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(Privado)
Oración del Sacerdote (El diácono o un lector lee esta oración, mientras
el sacerdote se reviste)
Acto Penitencial
C/: Humildes y penitentes, como el publicano en el
templo, acerquémonos al Dios justo, y pidámosle
que tenga piedad de nosotros, que también nos
reconocemos pecadores.
Fórmula Penitencial
1° Fórmula:
El sacerdote reza el salmo con su comunidad pausadamente y al
unísono. Brazos extendidos al cielo.
Absolución colectiva
El sacerdote concluye con la absolución general, preparando al pueblo
para asistir dignamente a los sagrados misterios.
Kyrie
C/: ¡Señor, ten piedad de nosotros!
R/: ¡Señor, ten piedad de nosotros!
C/: ¡Jesucristo, ten piedad de nosotros!
R/: ¡Jesucristo, ten piedad de nosotros!
C/: ¡Señor, ten piedad de nosotros!
R/: ¡Señor, ten piedad de nosotros!
Gloria in Excelsis
Se reza o se canta el GLORIA solamente el jueves santo en la Santa
Liturgia Crismal.
T/: Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los
hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te
alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos,
te damos gracias. Señor Dios, Rey Celestial, Dios Padre
todopoderoso. Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios,
Cordero de Dios, Hijo del Padre. Tú que quitas el pecado
del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el
pecado del mundo, atiende nuestras súplicas. Tú que
estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de
nosotros. Porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, Sólo
tú Altísimo Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria
de Dios Padre. Amén
Oración colecta
C/: Alabado sea Jesucristo que está con nosotros.
R/: Alabado sea por siempre Señor.
C/: Oremos: …
Oh Dios, que por la unción del Espíritu Santo
constituiste a tu Hijo Mesías y Señor y, a nosotros,
miembros de su cuerpo, nos haces partícipes de su
misma unción; ayúdanos a ser en el mundo testigos
fieles de la redención que, por el misterio de la cruz,
realizaste para toda la humanidad. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Liturgia de La Palabra
1° Lectura:
PRIMERA LECTURA
ENSEÑANZA CATEQUÉTICA DEL LIBRO DEL ÉXODO
12, 1-8. 11-14.
Salmo responsorial:
Salmo responsorial Sal 115, 12-13. 15-16bc. 17-18
R/: El cáliz que bendecimos es la comunión de la
sangre de Cristo.
-¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre.
- Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor,
yo soy tu siervo, hijo de tu esclava; rompiste mis
cadenas.
- Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu
nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos, en
presencia de todo el pueblo.
2° Lectura:
ENSEÑANZA CATEQUÉTICA DE LA PRIMERA CARTA
DEL APÓSTOL SAN PABLO A LOS CORINTIOS 11, 23-26.
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede
del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor
Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan
y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo:
«Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced
esto en memoria mía.» Lo mismo hizo con la copa,
después de cenar, diciendo: «Esta copa es la nueva
alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que
bebáis, en memoria mía.» Por eso, cada vez que coméis
de este pan y bebéis de la copa, proclamáis la muerte del
Señor, hasta que vuelva.
Lector: Enseñanza del Señor
Asamblea: A Dios gracias
Antífona:
L/: Antífona: Honor y gloria a ti Señor Jesús.
Se lee la antífona del día y se concluye como se empezó.
Evangelio:
Proclamación por un diácono o sacerdote
concelebrante:
Después el diácono (o el presbítero que ha de proclamar el evangelio en
la Santa Liturgia presidida por el Obispo), inclinado ante el sacerdote o
el obispo, pide la bendición, diciendo en voz baja:
D/S/: Padre, dame tu bendición.
Quien preside, en voz baja, dice:
C/: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para
que anuncies dignamente su Evangelio; en el
nombre del Padre y del Hijo †, y del Espíritu Santo.
Quien proclama el evangelio, Continua diciendo:
La Homilía
deberá ser SIEMPRE CRISTOCÉNTRICA. Para Cristo, con Cristo y en
Cristo. No se permitirá la manipulación de las Sagradas Escrituras para
intereses individuales y colectivos, de índole institucional público o
privado.
Ofertorio
El diácono, o el sacerdote, hecha vino y un poco de agua en el cáliz,
diciendo en secreto:
D ó C/: Oh Dios, † que maravillosamente formaste la
dignidad de la noble naturaleza humana y más
maravillosamente la restauraste: concédenos que
por el misterio de mezclar esta agua y vino,
participemos de la Divinidad de Aquel que se dignó
compartir nuestra humanidad, Jesucristo, Hijo tuyo
y Señor Nuestro, que contigo vive y reina y es Dios,
en unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos
de los siglos. Amen.
Mientras el sacerdote o el Diácono preparan las ofrendas se recoge la
ofrenda de la comunidad. Teniendo todo listo en el altar ofrece las
ofrendas del pan y del vino y la ofrenda de la comunidad el sacerdote
dice bendiciendo el pan y el vino por separado, así como las ofrendas de
la comunidad diciendo:
Incensación
Seguidamente, si es el caso, tiene lugar la incensación de las ofrendas y
del altar. Aquí, en las Santas Liturgias Solemnes, bendice el incienso,
diciendo:
C/: Quiera el Señor, por la intercesión del
bienaventurado San Miguel Arcángel, quien guarda
la diestra del Altar de Incienso, y la de todos Sus
predestinados, dignarse a bendecir † este incienso,
y recibirle como dulce fragancia. En el Nombre de
Nuestro Señor Jesucristo, quien junto al Padre y el
Espíritu Santo, reina por siempre, y un sólo Dios
Verdadero. Amén.
Al incensar el pan y el Vino, dice:
C/: Pueda este incienso que Tú has bendecido
ascender a Ti, Señor, y que Tu Misericordia
descienda sobre nosotros.
Al incensar el altar, dice:
C/: Que mi oración, Señor, suba como incienso ante
Tus ojos: y mis manos que a Ti se elevan como un
sacrificio vespertino. Dispone a tu ángel, Oh Señor,
delante de mi boca, y una muralla alrededor de mis
labios. No inclines mi corazón a las palabras del mal,
ni a excusar mis pecados.
Dando el Incensario al Diácono, dice:
C/: Quiera el Señor encender entre nosotros la
lumbre de Su caridad, y la llama de un eterno amor.
Amén.
Lavamiento:
Luego el sacerdote, de pie a un lado del altar, se lava las manos, diciendo
en secreto:
C/: Lavaré mis manos entre los inocentes; y me
pondré oh Señor, al servicio de tu altar. Para
hacerme eco de los cánticos de alabanza, y
proclamar todas tus maravillas.
Invitación a la oración:
Luego el Sacerdote pronunciando en secreto la siguiente oración:
C/: El Noble José bajó del madero tu inmaculado
Cuerpo, lo envolvió con aromas en un lienzo limpio,
y le dio sepultura. Descendiéndolo en un sepulcro
nuevo.
Sanctus:
T/. Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
Plegaria Eucarística
El sacerdote, con las manos extendidas, dice:
C/: Santo eres en verdad, Padre, fuente de toda
santidad;
Junta las manos y luego las extiende sobre las ofrendas y dice:
te suplicamos, que santifiques estos dones con la
efusión de tu Espíritu,
Junta las manos y traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz
conjuntamente, diciendo:
de manera que sean para nosotros Cuerpo y †
Sangre de Jesucristo, Señor nuestro.
Junta las manos.
En la Santa Liturgia vespertina del Jueves santo dice:
C/: El, en esta misma noche, cuando iba a ser
entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan, dándote gracias †, lo partió y se lo dio,
diciendo:
Se inclina un poco.
Invitatorio:
C/: El amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado;
digamos con fe y esperanza:
Padre Nuestro
T/: Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu
Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de
cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos
dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
C/: Líbranos señor de todos los males, y concédenos
la paz en nuestros días, mientras esperamos la
venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo.
R/: Porque tuyo es el reino, tuyo es el poder y tuya es la
gloria por siempre señor.
Magnificat
C/: Proclama mi alma la grandeza del Señor,
T/: Se alegra mi Espíritu en Dios mi Salvador, porque ha
mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí; Su
Nombre es Santo y su Misericordia llega a sus fieles de
generación en generación.
Él hace proezas con su brazo: Dispersa a los soberbios
de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece
a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y
a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su
misericordia como lo había prometido a nuestros
padres en favor de Abraham y su descendencia por
siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en
un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.
Amén.
El sacerdote se prepara para recibir la sagrada Eucaristía con fervor
manifiesto. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y
deja caer una parte del mismo en el cáliz, diciendo en secreto:
C/: Danos, Señor, la comida a su tiempo, abre tu
mano, y sacia nuestras almas con tus bendiciones.
Luego se parte el pan mencionando los misterios cristianos y
colocándolos en forma de Cruz:
Por tu encarnación.
Por tu nacimiento.
Por tu circuncisión.
Por tu aparición.
Por tu pasión.
Por tu muerte.
Por tu resurrección.
Por tu gloria.
Por tu reino.
C/: El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor
Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros
alimento de vida eterna.
Agnus Dei
Aquí, luego de la genuflexión, reverencia, y de golpear su pecho,
mientras tanto se canta o se recita:
C/: Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo,
R/: ten piedad de nosotros.
C/: Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo,
R/: ten piedad de nosotros.
C/: Cordero de Dios, que quitas el pecado del
mundo,
R/: danos la paz.
Despedida:
C/: Hermanos nos hemos comprometido en esta
Eucaristía de hoy.
R/: Vayamos y demos frutos en abundancia.
Jueves de La Cena del
Señor
Oración Colecta
Oremos: Dios nuestro, que nos has reunido para
celebrar aquella Cena en la cual tu Hijo único, antes de
entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el sacrificio
nuevo y eterno, sacramento de su amor, concédenos
alcanzar por la participación en este sacramento, la
plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que siendo Dios vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los
siglos. Amén.
PRIMERA LECTURA
ENSEÑANZA CATEQUÉTICA DEL PROFETA ISAÍAS 52,
13-53, 12.
SEGUNDA LECTURA
Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen
en autor de salvación
EVANGELIO
Los amó hasta el extremo
Liturgia de la Eucaristía
Prefacio de las Ordenaciones I: El sacerdocio de
Cristo y los sacerdotes
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y
salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor,
Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Ya que, por la unción del Espíritu Santo, constituiste a tu
Hijo unigénito Pontífice de la alianza nueva y eterna, y
has querido que su sacerdocio único se perpetuara en la
Iglesia. Porque Jesucristo no sólo comunica la dignidad
del sacerdocio real a todo el pueblo redimido, sino que,
mediante la imposición de las manos, eligiendo a
algunos de entre los hermanos, los hace partícipes de su
ministerio de salvación. Ellos renuevan, en su nombre,
el sacrificio redentor, preparan para tus hijos el
banquete pascual, y fomentan la caridad en tu pueblo
santo, lo alimentan con la palabra, y lo fortifican con los
sacramentos y, consagrando su vida a ti y a la salvación
de sus hermanos, se esfuerzan por reproducir en sí la
misma imagen del Señor dando un constante testimonio
de fidelidad y de amor.
Por eso, Señor, con todos los ángeles y santos, te
alabamos, cantando llenos de alegría:
T/: Santo, Santo, Santo...
Terminada la distribución de la comunión, se deja sobre el altar el copón
con las hostias consagradas para la comunión del día siguiente. La Santa
Liturgia termina con la oración después de la comunión.