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26 ‘CUARZO Y CLAVE ee i eigen era ead cambian de sentido y, por un extrafio regreso al ae nae age aries cco muerte, abriendo el camino de lo que podria ser una inédita libertad. 4 I. TIEMPO DE CRISIS 1. Las ULTEMAS MAQUINAS DEL TIEMPO A rantin de mediados de los afios treinta, el éxito de los robots domésticos, después del que lograron los despertadores, ot ganiza el fin de la segunda gran crisis del Tiempo de las Mi quinas. Ganar tiempo no es ya solamente obsesién de los empleadores y de los obreros, en Ia fabrica y en los trans portes, sino que se vuelve también la de las mujeres de Jas grandes ciudades quienes desean trabajar y tener tiempo de vivir fuera de las exigencias domésticas. Gracias al fordismo y a la electrificacién los edificios aumentan su altura, las clu dades se pueblan, los lavaderos y las grandes familias desapa: recen; el refrigerador permite reducir el tiempo dedicado a las compras, las méquinas lavadoras el de arreglar los vestidos. ¥ Ta vajal Como sucedié en ta crisis anterior, esa ganancia de tiempo en la produccién y el consumo proporciona los medios para obtener una remuneracién més grande, que mantiene la de- manda de esos bienes. Pero, mientras que al principio del sik glo la elevacién de los salarios de los obreros crea y mantiene Ja demanda de automévites, en Ios afios treinta, siendo las fa milias los nuevos consumidores, son las transferencias socia les que, por financiar su salud y su educacién, hace solvente su demanda de méquinas de mantenimiento doméstico, La relojerfa es previa a estos éxitos de la economia indus: trial y marca el nuevo equilibrio geogréfico en torno de los dos polos norteamericano y europeo. A principios de la seguin: da Guerra Mundial, Alemania, aprovechando el adelanto que ha tomado su relojeria sobre la de Inglaterra durante el pe riodo que transcurrié entre las dos guerras, la amenaza ¢on el empleo de reguladores eléctricos en sus obuses, en 4anto ue los primeros obuses antiaéreos ingleses lanzados. conti los bombarderos de Ia Luftwaffe'no los tenian; antes de inde uirirlos en Estados Unidos y después de fabricarlos ella mit ma, Gran Bretafia no pudo procurarselos, con gran dificult més que en Suiza, La industria norteamericana de Ia relojeria, abatida por Ia 2 28 CUARZO Y CLAVE ‘gran crisis, se reanima también cuando entra Norteamérica fla guerra, Aparece una nueva generacién de empresas basade en una produccién masiva, a marchas forzadas, que exige « rearme. Una compafifa en particular, la US Time Corpora tion, tiene tin fabuloso destino. Lo crea en 1942 un noruego emigrado a Estados Unidos, M. Lehmkul, quien convence « tun grupo de hombres de negocios para adquirir la célebre Waterbury Clock Company que se encuentra al borde de la quiebra y que produce en gran serie los relojes baratos de tipo Roskopf, destinados al mercado interior, y mecanisrhios de relojeria para reguladores de cohetes y de obuses. Su éxito es inmenso y, durante la guerra misma, el consumo de relojes aumenta considerablemente en Estados Unidos. El reloj/ de bolsillo acaba por desaparecer en beneficio de los relojes de pulsera. Las péndolas se introducen en todas las piezas de la casa —cocina, sala, recémara—, multiplicando asf las ven tas. A pesar de que se interrumpié la produccién de Europa (salvo en Suiza) y la de Japén, la produccién mundial de re- Jojes y péndolas paca de 5 millones de unidades que aleanzé antes de Ja guerra, a 20 millones en 1945 y 70 millones en 195C, Por otra parte, la produccién de relojes constituye, como desde el siglo xiv, un excelente medio para medir el crec= miento industrial: 150 millones de relojes producidos en 1960, 200 millones en 1970. Mas de mil millones de relojes marcan asi los segundos a través del planeta. Suiza se mantiene como primer productor mundial hasta 1910 y exporta mas del 95% de su produccién. Todavia fabrica Ja mitad de la produccién relojera del globo, es decir cerea de 40 millones de unidades, casi tinicamente relojes “Ros kopf” cuya difusién aumenta en forma constante En Ia misma época, la relojerfa britinica va declinando y pierde su rango en Ia produccién mundial, no obstante el desarrollo de la fabricacién de relojes Roskopf y a pesar de fque se crea una industria de relojes pulsera con las maqué nasherramienta automaticas importadas de Suiza. Francia sigue siendo, en unién de Suiza, el més grande pro- ductor europeo, pues fabrica entre uno y dos millones de piiezas en 1950 y 4 millones en 1960. El crecimiento postericr de la produccién francesa es répido, con el ritmo de la ex Pansién de los aftos cincuenta y sesenta: 6 y medio millones en 1965, 10 en 1970, 16 en 1974, Hasta esia fecha, Francia ‘mejora ‘su parte del mercado mundial, que pasa del 5.3% ‘TIEMPO DE CRISIS a Jogrado en 1965, al 7.3% correspondiente a 1970 y al 8% de 1974. i La relojerfa japonesa, que nace con el siglo, queda comple tamente destruida después de la segunda Guerra Mundial. Pera desde 1950 produce 2.3 millones de piezas con Ia base de pat tentes suizas. En 1958 alcanza 10 millones de piezas, es decit 1 5% de la produccién mundial. En 1965 todos los adultos japoneses tienen un reloj de pulsera; Japdn aparece ya como luna nueva potencia del tiempo venidero. Estados Unidos sobrepasa a Suiza en 1970, El mercado in: terior se acrecienta brutalmente debido a una transformacién cultural profunda que no podia tener Iugar sino alli: el reloj nno es ya una inversién duradera sino un objeto que da la hora, con vida de duracién limitada, que nadie se preocupa por reparar, pero que se le sustituye segin las circunstancias del dia y de la noche en que se le lleve. Desde que termina la guerra, la Time Corporation, después de hacer fortuna con los cohetes del ejército, vuelve a fabricar relojes. El perfec: cionamiento que se hace por razones militares de u aleacién, el armaloy, permite suprimir los rubjes de los me- canismos; con el empleo de mecanismos Roskopf muy simpli: ficados, es posible fabricar relojes de baja gama y escaso precio. En 1949, la compafia abandona definitivamente el hombre de Ia vieja empresa que habia adquirido, es decir la Waterbury Clock Comapny, asi como la marca Ingersoll que obtuvo con ella, para tomar de una compafia suiza, la Time Waich, su marca Timex. En 1950, los relojes de hombre cuyo precio’ de Fabrica es de 70 centavos, se lanzan al mereado con precio de venta por 695 délares, Es un éxito inmenso, desen lace del Tiempo de las Maquinas. El reloj deja de ser signo de poder; el poseedor de relojes no puede més que estar a la hora, El reloj se convierte en simbolo de normalidad social y no ya de poder social, Simily taneamente el poder no pertenece ya a los capitalistas iden tificabies, sino a grandes entidades financieras que obedecet a las leyes abstractas del aprovechamiento del capital ‘Timex logra asi en el momento oportuno Io que otros Hit bian intentado en vano antes dela guerra: vender ttt rel0 fuera del lugar de su reparacién; vender un reloj euya dunt cidn de vida se garantiza, pero no la eternidad, UNlle® para ello cerca de 200000 puestos de tabacos, tuna eampalin: pe blicitaria basada en pruebas de “torturas” y In garantia de - 230 ‘CUARZO Y CLAVE tun afio que da a los adquirentes. Los relojes de mujer lanza: dos en 1958 después de otros, con cuerda automatica 0 con calendario, crean nuevos mercados. La US Time Corporation, sin embargo, no se ha vuelto “relojera”, sino que continia I gada al complejo industrial de los ejércitos, como todas las grandes empresas de la Norteamérica moderna; inclusive s2 convierte en una de las principales proveedoras de la Defensa y del Espacio, principalmente en el campo de los giroscopios. Como habrén de hacerlo después las otras grandes empre sas multinacionales, Time exporta poco, se produce donde se vende, De 1942 a 1950 construye tres fabricas en los Estados Unidos, luego una en Escocia, después otras en Inglaterra, Al mania, Francia, Taiwan y Portugal. El éxito es enorme: mién- tras en 1943 producia un millén de piezas, la US Time Gor poration produjo 7 millones en 1962 y 20 millones en 1968, es decir mas de la tercera parte de Ia produccién norteamerica: na, En 1970 la eleva a 25 millones: la relojeria norteamericana domina Ja industria mundial; el corazén de la economia in- dustrial ha atravesado decididamente el Atlantico, En el curso de este periodo, la obsesién por ganar tiempo sigue siendo el motor de una formidable expansion econémica del mundo de los ricos: los trenes duplican su velocidad media; las redes telefdnicas, y luego la radio y la television, hacen instantaneas las comunicaciones sonoras y visuales, la aviacién pone a Nueva York a 25 horas de Paris en 1945 y @ 3 horas y media en 1970, Pero, cn el mismo tiempo, se imponen en los calendarios dos pausas nuevas de los trabajadores, que se obtuvieror, gracias a las luchas sociales del siglo x1x: Ia gestacién y los cuidados maternales, una y otra atendidas por servicios Socia- les. En veinte afios, se duplica la parte del ingreso nacional —en otras palabras, del tiempo remunerado—, que se dedica a esos dos servicios y aumenta la duracién de las pausas. Sus exi gencias contrarian los intereses del capital. Desde entonces apunta en el horizonte la tercera crisis del Tiempo de las Mé quinas. 2, TiEMPO PERDIDO, TIEMPO vIVIDO Los servicios atestan, una vez mas, las pausas del Tiempo de las Maquinas y disminuyen el ritmo de la acumulacién in- dustrial ‘TIEMPO DE CRISIS Desde mediados de los aiios sesenta se hace sentit ese téculo en 1a empresa. El fordismo no basta ya. Aun Ja division de las tareas es levada al extremo, varios él tos detienen la reduccién de los tiempos muertos y los obstéculos del tiempo. [1] Para empezar, la confi espacial de los equipos que estin fijos en la cadena, | escollos a la planificacién de las tareas parciales. No Obreros tienen labores de la misma duracién. NO es distribuir igualitariamente el tiempo, ni evitar una de tiempo igual a la suma de los tiempos de espera de los bajadores que tengan Iabores mas breves que el temp fo medio. Esta pérdida aumenta la fragmentacién de los puestOs de trabajo. Por otra parte, la divisién misma del trabajo alata ¢l tiempo de produccion de la materia prima en producto Ademés, el fordismo y el taylorismo, al aumentar la longh tud del proceso de Ia produccién provocan el desarrollo de los servicios en las administraciones, los bancos y la distribucidn, 8 decir donde no tienen lugar'la produccién en serie y It ganancia de tiempo. Muy numerosos studios, que he eltada fn otras partes, {9] muestran que, a partir de 1970, el tiempo dedicado a servicios es superior al que se dedica a produelt tos bienes mismos; dicho de otro modo, es necesario que, para producir un objeto, se utilice una cantidad creciente del prox ducto del tiempo de trabajo que se esta empleando atin ‘Ademiés, el tiempo acumulado a través de los milenios (la selva, el mar, el agua, el silencio, la fauna salvaje, los recursos no renovables) es distribuido més y més répidamente para transformarlo en objetos que tengan un valor de cambio. (el Parque de paga, la piscina, el agua embotellada, el disco, IN| caza, la esencia) y se crea en este proceso una masa de des perdicios no procesables, p A esto se agrega un amontonamiento creciente de 108 seFVi cios: mientras trabajan al milésimo de segundo las redes 16 lefonicas de las administraciones, los expedientes que debeh tratar éstas se paralizan durante meses. Cierto €8 que Ia Fle des de telecomunicaciones permiten esperar en pOCOS SO dos, en forma completamente automética, Megat & (oda 19s regiones del mundo, los corresponsales que se bUSGAM OMAN ausentes u ocupados tres de las cuatro veces que 80 168 INNA y nadie puede responder en su lugar. La informacln qUe 88 ifunde por una multiplicidad de conductos jamais Ii aldo

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