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Objetivo: El objetivo del presente trabajo consiste en analizar la economía peruana desde

sus orígenes, buscando comprender la trayectoria recorrida hasta la conformación del estado
aproximadamente. El trabajo concluye que, a pesar de algunos intentos durante el siglo
XIX, poco ha cambiado la especialización productiva del país desde la conquista española y
sigue lejos de poder alcanzar el desarrollo.

Introducción: El objetivo del presente trabajo consiste en analizar la economía peruana


desde sus orígenes buscando comprender la trayectoria recorrida hasta la etapa de 1930.
El trabajo concluye que a pesar de algunos intentos durante el siglo XIX, poco ha cambiado
la especialización productiva del país desde la conquista española y sigue lejos de poder
alcanzar el desarrollo.
Este trabajo presentará la economía peruana de la colonia, destacando la importancia de la
explotación minera y los primeros gobiernos independentistas. Posteriormente
desarrollaremos la economía del guano y el salitre que se expandió en detrimento de la
caída en la producción minera y en paralelo de una política modernizadora del Estado, que
culminó en una grave crisis fiscal y en un enfrentamiento armado con Chile.

La economía del guano y el salitre (1845-1878)


Durante el período que transcurre desde 1820-1824 hasta 1845 la economía peruana estuvo
al ritmo de la disputa política interna entre los distintos caudillos hasta que se logró cierta
estabilidad, con la elección que consagra presidente a Ramón Castilla (1845-1851). El
principal elemento que se destaca de este período es una fuerte caída en la producción
minera. En cambio, aparecen el guano y el salitre en las zonas costeras del sur, como nuevas
producciones orientadas a la exportación, que ordenan el funcionamiento de la economía y
serán sumamente relevantes para financiar al Estado.
Respecto al contexto internacional, si bien la economía peruana ya estaba integrada a un
tipo de división internacional del trabajo desde el período colonial, el crecimiento de la
exportación de guano y salitre marcó el ritmo de la economía peruana y, en la misma
sintonía que el resto de la región donde se consolidaban los modelos primario-exportadores,
lo hizo marcado por la influencia de la hegemonía global inglesa.
A pesar de que el cambio se produjo desde la explotación de un recurso mineral metálico a
la explotación de un recurso mineral no metálico, este cambio tuvo una serie de
consecuencias muy importantes sobre la economía peruana. Por un lado, durante la época
virreinal y el auge de la explotación minera existía una suerte de reparto de funciones entre
las sierras del interior (donde estaban los yacimientos) que se encargaban de la explotación
del recurso, y las costas (donde estaban los puertos de exportación) que organizaba su
comercio. Pero, a diferencia de la plata, la producción de guano no necesitaba ser
transformada ni transportada para su comercialización, ya que se hallaba en unas cuantas
islas al lado del mar. Por ello, los encadenamientos hacia el resto de la economía fueron
menores: la exportación de guano no requería demanda de insumos (sal, mulas, llamas,
mercurio, tejidos, cuero, sebo y pólvora), ni de los servicios de infraestructura y transporte
(construcción de caminos). De esta forma, “el multiplicador” de la demanda resultaba
mucho menor. La mayor relevancia del guano en la economía peruana se refleja en un
aumento de la recaudación fiscal y en las exportaciones hacia 1850, en tanto que la
producción total de plata disminuye.
Respecto a la organización interna de la explotación del guano, antes de 1842 la explotación
se producía mediante un sistema de licencias, primero privadas y, entre 1842-1847, de
sociedad mixta de capitales ingleses y franceses con el Estado. Hacia 1850 el presidente
Castilla entregó grandes concesiones para la extracción y comercialización de guano a las
elites peruanas. Un tiempo más tarde, el presidente José Rufino Echenique (1851-1855)
dispuso el reconocimiento de las deudas impagas durante el periodo guerra. De este modo,
en base a los recursos del guano y el negocio financiero, se buscó fortalecer el orden interno
mediante la creación de un sistema de alianzas con las elites locales.
Esta nueva estructura dio lugar al nacimiento de una elite comercial y financiera alrededor
de los “consignatarios del guano”. Estos, además, pudieron actuar como prestamistas de un
Estado en hambruna monetaria, lo que les permitió convertirse en agentes financieros del
gobierno, un negocio mucho más lucrativo que el de la inversión de esos mismos capitales
en otras actividades como la agricultura o minería.
Desde el punto de vista de la clase dirigente peruana, las principales trabas al desarrollo
económico en esta etapa se debían principalmente a la falta de vías de comunicación, la
falta de población y, sobre todo, a la escasez de capitales.
Ahora bien, las fuertes transferencias de recursos por las concesiones de guano y el sistema
de endeudamiento buscaron solucionar dicha escasez de capitales, transfiriendo capitales a
manos privadas con los que se sentaron las bases de las primeras relaciones capitalistas.
Esta elite no estaba verdaderamente interesada en llevar adelante su propia revolución
democrática en la economía y en el Estado, así como avanzar en la desintegración de las
relaciones de producción de origen pre-capitalista, que liberasen recursos y mano de obra
para iniciar la acumulación, sino que seguía vinculada social e ideológicamente con las
formas de acumulación dominadas por las clases terratenientes. El problema era que estos
comerciantes no sólo no eran “burgueses” (en el sentido de organizadores de fuerza de
trabajo) sino que tampoco eran normativamente “nacionales”: en la práctica resultaban
profundamente dependientes de las relaciones comerciales con el extranjero.
Respecto a la infraestructura, hacia 1870 y con la llegada de la elite liberal modernizadora
al gobierno, representada por Manuel Pardo (1872-1876), se generó un importante
programa de construcción de ferrocarriles con la visión de que éstos removerían los
obstáculos al crecimiento y prepararían al país para su desarrollo económico, tomando
créditos extranjeros en base a las rentas del guano3.
Durante todo este período, los ingresos fiscales del Estado peruano estuvieron casi
completamente determinados por la exportación de guano, y en segundo lugar por los
préstamos tomados con el grupo de los consignatarios locales y el exterior.
Sin embargo, hacia 1870 la extracción de guano también se hizo más dificultosa. A partir
del año 1870 las exportaciones de guano sufren una fuerte caída con un leve repunte en el
año 1874, aunque sin lograr recuperarse. Al mismo tiempo, los precios de venta
disminuyeron por la competencia con fertilizantes químicos, a la vez que las necesidades
financieras del Estado no habilitaban retrasos en la liquidación de los consignatarios. Ante
esta situación, el gobierno liberal de Pardo decidió entregar el monopolio comercial y
financiero a la firma francesa Dreyfus, obteniendo mejores condiciones financieras para el
Estado, con la intención de sacar un importante flujo de ingresos de aquéllos.
Lamentablemente, estas medidas no dieron el resultado esperado, lo que culminó con
el default de la deuda del Estado peruano y puso fin al ciclo de expansión guanero.
En cuanto a la explotación de salitre, ésta tuvo un régimen diferente ya que su
incorporación como mercancía al comercio internacional se produjo algo más tarde. Hasta
1868, la explotación era libre, momento a partir del cual se establece un impuesto. Hacia
1873, para igualar la explotación con el nuevo régimen monopólico privado del guano, se
estableció el monopolio estatal de su comercialización, y en 1875, en medio de la crisis
fiscal del Estado, se dispuso la expropiación de las salitreras.
La estatización de las salitreras y otros elementos desataron el conflicto armado conocido
como “Guerra del Pacífico” en 1879 entre Perú y Bolivia con Chile. La guerra culmina en
1883 con la victoria chilena, y con la anexión a territorio chileno de las provincias salitreras
de Tarapacá y Arica en el desierto de Atacama, y la clausura de la salida al mar del
territorio boliviano.
Como balance de este período, podría decirse que el resultado de los ingresos del guano y el
salitre en términos de desarrollo fue casi nulo. La renta del guano que obtenía el Estado
peruano se esfumó en cubrir las necesidades de su burocracia interna (ejército,
administración, estructuras políticas, etc.) y la otra parte, obtenida por los consignatarios
nacionales, por un lado fluía al Estado para valorizarse bajo la forma de nuevos empréstitos
y, por otro lado, servía para pagar la importación de bienes de consumo suntuarios. Fue
debido a este tipo de consumo, que en el período 1850-5 a 1860-6 las importaciones totales
crecieron un 51%. A su vez, y a contramano de cómo se lo había planificado, los
ferrocarriles no lograron traccionar el resto de la economía debido a la fragmentación y
estrechez del mercado interno, la baja productividad de muchos sectores, y la existencia de
relaciones coloniales ejercidas por algunos grupos que detentaban sobre una porción
relevante de la fuerza de trabajo.

La república oligárquica y la “Patria Nueva” (1895-1930)


El fin del conflicto armado con Chile dejó muy afectada a la economía peruana. El período
que transcurre desde 1883 a 1895 fue de “reconstrucción de la economía nacional”. En el
plano político, estuvo marcado por disputas económicas por el poder entre los caudillos, y
en el plano económico implicó el agotamiento del guano y el salitre y la vuelta de la minería
(de la mano del cobre) junto con la aparición de otras producciones agropecuarias (azúcar,
algodón, y lana).
En el plano político, el período que se inicia en 1895 tiene dos etapas. La primera que va
desde 1895 a 1919 es de predominio de gobiernos aristocráticos, agrupados en torno del
partido civil conformado por familias limeñas que gozaban de poder económico y prestigio
social. Este primer período fue la edad de oro del modelo oligárquico primario exportador.
A partir de la segunda etapa, el poder oligárquico comenzó a ser cuestionado con la
emergencia de una clase media constituida por empleados estatales, civiles de las fuerzas
armadas, comerciantes y profesionales. Estas transformaciones se consolidaron hacia 1920
con el gobierno de Augusto Leguía y Salcedo (1919-1930), gobierno conocido bajo el
nombre de “oncenio de Leguía”, debido a los 11 años de gobierno de este presidente. En
términos políticos, si bien Leguía era miembro del “partido civil” oligárquico, durante su
gobierno llevó a cabo medidas de apertura democrática a las clases medias, y brindó el
reconocimiento de derechos a las comunidades indígenas reflejado en el dictado de una
nueva constitución y en la supresión de algunos beneficios que los “civilistas” habían
concedido a los grandes terratenientes del sur.
En el plano económico, la principal actividad de la economía peruana continuó siendo la
exportación de materias primas. Sin embargo, culminada la etapa del guano y el salitre, en
este período aparece la exportación de cobre y petróleo. Ambos productos de exportación
irrumpieron con mucha fuerza: en el caso del petróleo, entre 1900 y 1930 éste pasó de no
tener registro dentro de las exportaciones, a representar un 30% del valor total de las
mismas.
En cuanto al cobre, en julio de 1901 se sanciona un nuevo código minero. Éste declaraba la
propiedad minera de los yacimientos perpetua e irrevocable, donde la única causal de
caducidad era la falta de pago del canon al Estado nacional. A la vez, la importación de
maquinaria e insumos requeridos para tal fin estaba exenta del pago de derechos aduaneros.
El régimen de trabajo en la mina se regía por el sistema de “enganche” que consistía en el
reclutamiento de trabajo indígena por salarios insuficientes y muchas veces de manera
compulsiva, con un sistema de “endeudamiento” donde la calidad de deudor permanente los
sujetaba a una relación coercitiva con su empleador. En cuanto a su producción, entre 1901
y 1929 la producción de cobre se incrementó cerca de un 460%; sin embargo el fuerte
crecimiento del resto de las exportaciones provocó que su participación en el total no
aumentara tanto.
En cuanto a la producción de azúcar, ésta estuvo controlada por los terratenientes del sur,
los cuales fueron muy importantes durante las primeras etapas de los gobiernos civilistas-
oligárquicos. Entre 1900 y 1920, las exportaciones de azúcar representaron entre un cuarto
y un tercio de las exportaciones totales, para luego perder protagonismo frente a la
expansión de la actividad petrolera y minera.
El rasgo distintivo de esta época es la participación a gran escala del capital extranjero en el
control de los resortes centrales de la economía peruana, en particular del capital
norteamericano. El capital británico poseía la Peruvian Corporation, una empresa que tenía
un predominio absoluto del transporte pesado y que en esta época obtuvo la concesión de
los ferrocarriles por 75 años. El capital norteamericano por su parte, poseía la Cerro Pasco
Mining Corporation y la Southern Peru Copper, las cuales tenían el control sobre la
explotación de cobre, la International Petroleum Corporation (IPC) que dominaba la
explotación de petróleo, y la compañía Grace, dedicada a la producción agropecuaria y con
participación en el transporte marítimo.
Respecto a la cuestión demográfica, la escasez de población siempre significó un problema
para el desarrollo de la economía peruana. Durante la época anterior a la conquista el
territorio del altiplano ocupado por el imperio Inca, estaba muy poblado. Sin embargo, con
la llegada de los conquistadores españoles y el sometimiento de los pueblos originarios, la
densidad demográfica tardó cuatro siglos en recuperar sus niveles: no fue sino hasta los
primeros años del siglo XX que la población alcanzó el nivel que había tenido antes de la
conquista. En ese ínterin la política estatal estuvo fuertemente enfocada en los programas de
promoción de la inmigración europea y asiática.

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