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Las teorías de la comunicación, con clara incidencia en el ámbito de los mass media y en la gestión
política han analizado ampliamente cuáles son las características tanto del emisor como del
receptor y del medio de transmisión en la gestión y divulgación masiva de información. Como
amplificadores de la realidad o, mejor dicho, de los discursos sobre la realidad, estos medios de
comunicación resultan fundamentales a la hora de gestionar situaciones de riesgo o de otros que
potencialmente pueden llegar a serlo. En concreto, hay que tener en cuenta tres factores básicos:
Atractivo. No sólo se refiere a un atractivo físico (que siempre es relativo a los ojos de los receptor)
sino que hace referencia a la inteligencia interpersonal del emisor (es decir, la autoestima o la
percepción de sentirse bien con uno mismo) y la inteligencia interpersonal o empatía (capacidad
para ponerse en el lugar del otro y establecer relaciones de mutua confianza)
Solvencia. El emisor debe generar la percepción de que es un experto, es decir, que tiene
conocimientos importantes sobre aquello de lo que está hablando.
Coherencia. El mensaje o la información debe tener coherencia interna, es decir, no debe contener
informaciones contradictorias. A menudo, como hemos visto al principio, determinados discursos
contradictorios se suceden sin solución de continuidad, lo que termina por generar desconfianza
en la información recibida.
Repetición. El mensaje debe ser repetido para incidir sobre el receptor, pese a este punto hay que
ser cuidadosos pues una excesiva repetición puede generar saturación informativa y pérdida de
atención o reactancia a seguir el mensaje.
Tipo de contenidos. Básicamente, una campaña de comunicación social debe saber combinar
adecuadamente contenidos de carácter racional con contenidos de carácter emocional. El
predominio de uno o otro tipo de contenidos dependerá del nivel de conocimiento del receptor y
de sus características. Sin embargo, una vez más, el excesivo énfasis en los contenidos
emocionales puede terminar generando insensibilidad sobre el tema en cuestión.