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APUNTE TERCERO MEDIO

La fallida asamblea constitucional de Alessandri


En 1925, por primera vez se sometió a votación un proyecto de Constitución en Chile generado
en una comisión. El ejemplo ha sido reflotado a raíz de la discusión sobre las reformas a la
Carta Magna.
Por Luis Conca
Sábado 15 de Junio de 2013
Reportajes Diario La Tercera

“Ha habido discrepancia de pueda tener su génesis en una


criterios. Algunos miembros asamblea constituyente.
sostienen que debe ser dictada
por una asamblea constituyente.
Otros, que la constituyente debe
organizarse a base gremial y,
finalmente, quienes sostienen que
la Constitución debe aprobarse
por un plebiscito”. Así resumía, en
1925 el Presidente Arturo
Alessandri el debate
constitucional que se avecinaba y
para la que el mandatario había
convocado a una numerosa
comisión consultiva.
Las propuestas de reformas
constitucionales o generación de
una nueva Carta Magna, surgida
a raíz de los movimientos sociales
de 2011, renacieron con fuerza al
alero de la campaña presidencial.
Varios candidatos han recogido la
idea de cambiar la Constitución y
algunos proponen que el texto

En Chile nunca ha habido una experiencia de ese tipo. Si bien el tema se


abordó por primera vez en la administración de Alessandri, y en dicho
proceso constituyente se generaron dos comisiones, que estudiaron tanto
las reformas a la Constitución como los mecanismos de cambio, la idea fue
finalmente desechada. A dicho proceso fue al que se refirió Michelle
Bachelet, al explicar el trabajo de su comando en la materia.
El gobierno de Alessandri que se inició en 1920 fue derrocado por un golpe
militar en septiembre de 1924 y reemplazado por una junta encabezada por
el general Luis Altamirano, a raíz del escaso avance de su agenda de
reformas sociales, que permanecía bloqueada en el Congreso, ente que
fue disuelto.
Los militares, a través de un manifiesto, prometían una asamblea
constituyente -una vieja aspiración de diversos sectores sociales- que
solucionara lo que se consideraban vicios del sistema parlamentario y su
escasa eficacia para generar leyes tendientes a resolver los problemas
sociales y económicos de la época.
Un nuevo golpe en enero de 1925, mientras Alessandri se encontraba en el
exilio en Italia, instauró una nueva junta militar, solicitó el retorno del
Presidente y lo mandató para modificar la Constitución.
Según explica René Millar, historiador y académico de la UC, “a raíz de su
experiencia fallida en el gobierno, cuando no pudo hacer realidad su
programa, Alessandri decidió y se le metió en la cabeza la idea de la
reforma”. La idea de los militares seguía siendo la generación de una
asamblea constituyente, proceso al que a su regreso Alessandri adscribió.
En marzo de 1925, el Presidente designó personalmente una comisión
consultiva, que lo ayudaría en la decisión del tipo de reformas necesarias,
como en el mecanismo para generar el código. En ella llegaron a participar
cerca de 125 personas, entre ellos, Luis Barros Borgoño, Francisco Bulnes,
Guillermo Edwards Matte, Agustín Edwards, Emiliano Figueroa, Eliodoro
Yáñez y representantes intelectuales y trabajadores como Manuel Hidalgo,
presidente del Comité Obrero de Chile. “En eso, Alessandri fue bastante
democrático, había gente de todo el espectro”, dice el historiador Cristián
Gazmuri.
En 33 sesiones, que se iniciaron en abril de 1925 y finalizaron a comienzos
de agosto de ese año, el grupo -que sufrió diversas modificaciones-,
analizó los cambios necesarios y desestimó una asamblea constituyente.
La Tercera revisó las actas de cada sesión, para conocer el debate
-ocurrido hace 88 años- que originó la reforma y constituye la génesis de la
Constitución de 1925.
En la primera cita de la comisión, el 7 de abril de 1925, Arturo Alessandri
criticó al régimen parlamentario y culpó al bloqueo de los proyectos de ley y
la constante rotación ministerial provocados por el Congreso del fracaso de
su gobierno. El Mandatario planteó una modificación constitucional como
única alternativa. “Una de dos: o se aceptan las reformas que la hora
presente reclama, o bien otro hombre debe tomar las responsabilidades”,
dijo el ex Presidente.
Al comienzo, la discusión se centró en cuál debía ser el mecanismo para
generar una nueva Constitución y la necesidad de convocar a una
asamblea constituyente, y en ese caso, cuál sería la fórmula para escoger
a sus representantes. Las diferencias fueron inmediatas: los representantes
de partidos deslizaron la opción de una salida negociada y partidaria; los
representantes de la intelectualidad y los trabajadores propusieron
asambleas de diversa índole: unos postularon elegir a los miembros por
votación popular, en tanto que otra facción propugnaba que los
constituyentes fueran representantes de los gremios (portuarios,
ferroviarios, etc.).
“Es necesario saber si el Presidente está con el país. Esto no lo vais a
saber consultando al Partido Radical, lo vais a saber llamando al pueblo,
conglomerado que no se cobija bajo ningún techo político”, dijo el escritor
Fernando García Oldini en dicha sesión.
La réplica desde el sector partidario fue inmediata. Carlos Vicuña Fuentes,
dirigente del Partido Radical, planteó los riesgos de una asamblea: “V.E.
está en el caso de Julio César cuando dijo ‘es necesario que alguien en
Roma piense y actúe por la muchedumbre’ (...) es posible, sin embargo,
que la irreductible anarquía mental de nuestra época produzca discusiones
tan estériles que sea imposible sacar de ellas las instituciones nuevas que
anhelamos para nuestra patria”.
Guillermo Edwards Matte, entonces ex diputado y representante del Partido
Liberal, también criticó la idea de una asamblea (integrada por gremios) y la
relacionó a los “soviets”. “Los ‘soviets’ están constituidos por representación
de consejos de trabajadores o gremios. Es necesario que digamos si
queremos esa clase de instituciones para nuestro país”.
Los representantes de los trabajadores, en tanto, insistían en una
representatividad ampliada y, además, llamaban a los partidos a no realizar
una campaña del terror. “Si las fuerzas de renovación de la república llegan
a esa asamblea en mayoría, darán una Constitución de acuerdo con esas
aspiraciones (...) no hay razón para estar preparando el terreno contra la
supuesta dictadura proletaria”, complementó el presidente del Comité
Obrero Nacional, Manuel Hidalgo.
El debate se enfrió cuando Agustín Edwards Mac Clure, del Partido
Nacional, planteó que como la comisión estaba destinada al estudio de las
reformas y del mecanismo, él veía una fórmula para seguir adelante con el
trabajo encargado por Alessandri. “Me atrevo a sugerir a S.E. que piense la
conveniencia de dividir esta comisión en dos: una en la cual deben estar
representadas todas las tendencias, que se encargará del estudio de las
reformas; y otra que se encargará del mecanismo por el cual se va a
convocar a dicha asamblea constituyente”, dijo Edwards.
Generadas las dos subcomisiones propuestas, el Presidente participó en la
que tenía como destino estudiar los cambios constitucionales. “Ese fue un
grupo pequeño, conformado por abogados y políticos, de sus más
cercanos”, dice Millar. La idea del Mandatario era generar un texto que
consagrara un régimen presidencial, en desmedro del parlamentarismo.
Las discusiones sobre las reformas, que giraron en torno a las atribuciones
de cada poder estatal, las relaciones entre el Congreso y el Ejecutivo, y las
formas de veto o intervención de uno sobre el otro, generaron un texto que
consagró al Presidente como jefe de gobierno y Estado, le otorgó la
facultad exclusiva de la remoción de ministros y lo consagró como
colegislador. Además, hizo incompatible el cargo de ministro y
parlamentario.
El proyecto, entre otras cosas, separó a la Iglesia del Estado, creó el
Tribunal Calificador de Elecciones, y postuló la protección a la industria, el
trabajo y la previsión social.
Sin embargo, una vez que fue presentado en la totalidad de la comisión, el
borrador de Alessandri no fue del agrado de la elite política, quienes, según
Millar, esperaban reformas al régimen parlamentario, pero no una
modificación radical. Las libertades individuales y de prensa fueron objeto
de debate a razón del excesivo poder que, según algunos miembros, se
entregaba a la figura presidencial. “Alessandri redactó e impuso su
voluntad”, dice el historiador Gabriel Salazar. En efecto, varios
representantes de partidos se retiraron del trabajo de la comisión
consultiva.
Sobre los mecanismos no se conversó hasta julio, fecha en la que también
los representantes obreros y gremiales estaban descontentos -algunos
también abandonaron la entidad-, pues acusaban falta de representatividad
popular en los miembros de la comisión.
El 23 de julio de 1925 se produjo una cita decisiva para el futuro del texto y
su validación. A esa altura, con un proyecto redactado según su ideario,
Alessandri ya no tenía en mente una asamblea, debido a la reticencia que
este mecanismo causaba en la clase política -quienes consideraban que
esa consulta podía generar más inestabilidad-, situación que se había
reflejado en la discusión de la comisión.
En dicha cita, el radical Julio Bustos (quien fue desautorizado por el partido
tras su intervención) expresó su disconformidad con el proyecto y emplazó
a Alessandri a someterla a la decisión popular. “Uno de los puntos de ese
manifiesto (el militar de septiembre de 1924) tiene una interpretación clara y
precisa: la idea de una convocación a una libre asamblea constituyente”,
dijo Bustos.
Los dichos molestaron al Mandatario. “Puede darse por terminada esta
cuestión. Levantaré la sesión e iré a mi despacho a dictar el decreto de
convocatoria a la asamblea constituyente (...) es preciso que se acabe de
una vez por todas la comedia política”, dijo Alessandri a modo de amenaza,
antes de dar por terminada la sesión y abandonar la sala.
Tras varios minutos, Alessandri regresó a la sala, luego de que un grupo de
miembros fuera mandatado para ir a buscarlo. Al retornar, el Presidente
encontró un clima conciliador, donde se había instalado la idea de que la
comisión podía cumplir el rol constituyente.
Uno que planteó dicha idea fue el ex ministro de Hacienda -quien disputó
con Alessandri la presidencia en 1920- Luis Barros Borgoño: “¿Por qué no
ha de continuarse en la misma forma en esta magna asamblea que
representa más ampliamente a los diferentes grupos políticos?”, dijo. El
abogado liberal Enrique Barbosa lo reforzó. “Esta asamblea ha sancionado
a los que quieren llevarnos a un trámite innecesario y peligroso”, dijo
Barbosa. “Fue esa comisión la que hizo las veces de asamblea
constituyente”, dice Gazmuri.
Siete días después, el texto de la nueva Constitución era un proyecto de
ley, para ser sometido a sufragio popular para su validación.
En su mensaje al país del 28 de julio, cuando presentó el proyecto,
Alessandri validó la decisión de no citar a una asamblea constituyente.
“Regresé dispuesto a convocar una asamblea, pero me encontré con que
no había electorado, ya que los registros antiguos habían sido repudiados
por la revolución (...) dirigentes de partidos han concordado con mi manera
de pensar, señalándome inconvenientes graves que se oponen a la
convocatoria de la constituyente”, dijo el Mandatario. Aun así, se abrió a la
posibilidad de que “cuando el poder electoral quede generado, tendremos
instrumentos para elegir una constituyente para consultar al pueblo en
cuanto al código que responda a las aspiraciones de nuestro momento
histórico”.
El 31 de agosto, la papeleta de votación del plebiscito planteaba Sí a la
opción de un régimen presidencial consagrado en la nueva Constitución, o
No para regresar al sistema parlamentario. En dichas elecciones, los
partidos políticos llamaron a no votar, hubo niveles de abstención en torno
al 55% y 60%, y la Carta Fundamental que rigió la mayor parte del siglo XX
en el país fue aprobada.

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