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CONFIESO QUE HE APRENDIDO

El Hacha Ludueña, en primera persona

- por Redacción EG: 01/12/2013 -

Fue un volante lujoso, con mucho gol, que brilló en el inolvidable Talleres de los 70. También
se destacó en la Selección del Flaco Menotti. Luego de superar duros momentos personales,
entrena juveniles en su provincia.

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Nota publicada en la edición de noviembre de 2013 de El Gráfico

EL HACHA sonríe rodeado de sus jugadores del club San Lorenzo, en Córdoba. Un ídolo que se
reinventó luego de atravesar momentos muy difíciles.

MI PAPA, MI AMIGO. Hace un par de noches me desperté llorando. Había soñado con mi papá.
Lo extraño muchísimo, era mi mejor amigo. El siempre me decía: “Mirá, Hacha, esta gente no
te conviene, son amigos de la noche. Acordate de lo que te dice este viejo”. No le di ni cinco de
bola. Le decía que se dejara de joder. Pero tenía razón.

TARDE, MUY TARDE me di cuenta de que tenía razón, tarde. Un día, cuando ya lo había
perdido todo, fui al centro de Córdoba para ver si alguien me pagaba un vaso de vermut; y
encontré gente que yo había ayudado, a quienes les había pagado el alquiler de la casa y otras
cosas más, que al verme, se cruzaron de vereda. Ahora les digo a mis hijos que se cuiden. Los
amigos no son los que te golpean la espalda. El mejor amigo soy yo, el padre, que nunca los
voy a joder, ni cagar en nada. Mi papá fue mi mejor amigo. Y yo lo soy de mis hijos.

MALOS CONSEJOS. ¿Qué malos consejos me daban mis “amigos”? Me veían salir del
entrenamiento y me decían que fuéramos a tomar algo, que allá había minas. Y gastás, gastás,
gastás… Me iba a Toledo, a las whiskerías con ellos. Hacía cerrar whiskerías para mis “amigos”,
para que ellos estuvieran con mujeres. Y pagaba todo yo.

EL ALCOHOL me llevó a la perdición. Las malas juntas y el alcohol me privaron de disfrutar de


las cosas lindas de la vida, sobre todo de mis viejos. Debí disfrutarlos más. Cuando están
muertos, ellos no saben si les llevás una flor. A mi papá lo extraño un montón, y eso que hace
mucho que se me fue. Todo lo que me dijo mi viejo se cumplió. Cuando se termina el
murmullo de la fama y el dinero, los que se arrimaron por eso se borran. Tuve una mala
experiencia con los falsos amigos.

¿C0MO SALi? Yo me iba a la mañana y volvía a la noche tomado. Los chicos me veían y se iban.
Un día estaba en mi casa, cenando, y veía que me dejaban solo. Me puse a pensar y me
preguntaba por qué. Al otro día les dije a mis hijos que no iba a tomar más. “Siempre decís lo
mismo, papi”, me dijeron. Y no tomé más. Hace ocho años que no tomo nada de nada. Y ahora
ellos, mis hijos, me llaman, me van a buscar. Dejé el alcohol y recuperé a mis hijos. ¿Qué cosa
puede ser más importante que eso? Recuperé el amor y el cariño de mis hijos.

UN TIRO LIBRE ante juventud Antoniana, en 1978.

UNA PORQUERiA. A los futbolistas que están con esos problemas les digo que le pidan ayuda a
Dios, que él los va sacar de esas cosas. La droga y el alcohol son malos. Vos te das cuenta de
cómo cambian las personas cuando están drogadas y luego libres. Cómo es el borracho y cómo
es el fresco. La droga y el alcohol son una porquería.

ESTOY TRABAJANDO en un club que quiero mucho, San Lorenzo de Córdoba. Por supuesto que
a Talleres lo amo, es el club donde viví años inolvidables y extraordinarios, y que me dejó el
cariño de la gente, que hasta el día de hoy me reconoce. Todo eso me da nostalgia. Pero acá,
en San Lorenzo, trabajo bastante, hago de todo un poco. Estoy con la Cuarta División y la
Cuarta Especial. También ayudo a Martín Viberti (hijo de Sebastián) en la Primera División.
Tanto es así que hago de todo. Ahora estamos arreglando el sistema de riego entre todos.
Hago cosas por el estilo y lo que más me gusta: estar en el fútbol, enseñando.

MAYORDOMO EN LA LEGISLATURA. Hace 25 años, Nilo Neder (fallecido periodista cordobés)


me encontró en el colectivo y me preguntó cómo estaba. Le dije que bien, y me respondió que
no le mintiera, que él no me veía bien. Tenía razón. Entonces me pidió que fuera al otro día a
la legislatura cordobesa, que me iba a hacer entrar para trabajar. Me costó hacerme a la idea,
¿cómo que iba a trabajar allí? Y hoy soy feliz en ese lugar. Gracias a Dios, tengo ese puesto de
trabajo hace 25 años. Estoy en la oficina dando los materiales, los cuadernos, las lapiceras, las
cosas para el café… Soy como un mayordomo.

PEOR ES ROBAR. No se me cae ningún anillo por trabajar allí. Peor sería andar robando, perder
el prestigio que me gané, y que tanto me costó ganar. Sería feo que la gente dijera “Mirá el
Hacha, mirá lo que fue y ahora está preso por robar” u otra cosa. No. Yo trabajo dignamente y
por eso no se le tiene que caer la cara a nadie. No quiero que mis hijos anden como yo,
levantándose todos los días a las seis de la mañana, con lluvia, frío o calor. No se me cae la
cara de vergüenza, pero quiero que ellos elijan bien a los amigos, que inviertan para que el día
de mañana sus hijos disfruten de su sacrificio. Por suerte, ellos están bien encaminados.

EXTRAÑO MUCHO jugar al fútbol. Cuando veo a los pibes de San Lorenzo, a mis hijos o a mis
nietos, extraño. En el barrio, cuando miro un partidito cualquiera, me dan ganas de meterme,
pero no puedo porque estoy operado de la cadera y también mal de una rodilla. Pero me
divierto entrenando a los chicos de San Lorenzo. Tenemos muy buenos jugadores. Ojo, del club
salieron Bernardo Patricio Cos, Sebastián Viberti, José Luis Villarreal, Antonio del Río, yo, mis
hijos y ahora mis nietos.

GAMBETA a Agustín Cejas, arquero de Racing, en el Nacional 78, despegando toda su


habilidad.

MI MEJORES MOMENTOS en la vida fueron cuando nacieron mis hijos y mis nietos. En lo
futbolístico, 1972, cuando, con 14 años, salí campeón con San Lorenzo en Primera B de la Liga
Cordobesa. Luego en 1976, cuando ganamos todo con Talleres.

¡QUIERO VERME JUGAR! Lamentablemente no puedo conseguir videos para verme y


mostrarles a mis hijos y a mis nietos cómo lo hacía. A mí me gustaría ver un video mío, pero no
hay nada.

“EL DIOS DEL FuTBOL”. En 1976 hicimos una gira grande con Talleres y llegamos a Zaire.
Jugamos un torneo junto a Temperley, la selección de Zaire y dos equipos más, el Itama y el
otro que no recuerdo (Vita). Nosotros teníamos un gran plantel. Yo había andado bien, pero
nunca me imaginé lo que pasó. Un periodista fue y me dijo que yo era “El Dios del Fútbol”. No
lo podía creer. Me decían que me habían visto hacer cosas que ni Pelé había hecho.

GOLEADOR. Yo fui un volante con llegada y mucha técnica. Tenía un ida y vuelta interesante y
llegaba muy seguido al gol. Tuve la suerte de jugar con el crack de Daniel Valencia, que dice
que yo era un volante goleador. Algo de razón tiene: pude ser goleador de un campeonato, el
Nacional 76 (N. de la R.: convirtió 12 tantos y compartió la punta de la tabla de artilleros con
Norberto Eresuma, de San Lorenzo de Mar del Plata).

EL DEBUT DE DIEGO. Tuve el privilegio de estar en el debut en Primera de Maradona. Fue un


miércoles por la tarde, en la cancha de Argentinos. Diego entró en el segundo tiempo y les
ganamos 1-0 con gol mío. Es otro lindo recuerdo. Después del partido comentábamos entre
nosotros cómo jugaba ese “mocosito”. Para colmo le metió un caño a Juan Cabrera en la
primera pelota que tocó. Lo cargamos con eso y él decía que si le hacía otro, lo mataba. Qué lo
iba a matar, le decíamos nosotros, si no lo podía agarrar… Era una avispa el pibe ese. Nunca
creímos que después podría ser todo lo que fue. Tuve el orgullo de hacer un gol en el debut del
mejor jugador del mundo.

ERA TREMENDO. Diego apenas andaba por los 16 años, pero se notaba que tenía una técnica
bárbara. Los jugadores de fútbol nacen, no se hacen; y ese pibe la rompía, venía así desde la
cuna. Messi es completo, como Diego. Te sorprenden en la cancha.

MENOTTI ES EL MEJOR. El Flaco era, o es, una muy buena persona. Y un gran entrenador. El
único técnico del fútbol argentino que se fijó en el interior. Nos dio la oportunidad a todos.

EL MUNDIAL 78. Se hablaron muchas cosas de la lesión que me marginó de la Copa del Mundo
del 78. Dijeron que estaba jugando al carnaval con unas botellas, que estaba borracho… No. La
verdad es que estaba en la casa de un amigo en Villa Carlos Paz. Tenía dos hijos, mi ex mujer y
habíamos comido un asado y tomado dos vasos de vino, y ya me volvía a Córdoba. La
empleada, tremenda gorda, me empujó a la pileta. Me volví loco, me saqué los zapatos, y me
miré enseguida. Tenía un tajito chiquito. El pie se me había ido y me corté con piedra laja. Al
rato paró la sangre y me curé. Pero al otro día tenía el pie hinchado. Voy a la cancha, me ve el
médico Hugo Velásquez y me dice que mueva el dedo. “No puedo”, le digo. “Dale que tenés
que viajar el miércoles a Mar del Plata, que ya te quedás concentrado con la Selección”, me
insiste. Pero no podía mover el dedo. Hugo se larga a llorar y me dice: “Te perdiste el Mundial,
te cortaste el tendón”. Lloré mucho, mucho, mucho. Dios sabrá por qué no lo jugué.

ME SENTI PARTE del campeonato del mundo. En ese momento, atrás mío estaban Ardiles,
Larrosa, muchachos que lo jugaron. Pero bueno, no pudo ser. Me puso muy contento que lo
ganáramos. Me hubiese gustado jugarlo, pero igual me sentí parte.

VUELTA olímpica en 1975, tras ganar el torneo de la Liga Cordobesa

TUVE REVANCHA. Aunque no es lo mismo, pero tuve mi revancha en el Preolímpico de


Colombia. Salimos campeones y demostré lo que era. Muchos equipos de Sudámerica me
querían. Después no se dio por distintas cosas y seguí en Talleres, pero me saqué un poco la
espina.
DIFERENCIA ECONOMICA. También tuve la posibilidad de jugar en España. Me llevó un
empresario que se decía representante, y ya arrancó mal. Llegamos a España, a Málaga. Todo
bien, pero cuando vamos a arreglar el contrato pregunto por cuánto me habían vendido.
Lamentablemente, no estaba Amadeo Nuccetelli, presidente de Talleres con quien yo tenía
confianza. No pudo viajar por unos negocios, fue otro directivo. En Talleres me habían dicho
que me vendían en 150 mil dólares. Le pregunto al presidente de Málaga, que era (Antonio)
Pérez Gascón, y me dice que me compraban en 250 mil dólares. ¿Cómo? Me enojé. Les dije
que me volvía para hacer unos trámites y nunca más regresé. Con eso me compraba dos
departamentos. Pero me desagradó aquello y no volví. Después me pude ir a San Lorenzo, me
quería el Toto Lorenzo. Pero Talleres no me quiso vender para castigarme.

TENGO UN NOMBRE y un prestigio en Córdoba, más en Talleres. Mi familia siempre quiso estar
en el club, pero no me llamaron nunca. Es la realidad. Me llevo bien con los dirigentes, pero no
hay gente capacitada para elegir jugadores. Desgraciadamente, mis nietos no están en Talleres
por ese motivo. Primero lo llevé a Daniel Emmanuel, mi hijo, y le dijeron que le faltaba, que
había muchos como él. Ahora la descose en México. Después lo llevé a Gonzalo, que está en
Ecuador. En ese tiempo había papás con autos último modelo y yo había perdido todo lo que
había ganado en el fútbol, y no andaba como ellos. Y también me dijeron que no... Hace un
año llevé a mis nietos. A Joel Sebastián le dijeron que había muchos en su puesto, y a fin de
año también se va a México. Lo que más me sorprendió fue lo que pasó con Gabriel; me
extrañó mucho: le dijeron que tenía todo para ser crack, pero que le faltaba tirarse al suelo.
Me fui espantado. Corren a los jugadores. Me dio pena.

MI SUEÑO ALBIAZUL. El fútbol es mi pasión. Desgraciadamente, de Talleres no me dieron la


oportunidad. Sueño siempre con volver a ese club que amo. La gente de Talleres quiere al
Hacha. Me gustaría que esa gente sepa que ya no soy el de antes, que andaba de boliche en
boliche. No, señor. Cambié. Voy del trabajo a casa; y de mi casa a la cancha de San Lorenzo.
Quiero que lo sepan. Y espero que algún día me den la oportunidad de volver.

Por Marcos Villalobo / Fotos: Viviana Toranzo

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UN POCO DE HISTORIA: HORACIO CORDERO

"Mi forma de sentir el fútbol casi me mata"

Horacio Cordero aprendió a sufrir en Racing. Y como DT, casi deja la vida dirigiendo a Costa
Rica. Hoy, con tres by-pass, asegura: "Como jugador podés descargar la tensión, como técnico
te llevás todo para dentro".

RAMIRO SCANDOLO

Después de dirigir a su Selección hasta el 97, Cordero se quedó a vivir en Costa Rica.

Mucho más tranquilo. Sin hacerse tanta mala sangre. Horacio Cordero, argentino, casado, dos
hijos, aprendió la lección a la fuerza. A fines de 1997, cuando todavía era técnico de la
Selección de Costa Rica, su vida corrió peligro. "Me creía Superman", cuenta. Un buen día
comenzó a sentir fuertes dolores en el pecho y le confirmaron que debía operarse sí o sí.

Director técnico de profesión, antes futbolista, Cordero tenía dos arterias del corazón tapadas
en un 65% y una ramificación. "No me quería operar de ninguna forma, pero al final fue un
acierto grandísimo. Me pusieron tres by-pass y ahora estoy diez puntos. Sucede que me
estresé mucho en Guatemala y Costa Rica. En realidad, me tomé lo de técnico con la misma
intensidad con la que lo hacía como jugador. Claro que como jugador podés descargar esa
tensión, pero como DT te llevás todo para adentro", explica Cordero.

-¿Tanto sufriste?

-Tuve como mil problemas y eso te marca. Una vez, dirigiendo Guatemala, justo contra Costa
Rica, me encontré con más de 80 muertos adentro del campo (·5NdR: el 16 de octubre de 1996
se produjo un avalancha humana en el estadio Mateo Flores que le costó la vida a 83
personas). Estaba en el vestuario dando la charla cuando me avisaron que había un muerto.
"Bueno, una desgracia", pensé. Pero cuando salí por el túnel vi a toda esa gente en el suelo.
Nenes, mujeres... Eso me golpeó duro y de ahí en más nada fue igual.
En sus comienzos, un diez habilidoso y de toques exquisitos. Y si bien no consolidó ese
potencial, pasó a ser más luchador y dinámico. Un tipo capaz de dejar la vida en cada pelota.
Así ganó continuidad y se convirtió en el caudillo del Racing que ascendió a Primera en 1985.
"Argentinos nos formó para pelearnos por tener la pelota, pero Zubeldía me cambió de puesto
y aprendí a ver el fútbol de otra forma: no todo es tirar un caño".

-Y en Racing te terminaron amando por tu forma de jugar.

-Ocurre que Racing se te mete en la piel. Y como me mataba por la camiseta y la gente sabía
que Cordero no iba a aflojar jamás, tuve la suerte de que me quisieran. Siempre jugué con el
mismo amor.

-¿El fútbol casi te mata?

-Lo que casi me mata fue mi forma de sentir el fútbol. Es un juego, pero se sufre bastante.
Cada siete días tenés que rendir un examen. Esa no fue la única vez que Cordero la pasó mal. A
los 13 años, una pelota cayó en un terreno baldío y al ir a buscarla, una reja se la clavó en el
intestino. "Fue un disgusto grande para mis padres. Para colmo, mi papá falleció de un infarto
al tiempo de ese accidente. Y siempre me pareció que esa mala sangre fue determinante".

-Tu padre falleció de un infarto, ¿habrás temido el mismo final?

-No, no tengo miedos. Como soy creyente, sé que el destino dirá la última palabra. Por más
que me oponga a la muerte, Dios dirá.

-¿Racing es en parte responsable de los problemas cardíacos?

-(Piensa) Sí, en la etapa en Racing se sufrió bastante, principalmente por la gente. Es que había
20 mil personas en la cancha y no podíamos ganar. ~Qué vergüenza interior! Pero Racing es
así, un sufrimiento. Nunca me voy a olvidar que después de subir a Primera, los hinchas me
hacían firmar autógrafos en sus documentos. Me paraban en la calle, en todos lados. Y eso
tapa el sufrimiento. Todo lo que consiguió Racing es sufriendo: la Intercontinental la ganó
sufriendo, la Supercopa la ganó sufriendo. El sufrimiento es parte de Racing. Pero así se
disfruta más.

"Chupete" Guerini: Córdoba debe recuperar su prestigio nacional

23 de agosto de 2013, 08:53 • Fútbol > chupete guerini


En La Voz. “El Chupete” hoy tiene 64 años. El ex Real Madrid se retiró en 1985, en Juniors.
(Foto: Facundo Luque)

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Revista

El nuevo wing izquierdo llego este año a Belgrano de Córdoba como preguntando cuánto
costaba la tribuna con hinchada incluida. Y se la deben haber tasado en goles, piques y paredes
con la Pepona Reinaldi, porque la compro integra. Porque se convirtió en magnate de los
cantitos, porque fundó un imperio con la admiración de "los Piratas", porque le alcanzó para
poseer también el harem de banderines celestes, los dos bombos, el matracón. Carlos Alfredo
Guerini, para los amigos, Chupete. Un flaco angostado más aún por la gimnasia, dos faroles
negros donde normalmente están los ojos, chaparrón de rulos morochos, una turbina en cada
botín.

- ¿Estudiaste?

- La primaria, con permiso del potrero.

- ¿Trabajos?

- Venta de naranjas y alfajores en la cancha, lechero en el barrio Patricios, cadete en una


bodega. Pero no mucho.

- Si te habrás ligado palizas, entonces…

- ¿Palizas? Ni soñando. En mi casa me mandaban a jugar a la pelota...

Chupete se inició como fundador, presidente, capitán y delantero del prestigioso Club Atlético
“Los Vagos", imbatible en el costado norte de la capital cordobesa, tan acertada siempre para
los bautismos. Y desde entonces, desde aquellos 16 años que ahora a los 23 le parecen lejanos,
la familia dele aplaudirlo desde el alambrado sin faltar a un solo partido. El padre, que jugó con
particular brillo en la primera de Estudiantes de la Plata durante la década del 30. La madre y
la hermana, tan expertas en offsides como en supermercados. Los primos, todos deportistas.
El tío, encargado de almacenes en la fábrica Fiat, centreforward, 46 años (“apenas un mes de
diferencia con Amadeo Carrlzo"), una camiseta del seleccionado argentino de recuerdo en el
ropero.

- ¿Llegaste a verlo jugar?


-Por desgracia no. Pero por el me hice hincha de Independiente, por el que siempre me traía el
lujo de una pelota de cuero, me gusta el fútbol, por el (que ahora se cuelga del alambrado y
me pide que no me cruce al medio) he jugado buenos partidos. Para mí es un orgullo ser
sobrino de LALO LACASIA, hermano de mi mama.

Micheli, Cecconato, Lacasia, Grillo y Cruz.

De Sá, Syeyyguil, Reinaldi, Laciar y Guerini.

A la barricada familiar de los Guerini-Lacasia se agregó ahora Angélica Busto, esposa del ídolo
de “los Piratas", heredero de sangre de crack por los dos wines familiares. Y Paola Andrea, la
hija de siete meses. Y todo el barrio Patricios, que cada tarde presencia el embarque de
Chupete Guerini en el colectivo 2 para trasladarlo en cuarenta y cinco minutos hasta la cancha.

- ¿Te gusta el entrenamiento?

- No, pero me lo aguanto. La que no me gusta para nada es que me manden a correr al cuatro
cuando se va... Pero miente. Porque lo sigue casi siempre, lo corre hasta su propia área, le
muestra que puede despilfarrar un pulmón en cada uno de sus cien piques por partido. Y
vuelve a acelerar hacia adelante buscando el pelotazo de la Pepona y llega al fondo y qué
hambre le tiene a la red.

- Yo no tengo mucha habilidad, pero soy bastante veloz y eso me ayuda mucho. Si fuera por mi
enfilaría siempre en diagonal hacia el arco en vez de desbordar para tirar centros, pero
también es lindo correrla, agarrarla y cruzarla para el medio. Yo sé, a mucha gente le parece
qua estoy jugando en Belgrano hace como mil quinientos años por lo bien que me entendí con
los muchachos. Pero si bien esta es la primera temporada, pocos se acuerdan que ya había
jugado una vez junto (por ejemplo) a Reinaldi. Fue cuando yo estaba en Juniors y se hizo un
combinado Juniors-Belgrano, para jugar contra Vélez por el pase de Patire...

Del calificadísimo Club Atlético “Los Vagos", pasó a Juniors: cinco partidos en quinta, con un
salto inmediato a reserva y primera. “Jugaba de diez, pero el DT Enrique Vega me hizo wing".
En 1968 estuvo a préstamo por un año en Talleres. Después, dos años de marina y un contrato
en Rosario-Puerto Belgrano. Cuando devolvió el uniforme siguió viviendo allá hasta principios
de este año, pero volvió con su esposa y su hija “porque allá había mucho viento y mucho
frio", pero volvió sobre todo para reencontrarse con la tribuna familiar y enfundarse
nuevamente en la blusa del Racing cordobés, el club querido, el del barrio. Racing compro su
pase definitivo, lo cedió a Belgrano como refuerzo para el Campeonato Nacional y ahora
intenta un justificado negación cotizándolo en 25 millones de pesos.

- Si los pagaran... ¿Te irías, por ejemplo, a Buenos Aires?

- Claro que me iría. Ir a Buenos Aires sería ideal, aunque me gustaría seguir jugando en
Belgrano…

- ¿Y si te dejaran elegir un cuadro porteño?

- Ni se pregunta: Independiente.
- ¿Pero si te tocara jugar en contra de Independiente?

- Yo juego para ganar y me rompería el alma para ganarle, aunque sea hincha del club. Bueno,
ya lo hice una vez cuando estaba en Puerto Belgrano. Jugamos contra Independiente; estaban
Santoro, Pavoni, Commlsso, creo que todos, menos el Pato. Bueno, ese día la ganamos 3-2 y yo
hice los dos primeros goles de mi equipo. La felicidad…

- ¿Quien fue tu mejor marcador?

- Rebottaro, el de Newells. Me siguió hasta ml casa…

Un invisible tirabuzón le va descorchando laboriosamente algunas palabras. "Callado como


siempre", agrega la mamá. “Poco futuro como locutor", piensa la esposa. Y acierta, hace
centro, emboca magistralmente su pensamiento en la realidad. Chupete Guerini tiene una sola
cábala: jamás habló por radio. El alarido retumba dos veces en la ciudad vacía, donde solo
algunas ventanas chorrean relatos radiales. Una, cuando Chupete Guerini dejo parada a la
defensa de Boca y quedó solo con Sánchez, solo como si únicamente ellos dos estuvieran en la
cancha y se escucharan respirar. La llevó con zurda, segundo palo y a sacar del medio. Otra,
cuando volvió a enfrentarlo en el penal. Una bala blanca atravesó el pecho del arquero, que
había adivinado la dirección del tiro, y apareció en la red.

El nuevo wing izquierdo era el goleador de la zona “B”, ya había pagado a cuenta la tribuna
que Belgrano construirá el año que viene, ya era suficiente para comprarse hasta la hinchada
de otros cuadros, como que la bandera de Talleres se había anudado a la de Belgrano en lo
alto de la tribuna y se agitaban las dos en el mismo temblor. Después de un choque con Rogel,
Carlos Alfredo Guerini siguió jugando en una pierna y media, pero no cesó de rotar, de picar,
de pedirla y de intranquilizar a la última línea de Boca.

Pícaro y silencioso en la cancha, como en la casa y en la concentración, no detuvo su trote


hasta que el referí cerró el partido, Sólo entonces empezaron a dolerle la pierna y el empate.
Fue el primero en llegar al vestuario: el pelo alisado por los cabezazos, las medias caídas, las
lágrimas rodando lentamente y lustrándole la cara frente a los reflectores.

- Lastima que los partidos no terminen cinco minutos antes, macho…, Pero eso lo aprendimos
recién hoy. ¿Sabes que nos mató? El primer gol de ellos, tan enseguida del segundo nuestro…

En la platea de Belgrano nadie se mueve porque es casi imposible creer en el milagro que Boca
fabricó. Sólo la imagen del goleador indemniza a “los Piratas": “Está bien, nos empataron. Pero
a Chupete no lo pudieron parar..." Junto al alambrado, Lalo Lacasia sintió que esos dos goles
contra Boca habían invertido la posición del ídolo y del pariente…

- Y con que orgullo lo voy e decir de ahora en adelante: Soy el tío de Guerini, nada más que el
tío de Guerini…

FUENTE: Revista El Grafico / Carlos Marcelo Thiery (28/11/1972)


Miradas opuestas a "Las estrellas"

Champions League: la experiencia de los hinchas cordobeses en Cardiff

Por Pablo Ocampo

Palabra autorizada. El delantero aseguró que hay que fijarse más en las figuras del fútbol local
para que sean referentes en sus clubes. Sostuvo que Argentina puede ser campeón mundial en
Brasil 2014 y que Maradona y Messi son los mejores.

Simpático, cargado de anécdotas y con la picardía que lo hizo jugar en equipos de la talla de
Belgrano, Talleres, Boca Juniors o el Real Madrid, Carlos Alfredo “Chupete” Guerini estuvo este
jueves, vía chat, con los lectores de Mundo D y dejó sus expresiones para que puedan ser
disfrutadas por la gente.

Recordado por su “atrevimiento” en un campo de juego, por ese inconfundible pelo largo y por
la “desfachatez” que lo caracterizó a lo largo de su carrera, el delantero aseguró: “Tuve más
suerte que otros jugadores de mi época, porque en los ‘70 u ‘80 había jugadores mejores que
yo que no tuvieron las oportunidades que se me presentaron a mí”.

“Chupete”, reconocido por jóvenes y viejos, aseguró: “Real Madrid es el mejor club del mundo.
Jugué cuatro años allí y gané tres títulos. Puede que me arrepienta un poco de haber
regresado cuando lo hice, porque tenía dos años más de contrato y me agarró la nostalgia y
me volví a Córdoba (para jugar en el Talleres de Amadeo Nuccetelli)”.

Los elogios llenaron el chat y recordaron muchísimas anécdotas vividas por Guerini cuando
estaba en Juniors, en Belgrano y en Talleres.

“No soy hincha de ningún club... pero me identifico con Talleres y Belgrano. Por suerte en los
dos estadios me reciben muy bien”, prosigue, para luego sentenciar: “Antes se jugaba mejor
que ahora. No quiero decir que hoy no hay buenos jugadores, pero me parece que antes había
más fútbol. Tanto es así que desde Europa venían a buscar a nuestros futbolistas porque
éramos el espejo del mundo, mientras que ahora las cosas han cambiado y todos miramos al
Barcelona como el mejor de todos”.

Al referirse a la actualidad de nuestro fútbol, Guerini asegura que “Córdoba debe recuperar su
prestigio nacional. Necesita ser referente a todo nivel”. “Me llama la atención, que los
veteranos no tengan un cargo en los clubes donde brillaron, porque son referentes que
deberían ser un ejemplo para los más jóvenes. Me gustaría que los dirigentes se fijaran más en
los de acá... En Madrid un exjugador tiene un lugar ganado y siempre está para transmitir lo
que es ser parte del club. No quiero decir que los de afuera no sepan, sino que los de aquí
deberían tener su espacio”, continuó.

De selección

Guerini vistió la camiseta de la selección previo al Mundial de Alemania 1974 y no dejó escapar
su mirada sobre el conjunto de Sabella: “Siento que tenemos un equipo para ser campeones
del mundo. Tenemos que ajustar un poquito las cosas en la defensa y estamos para todo”.

La dicotomía Maradona-Messi no lo preocupa porque “Chupete” lo sintetiza fácil: “No puedo


elegir entre los dos porque los dos son argentinos y los mejores del mundo. La ‘10’ antes la
llevaba el mejor de todos. Ahora no es así, porque ya no se juega de la manera en que se hacía,
donde se la dabas al ‘10’ y este armaba todo el juego”, asegura.

El fútbol, de otra manera

Carlos Marocchi le recuerda la Ucfa (Unión Cordobesa de Fútbol Amateurs) y Guerini dice:
“Nos juntamos con varios amigos allí. Han hecho una categoría mayores de 57 años y nosotros
vamos a ver a varios de los muchachos de nuestra época. Después nos comemos un asadito...
es lo que nos queda”.

Asegura que lo más difícil del retiro fue dejar de jugar: “Porque a mí no me interesaba la
táctica, ni me preocupaba el resultado. Sólo quería jugar y hacer goles (se ríe)”.

Guerini, un jugador que dejó su sello en Córdoba y el mundo.

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