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Natalia Alfaro
Natalio Virola
Margarita Ortiz
Introducción
En el libro Memorias de un Cacique Mapuche, Pascual Coña hace referencia a cómo una machi se inicia
como tal. A modo de testimonio, dice:
“Cierto día se hizo machi una hermana mía. A la entrada de una noche cayó de repente como una muerta.
Se le buscaba una machi para que la curara y ésta la sometió al tratamiento tradicional ( = la machitucó).
De repente se incorporó, le quitó el tambor a la machi y lo golpeó. Al mismo tiempo empezó a cantar en
los términos siguientes: (...)”[1]
Esta cita deja en claro el carácter religioso de la cultura mapuche y la seriedad con que se trata. Ninguna
enfermedad es sólo porque sí, ni tampoco el resultado de una concatenación de causas y efectos
materiales que actúan sobre el organismo. Esto nos revela parte de una cosmovisión que busca
comprender al universo inmiscuyéndose con delicadeza en su complejidad y asumiendo un rol de eternos
aprendices.
En otras palabras, la cultura mapuche se entrega a los misterios de un universo absoluto que manifiesta su
sabiduría en lo físico, de modo que para aprender es necesario observar y descifrar esas señales.
De todo esto, el kultrún es ejemplo central y fundamental. Él es un símbolo en sí que incluye a muchos
otros. No es una exageración decir que representa al universo, y que los símbolos en su interior
representan a las manifestaciones simbólicas de éste.
El siguiente trabajo abordará y buscará introducir el carácter simbólico del kultrún y los símbolos que lo
abarcan, los cuales se articulan en un todo que esperamos pueda facilitar ciertas orientaciones en torno a
la cosmovisión mapuche.
Kultrún
Se podría decir que el kultrún es la representación del cosmos. Es un microcosmos que se puede agarrar
en las manos y de él sacar los sonidos del piuke (corazón). “El pum pum pum pum o trun trun trun es el
corazón de los mapuche”, señala Carmen Caripán Catricura.
Como todos los pueblos, los mapuche se preguntaron de dónde venían y dónde estaban, de ahí que surja
el kultrún como respuesta material a estas preguntas ya que en él se representa la concepción de universo
que tienen.
De esta manera dieron respuesta a de dónde surgió la vida de los mapuche como pueblo, en la historia del
Cai Cai Vilú y el Treng Treng Vilú, historia en la que llueve 40 días y 40 noches y en la que Cai Cai, la
culebra malvada, inundó las tierras de los mapuche y quienes quisieron escuchar a Treng Treng, la culebra
buena, se salvaron cuando treparon a su lomo que se convirtió en cerros altos. Sólo 4 personas se salvaron
y el resto se convirtió en peces que sirvieron de alimento para quienes lograron escapar de estas
inundaciones. Escapar de las aguas no fue nada de fácil, porque a medida que ascendían las personas se
iban quemando por estar cada vez más cerca del sol, pero Treng Treng dijo que usaran metawes (especies
de cántaros) sobre su cabeza a modo de casco y así lograron llegar a la cumbre de treng treng, cerca del
sol y salvarse de las inundaciones de Cai Cai Vilú.
Precisamente fueron 4 las personas que se salvaron y son estas 4 las que están configuradas en el kultrún.
Dos ancianos que poseen el conocimiento: el fücha (hombre mayor) o füta chachai (abuelo que sabe
mucho por ser anciano) y la kuche (mujer mayor) o ñuke papai (madre anciana con sabiduría) y dos
jóvenes ülcha (mujer joven) y weche (hombre joven). A éstos dos se les permitió ser el inicio de la vida
mientras que los ancianos tenían todo el kimün (conocimiento) que transmitían a las nuevas generaciones
que surgieron.
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Configuración de la bóveda celeste
No hay pueblo que no haya mirado al cielo y en él no haya buscado explicación a su vida cotidiana tanto
ligada a sus labores agrarias como al tema ritual. Esto es porque los pueblos en su origen tienen una
especie de libro sagrado donde configuran su propia historia. Este libro puede ser algo material o
simplemente trasmitirse de manera oral.
En el kultrún se configura la bóveda celeste. En él están presentes 4 símbolos que a la machi en un
pewma (sueño) se le anuncian y luego le dice al kultrufe que los dibuje en el cuero del kultrún. Por ello
cada kultrún obedece a la particularidad que se le reveló en el sueño a la machi.
Por lo general se representan 4 figuras distintas, antü (sol), küyen (luna), wanglen (estrella) y wunyelfe
(lucero). Antü corresponde al füta chachai, Küyen a la luna Wanglen al hombre joven y wunyelfe a la
mujer joven. Precisamente fueron estos dos quienes generaron a las personas y poblaron la tierra.
“Los viejos son los que saben, ellos manejan todo nuestro saber. Yo no soy tan vieja, por eso no me gusta
que me digan papay, sólo lamñen (hermana en relación de respeto), tengo 50 años, quizá a los 70 sea
papay, pero aún me falta saber mucho, pero lo que sé lo enseño a mis hijos”, señala Carmen Caripán
Catricura. La relación de respeto entre ancianos y jóvenes es uno de los pilares fundamentales para que se
mantenga viva la cultura de este pueblo. Sólo así las tradiciones son mantenidas y traspasadas de
generación en generación. Son los ancianos sabios los que transmiten los conocimientos a los jóvenes y a
la vez los jóvenes nutren después a sus sucesores de ese kimün ancestral que guía la vida de los mapuche.
“Así será siempre, porque ha sido desde que uno tiene memoria” señala Carmen Caripán Catricura.
Ahora bien, el kultrún debe ser mirado como una bóveda, y como tal los astros no es que estén
configurados en la base del cuero del kultrún, sino que ese cuero corresponde al cielo.
El Wenu Mapu (tierra de arriba), es un espacio visto por los mapuche como espacio del bien ya que en él
habita la familia sagrada descrita anteriormente.
Donde habitamos las personas es el Nag Mapu, que corresponde a todo lo que es visible a los ojos del
humano común.
Es donde los hombres habitan y desarrollan su vida cotidiana, siembran, viven en comunidad y es desde
donde le realizan rituales a las deidades.
Los mapuche tienen un relato de creación: el treng treng y kai kai vilú. Como ya mencionamos, en él
quedan cuatro sobrevivientes, una pareja de ancianos y una pareja de jóvenes, ésta última fue la
encargada de poblar la tierra nuevamente luego de la inundación provocada por kai kai vilú.
El hombre mapuche desde su creación le tuvo un gran respeto a la tierra porque gracias a lo que ésta
aporta es que puede vivir. Por ello cada vez que se va a realizar una cosecha se ruega porque todo salga
bien y se agradece lo ya dado. Esto es en los guillatún, ceremonias mapuche que realiza cada comunidad
según cierto tiempo que el más sabio de la comunidad o la machi pueden establecer la fecha, siendo ésta
una vez al año.
“Cuando mato una gallina le pido disculpas a la gallina y le doy las gracias por haber crecido y haberme
dado kuram (huevos), también le doy las gracias al chaw (padre) dios por haber ayudado en que mi huerta
crezca o cuando los cerezos están cargados”, señala Carmen Caripán Catricura. “nguenechen,
nguenemapun, nguenco, nguenmawida[4] (dueños de los hombres, dueño de la tierra, dueño del agua,
dueño de las montañas, respectivamente) eso decimos cuando guillatukamos (estar en guillatún rogando),
porque es a nuestro Dios a quien debemos agradecerle y es a él a quien le hacemos el guillatún”, dice
Carmen.
Así también para mantener el equilibrio en la tierra el hombre mapuche fue creando reglas de convivencia
con ella. Esto es parte fundamental de la vida del mapuche, que son reglas que están tan presentes en la
vida que forman parte de su cotidianeidad, como por ejemplo: no matar grillos porque son buen augurio,
no arrancar plantas porque sí, no matar animales porque sí, sino que en ocasiones especiales o si es que
hay abundancia de ellos. Dentro de esas reglas para vivir también se enmarcan los mitos o epew como les
llaman a las historias que se cuentan alrededor del fogón en la ruka y que escuchan los niños y jóvenes.
Un ejemplo de epew que es ejemplo de vida es el referente al ‘cuero’, que es una historia que dice que en
las aguas de lo lagos o lagunas habita un cuero que se come animales y niñitos que se acercan a las
orillas, de esta manera se evitaba que los niños se fueran solos a las aguas y se perdieran.
La tercera configuración es el Miñche Mapu (debajo de la tierra). Este es un lugar donde vive el
Wezanewen (fuerza del mal) o Inuma (Wekufü). También configura a 3 fuerzas malignas: Wezapülu,
Wezaneyen y Weza küruf.
Wezaneyen es un espíritu maligno que se puede apoderar del am, que es el cuerpo invisible que se levanta
del hombre cuando muere y es capaz de traspasar cualquier material. Cuando una persona muere, este am
queda en la mente de cada uno de nosotros como la imagen recordada de esa persona y es así que vive
durante un tiempo como ese otro yo de la persona y luego desaparece completamente.
El kultrún también representa los 4 puntos cardinales, más en específico la tetrapartición de la tierra. Esta
división se da en el Wallmapu (toda la tierra).
Cada una de las divisiones de esta tierra posee cargas por llamarlo de algún modo. De esta forma el norte
se ve como negativo (precisamente del norte vinieron los invasores), el oeste como doblemente negativo
(los muertos habitan en el oeste, allá se van); el sur que tiene carácter positivo; y el Este que tiene carácter
doblemente positivo y es de donde sale el sol.
Esta configuración está presente en toda la vida ritual del mapuche incluso en cómo sitúa su ruka, ya que
ésta debe siempre mirar hacia la salida del sol. También la entrada de los guillatún es hacia el este, que es
de donde sale el sol.
Estos valores que se le asigna a cada punto cardinal se ve en las creencias de este pueblo. Por ejemplo se
dice que “el culebron si viene del norte y se va pa’l oeste, eso es muy, pero muy malo, eso contaba mi
mamá”, señala Carmen Caripán Catricura.
Asimismo, es el pikunkurüf (viento norte) el que trae el mal tiempo. Así como la cruz del sur es la que
permite guiarse durante la noche.
Esta división también es conocida como la Meliwitranmapu (las cuatro esquinas que se levantan de la
tierra).
Cada uno de los elementos que aparece en el kultrún corresponde a Nguenechen con todas sus otras
denominaciones y como aparece a su vez ubicado en la bóveda celeste en los 4 puntos cardinales en el
cuero del kultrun, significa que son el nexo entre los puntos cardinales. Es decir, la familia divina
conformada por los dos ancianos y los dos jóvenes, ellos harían el nexo entre los distintos sectores del
Nag Mapu, que es donde viven los hombres.
A su vez, vemos cómo en el kultrún se configura la ubicación de los distintos lof (comunidades). A los
habitantes del norte se les dice pikunche, a la gente del este puelche, a la gente del oeste que estaba hacia
el lado del océano Pacífico lafkenche, mientras que a la gente del sur se les denomina Williche.
Por otra parte podemos ver que en el kultrun en su centro se configura el axis mundi. Este axis mundi está
representando en el rewe que contiene en sí la división vertical de la tierra: el wenu mapu, el nag mapu y
el minchemapu con sus respectivas subdivisiones. En ése centro está la machi y el rewe. La machi
alrededor del rewe baila choike y toca su kultrún o también puede ser que sólo toque el kultrún para que
la comunidad baile lonkomeo.
La machi toca su kultrún mirando hacia el oriente. Lo mismo sucede con el primer baile que se hacía
antiguamente en los guillatún según señala el libro del Cacique Pascual Coña: “Estando todos con la vista
al oriente, ejecutan un tanto de baile ruidoso, sin romper las líneas en que están formados; cada uno lleva
en su mano el ramo de maqui. <>, se manda a los hombres, mientras que las mujeres no hablan”[5]
El kultrún incluso podría ser visto como un calendario lunar. De hecho sólo los más sabios pueden
interpretarlo como tal y precisamente los más sabios de la comunidad son las machi o los ancianos.
Küyen es luna, también mes y también menstruación. La palabra küyen es usada para marcar períodos.
Mientras que antü (sol), quiere decir día.
Cuando la luna está en menguante se realiza los guillatún. Los ciclos de la luna también nos muestran en
qué fecha se debe cultivar o cuándo es precisamente el día del año nuevo según cuándo haya cambio de
luna.
Según estudios en el Museo de Pucón en la IX Región, existirían datos acerca de que la semana mapuche
duraría siete días, mientras que cada mes tendría 28 días y el año 13 meses y un día.
También en él se configuran entonces las 4 estaciones del año:
1. Pukem (Invierno): la Mapu renueva su fertilidad gracias a las lluvias y a la claridad proporcionada por
antü, ya que los días son más largos.
2. Pewu (Primavera): acá brotan las plantas.
3. Walg (verano): En esta época son los primeros guillatún en las comunidades que ruegan para que
salgan bien sus siembras. Además es época de cosecha.
4. Rümü (otoño): Es la época donde los mapuche almacenan lo cosechado y es cuando comienzan los
grandes fríos.
La relación del símbolo con el mundo actual
Hoy en día la imagen del kultrún para el pueblo mapuche sigue manteniendo su vigencia simbólica, sin
embargo también ha existido una profanación del símbolo al ser insertado en lugares de lo cotidiano, que
tienen en algunos casos, muy poca relación con lo que es este símbolo en sí. De esta forma la imagen del
kultrún también ha pasado a ser polivalente, se utiliza para diversos fines, aunque estos se encuentren en
contextos iconográficos diversos.
Colgante hecho de lapislázuli con la imagen de un kultrúnEste instrumento ha pasado a constituirse en
uno de los iconos más reiterados e importantes en la representación de lo mapuche. Es precisamente este
elemento cultural y sagrado, el que ha traspasado el espacio de las ceremonias al interior de la comunidad
mapuche y ha pasado a ser parte del impacto visual de numerosos soportes.
Productos medicinales mapuche. En su etiqueta, la imagen de un kultrún. Esto muestra el carácter
comercial que ha tomado como icono representativo de esa culturaUn ejemplo de la inserción del símbolo
en un campo antes ajeno a éste, lo vemos en la comercialización de su imagen, el símbolo del kultrún es
vendido, ofertado a disposición del público, ha pasado a ser un objeto más de consumo y se lo puede ver
en distintas facetas como símbolo de identidad nacional, regional, gremial y/o folklórica, incluso en
productos que poco o nada tienen que ver con la significación de éste como cremas o adhesivos que se
venden en el mercado de Temuco, relacionados con el turismo. Incluso es posible observar que en la
actualidad se vende el kultrún como parte de la artesanía típica chilena. Es así como la imagen mapuche,
en este caso el Kultrún, no sólo se utiliza como símbolo de identidad, sino también como objeto
comercial.
En el mercado actual se ha logrado posicionar la imagen mapuche, a través de los rostros de su gente,
éstos poseen una fuerza intrínseca que funciona perfectamente en la promoción de cosméticos, leche,
hierbas y bebidas, que se caractericen por sus propiedades naturales. Es así como se puede observar que la
imagen del kultrún y de otros símbolos del pueblo mapuche es utilizada como un objeto más de consumo,
incluso de consumo cultural. De esta forma el símbolo a medida que pasa el tiempo se va separando de su
real existencia y significación[6]. Incluso hoy en día la persona encargada de confeccionar el kultrún para
la venta masiva en ferias artesanales, mercados o locales de objetos étnicos, no es precisamente el
kultrufe, sólo es un artesano más, es decir que todo el simbolismo y ritualidad que ha existido para la
creación de este instrumento (una serie de significaciones tanto dentro -piedras licán- como afuera -cruz,
Bibliografía
Coña, Pascual. Memorias de un Cacique Mapuche, ediciones ICIRA. Santiago de Chile, 1930.
§ Fuenzalida Vives, María Teresa. Una concepción estética del símbolo en la cultura mapuche, Tesis
Licenciado en Estética. Santiago de Chile, 1989.
http://www.uc.cl/sw_educ/icomapu/html/ku_evide.htm
http://www.serindigena.cl
http://www.vi-e.cl/internas/aprende/lo_mejor/mapuches_kultrun.htm
Imagen de kultrún
http://qollasuyu.indymedia.org/images/2005/04/1920.jpg
Contacto
Carmen Caripán Catricura, mujer mapuche perteneciente a la comunidad Manuel Catricura de la zona de
Panguipulli en la X Región.