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Origen del Derecho Internacional Privado.

Muchos autores han tratado de encontrar el origen del Derecho Internacional Privado en

lo más remoto de la antigüedad, es decir, que ha sido considerado un derecho tan antiguo como

el hombre mismo y, al mismo tiempo, contemporáneo con él. Esta tesis es sostenida por el

Profesor Zeballos, autor argentino, del libro “Derecho Internacional Humano”. (Iñiguez, Pág. 45)

Esta opinión ha recibido una generalizada crítica, ya que el motivo que existiesen

situaciones de hecho que reclamaban soluciones jurídicas y para las cuales el derecho existente

para ese entonces era completamente ineficaz por no estar técnicamente estructurado,

demuestra la inexistencia de tal derecho y la necesidad de incorporarlo para solucionar aquellas

situaciones que hoy reciben los beneficios del Derecho Internacional Privado.

Así mismo, en el Derecho Romano se encuentra el origen del Derecho Internacional

Privado, ya que el “ius gentium”, apéndice del Derecho Civil romano, era un conjunto de normas

de las cuales podían participar tanto los romanos como los extranjeros y, en un sentido más

amplio, como el conjunto de normas aplicables a todos los pueblos sin distinción, por el sólo

hecho de ser gentes. Sin embargo, el “ius gentium” no tiene razón de ser en el tiempo del

Emperador Caracalla, con la adopción de la Constitución que puso en vigencia dicho magistrado,

pues el extranjero fue asimilado al romano, existiendo prácticamente un solo Derecho Civil: el

“ius proprium civium romanorum”, sin que se pueda considerar una razón suficiente el invocar la

existencia de algunas normas de coincidencia con el Digesto romano (Iñiguez, Pág. 46).

Es, entonces, cuando se considera que el Derecho Internacional Privado sólo aparece

mucho tiempo después, es decir, cuando se presentan problemas de personalidad y territorialidad

de las leyes, es decir, en la época de los estatutos en plena Edad Media. En esta época, los

conflictos de leyes que ocurren de carácter territorial y personal, son solucionados a través de

glosas hechas al Derecho romano, fundándose con ello una nueva Escuela Jurídica que fue la de

los glosadores.
La personalidad y territorialidad de las leyes.

De acuerdo a la evolución histórica del Derecho Internacional Privado, se considera que los

primeros intentos en tomar en cuenta los elementos de extranjería presentes en determinadas

relaciones jurídicas, fue el denominado sistema “Ius Gentium”, desarrollado entre los años 241 y

212 A.C. aproximadamente (Madrid, Pág. 33). Este Derecho de Gentes estaba conformado por

normas materiales que eran aplicadas por el “Praetor Peregrinus”, a las controversias entre los

ciudadanos romanos y extranjeros o peregrinos. El Pretor romano aplicaba a estas disputas las

normas romanas flexibilizadas a través de la razón natural y los principios generales del Derecho,

por lo que el “Ius civile” se convertiría en un Derecho especial.

El “Ius Gentium” nació de la combinación de dos procedimientos: el primero, referido a la

recepción o aplicación del Derecho extranjero en hipótesis particulares; y el segundo, relativo a

la transformación de la institución extranjera e una institución nacional territorial. El incesante

intercambio comercial entre las ciudades italianas y las comunidades del norte de África y el Asia

menor, contribuyó al auge del “Ius gentium”. Pero sólo por una época, porque perdió terreno

cuando el emperador Caracalla, en el año 212 d.c., otorgó la ciudadanía romana a todos los

ciudadanos libres que residieran en el territorio del Imperio.

Durante la temprana Edad Media (siglo V al VIII), con ocasión de las invasiones bárbaras al

territorio que ocupó el antiguo Imperio romano, se desarrolló el llamado sistema de personalidad

de las leyes. La base del Estado bárbaro era la población y no el territorio, y el Derecho

respondía a esta característica. Por tal razón, sobre un mismo territorio regían diversos sistemas

jurídicos, pues cada tribu vencedora traía su propio ordenamiento jurídico tribal.

Ahora bien, el sistema de la personalidad de las leyes implica una doble concepción subjetiva del

Derecho, por cuanto debido al carácter que tiene el grupo social que le sirve de base y, por otro

lado, la significación que posee la persona en la vida jurídica. Para resolver los inconvenientes de

la determinación del Derecho aplicable, se utilizó una técnica que constaba de dos fases. La

primera era la “professio iuris”, para determinar la ley personal de cada individuo involucrado.
La segunda etapa consistía ene la aplicación de una serie de normas atributivas que tomaban en

cuenta la naturaleza de la relación y el protagonismo de los intervinientes.

Con el paso de los siglos, se confunden las tribus hasta formar una población unificada y el

Derecho de la tribu prevaleciente se impuso como Derecho local o provincial. Así mismo, el

triunfo del Derecho romano y el proceso de estatización del Derecho contribuyeron en forma

decisiva al debilitamiento del sistema de la personalidad de las leyes. Luego de este sistema,

comenzó a desarrollarse uno completamente opuesto, el de la territorialidad. Con el término de

territorialidad se suele designar, por un lado, la aplicación por el juez de su propio Derecho en

todos los casos y, por otro, se emplea palabra territorialidad para referirse a la aplicación de la

regla “Lex rei sitiae” a los bienes inmuebles. Se debe resaltar que ambas soluciones conducen a

la aplicación del Derecho propio aunque por vías diferentes.

Suele referirse al sistema feudal la completa supresión de la personalidad de las leyes, pero

también se debe señalar que otras causas contribuyeron a tal efecto. El sistema territorial

desarrollado durante el feudalismo derivó del concepto de soberanía que tenían los señores

feudales, quienes confundían el poder político con el dominio territorial que ejercían. Cada

propietario de la tierra era el amo en sus dominios, hacía la ley, juzgaba, etc. Las ciudades

comerciantes italianas se presentaban como una buena oportunidad para el nacimiento del futuro

Derecho Internacional Privado, por tres razones fundamentales, tales como:


 Carácter económico: pues estos burgos eran particularmente prósperos y tenían

numerosos intercambios comerciales.

 Factor político: debido a que el feudalismo estaba menos arraigado en Italia que

en otros Estados, como Francia.

 Factor jurídico: pues las ciudades comienzan a darse su propio sistema jurídico.
Para algunos autores, a pesar del territorialismo, no hubo una supresión absoluta de la

personalidad de la ley, sólo se limitó su ámbito y se presentó de una manera diferente, Los

Glosadores.

Durante los siglos XII y XII comenzó a cobrar importancia la ciencia de los glosadores, al

cual tuve gran auge en al ciudad de Bolonia, ene l seno de la cual se desarrolla la noción del

Derecho romano, como el “Ius commune”, dándosele una dimensión universal (Madrid, Pág. 38).

Después de la invasión de los bárbaros, a finales del siglo V, el mundo occidental se

encontró dividido en dos partes: los ostrogodos en Italia y los borgoñones al este de esta región.

Los bárbaros respetaron la ley de los vencidos y fue lo que originó el sistema de la personalidad

del derecho, promulgándose posteriormente cuerpos de leyes escritas sobre las bases de

costumbres bárbaras. (Iñiguez, Pág. 46).

El Derecho romano sobrevive, se fortifica y rehabilita bajo la obra del emperador

Justiniano, años 527 al 565 d.c. y decae nuevamente en poder de los bárbaros. A finales del siglo

VI, los lombardos establecen un nuevo imperio y el Derecho romano se observa en vigencia de

ciertas ciudades que viven con relativa independencia como Roma y Rávena.

Para el siglo XII existía en la comunidad internacional de ese entonces, un Derecho

romano enriquecido en una forma diversa por un conjunto de derechos locales, como las leyes

“barbarorum”, las “leges romanae” impuestas por los bárbaros, el Derecho Canónico y, sobre

todo, por los estatutos o costumbres locales. Y en este siglo cuando, a pesar de esta mezcla

diversa, surge el Derecho romano con cultivadores completamente desconocidos que le dan un

impulso considerable, lo rehabilitan y los transforman en el derecho considerado como la razón

escrita de la humanidad.

La obra de este resurgimiento es producto de la actividad desplegada en este sentido por

la Escuela de Derecho que se establece en Bolonia en ese siglo. Dicha Escuela da nacimiento a los

glosadores, es decir, los juristas de la época que se encargaban de glosar al “Corpus iuris
civiles”, o Colección de Justiniano. Los más distinguidos glosadores fueron Pepo, Irmerio,

Buegaro, Martino, Jacobo y Hugo.

El Derecho Internacional Privado es tributario de su historia y en el comienzo mismo de

esa historia, surgen una doctrina y una práctica consuetudinaria que han marcado su evolución en

el transcurrir del tiempo, siendo las primeras concepciones teóricas, imprescindibles para

entender el desarrollo científico de esta rama del derecho (Bonnemaison, Pág. 31).

El trabajo de los glosadores comienza con el resurgimiento de los estudios del Derecho

romano, que tuvo lugar en el norte de Italia y alcanzó su mayor esplendor en la Escuela de

Bolonia. Su método de estudio consistía en la exégesis y la interpretación sistemática de los

textos romanos.

En el cuadro jurídico de la época coexistían el Derecho Romano superior y común, y los

ordenamientos particulares constituidos por los estatutos y costumbres de las distintas ciudades.

En la práctica, cuando surgían conflictos entre dos o más estatutos, o entre éstos y el Derecho

común romano, se buscaban las soluciones en los principios de este último. Por esta vía, los

glosadores lograron formular algunas máximas y principios de orientación extraídos de sus

estudios sobre el Código, el Digesto o las Pandectas.

El fundador de la glosa fue Irnerius, seguido por Aldricus y Acursio, y posteriormente fue

Jacobo de Rabean, Carolo de Toco, Cino de Pistoia, Petrus de Bellapertica y Arberico de Rosciata.

A éstos se les debe el mérito de fijar la construcción del Derecho Internacional Privado y de

haber puesto de nuevo al descubierto el espíritu jurídico que florecía en el Derecho Romano.

(Bonnemaison, Pág. 32).

Aldricus funda la doctrina científica del Derecho Internacional Privado, sosteniendo que si

hombres de diferentes provincias sometidas a costumbres diversas litigan ante el mismo Juez,

éste debe aplicar el Derecho que le parezca mejor y más útil (potior et utilitor), lo que por
muchos fue interpretado en el sentido que éste debe juzgar de acuerdo a lo que a su entender

sea mejor (Madrid, Pág. 39).

La más importante glosa se debe a Acursio. Éste compone la Gran Glosa a la Ley I del

Código de Justiniano. Se refería a la Ley “Cunctos Populus”, del Código de Justiniano. Esta ley

estaba dirigida a fijar los límites del imperio y fue propicia para plantear la cuestión sobre el

alcance de la aplicación de los estatutos y su esfera de competencia frente al Derecho Romano.

De este precepto de carácter religioso, dedujo Acursio que, por mandato de dicha ley, todos los

súbditos en cualquier lugar en que se encontrasen, estaban obligados a obedecer a la Ley de

Roma.

Igualmente, la Ley de Justiniano partía del supuesto de la existencia del imperio y de los

pueblos extraños. Fue así que la glosa planteó algunos principios de solución para los conflictos

que surgieran por la concurrencia de estatutos de diferentes ciudades sobre una misma relación

de comercio. Es por ello que se desarrolló la regla del “statutum non ligat nisi subditum”, para

asentar la siguiente fórmula: si un ciudadano de Bolonia contrata o negocia en Módena, no debe

ser juzgado según el estatuto de esta última ciudad sino por su estatuto de origen, que es el de

Bolonia, puesto que no está sometido a aquél, y así lo dice la ley “Cunctos populus”.

(Bonnemaison, Pág. 32)

Entre los glosadores franceses (1200 – 1350) se encuentran, entre otros, los siguientes:

Jacques de Révigny, Pierre de Bellperche y Guillermo de Cuneo. Jacques de Révigny es el primero

en analizar los efectos del estatuto inglés “el primogénito hereda todos los bienes del de cujus”.

Bellperche distingue por primera vez entre costumbres personales y costumbres reales; mientras

que Guillermo de Cuneo acoge la distinción anterior pero basándola en criterios diferentes (UCV,

Pág. 368)

identificada con la ley de la comunidad territorial. (Madrid, Pág. 38).

Teoría de los Estatutos.


A partir del siglo XVIII, comienza a desarrollarse una nueva teoría sobre el problema de la

personalidad y la territorialidad de las leyes, es decir, una teoría que trata de darle solución a los

problemas que se suscitan entre la aplicación del Derecho romano, por una parte, y los estatutos

o costumbres locales, por la otra (Iñiguez, Pág. 48).

A través de una nueva concepción del derecho, la Escuela jurídica subsiguiente de los

postglosadores trata de resolver las conflictos que se suscitaban entre los dos estatutos, el

territorial, que imponía el señor feudal, y el personal, es decir, el que reclamaba el individuo

como aplicable de acuerdo con la costumbre ya establecida de la “proffesio iuris”, es decir, de la

ley personal que le correspondiese, ya sea por pertenecer notoriamente a un grupo o

nacionalidad determinada, o ya sea por simple elección del interesado.

Posteriormente a la Escuela de los postglosadores, apareció en Francia, en el siglo XVI,

una nueva Escuela, la de D´Argentré, que se inspiró en algunos de los principios de su

antecesora, pero con un marcado retroceso en cuanto a que se vincula en una forma casi

absoluta al principio de la territorialidad de la ley.

Entre las características de los estatutos se tienen las siguientes: universalismo, carácter

romanista, solución de cada caso concreto y es un método analítico.

Los postglosadores.

En el siglo XIV aparecen los postglosadores, es decir, los juristas que continúan la labor

de los del siglo anterior, llegando a constituir una verdadera Escuela y de hecho constituyeron la

Escuela estatutaria italiana del siglo XIV. (Iñiguez, Pág. 49).

Esta Escuela tuvo como representantes principales a Bartolo de Sassoferrato, Saliceto y

Baldo. Y tuvo como características principales, el hecho de ser esencialmente romanista, es

decir, que la base de todas las soluciones jurídicas radicaban en el Derecho romano, al cual
glosaban, comentaban o interpretaban, adaptándolo a las exigencias de las nuevas realidades

sociales de la época.

En cuanto a metodología, los postglosadores eran fundamentalmente analíticos e

inductivos, no establecían reglas generales para solucionar los diversos problemas estatutarios

que podían presentarse, sino que analizaban cada caso en forma individual, dividiendo

distinguiendo siempre hasta llevar a la materia analizada a su mínima expresión. Por último, se

podría decir que prevaleció entre los postglosadores un gran criterio ecléctico, el cual sirvió para

caracterizar esa escuela como un verdadero movimiento científico del derecho.

El jurista Bartolo de Sassoferrato fue el que más se distinguió por la autoridad de sus

enseñanzas en esa Escuela, a quien se le puede considerar como el jefe de la misma.

Entre lo que se puede decir que fueron sus principales enseñanzas, se pueden

mencionar las siguientes:

a) Recomendó de una manera incidental que, a veces, la forma gramatical de la

regla estatutaria servía para determinar con toda exactitud la clase de

estatutos de que se trataba.

b) Había que dividir un estatuto territorial en dos, favorable y desfavorable, de

acuerdo con el grado de equidad que los informara. Esto era con respecto a

las sucesiones en el extranjero.

c) La norma mediante la cual eran excluidas las mujeres de la sucesión, era

considerada por Bartolo como desfavorable.

d) En materia de contrato, Bartolo distinguía entre los problemas referentes a la

forma y al fondo de los mismos. Los primeros, los hacía regir por la ley de

celebración, “lex loci celebrationis”. Los segundos, los hacía regir por la ley

de la ejecución, “lex loci exsecutionis”, o bien, por la ley donde ocurriera.

e) En materia delictual, Bartolo distinguió si se trataba de un delito de derecho

común o no. En el primer caso consideraba como la ley competente local; en


el segundo caso, distinguía en cuanto a la duración que hubiese estado la

persona en ese territorio.

f) En cuanto a los bienes, consagró el principio de la ubicación, es decir, el

estatuto territorial. Para la forma de los actos declaró competente la ley del

lugar, “locus regit actum”, y para el procedimiento, distinguió entre las

normas “ordinatorias et decisorias litis”, es decir, entre las reglas del

procedimiento y las del fondo.

La tarea de los glosadores fue continuada en Italia por los postglosadores (siglos XIV y XV), cuyo

método de trabajo se caracteriza por largas disertaciones que sustituyen la glosa y, en el caso del

conflicto de leyes, reducen a una unidad sistemática el trabajo de los antiguos glosadores.

La Escuela Italiana.

En el marco histórico y doctrinario de la escuela estatutaria italiana del Siglo XIV,

despunta el Derecho Internacional Privado, siendo las condiciones que favorecieron a su

nacimiento, las siguientes:

a) Condición política: las ciudades del norte de Italia conservaron a través de los

años su autonomía política.

b) Condición económica: por sus mutuas y extensas relaciones comerciales

originaban situaciones de conflicto.

c) Condición jurídica: ningún estatuto desconocía la autoridad del Derecho Romano.

Los estatutarios italianos construyeron las reglas técnicas para resolver las controversias

con base a criterios de equidad que condujeran a la aplicación del estatuto más conforme con la

naturaleza de la relación en conflicto, en función de justicia y de los intereses del comercio

intercitadino.
Los postglosadores no aspiraban a metodizar la materia, ni estaban en condiciones de

hacerlo; y es por ello que no se preocuparon por establecer con exactitud los fundamentos del

conjunto de normas de conexión que ellos principiaron a señalar; se conformaron con expresar las

premisas que los llevaban a sus condiciones especiales.

El principal representante de esta Escuela es Bartolo de Sassoferrato, quien examinó los

dos grandes problemas que planteaba la colisión entre estatutos, a saber, la aplicación del

estatuto local a los extranjeros, y los efectos de la aplicación extraterritorial de los estatutos.

Además de Bartola, se pueden mencionar Baldo de Ubaldis (1327 – 1400) y Bartolomeo de Saliceto

(1363 – 1412). Para estos juristas, la base de las soluciones debía ser buscada en la naturaleza y

calidad de los estatutos. Partiendo de la clásica división del Derecho romano en persona y res,

distinguieron entre estatutos reales y personales para clasificar las costumbres de las ciudades.

La aplicación territorial de los estatutos dependería, entonces, del grupo al cual pertenecieran.

(Madrid, Pág. 41).

A pesar del universalismo atribuido a la Escuela italiana, fueron también muchas las

críticas que recibió. Su carácter casuístico y la solución dada a la llamada “questio anglica”, de

acuerdo con la cual una determinada costumbre era considerada como real o personal

dependiendo sólo del orden de las palabras, constituyeron las principales. Sin embargo, hoy día

se aplican algunas soluciones cuyo origen se atribuye a los estatutarios italianos. Por ejemplo, el

“locus regit actum”, que no sólo se aplicaba a la forma de los actos sino también al fondo.

También, la aplicación de la “lex loci delicti commissi”, a los que hoy se conoce como

responsabilidad civil extracontractual; y, finalmente, el germen del orden público en el Derecho

Internacional Privado ubicado en los estatutos de Sassoferrato. (Madrid, Pág. 42).

La tarea de los glosadores fue continuada en Italia por los postglosadores (siglos XIV y XV), cuyo

método de trabajo se caracteriza por largas disertaciones que sustituyen la glosa y, en el caso del

conflicto de leyes, reducen a una unidad sistemática el trabajo de los antiguos glosadores.

La Escuela Italiana.
En el marco histórico y doctrinario de la escuela estatutaria italiana del Siglo XIV,

despunta el Derecho Internacional Privado, siendo las condiciones que favorecieron a su

nacimiento, las siguientes:

a) Condición política: las ciudades del norte de Italia conservaron a través de los

años su autonomía política.

b) Condición económica: por sus mutuas y extensas relaciones comerciales

originaban situaciones de conflicto.

c) Condición jurídica: ningún estatuto desconocía la autoridad del Derecho Romano.

Los estatutarios italianos construyeron las reglas técnicas para resolver las controversias

con base a criterios de equidad que condujeran a la aplicación del estatuto más conforme con la

naturaleza de la relación en conflicto, en función de justicia y de los intereses del comercio

intercitadino.

Los postglosadores no aspiraban a metodizar la materia, ni estaban en condiciones de

hacerlo; y es por ello que no se preocuparon por establecer con exactitud los fundamentos del

conjunto de normas de conexión que ellos principiaron a señalar; se conformaron con expresar las

premisas que los llevaban a sus condiciones especiales.

El principal representante de esta Escuela es Bartolo de Sassoferrato, quien examinó los

dos grandes problemas que planteaba la colisión entre estatutos, a saber, la aplicación del

estatuto local a los extranjeros, y los efectos de la aplicación extraterritorial de los estatutos.

Además de Bartola, se pueden mencionar Baldo de Ubaldis (1327 – 1400) y Bartolomeo de Saliceto

(1363 – 1412). Para estos juristas, la base de las soluciones debía ser buscada en la naturaleza y

calidad de los estatutos. Partiendo de la clásica división del Derecho romano en persona y res,

distinguieron entre estatutos reales y personales para clasificar las costumbres de las ciudades.

La aplicación territorial de los estatutos dependería, entonces, del grupo al cual pertenecieran.

(Madrid, Pág. 41).


A pesar del universalismo atribuido a la Escuela italiana, fueron también muchas las

críticas que recibió. Su carácter casuístico y la solución dada a la llamada “questio anglica”, de

acuerdo con la cual una determinada costumbre era considerada como real o personal

dependiendo sólo del orden de las palabras, constituyeron las principales. Sin embargo, hoy día

se aplican algunas soluciones cuyo origen se atribuye a los estatutarios italianos. Por ejemplo, el

“locus regit actum”, que no sólo se aplicaba a la forma de los actos sino también al fondo.

También, la aplicación de la “lex loci delicti commissi”, a los que hoy se conoce como

responsabilidad civil extracontractual; y, finalmente, el germen del orden público en el Derecho

Internacional Privado ubicado en los estatutos de Sassoferrato. (Madrid, Pág. 42).

La Escuela Francesa.

En el siglo XVI se hace sentir en Francia la influencia de la ciencia jurídica italiana,

siguiendo los estudios de la Escuela de Bolonia. La Escuela Francesa nace bajo signos

contradictorios: el feudalismo, que conducía a la territorialidad de las leyes, y los principios de

equidad como elementos de ordenación, derivados de las enseñanzas romanos – lombardas.

El ambiente político – jurídico de Francia en el siglo XVI se caracterizaba por tener un

sistema feudal, versus un sistema monárquico; en el sur del país había una recepción del Derecho

romano, mientras que en el norte se aplicaba las costumbres locales.

La Escuela tuvo en sus comienzos una fase de equilibrio representada por la obra de

Dumoulin, quien buscaba en la naturaleza de las cosas y en la idea de justicia los criterios de

solución de los conflictos. Con Dumoulin nació el principio jurídico de la autonomía de la

voluntad, que iba a ponerse en auge en el Siglo XIX. En virtud de este postulado, las partes

pueden someter sus contratos a una ley escogida por ellas, diferente a la que rige, por ejemplo,

en el lugar de celebración del acto o de la situación de los bienes.

El aporte considerable de Dumoulin a la evolución de las ideas jurídicas en Francia se

debe al hecho de haber expuesto nuevamente la antigua teoría estatutaria que, conforme a la
sustancia de los contratos, la voluntad de las partes es la determinante para conocer la ley

aplicable a ellos, es decir, el moderno principio de la autonomía de la voluntad. Este principio de

Dumoulin va a abrirse paso posteriormente, y a regir contemporáneamente toda la materia

contractual en la esfera de nuestro derecho. Se caracterizó por la lucha de la monarquía contra

el feudalismo y la iglesia católica.

El máximo exponente de la Escuela Francesa es Bertrand D´Argentré, quien expone su

doctrina sobre los conflictos de leyes, siendo el punto de partida la clasificación de los estatutos

según su objeto y ámbito de aplicación.

De acuerdo con lo enseñado por D´Argentré, clasifica los estatutos en reales o

personales, según se refirieran a los bienes o a la condición jurídica de las personas. El estatuto

real era territorial y el personal, extraterritorial. Era real cuando se referían a una cosa, y eran

personal, cuando tenían relación con la persona. Defiende también las costumbres, que para él

también son reales. Esta clasificación se refería completamente al campo de acción donde

necesariamente tenían que moverse dentro de lo que comenzó a llamarse “cuestiones mixtas”, es

decir, conflictos estatutarios.

El segundo principio de esta Escuela fue la prevalencia de los estatutos territoriales sobre

los personales, pues ellos eran, en principio, territoriales y, excepcionalmente, del segundo

carácter (personales). Este era el recrudecimiento del antiguo principio feudal de “leges non

valent extra territorium”.

Los estatutos personales para D´Argentré eran única y exclusivamente los que se referían

universalmente y de una manera estricta a las personas, sin que interviniesen para nada los

bienes, pues cuando éstos intervenían consideraba mixtos a los estatutos y no los ubicaba dentro

del estatuto personal o real, sino que por el sólo hecho de ser mixto, es decir, tener que ver con

bienes y personas, ese estatuto era real o territorial.


Otra característica de esta Escuela fue la de considerar la aplicación del estatuto

personal por vía de simple excepcionalidad. Era el estatuto personal y, por lo tanto, con efecto

extraterritorial, el relativo a la fijación de la capacidad de las personas, el referente a la patria

potestad, etc. La fundamentación de esta aplicación excepcional de estos estatutos radicaba en

cierta idea de justicia, que exigía esa aceptación y siempre que se refiriese única y

exclusivamente a las personas, sin llegar a ser en ningún caso mixto.

La Escuela Holandesa siglo XVII.

Profundamente influenciada por las ideas territorialistas de D´Argentré, surge la Escuela

Holandesa del Siglo XVII, en la cual destaca la obra de Ulrico Huber, con dos importantes aportes

a la historia de esta disciplina, a saber:

a) La denominación “conflicto de leyes”.

b) Un intento de fundamentación a través del principio de la “Comitas

Gentium”.

Los estatutarios holandeses sostienen la tesis territorialista del Derecho con base en el

concepto de soberanía, que se extiende a todos cuantos se encuentran en el territorio de un

Estado, cualquiera sea su nacionalidad o su domicilio. Para el Estado, no hay obligación alguna de

aplicar leyes extranjeras, cuya eventual eficacia dependerá exclusivamente del consentimiento

expreso o tácito que le dispense el Estado receptor.

La aplicación de un derecho extranjero es cuestión puramente excepcional, impuesta por

las necesidades prácticas del comercio internacional que los Estados convienen en admitir.

La aplicación de las leyes de un Estado en el territorio de otro no responde a una

obligación jurídica supranacional ni tampoco por un imperativo jurídico vinculante ni de reglas

derivadas de los textos romanos. Lo que en realidad ocurre es que en cada nación, por intereses

propios, se reconocen efectos de validez a las leyes dictadas en el extranjero; esto en virtud del
respeto a los derechos humanos que han nacido al amparo de otras soberanías. Los jueces,

legisladores, autoridades, al aceptar la aplicación de leyes extranjeras, se dejan tutelar

únicamente por consideraciones de utilidad y conveniencia recíproca entre los Estados.

La Escuela Holandesa llega a su máximo esplendor con los expositores Pablo y Juan Voet y

Ulrico Huber, cuyas obras marcaron verdadera época dentro de la Escuela, estableciendo

definitivamente el concepto del estatuto mixto, el cual hacía radicar en las formas extrínsecas y

en las solemnidades que tuvieran los actos jurídicos. (Iñiguez, Pág. 57).

La segunda Escuela Francesa.

El movimiento de estudio de la doctrina estatutaria renace en Francia en el siglo XVIII,

mediante la obra de tres destacados investigadores: Bouhier, Boullenois y Froland. Estos tres

juristas siguieron el método de clasificación en la división entre estatutos reales y personales,

para plantear el tema de las “cuestiones Mixtas”. (Iñiguez, Pág. 58).

La elaboración de Bouhier se destina a ampliar el ámbito del estatuto personal hasta su

prevalencia en todo caso de duda, mientras que Boullenois sostiene el carácter predominante

real de los estatutos y su consiguiente territorialidad. La única concesión que se hace al sistema

de la personalidad es el régimen de la comunidad conyugal, que se considera como accesorio al

contrato de matrimonio.

Asimismo, Froland afirma la prevalencia de las personas sobre los bienes y los derechos

reales mediante el privilegio del estatuto personal. En el desarrollo de su doctrina se encuentran

esbozos de soluciones para problemas capitales en la teoría general del Derecho Internacional

Privado, como el reenvío y las calificaciones. Este autor, en su obra “Mémoires concernant la

nature et la qualité des status”, sostenía que la persona era la más noble y debía imperar sobre

los bienes, que no estaban hechos más que para ella. (Iñiguez, Pág. 59).
Bouhier, por último, fue la figura más representativa de la época, pues a pesar de que

sólo una parte de su obra “La costume du Duché de Bourgogne”, año 1717, la consagró al estudio

de conflictos de leyes. Se pronunció por la supremacía del estatuto personal en caso de que

existiesen dudas con el estatuto real, pues estimó al hombre superior a los bienes. Igualmente,

con el propósito de asegurar el efecto extraterritorial del estatuto mixto, es decir, lo relativo a la

forma externa de los actos, lo consideró como estatuto personal.

Sistema Angloamericano de Derecho Internacional Privado.

En el siglo XVIII aparece la Escuela estatutaria inglesa. Su tardía aparición puede

explicarse por una serie de circunstancias políticas, económicas y geográficas. El carácter feudal

de las instituciones, el desarrollo del comercio inglés que alcanzó linderos ultramarinos, las

vinculaciones comerciales y políticas con Holanda en tiempo de Guillermo III. Todo esto

contribuyó a que dicha Escuela se hiciese sentir en Inglaterra en dicha época (Iñiguez, Pág. 61).

Al igual que la holandesa, la Escuela Inglesa se caracteriza por la aplicación unilateral del

estatuto territorial y sólo por cortesía internacional, “comitas gentium”, es que se pueden

aplicar las leyes extranjeras. Hacia el siglo XIX estas ideas inglesas sobre conflictos de leyes pasan

a Norteamérica y allí son sustentadas, principalmente, por Joseph Story.

En el marco histórico del sistema angloamericano, los problemas de Derecho

Internacional Privado no aparecen en Inglaterra hasta el siglo XIX, debido a ciertos factores, tales

como: el sistema cerrado de centralización que existía en el reino, el régimen de organización y

funcionamiento de los tribunales ingleses excluía las competencia para conocer de eventuales

conflictos entre el “Common Law” y las leyes de otros países.

Tales circunstancias fueron progresivamente superadas por algunos factores que hicieron

posible la construcción de un sistema jurídico y judicial de Derecho Internacional Privado, entre

los que mencionan algunos: la extensión de las actividades y transacciones realizadas por los
comerciantes ingleses, la anexión de Escocia al reino Unido, el incremento del tráfico mercantil

de ultramar y el estudio de la doctrina estatutaria holandesa por los juristas ingleses.

En este ambiente de apertura, el primer paso lo dio el Tribunal de Almirantazgo, cuando

se abocó al conocimiento de las llamadas “cuestiones mixtas”, las que se entendían como las

controversias vinculadas con el extranjero y las controversias sobre las transacciones realizadas

fuera de Inglaterra.

Más tarde, las necesidades del comercio en expansión y los requerimientos cotidianos de

la vida inglesa dieron nacimiento a numerosos problemas relacionados con asuntos vinculados a

diferentes legislaciones respecto a los cuales fue preciso determinar el derecho que debía

resolverlos. Los principios del sistema inglés sobre conflicto de leyes encontraron fundamento en

la doctrina holandesa de la “Comitas gentium”, perfectamente compatible con el acentuado

territorialismo del “Common Law”.

En lo que respecta a los Estados Unidos de América, desde la propia independencia y la

promulgación de la Constitución de 1776 se ha prestado atención al tratamiento jurisprudencial y

doctrinario de los conflictos originados en la diversidad normativa entre los estados del Norte y

los estados del Sur. Los primeros tenían ordenamientos inspirados en el “Common Law”, mientras

que las leyes de los segundos se nutrían del derecho francés. Se atendieron también los conflictos

entre el Derecho federal y las legislaciones extranjeras. De manera que la problemática

conflictual comprendía cuestiones interestatales e internacionales de Derecho Internacional

Privado.

Con respecto a los Estados Unidos, el primer norteamericano que se ocupó del estudio de

los problemas del Derecho Internacional privado fue Samuel Livermore, quien ataca frontalmente

la teoría de la “Comitas gentium”, que fue aplicada a la solución de un caso concreto, al

considerar que el fundamento de la aplicación de las leyes no podía depender de la voluntad de

los jueces. En su obra “Distinciones sobre las cuestiones que surgen de la contrariedad de las

leyes positivas de los diferentes Estados y Naciones”, Livermore sostiene que ninguna autoridad
tiene poder para regular el estado y la condición de las personas que no le están legalmente

sometidas.

Desde su posición crítica, Livermore pretende resolver los problemas conflictuales con los

instrumentos de los estatutarios, que habían tenido alguna aceptación en los tribunales de

Louisiana a través de precedentes franceses.

Otro aporte significativo a la doctrina americana es la obra de James Kent, “Comentarios

sobre el Derecho Americano”, 1930, donde hace una firme crítica al método de los estatutos,

dirigida a señalar que no hay criterios claros y definitivos para ubicar las leyes en una u otra

categoría, Así mismo, Kent advierte que el sentido diferente que se ha dado al término

“estatuto” genera una gran confusión que se refleja en el hecho de que las leyes dictadas por el

Parlamento inglés son considerados como estatutos en Inglaterra, mientras que en el resto de

Europa, el término “estatuto” se entiende por todo tipo de norma jurídica, independientemente

de su fuente.

La Teoría de Joseph Story.

Esta teoría se caracteriza por el territorialismo de las leyes y por la aplicación de

disposiciones extranjeras en razón de la cortesía internacional, y de allí que se le conozca desde

el primer momento con el nombre de “Comity”.

La primera crítica al método estatutario es formulada por Joseph Store, en su obra que

lleva por título de “Commentaries of the conflicts of Laws…” fue publicado en Boston, USA, en

1834, el libro de Joseph Story, profesor de la Universidad de Harvard y juez de la Corte Suprema

de los EUA, donde propone la denominación de Derecho Internacional Privado para referirse a la

ciencia jurídica sobre conflictos de leyes, siendo los principios básicos de esta doctrina los

siguientes:
a) Cada nación ejerce soberanía y jurisdicción de manera exclusiva dentro de su

particular territorio.

b) Ninguna nación puede, por actos de potestad propia, obligar a las personas ni

someter a los bienes y los actos más allá de sus límites territoriales.

c) La eficacia de las reglas de Derecho en otro país siempre dependerá de

consideraciones de conveniencia y del asentimiento que para ello pueda

prestarse en función de común utilidad.

El primero de estos principios se refiere al aspecto positivo de la territorialidad de las

leyes, mientras que el segundo enunciado alude al aspecto negativo de la misma circunstancia de

territorialidad. Es decir, los Estados son omnipotentes dentro de su territorio, pero

absolutamente impotentes fuera del mismo. Como esto conduce a negar de plano al Derecho

extranjero, fue necesario buscar una fórmula para atender esta situación de rigor excluyente, y

se recurrió a la idea de “Comity”. Para explicar el fundamento y alcance de esta fórmula, Story

parte de reconocer a cada país la facultad de crear su propio sistema sobre los conflictos de

leyes. Son normas de carácter nacional que permiten, dentro de los límites fijados por la

“Comity”, la admisión del Derecho extranjero.

En las propuestas particulares formuladas por Story, hay dos ideas rectoras:

a) Se procede a clasificar los casos que deban resolverse conforme a las instituciones

jurídicas de cada Estado: capacidad matrimonial, sucesiones, contratos, entre

otros.

b) Se utiliza un método empírico consistente en recopilar un buen número de fallos

jurídicos para extraer las fórmulas aplicables a la solución de controversias de

Derecho Internacional Privado.

Algunas fórmulas particulares propuestas por Joseph Story son:

 La capacidad de contraer matrimonio se rige por la ley de domicilio.


 Las sucesiones mobiliarias se rigen por la ley del último domicilio del causante.

Basado en el análisis de la doctrina europea, este autor dividió su obra en grandes

categorías, a saber, capacidad de las personas, matrimonio, divorcio, propiedad, contratos,

sucesiones, etc. Story se da cuenta de la necesidad de establecer ciertos principios generales

para regir las relaciones privadas internacionales, pero sólo los formula de manera vaga e

imprecisa. En este sentido, se menciona el principio general de la territorialidad (Madrid, Pág.

47).

De manera particular, resalta su referencia al domicilio como centro de todas las

relaciones de Derecho Civil, pues éste constituye, en Estados Unidos, un vínculo más preciso y

estable que en los países de Europa continental.

La Teoría de A.V. Dicey.

Es la llamada teoría de los “vested rights” (derechos inalienables) expuesta en la obra “Digesto

de las leyes de Inglaterra con referencia a los Conflictos de leyes”, la cual consiste en afirmar

que los jueces de un Estado tienen jurisdicción y competencia para conocer de aquellas materias

respecto de las cuales pueden dictar un fallo efectivo. Los poderes del juez están determinados

en función de la soberanía territorial, que circunscribe su labor al juzgamiento de los derechos y

relaciones nacidos en Inglaterra, bajo el imperio de las leyes inglesas. En ningún caso se aplica la

ley extranjera, lo que se hace es reconocer los derechos adquiridos al amparo de la misma.

Según el planteamiento de A. D. Dicey, todo derecho adquirido bajo la ley de un país

civilizado es reconocido y sancionado por los tribunales ingleses. Frente a esta teoría se ha

objetado que no es posible admitir el reconocimiento internacional de un derecho sin hacer

referencia a la legislación que le dio nacimiento. La aceptación de un derecho subjetivo creado

en otro país implica necesariamente el reconocimiento de la ley extranjera creadora de ese

derecho, ya que el juez no puede obviar el examen de los requisitos exigidos para que tal

derecho se tenga como debidamente adquirido.


La Teoría de Joseph Beale.

Esta teoría está contenida en la obra “Sumario y Tratado de los Conflictos de Leyes”, y

comprende lo siguiente: los derechos no existen en estado primitivo. Son un producto artificial de

la ley y están condicionados a la realización de ciertos hechos.

El derecho creado se convierte en factor real para la creación de nuevos derechos, y el

juez que reconoce y sanciona un derecho subjetivo, admite la existencia real de un hecho. A

través de estas construcciones se llega al resultado de mantener la autoridad exclusiva de la

soberanía territorial y de aceptar la aplicación indirecta de la ley extranjera mediante el

reconocimiento de los derechos hechos creados por ella.

La Teoría Local de Cook.

Lo fundamental de esta teoría es la incorporación del Derecho extranjero al sistema

jurídico del Estado receptor, mediante la adopción del principio “judge made law” (el Juez crea

la ley). Cuando el Juez decide un caso toma la solución que mejor corresponda a la necesidad

social de que trate el asunto en cuestión. En realidad es el juicio, la relación jurídica, la que

exige la aplicación de un derecho que no puede ser el propio.

En los supuestos de Derecho Internacional Privado el proceso judicial debe estar dirigido

por criterios semejantes a los que tendría en cuenta el juez extranjero para resolver casos

análogos. A esta teoría se le ha objetado mediante la observación de que la norma jurídica es

anterior y superior, por generalidad, a los fallos judiciales. A través de estos pronunciamientos,

el Juez interpreta la ley y concreta la voluntad legal por la individualización del caso en

presencia; pero, en ningún caso, el sentenciador crea la ley ni puede desentenderse de su

observancia.

Doctrinas Alemanas
Paralelamente al considerable desarrollo de las escuelas angloamericanas, la Europa continental

asiste al nacimiento del método conflictual clásico. En Alemania, Carlos Wächter (1797 – 1880) y

Federico Savigny (1779 – 1861), analizan la teoría estatutaria y la rechazan por diferentes vías.

Mientras el primero no se encuentra propicio a la aplicación del Derecho extranjero, el segundo

sí. (Madrid, Pág. 48).

En este siglo XIX, hay un verdadero resurgimiento del Derecho Internacional Privado en

Alemania, interviniendo en este proceso doctrinal grandes juristas, tales como Zachariae,

Wächter Schäffner, Hauss y Savigny. El más destacado de todos es, indudablemente, Savigny,

quien no sólo establece una Escuela de Derecho Internacional Privado sino un verdadero sistema.

Doctrina de Federico Savigny.

El creador de la Escuela Histórica del Derecho dedica en el último tomo de su obra

“Derecho Romano Actual”, publicada en 1849, al examen de los límites locales y temporales del

imperio de las Reglas del Derecho, donde se enuncia así: “el objeto directo e inmediato regido

por la regla jurídica es la persona y, ante todo la persona en su existencia general como sujeto de

todos los derechos, la persona en cuanto por sus actos libres constituye en la mayor parte de los

casos las relaciones de derecho o contribuye a formarlas” (Bonnemaison, Pág. 55).

El Sistema de Pasquale Stanislao Mancini.

Este autor sustentó al Código Civil italiano, en 1865, con la tesis de la Nacionalidad,

siendo la norma básica en la cual se disponía que el estado y la capacidad de las personas y las

relaciones de familia se rigen por las leyes de la nación de las personas al cual pertenecen, lo que

dio acceso a la vida civil de los extranjeros mediante el reconocimiento de las leyes de sus

respectivos Estados y de los derechos en ellos originados. Para él, “en la génesis de los derechos

internacionales, la nación, y no el Estado, representa la unidad elemental, la mónada racional de

la ciencia”, lo cual en fecha posterior, daría fundamento incluso a la extraterritorialidad del

Derecho. Madrid, Pág. 51). Sin embargo, tal tesis fue duramente criticada debido a la
incompatibilidad entre los términos “internacional”, que califica a nuestra disciplina, y

“nacionalidad”. El Derecho Internacional privado tiende a borrar las barreras entre los diversos

Estados, por el contrario, la nacionalidad las crea.

Base del Sistema Venezolano de DIP:

Cada Estado tiene, en mayor o menor grado de desarrollo, su propio sistema de DIP, formado por

las normas de esta especie (indirectas o de conflicto), provenientes de fuentes nacionales e

internacionales. En el sistema venezolano, las reglas sobre los conflictos de leyes han estado

tradicionalmente dispersas en diferentes textos del ordenamiento jurídico del país y,

fundamentalmente, en el Código Civil desde el texto de 1862.

Estatuto.

 Serie de normas de un país aplicables a un caso en concreto.

 El estatuto se compone de todas las normas jurídicas de un país que siguen al individuo o

al objeto y que se deben aplicar en el caso de que exista una controversia.

 Los tribunales deben, por lo tanto, aplicar las normas jurídicas de otros países respecto a
las personas y a los bienes extranjeros siempre que su estatuto no contravenga las
disposiciones de la Constitución Nacional.
 El conflicto de leyes surge cuando hay varias leyes (extranjeras) y se debe aplicar una de
ellas, por la misma diversidad de leyes.

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