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Guión PRACTICO sobre la Tolerancia.

1.-Conquista de la voluntad y educación de los sentimientos .

La voluntad es piedra angular del éxito en la vida.


Facultad de impulsar la conducta y dirigirla hacia un objetivo determinado.
Fortalecer la voluntad para poner en juego las propias capacidades.
Permite luchar contra el permisivismo fruto de una mala entendida libertad.
La voluntad mejor dispuesta es la más motivada.
En la motivación está la clave de la educación de los sentimientos.
Los malos sentimientos pueden acabar con el entendimiento más recto.
Desde la indiferencia no se puede cultivar la voluntad.
La motivación sabe lo que quiere y a dónde va.
Es lo que permite volver a empezar en los peores momentos.
El enemigo principal habita en nuestro interior: pereza, orgullo etc..
Para mantener la voluntad es esencial ejercitarse en pequeños vencimientos, aunque no
reportan ningún beneficio inmediato.
Enseñar a razonar, no formar personas de respuesta aprendida.
Para educar en la libertad hay que optar por el aprendizaje.
En los primeros momentos de la vida tienen que ser los padres los que eduquen al hijo,
aunque este no esté ejerciendo su libertad. Les falta discernimiento.
La quimera de la educación neutra. Es la mejor manera de no tener ninguna idea propia en
la cabeza. Ninguna convicción firme. Hay que tener un código moral.
La educación en la escuela debe ser concorde con la de los padres.
El niño cuando madure tendrá posibilidad de tomar sus propias decisiones.
Hay que educar siempre en el bien, y evitar el mal, propio y ajeno.
Enseñar en vez de adoctrinar, educar en vez de instruir, descubrir potencialidades más
troquelar.
Ayudar a descubrir que es ser libre, reflexionar sobre la respuesta razonable y
responsable.
Educar contra las inclinaciones o apetencias desfavorables.
Observar y escuchar. Conocer los intereses, pasiones, curiosidades y anhelos.
Para educar hay que tener una pasión por encontrar verdades sobre la vida.
La educación necesita desarrollarse en un marco de coherencia, evitando contradicciones
internas.
Evitar el pensamiento fragmentario que no produce maduración.
Esto exige igualdad de oportunidades y fomento del pluralismo en las instituciones
educativas.
El monopolio estatal de la enseñanza es tentador para el Estado.
Esto exige que las cosas se llamen por su nombre.
Hay que educar para la libertad y no en la libertad. Esto no va en contra de la tolerancia.

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Hemos vivido en un ambiente sangriento y trágico. Esto lleva desconfianza, con razón, de
todo fanatismo.
Pero la que confundir autoridad con fanatismo.
La escala de valores debe mantenerse, para exaltar la creatividad y no la pasividad.
La vida está llena de compromisos, vínculos. Si no se cae en prisionero de la indecisión.
La valía de una persona puede medirse por el número y calidad de sus vínculos.
La persona está constituida por los valores de los que cree, que imprimen en su rostro la
huella de su nobleza o de su vulgaridad.
Somos lo que creemos.
Espontaneidad y sinceridad, en un marco de sano equilibrio.
La juventud será lo que nosotros les enseñamos y hagamos por ella.
Más que reprimir los problemas de la juventud, hay que pensar qué los produce.
Si educamos tendrán criterio y se podrá evitar la manipulación.
Todo lo que fortalece la familia evita la delincuencia.
Ecología de la moral social. El bien, también vende.
La autoridad al estar avalado por el prestigio.
Evitar el querer juzgarlo todo.
No etiquetar los problemas eludiendo su complejidad.
No ser catastrofista dejando sede de todo el general.
No hacer juicios precipitados.
No se puede imponer todo, ni tampoco permitirlo todo.
Utilizar argumentos positivos, sin caer excesivamente en la repetición.
El valor de una sociedad se mide en los valores que considera de protección.
El derecho a actuar libremente según las propias convicciones no es un derecho absoluto,
por lo ser tampoco absoluta la libertad.
La tolerancia es más segura cuando se nutre de una convicción firme.

2.-Fundamento de la tolerancia.

Reconocimiento de la libertad y los derechos de la persona, por su propia dignidad.


En algunas circunstancias puede ser moralmente lícito permitir un mal, pudiendo
impedirlo, en atención aún bien superior, o para evitar males mayores.
Puede ser incluso ser reprobable impedir un mal, si con ello se producen directa e
inevitablemente desórdenes más graves.
Esto nos remite al problema moral del mal menor.
Pero siempre buscando hacer el bien, no el mal para obtener un bien.
La tolerancia no debe basarse en el relativismo, ni en el escepticismo ni en el
indiferentismo.
El hombre ha de ser siempre un realizador del bien.
La tolerancia no puede entenderse como indiferencia ante el mal.
El bien común es la única causa legitimadora de la tolerancia.

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