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LA LIBERTAD Y EL AMOR

Juan Gabriel Barajas Sanchez 1

No es fácil explicar qué es el amor y qué es la libertad; sin embargo, el hombre les ha
colocado en la cumbre de sus más grandes aspiraciones. Todos anhelan la libertad y
no se podría decir menos del amor. Pero, ¿qué son? A través del siguiente cuento la
respuesta será más comprensible.

Un chico preguntó: -Maestra... ¿qué es el amor? La maestra sintió que la


criatura merecía una respuesta que estuviese a la altura de la pregunta. Como ya
estaban en hora de recreo, pidió a sus alumnos que dieran una vuelta por el campo de
la escuela y trajesen lo que más despertase en ellos el sentimiento del amor. Los
chicos salieron apresurados y, cuando volvieron, la maestra les dijo: -Quiero que cada
uno muestre lo que trajo consigo. El primer alumno respondió: -Yo traje esta flor: ¿Es
linda?

El segundo alumno dijo: -Yo traje esta mariposa. Vea el colorido de sus alas: la
voy a colocar en mi colección. El tercer alumno completó: -Yo traje este pichón de
pajarito que se cayó del nido ¿verdad que es gracioso?

Y así los chicos, uno a uno, fueron colocando lo que habían recogido en el patio.
Terminada la exposición, la maestra notó que una de las niñas no había traído nada y
que había permanecido quieta durante todo el tiempo. Se sentía apenada porque no
había traído nada. La maestra se dirigió a ella y le preguntó: Muy bien: ¿y vos? ¿no
has encontrado nada? La criatura, tímidamente, respondió: -Disculpe, maestra... Vi la
flor y sentí su perfume; pensé en arrancarla pero preferí dejarla para otros también la
puedan gozar. Vi también la mariposa, con su bellos colores, pero parecía tan feliz que
preferí dejarla libre. Vi también el pichoncito caído entre las hojas, pero... su mamá
volaba cercana y preferí dejarlos juntos...

1Alumno de la Licenciatura en Filosofía. Cuarto semestre. Seminario Diocesano de Zamora.


Marzo 2019
Por lo tanto, maestra, traigo conmigo el perfume de la flor, la sensación de
libertad de la mariposa y la gratitud de la madre del pajarito. ¿Cómo puedo mostrar lo
que traje? La maestra agradeció a la alumna y le dio la nota máxima, considerando que
había sido la única que logró percibir que sólo podemos traer el amor en el corazón.
Quizá ya entendiste, la respuesta es sencilla: el amor no se puede mostrar; tampoco la
libertad, pero si los podemos experimentar. Ahora analicemos ambos conceptos desde
la Ética y la Antropología.

1. Haz lo que quieras: ser libre para amar

En el libro Ética para Amador de Fernando Savater se encuentra una frase interesante,
que la quisiera adecuar para dar una definición, sencilla y más exacta, sobre la libertad
y el amor: “Haz lo que quieras” (Savater, 2017: 45). La frase es simple, pero sustancial
para nuestro propósito. Ramón Lucas Lucas en su libro El Hombre, Espíritu Encarnado
la define de esta manera: “La libertad es la condición por la que el hombre se realiza
como sujeto” (Lucas, 2013: 179). Para alcanzar lo que se quiere ser, es necesario
elegir, decidir. Por eso, Savater hace una aclaración de su famosa frase: “De modo que
mi haz lo que quieras no es más que una forma de decirte que te tomes en serio el
problema de tu libertad, lo de que nadie puede dispensarte de la libertad creadora de
escoger tu camino” (Savater, 2017: 50).

Por otra parte, en el cuento anterior, el alumno dejó en libertad la mariposa.


Hace un acto libre. Ama tanto la libertad del otro y está tan extasiado que no interfiere.
“Solo quien ama la libertad del otro, ama verdaderamente” (Lucas, 2013:184). Y en
consecuencia él mismo es libre.

Te doy un ejemplo: te has preguntado si aquel joven, con ansias profundas de


libertad, que abandonó la casa y a su familia es libre. La libertad puede confundirse con
libertinaje. Y en ocasiones, todo termina siendo un espejismo catastrófico, una simple
ilusión, una caverna sin salida. ¿Es libre una persona que destruye lo más valioso de
su existencia con la droga, el alcohol, el sexo desenfrenado, etcétera? Y eso no es
todo, sabe el dolor que le causa a los que le aman y el perjuicio que se hace a sí
mismo. ¿Eso es amar? No, más bien es egoísmo y esclavitud. Lucas dice al respecto:
“El hombre que no ha escogido el amor no es libre; y quien escoge el egoísmo no es
libre…el egoísmo reprime las posibilidades más bellas y más grandes” (Lucas, 2013:
184).

Recuerdas el alumno del cuento que no trajo nada parecido al amor; sin
embargo, sí lo hizo, escondido a los sentidos, pero visible al corazón: “Traigo conmigo
el perfume de la flor”. El alumno decidió no causar daño a la flor, aunque era hermosa,
apetecible, agradable. Aunque le atraía decidió no cortarla porque la amaba. El
perfume de las buenas decisiones que tomamos es el amor. Es la esencia de la
felicidad y de la alegría. San Juan de la Cruz, dice en uno de sus poemas: “Ni cogeré
las flores, ni temeré las fieras.” (Recuperado de https://www.poemas-del-alma.com/
san-juan-de-la-cruz-cantico.htm)

El poema hace alusión a la alta dignidad de la persona humana. El valor inestimable de


cada persona. La frase “ni cogeré” se refiere a no causar daño, a levantar la vista hacia
un ideal más sublime; por ejemplo: Dios, el otro. “El amor es…el signo de la madurez
humana y el ambiente donde madura la libertad” (Lucas, 2013: 185).

Continuando con el cuento, el resto de los alumnos decidieron cortar la flor. Pero
sin darse cuenta que su actitud les volvería personas insensibles, sin amor, egoístas.
Tomar todo lo que se presenta como apetecible a los sentidos precipitadamente, sin
reflexión, nos coloca en la cuerda floja. Y quien se inclina por ese camino errado
terminará pagando el precio de sus propias desiciones: el fracaso, la soledad, el vacío,
el aislamiento.

Sin embargo, los seres humanos muchas de las veces están condicionados a
actuar de cierta manera por la cultura, las costumbres, las presiones sociales.
Pareciera que todos estos condicionamientos eximen de responsabilidad, pero todo lo
contrario: “Por mucha programación biológica o cultural que tengamos, los hombres
siempre podemos optar finalmente por algo que no esté en el programa” (Savater 2017:
22).

A manera de conclusión: “la libertad no significa abandono, facilidad, rechazo


del sacrificio, sino más bien asumir todas aquellas renuncias que la libertad auténtica
lleva consigo, hasta el don de la propia vida” (Lucas, 2013: 83-84).

Este es el fruto último de la libertad: el entregarse al servicio del otro. Es la


cúspide de la madurez humana y de la perfección espiritual. “Refiriéndose a esta
libertad madura, san Agustín formuló el célebre dicho: ama et fac quod vis”.(Lucas,
2013: 184). Que quiere decir: “ama y haz lo que quiera.” El amor es como elevar las
alas hacia las montañas más altas; caminar por los pastos más verdes y abundantes;
mirar el valor de cada persona y no lo que le degrada; servir más que ser servido.

El amor cosecha los mejores frutos porque tiene acceso a dimensiones


imposibles de acceder para las mentes empequeñecidas. Sin embargo, el camino del
amor configura entre los más estrechos y pocos logran encontrarlo, sino solo aquellos
que elevan sus ojos por encima de los simples placeres de este mundo. Es confortable
constatar personalidades con un intelecto elevado, libres, espontáneas, serviciales,
alegres, amorosas y llenas de entusiasmo.

La verdadera libertad es la que garantiza el auténtico amor; y ésta se consigue


solo con el esfuerzo. Es complicado llegar a ser libre en un mundo que intenta, por
todos los medios, programarnos. El hombre que ha conquistado la libertad goza de un
criterio autónomo: sabe pensar por sí mismo y elige el mejor de los caminos. Por lo
tanto, hace lo que quiere, porque es libre; y a través de esa libertad ama, porque es lo
que ha elegido.

Referencias
Savater, F. (2017). Ética para amador, México: Ariel
Lucas, R. (2013). El hombre, espíritu encarnado, Salamanca: Sígueme
https://www.poemas-del-alma.com/san-juan-de-la-cruz-cantico.htm)

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