“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su
piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que
aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar”
Estimados compañeros, queridos maestros, miembros
del jurado, soy Fatima Guzmán Rendón y estudio el segundo año de educación secundaria en esta prestigiosa institución educativa. Tengo el honor y el increíble privilegio de dirigirme a ustedes para compartir algunas reflexiones sobre un tema de suma importancia, Los Derechos Humanos.
No son y no deberían ser materia de discursos políticos
en campañas electorales, ni tampoco deberían enarbolarse como bandera de ideologías baratas con fines mezquinos. Los derechos humanos, los derechos que por el simple hecho se ser personas hemos adquirido, sin importar tu religión, orientación sexual, color de piel o el lugar en el que vivas.
Son y deberían ser un asunto mas cotidiano, un asunto
tuyo y mío, un tema del que todos deberíamos estar conscientes, porque, pregúntate compañero, ¿a caso sabes cuales son tus derechos como persona? ¿Cuantos de ellos conoces? ¿Cuantos existen? ¿Que hemos hecho nosotros para defenderlos?. Podríamos a caso pensar que no nos corresponde, que no está en nuestras manos, que es asunto del gobierno o de las organizaciones de activistas por los derechos de las minorías o de las comisiones de derechos humanos, todas ellas tan lejanas de nosotros. Pero no es así, porque aun cuando tu y yo aun somos menores de edad bajo la tutela de nuestros padres, somos perfectamente capaces de discriminar, de excluir, de señalar, de relegar, de rechazar, de transgredir los derechos de muchos de nuestros compañeros que a diario son víctimas de burlas y desprecios.
Pudiera parecer poca cosa, pero estos actos , son la
semilla de la crisis que hoy vive nuestro país, precisamente en materia de derechos humanos, estos actos, pequeños en apariencia son el oxigeno que alimenta el fuego de toda esta ola de violencia e inseguridad en la que hoy vivimos. El asesino no comenzó matando, el ladrón no comenzó robando, todos ellos aprendieron a despreciar los derechos de sus semejantes con pequeños actos como los que he señalado.
Querido compañero y me dirijo a ti, que compartes un
salón de clases con migo, a ti, con quien me topo cada día en los pasillos de este colegio, a ti, con quien comparto mi amistad y cariño. Debemos dejar de ser simples espectadores de esta realidad en la que vivimos, porque un día tu y yo saldremos al mundo y seremos los protagonistas del futuro de esta hermosa nación, de tu esfuerzo y del mío dependerá la transformación de este país, porque a caso ¿no somos tu y yo la esperanza por la que estos maestros dejan lo mejor de sí en las aulas para formar ciudadanos que logren transformar la realidad en la que hoy vivimos? ¿No es esa la meta por la que nuestros padres se esfuerzan a diario para garantizarnos la mejor educación posible?.
Pero ¿que podríamos hacer tu y yo? ¿Como podrían los
adolescentes cambiar algo? La respuesta es simple, son los detalles cotidianos, los gestos de amabilidad de personas como tu y yo, los que mantienen el mal a raya. Los actos sencillos de amor y de respeto. Se amable, no desprecies a nadie por su color de piel, creencia religiosa ni por ningún otro motivo, ayuda a quien necesite de ti, no te burles de nadie, no juzgues ni señales a nadie, no lastimes a nadie, se respetuoso y defiende siempre la verdad.
Solo de esta manera podremos realmente ser una
sociedad mas justa y equitativa, solo de esta manera, respetando nosotros primero, podremos exigir respeto, solo de esta manera podremos hacer de nuestro país una nación gloriosa, solo de esta manera podremos ver al futuro con esperanza.