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2. La escritura en Chile
Como se trata de una habilidad compleja, requiere de muchas horas de práctica para su
dominio (Kellogg, 2008) y como en cada edad, nivel y contexto se escriben textos nuevos,
siempre debe haber un espacio destinado a la enseñanza y a la práctica de la escritura.
Contrariamente al sentido común de que la escritura es una habilidad que se aprende al
inicio de la escolaridad “de una vez y para siempre", la investigación actual insiste en la
importancia de enseñar la escritura en todos los niveles, desde el desarrollo temprano
hasta la educación superior e incluso de postgrado (Carlino, 2005).
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socioeconómico medio bajo y bajo. También se ha visto que las estudiantes mujeres
tienen mejores desempeños que los estudiantes varones (Agencia de la Calidad de la
Educación, 2014, 2015, 2016, 2017).
Una diferencia clave entre la producción oral y la escritura de textos es que al escribir no
se cuenta con pistas contextuales ni con conocimientos compartidos con el interlocutor. La
producción escrita es, en este sentido más compleja, porque no se pueden incluir muchos
contenidos que en la conversación oral podrían reemplazarse por gestos u objetos
presentes. Esta diferencia obliga a producir un discurso autónomo en sus contenidos (que
se entienda por sí mismo), con una gramática más compleja, un léxico más preciso y
esquemas convencionales de organización de la información de los distintos géneros
(estructuras típicas) (Cassany, 2008)
Por ello es tan importante que los niños desde pequeños estén expuestos a un lenguaje
oral más complejo, esto es, en que el alumno pueda desarrollar un tema sin apoyo de las
claves contextuales propias de la producción oral, lo que lo obliga a usar oraciones
completas y un vocabulario más preciso. Los niños que se han familiarizado en sus hogares
con este discurso oral más complejo tendrán menos dificultades para aprender a pensar y
comunicarse mediante los discursos escritos, que son tan frecuentes en la institución
escolar.
Según Cuetos (2009), existirían al menos cuatro procesos cognitivos claves en la escritura:
Planificación del mensaje: el escritor decide qué va a escribir y con qué finalidad.
Construcción de las estructuras sintácticas: el escritor construye oraciones en las
que se ubican las clases de palabras (artículos, sustantivos, adjetivos, verbos,
adverbios, pronombres) con sus significados que transmiten el mensaje.
Selección de palabras: el escritor busca en su almacén léxico las palabras que mejor
encajan en la oración ya construida para expresar el mensaje que ha ideado.
Además, se asegura de que estas palabras estén escritas con una ortografía
correcta.
Procesos motores: el escritor activa los programas motores que se encargan de
producir los correspondientes signos gráficos (cursiva o script, mayúscula o
minúscula).
Por ejemplo, una simple carta o e-mail a una amiga nos exige decidir qué le vamos a
contar, en qué secuencia expondremos las informaciones, cómo lo vamos a contar (p.ej. de
manera objetiva, irónica, divertida), qué tipo de oraciones vamos a emplear (p. ej.
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oraciones simples o complejas, oraciones afirmativas, interrogativas), qué palabras
seleccionaremos (p. eje. vocabulario básico, específico, metafórico). Además, tendremos
que prestar atención a las reglas ortográficas (literal, acentual) y a la puntuación.
Finalmente, deberán activarse los movimientos musculares necesarios para lograr escribir
letras con los rasgos, proporción y ligado adecuados, en caso de escritura manuscrita, y las
habilidades viso-espaciales para pulsar las teclas correspondientes, en el caso de la
escritura digital.
La participación de estos procesos depende de las tareas de escritura. Por ejemplo, para
llenar un formulario o una ficha con datos personales o escribir al dictado, basta con los
procesos inferiores de selección de palabras y procesos motores. En cambio, los procesos
superiores de ideación del mensaje o de construcción de estructuras sintácticas solo
intervienen en la escritura creativa o productiva (Vigotsky, 1973, en Cuetos, 2009), es
decir, cuando se trata de transformar una idea que el escritor tiene en su mente en un
texto.
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la situación comunicativa
Géneros textuales
Mientras que en un cuento, se espera que exista una situación inicial en que se presentan
los personajes principales y el ambiente en que viven y luego un quiebre que desencadene
la narración; se espera a continuación un desarrollo con uno o más episodios donde
aparezcan las acciones de los personajes, los obstáculos que ellos enfrentan y cómo los
resuelven; y se espera, por último, un desenlace en que se presente una solución para el
quiebre de la situación inicial.
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En este sentido, los géneros textuales no son vistos solo como entidades clasificables a
partir de sus características formales, sino más bien, como prácticas sociales
convencionales que organizan la interacción verbal (Bazerman, 2004) y que pueden ser
aprendidos, reconocidos y reproducidos por los sujetos en determinados contextos. Estos
contextos pueden ser del ámbito personal, educacional, público o profesional.
Tipos de textos
Por otra parte, entendemos los tipos de textos, como entidades abstractas o patrones, que
poseen secuencias con predominancia de algún tipo de discurso (narrativo, expositivo,
argumentativo, dialógico, instructivo). Adam (1985 citado en Solé, 1998) propone los
siguientes tipos de textos más reconocidos:
Narrativo: texto con un desarrollo cronológico que busca explicar unos sucesos en
un orden dado. Algunos textos narrativos siguen una organización del tipo estado
Inicial/ complicación / acción / resolución / estado final. Otros introducen una
estructura conversacional dentro de la estructura narrativa. Ejemplos de textos
narrativos, según Adam son: el cuento, la leyenda, la novela.
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A modo de síntesis, y considerando estos dos conceptos: géneros textuales y tipos de
textos, proponemos los siguientes ejemplos en la figura 2:
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Los géneros textuales son textos reales que circulan en la sociedad con un propósito
comunicativo y que poseen esquemas o estructuras convencionales.
Los tipos de textos son entidades abstractas o patrones que poseen un discurso
predominantemente narrativo, expositivo, argumentativo o instructivo.
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