDO
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La obra desde esta perspectiva dibuja la manera cómo lu
cha lo posible por imponerse contra la amenaza de lo im
posible: la inundación del pensar por el sinsentido, la in
vasión que le señala el límite. Ella es la descripción de un
combate, ella muestra lo que queda de esa lucha: los frag
mentos de cuerpo y espíritu, los estragos de la enferme
dad de existir, las mutilaciones, lo inservible, el desamparo.
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3. QUERER ENTRE EL NO-SABER
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mano sabiendo de los límites y del sinsentido? Rilke dio
a esta desventura una respuesta:
A nosotros esto
no nos debería confundir: que en nosotros se intensi
fique la condición de la forma aún reconocida. Esa
una vez levantada estuvo entre los hombres,
erigida en medio del destino, entre lo aniquilador, a
medias entre el no-saber-dónde, como si estuviese
siendo........................... I1*
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4. EL DESIERTO
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LECTURAS
I / LO NO DISCURSIVO 7 /4 3
I I I / LA TRASGRESION, LA COMUNICACION 6 9 /9
1 La obra, la vida 73
2 La obra, el suplicio 76
3 Hiperión: peregrinar y desmesura 79
4 Hiperión: “ encontrarlo todo es perderlo todo” 83
5 Las hablas elusivas 87
6 Las hablas rotas: la “ comunicación” 88
7 La parálisis 90
8 La obra, la carencia 93
9 La carencia, la mutilación, la inocencia 95
10 Lo sagrado 97
IV / RIESG O , DESAMPARO Y DISTANCIA 9 9 /1 2 4
V / E L D ESIERTO 1 25/139
HANNI OSSOTT
í ,--
í
• I