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Reseña 1:

El Imperio del Algodón


Capítulo 2

HSMC Buchbinder
Teóricos lunes de 13:00 a 15:00
Santiago Taschetta

Fecha: 25/3/2019
Texto reseñado:
Beckert, S, (2014, 2016). El Imperio del Algodón: Una Historia Global. Barcelona:
Crítica.

Sobre el autor:
Sven Beckert, profesor de Historia Americana en la universidad de Harvard, enseña
historia de los Estados Unidos en el siglo diecinueve e historia global. Estudió historia,
ciencias económicas y ciencias políticas en la Universidad de Hamburgo, Alemania, para
luego graduarse de la Universidad de Columbia con un Doctorado en Historia.

Reseña:
Con El Imperio del Algodón, recorre la historia del auge y posterior desplome del
imperio del algodón, que es a su vez la de la activación y reactivación del capitalismo
global y por ende del mundo entero (Beckert, 2016: pp. 11-12). Para esto, él realiza un
estudio que trasciende a regiones individuales, enmarcando procesos que van
desenvolviéndose a nivel global a lo largo de cientos de años.
Beckert nos muestra el proceso que comienza con una Europa sin capacidad de
competir en el mercado del algodón, dependiente de la importación del algodón en rama,
donde la mayor parte de la población se vestía aún con ropas de lana y lino, y que contaba
con una industria muy inferior y para nada competitiva con la de la India (2016: 54), para
terminar, luego de dos siglos, con una Europa que había llegado a controlar la demanda
global de artículos de algodón (2016: 81), que se encontraba en el centro de una red
comercial transcontinental que la unía con Asia, las dos Américas y África, donde el
producto de los tejidos indios pagaba en África los esclavos destinados a trabajar en las
plantaciones americanas para proveer a Europa de materias primas agrícolas (2016: 61),
a la vez que crecía la (escasamente competitiva) producción en suelo europeo, gracias a
la adopción de medidas proteccionistas que imponían los distintos estados (2016: 76).
En tan solo dos siglos, Europa había llegado a reorganizar la industria algodonera
global (2016: 80) de un comercio discontinuo, multifocal y horizontal, a un imperio
algodonero integrado, centralizado y jerárquico (2016: 81), cuyas redes de comercio se
hallaban dominadas por un consorcio entre el capital privado y un puñado de estados de
poder creciente, donde no fueron tanto la introducción de un conjunto de progresos
técnicos, las mejoras en los sistemas de organización (2016: 54), ni la consolidación de
los derechos de propiedad (2016: 62) lo que condujo la historia hacia donde nos
encontramos hoy, sino más bien lo que Beckert define como Capitalismo de Guerra.
Este proceso, es decir, el proceso de desarrollo del capitalismo de guerra, que Beckert
narra en el segundo capítulo del libro, es la base del mundo moderno capitalista. Una base
que de ningún modo fue de naturaleza liberal (2016: 62). O al menos no para todo el
mundo. El capitalismo de guerra, nos dice, dividió al mundo en dos esferas: una interna,
que se manejaba según leyes, instituciones, según un orden que imponía el estado; y una
externa, caracterizada por la dominación imperial, la expropiación de territorios, la
aniquilación de pueblos indígenas, el expolio de sus recursos, la acumulación de esclavos
y el sometimiento de vastos territorios al control de un puñado de capitalistas privados
para operar prácticamente al margen de toda forma de supervisión por parte de los
distantes estados europeos (2016: 63).
Con su potencial transformador sin precedentes, con su cantidad de sufrimientos, esta
nueva forma de organización transformó un mundo multipolar en uno cada vez más
unipolar, donde el poder se iría volviendo cada vez más de solo unos cuantos capitalistas
y estados europeos, y no hubiera sido posible sin su temprano aprovechamiento por parte
de estos agentes, nos dice Beckert, el surgimiento, más tarde, de la Revolución Industrial.

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