Vous êtes sur la page 1sur 3

1

EL DIÁLOGO CIENCIAS-RELIGIÓN EN LA CULTURA ACTUAL


por John Polkinghorne

Conferencia del físico y pastor John Polkhinghorne en el marco del ciclo de conferencias sobre el
diálogo ciencia y religión en la cultura actual celebradas en Barcelona en 2006 y en colaboración con la
obra social de la Caixa.

1. Ciencias y teología en busca de verdad: diferencias y


complementariedad

Un vigoroso diálogo entre la ciencia y la religión es rasgo característico de la cultura


contemporánea, pese a la orientación laica de ésta en muchos aspectos. Profundos
interrogantes sobre el sentido de la vida y de la muerte reclaman de continuo nuestra
atención. Los seres humanos tienen una honda necesidad de búsqueda de sentido.
Tienen una sed de intelección que la ciencia no puede aplacarles por sí sola, pues el gran
éxito de la ciencia se debe a la modestia de sus ambiciones. Una ciencia honesta nunca
pretenderá dar respuesta o ser capaz de responder a todas y cada una de las preguntas
que nuestras inquietas mentes nos proponen. La religión ofrece recursos adicionales
para tal intelección. Sus penetrantes ideas complementan, más bien que entran en
conflicto, con las que la ciencia puede proporcionar. Ambas, ciencia y religión, buscan
la verdad y tratan de alcanzarla mediante una fe motivada, y esta relación de parentesco
entre las dos significa que tienen muchas cosas que decir la una a la otra. Nuestra tarea
consiste en pasar revista a las cuestiones que establecen la agenda para el diálogo que
entre la ciencia y la religión se está dando en nuestra cultura actual.
De hecho, el dialogante natural para la ciencia no lo es tanto la religión como la
teología, la disciplina intelectual que reflexiona sobre la experiencia religiosa, así como
la ciencia reflexiona sobre la experiencia humana del mundo natural. Ambas, ciencia y
teología, afirman estar explorando la naturaleza de la realidad, pero lo hacen, claro está,
a diferentes niveles. Para las ciencias naturales el objeto de estudio es el mundo físico y
los seres vivientes que lo habitan. Las ciencias tratan su temática objetivamente, a base
de un modo impersonal de abordarla que emplea el instrumento heurístico de la
investigación experimental. La naturaleza es sometida a pruebas mediante experimentos
que son, en principio, repetibles tantas veces como lo necesiten los experimentadores.
Hasta las ciencias de tipo histórico, tales como la cosmología física y la biología
evolutiva, basan gran parte de su poder explicativo en las concepciones y teorías de las
ciencias directamente experimentales, como lo son, por ejemplo, la física y la genética.
El objetivo de la ciencia natural es lograr entender con precisión cómo se producen los
fenómenos; el asunto de su interés son los procesos del mundo.
Lo que a la teología le atañe es buscar la verdad acerca de la naturaleza de Dios, el
Único con respecto al cual ha de mantenerse una actitud de temor y obediencia y al que
no es posible someter a ninguna prueba experimental. "No tentarás al Señor tu Dios" es,
precisamente, una ley fundamental de la vida espiritual. Como todas las formas de
compromiso personal, el encuentro con la transpersonal realidad de lo divino ha de
basarse en la confianza más bien que en la prueba demostrativa, y lo característico de
este encuentro es ser intrínsecamente individual y único. Las experiencias religiosas no
pueden simplemente producirse por humana manipulación. En vez de ello, la teología se
basa en los actos reveladores de la automanifestación divina. En la ciencia, la iniciativa
investigadora está en manos del científico. En la religión, la iniciativa para
automanifestarse le pertenece a Dios. Particularmente, todas las tradiciones religiosas se
remiten a eventos fundacionales de los que trae su origen la tradición y que desempeñan
2

un papel único en el dar forma a su modo de entender la naturaleza de la deidad. En


cuanto a la historia cósmica, el objetivo central de la teología es investigar por qué han
acaecido los eventos: le atañen las cuestiones del sentido y del destino. La creencia en
Dios Creador entraña la implicación de una mente y de una voluntad divina subyacente
a cuanto ha venido sucediendo en el universo.
Estas diferencias entre las características de la ciencia y las de la teología han
llevado a algunos a suponerlas completamente independientes una de otra,
correspondiendo a distintas y en realidad inconmensurables formas de discurso. Si así
fuese, no podría haber diálogo alguno entre la ciencia y la religión. Este cuadro de dos
lenguajes inconexos se ha popularizado entre aquellos científicos que no quieren ser
irrespetuosos con la religión entendida como humana actividad cultural, pero tampoco
quieren tomarse en serio sus pretensiones cognitivas de un conocimiento de Dios. Si se
adopta tal postura, es entonces frecuente que la comparación entre la ciencia y la
teología se haga en términos que resultan efectivamente desfavorables para la religión.
A menudo se considera que la ciencia trata de hechos públicos y se da por supuesto que
la religión trata sólo de opiniones privadas. Pero hablar así es cometer un doble error.
Los análisis efectuados por la filosofía de la ciencia del siglo XX han puesto en
claro que la búsqueda científica de intelección está basada en algo mucho más sutil que
la confrontación no problemática de indudables datos experimentales con ineludibles
predicciones teoréticas. Teoría y experimentación se entrelazan de intrincados modos y
no hay datos científicamente interesantes que no sean ya hechos interpretados. Es
necesario recurrir a la teoría para explicar qué está siendo medido realmente por
sofisticados aparatos.
Por su parte, la teología no se basa en la mera aserción de verdades indiscutibles
derivadas de las declaraciones de una autoridad incuestionable. La creencia religiosa
tiene sus propias motivaciones íntimas, y su apelar a la revelación tiene que ver, más
que con verdades proposicionales misteriosamente transmitidas, con la interpretación de
ocasiones extraordinariamente significativas de la automanifestación divina.
Numerosas consideraciones hacen ver que la tesis de la mutua independencia de la
ciencia y la teología es demasiado burda para que sea convincente. ¿Cómo? y ¿Por qué?
son, sin duda, preguntas distintas, pero se las puede formular conjuntamente acerca de
lo que está sucediendo, y en muchos casos habrá que responder a las dos preguntas para
lograr una intelección adecuada. El agua está hirviendo en la tetera ya que el gas
encendido la calienta y porque alguien quiere hacerse una taza de té. Las dos preguntas
son lógicamente distintas y no hay ningún nexo que vincule ineludiblemente sus
respuestas, pero sin embargo ha de haber cierto grado de coherencia entre las formas
que adopten esas respuestas. ¡Con la intención de hacerse un té no tiene mucho sentido
meter la tetera en el frigorífico!
La teología debe oír la explicación de la historia del universo que da la ciencia y
determinar como se relaciona con la creencia religiosa de que el mundo ha sido creado
por Dios. Si se viese un total desacuerdo entre ellas, habría que exigir alguna forma de
revisión. Los fundamentalistas religiosos creen que tal revisión debe hacerse siempre
del lado de la ciencia, mientras que los fundamentalistas científicos creen que la religión
es simplemente irrelevante para una plena intelección del cosmos. Estas posiciones
extremas corresponden a una imagen conflictiva de la relación entre la ciencia y la
religión. Uno u otro de los dos bandos ha de conseguir la victoria total en el debate; una
visión gravemente distorsionada, incapaz de reconocer la relación de
complementariedad entre estas dos formas de búsqueda de la verdad. Una visión más
equilibrada es la de que ambas explicaciones merecen ser escrupulosamente valoradas
3

en su relación mutua, actividad que proporciona una creativa agenda para el diálogo
entre la ciencia y la religión.
Ambas, ciencia y teología, han sido sometidas a postmodernistas aserciones de que
sus metanarrativas no son más que ficciones y cuentos comúnmente acepatdos. Ambas
responden apelando a los motivos experienciales de sus creencias y ambas sostienen que
lo que mejor representa sus logros es lo que se llama realismo crítico. Lo cual significa
que ninguna de las dos alcanza un conocimiento exhaustivo -- pues la exploración de la
naturaleza revela continuamente nuevos e inesperados aspectos, y la infinita realidad de
Dios excederá siempre a la limitada comprensión de los finitos seres humanos -- pero
ambas, ciencia y teología, están convencidas de que logran verosimilitud, de que
consiguen ir trazando mapas de aspectos de la realidad que son adecuados para algunos,
aunque no para todos, los propósitos. Al proclamar estas pretensiones de realismo
crítico, exhiben la ciencia y la teología cierto grado de afinidad o parentesco, lo que es
de suyo suficiente para animar al diálogo entre ellas.
Ya queda dicho que la ciencia ha logrado su gran éxito a base de restringir su
ambición, limitándose al enfoque impersonal y tratando de responder tan sólo a
determinadas preguntas concernientes al proceso. El hecho es que la ciencia pesca en la
experiencia con una red de malla grande. Su explicación de la música se formula en
términos de respuesta nerviosa al choque de las ondas aéreas contra el tímpano. El
profundo misterio de la música --el cómo una secuencia temporal de sonidos puede
hablarnos de un eterno reino de belleza -- escapa totalmente de la captación científica.
En el diálogo contemporáneo entre la ciencia y la religión es un elemento importante el
reconocimiento de la importancia que tienen las 'cuestiones límite', refiriéndose a los
temas que surgen de hacer ciencia pero que van más allá del autolimitado poder de la
ciencia para responder. Tales cuestiones límite han sido la base de un nuevo tipo de
teología natural desarrollada a menudo por los mismos científicos, incluso por algunos
que no se adhieren a ninguna tradición religiosa.

Resto de la conferencia accesible en


http://www.sticb.org/index.php?option=com_content&view=article&id=63:alies-
documents-article-5&catid=41:alies-categoria-documents&Itemid=57&lang=es

Vous aimerez peut-être aussi