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EL ESPIRITU SANTO (Primera parte)

CONFRONTAR: CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA


# 742 al 747; 1110 al 1112; 1833 al 1845; 2551 al 2557.
PARA PROFUNDIZAR
Jesús cumple su promesa de enviar el Espíritu Santo, el día de Pentecostés. Los apóstoles,
discípulos y amigos de Jesús, después de su Muerte y Resurrección también sintieron miedo.
Gracias a la presencia y compañía de María, Madre de Dios y Madre nuestra, ellos
permanecieron juntos en oración en espera de la promesa hecha por Jesús de enviarles el
Espíritu de la Verdad.
LA FUERZA DEL ESPÍRITU
La llegada del Espíritu Santo al corazón de los apóstoles se recuerda como el día de
Pentecostés. Ese día. La fuerza del Espíritu parecía como un huracán y causó tanta alegría y
entusiasmo en los discípulos que sentían como si algo les quemara por dentro. Llenos del Espíritu
dejaron el miedo y salieron a contar a todo el mundo que en verdad Jesús estaba vivo y cumplía
toda promesa (Ver CIC 689).
RESUMIENDO
Jesús cuando vivió entre nosotros muchas veces habló del Espíritu Santo y lo llamó Consolador,
Defensor, Abogado, Comunicador de la Verdad… Y no sólo habló de él, sino que lo prometió a
todos aquellos que crean en Él y lo sigan. Es el Espíritu Santo quién reúne en comunidad a los
que siguen a Jesús. Esta comunidad es la que nosotros llamamos Iglesia. En ella vivimos como
hijos de Dios y expresamos nuestro amor de hermanos.
"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido,
semejante a una ráfaga de viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban…
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo…" HCH 2, 1-2.4.
DIOS ESPÍRITU SANTO NOS CONSUELA
El Espíritu Santo es la unión amorosa del Padre y del Hijo y por esta unión, Dios permanece entre nosotros,
por la presencia del Espíritu Santo. Él es la tercera persona de la Santísima Trinidad. Lo llamamos Espíritu de
la Verdad por que nos ayuda a comprender la verdad sobre Dios. Es el Abogado que nos defiende y llena de
fortaleza. Él habita en los más profundo de nuestro ser y por Él somos capaces de llamar a Dios, Padre (Ver
Juan 14, 15-26).
LA ECONOMIA SACRAMENTAL
1076 El día de Pentecostés, por la efusión del Espíritu Santo, la Iglesia se manifiesta al mundo (cf
SC 6; LG "). El don del Espíritu inaugura un tiempo nuevo en la "dispensación del Misterio":el
tiempo de la Iglesia, durante el cual Cristo manifiesta, hace presente y comunica su obra del
salvación mediante la Liturgia de su Iglesia, "hasta que él venga( 1Cor, 11,26). Durante este
tiempo en la Iglesia, Cristo vive y actúa en su Iglesia y con ella ya de una manera nueva, la propia
de este tiempo nuevo. Actúa por los sacramentos; esto es lo que la Tradición común de Oriente y
Occidente llama "la Economía sacramental", ésta consiste en la comunicación (o "dispensación")
de los frutos del misterio pascual de Cristo en la celebración de la liturgia
"sacramental" de la Iglesia.
LA COMUNIDAD DE LA IGLESIA
La Iglesia nace y crece de la certeza de los discípulos de que Jesús está vivo y de la fuerza del
espíritu santo. Estas comunidades que se reunían para escuchar la Palabra de Dios, para
compartir sus bienes, para orar y para partir el pan en recuerdo de la Cena del Señor, poco a
poco, se fueron organizando y bajo la guía de los apóstoles empezaron a ser signo del amor de
Dios en medio de la humanidad.
La iglesia es el gran signo de Jesús y ella nos ofrece los sacramentos, signos del amor de Jesús,
para que nosotros podamos vivir como verdaderos hijos de Dios y hermanos entre nosotros (Ver
CIC 737-741).

ESPÍRITU SANTO, ESPÍRITU DE JESÚS

Ante la desolación que sentían sus discípulos al saber que Jesús moriría pronto, él les promete
cinco veces que les envía su Espíritu para que quede con ellos, los guíe, los enseñe y les anuncie
lo que vendrá (Juan 15-17 y 25-26; 15, 26-27; 16, 7-8 y 16, 13-15).El día de Pentecostés, en su
primer discurso como vicario de Cristo, Pedro señala que Jesús tenía que ser exaltado para
convertirse en fuente de vida para todos sus hermanos y que su ascensión a los cielos fue signo
de que llegó al Padre para enviar el Espíritu prometido (Hch 2 14-36).
La presencia del Espíritu Santo fue un consuelo tan grande para los discípulos, que por eso se le llama
consolador. También lo llaman Paráclito, que significa "abogado", pues, al ser Dios mismo, nos conoce bien,
sabe lo que necesitamos y dirige nuestra oración y nuestra vida:
 Nos muestra la verdad sobre Dios, nosotros mismos y el mundo en que vivimos.
 Nos ayuda a comprender y a vivir la grandeza de la ley del amor.
 Nos guía al discernir sobre el bien y el mal, y al elegir nuestro estado y estilo de vida.
 Nos defiende del mal y nos ayuda a identificar y vencer las tentaciones.
 Aboga por nosotros, presentando al Padre lo que necesitamos en una oración sincera.
REFLEXIONO
Los seguidores de Jesús estamos en excelentes manos. Ábrete a la presencia del Espíritu en ti y revisa los
cinco puntos anteriores, dejándote iluminar y guiar por él. ¡No pierdas nunca la paz interior! ¡El Espíritu de
Dios, el Espíritu de Jesús te acompaña siempre. (Jn 14, 15-17).

EL ESPÍRITU SANTO EN NUESTRA VIDA


Sin el alma, E aunque un órgano o miembro del cuerpo esté completo, no sirve; es un cadáver. Sin el Espíritu
Santo en nuestra vida, sólo somos cristianos de nombre: inútiles ramas secas en el tronco de la vid (Jn 15,5).
En cambio, cuando el Espíritu Santo vive en nosotros, nos fuerza, gozo, poder, alegría…. Su acción nos:
 Abre a la vida de Dios, ayudándonos a vencer los prejuicios, reconciliarnos, propiciar la unidad en la
diversidad, trabajar por la justicia y la paz.
 Libera de adicciones que nos esclavizan al placer y los bienes materiales, permitiéndonos actuar
con libertad ante las presiones socioculturales contrarias al Evangelio.
 Ilumina para conocernos a nosotros mismos y descubrir la presencia de Dios en nuestra historia.
 Proporciona paz en el sufrimiento, cuando nuestras expectativas no se cumplen y ante la falta de
seguridad en la vida.
 Mantiene la esperanza de un mundo mejor aquí y ahora, y del que gozaremos para siempre de Dios
y de nuestros seres queridos en la vida futura.
ORDENO
Ordena las cinco acciones del Espíritu Santo, según la necesidad que tengas de ellas en esta etapa de tu
vida cristiana. Haz unos momentos de oración abriéndote por completo a la obra transformadora del espíritu
que habita en ti. (Jn 16, 12-15).

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