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EL ESTABA MUY .
LA O LA LE DIJO FEO.
-¡Feo! ¡Requetefeo!- dijo una de ellas tapándose los ojos con las patas. . -Y además de feo,
mal vestido- dijo una mariposa muy elegante. ¡Pobre Humberto! ¡Y él que estaba tan
contento! Tanta vergüenza sintió que se tiró a la charca para esconderse y se quedó un
rato dentro viendo como el agua le borraba los colores. Cuando salió todo verde, como
siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas. ¡Ver-de! ¡Sa-po-ver-de! –
gritaban. Pero en ese momento, pasó por allí un ave muy hermosa: una calandria tan linda
que las mariposas se callaron para verla bien. La calandria se acercó a la charca para
beber un poco y peinarse las plumas con el pico. Allí vio a Humberto en la orilla, verde,
tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta: -¡Qué sapo tan guapo! ¡Y qué bien le sienta el
verde! Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante, y las mariposas perdieron los
colores de pura vergüenza. Y así se quedaron todo el verano, pálidas, sin color, casi
transparentes.