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En este artículo conocerás las características de estas terapias, técnicas que se utilizan, cuáles son
sus beneficios, y qué tipo de problemáticas puede tratar este tipo de intervención.
Si alguna vez has ido al psicólogo, o conoces a alguien que haya ido, probablemente hayas oído
hablar sobre la terapia cognitivo conductual (TCC), pero quizá todavía no sabes con exactitud de
qué se trata.
Pues bien, es un tipo de intervención psicológica, la cual cuenta con mucha evidencia científica, y
que se ha convertido en los últimos años en una de las más utilizadas en el ámbito de la psicología.
Se centra en la persona
Terapia Narrativa
Su objetivo es nutrir al individuo de las habilidades necesarias para superar sus dificultades
psicológicas. Así pues, la Terapia cognitivo conductual se centra en el sujeto, sus características y
sus habilidades, y se distancia de las terapias psicodinámicas que se focalizan en los pensamientos
inconscientes.
Tal y como su nombre indica, surge como derivado natural de los hallazgos de la psicología
cognitiva, y la psicología conductual.
Así pues, a través de la conjunción de estas dos escuelas psicológicas nació la terapia cognitivo
conductual, la cual adoptó como puntos de intervención la cognición y el comportamiento
humano:
Se adopta de la terapia conductista el método científico y las evidencias verificables a través del
comportamiento, concediendo un intachable valor terapéutico de la modificación del
comportamiento en los problemas psicológicos.
Se reconoce el valor del pensamiento y la cognición como fuente principal de las alteraciones
psicológicas y se convierte en el área básica de intervención.
¿Cómo funciona?
Hemos dicho que la TCC se centra en la cognición y el comportamiento humano, ahora bien,
¿cómo funciona esto exactamente? Según la terapia racional de Ellis, el funcionamiento se puede
dividir en tres partes: A, B y C.
A: Hace referencia a la situación o estímulo providente del mundo exterior con el que se ve
involucrado el individuo.
C: Explica las consecuencias provocadas por el pensamiento. Estas consecuencias incluyen tanto
las respuestas emocionales (y sentimientos) como las conductuales.
Según este modelo de TCC, las 3 partes (A, B y C), están en constante retroalimentación. La
situación (A) produce el pensamiento (B) y el pensamiento (B) produce unos comportamientos y
unas emociones determinadas (C). Al mismo tiempo, las emociones y comportamientos (C)
retroalimentan el pensamiento (B), haciéndolo más fuerte.
¿No te ha quedado suficientemente claro? ¡Pues veamos un ejemplo!
En este caso, el despido (A), ha producido mis pensamientos de preocupación (B), los cuales han
causado unas emociones y conductas de disgusto y abatimiento (C). Al mismo tiempo, el hecho de
estar abatido y disgustado en casa (C), aumentan los pensamientos de preocupación (B). Al tener
un mayor número de pensamientos (B), cambiar la situación C se va complicando.
Por otro lado el comportamiento: si a pesar de estar preocupado y abatido, consigo cambiar mi
conducta, estar más activo, buscar trabajo, realizar actividades que me aporten satisfacción, etc.
Mis pensamientos negativos disminuirán, y tendré una mayor capacidad para cambiar mi estado
de humor y seguir haciendo esas conductas que me benefician.
El terapeuta, intentará identificar la forma en la que piensas, te comportas y como generas tus
emociones y sentimientos.
Posteriormente te administrará una serie de técnicas psicológicas para que seas capaz de
identificar por ti mismo tu forma de pensar y comportarte, y te aportará conocimientos y
herramientas para mejorar esas áreas en las que tengas mayores dificultades.
Evaluación psicológica
Esta primera etapa tiene como objetivo principal conocer al paciente en su globalidad. Indagar
sobre la personalidad del individuo, sus habilidades y destrezas, y los problemas o dificultades
psicológicas que pueda presentar.
¡Pero ojo! Esta primera fase no es una simple evaluación psicológica donde el terapeuta te
proporciona unos tests para que los vayas rellenando… El objetivo de esta primera evaluación es
mucho más que eso. El propósito es comenzar la relación profesional que os acompañará durante
el resto de la intervención.
Así pues, esta fase de la intervención es probablemente la más importante de todas, ya que es en
la que se forja la alianza terapéutica entre el profesional y el paciente, se recoge información
acerca de este último y el problema psicológico subyacente, y se acuerdan los objetivos
terapéuticos.
Intervención terapéutica
Es en esta fase, cuando terapeuta y paciente ya han establecido una adecuada relación
terapéutica basada en la confianza y el compromiso, cuando se empiezan a aplicar las técnicas
psicológicas dirigidas a lograr los objetivos y los cambios previamente acordados.
Seguimiento
La terapia cognitivo conductual contiene una gran cantidad de técnicas, las cuales se utilizan en
función de la problemática que se quiera resolver. Veamos las más utilizadas:
Técnicas operantes
Son técnicas que tienen como objetivo la modificación de la conducta. Consisten en una
proporcionar estímulos de una forma ordenada al paciente, con el objetivo de que esos estímulos
faciliten la modificación de la conducta problemática.
Técnicas operantes para el incremento y el mantenimiento de conductas.
Técnicas de exposición
Consisten en aproximar (exponer) al sujeto de forma sistemática y adaptada a esos estímulos que
teme y que le generan ansiedad, para que de este modo, pueda ir afrontando y superando sus
miedos.
Exposición en vivo.
Exposición en imaginación.
Exposición simbólica.
Son procedimientos que ayudan al individuo a reducir su tensión física y/o mental, reducir el
estrés y la ansiedad, y encontrar un estado de calma.
Relajación progresiva.
Relajación autógena.
Técnicas de respiración.
Las habilidades sociales son comportamientos aprendidos que pueden modificarse y mejorarse a
través de técnicas de aprendizaje como las siguientes:
Entrenamiento en autoinstrucciones.
Inoculación de estrés.
Resolución de problemas.
Técnicas cognitivas
Estas técnicas pretenden modificar el pensamiento y las interpretaciones que se realizan de los
sucesos que puedan provocar malestar y/o conductas perjudiciales.
Reestructuración cognitiva.
Distracción
Ventajas
Quizá haya gente que no da mucha importancia a las evidencias científicas cuando acude a un
psicólogo, ya que se piensa que los beneficios de la psicoterapia están en el terapeuta que en la
terapia en sí misma.
¿Pero qué pensarías si para tratarte un cáncer te propusieran un tipo de intervención con nula
evidencia científica?
Pues en la psicología pasa lo mismo. Por muy bueno que sea un terapeuta, si no utiliza métodos
que hayan contrastado su eficacia, probablemente no te pueda ofrecer la mejor intervención para
tu problema.
Así pues, con la TCC tendrás este punto a favor, ya que en todos los estudios realizados, se ha
demostrado su potencial terapéutico para una gran diversidad de problemas.
Como hemos dicho, la terapia cognitivo conductual tiene una amplia evidencia científica, y además
la tiene para trastornos mentales graves, no solo para problemas psicológicos simples.
Así pues, trastornos como la depresión mayor, el trastorno por estrés post traumático, los ataques
de pánico, la fobia social o el abuso de sustancias, entre muchos otros, pueden ser tratados de
forma eficaz con la terapia cognitivo conductual.
A diferencia del psicoanálisis u otras intervenciones psicológicas, la TCC no basa sus sesiones en
hablar del pasado, de la infancia o posibles traumas con los progenitores.
Así pues, aunque la TCC se centre en el presente y no en el pasado, no deja de lado los orígenes de
los problemas, y trata de examinarlos que sean útiles para extraer conclusiones acerca del
tratamiento actual.