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El profeta Malaquías es el último profeta del AT.

El escribe
durante el ministerio de Esdras y Nehemías. Durante ese tiempo el
pueblo de Dios había regresado de su exilio. Y en vez de estar
alegres por haber regresado a su tierra natal el pueblo está
desmotivado. Están viviendo en la tierra prometida, pero es un
pueblo deprimido. El profeta Malaquías los llama a renovar su fe
en Dios.

El pueblo de Dios era un pueblo corrompido por el pecado y


fue por eso que fueron llevados en cautiverio durante 70 años.
Malaquías les anuncia que el Mesías vendría. Y que este Mesías
vendría a purificar la nación. Aunque el pueblo de Dios era un
pueblo rebelde Dios prometió perdón de pecados. El Mesías
purificaría la nación, pero también castigaría al impío. El justo
recibirá la recompensa de Dios, pero el impío recibirá el justo
castigo de Dios.

Fíjate cómo se revela Dios. El se revela como un Dios


dispuesto a perdonar a su pueblo. Un Dios dispuesto a bendecir a
su pueblo. ¿Y Por qué? ¿Por qué Dios actúa de esa manera con un
pueblo rebelde, de dura cerviz, un pueblo que le ha fallado a Dios
miles de veces? ¿Por qué Dios está dispuesto a tener misericordia
del pueblo de Israel? El profeta nos dice: porque nuestro Dios es
Jehová. ¡Dios es Jehová! El es el Dios eterno y más aún El es el
Dios inmutable. “Porque yo Jehová no cambio”. Jehová es el
nombre del Dios del pacto. Dios ha hecho una promesa de ser el
Dios de su pueblo para siempre. Aunque el pueblo le abandonó,
Dios no abandonó a su pueblo. Dios castiga a su pueblo, pero
jamás lo abandona. Su castigo parecerá como un abandono. Pero
realmente no es así. Dios es el mismo. El no cambia ni puede ser
cambiado. El es inmutable. El es el Dios del pacto. Y es por eso que
ustedes hijos de Jacob no habéis sido consumidos. Es porque
nuestro Dios es fiel a sus promesas que ustedes no han sido
destruidos de la faz de la tierra. Dios no es inconsistente sino todo
lo contrario. Dios posee una inmutable constancia.

Esta expresión es en respuesta a una queja del pueblo de


Dios. El pueblo de Israel se estaba quejando de Dios. Quejándose
de porqué Dios tardó en rescatarlos de la tierra de cautividad. El
pueblo estaba acusando a Dios de crueldad y de negligencia. Dios
te tardaste tanto es sacarnos de nuestro sufrir. A lo cual Dios les
responde: ¿Tú sabes porque tú estás vivo todavía?, ¿Tú sabes el
por qué tú respiras todavía? Tú estás vivo porque yo soy Jehová.
Asómbrate de que no hayas sido destruido del todo o fulminado
terminantemente. Yo no te he dado lo que tú mereces por tu
pecado. Tú estás aquí hoy en la tierra prometida no porque tú eras
excelente como pueblo, no porque te has portado bien conmigo
sino porque yo soy Jehová que no cambio. Y tú en vez de
humillarte ante mí te crees que eres la última coca-cola del
mundo. Estás vivo hoy porque yo soy Jehová. Yo soy inmutable en
mi ser, en mis atributos y en mis propósitos.

I. Dios es inmutable en su esencia

II. Dios es inmutable en sus atributos

III. Dios es inmutable en sus propósitos

IV. Aplicación práctica.

I. Dios es inmutable en su ser o esencia:

Todo lo que Dios es hoy El siempre lo ha sido. Dios no puede


crecer, desarrollarse o mejorarse, El es inmutable. El no puede
cambiar porque si cambia o sería para lo mejor, pero esto no es
necesario porque El es perfecto. El no puede cambiar porque si
cambia podría ser para lo peor, lo cual es imposible porque El es
perfecto. Nada puede cambiar a Dios. Nadie puede cambiar a Dios.
Su esencia es perfecta. No puede envejecerse. No puede
deteriorarse. El no puede matarse así mismo. El es inmutable en
su esencia.

No solo no hay cambio en Dios, sino que no hay posibilidad


alguna de cambio en Dios. ¿Por qué? Porque Él es bueno, es decir,
perfecto. La bondad absoluta significa la absoluta perfección de su
ser.

Todo cambia nuestro alrededor. Hay cambio, hay


crecimiento y desarrollo. Inclusive la naturaleza humana de Jesús
cambió. El como Dios, en su naturaleza divina no cambia. Hebreos
13:8 “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” Pero
Jesús sí cambió en su naturaleza humana. El nació como bebé, se
hizo niño y creció hasta convertirse en adulto. No solo su cuerpo
creció sino también su alma maduró. Nos dice Lucas 2:52 “Y
Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con
Dios y los hombres.” Pero en su naturaleza divina Jesús no
cambia porque Él es Dios sobre todas las cosas y bendito por toda
la eternidad.

II. Dios es in mutable en sus atributos:

Todos los atributos o perfecciones de Dios son siempre los


mismos. Es imposible que Dios sea algo distinto de lo que El es
hoy. Es imposible que Dios deje de ser misericordioso. Nosotros
cambiamos. Constantemente cambiamos. Hoy estamos bien
mañana mal. Hoy hacemos el bien y mañana hacemos el mal. Hoy
prometemos algo y mañana rompemos nuestras promesas. Pero
Dios no es así. Dios es santo y siempre será santo. Dios es justo y
perpetuamente será así. Dios es fuego consumidor, ira destructora
y El siempre permanecerá así. El no puede llamar hoy pecado a lo
malo y mañana llamar bueno al pecado. Eso es lo que el mundo
espera de Dios que El llame a lo bueno malo y a lo malo bueno. El
mundo no soporta la inmutabilidad de Dios. El mundo no puede
vivir con ella, porque sabe que la perfección moral de Dios les
alcanzará.

Pero para la Iglesia es un consuelo el saber que Dios no


cambia en sus atributos y perfecciones. Su amor es el mismo, su
santidad es la misma, su bondad es la misma y jamás se agotará.
Nada de lo que El hace agota sus perfecciones. Cuando el creó los
cielos y la tierra El no se cansó. Cuando El usa de su omnipotencia
El no agota su poder. Todo para El es extremadamente fácil. El no
cambia. Cuando trabajamos nos fatigamos, cuando practicamos un
deporte por igual. Pero en Dios no existe el cansancio. Nada fatiga
a Dios. El es inmutable en sus atributos. Es por eso que la Biblia
dice que su verdad permanece para siempre. Salmo 119:89 “Para
siempre, oh Jehová, Permanece tu palabra en los cielos.” Y su
misericordia es para siempre, Salmo 100:5“Porque Jehová es
bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por
todas las generaciones.”

III. El es inmutable en su propósito:

La voluntad de Dios no cambia. Sus propósitos jamás


pueden ser cambiados. No pueden ser cambiados por El ni por
nadie. Sus propósitos son eternos. Como Dios es perfecto entonces
no hay necesidad de que cambie sus planes. Salmo 33:11 “El
consejo de Jehová permanecerá para siempre; Los
pensamientos de su corazón por todas las
generaciones.” Isaías 46:9-10 “Acordaos de las cosas pasadas
desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro
Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir
desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era
hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que
quiero;”

Pero si el consejo de Jehová no cambia, entonces sus


propósitos no cambian. Pero si esto es así cómo explicamos que la
Biblia nos habla del arrepentimiento de Dios. Y esto implica
frustración de parte de Dios. Por ejemplo, en Génesis 6:6 “Y se
arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le
dolió en su corazón.” Algunos toman estas palabras literalmente
y dicen que Génesis da a entender que Dios se arrepintió como si
después de haber hecho al hombre y el hombre pecar Dios dijera
me equivoqué al crear al hombre. Dios estuvo frustrado.

Para poder entender este pasaje es importante tener


presente toda la Biblia. La Biblia habla de que Dios no cambia. De
que sus propósitos no cambian, porque Dios es prefecto en todo lo
que hace. Y un pasaje explícitamente dice que es imposible que
Dios se arrepienta verdaderamente. Números 23:19 “Dios no es
hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se
arrepienta [lit. para que El cambie su mente]. Él dijo, ¿y no
hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”. Este pasaje confirma lo que
estamos diciendo que Dios es inmutable en sus propósitos. El no
cambia su mente. Lo que El dice El lo cumple. El no miente y por
tanto no se arrepiente porque no puede hacer nada malo.
Teniendo esto presente, entonces, cuando Génesis habla del
arrepentimiento de Dios no podemos entenderlo de un
arrepentimiento en el sentido de frustración en Dios o cambio en
el ser de Dios o en sus planes. Moisés habla metafóricamente,
figuradamente. Y lo que quiere decir es Dios en su plan eterno e
inmutable había incluido un cambio en sus tratos con el hombre, y
Dios describe ese cambio en lenguaje humano como si fuera un
arrepentimiento. Hermanos, en su propósito eterno Dios incluye
muchos cambios en el mismo. Hablamos de antes de Cristo o
después de Cristo. Hablamos del pacto de la circuncisión y la
abolición del pacto de la circuncisión. Tales cambios fueron
cambios establecidos en el plan eterno de Dios. Algunos parecen
contradictorios para nosotros, como crear al hombre y después
destruirlo. Pero tal cambio no ocurre ni el ser de Dios, ni en sus
atributos ni en sus propósitos, porque Dios es inmutable.

IV. Aplicaciones prácticas:

1. Mira el amor tan grande que Dios tiene por su pueblo. Su amor
por nosotros es inmutable. Su plan de redimirnos y llevarnos a la
gloria es inmutable. Dios nunca nos desechará. Aunque nosotros
merecemos que nos deseche. Fíjate lo que Dios le dice al pueblo de
Israel. Malaquías 3:6-7 “Porque yo Jehová no cambio; por esto,
hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de
vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las
guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha
dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de
volvernos?” Dios nos destruyó a su pueblo, aunque tenía razones
suficientes para hacerlo. Durante toda su vida el pueblo de Israel
ha sido desobediente. “Desde el día de vuestros padres os
habéis apartado de mis leyes y no las guardasteis”. ¿Acaso no
tenía razones Dios para desechar a un pueblo rebelde y de dura
cerviz, es decir, orgulloso? Y la respuesta es que sí. Aun así, Dios es
fiel a su pacto. Él es fiel a sus promesas. ¿Y acaso no podemos
decir lo mismo de nosotros? ¿Acaso no tiene Dios razones para
desecharnos? ¿Le amamos con todo nuestro, corazón nuestra
mente, nuestra alma y nuestras fuerzas? ¿Acaso Dios no soporta
las veces que le hemos dado una adoración superficial cuando
nuestro cuerpo está aquí, pero estamos distraídos mirando a los
niños, hablando con el hermano en el culto de adoración cuando
deberíamos estar atentos a lo que se hace? ¿Acaso Dios no tiene
razón para desecharnos cuando no leemos su Palabra que nos ha
dejado para que la estudiemos? ¿Acaso no tiene razón Dios para
desecharnos cuando no hemos trabajado con nuestros pecados de
orgullo, impaciencia, envidia, vanagloria, pecados sexuales,
descontento, mundanalidad, falta de compromiso, inconsistencia
en la asistencia a la iglesia, falta de apoyo económico a la iglesia,
falta de apoyo a los cultos de la iglesia, insumisión de las esposas y
falta de ejercer un liderato fiel, amoroso y respetuoso a nuestras
esposas, falta de oración, etc.? ¿No le damos razones todos los días
para que nos abandone totalmente? La respuesta es que sí. Dios
demuestra su enojo cuando no nos bendice. Si buscamos la
bendición de Dios debemos buscarla acompañada de obediencia.
Pero, aunque todos los días le damos razones a Dios para que nos
deseche, Él ha dicho: “Porque yo Jehová no cambio; por esto,
hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.” Nuestra salvación
descansa exclusivamente en su misericordia. ¡Cómo no debemos
darle a Dios la mayor consagración de vida que Él se merece!
¡Cómo esto nos debe llevar a servirle, a servir a su Iglesia, a
trabajar por el Señor, a buscar ganar almas para Cristo, a darle a Él
lo mejor de nuestro esfuerzo, de nuestro tiempo, nuestros
talentos! ¿Cuán agradecidos somos de su misericordia? ¿De su
paciencia con nosotros? Todo esto debe impulsarnos a vivir para
Dios porque su inmutabilidad implica favor eterno.

Dios es inmutable en su ser, sus atributos y en sus


propósitos. Y porque Dios es así nosotros debemos confiar
plenamente en El, viviendo para Él.

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