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No es fácil explicar qué es el amor y qué es la libertad; sin embargo, el hombre les ha
colocado en la cumbre de sus más grandes aspiraciones. Todos anhelan la libertad y
no se podría decir menos del amor. Pero, ¿qué son? A través del siguiente cuento la
respuesta será más comprensible.
El segundo alumno dijo: -Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas: la
voy a colocar en mi colección. El tercer alumno completó: -Yo traje este pichón de
pajarito que se cayó del nido ¿verdad que es gracioso?
Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio.
Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y
que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía apenada porque no
había traído nada. La maestra se dirigió a ella y le preguntó: Muy bien: ¿y vos? ¿no
has encontrado nada? La criatura, tímidamente, respondió: -Disculpe, maestra... Vi la
flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para otros también la
puedan gozar. Vi también la mariposa, con su bellos colores, pero parecía tan feliz que
preferí dejarla libre. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... su mamá
volaba cercana y preferí dejarlos juntos...
En el libro Ética para Amador de Fernando Savater se encuentra una frase interesante,
que la quisiera adecuar para dar una definición, sencilla y más exacta, sobre la libertad
y el amor: “Haz lo que quieras” (Savater, 2017: 45). La frase es simple, pero sustancial
para nuestro propósito. Ramón Lucas Lucas en su libro El Hombre, Espíritu Encarnado
la define de esta manera: “La libertad es la condición por la que el hombre se realiza
como sujeto” (Lucas, 2013: 179). Para alcanzar lo que se quiere ser, es necesario
elegir, decidir. Por eso, Savater hace una aclaración de su famosa frase: “De modo que
mi haz lo que quieras no es más que una forma de decirte que te tomes en serio el
problema de tu libertad, lo de que nadie puede dispensarte de la libertad creadora de
escoger tu camino” (Savater, 2017: 50).
Recuerdas el alumno del cuento que no trajo nada parecido al amor; sin
embargo, sí lo hizo, escondido a los sentidos, pero visible al corazón: “Traigo conmigo
el perfume de la flor”. El alumno decidió no causar daño a la flor, aunque era hermosa,
apetecible, agradable. Aunque le atraía decidió no cortarla porque la amaba. El
perfume de las buenas decisiones que tomamos es el amor. Es la esencia de la
felicidad y de la alegría. San Juan de la Cruz, dice en uno de sus poemas: “Ni cogeré
las flores, ni temeré las fieras.” (Recuperado de https://www.poemas-del-alma.com/
san-juan-de-la-cruz-cantico.htm)
Continuando con el cuento, el resto de los alumnos decidieron cortar la flor. Pero
sin darse cuenta que su actitud les volvería personas insensibles, sin amor, egoístas.
Tomar todo lo que se presenta como apetecible a los sentidos precipitadamente, sin
reflexión, nos coloca en la cuerda floja. Y quien se inclina por ese camino errado
terminará pagando el precio de sus propias desiciones: el fracaso, la soledad, el vacío,
el aislamiento.
Sin embargo, los seres humanos muchas de las veces están condicionados a
actuar de cierta manera por la cultura, las costumbres, las presiones sociales.
Pareciera que todos estos condicionamientos eximen de responsabilidad, pero todo lo
contrario: “Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres
siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa” (Savater 2017:
22).
Referencias
Savater, F. (2017). Ética para amador, México: Ariel
Lucas, R. (2013). El hombre, espíritu encarnado, Salamanca: Sígueme
https://www.poemas-del-alma.com/san-juan-de-la-cruz-cantico.htm)